Change my world {HS}

6. Hazza.

-¿Has hablado con tu mamá? –preguntó Paulette, una vez que se encontraban fuera del restaurant. Gemma y Niall se habían ido más temprano, mientras Des y la señora Horan conversaban aun dentro del local de comida. –Me refiero… a la señora Kessel.
-¿La verdad? –preguntó intentando ser gracioso, pero al parecer Paulette quería una respuesta sería. –No. –suspiró rendido. – He estado pensando que quizá ya me olvidaron.
-No digas eso, estoy segura que deben estar muy ocupadas con Alex ¡Es un idiota! –comentó con la mirada llena de amor.
-Lo quieres mucho, ¿verdad? –preguntó Harry, sintiendo una pequeña punzada en el pecho.
-Es mi mejor amigo. –dijo mientras giraba sobre sí misma, para quedar así, frente al castaño. -¿Tienes algún mejor amigo Harry?
Este frunció el ceño levemente, sorprendido por su evasiva.
-¿Por qué no quieres responder? –preguntó este.
-Ya te respondí, Hazza, ahora es tú turno.
Harry suspiró cansado, intentar descubrir si Paulette sentía o no algo mas por el tal Alex sería toda una misión.
-En el mundo del que vengo, los amigos son escasos. –comentó, sintiendo un repentino vacío en el pecho. Él si tenía amigos, pero no de esos amigos que están en las malas y peores, no. Solo tenía de esos que estaban cuando necesitaban diversión. –En realidad, no tengo amigos.
-Todos tenemos un amigo en quien confiar. Alguien a quien podemos contarle todos nuestros sentimientos y emociones… debes tener a alguien. –comentó la castaña muy preocupada por el ruloso, no era normal encontrar a alguien tan solitario en el mundo. –Yo puedo ser tu amiga.
Esas palabras los sorprendieron a ambos por igual, Paulette no esperaba decir algo como eso a tan solo dos días de conocerlo, y él jamás pensó que la pequeña castaña dijera algo así.
Los dos estaban parados frente al puerto, la noche estaba helada y cada cierto tiempo corría una suave brisa, era evidente la llegada del invierno, y con ello las nevazones. Ninguno decía nada, pero sus miradas estaban fijas en el otro, como si tuvieran una especie de imán entre ellos.
-¿Tienes frío? –preguntó al notar como la chica se estremecía ligeramente.
-No…-dijo ella con un hilo de voz. No tenía frío, pero si tenía ganas de besar a Harry, lo cual no estaba bien, pues solo se conocían hace dos días.
-Claro que sí. Estas tiritando. –Harry se quitó la chaqueta y la puso sobre los hombros de la chica, lo que provocó que la distancia entre ellos fuera escasa. –Lo siento. –murmuró él intentando retroceder, pero Paulette fue más rápida y lo abrazó, escondiendo su cabeza en el pecho del chico. Harry, desconcertado, le devolvió el abrazo y la apretó más hacia él. Le encantaba tenerla cerca, solo para él.
-No sé porque –comenzó la chica, luego de unos minutos. –pero creo que me equivoqué contigo.
-¿A si? –preguntó Harry mientras la castaña salía de su pequeño escondite, quedando ambos rostros muy cerca el uno del otro. -¿Por qué lo dices?
-Porque… ayer creía que eras el típico niño rico, pero no lo eres. –sonrió, acercándose unos centímetros más.
-¿Y que soy? –susurró Harry, a tan solo unos milímetros de la boca de Paulette.
-Hazza. –dijo ella antes de juntar sus labios con los del chico.
Rosaron sus labios suavemente, pero Harry, con miedo al rechazo de la castaña, se separó levemente, como si estuviera pidiendo permiso. Paulette se acercó nuevamente, tomando la iniciativa. Moría por probar los labios del chico, y el pequeño rose la volvió aun más loca.
-Creo que se tomaron muy enserio lo de conocerse. –dijo una voz, sobresaltándolos. Des y Maura estaban de pie, observándolos fijamente. -¿Qué dices Maura?
