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Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
louisa styless <3 escribió:siiiguelaaa..!! la amee..!! la tieness que seguirr..!!!!!
Mañana la sigo.
Voy a tratar de terminarla rapido.
No me gusta porque no tiene muchos comentarios y hoy una chama empezo a escribirla tambien, entonces tratare de subir un capitulo cada dia
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 8
Regresé a la mesa de fútbol un poco aturdida. Elliot estaba inclinado sobre la mesa y su rostro mostraba concentración competitiva. Vee estaba gritando y riendo. Jules seguía perdido.
Vee me miró. - ¿Y bueno? ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
- Nada. Le dije que no nos molestara y se fue. - Dije con voz monótona.
- Él no parecía molesto cuando se fue. - Dijo Elliot. - Sea lo que sea que le hayas dicho, debió haber funcionado.
- Que mal. - Dijo Vee. - Estaba esperando algo más emocionante.
- ¿Estamos listos para jugar? - Preguntó Elliot. - Se me está antojando la pizza que me voy a ganar.
- Sí, si es que Jules regresa. - Dijo Vee. - Estoy comenzando a pensar que no le agradamos. Él sigue desapareciendo. Creo que es una indirecta.
- ¿Estas bromeando? Él las adora. - Elliot dijo con demasiado entusiasmo. - Lo que pasa es que él es tímido con los extraños. Voy a buscarlo. No se vayan a ninguna parte.
Tan pronto Vee y yo estuvimos solas, dije. - ¿Sabes que te voy a matar, verdad?
Vee levantó las manos y dio un paso hacia atrás. - Te estaba haciendo un favor. Elliot está loco por ti. Después de que te fuiste, le dije que tienes como a diez chicos que te llaman todas las noches. Debiste haber visto su cara. A penas contenía los celos.
Gruñí.
- Es la ley de oferta y demanda. - Dijo Vee. - ¿Quién diría que economía sería tan útil?
Me di en la frente con la palma de mi mano.- Necesito algo.
- Necesitas a Elliot.
- No, necesito azúcar. Mucha. Necesito algodón de azúcar. - Lo que necesitaba era un borrador lo suficientemente grande como para borrar de mi vida toda evidencia de Patch. Particularmente eso de hablar a través de la mente. Me estremecí. ¿Cómo él lo hacía? ¿Y por qué a mí? A menos que… lo haya imaginado. Al igual que imaginé golpear a alguien con el Neón.
- Yo también podría usar un poco de azúcar. - Dijo Vee. - Cuando llegamos, vi a un vendedor cerca de la entrada. Me quedaré aquí para que Jules y Elliot no piensen que huimos y tú puedas comprar el algodón de azúcar.
Retrocedí hasta la entrada, pero cuando encontré al vendedor que vendía los algodones, me distraje por algo que vi a lo lejos del camino. El Arcángel se alzaba sobre la copa de los árboles. Una serpiente de carros montaba sobre la alumbrada vía y bajaba en picada hasta perderse de vista. Me pregunté por qué Patch quería reunirse conmigo. Sentí un pinchazo en el estómago y probablemente debí haber tomado eso como una respuesta, pero a pesar de mis mejores intensiones, me encontré caminando hacia el Arcángel.
Me movía junto a la corriente de todas las demás personas, manteniendo mis ojos en las distantes vías del Arcángel que serpenteaba en el cielo. El viento había cambiado de frío a helado, pero esa no era la razón por la cual me sentía mal. La sensación había regresado. Esa fría y mortífera sensación de que alguien me estaba observando.
Miré hacia ambos lados y no vi nada. Di una vuelta de 180 grados. Un poco más atrás, parada entre un pequeño grupo de árboles, una figura encapuchada se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad.
Con mi corazón latiendo velozmente, eludí a un enorme grupo de personas para alejarme de los árboles. Cuando ya estaba más lejos, volví a mirar hacia atrás. No vi a nadie que pareciera seguirme.
Cuando me giré para seguir caminando, me di contra alguien. - ¡Lo siento! -Dije, intentando recobrar el balance.
Patch sonrió de oreja a oreja. - Soy difícil de resistir.
Lo miré y parpadeé. -Déjame sola.
Traté de pasar por su lado, pero él me agarró por el codo.
- ¿Qué pasa? Parece que vas a vomitar.
- Tienes ese efecto en mi. - Dije bruscamente.
El rió y me dieron ganas de patear su espinilla.
- Podrías tomarte algo. - Él todavía me tenía del codo y me llevó hasta el carrito de limonadas.
No quise dar un paso más. - ¿Quieres ayudarme? Aléjate de mí.
Él apartó un rizo de mi cara. - Amo tu cabello. Me gusta cuando esta fuera de control. Es como ver una parte de ti que necesita salir más a menudo.
Con furia, alisé mi cabello. Tan pronto me di cuenta que me veía como si intentara parecer más presentable para él, dije. - Me tengo que ir. Vee me está esperando. - Luego de una pausa agotada, dije. - Supongo que te veré el lunes en clase.
- Ven conmigo al Arcángel.
Yo estiré el cuello para mirar hacia el Arcángel. Gritos agudos hacían eco desde los carros que hacían estruendos en las vías.
- Dos personas en una silla. - Su sonrisa cambió a una lenta y atrevida.
- No. - De ninguna manera.
- Si sigues huyendo de mi, nunca descubrirás qué es lo que está pasando de verdad.
Con ese comentario, debí haberme ido corriendo. Pero no lo hice. Fue casi como si Patch supiera exactamente qué decir para picar mi curiosidad. Como si supiera qué decir en el momento correcto.
- ¿Qué está pasando?
- Solo hay una manera para saberlo.
- No puedo. Le tengo miedo a las alturas. Además, Vee me está esperando. - Solo que, de repente, la idea de ir tan alto en el aire no me asustó. Ya no me asustaba. De una manera absurda, el saber que estaba con Patch me hacía sentir a salvo.
- Si aguantas toda la ronda sin gritar, le diré al entrenador que nos cambie de silla.
- Ya lo intenté. Él no va a cambiar de opinión.
- Yo podría ser más convincente que tú.
Tomé su comentario como un insulto personal. - Yo no grito. - Dije. - No en atracciones de carnavales. - No por ti.
Junto a Patch, me abrí camino hasta lo último de la fila de espera para el Arcángel. Una ráfaga de gritos se levantó y luego se apagó lejos en el cielo nocturno.
- No te había visto antes en Delphic. - Dijo Patch.
- ¿Vienes aquí seguido? - Hice una nota mental de no viajar más a Delphic en los fines de semana.
- Tengo una historia con este lugar.
Llegamos hasta el principio de la fila, mientras los carros se vaciaban y un nuevo par de buscadores de emoción se montaban.
- Déjame adivinar. - Dije. - El año pasado venías aquí en lugar de ir a la escuela.
Estaba siento sarcástica, pero Patch dijo, - Contestar eso significaría dar pistas sobre mi pasado y prefiero mantenerlo en secreto.
- ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo tu pasado?
- No creo que ahora sea un buen momento para hablar de eso. Mi pasado podría asustarte.
Demasiado tarde, pensé.
Él se acercó y nuestros brazos se encontraron. Una leve conexión que causó que se me erizara el bello de mi brazo. - Las cosas que tengo que confesar no son el tipo de cosas que le cuentas a tu irrespetuosa compañera de biología. - El dijo.
El frío viento me envolvió y cuando respiré, me llenó de hielo. Pero no se comparó con el escalofrío que las palabras de Patch me causaron.
Pacht movió bruscamente su barbilla hacia la rampa. - Parece que es nuestro turno. - Yo empujé la salida giratoria. Cuando llegamos a la plataforma de abordar, los únicos carros vacíos eran el que estaba al frente y el que estaba en lo último. Patch se dirigió al primero.
La construcción de la montaña rusa no me inspiraba confianza. Estuviera o no remodelada, parecía que tenía un siglo de antiguo y estaba hecho de una madera que había pasado demasiado tiempo expuesta al severo clima de Maine. El arte que tenía pintado a los lados era menos inspirador.
El carro que Pacht escogió tenía un grupo de cuatro pinturas. La primera representaba una turba de demonios con cuernos arrancándole las alas a un ángel masculino que gritaba. La siguiente pintura mostraba al ángel sin alas posado sobre una lápida, observando de lejos a unos niños jugando. En la tercera pintura, el ángel sin alas estaba parado cerca de los niños, haciendo señas con el dedo a una niña de ojos verdes, para que esta fuera a donde él. En la última pintura, el ángel se balanceó como un fantasma sobre el cuerpo de la niña. Los ojos de la niña estaban negros, su sonrisa se había ido y le salieron cuernos como a los demonios de la primera pintura. Una media luna colgaba sobre las pinturas.
Aparté la vista y me dije que era el frío del aire lo que estaba haciendo que mis piernas temblaran. Me deslicé en el carro junto a Patch.
- Tu pasado no me asustará - Dije, abrochando el cinturón sobre mi regazo. - Creo que más que nada, estaré consternada.
- Consternada - Repitió él. El tono de su voz me hizo creer que aceptaba la acusación. Extraño, puesto que Patch nunca se degrada.
Los carros comenzaron a moverse en reversa y luego dieron bandazos hacia delante. De una manera no muy tranquila, nos alejamos de la plataforma, escalando la montaña sin cesar. El aire estaba lleno de olor a sudor, moho y del agua salada que soplaba del mar. Patch estaba lo suficientemente cerca de mi como para poder olerlo. Capté un leve rastro de un costoso jabón de menta.
- Te ves pálida - Dijo, inclinándose para poder ser escuchado a través del ruido de las vías.
Me sentía pálida, pero no lo admití.
En la punta de la montaña, hubo un momento de vacilación. Podía ver millas a la distancia, notando donde la oscuridad del bosque se mezclaba con la luz de los suburbios y gradualmente se convertía en el cuadriculado de las luces de Portland. El viento se detuvo, permitiendo que el húmedo aire se posara en mi piel.
Sin proponérmelo, miré a Patch. Encontré consolación en tenerlo a mi lado. Luego el sonrió de oreja a oreja.
- ¿Asustada, ángel?
Agarré la barra de metal perforada en la parte frontal de los carros mientras sentía mi peso inclinarse hacia el frente. Una temblorosa risa se me escapó.
Nuestro carro voló endemoniadamente rápido, mi cabello revoloteaba tras de mi. Virando bruscamente a la izquierda y luego a la derecha, repiqueteábamos sobre las vías. Adentro, sentía mis órganos flotar y caer en respuesta a la ronda. Miré hacia abajo, intentando concentrarme en algo que no se moviera.
Fue entonces cuando noté que mi cinturón se había soltado.
Intenté gritarle a Patch, pero mi voz fue tragada por el aire. Sentí que se hizo un hueco en mi estómago y solté una mano de la barra de metal para intentar asegurar el cinturón alrededor de mi cintura. El carro circuló hacia la izquierda. Mis hombros chocaron con los de Patch, presionándome contra él tan fuerte que dolía. El carro comenzó a elevarse y sentí que se despegó de las vías, que no remachó completamente con ellas. Estábamos descendiendo vertiginosamente. Las luces centelleantes de los lados de las vías me cegaron, no podía ver hacia dónde iba la vía al final del descenso.
Era demasiado tarde. El carro viró bruscamente hacia la derecha. Sentí una sacudida de pánico y luego sucedió. Mi hombro izquierdo chocó contra la puerta del carro. Esta se abrió y yo fui expulsada del carro mientras la montaña rusa se alejaba sin mí. Rodé en las vías e intenté encontrar algo a qué agarrarme. Mis manos no encontraron nada y seguí rodando hacia el borde, precipitándome al vacío. El suelo se abalanzaba contra mí y abrí la boca para gritar.
Lo próximo que supe fue que la ronda terminó en la plataforma de desembarque.
Mi brazo dolía por lo fuerte que Patch me estaba agarrando. - Vaya, eso sí que fue un grito - Dijo él sonriéndome de oreja a oreja.
Aturdida, lo observé llevar una mano a su oído, como si mi grito todavía hiciera eco allí. Sin estar segura de qué había pasado, observé al lugar en su mano en donde mis uñas habían dejado semicírculos tatuados en su piel. Luego mis ojos se movieron hacia mi cinturón de seguridad. Estaba abrochado alrededor de mi cintura.
- Mi cinturón… - Comencé. - Creí…
- ¿Qué creíste? - Preguntó Patch, sonando genuinamente interesado.
- Creí… que me había caído del carro. Literalmente creí… que iba a morir.
- Creo que ese es el punto.
A mi lado, mis manos temblaron. Mis rodillas tambalearon bajo el peso de mi cuerpo.
- Supongo que nos quedamos como compañeros - Dijo Patch. Sospeché un pequeño grado de victoria en su voz, pero estaba demasiado atónita para argumentar.
- El Arcángel - Murmuré, mirando sobre mi hombro a la montaña rusa, la cual estaba comenzando su siguiente ascenso.
- Significa un ángel de alto rango. - Definitivamente había petulancia en su voz. - Mientras más alto estas, peor es la caída.
Comencé a abrir la boca para decir otra vez cómo estaba segura de que por un momento había dejado el carro y fuerzas más allá de mi habilidad para explicar me habían puesto a salvo tras mi cinturón. En lugar de eso dije - Creo que mejor soy un ángel guardián.
Patch sonrió otra vez. Guiándome por el camino, dijo. - Te llevaré de regreso a los videojuegos.
Vee me miró. - ¿Y bueno? ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
- Nada. Le dije que no nos molestara y se fue. - Dije con voz monótona.
- Él no parecía molesto cuando se fue. - Dijo Elliot. - Sea lo que sea que le hayas dicho, debió haber funcionado.
- Que mal. - Dijo Vee. - Estaba esperando algo más emocionante.
- ¿Estamos listos para jugar? - Preguntó Elliot. - Se me está antojando la pizza que me voy a ganar.
- Sí, si es que Jules regresa. - Dijo Vee. - Estoy comenzando a pensar que no le agradamos. Él sigue desapareciendo. Creo que es una indirecta.
- ¿Estas bromeando? Él las adora. - Elliot dijo con demasiado entusiasmo. - Lo que pasa es que él es tímido con los extraños. Voy a buscarlo. No se vayan a ninguna parte.
Tan pronto Vee y yo estuvimos solas, dije. - ¿Sabes que te voy a matar, verdad?
Vee levantó las manos y dio un paso hacia atrás. - Te estaba haciendo un favor. Elliot está loco por ti. Después de que te fuiste, le dije que tienes como a diez chicos que te llaman todas las noches. Debiste haber visto su cara. A penas contenía los celos.
Gruñí.
- Es la ley de oferta y demanda. - Dijo Vee. - ¿Quién diría que economía sería tan útil?
Me di en la frente con la palma de mi mano.- Necesito algo.
- Necesitas a Elliot.
- No, necesito azúcar. Mucha. Necesito algodón de azúcar. - Lo que necesitaba era un borrador lo suficientemente grande como para borrar de mi vida toda evidencia de Patch. Particularmente eso de hablar a través de la mente. Me estremecí. ¿Cómo él lo hacía? ¿Y por qué a mí? A menos que… lo haya imaginado. Al igual que imaginé golpear a alguien con el Neón.
- Yo también podría usar un poco de azúcar. - Dijo Vee. - Cuando llegamos, vi a un vendedor cerca de la entrada. Me quedaré aquí para que Jules y Elliot no piensen que huimos y tú puedas comprar el algodón de azúcar.
Retrocedí hasta la entrada, pero cuando encontré al vendedor que vendía los algodones, me distraje por algo que vi a lo lejos del camino. El Arcángel se alzaba sobre la copa de los árboles. Una serpiente de carros montaba sobre la alumbrada vía y bajaba en picada hasta perderse de vista. Me pregunté por qué Patch quería reunirse conmigo. Sentí un pinchazo en el estómago y probablemente debí haber tomado eso como una respuesta, pero a pesar de mis mejores intensiones, me encontré caminando hacia el Arcángel.
Me movía junto a la corriente de todas las demás personas, manteniendo mis ojos en las distantes vías del Arcángel que serpenteaba en el cielo. El viento había cambiado de frío a helado, pero esa no era la razón por la cual me sentía mal. La sensación había regresado. Esa fría y mortífera sensación de que alguien me estaba observando.
Miré hacia ambos lados y no vi nada. Di una vuelta de 180 grados. Un poco más atrás, parada entre un pequeño grupo de árboles, una figura encapuchada se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad.
Con mi corazón latiendo velozmente, eludí a un enorme grupo de personas para alejarme de los árboles. Cuando ya estaba más lejos, volví a mirar hacia atrás. No vi a nadie que pareciera seguirme.
Cuando me giré para seguir caminando, me di contra alguien. - ¡Lo siento! -Dije, intentando recobrar el balance.
Patch sonrió de oreja a oreja. - Soy difícil de resistir.
Lo miré y parpadeé. -Déjame sola.
Traté de pasar por su lado, pero él me agarró por el codo.
- ¿Qué pasa? Parece que vas a vomitar.
- Tienes ese efecto en mi. - Dije bruscamente.
El rió y me dieron ganas de patear su espinilla.
- Podrías tomarte algo. - Él todavía me tenía del codo y me llevó hasta el carrito de limonadas.
No quise dar un paso más. - ¿Quieres ayudarme? Aléjate de mí.
Él apartó un rizo de mi cara. - Amo tu cabello. Me gusta cuando esta fuera de control. Es como ver una parte de ti que necesita salir más a menudo.
Con furia, alisé mi cabello. Tan pronto me di cuenta que me veía como si intentara parecer más presentable para él, dije. - Me tengo que ir. Vee me está esperando. - Luego de una pausa agotada, dije. - Supongo que te veré el lunes en clase.
- Ven conmigo al Arcángel.
Yo estiré el cuello para mirar hacia el Arcángel. Gritos agudos hacían eco desde los carros que hacían estruendos en las vías.
- Dos personas en una silla. - Su sonrisa cambió a una lenta y atrevida.
- No. - De ninguna manera.
- Si sigues huyendo de mi, nunca descubrirás qué es lo que está pasando de verdad.
Con ese comentario, debí haberme ido corriendo. Pero no lo hice. Fue casi como si Patch supiera exactamente qué decir para picar mi curiosidad. Como si supiera qué decir en el momento correcto.
- ¿Qué está pasando?
- Solo hay una manera para saberlo.
- No puedo. Le tengo miedo a las alturas. Además, Vee me está esperando. - Solo que, de repente, la idea de ir tan alto en el aire no me asustó. Ya no me asustaba. De una manera absurda, el saber que estaba con Patch me hacía sentir a salvo.
- Si aguantas toda la ronda sin gritar, le diré al entrenador que nos cambie de silla.
- Ya lo intenté. Él no va a cambiar de opinión.
- Yo podría ser más convincente que tú.
Tomé su comentario como un insulto personal. - Yo no grito. - Dije. - No en atracciones de carnavales. - No por ti.
Junto a Patch, me abrí camino hasta lo último de la fila de espera para el Arcángel. Una ráfaga de gritos se levantó y luego se apagó lejos en el cielo nocturno.
- No te había visto antes en Delphic. - Dijo Patch.
- ¿Vienes aquí seguido? - Hice una nota mental de no viajar más a Delphic en los fines de semana.
- Tengo una historia con este lugar.
Llegamos hasta el principio de la fila, mientras los carros se vaciaban y un nuevo par de buscadores de emoción se montaban.
- Déjame adivinar. - Dije. - El año pasado venías aquí en lugar de ir a la escuela.
Estaba siento sarcástica, pero Patch dijo, - Contestar eso significaría dar pistas sobre mi pasado y prefiero mantenerlo en secreto.
- ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo tu pasado?
- No creo que ahora sea un buen momento para hablar de eso. Mi pasado podría asustarte.
Demasiado tarde, pensé.
Él se acercó y nuestros brazos se encontraron. Una leve conexión que causó que se me erizara el bello de mi brazo. - Las cosas que tengo que confesar no son el tipo de cosas que le cuentas a tu irrespetuosa compañera de biología. - El dijo.
El frío viento me envolvió y cuando respiré, me llenó de hielo. Pero no se comparó con el escalofrío que las palabras de Patch me causaron.
Pacht movió bruscamente su barbilla hacia la rampa. - Parece que es nuestro turno. - Yo empujé la salida giratoria. Cuando llegamos a la plataforma de abordar, los únicos carros vacíos eran el que estaba al frente y el que estaba en lo último. Patch se dirigió al primero.
La construcción de la montaña rusa no me inspiraba confianza. Estuviera o no remodelada, parecía que tenía un siglo de antiguo y estaba hecho de una madera que había pasado demasiado tiempo expuesta al severo clima de Maine. El arte que tenía pintado a los lados era menos inspirador.
El carro que Pacht escogió tenía un grupo de cuatro pinturas. La primera representaba una turba de demonios con cuernos arrancándole las alas a un ángel masculino que gritaba. La siguiente pintura mostraba al ángel sin alas posado sobre una lápida, observando de lejos a unos niños jugando. En la tercera pintura, el ángel sin alas estaba parado cerca de los niños, haciendo señas con el dedo a una niña de ojos verdes, para que esta fuera a donde él. En la última pintura, el ángel se balanceó como un fantasma sobre el cuerpo de la niña. Los ojos de la niña estaban negros, su sonrisa se había ido y le salieron cuernos como a los demonios de la primera pintura. Una media luna colgaba sobre las pinturas.
Aparté la vista y me dije que era el frío del aire lo que estaba haciendo que mis piernas temblaran. Me deslicé en el carro junto a Patch.
- Tu pasado no me asustará - Dije, abrochando el cinturón sobre mi regazo. - Creo que más que nada, estaré consternada.
- Consternada - Repitió él. El tono de su voz me hizo creer que aceptaba la acusación. Extraño, puesto que Patch nunca se degrada.
Los carros comenzaron a moverse en reversa y luego dieron bandazos hacia delante. De una manera no muy tranquila, nos alejamos de la plataforma, escalando la montaña sin cesar. El aire estaba lleno de olor a sudor, moho y del agua salada que soplaba del mar. Patch estaba lo suficientemente cerca de mi como para poder olerlo. Capté un leve rastro de un costoso jabón de menta.
- Te ves pálida - Dijo, inclinándose para poder ser escuchado a través del ruido de las vías.
Me sentía pálida, pero no lo admití.
En la punta de la montaña, hubo un momento de vacilación. Podía ver millas a la distancia, notando donde la oscuridad del bosque se mezclaba con la luz de los suburbios y gradualmente se convertía en el cuadriculado de las luces de Portland. El viento se detuvo, permitiendo que el húmedo aire se posara en mi piel.
Sin proponérmelo, miré a Patch. Encontré consolación en tenerlo a mi lado. Luego el sonrió de oreja a oreja.
- ¿Asustada, ángel?
Agarré la barra de metal perforada en la parte frontal de los carros mientras sentía mi peso inclinarse hacia el frente. Una temblorosa risa se me escapó.
Nuestro carro voló endemoniadamente rápido, mi cabello revoloteaba tras de mi. Virando bruscamente a la izquierda y luego a la derecha, repiqueteábamos sobre las vías. Adentro, sentía mis órganos flotar y caer en respuesta a la ronda. Miré hacia abajo, intentando concentrarme en algo que no se moviera.
Fue entonces cuando noté que mi cinturón se había soltado.
Intenté gritarle a Patch, pero mi voz fue tragada por el aire. Sentí que se hizo un hueco en mi estómago y solté una mano de la barra de metal para intentar asegurar el cinturón alrededor de mi cintura. El carro circuló hacia la izquierda. Mis hombros chocaron con los de Patch, presionándome contra él tan fuerte que dolía. El carro comenzó a elevarse y sentí que se despegó de las vías, que no remachó completamente con ellas. Estábamos descendiendo vertiginosamente. Las luces centelleantes de los lados de las vías me cegaron, no podía ver hacia dónde iba la vía al final del descenso.
Era demasiado tarde. El carro viró bruscamente hacia la derecha. Sentí una sacudida de pánico y luego sucedió. Mi hombro izquierdo chocó contra la puerta del carro. Esta se abrió y yo fui expulsada del carro mientras la montaña rusa se alejaba sin mí. Rodé en las vías e intenté encontrar algo a qué agarrarme. Mis manos no encontraron nada y seguí rodando hacia el borde, precipitándome al vacío. El suelo se abalanzaba contra mí y abrí la boca para gritar.
Lo próximo que supe fue que la ronda terminó en la plataforma de desembarque.
Mi brazo dolía por lo fuerte que Patch me estaba agarrando. - Vaya, eso sí que fue un grito - Dijo él sonriéndome de oreja a oreja.
Aturdida, lo observé llevar una mano a su oído, como si mi grito todavía hiciera eco allí. Sin estar segura de qué había pasado, observé al lugar en su mano en donde mis uñas habían dejado semicírculos tatuados en su piel. Luego mis ojos se movieron hacia mi cinturón de seguridad. Estaba abrochado alrededor de mi cintura.
- Mi cinturón… - Comencé. - Creí…
- ¿Qué creíste? - Preguntó Patch, sonando genuinamente interesado.
- Creí… que me había caído del carro. Literalmente creí… que iba a morir.
- Creo que ese es el punto.
A mi lado, mis manos temblaron. Mis rodillas tambalearon bajo el peso de mi cuerpo.
- Supongo que nos quedamos como compañeros - Dijo Patch. Sospeché un pequeño grado de victoria en su voz, pero estaba demasiado atónita para argumentar.
- El Arcángel - Murmuré, mirando sobre mi hombro a la montaña rusa, la cual estaba comenzando su siguiente ascenso.
- Significa un ángel de alto rango. - Definitivamente había petulancia en su voz. - Mientras más alto estas, peor es la caída.
Comencé a abrir la boca para decir otra vez cómo estaba segura de que por un momento había dejado el carro y fuerzas más allá de mi habilidad para explicar me habían puesto a salvo tras mi cinturón. En lugar de eso dije - Creo que mejor soy un ángel guardián.
Patch sonrió otra vez. Guiándome por el camino, dijo. - Te llevaré de regreso a los videojuegos.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 10:20 am, editado 4 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
ssiguelaaa..!! amee el cap..!!
HeavenlyAngel♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 9, parte I
Me abrí paso entre la gente de los videojuegos, pasando el mostrador de los premios y los baños. Cuando pude ver las mesas de fútbol, Vee no estaba en ninguna de ellas y tampoco Elliot ni Jules.
- Parece que se fueron - Dijo Patch. Sus ojos debieron sostener un poquito de diversión. Pero tratándose de Patch, podría haber sido algo completamente diferente. - Parece que necesitas a alguien que te lleve.
- Vee no me dejaría - Dije, parada de puntas para ver sobre el gentío. - Probablemente estén jugando tenis de mesa.
Yo recorrí por todos lados mientras Patch me seguía, tomándose una soda que había comprado en el camino. Él se ofreció a comprarme una, pero en mi actual estado, no estaba segura de poder tolerarla.
En el tenis de mesa no había ninguna señal de Vee ni Elliot.
- Quizá estén en las maquinas de pinball - Sugirió Patch. Definitivamente él se estaba burlando de mí.
Sentí que mi rostro se ponía un poco rojo. ¿Dónde estaba Vee?
Patch sostuvo en alto su soda - ¿Segura que no quieres tomar algo?
Miré a la soda y luego a Patch. Solo porque mi sangre se calentara de solo pensar en poner mi boca donde estuvo la suya, no significaba que tenía que decirle.
