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[Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
chelis escribió: :wut: POOORRR QUE LOS PADRES SIEMPRE TOMAN LAS DECISIONEEESSS!!!
QUE NOS CONCIERNEN PARA NUESTRA FELICIDAD???
AAAIIII SIGUELAAA PORFIISSS
bueno los padres son dificiles de entender
ya la sigo
ElitzJb
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
Capitulo Seis
(Parte Dos)
Durante unas semanas, el complejo hotelero se iba a convertir en el centro de la industria del vino y de la gastronomía de Estados Unidos.
Y (_Tn) estaba encantada. De hecho, no recordaba haber sido más feliz.
Su despacho, situado en la planta baja de la mansión, era bastante más grande que el que tenía en San Francisco y, naturalmente, más luminoso. Cuando necesitaba ayuda, la pedía y se la daban. Y Trevor se mostraba más que dispuesto a discutir con ella cualquier cuestión relativa a sus responsabilidades.
Pero extrañaba a Joe .
Aquella mañana, se levantó del sillón del despacho, se acercó a uno de los balcones y contempló el jardín de estilo inglés. Tenía la sensación de que el abogado de los Jarrod la estaba evitando, pero no estaba segura de saber por qué.
Cada vez que cerraba los ojos, se acordaba de lo sucedido en el río y casi volvía a sentir sus caricias y el sabor de su boca.
Había sido la experiencia amorosa más apasionante de su vida.
Mientras miraba el jardín, se preguntó si Joe mantenía distancias por atenerse a los deseos de Don o, simplemente, porque el encuentro no había sido tan satisfactorio para él como para ella.
Justo entonces, la puerta del despacho se abrió.
—Joe … precisamente estaba pensando en ti.
—Hola, (_Tn) —dijo él con frialdad.
A (_Tn) le dolió su actitud, pero lo disimuló. Ella también sabía jugar a ese juego. Si Joe se empeñaba en adoptar un tono distante y profesional, le pagaría con la misma moneda.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—He venido a presentarte a…
—A mí —dijo otro hombre que (_Tn) no había visto hasta ese momento—. Soy Blake; Blake Jarrod.
(_Tn) lo miró a los ojos y no encontró ninguna calidez en ellos, pero mantuvo el aplomo y declaró:
—Encantada de conocerte.
Blake la miró y pensó que su hermano gemelo tenía razón; su hermana había heredado los rasgos familiares. De hecho, tenía una actitud tan desafiante y una mirada tan intensa que le recordó mucho a Donald.
Pero eso no significaba que estuviera dispuesto a darle la bienvenida como si fuera la hija pródiga, ni que mereciera una parte de la herencia familiar. Tener la misma sangre no era suficiente. Aunque todo el mundo pareciera dispuesto a concederle una oportunidad, él no era tan fácil de convencer.
De momento, (_Tn) Prentice no era otra cosa que una intrusa.
—Veo que ya te sientes como en casa —dijo Blake, echando un vistazo a su alrededor.
(_Tn) se acercó y decidió dejarse de rodeos.
—Blake, sé que esto es muy difícil para todos. No espero que me aceptéis de la noche a la mañana.
Blake cruzó los brazos y asintió.
—Sin embargo, espero que se me conceda una oportunidad —añadió ella.
—No me digas —ironizó.
(_Tn) lo miró a los ojos, negándose a sentirse acobardada por aquella mirada de acero. Ya le habían advertido que Blake sería el más difícil de convencer, de modo que se mantendría firme y afrontaría cualquier situación que se le presentara. Además, Joe estaba presente, observando la escena, y no quería mostrarse débil delante de él.
—Sí, espero que se me conceda. Como se le concedería a cualquier empleado nuevo —insistió (_Tn)—. Creo que es lo justo.
Blake lo pensó durante unos segundos. Después, asintió otra vez y le ofreció la mano, que ella estrechó.
—Muy bien. Te concederé una oportunidad.
—Gracias.
(_Tn) rompió el contacto y retrocedió.
—He quedado con Gavin para hablar de negocios, así que será mejor que me marche —dijo Blake—. Si me disculpáis…
Joe y (_Tn) se quedaron a solas, en un silencio incómodo.
—Has manejado bien la situación —dijo él al final.
—Gracias. ¿Eso es todo? ¿Querías algo más?
—(_Tn)…
—Ahora no tengo tiempo para hablar, Joe —lo interrumpió—. Trevor quiere ver el cartel que he diseñado para el festival y…
—Te he echado de menos.
Ella lo miró fijamente.
—¿En serio? Si hubieras querido verme, solo tenías que venir a mi despacho. He estado aquí casi todo el tiempo. Joe suspiró y dio unos pasos hacia ella. (_Tn) se dio cuenta de que tenía ojeras; era evidente que no había dormido bien. Deseó acariciarle la cara, pero no sabía cómo iba a reaccionar y se contuvo.
—Es complicado —dijo él.
—¿Complicado? No me has dirigido la palabra desde que…
—¿Y crees que no lo he deseado? ¿Crees que no he pensado en ti cada segundo, cada minuto de estos días?
El corazón de (_Tn) se aceleró. La mirada de Joe estaba llena de deseo.
—¿Cómo podría saberlo? Me has estado evitando.
—Sí, es verdad; te he estado evitando. Porque sabía que, si no te evitaba, pasaría esto.
Joe la abrazó con tanta fuerza que casi la dejó sin respiración.
Y a ella no le importó en absoluto.
No le importó porque ya sentía el contacto de sus labios en la boca; porque ya sentía la caricia de sus manos en el cabello; porque ya sentía el calor de su cuerpo y la presión dura de su sexo, en demostración de lo mucho que la deseaba.
Se apretó contra él un poco más, rindiéndose a las emociones que Joe despertaba en ella. Se sentía como si la sangre le hirviera en las venas. Estaba tan excitada que cuando él la soltó y dio un paso atrás, estuvo a punto de perder el equilibrio.
Desesperada, (_Tn) lo miró a los ojos y se preguntó si estaba jugando con ella y, en tal caso, por qué se lo permitía.
—Sí, te deseo —continuó él con mirada intensa y voz llena de necesidad—. El simple hecho de estar a tu lado me resulta doloroso… pero ya tienes bastantes problemas en este momento; no necesitas que añada otro.
(_Tn) parpadeó. Ni podía creer lo que estaba oyendo ni estaba segura de que Joe fuera sincero.
—De modo que te retiras por mi bien, ¿no? Haces un gran sacrificio para evitar que la pobre (_Tn) se confunda por tener demasiadas cosas en la cabeza —ironizó.
Él la miró con sorpresa. Evidentemente, no esperaba esa reacción.
—Solo estoy diciendo que…
(_Tn) lo interrumpió. Ya había oído bastante.
—Estoy harta de que la gente decida lo que es mejor para mí. Mi padre y mis hermanos lo hicieron durante años. Si crees que voy a permitir que me hagas lo mismo, estás muy equivocado.
Ella estaba temblando, y no solo por la rabia. Joe había desatado el volcán de su deseo y lo había enfriado antes de que pudiera estallar.
—No intento decidir por ti.
—No, por supuesto que no. Te limitas a decir que no quieres saber nada de mí. No te preocupes, Joe ; lo has dejado muy claro… Pero descuida, no me voy a enfadar por eso. Además, te estoy muy agradecida.
No sé lo que habría pasado si no me hubieras ayudado con los hijos de Don.
—(_Tn), maldita sea…
—Déjalo estar, ¿quieres? Tengo mucho trabajo y supongo que tú también.
Joe la miró fijamente durante un par de segundos. Después, asintió como si hubiera asumido que la conversación había terminado.
—De acuerdo. Lo dejaremos aquí. De momento —dijo—. Pero ninguno de los dos va a ir a ninguna parte, así puedes estar segura de que volveremos a hablar.
—¿Tú crees? ¿Desde cuándo tienes derecho a decidir por los dos? ¿Quién te ha dado ese poder?
—¿Cómo dices?
La voz de Joe sonó tensa y tan enfadada como la suya, pero (_Tn) se alegró. No era justo que solo ella se sintiera mal.
—¿La opinión que tienes de mí es tan mala que no me crees capaz de tomar mis propias decisiones? —preguntó.
—Por supuesto que no. No he insinuado eso en ningún momento.
—¿Que no lo has insinuado? Claro que sí, Joe . Es precisamente lo que has dicho… la pobre (_Tn), que ya tiene bastantes problemas sin que tú le sumes otro.
—Malinterpretas deliberadamente mis palabras.
—Al contrario. Te entiendo mejor que tú mismo.
—¿Qué significa eso?
—Que no se trata de mí. Puedes convencerte a ti mismo de que lo haces por mi bien, pero rompes conmigo por acatar los deseos de un hombre muerto.
Los ojos de Joe brillaron momentáneamente con ira. A continuación, apretó los dientes y dio un paso hacia ella con intención de acariciarla, pero (_Tn) se apartó porque tenía miedo de lo que pudiera pasar.
—Yo mismo te dije que no puedo correr el riesgo de perder mi empleo y la vida por la que tanto he luchado —declaró él—, pero también es cierto que te encuentras en una situación muy difícil y que no debo complicarte las cosas.
—Oh, basta ya —murmuró, irritada—. Márchate si quieres y déjame en paz.
Joe se acercó un poco más y se detuvo antes de tocarla.
—Ojalá pudiera. Ojalá tuviera la ocasión de sacarte de mi corazón y de mi cabeza, pero no es posible.
Ella soltó una risotada triste.
—Pues yo diría que has hecho un gran trabajo.
—No, en absoluto. Estás todo el tiempo en mis pensamientos. Me persigues todo el día y no sé qué hacer.
Joe extendió un brazo. Esta vez, (_Tn) no se apartó.
Le acarició la cara, la miró a los ojos y dijo:
—Ni tú ni yo podemos negar lo que sentimos.
—¿De verdad? —preguntó ella con incertidumbre—. ¿No es eso lo que hemos estado haciendo estos días?
—No, no es eso.
Entonces, la besó. Fue un beso apasionado y profundo, cargado de todo el afecto que (_Tn) necesitaba.
Su corazón se aceleró tanto que, cuando dejaron de besarse, casi jadeaba. Pero al mismo tiempo, su corazón ya estaba levantando barreras contra él.
—No, no hagas eso —le rogó Joe —. Noto que intentas alejarte de mí.
—¿Como tú últimamente?
Joe la soltó y dio un paso atrás.
—No. Yo solo he hecho lo que debía hacer.
—Porque no puedes arriesgarte por mí.
—Porque es mi vida —le recordó.
—Y la mía —dijo ella, tensa—. Y no permitiré que me borres de un plumazo por un capricho. No puedes excitarme y arrojarme después un cubo de agua fría. Me niego a jugar a ese juego, Joe .
