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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

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Mensaje por Shelley- Mar 30 Abr 2013, 4:31 pm

yo me lei la saga 4 veces ya y es magnifica. ahora que lo pienso, joe es un excelente patch cipriano <3
Shelley-
Shelley-


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por chelis Mar 30 Abr 2013, 4:54 pm

ESPERANDO UN CAPIS
chelis
chelis


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Jue 02 Mayo 2013, 6:35 pm

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 37 88361858

III Temporada

Capitulo 32


1/2

Mi respiración disminuyó mientras me daba cuenta de que los
brazos de Joe estaban asegurados a mi alrededor.
Estábamos sentados en el suelo de su habitación, y yo me
estaba inclinando hacia él. Él me mecía gentilmente, murmurando sonidos
calmantes en mi oído.

—Así que eso es —dije—. Realmente maté a Chauncey. Maté a un Nefil. Un
inmortal. Maté a alguien. Indirectamente, pero de todos modos. Maté.

—Tu sacrificio debería haber matado a Hank.

Asentí desconcertada.

—Te vi hablándole al arcángel. Vi todo. Utilizaste a Gabe, Jeremiah y Dominic
para despejar el almacén y estar a solas con ella.

—Sí.

—¿Gabe encontró a Hank y lo forzó a jurar lealtad?

—No. Lo habría hecho, pero yo encontré a Hank primero. No estaba
completamente de acuerdo con Gabe. Le hice creer que le daría a Hank, pero
tenía a Dabria esperando afuera del almacén. En el momento en que Hank
apareció, ella lo capturó. Cuando volví y encontré que no estabas, pensé que él
te había tomado. Llamé a Dabria y transporté a Hank aquí para interrogarlo.
Lamento lo de Dabria —se disculpó—. La traje conmigo porque no me importa
lo que le pase. Ella es prescindible. Tu no.

—No estoy molesta —dije. Dabria era la menor de mis preocupaciones. Tenía
una preocupación mucho más grande martillándome—. ¿Los arcángeles
votaron? ¿Qué le va a pasar a Hank?

—Antes de que votaran, querían hablar conmigo. Dado todo lo que ha pasado,
no confían en mí. Les dije que si me dejaban matar a Hank, ya no tendrían
que preocuparse de la magia negra. También les recordé que si Hank muere, tú te
convertirás en la líder de su armada Nefilim. Les prometí que tú detendrías la
guerra.

—Cueste lo que cueste —dije, asintiendo con la cabeza impacientemente—.
Quiero que Hank desaparezca. ¿La votación fue unánime?

—Ellos no quieren que se les relacionen con este lio. Me han dado luz verde con
Hank. Tenemos hasta el amanecer. —Entonces fue cuando noté la pistola en el
suelo al lado de su pierna.

Él dijo:

—Prometí que no te robaría este momento, y si eso todavía es lo que quieres,
entonces cerraré mi argumento en el asunto para siempre. Pero no puedo dejar
que entres en esto a ciegas. La muerte de Hank se quedara contigo para
siempre. No puedes retractarte, y nunca lo olvidaras. Lo mataré, (tn). Lo haré si
me dejas. La opción está ahí. Es tu decisión, y te apoyaré de cualquier manera,
pero quiero que estés preparada.

Ni me inmuté. Recogí el arma.

—Quiero verlo. Quiero mirar sus ojos y ver su arrepentimiento cuando se dé
cuenta a donde sus elecciones lo han llevado.

Sólo pasó un breve momento antes de que Joe aceptara mi decisión con una
inclinación de cabeza. Me dirigió hacia el pasillo secreto. La única luz
parpadeaba desde las antorchas montadas. Las llamas iluminaban varios de los
primeros metros del corredor, pero después de eso, no podía ver nada a través
de la sofocante negrura.

Seguí a Joe más y más profundo, el pasillo nos conducía suavemente hacia
abajo. Por fin, una puerta apareció. Joe tiró de la anilla de hierro, y la puerta
se abrió hacia nosotros.

En el interior, Hank estaba preparado. Se abalanzó hacia Joe. Las esposas le
detuvieron en seco, atrapando sus puños en el aire. Con una risita que sonaba
demasiado demente para mi gusto, dijo:

—No te engañes a ti mismo pensando que podrás salirte con la tuya con esto.
—Sus ojos brillaban a partes iguales de aprobación y odio.

—¿Justo como tú pensaste que podías engañar a los arcángeles? —Fue la rápida respuesta de Joe.

Los ojos de Hank se entrecerraron con cautela. Su mirada cayó al arma en mi
mano, registrándola por primera vez.

—¿Qué es esto? —preguntó en un tono verdaderamente escalofriante.

Levanté el arma, apuntando a Hank. Satisfecha al ver su rostro nublado con
confusión, y luego hostilidad.

—¿Alguien podría decirme que está pasando? —chasqueó.

—Tu tiempo se ha acabado —le dijo Joe.

—Nosotros hemos hecho nuestro propio acuerdo con los arcángeles —dije.

—¿Qué acuerdo? —gruñó Hank, con rabia agitándose con cada palabra.

Reduje mi objetivo hacia pecho.

—Ya no eres inmortal, Hank. La muerte llamó a tu puerta después de todo.

Se echó a reír, incrédulo, pero el destello de miedo en sus ojos me dijo que me
creía.

—Me pregunto qué te deparará la próxima vida —murmuré—. Me pregunto si,
en este momento, estás cuestionándote la vida que construiste. Me pregunto si
estás replanteándote todas las decisiones, tratando de averiguar dónde todo
salió mal. ¿Recuerdas a las incontables personas que utilizaste y lastimaste?
¿Recuerdas cada uno de sus nombres? ¿Ves el rostro de mi madre? Eso espero.
Espero que su rostro te persiga. La eternidad es mucho tiempo, Hank.

Hank se sacudía contra las cadenas tan violentamente que pensé que se iban a
romper.

—Quiero que recuerdes mi nombre —le dije a Hank—. Quiero que recuerdes
que hice por ti, lo que tú deberías haber hecho por mí. Mostrar algo de piedad.

Su expresión salvaje, vengativa se detuvo repentinamente marcada con cautela.
Era un hombre inteligente, pero no estaba segura de que hubiera adivinado mis
intenciones por el momento.

—No voy a liderar a tus Nefilim para que se subleven —le dije—. Porque no vas
a morir. De hecho, vas a vivir un poquito más. Garantizado, no vivirás en el Ritz.
A menos que Joe intente mejorar esta cámara. —Levanté las cejas hacia
Joe, pidiéndole que interviniera. ¿Qué estás haciendo, Ángel? Murmuró en mis pensamientos.

Para mi sorpresa, mi habilidad de hablar en su mente era algo natural. Un
interruptor instintivo se prendió en mi cerebro, y canalicé mis palabras por el
enorme poder mental. No voy a matarlo. Y tú tampoco lo harás, así que no te
hagas ilusiones.

¿Y los arcángeles? Tenemos un trato.

Esto no es correcto. Su muerte no debería ser nuestro problema. Pensé que esto
era lo que quería, pero tenías razón. Si lo mato, nunca lo olvidaré. Lo voy a
llevar conmigo para siempre, y eso no es lo que quiero. Quiero seguir adelante.
Estoy tomando la decisión correcta. Y aunque lo mantuve para mí misma, sabía
que los arcángeles nos estaban utilizando para hacer su trabajo sucio. Por mi
parte, ya he tenido suficiente de ensuciarme las manos.

