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Campos de Fresas
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Campos de Fresas
22 (Negras: Dama c7)
Cinta sintió la mano de Santi en su muslo desnudo, y rápidamente movió la suya para detener su avance.
-Ya, vale -dijo con escueta sequedad.
Santi no hizo caso. Siguió recorriendo su piel en sentido ascendente, tratando de vencer la oposición de la mano de ella.
-¡Estate quiero!, ¿quieres? -acabó gritando Cinta mientras se daba cuelta en la cama, furiosa.
-Mujer... -se defendió él.
-¡Has dicho que solo querías echarte un rato!
-Es que al verte así...
-¡Pues cierra los ojos o date la vuelta!
-Ya.
Cinta se acodó con un brazo y le miró, presa de una fuerte rabia.
-¿Serías capaz de hacerlo, ahora? -le preguntó.
-¿Por qué no?
-¿Con Invitado en el hospital, en coma?
-Precisamente por eso necesito...
-Eres un cerdo -le espetó su novia.
-No soy un cerdo.
Cinta volvió a darle la espalda. Hizo algo más: se apartó de él colocándose prácticamente en el borde de la cama. A través de la penumbra, Santi vió sus formas suaves, su belleza juvenil, todo cuanto encerraba su cuerpo.
Tan cerca y, de pronto, tan lejos.
-Vale, perdona -dijo.
No hubo respuesta.
-He dicho que lo siento.
El mismo silencio.
Roto apenas unos segundos después por el ahogado llanto de la chica.
Aunque sabía que no era por él.
Era como si Invitado estuviese allí, entre ellos, y también en sus mentes.
Cinta sintió la mano de Santi en su muslo desnudo, y rápidamente movió la suya para detener su avance.
-Ya, vale -dijo con escueta sequedad.
Santi no hizo caso. Siguió recorriendo su piel en sentido ascendente, tratando de vencer la oposición de la mano de ella.
-¡Estate quiero!, ¿quieres? -acabó gritando Cinta mientras se daba cuelta en la cama, furiosa.
-Mujer... -se defendió él.
-¡Has dicho que solo querías echarte un rato!
-Es que al verte así...
-¡Pues cierra los ojos o date la vuelta!
-Ya.
Cinta se acodó con un brazo y le miró, presa de una fuerte rabia.
-¿Serías capaz de hacerlo, ahora? -le preguntó.
-¿Por qué no?
-¿Con Invitado en el hospital, en coma?
-Precisamente por eso necesito...
-Eres un cerdo -le espetó su novia.
-No soy un cerdo.
Cinta volvió a darle la espalda. Hizo algo más: se apartó de él colocándose prácticamente en el borde de la cama. A través de la penumbra, Santi vió sus formas suaves, su belleza juvenil, todo cuanto encerraba su cuerpo.
Tan cerca y, de pronto, tan lejos.
-Vale, perdona -dijo.
No hubo respuesta.
-He dicho que lo siento.
El mismo silencio.
Roto apenas unos segundos después por el ahogado llanto de la chica.
Aunque sabía que no era por él.
Era como si Invitado estuviese allí, entre ellos, y también en sus mentes.
Vaaleen Styles
Re: Campos de Fresas
23 (Blancas: 0-0-0)
Al principio, precisamente, la que le había gustado era Invitado.
Las conoció a las dos al mismo tiempo, inseparables, sin olvidar a Loreto, que iba más a su bola y apareció después. Las llamó las destroyers porque arrasaban. Tenían toda la marcha del mundo, eran fans de casi todos los grupos de guaperas habidos y por haber. Pero en sus rostros y en sus cuerpos anidaba un ángel, algo especial.
Cuando comprendió que Invitado era diferente, más inaccesible, y que además se inclinaba por Eloy, entonces se fijó en Cinta, y ella en él. Desde ese momento, todo fue muy rápido.
Enamorados como tontos.
Jamás pensó que pudiera liarse tan pronto, pero con Cinta había encontrado algo que no conocía: la paz. Por otra parte, primero todo fue un juego adolescente. Después, ya no.
Ahora Cinta no era fan de ningún grupo de guaperas. Era una mujer.
Una mujer de dieciocho años.
¿Por qué había tenido que meter la pata?
La oyó llorar más y más, hasta que el viento huracanado de ese sentimiento menguó y cesó. Tuvo deseos de cogerla, abrazarla, ya sin deseo sexual, solo porque ella lo necesitaba, pero no se atrevió siquiera a tocarla. Cinta tenía carácter.
