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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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andreita
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
mis chicas gracias x su apoyo ya mismo colocare un maratón de 3 capitulos mas uno extra para q podamos llegar al 4to libro q ya esta super listo adaptado solo esperando el dia para colocaro okis gracias x los comentarios :)
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
Esto es interesante
La persona que
me lo envio, está todavia asombrada delo que ocurrio, ya que ella dice
que lo hizo por hacerlo y que pidio algo que creia imposible de lograr.
Probemos.
* Para ti mismo di el nombre de la única persona del sexo opuesto con quien quieras estar (tres veces...)...
* Piensa en algo que quieras lograr dentro de la próxima semana y repítelo para ti mismo(a) (seis veces)...
*
Piensa en algo que quieras que pase entre tú y la persona especial (que
dijiste en el no. 1) y dilo a ti mismo/a (doce veces)...
* Ahora haz un último y final deseo acerca del deseo que escogiste.
* Después de leer esto tienes 1 hora para mandarlo a 15 temas y lo que pediste se te hará realidad en 1 semana.
A
la mayor cantidad de gente a quien lo mandes más fuerte se hará tu
deseo. Si tu escoges ignorar esta carta lo contrario del deseo te
sucederá, o esto no sucederá jamás...
La persona que
me lo envio, está todavia asombrada delo que ocurrio, ya que ella dice
que lo hizo por hacerlo y que pidio algo que creia imposible de lograr.
Probemos.
* Para ti mismo di el nombre de la única persona del sexo opuesto con quien quieras estar (tres veces...)...
* Piensa en algo que quieras lograr dentro de la próxima semana y repítelo para ti mismo(a) (seis veces)...
*
Piensa en algo que quieras que pase entre tú y la persona especial (que
dijiste en el no. 1) y dilo a ti mismo/a (doce veces)...
* Ahora haz un último y final deseo acerca del deseo que escogiste.
* Después de leer esto tienes 1 hora para mandarlo a 15 temas y lo que pediste se te hará realidad en 1 semana.
A
la mayor cantidad de gente a quien lo mandes más fuerte se hará tu
deseo. Si tu escoges ignorar esta carta lo contrario del deseo te
sucederá, o esto no sucederá jamás...
Demi,Selly,&1D
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
Muero muero muero muero!!
Siiii! Wiiii
Siiii! Wiiii
Augustinesg
chelis
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
1/3
III Temporada
Parte 1
Capitulo 25
Era viernes, y la votación para la Bienvenida de la realeza estaba
programada para celebrarse durante el almuerzo. Por el
momento, estaba sentada en la clase de salud, mirando el reloj a
centímetros del timbre de salida. En lugar de la preocupación por las cientos de
personas con las que tenía que pasar los siguientes dos años de mi vida con el
poder de explotar en histerismos viendo mi nombre en la votación, me
concentré en Kevin.
Necesitaba encontrar una manera de hablar con él dentro de la cueva, por
medio de Jeshvan, y como precaución, necesitaba una manera de llegar a él
para sacar el anillo de Mano Negra. Si eso no funcionaba, necesitaba una
manera de retenerlo. Vagamente me preguntaba si podía reclutar la ayuda de
Joe. Seguramente él sabía de varios lugares para retener a un Nefil, ¿pero él
mismo le tendería una trampa a Kevin? E incluso si conseguía hablar con Joe
de cooperar, ¿cómo aprendería a confiar de vuelta en Kevin? Él lo había visto
como la última traición. No podía siquiera razonar con él de que era por su
propia seguridad… él había dejado en claro la última noche que ya no valoraba
su vida. Estoy harto de ocultarme. Podría también estar muerto.
En medio de mis pensamientos, el intercomunicador sobre el escritorio de la
Srta. Jarbowski sonó. La voz de la secretaria llegó a través, cuidadosamente
medida.
—¿Señorita Jarbowski? Perdón por la interrupción. ¿Enviaría a (tn) Grey a la
oficina de asistencia? —Un toque de simpatía se deslizaba en su tono.
La Srita. Jarbowski taconeaba impacientemente, aparentemente sin apreciar ser
interrumpida en mitad de la frase. Movió rápidamente su mano en mi dirección.
—Toma tus cosas, (tn). No creo que lo hagas de vuelta antes de la campana.
Metí mi libro de texto en mi mochila y me dirigí hacia la puerta, preguntándome
sobre lo que era esto. Sabía de dos razones por las que los estudiantes eran
llamados a la oficina de asistencia. Por abandonamiento, y por las ausencias
justificadas. Por lo que yo sabía, ninguna se aplicaba a mí.
En la oficina de asistencia, me arrastré a la puerta, y ahí es cuando lo vi. Hank
Millar sentado en la sala de estar, sus hombros encorvados, su expresión
demacrada. Su barbilla estaba apoyada en su puño, sus ojos miraban
inexpresivamente hacia delante.
Reflexivamente me alejé. Pero Hank me vio e inmediatamente se puso de pie.
La profunda simpatía grabada en su cara retorció mi estómago enfermo.
—¿Qué es eso? —Me encontré a mí misma tartamudeando.
Él eludió mirarme directamente.
—Ha sido un accidente.
Sus palabras repiquetearon dando vueltas en mi interior. Mi primer
pensamiento fue, ¿por qué me importaría si Hank hubiera estado en un
accidente? ¿Y por qué él había hecho todo el camino hasta la escuela para
contarme?
—Tú mamá se cayó por las escaleras. Ella estaba usando tacones y perdió el
equilibrio. Tuvo una contusión.
Una oleada de pánico me invadió. Dije algo que podría haber sido no o ahora.
No, esto no podría estar pasando. Necesitaba ver a mi mamá ahora. De repente
me arrepentí cada fuerte palabra que le había dicho ese par de semanas
anteriores. Mis peores miedos avanzando desde toda dirección. Ya había
perdido a mí padre. Si perdía a mí madre…
—¿Cuán serio es? —Mi voz tembló. En el fondo, sabía que no quería llorar en
frente de Hank. Un problema trivial de orgullo que hacía añicos al momento en
que imaginaba la cara de mi mamá. Cerré mis ojos, reteniendo las lágrimas.
—Cuando dejé el hospital, no podían decirme nada. Me vine aquí directo para
alcanzarte. Ya te he firmado la salida con la secretaria de asistencia —explicó—.
Te llevaré al hospital.
Sostuvo la puerta para mí, y mecánicamente me agaché bajo su brazo. Sentí a
mis pies llevarme por el corredor. Afuera, el sol era tan brillante. Me preguntaba
si recordaría este día por siempre. Me preguntaba si habría razón para
recordarlo y sentir las mismas emociones intolerables que había sentido en
enterarme que mi padre había sido asesinado —confusión, amargura,
impotencia. Abandono—. Me ahogué, ya no era capaz de contener un sollozo.
Hank desbloqueó su Land Cruiser7 sin una palabra. Levantó su mano una vez,
como para darle a mi hombro un apretón consolador, entonces formó un puño
y lo dejó caer.
Y ahí es cuando eso me golpeó. Las cosas se estaban viendo un poco
demasiado convenientes. Tal vez era mi aversión natural hacia Hank, pero cruzó
por mi mente que él podía estar mintiendo para llevarme hasta el interior de su
auto.
—Quiero llamar al hospital —dije abruptamente—. Quiero saber si ellos tienen
una novedad.
Hank frunció el ceño.
—Estamos en camino ahora. En diez minutos, puedes hablarle al doctor en
persona.
—Perdóname si estoy un poco preocupada, pero esto es sobre mi mamá de lo
que estamos hablando —dije suavemente, pero con inconfundible firmeza.
Hank marcó un número en su teléfono y me lo tendió. El sistema automático
del hospital atendió, pidiéndome escuchar cuidadosamente a las siguientes
opciones, o quedarme en línea para un operador. Un minuto después estaba
comunicada con un operador.
—¿Puede decirme si Blythe Grey fue admitida hoy? —le pregunté a la mujer,
evitando la mirada de Hank.
—Sí, tenemos a una Blythe Grey en registro.
Exhalé. Sólo porque Hank no había mentido sobre el accidente de mi madre no
significaba que fuera inocente. Todos estos años viviendo en la casa de campo,
y nunca alguna vez se había caído por las escaleras.
—Es su hija. ¿Puede darme una actualización sobre su condición?
—Puedo dejarle un mensaje a su doctor para que la llame a usted.
—Gracias —dije, dejando mi número de celular.
—¿Alguna noticia? —preguntó Hank.
7
Land Cruiser: Se refiere al coche Toyota Land Cruiser.
—¿Cómo sabes que se cayó por las escaleras? —lo interrogué—. ¿Viste su
caída?
—Habíamos arreglado para encontrarnos para el almuerzo. Cuando ella no
respondía a la puerta, me permití entrar. Fue entonces cuando la encontré al pie
de las escaleras. —Si detectó alguna sospecha en mi voz, él no lo mostró. En
todo caso, parecía malhumorado, aflojándose la corbata y secándose el sudor
de su frente.
—Si algo le ocurre a ella… —murmuró para sí mismo, pero no terminó el
pensamiento—. ¿Deberíamos ir?
Sube al auto, una voz dentro de mi cabeza ordenó. Justo así, mi mente vacía de
toda sospecha. Pude captar un pensamiento: necesitaba ir con Hank.
Había algo extraño acerca de la voz, pero no podía reconocerla a través de mi
mente confusa. Todo mi poder de razonamiento parecía flotar lejos, haciendo
espacio para ese única y continua orden: Sube al auto.
Miré hacia Hank, quien parpadeaba benévolamente. Tuve el impulso de
acusarlo de algo, ¿pero por qué debería? Él estaba aquí para ayudar. Se
preocupaba por mi mamá…
Obedientemente, me deslicé dentro del Land Cruiser.