Para mi sorpresa, Joe no dijo nada. Se enfrentó a Hank.

—Yo lo prefiero frio, oscuro y estrecho. Y a prueba de sonidos. De esa manera,
no importa cómo tan fuerte y tiempo grites, sólo tendrás tu propia miseria para
hacerte compañía.

Gracias, le dije a Joe, poniendo toda mi sinceridad detrás de mis palabras.

Una sonrisa malvada se deslizó en su boca. La muerte era demasiado buena
para él. Es más divertido de este modo.

Si el estado de ánimo no hubiera sido tan grave, podría haberme reído.

—Esto es lo que obtienes por creer a Dabria —le dije a Hank—. Ella no es una
profetisa; es una psicópata. Vive y aprende.

Le di a Hank la oportunidad de decir alguna palabra final, pero como esperaba,
estaba tan estupefacto que se quedó sin habla. Esperaba, al menos, un último
intento de pedir disculpas, pero no había puesto mi corazón en ello. En lugar de
eso el último intercambio de Hank llegó en la forma de una extraña y débil
sonrisa de presentimiento. El efecto me desalentaba un poco, pero supuse que
eso era lo que pretendía.El silencio llenó la pequeña celda. El crepitar de la tensión del aire decayó hasta
desaparecer. Desterrando todo pensamiento de Hank, me volví
extremadamente consciente de Joe de pie detrás de mí. Hubo un cambio
distinto en el aire, cambiando de incertidumbre a alivio.

El cansancio me agotó. Su primer víctima fueron mis manos, las cuales
empezaron a temblar. Mis rodillas también temblaban, luego mis piernas. La
sensación de agotamiento se arrastró como un mareo. Las paredes de la celda,


el aire viciado, incluso Hank parecían girar. La única cosa que me mantenía
conectada a la tierra era Joe.

Sin previo aviso, me arrojé en sus brazos. Me presionó hacia atrás contra la
pared con la fuerza de su beso. Un temblor de alivio lo atravesó, y hundí mis
dedos en su camisa, arrastrándolo contra mí, necesitándolo cerca de una
manera que nunca había necesitado antes. Su boca presionaba y probaba la
mía. No éramos nada expertos sobre la manera en que él me besaba ahora; en
la fría oscuridad de la celda, una urgencia caliente nos obligaba estar juntos.

—Vámonos de aquí —murmuró en mi oído.

Estaba a punto de estar de acuerdo, cuando vi fuego por el rabillo de mi ojo. Al
principio, pensé que una de las antorchas se había caído del soporte. Pero la
llama danzaba en la mano de Hank, un fascinante, resplandor sobrenatural azul.
Me tomó un momento entender lo que mis ojos estaban viendo pero se
rehusaban a creer.

La comprensión de las dos cosas se puso de manifiesto de una sola vez. Hank
hacia malabares con una bola de candente fuego azul en una mano y tenía la
pluma negra de Joe en la otra. Dos objetos vastamente diferentes; uno luz,
otro oscuridad. Moviéndose juntos inexorablemente cerca. Un hilo de humo se
enroscaba hacia arriba desde la punta de la pluma.

No había tiempo de gritar una advertencia. No había tiempo para nada.

En ese escaso momento, levanté el arma. Apretando el gatillo.

El disparo arrojó a Hank hacia atrás contra la pared, con los brazos y la boca
abierta de sorpresa.

Él no se movió de nuevo.
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por ElitzJb Jue 02 Mayo 2013, 6:43 pm

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 37 65213994

III Temporada

Capitulo 33


2/2


Joe no se molestó en cavar una tumba para el cuerpo. Estaba
oscuro, una hora o dos antes del amanecer, y lo arrastró hacia la
costa, justo a las afueras de las puertas del Delphic, y con un

golpe de su bota, lo lanzó por el precipicio y hacia las furiosas olas de abajo.

—¿Qué le sucederá? —pregunté, abrazando a Joe en busca de calidez. El
helado viento azotaba mi ropa, pintando una capa de escarcha sobre mi piel,
pero el verdadero frío venía de adentro, cortando profundamente mis huesos.

—La marea lo arrastrará fuera, y los tiburones tendrán una comida fácil.

Negué con mi cabeza para hacerle notar que me había malinterpretado.

—¿Qué pasará con su alma? —No podía evitar preguntarme si las cosas que
había dicho Hank eran ciertas. ¿Sufriría cada momento por el resto de su
existencia? Aparté a un lado cualquier remordimiento que sentía. No había
querido matar a Hank, pero al final, no me había dejado opción.

Joe permaneció en silencio, pero no me extrañaba que me abrazara con más
fuerza, cerrando sus brazos protectoramente a mí alrededor. Pasó sus manos
vigorosamente sobre mis brazos.

—Te estás congelando. Déjame llevarte de vuelta a mi casa.

No me moví.

—¿Qué pasará ahora? —susurré—. Maté a Hank. Tengo que liderar a sus
hombres, pero ¿qué haré con ellos?

—Lo averiguaremos —dijo Joe—. Encontraremos la manera, y estaré a tu lado
hasta que lo resolvamos.

—¿Realmente crees que será tan fácil?

Joe hizo un corto sonido de diversión.

—Si quisiera algo fácil, me encadenaría en el infierno junto a Nick. Los dos
podríamos relajarnos y broncearnos juntos.

Bajé la vista hacia las olas, precipitándose ellas mismas hacia romperse contra
las rocas.

—Cuando hiciste el trato con los arcángeles, ¿no estaban preocupados de que
pudieras hablar? Esto no se ve bien para ellos. Todo lo que tendrías que hacer
es difundir rumores sobre que la magia negra puede ser utilizada, y tendrías
para incitar un frenético festín ilegal entre Nefilim y ángeles caídos.

—Hice un juramento de que no hablaría. Eso fue parte del trato.

—¿Podrías haber pedido algo a cambio por tu silencio? —pregunté
tranquilamente.

Joe se tensó, y sentí que había adivinado la dirección de mis pensamientos.

—¿Importa? —dijo suavemente.

Importa. Ahora que Hank estaba muerto, la niebla que envolvía mi memoria
estaba quemándose como nubes bajo el sol. No podía recordar todo el carrete
de recuerdos, pero las imágenes estaban allí. Destellos y vistazos que se volvían
más fuertes a cada minuto. El poder de Hank, y su control sobre mí, estaba
muriendo a su lado, dejándome expuesta para recordar todo lo que Joe y yo
habíamos pasado juntos. Las pruebas de traición, lealtad y confianza. Sabía que
le hacía reír, que lo provocaba. Conocía su deseo más profundo. Lo veía tan
claramente. Tan claro que me dejaba sin aliento.

—¿Podrías haberles pedido que te convirtieran en humano?

Lo sentí exhalar lentamente, y cuando habló, había una cruda honestidad en su
voz.

—La respuesta corta es sí. Podría haberlo pedido.

Lágrimas enturbiaron mi visión. Fui vencida por mi propio egoísmo, aun cuando
racionalmente, sabía que no había hecho la decisión de Joe por él. Aun así. La
había hecho por mí, y la culpa se agitaba y arremolinaba tan tormentosamente
como el mar abajo.

Al ver mi reacción, Joe hizo un sonido de desagrado.

