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A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Nombre: Dangerous Love .
Autor: Srita Aly.
Adaptación: No, todo producto de mi imaginación.
Género: Romance, Mucha acción, Drama.
Advertencias: Puede contener contenido para mayores, pero no mucho. Vocabulario un poquitín grotesco, pero nada que no hayan escuchado ya *___*. Hay personajes de Harry Potter pero no en el mundo de la magia, si no en el mundo real. Como si los sacásemos de la historia y lo trasladásemos a esta.
Otras Páginas: No.
Autor: Srita Aly.
Adaptación: No, todo producto de mi imaginación.
Género: Romance, Mucha acción, Drama.
Advertencias: Puede contener contenido para mayores, pero no mucho. Vocabulario un poquitín grotesco, pero nada que no hayan escuchado ya *___*. Hay personajes de Harry Potter pero no en el mundo de la magia, si no en el mundo real. Como si los sacásemos de la historia y lo trasladásemos a esta.
Otras Páginas: No.
{#}Una muerte, una conspiración. Una mujer que necesita ser protegida y un policia que debe protegerla aunque ella no quiera. Draco y ______, ambos con un pasado nada convencional, ¿ambos con un futuro en común?
Prólogo Oficial.
Si hubiera sabido que su madre pensaba humillarla de nuevo como siempre lo había hecho, jamás habría tomado aquel avión para pasar el fin de semana de las costas de Cataluña, en España, donde el prometido de su hermana había alquilado una casa sólo para resultar más ostentoso a ojos de sus, según él, futuros suegros.
¿Cómo había podido ser tan estúpida para pensar que podía pasar un fin de semana tranquila con su madre y su hermana? Apagó el motor del coche y abrió la puerta para salir a la calle aún mojada por la tormenta, cerrándola con más fuerza de la que hubiera sido necesaria. Bordeó el coche y abrió el maletero para sacar la pequeña maleta de piel negra que había llevado al viaje y el maletín negro donde llevaba su ordenador portátil. Cerró el maletero con más fuerza que la puerta y tanteó en su bolso de mano en busca de las llaves. ¿En qué momento se le había ocurrido pensar que podría ser un buen fin de semana?
Frunció el ceño. Se habían pasado todo el fin de semana criticándola… si se ponía pantalones, no era demasiado femenina pero si se ponía un vestido, estaba intentando atraer la atención de algún hombre que, según su madre, era lo más lógico dado que estaba a punto de cumplir veinticinco años y su relación más larga había sido una de cinco meses. Luego estaba el peinado. Cabello rizado y largo, pero su hermana había insistido en que para su boda debería llevarlo liso como todas las damas de honor para no destacar entre nadie, algo a lo que ella se había negado por supuesto. Podían vestirla como una barbie de azúcar de color rosa, podían ponerle zapatos de tacón alto que le destrozaría los pies a la media hora de llevarlos puestos e incluso podían buscarle una cita con el padrino de Marcus, pero no iban a cambiarle el pelo para una estúpida boda aunque fuera la de su hermana.
Subió los tres escalones del edificio en el que vivía encontrando las llaves y maldiciendo cuando la luz de la farola que alumbraba directamente la puerta se fundió… otra vez por décima vez en las últimas dos semanas… ¿por qué en lugar de cambiar la bombilla no cambiaban la farola? Sus impuestos tenían que servir para algo como eso ¿no?
¿En qué estaba pensando? En su familia, sí… bueno, si es que a eso se le podía llamar familia… definitivamente lo había sido mientras su padre estaba vivo… pero… luego las cosas se habían complicado y estaba segura de que, pese a que su madre dijera que no le importaba, el momento en que ella, su hija mayor le había dicho que en lugar de ser dentista, prefería ser pediatra, había sido el momento en que Martha ______ había decidido que Rebecca iba a ser su hija predilecta, después de todo, ella sí quería ser dentista.
Ella había pasado a un segundo plano. Abrió la puerta del portal y entró dentro agradecida de poder refugiarse del frío invierno de Londres a aquellas horas de la madrugada. Atravesó el vestíbulo y apretó el botón del ascensor que parpadeó ligeramente en rojo antes de apagarse. ______ maldijo por lo bajo mientras apoyaba la frente contra el frío metal de la puerta del elevador.
-Genial… simplemente genial…
Suspiró y volvió a cruzar el pasillo hasta las escaleras, tendría que subir hasta el quinto piso andando; miró las escaleras y resoplando, se sentó en los primeros escalones, se quitó los zapatos que recogió con una mano, aferró su maleta con la otra y se aseguró que el maletín con el ordenador estuviera bien colgado de su hombro, junto a su bolso.
Seguro que a su madre le hubiera encantado estar allí para reírse de ella, por supuesto de forma disimulada, pero reírse, después de todo.
Para su madre ella nunca hacía las cosas bien. Si pasaba mucho tiempo en casa era una aburrida que nunca encontraría un hombre, si salía demasiado era una descarada que cualquier día iba a despertar en la cama de algún hombre indeseable; si sonreía mucho le preguntaba si no pensaba en todos los problemas que tenía y si sonreía poco le decía que alegrara la cara si quería que alguien se fijara en ella.
La había criticado cuando dejó su prestigioso empleo en uno de los hospitales más importantes de Londres para dedicarse a la pediatría en un hospital del barrio de clase media, St Mary's, donde el personal era escaso y hacían todo lo que podían para salvar la vida a los que llegaban con, principalmente, heridas de bala o de arma blanca; un lugar donde no había habido pediatra hasta que ella había llegado. No le había importado. Ella adoraba su trabajo; se sentía bien poder ayudar a la gente, adoraba ver los rostros de los niños sin lágrimas cuando ella les curaba o cuando les aseguraba que todo estaría bien. Pero por supuesto su madre no lo había entendido.
Sonrió de forma sarcástica mientras continuaba subiendo las escaleras; ella podría haber sido la médico particular del mismo presidente de Estados Unidos y seguro que su madre le habría encontrado pegas igualmente.
¿El motivo? No estaba casada. No tenía novio a la vista y definitivamente, no entraba en sus planes involucrarse en la vida de nadie y mucho menos dejar que nadie se involucrara en la suya. El concepto de su madre para una mujer era fácil: podía trabajar, por supuesto, después de todo, Martha era dentista y era una mujer trabajadora, pero junto al trabajo tenía que tener una vida estable y para Martha ______, una vida estable era sinónimo de casarse, tener una casa y tres niños a los que criar y cuidar.
______ ladeó la cabeza pensativa.
No le importaba tener tres niños a los que cuidar y criar, pero lo que menos le hacía falta en aquellos momentos a su vida era un hombre al que cuidar también. Su vida ya era demasiado complicada para añadir algo más. Ni siquiera sabía como había tenido tiempo de viajar hasta España con todo el trabajo que tenía encima… Suspiró cuando llegó al rellano del quinto piso.
Lo que le apetecía en aquellos momentos era darse una buena ducha relajante… mientras atravesaba los últimos metros, decidió que más que una ducha, sería un baño; un buen baño de espuma… Era tarde, esperaba que a Amanda no le importara, por poco ruido que quisiera hacer, siempre haría alguno.
Se detuvo frente a la puerta e introdujo la llave en la cerradura; frunció el ceño al notar que la cerradura cedía con demasiada facilidad.
Conocía a Amanda perfectamente. Habían estudiado juntas en la Universidad, ella para médico, Amanda para enfermera; y había sido una suerte que a ambas les hubiera tocado hacer las prácticas juntas porque con lo bien que se conocían formaban un equipo perfecto en los pasillos del hospital; antes de que ______ pidiera algo, Amanda ya había ido a buscarlo y cuando Amanda buscaba un médico urgente para algo, ______ siempre estaba allí.
Un trueno se escuchó retumbar en las paredes y ______ se estremeció. Miró enfadada hacia la ventana del descansillo del piso frunciendo el ceño, echándole la culpa de que se hubiera asustado a la maldita tormenta que parecía que aún no quería disiparse. Resopló y miró de nuevo la cerradura.
Conocía a Amanda lo suficiente para saber que siempre cerraba la puerta con llave y si podía poner el cerrojo y la cadena también lo hacía; le daba miedo quedarse sola en casa por eso lo hacía; incluso más de una vez, ______ había tenido que aporrear literalmente la puerta para que la pelirroja le abriese ya que había cerrado con tantas barreras que era imposible entrar sin que los bomberos tiraran la puerta abajo con sus hachas.
Era extraño que la puerta estuviera abierta. Entró llamándola.
-¿Amanda?
Un leve ruido al final del pasillo la hizo entrecerrar los ojos.
Dejó los zapatos y la pequeña maleta a un lado de la puerta, asegurándose de dejar el maletín con el ordenador portátil debajo de la mesita auxiliar, donde siempre lo dejaba meticulosamente; había aprendido hacia mucho que cada cosa tiene su lugar y que hay un lugar para cada cosa… si quieres encontrarlas cuando las buscas, por supuesto.
-¿Amanda? –volvió a tantear-. Amanda, soy yo cariño –la llamó de forma cariñosa-, ¿estás bien? Has dejado la puerta abierta.
Se detuvo en el dintel de la puerta que comunicaba el pasillo con el salón.
-¿Amanda? –volvió a preguntar extrañada.
Un ruido seco, una maldición y unos gemidos lastimeros, semejantes a los de un animal agonizante. Lo había escuchado muchas veces en el hospital para no saber reconocerlo.
______ caminó descalza por el pasillo; la puerta de la habitación de su compañera y amiga estaba entornada ligeramente; se acercó con el ceño fruncido, un ruido y un sollozo ahogado.
-Amanda, ¿estás bien? –preguntó de nuevo.
El ruido cesó; un lamento seco y cortante, cortado de forma rápida y definitiva.
______ suspiró y abrió la puerta despacio, como si temiera lo que pudiera encontrar allí dentro. Dio un grito. Sus ojos se abrieron. No estaba preparada para ver aquello.
La cama estaba deshecha, la mesita había sido corrida y la lámpara tirada; la ropa a medio meter en una maleta estaba aún a los pies del armario abierto de par en par mostrando sus tripas llenas de cajones y cajoncitos.
El escritorio de la enfermera, normalmente cuidado y ordenado estaba oculto bajo un montón de papeles y documentos, carpetas volcadas y estuches de CD's volcados, algunos de ellos rotos, como roto estaba el portátil que Amanda utilizaba para su trabajo.
Las cortinas habían sido arrancadas de su lugar y estaban teñidas de color rojo, el color de la sangre, igual que la moqueta amarilla pálido que Amanda había insistido en comprar cuando se habían ido a vivir juntas, allí donde una mano aún estaba abierta en un gesto silencioso de súplica.
Siguió la mano abierta y el brazo pálido apareció pronto. Había visto cadáveres en su vida de médico, algunos incluso habían muerto delante de ella… pero jamás se había tenido que enfrentar al hecho de ver el cadáver de alguien conocido, de alguien querido… Sintió que las lágrimas se precipitaban a sus ojos cuando descubrió la cabellera rojiza de su amiga, siempre pulcramente peinada, desordenada y desparramada por la moqueta, tintada del rojo de la moqueta allí donde el cabello rozaba el suelo.
Los ojos de Amanda, ya inerte, la miraban desde el suelo con el rostro lleno de sangre; ahogó un grito llevándose las manos a la boca mientras las palabras quedaban congeladas en su garganta y sentía ganas de vomitar ante aquella escena.
-Mátala también –escuchó.
Se giró hacia la derecha; un hombre de aspecto robusto trajeado que estaba limpiando la hoja de un puñal en un pañuelo blanco de lo que parecía ser delicada seda la miró. Ojos pequeños, boca grotesca y nariz sonrojada y con forma de patata; rapado al cero y con cejas espesas y barba de dos días que le daba un aspecto amenazante si es que un tipo de metro noventa y complexión robusta con más de noventa kilos podía necesitar un aire más amenazante que su propia presencia.
Un hombre más pequeño, el que había hablado, estaba a su lado, no le vio bien el rostro, la lámpara de la mesita de Amanda estaba volcada en el suelo como si la pelirroja hubiera intentado arrojarla lejos defendiéndose, seguramente, y la luz de la bombilla proyectaba una sombra sobre ese hombre.
______ no lo pensó; salió de la habitación corriendo todo lo que podía, atravesó el pasillo consciente de que aquel hombre la seguía con grandes zancadas, se encerró en el baño y trabó la puerta con el taburete y el seguro. Miró la puerta que en aquellos momentos le parecía increíblemente delgada y se insultó mentalmente por haberse encerrado a sí misma.
Un golpe se escuchó en el otro lado de la puerta al tiempo que un trueno estremecía el cristal de la pequeña ventana. ______ se sintió perdida. ¿Quiénes eran esos hombres?, ¿Por qué habían matado a Amanda?, ¿Qué querían? Un nuevo golpe y esta vez un disparo. Gritó de frustración y el cristal de la ventana tembló.
La ventana, era la única salida de la prisión a la que ella misma se había confinado. Abrió la ventana y se subió al inodoro ignorando deliberadamente otro disparo hecho, seguramente para atemorizarla.
Pero ______ no iba a dejarse matar tan fácilmente. Se había criado escuchando a su padre hablar de que debía luchar siempre, fueran cuales fueran las circunstancias, siempre había una posibilidad por pequeña que fuera de seguir adelante; si la vida te tira al suelo, vuelve a levantarte y enfréntate a ella tantas veces como el viento te empuje de nuevo.
La ventana era pequeña, pero cabía perfectamente, quizá tuviera problemas con sus caderas… siempre había sido ancha de caderas, otra cosa más por la que su madre la había humillado en infinitud de veces. Rodó los ojos. ¿En qué estaba pensando?
Por suerte sus caderas pasaron sin ningún problema más que un ligero raspón en el muslo derecho al rozar con las bisagras de la ventana. Se agazapó en la pequeña repisa tirando la maceta que había allí y su vista siguió irremediablemente la caída del tiesto hasta el suelo, cuatro pisos de altura. Se obligó a mirar hacia delante y suspiró aliviada; la escalera de incendio estaba a medio metro de la ventana. Ladeó la cabeza sopesando las posibilidades de llegar hasta allí. Nunca había sido buena en clases de educación física, por supuesto luego había cambiado, desde que había empezado a los doce años a entrenarse por las mañanas con su padre, pero… no estaba segura de poder llegar hasta allí.
No tuvo tiempo para pensar más. Un sonoro ¡crack! hizo que girara la cabeza para ver como aquel gigante entraba en el pequeño cuarto de baño con el puñal amenazadoramente dirigido a ella. No pensó. Su padre siempre le decía que a veces es mejor actuar y vivir que morir pensando. Saltó.
Escuchó una maldición cuando su cuerpo se estrelló contra la vieja escalera de incendio que daba a la parte trasera del piso, un callejón oscuro y mojado pero que en aquellos momentos a ______ le parecía un paraíso alejado del terror que estaba sufriendo en su propia casa.
Un disparo. Un silbido pasó cerca de su oído derecho. ¡Le estaban disparando! Se balanceó inclinándose hacía la derecha, haciendo que con su peso la escalera girara y luego, con las manos entumecidas por el frío y por el metal, apoyó sus pies desnudos en uno de los escalones sintiendo como se cortaba en la planta del pie izquierdo, seguramente con algún trozo de hierro, e hizo fuerza hacia abajo, cerrando los ojos al notar como la escalera descendía rápidamente varios metros hasta apoyarse en una plataforma de metal negro.
Suspiró. Estaba más cerca del suelo que de su casa. Quizá podría salir de allí. Otro disparo que le rozó el hombro. Maldijo en voz baja a la gente que vivía allí por no querer saber nada de nadie cuando escuchaban disparos, maldiciones y gritos porque estaba segura de que Amanda había gritado y también de que nadie había avisado a la policía.