No supe cuánto tiempo fuimos en silencio. Mis pensamientos eran un
torbellino, hasta que de repente Hank se aclaró su voz.
—Quiero que sepas que ella está en las mejores manos. Pedí que el Dr. Howlett
supervisara su cuidado. El Dr. Howlett y yo fuimos compañeros de cuarto en la
Universidad de Maine antes de que continuáramos en Johns Hopkins.
El Dr. Howlett. Le di vueltas a su nombre un momento —y entonces vino a mí.
Fue el doctor que me cuidó después de mi regreso a casa. Después de que
Hank consideró oportuno que yo regresara, me corregí. ¿Y ahora resultó que
Hank y el Dr. Howlett eran amigos? Cualquier adormecimiento que sentía fue
rápidamente eclipsado por la ansiedad. Sentí una veloz e instantánea
desconfianza hacia el Dr. Howlett.
Mientras estaba desesperadamente considerando la conexión entre los dos
hombres, un auto se detuvo al lado del de Hank. Por una fracción de minuto, no
vi nada mal con la imagen —y entonces el auto golpeó al Land Cruiser.
El Land Cruiser se fue a toda velocidad de lado, chirriando contra la barandilla
protectora. Una lluvia de chispas volaron desde el metal chirriante. Apenas tuve
tiempo de aullar cuando golpearon de nuevo. Hank dio un volantazo, la parte
trasera del Land Cruiser coleando violentamente.
—¡Están intentando quitarnos del camino! —gritó Hank—. ¡Ponte tú cinturón
de seguridad!
—¿Quiénes son? —grité, verificando dos veces que mi cinturón estaba
abrochado.
Hank movió bruscamente el volante para evitar otro golpe, y el movimiento
abrupto devolvió mi atención de vuelta a la carretera; se curvaba abruptamente
a la izquierda mientras nos acercábamos a un profundo barranco. Hank pisó a
fondo, intentando ganarle la carrera al otro auto, un El Camino 8 de color
habano. El Camino aceleró, desviándose bruscamente en el carril que tenían por
delante. Tres cabezas eran visibles a pesar del parabrisas, y desde lo que podía
decir, eran hombres.
Una imagen de Gabe, Dominic, y Jeremiah se me vino a la mente. Era pura
especulación, desde que no podía distinguir sus caras, pero incluso la mera
sugerencia me hizo gritar.
—¡Para el auto! —grité—. Es una trampa. Pon el auto en reversa.
—¡Destruirán mi auto! —gruñó Hank, acelerando en persecución.
El Camino chirrió alrededor de la curva, derrapando al otro lado de la sólida
línea blanca. Hank siguió, virando peligrosamente hasta la barandilla de
protección. La banquina del carril disminuía, hundiéndose en el barranco. Desde
aquí arriba, parecía como una gigante bola de aire, con Hank acelerando a
fondo a lo largo de la carretera. Mi estómago giraba en círculos, y agarré el
apoyabrazos. Las luces de la parte trasera de El Camino brillaban rojas.
—¡Cuidado! —grité. Aplasté con una mano la ventana y con la otra el hombro
de Hank, intentando detener lo inevitable.
Hank movió bruscamente el volante con fuerza, lanzando el Land Cruiser sobre
dos autos. Fui arrojada hacia delante, mi cinturón de seguridad sujetando con
fuerza mi pecho, mi cabeza chocando con la ventana. Mi visión se nubló, y los
ruidos fuertes parecían venir a mí desde cada dirección. Ruidos crujientes,
aplastantes y penetrantes que explotaban en mis oídos.
Me pareció escuchar a Hank gruñir algo.
—¡Malditos ángeles caídos! —Pero entonces estaba volando.
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
2/3
III Temporada
Parte 2
Capitulo 25
III Temporada
Parte 2
Capitulo 25
No, volando no. Cayendo. Una y otra vez.
No recordaba aterrizar, pero cuando mi mente se mostró de nuevo, estaba
apoyada sobre mi espalda. No dentro del Land Cruiser, en algún otro lugar.
Suciedad. Hojas. Rocas filosas cortando mi cara.
Frío, dolor, fuerte. Frío, dolor, fuerte. Mi cerebro no podía ir más allá de las tres
palabras manifestadas. Las vi deslizarse al otro extremo de mi visión.
—¡(tn)! —gritó Hank, su voz sonando muy lejos.
Estaba segura de que mis ojos estaban abiertos, pero no podía distinguir
ningún objeto. La luz brillante que no podía ver más allá, se extendía desde un
borde de mi visión hasta el otro extremo. Intenté levantarme. Las instrucciones
que mis músculos daban eran claras, pero había una brecha en algún lugar a lo
largo de las líneas; no podía moverme.
Manos agarraron mis tobillos primero, luego mis muñecas. Mi cuerpo se deslizó
a través de las hojas y la mugre, haciendo un extraño crujido de hojas. Me lamí
los labios, intentando llamar a Hank, pero cuando mi boca se abrió, salieron las
palabras equivocadas.
Frío, dolor, fuerte. Frío, dolor, fuerte.
Quería despabilarme del estupor. ¡No! Grité dentro de mi cabeza. ¡No, no, no!
¡Joe! ¡Ayuda! ¡Joe, Joe, Joe!
—Frío, dolor, fuerte, —murmuré incoherentemente.
Antes de que pudiera corregirme, era demasiado tarde. Mi boca estaba cosida.
Como lo estaban mis ojos.
Sólidas manos agarraron mis hombros, sacudiéndome.
—¿Puedes escucharme, (tn)? No te levantes. Quédate apoyada de espalda.
Voy a llevarte al hospital.
Mis ojos se abrieron de golpe. Los árboles se balanceaban por encima. La luz
del sol se volcaba a través de sus ramas, lanzando extrañas sombras, y alteraban
el mundo desde la luz a la oscuridad, y así sucesivamente.
Hank Millar se inclinó sobre mí. Su expresión era de disgusto, sangre corriendo,
sangre manchando sus mejillas, sangre enmarañando su pelo. Sus labios se
estaban moviendo, pero dolía tanto para darle sentido a sus palabras.
Me aparté. Frío, dolor, fuerte.
Me desperté en un hospital, mi cama, detrás de una cortina blanca de algodón.
La habitación estaba en paz, sin embargo extrañamente, tranquila. Mis dedos de
los pies y manos picaban, y mi cabeza podría también haber sido cubierta de
telarañas. Drogas, noté ligeramente.
Una cara diferente se inclinó sobre la mía. El Dr. Howlett sonrió, pero no lo
suficiente para mostrar los dientes.
—Tuviste un horrible golpe, joven dama. Llena de contusiones, pero nada está
roto. Tuve a las enfermeras para darte el ibuprofeno, pero te daré una
prescripción antes de que te vayas. Vas a sentirte sensible por unos días.
Considerando las circunstancias, diría que debe contar con bendiciones.
—¿Hank? —Conseguí preguntar, mis labios como papel seco.
El Dr. Howlett sacudió su cabeza, dando una corta carcajada.
—Vas a odiar escuchar esto, pero él se recuperó sin un rasguño. Difícilmente
parece justo.
A través de la bruma, intenté razonar. Algo no estaba bien. Y entonces mi
memoria se abrió.
—No. Estaba hecho trizas. Estaba sangrando mucho.
—Estás equivocada. Hank entró llevando más de tú sangre que de la suya
propia. Tuviste lo peor de eso por lejos.
—Pero lo vi…
—Hank Millar está en estado impecable —me interrumpió—. Y una vez que tus
puntos cicatricen, lo estarás también. Tan pronto como las enfermeras terminen
de verificar esas vendas, estarás bien para irte.
Por debajo de todo, sabía que debería estar asustada. Había tantas preguntas,
tan pocas respuestas. Frío, dolor, fuerte. Frío, dolor, fuerte.
El brillo de las luces traseras. El crujido. El barranco.
—Esto ayudará —dijo el Dr. Howlett, sorprendiéndome con un pinchazo. El
fluido manó desde la aguja hasta mi brazo con nada más que una ligera
punzada.
—Pero justo recuperé la conciencia —murmuré, un placentero agotamiento
químico arrastrándose a través de mí—. ¿Cómo puedo ya estar bien? No me
siento bien.
—Harás una recuperación más rápida en casa. —Se rió entre dientes—. Aquí
tendrás enfermeras asomándose y pinchándote toda la noche.
¿Toda la noche?
—¿Es ya la tarde? Pero era justo el mediodía. Antes de Hank —la clase de
salud—nunca tuve mi almuerzo.
—Ha sido un día duro —dijo el Dr. Howlett, asintiendo complacientemente. Por
debajo de las capas de droga, quería gritar. En su lugar, un mero suspiro
escapó.
Coloqué una mano en mi estómago.
—Me da vergüenza.
—La MRI9 confirmó que no tienes hemorragia interna. Tómalo con calma
durante unos días, y estarás funcionando en muy poco tiempo. —Le dio a mi
hombro un apretón juguetón—. Pero no puedo prometerte que te sentirás
como para subirte a otro coche pronto.
En algún lugar en medio de la niebla, recordé a mi mamá.
—¿Está Hank con mi mamá? ¿Está bien? ¿Puedo verla? ¿Sabe sobre el accidente
de coche?
9MRI: Resonancia magnética.
—Tú madre está teniendo una recuperación muy acelerada, —me aseguró—.
Ella aún está en ICU10 y no puede tener visitas, pero debería ser trasladada a su
propia habitación por la mañana. Puedes volver y verla entonces. —Se agachó,
como si me hiciera su cómplice—. Entre nosotros, si no fuera por la cinta roja, te
dejaría entrar a escondidas a verla. Tenía una muy desagradable conmoción
cerebral, y aunque hubo pérdida de memoria en un principio, considerando su
condición cuando Hank la trajo en un primer momento, creo que es seguro
decir que dará un giro de ciento ochenta grados. —Acarició mi mejilla—. La
suerte debe correr en la familia.
