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Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
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Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion)
Capitulo 18
A los cinco minutos de que ________ entrara en casa, Mac apareció en la puerta.
—He esperado a que Nick se marchara —dijo Mac en voz alta mientras subía la escalera—. A eso lo llamo yo contención hercúlea. —Frunció el ceño al entrar en el dormitorio de _______—. Estás deshaciendo la maleta y poniéndolo todo en su sitio. Odio tanta eficacia. ¿Por qué ninguna de vosotras es tan dejada como yo?
—Tú no eres dejada. Solo un poco relajada con tu espacio personal.
—Oye, eso me gusta. Relajada con mi espacio personal. Bueno, ya está bien de hablar de mí. Cuéntamelo todo. He dejado a mi amante sólito con su cuenco de cereales.
________, con el vestido de la noche anterior en las manos, giró con alegría.
—Ha sido fabuloso. Todos y cada uno de los minutos.
—Detalles, detalles, detalles.
—Un restaurante francés muy elegante, champán, suite del Waldorf.
—Eso es muy de tu estilo. Una cita orientada hacia lo elegante y llamativo; otra más informal, puede que un picnic en la playa, a la luz de la luna, con unas velas metidas dentro de unas pequeñas conchas…
________ cerró la maleta ya vacía.
—¿Por qué no estaré saliendo contigo?
—Formaríamos una pareja encantadora, es cierto. —Mac, pasándole un brazo por la espalda, se volvió hacia el espejo y estudió el reflejo de ambas: ________ con sus tejanos ceñidos y una blusa veraniega, y ella con el pantalón y la camiseta de algodón con los que había dormido—. Impresionante de verdad. En fin, podemos reservárnoslo por si las cosas no nos salen bien.
—Siempre ayuda tener un plan B. Oh, Mac, ha sido una noche perfecta. —________ se volvió, se apretujó contra Mac y luego hizo una pirueta—. No hemos dormido. Ni un minuto. Es increíble que tengamos tanto de que hablar, tantas cosas que descubrir el uno del otro. Charlamos durante toda la cena y luego fuimos a dar un largo paseo. Él había dispuesto que nos subieran champán, encendieran unas velas y pusieran música.
—Uau.
—Bebimos champán, hablamos e hicimos el amor. Fue tan romántico… —________ cerró los ojos con un murmullo y se abrazó a sí misma—. Luego seguimos hablando y bebiendo más champán, y volvimos a hacer el amor. Hemos desayunado a la luz de las velas y…
—Habéis vuelto a hacer el amor.
—Sí. Hemos regresado a casa en medio de un tráfico espantoso, con la capota bajada, y la circulación no nos ha molestado. Nada nos molestaba. Nada podía afectarnos. —Volvió a abrazarse a sí misma—. Mac, soy feliz. Siempre estoy feliz.
—Sí, menuda lata.
—Lo sé, pero te aguantas. En fin, soy feliz, y nunca pensé que podría llegar a serlo tanto. Ignoraba que fuera capaz de sentir todo esto, que tendría ganas de saltar, de bailar, de hacer piruetas y cantar. Como Julie Andrews en lo alto de la montaña.
—Oye, de eso ni hablar que es un latazo.
—Ya lo sé, estoy hablando de cómo me siento. Por mucho que imaginara cómo sería estar locamente enamorada, no tenía ni idea.
_______ se dejó caer encima de la cama y sonrió mirando al techo.
—¿Siempre te sientes así, con Carter quiero decir?
Mac se sentó a su lado.
—Nunca pensé que me enamoraría. En realidad, no. Nunca pensé en el tema como pensabas tú, ni lo pretendía. De alguna manera, se presentó calladamente, pero también me cayó encima como una tonelada de ladrillos. Sigue desconcertándome que sienta algo así, y no me refiero a la faceta de hacer piruetas y cantar, porque ni siquiera me sentiría cómoda. Sin embargo, noto esas ganas de saltar y bailar. Y existe otra persona que siente eso mismo por mí. Háblame de tu desconcierto.
_______ le cogió la mano.
—No sé si Nick siente lo mismo por mí, al menos como yo. Pero sé que le importo. Sé que se preocupa por mí. Y tengo tanto que dar, Mac, que quiero creer que este amor que siento… fructificará, supongo. Antes pensaba que lo amaba, pero ahora creo que mi enamoramiento tenía mucho que ver con el deseo. Porque esto es distinto.
—¿Puedes decírselo?
—Hace un par de días te habría respondido que no. No quiero estropearlo todo, no quiero inclinar la balanza. De hecho, dije que no cuando Parker y yo hablamos del tema. Pero ahora creo que sí puedo hacerlo, que debería hacerlo. Solo tengo que decidir cómo y cuándo.
—Yo me asusté cuando Carter me dijo que me amaba. No te entristezcas si él se asusta un poco, al
menos al principio.
—Creo que cuando le dices a alguien que lo amas no es porque esperes algo de él, sino porque tienes cosas que ofrecerle.
—Deshaces la maleta al llegar a casa después de haber pasado la noche fuera. Tienes un carácter positivo, y encima aciertas de lleno hablando del amor. Me sorprende que las tres no hayamos unido nuestros esfuerzos para darte una buena paliza de vez en cuando.
—No habríais podido, porque me queréis.
Mac se colocó frente a ella.
—Te queremos. Estoy de tu lado, _______. Todas lo estamos.
—Entonces es imposible que las cosas salgan mal.
El sonido de alguien que llamaba a la puerta interrumpió a ________, que estaba clasificando la entrega de la mañana. Refunfuñando un poco, dejó pendientes las flores y torció el gesto al ver a Kathryn Seaman y a su hermana a través del cristal. Sudorosa y hecha una birria no era el modo de impresionar a unas clientas importantes.
Atrapada, forzó una sonrisa y abrió la puerta.
—Señora Seaman, señora Lattimer… ¡qué agradable verlas!
—Te pido disculpas por aparecer sin avisar, pero Jessica y sus chicas han decidido cómo irán vestidas las damas de honor y he querido traerte la muestra del tejido.
—Perfecto. Por favor, entren. ¿Les apetece tomar alguna cosa? ¿Un té al sol? Hace un día muy bueno.
—Me apetece mucho —dijo Adele de inmediato—. Si no es molestia.
—En absoluto. ¿Por qué no se sientan y se ponen cómodas? Tardaré un minuto.
Té, pensó _______ corriendo hacia la cocina. Rodajas de limón, las tazas buenas… Mierda, mierda. Una bandejita con galletas. Gracias a Dios por la lata de emergencia de Laurel. Lo puso todo en una bandeja y se pasó la mano por el pelo.
Sacó el brillo de labios de emergencia de un cajón de la cocina, se los pintó y se pellizcó las mejillas.
Poca cosa más podía hacer en esas circunstancias, solo respirar hondo un par de veces para cerciorarse de que su aspecto fuera sereno. Regresó caminando pausadamente y se fijó en que las dos mujeres estaban curioseando en la estancia donde recibía a las clientas.
—Kate me ha dicho que tienes un taller muy bonito, y no le falta razón.
—Gracias.
—¿Arriba tienes tu espacio privado?
—Sí. No solo es práctico, sino que además es muy cómodo.
—He visto que tu socia, Mackensie, está ampliando su estudio.
—Sí. —________ sirvió el té y siguió de pie al ver que ninguna de las dos mujeres parecía decidida a sentarse—. Mac se casa en diciembre y ella y su marido necesitarán más espacio en su apartamento. Por eso están ampliando también la zona del estudio.
—¿Verdad que es emocionante? —Adele, dando un sorbo de té, siguió paseando, tocando las flores y estudiando las fotos—. Me refiero a planear la boda de una del grupo.
—Es emocionante, sí. Somos amigas desde niñas.
—Me he fijado que en esta foto de aquí aparecen unas niñas. ¿Sois vosotras?
—Sí, son Laurel y Parker. Nos lo pasábamos muy bien jugando al «día de la boda» —le contó _______ sonriendo al ver la foto—. Ese día me tocó a mí ser la novia y a Mac, como avanzándose al futuro, la fotógrafa oficial. Siempre cuenta que fue en ese momento, el de la mariposa azul, cuando supo que quería ser fotógrafa.
—Qué encanto… —Kathryn se volvió hacia ________—. Hemos interrumpido tu trabajo y estamos abusando de tu tiempo.
—Me gusta tomarme un descanso de vez en cuando.
—Espero que hayas sido sincera, porque me muero por ver dónde trabajas —terció Adele—. ¿Preparas algún arreglo hoy? ¿Algún ramo?
—Ah… En realidad, estoy clasificando la entrega de esta mañana. Por eso voy hecha un guiñapo.
—Dirás que soy una desvergonzada, porque voy a pedirte si puedo ver el lugar donde trabajas.
—Oh, claro que sí. —________ le dedicó una mirada de inteligencia a Kathryn—. No se apure.
—Yo ya lo he visto.
—Sí, pero no mientras estaba metida en faena. —________ les indicó el camino—. Clasificar es… esto, tal como ven —indicó ella señalando la mesa de trabajo.
—¡Mira qué flores! —Adele, ruborizándose de la emoción, se adelantó—. ¡Oh, y cómo huelen las peonías!
—Son las favoritas de la novia —le contó ________—. Le pondremos este rojo exuberante en el ramo, que contrastará con los rosados intensos y atrevidos y con los tonos pálidos y delicados. Irá atado con una cinta de color vino y unas tachuelas rosa caramelo. Las damas llevarán el mismo ramo en pequeño, en la variante de los tonos rosados.
—¿Conservas las flores en cubos?
—En una solución que las hidrata y nutre. Es una buena manera de mantenerlas frescas, y de que duren más tras la ceremonia. Las guardaré en la cámara hasta que estemos listas para hacer el diseño.
—¿Cómo…?
—Adele —Kathryn chasqueó la lengua—, estás interrogando a la chica.
—Vale, vale. Tengo un montón de preguntas que hacerte, ya lo sé, pero hablo muy en serio cuando digo que quiero montar una empresa de organización de bodas en Jamaica. —Adele, con un gesto afirmativo, volvió a examinar el ambiente—. El montaje es perfecto, por eso pienso que difícilmente podré tentarte para que vengas conmigo.
—Sí, pero no me importa contestar a sus preguntas. De todos, modos, para obtener una visión general del tipo de negocio de que se trata, Parker es la persona más indicada.
—Nos vamos ya. No queríamos molestarte —dijo Kathryn cogiendo el bolso—. Toma la muestra.
—Oh, qué color tan bonito… Parece una hoja tierna de primavera vista a través de una gota de rocío. Es perfecto para montar una boda de cuento de hadas. —________ se volvió hacia su exposición y eligió un tulipán de seda blanco—. ¿Ven cómo reluce el blanco contra este verde acuoso?
—Sí, sí, es cierto. Cuando hayamos dado el visto bueno a los diseños definitivos, te enviaremos los esbozos. Gracias, _______, por habernos dedicado este rato.
—Nuestro trabajo es asegurarnos de que ese día sea perfecto para Jessica.
—¿Lo ves? —exclamó Adele dándole un golpecito a su hermana en el brazo—. Esta es precisamente la actitud que quiero. De hecho, creo que El Día Perfecto sería un nombre fantástico para el negocio.
—Me gusta —apuntó _______.
—Si cambias de idea, ya tienes mi tarjeta —le recordó Adele—. Te prometo un diez por ciento más de lo que ganas actualmente al año.
—Estoy intentando no enfadarme porque haya querido contratarte otra vez. —Parker se quitó los zapatos al término de su segunda consulta, que había sido muy intensa.
—¿Cuánto te ofreció por instalarte en Jamaica? —preguntó _______.
—Me dio carta blanca, y yo le dije que estaba cometiendo un fallo garrafal. Nadie merece carta blanca, sobre todo cuando estás montando un proyecto de empresa.
—Esa mujer nada en la abundancia —aclaró Laurel—. Sí, ya sé que eso no perjudica a un negocio a efectos prácticos, pero esa mujer está acostumbrada a nadar en la abundancia.
—La idea es buena: una exclusiva empresa de organización de bodas que ofrezca todos los servicios en un destino típico para casarse. Además, es lo bastante lista para contratar empleados con experiencia probada. Pero tendrá que definir un presupuesto, y atenerse a él.
—¿Por qué no lo montamos nosotras? —quiso saber Mac—. No estoy diciendo que hagamos las maletas y nos mudemos a Jamaica, a Aruba o dondequiera, sino que podríamos montar una sucursal de Votos en algún lugar exótico. Arrasaríamos.
—Ya te arrasaré yo a ti —precisó Laurel formando una pistola con los dedos pulgar e índice y haciendo el gesto de dispararle—. ¿No tenemos bastante trabajo ya?
—He pensado en eso.
Laurel miró boquiabierta a Parker.
—Déjame ponerme las pilas, que no te sigo.
—Solo se trata de un par de ideas sueltas que tengo para el futuro.
—Cuando perfeccionen la técnica de la clonación humana.
—Pienso en una franquicia más que en una sucursal —explicó Parker—. Con unos requisitos muy específicos. Ahora bien, todavía no he elaborado el proyecto en detalle ni me he planteado los problemas que puedan surgir. Si lo hago, o cuando lo haga, lo discutiremos a fondo. Y todas tendremos que estar de acuerdo. Por ahora te doy la razón: tenemos trabajo de sobra. Salvo durante la tercera semana de agosto, que está en blanco.
—Ya me he fijado. Quería preguntarte la razón —dijo ________ mientras se estiraba para aliviar la molestia en las lumbares—. Pensaba que era yo quien había olvidado anotar algún acto.
—No, no hay ningún acto esa semana porque la he dejado libre. Puedo cambiar eso, de todos modos, si ninguna de vosotras está interesada en pasar una semana en la playa.
Durante unos segundos reinó el silencio, y luego las tres mujeres saltaron de alegría. Laurel agarró a Parker de la mano y tiró de ella para que se les uniera.
—Me ha parecido comprender que estáis interesadas.
—¿Podemos hacer las maletas ahora? ¿Podemos, di, podemos? —preguntó Mac.
—Filtro solar, un biquini y un vaso mezclador para preparar margaritas. No necesitamos nada más. —
Laurel tiró de Parker sin dejar de moverse—. ¡Vacaciones!
—¿Adónde iremos? —preguntó ________—. ¿A qué playa?
—¿Qué más da? —Laurel se dejó caer en el sofá—. A la playa. Eso quiere decir una semana sin preparar fondants ni pasta de azúcar para modelar. Dejad que me seque esta lágrima de la mejilla.
—A los Hamptons. Del ha comprado una casa.
—¿Del ha comprado una casa en los Hamptons? —Mac alzó los puños al aire—. Bien por Del.
—En realidad, la ha comprado el Bufete de Abogados Brown. Algunos de los papeles que traía para firmar tenían que ver con eso. Surgió la posibilidad de comprar una propiedad. Una buena inversión. No comenté nada por si la cosa no cuajaba, pero ahora el trato ya está cerrado. Por eso haremos las maletas y en agosto iremos todos a pasar una semana a la playa.
—¿Todos? —repitió Laurel.
—Nosotras cuatro, Carter, Del y Nick, claro. Hay seis dormitorios y ocho baños. Espacio de sobra para todos.
—¿Lo sabe Nick? —preguntó ________.
—Sabe que Del estaba valorando si compraría la propiedad, pero no sabía nada del plan de este agosto. Ambos pensamos que no tenía ningún sentido deciros que podíamos tomarnos una semana libre si no cerrábamos el trato.
»Ahora ya está hecho.
—Tengo que ir a decírselo a Carter. —Mac le dio un beso sonoro a Parker y salió corriendo—. ¡Bien!
—Es fantástico. Voy a escribirlo en mi calendario, y dibujaré en él un montón de corazoncitos y de radiantes soles. Pasear por la playa a la luz de la luna… —_______ abrazó a Parker—. Voy a llamar a Nick.
Una vez a solas, Parker observó a Laurel.
—¿Te pasa algo?
—¿Qué? No. ¿Qué me va a pasar? Playa, una semana. Creo que estoy en estado de shock. Necesitamos ropa playera.
—Y que lo digas.
Laurel se levantó de golpe.
—Vámonos de compras.
Cuando le sobrevenía la inspiración, _______ no la dejaba pasar de largo. Tuvo que hacer unas cuantas combinaciones y, por suerte, una clienta fue lo bastante flexible para aceptar reunirse con ella en menos de una hora, pero al final consiguió que la tarde del lunes le quedara libre.
Había planeado sorprender a Nick dando un giro a su habitual cita nocturna de los lunes.
Al salir, pasó por la mansión para ir al despacho de Parker.
Su amiga iba arriba y abajo, con los auriculares puestos, e hizo un gesto de desolación al ver entrar a _______.
