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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster
Capitulo 10: Cara de Poker
Parte 2
—Pasé de estar junto a ti cada segundo del día para verte durante diez minutos si tengo suerte.
Sonreí y negué con la cabeza. —Sólo han pasado dos días, Nick.
—Te echo de menos. Mueve tu trasero al asiento y vámonos.
No podía negarlo. Yo también lo echaba de menos. Más de lo que le admitiría. Me subí el cierre de la chaqueta y me subí detrás de él, deslizando mis dedos a través de las trabillas de su pantalón. Puso mis muñecas en su pecho y luego las cruzó. Una vez que se convenció de que lo sostenía con fuerza suficiente, quitó sus manos, y corrimos por la carretera.
Apoyé la mejilla contra su espalda y cerré los ojos, respirando su olor. Me recordó a su apartamento, y sus cosas, y la forma en que olía cuando andaba con una toalla alrededor de su cintura. La ciudad pasaba borrosa por delante de nosotros, y no me importaba lo rápido que iba al volante, o el frío del viento que azotaba mi piel, no estaba prestando atención a donde estábamos. Lo único que podía pensar era en su cuerpo contra el mío. No teníamos ningún destino o tiempo, y anduvimos por las largas calles después de haber abandonado todo, excepto a nosotros.
Nick se detuvo en una gasolinera y se estacionó. —¿Quieres algo? —Preguntó.
Negué con la cabeza, bajándome de la motocicleta para estirar las piernas. Él me miró cuando rastrillaba mi cabello con mis dedos, y sonrió.
—Déjalo. Estás jodidamente hermosa.
—Sólo si me pones en un video de principio de los ochenta. —dije.
Se echó a reír, y luego bostezó, espantando a las polillas que zumbaban a su alrededor. El inyector hizo clic, sonando más fuerte de lo que debería en una noche tranquila. Parecía que éramos las únicas dos personas en la tierra.
Saqué mi teléfono móvil para comprobar la hora. —Oh, Dios mío, Nick. Son las tres de la mañana.
—¿Quieres que volvamos? —Preguntó, con el rostro ensombrecido por la decepción.
Yo apreté los labios. —Será lo mejor.
—¿Todavía iremos esta noche a los bolos?
—Te dije que lo haría.
—Y todavía irás a la Sig Tau conmigo en un par de semanas, ¿verdad?
—¿Estás insinuando que yo no sigo mi palabra? Me parece un poco insultante.
Sacó la boquilla del tanque y la conectó en su base. —Simplemente ya no sé lo que vas a hacer.
Se sentó en su motocicleta y me ayudó a subir detrás de él. Puse en mis dedos en los bucles de su cinturón y luego lo pensé mejor, envolviendo mis brazos alrededor de él.
Él suspiró y se irguió en el asiento, reacio a arrancar el motor. Sus nudillos se volvieron blancos mientras sostenía las manillas. Tomó aire, como para empezar a hablar, y luego negó con la cabeza.
—Eres importante para mí, ya sabes. —dije, apretándome a él.
—No te entiendo, Pigeon. Pensé que conocía a las mujeres, pero eres tan jodidamente confusa que ya no sé a qué te refieres.
—Yo no te entiendo, tampoco. Se supone que debes ser el hombre mujeriego del Eastern. No estoy recibiendo la experiencia completa de primer año que prometieron en el folleto. —me burlé.
—Bueno, eso es lo primero. Nunca había tenido que dormir con una chica para que ella quisiera que la dejara en paz —dijo, manteniendo su espalda hacia mí.
—Eso no es lo que fue, Nick. —mentí, avergonzada de que él hubiese adivinado mis intenciones sin darse cuenta de cuánta razón tenía. Él negó con la cabeza y encendió el motor, volviendo a la calle. Condujo inusualmente lento, deteniéndose en todas las luces amarillas, tomando el camino largo al campus.
Cuando nos paramos frente a la entrada de Morgan Hall, la misma tristeza que sentí la noche que me fui de la casa me consumía. Sabía que era ridículo ser tan emocional, pero cada vez que hacía algo para alejarlo, estaba aterrorizada de que funcionara. Me acompañó hasta la puerta y saqué las llaves, evitando sus ojos. Cuando ya tenía el metal en la mano, su mano de repente fue a mi mentón, el pulgar tocando suavemente mis labios.
—¿Él te beso? —Preguntó.
Me alejé, sorprendida de que sus dedos causaran una sensación de ardor que quemaba todos los nervios desde mi boca a mis pies. —Tú sí que sabes cómo arruinar una noche perfecta, ¿no?
—Pensaste que fue perfecto, ¿eh? ¿Significa eso que lo pasaste bien?
—Siempre lo hago cuando estoy contigo.
Miró al suelo, juntando las cejas. —¿Te besó?
—Sí. —suspiré irritada.
Entrecerró los ojos. —¿Eso es todo?
—¡Eso no es asunto tuyo! —dije, tirando la puerta.
Nick la empujó cerrándola y se puso en mi camino, con una expresión de disculpa. —Necesito saber.
—No, ¡no lo necesitas! ¡Muévete, Nick!
—Pigeon...
—¿Crees que porque ya no soy virgen voy a lanzarme a cualquier otro? ¡Gracias! —dije, empujándolo.
—Yo no he dicho eso, ¡Maldita sea! ¿Es mucho pedir por un poco de paz mental?
—¿Por qué te daría tranquilidad saber si estoy durmiendo con Kevin?
—¿Cómo no lo sabes? ¡Es obvio para todos los demás, menos para ti! —dijo, exasperado.
—Supongo que soy una idiota, entonces. Estás brillante esta noche, Nick —dije, alcanzando la manilla de la puerta.
Agarró mis hombros. —La forma en que me siento por ti... es una locura.
—Acertaste en la parte de la locura —espeté, alejándome de él.
—Practiqué en mi cabeza todo el tiempo que estuvimos en la moto, así que escúchame, —dijo.
—Nick…
—Sé que estamos jodidos, ¿De acuerdo? Soy impulsivo y tengo mal genio, y te metiste bajo mi piel como nadie más. Actúas como si me odiaras un
minuto, y luego como si me necesitaras al siguiente. Nunca acierto en nada, y no te merezco... pero estoy malditamente enamorado de ti, ___(Tn). Te amo más de lo que he querido a nadie ni nada, nunca. Cuando estás cerca, no necesito alcohol, ni dinero, ni lucha, o algo de una sola noche... todo lo que necesito es a ti. Tú eres en todo lo que pienso. Eres todo lo que soñé. Eres todo lo que quiero.
Mi plan para fingir ignorancia fue un fracaso épico. No podía pretender ser impermeable cuando él había puesto todas sus cartas sobre la mesa. Cuando nos conocimos, algo dentro de los dos había cambiado, y era que nos necesitábamos el uno al otro. Por razones desconocidas para mí, yo era su excepción, y por mucho que habían tratado de luchar contra mis sentimientos, él era la mía.
Él negó con la cabeza, acunó mi rostro con sus manos, y me miró a los ojos. —¿Te has acostado con él?
Ardientes lágrimas llenaron mis ojos cuando negué con la cabeza. Estampó su boca contra la mía y su lengua entró sin dudarlo. Incapaz de controlarme a mí misma, agarré su camisa con los puños, y tiré de él hacia mí. Gimió con su increíble voz profunda, y se apoderó de mí con tanta fuerza que era difícil respirar.
Se retiró, sin aliento. —Llama a Kevin. Dile que no quieres verlo nunca más. Dile que estás conmigo.
Cerré los ojos. —No puedo estar contigo, Nick.
—¿Por qué diablos no? —dijo, soltándome.
Negué con la cabeza, temiendo de su reacción a la verdad.
Él se rió una vez. —Increíble. La única chica que yo quiero, y ella no me quiere.
Tragué saliva, sabiendo que tendría que acercarme más a la verdad que tenía desde hace meses. —Cuando América y yo nos mudamos aquí, fue sabiendo que mi vida daría un giro en una forma determinada. O más bien, que no resultaría de cierta manera. Las peleas, el juego, la bebida... es lo que dejé atrás. Cuando estoy cerca de ti... todo está allí para mí en un irresistible y tatuado paquete. No me mude cientos de kilómetros para vivir todo de nuevo.
Tomó mi barbilla para que lo enfrentara. —Yo sé que mereces más que yo. ¿Crees que no lo sé? Pero si hay alguna mujer que se hizo para mí... eres tú. Haré todo lo que tenga que hacer, Pidge. ¿Me oyes? Haré cualquier cosa.
Me aparté, avergonzada de no poder decirle la verdad. Era yo quien no era lo suficientemente buena. Yo sería quien arruinaría todo, arruinándolo a él. Él me odiaría un día, y yo no podría ver la mirada en sus ojos cuando llegara a esa conclusión.
Mantuvo la puerta cerrada con una mano. —Dejaré de pelear al segundo que me gradúe. No voy a beber una sola gota de nuevo. Te haré feliz siempre, Pigeon. Si sólo creyeras en mí, yo puedo hacerlo.
—No quiero que cambies.
—Entonces dime qué hacer. Dime y lo haré —declaró él.
Cualquier idea de estar con Kevin se había ido, y yo sabía que era a causa de mis sentimientos por Nick. Pensé en los diferentes caminos que mi vida tomaría desde ese momento—confiando en Nick con un salto de fe y arriesgándome a lo desconocido, o sacándolo completamente y sabía exactamente dónde iba a terminar, en una vida sin él—cualquier decisión me aterraba.
—¿Me prestas el teléfono? —Le pregunté.
Nick frunció el ceño, confundido. —Por supuesto —dijo, sacando su teléfono del bolsillo, entregándomelo.
Marqué, y luego cerré los ojos mientras sonaba en mis oídos.
—¿Nick? ¿Qué demonios? ¿Sabes qué hora es? —Contestó Kevin. Su voz era profunda y ronca, y al instante sentí que mi corazón vibraba en mi pecho. No se me había ocurrido que él sabría que yo había llamado desde el teléfono de Nick. Mis siguientes palabras encontraron su camino de alguna manera hacia mis temblorosos labios.
—Lo siento por llamar tan temprano, pero esto no podía esperar. Yo... no puedo ir a cenar contigo el miércoles.
—Son casi las cuatro de la mañana, __(Tn). ¿Qué está pasando?
—No puedo verte de nuevo, de hecho.
—___(Tuap)...
—Estoy… bastante segura de que estoy enamorada de Nick —dije, preparándome para su reacción. Después de unos momentos de inquietante silencio, me colgó el teléfono en mi oído.
Mis ojos todavía se centraban en el pavimento, le pasé el teléfono a Nick, y luego a regañadientes miré su expresión. Una combinación de confusión, shock, y adoración se configuraba en su rostro.
—Colgó el teléfono —hice una mueca.
Echó un vistazo a mi cara con cuidado, con esperanza en sus ojos.
—¿Me amas?
—Son los tatuajes. —me encogí de hombros.
Una amplia sonrisa se extendió por su cara, haciendo que le aparecieran hoyuelos en las mejillas. —Ven conmigo a casa —dijo, envolviéndome en sus brazos.
Mis cejas se alzaron. —¿Dijiste todo eso para tenerme en tu cama? Debí haberte dado una gran impresión.
—Lo único que estoy pensando ahora mismo es en tenerte en mis brazos toda la noche.
—Vamos. —sonreí.
A pesar del exceso de velocidad y la infracción de señales, el paseo hasta el apartamento parecía no tener fin. Cuando finalmente llegamos, Nick me cargó por las escaleras. Me reí contra sus labios mientras intentaba abrir la puerta. Cuando me puso de pie y cerró la puerta detrás de nosotros, dejó escapar un largo suspiro, aliviado.
—No ha parecido como un hogar desde que te fuiste. —dijo, besando mis labios. Toto correteó por el pasillo y meneó su pequeña cola, pateando mis piernas. Le susurré mientras lo levantaba del suelo.
La cama de Shepley chilló, y luego sus pisadas resonaron en el piso. Su puerta se abrió mientras entrecerraba los ojos por la luz. — ¡A la mierda no, Nick, no estás haciendo esta mierda! Estás enamorado de _(tn)... —sus ojos se enfocaron y reconoció su error, —...by. Hola, ___(Tn).
—Hey, Shep. —sonreí, dejando a Toto en el suelo.
Nick pasó conmigo junto a su, todavía sorprendido, primo, y pateó la puerta cerrándola detrás de nosotros, tirando de mí en sus brazos y besándome sin pensarlo dos veces, como si lo hubiéramos hecho un millón de veces. Le quité la camisa sobre su cabeza, y él deslizó mi chaqueta por mis hombros. Dejé de besarle el tiempo suficiente para quitarme el jersey y camiseta, y luego me estrellé contra él. Nos desnudamos el uno al otro, y en cuestión de segundos, me colocó en su colchón. Alcé mi mano por encima de mi cabeza para abrir su cajón y sumergir la mano en el interior, buscando algo.
—Mierda —dijo, jadeando y frustrado—. Me deshice de ellos.
—¿Qué? ¿De todos? —Suspiré.
—Pensé que tú no... Si no estaba contigo, no los necesitaría.
—¡Me estás tomando el pelo! —dije, dejando caer la cabeza contra la cabecera.
Su frente cayó sobre mi pecho. —Considérate lo opuesto a una conclusión inevitable.
Sonreí y lo besé. — ¿Nunca has estado con nadie sin uno?
Él negó con la cabeza. —Nunca. —Miré alrededor por un momento, perdida en mis pensamientos. Se echó a reír ante mi expresión—. ¿Qué estás haciendo?
—Shh, estoy contando. —Nick me miró por un momento, y luego se inclinó para besarme el cuello—. No me puedo concentrar, mientras tú estás haciendo esto... —suspiré—, veinticinco y dos días... —respiré.
Nick se echó a reír. — ¿De qué diablos estás hablando?
—Estamos bien —dije, deslizándome directamente debajo de él.
Apretó su pecho contra el mío, y me besó tiernamente. — ¿Estás segura?
Dejé que mis manos se deslizaran desde sus hombros hasta su trasero y tiré de él hacia mí. Cerró los ojos y dejó escapar un gemido largo y profundo.
—Oh, Dios mío, ___(Tn) —suspiró. Se balanceó contra mí de nuevo, otro gemido emanó de su garganta—. Mierda, te sientes increíble.
— ¿Es diferente?
Me miró a los ojos. —Es diferente contigo, de cualquier modo, pero… —Tomó una respiración profunda y tensa de nuevo, cerrando los ojos por un momento—. Nunca voy a ser el mismo después de esto. —Sus labios buscaron por cada centímetro de mi cuello, y cuando encontraron el camino a mi boca, hundí mis manos en los músculos de sus hombros, perdiéndome en la intensidad del beso.
Nick llevó mis manos encima de mi cabeza y entrelazó sus dedos con los míos, apretando mis manos con cada embestida. Sus movimientos se hicieron un poco más duros, y yo clavé las uñas en sus manos, tensando mis entrañas con una fuerza increíble.
Grité, mordiéndome los labios y apretando los ojos.
—___(Tn) —susurró, sonando compungido—, necesito un... necesito...
—No te detengas. —supliqué.
Se balanceó en mí otra vez, gimiendo tan fuerte que le tapé la boca. Después de unas cuantas respiraciones, me miró a los ojos, y me besó una y otra vez. Sus manos ahuecaron cada lado de mi cara y luego me besó otra vez, más lento, más tierno. Tocó con sus labios mi boca, mis mejillas, frente, nariz y, finalmente, volvió a mis labios.
Le sonreí y suspiré, embargándome en el agotamiento. Nick me puso junto a él, colocando las sábanas sobre nosotros. Apoyé la mejilla contra su pecho y me besó la frente una vez más, aferrando sus dedos en mi espalda.
—No te vayas esta vez, ¿vale? Quiero despertar tal como ahora en la mañana.
Besé su pecho, sintiéndome culpable porque tuviera que pedirlo. —No iré a ninguna parte.
Disfruten cap
COMENTEN :D
Bye
Capitulo 10: Cara de Poker
Parte 2
—Pasé de estar junto a ti cada segundo del día para verte durante diez minutos si tengo suerte.
Sonreí y negué con la cabeza. —Sólo han pasado dos días, Nick.
—Te echo de menos. Mueve tu trasero al asiento y vámonos.
No podía negarlo. Yo también lo echaba de menos. Más de lo que le admitiría. Me subí el cierre de la chaqueta y me subí detrás de él, deslizando mis dedos a través de las trabillas de su pantalón. Puso mis muñecas en su pecho y luego las cruzó. Una vez que se convenció de que lo sostenía con fuerza suficiente, quitó sus manos, y corrimos por la carretera.
Apoyé la mejilla contra su espalda y cerré los ojos, respirando su olor. Me recordó a su apartamento, y sus cosas, y la forma en que olía cuando andaba con una toalla alrededor de su cintura. La ciudad pasaba borrosa por delante de nosotros, y no me importaba lo rápido que iba al volante, o el frío del viento que azotaba mi piel, no estaba prestando atención a donde estábamos. Lo único que podía pensar era en su cuerpo contra el mío. No teníamos ningún destino o tiempo, y anduvimos por las largas calles después de haber abandonado todo, excepto a nosotros.
Nick se detuvo en una gasolinera y se estacionó. —¿Quieres algo? —Preguntó.
Negué con la cabeza, bajándome de la motocicleta para estirar las piernas. Él me miró cuando rastrillaba mi cabello con mis dedos, y sonrió.
—Déjalo. Estás jodidamente hermosa.
—Sólo si me pones en un video de principio de los ochenta. —dije.
Se echó a reír, y luego bostezó, espantando a las polillas que zumbaban a su alrededor. El inyector hizo clic, sonando más fuerte de lo que debería en una noche tranquila. Parecía que éramos las únicas dos personas en la tierra.
Saqué mi teléfono móvil para comprobar la hora. —Oh, Dios mío, Nick. Son las tres de la mañana.
—¿Quieres que volvamos? —Preguntó, con el rostro ensombrecido por la decepción.
Yo apreté los labios. —Será lo mejor.
—¿Todavía iremos esta noche a los bolos?
—Te dije que lo haría.
—Y todavía irás a la Sig Tau conmigo en un par de semanas, ¿verdad?
—¿Estás insinuando que yo no sigo mi palabra? Me parece un poco insultante.
Sacó la boquilla del tanque y la conectó en su base. —Simplemente ya no sé lo que vas a hacer.
Se sentó en su motocicleta y me ayudó a subir detrás de él. Puse en mis dedos en los bucles de su cinturón y luego lo pensé mejor, envolviendo mis brazos alrededor de él.
Él suspiró y se irguió en el asiento, reacio a arrancar el motor. Sus nudillos se volvieron blancos mientras sostenía las manillas. Tomó aire, como para empezar a hablar, y luego negó con la cabeza.
—Eres importante para mí, ya sabes. —dije, apretándome a él.
—No te entiendo, Pigeon. Pensé que conocía a las mujeres, pero eres tan jodidamente confusa que ya no sé a qué te refieres.
—Yo no te entiendo, tampoco. Se supone que debes ser el hombre mujeriego del Eastern. No estoy recibiendo la experiencia completa de primer año que prometieron en el folleto. —me burlé.
—Bueno, eso es lo primero. Nunca había tenido que dormir con una chica para que ella quisiera que la dejara en paz —dijo, manteniendo su espalda hacia mí.
—Eso no es lo que fue, Nick. —mentí, avergonzada de que él hubiese adivinado mis intenciones sin darse cuenta de cuánta razón tenía. Él negó con la cabeza y encendió el motor, volviendo a la calle. Condujo inusualmente lento, deteniéndose en todas las luces amarillas, tomando el camino largo al campus.
Cuando nos paramos frente a la entrada de Morgan Hall, la misma tristeza que sentí la noche que me fui de la casa me consumía. Sabía que era ridículo ser tan emocional, pero cada vez que hacía algo para alejarlo, estaba aterrorizada de que funcionara. Me acompañó hasta la puerta y saqué las llaves, evitando sus ojos. Cuando ya tenía el metal en la mano, su mano de repente fue a mi mentón, el pulgar tocando suavemente mis labios.
—¿Él te beso? —Preguntó.
Me alejé, sorprendida de que sus dedos causaran una sensación de ardor que quemaba todos los nervios desde mi boca a mis pies. —Tú sí que sabes cómo arruinar una noche perfecta, ¿no?
—Pensaste que fue perfecto, ¿eh? ¿Significa eso que lo pasaste bien?
—Siempre lo hago cuando estoy contigo.
Miró al suelo, juntando las cejas. —¿Te besó?
—Sí. —suspiré irritada.
Entrecerró los ojos. —¿Eso es todo?
—¡Eso no es asunto tuyo! —dije, tirando la puerta.
Nick la empujó cerrándola y se puso en mi camino, con una expresión de disculpa. —Necesito saber.
—No, ¡no lo necesitas! ¡Muévete, Nick!
—Pigeon...
—¿Crees que porque ya no soy virgen voy a lanzarme a cualquier otro? ¡Gracias! —dije, empujándolo.
—Yo no he dicho eso, ¡Maldita sea! ¿Es mucho pedir por un poco de paz mental?
—¿Por qué te daría tranquilidad saber si estoy durmiendo con Kevin?
—¿Cómo no lo sabes? ¡Es obvio para todos los demás, menos para ti! —dijo, exasperado.
—Supongo que soy una idiota, entonces. Estás brillante esta noche, Nick —dije, alcanzando la manilla de la puerta.
Agarró mis hombros. —La forma en que me siento por ti... es una locura.
—Acertaste en la parte de la locura —espeté, alejándome de él.
—Practiqué en mi cabeza todo el tiempo que estuvimos en la moto, así que escúchame, —dijo.
—Nick…
—Sé que estamos jodidos, ¿De acuerdo? Soy impulsivo y tengo mal genio, y te metiste bajo mi piel como nadie más. Actúas como si me odiaras un
minuto, y luego como si me necesitaras al siguiente. Nunca acierto en nada, y no te merezco... pero estoy malditamente enamorado de ti, ___(Tn). Te amo más de lo que he querido a nadie ni nada, nunca. Cuando estás cerca, no necesito alcohol, ni dinero, ni lucha, o algo de una sola noche... todo lo que necesito es a ti. Tú eres en todo lo que pienso. Eres todo lo que soñé. Eres todo lo que quiero.
Mi plan para fingir ignorancia fue un fracaso épico. No podía pretender ser impermeable cuando él había puesto todas sus cartas sobre la mesa. Cuando nos conocimos, algo dentro de los dos había cambiado, y era que nos necesitábamos el uno al otro. Por razones desconocidas para mí, yo era su excepción, y por mucho que habían tratado de luchar contra mis sentimientos, él era la mía.
Él negó con la cabeza, acunó mi rostro con sus manos, y me miró a los ojos. —¿Te has acostado con él?
Ardientes lágrimas llenaron mis ojos cuando negué con la cabeza. Estampó su boca contra la mía y su lengua entró sin dudarlo. Incapaz de controlarme a mí misma, agarré su camisa con los puños, y tiré de él hacia mí. Gimió con su increíble voz profunda, y se apoderó de mí con tanta fuerza que era difícil respirar.
Se retiró, sin aliento. —Llama a Kevin. Dile que no quieres verlo nunca más. Dile que estás conmigo.
Cerré los ojos. —No puedo estar contigo, Nick.
—¿Por qué diablos no? —dijo, soltándome.
Negué con la cabeza, temiendo de su reacción a la verdad.
Él se rió una vez. —Increíble. La única chica que yo quiero, y ella no me quiere.
Tragué saliva, sabiendo que tendría que acercarme más a la verdad que tenía desde hace meses. —Cuando América y yo nos mudamos aquí, fue sabiendo que mi vida daría un giro en una forma determinada. O más bien, que no resultaría de cierta manera. Las peleas, el juego, la bebida... es lo que dejé atrás. Cuando estoy cerca de ti... todo está allí para mí en un irresistible y tatuado paquete. No me mude cientos de kilómetros para vivir todo de nuevo.
Tomó mi barbilla para que lo enfrentara. —Yo sé que mereces más que yo. ¿Crees que no lo sé? Pero si hay alguna mujer que se hizo para mí... eres tú. Haré todo lo que tenga que hacer, Pidge. ¿Me oyes? Haré cualquier cosa.
Me aparté, avergonzada de no poder decirle la verdad. Era yo quien no era lo suficientemente buena. Yo sería quien arruinaría todo, arruinándolo a él. Él me odiaría un día, y yo no podría ver la mirada en sus ojos cuando llegara a esa conclusión.
Mantuvo la puerta cerrada con una mano. —Dejaré de pelear al segundo que me gradúe. No voy a beber una sola gota de nuevo. Te haré feliz siempre, Pigeon. Si sólo creyeras en mí, yo puedo hacerlo.
—No quiero que cambies.
—Entonces dime qué hacer. Dime y lo haré —declaró él.
Cualquier idea de estar con Kevin se había ido, y yo sabía que era a causa de mis sentimientos por Nick. Pensé en los diferentes caminos que mi vida tomaría desde ese momento—confiando en Nick con un salto de fe y arriesgándome a lo desconocido, o sacándolo completamente y sabía exactamente dónde iba a terminar, en una vida sin él—cualquier decisión me aterraba.
—¿Me prestas el teléfono? —Le pregunté.
Nick frunció el ceño, confundido. —Por supuesto —dijo, sacando su teléfono del bolsillo, entregándomelo.
Marqué, y luego cerré los ojos mientras sonaba en mis oídos.
—¿Nick? ¿Qué demonios? ¿Sabes qué hora es? —Contestó Kevin. Su voz era profunda y ronca, y al instante sentí que mi corazón vibraba en mi pecho. No se me había ocurrido que él sabría que yo había llamado desde el teléfono de Nick. Mis siguientes palabras encontraron su camino de alguna manera hacia mis temblorosos labios.
—Lo siento por llamar tan temprano, pero esto no podía esperar. Yo... no puedo ir a cenar contigo el miércoles.
—Son casi las cuatro de la mañana, __(Tn). ¿Qué está pasando?
—No puedo verte de nuevo, de hecho.
—___(Tuap)...
—Estoy… bastante segura de que estoy enamorada de Nick —dije, preparándome para su reacción. Después de unos momentos de inquietante silencio, me colgó el teléfono en mi oído.
Mis ojos todavía se centraban en el pavimento, le pasé el teléfono a Nick, y luego a regañadientes miré su expresión. Una combinación de confusión, shock, y adoración se configuraba en su rostro.
—Colgó el teléfono —hice una mueca.
Echó un vistazo a mi cara con cuidado, con esperanza en sus ojos.
—¿Me amas?
—Son los tatuajes. —me encogí de hombros.
Una amplia sonrisa se extendió por su cara, haciendo que le aparecieran hoyuelos en las mejillas. —Ven conmigo a casa —dijo, envolviéndome en sus brazos.
Mis cejas se alzaron. —¿Dijiste todo eso para tenerme en tu cama? Debí haberte dado una gran impresión.
—Lo único que estoy pensando ahora mismo es en tenerte en mis brazos toda la noche.
—Vamos. —sonreí.
A pesar del exceso de velocidad y la infracción de señales, el paseo hasta el apartamento parecía no tener fin. Cuando finalmente llegamos, Nick me cargó por las escaleras. Me reí contra sus labios mientras intentaba abrir la puerta. Cuando me puso de pie y cerró la puerta detrás de nosotros, dejó escapar un largo suspiro, aliviado.
—No ha parecido como un hogar desde que te fuiste. —dijo, besando mis labios. Toto correteó por el pasillo y meneó su pequeña cola, pateando mis piernas. Le susurré mientras lo levantaba del suelo.
La cama de Shepley chilló, y luego sus pisadas resonaron en el piso. Su puerta se abrió mientras entrecerraba los ojos por la luz. — ¡A la mierda no, Nick, no estás haciendo esta mierda! Estás enamorado de _(tn)... —sus ojos se enfocaron y reconoció su error, —...by. Hola, ___(Tn).
—Hey, Shep. —sonreí, dejando a Toto en el suelo.
Nick pasó conmigo junto a su, todavía sorprendido, primo, y pateó la puerta cerrándola detrás de nosotros, tirando de mí en sus brazos y besándome sin pensarlo dos veces, como si lo hubiéramos hecho un millón de veces. Le quité la camisa sobre su cabeza, y él deslizó mi chaqueta por mis hombros. Dejé de besarle el tiempo suficiente para quitarme el jersey y camiseta, y luego me estrellé contra él. Nos desnudamos el uno al otro, y en cuestión de segundos, me colocó en su colchón. Alcé mi mano por encima de mi cabeza para abrir su cajón y sumergir la mano en el interior, buscando algo.
—Mierda —dijo, jadeando y frustrado—. Me deshice de ellos.
—¿Qué? ¿De todos? —Suspiré.
—Pensé que tú no... Si no estaba contigo, no los necesitaría.
—¡Me estás tomando el pelo! —dije, dejando caer la cabeza contra la cabecera.
Su frente cayó sobre mi pecho. —Considérate lo opuesto a una conclusión inevitable.
Sonreí y lo besé. — ¿Nunca has estado con nadie sin uno?
Él negó con la cabeza. —Nunca. —Miré alrededor por un momento, perdida en mis pensamientos. Se echó a reír ante mi expresión—. ¿Qué estás haciendo?
—Shh, estoy contando. —Nick me miró por un momento, y luego se inclinó para besarme el cuello—. No me puedo concentrar, mientras tú estás haciendo esto... —suspiré—, veinticinco y dos días... —respiré.
Nick se echó a reír. — ¿De qué diablos estás hablando?
—Estamos bien —dije, deslizándome directamente debajo de él.
Apretó su pecho contra el mío, y me besó tiernamente. — ¿Estás segura?
Dejé que mis manos se deslizaran desde sus hombros hasta su trasero y tiré de él hacia mí. Cerró los ojos y dejó escapar un gemido largo y profundo.
—Oh, Dios mío, ___(Tn) —suspiró. Se balanceó contra mí de nuevo, otro gemido emanó de su garganta—. Mierda, te sientes increíble.
— ¿Es diferente?
Me miró a los ojos. —Es diferente contigo, de cualquier modo, pero… —Tomó una respiración profunda y tensa de nuevo, cerrando los ojos por un momento—. Nunca voy a ser el mismo después de esto. —Sus labios buscaron por cada centímetro de mi cuello, y cuando encontraron el camino a mi boca, hundí mis manos en los músculos de sus hombros, perdiéndome en la intensidad del beso.
Nick llevó mis manos encima de mi cabeza y entrelazó sus dedos con los míos, apretando mis manos con cada embestida. Sus movimientos se hicieron un poco más duros, y yo clavé las uñas en sus manos, tensando mis entrañas con una fuerza increíble.
Grité, mordiéndome los labios y apretando los ojos.
—___(Tn) —susurró, sonando compungido—, necesito un... necesito...
—No te detengas. —supliqué.
Se balanceó en mí otra vez, gimiendo tan fuerte que le tapé la boca. Después de unas cuantas respiraciones, me miró a los ojos, y me besó una y otra vez. Sus manos ahuecaron cada lado de mi cara y luego me besó otra vez, más lento, más tierno. Tocó con sus labios mi boca, mis mejillas, frente, nariz y, finalmente, volvió a mis labios.
Le sonreí y suspiré, embargándome en el agotamiento. Nick me puso junto a él, colocando las sábanas sobre nosotros. Apoyé la mejilla contra su pecho y me besó la frente una vez más, aferrando sus dedos en mi espalda.
—No te vayas esta vez, ¿vale? Quiero despertar tal como ahora en la mañana.
Besé su pecho, sintiéndome culpable porque tuviera que pedirlo. —No iré a ninguna parte.
Disfruten cap
COMENTEN :D
Bye
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
GUUUAAUUUU!!!
LOOOO DIIISSSFRUUUTEEEEEEE!!!! YY MUUUCHOOO MUUUCHOOOOO!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!1
POOOORRFIIN LO HIIIZOO FEEELIIIZZZZ!!!
SIIIII AIQUE HACER UNA FIESTAAAAA!!!
LOOOO DIIISSSFRUUUTEEEEEEE!!!! YY MUUUCHOOO MUUUCHOOOOO!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!1
POOOORRFIIN LO HIIIZOO FEEELIIIZZZZ!!!
SIIIII AIQUE HACER UNA FIESTAAAAA!!!
chelis
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster
Capitulo 11: Celos
Desperté sobre mi estómago, desnuda y enredada en las sabanas de Nick Jonas. Mantuve mis ojos cerrados, sintiendo como sus dedos acariciaban mi brazo y espalda.
Suspiró profundo, contento, y habló en voz baja. —Te amo, ___(Tn). Voy a hacerte feliz, lo juro.
La cama se hundió al moverse, y luego sus labios se movieron en lentos y cortos besos hacia mi espalda. Me quedé quieta, y justo cuando iba a alcanzar la piel debajo de mi oreja, me abandonó y caminó hacia el baño al otro lado de la habitación. Sus pasos se escuchaban tranquilos por el pasillo, y las tuberías chillaron con la presión del agua en la regadera.
Abrí los ojos y me senté, estirándome. Cada músculo en mi cuerpo dolía, músculos que ni siquiera sabía que tenía. Sostuve la sabana contra mi pecho y miré hacia la ventana, viendo como hojas amarillas y rojas caían en espiral desde las ramas hasta el suelo.
Su celular vibró en algún lugar en el piso, y luego de buscarlo torpemente por el desastre de ropa en el suelo, lo encontré en el bolsillo de sus jeans. En la pantalla sólo aparecía un número, sin nombre.
— ¿Hola?
— Se encuentra… Se encuentra Nick?
—Está en la ducha, ¿quieres dejarle un mensaje?
—Claro que lo está. Dile que Megan llamó, ¿podrías?
Nick entró, amarrando la toalla alrededor de su cintura salpicada de agua, sonreí y le tendí el teléfono.
—Es para ti.
Me besó antes de mirar la pantalla, y luego negó con la cabeza. — ¿Si? Era mi novia, ¿Qué necesitas, Megan? —Escuchó por un momento para después sonreír—. Bueno, ¿Qué te puedo decir? Pigeon es especial. —Luego de una larga pausa, rodó los ojos. Sólo me podía imaginar lo que ella estaba diciendo—. No seas una perra, Megan. Escucha, no puedes llamarme más… Bueno, el amor hace eso. —dijo, mirándome cariñosamente—. Sí, con ___(Tn). Es en serio Megan, no más llamadas… Hasta luego.
Lanzó el teléfono a la cama, y se sentó a mi lado. —Estaba un poco molesta. ¿Te dijo algo?
—No, solamente preguntó por ti.
—Borré los pocos números que tenía en mi teléfono, pero supongo que eso no les impide seguir llamándome. Si no lo averiguan por sí solas, yo se los aclaro.
Me miró con curiosidad, y no pude evitar sonreír. Nunca había visto este lado de él. —Confío en ti, ¿lo sabes?
Presionó sus labios con los míos. —No te culparía si esperas que me gane tu confianza.
—Tengo que ir a la ducha. Ya me perdí una clase.
— ¿Ves? Ya estoy siendo una buena influencia.
Me levanté, y él tiró de la sabana. —Megan dijo que este fin de semana va haber una fiesta de Halloween en The Red Door. Fui con ella el año pasado, estuvo divertido.
—Estoy segura de ello. —dije, levantando una ceja.
—Sólo digo que hubo bastante gente. Tienen torneos en la piscina y bebidas baratas… ¿Quieres ir?
—En realidad no soy… No soy de las que se disfrazan. Nunca lo he sido.
—Yo tampoco, simplemente voy. —Se encogió de hombros.
— ¿Todavía vamos a los bolos esta noche? —Pregunté, cuestionando si la invitación era sólo una excusa para pasar tiempo a solas conmigo, lo cual ya no era necesario.
— ¡Claro que sí! ¡Y te voy a patear el trasero, también!
—No esta vez. Tengo un nuevo súper poder.
Se rió. — ¿Y cuál es? ¿Lenguaje rudo?
Me incliné para besar su cuello, luego moví mi lengua hasta su oreja, besando su lóbulo. Se congeló en su lugar.
—La distracción. —Murmuré en su oído.
Agarró mis brazos y me empujó sobre mi espalda.
—Vas a perderte otra clase.
Finalmente, luego de convencerlo de abandonar el apartamento a tiempo de ir a la clase de Historia, corrimos al campus y nos deslizamos en nuestros asientos justo cuando el profesor Cheney comenzaba.
Nick volteó su gorra de béisbol hacia atrás y plantó un beso en mis labios, justo en frente de todos.
En el camino hacia la cafetería, sostuvo mi mano con la suya, entrelazando nuestros dedos mientras caminábamos. Se veía tan orgulloso de sostener mi mano, anunciándole al mundo que finalmente estábamos juntos. Finch lo notó, miró hacia nuestras manos y me mostró una ridícula sonrisa. Él no fue el único, nuestra simple muestra de cariño provocó miradas y murmullos de las personas mientras íbamos pasando.
En la puerta de la cafetería, Nick inhaló su cigarro una última vez y me miró, notando mi desconfianza. América y Shepley ya estaban dentro, y Finch había encendido otro cigarro, dejándonos a mí y Nick solos al entrar. Estaba segura que el rumor había alcanzado todo un nuevo nivel al momento en que Nick me besó en plena vista de todos en la clase de Historia, y mi miedo de entrar a la cafetería no me abandonaba.
— ¿Qué sucede, Pigeon? —Preguntó, jalando de mi mano.
—Todos nos están mirando.
Llevó mis manos a su boca y besó mis dedos.
—Se les va a pasar. Solamente es el shock inicial. ¿Recuerdas cuando empezamos a salir juntos? Su curiosidad murió luego de un tiempo, y se acostumbraron a vernos juntos. Vamos. —dijo, y me jaló hacia adentro.
Una de las razones por la cual escogí Eastern U fue por su modesta población, pero el desesperado interés por escándalos que venía con ello era extenuante a veces. Era un completo chiste; todos eran consientes de cuan ridículo era el rumor, pero aun así, todos participaban en él.
Nos sentamos con nuestra comida en los lugares de siempre. América me dio una sonrisa intuitiva. Ella conversó como si todo estuviera normal, pero los jugadores de fútbol en la otra punta de la mesa me miraban como si me estuviera quemando.
Nick golpeó mi manzana con su cubierto. — ¿Vas a comerte eso, Pidge?
—No, puedes tenerla, bebé.
Mis orejas ardieron cuando la cabeza de América se giró bruscamente para verme.
—Simplemente salió. —dije, sacudiendo la cabeza. Miré a Nick, y su expresión era una mezcla entre amor y diversión.
Habíamos utilizado ese término unas cuantas veces esa mañana, y no se me ocurrió que era nuevo para todos los demás hasta que salió de mi boca.
—Acaban de alcanzar el nivel de irritantemente lindo. —América sonrió.
Shepley tocó mi hombro, — ¿Te quedarás esta noche? —Preguntó, sus palabras se mezclaban con el pan en su boca—. Prometo no salir de mi cuarto a insultarte.
—Estabas defendiendo mi honor, Shep. Estás perdonado. —dije.
Nick mordisqueó la manzana y masticó, luciendo más feliz de lo que alguna vez lo había visto. La paz en sus ojos había regresado, e incluso cuando docenas de personas miraban cada uno de nuestros movimientos, todo se sentía… correcto.
Pensé en todo el tiempo que había insistido en que estar con Nick era una mala decisión, y cuanto tiempo había perdido tratando de ignorar todo lo que sentía por él. Viéndolo del otro lado de la mesa, a sus suaves ojos marrones, y el hoyuelo bailando en su mejilla mientras masticaba. No recordaba de qué estaba tan preocupada.
—Se ve espantosamente feliz. ¿Te rendiste finalmente, ___(Tn)? —dijo Chris, codeando a sus compañeros de quipo.
—No eres muy inteligente, ¿verdad, Jenks? —dijo Shepley frunciendo el ceño.
Instantáneamente la sangre subió a mis mejillas, miré a Nick, quien tenía una mirada asesina en sus ojos. Mi vergüenza se deshizo a la vista de la ira de Nick, sacudí la cabeza. —Sólo ignóralo.
Luego de unos tensos segundos, sus hombros se relajaron un poco, tomó aire y asintió una vez. Luego de un momento me guiñó.
Estiré mi brazo en la mesa y deslicé mis dedos en los suyos. —Fue en serio lo que me dijiste anoche, ¿no?
Empezó a hablar, pero la risa de Chris llenó la cafetería. — ¡Dios Santo! ¿Nick Jonas está siendo controlado?
— ¿Fue en serio cuando me dijiste que no querías que cambiara? —me preguntó, apretándome la mano.
Miré a Chris riéndose con sus compañeros, y luego me volví a Travis. —Absolutamente. Enséñale a ese imbécil algunos modales.
Una sonrisa diabólica se extendió por su cara, y caminó hacia el final de la mesa, donde Chris se sentaba.
Chris se tragó su risa y el silencio se apoderó de la habitación.
—Oye, solo te estaba haciendo pasar un mal rato, Nick. —dijo mirándolo.
—Discúlpate con Pidge. —dijo Nick, fulminándolo con la mirada.
Chris me miró con nerviosismo. —Sólo… Sólo estaba bromeando, ___(Tn). Lo siento.
Lo miré mal y él subió la cabeza hacia Nick, esperando su aprobación.
Cuando Nick se alejó, Chris se rió y luego le susurró algo a Brasil. Mi corazón se aceleró cuando Nick se detuvo abruptamente y sus manos se cerraron en puños a sus costados.
Brasil sacudió la cabeza y bufó. —Cuando despiertes, Chris, sólo recuerda… que tú solito te lo buscaste.
Nick levantó la bandeja de Finch de la mesa y se la pegó a Chris en la cara, tumbándolo de su silla. Chris trató de meterse bajo la mesa, pero Nick lo sacó por las piernas y comenzó a golpearlo.
Chris se cubrió y Nick lo golpeó en la espalda. Se arqueaba y volteaba, levantando sus manos al aire, permitiéndole a Nick golpear varias veces su cara. La sangre comenzó a fluir y Nick se levantó jadeando.
—Si te atreves a siquiera mirarla, pedazo de mierda, te voy a romper tu jodida mandíbula. —Gritó Nick. Me estremecí cuando Nick pateó a Chris una última vez.
La mujer que trabaja en la cafetería corrió hacia fuera, sorprendida del desastre sangriento en el suelo.
—Lo siento —le dijo Nick, limpiándose la sangre de Chris en su mejilla.
Muchos de los estudiantes se levantaron para ver mejor, otros permanecieron sentados mirando entretenidos.
El equipo de fútbol sólo miraba el cuerpo lánguido de Chris en el piso, sacudiendo sus cabezas.
Nick se volteó y Shepley se levantó de inmediato, agarrando mi brazo y la mano de América, y arrastrándonos por la puerta, detrás de su primo. Caminamos la corta distancia hasta Morgan Hall, y América y yo nos sentamos en los escalones de enfrente, mirando Nick caminar de aquí para allá.
— ¿Estás bien, Nick? —Preguntó Shepley.
—Sólo… dame un minuto. —Contestó, poniéndose las manos en la cadera mientras caminaba.
Shepley se metió las manos en los bolsillos. —Me sorprende que te hayas detenido.
—Pidge dijo que le enseñara modales, Shep. No que lo matara. Necesité todo de mí para detenerme cuando lo hice.
América deslizo sus grandes lentes cuadrados de sol para mirar a Nick. — ¿Qué fue lo que dijo Chris que te puso así, de todos modos?
—Algo que nunca volverá a decir. —Respondió.
América miró a Shepley, quien se encogió de hombros. —No lo escuché.
Los puños de Nick se tensaron de nuevo. —Voy a regresar adentro.
Shepley tomó a Nick por los hombros. —Tu chica está aquí afuera. No necesitas volver a entrar.
Nick me miró, forzándose a sí mismo a calmarse. —Él dijo… todos piensan que Pidge ha… Jesús, no puedo ni decirlo.
—Dilo de una vez. —Murmuró América, mirando sus uñas.