—Te equivocas. No estoy jugando a nada. No sería capaz de ser tan cruel ni contigo ni conmigo —afirmó.
Ella se frotó los brazos, intentando disipar el frío que sentía de repente. Pero le había llegado a los huesos y se dio cuenta de que no volvería a sentir calor.
Su relación con Joe había terminado. Él se negaba a seguir adelante.
Cuando el abogado salió del despacho y la dejó sola, (_Tn) se sentó y se giró hacia el balcón. El día, tan alegre y soleado, le pareció repentinamente oscuro.
ElitzJb
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
Capitulo Ocho
A pesar de su enfrentamiento, se vieron casi todos los días durante la semana siguiente. Joe siguió haciendo las veces de guía mientras ella se acostumbraba a su nueva vida en Aspen, pero siempre se las arreglaba para mantener las conversaciones en terrenos poco comprometidos.
No estaba dispuesto a hablar de asuntos personales. Y ella debía de haber llegado a la misma conclusión, porque lo trataba como si Joe fuera un conocido lejano, con cortesía y frialdad.
Pero cada minuto que estaba a su lado, era una tortura.
Joe nunca había deseado tanto a nadie. Pensaba en ella constantemente. No era capaz de concentrarse en el trabajo; no podía pasear por las estancias de la mansión sin verla, sin oírla o sin oír que alguien hablaba de ella.
(_Tn) se había ganado el afecto de los empleados y había asumido su posición en Jarrod Ridge como si hubiera nacido para ello. Joe pensaba que, en cierto modo, era verdad. A fin de cuentas, era una Jarrod. Y ese era, precisamente, el problema.
Una mañana, llamó a la puerta de su despacho y entró. (_Tn) estaba mirando fijamente la pantalla del ordenador. No había notado su presencia y se estaba mordiendo el labio, completamente concentrada en lo que estaba haciendo. Se había tomado el trabajo tan en serio que le dedicaba toda su energía.
Un momento después, ella alzó la vista y le vio. Como estaba a contraluz del balcón, sus ojos de color ámbar parecían más oscuros; pero Joe notó un nerviosismo súbito en sus facciones.
—Hola. ¿Necesitas algo?
—¿Es una pregunta con doble intención? —murmuró él—. Pero sí… Necesito saber si has aprobado el diseño para el jardín.
—Sí, ya lo he hecho. Se lo envié a Trevor hace un rato.
—Entonces, volveré a hablar con él. Lo estaba buscando y no lo encontraba, pero no tiene nada de particular… seguro que se le ha traspapelado.
Ella sonrió.
—Sí, eso es típico de Trevor.
—Veo que te cae bien.
—Es imposible que no me caiga bien. Tiene una forma de vivir que me parece absolutamente admirable; es quien es y no pide disculpas por ello. Se limita a disfrutar del presente, segundo a segundo.
Joe se sintió incómodo. Aunque (_Tn) no lo había dicho de forma explícita, lo estaba comparando tácitamente con Trevor.
—¿Pretendes decirme algo?
Ella lo miró y sacudió la cabeza. Como tantas otras veces, Joe deseó acercarse y acariciarle el cabello.
—No, Joe , claro que no. Tú y yo nos hemos dicho todo lo que nos teníamos que decir —afirmó.
Él dio un paso hacia la mesa.
—No es cierto. No podría serlo, porque hay muchas cosas que ni siquiera hemos mencionado —contra atacó.
—Y es mejor que las callemos.
—Tal vez.
Joe tuvo que recordarse que la decisión de mantener las distancias había sido suya. Él había dado el primer paso. Él se había negado a continuar. Y por mucho que le molestara, (_Tn) tenía razón al creer que no había roto la relación porque le preocupara su bienestar, sino por atenerse a los deseos de un hombre muerto.
Lamentó que Don Jarrod hubiera fallecido. De haber seguido con vida, las cosas habrían sido bastante distintas. Él habría ido a su despacho, le habría confesado lo que sentía por (_Tn) y habría hecho ver al viejo canalla que la cláusula de su contrato era absolutamente medieval. Pero Don no estaba y Joe sabía que la dirección del hotel se limitaría a cumplir las disposiciones de su testamento.
Además, tampoco podía hablar con los hijos de Don para pedirles que lo apoyaran. Había grandes posibilidades de que estuvieran de acuerdo con su padre.
Se sentía atrapado.
—Olvida el asunto, Joe —dijo ella—. Dejemos de torturarnos el uno al otro.
Joe se metió las manos en los bolsillos para resistirse a la tentación de tocarla. Echaba de menos su contacto, su aroma, su sabor. La deseaba tanto que el deseo lo estaba volviendo loco.
En ese momento, ella alzó una mano y le apartó un mechón de la frente. Joe respiró hondo de un modo tan brusco que (_Tn) la apartó enseguida.
—Lo siento —se disculpó—. Sigo enfadada contigo, pero aún debo recordarme que no debo tocarte.
—Sí, a mí me ocurre lo mismo —le confesó.
Joe maldijo a todos los Jarrod para sus adentros. Y maldijo particularmente a Don, por haberlo condenado a una situación imposible.
—Supongo que tendremos que aprender a vivir con ello —comentó (_Tn).
Él asintió.
—Supongo. En fin, me voy a hablar con Trevor.
—Te acompañaré.
Ella se levantó y se alisó un poco la camisa blanca y la falda. Sus piernas, largas y morenas, terminaban aquel día en unos zapatos de aguja que las hacían parecer aún más largas.
Pasó junto a él y salió al corredor. Al cabo de unos momentos, se encontraron con Gavin y Blake, que estaban esperando el ascensor.
—Hola, chicos —dijo Joe —. ¿Qué ocurre?
Blake miró a (_Tn) con incertidumbre y respondió:
—Nada; solo estábamos charlando. ¿Adónde vais?
—A hablar de trabajo con Trevor —respondió (_Tn).
—Ah, muy bien.
Gavin y Blake entraron en el ascensor, que ya había llegado, y se despidieron.
La puerta se cerró; pero antes de que el ascensor se pusiera en marcha, Joe y (_Tn) oyeron la voz de Gavin:
—Por todos los demonios, Blake… siempre pones esa cara cuando te cruzas con (_Tn). No es tu enemigo.
(_Tn) y Joe siguieron andando hacia el despacho de Trevor.
—Podría ser peor —dijo ella con ironía.
Joe le puso una mano en el brazo para que se detuviera.
—No te preocupes, (_Tn) —dijo—. Blake entrará en razón más tarde o más temprano. Recuerda que esto es difícil para todos.
—No son los sentimientos de Blake lo que me preocupa, Joe . Él, al menos, es sincero conmigo.
(_Tn) se apartó y siguió caminando sin mirar atrás. No llegó a ver la expresión sombría de Joe .
La sala principal del balneario de Jarrod Ridge era tan lujosa que casi resultaba decadente. Pero por eso mismo, le pareció perfecta. La piscina era redonda y de agua increíblemente azul; de sus paredes surgían chorros de relajantes burbujas y el único sonido que se oía era el de las cascadas que vertían sus aguas en el lugar.
(_Tn) se sentía mejor que nunca, aunque también culpable por no haber hecho nada en todo el día. Pero la idea no había sido suya, sino de Melissa. Además, su semana había sido tan dura que necesitaba alejarse de Joe y de la mansión.
—Nos vas a dejar en mal lugar, (_Tn) —dijo Melissa con un suspiro—. No es necesario que te conviertas en la Jarrod del año cuando acabas de llegar a Aspen.
(_Tn) sonrió. Estaba haciendo un trabajo tan bueno que ya se había ganado el respeto de sus hermanos; incluso había conseguido que Blake le dirigiera la palabra sin mirarla como si la fuera a matar.
Por primera vez, (_Tn) tenía la sensación de que la aceptaban por la persona que era y por lo que podía hacer por los demás. Era una sensación maravillosa. O lo habría sido si Joe no hubiera ocupado sus pensamientos.
Ya ni siquiera la hablaba; no habían intercambiado una sola palabra desde la semana anterior, cuando se vieron en su despacho. Naturalmente, se cruzaban con frecuencia por los pasillos de la mansión; era inevitable, porque casi todos los despachos estaban en la misma zona. Pero mantenía las distancias.
—¿Qué te pasa?
(_Tn) se sobresaltó al oír la voz de Melissa. Estaba tan sumida en sus preocupaciones que se había olvidado de ella.
—¿Cómo? Ah, no es nada… pensaba en el trabajo.
Melissa le dio una palmadita en el hombro y dijo:
—Ya.
Las dos mujeres habían pasado por la sala de masajes, se habían dado un tratamiento facial y ahora descansaban en la piscina, sin más objetivo que relajarse un poco. Desgraciadamente, (_Tn) tenía demasiadas cosas en la cabeza.
—Reconozco esa mirada —continuó Melissa—. No estabas pensando en el trabajo. Estabas pensando en un hombre.
(_Tn) estuvo a punto de negarlo. Nunca había sido una de esas mujeres que confesaban todos sus secretos a las amigas; y por otra parte, no quería admitir que le gustaba un hombre que no sentía lo mismo por ella.
—No creo que me apetezca hablar de eso.
—¿Para qué sirve una hermana si no le puedes abrir tu alma y esperar su consejo o un comentario mordaz, según corresponda? —bromeó.
(_Tn) sonrió a Melissa y se alegró de tener una hermana. Jamás habría imaginado que le pudiera gustar tanto. Ni que llegaran a establecer una relación tan estrecha en tan poco tiempo.
—Está bien, te lo diré.
Miró a su alrededor con nerviosismo, para asegurarse de que se encontraban solas. Melissa se dio cuenta y dijo:
—Tranquilízate. Esta tarde, la piscina es exclusivamente nuestra. Te recuerdo que soy la gerente del balneario.
—Es verdad.
—Pues habla de una vez.
—Digamos que tengo un problema con un hombre.
—Sí, ya me había dado cuenta de eso —dijo Melissa, apretándose contra los chorros de burbujas—. Pero podrías dar más información…
—Está interesado en mí, pero no quiere comprometerse.
—¿Cuál es el problema?
—Bueno, es una historia larga…
(_Tn) no quería mencionar al hombre en cuestión ni sus motivos para mantener las distancias con ella. No estaba segura de que Melissa fuera consciente de la cláusula de su contrato y del testamento de Don.
—Una historia que no quieres compartir.
—No es exactamente eso.
—¿Está casado? ¿Sale con alguien?
(_Tn) frunció el ceño.
—No, en absoluto. Si estuviera con otra persona, no habría cometido el error de encapricharme de él.
—Está bien, veámoslo desde otro punto de vista… ¿Quieres tener a ese hombre?
