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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
hola chicas como estan espero q bien ;)
bueno aqui les traigo el especial navideño
espero y les guste mil gracias x sus comentarios
se q tienen muchas pregunta del xq pero mas adelantes lo sabrán okis
mis dilculpas si no respondi preguntas q me has hecho pero estoy empedernida con una nove q en estos momentos estoy leyendo asi q despues paso y les respondo lo q me pregunten disfruten de los 3 capítulos siguientes
bueno aqui les traigo el especial navideño
espero y les guste mil gracias x sus comentarios
se q tienen muchas pregunta del xq pero mas adelantes lo sabrán okis
mis dilculpas si no respondi preguntas q me has hecho pero estoy empedernida con una nove q en estos momentos estoy leyendo asi q despues paso y les respondo lo q me pregunten disfruten de los 3 capítulos siguientes
III Temporada
Especial Navideño
Capitulo 4
Especial Navideño
Capitulo 4
Arrugué el papel, arrojándolo contra la pared por el miedo y la
frustración. Caminando hacia la ventana, sacudí el candado para
asegurarme de que era seguro. No me sentía lo suficientemente
valiente como para abrir la ventana y echar un vistazo, pero coloqué mis manos
alrededor de mis ojos y miré hacia las sombras que se extendían por el césped
como puñales largos y delgados. No tenía ni idea de quién pudo haber dejado
la nota, pero una cosa era cierta, yo había cerrado antes de salir. Y más
temprano, antes de que nos hubiéramos dirigido escaleras arriba para pasar la
noche, había visto a mi mamá pasearse por toda la casa, comprobando todas
las ventanas y la puerta al menos tres veces.
Entonces, ¿cómo había conseguido entrar el intruso?
¿Y qué significaba la nota? Era enigmática y cruel. ¿Una broma retorcida? En
este momento, esa era mi mejor conjetura.
Al final del pasillo, empujé la puerta del dormitorio de mi madre, abriéndola lo
suficiente para ver el interior.
—¿Mamá?
Ella se sentó erguida en la oscuridad.
—¿(tn)? ¿Qué es? ¿Qué pasó? ¿Un mal sueño? —Una pausa—. ¿Recordaste
algo?
Hice clic en la lámpara de noche, de repente asustada de la oscuridad y de lo
que no podía ver.
—He encontrado una nota en mi habitación. Decía que no me engañara a mí
misma con la creencia de que estoy a salvo.
Ella parpadeó ante la repentina claridad, y observé sus ojos mientras entendía
mis palabras. De repente estaba despierta.
—¿Dónde encontraste la nota? —preguntó ella.
—Yo… —Estaba nerviosa por cómo iba a reaccionar ella a la verdad. En
retrospectiva, había sido una idea terrible. ¿Salir a escondidas? ¿Después de
haber sido secuestrada? Pero era difícil temer a la posibilidad de un segundo
secuestro, cuando ni siquiera podía recordar primero. Y yo tenía que ir al
cementerio por mi propia cordura. El color negro me había llevado allí.
Estúpido, inexplicable, pero cierto, no obstante—… Estaba bajo mi almohada.
No debo haberme dado cuenta de ella antes de dormir —mentí—. No fue hasta
que me moví en sueños que oí al papel arrugarse.
Se puso la bata y se fue corriendo a mi dormitorio.
—¿Dónde está la nota? Quiero leerla. El Detective Basso necesita saber acerca
de esto de inmediato.
Ella ya estaba marcando en su teléfono. Marcó su número de memoria, y se me
ocurrió que ellos deben haber trabajado en estrecha colaboración durante las
semanas que estuve perdida.
—¿Alguien más tiene la llave de la casa?—pregunté.
Sostuvo un dedo hacia arriba, dándome la señal de que esperara. Correo de
voz, musitó con la boca.
—Soy Blythe —dijo al buzón de voz del detective Basso—. Llámame tan pronto
como oigas esto. (tn) encontró una nota en su habitación esta noche. —Sus
ojos se dirigieron brevemente hacia los míos—. Puede ser de la persona que se
la llevó. He tenido las puertas cerradas durante toda la noche, por lo que la nota
debe haber sido puesta bajo la almohada antes de que llegáramos a casa.
—Él devolverá la llamada pronto —me dijo, y colgó—. Voy a darle la nota al
policía que está en el frente. Puede ser que quiera registrar la casa. ¿Dónde está
la nota?
Señalé la bola de papel arrugada en la esquina, pero no me moví para
recogerla. Yo no quería ver de nuevo el mensaje. ¿Era una broma... o era una
amenaza? Sólo porque estés en casa no quiere decir que estés a salvo. El tono
sugería una amenaza.
Mamá aplanó el papel en la pared, planchando las arrugas con la mano.
—Este papel está en blanco, (tn) —dijo.
—¿Qué? —Me acerqué para verlo más de cerca. Ella estaba en lo cierto. La
escritura se había desvanecido. Me apresuré a darle la vuelta al papel, pero la
parte trasera también estaba en blanco.
—Estaba justo aquí —le dije, confundida—. Estaba justo aquí.
—Puede ser que lo hayas imaginado. Una proyección de un sueño —dijo Mamá
suavemente, atrayéndome contra ella y frotándome la espalda. El gesto no hizo
nada para consolarme. ¿Había alguna forma de que pudiera haberme inventado
el mensaje? ¿Síntoma de qué? ¿Paranoia? ¿Un ataque de pánico?
—No me lo imaginé. —Pero yo no sonaba tan segura.
—Está bien —murmuró—. El Dr. Howlett, dijo que esto podría ocurrir.
—¿Dijo lo que podía ocurrir?
—Él dijo que había una muy buena oportunidad de que oyeras cosas que no
son reales.
—¿Cómo qué?
Ella me miró con calma.
—Voces y otros sonidos. Él no dijo nada acerca de ver cosas que no son reales,
pero cualquier cosa puede pasar, (tn). Tu cuerpo está tratando de recuperarse.
Está bajo mucho estrés, y tenemos que ser pacientes.
—¿Dijo que podría ser que alucinara?
—Shh —ordenó ella en voz baja, tomando mi rostro entre sus manos—. Puede
ser que estas cosas tengan que suceder antes de que puedas recuperarte. Tu
mente está haciendo todo lo posible por sanar, y tenemos que darle tiempo.
Como con cualquier otra lesión. Vamos a salir de esto juntas.
Sentí el ardor de las lágrimas, pero me negué a llorar. ¿Por qué yo? De todos los
miles de millones de personas ahí fuera, ¿por qué yo? ¿Quién me hizo esto a
mí? Mi mente estaba girando en círculos, tratando de señalar con el dedo a
alguien, pero no tenía un rostro, ni una voz. Yo no tenía ni un ápice de una idea.
—¿Estás asustadas? —susurró mamá.
Miré hacia otro lado.
—Estoy enojada.
Me metí en la cama, para dormirme con sorprendente rapidez. Atrapada en ese
lugar mareado y confuso entre la conciencia y el sueño completo, mi mente
vagaba sin rumbo por un túnel largo y oscuro que se estrechaba a cada paso. El
sueño, un sueño reparador teniendo en cuenta la noche que había tenido, me
dio la bienvenida vigorosamente.
Una puerta apareció al final del túnel. La puerta se abrió desde dentro. La luz
del interior emitía un débil resplandor que iluminaba un rostro tan familiar, que
casi me derribó. Su pelo negro rizado alrededor de las orejas, húmedo de una
ducha reciente. La piel bronceada, suave y firme, estirada sobre un cuerpo largo
y esbelto que se alzaba al menos unos 15 centímetros por encima de mí. Un par
de jeans colgaban bajos en sus caderas, pero su pecho y sus pies estaban
descalzos, y una toalla de baño estaba colgada de su hombro. Nuestras miradas
se encontraron, y sus familiares ojos negros se clavaron en los míos con
sorpresa... seguida al instante por cautela.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo en voz baja.
Joe, pensé, mi corazón latiendo más rápido. Es Joe.
No podía recordar cómo lo conocí, pero lo conocía. El puente en mi mente
estaba tan roto como siempre, pero ante su visión, pequeños pedazos
encajaron.
Los recuerdos ponían un enjambre de mariposas en mi estómago. Vi un
destello de mí sentándome junto a él en biología. Otro destello de cuando él
estaba parado muy cerca, enseñándome a jugar al billar. Un destello blanco y
cálido de cuando sus labios rozaron los míos.
Había estado buscando respuestas, y ellas me trajeron hasta aquí. A Joe. Yo
había encontrado una manera de conseguir rodear mi amnesia. Esto no era
meramente un sueño, era un pasaje subconsciente hacia Joe. Ahora entendía
el gran sentimiento de pérdida dentro de mí que nunca parecía satisfecho. En
un nivel profundo sabía lo que mi cerebro no podía comprender. Necesitaba a
Joe. Y por alguna razón—destino, suerte, fuerza de voluntad, o por razones
que nunca podría entender—lo había encontrado.
A través de mi sorpresa, de alguna manera encontré mi voz.
—Dímelo tú.
Asomó la cabeza por la puerta, mirando hacia abajo en el túnel.
—Esto es un sueño. Te das cuenta, ¿no?
—Entonces, ¿Por qué estás preocupado de que me siguieran?
—No puedes estar aquí.
Mis palabras salieron duras, congeladas.
—Parece que he encontrado una manera de comunicarme contigo. Supongo
que lo único que queda por decir es que yo esperaba un recibimiento más
alegre. Tienes todas las respuestas, ¿no?
Juntó sus dedos sobre su boca. Durante todo ese tiempo, nunca retiró sus ojos
de mi cara.
—Tengo la esperanza de mantenerte viva.
Mi mente se quedó atrapada, incapaz de comprender lo suficiente del sueño
para leer un mensaje más profundo. El único pensamiento que me atravesaba
era que lo había encontrado. Después de tanto tiempo, encontré a Joe. Y en
vez de compartir mi emoción, el único sentimiento que él alberga es... frío
distanciamiento.
—¿Por qué no puedo recordar nada? —le pregunté, tragándome el nudo en la
garganta—. ¿Por qué no puedo recordar cómo, ni cuándo, ni… ni por qué te
fuiste? —Porque yo estaba segura de que era lo que había sucedido. Él se había
marchado. De lo contrario, estaríamos juntos ahora—. ¿Por qué no has tratado
de encontrarme? ¿Qué me pasó? ¿Qué nos pasó?
Presionó sus manos en la parte posterior de su cuello y cerró los ojos. Estaba
mortalmente quieto, excepto por el temblor de emoción que se agitaba bajo su
piel.
—¿Por qué me dejaste? —Me sentía ahogada.
Se enderezó.
—¿De verdad crees que te dejé?
Eso sólo aumentó el nudo en mi garganta.
—¿Qué se supone que debo pensar? Has estado fuera durante meses, y ahora,
cuando finalmente te encuentro, apenas puedes mirarme a los ojos.
—Hice la única cosa que podía. Renuncié a ti para salvarte la vida. —Su
mandíbula se movía, abriéndose y cerrándose—. No fue una decisión fácil, pero
fue la correcta.
—¿Renunciaste a mí? ¿Así sin más? ¿Cuánto tiempo te llevó tomar tu decisión?
¿Tres segundos?
Sus ojos se volvieron fríos ante el recuerdo.
—Eso es casi tanto tiempo como tuve, sí.
Más piezas encajaron.
—¿Alguien te obligó a dejarme? ¿Es eso lo que me estás diciendo?
Él no dijo nada, pero yo tenía mi respuesta.
—¿Quién te obligó a marcharte? ¿Quién te asustó tanto? El Joe que yo
conocía no arrancaría de nadie. —El dolor que explotó en mi interior me obligó
a alzar la voz—. Yo hubiera peleado por ti, Joe. ¡Habría luchado!
—Y habrías perdido. Estábamos rodeados. Él amenazó tu vida, y habría
cumplido esa amenaza. Él te tenía, y eso significaba que me tenía, también.
—¿Él? ¿Quién es él?
Recibí otro frágil silencio.
—¿Intentaste acaso encontrarme una vez? ¿O fue tan fácil —mi voz se quebró—
dejarme ir?
Quitándose bruscamente la toalla que colgaba de su hombro, Joe la arrojó a
un lado. Sus ojos llamearon, sus hombros subiendo y bajando con cada
respiración, pero tuve la sensación de que su ira no era dirigida a mí.
—No puedes estar aquí —dijo, su voz áspera—. Tienes que dejar de buscarme.
Tienes que regresar de nuevo a tu vida, y hacerlo lo mejor que puedas. No por
mí —añadió, como si adivinara mi siguiente réplica resentida—. Por ti. He
hecho todo para mantenerlo alejado de ti, y voy a seguir haciendo todo lo que
pueda, pero necesito tu ayuda.
—¿Al igual que yo necesito tu ayuda? —le disparé en respuesta—. Te necesito
ahora, Joe. Te necesito de vuelta. Me siento perdida y tengo miedo. ¿Sabes
que no puedo recordar una sola cosa?
—Por supuesto que lo sabes —dije con amargura, cuando la comprensión me
llenó—. Es por eso que no has venido a buscarme. Sabes que no puedo
recordarte, y te liberaste del problema. Nunca pensé que tomarías el camino
más fácil. Bueno, yo no te he olvidado, Joe. Te veo en todo. Veo destellos de
negro, el color de tus ojos, tu pelo. Siento tus caricias, recuerdo la forma en que
me sostenías... —Mi voz se fue acallando, el nudo en la garganta demasiado
grande para continuar.
