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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

Mensaje por kadita_lovatica Lun 16 Jul 2012, 9:53 pm

hola chicas esta en mi segunda novela adaptada, espero k les guste!!! es una de mi favoritas

Nombre: MI JEFE APASIONADO
Adaptación: Si.
Género: Hot, Romance & Drama!
Advertencias: Solo que hay escenas hot! nada mas
Otras páginas: por mi parte no

ARGUMENTO:

Él pretende ascender a su secretaria, ella quiere otra cosa...
La sencilla _____ Stephenson no era una secretaria despampanante, pero para Joe Jonas, mujeriego empedernido, conquistarla se convierte en su juego preferido. La sensata _____ creía que lo único que iban a compartir era el despacho. ¡no la cama! Pero pronto se da cuenta de lo que significa realmente ser la secretaria de Joe.


ESPERO K LES GUSTE ;)


Última edición por kadita_lovatica el Jue 09 Ago 2012, 2:34 pm, editado 1 vez
kadita_lovatica
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Capitulo 1

Mensaje por kadita_lovatica Lun 16 Jul 2012, 9:57 pm


Se había preparado muy bien para la entrevista: había leído todo lo posible sobre Jonas Financiers, una empresa de un éxito espectacular incluso en tiempos difíciles. Por lo que había leído sobre Joe Jonas en una entrevista que él había concedido, se veía que era un hombre directo cuyo éxito radicaba en su capacidad de decisión, transparencia fiscal y negativa a dejarse llevar por el sensacionalismo.
Sí, iba bien preparada. Incluso había ido a unas tiendas de segunda mano y había encontrado un espectacular traje de diseño color lila, quizá algo ajustado para su redondeado cuerpo; se había alisado los castaños rizos y se había recogido el pelo en un moño; y, a pesar de estar en la ruina, había ido a unos grandes almacenes y, fingiendo estar probando distintos maquillajes para el día de su boda, había conseguido que la maquillaran gratis, tal y como aconsejaba hacer una revista del corazón.
Sus hermanos y su padre solían hacer comentarios jocosos sobre su adicción a las revistas del corazón, pero a ella la habían ayudado mucho. Criarse sin su madre, vivir en una casa en tan mal estado que, cuando había invitado a alguna amiga, ésta se había negado a volver, le había hecho refugiarse en las revistas del corazón. Eran esas revistas las que le habían aconsejado sobre desodorantes, besos y sujetadores, las que le habían dicho qué hacer cuando, a los doce años, había descubierto que tenía mucho vello en las piernas. Y aunque ya no era tan adicta a las revistas, a los veinticuatro años había acudido a ellas para documentarse sobre maquillaje, vestimenta y cómo conseguir un buen trabajo.
Su aspecto era fantástico, justo la imagen que había esperado lograr: acicalada, perspicaz y algo insolente. Justo la imagen perfecta para la moderna mujer profesional de la city.
-Y el señor Jonas preferiría a alguien que hablara japonés... —continuó Evelyn.
—No decía eso el anuncio —observó _____—. Y usted tampoco lo mencionó cuando hablamos por teléfono.
-A Joe... Al señor Jonas no le gusta entrar en detalles en los anuncios y yo soy de la misma opinión. Cuando nos encontramos con la persona adecuada, lo sabemos.
_____ no pudo contestar nada a eso, estaba claro que esa mujer había decidido que ella no era la persona adecuada.
Pero...
Ahora, a pesar de reconocer que había sido un sueño imposible, ahora que había visto lo que podía ser, quería ese trabajo. El sueldo era extraordinario. El hogar paterno, a pesar de llevar meses en venta, aún no se había vendido y las cuentas de la residencia de ancianos se estaban apilando. Evelyn le había dicho por teléfono que el personal que trabajaba para Joe se quemaba rápidamente; él era un jefe severo, exigía completa devoción, y el trabajo y los viajes absorberían todo su tiempo. Cosa que a ella no le importaba en absoluto.
Un año de trabajo duro cubriría todos los gastos de la residencia. En ese tiempo, la casa se vendería y se podrían pagar las deudas. Un año de duro trabajo y, por fin, se vería libre para realizar el sueño de su vida, libre para llevar la vida que no había podido llevar hasta el momento.
Pero sus esperanzas se estaban desvaneciendo rápidamente.
—Si me disculpa un momento... —Evelyn sonrió educada y fríamente—. Tengo
que hacer una llamada urgente.
Evelyn no podía haber dejado más claro que la entrevista había acabado. —Bueno, gracias por haberme recibido —debería ponerse en pie y marcharse, pero inexplicablemente estaba retrasándolo mientras las lágrimas acechaban tras, de nuevo, cerrársele otra puerta a un futuro mejor—. Gracias. El horóscopo tenía la culpa, pensó _____ mientras Evelyn añadía una nota en su bien preparado currículo. El horóscopo le había dicho que «adelante, tienes que atreverte y ganártelo a pulso». Le había dicho que Júpiter y Marte estaban en la décima casa, lo que aseguraba el éxito profesional...
Estúpidos horóscopos, pensó mientras extendía el brazo para agarrar su bolso. Además, qué más daba, no creía en ellos.
Y entonces entró él.
Y la estancia se oscureció.
Bueno, no se oscureció, pero daba igual porque sólo podía verle a él.
Vestido con esmoquin a las cuatro de la tarde, se acercó. Evelyn se puso en pie.
-El señor Hirosiko quiere un «cara a cara» la semana que viene.
—No —respondió él.
-Kasumi ha insistido.
-Que tenga ella el «cara a cara».
-Y tu hermana ha llamado; estaba disgustada, quiere que pases allí todo el fin de semana.
-Dile que, dado que soy yo quien paga por el fin de semana, tengo derecho a elegir el tiempo que voy a pasar allí —respondió él con un fuerte acento italiano que a _____ la hizo temblar de placer.
Los ojos de él se pasearon por la estancia y la miraron con aburrimiento y absoluto desinterés al principio. Pero la segunda mirada fue completamente distinta; era la misma mirada que su padre y sus hermanos lanzaban a algunas mujeres en la gasolinera, el supermercado, los conciertos escolares, el bar... en cualquier parte. Era una mirada peligrosa.
Con un metro ochenta y ocho y ojos azul marino, Joe Jonas tenía escrita en la frente la palabra «peligro». Tenía el cabello negro azabache y lo llevaba peinado hacia atrás, pero un rizo se le había escapado y, con una mano, se lo peinó hacia atrás. Había visto fotos de él, sabía que era guapo, pero las fotos no le hacían justicia. La imperfección de una cicatriz en el pómulo izquierdo sólo ensalzaba su general perfección.
-Me parece que no nos hemos presentado —los sensuales labios esbozaron una sonrisa—, ¿Usted es...?
_____ tuvo problemas para recuperar el habla, Evelyn habló por ella: -Es _____ Stephenson — Evelyn parecía estar chupando limones, y fue entonces cuando _____ empezó a sospechar que la verdadera razón de no conseguir el trabajo era quizá que Evelyn había esperado alguien más mayor, más gorda, más fea... — . Estábamos acabando la entrevista.
—¿Para el trabajo de ayudante personal? —Joe le ofreció la mano y ella sintió unos cálidos dedos envolviéndole la suya. Entonces, fue como si él le hubiera leído el pensamiento—. ¡Pero tengo un corazón de hielo!
Y ¡No me cabe la menor duda de ello! — le espetó _____. Ese hombre no tenía vergüenza y Evelyn se lo podía quedar—, En fin, de nuevo, gracias por haberme recibido.
