No Regrets - Niall Horan y tú

Nenis! La vas a seguir en algún momento???
Te extraño y sabes que no soy la única lectora que lo hace :(

-Hola-atendió por el otro lado del teléfono.
-Hola, Niall-respondí el saludo con felicidad por demás.
-¿Cómo estás?-preguntó divertido.
-Bien, bien… ¿hacés algo hoy?-acabé por preguntar.
-No, nada, ¿por?
-¿Querés ir a la playa?-seguí preguntando.
-Sí, claro. Te paso a buscar en un rato-mi avisó.
-Okey, nos vemos-saludé y, después que él me correspondiera, corté.
Me levanté del sillón y subí de dos en dos los escalones de la escalera caracol. Me cambié ( http://www.polyvore.com/cgi/set?id=65414723&.locale=es ) lo más rápido que pude y me senté a esperar que el timbre sonara. Cuando lo hizo bajé las escaleras y al verlo contuve la risa.
-Primero una moto, después un auto y ahora esto-dije divertida cuando crucé la puerta.
-Es que es un lindo día y…
-No mientas, Niall-le advertí cruzándome de brazos.
-Es que desaprobé otra vez matemática y me sacaron la moto-me explicó en un lamento.
-Asique ahora andas en bicicleta-concluí.
-Se podría decir que sí-aceptó-vamos, arriba-me incitó y yo solo lo miré confundida-subite al volante.
Luego de besar su mejilla me puse donde me había dicho y empezó a pedalear. No pude evitar reír al principio, pero después deje el la brisa, cada vez mas salada, me pegara en el rostro. Cuando llegamos pude divisar, a lo lejos, a Vicky y a Louis sentados hablando. Sonreí triunfante.
-¿No iban a venir Tommo y Vicky hoy?-me preguntó mientras llegaba a mi lado y dirigía su mirada en la misma dirección que la mía.- Sos una chismosa, Rae.-me acusó.
-Tenía que ver-me excusé poniendo cara inocente.
-Ven.
Tomó mi mano y me llevó a las piedras de la vez anterior. Nos recostamos boca arriba sobre una de las piedras, se puso a jugar con mi largo cabello mientras tenía la cabeza apoyada en mi vientre. Cerré los ojos y dormite un largo rato disfrutando del sol y el viento mientras mi mano seguía acariciando su rubio pelo, hasta que sentí que una sombra cubría mi cara. Cuando abrí los ojos me encontré con los azul cielo de Niall, clavados fijamente en los míos grises.
-¿Alguna vez te dije que me encanta el color de tu pelo?-preguntó mientras acomodaba un mechón rebelde detrás de mi oreja. Negué con la cabeza. –Bueno, me fascina-confesó.
-No tiene nada de interesante-repliqué observando un mechón que tenía entrelazado en mis dedos.
-¿Cómo que no? Creeme que nuca vi un color así-no pude evitar soltar una pequeña carcajada-reite todo lo que quieras, pero ni el color de tu pelo ni el de tus ojos es común, y me encantan-refutó arrugando levemente el ceño.
Acaricié con mi dedo la zona fruncida él para relajarlo mientras me apoyaba sobre el codo del otro brazo para crear un acceso más cercano y fácil a sus labios y, así, besarlo lentamente. Cuando nos separamos pasó un brazo por mis hombros y nos recostó lentamente sobre la piedra caliente. Lo abrasé por la cintura y él beso mi cabello suavemente antes de volver a hablar.
-¿Qué vas a hacer para navidad? Faltan dos semanas-me recordó.
-No tengo idea, supongo que voy a ir a ver a mi papá a la clínica-respondí e instantáneamente me tomó por el mentón y me levantó la cara.
-¿Vas a pasar navidad en un hospital?-preguntó incrédulo- pero, Rae, vos los odias-me dijo preocupado.
-Pero es mi papá y es lo único que me queda-repliqué, él frunció el ceño.
-¿Y la familia de Zayn?-siguió preguntando.
-Se juntan con la familia de mi tío-le respondí.
-Vení a casa,-propuso-total, el veinticuatro es el cumpleaños de Lou y supongo que haremos algo durante el día y a la noche te venís a mi casa, somos solo nosotros.
-No puedo ir a tu casa, Niall, no es que no quiera, pero…
-No vas a quedar fuera de lugar, Rae,-me atajó leyendo mi mente.-si querés pasamos a ver a tu papá, pero el horario de visita termina a las ocho, justo para la hora de la cena-siguió diciendo sus argumentos-y, repito, no voy a dejar que pases la navidad sola o en el hospital.
Terco, pensé.
-Vamos,-me animó moviéndome levemente con su brazo-será divertido.
-Lo pensaré-dije volviendo mi mirada al mar y pude jurar que una sonrisa de suficiencia apareció en su rostro.
Sentí como algo vibraba dentro de mi bolso y, con mucho trabajo, saqué mi celular de él. Miré la pantalla, era Vicky, ansiosa atendí mientras me acomodaba sobre el pecho del rubio.
-Hola-saludé emocionada.
-Hola, Rae-me correspondió el saludo conteniendo su emoción. -¿Dónde estás?-me preguntó sospechosa-escuchó el romper de las olas-explicó.
-En la playa con Niall-respondí como si nada.
-Sos de terror, Raeven, no puedo creer que allás venido a vigilarme-me acusó. Sentí el torso de mi acompañante moverse levemente por una risa contenida.
-¿Qué te hace pensar eso?-le pregunté desentendida-no sos el centro de mi vida, querida-le informé.
-No, pero te conozco-respondió convencida.
-Sí, sí-le resté importancia.
-Bueno, te llamaba para agradecerte, otra vez-rió.
-No tenés que hacerlo-le aseguré-¿Dónde está él ahora?-le pregunté sin poder contener mi curiosidad.
-Fue a comprar un poco de algodón de azúcar-respondió vergonzosa.
-Entonces supongo que la estás pasando horrible-deduje irónica.
-Sí, no sabes-me siguió la broma.
-Preguntales si quieren que vallamos todos juntos al cine-me susurró Niall a mi lado, asentí con la cabeza antes de hacerlo.
-Claro, nos vemos en el cine en media hora, ¿sí?-preguntó después de hablar con Lou.
-Sí, nos vemos.-saludé antes de cortar.
-Buenas noches, la pasé muy bien hoy-le aseguré mientras besaba su mejilla aun tomada de su mano y sin soltarla me giré hacía la puerta, pero cuando estuve a punto de entrar me retuvo apretándola con fuerza.
-Rae-susurró nervioso con su mirada clavada en las baldosas grises del piso.
-¿Qué pasa?-le pregunté buscando su mirada en un intento fallido.-Dime-le pedí suavemente juntando su frente con la mía, en un gesto de apoyo.
-Nada…yo solo…olvidalo, ¿sí?-pidió separándose de mí atinando a voltearse.
-No-negué tomando su otra mano e impidiendo que se fuera. –Confiá en mí, sabes que podés decirme lo que sea-lo alenté.
-Es solo…-se volvió a trabar, dejando las palabras en el aire.-no tiene importancia-aseguró mirándome a los ojos volviendo a juntar su frente con la mía. Arrugué levemente el ceño, sin estar satisfecha, pero decidí que no podía forzarlo.
-Está bien-cedí acariciando su mejilla.
-Gracias-susurró sobre mis labios antes de besarlos dulce y lentamente-y yo también la pasé muy bien-confesó para luego besar mi frente e irse hasta su bicicleta.