—Es mejor que no lo sepas —dijo Joe rotundamente—. Esa es la peor
explicación que te he dado, pero por tu propia seguridad, hay cosas que no
puedes saber.
Yo me reí, pero el sonido era velado y angustiado.
—¿Así que eso es todo?
Cerró la distancia entre nosotros, y justo cuando pensaba que me iba a atraer
hacia él, se detuvo, manteniéndose bajo control. Yo exhalé, tratando de no
llorar.
Apoyó el codo en la viga de la puerta, justo por encima de mi oreja. Él olía tan
devastadoramente familiar—a jabón y especias—el perfume embriagador
trayendo de vuelta una avalancha de recuerdos tan agradables, que sólo
hicieron que el momento actual fuera mucho más difícil de soportar. Se
apoderó de mí el deseo de tocarlo. Trazar mis manos sobre su piel, sentir sus
brazos rodeándome con firmeza de forma segura. Yo quería que él acariciara
con su boca mi cuello, su susurro haciéndome cosquillas en mi oído mientras
me decía palabras íntimas que pertenecían sólo a mí. Le quería cerca, tan cerca,
sin pensar en dejarlo ir.
—Esto no ha terminado —dije—. Después de todo por lo que hemos pasado,
no tienes derecho a dejarme tirada. No te voy a dejar irte tan fácilmente. —Yo
no estaba segura si era una amenaza, mi última tentativa de desafío, o palabras
irracionales dichas directamente desde mi corazón hecho trizas.
—Quiero protegerte —dijo Joe calmadamente.
Estaba parado tan cerca. Toda la fuerza, el calor y el poder silencioso. No podía
escapar de él, ni ahora ni nunca. Él siempre iba a estar allí, consumiendo todos
mis pensamientos, mi corazón encerrado en sus manos. Me sentía atraída por él
por fuerzas que no podía controlar, y mucho menos escapar.
—Pero no lo hiciste.
Rodeó mi barbilla con su mano, su toque insoportablemente tierno.
—¿De verdad crees eso?
Traté de liberarme, pero no lo suficiente. No podía resistirme a su toque, ni
antes, ni ahora, ni nunca.
—No sé qué pensar. ¿Puedes culparme?
—Mi historia es larga, y no mucho de ella es buena. No la puedo borrar, pero
estoy decidido a no cometer otro error. No cuando lo que hay en juego es tan
importante, no cuando se trata de ti. Hay un plan en todo esto, pero llevará
tiempo. —Esta vez me reunió en sus brazos, retirando el cabello de mi rostro, y
algo dentro de mí se rompió ante su toque. Lágrimas calientes y húmedas
cayeron por mis mejillas—. Si te pierdo, lo pierdo todo —murmuró.
—¿De qué tienes tanto miedo? —pregunté de nuevo.
Descansando sus manos sobre mis hombros, presionó su frente contra la mía.
—Eres mía, Ángel. Y no voy a dejar que nada cambie eso. Tienes razón, esto no
ha terminado. Es sólo el principio, y nada de lo que se avecina será fácil. —
Suspiró, un sonido cansado—. No vas a recordar este sueño, y no vas a regresar.
No sé cómo me encontraste, pero tienes que asegurarte de no volver a hacerlo.
Voy a borrar tu memoria de este sueño. Por tu propia seguridad, esta es lo
último que verás de mí.
La alarma se disparó a través de mí. Me aparté, haciendo una mueca al ver la
cara de Joe, horrorizada por la determinación que encontré allí. Abrí la boca
para protestar, y el sueño se desplomó a mí alrededor, como si estuviera hecho
de arena.
frustración. Caminando hacia la ventana, sacudí el candado para
asegurarme de que era seguro. No me sentía lo suficientemente
valiente como para abrir la ventana y echar un vistazo, pero coloqué mis manos
alrededor de mis ojos y miré hacia las sombras que se extendían por el césped
como puñales largos y delgados. No tenía ni idea de quién pudo haber dejado
la nota, pero una cosa era cierta, yo había cerrado antes de salir. Y más
temprano, antes de que nos hubiéramos dirigido escaleras arriba para pasar la
noche, había visto a mi mamá pasearse por toda la casa, comprobando todas
las ventanas y la puerta al menos tres veces.
Entonces, ¿cómo había conseguido entrar el intruso?
¿Y qué significaba la nota? Era enigmática y cruel. ¿Una broma retorcida? En
este momento, esa era mi mejor conjetura.
Al final del pasillo, empujé la puerta del dormitorio de mi madre, abriéndola lo
suficiente para ver el interior.
—¿Mamá?
Ella se sentó erguida en la oscuridad.
—¿(tn)? ¿Qué es? ¿Qué pasó? ¿Un mal sueño? —Una pausa—. ¿Recordaste
algo?
Hice clic en la lámpara de noche, de repente asustada de la oscuridad y de lo
que no podía ver.
—He encontrado una nota en mi habitación. Decía que no me engañara a mí
misma con la creencia de que estoy a salvo.
Ella parpadeó ante la repentina claridad, y observé sus ojos mientras entendía
mis palabras. De repente estaba despierta.
—¿Dónde encontraste la nota? —preguntó ella.
—Yo… —Estaba nerviosa por cómo iba a reaccionar ella a la verdad. En
retrospectiva, había sido una idea terrible. ¿Salir a escondidas? ¿Después de
haber sido secuestrada? Pero era difícil temer a la posibilidad de un segundo
secuestro, cuando ni siquiera podía recordar primero. Y yo tenía que ir al
cementerio por mi propia cordura. El color negro me había llevado allí.
Estúpido, inexplicable, pero cierto, no obstante—… Estaba bajo mi almohada.
No debo haberme dado cuenta de ella antes de dormir —mentí—. No fue hasta
que me moví en sueños que oí al papel arrugarse.
Se puso la bata y se fue corriendo a mi dormitorio.
—¿Dónde está la nota? Quiero leerla. El Detective Basso necesita saber acerca
de esto de inmediato.
Ella ya estaba marcando en su teléfono. Marcó su número de memoria, y se me
ocurrió que ellos deben haber trabajado en estrecha colaboración durante las
semanas que estuve perdida.
—¿Alguien más tiene la llave de la casa?—pregunté.
Sostuvo un dedo hacia arriba, dándome la señal de que esperara. Correo de
voz, musitó con la boca.
—Soy Blythe —dijo al buzón de voz del detective Basso—. Llámame tan pronto
como oigas esto. (tn) encontró una nota en su habitación esta noche. —Sus
ojos se dirigieron brevemente hacia los míos—. Puede ser de la persona que se
la llevó. He tenido las puertas cerradas durante toda la noche, por lo que la nota
debe haber sido puesta bajo la almohada antes de que llegáramos a casa.
—Él devolverá la llamada pronto —me dijo, y colgó—. Voy a darle la nota al
policía que está en el frente. Puede ser que quiera registrar la casa. ¿Dónde está
la nota?
Señalé la bola de papel arrugada en la esquina, pero no me moví para
recogerla. Yo no quería ver de nuevo el mensaje. ¿Era una broma... o era una
amenaza? Sólo porque estés en casa no quiere decir que estés a salvo. El tono
sugería una amenaza.
Mamá aplanó el papel en la pared, planchando las arrugas con la mano.
—Este papel está en blanco, (tn) —dijo.
—¿Qué? —Me acerqué para verlo más de cerca. Ella estaba en lo cierto. La
escritura se había desvanecido. Me apresuré a darle la vuelta al papel, pero la
parte trasera también estaba en blanco.
—Estaba justo aquí —le dije, confundida—. Estaba justo aquí.
—Puede ser que lo hayas imaginado. Una proyección de un sueño —dijo Mamá
suavemente, atrayéndome contra ella y frotándome la espalda. El gesto no hizo
nada para consolarme. ¿Había alguna forma de que pudiera haberme inventado
el mensaje? ¿Síntoma de qué? ¿Paranoia? ¿Un ataque de pánico?
—No me lo imaginé. —Pero yo no sonaba tan segura.
—Está bien —murmuró—. El Dr. Howlett, dijo que esto podría ocurrir.
—¿Dijo lo que podía ocurrir?
—Él dijo que había una muy buena oportunidad de que oyeras cosas que no
son reales.
—¿Cómo qué?
Ella me miró con calma.
—Voces y otros sonidos. Él no dijo nada acerca de ver cosas que no son reales,
pero cualquier cosa puede pasar, (tn). Tu cuerpo está tratando de recuperarse.
Está bajo mucho estrés, y tenemos que ser pacientes.
—¿Dijo que podría ser que alucinara?
—Shh —ordenó ella en voz baja, tomando mi rostro entre sus manos—. Puede
ser que estas cosas tengan que suceder antes de que puedas recuperarte. Tu
mente está haciendo todo lo posible por sanar, y tenemos que darle tiempo.
Como con cualquier otra lesión. Vamos a salir de esto juntas.
Sentí el ardor de las lágrimas, pero me negué a llorar. ¿Por qué yo? De todos los
miles de millones de personas ahí fuera, ¿por qué yo? ¿Quién me hizo esto a
mí? Mi mente estaba girando en círculos, tratando de señalar con el dedo a
alguien, pero no tenía un rostro, ni una voz. Yo no tenía ni un ápice de una idea.
—¿Estás asustadas? —susurró mamá.
Miré hacia otro lado.
—Estoy enojada.
Me metí en la cama, para dormirme con sorprendente rapidez. Atrapada en ese
lugar mareado y confuso entre la conciencia y el sueño completo, mi mente
vagaba sin rumbo por un túnel largo y oscuro que se estrechaba a cada paso. El
sueño, un sueño reparador teniendo en cuenta la noche que había tenido, me
dio la bienvenida vigorosamente.
Una puerta apareció al final del túnel. La puerta se abrió desde dentro. La luz
del interior emitía un débil resplandor que iluminaba un rostro tan familiar, que
casi me derribó. Su pelo negro rizado alrededor de las orejas, húmedo de una
ducha reciente. La piel bronceada, suave y firme, estirada sobre un cuerpo largo
y esbelto que se alzaba al menos unos 15 centímetros por encima de mí. Un par
de jeans colgaban bajos en sus caderas, pero su pecho y sus pies estaban
descalzos, y una toalla de baño estaba colgada de su hombro. Nuestras miradas
se encontraron, y sus familiares ojos negros se clavaron en los míos con
sorpresa... seguida al instante por cautela.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo en voz baja.
Joe, pensé, mi corazón latiendo más rápido. Es Joe.
No podía recordar cómo lo conocí, pero lo conocía. El puente en mi mente
estaba tan roto como siempre, pero ante su visión, pequeños pedazos
encajaron.
Los recuerdos ponían un enjambre de mariposas en mi estómago. Vi un
destello de mí sentándome junto a él en biología. Otro destello de cuando él
estaba parado muy cerca, enseñándome a jugar al billar. Un destello blanco y
cálido de cuando sus labios rozaron los míos.
Había estado buscando respuestas, y ellas me trajeron hasta aquí. A Joe. Yo
había encontrado una manera de conseguir rodear mi amnesia. Esto no era
meramente un sueño, era un pasaje subconsciente hacia Joe. Ahora entendía
el gran sentimiento de pérdida dentro de mí que nunca parecía satisfecho. En
un nivel profundo sabía lo que mi cerebro no podía comprender. Necesitaba a
Joe. Y por alguna razón—destino, suerte, fuerza de voluntad, o por razones
que nunca podría entender—lo había encontrado.
A través de mi sorpresa, de alguna manera encontré mi voz.
—Dímelo tú.
Asomó la cabeza por la puerta, mirando hacia abajo en el túnel.
—Esto es un sueño. Te das cuenta, ¿no?
—Entonces, ¿Por qué estás preocupado de que me siguieran?
—No puedes estar aquí.
Mis palabras salieron duras, congeladas.
—Parece que he encontrado una manera de comunicarme contigo. Supongo
que lo único que queda por decir es que yo esperaba un recibimiento más
alegre. Tienes todas las respuestas, ¿no?
Juntó sus dedos sobre su boca. Durante todo ese tiempo, nunca retiró sus ojos
de mi cara.
—Tengo la esperanza de mantenerte viva.
Mi mente se quedó atrapada, incapaz de comprender lo suficiente del sueño
para leer un mensaje más profundo. El único pensamiento que me atravesaba
era que lo había encontrado. Después de tanto tiempo, encontré a Joe. Y en
vez de compartir mi emoción, el único sentimiento que él alberga es... frío
distanciamiento.
—¿Por qué no puedo recordar nada? —le pregunté, tragándome el nudo en la
garganta—. ¿Por qué no puedo recordar cómo, ni cuándo, ni… ni por qué te
fuiste? —Porque yo estaba segura de que era lo que había sucedido. Él se había
marchado. De lo contrario, estaríamos juntos ahora—. ¿Por qué no has tratado
de encontrarme? ¿Qué me pasó? ¿Qué nos pasó?
Presionó sus manos en la parte posterior de su cuello y cerró los ojos. Estaba
mortalmente quieto, excepto por el temblor de emoción que se agitaba bajo su
piel.
—¿Por qué me dejaste? —Me sentía ahogada.
Se enderezó.
—¿De verdad crees que te dejé?
Eso sólo aumentó el nudo en mi garganta.