Busqué en mi bolso y saqué mi celular. La pantalla de mi teléfono estaba negra y se rehusaba a encender. No entendía como la batería estaba muerta cuando la había cargado justo antes de salir. Presioné una y otra vez el botón de encendido, pero nada pasó.
Patch dijo - Mi oferta sigue en pie.
Pensé que estaría más segura si algún extraño me llevara. Todavía estaba agitada con lo que había pasado en el Arcángel y no importaba cuantas veces intentara olvidarlo, la imagen de caer se repetía en mi cabeza. Me estaba… cayendo y luego la ronda había terminado. Así de simple. Era la cosa más aterradora por la cual había pasado. Casi tan aterradora como el hecho de que yo fui la única que lo notó. Ni siquiera Patch, que estaba justo al lado mío.
Me di en la frente con la palma de mi mano. - Su auto. Probablemente ella me esta esperando en el estacionamiento.
Treinta minutos después había recorrido todo el estacionamiento. El Neon se había ido. No podía creer que Vee se había ido sin mí. Tal vez había pasado alguna emergencia y no tenía ninguna forma de saberlo porque no podía verificar los mensajes de mi celular. Traté de mantenerme tranquila, pero si ella me había dejado, tenía una amplia cantidad de coraje hirviendo a fuego lento y lista para rebosar.
- ¿Alguna otra opción? - Preguntó Patch.
Mordí mi labio considerando mis otras opciones. No tenía ninguna otra opción. Desafortunadamente, no estaba segura de estar lista para aceptar la oferta de Patch. En un día ordinario, él emanaba peligro. Esta noche había una potente mezcla de peligro, amenaza y misterio.
Finalmente resoplé y recé por no estar a punto de cometer un error.
- Me llevarás directo a casa - Dije. Sonó más como una pregunta que como una orden.
- Si eso es lo que quieres.
Estuve a punto de preguntarle a Patch si él había notado algo extraño en el Arcángel, pero me detuve. Estaba demasiado asustada para preguntar. ¿Qué pasa si no me había caído? ¿Qué pasa si lo había imaginado todo? ¿Qué pasa si estaba viendo cosas que en realidad no estaban pasando? Primero el chico con la máscara de esquiar. Ahora esto. Estaba bastante segura que el que Patch me estuviera hablando a través de la mente era real, pero no estaba segura de lo demás. Patch siguió pasando unos cuantos espacios del estacionamiento. Una lustrosa motocicleta negra descansaba en su soporte. Él se sentó en ella e inclinó su cabeza hacia el asiento tras él. - Móntate.
- Vaya. Linda moto - Dije. Lo cual era una mentira. Parecía como una lustrosa trampa mortal. Nunca antes había montado una motocicleta. Nunca. No estaba segura de que en esta noche quisiera cambiar eso.
- Me gusta la sensación del viento en mi cara - Continué, esperando que mi bravuconería disimulara el terror que me causaba el moverme a una velocidad mayor de sesenta y cinco millas por hora sin nada interponiéndose entre mi y la calle. Solo había un casco, negro con la visera teñida, y él me la ofreció. Tomándola, balanceé mi pierna sobre la moto y me di cuenta de lo insegura que me sentía sin nada más que una estrecha silla debajo de mí. Deslicé el casco sobre mis rizos y lo abroché bajo mi mentón.
- ¿Es difícil conducirla? - Pregunté. Lo que en realidad quería decir era, ¿Es segura?
- No - Dijo Patch, contestando mis dos preguntas, la que dije y la que no dije. Él rió por lo bajo. - Estás tensa. Relájate.
Cuando él salió del estacionamiento, la explosión de movimiento me sobresaltó; había estado aguantándome de su camisa, teniendo entre mis dedos la cantidad de tela necesaria para mantenerme en balance. Ahora envolví mis brazos alrededor de él, en un abrazo de oso al revés.
Patch aceleró en la autopista y mis caderas se apretaron contra él. Deseé ser la única en haberlo notado.
Cuando llegamos a mi casa, Patch detuvo la motocicleta frente a mi casa, que estaba toda cubierta de neblina, apagó el motor y se bajó de ella. Yo me deshice del casco, balanceándolo cuidadosamente en el asiento frente a mi, y abrí la boca para decir algo como Gracias por llevarme, te veo el lunes.
Las palabras se disolvieron cuando Patch cruzó la calle y subió los escalones del balcón.
No pude comenzar a especular que él estaba haciendo. ¿Llevándome hasta la puerta? Algo sumamente improbable. Entonces… ¿Qué?
Subí al balcón después de él y lo encontré en la puerta. Observé, dividida entre confusión y creciente preocupación, mientras él sacaba de su bolsillo un juego de llaves bastante familiar e insertaba la llave de mi casa en la cerradura.
Yo bajé mi bolso de mi hombro y abrí el compartimiento en donde guardo las llaves. Ellas no estaban allí.
- Devuélveme mis llaves - Dije, desconcertada por no saber cómo mis llaves habían parado en su posesión.
- Se te cayeron en los videojuegos cuando estabas buscando tu celular - Dijo él.
- No me interesa en dónde las tiré. Devuélvemelas.
Patch levantó sus manos, clamando inocencia, y se alejó de la puerta. Recostó un hombro contra los ladrillos y me observó acercarme hasta la cerradura. Intenté girar la llave, pero no se movió.
- La atacaste - Dije, moviendo la llave. Me alejé un paso. - Adelante. Inténtalo. Está atorada.
Con un agudo click, él giró la llave. Con la mano puesta en el picaporte, él arqueó sus cejas como diciendo ¿Puedo?
Tragué, enterrando una oleada de mutua fascinación e intranquilidad. - Vete. No vas a entrar. Estoy sola en casa.
- ¿Toda la noche?
Inmediatamente me di cuenta de que eso no había sido la cosa más inteligente para decir.
- Dorothea vendrá pronto. - Eso era mentira. Hacía tiempo que Dorothea se había ido. Era casi media noche.
- ¿Dorothea?
- La señora que limpia. Ella es vieja, pero fuerte. Muy fuerte. - Intenté pasar y dejarlo atrás, pero no pude.
- Suena aterrador - Dijo, sacando la llave de la cerradura y ofreciéndomela.
- Ella puede limpiar un inodoro por dentro y por fuera en menos de un minuto. Más que aterrador. - dije tomando la llave, pasé por su lado con toda la intención de cerrar la puerta entre nosotros, pero cuando lo iba a hacer, Patch se paró bajo el umbral, con sus brazos puestos en cada lado del marco.
- ¿No me vas a invitar a entrar? - Preguntó sonriendo.
Yo pestañeé. ¿Invitarlo a entrar? ¿A mi casa? ¿Estando yo sola?
Patch dijo - Es tarde. - Sus ojos me siguieron de cerca, reflejando un caprichoso brillo. - Debes de tener hambre.
- No. Sí. Digo, sí, pero…
De repente, él estaba adentro.
Yo retrocedí tres pasos; él cerró la puerta, empujándola con su pié. - ¿Te gusta la comida mexicana? - Preguntó.
- Yo… - ¡Me gustaría saber qué estas haciendo dentro de mi casa.
- ¿Tacos?
- ¿Tacos? - Repetí.
Esto pareció divertirlo. - Tomates, lechuga, queso.
- ¡Sé lo que es un taco!
Antes de que pudiese detenerlo, cruzó la habitación a grandes zancadas y al final del pasillo, se dirigió a la izquierda. A la cocina.
Fue hasta el fregadero y abrió el grifo mientras frotaba jabón hasta la mitad de sus brazos. Aparentemente se estaba sintiendo como en casa porque primero fue a la despensa, buscó en la nevera, sacó productos de aquí y allá (salsa, queso, lechuga y tomate) y luego buscó en las gavetas hasta encontrar un cuchillo.
Sospeché que estaba a mitad de camino para entrar en pánico por la imagen de Patch sosteniendo un cuchillo, cuando algo más capturó mi atención. Me adelanté dos pasos y miré a mi reflejo en uno de los sartenes que colgaban en el estante de ollas. ¡Mi pelo! Parecía como si una planta rodadora gigante hubiese rodado hasta mi cabeza. Tapé mi boca con una mano.
Patch sonrió. - ¿El rojo de tu cabello es natural? -
Yo me le quedé mirando. - No tengo pelo rojo.
- Odio ser el que te de la noticia, pero es rojo. Podría prenderlo en fuego y no se pondría más rojo.
- Es marrón. - Está bien, tal vez tenía una pequeñísima, la cantidad más infinitesimal de castaño rojizo en mi pelo. De todas formas, seguía siendo morena. - Es la luz - Dije.
- Sí, quizá sean las bombillas. - Su sonrisa llegó a ambos lados de su cara y un hoyuelo apareció.
- Regreso en seguida - Dije, saliendo de la cocina a toda prisa.
Subí por las escaleras y recogí mi pelo en una coleta. Resuelto ya eso, me puse a pensar. No estaba del todo cómoda con la idea de Patch vagabundeando por mi casa… y armado con un cuchillo. Y mi mamá me mataría si se entera que dejé entrar a Patch cuando Dorothea no estaba.
- Parece que se fueron - Dijo Patch. Sus ojos debieron sostener un poquito de diversión. Pero tratándose de Patch, podría haber sido algo completamente diferente. - Parece que necesitas a alguien que te lleve.
- Vee no me dejaría - Dije, parada de puntas para ver sobre el gentío. - Probablemente estén jugando tenis de mesa.
Yo recorrí por todos lados mientras Patch me seguía, tomándose una soda que había comprado en el camino. Él se ofreció a comprarme una, pero en mi actual estado, no estaba segura de poder tolerarla.
En el tenis de mesa no había ninguna señal de Vee ni Elliot.
- Quizá estén en las maquinas de pinball - Sugirió Patch. Definitivamente él se estaba burlando de mí.
Sentí que mi rostro se ponía un poco rojo. ¿Dónde estaba Vee?
Patch sostuvo en alto su soda - ¿Segura que no quieres tomar algo?
Miré a la soda y luego a Patch. Solo porque mi sangre se calentara de solo pensar en poner mi boca donde estuvo la suya, no significaba que tenía que decirle.
Busqué en mi bolso y saqué mi celular. La pantalla de mi teléfono estaba negra y se rehusaba a encender. No entendía como la batería estaba muerta cuando la había cargado justo antes de salir. Presioné una y otra vez el botón de encendido, pero nada pasó.
Patch dijo - Mi oferta sigue en pie.
Pensé que estaría más segura si algún extraño me llevara. Todavía estaba agitada con lo que había pasado en el Arcángel y no importaba cuantas veces intentara olvidarlo, la imagen de caer se repetía en mi cabeza. Me estaba… cayendo y luego la ronda había terminado. Así de simple. Era la cosa más aterradora por la cual había pasado. Casi tan aterradora como el hecho de que yo fui la única que lo notó. Ni siquiera Patch, que estaba justo al lado mío.
Me di en la frente con la palma de mi mano. - Su auto. Probablemente ella me esta esperando en el estacionamiento.
Treinta minutos después había recorrido todo el estacionamiento. El Neon se había ido. No podía creer que Vee se había ido sin mí. Tal vez había pasado alguna emergencia y no tenía ninguna forma de saberlo porque no podía verificar los mensajes de mi celular. Traté de mantenerme tranquila, pero si ella me había dejado, tenía una amplia cantidad de coraje hirviendo a fuego lento y lista para rebosar.
- ¿Alguna otra opción? - Preguntó Patch.
Mordí mi labio considerando mis otras opciones. No tenía ninguna otra opción. Desafortunadamente, no estaba segura de estar lista para aceptar la oferta de Patch. En un día ordinario, él emanaba peligro. Esta noche había una potente mezcla de peligro, amenaza y misterio.
Finalmente resoplé y recé por no estar a punto de cometer un error.
- Me llevarás directo a casa - Dije. Sonó más como una pregunta que como una orden.
- Si eso es lo que quieres.
Estuve a punto de preguntarle a Patch si él había notado algo extraño en el Arcángel, pero me detuve. Estaba demasiado asustada para preguntar. ¿Qué pasa si no me había caído? ¿Qué pasa si lo había imaginado todo? ¿Qué pasa si estaba viendo cosas que en realidad no estaban pasando? Primero el chico con la máscara de esquiar. Ahora esto. Estaba bastante segura que el que Patch me estuviera hablando a través de la mente era real, pero no estaba segura de lo demás. Patch siguió pasando unos cuantos espacios del estacionamiento. Una lustrosa motocicleta negra descansaba en su soporte. Él se sentó en ella e inclinó su cabeza hacia el asiento tras él. - Móntate.
- Vaya. Linda moto - Dije. Lo cual era una mentira. Parecía como una lustrosa trampa mortal. Nunca antes había montado una motocicleta. Nunca. No estaba segura de que en esta noche quisiera cambiar eso.
- Me gusta la sensación del viento en mi cara - Continué, esperando que mi bravuconería disimulara el terror que me causaba el moverme a una velocidad mayor de sesenta y cinco millas por hora sin nada interponiéndose entre mi y la calle. Solo había un casco, negro con la visera teñida, y él me la ofreció. Tomándola, balanceé mi pierna sobre la moto y me di cuenta de lo insegura que me sentía sin nada más que una estrecha silla debajo de mí. Deslicé el casco sobre mis rizos y lo abroché bajo mi mentón.
- ¿Es difícil conducirla? - Pregunté. Lo que en realidad quería decir era, ¿Es segura?
- No - Dijo Patch, contestando mis dos preguntas, la que dije y la que no dije. Él rió por lo bajo. - Estás tensa. Relájate.
Cuando él salió del estacionamiento, la explosión de movimiento me sobresaltó; había estado aguantándome de su camisa, teniendo entre mis dedos la cantidad de tela necesaria para mantenerme en balance. Ahora envolví mis brazos alrededor de él, en un abrazo de oso al revés.
Patch aceleró en la autopista y mis caderas se apretaron contra él. Deseé ser la única en haberlo notado.
Cuando llegamos a mi casa, Patch detuvo la motocicleta frente a mi casa, que estaba toda cubierta de neblina, apagó el motor y se bajó de ella. Yo me deshice del casco, balanceándolo cuidadosamente en el asiento frente a mi, y abrí la boca para decir algo como Gracias por llevarme, te veo el lunes.
Las palabras se disolvieron cuando Patch cruzó la calle y subió los escalones del balcón.
No pude comenzar a especular que él estaba haciendo. ¿Llevándome hasta la puerta? Algo sumamente improbable. Entonces… ¿Qué?
Subí al balcón después de él y lo encontré en la puerta. Observé, dividida entre confusión y creciente preocupación, mientras él sacaba de su bolsillo un juego de llaves bastante familiar e insertaba la llave de mi casa en la cerradura.
Yo bajé mi bolso de mi hombro y abrí el compartimiento en donde guardo las llaves. Ellas no estaban allí.
- Devuélveme mis llaves - Dije, desconcertada por no saber cómo mis llaves habían parado en su posesión.
- Se te cayeron en los videojuegos cuando estabas buscando tu celular - Dijo él.
- No me interesa en dónde las tiré. Devuélvemelas.
Patch levantó sus manos, clamando inocencia, y se alejó de la puerta. Recostó un hombro contra los ladrillos y me observó acercarme hasta la cerradura. Intenté girar la llave, pero no se movió.
- La atacaste - Dije, moviendo la llave. Me alejé un paso. - Adelante. Inténtalo. Está atorada.
Con un agudo click, él giró la llave. Con la mano puesta en el picaporte, él arqueó sus cejas como diciendo ¿Puedo?
Tragué, enterrando una oleada de mutua fascinación e intranquilidad. - Vete. No vas a entrar. Estoy sola en casa.
- ¿Toda la noche?
Inmediatamente me di cuenta de que eso no había sido la cosa más inteligente para decir.
- Dorothea vendrá pronto. - Eso era mentira. Hacía tiempo que Dorothea se había ido. Era casi media noche.
- ¿Dorothea?
- La señora que limpia. Ella es vieja, pero fuerte. Muy fuerte. - Intenté pasar y dejarlo atrás, pero no pude.
- Suena aterrador - Dijo, sacando la llave de la cerradura y ofreciéndomela.
- Ella puede limpiar un inodoro por dentro y por fuera en menos de un minuto. Más que aterrador. - dije tomando la llave, pasé por su lado con toda la intención de cerrar la puerta entre nosotros, pero cuando lo iba a hacer, Patch se paró bajo el umbral, con sus brazos puestos en cada lado del marco.
- ¿No me vas a invitar a entrar? - Preguntó sonriendo.
Yo pestañeé. ¿Invitarlo a entrar? ¿A mi casa? ¿Estando yo sola?
Patch dijo - Es tarde. - Sus ojos me siguieron de cerca, reflejando un caprichoso brillo. - Debes de tener hambre.
- No. Sí. Digo, sí, pero…
De repente, él estaba adentro.
Yo retrocedí tres pasos; él cerró la puerta, empujándola con su pié. - ¿Te gusta la comida mexicana? - Preguntó.
- Yo… - ¡Me gustaría saber qué estas haciendo dentro de mi casa.
- ¿Tacos?
- ¿Tacos? - Repetí.
Esto pareció divertirlo. - Tomates, lechuga, queso.
- ¡Sé lo que es un taco!
Antes de que pudiese detenerlo, cruzó la habitación a grandes zancadas y al final del pasillo, se dirigió a la izquierda. A la cocina.
Fue hasta el fregadero y abrió el grifo mientras frotaba jabón hasta la mitad de sus brazos. Aparentemente se estaba sintiendo como en casa porque primero fue a la despensa, buscó en la nevera, sacó productos de aquí y allá (salsa, queso, lechuga y tomate) y luego buscó en las gavetas hasta encontrar un cuchillo.
Sospeché que estaba a mitad de camino para entrar en pánico por la imagen de Patch sosteniendo un cuchillo, cuando algo más capturó mi atención. Me adelanté dos pasos y miré a mi reflejo en uno de los sartenes que colgaban en el estante de ollas. ¡Mi pelo! Parecía como si una planta rodadora gigante hubiese rodado hasta mi cabeza. Tapé mi boca con una mano.
Patch sonrió. - ¿El rojo de tu cabello es natural? -
Yo me le quedé mirando. - No tengo pelo rojo.
- Odio ser el que te de la noticia, pero es rojo. Podría prenderlo en fuego y no se pondría más rojo.
- Es marrón. - Está bien, tal vez tenía una pequeñísima, la cantidad más infinitesimal de castaño rojizo en mi pelo. De todas formas, seguía siendo morena. - Es la luz - Dije.
- Sí, quizá sean las bombillas. - Su sonrisa llegó a ambos lados de su cara y un hoyuelo apareció.
- Regreso en seguida - Dije, saliendo de la cocina a toda prisa.
Subí por las escaleras y recogí mi pelo en una coleta. Resuelto ya eso, me puse a pensar. No estaba del todo cómoda con la idea de Patch vagabundeando por mi casa… y armado con un cuchillo. Y mi mamá me mataría si se entera que dejé entrar a Patch cuando Dorothea no estaba.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 10:27 am, editado 3 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
ssiiguelaa..!!! dioss ame el capp..!!
HeavenlyAngel♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 9, parte II
- ¿Podemos dejar esto para otro momento? - Pregunté luego de que dos minutos más tarde lo encontrara trabajando duramente en la cocina. Puse una mano en mi estómago, señalando que me estaba molestando. - Me siento algo mareada - Dije. - Creo que fue por la moto.
El paró de cortar con el cuchillo y me miró. - Casi termino.
Noté que él había cambiado el cuchillo por una más grande y afilado.
Como si él tuviera una ventana a mis pensamientos, sostuvo el cuchillo en alto y lo examinó. La hoja brillaba bajo la luz. Mi estómago se contrajo.
- Baja el cuchillo - Le ordené con calma.
Patch dejó de mirar al cuchillo, me miró y luego volvió a mirar al cuchillo. Luego de un minuto, lo bajó frente a él. - No te voy a lastimar, Nora.
- Eso es… tranquilizador - Logré decir, pero mi garganta estaba tensa y seca.
Él hizo girar el cuchillo, con el mango señalando hacia mí. - Ven aquí. Te voy a enseñar cómo hacer tacos.
No me moví. Había una chispa en sus ojos que me hacía pensar que debería estar asustada… y lo estaba. Pero ese miedo era igualmente atractivo. Había algo extremadamente inquietante al estar cerca de él. En su presencia, no podía confiar en mi misma.
- ¿Qué tal… un trato? - Su rostro estaba bajo, ensombrecido, y me observó tras sus pestañas. El efecto fue una impresión de honradez. - Ayúdame a hacer tacos y contestaré algunas de tus preguntas.
- ¿Mis preguntas?
- Creo que sabes a qué me refiero.
Sabía exactamente a qué se refería. Me estaba dando la oportunidad de saber un poco sobre su mundo privado. Un mundo en donde él podía hablar a través de mi mente. Otra vez, él supo exactamente qué decir, en el momento correcto.
Sin decir palabra, me moví al lado de él. El deslizó el picador hasta colocarlo en frente mío.
- Primero - Dijo él, parándose detrás de mi y poniendo sus manos sobre la encimera, justo a lado de las mías. - Escoge un tomate. - Él agachó su cabeza para que su boca estuviera en mi oído. Su aliento era tibio y hacía cosquillas en mi piel. - Bien. Ahora, agarra el cuchillo.
- ¿El chef siempre tiene que estar así de cerca? - Pregunté sin estar segura si me gustaba o me asustaba el revoloteo que su cercanía causaba dentro de mi.
- Cuando él esta revelando secretos culinarios, sí. Agarra el cuchillo bien.
- Eso hago.
- Bien. - Alejándose, él me miró cuidadosamente, como inspeccionando cualquier imperfección. Sus ojos me recorrieron de arriba a bajo y de aquí a allá. Por un desconcertante momento, pensé ver una secreta sonrisa aprobatoria. - El cocinar es algo que no se aprende - Dijo. - Es innato. Es algo que tienes o no. Como la química. ¿Crees que estas lista para química?
Yo presioné el cuchillo hasta atravesar el tomate, el cual se dividió en dos y cada mitad rodó sutilmente en la tabla de picar. - Tú dime. ¿Estoy lista para química?
Patch hizo un sonido profundo el cual no pude descifrar y luego sonrió. Luego de cenar, Patch llevó nuestros platos al fregadero. - Yo los limpio y tú los secas. - Rebuscando en las gavetas al lado del fregadero, él encontró una toalla y la lanzó juguetonamente hacia mi.
- Estoy lista para hacerte esas preguntas - Dije. - Comenzando con la noche en la biblioteca. ¿Me seguiste… -
Me quedé en blanco. Patch estaba recostado despreocupadamente contra la encimera. Su oscuro cabello se asomaba bajo su gorra de béisbol. Una sonrisa tiraba de sus labios. Mis pensamientos se disolvieron y así como así, un nuevo pensamiento rompió la superficie de mi mente. Quería besarlo. Ahora mismo.
Patch arqueó sus cejas. - ¿Qué?
- Eh, nada. Nada de nada. Tu limpias, yo seco.
¿Qué pasó para que tratara a Patch como tu peor vicio? Me pregunté. ¿Qué pasó para que ignorara lo malo y me quedara con lo bueno?
No nos tomó mucho tiempo en terminar de fregar los platos, y cuando lo hicimos, nos encontramos apretujados en el espacio al lado del fregadero. Patch se movió para quitarme la toalla y nuestros cuerpos se tocaron. Ninguno de los dos se movió, manteniendo el frágil enlace que nos mantenía unidos. Yo me alejé primero.
- ¿Asustada? - Murmuró él.
- No.
- Mentirosa.
Mi pulso se aceleró. - Tú no me asustas.
- ¿No?
Hablé sin pensar. - Tal ves solo me asusta… - Me maldije por a penas comenzar la oración. ¿Ahora qué se supone que dijera? No iba a admitirle a Patch que todo sobre él me asustaba. Eso le daría permiso para provocarme más. - Quizá tenga miedo a… a…
- ¿Qué yo te guste?
Aliviada por no tener que terminar mi propia oración, automáticamente respondí - Sí. - y me di cuenta muy tarde de lo que había confesado. - ¡Digo, no! Definitivamente no. ¡Eso no era lo que estaba intentando decir! - Patch rió suavemente.
- La verdad es que parte de mi definitivamente no esta cómoda contigo alrededor - Dije.
- ¿Pero?
Me aferré a la encimera tras de mi. - Pero al mismo tiempo, siento una aterradora atracción hacia ti. - Patch sonrió.
- Que creído eres - Dije, empujándolo con mi mano.
Él atrapó mi mano contra su pecho y bajó mi manga hasta mi muñeca, cubriendo mi mano con ella. Así de rápido, hizo lo mismo con la otra manga y sostuvo mi blusa por los puños, dejando mis manos capturadas y mi boca abierta en protesta.
Me jaló hasta tenerme cerca y no se detuvo hasta que estuve directamente en frente de él. De repente, él me levantó y me sentó en la encimera. Mi cara estaba al mismo nivel que la suya y me petrificó con una sonrisa oscura y tentadora. Fue entonces cuando me di cuenta que desde hace días, este momento había estado danzando los límites de mis fantasías.
- Quítate lo gorra - Dije y la palabras se escaparon antes de que pudiera detenerlas. Él la giró, poniendo la visera hacia atrás.
Me moví hasta el borde de la encimera y mis piernas colgaban a los lados de él. Algo dentro de mí me decía que me detuviera, pero rechacé la voz hacia los confines de mi mente.
Él puso sus manos en la encimera, justo al lado de mis caderas y se acercó inclinando su cabeza hacia un lado. Su olor, el cual era como de tierra mojada, me sobrecogió.
Inhalé dos veces. No. Esto no estaba bien. Esto no. Con Patch no. Él era aterrador. De una manera buena, sí. Pero también de una manera negativa. Una muy negativa.
- Deberías irte - Susurré. - Definitivamente deberías irte.
- ¿Ir aquí? - Su boca estaba en mi hombro. - ¿O aquí? - Se movió hasta mi cuello. Mi cerebro no podía procesar ni un pensamiento lógico. La boca de Patch estaba moviéndose hacia el norte, hasta mi mandíbula, probando suavemente mi piel…
- Mis piernas se están durmiendo - Solté. No era del todo una mentira.
Estaba experimentando una sensación de hormigueo por todo mi cuerpo, las piernas incluidas.
- Yo podría resolver eso. - Las manos de Patch se cerraron sobre mis caderas. De repente mi teléfono sonó, salté al escucharlo y lo saqué fuera de mi bolsillo.
- Hola, cariño - Mi mamá dijo alegremente.
- ¿Te puedo llamar después?
- Seguro. ¿Qué pasa?
Cerré el celular. - Tienes que irte - Le dije a Patch. - Ahora.
Él volvió a girar la visera de su gorra. Ahora su boca era lo único que podía ver bajo ella y estaba curveada en una sonrisa pícara. - No llevas maquillaje.
- Debí haberlo olvidado.
- Que tengas dulces sueños.
- Seguro. No hay problema. - ¿Qué fue lo que él dijo?
- Sobre la fiesta de mañana en la noche… -
- Lo pensaré - Logré decir.
Patch guardó en mi bolsillo un pedazo de papel y su contacto envió una sensación de calor abajo en mis piernas. - Aquí esta la dirección. Te estaré buscando. Ven sola. - Un momento más tarde escuché la puerta frontal cerrarse tras él. Un fiero sonrojo se abrió camino hasta mi cara. Demasiado cerca, pensé. No había nada malo con el fuego… siempre y cuando no te le acercaras demasiado. Algo que tengo que tener en mente. Me recosté de espalda a los gabinetes, respirando entrecortadamente.