—Suerte —repetí, letárgicamente.
Pero tuve una alarmante sensación despertando en mi interior, indicando que la
suerte no tuvo nada que ver con ninguna de nuestras recuperaciones.
Y tal vez no nuestros accidentes, tampoco.
10.ICU: Terapia intensiva.
No recordaba aterrizar, pero cuando mi mente se mostró de nuevo, estaba
apoyada sobre mi espalda. No dentro del Land Cruiser, en algún otro lugar.
Suciedad. Hojas. Rocas filosas cortando mi cara.
Frío, dolor, fuerte. Frío, dolor, fuerte. Mi cerebro no podía ir más allá de las tres
palabras manifestadas. Las vi deslizarse al otro extremo de mi visión.
—¡(tn)! —gritó Hank, su voz sonando muy lejos.
Estaba segura de que mis ojos estaban abiertos, pero no podía distinguir
ningún objeto. La luz brillante que no podía ver más allá, se extendía desde un
borde de mi visión hasta el otro extremo. Intenté levantarme. Las instrucciones
que mis músculos daban eran claras, pero había una brecha en algún lugar a lo
largo de las líneas; no podía moverme.
Manos agarraron mis tobillos primero, luego mis muñecas. Mi cuerpo se deslizó
a través de las hojas y la mugre, haciendo un extraño crujido de hojas. Me lamí
los labios, intentando llamar a Hank, pero cuando mi boca se abrió, salieron las
palabras equivocadas.
Frío, dolor, fuerte. Frío, dolor, fuerte.
Quería despabilarme del estupor. ¡No! Grité dentro de mi cabeza. ¡No, no, no!
¡Joe! ¡Ayuda! ¡Joe, Joe, Joe!
—Frío, dolor, fuerte, —murmuré incoherentemente.
Antes de que pudiera corregirme, era demasiado tarde. Mi boca estaba cosida.
Como lo estaban mis ojos.
Sólidas manos agarraron mis hombros, sacudiéndome.
—¿Puedes escucharme, (tn)? No te levantes. Quédate apoyada de espalda.
Voy a llevarte al hospital.
Mis ojos se abrieron de golpe. Los árboles se balanceaban por encima. La luz
del sol se volcaba a través de sus ramas, lanzando extrañas sombras, y alteraban
el mundo desde la luz a la oscuridad, y así sucesivamente.
Hank Millar se inclinó sobre mí. Su expresión era de disgusto, sangre corriendo,
sangre manchando sus mejillas, sangre enmarañando su pelo. Sus labios se
estaban moviendo, pero dolía tanto para darle sentido a sus palabras.
Me aparté. Frío, dolor, fuerte.
Me desperté en un hospital, mi cama, detrás de una cortina blanca de algodón.
La habitación estaba en paz, sin embargo extrañamente, tranquila. Mis dedos de
los pies y manos picaban, y mi cabeza podría también haber sido cubierta de
telarañas. Drogas, noté ligeramente.
Una cara diferente se inclinó sobre la mía. El Dr. Howlett sonrió, pero no lo
suficiente para mostrar los dientes.
—Tuviste un horrible golpe, joven dama. Llena de contusiones, pero nada está
roto. Tuve a las enfermeras para darte el ibuprofeno, pero te daré una
prescripción antes de que te vayas. Vas a sentirte sensible por unos días.
Considerando las circunstancias, diría que debe contar con bendiciones.
—¿Hank? —Conseguí preguntar, mis labios como papel seco.
El Dr. Howlett sacudió su cabeza, dando una corta carcajada.
—Vas a odiar escuchar esto, pero él se recuperó sin un rasguño. Difícilmente
parece justo.
A través de la bruma, intenté razonar. Algo no estaba bien. Y entonces mi
memoria se abrió.
—No. Estaba hecho trizas. Estaba sangrando mucho.
—Estás equivocada. Hank entró llevando más de tú sangre que de la suya
propia. Tuviste lo peor de eso por lejos.
—Pero lo vi…
—Hank Millar está en estado impecable —me interrumpió—. Y una vez que tus
puntos cicatricen, lo estarás también. Tan pronto como las enfermeras terminen
de verificar esas vendas, estarás bien para irte.
Por debajo de todo, sabía que debería estar asustada. Había tantas preguntas,
tan pocas respuestas. Frío, dolor, fuerte. Frío, dolor, fuerte.
El brillo de las luces traseras. El crujido. El barranco.
—Esto ayudará —dijo el Dr. Howlett, sorprendiéndome con un pinchazo. El
fluido manó desde la aguja hasta mi brazo con nada más que una ligera
punzada.
—Pero justo recuperé la conciencia —murmuré, un placentero agotamiento
químico arrastrándose a través de mí—. ¿Cómo puedo ya estar bien? No me
siento bien.
—Harás una recuperación más rápida en casa. —Se rió entre dientes—. Aquí
tendrás enfermeras asomándose y pinchándote toda la noche.
¿Toda la noche?
—¿Es ya la tarde? Pero era justo el mediodía. Antes de Hank —la clase de
salud—nunca tuve mi almuerzo.
—Ha sido un día duro —dijo el Dr. Howlett, asintiendo complacientemente. Por
debajo de las capas de droga, quería gritar. En su lugar, un mero suspiro
escapó.
Coloqué una mano en mi estómago.
—Me da vergüenza.
—La MRI9 confirmó que no tienes hemorragia interna. Tómalo con calma
durante unos días, y estarás funcionando en muy poco tiempo. —Le dio a mi
hombro un apretón juguetón—. Pero no puedo prometerte que te sentirás
como para subirte a otro coche pronto.
En algún lugar en medio de la niebla, recordé a mi mamá.
—¿Está Hank con mi mamá? ¿Está bien? ¿Puedo verla? ¿Sabe sobre el accidente
de coche?
9MRI: Resonancia magnética.
—Tú madre está teniendo una recuperación muy acelerada, —me aseguró—.
Ella aún está en ICU10 y no puede tener visitas, pero debería ser trasladada a su
propia habitación por la mañana. Puedes volver y verla entonces. —Se agachó,
como si me hiciera su cómplice—. Entre nosotros, si no fuera por la cinta roja, te
dejaría entrar a escondidas a verla. Tenía una muy desagradable conmoción
cerebral, y aunque hubo pérdida de memoria en un principio, considerando su
condición cuando Hank la trajo en un primer momento, creo que es seguro
decir que dará un giro de ciento ochenta grados. —Acarició mi mejilla—. La
suerte debe correr en la familia.
—Suerte —repetí, letárgicamente.
Pero tuve una alarmante sensación despertando en mi interior, indicando que la
suerte no tuvo nada que ver con ninguna de nuestras recuperaciones.
Y tal vez no nuestros accidentes, tampoco.
10.ICU: Terapia intensiva.
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
3/3
III Temporada
Capitulo 26
Después de que el Dr. Howlett me dio autorización para irme,
bajé en el ascensor hacia el vestíbulo principal. En el camino, le
marqué a Demi. No tenía quién me llevara a casa y esperaba que
aún fuera lo suficientemente temprano como para que su mamá la dejara
rescatar a una amiga varada.
El ascensor se ralentizó para detenerse y las puertas se abrieron. Mi teléfono
repiqueteó a mis pies.
—Hola, (tn) —dijo Hank, de pie justo en frente mío.
Alcancé a contar hasta tres antes de que lograra convocar mi voz.
—¿Subes? —pregunté, esperando sonar calmada.
—De hecho, estaba buscándote.
—Tengo prisa —dije, disculpándome, agarrando mi celular.
—Pensé que podrías necesitar que te llevaran a casa. Conseguí que uno de mis
chicos trajera un auto de alquiler.
—Gracias, pero ya llamé a una amiga.
Su sonrisa fue de plástico.
—Al menos déjame llevarte hacia las puertas.
—Necesito detenerme primero en el baño —evadí—. Por favor, no esperes. En
serio, estoy bien. Estoy segura que Marcie está ansiosa por verte.
—Tu madre querría que me cerciorara de que llegaras a salvo a casa.
Sus ojos estaban inyectados de sangre, toda su expresión era la de una persona
cansada, pero por el momento, yo no creía que se debiera a su papel como el
novio afligido. El Dr. Howlett podía insistir que todo lo que quisiera que Hank
había llegado ileso al hospital, pero yo sabía la verdad. Él había salido del
accidente peor que yo. Peor, incluso, de lo que el choque justificaba.
Su cara había parecido carne pulverizada, y mientras que su sangre de Nefilim
lo había curado casi al instante, yo había sabido desde el momento en que me
sacudió de la inconsciencia, y le había echado un borroso vistazo, que algo le
había sucedido después de que me desmayara. Él podía negarlo una y otra vez,
pero su condición había sido como la de una persona atacada por tigres.
Estaba ojeroso y exhausto porque había luchado con un grupo de ángeles
caídos el día de hoy. Al menos, esa era mi teoría actual. Mientras recorría en mi
mente los eventos pasados, esa era la única explicación que tenía sentido.
¡Malditos ángeles caídos! ¿No eran esas las palabras que Hank había jurado
viciosamente una fracción de momento antes del accidente? Claramente no
había planeado ir directo a ellos…. Así que, ¿Qué había planeado él, que
sucediera?
