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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
Woo-hoo. Osea... sin contar el moreton negro de la cara?
Hhaha, si creo que va a ser muy intretenido, mas ests Joe en el mismo lugar.
Gracias por subir, te habiamos extrañado! haha
Hhaha, si creo que va a ser muy intretenido, mas ests Joe en el mismo lugar.
Gracias por subir, te habiamos extrañado! haha
Augustinesg
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
II TEMPORADA
Continuación del capitulo 12
¡Que asco!
Cinco minutos después, estamos en la misma posición frente a la puerta
de entrada. Me habían derramado accidentalmente media lata de cerveza en
mis zapatos, pero afortunadamente, no había sido vomito. Estaba a punto de
sugerirle a Demi que nos moviéramos lejos de la puerta, dirección a la que todos
parecían correr momentos antes de vaciar el contenido de sus estómagos,
cuando Brenna Dubois se acerco sosteniendo un vaso rojo de plástico hacia mí.
–Esto es para ti, un obsequio del chico del otro lado de la sala.
–Te lo dije –me susurró Demi.
Le dirigí una rápida mirada a An caliente, quien me guiño un ojo.
–Eh, gracias, pero no estoy interesada –le dije a Brenna. No tenía mucha
experiencia cuando venia a fiesta, pero sabia que no debía aceptar bebidas de
origen cuestionable. Por todo lo que sabia, se contaminaban con GHB(drogas de fiestas). –Dile a
Anthony que yo no bebo nada más que una lata sellada –¡Oh!, soné más tonta
de lo que sentí.
–¿Anthony?– Su rostro se tiñó de confusión.
–Si, Anthony chul-o-witz –dijo Demi–. El chico que está haciendo a que
juegues al repartidor.
–¿Ustedes piensan que Anthony me dio esta copa?–sacudió su cabeza–.
Inténtelo con el chico del otro lado de la sala. – Se volvió hacia donde Joe
había estado parado minutos atrás. –Bueno, él estaba ahí. Supongo que se fue.
Era muy atractivo y estaba usando una camiseta negra, si eso ayuda.
–¡Oh! chico –dijo Demi nuevamente, esta vez bajo su aliento.
–Gracias –le dije a Brenna, viendo que no había otra opción mas que tomar
el vaso. Se desapareció entre la multitud. Yo deje el vaso de lo que olía como
cherry Coke (coca-cola sabor a ceresa) en la mesa de entrada que estaba detrás de mí. ¿Joe estaba
tratando de enviarme un mensaje? ¿Recordándome mi fracaso en la pelea en el
Devil’s Handbag cuando Marcie me había rociado con cherry Coke?
Demi puso algo en mi mano.
–¿Qué es esto?– Le pregunté
–Un walkie-talkie, los saqué prestados de mi hermano. Me voy a sentar en
las escaleras y estaré alerta. Si alguien sube, te lo comunico por la radio.
–¿Quieres que yo espié en la habitación de Marcie ahora?
–Quiero que tú robes el diario.
–Si, acerca de eso. Tengo una especie de cambio de idea.
–¿Estas bromeando? –dijo Demi–. No puedes acobardarte ahora. Imagina lo
que hay en ese diario. Esta es tu gran oportunidad de averiguar lo que esta
pasando con Marcie y Joe. No puedes dejarlo pasar.
–Pero está mal.
–No se sentirá mal si lo robas tan rápido que la culpa no tendrá tiempo de
meterse en tu cuerpo.
Le di una mirada.
–Las auto charlas también sirven – agregó Demi –. Di a ti misma ‘esto no
está mal’ varias veces y comenzaras a creerlo.
–No robaré el diario. Yo sólo quiero… mirar alrededor. Y recuperar la
gorra perdida de Joe.
–Te pagaré el presupuesto anual de la revista digital, si me entregas el
diario en los próximos 30 minutos – dijo Demi, comenzando a sonar desesperada.
–¿Es por eso que quieres el diario? ¿Para publicarlo en la revista digital?
–Piénsalo. Podría hacer mi carrera.
–No – dije firmemente –. Y lo que es más… eres malvada.
Ella lanzó un suspiro.
–Bueno, valía la pena intentarlo. –
Miré el walkie-talkie en mi mano.
–¿Por qué no podemos solo enviarnos mensajes de texto?
–Los espías no lo hacen.
–¿Cómo lo sabes?
–¿Cómo sabes que lo hacen?
Sabiendo que no valía la pena refutar, metí el walkie-talkie en la cinturilla
de mi pantalón.
–¿Estás segura que la habitación de Marcie está en el segundo piso?
–Uno de sus ex novios se sienta detrás de mí en español. Él me contó que
todas las noches a las diez en punto Marcie se desviste con las luces encendidas.
Algunas veces cuando él y sus amigos están aburridos manejan hasta aquí para
mirar el espectáculo. Él dice que Marcie nunca se asoma, y para cuando ella
acaba, él tiene un calambre en el cuello por estirarlo. Él también dijo que hubo
una vez…
Puse mis manos en mis oídos.
–¡Detente!–
–Ey, si mi cerebro ha sido contaminado con esta clase de detalles, supongo
que el tuyo también debería serlo. La razón por la que sé toda esta información
de inducir vómitos es porque estaba tratando de ayudarte.
Guié mis ojos hacia las escaleras. Mi estómago pareció revolverse justo
como hace tres minutos atrás. No había hecho nada y ya me sentía enferma de
culpa. ¿Cuándo caí tan bajo para espiar en la habitación de Marcie? ¿Cuándo
permití que Joe me enredara de esta forma?
–Supongo que voy a subir –dije poco convincente–, ¿Tú me cubres?
–Si.
Subí las escaleras. Había un baño con piso de baldosas y cornisas en la
cima. Me moví por el pasillo hacia la izquierda, pasando por que parecía una
habitación y una sala de ejercicios equipada con una cinta de correr y una
escaladora. Di marcha atrás, esta vez tomando la derecha del pasillo. La
primera puerta estaba agrietada y me asomé dentro. El color de la habitación
era un espumoso rosa en las paredes, cortinas rosa y un edredón rosado con un
montón de cojines rosa. El contenido del armario se había arrojado sobre la
cama, piso y otras superficies de muebles. Un montón de fotos en tamaño
póster estaban puestas en la pared con Marcie posando seductoramente en su
uniforme de porrista. Experimente una leve urgencia de nauseas, entonces vi la
gorra de béisbol de Joe en el vestidor. Atravesé la habitación. Enrolle la gorra
en un cono estrecho y la metí en mi bolsillo trasero. Al lado de la gorra de
béisbol, descansando en el vestidor, había una solitaria llave de auto. Era una
de repuesto, pero tenía la etiqueta de una camioneta. Joe le había dado a
Marcie un repuesto de su camioneta.