_____ salió al vestíbulo y tomó el ascensor; pero, cuando en el vestíbulo fue a firmar la ficha de salida, se dio cuenta de que se había dejado el bolso. De eso, y de que, a pesar de las apariencias y de lo bien que lo había disimulado, se le habían hecho múltiples nudos en el estómago en presencia de Joe Jonas. Era increíblemente guapo y tenía unos ojos que la desnudaban a una y la metían en la cama en cuestión de segundos; y ella, intencionadamente, no le había correspondido.
_____ volvió a subir en el ascensor y, al llegar al piso e ir a salir, se topó con él, que se disponía a entrar...
-No esperaba volverla a ver — él no se movió, sus anchos hombros le obstaculizaban la salida—, Tengo entendido que la entrevista no ha ido muy bien. -No.
-Qué pena.
_____ tragó saliva antes de contestar:
-Me he dejado el bolso, sólo venía a recoger -lo —explicó ella—. ¿Va a bajar? — preguntó _____ cuando, por fin, él se echó a un lado, permitiéndole salir. -No, subo —Joe sonrió traviesamente—, Arriba del todo, a la azotea. Bueno, en realidad, voy a París.
Y Estupendo.
—El helicóptero está en la azotea.
-Sí, los helicópteros suelen estar ahí —observó ella con sorna.
—Una cena formal, muy aburrida, pero quizá después... ¿Tiene algo que hacer esta
tarde?
—Cena delante del televisor, una de mis series de misterio preferidas — _____ le dedicó una dulce sonrisa—. Como verá, no se puede comparar.
Joe sonreía abiertamente mientras sujetaba la puerta en espera a que ella volviera a entrar. Tan arrogante, tan seguro de sí mismo, convencido de que lo único que necesitaba era chasquear los dedos y hecho. Sólo captó el mensaje cuando ella abrió la puerta de sus oficinas personales.
-Si lo que le preocupa es que no tiene nada que ponerse... — dijo él con perplejidad.
—¡No, eso no me preocupa en absoluto! —_____ se rió. Como él no iba a ser su jefe, nada le impedía decirle exactamente qué podía hacer con su invitación—. Como ya le he dicho, no hay comparación posible, prefiero la televisión.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron, _____ estaba tan irritada que olvidó llamar a la puerta antes de entrar en el despacho de Evelyn, y se llevó una sorpresa: la arrogante mujer que había destruido sus esperanzas hacía un momento estaba hecha un mar de lágrimas. Al principio, Evelyn se mostró avergonzada de su comportamiento; después, estaba tan disgustada que dejó de importarle.
—¡Negativo! —exclamó llorando—. Estaba tan segura, tan segura...
—Lo siento — ¿qué otra cosa podía decir?—. Lo siento mucho.
Y lo único que se le ocurrió hacer fue llevar a la otra mujer al asiento más próximo y darle unos pañuelos de celulosa mientras Evelyn le contaba su triste historia. Casada desde hacía cinco años.
Intentando quedarse embarazada cuatro años y medio.
Inseminación artificial, inyecciones, inhaladores, pruebas y extracción de óvulos.
Y ahora tenía que llamar a Paul y decírselo. Tenía que llamar a su absolutamente encantador esposo, que quería un hijo tanto como ella, y decirle que el segundo intento de embarazo por inseminación artificial había fallado.
_____ se quedó escuchándola, le sirvió un vaso de agua, le dio más pañuelos de celulosa y, por fin, cuando Evelyn se hubo desahogado, recordó dónde estaba y con quién estaba hablando.
-Has sido muy amable... sobre todo, después de lo fría que he estado contigo. —No te preocupes. Si no soy la persona adecuada...
— No, no es eso... no ha tenido nada que ver con tu experiencia ni con que no hables japonés. -Ahora ya lo sé. —No, lo que quiero decir...
-Lo entiendo, de verdad. Admito que había supuesto que él te gustaba, pero... _____ lanzó una queda carcajada al ver a Evelyn sonreír y mirar hacia el techo. -No, en absoluto. Lo que pasa es que estoy harta de preparar a secretarias para que se vayan después de que él se haya acostado con ellas. Joe es incorregible. -¡Ya me he dado cuenta! —exclamó _____ con un gruñido—. Acaba de invitarme a ir a cenar a París con él. Quizá debieras buscar un hombre para este puesto de trabajo.
—También se enamoraría de Joe —Evelyn suspiró y luego parpadeó—. ¿Has dicho
París?
-Sí.
—¿Te parece atractivo?
-Es divino —contestó _____—. Es increíblemente guapo y cualquier mujer que dijera lo contrario mentiría.
-Entonces, ¿por qué no has aceptado la invitación? — preguntó Evelyn.
virgen. Ah, y acabo de rechazar una invitación a acompañar a París al hombre más atractivo del planeta». ¡Sería la carta de la semana!
Y aunque era estupendo que al llegar a casa no hubiera encontrado mensajes de la residencia donde estaba su padre ni más facturas, estaba desinflada.
Durante una milésima de segundo, deseó ser tonta e impulsiva.
Deseó haber dicho que sí a la invitación de Joe.
***
Joe zapeó los canales de televisión.
Aunque no la estaba viendo. Pero el televisor estaba encendido todo el día como ruido de fondo para el perro, Pepper, a pesar de que el animal no lo agradecía.
La noche se prolongaba interminablemente mientras él se lamentaba de estar aburrido y bostezando a las once de la noche en París.
Debería estar agotado, llevaba levantado desde las cinco de la mañana, pero no podía dejar de pensar. Los de Hemming's, una importante cadena alimentaria, le habían llamado demasiado tarde para que él pudiera evitar que se fuera a pique.
Sin embargo, podía ver la forma de salvarles.
Sacó una cerveza del frigorífico e intentó no pensar en ello, intentó relajarse. ¿Por qué todos insistían en entrevistarse con él en persona, por qué no se conformaban con una reunión por videoconferencia?
Qué demonios, incluso un mensaje electrónico bastaba en la mayoría de los casos.
No le iría mal algo de sexo.
Y había muchas dispuestas.
El problema era que no quería molestarse en hablar.
Esa noche no tenía ganas de fingir estar interesado en lo que pudieran contarle. Dejó la cerveza y se quitó la corbata y los gemelos. Después, abrió la puerta que conducía a la enorme terraza para que el animal saliera e hiciera lo que los perros hacían. Su criada se encargaría de limpiarlo a la mañana siguiente. Martha, una antigua novia, después de acompañarle a Sicilia a su hogar paterno tres años atrás, se había instalado en su casa y, cuando él la echó, ella, convenientemente, se dejó el perro olvidado.
—Tú —dijo Joe volviendo al frigorífico para sacar algo de comida—, eres el perro más patético que he visto en mi vida.
Joe tomó un muslo de pollo y se lo comió mientras se tumbaba en el sofá con Pepper a su lado en el suelo. —Tú estás a régimen — le recordó Joe.
Mientras medio veía un programa de misterio en la televisión, se echó atrás y arrojó algunos trozos de pollo al suelo.
Había sido un infierno romper con Martha, las lágrimas y las protestas de ella por la inesperada ruptura habían sido inacabables, y una y otra vez le había preguntado por qué acabar con algo tan bueno.
Y le había dejado a Pepper, segura de que él se arrepentiría de haber terminado la relación y que la llamaría; pero de lo que Martha no se había dado cuenta era de que cuando él daba algo por acabado estaba acabado, de que prefería hacerse cargo de un perro senil y maloliente a tener que verla otra vez.
La serie de misterio no estaba tan mal...
Tres minutos antes del final del último episodio de la temporada, Joe pensó que era una serie a la que podría engancharse. Entonces aparecieron los títulos de crédito.
Y se dio cuenta de que ésa era la serie que _____ había mencionado. Sabía que ella también estaba viéndolos.
Lo sabía. Y sintió que hubiera rechazado su invitación a ir a París con él.
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Capitulo 2