—Estoy segura de que la madre de Kevin no ha querido mostrarse crítica ni insultarte. Tienes toda la razón, es tu boda, es tu día y tú eliges. Tienes todo el derecho… Sí, él es un encanto, Dawn, y sus modales son impecables. Ya lo sé… ya lo sé.
Parker cerró los ojos e hizo el gesto de estrangularse para que _______ lo viera.
—Mira, ¿por qué no dejas que sea yo quien se encargue de la situación? Kevin y tú no estaríais tan tensos. A veces, es mejor que sea alguien de fuera quien explique que… Estoy segura de que no es su intención. Sí, claro. Yo también me enfadaría, pero… ¡Dawn, escúchame! —Parker endureció un poco el tono de voz. ______ supo reconocer ese recurso, muy útil para atajar cualquier posible rabieta de la novia—. Tienes que recordar, por encima de todo, de cualquier insignificancia o complicación, por encima de cualquier desacuerdo, que ese día, con todo lo que eso implica, se celebra por ti y por Kevin. Y tienes que recordar también que mi papel es procurar que los dos disfrutéis de ese día tan deseado.
Parker alzó los ojos al techo.
—¿Por qué no sales a cenar con Kevin, los dos solos? Puedo reservarte una mesa donde quieras… Me encanta ese restaurante. —Parker garabateó un nombre en una libreta—. ¿Digamos a las siete? Me ocupo de ello ahora mismo. Esta noche hablaré con su madre. Mañana todo estará arreglado. No te preocupes. Te digo algo pronto. Sí, Dawn, para eso estoy aquí. Bien. Fantástico. Ajá. Adiós.
Parker levantó un dedo.
—Un minuto, por favor. —Tras ponerse en contacto con el restaurante elegido por la novia y conseguir hacer una reserva, se quitó los auriculares. Dio un profundo suspiro, dejó escapar un grito entusiasta y asintió—. Ahora estoy mucho mejor.
—¿Dawn tiene problemas con su futura suegra?
—Sí. Por extraño que parezca, la MDNO no entiende ni aprueba el personaje que la novia ha elegido para que le lleve los anillos.
—No tendría que meterse en es…
—Será Judías, el bull terrier bostoniano de la novia.
—Ah, lo había olvidado —barbotó _______ frunciendo el ceño—. Espera. ¿Conocía yo el dato?
—No lo creo, porque Dawn me lo comentó hace tan solo un par de días. La MDNO cree que es una idiotez, un acto indigno y vergonzoso. Y lo ha expresado en unos términos muy claros. La novia ha sacado la conclusión de que su futura suegra odia a los perros.
—¿Llevará esmoquin?
Parker esbozó una leve sonrisa.
—De momento, solo pajarita. Si la novia quiere un perro, tendrá un perro. Invitaré a la MDNO a tomar una copa. Es mejor tratar estas cuestiones en persona, y acompañarlas de bebidas espirituosas. A ver si aplacamos los ánimos.
—Te deseo buena suerte. Voy a la ciudad. Quiero darle una sorpresa a Nick y prepararle la cena. No volveré hasta mañana por la mañana. Pero también veré si Laurel y tú no habéis arramblado con toda la ropa sexy y playera que hay en Greenwich.
—Puede que haya quedado algún top sin espalda. Y a lo mejor un par de sandalias.
—Los encontraré. Iré al súper y pasaré por el vivero. ¿Necesitas algo? Puedo traértelo mañana por la mañana.
—¿Irás a la librería?
—Yendo a la ciudad, ¿qué diría mi madre si no entro a verla?
—Perfecto. Me guarda un libro que le encargué.
—Lo recogeré yo. Si se te ocurre algo más, llámame al móvil.
—Diviértete. —Al salir _______ del despacho, Parker consultó la BlackBerry. Suspiró y marcó el número de la madre de Kevin.
Encantada de poder disponer de unas horas libres, _______ decidió detenerse primero en el vivero. Se concedió el lujo de pasear y disfrutar un poco antes de ponerse a trabajar seleccionando el producto.
Amaba tanto las fragancias de la tierra, las plantas y la vegetación que tuvo que contenerse para no empezar a comprar de todo un poco. Sin embargo, se prometió a sí misma que regresaría a la mañana siguiente y elegiría unas plantas para la finca.
De momento quería pensar qué clase de macetas quedarían bien en la entrada del porche trasero de Nick. Encontró dos finas urnas de color bronce oxidado y decidió que eran perfectas para flanquear la puerta de la cocina.
—¿Nina? —exclamó ______ haciendo un gesto a la encargada—. Me llevaré estas dos.
—Son magníficas, ¿verdad?
—Lo son. ¿Puedes hacer que las carguen en mi coche? Está aparcado aquí delante. Y necesito tierra para llenarlas. Voy a elegir las plantas.
—Tómate todo el tiempo que desees.
_______ encontró exactamente lo que quería. Eligió una gama de rojos y púrpuras intensos con algunos matices dorados para equilibrar el conjunto.
—Maravilloso —comentó Nina cuando _______ se acercó a la caja empujando el carrito—. Colores fuertes y texturas fabulosas. Además, ese heliotropo huele muy bien. ¿Es para una boda?
—No, en realidad es un regalo para un amigo.
—Tu amigo tiene suerte. Lo hemos cargado todo en el coche.
—Gracias.
_______ fue de tiendas por la ciudad y se permitió el capricho de comprarse unas sandalias, una falda muy airosa y, pensando en un verano de hacía años, un pañuelo de atrevido estampado para usarlo como pareo.
Entró en la librería y saludó a la cajera que estaba facturando en el mostrador.
—¡Hola, _______! Tu madre está en la trastienda.
—Gracias.
Lucía estaba abriendo una caja de libros que acababan de recibir, pero en el instante en que reconoció a su hija, dejó la mercancía y se puso a hablar con ella.
—Esto sí que es una sorpresa.
—He salido a gastar dinero. —________ se inclinó por encima de la caja para besar a su madre en la mejilla.
—Es mi actividad favorita, o casi. ¿Qué has comprado para estar tan contenta, o…? —Y toqueteó la pulsera de ________—. ¿O solo eres feliz?
—Las dos cosas. Voy a prepararle la cena a Nick y todavía tengo que ir al súper. Pero he encontrado unas sandalias monísimas, que, por supuesto, me he visto obligada a estrenar.
_______ giró sobre sí misma para mostrárselas.
—Sí que son monísimas.
—Y… —________ tocó con los dedos sus nuevos pendientes de oro para hacerlos bailar.
—Ah, son muy bonitos.
—Y además he comprado una falda preciosa estampada con amapolas, un par de camisetas, un pañuelo… y más cosas.
—Mira qué bien… Esta mañana he visto a Nick. Creo que ha dicho que hoy ibais al cine.
—Cambio de planes. Voy a prepararle tu falda de ternera. La señora Grady tenía una pieza en el congelador y le he suplicado que me la diera. La he dejado marinándose toda la noche. Está en el coche, en una nevera portátil. He pensado que cortaría unas patatas a lo largo y las asaría con tomillo, y que quizá le añadiría unos espárragos y un buen trozo de pan untado en aceite. ¿Qué te parece?
—Muy masculino.
—Bien, esa es la idea. No he conseguido sacarle un postre a Laurel. No ha habido manera de convencerla. Está hasta las cejas de trabajo. Pero he pensado que un buen recurso podría ser un helado con unas fresas.
—Una cena masculina y equilibrada. ¿Celebráis algo en especial?
—En parte quiero agradecerle la noche increíble que pasamos en Nueva York, y además… voy a decírselo, mamá. Voy a decirle lo que siento por él, le diré que le quiero. No me parece honesto guardar tantas cosas aquí —y se llevó la mano al corazón—, y no decírselo.
—El amor es valiente —le recordó Lucía—. Sé que cuando Nick pronuncia tu nombre, es feliz. Estoy contenta de que me lo hayas dicho. Esta noche pensaré en los dos para desearos toda la felicidad del mundo.
—Te lo agradezco. Ah, me ha dicho Parker que le guardas un libro. Hemos quedado en que lo recogería yo.
—Iré a buscarlo. —Lucía cogió a _______ por la cintura y las dos mujeres salieron del almacén—. ¿Me llamarás mañana? Me gustará que me cuentes cómo ha ido la cena.
—Te llamaré a primera hora.
—¿_______?
_______ se volvió y sonrió a una hermosa morena a la que no logró situar.
—Hola.
—¡Eres tú! ¡Hola, ________!
________ se vio zarandeada en un abrazo entusiasta. Atónita, estrechó amigablemente a la joven mientras lanzaba una mirada interrogativa a su madre.
—Rachel, veo que has venido a pasar unos días. ¿Qué tal la universidad? —Lucía sonrió dándole pistas a su hija—. Parece que fue ayer cuando _______ iba a tu casa a hacerte de canguro.
—Ya lo sé. Casi no…
—¿Rachel? ¿Rachel Monning? —_______ se apartó un poco para mirar a la joven de brillantes ojos azules—. Dios mío. Estás increíble. No te había reconocido. Has crecido, y estás preciosa. ¿Cuándo dejaste de tener doce años?
—Hace tiempo. Bastante tiempo, entre una cosa y la otra, y con la universidad de por medio. Oh, ________, estás fantástica. Como siempre. No puedo creer que haya coincidido contigo de esta manera. De hecho, iba a llamarte.
—¿Vas a la universidad? ¿Has venido a casa a pasar las vacaciones de verano?
—Sí. Me queda un año más. Estoy trabajando en Estervil, como relaciones públicas. Me he tomado el día libre porque necesitaba un libro. Un dietario para planificar mi boda. ¡Estoy prometida!
Rachel le mostró el brillante que resplandecía en su mano.
—¿Prometida? —_______ logró controlarse. La impresión la había dejado sin palabras—. Pero si hace diez minutos estabas jugando con tus Barbies…
—Creo que ya hace más de diez años de eso. —A Rachel se le iluminó la cara al estallar en carcajadas—. Tienes que conocer a Drew. Es increíble. Qué cosas digo, claro que lo conocerás. Nos casaremos el verano próximo, después de que me licencie, y me gustaría mucho que te ocuparas de las flores y de, bueno, de todo. Mi madre dice que no hay nada como Votos. ¿Te lo puedes creer? Me voy a casar y tú diseñarás mi ramo. Solías confeccionarme unos ramos de pañuelos de papel, y ahora me harás uno de verdad.
_______ notó una punzada en el estómago y, aunque se odió por ello, no pudo engañarse a sí misma.
—Me alegro mucho por ti. ¿Desde cuándo?
—Desde hace dos semanas, tres días y… —Rachel consultó el reloj—, dieciséis horas. Oh, ojalá tuviera más tiempo, pero tengo que recoger el dietario y marcharme corriendo si no quiero llegar tarde. —Volvió a abrazar a _______—. Te llamaré y hablaremos de las flores, de los pasteles y… en fin, de todo. ¡Adiós! Adiós, señora Grant. Hasta pronto.
—Rachel Monning se casa.
—Sí —dijo Lucía dándole unos golpecitos a su hija en el hombro—. Se casa.
—Fui su canguro. Le hacía trenzas en el pelo y dejaba que se quedase levantada hasta tarde. Y ahora le prepararé el ramo de novia. Caray, mamá…
—Venga, mujer… —dijo Lucía sin molestarse en disimular su risa socarrona—. ¿No vas a pasar la noche con el príncipe azul?
—Sí, es verdad. Ya lo entiendo. Cada cual sigue su camino, pero… caray.
_______ logró dejar de pensar en canguros y bodas y terminó sus compras. Acababa de salir del súper cuando otra persona la saludó en español.
—¡Buenas tardes, bonita!
—Rico, ¿cómo estás? —En lugar de un abrazo, _______ recibió un par de calurosos besos en las mejillas.
—Mejor, ahora que te he visto.
—¿Cómo es que no estás volando hacia algún destino fabuloso?
—Acabo de regresar de Italia. El propietario ha ido con la familia a la Toscana para descansar y divertirse.
—Ah, qué vida tan dura la del piloto particular. ¿Cómo está Brenna?
—Rompimos hace un par de meses.
—Oh, lo siento. No lo sabía.
—Así están las cosas —dijo Rico encogiéndose de hombros—. Deja que te ayude con los paquetes. —Tomó las bolsas de la compra y les echó un vistazo de camino al coche—. Parece que ahí llevas un buen manjar, mejor que la cena de muerto de hambre que me espera en el mármol de la cocina.
—Pobrecito… —_______ se rió mientras abría la puerta del acompañante—. Déjalo aquí. El asiento de atrás está a tope.
—Ya lo veo —dijo él echando un vistazo a las plantas y las bolsas que había en el asiento trasero—. Parece que has planeado una noche ajetreada, pero si quieres cambiar de idea, te llevaré a cenar. —Rico le pasó un dedo por el brazo flirteando con ella—. O todavía mejor, te daré esas clases de vuelo de las que hablamos.
—Gracias, Rico, pero salgo con alguien.
—Tendrías que salir conmigo. Si cambias de idea, en el momento que sea, llámame.
—Si cambio de idea, serás el primero en saberlo. —_______ lo besó en la mejilla y dio la vuelta al coche para acceder a la puerta del conductor—. ¿Recuerdas a Jill Burke?
—Ah… esa rubita que siempre se reía.
—Sí. Ella también está sin pareja.
—¿Ah, sí?
—Deberías llamarla. Seguro que le encantaría que le dieras esa clase de vuelo.
Rico sonrió, y las chiribitas de sus ojos le recordaron por qué se había divertido tanto con ese hombre.
Entró en el coche y se alejó con un saludo.
Pensando en los maceteros, las plantas y los alimentos que había comprado, _______ aparcó el coche en la parte trasera del edificio donde vivía Nick intentando acercarlo en lo posible a la escalera. Inclinó la cabeza para examinar el pequeño porche de la cocina e hizo un gesto de afirmación. Los maceteros quedarían bien, muy bien, de hecho.
Ansiosa por ponerse manos a la obra, dio la vuelta a la casa hasta llegar a la puerta principal. El cristal biselado y los altos ventanales frontales permitían que entrara una luz generosa que contribuía a dar un aire estiloso y cómodo a la zona de recepción. Nick había acertado al optar por un ambiente más cálido e informal en lugar de decidirse por una fría elegancia. El espacio transmitía calma y una silenciosa dignidad, que contrastaba con el caos que, tal como sabía _______, solía reinar en los despachos particulares y las salas de reunión.
—Hola, Michelle.
—_______, ¿qué tal? —La mujer sentada a una mesa de impecable pulcritud alzó la vista del ordenador y giró su butaca.
—Muy bien. ¿Cómo te encuentras?
—Llevo veintinueve semanas y sigo contando. —Michelle se dio un golpecito en su vientre de embarazada—. Nos encontramos perfectamente. Me encantan tus sandalias.
—A mí también. Acabo de comprármelas.
—Son fantásticas. Vienes a tu cita del lunes por la noche, ¿verdad?
—Exacto.
—¿No llegas un poco pronto?
—He cambiado de planes. ¿Está muy ocupado Nick? De hecho, no se lo he comentado.
—Todavía no ha vuelto. Llegará tarde, ha tenido un problema técnico en una obra. No está muy contento con los operarios, ni con el nuevo inspector del condado, no sé… ni con lo que está haciendo en este momento.
—Oh. —________ torció el gesto—. En esas circunstancias quizá el nuevo plan no sea tan buena idea como pensaba.
—¿Me lo puedes contar?
—Por supuesto. Había pensado que le daría una sorpresa preparándole la cena y regalándole unos maceteros que he comprado para su porche trasero. Cenaríamos y veríamos una película en casa en lugar de salir.
—Si quieres mi opinión, tu idea es genial. Creo que a Nick le encantará cenar en casa después del día que ha tenido. Llama para decírselo, si quieres, pero creo que llegará alrededor de las tres con el inspector de obras.
—Démosle tiempo entonces. El problema, Michelle, es que no tengo llave.
Fue tan solo un instante, pero ______ percibió un leve estupor.
—Ah, bueno, eso no es problema. —Michelle abrió un cajón de su escritorio y tomó un juego de llaves.
—¿Te parece correcto? —_______ se sintió mortificada de tener que pedir la llave.
—Claro que sí. ¿Por qué no? Nick y tú sois amigos desde hace años y ahora tú eres…
—Sí, lo somos —dijo _______ exagerando su alegría—. El otro problema que tengo es que los dos maceteros que he comprado pesan unos veintitrés kilos cada uno.
—Chip está en la parte trasera. Te lo enviaré.
—Gracias, Michelle —dijo _______ tomando las llaves—. Me has salvado la vida.
Con las llaves en la mano, salió de nuevo para volver a entrar por la parte trasera. Se dijo que de nada servía mostrarse cortada u ofendida porque el hombre con el que llevaba casi tres meses acostándose, y al que conocía desde hacía más de diez años, no se hubiera preocupado de darle llaves de su casa.
