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"Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Wujuu ya pasamos de pagina !! Pon Capi! Porfis si?
Pamm Jonas
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
YA SUBO CAPITULO :D
Sorry por no haber seguido subiendo es que no eh tenido mucho tiempo.
BIENVENIDA ROMINA!! :D
Sorry por no haber seguido subiendo es que no eh tenido mucho tiempo.
BIENVENIDA ROMINA!! :D
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster:
Capitulo 5: Kevin Hayes
—Adelante. —dije, escuchando un golpe en la puerta.
Nick entró y se quedó inmóvil en la puerta. —Vaya.
Sonreí y miré mi vestido. Era una falda corta, era sin duda más atrevido de lo que había llevado en el pasado. El material era delgado y negro. Kevin estaría en esa fiesta y yo tenía toda la intención de que me notara.
—Te ves increíble. —dijo mientras yo me ponía mis zapatillas.
Le di un gesto de aprobación a su camisa blanca y pantalones vaqueros.
—Tú también te ves bien.
Sus mangas estaban enrolladas por encima de los codos, dejando al descubierto los intrincados tatuajes en sus antebrazos. Me di cuenta de que su brazalete favorito de cuero negro estaba alrededor de su muñeca cuando metió las manos en los bolsillos.
América y Shepley nos esperaban en la sala.
—Kevin se va a mear a sí mismo cuando te vea. —América rió mientras Shepley dirigía el camino al coche.
Nick abrió la puerta y me deslicé en el asiento trasero del Charger de Shepley. A pesar de que ambos habíamos ocupado ese asiento en innumerables ocasiones, de pronto fue incomodo estar sentada a su lado.
Los autos se alineaban en la calle, algunos incluso estaban estacionados sobre el césped. La Casa estaba a reventar y la gente aún seguía llegando caminando por la calle desde los dormitorios. Shepley se estacionó sobre el césped en la parte posterior, América y yo seguimos a los chicos al interior.
Nick me trajo un vaso de plástico rojo lleno de cerveza y luego se inclinó para susurrar en mi oído. —No tomes nada de nadie que no sea Shep o yo. No quiero que nadie agregue algo en tu bebida.
Puse los ojos en blanco. —Nadie va a poner nada en mi bebida, Nick.
—Sólo no aceptes nada que no venga de mí, ¿De acuerdo? Ya no estás en Kansas, Pigeon.
—No había escuchado eso antes. —dije sarcásticamente, tomando un trago.
Una hora y media pasó y Nick aún seguía sin aparecer.
América y Shepley bailaban una canción lenta en la sala cuando Nick tiró de mi mano. — ¿Quieres bailar?
—No gracias. —dije.
Su cara se ensombreció.
Toqué su hombro. —Estoy cansada, Nick.
Puso su mano sobre la mía y comenzó a hablar, pero cuando miré más allá de él, vi que Kevin estaba caminando hacia nosotros.
Nick se dio cuenta de mi expresión y volteó.
— ¡Hola, ___(Tn)! ¡Viniste! —Sonrió Kevin.
—Sí, hemos estado aquí desde una hora o algo así. —le dije, retirando mi mano del agarre de Nick.
— ¡Te ves increíble! —Gritó sobre la música.
— ¡Gracias! —Le sonreí, lanzándole una mirada a Nick. Sus labios estaban juntos y una línea se había formado entre sus cejas.
Kevin asintió con la cabeza hacia la sala y sonrió.
— ¿Quieres bailar?
Arrugué mi nariz y sacudí la cabeza. —No, estoy un poco cansada.
Entonces, Kevin miró a Nick. —Pensé que no vendrías.
—Cambié de opinión. —dijo Nick, irritado por tener que dar explicaciones.
—Ya veo. —dijo Kevin, mirándome a mí—. ¿Quieres ir a tomar un poco de aire fresco?
Asentí con la cabeza y luego seguí a Kevin por las escaleras. Él se detuvo, tomando mi mano mientras subíamos al segundo piso. Cuando llegamos a la parte superior, él abrió un par de puertas francesas hacia el balcón.
— ¿Tienes frío? —Preguntó.
—Sólo un poco. —le dije, sonriendo cuando vi que él se quitó la chaqueta y cubrió mis hombros—. Gracias.
— ¿Estás aquí con Nick?
—Viajamos juntos.
La cara de Kevin se extendió en una amplia sonrisa y luego miró hacia el césped. Un grupo de chicas estaban agrupadas, con los brazos alrededor de ellas para combatir contra el frío. Papel crepe y latas de cerveza estaban sobre
la hierba, junto a ellas botellas de licor vacías. Entre el alboroto, los hermanos Sig Tau estaban de pie alrededor de su obra maestra: una pirámide de barriles decorados con luces blancas.
Kevin meneó la cabeza. —Este lugar estará destruido por la mañana. El equipo de limpieza va a estar ocupado.
— ¿Tienen un equipo de limpieza?
—Sí. —sonrió—. Los llamamos estudiantes de primer año.
—Pobre Shep.
—Él no está en el equipo. Él obtiene un pase porque es primo de Nick y él no vive en la Casa.
— ¿Tú vives en la Casa?
Kevin asintió con la cabeza. —Los últimos dos años. Necesito conseguir un apartamento, de todos modos. Necesito un lugar más tranquilo para estudiar.
—Déjame adivinar… ¿estás matriculándote en Negocios?
—Biología, con especialidad en Anatomía. Me falta sólo un año más, tomar el MCAT10 y después espero asistir a Harvard Med.
— ¿Ya sabes si has sido aceptado?
—Mi papá fue a Harvard. Quiero decir, no estoy seguro, pero él es un ex alumno generoso si sabes a lo que me refiero. Tengo calificaciones perfectas, obtuve dos mil doscientos en mi SAT11, treinta y seis en mi ACT12. Estoy en una buena posición para un lugar.
— ¿Tu padre es médico?
Kevin lo confirmó con una sonrisa afable.
—Es cirujano ortopedista.
—Impresionante.
— ¿Y tú? —Preguntó.
—Aún no he decido.
—La típica respuesta de un estudiante de primer año.
Suspiré de manera dramática. —Supongo que he arruinado las posibilidades de ser excepcional.
—Oh, no tienes que preocuparte por eso. Captaste mi atención desde el primer día de clase. ¿Qué estás haciendo en cálculo para tercer año como estudiante de primer año?
Sonreí y torcí el pelo alrededor de mi dedo. —Las matemáticas son fácil para mí. Tomé las clases en la escuela secundaria y dos cursos de verano en el Estado de Wichita.
—Eso sí es impresionante. —dijo.
Nos quedamos de pie en el balcón durante una hora, hablando de todo, desde los restaurantes locales hasta cómo me hice tan buena amiga con Nick.
—Yo no lo mencionaría, pero los dos parecen ser el tema de conversación.
—Genial. —murmuré.
—Es raro para Nick. Él no crea amistades con las mujeres. Él tiende a ser el enemigo la mayoría del tiempo.
—Oh, yo no lo sé. He visto unas cuantas que tienen pérdida de memoria a corto plazo o son demasiado indulgentes cuando se relaciona a él.
Kevin se echó a reír. —La gente simplemente no entiende su relación. Tienes que admitir que es un poco ambigua.
— ¿Estás preguntándome si me acuesto con él?
Él sonrió. —No estarías aquí con él si lo hicieras. Lo conozco desde que tenía catorce años y soy muy consciente de la forma en que opera. Tengo curiosidad sobre su amistad, sin embargo.
—Eso es lo que es. —me encogí de hombros—. Salimos, comemos, vemos T.V., estudiamos y discutimos. Eso es todo.
Kevin rió en voz alta, sacudiendo la cabeza ante mi honestidad. —He oído que eres la única persona con el derecho de poner a Nick en su lugar. Eso es un título honorífico.
—Como sea. Él no es tan malo como todo el mundo le hace ser.
El cielo se puso morado y después rosa cuando el sol se abrió paso por encima del horizonte. Kevin miró su reloj, mirando por encima de la barandilla a la pequeña multitud en el césped. —Parece que la fiesta ha terminado.
—Será mejor que encuentre a Shep y Mare.
— ¿Te importaría si te llevo a casa? —Preguntó.
Traté de controlar mi emoción. —No, en absoluto. Se lo dejaré saber a América —Entré por la puerta y después me encogí antes de darme la vuelta—. ¿Sabes dónde vive Nick?
Kevin levantó sus gruesas cejas. —Sí, ¿por qué?
—Ahí es donde me estoy quedando. —le dije, preparándome para su reacción.
— ¿Te estás quedando con Nick?
—De hecho, perdí una apuesta, así que estaré allí por un mes.
— ¿Un mes?
—Es una larga historia. —me encogí de hombros tímidamente.
— ¿Pero ustedes sólo son amigos?
—Sí.
—Entonces te llevaré a casa de Nick. —sonrió.
Troté por las escaleras para buscar a América y pasé junto a un Nick sombrío, que parecía estar molesto con la chica borracha que hablaba con él. Él me siguió hasta la sala mientras yo tiraba del vestido de América.
—Si quieren pueden adelantarse. Kevin ofreció llevarme a casa.
— ¿Qué? —dijo América con el entusiasmo en sus ojos.
— ¿Qué? —preguntó Nick, enojado.
— ¿Hay algún problema? —Le preguntó América.
Él miró a América y luego me llevó hasta la esquina, su mandíbula revoloteando bajo su piel. —Ni siquiera lo conoces.
Saqué mi brazo de su agarre. —Esto no es de tu incumbencia, Nick.
—Al demonio si no lo es. No dejaré que viajes a casa con un completo extraño. ¿Y si trata aprovecharse de ti?
— ¡Bien! ¡Él es lindo!
La expresión de Nick cambió de la sorpresa a la ira, y me preparé para lo que podría decir después. — ¿Kevin Hayes, Pidge? ¿En serio? Kevin Hayes, —repitió con desdén—. ¿Qué clase de nombre es ese, de todos modos?
Me crucé de brazos. —Ya está bien, Nick. Estás comportándote como un idiota.
Se inclinó, aparentemente nervioso. —Lo mataré si te toca.
—Me gusta. —le dije, haciendo énfasis en cada palabra.
Él pareció sorprendido por mi confesión y luego su expresión se volvió severa. —Está bien. Si terminas debajo de él en el asiento trasero de su coche, después no vengas llorando conmigo.
Mi boca se abrió, ofendida y furiosa al instante.
—No te preocupes, no lo haré. —le dije, alejándome de él.
Nick me agarró del brazo y suspiró, mirándome sobre su hombro. —No quise decir eso, Pidge. Si él te lastima, si tan sólo te hace sentir incómoda, sólo házmelo saber.
La ira se desvaneció y dejé caer mis hombros. —Sé que no lo quisiste. Pero tienes que ponerle un alto a este gran exceso de sobre protección de hermano mayor que tienes.
Nick se echó a reír. —No estoy jugando el papel del hermano mayor, Pigeon. Nada de eso.
Kevin apareció en la esquina y se metió las manos en el interior de los bolsillos, ofreciéndome su codo. — ¿Todo listo?
Nick apretó la mandíbula y di un paso hacia el otro lado de Kevin para distraerlo de la expresión de Nick. —Sí, vámonos. —Tomé el brazo de Kevin y caminé con él unos poco pasos antes de volverme para decirle adiós a Travis, pero él estaba taladrando con la mirada la parte posterior de la cabeza de Kevin. Sus ojos se deslizaron hacia mí y sus rasgos se suavizaron.
—Ya basta. —dije a través de mis dientes, siguiendo a Kevin entre la multitud hacia su coche.
—Es ese plateado. —Los faros de su coche parpadearon dos veces cuando él presionó la llave inalámbrica.
Él abrió la puerta del pasajero y reí.
— ¿Conduces un Porsche?
—Ella no sólo es un Porsche. Ella es un Porsche 911 GT3. Hay una diferencia.
—Déjame adivinar, ¿Es el amor de tu vida? —Le dije, citando la declaración de Nick acerca de su motocicleta.
—No, es sólo un coche. El amor de mi vida será una mujer con mi apellido.
Me permití una pequeña sonrisa, tratando de no parecer excesivamente afectada por su declaración. Él tomó mi mano para ayudarme a entrar en el coche y cuando él se sentó al volante, apoyó la cabeza en contra de su asiento y me sonrió.
— ¿Qué harás esta noche?
— ¿Esta noche? —Le pregunté.
—Ya es de mañana. Y quiero invitarte a cenar antes de que alguien se me adelante.
Una sonrisa se extendió en mi cara. —No tengo ningún plan.
— ¿Te recogeré a las seis?
—Está bien. —dije, mirándolo tomar mis dedos entre los suyos.
Kevin me llevó directamente a casa de Nick, manteniéndose al límite de velocidad y mi mano en la suya. Se puso detrás de la Harley, y al igual que antes, me abrió la puerta. Una vez que llegamos a la puerta, él se inclinó para besar mi mejilla.
—Descansa un poco. Nos vemos esta noche. —me susurró al oído.
—Adiós. —sonreí, girando el pomo. Cuando la empuje, la puerta cedió y me lanzó hacia adelante.
Nick me agarró del brazo antes de caer. —Tranquila.
Me volví para ver a Kevin mirándonos con una expresión incómoda. Se inclinó para mirar en el apartamento. — ¿Ninguna joven humillada, varada, que tenga que darle un aventón a casa?
Nick miró a Kevin. —No empieces conmigo.
Kevin sonrió y guiñó un ojo. —Siempre estoy dándole problemas. No tengo la oportunidad de hacerlo a menudo desde que él se dio cuenta que es más fácil si consigue que ellas lleguen aquí en sus propios autos.
—Supongo que eso sí simplifica las cosas. —dije, bromeando.
—No es gracioso, Pidge.
— ¿Pidge?
—Es uh… una abreviatura de Pigeon. Es sólo un apodo, ni siquiera sé de dónde lo sacó. —le dije. Esa fue la primera vez que me sentí incómoda con el nombre que Nick me había concedido en la noche que nos conocimos.
—Tendrás que contármelo cuando lo averigües. Suena como una buena historia. —sonrió Kevin—. Buenas noches, ___(Tn).
— ¿Quieres decir buenos días? —dije, viéndolo trotar por las escaleras.
—Eso también. —gritó con una sonrisa dulce.
Nick cerró la puerta y tuve retirar mi cabeza antes de que me golpeara con ella. — ¿Qué? —pregunté.
Nick sacudió la cabeza y se dirigió a su dormitorio. Yo le seguí y luego salté sobre un pie para retirar uno de mis tacones. —Él es bueno, Nick.
Suspiró y se acercó a mí. —Te vas a lastimar. —dijo, enganchando su brazo alrededor de mi cintura con una mano y quitando mis zapatillas con la otra. Los arrojó en el armario y luego se quitó la camisa, caminando hacia la cama.
Abrí la cremallera de mi vestido y lo deslicé por mis caderas, pateándolo hacia la esquina. Tiré una camiseta sobre mi cabeza, después desabroché el sujetador, retirándolo a través de la manga de mi camisa. Cuando acomodé mi pelo en un moño en la parte superior de mi cabeza, me di cuenta de que él me miraba.
—Estoy segura que no hay nada que no hayas visto antes. —le dije, poniendo los ojos en blanco. Me deslicé bajo las sábanas y me recosté en contra de mi almohada. Él se desabrochó el cinturón y tiró de sus pantalones hacia abajo, quitándoselos.
Esperé mientras él permanecía en silencio por un momento. Yo estaba de espaldas a él, así que me preguntaba qué estaba haciendo, de pie al lado de la cama en silencio. La cama cóncavo cuando finalmente se arrastró sobre el colchón junto a mí y me puse rígida cuando su mano se posó en mi cadera.
—No fui a una pelea esta noche. —dijo—. Adam llamó. Pero no fui.
— ¿Por qué? —dije, volviéndome hacia él.
—Quería asegurarme de que llegaras a casa.
Arrugué la nariz. —No hace falta que me cuides.
