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Mensaje por sara_perez Sáb 28 Jul 2012, 4:34 pm

Capítulo 7 MARATÓN 1/3

La enorme y espaciosa oficina que servía para aquel tipo de reuniones se había llenado aquella tarde. La larga mesa estaba ocupada casi por completo y _______ se había ubicado
junto a Jennie, porque ella se lo había pedido.
Estaba nerviosa y no era para menos. Se trataba del primer proyecto que su jefa le encargaba y ella sería la principal responsable de llevarlo adelante con éxito. Jennie le había dicho que pondría a su disposición el personal y el material que fuera necesario y que la dejaría trabajar con total libertad.

Aquella reunión era para afinar los últimos detalles y poner en marcha, finalmente, el proyecto en el que cualquier persona amante del arte habría deseado trabajar.
Había elegido una falda azul y una blusa de color blanca para darse un toque más formal; debajo, llevaba un cinturón negro (http://www.polyvore.com/55/set?.locale=es&id=16243766). Su larga melena castaña estaba prolijamente sujeta en lo alto de su cabeza en un moño. Había entrado a la oficina con unas cuantas carpetas en los brazos y se sintió un tanto incómoda cuando la atención de la decena de hombres asistentes a la reunión se centró en ella. Conocía a la mayoría; al resto, seguramente, se los presentaría Jennie en el pequeño cóctel que se daría una vez finalizada aquella reunión.
Demasiada gente, murmullos y miradas furtivas que iban dirigidas a ella. _______ Mitchell, la novata encargada de llevar adelante un proyecto tan importante como aquel.
Jennie revisaba unos papeles; _______ se preguntó por qué no daba comienzo a la reunión de una buena vez, deseaba largarse de allí y dar por terminada esa sensación de sentirse un fenómeno en exhibición. ¡Dios! ¡Cómo quería estar en su taller en aquel mismo momento!
La puerta se abrió y todos se giraron para observar si el último asistente se había dignado, por fin, a aparecer.
_______ notó que el rostro de su jefa se relajaba ante la aparición de aquel hombre que en ese momento cruzaba la oficina y se dirigía hacia ellas después de saludar con cortesía a los demás.
—Jennie, lamento llegar tarde, pero era imposible escaparme de aquella otra reunión —dijo, se agachó y le dio un beso en el dorso de la mano.
No te preocupes, Brandon. Las personas importantes siempre se hacen esperar. —Se giró y le sonrió a _______—. Brandon, esta es _______ Mitchell. _______ dirigirá el proyecto de la colección.
Brandon extendió la mano y se dispuso a besar la de _______ de la misma manera que había hecho con Jennie.
—_______, este es Brandon Tanner._______ le entregó la mano. Jennie no necesitaba decir nada más, ya sabía quién era él, no solo porque no se había hablado de otra cosa en la editorial en los últimos días, sino porque el nombre de Brandon Tanner era reconocido a nivel nacional. Uno de los mejores diseñadores del país y el creador de las mejores campañas publicitarias.
—Es un honor conocerlo, señor Tanner —dijo con timidez.
—El honor es mío, _______. Llámame Brandon; después de todo, vamos a trabajar juntos.
_______ asintió mientras él se sentaba junto a Jennie que dio por comenzada la reunión. Había pensado que los nervios la traicionarían más de una vez, pero estuvo más tranquila de lo normal; sobre todo, cuando le tocó exponer a ella las ideas que sustentarían el proyecto que al término de aquella reunión ya tenía un nombre oficial: «Art & Pleasure». Había sido elegido entre todos a través de una votación, después de que ella misma lo sugiriera. _______ sintió que aquel había sido un gran voto de confianza hacia su trabajo.
Los ejecutivos se iban acercando, poco a poco, al par de mesas en donde los esperaba un pequeño refrigerio. _______ se quedó en su lugar un momento más, a solas Jennie y Brandon conversaban junto a la ventana y ella aprovechó para ordenar sus carpetas.
Una de sus compañeras la instó a que comiera algo pero desistió: tenía el estómago cerrado y solo aceptó un vaso de agua.
—¡Ah, no! ¡No puedes beber agua! —Brandon exclamó al verla llenar su copa—. Debemos hacer un brindis, bebe al menos un poco de vino.
_______ le sonrió y de mala gana aceptó la copa de vino que él le acercaba.
—Por «Art & Pleasure», porque sea un éxito. —Chocó la copa de _______ con un leve movimiento—. Y
por ti, _______.
_______ bebió un sorbo de vino para ocultar de alguna forma la vergüenza de sentirse el centro de atención. Todos la miraban y, en un momento dado, deseó salir corriendo de allí y encerrarse en su taller. Sin embargo, debía aceptar que aquello también formaba parte de su vida, aunque le agradara menos. Prefería estar enfundada en sus vaqueros gastados, dar pinceladas sobre sus lienzos, respirar el olor del óleo y la trementina, encerrarse por horas en su estudio, en vez de estar allí, rodeada de tanta gente, la mayoría casi desconocida.
Para su alegría, Jennie se había unido a ellos y _______ se sintió menos incómoda. De vez en cuando observaba su reloj pulsera, procuraba hacerlo mientras su jefa y Brandon Tanner estaban distraídos, no quería dar la impresión de que quería largarse de aquel lugar lo antes posible.
Como Jennie y Brandon estaban entretenidos conversando con un hombre que, según había escuchado, era uno de los mayores distribuidores de libros del país, _______ logró escabullirse al menos un rato para recuperar un poco de soledad. Caminó hacia el gran ventanal y contempló cómo la noche ya se había adueñado de Fresno. Los edificios que la rodeaban y que de día parecían moles majestuosas, en ese momento parecían solo bestias dormidas. Respiró hondo y se cubrió el pecho con los brazos. Estaba tan oscuro ahí fuera; cualquiera se podría perder en medio de aquella negrura devoradora. Se preguntó si el hombre que amenazaba de nuevo su vida viviría como una sombra y se ocultaría de los demás en medio de la noche. Un escalofrío le recorrió la espalda.
—Estás aquí pero tu pensamiento no.
_______ se sobresaltó al escuchar la voz de Brandon Tanner.
—Necesitaba un poco de soledad —le dijo mientras esbozaba una tibia sonrisa.
—Te entiendo. A veces, la soledad suele ser la mejor compañera. —Se paró a su lado y contempló la vista que Fresno les ofrecía desde aquella oficina—. La soledad y la noche, una combinación demasiado lúgubre para algunos y demasiado perfecta para otros.
_______ asintió.
—Apuesto que ahora tu único deseo es marcharte de aquí.
—¿Cómo lo sabes? —Su forma de hablar le intrigaba.
—Porque lo mismo deseo yo —se limitó a responder.
—¿Y por qué no te vas entonces?
—¿Por qué no te vas tú? —retrucó y colocó las manos en los bolsillos de sus pantalones.
No podría desairar a Jennie. —Lanzó un fugaz vistazo a su jefa—. Ella ha puesto en mis manos este proyecto tan importante y confía en mí más que nadie.
—Todos confían en ti, _______. Incluso yo —dijo y le sonrió.
—Quisiera creer que eso es verdad, pero sé que muchas personas que están hoy aquí piensan que no lo lograré. —Era un sentimiento que la había acompañado desde el mismo momento en que Jennie le había comunicado que sería la encargada de dirigir el nuevo proyecto.
—Solo es envidia —señaló Brandon.
No, no es eso. Solo que creen que Jennie debería haber elegido a alguien con más experiencia y la verdad es que quizá tengan razón en desconfiar de mí.
Brandon sacudió la cabeza.
No debes pensar así; tienes la oportunidad perfecta para demostrarles a todos ellos y a ti misma que puedes hacerlo. Yo te ayudaré, para eso estoy aquí.
_______ bajó la mirada avergonzada por su falta de confianza en sí misma.
—Gracias.
Me las darás cuando comprendas que tengo razón —resopló, y un mechón de su cabello negro bailó con gracia sobre su frente—. Vamos, te llevaré a tu casa.
—Oh, no, no es necesario —se apresuró a decir—. He venido en mi automóvil.
—En ese caso, déjame acompañarte, al menos, hasta que subas a él.
Podría haberse negado, pero prefirió no hacerlo. No deseaba bajar sola hasta el subsuelo con la impresión de que alguien saldría en medio de la oscuridad para atacarla.
Se despidieron de Jennie y de un par de hombres que hablaban con ella, que _______ solo había visto un par de veces con anterioridad y tras recoger sus carpetas, se marcharon.
—¡Por fin! —exclamó Brandon y suspiró aliviado mientras se recostaba contra una de las paredes del ascensor.
_______ no pudo evitar sonreír; sobre todo, porque ella pensaba lo mismo solo que no se había atrevido a decirlo. Mientras el ascensor descendía los siete pisos que los separaban del subsuelo, _______ se dedicó a contemplar al hombre que acababa de conocer. Tenía un aspecto jovial; debía de tener no más de treinta años, no era mucho más alto que ella y era de complexión algo robusto.
Su cabello negro formaba algunas ondas y le llegaba más allá del cuello; sus ojos eran verdes y llevaba unas elegantes gafas; unas cuantas pecas asomaban en sus mejillas. Pero, sin duda, lo que más llamaba la atención en su rostro era una cicatriz que cruzaba por un lateral de su mandíbula.

Él se la tocó cuando descubrió hacia dónde estaban dirigidos los ojos de _______.
—Fue hace muchos años, un accidente de coche de donde salí casi ileso, a no ser por esta pequeña marca que llevaré hasta el día que me muera —le contó.
_______ notó tristeza en su voz, de seguro le dolía hablar de aquel tema y se lamentó de haberse quedado mirando su cicatriz como una niña tonta.
—Lo siento.

No te preocupes, ya lo he superado. Pasó hace más de diez años y, además, creo que no me queda tan mal, ¿no? Me da un aspecto de hombre recio; creo que a las mujeres les gusta eso —bromeó, para ocultar su tristeza.

No a todas —replicó _______.

La puerta del ascensor se abrió.

—¡Vamos! ¡No me vas a decir que una mujer como tú no se sentiría halagada si se topara con un sujeto rudo, con barba de varios días y que solo oliera a sudor! ¡Un típico vaquero del lejano Oeste!
_______ no hizo nada para reprimir la carcajada.

—¡Claro que no! —dijo a la defensiva. Por un segundo, la imagen de Niall Horan la asaltó y se lo imaginó vestido de vaquero, con sus botas de cuero gastadas, un gran sombrero de ala ancha, el rostro ensombrecido por una barba descuidada, las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones y aquellos ojos verdes que cada vez que la miraban la invitaban a querer explorar qué había más allá.

—Te has quedado muy callada de repente. —Brandon la acompañó hasta donde estaba estacionado su Volkswagen—. ¿En qué pensabas?

_______ agitó la cabeza e intentó deshacerse de aquella imagen demasiado tentadora y le respondió.

—En nada.

—Bueno, déjame decirte que la expresión en tu rostro era demasiado placentera como para que estuvieras pensando en «nada».

Los colores se le subieron a las mejillas.
—¡Lo sabía! —Le apuntó con su dedo índice—. ¡Estabas pensando en tu vaquero rudo y sudoroso!

Si hubiese tenido más confianza con él, le habría golpeado el estómago con las carpetas. Se estaba riendo a costa de ella y lo estaba haciendo deliberadamente.

—Es tarde, debo irme. —Abrió la puerta de su automóvil y arrojó las carpetas dentro antes de que se convirtieran en posibles armas mortales.

—Bonito automóvil —comentó Brandon al elogiar su Volkswagen Beetle color rojo cereza.

_______ entró y cerró la puerta. Bajó la ventanilla y lo miró.

—Gracias por acompañarme, Brandon.

—De nada, _______.

Le dedicó una última sonrisa mientras encendía el motor y antes de marcharse lo saludo con la mano. Le había caído bien Brandon Tanner.