Mucho carácter.
Cerró los ojos y, entonces, se vió a sí mismo y a los demás, la pasada noche, bailando.
Invitado, Máximo, Cinta, Raúl, Ana, Paco, él...
Oía sus voces.
-Vamos, total... a ver qué pasa.
-Oye, esto no será muy fuerte, ¿verdad?
-A mí me da por reírme.
-¡Ya, que te voy a creer!
-En serio.
-Mirad que como mañana me despierte en una cama ajena y no recuerde nada... Os mato, ¿vale?
-Todo depende de cómo sea él.
-¡Pero si no es más fuerte que una anfeta, cagada!
-¡Cómo te enrollas!
-Venga, tía, va.
-Que no, en serio.
-Serás...
-¿Vas a ser la única que pase?
-En fin... pero no se lo digáis a Eloy.
-A ver si es que vas a tener que pedirle permiso para todo.
-Venga, venga, que vamos a arrasar.
-¿Habéis oído hablar del Special K?
-No, ¿qué es?
-¡Huy, lo más fuerte! ¡Y lo último!
-No toméis alcohol con esto, ¿eh? Te deshidratas. Y bebed agua cada hora, pero sin pasarse.
-Muy enterado estás tú.
-Hombre, hay que saber de qué va la película.
-¿Qué tal? ¿Flipa o no flipa?
-Yo no siento nada.
-¡Venga, vamos a bailar! ¡Que circule!
Santi volvió a abrir los ojos.
Jadeaba y el corazón le latía con mucha fuerza en el pecho. No era Cinta, sino él, quien necesitaba que le abrazaran ahora.
-Cinta... -susurró.
No hubo respuesta.
Al principio, precisamente, la que le había gustado era Invitado.
Las conoció a las dos al mismo tiempo, inseparables, sin olvidar a Loreto, que iba más a su bola y apareció después. Las llamó las destroyers porque arrasaban. Tenían toda la marcha del mundo, eran fans de casi todos los grupos de guaperas habidos y por haber. Pero en sus rostros y en sus cuerpos anidaba un ángel, algo especial.
Cuando comprendió que Invitado era diferente, más inaccesible, y que además se inclinaba por Eloy, entonces se fijó en Cinta, y ella en él. Desde ese momento, todo fue muy rápido.
Enamorados como tontos.
Jamás pensó que pudiera liarse tan pronto, pero con Cinta había encontrado algo que no conocía: la paz. Por otra parte, primero todo fue un juego adolescente. Después, ya no.
Ahora Cinta no era fan de ningún grupo de guaperas. Era una mujer.
Una mujer de dieciocho años.
¿Por qué había tenido que meter la pata?
La oyó llorar más y más, hasta que el viento huracanado de ese sentimiento menguó y cesó. Tuvo deseos de cogerla, abrazarla, ya sin deseo sexual, solo porque ella lo necesitaba, pero no se atrevió siquiera a tocarla. Cinta tenía carácter.
Mucho carácter.
Cerró los ojos y, entonces, se vió a sí mismo y a los demás, la pasada noche, bailando.
Invitado, Máximo, Cinta, Raúl, Ana, Paco, él...
Oía sus voces.
-Vamos, total... a ver qué pasa.
-Oye, esto no será muy fuerte, ¿verdad?
-A mí me da por reírme.
-¡Ya, que te voy a creer!
-En serio.
-Mirad que como mañana me despierte en una cama ajena y no recuerde nada... Os mato, ¿vale?
-Todo depende de cómo sea él.
-¡Pero si no es más fuerte que una anfeta, cagada!
-¡Cómo te enrollas!
-Venga, tía, va.
-Que no, en serio.
-Serás...
-¿Vas a ser la única que pase?
-En fin... pero no se lo digáis a Eloy.
-A ver si es que vas a tener que pedirle permiso para todo.
-Venga, venga, que vamos a arrasar.
-¿Habéis oído hablar del Special K?
-No, ¿qué es?
-¡Huy, lo más fuerte! ¡Y lo último!
-No toméis alcohol con esto, ¿eh? Te deshidratas. Y bebed agua cada hora, pero sin pasarse.
-Muy enterado estás tú.
-Hombre, hay que saber de qué va la película.
-¿Qué tal? ¿Flipa o no flipa?