-Espero no ver a mi hija llorando por los pasillos de la casa. –advirtió la mujer, mirando fijamente a Harry, quien tragó fuerte con evidente nerviosismo, provocando la risa de Paulette.
-Lo mismo para ti, jovencita. –dijo Des. –No quiero que mi hijo llore.
Paulette sonrío, mientras Harry tomaba su mano, entrelazando sus dedos. Al parecer nadie había notado que Des lo había llamado hijo, solo él, cosa que lo puso aun más nervioso ¿Y si solo había sido su imaginación?
Apretó más fuerte la mano de Poli, y ella, como acto reflejo, lo estrecho contra ella.
Los cuatro comenzaron a caminar en dirección a los aparcamientos, para poder volver a casa, pues hacía mucho frío y ya era bastante tarde. Des y Maura reían como los viejos amigos que eran, incluso parecían hermanos por el nivel de confianza que había entre ellos. Mientras que Harry y Paulette iban más atrás, aun tomados de las manos, pero en completo silencio.
-Lo noté –susurró de pronto, sorprendiendo a Harry, quien llegó a saltar del susto.
-¿Qué cosa? –preguntó, apretando un poco mas su mano.
-Que Des te llamo “Hijo” y que por eso tomaste mi mano.
-No, no fue…
-No importa, me gusta. –dijo Paulette, tomando su otra mano.
-A mi también. –susurró Harry, acercándose nuevamente, pidiendo permiso, el cual fue concedido.
Juntaron nuevamente sus labios, de forma delicada y tierna. Ninguno de los dos sabía que estaba pasando entre ellos, pero tampoco querían descubrirlo por el momento. Disfrutaban de la compañía del otro, y eso era todo lo que necesitaban.
-Si van a comenzar a hacer eso cada vez que estén solos, procuren que no sea en la vía pública. –dijo Des, interrumpiendo el momento.
-Hay niños pequeños, con frágiles y puras mentes. –comentó Maura, siguiéndole el juego a su amigo.
Los chicos, muy avergonzados, continuaron caminando detrás de sus padres, pero esta vez iban separados. No querían que los interrumpieran nuevamente.
-Bien… ha sido una velada interesante. –comentó Maura, observando cómo Harry y Paulette se sonrojaban levemente. –Se nota que el muchacho es tu hijo, es igual a ti, Des.
-Oh Dios. Adiós Maura. –dijo este, fulminándola con la mirada. –Paulette. –sonrió cómplice.
-Adiós señor Styles. –dijo esta, bastante cohibida.
-Ya nos veremos, Harry. Fue un gusto conocerte. –Maura lo abrazó efusivamente, como si lo conociera de toda la vida. –Adiós, Des.
-Dejemos que los tórtolos se despidan –comentó este.- 5 minutos.
Maura y Des desaparecieron dentro de sus respectivos autos, dejando a los dos chicos mas avergonzados que nunca. ¿Cómo se suponía que debían despedirse?
-Creo que… bueno…
-No te preocupes. –la interrumpió Harry. –No tienes que sentirte obligada a nada… es decir… sé que el beso…
-No. El beso fue increíble y en realidad siento que me gustas.
-¿A si? –preguntó Harry, evidentemente nervioso.
-Sí. –susurró ella, sonrojándose nuevamente.
-Podemos conocernos más… -sugirió Harry, con la esperanza de una respuesta positiva por parte de la castaña.
-Eso me gustaría mucho. –volvió a susurrar, mientras levantaba la mirada. –Jamás creí que serías así.
-Ni yo. –confesó. –Quizá ustedes son buenas influencias.
-Quizá. –dijo Paulette, un poco menos cohibida. La idea de conocer más a Harry la animaba, y mucho.
-Bien… creo que… me voy. –dijo Harry, aunque lo que menos quería hacer era alejarse de Paulette. –Yo… em…
-Deberíamos salir mañana. –interrumpió ella.
-Si… em… te llamaré esta noche.
-Claro…
-Adiós. –dijeron ambos simultáneamente, cosa que los hizo sonreír como idiotas. –Te veo mañana. –susurró Harry, antes de besarle la mejilla.
-Sí. –murmuró la castaña con una sonrisa en los labios.
Ambos caminaron en dirección al auto de sus padres, dedicándose una última mirada antes de subir y emprender camino a sus respectivos hogares.

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