------se supone que aquí hablan de lo que hace el asesino------------

Se movía entre las sombras vestido de negro. Adoraba la noche y sumergirse en su oscura boca para perderse en ella y así pasar desapercibido. Hasta sus ojos parecían haberse acostumbrado a ver en la oscuridad, al igual que los gatos. Era muy parecido a un felino astuto, de movimientos gráciles, serpenteaba entre las sombras, prefería la noche al día.
Disfrutaba mientras tanta gente dormía, se sentía dueño del mundo y de las tinieblas que lo rodeaban.
Su cuerpo, vestido de negro por completo, se movió con sigilo a través de los árboles. Observó con detenimiento la caseta de seguridad que despedía una tenue luz nacarada.
Desde su interior le llegaba el sonido de una radio encendida en donde el locutor hablaba de deportes y comentaba, apesadumbrado, la mala racha que habían tenido los Grizzlies de Fresno en la última temporada.
Se acercó a la caseta casi en silencio, parecía que sus pies se deslizasen por la hierba, la tocaban apenas. Oculto detrás de la columna de cemento que flanqueaba la reja de hierro, levantó un poco la cabeza para observar mejor.
El guardia estaba muy cómodo recostado en su silla con los pies cruzados sobre el pequeño escritorio pegado a la pared. Estaba demasiado entretenido con una revista, donde exuberantes señoritas mostraban sus atributos físicos en llamativas fotos de colores, como para prestar atención a nada más. Mucho menos a las sombras que se recortaban bajo la luz de la luna. Se arrojó al suelo y se arrastró hacia la reja. Cuando se puso de pie nuevamente, solo la gorra del oficial se asomaba a través de la ventana de la caseta de seguridad.
Atravesar aquella fortaleza de hierro era la parte más difícil de su plan pero una vez que lograse sortear aquel obstáculo ya nada lo detendría. Tan solo unos pasos lo separaban de ella.
Sus manos enguantadas se aferraron con fuerza a los barrotes como si fueran garras. Comenzó a escalar y con la fuerza de sus piernas, logró darse un empujón y llegar hasta la parte más alta. Se detuvo un momento, la cámara de video no tardaría en girar hacia donde se encontraba él; le tomaría solo unos segundos captar su imagen y transmitirla a los monitores de seguridad. Debía saltar antes de que fuera demasiado tarde. Cruzó las piernas por encima de la reja y sin dudarlo se arrojó al suelo; contuvo una maldición y con un rápido giro logró desaparecer de nuevo entre las sombras. El ruido de su cuerpo, que golpeó contra el suelo de hormigón, había llegado hasta los oídos del distraído guardia, y este se levantó de su silla de inmediato y perdió el equilibrio al hacerlo. Se quitó la linterna que colgaba de la presilla de sus pantalones y abandonó la seguridad de la caseta.
Dirigió la luz hacia la reja pero no había nada. Alumbró luego hacia la zona más boscosa, pero solamente aparecían los árboles. Se quitó la gorra y se rascó la cabeza.
«Tal vez solo ha sido un mapache hambriento», pensó, y apagó la linterna y volvió a la caseta. Revisó los monitores que mostraban imágenes de la entrada y de las calles internas que conducían a las propiedades dentro del complejo pero no había nada. Todo parecía estar en absoluta calma.
Calma absoluta era la sensación que lo embargaba en aquel momento; sabía que luego llegaría la exaltación, la emoción de tenerla cerca. Respiró hondo unas cuantas veces y se dirigió a la parte trasera de su casa. Sería fácil entrar; sabía que aquellas casas no contaban con alarmas individuales, sus dueños confiaban en la seguridad que les brindaba vivir en un lugar apartado y cerrado como aquel. Encontró la pequeña claraboya que daba al sótano sin problemas. Había estudiado los planos de aquellas casas y conocía perfectamente cada detalle. No era demasiado grande, pero sí lo suficiente como para que él pasara a través de ella. La empujó e introdujo primero las piernas, se asió de los bordes con ambos brazos y de un pequeño salto fue a parar al suelo del sótano. Por suerte un cesto de ropa sucia amortiguó su caída y encubrió cualquier ruido extraño. Se puso de pie y observo el lugar. El sótano estaba en semipenumbra, alumbrado solo por la poca luz que arrojaba la luna a través del cristal de la claraboya. Reinaba un completo silencio pero él sabía ser también silencioso. Caminó hacia las escaleras y comenzó a subir los escalones de uno en uno, lentamente. Cuando por fin llegó hasta la puerta se detuvo un instante y apoyó una mano contra la pared.
No podía creer que después de esperar tanto tiempo finalmente la vería. Los cuatro años de sufrimiento y agonía por haberla perdido darían paso a la alegría de tenerla otra vez para él. Cruzó el umbral de aquella puerta y atravesó la cocina con dos zancadas.
Sabía que había dos habitaciones en la parte alta de la casa y que estaría durmiendo en una de ellas. Debía seguir sus instintos para dar con la correcta. Siempre lo había hecho y nunca le habían fallado. La sala era tal como se la había imaginado. Sus manos cubiertas por un par de guantes negros recorrieron la suave tela de los sillones y se la imaginó sentada allí, leyendo un libro, en una noche de invierno, mientras el fuego crepitaba en la chimenea. Él estaría sentado a su lado, la contemplaría, la tomaría de la mano y le repetiría, una y mil veces, lo mucho que la amaba.
El corazón se le subió a la garganta cuando escuchó ruidos en el piso de arriba. Una de las puertas se abrió y tuvo apenas un segundo para esconderse detrás de la biblioteca.
Una mujer morena y algo excedida en su peso bajó las escaleras con el cabello revuelto en lo alto de la cabeza mientras lanzaba un par de bostezos. La vio perderse en la cocina y luego regresar con un enorme vaso de leche en una mano y una caja de galletas de chocolate en la otra. Desde su escondite pudo observar con claridad en cuál de las dos habitaciones había entrado y así dedujo cual era la que ocupaba ella.
Esperó hasta que esa puerta se cerró y, con cautela, comenzó a subir la escalera. Cada peldaño lo acercaba más a ella y cualquier intento de acallar los latidos de su corazón fue en vano. Se detuvo ante su puerta y sostuvo la manilla entre las manos. La calma se había convertido ya en excitación; la frialdad, en euforia.
Abrió la puerta lentamente y la cerró tras de sí. La habitación estaba a oscuras y la luz que entraba por la ventana iluminaba su silueta en la cama. Dormía muy plácida, cubierta con las sábanas. Su cabeza reposaba sobre la almohada y respiraba con lentitud. Si extendiese la mano, podría tocarla, matar la ausencia que había padecido durante esos cuatro años.
Destruir la distancia que los había mantenido separados, cuando su destino era estar juntos hasta la misma eternidad. Respiró hondo y cerró los ojos cuando su perfume llegó hasta él. Ella se movió inquieta en la cama y dio media vuelta; entonces, la sábana se deslizó hasta la cintura y desveló lo que los había unido durante todos esos años. El nudo celta permanecía intacto y se dejaba ver debajo de la prenda de algodón que ella llevaba. Frenó el impulso de acercarse y tocarla para asegurarse de que era tan real como la había soñado. Ansiaba tocarla y sentir la suavidad de su piel de nuevo pero no había ido a eso. La misión que lo había llevado hasta su casa, aquella noche, era por completo diferente. Ni siquiera se detuvo a pensar si sería sencillo o no llevársela de allí sin ser visto. No había ido a llevársela; solo estaba en esa habitación para recordarle que él existía, que estaba a su lado en todo momento, aunque no lo supiera, y que jamás permitiría que ningún hombre se acercara a ella. Se metió la mano en uno de los bolsillos internos de la chaqueta de piel negra que llevaba y sacó un ramillete de flores. Acomodó sus pétalos azules un poco aplastados y lo colocó sobre la almohada, junto a su rostro. Se quedó cerca un instante para escucharla respirar. Su misión estaba cumplida. Sin embargo, le lastimaba dejarla. Le dolía que ella no hubiera abierto los ojos y hubiera extendido sus brazos para darle la bienvenida que él se merecía. Ya habría tiempo para todo eso cuando, por fin, estuvieran juntos nuevamente. Sabía ser paciente y esperaría por ese momento mágico el tiempo que fuera necesario.

---------------FIN----------------------

—¿Has dormido mal? —preguntó Rachel aquella mañana mientras revisaba algunos detalles del caso.
Niall se masajeó el cuello con movimientos circulares pero nada lograba calmar el dolor que punzaba con insistencia dentro de sus músculos.
—Este dolor me está matando.
—Demasiadas tensiones, Niall—sentenció Felicity y se acomodó el pelo detrás de las orejas—. Deberías relajarte un poco.
¡Cómo si fuera tan sencillo hacerlo! Pensó malhumorado.
—¿Qué has conseguido del laboratorio?
Ella lo miró resignada; al parecer no pensaba darse, ni siquiera, cinco minutos de pausa.
—Nada importante, no se hallaron huellas salvo las de la mano de un niño; parece como si esa maldita caja estuviera inmaculada.
—¿Has podido averiguar quién las vende?
No conseguiremos nada por ese lado. Según los del laboratorio es una caja fabricada de forma artesanal —explicó.
Harry rió con sarcasmo.
—¿Quieres decir que nuestro asesino es, además, un artesano al que le gusta hacer sus propias manualidades?
—Así parece; aunque seguramente construyó él mismo la caja para que no lográsemos rastrearla.
—Sí, seguro.
—Styles, acaba de llegar esto para ti. —Un oficial le entrego un par de sobres y volvió a desaparecer detrás de la puerta.
—¿Qué tienes ahí? —preguntó intrigada su compañera.
—Dos entradas.
—¡Bueno, veo que vas a seguir mis consejos y saldrás a divertirte un poco!
Niall se puso serio y le entregó las entradas para que ella misma las viera.
—Son entradas para el partido de los Falcons para este fin de semana. —Lanzó un soplido mientras las volvía a guardar en el sobre—. Solo es trabajo, Niall.
—¿Qué esperabas? ¿Entradas para el cine, o tal vez el teatro?
—Pues sí, por qué no. Deberías desconectar un poco del trabajo, apuesto que el cuello te dolería menos.
—En cuanto lo atrapemos y toda esta pesadilla termine, te prometo que me tomaré unas vacaciones. —No le había mencionado nada pero pensaba tomar su pequeño barco que lo
esperaba en la bahía de San Francisco, salir a navegar y perderse, al menos unos días, en la profundidad del océano.
—¿Tienes idea de cuantos adolescentes habrá en ese partido de hockey?
—Pelirrojos, no muchos —respondió con soltura Niall mientras subía las piernas encima del escritorio—. Vamos a tener suerte, Parker. ¿No eres siempre tú la que dice que tenemos
que ser un poco más optimistas?
Felicity lo miró directamente a los ojos y Niall percibió el cansancio en ellos.
—Sabes que si no fuera así terminaríamos metidos en un hospital envueltos en una camisa de fuerza. —Se detuvo de inmediato al darse cuenta de lo que acababa de decir.
Niall percibió su embarazo.
No te preocupes.
—Lo siento, Niall. Sabes que no me refería a… —¡Dios! ¿Por qué a veces no se limitaba a cerrar su enorme bocaza?
—Te he dicho que lo olvidaras.
Felicity asintió y volvió a concentrarse en el papeleo. Había metido la pata, había actuado con el mismo tacto de una mula al mencionar aquello. Casi nunca hablaban del tema del padre de Niall. Ella sabía que él lo visitaba una vez a la semana en la clínica donde estaba internado desde hacía unos años y que cada vez que iba, regresaba peor. Siempre dejaba que fuera él quien mencionara algo al respecto pero podía percibir cuánto dolor le provocaba ver a su padre en aquel estado después de haber sido, durante tantos años, no solamente uno de los mejores policías de la ciudad, sino su héroe desde que era niño. El mismo Niall le había contado que había elegido ser policía como una manera de honrar a su padre. Una ironía lo obligaba a ser testigo de cómo ese hombre, a quien siempre había admirado y respetado, se apagaba irremediablemente encerrado en aquel lugar. Leía distraída unos papeles y, de vez en cuando, alzaba la vista para observarlo. Parecía estar atento a la pantalla de su portátil pero seguía con la mirada triste.
Le habría gustado levantarse de su lugar, ir hasta él y darle unas cuantas palmaditas en el hombro para demostrarle su apoyo solo con aquel silencioso gesto.
Estuvo a punto de hacerlo, pero en ese instante la puerta se abrió con violencia, y _______ Carmichael entró como un torbellino a la oficina.
Niall abandonó su silla de un salto y se quedó perplejo cuando ella se arrojó desesperadamente a sus brazos.
—¡_______! ¿Qué ha sucedido?
—¡Ha estado en mi casa!

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Mensaje por sara_perez Sáb 28 Jul 2012, 4:38 pm

Capítulo 8 (parte 1) MARATON 2/3

Felicity le acercó el vaso y se lo colocó entre las manos.
—Bebe un poco. Es agua con azúcar.
_______ levantó la vista, tenía los ojos irritados de tanto llorar, la nariz enrojecida y la palidez instalada en su rostro.
—Gracias —balbuceó apenas. Clavó la mirada en la puerta por donde unos minutos antes Niall había desaparecido y bebió un pequeño sorbo del agua que la detective Parker le ofrecía.
—Regresará en cuanto le sea posible —le dijo Felicity. Era indudable que la joven estaba esperando que Niall apareciera por esa puerta de un momento a otro. Se sentó junto a ella y meditó un momento sobre la escena de la que había sido testigo. En otras circunstancias lo que había presenciado carecería de algún significado importante; pero cuando después de entrar en aquella oficina, completamente desencajada, se había arrojado entre los brazos de su compañero, supo de inmediato que allí había algo más. Tal vez algo de lo que ni ellos mismos eran conscientes.