Robé la llave del vestidor, la empujé bien adentro de mi otro bolsillo
trasero. Mientras lo hacia, me fijé que no hubiera nada mas que le perteneciera a
él.
Abrí y cerré unos pocos cajones del vestidor. Miré debajo de la cama,
esperanzada y en el estante superior del armario de Marcie. Finalmente metí mi
mano entre el colchón y la base de la cama. Saqué el diario. El pequeño diario
azul de Marcie, se rumoreaba que contenía mas escándalos que un tabloide.
Sosteniéndolo entre mis manos, sentí la abrumadora tentación de abrirlo. ¿Qué
habría escrito ella de Joe? ¿Qué secretos esconderían sus páginas?
Mi walkie-talkie crujió.
–Oh mierda –dijo Demi a través de él.
Lo saqué de la cinturilla de mi pantalón y presione el botón para hablar.
–¿Cuál es el problema?–
–Perro. Gran perro. Está tumbado en el centro de la sala de estar, o como
quieras llamar a este gigantesco lugar. Me está mirando. Como, mirándome
fijamente.
–¿Qué clase de perro?–
–No estoy actualizada en las clases de perro, pero creo que es un
‘Doberman pinscher’. Señalo, está gruñendo. Se asemeja un poco a Marcie, si
eso ayuda. Oh-oh. Sus orejas se levantaron. Esta viniendo directamente hacia
mí. Creo que es uno de estos perros psíquicos. Sabe que no estoy aquí solo
pensando en mis cosas. –
–Mantente calma…–
–Fuera, perro, dije ¡fuera! –
El inconfundible gruñido de un perro sonó por el walkie-talkie.
–Eh, ¿(tn)? Tenemos un problema –dijo Demi unos momentos después.
–¿El perro no se ha ido?
–Peor. Está subiendo las escaleras.
Justo cuando hubo un sonido en la puerta. El ladrido no terminó, sonó
más fuerte y más cerca.
–¡Demi!– siseé al walkie-talkie. –¡Deshazte del perro!
Ella dijo algo en respuesta, pero no pude oírlo sobre los ladridos del perro.
Acerque la mano a mi oído.
–¿Qué?–
–¡Viene Marcie! ¡Sal de ahí!
Empujé el diario de vuelta bajo el colchón, pero no resultó. Un montón de
notas y fotos se derramaron de las páginas. Entré en pánico, junté las notas y las
fotos en una pila y las puse de vuelta en el diario. Luego lo apreté, el cual estaba
muy pequeño considerando la cantidad de secretos que se rumoreaba que
contenía, y puse mi walkie-talkie dentro de la cinturilla de mi pantalón y
apague la luz. Trataría de poner el diario de vuelta mas tarde. Ahora, tenía que
salir. Me plante en la ventana, esperando tener que remover la pantalla, pero ya
estaba hecho. Probablemente Marcie lo había hecho antes para evitar la molestia
cuando se escapara. Ese pensamiento me dio un poco de esperanza. Si Marcie
se había subido antes, yo también podía. No era como que iba a caer y morir.
Por supuesto, Marcie era una porrista y tenía mucha más flexibilidad y
coordinación. Metiendo mi cabeza hacia fuera de la ventana, mire hacia abajo.
La puerta de entrada estaba directamente a continuación. Bajo un pórtico sujeto
por cuatro pilares. Pasando una pierna afuera, encontré tracción en las tejas.
Después de estar segura de que no me iba a deslizar por el pórtico inclinado,
saque mi otra pierna. Balanceando mi peso, baje la ventana a su lugar. Me
agaché debajo justo cuando el vidrio se iluminó. La nariz del perro chocó contra
el vidrio, y pronunció una ronda de furioso ladridos. Apreté mi estómago tan
cerca como pude de la casa y rogué para que Marcie no abriera la ventana y
mirara hacia abajo.
–¿Qué pasa? –la voz de Marcie traspasó la ventana. –¿Cuál es el problema,
Boomer?
Una gota de sudor bajo por mi espina dorsal. Marcie iba a mirar hacia
abajo y me iba a ver. Cerré mis ojos y trate de olvidar que su casa estaba llena
de gente y tenia que asistir a la escuela por los próximos dos años. ¿Cómo iba a
explicar que hacia espiando en la habitación de Marcie? ¿Cómo iba a explicar
qué hacia sosteniendo su diario? El solo pensarlo era demasiado humillante.
–¡Cállate Boomer! –gritó Marcie–. ¿Podría alguien sostener a mi perro
mientras abro la ventana? Si no lo sostienen él será tan estúpido como para
saltar hacia fuera. Tú, el del pasillo. Si, tú. Agarra el collar de mi perro y no lo
sueltes. Sólo hazlo.
Esperando que los ladridos del perro disfrazaran cualquier ruido que yo
hiciera, rodeé y puse mi espalda en contra de las tablillas. Tragué el nudo de mi
garganta. Tenía una especie de fobia a las alturas y el saber sobre todo acerca
del aire que había entre el césped y yo, llenaba de sudor mi piel.
Arrastrando mis talones por el suelo para poner mí peso tan lejos como
fuera posible de la repisa. Luche por sacar el walkie-talkie de mi pantalón.
–¿Demi?– susurré.
–¿Dónde estás?– dijo por sobre la música resonando en el fondo.
–¿Crees que puedes sacar al perro ahora?
–¿Cómo?
–Se creativa.
–¿Como envenenándolo?
Golpee mi frente con el dorso de mi mano.
–Yo estaba pensando más en encerrarlo en el armario.
–¿Quieres decir, tocándolo?
–¡Demi!
–Está bien, está bien. Pensaré en algo.
Treinta segundos después, oí la voz de Demi a través de la ventana del
cuarto de Marcie.
–¡Ey!, ¿Marcie? –la llamó sobre los ladridos–. No quiero interferir, pero la
policía esta en la puerta de entrada. Ellos dicen que respondieron una queja
sobre el ruido. ¿Quieres que los haga pasar?
–¿Qué?– Chilló marcie directamente sobre mí–. No veo ningún auto de
policía.