Miró la herida del hombro. No parecía serio, un rasguño, la bala sólo la había rozado y por suerte no le había tocado ningún músculo ni tendón; rasgó parte de la falda que llevaba y presionó la tela contra su hombro, tomando un extremo con los dientes y envolviéndose la herida con la otra mano para anudarlo con la ayuda de la boca, haciendo una mueca al apretar ligeramente.
La escalera a la que aún seguía aferrada se tambaleó. Miró hacia arriba. El gigante también había saltado. ______ rodeó la plataforma y bajó las otras dos escaleras con toda la rapidez que pudo; cuando faltaban dos metros decidió, después de que otra bala la rozada, que era mejor saltar de golpe que dar otra vuelta a la escalera. Lo hizo. Saltó de la plataforma hasta el frío suelo y cayó acuclillada, levantándose con rapidez y corriendo por el callejón con la esperanza de llegar a la calle principal, ignorando el corte del pie y la herida del hombro, intentando borrar de su cabeza el rostro de Amanda y sus grandes ojos mirándola como si de algún modo, le estuviera pidiendo perdón por todo aquello.
Un disparo; pasos corriendo. Dos balas más silbando en el viento. ______ ni siquiera quería mirar atrás.
-¡Alto, deténgase!
¡Y un cuerno! Corrió más deprisa.
Los pasos detrás de ella se aceleraron. Una mano se cernió alrededor de su muñeca y un tirón hizo que trastabillara hacia atrás y de echo, se hubiera caído si no hubiera sido porque había topado con un pecho amplio y firme que la había detenido. Aún así, ella se revolvió, pese a que era consciente de que esa mano la tenía bien sujeta.
-¡Estése quieta! –bramó una voz masculina.
Si se suponía que aquello debía tranquilizarla, tuvo más bien el efecto contrario. ______ se revolvió aún más y soltando una grosería que quedó oculta entre los dientes, el hombre dio un par de pasos arrastrándola hasta que logró dejarla contra la pared, inmovilizada con su propio cuerpo e impidiendo que gritara colocando una mano sobre su boca. Ella abrió la boca y le mordió la mano con saña.
-¡Maldita sea! –gritó él entonces -¡Soy policía, estése quieta, por todos los diablos!
______ le vio sacar una cartera desde el bolsillo trasero del pantalón y la puso frente sus ojos para que la pudiera ver bien. Una placa que lo identificaba como agente del FBI brilló en la oscuridad del callejón bajo la opaca luz de una farola oxidada.
______ dejó de moverse, consciente de que aquel no era el tipo que le había disparado y que había intentado matarla segundos antes. ______ dejó de patalear. Incluso creyó que podría dejar de respirar en aquel mismo momento. No por la placa, no por lo que acababa de ver en su piso… y es que la misma luz opaca que había rebelado la placa brillante, había dejado ver algo más; los ojos grises más increíbles que ella jamás hubiera visto en nadie.
Luego, no recordó nada más que oscuridad.
Última edición por Srita Aly. el Dom 03 Jun 2012, 3:41 pm, editado 6 veces
Call me Aly.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
primera lectora!!!!
me llamo alejandra y soy de mexico!!
o por dios!!!
eso estubo impactante!!
escribes superduperipermega feliz!!!
siguela plis!!
bss :D
me llamo alejandra y soy de mexico!!
o por dios!!!
eso estubo impactante!!
escribes superduperipermega feliz!!!
siguela plis!!
bss :D
alejandrabh
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
OKEEEEEEEEY. Esta es la mejor novela que estoy leyendo, redactas muy bien; mas que bien. Me encanta. Siguela (:
#CrucioBitch
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
alejandra_b escribió:primera lectora!!!!
me llamo alejandra y soy de mexico!!
o por dios!!!
eso estubo impactante!!
escribes superduperipermega feliz!!!
siguela plis!!
bss :D
Oh! Primera lectora! Que emoción, espero que te guste el siguiente capítulo, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, bueno todos xD
Y Muchas Gracias por comentar, me alegras la vida :bounce:
Call me Aly.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
#CanWeasley^ escribió:OKEEEEEEEEY. Esta es la mejor novela que estoy leyendo, redactas muy bien; mas que bien. Me encanta. Siguela (:
Tu no eres la escritora de La Traidora Weasley? God, me encanta esa nove!
Bueno me alegra mucho que te guste, la seguiré, y ya en los siguientes capitulos se pondra más interesante!
Call me Aly.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Capítulo 1. A puertas cerradas
Hacía un día espléndido, el hombro le molestaba pero podía moverlo, con cierta dificultad desde luego, pero sólo era una leve molestia. Podría estar en el parque paseando o de compras, necesitaba comprar una nueva chaqueta… la que tenía no le cerraba del todo a la altura del pecho y no estaba dispuesta a pescar una pulmonía porque su pecho hubiera decidido, contra todo pronóstico, crecer un poco más a aquella edad.
Podría estar en la librería, revisando la última remesa de libros o en la herboristería eligiendo un té al azar para tomarlo junto a la ventana en una lluviosa tarde tonta en la que no tienes nada que hacer porque por una vez parece que las cosas se han tranquilizado en el barrio y apenas hay trabajo en el hospital.
Podría estar en cien sitios diferentes… y ¿dónde estaba? En la comisaría de policía. Sentada en una silla, limpia, sí, pero también vieja que le estaba dejando un buen dolor en su trasero por ser dura e incómoda, y eso por no pensar en la cantidad de delincuentes que podrían haber pasado por allí sentándose en aquella misma silla. Dio un respingo y se levantó. Prefería estar de pie.
Resopló por debajo de la nariz y miró hacia el pequeño despacho en el que el agente Draco se había encerrado con otro hombre que parecía ser su superior… aunque por los aspavientos que estaba haciendo el agente rubio podría decir casi segura que no le tenía demasiado respeto en aquellos momentos. Cuando el moreno que estaba sentado dándole la espalda a ella negó con la cabeza, Malfoy golpeó la mesa que separaba a ambos con tanta fuerza que las hojas apiladas se tambalearon y un lapicero que contaba sólo con tres bolígrafos cayó al suelo. Ninguno de los dos se molestó en recogerlos, ninguno de los dos apartó la mirada del otro. Hermione decidió que cuanto más alejada estuviera de ese despacho mejor.
Miró a su alrededor buscando algo con lo que entretenerse. Era una oficina de policía normal. Un mostrador para recibir a la gente en la entrada donde una estricta mujer de aspecto severo y de edad algo avanzada, vestida con uniforme negro y rojo y el cabello sujeto en un firme moño sobre su cabeza atendía con un rictus de seriedad en su rostro a todo el que le preguntaba algo. Junto al mostrador, una pared de medio metro con una puerta de esas que los restaurantes utilizan en las cocinas para facilitar la entrada y la salida de los camareros, ya que basta darles un ligero empujón para que se abran hacia donde uno desea; por esa puertecita había entrado ella siguiendo a Malfoy, quien había dejado su bolsa en el mostrador pidiéndole a la mujer que la guardara unos momentos.
El suelo era negro, de baldosas negras, parecidas a las que ella tenía en el suelo de la cocina; y las paredes blancas, estaban forradas de corcho donde habían colgadas con chinchetas diferentes secciones… gente desaparecida, criminales más buscados y órdenes de alejamiento eran algunos de los rótulos grandes que podían leerse.
Un agente pasó por su lado conduciendo a una mujer que llevaba las manos esposadas a la espalda; ______ se apartó rápidamente para dejarles pasar y el policía pelirrojo se lo agradeció con una sonrisa dulce. Ella correspondió el gesto.
Cuando atravesó la puertecita de medio metro, Malfoy la condujo por el pasillo de la izquierda, hacia la sala donde estaba ahora, llena de mesas, sillas, ordenadores, máquinas de escribir, agentes sentados, otros de pie, cafeteras, papeleras que parecían no haber sido vaciadas nunca, ruido de archivadores abriéndose y cerrando, gritos, teléfonos sonando varios sonidos más que _______ decidió no querer investigar para conservar la cordura que, su madre insistía, en que era poca. Al fondo de esa sala, habían varios despachos y a la derecha de estos, unas escaleras que subían y otras que bajaban, seguramente, a las celdas provisionales. _______ se encontró a sí misma preguntándose si quería saber cómo sería pasar una noche allí.
Estiró el cuello para ver el pasillo de la derecha e hizo un mohín de disgusto cuando vio una puerta cerrada. Bufó. Tendría que encontrar otra cosa que hacer.
Se acercó hasta el tablón de "niños desaparecidos" y se le encogió el corazón. Habían fotografías de niños de tan solo tres años… ¿quién podría querer hacerle daño a un niño tan pequeño? Clavó sus ojos en el cártel de al lado y fulminó con su mirada un retrato robot bajo el rótulo de "criminales peligrosos", contestándose a sí misma que seguramente uno de ellos podría querer hacerlo.
Bufó. Aún no entendía cómo estaba allí… Había planeado irse del hospital aquella misma mañana, pero cuando estaba haciendo la maleta, el rubio insoportable de Malfoy había aparecido con su mirada fría, sus pantalones tejanos y su camiseta negra de media manga, dejando entrever la sobaquera con la pistola bajo la chaqueta tejana que llevaba puesta y con una sonrisa arrogante le había pedido, más bien ordenado, que tenía que acompañarle a la comisaría y aunque ella le había recordado que el día anterior le había dejado muy claro que no iba a ir a ningún sitio salvo a su casa, él había tomado la bolsa, la había cerrado y la había guiado, tomándola de la cintura, de forma firme pero suave, hacia el deportivo rojo aparcado en la puerta del hospital.
Resopló. Aquel rubio cada vez le caía peor.
FlashBack
Tenía la garganta seca, agua, quería agua. Notaba su hombro tirante y le dolía la pierna izquierda; aire fresco se colaba por algún rincón del lugar donde estaba y la cama era bastante incómoda, nada que ver con el suave colchón que tenía en casa.
En casa… ¡su casa!,¡Amanda! Abrió los ojos de golpe. Mala idea. La luz blanca de la habitación la cegó haciendo que maldijeran en voz alta y se removiera incómoda en aquel lugar.
-Tranquila _______, te harás daño –una voz conocida llegó hasta sus oídos.
-¿Neville? –preguntó sin estar demasiado segura de lo que había pasado para que estuviera en lo que parecía ser una cama de hospital con Neville a su lado.
-¿Te molesta la luz? –ella asintió-. Espera, bajaré la graduación… -_______ escuchó como los pasos del médico se alejaban de la cama para seguramente dirigirse al interruptor de la luz-. Ya está… puedes abrirlos… despacio… llevas varias horas inconsciente.
_______ obedeció y pese a que Neville había apagado la luz de la habitación dejando únicamente la luz de la mesita, la mujer parpadeó un par de veces para acostumbrarse. Claro que no pudo acostumbrarse demasiado antes de que Neville la enfocara con una pequeña linterna a los ojos asegurándose de que sus pupilas estaban perfectas.
-Estoy bien –insistió ella pero dejando que Neville la revisara pacientemente.
-Has estado cinco horas inconsciente, tienes un feo morado en el muslo, una herida en el pie y un rasguño de bala en el hombro y estás bien ¿verdad? –preguntó el hombre con sarcasmo-. Deja de quejarte y espera que haga mi trabajo.
-Yo puedo hacerlo, soy médico, ¿recuerdas?
-Ahora no. No llevas la bata con la plaquita y tu nombre –bromeó él anotando algo en un cuaderno antes de tomar la muñeca de la mujer y tomar el pulso-. ¿Se puede saber qué te ha pasado?
-Amanda… ella está... –se detuvo en su explicación y miró al médico.
A sus treinta años Neville había dejado de ser aquel niño obeso y tímido que había conocido hacia tanto tiempo como su vecino; ahora tenía una carrera, era el mejor neurólogo de Londres y estaba casado con Luna, la dueña de una revista local, algo extravagante, pero una bellísima persona a la que ella tenía la suerte de conocer bastante bien.
-¿Cómo llegué aquí? –preguntó-. ¿Y por qué estás tú aquí?
-Bueno, cuando alguien se da un golpe en la cabeza como con el que tú llegaste, suelen avisar a un neurólogo ¿uhm? –dijo anotando algo más-. Tu pulso está bien y las pupilas también… ¿te encuentras bien?
-Estoy perfectamente, así que dame el alta, tengo que ir a la policía para…
Ojos fríos. Ojos grises mirándola fijamente. Olor a manzana y menta. Se estremeció.
-¿Quién me ha traído, Neville?
-El agente Malfoy –contestó el hombre mirándola-. ______, ¿en qué lío te has metido? –le preguntó-. ¿Qué es eso de disparos y Amanda… qué… -suspiró-… Menos mal que tú estás bien.
______ asintió.
-¿Qué puedo decirte? Mi padre me enseñó como sobrevivir –sonrió con amargura cuando él le apretó la mano suavemente en un intento de consolarla-. ¿Puedo irme a casa?
-Por mí sí, pero el agente que te trajo quiere hacerte unas preguntas.
-¿Está aquí? –preguntó ella sorprendida. Neville asintió-. Está bien, dile que pase, pero luego podré irme a casa, ¿verdad? Tengo mucho trabajo que hacer.
Neville la miró. No le parecía demasiada buena idea dejarla ir a casa tal y como estaba actuando. Trabajo. Cuando _____ _____ decía "tengo mucho trabajo que hacer" sólo podía significar dos cosas: la primera era que había discutido con su familia… otra vez… y la segunda que quería mantener su mente ocupada para no pensar en algo en lo que no quería pensar. Siempre era así. ______ siempre se refugiaba en el trabajo para huir de sus problemas… había gente a la que le daba por practicar deportes de riesgo, otros escribían en diarios, otros como él, disfrutaba relajándose en su pequeño invernadero cuidando de sus plantas y sus flores, alejándose de la realidad… pero cuando _______ quería huir, se refugiaba en el trabajo. Siempre lo había hecho, incluso estando en el instituto… Él la conocía bien, había sido amigo de ella desde siempre y cuando Anthony _______, el padre de _______, murió apenas ella se graduó de la primaria, contando con solo doce años, ella se había volcado de lleno en los libros.
Ahora, cuando llegaba el aniversario de la muerte de Anthony, la chica podía pasar una semana prácticamente viviendo en el hospital, apenas durmiendo hasta el punto de que él tenía que acompañarla hasta su casa para asegurarse que se tomaba una ducha, dormía al menos siete horas seguidas y comía algo más saudable que la horrible comida de la cafetería del hospital que había estado comiendo hasta el momento.
-Le diré que pase y hablaremos de tu baja después –le informó con algo de miedo sabiendo que ante aquella palabra ella iba a explotar.
-¡No pienso coger la baja! –le gritó ella.
Ahí estaba. Volcán _______. Así era como la llamaban los chicos que llegaban a aquel hospital para hacer prácticas y que habían tenido la desgracia de encontrarse en alguna ocasión a ______ enfadada… aunque ese apodo también había circulado entre los compañeros de la doctora y también entre los superiores…
-La cogerás –le replicó Neville abriendo la puerta-. Agente Malfoy, puede entrar, está consciente y…
-¡Me has oído Longbotton, no pienso dejar de trabajar!
Neville sonrió con cierto nerviosismo al policía y negó con la cabeza.
-… y perfectamente en sus capacidades –terminó la oración. Giró la cabeza por encima de su hombre y le contestó a _______-. O tomas la baja por una semana como mínimo o no te dejaré volver en tres meses, piénsatelo, ¿de acuerdo? –miró de nuevo al policía dejando la puerta abierta y se marchó silbando una canción que había escuchado alguna vez y que hablaba de un mundo donde la magia existía.