El teléfono comenzó a sonar.
—Discúlpame. Debo responder. —Rodeó el escritorio y levantó el auricular—. Parker… —Hizo una pausa—. Entiendo —Comenzó a jugar con un bolígrafo—. No te preocupes, me encargaré de ella. Mantenme al tanto. Se lo diré, adiós.
—¿Era el detective Horan?
—Sí, está en tu casa con los peritos. Me ha dicho que intentes comunicarte con tu amiga para avisarle de que busque un lugar en donde pasar la noche —le informó mientras colocaba el auricular en su lugar.
—¿No podremos regresar a casa? —su voz sonaba todavía conmocionada.
Me temo que no, ese lugar ya no es seguro.
—Creía que estaría protegida en un lugar como ese.
—A veces ningún lugar es seguro cuando te enfrentas a un psicópata como este. —Sus palabras eran duras y solo ayudaban a desanimarla aun más, pero debía ser sincera con ella.
Después de todo, el tipo había estado en la misma habitación con ella y nadie se había percatado de nada.
No entiendo qué es lo que quiere de mí. —Juntó las rodillas y apoyó las manos en su regazo.
No te esfuerces en entenderlo —le aconsejó—. Puedo decirte que he visto de todo, pero nunca ha dejado de sorprenderme.
—¿Cuánto hace que eres policía?
—Van a ser tres años en noviembre —respondió.
—¿Hace mucho que eres la compañera del detective Horan?
—Dos años. Yo trabajaba en la policía de Fremont y pedí mi traslado para incorporarme a la División de Crímenes Violentos. Allí me asignaron para trabajar junto a Niall.
_______ asintió. Hacía dos años que estaban, prácticamente, casi todo el día juntos; no era extraño entonces que hubiera alguna intimidad entre ellos.
—Supongo que lo conoces bien. —Ni siquiera supo por qué había hecho aquel comentario.
Felicity se sorprendió por lo que ella acababa de decirle; le pareció percibir un atisbo de celos oculto en aquellas palabras.
—Ya sabes, nunca se llega a conocer demasiado a una persona, pero con Niall hubo una conexión casi repentina, congeniamos desde el primer día y no podría elegir un mejor compañero que él. —Esperaba saciar su curiosidad con la respuesta que le había dado.
—Entiendo. —Terminó de beberse el agua con azúcar—. ¿Podría usar su teléfono para llamar a mi amiga?
—Por supuesto, habla tranquila. Regreso en un momento. —Recogió el vaso vacío y salió de la oficina.
_______, lentamente, se puso de pie y caminó hacia el teléfono, marcó el número de su amiga y cuando escuchó la voz de Leslie, intentó no derrumbarse por segunda vez.
—¿Qué sucede, _______?
¿Cómo reaccionaría ella cuando supiera que un extraño había estado en su casa la noche anterior y que habría ocurrido una tragedia si alguna de las dos lo hubiese descubierto?
—¿Tienes algún sitio en donde pasar la noche?
—¿Por qué me estás preguntando eso?
No podremos volver a la casa, Leslie: él estuvo allí anoche.
Por unos segundos que parecieron eternos, _______ no escuchó nada del otro lado de la línea.
—¡Dios, _______! ¿Tú estás bien? Cuando he salido esta mañana de casa ni siquiera he pasado a despedirme a tu habitación; he preferido dejarte dormir después de lo tarde que habías llegado de tu reunión.
—Estoy bien, no me hizo nada.
—¿Dónde estás ahora?
—En la comisaría de policía, en la oficina del detective Horan.
—¿Qué harás tú?
La pregunta de su amiga la tomó desprevenida.
No lo sé.
—Podríamos alquilar una habitación en algún hotel hasta que podamos regresar.
No sé si voy a poder regresar, Leslie: ese lugar ya no es seguro.
—¿Qué te han dicho en la policía?
—Hasta ahora solo sé que no podemos regresar. Están recogiendo pruebas y entorpeceríamos su trabajo —le explicó mientras enredaba el dedo en el cable del teléfono.
—Seguramente. —Hizo una larga pausa—. Yo puedo quedarme en casa de Verónica; ya sabes, la rubia encargada de la sección de espectáculos. No creo que tenga problemas en hospedarme por algún tiempo.
—Muy bien, hazlo. Yo veré qué es lo que hago.
—La propuesta de compartir una habitación de hotel sigue pendiente —le recordó.
—Si no encuentro ninguna otra solución, te aviso, y vemos qué es lo que hacemos. ¿De acuerdo, Leslie?
—De acuerdo, _______. Llámame por cualquier cosa que necesites. A propósito, ¿crees que nos dejarán sacar algunas cosas de la casa?
—Le preguntaré a los detectives.
—Bien, cuídate, por favor. No permitas que ese loco se acerque a ti otra vez —le pidió afligida.
—Lo intentaré —le prometió, pero era consciente de que aquella promesa no dependía de ella.
Colgó y volvió a sentarse en la silla. La puerta permanecía cerrada y ni la detective Parker ni el detective Horan aparecieron durante el siguiente cuarto de hora. La impaciencia estaba acabando con la poca fortaleza que le quedaba. Pensó en salir de aquel lugar y regresar a su casa; necesitaba que alguien le explicara cómo aquel hombre había podido acercarse tanto a ella. Se le erizó la piel de solo pensar que había estado a su lado mientras ella dormía tan tranquila en su cama.
Debía también preocuparse por buscar un lugar en donde pasar la noche. Podría haber telefoneado a Kevin pero no estaba dispuesta a obligarlo a regresar a Fresno cuando hacía apenas veinticuatro horas que se había marchado. Además estaba en medio de la construcción de una escuela y corría contra reloj para poder terminarla a tiempo. La opción de llamar a Jennie ni siquiera se le pasó por la mente. Debía pensar en algo, de otro modo, acabaría durmiendo en la habitación de algún hotel.
Comenzó a golpear los pies contra el suelo; el sonido acompasado de los tacones de sus zapatos repiqueteando le trajo un poco de calma. Se reclinó hacia atrás y apoyó la cabeza contra la pared. Cerró los ojos y respiró hondo. No supo cuánto tiempo estuvo allí, solo supo que debía ser ya la hora del almuerzo, porque su estómago comenzaba a gruñir. La detective no había regresado aún y ella quería marcharse de aquel lugar.

De repente la puerta se abrió y Niall acortó la distancia que los separaba en un santiamén. _______ sintió que era arrastrada por una oleada de emociones cuando lo vio. Deseaba
que él, nuevamente, la estrechara entre sus brazos como había hecho temprano aquella mañana. Pero ya estaba más calmada y nada justificaría una acción semejante de su parte.
—¿Cómo estás? —le preguntó él y se sentó a su lado.
_______ se dio cuenta de que era la primera vez que él la tuteaba y aquella nueva intimidad le produjo un extraño hormigueo en la piel.
—Mejor, gracias.
—Habría querido venir antes, pero no he podido —le explicó mientras le ofrecía una sonrisa.
—¿Han podido encontrar algo?
—Hemos encontrado un par de huellas de pisadas en el sótano.
—¿Entró por allí?
—Presumimos que sí, la claraboya estaba entreabierta. Al parecer pisó algo de lodo antes de entrar en la casa y dejó un par de huellas. Las compararemos con las halladas en la casa de Tessa Hodgins para confirmar que se trata del mismo hombre.
_______ arqueó las cejas.
—Tú sabes que sí lo es —dijo y lo tuteó por primera vez ella también.
Él lanzó un suspiro, no podía evitar ponerse contento por el paso que habían dado casi sin darse cuenta. Era como si un muro de formalidad se hubiese derribado entre ellos.
—Sí, pero siempre es mejor contar con las evidencias para confirmarlo.
—¿Por qué crees que estuvo allí y no me hizo nada?
Niall se encogió de hombros; quería tener una respuesta sensata para ella pero no podía dársela cuando él mismo la ignoraba.
—En realidad, no lo sé; tal vez tenía miedo de arriesgar demasiado si te llevaba consigo. Creo que le da pánico ser atrapado antes de poder llevar a cabo su misión.
_______ apretó los labios.
—Matarme.
Niall se acercó aun más y le tomó ambas manos.
No lo creo; si quisiera matarte, lo habría hecho anoche.
_______ intentó controlar los latidos de su corazón; no porque estuvieran hablando de que su vida estaba en peligro, sino porque la cercanía de Niall solo conseguía perturbarla.
Él sintió deseos de acariciar el cuello largo y arqueado que asomaba por encima de la camisa entallada que llevaba _______, pero sacudió la cabeza con violencia y rechazó la idea.
Debía recordar que se encontraban en su oficina y que ella acababa de pasar por una situación angustiosa. La poca fuerza de voluntad que le quedaba se desvaneció por completo cuando ella levantó los ojos hacia él.
Si en ese momento Felicity no hubiese irrumpido en la oficina habría cometido la mayor estupidez de su vida; algo que, definitivamente, no se podía permitir.
—¡Has llegado por fin! —su exclamación pareció quedar suspendida en el aire cuando observó cómo las manos de _______ Carmichael descansaban entre las manos de su compañero.
Niall las soltó de inmediato y se puso de pie.
—¿Dónde estabas? —le preguntó a Felicity sin mirarla directamente a los ojos.
—Estaba en la cafetería y me he entretenido hablando con Steven. —Miró un segundo a _______—. ¿Hace mucho que has regresado?
No, en realidad acabo de llegar —respondió y se sentó en la punta del escritorio.
—¿Qué ha pasado en la casa?
Niall le explicó todo y, por unos minutos, mientras ellos hablaban, _______ se sintió una intrusa a pesar de que lo que estaban diciendo tenía estrecha relación con ella.
—¿Has conseguido dónde pasar la noche? —le preguntó de pronto Felicity.
_______ se puso de pie y se alisó la falda.
No todavía; mi amiga Leslie se quedará en casa de una compañera de trabajo. Me ha dicho que si no encontraba nada, le avisara para que nos fuéramos a un hotel —les explicó.
—¿Qué hay de tu hermano?
—Preferiría no molestarlo. Está retrasado en su trabajo y mi presencia allí solo serviría para preocuparlo; además vive en Clovis.
Felicity asintió.
—Necesito hablar contigo en privado. — Niall sujetó a su compañera del brazo y la arrastró casi hasta el pasillo.
—¿Qué demonios haces, Horan? —Los ojos grises de Felicity se encendieron de furia.
No podemos permitir que pase la noche en un hotel, ambos sabemos que debemos reubicarla en un lugar más seguro y esa casa ya no lo es.
—¿Qué sugieres?
—Que se quede contigo, en tu casa.
—Imposible, estoy de remodelaciones y hace una semana que estoy viviendo en casa de mi hermana; creía que te lo había contado.
No lo sé, tal vez lo hiciste, pero no lo recordaba. —Se quedó un momento meditabundo y la expresión que se dibujó en su rostro no fue del agrado de Felicity.
—¿En qué estás pensando?
Niall tomó a su compañera por los hombros, en caso de que necesitara calmarla después de oír lo que tenía que decirle.
—Entonces se quedará en mi loft.
—¿En tu casa? —repitió perpleja—. ¿No estarás hablando en serio, verdad? —Sin embargo, lo conocía lo suficiente como para saber que no estaba bromeando con ella.
Él escuchó, con paciencia, la decena de razones por las cuales lo que quería hacer no era lo más apropiado, pero nada de lo que Felicity dijo le hizo desistir. Ella había comenzado a levantar la voz y estaban llamando la atención de todos en el lugar.
_______ también escuchó los murmullos desde la oficina. Se acercó a la ventana y descubrió que los que estaban discutiendo en el pasillo eran Niall Horan y su compañera. No alcanzaba a distinguir lo que decían pero ella parecía ser la que estaba más enojada, mientras que él se dedicaba a esquivar sus embestidas con tranquilidad.

Niall conducía e intentaba dirigir su atención solamente a la carretera, pero le era difícil con _______ sentada a su lado. La observó de reojo cuando se detuvieron en un semáforo.
Parecía estar más tranquila, tenía un brazo estirado sobre la ventanilla y el otro apoyado sobre su regazo. Le prestaba atención al panorama con la cabeza ladeada hacia un lado y sin poder evitarlo, la mirada de Niall se posó en las piernas que asomaban debajo de la falda color lila, que combinaba a la perfección con su camisa impecablemente blanca, a esas alturas, repleta de arrugas. Él se sintió cautivado por el suave movimiento de sus pechos al compás de su respiración. Su melena descansaba sobre el asiento y algunos mechones caían en desorden sobre un costado de su rostro, la observó mientras intentaba acomodárselos nuevamente detrás de las orejas y deseó poder hacerlo él mismo.

Un bocinazo de un automóvil que le exigía que se moviera lo devolvió a la realidad y cuando lanzó una maldición en voz alta _______ se volvió y clavó sus ojos castaños en los suyos.
Niall desvió la mirada, a la vez que reanudaba la marcha _______ lo contempló durante un instante y, luego, volvió a dirigir su atención al exterior.

Se había subido a su automóvil casi sin chistar. Después de aquella discusión con su compañera, Niall fue por ella a la oficina y le dijo que la llevaría él mismo a un lugar seguro. Lo había notado demasiado molesto como para siquiera preguntarle hacia dónde se dirigía; solo se limitó a hacer lo que él le decía.

Al parecer, la riña que había tenido con la detective Parker había sido grave. Se preguntó qué clase de relación tendrían realmente. Felicity Parker le había dicho que estaban juntos desde hacía dos años y que conocía a su compañero más que a nadie en el mundo. _______ no estaba por completo segura, pero había creído percibir algo más que admiración de parte de ella. Quizá no solo se relacionaban en su trabajo, sino que lo hacían de una manera más personal e íntima. _______ tragó saliva; debía reconocer que aquella idea no le agradaba demasiado, sobre todo porque al parecer, la detective Felicity Parker veía en ella a una posible rival. Nicholas giró hacia la izquierda y siguió derecho a través de la avenida Manning; luego se introdujo en la calle Henderson Sur.

_______ lo miró otra vez.
—Creía que habías dicho que no podía volver a mi casa —dijo ella al reconocer el lugar que iban dejando atrás.
—Necesitas preparar una maleta solo con lo necesario.
No necesitaré ninguna maleta, solo me hará falta darme una ducha y cambiarme de ropa. Es probable que mañana tu gente haya terminado y pueda regresar a casa —alegó confiada.

Niall detuvo el automóvil al borde del camino y apretó las manos en el volante.
Me temo que eso no va a ser posible, _______ —le dijo con la vista fija en el parabrisas—. Tú, mejor que nadie, sabes que esa casa ya no es segura para ti; él pudo burlar todas las medidas de seguridad y meterse en tu habitación. —Apretó los nudillos con fuerza; aún no lograba sacarse del cuerpo la zozobra que le había provocado saber que aquel hombre había estado tan cerca de ella.

—¡Pero no puedo marcharme y dejar todo así sin más! —protestó indignada—. ¡No es justo que sea yo la que tenga que estar huyendo!
—Estoy de acuerdo contigo; no es lo justo, pero sí lo más seguro.

