Cuando la serpiente se enamoró. {Albus Severus & tú}

#With Love, Noa.

— ¿Dónde estuvieron todo el día? –preguntó Albus. Sally y Scor negaron. –No pueden decírmelo, ¿verdad? Bueno, Slughorn está muy enojado con ustedes, a pesar de eso, los ha invitado a la cena esa que hace siempre, y a la que nunca me invita. –los primos rieron, igual que Emily Cartwright. Los cuatro caminaban hacia su próxima clase, Cuidado de las Criaturas Mágicas, asignatura que daba Hagrid y que era la más divertida de todas –aparte de Adivinación, que era más para dormir que otra cosa-. -¿Y, no van a contarnos? Rosalie, sí crees que no nos hemos dado cuenta aún, tienes los ojos rojos. -Rosalie sonrió de manera forzada. Giró su cabeza hacia Scorpius y ambos negaron, como si no quisieran decir nada. –Está bien, aburridos… nunca cuenten nada de lo que les pasa.
Emily se aclaró la garganta, la tenía un poco seca y quería decir algo en esa conversación que iba, principalmente, entre Albus, Scorpius y Sally. Se adelantó unos pasos más, para ir delante de ellos y, por lo menos, hacerse notar. Pero ni así los adolescentes dejaron su discusión para centrarse en ella. Enojada por su invisibilidad, Emily corrió prácticamente, hacia el bosque Prohibido dónde Hagrid los esperaba con una gran sonrisa en su rostro. La pelirroja sonrió al semi-gigante y a Edmund, que estaba allí para encontrar a su gemela, vio también a Rose, que hablaba con Cindy y con una chica más que no reconoció, decidió acercarse a ella.
— Hey, Rosie. –saludó. Honestamente, Em no sabía que tenía Cuidado de las Criaturas Mágicas con los Ravenclaws y se sorprendió de ello. La otra pelirroja volteó a verla, e imitó su saludo, presentó a la chica castaña que estaba con ella llamada Valkiria Boot, que era amiga de su prima, Lisset Pelletier. -¿Cómo están? –las demás hicieron ademanes para decirle que estaban bien, pero que estaban conversando y ella era el estorbo. –Está bien, chicas, las dejo y me voy con Al, Scog y Sally, adiós Rose, Cindy y… -pensó el nombre de la amiga de su prima… -¿Valkigia? –finalizó, y luego se fue donde encontró una cabellera platinada. -¡Scorpius! –exclamó. El joven la miró durante un rato, sin entender. –Ustedes estuviegon hablando y me dejagon de lado, son malos.
Parecía creíble que Emily Cartwright estuviese enojada, pero sólo Rosalie y Edmund, que la conocían muy bien, podían decir que ella no se enfadaba a menos que alguien la insulte y luego le haga algo, porque las venganzas de Emily Cartwright nunca eran livianas, al contrario… cualquiera en Beauxbatons que haya sufrido una leve venganza de la pelirroja, podría revelar que no eran buenas y que hacían que hasta la enfermera sufriera al tener que curarla.
Scorpius no entendía por qué la joven lo había llamado, en vez de reprocharle algo a Albus, que era el único que estaba, sin saberlo, excluyendo a Cartwright de sus conversaciones sobre los problemas de Sally. Durante el verano, Rosalie había mantenido una cordial relación de cartas con Bernard durante todo el verano, y era obvio que su primo y sus amigos habían notado aquello. Al comenzar la clase, ella se sumió en sus cavilaciones y dejó de prestar atención a lo que salía de la boca de Hagrid, el semi-gigante amigo de los padres de Rose y Albus. El tiempo pasó rápido mientras ella pensaba en cómo pudo haber salido con inmenso idiota. Esperaba que sus hermanas no saliesen con jóvenes tan tontos como Bernard y se arrepintió de haber comenzado una relación con él.