______ bufó y aún sabiendo que Neville ya no le escuchaba volvió a rebatirle.
-¡Eso no es ninguna elección, Neville!
Ella no era precisamente una mujer que se dejara sorprender con facilidad, pero al ver la imponente figura que entraba en aquellos momentos en la habitación, tuvo que ahogar un gemido impresionado. Recordaba que el hombre que la había sujetado en el callejón debía ser alto y musculoso, su muñeca resentida aún era una muestra de ello, pero no imaginaba que fuera tan… atractivo… Esa era la palabra.
_______ creía que había tres tipos de hombres. Los guapos, los normales y los atractivos. Los primeros estaban claros; eran los típicos rubios de ojos azules o los morenos de ojos verdes o los morenos de ojos negros que tenían siempre una sonrisa para atacar a cualquier cosa que se moviera y tuviera falda y tacones; en su interior, _______ sabía que ellos siempre habían sido así; solían ser los chicos de las que todas estaban enamoradas desde primaria y eran en el instituto los casanovas que salían con todas las que podían y seguramente terminaban en el asiento trasero de un coche la noche de graduación con la jefa de las animadoras teniendo una buena sesión de sexo.
Después estaban los normales. Eran los amigos. Los amigos de toda la vida; esos en los que podías confiar, esos que te abrazaban cuando tenías un problema y con los que tú te sentías segura porque sabías que no iban a meterte mano a la que tuvieran la oportunidad; los hermanos que nunca se tenían pero que siempre se deseaban tener. No eran guapos pero no estaban mal. Eran ellos, simplemente; algunos altos, otros bajos, otros de complexión delgada y otros de complexión robusta, pero no importaba porque siempre que tuvieras un problema, sabías que podías contar con ellos. Según ______, éstos eran los que más triunfaban en la vida y de los que más habían. De hecho, casi todos los hombres que ella conocía eran de esta clase.
Y luego estaban los extinguidos. Los hombres atractivos. Esos hombres que no llegando a ser guapos del todo, tienen algo que te atrapan y que te hacen girar la cara para mirarlos una vez han pasado por tu lado. Esos que pueden ser un ángel y un demonio al mismo tiempo, que pueden expiar tus pecados y llevarte hasta el límite de la locura con una simple sonrisa. Eran los que menos existían y según la mujer castaña, los más necesarios pues siendo guapos sin llegar al extremo de cansados, podían llegar a ser el caballero de brillante armadura que todas las mujeres deseaban tener algún día a su lado.
Definitivamente, aquel adonis era atractivo. Metro ochenta, complexión atlética, de anchos hombros y cintura marcada por los abdominales; caderas estrellas y piernas estilizadas debajo de aquellos pantalones negros. Rostro duro y limpio, mentón marcado, pómulos altos y rasgos casi aristocráticos; cejas pobladas de un rubio claro y el cabello del mismo color, de un rubio tan claro que parecía blanco según cómo le diese la luz y que caía sobre sus ojos de vez en cuando por lo que se lo estaba retirando constantemente en un gesto de necesidad más que de coquetería. Y luego estaban esos ojos. Los mismos ojos de acero que había visto en el callejón a escasos centímetros de ella. Ojos grises que la habían tranquilizado con sencillez y sin emitir ni un solo sonido.
Realmente atractivo.
-¿Señorita _______? –tanteó el hombre.
¡Incluso su voz era atractiva!
-Sí, soy yo.
-Soy el detective Malfoy, ¿le importa si le hago unas preguntas?
Ella frunció el ceño. ¿Por qué los policías siempre preguntaban lo mismo? Si después les daba absolutamente igual si le importaba o no al interrogado que le hiciera las preguntas porque siempre acababan haciéndolas. Ni siquiera cuando acababan de despertar de un coma podían abstenerse de formular esa pregunta retórica, porque desde el punto de vista de _______, era completamente retórica y estúpida. Sonrió como había visto sonreír a sus pacientes y asintió indicándole la silla de al lado de la cama.
-Por supuesto, agente Malfoy, siéntese.
-Detective Malfoy –corrigió él sentándose mientras sacaba una pequeña libreta del bolsillo de su chaqueta tejana. Ella asintió pero frunció el ceño. No le gustaba que la corrigieran, ¿qué diferencia podía haber de agente a detective?-. Bien, veamos… ¿qué relación mantenía con Amanda Silver?
Amanda. Ese nombre. Ella. Suspiró con pesar. Jamás había estado preparada para ver como alguien a quien conocía moría.
-Éramos compañeras de piso y amigas desde la universidad. Trabajábamos juntas –dijo ella.
-Entiendo… ¿me puede contar qué pasó?
-No… no estoy segura… pasé el fin de semana con mi madre y mi hermana, y anoche regresé a casa. La puerta estaba abierta pero no parecía que estuviera forzada –frunció el ceño-, me extrañó porque Amanda siempre cerraba bien con llave incluso si estaba dentro de casa… no le sirvió de mucho, ¿verdad? –preguntó con una sonrisa triste mirando al policía.
-No, parece ser que no, ¿qué ocurrió después?
-Fui a su habitación y la vi… muerta… entonces alguien dijo "Mátala también" y un hombre enorme me miró con un cuchillo ensangrentado en la mano… creo que aún era la sangre de Mandy la que estaba en la hoja del arma –el policía asintió anotando algo en la libreta-… me escondí en el baño.
-¿Por qué no huyó por la puerta? –preguntó el hombre.
______ le miró furiosa.
-Acababa de ver a mi mejor amiga muerta y alguien quería matarme también, ¿usted cree que era el mejor momento para pensar que podía salir por la puerta? Me metí en la primera puerta que encontré y resultó que era el baño –le dijo de forma sarcástica. Si él lo notó, no comentó nada al respecto-. Salté desde la ventana hacia las escaleras de incendio –añadió-. Dispararon, me hirieron y salté al callejón corriendo… Luego usted me sujetó de la muñeca y luego aparecí aquí, fin de la historia –dijo arisca.
-Ya veo… ¿vio al hombre que dio la orden de matarla? –ella negó-. ¿No se fijó?
-La luz estaba apagada y la lámpara de la mesita había sido volcada, estaba en la sombra… pero era un hombre de complexión delgada y seguramente que haya tenido problemas con el alcohol –añadió.
-¿Cómo puede saber eso?
-Su voz. Sonaba reseca… como la de los alcohólicos que se queman las cuerdas vocales por ingerir tanto alcohol –se encogió de hombros-. Soy médico, me fijo en esos detalles.
-Pero no se fija en que puede salir por la puerta… -comentó él entre divertido y sarcástico anotando algo más en la libreta. ______ no le contestó; le habían enseñado que a los agentes de la policía había que respetarlos y que si no se les podía respetar, lo mejor era no decir nada-… ¿le habló alguna vez Amanda de alguien que quisiera hacerle daño?
-No. ¿Quién iba a querer hacerle daño? Era enfermera en este hospital –le dijo-. Todos la querían… los niños… ¿cómo voy a decirle a los niños que no van a volver a ver a Mandy?
-¿Tenía hijos?-preguntó extrañado.
-No, me refiero a los niños de aquí, del ala de pediatría… querían tanto a Amanda… no sé quién ha podido hacerle esto…
-¿Sabe usted algo respecto a alguna información que pudiera tener y que alguien la quisiera?
-No. Mandy era una buena amiga, la mejor compañera y una enfermera estupenda, pero era muy reservada en algunas cosas… -sonrió-… supongo que tanto como yo…
-¿Podría decirme las últimas personas que estuvieron en contacto con Amanda? Hermanos, padres, amigos… -tanteó-. Es para tener una lista de sospechosos.
-Ya le he dicho que pasé el fin de semana con mi madre, agente…
-Detective –volvió a corregir él rápidamente.
-… y no sé quién estuvo con Mandy –rió sarcásticamente-, a menos que me cuente a mí como sospechosa por haber hecho una llamada el sábado, por supuesto.
El gesto de él se endureció y la miró mientras enarcaba una ceja.
-¿Y es usted sospechosa? –preguntó sin problema.
-¿Qué… ¡por supuesto que no! –gritó ______ enfadada de que pudiera siquiera sugerir algo así-. ¡Soy médico! ¡Salvo vidas, no las sego!
-Jack el destripador también tenía nociones de medicina y no por ello dejó de ser culpable, señorita ______ –apuntó él con sorna.
______ enrojeció de lo enfadada que estaba.
-Me duele la cabeza, será mejor que se vaya antes de que llame a Neville –le dijo indicándole friamente que las preguntas se habían terminado.
Draco sonrió de medio lado pero no dijo nada al respecto.
-¿Cuándo le darán el alta? –preguntó.
-¿Por qué? –preguntó ella airada-. ¿Es que quiere detenerme por ver morir a una amiga y estar a punto de ser asesinada yo también? –preguntó enfadada, sentada en la cama, sin haber notado cuando se había incorporado.
-En realidad es para llevarla a comisaría, mi jefe quiere verla y hacerle un par de preguntas más –se encogió de hombros.
-¡No pienso ir a ningún sitio que no sea a mi casa! –lo pensó mejor-. ¡O a un hotel! No voy a ser interrogada como si hubiera hecho algo cuando no he hecho absolutamente nada- dijo realmente enojada. No sé qué clase de persona cree que soy y tampoco me importa, pero jamás podría matar a nadie, ¡por todos los cielos! Ni siquiera podía matar a las hormigas cuando era pequeña con la lupa como hacían todos los niños que conocía, ¿usted cree que eso es de ser una sádica que va matando a sus amigas y que además ordenan que la maten a ella misma?
-Estaré mañana a primera hora para recogerla y llevarla a comisaría –dijo él ignorando el pequeño estallido de _______ bastante acostumbrado a aguantar los ataques de histeria de las personas.
-¡No voy a ir a ningún sitio! –insistió ella-. Salvo a mi casa.
Draco no contestó; se limitó a encogerse de hombros y a caminar hacia la puerta.
-Si no viene conmigo, el jefe enviará a una unidad de hombres a su casa a buscarla, usted elige. Hasta mañana, señorita _______.
La puerta se cerró. ______ estaba segura de que Draco Malfoy era el tipo de hombre que hacía lo que quería cuando quería sin importarle en absoluto la opinión de los demás.¡Era la persona más horrible que nunca hubiese conocido! Frunció el ceño. Aunque le hubiese salvado la vida… bueno… era policía, ¿no? Se supone que eso hacen los policías, salvar vidas, ayudar a los demás… Atractivo… ¿en qué maldito momento había pensado que podía llegar a ser atractivo?
-Idiota… -masculló _______ cerrando los ojos y tumbándose de nuevo en la cama dejando caer la cabeza pesadamente sobre la almohada-. Es un idiota.
Draco Malfoy se apoyó en la pared, junto a la puerta, fuera de la habitación y respiró profundamente mientras fruncía el ceño.
-Tiene un carácter difícil a veces, pero es una chica muy dulce.
El agente alzó la vista y se topó con el médico que había salido antes de la habitación. Observó como el hombre estiraba una mano y él la aceptó aún receloso; en su trabajo era mejor desconfiar de todo el mundo que terminar muerto en algún agujero por confiar demasiado en alguien.
-Neville Longbotton –se presentó el médico.
-Draco Malfoy –contestó el rubio-. ¿Siempre es así de encantadora? –preguntó con sarcasmo.
Neville ahogó una risa.
-Sí pero sólo cuando está enferma, los médicos somos los peores pacientes y ella es la peor de todos –Draco esbozó una media sonrisa dándole al médico la razón-. ¿Estará bien? –le preguntó Neville.
Draco asintió.
-Eso es lo que intentaremos –contestó sin dar demasiadas pistas ni mostrarse demasiado animado a continuar hablando. Neville lo notó enseguida.
-Será mejor que le lleve algo para comer –agitó la ensalada que llevaba en un recipiente de plástico cubierto-. Cuando come atiende a razón –añadió en cierto tono confidencial.
Draco frunció el ceño preguntándose qué relación mantendría la mujer de la cama con el médico; todo aquel que conociera a ______ _______ acababa de pasar a formar parte de la lista de sospechosos.
-¡No voy a coger la baja! –se escuchó el grito de la mujer.
Draco hizo una mueca. Quizá también tuviera que ponerla a ella bajo sospecha…
Fin Flashback
Una mano la distrajo de sus pensamientos y la hicieron volverse con gran agilidad y rapidez. Malfoy no dijo nada, pero apartó su mano en un gesto rápido mientras enarcaba una ceja.
-Vamos, Potter quiere verte –dijo secamente.
Ella asintió sin saber qué decir, ¿qué podía decir, después de todo? De nuevo colocó su mano en el codo de ella y ______ le miró.
-¿Cree que voy a escaparme? –preguntó.
-No, pero me enseñaron buenos modales para con las mujeres –se detuvo en una puerta y llamó fuertemente antes de abrirla, haciendo un gesto para que ella entrara primero-, por muy fuerte que éstas puedan llegar a gritar –terminó él la oración.
_______ le miró y le hubiera dicho cuatro cosas bien dichas si no hubiera sido porque una voz masculina y muy varonil se escuchó en el despacho.
-La señorita _______, supongo, soy el detective Harry Potter, siéntese, por favor ¿le apetece un café?
¿Todos los policías eran tan guapos como esos dos que estaban con ella? Porque aunque Malfoy fuera un completo idiota, tenía que admitir que seguía siendo condenadamente atractivo.
Y Harry Potter también. Era guapo. Era muy guapo. Moreno, de cabello desordenado pese al intento del gel fijador que llevaba, piel morena, constitución fibrosa y con los músculos necesarios en su lugar que se dejaban adivinar bajo la camisa blanca de botones que llevaba impecablemente limpia y planchada. Sus ojos verdes denotaban una tristeza apagada, como si quisiera olvidar algo que no podía hacer, como si quisiera olvidar algo que no quería olvidar, pero a pesar de ese tinte de tristeza, brillaban con fuerza tras unas gafas de montura redondas de pasta negra que le daban cierto aire intelectual que ella no dudaba que tuviera.
-¿Señorita? –insistió de nuevo la voz de Potter.
-No gracias –contestó ella sentándose finalmente en la silla frente a la mesa y cruzando las piernas con cuidado de que la herida quedase sobre la otra para no lastimarla más siendo consciente de que si miraba a Malfoy seguramente tendría un estúpida sonrisa en la boca por haberse puesto en evidencia.
-Malfoy, avisa a la unidad –ordenó Potter entonces.
-Te estás equivocando, Potter, no debería saber… -empezó a gruñir Draco.
-Si no sabe por qué necesita ser protegida no querrá ser protegida –se limitó a decir Potter con voz seca y cortante, tan normal en un jefe que quiere que le obedezcan sin cuestionar sus decisiones-. Es una orden directa, Malfoy –advirtió.
________ vio como los puños de Draco se tensaban alrededor de sus caderas, su cara sonrió sarcástica y un brillo de rabia apareció en sus ojos grises.
-Sí, señor –contestó saliendo del despacho dando un portazo.
_______ miró a Harry y éste le sonrió.
-Discúlpele, a veces puede ser realmente insoportable… pero es el mejor en su campo.
Ella asintió.
-¿Piensan que yo maté a Amanda? –preguntó sin rodeos. Harry enarcó ambas cejas mientras la miraba a través de sus gafas.
-¿De dónde ha sacado esa conclusión?
La mujer se encogió de hombros y Harry suspiró.