_______ levantó las manos.
—¿Y qué hay de mis cosas? Mis cuadros: ¡no puedo abandonar mi taller así como así!

Niall había sospechado que no iba a ser sencillo tener esa conversación con _______, pero debía convencerla de que lo que estaba haciendo era lo mejor para ella.

—Mira, por esta noche, quiero que recojas solo lo necesario y lo metas dentro de una maleta. Mañana veremos lo demás, ¿te parece bien?

_______ lanzó un suspiro de resignación y asintió con un leve movimiento de cabeza. No podía hacer otra cosa, no tenía más alternativa que hacer lo que Niall le dijera. Estaba en sus manos y era consciente de que si no confiaba ciegamente en él, estaría perdida.

Durante la poca distancia que los separaba de su casa estuvieron en completo silencio. Niall, complacido por la actitud que _______ había adoptado al saber que ya no podría volver a su casa al menos por un tiempo, y _______, por completo resignada a que su vida ya no sería la misma.

Finalmente llegaron a la entrada principal del complejo Pacific View y no hubo necesidad de detenerse ya que la reja estaba abierta. Un par de peritos estaban recolectando huellas dactilares de las barras de hierro. _______ los observó un instante mientras hacían su trabajo. Luego Niall aceleró la marcha y ella clavó la vista en la ventanilla.

—Hemos llegado —anunció él y apagó el motor del Mustang.
_______ le lanzó una mirada cortante; estaba enfadada pero sabía que no lo estaba con él, sino con la situación que estaba obligada a sobrellevar.

Se bajaron del automóvil y debieron sortear dos camionetas y un par de patrullas antes de alcanzar el porche de su casa. Había varios hombres en la sala; algunos buscaban huellas y otros iluminaban la alfombra con una lámpara de luz fluorescente.

—Ven, te acompañaré a tu habitación. De seguro, todavía están los peritos recogiendo evidencias.
_______ lo siguió a través de la escalera y fue testigo de cómo todos los que se encontraban en su casa lo saludaban con afecto. No había duda de que Niall Horan era muy respetado dentro de la fuerza policial.

Llegaron a su habitación y él entró primero; _______ titubeó un instante antes de animarse a entrar. Apenas unas horas antes, había huido despavorida de allí al descubrir el ramillete de nomeolvides sobre la almohada.

Niall le tocó el brazo y ella dio un respingo.
—Ponte estos guantes —le dijo y le entregó un par de guantes de látex.
Lo miró mientras él se ponía los suyos. Él levantó la mirada y le sonrió.
—Tú dirás qué es lo que quieres llevarte.

Por un momento se quedó prendada de sus ojos verdes y de su sonrisa antes de poder reaccionar y responder.
—La… la maleta está en la parte superior del armario —le indicó.
—Bien, iré por ella. —Se dirigió hacia el armario y se detuvo a conversar con uno de los peritos que estaba reclinado sobre su cama. En una mano sostenía un pequeño sobre color marrón y en la otra, una pinza de metal que usaba para levantar, con seguridad, cabellos o algún tipo de fibra que pudiera haber dejado aquel hombre la noche anterior.

_______ se puso los guantes antes de que Niall regresara y caminó hacia el armario en primer lugar. Abrió el segundo cajón y se movió cuando él se paró tan cerca de ella con la maleta abierta. La colocó en el suelo y se puso las manos en la cintura.
La observó con atención mientras ella sacaba algunas prendas y las arrojaba dentro de la maleta. Se dispuso a abrir el tercer cajón, pero dudó un instante. No estaba muy segura de querer que Niall viera cómo sacaba su ropa interior.

Él captó su incomodidad de inmediato y, sin decir nada, dio media vuelta y volvió con el perito. _______ sacó las prendas y sin detenerse a pensar cuáles llevarse y cuáles no, las arrojó junto a las otras.

Niall, sin que ella lo notara, la estaba observando y a pesar de que ella había sacado su ropa interior con un rápido movimiento en un intento por esconderla de él, había alcanzado a ver una masa de encajes y seda de varios colores. Cerró los ojos un instante y se la imaginó vestida, solamente, con una de aquellas prendas.

—Ya he terminado aquí, detective.
Niall lo miró aturdido; por un segundo se había olvidado de que había alguien más en aquella habitación con ellos.

—Eh… sí, gracias —dijo y le dio una palmadita en el hombro.
_______ se acercó con la maleta entreabierta.
—¿Puedo colocarla sobre la cama?
Él asintió.

Puso la maleta abierta en la orilla de la cama y caminó hacia el armario. Sacó algunos pantalones, unos de corte más formal, y otros no tanto; unas cuantas camisas, algunos vestidos y un par de chaquetas. Todavía no sabía ni siquiera a dónde la llevaría, pero debía pensar que, tal vez, no podría regresar en unos cuantos días y debía seguir yendo a la editorial.

Se agachó y buscó un par de zapatos; eligió los de color negro que combinarían con cualquier atuendo que decidiera llevar. Niall seguía de pie a solo unos pasos de ella. _______ podía sentir que sus ojos estaban posados en su espalda, en el preciso lugar en el que la tela de su camisa comenzaba a quemarle. Decidió también llevar dos pares de sandalias; intentó incorporarse con todo aquello en las manos y cuando se dio la vuelta, tropezó con el borde de madera que sobresalía del armario. Los zapatos y las sandalias volaron por el aire y ella habría estampado su nariz en el suelo si Harry no la hubiera sujetado de los brazos.

—¿Estás bien?
sara_perez
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Mensaje por sara_perez Sáb 28 Jul 2012, 4:40 pm

Capítulo 8. (parte 2) MARATON 2/3
_______ apenas pudo asentir con la cabeza. El calor que había quemado su espalda segundos antes comenzaba a invadir el resto de su cuerpo. Sobre todo en sus brazos, que las manos de Niall rodeaban con fuerza. Él redujo un poco la presión apenas ella recobró el equilibrio, pero el fuego que amenazaba con consumirla poco a poco no disminuía. Casi por inercia levantó la vista y descubrió que los ojos de Niall estaban clavados en su rostro y la devoraban con la mirada. _______ bajó hasta su boca y deseó, en ese mismo instante, que él la besara aun cuando sabía que un beso suyo solo lograría excitarla más.

Los labios gruesos y apenas pintados de _______ se habían entreabierto y nIALL supo que aquello era una clara invitación a ser explorados. Se los imaginó suaves y pecaminosamente dulces; con un sabor que tentaba y atormentaba al mismo tiempo. Cuando las manos de _______ se posaron en su pecho,

Niall creyó que el corazón le subiría hasta la garganta. Sus propias manos ya no seguían sosteniéndola por los brazos, sino que habían ascendido hasta sus hombros y, con los pulgares, le acariciaban el cuello. _______ cerró los ojos mientras aquel contacto arremolinaba un montón de sensaciones en su interior. Instintivamente se apretó contra él y, cuando sus caderas se recostaron sobre las suyas, Niall supo que si no se detenían en ese momento, ya no habría marcha atrás.

—Si ya has terminado de recoger todo lo necesario, será mejor que nos vayamos —dijo él y la soltó.
_______ se apartó de inmediato e hizo un esfuerzo por recuperar la serenidad.
—De acuerdo —respondió ella con voz neutra. No quería demostrarle cuánto le había afectado lo sucedido. La ayudó a levantar los zapatos y los acomodaron junto con las demás prendas. ______ lo observó mientras él cerraba la maleta. Todavía estaba perturbada y sus latidos no habían recuperado su ritmo normal, pero logró parecer confiada y serena cuando él alzó la vista y la miró.
—¿Nos vamos? —Sujetó la maleta con fuerza y comenzó a caminar hacia la puerta.

_______ asintió, dio un último vistazo a su habitación y antes de salir sacó una carpeta del cajón de su mesita de noche. Allí guardaba el memorando de la reunión en la editorial y a pesar de que tenía una copia en su oficina, prefirió llevárselo adonde fuera que Niall la estuviera trasladando. Lo siguió a través de la escalera y atravesaron la sala en medio de los peritos que todavía seguían trabajando. Se detuvieron en el porche y allí Niall le dijo que ya podía quitarse los guantes. Ella lo miró confundida; ni siquiera se había percatado de que aún llevaba los malditos guantes. Se los quitó y no supo qué hacer con ellos.

—Dámelos.
Se los dio y la piel áspera de la mano de Niall rozó la palma de su mano y provocó un momento de tensión. Él dejó la maleta en el suelo y tras quitarse también sus guantes, se los entregó a uno de los peritos para que se deshiciera de ellos.

Caminaron en silencio hacia el automóvil y minutos después abandonaban la zona oeste de Fresno para internarse en el Tower District. _______ no se había animado aún a preguntarle hacia dónde se dirigían. Después del pequeño acercamiento que habían tenido, él había actuado distante con ella. Se maldijo en silencio por haberse mostrado tan receptiva a su contacto y haber esperado que la besara: lo único que él había hecho era impedir que terminara en el suelo. La frialdad que le había demostrado luego se lo había confirmado. La había apartado y había reprobado cualquier actitud suya.

Prefirió concentrarse en admirar el lugar. No frecuentaba mucho aquella parte de la cuidad. Había estado algunas veces en uno de sus teatros más prestigiosos y había cenado en un restaurante alemán con su hermano para festejar su vigesimoquinto cumpleaños. Era un barrio demasiado elegante tal vez para su gusto, pero con muchísima vida social. Contaba con excelentes restaurantes y una decena de clubes nocturnos. Ella prefería el Boulevard Kearney o el tranquilo barrio de Sunnyside.

Tras recorrer la avenida principal durante casi tres kilómetros, Niall se desvió a la derecha y condujo por una calle menos poblada hasta detenerse finalmente frente a un gran edificio de ladrillos rojos y gastados ubicado justo en la esquina.

Él se bajó sin pronunciar palabra y sacó su maleta del maletero del Mustang. _______ continuaba todavía en su lugar. Lo miró a través del espejo retrovisor mientras rodeaba el automóvil y, en un segundo, estuvo a su lado. Abrió la puerta y la invitó a bajarse.

—Hemos llegado, bájate.
_______ no tuvo más remedio que obedecerle. El sol le dio en la cara y se puso la mano en la frente para poder ver mejor.
—¿Qué es este lugar? —preguntó mientras contemplaba el enorme edificio de tres plantas que ocupaba casi toda la manzana.
—Aquí es donde yo vivo…
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Mensaje por sara_perez Sáb 28 Jul 2012, 4:42 pm

Capítulo 9 MARATON 3/3

_______ le dirigió una mirada interrogante.

—¿Qué hacemos aquí?

—Buscamos un lugar seguro en el que puedas instalarte —respondió él con tranquilidad, y se puso en marcha.

—¡Espera! —Le tironeó de la chaqueta—. ¡No puedo quedarme aquí!

Niall se detuvo y lanzó un suspiro. Sabía que aquel momento llegaría. Se armó de paciencia y la miró a los ojos. Esperaba que ella comprendiera el porqué de aquella situación.

—Es perfecto, nadie podrá imaginarse jamás que tú estás aquí; es precisamente lo que necesitamos.

_______ sabía que los argumentos que Niall le estaba dando eran válidos, pero en su cabeza no lograba concebir que él y ella pudieran llegar a convivir bajo el mismo techo; mucho menos después de lo que había sucedido en la habitación de su casa. Era simple: no podía aceptar.

No puedo; no puedo vivir aquí contigo —dijo por fin.

—¿Por qué no? —Preguntó él mientras dejaba la maleta en el suelo—. Es un lugar que no llama mucho
la atención; hay suficiente espacio para que podamos convivir sin ningún problema y, además, a Sam le encantará tener un poco de compañía femenina.

_______ frunció el ceño.
—¿Sam?

—Sí, ya lo conocerás —dijo y sonrió de oreja a oreja—. Subamos y discutamos el asunto mientras comemos algo. No sé tú, pero yo vengo hambriento.

Volvió a recoger la maleta y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio mientras _______ continuaba de pie en el mismo lugar. Aquello no podía estar sucediendo, debía hallar una solución y marcharse cuanto antes.

—¿Piensas quedarte ahí mucho tiempo? —le preguntó él mientras entraba.

_______ se cruzo de brazos para contrarrestar la rabia que estaba sintiendo. Había aceptado ayudarle y dejar que le buscara un lugar donde quedarse por su propia seguridad, pero nunca había esperado que él la llevara a su casa. Podría haberse quedado atornillada allí hasta que el sol que caía directamente sobre su cabeza terminase por asarla y demostrarle así que no estaba de acuerdo con lo que pretendía hacer; sin embargo sospechaba que él era capaz de dejarla allí; sabía que tarde o temprano, acabaría por ceder. Comenzó a avanzar pesadamente hacia él y cuando lo alcanzó junto a la puerta Niall se mordió el labio inferior para contener la risa.

—Qué bueno que hayas comprendido lo que es mejor para ti.

Cuando _______ lo miró, sus ojos castaños despedían chispas de cólera.
—Todavía no está dicha la última palabra —respondió secamente.

Caminaron hasta un montacargas enorme que funcionaba como ascensor y él le cedió el paso. Ella entró y se recostó contra la pared en el lado opuesto a Niall. Tenía la vista clavada en el techo y evitó tener contacto visual con él en todo momento. Segundos después, el ascensor se detuvo y Niall salió primero. _______ echó un vistazo al pasillo, aquel lugar parecía demasiado solitario.

—¿Hay otros inquilinos aparte de ti y del tal Sam? —preguntó mientras caminaba detrás de él.

—Solo hay cuatro lofts en el edificio, solo tres están habitados. Te van a encantar mis vecinos. —Se detuvo y le señaló una de las dos puertas que había en aquel pasillo—. Allí viven Mónica y Jessie, con la pequeña Priscilla; en el tercer piso, viven el señor y la señora McKey y sus cinco gatos. Ya irás conociéndolos a todos.

