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Confía en mí (Harry)

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Confía en mí (Harry) Empty Confía en mí (Harry)

Mensaje por Amelia Vie 06 Jul 2012, 11:29 pm

Nombre: Confía en mí.
Autor: Amelia.
Adaptación: No.
Género: Romance, drama.
Advertencias: No actualizo todos los días. No publicar esta historia sin mi consentimiento en alguna otra página.
Otras páginas: Potterfics.



Confía en mí


Los hechos ocurridos hace meses habían destruido lo que alguna vez fue la dulce y alegre Bethany Chassier, atormentándola, haciéndola sentir sucia, basura, sin valor. Así mismo, con la imposibilidad de confiar en alguien de nuevo. Su hermano en quién sabía dónde, sus padres ahora separados, nuevo país, nuevo hogar, nueva escuela.
¿Podrá Harry Styles, un chico con todo lo que se podría tener, convencerla de que no todos son iguales? ¿De que no la lastimaría? ¿De que podía ser su amigo? ¿Podría lograr que ella confiara en él?
No lo tenía fácil... pero él tampoco dijo que sería imposible...


Última edición por Amelia el Jue 18 Jul 2013, 5:14 pm, editado 16 veces
Amelia
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Confía en mí (Harry) Empty Re: Confía en mí (Harry)

Mensaje por Amelia Sáb 07 Jul 2012, 9:44 am

Capítulo 1
El mundo no es injusto. Ni mucho menos malo. No. Los injustos y los malos somos nosotros, las personas. Vivimos en un tiempo donde las apariencias lo son todo. Donde pensar diferente, ser diferente de los demás te vuelve una loca marginada social. Vivimos en un tiempo en el que te dejas influenciar por amigos, creyendo que quieren lo mejor para ti, ayudarte. Más tarde llevan los arrepentimientos, pero sin poder arreglar nada de lo que haya pasado.
No pensaba dejarme pisotear ni influenciar por nadie, no otra vez. Así como no pensaba dar mi confianza a nadie. No de nuevo. Hasta mi propio padre la perdió, una de las personas que influyeron en mi creación.
—Vamos Bethany, tenemos que llegar a nuestro nuevo hogar—dijo aquella mujer rubia y de ojos verdes, tomando en una mano la maleta, y agarrando a una niña con la otra, una pequeña niña de cabellos largos y acaramelados, cayendo en perfectos y suaves bucles por su espalda.—Cole, agarra a tu hermana—volvió a ordenar, pero el otro pequeño no quería agarrar a su melliza.
El chiquillo con cabello revuelto de tanto corretear se negó a tomar de la mano a su hermana, por lo que corrió hacia mí. Cole se quedó agarrado de la correa de mi bolso mientras yo me ocupada de empujar el carrito que contenía nuestro equipaje, mucho por cierto.

—¿No piensas salir de aquí? Vamos, hace un tiempo hermoso. Sal, haz amigos.
—¿Qué significa esa palabra?—pregunté sin mirarla, sentada en el sofá que tenía un lindo estampado de flores, pegado a la pared, justo debajo de la ventana.
—Beth, por Dios, no comiences de nuevo. Sé que sufrías, por eso nos fuimos de Francia y vinimos aquí. Para comenzar de nuevo. Nos alejamos del maniático de tu padre.
—Sí, pero ahora Colin no está aquí con nosotros. Nadie sabe dónde está, no lo soportó, y se fue.
—Lo sé cariño—acarició mi cabello, pero me alejé más de ella, aún mirando la ventana.
—Eres una joven hermosa, inteligente y única, tienes diecisiete años, ¡por Dios! Deja de aparentar ser una amargada de cincuenta.
—Sí, como sea—dije sin verla.
—¿Sabes? Todo es mi culpa—ahora sí la miré, encontrándome con unos ojos verdes cristalinos.—Debí haberte sacado de esa escuela, de esa casa, alejarte de todo eso cuando me dijiste. Aquellos alumnos, tu padre, todos terminaron de destruirte. Acabaron con o que un día fue mi dulce y alegre Bethany.
—Y ten por seguro que no volverá…—aparté la mirada de ella. Noté como lo ojos de la mujer soltaban lágrimas, y como los míos estaban a punto de. Pero lo evité, no podía llorar. No lloraría. Bastante lo había hecho unos días atrás.
Anabelle se levantó del sofá y camino hacia la puerta. Se detuvo, ladeando la cabeza.
—Pero tengo la esperanza de que un día regresará—murmuró en mi dirección. Se escuchó la puerta cerrarse detrás de ella.
Sí, siéntate y espera, digo, para que no te canses.

—Espero que estés bien Colin—murmuré más para mí misma—. ¿Por qué no me llamas?—inspiré. El me dijo que no llorara, antes de irse me dijo que no sufriera más, que fuera fuerte, que estaríamos juntos pronto. Pero dos meses no parecía serle suficiente aún.
Metí mis manos en el abrigo que traía. Volví a suspirar, mientras el viendo me daba de lleno en la cara, haciendo que mis cabellos taparan mi vista. Los aparté rápidamente, antes de tropezar. Me detuve un segundo y miré mis manos.
Unas cuadradas y bien cuidadas, ahora pintadas de azul claro, dedos blancos y delgados con uno que otro anillo adornándolos, palmas blancas, haciendo que de vez en cuando se vieran las venas, como si fueran raíces verdosas o azuladas, causándome gracia. Miré mis muñecas, la derecha iba con un brazalete de plata, la izquierda no tenía nada. Remangué la manga izquierda del abrigo para observar la parte interna de mi antebrazo, admirando aquella marca imborrable de la que me arrepentiría toda mi vida. Volví a colocar la manga correctamente y reanudé mi caminata, pateando una piedrita, buscando algo de tranquilidad en aquella acción. Tranquilidad que no había en “casa”. Los mellizos se habían vuelto locos, correteaban por toda la casa como pequeños demonios y se escurrían de los brazos de la mujer que les dio la vida.
Había salido sin que se dieran cuenta, cerrando la puerta detrás de mí, dejándola sola con aquellos terremotos con patas.
—¡Eh!—alguien gritó. No me dio tiempo ni de levantar la mirada, cuando algún torpe chocó conmigo de manera estrepitosa. Caí al suelo, con el torpe encima de mí. Había cerrado los ojos con el impacto, y me disponía a abrirlos, pero unos cabellos me hacían cosquillas en estos, impidiéndome abrirlos del todo.—¿Te maté?
—No, pero no correrás la misma suerte si no te levantas—murmuré secamente, mientras abría los ojos por completo. Lo que me había estado haciendo cosquillas hace un momento eran unos suaves rizos que cubrían la cabeza del idiota que me había tumbado.
Este me veía apenado, y sólo me bastó ver sus ojos verdes para desear que me hubiera matado en el choque.


Última edición por Amelia el Miér 12 Dic 2012, 7:07 pm, editado 2 veces
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Confía en mí (Harry) Empty Re: Confía en mí (Harry)

Mensaje por Amelia Dom 08 Jul 2012, 5:33 pm

Capítulo 2
—Eh… ya puedes quitarte de encima—dije al cabo de unos segundos, ya que seguía aplastándome. El se retiró casi al instante, y me tendió su mano, la cual ignoré y me paré sola. Sacudí mis jeans ajustados y me aparté el cabello de la cara. El se alejó un poco para recoger su skate, que había quedado lejos gracias al choque—. Creo que no deberías andar en eso si no sabes cómo—lo dije secamente y ya fastidiada. Comencé a caminar en dirección contraria, de nuevo hacia mi casa.
—Lo dices como si fuera fácil para ti…—rió entre dientes, siguiéndome. ¿Qué demonios quería?
—Tal vez porque lo es—me encogí de hombros—, y ya deja de seguirme.
—No te creo.
—Wow, machismo detectado—lo murmuré para mí, pero estoy segura de que me había escuchado.
—Muéstrame.
—No tengo por qué mostrarte nada, ni siquiera te conozco—estaba fastidiada. El rizado tarado que no sabía usar un skate me seguía y me hablaba como si fuéramos amigos de toda la vida.
—Soy Harry, Harry Sty…
—Ni siquiera te lo pregunté—lo corté.
—¿Qué te sucede?
—¿A parte de que me atropellaste casi matándome? No mucho—sarcasmo activado.
—Eres muy desagradable, ¿así les hablas a tus amigos?—se paró en seco.
—No—me giré, con una sonrisa de medio lado y con mis manos en los bolsillos de mi abrigo—, porque no tengo—me volví a girar y caminé, dejándolo allí parado.

