Amor Real (Niall Horan y Tu)

CAPITULO 2.
La tormenta.

Después de la asaltada que di a la tienda de chocolates, volvimos hacia donde estaban nuestros autos, yo sin dejar de sonreír y recordarle lo maravilloso amigo que era.
Al llegar a nuestro destino, me despedí de él con un beso en la mejilla y quedamos para vernos otro día, ya que el pasaría la tarde con Amy.
Entre a mi auto, dejando las 5 bolsas de dulces de chocolate en el asiento del copiloto junto con mi bolso y después me puse en marcha rumbo al palacio. Ahora, como la mayoría de las personas ya estaban en sus puestos de trabajo, el recorrido fue mucho más corto y llegue a casa en menos de 10 minutos. Deje el auto con James y hable un poco con él en lo que Marie —una de las damas que me servían a mí personalmente. De estatura mediana y cabello azabache recogido en un moño formal— llevaba las bolsitas blancas con detalles en cafe de Deliciuss a la cocina.
Hable con James sobre su esposa y la próxima bebe que venía en camino, para hacer de hermana menor de David, el pequeño de 6 años que habían adoptado hace apenas un año.
Marie termino de llevar las bolsas y me despedí educadamente de James para entrar al palacio. Me disponía a subir las escaleras, cuando fui interceptada por Holly, otra de mis damas.
Me informo que tenía visitas en el salón de la reina victoria, y que esperaban mi presencia.
Asentí levemente y gire sobre mis talones para dirigirme al salón, el cual gracias al cielo no se encontraba tan lejos. Habia habido ocasiones en las que tenía que atravesar el palacio de punta a punta, o en otras ocasiones todo el patio interior. Era una de las desventajas de vivir aquí, ya que Clarence House no era tan enorme como Buckingham, pero con el tiempo te acostumbrabas.
Recorrí los tres pasillos que me separaban del tan mencionado salón, dos de los porteros abrieron las puertas dobles dándome el paso y al ver quien estaba frente a mí, mi bolso cayó al suelo y un grito escapo de mi garganta.