Según sus palabras Niall esperaba realmente que aceptara quedarse en aquel lugar. Sería mejor hablar en serio con él y hacerle entender que aquello no era más que una locura.

Llegaron hasta la puerta que estaba al final del pasillo y _______ supo que, detrás, se encontraba el mundo privado de Niall Horan; un mundo al que no estaba segura de querer entrar y, mucho menos, conocer.

Niall entró y arrojó las llaves dentro de una vasija de barro que descansaba sobre una mesita de mimbre.

—Bienvenida a mi hogar. —Extendió los brazos y la invitó a pasar.

_______ se preguntó a cuántas mujeres habría llevado a aquel lugar y les habría dicho lo mismo. Con seguridad la detective Felicity Parker había tenido el honor de conocer la casa también.

_______ se sorprendió gratamente cuando puso el primer pie dentro de aquel lugar. No era una vivienda tradicional sino un enorme loft con paredes revestidas en ladrillo rústico que imitaban la fachada externa del edificio. Unas columnas de hormigón, distribuidas de forma simétrica, parecían sostener el techo. Todo estaba ubicado en un solo ambiente. El salón comedor y la cocina estaban separados de lo que, supuso sería la habitación principal, por una puerta corredera de madera. Un gran ventanal daba a una terraza completamente cubierta donde _______ distinguió unos cuantos aparatos de gimnasia.

El salón apenas estaba amueblado; había un enorme juego de sofás color azul, adornado con almohadones de gobelino, y la mesa de centro era un baúl bajo de cuero color peltre. A un costado una estantería de madera de dos puertas sostenía una enorme pantalla de televisión.

Enfrente había una mesa de billar donde las bolas de marfil estaban esparcidas sobre el paño verde y gastado, como esperando una partida pendiente. Dos de los muros estaban cubiertos por posters de viejas películas de ciencia ficción y terror.

—¿Te gusta? —Por la expresión de fascinación en el rostro de _______ sabía de antemano cuál sería su respuesta.

_______ caminó por el salón y salió a la terraza. Niall corrió detrás de ella y se dejó contagiar por su entusiasmo; parecía que no le iba a costar tanto convencerla, después de todo.

Además de los aparatos de gimnasia y las pesas, había un juego de mesa y sillas de madera y macetones de terracota con flores de diversas variedades al pie del balcón. Se dirigió hacia el mirador y a pesar de no estar a demasiada altura, la vista desde allí era maravillosa. Se podía ver el centro de Fresno y se imaginó la belleza de aquel mismo panorama en una noche de luna llena.

—¡Es maravilloso, Niall! —En ese momento, todas las excusas que había recopilado en su cabeza para negarse a su loca idea de vivir con él se disiparon ante la magnitud y belleza de aquel sitio. Era consciente de que no debía mostrarse tan entusiasmada frente a él; en especial, después de haber protestado y rechazado su propuesta. Pero debía reconocer que no le molestaría pasar unos días en aquel lugar.

—Sí, lo es —dijo él y apoyó los codos en el balcón—. No lo cambiaría ni por la casa más lujosa del mundo.

_______ distinguió algo que se movía entre las enormes hojas verdes que caían de una de las jardineras. Se inclinó y con las manos apartó el follaje para descubrir quién estaba oculto mirándola con sus enormes ojos pardos. Un labrador, con el hocico ancho y respingón, se asomó con timidez.

—Hola, encanto. —Le acarició la cabeza al perro que parecía estar complacido por sus mimos—. ¿Cómo se llama? —quiso saber.

—Te presento oficialmente a Sam, el verdadero dueño de este lugar.
_______ sonrió.

—Entonces este es el famoso Sam —comentó mientras rascaba la barbilla al labrador.

—Pues sí. Parece un chico agradable cuando acabas de conocerlo pero, créeme, puede convertirse en un verdadero fastidio —bromeó.

—Yo no lo creo. —Lo miró con suspicacia—. ¿Sabes lo que dicen, no? Los perros siempre terminan pareciéndose a sus dueños.

Niall frunció el ceño.
—Si buscabas ofenderme, lo has logrado.

_______ sonrió.

No seas tonto. —Volvió a dirigir toda su atención a Sam, que se empeñaba en lamer la mano de _______ como si fuera un delicioso hueso.

—¡Sam, compórtate! —le advirtió Niall; alzó la mano y le apuntó con el dedo.
—Déjalo, no me molesta. —Le acarició el lomo salpicado por dos manchas marrones y Sam se arrojó al suelo.

—Lo has conquistado realmente. —Aquello no era habitual. Sam siempre había sido un tanto receloso a la hora de recibir visitas; sobre todo cuando se trataba de mujeres—. No tiende a ser tan cariñoso con los extraños; en especial, con los de tu género.

_______ intentó ignorar su comentario pero si Sam hubiese podido hablar, le habría preguntado cuántas mujeres habían pasado por allí antes que ella.

—Tengo una conexión especial con los animales. —Su voz se tornó melancólica de repente.

Niall sabía que el recuerdo de haber visto la cabeza de su gato no le sería fácil de olvidar; tal vez, Sam y sus lengüetazos lograran animarla.

—¿Te imaginarás por qué lo llamé Sam, no?

—Creo que sí. ¿Eres fanático del cine de terror?

No, no. Clásicos de terror y ciencia ficción —la corrigió.

—Ok, no es difícil concluir que lo llamaste así debido a Sam M. Karloff.

—El gran Sam M. Karloff —la volvió a corregir—. Supongo que habrás visto algunas de sus películas.
_______ negó con la cabeza.

—Eso tiene arreglo. Tengo una colección completa de películas del género.

—Suena interesante —no supo qué más decir, pues las películas de terror no eran sus favoritas; prefería una buena comedia romántica o alguna película de época.

No te veo muy entusiasmada con la idea. —Sus labios se curvaron en una sonrisa.

Me encantará ver alguna de tus películas —mintió.

No te creo, pero no importa.

Sam lentamente se fue quedando dormido mientras ella le rascaba la barriga con suaves movimientos circulares.

—Así cualquiera se relaja —dijo Niall mientras observaba cómo los delgados dedos de _______ acariciaban la barriga prominente de su perro.

—Dejémoslo que duerma, al parecer, está cansado.

—Sí, de romper todo lo que encuentra a su paso.

—Es un perro y los perros suelen hacerlo; sobre todo para llamar la atención de sus dueños —le explicó mientras bajaba la voz.

—Entonces quisiera saber cuál es su secreto para haber obtenido la tuya casi de inmediato. —Él también había bajado la voz y sonaba más grave de lo habitual. Un escalofrío bajó por la espalda de _______.

Recordó las palabras de Leslie cuando le dijo lo sensual que era su voz, y debía reconocer que su amiga tenía razón.

Niall notó que su comentario la había perturbado.

—Entremos, así conoces el resto —le sugirió.
Ella asintió y regresaron al interior.

La siguiente parada era la cocina. Era pequeña, pero con el mobiliario necesario. En el centro, había una encimera con cajones y puertas a ambos lados; dos taburetes de madera la rodeaban. De la pared colgaban tres armarios con laminado plástico blanco con detalles en caoba.

—Es sencilla, pero confortable —comentó.

—La decoré yo mismo, y no solo la cocina. —Le tomó la mano—. Ven.

Ella se dejó llevar sin oponerse. Se detuvieron frente a la puerta corredera que Niall abrió en un santiamén. Como _______ había adivinado, aquella era su habitación y él estaba invitándola a conocerla. El suelo, a diferencia del resto del lugar que era de linóleo color ocre, era de madera de navío restaurada. Un armario con espejo biselado de estilo inglés descansaba junto a otra puerta que daba al cuarto de baño. La cama estaba rodeada con un dosel de bronce que le daba un aspecto muy señorial, y una manta color índigo combinaba a la perfección con las paredes empapeladas en azul celeste; una gran butaca descansaba junto a la ventana. Le llamó la atención la miniatura de una goleta sobre la mesita de noche.

—¿Te gusta navegar?

—Mucho. —Esbozo una sonrisa—. Tengo mi propio velero —le contó.

—¿De veras?

—Sí, está anclado en la bahía de San Francisco. De vez en cuando me gusta ir hasta allí y navegar en él hasta llegar a la bahía Suisun.

—Suena relajante.

—Lo es. —Metió ambas manos en los bolsillos de sus pantalones—. Me gustaría llevarte a dar un paseo algún día.

Lo dijo sin pensarlo, sin detenerse a considerar las consecuencias de aquel ofrecimiento, solo quería que ella pudiera experimentar la misma paz que él sentía cada vez que se internaba en el océano a bordo de su barco.

_______ no dijo nada, apenas le devolvió la sonrisa. La idea de salir a navegar con él sonaba excitante pero no estaba dispuesta a enfrentar el peligro que representaría estar a solas con él en alta mar.

_______ echó un nuevo vistazo a la cama. Al parecer era la única en el lugar y no entendía cómo él pretendía que ella durmiera allí. Era su habitación, su cama, su espacio, y ella no quería invadir su intimidad.

—Supongo que dormiré en el sofá del salón —afirmó.

—Supones mal, _______. Como un caballero que soy no puedo permitir que una dama duerma allí.
Dormirás en mi cama, yo usaré el sofá.

Niall, no tienes por qué hacer eso; puedo perfectamente dormir en el salón.

—Si quieres compartir el sofá conmigo, no voy a poner ninguna objeción; pero creo que estaríamos más cómodos si tú duermes aquí. —Mantuvo una expresión grave pero había una chispa de risa en sus ojos.

_______ se sonrojó e intentó fruncir el ceño, sin embargo, una sonrisa, al fin, se abrió paso en sus labios.

—Creo que tienes razón pero todavía estas a tiempo de arrepentirte.

—Buscaré tu maleta para que acomodes tus cosas.

Cuando salió aprovechó para echar un vistazo al cuarto de baño.
Las paredes estaban completamente cubiertas de azulejos blancos estampados con motivos marinos. El conjunto de sanitarios eran de una tonalidad azulada, al igual que la bañera que yacía recostada en un rincón, rodeada por una cortina de plástico. Salió cuando escuchó a Niall entrar en la habitación.

—Aquí tienes. —Colocó la maleta sobre la cama.

—Gracias.

—Acabo de pedir una pizza —le avisó—. Supongo que debes estar hambrienta.

Comer ocupaba en ese instante el último lugar en su lista de prioridades a pesar de no haber probado bocado en lo que iba de día. Lo que más deseaba era darse un baño y relajarse un buen rato.

—En realidad no tengo hambre. —Se puso la mano en el vientre—. Tengo el estómago cerrado.

—Son los nervios, la tensión por la que has tenido que pasar.

Asintió; tenía razón en lo que decía aunque sabía muy bien que se debía a algo más, y ese algo tenía que ver precisamente con él.

Me gustaría darme un baño y recostarme un rato —dijo ella mientras esperaba a que saliera de la habitación y la dejara sola.

—Por supuesto —respondió él sin moverse.

_______ se cruzó de brazos.
—¿No deberías esperar al repartidor de pizzas en otro sitio?

Niall la miraba fijamente, el color de sus ojos se había vuelto más intenso. _______ sintió que la garganta se le secaba.

—¿Podrías salir, por favor?

—Claro, por supuesto. Lo siento. —Estaba actuando como un tonto—. Siéntete como en tu casa, te
guardaré un par de porciones —le dijo y cerró la puerta corredera tras él.

Ya sola, _______ se dejó caer sobre la cama y suspiró. Pasó las manos por la manta, se sentía suave al tacto como si fuera de terciopelo. Cerró los ojos en un intento por calmarse un poco. ¿Qué estaba haciendo allí, en la habitación de aquel hombre y recostada en su cama? Levantó los párpados y observó los cuatro delgados postes de bronce que se erguían alrededor del lecho. Le parecía estar en otra época, en un palacio señorial, y aquella cama perfectamente podría pertenecer a algún rey europeo. Se rió de sus propios pensamientos y de lo soñadora que solía ser a veces. Se levantó de un salto y preparó la bañera, regresó a la habitación y comenzó a quitarse la ropa, no sin antes cerciorarse de que Niall hubiera cerrado bien la puerta antes de irse. Buscó algo de ropa dentro de la maleta y volvió a meterse en el cuarto de baño.

Mientras tanto, en la cocina, Niall se estaba comiendo una porción de pizza de pepperoni acompañado por Sam. Habría preferido compartir aquel almuerzo improvisado con _______ pero comprendía que lo que más necesitaba ella era descansar. La imagen de _______ durmiendo en su cama lo estremeció.

No sabía cómo haría para ignorar lo que ella despertaba en él al tenerla tan peligrosamente cerca, pero tenía bien claro en su cabeza que no podía involucrarse con esa muchacha. Debía mantener su objetividad y pensar en ella solo como testigo potencial del caso en el que estaba trabajando y que debía resolver por el bien de tanta gente. Le dio un pedazo de pizza a Sam y guardó el resto en el horno porque, con seguridad, _______ se despertaría con hambre luego.

Tenía que volver a la comisaría, no había hablado con Felicity después de la discusión y quería ponerse al tanto de los resultados de las investigaciones en casa de _______.