El paró de cortar con el cuchillo y me miró. - Casi termino.
Noté que él había cambiado el cuchillo por una más grande y afilado.
Como si él tuviera una ventana a mis pensamientos, sostuvo el cuchillo en alto y lo examinó. La hoja brillaba bajo la luz. Mi estómago se contrajo.
- Baja el cuchillo - Le ordené con calma.
Patch dejó de mirar al cuchillo, me miró y luego volvió a mirar al cuchillo. Luego de un minuto, lo bajó frente a él. - No te voy a lastimar, Nora.
- Eso es… tranquilizador - Logré decir, pero mi garganta estaba tensa y seca.
Él hizo girar el cuchillo, con el mango señalando hacia mí. - Ven aquí. Te voy a enseñar cómo hacer tacos.
No me moví. Había una chispa en sus ojos que me hacía pensar que debería estar asustada… y lo estaba. Pero ese miedo era igualmente atractivo. Había algo extremadamente inquietante al estar cerca de él. En su presencia, no podía confiar en mi misma.
- ¿Qué tal… un trato? - Su rostro estaba bajo, ensombrecido, y me observó tras sus pestañas. El efecto fue una impresión de honradez. - Ayúdame a hacer tacos y contestaré algunas de tus preguntas.
- ¿Mis preguntas?
- Creo que sabes a qué me refiero.
Sabía exactamente a qué se refería. Me estaba dando la oportunidad de saber un poco sobre su mundo privado. Un mundo en donde él podía hablar a través de mi mente. Otra vez, él supo exactamente qué decir, en el momento correcto.
Sin decir palabra, me moví al lado de él. El deslizó el picador hasta colocarlo en frente mío.
- Primero - Dijo él, parándose detrás de mi y poniendo sus manos sobre la encimera, justo a lado de las mías. - Escoge un tomate. - Él agachó su cabeza para que su boca estuviera en mi oído. Su aliento era tibio y hacía cosquillas en mi piel. - Bien. Ahora, agarra el cuchillo.
- ¿El chef siempre tiene que estar así de cerca? - Pregunté sin estar segura si me gustaba o me asustaba el revoloteo que su cercanía causaba dentro de mi.
- Cuando él esta revelando secretos culinarios, sí. Agarra el cuchillo bien.
- Eso hago.
- Bien. - Alejándose, él me miró cuidadosamente, como inspeccionando cualquier imperfección. Sus ojos me recorrieron de arriba a bajo y de aquí a allá. Por un desconcertante momento, pensé ver una secreta sonrisa aprobatoria. - El cocinar es algo que no se aprende - Dijo. - Es innato. Es algo que tienes o no. Como la química. ¿Crees que estas lista para química?
Yo presioné el cuchillo hasta atravesar el tomate, el cual se dividió en dos y cada mitad rodó sutilmente en la tabla de picar. - Tú dime. ¿Estoy lista para química?
Patch hizo un sonido profundo el cual no pude descifrar y luego sonrió. Luego de cenar, Patch llevó nuestros platos al fregadero. - Yo los limpio y tú los secas. - Rebuscando en las gavetas al lado del fregadero, él encontró una toalla y la lanzó juguetonamente hacia mi.
- Estoy lista para hacerte esas preguntas - Dije. - Comenzando con la noche en la biblioteca. ¿Me seguiste… -
Me quedé en blanco. Patch estaba recostado despreocupadamente contra la encimera. Su oscuro cabello se asomaba bajo su gorra de béisbol. Una sonrisa tiraba de sus labios. Mis pensamientos se disolvieron y así como así, un nuevo pensamiento rompió la superficie de mi mente. Quería besarlo. Ahora mismo.
Patch arqueó sus cejas. - ¿Qué?
- Eh, nada. Nada de nada. Tu limpias, yo seco.
¿Qué pasó para que tratara a Patch como tu peor vicio? Me pregunté. ¿Qué pasó para que ignorara lo malo y me quedara con lo bueno?
No nos tomó mucho tiempo en terminar de fregar los platos, y cuando lo hicimos, nos encontramos apretujados en el espacio al lado del fregadero. Patch se movió para quitarme la toalla y nuestros cuerpos se tocaron. Ninguno de los dos se movió, manteniendo el frágil enlace que nos mantenía unidos. Yo me alejé primero.
- ¿Asustada? - Murmuró él.
- No.
- Mentirosa.
Mi pulso se aceleró. - Tú no me asustas.
- ¿No?
Hablé sin pensar. - Tal ves solo me asusta… - Me maldije por a penas comenzar la oración. ¿Ahora qué se supone que dijera? No iba a admitirle a Patch que todo sobre él me asustaba. Eso le daría permiso para provocarme más. - Quizá tenga miedo a… a…
- ¿Qué yo te guste?
Aliviada por no tener que terminar mi propia oración, automáticamente respondí - Sí. - y me di cuenta muy tarde de lo que había confesado. - ¡Digo, no! Definitivamente no. ¡Eso no era lo que estaba intentando decir! - Patch rió suavemente.
- La verdad es que parte de mi definitivamente no esta cómoda contigo alrededor - Dije.
- ¿Pero?
Me aferré a la encimera tras de mi. - Pero al mismo tiempo, siento una aterradora atracción hacia ti. - Patch sonrió.
- Que creído eres - Dije, empujándolo con mi mano.
Él atrapó mi mano contra su pecho y bajó mi manga hasta mi muñeca, cubriendo mi mano con ella. Así de rápido, hizo lo mismo con la otra manga y sostuvo mi blusa por los puños, dejando mis manos capturadas y mi boca abierta en protesta.
Me jaló hasta tenerme cerca y no se detuvo hasta que estuve directamente en frente de él. De repente, él me levantó y me sentó en la encimera. Mi cara estaba al mismo nivel que la suya y me petrificó con una sonrisa oscura y tentadora. Fue entonces cuando me di cuenta que desde hace días, este momento había estado danzando los límites de mis fantasías.
- Quítate lo gorra - Dije y la palabras se escaparon antes de que pudiera detenerlas. Él la giró, poniendo la visera hacia atrás.
Me moví hasta el borde de la encimera y mis piernas colgaban a los lados de él. Algo dentro de mí me decía que me detuviera, pero rechacé la voz hacia los confines de mi mente.
Él puso sus manos en la encimera, justo al lado de mis caderas y se acercó inclinando su cabeza hacia un lado. Su olor, el cual era como de tierra mojada, me sobrecogió.
Inhalé dos veces. No. Esto no estaba bien. Esto no. Con Patch no. Él era aterrador. De una manera buena, sí. Pero también de una manera negativa. Una muy negativa.
- Deberías irte - Susurré. - Definitivamente deberías irte.
- ¿Ir aquí? - Su boca estaba en mi hombro. - ¿O aquí? - Se movió hasta mi cuello. Mi cerebro no podía procesar ni un pensamiento lógico. La boca de Patch estaba moviéndose hacia el norte, hasta mi mandíbula, probando suavemente mi piel…
- Mis piernas se están durmiendo - Solté. No era del todo una mentira.
Estaba experimentando una sensación de hormigueo por todo mi cuerpo, las piernas incluidas.
- Yo podría resolver eso. - Las manos de Patch se cerraron sobre mis caderas. De repente mi teléfono sonó, salté al escucharlo y lo saqué fuera de mi bolsillo.
- Hola, cariño - Mi mamá dijo alegremente.
- ¿Te puedo llamar después?
- Seguro. ¿Qué pasa?
Cerré el celular. - Tienes que irte - Le dije a Patch. - Ahora.
Él volvió a girar la visera de su gorra. Ahora su boca era lo único que podía ver bajo ella y estaba curveada en una sonrisa pícara. - No llevas maquillaje.
- Debí haberlo olvidado.
- Que tengas dulces sueños.
- Seguro. No hay problema. - ¿Qué fue lo que él dijo?
- Sobre la fiesta de mañana en la noche… -
- Lo pensaré - Logré decir.
Patch guardó en mi bolsillo un pedazo de papel y su contacto envió una sensación de calor abajo en mis piernas. - Aquí esta la dirección. Te estaré buscando. Ven sola. - Un momento más tarde escuché la puerta frontal cerrarse tras él. Un fiero sonrojo se abrió camino hasta mi cara. Demasiado cerca, pensé. No había nada malo con el fuego… siempre y cuando no te le acercaras demasiado. Algo que tengo que tener en mente. Me recosté de espalda a los gabinetes, respirando entrecortadamente.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 10:33 am, editado 2 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 10
Fui despertada por el sonido del timbre de mi teléfono. Atrapada en mitad del sueño, puse mi almohada sobre mi cabeza e intenté amortiguar el ruido. Pero el teléfono sonó y sonó.
La llamada pasó a mensajes de voz. Cinco segundos después, el timbre comenzó a sonar otra vez.
Estiré un brazo sobre el lado de la cama, buscando a tientas hasta que encontré mis jeans y saqué el celular del bolsillo.
- ¿Sí? - Dije entre un gran bostezo y con los ojos cerrados.
Al otro lado, alguien estaba respirando con coraje. - ¿Qué pasó contigo? ¿Qué pasó con el algodón dulce? ¡Y mientras me dices eso, qué tal si me dices en dónde estas para poder ir a estrangularte con mis manos!
Golpeé varias veces mi frente con la palma de mi mano.
- ¡Pensé que te habían raptado! - Siguió Vee - ¡Pensé que te habían secuestrado! ¡Pensé que te habían matado!
Intenté encontrar el reloj en la oscuridad. Golpeé un marco de foto en la mesa de noche y todos los cuadros que estaban tras ese también se cayeron por el efecto dominó.
- Me retrasé un poco - Dije - Para cuando regresé a los videojuegos, ya te habías ido.
- ¿Retrasada? ¿Qué clase de excusa es ‘retrasada’?
Los números rojos del reloj se enfocaron. Era un poco después de las dos de la mañana.
- Conduje por una hora en el estacionamiento - Dijo Vee. - Elliot caminó todo el parque mostrando la única foto tuya que tengo en mi celular. Intenté llamar a tu celular un billón de veces. Espera. ¿Estas en tu casa? ¿Cómo llegaste a tu casa?
Me estrujé los ojos. - Patch.
- ¿Patch el acosador?
- Bueno no tenía muchas opciones ¿o sí? - Dije directo al grano. - Tú te fuiste sin mi.
- Suenas a la defensiva. Bien a la defensiva. No, no es eso. Suenas agitada… nerviosa… excitada. - Podía sentir sus ojos ponerse como platos. - Él te besó ¿verdad? - Ninguna respuesta.
- ¡Lo hizo! ¡Lo sabía! He visto la manera en que él te mira. Sabía que esto iba a pasar. Lo vi desde una milla de distancia. - No quería pensar en eso.
- ¿Cómo fue? - Presionó Vee. - ¿Un beso melocotón? ¿Un beso ciruela? ¿O fue un beso al-fal-fa?
- ¿Qué?
- ¿Fue un besito, las bocas se abrieron, o hubo lengua? Olvídalo. No tienes que contestar eso. Patch no es la clase de muchacho que lidia con preliminares. Allí hubo lengua. Garantizado.
Cubrí mi cara con mis manos, escondiéndola tras ellas. Patch probablemente pensó que yo no tenía ningún auto control. Yo me derretí en sus brazos como mantequilla. Justo antes que le dijera que se tenía que ir, estaba bien segura que hice un sonido que era un cruce entre un suspiro de alegría y un gemido de éxtasis. Eso explicaría su arrogante sonrisa.
- ¿Podemos hablar de esto después? - Pregunté, presionando el puente de mi nariz.
- De ninguna manera.
Suspiré. - Estoy muerta de cansancio.
- No puedo creer que estés pensando en dejarme con el suspenso.
- Estoy contando con que lo olvides.
- Muy poco probable.
Traté de imaginar los músculos de mi cuello relajarse, anticipándose al dolor de cabeza que sentía avecinarse. - ¿Todavía esta en pie el ir de compras?
- Te recogeré a las cuatro.
- Pensé que no nos íbamos a reunir hasta las cinco.
- Las circunstancias han cambiado. Estaré allí más temprano si es que puedo escaparme de la hora familiar. Mi mamá esta teniendo un ataque de nervios. Ella piensa que mis malas calificaciones se deben a su mal trabajo como madre. Aparentemente pasar tiempo juntas es la solución. Deséame suerte.
Cerré el celular y me hundí en mi cama. Imaginé la sonrisa cínica de Patch y sus brillantes ojos negros. Después de varios minutos dando vueltas en la cama, me rendí en intentar ponerme cómoda. La verdad es que, mientras Patch estuviera en mi mente, la comodidad estaba fuera del tema.
Cuando era pequeña, Lionel (el ahijado de Dorothea) rompió uno de los vasos de cristal en la cocina. Él recogió todos los pedazos de cristal excepto uno y me retó a lamerlo. Imaginé que enamorarme de Patch era un poco como lamer un cristal roto. Sabía que era estúpido. Sabía que me iba a cortar. Después de todos estos años, una cosa no había cambiado: todavía seguía siendo atraída por el peligro.
De repente me senté derecha en mi cama, alcancé mi celular y encendí la lámpara. La carga de la batería estaba completa. Un inquietante hormigueo recorrió mi espina vertebral. Se supone que mi celular estuviera muerto. ¿Entonces cómo fue que mi mamá y Vee pudieron llamarme?
**********
La lluvia caía en grandes cantidades sobre los coloridos toldos de las tiendas junto al muelle y se derramaba en la acera. Las anticuadas lámparas de gas que estaban estancadas en ambos lados de la carretera brillaron con vida. Con nuestros paraguas chocándose, Vee y yo nos apresuramos por la acera hasta estar bajo el toldo de líneas blancas y rosadas de Victoria’s Secret. Cerramos nuestros paraguas al unísono y las colocamos afuera, junto a la entrada.
El estruendo de un trueno nos hizo correr hacia la puerta.
Sacudí la lluvia de mis zapatos y me estremecí por el frío. Varios difusores de aceite aromático estaban ardiendo sobre un mostrador en el centro de la tienda, rodeándonos de un exótico y potente olor.
Una mujer vestida con pantalones negros y una ajustada camiseta negra, se adelantó hacia nosotras. Ella tenía una cinta medidora enrollada en su cuello y comenzó a mover su mano para tomarla. - ¿Les gustaría que tome sus medidas gratuitamente…?
- Aparta esa maldita cinta - Ordenó Vee. - Ya sé mi talla. No necesito que me lo recuerden.
Sonreí a la mujer a manera de disculpas mientras seguía a Vee, quién se dirigía hasta la sección de rebajas que estaba en la parte de atrás.
- Copa D no es algo por lo que deberías estar avergonzada - Le dije a Vee mientras tomaba un sostén de satín azul y buscaba la etiqueta de precio.
- ¿Quién dijo que estoy avergonzada? - Dijo Vee. - No estoy avergonzada. ¿Por qué estaría avergonzada? Las únicas chicas de dieciséis años con senos así de grandes como los míos es porque están cubiertos de silicona y todo el mundo lo sabe. ¿Qué razón tendría para estar avergonzada? - Ella rebuscó en un perchero. - ¿Crees que aquí tengan algún sostén que hagan que mis bebés se vean planos?
- Eso se llama sostenes deportivos y tienen un horrible efecto secundario llamado uniteta - Dije observando un sostén negro de encaje que estaba junto a otros. No debería estar mirando lencería. Naturalmente me hace pensar en cosas sexy. Como besarse. Como Patch.
Cerré mis ojos y repetí nuestra noche juntos. La sensación de la mano de Patch en mi cadera, sus labios saboreando mi cuello…
Vee me sorprendió fuera de guardia lanzándome un par de bragas con estampado de tigre color turquesa. - Esto luciría bien en ti - Dijo. - Todo lo que necesitas es un trasero como el mío para rellenarlas.
¿En qué estaba pensando? Había estado muy cerca de besar a Patch. El mismo Patch que posiblemente ha estado invadiendo mi mente. El mismo Patch que me salvó de precipitarme hacia mi muerte en el Arcángel porque estaba segura de que eso era lo que había pasado, aunque no tenía ninguna explicación lógica. Me pregunto si él de alguna forma detuvo el tiempo y me atrapó durante la caída. Si él era capaz de hablarme a través de la mente, tal vez, solo tal vez, él era capaz de otras cosas. O quizá, pensé con un escalofrío, ya no podía confiar en mi mente. Todavía tenía el pedazo de papel que Patch había metido en mi bolsillo, pero de ninguna manera iba a ir a la fiesta esta noche. Secretamente disfrutaba la atracción entre nosotros, pero el misterio y el miedo lo sobrepasaban. De ahora en adelante iba a sacar a Patch de mi sistema y esta vez lo decía en serio. Iba a ser como una dieta purificadora. El problema era que la única dieta que había hecho, había actuado en mi contra. Una vez intenté pasar un mes entero sin comer chocolate. Ni si quiera un mordisco. Al final de las dos semanas, no pude más y comí más chocolates de los que hubiera comido en tres meses.
Esperaba que mi dieta libre de chocolates no presagiara lo que podría pasar si intentaba evitar a Patch.
- ¿Qué estas haciendo? - Pregunté, esta vez atendiendo a Vee.
- ¿Qué parece que estoy haciendo? Estoy despegando de este sostén este sello de rebaja para pegarlo en uno que no esté en rebaja. De esa manera puedo tener sostenes sexy al precio de uno barato.
- No puedes hacer eso. Cuando vayas a pagar, ella va a escanear las barras de código y sabrá lo que estas haciendo.
- ¿Barras de código? Ellos no escanean las barras de código. - Ella no sonaba muy segura.
- Lo hacen. Lo juro. Atraviesa mi corazón - Supuse que mentir era mejor que observar a Vee ser llevada a la cárcel.
- Bueno, parecía una buena idea…
- Tienes que comprarte esto - Le dije a Vee, arrojándole un pedazo de seda y esperando que eso la distrajera.
Ella sostuvo en alto la braga. Pequeños cangrejos rojos adornaban la tela. - Esto es lo más asqueroso que haya visto. Por otro lado, me gusta ese sostén negro que tienes. Creo que deberías comprarlo. Ve y paga, yo seguiré viendo.
Pagué. Luego, pensando que sería más fácil olvidar a Patch si buscaba algo más benigno, comencé a buscar en la sección de lociones.
Estaba oliendo una botella de Dream Angels cuando sentí cerca una presencia familiar. Era como si alguien hubiera arrojado una bola de helado en la parte de atrás de mi blusa. Era la misma sacudida de escalofríos que experimentaba cada vez que Patch llegaba. Vee y yo seguíamos siendo las únicas en la tienda, pero al otro lado de la ventana de cristal, vi una figura encapuchada ocultarse bajo la sombra de un toldo al otro lado de la carretera. Nuevamente agitada, me quedé inmóvil un minuto entero antes de que recobrara la compostura y fuera a buscar a Vee.
- Es hora de irnos - Le dije.
Ella estaba rebuscando en un perchero de batas de dormir. - Vaya. Mira esto, pijamas de franela con un cincuenta por ciento de descuento. Necesito un par de pijamas de franela.
Mantuve un ojo pegado a la ventana. - Creo que me han estado siguiendo. - Vee levantó la cabeza. - ¿Patch?
- No. Mira a través de la calle.
Vee miró. - No veo a nadie.
Tampoco yo. Un auto había pasado, interrumpiendo mi línea de visión. - Creo que entraron a la tienda.
- ¿Cómo sabes que te están siguiendo?
- Un mal presentimiento.
- Se parecían a alguien que conozcamos? Por ejemplo… si era un cruce entre Pippi Longstocking y la Malvada Bruja del Oeste obviamente era Marcie Miller.
- No era Marcie - Dije, todavía mirando a la calle. - Cuando anoche me fui de los videojuegos para comprar algodón de azúcar, vi que alguien me vigilaba. Creo que es la misma persona que esta aquí.
- ¿Estas hablando en serio? ¿Por qué me dices eso ahora? ¿Quien es?
Dirigí la voz a la vendedora. - ¿Esta tienda tiene una puerta trasera?
Ella estaba ordenando una gaveta y me miró. - Es solo para empleados.
- ¿La persona es hombre o mujer? - Quiso saber Vee.
- No sabría decir.
- ¿Bueno, por qué crees que te están siguiendo? ¿Qué quieren?
- Asustarme. - Parecía bastante razonable.
- ¿Por qué querrían asustarte?
Quería decir ¿Quién no esta intentando asustarme?
- Necesitamos una distracción - Le dije a Vee.
- Exactamente lo que estaba pensando - Dijo ella. - Y sabemos que soy muy buena en eso. Dame tu chaqueta.
Yo me le quedé mirando. - De ninguna manera. No sabemos nada sobre esta persona. No voy a permitir que salgas vestida como yo. ¿Qué pasa si están armados?
- A veces tu imaginación me asusta - Dijo Vee.
Tenía que admitirlo, la idea de que ellos estuvieran armados y listos para matar era un poco exagerada. Pero con todas las cosas raras que estaban pasando últimamente, no me culpaba por sentirme alarmada y asumiera lo peor.
- Yo saldré primero - Dijo Vee. - Si ellos me siguen, tú los sigues. Voy a subir la colina, rumbo al cementerio y luego los vamos a acorralar y les sacaremos algunas respuestas. - Un minuto después, Vee dejó la tienda llevando puesta mi chaqueta y cogió mi paraguas rojo, sosteniéndolo muy bajo sobre su cabeza. Si descontáramos el hecho de que ella era unas cuantas pulgadas más alta que yo y un par de libras más voluptuosa, se confundía conmigo. Agachada tras un perchero de batas de dormir, observé como la figura encapuchada salía de la tienda al otro lado de la calle y seguía a Vee. Me acerqué sigilosamente hasta la ventana. Aunque la sudadera y los jeans anchos lo hacían lucir andrógeno, la manera de andar era femenina. Definitivamente femenina.
Vee y la chica se perdieron de vista en la esquina y yo corrí hasta la puerta. Afuera la lluvia se había convertido en un aguacero.
Agarrando el paraguas de Vee, aceleré el paso manteniéndome bajo los toldos, libre de la lluvia. Podía sentir el borde de mis jeans mojarse. Deseé haber tenido botas.
Detrás de mi, el muelle se extendía hacia el océano gris. Frente a mi, la línea de tiendas terminaban en la base de una empinada y verde colina y sobre ella se podía ver la verja de hierro del cementerio local.
Abrí el Neon, subí la calefacción al máximo y encendí los limpiaparabrisas a toda velocidad. Conduje fuera del estacionamiento y giré hacia la izquierda, acelerando hacia lo alto de la colina. Hacía mucho viento, los árboles del cementerio se mecían y sus ramas parecían como si cobraran vida a través del loco vaivén de los limpiaparabrisas. Las lápidas de mármol blanco eran las únicas que se podían ver a través de la oscuridad. Las lápidas grises se disolvían en la atmósfera.
De la nada, un objeto rojo se lanzó contra el parabrisas, obstruyó mi línea de visión y luego voló sobre el auto. Frené en seco y el Neon patinó hasta detenerse a un lado de la carretera.
Abrí la puerta y salí. Corrí hasta la parte de atrás del auto para buscar lo que había golpeado.
Hubo un momento de confusión mientras mi mente procesaba lo que estaba viendo. Mi paraguas rojo estaba enredado en la maleza. Estaba roto; un lado estaba colapsado exactamente de la manera que se esperaría si hubiese sido arrojado contra algo, un objeto más duro.
Escuché un ahogado sollozo a través de la violenta lluvia.
- ¿Vee? - Dije. Troté por la carretera, protegiendo mis ojos contra la lluvia mientras recorría el paisaje. Más adelante yacía un cuerpo y comencé a correr.
- ¡Vee! - Me dejé caer de rodillas a su lado. Ella estaba acostada de lado, con sus piernas pegadas contra su pecho y luego gimió.
- ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Te puedes mover? - Eché mi cabeza hacia atrás, pestañeando contra la lluvia. ¡Piensa! Me dije. Mi teléfono celular está en el auto. Tengo que llamar al 911.
- Voy a buscar ayuda - Le dije a Vee. Ella gimió y se aferró a mi mano.
Yo me bajé hasta quedar al nivel de ella y la aferré firmemente. Las lágrimas quemaron tras mis ojos. - ¿Qué pasó? ¿Fue la persona que te siguió? ¿Ellos te hicieron esto? ¿Qué hicieron?
Vee murmuró algo ininteligible que pudo haber sido “bolso”. Lo cierto era que su bolso no estaba.
- Vas a estar bien. - Luché por mantener mi voz firme. Tenía un oscuro presentimiento corroyéndome y estaba tratando de mantenerlo a raya. Estaba segura que la persona que me vigilaba en Delphic y la que me siguió hoy en las tiendas era la responsable, pero me culpé por poner a Vee en peligro. Marqué al 911 en mi teléfono y el operador respondió.
Tratando de mantener la histeria fuera de mi voz, dije - Necesito una ambulancia. Mi amiga fue atacada y asaltada.
La llamada pasó a mensajes de voz. Cinco segundos después, el timbre comenzó a sonar otra vez.
Estiré un brazo sobre el lado de la cama, buscando a tientas hasta que encontré mis jeans y saqué el celular del bolsillo.
- ¿Sí? - Dije entre un gran bostezo y con los ojos cerrados.
Al otro lado, alguien estaba respirando con coraje. - ¿Qué pasó contigo? ¿Qué pasó con el algodón dulce? ¡Y mientras me dices eso, qué tal si me dices en dónde estas para poder ir a estrangularte con mis manos!
Golpeé varias veces mi frente con la palma de mi mano.
- ¡Pensé que te habían raptado! - Siguió Vee - ¡Pensé que te habían secuestrado! ¡Pensé que te habían matado!
Intenté encontrar el reloj en la oscuridad. Golpeé un marco de foto en la mesa de noche y todos los cuadros que estaban tras ese también se cayeron por el efecto dominó.
- Me retrasé un poco - Dije - Para cuando regresé a los videojuegos, ya te habías ido.
- ¿Retrasada? ¿Qué clase de excusa es ‘retrasada’?
Los números rojos del reloj se enfocaron. Era un poco después de las dos de la mañana.
- Conduje por una hora en el estacionamiento - Dijo Vee. - Elliot caminó todo el parque mostrando la única foto tuya que tengo en mi celular. Intenté llamar a tu celular un billón de veces. Espera. ¿Estas en tu casa? ¿Cómo llegaste a tu casa?
Me estrujé los ojos. - Patch.
- ¿Patch el acosador?
- Bueno no tenía muchas opciones ¿o sí? - Dije directo al grano. - Tú te fuiste sin mi.
- Suenas a la defensiva. Bien a la defensiva. No, no es eso. Suenas agitada… nerviosa… excitada. - Podía sentir sus ojos ponerse como platos. - Él te besó ¿verdad? - Ninguna respuesta.
- ¡Lo hizo! ¡Lo sabía! He visto la manera en que él te mira. Sabía que esto iba a pasar. Lo vi desde una milla de distancia. - No quería pensar en eso.
- ¿Cómo fue? - Presionó Vee. - ¿Un beso melocotón? ¿Un beso ciruela? ¿O fue un beso al-fal-fa?
- ¿Qué?
- ¿Fue un besito, las bocas se abrieron, o hubo lengua? Olvídalo. No tienes que contestar eso. Patch no es la clase de muchacho que lidia con preliminares. Allí hubo lengua. Garantizado.