Él trazó la longitud de mi brazo con su dedo, enviando escalofríos por mi columna vertebral. —Lo sé. Creo que todavía me siento mal por la otra noche.
—Te dije que no me importaba.
Se sostuvo sobre su codo, el ceño fruncido dudosamente en su cara. — ¿Es por eso que dormiste en el sillón? ¿Por qué no te importaba?
—No podía conciliar el sueño después de que… tus amigas se fueron.
—Dormiste demasiado bien en el sillón. ¿Por qué no sólo dormiste conmigo?
— ¿Quieres decir junto a un hombre que todavía olía como un par de moscas de bar que acababa de enviar a casa? ¡No lo sé! ¡Qué egoísta de mi parte!
Nick hizo una mueca. —Te dije que lo siento.
—Y yo te dije que no me importaba. Buenas noches. —le dije, volviéndome hacia el otro lado.
Unos instantes de silencio pasaron. Él deslizó la mano en la parte superior de mi almohada, colocando su mano sobre la mía. Acarició las delicadas partes de piel entre los dedos y luego apretó los labios contra mi pelo. —Estuve tan preocupado de que no me dirigieras la palabra de nuevo… creo que es peor que seas indiferente.
Mis ojos se cerraron. — ¿Qué quieres de mí, Nick? No quieres que esté molesta por lo que hiciste, pero quieres que me importe. Le dijiste a América que no quieres nada conmigo, pero te enojas cuando yo digo lo mismo, tanto que sales como alma que lleva el diablo y consigues emborracharte ridículamente. No haces ningún sentido.
— ¿Es por eso que le dijiste esas cosas a América? ¿Por qué le dije que no saldría contigo?
Apreté los dientes. Él acababa de insinuar que yo estaba jugando con él. Formulé la respuesta más directa que pude pensar. —No, quise decir lo que dije. Sólo que no lo decía como un insulto.
Nick suspiró. —Yo sólo lo dije porque, —rascó su corto cabello, nervioso—, no quiero arruinar las cosas, Pigeon. Ni siquiera sé cómo hacer para merecerte. Estaba tratando de comprenderlo en mi cabeza.
—Como sea. Tengo que dormir un poco. Tengo una cita esta noche.
— ¿Con Kevin? —preguntó, la ira filtrándose a través de su tono.
—Sí. ¿Puedo ir a dormir?
—Por supuesto, —dijo, empujándose a sí mismo fuera de la cama y luego cerrando la puerta detrás de él. El sillón reclinable chirrió bajo su peso y las voces ahogadas de la televisión llenaban el pasillo. Me obligué a cerrar los ojos y traté de calmarme lo suficiente como para quedarme dormida, aunque sólo fuera por unas horas.
El reloj marcaba las 3 PM cuando abrí los ojos. Agarré una toalla y mi bata y luego caminé hacia el cuarto de baño. Tan pronto como cerré la cortina de la ducha, la puerta se abrió y cerró. Esperé a que alguien hablara, pero el único sonido fue el chasquido de la tapa del inodoro en contra de la porcelana.
— ¿Nick?
—No, soy yo, —dijo América.
— ¿Tienes que hacer pis aquí? Tú tienes tu propio cuarto de baño.
—Shep ha estado allí durante media hora vomitando. No entraré allí.
—Genial.
—He oído que tienes una cita esta noche. ¡Nick está enojado! —Exclamó.
— ¡A las seis! Él es tan dulce, América. Él es… —me detuve, suspirando. Estaba hablando efusivamente, y no era normal en mí hablar a borbotones. Todo lo que hacía era pensar que tan perfecto había sido desde el momento en que lo había conocido. Él era exactamente lo que necesitaba, el polo opuesto de Nick.
— ¿Te dejó sin palabras? —Ella rió.
Asomé mi cabeza por la cortina. — ¡No quería volver a casa! ¡Podría haber hablado con él para siempre!
—Suena prometedor. ¿No es un poco extraño que estés aquí?
Me metí bajo el agua, enjuagando la espuma. —Se lo he explicado.
El inodoro se enjuagó, y el grifo se encendió, por lo que el agua se tornó fría por un momento. Grité y la puerta se abrió de golpe.
— ¿Pidge? —dijo Nick.
América se echó a reír. —Sólo tiré la cadena del inodoro, Nick, cálmate.
—Oh. ¿Estás bien, Pigeon?
—Estoy genial. Fuera de aquí. —La puerta se cerró de nuevo y suspiré—. ¿Es mucho pedir cerraduras en las puertas? —América no respondió—. ¿Mare?
—Es realmente una lástima que ustedes dos no pudieron estar en la misma página. Tú eres la única que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa.
Apagué el agua y me envolví en una toalla.
—Eres tan mala como él. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con él, ¿recuerdas?
—Lo sé. —concordó.
Encendí mi nuevo secador de pelo y comencé el proceso de arreglarme para mi cita con Kevin. Ricé mi cabello y me pinté las uñas y los labios de un tono rojo profundo. Era demasiado para una primera cita. Fruncí el ceño a mí misma en el espejo. No debí de ofenderme cuando Nick me acusó de estar jugando juegos, después de todo.
Tomando una última mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Nick estaba tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba siendo terca. Salí a la sala y Nick sonrió, no era la reacción que estaba esperando.
—Estás… hermosa.
—Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz.
Shepley silbó. —Buena elección, __(Tn). A los chicos les gusta el rojo.
—Y los rizos son magníficos. —añadió América.
El timbre sonó y América sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas!
Abrí la puerta. Kevin sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba.
—Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente.
Miré hacia atrás para despedirme de América, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Shepley tenía la expresión de un padre orgulloso y Nick mantuvo los ojos en la televisión.
Kevin me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire.
— ¿Qué? —Le pregunté.
—Tengo que admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Nick Jonas está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loco el día de hoy.
—Nick no está enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.
— ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma conclusión.
—Están equivocados. —insistí.
Kevin meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre la mía. —Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.
— ¿Dónde?
—En Biasetti. Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana.
Levanté una ceja. — ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.
—Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos.
—Me gusta la comida italiana. —sonreí.
Kevin condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí.
— ¿Qué? —Preguntó.
—Es sólo que eres… un conductor muy prudente. Es algo bueno.
— ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Nick? —Él sonrió.
Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien. —No hablemos de Nick esta noche. ¿De acuerdo?
—Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta.
Estábamos sentados inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste.
Pedimos y Kevin cerró el menú sonriéndole al camarero. —Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor.
—Por supuesto, señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.
—Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa.
Sus ojos se suavizaron. —Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.
Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se dirigieron a mí.
Rápidamente se volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Kevin?
—Madre, ésta es ___(Tn) Abernathy. __(Tn) ella es mi madre, Vivienne Hayes.
Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Kevin. — ¿Abernathy?
Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre.
La expresión de Kevin se volvió impaciente. —Ella es de Wichita, mamá. No conoces a su familia. Ella asiste a Eastern.
— ¿Ah, sí? —Vivienne me miró de nuevo—. Kevin estará asistiendo a Harvard el próximo año.
—Eso es lo que él dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa.
La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia. —Lo estamos. Gracias.
Me sorprendió la forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. Hayes debía haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás.
—Es bueno verte, mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría aquí.
—Está bien. Ella parece… genial.
Kevin se echó a reír. —Sí, para una piraña. —Ahogué una risa y él ofreció una sonrisa de disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo.
—Esperemos que sea antes de que te vayas a Harvard.
Hablamos sin cesar acerca de la comida, de Eastern, cálculo e incluso sobre el Círculo. Kevin era encantador, divertido y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron a Kevin para saludarlo y él siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Él era considerado como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación.
— ¿Y ahora qué? —Le pregunté.
—Me temo que tengo un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar. —dijo, cubriendo mi mano con la suya.
—Mejor tú que yo. —le dije, tratando de no sonar demasiada decepcionada.
Condujo al apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano.
—Gracias, Kevin. —sonreí—. Pase un rato fantástico.
— ¿Es demasiado pronto para pedirte una segunda cita?
—No, para nada. —sonreí.
— ¿Te llamó mañana?
—Suena perfecto.
Luego vino el momento del silencio incómodo. El elemento de las citas que temo. Besarse o no besarse, odiaba esa pregunta.
Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarme si me besaría o no, él tomó cada lado de mi cara y me acercó a él, presionando sus labios contra los míos. Eran suaves, cálidos y maravillosos. Se retiró y luego me besó otra vez.
—Te hablo mañana, Abs.
Me despedí con la mano, mirándolo caminar por las escaleras hacia su coche.
—Adiós.
Una vez más, cuando giré el picaporte, la puerta se abrió de un tirón y caí hacia adelante. Nick me atrapó y recuperé el equilibrio.
— ¿Quieres parar de hacer eso? —Le dije, cerrando la puerta detrás de mí.
— ¿__(Tu-ap)? ¿Qué eres, un vídeo de ejercicios? —Se burló.
— ¿Pigeon? —dije con la misma cantidad de desdén—. ¿Una molesta ave que hace popo por toda la acera?
—A ti te agrada Pigeon —dijo él a la defensiva—. Es una paloma, una chica atractiva, una carta ganadora en el póker, tú sólo elige. Tú eres mi paloma.
Me agarré de su brazo para quitarme los tacones y luego caminé a su habitación. Cuando ya me había cambiado en mi pijama, hice mi mejor esfuerzo para permanecer enojada con él.
Nick se sentó en la cama y se cruzó de brazos. — ¿Pasaste un buen rato?
—Pase —suspiré—, un rato fantástico. Un momento perfecto. Él es… —No podía pensar en una palabra adecuada para describirlo, así que sólo negué con la cabeza.
— ¿Te besó?
Apreté los labios y asentí con la cabeza. —Tiene unos labios realmente suaves.
Nick se estremeció. —No me importa qué tipo de labios tiene.
—Créeme, es importante. Me pongo nerviosa con los primeros besos, también, pero éste no fue tan malo.
— ¿Te pones nerviosa acerca de un beso? —Preguntó, divertido.
—Sólo los primeros besos. Los detesto.
—Yo los detestaría, también, si tuviera que besar a Kevin Hayes.
Me reí y fui al cuarto de baño para lavar el maquillaje de mi cara. Nick me siguió, apoyándose contra la puerta. —Así que, ¿van a salir otra vez?
—Sí. Él me llamará mañana. —Me sequé la cara y corrí por el corredor, saltando sobre la cama.
Nick se quedó en sus bóxers y se sentó de espaldas a mí. Un poco desplomado, parecía estar agotado. Los músculos de su espalda se extendieron cuando él lo hizo, él me miró por un momento. —Si pasaron un buen rato, ¿por qué estás en casa tan temprano?
—Él tiene un examen el lunes.
Nick arrugó la nariz. — ¿A quién le importa?
—Él está tratando de entrar a Harvard. Tiene que estudiar.
Él resopló, arrastrándose sobre su estómago. Lo observé meter las manos debajo de la almohada, parecía irritado. —Sí, eso es lo que sigue diciéndole a todo mundo.
—No seas aguafiestas. Él tiene sus prioridades… Creo que es responsable.
— ¿No debería su chica ser una de sus prioridades?
—No soy su chica. Hemos salido sola una vez, Nick. —lo regañé.
—Entonces, ¿Qué son? —Le lancé una mirada sucia y él se echó a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!
Al ver que estaba siendo sincero, le describí todo, desde el restaurante, la comida hasta las dulces y divertidas cosas que dijo Kevin. Sabía que mi boca estaba congelada en una sonrisa ridícula, pero no podía dejar de sonreír mientras describía mi perfecta noche.
Nick me miraba con una sonrisa divertida mientras yo borboteaba, incluso haciendo preguntas. A pesar de que él parecía frustrado con la situación de Kevin, tuve la clara sensación de que disfrutaba verme feliz.
Nick se recostó en su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos el uno al otro por un momento antes de que él suspirara. —Me alegro de que lo hayas pasado bien, Pidge. Te lo mereces.
—Gracias. —sonreí. El tono de mi teléfono celular reverberó en la mesa de noche y me estiré para mirar la pantalla.
— ¿Hola?
—Ya es mañana. —dijo Kevin.
Miré el reloj y me eché a reír. Eran las doce y un minuto.
—Ya lo es.
—Entonces, ¿qué opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó.
Me tapé la boca por un momento y luego tomé una respiración profunda. —Eh, sí. El lunes por la noche suena genial.
—Bien. Nos vemos el lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz.
Colgué el teléfono y miré a Nick, quien observaba con leve molestia. Me aparté de él y me hice un ovillo, tensa de la emoción.
—Eres tan empalagosa. —dijo Nick, dándome la espalda.
Puse los ojos en blanco y suspiré.
Se dio la vuelta, tirando de mí hacia él. — ¿En verdad te gusta Kevin?
— ¡No lo arruines, Nick!
Me miró por un momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más. —Kevin Hayes. —suspiró.
Enserio mil disculpas por no haber subido cap
pero aca esta: cap completito, mañana subo otro cap :D
COMENTEN!! ;)
Gracias por leer y comentar!! :face:
Por cierto y por las dudas Kevin Hayes es Kev Jonas
Bye
Capitulo 5: Kevin Hayes
—Adelante. —dije, escuchando un golpe en la puerta.
Nick entró y se quedó inmóvil en la puerta. —Vaya.
Sonreí y miré mi vestido. Era una falda corta, era sin duda más atrevido de lo que había llevado en el pasado. El material era delgado y negro. Kevin estaría en esa fiesta y yo tenía toda la intención de que me notara.
—Te ves increíble. —dijo mientras yo me ponía mis zapatillas.
Le di un gesto de aprobación a su camisa blanca y pantalones vaqueros.
—Tú también te ves bien.
Sus mangas estaban enrolladas por encima de los codos, dejando al descubierto los intrincados tatuajes en sus antebrazos. Me di cuenta de que su brazalete favorito de cuero negro estaba alrededor de su muñeca cuando metió las manos en los bolsillos.
América y Shepley nos esperaban en la sala.
—Kevin se va a mear a sí mismo cuando te vea. —América rió mientras Shepley dirigía el camino al coche.
Nick abrió la puerta y me deslicé en el asiento trasero del Charger de Shepley. A pesar de que ambos habíamos ocupado ese asiento en innumerables ocasiones, de pronto fue incomodo estar sentada a su lado.
Los autos se alineaban en la calle, algunos incluso estaban estacionados sobre el césped. La Casa estaba a reventar y la gente aún seguía llegando caminando por la calle desde los dormitorios. Shepley se estacionó sobre el césped en la parte posterior, América y yo seguimos a los chicos al interior.
Nick me trajo un vaso de plástico rojo lleno de cerveza y luego se inclinó para susurrar en mi oído. —No tomes nada de nadie que no sea Shep o yo. No quiero que nadie agregue algo en tu bebida.
Puse los ojos en blanco. —Nadie va a poner nada en mi bebida, Nick.
—Sólo no aceptes nada que no venga de mí, ¿De acuerdo? Ya no estás en Kansas, Pigeon.
—No había escuchado eso antes. —dije sarcásticamente, tomando un trago.
Una hora y media pasó y Nick aún seguía sin aparecer.
América y Shepley bailaban una canción lenta en la sala cuando Nick tiró de mi mano. — ¿Quieres bailar?
—No gracias. —dije.
Su cara se ensombreció.
Toqué su hombro. —Estoy cansada, Nick.
Puso su mano sobre la mía y comenzó a hablar, pero cuando miré más allá de él, vi que Kevin estaba caminando hacia nosotros.
Nick se dio cuenta de mi expresión y volteó.
— ¡Hola, ___(Tn)! ¡Viniste! —Sonrió Kevin.
—Sí, hemos estado aquí desde una hora o algo así. —le dije, retirando mi mano del agarre de Nick.
— ¡Te ves increíble! —Gritó sobre la música.
— ¡Gracias! —Le sonreí, lanzándole una mirada a Nick. Sus labios estaban juntos y una línea se había formado entre sus cejas.
Kevin asintió con la cabeza hacia la sala y sonrió.
— ¿Quieres bailar?