-Malfoy, ¿cierto? –ella ni negó ni confirmó nada-. No creemos que usted matara a nadie, señorita _______ es más… Creemos que la muerte de Amanda sólo fue un error y que la que estaban buscando era a usted.
-Dios mío… -susurró la mujer volviéndose pálida de repente.
El detective sonrió comprensivo. Quizá no debería haberle dicho aquello de forma tan abrupta pero tenía que saberlo, y él no era un hombre que dijera las cosas a medias; nunca lo había sido y nunca iba a serlo… por más que conociera a aquella mujer. Harry carraspeó levemente un par de veces para volver a atraer la atención de la mujer.
-Harry –la voz de una joven muchacha se escuchó a través del intercomunicador-. Cho está aquí… otra vez –________ estuvo segura de que lo había dicho con pesadez-. Quiere discutir contigo acerca de las flores –dijo de nuevo la voz esperando contestación. ________ tuvo que hacer un esfuerzo por no sonreír ante la voz burlona de aquella interlocutora anónima.
-Enseguida voy Lav –contestó él apretando un botón. Miró a _______-. ¿Me disculpa un minuto? Regreso enseguida.
-Oh, claro, no se preocupe por mí… -esperó a que Harry hubiera asentido sonriendo y se hubiera marchado del despacho para añadir algo más en voz baja y entre dientes-… total, sólo quieren matarme…
Suspiró y ladeó su cabeza en un intento por distraerse. Una ventana iluminaba el pequeño despacho y la persiana de un horrible gris metálico dejaba mucho que desear en contraste con el blanco de las paredes. En realidad esas eran las dos tonalidades que destacaban en el despacho de Potter, y el negro… salvo por el color rojizo de los marcos donde estaban colgados algunos diplomas y aquellos que enmarcaban diferentes fotografías sobre el escritorio del detective y sobre la estrecha estantería que había en el lugar. Frente a la estantería metálica llena de libros relacionados con lo que parecía ser derecho y abogacía, en la pared de enfrente, un gran archivador, negro, encima del cual se amontonaban varias carpetas marrones, verdes y rojas, dándole el único color al despacho. La luz del sol proyectaba una sombra alargada que se dibujaba sobre la superficie plana del escritorio lleno de papeles, documentos, lacres y un par de bolígrafos; su curiosidad la hizo darse la vuelta y contemplar la pequeña maceta que estaba sobre una mesita auxiliar, frente a la ventana cerrada parcialmente, disfrutando del sol y el viento agradable.
Su pierna empezaba a molestarla y el hombro también, así que se puso de pie con la idea de desentumecer los músculos y caminó los cuatro pasos que la separaban de la ventana y de la silla donde había estado sentada. Una pequeña maceta, más bien una jardinera de arcilla con elegantes y exquisitos detalles hechos en relieve, dejaba ver un surtido de pensamientos de colores violetas, anaranjados, rosados y amarillos, mezclados entre sí, a cada cual, más perfecto que el otro, a cada cuál más hermoso que el anterior.
Adoraba esa planta… le recordaba a su padre… no quiso ceder a la tentación de no hacerlo y estiró su mano para acariciar uno de los pétalos blancos y lilas y sonrió al notar la suavidad con las yemas de los dedos… perfectos… sólo había una flor capaz de superar al pensamiento… la rosa blanca…
-Potter, la unidad est… ¿qué está haciendo?
_______, que había dado un salto repentino al escuchar cómo se había abierto la puerta, escondió las manos detrás de la espalda mientras se giraba hacia Malfoy, como si fuera una niña que había sido pillada haciendo algo indebido y a la que estuvieran a punto de castigar. Se dio cuenta de lo absurdo de la situación cuando Malfoy la miró pidiendo una explicación.
-Potter no está –dijo simplemente-. Ha ido a atender a una tal… ¿Cho? –preguntó no demasiado segura.
Draco frunció el ceño y _______ estaba segura de que eso no le había hecho demasiada gracia al rubio.
-No importa –declaró-. Vamos, viene conmigo –informó Draco haciendo un gesto con la cabeza aún con la puerta abierta.
-Potter me ha dicho que…
-Sí, lo sé, pero cuando está con Chang parece que lo absorbe un agujero negro –contestó con cierta amargura-. Harry sabrá donde estás cuando regrese y vea que su despacho está vacío además –añadió cuando ella se puso de pie-, no creo que le guste que alguien esté fisgando su despacho.
-¡No he hecho tal cosa! –protestó ella-¡No sé quién diablos cree que soy pero definitivamente no soy del tipo de mujer que va entrometiéndose donde no la llaman!
-Claro, por eso quieren matarla –contestó él con sorna pese a que sabía que aquello no era cierto.
_______ se puso lívida pero no dijo nada. El policía se dio cuenta de que no debería haber dicho eso y se maldijo por dentro.
-Lo siento, no quería… ¿está bien?
______ carraspeó, alzó el mentón y lo miró a los ojos sintiendo que en cualquier momento podría ponerse a llorar o a gritar o a volverse loca… o quizá las tres cosas juntas, aún no estaba muy segura.
-Perfectamente –contestó con toda la seguridad y la arrogancia que pudo poner en sus palabras.
Malfoy enarcó una ceja pero no dijo nada. Sí, el apellido _______ era perfecto para esa mujer.
Lejos de allí...
Cuando Bellatrix entró en el despacho de su jefe, el conocido olor a tabaco y coñac inundó sus fosas nasales. Era una estancia amplia, grande, oscura, llena de ostentaciones que eran completamente innecesarias pero que allí estaban, demostrando el gran poder adquisitivo que él tenía y el que podía ofrecer a sus empleados. Por eso las mantenía en el despacho, o eso pensaba Bella.
Le gustaba que todo aquel que fuera a pedirle ayuda o todo aquel que fuera a pedirle trabajo, pudiera ver de qué ambiente se rodeaba, eso lo dejaba en una posición favorable; por una parte, podían ver lo poderoso que era, por otra, podían presentir lo poderosos que ellos podían llegar a ser si le obedecían fielmente y no intentaban engañarle.
Torció el gesto. Aaron había intentado engañarle. Aaron estaba en aquellos momentos viendo crecer la hierba sobre su estómago en un remoto paraje de las costas de Londres. Todo el mundo sabía que nadie podía engañar, ni siquiera pretender hacerlo, a Tom Riddle, conocido en los círculos por los que se movía y nombrado por aquellos que gozaban con su protección, bajo el seudónimo de Voldemort.
-¿Y bien?
No lo había visto y se giró asustada al tiempo que sacaba la pistola de la parte trasera del pantalón, relajando su ceño al ver que era su jefe el que la había sobresaltado, sentado como estaba en el rincón de detrás de la puerta, ataviado con su traje caro de Armani, acomodado en aquella butaca con orejas de terciopelo verde, con una copa de coñac en la mano que la movía para ver el color del líquido a través de la única luz de la habitación encendida, la barroca lámpara que estaba sobre la mesa, junto a un cenicero plateado que sujetaba un cigarrillo aún a medio consumir.
-Buenos reflejos –alabó el hombre.
Bella gruñó algo, guardó el arma de nuevo y esperó a que él le diera permiso para hablar. Voldemort se tomó su tiempo.
Contempló a la mujer rubia que tenía delante de él… ¡pensar que la había conocido cuando sólo era una chiquilla que lo admiraba! Se había convertido en una agradable visión a los ojos de cualquier hombre… esbelta, inteligente, de cabello rubio y ojos azules, piel tersa, despiadada, cruel y letal. Lástima que fuera tan ambiciosa… Él no podía confiar plenamente en quien sólo pensaba en el dinero; le gustaba ese tipo de gente, desde luego, pero no confiaba en ellos… de hecho, no confiaba en nadie salvo en su fiel mascota, una enorme anaconda con la que parecía tener una extraña relación hasta el punto de que alguno de sus empleados, cuchicheaban murmurando que a veces él siseaba para que la serpiente le entendiera. Él dejaba que siguiesen hablando… hablar con una serpiente lo volvía más peligroso a los ojos de sus enemigos… y también a los de sus subordinados.
-Crabbe ha muerto –dijo la mujer-. Hemos intentado salvarle pero perdió mucha sangre después de que le dispararan; la bala entró desde la espalda, y no salió; se alojó en el riñón y se desangró por dentro. No hemos podido evitarlo –dijo con el ceño fruncido.
Riddle enarcó una ceja; tomó un sorbo de su copa mientras observaba más fijamente y con más detenimiento las ropas manchadas de sangre de Bella y sonrió a medias, con la arrogancia y la total falta de sensibilidad que tanto le caracterizaba.
-Es una lástima –dijo con falsa pena-. Era un idiota, pero servía para realizar los trabajos sucios. Avisa a Goyle –indicó encogiéndose de hombros-. Acaba de ascender.
Bella se estremeció al pensar que Goyle podía correr la misma suerte que Crabbe. De acuerdo, ninguno de los dos era demasiado inteligente y si permanecían en el negocio era por su gran tamaño que intimidaba a cualquiera; por eso Tom siempre se encargaba de que uno de los dos, a veces incluso ambos, estuvieran siempre a su lado.
-Encontrad a la chica –ordenó entonces mirando a la mujer-. La quiero viva, ¿entendido?
-Sí, Señor.
Hizo un gesto con la mano, y consciente de que la conversación se había terminado, Bella salió del despacho con la misma diligencia con la que había entrado. No se lo había ordenado pero el mensaje había sido claro; a partir de aquel momento ella estaba al mando de grupo de asalto; debía encontrar a ______ _______ y llevarla con Voldemort antes de que a Voldemort se le acabara la paciencia y decidiera que alguien más… calificado… debía ocupar su puesto. Frunció el ceño. Jamás iba a consentir eso.
______________________________
_______ empezaba a saber qué sentían exactamente los animales del zoológico cuando todo el mundo les miraba fijamente, cuchicheando entre ellos o, en el mejor de los casos, lanzándole miradas furtivas y ceñudas. Apretó su bolso contra su cuerpo, dando gracias a que lo llevaba porque si no, no habría sabido donde poner las manos para no parecer nerviosa, porque no estaba nerviosa… estaba histérica. En esa habitación habían más de cuatro personas que la miraban y todas y cada una de esas miradas eran diferentes; algo que la volvía loca. No soportaba no saber qué pensaban los demás de ella; desde luego que le daba igual lo que pensaran de ella, pero quería saber qué pensaban. Le daba igual si alguien pensaba que su cabello era horrible, que sus ojos eran pequeños o que sus caderas eran demasiado anchas, pero quería que la miraran y le dijeran que su cabello era horrible, sus ojos pequeños y sus caderas anchas. Las cosas directas era su lema, algo que había cumplido siempre aunque, recordó arrugando el ceño, no era alo que siempre saliese bien.
Sabía que Malfoy la odiaba, bueno, era algo que saltaba a la vista, pero no esperaba que, después de conducirla hacia el pasillo de la derecha, abriendo la puerta, la dejase allí en medio de la sala, con todos los ojos fijos en ella mientras volvía a salir musitando un leve "voy a buscar a Potter" que se ganó más de una mirada recelosa aunque ella no sabía por qué.
Era una sala grande, con las paredes recubiertas de blanco donde colgaban varios mapas de diferentes continentes y ciudades tanto de Inglaterra como del resto del mundo. El suelo de caoba contrastaba con la madera más clara de la gran mesa rectangular que ocupaba la mayor parte de la sala iluminada por cuatro grandes ventanales cubiertos por cortinas de terciopelo rojo y visillos blancos, demostrando claramente, la influencia de la única presencia femenina que parecía haber en la sala.
Cerca de la chimenea, al fondo de la sala, en el rincón izquierdo, la única mujer, pelirroja y de esbelta figura, estaba intentando, desde donde estaba ella, colocar un vendaje alrededor del torso desnudo de un hombre fuerte y robusto, con el cabello tan rojo como el de ella, indicando que entre ellos había algún parentesco, quizá primos; cerca de ellos, otra figura los miraba apoyado contra la pared.
A su derecha, cerca de la puerta, una gran estantería repleta de libros y a su lado varios archivadores que ______ estaba segura, estarían llenos de documentos. Dos hombres levantaron la vista de la partida de ajedrez que estaban jugando y la miraron, el más alto de ellos, con el cabello casi rubio y gesto cansado en el rostro, ceñudo; el otro, moreno y de ojos azules grisáceos, sonriendo divertido.
-Genial… ahora tendremos que hacer de niñeros… -bufó uno de los hombres distrayéndola de su inspección al lugar. Era el único que estaba sentado en la mesa, parecía estar revisando algunos papeles y documentos y su gesto fruncido indicaba que no le gustaba demasiado hacer aquello.
-Discúlpale, pasa tanto tiempo con sus juguetes que olvida lo que es la hospitalidad –intervino el hombre moreno adelantándose y rodeando un par de butacas. Estiró la mano hacia ella-. Sirius Black, ¿señorita…
-______(ap) –contestó la fría voz de Malfoy detrás de ella.
______ se obligó a no moverse pese a que tenía que reconocer que se había asustado, aunque claro, eso era algo que no tenía que saber todo el mundo ¿cierto?
-¿Ha dicho ______? –la figura que estaba junto a los pelirrojos la miró fijamente con los ojos negros brillando con… ¿admiración? ______ sacudió la cabeza, era imposible que alguien la mirara así sin conocerla de nada y aún conociéndola, ¿por qué iba nadie a admirarla?
-Tiene sus mismos ojos… -murmuró entonces el hombre que estaba junto a Black entrecerrando los suyos como si de aquella manera pudiera verla mejor, lo cual era una tontería.
_______ se removió inquieta y Black debió notarlo porque carraspeó llamando su atención, sabiendo que, debido a la incomodidad de la mujer, ésta se aferraría en aquel momento a un clavo ardiendo si fuera lo que necesitaba para que dejaran de examinarla con la mirada.
-Un placer –dijo Sirius tomándole una mano y besándosela como un auténtico caballero provocando que el hombre de la mesa soltara un bufido.
-Siéntese –ordenó más que pidió Malfoy colocando una silla al lado de ella-. Potter viene ahora –comentó sin dirigirse a nadie pero sabiendo que todos le habían escuchado.
-Él es Remus Lupin –le presentó al rubio-, el amargado que está en la mesa es Severus Snape…
-Sirius… -comentó con aire cansado Lupin como si los comentarios hirientes y sarcásticos entre aquel hombre vestido de riguroso negro y el moreno sonriente fueran algo habitual.
-… Y aquellos del fondo son Ginny y Ron Weasley –______ chasqueó la lengua, se había equivocado al pensar que eran primos, eran hermanos-, y el que está…
-¿Estamos todos? -Sirius se vio interrumpido con la llegada de Potter-. Siéntese señorita ______, por favor. No ha tomado el café, ¿quiere que le traigan uno ahora? –preguntó cortés.
-Si piensas decirle lo que creo, Potter, necesitará más que un café un coñac fuerte –comentó Snape sin levantar la vista de sus documentos. Miró hacia el rincón-. ¿No podías haber utilizado otra cosa, Blaise? –preguntó. ______ vio como el moreno se encogía de hombros-. Diablos… Voy a tener que hacer magia para tapar esto… -añadió con el ceño fruncido.
-No voy a sentarme hasta que no sepa qué pasa aquí, quiénes son ustedes y qué hago yo aquí y además, ¿quién mató a Amanda y porqué quieren matarme a mí también? –dijo ella resuelta.
Sirius soltó una carcajada y Remus le miró reprendiéndole.
-Tiene el mismo genio que tú, zanahoria –dijo el hombre que se llamaba Blaise mirando a la chica pelirroja.
-Cállate Zabinni –le contestó ella-, la otra noche no te quejabas de mi genio.