—No, escúchame. La respuesta larga a la pregunta es que todo acerca de mí ha
cambiado desde que te conocí. Lo que quería hace cinco meses es diferente a
lo que quiero hoy. ¿Quiero un cuerpo humano? Sí, muchísimo. ¿Es mi mayor


prioridad ahora? No. —Me miró con los ojos serios—. Abandoné algo que
quería por algo que necesitaba. Y te necesito, Ángel. Más de lo que creo que
nunca sabrás. Ahora eres inmortal. Y yo también. Eso es algo.

—Joe… —empecé, cerrando mis ojos, mi corazón colgando de un hilo.

Su boca rozó el lóbulo de mi oreja, quemando con una presión ondulante.

—Te amo. —Su voz era sincera, cariñosa—. Me haces recordar quien solía ser.
Me haces querer ser ese hombre otra vez. Ahora mismo, sosteniéndote, siento
como si tuviéramos una oportunidad de superar todos los obstáculos y
haciéndolo juntos. Soy tuyo, si me aceptas.

Simplemente así, olvidé que estaba completamente empapada, temblando, y
lista para ser la siguiente líder de una sociedad Nefilim con la que no quería
tener nada que ver. Joe me amaba. Nada más importaba.

—También te amo —dije.

Escondió su cabeza en mi garganta, gruñendo suavemente.

—Te amo desde mucho antes de que me amaras. Es la única cosa en la que te
he vencido, y la sacaré a colación cada vez que pueda. —Su boca, presionada
contra mi piel, jugando en la curva diabólica—. Larguémonos de aquí. Te llevaré
de vuelta a mi casa, está vez es para bien. Tenemos asuntos pendientes, y creo
que es hora de que hagamos algo al respecto.

Dudé, una gran pregunta surgiendo amenazadoramente en mi mente. El sexo
era una gran cosa. No estaba segura de sí estaba lista para complicar nuestra
relación —o mi vida— de ese modo, y eso sólo era la parte superior de una
larga lista de repercusiones. Si un ángel caído que dormía con un humano
creaban un Nefil —un ser que nunca había tenido que habitar la tierra— ¿qué
pasaba cuando un ángel caído dormía con un Nefil? Basado en lo que había
visto en la fría relación entre ángeles y Nefilim, probablemente nada había
sucedido todavía, pero eso sólo me hacía más recelosa sobre las consecuencias.

Tanto como me satisfizo en el pasado reconocer a los arcángeles como los
chicos malos, un asomo de duda se arrastraba en mi mente. ¿Había una razón
por la cual los ángeles no se suponía que se enamoraran de mortales, o en mi
caso, de un Nefil? Una regla arcaica quería dividir nuestras razas… o ¿era una
medida de protección contra la manipulación de la naturaleza y el destino?
Joe había dicho una vez que la única razón por la que existía la raza de los
Nefilim era porque los ángeles caídos buscaban venganza por ser expulsados
del cielo. Para desquitarse con los arcángeles por desterrarlos, habían seducido
a los humanos que previamente les encomendaron proteger.Habían conseguido la venganza.
Y removió una guerra subterránea que había
estado haciendo estragos por siglos: ángeles caídos por un lado, Nefilim por el
otro, y los peones humanos atrapados en el medio. Aún cuando me asustaba
pensarlo, Joe había prometido que terminaría con la aniquilación de una raza
completa.

Lo cual estaba por verse.

Todo porque un ángel caído se acostó en la cama equivocada.

—Aún no —dije.

Joe levantó una ceja oscura.

—¿Aún no nos vamos, o aún no te vas conmigo?

—Tengo preguntas. —Le di una mirada significativa.

Una sonrisa tiró de sus labios, pero no enmascaró una ondeante nota de
inseguridad.

—Debería haber sabido que sólo me mantenías alrededor por respuestas.

—Bueno, eso y tus besos. ¿Alguien te había dicho alguna vez que eres un
increíble besador?

—La única persona cuya opinión me importa está aquí mismo. —Levantó mi
barbilla para que nuestros ojos quedaran al mismo nivel—. No tenemos que
volver a mi casa, Ángel. Puedo llevarte a tu casa, si eso es lo que quieres. O, si
decides que quieres dormir en mi casa, en lados opuestos de mi cama con una
línea de ―No Cruzar‖ en el medio, lo haré. No me gusta, pero lo haré.

Tocada por su sinceridad, enganché mi dedo bajo su camiseta, tratando de
encontrar el gesto adecuado para demostrar mi agradecimiento. Mi nudillo rozó
la tonificada piel por debajo, y el deseo me estremeció. ¿Por qué, oh por qué, él
hacía tan fácil sentir demasiado, toda sensación, ardiendo y devorando, y
haciendo olvidar la razón?

—Si no lo has adivinado todavía —dije, algo ferviente y resonante deslizándose
en mi tono—, también te necesito.

—¿Eso es un sí? —preguntó, pasando sus dedos por mi cabello, extendiéndolo
alrededor de mis hombros y buscando mi rostro intensamente—. Por favor que
sea un sí —dijo con un tono áspero—. Quédate conmigo esta noche. Déjame
sostenerte, incluso si eso es todo. Déjame mantenerte a salvo.

Como respuesta, deslicé mis dedos entre los suyos, entrelazándolos. Acepté su
beso con una atrevida rebeldía, ávida y despreocupada, relajando mis
extremidades al encontrar su tacto, derritiéndome en lugares que no sabía que
existían. Desmoronándome, un beso a la vez, llevándome más y más fuera de
control, fundiéndome en calor sólido, oscuro y provocativo, hasta que sólo
estuviera él, y sólo yo. Hasta que no supiera donde terminaba yo y donde
empezaba él.
_______________________________________________________________________________________________________
ojala y hallan disfrutado de los capítulos
falta muy poco para q esta temporada termine
y arrancar con el libreo final okis
gracias x los comentarios
nos leeremos la semana q viene
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por Augustinesg Jue 02 Mayo 2013, 7:47 pm

Ósea... Este capítulo es para querer pegarse un tiro. Es increíble :') INCREÍBLE!
Muchas gracias por subir la novela!
:')
Augustinesg
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Mensaje por chelis Jue 02 Mayo 2013, 7:52 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!
YA SERAN FELICES?????
chelis
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Mensaje por DanieladeJonas Jue 02 Mayo 2013, 8:39 pm

ya se murio Hank!!!!!!!!!
pero entonces en que rayos se va a acabar este libro?!
me mata la intriga.... creo que sufrire un infarto cuando lo averigue D:
estoy tan orgullosa de la rayis :') no iba a matar a Hank (aunque
el la obligo) pero bueno el caso es que estoy orgullosa XD
Joe tiene razon ahora ella es inmortal igual que el
pero que va a ser con el ejercito ahhhh
mira como me tienes!!! siguela porfis!!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Mensaje por JB&1D2 Vie 03 Mayo 2013, 1:04 pm

:aah: :corre: me encantoooooooooo
JB&1D2
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Mensaje por chelis Vie 03 Mayo 2013, 5:21 pm

:ilusion:
chelis
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Mensaje por ElitzJb Miér 08 Mayo 2013, 6:25 pm


mañana mis chicas les colocare un maratón vale para el sabado colocar mas capitulos les parece bien :)
ElitzJb
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Mensaje por DanieladeJonas Miér 08 Mayo 2013, 6:35 pm

sisisisisi!!!!
por favor!!!!!!
DanieladeJonas
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Mensaje por chelis Miér 08 Mayo 2013, 7:13 pm

Okiiiiissss
chelis
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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Jue 09 Mayo 2013, 5:27 pm

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III Temporada

Capitulo 34

1/2


El sol había ardido la mitad del día para cuando Joe aparcó su
motocicleta frente a la granja. Me bajé, con una sonrisa tonta
cubriendo mi rostro, un brillo penetrando cada pulgada de piel.