–Probablemente tuvieron que aparcar un par de casas mas abajo. De todos
modos, como estaba diciendo, noté sustancias ilegales en las manos de unos
sujetos.
–¿Y? –le espetó–. Es una fiesta.
–El alcohol es ilegal bajos los veintiún años.
–¡Genial! –gritó Marcie–. ¿Y qué voy a hacer?–. Hizo una pausa y luego
elevó la voz de nuevo–. ¡Probablemente tú los llamaste!
–¿Quién, yo?– dijo Demi–. ¿Y perderme toda la comida gratis? De ninguna
manera.
Un momento más tarde, los ladridos frenéticos de Boomer se perdían
dentro de la casa y la habitación quedó a oscuras.
Me quedé perfectamente quieta por un largo momento, escuchando.
Cuando estuve segura de que la habitación de Marcie estaba vacía. Rodee sobre
mi estómago y arrastre mi vientre hacia la ventana. El perro se había ido.
Marcie se había ido, y si solo pudiera…
Presioné mis palmas contra la ventana para forzarla a subir, pero no cedió.
Aprovechando que mis manos estaban en el panel, empujé con toda mi fuerza.
No pasó nada.
Está bien, pensé. No hay problema. Marcie debió haber bloqueado la
ventana. Todo lo que tenia que hacer era estar por aquí otras cinco horas hasta
que la fiesta acabara y luego volver con Demi y una escalera.
Escuche pasos en el camino de abajo y estire mi cuello para ver si era
algún golpe de suerte y Demi venia a rescatarme. Para mi horror, Joe iba de
espaldas a mí, caminando hacia la camioneta. Marcó un número en su celular y
lo llevó hasta su oreja. Dos segundos después, mi celular sonó en mi bolsillo.
Antes de que pudiera lanzarlo hacia los arbustos del borde de la propiedad,
Joe se detuvo.
Miró sobre su hombro, sus ojos viajando hacia arriba. Su mirada cayó
sobre mí y pensé que hubiera sido mejor que Boomer me hubiese despedazado
viva.
–Y yo que pensaba que eran lo llamados mirones –no necesitaba mirarlo
para saber que sonreía.
–Para de reírte – dije con las mejillas rojas de humillación–. Bájame.
–Salta.
–¿Qué?
–Yo te atraparé.
–¿Estás loco? Ve dentro y abre la ventana. O trae una escalera.
–No necesito una escalera. Salta. No voy a dejarte caer.
–¡Oh, seguro! ¡Como si creyera eso!
–¿Quieres mi ayuda o no?
–¿Llamas ayuda a esto?– siseé furiosamente–. ¡Esto no es ayuda!
Giró su llavero entre sus dedos, luego comenzó a alejarse.
–¡Eres un idiota! Regresa aquí.
–¿Idiota?– Repitió–.Tú eres la que espiaba en la ventana.
–Yo no estaba espiando. Yo estaba… estaba…– ¡Piensa en algo!
Los ojos de Joe viajaron hacia la ventana sobre mí y vi como la
comprensión iluminaba su rostro. Inclinó su cabeza hacia atrás y soltó una
carcajada–. Tú estabas buscando en la habitación de Marcie.
–No –rodeé mis ojos como si fuera una sugerencia absurda.
–¿Qué estabas buscando?
–Nada –tiré de la gorra de béisbol de Joe fuera de mi bolsillo y se la
arrojé–. Por cierto, aquí esta tu estúpida gorra.
–¿Fuiste por mi gorra?
–¡Una gran perdida, obviamente!
Puso la gorra en su cabeza–. ¿Vas a saltar?
Di una mirada inquieta sobre el borde del pórtico y el suelo parecía estar a
seis metros fuera de mi alcance. Evadiendo una respuesta, pregunté, –¿Por qué
llamaste?
–Te perdí de vista allí dentro. Y quería asegurarme de que estabas bien–
sonaba sincero, pero era un mentiroso sin problemas–. ¿Y la bebida?
–Ofrenda de paz. ¿Vas a saltar o qué?
Viendo que no había alternativa, me moví cuidadosamente al borde del
pórtico. Mi estómago se revolvió.
–Si me sueltas…– advertí.
Joe tenía sus brazos levantados. Apretando mis ojos cerrados, me
deslicé por la repisa. Sentí el aire a mí alrededor y luego estaba en brazos de
Joe, apretada contra él. Me quede ahí un momento, con el corazón latiendo
tanto por la adrenalina de la caída y por estar tan cerca de Joe. Lo sentía
calido y familiar. Él se sentía sólido y seguro. Quería adherirme a su camiseta,
enterrar mi cara en la curva de su cuello y nunca dejarlo ir.
Joe metió un rizo detrás de mi oreja.
–¿Quieres volver a la fiesta?–murmuró.
Sacudí mi cabeza negando.
–Te llevaré a casa –usó su barbilla para señalar la camioneta, porque
todavía tenía sus brazos a mí alrededor.
–Vine con Demi –dije–.Debería volver con ella.
–Demi no pasara a recoger comida china para llevar en el camino a casa.
Comida china para llevar. Eso implicaría que Joe entre a la granja para
comer. Mi mamá no estaba en casa, lo cual significaba que estaríamos solos…
Bajé la guardia. Probablemente estaríamos a salvo. Probablemente los
arcángeles no estarían cerca. Joe no parecía preocupada, así que yo no
debería estarlo. Y era solo una cena. Tuve un largo e insatisfactorio día en la
escuela y estaba hambrienta luego de una hora en el gimnasio. La comida con
Joe sonaba perfecta. ¿Cómo iba a herirnos una cena casual juntos? La gente
cenaba junta todo el tiempo y nunca llevaba a más.
–Solo una cena – dije más para convencerme a mi que a Joe.
Él me dio el saludo de Boy scout, pero su sonrisa no estaba ni cerca de ser
buena. Una sonrisa de chico malo. La sonrisa maliciosa y encantadora de un
chico que besó a Marcie dos noches atrás… y me estaba ofreciendo una cena
ésta noche, muy probablemente con la esperanza de que la cena nos llevaría a
algo más. Él pensaba que una sonrisa que me derretía el corazón seria todo para
borrar mi dolor. Para hacerme olvidar que besó a Marcie.
Toda mi confusión interna se dispersó mientras era sacudida hacia el
presente. Mis especulaciones murieron, fueron reemplazadas de repente por un
fuerte sentimiento de malestar que no tenía nada que ver con Joe, o la noche
del domingo. Se me puso la piel de gallina. Estudie las sombras que rodeaban el
césped.
