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Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
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Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion)
Capitulo 20.
Nick empezó a arrastrarse por la mañana. Tenía en la cabeza el discurso que había elaborado, revisado y ampliado durante la noche. El truco, en lo que se le alcanzaba, radicaría en conseguir hacerse escuchar por ________.
Y ella lo escucharía, se dijo a sí mismo cuando enfilaba hacia la finca de los Brown. Se trataba de _______. No existía nadie más benévolo ni generoso de corazón que ________. ¿Acaso no era esa una de las numerosas razones por las cuales la amaba?
Había actuado como un imbécil, pero ella lo perdonaría. Tenía que perdonarlo porque… ________ era así.
De todos modos, se le hizo un nudo en el estómago cuando vio su coche aparcado en la mansión. No había regresado a su casa.
No se enfrentaría solo a ella, pensó aterrorizado, sintiendo esa clase de terror que empapa la espalda de un sudor frío, sino a las cuatro, y además el Cuarteto contaba con la señora Grady de refuerzo.
Entre todas lo colgarían por las pelotas.
Se lo merecía, sin duda. Ahora bien, ¿por qué tenía que lidiar con las cuatro? Menuda mierda.
—Acéptalo, Jonas —musitó saliendo de la camioneta.
Mientras se dirigía a la puerta, se preguntó si los condenados experimentaban esa misma sensación de fatalidad y terror en estado puro cuando atravesaban el corredor de la muerte.
—Reponte y vuelve al ruedo. No son capaces de asesinarte.
Quizá lo descuartizarían, y seguro que sería el blanco de sus ataques verbales, pero no podían asesinarlo.
Nick iba a abrir la puerta impelido por la fuerza de la costumbre, pero se dio cuenta de que, como persona non grata que era, había perdido ese derecho, y decidió que sería mejor llamar al timbre.
Pensó que podría convencer a la señora Grady. No solo le caía bien, sino que sentía predilección por él.
Podría implorarle piedad y entonces…
De repente, la puerta se abrió y ante él apareció Parker. Nadie, pensó Nick, era capaz de convencer a Parker Brown.
—Eh…
—Hola, Nick.
—Quiero… necesito ver a _______. Quiero disculparme… por todo. Si pudiera hablar con ella unos minutos y…
—No.
Una sola palabra, pensó él, pronunciada con frialdad.
—Parker, solo quiero…
—No, Nick. Está durmiendo.
—Puedo volver más tarde, esperar o…
—No.
—¿Eso es todo lo que vas a decirme? ¿Únicamente no?
—No —repitió ella sin trazas de ironía o de humor—. No es eso todo lo que vamos a decirte.
Mac y Laurel aparecieron detrás de ella. Tal como se presentaba la batalla, tenía que admitir que el enemigo era superior. No le quedaba más alternativa que rendirse.
—Sea lo que sea lo que vayáis a decirme, lo merezco. Si queréis que os diga que estaba equivocado, lo estaba. Y mucho. Si preferís que os diga que he sido un imbécil, os lo digo. Si…
—Yo me decanto más por el tópico de llamarte cerdo egoísta —comentó Laurel.
—Eso también. Sé que aunque hubiera motivos, aunque contara con atenuantes, os daría igual. Eso, seguro.
—Nos daría igual, sí —terció Mac adelantándose—. Sobre todo porque le has hecho daño a una de las mejores personas que conozco.
—No podré rectificar, no podré arreglar eso si no me dejáis hablar con ella.
—Es ella quien no quiere hablar contigo. No quiere verte —apostilló Parker—. Por ahora no. Te aseguro que me he dado cuenta de que tú también estás dolido, pero no puedo decirte que lo sienta. De momento, no. Ahora lo que importa es ________, y no tú. Necesita tiempo, y que la dejes sola. Y eso es lo que vas a hacer.
—¿De cuánto tiempo estamos hablando?
—Del que sea necesario.
—Parker, si pudieras escuchar lo que…
—No.
Nick se quedó de piedra. En ese momento Carter salió de la cocina en dirección al vestíbulo. Le dirigió una mirada compasiva y breve, se volvió de espaldas y regresó por donde había venido.
Hasta ahí llegaba la solidaridad masculina.
—No puedes cerrarme la puerta.
—Puedo y voy a hacerlo. Pero antes te concederé una cosa porque te quiero, Nick.
—Oh, por favor, Parker… —¿Por qué no lo colgaban por las pelotas?, pensó Nick. Seguro que eso no le dolería tanto.
—Te quiero. No es que seas como un hermano para mí, es que lo eres. Para todas nosotras. Por eso haré una excepción y terminaré por perdonarte.
—Yo no me apunto a eso —intervino Laurel—. Tengo mis reservas.
—Te perdonaré —siguió diciendo Parker—, y volveremos a ser amigos. Pero lo importante es que _______ también te perdonará. Encontrará la manera. Sin embargo, hasta que eso no suceda, hasta que no esté lista, la dejarás en paz. No la llamarás, no te pondrás en contacto con ella y no intentarás verla. A menos que lo pregunte, no le comentaremos que esta mañana has estado aquí. Por otro lado, tampoco vamos a mentirle.
—No puedes volver a esta casa, Nick. —El tono de voz de Mac dejó entrever un deje de compasión—. Si tenemos algún problema o alguna pregunta que hacerte relacionados con el estudio, hablaremos por teléfono. No puedes volver hasta que a ________ no le parezca bien.
—¿Cómo sabréis cuándo será el momento? —preguntó Nick—. ¿Ella os dirá: «Oíd, me parece bien que Nick venga por aquí»?
—Lo sabremos —se limitó a decir Laurel.
—Si te importa algo esta mujer, le concederás todo el tiempo que necesite. Tienes que darme tu palabra.
Nick se pasó la mano por el pelo mientras Parker aguardaba.
—Muy bien. Tú y todas vosotras la conocéis mejor que nadie. Si decís que eso es lo que le conviene, de acuerdo, seguro que acertáis. Te doy mi palabra. La dejaré en paz hasta que… hasta entonces.
—Una cosa más, Nick —añadió Parker—. Aprovecha tú también este tiempo y piensa en lo que quieres realmente, en lo que necesitas. Y quiero que me des tu palabra respecto a otra cosa.
—¿Quieres que te lo firme con sangre?
—Con una promesa bastará. Cuando ella esté preparada, te llamaré. Haré eso por ti y por ella, por los dos, pero solo si prometes venir a hablar conmigo antes de hacerlo con ella.
—De acuerdo. Te lo prometo. ¿Puedes ponerte en contacto conmigo de vez en cuando para decirme cómo está, lo que ella…?
—No. Adiós, Nick. —Parker cerró la puerta sigilosamente ante sus propias narices.
En el interior de la mansión Mac dejó escapar un suspiro.
—No creo que esté siendo desleal si digo que me da un poco de pena. Sé lo que se siente cuando uno se comporta como un auténtico patán en esta clase de asuntos, cuando tienes a alguien que te quiere y te comportas como una mema.
Laurel asintió.
—Sí lo sabes. Concédete un minuto si necesitas compadecerte de él. —Aguardó un rato y luego consultó su reloj—. ¿Ya está?
—Sí, más o menos.
—Creo que yo también le dedicaré un minuto, porque el tío parece estar pasándolo mal. —Laurel miró hacia la escalera—. De todos modos, ella está peor. Tendríamos que ir a ver cómo se encuentra.
—Ya voy yo. Creo que deberíamos ceñirnos a la rutina —intervino Parker—. ________ se sentirá peor si vamos retrasadas, si eso afecta al negocio. Por lo tanto, y de momento, seguiremos trabajando… y si acumulamos retrasos o encontramos algún escollo por el camino, la mantendremos al margen hasta que esté más restablecida.
—Si cualquiera de nosotras necesita ayuda, puede pedírselo a Carter. Mi chico es el mejor.
—¿No te cansas nunca de presumir de eso? —le preguntó Laurel a Mac.
Mac consideró la respuesta.
—En realidad, no. —Y pasó el brazo por los hombros de Laurel—. Supongo que por eso me sabe un poco mal por Nick, y mucho más por ________. El amor puede joderte bastante antes de que entiendas cómo has de convivir con él. Y cuando lo consigues, te maravilla pensar cómo demonios podías haber vivido sin él. Creo que tengo que ir a darle un besazo a Carter. Volveré esta tarde para ver cómo se encuentra —añadió Mac dirigiéndose a la cocina—. Llamadme si ________ me necesita antes.
—«El amor puede joderte bastante antes de que entiendas cómo has de convivir con él.» —Laurel hizo un mohín—. Mira, podríamos escribir eso en la página web.
—Suena bien.
—Mac tiene razón en lo de Carter. Es el mejor. Pero ese hombre no entrará en mi cocina cuando yo esté trabajando. No quiero tener que hacerle daño, Parker. Hazme saber si ________ necesita otro hombro al que arrimarse o si tú necesitas a este soldado en el frente luchando en la guerra de las novias.
