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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Dame un Capricho (Joe Jonas & Tu) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Dame un Capricho (Joe Jonas & Tu) (TERMINADA)
Nombre: Amor Sin Limites
Autor: Joanne Rock
Adaptacion: Si
Genero: De todo un poco
Advertencias: Creo que no .-.
Sinopsis:
____ Blair necesitaba darse un capricho. Por fin había roto una relación absurda con su egocéntrico novio y se había cansado de esperar un ascenso que no llegaba nunca. De modo que decidió darse uno de esos lujos de los que sólo podía hablar gracias a su trabajo como columnista y escritora de guías de viajes. Sin embargo, cuando se encuentra con un hombre que parece salido de sus más eróticas fantasías, olvida el objetivo de pasar algún tiempo sola en el hotel de las montañas Adirondack…
Joseph estaba harto de las mujeres egoístas desde que su ex mujer lo dejó prácticamente en la ruina, pero se siente intrigado por _____ cuando rechaza una cita con él porque prefiere “estar sola”. Sin embargo, cuando cree que ella podría escribir un artículo que amenaza su bien ganada soledad en las montañas, empieza a preguntarse si será capaz de distraerla haciendo realidad algunos de sus más provocativos deseos…
Autor: Joanne Rock
Adaptacion: Si
Genero: De todo un poco
Advertencias: Creo que no .-.
Sinopsis:
____ Blair necesitaba darse un capricho. Por fin había roto una relación absurda con su egocéntrico novio y se había cansado de esperar un ascenso que no llegaba nunca. De modo que decidió darse uno de esos lujos de los que sólo podía hablar gracias a su trabajo como columnista y escritora de guías de viajes. Sin embargo, cuando se encuentra con un hombre que parece salido de sus más eróticas fantasías, olvida el objetivo de pasar algún tiempo sola en el hotel de las montañas Adirondack…
Joseph estaba harto de las mujeres egoístas desde que su ex mujer lo dejó prácticamente en la ruina, pero se siente intrigado por _____ cuando rechaza una cita con él porque prefiere “estar sola”. Sin embargo, cuando cree que ella podría escribir un artículo que amenaza su bien ganada soledad en las montañas, empieza a preguntarse si será capaz de distraerla haciendo realidad algunos de sus más provocativos deseos…
Última edición por Genesis Smith el Miér 26 Dic 2012, 3:52 pm, editado 2 veces
Genesis Smith
Capitulo 1:
_____ Blair intentó controlar un escalofrío mientras miraba la piscina de color aguamarina del hotel Hearthside Inn. Sí, el hotel tenía la piscina olímpica a unos estupendos 30 grados, pero eso no evitó un momento de duda.
No sólo quería nadar, después de todo. _____, una conocida escritora de guías de viaje, quería seguir su escondido instinto sensual por una vez y lanzarse desnuda al agua como lo hacían las mujeres en Cancún o en la Riviera francesa. Como hacía la gente en los exóticos hoteles de todo el mundo cuando se olvidaban de sus reservas o de lo que pensaran los demás.
Tal vez podría hacerlo si no se metía desnuda del todo. Podría lanzarse al agua sin la parte de arriba del bikini, sólo para sentir la caricia del agua en la piel. Eran las tres de la madrugada y las posibilidades de que algún otro cliente con insomnio la viera eran muy remotas.
“Tírate”, le dijo una vocecita. ¿Cuándo se había lanzado de cabeza a una aventura, grande o pequeña? Había reservado habitación durante una semana en el Hearthside Inn para darse un capricho, para variar. Para arriesgarse y vivir todo tipo de actividades emocionantes de las que normalmente sólo podía escribir. Y después de un día frío en el maravilloso paisaje de las montañas Adirondack, estaba más que lista para la piscina climatizada.
Sólo tenía una semana antes de volver a su oficina en Manhattan. Una semana para comprobar si podía vivir para sí misma en lugar de hacerlo para todos los demás.
Metiendo un pie en el agua, Madison se recordó a sí misma que había plantado a su novio, un hombre que tenía fobia al compromiso, y le había dicho adiós a una relación que no iba a ninguna parte después de aguantar dos años. Eso debía demostrar que estaba lista para hacer serios cambios en su vida.
Y ya había pedido cita en el famoso spa del hotel para darle unos reflejos rubios a su pelo castaño… y todos los demás tratamientos de belleza que pudieran soñar para ella. Se estaba convirtiendo en una persona que podía bañarse desnuda, porras.
Dejando a un lado la toalla con el elegante logo del hotel Hearthside, ______ levantó una mano para quitarse la parte de arriba del bikini en la solitaria piscina.
Aunque estaba convirtiéndose en una mujer sin miedos, por el momento se conformaría con bañarse en top-less, con la parte de abajo en su sitio. Tampoco era cuestión de exagerar.
Una tenía que empezar por algún sitio.
Después de tirar al suelo el sujetador de lycra color malva, _____ sonrió al sentir una oleada de poder femenino. “Soy una mujer, oígme rugir”.
Y luego se lanzó a la piscina en bomba. El agua estaba lo bastante caliente como para no hacerle impresión, pero lo bastante fría como para ser refrescante; la temperatura perfecta. Se quedó bajo el agua, nadando, el pelo flotando a su alrededor como la melena de una sirena.
Tuvo que sonreír ante la seductora sensación del agua acariciando sus pechos desnudos. Qué fácil lo tenían los hombres para nadar sin tener que soportar las tiras del bikini sobre los hombros. Aquella deliciosa libertad era precisamente lo que significaba cuidar de una misma.
Sintiendo un renovado compromiso con su semana de decadencia, _____ llegó al otro lado de la piscina y salió a la superficie. Apartándose el pelo mojado de la cara, respiró profundamente para llenar sus pulmones de aire…
Y estuvo a punto de salirse de la braga del bikini.
Cuando sus ojos se encontraron con un par de zapatos negros se le puso la piel de gallina… y no tenía nada que ver con la temperatura.
Helada, _____ levantó la mirada de los zapatos para ver un pantalón gris. Y, tragando saliva, una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados, revelando el principio de un torso musculoso. Además de una corbata de rayas azules y amarillas colgada al cuello, pero sin atar.
Un hombre increíblemente guapo la miraba de arriba abajo con un brillo burlón en sus ojos avellanas.
-Un poquito tarde para nadar, ¿no le parece?
No sólo quería nadar, después de todo. _____, una conocida escritora de guías de viaje, quería seguir su escondido instinto sensual por una vez y lanzarse desnuda al agua como lo hacían las mujeres en Cancún o en la Riviera francesa. Como hacía la gente en los exóticos hoteles de todo el mundo cuando se olvidaban de sus reservas o de lo que pensaran los demás.
Tal vez podría hacerlo si no se metía desnuda del todo. Podría lanzarse al agua sin la parte de arriba del bikini, sólo para sentir la caricia del agua en la piel. Eran las tres de la madrugada y las posibilidades de que algún otro cliente con insomnio la viera eran muy remotas.
“Tírate”, le dijo una vocecita. ¿Cuándo se había lanzado de cabeza a una aventura, grande o pequeña? Había reservado habitación durante una semana en el Hearthside Inn para darse un capricho, para variar. Para arriesgarse y vivir todo tipo de actividades emocionantes de las que normalmente sólo podía escribir. Y después de un día frío en el maravilloso paisaje de las montañas Adirondack, estaba más que lista para la piscina climatizada.
Sólo tenía una semana antes de volver a su oficina en Manhattan. Una semana para comprobar si podía vivir para sí misma en lugar de hacerlo para todos los demás.
Metiendo un pie en el agua, Madison se recordó a sí misma que había plantado a su novio, un hombre que tenía fobia al compromiso, y le había dicho adiós a una relación que no iba a ninguna parte después de aguantar dos años. Eso debía demostrar que estaba lista para hacer serios cambios en su vida.
Y ya había pedido cita en el famoso spa del hotel para darle unos reflejos rubios a su pelo castaño… y todos los demás tratamientos de belleza que pudieran soñar para ella. Se estaba convirtiendo en una persona que podía bañarse desnuda, porras.
Dejando a un lado la toalla con el elegante logo del hotel Hearthside, ______ levantó una mano para quitarse la parte de arriba del bikini en la solitaria piscina.
Aunque estaba convirtiéndose en una mujer sin miedos, por el momento se conformaría con bañarse en top-less, con la parte de abajo en su sitio. Tampoco era cuestión de exagerar.
Una tenía que empezar por algún sitio.
Después de tirar al suelo el sujetador de lycra color malva, _____ sonrió al sentir una oleada de poder femenino. “Soy una mujer, oígme rugir”.
Y luego se lanzó a la piscina en bomba. El agua estaba lo bastante caliente como para no hacerle impresión, pero lo bastante fría como para ser refrescante; la temperatura perfecta. Se quedó bajo el agua, nadando, el pelo flotando a su alrededor como la melena de una sirena.
Tuvo que sonreír ante la seductora sensación del agua acariciando sus pechos desnudos. Qué fácil lo tenían los hombres para nadar sin tener que soportar las tiras del bikini sobre los hombros. Aquella deliciosa libertad era precisamente lo que significaba cuidar de una misma.
Sintiendo un renovado compromiso con su semana de decadencia, _____ llegó al otro lado de la piscina y salió a la superficie. Apartándose el pelo mojado de la cara, respiró profundamente para llenar sus pulmones de aire…
Y estuvo a punto de salirse de la braga del bikini.