Merezco la muerte, lo sé y perdon. Pero con el fin de año estaba corta de tiempo y me ilumine con la otra novela y estaba bloqueada con esta, pero al fin encontre la luz ;) para navidad les prometo maratón, les va?
xoxoxox

Wiiiii! Volviste y con cap!
Espero que te haya ido bien en la escuela ;)

Sobre el capt, estoy taaaaan segura de que Niall se acobardó en pedirle que sea su novia, ¿pero por qué? Aaargh me has dejado intrigada! Can't wait for the marathon!

Besooooo!

Ay siiii! Volvisteeee!
Ya quiero que sea Navidad!!
quiero maraton! jajajajajaja :)

Cada vez nos acercábamos más al invierno y, si bien la temperatura no variaba demasiado en Los Ángeles, las lluvias cada vez se hacían más frecuentes. En una semana era Noche Buena y ese mismo sábado era nuestro tercer partido de la temporada, contra uno de los equipos más fuertes del Estado.
-¿Es una broma verdad?-les pregunté en un grito bajo la lluvia-Dejen de taclear como niñas y tenerse compasión, en el partido nadie la tendrá con ustedes.-les hablé metiéndome en medio del ejercicio para que frenaran y me prestaran atención.
-Es que llueve mucho y hace frío-se quejó uno de los nuevos.
-Y está pronosticado lluvia para mañana también-acoté.
Todos se quejaron, pateando al piso, arrojando el casco o la pelota de sus manos, gimiendo o gritando, pero todos tenían algo en común. Todas sus ropas estaban adheridas a sus cuerpos al igual que sus cabellos en su frente mientras escurrían agua y sus dientes castañeaban. Miré la hora en mi muñeca, faltaba media hora, al día siguiente era el partido y definitivamente no quería a ninguno con gripe o resfriado.
-A las duchas todas, quiero que se bañen con agua hirviendo y descansen esta noche-les dije rendida.
Pensé que todos correrían con sus últimas fuerzas a los vestuarios y yo tendría que recoger todo, pero al ver su reacción me acordé de un dicho que solía decir mi madre, ‘Todo lo que va vuelve’, y definitivamente no se equivocaba. Mi sonrisa brillo a través de la lluvia.
-¿Dónde va esto, entrenadora?-preguntó mi primo acercándose a mí con una bolsa al hombro y una fila de enormes estudiantes de secundario con mas.
-Déjenlo en el cuarto de materiales, yo me encargo después,-le respondí-gracias.
-Cuando quieras, R-me giñó un ojo y dirigió al resto a los vestuarios.
-¿Vamos?
Niall, el último de la fila, me ofreció su mano libre y juntos entramos al vestuario llenó de adolecentes recién sacándose los botines o con solo una toalla colgada de las caderas, listos para ducharse. Sentí una mano cubrir mis ojos.
-Niall-me quejé divertida-No es nada que no haya visto-le expliqué aun con los ojos tapados.
-No importa-me refutó mientras caminábamos hasta el cuarto de materiales y a la oficina, pero eso lo supe luego-Ahora no quiero que te vallás de acá hasta que te venga a buscar.-me indicó serio.
-Pero tengo que ordenar las…
-Lo sé-me interrumpió tomando mi cara entre sus manos-Yo te ayudo después-me informó antes de besar cortamente mis labios e irse por la puerta, cerrándola tras él.
Ya estaban todos los jugadores sentados en los bancos del vestuario, mientras las pequeñas gotas de agua comenzaban a caer del cielo golpeando contra el césped de la chancha y nosotros escuchábamos, por el alta voz de mi celular, a mi papá dándoles su tradicional discurso.
-Eso es todo chicos,-la débil y ronca voz retumbo por toda la habitación-salgan a jugar, no importa si llueve o nieva, con Rae los hemos entrenado para soportarlo y sepan que no importa donde me encuentre, siempre los voy estar acompañando desde donde esté.
-Quedate tranquilo, entrenador, tus gritos nos persiguen hasta en los sueños-bromeó Louis desde el fondo de la estancia parado contra la pared con sus cuatro amigos, sorbándose la nariz y secándose las lágrimas, que hace rato no contenían.
-Eso espero-respondió luego de una débil risa seguida por varios tosidos-Nos vemos, chicos, los quiero-saludó.
-Nosotros también, entrenador-respondieron todos a coro y no pude más que sonreír melancólicamente detrás de las lágrimas antes de cortar y dejar el lugar sumido en un tenso silencio, roto cortamente por sollozos contenidos y algún que otro hipo.
-Bueno, preciosas,-dije en medio del silencio secándome la cara con el dorso de las manos-creo que no hay nada para decir que no lo haya dicho mi papá, mas que se laven sus lindas caritas llorosas y rojas para salir a jugar y patear traseros como Dios manda.
Gritando victores y alientos con voces nasales se levantaron y, después de lavarse la cara, hicieron una fila a mi lado con sus cascos bajo el brazo.
-Danos de tu magia, bruja-imploró Hazza poniendo su cara frente a la mía.
Solté una carcajada antes de besar una por una las mejillas de los jugadores. Volví a reír cuando vi al último.
-Estoy empezando a pensar que lo haces apropósito-lo acusé mientras era tomada suavemente por las caderas.
-Lo mejor para el final, ¿no?-dijo acercándose peligrosamente a mis labios, pero yo dirigí los míos a uno de sus cachetes-Hey-se quejó.
-No tenés ningún privilegio, Horan-le aseguré.
-¿Segura?-me preguntó amenazante al tiempo en el que sus brazos me apegaban a su torso.
-Segura-respondí firme al tiempo en el que me perdía en sus ojos.
-¿Y puede tener la entrenadora algún privilegio?-siguió preguntando. Lo miré desentendida.
No tuve tiempo a preguntarle a que se refería, porque cuando iba a hacerlo sus labios ya estaban devorando los míos. Mis rodillas flaquearon y me aferré a él por las hombreras del uniforme para no caer. Estaba a punto de entreabrir mis labios, dejándole el camino libre al interior de mi boca cuando escuche una voz a lo lejos que me hizo caer del cielo y separarme bruscamente del rubio.
-Creo que nos hemos quedado sin entrenadora y capitán-dijo la voz burlona de Lou desde la puerta, a mis espaldas.
-¿Quieren que les reserve un hotel?-preguntó mi primo. Bajé la cabeza, procurando no reírme.
-Cerrá la boca, Malik-gruño Niall.
-Entonces dejá de manosear a mi prima-le respondió divertido.
-Dejenlos-ordenó Liam-y ustedes dos sepárense, hay un partido que jugar.
