Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 12. • Comparte
Página 5 de 12. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 10, 11, 12
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Me gusta la actitud de la rayis!Que atrevida ajajja Siguela Pronto!
Sunny
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
*.* woooww esta genia tu novela! :) acabo de leer los capis & me encantaron! :) la rayis si que es lanzada! xD ojala que no se metan en problemas! :$ bueno esperando el siguiente capitulo! :D
HeyItsLupitaNJ
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Capitulo 8
No sabía durante cuánto tiempo habría resistido las voces de cordura que oía en su cabeza, ni si ha¬bría reunido fuerzas para acabar con aquello. Lo que lo salvó fue el enojo. Le sobrevino de forma repenti¬na e inesperada, una llamarada fiera y luminosa de resentimiento. «Estúpida mujer, ¿qué diablos cree que hace? Niña mimada...Va a arruinarme la vida, ¡va a arruinarlo todo!»
La soltó bruscamente y sintió que su pequeño trasero firme y redondeado entraba en contacto con la rodilla que tenía un poco levantada.
—No —dijo con voz ronca al tiempo que, torpe¬mente, le retiraba los brazos de su cuello y la aparta¬ba de él. Los puntos en los que _________ lo había tocado parecían quemaduras recientes.
Poco a poco, con movimientos poco airosos, lo¬gró dejarla en pie, en equilibrio, apartada de él. Y du¬rante todo aquel proceso, ella no dijo ni una sola pa¬labra, se limitó a mirarlo con ojos como tinta negra, peligrosamente brillantes. Sus labios, suaves, sonro¬sados y ligeramente entreabiertos, refulgían. «Si ha¬bla», pensó Nick. «Peor aún, si chilla...»
Se aferró a su furia como un hombre caído al mar se aferraría a un salvavidas y habló con voz en¬trecortada y gutural.
—He dicho que no. ¿Me entiendes? —se apartó de ella, se pasó la mano con violencia por el pelo e intentó calmar la respiración—. Esto no ocurrirá, ¿entendido? Ni esta noche ni nunca. Lo siento. Tie¬nes que irte.Vamos, fuera.
Como no parecía ser capaz ni estar en condicio¬nes de moverse por sus propios medios, Nick la su¬jetó por el brazo y tiró un poco de ella. Después, contempló con horror cómo le resbalaba el camisón por un hombro cremoso. Le soltó el brazo rápida¬mente.
—Diablos, princesa... —dijo con los ojos cerra¬dos, con un gemido suplicante.
Después, por encima del golpeteo de su propio pulso, oyó un sollozo áspero y desgarrador, sintió el movimiento de _________ al pasar a su lado y, por fin, el dic de una puerta que se abría.
El pesar le perforó el corazón como una flecha. Demasiado tarde, comprendió lo joven e inocente que era _________ en realidad, y lo gravemente que debía de haberle dolido su rechazo. Era como si le hubie¬ra dado una patada a un cachorro, como si hubiera aplastado una preciosa flor en el barro.
Confiando en poder explicarse, en suavizar el golpe, se abalanzó tras ella justo cuando _________ salía al pasillo... y chocaba con su padre, el jeque.
El jeque Ahmed Kamal estaba bastante satisfecho consigo mismo y con el desarrollo de los festejos del fin de semana. Como colofón, la cena de Estado de aquella noche en honor al rey y al príncipe here¬dero de Montebello había sido un gran éxito.
Sí... y las repercusiones aún más. De hecho, el je¬que Ahmed regresaba de una provechosa reunión privada con su colega montebellano, después de ha¬ber acompañado personalmente al contingente real a sus habitaciones del palacio de invitados del otro lado de los jardines. Estaba de buen humor; tenía el vientre lleno de buena comida y la cabeza rebosante de planes para el futuro de Tamir, planes que incluían una expansión económica en cierto número de zo¬nas muy queridas para él.