Cuando sus ojos se encontraron con un par de zapatos negros se le puso la piel de gallina… y no tenía nada que ver con la temperatura.
Helada, _____ levantó la mirada de los zapatos para ver un pantalón gris. Y, tragando saliva, una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados, revelando el principio de un torso musculoso. Además de una corbata de rayas azules y amarillas colgada al cuello, pero sin atar.
Un hombre increíblemente guapo la miraba de arriba abajo con un brillo burlón en sus ojos avellanas.
-Un poquito tarde para nadar, ¿no le parece?
Genesis Smith
Capitulo 2:
Joseph Jonas, experto en inversiones convertido en guía de rafting en las montañas Adirondack, metió las manos en los bolsillos de pantalón para no alargarlas hacia la ninfa medio desnuda que tenía delante.
Buscando un poco de soledad en la cerrada comunidad de Lake Placid, Joe solía frecuentar su lugar favorito a cualquier hora. Una vez se había encontrado con un anciano artrítico dándose un masaje en la rodilla en la piscina del Hearthside a las tres de la madrugada y en otra ocasión se encontró con uno de los conserjes dándose un baño después de terminar su turno de trabajo.
Pero ni una sola vez durante sus visitas nocturnas a la piscina en el ático del hotel se había encontrado a una mujer desnuda.
Una mujer desnuda que, además, era sexy como el demonio y tenía unos pezones sencillamente perfectos.
Evidentemente tenía que estar soñando. O tal vez estaba teniendo un episodio muy real de “soñar despierto”. En cualquier caso, aquella visión era sencillamente fabulosa.
La mujer se metió bajo el agua tan rápido como había salido y eso le dejó claro que no estaba soñando. Pero no estaba dispuesto a dejar de admirar aquel delicioso cuerpo mojado por el momento.
Ahora, sólo su rostro estaba fuera del agua y la extraña lo fulminaba con sus ojos de color chocolate.
-La dirección del hotel no permite que haya mirones en la piscina -le advirtió.
No hablaba como una visión, pensó. Joe se pasó una mano por los ojos, intentando recapturar la versión más ardiente de la ninfa acuática, pero ella seguía fulminándolo con la mirada mientras sus firmes pechos estaban escondidos bajo el agua.
-Seguro que cambiarían esa regla si dejasen que la gente se bañara desnuda cuando la piscina está cerrada. ¿Quién podría criticarme por mirar?
Resultaba difícil no mirarla ahora, cuando estaba sumergida. Porque seguramente ella no lo sabía, pero la piscina estaba iluminada por dentro.
Y el agua era transparente.
Nunca podría volver a respirar el olor del cloro sin excitarse.
-No me estoy bañando desnuda -protestó la chica, colorada hasta la raíz del pelo.
Joseph se puso en cuclillas y estudió el agua con interés.
-Ah, sí, no había visto que llevaba la braguita del bikini, pero ahora…
Dejando escapar un bufido de indignación y dando una patada en el agua que lo empapó de arriba abajo, la sirena se sumergió y empezó a nadar hacia el otro lado. Y aunque indignada, eso confirmó sus sospechas.
Era absolutamente real.
Buscando un poco de soledad en la cerrada comunidad de Lake Placid, Joe solía frecuentar su lugar favorito a cualquier hora. Una vez se había encontrado con un anciano artrítico dándose un masaje en la rodilla en la piscina del Hearthside a las tres de la madrugada y en otra ocasión se encontró con uno de los conserjes dándose un baño después de terminar su turno de trabajo.
Pero ni una sola vez durante sus visitas nocturnas a la piscina en el ático del hotel se había encontrado a una mujer desnuda.
Una mujer desnuda que, además, era sexy como el demonio y tenía unos pezones sencillamente perfectos.
Evidentemente tenía que estar soñando. O tal vez estaba teniendo un episodio muy real de “soñar despierto”. En cualquier caso, aquella visión era sencillamente fabulosa.
La mujer se metió bajo el agua tan rápido como había salido y eso le dejó claro que no estaba soñando. Pero no estaba dispuesto a dejar de admirar aquel delicioso cuerpo mojado por el momento.
Ahora, sólo su rostro estaba fuera del agua y la extraña lo fulminaba con sus ojos de color chocolate.
-La dirección del hotel no permite que haya mirones en la piscina -le advirtió.
No hablaba como una visión, pensó. Joe se pasó una mano por los ojos, intentando recapturar la versión más ardiente de la ninfa acuática, pero ella seguía fulminándolo con la mirada mientras sus firmes pechos estaban escondidos bajo el agua.
-Seguro que cambiarían esa regla si dejasen que la gente se bañara desnuda cuando la piscina está cerrada. ¿Quién podría criticarme por mirar?
Resultaba difícil no mirarla ahora, cuando estaba sumergida. Porque seguramente ella no lo sabía, pero la piscina estaba iluminada por dentro.
Y el agua era transparente.
Nunca podría volver a respirar el olor del cloro sin excitarse.
-No me estoy bañando desnuda -protestó la chica, colorada hasta la raíz del pelo.
Joseph se puso en cuclillas y estudió el agua con interés.
-Ah, sí, no había visto que llevaba la braguita del bikini, pero ahora…
Dejando escapar un bufido de indignación y dando una patada en el agua que lo empapó de arriba abajo, la sirena se sumergió y empezó a nadar hacia el otro lado. Y aunque indignada, eso confirmó sus sospechas.
Era absolutamente real.
Genesis Smith
Capitulo 3:
La noche se volvía más interesante por momentos.
Joe la observó nadar hacia el otro lado mientras un chorro de agua caía por su rostro. Haciendo un esfuerzo por mostrarse caballeroso no siguió sus más bajos instintos, que le pedían que corriera hacia el otro lado de la piscina para seguir mirándola, aunque eso era exactamente lo que le hubiera gustado hacer.
Pero si la ninfa de la piscina era una mujer de carne y hueso, Joseph Jonas, a pesar de sus dos años viviendo solo en las montañas, tenía toda la intención de pedirle que cenase con él. Y las posibilidades de que le dijera que sí disminuirían si seguía comiéndosela con los ojos. O al menos, disminuirían si seguía siendo tan obvio.
De modo que simuló una actitud admirablemente relajada cuando ella alargó el brazo para tomar una pieza de tela malva del suelo. Incluso se dio la vuelta cuando la metió bajo el agua. Sin duda estaba poniéndose el sujetador del bikini mientras él levantaba la cabeza hacia el lucernario y miraba el cielo lleno de estrellas… imaginándola a ella.
En detalle.
Justo cuando estaba dándose una imaginaria palmadita en la espalda por ser tan educado, su voz hizo eco en la solitaria piscina:
-¿Sabe una cosa? Un caballero se habría marchado.
Vaya, hombre. Atreviéndose a mirar por encima de su hombro, Joe vio que había salido de la piscina y estaba envolviéndose en una toalla. Y luego usó una segunda para envolverse en la cabeza a modo de turbante.
Cada vez más curioso sobre aquel ave nocturna, Joe se atrevió a dar un par de pasos en su dirección. ¿No era hora de olvidar las heridas de su divorcio y arriesgarse otra vez con una mujer? Aquella ninfa acuática era tan bella como Phoebe, pero era imposible que fuese tan egocéntrica como lo había sido su ex mujer si se bañaba desnuda cuando no había nadie más en la piscina. Phoebe hubiera aparecido en el vestíbulo del hotel en tanga.
Además, no era de Lake Placid. Si las cosas no funcionaban entre ellos no tendría que encontrársela cada tres por cuatro en la pequeña comunidad. Aunque encontrarse con ella por el momento estaba siendo tremendamente… estupendo.
Joe dio otro paso en su dirección.
-Tal vez, pero un caballero de verdad seguramente estaría lamentándolo ahora mismo. Yo prefiero pensar que soy más bien un hombre que se arriesga.
Ella levantó una ceja con gesto de censura, una gota de agua rodando desde su sien a su mejilla.
-No me diga
-Imagino que una mujer que quiere bañarse desnuda a las tres de la mañana ha aprendido a disfrutar de la emoción de algún riesgo calculado en su vida -Joe tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no detener el camino de esa gota de agua con el dedo-. ¿Qué tal si se arriesga un poquito más y cena conmigo mañana?
Joe la observó nadar hacia el otro lado mientras un chorro de agua caía por su rostro. Haciendo un esfuerzo por mostrarse caballeroso no siguió sus más bajos instintos, que le pedían que corriera hacia el otro lado de la piscina para seguir mirándola, aunque eso era exactamente lo que le hubiera gustado hacer.
Pero si la ninfa de la piscina era una mujer de carne y hueso, Joseph Jonas, a pesar de sus dos años viviendo solo en las montañas, tenía toda la intención de pedirle que cenase con él. Y las posibilidades de que le dijera que sí disminuirían si seguía comiéndosela con los ojos. O al menos, disminuirían si seguía siendo tan obvio.
De modo que simuló una actitud admirablemente relajada cuando ella alargó el brazo para tomar una pieza de tela malva del suelo. Incluso se dio la vuelta cuando la metió bajo el agua. Sin duda estaba poniéndose el sujetador del bikini mientras él levantaba la cabeza hacia el lucernario y miraba el cielo lleno de estrellas… imaginándola a ella.
En detalle.
Justo cuando estaba dándose una imaginaria palmadita en la espalda por ser tan educado, su voz hizo eco en la solitaria piscina:
-¿Sabe una cosa? Un caballero se habría marchado.