Finch apareció caminando detrás de Nick, claramente encantado por toda la conmoción. —Cada chico de Eastern U quiere con ella porque logró conseguir al indomable Nick. —Se encogió de hombros—. Es lo que están diciendo allí adentro, al menos.
Nick pasó por al lado de Finch, dirigiéndose a la cafetería.
Shepley corrió hacia él, tomándolo por el brazo. Nick le tiró un golpe pero Shepley lo esquivó y mis manos inmediatamente volaron a mi boca. Mis ojos fueron a América, que se encontraba inafectada, acostumbrada a su rutina.
Sólo se me ocurrió una cosa para detenerlo. Me levanté de las escaleras, corrí hacia él y me puse en su camino. Le brinqué encima, enredando mis piernas en su cintura, él me sostuvo por los muslos mientras yo tomaba su cara, plantando un largo y profundo beso en sus labios. Pude sentir como su ira se iba desvaneciendo con el beso, y cuando me separé supe que ya había ganado.
—No nos importa lo que piensen, ¿recuerdas? No puedes empezar ahora. —dije, sonriendo con confianza. Poseía un mayor efecto en él de lo que creía posible.
—No puedo permitirles hablar así de ti, Pigeon. —dijo con su ceño fruncido. Me puso de nuevo en el suelo.
Deslicé mi brazo dentro del suyo, entrelazando nuestros dedos en su espalda. — ¿Así como? Ellos piensan que tengo algo especial porque tú nunca te habías asentado antes. ¿No estás de acuerdo con eso?
—Por supuesto que sí, solamente no soporto el pensar en que cada tipo en este colegio quiere estar contigo por eso. —Presionó su frente contra la mía—. Esto me va a volver loco. Ya me puedo dar cuenta.
—No dejes que te afecten, Nick. —dijo Shepley—. No puedes pelear con todo el mundo.
Nick suspiró. —Todo el mundo. ¿Cómo te sentirías tú si todo el mundo piensa en América de esa manera?
— ¿Quién dice que no lo hacen? —dijo América ofendida. Todos nos reímos y ella hizo una mueca—. No estaba bromeando.
Shepley la levantó por las manos y besó su mejilla. —Lo sabemos, bebé. Dejé de ser celoso hace un tiempo. No tenía tiempo de hacer nada más.
América sonrió en apreciación y luego lo abrazó.
Shepley poseía la habilidad de hacer que todos a su alrededor se sintieran calmados, sin duda resultado de crecer con Nick y sus hermanos. Probablemente era más un mecanismo de defensa que cualquier otra cosa.
Nick acarició la parte detrás de mi oreja, y me reí hasta que vi a Kevin acercándose. La misma urgencia que sentí cuando Nick quería volver a la cafetería me invadió, e instantáneamente me alejé de Nick y caminé tres metros y algo para interceptar a Kevin.
—Necesito hablar contigo. —Me dijo.
Miré hacia atrás y luego sacudí mi cabeza como advertencia. —Ahora no es un buen momento, Kevin. De hecho, es un muy, muy mal momento. Nick y Chris pelearon en el almuerzo y él todavía está un poco irritado. Necesitas irte.
Kevin vio a Nick y luego fijó su vista en mi, determinado. —Escuché lo que sucedió en la cafetería. No creo que estés consciente de en donde te estás metiendo. Nick es mala influencia, __(Tn). Todos lo saben. Nadie está hablando de cuan genial es que tú lo hayas cambiado… todos esperan que él haga lo que sabe hacer mejor. No sé lo que te ha dicho, pero no tienes ni idea de qué clase de persona es.
Sentí las manos de Nick en mis hombros. — ¿Porqué no le dices, entonces?
Kevin se encogió nervioso. — ¿Tienes idea de cuantas chicas humilladas he llevado a casa de fiestas luego de pasar horas encerradas con él? Te va a lastimar.
Los dedos de Nick se tensaron en respuesta, posé mis manos en las suyas hasta que se relajó. —Deberías irte, Kevin.
—Debes escuchar lo que te digo, ___(TuAp).
—No le llames así, joder. —Gruñó Nick.
Kevin no apartó sus ojos de los míos. —Estoy preocupado por ti.
—Lo aprecio, pero no es necesario.
Kevin sacudió la cabeza. —Él te ve como un desafío a largo plazo, ___(Tn). Te tiene pensando que eres diferente a las otras chicas simplemente para llevarte a la cama. Se va a cansar de ti. Él posee la atención de un bebé.
Nick me rodeó, parándose frente de Kevin, tan cerca que sus narices casi se tocaban. —Te permití decir lo que querías. Mi paciencia se agotó. —Kevin trató de mirarme, pero Nick se inclinó en su dirección—. No se te ocurra mirarla. Mírame a mí, malcriado pedazo de mierda. —Kevin enfocó sus ojos en Nick y esperó—. Si se te ocurre al menos respirar en su dirección, me aseguraré de que te vayas cojeando a la escuela de medicina.
Kevin tomó una par de pasos hacia atrás, hasta que estuve en su campo de visión. —Pensé que eras más lista que esto. —dijo, sacudiendo la cabeza antes de voltearse e irse.
Nick lo observó marcharse, luego se volteó y sus ojos encontraron los míos. —Sabes que eso es pura mierda, ¿verdad? No es cierto.
—Estoy segura que es eso lo que todos piensan. —Me quejé, atrayendo la atención de aquellos que iban pasando.
—Entonces les probaremos lo contrario.
Mientras la semana avanzaba, Nick se tomó su promesa muy en serio. Ya no conversaba con las chicas que lo detenían en los pasillos, y algunas veces hasta era grosero con ellas. En el momento en que caminamos dentro de The Red para la fiesta de Halloween, me encontraba un poquito nerviosa sobre como él planeaba mantener lejos a las fiesteras intoxicadas.
América, Finch y yo nos sentamos en una de las mesas cercanas, mientras veíamos a Nick y Shepley jugar billar con dos de sus hermanos Sig Tau.
— ¡Vamos, bebé! —Gritó América, levantándose en el escalón de su banco.
Shepley le guiñó, y luego realizó su tiro, metiéndola en el hoyo derecho más lejano.
— ¡Woo! —chilló.
Un trío de mujeres vestidas como Los Ángeles de Charlie se acercaron a Nick mientras él esperaba su turno, sonreí cuando él trató lo más que pudo de ignorarlas. Cuando una de ellas trazó la línea de uno de sus tatuajes, Nick jaló su brazo. La apartó para así poder hacer su tiro, y ella hizo un puchero a sus amigas.
— ¿Puedes creer cuán ridículas son? Las chicas aquí no tienen vergüenza. —dijo América.
Finch sacudió su cabeza, asombrado. —Es Nick. Creo que es lo del chico malo. O creen que pueden salvarlo, o piensan que son inmunes a sus encantos. No estoy seguro cual será.
—Probablemente las dos. —Me reí, viendo como las chicas esperaban que Nick les prestara atención—. ¿Puedes imaginar ser tú quien espera ser escogida por él? ¿Sabiendo que vas a ser usada sólo para sexo?
—Problemas paternales. —dijo América, tomando un sorbo de su bebida.
Finch botó su cigarro y jaló nuestros vestidos.
— ¡Vamos, chicas! ¡El Finch quiere bailar!
—Sólo si prometes nunca volver a llamarte así. —dijo América.
Finch sacó su labio inferior y América sonrió.
—Vamos, ___(Tn). No quieres hacer a Finch llorar, ¿cierto? —Nos unimos a los policías y vampiros en la pista de baile, y Finch sacó sus pasos de Timberlake. Miré a Nick sobre mi hombro y lo descubrí mirándome por el rabillo del ojo, fingiendo ver a Shepley meter la bola ocho en el juego. Shepley recolectó sus ganancias, y Nick se dirigió a la larga barra que rodeaba la pista de baile, para pedir un trago. Finch bailaba por toda la pista, para finalmente hacer un sándwich entre América y yo. Nick rodó los ojos, riéndose mientras volvía a nuestra mesa con Shepley.
—Voy a buscar otra bebida. ¿Quieren algo? —gritó América por encima de la música.
—Voy contigo. —dije, mirando a Finch y apuntando hacia la barra.
Finch sacudió la cabeza y continuó bailando. América y yo avanzamos por la multitud hacia la barra. El barman estaba agobiado, por lo que nos acomodamos para una larga espera.
—Los chicos están arrasando esta noche. —dijo América.
Me incliné a su oído. —Por qué alguien apostaría contra Shep es algo que nunca entenderé.
—Por la misma razón que apuestan contra Nick. Son idiotas. —Sonrió.
Un hombre en una toga se inclinó contra la barra al lado de América y sonrió. — ¿Qué están tomando las damas esta noche?
—Nosotras compramos nuestros propios tragos, gracias. —dijo América, mirando hacia adelante.
—Soy Mike. —dijo, y luego apuntó a su amigo—. Éste es Logan.
Sonreí educadamente, mirando a América, quien tenía su mejor cara de lárgate. El barman tomó nuestra orden, y luego asintió detrás de nosotras, volteándose para preparar la bebida de América.
Nos trajo un vaso de vidrio cuadrado lleno de líquido rosa y tres cervezas. Mike le tendió dinero y ella asintió.
—Esto es algo diferente —dijo Mike, escaneando la multitud.
—Sí —respondió América con cara de fastidio.
—Te vi bailando —Logan asintió hacia la pista—. Te veías bien.
—Uh… gracias. —Le dije, tratando de permanecer amable, consciente de que Nick estaba a poca distancia.
— ¿Quieres bailar? —preguntó.
Sacudí la cabeza. —No, gracias. Estoy aquí con mi…
—Novio. —dijo Nick, apareciendo de la nada. Miró mal a los hombres que se encontraban junto a nosotras, los cuales se apartaron un poco, claramente intimidados.
América no pudo evitar sonreír satisfecha cuando Shepley la rodeó con sus brazos. Nick asintió hacia la habitación. —Váyanse, ahora.
Los hombres nos miraron a América y a mí, y luego dieron un par de pasos hacia tras antes de desaparecer en la seguridad de la multitud.
Shepley besó a América. — ¡No puedo llevarte a ningún lado!
Ella rió, y yo miré a Nick, quien me fruncía el ceño.
— ¿Qué?
— ¿Por qué le permitiste comprarte una bebida?
América se separó de Shepley, notando el humor de Nick. —No lo hicimos, Nick. Les dije que no.
Nick me quitó la botella de la mano. — ¿Entonces, qué es esto?
— ¿Es en serio? —Pregunté.
—Sí, es jodidamente en serio. —dijo, tirando la botella en un bote de basura junto a al bar—. Te lo he dicho cientos de veces… No puedes aceptarle tragos a cualquier chico. ¿Qué pasa si puso algo allí?
América levantó su vaso. —Las bebidas fueron hechas frente a nosotras, Nick. Estás sobreactuando.
—No estoy hablando contigo. —dijo Nick, sus ojos pegados a los míos.
— ¡Hey! —Me molesté inmediatamente—. No le hables así.
—Nick —advirtió Shepley—. Déjalo ir.
—No me gusta que dejes a otros chicos comprarte bebidas. —dijo Nick.
Levanté una ceja. — ¿Estás tratando de empezar una discusión?
— ¿No te molestaría entrar a un bar y verme compartiendo un trago con alguna chica?
Asentí. —De acuerdo. Ahora no estás consciente de todas las mujeres. Lo entiendo. Debería de hacer el mismo esfuerzo.
—Sería bueno. —Claramente yo trataba de controlar su temperamento, y era un poco enervante estar del otro lado de su ira. Sus ojos aún se encontraban brillantes de rabia, y una innata urgencia por ir por la ofensiva burbuja hacia la superficie.
—Vas a tener que bajarle a tu tono de novio celoso, Nick. No hice nada malo.
Nick me lanzó una mirada de incredulidad. — ¡Vengo para acá, y otro tipo esta comprándote un trago!
— ¡No le grites! —dijo América.
Shepley puso sus manos en los hombros de Nick. —Todos hemos bebido bastante. Simplemente vámonos. —El usual efecto de calma que poseía Shepley no surtió efecto en Nick, y estuve instantáneamente molesta debido a que su pequeña rabieta había arruinado nuestra noche.
—Tengo que decirle a Finch que nos vamos. —Murmuré, pasando a Nick y dirigiéndome hacia la pista.
Una tibia mano me agarró la muñeca. Me volteé, y vi los dedos de Nick apretados sin ningún remordimiento. —Voy contigo.
Aparté mi mano de su agarre. —Soy totalmente capaz de caminar unos pocos metros por mi sola, Nick. ¿Qué está mal contigo?
Vi a Finch en el centro, y me dirigí hacia él.
— ¡Nos vamos!
— ¿Qué? —gritó Finch sobre la música.
— ¡Nick está de mal humor! ¡Nos vamos!
Rodó los ojos y sacudió la cabeza, agitando su mano mientras me alejaba. Justo cuando vi a América y Shepley, fui jalada hacia atrás por un hombre en un disfraz de pirata.
— ¿A dónde crees que vas? —Sonrió, pegándose a mí.
Me reí y sacudí la cabeza a la cara tan graciosa que estaba haciendo. Cuando me giré para irme, agarró mi brazo.
No me tomó mucho averiguar que no me estaba agarrando, se estaba agarrando a mí, por protección.
— ¡Whoa! —Lloró, mirando más allá de mí, con los ojos bien abiertos. Nick lo llevó de nuevo a la pista, y arrebató su puño en la cara del pirata, con tal fuerza que nos tumbó a ambos al suelo. Con las palmas pegadas al piso, parpadeé en incredulidad.
Sentí algo caliente y húmedo en mi mano, la volteé y me encogí. Estaba cubierta con la sangre proveniente de la nariz del hombre. Su mano estaba cubriendo su cara, pero el rojo líquido corría por debajo, cayendo al piso.
Nick corrió a levantarme, viéndose tan sorprendido como yo me encontraba. — ¡Oh, mierda! ¿Estás bien, Pidge?
Cuando me levanté, jalé mi brazo de su agarre.
— ¿Estás loco?
América me tomó por la muñeca y me llevó a través de la multitud hacia el estacionamiento, Nick se volteó hacia mí.
—Lo siento, Pigeon, no sabía que te tenía agarrada.
— ¡Tu puño estuvo a cinco centímetros de mi cara! —dije, atrapando la toalla llena de aceite que Shepley me había lanzado. Asqueada, limpié la sangre de mi mano.
La seriedad del asunto nubló su cara y se estremeció. —No lo hubiera atacado si hubiera sabido que te tenía agarrada, sabes eso ¿no?
—Cállate, Nick. Solo cállate. —dije, mirando la nuca de Shepley.
—Pidge… —Comenzó Nick.
Shepley golpeó el volante con la palma de su mano.
— ¡Cierra la boca, Nick! ¡Ya dijiste que lo lamentabas, ahora cierra la maldita boca!
El viaje a casa fue en completo silencio. Shepley arrimó su asiento hacia adelante para permitirme salir, y miré a América, quien asintió en entendimiento.
Le dio un beso de buenas noches a su novio. —Te veo mañana, bebé.
Shep asintió y la besó. —Te amo.
Pasé a Nick en mi camino hacia el Honda de América, y él trotó a mi lado. —Vamos. No te vayas molesta.
—Oh, no estoy molesta. Estoy furiosa.
—Necesita un tiempo para calmarse, Nick. —Advirtió América, abriendo su puerta.
Cuando el seguro de la puerta de pasajeros saltó, Nick sostuvo su mano contra ella. —No te vayas, Pigeon. Estuve mal. Lo siento.
Levanté mi mano, mostrándole los rastros de sangre seca en mi palma. —Llámame cuando crezcas.
Se inclinó con su cadera contra la puerta. —No puedes irte.
Levanté una ceja, y Shepley trotó alrededor del auto junto a nosotros. —Nick, estás tomado. Estás a punto de cometer un grave error. Déjala irse a casa, cálmate… Ambos pueden hablar mañana cuando estés sobrio.
La expresión de Nick se tornó desesperada. —No se puede ir. —dijo, mirándome fijamente.
—No va a funcionar, Nick. —Tiré de la puerta—. ¡Muévete!
— ¿A qué te refieres con que no va a funcionar? —Preguntó Nick, tomando mi brazo.
—Me refiero a tu cara triste. No voy a creérmela. —dije, apartándome.
Shepley vio a Nick por un momento, y luego se giró hacia mí. —__(Tn)… Este es el momento del que te estaba hablando. Tal vez deberías…
—Mantente fuera de esto, Shep. —Soltó América, encendiendo el auto.
—Lo voy a arruinar. Lo voy a arruinar bastante, Pidge, pero tú tienes que perdonarme.
— ¡Voy a tener un moretón gigante en mi trasero mañana en la mañana! ¡Golpeaste a ese tipo porque estabas molesto conmigo! ¿Qué me dice eso? ¡Porque las banderas rojas están levantadas por todo lados!
—Nunca he golpeado a una chica en mi vida. —dijo, sorprendido por mis palabras.
— ¡Y yo estoy a punto de ser la primera! —dije, jalando la puerta—. ¡Muévete, demonios!
Nick asintió, y luego dio un paso atrás. Me senté al lado de América, y tiré la puerta. Puso el auto en reversa, y Nick se inclinó para verme por la ventana.
—Vas a llamarme mañana, ¿verdad? —Preguntó, tocando el vidrio.
—Solo vámonos, Mare. —dije, negándome a verlo.
La noche fue larga, me la pasé viendo el reloj y me encogía cuando veía que otra hora había pasado. No podía dejar de pensar en Nick, y en sobre si iba a llamarlo o no en la mañana, preguntándome si estaría despierto también. Finalmente, opte por ponerme los audífonos de mi IPod y escuchar la alta y molesta música de mi repertorio.
La última vez que había visto el reloj, eran pasadas las cuatro. Los pájaros ya cantaban afuera de mi ventana, y sonreí cuando sentí que mis ojos
se sentían pesados. Pareció como si sólo hubieran pasado pocos minutos cuando escuché un toque en la puerta y vi a América entrando. Sacó los audífonos de mis oídos y se tiró en la silla de mi escritorio.
—Buenos días, sol. Te ves horrible. —dijo, haciendo una burbuja rosa con su boca, y dejándola sonar fuerte al reventarse.
— ¡Cierra la boca, América! —Soltó Kara escondida dentro de sus sábanas.
—Estás consciente de que las personas como Nick y tú van a discutir bastante, ¿cierto? —dijo América mirando sus uñas y masticando el gran pedazo de goma de mascar en su boca.
Me volteé de lado en la cama. —Estás oficialmente despedida. Eres una terrible conciencia.
Se rió. —Solamente te conozco. Si te entregara mis llaves en este instante, irías directo hacia allá.
— ¡Claro que no!
—Como digas.
—Son las ocho de la mañana. Probablemente todavía estén tirados durmiendo.
Justo en ese momento escuché un suave toque en la puerta. El brazo de Kara salió de su edredón y giró la manilla. La puerta se abrió lentamente, revelando a Nick en la entrada.
— ¿Puedo pasar? —Preguntó en una voz baja y rasposa. Las bolsas oscuras bajos sus ojos indicaban su falta de sueño, si es que tuvo alguno, en absoluto.
Me senté en la cama, sorprendida por su apariencia tan exhausta.
— ¿Estás bien?
Caminó y cayó en rodillas frente a mí. —Lo siento, __(Tn). Lo siento. —dijo, envolviendo sus brazos en mi cintura y hundiendo su cara en mi regazo.
Sostuve su cabeza en mis brazos y miré a América.
—Yo uh… Me voy a ir. —dijo, alcanzando torpemente la manilla de la puerta.
Kara frotó sus ojos y suspiró, luego tomó su bolso de baño. —Siempre estoy muy limpia cuando andas por aquí, __(Tn). —Murmuró, tirando la puerta tras ella.
Nick me miró. —Sé que me vuelvo loco en lo que respecta a ti, pero Dios sabe que lo estoy intentando, Pidge. No quiero arruinar esto.
—Entonces no lo hagas.
—Esto es difícil para mí, ¿sabes? Siento que en cualquier momento vas a averiguar cuan pedazo de mierda soy y me vas a dejar. Anoche vi una docena de diferentes tipos mirándote al bailar. Vas al bar y te veo agradecerle a ese tipo por tu bebida. Y luego ese imbécil en la pista te agarra.
—Tú no me ves a mí golpeando a cualquier chica que se acerca a hablarte. No me puedo quedar encerrada en el departamento todo el tiempo. Vas a tener que controlar tu temperamento.
—Lo haré. Nunca había querido una novia antes, Pigeon. No estoy acostumbrado a sentirme de esta manera… por nadie. Si eres paciente conmigo, juro que me controlaré.
—Vamos a aclarar algo; no eres un pedazo de mierda, eres increíble. No importa quién me compre tragos, ni quién me invite a bailar, o quien coquetee conmigo. Al final, me voy a casa contigo. Me has pedido que confíe en ti, pero tú no pareces confiar en mí.
Frunció el ceño. —Eso no es verdad.
—Si piensas que voy a dejarte por cualquier tipo que se aparezca, entonces no me tienes mucha fe.
Tensó su agarre. —No soy lo suficientemente bueno para ti, Pidge. Eso no significa que no confíe en ti, sólo me preparo para lo inevitable.
—No digas eso. Cuando estamos solos eres perfecto. Somos perfectos. Pero entonces permites que todo el mundo lo arruine. No espero que huyas de todo, pero tienes que elegir tus batallas. No puedes pelear cada vez que alguien me mire.
Asintió. —Yo hago todo lo que tú quieras. Sólo… dime que me amas.
—Sabes que lo hago.
—Necesito oírte decirlo. —dijo, sus cejas juntándose.
—Te amo —llevé mis labios a los suyos—. Ahora deja de ser tan bebé.
Se rió, subiendo a la cama conmigo. Pasamos la siguiente hora en el mismo lugar debajo de las sabanas, riéndonos y besándonos, apenas notando cuando Kara regresó de su ducha.
— ¿Podrías salirte? Necesito vestirme. —Le dijo a Nick, apretando su bata.
Nick besó mi mejilla y luego salió al pasillo.
—Te veo en un segundo.
Caí en mi almohada mientras Kara revoloteaba en su closet. — ¿De qué estás tan feliz? —Murmuró.
—De nada. —Suspiré.
— ¿Sabes que es la codependencia, __(Tn)? Tu novio es el claro ejemplo, lo que es extraño considerando que él pasó de no tener ningún respeto por las mujeres en lo absoluto a pensar que te necesita para respirar.
—Tal vez lo hace. —dije, negándome a permitirle arruinar mi humor.
— ¿No te preguntas por qué es eso? Digo… Él ha estado con la mitad de las chicas en esta escuela. ¿Por qué tú?
—Él dice que soy diferente.
—Por supuesto que lo hace. Pero, ¿Por qué?
— ¿Por qué te importa? —Solté.
—Es peligroso necesitar a alguien tanto así. Estás tratando de salvarlo, y él espera que lo hagas. Ustedes dos son un desastre.
Le sonreí al techo. —No importa qué o por qué es así. Cuando es bueno… es hermoso.
Rodó lo ojos. —No tienes salvación.
Nick tocó la puerta y Kara lo dejó entrar.
—Me voy a estudiar al salón. Buena suerte. —dijo en la voz más falsa que pudo haber utilizado.
— ¿Qué fue eso? —preguntó Nick.
—Dijo que somos un desastre.
—Dime algo que no sepa. —Sonrió. Sus ojos de repente eran determinados, y besó la piel debajo de mi oreja—. ¿Por qué no te vienes conmigo?
Sostuve mi mano en su nuca, y suspiré al sentir sus suaves labios contra mi piel. —Creo que me quedaré aquí. Estoy en tu departamento todo el tiempo.
Su cabeza voló hacia arriba. — ¿Y eso qué? ¿No te gusta estar ahí?
Toqué sus mejillas y suspiré. Se preocupaba tan rápido. —Claro que sí, pero yo no vivo ahí.
Trazó mi cuello con la punta de su nariz. —Te quiero allí. Te quiero allí todas las noches.
—No me voy a mudar contigo. —Sacudí la cabeza.
—No te pedí que te mudaras conmigo. Dije que te quiero ahí.
— ¡Es la misma cosa! —Reí.
Nick arrugó la frente. — ¿En serio no te vas a quedar conmigo esta noche?
Sacudí la cabeza, y sus ojos viajaron por mi pared hasta el techo. Casi pude ver las ruedas moviéndose en su cabeza. — ¿En qué piensas? —Pregunté, entrecerrando los ojos.
—Intento pensar en otra apuesta.
aw, disfruten cap
es capitulo completo :D
COMENTEN!! :D
bye
Capitulo 11: Celos
Desperté sobre mi estómago, desnuda y enredada en las sabanas de Nick Jonas. Mantuve mis ojos cerrados, sintiendo como sus dedos acariciaban mi brazo y espalda.
Suspiró profundo, contento, y habló en voz baja. —Te amo, ___(Tn). Voy a hacerte feliz, lo juro.
La cama se hundió al moverse, y luego sus labios se movieron en lentos y cortos besos hacia mi espalda. Me quedé quieta, y justo cuando iba a alcanzar la piel debajo de mi oreja, me abandonó y caminó hacia el baño al otro lado de la habitación. Sus pasos se escuchaban tranquilos por el pasillo, y las tuberías chillaron con la presión del agua en la regadera.
Abrí los ojos y me senté, estirándome. Cada músculo en mi cuerpo dolía, músculos que ni siquiera sabía que tenía. Sostuve la sabana contra mi pecho y miré hacia la ventana, viendo como hojas amarillas y rojas caían en espiral desde las ramas hasta el suelo.
Su celular vibró en algún lugar en el piso, y luego de buscarlo torpemente por el desastre de ropa en el suelo, lo encontré en el bolsillo de sus jeans. En la pantalla sólo aparecía un número, sin nombre.
— ¿Hola?
— Se encuentra… Se encuentra Nick?
—Está en la ducha, ¿quieres dejarle un mensaje?
—Claro que lo está. Dile que Megan llamó, ¿podrías?
Nick entró, amarrando la toalla alrededor de su cintura salpicada de agua, sonreí y le tendí el teléfono.
—Es para ti.
Me besó antes de mirar la pantalla, y luego negó con la cabeza. — ¿Si? Era mi novia, ¿Qué necesitas, Megan? —Escuchó por un momento para después sonreír—. Bueno, ¿Qué te puedo decir? Pigeon es especial. —Luego de una larga pausa, rodó los ojos. Sólo me podía imaginar lo que ella estaba diciendo—. No seas una perra, Megan. Escucha, no puedes llamarme más… Bueno, el amor hace eso. —dijo, mirándome cariñosamente—. Sí, con ___(Tn). Es en serio Megan, no más llamadas… Hasta luego.
Lanzó el teléfono a la cama, y se sentó a mi lado. —Estaba un poco molesta. ¿Te dijo algo?
—No, solamente preguntó por ti.
—Borré los pocos números que tenía en mi teléfono, pero supongo que eso no les impide seguir llamándome. Si no lo averiguan por sí solas, yo se los aclaro.
Me miró con curiosidad, y no pude evitar sonreír. Nunca había visto este lado de él. —Confío en ti, ¿lo sabes?
Presionó sus labios con los míos. —No te culparía si esperas que me gane tu confianza.
—Tengo que ir a la ducha. Ya me perdí una clase.
— ¿Ves? Ya estoy siendo una buena influencia.
Me levanté, y él tiró de la sabana. —Megan dijo que este fin de semana va haber una fiesta de Halloween en The Red Door. Fui con ella el año pasado, estuvo divertido.
—Estoy segura de ello. —dije, levantando una ceja.
—Sólo digo que hubo bastante gente. Tienen torneos en la piscina y bebidas baratas… ¿Quieres ir?
—En realidad no soy… No soy de las que se disfrazan. Nunca lo he sido.
—Yo tampoco, simplemente voy. —Se encogió de hombros.
— ¿Todavía vamos a los bolos esta noche? —Pregunté, cuestionando si la invitación era sólo una excusa para pasar tiempo a solas conmigo, lo cual ya no era necesario.
— ¡Claro que sí! ¡Y te voy a patear el trasero, también!
—No esta vez. Tengo un nuevo súper poder.
Se rió. — ¿Y cuál es? ¿Lenguaje rudo?
Me incliné para besar su cuello, luego moví mi lengua hasta su oreja, besando su lóbulo. Se congeló en su lugar.
—La distracción. —Murmuré en su oído.
Agarró mis brazos y me empujó sobre mi espalda.
—Vas a perderte otra clase.
Finalmente, luego de convencerlo de abandonar el apartamento a tiempo de ir a la clase de Historia, corrimos al campus y nos deslizamos en nuestros asientos justo cuando el profesor Cheney comenzaba.
Nick volteó su gorra de béisbol hacia atrás y plantó un beso en mis labios, justo en frente de todos.
En el camino hacia la cafetería, sostuvo mi mano con la suya, entrelazando nuestros dedos mientras caminábamos. Se veía tan orgulloso de sostener mi mano, anunciándole al mundo que finalmente estábamos juntos. Finch lo notó, miró hacia nuestras manos y me mostró una ridícula sonrisa. Él no fue el único, nuestra simple muestra de cariño provocó miradas y murmullos de las personas mientras íbamos pasando.
En la puerta de la cafetería, Nick inhaló su cigarro una última vez y me miró, notando mi desconfianza. América y Shepley ya estaban dentro, y Finch había encendido otro cigarro, dejándonos a mí y Nick solos al entrar. Estaba segura que el rumor había alcanzado todo un nuevo nivel al momento en que Nick me besó en plena vista de todos en la clase de Historia, y mi miedo de entrar a la cafetería no me abandonaba.
— ¿Qué sucede, Pigeon? —Preguntó, jalando de mi mano.
—Todos nos están mirando.
Llevó mis manos a su boca y besó mis dedos.
—Se les va a pasar. Solamente es el shock inicial. ¿Recuerdas cuando empezamos a salir juntos? Su curiosidad murió luego de un tiempo, y se acostumbraron a vernos juntos. Vamos. —dijo, y me jaló hacia adentro.
Una de las razones por la cual escogí Eastern U fue por su modesta población, pero el desesperado interés por escándalos que venía con ello era extenuante a veces. Era un completo chiste; todos eran consientes de cuan ridículo era el rumor, pero aun así, todos participaban en él.
Nos sentamos con nuestra comida en los lugares de siempre. América me dio una sonrisa intuitiva. Ella conversó como si todo estuviera normal, pero los jugadores de fútbol en la otra punta de la mesa me miraban como si me estuviera quemando.
Nick golpeó mi manzana con su cubierto. — ¿Vas a comerte eso, Pidge?
—No, puedes tenerla, bebé.
Mis orejas ardieron cuando la cabeza de América se giró bruscamente para verme.
—Simplemente salió. —dije, sacudiendo la cabeza. Miré a Nick, y su expresión era una mezcla entre amor y diversión.
Habíamos utilizado ese término unas cuantas veces esa mañana, y no se me ocurrió que era nuevo para todos los demás hasta que salió de mi boca.
—Acaban de alcanzar el nivel de irritantemente lindo. —América sonrió.
Shepley tocó mi hombro, — ¿Te quedarás esta noche? —Preguntó, sus palabras se mezclaban con el pan en su boca—. Prometo no salir de mi cuarto a insultarte.
—Estabas defendiendo mi honor, Shep. Estás perdonado. —dije.
Nick mordisqueó la manzana y masticó, luciendo más feliz de lo que alguna vez lo había visto. La paz en sus ojos había regresado, e incluso cuando docenas de personas miraban cada uno de nuestros movimientos, todo se sentía… correcto.
Pensé en todo el tiempo que había insistido en que estar con Nick era una mala decisión, y cuanto tiempo había perdido tratando de ignorar todo lo que sentía por él. Viéndolo del otro lado de la mesa, a sus suaves ojos marrones, y el hoyuelo bailando en su mejilla mientras masticaba. No recordaba de qué estaba tan preocupada.
—Se ve espantosamente feliz. ¿Te rendiste finalmente, ___(Tn)? —dijo Chris, codeando a sus compañeros de quipo.
—No eres muy inteligente, ¿verdad, Jenks? —dijo Shepley frunciendo el ceño.
Instantáneamente la sangre subió a mis mejillas, miré a Nick, quien tenía una mirada asesina en sus ojos. Mi vergüenza se deshizo a la vista de la ira de Nick, sacudí la cabeza. —Sólo ignóralo.
Luego de unos tensos segundos, sus hombros se relajaron un poco, tomó aire y asintió una vez. Luego de un momento me guiñó.
Estiré mi brazo en la mesa y deslicé mis dedos en los suyos. —Fue en serio lo que me dijiste anoche, ¿no?
Empezó a hablar, pero la risa de Chris llenó la cafetería. — ¡Dios Santo! ¿Nick Jonas está siendo controlado?
— ¿Fue en serio cuando me dijiste que no querías que cambiara? —me preguntó, apretándome la mano.
Miré a Chris riéndose con sus compañeros, y luego me volví a Travis. —Absolutamente. Enséñale a ese imbécil algunos modales.
Una sonrisa diabólica se extendió por su cara, y caminó hacia el final de la mesa, donde Chris se sentaba.
Chris se tragó su risa y el silencio se apoderó de la habitación.
—Oye, solo te estaba haciendo pasar un mal rato, Nick. —dijo mirándolo.
—Discúlpate con Pidge. —dijo Nick, fulminándolo con la mirada.
Chris me miró con nerviosismo. —Sólo… Sólo estaba bromeando, ___(Tn). Lo siento.
Lo miré mal y él subió la cabeza hacia Nick, esperando su aprobación.
Cuando Nick se alejó, Chris se rió y luego le susurró algo a Brasil. Mi corazón se aceleró cuando Nick se detuvo abruptamente y sus manos se cerraron en puños a sus costados.
Brasil sacudió la cabeza y bufó. —Cuando despiertes, Chris, sólo recuerda… que tú solito te lo buscaste.
Nick levantó la bandeja de Finch de la mesa y se la pegó a Chris en la cara, tumbándolo de su silla. Chris trató de meterse bajo la mesa, pero Nick lo sacó por las piernas y comenzó a golpearlo.
Chris se cubrió y Nick lo golpeó en la espalda. Se arqueaba y volteaba, levantando sus manos al aire, permitiéndole a Nick golpear varias veces su cara. La sangre comenzó a fluir y Nick se levantó jadeando.
—Si te atreves a siquiera mirarla, pedazo de mierda, te voy a romper tu jodida mandíbula. —Gritó Nick. Me estremecí cuando Nick pateó a Chris una última vez.
La mujer que trabaja en la cafetería corrió hacia fuera, sorprendida del desastre sangriento en el suelo.
—Lo siento —le dijo Nick, limpiándose la sangre de Chris en su mejilla.
Muchos de los estudiantes se levantaron para ver mejor, otros permanecieron sentados mirando entretenidos.
El equipo de fútbol sólo miraba el cuerpo lánguido de Chris en el piso, sacudiendo sus cabezas.
Nick se volteó y Shepley se levantó de inmediato, agarrando mi brazo y la mano de América, y arrastrándonos por la puerta, detrás de su primo. Caminamos la corta distancia hasta Morgan Hall, y América y yo nos sentamos en los escalones de enfrente, mirando Nick caminar de aquí para allá.
— ¿Estás bien, Nick? —Preguntó Shepley.
—Sólo… dame un minuto. —Contestó, poniéndose las manos en la cadera mientras caminaba.
Shepley se metió las manos en los bolsillos. —Me sorprende que te hayas detenido.
—Pidge dijo que le enseñara modales, Shep. No que lo matara. Necesité todo de mí para detenerme cuando lo hice.
América deslizo sus grandes lentes cuadrados de sol para mirar a Nick. — ¿Qué fue lo que dijo Chris que te puso así, de todos modos?
—Algo que nunca volverá a decir. —Respondió.
América miró a Shepley, quien se encogió de hombros. —No lo escuché.
Los puños de Nick se tensaron de nuevo. —Voy a regresar adentro.
Shepley tomó a Nick por los hombros. —Tu chica está aquí afuera. No necesitas volver a entrar.
Nick me miró, forzándose a sí mismo a calmarse. —Él dijo… todos piensan que Pidge ha… Jesús, no puedo ni decirlo.
—Dilo de una vez. —Murmuró América, mirando sus uñas.
Finch apareció caminando detrás de Nick, claramente encantado por toda la conmoción. —Cada chico de Eastern U quiere con ella porque logró conseguir al indomable Nick. —Se encogió de hombros—. Es lo que están diciendo allí adentro, al menos.
Nick pasó por al lado de Finch, dirigiéndose a la cafetería.
Shepley corrió hacia él, tomándolo por el brazo. Nick le tiró un golpe pero Shepley lo esquivó y mis manos inmediatamente volaron a mi boca. Mis ojos fueron a América, que se encontraba inafectada, acostumbrada a su rutina.
Sólo se me ocurrió una cosa para detenerlo. Me levanté de las escaleras, corrí hacia él y me puse en su camino. Le brinqué encima, enredando mis piernas en su cintura, él me sostuvo por los muslos mientras yo tomaba su cara, plantando un largo y profundo beso en sus labios. Pude sentir como su ira se iba desvaneciendo con el beso, y cuando me separé supe que ya había ganado.
—No nos importa lo que piensen, ¿recuerdas? No puedes empezar ahora. —dije, sonriendo con confianza. Poseía un mayor efecto en él de lo que creía posible.
—No puedo permitirles hablar así de ti, Pigeon. —dijo con su ceño fruncido. Me puso de nuevo en el suelo.
Deslicé mi brazo dentro del suyo, entrelazando nuestros dedos en su espalda. — ¿Así como? Ellos piensan que tengo algo especial porque tú nunca te habías asentado antes. ¿No estás de acuerdo con eso?
—Por supuesto que sí, solamente no soporto el pensar en que cada tipo en este colegio quiere estar contigo por eso. —Presionó su frente contra la mía—. Esto me va a volver loco. Ya me puedo dar cuenta.
—No dejes que te afecten, Nick. —dijo Shepley—. No puedes pelear con todo el mundo.
Nick suspiró. —Todo el mundo. ¿Cómo te sentirías tú si todo el mundo piensa en América de esa manera?
— ¿Quién dice que no lo hacen? —dijo América ofendida. Todos nos reímos y ella hizo una mueca—. No estaba bromeando.
Shepley la levantó por las manos y besó su mejilla. —Lo sabemos, bebé. Dejé de ser celoso hace un tiempo. No tenía tiempo de hacer nada más.
América sonrió en apreciación y luego lo abrazó.
Shepley poseía la habilidad de hacer que todos a su alrededor se sintieran calmados, sin duda resultado de crecer con Nick y sus hermanos. Probablemente era más un mecanismo de defensa que cualquier otra cosa.
Nick acarició la parte detrás de mi oreja, y me reí hasta que vi a Kevin acercándose. La misma urgencia que sentí cuando Nick quería volver a la cafetería me invadió, e instantáneamente me alejé de Nick y caminé tres metros y algo para interceptar a Kevin.
—Necesito hablar contigo. —Me dijo.
Miré hacia atrás y luego sacudí mi cabeza como advertencia. —Ahora no es un buen momento, Kevin. De hecho, es un muy, muy mal momento. Nick y Chris pelearon en el almuerzo y él todavía está un poco irritado. Necesitas irte.
Kevin vio a Nick y luego fijó su vista en mi, determinado. —Escuché lo que sucedió en la cafetería. No creo que estés consciente de en donde te estás metiendo. Nick es mala influencia, __(Tn). Todos lo saben. Nadie está hablando de cuan genial es que tú lo hayas cambiado… todos esperan que él haga lo que sabe hacer mejor. No sé lo que te ha dicho, pero no tienes ni idea de qué clase de persona es.
Sentí las manos de Nick en mis hombros. — ¿Porqué no le dices, entonces?
Kevin se encogió nervioso. — ¿Tienes idea de cuantas chicas humilladas he llevado a casa de fiestas luego de pasar horas encerradas con él? Te va a lastimar.
Los dedos de Nick se tensaron en respuesta, posé mis manos en las suyas hasta que se relajó. —Deberías irte, Kevin.
—Debes escuchar lo que te digo, ___(TuAp).
—No le llames así, joder. —Gruñó Nick.
Kevin no apartó sus ojos de los míos. —Estoy preocupado por ti.
—Lo aprecio, pero no es necesario.
Kevin sacudió la cabeza. —Él te ve como un desafío a largo plazo, ___(Tn). Te tiene pensando que eres diferente a las otras chicas simplemente para llevarte a la cama. Se va a cansar de ti. Él posee la atención de un bebé.
Nick me rodeó, parándose frente de Kevin, tan cerca que sus narices casi se tocaban. —Te permití decir lo que querías. Mi paciencia se agotó. —Kevin trató de mirarme, pero Nick se inclinó en su dirección—. No se te ocurra mirarla. Mírame a mí, malcriado pedazo de mierda. —Kevin enfocó sus ojos en Nick y esperó—. Si se te ocurre al menos respirar en su dirección, me aseguraré de que te vayas cojeando a la escuela de medicina.
Kevin tomó una par de pasos hacia atrás, hasta que estuve en su campo de visión. —Pensé que eras más lista que esto. —dijo, sacudiendo la cabeza antes de voltearse e irse.
Nick lo observó marcharse, luego se volteó y sus ojos encontraron los míos. —Sabes que eso es pura mierda, ¿verdad? No es cierto.
—Estoy segura que es eso lo que todos piensan. —Me quejé, atrayendo la atención de aquellos que iban pasando.
—Entonces les probaremos lo contrario.
Mientras la semana avanzaba, Nick se tomó su promesa muy en serio. Ya no conversaba con las chicas que lo detenían en los pasillos, y algunas veces hasta era grosero con ellas. En el momento en que caminamos dentro de The Red para la fiesta de Halloween, me encontraba un poquito nerviosa sobre como él planeaba mantener lejos a las fiesteras intoxicadas.
América, Finch y yo nos sentamos en una de las mesas cercanas, mientras veíamos a Nick y Shepley jugar billar con dos de sus hermanos Sig Tau.
— ¡Vamos, bebé! —Gritó América, levantándose en el escalón de su banco.
Shepley le guiñó, y luego realizó su tiro, metiéndola en el hoyo derecho más lejano.
— ¡Woo! —chilló.
Un trío de mujeres vestidas como Los Ángeles de Charlie se acercaron a Nick mientras él esperaba su turno, sonreí cuando él trató lo más que pudo de ignorarlas. Cuando una de ellas trazó la línea de uno de sus tatuajes, Nick jaló su brazo. La apartó para así poder hacer su tiro, y ella hizo un puchero a sus amigas.
— ¿Puedes creer cuán ridículas son? Las chicas aquí no tienen vergüenza. —dijo América.
Finch sacudió su cabeza, asombrado. —Es Nick. Creo que es lo del chico malo. O creen que pueden salvarlo, o piensan que son inmunes a sus encantos. No estoy seguro cual será.
—Probablemente las dos. —Me reí, viendo como las chicas esperaban que Nick les prestara atención—. ¿Puedes imaginar ser tú quien espera ser escogida por él? ¿Sabiendo que vas a ser usada sólo para sexo?
—Problemas paternales. —dijo América, tomando un sorbo de su bebida.
Finch botó su cigarro y jaló nuestros vestidos.
— ¡Vamos, chicas! ¡El Finch quiere bailar!
—Sólo si prometes nunca volver a llamarte así. —dijo América.
Finch sacó su labio inferior y América sonrió.
—Vamos, ___(Tn). No quieres hacer a Finch llorar, ¿cierto? —Nos unimos a los policías y vampiros en la pista de baile, y Finch sacó sus pasos de Timberlake. Miré a Nick sobre mi hombro y lo descubrí mirándome por el rabillo del ojo, fingiendo ver a Shepley meter la bola ocho en el juego. Shepley recolectó sus ganancias, y Nick se dirigió a la larga barra que rodeaba la pista de baile, para pedir un trago. Finch bailaba por toda la pista, para finalmente hacer un sándwich entre América y yo. Nick rodó los ojos, riéndose mientras volvía a nuestra mesa con Shepley.
—Voy a buscar otra bebida. ¿Quieren algo? —gritó América por encima de la música.