En aquellos instantes, acompañado por sus leales guardaespaldas, se dirigía a sus habitaciones priva¬das situadas al final de un largo pasillo vacío adorna¬do con mosaicos y murales. Estaba impaciente por comentar las actividades del fin de semana con Ali-ma, su amada esposa, y después... un merecido des¬canso.
Y, de pronto, ¿qué ocurría? Su hija pequeña, con los ojos cegados por las lágrimas y con la ropa re¬vuelta, una ropa sólo apropiada para las habitacio¬nes de una mujer o de su marido... Su amada niña corría a sus brazos.
—Hija, ¿qué significa todo esto? —bramó el je¬que, mientras la sostenía a distancia y le colocaba como era debido el vestido—. ¡Vamos, dime! ¡Explí¬cate!
_________ abrió la boca, pero no habló. Ahmed notó que le temblaba el brazo. Estaba a punto de repetir la orden con un poco más de suavidad cuando vaciló. Avistó un movimiento en la periferia de su visión, desvió la mirada del rostro pétreo de su hija... y en-tornó los ojos.
En el espacio de un instante, su furia paternal, en gran parte sólo aparente, se derritió y consoli¬dó en una rabia tan fría y letal como nunca había experimentado.
Nick nunca había visto a un hombre con ansia asesina en la mirada, pero tuvo la certeza de estar viéndolo en aquellos momentos. Por extraño que pa¬reciera, al encontrarse cara a cara con su peor pesa¬dilla, sintió que el miedo lo abandonaba. Su cuerpo se tornó frío y su mente, tranquila. Sin desviar la mi¬rada del rostro del jeque Ahmed, aguardó lo que iba a suceder.
—Joven, hubo un tiempo, no hace mucho, en que podría haberlo hecho ejecutar al instante. ¡Expliqúe¬se!
El gemido ahogado de _________ llamó la atención de Nick apenas un instante. ¿Que se explicara? Dadas las circunstancias, le parecía una exigencia más que razonable, incluso generosa. Desde luego, más de lo que había esperado.
Explicarse. «Bueno, Majestad, estaba preparándo¬me para acostarme yo solo cuando su hija llamó a mi puerta y se arrojó a mis brazos. ¿La había invita¬do? No, señor, no lo hice. Y., ¿que cómo se le ocurrió venir a mis habitaciones, Majestad? ¿Se refiere a si la incité? Bueno... No, señor, estoy seguro de que no... A no ser que haberla besado hasta dejarla sin senti¬do...»
Nick suspiró para sus adentros. Explicarse le pa¬recía cobarde y despiadado. Miró a _________, tan estirada e inmóvil junto a su padre. Tenía la cara pálida pero orgullosa, incluso con los ojos entrecerrados y vela¬dos por unas pestañas cargadas de lágrimas. Nick carraspeó y empezó a hablar con decisión.
—Majestad, no es lo que cree. Su hija... —volvió a mirarla y vio que abría mucho los ojos y lo observa¬ba con fijeza... Vio que entreabría los labios y que se sonrojaba. Le recordaba a un cervatillo que había visto una vez, enredado en la trampa de un cazador, y volvió a experimentar esa terrible sensación en el vientre, como si acabaran de atravesarle el corazón.
Dejó de razonar. Su mente era un caos, un remoli¬no de remordimientos y de vergüenza. Era culpa suya. Había humillado a aquella niña... porque era una niña. Y una princesa. Y, casi con seguridad, vir¬gen. Él la había besado frivolamente, había jugado con sus emociones. Para colmo de males, su humilla¬ción se había hecho pública, ya que, de pronto, el pasillo se había llenado de gente: guardaespaldas, criados, incluso la madre de _________ con sus acompa¬ñantes, habían aparecido para averiguar a qué se de¬bía aquel revuelo. El daño que le había hecho a _________, y a sus propios planes, parecía irreparable. A no ser...
Con la misma inmediatez con la que había surgi¬do el caos, la calma y la certeza descendieron sobre él. Sólo había una manera de resolver el revuelo que había creado, y Nick sabía lo que debía hacer.
Se irguió, y con tanta dignidad como podía reu¬nir con el pelo revuelto y el torso desnudo, miró al padre de _________ a los ojos.