Todos acatamos las órdenes del castaño y salimos al exterior, donde aun la lluvia era casta y suave. Las gradas no estaban tan concurridas de gente y carteles como de costumbre debido al mal tiempo, pero pude distinguir a mis amigas en las primeras filas. Las porristas, dirigidas por Any, ya estaban animando, bailando, agitando las porras y coreando algunas canciones representativas de la escuela. Con todo el equipo a mi séquito nos acercamos hasta el otro equipo. Me sentía extremadamente pequeña con cuarenta y cinco adolecentes que me sacaban, por lo menos, dos cabezas y sus espaldas eran el triple que la mía, sin contar las hombreras.
Saludé con un apretón de manos al entrenador del equipo adversario, que me miró con una ceja arqueada, yo solo sonreí con orgullo. Ambos equipos se saludaron cordialmente antes de empezar el primer tiempo de doce minutos.
Los primeros tres tiempos habían terminado y estábamos empatados en puntaje, pero no en jugadores. La lluvia se había intensificado y había mojado todos los jugadores, pero el equipo contrario jugaba demasiado fuerte y, por momentos, de forma antideportiva, cansando más rápido a mi equipo. Caminamos a paso rápido a los vestuarios, teníamos cinco minutos. Tenía cinco minutos para pensar en algo, una jugada o solución para ganar el partido, mientras ellos se secaban con algunas toallas y tomaban un poco de agua.
-Silencio-pedí parándome al frente después de secarme un poco y con la mente iluminada. Miré mi reloj, dos minutos, lo justo y suficiente-, quiero que escuchen lo que voy a decir atentamente. Quedan doce minutos, el otro equipo juega demasiado fuerte-varios se quejaron, recibiendo retos de los otros-pero eso ya se los había dicho-todos, sin excepción, me miraron con los ojos envenenados-por eso quiero que hagan la jugada que practicamos esta semana-la habitación se quedó en silencio. Completo silencio.
-Pero no la practicamos lo suficiente-replicó por fin alguien, uno de los nuevos.
-¿Lo suficiente para qué?-pregunté, varios abrieron la boca para a responder pero al recibir mi mirada de advertencia la cerraron-Quiero que hagan esa jugada, porque es la única posibilidad que tenemos de ganar y porque confió en ustedes y si digo que están listos para jugarla en un partido, están listos, ¿entendido?-hablé autoritaria y segura.
Asintieron en silencio y volvimos a salir a la cancha. Me acerqué a la banca, donde me esperaban las chicas, y ellos fueron directo a la mitad de la cancha para reanudar el partido.
-No sé que se creé esta niña, perderemos el partido con ella como entrenadora-escuché que Any le decía al resto de las porristas mientras volvían a su lugar a un costado de la cancha y yo apenas cruzaba la mitad de la cancha. Era obvio que lo había dicho más alto de lo normal para que yo lo escuchara.
Sentí un apretón en mi hombro, giré mi cabeza y me encontré con el castaño, con su caso ya puesto, dedicándome una mirada tranquilizadora. Asentí con una leve sonrisa y seguí mi camino.
-¿Está muy complicado?-preguntó Lin parándose cuando llegué.
-Le he explicado todo, pero necesita escucharlo de tu boca-explicó agotada la castaña, quien, a diferencia de la rubia, si entendía del deporte.
-Nada que no se pueda resolver-respondí y me volteé hacía la cancha.
Ya estaban los dos equipos posicionados, ubiqué la pelota. Sacaba el otro colegio. El silbato sonó, los jugadores empezaron a moverse, taclearse, golpearse y resbalarse en el barro mientras la pelota se acercaba peligrosamente al final de la cancha. De nuestro lado. El silbato volvió a sonar, field goal*. Miré fijamente a nuestro goalpost* y sentí como mis empapadas manos eran tomadas fuertemente. No necesitaba girar mi cabeza para saber quiénes eran, tan solo les devolví el apretón. El jugador se posicionó a unos metros de la pelota y cuando estuvo listo pateó. La tención y la desesperación empezaban a hacerse más notorios en el ambiente. El balón volaba perfectamente y, perfectamente, pasó por entre medio de los postes. El agudo pitido retumbó de nuevo en mis oídos sin poder superar los victores de los espectadores del equipo que había anotado los puntos. Tres puntos, tres malditos puntos por debajo. Necesitábamos hacer un touchdown* en lo que quedaba del partido para poder ganar. Miré mi reloj en mi muñeca sin soltar la mano de Vicky, cinco minutos.
-¡Horan!-lo llamé soltando mis manos mientras los jugadores volvían a la mitad de cancha. Le hice una seña para que se acercara y trotó hasta mí.
-¡Los jugadores a la cancha!-nos gritó el árbitro.
-Un minuto-le pedí.
-Veinte segundos.
Reboleé los ojos y me volví al rubio.
-Quedan cuatro minutos y medio-hablé rápido-, quiero que hagan la jugada-le indiqué.
Él asintió y volvió con el resto. Les indicó la jugada y se ubicaron en sus respectivos lugares. El árbitro hizo sonar el silbato y el partido se reanudo. Sentía el pulso retumbar en mis oídos, todo mi cuerpo sudar a pesar de estar empapada y por poco dejaba de respirar. Teníamos que ganar. No podía soportar la idea de decirle a mi papá que habíamos perdido, que le había fallado. No me diría nada, pero su desilusión y culpa por no haber estado existiría firme y latente por un largo tiempo. Ubiqué la pelota, estaba con Max, uno de segundo año, cuando estaban a punto de estamparlo contra el piso y se la pasó a Zayn, que empezó a correr como si su vida pendiera de ello, y cuando estuvo a pocos metros de llegar a la zona de anotación se vio acorralado por dos jugadores.
-¡A Horan! ¡A Horan!-le grité con el poco aire que tenía en el cuerpo al ver al aludido en una perfecta posición de pase.
Sabía que no me escucharía, pero no necesitaba hacerlo para saber qué hacer. Amagó, a pesar de ir a una gran velocidad, confundiendo a los oponentes y se la pasó a Niall.
-¡Corré! ¡Maldita sea, corré!
De pronto todo fue confuso.
Todos los jugadores corrían en la dirección misma dirección, la dirección en la cual al dueño de la pelota corría. El barro había ensuciado a todos impidiendo distinguir de qué equipo era cada uno y, por si fuera poco, el agua me cegaba chocando contra mis ojos. El aire me faltaba, mi cuerpo temblaba de los nervios y el frío y el martilleo en mis oídos me estaba comenzando a aturdir. El sonido del silbato tapó el martilleo indicando el final del partido. Algunos jugadores se pararon y se unieron a otros que ya habían comenzaban a vitorear, pero no lograba discernir si eran los míos o los del otro colegio.
El aire volvió a entrar en mis pulmones y recuperé el alma cuando una manada de eufóricos y embarrados mastodontes corrió a mi encuentro estrujándome y alzándome ensuciándome a mí también.
Habían ganado.
Habíamos ganado.