-Yo no siento nada.
-¡Venga, vamos a bailar! ¡Que circule!
Santi volvió a abrir los ojos.
Jadeaba y el corazón le latía con mucha fuerza en el pecho. No era Cinta, sino él, quien necesitaba que le abrazaran ahora.
-Cinta... -susurró.
No hubo respuesta.
Vaaleen Styles
Re: Campos de Fresas
24 (Negras: Caballo g f6)
Cinta miraba las rendijas de la persiana, los segmentos horizontales por los cuales se filtraba la luz del sol. No tenía sueño, ni pizca de sueño, aunque agradecía el hecho de poder estar tumbada, en silencio. Lo único malo del silencio era oír el eco de sus propios pensamientos. Un eco que la aturdía.
Y no podía escapar de él. Era como ondas que se dilataban y se contraían en la superficie quieta de un lago.
Ella y Invitado habían sido las más reacias a tomar la pastilla. Una cosa eran las anfetas o alguna bebida fuerte, y otra muy distinta una pastilla de éxtasis. Raúl, y Máximo, y también Santi en el fondo, incluso la misma Ana, fueron los motores. Raúl y Máximo estaban habituados. En realidad, ni Ana ni Paco formaban parte del grupo, pero los conocían. Ella parecía estar de vuelta de todo. Demasiado.
Una simple pastilla blanca, redonda, del tamaño de una uña, o tal vez más pequeña.
¿Cómo era posible que...?
-Oye, ¿no dices que quieres probar nuevas experiencias, y que le has dicho a Eloy que vas a tomártelo con calma? Pues empieza.
-Creo que soy idiota.
-Bueno, mañana le llamas y le dices que eres una idiota. Pero esta noche vamos a soltarnos el pelo.
-La verdad es que pagar dos mil de ala por esto...
-A mí no me irá mal dejar de pensar un rato. Tengo los exámenes metidos en el tarro.
-Seguro que me mareo y vomito.
-¡Jo, qué moral, tía! ¡Tómatela ya, y calla de una vez!
Ojala hubiera vomitado. Cuando la vió caer al suelo y se dió cuenta de lo mal que estaba... Y todo lo que ocurrió después, cuando la sacaron fuera, y empezaron los gritos, y la espera de la ambulancia, y todo lo demás...
Santi tal vez tuviera razón: necesitaba un poco de cariño, amor, ternura, tal vez sexo.
Pero no se movió.
Recordaba cuando se conocieron. Hacían cola para comprar dos entradas del concierto de su grupo preferido, y de pronto cerraron la taquilla y anunciaron que se habían agotado. Invitado se echó a llorar, y ella empezó a gritar, dispuesta a saltar sobre la taquilla y abrirla a golpes. Sin saber cómo, se vieron junto a la otra, llorando desconsoladas y abrazándose. No sabían nada la una de la otra, pero compartían su amor infinito por ellos, los cinco chicos más guapos de la creación, los que mejor cantaban, los que mejor bailaban, los que mejor se movían...
No pudieron ir a ese concierto, pero desde entonces fueron como hermanas. Luego, Invitado le presentó a Loreto. Eran íntimas, pero a Loreto la música le importaba menos, asi que Invitado y ella tenían muchas más cosas en común.
Incluso tenían planes. Se querían ir a vivir juntas. Y solas.
De pronto todo parecía increíble, lejano, y, sobre todo, ¡tan absurdo!
Una simple noche, una simple pastilla que se suponía iba a disparar...
Sí, disparar era la palabra exacta.
Como todas las armas, el disparo podía llegar a ser mortal.
Cinta miraba las rendijas de la persiana, los segmentos horizontales por los cuales se filtraba la luz del sol. No tenía sueño, ni pizca de sueño, aunque agradecía el hecho de poder estar tumbada, en silencio. Lo único malo del silencio era oír el eco de sus propios pensamientos. Un eco que la aturdía.
Y no podía escapar de él. Era como ondas que se dilataban y se contraían en la superficie quieta de un lago.
Ella y Invitado habían sido las más reacias a tomar la pastilla. Una cosa eran las anfetas o alguna bebida fuerte, y otra muy distinta una pastilla de éxtasis. Raúl, y Máximo, y también Santi en el fondo, incluso la misma Ana, fueron los motores. Raúl y Máximo estaban habituados. En realidad, ni Ana ni Paco formaban parte del grupo, pero los conocían. Ella parecía estar de vuelta de todo. Demasiado.