Cubrí mi cara con mis manos, escondiéndola tras ellas. Patch probablemente pensó que yo no tenía ningún auto control. Yo me derretí en sus brazos como mantequilla. Justo antes que le dijera que se tenía que ir, estaba bien segura que hice un sonido que era un cruce entre un suspiro de alegría y un gemido de éxtasis. Eso explicaría su arrogante sonrisa.
- ¿Podemos hablar de esto después? - Pregunté, presionando el puente de mi nariz.
- De ninguna manera.
Suspiré. - Estoy muerta de cansancio.
- No puedo creer que estés pensando en dejarme con el suspenso.
- Estoy contando con que lo olvides.
- Muy poco probable.
Traté de imaginar los músculos de mi cuello relajarse, anticipándose al dolor de cabeza que sentía avecinarse. - ¿Todavía esta en pie el ir de compras?
- Te recogeré a las cuatro.
- Pensé que no nos íbamos a reunir hasta las cinco.
- Las circunstancias han cambiado. Estaré allí más temprano si es que puedo escaparme de la hora familiar. Mi mamá esta teniendo un ataque de nervios. Ella piensa que mis malas calificaciones se deben a su mal trabajo como madre. Aparentemente pasar tiempo juntas es la solución. Deséame suerte.
Cerré el celular y me hundí en mi cama. Imaginé la sonrisa cínica de Patch y sus brillantes ojos negros. Después de varios minutos dando vueltas en la cama, me rendí en intentar ponerme cómoda. La verdad es que, mientras Patch estuviera en mi mente, la comodidad estaba fuera del tema.
Cuando era pequeña, Lionel (el ahijado de Dorothea) rompió uno de los vasos de cristal en la cocina. Él recogió todos los pedazos de cristal excepto uno y me retó a lamerlo. Imaginé que enamorarme de Patch era un poco como lamer un cristal roto. Sabía que era estúpido. Sabía que me iba a cortar. Después de todos estos años, una cosa no había cambiado: todavía seguía siendo atraída por el peligro.
De repente me senté derecha en mi cama, alcancé mi celular y encendí la lámpara. La carga de la batería estaba completa. Un inquietante hormigueo recorrió mi espina vertebral. Se supone que mi celular estuviera muerto. ¿Entonces cómo fue que mi mamá y Vee pudieron llamarme?
**********
La lluvia caía en grandes cantidades sobre los coloridos toldos de las tiendas junto al muelle y se derramaba en la acera. Las anticuadas lámparas de gas que estaban estancadas en ambos lados de la carretera brillaron con vida. Con nuestros paraguas chocándose, Vee y yo nos apresuramos por la acera hasta estar bajo el toldo de líneas blancas y rosadas de Victoria’s Secret. Cerramos nuestros paraguas al unísono y las colocamos afuera, junto a la entrada.
El estruendo de un trueno nos hizo correr hacia la puerta.
Sacudí la lluvia de mis zapatos y me estremecí por el frío. Varios difusores de aceite aromático estaban ardiendo sobre un mostrador en el centro de la tienda, rodeándonos de un exótico y potente olor.
Una mujer vestida con pantalones negros y una ajustada camiseta negra, se adelantó hacia nosotras. Ella tenía una cinta medidora enrollada en su cuello y comenzó a mover su mano para tomarla. - ¿Les gustaría que tome sus medidas gratuitamente…?
- Aparta esa maldita cinta - Ordenó Vee. - Ya sé mi talla. No necesito que me lo recuerden.
Sonreí a la mujer a manera de disculpas mientras seguía a Vee, quién se dirigía hasta la sección de rebajas que estaba en la parte de atrás.
- Copa D no es algo por lo que deberías estar avergonzada - Le dije a Vee mientras tomaba un sostén de satín azul y buscaba la etiqueta de precio.
- ¿Quién dijo que estoy avergonzada? - Dijo Vee. - No estoy avergonzada. ¿Por qué estaría avergonzada? Las únicas chicas de dieciséis años con senos así de grandes como los míos es porque están cubiertos de silicona y todo el mundo lo sabe. ¿Qué razón tendría para estar avergonzada? - Ella rebuscó en un perchero. - ¿Crees que aquí tengan algún sostén que hagan que mis bebés se vean planos?
- Eso se llama sostenes deportivos y tienen un horrible efecto secundario llamado uniteta - Dije observando un sostén negro de encaje que estaba junto a otros. No debería estar mirando lencería. Naturalmente me hace pensar en cosas sexy. Como besarse. Como Patch.
Cerré mis ojos y repetí nuestra noche juntos. La sensación de la mano de Patch en mi cadera, sus labios saboreando mi cuello…
Vee me sorprendió fuera de guardia lanzándome un par de bragas con estampado de tigre color turquesa. - Esto luciría bien en ti - Dijo. - Todo lo que necesitas es un trasero como el mío para rellenarlas.
¿En qué estaba pensando? Había estado muy cerca de besar a Patch. El mismo Patch que posiblemente ha estado invadiendo mi mente. El mismo Patch que me salvó de precipitarme hacia mi muerte en el Arcángel porque estaba segura de que eso era lo que había pasado, aunque no tenía ninguna explicación lógica. Me pregunto si él de alguna forma detuvo el tiempo y me atrapó durante la caída. Si él era capaz de hablarme a través de la mente, tal vez, solo tal vez, él era capaz de otras cosas. O quizá, pensé con un escalofrío, ya no podía confiar en mi mente. Todavía tenía el pedazo de papel que Patch había metido en mi bolsillo, pero de ninguna manera iba a ir a la fiesta esta noche. Secretamente disfrutaba la atracción entre nosotros, pero el misterio y el miedo lo sobrepasaban. De ahora en adelante iba a sacar a Patch de mi sistema y esta vez lo decía en serio. Iba a ser como una dieta purificadora. El problema era que la única dieta que había hecho, había actuado en mi contra. Una vez intenté pasar un mes entero sin comer chocolate. Ni si quiera un mordisco. Al final de las dos semanas, no pude más y comí más chocolates de los que hubiera comido en tres meses.
Esperaba que mi dieta libre de chocolates no presagiara lo que podría pasar si intentaba evitar a Patch.
- ¿Qué estas haciendo? - Pregunté, esta vez atendiendo a Vee.
- ¿Qué parece que estoy haciendo? Estoy despegando de este sostén este sello de rebaja para pegarlo en uno que no esté en rebaja. De esa manera puedo tener sostenes sexy al precio de uno barato.
- No puedes hacer eso. Cuando vayas a pagar, ella va a escanear las barras de código y sabrá lo que estas haciendo.
- ¿Barras de código? Ellos no escanean las barras de código. - Ella no sonaba muy segura.
- Lo hacen. Lo juro. Atraviesa mi corazón - Supuse que mentir era mejor que observar a Vee ser llevada a la cárcel.
- Bueno, parecía una buena idea…
- Tienes que comprarte esto - Le dije a Vee, arrojándole un pedazo de seda y esperando que eso la distrajera.
Ella sostuvo en alto la braga. Pequeños cangrejos rojos adornaban la tela. - Esto es lo más asqueroso que haya visto. Por otro lado, me gusta ese sostén negro que tienes. Creo que deberías comprarlo. Ve y paga, yo seguiré viendo.
Pagué. Luego, pensando que sería más fácil olvidar a Patch si buscaba algo más benigno, comencé a buscar en la sección de lociones.
Estaba oliendo una botella de Dream Angels cuando sentí cerca una presencia familiar. Era como si alguien hubiera arrojado una bola de helado en la parte de atrás de mi blusa. Era la misma sacudida de escalofríos que experimentaba cada vez que Patch llegaba. Vee y yo seguíamos siendo las únicas en la tienda, pero al otro lado de la ventana de cristal, vi una figura encapuchada ocultarse bajo la sombra de un toldo al otro lado de la carretera. Nuevamente agitada, me quedé inmóvil un minuto entero antes de que recobrara la compostura y fuera a buscar a Vee.
- Es hora de irnos - Le dije.
Ella estaba rebuscando en un perchero de batas de dormir. - Vaya. Mira esto, pijamas de franela con un cincuenta por ciento de descuento. Necesito un par de pijamas de franela.
Mantuve un ojo pegado a la ventana. - Creo que me han estado siguiendo. - Vee levantó la cabeza. - ¿Patch?
- No. Mira a través de la calle.
Vee miró. - No veo a nadie.
Tampoco yo. Un auto había pasado, interrumpiendo mi línea de visión. - Creo que entraron a la tienda.
- ¿Cómo sabes que te están siguiendo?
- Un mal presentimiento.
- Se parecían a alguien que conozcamos? Por ejemplo… si era un cruce entre Pippi Longstocking y la Malvada Bruja del Oeste obviamente era Marcie Miller.
- No era Marcie - Dije, todavía mirando a la calle. - Cuando anoche me fui de los videojuegos para comprar algodón de azúcar, vi que alguien me vigilaba. Creo que es la misma persona que esta aquí.
- ¿Estas hablando en serio? ¿Por qué me dices eso ahora? ¿Quien es?
Dirigí la voz a la vendedora. - ¿Esta tienda tiene una puerta trasera?
Ella estaba ordenando una gaveta y me miró. - Es solo para empleados.
- ¿La persona es hombre o mujer? - Quiso saber Vee.
- No sabría decir.
- ¿Bueno, por qué crees que te están siguiendo? ¿Qué quieren?
- Asustarme. - Parecía bastante razonable.
- ¿Por qué querrían asustarte?
Quería decir ¿Quién no esta intentando asustarme?
- Necesitamos una distracción - Le dije a Vee.
- Exactamente lo que estaba pensando - Dijo ella. - Y sabemos que soy muy buena en eso. Dame tu chaqueta.
Yo me le quedé mirando. - De ninguna manera. No sabemos nada sobre esta persona. No voy a permitir que salgas vestida como yo. ¿Qué pasa si están armados?
- A veces tu imaginación me asusta - Dijo Vee.
Tenía que admitirlo, la idea de que ellos estuvieran armados y listos para matar era un poco exagerada. Pero con todas las cosas raras que estaban pasando últimamente, no me culpaba por sentirme alarmada y asumiera lo peor.
- Yo saldré primero - Dijo Vee. - Si ellos me siguen, tú los sigues. Voy a subir la colina, rumbo al cementerio y luego los vamos a acorralar y les sacaremos algunas respuestas. - Un minuto después, Vee dejó la tienda llevando puesta mi chaqueta y cogió mi paraguas rojo, sosteniéndolo muy bajo sobre su cabeza. Si descontáramos el hecho de que ella era unas cuantas pulgadas más alta que yo y un par de libras más voluptuosa, se confundía conmigo. Agachada tras un perchero de batas de dormir, observé como la figura encapuchada salía de la tienda al otro lado de la calle y seguía a Vee. Me acerqué sigilosamente hasta la ventana. Aunque la sudadera y los jeans anchos lo hacían lucir andrógeno, la manera de andar era femenina. Definitivamente femenina.
Vee y la chica se perdieron de vista en la esquina y yo corrí hasta la puerta. Afuera la lluvia se había convertido en un aguacero.
Agarrando el paraguas de Vee, aceleré el paso manteniéndome bajo los toldos, libre de la lluvia. Podía sentir el borde de mis jeans mojarse. Deseé haber tenido botas.
Detrás de mi, el muelle se extendía hacia el océano gris. Frente a mi, la línea de tiendas terminaban en la base de una empinada y verde colina y sobre ella se podía ver la verja de hierro del cementerio local.
Abrí el Neon, subí la calefacción al máximo y encendí los limpiaparabrisas a toda velocidad. Conduje fuera del estacionamiento y giré hacia la izquierda, acelerando hacia lo alto de la colina. Hacía mucho viento, los árboles del cementerio se mecían y sus ramas parecían como si cobraran vida a través del loco vaivén de los limpiaparabrisas. Las lápidas de mármol blanco eran las únicas que se podían ver a través de la oscuridad. Las lápidas grises se disolvían en la atmósfera.
De la nada, un objeto rojo se lanzó contra el parabrisas, obstruyó mi línea de visión y luego voló sobre el auto. Frené en seco y el Neon patinó hasta detenerse a un lado de la carretera.
Abrí la puerta y salí. Corrí hasta la parte de atrás del auto para buscar lo que había golpeado.
Hubo un momento de confusión mientras mi mente procesaba lo que estaba viendo. Mi paraguas rojo estaba enredado en la maleza. Estaba roto; un lado estaba colapsado exactamente de la manera que se esperaría si hubiese sido arrojado contra algo, un objeto más duro.
Escuché un ahogado sollozo a través de la violenta lluvia.
- ¿Vee? - Dije. Troté por la carretera, protegiendo mis ojos contra la lluvia mientras recorría el paisaje. Más adelante yacía un cuerpo y comencé a correr.
- ¡Vee! - Me dejé caer de rodillas a su lado. Ella estaba acostada de lado, con sus piernas pegadas contra su pecho y luego gimió.
- ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Te puedes mover? - Eché mi cabeza hacia atrás, pestañeando contra la lluvia. ¡Piensa! Me dije. Mi teléfono celular está en el auto. Tengo que llamar al 911.
- Voy a buscar ayuda - Le dije a Vee. Ella gimió y se aferró a mi mano.
Yo me bajé hasta quedar al nivel de ella y la aferré firmemente. Las lágrimas quemaron tras mis ojos. - ¿Qué pasó? ¿Fue la persona que te siguió? ¿Ellos te hicieron esto? ¿Qué hicieron?
Vee murmuró algo ininteligible que pudo haber sido “bolso”. Lo cierto era que su bolso no estaba.
- Vas a estar bien. - Luché por mantener mi voz firme. Tenía un oscuro presentimiento corroyéndome y estaba tratando de mantenerlo a raya. Estaba segura que la persona que me vigilaba en Delphic y la que me siguió hoy en las tiendas era la responsable, pero me culpé por poner a Vee en peligro. Marqué al 911 en mi teléfono y el operador respondió.
Tratando de mantener la histeria fuera de mi voz, dije - Necesito una ambulancia. Mi amiga fue atacada y asaltada.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 10:42 am, editado 3 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
geniall..!!amoo la novee y bastantes capp..!! siguelaa..!!
HeavenlyAngel♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 11, parte I
El lunes lo pasé en las nubes. Fui de clase en clase esperando que sonara la última campana del día. Antes de ir a la escuela llamé al hospital y me dijeron que el brazo izquierdo de Vee fue roto durante el ataque y como el hueso no se había alineado, necesitaba cirugía. Quería verla pero no pude hasta más tarde, cuando la anestesia cedió y los empleados del hospital la movieron hasta su habitación. Era especialmente importante el que yo escuchara su versión del ataque antes de que ella olvidara los detalles o los exagerara. Cualquier cosa que ella recordara podría ayudarme a descubrir quién hizo esto.
Mientras las horas se alargaban hasta llegar la tarde, dejé de pensar en Vee y comencé a pensar en la chica afuera del Victoria’s Secret. ¿Quién era ella? ¿Qué quería? Quizá se trataba de una perturbadora casualidad el que Vee fuera atacada minutos después de que viera a la chica seguirla, pero mis instintos no estaban de acuerdo. Deseé poder haber tenido una imagen más clara de cómo era ella. La ancha sudadera, los jeans y la lluvia hicieron un buen trabajo disfrazándola. Por lo poco que sabía, bien pudo haber sido Marcie Millar. Pero muy en mi interior sabía que no podía ser ella.
Abrí la puerta de mi casillero para tomar mi libro de biología y luego me dirigí hacia mi última clase. Entré y encontré vacía la silla de Patch. Típicamente, él llegaba al último momento junto con la campana tardía, pero la campana sonó y el entrenador tomó su lugar ante la pizarra y comenzó a leer.
Comencé a reflexionar sobre la silla vacía de Patch. En el fondo de mi cabeza, una diminuta voz especulaba que su ausencia podría estar relacionada con el ataque hacia Vee. Era un poco extraño que él estuviera desaparecido en la mañana después y no podía olvidar el escalofrío que sentí momentos antes de mirar a las afueras del Victoria’s Secret y descubriera que estaba siendo vigilada. Todas las otras veces que me había sentido de esa manera, era porque Patch estaba cerca.
La voz de la razón extinguió rápidamente la implicación de Patch. Él pudo haberse contagiado de algún resfriado. O se pudo haber quedado sin gasolina de camino a la escuela y estaba varado a millas de distancia. O tal ves había una gran apuesta en el billar de Bo’s Arcade y él pensó que eso era más provechoso que pasar una tarde aprendiendo las complejidades del cuerpo humano.
Al final de la clase, el entrenador me detuvo mientras salía por la puerta.
- Espera un minuto, Nora.
Me regresé y subí mi mochila a mi hombro. - ¿Sí? -
Él me ofreció un pedazo de papel doblado. - La Srta. Greene pasó por aquí antes de la clase y me pidió que te diera esto - Dijo.
Yo acepté el papel.
- ¿La Srta. Greene? - No tenía ninguna maestra con ese apellido.
- La nueva psicóloga estudiantil. Ella acaba de reemplazar al Dr. Hendrickson.
Yo desdoblé la hoja y leí el mensaje garabateado.
"Querida Nora.
Yo estaré reemplazando al Dr. Hendrickson y seré tu nueva psicóloga escolar. He visto que has faltado a las últimas dos sesiones con el DR. H. Por favor, ven ahora mismo para poder ponernos al día. He enviado una carta a tu madre para informarle del cambio. Todo lo mejor, Srta. Greene"
- Gracias - Le dije al entrenador mientras doblaba la nota hasta volverla lo suficientemente pequeña para caber en mi bolsillo.
Afuera en el pasillo seguí a la corriente de personas. Ahora no lo estaba evitando. Tenía que ir. Me abrí camino por los pasillos hasta que pude ver la puerta cerrada de la oficina del Dr. Hendrickson. Como era de esperar, en la puerta había una placa con un nombre nuevo. El latón pulido resplandecía contra la fea puerta de roble: Srta. D. Greene, Psicóloga Escolar.
Toqué a la puerta y un momento después se abrió. La Srta. Green tenía una piel pálida y sin defectos. Sus ojos eran azules y tenía una boca exuberante. Su pelo era fino, lacio y rubio; le llegaba más allá de los codos y estaba dividido en la coronilla de su ovalado rostro. Unas gafas puntiagudas color turquesa descansaban en la punta de su nariz y estaba vestida formalmente con una falda a la rodilla gris y ajustada, y una blusa de seda rosa. Su figura era esbelta, pero femenina. Ella parecía ser mayor que yo por no más de cinco años.
- Tú debes ser Nora Grey. Luces igual que en la foto de tu expediente - Dijo ella, dándome un firme apretón de mano. Su voz era abrupta, pero no ruda. Una voz de negocios.
Echándose para atrás, ella me indicó que entrara a la oficina.
- ¿Te traigo jugo o agua? - Preguntó ella.
- ¿Qué le pasó al Dr. Hendrickson?
- Se retiró antes de tiempo. He estado pendiente a este trabajo desde hace tiempo, así que me lancé en cuanto estuvo abierta la plaza. Fui al Estado de Florida, pero crecí en Portland y mis padres todavía viven allí. Es bueno estar otra vez cerca de la familia.
Yo contemplé la pequeña oficina. Había cambiado drásticamente desde la última vez que la vi unas cuantas semanas atrás. El librero que cubría la pared ahora estaba lleno de libros académicos de carpeta dura y apariencia genérica; todos encuadernados en colores neutrales y con letras doradas. El Dr. Hendrickson usaba las estanterías para colocar marcos de fotos familiares, pero allí no habían instantáneas de la vida personal de la Srta. Greene. El mismo helecho colgaba en la ventana, pero bajo el cuidado del Dr. Hendrickson, había sido más marrón que verde. Unos cuantos días con la Srta. Greene y ya parecía coqueto y vivo. Había una silla de estampado rosa al otro lado del escritorio y varias cajas estaban amontonadas en la esquina más lejana.
- El viernes fue mi primer día - Explicó ella al ver que mis ojos caían sobre las cajas. - Todavía estoy desempacando. Siéntate.
Bajé mi mochila hasta mi brazo y me senté en la silla estampada. Nada en ese pequeño cuarto me daban claves de la personalidad de la Srta. Greene. En su escritorio tenía una pila de expedientes, no muy ordenados, pero tampoco muy desordenados y una taza blanca con lo que parecía té. No había rastros de perfume ni de refrescadores de aire. El monitor de su computadora estaba negro.
La Srta. Greene se inclinó sobre un archivero detrás de su escritorio y sacó una carpeta manila. Con un marcador negro escribió mi nombre en la lengüeta y lo puso en su escritorio, junto a mi expediente viejo, el cual tenía varias manchas de la taza de café del Dr. Henrickson.
- Pasé todo el fin de semana leyendo los expedientes del Dr. Henrickson. - Ella dijo. - Aquí entre nos, su letra me da migraña, así que estoy copiando todos su expedientes. Me sorprendí al ver que él no usaba una computadora para escribir sus apuntes. ¿Quién escribe grandes textos a mano en esta época?
Ella se acomodó en su silla giratoria, cruzando sus piernas y sonriéndome cortésmente. - Bueno ¿por qué no me cuentas un poco sobre la historia de tus sesiones con el Dr. Henrickson? A penas pude descifrar sus apuntes. Parece que ustedes dos estaban discutiendo cómo te sentías acerca del nuevo empleo de tu mamá.
- No es tan nuevo. Ha estado trabajando allí por un año.
- Ella solía ser ama de casa ¿correcto? Y luego de que tu papá murió, ella tomó un empleo a tiempo completo. - Ella se quedó mirando una hoja de papel que había en mi expediente. - Ella trabaja para una compañía de subastas ¿cierto? Parece que coordina subastas estatales por toda la costa. - Ella me observó por encima de sus gafas. - Eso debe requerir mucho tiempo lejos de casa.
- Nos quisimos quedar en nuestra granja - Dije con una voz que casi sonaba a la defensiva. - No hubiésemos podido pagar la hipoteca si ella hubiese tomado un empleo local. - No es que yo amara mis sesiones con el Dr. Henrickson, pero me encontré guardándole rencor por haberse retirado y por haberme abandonado con la Srta. Greene. Estaba comenzando a sentir algo sobre ella. Parecía atenta a detalles. Podía sentir como se moría de ganas por meterse en cada esquina oscura de mi vida.
- Sí, pero tú debes sentirte muy solitaria estando sola en esa granja.
- Tenemos una ama de llaves que se queda conmigo todas las tardes hasta las nueve o diez de la noche.
- Pero una ama de llaves no es lo mismo que una mamá. - Yo miré a la puerta. Ni siquiera intenté ser discreta.
- ¿Tienes una mejor amiga? ¿Un novio? ¿Alguien con quién hablar cuando tu ama de llaves no… esta disponible? - Ella echó una bolsita de té en la taza y luego la levantó para beber de ella.
- Tengo una mejor amiga. - Me propuse decir lo menos posible. Mientras menos dijera, más corta sería la sesión. Mientras más corta la sesión, más pronto podría visitar a Vee.
Sus cejas se arquearon. - ¿Novio?
- No.
- Eres una chica atractiva. Me imagino que alguien del sexo opuesto debe tener algún interés en ti.
- Este es el asunto - Dije lo más paciente posible. - De verdad aprecio que estés tratando de ayudarme, pero hace un año tuve exactamente esta misma conversación con el Dr. Henrickson cuando mi papá murió. Es como regresar en el tiempo y revivirlo todo otra vez. Sí, fue trágico y horrible y aún sigo lidiando con eso todos los días, pero lo que en realidad necesito es seguir adelante.
El reloj en la pared hizo tic tac entre nosotras.
- Bueno - Dijo finalmente la Srta. Greene, forzando una sonrisa. - Me ayuda mucho conocer tu punto de vista, Nora. Lo cual era lo que estaba tratando de entender. Escribiré sobre tus sentimientos en tu expediente. ¿Hay alguna otra cosa de la que quieras hablar?
- No. - Sonreí para confirmar que, de verdad, estaba bien.
Ella hojeó unas cuantas páginas más de mi expediente. No tenía idea de qué observaciones el Dr. Henrickson habrá inmortalizado allí, y no quería esperar lo suficiente para saberlo.
Levanté mi mochila del suelo y me moví hasta el borde de la silla. - No es que quiera acortar esto, pero tengo que estar en otro lugar a las cuatro.
- ¿Ah sí?
No tenía ningún deseo de contarle a la Srta. Greene sobre el ataque a Nora. - Tengo que buscar información en la biblioteca - Mentí.
- ¿Para qué clase?
Dije la primera respuesta que me vino a la mente. - Biología.
- Hablando de clases ¿cómo te va en ellas? ¿Algún problema en esa área?
- No.
Ella pasó unas cuantas páginas más de mi expediente. - Excelentes calificaciones - Observó ella. - Dice aquí que eres tutora de tu compañero de biología, Patch Malik. - Ella me miró, aparentemente queriendo mi confirmación.
Estaba sorprendida de que mi tarea como tutora era lo suficientemente importante para que llegara hasta el expediente del psicólogo escolar. - Hasta ahora no hemos podido reunirnos. Conflicto de horarios. - Me encogí de hombros como queriendo decir, qué se le puede hacer.
Ella le dio golpecitos a mi expediente, luego recogió todas las hojas sueltas y las guardó en el nuevo expediente que había identificado a mano. - Para darte una advertencia justa, voy a hablar con el Sr. McConaughy para establecer ciertos parámetros en tus sesiones de tutoría. Me gustaría que todas las reuniones se hagan aquí en la escuela, bajo la supervisión directa de un maestro o cualquier otro miembro de la facultad. No quiero que le des tutorías a Patch fuera de la propiedad escolar. Especialmente no quiero que ustedes dos se reúnan a solas.
Un escalofrío recorrió mi piel. - ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- No puedo discutirlo.
La única razón que se me ocurría para explicar el por qué ella no me quería sola con Patch era que él era peligroso. Mi pasado podría asustarte, él me había dicho en la plataforma de desembarque del Arcángel.
- Gracias por su tiempo. No te retrasaré más - Dijo la Srta. Greene. Ella caminó a grandes pasos hasta la puerta, la mantuvo abierta con su delgada cadera y se despidió con una sonrisa que pareció mecánica.
Mientras las horas se alargaban hasta llegar la tarde, dejé de pensar en Vee y comencé a pensar en la chica afuera del Victoria’s Secret. ¿Quién era ella? ¿Qué quería? Quizá se trataba de una perturbadora casualidad el que Vee fuera atacada minutos después de que viera a la chica seguirla, pero mis instintos no estaban de acuerdo. Deseé poder haber tenido una imagen más clara de cómo era ella. La ancha sudadera, los jeans y la lluvia hicieron un buen trabajo disfrazándola. Por lo poco que sabía, bien pudo haber sido Marcie Millar. Pero muy en mi interior sabía que no podía ser ella.
Abrí la puerta de mi casillero para tomar mi libro de biología y luego me dirigí hacia mi última clase. Entré y encontré vacía la silla de Patch. Típicamente, él llegaba al último momento junto con la campana tardía, pero la campana sonó y el entrenador tomó su lugar ante la pizarra y comenzó a leer.
Comencé a reflexionar sobre la silla vacía de Patch. En el fondo de mi cabeza, una diminuta voz especulaba que su ausencia podría estar relacionada con el ataque hacia Vee. Era un poco extraño que él estuviera desaparecido en la mañana después y no podía olvidar el escalofrío que sentí momentos antes de mirar a las afueras del Victoria’s Secret y descubriera que estaba siendo vigilada. Todas las otras veces que me había sentido de esa manera, era porque Patch estaba cerca.