*Field Goal: Un field goal puede ser anotado por una patada desde un lugar fijo tras patear el ovoide. La bola debe pasar "a través de la 'U'"
*Goalpost: es un anglicismo, traducido al español como "poste" (de gol). En español, es común que se les nombre de acuerdo a su estructura: "H" o "Y" que son las formas más comunes de su elaboración.
* Touchdown: el jugador que acarrea el balón cruza el plano de la zona de anotación; o cuando un receptor captura el pase en la zona de anotación. Un touchdown otorga 6 puntos.

El despertador sonó. Intenté mover uno de mis brazos, pero no respondía. El cansancio era demasiado, pero nada superaba la desesperación que me producía el agudo sonido que salía del aparato. Saqué una mano por debajo de las sábanas y tomé el celular. Las diez de la mañana de un domingo. Había dormido cuatro horas después de la fiesta, pero me levanté de un saltó al recordar que tenía que visitar a mi papá y contarle sobre la noche anterior. Me arreglé a las apuradas ( http://www.polyvore.com/cgi/set?id=66083922&.locale=es ) maquillándome un poco, principalmente para tapar mis enormes ojeras y salí del edificio.
El cielo todavía estaba gris y el viento soplaba violento desde la costa, pero no parecía que iba a llover por el momento. Caminé hasta la parada de colectivo a unas cuadras y, después de esperar un rato, llegó. Me subí y me senté. Conecté los auriculares al teléfono y a mis oídos para poder escuchar música con la cabeza apoyada contra la ventana. Cuando nos fuimos acercando a la parada donde me tocaba bajar guardé todo en el bolso y me paré. Me bajé en la puerta del hospital y entré, subí en el ascensor para llegar a la habitación de mi padre, pero estaba vacía.
-Buenos días-me saludó una enfermera que entraba.
-Buenos días-correspondí el saludo confundida-¿sabés dónde está el paciente de esta habitación?-pregunté.
-¿Christopher McLean?-respondió en una pregunta, yo asentí-se lo llevaron un grupo de chicos al jardín de invierno en la planta baja-me informó.
-Muchas gracias-le agradecí y salí.
Volví al ascensor y una vez que llegué a la planta baja fui hasta donde la enfermera me había indicado. Encontrándome con mis cuarenta y cinco chicos sentados en el césped frente a mi papá en la silla de ruedas.
-Creo que ya me pueden empezar a contar sobre el partido-les dijo mi papá sin separar su grisácea y cansada mirada de mí.
Todos se giraron y suspiraron aliviados.
-Hasta que llegás,-exclamó el rizado-Zayn ya está cabeceando-señalo al moreno que cerraba los ojos y cuando la cabeza se le caía se volvía a despertar de golpe, generando las risas de todos.
-Pero… ¿qué hacen acá?-les pregunté todavía sorprendida.
-Lo mismo que vos, ¿no es obvio?-respondió Lou.
-Es tu papá, pero también es nuestro entrenador-dijo uno de segundo.
-Ya, ya, no se pongan a la defensiva-traté de calmarlos.
-Entonces vení a sentarte con todos-habló mi primo que se había despabilado de una cachetada por parte de Alex.
-Claro, tomatito-lo burlé mientras caminaba hasta su lado.
-Vos sos el tomate con ese pelo-refutó sin entender.
-Por lo menos yo no voy por la vida con una mano marcada en la mejilla-lo hice entender de golpe sentándome a su lado.
-Alex-alargó enfadado sobándose la zona de la marca.
Después que mi papá nos callara le empezamos a contar con todos los detalles la noche anterior, turnándonos y siendo elegidos para hablar con las manos levantadas como niños de jardín de infantes. Justo cuando Niall terminó de hablar llegó un hombre de mediana edad vestido con un delantal blanco y una planilla, que me resultaba vagamente familiar.
-Veo que han venido a visitarlo, entrenador-comentó cuando tubo nuestra atención.
-Doc, ellos son mis chicos y mi hija-nos presentó brevemente, pero rebosando orgullo por todos sus poros.
-Sí, a ella la conozco, decoró tu habitación y llama todos los días desde que te internaron-dijo sonriéndome.
-¿Qué dice mi diagnostico, Doc?-preguntó el hombre en la silla atrayendo mas nuestra atención al aludido.
-Que si sigue progresando así podrá salir para Noche Buena y dentro de unas semanas le daremos el alta.-anunció.
Varios silbidos y exclamaciones alegres llenaron la estancia, mientras que la alegría me inundaba. El médico se fue y atrás fueron los chicos, que de a poco salieron del hospital. Todos excepto el rubio.
-Entrenador-lo llamó en tanto nosotros nos disponíamos a volver a la habitación.
-Sí, Horan-respondió el aludido girando la silla.
-El otro día invité a Rae a pasar Noche Buena en mi casa, con mi familia, porque pensábamos que usted iba a estar en el hospital-explicó él sin poder ocultar su nerviosismo.
-Sí, algo me dijo-se hizo el desinteresado.
-Yo quería saber si usted quería venir también-se rascó la cabeza sin atreverse a levantar la vista.
-Será un placer, Niall-aceptó mi padre.
-Bueno, entonces los paso a buscar a las ocho-afirmó con duda.
-Queda una semana, quedate tranquilo que después arreglamos-lo tranquilizó.
El rubio se asintió y se fue.
-Parecía que te estuviera pidiendo mi mano o algo por el estilo-le susurré divertida inclinándome sobre su hombro cuando estuvimos solos.
-Por poco lo hace-me devolvió el susurró.
-No digas pavadas-lo reté y seguí nuestro camino a su habitación.-Papá-lo llamé con inseguridad cuando estuvimos dentro del ascensor con las puertas cerradas.
-¿Sí?
-No sé qué me voy a poner-me lamenté recibiendo una risa de su parte-No te rías esto es muy serio, no somos nada, pero tampoco quiero causar una mala impresión-le expliqué.
-Les vas a encantar, conozco a su padre y siempre te ha elogiado en cuanto a tu noción del deporte y tus aportes al equipo. –me reconfortó.
-Genial, seguro piensa que soy una marimacho-gruñí entre dientes.
-Una marimacho muy bonita y dulce según él, en todo caso.
-¿De verdad piensa eso?-le pregunté incrédula.
-¿Y por qué no habría de hacerlo?-me respondió con otra pregunta.
Solté un gruñido, detestaba que la gente intentara de subirme el autoestima.
-Entonces, ¿alguna idea de lo que me voy a poner?-retomé la conversación anterior.
-Sí,-lo miré expectante-en el armario de los vestidos de tu madre, en tu cuarto, hay un vestido azul de seda con un adorno en el escote y la cintura.-explicó-Era su favorito-murmuró lo suficientemente audible para que yo lo oyera mientras salíamos del cubo metálico.
-No puedo hacerlo-me reusé.
-¿No podés hacer qué?-preguntó confundido.
-Usar uno de sus vestidos.-respondí avergonzada.
-¿Por qué?-siguió preguntando, pero no espero a que yo respondiera-Ella hubiera querido que los usaras, ella quería que lo hagas cuando llegara el momento, ¿por qué creés que ella los guardaba? ¿Por qué creés que yo los guardo?-preguntó sin recibir ni una palabra a cambio.-Quiero que te lo pongas, por lo menos que te lo pruebes-exigió mientras cruzábamos el umbral de su habitación.
-Asique este es el vestido-dijo Vicky, esa misma tarde, sentada en mi cama junto con la rubia.
-Sep-afirmé mirándolo entre mis manos.
-¿Y qué estás esperando para probártelo?-preguntó impaciente.
-Es solo que…-un nudo se formó en mi garganta.
Sentí unos delgados brazos rodearme y me escondí en ellos.
-Ella estaría orgullosa de vos, Rae, ahora andá y probate el vestido-pidió con dulzura Lin sin separase de mí.
Asentí y las tres bajamos las escaleras, me metí en el baño y me puse el vestido con unos tacos negros que la castaña me había elegido. Temía verme al espejo, asique solo salí.
-¡Hay por Dios, Raeven, estás preciosa!-exclamaron ambas al mismo tiempo.
-No te viste al espejo, ¿verdad?-dijo Vicky al ver mi cara de inseguridad. Negué con la cabeza. -Vení.
Me tomó de un brazo y me arrastro hasta la habitación de mi papá. Abrió la puerta del armario, que del lado de adentro tenía un espejo de cuerpo completo, no me reconocía. Hacía ocho años que no me vestía tan formal, no lo hacía desde el funeral de mi madre.
-Son iguales-dijo Linna mirando una foto de mi mamá pegada al lado del espejo.
-Excepto los colores-susurré con nostalgia.
Mis amigas apoyaron mi emoción. Mismo cuerpo, sonrisa, cara, mirada, cabello, postura, excepto los colores. Ella tenía piel morena, ojos cafés y su cabello era castaño oscuro, como mi tía. En cambio yo era de tez más pálida y llena de pecas, mis ojos color gris y era pelirroja, como mi padre.
-Tenés que usarlo-me ordenó Vicky-, si querés vengo y te ayudo con el maquillaje y el pelo, pero te lo vas a poner-dijo firme.
-Está bien-acepté con confianza.