Fue hasta la sala y buscó la chaqueta. La puerta de su habitación estaba como él la había dejado. No supo por qué, pero camino hasta ella y apoyó la cabeza contra la madera. No se escuchaba nada, con seguridad, ya estaría dormida. Apretó la manilla. Lo que estaba a punto de hacer no era lo más prudente, pero necesitaba verla antes de marcharse. Corrió con cuidado la puerta y la observó desde allí. Dormía tranquilamente, su rostro se veía apacible y su cabello caía sobre la almohada. Se había cubierto solo con las sábanas y la manta estaba a los pies de la cama. La blusa de manga corta que llevaba dejaba sus brazos desnudos, uno descansaba encima de la almohada, mientras que el otro caía sobre su vientre. Se quedó observando el movimiento de su pecho, que subía y bajaba al ritmo de su respiración. De pronto, _______ se movió inquieta y entonces Niall se percató de lo que estaba haciendo y cerró la puerta sin hacer el menor ruido. Caminó a toda prisa hacia la cocina, buscó un lápiz y un papel para dejarle una nota; la dejó sobre la mesa y salió.

En el pasillo, se cruzó con Mónica y Jessie Barton.

—Hola, Niall. ¿Cómo estás? —saludó el joven matrimonio.

—Estoy bien. Disculpad, pero llevo prisa. —La puerta del montacargas se abrió—. Dadle un beso a la pequeña Priscilla de mi parte.

—Lo haremos —respondió Jessie—. ¿Por qué no vienes a cenar esta noche?

—Os agradezco, pero no puedo. —Les dedicó una sonrisa amable.

No deberías trabajar tanto —dijo Mónica con el ceño fruncido.

—Ya me conoces, Mónica —respondió Niall y se encogió de hombros mientras la puerta del
montacargas se cerraba.


Unos extraños arañazos en la puerta la despertaron. Por un momento no recordó dónde se encontraba y se asustó. Luego, cuando reconoció la habitación, comenzó a calmarse.

Apretó el rostro contra la almohada. Aún conservaba el perfume de Niall; ni siquiera el perfume de gardenias que ella usaba había disipado el fuerte aroma de su loción masculina. Se incorporó y observó la hora. Su reloj de pulsera le indicó que eran ya las tres de la tarde y por lo tanto había dormido más de dos horas. Miró hacia la puerta cerrada, parecía que alguien quería derribarla. Volvió a alarmarse, pero cuando escuchó los gimoteos de Sam del otro lado se levantó de inmediato y fue en su busca.

Apenas abrió la puerta, el perro se abalanzó sobre ella buscando sus manos.

—Hola, Sam. —Le apretó los mofletes y a él pareció no molestarle en absoluto—. Es bueno verte.

Luego, el labrador corrió y se metió debajo de la cama. Lo escuchó revolcarse sobre el suelo de madera.

—¿Qué haces ahí?

_______ se arrodilló y se agachó para poder ver mejor. Sam estaba mordiendo una vieja toalla hecha jirones.

—¡Eres un chico malo, Sam! —lo reprendió mientras movía la mano.

Sam dejó de morder y la miró con sus expresivos ojos pardos. Parecía que no era la primera vez que escuchaba aquellas palabras.

Se arrastró hacia ella y dejó los jirones a un lado.
No debería hacerte mimos —le dijo con una seriedad que se esfumó cuando él comenzó a lamerle el rostro.

—¡Para! —La lengua húmeda le hacía cosquillas—. ¡Que te quedes quieto, Sam! ¡Esto no es gracioso!

No tuvo más remedio que tirarse al suelo y jugar un rato con la mascota. Cuando él, finalmente, desistió de ella y regresó bajo la cama, _______ notó que había algo además de la toalla hecha jirones, allí debajo.

—¿Qué tienes ahí?

Estiró el brazo, y su mano rozó una delicada tela, seda o algo parecido. Por fin, logró sacarla y descubrir de qué se trataba.

—¡Vaya, vaya! —Lo que _______ había hallado era un sujetador de seda color negro y adornado con encaje. Estaba sucio, pero seguía casi intacto. Con la prenda en la mano no supo qué hacer.

Seguramente, alguna de las amantes de Niall lo había olvidado allí. Pensó que, tal vez, pertenecía a su compañera. Podía imaginarse el motivo de la discusión que habían tenido Niall y la detective Parker aquella mañana. Lo más probable era que él le hubiese comunicado sus intenciones de llevarla a su loft, y, por supuesto, eso había enfurecido a la detective.

Se puso de pie, se dirigió al cuarto de baño y arrojó el sujetador en la cesta de la ropa. No era asunto suyo; sin embargo, le molestaba haberlo encontrado debajo de la cama de Niall. ¿Cómo haría él para llevar a alguna mujer con ella allí? Tal vez su vida amorosa se vería reducida por su culpa. No lo lamentaba; después de todo la idea de ofrecerle su casa había sido de él.

Regresó a la habitación pero ya no había señales de Sam. Sacó algo de ropa de la maleta y se decidió por unos vaqueros sencillos y una blusa. Se había despertado hambrienta y los ruidos en su estómago solo podrían aplacarse con algo de comida. Se recogió el cabello y abandonó la habitación.

El lugar estaba en completo silencio y Niall no estaba por ningún lado. Debía de haberse marchado mientras ella dormía. Echó un vistazo a la terraza y descubrió a Sam jugando con un hueso de goma encima de una de las banquetas que acompañaban a los complementos de gimnasia.

Entró en la cocina y vio la nota de inmediato. La sacó y la leyó.

«_______, te he dejado pizza en el horno. Dispón de todo como si fuera tuyo. Regreso más tarde, Niall

_______ hizo una bola con el papel y la tiró en al cesto de la basura.

Abrió el horno y sacó la caja de pizza. La colocó sobre la encimera que servía también de mesa y prefirió servirse un refresco antes que abrir una de las latas de cerveza que había visto. Se llevó un pedazo de pizza a la boca. Estaba fría pero no le importó. Encendió la radio y buscó la emisora de música más popular de Fresno, era la que siempre escuchaba. La melodía de una canción bastante melosa resonó en la cocina; al menos la música le haría compañía. La locutora de turno, de voz estridente, dio unos cuantos comerciales y luego dio paso al conductor de aquel programa vespertino.

Se llamaba Bob y se notaba que sabía hacer bien su trabajo. Los oyentes comenzaron a llamar a la estación para pedir sus temas preferidos. _______ canturreo las canciones que conocía y Sam regresó, curioso, a la cocina. _______ le dio otro pedazo de pizza y terminó de beberse su refresco mientras se balanceaba al ritmo de una canción que hablaba del amor no correspondido. El tema terminó y el locutor anunció que tenían una dedicatoria muy especial.

—Nos ha llamado un caballero que prefiere quedarse en el anonimato y mantener así el misterio, para dedicar una canción a una dama muy especial. Me pidió recitar una parte de la letra del tema que escucharemos a continuación. Dice así: «Te enviaré nomeolvides para ayudarte a recordar.» La canción es del año 1982; se titula Recuérdame y la intérprete es Patrice Rushen. _____(tu apodo), quien quiera que seas, tú eres la afortunada, y este tema va dedicado a ti.

_______ se quedó quieta, casi sin atreverse a respirar. Sintió una punzada de dolor aguda en la cabeza. Esa misma canción ya la había oído antes. Le era extrañamente familiar. El dolor de cabeza se hizo más persistente y tuvo que sentarse en uno de los taburetes para no caerse. Poco a poco la melodía se fue acabando y con ella cada nota que parecía perforar su cerebro. Sin embargo, la sensación que le había provocado se negaba a abandonarla…

sara_perez
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Mensaje por sara_perez Sáb 28 Jul 2012, 4:43 pm

CHICAS:

Estaré alrededor de 9 o 10 días sin subir capítulo porque me iré a Orlando y como no llevaré mi lap, no tengo como subir, pero prometo que cuando regrese hago otro maratón....

ESPERO LES GUSTE LA NOVELA, BESOOOS xx.
sara_perez
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Mensaje por earthtoAnnn Mar 31 Jul 2012, 5:10 am

Me encanta hgfrgtbfdcvfvgf.
Pásalo muy bien en Orlando. Y quiero saber como te ha ido :3
Un beso! xx
earthtoAnnn
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Mensaje por AbiiBlue Sáb 04 Ago 2012, 12:12 am

CONTINUALA PORFAS Y NO TE PREOCUPES OJALA TE ESTES DIVIRTIENDO EN ORLANDO :DD

PD- NUEVA LECTORA :D
AbiiBlue
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Mensaje por AnitaHoranMcGinty Sáb 04 Ago 2012, 2:51 am

Todavía no he terminado de leerla pero amo la novela!! Por favor nunca la dejes!
Es intrigante, atrapante y esa pizca de romance que tiene que tener.
Besos!!
AnitaHoranMcGinty
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Mensaje por #Bugs.Buney Dom 05 Ago 2012, 4:21 pm

Nueva Lectora Here!!
Continuala me la he leido entera y me encanta!
Espero a que vuelvas y subas!

Atte: Ana
#Bugs.Buney
#Bugs.Buney


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Mensaje por sara_perez Miér 08 Ago 2012, 11:45 am

earthtoAnnn escribió:Me encanta hgfrgtbfdcvfvgf.
Pásalo muy bien en Orlando. Y quiero saber como te ha ido :3
Un beso! xx

me alegra que te guste, me a ido de maravilla, ahorita subiré maraton, besos xx
sara_perez
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Mensaje por sara_perez Miér 08 Ago 2012, 11:46 am

AbiiBlue escribió:CONTINUALA PORFAS Y NO TE PREOCUPES OJALA TE ESTES DIVIRTIENDO EN ORLANDO :DD

PD- NUEVA LECTORA :D

ahorita mismo la seguiré, me encanta que leas la novela, un beso
sara_perez
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Mensaje por sara_perez Miér 08 Ago 2012, 11:47 am

AnitaHoranMcGinty escribió:Todavía no he terminado de leerla pero amo la novela!! Por favor nunca la dejes!
Es intrigante, atrapante y esa pizca de romance que tiene que tener.
Besos!!

no no la dejaré lo prometo, aun se pondrá mejor jajajaaja ahorita subiré maratón como lo prometí un beso xx.
sara_perez
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Mensaje por sara_perez Miér 08 Ago 2012, 11:49 am

Anaa_Horan escribió:Nueva Lectora Here!!
Continuala me la he leido entera y me encanta!
Espero a que vuelvas y subas!

Atte: Ana

si si si la continuaré, ahorita subiré nuevos capitulos(:
sara_perez
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Mensaje por sara_perez Miér 08 Ago 2012, 11:51 am

Capítulo 10 Maraton 1/3

Entró a su oficina y, por primera vez, se alegró de que su compañera no estuviera allí. No estaba con ánimo de soportar sus sermones de nuevo. Se quitó la chaqueta y encendió su portátil. Debía ponerse a revisar el caso una vez más y ver si no había pasado por alto alguna cosa.
La puerta se abrió y Felicity entró caminando enérgicamente. Pasó por su escritorio sin dirigirle la mirada y se sentó detrás del suyo. La observó de reojo mientras buscaba un bolígrafo en el portalápices de cerámica que decoraba su mesa desde el primer día que había llegado desde Fremont. Seguía molesta y no lo adivinó solo por no haberlo saludado al llegar, sino porque reconocía la expresión en su rostro cuando algo le disgustaba. Sus ojos se tornaban un poco más oscuros y la comisura de sus labios adquiría cierta rigidez. Le habría gustado darle un espejo para que se viera en aquel instante. Poco quedaba de la sensual detective Felicity Parker.
Aquello no podía continuar así: él, concentrado en la pantalla, y ella, fingiendo que leía unos informes importantes.
—Hace más de diez minutos que lees el mismo papel —comentó él sin mirarla.
Rachel no le dijo nada, solo dio vueltas a las hojas y fingió seguir leyendo.
—Parecemos dos chiquillos, Parker. —Despegó los ojos de la pantalla del portátil y la observó—. No podemos comportarnos como tales. Hablemos.
Ella le devolvió la mirada pero seguía tan fría como antes.
—Si quieres hablar del caso, adelante. No suelo mezclar los asuntos personales con el trabajo —enfatizó, con una sonrisa irónica.
—Yo tampoco lo hago —replicó y se recostó en su silla—. _______ es la principal testigo que tenemos, lo único que he hecho es ofrecerle protección. Ambos sabemos que su vida corre peligro.
—Lo sé perfectamente, Horan. Pero sigo creyendo que llevarla a vivir contigo no es lo más sensato. —Se cruzó de brazos por encima del escritorio y lo miró directamente a los ojos—. ¿Sabes lo que sucedería si nuestros superiores se enteran? Te quitarían el caso. ¡Estás arriesgando todo por una simple necesidad básica que tus pantalones no pueden contener! —No había querido decir aquello pero alguien tenía que hacerle entrar en razón.
—Nunca antes me habías hablado de esa manera, Parker.
—Nunca antes habías sido tan inconsciente. Puedes quedar fuera del caso —le recordó.
No hay por qué alarmar a todo el mundo, nadie tiene por qué enterarse —comentó con tranquilidad. No quería perder los estribos, menos, cuando estaba a punto de vencer la resistencia de su compañera.
—¿Pretendes, además, que me convierta en tu cómplice y que arriesgue mi propio trabajo? —No podía creer que él le estuviera pidiendo aquello. ¿Hasta dónde llegaba su obsesión por aquella mujer?
Niall se levantó de su silla y se acercó a ella.
—Solo te pido que me comprendas y que, por una vez, olvides el protocolo. —Se sentó sobre el escritorio de su compañera—. Sabes que te necesito.
Felicity agachó la mirada y suspiró resignada.
—Está bien, no voy a decir nada. —Levantó la mano antes de que él hablara—. Pero debes prometerme una cosa primero.
No le gustaba hacer promesas sin saber primero en qué consistían.
—¿De qué se trata? —preguntó mientras fruncía el ceño.
No te involucres sentimentalmente con _______ Carmichael. —Apoyó su mano en la de él—. Eso solo te llevaría a cometer errores. No lo arruines, Niall, no vale la pena.
Niall quería hacerle esa promesa y asegurarle que la cumpliría, pero sabía que era imposible.
Me pides demasiado, Parker.
—Al menos, inténtalo, Horan. No solo por el caso, sino por ti y también por ella.
—¿A qué te refieres?
—_______ confía en ti; no es secreto para nadie que se siente segura a tu lado. —Recordó el momento cuando había ido a buscarlo tras descubrir que su secuestrador había estado en su casa—. Está demasiado vulnerable. Puede terminar por confundir las cosas y buscar algo más que tu protección, Niall.
Niall asintió. Felicity tenía razón y él lo entendía, pero también sabía que lo que le estaba pidiendo iba más allá de toda lógica y de toda razón. Podía ordenarle a su cabeza que hiciera hasta lo imposible para dejar de pensar en _______ cómo una mujer a la que deseaba con locura, pero era inútil cuando su corazón y cada poro de su piel le pedían a gritos lo contrario.

