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La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
awwww me mata la rayiz :risa:
Es tan tierna, yo no se como Nick no la quiere
Siguela!!!
Es tan tierna, yo no se como Nick no la quiere
Siguela!!!
aranzhitha
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Capítulo 21
Se oyeron gritos de incredulidad, risas y aplausos que _________ recibió con una exhibición de hoyuelos. Nick exhaló el aliento que había estado conteniendo. Sonreía a pesar suyo. El suspense se había roto; enton¬ces, ¿por qué seguía latiéndole con fuerza el corazón? ¿Por qué le rugía el estómago si no tenía hambre?
—Eh, Nick... Mamá, ¡mira quién ha llegado! Acér¬cate, Nick, y sírvete un plato.
Descubierta su presencia, Nick sonrió, se enco¬gió de hombros y se acercó al grupo. Pero su mirada seguía clavada en _________, por eso supo el momento exacto en que ella se ponía rígida y la sonrisa de ho¬yuelos se le helaba en el rostro. La alegría desapare¬ció de su alma hasta hacerla parecer una fotografía en blanco y negro de sí misma.
«Así que no se alegra mucho de verme», pensó con desolación. ¿Lo sorprendía? ¿Por qué esperaba que se alegrase? Pero el corazón le latía rápidamente y el aliento le sabía amargo.
El grupo de la familia Flores se disolvió y _________ avanzó hacia él sosteniendo un plato de plástico con las dos manos, con cuidado, como una niña. Y a Nick le pareció que incluso se movía de la misma manera. Con inhibición, como si estuviera poniendo freno a su exuberancia natural. Pero hacía un momento, con la familia Flores, la había visto desenfadada y libre como un pájaro, así que era evidente que la inhibi¬ción sólo se debía a él. Se le encogió el corazón.
—No te esperaba hasta más tarde —estaba sin aliento, aunque su rostro permanecía pálido y sere¬no. Él se encogió de hombros.
—La caza fue un desastre y se fue la luz en el ran¬cho, así que decidimos irnos antes —la señaló con la cabeza—. Parece que te has estado divirtiendo.
Acababa de darse cuenta de que estaba mojada bajo la holgada camiseta que llevaba puesta. El pelo le caía en una gruesa trenza húmeda por la espalda, salvo por minúsculos mechones en torno al rostro y a la cara que habían empezado a secarse. La camise¬ta se adhería a la oscura humedad del traje de baño, perfilando claramente sus senos, y se dio cuenta con cierta conmoción que, hasta aquel momento, no ha¬bía tenido ni idea de qué forma tenía su cuerpo.
—Sí —dijo _________, respondiendo a algo que él apenas recordaba haber dicho, y asintió con énfasis, sin imagi¬nar la dirección que habían tomado los pensamientos y la mirada de Nick—: Betsy y Rueben tienen una fami¬lia encantadora, ¿verdad? Han sido muy amables conmi¬go. Aunque —añadió, enseñándole fugazmente los ho¬yuelos— dudo que pueda recordar sus nombres.
—Yá veo que has estado nadando —dijo Nick con brusquedad.
_________ bajó la mirada hacia su propio pecho y, des¬pués, la levantó rápidamente. Entreabrió los labios con desolación. Sosteniendo el plato con una sola mano, se despegó la camiseta al tiempo que se rubo¬rizaba progresivamente.
—Sí... Con los niños, en el arroyo. ¿He hecho mal?
—¿Cómo? No, claro que no.
—¿No te importa? —de nuevo parecía estar sin aliento.
—¿Por qué iba a importarme? —Nick hablaba con enojo, aunque no estaba enfadado. Nunca le ha¬bía prohibido nadar ni ninguna otra cosa. Y no tenía intención de hacerlo. Maldición, era su marido, no su padre, aunque tuviera diez años más que ella.
—Porque me ha gustado nadar con los chicos —prosiguió _________—. Mucho. Me encantan los niños.
Me gustaría... —se interrumpió y desvió la mirada; tragó saliva.
