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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
NOMBRE: el frio del silencio AUTOR:Romy92
ADAPTACION:si
GENERO: drama romance ADVERTENCIAS: talvez un capitulo hot yo aviso OTRAS PAGINAS: fanfiction (historia original)
Prólogo
Narra Harry
-¡Pero si has sido tú el que ha cambiado de tema! Me rasqué la frente y respiré hondo, porque no podía seguir aguantando aquella conversación tan estúpida.
–Mira, sabes que yo siempre he querido lo mejor para ti y para Julie, por eso me he volcado tanto en el trabajo, para llevar bien el bufete y para poder daros una buena vida
–Esa no es ninguna excusa. Tú no eres el único que trae dinero a casa, porque yo también trabajo, y a pesar de eso he sido capaz de estar por mi familia y por mi empleo a la vez.
– ¿Sí? Pues hace mucho tiempo que dejé de sentirme como tu marido
se quedó callada y apartó la mirada de mí durante un par de segundos.
Cuando volvió a alzarla, vi determinación en sus ojos
–Entonces divorciémonos. Está claro que será lo mejor para ambos. Cuando te hayas librado de mí, podrás ir a revolcarte con tu secretaria siempre que quieras.
Me quedé estático, sin poder creer lo que acababa de oír.
–María y yo nunca… –quise decirle que entre ella y yo no había nada, pero una vocecita me hizo mirar por encima del hombro de _______
–¿Mami? –vi a Julie parada en el marco de la puerta del salón, abrazando a su león de peluche mientras nos miraba a ambos por turnos. – ¿Qué pasa?
–Nada, princesa. Vuelve a la cama, que ahora iré a arroparte –le dije
fingiendo una sonrisa
Se me rompió el corazón al escuchar su respuesta:
–No, quiero que venga mami –murmuró haciendo un puchero a la vez que abrazaba con más fuerza su peluche.
–Ahora voy, cielo. Sube a tu habitación y métete en la cama, que ahora iré a dormir contigo un rato, ¿vale?–le propuso _______ y Julie asintió con una pequeña sonrisa adornando su bonita cara. La niña se dio la vuelta con rapidez y subió las escaleras con cuidado.
– ¿Lo ves? Ni siquiera quiere que vayas a dormirla –recalcó ________, mirándome con lástima.
-Eso es porque está acostumbrada a que la duermas tú –no quise creer lo que me estaba diciendo, porque no me daba la gana de aceptar que mi hija ya no me quería como antes.
– ¿Y por qué será? Porque siempre llegas demasiado tarde como para encontrarla
despierta, y lo mismo pasa conmigo. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que
ya nunca te espero por las noches–Hace mucho tiempo que no lo haces.
–Ya he dado por sentado que tienes a otra que te da lo que necesitas.Apreté con fuerza los dientes, harto de aquel tema
-Entre María y yo no hay nada.
– ¿Y por qué razón tendría que creerte? Tú no me crees a mí cuando te digo lo mismo respecto a Nathan.
– ¡A mí María no me envía mensajes ni me llama a deshora!
– ¡Nathan es mi ayudante! ¡Necesita hablar conmigo si no estoy en la empresa,Harry!
–¡Mami!–escuchamos que Julie gritaba desde el piso de arriba y suspiré, pasándome la mano por la cara me miró y respiró hondo antes de hablar de nuevo
–Tengo que subir a dormirla. Buenas noches –sin decir nada más se dio la vuelta, salió del salón y subió las escaleras lentamente
Yo, por mi parte, caminé hasta el sillón más cercano y me dejé caer en él,
sintiéndome exhausto y derrotado.
No comprendía cómo habíamos llegado a ese punto en nuestra relación y cómo habíamos dejado que se deteriorara tanto. Parecía que no había solución, que ya estaba todo perdido y que había perdido a mi esposa y a mi hija. Era cierto que hacía tiempo que no sentía lo mismo por _______.
Ya no nos tratábamos como una pareja, ni siquiera como amigos. Sólo éramos dos personas que vivían en la misma casa porque tenían una hija en común, y eso era algo muy triste. Lo que más me dolía era saber que le había fallado a Julie.color]
Pero no iba a dejar que _______ volviera a reprochármelo, porque a partir de ese momento haría todo lo posible por estar con Julie. Iba a aceptar el divorcio. Sería lo
mejor para ambos, e incluso sería lo mejor para nuestra hija, que ya había tenido que presenciar varias veces nuestras discusiones, y no quería que eso le afectara negativamente.
Me levanté del sofá alcabo de un rato, cuando estuve seguro de que no iba a toparme con _______ de nuevo. No quería tener que soportar sus miradas envenenadas, y mucho menos me apetecía volver a discutir.
Subí las escaleras mientras me deshacía el nudo de la corbata y me detuve delante de la puerta de la habitación de Julie. La abrí con cuidado, intentando no hacer ruido, y entré sigilosamente, no queriendo despertarla. Me acerqué a la cama y la contemplé durante algunos segundos. Era la niña más bonita que había visto alguna vez, con el cabello castaño y rizado como yo, y con los ojos grises de su madre. A sus cuatro años ya sabía leer mucho mejor que los niños de su edad, y era capaz de hablar tanto y tan rápido como _______ cuando se lo proponía. Sonreí con tristeza, me incliné para darle un beso de buenas noches y se movió entre sueños, colocándose de costado sin dejar de abrazar a su león. La arropé bien con las mantas y a continuación salí de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas.
Caminé hasta la habitación que compartía con ________ y encendí la luz.
Vi que mi todavía esposa estaba en la cama, dándome la espalda, y supe que fingía dormir. No dije nada. No tenía ganas de hablar o de discutir con ella, así que me puse el pijama, me metí en la cama y me giré hacia el costado opuesto, dándole también la espalda. Tal vez al día siguiente seríamos capaces de hablar como dos personas civilizadas aunque, sinceramente, lo dudaba.
Hola soy nueva en esto me presento soy Jacqueline pero me gusta mas jacke este es
historia que me gusto mucho y agradezco a la autora que me haya dejado
adaptarla espero que les guste y comenten al inicio será algo de drama pero al
final será todo amor depende de ustedes si la sigo o no
[/font][/size]
ADAPTACION:si
GENERO: drama romance ADVERTENCIAS: talvez un capitulo hot yo aviso OTRAS PAGINAS: fanfiction (historia original)
Prólogo
Narra Harry
-¡Pero si has sido tú el que ha cambiado de tema! Me rasqué la frente y respiré hondo, porque no podía seguir aguantando aquella conversación tan estúpida.
–Mira, sabes que yo siempre he querido lo mejor para ti y para Julie, por eso me he volcado tanto en el trabajo, para llevar bien el bufete y para poder daros una buena vida
–Esa no es ninguna excusa. Tú no eres el único que trae dinero a casa, porque yo también trabajo, y a pesar de eso he sido capaz de estar por mi familia y por mi empleo a la vez.
– ¿Sí? Pues hace mucho tiempo que dejé de sentirme como tu marido
se quedó callada y apartó la mirada de mí durante un par de segundos.
Cuando volvió a alzarla, vi determinación en sus ojos
–Entonces divorciémonos. Está claro que será lo mejor para ambos. Cuando te hayas librado de mí, podrás ir a revolcarte con tu secretaria siempre que quieras.
Me quedé estático, sin poder creer lo que acababa de oír.
–María y yo nunca… –quise decirle que entre ella y yo no había nada, pero una vocecita me hizo mirar por encima del hombro de _______
–¿Mami? –vi a Julie parada en el marco de la puerta del salón, abrazando a su león de peluche mientras nos miraba a ambos por turnos. – ¿Qué pasa?
–Nada, princesa. Vuelve a la cama, que ahora iré a arroparte –le dije
fingiendo una sonrisa
Se me rompió el corazón al escuchar su respuesta:
–No, quiero que venga mami –murmuró haciendo un puchero a la vez que abrazaba con más fuerza su peluche.
–Ahora voy, cielo. Sube a tu habitación y métete en la cama, que ahora iré a dormir contigo un rato, ¿vale?–le propuso _______ y Julie asintió con una pequeña sonrisa adornando su bonita cara. La niña se dio la vuelta con rapidez y subió las escaleras con cuidado.
– ¿Lo ves? Ni siquiera quiere que vayas a dormirla –recalcó ________, mirándome con lástima.
-Eso es porque está acostumbrada a que la duermas tú –no quise creer lo que me estaba diciendo, porque no me daba la gana de aceptar que mi hija ya no me quería como antes.
– ¿Y por qué será? Porque siempre llegas demasiado tarde como para encontrarla
despierta, y lo mismo pasa conmigo. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que
ya nunca te espero por las noches–Hace mucho tiempo que no lo haces.
–Ya he dado por sentado que tienes a otra que te da lo que necesitas.Apreté con fuerza los dientes, harto de aquel tema
-Entre María y yo no hay nada.
– ¿Y por qué razón tendría que creerte? Tú no me crees a mí cuando te digo lo mismo respecto a Nathan.
– ¡A mí María no me envía mensajes ni me llama a deshora!
– ¡Nathan es mi ayudante! ¡Necesita hablar conmigo si no estoy en la empresa,Harry!
–¡Mami!–escuchamos que Julie gritaba desde el piso de arriba y suspiré, pasándome la mano por la cara me miró y respiró hondo antes de hablar de nuevo
–Tengo que subir a dormirla. Buenas noches –sin decir nada más se dio la vuelta, salió del salón y subió las escaleras lentamente
Yo, por mi parte, caminé hasta el sillón más cercano y me dejé caer en él,
sintiéndome exhausto y derrotado.
No comprendía cómo habíamos llegado a ese punto en nuestra relación y cómo habíamos dejado que se deteriorara tanto. Parecía que no había solución, que ya estaba todo perdido y que había perdido a mi esposa y a mi hija. Era cierto que hacía tiempo que no sentía lo mismo por _______.
Ya no nos tratábamos como una pareja, ni siquiera como amigos. Sólo éramos dos personas que vivían en la misma casa porque tenían una hija en común, y eso era algo muy triste. Lo que más me dolía era saber que le había fallado a Julie.color]
Pero no iba a dejar que _______ volviera a reprochármelo, porque a partir de ese momento haría todo lo posible por estar con Julie. Iba a aceptar el divorcio. Sería lo
mejor para ambos, e incluso sería lo mejor para nuestra hija, que ya había tenido que presenciar varias veces nuestras discusiones, y no quería que eso le afectara negativamente.
Me levanté del sofá alcabo de un rato, cuando estuve seguro de que no iba a toparme con _______ de nuevo. No quería tener que soportar sus miradas envenenadas, y mucho menos me apetecía volver a discutir.
Subí las escaleras mientras me deshacía el nudo de la corbata y me detuve delante de la puerta de la habitación de Julie. La abrí con cuidado, intentando no hacer ruido, y entré sigilosamente, no queriendo despertarla. Me acerqué a la cama y la contemplé durante algunos segundos. Era la niña más bonita que había visto alguna vez, con el cabello castaño y rizado como yo, y con los ojos grises de su madre. A sus cuatro años ya sabía leer mucho mejor que los niños de su edad, y era capaz de hablar tanto y tan rápido como _______ cuando se lo proponía. Sonreí con tristeza, me incliné para darle un beso de buenas noches y se movió entre sueños, colocándose de costado sin dejar de abrazar a su león. La arropé bien con las mantas y a continuación salí de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas.
Caminé hasta la habitación que compartía con ________ y encendí la luz.
Vi que mi todavía esposa estaba en la cama, dándome la espalda, y supe que fingía dormir. No dije nada. No tenía ganas de hablar o de discutir con ella, así que me puse el pijama, me metí en la cama y me giré hacia el costado opuesto, dándole también la espalda. Tal vez al día siguiente seríamos capaces de hablar como dos personas civilizadas aunque, sinceramente, lo dudaba.
Hola soy nueva en esto me presento soy Jacqueline pero me gusta mas jacke este es
historia que me gusto mucho y agradezco a la autora que me haya dejado
adaptarla espero que les guste y comenten al inicio será algo de drama pero al
final será todo amor depende de ustedes si la sigo o no
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Última edición por jacque1d el Mar 09 Abr 2013, 5:57 pm, editado 1 vez
jacque1d
capitulo 1
-Capítulo 1-
Narra ______
Abrí los ojos un segundo antes de que el despertador comenzara a sonar, y estiré el brazo con pereza para detenerlo. Cuando me moví para sentarme en la cama, me percaté de que Harry aún no se había levantado, por lo que lo hice yo antes que él y me encerré en el cuarto de baño. Me di una ducha rápida y terminé de despertarme por completo, así que cuando salí, me vestí y me maquillé como siempre. Salí de la habitación y escuché ruido proveniente de la cocina, por lo que supuse que Harry estaba preparando el desayuno. Me dirigí a la habitación de Julie y levanté la persiana intentando hacer algo de ruido para que mi hija fuera despertándose. Podía ser una niña muy traviesa, pero le costaba mucho despertarse para ir al colegio. En cambio, los fines de semana, a las ocho ya estaba dando guerra. Era algo que jamás comprendería.
Me acerqué a la cama y me senté en uno de los lados.
–Despierta, Bella Durmiente –le dije en voz baja a la vez que le hacía cosquillas.
–No –musitó tapándose la cabeza con la sábana, y a mí me dio la risa tonta. –Tengo sueño.
–Y yo también, pero mami tiene que ir a trabajar y tú tienes que ir al colegio.
–No quiero –se destapó un poco y me hizo un puchero, pero yo no me ablandé.
–Pero tienes que ir. ¡Mañana ya es el último día de clase antes de las vacaciones! Así que tienes que empezar a despedirte de tus amigos, ¿o es que no quieres despedirte de ellos?
Negó lentamente con la cabeza, pero sonrió, y yo supe por qué. Eso de las vacaciones le había gustado.
– ¿Iremos de vacaciones? –me preguntó mientras se destapaba y estiraba los brazos hacia mí para que la cogiera. Lo hice, pero tardé un poco en responder porque no sabía qué decirle.
–Claro, ya veremos lo que hacemos. Pero antes de eso, hay que ir al colegio. ¿Vamos a lavarte la carita?
Asintió con rapidez y corrió hasta el cuarto de baño. Cuando estuvo peinada y vestida, las dos bajamos hasta la cocina, donde encontramos a Harry sentado en la mesa con un café delante de él.
– ¡Papi! –gritó Julie, y corrió hasta su padre, que la cogió, le dio unos cuantos besos en los mofletes y la sentó en su regazo.
–Buenos días, princesa. ¿Has dormido bien? –le preguntó con una amplia sonrisa. Yo no dije nada, simplemente me puse a prepararle el desayuno a Julie y de paso un café para mí.
– ¡Sí! ¿Sabes que mañana es el último día de colegio? –inquirió ella con entusiasmo, y yo sonreí internamente, pero dejé de hacerlo un segundo después, cuando recordé la amarga discusión que tuvimos Harry y yo la noche anterior.
–Claro que sí. ¿Estás contenta?
–Mucho, pero voy a echar de menos a mis amigos…
–Bueno, seguro que os veréis este verano.
En aquel momento se terminó de calentar la leche de Julie, así que saqué el vaso del microondas, se lo puse en la mesa y le acerqué los cereales y las galletas.
–Julie, recuerdas lo que vamos a hacer este fin de semana, ¿verdad? –tuve la necesidad de preguntar en aquel momento.
– ¡Sí! ¡Vamos a ver a Carly! –gritó alzando los brazos con emoción.
–Eso es, y también veremos a Zayn y a Perrie –le recordé.
Teníamos planeado aquel fin de semana desde hacía meses. Zayn y Perrie habían sido nuestros mejores amigos desde siempre, pero cuando se casaron cuatro años atrás, decidieron irse a vivir a West Lane, Bradford. Hacía dos años que no los veíamos, pero hablábamos frecuentemente por teléfono, y también nos comunicábamos a través de Internet, pero no era lo mismo. Julie y Carly , la hija de Zayn y Perrie, se llevaban la mar de bien, y se conocían desde que eran bebés, a pesar de que Carly era un año mayor que Julie. Por eso mi hija estaba tan emocionada con la idea de ir a visitar a su amiga.
–Papi, tú también vas a venir, ¿verdad? –le preguntó Julie a Harry mientras mojaba una galleta en la leche que le había preparado.
–No puedo, nena. Tengo mucho trabajo.
Qué raro. Harry tenía trabajo. Yo ya sabía que no iba a venir con nosotras, pero no había querido decirle nada a nuestra hija para no entristecerla. Por desgracia, Harry no había tenido la delicadeza de pensar en eso.
–Pero… yo quiero que vengas…
–Y a mí me gustaría mucho ir, pero no puedo.
–Julie, iremos tú y yo y nos lo pasaremos muy bien –intenté animar a la niña guiñándole un ojo, pero no funcionó, porque agachó la cabeza y continuó desayunando en silencio.
– ¿Iréis en avión, al final? –me preguntó Harry , y yo apuré mi taza de café y me levanté para dejarla en el fregadero y así no tener que mirarle a la cara mientras le hablaba.
–Sí, pero volveremos en coche.
–Es una tontería. En avión tardáis media hora, y en coche cuatro horas.
–Ya lo sé, Harry –respondí con los dientes apretados. –Pero no sé si recuerdas que odio los aviones. Voy en avión por Julie, para que no se le haga el viaje tan largo, pero al volver no me importa conducir cuatro horas con tal de no tener que subir en un avión de nuevo.
–Me sigue pareciendo una idiotez. Puedes tomar calmantes para… –y me cansé de que siempre quisiera llevarme la contraria:
–Mira, –le interrumpí, me di la vuelta de golpe y le dediqué una mirada envenenada. –Volveremos en coche porque me da la gana, y además, ¿a ti qué más te da, si no vas a venir?
Harry cogió a la niña en brazos, se levantó y la sentó en la silla de al lado. Después me miró con seriedad.
–Haz lo que quieras. Enviaré a alguien de la empresa para que lleve tu maldito coche a West Lane, así que dame las llaves –me exigió con los dientes apretados. –Julie, termina rápido, hoy te llevaré yo al colegio.
–No es necesario, ya puedo llevarla…
– ¡He dicho que la llevo yo! –gritó él, y sin decir nada más salió de la cocina hecho una furia.
Miré a Julie, que continuaba con la cabeza gacha, y yo maldije interiormente a Harry. Por su culpa nuestra hija tenía que presenciar siempre todas nuestras discusiones, y ésa era otra de las razones por las que lo aborrecía tanto en ocasiones. Me acerqué a ella y le acaricié el cabello con suavidad.
– ¿Ya has terminado? –le pregunté cuando se levantó de la silla con lentitud.
–Sí… –respondió, y sorbió por la nariz mientras se pasaba una mano por los ojos.
–No llores, cielo. No pasa nada –me agaché delante de ella y la abracé con fuerza. Me devolvió el abrazo y nos quedamos un rato así, sin decir nada, mientras consolaba a mi hija y ella se dejaba consolar.
Un par de horas después me encontraba sentada en mi despacho, ojeando catálogos de moda y revisando los últimos diseños que habían llegado, pero no estaba concentrada. No hacía más que pensar en la discusión que tuve con Harry la noche anterior. Al final, y después de todo, íbamos a divorciarnos. Sabía que era lo mejor que podíamos hacer después de todas las peleas y las riñas, pero aún así se me hacía difícil aceptarlo. Nuestra hija merecía vivir en un ambiente tranquilo, sin tener que escuchar día sí y día también cómo discutían sus padres, pero sabía que le costaría comprenderlo. No entendería por qué sus padres dejaban de vivir juntos, dejaban de hablarse, e incluso dejaban de verse.
La puerta de mi despacho se abrió casi de golpe, y yo me sobresalté, perdiendo el hilo de mis pensamientos.
–Lo siento, preciosa. No quería asustarte –Nathan entró con unos cuantos catálogos en sus manos y los dejó en mi mesa. – ¿Cómo estás hoy?
–Como siempre –respondí escuetamente a la vez que estiraba los brazos y bostezaba.
– ¿Has pasado una buena noche? –me preguntó mientras se colocaba detrás de mí y me masajeaba los hombros suavemente.
–No ha sido una de las mejores, si quieres que te diga la verdad.
– ¿Discutiste con Harry?
Asentí en silencio y cerré los ojos, sintiéndome algo mejor gracias a su masaje.
–Lo nuestro no tiene ningún futuro –murmuré más para mí que para Nathan, pero él me escuchó de todas formas.
–Me sabe mal por ti, pero sobretodo por vuestra hija.
–A mí también. Ella es quien lo va a pasar peor, porque no va a comprender nada. ¿Cómo le vamos a decir a una niña de cuatro años que sus padres ya no se quieren? –pregunté, sintiendo cómo se me llenaban los ojos de lágrimas.
Nathan se colocó delante de mí y se agachó un poco para quedar a mi altura.
–______, nada de lo que está ocurriendo es culpa tuya. Espero que lo sepas.
–Es culpa de los dos. No hemos podido mantener nuestra relación a flote y se ha desgastado…
–No. Tú has hecho lo que has podido, en cambio, Harry dejó de prestaros atención hace mucho tiempo. Y eso es lo último que mereces, _____.
Me quedé callada. Sabía lo que Nathan sentía por mí, y a pesar de que me encantaría corresponderle, no lo hacía. Sí que me gustaba, eso no podía negarlo, pues era un hombre muy atractivo físicamente, y como persona jamás me había fallado. Pero no estaba enamorada de él.
–No lo sé, Nathan … pero tampoco me apetece hablar del tema ni pensar en él. Si sigo haciéndolo, me volveré loca.
–En ese caso… ¿qué te parece si vamos a ver cómo van los diseños de la nueva temporada? Eleanor me ha dicho que ya casi los tienen acabados.
–Me encantaría –le respondí con una amplia sonrisa, agradeciendo que me diera un respiro. Me puse en pie y Nathan me tendió el brazo. Lo tomé entre risas y ambos salimos de mi despacho olvidando ese tema que tanto me atormentaba.
.
.Narra Harry
Después de dejar a Julie en el colegio, me dirigí hacia el bufete. Aquel día tenía que preparar los dos juicios que tenía la semana siguiente, y a pesar de que ya me los sabía casi de memoria, el trabajo era lo único que me ayudaba a olvidar la asquerosa situación que me esperaba en casa.
Cuando entré en el edificio, apenas saludé a nadie, simplemente caminé a paso ligero, deseando encerrarme en mi despacho y enfrascarme en los casos. Pero no pude hacerlo. Nada más entrar en el despacho, me encontré a María apoyada en la mesa. Me dedicó una sonrisa coqueta y, cuando cerré la puerta a mis espaldas, casi se arrojó a mis brazos.
–Buenos días –me saludó justo antes de darme un beso en los labios que no correspondí. No tenía ganas ni tiempo para ella.
–María, tengo mucho trabajo.
–Ya lo sé, sólo quería saludarte… –respiré hondo y me senté detrás del escritorio, dispuesto a empezar con lo mío. –Este fin de semana… Lo vamos a pasar juntos, ¿verdad?
–No lo sé.
–Me dijiste que sí. Que tu mujer y tu hija se iban a no sé dónde, y que pasarías el fin de semana conmigo.
–Es cierto –me acordé en aquel mismo momento de lo que tenía que hacer. –Necesito que alguien lleve el coche de _____ hasta West Lane .
– ¿Qué? –me preguntó María como si no hubiera escuchado nada de lo que acababa de decirle.
–Que le encargues a alguien que lleve el coche de_____ hasta West Lane. Irán en avión, pero volverán en coche.
– ¿Tiene ganas de pasar cuatro horas conduciendo? –preguntó María con burla.
–Eso parece. He intentado disuadirla, pero está de un humor de perros.
María se acercó a mí y me acarició sugerentemente el cuello.
–Pobrecito… Parece que necesitas que alguien te comprenda… – se inclinó con la intención de volver a besarme, pero la detuve antes de que lo hiciera:
–María, no estoy de humor –saqué las llaves del coche de ____ de mi bolsillo y se las tendí. –Por favor, márchate y haz lo que te he pedido. Tengo mucho trabajo.
Cogió las llaves de malas maneras y se alejó de mí, enfadada.
–Como quieras. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.
Lo sabía perfectamente. ¿Cómo no iba a saberlo, si era mi secretaria? Cuando salió de mi despacho, volví a respirar hondo y me dispuse a comenzar con los juicios antes de que terminara de volverme loco de verdad.
Narra ______
Abrí los ojos un segundo antes de que el despertador comenzara a sonar, y estiré el brazo con pereza para detenerlo. Cuando me moví para sentarme en la cama, me percaté de que Harry aún no se había levantado, por lo que lo hice yo antes que él y me encerré en el cuarto de baño. Me di una ducha rápida y terminé de despertarme por completo, así que cuando salí, me vestí y me maquillé como siempre. Salí de la habitación y escuché ruido proveniente de la cocina, por lo que supuse que Harry estaba preparando el desayuno. Me dirigí a la habitación de Julie y levanté la persiana intentando hacer algo de ruido para que mi hija fuera despertándose. Podía ser una niña muy traviesa, pero le costaba mucho despertarse para ir al colegio. En cambio, los fines de semana, a las ocho ya estaba dando guerra. Era algo que jamás comprendería.
Me acerqué a la cama y me senté en uno de los lados.
–Despierta, Bella Durmiente –le dije en voz baja a la vez que le hacía cosquillas.
–No –musitó tapándose la cabeza con la sábana, y a mí me dio la risa tonta. –Tengo sueño.
–Y yo también, pero mami tiene que ir a trabajar y tú tienes que ir al colegio.
–No quiero –se destapó un poco y me hizo un puchero, pero yo no me ablandé.
–Pero tienes que ir. ¡Mañana ya es el último día de clase antes de las vacaciones! Así que tienes que empezar a despedirte de tus amigos, ¿o es que no quieres despedirte de ellos?
Negó lentamente con la cabeza, pero sonrió, y yo supe por qué. Eso de las vacaciones le había gustado.
– ¿Iremos de vacaciones? –me preguntó mientras se destapaba y estiraba los brazos hacia mí para que la cogiera. Lo hice, pero tardé un poco en responder porque no sabía qué decirle.
–Claro, ya veremos lo que hacemos. Pero antes de eso, hay que ir al colegio. ¿Vamos a lavarte la carita?
Asintió con rapidez y corrió hasta el cuarto de baño. Cuando estuvo peinada y vestida, las dos bajamos hasta la cocina, donde encontramos a Harry sentado en la mesa con un café delante de él.
– ¡Papi! –gritó Julie, y corrió hasta su padre, que la cogió, le dio unos cuantos besos en los mofletes y la sentó en su regazo.
–Buenos días, princesa. ¿Has dormido bien? –le preguntó con una amplia sonrisa. Yo no dije nada, simplemente me puse a prepararle el desayuno a Julie y de paso un café para mí.
– ¡Sí! ¿Sabes que mañana es el último día de colegio? –inquirió ella con entusiasmo, y yo sonreí internamente, pero dejé de hacerlo un segundo después, cuando recordé la amarga discusión que tuvimos Harry y yo la noche anterior.
–Claro que sí. ¿Estás contenta?
–Mucho, pero voy a echar de menos a mis amigos…
–Bueno, seguro que os veréis este verano.
En aquel momento se terminó de calentar la leche de Julie, así que saqué el vaso del microondas, se lo puse en la mesa y le acerqué los cereales y las galletas.
–Julie, recuerdas lo que vamos a hacer este fin de semana, ¿verdad? –tuve la necesidad de preguntar en aquel momento.
– ¡Sí! ¡Vamos a ver a Carly! –gritó alzando los brazos con emoción.
–Eso es, y también veremos a Zayn y a Perrie –le recordé.
Teníamos planeado aquel fin de semana desde hacía meses. Zayn y Perrie habían sido nuestros mejores amigos desde siempre, pero cuando se casaron cuatro años atrás, decidieron irse a vivir a West Lane, Bradford. Hacía dos años que no los veíamos, pero hablábamos frecuentemente por teléfono, y también nos comunicábamos a través de Internet, pero no era lo mismo. Julie y Carly , la hija de Zayn y Perrie, se llevaban la mar de bien, y se conocían desde que eran bebés, a pesar de que Carly era un año mayor que Julie. Por eso mi hija estaba tan emocionada con la idea de ir a visitar a su amiga.
–Papi, tú también vas a venir, ¿verdad? –le preguntó Julie a Harry mientras mojaba una galleta en la leche que le había preparado.
–No puedo, nena. Tengo mucho trabajo.
Qué raro. Harry tenía trabajo. Yo ya sabía que no iba a venir con nosotras, pero no había querido decirle nada a nuestra hija para no entristecerla. Por desgracia, Harry no había tenido la delicadeza de pensar en eso.
–Pero… yo quiero que vengas…
–Y a mí me gustaría mucho ir, pero no puedo.
–Julie, iremos tú y yo y nos lo pasaremos muy bien –intenté animar a la niña guiñándole un ojo, pero no funcionó, porque agachó la cabeza y continuó desayunando en silencio.
– ¿Iréis en avión, al final? –me preguntó Harry , y yo apuré mi taza de café y me levanté para dejarla en el fregadero y así no tener que mirarle a la cara mientras le hablaba.
–Sí, pero volveremos en coche.
–Es una tontería. En avión tardáis media hora, y en coche cuatro horas.
–Ya lo sé, Harry –respondí con los dientes apretados. –Pero no sé si recuerdas que odio los aviones. Voy en avión por Julie, para que no se le haga el viaje tan largo, pero al volver no me importa conducir cuatro horas con tal de no tener que subir en un avión de nuevo.
–Me sigue pareciendo una idiotez. Puedes tomar calmantes para… –y me cansé de que siempre quisiera llevarme la contraria:
–Mira, –le interrumpí, me di la vuelta de golpe y le dediqué una mirada envenenada. –Volveremos en coche porque me da la gana, y además, ¿a ti qué más te da, si no vas a venir?
Harry cogió a la niña en brazos, se levantó y la sentó en la silla de al lado. Después me miró con seriedad.
–Haz lo que quieras. Enviaré a alguien de la empresa para que lleve tu maldito coche a West Lane, así que dame las llaves –me exigió con los dientes apretados. –Julie, termina rápido, hoy te llevaré yo al colegio.
–No es necesario, ya puedo llevarla…
– ¡He dicho que la llevo yo! –gritó él, y sin decir nada más salió de la cocina hecho una furia.
Miré a Julie, que continuaba con la cabeza gacha, y yo maldije interiormente a Harry. Por su culpa nuestra hija tenía que presenciar siempre todas nuestras discusiones, y ésa era otra de las razones por las que lo aborrecía tanto en ocasiones. Me acerqué a ella y le acaricié el cabello con suavidad.