Tenía un horrible presentimiento dentro de mí. Uno, me di cuenta en
retrospectiva, que había estado balanceándose en la parte trasera de mi mente
desde que Hank se había presentado en la escuela. ¿Qué si Hank había, de
hecho, organizado los eventos del día? ¿Podía haber empujado a mi madre por
las escaleras? El Dr. Howlett dijo que, inicialmente, ella sufrió amnesia, algo que
Hank pudo haber usado para evitar que ella recordase la verdad. Luego, me
había recogido de la escuela… ¿para qué? ¿Qué me faltaba entender en todo
esto?
—Huelo que algo se quema —dijo Hank—. Estás pensando mucho en algo.
Su voz me trajo de vuelta al presente. Lo miré fijamente, deseando poder
deducir sus motivos a partir de su expresión. Fue entonces que me di cuenta
que sus ojos estaban también fijos en los míos. Su mirada era tan intensa, que
casi parecía llevarme al trance.
Cualquier conclusión que haya estado a punto de definir, desapareció. Mis
pensamientos se dispersaron. De repente, estaban todos en desorden y no
podía recordar lo había estado ponderando. Entre más trataba de recordar, más
se dispersaban mis pensamientos en un abismo en la parte trasera de mi mente.
Un capullo se desplegó en mi mente, enlazando cualquier habilidad cognitiva
fuertemente lejos de mi alcance. Estaba sucediendo una y otra vez. La
desordenada y pesada sensación de ser incapaz de controlar mis propios
pensamientos.
—¿Tu amiga estuvo de acuerdo en recogerte, (tn)? —preguntó él, con la
mirada atención fija como un láser.
En alguna parte, profundamente dentro de mí, sabía que no debería decirle la
verdad a Hank. Sabía que debía decir que Demi estaba en camino. Pero, ¿qué
razón tenía para mentirle?
—Llamé a Demi, pero no respondió —admití.
—Estaría encantado de llevarte a casa, (tn).
Asentí.
—Sí, gracias.
Me mente era un revoltijo y no podía escaparme de él. Caminé por el corredor
al lado de Hank, mis manos frías y temblorosas. ¿Estaba temblando? Era amable
de parte de Hank ofrecerse a llevarme a casa. Se preocupaba por mi mama lo
suficiente como para desviarse de su camino por mí… ¿cierto?
El camino a casa pasó sin ningún evento y en la finca, Hank me siguió adentro.
Me detuve justo dentro, al lado de la puerta.
—¿Qué estás haciendo?
—Tu madre querría que cuidara de ti esta noche.
—¿Te vas a quedar toda la noche? —Mis manos empezaron a temblar de nuevo
y a través de mi mente llena de algodón, supe que tenía que hallar una forma
de que se fuera. No era una buena idea dejarlo dormir aquí. Pero, ¿cómo podía
forzarlo a salir? Él era más fuerte. E incluso si pudiera conseguirlo, mi mamá
recientemente le había dado la llave de la casa. Él volvería a entrar.
—Estás dejando que entre el aire frío —dijo Hank, gentilmente apartando mis
brazos de la puerta—. Déjame ayudar.
Eso es correcto, pensé con una sonrisa en mi propia mente desordenada y
estúpida. Él quería ayudar.
Hank lanzó sus llaves en el mostrador y se hundió en el sofá, poniendo sus pies
en la otomana. Fijó sus ojos en el almohadón a su lado.
—¿Quieres relajarte con un programa?
—Estoy cansada —dije, abrazándome a mí misma ahora que el horrible temblor
se había esparcido hasta mis codos.
—Has tenido un largo día. Dormir pude ser precisamente lo que ordenó el
doctor.
Luché contra la opresiva nube que sofocaba mi cerebro, pero parecía que no
había un fin para la densa oscuridad.
—¿Hank? —pregunté inquisitivamente—. ¿Por qué quieres quedarte aquí esta
noche, en verdad?
Él sonrió burlonamente.
—Luces positivamente asustada, (tn). No es como si fuera a estrangularte
mientras duermes.
En mi dormitorio, deslicé el tocador hasta dejarlo frente a la puerta,
bloqueándola con efectividad. No tenía idea porque lo hice; no tenía ninguna
razón para temerle a Hank. Él estaba manteniéndole una promesa a mi mama.
Quería protegerme. Si tocaba la puerta, correría el tocador a un lado y abriría la
puerta.
Y aun así…
Me arrastré en la cama y cerré los ojos. El cansancio recorría mi cuerpo y ahora
estaba temblando violentamente. Me preguntaba si me estaba dando gripe.
Cuando mi mente empezó a sentirse pensada, no luche contra ella. Colores y
formas se balancearon adentro y afuera de mi atención. Mis pensamientos se
deslizaron más profundamente en mi subconsciente. Hank tenía razón; había
sido un largo día. Necesitaba dormir.
No fue hasta que me encontré a mí misma de pie en el umbral del estudio de
Joe, que empecé a sentir que algo no estaba precisamente bien. La neblina se
dispersó de mi cerebro y me di cuenta que Hank me había engañado
mentalmente hasta llevarme a la sumisión. Abriendo la puerta delante de Joe
y corriendo hacia dentro, grité su nombre.
Lo encontré en la cocina, sentado en un taburete de bar. Con una mirada hacia
mí, se puso de pie y cruzó hacia mí.
—¿(tn)? ¿Cómo llegaste aquí? Estás dentro de mi cabeza —dijo, con
sorpresa—. ¿Estás soñando? —Sus ojos miraron mi rostro una y otra vez, en
busca de una respuesta.—No lo sé. Eso creo. Me subí a la cama sintiendo una necesidad desesperada
de hablar contigo… y aquí estoy. ¿Estás dormido?
Sacudió la cabeza.
—Estoy despierto, pero tú estás eclipsando mis pensamientos. No sé cómo lo
hiciste. Sólo un Nefil poderoso o un ángel caído podrían hacer algo así.
—Algo terrible sucedió. —Me lancé a sus brazos, intentando disipar mis
temblores convulsivos—. Primero, mi mamá cayó por las escaleras y en nuestro
camino al hospital para verla, Hank y yo fuimos golpeados por un coche. Antes
de que me desmayara, creo que Hank dijo que el otro auto estaba lleno de
ángeles caídos. Hank me trajo a casa desde el hospital y le pedí que se fuera,
¡pero no quiere!
Los ojos de Joe hubo un destello de ansiedad.
—Cálmate. ¿Hank está a solas contigo ahora?
Asentí.
—Despierta. Voy a ir a verte.
Quince minutos después, hubo un suave golpe en la puerta de mi habitación.
Quitando el tocador del camino de la entrada, miré por una rendija de la puerta
para encontrar a Joe al otro lado. Agarré su mano y lo arrastré dentro.
—Hank está abajo, viendo televisión —susurré. Hank había estado en lo
correcto; dormir me había hecho un mundo de bien. Al despertar de mi sueño,
lo suficiente de mi proceso normal de pensamiento había regresado para
hacerme ver lo que no había sido capaz antes: Hank me había hecho un truco
mental de sumisión. Lo había dejado traerme a casa sin una sola réplica, lo
había dejado entrar a mi casa, lo había dejado acodarse y todo porque había
pensado que él quería protegerme. Nada podía estar más lejos de la verdad.
Joe cerró la puerta con una suave patada.
—Entré por el ático. —Me observó, de pies a cabeza—. ¿Estás bien? —Su dedo
trazó la superficie de una venda que cubría una delgada laceración, atravesando
la línea de mi cabello, y sus ojos ardieron con rabia.
—Hank ha estado jugando con mi mente toda la noche.
—Dímelo todo de nuevo, empezando con la caída de tu madre.
Tragué un profundo respiro y luego volví a contar mi historia.
—¿Cómo lucía el auto de los ángeles caídos? —preguntó Joe.
—El Camino. Tan.
Joe se frotó la barbilla, pensativo.
—¿Crees que fue Gabe? No es lo que conduce normalmente, pero eso no
significa necesariamente nada.
—Había tres de ellos en el auto. No pude ver sus caras. Puede que hayan sido
Gabe, Dominic y Jeremiah.
—O, pudo haber sido cualquier cantidad de ángeles caídos que tenían a Hank
como objetivo. Con la muerte de Nick, hay un precio justo sobre su cabeza. Es
el Mano Negra, el Nefil más poderoso que está vivo y cualquier número de
ángeles caídos lo quiere como su vasallo para fanfarronear. ¿Cuánto tiempo
estuviste fuera antes de que Hank te llevara al hospital?
—Si tengo que suponer, sólo unos cuantos minutos. Cuando volví, Hank estaba
cubierto de sangres y parecía cansado. Apenas pudo levantarme para meterme
en el auto. No creo que sus cortaduras y moretones fueron por el choque. El ser
coaccionado para jurar lealtad suena como lo más probable.
Una verdadera Mirada salvaje se formó en las facciones de Joe.
—Esto termina aquí. Te quiero fuera de esto. Sé que debes ser quien derribe a
Hank, pero no puedo arriesgarme a perderte. —Se levantó y caminó por la
habitación, claramente molesto—. Déjame hacer esto por ti. Déjame ser quien
le haga pagar.
—Esta no es tu pelea, Joe —dije, tranquilamente.
Sus ojos ardieron con una intensidad que no había visto antes.
—Eres mía, Ángel y no lo olvides. Tus peleas son mis peleas. ¿Qué si hubiera
sucedido algo hoy? Fue lo suficientemente malo cuando pensé que tu fantasma
me estaba buscando; no creo que pudiera manejar la realidad.
Me puse detrás de él, enlazando mis brazos bajo los suyos.
—Algo malo pudo haber sucedido, pero no fue así —dije, gentilmente—.
Incluso si fue Gabe, obviamente no consiguió lo que quería.
—¡Olvida a Gabe! Hank tiene algo planeado para ti, y tal vez también para tu
mamá. Concentrémonos en eso. Quiero que te escondas. Si no quieres quedarte
en mi casa, está bien. Encontraremos otro lugar. Te quedarás allí hasta que
Hank esté muerto, enterrado y pudriéndose.