Mensaje por kadita_lovatica Lun 16 Jul 2012, 9:58 pm



ERAN las cinco menos cuarto del jueves y todo el personal de Jonas Financiers, excepto _____, estaba agitado. Al salir de una reunión con el director de Recursos Humanos, vio a las mujeres maquillándose en sus mesas de des¬pacho y olió diferentes perfumes. Incluso los hombres se estaban acicalando mientras un brillo en los ojos anunciaba su excitación al aproximarse el final de la jornada laboral.
Jueves por la tarde en Londres y todo el mundo parecía tener algún plan. Menos ella.
Tendría suerte si lograba salir a las siete, y tenía que ir a ver a su padre, y al día siguiente tenía que estar de vuelta en la oficina a las seis de la mañana para reunirse con Joe antes de tomar un avión a las ocho y media para asistir a una reunión en Escocia.
A pesar de seguir siendo un trabajo de ensueño, era muy duro, como había podido comprobar durante las seis semanas que llevaba allí. Como Evelyn le explicara el primer día, el tiempo de Joe era muy valioso, por eso necesitaba dos ayudantes y estaba buscando un tercero, cuatro chóferes y un montón de gente más que se encargaban del funcionamiento de todo con el fin de que Joe hiciera lo que mejor se le daba: salvar empresas con problemas, hacerlas rentables y ganar una obscena cantidad de dinero con ello. El trabajo de _____ era variado e interesante, aunque a veces era sumamente aburrido, como cuando tenía que encargarse de algún detalle de la boda de la hermana de Joe, o de su perro, o de los días libres del ama de llaves. La lista era interminable.
_____ se fue a los servicios, consciente de que tenía que arreglarse el pelo antes de volver a su despacho y a lo que Joe quisiera que hiciera. Allí, se rehizo la coleta y, de camino al despacho, sacó una taza de chocolate caliente y una bolsa de patatas fritas de una máquina; después, se dirigió directamente al ascensor.
Y ¡Canalla!
En el momento en que salió del ascensor, _____ se apartó para dejar paso a una deslumbrante mujer de cabello negro azabache que acababa de salir del despacho de Joe.
—Esta vez no he tenido la culpa —dijo Joe asomando la cabeza por la puerta, asegurándose de que podía salir sin peligro—. En serio, esta vez no ha sido culpa mía.
_____ permaneció muda, con los labios apretados, mientras él le quitaba el vaso de chocolate y bebía. -¡En serio! — insistió Joe.
-Nunca es culpa tuya — dijo _____ sarcásticamente. Quizá no fuera la forma de hablarle a un jefe, pero ella le hablaba así porque mantenía las distancias con él y hacía bien su trabajo. Y quitando la invitación a la cena en París, Joe no había flirteado con ella.
—¿Has leído mis mensajes? —Joe nunca los leía—. Te ha llamado un tal doctor Calista, quiere que lo llames.
-Bien.
-Y tu hermana también ha llamado, quiere saber si has mirado las corbatas. —¿Corbatas?
Y Te envió un mensaje con fotos de corbatas para los testigos de la boda y también quiere saber si te vas a quedar. Ha llamado varias veces hoy.
-Recuérdale lo que cobro a la hora y envíale un recibo si sigue llamando — contestó Joe—. Y lo digo en serio.
Y ¿Que quieres que le cobre a tu hermana por llamarte? — por supuesto, sabía que Joe no hablaba en serio.
—Lo que quiero es que practiques la firmeza que este trabajo exige. No quiero que se me moleste con ese tipo de cosas. ¿Queda claro? — dijo Joe con mucha claridad y mucha firmeza. -Muy claro.
-Bien. Tú vas a elegir las corbatas, tú te vas a encargar de esas cosas y te doy permiso para que le digas a mi hermana que lo he hecho yo. -De acuerdo.
Joe se estaba dando la vuelta para volver a su despacho, tiró el vaso de plástico del chocolate en la papelera y entonces se volvió otra vez. —¿Tienes algo que hacer esta noche?
-Sí —respondió _____ apretando los dientes—. Tengo planes. -Cancélalos —Joe se encogió de hombros—. Ruby iba a venir conmigo a una horrible cena y a un baile a Hemming's. Se supone que tengo que ir acompañado.
—¡Tengo planes! —repitió _____, que empezaba a cansarse de todo aquello.
Trabajaba mucho e iba a ser la cuarta noche que no iba a visitar a su padre y no era justo. ¿Acaso no tenía derecho a una vida privada?
-Tengo que ir a ver a mi padre — explicó con desgana, ya que no quería involucrar a Joe en sus asuntos personales —. Le he dicho que iba a ir a verle esta noche.
-Dile que tienes trabajo.
-Llevo retrasándolo toda la semana —no podía seguir haciéndolo—. Tengo que salir del trabajo relativamente pronto esta tarde. Escucha, no suelo decir que no a nada, pero... ¿No puedes pedirle a otra persona que te acompañe? Una pregunta tonta. Joe podía invitar a montones de mujeres, no había motivo alguno para que le pidiera a ella que le acompañara.
-Esperaba acabar pronto esta noche —Joe suspiró—. Contigo, al menos, sólo sería
una cena. En fin, se lo pediré a Evelyn... A propósito, ¿dónde está?
-No, no... —_____ vaciló. Evelyn había ido al médico a realizar su último tratamiento de inseminación artificial, lo último que la pobre mujer necesitaba era
una noche por ahí con Joe—. Está bien, yo te acompañaré.
-¿Estás segura? —Joe frunció el ceño con algo parecido a sentimiento de culpabilidad asomando a su rostro—. En ese caso, iremos a ver a tu padre de camino.
-No, no podemos hacerlo — dijo _____ con súbito pánico—. ¡Iría en traje de noche! -¿Y qué? —Joe sonrió traviesamente—. Vamos, ve a arreglarte. Saldremos dentro de una hora.
Era requisito de la naturaleza de ese trabajo poder arreglarse para una ocasión formal en una hora. En el piso de su despacho había un cuarto de baño y _____, tapándose los rizos con un gorro de baño, se dio una ducha rápida. Incluso tenía un armario en la oficina en el que estaba su bolsa de viaje con lo necesario para ir a Escocia. De la bolsa sacó los artículos de maquillaje y se pintó los ojos y los labios.
Se peinó trabajosamente.
-Necesitas más trajes de noche —fue el único comentario que Joe hizo al verla otra vez con el vestido negro.
—¡Tan pronto como disponga de algún día libre! — le espetó _____—. ¿Y tú, no estás listo?
Joe no contestó, pero casi nunca contestaba a preguntas sin sentido. Se limitó a
dirigirse a los ascensores con ella siguiéndole los talones y cargando con una pequeña maleta que tenía que llevarle a su padre.
—Ah, me he dejado olvidado el perfume.
Joe olisqueó el aire.
—Hueles bien.
¡Hombres!
En el ascensor, Joe lanzó una rápida mirada a la maleta, pero no hizo ningún comentario y ella no le dio explicaciones. En el coche, se sentó atrás con Joe y el vehículo comenzó a moverse lentamente entre el tráfico.
—¡Lo primero el perro! — dijo Joe cuando entraron en el piso de él. La televisión estaba encendida, como de costumbre, y ella se paseó mientras esperaba a que Joe troceara unas pechugas de pollo y las pusiera con un poco de arroz en el plato de Pepper. — Está a dieta — explicó Joe.
_____ no sabía qué papel desempeñaba Pepper en la vida de Joe. Había ido varias veces al piso de él y aún no sabía qué hacía Joe con ese perro. Ni el hombre ni el animal parecían gustarse.
Pero, al fin y al cabo, eso no era asunto suyo. Ella sólo se encargaba de arreglar las citas con el veterinario y de contratar a una cuidadora para el perro cuando Joe tenía que ausentarse.
—Ve al cuarto de baño —le gritó Joe desde su dormitorio—, debe de haber algún perfume por ahí.
Parecía una tienda de cosmética: perfumes, lápices de labios, lociones para el cuerpo... todo ello abandonado por las mujeres que habían pasado por allí. Pero no fue eso lo que llamó su atención. En el espejo pudo ver la imagen de Joe con sólo unos calzoncillos negros ajustados mientras buscaba una camisa, y aunque estaba acostumbrada a verle, no lo había visto nunca casi desnudo. Joe era deslumbrante.
Era un hombre tan altanero y arrogante que, en la mayoría de las ocasiones, ella lograba ignorar el hecho de que era el hombre más guapo que había visto en su vida.
Y ahora lo veía bien. Tenía unas piernas largas y musculosas que resultaban bien incluso con calcetines. Al ponerse la camisa, se fijó en ese pecho con vello negro y sintió que se le encogía el estómago. Rápidamente, apartó los ojos y eligió un perfume; pero no pudo evitar volver a mirar al espejo y entonces le vio sentado en la cama poniéndose los pantalones.
Y fue en ese momento cuando Joe la sorprendió observándole.
Joe le sostuvo la mirada a través del espejo y la sombra de una sonrisa se dibujó en su rostro. Y ella apartó la mirada.
—¿Lista? —_____ estaba tan azorada que se sobresaltó al oír la voz de él desde la puerta—. Si quieres ir a ver a tu padre, será mejor que nos vayamos ya. Joe lo sabía.
Con las mejillas ardiéndole y la espalda y las piernas pegadas al cuero del asiento del vehículo de Joe, _____ sabía que él lo sabía.
Que a pesar de las bromas, las rápidas contestaciones y su comportamiento frío y
distante hacia él, Joe Jonas sabía que la afectaba.
Y, de repente, por primera vez en seis semanas, _____ se sintió vulnerable.
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Re: MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

Mensaje por Nixa Lun 16 Jul 2012, 9:58 pm

ohh!!! new reader leí su trama!!! debes seguirla!!!
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Re: MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

Mensaje por aranzhitha Lun 16 Jul 2012, 10:25 pm

hola nueva lectora
Me encanta
Joe es tan sexy baba
siguela!!!
aranzhitha
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Re: MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

Mensaje por Ximelove Lun 16 Jul 2012, 11:20 pm

nueva lectora!!



me encantoo siguelaaa!!!
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Re: MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