— ¡Chelsea!
— ¡Caitlin!
Corrí hacia la castaña como si estuviera en un maratón y al encontrarnos, ambas nos fundimos en un abrazo mientras saltábamos y chillábamos como locas. Hacia un mes que no tenía contacto con mi prima/mejor amiga, casi hermana.
— ¡Se suponía que volverías en una semana! —le dije eufórica mientras nos separamos.
— Lo sé, pero arregle todo y volví antes —sonrió.
— Oh, dios, Chelsea. Te extrañe tanto —le dije antes de volverla a abrazar, aunque esta vez fue más corto— Tienes que contarme todo lo que hiciste en Paris, porque volviste antes y que me trajiste.
— Sabía que preguntarías eso ultimo —rio mientras giraba los ojos— Te contare todo, pero hay que ir a Starbucks. Hace un mes que no tomo un café decente.
Solté una carcajada a la vez que Chelsea enredaba su brazo con el mío, era nuestra costumbre desde pequeñas junto con Brittany. Había veces en las que hasta chocábamos contra las paredes al estar las tres tomadas de los brazos.
Cuando nos dirigíamos hacia la puerta del salón, uno de los porteros me ofreció el bolso, el cual anteriormente se había caído por la sorpresa de encontrar a la castaña. Lo tome con una sonrisa y seguí mi camino por el corredor tomada del brazo de Chelsea.
Al llegar al garaje, volví a pedir las llaves de mi auto para ir a nuestro destino. Las calles ahora poco transitadas nos hicieron el recorrido tranquilo mientras Chelsea me contaba un poco de lo que había hecho en Francia, aunque hasta el momento solo mencionaba la cantidad de tiendas que había en el país.
Atravesé todo el recorrido hasta llegar al Starbucks de Palmer Street, el más cercano al palacio —aunque no tan cercano—. Estacione el auto frente a la acera y ambas bajamos de este.
Al ingresar al lugar, las campanillas de la puerta tintinearon, aunque solo llamaron la atención de la chica que atendía la caja, el resto de los clientes ni nos voltearon a ver, por suerte.
Ordenamos un par de cappuccinos en la caja —uno de mocha para mí y uno de vainilla para Chelsea— y una vez que nos los entregaron y pagamos por estos, nos dirigimos a una de las mesas del rincón para poder hablar. Apenas Chelsea tomo asiento le ordene que empezara a contar.
— Tranquila, tranquila —rio ante mis palabras. Llevo el café a su boca y tomo un sorbo. Imite su acto— ¿Recuerdas que Antoine tuvo que viajar hace unas semanas?
Tenía que salir con eso.
Antoine Suisson de parís, sin títulos pero de buena familia. Era el adorable, tierno y simpático novio de Chelsea —nótese el sarcasmo—.
Se habian conocido durante el viaje de Chelsea a Francia para aprender el idioma. Se conocieron en una fiesta unos días después de que Chelsea había llegado a Paris y desde entonces son casi inseparables. Y digo casi ya que Antoine regularmente viajaba unos cuantos días al mes para visitar a su familia, debido a que después de que Chelsea volvió a Londres, un mes después el francés pisaba tierras inglesas mudándose con su novia. Actualmente tenían poco más de año y medio saliendo formalmente y toda la familia, salvo unas excepciones — Brittany y yo para ser más precisos— amaba a Antoine, o como yo solía llamarlo: Antonio cara de mono.
Y no es porque Antoine me cayera mal, o se portara grosero conmigo o cualquiera de esas cosas, al contrario, siempre era muy educado, mostrando los valores que su familia le había inculcado, pero simplemente no cuadrábamos. Con esfuerzo podíamos tener una conversación que rebasara del “Hola, que tal.”, y esa era una de las tantas razones por las que no me encantaba su relación con mi mejor amiga. Pero al fin y al cabo era su vida y yo debía respetarla.
— Claro, como olvidarlo si estuviste llorando una semana después de que se fue, solo para irte tú también a la siguiente —rodee los ojos antes de reír.
— ¡Hey! Lo extrañaba, eso es todo.
— Como sea —suspire llevando el vaso del café a mi boca. Tome un sorbo y volví a hablar— continua.
— Bien. La razón por la que Antu —si, así lo llamaba de cariño. Dios nos libre de cómo llamara a sus futuros hijos—viajo, es porque tenía algo importante que decirle a sus padres.
Espere un segundo a que continuara, pero no lo hizo.
— ¿Y la razón es?...
Sonrió ampliamente, antes de extender su mano izquierda al lado de su rostro, dejando ver un hermoso —y enorme— anillo de diamantes.
— Oh, mi dios —susurre con la boca abierta— ¡Vas a casar…!
— ¡Cállate! —Chelsea me callo colocando su mano sobre mi boca, impidiéndome el habla— no quiero que todo el mundo se entere, no aun —balbucee algo aun con su mano sobre mi boca, lo que causo que no se entendiera ni una sola palabra— ¿Qué?
Quite su mano con un empujón y volví a hablar.
— Lo que dije fue… ¿Por qué no quieres que se enteren?
— Estoy esperando a que Antoine vuelva en unos días para anunciarlo formalmente, vendrá con su familia así que estoy preparando una cena en el palacio. Toda la familia estará ahí, además de unos amigos.
— ¿Ya le dijiste a Brittany? —pregunte.
— ¿Que parte de “Toda la familia estará ahí” no comprendes?
— OK, pero no me trates como estúpida —hice una pequeña pausa, pensando en o siguiente que diría. Di un pequeño sorbo al cappuccino para darme más tiempo de pensar y abrí la boca para finalmente hablar— Chels… ¿Estas segura de esto?
De todas las personas que conocía, jamás pensé que Chelsea fuera una de esas que se casan tan jóvenes. Es decir… ¿No es un poco estúpido hacerlo? Al casarte, renuncias a los beneficios de ser joven. Poder ir a fiestas, bromear todo el día con tus amigos, ser irresponsable por unos años más, todo por unir lazos con alguien, ir a vivir con él y dejar atrás la época más feliz de tu vida para darte cuenta de cómo son en realidad las cosas, madurar.
El matrimonio joven siempre me pareció una estupidez. Si de verdad amas a alguien, y el te ama, podrán esperar unos cuantos años más. No tienen porque casarse a los 19 —o 23 en el caso de Antoine—.
— ¿De qué? ¿De la boda? — asentí en silencio— Amo a Antoine, el me hace feliz y quiero una vida junto a él.
— ¿Y acaso no pueden esperar un par de años?
— No es que no podamos, es que no queremos esperar.
La sonrisa de estúpida enamorada de Chelsea, me dio a entender que por más que hablara con ella, no la haría cambiar de parecer. Suspire resignada y di un pequeño vuelco a la conversación, pidiéndole que me contara de la forma en la que Antoine se lo había propuesto.
Estuvimos cerca de dos horas en el café, mientras escuchaba las palabras y suspiros de torpe enamorada de Chelsea. Y debía admitir, que Antoine dio en el blanco en la forma de proponérselo.
La razón por la que Chelsea había viajado a Paris, fue porque Antonio la llamo diciéndole que sus padres tenían ganas de verla, así que ella gustosa acepto irse ese mismo día. Llego a la mañana del día siguiente y estuvo todo el día con los padres de “Antu” y sus dos pequeños hermanos. Al anochecer, la llevo a cenar sin decirle a donde y tapándole los ojos, para al final devolverle la vista cuando estaban en la punta de la torre Eiffel, con una pequeña mesa para dos y al lado de esta, en el suelo, un escrito con pétalos de rosa en el que decía las tradicionales palabras para pedir matrimonio, solo que en francés.
El resto del viaje, fue mero capricho de los enamorados.
Al salir del café, el frio viento de Londres me hizo estremecer, haciendo que escondiera mis manos en los bolsillos de mi abrigo. Fuimos directo al auto, y rápidamente lo puse en camino rumbo a la residencia que Chelsea compartía con Antoine, la cual casualmente quedaba enfrente de la de Harry. No se confundan de Harry, me refería a Harry Styles, el rizado de One Direction, no a Harry Windsor, el tonto que tenia por hermano.
Durante el trayecto, no paramos de hablar sobre tonterías. Había decidido dejar de lado todo el asunto del compromiso y centrarme en la felicidad de mi amiga.
Antes de dejarla bajar del auto, hicimos planes para ir a cenar, a lo que ella propuso que invitáramos a Harry y Niall, junto con el resto de los chicos y a Eleanor y Perrie. Acepte con una sonrisa y finalmente nos despedimos.
Vi como abría la puerta de la gran casa y después volví a poner el auto en marcha, atravesando el camino que guiaba desde la reja con seguridad de la entrada, hasta llegar a la casa. Mientras salía a la calle, vi como el vecino de enfrente se acercaba a su casa. Harry y yo hicimos contacto visual e hice un gesto de Saludo con la mano, el cual correspondió de la misma manera y una de sus amplias sonrisas.
Devolví mi vista al frente y seguí con mi camino hacia el palacio.
El recorrido fue ligero y tranquilo, mientras tarareaba una canción de Ed Sheeran, “The A Team” para ser más exactos. Deje el auto en el garaje, entregue las llaves y me dirigí al interior de la gran casa.
Me disponía a subir las escaleras, cuando fui interceptada por Holly, una de mis damas.
Me informo que mis abuelos me esperaban en la oficina principal —la cual pertenecía a mi abuela— ya que tenían algo importante que decirme.
Enseguida acepte y gire sobre mis talones para bajar los escalones que había subido. Atravesé los pasillos decorados al estilo barroco, rumbo al despacho de mi abuela. Al llegar, toque dos veces la puerta antes de que la voz de mi abuelo me diera el pase. Abrí la puerta y me encontré con mi abuela sentada en el asiento detrás de su escritorio, con mi abuelo detrás de ella posando su mano en el hombro de esta última.
Esto era serio.
— ¿Pasa algo? Holly me informo que deseaban verme —dije un tanto nerviosa.
— Así es, cariño —respondió el abuelo— te hemos llamado porque tenemos algo importante que decirte. Toma asiento.
Asentí levemente y me dirigí hacia uno de los dos asientos individuales que había frente al escritorio. Coloque mi bolso sobre mi regazo y mire a los dos monarcas frente a mí.
— ¿Sucedió algo con Harry o…? —pregunte un poco angustiada.
Harry se había ido como recluta a Afganistán hacia un par de semanas, y ocasionalmente recibíamos un par de llamadas de su parte aunque esta semana no habíamos recibido noticias sobre él.
— No, no, tranquila, Caitlin. Harry está perfectamente, solo que no se ha podido comunicar debido a que la señal está fallando en su base —respondió la abuela, dándome un respiro.
— Es por otra razón por la que te hemos llamado —indico el abuelo— últimamente hemos estado realizando negocios con España, y nos dimos cuenta por la grave situación económica por la que están pasando, así que decidimos ayudarles.
— Bueno, de ser así no veo el problema, me parece una excelente idea pero… ¿En qué parte eso me relaciona?
— A eso queremos llegar —respondió la abuela.
— Queremos formar una alianza entre los dos países, y la mejor manera de hacerlo es por medio de una unión… matrimonial.


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
NOTA: "Antoine Suisson" se pronuncia "Antua Suasson". Por si las dudas, hermosas :)
Espero que les guste el cap.
Besos! Xx

Romina-Horan escribió:Tercer cap listo!!! Solo esperare la opinion de mi mejor amiga y mañana se los subo :D
Las quiero!! Xxx

Hoy ya es mañana .. creo que me entiendes .. subelo porfiss :)

sube el capituloooooooooooooooooooo !

CAPITULO 3.
Olvídate de mi.