Perfección.

No era lo suficientemente ingenua como para pensar que duraría, pero había
algo que decir sobre vivir el momento. Ya había decidido archivar el hecho de
tener que tratar con mi nueva sangre pura de Nefilim y todas las consecuencias
que sobrevenían con ello, incluyendo cómo se manifestaría mi transformación y
gobernar el ejército de Hank, bajo futuras preocupaciones.

Justo ahora, tenía todo lo que podía pedir. No era una larga lista, pero sí una
muy satisfactoria, empezando con el amor de mi vida de vuelta a mis brazos.

—Me divertí anoche —le dije a Joe, quitándome la correa de la barbilla y
sosteniendo mi casco—. Estoy oficialmente enamorada de tus sábanas.

—¿Eso es lo único de lo que estás enamorada?

—Nop. También de tu colchón.

Alguna sonrisa atravesó los ojos de Joe.

—Mi cama tiene una invitación abierta.

No habíamos dormido con una línea de ―no cruces‖ dibujada en la mitad de la
cama, porque no habíamos dormido juntos y punto. Tomé la cama y Joe el
sofá. Sabía que él quería más de mí, pero también sabía que él quería mi cabeza
en el lugar correcto. Él había dicho que podía esperar y le creía.

—Dame una pulgada y me tomaré una milla —advertí—. Deberías estar
preocupado de que la confisque.

—Me consideraría un hombre afortunado.


—El único inconveniente de tu lugar es la inquietantemente baja cantidad de
artículos de aseo. ¿Nada de acondicionador? ¿Brillo de labios? ¿Protector solar?
—Señalé con mi pulgar hacia la puerta delantera—. Necesito cepillarme los
dientes. Y necesito darme una ducha.

Él sonrió, saltando fuera de la moto.

—Ahora, eso es una invitación.

Empinándome, lo besé.

—Cuando termine, será el día. Voy a recoger a mi mamá en casa de Demi y les
voy a decir a ambas la verdad. Hank se ha ido y es hora de volver a empezar.

No estaba buscando entrar en esa conversación, pero había esperado lo
suficiente ya. Todo este tiempo me había dicho a mí misma que estaba
protegiendo a Demi y a mi mamá, pero estaba usando mentiras para mantenerlas
alejadas de la verdad. Las estaba forzando a quedarse en la oscuridad porque
tenía miedo de que no pudieran manejar la luz. Incluso yo sabía que la lógica
era un completo desastre.

Quité el seguro de la puerta delantera, lanzando las llaves en la fuente. No
había dado ni tres pasos cuando Joe enganchó mi codo. Con una mirada a su
cara, supe que algo estaba mal.

Antes de que Joe pudiera ponerme detrás de su cuerpo, Kevin salió de la
cocina. Hizo una señas con las manos y otros dos Nefilim se movieron al pasillo,
a su lado. Ambos aparentaban la edad de Kevin. Altos y musculosos con un
facciones bien definidas. Ellos me echaron un vistazo con abierta curiosidad.

—Kevin —dije, rodeando a Joe y apresurándome hacia él. Lo envolví en mis
brazos, abrazándolo fieramente—. ¿Qué sucedió? ¿Cómo escapaste?

—Dadas las circunstancias, se decidió que era más efectivo en las líneas
delanteras que encerrado. (tn), te presento a Dante Matterazzi y Tono
Grantham —dijo—. Ambos son los primeros tenientes en el ejército de la Mano
Negra.

Joe se colocó entre nosotros.

—¿Trajiste a estos hombres a la casa de (tn)? —dijo él, mirando a Kevin como
si tuviera ganas de romperle el cuello.

—Cálmate, hombre. Son tranquilos. Se puede confiar en ellos —dijo Kevin.

La risa de Joe fue baja y depredadora.


—Noticias tranquilizadoras viniendo de un conocido mentiroso.

Un musculo en la mejilla de Kevin se contrajo.

—¿Estás seguro de que quieres jugar este juego? Tienes tantos o más
esqueletos en tu armario.

Oh, Dios.

—Hank está muerto —le dije a Kevin, sin ver ninguna razón para dar a conocer
las noticias gentilmente, o darle a Joe y a Kevin más tiempo para lanzar
insultos repletos de testosterona.

Kevin asintió.

—Lo sabemos. Muéstrale la señal, Dante.

Dante dio un paso al frente. Medía alrededor de metro ochenta y su apariencia
latina le daba vida a su nombre. Extendió su mano. Un anillo idéntico al que
Kevin había lanzado al océano, encajaba en su dedo índice a la perfección.
Brillaba de un salvaje azul y la luz parecía centellar detrás de mis ojos incluso
después de cerrarlos.

—La Mano Negra me dijo que esto pasaría si él moría —explicó Dante—. Kevin
tiene razón. Es una señal.

Kevin dijo:

—Es por eso que fui liberado. El ejército está en un alboroto. Nadie sabe qué
hacer. Jeshvan casi ha llegado y la Mano Negra tenía planes de guerra, pero
estos hombres están impacientes. Han perdido a su líder. Están empezando a
entrar en pánico.

Analicé su información. Un pensamiento me golpeó.

—Te liberaron porque sabes cómo encontrarme; ¿El siguiente en la línea de
Hank? —supuse, mirando a Dante y Tono con precaución. Kevin podía confiar
en ellos, pero yo aún tenía que opinar al respecto.

—Como dije, estos hombres están limpios. Ya confesaron su lealtad a ti.
Tenemos que conseguir tantos Nefilim de tu lado como sea posible antes de
que esto se venga abajo. La última cosa que necesitamos justo ahora es un
golpe.

Me sentí mareada. De hecho, un golpe sonaba atrayente. ¿Alguien más quería
este trabajo? Estaba bien por mí.

Dante habló de Nuevo:

—Antes de su muerte, la Mano Negra me notificó que estabas de acuerdo con
el rol de comandante al momento de su muerte.

Tragué, sin haber esperado que aquello llegara tan rápido. Sabía lo que tenía
que hacerse, pero había esperado un poco más de tiempo. Decir que había
estado temiendo este momento era una descripción insuficiente.

Los miré a los tres una y otra vez.

—Sí, juré que lideraría el ejército de Hank. Esto es lo que va a pasar: no va a
haber guerra. Regresen con los hombres y díganles que se disuelvan. Todos los
Nefilim que han hecho juramento están unidos por una ley que ningún ejército,
sin importar cuán grande sea, puede derrocar. Entrar en guerra, en este punto,
seria suicidio. Los ángeles caídos ya están planeando un castigo justo y nuestra
única esperanza es dejar claro que no vamos a pelear con ellos. No de esta
forma. Se ha terminado, y pueden decirle a sus hombres que es una orden.

Dante sonrió, pero su expresión mantenía un filo.

—Preferiría no discutir esto con ángel caído por aquí. —Posó sus ojos en
Joe—. ¿Nos das un minuto?

Yo dije:

—Creo que es bastante obvio que pedirle a Joe que se vaya no tiene sentido.
Le voy a contar todo. —Con la Mirada irritada de Dante, agregué—: Cuando le
hice el juramento a Hank, nunca dije nada sobre terminar con Joe. Que la
conversación empiece.

El brusco asentimiento de Dante fue cualquier cosa menos aceptante.