—¡Bethany Aurore Chassier Lefebvre! Me tenías al borde de un colapso emocional—Anabelle exageró cuando me vio entrar por la puerta.
—Tan solo me fui por unos minutos, Anabelle.
—¿Anabelle? ¿En serio?—me miró enarcando las cejas.
—¿Qué? Ese es tu nombre, ¿o no?—me fui hacia las escaleras, subiendo pesadamente. Me encontré a los mellizos correteando en el pasillo. Los esquivé y fui directo hacia mi cuarto, cerrando la puerta detrás de mí. Me senté en la cama con colchas de color azul cielo, pensando en él nuevamente.—Colin, ¿dónde rayos te habrás metido? ¿Por qué no llamas?—miraba hacia la puerta, con la débil esperanza de que el entrara por la puerta a molestarme, como unos meses atrás. Y mientras analizaba la habitación, vi un sobre blanco encima del escritorio que antes no estaba allí. Me paré con cautela, acercándome lentamente, como si aquello contuviera algún tipo de explosivo.
Mamá y Bethany…” rezaba en la parte frontal. Reconocía esa letra. Tomé la carta y me senté en la cama, quitándome las Vans de color rosa que tenía puesta. Me crucé de piernas y pasé un dedo por encima de la caligrafía, como si pensar que él había tocado aquella carta me hacía sentir más cerca de él.
“Lamento no haber llamado durante todo este tiempo. Me ha llegado la carta donde decía que se habían mudado, lo cual me parece estupendo. Siento seguir siendo motivo de sus desvelos y preocupaciones, pero era algo que me vi obligado a hacer, no lo soportaba. No les revelaré mi paradero, pero les puedo asegurar que me encuentro bien en donde estoy. Me he quedado sin dinero en este momento, así que estoy trabajando, y quién sabe, tal vez pronto las visite. Espero que los mellizos estén bien, que todos estén bien.
Bethany, si lees esto, quiero que sepas que te amo muchísimo, que te extraño como nunca y que desearía irrumpir en tu cuarto y sacarte de quicio como lo hacía hace tiempo. Por favor no te preocupes por mí, estoy bien. Ahora, olvida el pasado, y sé feliz. Todo va a ir bien.
Los ama a todos, Colin”.

¿Qué?
¿Qué olvidara todo? ¿Qué fuera feliz?
¿Cómo?
¿Cómo lo haría si él no estaba aquí? ¿Cómo confiar en alguien después de todo lo que pasó? ¿Cómo poder ser feliz si no tenía a nadie con quien contar? Si no tenía a nadie por quien vivir, a excepción de mis tormentosos mellizos y él… que se había ido. Me había abandonado. Una gota cayó sobre la carta, logrando correr la tinta negra.
No, yo no podía estar llorando… yo no lloraba más.
Guardé la carta en su sobre y este último lo guardé en la última gaveta de la mesa que estaba ubicada al lado de la cama. Tomé uno de los grandes almohadones de la cama y lo abracé, atormentándome una y otra vez con su recuerdo.
Me saqué el abrigo, y observé de nuevo aquella marca, sintiendo un aguijonazo en el pecho.
—Hola—dijeron a coro unas voces infantiles desde el marco de la puerta.
—Pequeños revoltosos, vengan aquí—dije palmeando la cama. Los dos corrieron y se subieron.
—¿Qué te pasó?—preguntó inocentemente Cole, pasando una mano por la cicatriz.
—Ustedes saben lo que pasó—tragué saliva y mordí mi labio inferior—. Estaba lavando los cubiertos, y el cuchillo se me zafó y me corté.
—¿Dolió?—preguntó Claire.
—¿Tú qué crees Clairy?
—Que sí—la miré divertida. Cuánta inocencia y ternura había dentro de unos pequeños de unos recién cumplidos cuatro años…

—Toma, pruébalo—me insistió.
—No, gracias, no tengo sed.
—Vamos, no seas aburrida.
—Pero…
—¿Quieres volver a ser ignorada? ¿Rechazada? ¿Ser nadie?—preguntó. Me tentó. Tomé el vaso que me tendía y lo examiné un rato antes de acercarlo a mi boca—. Eso es, en cuestión de segundos te sentirás mejor.
Unos segundos después de que el líquido entrara en mi sistema correctamente me sentí… de una manera indescriptible. Todo era simplemente hermoso, los colores eran más vivos, me sentía con energía… hiperactiva. Me sentía con ganas de bailar toda la noche, brincar, beber, fumar, vivir a lo grande.

Desperté tirada en el suelo, con un dolor increíble de cabeza, desnuda y con lágrimas en los ojos al recordar breves momentos de la noche anterior. Se habían aprovechado de mí, habían abusado de mí, y yo sin poder defenderme. Yo tan débil y ellos tantos y muy fuertes. Me vestí como pude, con dolor en todo el cuerpo y sintiéndome basura…

Abrí los ojos. De nuevo soñaba con aquella noche.
El recuerdo permanecía. El dolor seguía allí presente, no se había marchado. Y el haberlo guardado solamente para mí me hacía sentir que cargaba un peso más grande del que podía soportar. El haber guardado todos los sentimientos para mí, para no ser débil, me hacían sentir una carga enorme sobre mi frágil cuerpo.
—Ya despertaste. Toma, organiza todo y luego baja a cenar.
—¿Qué es todo esto?—pregunté curioseando en las bolsas que Anabelle había dejado en la cama, a mi lado. Libros, lápices, lapiceros, resaltadores, libretas y más y más libros. En otra bolsa, uniformes.—Creí que tomaría clases aquí en casa—dije mirándola furiosa.
—Y yo te dije que no. El humano no nació para estar solo, necesita convivir para sobrevivir. Y no pienso dejarte vivir como una renegada y marginada social mientras puedas asistir a una escuela como todos los jóvenes de tu edad.
—¿Y si pasa lo mismo de nuevo?—pregunté sin demostrar mi furia, guardándolo para mí, no era una débil que actuaba por impulso.
—No todas las personas son iguales, Beth. Tú elegiste conocer a las equivocadas, pero no por eso vas a conocer personas iguales a esas aquí.
—Apuesto a que me pusiste en una escuela costosa y todo eso—dije con sorna.
—Si me puedo permitir darte una excelente educación así será.
—No me vas a obligar—aparenté calma.
—Irás, te guste o no. Fin del asunto. La cena estará lista en unos minutos—se fue, cerrando la puerta detrás de ella. Maldición. Tendría que ir a otra estúpida escuela costosa, donde a esos riquitos cabezas huecas tan solo les era importante la marca de ropa que usabas y cuantas tarjetas de crédito había en tu billetera.
Para ellas, cuáles joyas serían más caras y lujosas, la ropa más de moda y con cuantos chicos habías salido. Para ellos, el auto último modelo, a cuántos bares y discotecas asistes semanalmente y con cuantas chicas te has acostado ya.
Esa mujer… es que esa mujer no podía ser más derrochadora de dinero.
Porque mi trabajo me lo permite, siempre decía como excusa.
Sí, porque su estúpido trabajo de diseñadora famosa se lo permitía.
Nunca había pertenecido a ese mundo. Ni Colin tampoco, a pesar de que este sí era muy sociable, tenía muchos amigo, tenía un carro último modelo—cortesía de Anabelle, porque su trabajo se lo permitía—y todo el asunto. Pero él prefería quedarse viendo películas conmigo una noche de viernes que salir a una discoteca a emborracharse como condenado y tener sexo hasta no sentir el cuerpo.
Porque él me entendía, él me conocía mejor que nadie. Porque si no fuera por esos dos pequeños de cuatro años, me hubiera largado lejos, muy lejos, a buscar a mi hermano.
Tomé los libros y los acomodé en el librero, donde estaban mis numerosos libros, que ya había leído y que había traído de Francia. Puse los útiles encima del escritorio que no había estado allí antes. Vi el uniforme. Falda azul con rayas en tonos de azul entrecruzándose, camisa blanca, corbata azul marino, medias blancas y zapatos relucientes de color negro, con un tacón no muy alto. Había una chaqueta azul también y un cárdigan gris con el escudo del colegio.
Suspiré metiendo todo en el armario que Anabelle se había encargado de llenar con ropa de su nueva línea, que no había salido al mercado aún. Bufé. No la donaba tan solo porque sabía que ella se enteraría y volvería a llenar, con ropa aún más costosa solo para molestarme.

