{·} The “A” team (Liam Payne).

Labios blancos, cara pálida. Respirando entre copos de nieve… así te encontré. Tus pulmones quemados, sabor amargo en tu boca. La luz se iba, el día terminaba. Tus noches eran largas, y las pasabas entre hombres extraños. Y sé que ellos dicen que eres de la mejor calidad, que estás atrapada en tus fantasías y ha sido así desde que cumpliste dieciocho años. Pero últimamente he notado como tu rostro se hunde lentamente, gastándose, derritiéndose. “And they scream.”
Las peores cosas que nos pasan en la vida son gratis, porque simplemente somos esclavos de nuestra adicción. Te vuelves loca por algunos gramos, no querías salir esa noche y fumando de una pipa volviste hasta tu lugar, allí donde naciste. Donde todos te adoraban.
Vendiendo tu amor a otro hombre. “It’s too cold outside for angels to fly.”
Guantes rotos, un impermeable. Intentaste nadar para mantenerte a flote. Una casa seca, ropa mojada. Monedas sueltas, cartas en blanco. Ojos cansados garganta seca. Una prostituta sin teléfono. “And they say.”
Pero yo te amaba por tu forma de ser. Tan infantil. Nos veíamos un par de horas al día. Cuando yo salía de la universidad te buscaba en el mismo escalón de siempre. Me quedaba contigo, charlábamos, comíamos algo. Lo necesitabas, me necesitabas a mí. Estabas sola, siempre. Y eso era horrible. ¿No? Pero yo llegué para cambiar aquello. Llegué para darte de aquel amor que te hacía tanta falta.
“An angel will die, covered in white. Closed eye and hoping for a better life.” Caminé hasta donde nos encontrábamos siempre. Pero no estabas… y yo entré en pánico. Pregunté por ti como loco, nadie sabía nada. Hasta que el hombre del quiosco supo decirme. “Se ha desmayado, una ambulancia la llevó hasta el hospital.” Le agradecí y corrí, corrí como nunca lo había hecho. Al llegar al hospital pregunté por ti, por _____(t/n) _____(t/a), por el amor de mi vida. “Habitación 776”, anunció la mujer de recepción. Corrí aún más hasta tu habitación.
—¡_____(t/n)! —exclamé al abrir la puerta.
Me detuve a mirarte, noté que todo lo que estaba a tu alrededor estaba conectado a ti. Y me sentí desfallecer, me sentí terrible. Culpable. Dolido. Todo…
Un hombre vestido de blanco me tomó por los brazos y me sacó de la habitación. ¡Yo no quería! ¡¡Quería saber cómo estabas!! Mierda. Dios quiera que bien, que nada te pase.
Tres horas después…
—¿Algún familiar de la señorita _____(t/n) _____(t/a)? —dijo un doctor.
—Yo —me puse de pie.
—Ella… —murmuró—, lamento informarle que ella ha sufrido una sobredosis.
Me llevé las manos a la cabeza. Incrédulo, con los ojos llenos de lágrimas. Estupefacto.
—Ha muerto, lo siento.
Caí de rodillas al suelo, ¿era cierto? ¿Todo había sucedido realmente? Comencé a llorar como nunca lo había hecho, desolado, destrozado. “¡Perdí a quien yo amaba!”, hablé entre dientes. “Perdí al amor de mi vida.”