«Quiero tener hijos, muchos hijos, como Betsy y Rueben. Quiero tener hijos contigo, Nick Jonas»
La recorrió un pequeño estremecimiento al com¬prender que había estado a punto de decirlo en voz alta. Quizá, pensó _________, estuviera mal que una espo¬sa se sintiera tan orgullosa de su marido. Pero no sólo era una esposa, sino una princesa, y no podía hacerle esa confesión a un hombre, fuera su marido o no, que no parecía querer tener hijos con ella. Y menos aún, a un hombre como aquél, de rostro adusto, hombros anchos, sombrero texano, vaqueros azules y barba de un día. ¿Qué había dicho Samira de él? Ah, sí, que resultaría difícil no dejarse intimi¬dar por un hombre así.
Pero _________ Kamal no se dejaba intimidar por nin¬gún hombre.
—No hay que ser niño para disfrutar nadando en el arroyo —dijo, levantando la barbilla—.Yo no soy una niña.
Nick no contestó. Durante un largo momento, se quedó mirándola, y _________ comprendió de repente que tenía la boca y la garganta resecas. Vio que la garganta de Nick se movía como si hubiera tragado saliva y, entonces, ella también quiso hacerlo. Sentía calor a pesar del bañador mojado que llevaba bajo la ropa, un calor peculiar que le recorría las entrañas como no lo había hecho ni siquiera el famoso chile de Rueben.
—Eh, Nick, vamos. Será mejor que te sirvas un plato, antes de que se lo coman todo.
_________ se sobresaltó como si la hubieran arrancado de una ensoñación. Rueben se acercaba a ellos sonriente. Parecía más joven aquel día, pensó _________, me¬nos tímido que de costumbre.
Los dos hombres se dieron la mano.
—Gracias, Rueben, pero lo dejaré para otro día.
Rueben lo miró como si se hubiera vuelto loco.
—¿Bromeas? Tenemos de sobra: chuletas, chile... Vamos, tienes que comer algo.
Nick estaba riendo, pero también moviendo la cabeza.
—No, en serio. Tomé un sandwich en el aeropuer¬to. Sólo he venido a recoger a mi... esposa —_________ lo miró con curiosidad. Parecía que su sonrisa estuviera labrada en madera.
Rueben señaló a _________ con la cabeza.
—Eh... ¿Te lo ha contado ya?
—No, ¿el qué? —entonces, Nick contuvo el alien¬to y chasqueó los dedos—. Suki ha tenido el potrillo.
—Sí —dijo Rueben—, una niña preciosa. Creo que va a salir a su madre.
—¿Qué tal está? ¿Fue todo bien? —aquello era charla de hombres, y _________ vio que Nick ya se ha¬bía vuelto hacia Rueben y la excluía automática¬mente.
_________ estaba acostumbrada a aquel tratamiento. Pero antes de que pudiera empezar a sentir la acos¬tumbrada frustración y resentimiento, Rueben em¬pezó a retroceder.
—Oye, pregúntaselo a ella —dijo—. Estuvo allí —después lanzó una mirada a _________ y, para sorpresa de ésta, le guiñó un ojo—.Y fue una suerte. Suki no podría haber parido sin ella. Oye, tengo que seguir con las hamburguesas. ¡Hasta mañana, jefe! —y se alejó para reunirse con su familia, ágil a pesar de sus andares inconexos.
_________ miró a Nick, que fruncía el ceño como si ella fuera una extraña criatura del zoo. Carraspeó.
—¿Qué diablos ha querido decir con eso?
_________ sonrió, mostrando sus hoyuelos.
—Creo que estaba bromeando —pero el placer la inundaba, llenando sus entrañas como una bebida caliente en una mañana fría—.Ayudé un poco, pero sólo un poco. Arrullé a Suki... en árabe. Creo que le gustó...
—¿A quién, a la potrilla?
—No, a Suki... la yegua. Y la acaricié mientras Rueben le tiraba de las patas...
—¿A Suki?
_________ profirió una carcajada.
—A la potrilla. Después, cuando nació, tuve que limpiarle el morro y la boca para que pudiera respi¬rar. Y después le di leche con un biberón porque su madre tardó en hacer leche para ella. Pero ahora está bien. ¡Ay, Nick, es tan bonita...! Tienes que verla. ¿Podemos ir ahora? —y se detuvo con sorpresa, por¬que estaban de pie delante de la verja del pasto y ni siquiera se había dado cuenta de que habían estado caminando.