Mensaje por aranzhitha Mar 17 Jul 2012, 12:21 pm

Siguela!!!!
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Capitulo 3

Mensaje por kadita_lovatica Jue 19 Jul 2012, 8:48 pm



DÓNDE vive? _____ le dio la dirección al conductor y volvió a recostar la espalda en el asiento del coche, su nerviosismo aumentó por momentos cuando el coche se acercó a la arbolada calle de impresionantes casas.
—Es bonito esto —dijo Joe mirando por la ventanilla—. ¿Es aquí donde te criaste?
En vez de contestar, _____ sacudió la cabeza.
Y le ardieron las mejillas cuando Joe leyó el letrero anunciando la residencia para ancianos.
_____ no le miró cuando abrió la portezuela, salió del coche y agarró la pequeña maleta que el conductor le dio.
—No tardaré.
***
Hola, papá!
El modo en que se le iluminó la cara al verla en la habitación sólo sirvió para hacerla sentirse peor. Le gustaba que fuera a visitarle, pero últimamente lo hacía con menos frecuencia.
-Cada vez te pareces más a tu madre —dijo Frank sonriendo—. Cuando íbamos a bailar...
Y así siguió, charlando, mientras _____ guardaba los pijamas que le había lavado, le colocaba el desodorante y el talco que le había comprado, y le dejaba dinero en un pequeño cuenco para el periódico. Y fue agradable porque su padre estaba parlanchín y, por una vez, no habló mal de su madre. Sin embargo, la visita se le hizo muy dolorosa.
Antes, su padre no se alegraba con sus visitas, eso sólo había empezado a ocurrir en los últimos meses. De pequeña, él la había ignorado; y cuando hablaba con ella, era para criticar a su madre, como si hubiera tenido la culpa de haber muerto. Por lo que, en general, su infancia no había sido feliz y se sentía con derecho a dejar que las autoridades competentes se encargaran de él. Pero desde el infarto, era como si su horrible infancia se hubiera borrado. Por primera vez, tenían una relación padre e hija; por primera vez, su padre le contaba anécdotas de su madre. Y, a pesar de todo, él era su padre.
-Siento no haber podido venir antes —_____ partió en onzas la tableta de chocolate preferida de su padre y la puso en un plato—. He tenido mucho trabajo, pero vendré con tiempo este fin de semana.
—¿Te marchas ya? —los ojos de Frank se llenaron de lágrimas—. Pero si acabas de llegar...
—Papá, tengo trabajo.
Se sintió muy mal por tener que marcharse, pero no tenía elección. Hasta que se vendiera la casa, era su trabajo el que pagaba la residencia.
-Señorita Stephenson —_____ oyó una voz a sus espaldas al salir por la puerta de la residencia y, al volverse, se le cayó el alma a los pies cuando el supervisor agitó un sobre de papel que tenía en la mano, también consciente de que Joe debía estar viéndoles—, he intentado ponerme en contacto con usted para hablar de la cuenta.
-Hablé ayer con el contable —dijo _____—. Le expliqué que he conseguido un buen trabajo y que estoy pagando el dinero que debo. Están preparando un nuevo plan de pago.
-Sí, lo sé. Aquí está, por escrito.
_____ agarró el sobre.
-Gracias.
-Me temo que si vuelve a haber algún retraso en el pago...
—No lo habrá —_____ tragó saliva—. Además, usted ya sabe que la casa de mi padre está en venta.
—Tenemos una larga lista de espera —le contestó el supervisor—. Estamos tratando de ayudarla, señorita Stephenson, pero esto es un negocio al fin y al cabo.
El coche tenía la música puesta cuando ella entró y Joe estaba enviando mensajes electrónicos por el teléfono móvil. Ella respiró aliviada pensando que Joe no había notado el desagradable encuentro con el supervisor.
—¿Cómo estaba tu padre? —preguntó Joe.
-Algo triste —admitió _____—. Pero bueno, le haré una visita de verdad este fin de semana.
—¿Viene más gente a visitarle? Éste parece un buen sitio. ¿Es caro?
—Un poco —_____ se encogió de hombros—. En fin, se hace lo que se puede.
Sorprendentemente, _____ disfrutó de la cena y el baile en Hemming's. Joe era el hombre al que todos querían saludar, él había salvado la empresa y, con ello, cientos de puestos de trabajo.
Y Joe era un acompañante muy agradable.
Joe desconectó el teléfono móvil nada más llegar y se ocupó de presentarle a suficiente gente con el fin de que ella tuviera con quien hablar mientras él charlaba con unos y con otros. Incluso le cambió el mousse de chocolate por la tarta de almendras y cuando el baile comenzó no la dejó sola. De hecho, a excepción de un baile de rigor con la esposa del director de la compañía y de una larga conversación con unos posibles inversores, Joe parecía haberse tomado la noche libre.
—Gracias —le dijo él mientras bailaban—. Sé que tenías otras cosas que hacer esta noche.
-La verdad es que está siendo agradable.
-Sí, así es —respondió Joe—. Tengo que admitir que estaba preocupado.
-No me cabe duda de que habrías encontrado otra acompañante.
—Me refería a que estaba preocupado porque no sabía si podría librarles de la bancarrota —explicó él, y se echó a reír al verla ruborizarse—. De vez en cuando pienso en el trabajo.
-¡De vez en cuando! —_____ se echó a reír—. No sé cómo puedes hacer tantas cosas.
-Simplemente las hago. Igual que tú —Joe se la quedó mirando durante unos momentos—. ¿Cuánto tiempo lleva él ahí?
Joe no había hecho ningún comentario respecto a su padre en toda la tarde; sin embargo, la pregunta había estado en el aire.
-Seis meses.
—Eres demasiado joven para tener un padre...
-Mi padre era bastante más mayor que mi madre.
-Ah.
-A principios de año tuvo un infarto... —_____ se interrumpió, no quería hablar de ello.
Sí, estaba ahí en esos momentos por trabajo; pero en los brazos de Joe, meciéndose al ritmo de la música, pensó que era un alivio que él no insistiera, un alivio olvidarse de los problemas aunque fuera sólo por un rato.
—Me alegro de que seas tú esta noche —dijo Joe.
Y cerca de medianoche, con champán en la sangre, le habría resultado muy fácil apoyarse en él, descansar la cabeza en su hombro. Por eso, con el fin de recordarse a sí misma el motivo por el que estaba allí, preguntó:
—¿Qué ha pasado con Ruby?
-Que cometió el error de preguntarme adónde conducía lo nuestro.
-Y tú le dijiste...
-¡Que a ninguna parte!
La música cesó y Joe se apartó de ella.
-Venga, vámonos. Voy a pasar la noche en la oficina —Joe se miró el reloj—. En cinco horas tenemos que tomar el helicóptero.
Lo que se traducía en tres horas para dormir si ella iba a pasar la noche en su casa.
—¿Y tú? —le preguntó Joe.
Y una hora de más era un lujo cuando se seguía el horario de Joe.
Siempre tan caballeroso, Joe le abrió el sofá cama que ella tenía en su despacho y luego él se retiró a su lujosa suite.
_____ se quedó tumbada mirando al techo y pensando en él. Joe no se había abalanzado sobre ella ni una sola vez, tampoco la había hecho sentirse incómoda y, aparte de la invitación del día que se conocieron, nada de nada.
Si no se contaba que antes ese día la había sorprendido mirándole por el espejo.
_____ volvió a sentirse avergonzada, aunque se consoló pensando que si hubiera sido ella quien estaba en bragas y sujetador, él también habría mirado.
-¿Qué sentido tiene todo esto, _____?
La voz de él por el interfono penetró la oscuridad y la hizo sonreír. Hacía eso de vez en cuando.
-Que ganes mucho dinero.
-Ya he hecho mucho dinero.
-Que puedas tener a cualquier mujer que desees. Se hizo una pausa.
—Tengo a cualquier mujer que deseo.
-En ese caso, no sé.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Joe—. ¿Por qué trabajas hasta reventar para un jefe cruel que jamás te da una tarde libre?
-Porque me encanta mi trabajo —respondió ella, como debía.
-¡Tonterías! —exclamó la voz del interfono, y ella sonrió—, ¿Por qué estás aquí, _____?
_____ se sintió tentada de hablarle de las facturas de la casa, de su sueño de estudiar en la escuela de arte, de explicarle que ese trabajo le había salvado la vida y que esperaba que, al final, le proporcionara la oportunidad de lograr sus objetivos.
Pero ésa no era una conversación para tener con un jefe.
—¡Buenas noches, Joe!
_____ nunca habría adivinado que de no ser por esas tres palabras la puerta se habría abierto.
Le gustaba a Joe.
Joe se quedó mirando al techo y el hecho de no haber ido a la habitación de ella demostraba lo mucho que le gustaba.
No tenía nada que ver con las advertencias de Evelyn; bueno, quizá un poco, ya que no podía permitirse el lujo de perder a Evelyn y su maridos e estaba hartando de que trabajara tantas horas al día.
Pero era más que eso.
No quería perder a _____.
Le gustaba.
_____ era diferente a las demás mujeres que había conocido. La oficina se iluminaba con su charla y su ánimo, y le contestaba y le hacía gracia.
Y él también le gustaba a ella. En ese sentido.
Pero ahora empezaba a dudar. Esa tarde había visto la expresión de _____ en el espejo y, durante unos segundos antes de que ella le sorprendiera, había visto deseo en sus ojos.
Se sentía indeciso.
Su instinto le instaba a dejar que la naturaleza se encargara del curso de las cosas.
Con las mujeres, él siempre se guiaba por el instinto, y el instinto le decía que fuera a donde estaba ella con esos horrorosos pijamas que llevaba. Se excitó al instante al pensar en esos rizos oscuros sobre la cama y en la suave piel de _____.
En ese caso, ¿por qué tanta reticencia?
Porque duraría un par de semanas, quizá un par de meses y después ella le exigiría más, como todas, como Martha...
Joe cerró los ojos. Martha era la única a la que le había costado dejar.
Aún sufría al pensar en ello.
Pero... ¿por qué comparaba a _____ con Martha cuando ni siquiera la había besado?
No había estado con ninguna mujer desde que _____ entrara a trabajar en la empresa y había dejado a Ruby por fin.
Pensó en ir a donde estaba _____, pero algo se lo impidió: _____ necesitaba ese trabajo y, por el momento al menos, él la quería en la empresa. No podía tener ambas cosas.
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Mensaje por kadita_lovatica Jue 19 Jul 2012, 8:49 pm