Arrugué mi nariz y sacudí la cabeza. —No, estoy un poco cansada.
Entonces, Kevin miró a Nick. —Pensé que no vendrías.
—Cambié de opinión. —dijo Nick, irritado por tener que dar explicaciones.
—Ya veo. —dijo Kevin, mirándome a mí—. ¿Quieres ir a tomar un poco de aire fresco?
Asentí con la cabeza y luego seguí a Kevin por las escaleras. Él se detuvo, tomando mi mano mientras subíamos al segundo piso. Cuando llegamos a la parte superior, él abrió un par de puertas francesas hacia el balcón.
— ¿Tienes frío? —Preguntó.
—Sólo un poco. —le dije, sonriendo cuando vi que él se quitó la chaqueta y cubrió mis hombros—. Gracias.
— ¿Estás aquí con Nick?
—Viajamos juntos.
La cara de Kevin se extendió en una amplia sonrisa y luego miró hacia el césped. Un grupo de chicas estaban agrupadas, con los brazos alrededor de ellas para combatir contra el frío. Papel crepe y latas de cerveza estaban sobre
la hierba, junto a ellas botellas de licor vacías. Entre el alboroto, los hermanos Sig Tau estaban de pie alrededor de su obra maestra: una pirámide de barriles decorados con luces blancas.
Kevin meneó la cabeza. —Este lugar estará destruido por la mañana. El equipo de limpieza va a estar ocupado.
— ¿Tienen un equipo de limpieza?
—Sí. —sonrió—. Los llamamos estudiantes de primer año.
—Pobre Shep.
—Él no está en el equipo. Él obtiene un pase porque es primo de Nick y él no vive en la Casa.
— ¿Tú vives en la Casa?
Kevin asintió con la cabeza. —Los últimos dos años. Necesito conseguir un apartamento, de todos modos. Necesito un lugar más tranquilo para estudiar.
—Déjame adivinar… ¿estás matriculándote en Negocios?
—Biología, con especialidad en Anatomía. Me falta sólo un año más, tomar el MCAT10 y después espero asistir a Harvard Med.
— ¿Ya sabes si has sido aceptado?
—Mi papá fue a Harvard. Quiero decir, no estoy seguro, pero él es un ex alumno generoso si sabes a lo que me refiero. Tengo calificaciones perfectas, obtuve dos mil doscientos en mi SAT11, treinta y seis en mi ACT12. Estoy en una buena posición para un lugar.
— ¿Tu padre es médico?
Kevin lo confirmó con una sonrisa afable.
—Es cirujano ortopedista.
—Impresionante.
— ¿Y tú? —Preguntó.
—Aún no he decido.
—La típica respuesta de un estudiante de primer año.
Suspiré de manera dramática. —Supongo que he arruinado las posibilidades de ser excepcional.
—Oh, no tienes que preocuparte por eso. Captaste mi atención desde el primer día de clase. ¿Qué estás haciendo en cálculo para tercer año como estudiante de primer año?
Sonreí y torcí el pelo alrededor de mi dedo. —Las matemáticas son fácil para mí. Tomé las clases en la escuela secundaria y dos cursos de verano en el Estado de Wichita.
—Eso sí es impresionante. —dijo.
Nos quedamos de pie en el balcón durante una hora, hablando de todo, desde los restaurantes locales hasta cómo me hice tan buena amiga con Nick.
—Yo no lo mencionaría, pero los dos parecen ser el tema de conversación.
—Genial. —murmuré.
—Es raro para Nick. Él no crea amistades con las mujeres. Él tiende a ser el enemigo la mayoría del tiempo.
—Oh, yo no lo sé. He visto unas cuantas que tienen pérdida de memoria a corto plazo o son demasiado indulgentes cuando se relaciona a él.
Kevin se echó a reír. —La gente simplemente no entiende su relación. Tienes que admitir que es un poco ambigua.
— ¿Estás preguntándome si me acuesto con él?
Él sonrió. —No estarías aquí con él si lo hicieras. Lo conozco desde que tenía catorce años y soy muy consciente de la forma en que opera. Tengo curiosidad sobre su amistad, sin embargo.
—Eso es lo que es. —me encogí de hombros—. Salimos, comemos, vemos T.V., estudiamos y discutimos. Eso es todo.
Kevin rió en voz alta, sacudiendo la cabeza ante mi honestidad. —He oído que eres la única persona con el derecho de poner a Nick en su lugar. Eso es un título honorífico.
—Como sea. Él no es tan malo como todo el mundo le hace ser.
El cielo se puso morado y después rosa cuando el sol se abrió paso por encima del horizonte. Kevin miró su reloj, mirando por encima de la barandilla a la pequeña multitud en el césped. —Parece que la fiesta ha terminado.
—Será mejor que encuentre a Shep y Mare.
— ¿Te importaría si te llevo a casa? —Preguntó.
Traté de controlar mi emoción. —No, en absoluto. Se lo dejaré saber a América —Entré por la puerta y después me encogí antes de darme la vuelta—. ¿Sabes dónde vive Nick?
Kevin levantó sus gruesas cejas. —Sí, ¿por qué?
—Ahí es donde me estoy quedando. —le dije, preparándome para su reacción.
— ¿Te estás quedando con Nick?
—De hecho, perdí una apuesta, así que estaré allí por un mes.
— ¿Un mes?
—Es una larga historia. —me encogí de hombros tímidamente.
— ¿Pero ustedes sólo son amigos?
—Sí.
—Entonces te llevaré a casa de Nick. —sonrió.
Troté por las escaleras para buscar a América y pasé junto a un Nick sombrío, que parecía estar molesto con la chica borracha que hablaba con él. Él me siguió hasta la sala mientras yo tiraba del vestido de América.
—Si quieren pueden adelantarse. Kevin ofreció llevarme a casa.
— ¿Qué? —dijo América con el entusiasmo en sus ojos.
— ¿Qué? —preguntó Nick, enojado.
— ¿Hay algún problema? —Le preguntó América.
Él miró a América y luego me llevó hasta la esquina, su mandíbula revoloteando bajo su piel. —Ni siquiera lo conoces.
Saqué mi brazo de su agarre. —Esto no es de tu incumbencia, Nick.
—Al demonio si no lo es. No dejaré que viajes a casa con un completo extraño. ¿Y si trata aprovecharse de ti?
— ¡Bien! ¡Él es lindo!
La expresión de Nick cambió de la sorpresa a la ira, y me preparé para lo que podría decir después. — ¿Kevin Hayes, Pidge? ¿En serio? Kevin Hayes, —repitió con desdén—. ¿Qué clase de nombre es ese, de todos modos?
Me crucé de brazos. —Ya está bien, Nick. Estás comportándote como un idiota.
Se inclinó, aparentemente nervioso. —Lo mataré si te toca.
—Me gusta. —le dije, haciendo énfasis en cada palabra.
Él pareció sorprendido por mi confesión y luego su expresión se volvió severa. —Está bien. Si terminas debajo de él en el asiento trasero de su coche, después no vengas llorando conmigo.
Mi boca se abrió, ofendida y furiosa al instante.
—No te preocupes, no lo haré. —le dije, alejándome de él.
Nick me agarró del brazo y suspiró, mirándome sobre su hombro. —No quise decir eso, Pidge. Si él te lastima, si tan sólo te hace sentir incómoda, sólo házmelo saber.
La ira se desvaneció y dejé caer mis hombros. —Sé que no lo quisiste. Pero tienes que ponerle un alto a este gran exceso de sobre protección de hermano mayor que tienes.
Nick se echó a reír. —No estoy jugando el papel del hermano mayor, Pigeon. Nada de eso.
Kevin apareció en la esquina y se metió las manos en el interior de los bolsillos, ofreciéndome su codo. — ¿Todo listo?
Nick apretó la mandíbula y di un paso hacia el otro lado de Kevin para distraerlo de la expresión de Nick. —Sí, vámonos. —Tomé el brazo de Kevin y caminé con él unos poco pasos antes de volverme para decirle adiós a Travis, pero él estaba taladrando con la mirada la parte posterior de la cabeza de Kevin. Sus ojos se deslizaron hacia mí y sus rasgos se suavizaron.
—Ya basta. —dije a través de mis dientes, siguiendo a Kevin entre la multitud hacia su coche.
—Es ese plateado. —Los faros de su coche parpadearon dos veces cuando él presionó la llave inalámbrica.
Él abrió la puerta del pasajero y reí.
— ¿Conduces un Porsche?
—Ella no sólo es un Porsche. Ella es un Porsche 911 GT3. Hay una diferencia.
—Déjame adivinar, ¿Es el amor de tu vida? —Le dije, citando la declaración de Nick acerca de su motocicleta.
—No, es sólo un coche. El amor de mi vida será una mujer con mi apellido.
Me permití una pequeña sonrisa, tratando de no parecer excesivamente afectada por su declaración. Él tomó mi mano para ayudarme a entrar en el coche y cuando él se sentó al volante, apoyó la cabeza en contra de su asiento y me sonrió.
— ¿Qué harás esta noche?
— ¿Esta noche? —Le pregunté.
—Ya es de mañana. Y quiero invitarte a cenar antes de que alguien se me adelante.
Una sonrisa se extendió en mi cara. —No tengo ningún plan.
— ¿Te recogeré a las seis?
—Está bien. —dije, mirándolo tomar mis dedos entre los suyos.
Kevin me llevó directamente a casa de Nick, manteniéndose al límite de velocidad y mi mano en la suya. Se puso detrás de la Harley, y al igual que antes, me abrió la puerta. Una vez que llegamos a la puerta, él se inclinó para besar mi mejilla.
—Descansa un poco. Nos vemos esta noche. —me susurró al oído.
—Adiós. —sonreí, girando el pomo. Cuando la empuje, la puerta cedió y me lanzó hacia adelante.
Nick me agarró del brazo antes de caer. —Tranquila.
Me volví para ver a Kevin mirándonos con una expresión incómoda. Se inclinó para mirar en el apartamento. — ¿Ninguna joven humillada, varada, que tenga que darle un aventón a casa?
Nick miró a Kevin. —No empieces conmigo.
Kevin sonrió y guiñó un ojo. —Siempre estoy dándole problemas. No tengo la oportunidad de hacerlo a menudo desde que él se dio cuenta que es más fácil si consigue que ellas lleguen aquí en sus propios autos.
—Supongo que eso sí simplifica las cosas. —dije, bromeando.
—No es gracioso, Pidge.
— ¿Pidge?
—Es uh… una abreviatura de Pigeon. Es sólo un apodo, ni siquiera sé de dónde lo sacó. —le dije. Esa fue la primera vez que me sentí incómoda con el nombre que Nick me había concedido en la noche que nos conocimos.
—Tendrás que contármelo cuando lo averigües. Suena como una buena historia. —sonrió Kevin—. Buenas noches, ___(Tn).
— ¿Quieres decir buenos días? —dije, viéndolo trotar por las escaleras.
—Eso también. —gritó con una sonrisa dulce.
Nick cerró la puerta y tuve retirar mi cabeza antes de que me golpeara con ella. — ¿Qué? —pregunté.
Nick sacudió la cabeza y se dirigió a su dormitorio. Yo le seguí y luego salté sobre un pie para retirar uno de mis tacones. —Él es bueno, Nick.
Suspiró y se acercó a mí. —Te vas a lastimar. —dijo, enganchando su brazo alrededor de mi cintura con una mano y quitando mis zapatillas con la otra. Los arrojó en el armario y luego se quitó la camisa, caminando hacia la cama.
Abrí la cremallera de mi vestido y lo deslicé por mis caderas, pateándolo hacia la esquina. Tiré una camiseta sobre mi cabeza, después desabroché el sujetador, retirándolo a través de la manga de mi camisa. Cuando acomodé mi pelo en un moño en la parte superior de mi cabeza, me di cuenta de que él me miraba.
—Estoy segura que no hay nada que no hayas visto antes. —le dije, poniendo los ojos en blanco. Me deslicé bajo las sábanas y me recosté en contra de mi almohada. Él se desabrochó el cinturón y tiró de sus pantalones hacia abajo, quitándoselos.
Esperé mientras él permanecía en silencio por un momento. Yo estaba de espaldas a él, así que me preguntaba qué estaba haciendo, de pie al lado de la cama en silencio. La cama cóncavo cuando finalmente se arrastró sobre el colchón junto a mí y me puse rígida cuando su mano se posó en mi cadera.
—No fui a una pelea esta noche. —dijo—. Adam llamó. Pero no fui.
— ¿Por qué? —dije, volviéndome hacia él.
—Quería asegurarme de que llegaras a casa.
Arrugué la nariz. —No hace falta que me cuides.
Él trazó la longitud de mi brazo con su dedo, enviando escalofríos por mi columna vertebral. —Lo sé. Creo que todavía me siento mal por la otra noche.
—Te dije que no me importaba.
Se sostuvo sobre su codo, el ceño fruncido dudosamente en su cara. — ¿Es por eso que dormiste en el sillón? ¿Por qué no te importaba?
—No podía conciliar el sueño después de que… tus amigas se fueron.
—Dormiste demasiado bien en el sillón. ¿Por qué no sólo dormiste conmigo?
— ¿Quieres decir junto a un hombre que todavía olía como un par de moscas de bar que acababa de enviar a casa? ¡No lo sé! ¡Qué egoísta de mi parte!
Nick hizo una mueca. —Te dije que lo siento.
—Y yo te dije que no me importaba. Buenas noches. —le dije, volviéndome hacia el otro lado.
Unos instantes de silencio pasaron. Él deslizó la mano en la parte superior de mi almohada, colocando su mano sobre la mía. Acarició las delicadas partes de piel entre los dedos y luego apretó los labios contra mi pelo. —Estuve tan preocupado de que no me dirigieras la palabra de nuevo… creo que es peor que seas indiferente.
Mis ojos se cerraron. — ¿Qué quieres de mí, Nick? No quieres que esté molesta por lo que hiciste, pero quieres que me importe. Le dijiste a América que no quieres nada conmigo, pero te enojas cuando yo digo lo mismo, tanto que sales como alma que lleva el diablo y consigues emborracharte ridículamente. No haces ningún sentido.
— ¿Es por eso que le dijiste esas cosas a América? ¿Por qué le dije que no saldría contigo?
Apreté los dientes. Él acababa de insinuar que yo estaba jugando con él. Formulé la respuesta más directa que pude pensar. —No, quise decir lo que dije. Sólo que no lo decía como un insulto.
Nick suspiró. —Yo sólo lo dije porque, —rascó su corto cabello, nervioso—, no quiero arruinar las cosas, Pigeon. Ni siquiera sé cómo hacer para merecerte. Estaba tratando de comprenderlo en mi cabeza.
—Como sea. Tengo que dormir un poco. Tengo una cita esta noche.
— ¿Con Kevin? —preguntó, la ira filtrándose a través de su tono.
—Sí. ¿Puedo ir a dormir?
—Por supuesto, —dijo, empujándose a sí mismo fuera de la cama y luego cerrando la puerta detrás de él. El sillón reclinable chirrió bajo su peso y las voces ahogadas de la televisión llenaban el pasillo. Me obligué a cerrar los ojos y traté de calmarme lo suficiente como para quedarme dormida, aunque sólo fuera por unas horas.
El reloj marcaba las 3 PM cuando abrí los ojos. Agarré una toalla y mi bata y luego caminé hacia el cuarto de baño. Tan pronto como cerré la cortina de la ducha, la puerta se abrió y cerró. Esperé a que alguien hablara, pero el único sonido fue el chasquido de la tapa del inodoro en contra de la porcelana.
— ¿Nick?
—No, soy yo, —dijo América.
— ¿Tienes que hacer pis aquí? Tú tienes tu propio cuarto de baño.
—Shep ha estado allí durante media hora vomitando. No entraré allí.
—Genial.
—He oído que tienes una cita esta noche. ¡Nick está enojado! —Exclamó.