– ¿Ya has terminado? –le pregunté cuando se levantó de la silla con lentitud.
–Sí… –respondió, y sorbió por la nariz mientras se pasaba una mano por los ojos.
–No llores, cielo. No pasa nada –me agaché delante de ella y la abracé con fuerza. Me devolvió el abrazo y nos quedamos un rato así, sin decir nada, mientras consolaba a mi hija y ella se dejaba consolar.
Un par de horas después me encontraba sentada en mi despacho, ojeando catálogos de moda y revisando los últimos diseños que habían llegado, pero no estaba concentrada. No hacía más que pensar en la discusión que tuve con Harry la noche anterior. Al final, y después de todo, íbamos a divorciarnos. Sabía que era lo mejor que podíamos hacer después de todas las peleas y las riñas, pero aún así se me hacía difícil aceptarlo. Nuestra hija merecía vivir en un ambiente tranquilo, sin tener que escuchar día sí y día también cómo discutían sus padres, pero sabía que le costaría comprenderlo. No entendería por qué sus padres dejaban de vivir juntos, dejaban de hablarse, e incluso dejaban de verse.
La puerta de mi despacho se abrió casi de golpe, y yo me sobresalté, perdiendo el hilo de mis pensamientos.
–Lo siento, preciosa. No quería asustarte –Nathan entró con unos cuantos catálogos en sus manos y los dejó en mi mesa. – ¿Cómo estás hoy?
–Como siempre –respondí escuetamente a la vez que estiraba los brazos y bostezaba.
– ¿Has pasado una buena noche? –me preguntó mientras se colocaba detrás de mí y me masajeaba los hombros suavemente.
–No ha sido una de las mejores, si quieres que te diga la verdad.
– ¿Discutiste con Harry?
Asentí en silencio y cerré los ojos, sintiéndome algo mejor gracias a su masaje.
–Lo nuestro no tiene ningún futuro –murmuré más para mí que para Nathan, pero él me escuchó de todas formas.
–Me sabe mal por ti, pero sobretodo por vuestra hija.
–A mí también. Ella es quien lo va a pasar peor, porque no va a comprender nada. ¿Cómo le vamos a decir a una niña de cuatro años que sus padres ya no se quieren? –pregunté, sintiendo cómo se me llenaban los ojos de lágrimas.
Nathan se colocó delante de mí y se agachó un poco para quedar a mi altura.
–______, nada de lo que está ocurriendo es culpa tuya. Espero que lo sepas.
–Es culpa de los dos. No hemos podido mantener nuestra relación a flote y se ha desgastado…
–No. Tú has hecho lo que has podido, en cambio, Harry dejó de prestaros atención hace mucho tiempo. Y eso es lo último que mereces, _____.
Me quedé callada. Sabía lo que Nathan sentía por mí, y a pesar de que me encantaría corresponderle, no lo hacía. Sí que me gustaba, eso no podía negarlo, pues era un hombre muy atractivo físicamente, y como persona jamás me había fallado. Pero no estaba enamorada de él.
–No lo sé, Nathan … pero tampoco me apetece hablar del tema ni pensar en él. Si sigo haciéndolo, me volveré loca.
–En ese caso… ¿qué te parece si vamos a ver cómo van los diseños de la nueva temporada? Eleanor me ha dicho que ya casi los tienen acabados.
–Me encantaría –le respondí con una amplia sonrisa, agradeciendo que me diera un respiro. Me puse en pie y Nathan me tendió el brazo. Lo tomé entre risas y ambos salimos de mi despacho olvidando ese tema que tanto me atormentaba.
.
.Narra Harry
Después de dejar a Julie en el colegio, me dirigí hacia el bufete. Aquel día tenía que preparar los dos juicios que tenía la semana siguiente, y a pesar de que ya me los sabía casi de memoria, el trabajo era lo único que me ayudaba a olvidar la asquerosa situación que me esperaba en casa.
Cuando entré en el edificio, apenas saludé a nadie, simplemente caminé a paso ligero, deseando encerrarme en mi despacho y enfrascarme en los casos. Pero no pude hacerlo. Nada más entrar en el despacho, me encontré a María apoyada en la mesa. Me dedicó una sonrisa coqueta y, cuando cerré la puerta a mis espaldas, casi se arrojó a mis brazos.
–Buenos días –me saludó justo antes de darme un beso en los labios que no correspondí. No tenía ganas ni tiempo para ella.
–María, tengo mucho trabajo.
–Ya lo sé, sólo quería saludarte… –respiré hondo y me senté detrás del escritorio, dispuesto a empezar con lo mío. –Este fin de semana… Lo vamos a pasar juntos, ¿verdad?
–No lo sé.
–Me dijiste que sí. Que tu mujer y tu hija se iban a no sé dónde, y que pasarías el fin de semana conmigo.
–Es cierto –me acordé en aquel mismo momento de lo que tenía que hacer. –Necesito que alguien lleve el coche de _____ hasta West Lane .
– ¿Qué? –me preguntó María como si no hubiera escuchado nada de lo que acababa de decirle.
–Que le encargues a alguien que lleve el coche de_____ hasta West Lane. Irán en avión, pero volverán en coche.
– ¿Tiene ganas de pasar cuatro horas conduciendo? –preguntó María con burla.
–Eso parece. He intentado disuadirla, pero está de un humor de perros.
María se acercó a mí y me acarició sugerentemente el cuello.
–Pobrecito… Parece que necesitas que alguien te comprenda… – se inclinó con la intención de volver a besarme, pero la detuve antes de que lo hiciera:
–María, no estoy de humor –saqué las llaves del coche de ____ de mi bolsillo y se las tendí. –Por favor, márchate y haz lo que te he pedido. Tengo mucho trabajo.
Cogió las llaves de malas maneras y se alejó de mí, enfadada.
–Como quieras. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.
Lo sabía perfectamente. ¿Cómo no iba a saberlo, si era mi secretaria? Cuando salió de mi despacho, volví a respirar hondo y me dispuse a comenzar con los juicios antes de que terminara de volverme loco de verdad.
JACKI1D
capitulo 2
Capítulo 2-
NARRA HARRY
Me desconcentré en el momento en que sentí que llamaban a la puerta de mi despacho. Me pasé una mano por el rostro y respiré hondo antes de hablar:
–Adelante.
La puerta se abrió un segundo después, y pude ver a María entrando en la sala. Durante un segundo tuve la necesidad de rodar los ojos, pero me contuve porque sabía que si lo hacía, me pediría mil y una explicaciones, y no tenía ganas de hablar. En el fondo era una buena chica, pero demasiado insistente y algo vulgar para mi gusto.
–Hola, guapo –me saludó con una sonrisa sugerente. También era un tanto bipolar, porque hacía escasamente una hora que la había "echado" de malas maneras de mi despacho despreciando sus arrumacos, y en aquel momento no parecía enfadada. – ¿Estás más relajado?
–No demasiado –respondí, esperando que entendiera la indirecta.
–Tranquilo, no vengo a molestarte, sólo necesito hacerte una pregunta.
–Tú dirás.
Caminó hasta que estuvo a mi lado, y se sentó encima del escritorio con las piernas cruzadas. Estaba claro que quería que me fijara en lo corta que era la falda que llevaba y en las largas piernas que poseía. No pude evitar hacerlo por el rabillo del ojo, y después, cuando me percaté de lo que acababa de hacer, me golpeé mentalmente. Realmente me estaba volviendo loco.
–Pues he hablado con Max, y le he encargado a él que lleve el coche de ______ hasta West Lane, pero no he sabido decirle cuándo. No sé si quieres que vaya esta tarde, o puedes esperar hasta mañana…
–____ y Julie cogerán el avión el sábado temprano, así que estaría bien que Max llevara el coche mañana.
–Muy bien. Se lo diré.
–Sí, y dile también que he llamado al aeropuerto de West Lane y que le he comprado un billete de vuelta a Holmes Chapel.
– ¿Le vas a pagar el viaje de regreso? –me preguntó María, sorprendida.
–Claro, es lo mínimo que puedo hacer después de que el pobre tenga que pasarse más de cuatro horas en la carretera para hacerle un favor a mi esposa.
–Qué generoso eres, Harry –me halagó ella con voz zalamera.
–Sólo tiene que ir a la taquilla y decir que va de mi parte. Le entregarán el billete y podrá tomar el avión de vuelta –obvié la respuesta de María deliberadamente a la vez que intentaba entender por qué usaba mi diminutivo.
–Está bien.
– ¿Necesitas algo más?
–No… bueno, sí. ¿Te gusta la comida china?
La observé fijamente y parpadeé seguidamente, sin comprender de qué me hablaba.
– ¿A qué viene esa pregunta?
–He pensado en pedir comida china para el sábado, ¿te parece bien?
Y dale con el tema. Estaba claro que no se cansaba de insistir.
–María, ya te he dicho que no sé si podremos vernos este fin de semana.
–Me lo prometiste, Harry.
–Tengo mucho trabajo que hacer.
–Lo podemos hacer juntos –se levantó del escritorio y se inclinó hasta que su rostro estuvo a escasos milímetros del mío. –Sabes que estoy ansiosa por ayudarte –y sin que lo viera venir, me besó con ganas, como hacía tiempo que nadie me besaba. Durante un segundo le correspondí, pero después me alejé de ella, pensando que me sentiría como una basura. No fue así, porque simplemente no sentí nada.
Vi a María salir del despacho con demasiada tranquilidad, y yo me quedé sentado, inmóvil, intentando comprender cuándo me había convertido en un hombre de piedra.
.
.
NARRA _____
Aquella tarde salí de trabajar un poco antes para ir a buscar a Julie al colegio, y fue cuando la recogí cuando empecé a preocuparme. Todavía continuaba cabizbaja y desanimada, y eso no me gustaba nada. No podía ser que una niña de cuatro años no sonriera, ni gritara, ni jugara. Por ese motivo, cuando llegamos a casa, me puse a jugar a las casitas con ella. Me costó mucho hacerla hablar, pero cuando lo conseguí, no paró. Volvió a ser la niña alegre de siempre, aunque yo sabía que había algo que la preocupaba. Aún así, estuvimos más de dos horas jugando, y me di cuenta de que había olvidado lo divertido que era jugar con ella.
–Mami –me llamó Julie cuando dejamos de jugar un rato para descansar.
Nos habíamos quedado sentadas en el suelo de su habitación, y yo aún sujetaba una muñeca entre mis manos.
–Dime, nena.
Se quedó callada unos segundos, como si le diera vergüenza preguntar lo que quería saber.
– ¿Papi ya no me quiere?
Se me rompió el corazón al escucharla, y tuve que hacer un gran esfuerzo para no ponerme a llorar delante de ella.
–Claro que te quiere. Sabes que tu padre te quiere muchísimo –respondí dejando la muñeca en el suelo y acercándome hasta Julie, que se encontraba al otro lado de la casita de muñecas. Me coloqué a su lado, la cogí en brazos y la senté en mi regazo.
–Entonces… ¿me he portado mal? –inquirió de nuevo, mirándome fijamente con esos ojos grises que tenía.
–No, no te has portado mal. ¿Por qué lo preguntas?
–Porque papi parece enfadado, y se enfada cuando me porto mal –hizo un puchero que logró retorcerme el corazón, y escondí el rostro en su cabello rubio durante unos segundos para recomponerme.
Era eso lo que le pasaba. Había pasado todo el día triste porque pensaba que su padre no la quería y que estaba enfadado con ella.
–No, cariño. Papi no está enfadado contigo. Sabes que papá te regaña a veces, pero nunca va a dejar de quererte. ¿Lo entiendes?
Asintió en silencio y levantó la cabeza para mirarme otra vez.
–Entonces ¿qué le pasa? ¿Está enfadado contigo?
No supe qué decirle.
–Julie… los papás y las mamás discuten a veces.
–Pero ya nunca se dan besitos como antes, y tampoco te da abrazos de oso como los que me da el tío louis. ¿Por qué?
Me mordí el labio, maldiciendo el hecho de que mi hija fuera tan observadora, y estuve a punto de saltar de felicidad cuando escuché el sonido del teléfono. Dejé a Julie sentada en el suelo de nuevo y me levanté casi corriendo.
–Un segundo, Julie. Voy a contestar al teléfono –salí de la habitación de mi hija y bajé las escaleras a paso ligero, hasta que llegué al salón y contesté al teléfono en el último segundo. – ¿Diga?
– ¿_____?
–Sí, ¿quién llama?
– ¿Ya te has olvidado del sonido de mi voz? Muy mal.
Sonreí cuando supe de quién se trataba.
–Jamás podría olvidar cómo suena tu voz, Zayn. ¿Cómo estás?
–Bien, por aquí todos estamos bien. ¿Y vosotros qué tal?
Ellos no sabían nada de la horrible situación por la que estábamos pasando Harry y yo, y supuse que no era buena idea mencionarlo por teléfono y con Julie pululando a mi alrededor. Porque sí, mi hija había venido detrás de mí y se había colocado a mi lado, observándome con atención.
– ¡Carly! –gritó, haciéndome sonreír. Me coloqué un dedo delante de los labios, indicándole que no gritara.
–Bien, creo que ya has oído a Julie – en parte, agradecí no tener que responder a la pregunta de Zayn de forma más profunda.
–Como para no oírla. Vuestra hija tiene buenos pulmones –dijo él, y yo no pude evitar reírme. –Os esperamos este fin de semana, ¿verdad?
–Por supuesto. Julie y yo estamos ansiosas por veros.
– ¿Eso significa que Harry no lo está? Y yo que pensaba que me quería…
Carraspeé con algo de incomodidad, y supe que no podía retrasarlo más:
–Harry no va a acompañarnos, Zayn.
– ¡Mami! ¡Carly! ¡Quiero hablar con ella!
–Un momento, Julie –le pedí, empezando a ponerme nerviosa.
– ¿Cómo que no? Hace años que no nos vemos. No puede hacerme esto – escuché la voz molesta de Zayn al otro lado de la línea.
–Tiene mucho trabajo, y últimamente no está… no estamos de muy buen humor.
–Eso no suena demasiado bien… Pero _____, comprendo que tenga trabajo. Yo también lo tengo, y tú también. Todos lo tenemos, pero no hay nada de malo en dejarlo de lado un día para pasar tiempo con nuestros amigos. Tienes que obligarle a venir.
–Sé que no le voy a convencer.
– ¡Claro que sí! ¡Si lleva comiendo de la palma de tu mano desde el instituto!
Tuve ganas de decirle que aquello no era así y que no volvería a serlo, pero me contuve cuando vi que Julie se estaba poniendo nerviosa.
–Haré lo que pueda.
–Genial. Y dile de paso que si se niega, me lo dirás e iré a buscarlo a Holmes Chapel para arrastrarlo por los pelos hasta West Lane. ¿Ves qué fácil?
–Sí… –ojalá fuera tan sencillo. –Oye, dile a Carly que se ponga, que Julie quiere hablar con ella.
En aquel momento escuché el ruido de la puerta principal abrirse y cerrarse, y fruncí el ceño. ¿Harry ya estaba en casa?
–De acuerdo. Mañana te llamará Perrie para que le digas la hora a la que llegaras y ultimén detalles, ¿vale?
–Muy bien. Hasta mañana, pues –le hice una seña a Julie para que se acercara y cogiera el teléfono, y no había dado dos pasos fuera de la habitación cuando escuché su grito de emoción:
– ¡Carly!
Sonreí y negué lentamente con la cabeza mientras me dirigía al vestíbulo para ver si realmente Harry estaba en casa. Nada más salir del salón me topé de golpe con él, y casi salté hacia atrás por el susto. Aparte de eso, me fijé en que se había quitado la chaqueta y también la corbata.
–Hola –murmuró, casi tan sorprendido como yo.
– ¿Qué haces aquí tan temprano? –no pude evitar preguntarle.
–He salido antes del bufete. ¿Ya habéis cenado? –preguntó, observando a Julie por encima de mi hombro.
–No, ahora iba a ponerme con la cena.
Asintió en silencio y luego volvió a mirarme.
– ¿Con quién habla? –inquirió, señalando con la cabeza a nuestra hija.
–Con Carly. Ha llamado Zayn para que le confirmáramos lo del viaje –mientras hablaba, comencé a caminar hacia la cocina.
–Uno de mis empleados llevará mañana tu coche hasta West Lane –me explicó Harry yendo detrás de mí, y tuve la necesidad de adelantar el paso sólo para alejarme de él.
–Muy bien –fue mi escueta respuesta.
Harry no dijo nada más, y como yo tampoco lo hice, se dio la vuelta y salió de la cocina. Fui capaz de escuchar el grito de Julie cuando vio a su padre, y supuse que ya había dejado de hablar con su amiga.
Me apoyé en la encimera, respiré hondo y, durante un segundo, me perdí en mis pensamientos. No supe por qué, pero recordé los momentos que solíamos pasar Harry y yo al inicio de nuestro matrimonio, cuando él llegaba a casa por las noches y me encontraba haciendo la cena. Solía acercarse a mí y abrazarme por detrás a la vez que me daba un beso en el cuello, y yo sonreía como una tonta, estando segura de que aquello sería siempre así. Aquellos días nunca cenábamos, porque una cosa llevaba a la otra, y terminábamos besándonos y acariciándonos en el sofá, o incluso en el suelo, hasta la mañana siguiente.
Abrí uno de los armarios de la cocina y saqué una cebolla. Después cogí un cuchillo y comencé a picar la hortaliza, notando que me picaban y se me humedecían los ojos. Sin querer hacerlo, continué recordando. Cuando nació Julie, fuimos la familia perfecta. Tuve un buen embarazo, Harry estuvo conmigo siempre, en los buenos y en los malos momentos, y cuando al fin tuvimos a nuestra hija con nosotros, simplemente nuestro amor creció, pero no se hizo más fuerte. Y esa asquerosa perfección debería de haberme avisado de que no siempre sería todo así, de que tarde o temprano algo se rompería y jamás volvería a arreglarse.
– ¿Mami? –la voz de Julie me devolvió a la realidad de golpe, sobresaltándome. –Tengo hambre.
Entonces fue cuando me di cuenta de que estaba llorando, por lo que me apresuré a limpiarme las lágrimas con el dorso de la mano.
–No tardaremos en cenar, Julie.
– ¿Qué pasa? –preguntó ella mirándome fijamente.
–Nada. ¿Qué tendría que pasar? –intenté disimular, pero supe que no funcionó.
– ¿Por qué lloras, mami?
–No es nada, cielo. Es por culpa de la cebolla –mentí descaradamente mientras fingía una amplia sonrisa. – ¿Por qué no vas a lavarte las manos? –Julie asintió en silencio, se dio la vuelta y salió de la cocina arrastrando los pies.
No podíamos seguir así, eso estaba claro, pero dejé de pensar en mi desgracia y continué cocinando. Durante la cena, ni Harry ni yo abrimos la boca para decirnos nada. Simplemente nos limitamos a contestarle a Julie, que no dejaba de hablar y de preguntar cosas sobre el verano y sobre Carly. Agradecí mucho su parloteo, porque me ayudaba a no pensar en lo estúpida que era. Cuando terminamos de cenar, Harry se empeñó en contarle un cuento a su hija, cosa que no hacía desde hacía meses, pero que a Julie le encantó. Así que yo fui a fregar los platos, pensando en la conversación que había tenido con Zayn. No quería, pero tenía que convencer a Harry de que nos acompañara a West Lane. Y eso me dispuse a hacer cuando vi que bajaba las escaleras.
– ¿Podemos hablar un segundo? –casi lo abordé, sabiendo que si se encerraba en su despacho no podría hablar con él.
– ¿Hablar o discutir? –preguntó como un imbécil, y a mí me dieron ganas de girarle la cara de un guantazo. Pensé que tenía que hacer aquello por Julie, así que me mordí la lengua.
–Si te parece bien, sólo hablar.
–De acuerdo –caminó hasta el salón, y yo hice lo mismo, cerrando la puerta a mis espaldas. –Tú dirás.
No me anduve con rodeos:
–Tienes que venir a West Lane con nosotras.
– ¿Es una orden?
–Es una petición –expliqué con los dientes apretados. ¿Por qué siempre tenía que cuestionarlo todo?
–Ya te dije que no puedo, porque…
–Sí, porque tienes mucho trabajo, pero es la última oportunidad que tenemos para viajar los tres juntos. Ya sé que no quieres venir por mí, pero hazlo por Julie, al menos.
Se quedó callado, mirándome fijamente, como si no comprendiera lo que le estaba diciendo.
– ¿Por Julie?
–Sí. Cree que ya no la quieres, e incluso piensa que estás disgustado con ella.
– ¿De qué estás hablando?
Suspiré y me dispuse a decirle la verdad, asegurándome a mí misma que todo aquello merecería la pena porque sería lo mejor para nuestra hija.
–Me lo ha dicho esta tarde. Como últimamente no dejamos de discutir y apenas nos hablamos, ella cree que ya no la quieres o que estás enfadado con ella.
Harry parpadeó seguidamente, estupefacto.
– ¿Eso te ha dicho?
–Más o menos, sí. Yo le he dicho que no estás enfadado con ella y que por supuesto no has dejado de quererla, pero nuestra hija no es tonta, Harry . Sabe que algo va mal, y yo no quiero que sea infeliz por nuestra culpa, y mucho menos que crea que nuestros problemas son por ella.
–Es que no lo son.
–Claro que no. Tú lo sabes y yo lo sé, pero ella no. Por eso te pido que vengas con nosotros a West Lane. Julie necesita pasar tiempo contigo para que vea que todo sigue como antes entre vosotros, y también sé que tú necesitas pasar tiempo con ella.
Harry cerró los ojos un momento y a continuación volvió a abrirlos.
–_____…
– ¡No te pido que hagas esto por mí! ¡Hazlo por ella! –alcé la voz cuando me percaté de que iba a negarse de nuevo. –Sólo tienes que dejar el trabajo un día, Harry. Un mísero día. No se va a hundir el bufete si faltas el sábado. Y creo que Julie te necesita más que tu empresa –le solté, deseando que se diera cuenta de lo que le estaba pidiendo.
–Está bien –accedió al fin, sorprendiéndome. – las acompañaré.
Asentí lentamente, empezando a sentirme algo mejor.
–Zayn también tiene ganas de verte.
–Yo también tengo ganas de verle a él… Bueno, a todos, en realidad –dijo en voz baja. –Me irá bien salir de la ciudad durante un par de días –murmuró más para él que para mí, pero asentí de todas maneras.
Nos quedamos de pie en medio del salón, sin decirnos nada y sin mirarnos. O al menos yo no lo hacía, pero podía sentir que Harry sí me estaba mirando. Levanté la cabeza y encontré sus ojos fijos en mí, cosa que, incomprensiblemente, me puso nerviosa. Un segundo después pude ver que, de forma apenas imperceptible, Harry dio un paso hacia delante, como si quisiera acercarse a mí, pero yo no quise aceptarlo y me moví hacia atrás casi de golpe, chocándome con la mesita que había tras de mí. El choque sólo logró sobresaltarme más, así que me moví con rapidez, abriendo la puerta del salón.
–Me voy ya a dormir. Buenas noches –dije atropelladamente, y sin esperar ninguna respuesta, salí de la habitación y eché a correr escaleras arriba, buscando refugio como una cobarde.
si no hay lectoras la cancelare se que ahora no esta muy interesante pero es que la trama aun no inicia bien porfa comenten
NARRA HARRY
Me desconcentré en el momento en que sentí que llamaban a la puerta de mi despacho. Me pasé una mano por el rostro y respiré hondo antes de hablar:
–Adelante.
La puerta se abrió un segundo después, y pude ver a María entrando en la sala. Durante un segundo tuve la necesidad de rodar los ojos, pero me contuve porque sabía que si lo hacía, me pediría mil y una explicaciones, y no tenía ganas de hablar. En el fondo era una buena chica, pero demasiado insistente y algo vulgar para mi gusto.
–Hola, guapo –me saludó con una sonrisa sugerente. También era un tanto bipolar, porque hacía escasamente una hora que la había "echado" de malas maneras de mi despacho despreciando sus arrumacos, y en aquel momento no parecía enfadada. – ¿Estás más relajado?
–No demasiado –respondí, esperando que entendiera la indirecta.
–Tranquilo, no vengo a molestarte, sólo necesito hacerte una pregunta.
–Tú dirás.
Caminó hasta que estuvo a mi lado, y se sentó encima del escritorio con las piernas cruzadas. Estaba claro que quería que me fijara en lo corta que era la falda que llevaba y en las largas piernas que poseía. No pude evitar hacerlo por el rabillo del ojo, y después, cuando me percaté de lo que acababa de hacer, me golpeé mentalmente. Realmente me estaba volviendo loco.
–Pues he hablado con Max, y le he encargado a él que lleve el coche de ______ hasta West Lane, pero no he sabido decirle cuándo. No sé si quieres que vaya esta tarde, o puedes esperar hasta mañana…
–____ y Julie cogerán el avión el sábado temprano, así que estaría bien que Max llevara el coche mañana.
–Muy bien. Se lo diré.
–Sí, y dile también que he llamado al aeropuerto de West Lane y que le he comprado un billete de vuelta a Holmes Chapel.
– ¿Le vas a pagar el viaje de regreso? –me preguntó María, sorprendida.
–Claro, es lo mínimo que puedo hacer después de que el pobre tenga que pasarse más de cuatro horas en la carretera para hacerle un favor a mi esposa.
–Qué generoso eres, Harry –me halagó ella con voz zalamera.
–Sólo tiene que ir a la taquilla y decir que va de mi parte. Le entregarán el billete y podrá tomar el avión de vuelta –obvié la respuesta de María deliberadamente a la vez que intentaba entender por qué usaba mi diminutivo.
–Está bien.
– ¿Necesitas algo más?
–No… bueno, sí. ¿Te gusta la comida china?
La observé fijamente y parpadeé seguidamente, sin comprender de qué me hablaba.
– ¿A qué viene esa pregunta?
–He pensado en pedir comida china para el sábado, ¿te parece bien?
Y dale con el tema. Estaba claro que no se cansaba de insistir.
–María, ya te he dicho que no sé si podremos vernos este fin de semana.
–Me lo prometiste, Harry.
–Tengo mucho trabajo que hacer.
–Lo podemos hacer juntos –se levantó del escritorio y se inclinó hasta que su rostro estuvo a escasos milímetros del mío. –Sabes que estoy ansiosa por ayudarte –y sin que lo viera venir, me besó con ganas, como hacía tiempo que nadie me besaba. Durante un segundo le correspondí, pero después me alejé de ella, pensando que me sentiría como una basura. No fue así, porque simplemente no sentí nada.
Vi a María salir del despacho con demasiada tranquilidad, y yo me quedé sentado, inmóvil, intentando comprender cuándo me había convertido en un hombre de piedra.
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NARRA _____
Aquella tarde salí de trabajar un poco antes para ir a buscar a Julie al colegio, y fue cuando la recogí cuando empecé a preocuparme. Todavía continuaba cabizbaja y desanimada, y eso no me gustaba nada. No podía ser que una niña de cuatro años no sonriera, ni gritara, ni jugara. Por ese motivo, cuando llegamos a casa, me puse a jugar a las casitas con ella. Me costó mucho hacerla hablar, pero cuando lo conseguí, no paró. Volvió a ser la niña alegre de siempre, aunque yo sabía que había algo que la preocupaba. Aún así, estuvimos más de dos horas jugando, y me di cuenta de que había olvidado lo divertido que era jugar con ella.
–Mami –me llamó Julie cuando dejamos de jugar un rato para descansar.
Nos habíamos quedado sentadas en el suelo de su habitación, y yo aún sujetaba una muñeca entre mis manos.
–Dime, nena.
Se quedó callada unos segundos, como si le diera vergüenza preguntar lo que quería saber.
– ¿Papi ya no me quiere?
Se me rompió el corazón al escucharla, y tuve que hacer un gran esfuerzo para no ponerme a llorar delante de ella.
–Claro que te quiere. Sabes que tu padre te quiere muchísimo –respondí dejando la muñeca en el suelo y acercándome hasta Julie, que se encontraba al otro lado de la casita de muñecas. Me coloqué a su lado, la cogí en brazos y la senté en mi regazo.
–Entonces… ¿me he portado mal? –inquirió de nuevo, mirándome fijamente con esos ojos grises que tenía.
–No, no te has portado mal. ¿Por qué lo preguntas?
–Porque papi parece enfadado, y se enfada cuando me porto mal –hizo un puchero que logró retorcerme el corazón, y escondí el rostro en su cabello rubio durante unos segundos para recomponerme.
Era eso lo que le pasaba. Había pasado todo el día triste porque pensaba que su padre no la quería y que estaba enfadado con ella.
–No, cariño. Papi no está enfadado contigo. Sabes que papá te regaña a veces, pero nunca va a dejar de quererte. ¿Lo entiendes?
Asintió en silencio y levantó la cabeza para mirarme otra vez.
–Entonces ¿qué le pasa? ¿Está enfadado contigo?
No supe qué decirle.
–Julie… los papás y las mamás discuten a veces.
–Pero ya nunca se dan besitos como antes, y tampoco te da abrazos de oso como los que me da el tío louis. ¿Por qué?
Me mordí el labio, maldiciendo el hecho de que mi hija fuera tan observadora, y estuve a punto de saltar de felicidad cuando escuché el sonido del teléfono. Dejé a Julie sentada en el suelo de nuevo y me levanté casi corriendo.
–Un segundo, Julie. Voy a contestar al teléfono –salí de la habitación de mi hija y bajé las escaleras a paso ligero, hasta que llegué al salón y contesté al teléfono en el último segundo. – ¿Diga?
– ¿_____?
–Sí, ¿quién llama?
– ¿Ya te has olvidado del sonido de mi voz? Muy mal.
Sonreí cuando supe de quién se trataba.
–Jamás podría olvidar cómo suena tu voz, Zayn. ¿Cómo estás?
–Bien, por aquí todos estamos bien. ¿Y vosotros qué tal?
Ellos no sabían nada de la horrible situación por la que estábamos pasando Harry y yo, y supuse que no era buena idea mencionarlo por teléfono y con Julie pululando a mi alrededor. Porque sí, mi hija había venido detrás de mí y se había colocado a mi lado, observándome con atención.
– ¡Carly! –gritó, haciéndome sonreír. Me coloqué un dedo delante de los labios, indicándole que no gritara.
–Bien, creo que ya has oído a Julie – en parte, agradecí no tener que responder a la pregunta de Zayn de forma más profunda.