Una semana había pasado de las extrañas complicaciones de Rosalie. Albus y Emily se encontraban en los vestidores del equipo de Quidditch, conversando de lo divertido que era volar a la noche con las estrellas. Rose y Sally también participaban de esa plática mientras esperaban que Scorpius saliera del baño. Lo raro de eso era, que durante los entrenamientos de Slytherin y Ravenclaw, siempre estaban juntos, y lo mismo sucedía con las inscripciones para ser parte del equipo de alguna de las dos casas. Rose ya había tenido las suyas, durante la mañana, y había vuelto con el título de guardiana, otro año más. Emily y Rosalie volverían a postularse como bateadoras, Scorpius seguiría en su posición pero Albus había decidido que ya no quería seguir siendo cazador y optó por cambiar por buscador. La misma posición que su padre había ocupado años antes.
Vivir en una familia llena de jugadores de Quidditch no era, precisamente, lo que más le gustaba a Albus. James, su abuelo, había sido buscador de Gryffindor, su padre también, y para colmo, James Sirius había decidido continuar esa tradición y logró ingresar como buscador en su primer año de Hogwarts, después de hacer una carrera contra Fred, que terminó siendo el bateador más joven en mil doscientos años.
Cuando el timbre que indicaba que ya era hora de jugar, los cuatro Slytherins salieron de vestidores acompañados por una Rose pensativa. «Quiero que Albus sea buscador» masculló mentalmente y se dedicó al ver el entrenamiento que duraría, aproximadamente, una hora. Ese día, era la primera salida a Hogsmeade y había quedado con Edmund para ir allí, ella había tenido su práctica de Quidditch a las siete de la mañana y había terminado a las ocho, después, fue a bañarse y vestirse para estar ya preparada en cuanto fuese a ver a los Slytherins. Cuando dieron el resultado de los ganadores, encabezado con Emily Cartwright como futura capitana, Scorpius Malfoy en caso que Em fuese otro año a Beauxbatons, Albus Potter, Samuel Henderson, Bernard Zabini, Lion Flint y Rosalie Nott. Rosie felicitó a todos y se excusó de allí diciendo que tenía que verse con Edmund para ir a Hogsmeade, algo que no le casó mucha gracia a cierto rubio y menos aún a su primo, pero Emily sonrió, adoraba la pareja de Rose y su hermano.
Los pasillos, aún desiertos, del castillo se le hicieron eternos hasta que llegó hasta las cercanías de la cocina, por donde estaba la sala común de Hufflepuff. Edmund Cartwright, con un pantalón negro y una chaqueta oscura, con su cabello pelirrojo despeinado y sus ojos azules brillando, despertaron a Rose de sus pensamientos. Sí Edmund tuviese pecas, posiblemente podría hacerse pasar por un Weasley más. Rosie no entendía por qué él estaba en Hufflepuff siendo valiente, inteligente y, sí Emily lo era por qué él no, astuto. Iba a preguntárselo en cuanto tuviese la oportunidad…

#With Love, Noa.