—Entonces dejemos una cosa clara. Esto no se ha terminado. Está paralizado,
pero no se ha terminado. La Mano Negra estimuló una revolución y decir que se
ha terminado no va a ser suficiente para calmar los ánimos.

—No estoy preocupada por calmar los ánimos. Estoy preocupada por la raza
Nefilim como un todo. Estoy pensando en qué es lo mejor para todos.

Kevin, Dante, y Tono compartieron una silenciosa mirada. Al final, Dante pareció
hablar por los tres:

—Entonces tenemos un problema más grande. Porque los Nefilim piensan que
la rebelión es lo mejor para ellos.



—¿Cuántos Nefilim? —preguntó Joe.

—Miles. Suficientes para llenar una ciudad. —Los ojos de Dante se posaron en
los míos—. Si no los guías a la libertad, romperás tu voto. En poco tiempo, tu
cabeza estará en la línea, (tn).

Miré fijamente a Joe.

Mantén tu posición, habló con calma en mis pensamientos. Diles que la guerra
ha terminado y no hay espacio para negociaciones.

—Hice un juramento para liderar el ejército de Hank —le dije a Dante—. Nunca
prometí libertad.

—Si no le declaras la guerra a los ángeles caídos, instantáneamente crearás
enemistad con miles de Nefilim —respondió él.

Y, si lo hago, pensé débilmente, puede que también le declare la guerra a los
arcángeles. Ellos habían dejado que Hank muriera porque Joe les prometió
que yo detendría la revolución.

Volví mi atención a Joe y supe que estábamos compartiendo el mismo
pensamiento espeluznante. De cualquier manera, la guerra estaba por venir.

Todo lo que tenía que hacer ahora, era decidir cuál sería mi oponente.

Fin...
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por ElitzJb Jue 09 Mayo 2013, 5:37 pm

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2/2

ESCENA INEDITA


Y ahora, una mirada nunca antes vista a la verdadera primera vez que (tn) y Joe se conocieron…
¡Desde el punto de vista de Joe!


Joe meció su silla hacia atrás sobre dos patas, extendió sus
brazos, y los dobló detrás de su cuello. Su mirada estaba clavada
en las puertas de entrada de Enzo’s Bistro. Pidió una mesa, en un
oscuro rincón en donde la luz no llegaba. Una vela parpadeaba en cada mesa,
pero Joe había apagado la suya entre sus dedos al sentarse. Al otro lado de la
mesa, Nick yacía en su silla, sus ojos rastreando el techo mostrando
aburrimiento exagerado.

—Te esperaré hasta que me vuelva azul —cantó Nick en un murmullo—. No
hay nada más que un hombre pueda hacer. Bebimos con demonios
directamente del… —Se calló y, levantando una ceja, apuntó hacia sus pies—…
infierno. Casi a punto de ganar tambieeeeen.

Joe sonrió.

—¿Calentando para tu audición en American Idol?

Nick lo pateó por debajo de la mesa.

—¿Cuándo vas a decirme lo que estás haciendo?

Una mesera pasó, dejando dos cafés.

Joe tomó un trago.

—¿Haciendo?

—Venimos aquí, ¿esto es Enzo, verdad?, cada jueves en la noche alrededor de las ocho.
Hace ya cinco semanas. Y crees que no lo he notado.


—Cuatro semanas.

Nick rodó los ojos teatralmente.

—El mozo puede contar.

—Tienen buen café.

—Bien, entonces. El problema con eso es, que no puedes probarlo —señaló
Nick—. Entonces, ¿probarás con la mentira número dos?

—Me gusta el ambiente.

Los ojos de Nick se abrieron con asombro.

—Cada chica en este lugar tiene menos de 20 años. ¿Qué dices si estafamos a
algunos ejemplares un poco más cercanos a nuestra edad… setecientos al
menos?

—No estoy aquí por las chicas. —Sólo por una de ellas. Sus ojos viajaron a su
reloj, luego de vuelta a las puertas. En cualquier minuto.

—No estás aquí por las chicas —repitió Nick—. No estás aquí por el juego, la
bebida o la lucha. A todas luces, estemos teniendo una noche perfectamente
buena, en un establecimiento de renombre. O bien comenzaste a escuchar al
pequeño ángel en tu hombro, o ese malvado cerebro tuyo se está lanzando
alrededor de algún plan.

—¿Y?

—Apuesto por lo último. Lo que quiero saber es, ¿qué proyecto que merece la
pena involucra como lugar de reunión una inmaculada escuela secundaria? —
preguntó, lanzando una mirada siniestra sobre el lugar.

Fuera, una silueta familiar trotó más allá de la fila de ventanas salpicadas por la
lluvia. La chica tenía sus brazos cruzados sobre su cabeza, haciendo un divertido
trabajo al tratar de protegerse de la lluvia. Corrió dentro, dándole a la puerta un
empujón adicional, para darle a su compañera rubia tiempo adicional para
entrar antes de cerrarla. Se quedaron de pie en la entrada por un momento,
sacudiéndose la lluvia de encima y secando sus pies. Nick seguía husmeando
en busca de respuestas, pero Joe ya no le prestaba atención. Era
inmensamente consciente de la más pequeña de las chicas, una pelirroja
delgada con los hombros erguidos, y el mentón ligeramente levantado, en un
gesto que podía ser confundido con arrogancia. Él lo había visto por tanto
tiempo que ya sabía que significaba algo más. Juagaba con palabras como
―cautelosa‖ o ―humilde‖… ―prudente‖. Ella recogió su pelo en un moño
inflexible, pero algunos mechones estaban sueltos, y el efecto llevaba el más
mínimo rizo a su boca.

Incluso si no hubiera memorizado su horario, los pantalones negros para correr,
y una camiseta de cuello ancho con la que parecía inmersa en una pelea de tira
y afloja —un momento se deslizaba por su hombro, y al siguiente ella lo volvía
a su lugar— le habrían dicho que venía de gimnasia.

Entre la creciente lista de cosas que iba descubriendo acerca de ella estaba: sólo
hacía ejercicios cuando hacía buen clima. Al menos una vez a la semana. Y sólo
cuando la rubia, una persona de dietas, la arrastraba.

La anfitriona llevó a las chicas hacia la dirección de Joe. Se encorvó, moviendo
su gorra de beisbol discretamente para esconder su rostro. Cada semana, había
visto a la pelirroja desde el otro lado del restaurante, asegurándose de que ella
nunca tuviera alguna razón para mirar en su dirección. Generalmente se sentaba
con el mentón apoyado en sus dedos entrelazados, escuchando atentamente
mientras la rubia hablaba de chicos, dietas milagrosas, separaciones de
celebridades, o de su horóscopo.

La anfitriona se movió hacia un lado repentinamente, sentando a las chicas a un
par de mesas de distancia. Un sentimiento de ansiedad se retumbó dentro de
Joe, y la sensación casi lo hizo reír. ¿Cuándo fue la última vez que se había
sentido como un niño nervioso de ser atrapado en un acto reprochable?

Pero él tenía que jugar seguro. Cuando finalmente se presentara a la pelirroja,
creando la ilusión de conocerse por primera vez, tenía que parecer algo al azar.
Sólo después de que conociera su interior y su exterior, concretaría una
estrategia para ganar su confianza.

Entonces dejaba caer el hacha proverbial.