TU HERMANA insiste en hablar contigo. Lleva toda la mañana llamando y también te ha llamado al móvil —le dijo _____ por el interfono—. Y ahora insiste en hablar contigo.
-Sigo estando en una reunión.
Joe lo hacía todo al contrario que los demás: no dejaba nada por la familia.
Y ella tenía que cargar con las consecuencias.
-Lo siento, Daniela —dijo _____ una vez más por el teléfono—. Ahora está muy ocupado y realmente no se le puede molestar. ¿Puedo ayudarte yo en algo?
-Puedes preguntarle por qué no viene, por qué sólo me va a conceder dos horas de su precioso tiempo en un día tan importante para mí, mi propio hermano...
Era agotador escuchar aquello; sin embargo, le pagaban muy bien por hacerlo. Y vérselas con Daniela era más fácil que vérselas con Joe en esos momentos. Según se acercaba la fecha de la boda de su hermana, el humor de Joe empeoraba. La tensión era casi palpable.
-Me voy a Hemming's —dijo Evelyn acercándose a su escritorio—. Joe necesita unos papeles y además tengo que hablar con el contable.
-Bien.
-Pase lo que pase, _____, no le pases a Joe la llamada de Daniela —dijo Evelyn en tono serio—. De hacerlo, Joe dirá algo de lo que se arrepentirá más tarde y... ¿quién crees que va a pagar por ello luego?
-¿Qué es lo que pasa? —preguntó _____ por quincuagésima vez—. ¿Por qué no puede ir a pasar el fin de semana? Lo hace constantemente por los clientes.
-No tengo ni idea —de repente, _____ se dio cuenta de que Evelyn estaba esquivándola con respuestas vagas—. Llevo años trabajando para Joe y no sé gran cosa de su familia; lo único que sé es que desde que se anunció la boda le llaman cada cinco minutos y a él eso no le gusta nada.
-Ya me he dado cuenta.
-Ponme con el doctor Calista —dijo la voz de Joe por el interfono con brusquedad, y Evelyn alzó los ojos al cielo y _____ descolgó el teléfono.
-Buena suerte.
Era como saber que había un oso suelto por el edificio que podía aparecer en cualquier momento.
Joe salía de su despacho de vez en cuando, gritaba y protestaba, daba órdenes y volvía a encerrarse. Los teléfonos seguían sonando y, con Evelyn ausente, _____ llamó al café y pidió que le subieran unos sándwiches para almorzar. Joe le había gruñido que no quería nada después de que ella le preguntara.
—¿De qué son? —Joe miró el almuerzo de ella y eligió un sándwich de salmón y crema de queso.
Pero _____ ya se había acostumbrado a él y, en el momento en que Joe cerró la puerta de su despacho, ella abrió un cajón y sacó su propio sándwich de salmón y crema de queso, sonriendo para sí misma por haber adivinado lo que iba a pasar mientras alargaba el brazo para contestar el teléfono.
Dejó de sonreír. El sándwich se le atragantó al enfrentarse a un nuevo reto. Se preguntó si debería llamar a Evelyn. No sabía qué hacer.
—Joe... tu madre al teléfono.
—La llamaré más tarde —respondió él secamente. _____ pasó el recado, pero no sirvió de nada. —Joe... —volvió a decir por el interfono. —¿Qué?
—Está llorando. No sé si ha pasado algo.
Cuando él lanzó una maldición en italiano, _____ contuvo la respiración, y soltó el aire al ver la luz roja de la tecla, lo que le indicó que Joe había aceptado la llamada, al tiempo que se preguntaba si había actuado correctamente.
La puerta del despacho de él era de madera maciza, por lo que no pudo oír nada y se puso a pasearse por la estancia mirando constantemente a la tecla roja. Por fin, tras una eternidad, la tecla roja se apagó.
_____, angustiada, esperó unos instantes a que él la llamara enfadado, pero sólo encontró silencio y una puerta cerrada.
Llamó a la puerta.
Volvió a llamar e, ignorando que él no había contestado, decidió mostrar la decisión que ese trabajo requería: llenándose de aire los pulmones, abrió la puerta y entró. Después, deseó no haberlo hecho, pero ya era demasiado tarde.
***
Joe no podía soportarlo. ¡No podía!
Daniela llevaba semanas llamándole a diario, últimamente varias veces al día, y ahora su madre.
Y ahora las lágrimas.
Las súplicas.
-La familia, Joe —le había dicho su madre. ¡Odiaba la familia!
-¡Es lo único que te pido... después de todo lo que he hecho por ti, de lo que he sufrido por ti! ¿Por él?
Su madre siempre retorcía las cosas, seguía haciéndolo, diciéndole que había sufrido por él, que por él había soportado las palizas, un infierno...
Y ahora se suponía que tenía que devolver el favor.
¡Detestaba todo aquello!
Tenía la ira metida en el cuerpo, una furia que dieciséis años de vivir fuera de casa sólo habían logrado reprimir pero que amenazaba con brotar a la superficie. Su enorme despacho era diminuto, demasiado pequeño para contener toda su furia, su odio.
De repente se dio cuenta, vagamente, de que el móvil estaba sonando.
Agarró el móvil y lo lanzó al otro lado de la estancia, pero siguió sonando.
Agarró el teléfono de mesa y también lo tiró. Pero pronto llegarían los mensajes electrónicos... De una palmada barrió todo lo que había encima del escritorio: el ordenador, papeles, la lámpara, el café... todo. Y no sintió ningún alivio porque _____ entró en ese momento.
—¡Fuera! —le gritó él.
Pero ella se quedó donde estaba, paralizada.
-Sal ahora mismo de aquí!
Pero ella no lo hizo. Con expresión de horror y con lágrimas en los ojos permaneció donde estaba, negándose a marcharse. Por lo que él salió de la estancia, se dirigió al ascensor, apretó el botón y luego, apoyando la cabeza en el brazo y respirando profundamente, se vino abajo.
Lo explicaría.
Debía hacerlo.
No le gustaba que ella le hubiera visto así.
Joe se dio media vuelta y volvió sobre sus pasos, más tranquilo, recuperado, y la vio.
Arrodillada en el suelo, llorando asustada y temblando, agarrando trozos de cristal, tratando de arreglar el destrozo con el fin de que pareciera que nada había ocurrido.
Podía haber sido su madre veinte años atrás; sólo que esa vez era él quien había causado tal desastre y era él quien había reducido a _____ a un mar de lágrimas.
—Lo siento —la voz de _____ temblaba al culparse a sí misma, y eso fue lo que le conmovió—. No debería haberte pasado la llamada de tu madre.
Le destrozó, porque se dio cuenta de que, con los años, se estaba volviendo como su padre.
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Mensaje por kadita_lovatica Jue 19 Jul 2012, 8:51 pm