–¿Mmm? –Joe murmuró, detectando mi preocupación, apretando sus
brazos protectoramente a mi alrededor.
Y luego lo sentí de nuevo. Un cambio en el aire. Una niebla invisible,
extrañamente calida, bajando, presionando por todos lados, zigzagueando,
como un centenar de serpientes en el aire. La sensación era tan destructiva, tuve
un tiempo difícil creyendo que Joe no podía al menos notar que algo estaba
mal incluso si no podía sentirlo directamente.
–¿Qué pasa, ángel?– su voz fue baja, interrogando.
–¿Estamos a salvo?
–¿Importa eso?
Desplacé mis ojos por la cercanía. No estaba segura porque, pero seguía
pensando, los arcángeles, están aquí.
–Quiero decir, los arcángeles –dije tan bajo que a penas pude oír mi propia
voz–. ¿No nos están mirando?
–Si.
Trate de retroceder, pero Joe se negó a soltarme.
–No me preocupa lo que vean. Estoy harto de esta farsa –se detuvo
acariciando mi cuello, y vi cierto desafío en sus ojos.
Luche duramente por salir.
–Suéltame.
–¿No me quieres?–su sonrisa era de zorro.
–Ese no es el tema. No quiero ser responsable de que te pase algo.
Suéltame.
¿Cómo podía estar tan despreocupado por esto? No podía ser visto
sosteniéndome.
Acarició mis brazos, pero mientras yo tomaba la oportunidad para
escapar, el agarró mis manos. Su voz resonó en mi mente. Puedo irme, puedo
caminar lejos, justo ahora y podemos dejar de jugar las reglas de los arcángeles. Lo dijo
tan decididamente, tan fácilmente, yo sabia que ésta no era la primera vez que
lo pensaba. Este era un plan con el que él había fantaseado muchas, muchas
veces.
Mi corazón estaba latiendo salvajemente. ¿Irse? ¿Dejar de jugar las reglas?
–¿De qué estás hablando?–
Vivo en movimiento, escondiéndome constantemente, esperando a que los
arcángeles no me encuentren.
–¿Y si lo hacen?
Iré a juicio. Seré encontrado culpable, pero nos daría un par de semanas a solas,
mientras ellos deciden.
Podía sentir que me veía afectada.
–¿Y luego?
Me enviaran al infierno. Hizo una pausa y luego agregó con convicción, no
me da miedo el infierno. Me merezco lo que viene. He mentido, hecho trampa, engañado.
He hecho daño a gente inocente. He cometido más errores de los que puedo recordar. De
una forma u otra, he estado pagando por ellos la mayor parte de mi existencia. Su boca
se curvó brevemente, una sonrisa irónica. Pero estoy seguro de que los arcángeles
tiene un par de ases bajo la manga. Su sonrisa se desvaneció y me dirigió una
mirada llena de honestidad. Estar contigo nunca se sintió mal. Es la única cosa que
hice bien. Tú eres lo único que hice bien. No me importan los arcángeles. Dime lo que
quieres que haga. Di las palabras. Haré lo que quieras. Nos podemos ir ahora.
Me tomé un momento para digerir sus palabras. Miré hacia la camioneta.
La pared de hielo que había entre nosotros se cayó. La pared estaba ahí solo por
los arcángeles. Sin ellos, todo por lo que Joe y yo habíamos estado peleando
no significaba nada. Ellos eran el problema. Quería dejarlos, y todo lo demás,
atrás y seguir adelante con Joe. Quería ser osada, pensar solo en el aquí, el
ahora. Podíamos olvidarnos de las consecuencias. Reírnos de las reglas, los
limites, y mas todavía, del mañana. Que fuésemos solo Joe y yo, que nada
mas importara.
Nada a parte de la promesa de lo que pasaría cuando se nos acabaran las
semanas.
Tenía dos opciones, pero la respuesta estaba clara. La única forma en que
podía tener a Joe era dejándolo ir. No tener nada que ver con él.
No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que Joe paso sus
dedos bajo mis ojos.
–Tranquila –murmuró–. Todo estará bien. Te quiero. No puedo seguir
haciendo lo que hago ahora, viviendo a medias.
–Pero ellos te enviaran al infierno –tartamudeé, sin poder controlar el
temblor de mi labio inferior.
–He tenido harto tiempo para hacerme la idea de eso.
Estaba determinada a no mostrar a Joe lo duro que era esto para mí,
pero me atraganté con las lágrimas corriendo por mi garganta. Mis ojos estaban
húmedos e hinchados y mi pecho dolía. Todo esto fue mi culpa. Si no hubiese
sido por mi, él no sería un ángel guardián. Si no hubiese sido por mí, los arcángeles no se hubiesen decido a destruirlo. Yo era la responsable de llevarlo
hasta este punto.
–Necesito un favor –dije finalmente tan bajo que sonó mas como un
extraño que yo misma–. Dile a Demi que me fui caminando a casa. Necesito estar
sola.
–¿Ángel? –Joe alcanzó mi mano, pero yo me liberé. Sentí mis pies
caminar lejos, un paso por delante del otro. Cada vez más lejos de Joe, como
si mi mente se hubiese entumecido y volcado todas las acciones de mi cuerpo.
chicas gracias x os comentarios
nos leeremos en el proximo capitulo :)
Cinco minutos después, estamos en la misma posición frente a la puerta
de entrada. Me habían derramado accidentalmente media lata de cerveza en
mis zapatos, pero afortunadamente, no había sido vomito. Estaba a punto de
sugerirle a Demi que nos moviéramos lejos de la puerta, dirección a la que todos
parecían correr momentos antes de vaciar el contenido de sus estómagos,
cuando Brenna Dubois se acerco sosteniendo un vaso rojo de plástico hacia mí.
–Esto es para ti, un obsequio del chico del otro lado de la sala.
–Te lo dije –me susurró Demi.
Le dirigí una rápida mirada a An caliente, quien me guiño un ojo.
–Eh, gracias, pero no estoy interesada –le dije a Brenna. No tenía mucha
experiencia cuando venia a fiesta, pero sabia que no debía aceptar bebidas de
origen cuestionable. Por todo lo que sabia, se contaminaban con GHB(drogas de fiestas). –Dile a
Anthony que yo no bebo nada más que una lata sellada –¡Oh!, soné más tonta
de lo que sentí.
–¿Anthony?– Su rostro se tiñó de confusión.