Vaya, hombre. Atreviéndose a mirar por encima de su hombro, Joe vio que había salido de la piscina y estaba envolviéndose en una toalla. Y luego usó una segunda para envolverse en la cabeza a modo de turbante.
Cada vez más curioso sobre aquel ave nocturna, Joe se atrevió a dar un par de pasos en su dirección. ¿No era hora de olvidar las heridas de su divorcio y arriesgarse otra vez con una mujer? Aquella ninfa acuática era tan bella como Phoebe, pero era imposible que fuese tan egocéntrica como lo había sido su ex mujer si se bañaba desnuda cuando no había nadie más en la piscina. Phoebe hubiera aparecido en el vestíbulo del hotel en tanga.
Además, no era de Lake Placid. Si las cosas no funcionaban entre ellos no tendría que encontrársela cada tres por cuatro en la pequeña comunidad. Aunque encontrarse con ella por el momento estaba siendo tremendamente… estupendo.
Joe dio otro paso en su dirección.
-Tal vez, pero un caballero de verdad seguramente estaría lamentándolo ahora mismo. Yo prefiero pensar que soy más bien un hombre que se arriesga.
Ella levantó una ceja con gesto de censura, una gota de agua rodando desde su sien a su mejilla.
-No me diga
-Imagino que una mujer que quiere bañarse desnuda a las tres de la mañana ha aprendido a disfrutar de la emoción de algún riesgo calculado en su vida -Joe tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no detener el camino de esa gota de agua con el dedo-. ¿Qué tal si se arriesga un poquito más y cena conmigo mañana?
Genesis Smith
Capitulo 4:
Había ido a las Adirondack para vivir una pequeña aventura, ¿no? Pues ahora estaba cara a cara con un extraño guapísimo que le ofrecía la posibilidad de vivir esa aventura.
_____ se envolvió un poco más en la toalla por dos razones. Una, tenía que recordarle a su pulso acelerado que sí, estaba decentemente tapada ahora. Y dos, quería asegurarse de que podía esconder la reacción de su cuerpo ante aquel hombre tan guapo y que estaba tan cerca como para hacer que un escalofrío la recorriese de arriba abajo.
Pero por tentador que sonase pasar algún tiempo con aquel Adonis vestido de Armani, ____ se negaba a olvidar la misión que la había llevado allí durante una semana. Había ido al lujoso hotel-spa Hearthside Inn para darse un capricho y para dedicarse ese tiempo a sí misma, lo cual era más que raro. No podía liarse con un extraño que parecía salido de una de sus fantasías.
-No creo que volver a vernos sea buena idea.
Él sacudió la cabeza.
-Me parece que hemos empezado con mal pie. Deje que empiece otra vez: me llamo Joseph Jonas pero puede decirme Joe -se presentó, ofreciéndole su mano.
Sujetando la toalla con la mano izquierda, ____ estrechó la mano de Joseph Jonas con la derecha.
-_____ Blair -le dijo-. Y debo decir que estoy un poco avergonzada de haberte conocido en estas circunstancias.
_____ sintió que el calor de su mano se traspasaba a la suya y de allí a sus mejillas. Qué humillante conocer al hombre de sus sueños mientras estaba tan… poco vestida.
Claro que si pasara más tiempo dedicándoselo a sí misma en lugar de preocupase por lo que pensaría el resto del mundo, no estaría tan avergonzada. Estaría emocionada ante la oportunidad de perderse en los bonitos ojos avellanas de Joseph Jonas.
Su sonrisa le robó el aliento aunque ya había soltado su mano.
-Mentiría si te dijera que el incidente de la piscina ya está olvidado. Pero no creo que debas sentirse avergonzada. Una vez estuve en una playa en Río de Janeiro donde todas las mujeres llevaban mucho menos de lo que llevabas tú antes.
¿Un hombre de mundo? Eso despertó su interés un poquito más. Su último novio, el aburrido, no entendía la diferencia entre Sidney y Singapur. Y tampoco le interesaba.
Aun así, estaba allí esa semana no sólo para disfrutar un poco de la soledad, sino para hacer algunos necesarios ajustes en su actitud, no para liarse con un extraño, por guapo que fuera.
-Me gustaría ser tan atrevida -le confesó, sorprendida de contarle uno de sus íntimos secretos a aquel extraño. Curioso lo que el insomnio y una piscina vacía a las tres de la mañana le hacían a una persona-. Pero en realidad ésa es la razón por la que no debería cenar contigo. He venido aquí para dedicarme esta semana a mí misma.
Y por muy atractivo que fuera Joseph Jonas, _____ no pensaba desviarse de su misión.
_____ se envolvió un poco más en la toalla por dos razones. Una, tenía que recordarle a su pulso acelerado que sí, estaba decentemente tapada ahora. Y dos, quería asegurarse de que podía esconder la reacción de su cuerpo ante aquel hombre tan guapo y que estaba tan cerca como para hacer que un escalofrío la recorriese de arriba abajo.
Pero por tentador que sonase pasar algún tiempo con aquel Adonis vestido de Armani, ____ se negaba a olvidar la misión que la había llevado allí durante una semana. Había ido al lujoso hotel-spa Hearthside Inn para darse un capricho y para dedicarse ese tiempo a sí misma, lo cual era más que raro. No podía liarse con un extraño que parecía salido de una de sus fantasías.
-No creo que volver a vernos sea buena idea.
Él sacudió la cabeza.
-Me parece que hemos empezado con mal pie. Deje que empiece otra vez: me llamo Joseph Jonas pero puede decirme Joe -se presentó, ofreciéndole su mano.
Sujetando la toalla con la mano izquierda, ____ estrechó la mano de Joseph Jonas con la derecha.
-_____ Blair -le dijo-. Y debo decir que estoy un poco avergonzada de haberte conocido en estas circunstancias.
_____ sintió que el calor de su mano se traspasaba a la suya y de allí a sus mejillas. Qué humillante conocer al hombre de sus sueños mientras estaba tan… poco vestida.
Claro que si pasara más tiempo dedicándoselo a sí misma en lugar de preocupase por lo que pensaría el resto del mundo, no estaría tan avergonzada. Estaría emocionada ante la oportunidad de perderse en los bonitos ojos avellanas de Joseph Jonas.
Su sonrisa le robó el aliento aunque ya había soltado su mano.
-Mentiría si te dijera que el incidente de la piscina ya está olvidado. Pero no creo que debas sentirse avergonzada. Una vez estuve en una playa en Río de Janeiro donde todas las mujeres llevaban mucho menos de lo que llevabas tú antes.
¿Un hombre de mundo? Eso despertó su interés un poquito más. Su último novio, el aburrido, no entendía la diferencia entre Sidney y Singapur. Y tampoco le interesaba.
Aun así, estaba allí esa semana no sólo para disfrutar un poco de la soledad, sino para hacer algunos necesarios ajustes en su actitud, no para liarse con un extraño, por guapo que fuera.
-Me gustaría ser tan atrevida -le confesó, sorprendida de contarle uno de sus íntimos secretos a aquel extraño. Curioso lo que el insomnio y una piscina vacía a las tres de la mañana le hacían a una persona-. Pero en realidad ésa es la razón por la que no debería cenar contigo. He venido aquí para dedicarme esta semana a mí misma.
Y por muy atractivo que fuera Joseph Jonas, _____ no pensaba desviarse de su misión.
Genesis Smith
Capitulo 5:
¿Quería dedicarse una semana a sí misma?
Joe oyó la frase, pero le resultaba difícil reconciliarla con la chica tímida que prácticamente se había lanzado de cabeza para recuperar el sujetador del bikini en cuanto lo vio. Él lo sabía todo sobre las mujeres egocéntricas que necesitaban infinidad de tiempo para sí mismas. Bueno, la vida entera de Phoebe era un tiempo que dedicaba a sí misma desde el día que la conoció.
Y la sirena modesta de ojos castaños que estaba delante de él no podía ser la criatura egoísta que había sido su ex mujer.
Aun así, Joe sabía que no debía insistir. Por el momento.
-Que nadie pueda decir que discuto con una mujer que se bate en retirada -le dijo, sacando una tarjeta del bolsillo-. Si cambias de opinión…
-No lo haré -respondió ella, con voz firme. Aunque en sus ojos castaños podía ver un brillo que parecía de pena.
O eso esperaba.
-Voy a arriesgarme a decir algo: creo que eres una mujer que ocasionalmente busca un poco de aventura -y después del incidente en la piscina estaba claro que él no iba a poder olvidarlo-. Toma la tarjeta y si algún día decides que estás lista para arriesgarte otra vez, sabrás dónde encontrarme.
-Te advierto que no soy de las que se arriesgan a menudo, Joe -sonrió ella, alargando una mano para tomar la tarjeta-. De ser así, estaría en Río de Janeiro con un tanga en la playa en lugar de esconderme en una piscina climatizada del hotel Hearthside a las tres de la madrugada.
Joe no se atrevió a distraerse imaginándola con un tanga o no pegaría ojo en toda la noche. Aunque tampoco habría muchas posibilidades de conciliar el sueño después de ver los pechos desnudos de _____ Blair.
-¿No sueles arriesgarte? En ese caso, será un honor si cambias de opinión -sonrió. Cuando puso la tarjeta en su mano, apretándola durante unos segundos más de los necesarios, Joe sintió una chispa de conexión entre ellos, una especie de descarga eléctrica-. Ha sido un placer conocerte, _____.