Una simple pastilla blanca, redonda, del tamaño de una uña, o tal vez más pequeña.
¿Cómo era posible que...?
-Oye, ¿no dices que quieres probar nuevas experiencias, y que le has dicho a Eloy que vas a tomártelo con calma? Pues empieza.
-Creo que soy idiota.
-Bueno, mañana le llamas y le dices que eres una idiota. Pero esta noche vamos a soltarnos el pelo.
-La verdad es que pagar dos mil de ala por esto...
-A mí no me irá mal dejar de pensar un rato. Tengo los exámenes metidos en el tarro.
-Seguro que me mareo y vomito.
-¡Jo, qué moral, tía! ¡Tómatela ya, y calla de una vez!
Ojala hubiera vomitado. Cuando la vió caer al suelo y se dió cuenta de lo mal que estaba... Y todo lo que ocurrió después, cuando la sacaron fuera, y empezaron los gritos, y la espera de la ambulancia, y todo lo demás...
Santi tal vez tuviera razón: necesitaba un poco de cariño, amor, ternura, tal vez sexo.
Pero no se movió.
Recordaba cuando se conocieron. Hacían cola para comprar dos entradas del concierto de su grupo preferido, y de pronto cerraron la taquilla y anunciaron que se habían agotado. Invitado se echó a llorar, y ella empezó a gritar, dispuesta a saltar sobre la taquilla y abrirla a golpes. Sin saber cómo, se vieron junto a la otra, llorando desconsoladas y abrazándose. No sabían nada la una de la otra, pero compartían su amor infinito por ellos, los cinco chicos más guapos de la creación, los que mejor cantaban, los que mejor bailaban, los que mejor se movían...
No pudieron ir a ese concierto, pero desde entonces fueron como hermanas. Luego, Invitado le presentó a Loreto. Eran íntimas, pero a Loreto la música le importaba menos, asi que Invitado y ella tenían muchas más cosas en común.
Incluso tenían planes. Se querían ir a vivir juntas. Y solas.
De pronto todo parecía increíble, lejano, y, sobre todo, ¡tan absurdo!
Una simple noche, una simple pastilla que se suponía iba a disparar...
Sí, disparar era la palabra exacta.
Como todas las armas, el disparo podía llegar a ser mortal.
Vaaleen Styles
Re: Campos de Fresas
25 (Blancas: Dama e2)
Máximo tampoco podía dormir.
La pelea entre sus padres a causa de él había cesado hacía rato, y ahora la casa estaba en silencio, pero su mente era un hervidero. Creía que un descanso, atemperar los nervios, le vendría bien, y descubría que no, que la soledad era peor. El silencio se convertía en un caos.
Cinta y Santi estaban juntos, pero él no tenía a nadie.
Nunca había tenido a nadie.
El loco de Máximo.
Loco o no, ahora no podía eludir su responsabilidad. Eloy tenía razón. La culpa era suya, no toda, pero sí gran parte. Fue él quien llevó las malditas pastillas a Invitado, Cinta y Santi. Él y, por su puesto, Raúl.
Aún más condenadamente loco.
-¡Vamos, tío, si compramos un puñado nos las rebaja!
-¿Colocan bien?
-¿De que vas? Te estoy hablando de éxtasis, no de ninguna mierda de esas de colores para críos con acné.
-Que ya lo sé, hombre, ¿qué te crees? Pero no sé si ellas...
-¿Invitado y Cinta? ¿Qué son, bebés? ¡Eh, colega!
Entonces había aparecido él.
El camello.
Tal y como se lo habían descrito al inspector.
-Recién llegadas. ¿A que son bonitas? ¿Veis? Una luna. Doce cada una si compráis media docena. Precio de amigo.
-De amigo sería a seis.
-Sí, hombre, si quieres te las regalo.
-¡Anda ya!
Se conocían. Raúl y el camello se conocían.
Entonces fueron con Cinta, Santi y Invitado. Paco y Ana también estaban allí. Siete pastillas. Ochenta y cuatro euros. Raúl ya llevaba algo encima, porque no paraba de moverse, de reír, de gritar, con los ojos iluminados.
Raúl era de los que aguantaban todo el fin de semana, de viernes a lunes prácticamente. Cuatro días de bajada y, al siguiente viernes, vuelta a empezar. Era su vida.