—¿Qué se supone que debo pensar? Has estado fuera durante meses, y ahora,
cuando finalmente te encuentro, apenas puedes mirarme a los ojos.
—Hice la única cosa que podía. Renuncié a ti para salvarte la vida. —Su
mandíbula se movía, abriéndose y cerrándose—. No fue una decisión fácil, pero
fue la correcta.
—¿Renunciaste a mí? ¿Así sin más? ¿Cuánto tiempo te llevó tomar tu decisión?
¿Tres segundos?
Sus ojos se volvieron fríos ante el recuerdo.
—Eso es casi tanto tiempo como tuve, sí.
Más piezas encajaron.
—¿Alguien te obligó a dejarme? ¿Es eso lo que me estás diciendo?
Él no dijo nada, pero yo tenía mi respuesta.
—¿Quién te obligó a marcharte? ¿Quién te asustó tanto? El Joe que yo
conocía no arrancaría de nadie. —El dolor que explotó en mi interior me obligó
a alzar la voz—. Yo hubiera peleado por ti, Joe. ¡Habría luchado!
—Y habrías perdido. Estábamos rodeados. Él amenazó tu vida, y habría
cumplido esa amenaza. Él te tenía, y eso significaba que me tenía, también.
—¿Él? ¿Quién es él?
Recibí otro frágil silencio.
—¿Intentaste acaso encontrarme una vez? ¿O fue tan fácil —mi voz se quebró—
dejarme ir?
Quitándose bruscamente la toalla que colgaba de su hombro, Joe la arrojó a
un lado. Sus ojos llamearon, sus hombros subiendo y bajando con cada
respiración, pero tuve la sensación de que su ira no era dirigida a mí.
—No puedes estar aquí —dijo, su voz áspera—. Tienes que dejar de buscarme.
Tienes que regresar de nuevo a tu vida, y hacerlo lo mejor que puedas. No por
mí —añadió, como si adivinara mi siguiente réplica resentida—. Por ti. He
hecho todo para mantenerlo alejado de ti, y voy a seguir haciendo todo lo que
pueda, pero necesito tu ayuda.
—¿Al igual que yo necesito tu ayuda? —le disparé en respuesta—. Te necesito
ahora, Joe. Te necesito de vuelta. Me siento perdida y tengo miedo. ¿Sabes
que no puedo recordar una sola cosa?
—Por supuesto que lo sabes —dije con amargura, cuando la comprensión me
llenó—. Es por eso que no has venido a buscarme. Sabes que no puedo
recordarte, y te liberaste del problema. Nunca pensé que tomarías el camino
más fácil. Bueno, yo no te he olvidado, Joe. Te veo en todo. Veo destellos de
negro, el color de tus ojos, tu pelo. Siento tus caricias, recuerdo la forma en que
me sostenías... —Mi voz se fue acallando, el nudo en la garganta demasiado
grande para continuar.
—Es mejor que no lo sepas —dijo Joe rotundamente—. Esa es la peor
explicación que te he dado, pero por tu propia seguridad, hay cosas que no
puedes saber.
Yo me reí, pero el sonido era velado y angustiado.
—¿Así que eso es todo?
Cerró la distancia entre nosotros, y justo cuando pensaba que me iba a atraer
hacia él, se detuvo, manteniéndose bajo control. Yo exhalé, tratando de no
llorar.
Apoyó el codo en la viga de la puerta, justo por encima de mi oreja. Él olía tan
devastadoramente familiar—a jabón y especias—el perfume embriagador
trayendo de vuelta una avalancha de recuerdos tan agradables, que sólo
hicieron que el momento actual fuera mucho más difícil de soportar. Se
apoderó de mí el deseo de tocarlo. Trazar mis manos sobre su piel, sentir sus
brazos rodeándome con firmeza de forma segura. Yo quería que él acariciara
con su boca mi cuello, su susurro haciéndome cosquillas en mi oído mientras
me decía palabras íntimas que pertenecían sólo a mí. Le quería cerca, tan cerca,
sin pensar en dejarlo ir.
—Esto no ha terminado —dije—. Después de todo por lo que hemos pasado,
no tienes derecho a dejarme tirada. No te voy a dejar irte tan fácilmente. —Yo
no estaba segura si era una amenaza, mi última tentativa de desafío, o palabras
irracionales dichas directamente desde mi corazón hecho trizas.
—Quiero protegerte —dijo Joe calmadamente.
Estaba parado tan cerca. Toda la fuerza, el calor y el poder silencioso. No podía
escapar de él, ni ahora ni nunca. Él siempre iba a estar allí, consumiendo todos
mis pensamientos, mi corazón encerrado en sus manos. Me sentía atraída por él
por fuerzas que no podía controlar, y mucho menos escapar.
—Pero no lo hiciste.
Rodeó mi barbilla con su mano, su toque insoportablemente tierno.
—¿De verdad crees eso?
Traté de liberarme, pero no lo suficiente. No podía resistirme a su toque, ni
antes, ni ahora, ni nunca.
—No sé qué pensar. ¿Puedes culparme?
—Mi historia es larga, y no mucho de ella es buena. No la puedo borrar, pero
estoy decidido a no cometer otro error. No cuando lo que hay en juego es tan
importante, no cuando se trata de ti. Hay un plan en todo esto, pero llevará
tiempo. —Esta vez me reunió en sus brazos, retirando el cabello de mi rostro, y
algo dentro de mí se rompió ante su toque. Lágrimas calientes y húmedas
cayeron por mis mejillas—. Si te pierdo, lo pierdo todo —murmuró.
—¿De qué tienes tanto miedo? —pregunté de nuevo.
Descansando sus manos sobre mis hombros, presionó su frente contra la mía.
—Eres mía, Ángel. Y no voy a dejar que nada cambie eso. Tienes razón, esto no
ha terminado. Es sólo el principio, y nada de lo que se avecina será fácil. —
Suspiró, un sonido cansado—. No vas a recordar este sueño, y no vas a regresar.
No sé cómo me encontraste, pero tienes que asegurarte de no volver a hacerlo.
Voy a borrar tu memoria de este sueño. Por tu propia seguridad, esta es lo
último que verás de mí.
La alarma se disparó a través de mí. Me aparté, haciendo una mueca al ver la
cara de Joe, horrorizada por la determinación que encontré allí. Abrí la boca
para protestar, y el sueño se desplomó a mí alrededor, como si estuviera hecho
de arena.
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
III TEMPORADA
Especial Navideño
Capiutlo 5
Especial Navideño
Capiutlo 5
Me levanté la mañana siguiente con una contractura muscular
en mi cuello y un distante recuerdo de un extraño sueño
descolorido. Después de la ducha, me puse un vestido de
estampado de cebra, unas mallas y botines. Aunque fuera sólo por eso, al
menos lucía arreglada por fuera. Afinar el desorden en el interior era un
proyecto más grande de lo que podía afrontar en cuarenta y cinco minutos.
Me apresuré a la cocina para encontrar a mamá haciendo avena de la manera
antigua en una olla en la estufa. Era la primera vez que podía recordar desde la
muerte de mi padre, que la había hecho a partir de cero. Siguiendo el drama de
la noche anterior, me pregunté si esto entraba en el concepto una comida por
compasión.
—Te levantaste temprano —dijo ella, interrumpiendo su rebanado de fresas
cerca del fregadero.
—Son más de las ocho —señalé—. ¿Llamó el Detective Basso? —Traté de actuar
como si no me importara cual fuese la respuesta, y me ocupé en sacudir pelusas
inexistentes en mi vestido.
—Le dije que era un error. Él entendió.
Lo que significa que acordaron que yo alucinaba. Yo era la chica que daba falsas
alarmas, y de ahora en adelante, todo lo que dijera iba a ser tomado como una
exageración.
Pobrecita. Sólo asiente con la cabeza y síguele el juego.
—¿Por qué no te devuelves a la cama y te llevaré el desayuno cuando termine?
—sugirió mamá, reanudando su rebanado.
—Estoy bien. Ya estoy levantada.
—Dado a todo lo que ha pasado, pensé que quizás quieras tomarte las cosas
con calma. Descansar, leer un buen libro, quizás tomar un largo baño de
burbujas.
No podía recordar que alguna vez mi mamá me sugiriera que me quedara en
casa en un día de escuela. Nuestra conversación típica de desayuno usualmente
incluía rápidos intercambios a través de frases como: ―¿Terminaste tu ensayo?
¿Empacaste tu almuerzo? ¿Hiciste la cama? ¿Puedes pasar dejando la factura de
electricidad de camino a la escuela?‖
—¿Qué te parece? —intentó mamá otra vez—. Desayuno en la cama. No hay
nada mejor que eso.
—¿Y qué pasa con la escuela?
—La escuela puede esperar.
—¿Hasta cuándo?
—No lo sé —dijo a la ligera—. Una semana, supongo. O dos. Hasta que te
sientas normal otra vez.
Claramente ella no había pensado esto bien, pero en pocos segundos, yo lo
había hecho. Yo podría haber tenido la tentación de sacar provecho de su
compasión, pero ese no era el punto.
—Creo que es bueno saber que tengo una o dos semanas para volver a la
normalidad.
Ella dejo el cuchillo.
—(tn)…
—No importa que no pueda recordar nada de los últimos cinco meses. No
importa que de ahora en adelante, cada momento que vea un extraño
observándome entre la multitud, me preguntaré si es él. Mejor aún, mi amnesia
está en todas las noticias, y debe estar riéndose. Él sabe que no lo puedo
identificar. Y supongo que debo sentirme confortada de que como todas las
pruebas del Dr. Howlett resultaron bien, muy bien, probablemente nada malo
me pasará durante esas semanas. Tal vez incluso puedo convencerme de que
estaba tomando el sol en Cancún. Hey, eso pudo haber pasado. Tal vez mi
secuestrador quería apartarse del resto. Hacer lo inesperado y mimar a su
víctima. La verdad es que, lo normal puede tomar años. Lo normal puede que
nunca suceda. Pero definitivamente no va a pasar si holgazaneo aquí viendo
novelas y evadiendo la vida. Voy a la escuela hoy, fin de la historia. —Lo dije
con la mayor naturalidad, pero mi corazón dio una de esas vueltas vertiginosas.
Aparté esa sensación, diciéndome que esta era la única manera que sabía de
recuperar cualquier semejanza de mi vida.
—¿Escuela? —Mamá estaba completamente girada ahora, las fresas y la avena
dejadas en el olvido.
—De acuerdo al calendario en la pared, es nueve de Septiembre. —Cuando
mamá no dijo nada, añadí—: La escuela comenzó hace dos días.
Ella apretó los labios en una línea recta.
—Me doy cuenta de eso.
—Ya que es temporada escolar, ¿no debería estar allí?
—Sí, eventualmente. —Se secó las manos en el delantal. Me pareció como si
estuviera estancada o debatiéndose en elegir las palabras. Me hubiera gustado
que, fuese lo que fuese, lo acabara de escupir. En este momento, una acalorada
discusión se sentía mejor que una serena simpatía.
—¿Desde cuándo apruebas el absentismo escolar? —dije, instándola.
—No quiero decirte cómo debes manejar tu vida, pero creo que necesitas ir
más despacio.
—¿Ir más despacio? No puedo recordar nada de los últimos meses de mi vida.
No voy a ir más despacio y dejar que las cosas se vayan aún más lejos de
alcance. La única manera en la que voy a comenzar a sentirme mejor acerca de
lo que pasó es recuperando mi vida. Voy a la escuela. Y luego voy a ir con Demi
por donas, o cualquier comida basura, o lo que sea que se le ocurra apetecer
hoy. Y luego vendré a casa y haré la tarea. Y luego voy a dormirme oyendo los
viejos discos de papá. Hay mucho que ya no sé. La única manera en que voy a
sobrevivir es aferrándome a lo que sí sé.
—Un montón de cosas han cambiado mientras no estabas…
—¿No crees que lo sé? —No quería seguir instándola, pero no podía entender
cómo podía pararse allí y sermonearme. ¿Quién era ella para darme consejos?
¿Había pasado ella por algo remotamente similar?—. Créeme, yo lo sé. Y estoy
asustada. Sé que no puedo retroceder, y eso me aterroriza. Pero al mismo
tiempo… —¿Cómo podía explicárselo a ella, cuando no podía ni siquiera
explicármelo a mí misma? Allí estaba a salvo. En ese entonces yo estaba en
control. ¿Cómo iba a saltar hacia adelante, cuando la plataforma bajo mis pies
había sido arrancada?
Ella dejó escapar un débil suspiro profundo.
—Hank Millar y yo estamos saliendo.
Sus palabras flotaron hacia mí. La miré, sintiendo que mi ceño crecía por la
confusión.
—Lo siento, ¿qué?
—Sucedió mientras no estabas. —Ella apoyó una mano sobre el mostrador, y
me pareció como si fuera la única cosa que la sostuviera.
—¿Hank Millar? —Por segunda vez en pocos días, mi mente tardó en reconocer
su nombre.
—Él está divorciado ahora.
—¿Divorciado? Sólo me fui tres meses.
—Y todos esos días de no saber en dónde estabas, o si incluso estabas viva, él
era todo lo que tenía, (tn).
—¿El papá de Marcie? —Pestañeé, desconcertada. Yo no era capaz de abrirme
paso entre la neblina que cruzaba de oído a oído en mi cerebro. Mi mamá
estaba saliendo con el padre de la única chica que he odiado? ¿La chica que
rayó mi coche, lleno de huevos mi casillero y me apodó (tn) la puta?