La voz de la razón extinguió rápidamente la implicación de Patch. Él pudo haberse contagiado de algún resfriado. O se pudo haber quedado sin gasolina de camino a la escuela y estaba varado a millas de distancia. O tal ves había una gran apuesta en el billar de Bo’s Arcade y él pensó que eso era más provechoso que pasar una tarde aprendiendo las complejidades del cuerpo humano.
Al final de la clase, el entrenador me detuvo mientras salía por la puerta.
- Espera un minuto, Nora.
Me regresé y subí mi mochila a mi hombro. - ¿Sí? -
Él me ofreció un pedazo de papel doblado. - La Srta. Greene pasó por aquí antes de la clase y me pidió que te diera esto - Dijo.
Yo acepté el papel.
- ¿La Srta. Greene? - No tenía ninguna maestra con ese apellido.
- La nueva psicóloga estudiantil. Ella acaba de reemplazar al Dr. Hendrickson.
Yo desdoblé la hoja y leí el mensaje garabateado.
"Querida Nora.
Yo estaré reemplazando al Dr. Hendrickson y seré tu nueva psicóloga escolar. He visto que has faltado a las últimas dos sesiones con el DR. H. Por favor, ven ahora mismo para poder ponernos al día. He enviado una carta a tu madre para informarle del cambio. Todo lo mejor, Srta. Greene"
- Gracias - Le dije al entrenador mientras doblaba la nota hasta volverla lo suficientemente pequeña para caber en mi bolsillo.
Afuera en el pasillo seguí a la corriente de personas. Ahora no lo estaba evitando. Tenía que ir. Me abrí camino por los pasillos hasta que pude ver la puerta cerrada de la oficina del Dr. Hendrickson. Como era de esperar, en la puerta había una placa con un nombre nuevo. El latón pulido resplandecía contra la fea puerta de roble: Srta. D. Greene, Psicóloga Escolar.
Toqué a la puerta y un momento después se abrió. La Srta. Green tenía una piel pálida y sin defectos. Sus ojos eran azules y tenía una boca exuberante. Su pelo era fino, lacio y rubio; le llegaba más allá de los codos y estaba dividido en la coronilla de su ovalado rostro. Unas gafas puntiagudas color turquesa descansaban en la punta de su nariz y estaba vestida formalmente con una falda a la rodilla gris y ajustada, y una blusa de seda rosa. Su figura era esbelta, pero femenina. Ella parecía ser mayor que yo por no más de cinco años.
- Tú debes ser Nora Grey. Luces igual que en la foto de tu expediente - Dijo ella, dándome un firme apretón de mano. Su voz era abrupta, pero no ruda. Una voz de negocios.
Echándose para atrás, ella me indicó que entrara a la oficina.
- ¿Te traigo jugo o agua? - Preguntó ella.
- ¿Qué le pasó al Dr. Hendrickson?
- Se retiró antes de tiempo. He estado pendiente a este trabajo desde hace tiempo, así que me lancé en cuanto estuvo abierta la plaza. Fui al Estado de Florida, pero crecí en Portland y mis padres todavía viven allí. Es bueno estar otra vez cerca de la familia.
Yo contemplé la pequeña oficina. Había cambiado drásticamente desde la última vez que la vi unas cuantas semanas atrás. El librero que cubría la pared ahora estaba lleno de libros académicos de carpeta dura y apariencia genérica; todos encuadernados en colores neutrales y con letras doradas. El Dr. Hendrickson usaba las estanterías para colocar marcos de fotos familiares, pero allí no habían instantáneas de la vida personal de la Srta. Greene. El mismo helecho colgaba en la ventana, pero bajo el cuidado del Dr. Hendrickson, había sido más marrón que verde. Unos cuantos días con la Srta. Greene y ya parecía coqueto y vivo. Había una silla de estampado rosa al otro lado del escritorio y varias cajas estaban amontonadas en la esquina más lejana.
- El viernes fue mi primer día - Explicó ella al ver que mis ojos caían sobre las cajas. - Todavía estoy desempacando. Siéntate.
Bajé mi mochila hasta mi brazo y me senté en la silla estampada. Nada en ese pequeño cuarto me daban claves de la personalidad de la Srta. Greene. En su escritorio tenía una pila de expedientes, no muy ordenados, pero tampoco muy desordenados y una taza blanca con lo que parecía té. No había rastros de perfume ni de refrescadores de aire. El monitor de su computadora estaba negro.
La Srta. Greene se inclinó sobre un archivero detrás de su escritorio y sacó una carpeta manila. Con un marcador negro escribió mi nombre en la lengüeta y lo puso en su escritorio, junto a mi expediente viejo, el cual tenía varias manchas de la taza de café del Dr. Henrickson.
- Pasé todo el fin de semana leyendo los expedientes del Dr. Henrickson. - Ella dijo. - Aquí entre nos, su letra me da migraña, así que estoy copiando todos su expedientes. Me sorprendí al ver que él no usaba una computadora para escribir sus apuntes. ¿Quién escribe grandes textos a mano en esta época?
Ella se acomodó en su silla giratoria, cruzando sus piernas y sonriéndome cortésmente. - Bueno ¿por qué no me cuentas un poco sobre la historia de tus sesiones con el Dr. Henrickson? A penas pude descifrar sus apuntes. Parece que ustedes dos estaban discutiendo cómo te sentías acerca del nuevo empleo de tu mamá.
- No es tan nuevo. Ha estado trabajando allí por un año.
- Ella solía ser ama de casa ¿correcto? Y luego de que tu papá murió, ella tomó un empleo a tiempo completo. - Ella se quedó mirando una hoja de papel que había en mi expediente. - Ella trabaja para una compañía de subastas ¿cierto? Parece que coordina subastas estatales por toda la costa. - Ella me observó por encima de sus gafas. - Eso debe requerir mucho tiempo lejos de casa.
- Nos quisimos quedar en nuestra granja - Dije con una voz que casi sonaba a la defensiva. - No hubiésemos podido pagar la hipoteca si ella hubiese tomado un empleo local. - No es que yo amara mis sesiones con el Dr. Henrickson, pero me encontré guardándole rencor por haberse retirado y por haberme abandonado con la Srta. Greene. Estaba comenzando a sentir algo sobre ella. Parecía atenta a detalles. Podía sentir como se moría de ganas por meterse en cada esquina oscura de mi vida.
- Sí, pero tú debes sentirte muy solitaria estando sola en esa granja.
- Tenemos una ama de llaves que se queda conmigo todas las tardes hasta las nueve o diez de la noche.
- Pero una ama de llaves no es lo mismo que una mamá. - Yo miré a la puerta. Ni siquiera intenté ser discreta.
- ¿Tienes una mejor amiga? ¿Un novio? ¿Alguien con quién hablar cuando tu ama de llaves no… esta disponible? - Ella echó una bolsita de té en la taza y luego la levantó para beber de ella.
- Tengo una mejor amiga. - Me propuse decir lo menos posible. Mientras menos dijera, más corta sería la sesión. Mientras más corta la sesión, más pronto podría visitar a Vee.
Sus cejas se arquearon. - ¿Novio?
- No.
- Eres una chica atractiva. Me imagino que alguien del sexo opuesto debe tener algún interés en ti.
- Este es el asunto - Dije lo más paciente posible. - De verdad aprecio que estés tratando de ayudarme, pero hace un año tuve exactamente esta misma conversación con el Dr. Henrickson cuando mi papá murió. Es como regresar en el tiempo y revivirlo todo otra vez. Sí, fue trágico y horrible y aún sigo lidiando con eso todos los días, pero lo que en realidad necesito es seguir adelante.
El reloj en la pared hizo tic tac entre nosotras.
- Bueno - Dijo finalmente la Srta. Greene, forzando una sonrisa. - Me ayuda mucho conocer tu punto de vista, Nora. Lo cual era lo que estaba tratando de entender. Escribiré sobre tus sentimientos en tu expediente. ¿Hay alguna otra cosa de la que quieras hablar?
- No. - Sonreí para confirmar que, de verdad, estaba bien.
Ella hojeó unas cuantas páginas más de mi expediente. No tenía idea de qué observaciones el Dr. Henrickson habrá inmortalizado allí, y no quería esperar lo suficiente para saberlo.
Levanté mi mochila del suelo y me moví hasta el borde de la silla. - No es que quiera acortar esto, pero tengo que estar en otro lugar a las cuatro.
- ¿Ah sí?
No tenía ningún deseo de contarle a la Srta. Greene sobre el ataque a Nora. - Tengo que buscar información en la biblioteca - Mentí.
- ¿Para qué clase?
Dije la primera respuesta que me vino a la mente. - Biología.
- Hablando de clases ¿cómo te va en ellas? ¿Algún problema en esa área?
- No.
Ella pasó unas cuantas páginas más de mi expediente. - Excelentes calificaciones - Observó ella. - Dice aquí que eres tutora de tu compañero de biología, Patch Malik. - Ella me miró, aparentemente queriendo mi confirmación.
Estaba sorprendida de que mi tarea como tutora era lo suficientemente importante para que llegara hasta el expediente del psicólogo escolar. - Hasta ahora no hemos podido reunirnos. Conflicto de horarios. - Me encogí de hombros como queriendo decir, qué se le puede hacer.
Ella le dio golpecitos a mi expediente, luego recogió todas las hojas sueltas y las guardó en el nuevo expediente que había identificado a mano. - Para darte una advertencia justa, voy a hablar con el Sr. McConaughy para establecer ciertos parámetros en tus sesiones de tutoría. Me gustaría que todas las reuniones se hagan aquí en la escuela, bajo la supervisión directa de un maestro o cualquier otro miembro de la facultad. No quiero que le des tutorías a Patch fuera de la propiedad escolar. Especialmente no quiero que ustedes dos se reúnan a solas.
Un escalofrío recorrió mi piel. - ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- No puedo discutirlo.
La única razón que se me ocurría para explicar el por qué ella no me quería sola con Patch era que él era peligroso. Mi pasado podría asustarte, él me había dicho en la plataforma de desembarque del Arcángel.
- Gracias por su tiempo. No te retrasaré más - Dijo la Srta. Greene. Ella caminó a grandes pasos hasta la puerta, la mantuvo abierta con su delgada cadera y se despidió con una sonrisa que pareció mecánica.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 1:30 pm, editado 3 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
siiguelaa..!! me encantoo el cap..!! definitivamente gracias a tu nove amo el libro..!! jjaja
HeavenlyAngel♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 11, parte II
Llamé al hospital después de dejar la oficina de la Srta. Greene. La cirugía de Vee había terminado, pero ella seguía en la habitación de recuperación y no podía tener visitas hasta las siete de la noche. Consulté el reloj de mi teléfono. Tres horas. Encontré el Fiat en el estacionamiento de estudiantes y me metí en él esperando que pasar una tarde haciendo mis tareas en la biblioteca haría que la espera fuera más corta.
Me quedé en la biblioteca toda la tarde y antes de que me diera cuenta, el reloj en la pared había pasado calladamente al anochecer. Mi estómago rugió contra el silencio de la biblioteca y mis pensamientos fueron hacia la máquina expendedora que estaba en la entrada.
Lo último de mi tarea podía esperar hasta más tarde, pero aún quedaba un proyecto que requería la ayuda de los recursos de la biblioteca. En casa tenía una anticuada computadora IBM con conexión de Internet dial-up y normalmente evitaba bastantes gritos y tirones de cabello innecesarios utilizando el laboratorio de computadoras de la librería. A las nueve de la noche tenía que entregar una reseña de Othello al editor del eZine y me había propuesto ir a comer tan pronto lo terminara.
Guardando todas mis pertenencias, caminé hasta los elevadores. Ya adentro, presioné el botón para cerrar las puertas, pero no presioné el número del piso de inmediato. Saqué mi celular y llamé otra vez al hospital.
- Hola - Le dije a la enfermera que contestó. - Mi amiga esta en recuperación por una cirugía y cuando verifiqué temprano en la tarde, me dijeron que saldría de recuperación esta noche. Su nombre es Vee Sky.
Hubo una pausa en donde solo se escuchaba el clic del teclado de la computadora. - Parece que dentro de una hora la van a llevar a un cuarto privado.
- ¿Cuándo termina las horas de visita?
- A las ocho.
- Gracias. - Me desconecté, presioné el botón del tercer piso y comencé a ascender. En el tercer piso, seguí los letreros hacia la sección de colecciones esperando que si leía varias reseñas de teatro en el periódico local, iluminaría mi musa.
- Disculpe - Le dije a la bibliotecaria detrás del escritorio de colecciones. - Intento encontrar copias de crónicas o el Portland Press Herald del año pasado. Particularmente la sección de teatro.
- No tenemos cosas tan recientes en la sección de colecciones - Dijo ella - Pero si buscas online, creo que el Portland Press Herald tiene archivos en su página. Sigue directo por el pasillo que esta tras de ti y verás a tu izquierda el laboratorio de computadoras.
Dentro del laboratorio firmé para usar una computadora. Estaba apunto de sumergirme en mi tarea cuando una idea se me cruzó. No podía creer que no se me hubiera ocurrido antes. Luego de confirmar que nadie estaba mirando sobre mi hombro, busqué "Patch Malik" en Google. Tal vez encontraría algún artículo que arrojara luz sobre su pasado. Tal vez tenía un blog.
Fruncí el ceño al ver los resultados de mi búsqueda. Nada. Ningún Facebook, ningún MySpace, ningún blog. Era como si él no existiera.
- ¿Cuál es tu historia, Patch? - Murmuré. - ¿Quién eres realmente?
Media hora después había leído varias reseñas y mis ojos estaban vidriosos. Extendí mi búsqueda online a todos los periódicos en Maine. Un enlace al periódico de la Preparatoria Kinghorn llamó mi atención y pasaron unos segundos antes de que reconociera el nombre. Elliot se había transferido de la Preparatoria Kinghorn. Por puro capricho, decidí leerlo. Si la escuela era tan elite como Elliot decía, probablemente tendría un periódico respetable.
Pinché el enlace, busqué en la página de archivo y al azar escogí febrero 10 de este año. Luego de un momento tuve un encabezado.
ESTUDIANTE INTERROGADO POR ASESINATO EN LA PREPARATORIA KINGHORN
Moví mi silla para acercarme más, atraída por la idea de leer algo más emocionante que las reseñas de teatro.
El estudiante de dieciséis años de edad que asiste a la Preparatoria Kinghorn fue interrogado por la policía en relación a lo que ha sido bautizado como “El Colgado de Kinghorn”, ha sido liberado sin ningún cargo. Después de que el cuerpo de Kjirsten Halverson, de dieciocho años de edad, fuera encontrado colgado de un árbol del campus de la Preparatoria Kinghorn, la policía interrogó al estudiante de segundo curso Elliot Saunders, quién fue visto con la víctima en la noche de su muerte.
Mi mente procesaba la información lentamente. ¿Elliot fue interrogado como parte de una investigación de asesinato?
Halverson trabajaba como mesera en Blind Joe’s. La policía confirmó que Halverson y Saunders fueron vistos caminando juntos en el campus, tarde en la noche del sábado. El cuerpo de Halverson fue descubierto en la mañana del domingo y Saunders fue liberado en la tarde del lunes luego de que una nota suicida fuera encontrada en el apartamento de Halverson.
- ¿Encontraste algo interesante?
Salté al escuchar la voz de Elliot detrás de mí. Me giré y lo encontré recostado del marco de la puerta. Sus ojos estaban estrechos y su boca parecía una línea recta. Algo frío me recorrió, como un sonrojo, pero al revés.
Moví mi silla un poco a la derecha, intentando ponerme frente al monitor de la computadora. - Estoy… Estoy terminando mi tarea. ¿Y tú? ¿Qué estas haciendo? No te escuché venir. ¿Desde cuándo estas ahí parado? - Mi voz se escuchaba por todo el lugar. Elliot se alejó del marco y entró al laboratorio. Sin mirar, busqué a tientas el botón de apagar.
Dije - Estoy intentando inspirarme para una reseña de teatro que se supone debo entregar a mi editor más tarde en la noche. - Todavía seguía hablando demasiado rápido. ¿Dónde estaba el botón?
Elliot observó alrededor mío. - ¿Reseñas de teatro?
Mis dedos rozaron un botón y escuché el monitor ponerse negro. - Lo siento, ¿qué dijiste que estabas haciendo?
- Estaba pasando por aquí cuando te vi. ¿Pasa algo? Pareces… nerviosa.
- Ah, es un bajón de azúcar. - Puse mis papeles y mis libros en una pila y los metí dentro de mi mochila. - No he comido desde el almuerzo.
Elliot agarró una silla y la rodó hasta estar junto a mí. El se sentó con el espaldar de la silla frente a él y se acercó más, invadiendo mi espacio personal. - Tal ves te pueda ayudar con la reseña.
Yo me alejé. - Vaya. Eso es de verdad muy amable de tu parte, pero lo voy a dejar por ahora. Necesito comer algo. Es buen momento para un descanso.
- Déjame comprarte comida - Dijo él. - ¿No hay un restaurante a la vuelta de la esquina?
- Gracias, pero mi mamá me estará esperando. Estuvo fuera del pueblo toda la semana y regresa hoy. - Me paré y traté de pasarle, pero él sacó su celular y me detuvo con él en el ombligo.
- Llámala.
Yo miré el teléfono y pensé en una excusa. - No me permiten salir en noches de escuela.
- Se le llama mentir, Nora. Dile que tu tarea te tomó más tiempo del que pensabas. Dile que necesitas otra hora en la biblioteca. Ella no sabrá la diferencia.
La voz de Elliot había cobrado un tono que nunca antes había escuchado. Sus ojos verdes me abofetearon con una frialdad recién descubierta y su boca se veía más delgada.
- A mi mamá no le gusta que ande con chicos que no conoce - Dije.
Elliot sonrió, pero no era una sonrisa cálida. - Ambos sabemos que no te preocupan mucho las reglas de tu mamá porque la noche del sábado estuviste conmigo en Delphic.
Tenía mi mochila colgada de un hombro y estaba agarrando el mango. No dije nada. Pasé a Elliot y salí rápidamente del laboratorio, dándome cuenta de que si él encendía el monitor, vería el artículo. Pero no había nada que pudiera hacer ahora.
A mitad de camino hacia el escritorio de colecciones, me atreví a mirar sobre mi hombro.
La pared de cristal del laboratorio mostraba que estaba vacío. Elliot no se veía por ninguna parte. Regresé a la computadora, manteniéndome en guardia en caso de que él apareciera. Encendí el monitor; el artículo de la investigación del asesinato aún seguía allí. Envié una copia a la impresora más cercana, la guardé dentro de mi carpeta, cerré la ventana de internet y me apresuré a salir.
Me quedé en la biblioteca toda la tarde y antes de que me diera cuenta, el reloj en la pared había pasado calladamente al anochecer. Mi estómago rugió contra el silencio de la biblioteca y mis pensamientos fueron hacia la máquina expendedora que estaba en la entrada.
Lo último de mi tarea podía esperar hasta más tarde, pero aún quedaba un proyecto que requería la ayuda de los recursos de la biblioteca. En casa tenía una anticuada computadora IBM con conexión de Internet dial-up y normalmente evitaba bastantes gritos y tirones de cabello innecesarios utilizando el laboratorio de computadoras de la librería. A las nueve de la noche tenía que entregar una reseña de Othello al editor del eZine y me había propuesto ir a comer tan pronto lo terminara.
Guardando todas mis pertenencias, caminé hasta los elevadores. Ya adentro, presioné el botón para cerrar las puertas, pero no presioné el número del piso de inmediato. Saqué mi celular y llamé otra vez al hospital.
- Hola - Le dije a la enfermera que contestó. - Mi amiga esta en recuperación por una cirugía y cuando verifiqué temprano en la tarde, me dijeron que saldría de recuperación esta noche. Su nombre es Vee Sky.
Hubo una pausa en donde solo se escuchaba el clic del teclado de la computadora. - Parece que dentro de una hora la van a llevar a un cuarto privado.
- ¿Cuándo termina las horas de visita?
- A las ocho.
- Gracias. - Me desconecté, presioné el botón del tercer piso y comencé a ascender. En el tercer piso, seguí los letreros hacia la sección de colecciones esperando que si leía varias reseñas de teatro en el periódico local, iluminaría mi musa.
- Disculpe - Le dije a la bibliotecaria detrás del escritorio de colecciones. - Intento encontrar copias de crónicas o el Portland Press Herald del año pasado. Particularmente la sección de teatro.
- No tenemos cosas tan recientes en la sección de colecciones - Dijo ella - Pero si buscas online, creo que el Portland Press Herald tiene archivos en su página. Sigue directo por el pasillo que esta tras de ti y verás a tu izquierda el laboratorio de computadoras.
Dentro del laboratorio firmé para usar una computadora. Estaba apunto de sumergirme en mi tarea cuando una idea se me cruzó. No podía creer que no se me hubiera ocurrido antes. Luego de confirmar que nadie estaba mirando sobre mi hombro, busqué "Patch Malik" en Google. Tal vez encontraría algún artículo que arrojara luz sobre su pasado. Tal vez tenía un blog.
Fruncí el ceño al ver los resultados de mi búsqueda. Nada. Ningún Facebook, ningún MySpace, ningún blog. Era como si él no existiera.
- ¿Cuál es tu historia, Patch? - Murmuré. - ¿Quién eres realmente?
Media hora después había leído varias reseñas y mis ojos estaban vidriosos. Extendí mi búsqueda online a todos los periódicos en Maine. Un enlace al periódico de la Preparatoria Kinghorn llamó mi atención y pasaron unos segundos antes de que reconociera el nombre. Elliot se había transferido de la Preparatoria Kinghorn. Por puro capricho, decidí leerlo. Si la escuela era tan elite como Elliot decía, probablemente tendría un periódico respetable.
Pinché el enlace, busqué en la página de archivo y al azar escogí febrero 10 de este año. Luego de un momento tuve un encabezado.
ESTUDIANTE INTERROGADO POR ASESINATO EN LA PREPARATORIA KINGHORN
Moví mi silla para acercarme más, atraída por la idea de leer algo más emocionante que las reseñas de teatro.
El estudiante de dieciséis años de edad que asiste a la Preparatoria Kinghorn fue interrogado por la policía en relación a lo que ha sido bautizado como “El Colgado de Kinghorn”, ha sido liberado sin ningún cargo. Después de que el cuerpo de Kjirsten Halverson, de dieciocho años de edad, fuera encontrado colgado de un árbol del campus de la Preparatoria Kinghorn, la policía interrogó al estudiante de segundo curso Elliot Saunders, quién fue visto con la víctima en la noche de su muerte.
Mi mente procesaba la información lentamente. ¿Elliot fue interrogado como parte de una investigación de asesinato?
Halverson trabajaba como mesera en Blind Joe’s. La policía confirmó que Halverson y Saunders fueron vistos caminando juntos en el campus, tarde en la noche del sábado. El cuerpo de Halverson fue descubierto en la mañana del domingo y Saunders fue liberado en la tarde del lunes luego de que una nota suicida fuera encontrada en el apartamento de Halverson.
- ¿Encontraste algo interesante?
Salté al escuchar la voz de Elliot detrás de mí. Me giré y lo encontré recostado del marco de la puerta. Sus ojos estaban estrechos y su boca parecía una línea recta. Algo frío me recorrió, como un sonrojo, pero al revés.
Moví mi silla un poco a la derecha, intentando ponerme frente al monitor de la computadora. - Estoy… Estoy terminando mi tarea. ¿Y tú? ¿Qué estas haciendo? No te escuché venir. ¿Desde cuándo estas ahí parado? - Mi voz se escuchaba por todo el lugar. Elliot se alejó del marco y entró al laboratorio. Sin mirar, busqué a tientas el botón de apagar.
Dije - Estoy intentando inspirarme para una reseña de teatro que se supone debo entregar a mi editor más tarde en la noche. - Todavía seguía hablando demasiado rápido. ¿Dónde estaba el botón?
Elliot observó alrededor mío. - ¿Reseñas de teatro?
Mis dedos rozaron un botón y escuché el monitor ponerse negro. - Lo siento, ¿qué dijiste que estabas haciendo?
- Estaba pasando por aquí cuando te vi. ¿Pasa algo? Pareces… nerviosa.
- Ah, es un bajón de azúcar. - Puse mis papeles y mis libros en una pila y los metí dentro de mi mochila. - No he comido desde el almuerzo.
Elliot agarró una silla y la rodó hasta estar junto a mí. El se sentó con el espaldar de la silla frente a él y se acercó más, invadiendo mi espacio personal. - Tal ves te pueda ayudar con la reseña.
Yo me alejé. - Vaya. Eso es de verdad muy amable de tu parte, pero lo voy a dejar por ahora. Necesito comer algo. Es buen momento para un descanso.
- Déjame comprarte comida - Dijo él. - ¿No hay un restaurante a la vuelta de la esquina?
- Gracias, pero mi mamá me estará esperando. Estuvo fuera del pueblo toda la semana y regresa hoy. - Me paré y traté de pasarle, pero él sacó su celular y me detuvo con él en el ombligo.
- Llámala.
Yo miré el teléfono y pensé en una excusa. - No me permiten salir en noches de escuela.
- Se le llama mentir, Nora. Dile que tu tarea te tomó más tiempo del que pensabas. Dile que necesitas otra hora en la biblioteca. Ella no sabrá la diferencia.
La voz de Elliot había cobrado un tono que nunca antes había escuchado. Sus ojos verdes me abofetearon con una frialdad recién descubierta y su boca se veía más delgada.
- A mi mamá no le gusta que ande con chicos que no conoce - Dije.
Elliot sonrió, pero no era una sonrisa cálida. - Ambos sabemos que no te preocupan mucho las reglas de tu mamá porque la noche del sábado estuviste conmigo en Delphic.
Tenía mi mochila colgada de un hombro y estaba agarrando el mango. No dije nada. Pasé a Elliot y salí rápidamente del laboratorio, dándome cuenta de que si él encendía el monitor, vería el artículo. Pero no había nada que pudiera hacer ahora.
A mitad de camino hacia el escritorio de colecciones, me atreví a mirar sobre mi hombro.
La pared de cristal del laboratorio mostraba que estaba vacío. Elliot no se veía por ninguna parte. Regresé a la computadora, manteniéndome en guardia en caso de que él apareciera. Encendí el monitor; el artículo de la investigación del asesinato aún seguía allí. Envié una copia a la impresora más cercana, la guardé dentro de mi carpeta, cerré la ventana de internet y me apresuré a salir.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 1:35 pm, editado 4 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 12
Mi teléfono celular zumbó en mi bolsillo y después de confirmar que ninguna bibliotecaria me estaba mirando de mala manera, contesté. - ¿Mamá?
- Buenas noticias - Dijo ella. - La subasta terminó antes. Estoy de camino una hora antes de lo planeado y llegaré a casa pronto. ¿Dónde estas?
- ¡Hola! No te esperaba hasta más tarde. Justo ahora me estoy yendo de la biblioteca. ¿Cómo estuvo Nueva York?
- El norte de Nueva York estuvo… largo. - Ella rió, pero sonaba agotada. - Si esperas cuarenta y cinco minutos, te puedo llevar a casa. Estoy en la I-95, justo afuera de Portsmouth.