_______ trató de calmarse e hizo uso de una técnica de respiración que le había enseñado Leslie hacía un par de meses. Pero después de unos minutos se dio cuenta de que era inútil.
Había apagado la radio y estaba en el salón, recostada en el sofá. Sabía que no tenía nada que temer en aquel lugar; el loft de Niall se había convertido en una fortaleza para ella y él no la encontraría allí.
Se masajeó las sienes con los pulgares y el dolor de cabeza, poco a poco, comenzó a disminuir. Cada vez que le sucedía aquello era porque un recuerdo se empeñaba en aflorar a la luz, pero muy pocas veces lograba rescatar algo de verdad importante. Todo parecía desvanecerse cuando se esforzaba más por recordar. La melodía le era claramente familiar y la dedicatoria estaba sin duda dirigida a ella; sin embargo, y por más que lo intentara, no conseguía descubrir lo que significaba aquella canción en realidad. Su mente era una nebulosa gris donde, de vez en cuando, un rayo de luz lograba traspasar la oscuridad pero se desvanecía antes de que pudiera retenerlo en su memoria.
Se recostó en el sofá, se colocó en posición fetal y cerró los ojos. Intentó concentrarse pero fue en vano; los recuerdos venían y se iban con voluntad propia. Eran imprevisibles y se disparaban erráticamente; la tomaban por sorpresa y la dejaban débil y más confundida aún. Al final, su cuerpo y su mente fatigados sucumbieron al agotamiento y cayó en un tranquilo sopor.

—¿Crees que _______ lo habrá escuchado? —preguntó Felicity sentada en el asiento del acompañante del Mustang de Niall.
No lo sé, pero está sola y tengo miedo de que algo le suceda.
Felicity percibió su preocupación y supo que no solo era porque estuviera bajo su cuidado. Nunca antes lo había visto actuar de aquella manera, hasta el punto, incluso, de arriesgar su propio empleo por una mujer.
—Quiere acercarse a ella y no se cansa de hacérselo saber. —Abrió la ventanilla del automóvil y sonrió complacida cuando la brisa fresca comenzó a jugar con su cabello—. Las muertes, el mensaje en la última víctima, las flores en su almohada y ahora le dedica una canción en la radio. Si no fuera por los crímenes y el mensaje en el cuerpo de Tessa Hodgins diría que se trata solamente de un hombre enamorado.
—Por más sádico que parezca, lo está, Felicity. —Hasta a él se le heló la sangre al decir aquello—. En su fantasía _______ lo ama tanto como él a ella y no concibe la vida de otro modo.
—Entiendo —meditó un segundo—, ¿por qué esperaría cuatro años para volver por ella?
A Niall también se le había pasado por la cabeza aquella pregunta cientos de veces.
No lo sé. Tal vez durante todo ese tiempo no ha logrado dar con ella. _______ se cambió el apellido y abandonó casi todos los vínculos que la unían a la época de su secuestro.
Solo su hermano y su amiga han seguido formando parte de su vida después de eso.
—Sí, pero igual siento que hay algo que no encaja en todo este asunto. ¿Qué ha sucedido con él en esos cuatro años? ¿Dónde ha estado? ¿Qué ha hecho?
—Demasiadas preguntas y ninguna respuesta, Parker.
—Lo sé, lo sé —mascullo entre dientes. Odiaba encontrarse frente a un enigma que no podía resolver—. ¿Y si ha estado preso o internado en algún hospital psiquiátrico? —sugirió de repente.
Niall sabía que aquella no era una idea del todo descabellada.
—Podríamos revisar los registros y ver qué hallamos —sugirió ella.
—Felicity, sería como buscar una aguja en un pajar. No sabemos nada del sujeto, ninguna pista que al menos nos permita cotejar datos —le respondió antes de que se entusiasmara demasiado.
—Es realmente complicado este caso; creo que si no comete un error, nunca lo atraparemos. Es demasiado organizado y perfecto para mi gusto.
No existe el crimen perfecto, Felicity. Lo atraparemos, te lo aseguro.
Ella asintió y recostó la cabeza en el asiento.
Minutos después ambos llegaron a la casa de Niall. Cuando entraron encontraron a _______ durmiendo en el sofá con Sam tendido a sus pies.
—¡Qué imagen tan adorable! —susurró Felicity.
Niall hizo caso omiso al comentario burlón que había hecho su compañera y observó el cuadro que tenía enfrente. Tuvo que reconocer que le gustaba la sensación provocada por aquella imagen.
—Dejemos que duerman. —Sujetó a Felicity del brazo y la arrastró hasta la cocina—. ¿Quieres una cerveza?
Felicity asintió. Echó un vistazo a la radio y miró a Niall. Él la encendió y descubrió que estaba sintonizada en la estación que había pasado aquel mensaje, pero no le extrañó porque él mismo escuchaba esa emisora de vez en cuando.
—¿Te han dicho cuándo nos entregarán la grabación con la llamada?
—Mañana mismo. El operador ha sido muy amable con nosotros —comentó Felicity distraída.
Niall sonrió al recordar la cara del pobre hombre embobado con su compañera y con el escote en su camisa.
—Ha sido más amable contigo y no lo culpo. —Le guiñó el ojo.
Felicity se sonrojó.
—Hagamos un brindis. —Extendió el brazo con la lata de cerveza fría en su mano—. Brindo por la amistad y por este trabajo que, aunque muchas veces apesta, no sabríamos vivir sin él.
Niall sonrió y ambos chocaron las latas haciendo que un poco de espuma se volcara encima de su camisa.
—Lo siento, Horan —dijo Felicity y reprimió una risita—. Será mejor que repare de inmediato este desastre. ¿Dónde tienes un paño?
—Allí, en el primer cajón.
Felicity sacó un paño de la encimera y lo mojó con agua.
—Déjame ver qué puedo hacer.
No hace falta, Felicity. En serio, no te preocupes.
—Tú, déjame a mí —le indicó.
Pasó el paño húmedo sobre la mancha pero solo logró que se hiciera más grande.
No resulta, Niall.
—Parece que no —respondió él y levantó la vista. Fue entonces cuando vio a _______ parada junto a la puerta con los brazos cruzados. No supo con exactitud cuánto tiempo llevaba allí, pero la expresión en su rostro le indicó que estaba un poco molesta.
—_______, te has despertado. —Apartó, nervioso, la mano de Felicity que aún seguía sobre su pecho y volcó toda su atención en ella.
—He escuchado murmullos y risas en la cocina —explicó mientras miraba de soslayo a Felicity.
—Lamentamos haberte despertado—dijo Felicity.
No te preocupes—respondió con indiferencia. Se sintió una tonta por haber aparecido justo cuando parecían estar compartiendo un momento de intimidad. Más que nunca estaba convencida de que había algo más que una relación profesional entre ellos. No estaba segura de si soportaría que Niall la trajera a su loft, mientras ella estuviera allí.
—Nos han avisado de que habían dejado otro mensaje para ti, una dedicatoria a través de la KFCF; no sabíamos si lo habías escuchado o no y hemos querido venir a ver que estabas bien.
_______ se sentó en el taburete.
—Sí, lo he oído —dijo y entrelazó los dedos de la mano—. La canción que me ha dedicado…
—¿Qué pasa con ella? — Niall se sentó a su lado en el otro taburete.
—La he escuchado antes; de algún modo, me resulta familiar.
—¿Recordabas la canción? —Los ojos verdes de Niall se iluminaron.
No exactamente. Sé que esta tarde no ha sido la primera vez que la he oído, pero no puedo recordar de dónde la conozco —explicó desanimada.
—Esa canción debe tener algún significado para él y también cree que significa lo mismo para ti.
Me he esforzado por recordar más pero el dolor de cabeza es tan intenso que termino extenuada.
—¿Estás bien ahora? ¿No quieres que vayamos a ver a un doctor?
_______ esbozó una sonrisa cargada de amargura.
No es necesario, Niall. La cabeza ya no me duele. Además, los médicos ya me han dicho que es normal.
—Tal vez estás comenzando a recordar.
No te hagas ilusiones —le aconsejó. Después de cuatro años ella ya se había resignado a no saber lo que le había sucedido durante los tres meses que había estado secuestrada.
—Sigue su consejo, Niall —intervino Felicity—. No es bueno crear falsas expectativas.
Niall le lanzó una mirada fulminante. Detestaba cuando su compañera le hablaba con un doble sentido.
—Mañana mismo me pondré en marcha para encontrar al mejor especialista en hipnosis.
_______ asintió, aunque no le dijo que estaba asustada. No quería mostrarse temerosa delante de él una vez más.
—Bueno, será mejor que me vaya —dijo Felicity con una amplia sonrisa—. Mi hermana me espera para cenar.
—Te acompaño.
_______ los observó con atención desde la cocina. Felicity le estaba diciendo algo a Niall mientras él le sonreía. Luego ella le guiñó el ojo y antes de salir recibió una palmadita en el hombro de parte de él. Cuando él la miró ella apartó la vista de inmediato.
—¿Tienes hambre? —preguntó él, ya en la cocina.
No, he perdido el apetito. —Se bajó del taburete y se dispuso a salir de aquel lugar donde se sentía por completo invadida por su presencia.
—¿Sucede algo? —La sujetó del brazo y le impidió el paso.
No, pero me he comido dos porciones de pizza por la tarde y ahora no tengo hambre.
—¿Estás segura de que es solo eso? —Había un ligero desafío en el tono de su voz.
—Sí, segura. Prefiero irme a dormir, si no te importa —le dijo y lanzó una fugaz mirada a su mano que aún rodeaba su brazo.
—En absoluto. —La soltó—. Que duermas bien.
Antes de marcharse necesitaba decirle algo.
—Quería hablar contigo de un asunto.
—Te escucho. —Se cruzó de brazos y la tela de su camisa se tensó sobre los músculos de su pecho.
_______ alzó la mirada y se enfrentó a la intensidad de sus ojos verdes que aquella noche se habían oscurecido más.
—Se trata de mi trabajo. Estoy en medio de un proyecto importante, que dirijo y
—¿De qué se trata? —la interrumpió para saber más.
—El lanzamiento de una colección de libros de arte a nivel internacional —le informó—. Jennie me confió este proyecto a mí y debo entregarme a él en cuerpo y alma. No puedo abandonar mi trabajo.
—Nunca te pediría que lo hicieras.
—Perfecto, entonces mañana iré a la editorial como todos los días —dijo satisfecha.
—Tampoco he dicho eso.
—¿Qué quieres decir?
—Puedes ir mañana a la editorial, pero le explicaras a tu jefa que las cosas no serán como antes.
—¿Qué demonios tratas de decirme?
No podrás ir a la editorial todos los días como hacías antes. Eso sería un riesgo innecesario.
—¡Pero es mi trabajo! ¡No me lo puedes impedir! —Intentó controlar las lágrimas de impotencia.
—Habla con ella y, tal vez, podáis llegar a una solución que os convenga a las dos. —Hizo una pausa—. Es por tu propia seguridad, _______. Yo no puedo estar contigo las veinticuatro horas del día.
—¡Nunca te lo he pedido! —le espetó furiosa.
—Mañana te acompañare y si quieres, yo mismo puedo hablar con tu jefa y explicárselo.
_______ lo interrumpió.
No, no hace falta. Yo puedo explicarle como están las cosas.
—Como quieras, pero sí te llevare hasta allí.
Asintió, le lanzo una última mirada y salió, casi corriendo, de la cocina para encerrarse en la habitación.
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Mensaje por sara_perez Miér 08 Ago 2012, 11:52 am