Parker asintió y subió la escalera.
________, en la habitación de arriba, se obligó a levantarse de la cama para no seguir acostada compadeciéndose de sí misma. Pero en lugar de eso, se abrazó a una almohada y se quedó mirando el techo.
Sus amigas habían corrido las cortinas de los ventanales para que el dormitorio quedara a oscuras y en silencio. La habían arropado en la cama como si fuera una inválida, le habían puesto almohadones y habían dejado un jarrón de fresias en la mesilla de noche. Luego le hicieron compañía hasta que se quedó dormida.
Tendría que avergonzarse, se dijo. Tendría que estar avergonzada de mostrarse tan desvalida, de ser tan débil. Aunque en realidad estaba muy agradecida de que sus amigas la hubieran apoyado y supieran lo que necesitaba.
Sin embargo, había llegado un nuevo día. Era preciso seguir adelante, enfrentarse a la realidad. Los corazones rotos sanaban. Quizá las fisuras permanecían siempre, como finas cicatrices, pero se curaban. La gente vivía y trabajaba, reía y comía, caminaba y hablaba sin hacer caso de esas fisuras.
Para muchos incluso, las cicatrices llegaban a desaparecer y podían volver a amar.
Ahora bien, ¿para cuántos de ellos la persona que les había roto el corazón estaba tan imbuida en su vida que se veían obligados a verla una y otra vez? ¿Para cuántos esa persona era como un hilo tan entretejido en el tapiz de su vida cotidiana que arrancarlo significaba deshacer la pieza entera?
________ no tenía la opción de eliminar a Nick de su vida tal como la tenía montada, de no volver a verlo, o de verlo tan solo en determinadas ocasiones.
Esa era la razón de que las aventuras sentimentales en el trabajo estuvieran tan plagadas de riesgos, pensó. Si salían mal, cada día te veías obligada a enfrentarte a tu dolor. De nueve a cinco, cinco días a la semana. Claro que también podías dimitir, cambiar de puesto de trabajo o mudarte a otra ciudad. Escapabas para poder curarte y seguir adelante.
Esa alternativa no era válida para ella porque…
Jamaica. La oferta de Adele.
No se trataría solo de tener otro despacho, de vivir en otra ciudad, sino de cambiar de país, de empezar de cero. Podría seguir trabajando en lo que más le gustaba, pero con una nueva identidad. Sin relaciones complicadas, sin lazos que la ataran. Sin tener que enfrentarse a Nick cada vez que él apareciera por la mansión o coincidiera con ella en el súper, cada vez que los invitaran a una fiesta.
No se apiadarían de ella la veintena de personas que sabían que tenía esas fisuras en el corazón.
Podría hacer un buen trabajo con todas esas flores tropicales. Vivir una primavera y un verano perpetuos, quizá en una casa en la playa, donde pudiera escuchar el rumor de las olas por las noches.
Sola.
Cambió de postura cuando oyó que la puerta se abría.
—Estoy despierta.
—Café. —Parker se acercó a la cama y le ofreció una taza—. Lo he traído por si acaso.
—Gracias. Gracias, Parker.
—¿Te apetece desayunar? —Parker se deslizó hacia los cortinajes y los abrió para dejar entrar la luz.
—No tengo hambre.
—Muy bien. —Parker se sentó en la cama y le apartó el pelo de la mejilla—. ¿Has dormido?
—Sí, en realidad, sí. Supongo que como vía de escape, me ha ido muy bien. Ahora me siento un poco espesa y apagada. Y como una imbécil. No tengo ninguna enfermedad mortal. No me he fracturado los huesos ni tengo una hemorragia interna. No ha muerto nadie, por el amor de Dios. Y ni siquiera tengo fuerzas para salir de la cama.
—No ha pasado ni un día.
—Ahora vas a decirme que me lo tome con calma, que las cosas se arreglarán.
—Es cierto. Hay quien dice que el divorcio es como una muerte. Me parece acertado. Y creo que sucede algo parecido cuando el amor es muy grande y profundo. —Los cálidos y azules ojos de Parker irradiaban compasión—. Has de pasar el duelo.
—¿Por qué no puedo tener un ataque de rabia? ¿Por qué no me cabreo y ya está? Le llamo hijo de puta, cabronazo… lo que sea. ¿No puedo evitarme el sufrimiento y pasar directamente a odiarlo? Podemos salir juntas, emborracharnos y mandarlo a la mierda.
—No es tu estilo, ________. Si pensara que eso te iría bien, si pensara que eso sería útil para ti, la liaríamos, nos emborracharíamos y lo mandaríamos a la mierda ahora mismo.
—Sí que lo harías. —________, recuperando al fin la sonrisa, se recostó en las almohadas y escrutó el rostro de su amiga—. ¿Sabes en qué estaba pensando mientras estaba aquí echada, entregada a la autocompasión, antes de que tú entraras?
—¿En qué?
—En aceptar la oferta de Adele. Podría ir a Jamaica, instalarme allí y ayudarle a montar su negocio. Lo haría bien. Sé cómo montarlo, sé llevar las riendas. O al menos sabría encontrar a las personas adecuadas para que se encargaran de todo. Para mí sería como empezar de cero, y conseguiría levantar eso. Podría hacer que el negocio despegara.
—Podrías, es cierto. —Parker se levantó y fue hacia la ventana para retocar las cortinas—. Es una decisión importante para tomarla en unos momentos en que emocionalmente estás inestable.
—He estado planteándome cómo voy a soportar seguir viendo a Nick. Aquí, en la ciudad, en las celebraciones… Cada mes, más o menos, asiste como invitado a alguna de nuestras bodas. Tenemos muchos conocidos en común y nuestras vidas están muy vinculadas entre sí. Aun cuando llegue el momento en que pueda pensar en él, en nosotros, sin… —tuvo que interrumpirse y reunir fuerzas de flaqueza para controlarse—… sin que me entren ganas de llorar, ¿cómo voy a manejar todo eso? Sabía que esto podía pasar, que podía suceder, pero…
—Pero —repitió Parker asintiendo y volviéndose hacia ella.
—Por eso seguía echada, imaginando que aceptaba la oferta, que empezaba de nuevo, construyendo algo nuevo. La playa, el buen tiempo y un nuevo reto al que enfrentarme. Lo he estado valorando durante cinco minutos. No, seguramente solo han sido tres. Este es mi hogar y esta, mi familia: se trata de ti, de nosotras… de mí. Por eso tendré que buscar la manera de solucionarlo.
—Le recriminaré que hayas llegado al extremo de considerar esta otra opción, aunque sea durante tres minutos.
—Si hubiese decidido que eso era lo mejor para mí, sé que me habrías dejado marchar.
—Habría intentado convencerte con palabras. Habría llenado un montón de papeles, destacado puntos a tratar, dibujado gráficos, tablas, y redactado muchas, muchísimas listas. Y además habría añadido un DVD.
_______ derramó unas lágrimas.
—Te quiero mucho, Parker.
Parker volvió a sentarse y le dio un fuerte abrazo.
—Voy a levantarme, a darme una ducha y a vestirme. Empezaré a pensar cómo puedo enfrentarme a todo esto.
—Vale.
________ superó ese día, y el siguiente también. Montó arreglos florales, elaboró ramos y se entrevistó con varios clientes. Lloró, y cuando su madre fue a hacerle compañía, reanudó el llanto. Sin embargo, se enjugó las lágrimas y siguió adelante.
Hizo frente a diversos incidentes y consiguió encajar la solidaridad explícita e implícita de sus colaboradoras de trabajo mientras decoraban juntas las salas para una boda. Observó a las novias caminar con las flores que ella les había preparado hasta reunirse al pie del altar con sus amados.
________ vivió y trabajó, rió y comió, anduvo y habló.
Y a pesar del vacío interior que sentía, a pesar de que nada parecía llenarla, lo perdonó.
Ese día se celebraba la reunión consultiva de mediados de semana, reunión a la que se presentó con unos minutos de retraso.
—Lo siento. Quería esperar a que llegara la entrega para la celebración del viernes por la noche. Tengo a Tiffany clasificando el material, pero quería ver los lirios de agua. Vamos a usar muchas calas Diosa Verde y quería comprobar el tono con el de las orquídeas antes de ponerla a trabajar.
Se dirigió al mueble de las bebidas y tomó una Pepsi Light.
—¿Me he perdido algo?
—Todavía no. De hecho, podrías empezar tú —le dijo Parker—. La boda del viernes es la más importante de la semana y las flores acaban de llegar. ¿Algún problema?
—Con las flores, no. Lo hemos recibido todo, y en buenas condiciones. La novia quería un estilo ultracontemporáneo, con un toque funky. Calas Diosa Verde, orquídeas cymbidium, que son fantásticas en la tonalidad amarillo-verdosa, y unas eucharis grandifloras blancas, para que resalten los colores del ramo de la novia. Sus diez damas, sí, habéis oído bien, diez, llevarán tres calas Diosa Verde atadas con una cinta. Y la niña de las flores, un pequeño ramo de grandifloras y unas orquídeas en el pelo. En lugar de prendidos florales o porta ramilletes, la MDNA y la MDNO irán con una sola orquídea cada una. Habrá jarrones en las mesas para todas ellas durante el aperitivo y el banquete.