—Sí, por supuesto que sí.
Melissa rio.
—Pues tenlo. O inténtalo al menos.
—¿Y mi dignidad? ¿Y mi orgullo? ¿Se supone que debo seguirlo por ahí como una perra en celo mientras él me rechaza una y otra vez?
Melissa se apartó el pelo de la cara y la miró con ironía.
—Querida hermana, la gente es muy previsible con estas cosas. Si él te desea, tienes lo más importante. No sé por qué te rechaza, pero es obvio que no quiere rechazarte. Solo tienes que apretarle las tuercas para que no pueda ningunearte con tanta facilidad. ¿O es que quieres ponérselo fácil?
(_Tn) suspiró.
—No sé qué hacer… —confesó.
—Es asunto tuyo, desde luego; pero si yo estuviera en tu lugar, iría a por él sin dudarlo un momento.
Melissa lo dijo con tanta vehemencia que (_Tn) se preguntó si estaba hablando en sentido metafórico o si se estaba refiriendo a una experiencia propia. Pero los chorros de burbujas se cortaron en ese instante y el silencio las rodeó.
—Lo pensaré —dijo.
(_Tn) salió del agua y alcanzó una toalla.
—En lugar de pensar tanto, besa a ese hombre un poco más —le aconsejó Melissa—. Pero en fin, tú sabrás lo que haces.
Mientras se dirigían al vestuario, (_Tn) pensó que su hermana tenía razón. Cometía un error al facilitarle las cosas a Joe . Si quería estar con él, tendría que presionarlo un poco y conseguir que cambiara de actitud. A fin de cuentas, ya había probado la estrategia contraria y no había surtido efecto.
Seguiría el consejo de Melissa y le haría sentirse tan miserable que no sería capaz de rechazarla. Solo tenía que poner el plan en marcha. Y qué mejor día que ese, después de haber pasado tres largas y relajantes horas en el balneario.
Joe lanzó una piedra al río. Cuando se hundió en las aguas, pensó que aquella piedra era como él; llevaba dos semanas hundido en la desesperación, y cada día que pasaba, se sentía peor.
Siempre había sido feliz en Jarrod Ridge. Había viajado por todo el mundo sin encontrar ningún lugar que le gustara tanto. Pero las cosas habían cambiado.
Ahora se sentía vacío todo el tiempo.
Por culpa de (_Tn) Prentice.
Estaba tan obsesionado con ella que la veía constantemente. Cuando no se cruzaban en la mansión, cerraba los ojos y veía su imagen.
—No tienes buen aspecto.
Joe se sobresaltó al oír la voz de (_Tn) a sus espaldas.
Giró la cabeza y la miró. Llevaba una falda amarilla que le llegaba a la mitad de los muslos y un top verde, de manga corta, que se ajustaba perfectamente a su figura.
—¿Quieres que te deje a solas con tus problemas? —preguntó mientras caminaba hacia él—. ¿O prefieres que te acompañe?
—Preferiría estar solo.
Joe mintió. Lo dijo porque tenía miedo de dejarse llevar si se quedaba con él.
—Qué lástima, porque me apetecía estar con alguien —dijo ella, echándose el cabello hacia atrás.
—¿Qué estás haciendo aquí?
(_Tn) se encogió de hombros.
—He venido a ver el río.
—¿Y solo puedes verlo en este sitio? Te recuerdo que el río cruza toda la propiedad del complejo hotelero.
Ella sonrió.
—Lo sé, pero este sitio me encanta.
Él apretó los puños un momento y respiró hondo, pero fue un error porque captó el aroma de (_Tn). Olía a melocotón, a flores y a un montón de cosas suaves y bellas.
—Está bien, disfruta de la vista. Yo me voy.
—Entonces, me iré contigo.
—¿A qué estás jugando, (_Tn)?
Ella sacudió la cabeza y lo miró a los ojos.
—Ya no estoy jugando a nada, Joe ; de hecho, estoy cansada de juegos. He venido porque te deseo y porque sé que tú me deseas a mí.
Joe suspiró, desesperado.
(_Tn) se acercó y le puso las manos en el pecho.
—¿Por qué me haces esto? —pregunto él.
—Porque si no lo hago yo, tú no harás nada.
(_Tn) se puso de puntillas y le besó suavemente en los labios.
En ese instante, Joe supo que estaba perdido. No tenía más remedio que rendirse a ella. Aunque le hubieran apuntado con una pistola, no habría podido hacer otra cosa.
Ella era todo lo que necesitaba, todo lo que deseaba, todo lo que le importaba, todo en lo que pensaba.
Cabía la posibilidad de que se arrepintiera después; pero de momento, estaba perdido.
La abrazó con tanta fuerza como si tuviera miedo de que se marchara y la besó con toda la desesperación que había acumulado durante los días anteriores.
Una y otra vez, su lengua la reclamó con movimientos que imitaban lo que deseaba hacer entre sus muslos. Entraba y salía de ella; la acariciaba, cambiaba de ritmo, tomaba todo lo que quería y se entregaba por completo.
Una suave brisa de verano los acarició. Joe llevó las manos al dobladillo de la camiseta y tiró de ella hacia arriba, hasta quitársela.
Ella rio encantada al sentir el viento en su piel y en su cabello. Joe pensó que nunca la había visto más hermosa; pero necesitaba más.
Le desabrochó el sostén y llevó las manos a sus pechos desnudos. A continuación, le acarició los pezones y ella se arqueó debajo de sus manos, sus dedos, ofreciéndose por entero a él, mientras los rayos de sol jugueteaban con las sombras en la superficie de su cuerpo.
La respuesta entusiasta de (_Tn) avivó el fuego que prendía en Joe , que inclinó la cabeza y le succionó primero un pezón y luego, otro.
Ella gimió y suspiró mientras él lamía y mordisqueaba con suavidad. Se sentía tan bien que llevó las manos a su pelo y lo aferró como instándole a seguir adelante, a no apartarse de ella, a no romper nunca el contacto de su boca.
Pero no corría ningún peligro.
Joe ya no podía pensar. Había traspasado la última línea y no podía retroceder. Necesitaba tomarla allí mismo, sin esperar un segundo.
Succionó una vez más, levantó la cabeza y la tomó de la mano.
—Ven conmigo.
(_Tn) lo siguió, confusa.
—¿Cómo? ¿Adónde?
—Aquí mismo. Cerca.
Ella soltó una risita.
—¿Has venido preparado?
Él sonrió. Se sentía mejor que en varias semanas.
—A veces, cuando hace calor, vengo a dormir al río. Tengo un par de mantas a mano —le explicó.
—Me alegro.
Joe la llevó hasta un lugar apartado. Después, alcanzó una de las mantas, la tendió en la hierba y la besó otra vez antes de tumbarse con (_Tn).
—Desnúdate —dijo él.
—Y tú —le urgió ella.
(_Tn) se quitó la falda y las braguitas con un movimiento rápido. Después, se libró de los zapatos y se volvió a tumbar como si fuera una ofrenda a los dioses.
Joe no tardo mucho más en quedarse desnudo. La besó en la boca y empezó a acariciar su cuerpo dulcemente, explorando cada una de sus curvas. Ella le acarició la espalda y el costado, excitándolo un poco más. Él bajó una mano, pasó por encima de su pubis y la llevó directamente a su entrepierna.
(_Tn) separó los muslos y arqueó las caderas, invitándolo a entrar en ella. Joe le metió un dedo y la acarició suavemente hasta que ella susurró su nombre con una desesperación y una ansiedad tan intensas como las que él sentía.
—No esperes más, Joe . Tómame ahora —le rogó—. Quiero sentirte dentro de mí. Lo necesito. Te necesito.
—No, no esperaré.
Joe se arrodilló entre las piernas de (_Tn) y los separó más todavía, sometiéndola a su mirada.
—Por favor, Joe … Hazlo ya.
—Como quieras.
La penetró con un movimiento rápido y en ese momento supo que estaba dentro de la única mujer que le importaba.
Se empezó a mover. Cada vez que entraba y salía de ella, notaba una caricia increíblemente cálida y húmeda. (_Tn) cerró las piernas alrededor de su cintura y apretó como si no tuviera bastante y quisiera sentirlo tan dentro como fuera posible.
—Abre los ojos —ordenó él.
Ella abrió los ojos y lo miró. Rebosaban deseo.
Alzó las manos y las puso en el pecho de Joe mientras él aumentaba la velocidad de las acometidas. (_Tn) emuló su ritmo y se dejó llevar.
Y así, juntos, corrieron hacia un final que habían estado postergando durante semanas. Corrieron, llegaron al abismo y cayeron en él.
A pesar de su enfrentamiento, se vieron casi todos los días durante la semana siguiente. Joe siguió haciendo las veces de guía mientras ella se acostumbraba a su nueva vida en Aspen, pero siempre se las arreglaba para mantener las conversaciones en terrenos poco comprometidos.
No estaba dispuesto a hablar de asuntos personales. Y ella debía de haber llegado a la misma conclusión, porque lo trataba como si Joe fuera un conocido lejano, con cortesía y frialdad.
Pero cada minuto que estaba a su lado, era una tortura.
Joe nunca había deseado tanto a nadie. Pensaba en ella constantemente. No era capaz de concentrarse en el trabajo; no podía pasear por las estancias de la mansión sin verla, sin oírla o sin oír que alguien hablaba de ella.
(_Tn) se había ganado el afecto de los empleados y había asumido su posición en Jarrod Ridge como si hubiera nacido para ello. Joe pensaba que, en cierto modo, era verdad. A fin de cuentas, era una Jarrod. Y ese era, precisamente, el problema.
Una mañana, llamó a la puerta de su despacho y entró. (_Tn) estaba mirando fijamente la pantalla del ordenador. No había notado su presencia y se estaba mordiendo el labio, completamente concentrada en lo que estaba haciendo. Se había tomado el trabajo tan en serio que le dedicaba toda su energía.
Un momento después, ella alzó la vista y le vio. Como estaba a contraluz del balcón, sus ojos de color ámbar parecían más oscuros; pero Joe notó un nerviosismo súbito en sus facciones.
—Hola. ¿Necesitas algo?
—¿Es una pregunta con doble intención? —murmuró él—. Pero sí… Necesito saber si has aprobado el diseño para el jardín.
—Sí, ya lo he hecho. Se lo envié a Trevor hace un rato.
—Entonces, volveré a hablar con él. Lo estaba buscando y no lo encontraba, pero no tiene nada de particular… seguro que se le ha traspapelado.
Ella sonrió.
—Sí, eso es típico de Trevor.
—Veo que te cae bien.