Dos días habían pasado luego del encuentro con el tarado del skate. Por supuesto había salido a caminar, pero no me lo había vuelto a topar. Descarté rápidamente la idea de que tal vez, y sólo tal vez había sido muy ruda y que lo había tratado muy mal y estaba ofendido. ¿Pero quién lo obliga a atropellarme y luego a tomar confianza como si nos conociéramos de toda la vida? Exacto, nadie.
Me encontraba terminando ponerle el lazo de color azul en el cabello y terminando de meter los materiales para ir a la hermosa escuela, y pasar una hermosa experiencia de último año.
—¡Aurore! ¡Baja, se te hará tarde!—bufé. Tomé mi estúpido bolso se estúpida marca que estúpidamente había comprado mi mamá en una estúpida tienda estúpidamente costosa. Bien. Ahora pasaría a ser una niñita rica y caprichosa, como estaba segura era mucha gente en esa escuela
Los pequeños se encontraban realmente emocionados. Sí, ellos iban a la escuela, pero no tenían que preocuparse por encajar, por hacer amigos. Ya que con un simple “hola”, construías una amistad inquebrantable. Le arreglé el lazo rosa que Claire tenía en el cabello y dejé que siguiera jugando con Cole un rato más.
Desayuné ignorando por completo a Anabelle, que trató de ponerme conversación varias veces, mientras yo solo respondía con monosílabos, dándole a entender que no quería hablar.
—Te di la dirección antes, ¿cierto? Ahora vete, antes de que llegues tarde.
Asentí y me paré, tomando mi teléfono y mi bolso, y me dirigí a la puerta.
—¿Qué haces?—preguntó al cabo de unos segundos.
—¿Ir a la escuela?—me giré, preguntando con total sarcasmo.
—¿Caminando?
—No tengo problema alguno en caminar.—Hasta que vi dos autos aparcados en frente de la casa. ¿Qué demonios…?—No me digas que…
—Atrapa—me arrojó unas llaves que atrapé en el aire.—Y úsalo. Por favor… por mí—dijo haciendo un puchero. Rodé los ojos—. Adiós enanos, no hagan desastres—dejé un besos en sus frentes y me fui dando un portazo. Resulta que el mío no era el auto rojo, era el Audi A5 convertible de nada más ni nada menos que del año.
—Wow… podías comprar uno más caro—el sarcasmo se había apoderado de mí. Me metí en el auto y lo encendí. Bajé el techo para poder sentir el aire fresco. El clima no estaba ni frío y cálido, no estaba soleado, pero no parecía que iba a llover.
Llegué en unos quince minutos. El instituto parecía más un castillo. Era increíblemente enorme, una entrada enorme, muchos parqueos donde podías enterarte de los autos que habían salido recientemente, brillantes motocicletas
—¿En serio mamá? ¿No había otra escuela aún más grande y cara?—pregunté para mí misma, con mi sarcasmo en su nivel más alto. Subí el techo rígido y tomé mi bolso. Puse la alarma al salir.
—Hey nena, ¿quieres que nos ausentemos un momentos antes de clases?—preguntó un tipo a mi espalda. Me había estacionado al lado de él. El estaba recostado en el capó de su auto, rodeado de sus orangutanes amigos y con un cigarrillo en la mano, sin molestarse en esconderlo por si pasaba algún profesor.
—¿Contigo? Ni a la esquina—caminé en dirección a la entrada, escuchando un prologado “uh” a mis espaldas.
Infierno, aquí vamos.


Última edición por Amelia el Miér 12 Dic 2012, 7:09 pm, editado 1 vez
Amelia
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Mensaje por Ponysaurioϟ Dom 08 Jul 2012, 5:51 pm


1° Lectora
New Reader!!
Ame tu nove *--*
Siguela!!
Ponysaurioϟ
Ponysaurioϟ


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Confía en mí (Harry) Empty Re: Confía en mí (Harry)

Mensaje por Albani Lun 09 Jul 2012, 8:43 pm

Nueva lectora :love: Siguela *-*
Albani
Albani


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Mensaje por Amelia Miér 11 Jul 2012, 10:31 am

Capítulo 3
Había sido motivo de los murmullos de los estudiantes, al igual que otros nuevos que no me había molestado en ver o conocer. Ellos creían que no me daba cuenta, pero ya corrían rumores de mí. Presté atención a las clases, tratando de ignorar a las personas que trataban de hablarme o llamar mi atención.
¿No podían entender que no me interesaba socializar con nadie? ¿No podían entender que creía que todos eran unos riquitos cabezas huecas?
Cerré mi casillero para encaminarme hacia las clases de Historia, cuando me percaté del grupo de orangutanes que estaba rodeando a un chico. Al rodearlo, no pude verlo, además, estaba de espaldas a mí, de lo único que me percaté fue de su cabellera rubia.
No podía escuchar lo que decían, pero lo estaban molestando. El solo hacía como si les prestara atención, con gesto de que no le importaba. Pero algunas personas chismosas se acercaban para burlarse de él. ¿Por qué? Me fui de allí, caminando sin prisas hacia el salón que parecía estar perdido.
—Si sigo caminando terminaré en Narnia—dije resoplando mientras me aparataba el cabello de la cara. Tomé la hoja con el mapa de la escuela y le dediqué un tiempo a eso.
—Estás perdida…—no era una pregunta, era una afirmación.
—No, sólo camino en círculos porque me gusta—dije con sarcasmo dándome la vuelta.
—Tú…—dijimos a la vez, sorprendidos.
—No esperaba verte aquí—recompuso su rostro y sonrió, dejando ver unos hoyuelos bastante encantadores.
—Y yo no esperaba volverte a ver—sonreí, demostrando todo el sarcasmo y pasé por su lado.
—¿Qué tienes ahora?
—¿Realmente tengo que hablarte?—pregunté mirando el mapa y tomando el pasillo correcto. Volví a guardar la hoja y lo ignoré, él tan solo me seguía, como hace dos días.
—¿Cómo te llamas?
—Pregúntale a cualquier estudiante. Un par de horas aquí y ya todo el mundo sabe más cosas de mí que yo misma—me paré frente a la puerta.—¿No tienes que ir a tu clase?
—Sí—sonrió de lado, abriendo la puerta. Como el caballero que era esperó a que yo pasara, y como si había pasado en todos los salones anteriores, todos enfocaron su vista en mí. El profesor no había empezado las clases aún, rebuscaba algo en su maletín, mientras se acomodaba las gafas.
—Joven Styles, ¿por qué nunca lo encuentro aquí antes de yo llegar?
—Porque usted llega antes que yo—sonrió—, buen día—dijo con sarcasmo, haciendo reír a la clase.
—Siempre tan encantador—respondió el profesor con un rastro de sarcasmo también.
Wow, y yo creía ser la única persona más sarcástica de la Tierra.
—Usted debe ser la nueva estudiante.
—No, solo me he saltado las clases todos estos años…
—Así es.
—¡Silencio!—el profesor subió la voz al escuchar todos los murmullos de los estudiantes.—Ella es la señorita Bethany Aurore Chassier Lefebvre. Es francesa—lo último lo dijo más mirándome a mí.
—Sí, profesor—¿por qué no me mandaba a sentar y dejaba de hacerme el centro de atención? No me importaba en lo absoluto, pero no era para nada cómodo estar parada como estúpida con los brazos cruzados mientras el profesor miraba la planilla. Levantó los ojos de la hoja con mis datos al percatarse de que seguía allí, levanté las cejas—. Siéntese por ahí. Ahí, junto a Styles hay un asiento.
—Bien—murmuré con sorna. El rizado sólo sonrió con suficiencia. Puse los ojos en blanco y saqué mi libreta y un lápiz.
Una bolita de papel aterrizó en mi mesa mientras tomaba anotaciones rápidamente. La desdoblé y vi algo escrito en tinta negra, con una letra muy linda debería decir, para ser de un chico. Styles.
¿Por qué no me hablas? ):
Rodé los ojos y arrugué el papelito, para luego devolvérselo sin escribir nada.
—Hey… Bethany, ¿por qué no me quieres hablar? Ya me disculpé por lo del otro día.
—Porque no me interesa socializar contigo—dije en un murmullo mirándolo.
—Pero todos quieren hablar conmigo, ¿por qué tú no?
—Porque yo no soy como todos—dije sin mirarlo. No habló más, y yo no lo miré.
Al mirar a mi alrededor, pude encontrarme con un chico rubio. Podía jurar que era el de antes por dos cosas. Uno, su cabello rubio peinado levemente hacia arriba. Dos, porque nadie estaba sentado a su lado, nadie la hablaba. El me miraba, pero apartó su vista tan pronto nuestras miradas se encontraron.