_______ repasó los documentos de su ordenador portátil.
—Otra vez salen las calas Diosa Verde en las urnas de la entrada, mezcladas con bambú y colas de caballo, orquídeas, cascadas de amarantos colgantes y…
_______ cerró la tapa del ordenador.
—Necesito dejar a un lado las cuestiones de trabajo durante unos minutos. Primero para deciros que os quiero, y que no sé qué habría hecho sin vosotras la semana pasada. Debisteis de terminar hartas de verme alicaída y llorosa al principio.
—Yo sí —dijo Laurel alzando la mano, gesto que arrancó la risa de ________—. De hecho, tu manera de andar deprimida por la vida deja mucho que desear, y en cuanto al lloriqueo, vas a tener que trabajarlo bastante más. Espero que con el tiempo te salga mejor.
—Me esforzaré. Por ahora, se acabó. Estoy bien. Tengo que asumir que, visto que Nick no se ha dejado caer por aquí ni ha intentado llamarme, enviarme correos o hacerme señales de humo, le habéis advertido que se mantenga al margen.
—Sí —le confirmó Parker—. Eso fue lo que hicimos.
—Os lo agradezco. Necesitaba tiempo y distancia para resolver este asunto y, en fin, para poner las cosas en su sitio. Como tampoco le he visto el pelo a Del, imagino que debisteis de pedirle que se abstuviera de venir durante unos días.
—Nos pareció que sería lo mejor —terció Mac.
—Supongo que tenéis razón, pero el hecho es que somos amigos. Somos una familia. Y tenemos que volver a recuperar todo eso. O sea, que si habéis inventado alguna señal para indicar que todo está despejado, podéis enviarla. Nick y yo somos capaces de acabar con este ambiente enrarecido, si es necesario, para que todos podamos volver a la normalidad.
—Si estás segura de que ya estás preparada…
_______ asintió dirigiéndose a Parker.
—Sí, estoy segura. Bien, volviendo al vestíbulo…
Nick se sentó con sigilo en un reservado del Café de la Amistad.
—Gracias por haberte reunido conmigo, Carter.
—Me siento como un espía. Como un agente doble. —Carter se quedó contemplando el té verde—. Y, en cierto sentido, me gusta.
—Dime, ¿cómo está _______? ¿Qué hace? ¿Qué está pasando? Dímelo, Carter, dime lo que sea. Han transcurrido diez días. No puedo hablar con ella, ni verla, ni enviarle mensajes o correos. ¿Cuánto tiempo tendré que…? —A Nick se le quebró la voz y frunció el ceño—. ¿Soy yo el que está hablando?
—Sí, eres tú.
—Jo… no me soporto a mí mismo —exclamó Nick mirando a la camarera—. Morfina, que sea doble.
—Ja, ja —respondió ella.
—Prueba con el té —propuso Carter.
—No estoy tan mal. Todavía. Un café normal. ¿Cómo está ella, Carter?
—Está bien. Ahora mismo andan muy ocupadas. Junio es… una locura, de hecho. _______ dedica muchas horas al trabajo. Todas ellas. Y pasa mucho tiempo en casa. Por las noches alguna de las chicas suele ir un rato a hacerle compañía. Vino su madre, y sé que la escena fue muy emotiva. Mac me lo contó. Ahora te hablo en calidad de agente doble. _______ no comenta nada conmigo. No soy el enemigo exactamente, pero…
—Lo entiendo. Yo tampoco me he acercado a la librería porque no creo que Lucía quiera verme. Tengo la sensación de que tendría que llevar cosida en la ropa alguna especie de signo maldito.
Sumido entre la rabia y la tristeza, Nick se hundió en su asiento.
—Del tampoco puede acercarse por allí. Por decreto de Parker. Ostras, como si yo la hubiera engañado, le hubiera dado una paliza o… Sí, ya sé que intento justificarme. ¿Cómo puedo decirle que lo siento si no puedo hablar con ella?
—Puedes practicar lo que le dirás cuando se presente la ocasión.
—A eso le he dedicado muchas horas. ¿A ti te pasa lo mismo, Carter?
—En realidad, a mí me dejan hablar con Mac.
—Me refería a…
—Lo sé. Sí, me pasa lo mismo. Ella es la luz. Antes te movías tropezando en la oscuridad, o te las arreglabas más o menos en la penumbra. Ignoras que vives en la penumbra porque siempre ha sido así. Y, de repente, se hace la luz, la ves y todo cambia.
—Si esa luz se apaga o, peor aún, si eres lo bastante imbécil para apagarla tú mismo, entonces la vida se vuelve más oscura que antes.
Carter se inclinó hacia delante.
—Creo que para recuperar la luz tienes que darle un motivo. Lo que dices cuenta, pero lo que haces es lo más importante. Creo.
Nick asintió, y sacó el móvil del bolsillo al oír que empezaba a sonar.
—Es Parker. —Nick contestó a la llamada—. Vale. Bien. ¿Ah, sí? ¿Está ella…? ¿Qué? Lo siento. De acuerdo. Gracias, Parker… Sí. Voy para allá.
Nick cerró el teléfono.
—Van a abrirme la puerta. Tengo que ir, Carter. Hay cosas que necesito…
—Ve. Ya me encargo yo de esto.
—Gracias. Estoy un poco mareado. Deséame mucha mierda.
—Te deseo mucha mierda, Nick.
—Creo que la necesitaré. —Nick se levantó de golpe y salió del local como una exhalación.
Llegó a la mansión a la hora exacta que Parker le había dicho. No quería que se enfadara con él. Caía la tarde, endulzada por la fragancia de las flores. Las palmas de la mano le sudaban.
Por segunda vez en muchos años, llamó al timbre.
Parker fue a abrir. El traje gris y el moño desenfadado que llevaba en la nuca le indicaron que no había abandonado sus aires de ejecutiva. Solo de mirarla, tan pulcra, tan fresca y encantadora, se dio cuenta de que la había echado mucho de menos.
—Hola, Parker.
—Entra, Nick.
—Me preguntaba si alguna vez te oiría decir eso.
—_______ está dispuesta a hablar contigo, y yo dejaré que hables con ella.
—¿No vamos a volver a ser amigos nunca más?
Parker lo miró, tomó su rostro entre sus manos y le dio un beso.
—Estás fatal. Y eso dice mucho en tu favor.
—Antes de hablar con _______, quiero decirte que si llego a perderte, me muero. Si llego a perderos a ti, a Laurel y a Mac. Me habría muerto.
Parker le dio un largo abrazo.
—La familia lo perdona todo. —Y lo achuchó antes de soltarlo—. ¿Qué otra alternativa hay? Te daré dos opciones, Nick, y elige una cuando vayas a hablar con _______. La primera es que si no la amas…
—Parker, yo…
—No, a mí no me lo digas. Si no la amas, si no puedes darle lo que necesita y quiere (no solo por ella, sino por ti también), rompe sin dudarlo. Ya te ha perdonado y lo aceptará. No le prometas lo que no puedes darle o no quieres darle. Nunca lo superaría, y tú nunca serías feliz. Segunda opción: si la amas, si puedes darle lo que necesita y quiere, no solo por ella, sino también por ti, te diré lo que tienes que hacer, lo que marcará un antes y un después.
—Dímelo entonces.
Trabajó hasta tarde, sola, como hacía últimamente la mayoría de las noches. _______ pensó que eso tenía que acabar. Echaba de menos a la gente, conversar, ir de acá para allá. Casi estaba lista para abandonar la zona de seguridad en la que se había refugiado, para que le diera el aire, dijera lo que tenía que decir y volviese a ser ella misma.
Se dio cuenta de que ella también echaba de menos a la ________ de siempre.
Una vez terminado el arreglo floral, lo llevó a la cámara y regresó para limpiar su zona de trabajo.
Oyó que alguien llamaba a la puerta y se detuvo en seco. Supo, antes de ir a abrir, que sería Nick. Nadie ganaba a Parker en eficiencia.
Allí estaba él, con una brazada de dalias de un rojo salvaje. Le dio un vuelco el corazón.
—Hola, Nick.
—_________. —Nick suspiró—. ________… me doy cuenta de que es una frivolidad traerte flores para templar los ánimos, pero…
—Son preciosas. Gracias. Entra.
—Hay muchas cosas que quiero decirte.
—Iré a ponerlas en agua. —________ se volvió de espaldas y fue a la cocina a buscar un jarrón, una mezcla de una solución nutricional para las plantas y unas tijeras de podar—. Sé que quieres hablar conmigo, pero yo necesito decirte algo primero.
—De acuerdo.
_______ se puso a cortar los tallos bajo el agua.
—Primero quiero disculparme.