— Buenos días, Rosie. –saludó él, con caballerosidad. La pelirroja sonrió nerviosa y le dio un beso en la mejilla, algo que Edmund no esperaba. -¿Qué tal estuvo la práctica?
— Bien, soy guardiana otra vez. ¿Nunca te ha interesado el Quidditch? –preguntó, tímida. Edmund Cartwright, a sus catorce años, era uno de los chicos más lindos que había en Hogwarts. Y por consiguiente, Emily también lo era. A Rose realmente le caían bien ese par de hermanos, eran muy unidos, como ella y Hugo, pero a su vez, no se interesaban en lo que el otro hacía. Rose sabía que sí Hugo fuese un poco como Ed, sería el mejor hermano que habría en la tierra.
— Sí… siempre me gustó el Quidditch. Mi mamá era jugadora profesional ¿sabías? –ella negó. –Es extraño que Em no te lo haya contado, en Beauxbatons todo el mundo sabía eso, bueno… mamá era una gran jugadora y ganó varias copas junto a los Quiberon Quafflepunchers.
— ¿De ese equipo con trajes de un rosa escandaloso? –Rose indagó, acomodando un mechón suelto. Ed asintió con la cabeza. -¿Tu mamá es pelirroja también?
— Ella y papá lo son. Ambos tienen rasgos parecidos, sólo que papá es de Inglaterra y mamá de Francia. Además, mamá tiene a su abuela veela y por eso Em tiene algunos rasgos así… de ser extraordinario. Es algo extraño, ella es toda agraciada y yo… no tengo nada que ver con ella ni con mamá.
— Son gemelos. –musitó la chica con voz apenas audible, era obvio que no tenía idea de cómo Ed se sentía día a día. Edmund Cartwright, el chico de la sonrisa bella, pero rota… el chico de los ojos azules más hermosos, pero tristes… Edmund Cartwright, un nombre para recordar.
En cuanto los jóvenes subieron a una de las carrozas que espera tanto por ellos, como para los demás chicos que debían partir a Hogsmeade, se encontraron con James Sirius y una sonrisa socarrona en su rostro. Él los saludó, parecía un poco nervioso… traía algo entre manos y Rose prometió descubrirlo. Ed dejó pasar primero a la adolescente para que pudiese tomar asiento y luego, él se sentó a su lado. James, parado y en busca de Rox, esperó que la chica viniese para subir al carruaje y partir a Hogsmeade, donde algo –malo- los esperaba.
El cabello anaranjado oscuro de Roxanne Weasley pudo distinguirse a lo lejos. La chica no venía sola, a su lado estaba Albus Potter y su inseparable amigo, Scorpius Malfoy. El trío venía canturreando una canción muggle que habían escuchado cantar a Dominique el verano pasado. Tanto Scor como Al tenían un plan para esa tarde, y claramente, no era uno muy bueno. Lo que ellos veían como una increíble idea para destruir a quién se acercase a Rosie, no era más que algo muy estúpido que los haría quedar como dos idiotas, pero aún así, sabiendo lo que pasaría, los dos Slytherins estaban dispuestos a llevar a cabo su propósito.
— Eh, Rosie. ¿No te importa que viajemos juntos? Sally y Em se han ido con sus parejas y nosotros no tenemos ningunas. –preguntó un “tímido” Scorpius a una cabreada Rose. Las orejas de la chica ahora estaban rojas, y su cara adquiría cada vez un tono carmesí que la caracterizaba cuando se enojaba. Albus sonrió, mirando la escena al margen. -¿Podemos o no? Ed… -Cartwright, incómodo, miró a Rosie que negó con la cabeza. El plan consistía en eso: lograr que Edmund se alejase todo lo posible de Rose. –Vamos, todos los otros carruajes ya han partido y queremos ir a Hogsmeade. Por favor. –Entonces, tanto Albus, como Rosie y Edmund, abrieron los ojos. Scorpius Malfoy, hasta ese momento, nunca había pedido por favor, ni en broma.
— Está bien. –masculló Edmund, ya que la pelirroja permanecía circunspecta, con los ojos y la boca abiertos y una expresión de “no puedo creer lo que acabas de decir”. Sí bien, a Edmund no le molestaba la compañía del par de Slytherins, quería conocer más a fondo a aquella joven que le había llamado la atención desde finales del año anterior. –Y bien… ¿por qué no tienen pareja? Emily dijo que muchas chicas los invitaron.
— Exacto, muchas pero no las que nosotros queremos. –profanó Al, y una punzada atravesó el corazón de Rose. Era la primera punzada de muchas que tendría.
Y el transcurso al pueblo mágico pasó en silencio. Con furtivas miradas por parte de Albus y Scor hacia Edmund, que se notaba incómodo y nervioso. Es que él nunca había estado en una situación así, ni siquiera con el anterior novio de su hermana. Él sabía, por la fama que le habían dado a Ronald Weasley, que el que hiciera sufrir a su hija iría a parar, directamente, al lago negro en invierno. Y no era que él no estuviese dispuesto a correr el riesgo, si no, que temía no ser suficientemente bueno para Rose, y más que temor a Ron, le tenía temor a los sentimientos de la bella pelirroja que se hallaba sentada a su lado.
Cuando la carroza se paró, lo primero que hizo la Weasley fue tomar la mano de Edmund y largarse de allí. Conocía el lugar perfecto para ir a parar con Ed, alejado del bullicio y bastante íntimo también. Era el lugar al que siempre iba con James, Roxanne y Fred cuando no quería estar con Albus. Ella habrá tenido sus cinco años cuando conoció ese lugar a mano de su tío Harry, se había peleado con Lily, Hugo y Albus a causa de los celos de éste último, porque un chico le había regalado una rosa a la pequeña niña, y también a su hermanita.
Rose sonrió, amaba esa clase de recuerdos.


{subo esto para no dejarlas con la intriga(?) mañana subo la otra parte del capítulo 5! besos!!

#With Love, Noa.