—Es imposible que no me caiga bien. Tiene una forma de vivir que me parece absolutamente admirable; es quien es y no pide disculpas por ello. Se limita a disfrutar del presente, segundo a segundo.
Joe se sintió incómodo. Aunque (_Tn) no lo había dicho de forma explícita, lo estaba comparando tácitamente con Trevor.
—¿Pretendes decirme algo?
Ella lo miró y sacudió la cabeza. Como tantas otras veces, Joe deseó acercarse y acariciarle el cabello.
—No, Joe , claro que no. Tú y yo nos hemos dicho todo lo que nos teníamos que decir —afirmó.
Él dio un paso hacia la mesa.
—No es cierto. No podría serlo, porque hay muchas cosas que ni siquiera hemos mencionado —contra atacó.
—Y es mejor que las callemos.
—Tal vez.
Joe tuvo que recordarse que la decisión de mantener las distancias había sido suya. Él había dado el primer paso. Él se había negado a continuar. Y por mucho que le molestara, (_Tn) tenía razón al creer que no había roto la relación porque le preocupara su bienestar, sino por atenerse a los deseos de un hombre muerto.
Lamentó que Don Jarrod hubiera fallecido. De haber seguido con vida, las cosas habrían sido bastante distintas. Él habría ido a su despacho, le habría confesado lo que sentía por (_Tn) y habría hecho ver al viejo canalla que la cláusula de su contrato era absolutamente medieval. Pero Don no estaba y Joe sabía que la dirección del hotel se limitaría a cumplir las disposiciones de su testamento.
Además, tampoco podía hablar con los hijos de Don para pedirles que lo apoyaran. Había grandes posibilidades de que estuvieran de acuerdo con su padre.
Se sentía atrapado.
—Olvida el asunto, Joe —dijo ella—. Dejemos de torturarnos el uno al otro.
Joe se metió las manos en los bolsillos para resistirse a la tentación de tocarla. Echaba de menos su contacto, su aroma, su sabor. La deseaba tanto que el deseo lo estaba volviendo loco.
En ese momento, ella alzó una mano y le apartó un mechón de la frente. Joe respiró hondo de un modo tan brusco que (_Tn) la apartó enseguida.
—Lo siento —se disculpó—. Sigo enfadada contigo, pero aún debo recordarme que no debo tocarte.
—Sí, a mí me ocurre lo mismo —le confesó.
Joe maldijo a todos los Jarrod para sus adentros. Y maldijo particularmente a Don, por haberlo condenado a una situación imposible.
—Supongo que tendremos que aprender a vivir con ello —comentó (_Tn).
Él asintió.
—Supongo. En fin, me voy a hablar con Trevor.
—Te acompañaré.
Ella se levantó y se alisó un poco la camisa blanca y la falda. Sus piernas, largas y morenas, terminaban aquel día en unos zapatos de aguja que las hacían parecer aún más largas.
Pasó junto a él y salió al corredor. Al cabo de unos momentos, se encontraron con Gavin y Blake, que estaban esperando el ascensor.
—Hola, chicos —dijo Joe —. ¿Qué ocurre?
Blake miró a (_Tn) con incertidumbre y respondió:
—Nada; solo estábamos charlando. ¿Adónde vais?
—A hablar de trabajo con Trevor —respondió (_Tn).
—Ah, muy bien.
Gavin y Blake entraron en el ascensor, que ya había llegado, y se despidieron.
La puerta se cerró; pero antes de que el ascensor se pusiera en marcha, Joe y (_Tn) oyeron la voz de Gavin:
—Por todos los demonios, Blake… siempre pones esa cara cuando te cruzas con (_Tn). No es tu enemigo.
(_Tn) y Joe siguieron andando hacia el despacho de Trevor.
—Podría ser peor —dijo ella con ironía.
Joe le puso una mano en el brazo para que se detuviera.
—No te preocupes, (_Tn) —dijo—. Blake entrará en razón más tarde o más temprano. Recuerda que esto es difícil para todos.
—No son los sentimientos de Blake lo que me preocupa, Joe . Él, al menos, es sincero conmigo.
(_Tn) se apartó y siguió caminando sin mirar atrás. No llegó a ver la expresión sombría de Joe .
La sala principal del balneario de Jarrod Ridge era tan lujosa que casi resultaba decadente. Pero por eso mismo, le pareció perfecta. La piscina era redonda y de agua increíblemente azul; de sus paredes surgían chorros de relajantes burbujas y el único sonido que se oía era el de las cascadas que vertían sus aguas en el lugar.
(_Tn) se sentía mejor que nunca, aunque también culpable por no haber hecho nada en todo el día. Pero la idea no había sido suya, sino de Melissa. Además, su semana había sido tan dura que necesitaba alejarse de Joe y de la mansión.
—Nos vas a dejar en mal lugar, (_Tn) —dijo Melissa con un suspiro—. No es necesario que te conviertas en la Jarrod del año cuando acabas de llegar a Aspen.
(_Tn) sonrió. Estaba haciendo un trabajo tan bueno que ya se había ganado el respeto de sus hermanos; incluso había conseguido que Blake le dirigiera la palabra sin mirarla como si la fuera a matar.
Por primera vez, (_Tn) tenía la sensación de que la aceptaban por la persona que era y por lo que podía hacer por los demás. Era una sensación maravillosa. O lo habría sido si Joe no hubiera ocupado sus pensamientos.
Ya ni siquiera la hablaba; no habían intercambiado una sola palabra desde la semana anterior, cuando se vieron en su despacho. Naturalmente, se cruzaban con frecuencia por los pasillos de la mansión; era inevitable, porque casi todos los despachos estaban en la misma zona. Pero mantenía las distancias.
—¿Qué te pasa?
(_Tn) se sobresaltó al oír la voz de Melissa. Estaba tan sumida en sus preocupaciones que se había olvidado de ella.
—¿Cómo? Ah, no es nada… pensaba en el trabajo.
Melissa le dio una palmadita en el hombro y dijo:
—Ya.
Las dos mujeres habían pasado por la sala de masajes, se habían dado un tratamiento facial y ahora descansaban en la piscina, sin más objetivo que relajarse un poco. Desgraciadamente, (_Tn) tenía demasiadas cosas en la cabeza.
—Reconozco esa mirada —continuó Melissa—. No estabas pensando en el trabajo. Estabas pensando en un hombre.
(_Tn) estuvo a punto de negarlo. Nunca había sido una de esas mujeres que confesaban todos sus secretos a las amigas; y por otra parte, no quería admitir que le gustaba un hombre que no sentía lo mismo por ella.
—No creo que me apetezca hablar de eso.
—¿Para qué sirve una hermana si no le puedes abrir tu alma y esperar su consejo o un comentario mordaz, según corresponda? —bromeó.
(_Tn) sonrió a Melissa y se alegró de tener una hermana. Jamás habría imaginado que le pudiera gustar tanto. Ni que llegaran a establecer una relación tan estrecha en tan poco tiempo.
—Está bien, te lo diré.
Miró a su alrededor con nerviosismo, para asegurarse de que se encontraban solas. Melissa se dio cuenta y dijo:
—Tranquilízate. Esta tarde, la piscina es exclusivamente nuestra. Te recuerdo que soy la gerente del balneario.
—Es verdad.
—Pues habla de una vez.
—Digamos que tengo un problema con un hombre.
—Sí, ya me había dado cuenta de eso —dijo Melissa, apretándose contra los chorros de burbujas—. Pero podrías dar más información…
—Está interesado en mí, pero no quiere comprometerse.
—¿Cuál es el problema?
—Bueno, es una historia larga…
(_Tn) no quería mencionar al hombre en cuestión ni sus motivos para mantener las distancias con ella. No estaba segura de que Melissa fuera consciente de la cláusula de su contrato y del testamento de Don.
—Una historia que no quieres compartir.
—No es exactamente eso.
—¿Está casado? ¿Sale con alguien?
(_Tn) frunció el ceño.
—No, en absoluto. Si estuviera con otra persona, no habría cometido el error de encapricharme de él.
—Está bien, veámoslo desde otro punto de vista… ¿Quieres tener a ese hombre?
—Sí, por supuesto que sí.
Melissa rio.
—Pues tenlo. O inténtalo al menos.
—¿Y mi dignidad? ¿Y mi orgullo? ¿Se supone que debo seguirlo por ahí como una perra en celo mientras él me rechaza una y otra vez?
Melissa se apartó el pelo de la cara y la miró con ironía.
—Querida hermana, la gente es muy previsible con estas cosas. Si él te desea, tienes lo más importante. No sé por qué te rechaza, pero es obvio que no quiere rechazarte. Solo tienes que apretarle las tuercas para que no pueda ningunearte con tanta facilidad. ¿O es que quieres ponérselo fácil?
(_Tn) suspiró.
—No sé qué hacer… —confesó.
—Es asunto tuyo, desde luego; pero si yo estuviera en tu lugar, iría a por él sin dudarlo un momento.
Melissa lo dijo con tanta vehemencia que (_Tn) se preguntó si estaba hablando en sentido metafórico o si se estaba refiriendo a una experiencia propia. Pero los chorros de burbujas se cortaron en ese instante y el silencio las rodeó.
—Lo pensaré —dijo.
(_Tn) salió del agua y alcanzó una toalla.
—En lugar de pensar tanto, besa a ese hombre un poco más —le aconsejó Melissa—. Pero en fin, tú sabrás lo que haces.
Mientras se dirigían al vestuario, (_Tn) pensó que su hermana tenía razón. Cometía un error al facilitarle las cosas a Joe . Si quería estar con él, tendría que presionarlo un poco y conseguir que cambiara de actitud. A fin de cuentas, ya había probado la estrategia contraria y no había surtido efecto.
Seguiría el consejo de Melissa y le haría sentirse tan miserable que no sería capaz de rechazarla. Solo tenía que poner el plan en marcha. Y qué mejor día que ese, después de haber pasado tres largas y relajantes horas en el balneario.
Joe lanzó una piedra al río. Cuando se hundió en las aguas, pensó que aquella piedra era como él; llevaba dos semanas hundido en la desesperación, y cada día que pasaba, se sentía peor.
Siempre había sido feliz en Jarrod Ridge. Había viajado por todo el mundo sin encontrar ningún lugar que le gustara tanto. Pero las cosas habían cambiado.
Ahora se sentía vacío todo el tiempo.
Por culpa de (_Tn) Prentice.
Estaba tan obsesionado con ella que la veía constantemente. Cuando no se cruzaban en la mansión, cerraba los ojos y veía su imagen.
—No tienes buen aspecto.
Joe se sobresaltó al oír la voz de (_Tn) a sus espaldas.
Giró la cabeza y la miró. Llevaba una falda amarilla que le llegaba a la mitad de los muslos y un top verde, de manga corta, que se ajustaba perfectamente a su figura.