—Voy contigo. —dije, mirando a Finch y apuntando hacia la barra.
Finch sacudió la cabeza y continuó bailando. América y yo avanzamos por la multitud hacia la barra. El barman estaba agobiado, por lo que nos acomodamos para una larga espera.
—Los chicos están arrasando esta noche. —dijo América.
Me incliné a su oído. —Por qué alguien apostaría contra Shep es algo que nunca entenderé.
—Por la misma razón que apuestan contra Nick. Son idiotas. —Sonrió.
Un hombre en una toga se inclinó contra la barra al lado de América y sonrió. — ¿Qué están tomando las damas esta noche?
—Nosotras compramos nuestros propios tragos, gracias. —dijo América, mirando hacia adelante.
—Soy Mike. —dijo, y luego apuntó a su amigo—. Éste es Logan.
Sonreí educadamente, mirando a América, quien tenía su mejor cara de lárgate. El barman tomó nuestra orden, y luego asintió detrás de nosotras, volteándose para preparar la bebida de América.
Nos trajo un vaso de vidrio cuadrado lleno de líquido rosa y tres cervezas. Mike le tendió dinero y ella asintió.
—Esto es algo diferente —dijo Mike, escaneando la multitud.
—Sí —respondió América con cara de fastidio.
—Te vi bailando —Logan asintió hacia la pista—. Te veías bien.
—Uh… gracias. —Le dije, tratando de permanecer amable, consciente de que Nick estaba a poca distancia.
— ¿Quieres bailar? —preguntó.
Sacudí la cabeza. —No, gracias. Estoy aquí con mi…
—Novio. —dijo Nick, apareciendo de la nada. Miró mal a los hombres que se encontraban junto a nosotras, los cuales se apartaron un poco, claramente intimidados.
América no pudo evitar sonreír satisfecha cuando Shepley la rodeó con sus brazos. Nick asintió hacia la habitación. —Váyanse, ahora.
Los hombres nos miraron a América y a mí, y luego dieron un par de pasos hacia tras antes de desaparecer en la seguridad de la multitud.
Shepley besó a América. — ¡No puedo llevarte a ningún lado!
Ella rió, y yo miré a Nick, quien me fruncía el ceño.
— ¿Qué?
— ¿Por qué le permitiste comprarte una bebida?
América se separó de Shepley, notando el humor de Nick. —No lo hicimos, Nick. Les dije que no.
Nick me quitó la botella de la mano. — ¿Entonces, qué es esto?
— ¿Es en serio? —Pregunté.
—Sí, es jodidamente en serio. —dijo, tirando la botella en un bote de basura junto a al bar—. Te lo he dicho cientos de veces… No puedes aceptarle tragos a cualquier chico. ¿Qué pasa si puso algo allí?
América levantó su vaso. —Las bebidas fueron hechas frente a nosotras, Nick. Estás sobreactuando.
—No estoy hablando contigo. —dijo Nick, sus ojos pegados a los míos.
— ¡Hey! —Me molesté inmediatamente—. No le hables así.
—Nick —advirtió Shepley—. Déjalo ir.
—No me gusta que dejes a otros chicos comprarte bebidas. —dijo Nick.
Levanté una ceja. — ¿Estás tratando de empezar una discusión?
— ¿No te molestaría entrar a un bar y verme compartiendo un trago con alguna chica?
Asentí. —De acuerdo. Ahora no estás consciente de todas las mujeres. Lo entiendo. Debería de hacer el mismo esfuerzo.
—Sería bueno. —Claramente yo trataba de controlar su temperamento, y era un poco enervante estar del otro lado de su ira. Sus ojos aún se encontraban brillantes de rabia, y una innata urgencia por ir por la ofensiva burbuja hacia la superficie.
—Vas a tener que bajarle a tu tono de novio celoso, Nick. No hice nada malo.
Nick me lanzó una mirada de incredulidad. — ¡Vengo para acá, y otro tipo esta comprándote un trago!
— ¡No le grites! —dijo América.
Shepley puso sus manos en los hombros de Nick. —Todos hemos bebido bastante. Simplemente vámonos. —El usual efecto de calma que poseía Shepley no surtió efecto en Nick, y estuve instantáneamente molesta debido a que su pequeña rabieta había arruinado nuestra noche.
—Tengo que decirle a Finch que nos vamos. —Murmuré, pasando a Nick y dirigiéndome hacia la pista.
Una tibia mano me agarró la muñeca. Me volteé, y vi los dedos de Nick apretados sin ningún remordimiento. —Voy contigo.
Aparté mi mano de su agarre. —Soy totalmente capaz de caminar unos pocos metros por mi sola, Nick. ¿Qué está mal contigo?
Vi a Finch en el centro, y me dirigí hacia él.
— ¡Nos vamos!
— ¿Qué? —gritó Finch sobre la música.
— ¡Nick está de mal humor! ¡Nos vamos!
Rodó los ojos y sacudió la cabeza, agitando su mano mientras me alejaba. Justo cuando vi a América y Shepley, fui jalada hacia atrás por un hombre en un disfraz de pirata.
— ¿A dónde crees que vas? —Sonrió, pegándose a mí.
Me reí y sacudí la cabeza a la cara tan graciosa que estaba haciendo. Cuando me giré para irme, agarró mi brazo.
No me tomó mucho averiguar que no me estaba agarrando, se estaba agarrando a mí, por protección.
— ¡Whoa! —Lloró, mirando más allá de mí, con los ojos bien abiertos. Nick lo llevó de nuevo a la pista, y arrebató su puño en la cara del pirata, con tal fuerza que nos tumbó a ambos al suelo. Con las palmas pegadas al piso, parpadeé en incredulidad.
Sentí algo caliente y húmedo en mi mano, la volteé y me encogí. Estaba cubierta con la sangre proveniente de la nariz del hombre. Su mano estaba cubriendo su cara, pero el rojo líquido corría por debajo, cayendo al piso.
Nick corrió a levantarme, viéndose tan sorprendido como yo me encontraba. — ¡Oh, mierda! ¿Estás bien, Pidge?
Cuando me levanté, jalé mi brazo de su agarre.
— ¿Estás loco?
América me tomó por la muñeca y me llevó a través de la multitud hacia el estacionamiento, Nick se volteó hacia mí.
—Lo siento, Pigeon, no sabía que te tenía agarrada.
— ¡Tu puño estuvo a cinco centímetros de mi cara! —dije, atrapando la toalla llena de aceite que Shepley me había lanzado. Asqueada, limpié la sangre de mi mano.
La seriedad del asunto nubló su cara y se estremeció. —No lo hubiera atacado si hubiera sabido que te tenía agarrada, sabes eso ¿no?
—Cállate, Nick. Solo cállate. —dije, mirando la nuca de Shepley.
—Pidge… —Comenzó Nick.
Shepley golpeó el volante con la palma de su mano.
— ¡Cierra la boca, Nick! ¡Ya dijiste que lo lamentabas, ahora cierra la maldita boca!
El viaje a casa fue en completo silencio. Shepley arrimó su asiento hacia adelante para permitirme salir, y miré a América, quien asintió en entendimiento.
Le dio un beso de buenas noches a su novio. —Te veo mañana, bebé.
Shep asintió y la besó. —Te amo.
Pasé a Nick en mi camino hacia el Honda de América, y él trotó a mi lado. —Vamos. No te vayas molesta.
—Oh, no estoy molesta. Estoy furiosa.
—Necesita un tiempo para calmarse, Nick. —Advirtió América, abriendo su puerta.
Cuando el seguro de la puerta de pasajeros saltó, Nick sostuvo su mano contra ella. —No te vayas, Pigeon. Estuve mal. Lo siento.
Levanté mi mano, mostrándole los rastros de sangre seca en mi palma. —Llámame cuando crezcas.
Se inclinó con su cadera contra la puerta. —No puedes irte.
Levanté una ceja, y Shepley trotó alrededor del auto junto a nosotros. —Nick, estás tomado. Estás a punto de cometer un grave error. Déjala irse a casa, cálmate… Ambos pueden hablar mañana cuando estés sobrio.
La expresión de Nick se tornó desesperada. —No se puede ir. —dijo, mirándome fijamente.
—No va a funcionar, Nick. —Tiré de la puerta—. ¡Muévete!
— ¿A qué te refieres con que no va a funcionar? —Preguntó Nick, tomando mi brazo.
—Me refiero a tu cara triste. No voy a creérmela. —dije, apartándome.
Shepley vio a Nick por un momento, y luego se giró hacia mí. —__(Tn)… Este es el momento del que te estaba hablando. Tal vez deberías…
—Mantente fuera de esto, Shep. —Soltó América, encendiendo el auto.
—Lo voy a arruinar. Lo voy a arruinar bastante, Pidge, pero tú tienes que perdonarme.
— ¡Voy a tener un moretón gigante en mi trasero mañana en la mañana! ¡Golpeaste a ese tipo porque estabas molesto conmigo! ¿Qué me dice eso? ¡Porque las banderas rojas están levantadas por todo lados!
—Nunca he golpeado a una chica en mi vida. —dijo, sorprendido por mis palabras.
— ¡Y yo estoy a punto de ser la primera! —dije, jalando la puerta—. ¡Muévete, demonios!
Nick asintió, y luego dio un paso atrás. Me senté al lado de América, y tiré la puerta. Puso el auto en reversa, y Nick se inclinó para verme por la ventana.
—Vas a llamarme mañana, ¿verdad? —Preguntó, tocando el vidrio.
—Solo vámonos, Mare. —dije, negándome a verlo.
La noche fue larga, me la pasé viendo el reloj y me encogía cuando veía que otra hora había pasado. No podía dejar de pensar en Nick, y en sobre si iba a llamarlo o no en la mañana, preguntándome si estaría despierto también. Finalmente, opte por ponerme los audífonos de mi IPod y escuchar la alta y molesta música de mi repertorio.
La última vez que había visto el reloj, eran pasadas las cuatro. Los pájaros ya cantaban afuera de mi ventana, y sonreí cuando sentí que mis ojos
se sentían pesados. Pareció como si sólo hubieran pasado pocos minutos cuando escuché un toque en la puerta y vi a América entrando. Sacó los audífonos de mis oídos y se tiró en la silla de mi escritorio.
—Buenos días, sol. Te ves horrible. —dijo, haciendo una burbuja rosa con su boca, y dejándola sonar fuerte al reventarse.
— ¡Cierra la boca, América! —Soltó Kara escondida dentro de sus sábanas.
—Estás consciente de que las personas como Nick y tú van a discutir bastante, ¿cierto? —dijo América mirando sus uñas y masticando el gran pedazo de goma de mascar en su boca.
Me volteé de lado en la cama. —Estás oficialmente despedida. Eres una terrible conciencia.
Se rió. —Solamente te conozco. Si te entregara mis llaves en este instante, irías directo hacia allá.
— ¡Claro que no!
—Como digas.
—Son las ocho de la mañana. Probablemente todavía estén tirados durmiendo.
Justo en ese momento escuché un suave toque en la puerta. El brazo de Kara salió de su edredón y giró la manilla. La puerta se abrió lentamente, revelando a Nick en la entrada.
— ¿Puedo pasar? —Preguntó en una voz baja y rasposa. Las bolsas oscuras bajos sus ojos indicaban su falta de sueño, si es que tuvo alguno, en absoluto.
Me senté en la cama, sorprendida por su apariencia tan exhausta.
— ¿Estás bien?
Caminó y cayó en rodillas frente a mí. —Lo siento, __(Tn). Lo siento. —dijo, envolviendo sus brazos en mi cintura y hundiendo su cara en mi regazo.
Sostuve su cabeza en mis brazos y miré a América.
—Yo uh… Me voy a ir. —dijo, alcanzando torpemente la manilla de la puerta.
Kara frotó sus ojos y suspiró, luego tomó su bolso de baño. —Siempre estoy muy limpia cuando andas por aquí, __(Tn). —Murmuró, tirando la puerta tras ella.
Nick me miró. —Sé que me vuelvo loco en lo que respecta a ti, pero Dios sabe que lo estoy intentando, Pidge. No quiero arruinar esto.
—Entonces no lo hagas.
—Esto es difícil para mí, ¿sabes? Siento que en cualquier momento vas a averiguar cuan pedazo de mierda soy y me vas a dejar. Anoche vi una docena de diferentes tipos mirándote al bailar. Vas al bar y te veo agradecerle a ese tipo por tu bebida. Y luego ese imbécil en la pista te agarra.
—Tú no me ves a mí golpeando a cualquier chica que se acerca a hablarte. No me puedo quedar encerrada en el departamento todo el tiempo. Vas a tener que controlar tu temperamento.
—Lo haré. Nunca había querido una novia antes, Pigeon. No estoy acostumbrado a sentirme de esta manera… por nadie. Si eres paciente conmigo, juro que me controlaré.
—Vamos a aclarar algo; no eres un pedazo de mierda, eres increíble. No importa quién me compre tragos, ni quién me invite a bailar, o quien coquetee conmigo. Al final, me voy a casa contigo. Me has pedido que confíe en ti, pero tú no pareces confiar en mí.
Frunció el ceño. —Eso no es verdad.
—Si piensas que voy a dejarte por cualquier tipo que se aparezca, entonces no me tienes mucha fe.
Tensó su agarre. —No soy lo suficientemente bueno para ti, Pidge. Eso no significa que no confíe en ti, sólo me preparo para lo inevitable.
—No digas eso. Cuando estamos solos eres perfecto. Somos perfectos. Pero entonces permites que todo el mundo lo arruine. No espero que huyas de todo, pero tienes que elegir tus batallas. No puedes pelear cada vez que alguien me mire.
Asintió. —Yo hago todo lo que tú quieras. Sólo… dime que me amas.
—Sabes que lo hago.
—Necesito oírte decirlo. —dijo, sus cejas juntándose.
—Te amo —llevé mis labios a los suyos—. Ahora deja de ser tan bebé.
Se rió, subiendo a la cama conmigo. Pasamos la siguiente hora en el mismo lugar debajo de las sabanas, riéndonos y besándonos, apenas notando cuando Kara regresó de su ducha.
— ¿Podrías salirte? Necesito vestirme. —Le dijo a Nick, apretando su bata.
Nick besó mi mejilla y luego salió al pasillo.
—Te veo en un segundo.
Caí en mi almohada mientras Kara revoloteaba en su closet. — ¿De qué estás tan feliz? —Murmuró.
—De nada. —Suspiré.
— ¿Sabes que es la codependencia, __(Tn)? Tu novio es el claro ejemplo, lo que es extraño considerando que él pasó de no tener ningún respeto por las mujeres en lo absoluto a pensar que te necesita para respirar.
—Tal vez lo hace. —dije, negándome a permitirle arruinar mi humor.
— ¿No te preguntas por qué es eso? Digo… Él ha estado con la mitad de las chicas en esta escuela. ¿Por qué tú?
—Él dice que soy diferente.
—Por supuesto que lo hace. Pero, ¿Por qué?
— ¿Por qué te importa? —Solté.
—Es peligroso necesitar a alguien tanto así. Estás tratando de salvarlo, y él espera que lo hagas. Ustedes dos son un desastre.
Le sonreí al techo. —No importa qué o por qué es así. Cuando es bueno… es hermoso.
Rodó lo ojos. —No tienes salvación.
Nick tocó la puerta y Kara lo dejó entrar.
—Me voy a estudiar al salón. Buena suerte. —dijo en la voz más falsa que pudo haber utilizado.
— ¿Qué fue eso? —preguntó Nick.
—Dijo que somos un desastre.
—Dime algo que no sepa. —Sonrió. Sus ojos de repente eran determinados, y besó la piel debajo de mi oreja—. ¿Por qué no te vienes conmigo?
Sostuve mi mano en su nuca, y suspiré al sentir sus suaves labios contra mi piel. —Creo que me quedaré aquí. Estoy en tu departamento todo el tiempo.
Su cabeza voló hacia arriba. — ¿Y eso qué? ¿No te gusta estar ahí?
Toqué sus mejillas y suspiré. Se preocupaba tan rápido. —Claro que sí, pero yo no vivo ahí.
Trazó mi cuello con la punta de su nariz. —Te quiero allí. Te quiero allí todas las noches.
—No me voy a mudar contigo. —Sacudí la cabeza.
—No te pedí que te mudaras conmigo. Dije que te quiero ahí.
— ¡Es la misma cosa! —Reí.
Nick arrugó la frente. — ¿En serio no te vas a quedar conmigo esta noche?
Sacudí la cabeza, y sus ojos viajaron por mi pared hasta el techo. Casi pude ver las ruedas moviéndose en su cabeza. — ¿En qué piensas? —Pregunté, entrecerrando los ojos.
—Intento pensar en otra apuesta.
aw, disfruten cap
es capitulo completo :D
COMENTEN!! :D
bye
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
AAAIIII!!!!!.. ME ALEGRAAA VER A NIICCKK ASI DE ENAMOORAADOOOO!!!
YYY SII PARECE UN NIÑOOOOO!!!
QUE NECESITAA CAAAARIIÑOO Y MUUUCHOO AMOORRR!!
AAAII SIGUELA PORFIISS
YYY SII PARECE UN NIÑOOOOO!!!
QUE NECESITAA CAAAARIIÑOO Y MUUUCHOO AMOORRR!!
AAAII SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster
Capitulo 12: El Uno Para El Otro
Tiré una pequeña pastilla blanca en mi boca y tragué, luego me tomé un gran vaso de agua. Me encontraba en el medio del cuarto de Nick en sostén y pantis, alistándome para ponerme mi pijama.
— ¿Qué es eso? —Preguntó Nick desde la cama.
—Um… mi pastilla.
Frunció el ceño. — ¿Qué pastilla?
—La pastilla, Nick. No has rellenado todavía tu gaveta de arriba, y lo último que necesito es estar preocupándome por si me viene el período o no.
—Oh.
—Uno de nosotros tiene que ser responsable. —dije levantando la ceja.
—Dios mío, eres sexy. —Soltó Nick, apoyando la cabeza en una de sus manos—. La mujer más bella de Eastern es mi novia. Una total locura.
Rodé los ojos y deslicé la seda morada sobre mi cabeza, acurrucándome junto a él. Me senté en su regazo y besé su cuello, riéndome cuando dejó caer la cabeza al respaldo de la cama. — ¿De nuevo? Me vas a matar, Pidge.
—No te puedes morir. —dije, cubriendo su cara de besos—. Eres demasiado cruel.
— ¡No, no me puedo morir porque hay demasiados imbéciles por ahí tratando de obtener mi lugar! ¡Puede que viva por siempre, sólo para alejarlos!
Reí contra su boca, y me volteó a mi espalda. Introdujo su dedo por entre la delicada cinta atada en mi hombro y la deslizó por mi brazo, besando la piel que dejaba atrás.
— ¿Por qué yo, Nick?
Se inclinó hacia atrás, buscando mis ojos. — ¿A qué te refieres?
—Haz estado con todas estas mujeres, negándote a sentar cabeza, negándote siquiera a recibir un número de teléfono… Entonces, ¿por qué yo?
— ¿De dónde viene esto? —Preguntó, su dedo acariciaba mi mejilla.
Me encogí de hombros. —Tengo curiosidad.
— ¿Por qué yo? Tienes a la mitad de los hombres de Eastern solamente esperando que yo meta la pata.
Arrugué la nariz. —Eso no es verdad. No cambies el tema.
—Claro que es verdad. Si yo no hubiera estado detrás de ti desde el principio, tuvieras a más que Kevin Hayes siguiéndote a todos lados. Él solamente es demasiado engreído como para tenerme miedo.
— ¡Estás evitando mi pregunta! Y pobremente, debo añadir.
— ¡De acuerdo! ¿Por qué tú? —En su cara se asomó una sonrisa, y rozó mis labios con los suyos—. Sentí algo por ti desde aquella primera pelea.
— ¿Qué? —Dudé.
—Es cierto. ¿Tú en esa chaqueta llena de sangre? Te veías absolutamente ridícula. —Rió.
—Gracias.
Su sonrisa se desvaneció. —Fue cuando me miraste. Ese fue el momento. Tenías los ojos bien abiertos, tu mirada inocente… sin pretensiones. No me miraste como si fuera Nick Jonas —dijo, rodando los ojos a sus propias palabras—, me miraste como si yo fuera… una persona, supongo.
—Noticia de última hora, Nick. Tú eres una persona.
Sacudió el flequillo de mi cara. —No, antes de ti, Shepley era el único que me trataba como cualquier otro. Tú no te pusiste toda rara ni coqueteaste, ni te pasaste los dedos por el cabello. Tú me viste a mí.
—Fui una completa perra contigo, Nick.
Besó mi cuello. —Eso fue lo que cerró el trato.
Deslicé mis dedos por su espalda hasta llegar adentro de sus bóxers. —Espero que esto se vuelva viejo pronto. No me veo a mí misma cansándome nunca de ti.
— ¿Lo prometes? —Preguntó sonriendo.
Su teléfono sonó en la mesa de noche, y lo llevó a su oído. — ¿Sí? ¡Demonios, no! Tengo a Pidge aquí conmigo. Nos arreglamos para ir a la cama… Cierra la boca, Nick, eso no es gracioso… ¿En serio? ¿Qué hace en la ciudad? —Me miró y suspiró—. De acuerdo, estaremos allí en media hora… Me escuchaste, imbécil. Porque no voy a ningún lugar sin ella, es por eso. ¿Quieres que te rompa la cara cuando llegue? —Nick colgó y sacudió la cabeza.
Levanté una ceja. —Esa fue la conversación más extraña que he escuchado.
—Era Trent. Thomas está en la ciudad y hay noche de Póker en casa de mi papá.
— ¿Noche de Póker? —Tragué.
—Sí, usualmente toman todo mi dinero. Esos bastardos tramposos.
— ¿Voy a conocer a tu familia en treinta minutos?
Miró su reloj. —Veintisiete minutos para ser exactos.
— ¡Oh Dios mío, Nick! —Chillé, saltando de la cama.
— ¿Qué estás haciendo? —Suspiró.
Revoloteé el closet y saqué un par de jeans, saltando de arriba abajo para ponérmelos, y luego tiré de mi pijama hacia a arriba, tirándoselo a la cara de Nick. — ¡No puedo creer que sólo me dieras veinte minutos de anticipación antes de conocer a tu familia! ¡Podría matarte ahora mismo!
Se quitó mi pijama de la cara y rió de mi desesperado intento por lucir presentable. Tomé una camisa de cuello en V y la puse en su lugar, luego corrí al baño, cepillándome los dientes y pasando un cepillo por mi pelo. Nick caminó detrás de mí, completamente vestido y listo, y rodeó sus brazos por mi cintura.
— ¡Soy un desastre! —Me quejé, frunciendo hacia el espejo.
— ¿Te das cuenta de lo hermosa que eres? —Preguntó, besándome el cuello.
Resoplé, volviendo al cuarto a ponerme un par de tacones, luego tomé la mano de Nick quien me guió a la puerta. Me detuve, subiendo el cierre de mi chaqueta y agarrando mi pelo en un moño suelto, preparándolo para el viaje a la casa del padre de Nick.
—Cálmate, Pidge. Son sólo un grupo de chicos sentados alrededor de una mesa.
—Esta la primera vez que voy a ver a tu papá y a tus hermanos… todos al mismo tiempo… ¿Y quieres que me calme? —dije, subiéndome a la moto detrás de él.
Torció su cuello, tocando mi mejilla mientras me besaba. —Te van a amar, justo como yo lo hago.
Cuando llegamos solté mi pelo y pase mis dedos por él varias veces, antes de que Nick me llevara hacia la puerta.
— ¡Santo Cristo! ¡Es el idiota! —Uno de los chicos gritó.
Nick asintió. Trató de verse enojado, pero pude ver que estaba emocionado de ver a sus hermanos. La casa estaba gastada, con papel tapiz amarillo y marrón en las paredes y distintos tonos de café en las alfombras.
Caminamos por un pasillo hasta una puerta abierta de par en par. El humo de cigarro salía de la habitación, y allí estaban su padre y hermanos, sentados alrededor de una mesa con sillas disparejas.
—Hey, Hey… Cuiden el lenguaje frente a la señorita. —dijo su papá, moviendo el cigarro en su boca al hablar.
—Pidge, éste es mi papá, Jim Jonas. Papá, ésta es Pigeon.
— ¿Pigeon? —Preguntó Jim, divertido.
—___(Tn). —Sonreí, sacudiendo su mano.
Nick apuntó a sus hermanos. —Joseph, Taylor, Tyler, y Thomas.
Todos asintieron, y todos menos Thomas lucían como versiones mayores de Nick; sus cabellos casi rapados, ojos marrones, sus camisas estiradas en los trabajados músculos, y cubiertos en tatuajes. Thomas llevaba una camisa de vestir y la corbata suelta, sus ojos eran verde avellana, y su cabello rubio oscuro era un poco más largo.
— ¿___(Tn) tiene apellido? —Preguntó Jim.
—Abernathy. —Asentí.
—Es un placer conocerte, ___(Tn). —dijo Thomas, sonriendo.
—Un gran placer. —dijo Joe, mirándome de arriba abajo.
Jim lo golpeó en la nuca y él saltó.
— ¿Qué dije? —Preguntó, sobándose la cabeza.
—Siéntate, ___(Tn). Míranos quitarle el dinero a Nick. —Uno de los gemelos dijo. No supe quién era quién; ambos eran una total copia del otro, hasta sus tatuajes coincidían.
La habitación estaba decorada con fotografías antiguas de juegos de póker, fotos de leyendas posando con Jim y a quién asumía era el abuelo de Nick, y cartas viejas en los estantes.
Los ojos de Jim brillaban. — ¿Sabes quién es Stu Unger?
Asentí. —Mi papá es un fan también.
Se levantó, apuntando hacia la fotografía junto a él. —Y ese de allí es Doyle Brunson.
Sonreí. —Mi papá lo vio jugar una vez. Es increíble.
—El abuelito de Nick era un profesional… Nos tomamos el póker muy en serio por aquí. —Sonrió Jim.
Me senté en medio de Nick y uno de los gemelos, mientras Joseph mezclaba las cartas con moderada habilidad. Los chicos pusieron su dinero y Jim dividió las fichas.
Joseph levantó una ceja. — ¿Quieres jugar, ___(Tn)?
Sonreí educadamente y sacudí la cabeza. —No creo que debería.
— ¿No sabes cómo? —Preguntó Jim.
No pude evitar sonreír. Jim se veía tan serio, casi paternal. Sabía la respuesta que él esperaba, y odiaba decepcionarlo.
Nick besó mi frente. —Juega… Yo te enseño.
—Deberías darle un beso de despedida a tu dinero en este momento, __(Tn). —Thomas rió.
Presioné mis labios y busqué en mi bolso, sacando dos billetes de cincuenta. Se los tendí a Jim y esperé pacientemente a que me los cambiara por fichas. La cara de Joseph se estiró en una sonrisa satisfecha, pero lo ignoré.
—Tengo fe en las habilidades para enseñar de Nick. —dije.
Uno de los gemelos aplaudió. — ¡Demonios, sí! ¡Me voy a ser rico esta noche!
—Empecemos con poco esta vez. —dijo Jim, tirando una ficha de cinco dólares.
Joseph repartió, y Nick jugó mi mano por mí. — ¿Has jugado cartas alguna vez?
—Ha pasado un tiempo. —Asentí.
—No se vale el Go Fish16, Pollyanna. —dijo Joseph, mirando sus cartas.
—Cierra la boca, Joe. —Soltó Nick, mirando a su hermano antes de volver su vista a mi mano—. Estás buscando cartas altas, números consecutivos, y de la misma clase si eres muy afortunada.
En la primera mano Nick miró mis cartas y yo las suyas. Básicamente asentía y sonreía, jugando cuando me decían que lo hiciera. Ambos, Nick y yo perdimos, y mis fichas habían disminuido para el final de la primera ronda.
Luego de que Thomas repartiera, no le permití a Nick ver mis cartas. —Creo que lo tengo. —dije.
— ¿Estás segura? —Preguntó.
—Estoy segura, bebé. —Sonreí.
Tres manos después, ya había recuperado mis fichas y bajado la de los demás con un par de Ases, una escalera y la carta más alta.
— ¡Mierda! —Se quejó Joseph—. ¡La suerte de principiantes apesta!
—Tienes a una chica que aprende rápido, Nick. —dijo Jim, moviendo la boca alrededor de su cigarro.
Nick tomó un sorbo de su cerveza. — ¡Me estás haciendo orgulloso, Pigeon! —Sus ojos estaban brillantes de emoción, y su sonrisa era diferente a la que siempre le había visto.
—Gracias. —Sonreí.
—Aquellos que no pueden, enseñan. —Thomas sonrió satisfecho.
—Muy gracioso, imbécil. —Murmuró Nick.
Cuatro manos después, tomé lo último de mi cerveza y encogí los ojos hacia el único hombre en la mesa que no se había rendido. —Está de tu parte, Taylor. ¿Vas a seguir siendo un bebé o vas a dar la cara como un hombre?
— ¡Que se joda! —dijo, poniendo lo último de sus fichas.
Nick me miró, animado. Me recordó a la expresión de aquellos cuando lo venían pelear.
— ¿Qué tienes, Pigeon?
— ¿Taylor? —Pregunté.
Una gran sonrisa cruzó su cara. — ¡Flush17! —Gritó, abriendo sus cartas en la mesa.
Cinco pares de ojos se dirigieron a mí. Escaneé la mesa y luego tiré mis cartas. — ¡Acepten su derrota y lloren, chicos! ¡Ases y ochos! —dije, riendo.
— ¿Un Full House18? ¿Qué demonios? —Joe lloró.
—Lo siento. Siempre quise decir eso. —dije, tomando mis fichas.
Los ojos de Thomas se encogieron. —Esto no es sólo suerte de principiantes. Ella juega.
Nick miró a Thomas por un momento y luego giró la vista hacia mí. — ¿Has jugado alguna vez, Pidge?
Junté mis labios y me encogí de hombros, dando mi mejor mirada inocente. La cabeza de Nick se fue hacia atrás dejando escapar una gran risotada. Trató de hablar, pero no pudo, y enterró su puño en la mesa.
— ¡Tu novia nos acaba de estafar! —dijo Taylor, apuntando en mi dirección.
— ¡DE NINGUNA JODIDA MANERA! —Se quejó Joseph, levantándose.
—Buen plan, Nick. Traer un tiburón de cartas a la noche de póker. —dijo Jim, guiñándome.
— ¡No lo sabía! —dijo él, sacudiendo la cabeza.
— ¡Tonterías! —Me miró Thomas.
— ¡En serio! —Soltó entre risas.
—Odio decirlo, hermano. Pero creo que me enamoré de tu chica. —dijo Tyler.
—Hey, ya. —Soltó Nick, su sonrisa inmediatamente convirtiéndose en una mueca.
—Ya está bueno. Estaba solamente dejándotela fácil, ___(Tn), pero quiero mi dinero de vuelta, ahora. —Advirtió Joseph.
Nick no jugó en las próximas rondas, viendo a sus hermanos luchar por recuperar su dinero. Mano tras mano, les gané sus fichas, y mano tras manos, Thomas me miraba más de cerca. Cada vez que mostraba mis cartas, Nick y Jim reían, Taylor maldecía, Tyler proclamaba su innegable amor por mí, y Joe soltaba una rabieta.
Una vez sentados en el salón, cambie mis fichas por dinero y le di cien dólares a cada uno. Jim se negó, pero los hermanos aceptaron con gratitud. Nick tomó mi mano y caminamos a la puerta. Pude ver que estaba triste, así que apreté mi mano en la suya.
— ¿Qué sucede, bebé?
— ¡Acabas de regalar cuatrocientos dólares, Pidge! —Frunció el ceño.
—Si esto hubiera sido en una noche de póker en Sig Tau, me los hubiera quedado. No les puedo robar a tus hermanos la primera vez que los conozco.
— ¡Ellos se hubieran quedado con tu dinero! —dijo.
—No lo hubiera dudado ni por un segundo, tampoco. —Rió Tyler.
Thomas me miraba en silencio desde la esquina de la habitación.
— ¿Por qué sigues mirando a mi chica, Tommy?
— ¿Cuál fue que dijiste era su apellido? —Preguntó Thomas.
Apoyé mi peso en la otra pierna, nerviosa. Nick notando mi incomodidad, volteó la mirada a su hermano y abrazó mi cintura. No estaba segura si lo hizo como una reacción protectora o si se estaba preparando para lo que su hermano podría decir.
—Es Abernathy. ¿Por qué?
—Puedo entender por qué no lo averiguaste antes de esta noche, Nick, pero ya no tienes ninguna excusa. —dijo Thomas, satisfecho.
— ¿De qué mierda estás hablando? —Preguntó Nick.
— ¿Por casualidad no estarás emparentada con Mick Abernathy? —Preguntó Thomas.
Todas las cabezas se voltearon en mi dirección, y nerviosamente recogí mi pelo hacia atrás. — ¿De dónde conoces a Mick?
Nick torció su cabeza para poder mirarme. —Es uno de los mejores jugadores de póker que haya existido. ¿Lo conoces?
Me estremecí, sabiendo que finalmente había sido arrinconada para contar la verdad. —Es mi padre.
Toda la habitación explotó.
— ¡DE NINGUNA JODIDA MANERA!
— ¡LO SABÍA!
— ¡ACABAMOS DE JUGAR CON LA HIJA DE MICK ABERNATHY!
— ¿MICK ABERNATHY? ¡SANTA MIERDA!
Thomas, Jim y Nick eran los únicos que no gritaban. —Les dije que no debía jugar. —dije.
—Si nos hubieras dicho que eras la hija de Mick Abernathy, tal vez te hubiéramos tomado más en serio. —dijo Thomas.
Miré a Nick, quien me miraba con asombro.
— ¿Tú eres Lucky Thirteen19? —Preguntó, sus ojos estaban un poco nublados.
Joseph se levantó y me apuntó, su boca se abrió en asombro. — ¡Lucky Thirteen está en nuestra casa! ¡De ninguna manera! ¡No lo creo, joder!
—Ese fue un apodo que la prensa me dio. Y la historia no era exactamente correcta. —dije.
—Necesito llevar a ___(Tn) a casa, chicos. —dijo Nick, todavía mirándome.
Jim me miró por encima de sus lentes. — ¿Por qué no era correcta?
—Yo no le quité la suerte a mi papá. Es decir, que ridículo. —Reí, enredando un mechón de pelo alrededor de mi dedo, nerviosa.
Thomas sacudió la cabeza. —No, Mick dio esa entrevista. Dijo que a la media noche de tu decimotercer cumpleaños su suerte se acabó.
—Y la tuya empezó. —Añadió Nick.
— ¡Fuiste criada por mafiosos! —dijo Joe, riendo con emoción.
—Oh… no. —Reí una vez—. Ellos no me criaron. Sólo estuvieron alrededor… bastante.
—Es una pena, Mick soltándole tu nombre a la mafia por medio de la prensa. Eras sólo una niña. —dijo Jim, sacudiendo la cabeza.
—En todo caso, fue suerte de principiantes. —dije, tratando de esconder mi humillación.
—Fuiste enseñada por Mick Abernathy —dijo Jim, sacudiendo la cabeza en asombro—. Estabas jugando profesionalmente y ganando a la edad de trece años, por Cristo santo. —Miró a Nick—. No apuestes en su contra, hijo. Ella no pierde. Nick me miró entonces, sus ojos aún sorprendidos y desorientados. —Uh… Nos tenemos que ir, papá. Adiós, chicos.
La profunda y emocionada voz de la familia de Nick se desvaneció cuando él me arrastró por la puerta hasta su moto. Me agarré el cabello en un moño, y ajusté mi chaqueta, esperando a que hablara. Se subió a la moto sin palabras, y yo me monté en el asiento detrás de él.
Estaba segura que sentía que no había sido honesta con él, y probablemente estaba avergonzado de haberse enterado de una parte tan importante de mi vida al mismo tiempo que su familia. Esperaba una gran discusión al llegar a su apartamento, e inventé una docena de disculpas para el momento en que llegamos a la puerta.
Me llevó por el pasillo de la mano, y me ayudó con la chaqueta.
Tiré del gancho color caramelo que ataba mi cabello, el cual calló por mis hombros en gruesas ondas. —Sé que estás enojado conmigo —dije sin poder mirarlo a los ojos—. Discúlpame que no te lo dije, pero no es algo de lo que hablo.
— ¿Enojado contigo? —dijo—. Estoy tan caliente que no puedo ver claramente. Le acabas de robar el dinero a los imbéciles de mis hermanos sin siquiera pestañear, lograste asombrar a mi papá, y estoy bastante seguro de que perdiste a propósito aquella apuesta que hicimos antes de mi pelea.
—Yo no diría eso…
Levantó la barbilla. — ¿Pensaste que ibas a ganar?
—Bueno… no, no exactamente. —dije, quitándome los tacones.
Nick sonrió. —Entonces, querías estar aquí conmigo. Creo que me acabo de enamorar de ti de nuevo.
— ¿Cómo es que no estás enojado en este momento? —Pregunté, tirando mis zapatos al closet.
Suspiró y asintió. —Es algo bastante importante, Pidge. Debiste habérmelo dicho. Pero entiendo por qué no lo hiciste. Viniste aquí para apartarte de todo eso. Es como si el cielo se abriera… ahora todo tiene sentido.
—Bueno, eso es un alivio.
—Lucky Thirteen. —dijo, sacudió la cabeza y me sacó la camisa.
—No me llames así, Nick. No es algo bueno.
— ¡Eres jodidamente famosa, Pigeon! —Soltó, sorprendido por mis palabras. Desabotonó mis jeans y los bajó hasta mis tobillos, ayudándome a sacarlos.
—Mi padre me odió luego de eso. Todavía me culpa por todos sus problemas.
Nick se arrancó la camisa y me abrazó a él. —Todavía no puedo creer que la hija de Mick Abernathy está parada frente a mí, he estado contigo todo este tiempo y no tenía ni idea.
Lo empujé lejos. —No soy la hija de Mick Abernathy, Nick. Eso fue lo que dejé atrás. Soy __(Tn). ¡Sólo __(Tn)! —dije, caminando al closet. Arranqué una camisa de su gancho y me la puse.
Suspiró. —Lo siento. Estoy un poco sorprendido.
— ¡Solamente soy yo! —Llevé las palmas de mis manos contra mi pecho, desesperada porque entendiera.
—Sí, pero…
—Pero nada. La manera en que me estás mirando en este instante. Es justamente por eso que no te lo había dicho. —Cerré los ojos—. No voy a vivir así de nuevo, Nick. Ni siquiera contigo.
— ¡Whoa! Cálmate, Pigeon. No nos dejemos llevar. —Sus ojos se concentraron y caminó hacia mí, envolviéndome en sus brazos—. No me importa lo que fuiste o lo que ya no eres. Sólo te quiero a ti.
—Entonces, supongo que tenemos eso en común.
Me llevó hacia la cama, sonriéndome. —Somos sólo tú y yo contra el mundo, Pidge.
Me acurruqué junto a él, acomodándome en el colchón. Nunca planeé que nadie excepto América se enterara de Mick, y nunca esperé que mi novio perteneciera a una familia de aficionados al póker. Suspiré profundo, presionando mi mejilla contra su pecho.
— ¿Qué sucede? —Preguntó.
—No quiero que nadie se entere, Nick. No quería que tú te enteraras.
—Te amo, __(Tn). No lo volveré a mencionar, ¿de acuerdo? Tu secreto está a salvo conmigo. —dijo, besando mi frente.
—Sr. Jonas, ¿Cree que puede bajar el tono hasta después de la clase? —dijo el Profesor Cheney, refiriéndose a mi risa mientras Nick enterraba su nariz en mi cuello.
Aclaré mi garganta, sintiendo como mis mejillas se encendían en vergüenza.
—No lo creo, Dr. Cheney. ¿Le ha echado un buen vistazo a mi chica? —dijo Nick, señalándome.
La risa inundó el salón, y mi cara se incendió. El Profesor Cheney me miró con cara medio divertida y medio incomoda, y luego le sacudió la cabeza a Nick.
—Sólo haga lo mejor que pueda. —dijo Cheney.
La clase se volvió a reír, y yo me hundí en mi asiento. Nick recostó su brazo en la espalda de mi silla, y la clase continuó. Luego de que terminara la hora, Nick me acompañó a mi próxima clase.
—Perdóname si te avergüenzo. No lo puedo evitar.
—Inténtalo.
Kevin caminó junto a nosotros, y cuando le devolví su asentimiento con una sonrisa educada, sus ojos brillaron. —Hola, __(Tn). Te veo adentro. —Caminó al salón, y Nick lo fulminó por unos tensos segundos.
—Oye —Jalé su brazo hasta que me miró—. Olvídate de él.
—Le ha estado diciendo a los chicos en la fraternidad que aún lo llamas.
—Eso no es verdad. —dije, inafectada.
—Yo lo sé, pero ellos no. Dice que sólo está esperando su turno. Le dijo a Brad que tú sólo estás esperando por el momento correcto para dejarme, y que lo llamas para decirle cuán infeliz eres. Me está empezando a molestar.
—Tiene una gran imaginación. —Miré a Kevin, y cuando se encontró con mis ojos lo fulminé con la mirada.
— ¿Te enojarías si te avergüenzo una vez más?
Me encogí de hombros, y Nick no perdió tiempo en meterme al salón. Se detuvo en mi mesa, poniendo mi bolso en el piso. Miró a Kevin y luego me jaló hacia él, y me besó, profundo y determinado. Trabajó mis labios en su usual manera reservada sólo para el dormitorio, y no pude evitar tomar su camisa con ambos puños.
Los murmullos y las risas se volvieron más fuertes luego de que era claro que Nick no se iba a apartar pronto.
— ¡Creo que la dejó embarazada! —Alguien desde el final del salón gritó, riéndose.
Me separé con los ojos cerrados, tratando de recuperar mi aliento. Cuando miré a Nick, él me devolvía la mirada con la misma fuerza retenida.
—Sólo intentaba probar un punto. —Murmuró.
—Buen punto. —Asentí.
Nick sonrió, besó mi mejilla y luego miró a Kevin quien estaba echando humo en su asiento.
—Te veo en el almuerzo. —Guiñó.
Caí en mi silla y suspiré, tratando de disipar el hormigueo en medio de mis piernas.
Soporté toda la clase de Cálculo, y cuando la hora terminó, vi a Kevin apoyado en la pared junto a la puerta.
—Kevin. —Asentí. Determinada en no darle la reacción que él quería.
—Sé que estás con él, no tiene que violarte en frente de toda una clase para mostrármelo.
Me detuve de inmediato y me preparé para atacar. —Entonces, tal vez deberías dejar de decirle a tus hermanos de fraternidad que yo todavía te llamo. Lo vas a molestar demasiado, y no me voy a sentir mal cuando entierre su bota en tu trasero.
Arrugó la nariz. —Escúchate. Te has estado juntando demasiado con Nick.
—No, está soy yo. Es solamente un lado de mí que no conocías.
—No fue como si me hubieras dado la oportunidad, ¿cierto?
Suspiré. —No quiero pelear contigo, Kevin. Simplemente no funcionó, ¿está bien?
—No, no está bien. ¿Crees que disfruté siendo el hazme reír de Eastern? Nick Jonas es el tipo que apreciamos sólo porque nos hace lucir bien. Él usa a las chicas, las bota, e incluso los mayores idiotas de Eastern parecen Príncipes Azules frente a Nick.
— ¿Cuándo vas a abrir los ojos y vas a ver que él es diferente ahora?
—Él no te ama, ___(Tn). Solamente eres un brillante juguete nuevo. Aunque luego de la escena que hizo en el salón, asumo que ya no eres tan brillante.
Mi mano voló a su cara antes de darme cuenta que lo había hecho.
—Si hubieras esperado dos segundos, te hubiera ahorrado el esfuerzo, Pidge. —dijo Nick, empujándome detrás de él.
Tomé su brazo. —Nick, no.
Kevin se veía un poco nervioso, mientras el perfecto contorno rojo de mi mano aparecía en su mejilla.
—Te lo advertí. —dijo Nick, empujando a Kevin violentamente contra la pared.