— ¡A las seis! Él es tan dulce, América. Él es… —me detuve, suspirando. Estaba hablando efusivamente, y no era normal en mí hablar a borbotones. Todo lo que hacía era pensar que tan perfecto había sido desde el momento en que lo había conocido. Él era exactamente lo que necesitaba, el polo opuesto de Nick.
— ¿Te dejó sin palabras? —Ella rió.
Asomé mi cabeza por la cortina. — ¡No quería volver a casa! ¡Podría haber hablado con él para siempre!
—Suena prometedor. ¿No es un poco extraño que estés aquí?
Me metí bajo el agua, enjuagando la espuma. —Se lo he explicado.
El inodoro se enjuagó, y el grifo se encendió, por lo que el agua se tornó fría por un momento. Grité y la puerta se abrió de golpe.
— ¿Pidge? —dijo Nick.
América se echó a reír. —Sólo tiré la cadena del inodoro, Nick, cálmate.
—Oh. ¿Estás bien, Pigeon?
—Estoy genial. Fuera de aquí. —La puerta se cerró de nuevo y suspiré—. ¿Es mucho pedir cerraduras en las puertas? —América no respondió—. ¿Mare?
—Es realmente una lástima que ustedes dos no pudieron estar en la misma página. Tú eres la única que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa.
Apagué el agua y me envolví en una toalla.
—Eres tan mala como él. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con él, ¿recuerdas?
—Lo sé. —concordó.
Encendí mi nuevo secador de pelo y comencé el proceso de arreglarme para mi cita con Kevin. Ricé mi cabello y me pinté las uñas y los labios de un tono rojo profundo. Era demasiado para una primera cita. Fruncí el ceño a mí misma en el espejo. No debí de ofenderme cuando Nick me acusó de estar jugando juegos, después de todo.
Tomando una última mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Nick estaba tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba siendo terca. Salí a la sala y Nick sonrió, no era la reacción que estaba esperando.
—Estás… hermosa.
—Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz.
Shepley silbó. —Buena elección, __(Tn). A los chicos les gusta el rojo.
—Y los rizos son magníficos. —añadió América.
El timbre sonó y América sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas!
Abrí la puerta. Kevin sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba.
—Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente.
Miré hacia atrás para despedirme de América, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Shepley tenía la expresión de un padre orgulloso y Nick mantuvo los ojos en la televisión.
Kevin me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire.
— ¿Qué? —Le pregunté.
—Tengo que admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Nick Jonas está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loco el día de hoy.
—Nick no está enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.
— ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma conclusión.
—Están equivocados. —insistí.
Kevin meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre la mía. —Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.
— ¿Dónde?
—En Biasetti. Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana.
Levanté una ceja. — ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.
—Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos.
—Me gusta la comida italiana. —sonreí.
Kevin condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí.
— ¿Qué? —Preguntó.
—Es sólo que eres… un conductor muy prudente. Es algo bueno.
— ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Nick? —Él sonrió.
Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien. —No hablemos de Nick esta noche. ¿De acuerdo?
—Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta.
Estábamos sentados inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste.
Pedimos y Kevin cerró el menú sonriéndole al camarero. —Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor.
—Por supuesto, señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.
—Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa.
Sus ojos se suavizaron. —Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.
Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se dirigieron a mí.
Rápidamente se volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Kevin?
—Madre, ésta es ___(Tn) Abernathy. __(Tn) ella es mi madre, Vivienne Hayes.
Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Kevin. — ¿Abernathy?
Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre.
La expresión de Kevin se volvió impaciente. —Ella es de Wichita, mamá. No conoces a su familia. Ella asiste a Eastern.
— ¿Ah, sí? —Vivienne me miró de nuevo—. Kevin estará asistiendo a Harvard el próximo año.
—Eso es lo que él dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa.
La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia. —Lo estamos. Gracias.
Me sorprendió la forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. Hayes debía haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás.
—Es bueno verte, mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría aquí.
—Está bien. Ella parece… genial.
Kevin se echó a reír. —Sí, para una piraña. —Ahogué una risa y él ofreció una sonrisa de disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo.
—Esperemos que sea antes de que te vayas a Harvard.
Hablamos sin cesar acerca de la comida, de Eastern, cálculo e incluso sobre el Círculo. Kevin era encantador, divertido y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron a Kevin para saludarlo y él siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Él era considerado como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación.
— ¿Y ahora qué? —Le pregunté.
—Me temo que tengo un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar. —dijo, cubriendo mi mano con la suya.
—Mejor tú que yo. —le dije, tratando de no sonar demasiada decepcionada.
Condujo al apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano.
—Gracias, Kevin. —sonreí—. Pase un rato fantástico.
— ¿Es demasiado pronto para pedirte una segunda cita?
—No, para nada. —sonreí.
— ¿Te llamó mañana?
—Suena perfecto.
Luego vino el momento del silencio incómodo. El elemento de las citas que temo. Besarse o no besarse, odiaba esa pregunta.
Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarme si me besaría o no, él tomó cada lado de mi cara y me acercó a él, presionando sus labios contra los míos. Eran suaves, cálidos y maravillosos. Se retiró y luego me besó otra vez.
—Te hablo mañana, Abs.
Me despedí con la mano, mirándolo caminar por las escaleras hacia su coche.
—Adiós.
Una vez más, cuando giré el picaporte, la puerta se abrió de un tirón y caí hacia adelante. Nick me atrapó y recuperé el equilibrio.
— ¿Quieres parar de hacer eso? —Le dije, cerrando la puerta detrás de mí.
— ¿__(Tu-ap)? ¿Qué eres, un vídeo de ejercicios? —Se burló.
— ¿Pigeon? —dije con la misma cantidad de desdén—. ¿Una molesta ave que hace popo por toda la acera?
—A ti te agrada Pigeon —dijo él a la defensiva—. Es una paloma, una chica atractiva, una carta ganadora en el póker, tú sólo elige. Tú eres mi paloma.
Me agarré de su brazo para quitarme los tacones y luego caminé a su habitación. Cuando ya me había cambiado en mi pijama, hice mi mejor esfuerzo para permanecer enojada con él.
Nick se sentó en la cama y se cruzó de brazos. — ¿Pasaste un buen rato?
—Pase —suspiré—, un rato fantástico. Un momento perfecto. Él es… —No podía pensar en una palabra adecuada para describirlo, así que sólo negué con la cabeza.
— ¿Te besó?
Apreté los labios y asentí con la cabeza. —Tiene unos labios realmente suaves.
Nick se estremeció. —No me importa qué tipo de labios tiene.
—Créeme, es importante. Me pongo nerviosa con los primeros besos, también, pero éste no fue tan malo.
— ¿Te pones nerviosa acerca de un beso? —Preguntó, divertido.
—Sólo los primeros besos. Los detesto.
—Yo los detestaría, también, si tuviera que besar a Kevin Hayes.
Me reí y fui al cuarto de baño para lavar el maquillaje de mi cara. Nick me siguió, apoyándose contra la puerta. —Así que, ¿van a salir otra vez?
—Sí. Él me llamará mañana. —Me sequé la cara y corrí por el corredor, saltando sobre la cama.
Nick se quedó en sus bóxers y se sentó de espaldas a mí. Un poco desplomado, parecía estar agotado. Los músculos de su espalda se extendieron cuando él lo hizo, él me miró por un momento. —Si pasaron un buen rato, ¿por qué estás en casa tan temprano?
—Él tiene un examen el lunes.
Nick arrugó la nariz. — ¿A quién le importa?
—Él está tratando de entrar a Harvard. Tiene que estudiar.
Él resopló, arrastrándose sobre su estómago. Lo observé meter las manos debajo de la almohada, parecía irritado. —Sí, eso es lo que sigue diciéndole a todo mundo.
—No seas aguafiestas. Él tiene sus prioridades… Creo que es responsable.
— ¿No debería su chica ser una de sus prioridades?
—No soy su chica. Hemos salido sola una vez, Nick. —lo regañé.
—Entonces, ¿Qué son? —Le lancé una mirada sucia y él se echó a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!
Al ver que estaba siendo sincero, le describí todo, desde el restaurante, la comida hasta las dulces y divertidas cosas que dijo Kevin. Sabía que mi boca estaba congelada en una sonrisa ridícula, pero no podía dejar de sonreír mientras describía mi perfecta noche.
Nick me miraba con una sonrisa divertida mientras yo borboteaba, incluso haciendo preguntas. A pesar de que él parecía frustrado con la situación de Kevin, tuve la clara sensación de que disfrutaba verme feliz.
Nick se recostó en su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos el uno al otro por un momento antes de que él suspirara. —Me alegro de que lo hayas pasado bien, Pidge. Te lo mereces.
—Gracias. —sonreí. El tono de mi teléfono celular reverberó en la mesa de noche y me estiré para mirar la pantalla.
— ¿Hola?
—Ya es mañana. —dijo Kevin.
Miré el reloj y me eché a reír. Eran las doce y un minuto.
—Ya lo es.
—Entonces, ¿qué opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó.
Me tapé la boca por un momento y luego tomé una respiración profunda. —Eh, sí. El lunes por la noche suena genial.
—Bien. Nos vemos el lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz.
Colgué el teléfono y miré a Nick, quien observaba con leve molestia. Me aparté de él y me hice un ovillo, tensa de la emoción.
—Eres tan empalagosa. —dijo Nick, dándome la espalda.
Puse los ojos en blanco y suspiré.
Se dio la vuelta, tirando de mí hacia él. — ¿En verdad te gusta Kevin?
— ¡No lo arruines, Nick!
Me miró por un momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más. —Kevin Hayes. —suspiró.
Enserio mil disculpas por no haber subido cap
pero aca esta: cap completito, mañana subo otro cap :D
COMENTEN!! ;)
Gracias por leer y comentar!! :face:
Por cierto y por las dudas Kevin Hayes es Kev Jonas
Bye
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
aaaiiii!!
por que no se da cuenta que niiiiccckk esta perdidamente enamorado de elllaaaaaa!!!!!!
aaaii todo mundo lo veeeee!!!!
jejejejejejeje
yo creo que tiene seguera momentaneaaaa
por que no se da cuenta que niiiiccckk esta perdidamente enamorado de elllaaaaaa!!!!!!
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yo creo que tiene seguera momentaneaaaa
chelis
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Wujuu q bueno q ya subiste CAP !! Ya viene cada vez lo mejor siii!!
Ojalá y subas CAP pronto!!
Ojalá y subas CAP pronto!!
Pamm Jonas
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Hola chicas como andan??
Dentro de un rato les subo capitulo :D
Dentro de un rato les subo capitulo :D
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
Beautiful Disaster
Capitulo 6:Punto Crucial
La cita por la noche superó todas mis expectativas. Comimos comida china mientras yo reía ante las habilidades de Kevin con los palillos. Cuando él me llevó a casa, Nick abrió antes de que pudiera darme un beso. Cuando salimos el miércoles por la noche, Kevin se aseguró de besarme en el coche.
El jueves durante el almuerzo, Kevin me encontró en la cafetería y sorprendió a todos cuando se sentó en el lugar de Nick. Cuando Nick terminó su cigarrillo y entró, caminó pasando a Kevin con indiferencia, sentándose al final de la mesa. Megan se acercó a él, pero se mostró decepcionada cuando él la despidió con la mano. Después de eso, todos en la mesa estaban en silencio y me resultaba difícil concentrarme en cualquier cosa que Kevin decía.
—Asumo que no estaba invitado —dijo Kevin, capturando mi atención.
— ¿Qué?
—He oído que tu fiesta de cumpleaños es el domingo. ¿No estoy invitado?
América miró a Nick, quien miró a Kevin, como si estuviera a punto de arrancarle la cabeza.
—Era una fiesta sorpresa, Kevin. —dijo América en voz baja.
—Oh. —dijo Kevin, encogiéndose.
— ¿Me estás dando una fiesta sorpresa? —Le pregunté a América.
Ella se encogió de hombros. —La idea fue de Nick. Es en el lugar de Brasil el domingo. Seis de la tarde.
Las mejillas de Kevin se tornaron de un rojo tenue. —Supongo que ahora realmente no estoy invitado.
— ¡No! ¡Por supuesto que lo estás! —dije, sosteniendo su mano por encima de la mesa. Doce pares de ojos se centraron en nuestras manos. Pude notar que Kevin estaba tan incómodo con la atención al igual que yo, así que retiré mi mano.
Kevin se puso de pie. —Tengo algunas cosas que hacer antes de clases. Te llamaré más tarde.
—Está bien. —dije, ofreciéndole una sonrisa de disculpa.
Kevin se inclinó sobre la mesa y me besó en los labios. El silencio en la mesa se prolongó y América me dio un codazo después de que Kevin se marchó.
— ¿No es espeluznante cómo todo el mundo te mira? —Susurró. Ella miró a su alrededor con el ceño fruncido—. ¿Qué? —Gritó América—. ¡Ocúpense de sus asuntos, pervertidos!
Uno por uno se volvieron hacia otro lado y los murmullos continuaron.
Me cubrí los ojos con las manos. —Sabes, antes era patética porque pensaban que era la novia de Nick. Ahora soy mala porque todo el mundo piensa que estoy rebotando entre Nick y Kevin como una pelota de ping pon. —Cuando América no hizo ningún comentario, la miré—. ¿Qué? ¡No me digas que tú también crees esa mierda!
— ¡No he dicho nada! —dijo.
La miré con incredulidad. — ¿Pero eso es lo que tú piensas?
América negó con la cabeza, pero no dijo nada más. Las heladas miradas de los otros estudiantes de pronto eran aparentes y me puse de pie, caminando hasta el final de la mesa.
—Tenemos que hablar. —dije, tocando el hombro de Nick. Traté de sonar amable, pero la ira burbujeando dentro de mí provocó un filo a mis palabras. La población estudiantil, incluyendo mi mejor amiga, pensaba que estaba haciendo malabares con dos hombres. Sólo había una solución.
—Pues habla —dijo Nick, lanzando algo empanado y frito en su boca.
— ¡Nick! ¡Tienes que dejarme salir de la apuesta! No puedo salir con Kevin y vivir contigo al mismo tiempo. ¡Se ve terrible!
—Deja de salir con Parker.
Lo fulminé con la mirada. —Ese no es el problema y lo sabes.
— ¿Es esa la única razón por la que quieres irte? ¿Por lo que dice la gente?
—Por lo menos antes yo era la tonta y tú eras el tipo malo. —me quejé.
—Responde la pregunta, Pidge.
— ¡Sí!
Nick miró más allá de mí a los estudiantes que entraban y salían de la cafetería. Él estaba deliberando y me impacienté mientras él tomaba su decisión.
Finalmente, se mantuvo firme, resuelto. —No.
Negué con la cabeza, segura de haber entendido mal.
— ¿Disculpa?
—No. Tú misma lo dijiste: una apuesta es una apuesta. Después del mes, estarás con Kevin, él se convertirá en un médico, se casarán y tendrán hijos y nunca te volveré a ver. —Hizo una mueca ante sus propias palabras—. Aún tengo tres semanas. No las dejaré pasar por chismes en el comedor.
Miré a través de la ventana de cristal para ver a todos en la cafetería mirándonos. La atención no deseada hizo que mis ojos ardieran. Pasé junto a él para dirigirme a la siguiente clase.
—Pigeon —llamó Nick después de mí.
No me di la vuelta.
Esa noche, América se sentó en el suelo de azulejo del cuarto de baño, balbuceando sobre chicos mientras yo estaba en frente del espejo haciendo de mi pelo en una coleta. Sólo escuchaba a medias, pensando en que tan paciente Nick había sido—para Nick—sabiendo que a él no le gustaba la idea de Kevin recogiéndome de su apartamento casi todas las noches.
La expresión del rostro de Nick destelló en mi mente cuando le pedí que me dejara salir de la apuesta, y nuevamente cuando le dije que la gente decía que él estaba enamorado de mí. No podía dejar de preguntarme por qué él no lo negó.
—Bueno, Shep piensa que estás siendo demasiada dura con él. Él nunca ha tenido a nadie lo suficiente importante para….