— ¿Entre quienes?
Por favor dios, que no sea lo que estoy pensando.
— Tú y el príncipe Eduardo de España.
— ¡NO! —exclame de golpe ante las palabras de mi abuelo— ¿Acaso están bromeando? ¡Solo tengo 18 años!
— 19 —corrigió mi abuela.
— Por favor —bufe mientras me ponía de pie— ¿Acaso eso cambiara algo? ¡No quiero hacerlo!
— No te estamos preguntando si quieres casarte o no, lo harás y punto.
— ¡No voy a hacerlo, abuela!
— Caitlin, cariño —hablo mi abuelo completamente tranquilo. Cosa que yo no estaba— ¿Podrías por un momento dejar de pensar en ti misma y pensar en el bien de la nación?
— ¡¿Estas hablando enserio?! —indague completamente anonadada— ¡¿Dejar de pensar en mi?! ¡Toda mi vida he dedicado mi tiempo a Inglaterra! Cuando estaba en la escuela, tomaba la mayoría de mis fines de semana trabajando en algún proyecto del parlamento. En vacaciones, la mitad de estas iban a ayudar a países pobres. Les pedí un año para alejarme un poco de eso y aceptaron. No llevo ni la mitad de el ¡Y me salen con que deje de pensar en mi misma!
— ¡Caitlin Elizabeth Jane Windsor! ¡Controla tu forma de dirigirte hacia tus mayores!
— Por favor, abuela —bufe. No supe en qué momento había comenzado a caminar por toda la habitación, completamente frustrada— Me dicen que tengo que casarme con un tipo que no conozco, apenas se su primer nombre y… ¿Estas pidiéndome que me controle? ¿Es enserio?
— Sabes perfectamente que tu abuela y yo jamás bromeamos.
— ¿De verdad van a obligarme a esto? —pregunte en casi un murmullo, y con los ojos picando.
— Es lo mejor para ambas naciones.
— No voy a hacerlo, abuela.
— Lo harás, es tu responsabilidad y lo digo yo.
— Bien.
Con el orgullo que solía caracterizarme, tome mi bolso del asiento donde anteriormente estaba sentada y Salí de esa habitación aguantando las lágrimas, ante las palabras de mi abuelo.
Corrí hasta llegar a las escaleras y de la misma manera subí por estas. No me detuve hasta llegar a mi habitación, al hacerlo, cerré la puerta de un portazo y me deje caer por esta hasta llegar al suelo, de la misma manera en la que mis lágrimas bajaban por mis mejillas. Me abrace a mis piernas, enterrando mi rostro entre las rodillas y dejando que los sollozos rasgaran mi garganta.
Desde pequeña, siempre me había refugiado en Harry y los abuelos. Ahora me sentía completamente sola. Con Harry en Afganistán sin poder contactarlo y siendo mis abuelos los culpables de mi desdicha, no tenía a nadie con quien contar. Podría llamar a William, pero él no me ayudaría de mucho, siempre ha sido leal a las decisiones de mis abuelos. También estaba Kate, pero no quería mortificar a mi embarazada cuñada con mis problemas. Y ni mencionar a mi padre, jamás había contado con él en toda mi vida, no creo que esta fuera la excepción.
Nunca estaba en casa, porque la mayor parte de su tiempo estaba trabajando y sus pocos ratos libres, los pasaba con Camilla a escondidas, por lo que nunca fuimos la familia feliz que todo el mundo pensaba que éramos. Jamás paso un tiempo de calidad con nosotros, sus hijos, ni con mama. Con el que mayor tiempo pasaba de los tres, era con William, aunque tampoco era lo suficiente como para considerarlo un padre amoroso y dedicado.
Me sentía sola, desdichada, sin nadie con quien contar. Brittany había perdido su teléfono hace un par de días, y Chelsea estaba demasiado feliz con su nuevo compromiso que no quería aguadarle la fiesta, la quería demasiado como para hacerlo.
Era en este momento, en el que desearía que Harry me hubiera escuchado y no se hubiera ido de recluta, lo quería aquí conmigo, lo necesitaba a mi lado. Necesitaba sentir las palabras de aliento y los consejos de mi hermano, ese que siempre estuvo conmigo desde bebes, el que me cuidaba de mis temores, el que me consolaba cuando lloraba por las peleas de mis padres. Necesitaba a Harry más que nunca.
Mi teléfono comenzó a sonar desde el interior de mi bolso. Levante la cabeza de entre mis rodillas y estire mi brazo izquierdo para sacar el aparato. Toque la pantalla, atendiendo la llamada, y me lleve el iPhone al oído.
— ¿Qué cuentas, CatiCat?
— Seth… —lloriquee al escuchar la alegre voz de mi mejor amigo.
— ¿Caitlin? ¿Cariño, que paso?
— ¡De todo! ¡Mi vida es un maldito asco!
— ¿Qué paso, Cat? ¿Por qué lloras? —pregunto angustiado.
— ¡¿Por qué tiene que pasarme esto, Seth?! ¿Por qué a mí? —solloce, sin responder su pregunta.
— Caitlin ¿Qué pasa? Estas asuntándome.
— ¡Tengo que casarme! —casi grite, para que después mi llanto aumentara.
— pe… pero ¿Cómo? ¿Por qué?
— Mis abuelos dicen que debo casarme —mi voz se quebraba cada dos palabras por los sollozos— para hacer una alianza.
— ¿Tus abuelos? Pero si Cat, ellos siempre han sido un amor.
— Eso es lo que más me duele, Seth. Los consideraba mis padres.
— Sigo sin entender porque te harían eso, digo ¡Solo tienes 18 años!
— Explícales eso —murmure— quieren hacer una alianza con España, y harán que me case con el príncipe Eduardo.
— ¿Quién mas sabe esto? Aparte de mí…
— Solo tú, no le he dicho a nadie mas —lleve mi mano a mi rostro y limpie las lágrimas que comenzaban a cesar.
— ¿Por qué no hablas con Harry? Tal vez el pueda hacer algo.
— No hay señal en su base, no hablo con él desde hace una semana.
— ¿Y William?
— Como si el perrito faldero Windsor hiciera algo contra la reina. Es inútil.
— Y… ¿Tu padre?
— ¿De verdad piensas que hará algo? —reí con ironía— no lo ha hecho en 19 años, no creo que lo haga ahora.
— Es tu padre, Cat. No puede ser así de insensible, además, eres su niña pequeña.
— Wow, eso sí que cambia las cosas.
— Caitlin… —susurro como represaría— ¿Qué pierdes con ir a verlo? Cuéntale todo, seguramente no permitirá que tu abuela gane.
— Pero…
— Pero nada. Ve, habla con él, y después me llamas para saber cómo te fue.
— Está bien —suspire— gracias por todo, Seth.
— No hay porque, enana. Sabes que te quiero.
— Yo también. Adiós.
Corte la llamada y deje el teléfono sobre el frio suelo de mármol. Volví a abrazar mis piernas y pensé un par de minutos lo que haría. Finalmente, me puse de pie, tome mis cosas del suelo, y Salí de mi habitación mientras me limpiaba las lagrimas.
Iría a Clarence House, hablaría con mi padre y rezaría para que todo saliera bien y el poco amor que sentía hacia mí —si es que tenia— saliera y me ayudara con todo este maldito asunto.
Recogí las llaves de mi auto en el garaje y sin dirigir palabra alguna hacia nadie, encendí el motor y Salí del palacio. Aproveche un semáforo en rojo para arreglar un poco mi aspecto con maquillaje, ya que las lágrimas se habían encargado de dejarme completamente horrible.
Fui recibida en el Clarence H. con las puertas abiertas. Detuve el auto frente a la puerta principal y Salí de él solamente con las llaves. Las entregue para que las cuidaran y entre a la gran casa sin esperar autorización.