-Por favor… delante de mí no… voy a vomitar –dijo con ironía Malfoy.
-Le voy a contar todo lo que sé, señorita ______, por favor, siéntese –volvió a ofrecer Harry.
-Llámeme ______, creo que somos de la misma edad –comentó ella distraída-. Pero no pienso sentarme.
Harry suspiró.
-Está bien… Como quieras… -dijo empezando a tutelarla -. Llámame Harry –añadió con una media sonrisa.
-¿Se lo vas a contar así? –preguntó Blaise mirando a Harry. El moreno lo fulminó con la mirada-. Bueno, deberías anestesiarla o algo…
-O asegurarnos de que no va a decir nada –comentó Snape con frialdad.
-Voto por eso –aseguró Malfoy. ______ le miró fulminante pero él le sonrió socarrón.
-Es justo que lo sepa, necesitamos que lo sepa –añadió Harry.
-¿Has hablado con Dumbledore de esto?
Harry asintió en dirección a Ron.
-Hablará con ella después, cuando la pongamos al corriente de todo.
-¿De todo? –la mujer pelirroja enarcó una ceja remarcando el "todo" y Harry asintió.
-No quiero ningún cabo suelto –añadió resuelto-. ______, por favor, toma asiento.
Antes de que ______ repitiera de nuevo que no iba a sentarse hasta que no supiera de qué iba todo aquello, la suave y tranquila voz de Remus Lupin intervino.
-Pues yo creo que no deberíamos meterla en esto –sentenció Remus frunciendo el ceño. Al ver la mirada airada de la joven mujer, sonrió alentador-, no es nada personal, señorita ______, pero cuanto menos sepa menos podrá decir si alguien…
-¿Me atrapa? –preguntó ella sarcástica-. Pues lamento decirle que si alguien más intenta matarme como ayer, no creo que se paren a preguntarme qué es lo que sé, ¿no cree? –preguntó con sorna y elegante ironía.
Malfoy esbozó una sonrisa. Tenía que admitir que tenía agallas.
-Ella ya está metida en esto Remus –intervino Sirius de forma conciliadora-. Estoy con Harry, debería saberlo.
-Gracias Sirius –agradeció Harry sinceramente. Remus frunció aún más el ceño y el joven policía suspiró-. Remus, voy a decírselo, te guste la idea o no, está en peligro y tiene que ser consciente de ello para poder protegerse y dejar que la protejan… Pero me sentiría mucho mejor si contara con el apoyo de uno de los mejores expertos en información.
Remus enarcó una ceja. Harry le sostuvo la mirada y Sirius sonrió, conociéndoles demasiado para no saber que ambos se estaban estudiando mutuamente. Draco resopló por debajo de la nariz y Snape se dedicó a rellenar unos informes mientras la joven mujer pelirroja intentaba sujetar el vendaje del pelirrojo sin demasiado resultado.
_______ rodó los ojos. Dejó su bolso sobre la mesa, ignorando la mirada fulminante y malhumorada de Snape que decidió que era mejor fingir que creía que ella no se había dado cuenta, después de todo, quizá no se hubiera dado cuenta de verdad. Caminó hacia el rincón de la sala donde el pelirrojo seguía malhumorado y una ceñuda pelirroja intentaba apretar la venda alrededor de su torso mientras que un divertido hombre vestido impecablemente los miraba riendo suavemente.
-¿Puedo intentarlo? –se ofreció ______. Antes de que la pelirroja dijera nada, el hombre interrumpió.
-¡Por favor! –casi suplicó-. ¡Quizá así pueda estar para la hora de la cena… -miró a la chica-… del próximo año!
-¡Ronald Weasley! –le gritó la pelirroja.
El hombre de negro rió más divertido aún y su sonrisa no se apagó pese a la mirada fulminante de la pelirroja al tiempo que la azul del pelirrojo también lo mataba. Se encogió de hombros, quizá demasiado acostumbrado a recibir sendas miradas.
-Vamos, es cierto, Weasley –le dijo mirando a la mujer pelirroja-. Eres una gran espía, pero eres pésima como enfermera –le dijo remarcando lo obvio.
-No decías eso cuando te curé después de la última misión –le recordó ella-. Y por si lo has olvidado, tenías una herida bastante fea en el brazo –dijo mientras le daba golpecitos en el brazo derecho como si quisiera o hiciera falta que lo remarcara.
Pero el policía no se dejó amedrentar y le sonrió con cinismo.
-Eso es porque eras la única que podía hacerlo en aquellos momentos.
-Blaise, es suficiente –dijo Malfoy con voz neutra como siempre.
______ desvió su atención un segundo de la herida del pelirrojo hacia aquel al que habían llamado Blaise y pese a que vio el brillo burlón en sus ojos cuando miró a la pelirroja, no dijo nada más; se limitó a encogerse de hombros antes de ir a sentarse cerca de Snape quien, sin decir una palabra, le pasó un montón de carpetas marrones que el moreno empezó a leer con rapidez.
-Es una costilla rota –informó ______ sujetándole la venda bien tirante pero laxa para que pudiera respirar-. Debería ir a un hospital –dijo en voz alta sin dirigirse a nadie en concreto. No se sorprendió cuando nuevamente, Malfoy le habló a ella. Potter parecía estar ocupado discutiendo algo con Remus y Sirius.
-Sí, claro… no creo que sea buena idea –dijo el rubio-. Sales a una misión mañana, ¿crees que puedes hacerlo?
-Por supuesto –contestó el pelirrojo inmediatamente.
-¡Tiene una costilla rota! Posiblemente no pueda siquiera sentarse sin ayuda, no puede ir a ningún sitio a menos que sea a un hospital –dijo ______ desafiando a Malfoy.
-Sí, claro… "disculpe, pertenezco a un grupo secreto del FBI y la CIA y en una misión contra unos narcotraficantes de Asia tuve que saltar desde un tercer piso con la mala suerte de que el enganche de mi arnés se rompió y me caí rompiéndome una costilla, pero no se lo puede decir a nadie, ¿de acuerdo?" –ironizó el hombre.
-¿Grupo secreto? –preguntó _______.
El silencio se hizo de nuevo en la sala. Ron enrojeció.
-Bien hecho, Weasley –reprendió Snape mientras negaba con la cabeza.
-No sabía que podía llegar a ser tan idiota… -murmuró Gin.
Blaise sonrió a medias mientras la mujer pelirroja se llevaba una mano a la cabeza y murmuraba algo acerca de estar segura que no compartían ningún gen pese a ser hermanos.
-Bueno, parece que ahora sí debe enterarse de todo –dijo Sirius mirando a Potter y a Lupin que habían dejado de discutir para mirar a ______.
Draco bufó. Atravesó la estancia en milésimas de segundos y en apenas cinco zancadas, tomó a la mujer del brazo y la obligó de forma suave pero firme a sentarse en la silla mientras empezaba a hablar antes de que ella pudiera pensar siquiera en protestar.
-Pertenecemos a un grupo secreto del gobierno y nos encargamos de grandes cosas como narcotraficantes, terroristas y espionaje contra los grandes países como o la antigua Rusia. Su padre, Jack ______ pertenecía a este grupo –______ abrió los ojos incrédula-. Tenemos motivos para pensar que su muerte hace diez años no fue accidental y que la persona que lo mató quiere matarla ahora a usted porque sabe algo o conoce algo acerca de la investigación que su padre estaba llevando a cabo, Amanda era una de las nuestras y murió protegiéndola a usted. No se detendrán hasta matarla así que a partir de ahora queda bajo nuestra protección –Snape gruñó algo pero Draco lo ignoró-. Le guste o no la idea –terminó de decir con sus ojos grises clavados en ella.
-¡Malfoy! –gritó Potter.
Lejos de parecer arrepentido, el hombre rubio se estiró en toda su altura y miró a Harry a través de la sala, se encogió de hombros y caminó tranquilo hasta el otro extremo de la mesa, donde se sentó de manera informal sobre la esquina del mueble al tiempo que tomaba algunas carpetas del montón que había frente a Snape, ignorando a Potter que parecía furioso.
______ carraspeó.
-Creo que ahora sí tomaría ese coñac… -murmuró la mujer.
La atención de los hombres volvió a recaer sobre ella. Harry asintió y antes de que dijera nada, Sirius había salido solícito. Iba a ser una larga reunión. Traería bebida para todos.
Call me Aly.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Awesoooooooooooooooooome. Me E-N-C-A-N-T-A, con todas las letras. Es muy... no se como explicarlo, es la novela mas... impresionante que leí. Me encanta, me encanta, me encanta y no me voy a cansar de decirlo. Seguila (:
#CrucioBitch
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
NEW READEEER!
Me encantoooo ALY!
es genial, fantastica y maravillosamente originalísima!
AMO tus ideas tan orginales y geniales!
Siguelaaa!
Muero!
Bss de tu fiel lectora!
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Thalassa Deméter.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Capítulo 2.Revelaciones y Descubrimientos
Nunca le había gustado la bebida. La odiaba. Había visto a muchas personas perder el control de sus actos por estar bajo los efectos del alcohol y ella tenía claro que nada ni nadie iba a dirigir su vida salvo ella, y mucho menos el alcohol. Solía beber un poco en las bodas, comuniones y celebraciones importantes como Nochebuena o Navidad… una copa de vino blanco, dos como mucho, pero nada más. No toleraba el alcohol y lo sabía.
Sin embargo, allí estaba, sentada y tomándose la segunda copa de coñac con gesto nervioso en un vano intento por tranquilizarse. Tragó el líquido casi sin saborearlo y aún le quemaba la garganta cuando estiró la mano para tomar de nuevo la botella.
-Creo que has bebido suficiente –la interrumpió Malfoy sentada a su lado y apartando la botella del alcance de la mujer antes de que ésta la atrapara.
Podría haberle contestado. Podría haberle dicho que no era de su incumbencia, que era mayor de edad y que si tenía edad para trabajar, vivir sola y votar podía tomarse todas las copas de coñac que le diese la real gana. Pero la mirada del policía fue tan significativa que no dijo nada ni hizo nada más que arrugar la frente en una clara señal de desacuerdo.
-No lo hago porque me lo hagas ordenado –dijo como si tuviera que explicarse ante alguien. Malfoy enarcó una ceja-. Es porque quiero enterarme de qué va todo estoy si estoy borracha no creo que lo consiga.
-Bueno, alguien debería tomar ejemplo de eso –dijo Remus mirando seriamente a Sirius sentado frente a él.
El moreno rodó los ojos con aire juguetón y sonrió entre burlón y divertido, del mismo modo que sonríe un niño cuando acaba de hacer una trastada.
-Yo no me emborracho –dijo. Remus le miró y Snape dejó escapar una carcajada burlona-. Bueno, solo cuando he tenido un mal día.
-Que suele ser siempre que terminamos una misión –terció Remus con una sonrisa victoriosa.
-No les hagas caso –le dijo Ginny sentada a su lado-, siempre están igual, pero son los mejores –Blaise carraspeó-, somos los mejores –corrigió la pelirroja-. Es que no me gusta que me metan en el mismo saco que a estos idiotas.
-Pues uno de esos idiotas es tu hermano –le recordó Blaise mirando a la pelirroja con una sonrisa ganadora. Ginny rodó los ojos-. Sí te entiendo… yo tampoco admitiría nunca que es mi hermano…
______ vio como a Ginny se le curvaba los labios en una pequeña sonrisa y los ojos le brillaban divertidos y se preguntó qué relación habría entre esos dos.
-Basta ya –se escuchó la voz de Harry.
______ se sorprendió. No había gritado, no había sido una orden, pero todos en la sala, incluyendo a Snape, se callaron tan pronto el joven policía dijo aquello. Era sorprendentemente increíble como alguien tan joven como él podía tener esa autoridad de mando y decisión y se encontró deseosa de saber qué había hecho para ganarse el respeto de los más veteranos de aquella habitación, sobretodo de Snape que parecía tenerle cierta aversión al policía.
No podía evitarlo. Era curiosa. Siempre lo había sido. En realidad eso era precisamente lo que había hecho que fuera una estudiante tan buena; le gustaba saberlo todo, le gustaba aprenderlo todo… a los cuatro años le había pedido a su padre que le explicara por qué la atmósfera era azul y, no convencida con la explicación de que cada planeta es de un color diferente, media hora después su madre se había llevado el susto de su vida al verla encaramada a la estantería del comedor, como si fuera una escaladora, para tomar la enciclopedia que estaba arriba del todo. Ese arriba del todo sólo era un metro y medio, pero considerando que la niña medía poco más de medio metro, el libro estaba arriba del todo. Era divertido ser curiosa. Aprendías muchas cosas, y además podías poner en evidencia a los demás o avergonzar a los mayores con depende qué preguntas. Algo que siempre había encontrado divertido.
-Entonces, ¿quién se lo explica? –interrumpió Sirius con voz risueña como siempre.
-Que lo haga Malfoy, parece que los resúmenes se le dan muy bien –comentó arisco Ronald. Blaise rodó los ojos.
-Al menos hay algo que se me da bien –replicó Draco con una sonrisa de autosuficiencia-. Dime, Weasley, ¿a cuántos has perdido en la última misión ahora que nadie pudo estar ahí para salvarte el trasero?
-¡Serás… -se levantó furioso el pelirrojo.
______ vio como Draco ni siquiera se movía. Nervios de acero. Igual que un cirujano cuando entraba al quirófano. Podía estar nervioso, tener problemas con el pago del coche, la hipoteca o con los hijos pero en cuanto un cirujano entraba en quirófano, se convertía en alguien con nervios de acerco, alguien a quien parecía que nada le perturbaba. Draco Malfoy era una de esas personas.
-Ron siéntate –ordenó Harry esta vez con gesto más grave-. Todos sabemos que has hecho un buen trabajo –esto pareció calmar al pelirrojo a medias y _______ apuntó en su agenda mental que ese hombre podía ser bastante temperamental-. Remus, por favor, ¿quieres hacer los honores?
El hombre asintió y se giró hacia ella. Dorados. Por primera vez desde que lo miraba, _______ podía notar el brillo dorado en los ojos de Remus Lupin. Era… hipnotizador… tranquilizador… Empezaba a entender por qué Harry había pedido que fuera él quien se lo explicara todo… su voz era sedante y pausada, calmada… y eso combinado con el extraño color de sus ojos, hacía que la chica se sintiese tranquila.
-Hace cincuenta años, el gobierno se enfrentó a un grupo terrorista que amenazó con una guerra nuclear mundial si no conseguían lo que querían: la rendición de todos los países y la promesa hecha bajo juramento de que todos los dirigentes relegarían sus poderes en ellos. Evidentemente, el gobierno no podía permitir eso –dijo con una media sonrisa.
-Se creó –continuó hablando Sirius-, un grupo de elite con los mejores policías, militares y soldados especiales del momento. Capitanes, generales, soldados, especialistas en espionaje, en armas y en informática formaban parte de ese grupo que fue entrenado con el único objetivo de conseguir destruir a ese grupo terrorista. ¿Recuerdas la explosión del puente de San Francisco hace cuarenta años? Supongo que has oído hablar de ello.
_______ asintió. No iba a poder olvidar aquello nunca. Ella aún no había nacido, pero recordaba como sus padres habían hablado de aquello durante mucho tiempo; casi podía notar el dolor en sus palabras cuando recordaban la gran explosión que se había producido en el puente cuando un ferry pasaba por debajo de él en hora punta. Los análisis habían determinado que el ferry iba cargado de explosivos suficientes para hacer volar tola la isla si lo hubiesen querido así. Lo recordaba porque su madre siempre le decía que aquel día ella no cogió el ferry porque su padre se lo pidió, le pidió que se quedara en tierra. Setecientas cuarenta y dos personas murieron, mujeres, hombres, ancianos y niños… bebés… Había sido desde ese momento en que ella había admirado el trabajo de su padre como policía y había sido el momento en que, sin saberlo, ya había empezado a pensar en ser de mayor alguien que, de alguna manera, pudiera aliviar el sufrimiento de aquellos que no sabían como hacerlo o que no podían.