Me inquieté, notando las miradas curiosas de todos a nuestro alcance. Cuando Nick seguía sin moverse, lo agarré del brazo y le di un buen tirón. Se levantó y me siguió afuera con una sonrisa en su rostro.
— ¿Qué, Pidge? —dijo, mirando de mi mano a su brazo y luego a mí.
—Tienes que dejarme salir de la apuesta —le supliqué.
Su cara cayó. — ¿Te quieres ir? ¿Por qué? ¿Qué he hecho?
—No hiciste nada, Nick. ¿No has notado a todo el mundo mirándonos? Estoy convirtiéndome rápidamente en la paria de la Universidad de Eastern.
Nick sacudió la cabeza y encendió un cigarrillo. —No es mi problema.
—Sí, lo es. Kevin dijo que todo el mundo piensa que tiene deseos de morir porque estás enamorado de mí.
Las cejas de Nick se levantaron y se atragantó con el soplo de humo que acababa de inhalar. — ¿La gente está diciendo eso? —dijo, mientras tocía.
Asentí con la cabeza. Miró a lo lejos con los ojos muy abiertos, tomando otra calada.
— ¡Nick! ¡Tienes que dejarme salir de la apuesta! No puedo salir con Kevin y vivir contigo al mismo tiempo. ¡Se ve terrible!
—Deja de salir con Kevin.
Lo fulminé con la mirada. —Ese no es el problema y lo sabes.
— ¿Es esa la única razón por la que quieres irte? ¿Por lo que dice la gente?
—Por lo menos antes yo era la tonta y tú eras el tipo malo. —me quejé.
—Responde la pregunta, Pidge.
— ¡Sí!
Nick miró más allá de mí a los estudiantes que entraban y salían de la cafetería. Él estaba deliberando y me impacienté mientras él tomaba su decisión.
Finalmente, se mantuvo firme, resuelto. —No.
Negué con la cabeza, segura de haber entendido mal.
— ¿Disculpa?
—No. Tú misma lo dijiste: una apuesta es una apuesta. Después del mes, estarás con Kevin, él se convertirá en un médico, se casarán y tendrán hijos y nunca te volveré a ver. —Hizo una mueca ante sus propias palabras—. Aún tengo tres semanas. No las dejaré pasar por chismes en el comedor.
Miré a través de la ventana de cristal para ver a todos en la cafetería mirándonos. La atención no deseada hizo que mis ojos ardieran. Pasé junto a él para dirigirme a la siguiente clase.
—Pigeon —llamó Nick después de mí.
No me di la vuelta.
Esa noche, América se sentó en el suelo de azulejo del cuarto de baño, balbuceando sobre chicos mientras yo estaba en frente del espejo haciendo de mi pelo en una coleta. Sólo escuchaba a medias, pensando en que tan paciente Nick había sido—para Nick—sabiendo que a él no le gustaba la idea de Kevin recogiéndome de su apartamento casi todas las noches.
La expresión del rostro de Nick destelló en mi mente cuando le pedí que me dejara salir de la apuesta, y nuevamente cuando le dije que la gente decía que él estaba enamorado de mí. No podía dejar de preguntarme por qué él no lo negó.
—Bueno, Shep piensa que estás siendo demasiada dura con él. Él nunca ha tenido a nadie lo suficiente importante para….
Nick asomó la cabeza y sonrió mientras miraba mi cabello alborotado. — ¿Quieres ir a cenar? —Preguntó.
América se puso de pie para mirarse en el espejo, pasando sus dedos por su pelo dorado. —Shep quiere visitar el nuevo lugar Mexicano en el centro si ustedes quieren ir.
Nick sacudió la cabeza. —Pensé que Pidge y yo podríamos ir solos esta noche.
—Voy a salir con Kevin.
— ¿Otra vez? —dijo, molesto.
—Otra vez —le dije con una voz cantarina.
El timbre de la puerta sonó y me apresuré para abrirla. Kevin estaba delante de mí, su rubia cabellera ondulada encima de su recién cara afeitada.
— ¿Alguna vez te vez menos que magnifica? —preguntó Kevin.
—Basándome en la primera vez que vino aquí, tendré que decir que sí —dijo Nick detrás de mí.
Puse los ojos en blanco y sonreí, levantando un dedo hacia Kevin, señalándole que esperara. Me volví y eché los brazos alrededor de Nick. Se puso rígido con sorpresa y luego se relajó, tirando fuertemente de mí hacia él.
Miré a sus ojos y sonreí. —Gracias por organizar mi fiesta de cumpleaños. ¿Puedo tomar un vale para la cena?
Una docena de emociones se desplazaron por la cara de Nick, y entonces, las comisuras de sus labios se elevaron. — ¿Mañana?
Lo abracé y sonreí. —Absolutamente. —Me despedí de él mientras Kevin me tomaba de la mano.
— ¿Qué fue eso? —Preguntó Kevin.
—No hemos estado llevándonos bien últimamente. Esa fue mi versión de una rama de olivo.
— ¿Debería preocuparme? —preguntó, abriendo la puerta.
—No. —dije sonriendo, besando su mejilla.
En la cena, Kevin habló de Harvard, de la Casa y sus planes de buscar un apartamento. Sus cejas se juntaron. — ¿Te escoltará Nick a tu fiesta de cumpleaños?
—No estoy muy segura. No ha dicho nada al respecto.
—Si no le importa, me gustaría llevarte. —Él tomó mi mano y me besó los dedos.
—Le voy a preguntar. La fiesta fue su idea, así que…
—Lo entiendo. Si no, te veré allí. —sonrió.
Kevin me llevó al apartamento, aparcando en el estacionamiento. Cuando me beso, sus labios se mantuvieron en los míos. Tiró del freno de mano mientras sus labios viajaron a lo largo de mi mandíbula al oído, y luego hacia mi cuello. Me tomó por sorpresa y dejé escapar un suspiro en respuesta.
—Eres tan hermosa —susurró—. He estado distraído durante toda la noche, con tu pelo retirado fuera de tu cuello. —Él repartió besos por mi cuello y exhalé, un gemido escapando con mi aliento.
— ¿Por qué tardaste tanto? —Sonreí, levantando mi barbilla para darle mejor acceso.
Kevin se enfocó en mis labios. Agarró cada lado de mi cara, dándome un beso un poco más firme que de costumbre. No teníamos mucho espacio en el coche, pero hicimos que el reducido espacio estuviera a nuestro favor. Se apoyó en mí, doblé mi rodilla cuando me dejé caer contra la ventana. Su lengua se deslizó dentro de mi boca y su mano tomó mi tobillo y luego la deslizó a lo largo de mi pierna a mi muslo. Las ventanas se empañaron en minutos con nuestra respiración dificultosa, pegándose en las heladas ventanas. Sus labios rozaron mi clavícula y luego su cabeza se elevó cuando el cristal vibró con varios golpes fuertes.
Kevin se sentó y yo me enderecé, ajustando mi vestido. Di un salto cuando la puerta se abrió. Nick y América estaban al lado del coche. América tenía una expresión simpática y Nick parecía estar a punto de una rabieta.
— ¿Qué demonios, Nick? —Gritó Kevin.
De pronto, la situación se sintió peligrosa. Nunca había oído a Kevin levantar la voz, los nudillos de Nick estaban blancos mientras él apretaba sus manos en puños a los costados—y yo estaba en medio.
La mano de América parecía minúscula cuando la colocó en el voluminoso brazo de Nick, sacudiendo la cabeza hacia Kevin en una alerta silenciosa.
—Vamos, ___(Tn). Necesito hablar contigo —dijo.
— ¿Sobre qué?
— ¡Sólo ven! —gritó.
Miré a Kevin, viendo la irritación en sus ojos. —Lo siento, me tengo que ir.
—No, está bien. Ve.
Nick me ayudó a salir del Porsche y luego pateó la puerta, cerrándola. Me volteé, interponiéndome entre él y el coche, empujando su hombro. — ¿Qué te pasa? ¡Basta!
América parecía nerviosa. No tomó mucho tiempo saber por qué. Nick olía a whisky; ella había insistido en acompañarlo o él le había pedido que viniera. De cualquier manera, ella era un elemento de disuasión a la violencia.
Las ruedas del Porsche de Kevin chillaron fuera del estacionamiento y Nick encendió un cigarrillo. —Puedes entrar, Mare.
Ella tiró de mi falda. —Vamos, ___(Tn).
— ¿Por qué no te quedas, ___(Tuap)? —Bulló.
Asentí con la cabeza para que América siguiera adelante y de mala gana ella cumplió. Me crucé de brazos, lista para una pelea, preparándome para arremeterlo contra la inevitable charla. Nick tomó varias caladas de su cigarrillo y cuando fue obvio que él no iba a explicar nada, mi paciencia se agotó.
— ¿Por qué hiciste eso? —Le pregunté.
— ¿Por qué? ¡Porque estaba follándote delante de mi apartamento! —Gritó. Sus ojos estaban desenfocados y podía ver que él era incapaz de tener una conversación racional.
Mantuve mi voz tranquila. —Puede que esté quedándome en tu casa, pero lo que hago, y con quien lo haga, es mi problema.
Tiró el cigarrillo al suelo. —Eres mucho mejor que eso, Pidge. No dejes que te folle en un coche como una barata cita de graduación.
— ¡No iba a tener relaciones sexuales con él!
Hizo un gesto hacia el espacio vacío donde el coche de Kevin estaba. — ¿Qué estaban haciendo, entonces?
— ¿Nunca has besado a alguien sin que llegue a nada más?
Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si estuviera hablando galimatías. — ¿Cuál es el punto en eso?
—Es el concepto que existe para mucha gente… sobre todo para aquellos que tienen citas.
—Todas las ventanas estaban empañadas, el coche se estaba sacudiendo… ¿Cómo iba yo a saber? —dijo, agitando sus brazos en la dirección del estacionamiento vacío.
— ¡Tal vez no deberías espiarme!
Se frotó la cara y sacudió la cabeza. —No puedo soportar esto, Pigeon. Siento que me estoy volviendo loco.
Tiré mis manos al aire y las dejé caer golpeando mis muslos. — ¿No puedes soportar qué?
—Si tú duermes con él, no quiero saberlo. Iré a la cárcel por mucho tiempo si me entero que… simplemente no me lo digas.
—Nick —bullí—. ¡No puedo creer que hayas dicho eso! ¡Eso es un gran paso para mí!
— ¡Eso es lo que todas las chicas dicen!
— ¡No me refiero a las putas con las que lidias! ¡Me refiero a mí! —Dije, sosteniendo mi mano contra mi pecho—. ¡Yo no he… ugh! No importa.
Me alejé de él, pero me agarró del brazo, girándome hacia él.
— ¿Tú no qué? —preguntó. No le respondí; no tenía que hacerlo. Podía ver el reconocimiento atravesar su rostro y se rió una vez—. ¿Eres virgen?
— ¿Y qué? —dije, la sangre arremolinándose en mis mejillas.
Sus ojos se dirigieron a los míos. —Es por eso que América estaba tan segura que no irías tan lejos.
—Tuve el mismo novio los cuatro años de escuela secundaria. ¡Él era un aspirante a ministro bautista! ¡Esto nunca fue un tema para nosotros!
La ira de Nick se desvaneció y el alivio era evidente en sus ojos. — ¿Un ministro de la juventud? ¿Qué pasó después de toda la dura abstinencia?
—Él quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo no lo hacía. —Estaba desesperada por cambiar de tema. La diversión en los ojos de Nick era lo suficientemente humillante. No quería que él cavara más lejos en mi pasado.
Dio un paso hacia mí y sostuvo cada lado de mi cara. —Virgen —dijo, sacudiendo la cabeza—. Nunca me lo hubiera imaginado con la forma en que bailaste en The Red.
—Muy gracioso. —le dije, dirigiéndome a las escaleras.
Nick intentó seguirme, pero tropezó y cayó, volviéndose boca arriba y riendo histéricamente.
— ¿Qué estás haciendo? ¡Levántate! —dije, ayudándolo a ponerse de pie.
Enganchó su brazo alrededor de mi cuello y le ayudé a subir las escaleras. Shepley y América ya estaban en cama, por lo que sin ayuda a plena
vista, me quité los tacones para evitar romperme los tobillos al guiar a Nick a la habitación. Cayó de espaldas a la cama, tirando de mí con él.
Cuando aterrizamos, mi cara estaba a pocos centímetros de la suya. Su expresión era repentinamente seria. Se inclinó, casi besándome, pero lo alejé. Las cejas de Nick se elevaron.
—Ya basta, Nick —dije.
Me abrazó fuertemente contra él hasta que dejé de luchar y luego alejó la correa de mi vestido, haciendo que ésta colgara de mi hombro. —Desde que la palabra virgen salió de tus labios… tengo una urgencia repentina de ayudarte a salir de este vestido.
—Qué mal. Estabas dispuesto a matar a Kevin por la misma razón hace veinte minutos, así que no seas un hipócrita.
—Al diablo con Kevin. Él no te conoce como yo.
—Anda, Nick. Vamos a quitarte la ropa y meterte a la cama.
—De eso es de lo que estoy hablando. —rió entre dientes.
— ¿Cuánto has bebido? —pregunté, consiguiendo finalmente poner mi pie entre sus piernas.
—Lo suficiente. —sonrió, tirando del dobladillo de mi vestido.
—Probablemente superaste lo suficiente hace mucho, —le dije, dándole una palmada en la mano. Coloqué mi rodilla en el colchón junto a él y tirando de su camisa sobre su cabeza. Intentó tomarme otra vez pero lo agarré de la muñeca, oliendo el hedor de acre en el aire—. Dios, Nick, apestas a Jack Daniels. 13
(13 Jack Daniel’s es una marca de whisky del Sur de Tennessee)
—Jim Beam —corrigió con una inclinación ebria.
—Huele a madera quemada y productos químicos.
—Sabe así, también. —dijo riendo. Abrí la hebilla de su cinturón y tiré de los bucles. Se echó a reír con las sacudidas del movimiento y luego levantó la cabeza para mirarme—. Es mejor que cuides tu virginidad, Pidge. Sabes que me gusta duro.
—Cállate. —dije, desabrochándole los pantalones vaqueros, deslizándolos hacia abajo sobre sus caderas y luego sus piernas. Tiré los vaqueros al suelo y me paré con las manos en mis caderas, mi respiración era dificultosa. Sus piernas estaban colgando de la cama, sus ojos cerrados y su respiración profunda y pesada. Se había quedado dormido
Tomé una respiración profunda y caminé al armario. Sacudiendo mi cabeza mientras revolvía la ropa. Abrí la cremallera del vestido y lo empujé hacia abajo sobre mis caderas, dejándolo caer hasta los tobillos. Lo pateé a la esquina, deshice la cola de caballo, sacudiendo el pelo.
El armario estaba lleno de su ropa y la mía, solté una respiración, soplando mi cabello fuera de mi rostro mientras buscaba a través del desorden por una camiseta. Mientras que retiraba una de la percha, Nick se estrelló contra mi espalda, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
— ¡Me asustaste hasta la mierda! —Me quejé.
Deslizó sus manos sobre mi piel. Me di cuenta de que se sentían diferentes; lentos y pausados. Cerré los ojos cuando tiró de mí contra él y enterró su cara en mi pelo, acariciando mi cuello. El sentir su piel desnuda contra la mía, hizo que me tomara un momento para protestar.
—Nick…
Tiró de mi pelo a un lado y rozó sus labios a lo largo de mi espalda, de un hombro a otro, soltando el broche de mi sujetador. Besó la piel desnuda en la base de mi cuello y cerré los ojos, la cálida suavidad de su boca se sentía demasiado bien para detenerlo. Un silencioso gemido escapó de su garganta cuando él apretó su pelvis contra la mía, y pude sentir lo mucho que me deseaba a través de sus bóxers. Contuve la respiración, sabiendo que lo único que nos mantenía de ese gran paso que hace momentos estaba en contra eran sólo dos piezas de tela delgada.