Aquel gesto no era nada simbólico, en absoluto. Nick no le impedía entrar en su casa. Tan solo…
Qué más daba. Seguiría montando el plan de esa noche. Le regalaría unas flores, le prepararía la cena y le diría que lo amaba.
Y, caray, le pediría una llave.
—He esperado a que Nick se marchara —dijo Mac en voz alta mientras subía la escalera—. A eso lo llamo yo contención hercúlea. —Frunció el ceño al entrar en el dormitorio de _______—. Estás deshaciendo la maleta y poniéndolo todo en su sitio. Odio tanta eficacia. ¿Por qué ninguna de vosotras es tan dejada como yo?
—Tú no eres dejada. Solo un poco relajada con tu espacio personal.
—Oye, eso me gusta. Relajada con mi espacio personal. Bueno, ya está bien de hablar de mí. Cuéntamelo todo. He dejado a mi amante sólito con su cuenco de cereales.
________, con el vestido de la noche anterior en las manos, giró con alegría.
—Ha sido fabuloso. Todos y cada uno de los minutos.
—Detalles, detalles, detalles.
—Un restaurante francés muy elegante, champán, suite del Waldorf.
—Eso es muy de tu estilo. Una cita orientada hacia lo elegante y llamativo; otra más informal, puede que un picnic en la playa, a la luz de la luna, con unas velas metidas dentro de unas pequeñas conchas…
________ cerró la maleta ya vacía.
—¿Por qué no estaré saliendo contigo?
—Formaríamos una pareja encantadora, es cierto. —Mac, pasándole un brazo por la espalda, se volvió hacia el espejo y estudió el reflejo de ambas: ________ con sus tejanos ceñidos y una blusa veraniega, y ella con el pantalón y la camiseta de algodón con los que había dormido—. Impresionante de verdad. En fin, podemos reservárnoslo por si las cosas no nos salen bien.
—Siempre ayuda tener un plan B. Oh, Mac, ha sido una noche perfecta. —________ se volvió, se apretujó contra Mac y luego hizo una pirueta—. No hemos dormido. Ni un minuto. Es increíble que tengamos tanto de que hablar, tantas cosas que descubrir el uno del otro. Charlamos durante toda la cena y luego fuimos a dar un largo paseo. Él había dispuesto que nos subieran champán, encendieran unas velas y pusieran música.
—Uau.
—Bebimos champán, hablamos e hicimos el amor. Fue tan romántico… —________ cerró los ojos con un murmullo y se abrazó a sí misma—. Luego seguimos hablando y bebiendo más champán, y volvimos a hacer el amor. Hemos desayunado a la luz de las velas y…
—Habéis vuelto a hacer el amor.
—Sí. Hemos regresado a casa en medio de un tráfico espantoso, con la capota bajada, y la circulación no nos ha molestado. Nada nos molestaba. Nada podía afectarnos. —Volvió a abrazarse a sí misma—. Mac, soy feliz. Siempre estoy feliz.
—Sí, menuda lata.
—Lo sé, pero te aguantas. En fin, soy feliz, y nunca pensé que podría llegar a serlo tanto. Ignoraba que fuera capaz de sentir todo esto, que tendría ganas de saltar, de bailar, de hacer piruetas y cantar. Como Julie Andrews en lo alto de la montaña.
—Oye, de eso ni hablar que es un latazo.
—Ya lo sé, estoy hablando de cómo me siento. Por mucho que imaginara cómo sería estar locamente enamorada, no tenía ni idea.
_______ se dejó caer encima de la cama y sonrió mirando al techo.
—¿Siempre te sientes así, con Carter quiero decir?
Mac se sentó a su lado.
—Nunca pensé que me enamoraría. En realidad, no. Nunca pensé en el tema como pensabas tú, ni lo pretendía. De alguna manera, se presentó calladamente, pero también me cayó encima como una tonelada de ladrillos. Sigue desconcertándome que sienta algo así, y no me refiero a la faceta de hacer piruetas y cantar, porque ni siquiera me sentiría cómoda. Sin embargo, noto esas ganas de saltar y bailar. Y existe otra persona que siente eso mismo por mí. Háblame de tu desconcierto.
_______ le cogió la mano.
—No sé si Nick siente lo mismo por mí, al menos como yo. Pero sé que le importo. Sé que se preocupa por mí. Y tengo tanto que dar, Mac, que quiero creer que este amor que siento… fructificará, supongo. Antes pensaba que lo amaba, pero ahora creo que mi enamoramiento tenía mucho que ver con el deseo. Porque esto es distinto.
—¿Puedes decírselo?
—Hace un par de días te habría respondido que no. No quiero estropearlo todo, no quiero inclinar la balanza. De hecho, dije que no cuando Parker y yo hablamos del tema. Pero ahora creo que sí puedo hacerlo, que debería hacerlo. Solo tengo que decidir cómo y cuándo.
—Yo me asusté cuando Carter me dijo que me amaba. No te entristezcas si él se asusta un poco, al
menos al principio.
—Creo que cuando le dices a alguien que lo amas no es porque esperes algo de él, sino porque tienes cosas que ofrecerle.
—Deshaces la maleta al llegar a casa después de haber pasado la noche fuera. Tienes un carácter positivo, y encima aciertas de lleno hablando del amor. Me sorprende que las tres no hayamos unido nuestros esfuerzos para darte una buena paliza de vez en cuando.
—No habríais podido, porque me queréis.
Mac se colocó frente a ella.
—Te queremos. Estoy de tu lado, _______. Todas lo estamos.
—Entonces es imposible que las cosas salgan mal.
El sonido de alguien que llamaba a la puerta interrumpió a ________, que estaba clasificando la entrega de la mañana. Refunfuñando un poco, dejó pendientes las flores y torció el gesto al ver a Kathryn Seaman y a su hermana a través del cristal. Sudorosa y hecha una birria no era el modo de impresionar a unas clientas importantes.
Atrapada, forzó una sonrisa y abrió la puerta.
—Señora Seaman, señora Lattimer… ¡qué agradable verlas!
—Te pido disculpas por aparecer sin avisar, pero Jessica y sus chicas han decidido cómo irán vestidas las damas de honor y he querido traerte la muestra del tejido.
—Perfecto. Por favor, entren. ¿Les apetece tomar alguna cosa? ¿Un té al sol? Hace un día muy bueno.
—Me apetece mucho —dijo Adele de inmediato—. Si no es molestia.
—En absoluto. ¿Por qué no se sientan y se ponen cómodas? Tardaré un minuto.
Té, pensó _______ corriendo hacia la cocina. Rodajas de limón, las tazas buenas… Mierda, mierda. Una bandejita con galletas. Gracias a Dios por la lata de emergencia de Laurel. Lo puso todo en una bandeja y se pasó la mano por el pelo.
Sacó el brillo de labios de emergencia de un cajón de la cocina, se los pintó y se pellizcó las mejillas.
Poca cosa más podía hacer en esas circunstancias, solo respirar hondo un par de veces para cerciorarse de que su aspecto fuera sereno. Regresó caminando pausadamente y se fijó en que las dos mujeres estaban curioseando en la estancia donde recibía a las clientas.
—Kate me ha dicho que tienes un taller muy bonito, y no le falta razón.
—Gracias.
—¿Arriba tienes tu espacio privado?
—Sí. No solo es práctico, sino que además es muy cómodo.
—He visto que tu socia, Mackensie, está ampliando su estudio.
—Sí. —________ sirvió el té y siguió de pie al ver que ninguna de las dos mujeres parecía decidida a sentarse—. Mac se casa en diciembre y ella y su marido necesitarán más espacio en su apartamento. Por eso están ampliando también la zona del estudio.
—¿Verdad que es emocionante? —Adele, dando un sorbo de té, siguió paseando, tocando las flores y estudiando las fotos—. Me refiero a planear la boda de una del grupo.
—Es emocionante, sí. Somos amigas desde niñas.
—Me he fijado que en esta foto de aquí aparecen unas niñas. ¿Sois vosotras?
—Sí, son Laurel y Parker. Nos lo pasábamos muy bien jugando al «día de la boda» —le contó _______ sonriendo al ver la foto—. Ese día me tocó a mí ser la novia y a Mac, como avanzándose al futuro, la fotógrafa oficial. Siempre cuenta que fue en ese momento, el de la mariposa azul, cuando supo que quería ser fotógrafa.
—Qué encanto… —Kathryn se volvió hacia ________—. Hemos interrumpido tu trabajo y estamos abusando de tu tiempo.
—Me gusta tomarme un descanso de vez en cuando.
—Espero que hayas sido sincera, porque me muero por ver dónde trabajas —terció Adele—. ¿Preparas algún arreglo hoy? ¿Algún ramo?
—Ah… En realidad, estoy clasificando la entrega de esta mañana. Por eso voy hecha un guiñapo.
—Dirás que soy una desvergonzada, porque voy a pedirte si puedo ver el lugar donde trabajas.
—Oh, claro que sí. —________ le dedicó una mirada de inteligencia a Kathryn—. No se apure.
—Yo ya lo he visto.
—Sí, pero no mientras estaba metida en faena. —________ les indicó el camino—. Clasificar es… esto, tal como ven —indicó ella señalando la mesa de trabajo.
—¡Mira qué flores! —Adele, ruborizándose de la emoción, se adelantó—. ¡Oh, y cómo huelen las peonías!
—Son las favoritas de la novia —le contó ________—. Le pondremos este rojo exuberante en el ramo, que contrastará con los rosados intensos y atrevidos y con los tonos pálidos y delicados. Irá atado con una cinta de color vino y unas tachuelas rosa caramelo. Las damas llevarán el mismo ramo en pequeño, en la variante de los tonos rosados.
—¿Conservas las flores en cubos?
—En una solución que las hidrata y nutre. Es una buena manera de mantenerlas frescas, y de que duren más tras la ceremonia. Las guardaré en la cámara hasta que estemos listas para hacer el diseño.
—¿Cómo…?
—Adele —Kathryn chasqueó la lengua—, estás interrogando a la chica.
—Vale, vale. Tengo un montón de preguntas que hacerte, ya lo sé, pero hablo muy en serio cuando digo que quiero montar una empresa de organización de bodas en Jamaica. —Adele, con un gesto afirmativo, volvió a examinar el ambiente—. El montaje es perfecto, por eso pienso que difícilmente podré tentarte para que vengas conmigo.
—Sí, pero no me importa contestar a sus preguntas. De todos, modos, para obtener una visión general del tipo de negocio de que se trata, Parker es la persona más indicada.
—Nos vamos ya. No queríamos molestarte —dijo Kathryn cogiendo el bolso—. Toma la muestra.
—Oh, qué color tan bonito… Parece una hoja tierna de primavera vista a través de una gota de rocío. Es perfecto para montar una boda de cuento de hadas. —________ se volvió hacia su exposición y eligió un tulipán de seda blanco—. ¿Ven cómo reluce el blanco contra este verde acuoso?
—Sí, sí, es cierto. Cuando hayamos dado el visto bueno a los diseños definitivos, te enviaremos los esbozos. Gracias, _______, por habernos dedicado este rato.
—Nuestro trabajo es asegurarnos de que ese día sea perfecto para Jessica.
—¿Lo ves? —exclamó Adele dándole un golpecito a su hermana en el brazo—. Esta es precisamente la actitud que quiero. De hecho, creo que El Día Perfecto sería un nombre fantástico para el negocio.
—Me gusta —apuntó _______.
—Si cambias de idea, ya tienes mi tarjeta —le recordó Adele—. Te prometo un diez por ciento más de lo que ganas actualmente al año.
—Estoy intentando no enfadarme porque haya querido contratarte otra vez. —Parker se quitó los zapatos al término de su segunda consulta, que había sido muy intensa.
—¿Cuánto te ofreció por instalarte en Jamaica? —preguntó _______.
—Me dio carta blanca, y yo le dije que estaba cometiendo un fallo garrafal. Nadie merece carta blanca, sobre todo cuando estás montando un proyecto de empresa.
—Esa mujer nada en la abundancia —aclaró Laurel—. Sí, ya sé que eso no perjudica a un negocio a efectos prácticos, pero esa mujer está acostumbrada a nadar en la abundancia.
—La idea es buena: una exclusiva empresa de organización de bodas que ofrezca todos los servicios en un destino típico para casarse. Además, es lo bastante lista para contratar empleados con experiencia probada. Pero tendrá que definir un presupuesto, y atenerse a él.
—¿Por qué no lo montamos nosotras? —quiso saber Mac—. No estoy diciendo que hagamos las maletas y nos mudemos a Jamaica, a Aruba o dondequiera, sino que podríamos montar una sucursal de Votos en algún lugar exótico. Arrasaríamos.
—Ya te arrasaré yo a ti —precisó Laurel formando una pistola con los dedos pulgar e índice y haciendo el gesto de dispararle—. ¿No tenemos bastante trabajo ya?
—He pensado en eso.
Laurel miró boquiabierta a Parker.
—Déjame ponerme las pilas, que no te sigo.
—Solo se trata de un par de ideas sueltas que tengo para el futuro.
—Cuando perfeccionen la técnica de la clonación humana.
—Pienso en una franquicia más que en una sucursal —explicó Parker—. Con unos requisitos muy específicos. Ahora bien, todavía no he elaborado el proyecto en detalle ni me he planteado los problemas que puedan surgir. Si lo hago, o cuando lo haga, lo discutiremos a fondo. Y todas tendremos que estar de acuerdo. Por ahora te doy la razón: tenemos trabajo de sobra. Salvo durante la tercera semana de agosto, que está en blanco.
—Ya me he fijado. Quería preguntarte la razón —dijo ________ mientras se estiraba para aliviar la molestia en las lumbares—. Pensaba que era yo quien había olvidado anotar algún acto.
—No, no hay ningún acto esa semana porque la he dejado libre. Puedo cambiar eso, de todos modos, si ninguna de vosotras está interesada en pasar una semana en la playa.
Durante unos segundos reinó el silencio, y luego las tres mujeres saltaron de alegría. Laurel agarró a Parker de la mano y tiró de ella para que se les uniera.
—Me ha parecido comprender que estáis interesadas.
—¿Podemos hacer las maletas ahora? ¿Podemos, di, podemos? —preguntó Mac.
—Filtro solar, un biquini y un vaso mezclador para preparar margaritas. No necesitamos nada más. —
Laurel tiró de Parker sin dejar de moverse—. ¡Vacaciones!
—¿Adónde iremos? —preguntó ________—. ¿A qué playa?
—¿Qué más da? —Laurel se dejó caer en el sofá—. A la playa. Eso quiere decir una semana sin preparar fondants ni pasta de azúcar para modelar. Dejad que me seque esta lágrima de la mejilla.
—A los Hamptons. Del ha comprado una casa.
—¿Del ha comprado una casa en los Hamptons? —Mac alzó los puños al aire—. Bien por Del.
—En realidad, la ha comprado el Bufete de Abogados Brown. Algunos de los papeles que traía para firmar tenían que ver con eso. Surgió la posibilidad de comprar una propiedad. Una buena inversión. No comenté nada por si la cosa no cuajaba, pero ahora el trato ya está cerrado. Por eso haremos las maletas y en agosto iremos todos a pasar una semana a la playa.
—¿Todos? —repitió Laurel.
—Nosotras cuatro, Carter, Del y Nick, claro. Hay seis dormitorios y ocho baños. Espacio de sobra para todos.
—¿Lo sabe Nick? —preguntó ________.
—Sabe que Del estaba valorando si compraría la propiedad, pero no sabía nada del plan de este agosto. Ambos pensamos que no tenía ningún sentido deciros que podíamos tomarnos una semana libre si no cerrábamos el trato.
»Ahora ya está hecho.
—Tengo que ir a decírselo a Carter. —Mac le dio un beso sonoro a Parker y salió corriendo—. ¡Bien!
—Es fantástico. Voy a escribirlo en mi calendario, y dibujaré en él un montón de corazoncitos y de radiantes soles. Pasear por la playa a la luz de la luna… —_______ abrazó a Parker—. Voy a llamar a Nick.
Una vez a solas, Parker observó a Laurel.
—¿Te pasa algo?
—¿Qué? No. ¿Qué me va a pasar? Playa, una semana. Creo que estoy en estado de shock. Necesitamos ropa playera.
—Y que lo digas.
Laurel se levantó de golpe.
—Vámonos de compras.
Cuando le sobrevenía la inspiración, _______ no la dejaba pasar de largo. Tuvo que hacer unas cuantas combinaciones y, por suerte, una clienta fue lo bastante flexible para aceptar reunirse con ella en menos de una hora, pero al final consiguió que la tarde del lunes le quedara libre.
Había planeado sorprender a Nick dando un giro a su habitual cita nocturna de los lunes.
Al salir, pasó por la mansión para ir al despacho de Parker.
Su amiga iba arriba y abajo, con los auriculares puestos, e hizo un gesto de desolación al ver entrar a _______.