Nick estaba equivocado. El ángel en su hombro había sido atado y silenciado
hace mucho tiempo. Joe era impulsado por su propio bien mayor, su brújula
moral, una función de utilidad. Tenía un plan para todo, pero el resultado final
era el mismo: satisfacer sus deseos.

Después de todo este tiempo, iba a tener un cuerpo humano. Porque lo quería,
y tenía un plan. Y el centro de ese plan estaba sentado a metros de distancia,
pinchando su agua helada con una pajilla.

—No sé tú, pero estoy pensando en que necesitamos comenzar el segundo año
en la secundaria con un golpe —le dijo la rubia en voz alta a la pelirroja—.
No más aburrimiento. Este año será épico. Sin tabúes. Y nada podría hacer mi año
más épico, que tener a Luke Massersmith como mi novio. Ya he comenzado mi
plan de ―así es como voy a tenerlo‖. Anoté mi número de teléfono en la puerta
de su garaje. Todo lo que queda ahora es sentarse, y esperar.

—¿Por la orden de restricción? —La pelirroja estaba sonriendo, lo que
iluminaba toda su cara. Claramente no sabía el efecto que tenía, pensó Joe, o
lo haría más a menudo.

—¿Qué? ¿No lo encuentras evidente? —respondió la rubia.

—Sus padres te pondrán en la lista negra. Como sea que lo mires, siete dígitos
escritos en la puerta de un garaje, no son lo mejor para romper el hielo.

Joe no podía quitarle los ojos de encima. Esta semana más que la pasada.
Pensándolo bien, había sido el patrón desde el comienzo. Era un inconveniente
que no se pareciera a la descendiente de Chauncey perdida hace tiempo;
matarla lo haría disfrutar mucho más. No sabía qué esperaba, pero no era esto.
Largas piernas, pero un paso cauteloso, reservado. Rasgos delicados. Una risa
que no era demasiado estridente, ni demasiado suave. Todo en su lugar.

Otra sonrisa se deslizó por su boca. Se apoderó de él la necesidad de poner una
fisura en ella. Hacer que su mundo cuidadosamente construido se derrumbara.
Sólo hacía falta una línea para ruborizarla. Apostaría dinero por eso.

—Quizás la próxima vez prueba con un mensaje de texto —sugirió la pelirroja—
. ―Hey, Luke, aquí está mi número‖, eso funciona para el resto de la población.

La rubia dejó escapar un suspiro, y golpeó su mejilla con su puño.

—Déjalo. Tener a Luke Messersmith es un disparate de todas formas. Lo que
necesitamos, es fijar nuestra mirada en otra parte. Un viaje de carretera a
Portland. Hombre, eso haría que a Marcie le saliera vapor por las orejas. Tú y yo
pasando el rato con chicos universitarios, mientras ella hace de modelo zorra de
trajes de baño para JC Penney, en frente de babeantes estudiantes de primer
año en plena pubertad.

La silla de Nick se arrastró hacia adelante.

—Me rindo —dijo él, llamando la atención de Joe—. Me. Rindo. ¿Qué buscas?

Joe tomó otro sorbo de café.

—Tiempo de calidad contigo.

—Ves, cuando me mientes, duele —dijo Nick, secando una lágrima imaginaria—.
Creí que teníamos algo especial. Pensé que nuestra sentencia

eterna común de maldición era nuestro lazo. Sé que vas detrás de algo, y si
tengo que hacerlo, te superaré.

—Dale un descanso.

—Me gustaría. El problema es que no soy estúpido.

—Actúas como un estúpido.

—Correcto. Gracias por eso. Para tu información, hay una diferencia entre actuar
como estúpido, y ser un estúpido.

—Es una línea muy delgada, pero alguien tiene trazarla.

Nick aplastó sus manos contra la mesa con un ruido contundente.

—¿Qué estamos haciendo aquí aparte de morir apuñalados por el
aburrimiento? Y si no lo dejas en claro en los próximos tres segundos, cumpliré
mi promesa de hacer de tu sonrisa un saco de boxeo.

Paciencia. Cuando lo mencione, eso es a lo que me refiero. Joe habló a la
mente de su amigo.

Indagando en los defectos de los demás, ¿cierto? Tsk, tsk. Esa no es manera de
avivar una amistad. Respecto a tus defectos, has olvidado como divertirte. ¿Por
qué no vamos a buscar un grupo de Nefilim para aterrorizar? Nick comenzó a
ponerse de pie.

Joe también comenzó a levantarse, pero la conversación tres mesas más allá
penetró sus pensamientos conscientes, desviando por un momento su atención.

—¿Por qué no pueden los chicos de la escuela verse como… aquellos dos
chicos? Yowza.

La voz de la rubia flotó en el aire. Joe apenas tuvo tiempo de mirar hacia los
lados y ver que ambas, ella y la pelirroja, tenían sus ojos puestos en él, definitiva
y completamente conscientes de él, cuando Nick empujó su puño contra su
mandíbula. La cabeza de Joe se movió hacia los lados, dándole una imagen
directa pero vertiginosa de la boca de la pelirroja formando una perfecta y
atónita O.

Bueno, esto era inconveniente.—Te dije que te vencería —
se rió Nick, esquivando ágilmente alrededor de la mesa.



Joe estuvo de pie en un instante.

Nick lo empujó, golpeando su espalda contra la pared y contra el marco de
una pintura. Golpeó el suelo, vidrios rotos.

Por la esquina del ojo, Joe vio a la pelirroja parpadear confundida y, si no se
equivocaba, lo suficientemente alarmada como para darle a él un poco de
satisfacción… y le dio ánimos.

Joe se dobló por reflejo, y el siguiente golpe de Nick pasó por encima de su
hombro. Con un golpe hacia arriba, Joe hundió su puño en la parte inferior
del mentón de Nick.

Atacó el centro del cuerpo de Nick, apuntando repetidamente a las costillas y a
la piel alrededor de su estómago, pero en el momento en que su amigo dejó
hacer los brazos para protegerse, fue por su cabeza. Una vez, dos veces. Luego
de cinco golpes directos, Nick se tambaleó fuera de alcance, y levantó sus
manos.

—Quieres que grite tío, ¿es eso? —jadeó Nick, con una sonrisa que decía que
estaba disfrutando por primera vez en toda la noche.

La rubia hizo su camino a través de las mesas hasta Nick. Le extendió su
servilleta, apuntando su cara.

—Tienes un poco de sangre…

—Gracias, cariño. —Nick se limpió la boca con la servilleta, luego le guiñó a
Joe. Su voz se deslizó fácilmente en la mente de Joe. Dije que quería una
chica cercana a los setecientos años, ¿verdad? Quería decir setecientos… más o
menos.

Joe se encontró con la mirada sombría de la rubia, deseando poder engañarla
mentalmente para que obedientemente regresara a su mesa, pero Nick se
daría cuenta, y comenzaría a hacer preguntas. Dejó salir un ligero suspiro.
Veinticuatro horas a partir de ahora, Nick no recordaría su nombre. Ella, en
cambio, tendría un periodo de atención un poco más largo. Una complicación.

—Así que dime, cariño —dijo Nick a la rubia arrastrando las palabras—.
¿Alguna vez han montado en una Ducatti Streetfighter? Estoy estacionado atrás.

La rubia ya estaba pasando su bolso sobre su hombro.

—¿Tu amigo tiene una moto también? Podría llevar a mi amiga, (tn). —Para sorpresa de Joe, ella lo saludó.

—Demi —dijo la pelirroja con exasperación y en advertencia.