-Fue obra de esos imbéciles –apuntó Snape-. Eran unos idiotas… si no hubieran hecho nada, los explosivos hubieran llegado hasta la isla y no hubiéramos podido localizarles. Pero un ferry lleno de dinamita pura como aquel que dice… -menó la cabeza-… fue fácil seguirles el rastro.
-A partir de ese momento –continuó diciendo Remus retomando la palabra-, el gobierno determinó que ese grupo especial de hombres debía seguir en acción. Hoy en día se encargan de narcotraficantes peligrosos, terroristas que amenazan la paz mundial y agentes dobles que se cuelan en sus sistemas informáticos y entre las líneas enemigas para destruir a todo aquel que sea una amenaza para el gobierno.
-Hace treinta años –interrumpió Ginny-. Hubo un… fallo… -comentó como si esa no fuera la palabra que estaba buscando. A algunos de los hombres y mujeres que estaban en ese grupo se les subió el poder a la cabeza… y hubieron algunos tropiezos…
-¿Llamas tropiezo a que se aliaran con los terroristas? –preguntó burlón Blaise. Ginny lo ignoró completamente.
Ron suspiró.
-Los gobiernos suspendieron la formación del grupo de elite, al menos, oficialmente… Inglaterra, España y continúan con este grupo especial disfrazados bajo un anexo del FBI.
-Vosotros…vosotros sois parte del grupo de elite de Inglaterra… -dijo _______ entonces. Lupin asintió-. ¿Y qué tiene que ver todo esto con mi padre o conmigo o con Amanda? –preguntó-. No entiendo nada…
-Tu padre, Anthony _______ formaba parte de ese grupo… -dijo entonces Snape-… era el mejor…
-¿Conoció a mi padre?
Snape asintió con una triste sonrisa.
-Éramos buenos amigos… lamento su pérdida.
_______ asintió, incapaz de darse cuenta de que en cualquier otra circunstancia le hubiera gritado que después de trece años no le importaba demasiado que alguien lamentara la pérdida de su padre… ella la lamentaba más que nadie. Pero asintió en silencio, esperando algo… ¿qué? No lo sabía… quizá simplemente que alguien siguiera explicándole qué estaba ocurriendo allí.
-Hace dieciocho años, se produjo una ola de crímenes… la desaparición en masa de niños de edades entre tres y dieciséis años que volvían a aparecer muertos por sobredosis de droga… -continuó diciendo Lupin-… supongo que eras muy pequeña pero debes recordar algo de eso…
_______ asintió.
-Sí… -sonrió de forma amarga-… papá no me dejaba ni siquiera salir sola al jardín –comentó distraídamente-, yo tenía siete años y siempre me decía que mi curiosidad iba a llevarme a algún problema… Lo recuerdo…
-Tu padre inició la investigación. Él estaba a cargo de nuestro grupo. Se lo tomó como algo personal –dijo entonces Snape.
-A veces, cuando parecía que no había ninguna pista, cuando parecía que no había nada a lo que aferrarnos, solí sacar una fotografía tuya de su bolsillo –_______ sonrió; sabía qué fotografía era; siempre la llevaba con él; Sirius le sonrió de vuelta-, y nos decía que cualquiera que pudiera hacer daño a una niña de siete años como tú, merecía la cárcel o incluso morir…
-Se descubrió –interrumpió Malfoy por primera vez en toda la conversación atrayendo la atención de _______ que lo maldijo por ello, siendo consciente de que quizá no le prestara atención a lo que él iba a decir, sino sólo a los ojos grises que la miraban con detenimiento-, que un nuevo producto estaba siendo fabricado en nuestras costas. Una droga tan potente como mortal y que necesitaban comprobar cuánta era la dosis adecuada… Utilizaban a los niños para probarlo –añadió él con voz neutra pero ligeramente dolida, cosa que sorprendió a la mujer castaña.
-Tu padre se infiltró entre ellos –dijo entonces Harry-. Consiguió ganarse su respeto y su confianza simulando algunos ataques terroristas y la muerte de alguno de nosotros –Snape sonrió a medias-; estábamos a esto –indicó un espacio mínimo entre su dedo pulgar y el índice- de atraparles… Pero algo se torció… Cinco años después, nos llegaron unos informes donde se ponía de manifiesto que alguien dentro de la organización de los narcotraficantes había descubierto que Anthony era un agente… dos días después, tu padre murió en aquel accidente…
Lo recordaba. Ella había llegado del colegio. Iba repasando mentalmente como siempre hacía, los ejercicios que debía hacer aquella misma tarde y lo que iba a estudiar y esquematizar; no le importaba que los demás dijesen que estudiar era lo único que sabía hacer; ella sabía la verdad… era una excelente deportista, corría cada mañana con su padre y por las noches, en el jardín trasero de la casa, jugaban a baloncesto hasta que era tan de noche que las estrellas se veían en toda su esplendor. Aquel día… había tenido el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir… era una opresión en el pecho, una sensación de angustia que llevaba atemorizándola todo el día y que ni siquiera el excelente que había sacado en geografía había conseguido aliviarle.
El coche de policia en la puerta de su casa la hizo detenerse unos segundos; apretó contra su pecho la carpeta y caminó de forma temblorosa hacia la entrada; el buzón de correo aún estaba lleno, dos agentes la miraron cuando ella entró en la casa, su madre estaba de espaldas a ella, sentada en el sofá, abrazando a la pequeña de siete años que no entendía qué ocurría. El agente de pie delante de su madre la miró a ella con tristeza y entonces lo supo.
Había pasado algo. El presentimiento había sido más que eso, algo había ocurrido. Inconscientemente había recordado la sonrisa de su padre de aquella mañana al despedirse de ella; la había besado en la frente como siempre hacía y le había revuelto los rizos que por una vez, parecían estar en su sitio; un "te quiero, preciosa" le había sido dedicado y ella le había contestado con un "te quiero papá".
-Yo empecé poco después el instituto… -dijo ella-… pero no sé qué… Mi padre me hubiera dicho…
-No podía decírtelo _______ –le dijo Harry-, podía ponerte en peligro… Estoy seguro de que ni siquiera tu madre sabía que Anthony pertenecía a este grupo –hizo una pausa y la miró-. Nos hizo prometer que pasara lo que pasara, te protegeríamos siempre, _______ –dijo el hombre de ojos verdes.
-En realidad –intervino Blaise-, llevamos bastante tiempo protegiéndote –comentó encogiéndose de hombros-. La entrada a tu instituto ya estaba marcada por uno de nosotros…
-¿Cómo? –la chica estaba incrédula ante aquella afirmación.
Blaise miró a Harry y éste asintió. Tomó una de las carpetas y la deslizó sobre la mesa hasta que la mano de _______ la detuvo frente a ella.
-Ahí está todo… -dijo Ronald-… la muerte de tu padre, todo lo que hemos sabido de ti en estos años, tus novios, la relación con tu madre y con tu hermana, tus viajes, tus salidas… -hizo un gesto con la mano indicando un largo etcétera-… En fin, ya puede imaginarlo.
_______ abrió la carpeta con dedos temblorosos intentando aparentar una tranquilidad que en absoluto sentía. Allí dentro debían hacer cientos de fotografías, informes y recortes periodísticos… Empezó a pasar sus ojos por las letras y las imágenes… ¿una copia de su historial clínico? Miró a Harry que se revolvió ciertamente incómodo en la silla. Una fotografía del primer día de instituto, su anuario, su graduación, una copia de sus notas en el instituto, redacciones escritas por ella, imágenes, fotografías de sus caídas y las cicatrices que habían provocado en su piel…
Control. Se sentía controlada. Toda su vida había intentado controlarlo todo; desde la muerte de su padre se había prometido a sí misma que nada escaparía a su control y sin embargo, ellos la habían estado controlando todo aquel tiempo. Lo sabían todo de ella… ¡todo! Incluso conocían a su padre más de lo que ella misma lo había hecho… Se sintió mareada.
_______ necesitaba pensar. Sentía como su mano temblaba de forma involuntaria y se dio cuenta de que estaba teniendo un ataque de ansiedad. Hacía mucho que no los tenía, no desde que era una niña y había aprendido a controlar todo lo que estaba a su alrededor. Echó la silla hacia atrás, apoyó los codos en las rodillas y enterró su cabeza entre las manos contando mentalmente mientras inspiraba y exhalaba intentando mantener el control de aquello.
Una mano fuerte y cálida se movió cerca de ella pero no le dio importancia. La sintió reconfortante sobre su espalda, dándole ligeros golpecitos que para ella no tenían sentido. Una voz sinuosa y dulce llegó a su oído izquierdo.
-Tranquila… -susurró-… respira tranquila… -un suave golpe en la espalda-… un, dos, tres… -tres golpecitos en la espalda-… y ahora suéltalo… -una caricia en la nuca-… vamos, otra vez… un, dos, tres… -tres golpes para ayudarla a respirar-… suéltalo… -otra caricia.
_______ se dio cuenta de que estaba respirando siguiendo a aquella voz, de que los golpes suaves en su espalda la estaban ayudando a respirar y que la caricia en su nuca la ayudaba a relajarse en cierto modo.
-Estoy bien… -susurró la chica entonces. Pero la grande mano aún transmitía calor a su espalda, asegurándole en silencio que estaba bien, que no había prisa, que no tenía por qué correr-… de verdad, estoy bien… sólo… sólo ha sido un mareo…
Se incorporó despacio y casi se echó hacia atrás cuando la mirada de Draco Malfoy apareció delante de ella a escasos centímetros, con un brillo de preocupación y empatía que desapareció enseguida mientras el policía se volvía a sentar. Snape y Blaise intercambiaron una mirada de sorpresa y burla que pasó desapercibida para los demás pero no para Draco que gruñó a modo de respuesta para hacerles entender que no quería escucha ni una palabra de aquello.
_______ carraspeó. Necesitaba descansar. El hombro le empezaba a doler de nuevo y maldiciendo, tomó su bolso, lo abrió y sacó una pequeña caja blanca de donde tomó una pastilla grande y blanca.
-Maldita sea… -musitó al mirar dentro del bolso y darse cuenta de que no llevaba su acostumbrada botella de agua. Un vaso de agua apareció en la mesa, cortesía de Draco Malfoy -… Gracias.
Por respuesta, Malfoy asintió mientras aún apartaba la jarra de agua; _______ se metió la pastilla en la boca y la tragó con un sorbo de agua, notando como el dolor empezaba a mitigar, aunque aún no lo suficiente.
Necesitaba descansar, por supuesto, pero también necesitaba saber. Carraspeó ligeramente.
-¿Amanda…
-Amanda era una de las nuestras –confirmó Ron-. Has estado en peligro tantas veces que te asustarías… Pero nunca ha pasado algo tan a la vista…
-¿Y por qué ahora? –preguntó Hermione-. Quiero decir, ¿por qué ahora…
-Es lo que intentamos descubrir –comentó cansado Remus-. Hemos empezado a recibir llamadas de niños desaparecidos… igual que empezó todo aquello… -miró a Harry y _______ frunció el ceño cuando el moreno negó suavemente causando que Lupin se callara.
-¿Qué pasa? Tengo derecho a saber toda la verdad –dijo ligeramente enfadada.
-No es nada que tengas que saber por ahora –dijo Harry con voz dura y fría, como el agente al mando que era-. De momento te buscaremos un lugar seguro hasta que sepamos qué está ocurriendo. No puedes volver a tu piso.
¿Quién diablos se creía que era para darle órdenes de aquella forma? Frunció el ceño mientras miraba al hombre. Otro idiota como le había parecido Malfoy. ¿Es que todos los hombres guapos y atractivos tenían que ser idiotas o estúpidos arrogantes? Seguro que a su madre le gustaría estar con esos dos… Rodó los ojos. No iba a permitir que nadie le arrebatara lo que le había costado tanto tiempo conseguir; no iba a dejar que nadie le dijera lo que tenía que hacer.
-No –dijo la joven médico.
-Uno de nosotros tiene que estar siempre con ella –insistió Ron-. Y no pienso poner a mi hermana en el mismo campo que en el que estuvo Amanda.
-He dicho que no –lo intentó de nuevo _______ alzando un poco más la voz al verse ignorada.
-Haremos turnos de vigilancia de dos –dijo Harry tomando la palabra-. Snape, encárgate de conseguir alguno de los apartamentos francos para testigos protegidos –el hombre de negro asintió.
-¡He dicho que no!
Malfoy la miró y sonrió de medio lado sabiendo que ella estaba mirando fijamente a Potter. Si el hombre moreno pensaba que ella iba a obedecer en silencio, Malfoy tenía serias dudas de ello. Y cualquiera que pudiera poner en un compromiso a Potter podía convertirse en su aliado… por muy mujer gritona que fuera.
-Remus, habla con el director del hospital e invéntate algo… no va a volver a ese hospital; es un blanco demasiado fácil y…
-¡NO!
Esta vez, su negativa fue acompañada por el ruido de la silla al moverse hacia atrás desplazándose cuando ella se puso en pie y por el ruido seco de sus manos abiertas golpeando la mesa haciendo que la carpeta que seguía abierta sobre ella se tambalease provocando la caída de algunos de aquellos documentos al suelo.
-No voy a renunciar a mi vida –dijo ella muy firme.
-_______, no estás siendo razonable… -intentó hablarle Remus.
-¿No? Acabo de enterarme que mi padre era un agente especial de un grupo de elite, que murió porque alguien le asesinó, que he tenido durante toda mi vida a una horda de agentes protegiéndome sin mi consentimiento y que pretendéis seguir haciéndolo sin importaros lo que yo piense de ello –dijo ella entre dientes mirando a Remus-. Yo creo que he sido demasiado razonable –miró a Harry-, pero no voy a perder todo lo que he conseguido porque hayáis decidido que estoy en peligro.
-No lo hemos decidido –la interrumpió Ron-, lo estás –confirmó.
-¡Me da igual! –gritó ella fulminándolo con la mirada y haciendo que el pelirrojo viese en los ojos de la joven mujer la misma mirada de enfado que solía ver en los ojos de su hermana cando se enfadaba con Blaise por insinuar algo que no debería siquiera haber pensado-, he trabajado muy duro para llegar donde estoy; estudié noche y día durante tres años para lograr sacarme la carrera en cuatro años en lugar de en siete y lo conseguí con las mejores calificaciones; tengo una vida propia y no voy a renunciar a ella sólo porque hayáis decidido que estoy en peligro. No lo haré aunque tenga que morir como murió mi padre –espetó inflándose de un valor que no sentía.
El silencio se hizo en la habitación. Nadie se atrevía a decir nada; la guerra de miradas entre _______ y Harry parecía asustar a todo el que estaba allí excepto a Malfoy y Snape que parecían divertidos intentando saber cómo iba a reaccionar Harry ante aquella sublevación por parte de quien debía ser una dulce protegida.
-¡Harry! –gritó la mujer que estaba en el mostrador entrando en la habitación después de llamar de forma apresurada.
-¿Qué? –preguntó él molesto por la interrupción.
-Es… -miró a Sirius un segundo y vio los ojos del hombre oscurecerse, sombríos, como si de alguna manera presintiera lo que iba a decir-…Es Black… Lo han detenido en el sur de Francia hace dos horas, está a punto de llegar.