—No puedo irme. Hank inmediatamente sospechará algo si desaparezco.
Además, no puedo hacer que mi madre pase por esto otra vez. Si desaparezco
ahora, la destrozará. Mírala. Ella no es la misma persona que era hace tres
meses. Tal vez en parte se debe a los trucos mentales de Hank, pero tengo que
enfrentar el hecho de que mi desaparición la debilitó de maneras que
probablemente nunca se recupere. Desde el momento en que se despertó esta
mañana, está aterrorizada. Para ella, no hay tal cosa como estar a salvo. Ya no
más.
—De nuevo, Hank está haciéndolo —rechazó secamente Joe.
—No puedo controlar lo que Hank hizo, pero puedo controlar lo que hago
ahora. No me voy. Y tienes razón… no voy hacerme a un lado y dejar que te
encargues de Hank solo. Prométeme ahora que pase lo que pase, no me vas a
engañar. Prométeme que no vas a ir tras mi espalda y en silencio acabar con él,
aunque honestamente creas que lo estás haciendo por mi propio bien.
—Oh, él no se va a ir en silencio —dijo Joe con un borde asesino.
—Prométemelo, Joe.
Me miró en silencio durante un largo momento. Los dos sabíamos que él era
más rápido, más hábil en la lucha, y, cuando llegara al punto, más implacable.
Había intervenido y salvado muchas veces en el pasado, pero esta era la única
vez—única vez—cuando era mi lucha a escoger, y sólo mía.
Por último, y con gran renuencia, dijo:
—No voy a esperar y verte ir en contra de él sola, pero no lo voy a matar en
privado, tampoco. Antes de que ponga una mano sobre él, me aseguraré de
que es lo que quieres.
Estaba de espaldas a mí, pero yo presioné mi mejilla contra su hombro,
frotándolo suavemente.
—Gracias.
—Si alguna vez eres atacada de nuevo, ve por las cicatrices de las alas del ángel
caído.
No lo seguí de inmediato. Luego continuó:
—Golpéalo con un bate de béisbol o estrella un palo en sus cicatrices si eso es
todo lo que tienes. Las cicatrices de las alas son nuestro talón de Aquiles. No
podemos sentir el dolor, pero el trauma de las cicatrices nos paralizará. En
función de los daños causados, podrías paralizarnos durante horas. Después de
apuñalar la barra de hierro a través de las cicatrices de Gabe, me sorprendería si
él sale de la conmoción en menos de ocho.
—Lo tendré en cuenta —dije en voz baja. Luego—: ¿Joe?
—Mmm. —Su respuesta fue brusca.
—Yo no quiero pelear. —Trazando mi dedo a lo largo de sus omóplatos, sus
músculos rígidos con molestia. Todo su cuerpo estaba hermético, frustrado más
allá de toda medida—. Hank ya ha apartado a mi madre de mí, y no quiero que
te aparte, también. ¿Puedes entender por qué tengo que hacerlo? ¿Por qué no
puedo enviarte a pelear mis batallas, a pesar de que los dos sabemos que ganas
en este departamento, fácilmente?
Exhaló, largo y lento, y sentí los nudos en su cuerpo aflojarse.
—Sólo hay una cosa que ya sé con certeza. —Se volvió, sus ojos de un claro
negro—. Que haría cualquier cosa por ti, incluso si eso significa ir en contra de
mis instintos o de mi propia naturaleza. Dejaría todas las cosas que poseo, hasta
mi alma, por ti. Si eso no es amor, es lo mejor que tengo.
No sabía qué decir a cambio; nada parecía suficiente. Así que tomé su rostro
entre mis manos y besé su fija, y determinada boca.
Poco a poco, la boca de Joe se moldeó a la mía. Disfruté la deliciosa presión
que se disparó a través de mi piel cuando su boca se elevó y se sumergió en
contra de la mía. No quería que se enojara. Quería que él confiara en mí como
yo confiaba en él.
—Ángel —dijo, mi nombre silenciado desde donde nuestros labios se juntaban.
Se echó hacia atrás, sus ojos juzgaban lo que quería de él.
Incapaz de soportar tenerlo tan cerca sin sentir su tacto, deslicé mi mano a la
parte posterior de su cuello, guiándolo a besarme de nuevo. Su beso fue más
duro, carnal mientras sus manos recorrían mi cuerpo, enviando calientes
escalofríos estremeciendo como electricidad bajo mi piel.
Su dedo rápidamente abrió un botón de mi chaqueta—luego dos, tres, cuatro.
Se cayó de mis hombros, dejándome en mi camiseta. Empujó hacia arriba el
borde, jugueteando y acariciando con su pulgar sobre mi estómago. Mi
respiración se hizo forzada.
Una sonrisa bandida brillaba en sus ojos mientras concentraba su atención más
alto, acariciando la curva de mi garganta, plantando besos, su barba rastrillando
con un dolor muy gratificante.
Él me bajó hacia atrás contra la suavidad de mi almohada abajo.
Probó más profundo, manteniéndose por encima de mí, y de repente estaba en
todas partes; su rodilla atrapando mi pierna, sus labios rozando cálidos, ásperos,
sensuales. Extendió su mano en la parte baja de mi espalda, sosteniéndome con
fuerza, volviendo a hundir mis dedos profundamente en él, aferrándome a él
como si el dejarlo ir significaría perder parte de mí misma.
—¿(tn)?
Miré hacia la puerta… y grité.
Hank llenaba la entrada, apoyando su antebrazo en el marco de la puerta. Sus
ojos recorrieron la habitación, su rostro se contrajo en una contemplación
irónica.
—¡Qué estás haciendo! —le grité.
Él no respondió, sus ojos aún escaneando cada rincón de mi habitación.
No sabía dónde estaba Joe; era como si hubiera percibido a Hank un
momento antes de que el pomo de la puerta se moviera. Él podría estar a
metros de distancia, escondido. Segundo antes de ser descubierto.
—¡Fuera! —Salté de la cama—. No puedo hacer nada sobre la llave de la casa
que mi madre te dio, pero aquí es donde trazo la línea. No vuelvas a entrar en
mi habitación de nuevo.
Sus ojos hicieron un barrido lento de las puertas de mi armario, las cuales
estaban rotas.
—Me pareció escuchar algo.
—Sí, bueno, ¿adivina qué? ¡Soy una persona viviente, que respira, y de vez en
cuando hace ruido!
Con eso, tiré la puerta para cerrarla y me hundí en su contra. Mi pulso estaba
todo al límite. Escuché a Hank permanecer de pie decidido por un momento,
probablemente tratando de determinar, una vez más, lo que fuera que lo había
llevado a buscar en mi habitación en primer lugar.
Finalmente vagó por el pasillo. Me había asustado hasta el punto de llorar. Les
di un manotazo a toda prisa, repitiendo sus palabras y su expresión en mi
mente, tratando de encontrar alguna pista que acordara si sabía que Joe
estaba en mi habitación.
Dejé pasar cinco largos engañosos minutos antes de entreabrir mi puerta. El
pasillo fuera estaba vacío. Volví mi atención a mi habitación.
—¿Joe? —susurré en la más mínima voz.
Pero estaba sola.
No vi a Joe otra vez hasta que me quedé dormida. Soñé que estaba
caminando por un campo de hierba salvaje que se separaba alrededor de mis
caderas al caminar. Por delante, un árbol estéril apareció, retorcido y
deformado. Joe se apoyaba contra él, con las manos en los bolsillos. Iba
vestido de negro de la cabeza a los pies, un fuerte contraste frente al color
blanco cremoso del campo.
Corrí el resto del camino hacia él. Cubrió su chaqueta de cuero alrededor de
nosotros, más como un acto de posesión íntima que para conservar el calor.
—Quiero quedarme contigo esta noche —le dije—. Tengo miedo de que Hank
intente algo.
—No voy a dejar que él ni tú estén fuera de mi vista, Ángel —dijo con algo casi
territorial en su tono.
—¿Crees que sabe que estabas en mi habitación?
Él suspiro agitado de Joe fue apenas audible.
—Una cosa es segura: él sintió algo. Tuve la gran impresión de que subiría a
investigar. Estoy empezando a preguntarme si él es más fuerte de lo que le he
dado crédito. Sus hombres son impecablemente organizados y capacitados. Se
las ha arreglado para mantener en cautiverio a un arcángel. Y ahora me puede
sentir a varias habitaciones de distancia. La única explicación que puedo pensar
es en magia negra. Ha encontrado una forma de canalizarla, o hizo un trato. De
cualquier manera, está invocando los poderes del infierno.
Me estremecí.
—Me estás asustando. Esa noche, después de Bloody Mary, los dos Nefilim que
me persiguieron mencionaron la magia negra. Pero dijeron que Hank lo había
pronunciado como un mito.
—Podría ser que Hank no quiere que nadie sepa lo que está haciendo. La magia
negra podría explicar por qué él cree que puede derrotar a los ángeles caídos
tan pronto en el Jeshvan. No soy un experto en magia negra, pero parece
plausible que podría ser utilizada para combatir un juramento, incluso un
juramento hecho bajo el cielo. Podría estar contando con ello para romper
miles y miles de juramentos que los Nefilim han jurado a los ángeles caídos a
largo de los siglos.
—En otras palabras, no piensas que sea un mito.
—Yo solía ser un arcángel —me recordó—. No estaba bajo mi jurisdicción, pero
sé que existe. Eso es todo lo que cualquiera de nosotros sabe. Se originó en el
infierno, y la mayor parte de lo que sabíamos eran especulaciones. La magia
negra está prohibida fuera del infierno, y los arcángeles deben estar encima de
esto. —Un borde de frustración se deslizaba en su tono.