Capitulo 10 parte 2 maraton 1/3
A la mañana siguiente, tal y como Niall le había dicho, él mismo se encargaría de llevarla a Sunrise Press.
_______ se despertó cerca de las ocho y tras darse un baño y vestirse con una falda azul oscuro y una camisa a tono, salió de la habitación. Llevaba aún el cabello suelto y cuando Niall la vio pensó que sin duda era una mujer hermosísima, simple y naturalmente bella. No necesitaba ni siquiera maquillarse; su rostro aniñado y fresco resaltaba por sí mismo.
_______ se detuvo en seco cuando lo vio salir de la cocina, llevaba puesto solo los pantalones de su pijama y su torso estaba desnudo.
No era la primera vez que veía a un hombre semidesnudo pero no pudo evitar sentirse turbada frente a él. Sus ojos se sintieron atraídos por el magnetismo animal que despedía Niall. Contempló sus hombros anchos, el pecho bien formado cubierto con un poco de vello oscuro que bajaba por su estómago, plano y firme, y terminaba perdiéndose bajo la tela de su pijama. Alzó la vista y sin poder evitarlo los colores se le subieron a la cara cuando se enfrentó a su mirada. Algo en sus ojos había cambiado, había deseo en ellos y _______ sintió la misma sacudida que provocaba un choque eléctrico.
—Buenos días.
Su voz sonaba más ronca de lo habitual y aquellas dos palabras solo lograron agitarla aun más. Era un simple saludo de buenos días pero a _______ le pareció que le estaba pidiendo que hicieran el amor allí mismo.
—Bu… buenos días. —_______ se interrumpió y tragó saliva.
—Tienes el desayuno listo; yo, mientras tanto, me daré una ducha —le indicó con una sonrisa.
_______ asintió y desvió la mirada. Lograba estremecerla con solo sonreírle y aquello ya no era normal.
Sola en la cocina tomó una taza de café y se comió una tostada. Luego, salió a la terraza y encontró a Sam, que aún descansaba en su posición favorita, las patas delanteras a ambos lados de la cabeza y los mofletes pegados al suelo.
Cuando Niall salió de la habitación la buscó en la cocina pero no la halló. Fue hasta la sala y entonces la vio en la terraza apoyada sobre el balcón. Se quedó un momento contemplándola antes de anunciarle su presencia.
Le estaba dando la espalda y su mirada bajó hasta la falda estrecha que se ceñía a sus caderas y terminaba por encima de sus rodillas. Su larga melena castaña caía libremente sobre la espalda y el sol le daba algunos matices dorados. Ella volvió el rostro y los rayos de sol iluminaron su perfil casi perfecto. Unas pestañas largas y espesas, una nariz redondeada y aquellos labios carnosos que, cada vez que la tenía cerca, solo deseaba besar.
_______ se dio la vuelta y entonces lo vio. Sabía que él estaba allí, había sentido su presencia aún sin verlo y cuando lo vio avanzar hacia ella tuvo que sostenerse con fuerza del balcón para controlar el temblor que le recorría el cuerpo. Era demasiado apuesto y su sola presencia atentaba contra ella y su fuerza de voluntad. Le dedicó una fugaz mirada. Se había puesto unos vaqueros azules que resaltaban los músculos de sus piernas y una camisa blanca tan estrecha que _______ percibió la firmeza de su pecho debajo de ella. Él se acercó más y antes de que pudiera decir o hacer algo ella intervino.
—Si no nos damos prisa, llegaremos tarde.
Pasó a su lado y lo dejó solo en medio de la terraza. Niall no tuvo más remedio que correr detrás de ella para alcanzarla.
—Necesito volver a mi rutina, recuperar mi vida —le dijo ella, de repente, mientras iban de camino a la editorial.
—Te escucho —le respondió con atención.
—Lo de mi trabajo, ya te lo expliqué; hablaré con Jennie y ella sabrá qué hacer al respecto. Pero hay otras cosas —hizo una pausa—. Mis pinturas, extraño pasar las horas encerrada en mi taller, tal vez no lo entiendas, pero para mí significan mucho.
—Comprendo.
—Hay algo más. Estoy acostumbrada a salir a correr todas las mañanas. Ya hace tres días que no lo hago y mi cuerpo me lo está pidiendo.
Niall la miró; debían existir muchas otras cosas que su cuerpo le pedía y que ella le negaba.
_______ se movió inquieta y creyó que el bolso que sostenía en la mano se le caería al suelo.
—¿En qué piensas? —Se arrepintió enseguida de haberle hecho esa pregunta al descubrir la manera en que él la estaba mirando.
—Veamos; para lo del taller, creo tener la solución perfecta. Solo déjame arreglar algunos asuntos y haré todo lo posible para que puedas recuperarlo.
—Gracias. —Un destello de alegría encendió sus ojos castaños.
—Con respecto a lo otro, no puedo obligarte a que no lo hagas, pero tienes un gimnasio a tu entera disposición en la terraza.
—Pero me gusta correr, sentir la brisa que golpea contra mi rostro.
No puedes salir sola todas las mañanas, es peligroso y lo sabes —la interrumpió.
_______ estuvo a punto de protestar.
—¡Está bien, está bien! Veo que es importante para ti. —Sonrió de oreja a oreja—. Yo mismo te acompañaré, pero, cuando no pueda hacerlo, no saldrás tú sola, ¿de acuerdo?
_______ ni siquiera dudó un instante en aceptar su propuesta. Volvería a salir y a respirar la libertad que sentía que le estaban quitando al menos un rato cada mañana.
—Empezaremos mañana.
—¡Genial! —_______ le indicó que faltaban tres calles para llegar a la editorial y cuando por fin el Mustang se detuvo frente al edificio lo miró y le dijo:
Niall, prefiero que me esperes aquí. No es necesario que subas conmigo —dijo mientras apretaba su pequeño bolso sobre su regazo.
Niall supo que aquellas palabras en realidad tenían un significado diferente. No quiero que subas conmigo, no quiero que nos vean juntos, no quiero que nadie me acose a preguntas.
Él aceptó de mala gana y la observó mientras entraba al edificio en el que se encontraba la editorial. Tal vez _______ no quería que alguien en especial la viera llegar acompañada de él. No conocía nada de su vida privada, solo lo que había leído en los expedientes. _______ y su hermano habían perdido a sus padres a una temprana edad y desde entonces Kevin, como su hermano mayor, se había hecho cargo de ella. Había tenido un novio y había roto con él antes de su secuestro. Además de eso, la vida privada e íntima de _______ Carmichael era un completo misterio para él. Nunca le había mencionado nada de ningún novio, pero no tenía por qué haberlo hecho, no era nadie en su vida como para tener que estar hablando de aquellos asuntos personales.
¿Y si, en efecto, estaba saliendo con alguien? Lo dudaba, nunca había visto a otro hombre cerca de ella, además de su hermano. Si tuviera algún novio escondido por ahí, _______ lo habría llamado cuando más lo necesitaba. Y él lo sabría. Además, si lo tuviera ya habría aparecido en su casa para llevársela de allí; ningún hombre en su sano juicio permitiría que su novia viviese con otro hombre bajo las circunstancias que fueran.
Apretó los dedos alrededor del volante. _______ no podía estar saliendo con alguien, simplemente, porque no podía concebir la idea de que otro hombre estuviera cerca de ella.
Jennie la recibió en su oficina de inmediato.
—_______, nos tenías alarmados. Te esperábamos ayer —dijo Jennie y la invitó a sentarse.
_______ se tranquilizó al percibir preocupación y no reproche en el tono de su voz.
—Lo siento, Jennie; habría querido llamarte, pero han pasado algunas cosas y
—¿Qué ha sucedido? —preguntó inquieta; la expresión en el rostro de _______ no le agradaba.
_______ le relató todo lo sucedido lo mejor que pudo, no le ocultaría nada. Nunca lo había hecho y no iba a empezar en ese momento aunque su sinceridad tal vez le costara su empleo.
—Jennie, si quieres sacarme del proyecto y contratar a alguien más…
Jennie apretó la mano de _______.
—Jamás se me cruzaría por la cabeza hacer algo así —le aseguró._______ sonrió aliviada.
—Te elegí a ti y serás tú la que lleve este proyecto hasta el final.
—Pero no sé si podré venir todos los días hasta aquí y continuar con mi rutina de trabajo habitual, no hasta que lo atrapen.
—Lo entiendo.
—Mi «carcelero» no me lo permitiría —comento para poner un poco de humor a aquella situación tan angustiosa.
—Solo quiere protegerte y me alegro de que lo haga. —Jennie frunció el ceño—. ¡Todavía tengo la piel de gallina debido a lo que me has contado! ¿Cómo es posible que ese loco haya logrado llegar hasta tu habitación?
_______ negó con la cabeza.
No lo sé, Jennie.
—Al menos ahora ya no estás en esa casa y alguien cuida de ti. —Le sonrió.
—Sé que debería sentirme agradecida pero me cuesta aceptar la realidad que me toca vivir. —Lanzó un suspiro—. Me siento protegida y cuidada pero no puedo evitar sentirme prisionera de ese hombre. Ese hombre que no puedo recordar y que sabe cosas de mi vida que yo ignoro.
—¿Qué tal esta tu «carcelero privado»? —pregunto y cambió de tema.
—Se llama Niall Horan, es detective de la División de Crímenes Violentos y trabaja en el caso del Asesino de las Flores, que no es otro que el hombre que me secuestró hace cuatro años.
—Bien. —Jennie notó algo de nerviosismo en ella—. Ya me has dado los datos de su currículum vitae, ahora dime lo más importante.
_______ se enderezó en la silla y jugó con una arruga de su falda.
No te hagas la desentendida, _______. Sabes perfectamente a lo que me refiero.
No sé a qué te refieres. —Se puso de pie y caminó hacia la ventana.
—Sí lo sabes —le replicó—. Quiero que me cuentes todo, si es guapo, si está soltero. ¿Ha pasado algo entre vosotros?
—Podrás conocer la respuesta a tu primera pregunta si te asomas por la ventana —le dijo.
Jennie no dudó un segundo en obedecerla.
—¿Es él?
_______ asintió.
Niall había salido del automóvil y estaba fumándose un cigarrillo, cómodamente recostado contra la parte trasera del Mustang.
—Pues ya quisiera yo estar en peligro para tener un hombre así encima de mí todo el tiempo —comentó, sin despegar los ojos de la ventana.
—Te lo cedo sin ningún problema.
No, tú lo necesitas más.
_______ suspiró resignada.
—Lamentablemente, sí.
—¿Y qué hay de las demás preguntas?
_______ la miró, sabía que no le permitiría salir de allí sin recibir sus respuestas.
—Es soltero, creo, aunque estoy casi segura de que tiene algo con su compañera.
—¡Qué pena!
_______ hizo caso omiso a su comentario.
—Ahora responde a la última pregunta. —Jennie la tomó del hombro—. ¿Ha pasado algo entre tú y ese bombón relleno de músculos?
_______ estaba nerviosa pero Jennie consiguió hacerla reír.
—¿Te ríes por lo que acabo de decir o porque tienes algún secreto sucio que no me quieres contar?
No hay ningún secreto —se apresuró a responder—. No ha pasado nada entre nosotros; él se limita a hacer su trabajo y yo trato de acostumbrarme a la idea de vivir continuamente bajo su vigilancia. —Era una mentira a medias y esperaba que Jennie no se diera cuenta de ello. «Una mentira que con solo un roce o un beso se convertiría en la verdad más absoluta», pensó.
Jennie la miraba con desconfianza. Entonces _______ prefirió cambiar de tema antes de que descubriera lo que en realidad sucedía.
—¿Has pensado en alguna solución?
—¡Pues arrójate a sus brazos y entonces te aseguro que definitivamente va a pasar algo!
—¡Jennie! ¡No estoy hablando de eso!
—Lo sé, perdóname. —Caminó hasta su escritorio—. Lo único que se me ocurre es que trabajes desde casa.
—¿Es eso posible?
No es lo habitual, pero creo que no va a haber problemas.
—¿Y Brandon Tanner? Se suponía que trabajaríamos juntos.
—Lo haréis, por supuesto. Hablaré con él, no creo que tenga ningún inconveniente en visitarte en el Tower District.
—Jennie, ¿puedo pedirte un enorme favor?
—Lo que quieras —respondió y se volvió a sentar.
No le cuentes a Brandon la verdad. Cuantas menos personas estén enteradas de todo este asunto, mejor —le pidió.
—Como quieras, pero le va a parecer extraño.
_______ meditó un segundo. Tenía razón, debía inventar una excusa lo suficientemente creíble para darle a Brandon Tanner. No quería perder la oportunidad de trabajar junto a él.
—Dile que no me he sentido bien y que prefiero quedarme en casa, al menos por el momento. Luego veré qué le digo.
—¿Cómo justificarás la presencia de tu detective en su propia casa?
Ni siquiera había pensado en ello.
No sé, le diré que estoy viviendo con un amigo.
—Está bien, de todos modos, te reunirías con él solo por las tardes —le explicó.
—Perfecto, es cuando Niall casi no está en el loft —respondió complacida.
—Muy bien, hablaré hoy mismo con él y te avisaré.
_______ sacó un papel de su bolso.
—Este es el número de la casa de Niall.
—Gracias, lo llamaré y lo invitaré a salir —bromeó.
—Hazlo, no creo que dude en aceptar.
—Prefiero dejártelo a ti.
—Ya te he dicho que…
Sonó el teléfono de Jennie y no pudo terminar de hablar.
—Jennifer Shelton.
_______ la saludó con la mano y salió para dejarla hablar tranquila.
Al llegar a la acera, Niall seguía recostado sobre el Mustang pero ya no fumaba.
—¿Todo bien?
_______ asintió en silencio. Caminó hacia la puerta del lado del acompañante y dejó que Niall la abriera para ella.
—Gracias.
Cuando apoyó la mano en la parte superior de la puerta para subirse al Mustang sus dedos chocaron con la mano de Niall y _______ experimentó una fuerte oleada de calor que le subía por el cuello.
—¿Estás bien? —le preguntó él mientras aspiraba el aroma que despedía su cabello.
Ni siquiera se atrevió a mirarlo y como pudo se metió en el automóvil. Él sabía lo que su proximidad despertaba en ella y parecía disfrutar cada vez que se tocaban por accidente, aunque _______ presintió que aquel contacto poco había tenido de casual.
Él entró y encendió el motor. _______ no solo era consciente de su presencia y de las sensaciones que provocaba en ella, sino que comenzaba a aceptar que lo deseaba. Deseaba a Niall Horan más allá de toda lógica y de una manera casi irracional.

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