—¿Quieres que te deje a solas con tus problemas? —preguntó mientras caminaba hacia él—. ¿O prefieres que te acompañe?
—Preferiría estar solo.
Joe mintió. Lo dijo porque tenía miedo de dejarse llevar si se quedaba con él.
—Qué lástima, porque me apetecía estar con alguien —dijo ella, echándose el cabello hacia atrás.
—¿Qué estás haciendo aquí?
(_Tn) se encogió de hombros.
—He venido a ver el río.
—¿Y solo puedes verlo en este sitio? Te recuerdo que el río cruza toda la propiedad del complejo hotelero.
Ella sonrió.
—Lo sé, pero este sitio me encanta.
Él apretó los puños un momento y respiró hondo, pero fue un error porque captó el aroma de (_Tn). Olía a melocotón, a flores y a un montón de cosas suaves y bellas.
—Está bien, disfruta de la vista. Yo me voy.
—Entonces, me iré contigo.
—¿A qué estás jugando, (_Tn)?
Ella sacudió la cabeza y lo miró a los ojos.
—Ya no estoy jugando a nada, Joe ; de hecho, estoy cansada de juegos. He venido porque te deseo y porque sé que tú me deseas a mí.
Joe suspiró, desesperado.
(_Tn) se acercó y le puso las manos en el pecho.
—¿Por qué me haces esto? —pregunto él.
—Porque si no lo hago yo, tú no harás nada.
(_Tn) se puso de puntillas y le besó suavemente en los labios.
En ese instante, Joe supo que estaba perdido. No tenía más remedio que rendirse a ella. Aunque le hubieran apuntado con una pistola, no habría podido hacer otra cosa.
Ella era todo lo que necesitaba, todo lo que deseaba, todo lo que le importaba, todo en lo que pensaba.
Cabía la posibilidad de que se arrepintiera después; pero de momento, estaba perdido.
La abrazó con tanta fuerza como si tuviera miedo de que se marchara y la besó con toda la desesperación que había acumulado durante los días anteriores.
Una y otra vez, su lengua la reclamó con movimientos que imitaban lo que deseaba hacer entre sus muslos. Entraba y salía de ella; la acariciaba, cambiaba de ritmo, tomaba todo lo que quería y se entregaba por completo.
Una suave brisa de verano los acarició. Joe llevó las manos al dobladillo de la camiseta y tiró de ella hacia arriba, hasta quitársela.
Ella rio encantada al sentir el viento en su piel y en su cabello. Joe pensó que nunca la había visto más hermosa; pero necesitaba más.
Le desabrochó el sostén y llevó las manos a sus pechos desnudos. A continuación, le acarició los pezones y ella se arqueó debajo de sus manos, sus dedos, ofreciéndose por entero a él, mientras los rayos de sol jugueteaban con las sombras en la superficie de su cuerpo.
La respuesta entusiasta de (_Tn) avivó el fuego que prendía en Joe , que inclinó la cabeza y le succionó primero un pezón y luego, otro.
Ella gimió y suspiró mientras él lamía y mordisqueaba con suavidad. Se sentía tan bien que llevó las manos a su pelo y lo aferró como instándole a seguir adelante, a no apartarse de ella, a no romper nunca el contacto de su boca.
Pero no corría ningún peligro.
Joe ya no podía pensar. Había traspasado la última línea y no podía retroceder. Necesitaba tomarla allí mismo, sin esperar un segundo.
Succionó una vez más, levantó la cabeza y la tomó de la mano.
—Ven conmigo.
(_Tn) lo siguió, confusa.
—¿Cómo? ¿Adónde?
—Aquí mismo. Cerca.
Ella soltó una risita.
—¿Has venido preparado?
Él sonrió. Se sentía mejor que en varias semanas.
—A veces, cuando hace calor, vengo a dormir al río. Tengo un par de mantas a mano —le explicó.
—Me alegro.
Joe la llevó hasta un lugar apartado. Después, alcanzó una de las mantas, la tendió en la hierba y la besó otra vez antes de tumbarse con (_Tn).
—Desnúdate —dijo él.
—Y tú —le urgió ella.
(_Tn) se quitó la falda y las braguitas con un movimiento rápido. Después, se libró de los zapatos y se volvió a tumbar como si fuera una ofrenda a los dioses.
Joe no tardo mucho más en quedarse desnudo. La besó en la boca y empezó a acariciar su cuerpo dulcemente, explorando cada una de sus curvas. Ella le acarició la espalda y el costado, excitándolo un poco más. Él bajó una mano, pasó por encima de su pubis y la llevó directamente a su entrepierna.
(_Tn) separó los muslos y arqueó las caderas, invitándolo a entrar en ella. Joe le metió un dedo y la acarició suavemente hasta que ella susurró su nombre con una desesperación y una ansiedad tan intensas como las que él sentía.
—No esperes más, Joe . Tómame ahora —le rogó—. Quiero sentirte dentro de mí. Lo necesito. Te necesito.
—No, no esperaré.
Joe se arrodilló entre las piernas de (_Tn) y los separó más todavía, sometiéndola a su mirada.
—Por favor, Joe … Hazlo ya.
—Como quieras.
La penetró con un movimiento rápido y en ese momento supo que estaba dentro de la única mujer que le importaba.
Se empezó a mover. Cada vez que entraba y salía de ella, notaba una caricia increíblemente cálida y húmeda. (_Tn) cerró las piernas alrededor de su cintura y apretó como si no tuviera bastante y quisiera sentirlo tan dentro como fuera posible.
—Abre los ojos —ordenó él.
Ella abrió los ojos y lo miró. Rebosaban deseo.
Alzó las manos y las puso en el pecho de Joe mientras él aumentaba la velocidad de las acometidas. (_Tn) emuló su ritmo y se dejó llevar.
Y así, juntos, corrieron hacia un final que habían estado postergando durante semanas. Corrieron, llegaron al abismo y cayeron en él.
dios ya estuvieron juntos :)
espero q les alla gustado la nove
nos leeremos pronto xD....
espero q les alla gustado la nove
nos leeremos pronto xD....
ElitzJb
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
:wut: AAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!
COMOO LA DEJAAASS AHIIIIII!!!!
ES TAN ADIIICCTIIVAAA ESTA NOOOVEEEEE
POOONN OTROOOO
COMOO LA DEJAAASS AHIIIIII!!!!
ES TAN ADIIICCTIIVAAA ESTA NOOOVEEEEE
POOONN OTROOOO
chelis
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
awwww me encanto
Al fin Joe!!!!
Ya te estabas tardando!!
Siguela!!!
Al fin Joe!!!!
Ya te estabas tardando!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
OMG!!! Por el amor de diosss!!!! SIGUELA! Muero por saber que sigue!
Amo como escribes! Amo esta nove!! SIGUELA PORFIS
Amo como escribes! Amo esta nove!! SIGUELA PORFIS
Yhosdaly
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
chelis escribió: :wut: AAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!
COMOO LA DEJAAASS AHIIIIII!!!!
ES TAN ADIIICCTIIVAAA ESTA NOOOVEEEEE
POOONN OTROOOO
q bueno q se te haga adictiva esta nove ya pongo mas capítulos
ElitzJb
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
aranzhitha escribió:awwww me encanto
Al fin Joe!!!!
Ya te estabas tardando!!
Siguela!!!
se tardo un poco cierto ya la seguire
ElitzJb
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
Yhosdaly escribió:OMG!!! Por el amor de diosss!!!! SIGUELA! Muero por saber que sigue!
Amo como escribes! Amo esta nove!! SIGUELA PORFIS
ya veras q sigue :)
ElitzJb
Re: [Resuelto]Amor sin control joe y tu (Terminada)
Capitulo Nueve
Estaba agotada.
Cada célula de su cuerpo gemía de satisfacción y de puro placer. Sus piernas temblaban y los brazos le pesaban tanto como si fueran de plomo. Joe se había quedado tumbado sobre ella, pero su peso no le molestaba en absoluto; bien al contrario, haría cualquier cosa para que su conexión no se rompiera nunca, para tenerlo dentro de su cuerpo durante todo el tiempo que fuera posible.
Miró a través de las ramas del árbol que tenían sobre sus cabezas y contempló el azul oscuro del cielo. El sol se estaba ocultando y se empezaban a ver las estrellas. A su lado, el río seguía su curso. Sobre la manta, el mundo se había detenido.
—Me quitaría de encima —murmuró él—, pero no sé si puedo.
Ella sonrió, encantada de tener su afecto y su deseo. Joe era mucho más interesante de lo que había pensado cuando se conocieron; bajo su apariencia profesional, se ocultaba un hombre complejo y profundo.
—Yo no quiero que te apartes. Me gusta el contacto de tu cuerpo; adoro tenerte dentro de mí —confesó.
Justo entonces, (_Tn) supo que se había enamorado.
Sonrió para sus adentros y se dijo que no había duda alguna. Aquello era amor. Era algo tan obvio y tan descarado que le extrañó no haberlo sabido antes.
Pero no importaba cuándo ni por qué hubiera sucedido. Además, tenía la impresión de que se conocían desde siempre; los días, las semanas, el tiempo en suma, perdían su sentido cuando estaba con él.
Le acarició la espalda con suavidad. Joe gimió, levantó el tronco y se apoyó en los codos.
—Cuando me tocas, no puedo pensar —dijo.
Joe seguía dentro de su cuerpo. De hecho, se hundió un poco más en él antes de mirarla a los ojos y añadir:
—Ni puedo pensar ni, por lo visto, pienso. No sé si te has dado cuenta, pero me temo que hemos hecho el amor sin protección.
Ella soltó un grito ahogado. No se había dado cuenta. Acababa de cometer el acto más irresponsable de su vida.
—Maldita sea —continuó él—; no lo puedo creer. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? ¿Cómo es posible que…?
—Es verdad. Hemos cometido un error, Joe ; pero es tan mío como tuyo —le recordó ella—. Además, dudo que sea un error catastrófico. No estoy en la época más adecuada del mes, de modo que…
—Bien, bien —dijo Joe , nervioso—. Pero tenemos que ser más cuidadosos; no podemos arriesgarnos de esa forma.
—No, no podemos. Pero si sales de mí en este momento, te juro que te mataré.
Él sonrió y la besó.
—Bueno, si quieres arriesgarte otra vez, quién soy yo para negártelo…
—Por ti, me arriesgaría a cualquier cosa —declaró (_Tn)—. Pero no pienses tanto. Pensar en exceso no sirve de nada.
—Es verdad —murmuró—. No quiero pensar. Solo quiero sentir.
—Sí, sentir… —dijo ella mientras lo acariciaba.
—Y no hay mejor sensación que una experiencia nueva.