CUANDO Evelyn volvió, se compró otra lámpara y otros cuantos artículos y fue como si nada hubiera ocurrido.
Pero sí había ocurrido.
No obstante, _____ se negó a permanecer callada.
Se obligó a enfrentarse a Joe cuando se enteró de su ridículo plan.
—¿Se puede saber por qué se supone que tengo que ir a la boda de tu hermana?
Eran las seis de la tarde y _____ había pasado dos horas con el equipo que organizaba los viajes de Joe y su imposible agenda, y era así como se había enterado de que su nombre aparecía en la lista de un vuelo a Palermo desde donde se iba a tomar un helicóptero para ir al pueblo de él. Pero lo peor había sido la sonrisa irónica de la directora del equipo cuando ella preguntó por qué no se había reservado el hotel aún.
¡No había hoteles en ese pueblo!
—¡Ah! —Joe tuvo la decencia de contraer el gesto—. Iba a decírtelo... a pedírtelo.
—¿A pedirme qué?
-Sabes que mi hermana se va a casar.
-No me digas... —_____ fingió sorpresa. Era ella quien se había encargado de organizar el regalo, una piscina, y una piscina al borde de un monte de roca volcánica ni más ni menos. Y era ella quien había tratado con el maestro de obras siciliano y con el arquitecto y con la compañía de seguros, y quien se había encargado de elegir las corbatas, y quien había tenido que vérselas con la hermana y la madre... ¡Y con el humor de perros de Joe! ¡Sí, sabía perfectamente que su hermana se iba a casar!
-Por favor —dijo Joe—, el sarcasmo no es propio de ti. Bueno, sí lo es, pero ahora no, por favor. Necesito ayuda este fin de semana. Es un poco difícil de explicar...
_____ sacudió ligeramente la cabeza. A Joe nunca le resultaba difícil explicar nada, el Joe que ella conocía siempre decía lo que pensaba sin problemas.
-Pues lo siento, pero no puedo ayudarte. Este fin de semana estoy ocupada —dijo _____ con voz tranquila. No estaba ocupada. Aunque era su cumpleaños, lo único que iba a hacer era visitar a su padre, pero no estaba dispuesta a decírselo a Joe—. Y aunque sé que mi trabajo consiste en hacer un poco de todo, organizar una boda no es realmente lo mío.
—De eso ya se está encargando otra gente.
—¿Entonces para qué me necesitas?
-Me resultaría todo más fácil si alguien fuera conmigo —admitió él.
—¿Quieres decir contigo? —_____ sacudió enérgicamente la cabeza—. No, Joe, ni hablar. Puedes pedírselo a cualquiera...
-Es que a ti no se te va a ocurrir hacerte ilusiones —dijo Joe—. _____, tú me comprendes. La última mujer que me acompañó a casa... Martha. Le expliqué que no se dejara influir, que mi familia iba a suponer que íbamos en serio, que iba a haber una boda pronto. Ella me aseguró que me comprendía; sin embargo, cuando llegamos allí...
—¿Las cosas cambiaron?
Joe asintió.
—No puedo soportar la idea de ir, no puedo soportar la idea de pasar allí dos o tres noches solo.
Joe la miró. Se fijó en sus oscuros rizos, en esa boca que siempre conseguía hacerle reír, en ese cuerpo en el que ahora pensaba todas las noches. Sólo así podría ir, con la única mujer que podía hacerle soportable aquel infierno.
Aunque ello significara que pronto tendría que decirle adiós.
-He pensado que contigo allí...
—¿En serio creías que iba a aceptar? —preguntó _____—. Bueno, es evidente que sí, ya que el equipo que te organiza los viajes ya estaba avisado.
-Iba a hablar contigo hoy, un poco más tarde. No sabía que la reunión se había adelantado.
-La respuesta habría sido la misma. ¡No!
-¡Estás haciendo una montaña de un grano de arena! —protestó él.
—¡Para mí lo es! Además, hay un montón de mujeres que estarían encantadas de acompañarte. Pídeselo a cualquiera de ellas.
-¡Mi padre está enfermo!
—Joe jugó la carta de la compasión, pero a _____ no pareció impresionarle.
-Y el mío, pero yo no te pido que compartas la cama conmigo —le espetó ella.
-Sólo le quedan un par de meses de vida —confesó Joe.
-Lo siento mucho —respondió _____—, pero yo no te puedo ayudar en eso. Siento que esté enfermo, pero...
-Yo no siento que esté enfermo, _____ —la interrumpió él—. Detesto a mi padre; en realidad, estoy deseando que se muera. Mi madre me ha pedido, me ha rogado que por última vez guardemos las apariencias y... En fin, te lo pido porque sé que tú comprendes...
-¿Que comprendo qué?
-¡A mí! —por primera vez, Joe parecía incómodo—. No me interesa el matrimonio, no me interesa sentar la cabeza. No lo haré nunca. Tú comprendes que esto es sólo un asunto de negocios.
-¡Compartir la cama contigo no me parece un asunto de negocios!
-Se te remunerará por ello. Podríamos decir que eres mi novia, no te estoy pidiendo sexo.
-¡Mejor, porque no me gustas sexualmente! —con el rostro enrojecido, _____ se volvió para marcharse. Ya había oído bastante, había mentido también, pero no había hablado lo suficiente y se dio la vuelta otra vez—. Tienes razón, Joe, te comprendo. Comprendo que eres guapo y la forma en que tratas a las mujeres. Entiendo perfectamente que no tienes ganas de sentar la cabeza y que las mujeres sólo son un pasatiempo para ti.
Comprendo lo suficiente para saber que casi nunca duermes solo y que, al margen de lo que digas que soy para ti, a tu familia... ¡no es una buena idea compartir la cama!
-A mí me parece que podría ser una idea excelente —dijo él.
Y durante unos segundos los dos lo imaginaron, los dos visitaron el mismo lugar. De repente, _____ sintió calor y preocupación porque el atractivo de Joe era casi irresistible.
Y también le preocupaba que a los veinticuatro años jamás había tenido una relación; a veces, se sentía como si fuera la única virgen del mundo. En parte, haber cuidado de su padre le servía de justificación, pero era algo más que eso. Tenía miedo de entregarse a alguien, ya que no se fiaba de los hombres, lo que era un acierto en lo que a Joe se refería.
Excepto que...
Al menos con Joe sabía a qué atenerse desde el principio.
Y entonces pensó en la reacción que tendría él al enterarse de que todavía era virgen, lo que la hizo salir del peligroso lugar en el que se había sumergido.
-La respuesta sigue siendo no —dijo _____ con firmeza.
-¿Puedo al menos pedirte que lo pienses? —insistió él.
-Ya lo he pensado y te he dado mi respuesta. Me gusta trabajar para ti, Joe —_____ forzó una sonrisa—. Limitémonos a mantener una relación estrictamente profesional, ¿te parece? ¡Eso si eres capaz!
Y tras esas palabras, _____ se marchó.
Y por primera vez, Joe era quien estaba ruborizado. _____ le había despreciado, le había puesto en su lugar. Como hacía siempre, pensó Joe sentándose al escritorio. No le gustó, no estaba acostumbrado a que le rechazaran.
¡Podía ir con quien quisiera! Y con esa idea, agarró el móvil y en la lista de contactos repasó los nombres de las múltiples bellezas desperdigadas por el mundo a las que podía recurrir, pero ninguna le interesaba.
_____ sí.
Se quedó allí sentado, pensando, mientras anochecía.
_____ podía ayudarle unas semanas con la boda, con la última etapa de la enfermedad de su padre. Con _____ a su lado, sería mucho más llevadero. ¿Y por qué tenía que ser sólo durante unas semanas? Se llevaban bien y, a pesar de las protestas de ella, sabía que le atraía.
¿Y por qué tenía que acabar tan pronto? Quizá su relación durase unos meses, incluso un año...
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Mensaje por kadita_lovatica Jue 19 Jul 2012, 8:52 pm