—Estoy segura de que la madre de Kevin no ha querido mostrarse crítica ni insultarte. Tienes toda la razón, es tu boda, es tu día y tú eliges. Tienes todo el derecho… Sí, él es un encanto, Dawn, y sus modales son impecables. Ya lo sé… ya lo sé.
Parker cerró los ojos e hizo el gesto de estrangularse para que _______ lo viera.
—Mira, ¿por qué no dejas que sea yo quien se encargue de la situación? Kevin y tú no estaríais tan tensos. A veces, es mejor que sea alguien de fuera quien explique que… Estoy segura de que no es su intención. Sí, claro. Yo también me enfadaría, pero… ¡Dawn, escúchame! —Parker endureció un poco el tono de voz. ______ supo reconocer ese recurso, muy útil para atajar cualquier posible rabieta de la novia—. Tienes que recordar, por encima de todo, de cualquier insignificancia o complicación, por encima de cualquier desacuerdo, que ese día, con todo lo que eso implica, se celebra por ti y por Kevin. Y tienes que recordar también que mi papel es procurar que los dos disfrutéis de ese día tan deseado.
Parker alzó los ojos al techo.
—¿Por qué no sales a cenar con Kevin, los dos solos? Puedo reservarte una mesa donde quieras… Me encanta ese restaurante. —Parker garabateó un nombre en una libreta—. ¿Digamos a las siete? Me ocupo de ello ahora mismo. Esta noche hablaré con su madre. Mañana todo estará arreglado. No te preocupes. Te digo algo pronto. Sí, Dawn, para eso estoy aquí. Bien. Fantástico. Ajá. Adiós.
Parker levantó un dedo.
—Un minuto, por favor. —Tras ponerse en contacto con el restaurante elegido por la novia y conseguir hacer una reserva, se quitó los auriculares. Dio un profundo suspiro, dejó escapar un grito entusiasta y asintió—. Ahora estoy mucho mejor.
—¿Dawn tiene problemas con su futura suegra?
—Sí. Por extraño que parezca, la MDNO no entiende ni aprueba el personaje que la novia ha elegido para que le lleve los anillos.
—No tendría que meterse en es…
—Será Judías, el bull terrier bostoniano de la novia.
—Ah, lo había olvidado —barbotó _______ frunciendo el ceño—. Espera. ¿Conocía yo el dato?
—No lo creo, porque Dawn me lo comentó hace tan solo un par de días. La MDNO cree que es una idiotez, un acto indigno y vergonzoso. Y lo ha expresado en unos términos muy claros. La novia ha sacado la conclusión de que su futura suegra odia a los perros.
—¿Llevará esmoquin?
Parker esbozó una leve sonrisa.
—De momento, solo pajarita. Si la novia quiere un perro, tendrá un perro. Invitaré a la MDNO a tomar una copa. Es mejor tratar estas cuestiones en persona, y acompañarlas de bebidas espirituosas. A ver si aplacamos los ánimos.
—Te deseo buena suerte. Voy a la ciudad. Quiero darle una sorpresa a Nick y prepararle la cena. No volveré hasta mañana por la mañana. Pero también veré si Laurel y tú no habéis arramblado con toda la ropa sexy y playera que hay en Greenwich.
—Puede que haya quedado algún top sin espalda. Y a lo mejor un par de sandalias.
—Los encontraré. Iré al súper y pasaré por el vivero. ¿Necesitas algo? Puedo traértelo mañana por la mañana.
—¿Irás a la librería?
—Yendo a la ciudad, ¿qué diría mi madre si no entro a verla?
—Perfecto. Me guarda un libro que le encargué.
—Lo recogeré yo. Si se te ocurre algo más, llámame al móvil.
—Diviértete. —Al salir _______ del despacho, Parker consultó la BlackBerry. Suspiró y marcó el número de la madre de Kevin.
Encantada de poder disponer de unas horas libres, _______ decidió detenerse primero en el vivero. Se concedió el lujo de pasear y disfrutar un poco antes de ponerse a trabajar seleccionando el producto.
Amaba tanto las fragancias de la tierra, las plantas y la vegetación que tuvo que contenerse para no empezar a comprar de todo un poco. Sin embargo, se prometió a sí misma que regresaría a la mañana siguiente y elegiría unas plantas para la finca.
De momento quería pensar qué clase de macetas quedarían bien en la entrada del porche trasero de Nick. Encontró dos finas urnas de color bronce oxidado y decidió que eran perfectas para flanquear la puerta de la cocina.
—¿Nina? —exclamó ______ haciendo un gesto a la encargada—. Me llevaré estas dos.
—Son magníficas, ¿verdad?
—Lo son. ¿Puedes hacer que las carguen en mi coche? Está aparcado aquí delante. Y necesito tierra para llenarlas. Voy a elegir las plantas.
—Tómate todo el tiempo que desees.
_______ encontró exactamente lo que quería. Eligió una gama de rojos y púrpuras intensos con algunos matices dorados para equilibrar el conjunto.
—Maravilloso —comentó Nina cuando _______ se acercó a la caja empujando el carrito—. Colores fuertes y texturas fabulosas. Además, ese heliotropo huele muy bien. ¿Es para una boda?
—No, en realidad es un regalo para un amigo.
—Tu amigo tiene suerte. Lo hemos cargado todo en el coche.
—Gracias.
_______ fue de tiendas por la ciudad y se permitió el capricho de comprarse unas sandalias, una falda muy airosa y, pensando en un verano de hacía años, un pañuelo de atrevido estampado para usarlo como pareo.
Entró en la librería y saludó a la cajera que estaba facturando en el mostrador.
—¡Hola, _______! Tu madre está en la trastienda.
—Gracias.
Lucía estaba abriendo una caja de libros que acababan de recibir, pero en el instante en que reconoció a su hija, dejó la mercancía y se puso a hablar con ella.
—Esto sí que es una sorpresa.
—He salido a gastar dinero. —________ se inclinó por encima de la caja para besar a su madre en la mejilla.
—Es mi actividad favorita, o casi. ¿Qué has comprado para estar tan contenta, o…? —Y toqueteó la pulsera de ________—. ¿O solo eres feliz?
—Las dos cosas. Voy a prepararle la cena a Nick y todavía tengo que ir al súper. Pero he encontrado unas sandalias monísimas, que, por supuesto, me he visto obligada a estrenar.
_______ giró sobre sí misma para mostrárselas.
—Sí que son monísimas.
—Y… —________ tocó con los dedos sus nuevos pendientes de oro para hacerlos bailar.
—Ah, son muy bonitos.
—Y además he comprado una falda preciosa estampada con amapolas, un par de camisetas, un pañuelo… y más cosas.
—Mira qué bien… Esta mañana he visto a Nick. Creo que ha dicho que hoy ibais al cine.
—Cambio de planes. Voy a prepararle tu falda de ternera. La señora Grady tenía una pieza en el congelador y le he suplicado que me la diera. La he dejado marinándose toda la noche. Está en el coche, en una nevera portátil. He pensado que cortaría unas patatas a lo largo y las asaría con tomillo, y que quizá le añadiría unos espárragos y un buen trozo de pan untado en aceite. ¿Qué te parece?
—Muy masculino.
—Bien, esa es la idea. No he conseguido sacarle un postre a Laurel. No ha habido manera de convencerla. Está hasta las cejas de trabajo. Pero he pensado que un buen recurso podría ser un helado con unas fresas.
—Una cena masculina y equilibrada. ¿Celebráis algo en especial?
—En parte quiero agradecerle la noche increíble que pasamos en Nueva York, y además… voy a decírselo, mamá. Voy a decirle lo que siento por él, le diré que le quiero. No me parece honesto guardar tantas cosas aquí —y se llevó la mano al corazón—, y no decírselo.
—El amor es valiente —le recordó Lucía—. Sé que cuando Nick pronuncia tu nombre, es feliz. Estoy contenta de que me lo hayas dicho. Esta noche pensaré en los dos para desearos toda la felicidad del mundo.
—Te lo agradezco. Ah, me ha dicho Parker que le guardas un libro. Hemos quedado en que lo recogería yo.
—Iré a buscarlo. —Lucía cogió a _______ por la cintura y las dos mujeres salieron del almacén—. ¿Me llamarás mañana? Me gustará que me cuentes cómo ha ido la cena.
—Te llamaré a primera hora.
—¿_______?
_______ se volvió y sonrió a una hermosa morena a la que no logró situar.
—Hola.
—¡Eres tú! ¡Hola, ________!
________ se vio zarandeada en un abrazo entusiasta. Atónita, estrechó amigablemente a la joven mientras lanzaba una mirada interrogativa a su madre.
—Rachel, veo que has venido a pasar unos días. ¿Qué tal la universidad? —Lucía sonrió dándole pistas a su hija—. Parece que fue ayer cuando _______ iba a tu casa a hacerte de canguro.
—Ya lo sé. Casi no…
—¿Rachel? ¿Rachel Monning? —_______ se apartó un poco para mirar a la joven de brillantes ojos azules—. Dios mío. Estás increíble. No te había reconocido. Has crecido, y estás preciosa. ¿Cuándo dejaste de tener doce años?
—Hace tiempo. Bastante tiempo, entre una cosa y la otra, y con la universidad de por medio. Oh, ________, estás fantástica. Como siempre. No puedo creer que haya coincidido contigo de esta manera. De hecho, iba a llamarte.
—¿Vas a la universidad? ¿Has venido a casa a pasar las vacaciones de verano?
—Sí. Me queda un año más. Estoy trabajando en Estervil, como relaciones públicas. Me he tomado el día libre porque necesitaba un libro. Un dietario para planificar mi boda. ¡Estoy prometida!
Rachel le mostró el brillante que resplandecía en su mano.
—¿Prometida? —_______ logró controlarse. La impresión la había dejado sin palabras—. Pero si hace diez minutos estabas jugando con tus Barbies…
—Creo que ya hace más de diez años de eso. —A Rachel se le iluminó la cara al estallar en carcajadas—. Tienes que conocer a Drew. Es increíble. Qué cosas digo, claro que lo conocerás. Nos casaremos el verano próximo, después de que me licencie, y me gustaría mucho que te ocuparas de las flores y de, bueno, de todo. Mi madre dice que no hay nada como Votos. ¿Te lo puedes creer? Me voy a casar y tú diseñarás mi ramo. Solías confeccionarme unos ramos de pañuelos de papel, y ahora me harás uno de verdad.
_______ notó una punzada en el estómago y, aunque se odió por ello, no pudo engañarse a sí misma.
—Me alegro mucho por ti. ¿Desde cuándo?
—Desde hace dos semanas, tres días y… —Rachel consultó el reloj—, dieciséis horas. Oh, ojalá tuviera más tiempo, pero tengo que recoger el dietario y marcharme corriendo si no quiero llegar tarde. —Volvió a abrazar a _______—. Te llamaré y hablaremos de las flores, de los pasteles y… en fin, de todo. ¡Adiós! Adiós, señora Grant. Hasta pronto.
—Rachel Monning se casa.
—Sí —dijo Lucía dándole unos golpecitos a su hija en el hombro—. Se casa.
—Fui su canguro. Le hacía trenzas en el pelo y dejaba que se quedase levantada hasta tarde. Y ahora le prepararé el ramo de novia. Caray, mamá…
—Venga, mujer… —dijo Lucía sin molestarse en disimular su risa socarrona—. ¿No vas a pasar la noche con el príncipe azul?
—Sí, es verdad. Ya lo entiendo. Cada cual sigue su camino, pero… caray.
_______ logró dejar de pensar en canguros y bodas y terminó sus compras. Acababa de salir del súper cuando otra persona la saludó en español.
—¡Buenas tardes, bonita!
—Rico, ¿cómo estás? —En lugar de un abrazo, _______ recibió un par de calurosos besos en las mejillas.
—Mejor, ahora que te he visto.
—¿Cómo es que no estás volando hacia algún destino fabuloso?
—Acabo de regresar de Italia. El propietario ha ido con la familia a la Toscana para descansar y divertirse.
—Ah, qué vida tan dura la del piloto particular. ¿Cómo está Brenna?
—Rompimos hace un par de meses.
—Oh, lo siento. No lo sabía.
—Así están las cosas —dijo Rico encogiéndose de hombros—. Deja que te ayude con los paquetes. —Tomó las bolsas de la compra y les echó un vistazo de camino al coche—. Parece que ahí llevas un buen manjar, mejor que la cena de muerto de hambre que me espera en el mármol de la cocina.
—Pobrecito… —_______ se rió mientras abría la puerta del acompañante—. Déjalo aquí. El asiento de atrás está a tope.
—Ya lo veo —dijo él echando un vistazo a las plantas y las bolsas que había en el asiento trasero—. Parece que has planeado una noche ajetreada, pero si quieres cambiar de idea, te llevaré a cenar. —Rico le pasó un dedo por el brazo flirteando con ella—. O todavía mejor, te daré esas clases de vuelo de las que hablamos.
—Gracias, Rico, pero salgo con alguien.
—Tendrías que salir conmigo. Si cambias de idea, en el momento que sea, llámame.
—Si cambio de idea, serás el primero en saberlo. —_______ lo besó en la mejilla y dio la vuelta al coche para acceder a la puerta del conductor—. ¿Recuerdas a Jill Burke?
—Ah… esa rubita que siempre se reía.
—Sí. Ella también está sin pareja.
—¿Ah, sí?
—Deberías llamarla. Seguro que le encantaría que le dieras esa clase de vuelo.
Rico sonrió, y las chiribitas de sus ojos le recordaron por qué se había divertido tanto con ese hombre.
Entró en el coche y se alejó con un saludo.
Pensando en los maceteros, las plantas y los alimentos que había comprado, _______ aparcó el coche en la parte trasera del edificio donde vivía Nick intentando acercarlo en lo posible a la escalera. Inclinó la cabeza para examinar el pequeño porche de la cocina e hizo un gesto de afirmación. Los maceteros quedarían bien, muy bien, de hecho.
Ansiosa por ponerse manos a la obra, dio la vuelta a la casa hasta llegar a la puerta principal. El cristal biselado y los altos ventanales frontales permitían que entrara una luz generosa que contribuía a dar un aire estiloso y cómodo a la zona de recepción. Nick había acertado al optar por un ambiente más cálido e informal en lugar de decidirse por una fría elegancia. El espacio transmitía calma y una silenciosa dignidad, que contrastaba con el caos que, tal como sabía _______, solía reinar en los despachos particulares y las salas de reunión.
—Hola, Michelle.
—_______, ¿qué tal? —La mujer sentada a una mesa de impecable pulcritud alzó la vista del ordenador y giró su butaca.
—Muy bien. ¿Cómo te encuentras?
—Llevo veintinueve semanas y sigo contando. —Michelle se dio un golpecito en su vientre de embarazada—. Nos encontramos perfectamente. Me encantan tus sandalias.
—A mí también. Acabo de comprármelas.
—Son fantásticas. Vienes a tu cita del lunes por la noche, ¿verdad?
—Exacto.
—¿No llegas un poco pronto?
—He cambiado de planes. ¿Está muy ocupado Nick? De hecho, no se lo he comentado.
—Todavía no ha vuelto. Llegará tarde, ha tenido un problema técnico en una obra. No está muy contento con los operarios, ni con el nuevo inspector del condado, no sé… ni con lo que está haciendo en este momento.
—Oh. —________ torció el gesto—. En esas circunstancias quizá el nuevo plan no sea tan buena idea como pensaba.
—¿Me lo puedes contar?
—Por supuesto. Había pensado que le daría una sorpresa preparándole la cena y regalándole unos maceteros que he comprado para su porche trasero. Cenaríamos y veríamos una película en casa en lugar de salir.
—Si quieres mi opinión, tu idea es genial. Creo que a Nick le encantará cenar en casa después del día que ha tenido. Llama para decírselo, si quieres, pero creo que llegará alrededor de las tres con el inspector de obras.
—Démosle tiempo entonces. El problema, Michelle, es que no tengo llave.
Fue tan solo un instante, pero ______ percibió un leve estupor.
—Ah, bueno, eso no es problema. —Michelle abrió un cajón de su escritorio y tomó un juego de llaves.
—¿Te parece correcto? —_______ se sintió mortificada de tener que pedir la llave.
—Claro que sí. ¿Por qué no? Nick y tú sois amigos desde hace años y ahora tú eres…
—Sí, lo somos —dijo _______ exagerando su alegría—. El otro problema que tengo es que los dos maceteros que he comprado pesan unos veintitrés kilos cada uno.
—Chip está en la parte trasera. Te lo enviaré.
—Gracias, Michelle —dijo _______ tomando las llaves—. Me has salvado la vida.
Con las llaves en la mano, salió de nuevo para volver a entrar por la parte trasera. Se dijo que de nada servía mostrarse cortada u ofendida porque el hombre con el que llevaba casi tres meses acostándose, y al que conocía desde hacía más de diez años, no se hubiera preocupado de darle llaves de su casa.