–Como para no oírla. Vuestra hija tiene buenos pulmones –dijo él, y yo no pude evitar reírme. –Os esperamos este fin de semana, ¿verdad?
–Por supuesto. Julie y yo estamos ansiosas por veros.
– ¿Eso significa que Harry no lo está? Y yo que pensaba que me quería…
Carraspeé con algo de incomodidad, y supe que no podía retrasarlo más:
–Harry no va a acompañarnos, Zayn.
– ¡Mami! ¡Carly! ¡Quiero hablar con ella!
–Un momento, Julie –le pedí, empezando a ponerme nerviosa.
– ¿Cómo que no? Hace años que no nos vemos. No puede hacerme esto – escuché la voz molesta de Zayn al otro lado de la línea.
–Tiene mucho trabajo, y últimamente no está… no estamos de muy buen humor.
–Eso no suena demasiado bien… Pero _____, comprendo que tenga trabajo. Yo también lo tengo, y tú también. Todos lo tenemos, pero no hay nada de malo en dejarlo de lado un día para pasar tiempo con nuestros amigos. Tienes que obligarle a venir.
–Sé que no le voy a convencer.
– ¡Claro que sí! ¡Si lleva comiendo de la palma de tu mano desde el instituto!
Tuve ganas de decirle que aquello no era así y que no volvería a serlo, pero me contuve cuando vi que Julie se estaba poniendo nerviosa.
–Haré lo que pueda.
–Genial. Y dile de paso que si se niega, me lo dirás e iré a buscarlo a Holmes Chapel para arrastrarlo por los pelos hasta West Lane. ¿Ves qué fácil?
–Sí… –ojalá fuera tan sencillo. –Oye, dile a Carly que se ponga, que Julie quiere hablar con ella.
En aquel momento escuché el ruido de la puerta principal abrirse y cerrarse, y fruncí el ceño. ¿Harry ya estaba en casa?
–De acuerdo. Mañana te llamará Perrie para que le digas la hora a la que llegaras y ultimén detalles, ¿vale?
–Muy bien. Hasta mañana, pues –le hice una seña a Julie para que se acercara y cogiera el teléfono, y no había dado dos pasos fuera de la habitación cuando escuché su grito de emoción:
– ¡Carly!
Sonreí y negué lentamente con la cabeza mientras me dirigía al vestíbulo para ver si realmente Harry estaba en casa. Nada más salir del salón me topé de golpe con él, y casi salté hacia atrás por el susto. Aparte de eso, me fijé en que se había quitado la chaqueta y también la corbata.
–Hola –murmuró, casi tan sorprendido como yo.
– ¿Qué haces aquí tan temprano? –no pude evitar preguntarle.
–He salido antes del bufete. ¿Ya habéis cenado? –preguntó, observando a Julie por encima de mi hombro.
–No, ahora iba a ponerme con la cena.
Asintió en silencio y luego volvió a mirarme.
– ¿Con quién habla? –inquirió, señalando con la cabeza a nuestra hija.
–Con Carly. Ha llamado Zayn para que le confirmáramos lo del viaje –mientras hablaba, comencé a caminar hacia la cocina.
–Uno de mis empleados llevará mañana tu coche hasta West Lane –me explicó Harry yendo detrás de mí, y tuve la necesidad de adelantar el paso sólo para alejarme de él.
–Muy bien –fue mi escueta respuesta.
Harry no dijo nada más, y como yo tampoco lo hice, se dio la vuelta y salió de la cocina. Fui capaz de escuchar el grito de Julie cuando vio a su padre, y supuse que ya había dejado de hablar con su amiga.
Me apoyé en la encimera, respiré hondo y, durante un segundo, me perdí en mis pensamientos. No supe por qué, pero recordé los momentos que solíamos pasar Harry y yo al inicio de nuestro matrimonio, cuando él llegaba a casa por las noches y me encontraba haciendo la cena. Solía acercarse a mí y abrazarme por detrás a la vez que me daba un beso en el cuello, y yo sonreía como una tonta, estando segura de que aquello sería siempre así. Aquellos días nunca cenábamos, porque una cosa llevaba a la otra, y terminábamos besándonos y acariciándonos en el sofá, o incluso en el suelo, hasta la mañana siguiente.
Abrí uno de los armarios de la cocina y saqué una cebolla. Después cogí un cuchillo y comencé a picar la hortaliza, notando que me picaban y se me humedecían los ojos. Sin querer hacerlo, continué recordando. Cuando nació Julie, fuimos la familia perfecta. Tuve un buen embarazo, Harry estuvo conmigo siempre, en los buenos y en los malos momentos, y cuando al fin tuvimos a nuestra hija con nosotros, simplemente nuestro amor creció, pero no se hizo más fuerte. Y esa asquerosa perfección debería de haberme avisado de que no siempre sería todo así, de que tarde o temprano algo se rompería y jamás volvería a arreglarse.
– ¿Mami? –la voz de Julie me devolvió a la realidad de golpe, sobresaltándome. –Tengo hambre.
Entonces fue cuando me di cuenta de que estaba llorando, por lo que me apresuré a limpiarme las lágrimas con el dorso de la mano.
–No tardaremos en cenar, Julie.
– ¿Qué pasa? –preguntó ella mirándome fijamente.
–Nada. ¿Qué tendría que pasar? –intenté disimular, pero supe que no funcionó.
– ¿Por qué lloras, mami?
–No es nada, cielo. Es por culpa de la cebolla –mentí descaradamente mientras fingía una amplia sonrisa. – ¿Por qué no vas a lavarte las manos? –Julie asintió en silencio, se dio la vuelta y salió de la cocina arrastrando los pies.
No podíamos seguir así, eso estaba claro, pero dejé de pensar en mi desgracia y continué cocinando. Durante la cena, ni Harry ni yo abrimos la boca para decirnos nada. Simplemente nos limitamos a contestarle a Julie, que no dejaba de hablar y de preguntar cosas sobre el verano y sobre Carly. Agradecí mucho su parloteo, porque me ayudaba a no pensar en lo estúpida que era. Cuando terminamos de cenar, Harry se empeñó en contarle un cuento a su hija, cosa que no hacía desde hacía meses, pero que a Julie le encantó. Así que yo fui a fregar los platos, pensando en la conversación que había tenido con Zayn. No quería, pero tenía que convencer a Harry de que nos acompañara a West Lane. Y eso me dispuse a hacer cuando vi que bajaba las escaleras.
– ¿Podemos hablar un segundo? –casi lo abordé, sabiendo que si se encerraba en su despacho no podría hablar con él.
– ¿Hablar o discutir? –preguntó como un imbécil, y a mí me dieron ganas de girarle la cara de un guantazo. Pensé que tenía que hacer aquello por Julie, así que me mordí la lengua.
–Si te parece bien, sólo hablar.
–De acuerdo –caminó hasta el salón, y yo hice lo mismo, cerrando la puerta a mis espaldas. –Tú dirás.
No me anduve con rodeos:
–Tienes que venir a West Lane con nosotras.
– ¿Es una orden?
–Es una petición –expliqué con los dientes apretados. ¿Por qué siempre tenía que cuestionarlo todo?
–Ya te dije que no puedo, porque…
–Sí, porque tienes mucho trabajo, pero es la última oportunidad que tenemos para viajar los tres juntos. Ya sé que no quieres venir por mí, pero hazlo por Julie, al menos.
Se quedó callado, mirándome fijamente, como si no comprendiera lo que le estaba diciendo.
– ¿Por Julie?
–Sí. Cree que ya no la quieres, e incluso piensa que estás disgustado con ella.
– ¿De qué estás hablando?
Suspiré y me dispuse a decirle la verdad, asegurándome a mí misma que todo aquello merecería la pena porque sería lo mejor para nuestra hija.
–Me lo ha dicho esta tarde. Como últimamente no dejamos de discutir y apenas nos hablamos, ella cree que ya no la quieres o que estás enfadado con ella.
Harry parpadeó seguidamente, estupefacto.
– ¿Eso te ha dicho?
–Más o menos, sí. Yo le he dicho que no estás enfadado con ella y que por supuesto no has dejado de quererla, pero nuestra hija no es tonta, Harry . Sabe que algo va mal, y yo no quiero que sea infeliz por nuestra culpa, y mucho menos que crea que nuestros problemas son por ella.
–Es que no lo son.
–Claro que no. Tú lo sabes y yo lo sé, pero ella no. Por eso te pido que vengas con nosotros a West Lane. Julie necesita pasar tiempo contigo para que vea que todo sigue como antes entre vosotros, y también sé que tú necesitas pasar tiempo con ella.
Harry cerró los ojos un momento y a continuación volvió a abrirlos.
–_____…
– ¡No te pido que hagas esto por mí! ¡Hazlo por ella! –alcé la voz cuando me percaté de que iba a negarse de nuevo. –Sólo tienes que dejar el trabajo un día, Harry. Un mísero día. No se va a hundir el bufete si faltas el sábado. Y creo que Julie te necesita más que tu empresa –le solté, deseando que se diera cuenta de lo que le estaba pidiendo.
–Está bien –accedió al fin, sorprendiéndome. – las acompañaré.
Asentí lentamente, empezando a sentirme algo mejor.
–Zayn también tiene ganas de verte.
–Yo también tengo ganas de verle a él… Bueno, a todos, en realidad –dijo en voz baja. –Me irá bien salir de la ciudad durante un par de días –murmuró más para él que para mí, pero asentí de todas maneras.
Nos quedamos de pie en medio del salón, sin decirnos nada y sin mirarnos. O al menos yo no lo hacía, pero podía sentir que Harry sí me estaba mirando. Levanté la cabeza y encontré sus ojos fijos en mí, cosa que, incomprensiblemente, me puso nerviosa. Un segundo después pude ver que, de forma apenas imperceptible, Harry dio un paso hacia delante, como si quisiera acercarse a mí, pero yo no quise aceptarlo y me moví hacia atrás casi de golpe, chocándome con la mesita que había tras de mí. El choque sólo logró sobresaltarme más, así que me moví con rapidez, abriendo la puerta del salón.
–Me voy ya a dormir. Buenas noches –dije atropelladamente, y sin esperar ninguna respuesta, salí de la habitación y eché a correr escaleras arriba, buscando refugio como una cobarde.
si no hay lectoras la cancelare se que ahora no esta muy interesante pero es que la trama aun no inicia bien porfa comenten
JACKI1D
CAPITULO 3
NARRA HARRY
Aquella mañana, nada más llegar al bufete, me di cuenta de que pasaba algo extraño. Entré en mi despacho, y fue entonces cuando me di cuenta de que no había visto a María por ningún lugar, cuando normalmente siempre me estaba esperando allí. Resoplé sin poder creerme que hubiera desaparecido justo cuando necesitaba pedirle algo urgente. Me urgía preguntarle si sabía dónde había puesto los informes de uno de los juicios que tenía la semana siguiente, pero hasta que no la encontrara no podría pedírselos.
Salí de mi despacho con rapidez y me dirigí al mostrador que estaba situado cerca de los ascensores. Allí encontré a Ángela, una chica encantadora que tenía sonrisas para todo el mundo.
–Buenos días, Ángela. ¿Has visto a María? –le pregunté, nervioso.
–Buenos días, señor. No la he visto, lo siento.
– ¿No ha llamado?
–No, señor. ¿Quiere que la llame yo? –se ofreció, pero negué lentamente con la cabeza.
–No, Ángela, muchas gracias. Lo haré yo desde mi despacho.
–Como quiera –me dedicó una alegre sonrisa y, después de devolvérsela, me di la vuelta y regresé a mi jaula particular. Me senté detrás del escritorio y telefoneé al piso de María, pero nadie me contestó, por lo que lo intenté con el móvil. Y tardó lo suyo en contestar:
– ¿Diga?
–María, soy Harry.
–Ah, hola, Harry. ¿Qué ocurre?
–Eso me gustaría saber a mí. ¿Te ha pasado algo? ¿Por qué no has venido al bufete?
Hubo un prolongado silencio a través de la línea que me puso nervioso.
–Es que… Ayer falleció mi abuela –me dijo con la voz entrecortada.
–Vaya… Cuánto lo siento. ¿Estás bien? –le pregunté, algo preocupado.
–Sí, sí. No tenía mucho trato con ella y ya era mayor, así que era algo inevitable –me parecía extraño que hablara así de la muerte de un familiar, pero supuse que no debieron de llevarse bien en el pasado. Por eso no hice ningún comentario al respecto. –Siento no haberte avisado, pero fue algo repentino.
–Tranquila, no pasa nada. Sólo quería preguntarte algo, pero puedo esperar…
–Estaré en el bufete esta tarde, Harry. ¿Podemos hablar después?
–Sí, claro, pero no hace falta que vengas.
–No, no, iré. Me vendrá bien para despejarme. Hasta luego, cariño –y colgó sin dejarme decir nada más. Además de que me había llamado "cariño", cosa que no me gustaba demasiado…
Dejé de pensar en ella cuando miré mi reloj y vi que eran las diez menos cinco. A las diez tenía una reunión importante, y si no me daba prisa no llegaría a la sala de reuniones.
La reunión terminó a la una, y como ya tenía hambre, bajé a la cafetería junto con Louis, uno de mis mejores amigos, para comer juntos y ponernos un poco al día. Escogimos el menú del día y nos sentamos en una de las mesas libres que quedaban.
–Buff, estoy harto de tantas reuniones –se quejó, después de darle un sorbo a su cerveza. –Y encima, dentro de media hora tengo otra.
–Yo hasta la semana que viene nada. Pero la semana que viene también tengo dos juicios.
–Prefiero los juicios a las reuniones, te lo digo en serio. Pero bueno, dejemos de hablar del trabajo. ¿Cómo va todo por casa? –Louis estaba al tanto de mi situación con _____ porque solíamos comer juntos casi siempre, pero aún así me costaba hablar del tema con él. En realidad, el hecho de hablar del tema me confirmaba que era cierto y que realmente estaba pasando, y por eso me gustaba tan poco hacerlo.
–De mal en peor. _____ y yo vamos a divorciarnos –murmuré, moviendo mi ensalada con el tenedor. No había probado bocado, y estaba seguro de que no iba a hacerlo.
–Es una broma, ¿verdad? –inquirió Louis con los ojos abiertos como platos.
–No, no lo es. Me pidió el divorcio antes de ayer y le dije que sí.
Louis se rascó la nuca, contrariado, y a continuación clavó sus ojos en mí.
– ¿Seguro que no hay manera de arreglarlo? Porque te aseguro que siempre he pensado que vuestra relación era irrompible.
–Louis , no somos la pareja perfecta y nunca lo hemos sido. Somos como todas, y ahora más –dije, resignado. –Apenas nos hablamos, y si lo hacemos es para gritarnos. Y yo ya no puedo más.
– ¿Y qué pasa con Julie?
–Sabe que algo va mal. Y la pobre ha tenido que presenciar nuestras discusiones más de una vez, así que en parte nos divorciamos para que no tenga que vivir así. No quiero que lo único que recuerde de nosotros sea que nos pasábamos la vida gritándonos.
–Comprendo… Aunque me sigue pareciendo imposible. Lleváis juntos desde los quince años, Hazza. Me cuesta mucho creer que no hay solución.
–No la hay. Además, creo que _____ ya ha encontrado a alguien que me sustituya.
– ¿Cómo? –preguntó sin poder creer lo que estaba oyendo.
–Me temo que está enamorada de otro. De Nathan , para ser exactos. Eleanor también lo conoce.
– ¿De Nathan? ¿El típo que trabaja con ____ y con El?
–Sí.
–No está enamorada de él. Eleanor es muy entrometida, y con sus amigas lo es más, y te puedo asegurar que sabe que ______ no está enamorada de Nathan.
–Pero lo estará –rebatí yo, empezando a enfadarme sin saber por qué.
–Mira, Harry, ¿que te moleste tanto que _____esté enamorada de otro, o pueda estarlo, no te dice nada?
–No.
Louis me observó achicando los ojos y me sentí idiota.
–Estás celoso. Y si estás celoso es que aún la quieres. Y si aún la quieres no puedes divorciarte de ella.
–Para el carro –le pedí al ver que se estaba emocionando. –Claro que la quiero. Como tú has dicho, llevamos juntos muchos años y tenemos una hija en común, ¿cómo no voy a quererla? Pero ya no es como antes. Todo ha cambiado, incluso mis sentimientos por ella.
–Pues no me lo creo.
–Pues no te lo creas,Louis. Es lo que hay.
– ¿Y no será que el que ha encontrado una sustituta para ____-eres tú? Porque tu secretaria parece muy interesada en ti…
–Yo no tengo nada con María –expliqué con los dientes apretados. Era ella la que iba detrás de mí, no al revés. ¿Es que eso no lo veía nadie o qué? –En todo caso, es ella la que quiere algo conmigo.
– ¿Y tú con ella no?
–No. Al menos, no aún.
–No puedo creerlo –masculló Louis, negando lentamente con la cabeza. –Con la familia que tienes en casa, no puedo creer que vayas a ser capaz de liarte con ella.
– ¿Se puede saber de qué hablas? ¡Yo no voy a liarme con ella! –grité, y la mayoría de las personas que había la cafetería se quedaron mirándome. –No voy a hacerlo.
–Si yo fuera tú, no dejaría escapar a _______ –me "aconsejó” Louis.
–Louis , de verdad que no sabes el infierno que estamos viviendo, y no sólo yo. Ella tampoco está bien, y ya no somos felices juntos.
Mi amigo no dijo nada, sólo me miró con cara de circunstancias.
–Pues es una lástima, de verdad.
–Sí, por eso mañana nos vamos a West Lane los tres. Será nuestro último viaje en familia –el sólo hecho de pensarlo hacía que se me encogiera el corazón.
– ¿Iréis a ver a Zayn y a Perrie ?
–Sí. Julie está loca por ver a Carly –sonreí al decirlo y al recordar lo emocionada que había estado esa mañana. –Y yo necesito despejarme un poco.
–Sí, te irá bien –Louis se levantó de la mesa y se estiró. –Espero que el viaje os haga recapacitar a ambos.
–Sinceramente, no creo que lo haga –murmuré con la cabeza gacha.
–Intentalo, al menos. Y dales muchos recuerdos a todos de mi parte y de la de Ele. Diles que ya nos pasaremos por allí en cuanto podamos.
–Lo haré.
–Gracias. Bueno, yo me voy ya, que mi reunión está a punto de empezar. Ya nos veremos,Harry.
Me despedí de él con un movimiento de cabeza, y me quedé un rato más sentado en la mesa pero sin tocar la comida.
Por la tarde, a eso de las cinco, mientras firmaba unos papeles, entró María en mi despacho como un torbellino.
–Hola,Harry. ¿Qué era lo que querías preguntarme? –daba la impresión de que se había dado tanta prisa sólo porque quería saber qué necesitaba de ella.
–Sólo quería saber si recordabas dónde había puesto los informes del segundo caso que tengo la semana que viene, pero al final los he terminado encontrando yo.
–Ah… –parecía decepcionada. Y como no dijo nada más, decidí que era apropiado preguntar:
– ¿Cómo estás?
–Bien… –carraspeó un poco y prosiguió. –Un poco afectada, pero tranquilo, no es nada. Mañana estaré perfectamente para atenderte –se acercó y se sentó en mi regazo, rodeando mi cuello con sus manos. No me gustó que hiciera eso, así que intenté apartarla sutilmente, pero no se movió.
–María… mañana no iré a tu casa –le comenté, dejando el bolígrafo que tenía en la mano en la mesa, e intentando por todos los medios no tocarla.
– ¿Por qué? –hizo un mohín, y me recordó a Julie cuando se enfurruñaba.
–Porque me voy a West Lane con _____y con Julie.
Al escuchar mi respuesta, María se levantó como un resorte de mi regazo y me miró con los ojos llameantes de furia.
– ¿Qué?
–Que voy a…
– ¡Ya te he oído! –me interrumpió gritando. – ¡Lo que pasa es que no entiendo cómo puedes hacerme esto!
– ¿Qué te estoy haciendo? –le pregunté, empezando a cansarme de ser siempre el malo de la película.
– ¡Me prometiste que pasaríamos el fin de semana juntos! ¡Y ahora me dices que te vas de viaje con tu esposa y con tu hija!
– Será el último viaje que hagamos juntos, y necesito pasar tiempo con Julie, María. No sé qué tiene de raro.
– ¡Nada! Comprendo que quieras estar con tu hija, pero no me parece bien que tengas que ir con _______. ¡Se supone que ya no la quieres!
–Yo jamás he dicho eso –le expliqué con los dientes apretados.
–Es ella la que no te quiere, ¿o es que no lo ves?
– ¡Ya está bien, María! No tienes por qué meterte en nuestros asuntos, ¿de acuerdo? Es más, no tienen ni que importarte.
–Pero me importan –me dijo casi sollozando. – ¿Y sabes por qué? Porque te quiero y quiero estar contigo –se acercó a mí y me abrazó.
Realmente, todo aquello me superaba. No sabía ni cómo me había metido en tal problema.
–María… Eres muy joven, y estoy seguro de que encontrarás a un hombre adecuado tarde o temprano, pero ése no soy yo.
–Sí que eres tú, pero tienes miedo de aceptarlo. Tú me quieres…
Me estaban empezando a cansar sus tonterías de niña pequeña, por lo que la alejé de mí con algo de brusquedad y la miré fijamente.
–Siento decirte que te equivocas. Es cierto que me pareces una mujer hermosa, pero no estoy enamorado de ti, y me gustaría que supieras que no empezaría una relación contigo nada más dejar a mi esposa –María no sabía nada de mi divorcio, y esperaba que así fuera. Por lo menos, durante algún tiempo.
– ¿Cómo puedes decirme eso? –le temblaron los labios y de sus ojos brotaron diversas lágrimas que me hicieron odiarme más de lo que ya lo hacía. Pero tenía que ser sincero con ella de una vez y dejar de darle falsas esperanzas.
–Lo siento, de verdad, pero es mejor que te hagas a la idea de que no vamos a estar juntos nunca.
María se alejó de mí y me miró con ira.
–Pues espero que sepas que para tu mujer ya no eres nada, y que ella jamás va a quererte como lo hago yo. No te mereces mi amor, bastardo egoísta –y sin decir nada más salió de mi despacho como alma que lleva el diablo.
Resoplé y caminé de nuevo hasta mi silla, dejándome caer en ella una vez llegué a su lado. Desde luego, mi relación con todas las mujeres iba de mal en peor.
Aquella mañana, nada más llegar al bufete, me di cuenta de que pasaba algo extraño. Entré en mi despacho, y fue entonces cuando me di cuenta de que no había visto a María por ningún lugar, cuando normalmente siempre me estaba esperando allí. Resoplé sin poder creerme que hubiera desaparecido justo cuando necesitaba pedirle algo urgente. Me urgía preguntarle si sabía dónde había puesto los informes de uno de los juicios que tenía la semana siguiente, pero hasta que no la encontrara no podría pedírselos.
Salí de mi despacho con rapidez y me dirigí al mostrador que estaba situado cerca de los ascensores. Allí encontré a Ángela, una chica encantadora que tenía sonrisas para todo el mundo.
–Buenos días, Ángela. ¿Has visto a María? –le pregunté, nervioso.
–Buenos días, señor. No la he visto, lo siento.
– ¿No ha llamado?
–No, señor. ¿Quiere que la llame yo? –se ofreció, pero negué lentamente con la cabeza.
–No, Ángela, muchas gracias. Lo haré yo desde mi despacho.
–Como quiera –me dedicó una alegre sonrisa y, después de devolvérsela, me di la vuelta y regresé a mi jaula particular. Me senté detrás del escritorio y telefoneé al piso de María, pero nadie me contestó, por lo que lo intenté con el móvil. Y tardó lo suyo en contestar:
– ¿Diga?
–María, soy Harry.
–Ah, hola, Harry. ¿Qué ocurre?
–Eso me gustaría saber a mí. ¿Te ha pasado algo? ¿Por qué no has venido al bufete?
Hubo un prolongado silencio a través de la línea que me puso nervioso.
–Es que… Ayer falleció mi abuela –me dijo con la voz entrecortada.
–Vaya… Cuánto lo siento. ¿Estás bien? –le pregunté, algo preocupado.
–Sí, sí. No tenía mucho trato con ella y ya era mayor, así que era algo inevitable –me parecía extraño que hablara así de la muerte de un familiar, pero supuse que no debieron de llevarse bien en el pasado. Por eso no hice ningún comentario al respecto. –Siento no haberte avisado, pero fue algo repentino.
–Tranquila, no pasa nada. Sólo quería preguntarte algo, pero puedo esperar…
–Estaré en el bufete esta tarde, Harry. ¿Podemos hablar después?
–Sí, claro, pero no hace falta que vengas.
–No, no, iré. Me vendrá bien para despejarme. Hasta luego, cariño –y colgó sin dejarme decir nada más. Además de que me había llamado "cariño", cosa que no me gustaba demasiado…
Dejé de pensar en ella cuando miré mi reloj y vi que eran las diez menos cinco. A las diez tenía una reunión importante, y si no me daba prisa no llegaría a la sala de reuniones.
La reunión terminó a la una, y como ya tenía hambre, bajé a la cafetería junto con Louis, uno de mis mejores amigos, para comer juntos y ponernos un poco al día. Escogimos el menú del día y nos sentamos en una de las mesas libres que quedaban.
–Buff, estoy harto de tantas reuniones –se quejó, después de darle un sorbo a su cerveza. –Y encima, dentro de media hora tengo otra.
–Yo hasta la semana que viene nada. Pero la semana que viene también tengo dos juicios.
–Prefiero los juicios a las reuniones, te lo digo en serio. Pero bueno, dejemos de hablar del trabajo. ¿Cómo va todo por casa? –Louis estaba al tanto de mi situación con _____ porque solíamos comer juntos casi siempre, pero aún así me costaba hablar del tema con él. En realidad, el hecho de hablar del tema me confirmaba que era cierto y que realmente estaba pasando, y por eso me gustaba tan poco hacerlo.
–De mal en peor. _____ y yo vamos a divorciarnos –murmuré, moviendo mi ensalada con el tenedor. No había probado bocado, y estaba seguro de que no iba a hacerlo.
–Es una broma, ¿verdad? –inquirió Louis con los ojos abiertos como platos.
–No, no lo es. Me pidió el divorcio antes de ayer y le dije que sí.
Louis se rascó la nuca, contrariado, y a continuación clavó sus ojos en mí.
– ¿Seguro que no hay manera de arreglarlo? Porque te aseguro que siempre he pensado que vuestra relación era irrompible.
–Louis , no somos la pareja perfecta y nunca lo hemos sido. Somos como todas, y ahora más –dije, resignado. –Apenas nos hablamos, y si lo hacemos es para gritarnos. Y yo ya no puedo más.
– ¿Y qué pasa con Julie?
–Sabe que algo va mal. Y la pobre ha tenido que presenciar nuestras discusiones más de una vez, así que en parte nos divorciamos para que no tenga que vivir así. No quiero que lo único que recuerde de nosotros sea que nos pasábamos la vida gritándonos.
–Comprendo… Aunque me sigue pareciendo imposible. Lleváis juntos desde los quince años, Hazza. Me cuesta mucho creer que no hay solución.
–No la hay. Además, creo que _____ ya ha encontrado a alguien que me sustituya.
– ¿Cómo? –preguntó sin poder creer lo que estaba oyendo.
–Me temo que está enamorada de otro. De Nathan , para ser exactos. Eleanor también lo conoce.
– ¿De Nathan? ¿El típo que trabaja con ____ y con El?
–Sí.
–No está enamorada de él. Eleanor es muy entrometida, y con sus amigas lo es más, y te puedo asegurar que sabe que ______ no está enamorada de Nathan.
–Pero lo estará –rebatí yo, empezando a enfadarme sin saber por qué.
–Mira, Harry, ¿que te moleste tanto que _____esté enamorada de otro, o pueda estarlo, no te dice nada?
–No.
Louis me observó achicando los ojos y me sentí idiota.
–Estás celoso. Y si estás celoso es que aún la quieres. Y si aún la quieres no puedes divorciarte de ella.
–Para el carro –le pedí al ver que se estaba emocionando. –Claro que la quiero. Como tú has dicho, llevamos juntos muchos años y tenemos una hija en común, ¿cómo no voy a quererla? Pero ya no es como antes. Todo ha cambiado, incluso mis sentimientos por ella.
–Pues no me lo creo.
–Pues no te lo creas,Louis. Es lo que hay.
– ¿Y no será que el que ha encontrado una sustituta para ____-eres tú? Porque tu secretaria parece muy interesada en ti…
–Yo no tengo nada con María –expliqué con los dientes apretados. Era ella la que iba detrás de mí, no al revés. ¿Es que eso no lo veía nadie o qué? –En todo caso, es ella la que quiere algo conmigo.
– ¿Y tú con ella no?
–No. Al menos, no aún.
–No puedo creerlo –masculló Louis, negando lentamente con la cabeza. –Con la familia que tienes en casa, no puedo creer que vayas a ser capaz de liarte con ella.
– ¿Se puede saber de qué hablas? ¡Yo no voy a liarme con ella! –grité, y la mayoría de las personas que había la cafetería se quedaron mirándome. –No voy a hacerlo.
–Si yo fuera tú, no dejaría escapar a _______ –me "aconsejó” Louis.
–Louis , de verdad que no sabes el infierno que estamos viviendo, y no sólo yo. Ella tampoco está bien, y ya no somos felices juntos.
Mi amigo no dijo nada, sólo me miró con cara de circunstancias.
–Pues es una lástima, de verdad.
–Sí, por eso mañana nos vamos a West Lane los tres. Será nuestro último viaje en familia –el sólo hecho de pensarlo hacía que se me encogiera el corazón.
– ¿Iréis a ver a Zayn y a Perrie ?
–Sí. Julie está loca por ver a Carly –sonreí al decirlo y al recordar lo emocionada que había estado esa mañana. –Y yo necesito despejarme un poco.
–Sí, te irá bien –Louis se levantó de la mesa y se estiró. –Espero que el viaje os haga recapacitar a ambos.
–Sinceramente, no creo que lo haga –murmuré con la cabeza gacha.
–Intentalo, al menos. Y dales muchos recuerdos a todos de mi parte y de la de Ele. Diles que ya nos pasaremos por allí en cuanto podamos.
–Lo haré.
–Gracias. Bueno, yo me voy ya, que mi reunión está a punto de empezar. Ya nos veremos,Harry.
Me despedí de él con un movimiento de cabeza, y me quedé un rato más sentado en la mesa pero sin tocar la comida.