—Tal vez no lo saben. Tal vez Hank encontró una manera deesconderla de
ellos. O tal vez la está utilizando en dosis tan pequeñas, que ellos no lo han
percibido.
—Este es un pensamiento alegre —dijo Joe con una risa corta, sin
entusiasmo—. Él podría estar utilizando la magia negra para reorganizar las
moléculas del aire, lo que explicaría por qué he tenido dificultades para
rastrearlo. Todo el tiempo que he estado espiando por él, he hecho mi mejor
esfuerzo para mantener un rastro de él, tratando de averiguar cómo está
utilizando la información que le he suministrado. No es fácil, dado que se
mueve como un fantasma. No deja evidencia en la forma en que debería. Podría
estar utilizando la magia negra para alterar toda la materia. No tengo idea de
cuánto tiempo ha estado utilizándola o cuán bueno se ha convertido
aprovechándola.
Los dos contemplamos esto en un escalofriante silencio. ¿Reorganizando la
materia? Si Hank era capaz de manipular los componentes básicos de nuestro
mundo, ¿qué otra cosa podría manipular?
Después de un momento, Joe alcanzó bajo el cuello de su camisa, desatando
una simple cadena de hombre. Estaba hecha de eslabones enlazados de plata
genuina y estaba un poco deslustrada. —El verano pasado te di mi collar de
arcángel. Tú me lo devolviste, pero quiero que lo tengas de nuevo. Ya no
funciona para mí. Pero podría ser útil.
—Hank haría cualquier cosa para conseguir tu collar —protesté, aparte las
manos de Joe—. Consérvalo. Tienes que ocultarlo. No podemos dejar que
Hank lo encuentre.
—Si Hank pone mi collar en el arcángel, ella no tendrá más remedio que decirle
la verdad. Ella le dará el conocimiento puro, sin adulterar, y libremente. Tienes
razón en eso. Sin embargo, el collar también registrará el encuentro,
imprimiéndolo para siempre. Tarde o temprano, Hank va a tener en sus manos
un collar. Mejor que encuentre el mío que otro.
—¿Imprimir?
—Quiero que encuentres una manera de darle esto a Marcie —instruyó él,
cruzando la cadena alrededor de mi nuca—. No puede ser obvio. Ella tiene que
pensar que lo está robando de ti. Hank la interrogará, y ella tiene que creer que
es más lista que tú. ¿Puedes hacer eso?
Me aparté, dándole una mirada amonestante.
—¿Qué estás planificando?
Su sonrisa era débil.
—Yo no llamaría a esto planificando. Lo llamaría lanzando un Ave María con los
segundos que quedan en el reloj.
Con gran cuidado, pensé por lo que él me estaba pidiendo.
—Puedo invitar a Marcie a venir —le dije finalmente—. Le diré que necesito
ayuda para escoger joyas que vayan con mi vestido de regreso a casa. Si ella
está realmente ayudando a Hank a cazar un collar de un arcángel, y si ella
piensa que lo tengo, va a tomar ventaja de tener acceso a mi habitación. No me
siento muy contenta de tenerla hurgando, pero lo haré. —Hice una pausa
significativa—. Pero primero quiero saber exactamente por qué lo estoy
haciendo.
—Hank necesita que el arcángel hable. Nosotros también. Necesitamos una
forma de permitir que los arcángeles en el cielo sepan que Hank está
practicando magia negra. Soy un ángel caído, y no me van a escuchar. Pero si
Hank toca mi collar, se imprimirá en el collar. Si está utilizando magia negra, el
collar recordará eso, también. Mi palabra no significa nada para los arcángeles,
pero ese tipo de pruebas lo hará. Todo lo que necesitamos hacer es conseguir
que el collar esté en sus manos.
Todavía sentía un tirón de duda.
—¿Qué pasa si no funciona? ¿Qué pasa si Hank obtiene la información que
necesita, y nosotros no conseguimos nada?
Estuvo de acuerdo con una ligera inclinación de cabeza.
—¿Qué quieres que haga en su lugar?
Pensé en ello, y no encontré nada. Joe estaba en lo cierto. Estábamos fuera de
tiempo, sin opciones. No era la mejor posición para estar, pero algo me dijo que
Joe había sido bueno en decisiones arriesgadas toda su existencia. Si tuviera
que ser arrastrada en una apuesta tan grande como esta, no podía pensar en
nadie más con quien preferiría estar.
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
Extra 1/2
III Temporada
Capitulo 27
Parte 1
Era la noche del viernes, una semana después, y mi mamá y Hank
estaban en la sala de estar, abrazados en el sofá y compartiendo
un tazón de palomitas de maíz. Yo me había retirado a mi
habitación, habiendo prometido a Joe que podía mantenerme tranquila en
torno a Hank.
Hank había estado exasperantemente encantador los últimos días, trayendo a
mi mamá a casa desde el hospital, visitándonos con comida para llevar, cada
noche puntualmente a la hora de la cena, incluso limpiando los canales de
nuestro techo temprano esta mañana. No era lo suficientemente estúpida como
para bajar la guardia, pero me estaba volviendo loca tratando de hacer trizas
sus motivos. Él estaba planeando algo, pero cuando todo se redujo a un qué, yo
estaba muy confundida.
La risa de mi mamá subió las escaleras, y me llevó al límite. Me comuniqué con
Demi a través de un mensaje de texto.
HOLA, respondió ella un momento después.
TNGO ENTRADAS PA SERPENTINE ¿QUIERES IR?
¿SERPEN…. QUÉ?
LA NUEVA BANDA DE N AMIGO D LA FAMILIA, le expliqué. EL CONCIERTO INAUGURAL S STA
NOXE
T RECOGO N 20.
Puntualmente veinte minutos más tarde, Demi dio un frenazo en la entrada. Bajé
estruendosamente las escaleras, con la esperanza de lograr salir por la puerta
antes de que tuviera que soportar la tortura de escuchar a mi mamá
besuquearse con Hank, quien, había aprendido, a besar muy húmedamente.
—¿(tn)? —gritó mamá desde el final del pasillo— ¿A dónde vas?
—Afuera con Demi. ¡Volveré a las once! —Antes de que pudiera prohibirlo, corrí
afuera y me tiré en el interior del Dogde Neon morado de 1995 de Demi—
¡Vamos, vamos, vamos! —Le ordené.
Demi, quién tendría un futuro brillante como piloto de escapada, si la universidad
no salía bien, tomó mi escape en sus propias manos, acelerando lo
suficientemente fuerte como para espantar a una bandada de pájaros que se
encontraban en el árbol más cercano.
—¿De quién era el Avalon que se encontraba en el camino? —preguntó Demi
mientras aceleraba a través de la ciudad, haciendo caso omiso a las señales de
tráfico. Ella había lloriqueado de manera dramática para escaparse de tres
infracciones de velocidad desde que obtuvo su licencia, y estaba firmemente
convencida de que cuando se trataba de la ley, era invencible.
—El coche de alquiler de Hank.
—Oí de Michelle Van Tassel, quien oyó de Lexi Hawkins, quien oyó de nuestra
buena amiga Marcie que Hank está ofreciendo una gran recompensa por
cualquier aviso policíaco oportuno que conduzca al arresto del espectáculo de
fenómenos de feria que trató de sacarte del camino.
Buena suerte con eso.
Pero sonreí adecuadamente, no queriendo advertir a Demi de que nada estaba
mal. Idealmente, sabía que debería contarle todo, empezando con que Hank
había borrado mi memoria. Pero... ¿cómo? ¿Cómo le explicó cosas que
difícilmente puedo comprender yo misma? ¿Cómo la hago creer en un mundo
lleno con cosas de pesadillas, cuando no tenía nada más que mi propia palabra
para ofrecer como prueba?
—¿Cuánto está ofreciendo Hank? —pregunté—. Tal vez pueda ser persuadida
para recordar algo importante.
—¿Por qué molestarte? Agarra su tarjeta bancaria en su lugar. No creo que se
daría cuenta si se le robaran unos pocos cientos de dólares. Y oye, si te atrapa,
no es que pueda hacer que te arresten. Eso arruinaría cualquier oportunidad
que tenga con tu madre.
Si sólo fuera tan sencillo, pensé, una sonrisa valiente congelada en mi cara. Si
sólo Hank pudiera ser tomado en serio.
Había un pequeño aparcamiento cerca del Devil’s Handbag, y Demi se desplazó a
través de ello cinco veces, pero ningún lugar quedaba disponible. Ella amplió su
búsqueda cuadra por cuadra. Finalmente se estacionó paralelamente a lo largo
de un tramo de acera que dejaba la mitad del Neón colgando en la calle.
Demi salió y observó su trabajo de parqueo. Se encogió de hombros.
—Cinco puntos por creatividad.
Recorrimos el resto del camino a pie.
—Entonces, ¿quién es este amigo de la familia? —preguntó Demi— ¿Es hombre?
¿Es atractivo? ¿Está soltero?
—Si en el primer punto, probablemente en el segundo, creo que sí en el ultimo.
¿Quieres que te presente?
—No. Sólo quería saber si debo mantener mi mirada de odio adiestrada en él.
Ya no confío en los chicos, pero mi radar de miedo se sale de los límites cuando
se trata de chicos lindos.
Me reí brevemente tratando de imaginar una versión totalmente limpia, y
engalanada de Kevin.
—Kevin Parnell es cualquier cosa menos lindo.
—¡Ok¡ Espera. ¿Qué es esto? No me dijiste que el viejo amigo de la familia era
Kevinie el sexy.
Quería decirle a Demi que era porque estaba haciendo mi mejor esfuerzo por
mantener la aparición pública de Kevin de esta noche en silencio, ya que no
quería que ninguna palabra acerca de esto llegara a oídos de Hank, pero le
reste importancia con algo inocente.