Fui directo al despacho de papa, en el segundo piso, al lado del salón donde guardaban parte de las obras de arte dedicadas a la reina victoria. Fuera de este, su asistente me vio con una clara expresión de sorpresa, ya que hacía tiempo que no venia aquí. Se recompuso rápidamente y entro a la oficina para avisar a mi padre de mi visita. Salió un par de minutos después autorizándome la entrada. Agradecí en voz baja y antes de entrar, tome un respiro para clamar mis nervios. Tenía que concentrarme en esto, no debía ser insolente, papa era mi última esperanza aunque yo no lo quisiera.
— Caitlin, cariño, que sorpresa tenerte por aquí —decía papa recibiéndome con un abrazo, el cual correspondí… con pesar.
— Lo sé, papa.
— Pero dime — se separo de mí y comenzó a guiarme hacia uno de los sofás individuales frente a su escritorio de roble— ¿Qué es lo que te trae a visitar a tu viejo padre?
— Es —suspire— difícil…
— ¿A qué te refieres? —tomo asiento frente a mí y me sonrió, marcando las pocas arrugas de sus mejillas.
— No si…
— Espera —me interrumpió. Se acerco al intercomunicador que había en una esquina del escritorio y presiono un botón. Mire mi regazo, aguantando la respiración y sintiendo un vacio en mi pecho al sentirme ignorada por mi propio padre, de nuevo— Jennifer ¿Podrías traerme un Té de canela?
— Enseguida, señor ¿Algo más? —respondió la voz de la mujer por el otro lado de la línea.
— ¿Quieres algo, Caitlin?
— No, gracias —respondí con voz ahogada, la cual rápidamente recompuse.
— Es todo, Jennifer —escuche el tono en el aparato y supe que la llamada había terminado— ¿Qué decías, hija?
Hija… que frías se sentían sus palabras.
Levante la vista y volví a hablar.
— No sé si estas enterado de los negocios que se han estado haciendo con España.
— ¿Con España? Si, lo estoy.
“Podrías al menos levantar la vista de tu trabajo y escucharme por una vez papa” —pensé al ver cómo me respondía. Tan cortante y sin siquiera prestarme atención por hacerlo con los papeles sobre su escritorio.
Apreté la mandíbula y clave mis uñas en el brazo del sofá para tranquilizarme, no podía echar esto a perder.
— Ok… ¿Supiste los planes de la abuela? Tiene pensado hacer una alianza…
— Matrimonial, lo sé —levanto una pila de papeles y los acomodo dejándolos caer sobre la superficie de madera antes de meterlos a una carpeta—Estoy al tanto de todo, Caitlin.
— ¿Estas de acuerdo en el matrimonio? ¿En obligarme a casarme? —pregunte shockeada.
El destino me jugaba una mala pasada, y muy mala.
— Un matrimonio arreglado no es cosa de todos los días —respondió mientras leía una hoja de papel frente a él— No es la primera vez que pasa en esta familia. Soy testigo de eso.
— ¿A qué te refieres?
— Mi compromiso con tu madre fue arreglado.
Podría jurar que escuche como mi corazón se rompía.
La pequeña ilusión que tenia de mi “Familia Feliz”, era que mis padres se habían casado enamorados, ahora aquella ilusión ya no existía, todo gracias a mi propio padre.
— Pe…pero —no sabía que decir, no sabía en qué momento nos habíamos alejado de mi problema y comenzamos con esta revelación de sucios secretos— ¿Vas a dejar que me obliguen a hacer esto? Papa, yo no quiero. No conozco al príncipe Eduardo, no lo amo. ¿De verdad vas a obligarme a esto? —una lagrima resbalo por mi mejilla al ver como él ni siquiera levantaba la vista de los papeles frente a él— ¡Préstame atención por una maldita vez en tu vida! —grite, empujando el pequeño sillón tras de mí y poniéndome de pie— ¡Que acaso es mucho pedir que por un minuto dejes el trabajo y me escuches!
— Caitlin, cálmate —respondió mirándome finalmente— no hay razón para que grites.
— Solo… responde —fue todo lo que dije, ya que las lagrimas se amontonaban en mis ojos y poco a poco comenzaban a bajar por mis mejillas— ¿Vas a permitir esto?
— Caitlin, escúchame. Es lo mejor para todos…
— ¿Para todos? ¿O para Reino Unido? Porque déjame decirte, no es lo mejor para mí.
Otra solitaria lagrima bajo por mi mejilla.
— No es tan malo como parece, con el tiempo llegas a…
— No. Lo digas —interrumpí, marcando cada una de las palabras. No quería escucharlo decir el gran cariño que llegabas a tener. No cuando sabia que siempre engaño a mi madre— ¿Sabes algo? Ni siquiera sé porque vine, sabía que perdería mi tiempo.
Di media vuelta y comencé a caminar hacia la puerta. No quería permanecer aquí, no quería estar cerca de mi padre, no después de todo el dolor que me había causado en menos de 15 minutos.
— Caitlin, por favor —rogo.
Me detuve en seco. Tome una bocanada de aire tragándome mis lágrimas y apretando los puños me voltee para verlo a la cara.
De pie, apoyando su brazo izquierdo en el escritorio mientras el otro caía por su costado. Note como las lagrimas se amontonaban en sus ojos, pero nisiquiera lastima sentí de verlo así.
— Tres años, papa. Tenía tres malditos años de no verte. Vine a pedir tu ayuda como padre ¿Y qué es lo que obtengo? Ni siquiera pudiste ponerme la más mínima atención cuando te hablaba.
— Hija…
— ¡No me digas así! —chille— Un padre de verdad está al pendiente de sus hijos, vela por su cuidado, pero sobre todo, los ama. No como tú.
— Yo siempre los he amado.
— ¿A si? Jamás lo demostraste ¿Sabes por qué? ¡Porque jamás estuviste con nosotros! ¡Nunca! ¡Siempre estabas con Camilla! No estuviste cuando Harry paso por su depresión. ¿Tienes idea lo difícil que fue ver a mi hermano llorar solo mientras se cortaba en su baño? ¿La tienes?
Se quedo callado, y no respondió hasta después de unos segundos en los que la habitación se sumió en silencio, donde lo único que se escuchaban eran nuestras respiraciones.
— ¿Harry estuvo deprimido?
Pude ver, como una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla, pero eso no movió nada en mi, nada.
— Eso no es todo. No estuviste ahí cuando Michael termino conmigo, cuando después me entere que me cambio por Cristal, cuando mis hermanos no se hablaron por 3 meses, tampoco cuando Harry estuvo inmerso en las drogas y el alcohol, y mucho menos… cuando trate de suicidarme.
— ¿Cuándo tu qué? —pregunto perplejo.
— ¿Lo ves? Ni enterado estabas de eso, todo por estar con tu amante —cerré los ojos un momento, calmando mi respiración. Había revelado mi más sucio secreto, ese que solo Harry sabia, ya que él me había detenido antes de hacerlo. Fue el único que noto lo mal que estaba. Chelsea, Brittany y Seth también lo habían notado, pero Harry fue el único que se dio cuenta de lo grave que estaba—Desde ahora… Quiero que olvides, que tenías una hija llamada Caitlin. Para mí, ya no eres mi padre.
— Cat…
— Con su permiso, príncipe Carlos.
Di media vuelta y sin mirar atrás, Salí de ahí, dejando al hombre al que anteriormente había llamado padre, sin palabras y con la expresión completamente desencajada.