Por la tarde, a eso de las cinco, mientras firmaba unos papeles, entró María en mi despacho como un torbellino.
–Hola,Harry. ¿Qué era lo que querías preguntarme? –daba la impresión de que se había dado tanta prisa sólo porque quería saber qué necesitaba de ella.
–Sólo quería saber si recordabas dónde había puesto los informes del segundo caso que tengo la semana que viene, pero al final los he terminado encontrando yo.
–Ah… –parecía decepcionada. Y como no dijo nada más, decidí que era apropiado preguntar:
– ¿Cómo estás?
–Bien… –carraspeó un poco y prosiguió. –Un poco afectada, pero tranquilo, no es nada. Mañana estaré perfectamente para atenderte –se acercó y se sentó en mi regazo, rodeando mi cuello con sus manos. No me gustó que hiciera eso, así que intenté apartarla sutilmente, pero no se movió.
–María… mañana no iré a tu casa –le comenté, dejando el bolígrafo que tenía en la mano en la mesa, e intentando por todos los medios no tocarla.
– ¿Por qué? –hizo un mohín, y me recordó a Julie cuando se enfurruñaba.
–Porque me voy a West Lane con _____y con Julie.
Al escuchar mi respuesta, María se levantó como un resorte de mi regazo y me miró con los ojos llameantes de furia.
– ¿Qué?
–Que voy a…
– ¡Ya te he oído! –me interrumpió gritando. – ¡Lo que pasa es que no entiendo cómo puedes hacerme esto!
– ¿Qué te estoy haciendo? –le pregunté, empezando a cansarme de ser siempre el malo de la película.
– ¡Me prometiste que pasaríamos el fin de semana juntos! ¡Y ahora me dices que te vas de viaje con tu esposa y con tu hija!
– Será el último viaje que hagamos juntos, y necesito pasar tiempo con Julie, María. No sé qué tiene de raro.
– ¡Nada! Comprendo que quieras estar con tu hija, pero no me parece bien que tengas que ir con _______. ¡Se supone que ya no la quieres!
–Yo jamás he dicho eso –le expliqué con los dientes apretados.
–Es ella la que no te quiere, ¿o es que no lo ves?
– ¡Ya está bien, María! No tienes por qué meterte en nuestros asuntos, ¿de acuerdo? Es más, no tienen ni que importarte.
–Pero me importan –me dijo casi sollozando. – ¿Y sabes por qué? Porque te quiero y quiero estar contigo –se acercó a mí y me abrazó.
Realmente, todo aquello me superaba. No sabía ni cómo me había metido en tal problema.
–María… Eres muy joven, y estoy seguro de que encontrarás a un hombre adecuado tarde o temprano, pero ése no soy yo.
–Sí que eres tú, pero tienes miedo de aceptarlo. Tú me quieres…
Me estaban empezando a cansar sus tonterías de niña pequeña, por lo que la alejé de mí con algo de brusquedad y la miré fijamente.
–Siento decirte que te equivocas. Es cierto que me pareces una mujer hermosa, pero no estoy enamorado de ti, y me gustaría que supieras que no empezaría una relación contigo nada más dejar a mi esposa –María no sabía nada de mi divorcio, y esperaba que así fuera. Por lo menos, durante algún tiempo.
– ¿Cómo puedes decirme eso? –le temblaron los labios y de sus ojos brotaron diversas lágrimas que me hicieron odiarme más de lo que ya lo hacía. Pero tenía que ser sincero con ella de una vez y dejar de darle falsas esperanzas.
–Lo siento, de verdad, pero es mejor que te hagas a la idea de que no vamos a estar juntos nunca.
María se alejó de mí y me miró con ira.
–Pues espero que sepas que para tu mujer ya no eres nada, y que ella jamás va a quererte como lo hago yo. No te mereces mi amor, bastardo egoísta –y sin decir nada más salió de mi despacho como alma que lleva el diablo.
Resoplé y caminé de nuevo hasta mi silla, dejándome caer en ella una vez llegué a su lado. Desde luego, mi relación con todas las mujeres iba de mal en peor.
Última edición por JACKI1D el Mar 26 Feb 2013, 7:09 pm, editado 1 vez (Razón : SE ME OLVIDO UNA PARTE)
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
NUEVA LECTORA!!!! SIGUELA PLIZ!!!!!!! ESTA MUY BUENA! ashdasdb
Y SI PUEDEN PASEN POR MI NOVELA . LES PROMETO MUCHO BITCHES!!! ;) PORFAS!!!
https://onlywn.activoforo.com/t32442-un-poco-de-blues-en-tu-corazon-harry-syles-y-tu-hot#1757315 :ilusion:
Y SI PUEDEN PASEN POR MI NOVELA . LES PROMETO MUCHO BITCHES!!! ;) PORFAS!!!
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rochiangela
capitulo 4
-Capítulo 4-
NARRA _______
A la mañana siguiente, tanto Harry como yo nos despertamos a las siete, pues nuestro avión salía a las diez y aún teníamos que terminar de hacer las maletas, además de que despertar a Julie tan temprano era todo un reto. Me metí en la ducha con los ojos medio cerrados por el sueño, pero cuando me cayó encima un chorro de agua helada me desperté de golpe. Una vez estuve duchada, me vestí, me peiné y me maquillé en un tiempo récord, y salí del cuarto de baño sabiendo que ya era hora de despertar a mi hija. Cuando llegué a su habitación me di cuenta de que Harry ya lo había hecho, y por una parte me alegré de no tener que lidiar con el mal humor mañanero de Julie. Sin perder un segundo, bajé a la cocina y preparé el desayuno para todos. Tanto Julie como Harry bajaron al poco rato, y me percaté de que mi marido se había encargado de vestirla e incluso de peinarla.
– ¡Mami! ¡Mami! ¡Mamiiiiiiiiiii! –gritó ella, arrojándose sobre mí hasta que quedó abrazada a mi pierna. – ¡Hoy voy a ver a Carly!
–Sí, hoy la vamos a ver todos. Y también a Zayn y a Perrie–le recordé con una sonrisa, separándola un poco de mi pierna para poder sentarme en la mesa. Ella hizo lo mismo y se comió casi entera la tostada que le había preparado. –Te vas atragantar, Julie –la regañé, mirándola con el ceño fruncido.
–Quiero ver a Carly… –me explicó haciendo un puchero.
–Ya lo sé, nena, pero hasta que no lleguemos a West Lane no podrás verla. Y para eso, antes tenemos que tomar un avión –dije esa última palabra con la voz temblorosa. En vez de prepararme un café, me había preparado una infusión para los nervios, pero tenía la impresión de que no funcionaría. Desde pequeña me habían dado miedo los aviones, y siempre que podía los evitaba, pero en aquel caso el vuelo duraba sólo treinta minutos, así que había estado segura de que podría soportarlo. En ese momento lo dudaba, sinceramente.
– ¡Avión! ¡Avión! –gritó Julie moviendo las manos. Por el rabillo del ojo pude ver que Harry sonreía a pesar de que no había abierto la boca en toda la mañana. – ¿Cuándo tomaremos el avión? –preguntó Julie.
–Cuando vayamos al aeropuerto –le respondió Harry, apurando su café y levantándose para dejar la taza en el fregadero.
– ¿Y cuándo vamos a ir al aeropuerto?
–Cuando te termines la leche –le dije yo, haciendo lo mismo que había hecho Harry hacía escasos segundos.
Aquella respuesta fue un buen aliciente para que Julie acabara de desayunar rápido, y en poco más de una hora estuvimos todos en el aeropuerto, esperando para embarcar.
–Papi, ¿vamos a tardar mucho en llegar? –escuché que le preguntaba Julie a su padre.
–No, princesa. Será un viaje muy corto, ya lo verás. Dentro de nada estarás con Carly.
Julie sonrió de oreja a oreja y comenzó a dar saltitos a nuestro alrededor, logrando ponerme más nerviosa de lo que ya estaba. Intentaba consolarme a mí misma diciendo que treinta minutos se pasarían volando y que apenas me enteraría, pero cuando estuvimos sentados en el avión, sólo encontré consuelo estrujando un panfleto informativo que nos habían repartido al embarcar.
–Mami, ¿tienes miedo? –me preguntó Julie mirándome desde su asiento. La habíamos puesto en el medio por si se asustaba, ya que ella sólo había viajado en avión una vez y había sido demasiado pequeña como para que lo recordara, pero en aquel momento pensé que la que tendría que haber ido en el centro era yo.
–Un poco –musité, apretando con fuerza el folleto.
– ¿Por qué?
–Julie, mamá necesita relajarse. No la molestes –escuché la voz de Harry, y por un segundo le agradecí en silencio que interviniera.
La niña se giró hacia su padre y ambos comenzaron a jugar a algo que en aquel preciso momento no me interesó. Me pasé todo el viaje observando el asiento delantero con la espalda rígida, los dientes apretados y oprimiendo entre mis manos aquel papel que a punto estuvo de desintegrarse.
Cuando por fin el avión aterrizó sin ningún problema, pude respirar tranquila de nuevo, y destensé la espalda escuchando cómo me crujían todos los huesos. A pesar de eso, estaba perfectamente. Julie, en cambio, parecía muy excitada con la idea de volver a ver a su amiguita, y cuando al fin pudimos recoger nuestras maletas de la cinta transportadora, echó a correr hacia delante como si lleva un cohete en la espalda.
– ¡Julie! –la llamé casi gritando. Me tranquilicé cuando se paró y se dio la vuelta, mirándonos a su padre y a mí con el ceño fruncido. Parecía que nos estuviera reprochando la lentitud con la que caminábamos. Cuando llegamos a su lado, Harry le dio la mano y comenzamos a caminar de nuevo. –No empieces a portarte mal, porque si no te llevaremos de vuelta a casa sin que hayas visto a Carly, ¿vale?
Asintió en silencio, pero no me pareció arrepentida, así que dejé estar el tema.
–Tal vez debamos llamarles para ver dónde están. ¿Estás segura de que dijeron que vendrían a recogernos? –me preguntó Harry mientras se ponía de puntillas para ver si veía a nuestros amigos.
–Sí, eso es exactamente lo que me dijeron. Puede que se hayan retrasado, o que…
El grito que dio Julie me interrumpió al instante:
– ¡Carly! –vociferó, haciendo que la mitad de las personas que pululaban por el aeropuerto la mirasen sorprendidos.
Sin decir nada más se soltó de la mano de su padre y echó a correr hacia su amiga, que también se acercaba a nosotros corriendo.
Cuando estuvieron delante la una de la otra, no pasó nada. Simplemente se miraron de arriba abajo, como si hubieran esperado encontrarse con otra persona, y a mí me entró la risa floja. Harry me miró con una ceja alzada, pero lo ignoré. Detrás de Carly pude ver a nuestros amigos caminando entre la multitud, y sin esperar a mi marido me acerqué a ellos, abrazándolos a ambos cuando los tuve delante. Harry hizo lo mismo una vez llegó a mi lado, y nos saludamos todos entre besos y abrazos que parecían interminables. Incluso se me escapó una lagrimilla cuando abracé a Perrie, la que había sido mi mejor amiga desde que tenía memoria. Me detuve a observar a Carly mientras Harry la abrazaba y la hacía sonreír con sus palabras, y me fijé en lo mucho que había cambiado desde que la vi la última vez.
– ¿Cómo están? –nos preguntó Zayn mientras cogía en brazos a Julie, que ya no estaba emocionada, sino avergonzada y cohibida.
–Bien, algo cansados del viaje –musité. – ¿Y ustedes qué tal?
–También. Nos hemos tenido que levantar temprano por vuestra culpa –bromeó. –Me alegro de que hayas venido, Hazza, porque si no lo hubieras hecho, habría ido a buscarte a Holmes Chapel –le dijo a su amigo mientras le daba palmaditas en la espalda con la mano que le quedaba libre.
–No lo dudo –le contestó Harry con una ceja alzada, pero con una leve sonrisa en los labios.
Perrie enroscó su brazo alrededor del mío y me instó a caminar hacia delante. Nuestros maridos iban detrás, y como Zayn ya había dejado a Julie en el suelo, las dos niñas iban delante de nosotras sin decir ni una palabra. En aquel momento parecía que no se conocían de nada, y supuse que no sabían qué decirse.
– Carly, ¿por qué no le cuentas a Julie quién es Oby? –le propuso Perrie a su hija, y yo la miré con interés.
– ¿Oby? –le pregunté en voz baja.
–Es el cachorro que le compramos a Carly hace un par de meses. Ya lo veras cuando lleguemos a casa –me explicó con una risita. –Bueno, creo que tenemos que contarnos muchas cosas, ¿o me equivoco?
–No te equivocas. Tenemos que ponernos al día –y era cierto. Sabía que debía hablar con Perrie sobre lo del divorcio con Harry. Al fin y al cabo, ella era mi única mejor amiga aparte de Ele, y tenía derecho a saberlo.
Pude escuchar cómo Carly y Julie habían comenzado a parlotear sin descanso, y me sentí aliviada de que mi hija hubiera vuelto a ser la de siempre.
Por otra parte, Harry y Zayn mantenían una "interesante" conversación sobre fútbol y sobre la buena temporada que estaba haciendo su equipo aquel año, así que desconecté de ellos y empecé a cotillear con Perrie.
Nos detuvimos a desayunar en una pequeña cafetería situada en el centro de la ciudad que me encantó nada más entrar. Olía a pan recién horneado y a café, y los muebles eran antiguos, por lo que me resultó muy acogedora. Nos sentamos en una mesa situada cerca de un gran ventanal que nos ofrecía la vista de un río imponente, y me quedé observándolo durante unos segundos. Me pareció un paisaje precioso.
– ¿Sabén cómo se llama el río? –nos preguntó Carly con emoción, y tanto Jasper como yo negamos con la cabeza. – Se llama Nathan–musitó, y yo parpadeé seguidamente, sin poder creérmelo.
– ¿Cómo? –preguntó Harry, recibiendo por mi parte una mirada fulminante.
–Río Nathan –repitió Carly con una gran sonrisa. –Me lo enseñaron en el cole.
En aquel momento la camarera nos trajo los pedidos y después se marchó a ocupar de nuevo su sitio detrás de la barra.
–Qué bien –animó Harry a la niña, y después me dirigió una mirada burlona que me puso nerviosa. Me entraron ganas de enviarle al cuerno, pero me contuve por las niñas y por nuestros amigos. –Seguro que a _______ le encanta el nombre –murmuró, y como estaba sentado a mi lado, me encargué de arrearle un pisotón por debajo de la mesa. – ¡Ay!
–Perrie, ahora que me acuerdo, tengo que preguntarte algo –continué con la conversa sin hacerle caso a Harry, porque ya había logrado amargarme la mañana con sus estúpidas insinuaciones.
–Dime.
–Mi coche está aparcado fuera de vuestra casa, ¿verdad?
Mi amiga puso cara de sorpresa y a continuación de culpabilidad:
-¡Sí! ¡Se me olvidó decírtelo por teléfono! Pero sí, sí, tranquila. El viernes por la mañana, cuando Zayn y yo nos fuimos a trabajar no estaba, pero cuando yo regresé por la tarde, sí. La persona que lo trajo nos dejó las llaves en el buzón. Me pareció algo extraño, pero supuse que tendría prisa por marcharse –nos explicó con una sonrisa.
–Lo trajo uno de los empleados de Harry –les comenté dándole un sorbo a mi café.
– ¡Caray, Hazza! Estás hecho todo un jefazo, ¿eh? Tus empleados besan el suelo por el que caminas, por lo que veo –bromeó Zayn dándole un codazo a su amigo.
–No es para tanto. Además, le pagué el billete de avión para que regresara a Holmes Chapel. Encima que nos hacía un favor…
–Qué generoso. Así cualquiera te hace favores –se rió Zayn, y no supe por qué, pero al escuchar aquellas palabras me vino a la cabeza María. Seguro que ella estaba encantada de "hacerle favores" a Harry.
Un rato después salimos de la cafetería y caminamos hasta que llegamos a la casa de nuestros amigos, que se encontraba algo apartada del centro. Aún así, era una casa preciosa, con una valla blanca bordeándola y con un porche delantero y un jardín trasero. Vi que mi coche estaba aparcado fuera de la casa, tal y como Perrie me había dicho, por lo que respiré aliviada. Nada más poner un pie dentro de la residencia, nos recibió un perrito blanco con las orejas caídas y marrones, y con manchas del mismo color repartidas alrededor del lomo. Me agaché para acariciarlo.
–Hola, precioso –se tumbó boca arriba para que le rascara la barriga, y después se incorporó y corrió para pedirle a Harry que le hiciera caso. –Es adorable –le comenté a Carly con una amplia sonrisa.
– ¡Es un Cavalier! ¿A que es bonito? –le preguntó ella a Julie, que correteaba detrás del perro para acariciarlo.
– ¡Sí! Mami, papi, ¡quiero un perro! –nos dijo mirándonos por turnos con los ojos brillantes. Después se arrodilló en el suelo imitando a Carly, y las dos se olvidaron de nosotros.
Carraspeé algo incómoda, y decidí hacer oídos sordos a su petición.
–Creo que a partir de ahora escucharéis esa cancioncita todos los días hasta que le compréis uno –me avisó Perrie en voz baja con una risita, pero yo no la estaba escuchando.
En una de las estanterías que tenían repartidas por todo el salón vi una foto que me resultó muy familiar. Me acerqué a ella y la observé detenidamente. Esa fotografía se la envié yo a Zayn y a Perrie cuando Julie tenía apenas cuatro meses, y aparecía yo con ella en brazos mientras Harry me abrazaba por detrás, con su barbilla apoyada en mi hombro y acariciando el pie de nuestra hija.
En aquella época éramos muy felices. Demasiado, tal vez. Jamás hubiésemos dicho que las cosas se iban a torcer tanto entre nosotros. Me di la vuelta disimuladamente y me percaté de que Harry estaba muy entretenido hablando con Zayn, por lo que no había visto la fotografía.
–Me encanta esa foto –murmuró Perrie a mi lado, y yo me asusté al escucharla. No había esperado que se hubiese acercado a mí tan sigilosamente.
–A mí también –musité en voz muy baja, recordándomelo a mí misma.
–Bueno, ven, que les enseño su habitación –nos pidió ella a Harry y a mí, y los dos la seguimos en silencio. –Julie dormirá en la habitación de Carly , y vosotros aquí –Perrie abrió la puerta de una de las habitaciones situadas en el segundo piso, y tragué saliva al ver que tendríamos que compartir cama también en West Lane. –Si quieren refrescarse un poco, al final del pasillo está el cuarto de baño, y también tienen uno en la habitación. He dejado toallas limpias en ambos, así que ya saben, si quieren "ahorrar agua"–bromeó pícaramente, pero ni Harry ni yo nos reímos.
Yo, por mi parte, me ruboricé violentamente y entré en la habitación para dejar la maleta sobre la cama. Me di la vuelta cuando sentí que Perrie cerraba la puerta, y me encontré de lleno con los ojos de Harry.
NARRA _______
A la mañana siguiente, tanto Harry como yo nos despertamos a las siete, pues nuestro avión salía a las diez y aún teníamos que terminar de hacer las maletas, además de que despertar a Julie tan temprano era todo un reto. Me metí en la ducha con los ojos medio cerrados por el sueño, pero cuando me cayó encima un chorro de agua helada me desperté de golpe. Una vez estuve duchada, me vestí, me peiné y me maquillé en un tiempo récord, y salí del cuarto de baño sabiendo que ya era hora de despertar a mi hija. Cuando llegué a su habitación me di cuenta de que Harry ya lo había hecho, y por una parte me alegré de no tener que lidiar con el mal humor mañanero de Julie. Sin perder un segundo, bajé a la cocina y preparé el desayuno para todos. Tanto Julie como Harry bajaron al poco rato, y me percaté de que mi marido se había encargado de vestirla e incluso de peinarla.
– ¡Mami! ¡Mami! ¡Mamiiiiiiiiiii! –gritó ella, arrojándose sobre mí hasta que quedó abrazada a mi pierna. – ¡Hoy voy a ver a Carly!
–Sí, hoy la vamos a ver todos. Y también a Zayn y a Perrie–le recordé con una sonrisa, separándola un poco de mi pierna para poder sentarme en la mesa. Ella hizo lo mismo y se comió casi entera la tostada que le había preparado. –Te vas atragantar, Julie –la regañé, mirándola con el ceño fruncido.
–Quiero ver a Carly… –me explicó haciendo un puchero.
–Ya lo sé, nena, pero hasta que no lleguemos a West Lane no podrás verla. Y para eso, antes tenemos que tomar un avión –dije esa última palabra con la voz temblorosa. En vez de prepararme un café, me había preparado una infusión para los nervios, pero tenía la impresión de que no funcionaría. Desde pequeña me habían dado miedo los aviones, y siempre que podía los evitaba, pero en aquel caso el vuelo duraba sólo treinta minutos, así que había estado segura de que podría soportarlo. En ese momento lo dudaba, sinceramente.
– ¡Avión! ¡Avión! –gritó Julie moviendo las manos. Por el rabillo del ojo pude ver que Harry sonreía a pesar de que no había abierto la boca en toda la mañana. – ¿Cuándo tomaremos el avión? –preguntó Julie.
–Cuando vayamos al aeropuerto –le respondió Harry, apurando su café y levantándose para dejar la taza en el fregadero.
– ¿Y cuándo vamos a ir al aeropuerto?
–Cuando te termines la leche –le dije yo, haciendo lo mismo que había hecho Harry hacía escasos segundos.
Aquella respuesta fue un buen aliciente para que Julie acabara de desayunar rápido, y en poco más de una hora estuvimos todos en el aeropuerto, esperando para embarcar.
–Papi, ¿vamos a tardar mucho en llegar? –escuché que le preguntaba Julie a su padre.
–No, princesa. Será un viaje muy corto, ya lo verás. Dentro de nada estarás con Carly.
Julie sonrió de oreja a oreja y comenzó a dar saltitos a nuestro alrededor, logrando ponerme más nerviosa de lo que ya estaba. Intentaba consolarme a mí misma diciendo que treinta minutos se pasarían volando y que apenas me enteraría, pero cuando estuvimos sentados en el avión, sólo encontré consuelo estrujando un panfleto informativo que nos habían repartido al embarcar.
–Mami, ¿tienes miedo? –me preguntó Julie mirándome desde su asiento. La habíamos puesto en el medio por si se asustaba, ya que ella sólo había viajado en avión una vez y había sido demasiado pequeña como para que lo recordara, pero en aquel momento pensé que la que tendría que haber ido en el centro era yo.
–Un poco –musité, apretando con fuerza el folleto.
– ¿Por qué?
–Julie, mamá necesita relajarse. No la molestes –escuché la voz de Harry, y por un segundo le agradecí en silencio que interviniera.
La niña se giró hacia su padre y ambos comenzaron a jugar a algo que en aquel preciso momento no me interesó. Me pasé todo el viaje observando el asiento delantero con la espalda rígida, los dientes apretados y oprimiendo entre mis manos aquel papel que a punto estuvo de desintegrarse.
Cuando por fin el avión aterrizó sin ningún problema, pude respirar tranquila de nuevo, y destensé la espalda escuchando cómo me crujían todos los huesos. A pesar de eso, estaba perfectamente. Julie, en cambio, parecía muy excitada con la idea de volver a ver a su amiguita, y cuando al fin pudimos recoger nuestras maletas de la cinta transportadora, echó a correr hacia delante como si lleva un cohete en la espalda.
– ¡Julie! –la llamé casi gritando. Me tranquilicé cuando se paró y se dio la vuelta, mirándonos a su padre y a mí con el ceño fruncido. Parecía que nos estuviera reprochando la lentitud con la que caminábamos. Cuando llegamos a su lado, Harry le dio la mano y comenzamos a caminar de nuevo. –No empieces a portarte mal, porque si no te llevaremos de vuelta a casa sin que hayas visto a Carly, ¿vale?
Asintió en silencio, pero no me pareció arrepentida, así que dejé estar el tema.
–Tal vez debamos llamarles para ver dónde están. ¿Estás segura de que dijeron que vendrían a recogernos? –me preguntó Harry mientras se ponía de puntillas para ver si veía a nuestros amigos.
–Sí, eso es exactamente lo que me dijeron. Puede que se hayan retrasado, o que…
El grito que dio Julie me interrumpió al instante:
– ¡Carly! –vociferó, haciendo que la mitad de las personas que pululaban por el aeropuerto la mirasen sorprendidos.
Sin decir nada más se soltó de la mano de su padre y echó a correr hacia su amiga, que también se acercaba a nosotros corriendo.
Cuando estuvieron delante la una de la otra, no pasó nada. Simplemente se miraron de arriba abajo, como si hubieran esperado encontrarse con otra persona, y a mí me entró la risa floja. Harry me miró con una ceja alzada, pero lo ignoré. Detrás de Carly pude ver a nuestros amigos caminando entre la multitud, y sin esperar a mi marido me acerqué a ellos, abrazándolos a ambos cuando los tuve delante. Harry hizo lo mismo una vez llegó a mi lado, y nos saludamos todos entre besos y abrazos que parecían interminables. Incluso se me escapó una lagrimilla cuando abracé a Perrie, la que había sido mi mejor amiga desde que tenía memoria. Me detuve a observar a Carly mientras Harry la abrazaba y la hacía sonreír con sus palabras, y me fijé en lo mucho que había cambiado desde que la vi la última vez.
– ¿Cómo están? –nos preguntó Zayn mientras cogía en brazos a Julie, que ya no estaba emocionada, sino avergonzada y cohibida.
–Bien, algo cansados del viaje –musité. – ¿Y ustedes qué tal?
–También. Nos hemos tenido que levantar temprano por vuestra culpa –bromeó. –Me alegro de que hayas venido, Hazza, porque si no lo hubieras hecho, habría ido a buscarte a Holmes Chapel –le dijo a su amigo mientras le daba palmaditas en la espalda con la mano que le quedaba libre.
–No lo dudo –le contestó Harry con una ceja alzada, pero con una leve sonrisa en los labios.
Perrie enroscó su brazo alrededor del mío y me instó a caminar hacia delante. Nuestros maridos iban detrás, y como Zayn ya había dejado a Julie en el suelo, las dos niñas iban delante de nosotras sin decir ni una palabra. En aquel momento parecía que no se conocían de nada, y supuse que no sabían qué decirse.
– Carly, ¿por qué no le cuentas a Julie quién es Oby? –le propuso Perrie a su hija, y yo la miré con interés.
– ¿Oby? –le pregunté en voz baja.
–Es el cachorro que le compramos a Carly hace un par de meses. Ya lo veras cuando lleguemos a casa –me explicó con una risita. –Bueno, creo que tenemos que contarnos muchas cosas, ¿o me equivoco?
–No te equivocas. Tenemos que ponernos al día –y era cierto. Sabía que debía hablar con Perrie sobre lo del divorcio con Harry. Al fin y al cabo, ella era mi única mejor amiga aparte de Ele, y tenía derecho a saberlo.
Pude escuchar cómo Carly y Julie habían comenzado a parlotear sin descanso, y me sentí aliviada de que mi hija hubiera vuelto a ser la de siempre.
Por otra parte, Harry y Zayn mantenían una "interesante" conversación sobre fútbol y sobre la buena temporada que estaba haciendo su equipo aquel año, así que desconecté de ellos y empecé a cotillear con Perrie.
Nos detuvimos a desayunar en una pequeña cafetería situada en el centro de la ciudad que me encantó nada más entrar. Olía a pan recién horneado y a café, y los muebles eran antiguos, por lo que me resultó muy acogedora. Nos sentamos en una mesa situada cerca de un gran ventanal que nos ofrecía la vista de un río imponente, y me quedé observándolo durante unos segundos. Me pareció un paisaje precioso.
– ¿Sabén cómo se llama el río? –nos preguntó Carly con emoción, y tanto Jasper como yo negamos con la cabeza. – Se llama Nathan–musitó, y yo parpadeé seguidamente, sin poder creérmelo.
– ¿Cómo? –preguntó Harry, recibiendo por mi parte una mirada fulminante.
–Río Nathan –repitió Carly con una gran sonrisa. –Me lo enseñaron en el cole.
En aquel momento la camarera nos trajo los pedidos y después se marchó a ocupar de nuevo su sitio detrás de la barra.
–Qué bien –animó Harry a la niña, y después me dirigió una mirada burlona que me puso nerviosa. Me entraron ganas de enviarle al cuerno, pero me contuve por las niñas y por nuestros amigos. –Seguro que a _______ le encanta el nombre –murmuró, y como estaba sentado a mi lado, me encargué de arrearle un pisotón por debajo de la mesa. – ¡Ay!
–Perrie, ahora que me acuerdo, tengo que preguntarte algo –continué con la conversa sin hacerle caso a Harry, porque ya había logrado amargarme la mañana con sus estúpidas insinuaciones.
–Dime.
–Mi coche está aparcado fuera de vuestra casa, ¿verdad?
Mi amiga puso cara de sorpresa y a continuación de culpabilidad:
-¡Sí! ¡Se me olvidó decírtelo por teléfono! Pero sí, sí, tranquila. El viernes por la mañana, cuando Zayn y yo nos fuimos a trabajar no estaba, pero cuando yo regresé por la tarde, sí. La persona que lo trajo nos dejó las llaves en el buzón. Me pareció algo extraño, pero supuse que tendría prisa por marcharse –nos explicó con una sonrisa.
–Lo trajo uno de los empleados de Harry –les comenté dándole un sorbo a mi café.
– ¡Caray, Hazza! Estás hecho todo un jefazo, ¿eh? Tus empleados besan el suelo por el que caminas, por lo que veo –bromeó Zayn dándole un codazo a su amigo.
–No es para tanto. Además, le pagué el billete de avión para que regresara a Holmes Chapel. Encima que nos hacía un favor…
–Qué generoso. Así cualquiera te hace favores –se rió Zayn, y no supe por qué, pero al escuchar aquellas palabras me vino a la cabeza María. Seguro que ella estaba encantada de "hacerle favores" a Harry.
Un rato después salimos de la cafetería y caminamos hasta que llegamos a la casa de nuestros amigos, que se encontraba algo apartada del centro. Aún así, era una casa preciosa, con una valla blanca bordeándola y con un porche delantero y un jardín trasero. Vi que mi coche estaba aparcado fuera de la casa, tal y como Perrie me había dicho, por lo que respiré aliviada. Nada más poner un pie dentro de la residencia, nos recibió un perrito blanco con las orejas caídas y marrones, y con manchas del mismo color repartidas alrededor del lomo. Me agaché para acariciarlo.