—Nosotros salíamos. En la escuela y la universidad. Antes de conocer a tu papá
—añadió ella a toda prisa.
—¿Tú —dije, finalmente subiendo mi voz— y Hank Millar?
Ella empezó a hablar muy rápidamente.
—Sé que vas a estar inclinada a juzgarlo basada en tu opinión sobre Marcie,
pero en realidad es un tipo muy dulce. Tan atento, generoso y romántico. —
Sonrió, luego se ruborizó, nerviosa.
Estaba indignada. ¿Esto era lo que mi mamá estaba haciendo mientras yo
estaba perdida?
—Claro. —Cogí una banana del frutero, y luego me dirigí a la puerta principal.
—¿Podemos hablar de esto? —Sus pies descalzos resonaron en el piso de
madera mientras me seguía—. ¿Puedes al menos escucharme ahora?
—Parece que estoy retrasada para esta fiesta de vamos a hablarlo.
—¡(tn)!
—¿Qué? —repliqué, volteándome—. ¿Qué quieres que diga? ¿Qué estoy feliz
por ti? No lo estoy. Solíamos burlarnos de los Millars. Solíamos bromear acerca
de que la actitud problemática de Marcie era envenenamiento por mercurio
debido a todos los caros mariscos que su familia come. ¿Y ahora estás saliendo
con él?
—Sí, él. No Marcie.
—¡Es lo mismo para mí! ¿Por lo menos esperaste hasta que la tinta de los
papeles del divorcio se secara? ¿O hiciste tu movida mientras todavía estaba
casado con la mamá de Marcie? Porque tres meses son demasiado rápidos.
—¡No tengo que responder eso! —Aparentemente dándose cuenta de lo roja
que tenía la cara, se recompuso frotando la parte de atrás de su cuello—. ¿Esto
es porque crees que estoy traicionando a tu papá? Créeme, ya me he torturado
lo suficiente, cuestionándome si algo por debajo de la eternidad es demasiado
pronto para seguir adelante. Pero él hubiese querido que fuese feliz. Él no
hubiera querido que yo estuviese deprimida teniéndome lástima para siempre.
—¿Marcie lo sabe?
Ella dio un respingo a mi repentina transición.
—¿Qué? No. No creo que Hank se lo haya dicho todavía.
En otras palabras, por el momento, no tenía que vivir con el temor de que
Marcie me culpe por la decisión de nuestros padres. Por supuesto, cuando sepa
la verdad, podría garantizar que la retribución sería rápida, humillante y brutal.
—Voy tarde a la escuela. —Revolví el plato en la mesa de entrada.
—¿Dónde están mis llaves?
—Deberían estar allí.
—Las llaves de la casa están. ¿Dónde están las llaves del Fiat?
Ella presionó el puente de su nariz.
—He vendido el Fiat.
Dirigí todo el peso de mi mirada hacia ella.
—¿Lo vendiste? ¿Discúlpame? —Por supuesto, en el pasado había expresado lo
mucho que odiaba la pintura marrón del Fiat, los curtidos asientos de cuero
blanco, y el inoportuno hábito que tenía la caja de cambios de atascar la
palanca. Pero igual. Era mi coche. ¿Mi mamá se había dado por vencida
conmigo tan pronto después de mi desaparición, que había comenzado a
empeñar mis cosas en Craigslist ?—. ¿Qué más? —exigí—. ¿Qué otra cosa
vendiste mientras no estaba?
—Lo vendí antes de que desaparecieras —murmuró, con la mirada baja.
Me atraganté. Significa que alguna vez, yo había sabido que ella había vendido
mi coche, sólo que no podía recordarlo ahora. Fue un doloroso recordatorio de
cuán indefensa estaba realmente. No podía ni siquiera mantener una
conversación con mi madre sin parecer una idiota. En lugar de disculparme, abrí
la puerta y bajé los escalones del porche.
—¿De quién es ese coche? —pregunté, quedándome corta—. Un blanco
Volkswagen convertible estaba asentado en la losa de cemento donde el Fiat
solía estar. Por su apariencia, había tomado residencia permanente. Podía haber
estado allí ayer cuando había salido del hospital, pero yo no había estado en el
estado mental de absorber lo que me rodeaba. La única otra vez que había
salido de la casa fue anoche, y había salido por la puerta trasera.
—Tuyo.
—¿A qué te refieres con mío? —Protegí mis ojos del sol de la mañana mientras
le fulminaba con la mirada.
—Kevin Parnell te lo dio.
—¿Quién?
—Su familia se mudó nuevamente a la ciudad al principio del verano.
—¿Kevin? —repetí, examinando mi memoria a largo plazo, ya que el nombre me
suscitaba un vago recuerdo—. ¿El chico de mi clase de jardín de infantes? ¿El
que se mudó a Portland hace años?
Mamá asintió con cansancio.
—¿Por qué me daría un coche?
—Nunca tuve la oportunidad de preguntarte. Desapareciste la noche en que él
lo dejó.
—¿Desaparecí la noche en que Kevin misteriosamente me donó un coche? ¿Eso
no encendió ninguna alarma? No hay nada normal en que un adolescente le dé
un coche a una chica que conoce muy poco y no ha visto en años. Algo acerca
de esto no está bien. Tal vez… el coche era una evidencia de algo, y necesitaba
deshacerse de él. ¿Eso nunca pasó por tu mente?
—La policía buscó el coche. Preguntaron al propietario anterior. Pero creo que
el Detective Basso había descartado la participación de Kevin después de
escuchar tu versión de los acontecimientos de la noche. Te habían disparado
antes, antes de desaparecer, y aunque el detective Basso pensaba
originalmente que Kevin era el que disparó, dijiste que era…
—¿Disparado? —Negué con la cabeza confundida—. ¿Qué quieres decir con
disparado?
Ella cerró los ojos brevemente, exhalando.
—Con una pistola.
—¿Qué? ¿Cómo Demi pudo omitir esto?
—En el Delphic Amusement Park. —Ella sacudió la cabeza—. Odio siquiera
pensarlo —susurró, con su voz quebrándose—. Estaba fuera de la ciudad
cuando me llamaron. No llegué a tiempo. No te volví a ver más, y no me había
arrepentido tanto en mi vida de algo. Antes de que desaparecieras, le dijiste al
Detective Basso que un hombre llamado Nick te disparó en la feria. Dijiste que
Kevin estaba allí también, y que Nick también le disparó. La policía busco a
Nick, pero es como si él se hubiese desvanecido. El Detective Basso estaba
convencido de que Nick no era el verdadero nombre del que te disparó.
—¿En dónde me dispararon? —pregunté, mi piel se puso de gallina con un
cosquilleo desagradable. No había notado una cicatriz, o ninguna indicación de
una bala.
—Tu hombro izquierdo. —Parecía dolerle a mi mamá con sólo decirlo—. La bala
salió, golpeando sólo músculos. Fuimos muy, muy afortunadas.
Tiré de la ropa, dejando al descubierto mi hombro. Efectivamente, pude ver la
formación de una cicatriz donde la piel se había curado.
—La policía pasó semanas buscando a Nick. Ellos leyeron tu diario, pero
arrancaste muchas páginas, y no encontraron su nombre en lo que quedaba. Le
preguntaron a Demi, pero ella negó haber escuchado su nombre. No estaba en
los registros de la escuela. No había registro de él en la DMV…
—¿Arranqué páginas de mi diario? —interrumpí. Eso no sonaba como yo en lo
absoluto. ¿Por qué haría algo así?
—¿Recuerdas donde pusiste las hojas? ¿O qué decían?
Negué con la cabeza distraída. ¿Qué había pasado para hacer esos grandes
esfuerzos de ocultarlo?
Mamá hizo un sonido desinflado.
—Nick era un fantasma, (tn). Y donde quiera que fuera, tomó todas las
respuestas con él.
—No puedo aceptar eso —dije—. ¿Qué pasa con Kevin? ¿Qué dijo cuando el
Detective Basso lo interrogó?
—El Detective Basso puso toda su energía en cazar a Nick. Creo que nunca
habló con Kevin. La última vez que hable con Lynn Parnell, Kevin se había
mudado. Creo que esta en New Hampshire ahora, vendiendo pesticidas.
—¿Eso es todo? —dije incrédula—. ¿El Detective Basso nunca trató de rastrear
a Kevin y escuchar su versión? —Mi mente daba vueltas a toda velocidad. Algo
acerca de Kevin no estaba bien. Según el relato de mi madre, le había dicho a la
policía que Nick le había disparado también. Él era el único otro testigo de
que Nick existía. ¿Cómo encajaba eso con el Volkswagen donado? Me pareció
que al menos una pieza crucial de información faltaba.
—Estoy segura de que tenía una razón para no hablar con Kevin.
—También estoy segura de que la tenía —dije cínicamente—. ¿Quizás porque
es un incompetente?
—Si le dieras al Detective Basso una oportunidad, verás que él realmente es un
gran experto. Es muy bueno en su trabajo.
No quería escucharlo.
—¿Ahora qué? —dije lacónicamente.
—Hacemos la única cosa que podemos. Hacemos lo que podamos para seguir
adelante.
Por un momento, puse a un lado mis dudas acerca de Kevin Parnell. Todavía
había mucho que tratar. ¿Cuántas otras cientos de cosas estaba a oscuras? ¿Era
esto lo que me aguardaba? ¿Un día de humillación tras otro mientras
recuperaba mi vida? Ya podía imaginar lo que me espera en el interior de las
paredes de la escuela. Discretas miradas de lástima. Las torpes evasivas de los
ojos. El revuelo y silencios interminables. La opción más segura de alejarse de
mí por completo.
La indignación hervía dentro de mí. Yo no quería ser un espectáculo. No quería
ser objeto de feroz especulación. ¿Qué tipo de teorías vergonzosas se habían ya
extendido que envolvían mi secuestro? ¿Qué pensaba la gente de mí ahora?
—Si ves a Kevin, asegúrate de señalarlo para que yo pueda darle las gracias por
el auto —dije con amargura—. Justo después de que le pregunte por qué me lo
dio en primer lugar. Tal vez tú y el Detective Basso están convencidos de que él
es inocente, pero hay muchas cosas de su historia que no han sido tomadas en
cuenta.
—(tn)…
Extendí mi mano
—¿Puedo tener las llaves?
Después de un momento de pausa, ella sacó una llave de su propio llavero y me
la dio.
—Ten cuidado.
—No, no hay de qué preocuparse. La única cosa en la que soy peligrosa es en
ponerme en ridículo. ¿Conoces de alguien más con quien pueda encontrarme y
no reconocerlo? Afortunadamente, recuerdo el camino a la escuela. Y mira esto
—dije, tirando de la puerta del coche y metiéndome—. El Volkswagen es de
cinco velocidades. Menos mal que aprendí cómo manejar cinco velocidades
antes de la amnesia.
—Sé que ahora no es el mejor momento, pero nos han invitado a cenar esta
noche.
La miré con frialdad.
—Tenemos que hacerlo.
—A Hank le gustaría llevarnos a Coopersmith’s. Para celebrar tú regreso.
—Que considerado de su parte —le dije, poniendo la llave en el encendido y
acelerando el motor. Por el ruidoso chisporroteo, asumí que el coche no se
había movido desde el día en que había desaparecido.
—Él se está esforzando —bramó por encima del zumbido del motor—. Él se
está esforzando mucho para hacer que esto funcione.
Tenía una respuesta sarcástica en la punta de mi lengua, pero decidí
arriesgarme para crear un mayor impacto. Me preocuparía por las repercusiones
después.
—¿Y tú? ¿Estás tratando de hacer que funcione? Porque voy a estar en la
delantera. Si él se queda, me voy. Ahora bien, si me disculpas, tengo que
encontrar la manera de vivir mi vida otra vez.
en mi cuello y un distante recuerdo de un extraño sueño
descolorido. Después de la ducha, me puse un vestido de
estampado de cebra, unas mallas y botines. Aunque fuera sólo por eso, al
menos lucía arreglada por fuera. Afinar el desorden en el interior era un
proyecto más grande de lo que podía afrontar en cuarenta y cinco minutos.
Me apresuré a la cocina para encontrar a mamá haciendo avena de la manera
antigua en una olla en la estufa. Era la primera vez que podía recordar desde la
muerte de mi padre, que la había hecho a partir de cero. Siguiendo el drama de
la noche anterior, me pregunté si esto entraba en el concepto una comida por
compasión.
—Te levantaste temprano —dijo ella, interrumpiendo su rebanado de fresas
cerca del fregadero.
—Son más de las ocho —señalé—. ¿Llamó el Detective Basso? —Traté de actuar
como si no me importara cual fuese la respuesta, y me ocupé en sacudir pelusas
inexistentes en mi vestido.
—Le dije que era un error. Él entendió.
Lo que significa que acordaron que yo alucinaba. Yo era la chica que daba falsas
alarmas, y de ahora en adelante, todo lo que dijera iba a ser tomado como una
exageración.
Pobrecita. Sólo asiente con la cabeza y síguele el juego.
—¿Por qué no te devuelves a la cama y te llevaré el desayuno cuando termine?
—sugirió mamá, reanudando su rebanado.
—Estoy bien. Ya estoy levantada.
—Dado a todo lo que ha pasado, pensé que quizás quieras tomarte las cosas
con calma. Descansar, leer un buen libro, quizás tomar un largo baño de
burbujas.