—Jeque Ahmed, esto puede parecerle repentino, pero me he enamorado de su hija —pasando por alto la exclamación de asombro de _________, prosiguió—: Quiero casarme con ella —la exclamación halló ecos entre los presentes; también los pasó por alto, así como la repentina rigidez del jeque—. Le pido permi¬so respetuosamente para...
—¡Permiso! —al jeque Ahmed le temblaba la voz. Su esposa le puso la mano a modo de advertencia en el brazo y él giró en redondo, empujando ciegamen¬te a _________ hacia ella—. Llévatela —rugió—. Llévatela. Y los demás —agitó los brazos, espantando a los pre¬sentes—. ¡Dejadnos solos! —sin esperar a que obede¬cieran sus órdenes, se volvió de nuevo hacia Nick, con sus ojos negros refulgiendo de rabia—. Usted. ¿Usted quiere casarse con mi hija? —con un esfuerzo sobrehumano, el jeque empezó a recomponerse y a hablar con más serenidad, aunque con idéntica ra¬bia—. Señor Jonas, le he abierto las puertas de mi casa y me da las gracias infligiendo este grave perjui¬cio a mi familia.
Nick frunció el ceño.Aquello no transcurría como había esperado. —Eso no era...
—¡Silencio! Y, ahora, a ese agravio, ¿quiere añadir el insulto? ¿Cree que permitiría a mi hija casarse con usted, un infiel, un no creyente, un hombre sin ho¬nor? —se produjo una pausa, durante la cual el je¬que pareció crecer en altura al menos tres palmos ante los ojos de Nick—. ¡Prefiero verla deshonrada!
Con aquella frase, el jeque Ahmed giró en redon¬do y echó a perder un poco el efecto volviéndose de nuevo hacia Nick.
—Se irá de mi casa —rugió, apuñalando el aire con un dedo enjoyado—. Mañana mismo, en cuanto esté preparado —de nuevo, se volvió y se alejó a grandes zancadas por el pasillo desierto, con los pa¬sos resonando sobre el suelo de baldosas.
Protegido por un gélido escudo de serenidad que debía de ser la conmoción, Nick se quedó mi¬rándolo hasta que las enormes puertas del final del pasillo se cerraron detrás del jeque. Después, se reti¬ró a su propia habitación y, con cuidado, cerró la puerta tras él.
CariitoJonas15
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Dios! Todo lo que paso por culpa de la rayiz :evil:
Pobre Nick :( ahora que pasara???
Siguela!!!
Pobre Nick :( ahora que pasara???
Siguela!!!
aranzhitha
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
WUUUAAU QUE CAAAPIIIISSSSSS!!!
YYY AAAII POR NO METER MAS LA PATA!!!
NICK METIOO EL CUERPO ENTEROOOOOO!!!!
Y POR CULPA DE QUIEN????
AAAII SIGUELA PORFIIS
YYY AAAII POR NO METER MAS LA PATA!!!
NICK METIOO EL CUERPO ENTEROOOOOO!!!!
Y POR CULPA DE QUIEN????
AAAII SIGUELA PORFIIS
chelis
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Capítulo 9
En general, pensó mientras lo asaltaban trémulos efectos secundarios, había ido bastante bien. Al me¬nos, no lo habían ejecutado allí mismo.
Como una estatua airosamente pensativa, _________ se erguía en una tibieza humeante y fragante y contem¬plaba la familiar espalda de la mujer que estaba arro¬dillada junto a la bañera. La miraba, pero no la veía.
Su mente estaba vacía, tan privada de pensamientos como sus ojos de lágrimas. No se permitía pensar; temía que el enojo, la humillación y la desespera¬ción la abrumaran.
Salma Hadi, la criada de mayor confianza de su madre y, tiempo atrás, niñera de _________, tarareaba ner¬viosamente mientras añadía aromas y burbujas al agua y la removía para probar la temperatura. Po¬niéndose rígidamente en pie, Salma se volvió hacia ella, sonriente. Tendiéndole la mano, le dijo en árabe, el idioma de su infancia:
—Sí, ya está bien. Venga, mi adorada niña, déjeme que la ayude a desnudarse.