–Hola, precioso –se tumbó boca arriba para que le rascara la barriga, y después se incorporó y corrió para pedirle a Harry que le hiciera caso. –Es adorable –le comenté a Carly con una amplia sonrisa.
– ¡Es un Cavalier! ¿A que es bonito? –le preguntó ella a Julie, que correteaba detrás del perro para acariciarlo.
– ¡Sí! Mami, papi, ¡quiero un perro! –nos dijo mirándonos por turnos con los ojos brillantes. Después se arrodilló en el suelo imitando a Carly, y las dos se olvidaron de nosotros.
Carraspeé algo incómoda, y decidí hacer oídos sordos a su petición.
–Creo que a partir de ahora escucharéis esa cancioncita todos los días hasta que le compréis uno –me avisó Perrie en voz baja con una risita, pero yo no la estaba escuchando.
En una de las estanterías que tenían repartidas por todo el salón vi una foto que me resultó muy familiar. Me acerqué a ella y la observé detenidamente. Esa fotografía se la envié yo a Zayn y a Perrie cuando Julie tenía apenas cuatro meses, y aparecía yo con ella en brazos mientras Harry me abrazaba por detrás, con su barbilla apoyada en mi hombro y acariciando el pie de nuestra hija.
En aquella época éramos muy felices. Demasiado, tal vez. Jamás hubiésemos dicho que las cosas se iban a torcer tanto entre nosotros. Me di la vuelta disimuladamente y me percaté de que Harry estaba muy entretenido hablando con Zayn, por lo que no había visto la fotografía.
–Me encanta esa foto –murmuró Perrie a mi lado, y yo me asusté al escucharla. No había esperado que se hubiese acercado a mí tan sigilosamente.
–A mí también –musité en voz muy baja, recordándomelo a mí misma.
–Bueno, ven, que les enseño su habitación –nos pidió ella a Harry y a mí, y los dos la seguimos en silencio. –Julie dormirá en la habitación de Carly , y vosotros aquí –Perrie abrió la puerta de una de las habitaciones situadas en el segundo piso, y tragué saliva al ver que tendríamos que compartir cama también en West Lane. –Si quieren refrescarse un poco, al final del pasillo está el cuarto de baño, y también tienen uno en la habitación. He dejado toallas limpias en ambos, así que ya saben, si quieren "ahorrar agua"–bromeó pícaramente, pero ni Harry ni yo nos reímos.
Yo, por mi parte, me ruboricé violentamente y entré en la habitación para dejar la maleta sobre la cama. Me di la vuelta cuando sentí que Perrie cerraba la puerta, y me encontré de lleno con los ojos de Harry.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
hola claro que la seguire gracias por comentar hermosarochiangela escribió:NUEVA LECTORA!!!! SIGUELA PLIZ!!!!!!! ESTA MUY BUENA! ashdasdb
Y SI PUEDEN PASEN POR MI NOVELA . LES PROMETO MUCHO BITCHES!!! ;) PORFAS!!!
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JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
Hoola!
Me gusta, me gusta *-*. Siguela♥.
Me gusta, me gusta *-*. Siguela♥.
PurpleSky.
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
HOLA CLARO QUE LA SEGUIRE TALVEZ SUBA 2 CAPITULOS POR DIA GRACIAS POR COMENTAR HERMOSABoo! escribió:Hoola!
Me gusta, me gusta *-*. Siguela♥.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
-Capítulo 5-
Harry
Observé a ______, que se había dado la vuelta hasta que quedamos cara a cara. Parecía molesta, pero desde hacía mucho tiempo había estado así conmigo, así que no me preocupé. Coloqué la maleta encima de la cama, al lado de la suya, y la abrí en silencio.
–Podrías haberte ahorrado el comentario que has hecho sobre el río. Realmente ha estado muy fuera de lugar –me reprochó, y yo no pude evitar sonreír cínicamente al recordarlo.
–Tenía que hacerlo, no podía dejar pasar ese momento –le respondí, buscando algo de ropa para cambiarme.
–Te has portado como un imbécil y me has dejado en evidencia.
–Tranquilízate, que no ha sido para tanto –le dije alzando las manos en un gesto conciliador. –Pero no me dirás que es muy curioso que hasta su nombre te persiga hasta aquí.
–Mira, ya vale. No quiero seguir hablando del tema –alzó la voz, enfadada.
–Has sido tú la que ha empezado.
_______ me miró con las cejas alzadas y los labios fruncidos, y supe que era el momento para callarme. Ya había hecho la broma y ya la había fastidiado suficiente.
–Tenemos que decírselo –musitó ella cruzándose de brazos a la vez que dirigía su mirada al suelo.
– ¿Decirle qué a quién?
–Perrie y Zayn tienen derecho a saber que nos vamos a divorciar, ¿no crees?
Me quedé en silencio un largo momento, observando a ______ sin saber muy bien qué decir.
–Sí.
–Genial. Pues… Ya lo haremos después –carraspeó, incómoda, y a continuación se inclinó para abrir su maleta, algo así como había hecho yo antes. –Voy a refrescarme un poco. Quédate aquí, si quieres, yo iré a…
–No, quédate tú. Yo ya lo tengo todo –la interrumpí mostrándole la ropa que había cogido, y me di la vuelta para salir de la habitación. Después entré en el cuarto de baño que Perrie nos había indicado, y me di una ducha corta con agua fría. Realmente la necesitaba, porque simplemente tenía ganas de sentir algo, aunque fuese algo tan banal como el frío.
Cuando terminé de ducharme, salí del cubículo, me sequé y me vestí con la ropa limpia que había sacado de mi maleta. Después, bajé al piso de abajo y me encontré a las niñas jugando con el perro, tal y como las habíamos dejado antes.
– ¿se divierten? –pregunté, agachándome junto a ellas. El cachorro se acercó a mí y se tumbó en el suelo para que lo acariciara, y así lo hice.
– ¡Sí! –gritó Julie, sentándose al otro lado del perro para hacer lo que hacía yo. –Quiero uno, papi –me dijo haciendo un puchero mientras señalaba al animal.
–Ya veremos, princesa. Aún eres muy pequeña para cuidar de un perro.
– ¡No lo soy!
–Si insistes mucho, al final te lo comprarán –le aconsejó Carly asintiendo solemnemente, y yo me la quedé mirando con una ceja alzada. Menudo ejemplo le estaba dando a Julie.
Negué con la cabeza a la vez que sonreía, y me puse en pie de nuevo. Salí al jardín, y allí me encontré con Zayn, que estaba leyendo el periódico. Dejó de hacerlo en cuanto me vio caminar en su dirección.
–Hey, Harry. ¿Ya te has refrescado? –inquirió, observando mi pelo húmedo.
–Sí, realmente lo necesitaba –respondí haciendo crujir los dedos de mis manos. –No recordaba que vuestra casa fuera tan grande.
–Hemos hecho algunas remodelaciones, pero sólo porque Perrie se empeñó en hacerlas. Si hubiera sido por mí, la habría dejado como estaba –me explicó, y después noté que me miraba intensamente. – ¿Ocurre algo?
Parpadeé seguidamente, sin saber a qué se refería.
– ¿Qué tendría que ocurrir?
–No sé. Te noto raro… Y a ______ también. Están muy… distantes.
En ese momento recordé lo que me había dicho _____ antes, pero me callé porque supuse que quería que se lo dijéramos a ambos a la vez.
–No pasa nada. Oye, ¿dónde compraste al perro? Porque ya has visto que Julie se ha encaprichado… –cambié radicalmente de tema intencionadamente, y le hablé de lo primero que me vino a la cabeza.
–Se lo compré a un amigo mío que trabaja conmigo en el hospital. Su perra tuvo crías y me regaló una. Si quieres, luego puedo darte su teléfono, para ver si puede conseguirte un cachorro…
Asentí en silencio, pero ya no le estaba prestando atención. Había conseguido desviar la conversación hasta un tema más propicio, así que pude respirar tranquilo.
A la hora de la comida, Perrie y _____ tuvieron que hacer grandes esfuerzos para conseguir que las niñas comiesen y dejaran de prestarle atención al perro, por lo que cuando nuestras hijas hubieron acabado, pudimos comenzar a comer nosotros con tranquilidad.
–Esta noche iremos a la feria, ¿verdad, papi? –le preguntó Carly a su padre haciéndole ojitos.
Esperaba que Julie no copiara sus técnicas de convencimiento, a pesar de que no le hacían falta, sinceramente. Me costaba admitir que era bastante permisivo con mi hija, pues el simple hecho de que parpadeara en mi dirección me convertía en su esclavo, por así decirlo. No podía evitarlo, Julie me tenía comiendo de la palma de su mano.
–Claro, que sí –le respondió él acariciándole el cabello rizado.
– ¿A la feria? –inquirió _____ observándolos a ambos.
–Sí, han puesto unas cuantas atracciones en la ciudad, y habíamos pensado que sería divertido ir un rato esta noche. Si les parece bien, claro.
Asentí en silencio, aunque algo distraído. Las ferias siempre me habían gustado, y sobretodo me traían muy buenos recuerdos. El mejor de todos, sin duda, fue la primera vez que ______ y yo salimos los dos solos. Se podía decir que había sido nuestra primera cita, a pesar de que aún no habíamos empezado a salir oficialmente. Recordé lo nervioso que había estado, pues me había preparado un discurso muy cursi y romanticón para que cayera rendida a mis pies, pero cuando llegó el momento, se me olvidó por completo. Por ese motivo, le solté un "te quiero" de repente, mientras ella me hablaba sobre algún tema que en aquel momento no me interesaba. _____ se quedó tan estupefacta que se calló de golpe, cosa que no solía hacer nunca, y fue entonces cuando supe que realmente la había sorprendido. Fue en esa cita cuando nos besamos por primera vez, justo cuando empezaron a explotar y a brillar en el cielo los fuegos artificiales que indicaban que las fiestas habían comenzado.
– ¿Papá?
La voz aguda de Julie me devolvió a la realidad, y sacudí un poco la cabeza para hacer desaparecer los dolorosos recuerdos.
–Dime, princesa.
–Te he preguntado si vamos a ir a la feria esta noche. ¿Sí, verdad?
–Sí, claro. ¿Por qué no?
– ¡Bieeeeeeeen! –Julie me dio un beso en la mejilla y luego echó a correr detrás de Carly , hasta que ambas se perdieron en el piso de arriba.
Perrie resopló y se repantingó en la silla, totalmente relajada.
–Si ya es complicado vivir con una niña, con dos ya es imposible –bromeó, aunque comprendí que lo decía un poco en serio, también. Yo opinaba lo mismo.
–Cierto, pero no podemos negar que nuestras hijas son demasiado buenas –intervino ______.
–Lo son un rato, luego es cuando se ponen pesadas –respondió Zayn con una sonrisa divertida en la cara. –Y… ya que estamos hablando de las niñas… ¿Cuándo se van a decidir a darle un hermanito a Julie?
El mutismo que siguió a esta pregunta fue demasiado incómodo, por lo que agaché la cabeza y me introduje en la boca una cantidad considerable de macarrones para así no tener que contestar. Noté que _____ me miraba, y supe qué era lo que me estaba diciendo en silencio. Aquel era el momento de soltar la bomba.
Dejé que lo hiciera ella:
–Es que… –empezó, pero decidió retroceder y volver a comenzar. –Eso no va a pasar.
– ¿Ah, no? ¿Y eso? ¿Julie da mucha guerra o qué? –bromeó Perrie sonriendo, pero se le borró la sonrisa cuando vio nuestras caras serias.
–No es eso. Lo que ocurre es que Harry y yo vamos a divorciarnos.
Me alegré de que lo soltara todo de golpe. Por lo menos, así el impacto no era tan fuerte. En aquel momento, el silencio procedió de nuestros amigos, que nos miraron con incredulidad y sorpresa.
– ¿Cómo? ¿A… divorciaros?
______ y yo asentimos lentamente, sin saber muy bien hacia dónde mirar.
– ¿Por qué? –preguntó Zayn.
–Porque ya no hay nada entre nosotros –murmuré, con la mirada fija en la madera de la mesa.
–Eso es imposible. Lleván juntos desde los quince años… Si han aguantado hasta ahora, algo tiene que haber.
–Pero los problemas no vienen de ahora. Ya hace tiempo que… no congeniamos –explicó _____. –Discutimos mucho y nos hacemos daño mutuamente. Y no podemos seguir así.
– ¿Julie lo sabe? –fue el turno de Perrie para preguntar.
–No –respondí. –Aún no sabemos cuándo se lo vamos a decir, pero esta semana empezaremos con el papeleo, los abogados y todo lo necesario.
–Así que es definitivo. Se van a divorciar de verdad.
¿Zayn era sordo o tenía algún problema de oído? Tal vez era que simplemente no había escuchado ni una de las palabras que acabábamos de decir.
–Sí,Zayn. Nos vamos a divorciar. Sabemos que es difícil para ustedes, pero aún lo es más para nosotros. Y sobretodo será difícil para Julie, que no va a entender nada. Pero será lo mejor para todos.
Después de aquella explicación por parte de ____, ninguno dijo nada durante lo que quedaba de comida. Para cuando llegó el postre, no pude aguantarlo más, por lo que intenté continuar con la conversación:
–Y… ¿qué tal les va todo a ustedes?
Perrie y Zayn me miraron con una mirada extraña, supuse que agradeciéndome que hubiese roto el hielo de nuevo.
–Bien, vamos haciendo. Hay mucho trabajo en el hospital, pero bueno, es lo que me toca por haber estudiado medicina, ¿no? –bromeó Zayn.
–Exacto. Tendrías que haber estudiado derecho, como hicimos Louis y yo –lo piqué.
Por el rabillo del ojo pude ver que ______ continuaba con la cabeza gacha. Había estado así desde que les habíamos dado la mala noticia a nuestros amigos, y a pesar de que tuve ganas de decirle algo, me contuve.
–Ahora que has hablado de Louis, ¿cómo están él y Eleanor? –preguntó Perrie sacándome de mis cavilaciones.
–Bien. No veo demasiado a Ele, pero Louis sigue tan pesado como antes. Y creo que así será para siempre –me burlé de mi amigo haciendo que tanto Perrie como Zayn riesen. En cambio, _____ ni se inmutó. –Me dijo que les diera recuerdos de su parte y de la de El, y que esperan venir a verlos este verano en cuanto puedan.
–Habíamos pensado en ir a Holmes Chapel la semana próxima, así que antes los veremos nosotros –explicó Zayn, y yo me alegré de que pudiéramos tener algo más de tiempo para pasar juntos.
–En ese caso, genial. Si queréis venir a nuestra casa… –metí la pata con aquel comentario, porque recordé que dentro de poco iba a dejar de serlo. Aún no lo había hablado con _____, pero sabía que Julie iba a estar mucho mejor viviendo con ella, pues yo pasaba muchas horas en el trabajo, y era lógico que mi hija necesitara a su madre un poquito más que a su padre. Por ese motivo tenía claro que el que se iba a marchar de la casa era yo. No iba a dejarlas a las dos en la estacada sólo por comodidad. –Aunque seguro que Louis se empeñará en que vayás a la suya, así que como queráis –intenté arreglarlo, pero no funcionó. Lo supe por la cara amarga de _____.
–No sé… Ya veremos lo que hacemos cuando llegue el momento –musitó Perrie, dándose cuenta de lo que había pasado.
Aquel silencio tenso volvió a aparecer, y me puse en pie como si hubiera un resorte en mi silla.
– ¿Te ayudo a quitar la mesa? –me ofrecí amablemente, simplemente para alejarme de _____, porque no podía aguantar más su cara de infelicidad.
–No hace falta –me respondió Perrie con una sonrisa. –Ya lo hará _____, así aprovecho y le doy mi receta para la tarta de nueces con crema que tanto le gusta. ¿A que sí?
_____ asintió en silencio y se levantó sin prisa, como si el simple hecho de moverse le costara.
–Bueno, pues… en ese caso, si no les importa, iré a tumbarme un rato. Me duele un poco la cabeza –lo mejor de todo era que no estaba mintiendo. Aquella situación me provocaba jaqueca, y eso que sólo acababa de empezar.
–Claro que no. Estás en tu casa, ya lo sabes –me dijo Zayn dándome unas palmaditas en el hombro. –Yo iré a ver qué hacen los dos monstruitos que tenemos arriba.
Sonreí y subí con él las escaleras. Después de comprobar que las niñas estaban bien, jugando y gritando por todo el cuarto, me separé de Zayn y entré en la que iba a ser nuestra habitación durante aquella noche. Me tumbé en la cama a descansar, porque no tenía ganas de pensar en nada ni en nadie.
Hablar del tema con nuestros amigos sólo había logrado ponerme de mal humor, así que me puse de costado y cerré los ojos, intentando olvidarme del mundo que me rodeaba por un rato.
Harry
Observé a ______, que se había dado la vuelta hasta que quedamos cara a cara. Parecía molesta, pero desde hacía mucho tiempo había estado así conmigo, así que no me preocupé. Coloqué la maleta encima de la cama, al lado de la suya, y la abrí en silencio.
–Podrías haberte ahorrado el comentario que has hecho sobre el río. Realmente ha estado muy fuera de lugar –me reprochó, y yo no pude evitar sonreír cínicamente al recordarlo.
–Tenía que hacerlo, no podía dejar pasar ese momento –le respondí, buscando algo de ropa para cambiarme.
–Te has portado como un imbécil y me has dejado en evidencia.
–Tranquilízate, que no ha sido para tanto –le dije alzando las manos en un gesto conciliador. –Pero no me dirás que es muy curioso que hasta su nombre te persiga hasta aquí.
–Mira, ya vale. No quiero seguir hablando del tema –alzó la voz, enfadada.
–Has sido tú la que ha empezado.
_______ me miró con las cejas alzadas y los labios fruncidos, y supe que era el momento para callarme. Ya había hecho la broma y ya la había fastidiado suficiente.
–Tenemos que decírselo –musitó ella cruzándose de brazos a la vez que dirigía su mirada al suelo.
– ¿Decirle qué a quién?
–Perrie y Zayn tienen derecho a saber que nos vamos a divorciar, ¿no crees?
Me quedé en silencio un largo momento, observando a ______ sin saber muy bien qué decir.
–Sí.
–Genial. Pues… Ya lo haremos después –carraspeó, incómoda, y a continuación se inclinó para abrir su maleta, algo así como había hecho yo antes. –Voy a refrescarme un poco. Quédate aquí, si quieres, yo iré a…
–No, quédate tú. Yo ya lo tengo todo –la interrumpí mostrándole la ropa que había cogido, y me di la vuelta para salir de la habitación. Después entré en el cuarto de baño que Perrie nos había indicado, y me di una ducha corta con agua fría. Realmente la necesitaba, porque simplemente tenía ganas de sentir algo, aunque fuese algo tan banal como el frío.
Cuando terminé de ducharme, salí del cubículo, me sequé y me vestí con la ropa limpia que había sacado de mi maleta. Después, bajé al piso de abajo y me encontré a las niñas jugando con el perro, tal y como las habíamos dejado antes.
– ¿se divierten? –pregunté, agachándome junto a ellas. El cachorro se acercó a mí y se tumbó en el suelo para que lo acariciara, y así lo hice.
– ¡Sí! –gritó Julie, sentándose al otro lado del perro para hacer lo que hacía yo. –Quiero uno, papi –me dijo haciendo un puchero mientras señalaba al animal.
–Ya veremos, princesa. Aún eres muy pequeña para cuidar de un perro.
– ¡No lo soy!
–Si insistes mucho, al final te lo comprarán –le aconsejó Carly asintiendo solemnemente, y yo me la quedé mirando con una ceja alzada. Menudo ejemplo le estaba dando a Julie.
Negué con la cabeza a la vez que sonreía, y me puse en pie de nuevo. Salí al jardín, y allí me encontré con Zayn, que estaba leyendo el periódico. Dejó de hacerlo en cuanto me vio caminar en su dirección.
–Hey, Harry. ¿Ya te has refrescado? –inquirió, observando mi pelo húmedo.
–Sí, realmente lo necesitaba –respondí haciendo crujir los dedos de mis manos. –No recordaba que vuestra casa fuera tan grande.
–Hemos hecho algunas remodelaciones, pero sólo porque Perrie se empeñó en hacerlas. Si hubiera sido por mí, la habría dejado como estaba –me explicó, y después noté que me miraba intensamente. – ¿Ocurre algo?
Parpadeé seguidamente, sin saber a qué se refería.
– ¿Qué tendría que ocurrir?
–No sé. Te noto raro… Y a ______ también. Están muy… distantes.
En ese momento recordé lo que me había dicho _____ antes, pero me callé porque supuse que quería que se lo dijéramos a ambos a la vez.
–No pasa nada. Oye, ¿dónde compraste al perro? Porque ya has visto que Julie se ha encaprichado… –cambié radicalmente de tema intencionadamente, y le hablé de lo primero que me vino a la cabeza.
–Se lo compré a un amigo mío que trabaja conmigo en el hospital. Su perra tuvo crías y me regaló una. Si quieres, luego puedo darte su teléfono, para ver si puede conseguirte un cachorro…
Asentí en silencio, pero ya no le estaba prestando atención. Había conseguido desviar la conversación hasta un tema más propicio, así que pude respirar tranquilo.
A la hora de la comida, Perrie y _____ tuvieron que hacer grandes esfuerzos para conseguir que las niñas comiesen y dejaran de prestarle atención al perro, por lo que cuando nuestras hijas hubieron acabado, pudimos comenzar a comer nosotros con tranquilidad.
–Esta noche iremos a la feria, ¿verdad, papi? –le preguntó Carly a su padre haciéndole ojitos.
Esperaba que Julie no copiara sus técnicas de convencimiento, a pesar de que no le hacían falta, sinceramente. Me costaba admitir que era bastante permisivo con mi hija, pues el simple hecho de que parpadeara en mi dirección me convertía en su esclavo, por así decirlo. No podía evitarlo, Julie me tenía comiendo de la palma de su mano.
–Claro, que sí –le respondió él acariciándole el cabello rizado.
– ¿A la feria? –inquirió _____ observándolos a ambos.
–Sí, han puesto unas cuantas atracciones en la ciudad, y habíamos pensado que sería divertido ir un rato esta noche. Si les parece bien, claro.
Asentí en silencio, aunque algo distraído. Las ferias siempre me habían gustado, y sobretodo me traían muy buenos recuerdos. El mejor de todos, sin duda, fue la primera vez que ______ y yo salimos los dos solos. Se podía decir que había sido nuestra primera cita, a pesar de que aún no habíamos empezado a salir oficialmente. Recordé lo nervioso que había estado, pues me había preparado un discurso muy cursi y romanticón para que cayera rendida a mis pies, pero cuando llegó el momento, se me olvidó por completo. Por ese motivo, le solté un "te quiero" de repente, mientras ella me hablaba sobre algún tema que en aquel momento no me interesaba. _____ se quedó tan estupefacta que se calló de golpe, cosa que no solía hacer nunca, y fue entonces cuando supe que realmente la había sorprendido. Fue en esa cita cuando nos besamos por primera vez, justo cuando empezaron a explotar y a brillar en el cielo los fuegos artificiales que indicaban que las fiestas habían comenzado.
– ¿Papá?
La voz aguda de Julie me devolvió a la realidad, y sacudí un poco la cabeza para hacer desaparecer los dolorosos recuerdos.
–Dime, princesa.
–Te he preguntado si vamos a ir a la feria esta noche. ¿Sí, verdad?
–Sí, claro. ¿Por qué no?
– ¡Bieeeeeeeen! –Julie me dio un beso en la mejilla y luego echó a correr detrás de Carly , hasta que ambas se perdieron en el piso de arriba.
Perrie resopló y se repantingó en la silla, totalmente relajada.
–Si ya es complicado vivir con una niña, con dos ya es imposible –bromeó, aunque comprendí que lo decía un poco en serio, también. Yo opinaba lo mismo.
–Cierto, pero no podemos negar que nuestras hijas son demasiado buenas –intervino ______.
–Lo son un rato, luego es cuando se ponen pesadas –respondió Zayn con una sonrisa divertida en la cara. –Y… ya que estamos hablando de las niñas… ¿Cuándo se van a decidir a darle un hermanito a Julie?
El mutismo que siguió a esta pregunta fue demasiado incómodo, por lo que agaché la cabeza y me introduje en la boca una cantidad considerable de macarrones para así no tener que contestar. Noté que _____ me miraba, y supe qué era lo que me estaba diciendo en silencio. Aquel era el momento de soltar la bomba.
Dejé que lo hiciera ella:
–Es que… –empezó, pero decidió retroceder y volver a comenzar. –Eso no va a pasar.
– ¿Ah, no? ¿Y eso? ¿Julie da mucha guerra o qué? –bromeó Perrie sonriendo, pero se le borró la sonrisa cuando vio nuestras caras serias.
–No es eso. Lo que ocurre es que Harry y yo vamos a divorciarnos.
Me alegré de que lo soltara todo de golpe. Por lo menos, así el impacto no era tan fuerte. En aquel momento, el silencio procedió de nuestros amigos, que nos miraron con incredulidad y sorpresa.
– ¿Cómo? ¿A… divorciaros?
______ y yo asentimos lentamente, sin saber muy bien hacia dónde mirar.
– ¿Por qué? –preguntó Zayn.
–Porque ya no hay nada entre nosotros –murmuré, con la mirada fija en la madera de la mesa.
–Eso es imposible. Lleván juntos desde los quince años… Si han aguantado hasta ahora, algo tiene que haber.
–Pero los problemas no vienen de ahora. Ya hace tiempo que… no congeniamos –explicó _____. –Discutimos mucho y nos hacemos daño mutuamente. Y no podemos seguir así.
– ¿Julie lo sabe? –fue el turno de Perrie para preguntar.
–No –respondí. –Aún no sabemos cuándo se lo vamos a decir, pero esta semana empezaremos con el papeleo, los abogados y todo lo necesario.
–Así que es definitivo. Se van a divorciar de verdad.
¿Zayn era sordo o tenía algún problema de oído? Tal vez era que simplemente no había escuchado ni una de las palabras que acabábamos de decir.
–Sí,Zayn. Nos vamos a divorciar. Sabemos que es difícil para ustedes, pero aún lo es más para nosotros. Y sobretodo será difícil para Julie, que no va a entender nada. Pero será lo mejor para todos.
Después de aquella explicación por parte de ____, ninguno dijo nada durante lo que quedaba de comida. Para cuando llegó el postre, no pude aguantarlo más, por lo que intenté continuar con la conversación:
–Y… ¿qué tal les va todo a ustedes?
Perrie y Zayn me miraron con una mirada extraña, supuse que agradeciéndome que hubiese roto el hielo de nuevo.
–Bien, vamos haciendo. Hay mucho trabajo en el hospital, pero bueno, es lo que me toca por haber estudiado medicina, ¿no? –bromeó Zayn.
–Exacto. Tendrías que haber estudiado derecho, como hicimos Louis y yo –lo piqué.
Por el rabillo del ojo pude ver que ______ continuaba con la cabeza gacha. Había estado así desde que les habíamos dado la mala noticia a nuestros amigos, y a pesar de que tuve ganas de decirle algo, me contuve.
–Ahora que has hablado de Louis, ¿cómo están él y Eleanor? –preguntó Perrie sacándome de mis cavilaciones.
–Bien. No veo demasiado a Ele, pero Louis sigue tan pesado como antes. Y creo que así será para siempre –me burlé de mi amigo haciendo que tanto Perrie como Zayn riesen. En cambio, _____ ni se inmutó. –Me dijo que les diera recuerdos de su parte y de la de El, y que esperan venir a verlos este verano en cuanto puedan.
–Habíamos pensado en ir a Holmes Chapel la semana próxima, así que antes los veremos nosotros –explicó Zayn, y yo me alegré de que pudiéramos tener algo más de tiempo para pasar juntos.
–En ese caso, genial. Si queréis venir a nuestra casa… –metí la pata con aquel comentario, porque recordé que dentro de poco iba a dejar de serlo. Aún no lo había hablado con _____, pero sabía que Julie iba a estar mucho mejor viviendo con ella, pues yo pasaba muchas horas en el trabajo, y era lógico que mi hija necesitara a su madre un poquito más que a su padre. Por ese motivo tenía claro que el que se iba a marchar de la casa era yo. No iba a dejarlas a las dos en la estacada sólo por comodidad. –Aunque seguro que Louis se empeñará en que vayás a la suya, así que como queráis –intenté arreglarlo, pero no funcionó. Lo supe por la cara amarga de _____.
–No sé… Ya veremos lo que hacemos cuando llegue el momento –musitó Perrie, dándose cuenta de lo que había pasado.
Aquel silencio tenso volvió a aparecer, y me puse en pie como si hubiera un resorte en mi silla.
– ¿Te ayudo a quitar la mesa? –me ofrecí amablemente, simplemente para alejarme de _____, porque no podía aguantar más su cara de infelicidad.
–No hace falta –me respondió Perrie con una sonrisa. –Ya lo hará _____, así aprovecho y le doy mi receta para la tarta de nueces con crema que tanto le gusta. ¿A que sí?
_____ asintió en silencio y se levantó sin prisa, como si el simple hecho de moverse le costara.
–Bueno, pues… en ese caso, si no les importa, iré a tumbarme un rato. Me duele un poco la cabeza –lo mejor de todo era que no estaba mintiendo. Aquella situación me provocaba jaqueca, y eso que sólo acababa de empezar.
–Claro que no. Estás en tu casa, ya lo sabes –me dijo Zayn dándome unas palmaditas en el hombro. –Yo iré a ver qué hacen los dos monstruitos que tenemos arriba.
Sonreí y subí con él las escaleras. Después de comprobar que las niñas estaban bien, jugando y gritando por todo el cuarto, me separé de Zayn y entré en la que iba a ser nuestra habitación durante aquella noche. Me tumbé en la cama a descansar, porque no tenía ganas de pensar en nada ni en nadie.
Hablar del tema con nuestros amigos sólo había logrado ponerme de mal humor, así que me puse de costado y cerré los ojos, intentando olvidarme del mundo que me rodeaba por un rato.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
-Capítulo 6-
NARRA _______
Seguí a Perrie hasta la cocina, y en cuanto dejé los platos al lado del fregadero, me puse a fregarlos sin abrir la boca.
–Bueno, ya vale –escuché que me reprochaba, y ladeé la cabeza hasta que pude mirarla directamente con cara de incertidumbre.
–Encima que te ayudo a fregar…
–No me refiero a eso y lo sabes, así que ya puedes estar explicándomelo.
Me perdí en ese momento.
– ¿Explicarte qué?