No podía recordar que alguna vez mi mamá me sugiriera que me quedara en
casa en un día de escuela. Nuestra conversación típica de desayuno usualmente
incluía rápidos intercambios a través de frases como: ―¿Terminaste tu ensayo?
¿Empacaste tu almuerzo? ¿Hiciste la cama? ¿Puedes pasar dejando la factura de
electricidad de camino a la escuela?‖
—¿Qué te parece? —intentó mamá otra vez—. Desayuno en la cama. No hay
nada mejor que eso.
—¿Y qué pasa con la escuela?
—La escuela puede esperar.
—¿Hasta cuándo?
—No lo sé —dijo a la ligera—. Una semana, supongo. O dos. Hasta que te
sientas normal otra vez.
Claramente ella no había pensado esto bien, pero en pocos segundos, yo lo
había hecho. Yo podría haber tenido la tentación de sacar provecho de su
compasión, pero ese no era el punto.
—Creo que es bueno saber que tengo una o dos semanas para volver a la
normalidad.
Ella dejo el cuchillo.
—(tn)…
—No importa que no pueda recordar nada de los últimos cinco meses. No
importa que de ahora en adelante, cada momento que vea un extraño
observándome entre la multitud, me preguntaré si es él. Mejor aún, mi amnesia
está en todas las noticias, y debe estar riéndose. Él sabe que no lo puedo
identificar. Y supongo que debo sentirme confortada de que como todas las
pruebas del Dr. Howlett resultaron bien, muy bien, probablemente nada malo
me pasará durante esas semanas. Tal vez incluso puedo convencerme de que
estaba tomando el sol en Cancún. Hey, eso pudo haber pasado. Tal vez mi
secuestrador quería apartarse del resto. Hacer lo inesperado y mimar a su
víctima. La verdad es que, lo normal puede tomar años. Lo normal puede que
nunca suceda. Pero definitivamente no va a pasar si holgazaneo aquí viendo
novelas y evadiendo la vida. Voy a la escuela hoy, fin de la historia. —Lo dije
con la mayor naturalidad, pero mi corazón dio una de esas vueltas vertiginosas.
Aparté esa sensación, diciéndome que esta era la única manera que sabía de
recuperar cualquier semejanza de mi vida.
—¿Escuela? —Mamá estaba completamente girada ahora, las fresas y la avena
dejadas en el olvido.
—De acuerdo al calendario en la pared, es nueve de Septiembre. —Cuando
mamá no dijo nada, añadí—: La escuela comenzó hace dos días.
Ella apretó los labios en una línea recta.
—Me doy cuenta de eso.
—Ya que es temporada escolar, ¿no debería estar allí?
—Sí, eventualmente. —Se secó las manos en el delantal. Me pareció como si
estuviera estancada o debatiéndose en elegir las palabras. Me hubiera gustado
que, fuese lo que fuese, lo acabara de escupir. En este momento, una acalorada
discusión se sentía mejor que una serena simpatía.
—¿Desde cuándo apruebas el absentismo escolar? —dije, instándola.
—No quiero decirte cómo debes manejar tu vida, pero creo que necesitas ir
más despacio.
—¿Ir más despacio? No puedo recordar nada de los últimos meses de mi vida.
No voy a ir más despacio y dejar que las cosas se vayan aún más lejos de
alcance. La única manera en la que voy a comenzar a sentirme mejor acerca de
lo que pasó es recuperando mi vida. Voy a la escuela. Y luego voy a ir con Demi
por donas, o cualquier comida basura, o lo que sea que se le ocurra apetecer
hoy. Y luego vendré a casa y haré la tarea. Y luego voy a dormirme oyendo los
viejos discos de papá. Hay mucho que ya no sé. La única manera en que voy a
sobrevivir es aferrándome a lo que sí sé.
—Un montón de cosas han cambiado mientras no estabas…
—¿No crees que lo sé? —No quería seguir instándola, pero no podía entender
cómo podía pararse allí y sermonearme. ¿Quién era ella para darme consejos?
¿Había pasado ella por algo remotamente similar?—. Créeme, yo lo sé. Y estoy
asustada. Sé que no puedo retroceder, y eso me aterroriza. Pero al mismo
tiempo… —¿Cómo podía explicárselo a ella, cuando no podía ni siquiera
explicármelo a mí misma? Allí estaba a salvo. En ese entonces yo estaba en
control. ¿Cómo iba a saltar hacia adelante, cuando la plataforma bajo mis pies
había sido arrancada?
Ella dejó escapar un débil suspiro profundo.
—Hank Millar y yo estamos saliendo.
Sus palabras flotaron hacia mí. La miré, sintiendo que mi ceño crecía por la
confusión.
—Lo siento, ¿qué?
—Sucedió mientras no estabas. —Ella apoyó una mano sobre el mostrador, y
me pareció como si fuera la única cosa que la sostuviera.
—¿Hank Millar? —Por segunda vez en pocos días, mi mente tardó en reconocer
su nombre.
—Él está divorciado ahora.
—¿Divorciado? Sólo me fui tres meses.
—Y todos esos días de no saber en dónde estabas, o si incluso estabas viva, él
era todo lo que tenía, (tn).
—¿El papá de Marcie? —Pestañeé, desconcertada. Yo no era capaz de abrirme
paso entre la neblina que cruzaba de oído a oído en mi cerebro. Mi mamá
estaba saliendo con el padre de la única chica que he odiado? ¿La chica que
rayó mi coche, lleno de huevos mi casillero y me apodó (tn) la puta?
—Nosotros salíamos. En la escuela y la universidad. Antes de conocer a tu papá
—añadió ella a toda prisa.
—¿Tú —dije, finalmente subiendo mi voz— y Hank Millar?
Ella empezó a hablar muy rápidamente.
—Sé que vas a estar inclinada a juzgarlo basada en tu opinión sobre Marcie,
pero en realidad es un tipo muy dulce. Tan atento, generoso y romántico. —
Sonrió, luego se ruborizó, nerviosa.
Estaba indignada. ¿Esto era lo que mi mamá estaba haciendo mientras yo
estaba perdida?
—Claro. —Cogí una banana del frutero, y luego me dirigí a la puerta principal.
—¿Podemos hablar de esto? —Sus pies descalzos resonaron en el piso de
madera mientras me seguía—. ¿Puedes al menos escucharme ahora?
—Parece que estoy retrasada para esta fiesta de vamos a hablarlo.
—¡(tn)!
—¿Qué? —repliqué, volteándome—. ¿Qué quieres que diga? ¿Qué estoy feliz
por ti? No lo estoy. Solíamos burlarnos de los Millars. Solíamos bromear acerca
de que la actitud problemática de Marcie era envenenamiento por mercurio
debido a todos los caros mariscos que su familia come. ¿Y ahora estás saliendo
con él?
—Sí, él. No Marcie.
—¡Es lo mismo para mí! ¿Por lo menos esperaste hasta que la tinta de los
papeles del divorcio se secara? ¿O hiciste tu movida mientras todavía estaba
casado con la mamá de Marcie? Porque tres meses son demasiado rápidos.
—¡No tengo que responder eso! —Aparentemente dándose cuenta de lo roja
que tenía la cara, se recompuso frotando la parte de atrás de su cuello—. ¿Esto
es porque crees que estoy traicionando a tu papá? Créeme, ya me he torturado
lo suficiente, cuestionándome si algo por debajo de la eternidad es demasiado
pronto para seguir adelante. Pero él hubiese querido que fuese feliz. Él no
hubiera querido que yo estuviese deprimida teniéndome lástima para siempre.
—¿Marcie lo sabe?
Ella dio un respingo a mi repentina transición.
—¿Qué? No. No creo que Hank se lo haya dicho todavía.
En otras palabras, por el momento, no tenía que vivir con el temor de que
Marcie me culpe por la decisión de nuestros padres. Por supuesto, cuando sepa
la verdad, podría garantizar que la retribución sería rápida, humillante y brutal.
—Voy tarde a la escuela. —Revolví el plato en la mesa de entrada.
—¿Dónde están mis llaves?
—Deberían estar allí.
—Las llaves de la casa están. ¿Dónde están las llaves del Fiat?
Ella presionó el puente de su nariz.
—He vendido el Fiat.
Dirigí todo el peso de mi mirada hacia ella.
—¿Lo vendiste? ¿Discúlpame? —Por supuesto, en el pasado había expresado lo
mucho que odiaba la pintura marrón del Fiat, los curtidos asientos de cuero
blanco, y el inoportuno hábito que tenía la caja de cambios de atascar la
palanca. Pero igual. Era mi coche. ¿Mi mamá se había dado por vencida
conmigo tan pronto después de mi desaparición, que había comenzado a
empeñar mis cosas en Craigslist ?—. ¿Qué más? —exigí—. ¿Qué otra cosa
vendiste mientras no estaba?
—Lo vendí antes de que desaparecieras —murmuró, con la mirada baja.
Me atraganté. Significa que alguna vez, yo había sabido que ella había vendido
mi coche, sólo que no podía recordarlo ahora. Fue un doloroso recordatorio de
cuán indefensa estaba realmente. No podía ni siquiera mantener una
conversación con mi madre sin parecer una idiota. En lugar de disculparme, abrí
la puerta y bajé los escalones del porche.
—¿De quién es ese coche? —pregunté, quedándome corta—. Un blanco
Volkswagen convertible estaba asentado en la losa de cemento donde el Fiat
solía estar. Por su apariencia, había tomado residencia permanente. Podía haber
estado allí ayer cuando había salido del hospital, pero yo no había estado en el
estado mental de absorber lo que me rodeaba. La única otra vez que había
salido de la casa fue anoche, y había salido por la puerta trasera.
—Tuyo.
—¿A qué te refieres con mío? —Protegí mis ojos del sol de la mañana mientras
le fulminaba con la mirada.
—Kevin Parnell te lo dio.
—¿Quién?
—Su familia se mudó nuevamente a la ciudad al principio del verano.
—¿Kevin? —repetí, examinando mi memoria a largo plazo, ya que el nombre me
suscitaba un vago recuerdo—. ¿El chico de mi clase de jardín de infantes? ¿El
que se mudó a Portland hace años?
Mamá asintió con cansancio.
—¿Por qué me daría un coche?
—Nunca tuve la oportunidad de preguntarte. Desapareciste la noche en que él
lo dejó.
—¿Desaparecí la noche en que Kevin misteriosamente me donó un coche? ¿Eso
no encendió ninguna alarma? No hay nada normal en que un adolescente le dé
un coche a una chica que conoce muy poco y no ha visto en años. Algo acerca
de esto no está bien. Tal vez… el coche era una evidencia de algo, y necesitaba
deshacerse de él. ¿Eso nunca pasó por tu mente?
—La policía buscó el coche. Preguntaron al propietario anterior. Pero creo que
el Detective Basso había descartado la participación de Kevin después de
escuchar tu versión de los acontecimientos de la noche. Te habían disparado
antes, antes de desaparecer, y aunque el detective Basso pensaba
originalmente que Kevin era el que disparó, dijiste que era…
—¿Disparado? —Negué con la cabeza confundida—. ¿Qué quieres decir con
disparado?
Ella cerró los ojos brevemente, exhalando.
—Con una pistola.
—¿Qué? ¿Cómo Demi pudo omitir esto?
—En el Delphic Amusement Park. —Ella sacudió la cabeza—. Odio siquiera
pensarlo —susurró, con su voz quebrándose—. Estaba fuera de la ciudad
cuando me llamaron. No llegué a tiempo. No te volví a ver más, y no me había
arrepentido tanto en mi vida de algo. Antes de que desaparecieras, le dijiste al
Detective Basso que un hombre llamado Nick te disparó en la feria. Dijiste que
Kevin estaba allí también, y que Nick también le disparó. La policía busco a
Nick, pero es como si él se hubiese desvanecido. El Detective Basso estaba
convencido de que Nick no era el verdadero nombre del que te disparó.
—¿En dónde me dispararon? —pregunté, mi piel se puso de gallina con un
cosquilleo desagradable. No había notado una cicatriz, o ninguna indicación de
una bala.
—Tu hombro izquierdo. —Parecía dolerle a mi mamá con sólo decirlo—. La bala
salió, golpeando sólo músculos. Fuimos muy, muy afortunadas.
Tiré de la ropa, dejando al descubierto mi hombro. Efectivamente, pude ver la
formación de una cicatriz donde la piel se había curado.
—La policía pasó semanas buscando a Nick. Ellos leyeron tu diario, pero
arrancaste muchas páginas, y no encontraron su nombre en lo que quedaba. Le
preguntaron a Demi, pero ella negó haber escuchado su nombre. No estaba en
los registros de la escuela. No había registro de él en la DMV…
—¿Arranqué páginas de mi diario? —interrumpí. Eso no sonaba como yo en lo
absoluto. ¿Por qué haría algo así?
—¿Recuerdas donde pusiste las hojas? ¿O qué decían?
Negué con la cabeza distraída. ¿Qué había pasado para hacer esos grandes
esfuerzos de ocultarlo?
Mamá hizo un sonido desinflado.
—Nick era un fantasma, (tn). Y donde quiera que fuera, tomó todas las
respuestas con él.
—No puedo aceptar eso —dije—. ¿Qué pasa con Kevin? ¿Qué dijo cuando el
Detective Basso lo interrogó?