—Será mejor que me cuentes todo desde el prin¬cipio —dijo Nick con voz ronca mientras empeza¬ban a subir la suave ladera, caminando a la par. Tenía sentimientos contrarios y muy confusos. No dejaba de mirarla mientras hablaba, estimulado de manera inexplicable por aquella suave aspereza de su voz, hechizado por la manera en que aparecían y desapa¬recían sus hoyuelos. El corazón le latía deprisa otra vez, y sabía que no era por el esfuerzo de caminar. Se dijo que se alegraba de verle de nuevo color en las mejillas y brío en los andares. Se dijo que se alegraba de volver a verle los hoyuelos, de oír el tinti¬neo musical de su risa. Pero en su interior persistía una pequeña nube negra que no podía olvidar. «No es por mí. No es por mí. Es por Suki y su potrilla por lo que es feliz»
¿Feliz? ¿Era feliz? Desde luego, lo parecía. La incertidumbre llenó el vientre de Nick. Su resolución de deshacer aquel absurdo matrimonio, basándose en la justificación de que _________ no era y nunca po¬dría ser feliz con él, se tambaleó...
_________ se detuvo en el establo el tiempo justo para llenar una lata de grano para Suki. Nick permaneció en el umbral y la vio atravesar el corral, airosa como una ninfa con su falda larga, sandalias y camiseta anudada en un costado, y con la trenza morena osci¬lando mientras caminaba. Se acercó a la yegua gris moteada con confianza, murmurando en un lengua¬je musical que debía de ser árabe. «¡Qué exótica es!», pensó Nick.Y aun así... no lo era.
Aquel corral solea¬do, la hermosa yegua gris y la hermosa mujer, la po¬trilla negra de patas largas dándole cabezazos en la espalda... No se consideraba experto en arte, pero pensó que si alguien pudiera pintar aquella escena, resultaría increíblemente hermosa... y perfecta.
—Cree que soy su madre —le dijo _________ a Nick mientras éste se reunía con ella, riendo mientras el potrillo volvía a darle un cabezazo impaciente en la cadera—. Porque le di el biberón. No, pequeñín, aho¬ra debes beber de tu mamá —y se inclinó para rodear el cuello de la potrilla con los brazos y apretar el ros¬tro contra su piel negra y pelona.
El vacío que sentía Nick en el vientre ascendió hasta su pecho, y luchó por tomar una bocanada de aire para la que no tenía espacio.
—He estado pensando —dijo, y porque era men¬tira, porque la idea se le acababa de ocurrir, tenía la voz áspera, como llena de grava.Todavía abrazando a la potrilla, _________ lo miró, esperando con ojos lumino¬sos y expectantes—.Todavía no te he hecho tu rega¬lo de bodas. ¿Cómo lo llamáis? ¿Mahr?
CariitoJonas15
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
AAAHH
PERO NICK ES UN CABEZA HUECAAAA!!!
UE NO VE QUE EELLLLLAAA LO AMAAAAAA!!!
AAAAAAAAAAAAAARRGGGGG!!
ESE NICK SI QUE ESTA CIEGOOOO!!
PERO NICK ES UN CABEZA HUECAAAA!!!
UE NO VE QUE EELLLLLAAA LO AMAAAAAA!!!
AAAAAAAAAAAAAARRGGGGG!!
ESE NICK SI QUE ESTA CIEGOOOO!!
chelis
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Nueva lectora.!
Contunia, es muy hermosa! :D
MeliGarcia
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
hay Nicki aun no ves que la amas :x
hay la rayiz es tan tierna parece una niña
siguela!!!
hay la rayiz es tan tierna parece una niña
siguela!!!
aranzhitha
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
nuva lectora me encanta tu novela
siguela
todo paso tan rapido
me encanta
nick esta en vigilia por culpa de la rayis
siguela
todo paso tan rapido
me encanta
nick esta en vigilia por culpa de la rayis
As I am
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
Capitulo 22
Ella asintió, con el ceño un poco fruncido.
—Sí, el mahr.
Nick señaló a la potrilla con la cabeza.
—Es tuya, si la quieres. Como regalo de bodas.
Lo sorprendió que _________ tomara aire con un gemi¬do que parecía más de angustia que de alegría. Y también ver las lágrimas que, de repente, brillaron en sus ojos. Parecía tan afectada que intentó discul¬parse.
—Sé que no son joyas, ni dinero...
—¡No necesito joyas ni dinero! Ay, Nick... ¡Es tan hermosa...! Es el regalo de bodas más maravilloso que podría haber soñado nunca —enterró su rostro lloroso en la piel de la potrilla y, rápidamente, sonrió a Nick—. Le pondré un nombre... ¿Puedo?