La mandíbula de Kevin se tensó, y me fulminó con la mirada. —Considera esto un cierre, Nick. Ahora puedo ver que ustedes dos están hechos el uno para el otro.
—Gracias. —dijo Nick, llevando su brazo a mis hombros.
Parker se separó de la pared y caminó inmediatamente al otro lado del pasillo, hacia las escaleras, cerciorándose de que Nick no lo seguía con una rápida mirada.
— ¿Estás bien? —Preguntó Nick.
—Me duele la mano.
Sonrió. —Eso fue asombroso, Pidge. Estoy impresionado.
—Probablemente me va a demandar y terminaré pagando su carrera en Harvard. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que nos íbamos a encontrar en la cafetería.
Un lado de su boca se levantó en una sonrisa maliciosa. —No me podía concentrar en clases. Todavía estoy sintiendo ese beso.
Miré por el pasillo y luego a él. —Ven conmigo.
Sus cejas se unieron sobre su sonrisa. — ¿Qué?
Caminé hacia atrás, arrastrándolo hasta que sentí la manilla del laboratorio de Física. La puerta se abrió, y con una mirada hacia atrás, vi que estaba solo y oscuro. Jalé su mano, riéndome por su expresión confusa, y luego tranqué la puerta, empujándolo contra ella.
Lo besé y se rió. — ¿Qué estamos haciendo?
—No quiero que no seas capaz de concentrarte en clases. —dije, besándolo de nuevo. Me levantó y enredé mis piernas a su alrededor.
—No estoy seguro de qué hice sin ti todo este tiempo —dijo, sosteniéndome con una mano y desabotonándose el cinturón con la otra—. Pero nunca lo quiero averiguar. Eres todo lo que siempre he querido, Pigeon.
—Solo recuerda eso cuando tome todo tu dinero en el próximo juego de póker. —dije, quitándome la camisa.
DISFRUTEN CAP ;)
COMENTEN :D
Bye
Capitulo 12: El Uno Para El Otro
Tiré una pequeña pastilla blanca en mi boca y tragué, luego me tomé un gran vaso de agua. Me encontraba en el medio del cuarto de Nick en sostén y pantis, alistándome para ponerme mi pijama.
— ¿Qué es eso? —Preguntó Nick desde la cama.
—Um… mi pastilla.
Frunció el ceño. — ¿Qué pastilla?
—La pastilla, Nick. No has rellenado todavía tu gaveta de arriba, y lo último que necesito es estar preocupándome por si me viene el período o no.
—Oh.
—Uno de nosotros tiene que ser responsable. —dije levantando la ceja.
—Dios mío, eres sexy. —Soltó Nick, apoyando la cabeza en una de sus manos—. La mujer más bella de Eastern es mi novia. Una total locura.
Rodé los ojos y deslicé la seda morada sobre mi cabeza, acurrucándome junto a él. Me senté en su regazo y besé su cuello, riéndome cuando dejó caer la cabeza al respaldo de la cama. — ¿De nuevo? Me vas a matar, Pidge.
—No te puedes morir. —dije, cubriendo su cara de besos—. Eres demasiado cruel.
— ¡No, no me puedo morir porque hay demasiados imbéciles por ahí tratando de obtener mi lugar! ¡Puede que viva por siempre, sólo para alejarlos!
Reí contra su boca, y me volteó a mi espalda. Introdujo su dedo por entre la delicada cinta atada en mi hombro y la deslizó por mi brazo, besando la piel que dejaba atrás.
— ¿Por qué yo, Nick?
Se inclinó hacia atrás, buscando mis ojos. — ¿A qué te refieres?
—Haz estado con todas estas mujeres, negándote a sentar cabeza, negándote siquiera a recibir un número de teléfono… Entonces, ¿por qué yo?
— ¿De dónde viene esto? —Preguntó, su dedo acariciaba mi mejilla.
Me encogí de hombros. —Tengo curiosidad.
— ¿Por qué yo? Tienes a la mitad de los hombres de Eastern solamente esperando que yo meta la pata.
Arrugué la nariz. —Eso no es verdad. No cambies el tema.
—Claro que es verdad. Si yo no hubiera estado detrás de ti desde el principio, tuvieras a más que Kevin Hayes siguiéndote a todos lados. Él solamente es demasiado engreído como para tenerme miedo.
— ¡Estás evitando mi pregunta! Y pobremente, debo añadir.
— ¡De acuerdo! ¿Por qué tú? —En su cara se asomó una sonrisa, y rozó mis labios con los suyos—. Sentí algo por ti desde aquella primera pelea.
— ¿Qué? —Dudé.
—Es cierto. ¿Tú en esa chaqueta llena de sangre? Te veías absolutamente ridícula. —Rió.
—Gracias.
Su sonrisa se desvaneció. —Fue cuando me miraste. Ese fue el momento. Tenías los ojos bien abiertos, tu mirada inocente… sin pretensiones. No me miraste como si fuera Nick Jonas —dijo, rodando los ojos a sus propias palabras—, me miraste como si yo fuera… una persona, supongo.
—Noticia de última hora, Nick. Tú eres una persona.
Sacudió el flequillo de mi cara. —No, antes de ti, Shepley era el único que me trataba como cualquier otro. Tú no te pusiste toda rara ni coqueteaste, ni te pasaste los dedos por el cabello. Tú me viste a mí.
—Fui una completa perra contigo, Nick.
Besó mi cuello. —Eso fue lo que cerró el trato.
Deslicé mis dedos por su espalda hasta llegar adentro de sus bóxers. —Espero que esto se vuelva viejo pronto. No me veo a mí misma cansándome nunca de ti.
— ¿Lo prometes? —Preguntó sonriendo.
Su teléfono sonó en la mesa de noche, y lo llevó a su oído. — ¿Sí? ¡Demonios, no! Tengo a Pidge aquí conmigo. Nos arreglamos para ir a la cama… Cierra la boca, Nick, eso no es gracioso… ¿En serio? ¿Qué hace en la ciudad? —Me miró y suspiró—. De acuerdo, estaremos allí en media hora… Me escuchaste, imbécil. Porque no voy a ningún lugar sin ella, es por eso. ¿Quieres que te rompa la cara cuando llegue? —Nick colgó y sacudió la cabeza.
Levanté una ceja. —Esa fue la conversación más extraña que he escuchado.
—Era Trent. Thomas está en la ciudad y hay noche de Póker en casa de mi papá.
— ¿Noche de Póker? —Tragué.
—Sí, usualmente toman todo mi dinero. Esos bastardos tramposos.
— ¿Voy a conocer a tu familia en treinta minutos?
Miró su reloj. —Veintisiete minutos para ser exactos.
— ¡Oh Dios mío, Nick! —Chillé, saltando de la cama.
— ¿Qué estás haciendo? —Suspiró.
Revoloteé el closet y saqué un par de jeans, saltando de arriba abajo para ponérmelos, y luego tiré de mi pijama hacia a arriba, tirándoselo a la cara de Nick. — ¡No puedo creer que sólo me dieras veinte minutos de anticipación antes de conocer a tu familia! ¡Podría matarte ahora mismo!
Se quitó mi pijama de la cara y rió de mi desesperado intento por lucir presentable. Tomé una camisa de cuello en V y la puse en su lugar, luego corrí al baño, cepillándome los dientes y pasando un cepillo por mi pelo. Nick caminó detrás de mí, completamente vestido y listo, y rodeó sus brazos por mi cintura.
— ¡Soy un desastre! —Me quejé, frunciendo hacia el espejo.
— ¿Te das cuenta de lo hermosa que eres? —Preguntó, besándome el cuello.
Resoplé, volviendo al cuarto a ponerme un par de tacones, luego tomé la mano de Nick quien me guió a la puerta. Me detuve, subiendo el cierre de mi chaqueta y agarrando mi pelo en un moño suelto, preparándolo para el viaje a la casa del padre de Nick.
—Cálmate, Pidge. Son sólo un grupo de chicos sentados alrededor de una mesa.
—Esta la primera vez que voy a ver a tu papá y a tus hermanos… todos al mismo tiempo… ¿Y quieres que me calme? —dije, subiéndome a la moto detrás de él.
Torció su cuello, tocando mi mejilla mientras me besaba. —Te van a amar, justo como yo lo hago.
Cuando llegamos solté mi pelo y pase mis dedos por él varias veces, antes de que Nick me llevara hacia la puerta.
— ¡Santo Cristo! ¡Es el idiota! —Uno de los chicos gritó.
Nick asintió. Trató de verse enojado, pero pude ver que estaba emocionado de ver a sus hermanos. La casa estaba gastada, con papel tapiz amarillo y marrón en las paredes y distintos tonos de café en las alfombras.
Caminamos por un pasillo hasta una puerta abierta de par en par. El humo de cigarro salía de la habitación, y allí estaban su padre y hermanos, sentados alrededor de una mesa con sillas disparejas.
—Hey, Hey… Cuiden el lenguaje frente a la señorita. —dijo su papá, moviendo el cigarro en su boca al hablar.
—Pidge, éste es mi papá, Jim Jonas. Papá, ésta es Pigeon.
— ¿Pigeon? —Preguntó Jim, divertido.
—___(Tn). —Sonreí, sacudiendo su mano.
Nick apuntó a sus hermanos. —Joseph, Taylor, Tyler, y Thomas.
Todos asintieron, y todos menos Thomas lucían como versiones mayores de Nick; sus cabellos casi rapados, ojos marrones, sus camisas estiradas en los trabajados músculos, y cubiertos en tatuajes. Thomas llevaba una camisa de vestir y la corbata suelta, sus ojos eran verde avellana, y su cabello rubio oscuro era un poco más largo.
— ¿___(Tn) tiene apellido? —Preguntó Jim.
—Abernathy. —Asentí.
—Es un placer conocerte, ___(Tn). —dijo Thomas, sonriendo.
—Un gran placer. —dijo Joe, mirándome de arriba abajo.
Jim lo golpeó en la nuca y él saltó.
— ¿Qué dije? —Preguntó, sobándose la cabeza.
—Siéntate, ___(Tn). Míranos quitarle el dinero a Nick. —Uno de los gemelos dijo. No supe quién era quién; ambos eran una total copia del otro, hasta sus tatuajes coincidían.
La habitación estaba decorada con fotografías antiguas de juegos de póker, fotos de leyendas posando con Jim y a quién asumía era el abuelo de Nick, y cartas viejas en los estantes.
Los ojos de Jim brillaban. — ¿Sabes quién es Stu Unger?
Asentí. —Mi papá es un fan también.
Se levantó, apuntando hacia la fotografía junto a él. —Y ese de allí es Doyle Brunson.
Sonreí. —Mi papá lo vio jugar una vez. Es increíble.
—El abuelito de Nick era un profesional… Nos tomamos el póker muy en serio por aquí. —Sonrió Jim.
Me senté en medio de Nick y uno de los gemelos, mientras Joseph mezclaba las cartas con moderada habilidad. Los chicos pusieron su dinero y Jim dividió las fichas.
Joseph levantó una ceja. — ¿Quieres jugar, ___(Tn)?
Sonreí educadamente y sacudí la cabeza. —No creo que debería.
— ¿No sabes cómo? —Preguntó Jim.
No pude evitar sonreír. Jim se veía tan serio, casi paternal. Sabía la respuesta que él esperaba, y odiaba decepcionarlo.
Nick besó mi frente. —Juega… Yo te enseño.
—Deberías darle un beso de despedida a tu dinero en este momento, __(Tn). —Thomas rió.
Presioné mis labios y busqué en mi bolso, sacando dos billetes de cincuenta. Se los tendí a Jim y esperé pacientemente a que me los cambiara por fichas. La cara de Joseph se estiró en una sonrisa satisfecha, pero lo ignoré.
—Tengo fe en las habilidades para enseñar de Nick. —dije.
Uno de los gemelos aplaudió. — ¡Demonios, sí! ¡Me voy a ser rico esta noche!
—Empecemos con poco esta vez. —dijo Jim, tirando una ficha de cinco dólares.
Joseph repartió, y Nick jugó mi mano por mí. — ¿Has jugado cartas alguna vez?
—Ha pasado un tiempo. —Asentí.
—No se vale el Go Fish16, Pollyanna. —dijo Joseph, mirando sus cartas.
—Cierra la boca, Joe. —Soltó Nick, mirando a su hermano antes de volver su vista a mi mano—. Estás buscando cartas altas, números consecutivos, y de la misma clase si eres muy afortunada.
En la primera mano Nick miró mis cartas y yo las suyas. Básicamente asentía y sonreía, jugando cuando me decían que lo hiciera. Ambos, Nick y yo perdimos, y mis fichas habían disminuido para el final de la primera ronda.
Luego de que Thomas repartiera, no le permití a Nick ver mis cartas. —Creo que lo tengo. —dije.
— ¿Estás segura? —Preguntó.
—Estoy segura, bebé. —Sonreí.
Tres manos después, ya había recuperado mis fichas y bajado la de los demás con un par de Ases, una escalera y la carta más alta.
— ¡Mierda! —Se quejó Joseph—. ¡La suerte de principiantes apesta!
—Tienes a una chica que aprende rápido, Nick. —dijo Jim, moviendo la boca alrededor de su cigarro.
Nick tomó un sorbo de su cerveza. — ¡Me estás haciendo orgulloso, Pigeon! —Sus ojos estaban brillantes de emoción, y su sonrisa era diferente a la que siempre le había visto.
—Gracias. —Sonreí.
—Aquellos que no pueden, enseñan. —Thomas sonrió satisfecho.
—Muy gracioso, imbécil. —Murmuró Nick.
Cuatro manos después, tomé lo último de mi cerveza y encogí los ojos hacia el único hombre en la mesa que no se había rendido. —Está de tu parte, Taylor. ¿Vas a seguir siendo un bebé o vas a dar la cara como un hombre?
— ¡Que se joda! —dijo, poniendo lo último de sus fichas.
Nick me miró, animado. Me recordó a la expresión de aquellos cuando lo venían pelear.
— ¿Qué tienes, Pigeon?
— ¿Taylor? —Pregunté.
Una gran sonrisa cruzó su cara. — ¡Flush17! —Gritó, abriendo sus cartas en la mesa.
Cinco pares de ojos se dirigieron a mí. Escaneé la mesa y luego tiré mis cartas. — ¡Acepten su derrota y lloren, chicos! ¡Ases y ochos! —dije, riendo.
— ¿Un Full House18? ¿Qué demonios? —Joe lloró.
—Lo siento. Siempre quise decir eso. —dije, tomando mis fichas.
Los ojos de Thomas se encogieron. —Esto no es sólo suerte de principiantes. Ella juega.
Nick miró a Thomas por un momento y luego giró la vista hacia mí. — ¿Has jugado alguna vez, Pidge?
Junté mis labios y me encogí de hombros, dando mi mejor mirada inocente. La cabeza de Nick se fue hacia atrás dejando escapar una gran risotada. Trató de hablar, pero no pudo, y enterró su puño en la mesa.
— ¡Tu novia nos acaba de estafar! —dijo Taylor, apuntando en mi dirección.
— ¡DE NINGUNA JODIDA MANERA! —Se quejó Joseph, levantándose.
—Buen plan, Nick. Traer un tiburón de cartas a la noche de póker. —dijo Jim, guiñándome.
— ¡No lo sabía! —dijo él, sacudiendo la cabeza.
— ¡Tonterías! —Me miró Thomas.
— ¡En serio! —Soltó entre risas.
—Odio decirlo, hermano. Pero creo que me enamoré de tu chica. —dijo Tyler.
—Hey, ya. —Soltó Nick, su sonrisa inmediatamente convirtiéndose en una mueca.
—Ya está bueno. Estaba solamente dejándotela fácil, ___(Tn), pero quiero mi dinero de vuelta, ahora. —Advirtió Joseph.
Nick no jugó en las próximas rondas, viendo a sus hermanos luchar por recuperar su dinero. Mano tras mano, les gané sus fichas, y mano tras manos, Thomas me miraba más de cerca. Cada vez que mostraba mis cartas, Nick y Jim reían, Taylor maldecía, Tyler proclamaba su innegable amor por mí, y Joe soltaba una rabieta.
Una vez sentados en el salón, cambie mis fichas por dinero y le di cien dólares a cada uno. Jim se negó, pero los hermanos aceptaron con gratitud. Nick tomó mi mano y caminamos a la puerta. Pude ver que estaba triste, así que apreté mi mano en la suya.
— ¿Qué sucede, bebé?
— ¡Acabas de regalar cuatrocientos dólares, Pidge! —Frunció el ceño.
—Si esto hubiera sido en una noche de póker en Sig Tau, me los hubiera quedado. No les puedo robar a tus hermanos la primera vez que los conozco.
— ¡Ellos se hubieran quedado con tu dinero! —dijo.
—No lo hubiera dudado ni por un segundo, tampoco. —Rió Tyler.
Thomas me miraba en silencio desde la esquina de la habitación.
— ¿Por qué sigues mirando a mi chica, Tommy?
— ¿Cuál fue que dijiste era su apellido? —Preguntó Thomas.
Apoyé mi peso en la otra pierna, nerviosa. Nick notando mi incomodidad, volteó la mirada a su hermano y abrazó mi cintura. No estaba segura si lo hizo como una reacción protectora o si se estaba preparando para lo que su hermano podría decir.
—Es Abernathy. ¿Por qué?
—Puedo entender por qué no lo averiguaste antes de esta noche, Nick, pero ya no tienes ninguna excusa. —dijo Thomas, satisfecho.
— ¿De qué mierda estás hablando? —Preguntó Nick.
— ¿Por casualidad no estarás emparentada con Mick Abernathy? —Preguntó Thomas.
Todas las cabezas se voltearon en mi dirección, y nerviosamente recogí mi pelo hacia atrás. — ¿De dónde conoces a Mick?
Nick torció su cabeza para poder mirarme. —Es uno de los mejores jugadores de póker que haya existido. ¿Lo conoces?
Me estremecí, sabiendo que finalmente había sido arrinconada para contar la verdad. —Es mi padre.
Toda la habitación explotó.
— ¡DE NINGUNA JODIDA MANERA!
— ¡LO SABÍA!
— ¡ACABAMOS DE JUGAR CON LA HIJA DE MICK ABERNATHY!
— ¿MICK ABERNATHY? ¡SANTA MIERDA!
Thomas, Jim y Nick eran los únicos que no gritaban. —Les dije que no debía jugar. —dije.
—Si nos hubieras dicho que eras la hija de Mick Abernathy, tal vez te hubiéramos tomado más en serio. —dijo Thomas.
Miré a Nick, quien me miraba con asombro.
— ¿Tú eres Lucky Thirteen19? —Preguntó, sus ojos estaban un poco nublados.
Joseph se levantó y me apuntó, su boca se abrió en asombro. — ¡Lucky Thirteen está en nuestra casa! ¡De ninguna manera! ¡No lo creo, joder!
—Ese fue un apodo que la prensa me dio. Y la historia no era exactamente correcta. —dije.
—Necesito llevar a ___(Tn) a casa, chicos. —dijo Nick, todavía mirándome.
Jim me miró por encima de sus lentes. — ¿Por qué no era correcta?
—Yo no le quité la suerte a mi papá. Es decir, que ridículo. —Reí, enredando un mechón de pelo alrededor de mi dedo, nerviosa.
Thomas sacudió la cabeza. —No, Mick dio esa entrevista. Dijo que a la media noche de tu decimotercer cumpleaños su suerte se acabó.
—Y la tuya empezó. —Añadió Nick.
— ¡Fuiste criada por mafiosos! —dijo Joe, riendo con emoción.
—Oh… no. —Reí una vez—. Ellos no me criaron. Sólo estuvieron alrededor… bastante.
—Es una pena, Mick soltándole tu nombre a la mafia por medio de la prensa. Eras sólo una niña. —dijo Jim, sacudiendo la cabeza.
—En todo caso, fue suerte de principiantes. —dije, tratando de esconder mi humillación.
—Fuiste enseñada por Mick Abernathy —dijo Jim, sacudiendo la cabeza en asombro—. Estabas jugando profesionalmente y ganando a la edad de trece años, por Cristo santo. —Miró a Nick—. No apuestes en su contra, hijo. Ella no pierde. Nick me miró entonces, sus ojos aún sorprendidos y desorientados. —Uh… Nos tenemos que ir, papá. Adiós, chicos.
La profunda y emocionada voz de la familia de Nick se desvaneció cuando él me arrastró por la puerta hasta su moto. Me agarré el cabello en un moño, y ajusté mi chaqueta, esperando a que hablara. Se subió a la moto sin palabras, y yo me monté en el asiento detrás de él.
Estaba segura que sentía que no había sido honesta con él, y probablemente estaba avergonzado de haberse enterado de una parte tan importante de mi vida al mismo tiempo que su familia. Esperaba una gran discusión al llegar a su apartamento, e inventé una docena de disculpas para el momento en que llegamos a la puerta.
Me llevó por el pasillo de la mano, y me ayudó con la chaqueta.
Tiré del gancho color caramelo que ataba mi cabello, el cual calló por mis hombros en gruesas ondas. —Sé que estás enojado conmigo —dije sin poder mirarlo a los ojos—. Discúlpame que no te lo dije, pero no es algo de lo que hablo.
— ¿Enojado contigo? —dijo—. Estoy tan caliente que no puedo ver claramente. Le acabas de robar el dinero a los imbéciles de mis hermanos sin siquiera pestañear, lograste asombrar a mi papá, y estoy bastante seguro de que perdiste a propósito aquella apuesta que hicimos antes de mi pelea.
—Yo no diría eso…
Levantó la barbilla. — ¿Pensaste que ibas a ganar?
—Bueno… no, no exactamente. —dije, quitándome los tacones.
Nick sonrió. —Entonces, querías estar aquí conmigo. Creo que me acabo de enamorar de ti de nuevo.
— ¿Cómo es que no estás enojado en este momento? —Pregunté, tirando mis zapatos al closet.
Suspiró y asintió. —Es algo bastante importante, Pidge. Debiste habérmelo dicho. Pero entiendo por qué no lo hiciste. Viniste aquí para apartarte de todo eso. Es como si el cielo se abriera… ahora todo tiene sentido.
—Bueno, eso es un alivio.
—Lucky Thirteen. —dijo, sacudió la cabeza y me sacó la camisa.
—No me llames así, Nick. No es algo bueno.
— ¡Eres jodidamente famosa, Pigeon! —Soltó, sorprendido por mis palabras. Desabotonó mis jeans y los bajó hasta mis tobillos, ayudándome a sacarlos.
—Mi padre me odió luego de eso. Todavía me culpa por todos sus problemas.
Nick se arrancó la camisa y me abrazó a él. —Todavía no puedo creer que la hija de Mick Abernathy está parada frente a mí, he estado contigo todo este tiempo y no tenía ni idea.
Lo empujé lejos. —No soy la hija de Mick Abernathy, Nick. Eso fue lo que dejé atrás. Soy __(Tn). ¡Sólo __(Tn)! —dije, caminando al closet. Arranqué una camisa de su gancho y me la puse.
Suspiró. —Lo siento. Estoy un poco sorprendido.
— ¡Solamente soy yo! —Llevé las palmas de mis manos contra mi pecho, desesperada porque entendiera.
—Sí, pero…
—Pero nada. La manera en que me estás mirando en este instante. Es justamente por eso que no te lo había dicho. —Cerré los ojos—. No voy a vivir así de nuevo, Nick. Ni siquiera contigo.
— ¡Whoa! Cálmate, Pigeon. No nos dejemos llevar. —Sus ojos se concentraron y caminó hacia mí, envolviéndome en sus brazos—. No me importa lo que fuiste o lo que ya no eres. Sólo te quiero a ti.
—Entonces, supongo que tenemos eso en común.
Me llevó hacia la cama, sonriéndome. —Somos sólo tú y yo contra el mundo, Pidge.
Me acurruqué junto a él, acomodándome en el colchón. Nunca planeé que nadie excepto América se enterara de Mick, y nunca esperé que mi novio perteneciera a una familia de aficionados al póker. Suspiré profundo, presionando mi mejilla contra su pecho.
— ¿Qué sucede? —Preguntó.
—No quiero que nadie se entere, Nick. No quería que tú te enteraras.
—Te amo, __(Tn). No lo volveré a mencionar, ¿de acuerdo? Tu secreto está a salvo conmigo. —dijo, besando mi frente.
—Sr. Jonas, ¿Cree que puede bajar el tono hasta después de la clase? —dijo el Profesor Cheney, refiriéndose a mi risa mientras Nick enterraba su nariz en mi cuello.
Aclaré mi garganta, sintiendo como mis mejillas se encendían en vergüenza.
—No lo creo, Dr. Cheney. ¿Le ha echado un buen vistazo a mi chica? —dijo Nick, señalándome.
La risa inundó el salón, y mi cara se incendió. El Profesor Cheney me miró con cara medio divertida y medio incomoda, y luego le sacudió la cabeza a Nick.
—Sólo haga lo mejor que pueda. —dijo Cheney.
La clase se volvió a reír, y yo me hundí en mi asiento. Nick recostó su brazo en la espalda de mi silla, y la clase continuó. Luego de que terminara la hora, Nick me acompañó a mi próxima clase.
—Perdóname si te avergüenzo. No lo puedo evitar.
—Inténtalo.
Kevin caminó junto a nosotros, y cuando le devolví su asentimiento con una sonrisa educada, sus ojos brillaron. —Hola, __(Tn). Te veo adentro. —Caminó al salón, y Nick lo fulminó por unos tensos segundos.
—Oye —Jalé su brazo hasta que me miró—. Olvídate de él.
—Le ha estado diciendo a los chicos en la fraternidad que aún lo llamas.
—Eso no es verdad. —dije, inafectada.
—Yo lo sé, pero ellos no. Dice que sólo está esperando su turno. Le dijo a Brad que tú sólo estás esperando por el momento correcto para dejarme, y que lo llamas para decirle cuán infeliz eres. Me está empezando a molestar.
—Tiene una gran imaginación. —Miré a Kevin, y cuando se encontró con mis ojos lo fulminé con la mirada.
— ¿Te enojarías si te avergüenzo una vez más?
Me encogí de hombros, y Nick no perdió tiempo en meterme al salón. Se detuvo en mi mesa, poniendo mi bolso en el piso. Miró a Kevin y luego me jaló hacia él, y me besó, profundo y determinado. Trabajó mis labios en su usual manera reservada sólo para el dormitorio, y no pude evitar tomar su camisa con ambos puños.
Los murmullos y las risas se volvieron más fuertes luego de que era claro que Nick no se iba a apartar pronto.
— ¡Creo que la dejó embarazada! —Alguien desde el final del salón gritó, riéndose.
Me separé con los ojos cerrados, tratando de recuperar mi aliento. Cuando miré a Nick, él me devolvía la mirada con la misma fuerza retenida.
—Sólo intentaba probar un punto. —Murmuró.
—Buen punto. —Asentí.
Nick sonrió, besó mi mejilla y luego miró a Kevin quien estaba echando humo en su asiento.
—Te veo en el almuerzo. —Guiñó.
Caí en mi silla y suspiré, tratando de disipar el hormigueo en medio de mis piernas.
Soporté toda la clase de Cálculo, y cuando la hora terminó, vi a Kevin apoyado en la pared junto a la puerta.
—Kevin. —Asentí. Determinada en no darle la reacción que él quería.
—Sé que estás con él, no tiene que violarte en frente de toda una clase para mostrármelo.
Me detuve de inmediato y me preparé para atacar. —Entonces, tal vez deberías dejar de decirle a tus hermanos de fraternidad que yo todavía te llamo. Lo vas a molestar demasiado, y no me voy a sentir mal cuando entierre su bota en tu trasero.
Arrugó la nariz. —Escúchate. Te has estado juntando demasiado con Nick.
—No, está soy yo. Es solamente un lado de mí que no conocías.
—No fue como si me hubieras dado la oportunidad, ¿cierto?
Suspiré. —No quiero pelear contigo, Kevin. Simplemente no funcionó, ¿está bien?
—No, no está bien. ¿Crees que disfruté siendo el hazme reír de Eastern? Nick Jonas es el tipo que apreciamos sólo porque nos hace lucir bien. Él usa a las chicas, las bota, e incluso los mayores idiotas de Eastern parecen Príncipes Azules frente a Nick.
— ¿Cuándo vas a abrir los ojos y vas a ver que él es diferente ahora?
—Él no te ama, ___(Tn). Solamente eres un brillante juguete nuevo. Aunque luego de la escena que hizo en el salón, asumo que ya no eres tan brillante.
Mi mano voló a su cara antes de darme cuenta que lo había hecho.
—Si hubieras esperado dos segundos, te hubiera ahorrado el esfuerzo, Pidge. —dijo Nick, empujándome detrás de él.
Tomé su brazo. —Nick, no.
Kevin se veía un poco nervioso, mientras el perfecto contorno rojo de mi mano aparecía en su mejilla.
—Te lo advertí. —dijo Nick, empujando a Kevin violentamente contra la pared.
La mandíbula de Kevin se tensó, y me fulminó con la mirada. —Considera esto un cierre, Nick. Ahora puedo ver que ustedes dos están hechos el uno para el otro.
—Gracias. —dijo Nick, llevando su brazo a mis hombros.
Parker se separó de la pared y caminó inmediatamente al otro lado del pasillo, hacia las escaleras, cerciorándose de que Nick no lo seguía con una rápida mirada.
— ¿Estás bien? —Preguntó Nick.
—Me duele la mano.
Sonrió. —Eso fue asombroso, Pidge. Estoy impresionado.
—Probablemente me va a demandar y terminaré pagando su carrera en Harvard. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que nos íbamos a encontrar en la cafetería.
Un lado de su boca se levantó en una sonrisa maliciosa. —No me podía concentrar en clases. Todavía estoy sintiendo ese beso.
Miré por el pasillo y luego a él. —Ven conmigo.
Sus cejas se unieron sobre su sonrisa. — ¿Qué?
Caminé hacia atrás, arrastrándolo hasta que sentí la manilla del laboratorio de Física. La puerta se abrió, y con una mirada hacia atrás, vi que estaba solo y oscuro. Jalé su mano, riéndome por su expresión confusa, y luego tranqué la puerta, empujándolo contra ella.
Lo besé y se rió. — ¿Qué estamos haciendo?
—No quiero que no seas capaz de concentrarte en clases. —dije, besándolo de nuevo. Me levantó y enredé mis piernas a su alrededor.
—No estoy seguro de qué hice sin ti todo este tiempo —dijo, sosteniéndome con una mano y desabotonándose el cinturón con la otra—. Pero nunca lo quiero averiguar. Eres todo lo que siempre he querido, Pigeon.
—Solo recuerda eso cuando tome todo tu dinero en el próximo juego de póker. —dije, quitándome la camisa.
DISFRUTEN CAP ;)
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Bye
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
GUUUUUUUUAAAAUUUUUU!!!!!
QUE CAAAAAPIIISSSSSS!!!!!!!!!......
QUUUEEEEEEEE CAAAAAPIIIIIIIIIIIII!!!!!
AAII PON OOOTROOOOO!!!1
QUE CAAAAAPIIISSSSSS!!!!!!!!!......
QUUUEEEEEEEE CAAAAAPIIIIIIIIIIIII!!!!!
AAII PON OOOTROOOOO!!!1
chelis
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster
Capitulo 13: Casa Llena
Di vueltas alrededor, escrutando mi reflejo con una mirada escéptica. Era blanco y sin espalda, peligrosamente corto, y el corsé estaba sujeto por una cadena corta de pedrería que formaba como un collar alrededor de mi cuello.
— ¡Wow! ¡Nick se va a mear encima cuando te vea con eso! —dijo América.
Puse mis ojos en blanco.
— ¡Qué romántico!
—Vas a llevar ése. No te pruebes nada más, ése es el indicado —dijo, aplaudiendo con entusiasmo.
— ¿No crees que es demasiado corto? Mariah Carey muestra menos piel.
América sacudió su cabeza.
—Insisto.
Me di vuelta en el banquillo mientras América se probaba un vestido tras otro, más indecisa a la hora de elegir uno para sí misma. Al final se decidió por uno extremadamente corto, ajustado, de color piel, que dejaba uno de sus hombros desnudo. Nos dirigimos en su Honda al apartamento para encontrar el lugar del Charger vacío y a Toto solo. América sacó su celular y marcó, sonriendo cuando Shepley respondió.
— ¿A dónde fuiste, Bebé? —ella asintió y luego me miró—. ¿Por qué estaría molesta? ¿Qué tipo de sorpresa? —dijo cautelosa. Me miró de nuevo y luego entró al cuarto de Shepley, cerrando la puerta.
Froté las puntiagudas y negras orejas de Toto mientras América murmuraba en la habitación. Cuando salió, trató de esconder la sonrisa en su cara.
— ¿Qué están tramando ahora? —Pregunté.
—Están en camino a casa. Dejaré que Nick te diga —dijo, sonriendo de oreja a oreja.
—Oh Dios… ¿qué? —Pregunté.
—Acabo de decir que no puedo contarte. Es una sorpresa.
Yo jugueteé con mi pelo y me miraba las uñas, incapaz de estarme quieta mientras esperaba a Nick para que diera a conocer su última sorpresa.
Una fiesta de cumpleaños, un cachorro—no podía imaginar que podría ser lo siguiente.
El fuerte ruido del motor del Charger de Shepley anunció su llegada. Los chicos rieron mientras subían las escaleras.
—Están de buen humor —dije—, esa es una buena señal.
Shepley entró primero.
—Simplemente no quería que pensaras que había una razón por la cual él se hizo uno y yo no.
América se puso de pie para saludar a su novio, y echó sus brazos alrededor suyo.
—Eres tan tonto Shep. Como si fuera a enojarme por eso. Si quisiera un novio loco, saldría con Nick —dijo América sonriendo, mientras inclinaba su cabeza para darle un beso.
—No tiene nada que ver con la manera en la que me siento por ti —agregó Shepley.
Nick atravesó la puerta con un vendaje cuadrado de gasa en su muñeca. Me sonrió y luego se derrumbó en el sofá, descansando su cabeza en mi regazo.
No podía apartar la mirada del vendaje.
—De acuerdo… ¿qué hiciste?
Nick sonrió y tiró de mí hacia abajo para besarlo. Podía sentir el nerviosismo irradiando de él. Por fuera estaba sonriendo, pero tuve la clara sensación de que él no estaba seguro de cómo iba a reaccionar ante lo que había hecho.
—Hice un par de cosas hoy.
— ¿Cómo qué? —Pregunté suspicaz.
Nick rió.
—Tranquilízate, Nick. No es nada malo.
— ¿Qué le pasó a tu muñeca? —Dije tirando de su mano por los dedos.
Un estruendoso motor diesel se detuvo fuera y Nick saltó del sofá para abrir la puerta.
— ¡Ya era hora! ¡He estado en casa por lo menos desde hace cinco minutos! —dijo con una sonrisa.
Un hombre entró del revés, cargando un sofá gris cubierto con plástico, seguido por otro hombre que traía la parte trasera del mismo. Shepley y Nick movieron el sofá, conmigo y Toto todavía encima, hacia adelante, y entonces los hombres pusieron el nuevo sofá en el lugar del otro. Nick sacó el plástico y luego me levantó en sus brazos, colocándome en los blandos almohadones.
— ¿Tienen uno nuevo? —Pregunté, sonriendo de oreja a oreja.
—Sí, y un par de otras cosas también. Gracias chicos —dijo mientras los hombres de la mudanza levantaban el viejo sofá y se iban de la misma manera en que vinieron.
—Ahí van un montón de recuerdos —sonreí.
—Ninguno que yo quisiera conservar, —él se sentó a mi lado y suspiró, mirándome por un momento antes de quitar la cinta que sostenía la gasa en su brazo—. No te alteres.
Mi mente empezó a correr, pensando en qué podría haber debajo de la venda. Imaginé una quemadura, o puntos o algo igual de espantoso.
Él tiró del vendaje y me quedé sin aliento al sólo ver las simples letras en negro tatuadas a través de la parte inferior de su muñeca, la piel a su alrededor estaba roja y brillante por el antibiótico que él había untado encima. Sacudí mi cabeza con incredulidad al leer la palabra.
“Pigeon”
— ¿Te gusta? —Preguntó.
— ¿Tienes mi nombre tatuado en tu muñeca? —Dije las palabras, pero no sonaba como mi voz. Mi mente se extendía en todas las direcciones, pero incluso así, me las arreglé para hablar con un tono calmado.
—Sí —dijo, besando mi mejilla mientras yo miraba con incredulidad la tinta permanente en su piel.
—Traté de hacerle entrar en razón __(Tn). Él no ha hecho nada loco por un tiempo. Creo que estaba teniendo síntomas de la abstinencia —dijo Shepley sacudiendo su cabeza.
— ¿Qué te parece? —Preguntó Nick.
—Deberías haberle consultado antes, Nick —dijo América, sacudiendo la cabeza y cubriendo su boca con sus dedos.
— ¿Preguntarle qué? ¿Si podía hacerme un tatuaje? —Frunció el ceño, volviéndose hacia mí—. Te amo. Quiero que todos sepan que soy tuyo.
Me moví nerviosamente.
—Eso es permanente Nick.
—Al igual que nosotros —dijo, tocando mi mejilla.
—Muéstrale el resto, —dijo Shepley.
— ¿El resto? —Dije bajando la mirada hacia su otra muñeca.
Nick se levantó, tirando hacia arriba de su camisa. Sus impresionantes abdominales se estiraban y se contraían con el movimiento. Nick se volteó, y en su costado había otro tatuaje fresco extendido a lo largo de sus costillas.
— ¿Qué es eso? —Pregunté, mirando de soslayo los símbolos verticales.
—Es hebreo —Nick sonrió.
— ¿Qué significa?
—Dice, ―Pertenezco a mi amada, y mi amada me pertenece‖.
Mis ojos se encontraron con los suyos.
— ¿No estabas contento con un tatuaje, así que te hiciste dos?
—Es algo que siempre dije que me iba a hacer cuando conociera a La Indicada. Te conocí… así que fui y me hice los tatuajes, —su sonrisa se desvaneció cuando vio mi expresión—. ¿Estás enojada, no? —dijo tirando hacia abajo su camisa.
—No estoy enojada. Yo sólo… esto es un poco abrumador.
Shepley atrajo a América a su costado con un brazo.
—Acostúmbrate, __(Tn). Nick es impulsivo y va siempre con todo. No creo que esto se acabe hasta que consiga ponerte un anillo en el dedo.
Las cejas de América se dispararon primero hacia mí y luego hacia Shepley.
— ¿Qué? ¡Pero si acaban de empezar a salir!
—Creo… creo que necesito un trago —dije, caminando hacia la cocina.
Nick se echó a reír, mirándome a través de los gabinetes.
—Él estaba bromeando, Pidge.
— ¿Lo estaba? —Preguntó Shepley.
—Él no estaba hablando sobre un tiempo de corto plazo —dijo Nick. Se volteó hacia Shepley y se quejó—. Muchas gracias, imbécil.
—Tal vez ahora dejes de hablar de eso —Shepley sonrió.
Me serví un trago de whisky en un vaso y tiré mi cabeza hacia atrás, tomándolo todo de un trago. Mi rostro se comprimió mientras el líquido quemaba bajando por mi garganta.
Nick me rodeó gentilmente con sus brazos la cintura desde atrás.
—No te estoy proponiendo, Pidge. Son sólo tatuajes.
—Lo sé —dije asintiendo mientras me servía otro trago.
Nick me quitó la botella y le puso la tapa, metiéndola de nuevo en el gabinete. Cuando no me di la vuelta, él giró mis caderas para ponerme frente a él.
—De acuerdo. Tuve que habértelo mencionado antes, pero decidí comprar el sofá y luego una cosa llevó a la otra. Me emocioné.
—Esto es muy rápido para mí, Nick. Mencionaste lo de vivir juntos, te marcaste con mi nombre, me estás diciendo que me amas… todo esto es muy… rápido.
Nick frunció el ceño.
—Te estás alterando. Te dije que no te alteraras.
— ¡Es difícil no hacerlo! ¡Te enteraste sobre mi papá y todo lo que sentías antes se había ampliado!
— ¿Quién es tu papá? —Preguntó Shepley, claramente molesto por no saber nada. Cuando no le hice caso, suspiró—. ¿Quién es su papá? —Le preguntó a América.
América sacudió su cabeza con desdén.
La expresión de Nick cambió con disgusto.
—Mis sentimientos por ti no tienen nada que ver con tu papá.
—Vamos a ir a esta fiesta de parejas mañana. Se supone que es una gran cosa donde vamos a anunciar nuestra relación o algo, ¡Y ahora tú tienes mi nombre en tu brazo y este proverbio hablando de cómo nos pertenecemos! ¿Es loco, de acuerdo? ¡Estoy alterada!
Nick agarró mi rostro y plantó su boca en la mía, y luego me levantó del suelo, colocándome en el mostrador.
Su lengua pidió entrar en mi boca, y cuando le dejé, gimió.
Sus dedos excavaron en mis caderas, trayéndome más cerca.
—Eres tan jodidamente caliente cuando te enojas —dijo contra mis labios.
—Está bien —respiré—, estoy calmada.
Él sonrió, contento de que su plan de distracción haya funcionado.
—Todo sigue siendo lo mismo, Pidge. Seguimos siendo sólo tú y yo.
—Ustedes dos están locos —dijo Shepley, sacudiendo su cabeza. América golpeó juguetonamente su hombro.
—__(Tn) también compró algo para Nick hoy.
— ¡América! —le regañé.
— ¿Encontraste un vestido? —me preguntó sonriendo.
—Sí —envolví mis piernas y brazos alrededor suyo—. Mañana va a ser tu turno de enloquecer.
—Estoy esperando ansioso por eso —dijo, sacándome del mostrador. Saludé a América con la mano mientras Nick me llevaba por el pasillo.
El viernes después de clases, América y yo pasamos la tarde en el centro, arreglándonos y disfrutando. Nos hicimos la manicura y la pedicura, nos depilamos, bronceamos nuestra piel y nos arreglamos el cabello. Cuando volvimos al apartamento, cada espacio había sido cubierto por ramos de rosas. Rojas, rosadas, amarillas y blancas—parecía una florería.
— ¡Oh Dios mío! —Chilló América cuando entró por la puerta.
Shepley miró a su alrededor, luciendo orgulloso.
—Fuimos a comprar flores, pero ninguno de los dos pensó que un solo ramo sería suficiente.
Abracé a Nick.
—Ustedes son… son increíbles, chicos. Gracias.
El palmeó mi trasero.
—Treinta minutos para la fiesta, Pidge.
Los chicos se vistieron en la habitación de Nick mientras nosotras nos deslizábamos en nuestros vestidos en el cuarto de Shepley. Justo mientras me colocaba mis tacones plateados, alguien golpeó la puerta.
—Hora de irnos, señoritas —dijo Shepley.
América salió y Shepley silbó.
— ¿Dónde está ella? —Preguntó Nick.
—__(Tn) está teniendo algunos problemitas con sus zapatos. Saldrá en un segundo —América explicó.
— ¡El suspenso me está matando, Pigeon! —Gritó Nick.
Salí jugueteando con mi vestido mientras Nick se paraba enfrente de mí, inexpresivo.
América le pegó un codazo y el pestañeó.
—Santo cielo.
— ¿Estás listo para enloquecer? —Preguntó América.
—No estoy enloqueciendo, ella luce increíble —dijo Nick.
Sonreí y luego, lentamente, me di la vuelta para mostrarle la caída pronunciada de la tela en la parte trasera del vestido.
—Bien, ahora estoy enloqueciendo —dijo, acercándose a mí y haciéndome dar una vuelta.
— ¿No te gusta? —Le pregunté.
—Necesitas una cazadora —corrió al perchero y luego a toda prisa cubrió mis hombros con el abrigo.
—Ella no puede vestir eso toda la noche, Nick —se rió América.
—Te ves hermosa, __(Tn) —dijo Shepley como una disculpa por el comportamiento de Nick.
La expresión de Nick se veía dolida mientras hablaba.