Joe la agarró de la cintura y la sentó sobre él sin salir de su cuerpo. (_Tn) gimió y echó la cabeza hacia atrás, encantada, al caer en la cuenta de que él se había vuelto a excitar. Instintivamente, movió las caderas y aumentó la fricción hasta que Joe susurró su nombre y cerró las manos en sus caderas, con fuerza, para que dejara de moverse.
(_Tn) lo miró. Después, le dio un beso en la boca y apoyó las manos en sus hombros. No estaba dispuesta a permanecer inmóvil.
Bajo la luz suave del anochecer, empezó a mover las caderas arriba y abajo, aumentando el ritmo poco a poco, sin prisa. Él no dejó de mirarla en ningún momento mientras ella se movía, tomándolo, reclamándolo.
La tensión y la necesidad se fueron acumulando irremediablemente. (_Tn) siguió adelante hasta que notó que Joe estaba a punto de llegar al orgasmo; solo entonces, se dejó llevar y se rindió a su propio clímax.
Cuando ya sentía las primeras oleadas de placer, oyó que pronunciaba su nombre.
—(_Tn)…
Después, se deshizo en ella.
No podía haber sido más perfecto.
(_Tn) tenía la sensación de que habían pasado varias horas cuando Joe preguntó:
—¿Tienes frío?
Ella se estremeció, pero no precisamente por la temperatura.
—No. No tengo frío.
—De todas formas…
Joe alcanzó el borde de la manta y la extendió sobre su cuerpo.
(_Tn) se puso de lado y apretó la cabeza contra el pecho de Joe . A continuación, le acarició con tanta sensualidad que él soltó una carcajada.
—Si me tocas así, no volveremos nunca a la mansión —advirtió—. Te tendré conmigo toda la noche.
—Si eso es una amenaza, es la peor amenaza que me han hecho —se burló ella—. Me parece una idea fabulosa… Ahora mismo creo que jamás me podría cansar de ti.
Él la besó con fuerza y se volvió a tumbar.
—Qué puedo decir ante eso…
—Di que no te arrepientes.
—Sería un idiota si me arrepintiera —susurró.
(_Tn) sonrió y suspiró un poco, disfrutando de la brisa, del sonido del río y de la suave noche de verano que caía sobre ellos. Se sentía completa.
—No es que me queje de lo que ha pasado, pero ¿cómo sabías que estaría aquí? —preguntó Joe .
—Melissa lo dejó caer. Me comentó que venías muy a menudo en noches como esta —contestó.
Él no dijo una sola palabra, pero su cuerpo adquirió una tensión diferente y (_Tn) supo que algo había cambiado.
—¿Joe ?
Joe se sentó y se frotó la mandíbula.
—¿Melissa sabe que has venido a verme?
—Sí, claro; sabe que te estaba buscando.
De repente, ella tuvo frío de verdad. Alcanzó la manta y se tapó con ella.
Joe se levantó, alcanzó la ropa de (_Tn) y se la lanzó.
—Lo que faltaba —dijo—. Anda, vístete.
Ella lo miró confusa.
—¿Qué te pasa ahora? ¿Por qué te comportas así?
—Es increíble… —murmuró él.
(_Tn) se vistió rápidamente y se levantó para ajustarse la falda. Él miró a su alrededor en busca de su camisa; estaba colgando de un arbusto.
—¿Qué ocurre? —insistió ella.
Él se puso la camisa y se pasó una mano por el pelo.
—Ya te he dicho que no puedo salir contigo. Trabajo para el hotel de los Jarrod y tú eres una Jarrod. Si se corre la voz de que estamos juntos, perderé el empleo. ¿Y sabes lo que te pasará a ti? Que perderás a tu hermana.
(_Tn) respiró hondo. Se sentía como si Joe le hubiera pegado una bofetada. Le parecía increíble que solo le importara su empleo.
—Descuida, Joe , tu reputación está a salvo. Melissa no sabe por qué quería verte. ¿Qué crees? ¿Qué he puesto carteles por todo Jarrod Ridge para que la gente sepa que pretendía seducir a un hombre que me evitaba? —preguntó, furiosa.
—Maldita sea, (_Tn)…
—Tranquilízate, Joe . ¿No quieres que la gente sepa que estás conmigo? Pues no te preocupes por eso; yo tampoco ardo en deseos de que lo sepan.
Él la miró.
—No es que no quiera que lo sepan; es que no me lo puedo permitir.
Ella asintió y sonrió con sarcasmo.
—Ah, claro… menuda diferencia. Gracias por aclarármelo.
Joe cruzó los brazos sobre el pecho y separó las piernas, plantándose firmemente en el sitio.
—No lo entiendes, ¿verdad? Llevo toda una vida trabajando para el complejo hotelero. No puedo arriesgarlo todo sin más. No quiero perderlo todo.
—Lo comprendo, Joe , pero…
—No, déjame hablar —la interrumpió—. Tú no lo entiendes porque siempre has tenido lo que necesitaras; primero con los Prentice y, ahora, con los Jarrod. Pero yo no tuve tanta suerte. Me hice a mí mismo.
—¿Y crees que yo no? Ya viste el despacho que tenía en San Francisco; era poco más que un agujero… ¿Sabes por qué? Porque mi padre nunca me permitió que trabajara en la empresa de la familia. Yo también me he hecho a mí misma. Y te aseguro que venir a Aspen no ha cambiado las cosas.
—(_Tn)…
—No, ya has dicho lo que tenías que decir; ahora es mi turno.
Él asintió.
—Ya te hablé de mi infancia y mi adolescencia —continuó ella—. Nunca conseguí que me aceptaran; nunca logré recibir el mismo trato que mis hermanos. Nunca recibí una palabra de cariño, un gesto de amor o aprobación. No encontré mi camino hasta que llegué a Aspen.
Joe sacudió la cabeza y suspiró.
—Pero tu caso es distinto, (_Tn). Con independencia de que los Prentice o los Jarrod te acepten, eres uno de ellos de todas formas. Tienes un hogar, tienes un sitio, tienes una familia. Sigues sin entenderlo.
—Yo no tengo nada; puede que algún día me acepten de verdad y consiga su aprobación, pero mi vida no ha sido un camino de rosas; no ha sido precisamente la vida de una niña mimada. Tú mismo sabes lo mucho que me costó venir a Jarrod Ridge. Tuve que dejar mi empleo y la única vida que conocía. Pero lo hice porque buscaba algo mejor.
—No quiero discutir contigo.
—No, por supuesto que no. Podrías perder.
—Estoy haciendo lo que debo, (_Tn). Nunca lo entenderás.
—Oh, claro que lo entiendo… ¿Sabes cuál es el verdadero problema? Que eres un maldito cobarde.
Joe caminó hacia ella y la agarró de los brazos.
—Yo no soy un cobarde. No sabes lo que estás diciendo —bramó.
(_Tn) no tuvo miedo de él. Aunque estuviera furioso y fuera mucho más fuerte que ella, lo conocía lo suficiente como para saber que jamás le haría daño.
—Lo sé perfectamente. Lo veo en tus ojos.
Ya has decidido apartarte de mí, rechazar lo que tenemos, negarnos un futuro.
Él la soltó de inmediato y retrocedió.
—Esto no puede volver a pasar, (_Tn).
—¿Y ya está? ¿Eso es todo?
Joe no dijo nada. (_Tn) se agachó, se puso los zapatos, se incorporó de nuevo y se echó el cabello hacia atrás.
—Después de lo que hemos compartido esta tarde, ¿eres capaz de quedarte ahí y decirme que no quieres que vuelva a suceder? ¿Eres capaz de alejarte de lo que somos ahora y de lo que podríamos ser si nos concedieras una oportunidad?
Joe pensó que no quería alejarse de ella. Con (_Tn) había encontrado una pasión y una paz que nunca habría creído posibles. Cuando la abrazaba, el mundo dejaba de existir. Ya no imaginaba la vida sin ella.
Las horas anteriores habían sido los momentos más bellos de su existencia. Desde que se acercó a él, se sintió como si viviera un sueño donde solo estaban los dos. Le gustaba tanto que había dado la espalda a todas sus reglas y a todas sus preocupaciones con tal de sentir su magia.
Pero la magia no era real.
Y los sueños no duraban para siempre.
Por mucho que la deseara, corría el peligro de perder todo lo que había conseguido, todo lo que le hacía ser quien era.
Y tenía miedo.
—Lo vas a hacer, ¿verdad? —dijo ella en un susurro—. A pesar de lo que ha pasado hoy, volverás a ser el ejecutivo ejemplar de siempre y te volverás a encerrar en tu cubículo.
Él suspiró. No sabía qué decir; no sabía cómo explicarse.
—(_Tn)…
—No, no te molestes en buscar explicaciones —lo interrumpió con un hilo de voz—. Te vas a arrepentir de haberme rechazado.
Joe la miró a los ojos y estuvo muy cerca de confesarle que ya se estaba arrepintiendo; de hecho, se sentía como si le hubieran robado toda la energía, como si no le quedara una sola gota de sangre en las venas.
Pero no pudo decir lo que ella necesitaba escuchar.
—Te arrepentirás y será demasiado tarde —continuó—. Lo siento por ti, Joe , lo siento mucho. Porque yo te habría amado para siempre.
(_Tn) sacudió la cabeza, se giró y se alejó.
Joe la miró y pensó que su corazón se marchaba con ella.
A la mañana siguiente, descubrió que (_Tn) se había ido. Había vuelto a San Francisco en el avión de la familia.
Cuando se encontró con Melissa, su hermana le dijo que (_Tn) pensaba volver y que solo había ido de visita; pero a pesar de ello, Joe tuvo miedo de haber provocado que renunciara a su nueva familia y a su herencia.
Dos días más tarde, estaba desesperado y hundido en la miseria. No podía dormir; no podía cerrar los ojos sin que su imagen se conjurara al instante. No se podía concentrar ni en la tarea más sencilla.
Su mente se empeñaba una y otra vez en recordar la tristeza de (_Tn) cuando se despidió de él en el río.
—¿Se puede saber qué te pasa?
Joe sacudió la cabeza y miró a Trevor. Estaban en el despacho, dando los últimos retoques a la organización del festival.
—Nada, nada —respondió—. ¿Podemos terminar de una vez? Tengo otros asuntos de los que ocuparme.
—Déjalo. Ya lo terminaré yo solo.
—Muy bien.
Por primera vez en muchos años, Joe no tenía el menor interés por Jarrod Ridge ni por el festival anual. Le daban igual los turistas que abarrotarían Aspen y los negocios que aumentarían la cuenta de beneficios de los Jarrod. Estaba harto de vivir en función de las necesidades de aquella familia.