La tensión de la sala fue tanta que ______ hubiera jurado que alguien podría cortarla con un cuchillo. Black… Miró a Sirius que parecía haber perdido todo resquicio de sonrisa alguna. Black, _______ se encontró preguntándose si serían parientes… Por supuesto que podían no serlo pero… la expresión de sus ojos, la dureza en los gestos de su rostro, sus puños apretados, el aire contenido con rabia inusitada… Si no eran parientes, lo que sí que no podía negar era que le conocía.
-Yo iré –se ofreció Draco levantándose de la silla que había ocupado hasta el momento.
-No, yo voy –le cortó Sirius tajante.
-No estás en condiciones para interrogarle Black –le contestó él con sorna-. Además, quiero hablar con mi querido primo a solas.
Sirius no se movió de la silla. Nadie dijo nada. Sólo los pasos de Malfoy se escuchaban haciendo eco mientras se acercaba a la puerta.
-Malfoy, voy yo –dijo Sirius serio sin moverse-. No cruces esa puerta.
-Mírame –le contestó el rubio burlón.
-Draco… -Malfoy se detuvo y se giró con una expresión de sorpresa en el rostro-. Por favor… deja que vaya yo… quiero saber… necesito saber…
-Estás demasiado implicado, Sirius –intervino Ginny colocando una mano sobre la del hombre, ambas sobre la mesa-, no creo que sea bueno que…
-Déjale que vaya –se escuchó la voz de Remus. Harry miró al hombre de ojos casi dorados-. Harry… -lo apremió-… tú sabes mejor que nadie por qué…
Harry suspiró. _______ casi podía ver como se debatía entre lo que debía hacer y lo que quería hacer; estaba claro que eran hombres entrenados para seguir las reglas, pero también era más que evidente que eran hombres que seguían vivos precisamente por saltarse las reglas.
-De acuerdo Sirius –el aludido se levantó-. Blaise, ve con él.
-Puedo ir solo.
-No, no puedes –le replicó Harry ignorando el tono de advertencia en su voz-. O vas con Zabinni o no vas, tú eliges, Sirius.
Gruñó, gritó y fulminó a Potter con su mirada que podía llegar a ser tan fría y despiadada como le había parecido la de Draco Malfoy pero Harry parecía haber lidiado con esos arranques de furia demasiadas veces para dejarse intimidar por él. Sirius abandonó la habitación con Blaise.
-Malfoy –el rubio le miró-. Ocúpate de _______ –le pidió. Miró a la mujer y suspiró-. Supongo que querrás pasar por tu casa para recoger tus cosas.
-He dicho que no voy a…
-Ahora mismo tu apartamento es la escena de un crimen –le contestó Snape fríamente-. Necesitas salir de allí para dejarnos hacer nuestro trabajo.
_______ asintió sonrojándose ligeramente. Harry suspiró.
-Malfoy –Draco, que permanecía de pie le miró-, acompáñala y luego llévala a un sitio seguro, prioridad cuatro –añadió. El rubio asintió-. En cuanto esté instalada, quiero dirección y aviso, ¿de acuerdo?
-Vamos, ______(ap) –apremió el agente. _______ miró a Ginny y la pelirroja le sonrió.
-Puede parecer un bruto y un arrogante estúpido, pero es el mejor, no te pasará nada.
No era eso lo que le preocupaba a _______, no le preocupaba que alguien intentara matarla sino más bien, pensó mientras salía de la habitación con Malfoy detrás de ella, si ella podría aguantar sin matarle a él.
No entendía qué le pasaba con aquella mujer. Aún no le había agradecido nada de lo que había hecho y él estaba seguro de que a una no siempre le salvaban la vida en un callejón y la llevaban luego al hospital donde se quedaba velándola hasta que despertara y algún maldito matasanos le asegurara que estaba bien.
Y por si eso fuera poco, ahora tenía que hacer de niñero. Miró a la mujer que iba sentada con él en el deportivo negro y apretó las manos alrededor del volante. No había dicho ni una palabra desde que habían salido de la oficina. Se mostraba entera y tranquila pero él era demasiado dado a observar la actitud de los demás como para dejarse engañar. Estaba asustada; sólo había que ver cómo temblaba cada vez que alguien se acercaba a ella lo suficiente para tener que compartir el mismo espacio vital. Suspiró. Aquella iba a ser una tarea difícil.
Aparcó el coche frente al edificio; el coche de ella seguía en el mismo sitio de la noche anterior. Ella bajó del coche y él enarcó una ceja; había dado por supuesto que ella estaría esperando que se comportara de forma caballerosa con él y él ya había determinado que si eso era lo que buscaba se iba a dar de narices contra la pared porque él no era así con las personas a las que debían proteger.
Entró con ella al edificio después de asegurarse que no había nadie cerca de ellos y antes de que ella entrara en el ascensor, el agente insistió en retenerla fuera unos segundos mientras inspeccionaba el pequeño lugar. Ella enarcó una ceja y sonrió de forma burlona.
-¿Quiere mirar también en mis zapatos? –preguntó.
-Le sorprendería saber en qué sitios pueden haber transmisores, bombas o trampas –le replicó él.
_______ no contestó; se limitó a rodar los ojos y a entrar en el ascensor para picar al botón del quinto piso mientras aferraba con fuerza el bolso como si fuera un salvavidas. Se permitió mirarla de reojo. Era bonita. Era realmente bonita. Apenas utilizaba maquillaje, no como las mujeres que él conocía; no vestía de forma provocativa y sus zapatos no parecían estar sobre dos agujas y aún así, Draco Malfoy estaba seguro de que llamaba la atención cuando paseaba por la calle simplemente por ser ella. Tenía el cabello largo y de un color miel que invitaba a acariciarlo, a enterrar las manos entre aquellos grandes rizos que caían sobre su espalda en aquellos momentos; estrecha cintura y grandes caderas que se movían de forma insinuante pese a que estaba seguro de que ella no lo hacía queriendo… quizá en eso residía parte de su belleza, en que no sabía que la poseía.
El ascensor se detuvo y él sostuvo la puerta para que ella pasara primero. La puerta del apartamento estaba abierta y se escuchaban voces de dentro. _______ se detuvo en el reallano y Malfoy en un gesto instintivo la colocó detrás de él indicándole que permaneciera en silencio mientras él se acercaba a la puerta; la mujer casi tuvo que ahogar un grito cuando vio la pistola asomando por detrás del pantalón cuando él se levantó la chaqueta para hacer un amago de tomarla.
Vio como Draco se pegaba a la pared y miraba por la rendija de la puerta y sin quererlo, soltó un suspiro exhalando todo el aire que había estado conteniendo involuntariamente cuando él alejó la mano de la pistola y se la llevó a la cintura donde tenía colgada su placa, al tiempo que soltaba varios juramentos y maldiciones y le hacía un gesto para que ella le siguiese.
-Soy el detective Malfoy –anunció entrando en el piso antes de que los tres policías que estaban allí pudiesen hacer amago de coger siquiera sus armas-, la señorita ______(ap) ha venido a recoger algunas cosas hasta que la investigación se cierre, espero –miró con reprobación a uno de los policías que parecía bastante interesado en la ropa interior que estaba aún doblada en la cesa de ropa limpia-, que eso no sea ningún problema.
El policía dejó la ropa inmediatamente y el otro intentó esconder el hecho de que habían estado revisando la cocina. Malfoy rodó los ojos y en un acto mecánico memorizó los números de las placas de los tres policías; si eran tan estúpidos para hacer aquello, merecían que los rebajasen a simples guardias de tráfico.
______ entró en el apartamento y cerró los ojos un segundo. Sólo eso. El tiempo suficiente para decirse a sí misma que todo estaba bien, que no había pasado nada. Una vieja técnica a la que los médicos recurrían cuando estaban nerviosos ante una operación o a la hora de tener que dar un diagnóstico que desembocaría en lágrimas para el paciente o para, generalmente, los parientes del paciente.
Draco miró a la mujer y la vio parada en medio del salón. ¿Qué le ocurría ahora? Vio sus manos cerradas en fuertes puños temblando, su barbilla también y sus ojos apagados parecían no querer mirar a ningún sitio.
Y entonces lo entendió. Estaba paralizada. Hacía menos de veinticuatro horas había descubierto demasiadas cosas sobre su padre, que había sido protegida siempre por algo que desconocía, habían estado a punto de matarla y había presenciado la muerte de la que había sido su mejora miga y que había resultado ser una agente más; en realidad, ella había aparentado mucha más serenidad que cualquier otra mujer a la que le hubiera pasado algo semejante.
Y por si eso no había sido suficiente, tenía que regresar allí, al lugar donde había visto el cadáver de su amiga, al lugar donde había personas fisgoneando en sus armarios, en su cocina, en su nevera, en los cajones de su ropa interior. Frunció el ceño. Él, tan celoso de su intimidad como era, los habría echado a todos sin contemplaciones y ella, que seguramente era lo que deseaba hacer, no podía.
Alzó la voz por encima de los leves sollozos que empezaban a hacer que los hombros de la mujer temblasen ligeramente y se dirigió hacia los tres agentes que aún permanecían en el salón.
-Pueden retirarse –ordenó secamente-, me quedaré con ______(ap) y luego cerraré –anunció. Los agentes se miraron entre ellos titubeando y Draco rodó los ojos internamente-. ¿No me han oído o están esperando una invitación formal, caballeros?
-Es que no podemos dejar este… -empezó a decir uno de ellos.
-No acostumbro a dar explicaciones si no es a mi superior y creo que ustedes no entran en esa categoría, agentes –les contestó Draco haciendo gala de sus malos modales y su mirada fría e impersonal-, yo me hago responsable de todo. ¡Lárguense! –gritó al ver que ninguno de los tres se movía.
-Nos quejaremos a nuestro superior –amenazó uno de ellos.
-Draco Malfoy, detective de la comisaría número 53 de Baker Street, mi superior inmediato es Harry Potter –disfrutó al ver como los rostros de los hombres se encogían por el miedo al nombrar a Potter y se sintió satisfecho de que al menos, el nombre de Potter y su fama le precedieran-. Si quieren quejarse adelante, les estaré esperando encantado –finalizó mientras les daba la espalda y se ponía detrás de _______ como si les estuviera desafiando a hacer o decir algo al respecto.
Escuchó como se iban y miró a ______ sin saber qué decir o qué hacer al respecto. Pero no tuvo que pensar demasiado tiempo.
-Gracias… -dijo ella en apenas un susurro-. Yo… no soportaba que estuvieran fisgando en mis cosas conmigo aquí… -intentó explicarse.
Draco asintió por toda respuesta.
-No se preocupe, está bien, forma parte de mi trabajo - ella asintió sintiéndose idiota, todo era trabajo para aquel hombre de acero-. Recoja lo que necesite y sea imprescindible –le dijo intentando no parecer tan rudo como siempre.
______ recogió su maletín con el ordenador del lugar donde siempre lo dejaba y lo colocó sobre la mesita para asegurarse de cogerlo luego; por si acaso, colocó su bolso encima. Ignoró el salón y la cocina y atravesó el pasillo sintiendo náuseas repentinas al pasar frente a la puerta del baño aún abierta con el marco forzado y agujereado por los disparos que aún sonaban en su cabeza. Se llevó una mano al hombro herido y negó con la cabeza. Ella estaba bien.
Entró en la habitación con la mirada fija en el armario, sacó una pequeña maleta y recogió algo de ropa sin siquiera pensar bien en lo que estaba tomando; su mente demasiado ocupada queriendo alejarse de allí. Se dirigió a la cómoda y apenas tomo algo más que su frasco de colonia habitual y la fotografía de su padre que guardaba con gran cariño; le sonrió el hombre uniformado de la imagen y besó la yema de sus dedos índice y corazón antes de posarlos sobre la fotografía y guardarla en la pequeña maleta; una chaqueta, un libro que guardaba sobre el escritorio, algunos informes y discos con información del hospital; lo necesario para ella, sus pacientes, como siempre. Suspiró y se dirigió al cuarto de Amanda.
Malfoy la miró desde dentro de la habitación cuando ella entró y ______ se obligó a aguantar la mirada gris.
-Yo… -carraspeó-… tengo que tomar algo de aquí… -dijo.
Malfoy asintió y ella suspiró, aliviada y sin saber por qué. Alguien había ordenado el cuarto y aunque se había intentado limpiar la mancha de sangre del suelo, aún había cierto color rojizo y el olor metálico de la sangre inundaba la habitación de Amanda.
Draco la miró. Vio como se arrodillaba frente a la cama que una vez había sido de Amanda mientras farfullaba algo entre dientes y empezaba a sacar una caja de cartón de debajo de la misma.
-Amanda siempre decía que era mejor guardar aquí las joyas… -argumentó-… que si un ladrón entraba buscando una caja fuerte nunca buscaría en una vieja caja de cartón…Quizá si la caja no hubiese estado aquí… ella no hubiera…
Draco entrecerró los ojos. Ella no tenía la culpa de la muerte de Amanda, ¿por qué se echaba la culpa de aquella forma tan estúpida? No era bueno consolando a la gente, ¡por todos los diablos! Cuando algo así pasaba, siempre estaba Remus con sus palabras tranquilas, o Potter con su sonrisa de "todo se arreglará" o incluso el idota de Black era capaz de hacer que alguien se sintiera mejor con alguna de sus estúpidas bromas. Pero él no sabía cómo consolar a nadie. Nunca le habían enseñado, nunca lo había sentido…
Y cuando no sabía qué hacer, siempre ocurría lo mismo, su instinto actuaba por él. De ese modo había atrapado a varios terroristas, fiándose de sí mismo, guiándose por lo que él haría o por lo que él desearía que alguien hiciera.
Se agachó junto a la mujer y pasó sus brazos alrededor del cuerpo intentando no lastimarle el hombro. Se sorprendió de lo débil y lo frágil que parecía. Juraría que podría romper todos los huesos de su cuerpo si la apretaba demasiado y sin embargo, ella había aparentado ser tan fuerte como él cuando en realidad estaba terriblemente asustada. En un primer momento, ______(ap) se tensó contra el cuerpo que la abrazaba. No estaba acostumbrada al contacto físico con los hombres, algo que también, desesperaba a su madre, por supuesto.
-Tranquila… -le susurró Malfoy entonces acercando sus labios al oído de ella-… todo está bien… No voy a dejar que te pase nada… -siguió diciéndole lentamente, como si estuviera hablando con un animalillo asustado-. Todo va a estar bien… No pasa nada… tranquila…
Aquellas palabras fueron puro bálsamo par la mujer que por un momento olvidó lo que había ocurrido, quién la tenía abrazada, en qué habitación estaban… lo olvidó todo y dejó caer la máscara de seguridad y fortaleza que había mantenido desde la noche anterior. Estaba aterrada, aterrada por estar allí, por haber estado a punto de morir, por estar en peligro, por conocer algo que no sabía qué era, por no saber qué esperaban de ella… por todo…
La primera lágrima descendió de sus ojos y quedó atrapada en la camisa de Malfoy, mezclándose con la colonia de menta que él llevaba. Apretó sus manos aferrándose en torno a un trozo de la camisa de él, en el pecho y enterró su rostro en él, colocando su frente sobre el pecho del agente que la acercó más a su cuerpo, abrazándola con más fuerza mientras su mano derecha empezaba a hacerle un suave y lento masaje en la nuca.