Busqué alrededor un reloj. Antes de ir a casa quería ir al hospital para ver a Vee.
- El asunto es que - Le dije a mi mamá. - Necesito visitar a Vee. ¿Esta bien si nos reunimos en casa? No voy a tardar mucho… lo prometo.
- Por supuesto. - Detecté un poco de decepción. - ¿Hay noticias nuevas? Esta mañana recibí tu mensaje acerca de su cirugía.
- Ya le hicieron la cirugía y en cualquier momento la estarán llevando a un cuarto.
- Nora. - Escuché que su voz se inflamaba con emoción. - Estoy tan feliz de que no hubieras sido tú. No podría vivir conmigo misma si algo te hubiera pasado. Especialmente desde que tu padre… - Ella rompió en silencio. - Nada más estoy muy feliz de que ambas estemos a salvo. Dile hola a Vee de mi parte. Te veo pronto. Besos y abrazos.
- Te amo, mamá.
El Centro Médico Regional de Coldwater es una estructura de tres pisos construidos en ladrillo y con una acera techada que lleva hacia la entrada principal. Pasé por la puerta giratoria de cristal y me detuve en el escritorio principal para preguntar sobre Vee. Me dijeron que hacía media hora que la habían movido a un cuarto y que las horas de visitas terminaban en quince minutos. Localicé los elevadores y presioné el botón que me elevaría al siguiente piso.
Cuando llegué a la habitación 207, empujé la puerta. - ¿Vee? - Aparté un ramillete de globos que estaban tras de mi, atravesé el pequeño vestíbulo y encontré a Vee reclinada en la cama, con su brazo izquierdo enyesado y colgado sobre su cuerpo.
- ¡Hola! - Dije cuando vi que estaba despierta.
Vee dejó escapar un lujurioso suspiro. - Amo a las drogas. De verdad. Son fantásticas. Mucho mejor que un capuchino de Enzo. Oye, eso rimó. Enzo Capuchino. Es una señal. Estoy destinada a ser poeta. ¿Quieres escuchar otro poema? Soy buena improvisando.
- Eh… -
Una enfermera entró calladamente y empezó a hacer ajustes alrededor de la VI de Vee. - ¿Te sientes bien? - Le preguntó a Vee.
- Olvida lo de ser poeta - Dijo Vee. - Estoy destinada a ser una comediante. Toc, toc.
- ¿Qué?
La enfermera entornó los ojos. - ¿Quién es?
- Garra - Dijo Vee.
- ¿Garra qué?
- ¡Agarra tu toalla que nos vamos a la playa!
- Quizá necesite menos analgésicos - Le dije a la enfermera.
- Demasiado tarde. Le acabo de dar otra dosis. Espera a que la veas dentro de diez minutos. - Ella salió por la puerta.
- ¿Y? - Le pregunté a Vee. - ¿Cuál es el veredicto?
- ¿El veredicto? Mi doctor es un culo-mantecoso. Así de cerca me recuerda a un Umpa-Lumpa. No me mires así. La última vez que vino, fue al Funky Chicken y siempre está comiendo chocolate. La mayoría de las veces son animales cubiertos de chocolate. ¿Conoces esos conejitos de chocolate que venden en pascua? Eso es lo que el Umpa-Lumpa cenó y un pato de chocolate en el almuerzo con un malvavisco amarillo como acompañante.
- Me refiero al veredicto… - Señalé a la parafernalia médica que la adornaba.
- Ah. Un brazo roto, una concusión y varios cortes, rasguños y moretones. Gracias a mis reflejos rápidos, salté fuera del camino antes de que pudiera sufrir peores daños. Cuando se trata de reflejos, soy como un gato. Soy Gatúbela. Soy invulnerable. La única razón de que él pudiera hacerme daño fue por la lluvia. A los gatos no les gusta el agua. Nos afecta. Es nuestra kriptonita.
- Lo siento tanto - Le dije a Vee con sinceridad. - Debería ser yo la que estuviera en la cama del hospital.
- ¿Y coger todas las drogas? Ah-ah. De ninguna manera.
- ¿La policía ha encontrado alguna pista? - Pregunté.
- Nada, zilch, zero.
- ¿Ningún testigo?
- Estábamos en un cementerio en medio de un aguacero - Señaló Vee. - La mayoría de la gente normal estaba bajo techo.
Ella tenía razón. La mayoría de la gente normal estaba bajo techo. Por supuesto Vee y yo habíamos estado afuera… junto con la chica misteriosa que siguió a Vee cuando salió del Victoria’s Secret.
- ¿Cómo pasó? - Pregunté.
- Estaba caminando al cementerio como habíamos planeado, cuando de la nada escuché pasos que se acercaban desde atrás - Explicó Vee. - Ahí fue cuando miré hacia atrás y todo fue demasiado rápido. Hubo un flash de una pistola y él arremetiendo contra mí. Como le dije a los policías, mi cerebro no estaba exactamente transmitiendo ‘coge una ID visual’. Era más como ‘¡Santos espectáculos fenomenales, estoy a punto de que me aparruchen!’ Él gruñó, me golpeó tres o cuatro veces con la pistola, agarró mi bolso y corrió.
Estaba más confundida que nunca. - Espera. ¿Era un chico? ¿Viste su cara?
- Por supuesto que era un chico. Él tenía ojos oscuros… ojos color carbón. Pero es todo lo que vi. Él llevaba puesta una máscara de esquiar.
Cuando mencionó la máscara de esquiar, mi corazón comenzó a latir rápidamente. Era el mismo chico que saltó frente al Neon, estaba segura de eso. No lo había imaginado. Vee era la prueba. Recordé la manera en que desapareció toda la evidencia del choque. Quizá tampoco había imaginado esa parte. Este chico, sea quien fuera, era real y estaba ahí afuera. Pero, si no había imaginado los daños al Neon ¿Qué pasó en realidad esa noche? ¿Mi vista o mi memoria fue de alguna manera… alterada?
Después de un momento, un montón de preguntas secundarias corrieron a mi mente. ¿Qué quería él esta vez? ¿Tenía él alguna conexión con la chica que estaba a fuera del Victoria’s Secret? ¿Sabía él que yo estaba de compras en el muelle? Llevar puesta una máscara constituía un plan avanzado, así que él debió haber sabido de antemano dónde yo iba a estar. Y él no quería que yo reconociera su rostro.
- ¿A quién le dijiste que íbamos a ir de compras? - Le pregunté a Vee de repente.
Ella puso una almohada detrás de su cuello, intentando estar más cómoda. - Mi mamá.
- ¿Eso es todo? ¿A nadie más?
- Tal ves se lo mencioné a Elliot.
Mi sangre pareció detenerse súbitamente. - ¿Le dijiste a Elliot?
- ¿Por qué tanto escándalo?
- Hay algo que necesito decirte - Dije discretamente. - ¿Recuerdas la noche que conduje el Neon hasta casa y choqué con un venado?
- ¿Sí? - Ella dijo, frunciendo el ceño.
- No fue un venado. Fue un chico. Un chico con una máscara de esquiar.
- No manches - Ella susurró. - ¿Me estas diciendo que mi ataque no fue al azar? ¿Me estás diciendo que este chico quiere algo de mí? No, espera. El quiere algo de ti. Yo llevaba puesta tu chaqueta. Él pensó que yo era tú.
Todo mi cuerpo se sintió pesado.
Luego de un momento de silencio, ella dijo - ¿Estas segura que no le dijiste a Patch que íbamos a ir de compras? Porque ahora pensando, creo que el chico tenía la complexión de Patch. Alto. Delgado. Fuerte. Sexy, sin contar la parte del ataque.
- Los ojos de Patch no son color carbón. Son negros - Señalé. Pero estaba incómodamente conciente de que yo sí le había mencionado a Patch que íbamos a ir de compras al muelle.
Vee levantó un hombro indecisamente. - Tal ves sus ojos eran negros. No recuerdo. Todo pasó muy rápido. Puedo ser específica con la pistola. - Ella dijo amablemente. - Estaba apuntando directamente a mi.
Mentalmente moví un par de piezas del rompecabezas. Si Patch atacó a Vee, él debió haberla visto salir de la tienda llevando puesta mi chaqueta y pensó que era yo. Cuando se dio cuenta que había seguido a la chica equivocada, golpeó a Vee con la pistola por coraje y desapareció. El único problema era que no podía imaginar a Patch siendo tan brutal con Vee. No era su estilo. Además, se supone que él iba estar toda la noche en una fiesta en la costa.
- ¿Tu atacante se parecía en algo a Elliot? - Pregunté.
Observé a Vee absorber la pregunta. La droga que le habían administrado parecía que la estaban haciendo pensar más lento y prácticamente podía escuchar a los engranajes de su cerebro entrar en acción.
- Él era como veinte libras más delgado y cuatro pulgadas más alto que Elliot.
- Todo esto es culpa mía - Dije. - Nunca debí haber dejado que salieras de la tienda llevando puesta mi chaqueta.
- Sé que no quieres escuchar esto - Dijo Vee, luciendo como si estuviera luchando contra un bostezo inducido por los analgésicos. - Pero mientras más lo pienso más similitudes veo entre Patch y mi atacante. La misma complexión. Caminaba igual y tenía piernas largas. Que pena que su expediente escolar estuviera vacío. Necesitamos una dirección. Necesitamos investigar su vecindario. Necesitamos encontrar a una abuelita crédula a quién podamos convencer de poner una webcam en su ventana y apuntar a la casa de él. Porque hay algo en Patch que no está bien.
- ¿De verdad crees que Patch te pudo haber hecho esto? - Pregunté todavía sin haberme convencido.
Vee se mordió el labio. - Yo creo que él esta ocultando algo. Algo grande. - Yo no iba a discutir eso.
Vee se acomodó en su cama. - Siento hormigueo en todo mi cuerpo. Me siento toda bien.
- No tenemos una dirección - Dije - Pero si sabemos en dónde trabaja.
- ¿Estas pensando lo que yo estoy pensando? - Preguntó Vee con sus ojos resplandeciendo brevemente a través de la sedación química.
- Basado en experiencias anteriores, espero que no.
- La verdad es que debemos pulir nuestras destrezas detectivescas - Dijo Vee. - Úsalas o déjalas, eso fue lo que el entrenador dijo. Debemos descubrir más sobre el pasado de Patch. Oye, apuesto a que si lo documentamos, el entrenador hasta nos dará créditos extras.
Completamente dudable puesto que, si Vee estaba envuelta, la tarea detectivesca probablemente tomaría un giro ilegal. Sin mencionar que este trabajo detectivesco en particular no tenía nada que ver con biología. Ni siquiera remotamente.
La leve sonrisa que Vee me había causado se borró. Con todo y lo divertido que era ver las cosas de una manera jocosa, yo estaba asustada. El chico de la máscara estaba ahí afuera planeando su próximo ataque. Tenía sentido que tal ves Patch sabía lo que estaba pasando. El chico de la máscara había saltado frente al Neon el día después de que Patch se había vuelto mi compañero de biología. Tal vez no era una coincidencia.
Justo en ese momento la enferma asomó su cabeza por la puerta. - Son las ocho - Me dijo ella, dando golpecitos a su reloj. - Las horas de visitas terminaron.
- Salgo en seguida - Dije.
Tan pronto sus pasos se perdieron por el pasillo, cerré la puerta del cuarto de Vee. Quería privacidad antes de decirle lo de la investigación de asesinato en donde estaba envuelto Elliot. No obstante, cuando regresé a la cama de Vee, era aparente que su medicación había tocado fondo.
- Aquí viene - Dijo ella con una expresión de puro éxtasis. - El torrente de droga… en cualquier momento… la oleada de calor… adiós, Sr. Dolor…
- Vee…
- Toc, toc.
- Esto de verdad es importante.
- Toc, toc.
- Es sobre Elliot.
- Toc, toooooooc - dijo con una voz cantarina.
Yo suspiré. - ¿Quién es?
- Madre.
- ¿Madre qué?
- ¡Madre mía, alguien esta llorando y no soy yo! - Ella rompió a reír histéricamente.
Comprendiendo que no tenía caso intentar hablar del tema, dije - Llámame mañana si te dan de alta. - Abrí el cierre de mi mochila. - Antes de que se me olvide, te traje tu tarea. ¿Dónde quieres que la ponga?
Ella señaló al bote de basura. - Allí estará bien.
********
Detuve el Fiat en el garaje y guardé las llaves en el bolsillo. De camino a casa el cielo carecía de estrellas y obviamente una liviana lluvia comenzó a caer. Jalé la puerta del garaje, llevándola hasta el suelo y asegurándola. Fui a la cocina. En algún lugar del segundo piso había una luz encendida y momento después mi mamá bajó las escaleras corriendo y arrojó sus brazos alrededor mío.
Mi mamá tiene pelo oscuro, ondulado y tiene ojos verdes. Ella es una pulgada más baja que yo, pero tenemos la misma estructura ósea. Ella siempre huele a Love de Ralph Lauren.
- Estoy tan feliz de que estés a salvo - Dijo, apretándome con fuerza. Más o menos, pensé.
- Buenas noticias - Dijo ella. - La subasta terminó antes. Estoy de camino una hora antes de lo planeado y llegaré a casa pronto. ¿Dónde estas?
- ¡Hola! No te esperaba hasta más tarde. Justo ahora me estoy yendo de la biblioteca. ¿Cómo estuvo Nueva York?
- El norte de Nueva York estuvo… largo. - Ella rió, pero sonaba agotada. - Si esperas cuarenta y cinco minutos, te puedo llevar a casa. Estoy en la I-95, justo afuera de Portsmouth.
Busqué alrededor un reloj. Antes de ir a casa quería ir al hospital para ver a Vee.
- El asunto es que - Le dije a mi mamá. - Necesito visitar a Vee. ¿Esta bien si nos reunimos en casa? No voy a tardar mucho… lo prometo.
- Por supuesto. - Detecté un poco de decepción. - ¿Hay noticias nuevas? Esta mañana recibí tu mensaje acerca de su cirugía.
- Ya le hicieron la cirugía y en cualquier momento la estarán llevando a un cuarto.
- Nora. - Escuché que su voz se inflamaba con emoción. - Estoy tan feliz de que no hubieras sido tú. No podría vivir conmigo misma si algo te hubiera pasado. Especialmente desde que tu padre… - Ella rompió en silencio. - Nada más estoy muy feliz de que ambas estemos a salvo. Dile hola a Vee de mi parte. Te veo pronto. Besos y abrazos.
- Te amo, mamá.
El Centro Médico Regional de Coldwater es una estructura de tres pisos construidos en ladrillo y con una acera techada que lleva hacia la entrada principal. Pasé por la puerta giratoria de cristal y me detuve en el escritorio principal para preguntar sobre Vee. Me dijeron que hacía media hora que la habían movido a un cuarto y que las horas de visitas terminaban en quince minutos. Localicé los elevadores y presioné el botón que me elevaría al siguiente piso.
Cuando llegué a la habitación 207, empujé la puerta. - ¿Vee? - Aparté un ramillete de globos que estaban tras de mi, atravesé el pequeño vestíbulo y encontré a Vee reclinada en la cama, con su brazo izquierdo enyesado y colgado sobre su cuerpo.
- ¡Hola! - Dije cuando vi que estaba despierta.
Vee dejó escapar un lujurioso suspiro. - Amo a las drogas. De verdad. Son fantásticas. Mucho mejor que un capuchino de Enzo. Oye, eso rimó. Enzo Capuchino. Es una señal. Estoy destinada a ser poeta. ¿Quieres escuchar otro poema? Soy buena improvisando.
- Eh… -
Una enfermera entró calladamente y empezó a hacer ajustes alrededor de la VI de Vee. - ¿Te sientes bien? - Le preguntó a Vee.
- Olvida lo de ser poeta - Dijo Vee. - Estoy destinada a ser una comediante. Toc, toc.
- ¿Qué?
La enfermera entornó los ojos. - ¿Quién es?
- Garra - Dijo Vee.
- ¿Garra qué?
- ¡Agarra tu toalla que nos vamos a la playa!
- Quizá necesite menos analgésicos - Le dije a la enfermera.
- Demasiado tarde. Le acabo de dar otra dosis. Espera a que la veas dentro de diez minutos. - Ella salió por la puerta.
- ¿Y? - Le pregunté a Vee. - ¿Cuál es el veredicto?
- ¿El veredicto? Mi doctor es un culo-mantecoso. Así de cerca me recuerda a un Umpa-Lumpa. No me mires así. La última vez que vino, fue al Funky Chicken y siempre está comiendo chocolate. La mayoría de las veces son animales cubiertos de chocolate. ¿Conoces esos conejitos de chocolate que venden en pascua? Eso es lo que el Umpa-Lumpa cenó y un pato de chocolate en el almuerzo con un malvavisco amarillo como acompañante.
- Me refiero al veredicto… - Señalé a la parafernalia médica que la adornaba.
- Ah. Un brazo roto, una concusión y varios cortes, rasguños y moretones. Gracias a mis reflejos rápidos, salté fuera del camino antes de que pudiera sufrir peores daños. Cuando se trata de reflejos, soy como un gato. Soy Gatúbela. Soy invulnerable. La única razón de que él pudiera hacerme daño fue por la lluvia. A los gatos no les gusta el agua. Nos afecta. Es nuestra kriptonita.
- Lo siento tanto - Le dije a Vee con sinceridad. - Debería ser yo la que estuviera en la cama del hospital.
- ¿Y coger todas las drogas? Ah-ah. De ninguna manera.
- ¿La policía ha encontrado alguna pista? - Pregunté.
- Nada, zilch, zero.
- ¿Ningún testigo?
- Estábamos en un cementerio en medio de un aguacero - Señaló Vee. - La mayoría de la gente normal estaba bajo techo.
Ella tenía razón. La mayoría de la gente normal estaba bajo techo. Por supuesto Vee y yo habíamos estado afuera… junto con la chica misteriosa que siguió a Vee cuando salió del Victoria’s Secret.
- ¿Cómo pasó? - Pregunté.
- Estaba caminando al cementerio como habíamos planeado, cuando de la nada escuché pasos que se acercaban desde atrás - Explicó Vee. - Ahí fue cuando miré hacia atrás y todo fue demasiado rápido. Hubo un flash de una pistola y él arremetiendo contra mí. Como le dije a los policías, mi cerebro no estaba exactamente transmitiendo ‘coge una ID visual’. Era más como ‘¡Santos espectáculos fenomenales, estoy a punto de que me aparruchen!’ Él gruñó, me golpeó tres o cuatro veces con la pistola, agarró mi bolso y corrió.
Estaba más confundida que nunca. - Espera. ¿Era un chico? ¿Viste su cara?
- Por supuesto que era un chico. Él tenía ojos oscuros… ojos color carbón. Pero es todo lo que vi. Él llevaba puesta una máscara de esquiar.
Cuando mencionó la máscara de esquiar, mi corazón comenzó a latir rápidamente. Era el mismo chico que saltó frente al Neon, estaba segura de eso. No lo había imaginado. Vee era la prueba. Recordé la manera en que desapareció toda la evidencia del choque. Quizá tampoco había imaginado esa parte. Este chico, sea quien fuera, era real y estaba ahí afuera. Pero, si no había imaginado los daños al Neon ¿Qué pasó en realidad esa noche? ¿Mi vista o mi memoria fue de alguna manera… alterada?
Después de un momento, un montón de preguntas secundarias corrieron a mi mente. ¿Qué quería él esta vez? ¿Tenía él alguna conexión con la chica que estaba a fuera del Victoria’s Secret? ¿Sabía él que yo estaba de compras en el muelle? Llevar puesta una máscara constituía un plan avanzado, así que él debió haber sabido de antemano dónde yo iba a estar. Y él no quería que yo reconociera su rostro.
- ¿A quién le dijiste que íbamos a ir de compras? - Le pregunté a Vee de repente.
Ella puso una almohada detrás de su cuello, intentando estar más cómoda. - Mi mamá.
- ¿Eso es todo? ¿A nadie más?
- Tal ves se lo mencioné a Elliot.
Mi sangre pareció detenerse súbitamente. - ¿Le dijiste a Elliot?
- ¿Por qué tanto escándalo?
- Hay algo que necesito decirte - Dije discretamente. - ¿Recuerdas la noche que conduje el Neon hasta casa y choqué con un venado?
- ¿Sí? - Ella dijo, frunciendo el ceño.
- No fue un venado. Fue un chico. Un chico con una máscara de esquiar.
- No manches - Ella susurró. - ¿Me estas diciendo que mi ataque no fue al azar? ¿Me estás diciendo que este chico quiere algo de mí? No, espera. El quiere algo de ti. Yo llevaba puesta tu chaqueta. Él pensó que yo era tú.
Todo mi cuerpo se sintió pesado.
Luego de un momento de silencio, ella dijo - ¿Estas segura que no le dijiste a Patch que íbamos a ir de compras? Porque ahora pensando, creo que el chico tenía la complexión de Patch. Alto. Delgado. Fuerte. Sexy, sin contar la parte del ataque.
- Los ojos de Patch no son color carbón. Son negros - Señalé. Pero estaba incómodamente conciente de que yo sí le había mencionado a Patch que íbamos a ir de compras al muelle.
Vee levantó un hombro indecisamente. - Tal ves sus ojos eran negros. No recuerdo. Todo pasó muy rápido. Puedo ser específica con la pistola. - Ella dijo amablemente. - Estaba apuntando directamente a mi.
Mentalmente moví un par de piezas del rompecabezas. Si Patch atacó a Vee, él debió haberla visto salir de la tienda llevando puesta mi chaqueta y pensó que era yo. Cuando se dio cuenta que había seguido a la chica equivocada, golpeó a Vee con la pistola por coraje y desapareció. El único problema era que no podía imaginar a Patch siendo tan brutal con Vee. No era su estilo. Además, se supone que él iba estar toda la noche en una fiesta en la costa.
- ¿Tu atacante se parecía en algo a Elliot? - Pregunté.
Observé a Vee absorber la pregunta. La droga que le habían administrado parecía que la estaban haciendo pensar más lento y prácticamente podía escuchar a los engranajes de su cerebro entrar en acción.
- Él era como veinte libras más delgado y cuatro pulgadas más alto que Elliot.
- Todo esto es culpa mía - Dije. - Nunca debí haber dejado que salieras de la tienda llevando puesta mi chaqueta.
- Sé que no quieres escuchar esto - Dijo Vee, luciendo como si estuviera luchando contra un bostezo inducido por los analgésicos. - Pero mientras más lo pienso más similitudes veo entre Patch y mi atacante. La misma complexión. Caminaba igual y tenía piernas largas. Que pena que su expediente escolar estuviera vacío. Necesitamos una dirección. Necesitamos investigar su vecindario. Necesitamos encontrar a una abuelita crédula a quién podamos convencer de poner una webcam en su ventana y apuntar a la casa de él. Porque hay algo en Patch que no está bien.
- ¿De verdad crees que Patch te pudo haber hecho esto? - Pregunté todavía sin haberme convencido.
Vee se mordió el labio. - Yo creo que él esta ocultando algo. Algo grande. - Yo no iba a discutir eso.
Vee se acomodó en su cama. - Siento hormigueo en todo mi cuerpo. Me siento toda bien.
- No tenemos una dirección - Dije - Pero si sabemos en dónde trabaja.
- ¿Estas pensando lo que yo estoy pensando? - Preguntó Vee con sus ojos resplandeciendo brevemente a través de la sedación química.
- Basado en experiencias anteriores, espero que no.
- La verdad es que debemos pulir nuestras destrezas detectivescas - Dijo Vee. - Úsalas o déjalas, eso fue lo que el entrenador dijo. Debemos descubrir más sobre el pasado de Patch. Oye, apuesto a que si lo documentamos, el entrenador hasta nos dará créditos extras.
Completamente dudable puesto que, si Vee estaba envuelta, la tarea detectivesca probablemente tomaría un giro ilegal. Sin mencionar que este trabajo detectivesco en particular no tenía nada que ver con biología. Ni siquiera remotamente.
La leve sonrisa que Vee me había causado se borró. Con todo y lo divertido que era ver las cosas de una manera jocosa, yo estaba asustada. El chico de la máscara estaba ahí afuera planeando su próximo ataque. Tenía sentido que tal ves Patch sabía lo que estaba pasando. El chico de la máscara había saltado frente al Neon el día después de que Patch se había vuelto mi compañero de biología. Tal vez no era una coincidencia.
Justo en ese momento la enferma asomó su cabeza por la puerta. - Son las ocho - Me dijo ella, dando golpecitos a su reloj. - Las horas de visitas terminaron.
- Salgo en seguida - Dije.
Tan pronto sus pasos se perdieron por el pasillo, cerré la puerta del cuarto de Vee. Quería privacidad antes de decirle lo de la investigación de asesinato en donde estaba envuelto Elliot. No obstante, cuando regresé a la cama de Vee, era aparente que su medicación había tocado fondo.
- Aquí viene - Dijo ella con una expresión de puro éxtasis. - El torrente de droga… en cualquier momento… la oleada de calor… adiós, Sr. Dolor…
- Vee…
- Toc, toc.
- Esto de verdad es importante.
- Toc, toc.
- Es sobre Elliot.
- Toc, toooooooc - dijo con una voz cantarina.
Yo suspiré. - ¿Quién es?
- Madre.
- ¿Madre qué?
- ¡Madre mía, alguien esta llorando y no soy yo! - Ella rompió a reír histéricamente.
Comprendiendo que no tenía caso intentar hablar del tema, dije - Llámame mañana si te dan de alta. - Abrí el cierre de mi mochila. - Antes de que se me olvide, te traje tu tarea. ¿Dónde quieres que la ponga?
Ella señaló al bote de basura. - Allí estará bien.
********
Detuve el Fiat en el garaje y guardé las llaves en el bolsillo. De camino a casa el cielo carecía de estrellas y obviamente una liviana lluvia comenzó a caer. Jalé la puerta del garaje, llevándola hasta el suelo y asegurándola. Fui a la cocina. En algún lugar del segundo piso había una luz encendida y momento después mi mamá bajó las escaleras corriendo y arrojó sus brazos alrededor mío.
Mi mamá tiene pelo oscuro, ondulado y tiene ojos verdes. Ella es una pulgada más baja que yo, pero tenemos la misma estructura ósea. Ella siempre huele a Love de Ralph Lauren.
- Estoy tan feliz de que estés a salvo - Dijo, apretándome con fuerza. Más o menos, pensé.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 1:45 pm, editado 2 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 13, parte I
La noche siguiente a las siete la entrada al estacionamiento estaba repleta. Después de casi una hora de rogar, Vee y yo habíamos convencido a sus padres que necesitábamos celebrar su primera noche fuera del hospital con chiles rellenos y cócteles de fresas frescas. Al menos, eso es lo que estábamos exigiendo. Pero teníamos una segunda intención.
Aparqué el Neon en un espacio apretado del estacionamiento y apagué el motor.
- Ew. - Dijo Vee cuando le pasé las llaves y mis dedos rozaron los suyos - ¿Crees que puedes sudar un poco más?
- Estoy nerviosa.
- ¿En serio?, no tenía ni idea.
Inadvertidamente miré la puerta - Sé lo que estás pensando. - Dijo Vee apretando sus labios - Y la respuesta es no. No de ninguna manera.
- No sabes lo que estoy pensando. - Dije. Vee apretó mi brazo.
- Seguro como la mierda que no.
- No iba a correr. - Dije - No yo.
- Mentirosa.