–Si, Anthony chul-o-witz –dijo Demi–. El chico que está haciendo a que
juegues al repartidor.
–¿Ustedes piensan que Anthony me dio esta copa?–sacudió su cabeza–.
Inténtelo con el chico del otro lado de la sala. – Se volvió hacia donde Joe
había estado parado minutos atrás. –Bueno, él estaba ahí. Supongo que se fue.
Era muy atractivo y estaba usando una camiseta negra, si eso ayuda.
–¡Oh! chico –dijo Demi nuevamente, esta vez bajo su aliento.
–Gracias –le dije a Brenna, viendo que no había otra opción mas que tomar
el vaso. Se desapareció entre la multitud. Yo deje el vaso de lo que olía como
cherry Coke (coca-cola sabor a ceresa) en la mesa de entrada que estaba detrás de mí. ¿Joe estaba
tratando de enviarme un mensaje? ¿Recordándome mi fracaso en la pelea en el
Devil’s Handbag cuando Marcie me había rociado con cherry Coke?
Demi puso algo en mi mano.
–¿Qué es esto?– Le pregunté
–Un walkie-talkie, los saqué prestados de mi hermano. Me voy a sentar en
las escaleras y estaré alerta. Si alguien sube, te lo comunico por la radio.
–¿Quieres que yo espié en la habitación de Marcie ahora?
–Quiero que tú robes el diario.
–Si, acerca de eso. Tengo una especie de cambio de idea.
–¿Estas bromeando? –dijo Demi–. No puedes acobardarte ahora. Imagina lo
que hay en ese diario. Esta es tu gran oportunidad de averiguar lo que esta
pasando con Marcie y Joe. No puedes dejarlo pasar.
–Pero está mal.
–No se sentirá mal si lo robas tan rápido que la culpa no tendrá tiempo de
meterse en tu cuerpo.
Le di una mirada.
–Las auto charlas también sirven – agregó Demi –. Di a ti misma ‘esto no
está mal’ varias veces y comenzaras a creerlo.
–No robaré el diario. Yo sólo quiero… mirar alrededor. Y recuperar la
gorra perdida de Joe.
–Te pagaré el presupuesto anual de la revista digital, si me entregas el
diario en los próximos 30 minutos – dijo Demi, comenzando a sonar desesperada.
–¿Es por eso que quieres el diario? ¿Para publicarlo en la revista digital?
–Piénsalo. Podría hacer mi carrera.
–No – dije firmemente –. Y lo que es más… eres malvada.
Ella lanzó un suspiro.
–Bueno, valía la pena intentarlo. –
Miré el walkie-talkie en mi mano.
–¿Por qué no podemos solo enviarnos mensajes de texto?
–Los espías no lo hacen.
–¿Cómo lo sabes?
–¿Cómo sabes que lo hacen?
Sabiendo que no valía la pena refutar, metí el walkie-talkie en la cinturilla
de mi pantalón.
–¿Estás segura que la habitación de Marcie está en el segundo piso?
–Uno de sus ex novios se sienta detrás de mí en español. Él me contó que
todas las noches a las diez en punto Marcie se desviste con las luces encendidas.
Algunas veces cuando él y sus amigos están aburridos manejan hasta aquí para
mirar el espectáculo. Él dice que Marcie nunca se asoma, y para cuando ella
acaba, él tiene un calambre en el cuello por estirarlo. Él también dijo que hubo
una vez…
Puse mis manos en mis oídos.
–¡Detente!–
–Ey, si mi cerebro ha sido contaminado con esta clase de detalles, supongo
que el tuyo también debería serlo. La razón por la que sé toda esta información
de inducir vómitos es porque estaba tratando de ayudarte.
Guié mis ojos hacia las escaleras. Mi estómago pareció revolverse justo
como hace tres minutos atrás. No había hecho nada y ya me sentía enferma de
culpa. ¿Cuándo caí tan bajo para espiar en la habitación de Marcie? ¿Cuándo
permití que Joe me enredara de esta forma?
–Supongo que voy a subir –dije poco convincente–, ¿Tú me cubres?
–Si.
Subí las escaleras. Había un baño con piso de baldosas y cornisas en la
cima. Me moví por el pasillo hacia la izquierda, pasando por que parecía una
habitación y una sala de ejercicios equipada con una cinta de correr y una
escaladora. Di marcha atrás, esta vez tomando la derecha del pasillo. La
primera puerta estaba agrietada y me asomé dentro. El color de la habitación
era un espumoso rosa en las paredes, cortinas rosa y un edredón rosado con un
montón de cojines rosa. El contenido del armario se había arrojado sobre la
cama, piso y otras superficies de muebles. Un montón de fotos en tamaño
póster estaban puestas en la pared con Marcie posando seductoramente en su
uniforme de porrista. Experimente una leve urgencia de nauseas, entonces vi la
gorra de béisbol de Joe en el vestidor. Atravesé la habitación. Enrolle la gorra
en un cono estrecho y la metí en mi bolsillo trasero. Al lado de la gorra de
béisbol, descansando en el vestidor, había una solitaria llave de auto. Era una
de repuesto, pero tenía la etiqueta de una camioneta. Joe le había dado a
Marcie un repuesto de su camioneta.
Robé la llave del vestidor, la empujé bien adentro de mi otro bolsillo
trasero. Mientras lo hacia, me fijé que no hubiera nada mas que le perteneciera a
él.
Abrí y cerré unos pocos cajones del vestidor. Miré debajo de la cama,
esperanzada y en el estante superior del armario de Marcie. Finalmente metí mi
mano entre el colchón y la base de la cama. Saqué el diario. El pequeño diario
azul de Marcie, se rumoreaba que contenía mas escándalos que un tabloide.
Sosteniéndolo entre mis manos, sentí la abrumadora tentación de abrirlo. ¿Qué
habría escrito ella de Joe? ¿Qué secretos esconderían sus páginas?
Mi walkie-talkie crujió.
–Oh mierda –dijo Demi a través de él.
Lo saqué de la cinturilla de mi pantalón y presione el botón para hablar.
–¿Cuál es el problema?–
–Perro. Gran perro. Está tumbado en el centro de la sala de estar, o como
quieras llamar a este gigantesco lugar. Me está mirando. Como, mirándome
fijamente.