Había llegado la hora del almuerzo. Había dejado mi bolso en el espacioso casillero. No tenía hambre, así que solo tomé una lata de Coca-Cola.
Había traído un libro conmigo, tal vez me sentaría debajo de un gran árbol para leerlo tranquila. Me fijé en una mesa que estaba vacía, a excepción de un chico rubio que estaba ocupando una de las sillas. Comía despacio, con la mirada perdida. Podía ver como algunos lo miraban y murmuraban cosas, él solo suspiraba. En un momento alejó su bandeja, y recostó su cabeza en la mesa, escondiendo el rostro entre sus brazos.
No puse el por qué exacto de mi acercamiento hacia él en ese instante. No sabía por qué me estaba contradiciendo en eso de “no confiar en nadie más”. Tal vez por el hecho de que me recordaba a mí en mi vieja escuela. Unos segundos más tarde, escuché los murmullos aumentar cuando estuve frente a su mesa, él no se había levantado puesto que no había notado mi presencia. Los cuchicheos no paraban.
—Si van a secretear, háganlo en voz baja, en China los escuchan—dije en su dirección a todos los metiches, estos se giraron al ser pillados y se metieron en sus asuntos… claro, por breves segundos.
Volví mi vista hacia la mesa, y vi que el rubio me miraba confuso.
—Hola—sonreí.
En serio… no entendía nada. No había hablado con nadie más desde hace unos meses. Vivía bien sin necesitar a ninguna persona, y me propuse no entablar amistad con nadie.
Si no quieres decepcionarte, no esperes nada de nadie.
Era más fácil no tomar confianza con nadie. Aunque no pensaba hacerlo con él, sólo quería saber qué le pasaba.
—¿Me hablas a mí?—se señaló con un dedo.
—No veo a nadie más sentado aquí—soné amigable.
Recordaba que lo era, siempre lo había sido. Pero los idiotas destruyeron esa parte de mí. Los amigos que tenían habían terminado de destruir la alegre Bethany. Y ese chico, sin hacer nada de nada, lo estaba sacado. Maldición.
—¿Puedo sentarme?
—¿Acaso te han obligado? ¿Algún reto?
—No y… no. Me sentaré de todas maneras—dejé el libro y mi teléfono en la mesa, junto a la lata de refresco. Alisé mi falda y me senté, apoyando los brazos en la mesa.—¿Sabes? Eres la primera persona con la que hablo civilizadamente en unos meses—sonreí de lado, mirando a la nada.
—¿En serio?—preguntó incrédulo.
—Sí. No tengo idea ni de por qué te lo dije. No me hagas caso—le resté importancia con un gesto de la mano.—¿Por qué estás sólo?
—¿Sabes dañas tu reputación con tan sólo acercarte a mí?
—¿Quieres que me vaya?
—No es eso… es que nadie, nadie, se acerca a mí, a menos que sea para burlarse claro está—se encogió de hombros.—En serio, volverás nada tu reputación si sigues ahí sentada.
—No sabía que tenía una reputación… soy nueva—sonreí de lado—. Creo que con un par de horas aquí ya todos saben todo de mí, me asusta. Y, ¿a mí qué me importa lo que digan esos si ni siquiera los conozco? Ahora hablemos de ti… ni siquiera sé tu nombre.
—Niall Horan. Entonces, es un gusto, Bethany—me tendió la mano y yo la tomé.
—¿Por qué estás solo? ¿Por qué te molestaban esos orangutanes esta mañana?—pregunté señalando a los grandotes que esta mañana que estaban a unas cuentas mesas.
—Ha sido así desde hace dos años. Porque todo aquí son ricos y eso…—se encogió de hombros.
—Eres becado…—terminé por él, adivinando.
—Así es…—murmuró agachando la cabeza.
—Y a veces esa no es la única razón… piensas diferentes, eres diferente y te conviertes en un loco marginado social. Tan solo por no pensar en la importancia de la marca de ropa que vistes o qué auto manejas, si vas a fiestas o a cuantas mujeres te levantas por las noches…—todo eso salió sin quererlo. Volvía a recordar, al parecer esos recuerdos no iban a olvidarse tan fácilmente. Cerré los ojos, sintiendo aquel peso sobre mí nuevamente.
Pon una sonrisa. No quieres que nadie pregunte qué sucede. Eres fuerte. No demuestres debilidad.
—Pienso exactamente lo mismo—dijo dándole un trago a su jugo.—Es raro escucharlo viniendo de alguien como tú…
—Porque tengo dinero…
—No quería ofenderte…
—No, no me ofendo—le sonreí de lado—. Muchos me lo dicen. Tal vez por eso nunca fui muy aceptada y eso—me encogí de hombros.—Niall, ¿en serio no tienes amigos?
—Pues tenía dos.
—¿Tenías?—el asintió—¿Qué pasó con ellos?
—Sus vidas se volvieron un infierno luego de hablarme, sí que se mudaron.
—Que malditos son todos—dije cruzándome de brazos.
—Así que mejor te vas, si no quieres que tu vida se vuelva un infierno.
—Já, como si ellos lograrán que me vaya—dije levantando la ceja.
—Ok, pero no digas que no te advertí—dijo sonriendo. Era la primera sonrisa que le veía en el día completo.—¿Qué hay de ti? Escuché que vivías en Francia. ¿Tenías muchos amigos allá?
La pregunta que menos quería escuchar.
—Claro que debías tener muchos amigos… se nota que eres muy agradable.
Maldita sea… todo iba bien, y tenía que recordar aquello.
—Yo…—me sentí nerviosa, y asustada… ¿Serían todos iguales? ¿Habría personas diferentes? ¿Sería Niall diferente? No lo sabía, pero no quería averiguarlo.
—Beth… ¿qué sucede? ¿Tampoco tenías amigos?
—Yo no… eh…—me paré sin previo aviso y me fui de allí, alejándome de la cafetería. Sentía el palpitar de mi corazón realmente desesperado. Me encontré entrando al baño de las chicas. No había nadie, por cierto. Me apoyé en la pared, y cerré los ojos.
—Por Dios, no eres nadie, vete Bethany. Entiende que solo te usamos… además, gracias por la ropa que me conseguiste, amo la ropa de tu mamá—dijo Fleur para luego irse con su séquito, las que creía mis amigas.
—Por cierto… estuviste genial anoche, nos entretuvimos un buen rato contigo. ¿Verdad chicos?—Lucas sonrió, para después alejarse con otros tres chicos. Y allí me había quedado, sintiéndome sucia, utilizada y estúpida. Luego de eso me trataron como una ramera. Los chismes de lo que había ocurrido en la fiesta pasaban de boca en boca, todos sabían ya lo que había pasado.
Y dolía todo. Dolía mucho todo.
Aquel día llegué a casa, no me sorprendí en encontrarme sola. Mamá trabajaba, los mellizos estaban en la escuela todavía, y el corrupto de mi padre sabrá Dios dónde. Colin… él se había ido unos días antes. Había dejado una carta en la cocina, diciendo que no lo buscaran, porque no lo iban a obligar y porque ya era mayor de edad.
Me encerré en mi cuarto y me senté en mi cama, sintiendo el dolor consumirme. ¿Cómo podía sentir tanto dolor internamente? ¿Cómo era posible?
Me acerqué a mi escritorio y tomé una tijera que guardaba allí. Con manos temblorosas la abrí y la miré. Miré mi brazo.
¿Sería cierto? ¿Podría esconder el dolor emocional con el físico?
Mi mano temblorosa acercó el filo de la tijera a mi antebrazo, en la parte interna. Sentí la punta afilada deslizarse por mi piel blanquecina, tiñéndola rápidamente de rojo. De un rojo intenso. La tijera cayó de mi mano, chocando estrepitosamente con el suelo. La sangre corría a mares, empapando mi ropa y la colcha de la cama. Y yo estaba ahí, con lágrimas corriendo por mis mejillas, sintiendo ahora un dolor físico indescriptible. Y no… no había superado el emocional. Todavía estaba allí, ejerciendo presión en mi débil corazón, y golpeando mi mente con turbios y grotescos recuerdos.
Y allí me encontraba, tendida en la cama, con la sangre corriendo. Tal vez, solo tal vez, esperando a la muerte como una vieja amiga.


Última edición por Amelia el Mar 25 Dic 2012, 9:37 pm, editado 3 veces
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Mensaje por Albani Miér 11 Jul 2012, 4:07 pm

:O WOW que fuerte :O y pobre Niall :( tan solo y yo tan sola :( jajaajajajajajajjaajajajajaja ok ._. jfnvaifnhdfviuasnd cabe mencionar que el capitulo me encanto *-*... Siguela:$:$:$ es muy bueno y nada mas van 3 caps:$ y se que su amiga sera Niall lo se*-*
Albani
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Mensaje por Amelia Jue 12 Jul 2012, 2:19 pm

Albani escribió::O WOW que fuerte :O y pobre Niall :( tan solo y yo tan sola :( jajaajajajajajajjaajajajajaja ok ._. jfnvaifnhdfviuasnd cabe mencionar que el capitulo me encanto *-*... Siguela:$:$:$ es muy bueno y nada mas van 3 caps:$ y se que su amiga sera Niall lo se*-*

Sí, Niall es un pobre solitario D:, esperemos que ella quiera ser su amiga ^^. Me alegra que te haya gustado <3. Kisses! ;*
Amelia
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Mensaje por Albani Lun 16 Jul 2012, 9:06 pm

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :love:
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Mensaje por Amelia Mar 17 Jul 2012, 10:08 am