Ella se apartó como si también hubiera sentido esa descarga. Mordiéndose el labio inferior, pareció como perdida por un momento antes de volver a sujetar la toalla.
-Buenas noches, Joe.
Había sido una buena noche, desde luego. Pero Joe la dejó en la piscina preguntándose cuándo volvería a verla.
Debía estar paranoico para pensar que la encantadora _____ pudiera parecerse en absoluto a la dura y egoísta de su ex mujer. De modo que encontraría la manera de volver a verla y no tenía la menor intención de esperar a que ella cambiase de opinión.
Porque pensaba buscarla al día siguiente. Y tarde o temprano encontraría la forma de convencerla de que disfrutase de ese “tiempo para ella misma”… con él.
Joe oyó la frase, pero le resultaba difícil reconciliarla con la chica tímida que prácticamente se había lanzado de cabeza para recuperar el sujetador del bikini en cuanto lo vio. Él lo sabía todo sobre las mujeres egocéntricas que necesitaban infinidad de tiempo para sí mismas. Bueno, la vida entera de Phoebe era un tiempo que dedicaba a sí misma desde el día que la conoció.
Y la sirena modesta de ojos castaños que estaba delante de él no podía ser la criatura egoísta que había sido su ex mujer.
Aun así, Joe sabía que no debía insistir. Por el momento.
-Que nadie pueda decir que discuto con una mujer que se bate en retirada -le dijo, sacando una tarjeta del bolsillo-. Si cambias de opinión…
-No lo haré -respondió ella, con voz firme. Aunque en sus ojos castaños podía ver un brillo que parecía de pena.
O eso esperaba.
-Voy a arriesgarme a decir algo: creo que eres una mujer que ocasionalmente busca un poco de aventura -y después del incidente en la piscina estaba claro que él no iba a poder olvidarlo-. Toma la tarjeta y si algún día decides que estás lista para arriesgarte otra vez, sabrás dónde encontrarme.
-Te advierto que no soy de las que se arriesgan a menudo, Joe -sonrió ella, alargando una mano para tomar la tarjeta-. De ser así, estaría en Río de Janeiro con un tanga en la playa en lugar de esconderme en una piscina climatizada del hotel Hearthside a las tres de la madrugada.
Joe no se atrevió a distraerse imaginándola con un tanga o no pegaría ojo en toda la noche. Aunque tampoco habría muchas posibilidades de conciliar el sueño después de ver los pechos desnudos de _____ Blair.
-¿No sueles arriesgarte? En ese caso, será un honor si cambias de opinión -sonrió. Cuando puso la tarjeta en su mano, apretándola durante unos segundos más de los necesarios, Joe sintió una chispa de conexión entre ellos, una especie de descarga eléctrica-. Ha sido un placer conocerte, _____.
Ella se apartó como si también hubiera sentido esa descarga. Mordiéndose el labio inferior, pareció como perdida por un momento antes de volver a sujetar la toalla.
-Buenas noches, Joe.
Había sido una buena noche, desde luego. Pero Joe la dejó en la piscina preguntándose cuándo volvería a verla.
Debía estar paranoico para pensar que la encantadora _____ pudiera parecerse en absoluto a la dura y egoísta de su ex mujer. De modo que encontraría la manera de volver a verla y no tenía la menor intención de esperar a que ella cambiase de opinión.
Porque pensaba buscarla al día siguiente. Y tarde o temprano encontraría la forma de convencerla de que disfrutase de ese “tiempo para ella misma”… con él.
Genesis Smith
Capitulo 6:
____ paseaba por el vestíbulo del hotel Hearthside Inn a la mañana siguiente, intentando no pensar en Joe. Faltaba una hora para su cita en el spa y no se le ocurría una sola actividad antes de eso.
Bueno, además de llamar al número de la tarjeta y ver si él quería pasar un rato con ella. O tal vez todo el día.
Sacando la tarjeta del bolso por enésima vez, ____ pasó los dedos por el logo: una lancha de rafting descendiendo por un río y debajo, en letra gruesa: Joseph Jonas, guía de rafting de las Adirondack.
Una profesión absurda para un hombre que llevaba un traje de Armani a las tres de la madrugada, pensó. Aunque resultaba misterioso. Y Joe le había dicho que lo llamase cuando estuviera lista para tener una aventura… ¿habría querido decir una aventura del estilo del descenso de un río? ¿U otro tipo de aventura completamente diferente?
____ miró alrededor, casi esperando encontrarse con el hombre que había sido el protagonista de sus sueños la noche anterior. Frustrada al ver sólo a esquiadores dispuestos a lanzarse montaña abajo, se fijó en un cartel de Rebajas en la puerta de una tienda.
Ir de compras era el mejor de los caprichos, por supuesto.
Decidida, _____ entró en la tienda y se detuvo ante el primer stand que le interesó: gafas de sol. Bien.
Convencida de que estaba distrayéndose a sí misma de la visión de unos anchos hombros bajo una camisa blanca, ____ no se fijó en la mujer que la miraba desde el otro lado del stand hasta que puso delante de ella unas gafas de sol con montura rosa.
-Pruébate éstas, cielo. Son perfectas para ti -la mujer, que era el descaro personificado, llevaba un montón de pulseras y anillos en todos lo dedos. El pelo largo, oscuro, contrastaba con un parka de color naranja y unos pendientes que eran dos loros.
_____ tomó las gafas y se las probó. Mirándose al espejo, admiró la forma ovalada de la montura. Los cristales eran de color rosa y parecían darle un brillo feliz a todo lo que había a su alrededor.
-¿Lo ves? Son exactamente lo que necesitas -dijo la joven, con una sonrisa de satisfacción-. Me llamo Inés Córdoba, por cierto. Y no me gusta ir sola de compras.
-____ Blair -se presentó ella-. Y te lo agradezco.
Había pensado que se le daría bien ver las cosas con una nueva perspectiva durante esa semana de vacaciones, pero sus esfuerzos mejoraban con las gafas de cristales rosados.
-No tienes nada que agradecerme.
-Lo de los cristales rosas es muy buena idea.
Inés se apartó un mechón de pelo de la cara, sus pulseras tintineando alegremente.
-Pondrán un poco de romance en tu vida, ya lo verás.
Las dos mujeres se movieron hacia el siguiente stand para mirar cintas del pelo y gorros de lana. ____ suspiró, pensando cuánto y cómo había arruinado su vida amorosa durante esos últimos dos años...
-Sobre el romance no estoy tan segura, pero me alegraría vivir un par de nuevas experiencias.
-El romance siempre es una experiencia -insistió Inés, buscando entre una pila de cintas acrílicas para sacar una de cachemir rosa que puso frente a su cara-. Y es un estado mental también. Tú crees en el romance y luego estás preparada para vivirlo. Mi mejor amiga se casa la semana que viene y es la prueba viviente de que tengo razón.
_____ tenía serias dudas sobre la opinión de Inés, pero era demasiado educada como para decirlo en voz alta y herir sus sentimientos. Pero cuando se probó la cinta, se enamoró inmediatamente.
-Nunca hubiera elegido una de este color, pero es preciosa.
-¿Ves lo que hacen las gafas? -Inés le guiñó un ojo mientras tomaba unas bolsas que había dejado en el suelo-. Tengo que encontrar un poco de romance para mí esta mañana, pero no olvides lo que te he dicho: arriesgarse para vivir una nueva experiencia es una gran idea. Y no olvides mantener los ojos abiertos para el romance también.
_____ la vio salir de la tienda. En el vestíbulo se encontró con un hombre tan alto y tan grande que parecía un oso… pero que inmediatamente le quitó las bolsas de la mano.
Definitivamente, un caballero.
Una pena que el hombre en el que _____ estaba pensando no se hubiera disculpado por no ser un caballero. Pero después de hablar con Inés, no podía dejar de preguntarse si estaría siendo demasiado cerrada. Tal vez debería explorar la innegable atracción que había surgido entre Joe y ella por la noche.
Al fin y al cabo, estaba allí para arriesgarse. Para vivir nuevas experiencias.
Y tenia la impresión de que Joseph Jonas era una experiencia demasiado buena como para perdérsela… incluso mejor que las botas rebajadas que acababa de ver delante de ella.
Bueno, además de llamar al número de la tarjeta y ver si él quería pasar un rato con ella. O tal vez todo el día.
Sacando la tarjeta del bolso por enésima vez, ____ pasó los dedos por el logo: una lancha de rafting descendiendo por un río y debajo, en letra gruesa: Joseph Jonas, guía de rafting de las Adirondack.
Una profesión absurda para un hombre que llevaba un traje de Armani a las tres de la madrugada, pensó. Aunque resultaba misterioso. Y Joe le había dicho que lo llamase cuando estuviera lista para tener una aventura… ¿habría querido decir una aventura del estilo del descenso de un río? ¿U otro tipo de aventura completamente diferente?
____ miró alrededor, casi esperando encontrarse con el hombre que había sido el protagonista de sus sueños la noche anterior. Frustrada al ver sólo a esquiadores dispuestos a lanzarse montaña abajo, se fijó en un cartel de Rebajas en la puerta de una tienda.
Ir de compras era el mejor de los caprichos, por supuesto.
Decidida, _____ entró en la tienda y se detuvo ante el primer stand que le interesó: gafas de sol. Bien.