—Es tuya —dijo Nick con voz ronca—. Puedes hacer lo que quieras.
—Entonces, la llamaré Sari —dijo con un gozo fiero—. En árabe significa «la más noble» —se volvió hacia él en aquel momento, sonriendo con tanto res¬plandor que lo dejó sin aliento—. Gracias, Nick. Gra¬cias por mi regalo de bodas —y dio un paso hacia delante, le puso las manos en las mandíbulas sin afei¬tar y lo besó.
_________ tenía los labios cálidos y suaves, pero con un sabor picante cautivador que Nick reconoció, incluso en ese momento de conmoción, como el chile de Rueben. Pero también había algo más, una frescura salada que sólo podían ser lágrimas. Fue eso, más que nada, pensó después, cuando pudo re¬cordar, lo que lo hizo recordar la vulnerabilidad de _________, el frágil estado emocional que ya había viola¬do en otra ocasión, y que lo hacía ponerse rígido cuando ella lo tocaba, y lo que lo hizo mantenerse inmóvil mientras sus entrañas temblaban con ines¬perado anhelo.
—De nada —dijo mientras la sujetaba por el bra¬zo y la sostenía allí donde estaba, a unos cuantos centímetros de distancia. Un poco más cerca y no podría resistirse. Si dejaba que lo tocara, estaría aca¬bado—. Me alegro de que te guste.
Sus pensamientos eran tan lúgubres como suaves sus palabras, y tan poco comprometidos como su tacto. «Es gratitud, nada más. Es el regalo... Es la po¬trilla lo que adora, no a mí»
«No entiendo a este hombre con quien me he ca¬sado», pensó _________. Parecía tan amable... Sí, incluso dulce. Kitty había estado en lo cierto sobre eso. Y, al mismo tiempo, tan distante que le parecía imposible llegar a conocerlo y a comprenderlo.
«¿Y si no lo consigo? ¿Y si no lo entiendo nunca?»
La idea la llenó de pánico. No soportaría tanta so¬ledad durante tanto tiempo. ¿Y qué debería hacer entonces? ¿Regresar corriendo a Tamir, con su padre y con su madre, como una niña pequeña con la rodi¬lla herida? Sólo de pensarlo le ardían las mejillas y se le aceleraba el corazón. «No, no puedo. No voy a re¬gresar»
Aquella noche intentaría seducir de nuevo a su marido. Salvo que... No, no creía que «seducir» fuera la palabra correcta. La había mirado en su dicciona¬rio de inglés y parecía significar que estuviera obli¬gando a Nick a hacer algo malo. ¿Qué podía tener de malo que un hombre le hiciera el amor a su espo¬sa? No, no le gustaba aquella palabra, seducir. En ab¬soluto.
Entonces, ¿cómo podía llamar a aquel intento de que su marido la deseara? Y, más importante aún, ¿cómo podría lograrlo? No había tenido éxito siendo osada, así que era hora de cambiar de táctica. Pero ¿cómo? _________ no estaba acostumbrada a esforzarse para salirse con la suya. Durante toda su vida había sido la pequeña de la familia Kamal, la querida del palacio. Lo único que había tenido que hacer para meterse en el bolsillo a los criados y a la familia había sido mostrar sus hoyuelos y ser ella misma, de¬rrochar encanto.
¿Ser ella misma? ¿Sería posible? ¿Bastaría derro¬char encanto para conquistar a un hombre como Nick? _________ no lo sabía, pero como no parecía fun¬cionar nada más, merecería la pena intentarlo.
«Sí», pensó, mientras se miraba en el espejo del cuarto de baño. Se mordió el labio inferior con los dientes y sus hoyuelos aparecieron por arte de ma¬gia. Aquella noche... sería tan cautivadora que ni si¬quiera Nick podría resistirse a ella.
Nick estaba acostumbrado a prepararse la cena de los domingos. La tomaba solo en la cocina, a ve¬ces de pie ante la encimera o, si se acordaba de comprar el periódico, en la mesa del comedor, con las secciones de deportes y de negocios extendidas ante él. Aquella noche no era diferente, salvo que te¬nía compañía.