Como una autómata, _________ obedeció a aquella voz familiar, y se levantó el pelo para permitirle el acce¬so a los cierres del vestido. Permaneció en pie, inmó¬vil y dócil, mientras aquellas manos le quitaban la ropa y le recogían el pelo en lo alto de la cabeza, afianzándolo con unas horquillas y peinetas enjoya¬das. Desnuda, dejó que la condujera de la mano al borde del baño.
—Vamos, pequeña, así, suavemente —la arrullaba Salma—. El agua la aliviará... le quitará el dolor.
_________ miró a su antigua niñera con perplejidad. ¿Dolor? ¿Qué dolor? ¿Acaso Salma estaba chochean¬do? El dolor que sentía estaba dentro, en el corazón, y haría falta mucho más que un baño caliente con espuma para quitárselo.
—Gracias —murmuró mientras se hundía en las burbujas fragantes, porque la habían enseñado a ser agradecida con los criados—. Es agradable —cerran¬do los ojos, se reclinó con un suspiro, se estiró lán¬guidamente, como una gata somnolienta. Qué agra-dable era relajarse después de un día tan tumultuoso...
Qué maravilloso sería poder dormir allí mismo y no te¬ner que pensar...
—¿Princesa? ¿Está...?
Había preocupación, y algo más, ¿vergüenza, tal vez?, en la voz de Salma. _________ abrió los ojos.
—Sí, Salma, ¿qué ocurre?
La criada tenía el rostro sonrojado y le brillaban los ojos con bondad.
—Princesa, tengo un aceite... es muy calmante. Cuando haya terminado...
—¿Aceite? —_________ frunció el ceño—. ¿Qué clase de aceite? ¿Para qué sirve?
Salma tocó la mejilla de _________ con una caricia sua¬ve y cariñosa.
—Mi pequeña... Es normal que una mujer experi¬mente dolor la primera vez que... que está con un hombre. Pero después de un baño caliente y con el aceite calmante... se va enseguida —se interrumpió, porque _________ estaba moviendo la cabeza con violen¬cia y cubriéndose la cara con las manos.
A _________ le ardía el cuerpo de vergüenza; hasta el agua le parecía fría en contacto con su piel febril. ¡Cómo deseaba poder resbalar hasta el fondo de la bañera y desaparecer para siempre!
—Princesa, ¿qué ocurre? —Salma había elevado la voz con alarma. Levantando las manos hacia el cielo, pronunció un rápido rezo que interrumpió in¬mediatamente para proseguir en un murmullo de¬sesperado—. Dígame, ¿le ha hecho daño? ¿Está heri¬da? Dígame, ¿qué es lo que...?
—No, no —gimió _________—. No lo entiendes. Él no ha hecho nada, nada.
—¿Nada? —Salma se inclinó hacia atrás, atónita y extrañada—. ¿Quiere decir que no la ha... que no...?
—No —gimió _________, y volvió a cubrirse los ojos con las manos—. Él no quiso. Salma, fue horrible, ho¬rrible... —y, de pronto, se sintió envuelta en unos brazos amorosos, pese a la espuma de jabón, y rom¬pió a llorar como una niña en los brazos de su niñe¬ra—. Salma —sollozó—,he sido una estúpida...
—Sí, mi tesoro, tranquila —la consoló Salma, me¬ciéndola, pensando en la sorpresa que se llevaría su señora cuando se lo contara.
Boca abajo y con los ojos cerrados, el jeque Ahmed se mecía en olas de placer. «Ah, sí... ahí...» Los dedos fuertes de Alima nunca dejaban de encontrar el punto que más los necesitaba.