Aquel gesto no era nada simbólico, en absoluto. Nick no le impedía entrar en su casa. Tan solo…
Qué más daba. Seguiría montando el plan de esa noche. Le regalaría unas flores, le prepararía la cena y le diría que lo amaba.
Y, caray, le pediría una llave.
Espero les guste :)
Y disculpen por hacerlas esperar. Besos.
MeliGarcia
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
AAII TODO LO QUE PREPAROO ES TAN LINDO!!!....
OJALAA QUE EL CABEZON DE NICK NO LO HECHE A PERDEERR!!!
AAII SIGUELAA PORFIIISS
OJALAA QUE EL CABEZON DE NICK NO LO HECHE A PERDEERR!!!
AAII SIGUELAA PORFIIISS
chelis
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
Holaaa!, Iran a la Playaa! *o* , que lindo la rayis le esta preparando la sorpresa a Nick! SIGUELA SIGUELA SIGUELA!
CatitaaJonas
Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion)
Capitulo 19.
_________ pasó una hora ordenando alegremente la compra, distribuyendo los girasoles que había traído de su casa para decorar el mármol de la cocina de Nick y estudiando cómo iba a arreglar los maceteros.
Había acertado al pensar que quedarían perfectos junto a la puerta. Mientras plantaba salvia roja tras el heliotropo púrpura, decidió que el conjunto ganaría con unas notas de color atrevidas e intensas. La combinación de plantas que había elegido daría flores y colorido al espacio durante toda la temporada. El efecto mejoraría cuando la lobelia creciera en cascada y la verbenácea desbordara el macetero.
Sus plantas recibirían cálidamente a Nick cuando este subiera por la escalera. Y además, pensó sonriendo con timidez, actuarían de recordatorio y le harían pensar en la mujer que había dispuesto esa bienvenida.
Se puso de cuclillas y examinó el efecto final.
—Es una preciosidad, si me está permitido decirlo.
Después de apilar los tiestos vacíos y los paquetes de abono, _________ cambió de posición y se dispuso a repetir el arreglo floral en la segunda urna.
Se preguntó si Nick tendría una regadera, pero dedujo que era improbable. Tendría que habérsele ocurrido antes, aunque ya se las arreglarían hasta que él comprara una. Contenta de remover la tierra, ________ tarareaba al son de la radio que había encendido.
A los maceteros de la entrada principal les faltaba garra, pensó sin abandonar la tarea. Intentaría completarlos a la semana siguiente.
Cuando terminó, barrió la tierra esparcida y guardó en el coche las cajas, los tiestos de plástico y las herramientas de jardinería. Se sacudió la tierra de las manos y alzó los ojos para admirar su obra.
Siempre había creído que las flores eran esenciales en una casa. Y ahora Nick ya contaba con ellas. Por otro lado, era de la opinión de que si se plantaban con amor, crecían más sanas. Siguiendo esa teoría, se mantendrían espectaculares hasta que llegaran las primeras heladas.
Consultó el reloj y corrió escalera arriba. Quería lavarse y empezar a preparar la cena, sobre todo teniendo en cuenta que había decidido añadir un aperitivo al menú.
Sucio, sudado y molesto todavía por culpa de un fontanero que no se había presentado a trabajar y un inspector de obras novato que se daba aires de superioridad, Nick condujo hacia la parte trasera del despacho.
Quería darse una ducha, tomar una cerveza y quizá un par de aspirinas. Si el contratista no iba a despedir al maldito fontanero, que además era su cuñado, le explicaría los motivos del retraso a su cliente. Y también se encargaría del inspector de obras, que se había puesto a mangonear porque la abertura de una puerta excedía apenas tres milímetros de la medida requerida.
Quizá sería mejor empezar por las aspirinas y seguir con la ducha y la copa.
Tal vez eso dulcificaría un día que había empezado a las seis de la mañana con la llamada de un cliente, cinta métrica en mano, que se había puesto como una fiera porque había medido el hueco destinado al mueble bar y le faltaban cinco centímetros.
No culpaba al cliente por ello. Él también se había puesto como un energúmeno. Si había marcado cinco centímetros más en el plano, también tenían que estar en la obra, y los empleados no tenían por qué cambiar las medidas a su antojo.
A partir de ese momento, pensó Nick intentando relajar la tensión de sus hombros, el día había ido de mal en peor. Si él estaba dispuesto a trabajar una jornada de doce horas diarias, lo que pedía era poder terminarla con la sensación de haber logrado algo positivo y no pensando que se había dedicado a recorrer el maldito condado apagando incendios.
Dobló el último tramo dando las gracias por haber llegado a casa y porque la oficina estuviera cerrada. Así (por favor, por favor) nadie podría pedirle que arreglara cualquier cosa o negociara algún asunto.
Al ver el coche de _______ se quedó perplejo y, luchando por sobreponerse al dolor de cabeza, pensó si no se habría confundido. ¿Habían quedado en encontrarse en la ciudad o en salir juntos de casa?
No, no. Tocaba ir a cenar y quizá al cine, plan que intentaría cambiar por comida preparada y un DVD en casa, y eso después de refrescarse y relajarse un poco. Salvo que al estar enfrascado entre crisis y quejas, había olvidado llamarla para comentárselo.
Aunque si _______ ya estaba en la ciudad, podría…
Se quedó descolocado cuando se dio cuenta de que la puerta trasera estaba abierta, la mosquitera entornada y que, junto a esta, había unos maceteros con flores. Detuvo la camioneta, se quedó sentado inmóvil un momento, y entonces lanzó las gafas de sol encima del salpicadero. Salió del vehículo y oyó música colándose por la puerta.
¿De dónde demonios habían salido esas plantas?, se preguntó, sintiendo que la rabia acrecentaba su dolor de cabeza. ¿Por qué diablos estaba abierta la puerta?
Quería conectar el aire acondicionado, darse una ducha fría y disponer de cinco minutos para sacudirse de encima el pésimo día que había tenido. Ahora, en cambio, había allí unas flores que tendría que acordarse de regar, la música estaba alta y ella le esperaba en casa, pendiente de ser el centro de atención y de conversar con él.
Subió cansinamente los escalones, le frunció el ceño a las plantas y empujó la puerta mosquitera.
Allí estaba ella, tarareando una melodía de la radio (que atronaba en su dolorida cabeza), y cocinando (precisamente cuando él ya había decidido encargar una pizza). El juego de llaves de repuesto estaba encima del mostrador, junto a un jarrón de girasoles enormes que le dolían a la vista.
_______ meneaba la sartén con una mano mientras sostenía una copa de vino con la otra. De repente, se fijó en él.
—¡Oh! —se sobresaltó ella riéndose con la sartén en la mano—. No te he oído entrar.
—No me extraña. El barrio entero debe de estar divirtiéndose con… ¿eso es ABBA?
—¿Qué? Ah, la música. Está muy alta. —Dio un nuevo meneo a la sartén y luego graduó el fuego. Se apresuró a tomar el mando a distancia y bajó el volumen del estéreo—. Esta música es perfecta para cocinar. Se me ha ocurrido darte una sorpresa y te estoy preparando una cena casera. Las vieiras necesitan un minuto más. La salsa ya está; si quieres, puedes probarla ahora mismo. ¿Te apetece una copa de vino?
—No, gracias. —Nick abrió el armario alto en el que guardaba los frascos de aspirinas.
—Sé que has tenido un día muy complicado. —_______ le hizo una caricia en el brazo como muestra de cariño mientras él forcejeaba con el frasco—. Michelle me lo ha contado. ¿Por qué no te sientas un rato y te relajas?
—Voy sucio. Necesito una ducha.
—Sí, en eso te doy la razón. —________ se puso de puntillas y rozó sus labios con un beso—. Te traeré un vaso de agua fría.
—Ya voy yo. —Nick se dirigió a la nevera—. ¿Michelle te ha dado las llaves?
—Me ha dicho que te retrasarías porque estabas en una obra. También me ha contado que habías tenido un día muy complicado. Yo llevaba la comida en el coche y… —_______ volvió a menear la sartén y luego apagó el fuego—. He puesto a marinar una falda de ternera. La carne roja te irá bien para el dolor de cabeza. Aséate y descansa. La cena puede esperar si te apetece estirarte un poco antes.
—¿Qué significa todo esto, _______? —A pesar de que el volumen no era muy alto, la música le estaba destrozando los nervios. Nick agarró el mando a distancia y apagó el equipo—. ¿Has cargado con esos tiestos hasta aquí arriba?
—Chip se ocupó de la peor parte. Yo lo pasé de fábula eligiendo los maceteros y las plantas. —_______ aderezó las vieiras con una mezcla de cilantro, ajo y lima, y luego echó por encima la salsa que había preparado—. Dan una nota de color a la casa, ¿verdad? Quería agradecerte el detalle que tuviste en Nueva York, y cuando me vino la inspiración, reuní unas cuantas cosas y me lancé a la carretera.
_______ dejó el cuenco vacío en el fregadero y, al volverse, se le borró la sonrisa del rostro.
—He metido la pata, ¿verdad?
—He tenido un día de perros, eso es todo.
—Y yo he acabado de rematarlo, claro.
—Sí. No. —Nick se presionó los dedos contra las sienes como si intentara perforárselas—. He tenido un día muy malo. Solo necesito calmarme un poco. Tendrías que haber llamado si querías… preparar algo así.
Sin pensarlo, y por la fuerza de la costumbre, Nick tomó el juego de llaves de repuesto y se lo guardó en el bolsillo.
Fue como si la hubiera abofeteado.
—No te preocupes, Nick. No he metido nada mío en el armario ni en los cajones. El cepillo de dientes sigue en mi bolsa.
—¿De qué diablos estás hablando?
—Mi allanamiento de morada solo ha llegado hasta la cocina, y no volverá a suceder. No he salido corriendo a hacer una copia de tus valiosas llaves, y espero que no le riñas a Michelle por habérmelas dado.
—_______, dame un respiro.
—¿Dices que te dé un respiro? ¿Tienes idea de lo humillante que ha sido tener que decirle que no tenía llave, saber que llevamos acostándonos desde abril y que no soy digna de tu confianza?
—Esto no tiene nada que ver con la confianza. Yo nunca…
—Mientes más que hablas, Nick. Mientes. Cuando me quedo en tu casa, cosa rara, porque es tu espacio particular, tengo que andar con tiento para no olvidar ni una sola horquilla, porque, ¡oh, desgracia!, ¿qué pasaría entonces? ¿Se dejará esta mujer el cepillo del pelo, olvidará una blusa…? Cuidado, porque puede pasar que, en menos de lo que canta un gallo, me sienta muy a gustito en tu casa.
—Me alegra que te sientas a gusto, no seas tonta. No quiero pelearme contigo.
—Mala suerte, porque yo sí ando buscando pelea. Te has enojado porque he venido a invadir tu espacio y he actuado como si estuviera en mi propia casa. Tu actitud me indica que estoy perdiendo el tiempo, que mis sentimientos han caído en saco roto, y yo merezco más que eso.
—Mira, ________, todo esto me ha pillado en un mal momento.
—No se trata de este momento en concreto, Nick, no es eso. Siempre pasa igual. Me impides entrar en tu casa porque entonces parece que te estés comprometiendo.
—Por favor, ________. Me he comprometido contigo. No hay nadie más. No ha habido nadie más desde el día en que te toqué.
—No estoy hablando de otra persona. Se trata de ti y de mí. Se trata de que me quieres, a tu manera, si todo avanza conforme a… tus planes —exclamó ella con aspavientos—. Mientras nos rijamos por eso, no habrá problemas. Pero a mí, eso ya no me sirve. Lo nuestro no va a funcionar si no puedo traerte una botella de leche, dejar un maldito pintalabios encima del lavabo o regalarte unas plantas sin que te cabrees.
—No entiendo lo de la leche. _______, maldita sea… no sé de qué estás hablando.
—Esto no va a funcionar si prepararte la cena significa que estoy cometiendo un delito. —_______ agarró la bandeja de vieiras y la estrelló contra el fregadero con un estrépito de loza rota.
—Bueno, ya vale.
—No, ya vale no. —_________ giró sobre sí misma y lo empujó con ambas manos mientras unas lágrimas de rabia y decepción le nublaban los ojos y le quebraban la voz—. No voy a conformarme con menos. Te quiero, y quiero que me quieras. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Casarme, tener niños, un futuro… Y esto… con esto no tengo bastante, ni mucho menos. Ha resultado que tú tenías razón, Nick. Tenías toda la razón del mundo. Dales un dedo y se tomarán el brazo entero.
—¿Qué?, ¿cómo…? Espera.
—No te preocupes, no hace falta que salgas huyendo. Yo soy la única responsable de mis sentimientos, de mis necesidades y elecciones. Y aquí acaba todo. Hemos terminado.
—Un momento. —Nick se maravilló de que la cabeza no le hubiera explotado. Aunque quizá sí le había explotado y por eso ya no la sentía—. Joder, dame un momento para que pueda pensar.
—No hay tiempo, y basta ya de pensar. No me toques —le advirtió ella al ver que Nick se le acercaba—. Ni se te ocurra ponerme un dedo encima. Tuviste tu oportunidad. Te he dado todo lo que tenía. Si hubieras querido más, más te habría dado. Esta es mi manera de amar. Solo sé amar así. Sin embargo, lo que no voy a hacer es entregarme a ciegas cuando no se valoran, ni se quieren, mis sentimientos, cuando no se me valora a mí.
—Cabréate y rompe los platos, si quieres —le espetó Nick—, pero no te quedes aquí plantada diciéndome que no te quiero, que no te valoro.
—No como yo quiero o necesito. Intentar lo contrario, Nick, intentar no quererte de la única manera que sé querer… eso me rompe el corazón. —________ cogió su bolso—. Apártate de mí.
Nick dio un manotazo a la puerta mosquitera para cortarle el paso.
—Siéntate. No eres la única que tiene algo que decir.
—Me da igual lo que digas. Se acabó lo de preocuparme por ti. He dicho que te apartes.
En ese momento ________ lo miró a los ojos. Si hubiera habido rabia o rencor en ellos, Nick lo habría pasado por alto hasta haber liquidado el asunto. Sin embargo, se vio incapaz de hacer frente a su dolor.
—________, por favor.
________ se limitó a hacer un gesto de negación y, empujándolo para que se apartara, corrió hacia su coche.
No supo cómo consiguió reprimir las lágrimas. Solo sabía que no veía nada y que tenía que llegar a casa. Necesitaba estar en casa. Le empezaron a temblar las manos y agarró el volante con más fuerza. Le dolía respirar. ¿Era posible? ¿Cómo podía dolerle el simple acto de respirar? Oyó que se le escapaba un lamento y presionó los labios para contener el siguiente. Le pareció oír el sonido que emite un animal herido.
No se permitiría dejarse embargar por esa emoción. En ese momento, no. Todavía no.
Haciendo caso omiso de los alegres timbrazos de su teléfono móvil, mantuvo la vista pegada a la carretera.
La contención cedió, y las lágrimas la vencieron en el momento en que giraba y tomaba el caminito de entrada. Se las enjugó con un movimiento rápido e impaciente, dobló la curva y aparcó.
Entonces la sacudió un temblor. _______ salió trémula del coche y avanzó a trompicones por el sendero. Logró entrar en la casa principal, sana y salva, antes de que los primeros sollozos la desbordaran.
—¿_______? —Oyó la voz de Parker en lo alto de la escalera—. ¿Qué haces en casa tan temprano? Creía que estabas…
A través de un mar de lágrimas, _______ vio que Parker bajaba corriendo la escalera.
—Parker…
_______ se vio envuelta en un fuerte abrazo.
—Oh, ________… Ay, cariño… Ven, ven conmigo.
—¿Qué es este alboroto? ¿Qué pasa? ¿Está herida? —La señora Grady, como había hecho Parker, bajó corriendo por la escalera.
—Físicamente no. La llevaré arriba. ¿Puede llamar a Mac?
—Me ocuparé de eso. Vamos, preciosa… —La señora Grady le acarició el pelo—. Ya estás en casa. Deja que nos ocupemos nosotras. Ve con Parker.
—No puedo parar. No puedo parar de llorar.
—No tienes por qué. —Parker, asiéndola por la cintura, la condujo escalera arriba—. Llora cuanto quieras, todo lo que necesites. Iremos a la sala, donde nos reunimos siempre.
Cuando llegaron al tercer piso, Laurel salió disparada a su encuentro. No dijo nada, tan solo rodeó a _______ por la cintura flanqueándola desde el otro lado.
—¿Cómo he podido ser tan idiota?
—No eres idiota —murmuró Parker—. No lo eres.
—Iré a buscar un poco de agua —propuso Laurel.
Parker asintió y condujo a ________ hasta el sofá.