Capítulo 4
Me recompuse, respiré un par de veces. Yo no podía perder el control de esa manera, y más hacerlo evidente frente a los demás. Ya no lloraba, tal vez me había quedado sin más lágrimas, aparte de pensar que con el simple hecho de soltar lágrimas era una demostración de debilidad. Y yo no era débil. Al menos eso me repetía a mí misma.
Salí de aquel lugar antes de que comenzara la siguiente clase. Me topé de frente con Niall.
—¿Estás bien?—la preocupación inundó su rostro—Si fue algo que dije, perdón, yo no quería…
—Descuida, no fuiste tú… es sólo que…—no le debía explicaciones a nadie. No tenía que ahogarlo con mis problemas.—Nada. No me hagas caso.
—Toma, lo dejaste hace rato—me tendió mi teléfono y mi libro.
—Muchas gracias—dije sonriendo de lado.—De nuevo, siento lo de hace rato. Me tengo que ir ahora—hice una mueca y estaba a punto de girarme.
—Espera—me llamó. Me giré de nuevo, colocando un mechón de mi cabello castaño detrás de mi oreja.—¿Podríamos, no sé, caminar por ahí después de clase? Fue agradable tener con quien hablar…
—¿Qué tienes pequeña? Sabes que no me gusta verte con esa cara.
—Lo mismo de siempre, Colin—suspiré, recostando mi cabeza en su hombro. El rodeó mis hombros con uno de sus brazos y acarició mi cabello.
—Quisiera quedarme aquí, pero Jenn me espera—suspiró a la vez que se paraba.
—Anda, ve con tu hermosa novia—le sonreí de lado, pero con tristeza. El asintió y se caminó hacia la puerta.—¡Colin!—lo llamé antes de que se fuera.
—¿Sí?
—¿Podríamos salir por ahí luego? Es agradable tener con quien hablar…
Niall me hacía recordar tanto a mi pasado. Cuando el único que me escuchaba era Colin. Cuando al único al que le interesaba lo que yo decía era a él. Cuando él era el único que me defendía. Cerré los ojos por un breve lapso de tiempo, sintiendo la tan familiar opresión en el pecho al recordarlo.
Tal vez esto lo hacía porque sabía cómo se sentía estar solo y no tener a nadie a quien recurrir. Sentirse un completo extraño y un bicho raro en una inmensa escuela. No ser el típico prototipo de chica linda, rica y caprichosa. No ser nadie.
Pero… ¿y si Niall no era tan solo un niño bueno? ¿Y si terminaba tomando confianza con él y luego usaba todo en mi contra? ¿Y si me usaba? Como todos antes.
Solo esta vez, solo esta vez lo acompañaría, para no hacerlo sentir mal. Solo esta vez.
—Sí, claro—asentí. El sonrió, a pesar de los murmullos alrededor de nosotros

—Wow—me miró cundo llegué al parque donde habíamos acordado juntarnos. El vestía una playera blanca sencilla, encima de esta, un suéter azul claro. Tenía unos vaqueros y unas Converse blancas.
—¿Qué?—alcé las cejas. El me miró de arriba abajo. Entendí.—No me digas que esperabas que viniera con un vestido Gucci y mis taconazos Jimmy Choo, combinados como bolso de Louis Vuitton—reí al ver su cara.—Niall—comencé—puedo tener dinero, pero eso no me hace una presumida y caprichosa, ni mucho menos, alguien superior o más importante que otra persona. Además, me gusta estar cómoda—me encogí de hombros. Llevaba unos shorts de jean y una blusa blanca simple. Encima tenía un abrigo azul marino y usaba mis Vans de color rosa.—Vamos—lo tomé del brazo aún mirándolo divertida.

Resulta que Niall era una persona realmente agradable y divertida. Quitando su poca timidez, era demasiado fácil hablar con él. Compartíamos gustos similares en la música. Me había dicho que tocaba la guitarra y hasta componía un poco. Amaba la comida y me contó que quería ser abogado, o tener su propio restaurante. O ser un abogado con su propio restaurante.
Había venido hace un par de años de Irlanda.
—¿Quieres helado?—preguntó luego de que camináramos un buen rato.
—¿Por qué no? Pero mejor nos apuramos, tengo que regresar y hacer las tareas.
Luego de que él pagara—ya que me dijo que por tener dinero no iba a dejar que yo pagara, que ante todo era un caballero—nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, mientras hablábamos de todo, chismes de la escuela, profesores odiosos, personas a las que debía evitar, entre muchas cosas. Cosas que me hacían reír… como hace tiempo no lo hacía.
—Voy al baño, vuelvo ahora—él asintió mientras terminaba de comer su helado. Caminé hacia el baño de chicas e hice lo que tenía que hacer
Lavé mis manos y mientras las secaba m miré en el espejo, dudosa.
¿Y si tenía un amigo en Niall? ¿Y si de verdad podía confiar en él? ¿Y si podía contarle y de una vez sentirme libre y con un gran peso fuera del cuerpo? Pero… ¿y si él le decía a alguien más? No podía pasar por eso de nuevo. Tan solo pasaría el tiempo con él, ya que no quería que siguiera viviendo como lo hacía yo durante mucho tiempo. Sentir el vacío de una mesa en el almuerzo, ocupada por una sola persona, yo. El sentirse una especie de repelente que ahuyentaba a las personas. Ese horrible sentimiento de soledad al no poder hablar con nadie que no fuera yo misma.
Sacudí la cabeza, despejándola de todos esos pensamientos y recuerdos. Me dispuse a salir del baño. Salía del pasillo que llevaba a los baños y me dirigía de nuevo hacia la mesa, cuando algo se interpuso en mi camino. Creí que caería de trasero, pero unas manos me sostuvieron por los antebrazos, impidiendo mi caída.
—Parece que nos encontraremos de esta manera siempre—escuché su risa, y me quedé medio perdida. Sus ojos verdes me miraban atentamente—. Que conste que esta vez tú fuiste la distraída—me dispuse a irme, pasando a un lado de él. Este me tomó por el brazo, haciéndome girar hacia él de nuevo. Lo hice y lo miré, sin decir nada.—¿Por qué eres así? No te he hecho nada.
Me encogí de hombros, evitando ver esos verdes ojos. Metí las manos en los bolsillos de mi abrigo y miré hacia otro lado.
—Beth… sólo quiero ser tu amigo…
—¿Qué es un amigo? ¿Una persona que dice que pueden confiar en ella y después te clava un puñal por la espalda? ¿La persona que te bota cuando se cansa de ti? ¿Una persona que te usa a su conveniencia? ¿Aquella que te dice que le importas cuando no es verdad? ¿Aquella persona que te traiciona? ¿Qué es un amigo?—lo miré a los ojos, y me miraba atento.— Esa palabra no tiene significado para mí.
Su mano, la que antes me tomaba del brazo, fue bajando, hasta quedar a un costado. Me dirigí hacia la mesa en donde estaba Niall.
—¿Pasó algo? Vi a Harry…
—No, nada—negué, aún medio ausente.—Me tengo que ir, lo siento. Además, las tareas esperan.
—Está bien—sonrió—. Por cierto, gracias por hacer de este el mejor primer día de clases.
—Naah, ¿qué cosas dices?—reí entre dientes.
—En serio—dijo con cara seria—. ¿Nos vemos mañana?—supongo que quiso decirlo como una afirmación, pero si tono duda lo hizo sonar más como una pregunta.
—Claro que sí—le sonreí de lado, asintiendo levemente. Salí caminando rumbo a mi casa, tratando de despejar de mi mente esos ojos verdes.

—¿Qué es un amigo? ¿Una persona que dice que pueden confiar en ella y después te clava un puñal por la espalda? ¿La persona que te bota cuando se cansa de ti? ¿Una persona que te usa a su conveniencia? ¿Aquella que te dice que le importas cuando no es verdad? ¿Aquella persona que te traiciona? ¿Qué es un amigo? Esa palabra no tiene significado para mí—mi mano resbaló por su muñeca, hasta soltarla finalmente. La miré alejarse, con la mirada ausente, perdida, pensativa y melancólica, como si estuviera atrapada dentro de su mente, dándome vueltas a algo en su cabeza.
Ella no era como todas las chicas que había en la “prestigiosa” escuela. A parte por el hecho de que era la única que se había acercado al rubio becado del cual no sabía el nombre y por tener un fuerte carácter.
No tenía intenciones de sonar egocéntrico o sentirme el centro del universo, pero era la primera chica que me rechazaba, y más de esa manera. Aquello lastimaba mi ego por alguna razón desconocida.
Otra cosa era cómo vestía. Estaba usando unos simples shorts de jean—que se ajustaban en los lugares indicados, por cierto—, una blusa sencilla de color blanco y un abrigo azul, con unas Vans rosas. Cualquier chica del colegio hubiera usado un vestido carísimo con unos tacones que amenazaban con tu vida aunque sea para salir a la esquina de su casa.
Y ella no era becada, para nada.
Ella tenía mucho dinero, bastante. La reconocía de algún lado. Louis, mi mejor amigo, me había dicho que ella era la hija de la diseñadora Anabelle Lefebvre. Bethany era toda una belleza. Estatura perfecta, cabello largo y acaramelado y ojos verdes, un tono más oscuro que los míos y contextura perfecta, no era tan delgada, y por algún motivo, quise estrecharla entre mis brazos, para comprobar si era tan frágil detrás de ese carácter rudo y sarcástico.
No entendía el porqué de su actitud desde aquel día que la choqué accidentalmente montando skate. Y desde ese día, me había intrigado a tal punto de pensar constantemente en ella. Pero ahora, esa mirada ausente y cristalina no me causaba intriga, sino preocupación. Por alguna razón me preocupada y sentía que necesitaba ayudarla. Pero… ¿Cómo hacerlo si ella no se dejaba?