Incluso había llegado al extremo de rechazar a la mujer que quería por acatar los deseos de un hombre muerto.
Aquello era absolutamente ridículo; tanto, que no sabía si estaba más enfadado consigo mismo o con la situación.
Ya estaba a punto de salir cuando Trevor volvió a hablar.
—¿Qué te preocupa, hombre? Durante los dos últimos días te has dedicado a aterrorizar a los empleados del hotel… Hasta yo empiezo a tenerte miedo.
Joe miró a su amigo y dijo, de mala gana:
—Es que tengo demasiadas cosas en la cabeza.
—¿Quieres hablar de ello?
—No, no quiero.
Trevor lo miró fijamente y asintió.
—Está bien; un hombre tiene derecho a guardar secretos. Pero si cambias de opinión, recuerda que puedes contar conmigo.
Joe asintió. Sabía que hablaba en serio.
—Te lo agradezco mucho. Ya nos veremos después.
Blake llegó al despacho de su hermano en ese momento y tuvo que apartarse a toda prisa para que Joe no se lo llevara por delante al salir.
—¿Qué rayos le pasa? —preguntó.
—No tengo ni idea. No me lo ha querido decir… pero sea lo que sea, parece preocupado —dijo Trevor mientras se volvía a sentar.
—Conozco esa sensación —afirmó Blake.
Por el tono de voz de su hermano, Trevor supo que no lo había dicho por decir.
—¿Qué ocurre, Blake?
—No estoy seguro, pero acabo de ver a Melissa con Shane McDermott y me ha dado la impresión de que son algo más que amigos… ¿Tú sabes algo?
Trevor se echó hacia atrás.
—No. Pero si ese ranchero que tenemos por vecino está interesado en nuestra hermana pequeña, sugiero que los vigilemos.
Blake asintió.
—Es lo mismo que estaba pensando.
Después de llevar tres días en su piso de San Francisco, (_Tn) no estaba más cerca de encontrar una solución a sus problemas. Al principio, se dedicó a llorar desconsoladamente; pero más tarde, su tristeza se apagó y se convirtió en ira, que a fin de cuentas era una emoción mucho más manejable.
Se levantó y se acercó a la ventana del salón, desde la que se veía la bahía y el Golden Gate. Había dejado abierta la puerta de la terraza para sentir la brisa fría del mar. Tras pasar tanto tiempo en Colorado, un lugar de espacios abiertos y cielos interminables, se sentía como si la hubieran metido en una jaula.
Le pareció extraño. Aquel piso le gustaba mucho, pero ya no era su hogar.
Miró los cuadros de las paredes y ni siquiera recordó por qué los había puesto allí ni qué había visto en ellos.
Ya no era la misma mujer. Había cambiado. Había crecido. Se había convertido en otra.
Ahora sabía que su lugar estaba en Jarrod Ridge. Lamentablemente, también había descubierto lo que se sentía al amar y perder; lo doloroso que era un corazón partido.
En Colorado había encontrado algo más que una familia; se había encontrado a sí misma. Y la mujer nueva que era necesitaba respuestas a unas preguntas que ya no tenía miedo de formular.
En realidad no había huido de Joe ; se había marchado de Aspen porque necesitaba ajustar cuentas con su pasado antes de plantearse un futuro. Sin embargo, ya sabía que su vida estaba en el hotel de las montañas.
Aún no había ido a visitar a su padre, aunque lo tenía previsto; simplemente, necesitaba unos días de descanso para aclararse las ideas.
Pero eso no significaba que tuviera la menor intención de rendirse a las presiones de Walter y esconderse en aquel piso, como si fuera una niña.
Iba a volver.
Volvería a Jarrod Ridge en cuanto supiera lo que necesitaba saber.
Estaba agotada.
Cada célula de su cuerpo gemía de satisfacción y de puro placer. Sus piernas temblaban y los brazos le pesaban tanto como si fueran de plomo. Joe se había quedado tumbado sobre ella, pero su peso no le molestaba en absoluto; bien al contrario, haría cualquier cosa para que su conexión no se rompiera nunca, para tenerlo dentro de su cuerpo durante todo el tiempo que fuera posible.
Miró a través de las ramas del árbol que tenían sobre sus cabezas y contempló el azul oscuro del cielo. El sol se estaba ocultando y se empezaban a ver las estrellas. A su lado, el río seguía su curso. Sobre la manta, el mundo se había detenido.
—Me quitaría de encima —murmuró él—, pero no sé si puedo.
Ella sonrió, encantada de tener su afecto y su deseo. Joe era mucho más interesante de lo que había pensado cuando se conocieron; bajo su apariencia profesional, se ocultaba un hombre complejo y profundo.
—Yo no quiero que te apartes. Me gusta el contacto de tu cuerpo; adoro tenerte dentro de mí —confesó.
Justo entonces, (_Tn) supo que se había enamorado.
Sonrió para sus adentros y se dijo que no había duda alguna. Aquello era amor. Era algo tan obvio y tan descarado que le extrañó no haberlo sabido antes.
Pero no importaba cuándo ni por qué hubiera sucedido. Además, tenía la impresión de que se conocían desde siempre; los días, las semanas, el tiempo en suma, perdían su sentido cuando estaba con él.
Le acarició la espalda con suavidad. Joe gimió, levantó el tronco y se apoyó en los codos.
—Cuando me tocas, no puedo pensar —dijo.
Joe seguía dentro de su cuerpo. De hecho, se hundió un poco más en él antes de mirarla a los ojos y añadir:
—Ni puedo pensar ni, por lo visto, pienso. No sé si te has dado cuenta, pero me temo que hemos hecho el amor sin protección.
Ella soltó un grito ahogado. No se había dado cuenta. Acababa de cometer el acto más irresponsable de su vida.
—Maldita sea —continuó él—; no lo puedo creer. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? ¿Cómo es posible que…?
—Es verdad. Hemos cometido un error, Joe ; pero es tan mío como tuyo —le recordó ella—. Además, dudo que sea un error catastrófico. No estoy en la época más adecuada del mes, de modo que…
—Bien, bien —dijo Joe , nervioso—. Pero tenemos que ser más cuidadosos; no podemos arriesgarnos de esa forma.
—No, no podemos. Pero si sales de mí en este momento, te juro que te mataré.
Él sonrió y la besó.
—Bueno, si quieres arriesgarte otra vez, quién soy yo para negártelo…
—Por ti, me arriesgaría a cualquier cosa —declaró (_Tn)—. Pero no pienses tanto. Pensar en exceso no sirve de nada.
—Es verdad —murmuró—. No quiero pensar. Solo quiero sentir.
—Sí, sentir… —dijo ella mientras lo acariciaba.
—Y no hay mejor sensación que una experiencia nueva.
Joe la agarró de la cintura y la sentó sobre él sin salir de su cuerpo. (_Tn) gimió y echó la cabeza hacia atrás, encantada, al caer en la cuenta de que él se había vuelto a excitar. Instintivamente, movió las caderas y aumentó la fricción hasta que Joe susurró su nombre y cerró las manos en sus caderas, con fuerza, para que dejara de moverse.
(_Tn) lo miró. Después, le dio un beso en la boca y apoyó las manos en sus hombros. No estaba dispuesta a permanecer inmóvil.
Bajo la luz suave del anochecer, empezó a mover las caderas arriba y abajo, aumentando el ritmo poco a poco, sin prisa. Él no dejó de mirarla en ningún momento mientras ella se movía, tomándolo, reclamándolo.
La tensión y la necesidad se fueron acumulando irremediablemente. (_Tn) siguió adelante hasta que notó que Joe estaba a punto de llegar al orgasmo; solo entonces, se dejó llevar y se rindió a su propio clímax.
Cuando ya sentía las primeras oleadas de placer, oyó que pronunciaba su nombre.
—(_Tn)…
Después, se deshizo en ella.
No podía haber sido más perfecto.
(_Tn) tenía la sensación de que habían pasado varias horas cuando Joe preguntó:
—¿Tienes frío?
Ella se estremeció, pero no precisamente por la temperatura.
—No. No tengo frío.
—De todas formas…
Joe alcanzó el borde de la manta y la extendió sobre su cuerpo.
(_Tn) se puso de lado y apretó la cabeza contra el pecho de Joe . A continuación, le acarició con tanta sensualidad que él soltó una carcajada.
—Si me tocas así, no volveremos nunca a la mansión —advirtió—. Te tendré conmigo toda la noche.
—Si eso es una amenaza, es la peor amenaza que me han hecho —se burló ella—. Me parece una idea fabulosa… Ahora mismo creo que jamás me podría cansar de ti.
Él la besó con fuerza y se volvió a tumbar.
—Qué puedo decir ante eso…
—Di que no te arrepientes.
—Sería un idiota si me arrepintiera —susurró.
(_Tn) sonrió y suspiró un poco, disfrutando de la brisa, del sonido del río y de la suave noche de verano que caía sobre ellos. Se sentía completa.
—No es que me queje de lo que ha pasado, pero ¿cómo sabías que estaría aquí? —preguntó Joe .
—Melissa lo dejó caer. Me comentó que venías muy a menudo en noches como esta —contestó.
Él no dijo una sola palabra, pero su cuerpo adquirió una tensión diferente y (_Tn) supo que algo había cambiado.
—¿Joe ?
Joe se sentó y se frotó la mandíbula.
—¿Melissa sabe que has venido a verme?
—Sí, claro; sabe que te estaba buscando.
De repente, ella tuvo frío de verdad. Alcanzó la manta y se tapó con ella.
Joe se levantó, alcanzó la ropa de (_Tn) y se la lanzó.
—Lo que faltaba —dijo—. Anda, vístete.
Ella lo miró confusa.
—¿Qué te pasa ahora? ¿Por qué te comportas así?
—Es increíble… —murmuró él.
(_Tn) se vistió rápidamente y se levantó para ajustarse la falda. Él miró a su alrededor en busca de su camisa; estaba colgando de un arbusto.
—¿Qué ocurre? —insistió ella.
Él se puso la camisa y se pasó una mano por el pelo.
—Ya te he dicho que no puedo salir contigo. Trabajo para el hotel de los Jarrod y tú eres una Jarrod. Si se corre la voz de que estamos juntos, perderé el empleo. ¿Y sabes lo que te pasará a ti? Que perderás a tu hermana.
(_Tn) respiró hondo. Se sentía como si Joe le hubiera pegado una bofetada. Le parecía increíble que solo le importara su empleo.
—Descuida, Joe , tu reputación está a salvo. Melissa no sabe por qué quería verte. ¿Qué crees? ¿Qué he puesto carteles por todo Jarrod Ridge para que la gente sepa que pretendía seducir a un hombre que me evitaba? —preguntó, furiosa.