—Te ves hermosa. Te ves increíble… pero no puedes vestir eso. Tu falda es… wow, tus piernas son… ¡tu falda es demasiado corta y es sólo la mitad de un vestido! ¡Ni siquiera cubre tu espalda!
No pude evitarlo, pero sonreí.
—Esa es la forma en que está hecho, Nick.
— ¿Ustedes dos viven para torturarse el uno al otro? —Shepley frunció el seño.
— ¿No tienes un vestido más largo? —Preguntó Nick.
Miré hacia abajo.
—En realidad es bastante modesto en el frente. Es solamente en la espalda donde muestra mucha piel.
—Pigeon —hizo una mueca con sus siguientes palabras—, no quiero que te enojes, pero no puedo llevarte a la casa de mi fraternidad luciendo así. Me voy a meter en una pelea en los primeros cinco minutos que estemos ahí, cariño.
Me incliné hacia arriba con las puntas de mis pies y besé sus labios.
—Tengo fe en ti.
—Esta noche va a apestar. —se quejó.
—Esta noche va a ser fantástica —dijo América, ofendida.
—Simplemente piensa en lo fácil que va a ser sacármelo más tarde —dije, besando su cuello.
—Ese es el problema. Todos lo demás chicos ahí estarán pensando la misma cosa.
—Pero tú serás el único que va a averiguarlo, —murmuré. Él no respondió así que me eché hacia atrás para evaluar su expresión.
— ¿De verdad quieres que me cambie?
Nick escaneó mi rostro, mi vestido, mis piernas y luego exhaló.
—No importa qué vistas, eres preciosa. Debería acostumbrarme a eso ahora, ¿verdad? —me encogí de hombros y él sacudió su cabeza—. Muy bien, ya es tarde. Vamos.
Me acurruqué junto a Nick en busca de su calor mientras caminábamos del coche a la casa Sigma Tau. El aire estaba lleno de humo, pero cálido. La música resonaba desde el sótano y Nick asentía con la cabeza al compás de ella. Todo el mundo volteó simultáneamente. No estaba segura si estaban mirando porque Nick estaba en una fiesta de parejas, porque llevaba pantalones de vestir, o por mi vestido, pero todos nos estaban mirando.
América se inclinó para susurrarme en el oído: —Estoy tan contenta de que estés aquí, __(Tn). Me siento como si hubiera despertado en una película de Molly Ringwald.
—Me alegro de poder ayudar —me quejé.
Nick y Shepley tomaron nuestros abrigos y luego nos guiaron a través de la sala a la cocina. Shepley tomó cuatro cervezas de la nevera y le dio una a América, y después a mí. Nos quedamos en la cocina, escuchando a los hermanos de fraternidad de Nick discutir su última pelea. Las hermanas de la fraternidad acompañándolos resultaron ser las mismas rubias tetonas que siguieron a Nick en la cafetería la primera vez que hablamos.
Lexie era fácil de reconocer. No podía olvidar el aspecto de su cara cuando Nick la empujó fuera de su regazo por insultar a América. Ella me miraba con curiosidad, estudiando cada una de mis palabras. Sabía que estaba curiosa del por qué Nick Jonas me encontró irresistible y me encontré a mí misma tratando de demostrárselo. Mantuve mis manos sobre las de Nick, añadiendo bromas inteligentes en los momentos precisos de la conversación, y bromeando con él sobre sus nuevos tatuajes.
—Amigo, ¿tienes el nombre de tu chica en tu muñeca? ¿Qué diablos te poseía para hacer eso? —dijo Brad.
Nick orgullosamente volteó su mano para revelar mi nombre.
—Estoy loco por ella, —dijo, mirando con ojos cálidos.
—Apenas la conoces. —se burló Lexie.
Él no quitó sus ojos de los míos. —Pasamos todo el tiempo juntos. La conozco. —Frunció el ceño—. Pensé que el tatuaje te había molestado. ¿Ahora estás presumiéndolo?
Me incliné para besar su mejilla y me encogí de hombros. —Cada vez me gusta más.
Shepley y América se dirigieron escaleras abajo y nosotros los seguimos, tomados de la mano. Los muebles habían sido empujados a lo largo de las paredes para así formar una improvisada pista de baile, y cuando bajábamos las escaleras, una canción lenta comenzó a tocar.
Sonreí y presioné mi mejilla contra su pecho. Él extendió su mano contra mi espalda, cálida y suave ante mi piel desnuda.
—Todo el mundo te está mirando en este vestido —dijo. Miré hacia arriba, esperando ver una expresión tensa, pero él estaba sonriendo—. Creo que es genial… estar con la chica que todo el mundo quiere.
Puse los ojos en blanco. —Ellos no me quieren. Sólo están curiosos por saber por qué tú me quieres. Y de todos modos, lo siento por cualquiera que piense que tiene una oportunidad. Estoy desesperadamente y completamente enamorada de ti.
Una mirada de dolor oscureció su rostro. — ¿Sabes por qué te quiero? No sabía que estaba perdido hasta que tú me encontraste. No sabía lo que era estar solo hasta la primera noche que pasé sin ti en mi cama. Tú eres lo único que he hecho bien. Tú eres lo que he estado esperando, Pigeon.
Me estiré para tomar su rostro entre mis manos y él envolvió sus brazos alrededor de mí, levantándome del suelo. Apreté mis labios contra los suyos, y él me besó con toda la emoción de lo que acaba de decir. Fue en ese momento que me di cuenta de por qué se había hecho el tatuaje, por qué me había elegido a mí y por qué yo era diferente. No era sólo yo, y no era sólo él, la excepción era que estábamos juntos.
Un ritmo más rápido vibró a través de los altavoces, y Nick me puso sobre mis pies. — ¿Todavía quieres bailar?
América y Shepley aparecieron junto a nosotros y yo levanté una ceja. —Sólo si piensas que me puedes seguir el ritmo.
Nick sonrió. —Pruébame.
Moví mis caderas contra las de él y pasé la mano por su camisa, desabrochando los primeros dos botones, Nick se echó a reír y sacudió la cabeza, y me di la vuelta, moviéndome contra él al ritmo de la música. Me agarró de las caderas y estiré mi mano, agarrando su trasero. Me incliné hacia adelante y él hundió los dedos en mi piel. Cuando me levanté, colocó sus labios en mi oído.
—Sigue así y nos vamos a ir temprano.
Me di la vuelta y sonreí, echando mis brazos alrededor de su cuello. Él se pegó a mí y saqué su camisa de sus pantalones, deslizando mis manos por su espalda, presionando mis dedos en sus fuertes músculos y tuve que sonreír al oír el ruido que él hizo cuando probé su cuello.
—Jesús, Pigeon, me estás matando, —dijo, agarrando el dobladillo de la falda, tirándola hacia arriba lo suficiente para acariciar mis muslos con sus dedos.
—Creo que sabemos lo que es la atracción sexual. —se burló Lexie detrás de nosotros.
América se dio la vuelta, dirigiéndose hacia Lexie en pie de guerra. Shepley la sostuvo justo a tiempo.
— ¡Dilo otra vez! —dijo América—. ¡Te reto, perra!
Lexie se escondió detrás de su novio, sorprendida por la amenaza de América.
—Será mejor que le pongas un bozal a tu cita, Brad —Nick advirtió.
Dos canciones más tarde, el cabello detrás de mi cuello estaba pesado y húmedo. Nick besó la piel justo debajo de mi oreja.
—Vamos, Pidge. Necesito un cigarrillo.
Él me llevó por las escaleras y luego agarró el abrigo antes de guiarme al segundo piso. Salimos al balcón para encontrar a Kevin y a su cita. Ella era más alta que yo, su corto y oscuro cabello estaba recogido hacia atrás con un solo broche. Me di cuenta de sus tacones de aguja puntiaguda de inmediato, con su pierna enganchada alrededor de la cadera de Kevin. Ella estaba con su espalda contra la pared de ladrillo, y cuando Kevin nos vio, él sacó su mano debajo de la falda de la chica.
—__(Tn). —dijo, sorprendido y sin aliento.
—Hola, Kevin, —le dije, reprimiendo una sonrisa.
—Cómo, eh… ¿cómo has estado?
Le sonreí cortésmente. —Genial, ¿Y tú?
—Uh —miró a su cita—, __(Tn) ésta es Amber. Amber… __(Tn).
— ¿__(Tn), ___(Tn)? —Preguntó.
Kevin dio una rápida inclinación de cabeza, incómodo. Amber me estrechó la mano con una mirada de disgusto en su rostro, y luego sus ojos viajaron a Nick como si acabase de encontrarse con el enemigo.
—Amber. —advirtió Kevin.
Nick se echó a reír una vez y luego abrió las puertas para dejarlos caminar. Kevin tomó la mano de Amber y entraron a la casa.
—Eso fue… extraño, —dije, sacudiendo la cabeza mientras crucé los brazos, apoyándome en la barandilla. Hacía fría y sólo había un puñado de parejas a fuera.
Nick era todo sonrisas. Ni siquiera Kevin podría estropear su estado de ánimo. —Al menos dejó de tratar de ganarte de vuelta.
—No creo que él haya estado tratando de tenerme de vuelta tanto como tratando de mantenerme lejos de ti.
Nick arrugó la nariz. —Llevó a casa a una sola chica una vez. Ahora se comporta como si hubiera hecho un hábito recoger y salvar a cada estudiante de primer año que he bolseado.
Le lancé una mirada irónica desde la esquina de mi ojo. — ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que detesto esa palabra?
—Lo siento —dijo, tirando de mí a su lado. Encendió su cigarrillo y aspiró profundamente. El humo que sopló era más espeso que de costumbre, mezclándose con el aire de invierno. Volteó su mano y lo miró su muñeca—. ¿Qué tan extraño es que este tatuaje no es sólo mi nuevo favorito, pero que también me hace sentir en paz al saber que está ahí?
—Muy extraño. —Nick levantó una ceja y me reí—. Estoy bromeando. No puedo decir que lo entiendo, pero es muy dulce… al estilo, Nick Jonas.
—Si se siente tan bien que esté en mi brazo, no puedo imaginar cómo se sentirá el poner un anillo en tu dedo.
—Nick…
—En cuatro años, o tal vez cinco. —agregó.
Tomé un respiro. —Tenemos que tomarnos las cosas con calma. Muy, muy en calma.
—No empieces esto, Pidge.
—Si seguimos a este ritmo, estaré descalza y embarazada antes de graduarme. No estoy lista para mudarme contigo, no estoy lista para un anillo, y definitivamente no estoy lista para sentar cabeza.
Nick tomó mis hombros y me dio vuelta para mirarlo de frente.
—Esto no es el ―creo que debemos ver a otras personas‖, ¿verdad? Porque no te voy a compartir. De ninguna jodida manera.
—No quiero ver a nadie más. —le dije, exasperada. Él se relajó y liberó mis hombros, agarrándose de la barandilla.
— ¿Qué estás diciendo, entonces? —Preguntó, mirando hacia el horizonte.
—Estoy diciendo que tenemos que llevar las cosas con calma. Eso es todo lo que estoy diciendo.
Él asintió con la cabeza, claramente infeliz. Toqué su brazo. —No te enfades.
—Parece que damos un paso adelante y dos pasos hacia atrás, Pidge. Cada vez que pienso que estamos en la misma página, levantas un muro. No lo entiendo… la mayoría de las chicas están acosando a sus novios para que se lo tomen en serio, para que hablen sobre sus sentimientos, para que den el siguiente paso…
— ¿Creo que ya habíamos establecido que yo no formo parte de la mayoría de las chicas?
Dejó caer su cabeza, frustrado. —Estoy cansado de adivinar. ¿Hasta dónde ves esto, __(Tn)?
Presioné mis labios contra su camisa. —Cuando pienso sobre mi futuro, tú estás en él.
Nick se relajó, tirando de mí hacia él. Los dos vimos las nubes de la noche desplazarse a través del cielo. Las luces de la escuela iluminaban el bloque oscuro, y los invitados a la fiesta envolvían sus brazos contra sus gruesas chaquetas, corriendo a la calidez del ladrillo y la casa de la fraternidad.
Vi la misma paz en los ojos de Nick de la que había sido testigo pocas veces, y me di cuenta que al igual que las otras noches, su expresión de felicidad era el resultado de mi reafirmación.
Yo había experimentado la inseguridad, de esos que vivían de un solo golpe de mala suerte, de hombres que tenían miedo de su propia sombra. Era fácil tener miedo del lado oscuro de Vegas, del lado que las luces de neón y brillo nunca parecían tocar. Pero Nick Jonas no tenía miedo de pelear, o de defender a alguien que le importaba, o mirar en los ojos una humillada y enfadada mujer. Él podía entrar en una habitación y mirar a alguien dos veces su tamaño, creyendo que nadie podía tocarlo—que él era invencible a todo lo que tratara de hacerlo caer.
Él no tenía miedo de nada. Hasta que me conoció.
Yo era la parte de su vida que era desconocida, la carta salvaje, la variable que no podía controlar. Independientemente de los momentos de paz que le había dado, en cada momento de cada día, la crisis que sentía sin mí se hacía diez veces peor en mi presencia. La ira que antes se apoderaba de él cada vez era más difícil para controlar. Ser la excepción ya no era un misterio, ya no era especial. Me había convertido en su debilidad.
Al igual que mi padre.
— ¡__(Tn)! ¡Ahí estás! ¡He estado buscándote por todas partes! —dijo América, corriendo a través de la puerta. Ella alzó su teléfono celular—. Acabo de hablar por teléfono con mi papá. Mick los llamó ayer por la noche.
— ¿Mick? —Mi rostro se contrajo en asco—. ¿Por qué los iba a llamar?
América levantó las cejas como si yo debiera saber la respuesta. —Tu madre seguía colgándole.
— ¿Qué quería? —dije, sintiéndome enferma.
Ella apretó los labios. —Saber dónde estás.
—No se lo dijeron, ¿verdad?
El rostro de América se crispó. —Él es tu padre, __(Tn). Mi padre sintió que él tenía derecho a saber.
—Él va a venir aquí —dije, sintiendo mis ojos quemar—. ¡Él va a venir aquí, Mare!
— ¡Lo sé! ¡Lo siento! —dijo ella, tratando de abrazarme. Me alejé de ella y me tapé la cara con las manos.
Un par de manos fuertes y familiares se posaron protectoramente sobre mis hombros. —No te hará daño, Pigeon, —dijo Nick—. No se lo permitiré.
—Él encontrará la manera. —dijo América, mirándome con pesadez en los ojos—. Siempre lo hace.
— ¡Tengo que salir de aquí! —Sujeté el abrigo que me rodeaba y tiré de la manija de las puertas francesas. Estaba demasiado molesta como para coordinar mis pasos. Mientras las lágrimas caían por mis mejillas, la mano de Nick cubrió la mía. Él presionó, ayudándome a abrir la puerta. Lo miré, consciente de la ridícula escena que estaba haciendo, esperando ver una expresión de confusión o desaprobación en su rostro, pero él me miraba con sólo comprensión.
Nick envolvió su brazo mí alrededor y bajamos a la planta baja, escaleras abajo y entre la multitud hacia la puerta. Los tres lucharon para seguirme el paso mientras yo zigzagueaba hasta el Charger.
La mano de América se aferró de mi abrigo, deteniéndome en seco.
—___(Tn) —susurró, señalando a un pequeño grupo de personas.
Estaban alrededor de un hombre mayor y desaliñado, quien señalaba frenéticamente hacia la casa, sosteniendo una fotografía. Las parejas asentían con la cabeza, discutiendo la foto uno al otro.
Me dirigí hacia al hombre y tomé la foto de su mano. — ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
La multitud se dispersó, entrando a la casa, y Shepley y América estaban a cada lado de mí. Nick sostenía mis hombros desde atrás.
Mick miró a mi vestido y chasqueó la lengua en desaprobación. —Bien, bien, Cookie. Puedes tomar a la chica de Las Vegas…
—Cierra la boca. Cállate, Mick. Sólo da la vuelta —señalé detrás de él—, y vuelve por donde viniste. No te quiero aquí.
—No puedo, Cookie. Necesito tu ayuda.
— ¿Qué hay de nuevo en eso? —Se burló América.
Mick entrecerró los ojos a América y luego me miró a mí. —Te ves increíblemente hermosa. Has crecido. No te hubiese reconocido en la calle.
Suspiré, impaciente ante su charla. — ¿Qué es lo que quieres?
Él levantó las manos y se encogió de hombros. —Creo que me he metido en un lío, nena. Tu viejo padre necesita un poco de dinero.
Cerré los ojos. — ¿Cuánto?
—Estaba haciendo relativamente bien, realmente lo estaba. Sólo tenía que pedir un granito de arena para salir adelante… y ya sabes.
—Lo sé —le espeté—. ¿Cuánto necesitas?
—Veinticinco.
—Mierda, Mick, ¿Dos mil quinientos? Si te largas en este mismo instante… Yo te los daré. —dijo Nick, sacando su cartera.
—Se refiere a veinticinco mil. —dije, mirando a mi padre.
Los ojos de Mick se dirigieron a Nick. — ¿Quién es este payaso?
La mirada de Nick se deslizó lejos de su cartera y sentí su peso en mi espalda luchando por contenerse. —Puedo ver, ahora, por qué un hombre como tú se ha reducido a pedirle a su hija por un préstamo.
Antes de que Mick pudiera hablar, saqué mi teléfono celular.
— ¿A quién le debes en esta ocasión, Mick?
Mick se rascó el pelo canoso. —Bueno, es una historia divertida, Cookie…
— ¿A quién? —Grité.
—Benny.
MI boca se abrió y di un paso atrás, hacia Nick.
— ¿Benny? ¿Le debes a Benny? ¿Qué demonios es…?—Respiré, no tenía sentido—. No tengo esa cantidad de dinero, Mick.
Él sonrió. —Algo me dice que sí.
— ¡Bien, no lo tengo! ¿Realmente lo has hecho, esta vez, no? ¡Sabía que no pararías hasta que terminaras muerto!
Se removió, la sonrisa de satisfacción desapareciendo de su rostro.
— ¿Cuánto tienes?
Apreté la mandíbula. —Once mil. Estaba ahorrando para un coche.
Los ojos de América se lanzaron a mi dirección. — ¿De dónde has sacado once mil dólares, __(Tn)?
—De las peleas de Nick. —dije, con los ojos clavados en Mick.
Nick tiró de mí para mirarme a los ojos. — ¿Has obtenido once mil de mis peleas? ¿Cuándo estabas apostando?
—Adam y yo tenemos un acuerdo. —dije, sin preocuparme ante la sorpresa de Nick.
Los ojos de Mick se animaron repentinamente. —Puedes duplicar eso en un fin de semana, Cookie. Puedes conseguirme los veinticinco para el domingo, y Benny no enviará a sus matones por mí.
Sentía la garganta seca. —Me dejará sin nada, Mick. Necesito pagar por la escuela.
—Oh, puedes conseguirlo de nuevo en muy poco tiempo. —dijo, agitando su mano con desdén.
— ¿Cuándo es la fecha límite? —Le pregunté.
—El lunes. A la medianoche. —dijo, sin complejos.
—No tienes que darle una jodida moneda de diez centavos, Pigeon —dijo Nick, tirando de mí brazo.
Mick me agarró de la muñeca. — ¡Es lo menos que puedes hacer! ¡No estaría en este lío si no fuera por ti!
América le dio una palmada en la mano y luego lo empujó.
— ¡No te atrevas a comenzar esa mierda de nuevo, Mick! ¡Ella no te obligó a pedirle dinero prestado a Benny!
Mick me miró con odio en sus ojos. —Si no fuera por ella, yo tendría mi propio dinero. Me arrebataste todo lo que era mío, __(Tn). ¡No tengo nada!
Pensaba que el tiempo y la distancia lejos de Mick disminuirían el dolor que conllevaba ser su hija, pero las lágrimas en mis ojos me decían lo contrario. —Voy a reunir el dinero de Benny para el domingo. Pero cuando lo haga, quiero me dejes en paz. No haré esto otra vez, Mick. A partir de ahora, estás por tu propia cuenta, ¿Me oyes? Mantente. Alejado.
Él apretó sus labios y luego asintió. —Como tú digas, Cookie.
Me di la vuelta y me dirigí hacia el coche, escuchando a América detrás de mí. —Hagan sus maletas, chicos. Nos vamos a Las Vegas.
El tatuaje de Nick "Pigeon" esta en cursiva
COMENTEN
DISFRUTEN CAP... :D
bye ;)
Capitulo 13: Casa Llena
Di vueltas alrededor, escrutando mi reflejo con una mirada escéptica. Era blanco y sin espalda, peligrosamente corto, y el corsé estaba sujeto por una cadena corta de pedrería que formaba como un collar alrededor de mi cuello.
— ¡Wow! ¡Nick se va a mear encima cuando te vea con eso! —dijo América.
Puse mis ojos en blanco.
— ¡Qué romántico!
—Vas a llevar ése. No te pruebes nada más, ése es el indicado —dijo, aplaudiendo con entusiasmo.
— ¿No crees que es demasiado corto? Mariah Carey muestra menos piel.
América sacudió su cabeza.
—Insisto.
Me di vuelta en el banquillo mientras América se probaba un vestido tras otro, más indecisa a la hora de elegir uno para sí misma. Al final se decidió por uno extremadamente corto, ajustado, de color piel, que dejaba uno de sus hombros desnudo. Nos dirigimos en su Honda al apartamento para encontrar el lugar del Charger vacío y a Toto solo. América sacó su celular y marcó, sonriendo cuando Shepley respondió.
— ¿A dónde fuiste, Bebé? —ella asintió y luego me miró—. ¿Por qué estaría molesta? ¿Qué tipo de sorpresa? —dijo cautelosa. Me miró de nuevo y luego entró al cuarto de Shepley, cerrando la puerta.
Froté las puntiagudas y negras orejas de Toto mientras América murmuraba en la habitación. Cuando salió, trató de esconder la sonrisa en su cara.
— ¿Qué están tramando ahora? —Pregunté.
—Están en camino a casa. Dejaré que Nick te diga —dijo, sonriendo de oreja a oreja.
—Oh Dios… ¿qué? —Pregunté.
—Acabo de decir que no puedo contarte. Es una sorpresa.
Yo jugueteé con mi pelo y me miraba las uñas, incapaz de estarme quieta mientras esperaba a Nick para que diera a conocer su última sorpresa.
Una fiesta de cumpleaños, un cachorro—no podía imaginar que podría ser lo siguiente.
El fuerte ruido del motor del Charger de Shepley anunció su llegada. Los chicos rieron mientras subían las escaleras.
—Están de buen humor —dije—, esa es una buena señal.
Shepley entró primero.
—Simplemente no quería que pensaras que había una razón por la cual él se hizo uno y yo no.
América se puso de pie para saludar a su novio, y echó sus brazos alrededor suyo.
—Eres tan tonto Shep. Como si fuera a enojarme por eso. Si quisiera un novio loco, saldría con Nick —dijo América sonriendo, mientras inclinaba su cabeza para darle un beso.
—No tiene nada que ver con la manera en la que me siento por ti —agregó Shepley.
Nick atravesó la puerta con un vendaje cuadrado de gasa en su muñeca. Me sonrió y luego se derrumbó en el sofá, descansando su cabeza en mi regazo.
No podía apartar la mirada del vendaje.
—De acuerdo… ¿qué hiciste?
Nick sonrió y tiró de mí hacia abajo para besarlo. Podía sentir el nerviosismo irradiando de él. Por fuera estaba sonriendo, pero tuve la clara sensación de que él no estaba seguro de cómo iba a reaccionar ante lo que había hecho.
—Hice un par de cosas hoy.
— ¿Cómo qué? —Pregunté suspicaz.
Nick rió.
—Tranquilízate, Nick. No es nada malo.
— ¿Qué le pasó a tu muñeca? —Dije tirando de su mano por los dedos.
Un estruendoso motor diesel se detuvo fuera y Nick saltó del sofá para abrir la puerta.
— ¡Ya era hora! ¡He estado en casa por lo menos desde hace cinco minutos! —dijo con una sonrisa.
Un hombre entró del revés, cargando un sofá gris cubierto con plástico, seguido por otro hombre que traía la parte trasera del mismo. Shepley y Nick movieron el sofá, conmigo y Toto todavía encima, hacia adelante, y entonces los hombres pusieron el nuevo sofá en el lugar del otro. Nick sacó el plástico y luego me levantó en sus brazos, colocándome en los blandos almohadones.
— ¿Tienen uno nuevo? —Pregunté, sonriendo de oreja a oreja.
—Sí, y un par de otras cosas también. Gracias chicos —dijo mientras los hombres de la mudanza levantaban el viejo sofá y se iban de la misma manera en que vinieron.
—Ahí van un montón de recuerdos —sonreí.
—Ninguno que yo quisiera conservar, —él se sentó a mi lado y suspiró, mirándome por un momento antes de quitar la cinta que sostenía la gasa en su brazo—. No te alteres.
Mi mente empezó a correr, pensando en qué podría haber debajo de la venda. Imaginé una quemadura, o puntos o algo igual de espantoso.
Él tiró del vendaje y me quedé sin aliento al sólo ver las simples letras en negro tatuadas a través de la parte inferior de su muñeca, la piel a su alrededor estaba roja y brillante por el antibiótico que él había untado encima. Sacudí mi cabeza con incredulidad al leer la palabra.
“Pigeon”
— ¿Te gusta? —Preguntó.
— ¿Tienes mi nombre tatuado en tu muñeca? —Dije las palabras, pero no sonaba como mi voz. Mi mente se extendía en todas las direcciones, pero incluso así, me las arreglé para hablar con un tono calmado.
—Sí —dijo, besando mi mejilla mientras yo miraba con incredulidad la tinta permanente en su piel.
—Traté de hacerle entrar en razón __(Tn). Él no ha hecho nada loco por un tiempo. Creo que estaba teniendo síntomas de la abstinencia —dijo Shepley sacudiendo su cabeza.
— ¿Qué te parece? —Preguntó Nick.
—Deberías haberle consultado antes, Nick —dijo América, sacudiendo la cabeza y cubriendo su boca con sus dedos.
— ¿Preguntarle qué? ¿Si podía hacerme un tatuaje? —Frunció el ceño, volviéndose hacia mí—. Te amo. Quiero que todos sepan que soy tuyo.
Me moví nerviosamente.
—Eso es permanente Nick.
—Al igual que nosotros —dijo, tocando mi mejilla.
—Muéstrale el resto, —dijo Shepley.
— ¿El resto? —Dije bajando la mirada hacia su otra muñeca.
Nick se levantó, tirando hacia arriba de su camisa. Sus impresionantes abdominales se estiraban y se contraían con el movimiento. Nick se volteó, y en su costado había otro tatuaje fresco extendido a lo largo de sus costillas.
— ¿Qué es eso? —Pregunté, mirando de soslayo los símbolos verticales.
—Es hebreo —Nick sonrió.
— ¿Qué significa?
—Dice, ―Pertenezco a mi amada, y mi amada me pertenece‖.
Mis ojos se encontraron con los suyos.
— ¿No estabas contento con un tatuaje, así que te hiciste dos?
—Es algo que siempre dije que me iba a hacer cuando conociera a La Indicada. Te conocí… así que fui y me hice los tatuajes, —su sonrisa se desvaneció cuando vio mi expresión—. ¿Estás enojada, no? —dijo tirando hacia abajo su camisa.
—No estoy enojada. Yo sólo… esto es un poco abrumador.
Shepley atrajo a América a su costado con un brazo.
—Acostúmbrate, __(Tn). Nick es impulsivo y va siempre con todo. No creo que esto se acabe hasta que consiga ponerte un anillo en el dedo.
Las cejas de América se dispararon primero hacia mí y luego hacia Shepley.
— ¿Qué? ¡Pero si acaban de empezar a salir!
—Creo… creo que necesito un trago —dije, caminando hacia la cocina.
Nick se echó a reír, mirándome a través de los gabinetes.
—Él estaba bromeando, Pidge.
— ¿Lo estaba? —Preguntó Shepley.
—Él no estaba hablando sobre un tiempo de corto plazo —dijo Nick. Se volteó hacia Shepley y se quejó—. Muchas gracias, imbécil.
—Tal vez ahora dejes de hablar de eso —Shepley sonrió.
Me serví un trago de whisky en un vaso y tiré mi cabeza hacia atrás, tomándolo todo de un trago. Mi rostro se comprimió mientras el líquido quemaba bajando por mi garganta.
Nick me rodeó gentilmente con sus brazos la cintura desde atrás.
—No te estoy proponiendo, Pidge. Son sólo tatuajes.
—Lo sé —dije asintiendo mientras me servía otro trago.
Nick me quitó la botella y le puso la tapa, metiéndola de nuevo en el gabinete. Cuando no me di la vuelta, él giró mis caderas para ponerme frente a él.
—De acuerdo. Tuve que habértelo mencionado antes, pero decidí comprar el sofá y luego una cosa llevó a la otra. Me emocioné.
—Esto es muy rápido para mí, Nick. Mencionaste lo de vivir juntos, te marcaste con mi nombre, me estás diciendo que me amas… todo esto es muy… rápido.
Nick frunció el ceño.
—Te estás alterando. Te dije que no te alteraras.
— ¡Es difícil no hacerlo! ¡Te enteraste sobre mi papá y todo lo que sentías antes se había ampliado!
— ¿Quién es tu papá? —Preguntó Shepley, claramente molesto por no saber nada. Cuando no le hice caso, suspiró—. ¿Quién es su papá? —Le preguntó a América.
América sacudió su cabeza con desdén.
La expresión de Nick cambió con disgusto.
—Mis sentimientos por ti no tienen nada que ver con tu papá.
—Vamos a ir a esta fiesta de parejas mañana. Se supone que es una gran cosa donde vamos a anunciar nuestra relación o algo, ¡Y ahora tú tienes mi nombre en tu brazo y este proverbio hablando de cómo nos pertenecemos! ¿Es loco, de acuerdo? ¡Estoy alterada!
Nick agarró mi rostro y plantó su boca en la mía, y luego me levantó del suelo, colocándome en el mostrador.
Su lengua pidió entrar en mi boca, y cuando le dejé, gimió.
Sus dedos excavaron en mis caderas, trayéndome más cerca.
—Eres tan jodidamente caliente cuando te enojas —dijo contra mis labios.
—Está bien —respiré—, estoy calmada.
Él sonrió, contento de que su plan de distracción haya funcionado.
—Todo sigue siendo lo mismo, Pidge. Seguimos siendo sólo tú y yo.
—Ustedes dos están locos —dijo Shepley, sacudiendo su cabeza. América golpeó juguetonamente su hombro.
—__(Tn) también compró algo para Nick hoy.
— ¡América! —le regañé.
— ¿Encontraste un vestido? —me preguntó sonriendo.
—Sí —envolví mis piernas y brazos alrededor suyo—. Mañana va a ser tu turno de enloquecer.
—Estoy esperando ansioso por eso —dijo, sacándome del mostrador. Saludé a América con la mano mientras Nick me llevaba por el pasillo.
El viernes después de clases, América y yo pasamos la tarde en el centro, arreglándonos y disfrutando. Nos hicimos la manicura y la pedicura, nos depilamos, bronceamos nuestra piel y nos arreglamos el cabello. Cuando volvimos al apartamento, cada espacio había sido cubierto por ramos de rosas. Rojas, rosadas, amarillas y blancas—parecía una florería.
— ¡Oh Dios mío! —Chilló América cuando entró por la puerta.
Shepley miró a su alrededor, luciendo orgulloso.
—Fuimos a comprar flores, pero ninguno de los dos pensó que un solo ramo sería suficiente.
Abracé a Nick.
—Ustedes son… son increíbles, chicos. Gracias.
El palmeó mi trasero.
—Treinta minutos para la fiesta, Pidge.
Los chicos se vistieron en la habitación de Nick mientras nosotras nos deslizábamos en nuestros vestidos en el cuarto de Shepley. Justo mientras me colocaba mis tacones plateados, alguien golpeó la puerta.
—Hora de irnos, señoritas —dijo Shepley.
América salió y Shepley silbó.
— ¿Dónde está ella? —Preguntó Nick.
—__(Tn) está teniendo algunos problemitas con sus zapatos. Saldrá en un segundo —América explicó.
— ¡El suspenso me está matando, Pigeon! —Gritó Nick.
Salí jugueteando con mi vestido mientras Nick se paraba enfrente de mí, inexpresivo.
América le pegó un codazo y el pestañeó.
—Santo cielo.
— ¿Estás listo para enloquecer? —Preguntó América.
—No estoy enloqueciendo, ella luce increíble —dijo Nick.
Sonreí y luego, lentamente, me di la vuelta para mostrarle la caída pronunciada de la tela en la parte trasera del vestido.
—Bien, ahora estoy enloqueciendo —dijo, acercándose a mí y haciéndome dar una vuelta.
— ¿No te gusta? —Le pregunté.
—Necesitas una cazadora —corrió al perchero y luego a toda prisa cubrió mis hombros con el abrigo.
—Ella no puede vestir eso toda la noche, Nick —se rió América.
—Te ves hermosa, __(Tn) —dijo Shepley como una disculpa por el comportamiento de Nick.
La expresión de Nick se veía dolida mientras hablaba.
—Te ves hermosa. Te ves increíble… pero no puedes vestir eso. Tu falda es… wow, tus piernas son… ¡tu falda es demasiado corta y es sólo la mitad de un vestido! ¡Ni siquiera cubre tu espalda!
No pude evitarlo, pero sonreí.
—Esa es la forma en que está hecho, Nick.
— ¿Ustedes dos viven para torturarse el uno al otro? —Shepley frunció el seño.
— ¿No tienes un vestido más largo? —Preguntó Nick.
Miré hacia abajo.
—En realidad es bastante modesto en el frente. Es solamente en la espalda donde muestra mucha piel.
—Pigeon —hizo una mueca con sus siguientes palabras—, no quiero que te enojes, pero no puedo llevarte a la casa de mi fraternidad luciendo así. Me voy a meter en una pelea en los primeros cinco minutos que estemos ahí, cariño.
Me incliné hacia arriba con las puntas de mis pies y besé sus labios.
—Tengo fe en ti.
—Esta noche va a apestar. —se quejó.
—Esta noche va a ser fantástica —dijo América, ofendida.
—Simplemente piensa en lo fácil que va a ser sacármelo más tarde —dije, besando su cuello.
—Ese es el problema. Todos lo demás chicos ahí estarán pensando la misma cosa.
—Pero tú serás el único que va a averiguarlo, —murmuré. Él no respondió así que me eché hacia atrás para evaluar su expresión.
— ¿De verdad quieres que me cambie?
Nick escaneó mi rostro, mi vestido, mis piernas y luego exhaló.
—No importa qué vistas, eres preciosa. Debería acostumbrarme a eso ahora, ¿verdad? —me encogí de hombros y él sacudió su cabeza—. Muy bien, ya es tarde. Vamos.
Me acurruqué junto a Nick en busca de su calor mientras caminábamos del coche a la casa Sigma Tau. El aire estaba lleno de humo, pero cálido. La música resonaba desde el sótano y Nick asentía con la cabeza al compás de ella. Todo el mundo volteó simultáneamente. No estaba segura si estaban mirando porque Nick estaba en una fiesta de parejas, porque llevaba pantalones de vestir, o por mi vestido, pero todos nos estaban mirando.
América se inclinó para susurrarme en el oído: —Estoy tan contenta de que estés aquí, __(Tn). Me siento como si hubiera despertado en una película de Molly Ringwald.
—Me alegro de poder ayudar —me quejé.
Nick y Shepley tomaron nuestros abrigos y luego nos guiaron a través de la sala a la cocina. Shepley tomó cuatro cervezas de la nevera y le dio una a América, y después a mí. Nos quedamos en la cocina, escuchando a los hermanos de fraternidad de Nick discutir su última pelea. Las hermanas de la fraternidad acompañándolos resultaron ser las mismas rubias tetonas que siguieron a Nick en la cafetería la primera vez que hablamos.
Lexie era fácil de reconocer. No podía olvidar el aspecto de su cara cuando Nick la empujó fuera de su regazo por insultar a América. Ella me miraba con curiosidad, estudiando cada una de mis palabras. Sabía que estaba curiosa del por qué Nick Jonas me encontró irresistible y me encontré a mí misma tratando de demostrárselo. Mantuve mis manos sobre las de Nick, añadiendo bromas inteligentes en los momentos precisos de la conversación, y bromeando con él sobre sus nuevos tatuajes.
—Amigo, ¿tienes el nombre de tu chica en tu muñeca? ¿Qué diablos te poseía para hacer eso? —dijo Brad.
Nick orgullosamente volteó su mano para revelar mi nombre.
—Estoy loco por ella, —dijo, mirando con ojos cálidos.
—Apenas la conoces. —se burló Lexie.
Él no quitó sus ojos de los míos. —Pasamos todo el tiempo juntos. La conozco. —Frunció el ceño—. Pensé que el tatuaje te había molestado. ¿Ahora estás presumiéndolo?
Me incliné para besar su mejilla y me encogí de hombros. —Cada vez me gusta más.
Shepley y América se dirigieron escaleras abajo y nosotros los seguimos, tomados de la mano. Los muebles habían sido empujados a lo largo de las paredes para así formar una improvisada pista de baile, y cuando bajábamos las escaleras, una canción lenta comenzó a tocar.
Sonreí y presioné mi mejilla contra su pecho. Él extendió su mano contra mi espalda, cálida y suave ante mi piel desnuda.
—Todo el mundo te está mirando en este vestido —dijo. Miré hacia arriba, esperando ver una expresión tensa, pero él estaba sonriendo—. Creo que es genial… estar con la chica que todo el mundo quiere.
Puse los ojos en blanco. —Ellos no me quieren. Sólo están curiosos por saber por qué tú me quieres. Y de todos modos, lo siento por cualquiera que piense que tiene una oportunidad. Estoy desesperadamente y completamente enamorada de ti.
Una mirada de dolor oscureció su rostro. — ¿Sabes por qué te quiero? No sabía que estaba perdido hasta que tú me encontraste. No sabía lo que era estar solo hasta la primera noche que pasé sin ti en mi cama. Tú eres lo único que he hecho bien. Tú eres lo que he estado esperando, Pigeon.
Me estiré para tomar su rostro entre mis manos y él envolvió sus brazos alrededor de mí, levantándome del suelo. Apreté mis labios contra los suyos, y él me besó con toda la emoción de lo que acaba de decir. Fue en ese momento que me di cuenta de por qué se había hecho el tatuaje, por qué me había elegido a mí y por qué yo era diferente. No era sólo yo, y no era sólo él, la excepción era que estábamos juntos.
Un ritmo más rápido vibró a través de los altavoces, y Nick me puso sobre mis pies. — ¿Todavía quieres bailar?
América y Shepley aparecieron junto a nosotros y yo levanté una ceja. —Sólo si piensas que me puedes seguir el ritmo.
Nick sonrió. —Pruébame.
Moví mis caderas contra las de él y pasé la mano por su camisa, desabrochando los primeros dos botones, Nick se echó a reír y sacudió la cabeza, y me di la vuelta, moviéndome contra él al ritmo de la música. Me agarró de las caderas y estiré mi mano, agarrando su trasero. Me incliné hacia adelante y él hundió los dedos en mi piel. Cuando me levanté, colocó sus labios en mi oído.
—Sigue así y nos vamos a ir temprano.
Me di la vuelta y sonreí, echando mis brazos alrededor de su cuello. Él se pegó a mí y saqué su camisa de sus pantalones, deslizando mis manos por su espalda, presionando mis dedos en sus fuertes músculos y tuve que sonreír al oír el ruido que él hizo cuando probé su cuello.
—Jesús, Pigeon, me estás matando, —dijo, agarrando el dobladillo de la falda, tirándola hacia arriba lo suficiente para acariciar mis muslos con sus dedos.
—Creo que sabemos lo que es la atracción sexual. —se burló Lexie detrás de nosotros.
América se dio la vuelta, dirigiéndose hacia Lexie en pie de guerra. Shepley la sostuvo justo a tiempo.
— ¡Dilo otra vez! —dijo América—. ¡Te reto, perra!
Lexie se escondió detrás de su novio, sorprendida por la amenaza de América.
—Será mejor que le pongas un bozal a tu cita, Brad —Nick advirtió.
Dos canciones más tarde, el cabello detrás de mi cuello estaba pesado y húmedo. Nick besó la piel justo debajo de mi oreja.
—Vamos, Pidge. Necesito un cigarrillo.
Él me llevó por las escaleras y luego agarró el abrigo antes de guiarme al segundo piso. Salimos al balcón para encontrar a Kevin y a su cita. Ella era más alta que yo, su corto y oscuro cabello estaba recogido hacia atrás con un solo broche. Me di cuenta de sus tacones de aguja puntiaguda de inmediato, con su pierna enganchada alrededor de la cadera de Kevin. Ella estaba con su espalda contra la pared de ladrillo, y cuando Kevin nos vio, él sacó su mano debajo de la falda de la chica.
—__(Tn). —dijo, sorprendido y sin aliento.
—Hola, Kevin, —le dije, reprimiendo una sonrisa.
—Cómo, eh… ¿cómo has estado?
Le sonreí cortésmente. —Genial, ¿Y tú?
—Uh —miró a su cita—, __(Tn) ésta es Amber. Amber… __(Tn).
— ¿__(Tn), ___(Tn)? —Preguntó.
Kevin dio una rápida inclinación de cabeza, incómodo. Amber me estrechó la mano con una mirada de disgusto en su rostro, y luego sus ojos viajaron a Nick como si acabase de encontrarse con el enemigo.
—Amber. —advirtió Kevin.
Nick se echó a reír una vez y luego abrió las puertas para dejarlos caminar. Kevin tomó la mano de Amber y entraron a la casa.
—Eso fue… extraño, —dije, sacudiendo la cabeza mientras crucé los brazos, apoyándome en la barandilla. Hacía fría y sólo había un puñado de parejas a fuera.
Nick era todo sonrisas. Ni siquiera Kevin podría estropear su estado de ánimo. —Al menos dejó de tratar de ganarte de vuelta.
—No creo que él haya estado tratando de tenerme de vuelta tanto como tratando de mantenerme lejos de ti.
Nick arrugó la nariz. —Llevó a casa a una sola chica una vez. Ahora se comporta como si hubiera hecho un hábito recoger y salvar a cada estudiante de primer año que he bolseado.
Le lancé una mirada irónica desde la esquina de mi ojo. — ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que detesto esa palabra?
—Lo siento —dijo, tirando de mí a su lado. Encendió su cigarrillo y aspiró profundamente. El humo que sopló era más espeso que de costumbre, mezclándose con el aire de invierno. Volteó su mano y lo miró su muñeca—. ¿Qué tan extraño es que este tatuaje no es sólo mi nuevo favorito, pero que también me hace sentir en paz al saber que está ahí?
—Muy extraño. —Nick levantó una ceja y me reí—. Estoy bromeando. No puedo decir que lo entiendo, pero es muy dulce… al estilo, Nick Jonas.
—Si se siente tan bien que esté en mi brazo, no puedo imaginar cómo se sentirá el poner un anillo en tu dedo.
—Nick…
—En cuatro años, o tal vez cinco. —agregó.
Tomé un respiro. —Tenemos que tomarnos las cosas con calma. Muy, muy en calma.
—No empieces esto, Pidge.
—Si seguimos a este ritmo, estaré descalza y embarazada antes de graduarme. No estoy lista para mudarme contigo, no estoy lista para un anillo, y definitivamente no estoy lista para sentar cabeza.
Nick tomó mis hombros y me dio vuelta para mirarlo de frente.
—Esto no es el ―creo que debemos ver a otras personas‖, ¿verdad? Porque no te voy a compartir. De ninguna jodida manera.
—No quiero ver a nadie más. —le dije, exasperada. Él se relajó y liberó mis hombros, agarrándose de la barandilla.
— ¿Qué estás diciendo, entonces? —Preguntó, mirando hacia el horizonte.
—Estoy diciendo que tenemos que llevar las cosas con calma. Eso es todo lo que estoy diciendo.
Él asintió con la cabeza, claramente infeliz. Toqué su brazo. —No te enfades.