Su esposa quería algo de él, por supuesto. Sólo recurría a los aceites y hierbas cuando confiaba en salirse con la suya en algo. Lo sabía, pero ello no re¬ducía el placer. Confiaba en su esposa implícitamen¬te. Sabía que jamás utilizaría a la ligera la enorme in¬fluencia que ejercía sobre él. Si intentaba manipularlo, sería sólo por un asunto que consideraba de suma im¬portancia. Ah, bueno... Ya lo abordaría cuando le pare¬ciera. Hasta que llegara ese momento, él podía se¬guir disfrutando.
—Ahmed, amado mío...
—¿Sí, joya de mi corazón? Háblame.
Habían estado conversando en árabe, como solían hacer en ocasiones íntimas, pero Alima cambió al in¬glés en aquel momento.
—Ahmed, mientras estabas en el baño ha venido Salma. Ha traído noticias de _________...
—¡_________! —con un resoplido, Ahmed levantó la cabeza y los hombros de los almohadones.
Suavemente pero con decisión, Alima volvió a tumbarlo.
—Calla, esposo mío, y escúchame un momento, por favor —transcurrida una pausa, que interpretó como una aceptación, prosiguió en tono reflexivo—: Lo que ha dicho era interesante. Creo que querrás oírlo.
Ahmed emitió un gruñido de resignación.
—Muy bien... Si debes contármelo...
Acorazándose contra el esperado rechazo, Alima masajeó con toda su fuerza uno de los puntos más tensos del cuerpo de su marido, inspiró hondo y dijo con desenfado:
—Es posible que hayamos juzgado mal al amigo texano de Elena —un gruñido resonó por debajo de sus dedos, y prosiguió rápidamente—:A1 parecer, a ese norteamericano no le falta honor. Lo digo por lo que tu hija le ha confesado a Salma. Entre sollozos —de nuevo el gruñido—. Sí, entre sollozos —repitió con firmeza—. Pero no porque ese hombre la haya deshonrado, sino todo lo contrario.Tü hija estaba llo¬rando porque la había rechazado.
Como una pequeña montaña levantada por un terremoto, el jeque Ahmed se tumbó de espaldas, se incorporó y, con un ceño fiero, rugió:
—¿Rechazado? ¿Cómo que la había rechazado? Explícate.
Alima se sentó sobre las rodillas, con la cabeza alta y la mirada baja. El corazón le latía deprisa de temor, pero no por su marido, jamás podría temer a Ahmed. Era otro tipo de temor completamente distinto... el miedo de una madre por su querida hija. La felicidad futura de su pequeña estaba en juego.
—Sí —dijo con una suave exhalación—.Temo que no haya sido el norteamericano quien se ha por¬tado mal esta noche, sino nuestra hija. Y yo... —se le quebró la voz—. _________ no lo había planeado. Debo decir que no me sorprende. Hacía tiempo que temía que pudiera ocurrir algo así. ¡Ay, Ahmed! —se puso en pie y le dio rápidamente la espalda para escon¬der las lágrimas que asomaron inesperadamente a sus ojos—. _________ es tan impaciente e impulsiva... Siempre lo ha sido.
—Sí —Ahmed rió entre dientes. Girando en re¬dondo, Alima pudo ver cómo recomponía su acos¬tumbrado ceño.
—Ahmed, es una mujer. Tiene los sentimientos, las necesidades, los impulsos de una mujer. Cada día veo cómo crece su impaciencia, esperando su tur¬no, esperando a que sus hermanas escojan marido... Sí, e impaciente por otras razones, sobre las cua¬les Alima no podía hablar con su marido. Ahmed era un buen hombre y un gobernante progresista en muchos sentidos, pero jamás comprendería lo frus¬tradas que podían sentirse las mujeres inteligentes como sus hijas al ser tratadas con condescendencia y sentirse subestimadas. En particular _________, a quien todo el mundo consideraba tonta y superficial y que distaba de serlo.
Y había otra cosa que Alima sabía. Había visto cómo miraba su hija pequeña al texano alto. Aquella noche había visto el suave brillo en su mirada, el leve rubor en sus mejillas...