-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Chicas, mil perdones por no haber subido ayer pero al ultimo momento no me gusto como quedo el cap así que decidí editarlo pero como ayer entre a clases y no dormí nada la noche anterior (mala idea dormir todas las vacaciones a las 6 am e.e) llegue rendida a mi casa y dormi todo el día. Aun no estoy muy conforme con el cap pero no podía hacerlas esperar mas. Espero que les guste :)
Besos! Xx

The Dreamer Girl escribió:Hola!!!!!!!!!!!!
WOW Me encanto el capitulo:DD
Pero como qe la quieren casar???
Nononononono pero ella debe estar con el presioso irlandés!!!!
y ni siquiera cree en el matrimonio de jóvenes!!!
No no no no!!!!
Awww Chelsea vive enfrente de mi Hazza:3
Pero n al menos ella se va a casa por amor no??
asghjashdajhlasa
Siguela!!!!
Besos!!!!!

Holuuu!!!
La abuela mala quiere casar a Caitlin!!! asdfgdsgsdf aqui empieza lo bueno, a partir de ahora hay drama, con mas drama y mucho mas drama. adafsadsf si supieran todo lo que tengo planeado *-*
Que bueno que te gusto el cap :3 gracias!! Xxxx

o por dios tienes que seguirla :)

CAPITULO 4.
Gracias por escucharme.