—Me ha hecho mucho daño, muchísimo, ¿Cómo puede la gente soportar tanto dolor?
—No lo sé.
Una vez sentadas, ________ se aovilló y apoyó la cabeza en el regazo de Parker.
—Tenía que llegar a casa. Era necesario que llegara a casa.
—Ya estás en casa —dijo Laurel, que se había sentado en el suelo e iba metiendo pañuelos de papel en la mano de ________.
Tapándose la cara con ellos, _______ expulsó el dolor y el sufrimiento que le atenazaban el pecho y le laceraban el vientre. Sollozó con tanta fuerza que se le irritó la garganta, sollozó hasta que ya no pudo más. Y al terminar, las lágrimas seguían rodándole por las mejillas.
—Es como si estuviera padeciendo una enfermedad espantosa —afirmó manteniendo los ojos cerrados durante unos instantes—. Como si nunca fuera a recuperarme.
—Bebe un poco de agua. Te sentará bien —le propuso Parker ayudándole a incorporarse—. Y tómate estas aspirinas.
—Es como tener una gripe aguda —comentó ________ dando un sorbo de agua, respirando hondo y tragándose la aspirina que Parker le tendía—. Es como cuando tienes gripe y, después de superarla, sigues débil, mareada e indefensa.
—Hay té y sopa. —Mac, como Laurel, se había sentado en el suelo—. La señora Grady los ha subido.
—Todavía no. Gracias. Todavía no.
—Esto no ha sido solo por una pelea —aventuró Laurel.
—No, no ha sido solo por una pelea —repitió _______, agotada y apoyando la cabeza en el hombro de Parker—. ¿Creéis que es peor porque todo ha sido por mi culpa?
—No te atrevas a culparte por nada —afirmó Laurel dándole una palmadita en la pierna—. No te atrevas.
—No voy a ponérselo fácil, creedme, pero soy yo quien se ha complicado la vida. Y esta noche, precisamente esta noche, estaba allanando el terreno porque quería… esperaba —se autocorrigió ______—, algo que no iba a suceder. Conozco a Nick, y aun así, he saltado por el precipicio.
—¿Puedes decirnos qué ha pasado? —preguntó Mac.
—Sí.
—Primero toma un poco de té —dijo Laurel ofreciéndole una taza.
_______ dio un sorbo y suspiró.
—Aquí hay whisky.
—La señora Grady ha dicho que te lo bebas. Te irá bien.
—Sabe a medicamento. Y debe de serlo. —_______ tomó otro sorbo—. He cruzado los límites, supongo, por decirlo de algún modo. Lo que ocurre es que no acepto los límites que él me impone, y por eso hemos terminado. Esto tiene que acabar porque no soporto sentirme así.
—¿Cuáles son esos límites? —preguntó Parker.
—No me deja entrar en su vida —dijo ________ sacudiendo la cabeza—. Quería obsequiarle de alguna manera. En parte, también lo hacía por mí, pero quería ofrecerle algo especial. Por eso fui al vivero.
Cuando terminó su té, las punzadas que sentía en la cabeza eran más débiles.
—Pasé un mal rato cuando me vi obligada a decirle a Michelle que no tenía llave. Una parte de mí se retrajo, se dijo: «Detente».
—¿Para qué diablos ibas a hacer eso? —le espetó Laurel.
—Eso fue lo que otra parte de mí se dijo. Salimos juntos, somos una pareja y, sobre todo, buenos amigos. ¿Qué hay de malo en ir a su casa y sorprenderlo preparándole la cena? Pero lo sabía. Esa otra parte de mí lo sabía. Quizá fuese una prueba. No lo sé. Ni me importa. Y quizá la cosa se complicó tanto, me refiero a la tensión creciente, a la discusión, porque antes me había tropezado con Rachel Monning en la librería. ¿Te acuerdas de ella, Parker? Yo fui su canguro.
—Sí, vagamente.
—Se va a casar.
—¿Le hiciste de canguro? —exclamó Laurel alzando las manos—. ¿Dejan casarse a las niñas de doce años?
—Va a la universidad. Se licencia el año que viene, y luego se casará. A propósito, quiere celebrarlo aquí. Cuando me recobré de la impresión, solo podía pensar que lo que yo quería era eso. Quería lo que tiene esa chica que yo cuidé. Maldita sea, quería lo que vi en su cara. La alegría, la confianza, las ansias de empezar una nueva vida con el hombre que ama. ¿Por qué no iba a querer eso? ¿No estoy en mi derecho? Querer casarse es tan legítimo como no quererlo.
—No hace falta que gastes saliva —le recordó Mac.
—Bueno, pues resulta que eso es lo que quiero. Quiero el compromiso, el trabajo, los niños y todo lo que eso conlleva. Todo. Ya sé que también quiero el cuento de hadas, bailar en el jardín, a la luz de la luna, pero eso… solo es como el ramo o como un hermoso pastel. Es un símbolo. Lo que yo quiero es lo que eso simboliza. Él no. —_______ se recostó y cerró los ojos—. Los dos tenemos razón. Lo que ocurre es que no queremos las mismas cosas.
—¿Te ha dicho eso? ¿Te ha dicho Nick que no quiere lo mismo que tú quieres?
—Se ha enfadado al verme en su casa —le dijo _______ a Parker—. Peor aún. Más que enfadarse, se ha puesto hecho una furia. Me he pasado de lista.
—Oh, por el amor de Dios… —musitó Mac.
—Bien, imaginaba un montón de cosas. Suponía que estaría contento de verme, de que le hiciera carantoñas después de un duro y largo día de trabajo. Llevé mi DVD de Truly, Madly, Deeply. Habíamos bromeado con hacer una sesión doble para que él pudiera ver por qué me gustaba a mí esa película y luego compararla con La jungla de cristal.
—Alan Rickman —dijo Laurel asintiendo.
—Exacto. Le había llevado unos girasoles y unos maceteros. Preciosos de verdad. Y casi había terminado de preparar el aperitivo cuando él ha llegado. Me he puesto a charlar de esto y de aquello durante un rato. ¿Quieres una copa de vino? Relájate un poco. ¡Ostras, qué estúpida! Y entonces ha tenido ese gesto, explícito, inconfundible. Ha cogido… las llaves de Michelle y se las ha metido en el bolsillo.
—Eso demuestra mucha frialdad —dijo Laurel con callada indignación—. Una frialdad del carajo.
—Eran sus llaves —afirmó _______—. Estaba en su derecho. Por eso le he dicho lo que pensaba, lo que sentía, y que por mi parte se habían terminado los disimulos. Le he dicho que estaba enamorada de él. Y lo único que él ha acertado a decir es que le diera un minuto para poder pensar.
—Menudo imbécil te has buscado.
El tono disgustado de Mac casi le arrancó una sonrisa.
—Me he dicho eso de «me has pillado desprevenido, no esperaba algo así». Incluso ha pronunciado la frase «me has cogido en un mal momento».
—Penoso.
—Todo eso ha sido antes de que le dijera que lo amaba, pero da igual. Le he dicho que todo había terminado y me he marchado. Me ha dolido mucho. Creo que va a dolerme durante mucho tiempo.
—Ha llamado —le dijo Mac.
—No quiero hablar con él.
—Lo imaginaba. Quería asegurarse de que estabas aquí, de que habías llegado a casa. No estoy de su lado, créeme, pero me ha parecido que estaba muy afectado.
—Me da igual. No quiero preocuparme por eso. Si lo perdono ahora, si me desdigo, si me conformo con lo que él me ofrece, me traicionaré a mí misma. Primero tengo que superar esto —dijo _________ acurrucándose de nuevo—. Necesito reponerme. No quiero verlo ni hablar con él hasta que lo haya superado. O al menos hasta que me sienta con fuerzas.
—Pues entonces no lo hagas. Voy a cambiar las consultas que tienes para mañana.
—Oh, Parker…
—Te conviene tener un día libre.
—¿Para llorar como una magdalena?
—Sí. Ahora necesitas un baño caliente y muy largo. Nosotras calentaremos la sopa. Después, cuando hayas terminado de llorar por segunda vez… porque vas a volver a llorar…
—Sí —suspiró ________—. Volveré a llorar.
—Después de eso, te meteremos en la cama, y dormirás hasta que el cuerpo te diga basta.
—Todavía estaré enamorada de él cuando me despierte.
—Sí —convino Parker.
—Y todavía seguirá doliéndome.
—Sí.
—Pero seré un poco más fuerte.
—Lo serás.
—Voy a prepararte el baño. Con mi fórmula especial —propuso Mac levantándose y besando a _______ en la mejilla—. Estamos de tu lado.
—Yo me encargo de la sopa, y le pediré a la señora Grady que haga un montón de sus fabulosas patatas fritas. Ya sé que es un clásico —dijo Laurel dándole un pellizco cariñoso en la pierna—, pero los clásicos lo son por algo.
—Gracias. —________ cerró los ojos y cogió a Parker de la mano cuando se quedaron a solas—. Sabía que estarías a mi lado.
—Siempre.
—Oh, Parker. Ay, ya viene el segundo.
—No pasa nada —dijo Parker acariciándole la espalda a modo de consuelo mientras ella se abandonaba al llanto—. No pasa nada.
Mientras _______ lloraba, Nick llamó a la puerta de Del. Tenía que hacer algo si quería evitar que el coche lo llevara hasta la casa de ella. Le había dejado muy claro que no sería bienvenido, y por si fuera poco, Mac se lo había confirmado.
Del abrió la puerta.
—¿Qué pasa? Joder, Nick, estás hecho una mierda.
—Porque así es como me siento.
Del frunció el ceño.
—Oye, tío, si vienes a tomar una cerveza y a llorar porque te has peleado con ________…
—No ha sido una pelea. No ha sido… solo una pelea.
Del escrutó su rostro y se apartó de la puerta.
—Tomemos una cerveza.
Nick cerró la puerta tras de sí y entonces se dio cuenta de que Del vestía traje y corbata.
—¿Ibas a salir?
—Iba hacia allí precisamente. Toma una cerveza. Voy a hacer una llamada.
—Ahora tendría que decir que vengo por una tontería y que puedo esperar, pero no voy a hacerlo.
—Coge una cerveza. Salgo dentro de un minuto.
Nick fue a buscar un par de cervezas y salió al porche trasero. Sin embargo, en lugar de sentarse, se quedó junto a la barandilla, contemplando la oscuridad. Intentó recordar si alguna vez se había sentido tan mal como entonces. Y decidió que, aparte del día en que se despertó en un hospital con una conmoción, un brazo fracturado y un par de costillas rotas como resultado de un accidente de coche, la respuesta era que no.
Ni siquiera entonces se había sentido tan mal, porque la intensidad del dolor había sido solo física.
De todos modos, eso tampoco era cierto del todo, pensó. Recordaba haberse sentido casi exactamente de esa manera: mareado, aturdido y desorientado. Fue el día en que sus padres le dijeron que se sentara, tan civilizados ellos, para comunicarle que iban a divorciarse.
No es culpa tuya, le dijeron. Seguimos queriéndote y siempre te querremos, pero…
En ese momento su mundo se había vuelto del revés, pero ¿por qué ahora le parecía peor? ¿Por qué le dolía más aceptar que _______ podía abandonarlo, que, de hecho, iba a abandonarlo? Podía hacerlo y lo haría, pensó, porque la había menoscabado cuando lo que habría tenido que hacer era todo lo que estuviera en su mano para lograr que se sintiera valorada.
En ese momento oyó que la puerta se abría.
—Gracias —dijo Nick cuando Del salió al porche—. En serio.
—Tendría que decir que no importa, pero no voy a hacerlo.
Nick hizo un amago de carcajada.
—Joder, Del, la he fastidiado. Con todo el equipo, y ni siquiera estoy seguro de cómo lo he hecho. Lo que sí sé es que le he hecho daño a ________. Le hecho mucho daño, o sea que, como te prometí, acepto que me des una patada en el culo. Ahora bien, tendrás que esperar turno, porque primero voy yo.
—Eso no me importa.
—Ha dicho que está enamorada de mí.
Del tomó un sorbo de cerveza.
—Nunca te he tenido por un idiota, Nick. ¿Vas a quedarte aquí plantado ahora diciéndome que no lo sabías?
—No del todo; no estaba seguro. Las cosas han salido así y… no, no soy idiota y sé que lo nuestro era importante. Tenía un significado. Pero, de repente, hay como un salto y yo doy un traspiés. No estoy a la altura, no consigo manejar eso, no sé qué decir, y ella se siente tan herida… tan herida y cabreada que no me da ninguna oportunidad. Le cuesta mucho perder los estribos. Ya sabes cómo es _______. Nunca explota, pero cuando lo hace, no te queda ni la más remota posibilidad de defenderte.
—¿Por qué ha explotado?
Nick fue a coger su cerveza, pero siguió de pie.
—He tenido un día espantoso, Del. Uno de esos días en que el infierno parece Disney World en comparación. Me sentía sucio, cabreado… y tenía un jodido dolor de cabeza por culpa de la tensión. Llego a casa y me la encuentro allí. Dentro.
—No sabía que le habías dado una llave. Un gran paso para ti, Jonas.
—No lo hice. No le di ninguna llave. Se la dio Michelle.
—Ay, ay… O sea, que se infiltró entre las líneas enemigas, ¿no?
Nick se interrumpió y se lo quedó mirando fijamente.
—¿Esa es la imagen que tienes de mí? Venga, dímelo.
—Esa es la imagen de cómo eres exactamente con las mujeres.
—¿Y eso me convierte en un monstruo, en un psicópata?
Del se apoyó en la barandilla del porche.
—No, quizá seas un poco fóbico, pero sigue hablando.
—Bien, me siento sucio y eso me pone de mal humor. Ella está en casa. Me ha comprado unos maceteros para el porche. ¿De qué te ríes?
—Solo te imaginaba descolocado y agobiado.
—Claro, ¿cómo iba a estar? Me la encuentro cocinando, y luego veo flores, la música suena a toda pastilla y mi cabeza se rebela. Te aseguro que si pudiera retroceder, lo haría. En serio. Nunca le haría daño a _______.
—Ya lo sé.
—Se siente herida y ofendida porque… me he comportado como un gilipollas. Eso está claro, pero en lugar de pelearnos o de gritarnos para desahogarnos, la situación da un giro inesperado. —El dolor de cabeza hizo amago de volver a aparecer y Nick se llevó la botella fría a la sien—. Da un giro inesperado y se va al traste. Entonces empieza a decir que no confío en ella y que no es bien recibida en mi casa. Dice que no va a tolerar eso, que está enamorada de mí y quiere…
—¿Qué es lo que quiere?
—¿Qué crees tú? Matrimonio, niños, el paquete completo. Intento estar a la altura, procuro mantener la cabeza en su sitio para que no me estalle y pueda pensar, pero ella no me da la oportunidad. No me deja opinar sobre lo que acaba de decirme. Ha terminado conmigo, se acabó lo nuestro. Le he roto el corazón. Ella se ha echado a llorar, y sigue llorando todavía.
El rostro de _______ se le apareció en un fogonazo y sintió una punzada de arrepentimiento.
—Solo quería que se sentara, que esperase unos instantes… hasta que yo pudiera recuperar el aliento, hasta que acertase a pensar en algo. No ha querido. Me ha dicho que me apartara de su camino. Habría preferido que me pegara un tiro a que me mirase como lo ha hecho cuando me ha dicho que me apartara.
—¿Eso es todo? —preguntó Del al cabo de unos segundos.
—¿No te parece suficiente?
—Una vez te lo pregunté y no me respondiste. Ahora volveré a preguntártelo. Y esta vez tienes que decir sí o no. ¿Estás enamorado de ella?
—Vale. —Nick tomó un largo trago de cerveza—. Sí. Supongo que me han tenido que dar un buen golpe para sacarme eso del buche, pero sí. Estoy enamorado de ella, aunque…
—¿Quieres arreglar las cosas?
—Acabo de decirte que estoy enamorado de ella. ¿Cómo no voy a querer arreglar las cosas?
—¿Quieres saber lo que puedes hacer?
—Serás cabrón, Del… —Nick volvió a beber—. Sí, ya que eres tan listo, dímelo. ¿Cómo lo arreglo?
—Arrástrate.
Nick suspiró hondo.
—De eso, me veo capaz.
Había acertado al pensar que quedarían perfectos junto a la puerta. Mientras plantaba salvia roja tras el heliotropo púrpura, decidió que el conjunto ganaría con unas notas de color atrevidas e intensas. La combinación de plantas que había elegido daría flores y colorido al espacio durante toda la temporada. El efecto mejoraría cuando la lobelia creciera en cascada y la verbenácea desbordara el macetero.
Sus plantas recibirían cálidamente a Nick cuando este subiera por la escalera. Y además, pensó sonriendo con timidez, actuarían de recordatorio y le harían pensar en la mujer que había dispuesto esa bienvenida.
Se puso de cuclillas y examinó el efecto final.