—Lo siento, debo haberlo olvidado.
—Nuestro chico Kevinie tiene un cuerpo que no puedes olvidar. Tienes que
reconocerle eso.
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
Extra 2/2
III Temporada
Capitulo 27
Parte 2
Ella estaba en lo cierto. Kevin no era voluminoso, pero era puro músculo y tenía
el físico bien proporcionado, de un atleta de primera categoría. Si no fuera por
la expresión dura, casi como un ceño fruncido que llevaba a todas partes, lo
más probable sería que atrajera a una multitud de chicas. Posiblemente incluso
a Demi, que era una enemiga autoproclamada del hombre.
Dimos la vuelta en la última esquina, y el Devil’s Handbag apareció a la vista.
Era muy poco encantadora la estructura de cuatro pisos con ladrillo con hiedra
rastreara y ventanas oscuras. Por un lado tenía como vecino a una casa de
empeño. En el otro lado estaba ubicada una tienda de reparación de calzado la
cual yo secretamente sospechaba era la fachada de un próspero negocio de
documentos de identidad falsos. En serio, ¿quien aún reemplazaba las suelas de
sus zapatos?
—¿Vamos a estar etiquetadas? —preguntó Demi.
—No esta noche. No están sirviendo alcohol en la barra, ya que la mitad de la
banda es menor de edad. Kevin me dijo que solamente necesitaríamos las
entradas. —Nos unimos a la fila, y cinco minutos después atravesamos las
puertas. El espacioso diseño interior consistía en un escenario en un lado de la
habitación, y una barra en el otro lado. La cabina estaba ubicada cerca de la
barra, y las mesas cerca del escenario. Había una multitud decente, llegando
más cada minuto, y experimente un poquito de nerviosa anticipación por Kevin.
Traté de distinguir rostros de Nefilim en la audiencia, pero no tenía suficiente
experiencia como para confiar en mí misma para hacer un buen trabajo. No es
que tuviera una razón para creer que el Devil’s Handbag fuera un lugar de
reunión probable para los no humanos, particularmente aquellos con lealtad
hacia Hank. Simplemente estaba siguiendo la creencia de que no me hace daño
ser precavida.
Demi y yo fuimos directas a la barra.
—¿Algo de beber? —La camarera, una pelirroja que no había escatimado en
delineador en los ojos o anillos en la nariz, nos preguntó.
—Un suicidio —le dijo Demi—. Ya sabes, ¿cuándo pones en una pequeña copa
de todos los licores?
Me incliné hacia un lado.
—¿Qué edad tenemos?
—La infancia sólo llega una vez. Hay que vivirla al tope.
—Cherry Coke —le dije a la camarera.
Mientras Demi y yo tomábamos nuestras bebidas, sentándonos de nuevo y
acogiendo la emoción del pre-espectáculo, una rubia esbelta con el pelo
metido en un desordenado, y sexy, moño pavoneándose en exceso. Apoyó los
codos hacia atrás en la barra, y dándome una mirada superficial. Llevaba un
vestido largo, bohemio, logrando una impecablemente elegante apariencia
hippie. A excepción de un simple toque de lápiz de labios rojo sirena, estaba
libre de maquillaje, lo cual llevó mi atención a su boca llena, y sensual. Fijando
su mirada en el escenario, dijo:
—No las he visto por aquí antes chicas. ¿Es su primera vez?
—¿Cuál vez es para ti? —dijo Demi.
La chica se echó a reír, y aún cuando el sonido era suave y tintineante, hizo que
los pelos en la parte trasera de mi cuello se levantaran.
—¿Estudiantes de secundaria? —especuló ella.
Demi entrecerró los ojos.
—Quizás sí, quizás no. ¿Y tú eres...?
La rubia le dedicó una sonrisa.
—Dabria. —Sus ojos se clavaron en los míos—. Me enteré de la amnesia. Qué
lástima.
Me atraganté con mi Cherry Coke.
Demi dijo.
—Me pareces familiar. Pero tu nombre no me suena conocido. —Frunció sus
labios de modo evaluativo.
En respuesta, Dabria le lanzó una fría mirada a Demi, y así no más, todas las
sospechas en la expresión de Demi se disiparon, dejándola tan en blanco como el
agua tranquila.
—Nunca antes te he visto en mi vida. Esta es la primera vez que nos hemos
visto —dijo Demi en un tono monótono.
Miré a Dabria.
—¿Podemos hablar? ¿A solas?
—Pensé que nunca lo preguntarías —contestó ella alegremente.
Me abrí camino hacia el pasillo que conducía a los baños. Cuando estuvimos
fuera de la multitud, giré hacia Dabria.
—En primer lugar, dejar de hacer trucos con la mente mi mejor amiga. En
segundo lugar, ¿qué estás haciendo aquí? Y en tercer lugar, eres mucho más
bonita de lo que Joe me hizo creer. —Probablemente no era necesario decir
en esa última parte, pero ahora que estaba a solas con Dabria, no estaba de
humor para darle vueltas al asunto. Lo mejor era ir directo al punto.
Su boca se curvó en una sonrisa satisfecha.
—Y tú eres un poco más sencilla de lo que recuerdo.
De repente, deseé haberme puesto algo más sofisticado que unos pantalones
vaqueros anchos, una camiseta con estampados, y un sombrero de estilo
militar. Le dije:
—Él ha superado lo tuyo, sólo para que quede claro.
Dabria examinó su manicura antes de mirar hacia mí a través de sus inclinadas
pestañas. Con un arrepentimiento inconfundible, dijo:
—Me gustaría poder decir que lo he superado a él.
¡Te lo dije! Pensé furiosamente hacia Joe.
—El amor no correspondido es una mierda —dijo simplemente—. ¿Él está aquí?
—Dabria estiró su cuello para buscar entre la multitud.
—No. Pero estoy segura de que ya lo sabías, puesto que te has hecho cargo tu
misma de acecharlo.
Algo travieso bailaba en sus ojos.
—¿Ah, sí? ¿Se dio cuenta?
—Es difícil no hacerlo cuando se ha hecho evidente que el propósito de tu vida
es lanzarte sobre él.
El borde de su sonrisa se endureció.
—Para que lo sepas, si no fuera por la pluma que me pertenece y que Adam te
mantiene escondida en sus pantalones, no me lo pensaría dos veces para
arrastrarte afuera a la calle y darte un asiento de primera fila para un coche que
se aproxime. Ahora Adam podría estar aquí por ti, pero no me relajaría. Él ha
hecho bastantes enemigos en los últimos años, y no puedo decirte a cuántos de
ellos les gustaría encadenarlo en el infierno. Tú no tratas a la gente de la
manera en que él lo hace y duermes con ambos ojos cerrados —dijo, una
advertencia cruel arrastrándose en su tono—. Si él quiere quedarse en la Tierra,
no puede ser distraído por una… —su mirada me recorrió— chiquilla infantil. Él
necesita un aliado. Alguien que pueda cuidar su espalda y ser útil para él.
—¿Y piensas que eres justamente la chica para ese trabajo? —me enfurecí.
—Creo que deberías concentrarte en tu propia especie. A Adam no le gusta estar
amarrado. Una mirada a ti, y puedo decir que has tenido tus manos llenas con
él.
—Ha cambiado —le dije—. No es la misma persona que era cuando lo conocí.
Su risa resonó en las paredes.
—No puedo decidir si tu ingenuidad es adorable, o si quiero darte un poco de
sentido a golpes. Adam nunca va a cambiar, y no te ama. Te está utilizando para
llegar a la Mano Negra. ¿Sabes qué tan alto es el precio por la cabeza Hank
Millar? Millones. Adam quiere ese dinero tanto como siguiente ángel caído, quizás
más, porque él puede utilizarlo para redimirse con sus enemigos, y créeme
cuando digo que están pisándole los talones. Él tiene ventaja en el juego
porque te tiene a ti, la heredera de la Mano Negra. Tú puedes acercarte a la
Mano Negra de una manera con la que los ángeles caídos sólo pueden soñar.
No me inmute.
—No te creo.
—Sé que quieres a la Mano Negra, cariño. Al igual que sé que quieres ser la que
lo destruya. No es una tarea fácil, teniendo en cuenta que es un Nefilim, pero
pretende por un minuto que es posible. ¿De verdad crees que Adam te entregará a
Hank cuando puede entregárselo a las personas adecuadas y recibir un cheque
de diez millones de dólares? Piensa en ello.
Con ese comentario, Dabria levantó astutamente una ceja y se incorporó a la
multitud
Cuando volví a la barra, Demi dijo:
—No sé a ti, pero a mí no me gusta esa chica. Ella rivaliza con Marcie por el
puesto número uno en mi medidor de detector de perras.
Ella es peor, pensé sombríamente. Mucho peor.
—Hablando de instintos, todavía no he tomado una decisión acerca de cómo
me siento acerca de este Romeo en particular —dijo Demi, sentándose un poco
más firme en el taburete.
Seguí su mirada, encontrando a Kevin en la final de la misma.
Un poco más de una cabeza más alto que la multitud, se abrió camino hacia
nosotras. Su cabello castaño con líneas más claras abrazaba su cabeza como un
gorro, y combina con unos pantalones vaqueros sucios y una ajustada camiseta,
lucía en todos los aspectos como el bajista en una prometedora banda de rock.
—Viniste —dijo con un levantamiento en su boca, y me di cuenta de inmediato
que estaba satisfecho.
—No me lo perdería por nada en el mundo —dije, tratando de quitar cualquier
inquietud que sentía por la obstinada negativa de Kevin acerca de mantenerse
en la clandestinidad un poco más. Una breve mirada a su mano reveló que no
se había quitado el anillo de la Mano Negra—. Kevin, esta es mi mejor amiga,
Demi Sky. No sé si ustedes se han conocido oficialmente.