Convencida de que estaba distrayéndose a sí misma de la visión de unos anchos hombros bajo una camisa blanca, ____ no se fijó en la mujer que la miraba desde el otro lado del stand hasta que puso delante de ella unas gafas de sol con montura rosa.
-Pruébate éstas, cielo. Son perfectas para ti -la mujer, que era el descaro personificado, llevaba un montón de pulseras y anillos en todos lo dedos. El pelo largo, oscuro, contrastaba con un parka de color naranja y unos pendientes que eran dos loros.
_____ tomó las gafas y se las probó. Mirándose al espejo, admiró la forma ovalada de la montura. Los cristales eran de color rosa y parecían darle un brillo feliz a todo lo que había a su alrededor.
-¿Lo ves? Son exactamente lo que necesitas -dijo la joven, con una sonrisa de satisfacción-. Me llamo Inés Córdoba, por cierto. Y no me gusta ir sola de compras.
-____ Blair -se presentó ella-. Y te lo agradezco.
Había pensado que se le daría bien ver las cosas con una nueva perspectiva durante esa semana de vacaciones, pero sus esfuerzos mejoraban con las gafas de cristales rosados.
-No tienes nada que agradecerme.
-Lo de los cristales rosas es muy buena idea.
Inés se apartó un mechón de pelo de la cara, sus pulseras tintineando alegremente.
-Pondrán un poco de romance en tu vida, ya lo verás.
Las dos mujeres se movieron hacia el siguiente stand para mirar cintas del pelo y gorros de lana. ____ suspiró, pensando cuánto y cómo había arruinado su vida amorosa durante esos últimos dos años...
-Sobre el romance no estoy tan segura, pero me alegraría vivir un par de nuevas experiencias.
-El romance siempre es una experiencia -insistió Inés, buscando entre una pila de cintas acrílicas para sacar una de cachemir rosa que puso frente a su cara-. Y es un estado mental también. Tú crees en el romance y luego estás preparada para vivirlo. Mi mejor amiga se casa la semana que viene y es la prueba viviente de que tengo razón.
_____ tenía serias dudas sobre la opinión de Inés, pero era demasiado educada como para decirlo en voz alta y herir sus sentimientos. Pero cuando se probó la cinta, se enamoró inmediatamente.
-Nunca hubiera elegido una de este color, pero es preciosa.
-¿Ves lo que hacen las gafas? -Inés le guiñó un ojo mientras tomaba unas bolsas que había dejado en el suelo-. Tengo que encontrar un poco de romance para mí esta mañana, pero no olvides lo que te he dicho: arriesgarse para vivir una nueva experiencia es una gran idea. Y no olvides mantener los ojos abiertos para el romance también.
_____ la vio salir de la tienda. En el vestíbulo se encontró con un hombre tan alto y tan grande que parecía un oso… pero que inmediatamente le quitó las bolsas de la mano.
Definitivamente, un caballero.
Una pena que el hombre en el que _____ estaba pensando no se hubiera disculpado por no ser un caballero. Pero después de hablar con Inés, no podía dejar de preguntarse si estaría siendo demasiado cerrada. Tal vez debería explorar la innegable atracción que había surgido entre Joe y ella por la noche.
Al fin y al cabo, estaba allí para arriesgarse. Para vivir nuevas experiencias.
Y tenia la impresión de que Joseph Jonas era una experiencia demasiado buena como para perdérsela… incluso mejor que las botas rebajadas que acababa de ver delante de ella.
Genesis Smith
Capitulo 7:
-J.D., espero que me estés tomando el pelo -mientras caminaban por el bosque nevado, Joe estudió a J. D. Drollette, uno de los pocos amigos que había hecho en las Adirondack y también su único cliente aquella tarde.
J.D. era un popular locutor de radio y comentarista deportivo en la región de Lake Placid, pero cuando no estaba trabajando J.D. agradecía la paz y la tranquilidad tanto como Jo.
Su amistad estaba basada en el mutuo aprecio por la naturaleza y compartían aficiones como las excursiones por la nieve y hacer rafting en verano.
Ahora, después de una excursión, volvían al cuartel general de la empresa de Joe: una cabaña frente al río Saranac.
J.D. sacudió la cabeza.
-No es ninguna broma. Voy a alojarme en el Hearthside este fin de semana y de lo único que hablan los empleados es de la escritora neoyorquina que está aquí, en Lake Placid. Una de las columnistas más conocidas de la revista Wanderlust llegó ayer al hotel.
Definitivamente, no era una buena noticia. Al menos no para aquellos que, como Joe, apreciaban que los dejasen en paz.
-Pero eso no significa que esté aquí para escribir un artículo. Tal vez sólo está de vacaciones -Joe se ajustó la mochila, llena de equipo de emergencia en caso de que se desatase una tormenta de nieve.
-Lo dudo -J.D. pateó una montañita de nieve para lanzarla sobre Joe-. La gente del Hearthside dice que eso es lo que hacen los escritores de guías de viajes cuando quieren conseguir una buena historia. No le cuentan a nadie quiénes son o qué están haciendo.
-Pero todo el mundo, ¿no?
No tenía sentido para Joe. Con un poco de suerte, las fuentes de J.D. estarían totalmente equivocadas. Lo último que le apetecía era que alguien convirtiera sus montañas en el destino más deseado para las lectoras de alguna revista femenina. Las Adirondack no necesitaban a la jet set de Manhattan invadiendo la serena montaña durante los fines de semana.
-Pues claro que todo el mundo lo sabe. La columnista es _____ Blair -J.D. empezó a desabrochar los cordones de sus botas cuando llegaron a la puerta de la cabaña-. ¿Entras o no?
Joe parpadeó, sorprendido.
-¿_____ Blair?
J.D. era un popular locutor de radio y comentarista deportivo en la región de Lake Placid, pero cuando no estaba trabajando J.D. agradecía la paz y la tranquilidad tanto como Jo.
Su amistad estaba basada en el mutuo aprecio por la naturaleza y compartían aficiones como las excursiones por la nieve y hacer rafting en verano.
Ahora, después de una excursión, volvían al cuartel general de la empresa de Joe: una cabaña frente al río Saranac.
J.D. sacudió la cabeza.
-No es ninguna broma. Voy a alojarme en el Hearthside este fin de semana y de lo único que hablan los empleados es de la escritora neoyorquina que está aquí, en Lake Placid. Una de las columnistas más conocidas de la revista Wanderlust llegó ayer al hotel.
Definitivamente, no era una buena noticia. Al menos no para aquellos que, como Joe, apreciaban que los dejasen en paz.
-Pero eso no significa que esté aquí para escribir un artículo. Tal vez sólo está de vacaciones -Joe se ajustó la mochila, llena de equipo de emergencia en caso de que se desatase una tormenta de nieve.
-Lo dudo -J.D. pateó una montañita de nieve para lanzarla sobre Joe-. La gente del Hearthside dice que eso es lo que hacen los escritores de guías de viajes cuando quieren conseguir una buena historia. No le cuentan a nadie quiénes son o qué están haciendo.
-Pero todo el mundo, ¿no?
No tenía sentido para Joe. Con un poco de suerte, las fuentes de J.D. estarían totalmente equivocadas. Lo último que le apetecía era que alguien convirtiera sus montañas en el destino más deseado para las lectoras de alguna revista femenina. Las Adirondack no necesitaban a la jet set de Manhattan invadiendo la serena montaña durante los fines de semana.
-Pues claro que todo el mundo lo sabe. La columnista es _____ Blair -J.D. empezó a desabrochar los cordones de sus botas cuando llegaron a la puerta de la cabaña-. ¿Entras o no?
Joe parpadeó, sorprendido.
-¿_____ Blair?
Genesis Smith
Capitulo 8:
No podía haber oído bien. Joe sacudió la cabeza mientras recorría los últimos metros que lo separaban de la cabaña.
Por un momento le había parecido que J.D. Drollette decía que la famosa columnista que estaba escribiendo un artículo sobre las Adirondack era ____ Blair.
No, estaba soñando despierto con _____ medio desnuda en la piscina y había oído su nombre por error.
-Eso es, _____ Blair -J.D. le dio un golpe en el brazo-. Pensé que tú habías viajado mucho antes de convertirte en un ermitaño. ¿Nunca has oído hablar de ella?
Oh, sí, había oído hablar de ella, desde luego.
Pero no la había asociado con una revista de viajes tan importante como Wanderlust. Y desde luego no la había imaginado como una chica de la jet set neoyorquina. Joe había aprendido que lo mejor era apartarse de las mimadas chicas de la ciudad…
¿O no?
Joe apartó un montón de nieve recién caída frente a la puerta de la cabaña que había construido con sus propias manos.
-Los viajes con mi empresa de inversiones solían ser rápidas visitas al distrito de negocios de los mercados asiáticos. Y no creo haber consultado una guía de viajes más que un par de veces -a Joe le costaba imaginar a la tímida sirena de la noche anterior como una viajera incansable que escribía artículos para la élite de Nueva York.
Mientras se quitaba las botas a la entrada de la cabaña, se decía a sí mismo que _____ de verdad era diferente. Especial.
Había habido una innegable atracción entre los dos por la noche, hiciera lo que hiciera para ganarse la vida. Y si estaba intentando convertir las tranquilas montañas Adirondack en una zona de recreo internacional para los más ricos, se debía a sí mismo y a todos los que vivían allí precisamente por la tranquilidad de la zona, convencerla de lo contrario.
Antes de que pudiera formular un plan para localizar a la nocturna sirena, la puerta de la cabaña se abrió desde dentro y _____ apareció, como si la hubiera conjurado.