-¿Querés que te llevé a casa, Rae?-me preguntó Niall entrando a la oficina después del entrenamiento.
-Seguro, dame un minuto que termino de ordenar estos papeles y salgo-le respondí sin quitar la mirada de lo que estaba haciendo.
Cuando escuché la puerta cerrarse me estiré en la silla detrás del escritorio. Eran demasiados formularios y documentos, más de los que mi cabeza podía procesar. Universidades que pedían venir a ver a determinados jugadores jugar, información sobre el próximo partido que no se jugaría en nuestra cancha y, por consecuencia, tenía que contratar un transporte, entre otras cosas. Acomodé y guardé todo lo más rápido que pude, tomé mis cosas y arreglé mi ropa ( http://www.polyvore.com/cgi/set?id=66223382&.locale=es ) antes de salir y cerrar la oficina.
Empecé a caminar al estacionamiento y fue cuando un griterío llegó a mis oídos. Preocupada corrí hasta su origen, encontrándome con todos los autos llenos de huevos, harina y papel higiénico y al grupo de chicos contra los que habíamos jugado ese sábado frente a mis chicos a punto de arrancarse cada parte del cuerpo. Niall estaba liderando a su equipo con Zayn, Liam, Harry y Louis a sus costados. Nunca lo había visto tan furioso, tenía los ojos flameantes y los puños cerrados con toda su fuerza, haciendo que todos los músculos de su brazo se marcaran y sus nudillos se pusieran pálidos, sin mencionar la vena en su cuello que parecía a punto de explotar.
-Aprendan a perder o no jueguen-les espetó, casi escupiendo, sobre el chico que tenía en frente, que bien supuse que era el quarterback del otro equipo.
-Solo les dábamos nuestras felicitaciones por ganar-replicó irónico y sonriendo con arrogancia.
El rubio dio el primer paso amenazante y el otro no se quedó atrás. Esperé a que alguno de los presentes los detuvieran, pero solamente aguardaban a que alguien repartiera el primer golpe para poder hacerlo ellos también. Sin saber que hacer corrí hasta estar entre medio de ambos.
-Salí del medio, Rae-pidió el rubio con la poca paciencia que le quedaba pero sin mirarme.
-Sí, claro, y dejar que se muelan a golpes-dije irónica-Haber, quiero que todos los que no estudien en este colegio se retiren por donde vinieron-pedí lo bastante fuerte para que todos me escucharan.
-Mirá, niña,-dijo el quarterback del otro equipo tomándome con fuerza del brazo y acercando su cara a la mía-más vale que te muevas o me voy a encargar, personalmente, de enseñarte que en los problemas ajenos no hay que meterse-prometió atrayéndome a su cuerpo tomándome por el trasero con su mano libre.
Iba a escupirle en la cara, pegarle una cachetada con mi mano libre o patearle las pelotas, lo primero que surgiera en el momento, pero unas firmes manos me separaron bruscamente de él, interponiéndose entre el idiota y yo, cubriéndome con su cuerpo.
-A ella no la tocás, Jackson, ella no es una arrastrada mas-le advirtió con más rabia que antes, si es que era posible.
-Pero sigue siendo una arrastrada-replicó triunfante el aludido.
Mi defensor cargo su puño y cuando iba a descargarlo fue interrumpido por los chicos.
-No hablés así de ella-le exigió sin dejar de forcejear.
-¿Por qué? ¿Es prohibida?-preguntó con sorna.
-Sí, es mía y te prohíbo que vos o cualquiera la toque-respondió amenazante y con cierto orgullo.
-Dicen que lo prohibido es más excitante-lo provocó.
Los chicos tuvieron que echar raíces al suelo para impedir que Niall, cegado por la ira, se abalanzara contra el tal Jackson. Pasé mis manos por la cintura del rubio y me aferré a él por atrás, mientras acariciaba suavemente su pecho y estómago, en un intento de calmarlo.
-Él no me va a hacer nada, solo lo dice para enojarte-le susurré desde su espalda, pero bien sabía que lo había escuchado.
-Vámonos, Jack,-dijo uno de los suyos-ya vas a ver como pierden en el próximo partido-lo convenció y en pocos minutos solo quedó nuestro equipo parado en medio del estacionamiento.
Niall se giró sin despegarse de mí y me estrujo entre sus brazos como temiendo a que me fuera o desapareciera. Pasaba mis manos por toda su espalda intentando que su cuerpo se relajara y que su respiración agitada y corta, en mi cuello, se acompasara y alargara. Después de un rato, cuando quedamos solos, me separé apenas, sin romper el abrazo, y, acariciándole el cabello de la nuca, junté su frente con la mía.
-¿Mejor?-pregunté en un susurró.
-Sí, gracias-respondió dejando un corto beso en mi frente.
-A vos.
-Cuando lo necesites, preciosa-respondió galante.
-Vamos-le dije después de soltar una leve carcajada y tomar su mano.
-Vamos-afirmó empezando a caminar a su lado.
-Asique, ¿soy tuya y soy intocable?-le pregunté divertida mientras andábamos.
-¿Tenés alguna duda de eso?-me respondió con una pregunta pasando su brazo por mis hombros y apegándome a él.-Demonios-exclamó separándose de mí al ver su moto toda sucia.-Voy a matarlos-pateó el suelo con todas sus fuerzas.