Nick me volvió hacia él y luego presionó contra mí, inclinando mi espalda contra la pared. Nuestros ojos se encontraron, y pude ver el dolor en su expresión mientras analizaba mi piel desnuda. Lo había visto persuadir a las mujeres, pero esto era diferente. Él no me quería conquistar; él quería que le dijera que sí.
Se inclinó para besarme, deteniéndose a tan sólo una pulgada de distancia. Podía sentir el calor radiando de su piel contra mis labios, y tuve que detenerme a mí misma de atraerlo el resto del camino. Sus dedos se clavaron en mi piel mientras él deliberaba, y luego sus manos se deslizaron desde mi espalda hasta el dobladillo de mi ropa interior. Su dedo índice se deslizó por mis caderas, entre mi piel y el tejido de encaje, y en el momento en que estaba a punto de tirar hacia abajo los delicados hilos, dudó. Justo cuando abrí la boca para decir sí, cerró los ojos.
—No así. —susurró, rozando sus labios contra los míos—. Te deseo, pero no sucederá así.
Se tambaleó hacia atrás, cayendo sobre su espalda en la cama, y yo me quedé por un momento con los brazos cruzados a través de mi estómago. Cuando su respiración se reguló, metí mis brazos a través de la camisa que aún tenía en la mano y tiré de ella sobre mi cabeza. Nick no se movió y dejé
escapar una respiración de alivio, sabiendo que no podría contenernos a cualquiera de nosotros si él se despertaba con una menos honorable perspectiva.
Me apresuré al sillón reclinable y me desplomé en él, cubriendo mi cara con mis manos. Sentí las capas de frustración danzando de un lado a otro para luego estrellarse en sí dentro de mí. Kevin se había ido sintiéndose menospreciado, Nick esperó hasta que yo estaba viendo a alguien—alguien quien realmente me gustaba—para mostrar un interés en mí y yo parecía ser la única chica con la cual no era capaz de dormir, incluso, cuando estaba ebrio.
A la mañana siguiente, serví el jugo de naranja en un vaso grande y tomé un sorbo mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música que descendía de mi iPod. Me había despertado antes de que saliera el sol, y luego me retorcí en el sillón hasta las ocho. Después de eso, decidí limpiar la cocina para pasar el rato hasta que mis menos ambiciosos compañeros se despertaran. Había cargado el lavavajillas, barrido y trapeado, y luego limpié los mostradores. Cuando la cocina estaba reluciente, agarré la cesta de ropa limpia y me senté en el sofá, doblándola hasta que hubo más de una docena de pilas de ella rodeándome.
Murmullos provinieron de la habitación de Shepley. América rió y luego se quedó en silencio unos minutos más, seguido por ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda estar sentada sola en la sala de estar.
Apilé los montones de ropa doblada en la cesta y la llevé a la habitación de Nick, sonriendo al ver que no se había movido del lugar donde cayó la noche anterior. Dejé la cesta en el suelo y tiré de la sábana sobre él, ahogando una risa cuando se dio la vuelta.
—Ven, Pigeon —dijo, murmurando algo inaudible antes de que su respiración se tornara lenta y profunda.
No pude evitar verlo dormir, sabiendo que él estaba soñando sobre mí envió una emoción a través de mis venas que no podía explicar. Nick se quedó en silencio, así que tomé una ducha, esperando el sonido de que alguien despierto calmaría los gemidos de Shepley y América y los crujidos y los golpes contra la pared. Cuando apagué el agua, me di cuenta de que ellos no estaban preocupados de quién los pudiera escuchar.
Me peiné, poniendo los ojos en blanco ante los gritos de América, más pareciendo a un perro de lana que a una estrella de porno. El timbre de la puerta sonó y agarré mi bata azul y ajusté el cinturón, trotando a través de la habitación hacia la puerta. Los ruidos de la habitación de Shepley se detuvieron de inmediato y abrí la puerta para encontrarme con un Kevin sonriente.
—Buenos días —dijo.
Retiré mi pelo mojado hacia atrás con los dedos. — ¿Qué estás haciendo aquí?
—No me gustó la forma en que nos despedimos ayer por la noche. Salí esta mañana para buscar tu regalo de cumpleaños, y no podía esperar para dártelo. Así que —dijo, sacando una caja brillante del bolsillo de la chaqueta—, feliz cumpleaños, ___(tuap).
Puso el paquete en mi mano y me incliné para besarlo en la mejilla. —Gracias.
—Ábrelo. Quiero ver tu cara cuando lo hagas.
Metí el dedo por debajo de la cinta en la parte inferior de la caja y luego retiré el papel, entregándoselo. Una pulsera de brillantes diamantes reposaba en la caja.
—Kevin. —susurré.
Sonrió. — ¿Te gusta?
—Por supuesto —dije sosteniendo el brazalete en frente de mi cara en admiración—, pero es demasiado. No podría aceptar esto aunque hubiésemos estado saliendo por un año, mucho menos a la semana.
Kevin hizo una mueca. —Pensé que dirías eso. Busqué de arriba a abajo toda la mañana por tu perfecto regalo de cumpleaños, y cuando lo vi, supe que sólo había un lugar donde debía pertenecer —dijo, tomándolo de mis dedos y colocándolo alrededor de mi muñeca—. Y tenía razón. Se ve increíble en ti.
Levanté mi muñeca y sacudí la cabeza, hipnotizada por el brillo de colores que desprendían a la luz del sol. —Es lo más hermoso que he visto. Nadie nunca me había dado algo tan… —caro vino a mi mente, pero no quería decir eso—, elaborado. No sé qué decir.
Kevin se echó a reír y luego besó mi mejilla. —Di que lo llevarás mañana.
Sonreí de oreja a oreja. —Lo llevaré —le dije, observando mi muñeca.
—Me alegro que te guste. La expresión en tu rostro vale la pena por las siete tiendas a las que fui.
Suspiré. — ¿Fuiste a siete tiendas? —Él asintió con la cabeza y tomé su rostro entre mis manos—. Gracias. Es perfecto —le dije, besándolo rápidamente.
Me abrazó fuerte. —Tengo que irme. Tengo un almuerzo con mis padres, pero te llamo después, ¿de acuerdo?
—Está bien. ¡Gracias! —Llamé detrás de él, mirándolo trotar por las escaleras.
Me apresuré a entrar en el apartamento, sin poder apartar los ojos de mi muñeca.
— ¡Mierda, ___(Tn)! —Dijo América, tomando mi mano—. ¿De dónde sacaste esto?
—Kevin lo trajo. Es mi regalo de cumpleaños —le dije.
América me miró boquiabierta y luego hacia a la pulsera.
— ¿Él te compró una pulsera de diamantes? ¿Después de una semana? Si no lo supiera mejor, ¡diría que tienes una entrepierna mágica!
Me reí en voz alta, comenzando un ridículo festival de risa en la sala de estar.
Shepley salió de su habitación, viéndose cansado y satisfecho. — ¿Sobre qué están chillando los pastelitos de frutas?
América levantó mi muñeca. — ¡Mira! ¡Su regalo de cumpleaños de Kevin!
Shepley entrecerró los ojos y después se agrandaron.
—Vaya.
— ¿Verdad que sí? —dijo América, asintiendo con la cabeza.
Nick tropezó en la vuelta de la esquina, pareciendo un poco enfermo. —Ustedes son jodidamente ruidosos —gimió, abotonándose sus vaqueros.
—Lo siento —le dije, tirando de mi mano del agarre de América. Nuestro casi-momento se deslizó en mi mente y parecía que no podía verlo a los ojos.
Se tomó el resto de mi jugo de naranja y luego se secó su boca. — ¿Quién diablos me dejó beber tanto ayer por la noche?
América se burló. —Tú lo hiciste. Te fuiste a comprar un quinto después de que ___(Tn) se fuese con Kevin y arruinaste todo el asunto cuando ella regresó.
—Maldita sea —dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Te divertiste? —Preguntó, mirándome.
— ¿Hablas en serio? —Pregunté, mostrando mi ira antes de pensarlo.
— ¿Qué?
América se echó a reír. —La sacaste del coche de Kevin, viendo todo rojo cuando los sorprendiste acaramelados como estudiantes de secundaria. ¡Empañaron las ventanas y todo!
Los ojos de Nick se desenfocaron, buscando los recuerdos de la noche anterior en su mente. Traté de sofocar mi temperamento. Si él no recordaba sacándome del coche, entonces no recordaría que estuve a punto de entregarle mi virginidad en una bandeja de plata.
— ¿Qué tan cabreada estás? —preguntó, haciendo una mueca.
—Bastante. —Estaba furiosa de que mis sentimientos no tenían nada que ver con Kevin. Apreté la bata y pisoteé por el pasillo. Los pasos de Nick estaban detrás de mí.
—Pidge —dijo, capturando la puerta cuando la cerré en su cara. Poco a poco la abrió y se puso delante de mí, esperando para sufrir ante mi ira.
— ¿No recuerdas nada de lo que me dijiste la noche anterior? —Le pregunté.
—No. ¿Por qué? ¿Fui grosero contigo? —Sus ojos inyectados de sangre estaban cargados de preocupación, lo que sólo sirvió para amplificar mi ira.
— ¡No, no fuiste grosero conmigo! Tú… nosotros… —Cubrí mis ojos con mis manos y luego me congelé cuando sentí la mano de Nick en mi muñeca.
— ¿De dónde salió esto? —dijo, mirando la pulsera.
—Es mía. —le dije, alejándome de él.
Él no quitaba los ojos de encima de mi muñeca. —Nunca la había visto antes. Parece nueva.
—Lo es.
— ¿De dónde la has sacado?
—Kevin me la dio hace unos quince minutos —le dije, mirando su expresión pasar de la confusión a la ira.
— ¿Qué diablos estaba haciendo ese imbécil aquí? ¿Pasó la noche aquí? —Preguntó, levantando la voz con cada pregunta.
Me crucé de brazos. —Él fue de compras en busca de mi regalo de cumpleaños esta mañana y lo trajo.
—No es tu cumpleaños, todavía. —Su rostro se volvió en un intenso color rojo mientras intentaba mantener su temperamento bajo control.
—No podía esperar. —dije, levantando la barbilla con orgullo.
—No es de extrañar que tuve que arrastrar tu trasero de su coche, parece que tú… —Se detuvo, presionando sus labios.
Entrecerré los ojos. — ¿Qué? Parece como si estuviera, ¿Qué?
Su mandíbula se tensó y tomó una respiración profunda, soplando a través de su nariz. —Nada. Estoy cabreado e iba a decir algo que no quería decir.
—Nunca te has detenido antes.
—Lo sé. Estoy trabajando en ello —dijo caminando hacia la puerta—. Dejaré que te vistas.
Cuando tomó el pomo, se detuvo, frotándose el brazo. Tan pronto como sus dedos tocaron el morete purpura que se acumulaba bajo su piel, levantó su codo y vio la contusión. Él la miró por un momento y luego se volvió hacia mí.
—Me caí en las escaleras la noche anterior. Y tú me ayudaste a llegar a la cama… —dijo, analizando las imágenes borrosas en su mente.
Mi corazón latía con fuerza y tragué saliva cuando noté que lo había recordado. Sus ojos se estrecharon. —Nosotros —comenzó, dando un paso hacia mí, mirando el armario y luego a la cama.
—No, no lo hicimos. No pasó nada —dije, sacudiendo la cabeza.
Se encogió, la memoria, obviamente, repitiéndose en su mente. —Empañaron las ventanas de Kevin, te saqué del coche y después traté de… —dijo, sacudiendo la cabeza. Se dio la vuelta hacia la puerta y cogió el pomo, sus nudillos blancos—. Estás volviéndome en un jodido psicópata, Pigeon —gruñó sobre su hombro—. No puedo pensar bien cuando estoy cerca de ti.
— ¿Así que es mi culpa?
Se dio la vuelta. Sus ojos se posaron en de mi rostro a mi bata, a mis piernas y luego a los pies, después volviendo a mis ojos. —No sé. Mi memoria es un poco confusa… pero no recuerdo que dijeras que no.
Di un paso adelante, dispuesta a discutir ese hecho irreverente, pero no pude. Él estaba en lo cierto. — ¿Qué quieres que diga, Nick?
Miró la pulsera y luego a mí con ojos acusadores. — ¿Estabas esperando que no lo recordara?
— ¡No! ¡Estaba furiosa porque se te olvidó!
Sus ojos marrones se clavaron en los míos. — ¿Por qué?
—Porque si yo… si nosotros… ¡No sé por qué! ¡Sólo lo estaba!
Él atravesó por la habitación, deteniéndose a centímetros de mí. Sus manos tocaron cada lado de mi rostro. — ¿Qué estamos haciendo, Pidge?
Mis ojos comenzaron en su cinturón y luego se deslizaron sobre los músculos y tatuajes de su estómago y pecho, reposando, finalmente, en el cálido color marrón de sus ojos. —Tú dímelo.
Disfruten cap
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bye :D
Capitulo 6:Punto Crucial
La cita por la noche superó todas mis expectativas. Comimos comida china mientras yo reía ante las habilidades de Kevin con los palillos. Cuando él me llevó a casa, Nick abrió antes de que pudiera darme un beso. Cuando salimos el miércoles por la noche, Kevin se aseguró de besarme en el coche.
El jueves durante el almuerzo, Kevin me encontró en la cafetería y sorprendió a todos cuando se sentó en el lugar de Nick. Cuando Nick terminó su cigarrillo y entró, caminó pasando a Kevin con indiferencia, sentándose al final de la mesa. Megan se acercó a él, pero se mostró decepcionada cuando él la despidió con la mano. Después de eso, todos en la mesa estaban en silencio y me resultaba difícil concentrarme en cualquier cosa que Kevin decía.
—Asumo que no estaba invitado —dijo Kevin, capturando mi atención.
— ¿Qué?
—He oído que tu fiesta de cumpleaños es el domingo. ¿No estoy invitado?
América miró a Nick, quien miró a Kevin, como si estuviera a punto de arrancarle la cabeza.
—Era una fiesta sorpresa, Kevin. —dijo América en voz baja.
—Oh. —dijo Kevin, encogiéndose.
— ¿Me estás dando una fiesta sorpresa? —Le pregunté a América.
Ella se encogió de hombros. —La idea fue de Nick. Es en el lugar de Brasil el domingo. Seis de la tarde.
Las mejillas de Kevin se tornaron de un rojo tenue. —Supongo que ahora realmente no estoy invitado.
— ¡No! ¡Por supuesto que lo estás! —dije, sosteniendo su mano por encima de la mesa. Doce pares de ojos se centraron en nuestras manos. Pude notar que Kevin estaba tan incómodo con la atención al igual que yo, así que retiré mi mano.
Kevin se puso de pie. —Tengo algunas cosas que hacer antes de clases. Te llamaré más tarde.
—Está bien. —dije, ofreciéndole una sonrisa de disculpa.
Kevin se inclinó sobre la mesa y me besó en los labios. El silencio en la mesa se prolongó y América me dio un codazo después de que Kevin se marchó.
— ¿No es espeluznante cómo todo el mundo te mira? —Susurró. Ella miró a su alrededor con el ceño fruncido—. ¿Qué? —Gritó América—. ¡Ocúpense de sus asuntos, pervertidos!
Uno por uno se volvieron hacia otro lado y los murmullos continuaron.
Me cubrí los ojos con las manos. —Sabes, antes era patética porque pensaban que era la novia de Nick. Ahora soy mala porque todo el mundo piensa que estoy rebotando entre Nick y Kevin como una pelota de ping pon. —Cuando América no hizo ningún comentario, la miré—. ¿Qué? ¡No me digas que tú también crees esa mierda!
— ¡No he dicho nada! —dijo.
La miré con incredulidad. — ¿Pero eso es lo que tú piensas?
América negó con la cabeza, pero no dijo nada más. Las heladas miradas de los otros estudiantes de pronto eran aparentes y me puse de pie, caminando hasta el final de la mesa.
—Tenemos que hablar. —dije, tocando el hombro de Nick. Traté de sonar amable, pero la ira burbujeando dentro de mí provocó un filo a mis palabras. La población estudiantil, incluyendo mi mejor amiga, pensaba que estaba haciendo malabares con dos hombres. Sólo había una solución.