—Humm —dijo Ahmed—. He sido muy paciente con Nadia, es cierto... —se rascó la barba pensativa¬mente—. Butrus desea casarse con ella, y nuestra hija parece bastante deseosa —se encogió de hombros e hizo un ademán regio con la mano—. Bah, no veo qué valor tiene esa tradición de casar a las hijas por orden de nacimiento. Así que, si estás segura de que _________ está ansiosa por casarse, y es lo bastante impetuosa para cometer una estupidez, la respuesta es bastante sencilla. Debemos buscarle un marido apropiado. Y ahora, amada mía, si eso era lo que te preocupaba... —sonrió, y sus ojos brillaron con pi¬cardía.
Alima vaciló; aquélla era la parte peliaguda. Debía obrar con suma cautela para no delatarse. Exhalando un suspiro de alivio, inclinó la cabeza y dijo:
—Sí, esposo mío. Eres sabio, como siempre. Sólo que...
—¿Qué? —todavía sonriendo, le dio la mano y la atrajo hacia él—. ¿Qué pasa ahora, amor mío?
Apoyando las manos con firmeza en los hombros de su marido, Alima lo miró a los ojos con gravedad.
—Sólo que temo que no resulte fácil encontrar un marido que esté dispuesto a pasar por alto la in¬cursión de esta noche. Quizá deberíamos conside¬rar...
—¡El norteamericano no! —rugió Ahmed, retro¬cediendo con rabia—. ¿Un infiel? Jamás.
—Por supuesto que no —dijo Alima, riendo—. ¡Qué ocurrencia! No, iba a decir que quizá debería¬mos pensar en alguien de más edad, en alguien que dé a _________ la guía firme que necesita —hizo una pau¬sa y prosiguió con recato—.Tengo entendido que el emir de Batar está buscando una cuarta esposa.
—¡El emir de Batar! Ese hombre es más viejo que yo —replicó Ahmed, horrorizado—.Y sé de buena tinta que trata a sus esposas de manera vergonzosa. No, no... Debemos buscar algo mejor para _________. Déjame pensar —añadió, y se tumbó de nuevo boca
abajo.
—Por supuesto, esposo mío —murmuró Alima, y empezó a masajearle los hombros—. Quizá esto te ayude.
Transcurridos varios minutos, Ahmed habló arras¬trando un poco las palabras.
—He ordenado al norteamericano que parta ma¬ñana lo antes posible —Alima no dijo nada, siguió ma¬sajeándole el cuello y los hombros—.Tal vez —mas¬culló Ahmed— me haya precipitado un poco. Y haya sido un tanto injusto, dadas las circunstancias. ¿Qué opinas, querida mía? —se volvió para rodearla con los brazos. Alima vio que le brillaban los ojos y bajó las pestañas para que no viera el brillo en los suyos.
—Tú eres más sabio que yo, esposo mío.
—Creo que hablaré con él a primera hora de la
mañana.
—Lo que tú digas, amado —ronroneó Alima
CariitoJonas15
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
jajaja lo que puede llegar a hacer una mujer :risa:
lo manipulo tan facil :¬w¬:
haciéndole creer que el era el de la idea
y luego la verguenza de la rayiz que pena :oops:
entonces se va a casar con Nick?? :bounce:
siguela!!!!
lo manipulo tan facil :¬w¬:
haciéndole creer que el era el de la idea
y luego la verguenza de la rayiz que pena :oops:
entonces se va a casar con Nick?? :bounce:
siguela!!!!
aranzhitha
Página 5 de 12. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 10, 11, 12
Temas similares
» Seduccion sobre ruedas (Nick y tu) HOT TERMINADA
» Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA
» Lecciones de Seducción{Nick & Tú} Adaptada.~TEMINADA~
» "AGAIN Terminada"[Nick y Tu]
» Me secuestro Nick Jonas (nick y tu) Terminada
» Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA
» Lecciones de Seducción{Nick & Tú} Adaptada.~TEMINADA~
» "AGAIN Terminada"[Nick y Tu]
» Me secuestro Nick Jonas (nick y tu) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 12.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.