Con un ajustado pantalón de esquí que lo hizo tragar saliva y una sonrisa encantadora, sostuvo la puerta abierta para él.
-Ah, justo el hombre al que estaba buscando.
Por un momento le había parecido que J.D. Drollette decía que la famosa columnista que estaba escribiendo un artículo sobre las Adirondack era ____ Blair.
No, estaba soñando despierto con _____ medio desnuda en la piscina y había oído su nombre por error.
-Eso es, _____ Blair -J.D. le dio un golpe en el brazo-. Pensé que tú habías viajado mucho antes de convertirte en un ermitaño. ¿Nunca has oído hablar de ella?
Oh, sí, había oído hablar de ella, desde luego.
Pero no la había asociado con una revista de viajes tan importante como Wanderlust. Y desde luego no la había imaginado como una chica de la jet set neoyorquina. Joe había aprendido que lo mejor era apartarse de las mimadas chicas de la ciudad…
¿O no?
Joe apartó un montón de nieve recién caída frente a la puerta de la cabaña que había construido con sus propias manos.
-Los viajes con mi empresa de inversiones solían ser rápidas visitas al distrito de negocios de los mercados asiáticos. Y no creo haber consultado una guía de viajes más que un par de veces -a Joe le costaba imaginar a la tímida sirena de la noche anterior como una viajera incansable que escribía artículos para la élite de Nueva York.
Mientras se quitaba las botas a la entrada de la cabaña, se decía a sí mismo que _____ de verdad era diferente. Especial.
Había habido una innegable atracción entre los dos por la noche, hiciera lo que hiciera para ganarse la vida. Y si estaba intentando convertir las tranquilas montañas Adirondack en una zona de recreo internacional para los más ricos, se debía a sí mismo y a todos los que vivían allí precisamente por la tranquilidad de la zona, convencerla de lo contrario.
Antes de que pudiera formular un plan para localizar a la nocturna sirena, la puerta de la cabaña se abrió desde dentro y _____ apareció, como si la hubiera conjurado.
Con un ajustado pantalón de esquí que lo hizo tragar saliva y una sonrisa encantadora, sostuvo la puerta abierta para él.
-Ah, justo el hombre al que estaba buscando.
Genesis Smith
Capitulo 9:
_____ sintió un escalofrío, pero no sabía si era debido a la corriente de aire helado que entraba por la puerta o a la mirada de Joe. Sólo llevaba unos minutos esperándolo en el pequeño vestíbulo de Joseph Tours, pero había sido tiempo suficiente para que se pusiera nerviosa.
Después de un día de total relajación en el spa del Hearthside, se sentía dispuesta a comerse el mundo. Había ido a la cabaña donde estaba la empresa de Joe con un gran sentido de la aventura y totalmente decidida, pero en esos minutos de espera había empezado a tener dudas.
¿Y si aquel hombre era más aventura de la que ella podía controlar?
_____ observó a Joe despidiéndose de un amigo al que llamaba J.D., un hombre alto y enorme que le resultaba vagamente familiar. Y luego, antes de que se diera cuenta, se había despedido de su amigo y se volvía hacia ella, ofreciéndole su total atención.
Era una cosa como para marear a cualquiera.
Sus ojos avellanas no parecían perderse nada, su ardiente mirada acelerando los latidos de su corazón. Pero, aparte de sus ojos, Joe se parecía muy poco al hombre con el elegante traje de Armani al que había conocido la noche anterior.
Aquel día llevaba un parka azul y pantalones vaqueros. Cuando cerró la puerta de la cabaña tras él y bajó la cremallera del parka, _____ vio una camiseta gris bajo una camisa de franela. Parecía más un leñador que el hombre de Wall Street al que había conocido unas horas antes.
Sintiendo curiosidad, y aun sin admitir el propósito de su visita, ____ no pudo evitar preguntarle:
-¿Franela de día y Armani de noche? -sonrió, esperando no parecer demasiado curiosa-. Eso hace que una chica se pregunte cuál es el auténtico Joseph.
Colgando el parka en un perchero al lado de la puerta, la mirada de Joe se clavó en ella. Con intención.
Y las brasas que habían ardido en el corazón de ____ se convirtieron en una hoguera.
Joe se acercó y ella tragó saliva, nerviosa. Y más cuando tomó su mano y se puso a estudiar la cuidada manicura que le habían hecho en el spa: ahora sus uñas eran de un provocativo color rojo.
-Una sirena medio desnuda por la noche y una experta en spas de día -murmuró, acariciando su mano con el pulgar, una caricia ligera pero con máximo poder de seducción-. Yo podría hacerte la misma pregunta, _____.
Después de un día de total relajación en el spa del Hearthside, se sentía dispuesta a comerse el mundo. Había ido a la cabaña donde estaba la empresa de Joe con un gran sentido de la aventura y totalmente decidida, pero en esos minutos de espera había empezado a tener dudas.
¿Y si aquel hombre era más aventura de la que ella podía controlar?
_____ observó a Joe despidiéndose de un amigo al que llamaba J.D., un hombre alto y enorme que le resultaba vagamente familiar. Y luego, antes de que se diera cuenta, se había despedido de su amigo y se volvía hacia ella, ofreciéndole su total atención.
Era una cosa como para marear a cualquiera.
Sus ojos avellanas no parecían perderse nada, su ardiente mirada acelerando los latidos de su corazón. Pero, aparte de sus ojos, Joe se parecía muy poco al hombre con el elegante traje de Armani al que había conocido la noche anterior.
Aquel día llevaba un parka azul y pantalones vaqueros. Cuando cerró la puerta de la cabaña tras él y bajó la cremallera del parka, _____ vio una camiseta gris bajo una camisa de franela. Parecía más un leñador que el hombre de Wall Street al que había conocido unas horas antes.
Sintiendo curiosidad, y aun sin admitir el propósito de su visita, ____ no pudo evitar preguntarle:
-¿Franela de día y Armani de noche? -sonrió, esperando no parecer demasiado curiosa-. Eso hace que una chica se pregunte cuál es el auténtico Joseph.
Colgando el parka en un perchero al lado de la puerta, la mirada de Joe se clavó en ella. Con intención.
Y las brasas que habían ardido en el corazón de ____ se convirtieron en una hoguera.
Joe se acercó y ella tragó saliva, nerviosa. Y más cuando tomó su mano y se puso a estudiar la cuidada manicura que le habían hecho en el spa: ahora sus uñas eran de un provocativo color rojo.
-Una sirena medio desnuda por la noche y una experta en spas de día -murmuró, acariciando su mano con el pulgar, una caricia ligera pero con máximo poder de seducción-. Yo podría hacerte la misma pregunta, _____.
Genesis Smith
Capitulo 10:
Joe observó cómo ____ se pasaba la lengua por los labios y decidió que no podía esperar cinco minutos más para besarla.
-Yo he preguntado antes. ¿Cuál es el auténtico Joe, el tipo del traje de Armani o el propietario de Joseph Tours? -su voz contenía una nota sugerente, pero no era capaz de aguantar su mirada.
Antes de que su cerebro pudiera formular una respuesta, ocupado como estaba pensando en besarla, ____ tomó uno de los folletos del mostrador.
-Así que te dedicas a organizar excursiones y descenso de ríos, caminatas por las remotas montañas, grupos de esquí… -____ miraba la página con ojo de periodista-. ¿Vienen muchos turistas?
Oh, no. No pensaba hablar de eso. Y tampoco esperaría que una escritora de guías de viajes apreciase el mérito de un negocio pequeño como el suyo comparándolo con los touroperadores que contrataban los turistas millonarios, más interesados en carísimas tiendas de regalos que en la belleza de las montañas.
-En realidad éste no es mi único negocio -Joe esperaba no ser demasiado obvio al evitar una respuesta directa, pero no quería arriesgarse a despertar su interés profesional hablando de su trabajo como guía en las Adirondack-. He sido inversor financiero desde que terminé la carrera.
Alargando la mano para pulsar el botón que encendía una estufa de gas en el centro de la diminuta oficina, que hacía también las veces de vestíbulo, Joe decidió cambiar de tema antes de que ____ le “hiciese el favor” de hablar de él en alguno de sus artículos.
Qué conveniente que ya se le hubiese ocurrido una idea para distraerla.
Quitándole el folleto de la mano, Joe lo tiró sobre el mostrador.
-¿De verdad has venido aquí para hablar de negocios, ____? Porque técnicamente hablando, no estoy seguro de tener horario de oficina los fines de semana.
Y no tan técnicamente hablando porque estaba mucho más interesado en descubrir algo sobre ____ Blair que no tuviera que ver con su trabajo para Wanderlust. Algo sobre su interés por nadar medio desnuda en lugares públicos sería un tema interesante, por ejemplo.
-¿No? -ella arqueó una ceja, los reflejos de color caramelo en su pelo castaño destacados por la luz de la estufa.
-No, pero eso no quiere decir que no me alegre de verte. Al contrario, he estado pensando en ti desde anoche.
Sin parar, de hecho. Y sabiéndolo, Joe no pudo evitar preguntarse si su plan para distraerla no sería totalmente egoísta. Sin duda estaba racionalizando para hacer lo que de verdad quería hacer.
Que era perderse en los ojos oscuros de _____ Blair y darle un apasionado beso en los labios.