—No digas eso. —En su tono de voz asomó un deje de rabia—. Ni se te ocurra.
—Quiero disculparme por mi comportamiento, por lo que te dije. En primer lugar, porque cuando me calmé, me di cuenta de que estabas agotado, malhumorado… y no te encontrabas bien. Y yo, deliberadamente, traspasé los límites.
—No quiero que te disculpes, por favor.
—Pues voy a hacerlo, o sea que te aguantas. Estaba enfadada porque no me dabas lo que yo quería. —_______ dispuso las flores una a una—. Tendría que haber respetado tus límites y no lo hice. Estuviste muy desagradable, y en eso tuviste tú la culpa, pero yo te presioné, y ahí la culpable fui yo. Sin embargo, lo importante es que nos prometimos que seguiríamos siendo amigos, y yo no mantuve mi promesa. Falté a mi palabra y lo siento.
_______ lo miró a los ojos.
—Lo lamento mucho, Nick.
—De acuerdo. ¿Has terminado?
—No del todo. Sigo siendo amiga tuya. Lo que ocurre es que necesito un poco más de tiempo. Para mí es importante que sigamos siendo amigos.
—_______… —Nick acercó su mano a la de ella, que reposaba sobre la mesa de trabajo, pero ________ la apartó y empezó a arreglar las flores.
—Son preciosas de verdad. ¿Dónde las has comprado?
—En la tienda de tu mayorista. Les llamé y les supliqué. Les dije que eran para ti.
_______ sonrió, pero se zafó de sus caricias.
—¿Lo ves? ¿Cómo no vamos a ser amigos si se te ocurren esta clase de cosas? No quiero que haya resquemores entre los dos. Seguimos queriéndonos. Dejemos lo otro al margen.
—¿Eso es lo que quieres?
—Sí, es lo que quiero.
—Muy bien. Supongo que ahora me toca a mí hablar de lo que quiero. Vayamos a pasear. Necesito que me dé el aire antes de empezar.
—Claro. —Satisfecha de sí misma, ________ dejó las tijeras y el jarrón.
Al salir al exterior, se metió las manos en los bolsillos. Era capaz de enfrentarse a eso, se dijo a sí misma. Lo estaba consiguiendo, y con nota. Pero no podría seguir adelante si él la tocaba. No estaba preparada para eso, todavía no.
—Esa noche —empezó a decir Nick—, estaba agotado y cabreado, y además me encontraba mal. Pero llevabas razón en lo que me dijiste. No me había dado cuenta de lo que me estaba pasando. En realidad, no lo sabía. Ignoraba que había levantado un escudo o trazado unos límites. He estado pensando en eso desde entonces, en mis motivos. Y lo único que se me ocurre es la separación de mis padres. Cuando me fui a vivir con mi padre, siempre había cosas de otras mujeres esparcidas en el baño, por todos lados. Me molestaba. Se habían separado, pero…
—Se trataba de tus padres. Con razón te sentías molesto.
—Nunca superé su divorcio.
—Oh, Nick.
—Es otro cliché, pero es lo que hay. Era un niño y vivía ajeno a todo eso, y un día… Ellos se amaban y eran felices. Y luego dejaron de amarse, y de ser felices.
—No es fácil, eso de cortar por lo sano.
—Hablas en boca de la lógica, de la razón. Pero no fue eso lo que sentí. No hace mucho he comprendido que ambos fueron capaces de comportarse civilizadamente, de vivir con alegría y bondad por separado, sin declararse la guerra ni convertirme a mí en una víctima. Y yo tergiversé todo eso y pensé que no era bueno hacer promesas, que no debía construirme un futuro porque los sentimientos pueden cambiar y las relaciones terminan.
—Eso es posible. No andas equivocado, pero…
—Pero… —la interrumpió Nick—. Déjame hablar, deja que te lo cuente. Pero si no puedes confiar en ti mismo y en tus propios sentimientos, y nunca te arriesgas, ¿de qué te va a servir? Hay un salto, y me imagino que si lo asumes, si decides que ahora es el momento, tienes que decirlo en serio. Y vale más que estés seguro, porque no se trata solo de ti. Ni del momento presente. Tienes que estar convencido para dar ese salto.
—Tienes razón. Ahora entiendo mejor por qué las cosas… Bueno, el porqué.
—Puede que los dos lo hayamos comprendido. Siento que te encontraras a disgusto en casa. Y siento que creas que traspasaste los límites queriendo obsequiarme. Porque tendría que haber valorado eso. Y lo valoro —se corrigió—. He estado regando las plantas.
—Muy bien.
—Fuiste… Oh, te he echado tanto de menos… No recuerdo todas las cosas que pensaba que te iba a decir, ni lo que he ensayado. No lo recuerdo porque te estoy mirando, _______. Tenías razón. No te valoré lo bastante. Dame otra oportunidad. Por favor, dame otra oportunidad.
—Nick, no podemos volver atrás y…
—Atrás no, vayamos adelante. —Nick la tomó por el brazo y la atrajo hacia sí hasta que los dos quedaron de frente—. Hacia delante, _______. Ten piedad de mí. Dame otra oportunidad. No quiero estar con nadie si no es contigo. Necesito… tu luz —dijo Nick acordándose de las palabras de Carter—. Necesito tu corazón y tu risa. Tu cuerpo, tu cerebro. No me apartes de tu lado, ________.
—Si lo retomamos aquí, cuando los dos queramos cosas distintas, cuando necesitemos cosas distintas… no sería justo para ninguno de los dos. No puedo.
A _______ se le anegaron los ojos de lágrimas y Nick se acercó todavía más a ella.
—Déjame hacerlo, deja que dé el salto, _______, porque contigo, creo. Contigo no se trata solo del momento, sino del mañana y de todo lo que eso conlleva. Te quiero. Te quiero.
Cuando la primera lágrima cayó rodando por la mejilla de _______, Nick empezó a moverse.
—Te quiero. Estoy tan enamorado de ti que no lo veía. No podía verlo porque estaba inmerso en eso. Lo eres todo para mí. Quédate conmigo, _______, a mi lado.
—Estoy contigo. Quiero… ¿Qué estás haciendo?
—Bailo contigo. —Nick se llevó la mano de _______ a los labios—. En el jardín, a la luz de la luna.
_______ se estremeció de alegría. Y todas las fisuras cicatrizaron.
—Nick.
—Te estoy diciendo que te quiero. Te estoy pidiendo que compartas tu vida conmigo. —Nick la besó balanceándose y girando sobre sí mismo—. Te estoy pidiendo que me des lo que necesito, lo que quiero, aunque haya tardado mucho en darme cuenta. Te estoy pidiendo que te cases conmigo.
—¿Que me case contigo?
—Cásate conmigo. —El salto fue fácil, y el aterrizaje suave y certero—. Ven a vivir conmigo. Despiértate a mi lado, planta flores en casa, aunque deberás recordarme que las riegue. Haremos planes y los iremos cambiando con el tiempo. Construiremos un futuro para los dos. Te daré todo lo que tengo, y si necesitas más, lo buscaré y te lo entregaré.
_______ oyó el eco de sus propias palabras en el aire perfumado, a la luz de la luna, mientras el hombre al que amaba le hacía girar bailando un vals.
—Creo que acabas de hacerlo. Acabas de regalarme un sueño.
—Di que sí.
—¿Estás seguro?
—¿Crees que me conoces bien?
Sonriendo, _______ parpadeó para desprenderse de las lágrimas.
—Bastante bien.
—¿Te pediría que te casaras conmigo si no estuviera seguro?
—No. No lo harías. ¿Me conoces bien tú a mí, Nick?
—Bastante bien.
_______ se acercó a sus labios y paladeó el momento de alegría.
—Entonces ya sabes la respuesta.
Las tres mujeres, cogidas por la cintura, estaban en la terraza del tercer piso, mirándolos. Detrás, la señora Grady suspiraba.
Mac sollozó y Parker metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de pañuelos de papel. Le ofreció uno a Mac, otro a Laurel, otro a la señora Grady y ella se quedó con el último.
—Qué hermoso… —acertó a decir Mac—. Son guapísimos. Mirad la luz, la pátina plateada de la luz, y la sombra que proyectan las flores, su resplandor, y la silueta de _______ y Ni k.
—Estás pensando en términos fotográficos —comentó Laurel enjugándose las lágrimas—. Y ahí hay una auténtica historia de amor.
—No veo fotografías, sino momentos. Este es el momento de _______. Su mariposa azul. No deberíamos estar mirando. Si nos ven, lo echaremos todo a perder.
—Solo aciertan a verse el uno al otro. —Parker tomó a Mac de la mano, y también a Laurel, y sonrió cuando notó la mano de la señora Grady en su hombro.
El momento era tal y como debía ser.
Y siguieron observándolos, mientras _______ bailaba en una cálida noche de junio, a la luz de la luna, en el jardín, con el hombre al que amaba.