—¿Qué te traes Styles?—preguntó Louis unos minutos después. Yo estaba recostado en mi auto con mi amigo a mi lado, esperando a que aquel Audi se asomara por la entrada.
—Ya te lo dije Tomlinson—dije sin mirarlo.
—¿De verdad vas a acosarla? ¿Por qué no superas que no te quiere hablar y somos todos felices?
—Gracias amigo, yo también te quiero—dije con sarcasmo mirándolo esta vez—. ¿No eres tú el que me dice que no me rinda con lo que quiero?
—Es que nunca te has interesado en una chica así. No me digas que es solamente porque te ignora.
—Estoy harto de las chicas de por aquí. Ella no es igual… además… ella oculta algo, es muy rara. Y tú más que nadie sabes que verdaderamente no soy como me catalogan.
—Y tú no has hecho nada para parar esa fama de mujeriego y calientacamas.
—Porque aquí no vale de nada lo que digas, tienes fama de algo, y así te quedas, te guste o no.
—Entonces no te quieres acostar con la nueva…
—Eh… pues… sí… no, no sé. ¡Sí! Pero para mi sorpresa, eso no es lo que me importa ahora…
—¿Qué? Ok… tú estás muy raro. De veras te gusta la chica—Louis se cruzó de brazos.
—No he podido mantener una conversación decente con ella, ¿cómo me va a gustar?—levanté las cejas mirándolo.
—Creo que te conozco más que tú mismo Hazza. No has dejado de hablar de ella desde el día que la chocaste. Se te ve en los ojos.
—Pero ella no quiere hablar conmigo. Y si se lleva de los rumores, mucho menos. Pensará que soy un engreído y calientacamas.
—Encontrarás la manera de hacerla cambiar de opinión.
—Si tú lo dices…—dije dudando de mí mismo.
—¿No es esa?—preguntó señalando un auto.
—Sí—suspiré.
—¿Quieres que hable con ella?
—Te rebotará, como lo hizo conmigo. Solamente habla con… este… ¿cómo se llama? El rubio becado…
—¿Horan?
—Ese mismo. ¿Cómo es que sabes…?
—Yo sé todo lo que se mueve en esta escuela, hermano—dijo palmeando mi rostro.—Eleanor me metió al comité de bienvenida y adaptación de los nuevos y toda ese asunto, lo pondré como excusa. Vuelvo ahora.

Me bajé de mi auto luego de subir el techo y tomar mi bolso. Mientras caminaba hacia la entrada un chico de de cabello castaño con un corte moderno—que le quedaba demasiado bien debería decir, parecía todo un modelo con el uniforme—y ojos verdes azulados y angelical sonrisa se me acercó.
—Tú debes ser Bethany Chassier. Debí haber dicho esto ayer, pero bienvenida a escuela. Soy Louis Tomlinson, del comité de bienvenida, así que si tienes alguna pregunta o necesitas consejo, no dudes en decirme.
—Gracias—dije algo seca con una media sonrisa.
—¿Mal día?
—Mala vida—lo miré a los ojos y seguí mi camino, ignorando los silbidos de los chicos y sus llamados.
Fui a mi casillero y saqué el libro, que más parecía una enciclopedia, de Historia.
—Hey—di un brinco al verlo recostado de mi casillero cuando cerré la puerta.
—Hola—dije secamente, agarrándome le pecho con la mano.
—Antes de que te vayas y me dejes hablando solo, quiero pedirte disculpas si hice algo que te ofendió. De veras…
—He escuchado de ti Styles—lo miré con ojos entrecerrados, recostando mi espalda de mi casillero.
—¿Eres de las que se dejan llevar de los rumores?
Suspiré, viajando unos años atrás, donde la gente se dejaba llevar por lo que decían de mí. Y más si era dicho por los “reyes” del instituto. Todo era apariencias, pura y estúpidas apariencias. Eso me enseñó a no llevarme de los rumores, aunque podía detectar cuando no debía acercarme mucho a una persona si la miraba atentamente.
—No, de hecho—algo en Harry me decía que podía mantener una conversación con él. No tenía que decirle nada comprometedor, pero mi juicio me lo impedía. Así había comenzado con Daniel, y nada había terminado bien.
—Entonces no pensarás que soy un engreído calientacamas, ¿verdad?
—El asunto está en sí de verdad lo eres. ¿Lo eres?
—No, los demás piensan que sí.
—Puedes estar mintiéndome en este instante.
—Pero no lo hago—dijo firmemente, con una sonrisa de lado. Reí entre dientes.
—¿Por qué no sonríes más? Tienes una linda risa.
—¿Coqueteas conmigo?—enarqué una ceja.
—¿Qué crees tú?—se cruzó de brazos—. ¿Sabes? Creo que esta es la conversación más larga que tenemos sin que me ofendas o me ignores.
—Espero que la hayas disfrutado, porque hasta aquí termina—le di una sonrisa de lado mientras me alejaba de él, escuchando murmullos por todos lados. ¿Es que la gente no toma un descanso?
Y mientras caminaba, una sonrisa involuntaria se escapó de mis labios. Entré al salón de Historia y todos estaban hablando y haciendo desorden, aprovechando la tardanza del profesor. Vi a Niall sentado en la última silla, con una silla vacía a su lado, como si él estuviera maldito o algo así. Iba caminando hacia él cuando alguien me agarró por el brazo.
—Hola hermosa, hay un asiento libre a mi lado—un chico alto, de cabello oscuro y lacio y ojos de color verde era el dueño de la mano.
—Que bueno—dije soltándome mientras reanudaba mi marcha, topándome con un grupo de chicas hablando de no sé qué con sus uñas y ropa.
—Así que tú eres la nueva—la típica rubia con ojos azules y aspecto de Barbie me habló. Claro, hasta una voz irritante tiene. No le respondí, solo me quedé mirándome ya que ella estaba en medio de mi camino.—No me digas que te vas a sentar con él—escupió la palabra, y lo señaló como si él fuera una cosa.
—¿Qué tiene eso de malo?—dije con tono cansino.
—Ah ya sé, eres becada. Los marginados siempre se juntan con lo de su tipo—reí entre dientes, cruzándome de brazos. Ella me recordaba mucho a Fleur, justo el tipo de personas con el que odiaba compartir el mismo aire.
—¿Te importaría si lo fuera?
—No para nada, no serías nadie, así que…—una chica de cabello negro amarrado en una coleta, con gafas y de apariencia más desarregladas le murmuró algo al oído. Yo conocía ese otro tipo de persona. Lo sabía con tan solo verla. Apostaba lo que sea a que ella era becada. Aquellas chicas cabezas huecas sólo la usaban, como solían hacer conmigo antes.—Tú no eres becada, eres hija de Anabelle Lefebvre, oh Dios mío. ¡Siéntate con nosotras!
—¿Por qué debería?—ella se paró en seco al escucharme.—Si me permites, voy a sentarme allá—dije señalando el puesto vacío al lado de Niall.
—¿Con eso? ¿En serio? Cariño, nadie rechaza un puesto con nosotras.
—Siempre hay una primera vez, cariño—dije imitando su irritante voz.
—No te conviene meterte conmigo.
—¿Crees que por ser nueva tengo que tenerte miedo? Si miedo es lo que quieres imponer sobre mí, misión fallida. ¿Sabes? Eres toda una Barbie.—me acerqué a ella. Ella sonrió de lado, creyendo que lo que decía era un alago—con un hermoso cabello rubio y suave como la seda—yo estaba a su lado y noté como todos nos miraban atentamente, y el silencio reinaba en el salón—, ojos azules perfectos, sonrisa perfecta. De verdad que eres idéntica a una Barbie—ella sonrió victoria—, así con la cabeza llena de aire y todo—sonreí con suficiencia al ver su cara. Todos cuchichearon, otros rieron, otros solo se quedaron con cara de sorpresa.
Me acerqué a Niall y lo salude dándole un beso en la mejilla, cosa que hizo que los murmullos aumentaran.
—¿Ves lo que pasa por juntarte conmigo?
—No pedí tu opinión, Horan—me senté a su lado, cruzando las piernas y los brazos.
—Me has declarado la guerra. Y todo el que le declara la guerra a Blair, se arrepiente.
—Pues que comience, será divertido—la miré con una sonrisa de lado. Aunque por dentro, sabía que esta no me venía para nada fácil. Y aunque no lo admitiría, estaba asustada, mucho.