–Cuál es la verdadera razón por la que se supone que se van a divorciar.
Suspiré, derrotada, pero continué fregando los platos con parsimonia, alargando el momento.
–No creo que debamos hablar más del tema. Nos vamos a divorciar, sí, pero no se va a acabar el mundo por eso, Perrie. La mayoría de los matrimonios actuales acaban en divorcio, así que no es tan raro.
–Y tanto que lo es –me respondió, colocándose a mi lado para secar los platos que yo iba fregando. –Supongo que la respuesta a la pregunta que te voy a hacer ahora será negativa, pero aún así me gustaría saberlo: ¿Es que hay terceras personas en vuestra relación?
Mi silencio fue su respuesta.
–No puede ser. ¡_____! ¿Me estás diciendo que Harry te ha sido infiel? ¿O que tú has estado con otro hombre?
–No, pero sé que Harry está interesado en otra mujer. En su secretaria, para ser exactos.
Los ojos de Perrie se abrieron desmesuradamente.
–No puedo creerlo.
–Pues así es… Y por culpa de eso hemos tenido algunas discusiones. Además de que él cree que yo tengo una aventura con Nathan, mi ayudante. ¿Te acuerdas de él?
Esperé pacientemente a que mi amiga asintiera, pues se habían conocido en una ocasión hacía un par de años.
–Sí, claro. Y me pareció un hombre de lo más amable y simpático –aseveró. –Pero… no creo que Harry crea que hay algo entre ustedes sin pruebas.
Le dediqué una mirada fulminante que la puso nerviosa, pues apartó su mirada de la mía con rapidez.
– ¿Qué insinúas?
–____, eres mi mejor amiga y sabes que te adoro, pero también quiero mucho a Harry y le conozco. Sé que jamás te acusaría de algo sin ningún motivo. Aunque, a decir verdad, siempre creí que jamás sería capaz de acusarte de nada, pero en fin, ya sabes a lo que me refiero.
– ¡No hay nada entre Nathan y yo! –alcé la voz, cansada de repetir siempre la misma frase.
–Yo no digo que haya nada, pero algo ha tenido que ver Harry para acusarte, del mismo modo que tú le acusas de que le guste su secretaria, ¿o no?
Me mordí el labio inferior y asentí lentamente, intentando ordenar mis pensamientos.
–Nathan me llama mucho y suele enviarme muchos mensajes cuando no estoy en la empresa. Supongo que Harry creerá que nos vemos a escondidas… o yo qué sé. Además… no quiero parecer vanidosa ni engreída, pero sé que Nathan siente algo por mí.
– ¿De verdad? ¿Es que te lo ha dicho?
–Directamente no, pero sí de forma sutil. No sé explicártelo, pero sé que está interesado en mí.
– ¿Y tú estás interesada en él? –ésa era la pregunta que no quería oír.
Me encogí de hombros sin abrir la boca, pero después me atreví a contestar verbalmente:
–No lo sé. Me gustaría estarlo, eso no te lo puedo negar, pero…
– ¿Pero? –mi mejor amiga era demasiado insistente.
–Es difícil, Perrie . Es mi amigo, y siempre ha sido así. Yo no le veo como algo más, pero me encantaría poder corresponderle porque me gusta saber que alguien me quiere y se preocupa por mí.
Cerré los ojos y me apoyé en la encimera con las manos llenas de espuma. Sorbí por la nariz, y fue entonces cuando me percaté de que estaba al borde de las lágrimas.
– Pero _____… ¿tan mal les va a ti y a Harry? –preguntó Perrie, como si toda la explicación que le había dado antes no hubiera existido.
–Ya lo ha dicho él. No hay nada entre nosotros. Ya no somos una pareja, ni tampoco amigos. Creo que ya ni siquiera somos conocidos –me pasé el dorso del brazo por los ojos para secármelos, pero aquello sólo provocó que nuevas lágrimas brotaran de ellos.
–Creo que exageras…
–No lo hago. Ya no nos tocamos. Ni siquiera nos abrazamos, y mucho menos nos besamos. Ya ni recuerdo la última vez que me saludó con un beso al llegar de trabajar, ni la última vez que estuvimos juntos… ¿Crees ahora que exagero? –me mostré defensiva porque no quería parecer débil por culpa de las lágrimas.
Me enjuagué las manos en el fregadero y después me las sequé con un paño. A continuación, me di la vuelta y me apoyé en el mármol de la cocina.
–No, pero hay más cosas aparte del contacto físico.
–Pues ya no recuerdo qué más había. Antes, cuando lo veía entrar por la puerta se me iluminaba el día. Ahora sólo se oscurece porque sé que volveremos a discutir por cualquier tontería. Y yo no puedo seguir así.
Perrie permaneció en silencio durante unos largos segundos.
– ¿Estás segura de que el divorcio va a ser lo mejor?
–Sí. Los dos seremos libres y podremos rehacer nuestra vida. Él podrá estar con María, si quiere, y yo no estaré todo el día enfadada y dolida. Además, Julie no tendrá por qué seguir presenciando nuestras discusiones.
Sentí a Perrie rodearme con sus brazos en un abrazo que no rechacé porque sabía que lo necesitaba, y fue entonces cuando me permití llorar amargamente.
–Pues realmente lo siento muchísimo por ustedes, sobretodo por Julie. Y realmente espero que esta decisión sea lo mejor para todos.
No contesté, simplemente continué llorando en el hombro de mi amiga mientras me dejaba consolar. Entonces, unos pasitos cortos y rápidos entrando en la cocina nos sobresaltaron.
– ¡Mami! ¡Mami! ¡Zayn nos va a llevar a Carly y a mí a pasear a Oby! Puedo ir, ¿verdad? –los bracitos de Julie se enroscaron en una de mis piernas, y yo me sequé las últimas lágrimas con las manos, esperando que no se hubiera dado cuenta de mi estado. – ¿Mami? ¿Por qué lloras?
Claro que se había dado cuenta. Julie no era tonta.
–No es nada, cielo.
– ¿Te has hecho daño? Yo lloro cuando me hago daño –me explicó, separándose de mi pierna, y yo sonreí mientras negaba con la cabeza. – ¿Entonces por qué lloras?
Perrie decidió intervenir por mí, y se lo agradecí enormemente. Mi mente no funcionaba como debería por culpa de las lágrimas.
–Es que le he contado una historia muy triste a tu madre, y como le ha dado mucha pena, pues se ha puesto a llorar. Pero no es nada, Julie. No te preocupes –mi mejor amiga le sonrió, y mi hija asintió, aunque no demasiado convencida con esa explicación.
– ¿Puedo ir a pasear a Oby con Zayn y con Carly, mami? –me recordó ella con impaciencia.
–Claro, mi vida. Pero pensándolo mejor, ¿por qué no vamos nosotras también? –le propuse aPerrie. –No me iría mal un poco de aire fresco.
–De acuerdo. Será mejor que Harry se quede aquí, si le duele la cabeza no creo que tenga ganas de salir.
Negué en silencio y, después de darle la mano a mi hija, las tres salimos de la cocina dispuestas a pasar un buen rato entre amigos.
.
.
Narra Harry
Por la tarde, justo cuando el cielo empezó a oscurecerse, salí de la habitación y bajé las escaleras. Me choqué con Julie, que iba correteando en dirección contraria a la mía, y sin que se lo esperara, la alcé en brazos provocando que chillara y riera a la vez.
– ¿Dónde va con tanta prisa esta niña tan guapa? –pregunté, fingiendo que le mordía el cuello, logrando que se carcajeara como una loca.
– ¡Iba a buscarte! ¡Nos vamos ya!
– ¿A la feria?
– ¡Sí!
–Pues vamos, entonces –la cogí con más firmeza, me la eché al hombro como si de un saco de patatas se tratara, y bajé las escaleras con ella a cuestas.
– ¡Papi! ¡Bájame! –me pidió pataleando pero riendo, así que no le hice caso hasta que estuve abajo y me encontré con _____ de cara. No supe cómo, pero intuí que estaba triste, y sin poder evitarlo me sentí mal. – ¡Socorro, mami!
–Ten cuidado –me pidió ella, y yo asentí sin decir nada. Un segundo después dejé a la niña en el suelo, y los tres salimos de la casa para encontrarnos con Zayn, que ya nos esperaba al lado de su coche.
– ¿Quieren que cojamos también el coche de _____? –pregunté por si acaso, pero Zayn negó con la cabeza.
–Mi coche tiene siete plazas, así que cabemos todos perfectamente –alardeó, y yo lo miré con una ceja alzada.
– ¿Y para qué quieres un coche tan grande? –pregunté, sentándome en el asiento del copiloto y cerrando la puerta después.
–Pues para cuando la familia crezca. Perrie quiere tener como mucho dos niños más, pero a mí me gustaría poder llenar el coche entero, así que vamos a tener que trabajar mucho –me explicó cuando estuvo sentado delante del volante, y sin proponérmelo, se me hizo un nudo en la garganta. Yo ya no podía decir tal cosa.
–Qué exagerado eres –musité para disimular.
–Ni te lo imaginas –escuché la voz de Perrie detrás de mí, y me giré un poco para verla sentada en los asientos de detrás, atándole el cinturón a Carly. Pude ver que ____ había hecho exactamente lo mismo con Julie, que parloteaba sin parar sobre lo bien que se lo había pasado llevando la correa del perro. –Está loco. Pero claro, como el que tiene que parir no es él… –se quejó, y yo sonreí mientras negaba con la cabeza.
–Bueno, ¿ya estamos todos? –preguntó Zayn mirando por el retrovisor, y poniendo en marcha el coche cuando las niñas gritaron que sí lo estábamos.
– ¿Han salido antes? –pregunté con curiosidad. Mientras descansaba, me había parecido oír varias veces la puerta principal abrirse y cerrarse, y no sabía si lo había imaginado o no.
– Sí –me respondió Carly. –Hemos llevado a pasear a Oby.
–No te hemos dicho nada porque no te queríamos molestar –me explicó Zayn sin apartar la mirada de la carretera.
–No pasa nada. Seguro que se lo habéis pasado muy bien.
– ¡Papi, he llevado a Oby con la correa yo sola! –me explicó Julie con una amplia sonrisa que me contagió.
– ¿Ah, sí? ¡Pues debes de tener mucha fuerza!
– ¡Sí! ¡Yo también quiero un perrito!
Desde delante pude escuchar el suspiro cansado de _____.
–Julie, ya hemos hablado antes de eso.
– ¡Pero yo quiero un perrito, mami! –insistió ella.
–Ya lo hablaremos más adelante.
No supe si intervenir o no, y me percaté de que no debía hacerlo cuando Zayn aparcó el coche en un descampado. Una vez estuvimos todos fuera, tuve que agarrar la mano de Julie antes de que echara a correr como una loca hacia el recinto, porque lo único que nos faltaba era perderla entre el gentío que se había acumulado en la feria.
– ¡Quiero subirme en todas las atracciones! –dijo Carly emocionada, dando saltitos entre medio de sus padres, que la habían cogido de la mano.
Julie le tendió la mano que le quedaba libre a ______ hasta que ella la tomó, y por un instante sentí que nada había cambiado entre nosotros; que seguíamos siendo un matrimonio feliz que disfrutaba de la niñez de su hija y que habían ido a pasar el rato a la feria para divertirse todos juntos.
– ¡Yo también! –la secundó Julie. –Y mi papi se subirá conmigo, ¿a qué sí?
–Julie, sabes que a mí las atracciones no me gustan demasiado.
– ¿Ni siquiera eso puedes hacer por ella? –la voz dura de ______ me hizo apretar los dientes, y me mordí la lengua para no contestarle alguna grosería.
– ¡Ahí, ahí! –gritó Carly señalando un tiovivo enorme, lleno de caballos y de animales para que los niños y los no tan niños se montaran. – ¿Subimos, Julie?
Nuestra hija nos miró a mí y a su madre con cara de interrogación, hasta que escuchamos la voz de Perrie:
–Yo sí quiero subir. Siempre lo hacemos, ¿verdad, Carly?
– ¡Sí!
–Mami, ¿subes tú también? –le preguntó Julie a ____ y para mí sorpresa, ésta asintió firmemente.
–Claro, vamos.
Las cuatro se dirigieron a comprar las entradas, y después se subieron en la atracción, todas en un caballo diferente. Julie me saludó desde su caballo rosa y me lanzó besos que le devolví, hasta que el tiovivo comenzó a dar vueltas y se agarró con fuerza a su caballo.
– ¿Estás seguro?
Miré a Zayn con una ceja alzada, sin saber si me estaba hablando a mí. Supuse que sí cuando alzó las cejas, como si estuviera esperando una respuesta por mi parte.
– ¿Cómo dices?
–Si estás seguro de lo que vas a hacer. Si crees que realmente el divorcio va a ser la solución.
Suspiré profundamente, empezando a cansarme de que todos quisieran hablar de lo mismo.
–No veo que haya otra mejor.
– ¿Por qué no intentas conquistar de nuevo a _____?
–Porque no quiere ser conquistada. Me odia, ya me lo ha dejado claro.
– ¿Eso te ha dicho? –inquirió Zayn sorprendido.
–No me lo ha dicho, pero la conozco. Sé que por ahora lo que quiere es tenerme cuanto más lejos mejor.
– ¿Y tú también quieres eso?
–Yo no sé lo que quiero –respondí sinceramente. –Me gustaría que todo fuera como antes, pero sencillamente ya no volverá a serlo. Ambos hemos cambiado y hemos decidido que seremos más felices iniciando una vida por separado.
–Será muy duro para Julie.
–Claro que lo será. Una niña pequeña no puede entender que sus padres hayan dejado de quererse. Será muy complicado para ella, pero al final logrará acostumbrarse a la situación –deseé con todas mis fuerzas creer lo que estaba diciendo, pero me resultó muy complicado.
– ¿Sabes? Creo que ______ aún sigue enamorada de ti, a pesar de que tú creas lo contrario. Parecía bastante afectada cuando nos habéis dado la noticia durante la comida.
–Fue ella la que me pidió el divorcio, Zayn. Ya no está enamorada de mí –mi voz sonó resignada y me odié por ello.
– ¿Y tú ya no lo estás de ella?
Agaché la cabeza y me metí las manos en los bolsillos sin saber qué responder. Ni siquiera yo sabía la respuesta a esa pregunta.
Respiré con alivio cuando sentí el pequeño cuerpo de Julie estamparse contra mis piernas, y me agaché para prestarle atención a mi hija; de ese modo no tenía que responderle a mi amigo.
– ¡Ha sido muy divertido, papi! ¡Y he estado a punto de caerme del caballo dos veces! –me explicó emocionada, dando pequeños saltitos con las manos alzadas hacia mí.
Supe exactamente lo que quería sin que tuviera que preguntárselo. La alcé en brazos y la senté sobre mis hombros, y pude ver que Carly le pedía lo mismo a Zayn.
Perrie y ____ se reunieron con nosotros entre risas unos segundos después, y así fue como continuamos nuestro recorrido por la feria. Julie y Carly gritaban cada vez que veían una atracción en la que querían subir, y nos fuimos turnarnos para montarnos con ellas en aquellas en las que no podían hacerlo solas.
– ¡La noria! –escuché la exclamación de Julie por encima de mi cabeza, pues mi hija no tenía ganas de caminar y había tenido que estar subiéndola a mis hombros cada vez que no estaba montada en una atracción. – ¿Subimos? ¿Por fa? ¿Por fa?
–A mí no me apetece, nena, sabes que a mami no le gustan mucho las alturas –le dijo _____, que parecía algo cansada.
–A mí tampoco –le respondí.
–Jo… Yo quiero subir… –supe que Julie estaba haciendo un puchero por el tono de voz que usó.
– ¡Sube con nosotros! –le propuso Carly, y mi hija comenzó a patalear para que la bajara de mis hombros.
Una vez estuvo en el suelo, las dos niñas corrieron hasta que se reunieron con Zayn y con Perrie en la cola de la noria, y ______y yo nos quedamos abajo, separados por unos cuantos metros. Si alguien nos veía en aquel momento, pensaría que no nos conocíamos de nada.
Observé lo bien que se lo pasaban nuestros amigos con su hija y con la nuestra, y me sentí triste por no haber podido mantener intacto mi matrimonio con _____. Debería de haberme comportado de otra manera en vez de obcecarme tanto con el trabajo y abandonar a mi familia, porque ya jamás podría recuperarla.
Entonces, en aquel instante, empezaron a arder en el cielo los fuegos artificiales, y alcé la vista para contemplarlos con el corazón encogido. Sin pensar en lo que hacía, ladeé la cabeza hasta que pude mirar directamente a ______, y descubrí que ella también me estaba mirando. Era una mirada triste, y sin palabras me dijo que estaba recordando exactamente el mismo momento que yo. Aquel que pasamos juntos hacía tantos años: nuestro primer beso. Aquel que estuvo tan lleno de nuevas ilusiones y de esperanzas, pero que finalmente terminó roto, como nuestro matrimonio. Dejó de mirarme un instante después, y regresó su mirada a los fuegos, que cada vez eran más grandes y más coloridos.
Decidimos que ya era hora de volver a casa un rato después, cuando las niñas se quedaron dormidas en nuestros brazos porque estaban exhaustas de tanto correr de aquí para allá y de pasárselo bien. Me alegré por ellas, porque una parte de mí sabía que ya jamás volvería a ser tan feliz como lo fui cuando ____ y yo aún nos amábamos.
NARRA _______
Seguí a Perrie hasta la cocina, y en cuanto dejé los platos al lado del fregadero, me puse a fregarlos sin abrir la boca.
–Bueno, ya vale –escuché que me reprochaba, y ladeé la cabeza hasta que pude mirarla directamente con cara de incertidumbre.
–Encima que te ayudo a fregar…
–No me refiero a eso y lo sabes, así que ya puedes estar explicándomelo.
Me perdí en ese momento.
– ¿Explicarte qué?
–Cuál es la verdadera razón por la que se supone que se van a divorciar.
Suspiré, derrotada, pero continué fregando los platos con parsimonia, alargando el momento.
–No creo que debamos hablar más del tema. Nos vamos a divorciar, sí, pero no se va a acabar el mundo por eso, Perrie. La mayoría de los matrimonios actuales acaban en divorcio, así que no es tan raro.
–Y tanto que lo es –me respondió, colocándose a mi lado para secar los platos que yo iba fregando. –Supongo que la respuesta a la pregunta que te voy a hacer ahora será negativa, pero aún así me gustaría saberlo: ¿Es que hay terceras personas en vuestra relación?
Mi silencio fue su respuesta.
–No puede ser. ¡_____! ¿Me estás diciendo que Harry te ha sido infiel? ¿O que tú has estado con otro hombre?
–No, pero sé que Harry está interesado en otra mujer. En su secretaria, para ser exactos.
Los ojos de Perrie se abrieron desmesuradamente.
–No puedo creerlo.
–Pues así es… Y por culpa de eso hemos tenido algunas discusiones. Además de que él cree que yo tengo una aventura con Nathan, mi ayudante. ¿Te acuerdas de él?
Esperé pacientemente a que mi amiga asintiera, pues se habían conocido en una ocasión hacía un par de años.
–Sí, claro. Y me pareció un hombre de lo más amable y simpático –aseveró. –Pero… no creo que Harry crea que hay algo entre ustedes sin pruebas.
Le dediqué una mirada fulminante que la puso nerviosa, pues apartó su mirada de la mía con rapidez.
– ¿Qué insinúas?
–____, eres mi mejor amiga y sabes que te adoro, pero también quiero mucho a Harry y le conozco. Sé que jamás te acusaría de algo sin ningún motivo. Aunque, a decir verdad, siempre creí que jamás sería capaz de acusarte de nada, pero en fin, ya sabes a lo que me refiero.
– ¡No hay nada entre Nathan y yo! –alcé la voz, cansada de repetir siempre la misma frase.
–Yo no digo que haya nada, pero algo ha tenido que ver Harry para acusarte, del mismo modo que tú le acusas de que le guste su secretaria, ¿o no?
Me mordí el labio inferior y asentí lentamente, intentando ordenar mis pensamientos.
–Nathan me llama mucho y suele enviarme muchos mensajes cuando no estoy en la empresa. Supongo que Harry creerá que nos vemos a escondidas… o yo qué sé. Además… no quiero parecer vanidosa ni engreída, pero sé que Nathan siente algo por mí.
– ¿De verdad? ¿Es que te lo ha dicho?
–Directamente no, pero sí de forma sutil. No sé explicártelo, pero sé que está interesado en mí.
– ¿Y tú estás interesada en él? –ésa era la pregunta que no quería oír.
Me encogí de hombros sin abrir la boca, pero después me atreví a contestar verbalmente:
–No lo sé. Me gustaría estarlo, eso no te lo puedo negar, pero…
– ¿Pero? –mi mejor amiga era demasiado insistente.
–Es difícil, Perrie . Es mi amigo, y siempre ha sido así. Yo no le veo como algo más, pero me encantaría poder corresponderle porque me gusta saber que alguien me quiere y se preocupa por mí.
Cerré los ojos y me apoyé en la encimera con las manos llenas de espuma. Sorbí por la nariz, y fue entonces cuando me percaté de que estaba al borde de las lágrimas.
– Pero _____… ¿tan mal les va a ti y a Harry? –preguntó Perrie, como si toda la explicación que le había dado antes no hubiera existido.
–Ya lo ha dicho él. No hay nada entre nosotros. Ya no somos una pareja, ni tampoco amigos. Creo que ya ni siquiera somos conocidos –me pasé el dorso del brazo por los ojos para secármelos, pero aquello sólo provocó que nuevas lágrimas brotaran de ellos.
–Creo que exageras…
–No lo hago. Ya no nos tocamos. Ni siquiera nos abrazamos, y mucho menos nos besamos. Ya ni recuerdo la última vez que me saludó con un beso al llegar de trabajar, ni la última vez que estuvimos juntos… ¿Crees ahora que exagero? –me mostré defensiva porque no quería parecer débil por culpa de las lágrimas.
Me enjuagué las manos en el fregadero y después me las sequé con un paño. A continuación, me di la vuelta y me apoyé en el mármol de la cocina.
–No, pero hay más cosas aparte del contacto físico.
–Pues ya no recuerdo qué más había. Antes, cuando lo veía entrar por la puerta se me iluminaba el día. Ahora sólo se oscurece porque sé que volveremos a discutir por cualquier tontería. Y yo no puedo seguir así.
Perrie permaneció en silencio durante unos largos segundos.
– ¿Estás segura de que el divorcio va a ser lo mejor?
–Sí. Los dos seremos libres y podremos rehacer nuestra vida. Él podrá estar con María, si quiere, y yo no estaré todo el día enfadada y dolida. Además, Julie no tendrá por qué seguir presenciando nuestras discusiones.
Sentí a Perrie rodearme con sus brazos en un abrazo que no rechacé porque sabía que lo necesitaba, y fue entonces cuando me permití llorar amargamente.
–Pues realmente lo siento muchísimo por ustedes, sobretodo por Julie. Y realmente espero que esta decisión sea lo mejor para todos.
No contesté, simplemente continué llorando en el hombro de mi amiga mientras me dejaba consolar. Entonces, unos pasitos cortos y rápidos entrando en la cocina nos sobresaltaron.
– ¡Mami! ¡Mami! ¡Zayn nos va a llevar a Carly y a mí a pasear a Oby! Puedo ir, ¿verdad? –los bracitos de Julie se enroscaron en una de mis piernas, y yo me sequé las últimas lágrimas con las manos, esperando que no se hubiera dado cuenta de mi estado. – ¿Mami? ¿Por qué lloras?
Claro que se había dado cuenta. Julie no era tonta.
–No es nada, cielo.
– ¿Te has hecho daño? Yo lloro cuando me hago daño –me explicó, separándose de mi pierna, y yo sonreí mientras negaba con la cabeza. – ¿Entonces por qué lloras?
Perrie decidió intervenir por mí, y se lo agradecí enormemente. Mi mente no funcionaba como debería por culpa de las lágrimas.
–Es que le he contado una historia muy triste a tu madre, y como le ha dado mucha pena, pues se ha puesto a llorar. Pero no es nada, Julie. No te preocupes –mi mejor amiga le sonrió, y mi hija asintió, aunque no demasiado convencida con esa explicación.
– ¿Puedo ir a pasear a Oby con Zayn y con Carly, mami? –me recordó ella con impaciencia.
–Claro, mi vida. Pero pensándolo mejor, ¿por qué no vamos nosotras también? –le propuse aPerrie. –No me iría mal un poco de aire fresco.
–De acuerdo. Será mejor que Harry se quede aquí, si le duele la cabeza no creo que tenga ganas de salir.
Negué en silencio y, después de darle la mano a mi hija, las tres salimos de la cocina dispuestas a pasar un buen rato entre amigos.
.
.
Narra Harry
Por la tarde, justo cuando el cielo empezó a oscurecerse, salí de la habitación y bajé las escaleras. Me choqué con Julie, que iba correteando en dirección contraria a la mía, y sin que se lo esperara, la alcé en brazos provocando que chillara y riera a la vez.
– ¿Dónde va con tanta prisa esta niña tan guapa? –pregunté, fingiendo que le mordía el cuello, logrando que se carcajeara como una loca.
– ¡Iba a buscarte! ¡Nos vamos ya!
– ¿A la feria?
– ¡Sí!
–Pues vamos, entonces –la cogí con más firmeza, me la eché al hombro como si de un saco de patatas se tratara, y bajé las escaleras con ella a cuestas.
– ¡Papi! ¡Bájame! –me pidió pataleando pero riendo, así que no le hice caso hasta que estuve abajo y me encontré con _____ de cara. No supe cómo, pero intuí que estaba triste, y sin poder evitarlo me sentí mal. – ¡Socorro, mami!
–Ten cuidado –me pidió ella, y yo asentí sin decir nada. Un segundo después dejé a la niña en el suelo, y los tres salimos de la casa para encontrarnos con Zayn, que ya nos esperaba al lado de su coche.
– ¿Quieren que cojamos también el coche de _____? –pregunté por si acaso, pero Zayn negó con la cabeza.
–Mi coche tiene siete plazas, así que cabemos todos perfectamente –alardeó, y yo lo miré con una ceja alzada.
– ¿Y para qué quieres un coche tan grande? –pregunté, sentándome en el asiento del copiloto y cerrando la puerta después.
–Pues para cuando la familia crezca. Perrie quiere tener como mucho dos niños más, pero a mí me gustaría poder llenar el coche entero, así que vamos a tener que trabajar mucho –me explicó cuando estuvo sentado delante del volante, y sin proponérmelo, se me hizo un nudo en la garganta. Yo ya no podía decir tal cosa.
–Qué exagerado eres –musité para disimular.
–Ni te lo imaginas –escuché la voz de Perrie detrás de mí, y me giré un poco para verla sentada en los asientos de detrás, atándole el cinturón a Carly. Pude ver que ____ había hecho exactamente lo mismo con Julie, que parloteaba sin parar sobre lo bien que se lo había pasado llevando la correa del perro. –Está loco. Pero claro, como el que tiene que parir no es él… –se quejó, y yo sonreí mientras negaba con la cabeza.
–Bueno, ¿ya estamos todos? –preguntó Zayn mirando por el retrovisor, y poniendo en marcha el coche cuando las niñas gritaron que sí lo estábamos.
– ¿Han salido antes? –pregunté con curiosidad. Mientras descansaba, me había parecido oír varias veces la puerta principal abrirse y cerrarse, y no sabía si lo había imaginado o no.
– Sí –me respondió Carly. –Hemos llevado a pasear a Oby.
–No te hemos dicho nada porque no te queríamos molestar –me explicó Zayn sin apartar la mirada de la carretera.
–No pasa nada. Seguro que se lo habéis pasado muy bien.
– ¡Papi, he llevado a Oby con la correa yo sola! –me explicó Julie con una amplia sonrisa que me contagió.
– ¿Ah, sí? ¡Pues debes de tener mucha fuerza!
– ¡Sí! ¡Yo también quiero un perrito!
Desde delante pude escuchar el suspiro cansado de _____.
–Julie, ya hemos hablado antes de eso.
– ¡Pero yo quiero un perrito, mami! –insistió ella.
–Ya lo hablaremos más adelante.
No supe si intervenir o no, y me percaté de que no debía hacerlo cuando Zayn aparcó el coche en un descampado. Una vez estuvimos todos fuera, tuve que agarrar la mano de Julie antes de que echara a correr como una loca hacia el recinto, porque lo único que nos faltaba era perderla entre el gentío que se había acumulado en la feria.
– ¡Quiero subirme en todas las atracciones! –dijo Carly emocionada, dando saltitos entre medio de sus padres, que la habían cogido de la mano.
Julie le tendió la mano que le quedaba libre a ______ hasta que ella la tomó, y por un instante sentí que nada había cambiado entre nosotros; que seguíamos siendo un matrimonio feliz que disfrutaba de la niñez de su hija y que habían ido a pasar el rato a la feria para divertirse todos juntos.
– ¡Yo también! –la secundó Julie. –Y mi papi se subirá conmigo, ¿a qué sí?
–Julie, sabes que a mí las atracciones no me gustan demasiado.
– ¿Ni siquiera eso puedes hacer por ella? –la voz dura de ______ me hizo apretar los dientes, y me mordí la lengua para no contestarle alguna grosería.
– ¡Ahí, ahí! –gritó Carly señalando un tiovivo enorme, lleno de caballos y de animales para que los niños y los no tan niños se montaran. – ¿Subimos, Julie?
Nuestra hija nos miró a mí y a su madre con cara de interrogación, hasta que escuchamos la voz de Perrie:
–Yo sí quiero subir. Siempre lo hacemos, ¿verdad, Carly?
– ¡Sí!
–Mami, ¿subes tú también? –le preguntó Julie a ____ y para mí sorpresa, ésta asintió firmemente.
–Claro, vamos.
Las cuatro se dirigieron a comprar las entradas, y después se subieron en la atracción, todas en un caballo diferente. Julie me saludó desde su caballo rosa y me lanzó besos que le devolví, hasta que el tiovivo comenzó a dar vueltas y se agarró con fuerza a su caballo.
– ¿Estás seguro?
Miré a Zayn con una ceja alzada, sin saber si me estaba hablando a mí. Supuse que sí cuando alzó las cejas, como si estuviera esperando una respuesta por mi parte.
– ¿Cómo dices?
–Si estás seguro de lo que vas a hacer. Si crees que realmente el divorcio va a ser la solución.
Suspiré profundamente, empezando a cansarme de que todos quisieran hablar de lo mismo.
–No veo que haya otra mejor.