Tomé unos rollos de papel que estaban desparramados por el piso y, acercándome a él, entrelacé su mano con la mía. Recibí una mirada de reproche.
-Vamos a limpiar lo que podamos antes que se seque el huevo-le indiqué ofreciéndole un poco de papel.
Nos pasamos un buen rato limpiando su vehículo hasta que estuvo medianamente presentable, aunque aun así tuvimos que poner un poco mas de papel en los asientos para no ensuciarnos.
-Tengo que hacer una parada antes de dejarte en tu casa-me avisó antes de arrancar.
Asentí y emprendimos el camino hacia la costa. El olor de la arena mezclada con sal me inundaba la nariz llegando hasta mis pulmones. Seguimos andando, por la calle contra la playa, hasta llegar a una zona que rara vez visitaba. Casas grandes y lujosas, al igual que los autos, camionetas y motocicletas que estaban estacionadas o circulaban por las calles. Incluso la gente que concurría el lugar vestía con ropas de más calidad que las nuestras y su porte más refinado. Frenamos frente a un restaurant con vista al mar.
-Esperame un minuto, ¿sí?-pidió mientras se bajaba y se ponía el casco bajo el brazo.
Caminó hasta la escalinata donde había una moza con la lista de las reservas. Se pusieron a hablar y al poco tiempo a discutir. La mujer literalmente lo echó, o eso deduje por el movimiento de sus brazos. Me bajé de la moto, dejando el casco sobre el asiento enpapelado, y caminé hasta él. Estaba furioso y ofuscado, acuné su cara entre mis manos y lo obligué a mirarme.
-¿Qué pasó?-pregunté con dulzura acariciando sus mejillas.
-Perdimos la reserva-respondió con bronca.
-¿Qué reserva?-la pregunta salió sola de mi boca.
-Nada, ya no importa-le restó importancia.
Bajé mis manos hasta las suyas para entrelazar nuestros dedos cuando entendí lo que pretendía.
-¿Qué te parece si vamos a comer? Hay un lugar muy bueno cerca de donde estuvimos la otra vez en la playa y no estoy con ganas de cocinar-le expliqué intentando de animarlo.
-De acuerdo-aceptó a regañadientes, estaba claro que las cosas no salían según lo que había planeado.
Nos volvimos a montar en su vehículo. Salimos de ese barrio tan lujoso y abrumador para entrar en el nuestro, tranquilo y más sencillo. Cuando llegamos al lugar que le había indicado entramos. Los pisos y las paredes eran de madera oscura y el ambiente estaba iluminado a media luz por pequeñas lámparas a los costados y algunas velas sobre las pequeñas y redondas mesas de hierro.
-Buenas noches-saludó una joven vestida de negro y con un pequeño delantal colgando de su cadera.
-Buenas noches-correspondí el saludo-¿Tenés una mesa para dos?-pregunté tomando la mano de mi acompañante.
-Seguro, ¿afuera o adentro?-preguntó mientras anotaba algo en una libretita que sacó de su bolsillo.
-Afuera-respondí.
-Síganme-indicó empezando a caminar.
Nos sentamos en una mesa con un par de velas en el medio en un balcón donde llegaba la brisa marina. La chica nos dejó la carta y se fue. Toda la cena me la pasé intentado de levantarle el ánimo, que poco a poco fue subiendo. Cuando terminamos bajamos a la playa y después de descalzarnos empezamos a caminar por la arena.
-Sabés, yo quería que esta noche fuera perfecta-comentó después de un largo silencio.
-Es perfecta-le aseguré frenando y pasando mis brazos por su cuello.
Sonrió y escondió su cara en mi cuello dejando un húmedo beso, en tanto con sus brazos rodeaba mi cintura.
-El otro día me dijiste podía decirte lo que sea-recordó separándose.
-Sí-afirmé.
-Bueno, yo…esta noche yo te quería pedir algo…-confesó con la mirada en nuestros pies.
-¿Y qué es?-pregunté tomando su mentón y obligándolo a mirarme.
-Yo quería pedirte si…
-¿…sí?
-Si-querés-ser-mi-novia-habló tan rápido y entre dientes que no entendí una palabra.
-¿Qué?-pregunté divertida.
-Vamos, sé que entendiste-me miró seguro.
-No, no lo hice-respondí sincera.
Volvió a esconder su cara en mi cuello, pero un poco más arriba, a la altura de mi oído.
-Si querés ser mi novia-repitió más lento y apenas audible.
-Sí-respondí en un susurró, ya que apenas podía hablar de la emoción y el nudo en mi garganta.
Uno de sus brazos soltó mi cintura al tiempo en el que juntaba su frente con la mía. Lo vi meter la mano de su brazo libre en el bolsillo.
-Ya sé que Navidad es el domingo, pero la ansiedad me supera-ambos reímos-Daté la vuelta.
Hice lo que me pedía y, cuando estuve de espaldas a él, puso mi pelo sobre uno de mis hombros para poder pasar, sin problemas, una fina cadenita de plata de la cual colgaba un trébol de tres hojas. Sentí como me rodeaba con sus brazos, pasándolos por mi vientre y acoplando su cuerpo al mío. Apoyé una de mis manos sobre las suyas y con la otra tomé el dije para poder mirarlo.
-No importa lo que pase entre nosotros, es para que nunca me olvides y siempre me tengas cerca de tu corazón-susurró en mi oído, haciendo chocar su aliento contra mi piel, erizándola.