Salí del palacio llorando por segunda vez en el día. Atravesé los pasillos y baje las escaleras lo más rápido posible hasta llegar a mi auto. En el trayecto me encontré con Camilla, pero la ignore completamente y seguí con mi camino. Le arrebate las llaves al ballet parking y encendí el auto tan rápido como las lagrimas me lo permitieron, ya que nublaban mi vista.
Pensar que una simple visita a mi antiguo hogar había terminado de convertir mi día en una mierda.
Acelere a fondo y salí de las inmediaciones de Clarence House. Sin darme cuenta, conducía directo a Buckingham pero al notar esto, seguí derecho por Constitution Hill, agradeciendo la amplitud de la calle, además de que a esta hora estuviera desierta, me daba tiempo de pensar en todo lo que me había pasado.
En simples palabras, me sentía como una mierda total. Pero más que nada, por la indiferencia del hombre al que alguna vez llame padre. Pensar que le importaba más el bienestar de un mugre pedazo de tierra, que su propia hija. Yo sabia perfectamente que Reino Unido no necesitaba de la alianza con España, yo había estado al tanto de los números de la bolsa y nuestra economía era estable, tanto así, que podríamos soportar una crisis cercana a la de los 30.
El mencionar aquellos momentos oscuros que pasamos mis hermanos y yo hace unos años, había movido algo en mí. No sabía a ciencia cierta que era. Tal vez el hecho de descubrir que Carlos jamás estuvo enterado de estos, ya que siempre me había obligado a pensar que los ignoraba a propósito, por no saber cómo tratarlos. Siempre me hacia una ilusión del porque de las acciones de mi padre, para hacerme sufrir menos, pero en el fondo siempre sabía lo que verdaderamente eran, ilusiones.
Carlos nunca estuvo ahí, nunca. Siempre notando su ausencia en la mesa a la hora del té, escuchando los suspiros resignados de mi madre. En la noche sus gritos y peleas, y luego como Harry siempre se escapaba a mi cuarto y se acostaba conmigo hasta que dejaba de llorar y finalmente me dormía.
Desde pequeña me había refugiado en mis abuelos, Harry y en los libros. Solía leer en todos mis tiempos libres, sumergiéndome en ese mundo de fantasía donde la vida era perfecta, alejándome de mi dura realidad. Sonriendo a cada momento, cuando por dentro estaba llorando, sin duda era una de las cosas más difíciles, sobre todo para una niña de 5 años. Ahora, súmenle a eso el fallecimiento de su madre. ¿No creen que sea mucho para tan solo una pequeña? Pues parecía que al mundo no le importaba.
Viviendo de una forma completamente errónea como todos piensan que lo hago. Las niñas de pequeñas sueñan con ser princesas, casarse con el príncipe de sus sueños y vivir felices para siempre, pues se equivocan.
En primera, yo no me casaría con el príncipe de mis sueños, si no con el príncipe que mi abuela había escogido, puramente por un interés económico y financiero. Con respecto al felices para siempre, no creo que yo llegue a tener uno.
Desde que Michael me había engañado con Cristal, a la que yo consideraba una de mis mejores amigas, me había cerrado completamente al amor. Eso con solo 15 años. Trataba de mantener una coraza en mi corazón, como si lo tuviera atrapado en una jaula. Me negaba a enamorarme de alguien, simplemente no podía. Cuando comenzaba a sentir algo por alguien, recordaba el engaño de Mike y todo esa “magia” que sentía, se esfumaba, devolviéndome a mi dura y cruel realidad.
Volviendo al presente, que mis propios abuelos me sentenciaran, era un golpe que de verdad me llegaba. A ellos los consideraba mis padres, ahora ya no pensaba lo mismo. Siempre tan lindos y buenos conmigo, dándome el amor y cariño que mi madre no pudo seguir dándome y Carlos jamás mostro. Y de pronto, de un día para otro, sentencian mi futuro. Es un poco raro de asimilar considerando que todo lo de hoy; mis abuelos, mi padre, las peleas, todo en un solo día.
Era en momentos como estos, en los que deseaba dormir y no despertar nunca más.
Mi teléfono comenzó a sonar en el interior de mi bolso, devolviéndome a la realidad. Limpie las lágrimas de mis ojos y me acomode en el asiento. No me había dado cuenta en qué momento había detenido el auto a un lado de la calle. Supongo que mi instinto de supervivencia había surgido antes de que matara a alguien por mis llantos.
Tome mi iPhone y vi la pantalla, mirando el nombre de Seth en esta indicándome su llamada. Toque el botón y lleve el teléfono a mi oído mientras sorbía mi nariz para poder hablar.
— ¿Caitlin? ¿Qué paso? ¿Hablaste con tu padre?
— No quiero que lo menciones. Mi visita a Clarence House fue un completo asco, Seth.
— ¿A qué te refieres?
Después de que pronunciara esas palabras, me desahogue. Le conté todo, reviví la conversación con papa, lo que me había confesado, como me sentía, todo. Me desahogue con mi mejo amigo justo como lo había hecho años atrás cuando me entere sobre lo de Cristal. En algún rincón de mi mente revivía los momentos de la secundaria cuando asistía al instituto. Las noches que pasábamos los cuatro, Chelsea, Brittany, Seth y yo, encerrados en la habitación de alguno de nosotros viendo películas hasta el amanecer, diciendo tonterías sobre cualquier cosa, reventando ventanas cuando ponía el karaoke o cualquiera de esas estupideces de adolescentes.
Para mí, Seth ya no era un amigo, hace años que se había convertido en un hermano para mí, casi tanto como Harry. Siempre estábamos el uno para el otro, no importaba en qué situación. Una vez había faltado a una fiesta en Mónaco simplemente por el hecho de que Seth se encontraba mal, después de haber encontrado a Susan —su entonces novia— besando a su primo Brad en una fiesta. Lo peor del caso, ninguno de los dos estaba ebrio como para justificarlo.
Desde entonces, el al igual que yo nos habíamos mantenido solteros, sin compromisos. Esperando el momento en el que la persona indicada llegara, solo que en mi caso, ahora encontraba muy difícil ese punto.
— Pronto todo se arreglara, estoy seguro —dijo confiado.
— Solo espero que tengas razón —suspire— ¿Cuándo…?
— Seth ¿Tienes el trabajo de ciencias? —interrumpió una voz del otro lado de la línea.
— Monique, te lo doy después, estoy ocupado.
— No Seth —le dije— ya te quite mucho tiempo, debes estar ocupado con cosas de la universidad. Mejor te dejo para que sigas.
— Deja de decir estupideces, Caitlin, tú eres más importante. La clase de ciencias, el profesor y Monique pueden esperar.
— De verdad, mejor te llamo después. Mañana es sábado, tendrás el día libre.
— Pero, Cat…
— Pero nada, Gray. Insisto.
— Está bien —suspiro— te llamo mañana ¿Vale?
— Vale, Seth. Adiós.
— Adiós, enana. Te quiero.
Corte la llamada y deje el teléfono en mi regazo. Dejando que mis pensamientos vagaran mientras acariciaba la blanca superficie de mi iPhone, distrayéndome por un momento de todos los problemas que habían surgido hoy, hasta que comenzó a sonar de nuevo.
Conteste la llamada en automático mientras lo llevaba a mi oído.
— ¿Qué paso, Seth?
— Soy Chelsea, Cat. ¿Dónde diablos estas? Todos te estamos esperando en el restaurante.
— Pero que… —mire la hora en el tablero del auto, sorprendiéndome al notar que ya eran las 7:30. Ni siquiera me había dado cuenta de que el sol se había ocultado y las estrellas habían tomado su lugar. Suspire— Chelsea, hoy ha sido un día de locos, no tienes idea.
— ¿Qué paso?
— Mejor te cuento en la cena, llego en 20 minutos. Dile a Niall que ordene por mí, el sabe lo que me gusta.
— Ok, Cat. Nos vemos.
Corte la llamada y me dispuse a encender el auto, respondió con un suave ronroneo y después de guardar mi teléfono de nuevo en mi bolso, puse el auto en marcha.
El lugar donde habíamos quedado no estaba muy lejos. Tomando en cuenta que me había quedado a mitad de Constitution Hill, y que el lugar estaba cerca del sur de Londres, en medio de Wellstone y Heartone, tomaría menos de lo que había dicho llegar.
Como supuse, llegue en 10 minutos. Antes de bajar del auto retoque mi maquillaje, el cual ya estaba hecho un asco, y acomode mi cabello.
El frio aire me hizo estremecer al salir del auto. Con mi bolso colgando del brazo, camine al interior del lugar. Encontré a los chicos en una mesa en el fondo, mientras todos reían. Una débil sonrisa se formo en mi rostro al verlos felices, cosa que yo no estaba mucho que digamos.
En sí, no estaba completamente triste y deprimida como cando recién Salí de Clarence House, ahora estaba más… tranquila. La conversación con Seth de verdad me había ayudado, me sentía menos débil que antes. Ahora podía pensar y afrontar todo con un poco mas de firmeza.
Al llegar a la mesa, Louis me recibió con un “¡Hasta que mi hermana se digna a aparecer!”, lo cual me hizo reír. Salude a todos con un beso en la mejilla y al final tome asiento entre Niall y Chelsea en la mesa para 10.
— Chelsea nos dijo que tenias algo que decirnos —hablo Perrie— ¿Paso algo grave?
— Podría decirse que sí, pero no pienso hablar hasta que mi cena llegue. No he almorzado.
— ¿Por qué? —pregunto Zayn.
— Solo te diré que hoy ha sido un día de locos —negué levemente con la cabeza mientras suspiraba. Mire al rubio a mi lado y le sonreí— ¿Ordenaste por mi?
— Dos rollos, uno california y otro de aguacate.
Estire mis brazos y lo abrace.
— Eres el mejor, duende.
— Lo sé, ya me lo han dicho —bromeo, a lo que todos en la mesa reímos.
Louis comenzó a hablar sobre el próximo tour y todos nos enfrascamos en eso. Eleanor volvería a Manchester mañana para comenzar unos trabajos finales y así poder faltar unos días a la universidad para ir a New York al concierto de los chicos. Chelsea no dejaba de sonreír y podía notar que discretamente miraba su anillo de compromiso, lo que me hacia tragar en seco pensando que muy pronto, tal vez yo tuviera que usar uno.
A Liam lo encontraba completamente sonriente, y en el fondo estaba feliz. Desde que había terminado con Danielle hace un par de meses se había deprimido un poco, pero después de estar con él una noche mientras veíamos Batman y comíamos helado se animo un poco más, aunque no había notado más cambio hasta ahora. Zayn y Perrie estaban metidos en su mundo haciéndose caras tontas el uno al otro, lo que me hacia reír y olvidarme por un minuto de todo lo que había pasado hoy.
Un mesero llego con una bandeja llena de platos, los cuales fue acomodando delante de cada uno de nosotros. Al ver los dos rollos de sushi frente a mi estomago rugió, no sé cómo no me había dado cuenta antes del hambre que tenia. Supongo que mis emociones superaron a mi estomago. Un poco raro.
Después de que el mesero se fue, Harry hablo.
— ¿Ya vas a decirnos que paso? No me gusta esperar.
— Déjame comer —chite llevando el pedazo de comida japonesa a mi boca.
— ¡Oh, vamos! Suelta la sopa —animo Niall empujando mi hombro juguetonamente.
— Ok… —suspire.
Me prepare mentalmente durante un minuto en el que disfrutaba de la cena mientras todos permanecían callados, esperando a que hablara. Era un tanto incomodo sentir 8 miradas sobre mí.
Finalmente, les conté todo. Ninguno de ellos hablo mientras yo relataba todo lo sucedido. Milagrosamente, esta vez no llore. Creo que ya había llorado lo suficiente por hoy, y las lagrimas en mi se habían agotado. Además de que gracias a la charla con Seth me sentía mejor. No podía evitar sentirme traicionada por mi propia familia, pero ya no estaba tan depresiva como hace unas horas.
Cuando termine mi relato, ninguno de ellos hablo.
— ¿Y bien? ¿no piensan decir nada?
— Es… una locura ¿Por qué la abuela haría eso? Digo, que yo sepa no estamos en mala situación económica ni nada por el estilo.
— No lo están, es solo para tener más, Chelsea —respondió Harry.
— Ósea, que mi hermana se va a casar, con un tipo de España, porque su abuela, la reina de Inglaterra, se lo impuso —Louis hizo una pequeña pausa— ¡Lo que acabo de decir no tiene ni la mas mínima lógica! ¿Cómo se atreve a hacer eso?
— Tu lo dijiste, es la reina —murmure.
Tome el vaso de Té helado y tome un sorbo.
— No sé cómo puedes con todo esto —dijo Eleanor— yo en tu lugar, probablemente estuviera llorando en mi habitación.
— He tenido un tiempo para pensar todo, aunque aun no lo asimilo por completo.
— Gracias por contarnos —sonrió Niall a mi lado.
— Gracias por escucharme. Después de todo, creo que no estoy tan sola como creía.
— ¡¿Bromeas?! —exclamo Zayn— Cariño, eres la hermana de One Direction.
— ¿Hermana de One Direction? —pregunte riendo.
— Nuestras fans te han puesto así —respondió Niall.
— Así como Andy, ya eres miembro de la 1D Family.
— Oow. Sus fans son geniales, chicos.
— Lo sabemos —corearon todos, haciéndome reír.
Saque mi teléfono de mi bolso, entre a twitter y comencé a escribir un tweet para las fans. “The guys told me that I am "One Direction's sister." Really? hahaha thanks guys! I love ya!”
Devolví mi teléfono al bolso y me centre en la conversación de Harry.