–¿Qué clase de perro?–
–No estoy actualizada en las clases de perro, pero creo que es un
‘Doberman pinscher’. Señalo, está gruñendo. Se asemeja un poco a Marcie, si
eso ayuda. Oh-oh. Sus orejas se levantaron. Esta viniendo directamente hacia
mí. Creo que es uno de estos perros psíquicos. Sabe que no estoy aquí solo
pensando en mis cosas. –
–Mantente calma…–
–Fuera, perro, dije ¡fuera! –
El inconfundible gruñido de un perro sonó por el walkie-talkie.
–Eh, ¿(tn)? Tenemos un problema –dijo Demi unos momentos después.
–¿El perro no se ha ido?
–Peor. Está subiendo las escaleras.
Justo cuando hubo un sonido en la puerta. El ladrido no terminó, sonó
más fuerte y más cerca.
–¡Demi!– siseé al walkie-talkie. –¡Deshazte del perro!
Ella dijo algo en respuesta, pero no pude oírlo sobre los ladridos del perro.
Acerque la mano a mi oído.
–¿Qué?–
–¡Viene Marcie! ¡Sal de ahí!
Empujé el diario de vuelta bajo el colchón, pero no resultó. Un montón de
notas y fotos se derramaron de las páginas. Entré en pánico, junté las notas y las
fotos en una pila y las puse de vuelta en el diario. Luego lo apreté, el cual estaba
muy pequeño considerando la cantidad de secretos que se rumoreaba que
contenía, y puse mi walkie-talkie dentro de la cinturilla de mi pantalón y
apague la luz. Trataría de poner el diario de vuelta mas tarde. Ahora, tenía que
salir. Me plante en la ventana, esperando tener que remover la pantalla, pero ya
estaba hecho. Probablemente Marcie lo había hecho antes para evitar la molestia
cuando se escapara. Ese pensamiento me dio un poco de esperanza. Si Marcie
se había subido antes, yo también podía. No era como que iba a caer y morir.
Por supuesto, Marcie era una porrista y tenía mucha más flexibilidad y
coordinación. Metiendo mi cabeza hacia fuera de la ventana, mire hacia abajo.
La puerta de entrada estaba directamente a continuación. Bajo un pórtico sujeto
por cuatro pilares. Pasando una pierna afuera, encontré tracción en las tejas.
Después de estar segura de que no me iba a deslizar por el pórtico inclinado,
saque mi otra pierna. Balanceando mi peso, baje la ventana a su lugar. Me
agaché debajo justo cuando el vidrio se iluminó. La nariz del perro chocó contra
el vidrio, y pronunció una ronda de furioso ladridos. Apreté mi estómago tan
cerca como pude de la casa y rogué para que Marcie no abriera la ventana y
mirara hacia abajo.
–¿Qué pasa? –la voz de Marcie traspasó la ventana. –¿Cuál es el problema,
Boomer?
Una gota de sudor bajo por mi espina dorsal. Marcie iba a mirar hacia
abajo y me iba a ver. Cerré mis ojos y trate de olvidar que su casa estaba llena
de gente y tenia que asistir a la escuela por los próximos dos años. ¿Cómo iba a
explicar que hacia espiando en la habitación de Marcie? ¿Cómo iba a explicar
qué hacia sosteniendo su diario? El solo pensarlo era demasiado humillante.
–¡Cállate Boomer! –gritó Marcie–. ¿Podría alguien sostener a mi perro
mientras abro la ventana? Si no lo sostienen él será tan estúpido como para
saltar hacia fuera. Tú, el del pasillo. Si, tú. Agarra el collar de mi perro y no lo
sueltes. Sólo hazlo.
Esperando que los ladridos del perro disfrazaran cualquier ruido que yo
hiciera, rodeé y puse mi espalda en contra de las tablillas. Tragué el nudo de mi
garganta. Tenía una especie de fobia a las alturas y el saber sobre todo acerca
del aire que había entre el césped y yo, llenaba de sudor mi piel.
Arrastrando mis talones por el suelo para poner mí peso tan lejos como
fuera posible de la repisa. Luche por sacar el walkie-talkie de mi pantalón.
–¿Demi?– susurré.
–¿Dónde estás?– dijo por sobre la música resonando en el fondo.
–¿Crees que puedes sacar al perro ahora?
–¿Cómo?
–Se creativa.
–¿Como envenenándolo?
Golpee mi frente con el dorso de mi mano.
–Yo estaba pensando más en encerrarlo en el armario.
–¿Quieres decir, tocándolo?
–¡Demi!
–Está bien, está bien. Pensaré en algo.
Treinta segundos después, oí la voz de Demi a través de la ventana del
cuarto de Marcie.
–¡Ey!, ¿Marcie? –la llamó sobre los ladridos–. No quiero interferir, pero la
policía esta en la puerta de entrada. Ellos dicen que respondieron una queja
sobre el ruido. ¿Quieres que los haga pasar?
–¿Qué?– Chilló marcie directamente sobre mí–. No veo ningún auto de
policía.
–Probablemente tuvieron que aparcar un par de casas mas abajo. De todos
modos, como estaba diciendo, noté sustancias ilegales en las manos de unos
sujetos.
–¿Y? –le espetó–. Es una fiesta.
–El alcohol es ilegal bajos los veintiún años.
–¡Genial! –gritó Marcie–. ¿Y qué voy a hacer?–. Hizo una pausa y luego
elevó la voz de nuevo–. ¡Probablemente tú los llamaste!
–¿Quién, yo?– dijo Demi–. ¿Y perderme toda la comida gratis? De ninguna
manera.
Un momento más tarde, los ladridos frenéticos de Boomer se perdían
dentro de la casa y la habitación quedó a oscuras.
Me quedé perfectamente quieta por un largo momento, escuchando.
Cuando estuve segura de que la habitación de Marcie estaba vacía. Rodee sobre
mi estómago y arrastre mi vientre hacia la ventana. El perro se había ido.
Marcie se había ido, y si solo pudiera…
Presioné mis palmas contra la ventana para forzarla a subir, pero no cedió.
Aprovechando que mis manos estaban en el panel, empujé con toda mi fuerza.
No pasó nada.
Está bien, pensé. No hay problema. Marcie debió haber bloqueado la
ventana. Todo lo que tenia que hacer era estar por aquí otras cinco horas hasta
que la fiesta acabara y luego volver con Demi y una escalera.
Escuche pasos en el camino de abajo y estire mi cuello para ver si era
algún golpe de suerte y Demi venia a rescatarme. Para mi horror, Joe iba de
espaldas a mí, caminando hacia la camioneta. Marcó un número en su celular y
lo llevó hasta su oreja. Dos segundos después, mi celular sonó en mi bolsillo.