—Parece que damos un paso adelante y dos pasos hacia atrás, Pidge. Cada vez que pienso que estamos en la misma página, levantas un muro. No lo entiendo… la mayoría de las chicas están acosando a sus novios para que se lo tomen en serio, para que hablen sobre sus sentimientos, para que den el siguiente paso…
— ¿Creo que ya habíamos establecido que yo no formo parte de la mayoría de las chicas?
Dejó caer su cabeza, frustrado. —Estoy cansado de adivinar. ¿Hasta dónde ves esto, __(Tn)?
Presioné mis labios contra su camisa. —Cuando pienso sobre mi futuro, tú estás en él.
Nick se relajó, tirando de mí hacia él. Los dos vimos las nubes de la noche desplazarse a través del cielo. Las luces de la escuela iluminaban el bloque oscuro, y los invitados a la fiesta envolvían sus brazos contra sus gruesas chaquetas, corriendo a la calidez del ladrillo y la casa de la fraternidad.
Vi la misma paz en los ojos de Nick de la que había sido testigo pocas veces, y me di cuenta que al igual que las otras noches, su expresión de felicidad era el resultado de mi reafirmación.
Yo había experimentado la inseguridad, de esos que vivían de un solo golpe de mala suerte, de hombres que tenían miedo de su propia sombra. Era fácil tener miedo del lado oscuro de Vegas, del lado que las luces de neón y brillo nunca parecían tocar. Pero Nick Jonas no tenía miedo de pelear, o de defender a alguien que le importaba, o mirar en los ojos una humillada y enfadada mujer. Él podía entrar en una habitación y mirar a alguien dos veces su tamaño, creyendo que nadie podía tocarlo—que él era invencible a todo lo que tratara de hacerlo caer.
Él no tenía miedo de nada. Hasta que me conoció.
Yo era la parte de su vida que era desconocida, la carta salvaje, la variable que no podía controlar. Independientemente de los momentos de paz que le había dado, en cada momento de cada día, la crisis que sentía sin mí se hacía diez veces peor en mi presencia. La ira que antes se apoderaba de él cada vez era más difícil para controlar. Ser la excepción ya no era un misterio, ya no era especial. Me había convertido en su debilidad.
Al igual que mi padre.
— ¡__(Tn)! ¡Ahí estás! ¡He estado buscándote por todas partes! —dijo América, corriendo a través de la puerta. Ella alzó su teléfono celular—. Acabo de hablar por teléfono con mi papá. Mick los llamó ayer por la noche.
— ¿Mick? —Mi rostro se contrajo en asco—. ¿Por qué los iba a llamar?
América levantó las cejas como si yo debiera saber la respuesta. —Tu madre seguía colgándole.
— ¿Qué quería? —dije, sintiéndome enferma.
Ella apretó los labios. —Saber dónde estás.
—No se lo dijeron, ¿verdad?
El rostro de América se crispó. —Él es tu padre, __(Tn). Mi padre sintió que él tenía derecho a saber.
—Él va a venir aquí —dije, sintiendo mis ojos quemar—. ¡Él va a venir aquí, Mare!
— ¡Lo sé! ¡Lo siento! —dijo ella, tratando de abrazarme. Me alejé de ella y me tapé la cara con las manos.
Un par de manos fuertes y familiares se posaron protectoramente sobre mis hombros. —No te hará daño, Pigeon, —dijo Nick—. No se lo permitiré.
—Él encontrará la manera. —dijo América, mirándome con pesadez en los ojos—. Siempre lo hace.
— ¡Tengo que salir de aquí! —Sujeté el abrigo que me rodeaba y tiré de la manija de las puertas francesas. Estaba demasiado molesta como para coordinar mis pasos. Mientras las lágrimas caían por mis mejillas, la mano de Nick cubrió la mía. Él presionó, ayudándome a abrir la puerta. Lo miré, consciente de la ridícula escena que estaba haciendo, esperando ver una expresión de confusión o desaprobación en su rostro, pero él me miraba con sólo comprensión.
Nick envolvió su brazo mí alrededor y bajamos a la planta baja, escaleras abajo y entre la multitud hacia la puerta. Los tres lucharon para seguirme el paso mientras yo zigzagueaba hasta el Charger.
La mano de América se aferró de mi abrigo, deteniéndome en seco.
—___(Tn) —susurró, señalando a un pequeño grupo de personas.
Estaban alrededor de un hombre mayor y desaliñado, quien señalaba frenéticamente hacia la casa, sosteniendo una fotografía. Las parejas asentían con la cabeza, discutiendo la foto uno al otro.
Me dirigí hacia al hombre y tomé la foto de su mano. — ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
La multitud se dispersó, entrando a la casa, y Shepley y América estaban a cada lado de mí. Nick sostenía mis hombros desde atrás.
Mick miró a mi vestido y chasqueó la lengua en desaprobación. —Bien, bien, Cookie. Puedes tomar a la chica de Las Vegas…
—Cierra la boca. Cállate, Mick. Sólo da la vuelta —señalé detrás de él—, y vuelve por donde viniste. No te quiero aquí.
—No puedo, Cookie. Necesito tu ayuda.
— ¿Qué hay de nuevo en eso? —Se burló América.
Mick entrecerró los ojos a América y luego me miró a mí. —Te ves increíblemente hermosa. Has crecido. No te hubiese reconocido en la calle.
Suspiré, impaciente ante su charla. — ¿Qué es lo que quieres?
Él levantó las manos y se encogió de hombros. —Creo que me he metido en un lío, nena. Tu viejo padre necesita un poco de dinero.
Cerré los ojos. — ¿Cuánto?
—Estaba haciendo relativamente bien, realmente lo estaba. Sólo tenía que pedir un granito de arena para salir adelante… y ya sabes.
—Lo sé —le espeté—. ¿Cuánto necesitas?
—Veinticinco.
—Mierda, Mick, ¿Dos mil quinientos? Si te largas en este mismo instante… Yo te los daré. —dijo Nick, sacando su cartera.
—Se refiere a veinticinco mil. —dije, mirando a mi padre.
Los ojos de Mick se dirigieron a Nick. — ¿Quién es este payaso?
La mirada de Nick se deslizó lejos de su cartera y sentí su peso en mi espalda luchando por contenerse. —Puedo ver, ahora, por qué un hombre como tú se ha reducido a pedirle a su hija por un préstamo.
Antes de que Mick pudiera hablar, saqué mi teléfono celular.
— ¿A quién le debes en esta ocasión, Mick?
Mick se rascó el pelo canoso. —Bueno, es una historia divertida, Cookie…
— ¿A quién? —Grité.
—Benny.
MI boca se abrió y di un paso atrás, hacia Nick.
— ¿Benny? ¿Le debes a Benny? ¿Qué demonios es…?—Respiré, no tenía sentido—. No tengo esa cantidad de dinero, Mick.
Él sonrió. —Algo me dice que sí.
— ¡Bien, no lo tengo! ¿Realmente lo has hecho, esta vez, no? ¡Sabía que no pararías hasta que terminaras muerto!
Se removió, la sonrisa de satisfacción desapareciendo de su rostro.
— ¿Cuánto tienes?
Apreté la mandíbula. —Once mil. Estaba ahorrando para un coche.
Los ojos de América se lanzaron a mi dirección. — ¿De dónde has sacado once mil dólares, __(Tn)?
—De las peleas de Nick. —dije, con los ojos clavados en Mick.
Nick tiró de mí para mirarme a los ojos. — ¿Has obtenido once mil de mis peleas? ¿Cuándo estabas apostando?
—Adam y yo tenemos un acuerdo. —dije, sin preocuparme ante la sorpresa de Nick.
Los ojos de Mick se animaron repentinamente. —Puedes duplicar eso en un fin de semana, Cookie. Puedes conseguirme los veinticinco para el domingo, y Benny no enviará a sus matones por mí.
Sentía la garganta seca. —Me dejará sin nada, Mick. Necesito pagar por la escuela.
—Oh, puedes conseguirlo de nuevo en muy poco tiempo. —dijo, agitando su mano con desdén.
— ¿Cuándo es la fecha límite? —Le pregunté.
—El lunes. A la medianoche. —dijo, sin complejos.
—No tienes que darle una jodida moneda de diez centavos, Pigeon —dijo Nick, tirando de mí brazo.
Mick me agarró de la muñeca. — ¡Es lo menos que puedes hacer! ¡No estaría en este lío si no fuera por ti!
América le dio una palmada en la mano y luego lo empujó.
— ¡No te atrevas a comenzar esa mierda de nuevo, Mick! ¡Ella no te obligó a pedirle dinero prestado a Benny!
Mick me miró con odio en sus ojos. —Si no fuera por ella, yo tendría mi propio dinero. Me arrebataste todo lo que era mío, __(Tn). ¡No tengo nada!
Pensaba que el tiempo y la distancia lejos de Mick disminuirían el dolor que conllevaba ser su hija, pero las lágrimas en mis ojos me decían lo contrario. —Voy a reunir el dinero de Benny para el domingo. Pero cuando lo haga, quiero me dejes en paz. No haré esto otra vez, Mick. A partir de ahora, estás por tu propia cuenta, ¿Me oyes? Mantente. Alejado.
Él apretó sus labios y luego asintió. —Como tú digas, Cookie.
Me di la vuelta y me dirigí hacia el coche, escuchando a América detrás de mí. —Hagan sus maletas, chicos. Nos vamos a Las Vegas.
El tatuaje de Nick "Pigeon" esta en cursiva
COMENTEN
DISFRUTEN CAP... :D
bye ;)
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
ooooooooooooooooooooooooooooohhhh!!!!!
ESE NIICCKK ES MUUYY MPULSIIVOOOO!!!!!!!!
QUE PASARAAAAA EN LAS VEGAAAAASSS?????
AAAII SIGUELA PORFIISS
ESE NIICCKK ES MUUYY MPULSIIVOOOO!!!!!!!!
QUE PASARAAAAA EN LAS VEGAAAAASSS?????
AAAII SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Hola!!
como andan?
me acaban de llegar las notificaciones de sus comentarios y eh pensando en un maraton de 2 capitulos...ENTEROS
Quieren maraton?? :)
como andan?
me acaban de llegar las notificaciones de sus comentarios y eh pensando en un maraton de 2 capitulos...ENTEROS
Quieren maraton?? :)
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster
Capitulo 14: Corta estancia en el pecado
Maraton 1/2
Nick dejó nuestras maletas y miró alrededor de la habitación. —Esto es lindo, ¿verdad?
Lo fulminé con la mirada y él enarcó su ceja. — ¿Qué?
Empecé a desempacar mi maleta y sacudí mi cabeza. Diferentes estrategias y la falta de tiempo llenaron mi cabeza. —Estas no son vacaciones, Nick. No deberías estar aquí.
Al momento siguiente él estaba detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura. —Yo voy a donde tú vayas.
Ladeé mi cabeza en contra de su pecho y suspiré. —Tengo que ir a la planta baja. Tú puedes quedarte aquí si quieres o echarle un vistazo al show. Te veré más tarde ¿De acuerdo?
—Iré contigo.
—No te quiero allí, Nick . —Una expresión de dolor cruzó su rostro, toqué su brazo—. Si voy a ganar catorce mil dólares en un fin de semana necesito estar concentrada al máximo. No me gusta quién voy a ser en esas mesas, y no quiero que tú lo veas, ¿Vale?
Él retiró mi cabello fuera de mis ojos y besó mi mejilla. —De acuerdo, Pidge.
Nick saludó a América mientras dejaba la habitación. Ella se acercó a mí en el mismo vestido que usó en la fiesta. Me cambié por una falda corta dorada y un par de tacones, estudiándome en el espejo. América llevó mi cabello hacia atrás y me pasó un tubo negro.
—Necesitas al menos cinco capas más de rímel, y ellos van a pedir tu identificación antes de que te des cuenta si no usas un poco más de rubor, ¿Acaso has olvidado cómo se juega este juego?
Arranqué el rímel de las manos de América y pasé al menos otros diez minutos en mi maquillaje, cuando terminé, mis ojos se empezaron a llenarse de lágrimas. —Maldita sea __(Tn), no llores —me dije mirando hacia arriba mientras secaba la parte inferior de mis ojos con un pañuelo desechable.
—No tienes que hacer esto __(Tn), tú no le debes nada. —dijo ahuecando mis hombros mientras me miraba al espejo una última vez
—Él le debe dinero a Benny, Mare, si no lo hago, lo matarán.
Su expresión era de lástima, ya la había visto mirarme de esa manera muchas veces antes, pero esta vez ella estaba desesperada. Lo había visto arruinar mi vida más veces de las que ninguna de las dos podríamos contar.
— ¿Qué pasa con la siguiente vez que lo haga? ¿Y la siguiente? No puedes seguir haciendo esto.
—Él estuvo de acuerdo con mantenerse lejos, Mick Abernathy es muchas cosas, más no un estúpido.
Caminamos por el pasillo e ingresamos a un ascensor vacío. — ¿Tienes todo lo que necesitas? —Pregunté, manteniendo las cámaras en mente.
América chocó su uñas con la licencia de conducir falsa y sonrió. —El nombre es Candy, Candy Crawford. —dijo en un falso acento sureño.
Extendí mi mano. —Jessica James. Gusto en conocerte, Candy.
Ambas nos pusimos nuestras gafas de sol y permanecimos con cara de póker mientras el ascensor se abría, revelando las luces de neón y el bullicioso casino. La gente se movía en todas las direcciones. Las Vegas era el infierno celestial, el único lugar en donde podías encontrar bailarinas en ostentosos trajes y montones de maquillaje. Prostitutas con una indumentaria aceptable, hombres de negocios en lujosos trajes y familias enormes en la misma edificación.
Desfilamos a lo largo de un pasillo alineado con cuerdas rojas y le entregamos nuestras identificaciones a un hombre que tenía una chaqueta roja. Me observó por un momento y me quité las gafas.
—Cualquier momento de hoy sería genial. —dije con tono aburrido.
Nos devolvió nuestras identificaciones y se hizo a un lado, dejándonos pasar, atravesamos los pasillos en donde estaban las máquinas tragamonedas, las mesas de Black Jack20. Escaneé la habitación, observando las diferentes mesas de póquer, asintiendo hacia una con viejos caballeros sentados en ella.
—Ésa. —dije, contoneándome por el camino.
—Empieza agresiva __(Tn), ellos no sabrán lo que se les viene encima.
—No. Ellos son de las Vegas a la antigua, tengo que jugar inteligente esta vez.
Me acerqué a la mesa, usando mi más encantadora sonrisa. Los locales podían oler a los estafadores a millas de distancia, pero yo tenía dos cosas a mi favor que cubrían el olor de cualquier cosas que pudiera levantar sospechas: juventud… y tetas.
—Buenas noches, caballeros. ¿Les importa si me uno a ustedes?
Ellos no miraron en mi dirección. —Seguro, pequeña. Toma asiento y procura verte bonita. Sólo no hables.
—Quiero entrar. —dije pasándole mis gafas a América—. No hay suficiente acción en las mesas de Black Jack.
Uno de los hombres masticó su cigarrillo. —Esto es una mesa de póquer princesa, cinco cartas. Prueba tu suerte en las máquinas de ranura.
Me senté en la única silla vacía, haciendo una demostración al cruzar mis piernas. —Siempre he querido jugar póquer en las Vegas. Y tengo todas estas fichas… —dije, poniendo mi montón de fichas en la mesa—, Y soy muy buena jugando en línea.
Los cinco hombres miraron mis fichas y luego a mí.
—Hay una apuesta mínima, cariño. —dijo el concesionario.
— ¿Cuánto?
—Cinco mil, dulzura. Escucha… no quiero hacerte llorar. Hazte un favor y juega en las máquinas de ranura.
Empujé hacia adelante mis fichas, encogiéndome de hombros en el modo en que una chica temeraria y excesivamente segura de sí misma haría antes de darse cuenta que acababa de perder sus fondos para la universidad. Los hombres se miraron entre ellos. El concesionario se encogió de hombros y tiró sus fichas.
—Jimmy. —dijo ofreciendo su mano. Cuando la tomé él señaló a los otros—. Mel, Pauly, Joe y él es Winks. —Miré hacia un hombre flaco que masticaba un palillo, y como había predicho, me guiñó un ojo.
Asentí y esperé con falsa anticipación mientras Jimmy repartía la primera mano. Perdí a propósito las dos primeras, pero para la cuarta mano yo estaba arriba. No le tomaba tanto tiempo a los veteranos de las Vegas descifrarme como había tomado Thomas.
— ¿Dijiste que jugabas en línea? —Preguntó Pau.
—Con mi papá
— ¿Eres de aquí? —Preguntó Jimmy
—Wichita. —Respondí sonriendo.
—Ella no juega en línea, se los dije. —dijo Mel, quejándose.
Una hora después, había tomado veintisiete mil dólares de mis oponentes, y ellos estaban empezando a sudar.
—Me retiro. —dijo Jimmy, bajando sus cartas frunciendo el ceño.
—Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, nunca lo habría creído. —Escuché detrás de mí.
América y yo nos dimos la vuelta al mismo tiempo, mis labios estirándose a través de mi cara formando una amplia sonrisa. —Jesse. —Sacudí mi cabeza—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Es mi lugar el que estás ocupando, Cookie. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
Rodé mis ojos y me volví hacia mis suspicaces nuevos amigos.
—Sabes que odio eso, Jess.
—Discúlpenos. —dijo Jesse, tirando de mí por el brazo para ponerme de pie. América me miró con cautela mientras me estaba llevando unos cuantos pies lejos de la mesa
El padre de Jesse manejaba el casino, estaba más que sorprendida que él se hubiera unido al negocio de la familia. Solíamos perseguirnos entre nosotros por los pasillos y escaleras del hotel y siempre lo vencía cuando alcanzábamos los ascensores. Él había crecido desde la última vez lo que lo había visto. Lo recordaba como un desgarbado adolescente, pero el hombre que tenía al frente era sin duda un bien vestido jefe de sala, para nada desgarbado y ciertamente apuesto. Seguía teniendo su sedosa piel marrón y ojos verdes que recordaba, pero el resto de él era una agradable sorpresa.
Su iris del color de las esmeraldas resplandecía en las brillantes luces del casino. —Esto es surrealista, pensé que eras tú cuando estaba caminando por tu mesa, pero no podía convencerme a mí mismo que volverías aquí. Cuando vi a esa Campanita limpiando la mesa, supe que eras tú.
—Lo soy. —Sonreí.
—Te ves… diferente.
—También tú, ¿Cómo está tu padre?
—Retirado. —Sonrió—. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Sólo hasta el domingo. Tengo que volver a la escuela.
—Hola, Jess. —dijo América, tomando mi brazo.
—América. —Se rió entre dientes—. Debí haberlo sabido, ustedes son como la sombra de la otra.
—Si sus padres supieran que la traje aquí, todo eso habría terminado hace mucho tiempo.
—Es bueno verte, ___(Tn). ¿Por qué no me dejas comprarte la cena? — Preguntó, escaneando mi vestido.
—Me encantaría, Jess, pero no estoy aquí por diversión.
Él tendió sus manos y sonrió. —Tampoco yo. Muéstrame tu identificación.
Mi cara decayó, sabiendo que tenía una pelea en mis manos. Jesse no caería en mis encantos tan fácilmente, sabía que tenía que decirle la verdad.
—Estoy aquí por Mick. Está en problemas.
Jesse asintió. — ¿Qué tipo de problema?
—Los usuales.
—Me encantaría ayudar, sabes que respeto a tu papá, pero sabes que no puedo permitirte quedarte.
Alcancé su brazo y lo presioné. —Le debe dinero a Benny.
Jesse cerró sus ojos y sacudió su cabeza. —Jesús.
—Tengo hasta mañana, Jesse, déjame quedarme hasta entonces.
Él puso la palma de su mano en mi mejilla. —Te lo diré… si cenas conmigo mañana. Te daré hasta la medianoche.
Miré a América y luego a Jesse. —Estoy aquí con alguien.
Se encogió de hombros. —Tómalo o déjalo, ___(Tn). Tú sabes cómo se hacen las cosas por aquí, no puedes obtener algo sin nada a cambio.
Suspiré derrotada. —Está bien. Te veré mañana en la noche en Ferraos si me das hasta la medianoche.
Bajó su cabeza y besó mi mejilla. —Fue bueno verte. Te veré mañana… cinco en punto, ¿de acuerdo? Estoy en el piso a las ocho.
Sonreí mientras él se alejaba, pero mi sonrisa pronto cayó cuando vi a Nick estudiando desde la mesa de la ruleta.
—Oh, mierda. —dijo América, tirando de mi brazo.
Nick fulminó a Jesse con la mirada mientras él pasaba y luego vino hacia mí, metiendo las manos en sus bolsillos y miró a Jesse, quien nos estudiaba desde la esquina de su ojo.
— ¿Quién era él?
Asentí en la dirección de Jesse. —Él es Jesse Viveros, lo he conocido por un largo tiempo.
— ¿Cuánto tiempo?
Miré en dirección de la mesa de póquer.
—Nick, no tengo tiempo para esto.
—Supongo que tiraron la idea del ministro de la juventud. —dijo América, mirando coquetamente en la dirección de Jesse.
— ¿Ése es tu ex novio? —dijo Nick, de repente muy enojado—. Pensé que habías dicho que él era de Kansas.
Le disparé a América una impaciente mirada y luego tomé el mentón de Nick y lo miré, acaparando toda su atención.
—Él sabe que no soy lo suficientemente mayor para estar aquí, Nick. Me dio hasta la medianoche, te lo explicaré luego, pero por ahora tengo que regresar al juego, ¿de acuerdo?
La mandíbula de Nick se tensó debajo de su piel, cerró sus ojos, tomando un profundo respiro.
—Muy bien, te veré a la medianoche.
Bajó su cabeza para besarme, pero sus labios fueron fríos y distantes.
—Buena suerte.
Sonreí mientras él se mezclaba con la multitud, y luego volví mi atención a los hombres.
— ¿Caballeros?
—Toma asiento, Shirley Temple. —dijo Jimmy—. Haremos que nuestro dinero regrese, justo ahora, no apreciamos el ser estafados.
—Hagan lo peor. —dije sonriendo, barajé las cartas y las repartí con precisión a cada jugador.
—Tienes diez minutos. —Susurró América
—Lo sé. —dije
Traté de bloquear el tiempo y la rodilla de América golpeando nerviosamente debajo de la mesa.
—Nunca he visto nada como tu niña, has tenido casi un juego perfecto, y no tienes ningún consejero. —dijo Paul.
Winks asintió, su alegría se había evaporado. —Lo noté, ninguna sonrisa, incluso sus ojos permanecen iguales, no es natural, todo el mundo tiene un consejero.
—No todos. —dijo América.
Sentí un par de manos muy familiares en mis hombros, sabía que era Nick, pero no me di la vuelta, no con tres mil dólares en medio de la mesa.
—Me retiro. —dijo Jimmy.
Aquellos que se habían reunido alrededor de nosotros aplaudieron cuando bajé mi mano. Jimmy era el único que estaba lo suficientemente cerca para tocarme con una pizca de amabilidad. Nada que no pudiera manejar.
— ¡Increíble! —dijo Pau.
—Estoy fuera. —Joe se quejó, levantándose y alejándose de la mesa.
Jimmy era un poco más gracioso.
—Podría morir hoy y sentir que he jugado con un oponente que de verdad vale la pena. Ha sido un placer, __(Tn).
Me congelé. — ¿Lo sabías?
Jimmy sonrió, los años de humo de cigarrillo y café manchando su gran sonrisa. —He jugado contigo antes, hace 6 años, he querido una revancha por un largo tiempo. —Jimmy extendió su mano—. Cuídate niña. Dile a tu papá que Jimmy Pescelli dice hola.
América me ayudó a recoger mis ganancias, me volví hacia Nick, mirando mi reloj. —Necesito más tiempo.
— ¿Quieres intentar en las mesas de Black Jack?
—No puedo perder dinero, Nick.
Sonrió. —No puedes perder, Pidge.
América negó con la cabeza. —El Black Jack no es su juego.
Nick asintió. —Gané un poco. Estoy arriba de los seiscientos. Los puedes tener.
Shepley me pasó sus fichas. —Sólo hice tres. Son tuyas.
Suspiré. —Gracias chicos, pero aún me hacen falta cinco de los grandes.
Miré mire reloj y luego alcé la vista para ver a Jesse acercándose.
— ¿Cómo te fue? —dijo sonriendo.
—Aún me faltan cinco mil, Jess, necesito más tiempo.
—Ya he hecho todo lo que puedo, __(Tn).
Asentí, sabiendo que ya había exigido mucho.
—Gracias por dejarme quedar.
—Tal vez le puedo decir a mi padre que hable con Benny por ti.
—Es el desastre de Mick, voy a pedirle que él se encargue del resto.
Jesse negó con su cabeza. —Tú sabes que eso no pasará, Cookie, no importa cuánto tengas, si hace falta algo de lo que él debe, Benny enviará a alguien. Tú mantente tan lejos de él como puedas.
Sentí que mis ojos quemaban. —Tengo que tratar.
Jesse se acercó, y habló en voz baja: —Consigue un avión, __(Tn). ¿Me escuchaste?
—Te escuché. —dije toscamente.
Jesse suspiró, y sus ojos se llenaron de compasión. Me envolvió en sus brazos y besó mi cabello. —Lo siento. Si mi trabajo no estuviese en juego, tú sabes que trataría de hacer algo.
Asentí, alejándome de él. —Lo sé. Hiciste lo que pudiste.
Elevó mi mentón con su dedo. —Te veré mañana a las cinco. —Bajó su cabeza y depositó un beso en la esquina de mi boca, y luego se fue sin decir una palabra.
Miré a América, quien estaba observando a Nick. No me atreví a encontrarme con sus ojos; no podía imaginar que tan enojada era la expresión en su rostro.
— ¿Qué es a las cinco? —dijo Nick, su voz teñida con enojo mal disimulado.
—Ella estuvo de acuerdo en cenar con Jesse si él la dejaba quedarse. No tenía opción Nick. —dijo América.
Podía deducir por el tono de precaución de su voz que Nick estaba más que enojado, lo miré y él me fulminó con la mirada con la misma expresión de traición que Mick tenía en su rostro la noche en que se dio cuenta que yo había tomado su suerte.
—Tenías una opción.
— ¿Alguna vez has tratado con la mafia, Nick? Lo siento si tus sentimientos están heridos, pero una comida gratis con un viejo amigo no es un precio alto que pagar para mantener a Mick vivo.
Podía ver que Nick quería arremeter contra mí, pero no había nada que él pudiera decir.
—Vamos chicos, tenemos que encontrar a Benny. —dijo América, tirando de mi brazo.
Nick y Shepley nos siguieron en silencio mientras caminábamos hacia al edificio de Benny. El tráfico—de personas y carros—en la vía estaba empezando a concentrarse. Con cada paso que daba, me sentía enferma, sentía un vacío en mi estómago, mi mente corriendo, pensando en un argumento lo suficientemente convincente para hacer entrar a Benny en razón. Para cuando tocamos la gran puerta verde que había visto tantas veces, no tenía nada en mente.
No era una sorpresa ver al enorme guardián, negro, atemorizante, y tan ancho como era de alto, pero yo estaba aturdida de ver a Benny detrás de él.
—Benny. —Respiré
—Vaya, vaya… ya no eres de Lucky Thirteen, ¿cierto? Mick no me dijo lo llamativa que te has convertido. He estado esperando por ti, Cookie. He oído que tienes un pago para mí.
Asentí y Benny hizo un gesto hacia mis amigos. Alcé mi mentón para fingir confianza. —Ellos están conmigo.
—Me temo que tus acompañantes tendrán que esperar afuera. —dijo el guardián en un anormal tono bajo.
Nick me tomó del brazo inmediatamente. —Ella no va entrar sola, voy con ella.
Benny observó a Nick. Cuando Benny alzó la vista a su guardián y las esquinas de su boca se elevaron, me relajé un poco.
—Es lo suficientemente justo. —dijo Benny—. Mick estará contento de saber que tienes a tan buen amigo.
Lo seguí adentro, volviéndome para ver la mirada preocupada en la cara de América. Nick mantuvo firme su agarre en mi brazo, manteniéndose a propósito entre el guardián y yo. Seguimos a Benny a un ascensor, ascendiendo cuatro pisos en silencio y luego las puertas se abrieron.
Un gran escritorio de caoba yacía en el medio de una vasta habitación. Benny cojeó hasta alcanzar una silla y sentarse, gesticulando hacia nosotros para que tomáramos las dos sillas vacías enfrente del escritorio. Cuando me senté, el cuero se sentía frío debajo de mí, y me pregunté cuánta gente se habría sentado en la misma silla, momentos antes de su muerte.
Estiré mi mano para coger la de Nick y él me dio un apretón tranquilizador.
—Mick me debe veinticinco mil, confío en que tienes la cantidad completa. —Dijo escribiendo algo en una libreta de notas
—En realidad —hice un pausa aclarándome la garganta—, me faltan cinco mil, Benny, pero tengo todo el día de mañana para conseguirlos, y cinco mil no es un problema ¿Cierto? Tú sabes que soy buena para eso.
—Abigail —dijo Benny, ceñudo—, me decepcionas, conoces mis reglas mejor que eso.
—Por… Por favor Benny, te estoy pidiendo que tomes los diecinueve mil y tendré el resto para ti mañana.
Los ojos de Benny iban de Nick a mí y viceversa. Ahí fue cuando note el par de hombres que salieron de las esquinas más oscuras de la habitación. El agarre de Nick en mi mano se hizo más fuerte, contuve el aliento.
—Tú sabes que no tomo nada a menos de que sea la cantidad completa. El hecho de que estés tratando de darme menos de lo que es me dice algo. ¿Sabes lo que me dice? Que tú no estás segura de que puedas obtener la cantidad completa.
Los hombres que estaban en las esquinas se movieron otro paso hacia adelante. —Puedo obtener tu dinero Benny. —Me reí nerviosamente—. Gané nueve mil en seis horas.
—Entonces me estás diciendo que me traerás nueve mil en las próximas seis horas. —Benny nos sonrió diabólicamente.
—El plazo es hasta la medianoche mañana. —dijo Nick, mirando detrás de nosotros y luego a los hombres que se aproximaban.
— ¿Qué estás haciendo Benny? —Pregunté, mi postura rígida.
—Mick me llamó anoche. Dijo que te estabas encargando de su deuda.
—Le estoy haciendo un favor. Yo no te debo dinero. —dije severamente, mis instintos de supervivencia tomando vida.
Benny apoyó sus rechonchos codos llenos de grasa en su escritorio. —Estoy considerando enseñarle a Mick una lección, además estoy curioso de ver cuán suertuda eres.
Nick se levantó de su silla tirando me mí con él. Me llevó detrás de él, retrocediendo hasta la puerta.
—Josiah está afuera de la puerta, chico. ¿A dónde piensas que vas a escapar?
Estaba equivocada. Cuando estaba pensando en persuadir a Benny para que viera la razón, debía haber anticipado el deseo de Mick de sobrevivir, y la afición de venganza de Benny.
—Nick. —Le advertí, viendo como los secuaces de Benny se acercaban a nosotros.
Nick me empujó unos cuántos pies detrás de él y permaneció de pie. —Espero que sepas, Benny, que cuando me deshaga de tus hombres, no quiero ser irrespetuoso, claro está. Pero estoy enamorado de esta chica, y no puedo dejar que la lastimes.
Benny estalló en una ruidosa carcajada. —Te lo dejaré a ti hijo. Tienes las bolas más grandes que cualquiera que hayan venido a través de esas puertas. Te prepararé lo que estás a punto de enfrentar, el chico grande a tu derecha es David, y si él no puede sacarte con sus puños, lo hará con el cuchillo que tiene en su funda. El hombre a tu izquierda es Dane, él es mi mejor luchador. Tiene una pelea mañana, sólo para que sepas, él nunca pierde. Te importaría si no te lastimas las manos, Dane, tengo un montón de dinero en ti.
Dane le sonrió a Nick con divertidos y salvajes ojos. —Sí, señor.
— ¡Detente, Benny! Puedo conseguir tu dinero. —Lloré
—No… Esto se va a poner bastante interesante. —Se rió entre dientes, sentándose en su silla.
David corrió hacia Nick, mis manos volaron a mi boca. El tipo era fuerte, pero torpe y lento. Antes de que David pudiera coger su cuchillo, Nick lo incapacitó, empujando la cara de David directo hacia su rodilla, cuando Nick lanzó un puñetazo, no gastó tiempo, lanzando cada pizca de energía que tenía en la cara del hombre. Dos puñetazos y un codazo después, David yacía en el piso, en un charco de sangre.
Benny echó su cabeza hacia atrás, riendo histéricamente golpeando su escritorio con el placer de un niño viendo caricaturas en la mañana de un sábado. —Muy bien, ve por él Dane, no te asustó, ¿cierto?
Dane se aproximó a Nick cuidadosamente, con la concentración y la precisión de un luchador profesional. Su puño voló a la cara de Nick con una velocidad increíble, pero Nick lo esquivó, embistiendo con su hombro a Dane, utilizando toda su fuerza. Cayeron contra el escritorio de Benny. Dane agarró a Nick con sus brazos, empujándolo contra el piso. Se enfrentaron en el piso por un momento, pero luego Dane ganó terreno, posicionándose para poder darle algunos puños a Nick, mientras él estaba atrapado debajo de él en el piso. Cubrí mi cara, me era imposible mirar. Oí un llanto de dolor y levanté la vista, para ver a Nick cerniéndose sobre Dane, agarrándolo de su peludo pelo, golpeándolo puño tras puño en un lado de su cabeza. La cara de Dane calló en el escritorio de Benny, para luego ponerse de pie desorientado y sangrando.
Nick lo observó por un momento, para luego atacar otra vez, usando toda su fuerza. Dane lo esquivó una vez, consiguiendo golpear a Nick en la mandíbula con sus nudillos.
Nick sonrió y lo apuntó con un dedo. —Esa fue tu oportunidad.
No podía creer lo que acababa de escuchar. Nick había dejado que el matón de Benny lo golpeara. Él lo estaba disfrutando. Jamás había visto a Nick pelear sin restricciones, era un poco atemorizante verlo liberar todo lo que tenía en estos asesinos entrenados y teniendo las de ganar. Hasta ese momento nunca me había dado cuenta de lo que Nick era capaz de hacer. Con la risa molesta de Benny en el fondo, Nick terminó de rematar a Dane, depositando su codo en el centro del rostro de Dane, dejándolo fuera de juego antes de que golpeara el suelo. Vi su cuerpo rebotar en la alfombra importada de Benny.
— ¡Eres asombroso! ¡Simplemente asombroso! —dijo Benny, aplaudiendo con placer.
Nick me empujó detrás de él mientras Josiah atravesaba la puerta, con su masiva figura.
— ¿Debería encargarme de esto, señor?
— ¡No! No, no… —dijo Benny aún aturdido por la improvisada actuación—. ¿Cuál es tu nombre?
—Nick Jonas. —dijo, aun teniendo la respiración pesada, limpiando lo sangre de Dane y David de sus manos en sus vaqueros.
—Nick Jonas, creo que puedes ayudar a que tú pequeña novia se salga de éste problema.
— ¿Cómo?
—Se suponía que Dane pelearía mañana en la noche, tenía un montón de dinero para él, pero parece que Dane no estará en forma para ganar la pelea. Te sugiero que tomes su lugar. Gana y perdonaré los dólares faltantes de la deuda de Mick.
Nick se volvió hacia mí. — ¿Pigeon?
— ¿Estás bien? —Pregunté, limpiando la sangre de su rostro. Mordí mi labio, sintiendo mi cara deformarse con una mezcla de miedo y alivio.
Nick sonrió. —No es mi sangre, no llores, bebé.
—Soy un hombre ocupado hijo. —dijo Benny—. ¿Estás dentro?
—Lo hare. —dijo Nick—. Dime el cuándo y el dónde, estaré ahí.
—Estarás peleando contra Brock McMann, él no es un oponente fácil. Fue excluido de la UFC el año pasado.
Ese dato no afectó en lo más mínimo a Nick. —Sólo dígame dónde tengo que estar.
La sonrisa de tiburón de Benny cruzó su cara. —Me gustas, Nick Jonas. Creo que seremos buenos amigos
—Lo dudo. —dijo Nick, abriendo la puerta y manteniendo una postura protectora hasta que alcanzamos la puerta principal.
— ¡Jesucristo! —América lloró, viendo la sangre que salpicaba la ropa de Nick—. ¿Están bien chicos? —Me tomó por los hombros y examinó mi rostro.
—Estoy bien. Tan solo otro día en la oficina. Para ambos. —dije limpiando mis ojos.
Nick cogió mi mano y nos dirigimos hacia el hotel con Shepley y América detrás de nosotros. No muchos repararon en el aspecto de Nick. Estaba cubierto de sangre y sólo uno que otro parecía notarlo.
— ¿Qué rayos pasó ahí adentro? —Finalmente preguntó Shepley.
Nick se deshizo de su ropa y desapareció en el cuarto de baño. La ducha se encendió y América me pasó una caja de pañuelos.
—Estoy bien, Mare.
Suspiró y empujó la caja hacia mí otra vez. —No, no estás bien.
—Este no es mi primer encuentro con Benny. —dije, mis músculos doloridos por estar tanto tiempo tensados en las últimas 24 horas.
—Es tu primera vez viendo como Nick descarga toda su mierda en otra persona. —dijo Shepley—. Lo he visto antes, y no es lindo.
— ¿Qué pasó? —América insistió.
—Mick llamó a Benny. Le dijo que yo me haría cargo de su deuda.
— ¡Lo voy a matar! Voy a matar a ese hijo de perra. —gritó América.
—Benny no me estaba haciendo responsable, pero dijo que iba a darle una lección a Mick por enviar a su hija a pagar su deuda. Él llamó a dos de sus malditos perros para que fueran por nosotros y Nick los noqueó. A ambos. En menos de cinco minutos.
— ¿Entonces Benny los dejó ir? —Preguntó América.
Nick salió del baño con una toalla alrededor de su cintura, la única evidencia de la pelea era una pequeña marca roja en su pómulo, debajo de su ojo derecho.
—Uno de los chicos que eliminé tenía una pelea mañana en la noche. Tomaré su lugar y en recompensa Benny perdonará lo que Mick debe.
América se puso de pie. —Esto es ridículo. ¿Por qué lo estamos ayudando? Él te lanzó directo a los lobos. ¡Lo voy a matar!
—No si yo lo mato primero. —Nick ardía de rabia.
—Tranquilízate, —le dije.
— ¿Entonces pelearás mañana? —Preguntó Shepley.
—En un lugar llamado Zero. Seis en punto. Es Brock McMann, Shep.
—De ninguna manera. De ninguna jodida manera. Nick. ¡El tipo es un maniático!
—Sí. —Nick sonrió—, pero él no está peleando por su chica ¿cierto? —Nick me envolvió en sus brazos. Besando la parte superior de mí cabello—. ¿Estás bien, Pigeon?
—Esto está mal. Esto está mal en muchas maneras. No sé con quién de ustedes hablar primero para dejar esto.
— ¿Me viste esta noche? Voy a estar bien. He visto a Brock pelear antes. Él es duro, pero no invencible.
—No quiero que hagas esto, Nick.
—Bueno, yo no quiero que tú vayas a cenar con tu ex novio mañana en la noche. Supongo que ambos tenemos que hacer algo que no queremos para salvar al bueno para nada de tu padre.
Lo había visto antes. Vegas cambiaba a las personas. Creando monstruos y hombres rotos. Era fácil dejar que las luces y los sueños robados se filtraran en tu sangre. Había visto la enérgica, invencible mirada en el rostro de Nick tantas veces crecer. Y la única cura era un avión que nos llevara a casa.
Miré mi reloj otra vez.
— ¿Tienes que estar en algún lugar, Cookie? —Preguntó Jesse, divertido.
—Por favor, deja de llamarme así. Jess. Lo odio.
—También odié cuando te fuiste. Y eso no te detuvo.
—Esta es una conversación aburrida y sin sentido. Solamente cenemos, ¿de acuerdo?
—Muy bien, hablemos entonces de tu nuevo chico. ¿Cuál es su nombre? ¿Nick? —Asentí y él sonrió—. ¿Qué estás haciendo tú con ese psicópata tatuado? Se ve como un rechazado de The Manson Family.
—Se amable Jesse, o me iré de aquí.
—No puedo superar lo diferente que te ves. No puedo superar que tú estás sentada aquí, enfrente de mí.
—Supéralo. —dije, rodando los ojos.
—Ahí está. —dijo Jesse—. La chica que recuerdo
Miré mi reloj. —La pelea de Nick es en veinte minutos. Mejor me voy.
—Aún estamos esperando el postre.
—No puedo Jess. No quiero que él se preocupe acerca de si voy a aparecer o no. Es importante.
Sus hombros cayeron. —Lo sé. Extraño los días en que yo era importante.
Dejé descansar mis manos en las suyas. —Éramos sólo niños. Eso fue hace mucho tiempo.
— ¿Cuándo crecimos? El que tú estés aquí es una señal, __(Tn). Pensé que nunca te vería de nuevo y aquí estás. Quédate conmigo.
Negué con mi cabeza despacio, vacilando. No quería herir a mi más viejo amigo. —Lo amo, Jess
La desilusión oscureció la pequeña sonrisa en su rostro. —Entonces es mejor que vayas.
Besé su mejilla y abandoné el restaurante, cogí un taxi.
— ¿A dónde se dirige? —Preguntó el taxista
—Zero.
El taxista se volvió hacia mí, viéndome fijamente.
— ¿Está segura?
—Estoy segura. ¡Vamos! —dije, lanzando el dinero sobre el asiento.
Capitulo 14: Corta estancia en el pecado
Maraton 1/2
Nick dejó nuestras maletas y miró alrededor de la habitación. —Esto es lindo, ¿verdad?
Lo fulminé con la mirada y él enarcó su ceja. — ¿Qué?
Empecé a desempacar mi maleta y sacudí mi cabeza. Diferentes estrategias y la falta de tiempo llenaron mi cabeza. —Estas no son vacaciones, Nick. No deberías estar aquí.
Al momento siguiente él estaba detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura. —Yo voy a donde tú vayas.
Ladeé mi cabeza en contra de su pecho y suspiré. —Tengo que ir a la planta baja. Tú puedes quedarte aquí si quieres o echarle un vistazo al show. Te veré más tarde ¿De acuerdo?
—Iré contigo.
—No te quiero allí, Nick . —Una expresión de dolor cruzó su rostro, toqué su brazo—. Si voy a ganar catorce mil dólares en un fin de semana necesito estar concentrada al máximo. No me gusta quién voy a ser en esas mesas, y no quiero que tú lo veas, ¿Vale?
Él retiró mi cabello fuera de mis ojos y besó mi mejilla. —De acuerdo, Pidge.
Nick saludó a América mientras dejaba la habitación. Ella se acercó a mí en el mismo vestido que usó en la fiesta. Me cambié por una falda corta dorada y un par de tacones, estudiándome en el espejo. América llevó mi cabello hacia atrás y me pasó un tubo negro.
—Necesitas al menos cinco capas más de rímel, y ellos van a pedir tu identificación antes de que te des cuenta si no usas un poco más de rubor, ¿Acaso has olvidado cómo se juega este juego?
Arranqué el rímel de las manos de América y pasé al menos otros diez minutos en mi maquillaje, cuando terminé, mis ojos se empezaron a llenarse de lágrimas. —Maldita sea __(Tn), no llores —me dije mirando hacia arriba mientras secaba la parte inferior de mis ojos con un pañuelo desechable.
—No tienes que hacer esto __(Tn), tú no le debes nada. —dijo ahuecando mis hombros mientras me miraba al espejo una última vez
—Él le debe dinero a Benny, Mare, si no lo hago, lo matarán.
Su expresión era de lástima, ya la había visto mirarme de esa manera muchas veces antes, pero esta vez ella estaba desesperada. Lo había visto arruinar mi vida más veces de las que ninguna de las dos podríamos contar.