—Maldita sea, (_Tn)…
—Tranquilízate, Joe . ¿No quieres que la gente sepa que estás conmigo? Pues no te preocupes por eso; yo tampoco ardo en deseos de que lo sepan.
Él la miró.
—No es que no quiera que lo sepan; es que no me lo puedo permitir.
Ella asintió y sonrió con sarcasmo.
—Ah, claro… menuda diferencia. Gracias por aclarármelo.
Joe cruzó los brazos sobre el pecho y separó las piernas, plantándose firmemente en el sitio.
—No lo entiendes, ¿verdad? Llevo toda una vida trabajando para el complejo hotelero. No puedo arriesgarlo todo sin más. No quiero perderlo todo.
—Lo comprendo, Joe , pero…
—No, déjame hablar —la interrumpió—. Tú no lo entiendes porque siempre has tenido lo que necesitaras; primero con los Prentice y, ahora, con los Jarrod. Pero yo no tuve tanta suerte. Me hice a mí mismo.
—¿Y crees que yo no? Ya viste el despacho que tenía en San Francisco; era poco más que un agujero… ¿Sabes por qué? Porque mi padre nunca me permitió que trabajara en la empresa de la familia. Yo también me he hecho a mí misma. Y te aseguro que venir a Aspen no ha cambiado las cosas.
—(_Tn)…
—No, ya has dicho lo que tenías que decir; ahora es mi turno.
Él asintió.
—Ya te hablé de mi infancia y mi adolescencia —continuó ella—. Nunca conseguí que me aceptaran; nunca logré recibir el mismo trato que mis hermanos. Nunca recibí una palabra de cariño, un gesto de amor o aprobación. No encontré mi camino hasta que llegué a Aspen.
Joe sacudió la cabeza y suspiró.
—Pero tu caso es distinto, (_Tn). Con independencia de que los Prentice o los Jarrod te acepten, eres uno de ellos de todas formas. Tienes un hogar, tienes un sitio, tienes una familia. Sigues sin entenderlo.
—Yo no tengo nada; puede que algún día me acepten de verdad y consiga su aprobación, pero mi vida no ha sido un camino de rosas; no ha sido precisamente la vida de una niña mimada. Tú mismo sabes lo mucho que me costó venir a Jarrod Ridge. Tuve que dejar mi empleo y la única vida que conocía. Pero lo hice porque buscaba algo mejor.
—No quiero discutir contigo.
—No, por supuesto que no. Podrías perder.
—Estoy haciendo lo que debo, (_Tn). Nunca lo entenderás.
—Oh, claro que lo entiendo… ¿Sabes cuál es el verdadero problema? Que eres un maldito cobarde.
Joe caminó hacia ella y la agarró de los brazos.
—Yo no soy un cobarde. No sabes lo que estás diciendo —bramó.
(_Tn) no tuvo miedo de él. Aunque estuviera furioso y fuera mucho más fuerte que ella, lo conocía lo suficiente como para saber que jamás le haría daño.
—Lo sé perfectamente. Lo veo en tus ojos.
Ya has decidido apartarte de mí, rechazar lo que tenemos, negarnos un futuro.
Él la soltó de inmediato y retrocedió.
—Esto no puede volver a pasar, (_Tn).
—¿Y ya está? ¿Eso es todo?
Joe no dijo nada. (_Tn) se agachó, se puso los zapatos, se incorporó de nuevo y se echó el cabello hacia atrás.
—Después de lo que hemos compartido esta tarde, ¿eres capaz de quedarte ahí y decirme que no quieres que vuelva a suceder? ¿Eres capaz de alejarte de lo que somos ahora y de lo que podríamos ser si nos concedieras una oportunidad?
Joe pensó que no quería alejarse de ella. Con (_Tn) había encontrado una pasión y una paz que nunca habría creído posibles. Cuando la abrazaba, el mundo dejaba de existir. Ya no imaginaba la vida sin ella.
Las horas anteriores habían sido los momentos más bellos de su existencia. Desde que se acercó a él, se sintió como si viviera un sueño donde solo estaban los dos. Le gustaba tanto que había dado la espalda a todas sus reglas y a todas sus preocupaciones con tal de sentir su magia.
Pero la magia no era real.
Y los sueños no duraban para siempre.
Por mucho que la deseara, corría el peligro de perder todo lo que había conseguido, todo lo que le hacía ser quien era.
Y tenía miedo.
—Lo vas a hacer, ¿verdad? —dijo ella en un susurro—. A pesar de lo que ha pasado hoy, volverás a ser el ejecutivo ejemplar de siempre y te volverás a encerrar en tu cubículo.
Él suspiró. No sabía qué decir; no sabía cómo explicarse.
—(_Tn)…
—No, no te molestes en buscar explicaciones —lo interrumpió con un hilo de voz—. Te vas a arrepentir de haberme rechazado.
Joe la miró a los ojos y estuvo muy cerca de confesarle que ya se estaba arrepintiendo; de hecho, se sentía como si le hubieran robado toda la energía, como si no le quedara una sola gota de sangre en las venas.
Pero no pudo decir lo que ella necesitaba escuchar.
—Te arrepentirás y será demasiado tarde —continuó—. Lo siento por ti, Joe , lo siento mucho. Porque yo te habría amado para siempre.
(_Tn) sacudió la cabeza, se giró y se alejó.
Joe la miró y pensó que su corazón se marchaba con ella.
A la mañana siguiente, descubrió que (_Tn) se había ido. Había vuelto a San Francisco en el avión de la familia.
Cuando se encontró con Melissa, su hermana le dijo que (_Tn) pensaba volver y que solo había ido de visita; pero a pesar de ello, Joe tuvo miedo de haber provocado que renunciara a su nueva familia y a su herencia.
Dos días más tarde, estaba desesperado y hundido en la miseria. No podía dormir; no podía cerrar los ojos sin que su imagen se conjurara al instante. No se podía concentrar ni en la tarea más sencilla.
Su mente se empeñaba una y otra vez en recordar la tristeza de (_Tn) cuando se despidió de él en el río.
—¿Se puede saber qué te pasa?
Joe sacudió la cabeza y miró a Trevor. Estaban en el despacho, dando los últimos retoques a la organización del festival.
—Nada, nada —respondió—. ¿Podemos terminar de una vez? Tengo otros asuntos de los que ocuparme.
—Déjalo. Ya lo terminaré yo solo.
—Muy bien.
Por primera vez en muchos años, Joe no tenía el menor interés por Jarrod Ridge ni por el festival anual. Le daban igual los turistas que abarrotarían Aspen y los negocios que aumentarían la cuenta de beneficios de los Jarrod. Estaba harto de vivir en función de las necesidades de aquella familia.
Incluso había llegado al extremo de rechazar a la mujer que quería por acatar los deseos de un hombre muerto.
Aquello era absolutamente ridículo; tanto, que no sabía si estaba más enfadado consigo mismo o con la situación.
Ya estaba a punto de salir cuando Trevor volvió a hablar.
—¿Qué te preocupa, hombre? Durante los dos últimos días te has dedicado a aterrorizar a los empleados del hotel… Hasta yo empiezo a tenerte miedo.
Joe miró a su amigo y dijo, de mala gana:
—Es que tengo demasiadas cosas en la cabeza.
—¿Quieres hablar de ello?
—No, no quiero.
Trevor lo miró fijamente y asintió.
—Está bien; un hombre tiene derecho a guardar secretos. Pero si cambias de opinión, recuerda que puedes contar conmigo.
Joe asintió. Sabía que hablaba en serio.
—Te lo agradezco mucho. Ya nos veremos después.
Blake llegó al despacho de su hermano en ese momento y tuvo que apartarse a toda prisa para que Joe no se lo llevara por delante al salir.
—¿Qué rayos le pasa? —preguntó.
—No tengo ni idea. No me lo ha querido decir… pero sea lo que sea, parece preocupado —dijo Trevor mientras se volvía a sentar.
—Conozco esa sensación —afirmó Blake.
Por el tono de voz de su hermano, Trevor supo que no lo había dicho por decir.
—¿Qué ocurre, Blake?
—No estoy seguro, pero acabo de ver a Melissa con Shane McDermott y me ha dado la impresión de que son algo más que amigos… ¿Tú sabes algo?
Trevor se echó hacia atrás.
—No. Pero si ese ranchero que tenemos por vecino está interesado en nuestra hermana pequeña, sugiero que los vigilemos.
Blake asintió.
—Es lo mismo que estaba pensando.
Después de llevar tres días en su piso de San Francisco, (_Tn) no estaba más cerca de encontrar una solución a sus problemas. Al principio, se dedicó a llorar desconsoladamente; pero más tarde, su tristeza se apagó y se convirtió en ira, que a fin de cuentas era una emoción mucho más manejable.
Se levantó y se acercó a la ventana del salón, desde la que se veía la bahía y el Golden Gate. Había dejado abierta la puerta de la terraza para sentir la brisa fría del mar. Tras pasar tanto tiempo en Colorado, un lugar de espacios abiertos y cielos interminables, se sentía como si la hubieran metido en una jaula.
Le pareció extraño. Aquel piso le gustaba mucho, pero ya no era su hogar.
Miró los cuadros de las paredes y ni siquiera recordó por qué los había puesto allí ni qué había visto en ellos.
Ya no era la misma mujer. Había cambiado. Había crecido. Se había convertido en otra.
Ahora sabía que su lugar estaba en Jarrod Ridge. Lamentablemente, también había descubierto lo que se sentía al amar y perder; lo doloroso que era un corazón partido.
En Colorado había encontrado algo más que una familia; se había encontrado a sí misma. Y la mujer nueva que era necesitaba respuestas a unas preguntas que ya no tenía miedo de formular.
En realidad no había huido de Joe ; se había marchado de Aspen porque necesitaba ajustar cuentas con su pasado antes de plantearse un futuro. Sin embargo, ya sabía que su vida estaba en el hotel de las montañas.
Aún no había ido a visitar a su padre, aunque lo tenía previsto; simplemente, necesitaba unos días de descanso para aclararse las ideas.
Pero eso no significaba que tuviera la menor intención de rendirse a las presiones de Walter y esconderse en aquel piso, como si fuera una niña.
Iba a volver.
Volvería a Jarrod Ridge en cuanto supiera lo que necesitaba saber.
que haran ahora esos 2
como se tomaran todo eso los hermanos de la rayis
solo queda 1 solo capitulo para q esta historia termine chicas :(
gracias x sus comentarios las leo despues
ah y disculpen la tardanza :P
como se tomaran todo eso los hermanos de la rayis
solo queda 1 solo capitulo para q esta historia termine chicas :(
gracias x sus comentarios las leo despues
ah y disculpen la tardanza :P
ElitzJb
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