—El Detective Basso puso toda su energía en cazar a Nick. Creo que nunca
habló con Kevin. La última vez que hable con Lynn Parnell, Kevin se había
mudado. Creo que esta en New Hampshire ahora, vendiendo pesticidas.
—¿Eso es todo? —dije incrédula—. ¿El Detective Basso nunca trató de rastrear
a Kevin y escuchar su versión? —Mi mente daba vueltas a toda velocidad. Algo
acerca de Kevin no estaba bien. Según el relato de mi madre, le había dicho a la
policía que Nick le había disparado también. Él era el único otro testigo de
que Nick existía. ¿Cómo encajaba eso con el Volkswagen donado? Me pareció
que al menos una pieza crucial de información faltaba.
—Estoy segura de que tenía una razón para no hablar con Kevin.
—También estoy segura de que la tenía —dije cínicamente—. ¿Quizás porque
es un incompetente?
—Si le dieras al Detective Basso una oportunidad, verás que él realmente es un
gran experto. Es muy bueno en su trabajo.
No quería escucharlo.
—¿Ahora qué? —dije lacónicamente.
—Hacemos la única cosa que podemos. Hacemos lo que podamos para seguir
adelante.
Por un momento, puse a un lado mis dudas acerca de Kevin Parnell. Todavía
había mucho que tratar. ¿Cuántas otras cientos de cosas estaba a oscuras? ¿Era
esto lo que me aguardaba? ¿Un día de humillación tras otro mientras
recuperaba mi vida? Ya podía imaginar lo que me espera en el interior de las
paredes de la escuela. Discretas miradas de lástima. Las torpes evasivas de los
ojos. El revuelo y silencios interminables. La opción más segura de alejarse de
mí por completo.
La indignación hervía dentro de mí. Yo no quería ser un espectáculo. No quería
ser objeto de feroz especulación. ¿Qué tipo de teorías vergonzosas se habían ya
extendido que envolvían mi secuestro? ¿Qué pensaba la gente de mí ahora?
—Si ves a Kevin, asegúrate de señalarlo para que yo pueda darle las gracias por
el auto —dije con amargura—. Justo después de que le pregunte por qué me lo
dio en primer lugar. Tal vez tú y el Detective Basso están convencidos de que él
es inocente, pero hay muchas cosas de su historia que no han sido tomadas en
cuenta.
—(tn)…
Extendí mi mano
—¿Puedo tener las llaves?
Después de un momento de pausa, ella sacó una llave de su propio llavero y me
la dio.
—Ten cuidado.
—No, no hay de qué preocuparse. La única cosa en la que soy peligrosa es en
ponerme en ridículo. ¿Conoces de alguien más con quien pueda encontrarme y
no reconocerlo? Afortunadamente, recuerdo el camino a la escuela. Y mira esto
—dije, tirando de la puerta del coche y metiéndome—. El Volkswagen es de
cinco velocidades. Menos mal que aprendí cómo manejar cinco velocidades
antes de la amnesia.
—Sé que ahora no es el mejor momento, pero nos han invitado a cenar esta
noche.
La miré con frialdad.
—Tenemos que hacerlo.
—A Hank le gustaría llevarnos a Coopersmith’s. Para celebrar tú regreso.
—Que considerado de su parte —le dije, poniendo la llave en el encendido y
acelerando el motor. Por el ruidoso chisporroteo, asumí que el coche no se
había movido desde el día en que había desaparecido.
—Él se está esforzando —bramó por encima del zumbido del motor—. Él se
está esforzando mucho para hacer que esto funcione.
Tenía una respuesta sarcástica en la punta de mi lengua, pero decidí
arriesgarme para crear un mayor impacto. Me preocuparía por las repercusiones
después.
—¿Y tú? ¿Estás tratando de hacer que funcione? Porque voy a estar en la
delantera. Si él se queda, me voy. Ahora bien, si me disculpas, tengo que
encontrar la manera de vivir mi vida otra vez.
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
III TEMPORADA
Especial Navideño
Capitulo 6
En la preparatoria encuentro estacionamiento al final del espacio
designado para los estudiantes y camino por el césped hasta
llegar a la entrada lateral. Iba tarde gracias a la pelea con mi
mamá. Después de salir a toda prisa de la granja tuve que detenerme en la
orilla de la carretera por quince minutos para calmarme. Ella está saliendo con
Hank Millar ¿Acaso era ella sadista? ¿Se propone arruinar mi vida? ¿Acaso será
ambas cosas?
Una sola ojeada al BlackBerry que le robé a mi mamá me bastó para comprobar
que había llegado casi al final de la primera clase. La campana sonaría en diez
minutos. Llamé al celular de Demi con la intención de dejar un mensaje.
—Holaaa. ¿Eres tú, Ángel? —contestó rápidamente con su mejor voz de
seductora. Estaba intentando ser graciosa, pero yo casi me tropiezo.
Ángel.
El mero sonido de la palabra causó que el calor lamiera mi piel. Una vez más el
color negro corrió furiosamente alrededor de mí como un ardiente listón, pero
esta vez había algo más. Una sensación física tan real que me hizo detener.
Sentí un tentador roce por mi mejilla, como si una mano invisible me acariciara,
seguida por una suave y seductora presión contra mis labios…
Eres mía, Ángel, y yo soy tuyo. Nada puede cambiar eso.
—Esto es una locura —dije entre dientes. Ver el color negro era una cosa, pero
besarme con eso era ya algo de otras proporciones. Tenía que dejar de
torturarme de esta manera. Si continuaba así, iba a terminar cuestionando mi
cordura.
—¿Qué fue lo que dijiste? —dijo Demi.
—Eh, el estacionamiento —dije rápidamente para encubrir—. Todos los lugares
buenos ya están ocupados.
—Adivina quién tiene Educación Física a primera hora. Esto es tan injusto.
Comenzaré el día sudada como un elefante con calor. ¿Acaso la gente que
programa nuestros horarios no saben lo que es el olor corporal? ¿Acaso no
comprenden lo que es tener el pelo lleno de rizos?
—¿Por qué no me dijiste sobre Kevin Parnell? —le pregunté sin alterar la voz.
Comenzaríamos por ahí y luego avanzaríamos.
El silencio de Demi yace fuertemente entre nosotras confirmando mis sospechas:
que ella no me había contado el cuento entero intencionalmente.
—Ah sí, Kevin —balbuceó finalmente—. Sobre eso.
—La noche que yo desaparecí, él dejó en mi casa un Volkswagen viejo. Ese
detalle se te olvidó anoche ¿verdad? ¿O quizá no pensaste que fuera
interesante o sospechoso? Eres la persona de quién menos esperaría que me
diera una versión editada de los eventos que llevaron a mi secuestro, Demi.
La escuché morderse el labio.
—Tal vez omití algunas cosas.
—¿Como el hecho de que me dispararon?
—No quería lastimarte —ella se apresura a decir—. Lo que te pasó fue
traumático. Más que traumático. Mil veces peor. ¿Qué clase de amiga sería si lo
hiciera peor?
—¿Y?
—Está bien, está bien. Supe que Kevin te dio el auto. Probablemente para
disculparse por ser un cerdo chauvinista.
—Explícate.
—¿Recuerdas en la escuela intermedia cuando nuestras madres siempre nos
decían que si un niño te molestaba significaba que le gustabas? Bueno, pues
cuando de relaciones se trata, Kevin nunca pasó del séptimo grado.
—Yo le gustaba. —Sonaba con dudas. No creía que ella me estuviera mintiendo
otra vez, no cuando yo acababa de confrontarla, pero era claro que mi mamá
había ido a dónde ella primero y le había lavado el cerebro para que pensara
que yo era demasiado frágil para saber la verdad. Esto sonaba como una
respuesta para salir del paso. Como si yo nunca hubiera escuchado una.
—Lo suficiente como para comprarte un auto, sí.
—¿Tuve algún contacto con Kevin la semana antes de que me secuestraran?
—La noche antes de que desaparecieras, te metiste a hurtadillas en su cuarto,
pero no encontraste nada interesante aparte de una planta de marihuana
marchita.
Finalmente estábamos llegando a algo. ¿Qué estaba buscando?
—Nunca pregunté. Me dijiste que Kevin estaba loco. Esa era toda la evidencia
que necesitaba para ayudarte a meterte.
No lo dudé. Demi nunca necesitaba una razón para hacer algo estúpido. Lo triste
era que la mayoría de las veces yo era igual.
—Eso es todo lo que sé —insistió Demi—. Lo juro.
—No me vuelvas a ocultar nada.
—¿Entonces me perdonas?
Yo estaba molesta, pero para mi sorpresa, podía comprender el que Demi
quisiera protegerme. Es lo que los mejores amigos hacen, razoné. Bajo otras
circunstancias, yo podría haberla admirado por ello y en sus zapatos
probablemente hubiera estado tentada a hacer lo mismo.
—Te perdono.
Adentro en la oficina principal esperaba tener que pedir un pase por tardanza,
pero me sorprendí cuando la secretaria me vio llegar y, luego de reaccionar
tardíamente, dijo:
—¡Ay, (tn)! ¿Cómo estás?
Ignorando la exagerada simpatía en su voz, digo:
—Vine para recoger mi itinerario de clases.
—Ah. Ay Dios. ¿Tan pronto? Nadie espera que tú vuelvas a tu rutina tan pronto.
¿Lo sabes, cariño? Esta mañana algunas personas del personal y yo estábamos
hablando sobre ti, que creíamos que deberías tomar un par de semanas para…
—Se esforzó en buscar una palabra aceptable, porque no existía una palabra
correcta para lo que me esperaba. ¿Recuperarme? ¿Adaptarme? No, eso no
podían ser palabras correctas—… Aclimatarte.
—Prácticamente estaba
sosteniendo en alto un letrero con letras neón que decía: ¡Qué lástima! ¡Pobre
niña! Será mejor que use mis guantes de bebé con ella.
Yo puse un codo sobre el mostrador y me incliné para acercarme.
—Estoy lista para regresar. Eso es lo que importa, ¿cierto? —Como yo ya estaba
de mal humor, seguí—. Estoy tan contenta de que esta escuela me enseñara a
no valorar cualquier otra opinión que no fuera la mía.
Ella abrió la boca y luego la cerró. Luego fue a compaginar varios cartapacios
manilas en su escritorio.
—Veamos, sé que te tengo por aquí en alguna parte… ¡Ajá! Aquí está. —Sacó
una hoja de papel de uno de los cartapacios y me la pasó—. ¿Todo está bien?
Revisé mi itinerario. Historia Avanzada de los Estados Unidos, Inglés Avanzado,
Salud, Periodismo, Anatomía y Psicología, Orquesta y Trigonometría.
Obviamente yo tenía ganas de matarme el año pasado cuando me registré en
las clases.
—Todo bien —dije enganchando mi mochila en el hombro mientras empujaba
la puerta de la oficina.
El pasillo estaba pobremente iluminado, las luces fluorescentes del techo daban
una luz opaca sobre el piso encerado. En mi cabeza, me dije a mi misma que
esta era mi escuela, que yo pertenecía aquí, y aunque yo era siempre la nota
discordante, me recordé a mi misma que ahora estaba en el penúltimo año a
pesar de que no recordara haber terminado el primer año y eventualmente la
rareza desaparecería. Tenía que desaparecer.
La campana sonó. En un instante las puertas se abrieron por todas partes y el
pasillo se inundó del cuerpo estudiantil. Me abrí paso entre la corriente de
estudiantes forcejeando para llegar a los baños, casilleros y a las máquinas de
sodas. Mantuve mi mentón ligeramente alzado y fijé mi vista directamente hacia
el frente, pero sentía como los estudiantes me miraban sorprendidos. Ellos
tenían que saber que ya había regresado, mi historia fue primera plana en las
noticias locales, pero supongo que el verme en carne y hueso confirmaban los
hechos.
Miraban llenos de curiosidad y preguntas. ¿En dónde estuvo? ¿Quién la
secuestró? ¿Qué cosas innombrables le hicieron? Pero la especulación más
popular era: ¿Será cierto que ella no puede recordar nada? Apuesto que está
fingiendo. ¿Quién olvida meses de su vida así nada más?
Entremetí los dedos en el cuaderno que había estado apretando contra mi
pecho, fingiendo que estaba buscando algo sumamente importante. Quería
parecer como si no me diera cuenta de nada. Luego eché los hombros hacia
atrás y fingí indiferencia y hasta retraimiento, pero en el fondo mis piernas
estaban temblando. Me apresuré por el pasillo con sólo una meta guiándome
hacia delante.
Abriéndome camino hasta entrar al baño de mujeres, me encerré en el último
cubículo. Arrastré mi espalda por la pared hasta quedar sentada. Podía sentir la
bilis subiendo por mi garganta. Mis brazos y piernas se sentían entumecidos.
Mis labios se sentían entumecidos. Las lágrimas goteaban por mi barbilla, pero
no podía mover mi mano para secarlas.
Sin importar qué tan fuerte cerrara mis ojos, sin importar qué tan poco pudiera
ver; todavía podía ver la expresión de malicia y crítica en sus rostros. Yo ya no
era uno de ellos. De alguna manera, sin ningún esfuerzo de mi parte, me había
convertido en una rechazada.
Me quedé sentada por varios minutos hasta que mi respiración se calmó y la
urgencia por llorar se desvaneció. Ya no quería ir a clases y tampoco quería ir a
mi casa. Lo que de verdad quería era lo imposible. Regresar al pasado y tener
una segunda oportunidad. Rehacer las cosas, comenzando con la noche en que
desaparecí.