Capítulo 5
—Has firmado tu sentencia de muerte Beth.
—No te pedí tu opinión antes, mucho menos te la estoy pidiendo ahora—Niall caminaba detrás de mí sosteniendo sus libros en sus brazos. Me detuve en mi casillero y guardé los libros y mi bolso, ya que iríamos a la cafetería. Saqué el libro de “Pregúntale a Alicia” y mi celular. Cerré la puerta y miré al irlandés.
—No sabes en lo que te metes, Bethany, hablo en serio.
—En eso te equivocas. Sí sé en lo que me metí. Conozco a ese tipo de personas Niall… mejor de lo que quisiera. Pero lo hecho, hecho está. Aunque admito que tienes razón, tal vez, solo tal vez no debí hacer eso—me encogí de hombros.
—Como sea, vamos a comer algo.
—¿Me guardas un lugar? Tengo que ir al baño—le tendí mi teléfono y el libro.
—Ok—el sonrió de lado y los tomó. Se fue, desapareciendo al doblar en la esquina. Caminé despacio hacia el baño, pensando sobre todo, y sobre nada, como siempre.
Aunque no quisiera, estar con Niall me hacía sentir… diferente. Menos sola. Aunque yo no le contaba nada de mi vida, y él no indagaba ni preguntaba mucho, sentía que podía hablar de lo que sea con él. ¿A eso se le llamaba amigo? Y es que en verdad, no sabía lo que era un amigo. Porque lo que habían sido Fleur y Daniel y los otros estúpidos con los que cometí el error de juntarme no habían sido amigos. Yo creí que eso era una amistad, y no lo fue.
No sabía qué era quedarse hablando con alguien hasta entrada la madrugada, ni que te llamaran para felicitarte por tu cumpleaños, ni que fueran a tu casa hacer una fiesta de pijamas, ni salir a pasear a una heladería y esas cosas que veía que hacían los amigos en las películas. Así que aquella duda se planteaba en mi cabeza… ¿Niall era mi amigo? ¿Podía confiar verdaderamente en él? ¿Cómo saberlo? ¿Cómo saberlo si yo no le contaba nada de mí? Aunque a decir verdad, era mejor dejarlo así y no contar nada de mi pasado, por más que me atormentara día y noche. Nadie tenía que cargar con mis problemas, eran míos y sólo míos.
Minutos después me encontré caminando hacia la mesa en la que estaba Niall con una lata de soda en mi mano. Y para mi sorpresa, hablaba con una chica. Me mantuve unos pasos alejada, para darles privacidad.
—Oh, Bethany, ven—él me llamó. Noté como la chica de cabellos castaños oscuros se sentaba en la mesa.
—Hola—la saludé con ojos entrecerrados, mientras ocupaba un asiento frente a Niall.
—No seas así—Niall me susurró. Se refería a mi actitud. Un día y medio y parecía conocerme de pies a cabeza. Rodé los ojos y bebí de mi lata.
—¡Susan!—llamaron desde otra mesa.
—Vuelvo ahora Niall—ella sonrió mientras se paraba rápidamente.
—¿Qué fue eso?—pregunté inclinándome hacia él un hablando en voz baja.
—No lo sé. Ella sólo vino—se encogió de hombros.
—Entiendo, me mentiste cuando me dijiste que no tenías amigos para que me diera pena y me sentara contigo—lo apunté con un dedo amenazador.
—¡¿Qué?! Yo… no… yo no hice… yo…
—Niall… es broma—me reí ante su actitud—. Pero es raro. Mírala, es porrista.
—Sí, me di cuenta. Cambiando de tema, ¿por qué no comes nada? No has comido nada, que yo sepa.
—No tengo mucha hambre últimamente, no te preocupes…
—Sí me preocupo, soy tu amigo, Bethany. Porque soy tu amigo… ¿verdad?
—¿Lo eres?—me sorprendí al notar que una sonrisa afloraba en mi rostro. Por alguna razón, aquello que había dicho generaba una emoción en mí. ¿Por qué?
—Bueno… yo te considero mi amiga, con todo y tu mordaz actitud—sonrió abiertamente, dejando ver sus aparatos. A decir verdad, Niall era la única persona que conocía que se veía bien con aparatos.—Bethany, algo en ti me ha hecho dudar mucho de algo. ¿Alguna vez has tenido amigos, verdaderos amigos? Alguno con el que pasaras la noche hablando, o alguna amiga con la que salías de compras y esas cosas de chicas. Alguien a la que le contaras tus secretos, o alguien en quien confiaras…
—Pues…—me puse a pensar bien—no.
—¿En serio?—frunció el ceño.
—No, nunca los tuve. Y los que creí que eran, pues ellos…—no pude terminar. ¿Para qué le contaría eso?
—¿Ellos qué?
—Nada… el punto es que nunca tuve un amigo, y no sé lo que es tener uno, ¿entendido?
—¿Ves? Te estás cerrando a mí. ¿Por qué no me dices nada de ti?
—Tal vez sí tuve un amigo. Mi hermano, él sí fue mi amigo…
—¿Fue? ¿Qué pasó con él?
—El… nada—miré mis manos sobre la mesa, como si la pintura de color azul que tenían mis uñas fuera interesante.
—Bethany… puedes confiar en mí…
—Regresé. Por cierto, soy Susan—me tendió la mano.
—Hola Susan—volví mi vista hacia mi lata de refresco y la tomé un trago.
—Ella es Bethany—dijo Niall por mí.
Ella comenzó a hablar como si conociera a Niall de toda la vida, y él parecía no molestarse ni nada, ya que hablaba y se reía y sonreía, pasando totalmente de mi existencia. Me sentía rara. Además, ¿Qué si le habían retado para que se acercara a él? ¿No que las porristas no se juntaban con “cualquiera”?
—¿Qué te traes? ¿Por qué de repente te acercas como si nada?—la miré entrecerrando los ojos, haciendo que la conversación que fluía entre esos dos parase bruscamente.
—¿Yo? Nada—balbuceó—. ¿Por qué lo dices?
—¿Te retaron acaso? ¿Fueron tus amiguitas porristas?
—Bethany…—me reprendió Niall.
—¡Tú cállate!—lo apunté con un dedo.—¿Qué? ¿Así tan fácil confías en cualquiera?—no me había dado cuenta de que me había parado de mi lugar.
—No me había acercado antes porque… bueno… pues yo…—ella balbuceaba cosas incoherentes.
—¿Ves? Ni siquiera tuviste tiempo para preparar una buena y coherente excusa. ¿Confías en quien sea para que luego te clave el puñal por la espalda?—ahora me dirigí a Niall.
—¡Confié en ti Bethany! ¡Te he contado todo de mí! ¿Y qué haces tú? Ser todo menos una amiga—me recriminó.
—Está bien, sigan hablando—me fui de allí bajo la mirada de todas las personas.
Salí al jardín y me senté bajo un árbol. Sentí feo cuando Niall me dijo eso. Y creo que había descargado toda mi desconfianza hacia todo el mundo sobre ella. Pero, ¿y si tan solo quería lastimar o burlarse de Niall?
Me propuse desde hace varios meses no confiar ni preocuparme por nadie, pero con Niall me era imposible. Un día y un par de horas conociéndolo y era como si de verdad pudiera contar con él, como si de verdad me importaba.
Yo era todo un lío.
—Maldita sea Fleur, te odio con toda mi alma. Mira en lo que me has convertido—enterré mi rostro entre mis manos, sintiendo como mi cabello caía a un lado, formando una especie de barrera.
—¿Qué te pasa?—preguntó una voz que conocía bien. Sentí un escalofrío que me puso la piel de gallina. Levanté despacio la cabeza y me encontré con Harry frente a mí, de cuclillas.
—Nada que te importe…
—¿Cómo puedes saber si me importa o no?
—¿Por qué no te vas? Deja de actuar como si de verdad te importara, o como si de verdad quisieras hablar conmigo.
—Tú no puedes saber nada de eso. Además, ¿por qué te estaría hablando o preguntado qué te sucede si de verdad no me interesara? Piénsalo.—Un punto a su favor.—Ya entiendo—se sentó cruzando las piernas, justo frente a mí—, lo que tú tienes es un problema, un enorme problema de desconfianza. Y una enorme actitud sarcástica y mordaz, también tajante.
—¿Qué te hace pensar eso?—levanté las cejas, verdaderamente sorprendida.
—Pues tu actitud, precisamente. Ni siquiera das tu nombre cuando te lo preguntan. Respondes con sarcasmo o de manera cortante, eso, si quieres responder, porque si no, tan solo cortas la mirada y sigues caminando.
—¿Por qué debería confiar en la gente? ¿Cómo sé que no me van a…?—no terminé de hablar. Estaba revelando más información de la que pretendía.
—¿Traicionar? ¿Dar la espalda? ¿Usar?—sonrió de lado al ver que me quedaba callada.— ¡Eso es! Te han traicionado antes, haciendo que no volvieras a confiar en nadie más. Apuesto a que estoy en lo cierto—dijo aplaudiéndose a sí mismo por su hallazgo. ¿Cómo demonios podía llegar a esa conclusión en tan poco tiempo? ¿Por qué se seguía acercando a mí si yo lo único que hacía era alejarlo? ¿Por qué lo hacía?
—Déjame en paz Harry…
—Lo sabía, no me equivoco—hice el ademán de pararme, pero él puso sus manos en mis hombros, haciendo que me sentara de nuevo. Se acercó más a mí y retiró sus manos—. Si eso es lo que te pasa, cosa de la que estoy seguro, tú no puedes seguir siendo así. Que una persona te fallara no quieres decir que todas las demás lo harán. No todos son iguales Bethany. Tienes que abrirte a alguien en que sientas que puedes depositar tu confianza. Por lo menos puedes confiar en mí—su tono de voz me hizo saber que hablaba completamente en serio.
—Sí Harry, cómo no. ¿Qué crees que fue lo que hice? Deposité mi confianza, deposité mi vida entera en manos de unos idiotas y a ellos ni siquiera les importo lo que yo sentía. Me engañaron, me traicionaron, me…—estaba revelando más de lo que quería, más de lo que debía, así que callé—. No pienso car en lo mismo dos veces—me paré, dispuesta irme. El también se paró.
—Bethany, las personas necesitamos de otras personas para poder vivir—justo lo que decía Anabelle—. Todos necesitamos amigos, personas con las cuales compartir. Todos necesitamos de alguien.
—Pues yo no. No necesito de nadie para seguir adelante—había dicho de más. No pretendía decirle nada a nadie, y mucho menos a Harry.
—Hey—alguien saludó—. Hola Harry—me di media vuelta y me encontré con un chico de con la tez un tono más oscura que la mía, cabellos negros peinados hacia arriba y ojo color avellana, y una sonrisa matadora. Traía unos papeles en sus manos.
—Zayn, ¿qué tal?—se saludaron y yo me di la vuelta dispuesta a irme.
—¿A dónde vas? Es de mala educación darle la espalda a la gente que te habla…
—El claramente habla contigo, así que yo me voy—la mano pálida de Harry no se retiraba de mi brazo. Me haló suavemente para que me quedara a su lado.
—De hecho, venía a invitarlos a la fiesta que se dará el viernes—nos tendió dos invitaciones. Yo me crucé de brazos y Harry las tomó.
—Oh sí, una fiesta con DJ Malik, será la mejor del año—sonrió abiertamente.
—Los espero, por cierto, soy Zayn—el moreno me tendió la mano.
—Ella es Bethany—dijo Harry presentándome, como lo había hecho Niall anteriormente.
—Te veré por ahí Styles—Zayn me miró con duda y palmeó el hombro de Harry, para luego irse.
—Deja de ser antipática con todo el mundo. Como te dije, aquí hay personas verdaderamente geniales con las que puedes…
—Olvídalo Harry. Tú y yo no somos nada, déjame en paz.
—De verdad me preocupas. Quisiera ser tu amigo, pero no me dejas. ¿Cómo vas a saber si puedes confiar en mí si no me dejas acercarme a ti?
—Déjame en paz—le repetí más despacio—. ¿Entiendes ahora? ¿O quieres que te lo dibuje?—me solté de su agarre y me fui de allí.
¿Por qué todos querían saber de mí así de repente? ¿Por qué todos ahora les interesaba lo que yo hacía o cómo actuaba?
Caminé hacia mi casillero para buscar los libros de la siguiente clase. El pasillo aún estaba desierto, ya que todos disfrutaban del receso. Enganché mi bolso en mi hombro y todo me dio vueltas por un momento, así que me afirmé a la puertecilla de metal. La cerré dos segundos después y apoyé la frente en esta, cerrando los ojos por breves segundos.
—Al fin te encuentro…
—Styles, por favor, déjame…
—Toma, Horan me dijo que te diera esto—me tendió mi libro y mi teléfono.
Vi la pantalla del iPhone, tenía varias llamadas perdidas. Eran de Anabelle. Justo cuando iba a guardar el aparato, ella llamó de nuevo.
—¿Aurore?
—¿Qué pasa?—pregunté secamente.
—Colin… es tu hermano…—su voz estaba entrecortada.
—¿Qué pasa con él?—pregunté preocupada.
—Ha llamado, él ha tenido un accidente.