-Yo he preguntado antes. ¿Cuál es el auténtico Joe, el tipo del traje de Armani o el propietario de Joseph Tours? -su voz contenía una nota sugerente, pero no era capaz de aguantar su mirada.
Antes de que su cerebro pudiera formular una respuesta, ocupado como estaba pensando en besarla, ____ tomó uno de los folletos del mostrador.
-Así que te dedicas a organizar excursiones y descenso de ríos, caminatas por las remotas montañas, grupos de esquí… -____ miraba la página con ojo de periodista-. ¿Vienen muchos turistas?
Oh, no. No pensaba hablar de eso. Y tampoco esperaría que una escritora de guías de viajes apreciase el mérito de un negocio pequeño como el suyo comparándolo con los touroperadores que contrataban los turistas millonarios, más interesados en carísimas tiendas de regalos que en la belleza de las montañas.
-En realidad éste no es mi único negocio -Joe esperaba no ser demasiado obvio al evitar una respuesta directa, pero no quería arriesgarse a despertar su interés profesional hablando de su trabajo como guía en las Adirondack-. He sido inversor financiero desde que terminé la carrera.
Alargando la mano para pulsar el botón que encendía una estufa de gas en el centro de la diminuta oficina, que hacía también las veces de vestíbulo, Joe decidió cambiar de tema antes de que ____ le “hiciese el favor” de hablar de él en alguno de sus artículos.
Qué conveniente que ya se le hubiese ocurrido una idea para distraerla.
Quitándole el folleto de la mano, Joe lo tiró sobre el mostrador.
-¿De verdad has venido aquí para hablar de negocios, ____? Porque técnicamente hablando, no estoy seguro de tener horario de oficina los fines de semana.
Y no tan técnicamente hablando porque estaba mucho más interesado en descubrir algo sobre ____ Blair que no tuviera que ver con su trabajo para Wanderlust. Algo sobre su interés por nadar medio desnuda en lugares públicos sería un tema interesante, por ejemplo.
-¿No? -ella arqueó una ceja, los reflejos de color caramelo en su pelo castaño destacados por la luz de la estufa.
-No, pero eso no quiere decir que no me alegre de verte. Al contrario, he estado pensando en ti desde anoche.
Sin parar, de hecho. Y sabiéndolo, Joe no pudo evitar preguntarse si su plan para distraerla no sería totalmente egoísta. Sin duda estaba racionalizando para hacer lo que de verdad quería hacer.
Que era perderse en los ojos oscuros de _____ Blair y darle un apasionado beso en los labios.
Genesis Smith
Re: Dame un Capricho (Joe Jonas & Tu) (TERMINADA)
Chicas, estoy haciendo una nove genial
En ella están los 5 chicos y personajes de crepúsculo
Pueden participar solamente tienen que comentar
Pliss leeanla y comenten
Sino tendre que cancelarla
Chicas las espero, son mi salvación
Este es el link
https://onlywn.activoforo.com/t25202p105-forever-together-with-one-direction-liam-y-tu
las espero!!
En ella están los 5 chicos y personajes de crepúsculo
Pueden participar solamente tienen que comentar
Pliss leeanla y comenten
Sino tendre que cancelarla
Chicas las espero, son mi salvación
Este es el link
https://onlywn.activoforo.com/t25202p105-forever-together-with-one-direction-liam-y-tu
las espero!!
Deborah micha
Capitulo 11:
“Lánzate”.
A ____ le temblaban tanto las rodillas que tuvo que apoyar la mano en la pared. Pero repitió en silencio su nuevo mantra para darse valor.
¿De verdad acababa de decir que había estado pensando en ella desde la noche anterior? Esa interesantísima noticia, combinada con el hecho de que Joe no dejaba de mirar sus labios, la empujó a actuar. Aquello era lo que había querido. Aquello era para lo que había ido a la cabaña.
“Lánzate”
Se movieron el uno hacia el otro al mismo tiempo y, antes de que se diera cuenta, estaba besando a Joseph Jonas. Y no era un beso suave, tentativo. No, cuando ____ decidió lanzarse decidió no guardarse nada.
Las paredes de madera parecían cerrarse, aumentando la intimidad de los dos solos en medio de ninguna parte. Juntos. De alguna forma, sus manos encontraron el camino hacia los anchos hombros masculinos. Y no estaba simplemente poniéndolas encima, más bien tirando de él.
En los dos años que había estado con su último novio no lo había besado así ni una sola vez. Se sentía consumida por ansia y fuego, tanto que tenía que ser obvio para Joe.
Pero él le devolvía el beso como si quisiera más, mucho más, que un encuentro de dos bocas. Metiendo las manos bajo la chaqueta de esquí, empezó a acariciar su espalda por encima del jersey de cachemir color lavanda que había comprado para aquel viaje a las montañas.
Y aunque ____ había iniciado el beso, los labios de Joe se movían sobre los suyos con exquisita habilidad… y con un definitivo gesto posesivo.
Sus pechos se hincharon, aplastados contra el duro muro de su torso. Y estaría dispuesta a jurar que él podía sentirlo a pesar de las capas de cachemir porque eligió ese preciso momento para tocarla por encima del jersey, su pulgar haciendo círculos sobre el centro de un erecto y sensibilizado pezón.
_____ sintió un escalofrío que despertó todas sus terminaciones nerviosas, haciendo que sintiera más que nunca el calor de su cuerpo.
Un río de lava ardiente la llenó como una ola seductora y, de repente, supo de qué quería disfrutar durante aquella semana más que de ninguna otra cosa.
De Joseph Jonas, al cien por cien.
A ____ le temblaban tanto las rodillas que tuvo que apoyar la mano en la pared. Pero repitió en silencio su nuevo mantra para darse valor.
¿De verdad acababa de decir que había estado pensando en ella desde la noche anterior? Esa interesantísima noticia, combinada con el hecho de que Joe no dejaba de mirar sus labios, la empujó a actuar. Aquello era lo que había querido. Aquello era para lo que había ido a la cabaña.
“Lánzate”
Se movieron el uno hacia el otro al mismo tiempo y, antes de que se diera cuenta, estaba besando a Joseph Jonas. Y no era un beso suave, tentativo. No, cuando ____ decidió lanzarse decidió no guardarse nada.
Las paredes de madera parecían cerrarse, aumentando la intimidad de los dos solos en medio de ninguna parte. Juntos. De alguna forma, sus manos encontraron el camino hacia los anchos hombros masculinos. Y no estaba simplemente poniéndolas encima, más bien tirando de él.
En los dos años que había estado con su último novio no lo había besado así ni una sola vez. Se sentía consumida por ansia y fuego, tanto que tenía que ser obvio para Joe.
Pero él le devolvía el beso como si quisiera más, mucho más, que un encuentro de dos bocas. Metiendo las manos bajo la chaqueta de esquí, empezó a acariciar su espalda por encima del jersey de cachemir color lavanda que había comprado para aquel viaje a las montañas.
Y aunque ____ había iniciado el beso, los labios de Joe se movían sobre los suyos con exquisita habilidad… y con un definitivo gesto posesivo.
Sus pechos se hincharon, aplastados contra el duro muro de su torso. Y estaría dispuesta a jurar que él podía sentirlo a pesar de las capas de cachemir porque eligió ese preciso momento para tocarla por encima del jersey, su pulgar haciendo círculos sobre el centro de un erecto y sensibilizado pezón.
_____ sintió un escalofrío que despertó todas sus terminaciones nerviosas, haciendo que sintiera más que nunca el calor de su cuerpo.
Un río de lava ardiente la llenó como una ola seductora y, de repente, supo de qué quería disfrutar durante aquella semana más que de ninguna otra cosa.
De Joseph Jonas, al cien por cien.
Genesis Smith
Capitulo 12:
Joe no había esperado nada parecido cuando cerró la puerta de la cabaña.
_____ se había mostrado un poco tímida mientras se interesaba por su negocio y entonces, de repente, zas.
Sus labios contaban una historia totalmente diferente.
Si se quedaba un poco más con Miss Combustible lo único que podría pasar era que la tumbase en el suelo… en diez minutos como máximo. Y daba igual lo apasionados que fueran sus besos, seguramente no era eso lo que _____ tenía en mente para su primera cita.
Apartándose con desgana, Joe encontró placer en ver lo que tardaba en abrir los ojos. Tres segundos exactamente antes de que su mirada se centrase en él.
-No quiero cargarme la primera cita, pero si nos quedamos aquí… -Joe señaló el arco que llevaba a sus habitaciones privadas.
Ella tragó saliva, asintiendo con la cabeza.
-Esos besos han sido muy potentes, sí. ¿Quieres que demos un paseo por el pueblo? Me han dicho que han organizado una feria de hielo esta semana.
Joe no pensaba arriesgarse a que se interesara por las esculturas de hielo o por las carreras de trineos tirados por perros. Habría tiempo para hacer esas cosas más adelante. Cuando ya no pudiera escribir sobre ello.
Estrujándose el cerebro para encontrar algo que hacer que no incluyera los curiosos ojos del resto de los vecinos de Lake Placid, se le ocurrió una idea mientras miraba la clara noche por la ventana:
-¿Te gustar patinar sobre hielo?
* * *
Quince minutos después, ____ había elegido un par de patines de la enorme selección del armario de Joseph y estaba deslizándose suavemente por la lisa y brillante superficie de un lago helado… por primera vez en diez años.
Bueno, tal vez “deslizándose suavemente” era exagerar un poco.