Y ella lo escucharía, se dijo a sí mismo cuando enfilaba hacia la finca de los Brown. Se trataba de _______. No existía nadie más benévolo ni generoso de corazón que ________. ¿Acaso no era esa una de las numerosas razones por las cuales la amaba?
Había actuado como un imbécil, pero ella lo perdonaría. Tenía que perdonarlo porque… ________ era así.
De todos modos, se le hizo un nudo en el estómago cuando vio su coche aparcado en la mansión. No había regresado a su casa.
No se enfrentaría solo a ella, pensó aterrorizado, sintiendo esa clase de terror que empapa la espalda de un sudor frío, sino a las cuatro, y además el Cuarteto contaba con la señora Grady de refuerzo.
Entre todas lo colgarían por las pelotas.
Se lo merecía, sin duda. Ahora bien, ¿por qué tenía que lidiar con las cuatro? Menuda mierda.
—Acéptalo, Jonas —musitó saliendo de la camioneta.
Mientras se dirigía a la puerta, se preguntó si los condenados experimentaban esa misma sensación de fatalidad y terror en estado puro cuando atravesaban el corredor de la muerte.
—Reponte y vuelve al ruedo. No son capaces de asesinarte.
Quizá lo descuartizarían, y seguro que sería el blanco de sus ataques verbales, pero no podían asesinarlo.
Nick iba a abrir la puerta impelido por la fuerza de la costumbre, pero se dio cuenta de que, como persona non grata que era, había perdido ese derecho, y decidió que sería mejor llamar al timbre.
Pensó que podría convencer a la señora Grady. No solo le caía bien, sino que sentía predilección por él.
Podría implorarle piedad y entonces…
De repente, la puerta se abrió y ante él apareció Parker. Nadie, pensó Nick, era capaz de convencer a Parker Brown.
—Eh…
—Hola, Nick.
—Quiero… necesito ver a _______. Quiero disculparme… por todo. Si pudiera hablar con ella unos minutos y…
—No.
Una sola palabra, pensó él, pronunciada con frialdad.
—Parker, solo quiero…
—No, Nick. Está durmiendo.
—Puedo volver más tarde, esperar o…
—No.
—¿Eso es todo lo que vas a decirme? ¿Únicamente no?
—No —repitió ella sin trazas de ironía o de humor—. No es eso todo lo que vamos a decirte.
Mac y Laurel aparecieron detrás de ella. Tal como se presentaba la batalla, tenía que admitir que el enemigo era superior. No le quedaba más alternativa que rendirse.
—Sea lo que sea lo que vayáis a decirme, lo merezco. Si queréis que os diga que estaba equivocado, lo estaba. Y mucho. Si preferís que os diga que he sido un imbécil, os lo digo. Si…
—Yo me decanto más por el tópico de llamarte cerdo egoísta —comentó Laurel.
—Eso también. Sé que aunque hubiera motivos, aunque contara con atenuantes, os daría igual. Eso, seguro.
—Nos daría igual, sí —terció Mac adelantándose—. Sobre todo porque le has hecho daño a una de las mejores personas que conozco.
—No podré rectificar, no podré arreglar eso si no me dejáis hablar con ella.
—Es ella quien no quiere hablar contigo. No quiere verte —apostilló Parker—. Por ahora no. Te aseguro que me he dado cuenta de que tú también estás dolido, pero no puedo decirte que lo sienta. De momento, no. Ahora lo que importa es ________, y no tú. Necesita tiempo, y que la dejes sola. Y eso es lo que vas a hacer.
—¿De cuánto tiempo estamos hablando?
—Del que sea necesario.
—Parker, si pudieras escuchar lo que…
—No.
Nick se quedó de piedra. En ese momento Carter salió de la cocina en dirección al vestíbulo. Le dirigió una mirada compasiva y breve, se volvió de espaldas y regresó por donde había venido.
Hasta ahí llegaba la solidaridad masculina.
—No puedes cerrarme la puerta.
—Puedo y voy a hacerlo. Pero antes te concederé una cosa porque te quiero, Nick.
—Oh, por favor, Parker… —¿Por qué no lo colgaban por las pelotas?, pensó Nick. Seguro que eso no le dolería tanto.
—Te quiero. No es que seas como un hermano para mí, es que lo eres. Para todas nosotras. Por eso haré una excepción y terminaré por perdonarte.
—Yo no me apunto a eso —intervino Laurel—. Tengo mis reservas.
—Te perdonaré —siguió diciendo Parker—, y volveremos a ser amigos. Pero lo importante es que _______ también te perdonará. Encontrará la manera. Sin embargo, hasta que eso no suceda, hasta que no esté lista, la dejarás en paz. No la llamarás, no te pondrás en contacto con ella y no intentarás verla. A menos que lo pregunte, no le comentaremos que esta mañana has estado aquí. Por otro lado, tampoco vamos a mentirle.
—No puedes volver a esta casa, Nick. —El tono de voz de Mac dejó entrever un deje de compasión—. Si tenemos algún problema o alguna pregunta que hacerte relacionados con el estudio, hablaremos por teléfono. No puedes volver hasta que a ________ no le parezca bien.
—¿Cómo sabréis cuándo será el momento? —preguntó Nick—. ¿Ella os dirá: «Oíd, me parece bien que Nick venga por aquí»?
—Lo sabremos —se limitó a decir Laurel.
—Si te importa algo esta mujer, le concederás todo el tiempo que necesite. Tienes que darme tu palabra.
Nick se pasó la mano por el pelo mientras Parker aguardaba.
—Muy bien. Tú y todas vosotras la conocéis mejor que nadie. Si decís que eso es lo que le conviene, de acuerdo, seguro que acertáis. Te doy mi palabra. La dejaré en paz hasta que… hasta entonces.
—Una cosa más, Nick —añadió Parker—. Aprovecha tú también este tiempo y piensa en lo que quieres realmente, en lo que necesitas. Y quiero que me des tu palabra respecto a otra cosa.
—¿Quieres que te lo firme con sangre?
—Con una promesa bastará. Cuando ella esté preparada, te llamaré. Haré eso por ti y por ella, por los dos, pero solo si prometes venir a hablar conmigo antes de hacerlo con ella.
—De acuerdo. Te lo prometo. ¿Puedes ponerte en contacto conmigo de vez en cuando para decirme cómo está, lo que ella…?
—No. Adiós, Nick. —Parker cerró la puerta sigilosamente ante sus propias narices.
En el interior de la mansión Mac dejó escapar un suspiro.
—No creo que esté siendo desleal si digo que me da un poco de pena. Sé lo que se siente cuando uno se comporta como un auténtico patán en esta clase de asuntos, cuando tienes a alguien que te quiere y te comportas como una mema.
Laurel asintió.
—Sí lo sabes. Concédete un minuto si necesitas compadecerte de él. —Aguardó un rato y luego consultó su reloj—. ¿Ya está?
—Sí, más o menos.
—Creo que yo también le dedicaré un minuto, porque el tío parece estar pasándolo mal. —Laurel miró hacia la escalera—. De todos modos, ella está peor. Tendríamos que ir a ver cómo se encuentra.
—Ya voy yo. Creo que deberíamos ceñirnos a la rutina —intervino Parker—. ________ se sentirá peor si vamos retrasadas, si eso afecta al negocio. Por lo tanto, y de momento, seguiremos trabajando… y si acumulamos retrasos o encontramos algún escollo por el camino, la mantendremos al margen hasta que esté más restablecida.
—Si cualquiera de nosotras necesita ayuda, puede pedírselo a Carter. Mi chico es el mejor.
—¿No te cansas nunca de presumir de eso? —le preguntó Laurel a Mac.
Mac consideró la respuesta.
—En realidad, no. —Y pasó el brazo por los hombros de Laurel—. Supongo que por eso me sabe un poco mal por Nick, y mucho más por ________. El amor puede joderte bastante antes de que entiendas cómo has de convivir con él. Y cuando lo consigues, te maravilla pensar cómo demonios podías haber vivido sin él. Creo que tengo que ir a darle un besazo a Carter. Volveré esta tarde para ver cómo se encuentra —añadió Mac dirigiéndose a la cocina—. Llamadme si ________ me necesita antes.
—«El amor puede joderte bastante antes de que entiendas cómo has de convivir con él.» —Laurel hizo un mohín—. Mira, podríamos escribir eso en la página web.
—Suena bien.
—Mac tiene razón en lo de Carter. Es el mejor. Pero ese hombre no entrará en mi cocina cuando yo esté trabajando. No quiero tener que hacerle daño, Parker. Hazme saber si ________ necesita otro hombro al que arrimarse o si tú necesitas a este soldado en el frente luchando en la guerra de las novias.
Parker asintió y subió la escalera.
________, en la habitación de arriba, se obligó a levantarse de la cama para no seguir acostada compadeciéndose de sí misma. Pero en lugar de eso, se abrazó a una almohada y se quedó mirando el techo.