El martes era la noche libre de Patch, y Vee me metió en mi cabeza que ése sería el momento perfecto para el interrogatorio de su compañera. Me visualicé encaminándome hacia el bar, dándole al camarero una coqueta mirada a lo Marcie Millar, y luego dirigiéndome sin problemas al asunto de Patch.
Necesitaba la dirección de su casa. Necesitaba alguna detención previa. Necesitaba saber si él tenía alguna conexión con el chico de la máscara de esquí, sin importar lo insignificante que fuera. Necesitaba averiguar por qué el chico de la máscara de esquí y la chica misteriosa estaban en mi vida.
Eché un vistazo dentro de mi bolso, verificando doble para asegurarme que la lista de preguntas del interrogatorio que había preparado estaba todavía conmigo. Un lado de la lista contenía las preguntas sobre la vida personal de Patch. El otro lado tenía información descarada. Por si acaso.
- Whoa, Whoa, Whoa. - Dijo Vee. - ¿Qué es eso?
- Nada. - Dije doblando la lista.
Vee trató de agarrar la lista, pero fui más rápida y la metí en mi bolso antes de que ella pudiera cogerla.
- Regla número uno. - Dijo Vee. - No hay tal cosa como notas para coquetear.
- Hay una excepción a toda regla.
- ¡Y tú no la eres!
Agarró dos bolsas plásticas de 7-eleven del asiento trasero y giró saliendo del coche. Tan pronto como salí, ella utilizó su brazo bueno para lanzar las bolsas por encima del capote del Neon hacia mí.
- ¿Qué es esto? - Pregunté cogiendo las bolsas.
Las manijas estaban atadas y no podía ver dentro, pero la base inconfundible de un maldito tacón de punta amenazó con salir a través del plástico.
- Son casi ocho y medio. - Dijo Vee. - Cuero de tiburón. Es más fácil encajar en el papel cuando pareces formar parte.
- No puedo caminar con tacones altos.
- Lo bueno es que no son altos, entonces.
- Parecen altos. - Dije ojeando el tacón de punta saliente.
- Casi cinco pulgadas. Dejan de llamarse “altos” antes de cuatro.
Maravilloso. Si no me rompo el cuello, podría llegar a humillarme mientras le sonsaco los secretos de mi compañero Patch.
- Éste es el trato. - Dijo Vee mientras andábamos por la acera de las puertas delanteras - Soy invitada por un par de personas. Cuantos más mejor, ¿bien?
- ¿Quién? - Pregunté sintiendo los profundos retorcijones de que algo andaba mal en la boca de mi estómago.
- Jules y Elliot.
Antes de que tuviera tiempo para decirle a Vee exactamente lo malo que pensé que era esta idea, ella dijo:
- Momento de la verdad. Me he estado viendo un poco con Jules. A escondidas.
- ¿Qué?
- Deberías ver su casa. Bruce Wayne no puede competir. O sus padres son traficantes de drogas en América del Sur o vienen realmente de una familia adinerada. Y dado que no los he conocido aún, no podría decir cuál.
Estaba perpleja como para hablar. Mi boca se abrió y se cerró, pero nada salió.
- ¿Cuándo pasó esto? - Finalmente pude preguntar.
- Justamente casi después de aquella fatídica mañana en Enzo’s.
- ¿Fatídica? Vee, no tenías idea...
- Espero que hayan llegado primero y hayan reservado una mesa. - Dijo Vee estirando su cuello mientras ojeaba a la muchedumbre amontonada alrededor de las puertas - No quiero esperar. Estoy seriamente a dos cortos minutos de morir de hambre.
Agarré a Vee por su codo bueno, empujándola a un lado.
- Hay algo que necesito decirte...
- Lo sé, lo sé. - Dijo ella - Crees que hay una pequeña posibilidad de que Elliot me atacara el Domingo por la noche. Bueno, creo que estás confundiendo a Elliot con Patch. Y después de que hagas algo detectivesco esta noche, los hechos me apoyarán. Créeme, quiero saber quién me atacó tanto como tú, probablemente aún más. Es personal ahora. Y dado que estamos aconsejándonos la una a la otra, ésta es la mía. Mantente alejada de Patch. Solo para estar segura.
- Me alegro de que pienses esto detenidamente. - Dije concisamente – Pero aquí la cosa es que encontré un artículo...
Las puertas del Bordeline se abrieron. Una fresca ola de calor llevaba el olor de limas y cilantro circulando hacia nosotras, junto con el sonido de un grupo de mariachis a través de los altavoces.
- Bienvenidas al Bordeline. - Un camarero nos saludó - ¿Solo ustedes dos esta noche?
Elliot estaba parado detrás de ella dentro, en el tenue vestíbulo. Nos vimos el uno al otro al mismo momento. Su boca sonrió pero sus ojos no lo hicieron.
- Señoritas. - Dijo él frotando sus manos mientras se acercaba – Lucen magníficas, como siempre.
Mi piel se erizó.
- ¿Dónde está tu compañero de crimen? - Preguntó Vee echando un vistazo alrededor del vestíbulo.
Faroles de papel colgando desde el techo, y un mural de un pueblo mexicano abarcaban dos paredes. Las mesas de espera se llenaron a la capacidad. No había señal de Jules.
- Malas noticias. - Dijo Elliot - El hombre está enfermo. Vas a tener que conformarte conmigo.
- ¿Enfermo? - Demandó Vee - ¿Cómo que enfermo? ¿Qué clase de excusa es enfermo?
- Enfermo como un brote en ambos brazos.
Vee se estrujó su nariz.
- Demasiada información.
Todavía estaba teniendo un mal momento comprendiendo la idea de que algo estaba pasando entre Vee y Jules. Jules vino por (), abrumado, y completamente desinteresado en la compañía de Vee o alguien más.
Ninguna parte de mí se sentía cómoda con la idea de Vee pasando tiempo a solas con Jules. No necesariamente por lo desagradable que fuera él o por lo poco que sabía de él, sino porque la única cosa que sabía es que: él era amigo íntimo de Elliot.
El camarero reunió tres menús de un compartimiento pequeño y nos llevó a una mesa tan cerca de la cocina que podía sentir el fuego de los hornos atravesando las paredes. A nuestra izquierda estaba la barra de salsa. A nuestra derecha las puertas de vídrio húmedo con condensación que conducía hacia un patio. Mi blusa de popelina ya se adhería a mi espalda. Mi sudor podría haber tenido más que ver con la noticia de Vee y Jules que con el calor, como sea.
- ¿Está bien? - El camarero preguntó gesticulando hacia la mesa.
- Está perfecto. - Dijo Elliot encogiéndose de hombros para quitarse su chaqueta de aviador - Me encanta este lugar. Si el espacio no te hace sudar, la comida lo hará. La sonrisa del camarero se amplio.
- Ha estado aquí antes. ¿Puedo sugerirle empezar con patatas fritas y nuestra salsa más reciente de jalapeño? Es más picante todavía.
- Me gustan las cosas picantes. - Dijo Elliot.
Estaba bastante segura de que estaba siendo lambón. Había sido demasiado generosa en pensar que él no era tan bajo como Marcie. Había sido demasiado generosa sobre su carácter, punto. Especialmente ahora que sabía que había sido investigado por presunto asesinato junto con quién sabe cuántos otros esqueletos en su armario. El camarero se le dirigió evaluándolo una vez más.
- Volveré enseguida con patatas fritas y salsa. Su camarera estará aquí dentro de poco para tomar sus órdenes.
Vee se dejó caer en la primera silla. Me deslicé a su lado y Elliot tomó asiento frente a mí. Nuestros ojos conectaron, y había un deje de algo oscuro en los suyos. Resentimiento, muy probablemente. Quizás incluso hostilidad. Me preguntaba si él sabía que yo había visto el artículo.
- El púrpura es tu color, Nora. - Dijo él gesticulando hacia mi bufanda mientras la aflojaba de mi cuello y la ataba alrededor de la manija de mi bolso - Ilumina tus ojos. - Vee golpeó mi pie. Ella en realidad pensaba que él se refería a un cumplido.
- Así que, - Le dije a Elliot con una sonrisa forzada - ¿por qué no nos hablas de la preparatoria Kinghorn?
- Sí. - Intervino Vee - ¿Hay sociedades secretas allí? ¿Como en las películas?
- ¿Qué decir? - Dijo Elliot - Gran escuela. Fin de la historia. - Tomó su menú y lo examinó – ¿A alguien le interesa un aperitivo? Yo invito.
- Si es tan genial, ¿por qué te trasferiste?
Encontré sus ojos y le sostuve la mirada. Muy ligeramente, arqueé mis cejas, desafiante. Un músculo en la mandíbula de Elliot saltó justo antes de que él esbozara una sonrisa.
- Las chicas. Escuché que eran mucho más finas por estos lados. El rumor demostró ser cierto.
Me giñó el ojo y una sensación de hielo pasó de mi cabeza a mis pies.
- ¿Por qué Jules no se transfirió también? - Preguntó Vee - Podríamos haber sido los cuatro fantásticos, solo con un poco más de vigor. Los fenomenales cuatro.
- Los padres de Jules están obsesionados con su educación. Lo juro por mi vida, está yendo directo a la cima. El chico no puede detenerse. Quiero decir, lo confieso, lo hago bien en la escuela, mejor que la mayoría. Pero nadie supera a Jules. Él es un dios académico.
La mirada soñadora regresó a los ojos de Vee. - Nunca he conocido a sus padres. - Dijo ella - Las dos veces que he ido, o están fuera de la ciudad o están trabajando.
- Trabajan mucho. - Elliot estuvo de acuerdo, dirigiendo sus ojos hacia el menú, haciendo difícil para mí leer algo en ellos.
- ¿Dónde trabajan? - pregunté.
Elliot tomó un largo sorbo de su agua. Me pareció como si estuviera ganando tiempo mientras inventaba una respuesta.
- Diamantes. Pasan mucho tiempo en África y Australia.
- No sabía que Australia era grande en el negocio de diamantes. - Dije
- Sí, tampoco yo. - Dijo Vee.
De hecho, estaba bastante segura de que Australia no tenía diamantes. Punto.
- ¿Por qué están viviendo en Maine? - Pregunté - ¿Por qué no en África?
Elliot estudió su menú más intensamente. - ¿Qué van a pedir ambas? Estoy pensando en fajitas de carne, se ven buenas.
- Si los padres de Jules están en el negocio de diamantes, apuesto a que saben bastante sobre escoger el anillo de compromiso perfecto. - Dijo Vee - Siempre he querido una esmeralda-corte gema.
Le di una patada a Vee debajo de la mesa. Ella me pinchó con su tenedor.
- Oww. - Dije.
Nuestra camarera llegó a la punta de la mesa al tiempo justo para preguntar.
- ¿Algo de beber?
Elliot miró por encima de su menú, primero a mí, luego a Vee.
- Coca-cola light. - Dijo Vee.
- Agua con rodajas de limón, por favor. - Dije.
La camarera regresó sorprendentemente rápido con nuestras bebidas. Su regreso fue mi excusa para dejar la mesa e iniciar la primera fase del plan, y Vee me lo recordó con un segundo pinchazo bajo la mesa con su tenedor.
- Vee. - Dije a través de mis dientes - ¿quisieras acompañarme al servicio de damas?
De repente no quería seguir adelante con el plan. No quería dejar a Vee sola con Elliot. Lo que quería era sacarla, hablarle de la investigación de asesinato y luego encontrar alguna forma de hacer que Elliot y Jules desaparecieran de nuestras vidas.
- ¿Por qué no vas sola? - Dijo Vee - Creo que sería un mejor plan.
Ella gesticuló con su cabeza hacia el bar y articuló “ve”, al mismo tiempo haciendo discretos movimientos de salir debajo de la mesa.
- Planeaba ir sola, pero realmente me gustaría que me acompañaras.
- ¿Qué pasa con las chicas? - Dijo Elliot plantando una sonrisa entre nosotras - Lo juro, nunca he conocido a una chica que pueda ir al baño sola. - Se inclinó hacia adelante y sonrió con complicidad - Déjame participar del secreto. En serio, te pagaré cinco dólares por cada uno. - Alcanzó su bolsillo trasero - Diez, si puedo ir y ver cuál es el problema tan grande.
Vee destelló una sonrisa.
- Pervertido. No te olvides de esto. - Me dijo ella, refiriéndose a las bolsas de 7-eleven en mis brazos.
Las cejas de Elliot se arquearon.
- Basura. - Vee le explicó a él con un toque sarcástico - Nuestro cubo de basura está lleno. Mi madre me preguntó si podía tirar esto ya que estaba saliendo.
Elliot no parecía creerle, y Vee no perecía que le importara. Me levanté, mis brazos cargaron con el equipo del traje, y tragué mi ardiente frustración.
Moviéndome a través de las mesas, tomé el pasillo que conduce de vuelta a los baños. El corredor estaba pintado de terracota y estaba decorado con máscaras, sombreros de paja y muñecas de madera. Hacía más calor aquí y sequé mi frente. El plan ahora era terminar con esto tan rápido como fuera posible. Tan pronto como volviera a la mesa, formularía una excusa sobre tener que salir, y empujaría a Vee hacia afuera. Con o sin consentimiento.
Después de echar una ojeada por debajo de tres casillas del servicio de damas y confirmar que estaba sola. Cerré la puerta principal y vacié el contenido de las bolsas de 7-eleven en el mostrador. Una peluca rubio platino, un sostén de copa púrpura, un top de tirantes negro, una minifalda de tachuelas, medias de malla rosado encendido y un par de zapatos de tacón de punta talla ocho y medio de cuero de tiburón³.
Metí el sostén y el top de tirantes y las medias de malla de nuevo dentro de las bolsas. Después de quitarme mis jeans, me puse la minifalda. Metí mi cabello debajo de la peluca y me apliqué el lápiz labial. Me cubrí con una generosa capa resplandeciente de brillo labial.
- Puedes hacer esto. - Le dije a mi reflejo, saltando la capa de brillo y presionando mis labios juntos - Puedes actuar a lo Marcie Miller. Seducir a hombres por secretos. ¿Tan difícil puede ser?
Me quité mis lustrosos mocasines, los metí en la bolsa junto con mis jeans, luego tiré la bolsa debajo del mostrador, fuera de la vista.
- Además, - Continúe - no hay nada de malo en sacrificar un poco de orgullo por información secreta. Si quieres enfocar esto con una perspectiva morbosa, aún podrías hablar si no tienes respuesta, podrías terminar muerta. Porque te guste o no, alguien allí fuera quiere hacerte daño.
Balanceé los tacones de cuero tiburón en mi línea de visión. No eran las cosas más feas que hubiese visto. De hecho, podrían ser considerados sexys. Juws, Maine es de temperatura fría. Me los até y practiqué caminando por el baño varias veces. Dos minutos después fácilmente me dirigí hacia la barra del bar.
Aparqué el Neon en un espacio apretado del estacionamiento y apagué el motor.
- Ew. - Dijo Vee cuando le pasé las llaves y mis dedos rozaron los suyos - ¿Crees que puedes sudar un poco más?
- Estoy nerviosa.
- ¿En serio?, no tenía ni idea.
Inadvertidamente miré la puerta - Sé lo que estás pensando. - Dijo Vee apretando sus labios - Y la respuesta es no. No de ninguna manera.
- No sabes lo que estoy pensando. - Dije. Vee apretó mi brazo.
- Seguro como la mierda que no.
- No iba a correr. - Dije - No yo.
- Mentirosa.
El martes era la noche libre de Patch, y Vee me metió en mi cabeza que ése sería el momento perfecto para el interrogatorio de su compañera. Me visualicé encaminándome hacia el bar, dándole al camarero una coqueta mirada a lo Marcie Millar, y luego dirigiéndome sin problemas al asunto de Patch.
Necesitaba la dirección de su casa. Necesitaba alguna detención previa. Necesitaba saber si él tenía alguna conexión con el chico de la máscara de esquí, sin importar lo insignificante que fuera. Necesitaba averiguar por qué el chico de la máscara de esquí y la chica misteriosa estaban en mi vida.
Eché un vistazo dentro de mi bolso, verificando doble para asegurarme que la lista de preguntas del interrogatorio que había preparado estaba todavía conmigo. Un lado de la lista contenía las preguntas sobre la vida personal de Patch. El otro lado tenía información descarada. Por si acaso.
- Whoa, Whoa, Whoa. - Dijo Vee. - ¿Qué es eso?
- Nada. - Dije doblando la lista.
Vee trató de agarrar la lista, pero fui más rápida y la metí en mi bolso antes de que ella pudiera cogerla.
- Regla número uno. - Dijo Vee. - No hay tal cosa como notas para coquetear.
- Hay una excepción a toda regla.
- ¡Y tú no la eres!
Agarró dos bolsas plásticas de 7-eleven del asiento trasero y giró saliendo del coche. Tan pronto como salí, ella utilizó su brazo bueno para lanzar las bolsas por encima del capote del Neon hacia mí.
- ¿Qué es esto? - Pregunté cogiendo las bolsas.
Las manijas estaban atadas y no podía ver dentro, pero la base inconfundible de un maldito tacón de punta amenazó con salir a través del plástico.
- Son casi ocho y medio. - Dijo Vee. - Cuero de tiburón. Es más fácil encajar en el papel cuando pareces formar parte.
- No puedo caminar con tacones altos.
- Lo bueno es que no son altos, entonces.
- Parecen altos. - Dije ojeando el tacón de punta saliente.
- Casi cinco pulgadas. Dejan de llamarse “altos” antes de cuatro.
Maravilloso. Si no me rompo el cuello, podría llegar a humillarme mientras le sonsaco los secretos de mi compañero Patch.
- Éste es el trato. - Dijo Vee mientras andábamos por la acera de las puertas delanteras - Soy invitada por un par de personas. Cuantos más mejor, ¿bien?
- ¿Quién? - Pregunté sintiendo los profundos retorcijones de que algo andaba mal en la boca de mi estómago.
- Jules y Elliot.
Antes de que tuviera tiempo para decirle a Vee exactamente lo malo que pensé que era esta idea, ella dijo:
- Momento de la verdad. Me he estado viendo un poco con Jules. A escondidas.
- ¿Qué?
- Deberías ver su casa. Bruce Wayne no puede competir. O sus padres son traficantes de drogas en América del Sur o vienen realmente de una familia adinerada. Y dado que no los he conocido aún, no podría decir cuál.
Estaba perpleja como para hablar. Mi boca se abrió y se cerró, pero nada salió.
- ¿Cuándo pasó esto? - Finalmente pude preguntar.
- Justamente casi después de aquella fatídica mañana en Enzo’s.
- ¿Fatídica? Vee, no tenías idea...
- Espero que hayan llegado primero y hayan reservado una mesa. - Dijo Vee estirando su cuello mientras ojeaba a la muchedumbre amontonada alrededor de las puertas - No quiero esperar. Estoy seriamente a dos cortos minutos de morir de hambre.
Agarré a Vee por su codo bueno, empujándola a un lado.
- Hay algo que necesito decirte...
- Lo sé, lo sé. - Dijo ella - Crees que hay una pequeña posibilidad de que Elliot me atacara el Domingo por la noche. Bueno, creo que estás confundiendo a Elliot con Patch. Y después de que hagas algo detectivesco esta noche, los hechos me apoyarán. Créeme, quiero saber quién me atacó tanto como tú, probablemente aún más. Es personal ahora. Y dado que estamos aconsejándonos la una a la otra, ésta es la mía. Mantente alejada de Patch. Solo para estar segura.
- Me alegro de que pienses esto detenidamente. - Dije concisamente – Pero aquí la cosa es que encontré un artículo...
Las puertas del Bordeline se abrieron. Una fresca ola de calor llevaba el olor de limas y cilantro circulando hacia nosotras, junto con el sonido de un grupo de mariachis a través de los altavoces.
- Bienvenidas al Bordeline. - Un camarero nos saludó - ¿Solo ustedes dos esta noche?
Elliot estaba parado detrás de ella dentro, en el tenue vestíbulo. Nos vimos el uno al otro al mismo momento. Su boca sonrió pero sus ojos no lo hicieron.
- Señoritas. - Dijo él frotando sus manos mientras se acercaba – Lucen magníficas, como siempre.
Mi piel se erizó.
- ¿Dónde está tu compañero de crimen? - Preguntó Vee echando un vistazo alrededor del vestíbulo.
Faroles de papel colgando desde el techo, y un mural de un pueblo mexicano abarcaban dos paredes. Las mesas de espera se llenaron a la capacidad. No había señal de Jules.
- Malas noticias. - Dijo Elliot - El hombre está enfermo. Vas a tener que conformarte conmigo.
- ¿Enfermo? - Demandó Vee - ¿Cómo que enfermo? ¿Qué clase de excusa es enfermo?
- Enfermo como un brote en ambos brazos.
Vee se estrujó su nariz.
- Demasiada información.
Todavía estaba teniendo un mal momento comprendiendo la idea de que algo estaba pasando entre Vee y Jules. Jules vino por (), abrumado, y completamente desinteresado en la compañía de Vee o alguien más.
Ninguna parte de mí se sentía cómoda con la idea de Vee pasando tiempo a solas con Jules. No necesariamente por lo desagradable que fuera él o por lo poco que sabía de él, sino porque la única cosa que sabía es que: él era amigo íntimo de Elliot.
El camarero reunió tres menús de un compartimiento pequeño y nos llevó a una mesa tan cerca de la cocina que podía sentir el fuego de los hornos atravesando las paredes. A nuestra izquierda estaba la barra de salsa. A nuestra derecha las puertas de vídrio húmedo con condensación que conducía hacia un patio. Mi blusa de popelina ya se adhería a mi espalda. Mi sudor podría haber tenido más que ver con la noticia de Vee y Jules que con el calor, como sea.
- ¿Está bien? - El camarero preguntó gesticulando hacia la mesa.
- Está perfecto. - Dijo Elliot encogiéndose de hombros para quitarse su chaqueta de aviador - Me encanta este lugar. Si el espacio no te hace sudar, la comida lo hará. La sonrisa del camarero se amplio.
- Ha estado aquí antes. ¿Puedo sugerirle empezar con patatas fritas y nuestra salsa más reciente de jalapeño? Es más picante todavía.
- Me gustan las cosas picantes. - Dijo Elliot.
Estaba bastante segura de que estaba siendo lambón. Había sido demasiado generosa en pensar que él no era tan bajo como Marcie. Había sido demasiado generosa sobre su carácter, punto. Especialmente ahora que sabía que había sido investigado por presunto asesinato junto con quién sabe cuántos otros esqueletos en su armario. El camarero se le dirigió evaluándolo una vez más.
- Volveré enseguida con patatas fritas y salsa. Su camarera estará aquí dentro de poco para tomar sus órdenes.
Vee se dejó caer en la primera silla. Me deslicé a su lado y Elliot tomó asiento frente a mí. Nuestros ojos conectaron, y había un deje de algo oscuro en los suyos. Resentimiento, muy probablemente. Quizás incluso hostilidad. Me preguntaba si él sabía que yo había visto el artículo.
- El púrpura es tu color, Nora. - Dijo él gesticulando hacia mi bufanda mientras la aflojaba de mi cuello y la ataba alrededor de la manija de mi bolso - Ilumina tus ojos. - Vee golpeó mi pie. Ella en realidad pensaba que él se refería a un cumplido.
- Así que, - Le dije a Elliot con una sonrisa forzada - ¿por qué no nos hablas de la preparatoria Kinghorn?
- Sí. - Intervino Vee - ¿Hay sociedades secretas allí? ¿Como en las películas?
- ¿Qué decir? - Dijo Elliot - Gran escuela. Fin de la historia. - Tomó su menú y lo examinó – ¿A alguien le interesa un aperitivo? Yo invito.
- Si es tan genial, ¿por qué te trasferiste?
Encontré sus ojos y le sostuve la mirada. Muy ligeramente, arqueé mis cejas, desafiante. Un músculo en la mandíbula de Elliot saltó justo antes de que él esbozara una sonrisa.
- Las chicas. Escuché que eran mucho más finas por estos lados. El rumor demostró ser cierto.
Me giñó el ojo y una sensación de hielo pasó de mi cabeza a mis pies.
- ¿Por qué Jules no se transfirió también? - Preguntó Vee - Podríamos haber sido los cuatro fantásticos, solo con un poco más de vigor. Los fenomenales cuatro.
- Los padres de Jules están obsesionados con su educación. Lo juro por mi vida, está yendo directo a la cima. El chico no puede detenerse. Quiero decir, lo confieso, lo hago bien en la escuela, mejor que la mayoría. Pero nadie supera a Jules. Él es un dios académico.
La mirada soñadora regresó a los ojos de Vee. - Nunca he conocido a sus padres. - Dijo ella - Las dos veces que he ido, o están fuera de la ciudad o están trabajando.
- Trabajan mucho. - Elliot estuvo de acuerdo, dirigiendo sus ojos hacia el menú, haciendo difícil para mí leer algo en ellos.
- ¿Dónde trabajan? - pregunté.
Elliot tomó un largo sorbo de su agua. Me pareció como si estuviera ganando tiempo mientras inventaba una respuesta.
- Diamantes. Pasan mucho tiempo en África y Australia.
- No sabía que Australia era grande en el negocio de diamantes. - Dije
- Sí, tampoco yo. - Dijo Vee.
De hecho, estaba bastante segura de que Australia no tenía diamantes. Punto.
- ¿Por qué están viviendo en Maine? - Pregunté - ¿Por qué no en África?
Elliot estudió su menú más intensamente. - ¿Qué van a pedir ambas? Estoy pensando en fajitas de carne, se ven buenas.
- Si los padres de Jules están en el negocio de diamantes, apuesto a que saben bastante sobre escoger el anillo de compromiso perfecto. - Dijo Vee - Siempre he querido una esmeralda-corte gema.
Le di una patada a Vee debajo de la mesa. Ella me pinchó con su tenedor.
- Oww. - Dije.
Nuestra camarera llegó a la punta de la mesa al tiempo justo para preguntar.
- ¿Algo de beber?
Elliot miró por encima de su menú, primero a mí, luego a Vee.
- Coca-cola light. - Dijo Vee.
- Agua con rodajas de limón, por favor. - Dije.
La camarera regresó sorprendentemente rápido con nuestras bebidas. Su regreso fue mi excusa para dejar la mesa e iniciar la primera fase del plan, y Vee me lo recordó con un segundo pinchazo bajo la mesa con su tenedor.
- Vee. - Dije a través de mis dientes - ¿quisieras acompañarme al servicio de damas?
De repente no quería seguir adelante con el plan. No quería dejar a Vee sola con Elliot. Lo que quería era sacarla, hablarle de la investigación de asesinato y luego encontrar alguna forma de hacer que Elliot y Jules desaparecieran de nuestras vidas.
- ¿Por qué no vas sola? - Dijo Vee - Creo que sería un mejor plan.
Ella gesticuló con su cabeza hacia el bar y articuló “ve”, al mismo tiempo haciendo discretos movimientos de salir debajo de la mesa.
- Planeaba ir sola, pero realmente me gustaría que me acompañaras.
- ¿Qué pasa con las chicas? - Dijo Elliot plantando una sonrisa entre nosotras - Lo juro, nunca he conocido a una chica que pueda ir al baño sola. - Se inclinó hacia adelante y sonrió con complicidad - Déjame participar del secreto. En serio, te pagaré cinco dólares por cada uno. - Alcanzó su bolsillo trasero - Diez, si puedo ir y ver cuál es el problema tan grande.
Vee destelló una sonrisa.