¡_____!
Joe pronunciaba su nombre de muchas maneras, y con su acento italiano hacía que su nombre sonara vagamente exótico.
Pero ya no.
Aquél había sido un corto y brusco «_____» por el interfono que la había hecho dar un salto en el asiento, una orden para que se presentara en su despacho de inmediato.
A las nueve de la mañana tenía una reunión con el equipo de Recursos Humanos, faltaban cinco minutos, y el informe sobre la reunión tendría que estar en el escritorio de Joe a la hora del almuerzo, seguido de preguntas y respuestas. Se sintió tentada a ignorar la llamada, a hacerle pensar que ya se había marchado a la reunión.
—¡_____! —la llamada fue seca, pero esa vez no por el interfono—. ¿Es que no me has oído?
—Ahora mismo iba —respondió _____ con calma.
Hacía una semana de la ridícula propuesta de Joe y, aunque él había demostrado el suficiente sentido común para no volver a sacar el tema, la relación entre los dos dejaba mucho que desear.
No estaba enfadado, pero el trato entre ambos era estrictamente profesional. Habían dejado de bromear y reír, y ella echaba de menos eso.
—Tienes que preparar una reunión con el señor Hirosiko. Necesito las últimas cifras...
Recientemente, Joe había puesto sus miras en Japón, un mercado difícil de penetrar para un extranjero, sin embargo, Joe lo había visto como un reto, había empezado a estudiar japonés y les había instado a Evelyn y a ella a hacer lo mismo. Joe se había lanzado de lleno, familiarizándose con la etiqueta japonesa y con kaiseki ryori, o alta cocina japonesa; su personalidad inquieta siempre buscaba nuevos desafíos.
-Prepara la sala de reuniones para un «cara a cara» —Joe chasqueó los dedos tratando de recordar algún pequeño detalle—. Hay algo de lo que tengo que hablar con él primero...
-El funeral de su madre fue la semana pasada —dijo _____, que lo sabía porque se había encargado de enviar las flores a nombre de Jonas Financiers.
-Ah, eso era —Joe asintió a modo de agradecimiento.
Joe iniciaría la difícil reunión con unas palabras amistosas antes de lanzarse a la yugular. Tras las semanas que llevaba trabajando con él, sabía que no era una táctica. Joe podía separar el aspecto profesional y el social de las situaciones con alarmante facilidad; cuando diera el pésame, lo haría de corazón, pero cuando tratara de negocios y de dinero, no habría concesiones. Por eso era por lo que Jonas Financiers no sólo había sobrevivido, sino que se había expandido.
Joe manejaba dinero, mucho dinero, el suyo y el de otros, y tenía visión de futuro.
Y no le pasó desapercibido el gesto de ella al mirarse el reloj.
La reunión con los de Recursos Humanos puede esperar —dijo Joe—. Esto es importante.
Siempre que ella había tratado con Kasumi, la ayudante personal del señor Hirosiko, la había encontrado serena y dulce, y aquella mañana sonreía en la pantalla cuando ella, por fin, encontró el botón que tenía que pulsar. Charlaron un momento y admiró el cabello negro azabache de Kasumi en la pantalla de la sala de videoconferencias mientras terminaba de colocar encima de la mesa las notas que Joe le había pedido.
-Voy a decirle al señor Hirosiko que el señor Jonas ya está listo para la reunión —dijo Kasumi cuando _____ y ella lo tuvieron todo preparado.
—Konbanwa —dijo _____, despidiéndose de Kasumi con un «buenas tardes».
Siguiendo las órdenes de Joe, había empezado a estudiar japonés en su llamado «tiempo libre», que era durante el trayecto al trabajo o a visitar a su padre, con unos CD que Joe le había dejado. Sin embargo, después de seis semanas, seguía en el nivel uno.
-Que tengas un buen día —respondió Kasumi; pero en ese momento Joe entró en la sala y ella se dio cuenta de que la imperturbable Kasumi no permanecía inmune a sus encantos.
En la enorme pantalla, _____ vio enrojecer las pálidas mejillas de Kasumi... ¿y quién podía reprochárselo? Joe no se había limitado a entrar en la sala y a dar los buenos días. No, al entrar, le había dedicado toda su atención; después de darle los buenos días, se puso a hablar en un impresionante japonés, mirándola a los ojos, y luego había dedicado a Kasumi una de sus infrecuentes carcajadas.
-¡Y eso es todo, me temo que mi japonés no da para más!
-Lo ha hecho muy bien —Kasumi sonrió—. Su japonés está mejorando.
-Un poco —concedió Joe.
Joe se acercó a la mesa y al ver los labios apretados de _____ se volvió de nuevo a la pantalla y volvió a mirar a Kasumi a los ojos, mientras la ira se le agarraba a _____ a la garganta.
-Saifu o otoshimashita —dijo Joe, y Kasumi comenzó a reír—. Isha o yonde kudasai.
Kasumi se mostró encantada y a _____ le enfureció el escalofrío que sintió, la indignación que sintió al verle coquetear delante de ella con tal descaro. Pero no iba a permitir que se le notara, por lo que le sirvió a Joe un vaso de agua y comprobó que la grabadora estaba encendida porque, sin duda, Joe le había ofrecido a Kasumi cena y desayuno en su siguiente visita a Japón y eso era lo que a Kasumi le había hecho reír.
No obstante, la risa de Kasumi cesó en ese momento con la entrada de su jefe, pero a _____ aún le ardían las mejillas al salir de la sala de videoconferencias.
—¿Todo bien? —le preguntó Evelyn mientras _____ recogía unos papeles para la reunión con los de Recursos Humanos, que había sido retrasada.
—Sí, todo bien —respondió _____ forzando una sonrisa, aunque nada iba bien.
_____ estaba inquieta y perturbada, incluso enfadada, y no quería reconocer el motivo. Al tomar asiento en la reunión, se fijó en las orquídeas color rosa pálido, las flores que Joe había elegido para aquella semana, y apretó los dientes por sentir celos. Eran celos lo que le había despertado la conversación de Joe con Kasumi y en su vida no había cabida para ese sentimiento.
Joe era un casanova, un rompecorazones, un consumado playboy. La aplastaría. Había hecho lo correcto al rechazar esa ridícula oferta. De haber aceptado, ya podía despedirse de su trabajo. A pesar de que Joe, implícitamente, había dicho que no habría nada de naturaleza sexual entre los dos, ella no le creía. Y a Joe no le gustaba enfrentarse a sus errores, Evelyn se lo había advertido desde el principio.
Sí, había hecho bien. Pero en ese caso, ¿por qué por las noches se quedaba pensando en la cama, deseando que las cosas fueran diferentes, deseando tener el valor suficiente para decir que sí?
Le daba vueltas la cabeza cuando salió de la reunión con el equipo de Recursos Humanos y, al volver a su despacho, se encontró con varias llamadas personales a las que tenía que atender, y ninguna la hacía feliz.
El posible comprador de la casa de su padre se había echado atrás y su hermano Rory, aunque había dicho que quería ayudarla económicamente, ahora no podía porque acababa de enterarse de que le habían incrementado las mensualidades que tenía que pasarle a su ex esposa para la crianza de su hijo.
-¡Rory! —exclamó _____—. ¡Quedamos en que los dos pagaríamos la residencia de papá hasta que se vendiera la casa!
-Eso fue antes de que nos enterásemos de la hipoteca que papá debe de la casa. Escucha, Em, aunque la casa se venda, el dinero que nos den no va a cubrir los gastos de la residencia para el resto de su vida. Papá sólo tiene sesenta años. He hablado con nuestros hermanos y hemos pensado que quizá deberíamos buscar una residencia más barata...
Sí, y lo harían.
_____ le colgó a su hermano. No le cabía duda de que a sus hermanos no les costaría nada cambiar a su padre de residencia con el fin de hacerse con algo de dinero.
Y fue en ese momento cuando la llamaron de la residencia para decirle que su padre llevaba preguntando por ella toda la mañana.
-Está bien —le aseguró una enfermera—, aunque un poco nervioso...
-Mire, sé que últimamente no he ido mucho por allí —_____, agotada, cerró los ojos—. No ha sido porque no haya querido.
-No he llamado para hacerla sentirse culpable —dijo la enfermera—. Usted nos pidió que la mantuviéramos al tanto y, aunque su padre está algo confuso... en fin, ha notado que viene a verle menos que antes.
—Dígale que iré pronto —contestó _____.
—¿Podría decirle cuándo?
Quizá no quisieran hacerla sentirse culpable, pero era así precisamente como se sentía.
Y, en ocasiones, el sentimiento era sobrecogedor.
Se apretó los párpados con los dedos para contener las lágrimas; a veces, le daban ganas de tirar la toalla y dejar que sus hermanos se encargaran de aquel lío.
Cuando se vendiera la casa, ella se encontraría en la calle. Por supuesto, con el dinero de la venta se cubrirían las deudas con la residencia; pero, de momento, esas deudas le estaban causando pesadillas.
—¿Problemas?
_____ se sobresaltó, no sabía cuánto tiempo Joe llevaba allí observándola.
-No, ninguno —_____ forzó una sonrisa—. La reunión ha ido bien. Voy a escribir el informe de la reunión y te lo daré en cuanto lo haya acabado.
—No me refería a la reunión con los de Recursos Humanos —Joe frunció el ceño—. ¿Te pasa algo?
—No, nada. Me duele un poco la cabeza, eso es todo.
-La mujer de la limpieza de mi casa no se encuentra bien.
-¡Ah! —_____ parpadeó y fue a agarrar el teléfono—. ¿Quieres que llame a la agencia para que envíen a una sustituta?
-No, sobreviviré por un día —respondió Joe magnánimamente—, pero voy a tomar un avión para Japón esta tarde. Evelyn me va a acompañar, ya ha ido a su casa a preparar la maleta; por eso... ¿te importaría ir a mi casa para hacerme el equipaje?
Una consecuencia de ser rico y estar tan solicitado era que la vida privada de Joe era muy poco privada. Un montón de gente se encargaba de que él no perdiera su valioso tiempo con pequeños detalles.
Algo más tarde, al entrar en el lujoso apartamento de Joe, _____ se agachó y fue a acariciar a Pepper, que como tenía por costumbre le ladró a modo de advertencia; después, el animal se acercó a la puerta corredera de cristal para que se la abriera y así poder salir.