-¿Estás segura de regalarle el dije de tu mamá?-preguntó no muy convencida Ron.
Me estaba preparando para la cena de Navidad en la casa de Niall mientras hablaba con mi amiga por teléfono con el altavoz puesto. ( http://www.polyvore.com/happy_xmas/set?id=66013864 )
-Pensalo dos segundos y te vas a dar cuenta que es el regalo perfecto.-le aseguré mientras me terminaba de arreglar el cabello-Él me regalo el trébol porque es irlandés y yo le voy a regalar el dije del león del Estandarte Real de Escocia-le expliqué.
-De tu madre-replicó incansable.
-Mi papá se lo regalo por el mismo motivo por el que yo se lo voy a regalar a Niall y él me regalo el trébol. A demás, no tengo dinero para comprarle algo-terminé de hablar en un susurro.
-Nos pedís a nosotras-saltó la rizosa.
-A mi me parece tierno y romántico-habló Lin.
-Hasta que volviste, rubia-exclamó divertida Vicky.
-No encontraba los zapatos-explicó-y, Rae, si sentís que Niall es el indicado para darle el dije entonces está bien-me reconfortó.
-Gracias.
-¿Hablaste con Chris?-preguntó la rulosa.
-Sí, dijo que era mi decisión y que si sentía que él merecía portar el collar tenía que darcelo-expliqué.
-Pero no te olvides que no deja de ser un hombre-me recordó Ronny.-y son ellos los causantes de nuestros problemas.
-Ya lo sé, Verónica, ya lo sé-le di la razón con sorna.
-Bueno, ahora que lo sabés, me tengo que ir. Besos-saludó antes de colgar.
-Yo también, las quiero-una menos.
-Me voy, suerte, Rae-me deseó la rubia.
-Gracias-repetí antes de colgar.
-Hija, ¿estás lista?-escuché que mi papá me preguntaba desde abajo.
-Sí, ya bajo.
Me hacía demasiado bien tenerlo de vuelta, aunque fuera solo por una noche. Metí la cadena, un poco más gruesa que la mía, con el dije en una pequeña bolsa de terciopelo azul marino y bajé. Mi papá se quedó pasmado mirándome con una brillante sonrisa iluminando su rostro.
-¿Está todo bien?-pregunté frunciendo el ceño.
-Son iguales-murmuró.
Iba a decirle algo, pero el timbre sonó cuando abrí la boca para hacerlo. Metí el regalo en mi cartera y me puse el piloto. Ni siquiera había dejado de llover en Noche Buena. Bajamos las escaleras encontrándonos con Niall del otro lado de la puerta, nos saludamos brevemente y nos subimos al auto, que su padre le había prestado. Cuando llegamos entramos a la casa y me ayudó a sacarme el piloto.
-¿Qué?-le pregunté insegura al notar que no quitaba su mirada de mí-¿Está tan mal? Papá,-le llamé la atención-yo te lo dije-recriminé sin importarme la presencia del rubio.
-¿Qué está mal?-preguntó volviendo a caer a Tierra-¿Vos?-preguntó incrédulo.
-El vestido-respondí entre dientes mirando mis zapatos.
-No, Rae,-negó tomándome por el mentón-yo solo me quedé impactado, nunca te había visto tan arreglada-confesó- y estás más perfecta que de costumbre, si es que es posible, claro-terminó, para luego dejar un corto beso en mis labios-Perdón, entrenador, yo…-empezó cuando nos dimos cuenta que él seguía a nuestro lado, pero atrapó las palabras sin dejarlo decir más.
-Tranquilo, Niall, me acabas de ahorrar un sermón por parte de la señorita-me miró cortamente y se volvió al aludido- y fuera de la cancha podés llamarme Chris.
-Seguro, entre…digo, Chris-se corrigió-vengan que les voy a presentar a todos.
Pasamos al living donde estaban todos y uno por uno nos fueron presentando. Estaban sus padres, Elinor y Bob, su hermano con su esposa, Greg y Nat, su hermanita, Lia, y sus abuelos, Rose y Fred. Todos eran rubios y de ojos claros a excepción de Bob y Nat, pero ella no era pariente de sangre. Nos recibieron con los brazos cálidos y abiertos e inmediatamente los hombres se pusieron a hablar de futbol.
-Me gusta tu vestido-escuché una vocecilla a mis pies.
Bajé la mirada para encontrarme con la hermana menor de Niall. Vestida con un vestido rosa pálido con un lazo en la cintura color blanco al igual que sus zapatos. Llevaba su dorado cabello tirado hacía atrás con una delgada bincha a juego con su ropa, resaltando sus grandes ojos cielo iguales a los de su hermano.
-Y a mí me gusta el tuyo-respondí acuclillándome a su lado.
-Vos me caés mejor que Any-soltó de golpe.
-Amelia-recibió una advertencia por parte de su abuela, no pude más que contener una carcajada.