CAPITULO 5.
Tienes que ser fuerte.


Nadie volvió a tocar el tema del compromiso en lo que resto de la cena, y en el fondo, agradecía eso. Comenzaba a darme cuenta, que a pesar de no tener una familia perfecta, si tenía a los amigos perfectos.
Al terminar todos de cenar, cada quien pago lo suyo y nos dispusimos a salir del lugar. Harry sugirió ir a tomar una copa, pero yo pase, solo tenía ganas de dormir toda la noche y no despertar hasta la mañana. Así que, me despedí de los chicos con un beso en la mejilla y fui a mi auto.
Durante todo el camino a casa, no pensé en absolutamente nada concreto, solo dejaba que mis pensamientos fluyeran. Al llegar al palacio, deje al auto con James, el cual me pregunto cómo seguía, respondí que ya estaba un poco mejor y después de entregarle las llaves fui al interior de la gran casa. Subí a mi habitación arrastrando los pies. Deje mi bolso en el sofá que había en el rincón y fui a mi armario a cambiarme. Me puse unos pantalones a cuadros y una blusa negra, junto con un abrigo de color gris encima por el frio que hacía. Apague las luces en el trayecto hacia la cama y una vez que llegue ahí, me acomode entre el calor de las sabanas y cerré los ojos tratando de conciliar el sueño y olvidar todo lo ocurrido hoy.
.
.
.

Durante toda la noche, no pude conciliar el sueño hasta cerca de las 4:00 am. A la mañana siguiente, ordene el desayuno a mi habitación y comí mientras veía la televisión, MTV para ser más exactos, y veía la broma que Justin le hacía a Miley en Punk´d.
Así pase el resto de la mañana, haciendo zapping a la televisión completamente aburrida. No me sentía de ánimos de hacer nada. No estaba feliz, pero tampoco estaba completamente deprimida. Simplemente, no estaba en mi mejor momento.
Luego de no encontrar nada decente en la televisión, Salí de la cama, me calce en las zapatillas de dormir y Salí de mi habitación aun en pijama. Fui a la cocina y ordene una taza de té. Hable un poco con las chicas del servicio en lo que estaba listo y cuando lo estuvo, las deje para que terminaran su trabajo. Recorrí el jardín central sin prestar mucha atención a mí alrededor, dejando que mis pensamientos fluyeran. Fui al jardín trasero, caminando sobre la yerba recién cortada y sintiendo el frio y limpio aroma del aire, un poco raro considerando que Londres no era precisamente el campo, pero debido a la inmensidad del jardín y la cantidad de arboles que lo rodeaban, podías imaginar que lo estabas.
Comencé a pensar en todo, absolutamente todo. Desde mi infancia, la muerte de mi madre, toda la indiferencia de mi padre y la época oscura que pasamos mis hermanos y yo, hasta lo sucedido ayer. Recordé cuando Harry y yo nos volvimos más unidos que nunca. Cuando lo encontré cortándose en su baño, fumando marihuana a escondidas en uno de los salones menos usados de Clarence House, las botellas de vodka que había escondidas en su armario, pero sobre todo, cuando él me sorprendió en mi habitación, con dos botellas de agua y 4 botes de pastillas para dormir. Los dos lloramos todo ese día, hablando sobre todo lo que sentíamos, pasábamos, todo. Prometimos cuidarnos el uno al otro y tratar de alejarnos de todo eso, tratar de ser felices. Harry cuidaba que yo no me deprimiera, que sonriera lo suficiente, y yo trataba de alejarlo de sus vicios, mantenerlo sano. Más que nada, creo que era por la necesidad que teníamos el uno del otro. Con nuestra madre en el cielo, la indiferencia de papa y el poco trato con William, solo teníamos a los abuelos, aunque ellos eran punto y aparte. Sin ellos, solo quedábamos él y yo.
Cuando nos mudamos a Buckingham, pensamos que no volveríamos a sentirnos solos y así había sido… hasta ayer. Por lo menos de mi parte.
Quería tener a mi hermano ahora, quería hablar con el de todo, que me aconsejara, me diera su apoyo. Estaba más que claro que contaba con los chicos, pero en el fondo, necesitaba el apoyo de mi familia, y Harry era lo último que me quedaba. Estaban Chelsea y Brittany, pero necesitaba a alguien cercano, con el que casi compartiera alma, y Harry era el único que podía hacerlo.
— ¡Princesa Caitlin! —la voz de Holly me saco de mis pensamientos. automáticamente, dirigí mi vista hacia el lugar donde provenía la voz y encontré a la rubia acercándose rápidamente hacia mí, con un teléfono en mano. Al llegar, hablo con voz jadeante— Es el príncipe Harry, desea hablar con usted.
Una inmensa sonrisa se formo en mi rostro al escuchar esas palabras.
— Gracias, Holly. Puedes retirarte —tome el teléfono y lo lleve a mi oído— ¿Harry?
— El mismo, Cat ¿Cómo has estado, enana?
— Terrible.
— ¿Por qué?
— Todo se ha convertido en un asco, Enrique.
Comencé a contarle todo, justo como lo había hecho ayer con Seth y los chicos, sin omitir detalles. Al fin, podía liberarme por completo, expresarme sin tapujos. Le dije como me sentía, lo decepcionada que estaba de los abuelos, absolutamente todo. Cuando termine, me sentí libre. Hablar con mi hermano me había ayudado de una forma en la que no sabría como explicarlo. No teníamos secretos, todo nos lo contábamos. Podíamos pasar horas y horas hablando sin parar, de todo y nada a la vez, desde pequeños. Era esa relación que se había formado con los años, al sentirnos excluidos por nuestra familia, nos refugiamos el uno con el otro. No sé que sería de mí sin Harry, probablemente nada.
El me ayudaba en todo, al igual que yo lo hacía con él. Cuando teníamos problemas, nos ayudábamos el uno al otro, y este era el caso.
— ¡No puedo creer que papa sea así! Le pasamos su ausencia, pero ¿Obligarte a esto? ¡Es demasiado! Todo es tan… ¡Agh!
— Te comprendo —le dije— no sé qué hare. Ni siquiera sé si puedo hacer algo, Harry.
— Caitlin, yo… —suspiro— no sé qué decirte, enana. Jamás habíamos pasado por algo tan… fuerte. Además de la muerte de mama, pero ese es otro asunto.
— Lo sé… —llegue a una pequeña mesa de jardín cerca del palacio. Deje la tasa en la mesa y me dirigí a una de las sillas para sentarme— Es demasiado para una persona, pero no sé porque… no lo siento tanto. No puedo evitar que me duela, y sentirme mal, pero no me siento tan desdichada como pensé que estaría.
— Tal vez, es solo que comienzas a acostúmbrate. Sé que hablar con Seth siempre te ha ayudado, por eso al hacerlo te descargaste. Comienzas a razonar todo, y aunque no le encuentras ningún sentido, no te altera.
— ¿Qué se supone que deba hacer? —pregunte en un suspiro.
— Tal vez, deberías… resignarte. La abuela no cambiara de parecer, y con el apoyo de papa menos. Pero debes mantenerte firme, no demostrar debilidad, Cat. Si lo haces, las cosas podrían complicarse más. La abuela comenzara a obligarte a otras cosas, además de casarte, y eso es lo que menos queremos. Debes ser fuerte.
— Todo esto es tan… raro. Pensar que es de nuestra propia abuela de la que hablamos.
— Nada es normal en esta vida, Caticat.
— Lo sé… —suspire— tienes razón, debo ser fuerte y no mostrarme débil frente a la abuela.
— Esa es mi hermanita —rio.
— ¿Cuándo vendrás a casa?
— Aun no lo sé, Caitlin. Pero pronto, es lo más seguro. Por ahora, debo cortar, solicitan mi presencia.
— ¿Tienes que irte?
— Lo siento. Sabes perfectamente que si por mí fuera, me iría ahora mismo a Londres para estar contigo ¿Verdad?
— Si, lo sé. Te quiero, Harry.
— Yo a ti, enana. Adiós.
Corte la llamada y suspire. No vería a mi hermano en un tiempo, cuando lo que más quería en este momento era hacerlo.
.
.
.