-Ya está pequeña… -susurró él de nuevo-… Llora todo lo que quieras, ______(ap)… No va a pasarte nada… te lo prometo… -en un gesto que ni siquiera él supo de donde había salido, la besó en la cabeza suavemente aspirando el aroma a rosas que procedía del suave cabello de la mujer-. Vamos… te llevaré a un lugar seguro… No pasará nada… Te lo prometo…
Ella asintió. No le importaba dónde la llevara. No le importaba en absoluto. Sabía que él la protegería. Era lo único que le importaba, eso y el corazón fuerte que latía con rapidez bajo su mano. Un corazón duro, de ritmo rápido y con un latir poderoso. Como el de un león que protege lo suyo. Se relajó contra el abrazo del hombre. Quizá Malfoy no era tan horrible como ella había creído. Quizá sí tuviera, después de todo, sentimientos.
Caldero Chorreante...
Harry entró en el bar acompañado de Remus y Ron. Habían recibido una llamada de Blaise al que encontraron cerca de la barra, colocado estratégicamente para no llamar la atención mientras vigilaba a Sirius que parecía muy concentrado en la copa que tenía en la mano, la sexta, contaba ya Blaise a parte de las cuatro cervezas que había bebido hasta que ellos tres llegaron.
Era un local pequeño, oscuro y sombrío, instalado en uno de los callejones de las calles de Londres y llamado el Caldero Chorreante, un lugar perfecto para los policías cuando querían encontrar información de alguien o de algo. La música sonaba en una vieja máquina de discos que Ron no sabía cómo podía funcionar aún, en un rincón del lugar; la barra ocupaba gran parte del local de paredes rojas y suelo negro, oscuridad frente a la luz que había tras aquellas paredes. Varias mesas y sillas repartidas por el lugar, entrechocándose entre sí y desperdigadas sin ningún orden en concreto alrededor de las columnas de hierro que sustentaban el techo del lugar. Al fondo de la barra, un estrecho pasillo llevaba al cuarto de baño y a una puerta trasera. El hedor a alcohol mezclado con sudor hizo que Lupin frunciera el ceño.
-¿Por qué Sirius siempre tiene que elegir los bares más asquerosos cuando le da por emborracharse? –preguntó rodando los ojos.
Ron le dio una palmada en el hombro con una sonrisa torcida.
-Por que si no, no sería él –comentó divertido haciendo sonreír a Lupin-. ¿Harry?
El chico asintió y se dirigió hacia Blaise que le saludó con un gesto de cabeza. El moreno frunció el ceño al ver un hematoma que empezaba a formarse en el ojo izquierdo y que se veía perfectamente incluso en la oscuridad del bar.
-¿Estás bien?
Blaise asintió.
-Estaba un poco alterado –comentó-, fingí que me largaba y te llamé –miró por encima del hombro y sonrió al ver a Remus y Ron junto a la puerta-, veo que has traído a la caballería.
Harry sonrió a medias y se encogió de hombros.
-Remus es el único que logra convencerlo de que deje de beber –Blaise enarcó ambas cejas y Harry sonrió, esta vez, de forma más abierta-, y Ron es el que mejor aguanta los golpes, por algo lo llaman el muro rojo, ¿no? –Blaise rió suavemente, negó con la cabeza, dejó un par de monedas en la barra y tragó de un solo sorbo lo que quedaba de su cerveza-. ¿Cómo está de mal?
Blaise sonrió con tristeza.
-Regulus dijo ciertas cosas desagradables… está hundido, Harry. Espero que podáis llevarlo a casa, si necesitáis ayuda…
-No, tranquilo, ya has hecho bastante por él. Ve a casa y descansa, mañana a las siete en la oficina, tenemos mucho de lo que hablar –vio como Remus se acercaba a Sirius y miró a ver qué pasaba mientras Blaise salía del lugar.
Frunció el ceño. Remus intentaba convencerlo de algo pero por los movimientos negativos de la cabeza de Sirius, él no iba a dejarse convencer tan fácilmente. Remus insistió de nuevo y esta vez, se ganó un grito del moreno y Harry estaba seguro de que le hubiese golpeado de no ser porque era Remus.
Ron se acercó a él.
-¿Quieres que haga algo? –le preguntó.
Harry negó. Remus se alzó de hombros y miró a Ronald y Harry, el moreno le hizo un gesto con la cabeza para que lo dejara tranquilo y Remus le hizo caso.
-Iros a casa –les dijo a los dos hombres-, yo me ocupo de Sirius.
-Harry, no está razonable –le avisó Remus-. No ha querido escucharme siquiera…
Pero la mirada de Harry era la misma que la de James Potter cuando decidía algo. La misma que tenía cuando decidió que Lily Evans sería su esposa. Determinación y decisión. No había nada más.
Remus asintió y Ron y él salieron del bar. Harry se acercó a Sirius y se sentó a su lado. El camarero le miró.
-Una cerveza –le pidió-. La mejor que tengas –añadió.
El camarero le sirvió en silencio y Harry se abstuvo de comentar que las jarras de los vertederos estaban más limpias que las que el daba. A Sirius no parecía haberle importado demasiado, aunque, viendo el brillo en sus ojos, a su padrino le podrían haber puesto una cerveza con un dedo amputado dentro y no se habría quejado.
Sí, porque Sirius Black, era para Potter, más que su compañero de trabajo o su amigo. Sirius Black era su padrino. Había sido una suerte encontrarlo después de tantos años y daba por ello gracias a los cielos cada día. Su vida no había sido fácil. Cuando cumplió dos años de edad, sus padres murieron, según le dijeron, en un accidente de tráfico, poco después supo la verdad, que un narcotraficante los había matado cuando había intentado secuestrar a Harry. Por suerte para el bebé, Albus Dumbledore, jefe por aquel entonces de la Orden del Fénix, como se hacía llamar la unidad a la que pertenecían, lo había acogido en su casa y por consiguiente, él había visto desde muy pequeño el trabajo que aquel grupo secreto ejercía.
No había sido hasta los trece años que supo la noticia de que tenía un padrino. Alguien que quería ocuparse de él, alguien que le iba a querer. No era ser malagradecido; Harry siempre le agradecería a Dumbledore que lo criara como si fuera su propio nieto, pero Albus apenas sabía nada de sus padres por lo que no podía contestar las preguntas que le rondaban a Harry por la cabeza. El día de su décimotercer cumpleaños, Albus lo sentó en el sofá de la sala y le dijo que su padrino, al que habían condenado por creer que había sido el culpable del asesinato de James y Lily Potter, había sido absuelto. Un tal Remus Lupin, perteneciente a la unidad, no había parado de remover Roma con Santiago hasta localizar a un pequeño topo de la organización de venta de bebés que había confesado que Sirius Black no había hecho nada en contra de los Potter; Albus le dijo a Harry que su padrino estaba libre y que Peter Pettergrew pagaría por sus crímenes.
Al día siguiente había ido a verle. No sabía qué esperar. No sabía qué esperaban de él. Estaba asustado, ansioso, animado y aterrado y no en ese orden precisamente. Pero cuando aquel hombre moreno de ojos grises y aspecto demacrado le abrió la puerta con aquella sonrisa y sus ojos brillando de forma alegre y melancólica, supo que todo iba a estar bien y cuando el hombre se agachó a su altura y posó sus manos en los hombros del aún niño y le dijo "eres igual a James pero los ojos… los ojos son de Lily", supo que no importaba si todo iba bien o no porque por fin iba a tener a alguien que le contestara las preguntas que siempre había querido saber. Estuvieron hablando horas, descubriendo así, que el color favorito de su madre era el violeta, que su padre odiaba que su cabello estuviese siempre revuelto hasta que las chicas habían empezado a decir que era algo sexy; que su madre había rechazado a su padre ciento cuarenta y dos veces pero que al final aceptó salir y que desde entonces no se había separado de él; que su padre había tenido un accidente con la moto de Sirius y que por lo tanto él había determinado que ningún hijo suyo subiría nunca a un trasto como aquel y que el día que había visto a su bebé en la moto con su padrino casi le había dado un ataque al corazón.
Cuando aquella noche, Sirius le preguntó si quería ir a vivir con él, Harry no lo pensó. No lo necesitaba. Agradeció a Albus todo lo que había hecho por él y le prometió que al cumplir los dieciocho ingresaría en la unidad secreta siendo el mejor hasta descubrir quién mató a sus padres. A los dieciocho años, cumplió su promesa. No había dejado la Orden desde entonces, trabajando cada año más duro que el anterior y ni un solo de esos días desde que había cumplido trece años, había dejado a Sirius solo. Jamás. No pensaba empezar ahora.
Harry no dijo ni una palabra. Sabía que en cuanto lo hiciera, Sirius saldría de allí gritando y maldiciendo y eso no era lo que quería. Conocía a su padrino lo suficiente para saber cómo hacerle hablar. Dos segundos más y el mayor empezó a abrir la boca, Harry bebió de su cerveza para ocultar su sonrisa. Nunca se equivocaba.
-Él la mató –dijo sencillamente Sirius al ver que Harry no decía nada. El joven agente asintió dejando que él siguiera hablando-. ¿Y sabes qué? No le importó –se rió suavemente. Harry frunció el ceño. Estaba borracho como una cuba-. Maldita sea… era una bruja pero era la única madre que había conocido… -se lamentó.
Harry, a su otro lado, hizo un mohín de disgusto; Sirius debía estar realmente mal si estaba disgustado por la muerte de Artemisa Black. Era una mala mujer, alguien que había criado a sus hijos a base de golpes y castigos y que les había introducido en el negocio de la trata de blancas, de la droga y de la prostitución; un negocio del que Sirius no había querido saber nada y que había atrapado al menor de los Black, a Regulus Black, su único hermano.
-¿Y sabes qué más me dijo? –Harry le miró bebiendo por encima de su copa-. Que si yo hubiera estado con ellos, él nunca habría terminado de aquella forma… -rió sonoramente, un par de tipos cerca de ellos se removieron incómodos y se apartaron. Ron sonrió, la risa estruendosa de Sirius siempre lograba ese efecto-. ¿Puedes creerlo? Al final yo tengo la culpa… -sonrió tristemente-… Como siempre… ¿no?
Ahí estaba. Ese era el motivo. Sirius no era como el resto de su familia, él sí tenía sentimientos, él sí tenía conciencia. El hecho de que Regulus le acusara cuando él no tenía la culpa había sido una estrategia para hundir a Sirius y, a juzgar por el aspecto del siempre atractivo agente, había surtido efecto. Se prometió a sí mismo mantener una conversación con Regulus… sin testigos, por supuesto.
-Es cierto –dijo Harry entonces. Sirius le miró-. Tú tienes la culpa Sirius. Y por eso, yo te doy las gracias.
Sirius parpadeó extrañado.
-Bueno, si no te hubieras largado de casa, si no te hubieras apartado de tu hermano y tu familia, yo no tendría a nadie más, así que tengo que darte las gracias –el policía mayor le sonrió amargamente-. Sirius, eres el mejor hombre que he conocido nunca y no voy a dejar que te martirices de este modo, ¿entiendes? Dime una palabra. Una sola palabra y esta noche Regulus dormirá eternamente si consigo con eso aliviarte el dolor.
Sirius le miró. Hablaba en serio.
-No serías capaz de matar a nadie desarmado.
Harry se encogió de hombros.
-Pensaba darle un cuchillo –se defendió.
-Regulus no duraría ni diez segundos Harry. Lo sabes. Eres un experto en armas blancas –manifestó con cierta diversión.
Harry no contestó inmediatamente.
-Al menos… -bebió de su vaso-… le daría la oportunidad de defenderse, cosa que él no ha hecho contigo.
-Quizá tendría que haberme quedado con él en casa… -dijo Sirius en voz alta. Harry negó suavemente.
-Entonces yo hubiera acabado teniendo que detenerte a ti –le dijo burlón consiguiendo que Sirius sonriese sinceramente-. Vamos a casa Sirius, ya has bebido suficiente por todo el mes, ¿no te parece?
Sirius Black asintió. Dejó que Harry pagara por los dos e intentó parecer solemne cuando Harry le hizo apoyarse en él para salir del local y llegar al coche; era sorprendente la fuerza que Potter tenía para ser un chaval de menos de treinta años. Siempre le sorprendía. James también le había sorprendido muchas veces. Tenía suerte de tener a Harry con él. Y a Remus. Remus… seguro que le echaría una buena bronca por haberse emborrachado sin él. Esperaba que al menos la bronca no fuese hasta el día siguiente, bien entrada la tarde, presentía que iba a tener resaca. Cuando la suave música de Harry inundó el coche, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Una muy buena resaca.
Call me Aly.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Oooh, GENIAL cap!
Que lindo es Malfoy! Me emocioné con lo último! HERMOSO CAP!
pobre rayis....
siguela!
bss bonita
Que lindo es Malfoy! Me emocioné con lo último! HERMOSO CAP!
pobre rayis....
siguela!
bss bonita
Thalassa Deméter.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
HOLAS
NUEVA LECTORAAAA
Me gusta mucho el tema de tu nove, aunque se me hace extraño que los llamen agentes o policias, pero en fin es una muy buena novela
FELICITACIONES¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ATT Alex
NUEVA LECTORAAAA
Me gusta mucho el tema de tu nove, aunque se me hace extraño que los llamen agentes o policias, pero en fin es una muy buena novela
FELICITACIONES¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ATT Alex
Take me Home xD
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Chicas!
Muchas Gracias por sus comentarios hermosos,
significan demasiado para mí.
Ayer me dió un ataque de inspiración y escribí mucha historia (sin capitulos definidos).
Hoy dividiré los capítulos y los corregiré, por que escribí a lo loco, y creo que actualizaré dentro de media hora.
Sois geniales chicas, no sabéis hasta que punto me motiváis para seguir.
Impagable.
Muchas Gracias por sus comentarios hermosos,
significan demasiado para mí.
Ayer me dió un ataque de inspiración y escribí mucha historia (sin capitulos definidos).
Hoy dividiré los capítulos y los corregiré, por que escribí a lo loco, y creo que actualizaré dentro de media hora.
Sois geniales chicas, no sabéis hasta que punto me motiváis para seguir.
Impagable.
Call me Aly.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
Srita Aly. escribió:Chicas!
Muchas Gracias por sus comentarios hermosos,
significan demasiado para mí.
Ayer me dió un ataque de inspiración y escribí mucha historia (sin capitulos definidos).
Hoy dividiré los capítulos y los corregiré, por que escribí a lo loco, y creo que actualizaré dentro de media hora.
Sois geniales chicas, no sabéis hasta que punto me motiváis para seguir.
Impagable.
Gracias a ti por escribir! Enserio nos haces muy feliz al compartir tu talento y tu creatividad con nosotras! Gracias! Esperamos tu cap ansiosa.
Bss
Thalassa Deméter.
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
ME ENCANTA. ME ENCANTA. ME ENCANTA. ME ENCANTA (:
Siguela cuando puedas.
Siguela cuando puedas.
#CrucioBitch
Re: A Dangerous Love (Draco Malfoy y tú)
hooo mil perdones por no haber comentado antes, y el capitulo anterior...
pero bueno en fin!
que geniales capitulos son tan...
bien te dire como son cuando encuentre la palabra apropiada
waaaa awwww que lindo es malfoy!... y todos son tan... bueno realmente es
gracioso leer los capitulos porque te saca de onda que no hablen de magia y cosas asi...
jejjeje tu muy bien!
bueno siguela que tu nove es cocaina!!
jeje ok saludos!!
pero bueno en fin!
que geniales capitulos son tan...
bien te dire como son cuando encuentre la palabra apropiada
waaaa awwww que lindo es malfoy!... y todos son tan... bueno realmente es
gracioso leer los capitulos porque te saca de onda que no hablen de magia y cosas asi...
jejjeje tu muy bien!
bueno siguela que tu nove es cocaina!!
jeje ok saludos!!
alejandrabh
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