Sus amigas habían corrido las cortinas de los ventanales para que el dormitorio quedara a oscuras y en silencio. La habían arropado en la cama como si fuera una inválida, le habían puesto almohadones y habían dejado un jarrón de fresias en la mesilla de noche. Luego le hicieron compañía hasta que se quedó dormida.
Tendría que avergonzarse, se dijo. Tendría que estar avergonzada de mostrarse tan desvalida, de ser tan débil. Aunque en realidad estaba muy agradecida de que sus amigas la hubieran apoyado y supieran lo que necesitaba.
Sin embargo, había llegado un nuevo día. Era preciso seguir adelante, enfrentarse a la realidad. Los corazones rotos sanaban. Quizá las fisuras permanecían siempre, como finas cicatrices, pero se curaban. La gente vivía y trabajaba, reía y comía, caminaba y hablaba sin hacer caso de esas fisuras.
Para muchos incluso, las cicatrices llegaban a desaparecer y podían volver a amar.
Ahora bien, ¿para cuántos de ellos la persona que les había roto el corazón estaba tan imbuida en su vida que se veían obligados a verla una y otra vez? ¿Para cuántos esa persona era como un hilo tan entretejido en el tapiz de su vida cotidiana que arrancarlo significaba deshacer la pieza entera?
________ no tenía la opción de eliminar a Nick de su vida tal como la tenía montada, de no volver a verlo, o de verlo tan solo en determinadas ocasiones.
Esa era la razón de que las aventuras sentimentales en el trabajo estuvieran tan plagadas de riesgos, pensó. Si salían mal, cada día te veías obligada a enfrentarte a tu dolor. De nueve a cinco, cinco días a la semana. Claro que también podías dimitir, cambiar de puesto de trabajo o mudarte a otra ciudad. Escapabas para poder curarte y seguir adelante.
Esa alternativa no era válida para ella porque…
Jamaica. La oferta de Adele.
No se trataría solo de tener otro despacho, de vivir en otra ciudad, sino de cambiar de país, de empezar de cero. Podría seguir trabajando en lo que más le gustaba, pero con una nueva identidad. Sin relaciones complicadas, sin lazos que la ataran. Sin tener que enfrentarse a Nick cada vez que él apareciera por la mansión o coincidiera con ella en el súper, cada vez que los invitaran a una fiesta.
No se apiadarían de ella la veintena de personas que sabían que tenía esas fisuras en el corazón.
Podría hacer un buen trabajo con todas esas flores tropicales. Vivir una primavera y un verano perpetuos, quizá en una casa en la playa, donde pudiera escuchar el rumor de las olas por las noches.
Sola.
Cambió de postura cuando oyó que la puerta se abría.
—Estoy despierta.
—Café. —Parker se acercó a la cama y le ofreció una taza—. Lo he traído por si acaso.
—Gracias. Gracias, Parker.
—¿Te apetece desayunar? —Parker se deslizó hacia los cortinajes y los abrió para dejar entrar la luz.
—No tengo hambre.
—Muy bien. —Parker se sentó en la cama y le apartó el pelo de la mejilla—. ¿Has dormido?
—Sí, en realidad, sí. Supongo que como vía de escape, me ha ido muy bien. Ahora me siento un poco espesa y apagada. Y como una imbécil. No tengo ninguna enfermedad mortal. No me he fracturado los huesos ni tengo una hemorragia interna. No ha muerto nadie, por el amor de Dios. Y ni siquiera tengo fuerzas para salir de la cama.
—No ha pasado ni un día.
—Ahora vas a decirme que me lo tome con calma, que las cosas se arreglarán.
—Es cierto. Hay quien dice que el divorcio es como una muerte. Me parece acertado. Y creo que sucede algo parecido cuando el amor es muy grande y profundo. —Los cálidos y azules ojos de Parker irradiaban compasión—. Has de pasar el duelo.
—¿Por qué no puedo tener un ataque de rabia? ¿Por qué no me cabreo y ya está? Le llamo hijo de puta, cabronazo… lo que sea. ¿No puedo evitarme el sufrimiento y pasar directamente a odiarlo? Podemos salir juntas, emborracharnos y mandarlo a la mierda.
—No es tu estilo, ________. Si pensara que eso te iría bien, si pensara que eso sería útil para ti, la liaríamos, nos emborracharíamos y lo mandaríamos a la mierda ahora mismo.
—Sí que lo harías. —________, recuperando al fin la sonrisa, se recostó en las almohadas y escrutó el rostro de su amiga—. ¿Sabes en qué estaba pensando mientras estaba aquí echada, entregada a la autocompasión, antes de que tú entraras?
—¿En qué?
—En aceptar la oferta de Adele. Podría ir a Jamaica, instalarme allí y ayudarle a montar su negocio. Lo haría bien. Sé cómo montarlo, sé llevar las riendas. O al menos sabría encontrar a las personas adecuadas para que se encargaran de todo. Para mí sería como empezar de cero, y conseguiría levantar eso. Podría hacer que el negocio despegara.
—Podrías, es cierto. —Parker se levantó y fue hacia la ventana para retocar las cortinas—. Es una decisión importante para tomarla en unos momentos en que emocionalmente estás inestable.
—He estado planteándome cómo voy a soportar seguir viendo a Nick. Aquí, en la ciudad, en las celebraciones… Cada mes, más o menos, asiste como invitado a alguna de nuestras bodas. Tenemos muchos conocidos en común y nuestras vidas están muy vinculadas entre sí. Aun cuando llegue el momento en que pueda pensar en él, en nosotros, sin… —tuvo que interrumpirse y reunir fuerzas de flaqueza para controlarse—… sin que me entren ganas de llorar, ¿cómo voy a manejar todo eso? Sabía que esto podía pasar, que podía suceder, pero…
—Pero —repitió Parker asintiendo y volviéndose hacia ella.
—Por eso seguía echada, imaginando que aceptaba la oferta, que empezaba de nuevo, construyendo algo nuevo. La playa, el buen tiempo y un nuevo reto al que enfrentarme. Lo he estado valorando durante cinco minutos. No, seguramente solo han sido tres. Este es mi hogar y esta, mi familia: se trata de ti, de nosotras… de mí. Por eso tendré que buscar la manera de solucionarlo.
—Le recriminaré que hayas llegado al extremo de considerar esta otra opción, aunque sea durante tres minutos.
—Si hubiese decidido que eso era lo mejor para mí, sé que me habrías dejado marchar.
—Habría intentado convencerte con palabras. Habría llenado un montón de papeles, destacado puntos a tratar, dibujado gráficos, tablas, y redactado muchas, muchísimas listas. Y además habría añadido un DVD.
_______ derramó unas lágrimas.
—Te quiero mucho, Parker.
Parker volvió a sentarse y le dio un fuerte abrazo.
—Voy a levantarme, a darme una ducha y a vestirme. Empezaré a pensar cómo puedo enfrentarme a todo esto.
—Vale.
________ superó ese día, y el siguiente también. Montó arreglos florales, elaboró ramos y se entrevistó con varios clientes. Lloró, y cuando su madre fue a hacerle compañía, reanudó el llanto. Sin embargo, se enjugó las lágrimas y siguió adelante.
Hizo frente a diversos incidentes y consiguió encajar la solidaridad explícita e implícita de sus colaboradoras de trabajo mientras decoraban juntas las salas para una boda. Observó a las novias caminar con las flores que ella les había preparado hasta reunirse al pie del altar con sus amados.
________ vivió y trabajó, rió y comió, anduvo y habló.
Y a pesar del vacío interior que sentía, a pesar de que nada parecía llenarla, lo perdonó.
Ese día se celebraba la reunión consultiva de mediados de semana, reunión a la que se presentó con unos minutos de retraso.
—Lo siento. Quería esperar a que llegara la entrega para la celebración del viernes por la noche. Tengo a Tiffany clasificando el material, pero quería ver los lirios de agua. Vamos a usar muchas calas Diosa Verde y quería comprobar el tono con el de las orquídeas antes de ponerla a trabajar.
Se dirigió al mueble de las bebidas y tomó una Pepsi Light.
—¿Me he perdido algo?
—Todavía no. De hecho, podrías empezar tú —le dijo Parker—. La boda del viernes es la más importante de la semana y las flores acaban de llegar. ¿Algún problema?
—Con las flores, no. Lo hemos recibido todo, y en buenas condiciones. La novia quería un estilo ultracontemporáneo, con un toque funky. Calas Diosa Verde, orquídeas cymbidium, que son fantásticas en la tonalidad amarillo-verdosa, y unas eucharis grandifloras blancas, para que resalten los colores del ramo de la novia. Sus diez damas, sí, habéis oído bien, diez, llevarán tres calas Diosa Verde atadas con una cinta. Y la niña de las flores, un pequeño ramo de grandifloras y unas orquídeas en el pelo. En lugar de prendidos florales o porta ramilletes, la MDNA y la MDNO irán con una sola orquídea cada una. Habrá jarrones en las mesas para todas ellas durante el aperitivo y el banquete.