—Pues habla —dijo Nick, lanzando algo empanado y frito en su boca.
— ¡Nick! ¡Tienes que dejarme salir de la apuesta! No puedo salir con Kevin y vivir contigo al mismo tiempo. ¡Se ve terrible!
—Deja de salir con Parker.
Lo fulminé con la mirada. —Ese no es el problema y lo sabes.
— ¿Es esa la única razón por la que quieres irte? ¿Por lo que dice la gente?
—Por lo menos antes yo era la tonta y tú eras el tipo malo. —me quejé.
—Responde la pregunta, Pidge.
— ¡Sí!
Nick miró más allá de mí a los estudiantes que entraban y salían de la cafetería. Él estaba deliberando y me impacienté mientras él tomaba su decisión.
Finalmente, se mantuvo firme, resuelto. —No.
Negué con la cabeza, segura de haber entendido mal.
— ¿Disculpa?
—No. Tú misma lo dijiste: una apuesta es una apuesta. Después del mes, estarás con Kevin, él se convertirá en un médico, se casarán y tendrán hijos y nunca te volveré a ver. —Hizo una mueca ante sus propias palabras—. Aún tengo tres semanas. No las dejaré pasar por chismes en el comedor.
Miré a través de la ventana de cristal para ver a todos en la cafetería mirándonos. La atención no deseada hizo que mis ojos ardieran. Pasé junto a él para dirigirme a la siguiente clase.
—Pigeon —llamó Nick después de mí.
No me di la vuelta.
Esa noche, América se sentó en el suelo de azulejo del cuarto de baño, balbuceando sobre chicos mientras yo estaba en frente del espejo haciendo de mi pelo en una coleta. Sólo escuchaba a medias, pensando en que tan paciente Nick había sido—para Nick—sabiendo que a él no le gustaba la idea de Kevin recogiéndome de su apartamento casi todas las noches.
La expresión del rostro de Nick destelló en mi mente cuando le pedí que me dejara salir de la apuesta, y nuevamente cuando le dije que la gente decía que él estaba enamorado de mí. No podía dejar de preguntarme por qué él no lo negó.
—Bueno, Shep piensa que estás siendo demasiada dura con él. Él nunca ha tenido a nadie lo suficiente importante para….
Me inquieté, notando las miradas curiosas de todos a nuestro alcance. Cuando Nick seguía sin moverse, lo agarré del brazo y le di un buen tirón. Se levantó y me siguió afuera con una sonrisa en su rostro.
— ¿Qué, Pidge? —dijo, mirando de mi mano a su brazo y luego a mí.
—Tienes que dejarme salir de la apuesta —le supliqué.
Su cara cayó. — ¿Te quieres ir? ¿Por qué? ¿Qué he hecho?
—No hiciste nada, Nick. ¿No has notado a todo el mundo mirándonos? Estoy convirtiéndome rápidamente en la paria de la Universidad de Eastern.
Nick sacudió la cabeza y encendió un cigarrillo. —No es mi problema.
—Sí, lo es. Kevin dijo que todo el mundo piensa que tiene deseos de morir porque estás enamorado de mí.
Las cejas de Nick se levantaron y se atragantó con el soplo de humo que acababa de inhalar. — ¿La gente está diciendo eso? —dijo, mientras tocía.
Asentí con la cabeza. Miró a lo lejos con los ojos muy abiertos, tomando otra calada.
— ¡Nick! ¡Tienes que dejarme salir de la apuesta! No puedo salir con Kevin y vivir contigo al mismo tiempo. ¡Se ve terrible!
—Deja de salir con Kevin.
Lo fulminé con la mirada. —Ese no es el problema y lo sabes.
— ¿Es esa la única razón por la que quieres irte? ¿Por lo que dice la gente?
—Por lo menos antes yo era la tonta y tú eras el tipo malo. —me quejé.
—Responde la pregunta, Pidge.
— ¡Sí!
Nick miró más allá de mí a los estudiantes que entraban y salían de la cafetería. Él estaba deliberando y me impacienté mientras él tomaba su decisión.
Finalmente, se mantuvo firme, resuelto. —No.
Negué con la cabeza, segura de haber entendido mal.
— ¿Disculpa?
—No. Tú misma lo dijiste: una apuesta es una apuesta. Después del mes, estarás con Kevin, él se convertirá en un médico, se casarán y tendrán hijos y nunca te volveré a ver. —Hizo una mueca ante sus propias palabras—. Aún tengo tres semanas. No las dejaré pasar por chismes en el comedor.
Miré a través de la ventana de cristal para ver a todos en la cafetería mirándonos. La atención no deseada hizo que mis ojos ardieran. Pasé junto a él para dirigirme a la siguiente clase.
—Pigeon —llamó Nick después de mí.
No me di la vuelta.
Esa noche, América se sentó en el suelo de azulejo del cuarto de baño, balbuceando sobre chicos mientras yo estaba en frente del espejo haciendo de mi pelo en una coleta. Sólo escuchaba a medias, pensando en que tan paciente Nick había sido—para Nick—sabiendo que a él no le gustaba la idea de Kevin recogiéndome de su apartamento casi todas las noches.
La expresión del rostro de Nick destelló en mi mente cuando le pedí que me dejara salir de la apuesta, y nuevamente cuando le dije que la gente decía que él estaba enamorado de mí. No podía dejar de preguntarme por qué él no lo negó.
—Bueno, Shep piensa que estás siendo demasiada dura con él. Él nunca ha tenido a nadie lo suficiente importante para….
Nick asomó la cabeza y sonrió mientras miraba mi cabello alborotado. — ¿Quieres ir a cenar? —Preguntó.
América se puso de pie para mirarse en el espejo, pasando sus dedos por su pelo dorado. —Shep quiere visitar el nuevo lugar Mexicano en el centro si ustedes quieren ir.
Nick sacudió la cabeza. —Pensé que Pidge y yo podríamos ir solos esta noche.
—Voy a salir con Kevin.
— ¿Otra vez? —dijo, molesto.
—Otra vez —le dije con una voz cantarina.
El timbre de la puerta sonó y me apresuré para abrirla. Kevin estaba delante de mí, su rubia cabellera ondulada encima de su recién cara afeitada.
— ¿Alguna vez te vez menos que magnifica? —preguntó Kevin.
—Basándome en la primera vez que vino aquí, tendré que decir que sí —dijo Nick detrás de mí.
Puse los ojos en blanco y sonreí, levantando un dedo hacia Kevin, señalándole que esperara. Me volví y eché los brazos alrededor de Nick. Se puso rígido con sorpresa y luego se relajó, tirando fuertemente de mí hacia él.
Miré a sus ojos y sonreí. —Gracias por organizar mi fiesta de cumpleaños. ¿Puedo tomar un vale para la cena?
Una docena de emociones se desplazaron por la cara de Nick, y entonces, las comisuras de sus labios se elevaron. — ¿Mañana?
Lo abracé y sonreí. —Absolutamente. —Me despedí de él mientras Kevin me tomaba de la mano.
— ¿Qué fue eso? —Preguntó Kevin.
—No hemos estado llevándonos bien últimamente. Esa fue mi versión de una rama de olivo.
— ¿Debería preocuparme? —preguntó, abriendo la puerta.
—No. —dije sonriendo, besando su mejilla.
En la cena, Kevin habló de Harvard, de la Casa y sus planes de buscar un apartamento. Sus cejas se juntaron. — ¿Te escoltará Nick a tu fiesta de cumpleaños?
—No estoy muy segura. No ha dicho nada al respecto.
—Si no le importa, me gustaría llevarte. —Él tomó mi mano y me besó los dedos.
—Le voy a preguntar. La fiesta fue su idea, así que…
—Lo entiendo. Si no, te veré allí. —sonrió.
Kevin me llevó al apartamento, aparcando en el estacionamiento. Cuando me beso, sus labios se mantuvieron en los míos. Tiró del freno de mano mientras sus labios viajaron a lo largo de mi mandíbula al oído, y luego hacia mi cuello. Me tomó por sorpresa y dejé escapar un suspiro en respuesta.
—Eres tan hermosa —susurró—. He estado distraído durante toda la noche, con tu pelo retirado fuera de tu cuello. —Él repartió besos por mi cuello y exhalé, un gemido escapando con mi aliento.
— ¿Por qué tardaste tanto? —Sonreí, levantando mi barbilla para darle mejor acceso.
Kevin se enfocó en mis labios. Agarró cada lado de mi cara, dándome un beso un poco más firme que de costumbre. No teníamos mucho espacio en el coche, pero hicimos que el reducido espacio estuviera a nuestro favor. Se apoyó en mí, doblé mi rodilla cuando me dejé caer contra la ventana. Su lengua se deslizó dentro de mi boca y su mano tomó mi tobillo y luego la deslizó a lo largo de mi pierna a mi muslo. Las ventanas se empañaron en minutos con nuestra respiración dificultosa, pegándose en las heladas ventanas. Sus labios rozaron mi clavícula y luego su cabeza se elevó cuando el cristal vibró con varios golpes fuertes.
Kevin se sentó y yo me enderecé, ajustando mi vestido. Di un salto cuando la puerta se abrió. Nick y América estaban al lado del coche. América tenía una expresión simpática y Nick parecía estar a punto de una rabieta.
— ¿Qué demonios, Nick? —Gritó Kevin.
De pronto, la situación se sintió peligrosa. Nunca había oído a Kevin levantar la voz, los nudillos de Nick estaban blancos mientras él apretaba sus manos en puños a los costados—y yo estaba en medio.
La mano de América parecía minúscula cuando la colocó en el voluminoso brazo de Nick, sacudiendo la cabeza hacia Kevin en una alerta silenciosa.
—Vamos, ___(Tn). Necesito hablar contigo —dijo.
— ¿Sobre qué?
— ¡Sólo ven! —gritó.
Miré a Kevin, viendo la irritación en sus ojos. —Lo siento, me tengo que ir.
—No, está bien. Ve.
Nick me ayudó a salir del Porsche y luego pateó la puerta, cerrándola. Me volteé, interponiéndome entre él y el coche, empujando su hombro. — ¿Qué te pasa? ¡Basta!
América parecía nerviosa. No tomó mucho tiempo saber por qué. Nick olía a whisky; ella había insistido en acompañarlo o él le había pedido que viniera. De cualquier manera, ella era un elemento de disuasión a la violencia.
Las ruedas del Porsche de Kevin chillaron fuera del estacionamiento y Nick encendió un cigarrillo. —Puedes entrar, Mare.
Ella tiró de mi falda. —Vamos, ___(Tn).
— ¿Por qué no te quedas, ___(Tuap)? —Bulló.
Asentí con la cabeza para que América siguiera adelante y de mala gana ella cumplió. Me crucé de brazos, lista para una pelea, preparándome para arremeterlo contra la inevitable charla. Nick tomó varias caladas de su cigarrillo y cuando fue obvio que él no iba a explicar nada, mi paciencia se agotó.
— ¿Por qué hiciste eso? —Le pregunté.
— ¿Por qué? ¡Porque estaba follándote delante de mi apartamento! —Gritó. Sus ojos estaban desenfocados y podía ver que él era incapaz de tener una conversación racional.
Mantuve mi voz tranquila. —Puede que esté quedándome en tu casa, pero lo que hago, y con quien lo haga, es mi problema.
Tiró el cigarrillo al suelo. —Eres mucho mejor que eso, Pidge. No dejes que te folle en un coche como una barata cita de graduación.
— ¡No iba a tener relaciones sexuales con él!
Hizo un gesto hacia el espacio vacío donde el coche de Kevin estaba. — ¿Qué estaban haciendo, entonces?
— ¿Nunca has besado a alguien sin que llegue a nada más?
Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si estuviera hablando galimatías. — ¿Cuál es el punto en eso?
—Es el concepto que existe para mucha gente… sobre todo para aquellos que tienen citas.
—Todas las ventanas estaban empañadas, el coche se estaba sacudiendo… ¿Cómo iba yo a saber? —dijo, agitando sus brazos en la dirección del estacionamiento vacío.
— ¡Tal vez no deberías espiarme!
Se frotó la cara y sacudió la cabeza. —No puedo soportar esto, Pigeon. Siento que me estoy volviendo loco.
Tiré mis manos al aire y las dejé caer golpeando mis muslos. — ¿No puedes soportar qué?
—Si tú duermes con él, no quiero saberlo. Iré a la cárcel por mucho tiempo si me entero que… simplemente no me lo digas.
—Nick —bullí—. ¡No puedo creer que hayas dicho eso! ¡Eso es un gran paso para mí!
— ¡Eso es lo que todas las chicas dicen!
— ¡No me refiero a las putas con las que lidias! ¡Me refiero a mí! —Dije, sosteniendo mi mano contra mi pecho—. ¡Yo no he… ugh! No importa.
Me alejé de él, pero me agarró del brazo, girándome hacia él.
— ¿Tú no qué? —preguntó. No le respondí; no tenía que hacerlo. Podía ver el reconocimiento atravesar su rostro y se rió una vez—. ¿Eres virgen?
— ¿Y qué? —dije, la sangre arremolinándose en mis mejillas.
Sus ojos se dirigieron a los míos. —Es por eso que América estaba tan segura que no irías tan lejos.
—Tuve el mismo novio los cuatro años de escuela secundaria. ¡Él era un aspirante a ministro bautista! ¡Esto nunca fue un tema para nosotros!
La ira de Nick se desvaneció y el alivio era evidente en sus ojos. — ¿Un ministro de la juventud? ¿Qué pasó después de toda la dura abstinencia?
—Él quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo no lo hacía. —Estaba desesperada por cambiar de tema. La diversión en los ojos de Nick era lo suficientemente humillante. No quería que él cavara más lejos en mi pasado.
Dio un paso hacia mí y sostuvo cada lado de mi cara. —Virgen —dijo, sacudiendo la cabeza—. Nunca me lo hubiera imaginado con la forma en que bailaste en The Red.
—Muy gracioso. —le dije, dirigiéndome a las escaleras.
Nick intentó seguirme, pero tropezó y cayó, volviéndose boca arriba y riendo histéricamente.
— ¿Qué estás haciendo? ¡Levántate! —dije, ayudándolo a ponerse de pie.
Enganchó su brazo alrededor de mi cuello y le ayudé a subir las escaleras. Shepley y América ya estaban en cama, por lo que sin ayuda a plena
vista, me quité los tacones para evitar romperme los tobillos al guiar a Nick a la habitación. Cayó de espaldas a la cama, tirando de mí con él.
Cuando aterrizamos, mi cara estaba a pocos centímetros de la suya. Su expresión era repentinamente seria. Se inclinó, casi besándome, pero lo alejé. Las cejas de Nick se elevaron.
—Ya basta, Nick —dije.
Me abrazó fuertemente contra él hasta que dejé de luchar y luego alejó la correa de mi vestido, haciendo que ésta colgara de mi hombro. —Desde que la palabra virgen salió de tus labios… tengo una urgencia repentina de ayudarte a salir de este vestido.
—Qué mal. Estabas dispuesto a matar a Kevin por la misma razón hace veinte minutos, así que no seas un hipócrita.
—Al diablo con Kevin. Él no te conoce como yo.
—Anda, Nick. Vamos a quitarte la ropa y meterte a la cama.
—De eso es de lo que estoy hablando. —rió entre dientes.
— ¿Cuánto has bebido? —pregunté, consiguiendo finalmente poner mi pie entre sus piernas.
—Lo suficiente. —sonrió, tirando del dobladillo de mi vestido.
—Probablemente superaste lo suficiente hace mucho, —le dije, dándole una palmada en la mano. Coloqué mi rodilla en el colchón junto a él y tirando de su camisa sobre su cabeza. Intentó tomarme otra vez pero lo agarré de la muñeca, oliendo el hedor de acre en el aire—. Dios, Nick, apestas a Jack Daniels. 13
(13 Jack Daniel’s es una marca de whisky del Sur de Tennessee)
—Jim Beam —corrigió con una inclinación ebria.