Demi estrechó la mano de Kevin y dijo:
—Estoy feliz de ver que hay al menos una persona en esta sala más alta que yo.
—Sí, obtuve mi altura del lado de mi papá —dijo Kevin, claramente sin prisas
por dar más detalles. Luego hacia mí—. Acerca del baile de Bienvenida. Voy a
enviar una limusina a tu casa mañana a las nueve. El conductor te llevará al
baile, y nos encontraremos allí. ¿Se supone que tengo que conseguir una de
esas cosas de flores para tu muñeca? Se me olvido completamente eso.
—¿Ustedes dos van a ir al baile de Bienvenida juntos? —preguntó Demi, con las
cejas arqueadas, los dedos apuntando entre nosotros de una manera perpleja.
Podría haberme pateado a mi misma por no recordarme decirle. En mi defensa,
tenía muchas cosas en mi mente.
—Como amigos —le aseguré a Demi—. Si quieres venir, cuantos más mejor.
—Sí, pero ahora no tengo tiempo para comprar un vestido —dijo Demi, sonando
realmente desanimada.
Pensando en mis pies, dije:
—La primera cosa que vamos a hacer mañana es ir a Silk Garden. Con tiempo
de sobra. ¿No te gustó el vestido de lentejuelas moradas, el del maniquí?
Kevin apuntó con el pulgar por encima de su hombro.
—Tengo que ir a calentar. Si pueden quedarse después del espectáculo,
encuéntrense conmigo detrás del escenario y les daré un tour privado.
Demi y yo intercambiamos una mirada, y sabía que su estimación hacia Kevin
acababa de aumentar varios puntos. Yo, en cambio, rezaba para que él durara el
tiempo suficiente para darnos un paseo. Disimuladamente moví alrededor mis
ojos, tratando de buscar signos de Hank, sus hombres, o cualquier otra cosa
problemática.
Serpentine apareció en el escenario, probando y afinando las diferentes
guitarras y tambores. Kevin subió al escenario con ellos, cambiando la correa de
su guitarra de un lado a otro de sus hombros. Toco unas pocas notas con la
guitarra, mordiendo con los dientes la pajuela de la guitarra mientras movía la
cabeza siguiendo su propio ritmo. Mirando hacia los lados, encontré a Demi
dando golpecitos con el pie siguiendo el ritmo.
Codeé su codo.
—¿Algo que quieras decirme?
Ella contuvo una sonrisa.
—Él es agradable.
—Pensé que estabas en desintoxicación de chicos.
Demi me codeó de vuelta, más fuerte.
—No seas una Debbie Downer .
—Sólo estoy dejando las cosas en claro.
—Si nos enamoramos, él podría escribirme baladas y esas cosas. Tienes que
admitir, que no hay nada es más sexy que un chico que compone música.
—Sí, claro —le dije.
—Sí, claro, para ti misma.
En el escenario, un equipo del Devil’s Handbag les ayudó a ajustar los
micrófonos y amplificadores. Uno de los miembros del equipo estaba de
rodillas, conectando los cables, mientras que hacia una pausa para limpiarse el
sudor de su frente. Mis ojos se posaron en su brazo, y fui golpeada por un
destello de reconocimiento tan fuerte que pareció como si me meciera. Tres
palabras estaban tatuadas como un mantra en su antebrazo. FRÍO. DOLOR.
DURO.
No sabía el significado de la combinación de esas palabras, pero sabía que las
había visto antes. Un par de cortinas se apartaron, dejando al descubierto mi
memoria el tiempo suficiente para recordar haber visto el tatuaje justo después
de haber sido arrojada del Land Cruiser de Hank. FRÍO. DOLOR. DURO. No lo
había recordado antes, pero ahora estaba segura. El hombre en el escenario
había estado allí. Inmediatamente después del accidente. Él me había agarrado
las muñecas mientras había caído en la inconsciencia, arrastrando mi cuerpo a
través de la tierra. Tuvo que haber sido uno de los ángeles caídos viajando en El
Camino.
Mientras llegaba a esta sorprendente conclusión, el ángel caído se sacudió las
manos y saltó fuera del escenario, vagando por el perímetro de la multitud.
Tuvo breves conversaciones con algunas personas, avanzando lentamente hacia
la parte posterior de la habitación. De repente, se dirigió hacia el mismo pasillo
donde Dabria y yo habíamos hablado.
Le hable a Demi al oído.
—Voy a corriendo al baño. Guárdame el lugar.
Bordeando la multitud, apretada en grupos de tres y cuatro personas alrededor
de la barra, seguí al ángel caído por el pasillo. Se detuvo en el otro extremo del
mismo, inclinándose ligeramente hacia adelante. Se movió, dejando al
descubierto su perfil, sosteniendo un encendedor cerca del cigarrillo que
equilibraba entre sus labios. Exhalando una columna de humo, salió al exterior.
Le di unos segundos de ventaja, y luego entreabrí la puerta y saqué la cabeza.
Un puñado de fumadores merodeaban en el callejón, pero a excepción de un
simple movimiento de ojos, nadie me prestó atención. Salí completamente, en
busca del ángel caído. Estaba a medio camino del callejón, caminando hacia la
calle. Tal vez quería fumar solo, pero tenía la impresión de que se estaba yendo
definitivamente.
Analice detalladamente mis opciones. Podría volver rápidamente dentro y
conseguir la ayuda de Demi, pero no quería correr el riesgo de involucrarla si
podía evitarlo. Podría llamar a Joe como refuerzo, pero si esperaba a que
llegara, me arriesgaría a perder al ángel caído. O podría seguir el consejo de
Joe e inmovilizar al ángel caído, tomando ventaja de las cicatrices de sus alas,
y luego pedir refuerzos.
Decidí darle a Joe tanta información como pudiera y rezar para que se
apresurara. Habíamos acordado reservar las llamadas y los mensajes de texto
sólo para emergencias, no queriendo dejar ninguna evidencia no deseada por
ahí que Hank pudiera encontrar. Si esto no constituía una emergencia, no sabía
que lo hacía.
CALLEJÓN DETRÁS DL DEVIL´S HANDBAG, le escribí en un mensaje de texto
rápidamente. VI ANGEL CAIDO DEL CHOQUE COCHE. APUNTARÉ A CICATRICES DE LAS ALAS.
Había una pala de nieve apoyada contra la puerta trasera de la tienda de
reparación de calzado, y lo recogí sin pensar. No tenía un plan, pero si iba a
inmovilizar al ángel caído, necesitaría un arma. Manteniendo una confiada
distancia por detrás, lo seguí hasta el final del callejón. Giró hacia la calle, dando
un golpecito a su cigarrillo en la cuneta, y marcó en su teléfono celular.
Oculta en la sombra, recogí pedacitos de su conversación.
—Terminé el trabajo. Él está aquí. Sí, estoy seguro de que es él.
Colgó y se rascó el cuello. Soltó un suspiro que sonó conflictivo. O tal vez
resignado.
Aprovechando su tranquila contemplación, me deslicé por detrás de él y mecí la
pala de lado al otro en un cruel barrido. Se estrelló en su espalda con más
fuerza de la que nunca pensé que tenía, justo donde las cicatrices de sus ala
deberían estar.
El ángel caído se tambaleó hacia delante, agarrándose una rodilla.
Hice descender la pala por segunda vez con más confianza. Luego una tercera,
una cuarta, una quinta vez. Sabiendo que no podía matarlo, le di un fuerte
golpe en la cabeza.
Se tambaleó fuera de equilibrio, y luego cayó al suelo.
Lo golpeé con mi zapato, pero estaba fuera de combate.
Pasos apresurados resonaron detrás de mí y me volteé, sin soltar la pala. Joe
surgió de la oscuridad, sin aliento por correr. Miró entre el ángel caído y yo.
—Lo… tengo —dije, todavía impresionada de que hubiera sido tan fácil.
Joe removió suavemente la pala de mis manos y la dejó a un lado. Una débil
sonrisa temblaba en sus labios.
—Ángel, este hombre no es un ángel caído.
Parpadeé.
—¿Qué?
Joe se agachó junto al hombre, tomó su camisa en sus manos, y desgarró la
tela. Me quedé mirando la espalda del hombre, suave y musculosa. Y sin la
cicatriz de las alas a la vista.
—Estaba segura —balbuceé—. Pensé que era él. Reconocí su tatuaje…
Joe miró hacia mí.
—Es un Nefilim.
¿Un Nefil? ¿Acababa de apalear a un Nefil hasta dejarlo inconsciente?
Volteando el cuerpo del Nefil, Joe le desabrochó la camisa, inspeccionando su
torso. Al mismo tiempo, nuestra mirada se desplazó a la marca justo debajo de
su clavícula. El puño cerrado era demasiado familiar.
—La marca de la Mano Negra —dije con asombro—. Los hombres que nos
atacaron ese día, y que casi nos sacan de la carretera, eran los hombres de
Hank?
¿Qué significaba eso? ¿Y cómo pudo Hank haber cometido tan serio error de
juicio? Él había afirmado que eran ángeles caídos. Había sonado tan seguro…
—¿Estás segura de que este era uno de los hombres en El Camino? —preguntó
Joe.
La rabia saltó dentro de mí cuando me di cuenta que había sido engañada.
—Oh, estoy segura.
continuara
espero q les alla gustado xD
ya casi estamos cerca del final okis se me cuidan
ElitzJb
Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)
Oooooohhh creo que kev esta en peligrooooo!........ Aaaaaaaahhhhh esealdiro solo juega con su mente!!!!...... Ojala y dabria no este con esos!!!....
chelis
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