La rubia no se molestó en escuchar. Se giró hacia Nick.

—Lo primero es lo primero. Alguien debería limpiarte. Tomé un curso de
reanimación cardiopulmonar para niñeras este verano. Cuando se trata de
hemorragias nasales, yo soy tu chica. —Tomó a Nick por la manga, y lo llevó
hasta el baño unisex.

Fiel a su estilo, Nick rodeó los hombros de ella con su brazo y le acarició la
mejilla.

—Guía el camino, enfermera… Era Demi, ¿verdad?

Joe se encontró a sí mismo de pie, incrédulo frente a la pelirroja. Hace dos
minutos tenía las cosas bajo control. Pasó las manos por su pelo. Bien podría
haber invertido un camión Mack en el medio de su plan.

La pelirroja cambió el peso a su otra cadera. Le echó un vistazo, sólo para alejar
sus ojos inmediatamente. Ella estaba asustada de él. Se preguntaba si éste era
el efecto que tenía en su naturaleza o si ella sentía, en algún nivel
subconsciente, qué era lo que quería de ella.

Una extraña guerra de deseos se libró dentro de él, empujándose en
direcciones opuestas. Quería hacerla sentir insegura. Irónicamente, también
tenía miedo de asustarla y alejarla en el proceso. Ahora que la tenía cerca,
quería mantenerla allí.

Ella se aclaró la garganta.

—¿Crees que podrías decirle a tu amigo que reduzca el factor ―adulador‖? Si
sigue con eso, los países tercermundistas van a empezar a tomarlo por un
prodemidor.

Joe le sonrió. Era más bonita de cerca. Tenía ojos cautelosos pero expresivos,
una nariz aristocrática y unas cuantas pecas que ella probablemente odiaba, y
ese cabello. Salvaje y rebelde. Tenía la urgencia de quitarle la banda elástica y
enviar su cabello cayendo en cascadas alrededor de sus hombros. Además de la
marca de Nefilim en su muñeca, los genes de Chauncey le habían hecho el favor
de dispersar cualquier parecido.

—Entonces —dijo él—. ¿Eres de por aquí?

Ella estiró el cuello, analizando el restaurante,
claramente intentando aparentar estar sumida en algo más que hablar con él.

—Así parece. Y, ¿tú eres…?

—Adam. —Podía decir, por el ligero descenso de su boca, que ella pensaba que
era un nombre extraño. La mayoría de los humanos lo pensaba.

—¿Y tú? —preguntó ella—. ¿Eres de por aquí? No te he visto antes.

—Mantengo un perfil bajo.

—¿Y eso por qué?

—Haces muchas preguntas.

Ella se estremeció. Él había querido terminar la conversación y había
funcionado. Sabía que lucía como un idiota, pero dado lo que tenía guardado
para ella, podía hacerlo incluso peor. Se dio cuenta que debería dejar el tema
así, pero ahora que la tenía hablando, se encontró a sí mismo atraído hacia ella.
Las bromas entre ellos se sentían naturales. Y ella estaba respondiendo. Con
miedo de él, claro, pero con igual curiosidad. Podía verlo perfectamente en sus
ojos.

Con esfuerzo consciente, Joe giró su cuerpo hacia ella, demostrando interés.
Sonrió cortésmente.

—Estoy en la ciudad por negocios.

—¿Qué clase de negocios? —preguntó ella después de un minuto.

—Genealogía. Estoy buscando viejos miembros perdidos de la familia.

—¿Qué familia estás investigando?

—Langeais.

—No conozco a ningún Langeais en Coldwater.

Frotó su pulgar a través de su boca para sofocar una sonrisa.

—Suena como que mi trabajo ha terminado.

—¿Cuánto tiempo planeas quedarte en la ciudad?

—Tanto tiempo como sea necesario. —Inclinó su cabeza hacia la de ella como
si fuesen cómplices—. Aceleraría las cosas si tuviera un guía turístico,
alguien que me mostrara los alrededores.

La boca de ella se partió con una sonrisa irónica, como si supiera lo que él
pretendía, pero lo provocó al decir:

—Tienes suerte. Demi es una excelente guía turística.

Se recuperó de su sorpresa rápidamente.

—Pero prefiero a las guías turísticas pelirrojas.

Ella extendió sus manos en arrepentimiento.

—Lo lamento. No conozco a ninguna pelirroja.

—¿Revisaste el espejo esta mañana?

Ella dio un golpecito con su dedo en su boca, un gesto juguetón que trajo su
atención hacia sus labios, remilgados y sensuales, los cuales él ya había tenido
el placer de notar. Era cautelosa con él y Joe sentía que el restaurante se
cerraba a su alrededor, los sonidos de fondo desapareciendo. Un parte de él
había estado en un encierro relajado. Sentía una extraña sensación al estar cerca
de ella. Un contacto provocador que lo hacía querer más.

Sin perder la oportunidad, ella dijo:

—Lo hice. Y recuerdo haber visto a una morena.

Se rió, intentando entender el juego que ella estaba jugando.

—Puede que necesites una revisión de tu vista.

—Así que, eso explica el por qué tienes tres ojos, dos cuernos y un colmillo
Amarillo en donde deberían estar tus dientes delanteros. —Ella ladeó la cabeza,
entrecerrando los ojos.

Él sonrió.

—Atrapado. Soy un monstruo. Adam es mi decepcionante inofensivo, y
extremadamente guapo, alter ego.

—Y yo estoy por encima de eso —anunció ella con un ingenioso triunfo.

—¿Es eso un lapsus linguae?

Su franqueza la tomó fuera de guardia. Un sonrojo consciente se posó en su
cara. Ella pareció insegura un momento, luego hizo gestos con impaciencia hacia el baño.

—¿Qué tanto tiempo lleva limpiar una nariz sangrante?

Él rio por lo bajo.

—No estoy seguro que esa sea la única cosa que estén haciendo allá dentro.

Los ojos de ella se ampliaron por la sorpresa… luego, entrecerró los ojos para
escrutarlo, tratando al máximo de descubrir si él estaba bromeando.

—Quizá deberías ir y tocar la puerta —sugirió ella al final.

La sugerencia no le llamó la atención. No tenía prisa de terminar las cosas. El
pensamiento de dejarla ahora lo dejó con un impaciente dolor. No se había
sentido de esta manera en muchísimo tiempo. Por lo que a él concernía, no
había sentido una pizca de interés en tanto tiempo, que era como sentirla por
primera vez.

—No servirá de nada. La única cosa que traerá la atención de Nick es el sonido
de su motocicleta siendo encendida. Alguien respira sobre ella y él nota la
condensación que ello produce. Si quieres sacarlo de allí, esa es tu mejor
opción.

—¿Estás diciendo que debería agarrar su moto y dar un paseo?

—Es más como que seas mi cómplice. —Dejó que la idea colgara en el aire.

—¿Y quieres que vaya contigo, por qué?

Para que pude tenerte sola el tiempo suficiente para borrarte la memoria. Y si
era honesto, tenerla sola y punto. Sus ojos cayeron hasta sus labios y disfrutó el
placer secreto de imaginarse besándola.

—Déjame adivinar. Nunca has subido a una Ducati Streetfighter.

Allí iba esa barbilla de Nuevo, inclinándose más alta.

—¿Cómo podrías saber eso?

—Conduce una una vez, y eso es todo lo que se necesita. Quedas enganchada.
—Señaló con su pulgar a la salida—. Es ahora o nunca.