– ¿Por qué no intentas conquistar de nuevo a _____?
–Porque no quiere ser conquistada. Me odia, ya me lo ha dejado claro.
– ¿Eso te ha dicho? –inquirió Zayn sorprendido.
–No me lo ha dicho, pero la conozco. Sé que por ahora lo que quiere es tenerme cuanto más lejos mejor.
– ¿Y tú también quieres eso?
–Yo no sé lo que quiero –respondí sinceramente. –Me gustaría que todo fuera como antes, pero sencillamente ya no volverá a serlo. Ambos hemos cambiado y hemos decidido que seremos más felices iniciando una vida por separado.
–Será muy duro para Julie.
–Claro que lo será. Una niña pequeña no puede entender que sus padres hayan dejado de quererse. Será muy complicado para ella, pero al final logrará acostumbrarse a la situación –deseé con todas mis fuerzas creer lo que estaba diciendo, pero me resultó muy complicado.
– ¿Sabes? Creo que ______ aún sigue enamorada de ti, a pesar de que tú creas lo contrario. Parecía bastante afectada cuando nos habéis dado la noticia durante la comida.
–Fue ella la que me pidió el divorcio, Zayn. Ya no está enamorada de mí –mi voz sonó resignada y me odié por ello.
– ¿Y tú ya no lo estás de ella?
Agaché la cabeza y me metí las manos en los bolsillos sin saber qué responder. Ni siquiera yo sabía la respuesta a esa pregunta.
Respiré con alivio cuando sentí el pequeño cuerpo de Julie estamparse contra mis piernas, y me agaché para prestarle atención a mi hija; de ese modo no tenía que responderle a mi amigo.
– ¡Ha sido muy divertido, papi! ¡Y he estado a punto de caerme del caballo dos veces! –me explicó emocionada, dando pequeños saltitos con las manos alzadas hacia mí.
Supe exactamente lo que quería sin que tuviera que preguntárselo. La alcé en brazos y la senté sobre mis hombros, y pude ver que Carly le pedía lo mismo a Zayn.
Perrie y ____ se reunieron con nosotros entre risas unos segundos después, y así fue como continuamos nuestro recorrido por la feria. Julie y Carly gritaban cada vez que veían una atracción en la que querían subir, y nos fuimos turnarnos para montarnos con ellas en aquellas en las que no podían hacerlo solas.
– ¡La noria! –escuché la exclamación de Julie por encima de mi cabeza, pues mi hija no tenía ganas de caminar y había tenido que estar subiéndola a mis hombros cada vez que no estaba montada en una atracción. – ¿Subimos? ¿Por fa? ¿Por fa?
–A mí no me apetece, nena, sabes que a mami no le gustan mucho las alturas –le dijo _____, que parecía algo cansada.
–A mí tampoco –le respondí.
–Jo… Yo quiero subir… –supe que Julie estaba haciendo un puchero por el tono de voz que usó.
– ¡Sube con nosotros! –le propuso Carly, y mi hija comenzó a patalear para que la bajara de mis hombros.
Una vez estuvo en el suelo, las dos niñas corrieron hasta que se reunieron con Zayn y con Perrie en la cola de la noria, y ______y yo nos quedamos abajo, separados por unos cuantos metros. Si alguien nos veía en aquel momento, pensaría que no nos conocíamos de nada.
Observé lo bien que se lo pasaban nuestros amigos con su hija y con la nuestra, y me sentí triste por no haber podido mantener intacto mi matrimonio con _____. Debería de haberme comportado de otra manera en vez de obcecarme tanto con el trabajo y abandonar a mi familia, porque ya jamás podría recuperarla.
Entonces, en aquel instante, empezaron a arder en el cielo los fuegos artificiales, y alcé la vista para contemplarlos con el corazón encogido. Sin pensar en lo que hacía, ladeé la cabeza hasta que pude mirar directamente a ______, y descubrí que ella también me estaba mirando. Era una mirada triste, y sin palabras me dijo que estaba recordando exactamente el mismo momento que yo. Aquel que pasamos juntos hacía tantos años: nuestro primer beso. Aquel que estuvo tan lleno de nuevas ilusiones y de esperanzas, pero que finalmente terminó roto, como nuestro matrimonio. Dejó de mirarme un instante después, y regresó su mirada a los fuegos, que cada vez eran más grandes y más coloridos.
Decidimos que ya era hora de volver a casa un rato después, cuando las niñas se quedaron dormidas en nuestros brazos porque estaban exhaustas de tanto correr de aquí para allá y de pasárselo bien. Me alegré por ellas, porque una parte de mí sabía que ya jamás volvería a ser tan feliz como lo fui cuando ____ y yo aún nos amábamos.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
-Capítulo 7-
narra_____
A la mañana siguiente me desperté sola en la cama. Había estado tan cansada que ni siquiera me había enterado de que Harry se había levantado, pero no le di importancia. Me di una ducha con agua fresquita, pues aquella mañana hacía mucho calor, y después bajé las escaleras y entré en la cocina, encontrándome con Zayn, con Perrie y con Harry sentados alrededor de la mesa.
–Buenos días –saludé mirando a mis amigos pero no a mi futuro exmarido.
–Buenos días –me devolvieron ellos el saludo. Me dirigí a la cafetera para prepararme un café cargado, pero Perrie me lo impidió.
–No, no, no. Yo lo hago.
–No es necesario…
–Sí que lo es. Tú eres nuestra invitada, así que siéntate y déjame prepararte el desayuno.
Rodé los ojos y me senté en la única silla que quedaba libre: la que estaba al lado de Harry.
– ¿Habéis dormido bien? –preguntó Zayn después de darle un sorbo a su café.
–Yo muy bien. Ha hecho mucho calor esta noche, pero aparte de eso, genial –respondió Harry.
– ¿Y tú, ____?
–Bien, también –y era cierto, había dormido como un bebé.
Entonces, Perrie me colocó delante una taza de café que hizo que mi estómago se quejara, pues la cena del día anterior había sido escasa. Los perritos calientes que cenamos en la feria habían sido demasiado pequeños para mi gran apetito.
Y en ese instante noté que había demasiado silencio en la casa.
– ¿Y las niñas? –pregunté, mojando una galleta en mi café.
–Aún no se han levantado –me explicó mi mejor amiga.
Sin poder creerme lo que estaba oyendo, miré el reloj de pared que había colgado en la cocina, y me di cuenta de que ya eran las once menos cuarto de la mañana. Me habían dejado dormir más de lo habitual, desde luego.
–No puede ser. Normalmente los domingos Julie ya está despierta a las ocho.
–Carly también, pero parece que hoy nos han dado un respiro –comentó Zayn haciéndome sonreír. –Ayer lo único que hicieron fue correr detrás de Oby, jugar y gritar. Además de que el trote que llevaron en la feria explica que hoy estén tan cansadas, y yo que agradezco esta paz que se respira en el ambiente.
Sin poder evitarlo, me reí con ganas mientras negaba con la cabeza, y volví a mojar otra galleta en el café. Estaba hambrienta.
–Y ya que hablamos de las niñas, –intervino Perrie mientras se sentaba en la silla situada frente a mí. –Zayn y yo queremos haceros una propuesta.
Asentí mientras tragaba la galleta, indicándoles que podían hablar.
–ustedes dirán –dijo Harry.
–Ya que ayer nos dijeron que esta semana iban a empezar con el papeleo y los trámites del divorcio, habíamos pensado que podríais dejar que Julie se quedara aquí unos días, y así estaran más tranquilos. De todas maneras, nosotros adelantaremos nuestro viaje a Holmes Chapel unos días y se la devolveremos sana y salva –Zayn bromeó con la última parte de la explicación para que la situación no se hiciera tensa, y yo se lo agradecí enormemente.
Observé a Harry por el rabillo del ojo y vi que asentía levemente.
–A mí me parece una buena idea –intervino. –Y estoy seguro de que a Julie le encantará quedarse.
Yo, por otra parte, me sentía reticente a aceptar aquella propuesta. Nunca me había separado de mi hija durante varios días seguidos, y sabía que estaría preocupada por ella a pesar de que era consciente de que nuestros amigos jamás dejarían que le pasara nada malo.
– ¿Y a ti qué te parece, ______? –me preguntó Perrie
–Bien… pero soy una madre muy sufridora, y sé que les estaré llamando cada hora para saber cómo está.
–No le va a ocurrir nada malo –me aclaró Harry
–Ya lo sé, pero no puedo evitarlo. Lo único que sabemos hacer las madres es preocuparnos y sufrir, así que no me digas algo que ya sé –le respondí mordazmente.
–Bueno, chicos, no discutan –intervino Zayn poniendo paz entre nosotros. –Perrie y yo sólo lo decimos para que Julie no tenga que estar en medio de los trámites, pero es vuestra decisión. Sólo era una proposición.
En ese momento entraron las dos niñas en la cocina frotándose los ojos medio cerrados a causa del sueño, y yo me levanté para darle un beso a cada una y para coger a Julie en brazos. La senté en mi regazo, y se inclinó hacia su padre para que éste pudiera darle un beso en la frente.
–Buenos días, princesas. ¿Han dormido bien? –preguntó, acariciándole el cabello a su hija.
Las dos asintieron en silencio, y yo dejé a Julie sentada en el regazo de Harry cuando me levanté para prepararles el desayuno. Le dediqué una mirada de advertencia a Perrie para que me dejara hacer, y ella levantó las manos en señal de rendición. Cuando los desayunos de ambas estuvieron en la mesa y yo estuve sentada de nuevo supe que, aunque no me pareciera muy buena la idea de dejar allí a Julie, sabía que ella estaría encantada de quedarse algunos días más con Carly así que le pregunté qué le parecería la idea.
– ¿Puedo quedarme aquí unos días más? –inquirió, mirándonos a su padre y a mí por turnos, como si le costara creerlo.
–Si quieres, sí –le aclaró Jasper.
– ¿Y ustedes por qué no se quedan también?
–Porque tenemos que trabajar.
Julie frunció el ceño durante unos segundos, pero después miró a Carly y sonrió ampliamente.
–Quiero quedarme –nada más escucharla sentí una pequeña opresión en el pecho, pero me dije a mí misma que no pasaba nada, que aquella semana iba a ser muy intensa y agotadora, y que me vendría bien estar sola con mis pensamientos durante algunos días.
–En ese caso, está decidido –confirmó Zayn . –Nosotros iremos a Holmes Chapel el jueves o el viernes a más tardar, así que ya se la llevaremos –nos explicó, y yo asentí en silencio.
–Espero que me la cuides bien, ¿eh? –le pidió Harry, a lo que su amigo asintió con una sonrisa divertida en el rostro, y por un momento me pareció que estaban hablando de cualquier cosa excepto de una niña pequeña, por lo que les dediqué una mirada ceñuda que fue totalmente ignorada.
Un rato después, me encontraba haciendo la maleta en la que había sido nuestra habitación durante nuestra estancia en West Lane cuando Harry hizo acto de presencia.
– ¿Ya lo tienes todo preparado? –me preguntó.
–No. Estoy sacando las cosas de Julie, y luego me pondré a hacer la maleta. ¿Tú ya has hecho la tuya?
–Sí, más o menos.
– ¿Más o menos?
–Aún tengo que guardar algunas cosas.
–Pues yo que tú me daría prisa en hacerlo, porque nos tenemos que ir en poco más de media hora si queremos llegar temprano a casa.
–Fuiste tú la que se empeñó en volver en coche, no sé si lo recuerdas.
Apreté los dientes con fuerza para no girarme y arrearle un bofetón por su insolencia.
–Mira, Harry, déjame en paz, ¿quieres?
–Si no fuera porque llevas meses enfadada conmigo, pensaría que es porque no quieres que Julie se quede aquí.
–También es por eso. Pero ¿a ti qué más te da?
–Pues sí me da, porque Julie también es hija mía –sentenció claramente molesto. –No le va a ocurrir nada malo, ______. Ni siquiera se va a acordar de nosotros de lo bien que se lo va a pasar.
Agradecí en silencio sus ánimos, pero no me ayudaron demasiado.
–Ya lo sé, pero no puedo evitar preocuparme.
–Te entiendo. A mí me pasa lo mismo, pero piensa que esta semana va a ser muy larga y no demasiado agradable, así que nos vendrá bien tener la mente fría.
Asentí en silencio, y después seguí con lo que estaba haciendo antes de que Harry entrara. Él me hizo caso, y terminó de hacer su maleta con rapidez, por lo que cuando ambos hubimos terminado, bajamos las escaleras hasta que salimos fuera. Nuestros amigos estaban sentados en el porche, observando a las niñas jugar con Oby. Ellos se levantaron en cuanto nos vieron.
–les he dejado las cosas de Julie en la habitación de Carly–les informé, y ellos asintieron con una sonrisa.
– ¿Ya se van? –nos preguntó Zayn
–Sí –respondió Harry –Muchas gracias por todo, me ha encantado volver a verlos –yo asentí, diciéndoles en silencio que opinaba lo mismo que él.
Harry abrazó a su amigo y después a Perrie
–A nosotros también nos ha encantado verlos, aunque bueno, no sé por qué nos despedimos tanto, si nos vamos a ver esta misma semana –se rió Perrie, abrazándome con fuerza.
Supe que con aquel abrazo me estaba diciendo que fuera fuerte y que no me preocupara. Después abracé a Zayn y a continuación, tanto Harry como yo nos acercamos a las niñas. Harry cogió a Carly en brazos para despedirse de ella, y posteriormente yo hice lo mismo. También nos despedimos de Oby, que no dejó de corretear a nuestro alrededor hasta que le hicimos un par de carantoñas, y para cuando llegó el turno de despedirme de Julie, pensé que no sería capaz de hacerlo.
– ¿Seguro que vas a estar bien? –le pregunté, agachándome hasta quedar a su altura.
–Claro que sí, mami –me respondió con una sonrisa, pero después casi se arrojó a mis brazos para abrazarme con fuerza. Yo le correspondí al abrazo con toda la fuerza de la que disponía, hasta que sentí que se removía entre mis brazos. – ¡Mami, me espachurras!
Escuché las risitas de mis amigos detrás de nosotros pero las ignoré.
Solté a mi hija con reticencia, y después le di unos cuantos besos en las mejillas. Harry la cogió en brazos y le dijo algo que la hizo reír, pero no estaba prestando atención, porque quería irme cuanto antes. Si no lo hacía en aquel momento, no sería capaz de irme sin Julie. Cuando Harry la dejó en el suelo, me despedí de todos con la mano y me encaminé hacia el coche.
–Yo conduzco –escuché la voz de Harry a mis espaldas, pero no le respondí hasta que hube puesto las maletas en el maletero. Me percaté de que había dos botellas de agua grandes allí dentro, por lo que supuse que había sido él el que las había puesto por si nos entraba sed por el camino.
–Ni hablar. Es mi coche.
–Bueno, tú harás el segundo tramo del recorrido. Conduzco yo un par de horas, nos detenemos a descansar, y luego sigues tú hasta Holmes Chapel. ¿Te parece?
–No, pero da lo mismo. No me apetece discutir ahora.
Harry se encogió de hombros con una sonrisita de suficiencia y se subió en el asiento del conductor. Yo hice lo mismo pero sentándome en el asiento del copiloto, y volví a agitar la mano en señal de despedida cuando Harry arrancó. Una vez dejamos atrás la casa de nuestros amigos, respiré hondo y me relajé contra el asiento, cerrando los ojos.
–Cuando hagamos el descanso podemos llamarles para ver cómo está Julie –escuché que Harry me hablaba.
–No te atrevas a burlarte de mí –le respondí sin abrir los ojos.
El hecho de tener que pasar cuatro horas encerrada con él en un coche no se me hacía demasiado atractiva, pero eso era lo que me tocaba, por lo que tenía que resignarme.
–No me estoy burlando de ti, _____–me aclaró. –Dios, ¿por qué te pones a la defensiva cada vez que te hablo?
Abrí los ojos y lo miré con las cejas alzadas. No se estaba riendo, ni tampoco sonriendo, por lo que supuse que hablaba en serio.
–Vale, lo siento, ha sido culpa mía. Ya sabes que lo de separarme de Julie me ha afectado bastante, así que no me lo tengas en cuenta.
–Pero no viene de ahora. Desde hace tiempo no podemos hablar sin discutir.
–Sí, es una lástima que hayamos acabado así, pero ¿podemos dejar el tema?
–Como quieras –y no dijo nada más durante los siguientes diez minutos.
Supuse que llenar el ambiente con música no iba a arreglar nada, y pasarnos cuatro horas, o más, en completo silencio iba a ser una tortura, por lo que dije lo primero que se me pasó por la cabeza:
–Gracias.
Harry apartó la mirada de la carretera durante un segundo para mirarme sorprendido, e inmediatamente la devolvió al frente.
– ¿Por qué?
–Por habernos acompañado. Julie se lo ha pasado genial.
–Seguro que hubiera sido así aunque yo no hubiese estado.
–Claro que no. Te aseguro que tu presencia la ha hecho muy feliz.
Harry asintió en silencio, como si no supiera qué decir, y por un momento a mí me ocurrió lo mismo. Por ese motivo me puse a mirar por la ventanilla, admirando aquel paisaje tan bonito lleno de frondosos bosques repletos de árboles que parecían no tener fin. Además, la carretera estaba desierta, pues el nuestro era el único coche que circulaba por allí. Sin darme cuenta me adormilé durante un rato, no más de un cuarto de hora, hasta que sentí que un bache nos hacía rebotar en los asientos. Abrí los ojos de golpe, y me percaté de que Harry había acelerado casi al máximo.
–Creo que deberías frenar un poco, Harry–le pedí amablemente, porque lo único que nos faltaba era tener un accidente por una estúpida discusión.
–Lo intento, pero no sé qué pasa. No consigo frenar –me explicó con los dientes apretados y el cuerpo tenso.
– ¿Cómo? –inquirí, empezando a ponerme nerviosa.
–No puedo frenar, _____–me respondió, enfatizando sus palabras pisando con fuerza el freno, pero sin obtener ningún resultado.
–Pero… ¿¡Cómo no vas a poder frenar!? –pregunté al borde de la histeria, sin saber qué hacer.
Entonces vimos que la carretera no continuaba en línea recta, sino que giraba hacia la izquierda, pero fue demasiado tarde como para que Harry pudiera hacer nada. Lo intentó, pero el coche derrapó con fuerza y se salió de la carretera, cayendo estrepitosamente por una pendiente. En ese momento sentí el brazo de Harry sobre mi pecho, pero no pude pensar en nada, sólo en que el coche se estaba despeñando sin control. Dio varias vueltas de campana, y supe que aquello era nuestro fin. Sentía mis gritos ahogados por el estruendo que provocaba el coche al caer, además de que no dejaba de golpearme con fuerza contra el vehículo, pero ya no sentía dolor. Me limité a cerrar los ojos, sintiendo mis lágrimas caer por mis mejillas, deseando que la muerte no tardara demasiado en llegar y, con un último y atronador golpe, todo mi alrededor se llenó de oscuridad.
narra_____
A la mañana siguiente me desperté sola en la cama. Había estado tan cansada que ni siquiera me había enterado de que Harry se había levantado, pero no le di importancia. Me di una ducha con agua fresquita, pues aquella mañana hacía mucho calor, y después bajé las escaleras y entré en la cocina, encontrándome con Zayn, con Perrie y con Harry sentados alrededor de la mesa.
–Buenos días –saludé mirando a mis amigos pero no a mi futuro exmarido.
–Buenos días –me devolvieron ellos el saludo. Me dirigí a la cafetera para prepararme un café cargado, pero Perrie me lo impidió.
–No, no, no. Yo lo hago.
–No es necesario…
–Sí que lo es. Tú eres nuestra invitada, así que siéntate y déjame prepararte el desayuno.
Rodé los ojos y me senté en la única silla que quedaba libre: la que estaba al lado de Harry.
– ¿Habéis dormido bien? –preguntó Zayn después de darle un sorbo a su café.
–Yo muy bien. Ha hecho mucho calor esta noche, pero aparte de eso, genial –respondió Harry.
– ¿Y tú, ____?
–Bien, también –y era cierto, había dormido como un bebé.
Entonces, Perrie me colocó delante una taza de café que hizo que mi estómago se quejara, pues la cena del día anterior había sido escasa. Los perritos calientes que cenamos en la feria habían sido demasiado pequeños para mi gran apetito.
Y en ese instante noté que había demasiado silencio en la casa.
– ¿Y las niñas? –pregunté, mojando una galleta en mi café.
–Aún no se han levantado –me explicó mi mejor amiga.
Sin poder creerme lo que estaba oyendo, miré el reloj de pared que había colgado en la cocina, y me di cuenta de que ya eran las once menos cuarto de la mañana. Me habían dejado dormir más de lo habitual, desde luego.
–No puede ser. Normalmente los domingos Julie ya está despierta a las ocho.
–Carly también, pero parece que hoy nos han dado un respiro –comentó Zayn haciéndome sonreír. –Ayer lo único que hicieron fue correr detrás de Oby, jugar y gritar. Además de que el trote que llevaron en la feria explica que hoy estén tan cansadas, y yo que agradezco esta paz que se respira en el ambiente.
Sin poder evitarlo, me reí con ganas mientras negaba con la cabeza, y volví a mojar otra galleta en el café. Estaba hambrienta.
–Y ya que hablamos de las niñas, –intervino Perrie mientras se sentaba en la silla situada frente a mí. –Zayn y yo queremos haceros una propuesta.
Asentí mientras tragaba la galleta, indicándoles que podían hablar.
–ustedes dirán –dijo Harry.
–Ya que ayer nos dijeron que esta semana iban a empezar con el papeleo y los trámites del divorcio, habíamos pensado que podríais dejar que Julie se quedara aquí unos días, y así estaran más tranquilos. De todas maneras, nosotros adelantaremos nuestro viaje a Holmes Chapel unos días y se la devolveremos sana y salva –Zayn bromeó con la última parte de la explicación para que la situación no se hiciera tensa, y yo se lo agradecí enormemente.
Observé a Harry por el rabillo del ojo y vi que asentía levemente.
–A mí me parece una buena idea –intervino. –Y estoy seguro de que a Julie le encantará quedarse.
Yo, por otra parte, me sentía reticente a aceptar aquella propuesta. Nunca me había separado de mi hija durante varios días seguidos, y sabía que estaría preocupada por ella a pesar de que era consciente de que nuestros amigos jamás dejarían que le pasara nada malo.
– ¿Y a ti qué te parece, ______? –me preguntó Perrie
–Bien… pero soy una madre muy sufridora, y sé que les estaré llamando cada hora para saber cómo está.
–No le va a ocurrir nada malo –me aclaró Harry
–Ya lo sé, pero no puedo evitarlo. Lo único que sabemos hacer las madres es preocuparnos y sufrir, así que no me digas algo que ya sé –le respondí mordazmente.
–Bueno, chicos, no discutan –intervino Zayn poniendo paz entre nosotros. –Perrie y yo sólo lo decimos para que Julie no tenga que estar en medio de los trámites, pero es vuestra decisión. Sólo era una proposición.
En ese momento entraron las dos niñas en la cocina frotándose los ojos medio cerrados a causa del sueño, y yo me levanté para darle un beso a cada una y para coger a Julie en brazos. La senté en mi regazo, y se inclinó hacia su padre para que éste pudiera darle un beso en la frente.
–Buenos días, princesas. ¿Han dormido bien? –preguntó, acariciándole el cabello a su hija.
Las dos asintieron en silencio, y yo dejé a Julie sentada en el regazo de Harry cuando me levanté para prepararles el desayuno. Le dediqué una mirada de advertencia a Perrie para que me dejara hacer, y ella levantó las manos en señal de rendición. Cuando los desayunos de ambas estuvieron en la mesa y yo estuve sentada de nuevo supe que, aunque no me pareciera muy buena la idea de dejar allí a Julie, sabía que ella estaría encantada de quedarse algunos días más con Carly así que le pregunté qué le parecería la idea.
– ¿Puedo quedarme aquí unos días más? –inquirió, mirándonos a su padre y a mí por turnos, como si le costara creerlo.
–Si quieres, sí –le aclaró Jasper.
– ¿Y ustedes por qué no se quedan también?
–Porque tenemos que trabajar.
Julie frunció el ceño durante unos segundos, pero después miró a Carly y sonrió ampliamente.
–Quiero quedarme –nada más escucharla sentí una pequeña opresión en el pecho, pero me dije a mí misma que no pasaba nada, que aquella semana iba a ser muy intensa y agotadora, y que me vendría bien estar sola con mis pensamientos durante algunos días.
–En ese caso, está decidido –confirmó Zayn . –Nosotros iremos a Holmes Chapel el jueves o el viernes a más tardar, así que ya se la llevaremos –nos explicó, y yo asentí en silencio.
–Espero que me la cuides bien, ¿eh? –le pidió Harry, a lo que su amigo asintió con una sonrisa divertida en el rostro, y por un momento me pareció que estaban hablando de cualquier cosa excepto de una niña pequeña, por lo que les dediqué una mirada ceñuda que fue totalmente ignorada.
Un rato después, me encontraba haciendo la maleta en la que había sido nuestra habitación durante nuestra estancia en West Lane cuando Harry hizo acto de presencia.
– ¿Ya lo tienes todo preparado? –me preguntó.
–No. Estoy sacando las cosas de Julie, y luego me pondré a hacer la maleta. ¿Tú ya has hecho la tuya?
–Sí, más o menos.
– ¿Más o menos?
–Aún tengo que guardar algunas cosas.
–Pues yo que tú me daría prisa en hacerlo, porque nos tenemos que ir en poco más de media hora si queremos llegar temprano a casa.
–Fuiste tú la que se empeñó en volver en coche, no sé si lo recuerdas.
Apreté los dientes con fuerza para no girarme y arrearle un bofetón por su insolencia.
–Mira, Harry, déjame en paz, ¿quieres?
–Si no fuera porque llevas meses enfadada conmigo, pensaría que es porque no quieres que Julie se quede aquí.
–También es por eso. Pero ¿a ti qué más te da?
–Pues sí me da, porque Julie también es hija mía –sentenció claramente molesto. –No le va a ocurrir nada malo, ______. Ni siquiera se va a acordar de nosotros de lo bien que se lo va a pasar.
Agradecí en silencio sus ánimos, pero no me ayudaron demasiado.
–Ya lo sé, pero no puedo evitar preocuparme.
–Te entiendo. A mí me pasa lo mismo, pero piensa que esta semana va a ser muy larga y no demasiado agradable, así que nos vendrá bien tener la mente fría.
Asentí en silencio, y después seguí con lo que estaba haciendo antes de que Harry entrara. Él me hizo caso, y terminó de hacer su maleta con rapidez, por lo que cuando ambos hubimos terminado, bajamos las escaleras hasta que salimos fuera. Nuestros amigos estaban sentados en el porche, observando a las niñas jugar con Oby. Ellos se levantaron en cuanto nos vieron.
–les he dejado las cosas de Julie en la habitación de Carly–les informé, y ellos asintieron con una sonrisa.
– ¿Ya se van? –nos preguntó Zayn
–Sí –respondió Harry –Muchas gracias por todo, me ha encantado volver a verlos –yo asentí, diciéndoles en silencio que opinaba lo mismo que él.
Harry abrazó a su amigo y después a Perrie
–A nosotros también nos ha encantado verlos, aunque bueno, no sé por qué nos despedimos tanto, si nos vamos a ver esta misma semana –se rió Perrie, abrazándome con fuerza.
Supe que con aquel abrazo me estaba diciendo que fuera fuerte y que no me preocupara. Después abracé a Zayn y a continuación, tanto Harry como yo nos acercamos a las niñas. Harry cogió a Carly en brazos para despedirse de ella, y posteriormente yo hice lo mismo. También nos despedimos de Oby, que no dejó de corretear a nuestro alrededor hasta que le hicimos un par de carantoñas, y para cuando llegó el turno de despedirme de Julie, pensé que no sería capaz de hacerlo.
– ¿Seguro que vas a estar bien? –le pregunté, agachándome hasta quedar a su altura.
–Claro que sí, mami –me respondió con una sonrisa, pero después casi se arrojó a mis brazos para abrazarme con fuerza. Yo le correspondí al abrazo con toda la fuerza de la que disponía, hasta que sentí que se removía entre mis brazos. – ¡Mami, me espachurras!
Escuché las risitas de mis amigos detrás de nosotros pero las ignoré.
Solté a mi hija con reticencia, y después le di unos cuantos besos en las mejillas. Harry la cogió en brazos y le dijo algo que la hizo reír, pero no estaba prestando atención, porque quería irme cuanto antes. Si no lo hacía en aquel momento, no sería capaz de irme sin Julie. Cuando Harry la dejó en el suelo, me despedí de todos con la mano y me encaminé hacia el coche.
–Yo conduzco –escuché la voz de Harry a mis espaldas, pero no le respondí hasta que hube puesto las maletas en el maletero. Me percaté de que había dos botellas de agua grandes allí dentro, por lo que supuse que había sido él el que las había puesto por si nos entraba sed por el camino.
–Ni hablar. Es mi coche.
–Bueno, tú harás el segundo tramo del recorrido. Conduzco yo un par de horas, nos detenemos a descansar, y luego sigues tú hasta Holmes Chapel. ¿Te parece?
–No, pero da lo mismo. No me apetece discutir ahora.
Harry se encogió de hombros con una sonrisita de suficiencia y se subió en el asiento del conductor. Yo hice lo mismo pero sentándome en el asiento del copiloto, y volví a agitar la mano en señal de despedida cuando Harry arrancó. Una vez dejamos atrás la casa de nuestros amigos, respiré hondo y me relajé contra el asiento, cerrando los ojos.
–Cuando hagamos el descanso podemos llamarles para ver cómo está Julie –escuché que Harry me hablaba.
–No te atrevas a burlarte de mí –le respondí sin abrir los ojos.
El hecho de tener que pasar cuatro horas encerrada con él en un coche no se me hacía demasiado atractiva, pero eso era lo que me tocaba, por lo que tenía que resignarme.
–No me estoy burlando de ti, _____–me aclaró. –Dios, ¿por qué te pones a la defensiva cada vez que te hablo?
Abrí los ojos y lo miré con las cejas alzadas. No se estaba riendo, ni tampoco sonriendo, por lo que supuse que hablaba en serio.
–Vale, lo siento, ha sido culpa mía. Ya sabes que lo de separarme de Julie me ha afectado bastante, así que no me lo tengas en cuenta.
–Pero no viene de ahora. Desde hace tiempo no podemos hablar sin discutir.
–Sí, es una lástima que hayamos acabado así, pero ¿podemos dejar el tema?