_______ repasó los documentos de su ordenador portátil.
—Otra vez salen las calas Diosa Verde en las urnas de la entrada, mezcladas con bambú y colas de caballo, orquídeas, cascadas de amarantos colgantes y…
_______ cerró la tapa del ordenador.
—Necesito dejar a un lado las cuestiones de trabajo durante unos minutos. Primero para deciros que os quiero, y que no sé qué habría hecho sin vosotras la semana pasada. Debisteis de terminar hartas de verme alicaída y llorosa al principio.
—Yo sí —dijo Laurel alzando la mano, gesto que arrancó la risa de ________—. De hecho, tu manera de andar deprimida por la vida deja mucho que desear, y en cuanto al lloriqueo, vas a tener que trabajarlo bastante más. Espero que con el tiempo te salga mejor.
—Me esforzaré. Por ahora, se acabó. Estoy bien. Tengo que asumir que, visto que Nick no se ha dejado caer por aquí ni ha intentado llamarme, enviarme correos o hacerme señales de humo, le habéis advertido que se mantenga al margen.
—Sí —le confirmó Parker—. Eso fue lo que hicimos.
—Os lo agradezco. Necesitaba tiempo y distancia para resolver este asunto y, en fin, para poner las cosas en su sitio. Como tampoco le he visto el pelo a Del, imagino que debisteis de pedirle que se abstuviera de venir durante unos días.
—Nos pareció que sería lo mejor —terció Mac.
—Supongo que tenéis razón, pero el hecho es que somos amigos. Somos una familia. Y tenemos que volver a recuperar todo eso. O sea, que si habéis inventado alguna señal para indicar que todo está despejado, podéis enviarla. Nick y yo somos capaces de acabar con este ambiente enrarecido, si es necesario, para que todos podamos volver a la normalidad.
—Si estás segura de que ya estás preparada…
_______ asintió dirigiéndose a Parker.
—Sí, estoy segura. Bien, volviendo al vestíbulo…
Nick se sentó con sigilo en un reservado del Café de la Amistad.
—Gracias por haberte reunido conmigo, Carter.
—Me siento como un espía. Como un agente doble. —Carter se quedó contemplando el té verde—. Y, en cierto sentido, me gusta.
—Dime, ¿cómo está _______? ¿Qué hace? ¿Qué está pasando? Dímelo, Carter, dime lo que sea. Han transcurrido diez días. No puedo hablar con ella, ni verla, ni enviarle mensajes o correos. ¿Cuánto tiempo tendré que…? —A Nick se le quebró la voz y frunció el ceño—. ¿Soy yo el que está hablando?
—Sí, eres tú.
—Jo… no me soporto a mí mismo —exclamó Nick mirando a la camarera—. Morfina, que sea doble.
—Ja, ja —respondió ella.
—Prueba con el té —propuso Carter.
—No estoy tan mal. Todavía. Un café normal. ¿Cómo está ella, Carter?
—Está bien. Ahora mismo andan muy ocupadas. Junio es… una locura, de hecho. _______ dedica muchas horas al trabajo. Todas ellas. Y pasa mucho tiempo en casa. Por las noches alguna de las chicas suele ir un rato a hacerle compañía. Vino su madre, y sé que la escena fue muy emotiva. Mac me lo contó. Ahora te hablo en calidad de agente doble. _______ no comenta nada conmigo. No soy el enemigo exactamente, pero…
—Lo entiendo. Yo tampoco me he acercado a la librería porque no creo que Lucía quiera verme. Tengo la sensación de que tendría que llevar cosida en la ropa alguna especie de signo maldito.
Sumido entre la rabia y la tristeza, Nick se hundió en su asiento.
—Del tampoco puede acercarse por allí. Por decreto de Parker. Ostras, como si yo la hubiera engañado, le hubiera dado una paliza o… Sí, ya sé que intento justificarme. ¿Cómo puedo decirle que lo siento si no puedo hablar con ella?
—Puedes practicar lo que le dirás cuando se presente la ocasión.
—A eso le he dedicado muchas horas. ¿A ti te pasa lo mismo, Carter?
—En realidad, a mí me dejan hablar con Mac.
—Me refería a…
—Lo sé. Sí, me pasa lo mismo. Ella es la luz. Antes te movías tropezando en la oscuridad, o te las arreglabas más o menos en la penumbra. Ignoras que vives en la penumbra porque siempre ha sido así. Y, de repente, se hace la luz, la ves y todo cambia.
—Si esa luz se apaga o, peor aún, si eres lo bastante imbécil para apagarla tú mismo, entonces la vida se vuelve más oscura que antes.
Carter se inclinó hacia delante.
—Creo que para recuperar la luz tienes que darle un motivo. Lo que dices cuenta, pero lo que haces es lo más importante. Creo.
Nick asintió, y sacó el móvil del bolsillo al oír que empezaba a sonar.
—Es Parker. —Nick contestó a la llamada—. Vale. Bien. ¿Ah, sí? ¿Está ella…? ¿Qué? Lo siento. De acuerdo. Gracias, Parker… Sí. Voy para allá.
Nick cerró el teléfono.
—Van a abrirme la puerta. Tengo que ir, Carter. Hay cosas que necesito…
—Ve. Ya me encargo yo de esto.
—Gracias. Estoy un poco mareado. Deséame mucha mierda.
—Te deseo mucha mierda, Nick.
—Creo que la necesitaré. —Nick se levantó de golpe y salió del local como una exhalación.
Llegó a la mansión a la hora exacta que Parker le había dicho. No quería que se enfadara con él. Caía la tarde, endulzada por la fragancia de las flores. Las palmas de la mano le sudaban.
Por segunda vez en muchos años, llamó al timbre.
Parker fue a abrir. El traje gris y el moño desenfadado que llevaba en la nuca le indicaron que no había abandonado sus aires de ejecutiva. Solo de mirarla, tan pulcra, tan fresca y encantadora, se dio cuenta de que la había echado mucho de menos.
—Hola, Parker.
—Entra, Nick.
—Me preguntaba si alguna vez te oiría decir eso.
—_______ está dispuesta a hablar contigo, y yo dejaré que hables con ella.
—¿No vamos a volver a ser amigos nunca más?
Parker lo miró, tomó su rostro entre sus manos y le dio un beso.
—Estás fatal. Y eso dice mucho en tu favor.
—Antes de hablar con _______, quiero decirte que si llego a perderte, me muero. Si llego a perderos a ti, a Laurel y a Mac. Me habría muerto.
Parker le dio un largo abrazo.
—La familia lo perdona todo. —Y lo achuchó antes de soltarlo—. ¿Qué otra alternativa hay? Te daré dos opciones, Nick, y elige una cuando vayas a hablar con _______. La primera es que si no la amas…
—Parker, yo…
—No, a mí no me lo digas. Si no la amas, si no puedes darle lo que necesita y quiere (no solo por ella, sino por ti también), rompe sin dudarlo. Ya te ha perdonado y lo aceptará. No le prometas lo que no puedes darle o no quieres darle. Nunca lo superaría, y tú nunca serías feliz. Segunda opción: si la amas, si puedes darle lo que necesita y quiere, no solo por ella, sino también por ti, te diré lo que tienes que hacer, lo que marcará un antes y un después.
—Dímelo entonces.
Trabajó hasta tarde, sola, como hacía últimamente la mayoría de las noches. _______ pensó que eso tenía que acabar. Echaba de menos a la gente, conversar, ir de acá para allá. Casi estaba lista para abandonar la zona de seguridad en la que se había refugiado, para que le diera el aire, dijera lo que tenía que decir y volviese a ser ella misma.
Se dio cuenta de que ella también echaba de menos a la ________ de siempre.
Una vez terminado el arreglo floral, lo llevó a la cámara y regresó para limpiar su zona de trabajo.
Oyó que alguien llamaba a la puerta y se detuvo en seco. Supo, antes de ir a abrir, que sería Nick. Nadie ganaba a Parker en eficiencia.
Allí estaba él, con una brazada de dalias de un rojo salvaje. Le dio un vuelco el corazón.
—Hola, Nick.
—_________. —Nick suspiró—. ________… me doy cuenta de que es una frivolidad traerte flores para templar los ánimos, pero…
—Son preciosas. Gracias. Entra.
—Hay muchas cosas que quiero decirte.
—Iré a ponerlas en agua. —________ se volvió de espaldas y fue a la cocina a buscar un jarrón, una mezcla de una solución nutricional para las plantas y unas tijeras de podar—. Sé que quieres hablar conmigo, pero yo necesito decirte algo primero.
—De acuerdo.
_______ se puso a cortar los tallos bajo el agua.
—Primero quiero disculparme.
—No digas eso. —En su tono de voz asomó un deje de rabia—. Ni se te ocurra.
—Quiero disculparme por mi comportamiento, por lo que te dije. En primer lugar, porque cuando me calmé, me di cuenta de que estabas agotado, malhumorado… y no te encontrabas bien. Y yo, deliberadamente, traspasé los límites.