—Huele a madera quemada y productos químicos.
—Sabe así, también. —dijo riendo. Abrí la hebilla de su cinturón y tiré de los bucles. Se echó a reír con las sacudidas del movimiento y luego levantó la cabeza para mirarme—. Es mejor que cuides tu virginidad, Pidge. Sabes que me gusta duro.
—Cállate. —dije, desabrochándole los pantalones vaqueros, deslizándolos hacia abajo sobre sus caderas y luego sus piernas. Tiré los vaqueros al suelo y me paré con las manos en mis caderas, mi respiración era dificultosa. Sus piernas estaban colgando de la cama, sus ojos cerrados y su respiración profunda y pesada. Se había quedado dormido
Tomé una respiración profunda y caminé al armario. Sacudiendo mi cabeza mientras revolvía la ropa. Abrí la cremallera del vestido y lo empujé hacia abajo sobre mis caderas, dejándolo caer hasta los tobillos. Lo pateé a la esquina, deshice la cola de caballo, sacudiendo el pelo.
El armario estaba lleno de su ropa y la mía, solté una respiración, soplando mi cabello fuera de mi rostro mientras buscaba a través del desorden por una camiseta. Mientras que retiraba una de la percha, Nick se estrelló contra mi espalda, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
— ¡Me asustaste hasta la mierda! —Me quejé.
Deslizó sus manos sobre mi piel. Me di cuenta de que se sentían diferentes; lentos y pausados. Cerré los ojos cuando tiró de mí contra él y enterró su cara en mi pelo, acariciando mi cuello. El sentir su piel desnuda contra la mía, hizo que me tomara un momento para protestar.
—Nick…
Tiró de mi pelo a un lado y rozó sus labios a lo largo de mi espalda, de un hombro a otro, soltando el broche de mi sujetador. Besó la piel desnuda en la base de mi cuello y cerré los ojos, la cálida suavidad de su boca se sentía demasiado bien para detenerlo. Un silencioso gemido escapó de su garganta cuando él apretó su pelvis contra la mía, y pude sentir lo mucho que me deseaba a través de sus bóxers. Contuve la respiración, sabiendo que lo único que nos mantenía de ese gran paso que hace momentos estaba en contra eran sólo dos piezas de tela delgada.
Nick me volvió hacia él y luego presionó contra mí, inclinando mi espalda contra la pared. Nuestros ojos se encontraron, y pude ver el dolor en su expresión mientras analizaba mi piel desnuda. Lo había visto persuadir a las mujeres, pero esto era diferente. Él no me quería conquistar; él quería que le dijera que sí.
Se inclinó para besarme, deteniéndose a tan sólo una pulgada de distancia. Podía sentir el calor radiando de su piel contra mis labios, y tuve que detenerme a mí misma de atraerlo el resto del camino. Sus dedos se clavaron en mi piel mientras él deliberaba, y luego sus manos se deslizaron desde mi espalda hasta el dobladillo de mi ropa interior. Su dedo índice se deslizó por mis caderas, entre mi piel y el tejido de encaje, y en el momento en que estaba a punto de tirar hacia abajo los delicados hilos, dudó. Justo cuando abrí la boca para decir sí, cerró los ojos.
—No así. —susurró, rozando sus labios contra los míos—. Te deseo, pero no sucederá así.
Se tambaleó hacia atrás, cayendo sobre su espalda en la cama, y yo me quedé por un momento con los brazos cruzados a través de mi estómago. Cuando su respiración se reguló, metí mis brazos a través de la camisa que aún tenía en la mano y tiré de ella sobre mi cabeza. Nick no se movió y dejé
escapar una respiración de alivio, sabiendo que no podría contenernos a cualquiera de nosotros si él se despertaba con una menos honorable perspectiva.
Me apresuré al sillón reclinable y me desplomé en él, cubriendo mi cara con mis manos. Sentí las capas de frustración danzando de un lado a otro para luego estrellarse en sí dentro de mí. Kevin se había ido sintiéndose menospreciado, Nick esperó hasta que yo estaba viendo a alguien—alguien quien realmente me gustaba—para mostrar un interés en mí y yo parecía ser la única chica con la cual no era capaz de dormir, incluso, cuando estaba ebrio.
A la mañana siguiente, serví el jugo de naranja en un vaso grande y tomé un sorbo mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música que descendía de mi iPod. Me había despertado antes de que saliera el sol, y luego me retorcí en el sillón hasta las ocho. Después de eso, decidí limpiar la cocina para pasar el rato hasta que mis menos ambiciosos compañeros se despertaran. Había cargado el lavavajillas, barrido y trapeado, y luego limpié los mostradores. Cuando la cocina estaba reluciente, agarré la cesta de ropa limpia y me senté en el sofá, doblándola hasta que hubo más de una docena de pilas de ella rodeándome.
Murmullos provinieron de la habitación de Shepley. América rió y luego se quedó en silencio unos minutos más, seguido por ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda estar sentada sola en la sala de estar.
Apilé los montones de ropa doblada en la cesta y la llevé a la habitación de Nick, sonriendo al ver que no se había movido del lugar donde cayó la noche anterior. Dejé la cesta en el suelo y tiré de la sábana sobre él, ahogando una risa cuando se dio la vuelta.
—Ven, Pigeon —dijo, murmurando algo inaudible antes de que su respiración se tornara lenta y profunda.
No pude evitar verlo dormir, sabiendo que él estaba soñando sobre mí envió una emoción a través de mis venas que no podía explicar. Nick se quedó en silencio, así que tomé una ducha, esperando el sonido de que alguien despierto calmaría los gemidos de Shepley y América y los crujidos y los golpes contra la pared. Cuando apagué el agua, me di cuenta de que ellos no estaban preocupados de quién los pudiera escuchar.
Me peiné, poniendo los ojos en blanco ante los gritos de América, más pareciendo a un perro de lana que a una estrella de porno. El timbre de la puerta sonó y agarré mi bata azul y ajusté el cinturón, trotando a través de la habitación hacia la puerta. Los ruidos de la habitación de Shepley se detuvieron de inmediato y abrí la puerta para encontrarme con un Kevin sonriente.
—Buenos días —dijo.
Retiré mi pelo mojado hacia atrás con los dedos. — ¿Qué estás haciendo aquí?
—No me gustó la forma en que nos despedimos ayer por la noche. Salí esta mañana para buscar tu regalo de cumpleaños, y no podía esperar para dártelo. Así que —dijo, sacando una caja brillante del bolsillo de la chaqueta—, feliz cumpleaños, ___(tuap).
Puso el paquete en mi mano y me incliné para besarlo en la mejilla. —Gracias.
—Ábrelo. Quiero ver tu cara cuando lo hagas.
Metí el dedo por debajo de la cinta en la parte inferior de la caja y luego retiré el papel, entregándoselo. Una pulsera de brillantes diamantes reposaba en la caja.
—Kevin. —susurré.
Sonrió. — ¿Te gusta?
—Por supuesto —dije sosteniendo el brazalete en frente de mi cara en admiración—, pero es demasiado. No podría aceptar esto aunque hubiésemos estado saliendo por un año, mucho menos a la semana.
Kevin hizo una mueca. —Pensé que dirías eso. Busqué de arriba a abajo toda la mañana por tu perfecto regalo de cumpleaños, y cuando lo vi, supe que sólo había un lugar donde debía pertenecer —dijo, tomándolo de mis dedos y colocándolo alrededor de mi muñeca—. Y tenía razón. Se ve increíble en ti.
Levanté mi muñeca y sacudí la cabeza, hipnotizada por el brillo de colores que desprendían a la luz del sol. —Es lo más hermoso que he visto. Nadie nunca me había dado algo tan… —caro vino a mi mente, pero no quería decir eso—, elaborado. No sé qué decir.
Kevin se echó a reír y luego besó mi mejilla. —Di que lo llevarás mañana.
Sonreí de oreja a oreja. —Lo llevaré —le dije, observando mi muñeca.
—Me alegro que te guste. La expresión en tu rostro vale la pena por las siete tiendas a las que fui.
Suspiré. — ¿Fuiste a siete tiendas? —Él asintió con la cabeza y tomé su rostro entre mis manos—. Gracias. Es perfecto —le dije, besándolo rápidamente.
Me abrazó fuerte. —Tengo que irme. Tengo un almuerzo con mis padres, pero te llamo después, ¿de acuerdo?
—Está bien. ¡Gracias! —Llamé detrás de él, mirándolo trotar por las escaleras.
Me apresuré a entrar en el apartamento, sin poder apartar los ojos de mi muñeca.
— ¡Mierda, ___(Tn)! —Dijo América, tomando mi mano—. ¿De dónde sacaste esto?
—Kevin lo trajo. Es mi regalo de cumpleaños —le dije.
América me miró boquiabierta y luego hacia a la pulsera.
— ¿Él te compró una pulsera de diamantes? ¿Después de una semana? Si no lo supiera mejor, ¡diría que tienes una entrepierna mágica!
Me reí en voz alta, comenzando un ridículo festival de risa en la sala de estar.
Shepley salió de su habitación, viéndose cansado y satisfecho. — ¿Sobre qué están chillando los pastelitos de frutas?
América levantó mi muñeca. — ¡Mira! ¡Su regalo de cumpleaños de Kevin!
Shepley entrecerró los ojos y después se agrandaron.
—Vaya.
— ¿Verdad que sí? —dijo América, asintiendo con la cabeza.
Nick tropezó en la vuelta de la esquina, pareciendo un poco enfermo. —Ustedes son jodidamente ruidosos —gimió, abotonándose sus vaqueros.
—Lo siento —le dije, tirando de mi mano del agarre de América. Nuestro casi-momento se deslizó en mi mente y parecía que no podía verlo a los ojos.
Se tomó el resto de mi jugo de naranja y luego se secó su boca. — ¿Quién diablos me dejó beber tanto ayer por la noche?
América se burló. —Tú lo hiciste. Te fuiste a comprar un quinto después de que ___(Tn) se fuese con Kevin y arruinaste todo el asunto cuando ella regresó.
—Maldita sea —dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Te divertiste? —Preguntó, mirándome.
— ¿Hablas en serio? —Pregunté, mostrando mi ira antes de pensarlo.
— ¿Qué?
América se echó a reír. —La sacaste del coche de Kevin, viendo todo rojo cuando los sorprendiste acaramelados como estudiantes de secundaria. ¡Empañaron las ventanas y todo!
Los ojos de Nick se desenfocaron, buscando los recuerdos de la noche anterior en su mente. Traté de sofocar mi temperamento. Si él no recordaba sacándome del coche, entonces no recordaría que estuve a punto de entregarle mi virginidad en una bandeja de plata.
— ¿Qué tan cabreada estás? —preguntó, haciendo una mueca.
—Bastante. —Estaba furiosa de que mis sentimientos no tenían nada que ver con Kevin. Apreté la bata y pisoteé por el pasillo. Los pasos de Nick estaban detrás de mí.
—Pidge —dijo, capturando la puerta cuando la cerré en su cara. Poco a poco la abrió y se puso delante de mí, esperando para sufrir ante mi ira.
— ¿No recuerdas nada de lo que me dijiste la noche anterior? —Le pregunté.
—No. ¿Por qué? ¿Fui grosero contigo? —Sus ojos inyectados de sangre estaban cargados de preocupación, lo que sólo sirvió para amplificar mi ira.
— ¡No, no fuiste grosero conmigo! Tú… nosotros… —Cubrí mis ojos con mis manos y luego me congelé cuando sentí la mano de Nick en mi muñeca.
— ¿De dónde salió esto? —dijo, mirando la pulsera.
—Es mía. —le dije, alejándome de él.
Él no quitaba los ojos de encima de mi muñeca. —Nunca la había visto antes. Parece nueva.
—Lo es.
— ¿De dónde la has sacado?
—Kevin me la dio hace unos quince minutos —le dije, mirando su expresión pasar de la confusión a la ira.
— ¿Qué diablos estaba haciendo ese imbécil aquí? ¿Pasó la noche aquí? —Preguntó, levantando la voz con cada pregunta.
Me crucé de brazos. —Él fue de compras en busca de mi regalo de cumpleaños esta mañana y lo trajo.
—No es tu cumpleaños, todavía. —Su rostro se volvió en un intenso color rojo mientras intentaba mantener su temperamento bajo control.
—No podía esperar. —dije, levantando la barbilla con orgullo.
—No es de extrañar que tuve que arrastrar tu trasero de su coche, parece que tú… —Se detuvo, presionando sus labios.
Entrecerré los ojos. — ¿Qué? Parece como si estuviera, ¿Qué?
Su mandíbula se tensó y tomó una respiración profunda, soplando a través de su nariz. —Nada. Estoy cabreado e iba a decir algo que no quería decir.
—Nunca te has detenido antes.
—Lo sé. Estoy trabajando en ello —dijo caminando hacia la puerta—. Dejaré que te vistas.
Cuando tomó el pomo, se detuvo, frotándose el brazo. Tan pronto como sus dedos tocaron el morete purpura que se acumulaba bajo su piel, levantó su codo y vio la contusión. Él la miró por un momento y luego se volvió hacia mí.
—Me caí en las escaleras la noche anterior. Y tú me ayudaste a llegar a la cama… —dijo, analizando las imágenes borrosas en su mente.
Mi corazón latía con fuerza y tragué saliva cuando noté que lo había recordado. Sus ojos se estrecharon. —Nosotros —comenzó, dando un paso hacia mí, mirando el armario y luego a la cama.
—No, no lo hicimos. No pasó nada —dije, sacudiendo la cabeza.
Se encogió, la memoria, obviamente, repitiéndose en su mente. —Empañaron las ventanas de Kevin, te saqué del coche y después traté de… —dijo, sacudiendo la cabeza. Se dio la vuelta hacia la puerta y cogió el pomo, sus nudillos blancos—. Estás volviéndome en un jodido psicópata, Pigeon —gruñó sobre su hombro—. No puedo pensar bien cuando estoy cerca de ti.
— ¿Así que es mi culpa?
Se dio la vuelta. Sus ojos se posaron en de mi rostro a mi bata, a mis piernas y luego a los pies, después volviendo a mis ojos. —No sé. Mi memoria es un poco confusa… pero no recuerdo que dijeras que no.
Di un paso adelante, dispuesta a discutir ese hecho irreverente, pero no pude. Él estaba en lo cierto. — ¿Qué quieres que diga, Nick?
Miró la pulsera y luego a mí con ojos acusadores. — ¿Estabas esperando que no lo recordara?
— ¡No! ¡Estaba furiosa porque se te olvidó!
Sus ojos marrones se clavaron en los míos. — ¿Por qué?
—Porque si yo… si nosotros… ¡No sé por qué! ¡Sólo lo estaba!
Él atravesó por la habitación, deteniéndose a centímetros de mí. Sus manos tocaron cada lado de mi rostro. — ¿Qué estamos haciendo, Pidge?
Mis ojos comenzaron en su cinturón y luego se deslizaron sobre los músculos y tatuajes de su estómago y pecho, reposando, finalmente, en el cálido color marrón de sus ojos. —Tú dímelo.
Disfruten cap
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gracias por leer y comentar ;)
bye :D
maru!!
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
AAAHHH!!!
POR QUE NO SE DAAA CUENTAAA QUEE EEELL ESTA PERDIDAMENTE ENAMORADOOO DE ELLLAAAAA!!!???
ES TAN CIEGAAA???
POR QUE NO SE DAAA CUENTAAA QUEE EEELL ESTA PERDIDAMENTE ENAMORADOOO DE ELLLAAAAA!!!???
ES TAN CIEGAAA???
chelis
Re: "Beautiful Disaster" (Nick Jonas y Tu)
OMG ya llegaron a la parte en q obvis se dan cuenta d q se quieren!! Siii bueno mi Nicho es súper listo q pues el ya sbe y todo pero yo uff!! Na mas no doy jajaj
Síguela pronto!
Síguela pronto!
Pamm Jonas
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