— ¿Qué pasa con la siguiente vez que lo haga? ¿Y la siguiente? No puedes seguir haciendo esto.
—Él estuvo de acuerdo con mantenerse lejos, Mick Abernathy es muchas cosas, más no un estúpido.
Caminamos por el pasillo e ingresamos a un ascensor vacío. — ¿Tienes todo lo que necesitas? —Pregunté, manteniendo las cámaras en mente.
América chocó su uñas con la licencia de conducir falsa y sonrió. —El nombre es Candy, Candy Crawford. —dijo en un falso acento sureño.
Extendí mi mano. —Jessica James. Gusto en conocerte, Candy.
Ambas nos pusimos nuestras gafas de sol y permanecimos con cara de póker mientras el ascensor se abría, revelando las luces de neón y el bullicioso casino. La gente se movía en todas las direcciones. Las Vegas era el infierno celestial, el único lugar en donde podías encontrar bailarinas en ostentosos trajes y montones de maquillaje. Prostitutas con una indumentaria aceptable, hombres de negocios en lujosos trajes y familias enormes en la misma edificación.
Desfilamos a lo largo de un pasillo alineado con cuerdas rojas y le entregamos nuestras identificaciones a un hombre que tenía una chaqueta roja. Me observó por un momento y me quité las gafas.
—Cualquier momento de hoy sería genial. —dije con tono aburrido.
Nos devolvió nuestras identificaciones y se hizo a un lado, dejándonos pasar, atravesamos los pasillos en donde estaban las máquinas tragamonedas, las mesas de Black Jack20. Escaneé la habitación, observando las diferentes mesas de póquer, asintiendo hacia una con viejos caballeros sentados en ella.
—Ésa. —dije, contoneándome por el camino.
—Empieza agresiva __(Tn), ellos no sabrán lo que se les viene encima.
—No. Ellos son de las Vegas a la antigua, tengo que jugar inteligente esta vez.
Me acerqué a la mesa, usando mi más encantadora sonrisa. Los locales podían oler a los estafadores a millas de distancia, pero yo tenía dos cosas a mi favor que cubrían el olor de cualquier cosas que pudiera levantar sospechas: juventud… y tetas.
—Buenas noches, caballeros. ¿Les importa si me uno a ustedes?
Ellos no miraron en mi dirección. —Seguro, pequeña. Toma asiento y procura verte bonita. Sólo no hables.
—Quiero entrar. —dije pasándole mis gafas a América—. No hay suficiente acción en las mesas de Black Jack.
Uno de los hombres masticó su cigarrillo. —Esto es una mesa de póquer princesa, cinco cartas. Prueba tu suerte en las máquinas de ranura.
Me senté en la única silla vacía, haciendo una demostración al cruzar mis piernas. —Siempre he querido jugar póquer en las Vegas. Y tengo todas estas fichas… —dije, poniendo mi montón de fichas en la mesa—, Y soy muy buena jugando en línea.
Los cinco hombres miraron mis fichas y luego a mí.
—Hay una apuesta mínima, cariño. —dijo el concesionario.
— ¿Cuánto?
—Cinco mil, dulzura. Escucha… no quiero hacerte llorar. Hazte un favor y juega en las máquinas de ranura.
Empujé hacia adelante mis fichas, encogiéndome de hombros en el modo en que una chica temeraria y excesivamente segura de sí misma haría antes de darse cuenta que acababa de perder sus fondos para la universidad. Los hombres se miraron entre ellos. El concesionario se encogió de hombros y tiró sus fichas.
—Jimmy. —dijo ofreciendo su mano. Cuando la tomé él señaló a los otros—. Mel, Pauly, Joe y él es Winks. —Miré hacia un hombre flaco que masticaba un palillo, y como había predicho, me guiñó un ojo.
Asentí y esperé con falsa anticipación mientras Jimmy repartía la primera mano. Perdí a propósito las dos primeras, pero para la cuarta mano yo estaba arriba. No le tomaba tanto tiempo a los veteranos de las Vegas descifrarme como había tomado Thomas.
— ¿Dijiste que jugabas en línea? —Preguntó Pau.
—Con mi papá
— ¿Eres de aquí? —Preguntó Jimmy
—Wichita. —Respondí sonriendo.
—Ella no juega en línea, se los dije. —dijo Mel, quejándose.
Una hora después, había tomado veintisiete mil dólares de mis oponentes, y ellos estaban empezando a sudar.
—Me retiro. —dijo Jimmy, bajando sus cartas frunciendo el ceño.
—Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, nunca lo habría creído. —Escuché detrás de mí.
América y yo nos dimos la vuelta al mismo tiempo, mis labios estirándose a través de mi cara formando una amplia sonrisa. —Jesse. —Sacudí mi cabeza—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Es mi lugar el que estás ocupando, Cookie. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
Rodé mis ojos y me volví hacia mis suspicaces nuevos amigos.
—Sabes que odio eso, Jess.
—Discúlpenos. —dijo Jesse, tirando de mí por el brazo para ponerme de pie. América me miró con cautela mientras me estaba llevando unos cuantos pies lejos de la mesa
El padre de Jesse manejaba el casino, estaba más que sorprendida que él se hubiera unido al negocio de la familia. Solíamos perseguirnos entre nosotros por los pasillos y escaleras del hotel y siempre lo vencía cuando alcanzábamos los ascensores. Él había crecido desde la última vez lo que lo había visto. Lo recordaba como un desgarbado adolescente, pero el hombre que tenía al frente era sin duda un bien vestido jefe de sala, para nada desgarbado y ciertamente apuesto. Seguía teniendo su sedosa piel marrón y ojos verdes que recordaba, pero el resto de él era una agradable sorpresa.
Su iris del color de las esmeraldas resplandecía en las brillantes luces del casino. —Esto es surrealista, pensé que eras tú cuando estaba caminando por tu mesa, pero no podía convencerme a mí mismo que volverías aquí. Cuando vi a esa Campanita limpiando la mesa, supe que eras tú.
—Lo soy. —Sonreí.
—Te ves… diferente.
—También tú, ¿Cómo está tu padre?
—Retirado. —Sonrió—. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Sólo hasta el domingo. Tengo que volver a la escuela.
—Hola, Jess. —dijo América, tomando mi brazo.
—América. —Se rió entre dientes—. Debí haberlo sabido, ustedes son como la sombra de la otra.
—Si sus padres supieran que la traje aquí, todo eso habría terminado hace mucho tiempo.
—Es bueno verte, ___(Tn). ¿Por qué no me dejas comprarte la cena? — Preguntó, escaneando mi vestido.
—Me encantaría, Jess, pero no estoy aquí por diversión.
Él tendió sus manos y sonrió. —Tampoco yo. Muéstrame tu identificación.
Mi cara decayó, sabiendo que tenía una pelea en mis manos. Jesse no caería en mis encantos tan fácilmente, sabía que tenía que decirle la verdad.
—Estoy aquí por Mick. Está en problemas.
Jesse asintió. — ¿Qué tipo de problema?
—Los usuales.
—Me encantaría ayudar, sabes que respeto a tu papá, pero sabes que no puedo permitirte quedarte.
Alcancé su brazo y lo presioné. —Le debe dinero a Benny.
Jesse cerró sus ojos y sacudió su cabeza. —Jesús.
—Tengo hasta mañana, Jesse, déjame quedarme hasta entonces.
Él puso la palma de su mano en mi mejilla. —Te lo diré… si cenas conmigo mañana. Te daré hasta la medianoche.
Miré a América y luego a Jesse. —Estoy aquí con alguien.
Se encogió de hombros. —Tómalo o déjalo, ___(Tn). Tú sabes cómo se hacen las cosas por aquí, no puedes obtener algo sin nada a cambio.
Suspiré derrotada. —Está bien. Te veré mañana en la noche en Ferraos si me das hasta la medianoche.
Bajó su cabeza y besó mi mejilla. —Fue bueno verte. Te veré mañana… cinco en punto, ¿de acuerdo? Estoy en el piso a las ocho.
Sonreí mientras él se alejaba, pero mi sonrisa pronto cayó cuando vi a Nick estudiando desde la mesa de la ruleta.
—Oh, mierda. —dijo América, tirando de mi brazo.
Nick fulminó a Jesse con la mirada mientras él pasaba y luego vino hacia mí, metiendo las manos en sus bolsillos y miró a Jesse, quien nos estudiaba desde la esquina de su ojo.
— ¿Quién era él?
Asentí en la dirección de Jesse. —Él es Jesse Viveros, lo he conocido por un largo tiempo.
— ¿Cuánto tiempo?
Miré en dirección de la mesa de póquer.
—Nick, no tengo tiempo para esto.
—Supongo que tiraron la idea del ministro de la juventud. —dijo América, mirando coquetamente en la dirección de Jesse.
— ¿Ése es tu ex novio? —dijo Nick, de repente muy enojado—. Pensé que habías dicho que él era de Kansas.
Le disparé a América una impaciente mirada y luego tomé el mentón de Nick y lo miré, acaparando toda su atención.
—Él sabe que no soy lo suficientemente mayor para estar aquí, Nick. Me dio hasta la medianoche, te lo explicaré luego, pero por ahora tengo que regresar al juego, ¿de acuerdo?
La mandíbula de Nick se tensó debajo de su piel, cerró sus ojos, tomando un profundo respiro.
—Muy bien, te veré a la medianoche.
Bajó su cabeza para besarme, pero sus labios fueron fríos y distantes.
—Buena suerte.
Sonreí mientras él se mezclaba con la multitud, y luego volví mi atención a los hombres.
— ¿Caballeros?
—Toma asiento, Shirley Temple. —dijo Jimmy—. Haremos que nuestro dinero regrese, justo ahora, no apreciamos el ser estafados.
—Hagan lo peor. —dije sonriendo, barajé las cartas y las repartí con precisión a cada jugador.
—Tienes diez minutos. —Susurró América
—Lo sé. —dije
Traté de bloquear el tiempo y la rodilla de América golpeando nerviosamente debajo de la mesa.
—Nunca he visto nada como tu niña, has tenido casi un juego perfecto, y no tienes ningún consejero. —dijo Paul.
Winks asintió, su alegría se había evaporado. —Lo noté, ninguna sonrisa, incluso sus ojos permanecen iguales, no es natural, todo el mundo tiene un consejero.
—No todos. —dijo América.
Sentí un par de manos muy familiares en mis hombros, sabía que era Nick, pero no me di la vuelta, no con tres mil dólares en medio de la mesa.
—Me retiro. —dijo Jimmy.
Aquellos que se habían reunido alrededor de nosotros aplaudieron cuando bajé mi mano. Jimmy era el único que estaba lo suficientemente cerca para tocarme con una pizca de amabilidad. Nada que no pudiera manejar.
— ¡Increíble! —dijo Pau.
—Estoy fuera. —Joe se quejó, levantándose y alejándose de la mesa.
Jimmy era un poco más gracioso.
—Podría morir hoy y sentir que he jugado con un oponente que de verdad vale la pena. Ha sido un placer, __(Tn).
Me congelé. — ¿Lo sabías?
Jimmy sonrió, los años de humo de cigarrillo y café manchando su gran sonrisa. —He jugado contigo antes, hace 6 años, he querido una revancha por un largo tiempo. —Jimmy extendió su mano—. Cuídate niña. Dile a tu papá que Jimmy Pescelli dice hola.
América me ayudó a recoger mis ganancias, me volví hacia Nick, mirando mi reloj. —Necesito más tiempo.
— ¿Quieres intentar en las mesas de Black Jack?
—No puedo perder dinero, Nick.
Sonrió. —No puedes perder, Pidge.
América negó con la cabeza. —El Black Jack no es su juego.
Nick asintió. —Gané un poco. Estoy arriba de los seiscientos. Los puedes tener.
Shepley me pasó sus fichas. —Sólo hice tres. Son tuyas.
Suspiré. —Gracias chicos, pero aún me hacen falta cinco de los grandes.
Miré mire reloj y luego alcé la vista para ver a Jesse acercándose.
— ¿Cómo te fue? —dijo sonriendo.
—Aún me faltan cinco mil, Jess, necesito más tiempo.
—Ya he hecho todo lo que puedo, __(Tn).
Asentí, sabiendo que ya había exigido mucho.
—Gracias por dejarme quedar.
—Tal vez le puedo decir a mi padre que hable con Benny por ti.
—Es el desastre de Mick, voy a pedirle que él se encargue del resto.
Jesse negó con su cabeza. —Tú sabes que eso no pasará, Cookie, no importa cuánto tengas, si hace falta algo de lo que él debe, Benny enviará a alguien. Tú mantente tan lejos de él como puedas.
Sentí que mis ojos quemaban. —Tengo que tratar.
Jesse se acercó, y habló en voz baja: —Consigue un avión, __(Tn). ¿Me escuchaste?
—Te escuché. —dije toscamente.
Jesse suspiró, y sus ojos se llenaron de compasión. Me envolvió en sus brazos y besó mi cabello. —Lo siento. Si mi trabajo no estuviese en juego, tú sabes que trataría de hacer algo.
Asentí, alejándome de él. —Lo sé. Hiciste lo que pudiste.
Elevó mi mentón con su dedo. —Te veré mañana a las cinco. —Bajó su cabeza y depositó un beso en la esquina de mi boca, y luego se fue sin decir una palabra.
Miré a América, quien estaba observando a Nick. No me atreví a encontrarme con sus ojos; no podía imaginar que tan enojada era la expresión en su rostro.
— ¿Qué es a las cinco? —dijo Nick, su voz teñida con enojo mal disimulado.
—Ella estuvo de acuerdo en cenar con Jesse si él la dejaba quedarse. No tenía opción Nick. —dijo América.
Podía deducir por el tono de precaución de su voz que Nick estaba más que enojado, lo miré y él me fulminó con la mirada con la misma expresión de traición que Mick tenía en su rostro la noche en que se dio cuenta que yo había tomado su suerte.
—Tenías una opción.
— ¿Alguna vez has tratado con la mafia, Nick? Lo siento si tus sentimientos están heridos, pero una comida gratis con un viejo amigo no es un precio alto que pagar para mantener a Mick vivo.
Podía ver que Nick quería arremeter contra mí, pero no había nada que él pudiera decir.
—Vamos chicos, tenemos que encontrar a Benny. —dijo América, tirando de mi brazo.
Nick y Shepley nos siguieron en silencio mientras caminábamos hacia al edificio de Benny. El tráfico—de personas y carros—en la vía estaba empezando a concentrarse. Con cada paso que daba, me sentía enferma, sentía un vacío en mi estómago, mi mente corriendo, pensando en un argumento lo suficientemente convincente para hacer entrar a Benny en razón. Para cuando tocamos la gran puerta verde que había visto tantas veces, no tenía nada en mente.
No era una sorpresa ver al enorme guardián, negro, atemorizante, y tan ancho como era de alto, pero yo estaba aturdida de ver a Benny detrás de él.
—Benny. —Respiré
—Vaya, vaya… ya no eres de Lucky Thirteen, ¿cierto? Mick no me dijo lo llamativa que te has convertido. He estado esperando por ti, Cookie. He oído que tienes un pago para mí.
Asentí y Benny hizo un gesto hacia mis amigos. Alcé mi mentón para fingir confianza. —Ellos están conmigo.
—Me temo que tus acompañantes tendrán que esperar afuera. —dijo el guardián en un anormal tono bajo.
Nick me tomó del brazo inmediatamente. —Ella no va entrar sola, voy con ella.
Benny observó a Nick. Cuando Benny alzó la vista a su guardián y las esquinas de su boca se elevaron, me relajé un poco.
—Es lo suficientemente justo. —dijo Benny—. Mick estará contento de saber que tienes a tan buen amigo.
Lo seguí adentro, volviéndome para ver la mirada preocupada en la cara de América. Nick mantuvo firme su agarre en mi brazo, manteniéndose a propósito entre el guardián y yo. Seguimos a Benny a un ascensor, ascendiendo cuatro pisos en silencio y luego las puertas se abrieron.
Un gran escritorio de caoba yacía en el medio de una vasta habitación. Benny cojeó hasta alcanzar una silla y sentarse, gesticulando hacia nosotros para que tomáramos las dos sillas vacías enfrente del escritorio. Cuando me senté, el cuero se sentía frío debajo de mí, y me pregunté cuánta gente se habría sentado en la misma silla, momentos antes de su muerte.
Estiré mi mano para coger la de Nick y él me dio un apretón tranquilizador.
—Mick me debe veinticinco mil, confío en que tienes la cantidad completa. —Dijo escribiendo algo en una libreta de notas
—En realidad —hice un pausa aclarándome la garganta—, me faltan cinco mil, Benny, pero tengo todo el día de mañana para conseguirlos, y cinco mil no es un problema ¿Cierto? Tú sabes que soy buena para eso.
—Abigail —dijo Benny, ceñudo—, me decepcionas, conoces mis reglas mejor que eso.
—Por… Por favor Benny, te estoy pidiendo que tomes los diecinueve mil y tendré el resto para ti mañana.
Los ojos de Benny iban de Nick a mí y viceversa. Ahí fue cuando note el par de hombres que salieron de las esquinas más oscuras de la habitación. El agarre de Nick en mi mano se hizo más fuerte, contuve el aliento.
—Tú sabes que no tomo nada a menos de que sea la cantidad completa. El hecho de que estés tratando de darme menos de lo que es me dice algo. ¿Sabes lo que me dice? Que tú no estás segura de que puedas obtener la cantidad completa.
Los hombres que estaban en las esquinas se movieron otro paso hacia adelante. —Puedo obtener tu dinero Benny. —Me reí nerviosamente—. Gané nueve mil en seis horas.
—Entonces me estás diciendo que me traerás nueve mil en las próximas seis horas. —Benny nos sonrió diabólicamente.
—El plazo es hasta la medianoche mañana. —dijo Nick, mirando detrás de nosotros y luego a los hombres que se aproximaban.
— ¿Qué estás haciendo Benny? —Pregunté, mi postura rígida.
—Mick me llamó anoche. Dijo que te estabas encargando de su deuda.
—Le estoy haciendo un favor. Yo no te debo dinero. —dije severamente, mis instintos de supervivencia tomando vida.
Benny apoyó sus rechonchos codos llenos de grasa en su escritorio. —Estoy considerando enseñarle a Mick una lección, además estoy curioso de ver cuán suertuda eres.
Nick se levantó de su silla tirando me mí con él. Me llevó detrás de él, retrocediendo hasta la puerta.
—Josiah está afuera de la puerta, chico. ¿A dónde piensas que vas a escapar?
Estaba equivocada. Cuando estaba pensando en persuadir a Benny para que viera la razón, debía haber anticipado el deseo de Mick de sobrevivir, y la afición de venganza de Benny.
—Nick. —Le advertí, viendo como los secuaces de Benny se acercaban a nosotros.
Nick me empujó unos cuántos pies detrás de él y permaneció de pie. —Espero que sepas, Benny, que cuando me deshaga de tus hombres, no quiero ser irrespetuoso, claro está. Pero estoy enamorado de esta chica, y no puedo dejar que la lastimes.
Benny estalló en una ruidosa carcajada. —Te lo dejaré a ti hijo. Tienes las bolas más grandes que cualquiera que hayan venido a través de esas puertas. Te prepararé lo que estás a punto de enfrentar, el chico grande a tu derecha es David, y si él no puede sacarte con sus puños, lo hará con el cuchillo que tiene en su funda. El hombre a tu izquierda es Dane, él es mi mejor luchador. Tiene una pelea mañana, sólo para que sepas, él nunca pierde. Te importaría si no te lastimas las manos, Dane, tengo un montón de dinero en ti.
Dane le sonrió a Nick con divertidos y salvajes ojos. —Sí, señor.
— ¡Detente, Benny! Puedo conseguir tu dinero. —Lloré
—No… Esto se va a poner bastante interesante. —Se rió entre dientes, sentándose en su silla.
David corrió hacia Nick, mis manos volaron a mi boca. El tipo era fuerte, pero torpe y lento. Antes de que David pudiera coger su cuchillo, Nick lo incapacitó, empujando la cara de David directo hacia su rodilla, cuando Nick lanzó un puñetazo, no gastó tiempo, lanzando cada pizca de energía que tenía en la cara del hombre. Dos puñetazos y un codazo después, David yacía en el piso, en un charco de sangre.
Benny echó su cabeza hacia atrás, riendo histéricamente golpeando su escritorio con el placer de un niño viendo caricaturas en la mañana de un sábado. —Muy bien, ve por él Dane, no te asustó, ¿cierto?
Dane se aproximó a Nick cuidadosamente, con la concentración y la precisión de un luchador profesional. Su puño voló a la cara de Nick con una velocidad increíble, pero Nick lo esquivó, embistiendo con su hombro a Dane, utilizando toda su fuerza. Cayeron contra el escritorio de Benny. Dane agarró a Nick con sus brazos, empujándolo contra el piso. Se enfrentaron en el piso por un momento, pero luego Dane ganó terreno, posicionándose para poder darle algunos puños a Nick, mientras él estaba atrapado debajo de él en el piso. Cubrí mi cara, me era imposible mirar. Oí un llanto de dolor y levanté la vista, para ver a Nick cerniéndose sobre Dane, agarrándolo de su peludo pelo, golpeándolo puño tras puño en un lado de su cabeza. La cara de Dane calló en el escritorio de Benny, para luego ponerse de pie desorientado y sangrando.
Nick lo observó por un momento, para luego atacar otra vez, usando toda su fuerza. Dane lo esquivó una vez, consiguiendo golpear a Nick en la mandíbula con sus nudillos.
Nick sonrió y lo apuntó con un dedo. —Esa fue tu oportunidad.
No podía creer lo que acababa de escuchar. Nick había dejado que el matón de Benny lo golpeara. Él lo estaba disfrutando. Jamás había visto a Nick pelear sin restricciones, era un poco atemorizante verlo liberar todo lo que tenía en estos asesinos entrenados y teniendo las de ganar. Hasta ese momento nunca me había dado cuenta de lo que Nick era capaz de hacer. Con la risa molesta de Benny en el fondo, Nick terminó de rematar a Dane, depositando su codo en el centro del rostro de Dane, dejándolo fuera de juego antes de que golpeara el suelo. Vi su cuerpo rebotar en la alfombra importada de Benny.
— ¡Eres asombroso! ¡Simplemente asombroso! —dijo Benny, aplaudiendo con placer.
Nick me empujó detrás de él mientras Josiah atravesaba la puerta, con su masiva figura.
— ¿Debería encargarme de esto, señor?
— ¡No! No, no… —dijo Benny aún aturdido por la improvisada actuación—. ¿Cuál es tu nombre?
—Nick Jonas. —dijo, aun teniendo la respiración pesada, limpiando lo sangre de Dane y David de sus manos en sus vaqueros.
—Nick Jonas, creo que puedes ayudar a que tú pequeña novia se salga de éste problema.
— ¿Cómo?
—Se suponía que Dane pelearía mañana en la noche, tenía un montón de dinero para él, pero parece que Dane no estará en forma para ganar la pelea. Te sugiero que tomes su lugar. Gana y perdonaré los dólares faltantes de la deuda de Mick.
Nick se volvió hacia mí. — ¿Pigeon?
— ¿Estás bien? —Pregunté, limpiando la sangre de su rostro. Mordí mi labio, sintiendo mi cara deformarse con una mezcla de miedo y alivio.
Nick sonrió. —No es mi sangre, no llores, bebé.
—Soy un hombre ocupado hijo. —dijo Benny—. ¿Estás dentro?
—Lo hare. —dijo Nick—. Dime el cuándo y el dónde, estaré ahí.
—Estarás peleando contra Brock McMann, él no es un oponente fácil. Fue excluido de la UFC el año pasado.
Ese dato no afectó en lo más mínimo a Nick. —Sólo dígame dónde tengo que estar.
La sonrisa de tiburón de Benny cruzó su cara. —Me gustas, Nick Jonas. Creo que seremos buenos amigos
—Lo dudo. —dijo Nick, abriendo la puerta y manteniendo una postura protectora hasta que alcanzamos la puerta principal.
— ¡Jesucristo! —América lloró, viendo la sangre que salpicaba la ropa de Nick—. ¿Están bien chicos? —Me tomó por los hombros y examinó mi rostro.
—Estoy bien. Tan solo otro día en la oficina. Para ambos. —dije limpiando mis ojos.
Nick cogió mi mano y nos dirigimos hacia el hotel con Shepley y América detrás de nosotros. No muchos repararon en el aspecto de Nick. Estaba cubierto de sangre y sólo uno que otro parecía notarlo.
— ¿Qué rayos pasó ahí adentro? —Finalmente preguntó Shepley.
Nick se deshizo de su ropa y desapareció en el cuarto de baño. La ducha se encendió y América me pasó una caja de pañuelos.
—Estoy bien, Mare.
Suspiró y empujó la caja hacia mí otra vez. —No, no estás bien.
—Este no es mi primer encuentro con Benny. —dije, mis músculos doloridos por estar tanto tiempo tensados en las últimas 24 horas.
—Es tu primera vez viendo como Nick descarga toda su mierda en otra persona. —dijo Shepley—. Lo he visto antes, y no es lindo.
— ¿Qué pasó? —América insistió.
—Mick llamó a Benny. Le dijo que yo me haría cargo de su deuda.
— ¡Lo voy a matar! Voy a matar a ese hijo de perra. —gritó América.
—Benny no me estaba haciendo responsable, pero dijo que iba a darle una lección a Mick por enviar a su hija a pagar su deuda. Él llamó a dos de sus malditos perros para que fueran por nosotros y Nick los noqueó. A ambos. En menos de cinco minutos.
— ¿Entonces Benny los dejó ir? —Preguntó América.
Nick salió del baño con una toalla alrededor de su cintura, la única evidencia de la pelea era una pequeña marca roja en su pómulo, debajo de su ojo derecho.
—Uno de los chicos que eliminé tenía una pelea mañana en la noche. Tomaré su lugar y en recompensa Benny perdonará lo que Mick debe.
América se puso de pie. —Esto es ridículo. ¿Por qué lo estamos ayudando? Él te lanzó directo a los lobos. ¡Lo voy a matar!
—No si yo lo mato primero. —Nick ardía de rabia.
—Tranquilízate, —le dije.
— ¿Entonces pelearás mañana? —Preguntó Shepley.
—En un lugar llamado Zero. Seis en punto. Es Brock McMann, Shep.
—De ninguna manera. De ninguna jodida manera. Nick. ¡El tipo es un maniático!
—Sí. —Nick sonrió—, pero él no está peleando por su chica ¿cierto? —Nick me envolvió en sus brazos. Besando la parte superior de mí cabello—. ¿Estás bien, Pigeon?
—Esto está mal. Esto está mal en muchas maneras. No sé con quién de ustedes hablar primero para dejar esto.
— ¿Me viste esta noche? Voy a estar bien. He visto a Brock pelear antes. Él es duro, pero no invencible.
—No quiero que hagas esto, Nick.
—Bueno, yo no quiero que tú vayas a cenar con tu ex novio mañana en la noche. Supongo que ambos tenemos que hacer algo que no queremos para salvar al bueno para nada de tu padre.
Lo había visto antes. Vegas cambiaba a las personas. Creando monstruos y hombres rotos. Era fácil dejar que las luces y los sueños robados se filtraran en tu sangre. Había visto la enérgica, invencible mirada en el rostro de Nick tantas veces crecer. Y la única cura era un avión que nos llevara a casa.
Miré mi reloj otra vez.
— ¿Tienes que estar en algún lugar, Cookie? —Preguntó Jesse, divertido.
—Por favor, deja de llamarme así. Jess. Lo odio.
—También odié cuando te fuiste. Y eso no te detuvo.
—Esta es una conversación aburrida y sin sentido. Solamente cenemos, ¿de acuerdo?
—Muy bien, hablemos entonces de tu nuevo chico. ¿Cuál es su nombre? ¿Nick? —Asentí y él sonrió—. ¿Qué estás haciendo tú con ese psicópata tatuado? Se ve como un rechazado de The Manson Family.
—Se amable Jesse, o me iré de aquí.
—No puedo superar lo diferente que te ves. No puedo superar que tú estás sentada aquí, enfrente de mí.
—Supéralo. —dije, rodando los ojos.
—Ahí está. —dijo Jesse—. La chica que recuerdo
Miré mi reloj. —La pelea de Nick es en veinte minutos. Mejor me voy.
—Aún estamos esperando el postre.
—No puedo Jess. No quiero que él se preocupe acerca de si voy a aparecer o no. Es importante.
Sus hombros cayeron. —Lo sé. Extraño los días en que yo era importante.
Dejé descansar mis manos en las suyas. —Éramos sólo niños. Eso fue hace mucho tiempo.
— ¿Cuándo crecimos? El que tú estés aquí es una señal, __(Tn). Pensé que nunca te vería de nuevo y aquí estás. Quédate conmigo.
Negué con mi cabeza despacio, vacilando. No quería herir a mi más viejo amigo. —Lo amo, Jess
La desilusión oscureció la pequeña sonrisa en su rostro. —Entonces es mejor que vayas.
Besé su mejilla y abandoné el restaurante, cogí un taxi.
— ¿A dónde se dirige? —Preguntó el taxista
—Zero.
El taxista se volvió hacia mí, viéndome fijamente.
— ¿Está segura?
—Estoy segura. ¡Vamos! —dije, lanzando el dinero sobre el asiento.
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster (Maratón 2 capitulos)
Capitulo 15: Hogar
Maratón 2/2
Nick finalmente atravesó la multitud con la mano de Benny sobre su hombro, susurrándole en el oído. Nick asintió y respondió, y mi sangre se heló al verlo tan amigable con el hombre que nos amenazó hace menos de veinticuatro horas. Nick disfrutaba en el aplauso y felicitaciones de su triunfo mientras la multitud retumbaba. Caminaba más erguido, su sonrisa era más amplia, cuando me alcanzó, plantó un beso rápido en mi boca.
Pude probar el sudor salado mezclado con el gusto cobrizo de la sangre sobre sus labios.
Había ganado la pelea, pero no sin unas cuantas heridas de batalla propias.
— ¿Qué fue eso? —Pregunté, mirando a Benny reír con sus cohortes.
—Te lo diré más tarde. Tenemos mucho de qué hablar —dijo con una sonrisa amplia.
Un hombre palmeó a Nick en la espalda.
—Gracias —dijo Nick, girándose hacia él y sacudiendo su mano extendida.
—Espero ver otro encuentro tuyo, hijo —dijo el hombre, entregándole una botella de cerveza—. Eso fue increíble.
—Vamos, Pidge. —Tomó un sorbo de su cerveza, la agitó en su boca y luego escupió, el líquido ámbar sobre el suelo estaba teñido con sangre. Se movió a través de la multitud, tomando una respiración profunda cuando nos movimos a la acera afuera. Me besó una vez más y luego me condujo a la calle principal, sus pasos rápidos y decididos.
En el elevador de nuestro hotel, me empujó contra la pared de espejo, agarró mi pierna y la levantó en un movimiento rápido contra su cadera. Su boca chocó con la mía, y sentí su mano bajo mi rodilla deslizándose arriba por mi muslo y levantando mi falda.
—Nick, hay una cámara aquí —dije contra sus labios.
—No me importa una mierda. —Se rió entre dientes—. Estoy celebrando.
Lo alejé. —Podemos celebrar en la habitación —dije, limpiándome la boca y mirando abajo a mi mano, viendo manchas de color carmesí.
— ¿Qué está mal contigo, Pigeon? Ganaste, gané, pagamos la deuda de Mick y acabo de recibir la oferta de mi vida.
El elevador se abrió y me quedé en el lugar mientras Nick salía hacia el pasillo. — ¿Qué clase de oferta? —Pregunté.
Travis extendió su mano, pero la ignoré. Mis ojos se estrecharon, sabiendo ya lo que diría.
Él suspiró. —Te lo dije, hablaremos de eso más tarde.
—Vamos a hablar de eso ahora.
Se inclinó y me empujó por la muñeca hacia el pasillo, y luego me levantó del suelo en sus brazos.
—Voy a hacer el suficiente dinero para reemplazar lo que Mick se llevó, para pagar por el resto de tu matrícula, pagar mi motocicleta, y comprarte un auto nuevo —dijo, deslizando la llave adentro y afuera de su ranura. Empujó la puerta y me dejó sobre mis pies—. ¡Y eso sólo es el principio!
— ¿Y cómo exactamente vas a hacer eso? —Mi pecho se apretó y mis manos empezaron a temblar.
Él tomó mi cara en sus manos, extasiado. —Benny va a dejarme pelear aquí en Las Vegas. Seis figuras una pelea, Pidge. ¡Seis figuras una pelea!
Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza, bloqueando la emoción en sus ojos. — ¿Qué le dijiste a Benny? —Nick levantó mi barbilla y abrí mis ojos, asustada de que ya hubiera firmado un contrato.
Se rió entre dientes. —Le dije que lo pensaría.
Exhalé el aire que había estado conteniendo. —Oh, gracias a Dios. No me asustes así, Nick. Pensé que hablabas en serio.
Nick hizo una mueca y se estabilizó antes de hablar. —Hablo en serio, Pigeon. Le dije que necesitaba hablar, primero, pero pensé que estarías feliz. Está programando una pelea en un mes. ¿Tienes idea de cuánto dinero es? ¡En efectivo!
—Puedo sumar, Nick. También puedo conservar mis sentidos cuando estoy en Las Vegas, lo que obviamente tú no puedes. Tengo que sacarte de aquí antes de que hagas algo estúpido. —Caminé hacia el armario y arranqué nuestra ropa de las perchas, metiéndolas furiosamente en nuestras maletas.
Nick agarró mis brazos gentilmente y me giró. —Puedo hacer esto. Puedo pelear para Benny por un año y luego estaremos establecidos por un largo, largo tiempo.
— ¿Qué vas a hacer? ¿Dejar la escuela y mudarte aquí?
—Benny va arreglarlo, hacer que funcione con mi horario.
Reí una vez, incrédula. —No puedes ser así de crédulo, Nick. Cuando estés en la nómina de Benny, no sólo vas a pelear una vez al mes para él. ¿Te olvidaste de Dane? ¡Terminarás siendo uno de sus matones!
Él sacudió la cabeza. —Ya discutimos eso, Pidge. Él no quiere que haga nada más que pelear.
— ¿Y confías en él? ¡Sabes que aquí lo llaman Benny el Astuto!
—Quería comprarte un auto, Pigeon. Uno lindo. Nuestras matrículas serán pagadas por completo.
— ¿Oh? ¿La mafia está entregando becas ahora?
La mandíbula de Nick se apretó. Estaba irritado al tener que convencerme. —Esto es bueno para nosotros. Puedo ahorrar hasta que sea el momento de comprar una casa. No puedo hacer esta clase de dinero en ningún otro lugar.
— ¿Qué hay de tu título de Justicia Penal? Vas a estar viendo a tus viejos compañeros de clases trabajando para Benny, te lo prometo.
—Bebé, entiendo tus reservas, lo hago. Pero estoy siendo listo con esto. Lo haré por un año y luego saldremos y haremos lo que sea que el infierno quiera que hagamos.
—No sólo dejas a Benny, Nick. Él es el único que puede decirte cuándo terminaste. ¡No tienes idea de con qué estás tratando! ¡No puedo creer que incluso estés considerando esto! ¿Trabajar para un hombre que nos hubiera dado una paliza a ambos anoche si no lo hubieras detenido?
—Exactamente. Lo detuve.
—Detuviste dos de sus matones de peso ligero, Nick. ¿Qué vas a hacer si hay una docena de ellos? ¿Qué vas a hacer si vienen por mí durante una de tus peleas?
—No tendría sentido para él hacer eso. Haré mucho dinero para él.
—El momento en que decidas que no vas a hacerlo más, eres prescindible. Así es como esas personas trabajan.
Nick se alejó de mí y miró afuera de la ventada, las luces parpadeantes coloreando sus rasgos en conflicto. Tomó una decisión antes de siquiera habérmelo comentado.
—Todo va a estar bien, Pigeon. Me aseguraré de eso. Y luego estaremos establecidos.
Sacudí mi cabeza y me giré, empujando nuestra ropa en las maletas. Cuando llegáramos a la pista en casa, sería el mismo de siempre. Las Vegas le hacían cosas extrañas a las personas, y no podía razonar con él mientras estuviera intoxicado con el flujo del dinero y el whisky.
Me negué a discutir más esto hasta que estuvimos en el avión, asustada de que Nick me dejara irme sin él. Abroché mi cinturón de seguridad y apreté mis dientes, observándolo mirar con nostalgia afuera de la ventada mientras nos elevábamos hacia el cielo nocturno. Ya estaba extrañando la maldad y las tentaciones sin límites que Las Vegas tenía para ofrecer.
—Es un montón de dinero, Pidge.
—No.
Su cabeza se giró en mi dirección. —Esta es mi decisión. No creo que estés viéndolo todo.
—Creo que has perdido tu maldita mente.
— ¿Ni siquiera vas a considerarlo?
—No, ni tú tampoco. No vas a trabajar para un criminal sanguinario en Las Vegas, Nicholas. Es completamente ridículo de tu parte creer que podría considerarlo.
Nick suspiró y miró afuera de la ventana. —Mi primera pelea es en tres semanas.
Mi boca cayó abierta. — ¿Ya aceptaste?
Él guiñó un ojo. —No todavía.
— ¿Pero vas a hacerlo?
Sonrió. —Dejarás de estar enojada cuando te compre un Lexus.
—No quiero un Lexus —Me puse furiosa.
—Puedes tener lo que quieras, bebé. Imagínate cómo se va a sentir ir a cualquier concesionario que quieras, y todo lo que tienes que hacer es escoger tu color favorito.
—No estás haciendo esto por mí. Deja de fingir que lo haces.
Él se inclinó, besando mi cabello. —No, estoy haciéndolo por los dos. Simplemente no puedes ver lo genial que será.
Un escalofrío irradió desde mi pecho, viajando por mi columna vertebral hasta mis piernas. Él no vería una razón hasta que estuviéramos en el apartamento, y estaba aterrorizada que Benny le hubiera hecho una oferta que no podía rechazar. Me sacudí mis miedos; tenía que creer que Nick me amaba lo suficiente para olvidar los signos de dólares y las falsas promesas que Benny había hecho.
— ¿Pidge? ¿Sabes cómo cocinar un pavo?
— ¿Un pavo? —dije, tomada fuera de base por el cambio repentino de conversación.
Él apretó mi mano. —Bueno, las vacaciones de Acción de Gracias está llegando, y sabes que mi papá te adora. Quiere venir para Acción de Gracias, pero siempre terminamos ordenando pizza y viendo el juego. Pensé que quizás tú y yo podríamos intentar cocinar un pavo juntos. Ya sabes, tener una cena con pavo real por una vez en la casa Jonas.
Presioné mis labios juntos, tratando de no reír. —Simplemente descongelas el pavo y lo pones en un sartén y lo cocinas en la estufa todo el día. No hay mucho en eso.
— ¿Entonces vendrás? ¿Me ayudarás?
Me encogí de hombros. —Seguro.
Su atención estaba desviada de las luces embriagadoras abajo, y me permití tener la esperanza que él vería cuán equivocado estaba sobre Benny después de todo.
Nick dejó nuestras maletas sobre la cama y colapsó al lado de ellas. No había sacado la cuestión de Benny, y yo estaba esperanzada que Las Vegas estuviera empezando a salir de su sistema. Bañé a Toto, disgustada que apestara a humo y medias sucias de estar en el apartamento de Brasil toda la semana, y lo sequé con la toalla en la habitación.
— ¡Oh! ¡Hueles mucho mejor! —Reí mientras él se sacudía, rociándome con pequeñas gotas de agua. Se levantó en sus patas posteriores, cubriendo mi cara con besitos de cachorro—. También te extrañé, hombrecito.
— ¿Pigeon? —Preguntó Nick, golpeando anudando sus dedos.
— ¿Sí? —dije, frotando a Toto con la toalla amarilla mullida en mis manos.
—Quiero hacer esto. Quiero pelear en Las Vegas.
—No —dije, sonriéndole a la cara feliz de Toto.
Él suspiró. —No estás escuchando. Voy a hacerlo. Verás en unos meses que fue la decisión correcta.
Levanté la mirada hacia él. —Vas a trabajar para Benny.
Asintió nerviosamente y luego sonrió. —Sólo quiero cuidar de ti, Pidge.
Las lágrimas llenaron mis ojos, sabiendo que él estaba resuelto. —No quiero nada comprado con ese dinero, Nick. No quiero nada que tenga que ver con Benny, Las Vegas o cualquier cosa que vaya junto a ellos.
—No tenías problema con la idea de comprar un auto con el dinero de mis peleas aquí.
—Eso es diferente y lo sabes.
Frunció el ceño. —Todo va estar bien, Pidge. Ya verás.
Lo miré por un momento, esperando por un brillo de diversión en sus ojos, esperando que me dijera que estaba bromeando. La incertidumbre y la avaricia se reflejaron en sus ojos.
— ¿Por qué siquiera me preguntaste, Nick? Ibas a trabajar para Benny sin importar lo que yo dijera.
—Quiero tu apoyo en esto, pero es demasiado dinero para rechazarlo. Estaría loco para decir no.
Me quedé por un momento, aturdida. Una vez todo había penetrado, asentí. —De acuerdo, entonces. Has tomado tu decisión.
Nick sonrió de alegría. —Ya verás, Pigeon. Va a ser genial. —Se empujó de la cama, caminó hacia mí y me besó los dedos—. Estoy famélico. ¿Tienes hambre?
Sacudí mi cabeza y él besó mi frente antes de caminar a la cocina. Una vez sus pasos dejaron el corredor, tiré mi ropa de las perchas, agradecida de que tuviera lugar en mi maleta para más de mis pertenencias. Lágrimas de enojo cayeron por mis mejillas. Yo sabía muy bien lo que sería llevar a Nick a ese lugar. Había peleado con uñas y dientes para evitarle los bordes oscuros de mi vida, y el momento en que se presentó la oportunidad, lo arrastré al centro de todo lo que odiaba sin un segundo pensamiento.
Nick iba a ser parte de esto, y si no dejaría que lo salvara, tendría que salvarme yo sola.
La maleta estaba llena hasta su límite, y estiré el cierre sobre el contenido abultado. La saqué de la cama y caminé por el pasillo, pasando la cocina sin mirar en su dirección. Me apresuré a bajar las escaleras, aliviada de que América y Shepley todavía estuvieran besándose y riéndose en el aparcamiento, transfiriendo sus cosas de su Charger al Honda de ella.
— ¿Pigeon? —Nick llamó desde la puerta del apartamento.
Toqué la muñeca de América. —Necesito que me lleves a Morgan, Mare.
— ¿Qué está pasando? —dijo, notando la seriedad de la situación por mi expresión.
Miré detrás de mí para ver a Nick corriendo por las escaleras y cruzando el césped hacia donde estábamos paradas.
— ¿Qué estás haciendo? —dijo, gesticulando hacia mi maleta.
Si le hubiera dicho en ese momento, toda esperanza de salvarme de Mick, y Las Vegas, y Benny, y todo lo que no quería estaría perdido. Nick no me dejaría ir, y por la mañana me habría convencido a mí misma de aceptar su decisión.
Me rasqué la cabeza y sonreí, tratando de obtener algo de tiempo para pensar en una excusa.
— ¿Pidge?
—Estoy llevando mis cosas a Morgan. Ellos tienen todas esas lavadoras y secadoras y tengo una cantidad ridícula de colada que hacer.
Él frunció el ceño. — ¿Ibas a irte sin decírmelo?
Miré a América y luego a Nick, esforzándome por la mentira más creíble.
—Iba a volver. Eres tan jodidamente paranoico —dijo América con la sonrisa desdeñosa que había usado para engañar a sus padres tantas veces.
—Oh —dijo él, todavía inseguro—. ¿Vas a quedarte aquí esta noche? —Me preguntó, pellizcando la tela de mi abrigo.
—No sé. Supongo que depende de cuando esté lista mi ropa.
Nick sonrió, poniéndome contra él. —En tres semanas, le pagaré a alguien para que haga tu colada. O simplemente puedes tirar tu ropa sucia y comprar nueva.