-Niall me contó que te gusta mucho ‘Orgullo y Prejuicio’-cambié el tema de conversación.
-Sí, es mi película preferida-confesó.
-Que coincidencia, la mía también es esa-le conté, ella me miró fascinada.
-Podemos verla juntas un día-propuso emocionada.
-Esa es una idea estupenda.
En eso llegó Elinor desde la cocina con la última fuente y pidió que nos sentáramos todos juntos en la mesa para comenzar la cena. En las dos cabeceras se posicionaron Bob y Fred, Niall se sentó del lado derecho de su abuelo y Greg en el de su padre con su esposa a su lado. La abuela y la madre del rubio se sentaron del lado izquierdo de sus esposos, mientras que Amy lo hizo entre su madre y yo y mi padre entre Rose y Natalie. La comida transcurrió entre risas y anécdotas vergonzosas de todos los presentes.
-Contame, Rae, ¿cómo es dirigir a un grupo completo de futbol americano?-preguntó Bob mientras comíamos el postre.
-No es la primera vez que lo hago, pero nunca por tanto tiempo-le comenté.
-Entonces tenías algo de práctica-dedujo.
-Sí.
-Demasiada, diría yo, por momentos extrañamos a Chris-acotó el rubio a mí lado ganándose una mirada de odio de mi parte.
Juntó su mano con la mía por encima de la mesa y besó mi mejilla cortamente. No podía enojarme, no con él y menos en Noche Buena. Terminamos de cenar y volvimos al living a tomar un café.
-Nialler, tengo sueño-le dijo su hermanita trepándose sobre su falda.
-Decile a mamá-respondió apoyando una de sus manos en la delgada pierna de la niña.
-No,-negó con la cabeza-llevame a la cama-le exigió.
-Pero estoy con Rae-le refutó mostrando nuestras manos entrelazadas.
-Rae-alargó la pequeña abriendo sus ojos por demás y haciendo puchero.
-Vamos-dije parándome-yo voy también.
Subimos las escaleras, él con Amy en brazos, y entramos en la habitación. Era amplia con todas las paredes color lila muy claro y amueblada con muebles blancos. Había varios dibujos pegados en la pared y mariposas colgando del techo. En su mesita de noche había un portarretratos, claramente pintado por ella, con una foto de los tres hermanos Horan, hacia un par de años, sentados sobre las hojas secas de otoño mientras hacían volar otras. Supuse que era en Irlanda porque en Los Ángeles los arboles nunca se desnudaban. La ayudé a cambiarse y a cepillar su cabello antes de que se metiera bajo las sábanas.
Cuando bajamos mi papá pidió que volviéramos a casa, asique después de saludar y dar las gracias volvimos a entrar al auto en el que habíamos ido. Llegamos y empezamos a caminar, los tres juntos, hasta la puerta del edificio, pero frené a mi novio dejando que Chris siguiera solo.
-¿Está todo bien?-preguntó con el ceño levemente fruncido. Por suerte había dejado de llover.
-Sí, todo está más que bien-respondí segura.-Es solo que quiero darte mi regalo en persona-le expliqué estrujando la bolsita de terciopelo azul en mi mano.
-Rae, no tenías que comprarme nada-replicó tomando mis manos.
-No lo hice-me miró confundido-, es algo que mi papá le dio a mi mamá y ahora quiero que lo tengas vos-expliqué.
-Con más razón, no puedo tenerlo-siguió replicando.
-No sos vos quien tiene que decidir si sos el indicado para tenerlo, si no yo-hablé.
-Está bien-cedió no muy convencido.
Agradecí estar sobre tacos para poder estar a su altura. Saqué la cadena con su respectivo dije de su guarida y la pasé por su cuello para abrocharlo en su nuca. Mientras él me sostenía por la cintura mirando embelesado la cadena.
-Creo que Chris y yo pensamos parecido-dijo divertido sosteniendo el león entre sus dedos.
-Sí, creo que sí-respondí divertida- No importa lo que pase entre nosotros, es para que nunca me olvides y siempre me tengas cerca de tu corazón-repetí sus palabras juntando nuestras frentes para luego besarlo.




Bueno, mis queridisimas lectoras, acá está la maratón que les prometí, bien bien larga y con un montonaso de cosas asique AMENME!!!! jjajajaj Les cuente que estuve toda la semana quemandome el cerebro!!! jajaaj bueno, este es mi regalito de navidad espero que les guste y FELICES FIESTAS!!!! ojala la pasen con todos los que quieren.
Desde ya, pasen por pasar
xoxoxox

akjskajsk esta Geniaaal

Ay te amo, te amo, te amo!!!!!
Fue perfectoooooooooo!!
y ahora quiero más!! Jajajajajaja

Felices Fiestas!! :)

siguelaaaa!