- Pervertido. No te olvides de esto. - Me dijo ella, refiriéndose a las bolsas de 7-eleven en mis brazos.
Las cejas de Elliot se arquearon.
- Basura. - Vee le explicó a él con un toque sarcástico - Nuestro cubo de basura está lleno. Mi madre me preguntó si podía tirar esto ya que estaba saliendo.
Elliot no parecía creerle, y Vee no perecía que le importara. Me levanté, mis brazos cargaron con el equipo del traje, y tragué mi ardiente frustración.
Moviéndome a través de las mesas, tomé el pasillo que conduce de vuelta a los baños. El corredor estaba pintado de terracota y estaba decorado con máscaras, sombreros de paja y muñecas de madera. Hacía más calor aquí y sequé mi frente. El plan ahora era terminar con esto tan rápido como fuera posible. Tan pronto como volviera a la mesa, formularía una excusa sobre tener que salir, y empujaría a Vee hacia afuera. Con o sin consentimiento.
Después de echar una ojeada por debajo de tres casillas del servicio de damas y confirmar que estaba sola. Cerré la puerta principal y vacié el contenido de las bolsas de 7-eleven en el mostrador. Una peluca rubio platino, un sostén de copa púrpura, un top de tirantes negro, una minifalda de tachuelas, medias de malla rosado encendido y un par de zapatos de tacón de punta talla ocho y medio de cuero de tiburón³.
Metí el sostén y el top de tirantes y las medias de malla de nuevo dentro de las bolsas. Después de quitarme mis jeans, me puse la minifalda. Metí mi cabello debajo de la peluca y me apliqué el lápiz labial. Me cubrí con una generosa capa resplandeciente de brillo labial.
- Puedes hacer esto. - Le dije a mi reflejo, saltando la capa de brillo y presionando mis labios juntos - Puedes actuar a lo Marcie Miller. Seducir a hombres por secretos. ¿Tan difícil puede ser?
Me quité mis lustrosos mocasines, los metí en la bolsa junto con mis jeans, luego tiré la bolsa debajo del mostrador, fuera de la vista.
- Además, - Continúe - no hay nada de malo en sacrificar un poco de orgullo por información secreta. Si quieres enfocar esto con una perspectiva morbosa, aún podrías hablar si no tienes respuesta, podrías terminar muerta. Porque te guste o no, alguien allí fuera quiere hacerte daño.
Balanceé los tacones de cuero tiburón en mi línea de visión. No eran las cosas más feas que hubiese visto. De hecho, podrían ser considerados sexys. Juws, Maine es de temperatura fría. Me los até y practiqué caminando por el baño varias veces. Dos minutos después fácilmente me dirigí hacia la barra del bar.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 1:59 pm, editado 2 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
Capitulo 13, parte II
El camarero me miró.
- ¿Dieciséis? - Supuso - ¿Diecisiete?
Parecía más o menos diez años mayor que yo y tenía el pelo castaño en entradas que llevaba bastante afeitado. Un aro de plata colgaba de su oreja derecha. Camiseta blanca y levis’s. No se veía mal… ni bien, tampoco.
- No soy una consumidora menor de edad. - Le dije fuertemente por encima de la música y la circulante conversación - Estoy esperando a un amigo. Tengo una gran vista de las puertas aquí.
Recuperé la lista de preguntas de mi bolso y discretamente coloqué el papel debajo de un salero de vídrio.
- ¿Qué es eso? - preguntó el camarero limpiando sus manos en una toalla y gesticulando hacia la lista.
Deslicé la lista más allá bajo del salero.
- Nada. - Dije toda inocente.
Él levantó una ceja. Decidí ser sencilla con la verdad.
- Es una lista… de compras. Tengo que comprar algunos comestibles. Para mi madre de camino a casa.
¿Qué pasó con coquetear? Me pregunté. ¿Qué pasó con la Marcie Miller? Él me dio una mirada escrutadora que decidí que no todo era negativo.
- Después de trabajar en este empleo durante cinco años, soy bastante bueno descubriendo mentirosos.
- No soy una mentirosa. - Dije - Quizás estaba mintiendo hace un momento, pero es solo una mentira. Una pequeña mentira no te hace ser un mentiroso.
- Pareces una periodista. - Dijo él.
- Trabajo para el sitio web de mi escuela. - Quería sacudirme. Los periodistas no infundían confianza en la gente. La gente generalmente sospechaba de los periodistas - Pero no estoy trabajando esta noche. - Corregí rápidamente - Estrictamente noche de placer. Nada de trabajo, ni base de datos, nada en absoluto.
Después de unos cuantos minutos de silencio decidí que la mejor jugada era aventurarme primero. Aclaré mi garganta y dije:
- ¿Es el Borderline el lugar predilecto de empleo para estudiantes de secundaria?
- Tenemos a muchos, sí. Camareras y ayudantes, y por el estilo.
- ¿En serio? - Dije fingiendo sorpresa - Tal vez conozca algunos de ellos. Pregúntame.
El camarero alzó sus ojos hacia el techo y se rascó sobre su barbilla. Su mirada en blanco no inspiraba mi confianza. Por no mencionar que no tenía mucho tiempo. Elliot podría estar echando drogas mortales a la coca-cola light de Vee.
- ¿Qué tal Patch Malik? - Pregunté - ¿Él trabaja aquí?
- ¿Patch? Sí, trabaja aquí. Un par de noches y fines de semana.
- ¿Estaba trabajando el domingo por la noche?
Intenté no sonar demasiado curiosa, pero necesitaba saber si era posible para Patch haber estado en el muelle. Él dijo que tenía una fiesta en la costa, pero quizás sus planes habían cambiado. Si alguien verificaba que estaba en el trabajo el domingo por la noche, podría descartar su participación en el ataque de Vee.
- ¿El domingo? - Dijo indiferente - Las noches son agitadas. Intenta con las camareras. Una de ellas lo recordará. Todas se ríen por nada y son un poco chifladas cuando él está por ahí.
Él sonrió como si yo pudiera de alguna manera simpatizar con ellas. Y dije:
- ¿Podría tener acceso a su solicitud de trabajo? - Incluyendo la dirección de su casa.
- Eso sería un no.
- Solo por curiosidad. - Dije - ¿Sabes si es posible poder ser contratado aquí si tienes un crimen en tu expediente?
- ¿Un crimen? - Soltó una gran carcajada - ¿Estás bromeando?
- Está bien, quizás no un crimen, pero ¿qué tal un delito menor? Extendió las palmas de sus manos en el mostrador y se acercó.
- No. - Su tono había cambiado de divertido a insultante.
- Eso es bueno. Es realmente bueno saberlo. - Me acomodé de nuevo sobre la butaca del bar y sentí la piel de mis muslos cociéndose como plástico. Estaba sudando. Si la regla número uno de coqueteo no estaba en la lista, estaba bastante segura que la regla número dos no era sudar. Consulté mi lista.
- ¿Sabes si Patch alguna vez tuvo una orden judicial? ¿Tiene historial de fugitivo? - Sospeché que el camarero estaba sintiendo una mala vibración sobre mí, y decidí lanzar todas mis preguntas en un último esfuerzo... antes de que él me echara de la barra..., o peor, que me sacara del restaurante por acoso y conducta sospechosa - ¿Él tiene novia? - Dije bruscamente.
- Ve y pregúntale. - Dijo él. Parpadeé.
- Él no trabaja esta noche.
A la amplia sonrisa del camarero, mi estómago parecía desmoronarse.
- Él no trabaja esta noche… ¿o sí? - Pregunté, mi voz avanzando lentamente hasta la octava - ¡Se supone que él tiene el martes libre!
- Normalmente, sí. Pero está cubriendo a Benji que está en el hospital. Ruptura de apéndice.
- ¿Te refieres a que Patch está aquí? ¿En este momento?
Miré por encima de mi hombro, peinando mi peluca para cubrir mi perfil mientras escaneaba el área en busca de él.
- Entró de vuelta a la cocina hace unos minutos. - Yo ya estaba retirándome del banquillo de la barra.
- Creo que dejé el coche arrancado. ¡Pero fue genial hablar contigo! - Me apuré lo más que pude para llegar al baño.
Ya dentro del baño de damas, cerré la puerta detrás de mí, inhalé un par de veces con mi espalda pegada a la puerta, y luego fui al lavamanos y esparcí agua fría sobre mi cara. Patch iba a descubrir que lo estuve espiando. Mi memorable actuación garantizaría eso. En apariencia, esto era malo porque, bueno, era humillante. Pero cuando lo pensé, debía reconocer el hecho de que Patch era muy reservado. A la gente reservada no le gustaba que husmearan en sus vidas. ¿Cómo actuaría cuando supiera que lo tenía bajo una lupa gigante?
Ahora me preguntaba qué me había llevado allí, ya que por dentro no creía que Patch fuese el chico con la máscara de ski. Quizás él tenía secretos oscuros, perturbantes, pero andar correteando por ahí con una máscara de ski no era uno de ellos.
Cerré la llave, y cuando miré hacia arriba, la cara de Patch estaba reflejada en el espejo. Grité y me di media vuelta.
No estaba sonriendo, ni tampoco parecía entretenido.
- ¿Qué estás haciendo aquí? - Dije jadeando.
- Trabajo aquí.
- Me refiero a aquí. ¿Es que acaso no sabes leer? El símbolo de la puerta…
- Estoy empezando a pensar que me estás siguiendo. Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.
- Quería invitar a Vee a salir. - Expliqué - Estuvo en el hospital. - Yo sonaba a la defensiva. Estaba segura de que eso me haría ver más culpable - Nunca pensé en toparme contigo. Supuestamente estás en tu noche libre. ¿Y de qué estás hablando? Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.
La mirada de Patch era aguda, intimidante, inquisidora. Calculaba cada una de mis palabras, cada uno de mis movimientos.
- ¿Quieres explicar tu pelo chabacano? - Dijo. Me arranqué la peluca y la tiré sobre la encimera.
- ¿Quieres explicar dónde has estado? Has faltado los últimos dos días a la escuela. - Estaba casi segura de que Patch no me contaría sobre su paradero, pero dijo:
- Jugando Paintball. ¿Qué hacías en la barra?
- Hablaba con el Barman. ¿Acaso es un crimen?
Equilibrando una mano contra la encimera, levanté mi pie para desabrochar un tacón de cuero de tiburón. Me incliné ligeramente y tan pronto como lo hice, la lista de preguntas que hice voló de mi escote y cayó al suelo.
Me arrodillé para tomarlo, pero Patch fue más rápido. La sostuvo sobre su cabeza Mientras yo saltaba para obtenerla.
- ¡Devuélvemela! - Dije.
- ¿Tiene Patch alguna orden de restricción contra él? - Leyó - ¿Es Patch un delincuente?
- ¡Dá-me-lo! - Dije entre dientes furiosamente.
Patch soltó una risa por lo bajo, y supe que había visto la siguiente pregunta.
- ¿Patch tiene novia?
Patch puso el papel en su bolsillo trasero. Estaba muy tentada de ir tras él, a pesar de su ubicación.
Se echó hacia atrás en la encimera y niveló nuestros ojos.
- Si vas a buscar información por ahí, preferiría que me preguntaras a mí.
- Esas preguntas - Hice señas hacia donde la había escondido - eran una broma. Vee las escribió. - Añadí en una racha de inspiración - Es su culpa.
- Conozco tu letra, Nora.
- Bueno, ok, está bien. - Empecé buscando una respuesta inteligente, pero me demoré mucho y perdí mi oportunidad.
- No tengo ninguna orden de restricción. - Dijo - No he cometido ningún delito. - Incliné mi barbilla hacia arriba.
- ¿Novia?
Me dije que no me importaba cómo respondiera a eso. Cualquiera de las dos iba bien conmigo.
- Eso no es de tu incumbencia.
- Trataste de besarme. - Le recordé - Lo convertiste en algo de mi incumbencia.
La sombra de una sonrisa pirata merodeó por su boca. Tuve la impresión de que estaba recordando cada detalle de ese casi-beso, incluyendo mi gemido/suspiro.
- Ex novia. - Dijo después de un momento.
Mi estómago se cayó tan pronto como un repentino pensamiento saltó en mi mente. ¿Qué pasaba si la chica de Delphie y Victoria’s Secret era la ex de Patch? ¿Qué pasaba si me había visto hablando con Patch en las máquinas tragaperras y erróneamente había asumido que había mucho más en nuestra relación? Si seguía sintiendo atracción por Patch, tenía sentido que ella estuviese lo suficientemente celosa como para seguirme por ahí. Unas pocas piezas del puzzle parecían encajar… Entonces Patch dijo:
- Pero ella no anda por aquí.
- ¿A qué te refieres con que no anda por aquí?
- Se ha ido. Nunca volverá.
- ¿Te refieres a que… está muerta? - Pregunté. Patch no lo negó.
Mi estómago se sintió repentinamente pesado y retorcido. No lo había esperado. Patch había tenido una novia, y ahora estaba muerta.
La puerta del baño de damas sonó cuando alguien intentó entrar. Había olvidado que la había cerrado con llave, lo que me hizo dudar acerca de cómo entró Patch. Podría haber tenido una llave, o podría haber otra explicación. Una explicación acerca de la cual probablemente no querría pensar, como flotar bajo la puerta como el aire. Como el humo.
- Necesito volver a trabajar. - Dijo Patch. Me echó una ojeada que perduró un poco más bajo mis caderas - Falda asesina. Piernas mortales.
Antes de que pudiese tener un pensamiento coherente, él ya estaba pasando a través de la puerta.
La anciana mujer que esperaba para entrar me miró, luego miró sobre su hombro a Patch, quien ya había desaparecido en el vestíbulo.
- Cariño. - Me dijo - Se ve tan resbaladizo como el jabón.
- Buena descripción. - Mascullé.
Ella sacudió su corto, gris y ondulado cabello.
- Una chica se podría enjabonar con un jabón como ése.
Después de que me puse mi ropa nuevamente, volví a la mesa y me deslicé al lado de Vee. Elliot chequeó su reloj y levantó una ceja hacia mí.
- Lo siento, me fui por mucho rato. - Dije - ¿Me perdí algo?
- No. - Dijo Vee - Lo mismo de siempre, lo mismo de siempre.
Ella golpeó mi rodilla, y la pregunta se amplió. “¿Bien?” Antes de que pudiese devolverle el golpe, Elliot dijo:
- Te perdiste a la camarera, te pedí un burrito rojo. - Una sonrisa espeluznante tiró las comisuras de su boca. Vi mi oportunidad.
- En realidad, no estoy segura de que desee comer. - Puse cara de estar nauseabunda, que no estaba del todo fingida - Creo que cogí lo que Jules tiene.
- Oh, mujer. ¿Te sientes bien? - Sacudí mi cabeza.
- Buscaré a nuestra camarera y le diré que caliente la comida. - Sugirió Vee buscando las llaves en su cartera.
- ¿Y qué hay de mí? - Dijo Elliot sonando sólo medio en broma.
- En otra ocasión. - Dijo Vee. Bingo, pensé.
- ¿Dieciséis? - Supuso - ¿Diecisiete?
Parecía más o menos diez años mayor que yo y tenía el pelo castaño en entradas que llevaba bastante afeitado. Un aro de plata colgaba de su oreja derecha. Camiseta blanca y levis’s. No se veía mal… ni bien, tampoco.
- No soy una consumidora menor de edad. - Le dije fuertemente por encima de la música y la circulante conversación - Estoy esperando a un amigo. Tengo una gran vista de las puertas aquí.
Recuperé la lista de preguntas de mi bolso y discretamente coloqué el papel debajo de un salero de vídrio.
- ¿Qué es eso? - preguntó el camarero limpiando sus manos en una toalla y gesticulando hacia la lista.
Deslicé la lista más allá bajo del salero.
- Nada. - Dije toda inocente.
Él levantó una ceja. Decidí ser sencilla con la verdad.
- Es una lista… de compras. Tengo que comprar algunos comestibles. Para mi madre de camino a casa.
¿Qué pasó con coquetear? Me pregunté. ¿Qué pasó con la Marcie Miller? Él me dio una mirada escrutadora que decidí que no todo era negativo.
- Después de trabajar en este empleo durante cinco años, soy bastante bueno descubriendo mentirosos.
- No soy una mentirosa. - Dije - Quizás estaba mintiendo hace un momento, pero es solo una mentira. Una pequeña mentira no te hace ser un mentiroso.
- Pareces una periodista. - Dijo él.
- Trabajo para el sitio web de mi escuela. - Quería sacudirme. Los periodistas no infundían confianza en la gente. La gente generalmente sospechaba de los periodistas - Pero no estoy trabajando esta noche. - Corregí rápidamente - Estrictamente noche de placer. Nada de trabajo, ni base de datos, nada en absoluto.
Después de unos cuantos minutos de silencio decidí que la mejor jugada era aventurarme primero. Aclaré mi garganta y dije:
- ¿Es el Borderline el lugar predilecto de empleo para estudiantes de secundaria?
- Tenemos a muchos, sí. Camareras y ayudantes, y por el estilo.
- ¿En serio? - Dije fingiendo sorpresa - Tal vez conozca algunos de ellos. Pregúntame.
El camarero alzó sus ojos hacia el techo y se rascó sobre su barbilla. Su mirada en blanco no inspiraba mi confianza. Por no mencionar que no tenía mucho tiempo. Elliot podría estar echando drogas mortales a la coca-cola light de Vee.
- ¿Qué tal Patch Malik? - Pregunté - ¿Él trabaja aquí?
- ¿Patch? Sí, trabaja aquí. Un par de noches y fines de semana.
- ¿Estaba trabajando el domingo por la noche?
Intenté no sonar demasiado curiosa, pero necesitaba saber si era posible para Patch haber estado en el muelle. Él dijo que tenía una fiesta en la costa, pero quizás sus planes habían cambiado. Si alguien verificaba que estaba en el trabajo el domingo por la noche, podría descartar su participación en el ataque de Vee.
- ¿El domingo? - Dijo indiferente - Las noches son agitadas. Intenta con las camareras. Una de ellas lo recordará. Todas se ríen por nada y son un poco chifladas cuando él está por ahí.
Él sonrió como si yo pudiera de alguna manera simpatizar con ellas. Y dije:
- ¿Podría tener acceso a su solicitud de trabajo? - Incluyendo la dirección de su casa.
- Eso sería un no.
- Solo por curiosidad. - Dije - ¿Sabes si es posible poder ser contratado aquí si tienes un crimen en tu expediente?
- ¿Un crimen? - Soltó una gran carcajada - ¿Estás bromeando?
- Está bien, quizás no un crimen, pero ¿qué tal un delito menor? Extendió las palmas de sus manos en el mostrador y se acercó.
- No. - Su tono había cambiado de divertido a insultante.
- Eso es bueno. Es realmente bueno saberlo. - Me acomodé de nuevo sobre la butaca del bar y sentí la piel de mis muslos cociéndose como plástico. Estaba sudando. Si la regla número uno de coqueteo no estaba en la lista, estaba bastante segura que la regla número dos no era sudar. Consulté mi lista.
- ¿Sabes si Patch alguna vez tuvo una orden judicial? ¿Tiene historial de fugitivo? - Sospeché que el camarero estaba sintiendo una mala vibración sobre mí, y decidí lanzar todas mis preguntas en un último esfuerzo... antes de que él me echara de la barra..., o peor, que me sacara del restaurante por acoso y conducta sospechosa - ¿Él tiene novia? - Dije bruscamente.
- Ve y pregúntale. - Dijo él. Parpadeé.
- Él no trabaja esta noche.
A la amplia sonrisa del camarero, mi estómago parecía desmoronarse.
- Él no trabaja esta noche… ¿o sí? - Pregunté, mi voz avanzando lentamente hasta la octava - ¡Se supone que él tiene el martes libre!
- Normalmente, sí. Pero está cubriendo a Benji que está en el hospital. Ruptura de apéndice.
- ¿Te refieres a que Patch está aquí? ¿En este momento?
Miré por encima de mi hombro, peinando mi peluca para cubrir mi perfil mientras escaneaba el área en busca de él.
- Entró de vuelta a la cocina hace unos minutos. - Yo ya estaba retirándome del banquillo de la barra.
- Creo que dejé el coche arrancado. ¡Pero fue genial hablar contigo! - Me apuré lo más que pude para llegar al baño.
Ya dentro del baño de damas, cerré la puerta detrás de mí, inhalé un par de veces con mi espalda pegada a la puerta, y luego fui al lavamanos y esparcí agua fría sobre mi cara. Patch iba a descubrir que lo estuve espiando. Mi memorable actuación garantizaría eso. En apariencia, esto era malo porque, bueno, era humillante. Pero cuando lo pensé, debía reconocer el hecho de que Patch era muy reservado. A la gente reservada no le gustaba que husmearan en sus vidas. ¿Cómo actuaría cuando supiera que lo tenía bajo una lupa gigante?
Ahora me preguntaba qué me había llevado allí, ya que por dentro no creía que Patch fuese el chico con la máscara de ski. Quizás él tenía secretos oscuros, perturbantes, pero andar correteando por ahí con una máscara de ski no era uno de ellos.
Cerré la llave, y cuando miré hacia arriba, la cara de Patch estaba reflejada en el espejo. Grité y me di media vuelta.
No estaba sonriendo, ni tampoco parecía entretenido.
- ¿Qué estás haciendo aquí? - Dije jadeando.
- Trabajo aquí.
- Me refiero a aquí. ¿Es que acaso no sabes leer? El símbolo de la puerta…
- Estoy empezando a pensar que me estás siguiendo. Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.
- Quería invitar a Vee a salir. - Expliqué - Estuvo en el hospital. - Yo sonaba a la defensiva. Estaba segura de que eso me haría ver más culpable - Nunca pensé en toparme contigo. Supuestamente estás en tu noche libre. ¿Y de qué estás hablando? Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.
La mirada de Patch era aguda, intimidante, inquisidora. Calculaba cada una de mis palabras, cada uno de mis movimientos.
- ¿Quieres explicar tu pelo chabacano? - Dijo. Me arranqué la peluca y la tiré sobre la encimera.
- ¿Quieres explicar dónde has estado? Has faltado los últimos dos días a la escuela. - Estaba casi segura de que Patch no me contaría sobre su paradero, pero dijo:
- Jugando Paintball. ¿Qué hacías en la barra?
- Hablaba con el Barman. ¿Acaso es un crimen?
Equilibrando una mano contra la encimera, levanté mi pie para desabrochar un tacón de cuero de tiburón. Me incliné ligeramente y tan pronto como lo hice, la lista de preguntas que hice voló de mi escote y cayó al suelo.
Me arrodillé para tomarlo, pero Patch fue más rápido. La sostuvo sobre su cabeza Mientras yo saltaba para obtenerla.
- ¡Devuélvemela! - Dije.
- ¿Tiene Patch alguna orden de restricción contra él? - Leyó - ¿Es Patch un delincuente?
- ¡Dá-me-lo! - Dije entre dientes furiosamente.
Patch soltó una risa por lo bajo, y supe que había visto la siguiente pregunta.
- ¿Patch tiene novia?
Patch puso el papel en su bolsillo trasero. Estaba muy tentada de ir tras él, a pesar de su ubicación.
Se echó hacia atrás en la encimera y niveló nuestros ojos.
- Si vas a buscar información por ahí, preferiría que me preguntaras a mí.
- Esas preguntas - Hice señas hacia donde la había escondido - eran una broma. Vee las escribió. - Añadí en una racha de inspiración - Es su culpa.
- Conozco tu letra, Nora.
- Bueno, ok, está bien. - Empecé buscando una respuesta inteligente, pero me demoré mucho y perdí mi oportunidad.
- No tengo ninguna orden de restricción. - Dijo - No he cometido ningún delito. - Incliné mi barbilla hacia arriba.
- ¿Novia?
Me dije que no me importaba cómo respondiera a eso. Cualquiera de las dos iba bien conmigo.
- Eso no es de tu incumbencia.
- Trataste de besarme. - Le recordé - Lo convertiste en algo de mi incumbencia.
La sombra de una sonrisa pirata merodeó por su boca. Tuve la impresión de que estaba recordando cada detalle de ese casi-beso, incluyendo mi gemido/suspiro.
- Ex novia. - Dijo después de un momento.
Mi estómago se cayó tan pronto como un repentino pensamiento saltó en mi mente. ¿Qué pasaba si la chica de Delphie y Victoria’s Secret era la ex de Patch? ¿Qué pasaba si me había visto hablando con Patch en las máquinas tragaperras y erróneamente había asumido que había mucho más en nuestra relación? Si seguía sintiendo atracción por Patch, tenía sentido que ella estuviese lo suficientemente celosa como para seguirme por ahí. Unas pocas piezas del puzzle parecían encajar… Entonces Patch dijo:
- Pero ella no anda por aquí.
- ¿A qué te refieres con que no anda por aquí?
- Se ha ido. Nunca volverá.
- ¿Te refieres a que… está muerta? - Pregunté. Patch no lo negó.
Mi estómago se sintió repentinamente pesado y retorcido. No lo había esperado. Patch había tenido una novia, y ahora estaba muerta.
La puerta del baño de damas sonó cuando alguien intentó entrar. Había olvidado que la había cerrado con llave, lo que me hizo dudar acerca de cómo entró Patch. Podría haber tenido una llave, o podría haber otra explicación. Una explicación acerca de la cual probablemente no querría pensar, como flotar bajo la puerta como el aire. Como el humo.
- Necesito volver a trabajar. - Dijo Patch. Me echó una ojeada que perduró un poco más bajo mis caderas - Falda asesina. Piernas mortales.
Antes de que pudiese tener un pensamiento coherente, él ya estaba pasando a través de la puerta.
La anciana mujer que esperaba para entrar me miró, luego miró sobre su hombro a Patch, quien ya había desaparecido en el vestíbulo.
- Cariño. - Me dijo - Se ve tan resbaladizo como el jabón.
- Buena descripción. - Mascullé.
Ella sacudió su corto, gris y ondulado cabello.
- Una chica se podría enjabonar con un jabón como ése.
Después de que me puse mi ropa nuevamente, volví a la mesa y me deslicé al lado de Vee. Elliot chequeó su reloj y levantó una ceja hacia mí.
- Lo siento, me fui por mucho rato. - Dije - ¿Me perdí algo?
- No. - Dijo Vee - Lo mismo de siempre, lo mismo de siempre.
Ella golpeó mi rodilla, y la pregunta se amplió. “¿Bien?” Antes de que pudiese devolverle el golpe, Elliot dijo:
- Te perdiste a la camarera, te pedí un burrito rojo. - Una sonrisa espeluznante tiró las comisuras de su boca. Vi mi oportunidad.
- En realidad, no estoy segura de que desee comer. - Puse cara de estar nauseabunda, que no estaba del todo fingida - Creo que cogí lo que Jules tiene.
- Oh, mujer. ¿Te sientes bien? - Sacudí mi cabeza.
- Buscaré a nuestra camarera y le diré que caliente la comida. - Sugirió Vee buscando las llaves en su cartera.
- ¿Y qué hay de mí? - Dijo Elliot sonando sólo medio en broma.
- En otra ocasión. - Dijo Vee. Bingo, pensé.
Última edición por Nialler♡ el Jue 20 Dic 2012, 2:08 pm, editado 2 veces
Nialler♡
Re: Hush, Hush ¿Te atreves a caer? [Zayn Malik] TERMINADA
per don por no comentar(odia me) estaba ocupada..!! en serio ame el cap..!! siguela..!! me gusto muchoo..!!
HeavenlyAngel♡
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