Al principio vaciló hasta que pudo encontrar el equilibrio. Y aquí y allá asomaba alguna raíz que estropeaba la superficie lisa del lago, pero aparte de eso era capaz de mantenerse sobre las finas cuchillas de los patines, la brisa nocturna moviendo su pelo y haciendo que volase tras ella.
Levantando los brazos sobre su cabeza, dejó escapar un grito de alegría. Incluso mejor que lanzarse a la piscina medio desnuda, patinar en la oscuridad bajo un cielo lleno de estrellas en las Adirondack era mucho más emocionante con un guía guapísimo a su lado.
Mientras patinaba por el lago con Joe, _____ no se permitió a sí misma sopesar las consecuencias antes de hacerle la pregunta que había estado dando vueltas en su cabeza:
-¿Crees que si pasamos unas horas aquí, conociéndonos el uno al otro, podríamos volver a besarnos?
_____ se había mostrado un poco tímida mientras se interesaba por su negocio y entonces, de repente, zas.
Sus labios contaban una historia totalmente diferente.
Si se quedaba un poco más con Miss Combustible lo único que podría pasar era que la tumbase en el suelo… en diez minutos como máximo. Y daba igual lo apasionados que fueran sus besos, seguramente no era eso lo que _____ tenía en mente para su primera cita.
Apartándose con desgana, Joe encontró placer en ver lo que tardaba en abrir los ojos. Tres segundos exactamente antes de que su mirada se centrase en él.
-No quiero cargarme la primera cita, pero si nos quedamos aquí… -Joe señaló el arco que llevaba a sus habitaciones privadas.
Ella tragó saliva, asintiendo con la cabeza.
-Esos besos han sido muy potentes, sí. ¿Quieres que demos un paseo por el pueblo? Me han dicho que han organizado una feria de hielo esta semana.
Joe no pensaba arriesgarse a que se interesara por las esculturas de hielo o por las carreras de trineos tirados por perros. Habría tiempo para hacer esas cosas más adelante. Cuando ya no pudiera escribir sobre ello.
Estrujándose el cerebro para encontrar algo que hacer que no incluyera los curiosos ojos del resto de los vecinos de Lake Placid, se le ocurrió una idea mientras miraba la clara noche por la ventana:
-¿Te gustar patinar sobre hielo?
* * *
Quince minutos después, ____ había elegido un par de patines de la enorme selección del armario de Joseph y estaba deslizándose suavemente por la lisa y brillante superficie de un lago helado… por primera vez en diez años.
Bueno, tal vez “deslizándose suavemente” era exagerar un poco.
Al principio vaciló hasta que pudo encontrar el equilibrio. Y aquí y allá asomaba alguna raíz que estropeaba la superficie lisa del lago, pero aparte de eso era capaz de mantenerse sobre las finas cuchillas de los patines, la brisa nocturna moviendo su pelo y haciendo que volase tras ella.
Levantando los brazos sobre su cabeza, dejó escapar un grito de alegría. Incluso mejor que lanzarse a la piscina medio desnuda, patinar en la oscuridad bajo un cielo lleno de estrellas en las Adirondack era mucho más emocionante con un guía guapísimo a su lado.
Mientras patinaba por el lago con Joe, _____ no se permitió a sí misma sopesar las consecuencias antes de hacerle la pregunta que había estado dando vueltas en su cabeza:
-¿Crees que si pasamos unas horas aquí, conociéndonos el uno al otro, podríamos volver a besarnos?
Genesis Smith
Capitulo 13:
A Joe le gustaba la manera de pensar de aquella mujer. Y en aquel momento sus propios pensamientos eran tan ardientes como para derretir el hielo del lago sobre el que estaban patinando.
Cuanto más la conocía, más se daba cuenta de que era imposible que no le gustase ____ Blair. Era una chica conservadora con una vena aventurera, pero sin exagerar.
Habiendo pasado toda su vida adulta como inversor, primero en el distrito financiero de Nueva York y ahora desde la comodidad de un ordenador, Joe apreciaba muchas esas cualidades.
Y desde luego podía identificarse con el deseo de volver a besarla.
-Si tú quieres, yo encantado. Sólo pensé que sería mejor salir de la cabaña si no queríamos apresurar las cosas. Pero seguro que podrías convencerme para retomar lo que hemos dejado a medias…
-No, aún no. Marcharse fue buena idea -_____ patinó a su alrededor y se detuvo frente a él, lanzando una pequeña ducha de hielo al hacer el giro-. Tal vez nos sentiríamos con más derecho a esos besos si nos conociéramos un poco mejor.
Él asintió con la cabeza, percatándose de la inteligencia de ese plan, aunque la anticipación lo tenía nervioso.
-Hablar ahora, besarnos luego.
-Exactamente -sonrió _____. Una sonrisa preciosa, cálida y sexy y sólo para él.
-Bueno, ¿y cómo hacemos para resumir dos semanas de citas en una sola noche? No es que quiera meterte prisa ni nada parecido…
Ella empezó a darse golpecitos en su barbilla mientras parecía pensárselo mucho.
-¿Qué tal si hacemos como en uno de esos concursos de televisión en los que la gente busca pareja? O podríamos entrevistarnos el uno al otro. Yo soy periodista, así que tengo experiencia haciendo entrevistas. Aunque tampoco quiero meterte prisa, claro.
-No, claro que no -rió Joe.
¿Cuándo había sido tan divertido salir con una mujer? Ni siquiera recordaba un momento como aquel cuando salía con Phoebe. Demasiado ocupado intentando crear un mundo perfecto, con el mejor de los trabajos y una esposa ideal, Joe había tenido tanta prisa por cerrar el trato con una alianza que no había considerado si el matrimonio con Phoebe lo haría feliz o no.
Pero con _____… no podía dejar de pensar que tal vez podría ser él mismo con ella, romper esos muros de soledad que había erigido después de que Phoebe y su carísimo estilo de vida lo hubieran dejado prácticamente en la ruina.
Económicamente se había recuperado, incluso había prosperado, pero no tenía la menor prisa por volver a mantener una relación. Al menos no la había tenido hasta esa noche.
Tal vez esa noche sería capaz de hablar con ella del posible artículo sobre las Adirondack, sobre sus reservas… ponerlo todo sobre la mesa.
-Tú primero -le dijo-. Así me enseñarás cómo funciona esto del proceso de entrevistas… y luego te interrogaré yo.
-Me parece justo -____ se alejó patinando hacia la orilla del lago, donde habían dejado un termo con chocolate caliente y una manta-. A ver, la primera pregunta: ¿alguna vez te han roto el corazón?
Cuanto más la conocía, más se daba cuenta de que era imposible que no le gustase ____ Blair. Era una chica conservadora con una vena aventurera, pero sin exagerar.
Habiendo pasado toda su vida adulta como inversor, primero en el distrito financiero de Nueva York y ahora desde la comodidad de un ordenador, Joe apreciaba muchas esas cualidades.
Y desde luego podía identificarse con el deseo de volver a besarla.
-Si tú quieres, yo encantado. Sólo pensé que sería mejor salir de la cabaña si no queríamos apresurar las cosas. Pero seguro que podrías convencerme para retomar lo que hemos dejado a medias…
-No, aún no. Marcharse fue buena idea -_____ patinó a su alrededor y se detuvo frente a él, lanzando una pequeña ducha de hielo al hacer el giro-. Tal vez nos sentiríamos con más derecho a esos besos si nos conociéramos un poco mejor.
Él asintió con la cabeza, percatándose de la inteligencia de ese plan, aunque la anticipación lo tenía nervioso.
-Hablar ahora, besarnos luego.
-Exactamente -sonrió _____. Una sonrisa preciosa, cálida y sexy y sólo para él.
-Bueno, ¿y cómo hacemos para resumir dos semanas de citas en una sola noche? No es que quiera meterte prisa ni nada parecido…
Ella empezó a darse golpecitos en su barbilla mientras parecía pensárselo mucho.
-¿Qué tal si hacemos como en uno de esos concursos de televisión en los que la gente busca pareja? O podríamos entrevistarnos el uno al otro. Yo soy periodista, así que tengo experiencia haciendo entrevistas. Aunque tampoco quiero meterte prisa, claro.
-No, claro que no -rió Joe.
¿Cuándo había sido tan divertido salir con una mujer? Ni siquiera recordaba un momento como aquel cuando salía con Phoebe. Demasiado ocupado intentando crear un mundo perfecto, con el mejor de los trabajos y una esposa ideal, Joe había tenido tanta prisa por cerrar el trato con una alianza que no había considerado si el matrimonio con Phoebe lo haría feliz o no.
Pero con _____… no podía dejar de pensar que tal vez podría ser él mismo con ella, romper esos muros de soledad que había erigido después de que Phoebe y su carísimo estilo de vida lo hubieran dejado prácticamente en la ruina.
Económicamente se había recuperado, incluso había prosperado, pero no tenía la menor prisa por volver a mantener una relación. Al menos no la había tenido hasta esa noche.
Tal vez esa noche sería capaz de hablar con ella del posible artículo sobre las Adirondack, sobre sus reservas… ponerlo todo sobre la mesa.
-Tú primero -le dijo-. Así me enseñarás cómo funciona esto del proceso de entrevistas… y luego te interrogaré yo.
-Me parece justo -____ se alejó patinando hacia la orilla del lago, donde habían dejado un termo con chocolate caliente y una manta-. A ver, la primera pregunta: ¿alguna vez te han roto el corazón?
Genesis Smith
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