—No salgo por ahí con chicos que conozco desde hace tres segundos.

—¿Y qué dices de un chico que has conocido, digamos, veinte segundos? ¿Es una mejor posibilidad?
Para su sorpresa, ella rió. A él le gustaba el sonido de su risa, y en contra de su
mejor criterio, quería hacerla reír de nuevo.

—De hecho

—dijo ella, sonriendo fácilmente—, ese chico reduciría
drásticamente sus posibilidades. El veinte es mi número de la mala suerte.

—Y, ¿tu número de buena suerte?

Ella se mordió el labio, debatiéndose en responder.

Por encima de su cabeza, Joe vio a Nick emerger del baño, presionando un
cuadrado doblado de papel higiénico en su nariz. Joe levantó su gorra y se
frotó el cabello con frustración. Eso era rápido, incluso para los estándares de
Nick.

—¿Está entre uno y diez? —preguntó Joe en un golpe de inspiración.

Ella asintió.

—Mantén el número detrás de ti. Lo adivinaré. Si lo hago bien, tú y yo iremos a
dar un paseo en moto. No tiene que ser esta noche —añadió en respuesta al
escepticismo que nublaba su expresión—. La próxima vez que te ofrezca un
paseo en mi motocicleta, dices que sí. Así de simple.

Ella mantuvo la mirada fija en sus ojos por un largo momento, luego cedió con
un confiado encogimiento de hombros.

—Tienes una de diez posibilidades de acertar. Puedo manejar esas
probabilidades.

¿Cuántos dedos está mostrando ella? gritó a la mente de Nick.

Escuchándolo, Nick miró hacia él y en su rostro, apareció una sonrisa.

Te dejo solo por cinco minutos, ¿y ya estás detrás de sus faldas?

¿Dedos? Repitió Joe.

¿Qué gano yo con eso?

La próxima vez que peleemos, conseguirás que sea mi nariz la que sangre.

¿Conseguiré? Nick echó la cabeza atrás, riendo silenciosamente. Te recordaré
felizmente una ocasión, la semana pasada, cuando casi te saqué uno de los dientes.

—¿Y bien? —le preguntó la pelirroja a Joe—. ¿Tus habilidades telepáticas se
están oxidando?

Mañana en la noche tú mandas, ofreció Joe.

¿Lo que yo quiera? ¿Incluso si incluye aterrorizar a Nefilim menores de edad?

Joe suspiró.

Lo que sea.

De acuerdo, compañero. Oferta aceptada. Ella está mostrando ocho dedos. Pero
mantén el coqueteo al mínimo, ¿sí? Siete minutos en el cielo con la Enfermera
Demi son seguros. Estoy listo para partir.

Joe cerró los ojos, estrechando su rostro para sugerir concentración. Abrió un
ojo, mirando de forma especulativa a la pelirroja.

—Vámonos con un… ¿ocho? —lo dijo con la cantidad suficiente de inseguridad
para hacerse creíble.

La pelirroja se quedó boquiabierta.

—Imposible.

Joe se frotó las manos, genuinamente divirtiéndose.

—Ya sabes lo que significa. Me debes un paseo, (tn). —Su nombre fue un
error. Había estado de acuerdo en tratarla con una indiferencia fría, limitándose
en todas su referencias a ella como ―la pelirroja‖. No creía que estuviera en
peligro de un enlace emocional, pero estaba tratando con una chica hermosa.
Había aprendido su lección una vez, de ahí su medida preventiva.

—Hiciste trampa —acusó ella.

La sonrisa de él, se amplió. No sonaba tan decepcionada y ella lo sabía.

Él cooperó, elevando los hombros en un despliegue de inocencia.

—Una apuesta es una apuesta.

—¿Cómo lo hiciste?

—Quizá mi telepatía no está oxidada, después de todo. Nick llegó, palmeándolo en la espalda.


—Pongámonos en marcha, Joe.

—¿En dónde está Demi? —quiso saber la pelirroja.

En el mismo momento, la rubia emergió del baño, resbaló contra la jamba de la
puerta, dramatizó su propio latido errático de corazón y vocalizó un ooh-la-la.

—¿Qué le hiciste? —le preguntó la pelirroja a Nick.

—Puse una sonrisa en su rostro. Hay más de dónde vino eso —añadió Nick, y
Joe lo empujó hacia las puertas.

—Que estés bien —le dijo Joe, renuentemente, a la pelirroja, nada listo para
terminar de hablar con ella, pero sin querer poner más de ella la memoria de
Nick. Para el caso, quería mantener el quién era ella en realidad, para sí mismo.

La pelirroja parpadeó.

—Entonces, supongo que te veré por ahí —dijo ella, usando una expresión de
―¿qué pasó aquí?‖. Dadas las circunstancias, él debería preguntarse a sí mismo
la misma cosa.

—Absolutamente —respondió Joe. Más pronto de lo que ella creía. Más tarde,
esa noche, él planeaba hacer unas llamadas locales. Primero a la rubia y luego a
la pelirroja.

Si esta noche hubiera sucedido siete u ocho más adelante, la sincronización
hubiera sido perfecta. Como estaban las cosas, tenía que borrar sus memorias.
Sintió una sacudida de arrepentimiento al necesitar limpiar la memoria de la
pelirroja. Quería que ella recordara esta noche. Quería que lo recordara a él.

Se imaginó sacrificándola, un pensamiento que había dado vueltas en su cabeza
cientos de veces, pero la imagen tropezó. Por primera vez, él veía más allá de sí
mismo, la veía a ella. No sólo planeaba asesinarla, sino que tenía en mente
traicionarla primero. ¿Qué pensaría ella de él, si lo supiera? Se le ocurrió llevarla
afuera para terminar con eso. La imagen destelló en su mente, impulsiva y
tentadora, pero la forzó a desaparecer. Si podía hacerlo ahora, también podía
hacerlo mañana.

Pero su vacilación lo molestó. Algo le dijo que matarla no iba a ser sencillo. No
había ayudado a su causa el coquetear con ella y, mucho menos, el disfrutar
haciéndolo. Más de lo que estaba listo para admitir.

Con un esfuerzo por reenfocar sus pensamientos,
cerró los ojos brevemente eimaginó la meta final. Una vez que la sacrificara,
él tendría un cuerpo humano.

No era tan complicado. Cualquier cosa que se cruzara en su camino, incluyendo
su propia confusión interna, era irrelevante.

Sin pensarlo, se giró, echándole un vistazo sin que se diera cuenta. Sólo había
querido ver su rostro una última vez, pero para su sorpresa, ella también lo
estaba observando, con una pregunta en aquellos exquisitos ojos grisáceos que
lo perseguirían.
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Que tal les pareció el capitulo final de temporada???
ahora ya saben como realmente joe y la rayis se conocieron :aah:
ahora mas tarde les coloco la Sinopsis de la 4ta y ultima temporada
aqui sera todo en etapa decisiva....
como lo dije antes les encantara se los aseguro aunq les digo q lloraran por bien y por mal
nos leemos luego vale 🍌
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por chelis Jue 09 Mayo 2013, 9:49 pm

GUUUUAAAUU DESDE EL PRINCIPIO SE CONOCIEROONN!!!
PERO JOE LE BOOOORRRO LA MEMRIAAA!!!.... YO DIGO QUE FUE AMOR A PRIMERA VISTA"!!!!!!!
Y YA QUIEROO LEER LA ULTIMAAA TEMPORADAAA!!!
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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