Antes de que pudiera lanzarlo hacia los arbustos del borde de la propiedad,
Joe se detuvo.
Miró sobre su hombro, sus ojos viajando hacia arriba. Su mirada cayó
sobre mí y pensé que hubiera sido mejor que Boomer me hubiese despedazado
viva.
–Y yo que pensaba que eran lo llamados mirones –no necesitaba mirarlo
para saber que sonreía.
–Para de reírte – dije con las mejillas rojas de humillación–. Bájame.
–Salta.
–¿Qué?
–Yo te atraparé.
–¿Estás loco? Ve dentro y abre la ventana. O trae una escalera.
–No necesito una escalera. Salta. No voy a dejarte caer.
–¡Oh, seguro! ¡Como si creyera eso!
–¿Quieres mi ayuda o no?
–¿Llamas ayuda a esto?– siseé furiosamente–. ¡Esto no es ayuda!
Giró su llavero entre sus dedos, luego comenzó a alejarse.
–¡Eres un idiota! Regresa aquí.
–¿Idiota?– Repitió–.Tú eres la que espiaba en la ventana.
–Yo no estaba espiando. Yo estaba… estaba…– ¡Piensa en algo!
Los ojos de Joe viajaron hacia la ventana sobre mí y vi como la
comprensión iluminaba su rostro. Inclinó su cabeza hacia atrás y soltó una
carcajada–. Tú estabas buscando en la habitación de Marcie.
–No –rodeé mis ojos como si fuera una sugerencia absurda.
–¿Qué estabas buscando?
–Nada –tiré de la gorra de béisbol de Joe fuera de mi bolsillo y se la
arrojé–. Por cierto, aquí esta tu estúpida gorra.
–¿Fuiste por mi gorra?
–¡Una gran perdida, obviamente!
Puso la gorra en su cabeza–. ¿Vas a saltar?
Di una mirada inquieta sobre el borde del pórtico y el suelo parecía estar a
seis metros fuera de mi alcance. Evadiendo una respuesta, pregunté, –¿Por qué
llamaste?
–Te perdí de vista allí dentro. Y quería asegurarme de que estabas bien–
sonaba sincero, pero era un mentiroso sin problemas–. ¿Y la bebida?
–Ofrenda de paz. ¿Vas a saltar o qué?
Viendo que no había alternativa, me moví cuidadosamente al borde del
pórtico. Mi estómago se revolvió.
–Si me sueltas…– advertí.
Joe tenía sus brazos levantados. Apretando mis ojos cerrados, me
deslicé por la repisa. Sentí el aire a mí alrededor y luego estaba en brazos de
Joe, apretada contra él. Me quede ahí un momento, con el corazón latiendo
tanto por la adrenalina de la caída y por estar tan cerca de Joe. Lo sentía
calido y familiar. Él se sentía sólido y seguro. Quería adherirme a su camiseta,
enterrar mi cara en la curva de su cuello y nunca dejarlo ir.
Joe metió un rizo detrás de mi oreja.
–¿Quieres volver a la fiesta?–murmuró.
Sacudí mi cabeza negando.
–Te llevaré a casa –usó su barbilla para señalar la camioneta, porque
todavía tenía sus brazos a mí alrededor.
–Vine con Demi –dije–.Debería volver con ella.
–Demi no pasara a recoger comida china para llevar en el camino a casa.
Comida china para llevar. Eso implicaría que Joe entre a la granja para
comer. Mi mamá no estaba en casa, lo cual significaba que estaríamos solos…
Bajé la guardia. Probablemente estaríamos a salvo. Probablemente los
arcángeles no estarían cerca. Joe no parecía preocupada, así que yo no
debería estarlo. Y era solo una cena. Tuve un largo e insatisfactorio día en la
escuela y estaba hambrienta luego de una hora en el gimnasio. La comida con
Joe sonaba perfecta. ¿Cómo iba a herirnos una cena casual juntos? La gente
cenaba junta todo el tiempo y nunca llevaba a más.
–Solo una cena – dije más para convencerme a mi que a Joe.
Él me dio el saludo de Boy scout, pero su sonrisa no estaba ni cerca de ser
buena. Una sonrisa de chico malo. La sonrisa maliciosa y encantadora de un
chico que besó a Marcie dos noches atrás… y me estaba ofreciendo una cena
ésta noche, muy probablemente con la esperanza de que la cena nos llevaría a
algo más. Él pensaba que una sonrisa que me derretía el corazón seria todo para
borrar mi dolor. Para hacerme olvidar que besó a Marcie.
Toda mi confusión interna se dispersó mientras era sacudida hacia el
presente. Mis especulaciones murieron, fueron reemplazadas de repente por un
fuerte sentimiento de malestar que no tenía nada que ver con Joe, o la noche
del domingo. Se me puso la piel de gallina. Estudie las sombras que rodeaban el
césped.
–¿Mmm? –Joe murmuró, detectando mi preocupación, apretando sus
brazos protectoramente a mi alrededor.
Y luego lo sentí de nuevo. Un cambio en el aire. Una niebla invisible,
extrañamente calida, bajando, presionando por todos lados, zigzagueando,
como un centenar de serpientes en el aire. La sensación era tan destructiva, tuve
un tiempo difícil creyendo que Joe no podía al menos notar que algo estaba
mal incluso si no podía sentirlo directamente.
–¿Qué pasa, ángel?– su voz fue baja, interrogando.
–¿Estamos a salvo?
–¿Importa eso?
Desplacé mis ojos por la cercanía. No estaba segura porque, pero seguía
pensando, los arcángeles, están aquí.
–Quiero decir, los arcángeles –dije tan bajo que a penas pude oír mi propia
voz–. ¿No nos están mirando?
–Si.
Trate de retroceder, pero Joe se negó a soltarme.
–No me preocupa lo que vean. Estoy harto de esta farsa –se detuvo
acariciando mi cuello, y vi cierto desafío en sus ojos.
Luche duramente por salir.
–Suéltame.
–¿No me quieres?–su sonrisa era de zorro.
–Ese no es el tema. No quiero ser responsable de que te pase algo.
Suéltame.
¿Cómo podía estar tan despreocupado por esto? No podía ser visto
sosteniéndome.