Los días siguientes los describiré en una palabra:
Horribles.
Después de hablar con Harry había vuelto al interior del palacio. Almorcé en la cocina hablando con Holly y Marie sobre tonterías sin importancia, tratando de distraerme. Después de eso, fui a la biblioteca en el tercer piso, cerca del ala oeste, y pase toda la tarde leyendo libros de fantasía para animarme un poco y alejarme de la horrible realidad en la que vivía. A la hora de la cena, pedí que llevaran mi comida a la biblioteca y ahí cene mientras leía la cuarta parte de Harry Potter. Cuando menos pensé ya era media noche, así que volví a mi habitación y antes de dormir tome una ducha.
Ese día no fue tan horrible, si no el día siguiente. Cuando me levante en la mañana y baje a desayunar, me encontré con los abuelos en el comedor. Desayune en silencio, sin la más mínima intención de hablarles mientras masticaba lentamente. Cuando ambos se retiraban, antes de salir del salón la abuela me dijo “A las tres tendremos una video conferencia con el rey y el príncipe de España, para que a esa hora vayas al salón del rey Fernando II ya vestida, no creo que quieras que la primera impresión de tu futuro esposo sea que eres una desfachada”. Con lo que arruino el resto de mi día.
Cumplí con sus órdenes y a las tres me encontraba ya vestida en el dichoso salón.
La conferencia fue larga, aburrida y tortuosa.
Casi no hablaba, pero mantenía todo a raya para que no abusaran de mi disposición. Después de tres horas de estar hablando, todos llegamos a un “Acuerdo”. El príncipe Eduardo vendría a Londres en unos días y yo iría a recibirlo. Lo que significa, que si le sumamos la historia que inventarían a los medios —que El príncipe Eduardo y yo manteníamos una relación en secreto desde hace poco más de un año— tendría que recibirlo como una novia que no ha visto a su pareja desde hace meses. Una escena empalagosa que causaría un revuelo alrededor de todo el mundo. Besar a un tipo que no conocía y solo había visto a través de una videoconferencia. Tendría que prepararme mentalmente para esto.
Al terminar la conferencia, me escape lo más rápido que pude y me refugie de nuevo en la biblioteca, donde me encontraba actualmente. Me sentía más tranquila aquí dentro. En silencio, solo rodeada de libros.
Cerré el libro de Tinieblas, de Alyson Noel, y me puse de pie para devolverlo a su lugar y tomar otro. Tome la continuación de esta saga y me dirigí de nuevo al sofá blanco donde anteriormente me encontraba. Cuando comenzaba a leer la primera pagina, la puerta de la biblioteca se abrió.
— ¿Sucede algo, Holly? —pregunte a la rubia en la puerta con el teléfono en la mano.
— Tiene una llamada de la señorita Danielle Peazer, alteza.
— ¿Danielle? —me pregunte a mí misma. No había hablado con ella desde hacía varias semanas— Esta bien —se acerco a mí, me tendió el teléfono y después de hacer una pequeña reverencia se marcho dejándome sola de nuevo— Hola, Dani.
— ¿Qué paso, Cat? —respondió alegre al otro lado de la línea.
— De todo, si te contara.
— Lo sé, Eleanor me hablo un poco de eso cuando nos vimos ayer, por eso te llamo. Quería saber si quieres salir, no sé. Tal vez ir al centro comercial, tomar un café, y después ir a mi casa a ver películas.
Lo pensé un momento. Considerando que el día de ayer fue una completa mierda, no veía de malo salir a distraerme hoy.
— Suena bien. ¿Paso por ti en 20?
— Estaré lista.
Corte la llamada y me levante del sofá, dejando el teléfono sobre este. Fui a mi habitación a cambiarme el pijama por unos jeans ajustados, una blusa manga larga color blanco, un abrigo de lana beige y unos botines de tacón del mismo color. Después de cepillar mis dientes, arreglar mi cabello y maquillarme un poco, Salí de mi cuarto con un bolso beige colgando del brazo. Tome mi auto de garaje, y James me brindo una sonrisa al notar el mejoramiento en mi cambio de humor.
Llegue al edificio de Danielle justo a tiempo. Llame al teléfono de mí amiga y en cuestión de minutos la rizada atravesaba la puerta de cristal con una sonrisa. Nos saludamos un beso en la mejilla cuando subió al auto, y después emprendimos marcha rumbo al centro comercial.

---------------------------------------------------------------------------------------------------

Espero que les guste!!! :D xx