–Como quieras –y no dijo nada más durante los siguientes diez minutos.
Supuse que llenar el ambiente con música no iba a arreglar nada, y pasarnos cuatro horas, o más, en completo silencio iba a ser una tortura, por lo que dije lo primero que se me pasó por la cabeza:
–Gracias.
Harry apartó la mirada de la carretera durante un segundo para mirarme sorprendido, e inmediatamente la devolvió al frente.
– ¿Por qué?
–Por habernos acompañado. Julie se lo ha pasado genial.
–Seguro que hubiera sido así aunque yo no hubiese estado.
–Claro que no. Te aseguro que tu presencia la ha hecho muy feliz.
Harry asintió en silencio, como si no supiera qué decir, y por un momento a mí me ocurrió lo mismo. Por ese motivo me puse a mirar por la ventanilla, admirando aquel paisaje tan bonito lleno de frondosos bosques repletos de árboles que parecían no tener fin. Además, la carretera estaba desierta, pues el nuestro era el único coche que circulaba por allí. Sin darme cuenta me adormilé durante un rato, no más de un cuarto de hora, hasta que sentí que un bache nos hacía rebotar en los asientos. Abrí los ojos de golpe, y me percaté de que Harry había acelerado casi al máximo.
–Creo que deberías frenar un poco, Harry–le pedí amablemente, porque lo único que nos faltaba era tener un accidente por una estúpida discusión.
–Lo intento, pero no sé qué pasa. No consigo frenar –me explicó con los dientes apretados y el cuerpo tenso.
– ¿Cómo? –inquirí, empezando a ponerme nerviosa.
–No puedo frenar, _____–me respondió, enfatizando sus palabras pisando con fuerza el freno, pero sin obtener ningún resultado.
–Pero… ¿¡Cómo no vas a poder frenar!? –pregunté al borde de la histeria, sin saber qué hacer.
Entonces vimos que la carretera no continuaba en línea recta, sino que giraba hacia la izquierda, pero fue demasiado tarde como para que Harry pudiera hacer nada. Lo intentó, pero el coche derrapó con fuerza y se salió de la carretera, cayendo estrepitosamente por una pendiente. En ese momento sentí el brazo de Harry sobre mi pecho, pero no pude pensar en nada, sólo en que el coche se estaba despeñando sin control. Dio varias vueltas de campana, y supe que aquello era nuestro fin. Sentía mis gritos ahogados por el estruendo que provocaba el coche al caer, además de que no dejaba de golpearme con fuerza contra el vehículo, pero ya no sentía dolor. Me limité a cerrar los ojos, sintiendo mis lágrimas caer por mis mejillas, deseando que la muerte no tardara demasiado en llegar y, con un último y atronador golpe, todo mi alrededor se llenó de oscuridad.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
:'( :sad: :imdead:
eres mala :'(
como la vas a dejar asi?
Bueno al tema importante
Ame tu nove, me esta volviendo mas loca de lo normal estoy sentimental :sad:
eres mala :'(
como la vas a dejar asi?
Bueno al tema importante
Ame tu nove, me esta volviendo mas loca de lo normal estoy sentimental :sad:
Izzy-Fate
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
-Capítulo 8-
Narra Harry
Abrí los ojos cuando sentí un dolor lacerante en todo mi cuerpo. Me sentía mareado y atontado, y no sabía dónde estaba ni lo que había ocurrido. Tosí con fuerza, sacudí levemente la cabeza con los ojos cerrados de nuevo y a continuación los volví a abrir. Estaba… en un bosque. Observé a mi alrededor y nada más ver el estado del vehículo supe lo que había ocurrido: habíamos tenido un accidente. Mis ojos se dirigieron con rapidez hacia______, que se encontraba sentada a mi lado con los ojos cerrados. No parecía estar consciente, y por un momento temí que estuviera muerta. En cuanto hice un pequeño movimiento, todo mi cuerpo se quejó, pero no dejé que eso me impidiera moverme; necesitaba comprobar que _____ continuaba con vida. Me desabroché con prisas el cinturón y me incliné hacia ella. Vi que tenía muchas magulladuras e incluso algunos arañazos importantes en el rostro, pero eso podía esperar.
– ¿______? –la llamé suavemente al principio, pero como no me hizo caso, la zarandeé levemente. –______, despierta.
Comencé a ponerme nervioso cuando vi que no respondía, pero entonces movió un poco la cabeza e hizo una mueca de dolor, por lo que solté todo el aire que había estado conteniendo. Abrió los ojos, me miró y puso cara de horror.
– ¿Estás bien? –le pregunté.
– ¿Qué…? ¿Qué ha pasado? –preguntó desorientada a la vez que intentaba incorporarse, pero como me había pasado a mí, cerró los ojos a causa del dolor que supuse que invadía su cuerpo.
–Hemos tenido un accidente –le expliqué. –Tenemos que salir del coche, ______. ¿Puedes moverte? ¿Puedes mover las piernas?
–Creo que sí… –lo intentó, y asintió con más seguridad después. –Sí, sí que puedo.
–Vale, pues salgamos de aquí –me moví hasta que pude abrir la puerta del conductor, y posteriormente salí del vehículo, pero ______ no lo hizo.
– ¡Mi puerta está atrancada! –me dijo alarmada, por lo que me incliné dentro del coche de nuevo y le tendí la mano.
Cuando la tomó, tiré de ella con cuidado hasta que estuvo fuera. La sostuve hasta que estuve seguro que de podía mantenerse en pie por sí misma, y después ambos observamos los destrozos que la caída había provocado: las ventanillas delanteras estaban rotas, aunque las traseras no estaban mucho mejor, el parabrisas estaba resquebrajado y una de las ruedas delanteras estaba pinchada, por lo que aquel vehículo ya era inservible. El pobre había acabado destrozado. Me di cuenta de que había sido un árbol enorme el que había frenado nuestro descenso, supuse que porque el coche se había estampado contra él. Por suerte, el tronco había golpeado sólo la parte trasera del vehículo, porque si hubiese sido la delantera, ni _____ ni yo hubiésemos sobrevivido.
Miré a _____ de nuevo, que se encontraba a mi lado, observando detenidamente el coche.
– ¿Seguro que estás bien?
No me respondió, simplemente me observó con los ojos anegados en lágrimas y con cara de horror.
–Podríamos habernos matado, Harry … –musitó en voz baja, y yo temí que fuera a desmayarse. Por suerte, no lo hizo. Simplemente me miró como si no comprendiera nada de lo que estaba ocurriendo.
–Lo sé, pero no ha sido así. Estamos vivos, ______ –intenté tranquilizarla. – ¿De verdad estás bien? –repetí por tercera vez, y ella asintió lentamente.
–Me duele todo… aunque creo que podría estar peor. Pero tú estás herido –apuntó, observando fijamente mi rostro. –Tienes un corte aquí –me dijo, señalando mi mejilla. –Y varios más pequeños por toda la cara.
–Tú también estás herida –le expliqué pasando un dedo por su barbilla, donde tenía el corte más profundo. –Creo que a pesar de todo, estamos mejor de lo que podríamos estar.
Asintió agachando la cabeza, y me asusté cuando la escuché jadear.
– ¿Qué pasa?
–Dios mío, Harry … Tu mano… –me percaté de que observaba fijamente mi brazo con los ojos abiertos de par en par, y cuando vi lo que ella estaba mirando, me asusté: tenía la mano derecha completamente ensangrentada, y no me di cuenta de lo mucho que me dolía hasta que ______ lo descubrió. – ¿Qué te ha pasado? –inquirió con preocupación.
–No lo sé… –me percaté de que en el dorso tenía clavados varios trozos pequeños de cristal, y fue entonces cuando recordé lo sucedido: había colocado mi brazo delante de ______ para que ella no recibiera un impacto tan potente cuando el coche comenzó a caer, pero supuse que el shock producido por el accidente había empañado el dolor, y por eso no me había percatado de esa horrible herida.
–Tenemos que curarte inmediatamente. Llamaré a una ambulancia… –sacó su móvil del bolsillo delantero de sus pantalones, pero me di cuenta de que el teléfono también estaba destrozado. –Oh, no…
–Espera, aún tenemos el mío –lo busqué hasta que di con él, y me alegré sobremanera cuando vi que no estaba roto. Al menos, no demasiado. A pesar de eso, no funcionaba. Se encendía y se apagaba al momento, por lo que supuse que el impacto lo había estropeado, así que cuando vi que no teníamos ninguna forma de comunicación, lo lancé al suelo, exasperado. – ¡Maldita mierda de móviles! –grité, enfadado.
– ¿No funciona? –preguntó ________ preocupada.
–No. Apenas se enciende durante el tiempo suficiente como para que pueda marcar un número…
–Y… ¿qué vamos a hacer? Tenemos que llevarte al hospital, tu mano no tiene buena pinta… –se lamentó. – ¡Espera! –______ corrió hasta que estuvo situada delante del maletero. Intentó abrirlo pero no pudo, así que cuando se hartó de intentarlo, le asestó una patada y después otra hasta que el maletero se abrió. Sacó algo de allí dentro y después volvió junto a mí. –Siempre llevo un botiquín en el coche por si Julie se cae o se hace daño. No es que haya mucha cosa aquí dentro, pero creo que menos da una piedra, ¿no?
Asentí en silencio, viéndola abrir el botiquín y sacar algodón y un bote de antiséptico. Empapó el algodón en el desinfectante y cogió mi mano con suavidad.
–Creo que te va a doler… pero tengo que desinfectarlo.
– ¡Espera! Creo que antes deberías sacar los trozos de cristal –la informé antes de que procediera.
– ¿Trozos de cristal?
–Sí, ¿no los ves?
Asintió sin abrir la boca, y después volvió a mirarme con cara de preocupación.
–No sé cómo hacerlo, Harry … No tengo pinzas, y no quiero que se te infecte la mano por mi culpa…
–De alguna forma tendrás que sacarlos. Si se quedan ahí, podría ser peor –no sabía lo que ocurriría, pero sabía que no sería nada bueno.
–P-puedo intentar sacarlos con los dedos, pero te va a doler… –me di cuenta de lo nerviosa que estaba cuando comenzó a tartamudear.
–No me va a doler más de lo que me duele ahora. Haz lo que creas necesario, _____, no importa si me haces daño.
Tragó saliva con dificultad y, empapándose los dedos con antiséptico, los acercó al trozo de cristal más grande. Respiró hondo, y con un movimiento rápido lo agarró con firmeza y lo extrajo.
– ¡Ay! –me quejé al sentir el vidrio rasgando mi carne.
–Lo siento –se disculpó ella, pero continuó extrayendo cada trozo de cristal que encontró. Una vez estuvieron todos fuera, examinó mi mano en busca de algún trozo perdido, pero como no encontró ninguno, me arrojó un chorro de desinfectante en la mano.
– ¡Joder! –maldije al sentir el escozor proveniente de la herida. – ¡La madre que…!
–Ya está bien de quejarte –me exigió, observándome con seriedad. –Si duele es porque se está curando.
La observé con los dientes apretados, y me di cuenta de que estaba empapando otro trozo de algodón en antiséptico.
– ¿Y eso?
–Te voy a curar las heridas que te quedan, que no son pocas.
–Entonces yo haré lo mismo contigo después.
Se encogió de hombros y presionó el algodón contra mi mejilla, provocando que la herida me ardiera. Cerré los ojos con fuerza y apreté los dientes, sin querer quejarme más.
– ¿Por qué tenías tantos cristales clavados en la mano? Yo no tengo ninguno –apuntó _______sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
–Porque… supongo que me han caído encima cuando se ha roto el parabrisas.
–Pero a mí no se me ha clavado ningún cristal, Harry. Tú, en cambio, tenías por lo menos cinco o seis.
Cuando vi que ______ dejaba de curarme la cara, fue mi turno para hacer lo mismo. Le arrebaté el desinfectante y empapé otro trozo de algodón limpio con él. Después, limpié la herida que tenía en la barbilla.
– ¡Ay! –se quejó ella, y yo sonreí levemente.
–Si duele es porque se está curando –repetí lo que me había dicho antes, y me dedicó una mirada fulminante.
–Cuando termines miraré si hay alguna venda en el botiquín. No creo que debas tener la mano destapada, y menos aquí. Podría infectarse con cualquier cosa.
Realmente creía que se estaba excediendo, pues no parecía que el corte fuese tan grave ahora que mi mano estaba libre de sangre.
–Espera… –dijo con la mirada perdida, y yo dejé mi mano en el aire, a escasos centímetros de su rostro. –Recuerdo que cuando el coche ha perdido el control tú has puesto la mano delante de mí… ¿Es por eso que tenías tantos cristales? ¿Porque has intentado protegerme?
Tragué saliva y continué limpiando sus heridas sin decir nada.
–Bueno, ya está. Será mejor que luego volvamos a limpiarnos los cortes, por si acaso –comenté. Carraspeé con incomodidad cuando me di cuenta de que _______ me miraba fijamente, como si no pudiera creerse lo que acababa de descubrir. – ¿Seguro que estás bien?
Asintió lentamente, y después apartó la mirada de mis ojos, como si estuviera nerviosa.
–Supongo que tengo que darte las gracias por lo que has hecho.
–Ha sido un acto reflejo –respondí con rapidez. –Y además, no ha servido de nada.
–Claro que sí. De no haber sido por ti, probablemente ahora estaría mucho más herida. Puede que incluso muerta.
– ¿Qué dices? No seas exagerada –le pedí, poniéndome nervioso. –Bueno, da igual. Tenemos que encontrar la manera de salir de aquí.
______asintió, y después se puso a buscar algo en el botiquín.
–No hay vendas…
–______, déjalo ya –le pedí, a punto de desesperarme. –Ya me curarán en el hospital, pero ahora tenemos que intentar salir del bosque.
–No tenemos móviles, y está claro que el coche ha quedado inservible.
–En ese caso, tendremos que caminar hasta encontrar la carretera. Una vez allí podemos parar un coche y pedirles que nos ayuden.
Por el rostro que puso_______, supe que no le parecía una muy buena idea.
–No creo que podamos subir –intervino.
– ¿Por qué?
En silencio me señaló algo con el dedo, y cuando comprendí lo que me indicaba, se me cayó el alma a los pies. A unos cuantos metros delante de nosotros podía distinguir perfectamente un pequeño despeñadero por el que estaba claro que no podríamos escalar. No es que fuera muy alto, pero debería de medir sus buenos tres metros, y ______ y yo éramos personas de ciudad, así que el bosque no era nuestro mejor aliado, desde luego. Aun así, me costaba creer que hubiésemos sobrevivido a un despeñamiento por aquel precipicio.
–Tendrá que haber algún camino –murmuré más para mí mismo que para______, pero supuse que me había escuchado cuando me respondió:
–Podríamos caminar hasta que demos con el final del precipicio, y después tal vez podamos subir… –propuso. –Pero… tenemos las cosas en el coche.
–Si no encontramos el final del precipicio siempre podremos volver aquí, ______.
– ¿Estás seguro?
–Sí –mentí, pues no confiaba casi nada en mi sentido de la orientación.
–Entonces… adelante –me señaló con la cabeza que encabezara nuestra expedición, y eso hice.
Intentamos ir siempre en línea recta sin desviarnos demasiado del camino que nos habíamos marcado, pero parecía que el final del maldito precipicio no estaba cerca.
– ¿Y si intentamos escalarlo? –planteé, deteniéndome en seco después de tres cuartos de hora caminando sin descanso y de una búsqueda infructuosa.
–Yo no podré hacerlo. Es muy alto, y sabes que odio las alturas…
–Yo te ayudaré, _______. Si consigo llegar arriba, claro.
–No creo ni que debas intentarlo. No llevas ni la ropa ni los zapatos adecuados para escalar.
Pero no le hice caso. Me acerqué hasta el barranco y levanté la mirada para toparme de lleno con una altura que, por un momento, me asustó. Pero no dejé que eso me amedrentara. Coloqué las manos en las piedras sobresalientes que encontré, pero al hacer fuerza con la mano herida, ésta me ardió con intensidad. Me mordí la lengua para contrarrestar el dolor, pero cuando intenté apoyar el pie en las rocas, me resbalé. De acuerdo, no podría hacerlo.
Caminé a paso lento hasta que me reuní con _____, que me esperaba con los brazos cruzados.
– ¿Te has dado cuenta al fin de que no se puede escalar? –no le dije nada porque estaba enfadado y avergonzado. –Además, se te ha abierto la herida. Pero mira, te lo mereces por ser tan idiota.
– ¿Encima me insultas? ¡Al menos yo intento buscar alguna solución, no me quedo de brazos cruzados y me quejo durante todo el tiempo!
– ¡Yo no hago eso, pero soy realista, Harry! Estamos perdidos, ¿entiendes? No tenemos forma de comunicarnos con nadie, y el coche está destrozado. Además, no tenemos comida, y nadie sabe que estamos aquí. ¿Qué puñetas vamos a hacer?
Narra Harry
Abrí los ojos cuando sentí un dolor lacerante en todo mi cuerpo. Me sentía mareado y atontado, y no sabía dónde estaba ni lo que había ocurrido. Tosí con fuerza, sacudí levemente la cabeza con los ojos cerrados de nuevo y a continuación los volví a abrir. Estaba… en un bosque. Observé a mi alrededor y nada más ver el estado del vehículo supe lo que había ocurrido: habíamos tenido un accidente. Mis ojos se dirigieron con rapidez hacia______, que se encontraba sentada a mi lado con los ojos cerrados. No parecía estar consciente, y por un momento temí que estuviera muerta. En cuanto hice un pequeño movimiento, todo mi cuerpo se quejó, pero no dejé que eso me impidiera moverme; necesitaba comprobar que _____ continuaba con vida. Me desabroché con prisas el cinturón y me incliné hacia ella. Vi que tenía muchas magulladuras e incluso algunos arañazos importantes en el rostro, pero eso podía esperar.
– ¿______? –la llamé suavemente al principio, pero como no me hizo caso, la zarandeé levemente. –______, despierta.
Comencé a ponerme nervioso cuando vi que no respondía, pero entonces movió un poco la cabeza e hizo una mueca de dolor, por lo que solté todo el aire que había estado conteniendo. Abrió los ojos, me miró y puso cara de horror.
– ¿Estás bien? –le pregunté.
– ¿Qué…? ¿Qué ha pasado? –preguntó desorientada a la vez que intentaba incorporarse, pero como me había pasado a mí, cerró los ojos a causa del dolor que supuse que invadía su cuerpo.
–Hemos tenido un accidente –le expliqué. –Tenemos que salir del coche, ______. ¿Puedes moverte? ¿Puedes mover las piernas?
–Creo que sí… –lo intentó, y asintió con más seguridad después. –Sí, sí que puedo.
–Vale, pues salgamos de aquí –me moví hasta que pude abrir la puerta del conductor, y posteriormente salí del vehículo, pero ______ no lo hizo.
– ¡Mi puerta está atrancada! –me dijo alarmada, por lo que me incliné dentro del coche de nuevo y le tendí la mano.
Cuando la tomó, tiré de ella con cuidado hasta que estuvo fuera. La sostuve hasta que estuve seguro que de podía mantenerse en pie por sí misma, y después ambos observamos los destrozos que la caída había provocado: las ventanillas delanteras estaban rotas, aunque las traseras no estaban mucho mejor, el parabrisas estaba resquebrajado y una de las ruedas delanteras estaba pinchada, por lo que aquel vehículo ya era inservible. El pobre había acabado destrozado. Me di cuenta de que había sido un árbol enorme el que había frenado nuestro descenso, supuse que porque el coche se había estampado contra él. Por suerte, el tronco había golpeado sólo la parte trasera del vehículo, porque si hubiese sido la delantera, ni _____ ni yo hubiésemos sobrevivido.
Miré a _____ de nuevo, que se encontraba a mi lado, observando detenidamente el coche.
– ¿Seguro que estás bien?
No me respondió, simplemente me observó con los ojos anegados en lágrimas y con cara de horror.
–Podríamos habernos matado, Harry … –musitó en voz baja, y yo temí que fuera a desmayarse. Por suerte, no lo hizo. Simplemente me miró como si no comprendiera nada de lo que estaba ocurriendo.
–Lo sé, pero no ha sido así. Estamos vivos, ______ –intenté tranquilizarla. – ¿De verdad estás bien? –repetí por tercera vez, y ella asintió lentamente.
–Me duele todo… aunque creo que podría estar peor. Pero tú estás herido –apuntó, observando fijamente mi rostro. –Tienes un corte aquí –me dijo, señalando mi mejilla. –Y varios más pequeños por toda la cara.
–Tú también estás herida –le expliqué pasando un dedo por su barbilla, donde tenía el corte más profundo. –Creo que a pesar de todo, estamos mejor de lo que podríamos estar.
Asintió agachando la cabeza, y me asusté cuando la escuché jadear.
– ¿Qué pasa?
–Dios mío, Harry … Tu mano… –me percaté de que observaba fijamente mi brazo con los ojos abiertos de par en par, y cuando vi lo que ella estaba mirando, me asusté: tenía la mano derecha completamente ensangrentada, y no me di cuenta de lo mucho que me dolía hasta que ______ lo descubrió. – ¿Qué te ha pasado? –inquirió con preocupación.
–No lo sé… –me percaté de que en el dorso tenía clavados varios trozos pequeños de cristal, y fue entonces cuando recordé lo sucedido: había colocado mi brazo delante de ______ para que ella no recibiera un impacto tan potente cuando el coche comenzó a caer, pero supuse que el shock producido por el accidente había empañado el dolor, y por eso no me había percatado de esa horrible herida.
–Tenemos que curarte inmediatamente. Llamaré a una ambulancia… –sacó su móvil del bolsillo delantero de sus pantalones, pero me di cuenta de que el teléfono también estaba destrozado. –Oh, no…
–Espera, aún tenemos el mío –lo busqué hasta que di con él, y me alegré sobremanera cuando vi que no estaba roto. Al menos, no demasiado. A pesar de eso, no funcionaba. Se encendía y se apagaba al momento, por lo que supuse que el impacto lo había estropeado, así que cuando vi que no teníamos ninguna forma de comunicación, lo lancé al suelo, exasperado. – ¡Maldita mierda de móviles! –grité, enfadado.
– ¿No funciona? –preguntó ________ preocupada.
–No. Apenas se enciende durante el tiempo suficiente como para que pueda marcar un número…
–Y… ¿qué vamos a hacer? Tenemos que llevarte al hospital, tu mano no tiene buena pinta… –se lamentó. – ¡Espera! –______ corrió hasta que estuvo situada delante del maletero. Intentó abrirlo pero no pudo, así que cuando se hartó de intentarlo, le asestó una patada y después otra hasta que el maletero se abrió. Sacó algo de allí dentro y después volvió junto a mí. –Siempre llevo un botiquín en el coche por si Julie se cae o se hace daño. No es que haya mucha cosa aquí dentro, pero creo que menos da una piedra, ¿no?
Asentí en silencio, viéndola abrir el botiquín y sacar algodón y un bote de antiséptico. Empapó el algodón en el desinfectante y cogió mi mano con suavidad.
–Creo que te va a doler… pero tengo que desinfectarlo.
– ¡Espera! Creo que antes deberías sacar los trozos de cristal –la informé antes de que procediera.
– ¿Trozos de cristal?
–Sí, ¿no los ves?
Asintió sin abrir la boca, y después volvió a mirarme con cara de preocupación.
–No sé cómo hacerlo, Harry … No tengo pinzas, y no quiero que se te infecte la mano por mi culpa…
–De alguna forma tendrás que sacarlos. Si se quedan ahí, podría ser peor –no sabía lo que ocurriría, pero sabía que no sería nada bueno.
–P-puedo intentar sacarlos con los dedos, pero te va a doler… –me di cuenta de lo nerviosa que estaba cuando comenzó a tartamudear.
–No me va a doler más de lo que me duele ahora. Haz lo que creas necesario, _____, no importa si me haces daño.
Tragó saliva con dificultad y, empapándose los dedos con antiséptico, los acercó al trozo de cristal más grande. Respiró hondo, y con un movimiento rápido lo agarró con firmeza y lo extrajo.
– ¡Ay! –me quejé al sentir el vidrio rasgando mi carne.
–Lo siento –se disculpó ella, pero continuó extrayendo cada trozo de cristal que encontró. Una vez estuvieron todos fuera, examinó mi mano en busca de algún trozo perdido, pero como no encontró ninguno, me arrojó un chorro de desinfectante en la mano.
– ¡Joder! –maldije al sentir el escozor proveniente de la herida. – ¡La madre que…!
–Ya está bien de quejarte –me exigió, observándome con seriedad. –Si duele es porque se está curando.
La observé con los dientes apretados, y me di cuenta de que estaba empapando otro trozo de algodón en antiséptico.
– ¿Y eso?
–Te voy a curar las heridas que te quedan, que no son pocas.
–Entonces yo haré lo mismo contigo después.
Se encogió de hombros y presionó el algodón contra mi mejilla, provocando que la herida me ardiera. Cerré los ojos con fuerza y apreté los dientes, sin querer quejarme más.
– ¿Por qué tenías tantos cristales clavados en la mano? Yo no tengo ninguno –apuntó _______sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
–Porque… supongo que me han caído encima cuando se ha roto el parabrisas.
–Pero a mí no se me ha clavado ningún cristal, Harry. Tú, en cambio, tenías por lo menos cinco o seis.
Cuando vi que ______ dejaba de curarme la cara, fue mi turno para hacer lo mismo. Le arrebaté el desinfectante y empapé otro trozo de algodón limpio con él. Después, limpié la herida que tenía en la barbilla.
– ¡Ay! –se quejó ella, y yo sonreí levemente.
–Si duele es porque se está curando –repetí lo que me había dicho antes, y me dedicó una mirada fulminante.
–Cuando termines miraré si hay alguna venda en el botiquín. No creo que debas tener la mano destapada, y menos aquí. Podría infectarse con cualquier cosa.
Realmente creía que se estaba excediendo, pues no parecía que el corte fuese tan grave ahora que mi mano estaba libre de sangre.
–Espera… –dijo con la mirada perdida, y yo dejé mi mano en el aire, a escasos centímetros de su rostro. –Recuerdo que cuando el coche ha perdido el control tú has puesto la mano delante de mí… ¿Es por eso que tenías tantos cristales? ¿Porque has intentado protegerme?
Tragué saliva y continué limpiando sus heridas sin decir nada.
–Bueno, ya está. Será mejor que luego volvamos a limpiarnos los cortes, por si acaso –comenté. Carraspeé con incomodidad cuando me di cuenta de que _______ me miraba fijamente, como si no pudiera creerse lo que acababa de descubrir. – ¿Seguro que estás bien?
Asintió lentamente, y después apartó la mirada de mis ojos, como si estuviera nerviosa.
–Supongo que tengo que darte las gracias por lo que has hecho.
–Ha sido un acto reflejo –respondí con rapidez. –Y además, no ha servido de nada.
–Claro que sí. De no haber sido por ti, probablemente ahora estaría mucho más herida. Puede que incluso muerta.
– ¿Qué dices? No seas exagerada –le pedí, poniéndome nervioso. –Bueno, da igual. Tenemos que encontrar la manera de salir de aquí.
______asintió, y después se puso a buscar algo en el botiquín.
–No hay vendas…
–______, déjalo ya –le pedí, a punto de desesperarme. –Ya me curarán en el hospital, pero ahora tenemos que intentar salir del bosque.
–No tenemos móviles, y está claro que el coche ha quedado inservible.
–En ese caso, tendremos que caminar hasta encontrar la carretera. Una vez allí podemos parar un coche y pedirles que nos ayuden.
Por el rostro que puso_______, supe que no le parecía una muy buena idea.
–No creo que podamos subir –intervino.
– ¿Por qué?
En silencio me señaló algo con el dedo, y cuando comprendí lo que me indicaba, se me cayó el alma a los pies. A unos cuantos metros delante de nosotros podía distinguir perfectamente un pequeño despeñadero por el que estaba claro que no podríamos escalar. No es que fuera muy alto, pero debería de medir sus buenos tres metros, y ______ y yo éramos personas de ciudad, así que el bosque no era nuestro mejor aliado, desde luego. Aun así, me costaba creer que hubiésemos sobrevivido a un despeñamiento por aquel precipicio.
–Tendrá que haber algún camino –murmuré más para mí mismo que para______, pero supuse que me había escuchado cuando me respondió:
–Podríamos caminar hasta que demos con el final del precipicio, y después tal vez podamos subir… –propuso. –Pero… tenemos las cosas en el coche.
–Si no encontramos el final del precipicio siempre podremos volver aquí, ______.
– ¿Estás seguro?
–Sí –mentí, pues no confiaba casi nada en mi sentido de la orientación.
–Entonces… adelante –me señaló con la cabeza que encabezara nuestra expedición, y eso hice.
Intentamos ir siempre en línea recta sin desviarnos demasiado del camino que nos habíamos marcado, pero parecía que el final del maldito precipicio no estaba cerca.
– ¿Y si intentamos escalarlo? –planteé, deteniéndome en seco después de tres cuartos de hora caminando sin descanso y de una búsqueda infructuosa.
–Yo no podré hacerlo. Es muy alto, y sabes que odio las alturas…
–Yo te ayudaré, _______. Si consigo llegar arriba, claro.
–No creo ni que debas intentarlo. No llevas ni la ropa ni los zapatos adecuados para escalar.
Pero no le hice caso. Me acerqué hasta el barranco y levanté la mirada para toparme de lleno con una altura que, por un momento, me asustó. Pero no dejé que eso me amedrentara. Coloqué las manos en las piedras sobresalientes que encontré, pero al hacer fuerza con la mano herida, ésta me ardió con intensidad. Me mordí la lengua para contrarrestar el dolor, pero cuando intenté apoyar el pie en las rocas, me resbalé. De acuerdo, no podría hacerlo.
Caminé a paso lento hasta que me reuní con _____, que me esperaba con los brazos cruzados.
– ¿Te has dado cuenta al fin de que no se puede escalar? –no le dije nada porque estaba enfadado y avergonzado. –Además, se te ha abierto la herida. Pero mira, te lo mereces por ser tan idiota.
– ¿Encima me insultas? ¡Al menos yo intento buscar alguna solución, no me quedo de brazos cruzados y me quejo durante todo el tiempo!
– ¡Yo no hago eso, pero soy realista, Harry! Estamos perdidos, ¿entiendes? No tenemos forma de comunicarnos con nadie, y el coche está destrozado. Además, no tenemos comida, y nadie sabe que estamos aquí. ¿Qué puñetas vamos a hacer?
JACKI1D
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