— ¿Vas a pelear para Benny otra vez? —Preguntó América, sorprendida.
—Me hizo una oferta que no podía rechazar.
—Nick —empezó Shepley.
—Chicos, no empiecen ustedes también. Si no voy a cambiar de opinión por Pidge, no voy a cambiar de opinión por ustedes.
América encontró mis ojos con entendimiento. —Bueno, mejor te llevamos, __(Tn). Esa pila de ropa te va a tomar por siempre.
Asentí y Nick se inclinó para besarme. Lo acerqué más, sabiendo que sería la última vez que sentiría sus labios contra los míos. —Te veo más tarde —dijo—. Te amo.
Shepley metió mi maleta en el baúl de su Honda, y América se deslizó en su asiento a mi lado. Nick dobló sus brazos sobre su pecho, charlando con Shepley mientras América agitaba el encendido.
—No puedes quedarte en tu habitación esta noche, __(Tn). Va a ir directamente allí cuando lo averigüe —dijo América mientras lentamente retrocedía del bloque del estacionamiento.
Las lágrimas llenaron mis ojos y se derramaron, cayendo sobre mis mejillas. —Lo sé.
La expresión alegre de Nick cambió cuando vio la mirada en mi cara. No perdió tiempo en correr a mi ventana. — ¿Qué está mal, Pidge? —dijo, golpeando ligeramente el vidrio.
—Vamos, Mare —dije, limpiando mis ojos. Me centré en el camino adelante mientras Nick corría junto al auto.
— ¿Pigeon? ¡América! ¡Detén el puto auto! —Gritó, golpeando su palma contra el vidrio—. ¡__(Tn), no hagas esto! —Dijo, comprensión y miedo distorsionando su expresión.
América se giró hacia la calle principal y presionó el acelerador. —Nunca voy a escuchar el final de eso… así como tú.
—Lo siento tanto, Mare.
Ella miró hacia el espejo retrovisor y empujó su pie en el suelo. —Jesucristo, Nick —murmuró bajo su respiración.
Giré para verlo correr a toda velocidad detrás de nosotras, desapareciendo y reapareciendo entre las luces y sombras de las lámparas de la calle. Después alcanzó el final de la cuadra, se giró en dirección opuesta, corriendo hacia el apartamento.
—Va a volver por su motocicleta. Nos va a seguir a Morgan y causar una gran escena.
Cerré mis ojos. —Simplemente… apresúrate. Dormiré en tu habitación esta noche. ¿Crees que a Vanessa le importará?
—Nunca está allí. ¿De verdad va a trabajar para Benny?
La palabra se quedó pegada en mi garganta, así que simplemente asentí.
América agarró mi mano y la apretó. —Estás tomando la decisión correcta, __(Tn). No puedes pasar por eso otra vez. Si no te escuchó, no va a escuchar a nadie.
Mi móvil sonó. Miré abajo para ver la cara tonta de Nick, y luego presioné ignorar. Menos de cinco segundos después, sonó de nuevo. Lo apagué y lo empujé en mi bolso.
—Esto va a ser un desastre jodidamente espantoso —dije, sacudiendo mi cabeza y limpiando mis ojos.
—No envidio tu vida por la siguiente semana o así. No puedo imaginar romper con alguien que rehúsa a mantenerse alejado. Sabes que es así como será, ¿cierto?
Entramos en el aparcamiento en Morgan, y América sostuvo la puerta abierta mientras yo arrastraba mi maleta al interior. Nos apresuramos a su habitación y jadeé, esperando que ella desbloqueara su puerta. La sostuvo abierta y luego me lanzó la llave.
—Va a terminar siendo arrestado o algo así —dijo.
Corrió al pasillo y la miré apresurarse a través del aparcamiento desde la ventana, metiéndose en el auto justo mientras Nick detenía su motocicleta a su lado. Él corrió alrededor al lado del pasajero y abrió la puerta, mirando a las puertas de Morgan cuando se dio cuenta que no estaba en el auto. América retrocedió mientras Nick corría hacia el edificio, y me giré, mirando la puerta.
Abajo por el pasillo, Nick golpeó en mi puerta, diciendo mi nombre. No tenía idea si Kara estaba allí, pero si lo estaba, me sentía mal por lo que tendría que soportar por los siguientes minutos hasta que Nick aceptara que no estaba en mi habitación.
— ¿Pidge? ¡Abre la puta puerta, maldición! ¡No voy a irme hasta que hables conmigo! ¡Pigeon! —Gritó, golpeando la puerta tan fuerte que el edificio entero podría haber oído.
Me encogí cuando escuché la voz tímida de Kara.
— ¿Qué? —Gruñó.
Presioné mi oreja contra la puerta, luchando por escuchar los bajos murmullos de Nick. No tuve que esforzarme más.
— ¡Sé que está aquí! —Gritó—. ¿Pigeon?
—No está… ¡Oye! —chilló Kara.
La puerta golpeó contra la pared de bloque de cemento de nuestro cuarto y supe que Nick había forzado su camino al interior. Después de un minuto completo de silencio, escuché a Nick gritar abajo en el pasillo. — ¡Pigeon! ¿Dónde estás?
— ¡No la he visto! —gritó Kara, más enojada que lo que alguna vez la había escuchado. La puerta se cerró de golpe y de repente las náuseas me abrumaron mientras esperaba lo siguiente que haría Nick.
Después de varios minutos de silencio, abrí la puerta, mirando abajo por el pasillo amplio. Nick sentado con su espalda contra la pared con sus manos cubriendo su cara. Cerré la puerta tan silenciosamente como pude, preocupada porque la policía del campus hubiera sido llamada. Después de una hora, miré el pasillo de nuevo. Nick no se había movido.
Revisé dos veces más durante la noche, finalmente cayendo dormida alrededor de las cuatro. Me quedé dormida a propósito, sabiendo que me saltaría mis clases ese día. Encendí mi teléfono para revisar mis mensajes, viendo que Nick había inundado mi bandeja de entrada. Los mensajes sin fin que me había enviado a través de la noche variaban de disculpas a vociferaciones.
Llamé a América en la tarde, esperando que Nick no hubiera confiscado su móvil. Cuando me contestó, suspiré.
—Hola.
América mantuvo su voz baja. —No le he dicho a Shepley dónde estás. No lo quiero en medio de esto. Nick está locamente enojado conmigo ahora. Probablemente voy a quedarme en Morgan esta noche.
—Si Nick no se ha calmado… buena suerte obteniendo algo de sueño aquí. Hizo una actuación digna de un Oscar en el pasillo anoche. Estoy sorprendida de que nadie llamara a seguridad.
—Fue expulsado de Historia hoy. Cuando no apareciste, le dio una patada a tus dos escritorios. Shep escuchó que esperó por ti después de todas tus clases. Está perdiéndola, __(Tn). Le dije que terminaste al segundo que tomó su decisión de trabajar para Benny. No puedo creer que pensara por un sólo segundo que estarías bien con eso.
—Supongo que te veré cuando estés aquí. No creo que todavía pueda ir a mi habitación.
América y yo fuimos compañeras de habitación por la semana siguiente, y ella se aseguró de mantener a Shepley alejado de mí así él no estaría tentado de decirle a Nick de mi paradero. Fue un trabajo de tiempo completo eludir un encuentro con él. Evité la cafetería a toda costa, la clase de Historia, y jugué seguro dejando mis clases antes. Sabía que tendría que hablar con Nick alguna vez, pero no podía hasta que se hubiera calmado lo suficiente para aceptar mi decisión.
Me quedé sola el viernes en la noche, acostada en mi cama, sosteniendo el teléfono en mi oído. Puse mis ojos en blanco cuando mi estómago rugió.
—Puedo ir a recogerte y llevarte a cenar a algún lado —dijo América.
Pasé las páginas de mi libro de Historia, saltando donde Nick había garabateado y borroneado notas de amor en las márgenes. —No, es tu primera noche con Shep en casi una semana, Mare. Simplemente voy a tomar algo de la cafetería.
— ¿Estás segura?
—Sí. Dile a Shep que dije hola.
Caminé lentamente a la cafetería, sin prisa de sufrir las miradas de esos en las mesas. La escuela entera estaba activa con el rompimiento, y el comportamiento violento de Nick no ayudaba. Justo cuando las luces de la cafetería aparecieron en la vista, miré una figura oscura acercarse.
— ¿Pigeon?
Sorprendida, me detuve. Nick caminó hacia la luz, sin rasurarse y pálido. — ¡Jesús, Nick! ¡Me asustaste como el infierno!
—Si contestaras tu teléfono cuando llamo no tendría que andar a escondidas en la oscuridad.
—Te ves como el infierno —dije.
—He estado por aquí una o dos veces esta semana.
Apreté mis brazos a mi alrededor. —En realidad estoy en camino a tomar algo para comer. Te llamaré más tarde, ¿de acuerdo?
—No. Tenemos que hablar.
—Nick…
—Rechacé a Benny. Lo llamé el miércoles y le dije que no. —Había un brillo esperanzador en sus ojos, pero desapareció cuando registró mi expresión.
—No sé qué quieres que diga, Nick.
—Di que me perdonas. Di que regresarás conmigo.
Apreté mis dientes, prohibiéndome llorar. —No puedo.
La cara deNick se arrugó, y tomé la oportunidad de caminar a su alrededor, pero él dio un paso al lado para mantenerse en mi camino. —No he comido, o dormido… no puedo concentrarme. Sé que me amas. Todo será como solía ser si simplemente vuelves conmigo.
Cerré mis ojos. —Somos disfuncionales, Nick. Creo que simplemente estás obsesionado con la idea de tenerme más que cualquier otra cosa.
—Eso no es cierto. Te amo más que a mi vida, Pigeon —dijo, herido.
—Eso es exactamente lo que quiero decir. Esto es una conversación loca.
—No es locura. Es la verdad.
—De acuerdo… ¿Así que cuál exactamente es el orden para ti? ¿Es dinero, yo, tu vida… o hay algo que vaya antes del dinero?
—Me doy cuenta de lo que he hecho, ¿de acuerdo? Veo que podrías pensar eso, pero si hubiera sabido que ibas a dejarme, nunca habría… Simplemente quería cuidar de ti.
—Ya has dicho eso.
—Por favor no hagas esto. No puedo soportar sentirme así… está… está matándome —dijo, exhalando como si el aire hubiera sido expulsado de él.
—Terminé con esto, Nick.
Él parpadeó. —No digas eso.
—Ha terminado. Vuelve a tu hogar.
Sus cejas se juntaron. —Tú eres mi hogar.
Sus palabras me cortaron, mi pecho se apretó tanto que fue difícil respirar. —Hiciste una elección, Nick. Yo he hecho la mía —dije, interiormente maldiciendo el temblor en mi voz.
—Me voy a quedar fuera del infierno de Las Vegas, y alejado de Benny… Voy a terminar la escuela. Pero te necesito. Te necesito. Eres mi mejor amiga. —Su voz era desesperada y rota, concordando con su expresión.
En la poca luz pude ver una lágrima que cayó de su ojo, y en el momento siguiente se estiró por mí y estuve en sus brazos, sus labios sobre los míos. Me apretó fuerte contra su pecho mientras me besaba, y luego acunó mi cara en sus manos, presionando sus labios más fuerte contra mi boca, desesperado por obtener una reacción.
—Bésame —susurró, sellando su boca sobre la mía. Mantuve mis ojos y mi boca cerrada, relajándome en sus brazos. Tomó todo lo que tuve no mover mi boca con la suya, habiendo deseado sus labios toda la semana—. ¡Bésame! —Rogó—. ¡Por favor, Pigeon! ¡Le dije que no!
Cuando sentí lágrimas cálidas abrasando mi cara fría, lo alejé. — ¡Déjame en paz, Nick!
Sólo me había alejado unos cuantos centímetros cuando agarró mi muñeca, mi brazo estuvo recto, extendido detrás de mí. No me volví.
—Estoy rogándote. —Mi brazo bajó y tiró mientras él caía sobre sus rodillas—. Estoy rogándote, __(Tn). No hagas esto.
Me giré para ver su expresión agonizante, y luego mis ojos bajaron de mi brazo al suyo, mirando mi nombre en gruesas letras negras sobre su muñeca flexionada. Me había probado lo que había estado temiendo todo el tiempo. Por mucho que me amara, cuando el dinero estaba involucrado, estaría en segundo lugar. Al igual que estaba con Mick.
Si cedía, o podía cambiar de opinión sobre Benny, o estaría resentido conmigo cada vez que el dinero pudiera haber hecho su vida más fácil. Lo imaginé en un trabajo de cuello azul, llegando a casa con la misma mirada en sus ojos que Mick tenía cuando regresaba después de una noche de mala suerte. Sería mi culpa que su vida no fuera lo que quería que fuera, y no podría dejar que mi futuro estuviera placado con la amargura y remordimiento que dejé atrás.
—Déjame ir, Nick.
Después de varios momentos finalmente liberó mi brazo. Corrí a la puerta de vidrio, abriéndola sin mirar atrás. Todos en la habitación me miraron fijamente mientras caminaba hacia el buffet, y sólo mientras alcanzaba mi destino, las cabezas se enfocaron para ver afuera de las ventanas donde Nick estaba sobre sus rodillas, las palmas sobre el pavimento.
La visión de él sobre el suelo hizo que las lágrimas que había estado sosteniendo corrieran por mi cara. Pasé las pilas de platos y bandejas, precipitándome por el pasillo a los baños. Era suficientemente malo que todos hubieran presenciado la escena entre Nick y yo. No podía dejarlos verme llorar.
Me acurruqué en un cubículo por una hora, chillando incontrolablemente hasta que escuché un golpe suave en la puerta.
— ¿__(Tn)?
Inhalé. — ¿Qué estás haciendo aquí, Finch? Estás en el baño de mujeres.
—Kara te vio entrar y fue a los dormitorios a buscarme. Déjame entrar —dijo en una voz suave.
Sacudí mi cabeza, sabía que no podía verme, pero no podía decir otra palabra. Lo escuché suspirar y luego sus palmas golpearon el suelo mientras se arrastraba bajo el cubículo.
—No puedo creer que me estés haciendo actuar así—dijo, empujándose debajo con sus manos—. Vas a lamentar no abrir la puerta, porque acabo de arrastrarme sobre piso cubierto de pis y ahora voy a abrazarte.
Reí una vez, y luego mi cara se oprimió alrededor de mi sonrisa mientras Finch me empujó hacia sus brazos. Mis rodillas salieron bajo mí, y Finch cuidadosamente me bajó al suelo, poniéndome sobre su regazo.
—Shh —dijo, meciéndome en sus brazos. Suspiró y sacudió su cabeza—. Maldición, chica. ¿Qué voy a hacer contigo?
Comenten.
Deisfruten capitulos.
Besotes
bye :D
Capitulo 15: Hogar
Maratón 2/2
Nick finalmente atravesó la multitud con la mano de Benny sobre su hombro, susurrándole en el oído. Nick asintió y respondió, y mi sangre se heló al verlo tan amigable con el hombre que nos amenazó hace menos de veinticuatro horas. Nick disfrutaba en el aplauso y felicitaciones de su triunfo mientras la multitud retumbaba. Caminaba más erguido, su sonrisa era más amplia, cuando me alcanzó, plantó un beso rápido en mi boca.
Pude probar el sudor salado mezclado con el gusto cobrizo de la sangre sobre sus labios.
Había ganado la pelea, pero no sin unas cuantas heridas de batalla propias.
— ¿Qué fue eso? —Pregunté, mirando a Benny reír con sus cohortes.
—Te lo diré más tarde. Tenemos mucho de qué hablar —dijo con una sonrisa amplia.
Un hombre palmeó a Nick en la espalda.
—Gracias —dijo Nick, girándose hacia él y sacudiendo su mano extendida.
—Espero ver otro encuentro tuyo, hijo —dijo el hombre, entregándole una botella de cerveza—. Eso fue increíble.
—Vamos, Pidge. —Tomó un sorbo de su cerveza, la agitó en su boca y luego escupió, el líquido ámbar sobre el suelo estaba teñido con sangre. Se movió a través de la multitud, tomando una respiración profunda cuando nos movimos a la acera afuera. Me besó una vez más y luego me condujo a la calle principal, sus pasos rápidos y decididos.
En el elevador de nuestro hotel, me empujó contra la pared de espejo, agarró mi pierna y la levantó en un movimiento rápido contra su cadera. Su boca chocó con la mía, y sentí su mano bajo mi rodilla deslizándose arriba por mi muslo y levantando mi falda.
—Nick, hay una cámara aquí —dije contra sus labios.
—No me importa una mierda. —Se rió entre dientes—. Estoy celebrando.
Lo alejé. —Podemos celebrar en la habitación —dije, limpiándome la boca y mirando abajo a mi mano, viendo manchas de color carmesí.
— ¿Qué está mal contigo, Pigeon? Ganaste, gané, pagamos la deuda de Mick y acabo de recibir la oferta de mi vida.
El elevador se abrió y me quedé en el lugar mientras Nick salía hacia el pasillo. — ¿Qué clase de oferta? —Pregunté.
Travis extendió su mano, pero la ignoré. Mis ojos se estrecharon, sabiendo ya lo que diría.
Él suspiró. —Te lo dije, hablaremos de eso más tarde.
—Vamos a hablar de eso ahora.
Se inclinó y me empujó por la muñeca hacia el pasillo, y luego me levantó del suelo en sus brazos.
—Voy a hacer el suficiente dinero para reemplazar lo que Mick se llevó, para pagar por el resto de tu matrícula, pagar mi motocicleta, y comprarte un auto nuevo —dijo, deslizando la llave adentro y afuera de su ranura. Empujó la puerta y me dejó sobre mis pies—. ¡Y eso sólo es el principio!
— ¿Y cómo exactamente vas a hacer eso? —Mi pecho se apretó y mis manos empezaron a temblar.
Él tomó mi cara en sus manos, extasiado. —Benny va a dejarme pelear aquí en Las Vegas. Seis figuras una pelea, Pidge. ¡Seis figuras una pelea!
Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza, bloqueando la emoción en sus ojos. — ¿Qué le dijiste a Benny? —Nick levantó mi barbilla y abrí mis ojos, asustada de que ya hubiera firmado un contrato.
Se rió entre dientes. —Le dije que lo pensaría.
Exhalé el aire que había estado conteniendo. —Oh, gracias a Dios. No me asustes así, Nick. Pensé que hablabas en serio.
Nick hizo una mueca y se estabilizó antes de hablar. —Hablo en serio, Pigeon. Le dije que necesitaba hablar, primero, pero pensé que estarías feliz. Está programando una pelea en un mes. ¿Tienes idea de cuánto dinero es? ¡En efectivo!
—Puedo sumar, Nick. También puedo conservar mis sentidos cuando estoy en Las Vegas, lo que obviamente tú no puedes. Tengo que sacarte de aquí antes de que hagas algo estúpido. —Caminé hacia el armario y arranqué nuestra ropa de las perchas, metiéndolas furiosamente en nuestras maletas.
Nick agarró mis brazos gentilmente y me giró. —Puedo hacer esto. Puedo pelear para Benny por un año y luego estaremos establecidos por un largo, largo tiempo.
— ¿Qué vas a hacer? ¿Dejar la escuela y mudarte aquí?
—Benny va arreglarlo, hacer que funcione con mi horario.
Reí una vez, incrédula. —No puedes ser así de crédulo, Nick. Cuando estés en la nómina de Benny, no sólo vas a pelear una vez al mes para él. ¿Te olvidaste de Dane? ¡Terminarás siendo uno de sus matones!
Él sacudió la cabeza. —Ya discutimos eso, Pidge. Él no quiere que haga nada más que pelear.
— ¿Y confías en él? ¡Sabes que aquí lo llaman Benny el Astuto!
—Quería comprarte un auto, Pigeon. Uno lindo. Nuestras matrículas serán pagadas por completo.
— ¿Oh? ¿La mafia está entregando becas ahora?
La mandíbula de Nick se apretó. Estaba irritado al tener que convencerme. —Esto es bueno para nosotros. Puedo ahorrar hasta que sea el momento de comprar una casa. No puedo hacer esta clase de dinero en ningún otro lugar.
— ¿Qué hay de tu título de Justicia Penal? Vas a estar viendo a tus viejos compañeros de clases trabajando para Benny, te lo prometo.
—Bebé, entiendo tus reservas, lo hago. Pero estoy siendo listo con esto. Lo haré por un año y luego saldremos y haremos lo que sea que el infierno quiera que hagamos.
—No sólo dejas a Benny, Nick. Él es el único que puede decirte cuándo terminaste. ¡No tienes idea de con qué estás tratando! ¡No puedo creer que incluso estés considerando esto! ¿Trabajar para un hombre que nos hubiera dado una paliza a ambos anoche si no lo hubieras detenido?
—Exactamente. Lo detuve.
—Detuviste dos de sus matones de peso ligero, Nick. ¿Qué vas a hacer si hay una docena de ellos? ¿Qué vas a hacer si vienen por mí durante una de tus peleas?
—No tendría sentido para él hacer eso. Haré mucho dinero para él.
—El momento en que decidas que no vas a hacerlo más, eres prescindible. Así es como esas personas trabajan.
Nick se alejó de mí y miró afuera de la ventada, las luces parpadeantes coloreando sus rasgos en conflicto. Tomó una decisión antes de siquiera habérmelo comentado.
—Todo va a estar bien, Pigeon. Me aseguraré de eso. Y luego estaremos establecidos.
Sacudí mi cabeza y me giré, empujando nuestra ropa en las maletas. Cuando llegáramos a la pista en casa, sería el mismo de siempre. Las Vegas le hacían cosas extrañas a las personas, y no podía razonar con él mientras estuviera intoxicado con el flujo del dinero y el whisky.
Me negué a discutir más esto hasta que estuvimos en el avión, asustada de que Nick me dejara irme sin él. Abroché mi cinturón de seguridad y apreté mis dientes, observándolo mirar con nostalgia afuera de la ventada mientras nos elevábamos hacia el cielo nocturno. Ya estaba extrañando la maldad y las tentaciones sin límites que Las Vegas tenía para ofrecer.
—Es un montón de dinero, Pidge.
—No.
Su cabeza se giró en mi dirección. —Esta es mi decisión. No creo que estés viéndolo todo.
—Creo que has perdido tu maldita mente.
— ¿Ni siquiera vas a considerarlo?
—No, ni tú tampoco. No vas a trabajar para un criminal sanguinario en Las Vegas, Nicholas. Es completamente ridículo de tu parte creer que podría considerarlo.
Nick suspiró y miró afuera de la ventana. —Mi primera pelea es en tres semanas.
Mi boca cayó abierta. — ¿Ya aceptaste?
Él guiñó un ojo. —No todavía.
— ¿Pero vas a hacerlo?
Sonrió. —Dejarás de estar enojada cuando te compre un Lexus.
—No quiero un Lexus —Me puse furiosa.
—Puedes tener lo que quieras, bebé. Imagínate cómo se va a sentir ir a cualquier concesionario que quieras, y todo lo que tienes que hacer es escoger tu color favorito.
—No estás haciendo esto por mí. Deja de fingir que lo haces.
Él se inclinó, besando mi cabello. —No, estoy haciéndolo por los dos. Simplemente no puedes ver lo genial que será.
Un escalofrío irradió desde mi pecho, viajando por mi columna vertebral hasta mis piernas. Él no vería una razón hasta que estuviéramos en el apartamento, y estaba aterrorizada que Benny le hubiera hecho una oferta que no podía rechazar. Me sacudí mis miedos; tenía que creer que Nick me amaba lo suficiente para olvidar los signos de dólares y las falsas promesas que Benny había hecho.
— ¿Pidge? ¿Sabes cómo cocinar un pavo?
— ¿Un pavo? —dije, tomada fuera de base por el cambio repentino de conversación.
Él apretó mi mano. —Bueno, las vacaciones de Acción de Gracias está llegando, y sabes que mi papá te adora. Quiere venir para Acción de Gracias, pero siempre terminamos ordenando pizza y viendo el juego. Pensé que quizás tú y yo podríamos intentar cocinar un pavo juntos. Ya sabes, tener una cena con pavo real por una vez en la casa Jonas.
Presioné mis labios juntos, tratando de no reír. —Simplemente descongelas el pavo y lo pones en un sartén y lo cocinas en la estufa todo el día. No hay mucho en eso.
— ¿Entonces vendrás? ¿Me ayudarás?
Me encogí de hombros. —Seguro.
Su atención estaba desviada de las luces embriagadoras abajo, y me permití tener la esperanza que él vería cuán equivocado estaba sobre Benny después de todo.
Nick dejó nuestras maletas sobre la cama y colapsó al lado de ellas. No había sacado la cuestión de Benny, y yo estaba esperanzada que Las Vegas estuviera empezando a salir de su sistema. Bañé a Toto, disgustada que apestara a humo y medias sucias de estar en el apartamento de Brasil toda la semana, y lo sequé con la toalla en la habitación.
— ¡Oh! ¡Hueles mucho mejor! —Reí mientras él se sacudía, rociándome con pequeñas gotas de agua. Se levantó en sus patas posteriores, cubriendo mi cara con besitos de cachorro—. También te extrañé, hombrecito.
— ¿Pigeon? —Preguntó Nick, golpeando anudando sus dedos.
— ¿Sí? —dije, frotando a Toto con la toalla amarilla mullida en mis manos.
—Quiero hacer esto. Quiero pelear en Las Vegas.
—No —dije, sonriéndole a la cara feliz de Toto.
Él suspiró. —No estás escuchando. Voy a hacerlo. Verás en unos meses que fue la decisión correcta.
Levanté la mirada hacia él. —Vas a trabajar para Benny.
Asintió nerviosamente y luego sonrió. —Sólo quiero cuidar de ti, Pidge.
Las lágrimas llenaron mis ojos, sabiendo que él estaba resuelto. —No quiero nada comprado con ese dinero, Nick. No quiero nada que tenga que ver con Benny, Las Vegas o cualquier cosa que vaya junto a ellos.
—No tenías problema con la idea de comprar un auto con el dinero de mis peleas aquí.
—Eso es diferente y lo sabes.
Frunció el ceño. —Todo va estar bien, Pidge. Ya verás.
Lo miré por un momento, esperando por un brillo de diversión en sus ojos, esperando que me dijera que estaba bromeando. La incertidumbre y la avaricia se reflejaron en sus ojos.
— ¿Por qué siquiera me preguntaste, Nick? Ibas a trabajar para Benny sin importar lo que yo dijera.
—Quiero tu apoyo en esto, pero es demasiado dinero para rechazarlo. Estaría loco para decir no.
Me quedé por un momento, aturdida. Una vez todo había penetrado, asentí. —De acuerdo, entonces. Has tomado tu decisión.
Nick sonrió de alegría. —Ya verás, Pigeon. Va a ser genial. —Se empujó de la cama, caminó hacia mí y me besó los dedos—. Estoy famélico. ¿Tienes hambre?
Sacudí mi cabeza y él besó mi frente antes de caminar a la cocina. Una vez sus pasos dejaron el corredor, tiré mi ropa de las perchas, agradecida de que tuviera lugar en mi maleta para más de mis pertenencias. Lágrimas de enojo cayeron por mis mejillas. Yo sabía muy bien lo que sería llevar a Nick a ese lugar. Había peleado con uñas y dientes para evitarle los bordes oscuros de mi vida, y el momento en que se presentó la oportunidad, lo arrastré al centro de todo lo que odiaba sin un segundo pensamiento.
Nick iba a ser parte de esto, y si no dejaría que lo salvara, tendría que salvarme yo sola.
La maleta estaba llena hasta su límite, y estiré el cierre sobre el contenido abultado. La saqué de la cama y caminé por el pasillo, pasando la cocina sin mirar en su dirección. Me apresuré a bajar las escaleras, aliviada de que América y Shepley todavía estuvieran besándose y riéndose en el aparcamiento, transfiriendo sus cosas de su Charger al Honda de ella.
— ¿Pigeon? —Nick llamó desde la puerta del apartamento.
Toqué la muñeca de América. —Necesito que me lleves a Morgan, Mare.
— ¿Qué está pasando? —dijo, notando la seriedad de la situación por mi expresión.
Miré detrás de mí para ver a Nick corriendo por las escaleras y cruzando el césped hacia donde estábamos paradas.
— ¿Qué estás haciendo? —dijo, gesticulando hacia mi maleta.
Si le hubiera dicho en ese momento, toda esperanza de salvarme de Mick, y Las Vegas, y Benny, y todo lo que no quería estaría perdido. Nick no me dejaría ir, y por la mañana me habría convencido a mí misma de aceptar su decisión.
Me rasqué la cabeza y sonreí, tratando de obtener algo de tiempo para pensar en una excusa.
— ¿Pidge?
—Estoy llevando mis cosas a Morgan. Ellos tienen todas esas lavadoras y secadoras y tengo una cantidad ridícula de colada que hacer.
Él frunció el ceño. — ¿Ibas a irte sin decírmelo?
Miré a América y luego a Nick, esforzándome por la mentira más creíble.
—Iba a volver. Eres tan jodidamente paranoico —dijo América con la sonrisa desdeñosa que había usado para engañar a sus padres tantas veces.
—Oh —dijo él, todavía inseguro—. ¿Vas a quedarte aquí esta noche? —Me preguntó, pellizcando la tela de mi abrigo.
—No sé. Supongo que depende de cuando esté lista mi ropa.
Nick sonrió, poniéndome contra él. —En tres semanas, le pagaré a alguien para que haga tu colada. O simplemente puedes tirar tu ropa sucia y comprar nueva.
— ¿Vas a pelear para Benny otra vez? —Preguntó América, sorprendida.
—Me hizo una oferta que no podía rechazar.
—Nick —empezó Shepley.
—Chicos, no empiecen ustedes también. Si no voy a cambiar de opinión por Pidge, no voy a cambiar de opinión por ustedes.
América encontró mis ojos con entendimiento. —Bueno, mejor te llevamos, __(Tn). Esa pila de ropa te va a tomar por siempre.
Asentí y Nick se inclinó para besarme. Lo acerqué más, sabiendo que sería la última vez que sentiría sus labios contra los míos. —Te veo más tarde —dijo—. Te amo.
Shepley metió mi maleta en el baúl de su Honda, y América se deslizó en su asiento a mi lado. Nick dobló sus brazos sobre su pecho, charlando con Shepley mientras América agitaba el encendido.
—No puedes quedarte en tu habitación esta noche, __(Tn). Va a ir directamente allí cuando lo averigüe —dijo América mientras lentamente retrocedía del bloque del estacionamiento.
Las lágrimas llenaron mis ojos y se derramaron, cayendo sobre mis mejillas. —Lo sé.
La expresión alegre de Nick cambió cuando vio la mirada en mi cara. No perdió tiempo en correr a mi ventana. — ¿Qué está mal, Pidge? —dijo, golpeando ligeramente el vidrio.
—Vamos, Mare —dije, limpiando mis ojos. Me centré en el camino adelante mientras Nick corría junto al auto.
— ¿Pigeon? ¡América! ¡Detén el puto auto! —Gritó, golpeando su palma contra el vidrio—. ¡__(Tn), no hagas esto! —Dijo, comprensión y miedo distorsionando su expresión.
América se giró hacia la calle principal y presionó el acelerador. —Nunca voy a escuchar el final de eso… así como tú.
—Lo siento tanto, Mare.
Ella miró hacia el espejo retrovisor y empujó su pie en el suelo. —Jesucristo, Nick —murmuró bajo su respiración.
Giré para verlo correr a toda velocidad detrás de nosotras, desapareciendo y reapareciendo entre las luces y sombras de las lámparas de la calle. Después alcanzó el final de la cuadra, se giró en dirección opuesta, corriendo hacia el apartamento.
—Va a volver por su motocicleta. Nos va a seguir a Morgan y causar una gran escena.
Cerré mis ojos. —Simplemente… apresúrate. Dormiré en tu habitación esta noche. ¿Crees que a Vanessa le importará?
—Nunca está allí. ¿De verdad va a trabajar para Benny?
La palabra se quedó pegada en mi garganta, así que simplemente asentí.
América agarró mi mano y la apretó. —Estás tomando la decisión correcta, __(Tn). No puedes pasar por eso otra vez. Si no te escuchó, no va a escuchar a nadie.
Mi móvil sonó. Miré abajo para ver la cara tonta de Nick, y luego presioné ignorar. Menos de cinco segundos después, sonó de nuevo. Lo apagué y lo empujé en mi bolso.
—Esto va a ser un desastre jodidamente espantoso —dije, sacudiendo mi cabeza y limpiando mis ojos.
—No envidio tu vida por la siguiente semana o así. No puedo imaginar romper con alguien que rehúsa a mantenerse alejado. Sabes que es así como será, ¿cierto?
Entramos en el aparcamiento en Morgan, y América sostuvo la puerta abierta mientras yo arrastraba mi maleta al interior. Nos apresuramos a su habitación y jadeé, esperando que ella desbloqueara su puerta. La sostuvo abierta y luego me lanzó la llave.
—Va a terminar siendo arrestado o algo así —dijo.
Corrió al pasillo y la miré apresurarse a través del aparcamiento desde la ventana, metiéndose en el auto justo mientras Nick detenía su motocicleta a su lado. Él corrió alrededor al lado del pasajero y abrió la puerta, mirando a las puertas de Morgan cuando se dio cuenta que no estaba en el auto. América retrocedió mientras Nick corría hacia el edificio, y me giré, mirando la puerta.
Abajo por el pasillo, Nick golpeó en mi puerta, diciendo mi nombre. No tenía idea si Kara estaba allí, pero si lo estaba, me sentía mal por lo que tendría que soportar por los siguientes minutos hasta que Nick aceptara que no estaba en mi habitación.
— ¿Pidge? ¡Abre la puta puerta, maldición! ¡No voy a irme hasta que hables conmigo! ¡Pigeon! —Gritó, golpeando la puerta tan fuerte que el edificio entero podría haber oído.
Me encogí cuando escuché la voz tímida de Kara.
— ¿Qué? —Gruñó.
Presioné mi oreja contra la puerta, luchando por escuchar los bajos murmullos de Nick. No tuve que esforzarme más.
— ¡Sé que está aquí! —Gritó—. ¿Pigeon?
—No está… ¡Oye! —chilló Kara.
La puerta golpeó contra la pared de bloque de cemento de nuestro cuarto y supe que Nick había forzado su camino al interior. Después de un minuto completo de silencio, escuché a Nick gritar abajo en el pasillo. — ¡Pigeon! ¿Dónde estás?
— ¡No la he visto! —gritó Kara, más enojada que lo que alguna vez la había escuchado. La puerta se cerró de golpe y de repente las náuseas me abrumaron mientras esperaba lo siguiente que haría Nick.
Después de varios minutos de silencio, abrí la puerta, mirando abajo por el pasillo amplio. Nick sentado con su espalda contra la pared con sus manos cubriendo su cara. Cerré la puerta tan silenciosamente como pude, preocupada porque la policía del campus hubiera sido llamada. Después de una hora, miré el pasillo de nuevo. Nick no se había movido.
Revisé dos veces más durante la noche, finalmente cayendo dormida alrededor de las cuatro. Me quedé dormida a propósito, sabiendo que me saltaría mis clases ese día. Encendí mi teléfono para revisar mis mensajes, viendo que Nick había inundado mi bandeja de entrada. Los mensajes sin fin que me había enviado a través de la noche variaban de disculpas a vociferaciones.
Llamé a América en la tarde, esperando que Nick no hubiera confiscado su móvil. Cuando me contestó, suspiré.
—Hola.
América mantuvo su voz baja. —No le he dicho a Shepley dónde estás. No lo quiero en medio de esto. Nick está locamente enojado conmigo ahora. Probablemente voy a quedarme en Morgan esta noche.
—Si Nick no se ha calmado… buena suerte obteniendo algo de sueño aquí. Hizo una actuación digna de un Oscar en el pasillo anoche. Estoy sorprendida de que nadie llamara a seguridad.
—Fue expulsado de Historia hoy. Cuando no apareciste, le dio una patada a tus dos escritorios. Shep escuchó que esperó por ti después de todas tus clases. Está perdiéndola, __(Tn). Le dije que terminaste al segundo que tomó su decisión de trabajar para Benny. No puedo creer que pensara por un sólo segundo que estarías bien con eso.
—Supongo que te veré cuando estés aquí. No creo que todavía pueda ir a mi habitación.
América y yo fuimos compañeras de habitación por la semana siguiente, y ella se aseguró de mantener a Shepley alejado de mí así él no estaría tentado de decirle a Nick de mi paradero. Fue un trabajo de tiempo completo eludir un encuentro con él. Evité la cafetería a toda costa, la clase de Historia, y jugué seguro dejando mis clases antes. Sabía que tendría que hablar con Nick alguna vez, pero no podía hasta que se hubiera calmado lo suficiente para aceptar mi decisión.
Me quedé sola el viernes en la noche, acostada en mi cama, sosteniendo el teléfono en mi oído. Puse mis ojos en blanco cuando mi estómago rugió.
—Puedo ir a recogerte y llevarte a cenar a algún lado —dijo América.
Pasé las páginas de mi libro de Historia, saltando donde Nick había garabateado y borroneado notas de amor en las márgenes. —No, es tu primera noche con Shep en casi una semana, Mare. Simplemente voy a tomar algo de la cafetería.
— ¿Estás segura?
—Sí. Dile a Shep que dije hola.
Caminé lentamente a la cafetería, sin prisa de sufrir las miradas de esos en las mesas. La escuela entera estaba activa con el rompimiento, y el comportamiento violento de Nick no ayudaba. Justo cuando las luces de la cafetería aparecieron en la vista, miré una figura oscura acercarse.
— ¿Pigeon?
Sorprendida, me detuve. Nick caminó hacia la luz, sin rasurarse y pálido. — ¡Jesús, Nick! ¡Me asustaste como el infierno!
—Si contestaras tu teléfono cuando llamo no tendría que andar a escondidas en la oscuridad.
—Te ves como el infierno —dije.
—He estado por aquí una o dos veces esta semana.
Apreté mis brazos a mi alrededor. —En realidad estoy en camino a tomar algo para comer. Te llamaré más tarde, ¿de acuerdo?
—No. Tenemos que hablar.
—Nick…
—Rechacé a Benny. Lo llamé el miércoles y le dije que no. —Había un brillo esperanzador en sus ojos, pero desapareció cuando registró mi expresión.
—No sé qué quieres que diga, Nick.
—Di que me perdonas. Di que regresarás conmigo.
Apreté mis dientes, prohibiéndome llorar. —No puedo.
La cara deNick se arrugó, y tomé la oportunidad de caminar a su alrededor, pero él dio un paso al lado para mantenerse en mi camino. —No he comido, o dormido… no puedo concentrarme. Sé que me amas. Todo será como solía ser si simplemente vuelves conmigo.
Cerré mis ojos. —Somos disfuncionales, Nick. Creo que simplemente estás obsesionado con la idea de tenerme más que cualquier otra cosa.
—Eso no es cierto. Te amo más que a mi vida, Pigeon —dijo, herido.
—Eso es exactamente lo que quiero decir. Esto es una conversación loca.
—No es locura. Es la verdad.
—De acuerdo… ¿Así que cuál exactamente es el orden para ti? ¿Es dinero, yo, tu vida… o hay algo que vaya antes del dinero?
—Me doy cuenta de lo que he hecho, ¿de acuerdo? Veo que podrías pensar eso, pero si hubiera sabido que ibas a dejarme, nunca habría… Simplemente quería cuidar de ti.
—Ya has dicho eso.
—Por favor no hagas esto. No puedo soportar sentirme así… está… está matándome —dijo, exhalando como si el aire hubiera sido expulsado de él.
—Terminé con esto, Nick.
Él parpadeó. —No digas eso.
—Ha terminado. Vuelve a tu hogar.
Sus cejas se juntaron. —Tú eres mi hogar.
Sus palabras me cortaron, mi pecho se apretó tanto que fue difícil respirar. —Hiciste una elección, Nick. Yo he hecho la mía —dije, interiormente maldiciendo el temblor en mi voz.
—Me voy a quedar fuera del infierno de Las Vegas, y alejado de Benny… Voy a terminar la escuela. Pero te necesito. Te necesito. Eres mi mejor amiga. —Su voz era desesperada y rota, concordando con su expresión.
En la poca luz pude ver una lágrima que cayó de su ojo, y en el momento siguiente se estiró por mí y estuve en sus brazos, sus labios sobre los míos. Me apretó fuerte contra su pecho mientras me besaba, y luego acunó mi cara en sus manos, presionando sus labios más fuerte contra mi boca, desesperado por obtener una reacción.
—Bésame —susurró, sellando su boca sobre la mía. Mantuve mis ojos y mi boca cerrada, relajándome en sus brazos. Tomó todo lo que tuve no mover mi boca con la suya, habiendo deseado sus labios toda la semana—. ¡Bésame! —Rogó—. ¡Por favor, Pigeon! ¡Le dije que no!
Cuando sentí lágrimas cálidas abrasando mi cara fría, lo alejé. — ¡Déjame en paz, Nick!
Sólo me había alejado unos cuantos centímetros cuando agarró mi muñeca, mi brazo estuvo recto, extendido detrás de mí. No me volví.
—Estoy rogándote. —Mi brazo bajó y tiró mientras él caía sobre sus rodillas—. Estoy rogándote, __(Tn). No hagas esto.
Me giré para ver su expresión agonizante, y luego mis ojos bajaron de mi brazo al suyo, mirando mi nombre en gruesas letras negras sobre su muñeca flexionada. Me había probado lo que había estado temiendo todo el tiempo. Por mucho que me amara, cuando el dinero estaba involucrado, estaría en segundo lugar. Al igual que estaba con Mick.
Si cedía, o podía cambiar de opinión sobre Benny, o estaría resentido conmigo cada vez que el dinero pudiera haber hecho su vida más fácil. Lo imaginé en un trabajo de cuello azul, llegando a casa con la misma mirada en sus ojos que Mick tenía cuando regresaba después de una noche de mala suerte. Sería mi culpa que su vida no fuera lo que quería que fuera, y no podría dejar que mi futuro estuviera placado con la amargura y remordimiento que dejé atrás.
—Déjame ir, Nick.
Después de varios momentos finalmente liberó mi brazo. Corrí a la puerta de vidrio, abriéndola sin mirar atrás. Todos en la habitación me miraron fijamente mientras caminaba hacia el buffet, y sólo mientras alcanzaba mi destino, las cabezas se enfocaron para ver afuera de las ventanas donde Nick estaba sobre sus rodillas, las palmas sobre el pavimento.
La visión de él sobre el suelo hizo que las lágrimas que había estado sosteniendo corrieran por mi cara. Pasé las pilas de platos y bandejas, precipitándome por el pasillo a los baños. Era suficientemente malo que todos hubieran presenciado la escena entre Nick y yo. No podía dejarlos verme llorar.
Me acurruqué en un cubículo por una hora, chillando incontrolablemente hasta que escuché un golpe suave en la puerta.
— ¿__(Tn)?
Inhalé. — ¿Qué estás haciendo aquí, Finch? Estás en el baño de mujeres.
—Kara te vio entrar y fue a los dormitorios a buscarme. Déjame entrar —dijo en una voz suave.
Sacudí mi cabeza, sabía que no podía verme, pero no podía decir otra palabra. Lo escuché suspirar y luego sus palmas golpearon el suelo mientras se arrastraba bajo el cubículo.
—No puedo creer que me estés haciendo actuar así—dijo, empujándose debajo con sus manos—. Vas a lamentar no abrir la puerta, porque acabo de arrastrarme sobre piso cubierto de pis y ahora voy a abrazarte.
Reí una vez, y luego mi cara se oprimió alrededor de mi sonrisa mientras Finch me empujó hacia sus brazos. Mis rodillas salieron bajo mí, y Finch cuidadosamente me bajó al suelo, poniéndome sobre su regazo.
—Shh —dijo, meciéndome en sus brazos. Suspiró y sacudió su cabeza—. Maldición, chica. ¿Qué voy a hacer contigo?
Comenten.
Deisfruten capitulos.
Besotes
bye :D
maru!!
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