Acarició mis brazos, pero mientras yo tomaba la oportunidad para
escapar, el agarró mis manos. Su voz resonó en mi mente. Puedo irme, puedo
caminar lejos, justo ahora y podemos dejar de jugar las reglas de los arcángeles. Lo dijo
tan decididamente, tan fácilmente, yo sabia que ésta no era la primera vez que
lo pensaba. Este era un plan con el que él había fantaseado muchas, muchas
veces.
Mi corazón estaba latiendo salvajemente. ¿Irse? ¿Dejar de jugar las reglas?
–¿De qué estás hablando?–
Vivo en movimiento, escondiéndome constantemente, esperando a que los
arcángeles no me encuentren.
–¿Y si lo hacen?
Iré a juicio. Seré encontrado culpable, pero nos daría un par de semanas a solas,
mientras ellos deciden.
Podía sentir que me veía afectada.
–¿Y luego?
Me enviaran al infierno. Hizo una pausa y luego agregó con convicción, no
me da miedo el infierno. Me merezco lo que viene. He mentido, hecho trampa, engañado.
He hecho daño a gente inocente. He cometido más errores de los que puedo recordar. De
una forma u otra, he estado pagando por ellos la mayor parte de mi existencia. Su boca
se curvó brevemente, una sonrisa irónica. Pero estoy seguro de que los arcángeles
tiene un par de ases bajo la manga. Su sonrisa se desvaneció y me dirigió una
mirada llena de honestidad. Estar contigo nunca se sintió mal. Es la única cosa que
hice bien. Tú eres lo único que hice bien. No me importan los arcángeles. Dime lo que
quieres que haga. Di las palabras. Haré lo que quieras. Nos podemos ir ahora.
Me tomé un momento para digerir sus palabras. Miré hacia la camioneta.
La pared de hielo que había entre nosotros se cayó. La pared estaba ahí solo por
los arcángeles. Sin ellos, todo por lo que Joe y yo habíamos estado peleando
no significaba nada. Ellos eran el problema. Quería dejarlos, y todo lo demás,
atrás y seguir adelante con Joe. Quería ser osada, pensar solo en el aquí, el
ahora. Podíamos olvidarnos de las consecuencias. Reírnos de las reglas, los
limites, y mas todavía, del mañana. Que fuésemos solo Joe y yo, que nada
mas importara.
Nada a parte de la promesa de lo que pasaría cuando se nos acabaran las
semanas.
Tenía dos opciones, pero la respuesta estaba clara. La única forma en que
podía tener a Joe era dejándolo ir. No tener nada que ver con él.
No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que Joe paso sus
dedos bajo mis ojos.
–Tranquila –murmuró–. Todo estará bien. Te quiero. No puedo seguir
haciendo lo que hago ahora, viviendo a medias.
–Pero ellos te enviaran al infierno –tartamudeé, sin poder controlar el
temblor de mi labio inferior.
–He tenido harto tiempo para hacerme la idea de eso.
Estaba determinada a no mostrar a Joe lo duro que era esto para mí,
pero me atraganté con las lágrimas corriendo por mi garganta. Mis ojos estaban
húmedos e hinchados y mi pecho dolía. Todo esto fue mi culpa. Si no hubiese
sido por mi, él no sería un ángel guardián. Si no hubiese sido por mí, los arcángeles no se hubiesen decido a destruirlo. Yo era la responsable de llevarlo
hasta este punto.
–Necesito un favor –dije finalmente tan bajo que sonó mas como un
extraño que yo misma–. Dile a Demi que me fui caminando a casa. Necesito estar
sola.
–¿Ángel? –Joe alcanzó mi mano, pero yo me liberé. Sentí mis pies
caminar lejos, un paso por delante del otro. Cada vez más lejos de Joe, como
si mi mente se hubiese entumecido y volcado todas las acciones de mi cuerpo.
chicas gracias x os comentarios
nos leeremos en el proximo capitulo :)
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
AAAAAAAIIII!!!
ESA DEMI Y SUS OCUURRRENNNCIIAAAASSS!!!!..
POR POCO LAS DESCUBRE MARCIE!!!!!..
PERO POR QUE SUFREN TANTOOO JOE Y _____????
AAII QUE ES LO QUE QUIEREN LOS ARCANGELEESS???
SON ELLLOSSS O EL VERDADEROOOO PAPAAA DE __???
PORFIISS PON OTROO
ESA DEMI Y SUS OCUURRRENNNCIIAAAASSS!!!!..
POR POCO LAS DESCUBRE MARCIE!!!!!..
PERO POR QUE SUFREN TANTOOO JOE Y _____????
AAII QUE ES LO QUE QUIEREN LOS ARCANGELEESS???
SON ELLLOSSS O EL VERDADEROOOO PAPAAA DE __???
PORFIISS PON OTROO
chelis
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
omj joe en el infierno?? nooooooo nooo noooo
caundo poens maratoN'
caundo poens maratoN'
andreita
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
andreita escribió:omj joe en el infierno?? nooooooo nooo noooo
caundo poens maratoN'
x ahora el maraton esta de descanso xq si sigo poniendo maraton terminara mas rapido la 2 temporada :) pero un dia de esto subo maratón va :)
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
OOOOOOOOHHHHHHH!!!!
OTROOO
OTROOO
chelis
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
chelis escribió:OOOOOOOOHHHHHHH!!!!
OTROOO
Chelis despues coloco otro sip te lo prometo
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
ElitzJb escribió:andreita escribió:omj joe en el infierno?? nooooooo nooo noooo
caundo poens maratoN'
x ahora el maraton esta de descanso xq si sigo poniendo maraton terminara mas rapido la 2 temporada :) pero un dia de esto subo maratón va :)
jajaja bueno
andreita
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
No puedo creer todo lo que ha pasado
Marcie debería morir,la odio
siguelaa
Marcie debería morir,la odio
siguelaa
JB&1D2
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
OOOOOOOOOOOOKIISSSSS
chelis
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
hay nooo!!!! llore!!!
bueno aunque odio lo que paso
perdono a la rayis...
lo hace por que ama a Joe
y no quiere que vaya al infierno
es como un acto de amor
aww Joe lo que le dijo :3
morii!! que lindura!!
aww tienes que seguirla pronto plis!!
bueno aunque odio lo que paso
perdono a la rayis...
lo hace por que ama a Joe
y no quiere que vaya al infierno
es como un acto de amor
aww Joe lo que le dijo :3
morii!! que lindura!!
aww tienes que seguirla pronto plis!!
DanieladeJonas
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
o_O ...
CONTINUA POR FAVOR!!
CONTINUA POR FAVOR!!
Augustinesg
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