Justo me ponía en pié cuando escuché una voz susurrar por mi oído como una
corriente de aire frío.
Ayúdame.
La voz era tan baja que casi no la escuché. Incluso consideré la posibilidad de
que quizá lo inventé. Después de todo, últimamente en lo único que era buena
era imaginando cosas.
Ayúdame, (tn).
Se me erizaron los pelos del brazo cuando escuché mi nombre. Me quedé
quieta y me concentré para escuchar la voz otra vez. El sonido no había venido
del interior del cubículo, yo estaba sola ahí, pero tampoco parecía venir del
resto del área del baño.
Cuando él termine conmigo, será como si muriera. Nunca más volveré a mi
hogar.
Esta vez la voz sonó mucho más fuerte y más urgente. Miré hacia arriba. Parecía
como si viniera del ventilador.
—¿Quién está ahí? —dije con cautela.
Como nadie me contestó, supe que esto debía ser el comienzo de otra
alucinación. El Dr. Howlett lo había predicho. Mis pensamientos se tornaron
ansiosos. Necesitaba cambiar de entorno. Tenía que distraerme de lo que
estaba pensando y romper el hechizo antes de que se apoderara de mí.
Estiré el brazo para agarrar el cerrojo y súbitamente una imagen atravesó mi
mente, eclipsando mi vista. Fue un aterrador cambio de escenario. Ya no podía
ver el baño. En lugar de baldosas, el piso debajo de mis pies era de concreto.
Arriba, vigas de metal cruzaban el techo de manera que parecían gigantes patas
de araña. En una pared había una hilera de puertas de garaje. Estaba alucinando
que estaba dentro de un…
Almacén.
Él me arrancó las alas. Ya no puedo volar a mi hogar, la voz lloriqueó.
No podía ver a quién le pertenecía la voz. Arriba había una bombilla al
descubierto que iluminaba una correa transportadora en el centro del almacén.
Aparte de eso, el edificio estaba vacío.
Un ruido sordo reverberó por todo el almacén cuando la correa se encendió. Un
estruendoso ruido mecánico salía de la oscuridad al final de la correa. Estaba
trayendo algo hacia donde yo estaba.
—No —dije, porque era la única cosa que podía pensar en decir. Puse mis
manos en frente mío, tratando de sentir la puerta del cubículo del baño. Esto
era una alucinación, justo como mi mamá me había advertido. Tenía que
atravesarla y encontrar una manera de regresar al mundo real. Mientras tanto, el
horrendo chirrido metálico se hacía cada vez más alto.
Retrocedí, apartándome de la correa transportadora, hasta que quedé
presionada contra la pared de cemento. Sin ningún lado a donde huir, observé
cómo una jaula de metal salía de las sombras traqueteando y resonando,
mientras se acercaba cada vez más a la luz. Las barras resplandecían de un
fantasmagórico azul eléctrico, pero eso no fue lo que atrapó mi atención.
Adentro había una persona encorvada. Una chica agachada para poder caber en
la jaula. Sus manos estaban agarrando las barras, su pelo negro azabache
estaba enredado al frente de su cara. Ella miró a través de la capa de pelo y las
orbitas de sus ojos no tenían color. Había una soga atada a su cuello y emitía la
misma espeluznante luz azul.
Ayúdame, (tn).
Yo quería salir corriendo por alguna salida. Tenía miedo de intentar por las
puertas del garaje, temía que sólo me adentraran más en la alucinación. Lo que
necesitaba era mi propia puerta. Una que yo creara ahora mismo para poder
escapar hacia el interior del baño de la escuela.
¡No le des el collar! La chica sacudió con fiereza las barras de la jaula. Él cree
que tú lo tienes. Si el collar cae en su poder, nada podrá detenerlo. Yo no
tendría otra opción. ¡Tendría que decirle todo!
Mi espalda baja y mis antebrazos estaban húmedos. ¿Collar? ¿Cuál collar? El
collar no existe, me dije. Tanto la chica como el collar son producto de tu
imaginación. Oblígalos a salir. Oblígalos. A. Salir.
Una campana chilló y así como si nada, fui arrebatada de mi alucinación. El
cerrojo de la puerta del cubículo del baño estaba a sólo pulgadas de mi nariz.
EL SR. SARRAF APESTA. BL+JF=AMOR. LAS BANDAS DE JAZZ SON DE LO
MEJOR. Estiré una mano y la toqué. La puerta era real. Exhalé aliviada.
Se escuchaban voces de afuera. Me paralicé por un momento, pero eran voces
normales. Voces felices y parlanchinas. Por entremedio de la puerta observé a
tres chicas alinearse en frente de los espejos. Ellas se acomodaron el pelo y
retocaron su brillo labial.
—Hoy en la noche deberíamos ordenar pizza y ver películas —dijo una de ellas.
—No se puede, chicas. Esta noche estaremos solamente Susanna y yo.
Reconocí la voz de Marcie Millar. Ella estaba en el medio del grupo recogiendo
su pelo rubio en una coleta de medio lado y amarrándolo con una hebilla
plástica en forma de flor.
—¿Nos estas dejando plantadas por tu mamá? Eso duele…
—Pues sí, lidia con ello —dijo Marcie.
Las dos chicas a cada lado de Marcie comenzaron a quejarse. Probablemente
eran Addyson Hales y Cassie Sweeney. Addyson era porrista como Marcie, pero
una vez escuché a Marcie confesar que la única razón por la cuál era amiga de
Cassie era porque vivían en el mismo vecindario. Su unión se debía al hecho de
que ambas podían mantener el mismo estilo de vida. Iguales como dos gotas
de agua; dos gotas con mucho dinero.
—Ni comiencen —dijo Marcie, pero la sonrisa en su voz dejaba ver que se
sentía halagada por la decepción de ellas—. Mi mamá me necesita. Esta noche
saldremos.
—¿Ella está… tú sabes… deprimida? —dijo la chica que yo pensaba que era
Addyson.
—¿En serio? —Rió Marcie—. Ella se quedó con la casa, sigue siendo miembro
del club de yates y además hizo que mi papá le comprara un Lexus SC10. ¡Es
bieeen lindo! Juro que la mitad de los hombres solteros en el pueblo ya han
llamado o visitado. —Marcie dijo todo tan fluidamente que me hizo pensar que
había estado practicando este discurso.
—Ella es tan linda —Cassie suspiró.
—Exactamente. Cualquiera que sea la mujer con quién mi papá salga no le
llegará ni a los tobillos.
—¿Está saliendo con alguien?
—Todavía no. Mi mamá tiene amigos por todo el pueblo. Alguien hubiera visto
algo. —Ella bajó la voz para comenzar a chismorrear—. ¿Vieron las noticias
sobre (tn) Grey?
Mis rodillas se debilitaron al escuchar mi nombre y presioné una mano contra la
pared para apoyarme.
—La encontraron en el cementerio y están diciendo que no puede recordar
nada —Marcie continúa—. Supongo que estaba tan aturdida que hasta huyó de
la policía. Ella creía que ellos intentaban lastimarla.
—Mi mamá dijo que probablemente el secuestrador le lavó el cerebro —dijo
Cassie—. Que algún pervertido le pudo haber hecho creer que estaban casados.
—¡Qué asco! —dijeron todas a la vez.
—Sea lo que sea que haya pasado, ella ahora está dañada de por vida —dijo
Marcie—. Incluso si dice que no puede recordar nada, en el subconsciente ella
sabe qué fue lo que pasó. Va a estar arrastrando esa carga por el resto de su
vida. Igual podría envolverse en cinta amarilla que diga: ―manténgase alejado y
no pase‖.
Ellas rieron. Luego Marcie dijo:
—Regresemos a clases, chicas. Ya no tengo más pases de tardanzas. Las
secretarias las están escondiendo en sus gavetas. Putas.
Esperé hasta bastante tiempo después que ellas se fueron para estar segura de
que el baño y los pasillos estuvieran vacíos y luego me apresuré por la puerta.
Caminé a toda velocidad hasta el final del pasillo, empujé la puerta de la salida
y comencé a correr hacia el área de estacionamiento de los estudiantes.
Me metí a toda prisa en el Volkswagen preguntándome cómo es que pensé que
podría regresar a mi vida y retomar las cosas justo en dónde las había dejado.
Porque exactamente lo que está pasando es que las cosas se han ido.
Se han ido y me han dejado.
designado para los estudiantes y camino por el césped hasta
llegar a la entrada lateral. Iba tarde gracias a la pelea con mi
mamá. Después de salir a toda prisa de la granja tuve que detenerme en la
orilla de la carretera por quince minutos para calmarme. Ella está saliendo con
Hank Millar ¿Acaso era ella sadista? ¿Se propone arruinar mi vida? ¿Acaso será
ambas cosas?
Una sola ojeada al BlackBerry que le robé a mi mamá me bastó para comprobar
que había llegado casi al final de la primera clase. La campana sonaría en diez
minutos. Llamé al celular de Demi con la intención de dejar un mensaje.
—Holaaa. ¿Eres tú, Ángel? —contestó rápidamente con su mejor voz de
seductora. Estaba intentando ser graciosa, pero yo casi me tropiezo.
Ángel.
El mero sonido de la palabra causó que el calor lamiera mi piel. Una vez más el
color negro corrió furiosamente alrededor de mí como un ardiente listón, pero
esta vez había algo más. Una sensación física tan real que me hizo detener.
Sentí un tentador roce por mi mejilla, como si una mano invisible me acariciara,
seguida por una suave y seductora presión contra mis labios…
Eres mía, Ángel, y yo soy tuyo. Nada puede cambiar eso.
—Esto es una locura —dije entre dientes. Ver el color negro era una cosa, pero
besarme con eso era ya algo de otras proporciones. Tenía que dejar de
torturarme de esta manera. Si continuaba así, iba a terminar cuestionando mi
cordura.
—¿Qué fue lo que dijiste? —dijo Demi.
—Eh, el estacionamiento —dije rápidamente para encubrir—. Todos los lugares
buenos ya están ocupados.
—Adivina quién tiene Educación Física a primera hora. Esto es tan injusto.
Comenzaré el día sudada como un elefante con calor. ¿Acaso la gente que
programa nuestros horarios no saben lo que es el olor corporal? ¿Acaso no
comprenden lo que es tener el pelo lleno de rizos?
—¿Por qué no me dijiste sobre Kevin Parnell? —le pregunté sin alterar la voz.
Comenzaríamos por ahí y luego avanzaríamos.
El silencio de Demi yace fuertemente entre nosotras confirmando mis sospechas:
que ella no me había contado el cuento entero intencionalmente.
—Ah sí, Kevin —balbuceó finalmente—. Sobre eso.
—La noche que yo desaparecí, él dejó en mi casa un Volkswagen viejo. Ese
detalle se te olvidó anoche ¿verdad? ¿O quizá no pensaste que fuera
interesante o sospechoso? Eres la persona de quién menos esperaría que me
diera una versión editada de los eventos que llevaron a mi secuestro, Demi.
La escuché morderse el labio.
—Tal vez omití algunas cosas.
—¿Como el hecho de que me dispararon?
—No quería lastimarte —ella se apresura a decir—. Lo que te pasó fue
traumático. Más que traumático. Mil veces peor. ¿Qué clase de amiga sería si lo
hiciera peor?
—¿Y?
—Está bien, está bien. Supe que Kevin te dio el auto. Probablemente para
disculparse por ser un cerdo chauvinista.
—Explícate.
—¿Recuerdas en la escuela intermedia cuando nuestras madres siempre nos
decían que si un niño te molestaba significaba que le gustabas? Bueno, pues
cuando de relaciones se trata, Kevin nunca pasó del séptimo grado.
—Yo le gustaba. —Sonaba con dudas. No creía que ella me estuviera mintiendo
otra vez, no cuando yo acababa de confrontarla, pero era claro que mi mamá
había ido a dónde ella primero y le había lavado el cerebro para que pensara
que yo era demasiado frágil para saber la verdad. Esto sonaba como una
respuesta para salir del paso. Como si yo nunca hubiera escuchado una.
—Lo suficiente como para comprarte un auto, sí.
—¿Tuve algún contacto con Kevin la semana antes de que me secuestraran?
—La noche antes de que desaparecieras, te metiste a hurtadillas en su cuarto,
pero no encontraste nada interesante aparte de una planta de marihuana
marchita.
Finalmente estábamos llegando a algo. ¿Qué estaba buscando?
—Nunca pregunté. Me dijiste que Kevin estaba loco. Esa era toda la evidencia
que necesitaba para ayudarte a meterte.
No lo dudé. Demi nunca necesitaba una razón para hacer algo estúpido. Lo triste
era que la mayoría de las veces yo era igual.
—Eso es todo lo que sé —insistió Demi—. Lo juro.
—No me vuelvas a ocultar nada.
—¿Entonces me perdonas?
Yo estaba molesta, pero para mi sorpresa, podía comprender el que Demi
quisiera protegerme. Es lo que los mejores amigos hacen, razoné. Bajo otras
circunstancias, yo podría haberla admirado por ello y en sus zapatos
probablemente hubiera estado tentada a hacer lo mismo.
—Te perdono.
Adentro en la oficina principal esperaba tener que pedir un pase por tardanza,
pero me sorprendí cuando la secretaria me vio llegar y, luego de reaccionar
tardíamente, dijo:
—¡Ay, (tn)! ¿Cómo estás?