—Es una preciosidad, si me está permitido decirlo.
Después de apilar los tiestos vacíos y los paquetes de abono, _________ cambió de posición y se dispuso a repetir el arreglo floral en la segunda urna.
Se preguntó si Nick tendría una regadera, pero dedujo que era improbable. Tendría que habérsele ocurrido antes, aunque ya se las arreglarían hasta que él comprara una. Contenta de remover la tierra, ________ tarareaba al son de la radio que había encendido.
A los maceteros de la entrada principal les faltaba garra, pensó sin abandonar la tarea. Intentaría completarlos a la semana siguiente.
Cuando terminó, barrió la tierra esparcida y guardó en el coche las cajas, los tiestos de plástico y las herramientas de jardinería. Se sacudió la tierra de las manos y alzó los ojos para admirar su obra.
Siempre había creído que las flores eran esenciales en una casa. Y ahora Nick ya contaba con ellas. Por otro lado, era de la opinión de que si se plantaban con amor, crecían más sanas. Siguiendo esa teoría, se mantendrían espectaculares hasta que llegaran las primeras heladas.
Consultó el reloj y corrió escalera arriba. Quería lavarse y empezar a preparar la cena, sobre todo teniendo en cuenta que había decidido añadir un aperitivo al menú.
Sucio, sudado y molesto todavía por culpa de un fontanero que no se había presentado a trabajar y un inspector de obras novato que se daba aires de superioridad, Nick condujo hacia la parte trasera del despacho.
Quería darse una ducha, tomar una cerveza y quizá un par de aspirinas. Si el contratista no iba a despedir al maldito fontanero, que además era su cuñado, le explicaría los motivos del retraso a su cliente. Y también se encargaría del inspector de obras, que se había puesto a mangonear porque la abertura de una puerta excedía apenas tres milímetros de la medida requerida.
Quizá sería mejor empezar por las aspirinas y seguir con la ducha y la copa.
Tal vez eso dulcificaría un día que había empezado a las seis de la mañana con la llamada de un cliente, cinta métrica en mano, que se había puesto como una fiera porque había medido el hueco destinado al mueble bar y le faltaban cinco centímetros.
No culpaba al cliente por ello. Él también se había puesto como un energúmeno. Si había marcado cinco centímetros más en el plano, también tenían que estar en la obra, y los empleados no tenían por qué cambiar las medidas a su antojo.
A partir de ese momento, pensó Nick intentando relajar la tensión de sus hombros, el día había ido de mal en peor. Si él estaba dispuesto a trabajar una jornada de doce horas diarias, lo que pedía era poder terminarla con la sensación de haber logrado algo positivo y no pensando que se había dedicado a recorrer el maldito condado apagando incendios.
Dobló el último tramo dando las gracias por haber llegado a casa y porque la oficina estuviera cerrada. Así (por favor, por favor) nadie podría pedirle que arreglara cualquier cosa o negociara algún asunto.
Al ver el coche de _______ se quedó perplejo y, luchando por sobreponerse al dolor de cabeza, pensó si no se habría confundido. ¿Habían quedado en encontrarse en la ciudad o en salir juntos de casa?
No, no. Tocaba ir a cenar y quizá al cine, plan que intentaría cambiar por comida preparada y un DVD en casa, y eso después de refrescarse y relajarse un poco. Salvo que al estar enfrascado entre crisis y quejas, había olvidado llamarla para comentárselo.
Aunque si _______ ya estaba en la ciudad, podría…
Se quedó descolocado cuando se dio cuenta de que la puerta trasera estaba abierta, la mosquitera entornada y que, junto a esta, había unos maceteros con flores. Detuvo la camioneta, se quedó sentado inmóvil un momento, y entonces lanzó las gafas de sol encima del salpicadero. Salió del vehículo y oyó música colándose por la puerta.
¿De dónde demonios habían salido esas plantas?, se preguntó, sintiendo que la rabia acrecentaba su dolor de cabeza. ¿Por qué diablos estaba abierta la puerta?
Quería conectar el aire acondicionado, darse una ducha fría y disponer de cinco minutos para sacudirse de encima el pésimo día que había tenido. Ahora, en cambio, había allí unas flores que tendría que acordarse de regar, la música estaba alta y ella le esperaba en casa, pendiente de ser el centro de atención y de conversar con él.
Subió cansinamente los escalones, le frunció el ceño a las plantas y empujó la puerta mosquitera.
Allí estaba ella, tarareando una melodía de la radio (que atronaba en su dolorida cabeza), y cocinando (precisamente cuando él ya había decidido encargar una pizza). El juego de llaves de repuesto estaba encima del mostrador, junto a un jarrón de girasoles enormes que le dolían a la vista.
_______ meneaba la sartén con una mano mientras sostenía una copa de vino con la otra. De repente, se fijó en él.
—¡Oh! —se sobresaltó ella riéndose con la sartén en la mano—. No te he oído entrar.
—No me extraña. El barrio entero debe de estar divirtiéndose con… ¿eso es ABBA?
—¿Qué? Ah, la música. Está muy alta. —Dio un nuevo meneo a la sartén y luego graduó el fuego. Se apresuró a tomar el mando a distancia y bajó el volumen del estéreo—. Esta música es perfecta para cocinar. Se me ha ocurrido darte una sorpresa y te estoy preparando una cena casera. Las vieiras necesitan un minuto más. La salsa ya está; si quieres, puedes probarla ahora mismo. ¿Te apetece una copa de vino?
—No, gracias. —Nick abrió el armario alto en el que guardaba los frascos de aspirinas.
—Sé que has tenido un día muy complicado. —_______ le hizo una caricia en el brazo como muestra de cariño mientras él forcejeaba con el frasco—. Michelle me lo ha contado. ¿Por qué no te sientas un rato y te relajas?
—Voy sucio. Necesito una ducha.
—Sí, en eso te doy la razón. —________ se puso de puntillas y rozó sus labios con un beso—. Te traeré un vaso de agua fría.
—Ya voy yo. —Nick se dirigió a la nevera—. ¿Michelle te ha dado las llaves?
—Me ha dicho que te retrasarías porque estabas en una obra. También me ha contado que habías tenido un día muy complicado. Yo llevaba la comida en el coche y… —_______ volvió a menear la sartén y luego apagó el fuego—. He puesto a marinar una falda de ternera. La carne roja te irá bien para el dolor de cabeza. Aséate y descansa. La cena puede esperar si te apetece estirarte un poco antes.
—¿Qué significa todo esto, _______? —A pesar de que el volumen no era muy alto, la música le estaba destrozando los nervios. Nick agarró el mando a distancia y apagó el equipo—. ¿Has cargado con esos tiestos hasta aquí arriba?
—Chip se ocupó de la peor parte. Yo lo pasé de fábula eligiendo los maceteros y las plantas. —_______ aderezó las vieiras con una mezcla de cilantro, ajo y lima, y luego echó por encima la salsa que había preparado—. Dan una nota de color a la casa, ¿verdad? Quería agradecerte el detalle que tuviste en Nueva York, y cuando me vino la inspiración, reuní unas cuantas cosas y me lancé a la carretera.
_______ dejó el cuenco vacío en el fregadero y, al volverse, se le borró la sonrisa del rostro.
—He metido la pata, ¿verdad?
—He tenido un día de perros, eso es todo.
—Y yo he acabado de rematarlo, claro.
—Sí. No. —Nick se presionó los dedos contra las sienes como si intentara perforárselas—. He tenido un día muy malo. Solo necesito calmarme un poco. Tendrías que haber llamado si querías… preparar algo así.
Sin pensarlo, y por la fuerza de la costumbre, Nick tomó el juego de llaves de repuesto y se lo guardó en el bolsillo.
Fue como si la hubiera abofeteado.
—No te preocupes, Nick. No he metido nada mío en el armario ni en los cajones. El cepillo de dientes sigue en mi bolsa.
—¿De qué diablos estás hablando?
—Mi allanamiento de morada solo ha llegado hasta la cocina, y no volverá a suceder. No he salido corriendo a hacer una copia de tus valiosas llaves, y espero que no le riñas a Michelle por habérmelas dado.
—_______, dame un respiro.
—¿Dices que te dé un respiro? ¿Tienes idea de lo humillante que ha sido tener que decirle que no tenía llave, saber que llevamos acostándonos desde abril y que no soy digna de tu confianza?
—Esto no tiene nada que ver con la confianza. Yo nunca…
—Mientes más que hablas, Nick. Mientes. Cuando me quedo en tu casa, cosa rara, porque es tu espacio particular, tengo que andar con tiento para no olvidar ni una sola horquilla, porque, ¡oh, desgracia!, ¿qué pasaría entonces? ¿Se dejará esta mujer el cepillo del pelo, olvidará una blusa…? Cuidado, porque puede pasar que, en menos de lo que canta un gallo, me sienta muy a gustito en tu casa.
—Me alegra que te sientas a gusto, no seas tonta. No quiero pelearme contigo.
—Mala suerte, porque yo sí ando buscando pelea. Te has enojado porque he venido a invadir tu espacio y he actuado como si estuviera en mi propia casa. Tu actitud me indica que estoy perdiendo el tiempo, que mis sentimientos han caído en saco roto, y yo merezco más que eso.
—Mira, ________, todo esto me ha pillado en un mal momento.
—No se trata de este momento en concreto, Nick, no es eso. Siempre pasa igual. Me impides entrar en tu casa porque entonces parece que te estés comprometiendo.
—Por favor, ________. Me he comprometido contigo. No hay nadie más. No ha habido nadie más desde el día en que te toqué.
—No estoy hablando de otra persona. Se trata de ti y de mí. Se trata de que me quieres, a tu manera, si todo avanza conforme a… tus planes —exclamó ella con aspavientos—. Mientras nos rijamos por eso, no habrá problemas. Pero a mí, eso ya no me sirve. Lo nuestro no va a funcionar si no puedo traerte una botella de leche, dejar un maldito pintalabios encima del lavabo o regalarte unas plantas sin que te cabrees.
—No entiendo lo de la leche. _______, maldita sea… no sé de qué estás hablando.
—Esto no va a funcionar si prepararte la cena significa que estoy cometiendo un delito. —_______ agarró la bandeja de vieiras y la estrelló contra el fregadero con un estrépito de loza rota.
—Bueno, ya vale.
—No, ya vale no. —_________ giró sobre sí misma y lo empujó con ambas manos mientras unas lágrimas de rabia y decepción le nublaban los ojos y le quebraban la voz—. No voy a conformarme con menos. Te quiero, y quiero que me quieras. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Casarme, tener niños, un futuro… Y esto… con esto no tengo bastante, ni mucho menos. Ha resultado que tú tenías razón, Nick. Tenías toda la razón del mundo. Dales un dedo y se tomarán el brazo entero.
—¿Qué?, ¿cómo…? Espera.
—No te preocupes, no hace falta que salgas huyendo. Yo soy la única responsable de mis sentimientos, de mis necesidades y elecciones. Y aquí acaba todo. Hemos terminado.
—Un momento. —Nick se maravilló de que la cabeza no le hubiera explotado. Aunque quizá sí le había explotado y por eso ya no la sentía—. Joder, dame un momento para que pueda pensar.
—No hay tiempo, y basta ya de pensar. No me toques —le advirtió ella al ver que Nick se le acercaba—. Ni se te ocurra ponerme un dedo encima. Tuviste tu oportunidad. Te he dado todo lo que tenía. Si hubieras querido más, más te habría dado. Esta es mi manera de amar. Solo sé amar así. Sin embargo, lo que no voy a hacer es entregarme a ciegas cuando no se valoran, ni se quieren, mis sentimientos, cuando no se me valora a mí.
—Cabréate y rompe los platos, si quieres —le espetó Nick—, pero no te quedes aquí plantada diciéndome que no te quiero, que no te valoro.
—No como yo quiero o necesito. Intentar lo contrario, Nick, intentar no quererte de la única manera que sé querer… eso me rompe el corazón. —________ cogió su bolso—. Apártate de mí.
Nick dio un manotazo a la puerta mosquitera para cortarle el paso.
—Siéntate. No eres la única que tiene algo que decir.
—Me da igual lo que digas. Se acabó lo de preocuparme por ti. He dicho que te apartes.
En ese momento ________ lo miró a los ojos. Si hubiera habido rabia o rencor en ellos, Nick lo habría pasado por alto hasta haber liquidado el asunto. Sin embargo, se vio incapaz de hacer frente a su dolor.
—________, por favor.
________ se limitó a hacer un gesto de negación y, empujándolo para que se apartara, corrió hacia su coche.
No supo cómo consiguió reprimir las lágrimas. Solo sabía que no veía nada y que tenía que llegar a casa. Necesitaba estar en casa. Le empezaron a temblar las manos y agarró el volante con más fuerza. Le dolía respirar. ¿Era posible? ¿Cómo podía dolerle el simple acto de respirar? Oyó que se le escapaba un lamento y presionó los labios para contener el siguiente. Le pareció oír el sonido que emite un animal herido.
No se permitiría dejarse embargar por esa emoción. En ese momento, no. Todavía no.
Haciendo caso omiso de los alegres timbrazos de su teléfono móvil, mantuvo la vista pegada a la carretera.
La contención cedió, y las lágrimas la vencieron en el momento en que giraba y tomaba el caminito de entrada. Se las enjugó con un movimiento rápido e impaciente, dobló la curva y aparcó.
Entonces la sacudió un temblor. _______ salió trémula del coche y avanzó a trompicones por el sendero. Logró entrar en la casa principal, sana y salva, antes de que los primeros sollozos la desbordaran.
—¿_______? —Oyó la voz de Parker en lo alto de la escalera—. ¿Qué haces en casa tan temprano? Creía que estabas…
A través de un mar de lágrimas, _______ vio que Parker bajaba corriendo la escalera.
—Parker…
_______ se vio envuelta en un fuerte abrazo.
—Oh, ________… Ay, cariño… Ven, ven conmigo.
—¿Qué es este alboroto? ¿Qué pasa? ¿Está herida? —La señora Grady, como había hecho Parker, bajó corriendo por la escalera.
—Físicamente no. La llevaré arriba. ¿Puede llamar a Mac?
—Me ocuparé de eso. Vamos, preciosa… —La señora Grady le acarició el pelo—. Ya estás en casa. Deja que nos ocupemos nosotras. Ve con Parker.
—No puedo parar. No puedo parar de llorar.
—No tienes por qué. —Parker, asiéndola por la cintura, la condujo escalera arriba—. Llora cuanto quieras, todo lo que necesites. Iremos a la sala, donde nos reunimos siempre.
Cuando llegaron al tercer piso, Laurel salió disparada a su encuentro. No dijo nada, tan solo rodeó a _______ por la cintura flanqueándola desde el otro lado.
—¿Cómo he podido ser tan idiota?
—No eres idiota —murmuró Parker—. No lo eres.
—Iré a buscar un poco de agua —propuso Laurel.
Parker asintió y condujo a ________ hasta el sofá.
—Me ha hecho mucho daño, muchísimo, ¿Cómo puede la gente soportar tanto dolor?
—No lo sé.
Una vez sentadas, ________ se aovilló y apoyó la cabeza en el regazo de Parker.
—Tenía que llegar a casa. Era necesario que llegara a casa.
—Ya estás en casa —dijo Laurel, que se había sentado en el suelo e iba metiendo pañuelos de papel en la mano de ________.
Tapándose la cara con ellos, _______ expulsó el dolor y el sufrimiento que le atenazaban el pecho y le laceraban el vientre. Sollozó con tanta fuerza que se le irritó la garganta, sollozó hasta que ya no pudo más. Y al terminar, las lágrimas seguían rodándole por las mejillas.
—Es como si estuviera padeciendo una enfermedad espantosa —afirmó manteniendo los ojos cerrados durante unos instantes—. Como si nunca fuera a recuperarme.
—Bebe un poco de agua. Te sentará bien —le propuso Parker ayudándole a incorporarse—. Y tómate estas aspirinas.
—Es como tener una gripe aguda —comentó ________ dando un sorbo de agua, respirando hondo y tragándose la aspirina que Parker le tendía—. Es como cuando tienes gripe y, después de superarla, sigues débil, mareada e indefensa.
—Hay té y sopa. —Mac, como Laurel, se había sentado en el suelo—. La señora Grady los ha subido.
—Todavía no. Gracias. Todavía no.
—Esto no ha sido solo por una pelea —aventuró Laurel.
—No, no ha sido solo por una pelea —repitió _______, agotada y apoyando la cabeza en el hombro de Parker—. ¿Creéis que es peor porque todo ha sido por mi culpa?
—No te atrevas a culparte por nada —afirmó Laurel dándole una palmadita en la pierna—. No te atrevas.
—No voy a ponérselo fácil, creedme, pero soy yo quien se ha complicado la vida. Y esta noche, precisamente esta noche, estaba allanando el terreno porque quería… esperaba —se autocorrigió ______—, algo que no iba a suceder. Conozco a Nick, y aun así, he saltado por el precipicio.