La música, la mákina y el bakalao, la disco, el movimiento continuo.
Y en un momento determinado, todos formando una cadena: el camello, Raúl, él y, finalmente, Invitado.
Una cadena que se rompía por el eslabón más pequeño y más débil.
Aparte de Loreto, la única chica que le había importado, y que ya no era más que una sombre de sí misma por culpa de la maldita bulimia.
¿Por qué se destruían a sí mismos?
Suspiró con fuerza para sentirse vivo, pero solo consiguió recordar que Invitado ya no podía hacerlo. El dolor se le hizo entonces insoportable.
Y no tenía ni idea de cómo arrancárselo.
Si Invitado moría... Si peromanecía en coma durante meses, o años...
Máximo se levantó de un salto. Estaba temblando.
Máximo tampoco podía dormir.
La pelea entre sus padres a causa de él había cesado hacía rato, y ahora la casa estaba en silencio, pero su mente era un hervidero. Creía que un descanso, atemperar los nervios, le vendría bien, y descubría que no, que la soledad era peor. El silencio se convertía en un caos.
Cinta y Santi estaban juntos, pero él no tenía a nadie.
Nunca había tenido a nadie.
El loco de Máximo.
Loco o no, ahora no podía eludir su responsabilidad. Eloy tenía razón. La culpa era suya, no toda, pero sí gran parte. Fue él quien llevó las malditas pastillas a Invitado, Cinta y Santi. Él y, por su puesto, Raúl.
Aún más condenadamente loco.
-¡Vamos, tío, si compramos un puñado nos las rebaja!
-¿Colocan bien?
-¿De que vas? Te estoy hablando de éxtasis, no de ninguna mierda de esas de colores para críos con acné.
-Que ya lo sé, hombre, ¿qué te crees? Pero no sé si ellas...
-¿Invitado y Cinta? ¿Qué son, bebés? ¡Eh, colega!
Entonces había aparecido él.
El camello.
Tal y como se lo habían descrito al inspector.
-Recién llegadas. ¿A que son bonitas? ¿Veis? Una luna. Doce cada una si compráis media docena. Precio de amigo.
-De amigo sería a seis.
-Sí, hombre, si quieres te las regalo.
-¡Anda ya!
Se conocían. Raúl y el camello se conocían.
Entonces fueron con Cinta, Santi y Invitado. Paco y Ana también estaban allí. Siete pastillas. Ochenta y cuatro euros. Raúl ya llevaba algo encima, porque no paraba de moverse, de reír, de gritar, con los ojos iluminados.
Raúl era de los que aguantaban todo el fin de semana, de viernes a lunes prácticamente. Cuatro días de bajada y, al siguiente viernes, vuelta a empezar. Era su vida.
La música, la mákina y el bakalao, la disco, el movimiento continuo.
Y en un momento determinado, todos formando una cadena: el camello, Raúl, él y, finalmente, Invitado.
Una cadena que se rompía por el eslabón más pequeño y más débil.
Aparte de Loreto, la única chica que le había importado, y que ya no era más que una sombre de sí misma por culpa de la maldita bulimia.
¿Por qué se destruían a sí mismos?
Suspiró con fuerza para sentirse vivo, pero solo consiguió recordar que Invitado ya no podía hacerlo. El dolor se le hizo entonces insoportable.
Y no tenía ni idea de cómo arrancárselo.
Si Invitado moría... Si peromanecía en coma durante meses, o años...
Máximo se levantó de un salto. Estaba temblando.
Vaaleen Styles
Re: Campos de Fresas
16 (Negras: 0-0-0)
Eloy tuvo suerte. No se vio obligado a llamar desde el interfono. Un hombre, llevando de la mano a un niño, salía del portal, y él entró sin necesidad de llamar. Ni siquiera esperó el ascensor. Total, solo eran tres pisos. Los subió dando zancadas, devorando los peldaños de dos en dos, y se detuvo ante la puerta el tiempo justo para coger aire. Luego llamó.
Le abrió Julia. La conocía. Era una preciosidad de catorce años, que daría mucho que hablar dentro de un tiempo, si es que no lo hacía ya. Rubia, de pecho pequeño y puntiagudo, ojos grises, piernas largas que ella resaltaba con ajustadas minifaldas de tubo...
-Vaya -le sonrió-. Es toda una sorpresa. ¿Cómo estás?