_________ había entrado en la cocina mientras se ser¬vía la cena dejada por Betsy, con aspecto limpio y delicioso envuelta en un albornoz del color de las rosas silvestres. Se había puesto tenso automática¬mente, acorazándose contra su atractivo y dispuesto a batallar contra el deseo que _________ despertaba en él y que empezaba a provocarle un ansia en el vientre.
Pero _________ no había hecho ademán de volverlo a tocar, ni siquiera de acercarse a él, y se había apo¬yado en la encimera y mordisqueado fresas mien¬tras charlaba sobre el día que había pasado. Nick pensó que su presencia debería resultarle irritante, y ojalá fuera así. Deseaba de todo corazón no dis¬frutar tanto del sonido de su voz, ni que se le hiciera la boca agua al ver aquellos labios suaves mor¬diendo fresas.
_________ lo siguió al comedor y se sentó al otro lado de la mesa, de modo que no llegó a abrir el periódi¬co. En cambio, comió mientras escuchaba a _________ contarle cómo había nadado con los niños en casa de Rueben y de Betsy, y cuánto había disfrutado co-nociendo a la familia Flores. Le hizo todo tipo de preguntas, y parecía tan interesada que Nick le con¬tó todo lo que sabía sobre aquella familia tan unida. Mientras lo hacía, no pudo evitar ver cómo el brillo de sus ojos se había tornado húmedo, y cómo su sonrisa parecía triste, incluso melancólica.
Aquella sonrisa le producía un terrible efecto. Lo hacía avergonzarse de sí mismo, de cómo la había tra¬tado desde que se había casado con ella y la había lle¬vado allí, a aquel lugar tan apartado de su casa y de su familia. Dios, debía de sentirse muy sola. Era un idiota, un egoísta por pensar únicamente en cómo deshacer aquel matrimonio y no en lo mal que ella debía de es¬tar pasándolo.
La vergüenza no lo hacía sentirse sociable, así que en cuanto terminó de cenar, se disculpó con bastante brusquedad y se encerró en su estudio para reflexionar. No tardó en descubrir que estar solo no mejoraba su estado de ánimo y que, segura¬mente, no mejoraría hasta que no encontrara la ma¬nera de compensar a _________.
Pensando en salir al jardín de atrás a fumarse un puro, se lo guardó en el bolsillo y se sorprendió su¬biendo las escaleras. Se detuvo delante de la puerta cerrada del dormitorio que ya no era de él y levantó la mano para llamar.
—Pasa —dijo _________ con su voz musical.
Estaba sentada en la cama, la cama de Nick, me¬dio vuelta hacia él, con una pierna doblada, deján¬dolo vislumbrar unas piernas increíbles que, o eran naturalmente morenas, o estaban ligeramente bronceadas. También veía la promesa de otros se¬cretos intrigantes en la profunda uve de la bata, y la piel sedosa y morena de sus brazos levantados. En conjunto y, pensándolo bien, más piel de la que había visto de ella al mismo tiempo. Su memoria escogió aquel momento para revivir el pensamien¬to de que todavía no había visto el cuerpo de su esposa.
Lo más increíble aún era la comprensión de que, de todos los cuerpos de mujer que había visto en la vida, en todos los estados de desnudez, jamás se ha¬bía sentido tan excitado por unas pequeñas ojeadas medio imaginadas de piel dorada.
Con todos aquellos pensamientos surcando su mente, tardó un minuto en comprender que _________ se estaba trenzando el pelo. Tenía un cepillo de carey sobre la cama y un lazo rosa en el regazo. Estaba sonrojada, como si la hubiera sorprendido en un acto íntimo y, murmurando algo ininteligible, se pasó con dificultad la trenza por encima del hombro para po¬der terminarla. Nick murmuró a su vez que no tenía que darse prisa por él. Lo vio acercarse a ella con mirada recelosa, y Nick se preguntó si estaría oyen¬do los latidos frenéticos de su corazón.
CariitoJonas15
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
awww me encanta Nick
Es tan dfghks
Re lindo lo amo :)
Siguela!!!!
Es tan dfghks
Re lindo lo amo :)
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA
PPPEEROO.. AAAII NICK ES TAN.....
AAI NO LO ENTIENDOOOO!!!!!
PERO QUE ALGUIEEENNN!! LO HAGA ENTRAR EN RAZOOONN
AAI NO LO ENTIENDOOOO!!!!!
PERO QUE ALGUIEEENNN!! LO HAGA ENTRAR EN RAZOOONN
chelis
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