Ignorando la exagerada simpatía en su voz, digo:
—Vine para recoger mi itinerario de clases.
—Ah. Ay Dios. ¿Tan pronto? Nadie espera que tú vuelvas a tu rutina tan pronto.
¿Lo sabes, cariño? Esta mañana algunas personas del personal y yo estábamos
hablando sobre ti, que creíamos que deberías tomar un par de semanas para…
—Se esforzó en buscar una palabra aceptable, porque no existía una palabra
correcta para lo que me esperaba. ¿Recuperarme? ¿Adaptarme? No, eso no
podían ser palabras correctas—… Aclimatarte.
—Prácticamente estaba
sosteniendo en alto un letrero con letras neón que decía: ¡Qué lástima! ¡Pobre
niña! Será mejor que use mis guantes de bebé con ella.
Yo puse un codo sobre el mostrador y me incliné para acercarme.
—Estoy lista para regresar. Eso es lo que importa, ¿cierto? —Como yo ya estaba
de mal humor, seguí—. Estoy tan contenta de que esta escuela me enseñara a
no valorar cualquier otra opinión que no fuera la mía.
Ella abrió la boca y luego la cerró. Luego fue a compaginar varios cartapacios
manilas en su escritorio.
—Veamos, sé que te tengo por aquí en alguna parte… ¡Ajá! Aquí está. —Sacó
una hoja de papel de uno de los cartapacios y me la pasó—. ¿Todo está bien?
Revisé mi itinerario. Historia Avanzada de los Estados Unidos, Inglés Avanzado,
Salud, Periodismo, Anatomía y Psicología, Orquesta y Trigonometría.
Obviamente yo tenía ganas de matarme el año pasado cuando me registré en
las clases.
—Todo bien —dije enganchando mi mochila en el hombro mientras empujaba
la puerta de la oficina.
El pasillo estaba pobremente iluminado, las luces fluorescentes del techo daban
una luz opaca sobre el piso encerado. En mi cabeza, me dije a mi misma que
esta era mi escuela, que yo pertenecía aquí, y aunque yo era siempre la nota
discordante, me recordé a mi misma que ahora estaba en el penúltimo año a
pesar de que no recordara haber terminado el primer año y eventualmente la
rareza desaparecería. Tenía que desaparecer.
La campana sonó. En un instante las puertas se abrieron por todas partes y el
pasillo se inundó del cuerpo estudiantil. Me abrí paso entre la corriente de
estudiantes forcejeando para llegar a los baños, casilleros y a las máquinas de
sodas. Mantuve mi mentón ligeramente alzado y fijé mi vista directamente hacia
el frente, pero sentía como los estudiantes me miraban sorprendidos. Ellos
tenían que saber que ya había regresado, mi historia fue primera plana en las
noticias locales, pero supongo que el verme en carne y hueso confirmaban los
hechos.
Miraban llenos de curiosidad y preguntas. ¿En dónde estuvo? ¿Quién la
secuestró? ¿Qué cosas innombrables le hicieron? Pero la especulación más
popular era: ¿Será cierto que ella no puede recordar nada? Apuesto que está
fingiendo. ¿Quién olvida meses de su vida así nada más?
Entremetí los dedos en el cuaderno que había estado apretando contra mi
pecho, fingiendo que estaba buscando algo sumamente importante. Quería
parecer como si no me diera cuenta de nada. Luego eché los hombros hacia
atrás y fingí indiferencia y hasta retraimiento, pero en el fondo mis piernas
estaban temblando. Me apresuré por el pasillo con sólo una meta guiándome
hacia delante.
Abriéndome camino hasta entrar al baño de mujeres, me encerré en el último
cubículo. Arrastré mi espalda por la pared hasta quedar sentada. Podía sentir la
bilis subiendo por mi garganta. Mis brazos y piernas se sentían entumecidos.
Mis labios se sentían entumecidos. Las lágrimas goteaban por mi barbilla, pero
no podía mover mi mano para secarlas.
Sin importar qué tan fuerte cerrara mis ojos, sin importar qué tan poco pudiera
ver; todavía podía ver la expresión de malicia y crítica en sus rostros. Yo ya no
era uno de ellos. De alguna manera, sin ningún esfuerzo de mi parte, me había
convertido en una rechazada.
Me quedé sentada por varios minutos hasta que mi respiración se calmó y la
urgencia por llorar se desvaneció. Ya no quería ir a clases y tampoco quería ir a
mi casa. Lo que de verdad quería era lo imposible. Regresar al pasado y tener
una segunda oportunidad. Rehacer las cosas, comenzando con la noche en que
desaparecí.
Justo me ponía en pié cuando escuché una voz susurrar por mi oído como una
corriente de aire frío.
Ayúdame.
La voz era tan baja que casi no la escuché. Incluso consideré la posibilidad de
que quizá lo inventé. Después de todo, últimamente en lo único que era buena
era imaginando cosas.
Ayúdame, (tn).
Se me erizaron los pelos del brazo cuando escuché mi nombre. Me quedé
quieta y me concentré para escuchar la voz otra vez. El sonido no había venido
del interior del cubículo, yo estaba sola ahí, pero tampoco parecía venir del
resto del área del baño.
Cuando él termine conmigo, será como si muriera. Nunca más volveré a mi
hogar.
Esta vez la voz sonó mucho más fuerte y más urgente. Miré hacia arriba. Parecía
como si viniera del ventilador.
—¿Quién está ahí? —dije con cautela.
Como nadie me contestó, supe que esto debía ser el comienzo de otra
alucinación. El Dr. Howlett lo había predicho. Mis pensamientos se tornaron
ansiosos. Necesitaba cambiar de entorno. Tenía que distraerme de lo que
estaba pensando y romper el hechizo antes de que se apoderara de mí.
Estiré el brazo para agarrar el cerrojo y súbitamente una imagen atravesó mi
mente, eclipsando mi vista. Fue un aterrador cambio de escenario. Ya no podía
ver el baño. En lugar de baldosas, el piso debajo de mis pies era de concreto.
Arriba, vigas de metal cruzaban el techo de manera que parecían gigantes patas
de araña. En una pared había una hilera de puertas de garaje. Estaba alucinando
que estaba dentro de un…
Almacén.
Él me arrancó las alas. Ya no puedo volar a mi hogar, la voz lloriqueó.
No podía ver a quién le pertenecía la voz. Arriba había una bombilla al
descubierto que iluminaba una correa transportadora en el centro del almacén.
Aparte de eso, el edificio estaba vacío.
Un ruido sordo reverberó por todo el almacén cuando la correa se encendió. Un
estruendoso ruido mecánico salía de la oscuridad al final de la correa. Estaba
trayendo algo hacia donde yo estaba.
—No —dije, porque era la única cosa que podía pensar en decir. Puse mis
manos en frente mío, tratando de sentir la puerta del cubículo del baño. Esto
era una alucinación, justo como mi mamá me había advertido. Tenía que
atravesarla y encontrar una manera de regresar al mundo real. Mientras tanto, el
horrendo chirrido metálico se hacía cada vez más alto.
Retrocedí, apartándome de la correa transportadora, hasta que quedé
presionada contra la pared de cemento. Sin ningún lado a donde huir, observé
cómo una jaula de metal salía de las sombras traqueteando y resonando,
mientras se acercaba cada vez más a la luz. Las barras resplandecían de un
fantasmagórico azul eléctrico, pero eso no fue lo que atrapó mi atención.
Adentro había una persona encorvada. Una chica agachada para poder caber en
la jaula. Sus manos estaban agarrando las barras, su pelo negro azabache
estaba enredado al frente de su cara. Ella miró a través de la capa de pelo y las
orbitas de sus ojos no tenían color. Había una soga atada a su cuello y emitía la
misma espeluznante luz azul.
Ayúdame, (tn).
Yo quería salir corriendo por alguna salida. Tenía miedo de intentar por las
puertas del garaje, temía que sólo me adentraran más en la alucinación. Lo que
necesitaba era mi propia puerta. Una que yo creara ahora mismo para poder
escapar hacia el interior del baño de la escuela.
¡No le des el collar! La chica sacudió con fiereza las barras de la jaula. Él cree
que tú lo tienes. Si el collar cae en su poder, nada podrá detenerlo. Yo no
tendría otra opción. ¡Tendría que decirle todo!
Mi espalda baja y mis antebrazos estaban húmedos. ¿Collar? ¿Cuál collar? El
collar no existe, me dije. Tanto la chica como el collar son producto de tu
imaginación. Oblígalos a salir. Oblígalos. A. Salir.
Una campana chilló y así como si nada, fui arrebatada de mi alucinación. El
cerrojo de la puerta del cubículo del baño estaba a sólo pulgadas de mi nariz.
EL SR. SARRAF APESTA. BL+JF=AMOR. LAS BANDAS DE JAZZ SON DE LO
MEJOR. Estiré una mano y la toqué. La puerta era real. Exhalé aliviada.
Se escuchaban voces de afuera. Me paralicé por un momento, pero eran voces
normales. Voces felices y parlanchinas. Por entremedio de la puerta observé a
tres chicas alinearse en frente de los espejos. Ellas se acomodaron el pelo y
retocaron su brillo labial.
—Hoy en la noche deberíamos ordenar pizza y ver películas —dijo una de ellas.
—No se puede, chicas. Esta noche estaremos solamente Susanna y yo.
Reconocí la voz de Marcie Millar. Ella estaba en el medio del grupo recogiendo
su pelo rubio en una coleta de medio lado y amarrándolo con una hebilla
plástica en forma de flor.
—¿Nos estas dejando plantadas por tu mamá? Eso duele…
—Pues sí, lidia con ello —dijo Marcie.
Las dos chicas a cada lado de Marcie comenzaron a quejarse. Probablemente
eran Addyson Hales y Cassie Sweeney. Addyson era porrista como Marcie, pero
una vez escuché a Marcie confesar que la única razón por la cuál era amiga de
Cassie era porque vivían en el mismo vecindario. Su unión se debía al hecho de
que ambas podían mantener el mismo estilo de vida. Iguales como dos gotas
de agua; dos gotas con mucho dinero.
—Ni comiencen —dijo Marcie, pero la sonrisa en su voz dejaba ver que se
sentía halagada por la decepción de ellas—. Mi mamá me necesita. Esta noche
saldremos.
—¿Ella está… tú sabes… deprimida? —dijo la chica que yo pensaba que era
Addyson.
—¿En serio? —Rió Marcie—. Ella se quedó con la casa, sigue siendo miembro
del club de yates y además hizo que mi papá le comprara un Lexus SC10. ¡Es
bieeen lindo! Juro que la mitad de los hombres solteros en el pueblo ya han
llamado o visitado. —Marcie dijo todo tan fluidamente que me hizo pensar que
había estado practicando este discurso.
—Ella es tan linda —Cassie suspiró.
—Exactamente. Cualquiera que sea la mujer con quién mi papá salga no le
llegará ni a los tobillos.
—¿Está saliendo con alguien?
—Todavía no. Mi mamá tiene amigos por todo el pueblo. Alguien hubiera visto
algo. —Ella bajó la voz para comenzar a chismorrear—. ¿Vieron las noticias
sobre (tn) Grey?
Mis rodillas se debilitaron al escuchar mi nombre y presioné una mano contra la
pared para apoyarme.
—La encontraron en el cementerio y están diciendo que no puede recordar
nada —Marcie continúa—. Supongo que estaba tan aturdida que hasta huyó de
la policía. Ella creía que ellos intentaban lastimarla.
—Mi mamá dijo que probablemente el secuestrador le lavó el cerebro —dijo
Cassie—. Que algún pervertido le pudo haber hecho creer que estaban casados.
—¡Qué asco! —dijeron todas a la vez.
—Sea lo que sea que haya pasado, ella ahora está dañada de por vida —dijo
Marcie—. Incluso si dice que no puede recordar nada, en el subconsciente ella
sabe qué fue lo que pasó. Va a estar arrastrando esa carga por el resto de su
vida. Igual podría envolverse en cinta amarilla que diga: ―manténgase alejado y
no pase‖.
Ellas rieron. Luego Marcie dijo:
—Regresemos a clases, chicas. Ya no tengo más pases de tardanzas. Las
secretarias las están escondiendo en sus gavetas. Putas.
Esperé hasta bastante tiempo después que ellas se fueron para estar segura de
que el baño y los pasillos estuvieran vacíos y luego me apresuré por la puerta.
Caminé a toda velocidad hasta el final del pasillo, empujé la puerta de la salida
y comencé a correr hacia el área de estacionamiento de los estudiantes.
Me metí a toda prisa en el Volkswagen preguntándome cómo es que pensé que
podría regresar a mi vida y retomar las cosas justo en dónde las había dejado.
Porque exactamente lo que está pasando es que las cosas se han ido.
Se han ido y me han dejado.
CONTINUARA
___________________________________________________________________________________espero q les alla gustado el capitulo xD
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
Oh pobre rayis tener que pasar por todo eso
Estoy tan confundida
Siguelaa
Estoy tan confundida
Siguelaa
JB&1D2
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
omj estuvoaaaaaaaaaa geial
andreita
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
y joe:( le booro el sueño!!!
andreita
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
dodn esta joe??????'
andreita
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
y quein le esta pedoendo ayuda a la rayis?
andreita
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
waaaa sigeula pronto
andreita
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
me encantaaaaaaaaaaaaaaaa
andreita
andreita
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