_____ también salió a la terraza y contempló la espectacular vista del Támesis antes de volver a entrar y ponerse a trabajar. Fue al dormitorio y abrió el cuaderno en el que estaba la lista con lo que Joe iba a necesitar para pasar dos días fuera.
Después de haber metido en el equipaje trajes, zapatos y ropa de sport, abrió el cajón en el que estaba la ropa interior de Joe.
-Hola.
_____ se sobresaltó cuando Joe entró en la habitación; con unos calzoncillos de él en la mano, no pudo evitar ruborizarse. Le resultaba incómodo estar revolviendo en el cajón de la ropa interior de él, a pesar de que eso formaba parte de su trabajo.
Por supuesto, a Joe no le afectaba en absoluto.
Joe se quitó los zapatos y se tumbó en la cama para hablar por teléfono mientras ella entraba en el cuarto de baño para recoger los artículos de tocador de él. Y _____ trató de no prestar atención al par de llamadas telefónicas de Joe, ambas personales, para cancelar un par de citas nocturnas y, de paso, romper un par de corazones.
—¿Por qué cuando digo que voy a Japón creen que miento? —preguntó Joe cuando ella volvió al dormitorio.
-Porque sueles hacerlo —observó _____.
-Esta vez no —Joe clavó los ojos en ella—. ¿Qué es lo que te pasa, Em?
—¡Para ti, señorita Stephenson! —bromeó _____, negándose a pasarse de la raya con él—. Pero puedes llamarme _____.
—¿Qué te pasa, _____? Y no pongas la excusa de que te duele la cabeza.
—No me pasa nada —insistió ella.
Aún tumbado en la cama, Joe cerró los ojos y lanzó una ronca carcajada.
-¡Vaya, ahora que estoy descansando, resulta que también a mí me ha dado dolor de cabeza!
Y era verdad. Mientras la oía hacer el equipaje, pensó en lo fácil que le resultaría cerrar los ojos y dormirse. No quería ir a Tokio. Increíblemente, y no por primera vez en los últimos tiempos, no podía soportar la idea de un viaje en
avión.
-Deberíamos hacer novillos.
-¡Hacer novillos como los niños! —repitió _____ sonriendo traviesamente.
-Sería estupendo —Joe sonrió—. Podríamos sacar hielo de la nevera y ponérnoslo en la cabeza y quedamos aquí tumbados e ignorar el teléfono.
-Una idea estupenda —_____ también sonrió, porque sabía exactamente cómo se sentía Joe, igual que ella—. Pero no podemos.
Con los ojos cerrados, Joe no paraba de pensar.
Estaba harto de mantener las distancias con _____.
También estaba disgustado consigo mismo por cómo había manejado la situación.
La deseaba.
Y, al mismo tiempo, no la deseaba... porque le gustaba trabajar con ella. Le gustaba tenerla en la oficina. Y siempre que tenía relaciones con una mujer... en fin, todo acababa.
No había futuro para ellos.
Hacía mucho tiempo había tomado la decisión de no mantener relaciones prolongadas con una mujer.
Era una promesa que se había hecho a sí mismo hacía años.
Permaneció allí tumbado, con dolor de cabeza, la oyó acercarse a la cocina, oyó el grifo y se sintió indeciso.
La deseaba.
No quería perderla.
Sin embargo, las dos cosas eran incompatibles.
—Toma —_____ estaba de vuelta con un vaso de agua al que echó dos pastillas—, bébete esto.
-Sólo si tú también bebes.
_____ echó otras dos pastillas en el vaso de agua y lo compartieron. Tenía gracia notar una cosa así, tenía gracia que a él le importara un detalle tan insignificante como que _____ no fuera a por otro vaso.
-Nos encontraremos mejor dentro de unos veinte minutos —_____ sonrió, contenta de que por fin estuvieran charlando con normalidad después de las últimas semanas—. Lo dice en la caja.
_____ cerró la cremallera de la bolsa de un traje y agarró el teléfono para llamar mientras Joe se tomaba un café que acababa de preparar. Joe metió unos papeles en la cartera mientras le daba instrucciones rápidas que ella tardaría un par de horas en ejecutar.
-Si surge algún problema, llama a Kasumi. Da igual la hora que sea, todo tiene que estar listo para mañana.
-Por supuesto.
Joe sonrió para sí al observarla encresparse ligeramente al oír mencionar el nombre de la japonesa.
-Saifu o otoshimashita —dijo Joe, viéndola enrojecer al oírle repetir las palabras que le había dicho a Kasumi—. Isha o yonde kudasai.
-Puedes decírselo a ella cuando la veas —respondió _____ fríamente.
-¡Se me ha caído el monedero! —Joe se echó a reír—. ¿Puede alguien llamar al médico? ¡Estaba practicando frases que acabo de aprender!
La hizo reír, pero la muestra de celos ahí quedó y ella no sabía qué hacer con él ni con la energía que parecía envolverlos. Aún estaba en el aire la peligrosa oferta de Joe y, en ese momento, a ella le dieron ganas de aceptarla. Quizá pudiera fingir no ser virgen. Quizá su cuerpo supiera qué hacer.
Evelyn llamó por el interfono y Joe agarró la cartera.
-No te molestes en volver a la oficina —dijo él, indicando con la cabeza un PC—. Hazlo desde aquí y márchate a tu casa cuando termines.
Joe frunció el ceño al fijarse en la palidez de _____.
-Mejor aún, tómate el día libre mañana —añadió él.
-Mañana tengo un montón de cosas que hacer.
—Cancélalo todo, es una orden —Joe se encogió de hombros—. Tómate el día libre, dedícalo a hacer tus cosas y descansa. Hasta el lunes.
Y, como siempre, Joe se marchó de su casa con la misma facilidad con que salía de un hotel: se dio media vuelta y salió por la puerta sin más.
Ahora que él se había ido, _____ volvía a respirar.
Por primera vez, quería hablar en serio con él, hablarle de sus problemas. Quería compartir, explicar... y no para que él lo arreglara todo porque sabía que Joe no podía hacerlo, no podía hacer que su padre mejorase de repente ni que el coste de la residencia fuera menor ni que no sintiera resentimiento por la forma como su padre la había tratado hasta ahora.
No, no era nada de eso. Pero al verle en la cama, mirándola con esos ojos azules oscuros, era lo que había querido hacer.
Había querido escapar un rato, tumbarse al lado de Joe y dejar que el mundo siguiera dando vueltas sin ella por un tiempo.
La puerta del piso volvió a abrirse y ella se irguió y plantó una sonrisa en su rostro mientras Joe, apresuradamente, caminaba hacia ella. Debía de habérsele olvidado el pasaporte o el teléfono o...
Y entonces ocurrió.
Lo que había estado soñando secretamente desde la primera vez que le vio.
Lo que había tratado desesperadamente de ignorar y evitar.
Esa burbujeante tensión que había entre los dos reconocida por fin.
Las manos de Joe tiraron de ella y su boca se apretó contra la suya.
La envolvió en un abrazo y le aplastó la boca con la suya.
Y _____ sintió alivio.
Alivio de ser besada y de besar.
La lengua de Joe estaba fría y sabía a menta, a hombre, a café y a huida. Y se entregó a la sensación. Al paraíso de esos firmes labios.
El contacto con ese cuerpo era todo lo que sus ojos le habían prometido, delgado y fuerte bajo sus manos y contra su cuerpo.
Los ojos de Joe estaban cerrados, ella tenía que mirar, tenía que verle, y la hizo desear más ese momento porque Joe estaba tan perdido en él como ella. Joe apartó la boca de la suya y le acarició con ella las mejillas mientras le apretaba las caderas contra las suyas, y luego le besó los oídos. Ella se recostó en Joe, se amoldó a él, cada vez más débil mientras Joe le besaba la garganta y, con ambas manos en sus nalgas, la apretaba contra sí. Y la boca de Joe volvió a encontrar la suya permitiéndole saborearle. Todo dejó de tener importancia, excepto el beso y el cuerpo de Joe. Daba igual cómo acabaría porque, por primera vez, no estaba pensando ni solucionando nada ni sobreviviendo... estaba viviendo, por él, para él, por los dos.
Y entonces sonó el interfono, Evelyn avisando de que se estaba haciendo tarde.
—Esto no ha pasado —dijo _____ con voz temblorosa mientras Joe se separaba de ella.
_____ se llevó los dedos a los labios, aún hinchados y con el sabor de él, y lo que hacía un momento le había parecido lo más natural de repente le resultó confuso.
Y entonces Joe volvió a besarla.
—Ni esto —dijo Joe, contemplando los encantadores ojos claros de ella, viendo su confusión. _____ era adorable y, durante unos segundos, sintió pesar.
Un profundo pesar porque pronto tendría que acostumbrarse a echarla de menos.
Pero era demasiado tarde porque había puesto la maquinaria en marcha y la cuenta atrás hacia lo inevitable había comenzado.
Cuando la voz de Evelyn sonó por el interfono advirtiendo de que estaba subiendo, Joe lanzó una rápida mirada a _____, que la hizo reír.
—¡No se lo digas!
—¡Por Dios, no! —_____ tragó saliva—. Vamos, vete.
—Piensa en lo de Italia.
Joe seguía agarrándola y ella sintió el martilleo de su corazón y la humedad en la entrepierna. Los ojos de Joe estaban en ella, las manos en sus caderas, y tiró de ella hacia sí una vez más, dándole una pequeña demostración de lo que la esperaba si se atrevía a aceptar.
—¿De qué tienes miedo? —le preguntó Joe.
Y _____ decidió contestar honestamente.
—De perder —respondió ella mirándole a los ojos. Y no se trataba sólo del trabajo, sino de perderle a él—. Olvidemos lo que ha pasado.
Palabras fútiles, y ambos lo sabían.
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Mensaje por kadita_lovatica Jue 19 Jul 2012, 8:52 pm

BUENO AHI CHICAS LES DEJO 3 CAPITULOS ESPERO QUE LO DISFRUTEN :D
xox
kadita_lovatica
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Re: MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

Mensaje por aranzhitha Vie 20 Jul 2012, 9:59 pm

aww como me gustaría que estuvieran juntos
pero si no sale bien perdera su trabajo
y que feo que le dejen toda la responsabilidad de su padre :caliente:
y se besaron yeiii, la rayiz celosa jajaja :¬w¬:
siguela!!!!!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por Ximelove Vie 20 Jul 2012, 11:22 pm

me encantooo!!



por fa siguelaa!!



=D
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Mensaje por ElitzJb Lun 23 Jul 2012, 8:32 pm

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wow por fin la beso me fascino
me parece q a partir de aqui las cosas se pondran
mucho mejor
sigue me fascina la novela :)
ElitzJb
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MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA" Empty Re: MI JEFE APASIONADO (ADAPTACION) Joe y Tu "TERMINADA"

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