Ella hablaba por teléfono y sus ojos se habían vuelto cristalinos, su piel se había puesto pálida y sus manos temblaban. De pronto, parecía como si se desvaneciera. La tomé entre mis brazos antes de que se estrellara contra el suelo.
—Bethany—la llamé varias veces, pero sus ojos permanecían cerrados.
—¿Qué le pasó?—preguntó alguien acercándose rápidamente. Levanté la vista y vi que era Horan y una chica que a juzgar por su vestimenta, era porrista.
—No lo sé, sólo se desmayó.
—Hay que llevarla a la enfermería—Niall la cargó y se la llevó, siendo seguido por la chica.
El teléfono y el bolso de Bethany aún seguían en el suelo. Tomé el teléfono y pude escuchar los gritos desesperados de la que supuse era su madre.
—¿Aurore?
—Disculpe, soy amigo de Bethany—no sabía muy bien cómo presentarme, ya que ella al parecer no consideraba a nadie su amigo—. Ella se ha desmayado. ¿Puedo preguntar qué pasó?
—No sé si decírtelo, ella…
—Lo sé, ella y sus problemas de confianza con la gente. Lo entiendo.
—Dile que venga lo más pronto posible a casa—dijo ella entre ansiosa y desesperada.
—Está bien—dije para luego colgar la llamada. Fui a la enfermería y allí vi a Niall hablando en susurros con la chica y a Bethany acostada en la cama aún inconsciente.
Dejé su bolso y su teléfono en la cama, a su lado y me recosté en la pared. La campana sonó, y pronto se escucharon pasos y voces en el corredor.
—Puedes irte Sue…—me miró unos segundos—nosotros nos quedaremos.
—Está bien—la chica asintió y se fue, luego de despedirse de mí con un gesto de su mano.
—¿Qué pasó exactamente?
—Ella estaba hablando con su mamá de algo, y se puso pálida y se desmayó—dije encogiéndome de hombros mientras miraba su rostro angelical.
—¿Qué podrá haber sido?—preguntó más para sí mismo.
—¿Ella tampoco te ha dicho nada con respecto a ella?
—Nada. No me dice nada, y cuando pregunto, me evade.
—Ella no confía en nadie. La hirieron mucho y no se abre a nadie. No te conozco, ni mucho menos he hablado contigo en mi vida, pero se ve que te importa—hice un gesto con la barbilla hacia Bethany. El rubio asintió con los brazos cruzados—. A mí también me importa, debemos averiguar qué pasó con ella y ayudarla. He conocido este tipo de personas antes, y nada ha terminado bien.
—Hecho—dijo él. No dijimos nada más. No entendía por qué nadie se acercaba a él. No era raro, como muchos decían. O al menos, había sido normalmente normal conmigo. Aunque aún podía ver desconfianza en su azulada mirada.
Tenía que averiguar qué le pasaba a Bethany, algo en ella me incitaba a ayudarla. ¿Qué ocultaba esa sarcástica y mordaz cabecita?


Última edición por Amelia el Miér 12 Dic 2012, 7:13 pm, editado 2 veces
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Mensaje por GuilleeXx Mar 17 Jul 2012, 2:27 pm

Wouu, Nueva lectora! :)
Subí otro cap. pliss!
Un beshoo:)
GuilleeXx
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Confía en mí (Harry) Empty Re: Confía en mí (Harry)

Mensaje por Amelia Mar 17 Jul 2012, 2:49 pm

1D_Localoca escribió:Wouu, Nueva lectora! :)
Subí otro cap. pliss!
Un beshoo:)

Hola :D. Bienvenida \o/. Subiré tan pronto tenga el próximo capítulo ;). Gracias por leer <3.
Amelia
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Confía en mí (Harry) Empty Re: Confía en mí (Harry)

Mensaje por Albani Mar 17 Jul 2012, 6:40 pm

:O NOOOOOO EL HERMANOOO :O QUE LE PASO? :O HAAAY NOOO :( JAJAJAJAJAAJAJAJ SIGUELA XD
Albani
Albani


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Mensaje por Melanie♥1D Miér 18 Jul 2012, 6:34 pm

Hey! me acabo de pasar a leer tu novela y si la verdad si me dejo con cara de asdfghjkl y porque Bethany no les dice aunque sea algo así de nada pero porquitooooooo :( que tenga un poco de confianza no? Bueno continuala pronto que esta muy buena tu novela ;D
Melanie♥1D
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Confía en mí (Harry) Empty Re: Confía en mí (Harry)

Mensaje por Amelia Sáb 21 Jul 2012, 2:26 pm

Albani escribió::O NOOOOOO EL HERMANOOO :O QUE LE PASO? :O HAAAY NOOO :( JAJAJAJAJAAJAJAJ SIGUELA XD

Lamento la tardanza D:. Esperemos que a Colin no le pase nada grave :l. Gracias por pasarte y pronto subo capítulo, lo estoy escribiendo ;).
Amelia
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