—¿Puedes decirnos qué ha pasado? —preguntó Mac.
—Sí.
—Primero toma un poco de té —dijo Laurel ofreciéndole una taza.
_______ dio un sorbo y suspiró.
—Aquí hay whisky.
—La señora Grady ha dicho que te lo bebas. Te irá bien.
—Sabe a medicamento. Y debe de serlo. —_______ tomó otro sorbo—. He cruzado los límites, supongo, por decirlo de algún modo. Lo que ocurre es que no acepto los límites que él me impone, y por eso hemos terminado. Esto tiene que acabar porque no soporto sentirme así.
—¿Cuáles son esos límites? —preguntó Parker.
—No me deja entrar en su vida —dijo ________ sacudiendo la cabeza—. Quería obsequiarle de alguna manera. En parte, también lo hacía por mí, pero quería ofrecerle algo especial. Por eso fui al vivero.
Cuando terminó su té, las punzadas que sentía en la cabeza eran más débiles.
—Pasé un mal rato cuando me vi obligada a decirle a Michelle que no tenía llave. Una parte de mí se retrajo, se dijo: «Detente».
—¿Para qué diablos ibas a hacer eso? —le espetó Laurel.
—Eso fue lo que otra parte de mí se dijo. Salimos juntos, somos una pareja y, sobre todo, buenos amigos. ¿Qué hay de malo en ir a su casa y sorprenderlo preparándole la cena? Pero lo sabía. Esa otra parte de mí lo sabía. Quizá fuese una prueba. No lo sé. Ni me importa. Y quizá la cosa se complicó tanto, me refiero a la tensión creciente, a la discusión, porque antes me había tropezado con Rachel Monning en la librería. ¿Te acuerdas de ella, Parker? Yo fui su canguro.
—Sí, vagamente.
—Se va a casar.
—¿Le hiciste de canguro? —exclamó Laurel alzando las manos—. ¿Dejan casarse a las niñas de doce años?
—Va a la universidad. Se licencia el año que viene, y luego se casará. A propósito, quiere celebrarlo aquí. Cuando me recobré de la impresión, solo podía pensar que lo que yo quería era eso. Quería lo que tiene esa chica que yo cuidé. Maldita sea, quería lo que vi en su cara. La alegría, la confianza, las ansias de empezar una nueva vida con el hombre que ama. ¿Por qué no iba a querer eso? ¿No estoy en mi derecho? Querer casarse es tan legítimo como no quererlo.
—No hace falta que gastes saliva —le recordó Mac.
—Bueno, pues resulta que eso es lo que quiero. Quiero el compromiso, el trabajo, los niños y todo lo que eso conlleva. Todo. Ya sé que también quiero el cuento de hadas, bailar en el jardín, a la luz de la luna, pero eso… solo es como el ramo o como un hermoso pastel. Es un símbolo. Lo que yo quiero es lo que eso simboliza. Él no. —_______ se recostó y cerró los ojos—. Los dos tenemos razón. Lo que ocurre es que no queremos las mismas cosas.
—¿Te ha dicho eso? ¿Te ha dicho Nick que no quiere lo mismo que tú quieres?
—Se ha enfadado al verme en su casa —le dijo _______ a Parker—. Peor aún. Más que enfadarse, se ha puesto hecho una furia. Me he pasado de lista.
—Oh, por el amor de Dios… —musitó Mac.
—Bien, imaginaba un montón de cosas. Suponía que estaría contento de verme, de que le hiciera carantoñas después de un duro y largo día de trabajo. Llevé mi DVD de Truly, Madly, Deeply. Habíamos bromeado con hacer una sesión doble para que él pudiera ver por qué me gustaba a mí esa película y luego compararla con La jungla de cristal.
—Alan Rickman —dijo Laurel asintiendo.
—Exacto. Le había llevado unos girasoles y unos maceteros. Preciosos de verdad. Y casi había terminado de preparar el aperitivo cuando él ha llegado. Me he puesto a charlar de esto y de aquello durante un rato. ¿Quieres una copa de vino? Relájate un poco. ¡Ostras, qué estúpida! Y entonces ha tenido ese gesto, explícito, inconfundible. Ha cogido… las llaves de Michelle y se las ha metido en el bolsillo.
—Eso demuestra mucha frialdad —dijo Laurel con callada indignación—. Una frialdad del carajo.
—Eran sus llaves —afirmó _______—. Estaba en su derecho. Por eso le he dicho lo que pensaba, lo que sentía, y que por mi parte se habían terminado los disimulos. Le he dicho que estaba enamorada de él. Y lo único que él ha acertado a decir es que le diera un minuto para poder pensar.
—Menudo imbécil te has buscado.
El tono disgustado de Mac casi le arrancó una sonrisa.
—Me he dicho eso de «me has pillado desprevenido, no esperaba algo así». Incluso ha pronunciado la frase «me has cogido en un mal momento».
—Penoso.
—Todo eso ha sido antes de que le dijera que lo amaba, pero da igual. Le he dicho que todo había terminado y me he marchado. Me ha dolido mucho. Creo que va a dolerme durante mucho tiempo.
—Ha llamado —le dijo Mac.
—No quiero hablar con él.
—Lo imaginaba. Quería asegurarse de que estabas aquí, de que habías llegado a casa. No estoy de su lado, créeme, pero me ha parecido que estaba muy afectado.
—Me da igual. No quiero preocuparme por eso. Si lo perdono ahora, si me desdigo, si me conformo con lo que él me ofrece, me traicionaré a mí misma. Primero tengo que superar esto —dijo _________ acurrucándose de nuevo—. Necesito reponerme. No quiero verlo ni hablar con él hasta que lo haya superado. O al menos hasta que me sienta con fuerzas.
—Pues entonces no lo hagas. Voy a cambiar las consultas que tienes para mañana.
—Oh, Parker…
—Te conviene tener un día libre.
—¿Para llorar como una magdalena?
—Sí. Ahora necesitas un baño caliente y muy largo. Nosotras calentaremos la sopa. Después, cuando hayas terminado de llorar por segunda vez… porque vas a volver a llorar…
—Sí —suspiró ________—. Volveré a llorar.
—Después de eso, te meteremos en la cama, y dormirás hasta que el cuerpo te diga basta.
—Todavía estaré enamorada de él cuando me despierte.
—Sí —convino Parker.
—Y todavía seguirá doliéndome.
—Sí.
—Pero seré un poco más fuerte.
—Lo serás.
—Voy a prepararte el baño. Con mi fórmula especial —propuso Mac levantándose y besando a _______ en la mejilla—. Estamos de tu lado.
—Yo me encargo de la sopa, y le pediré a la señora Grady que haga un montón de sus fabulosas patatas fritas. Ya sé que es un clásico —dijo Laurel dándole un pellizco cariñoso en la pierna—, pero los clásicos lo son por algo.
—Gracias. —________ cerró los ojos y cogió a Parker de la mano cuando se quedaron a solas—. Sabía que estarías a mi lado.
—Siempre.
—Oh, Parker. Ay, ya viene el segundo.
—No pasa nada —dijo Parker acariciándole la espalda a modo de consuelo mientras ella se abandonaba al llanto—. No pasa nada.
Mientras _______ lloraba, Nick llamó a la puerta de Del. Tenía que hacer algo si quería evitar que el coche lo llevara hasta la casa de ella. Le había dejado muy claro que no sería bienvenido, y por si fuera poco, Mac se lo había confirmado.
Del abrió la puerta.
—¿Qué pasa? Joder, Nick, estás hecho una mierda.
—Porque así es como me siento.
Del frunció el ceño.
—Oye, tío, si vienes a tomar una cerveza y a llorar porque te has peleado con ________…
—No ha sido una pelea. No ha sido… solo una pelea.
Del escrutó su rostro y se apartó de la puerta.
—Tomemos una cerveza.
Nick cerró la puerta tras de sí y entonces se dio cuenta de que Del vestía traje y corbata.
—¿Ibas a salir?
—Iba hacia allí precisamente. Toma una cerveza. Voy a hacer una llamada.
—Ahora tendría que decir que vengo por una tontería y que puedo esperar, pero no voy a hacerlo.
—Coge una cerveza. Salgo dentro de un minuto.
Nick fue a buscar un par de cervezas y salió al porche trasero. Sin embargo, en lugar de sentarse, se quedó junto a la barandilla, contemplando la oscuridad. Intentó recordar si alguna vez se había sentido tan mal como entonces. Y decidió que, aparte del día en que se despertó en un hospital con una conmoción, un brazo fracturado y un par de costillas rotas como resultado de un accidente de coche, la respuesta era que no.
Ni siquiera entonces se había sentido tan mal, porque la intensidad del dolor había sido solo física.
De todos modos, eso tampoco era cierto del todo, pensó. Recordaba haberse sentido casi exactamente de esa manera: mareado, aturdido y desorientado. Fue el día en que sus padres le dijeron que se sentara, tan civilizados ellos, para comunicarle que iban a divorciarse.
No es culpa tuya, le dijeron. Seguimos queriéndote y siempre te querremos, pero…
En ese momento su mundo se había vuelto del revés, pero ¿por qué ahora le parecía peor? ¿Por qué le dolía más aceptar que _______ podía abandonarlo, que, de hecho, iba a abandonarlo? Podía hacerlo y lo haría, pensó, porque la había menoscabado cuando lo que habría tenido que hacer era todo lo que estuviera en su mano para lograr que se sintiera valorada.
En ese momento oyó que la puerta se abría.
—Gracias —dijo Nick cuando Del salió al porche—. En serio.
—Tendría que decir que no importa, pero no voy a hacerlo.
Nick hizo un amago de carcajada.
—Joder, Del, la he fastidiado. Con todo el equipo, y ni siquiera estoy seguro de cómo lo he hecho. Lo que sí sé es que le he hecho daño a ________. Le hecho mucho daño, o sea que, como te prometí, acepto que me des una patada en el culo. Ahora bien, tendrás que esperar turno, porque primero voy yo.
—Eso no me importa.
—Ha dicho que está enamorada de mí.
Del tomó un sorbo de cerveza.
—Nunca te he tenido por un idiota, Nick. ¿Vas a quedarte aquí plantado ahora diciéndome que no lo sabías?
—No del todo; no estaba seguro. Las cosas han salido así y… no, no soy idiota y sé que lo nuestro era importante. Tenía un significado. Pero, de repente, hay como un salto y yo doy un traspiés. No estoy a la altura, no consigo manejar eso, no sé qué decir, y ella se siente tan herida… tan herida y cabreada que no me da ninguna oportunidad. Le cuesta mucho perder los estribos. Ya sabes cómo es _______. Nunca explota, pero cuando lo hace, no te queda ni la más remota posibilidad de defenderte.
—¿Por qué ha explotado?
Nick fue a coger su cerveza, pero siguió de pie.
—He tenido un día espantoso, Del. Uno de esos días en que el infierno parece Disney World en comparación. Me sentía sucio, cabreado… y tenía un jodido dolor de cabeza por culpa de la tensión. Llego a casa y me la encuentro allí. Dentro.
—No sabía que le habías dado una llave. Un gran paso para ti, Jonas.
—No lo hice. No le di ninguna llave. Se la dio Michelle.
—Ay, ay… O sea, que se infiltró entre las líneas enemigas, ¿no?
Nick se interrumpió y se lo quedó mirando fijamente.
—¿Esa es la imagen que tienes de mí? Venga, dímelo.
—Esa es la imagen de cómo eres exactamente con las mujeres.
—¿Y eso me convierte en un monstruo, en un psicópata?
Del se apoyó en la barandilla del porche.
—No, quizá seas un poco fóbico, pero sigue hablando.
—Bien, me siento sucio y eso me pone de mal humor. Ella está en casa. Me ha comprado unos maceteros para el porche. ¿De qué te ríes?
—Solo te imaginaba descolocado y agobiado.
—Claro, ¿cómo iba a estar? Me la encuentro cocinando, y luego veo flores, la música suena a toda pastilla y mi cabeza se rebela. Te aseguro que si pudiera retroceder, lo haría. En serio. Nunca le haría daño a _______.
—Ya lo sé.
—Se siente herida y ofendida porque… me he comportado como un gilipollas. Eso está claro, pero en lugar de pelearnos o de gritarnos para desahogarnos, la situación da un giro inesperado. —El dolor de cabeza hizo amago de volver a aparecer y Nick se llevó la botella fría a la sien—. Da un giro inesperado y se va al traste. Entonces empieza a decir que no confío en ella y que no es bien recibida en mi casa. Dice que no va a tolerar eso, que está enamorada de mí y quiere…
—¿Qué es lo que quiere?
—¿Qué crees tú? Matrimonio, niños, el paquete completo. Intento estar a la altura, procuro mantener la cabeza en su sitio para que no me estalle y pueda pensar, pero ella no me da la oportunidad. No me deja opinar sobre lo que acaba de decirme. Ha terminado conmigo, se acabó lo nuestro. Le he roto el corazón. Ella se ha echado a llorar, y sigue llorando todavía.
El rostro de _______ se le apareció en un fogonazo y sintió una punzada de arrepentimiento.
—Solo quería que se sentara, que esperase unos instantes… hasta que yo pudiera recuperar el aliento, hasta que acertase a pensar en algo. No ha querido. Me ha dicho que me apartara de su camino. Habría preferido que me pegara un tiro a que me mirase como lo ha hecho cuando me ha dicho que me apartara.
—¿Eso es todo? —preguntó Del al cabo de unos segundos.
—¿No te parece suficiente?
—Una vez te lo pregunté y no me respondiste. Ahora volveré a preguntártelo. Y esta vez tienes que decir sí o no. ¿Estás enamorado de ella?
—Vale. —Nick tomó un largo trago de cerveza—. Sí. Supongo que me han tenido que dar un buen golpe para sacarme eso del buche, pero sí. Estoy enamorado de ella, aunque…
—¿Quieres arreglar las cosas?
—Acabo de decirte que estoy enamorado de ella. ¿Cómo no voy a querer arreglar las cosas?
—¿Quieres saber lo que puedes hacer?
—Serás cabrón, Del… —Nick volvió a beber—. Sí, ya que eres tan listo, dímelo. ¿Cómo lo arreglo?
—Arrástrate.
Nick suspiró hondo.
—De eso, me veo capaz.
Que triste! D:
Chicas, solo queda un cap.
Las quiero, besos.
MeliGarcia
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
GUUUAAUUUU!!!
AHORA SI QUE SE COMPLICARON LAS COSAS!!!!...
AAAII NICK TU EERRRRRRROOORR FUE GUARDARTE LAS LLAVEEESS!!!
ESE FUE TU ERRRROOORRR!!!
AAII SIGUELAA PORFIISS
AHORA SI QUE SE COMPLICARON LAS COSAS!!!!...
AAAII NICK TU EERRRRRRROOORR FUE GUARDARTE LAS LLAVEEESS!!!
ESE FUE TU ERRRROOORRR!!!
AAII SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
HOLAAA! La Rayis tan dedicada ! le hizo toda una CENA! y Nick, PORQUE TE GUARDASTE LAS LLAVES?¡? Pobre Rayis y Nick Ahora los dos estan sufriendo POR FIN NICK SE DIO CUENTA QUE ESTA ENAMORADO DE ELLA
ojalá que se arregle Todo.
SIGUELAAAAAAAAAAA!!! Por Favor :wut: [b]
ojalá que se arregle Todo.
SIGUELAAAAAAAAAAA!!! Por Favor :wut: [b]
CatitaaJonas
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
Sigelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! Amo al cabezotas de nicholas y la rayis como sufre :c Sigeme pronto *.*
Barbie JTorres
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
oooooooo mi dios que linda todo esto lo malo es que se va acabar lo bueno es que vas a empezar otra ¿c¡ierto?? ...
hola bueno mi nombre es yoseline soy de venezuela y tengo 16 y confiezo amo tu nove...
siguela pronto XD
hola bueno mi nombre es yoseline soy de venezuela y tengo 16 y confiezo amo tu nove...
siguela pronto XD
YOSI
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
Nick uhhhh te quiero ver arrastrandote
no se la perdonaran muy facil cierto?
nos leemos pronto
xoxo
no se la perdonaran muy facil cierto?
nos leemos pronto
xoxo
Belencita
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
YOSI escribió:oooooooo mi dios que linda todo esto lo malo es que se va acabar lo bueno es que vas a empezar otra ¿c¡ierto?? ...
hola bueno mi nombre es yoseline soy de venezuela y tengo 16 y confiezo amo tu nove...
siguela pronto XD
Hola! Muchas gracias :)
Pero creo que me tomare un pequeño descanso.
Casi no me da tiempo de subir. Pero si seguire subiendo noves.
Pero por el momento no :) Saludos.
MeliGarcia
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