-Bien -mintió-. ¿Está Raúl?
Su hermana se mostró sorprendida por la pregunta.
-¿Es un chiste? -sonrió-. Pasa.
-No, tengo prisa.
Ella no ocultó su disgusto.
-¿No conoces a Raúl? El fin de semana no aparece por casa. ¿Por qué iba a estar aquí un sábado por la mañana habiendo after hours?
-¿Sabes dónde podría encontrarlo?
-No es de los que dicen adónde va, ni tampoco de los que hacen planes. Si tú no lo sabes, menos lo sé yo. ¿Por qué lo buscas?
-Necesito una información urgente.
-Pues hasta el lunes...
Se dio cuenta de que ella aún pensaba que era una excusa, así que se rindió definitivamente.
-Vale, gracias.
Julia se encogió de hombros.
-Estoy sola -le dijo-. Y aburrida.
-Y yo de exámenes.
Ya estaba en la escalera.
La hermana de Raúl cerró la puerta sin darle tiempo a despedirse.
Eloy tuvo suerte. No se vio obligado a llamar desde el interfono. Un hombre, llevando de la mano a un niño, salía del portal, y él entró sin necesidad de llamar. Ni siquiera esperó el ascensor. Total, solo eran tres pisos. Los subió dando zancadas, devorando los peldaños de dos en dos, y se detuvo ante la puerta el tiempo justo para coger aire. Luego llamó.
Le abrió Julia. La conocía. Era una preciosidad de catorce años, que daría mucho que hablar dentro de un tiempo, si es que no lo hacía ya. Rubia, de pecho pequeño y puntiagudo, ojos grises, piernas largas que ella resaltaba con ajustadas minifaldas de tubo...
-Vaya -le sonrió-. Es toda una sorpresa. ¿Cómo estás?
-Bien -mintió-. ¿Está Raúl?
Su hermana se mostró sorprendida por la pregunta.
-¿Es un chiste? -sonrió-. Pasa.
-No, tengo prisa.
Ella no ocultó su disgusto.
-¿No conoces a Raúl? El fin de semana no aparece por casa. ¿Por qué iba a estar aquí un sábado por la mañana habiendo after hours?
-¿Sabes dónde podría encontrarlo?
-No es de los que dicen adónde va, ni tampoco de los que hacen planes. Si tú no lo sabes, menos lo sé yo. ¿Por qué lo buscas?
-Necesito una información urgente.
-Pues hasta el lunes...
Se dio cuenta de que ella aún pensaba que era una excusa, así que se rindió definitivamente.
-Vale, gracias.
Julia se encogió de hombros.
-Estoy sola -le dijo-. Y aburrida.
-Y yo de exámenes.
Ya estaba en la escalera.
La hermana de Raúl cerró la puerta sin darle tiempo a despedirse.
Vaaleen Styles
Re: Campos de Fresas
Bueno, ahí les dejé dos caps. No había subido hace rato ya que no encontraba el libro pero ya está.
Abrazos Psicológicos
Abrazos Psicológicos
Vaaleen Styles
Re: Campos de Fresas
Ahh siento haber estado ausente :(
empece las clases y eh tratado de ponerme al dia contodas las hermosas novelas que leo incluyenlo tu hermosa novela
y eh tenido que ponerme al dia con las mias siento no haber comentado
:( espero que me puedas perdonar me encanta la novela es demasiado hermosa siguela pronto please
me encanta la novela :enamorado:
besos siguela please
empece las clases y eh tratado de ponerme al dia contodas las hermosas novelas que leo incluyenlo tu hermosa novela
y eh tenido que ponerme al dia con las mias siento no haber comentado
:( espero que me puedas perdonar me encanta la novela es demasiado hermosa siguela pronto please
me encanta la novela :enamorado:
besos siguela please
Manenitha1D
Re: Campos de Fresas
Manenitha1D escribió:Ahh siento haber estado ausente :(
empece las clases y eh tratado de ponerme al dia contodas las hermosas novelas que leo incluyenlo tu hermosa novela
y eh tenido que ponerme al dia con las mias siento no haber comentado
:( espero que me puedas perdonar me encanta la novela es demasiado hermosa siguela pronto please
me encanta la novela
besos siguela please
Linda, no hay problema, te entiendo. Yo también he empezado las clases y ahora tengo menos tiempo para escribir. Pronto la sigo (:
Vaaleen Styles
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