—No quiero que te disculpes, por favor.
—Pues voy a hacerlo, o sea que te aguantas. Estaba enfadada porque no me dabas lo que yo quería. —_______ dispuso las flores una a una—. Tendría que haber respetado tus límites y no lo hice. Estuviste muy desagradable, y en eso tuviste tú la culpa, pero yo te presioné, y ahí la culpable fui yo. Sin embargo, lo importante es que nos prometimos que seguiríamos siendo amigos, y yo no mantuve mi promesa. Falté a mi palabra y lo siento.
_______ lo miró a los ojos.
—Lo lamento mucho, Nick.
—De acuerdo. ¿Has terminado?
—No del todo. Sigo siendo amiga tuya. Lo que ocurre es que necesito un poco más de tiempo. Para mí es importante que sigamos siendo amigos.
—_______… —Nick acercó su mano a la de ella, que reposaba sobre la mesa de trabajo, pero ________ la apartó y empezó a arreglar las flores.
—Son preciosas de verdad. ¿Dónde las has comprado?
—En la tienda de tu mayorista. Les llamé y les supliqué. Les dije que eran para ti.
_______ sonrió, pero se zafó de sus caricias.
—¿Lo ves? ¿Cómo no vamos a ser amigos si se te ocurren esta clase de cosas? No quiero que haya resquemores entre los dos. Seguimos queriéndonos. Dejemos lo otro al margen.
—¿Eso es lo que quieres?
—Sí, es lo que quiero.
—Muy bien. Supongo que ahora me toca a mí hablar de lo que quiero. Vayamos a pasear. Necesito que me dé el aire antes de empezar.
—Claro. —Satisfecha de sí misma, ________ dejó las tijeras y el jarrón.
Al salir al exterior, se metió las manos en los bolsillos. Era capaz de enfrentarse a eso, se dijo a sí misma. Lo estaba consiguiendo, y con nota. Pero no podría seguir adelante si él la tocaba. No estaba preparada para eso, todavía no.
—Esa noche —empezó a decir Nick—, estaba agotado y cabreado, y además me encontraba mal. Pero llevabas razón en lo que me dijiste. No me había dado cuenta de lo que me estaba pasando. En realidad, no lo sabía. Ignoraba que había levantado un escudo o trazado unos límites. He estado pensando en eso desde entonces, en mis motivos. Y lo único que se me ocurre es la separación de mis padres. Cuando me fui a vivir con mi padre, siempre había cosas de otras mujeres esparcidas en el baño, por todos lados. Me molestaba. Se habían separado, pero…
—Se trataba de tus padres. Con razón te sentías molesto.
—Nunca superé su divorcio.
—Oh, Nick.
—Es otro cliché, pero es lo que hay. Era un niño y vivía ajeno a todo eso, y un día… Ellos se amaban y eran felices. Y luego dejaron de amarse, y de ser felices.
—No es fácil, eso de cortar por lo sano.
—Hablas en boca de la lógica, de la razón. Pero no fue eso lo que sentí. No hace mucho he comprendido que ambos fueron capaces de comportarse civilizadamente, de vivir con alegría y bondad por separado, sin declararse la guerra ni convertirme a mí en una víctima. Y yo tergiversé todo eso y pensé que no era bueno hacer promesas, que no debía construirme un futuro porque los sentimientos pueden cambiar y las relaciones terminan.
—Eso es posible. No andas equivocado, pero…
—Pero… —la interrumpió Nick—. Déjame hablar, deja que te lo cuente. Pero si no puedes confiar en ti mismo y en tus propios sentimientos, y nunca te arriesgas, ¿de qué te va a servir? Hay un salto, y me imagino que si lo asumes, si decides que ahora es el momento, tienes que decirlo en serio. Y vale más que estés seguro, porque no se trata solo de ti. Ni del momento presente. Tienes que estar convencido para dar ese salto.
—Tienes razón. Ahora entiendo mejor por qué las cosas… Bueno, el porqué.
—Puede que los dos lo hayamos comprendido. Siento que te encontraras a disgusto en casa. Y siento que creas que traspasaste los límites queriendo obsequiarme. Porque tendría que haber valorado eso. Y lo valoro —se corrigió—. He estado regando las plantas.
—Muy bien.
—Fuiste… Oh, te he echado tanto de menos… No recuerdo todas las cosas que pensaba que te iba a decir, ni lo que he ensayado. No lo recuerdo porque te estoy mirando, _______. Tenías razón. No te valoré lo bastante. Dame otra oportunidad. Por favor, dame otra oportunidad.
—Nick, no podemos volver atrás y…
—Atrás no, vayamos adelante. —Nick la tomó por el brazo y la atrajo hacia sí hasta que los dos quedaron de frente—. Hacia delante, _______. Ten piedad de mí. Dame otra oportunidad. No quiero estar con nadie si no es contigo. Necesito… tu luz —dijo Nick acordándose de las palabras de Carter—. Necesito tu corazón y tu risa. Tu cuerpo, tu cerebro. No me apartes de tu lado, ________.
—Si lo retomamos aquí, cuando los dos queramos cosas distintas, cuando necesitemos cosas distintas… no sería justo para ninguno de los dos. No puedo.
A _______ se le anegaron los ojos de lágrimas y Nick se acercó todavía más a ella.
—Déjame hacerlo, deja que dé el salto, _______, porque contigo, creo. Contigo no se trata solo del momento, sino del mañana y de todo lo que eso conlleva. Te quiero. Te quiero.
Cuando la primera lágrima cayó rodando por la mejilla de _______, Nick empezó a moverse.
—Te quiero. Estoy tan enamorado de ti que no lo veía. No podía verlo porque estaba inmerso en eso. Lo eres todo para mí. Quédate conmigo, _______, a mi lado.
—Estoy contigo. Quiero… ¿Qué estás haciendo?
—Bailo contigo. —Nick se llevó la mano de _______ a los labios—. En el jardín, a la luz de la luna.
_______ se estremeció de alegría. Y todas las fisuras cicatrizaron.
—Nick.
—Te estoy diciendo que te quiero. Te estoy pidiendo que compartas tu vida conmigo. —Nick la besó balanceándose y girando sobre sí mismo—. Te estoy pidiendo que me des lo que necesito, lo que quiero, aunque haya tardado mucho en darme cuenta. Te estoy pidiendo que te cases conmigo.
—¿Que me case contigo?
—Cásate conmigo. —El salto fue fácil, y el aterrizaje suave y certero—. Ven a vivir conmigo. Despiértate a mi lado, planta flores en casa, aunque deberás recordarme que las riegue. Haremos planes y los iremos cambiando con el tiempo. Construiremos un futuro para los dos. Te daré todo lo que tengo, y si necesitas más, lo buscaré y te lo entregaré.
_______ oyó el eco de sus propias palabras en el aire perfumado, a la luz de la luna, mientras el hombre al que amaba le hacía girar bailando un vals.
—Creo que acabas de hacerlo. Acabas de regalarme un sueño.
—Di que sí.
—¿Estás seguro?
—¿Crees que me conoces bien?
Sonriendo, _______ parpadeó para desprenderse de las lágrimas.
—Bastante bien.
—¿Te pediría que te casaras conmigo si no estuviera seguro?
—No. No lo harías. ¿Me conoces bien tú a mí, Nick?
—Bastante bien.
_______ se acercó a sus labios y paladeó el momento de alegría.
—Entonces ya sabes la respuesta.
Las tres mujeres, cogidas por la cintura, estaban en la terraza del tercer piso, mirándolos. Detrás, la señora Grady suspiraba.
Mac sollozó y Parker metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de pañuelos de papel. Le ofreció uno a Mac, otro a Laurel, otro a la señora Grady y ella se quedó con el último.
—Qué hermoso… —acertó a decir Mac—. Son guapísimos. Mirad la luz, la pátina plateada de la luz, y la sombra que proyectan las flores, su resplandor, y la silueta de _______ y Ni k.
—Estás pensando en términos fotográficos —comentó Laurel enjugándose las lágrimas—. Y ahí hay una auténtica historia de amor.
—No veo fotografías, sino momentos. Este es el momento de _______. Su mariposa azul. No deberíamos estar mirando. Si nos ven, lo echaremos todo a perder.
—Solo aciertan a verse el uno al otro. —Parker tomó a Mac de la mano, y también a Laurel, y sonrió cuando notó la mano de la señora Grady en su hombro.
El momento era tal y como debía ser.
Y siguieron observándolos, mientras _______ bailaba en una cálida noche de junio, a la luz de la luna, en el jardín, con el hombre al que amaba.
Fin.
MeliGarcia
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
LISTO!! Un hermoso final, para una maravillosa novela.
:lloro:
Gracias a todas por compartir conmigo esta novela.
Las quiero, y espero que todos sus sueños se hagan realidad.
"No pidan una historia con un final feliz,
pidan una historia sin fin."
Meli.
MeliGarcia
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