Diario(S) De un Libertino... Nick J. y tu

hola! despues de tanto tiempo estoy de vuelta y sigo amando intensamente tu novela (: espero que puedas subir

siguela

tienes que seguirla

Extraño tu novelas, he leído novelas de época últimamente y pienso en que no has subido. :(

estas bien? tienes muchisimo que no subes

seguilaaa

Siguela, vuelve.
Come Back...Be here!!!

siguelaaaaaaaa :(

chicas! Ojala vean esto! Se quw estado un monton de tiempp sin escribirles, pero no habia tenido inter. Y mi cel no agarraba la pag. Un amigo tiene la novela, pero no supo subirla -.-sin embargo, les prometo que en cuanto pueda, se las termino. Les va a encantar! Att. Mel. Alvarez *_*

¡MEL, QUE BUENO SABER DE TI! Realmente me preocupe pensando que quizás te había pasado algo, espero que te encuentres mejor de estado de animo tanto tu como tú familia.
Besos <3

Victoria bajo corriendo las escaleras en busca del jardinero, pero en su carrera choco contra Steffan Devala, quien tampoco la había visto.
-¡Steffan!-Exclamo Victoria, mientras el joven la sostenia por los antebrazos.- ¿Qué haces aquí?-Le pregunto mientras se alejaba de el. Steffan la miro y la solto.
-¿Y Brandon?-Le pregunto mientras paseaba la vista por el vestíbulo.
-Se marcho, hace ya como dos horas.-Le dijo Victoria mientras lo miraba.- Steffan, ¿eres fuerte?-Le pregunto mientras ladeaba la cabeza. Steffan la miro extraño.
-Eso creo, ¿Por qué?
-Acompáñame.-Le dijo Victoria, mientras lo jalaba de la mano y lo llevaba corriendo hacia arriba. Victoria se detuvo frente la puerta en la que estaba Sarah encerrada.-Derríbala.-Le ordeno, mientras la señalaba.
-¿Por qué?-Le pregunto mientras la miraba extrañado y confuso.
-¡Solo hazlo!-Le dijo un poco alterada.
-Sera difícil, pero lo intentare.-Le dijo mientras tomaba vuelo.
Sarah quien estaba escuchando todo se aparto. Entonces, Steffan corrió hacia la puerta y la empujo, hasta que la bisagra del picaporte se rompió. Steffan se aparto y observo como Victoria entraba corriendo a esta.
-¡Sarah!-Le grito Victoria mientras corría hacia ella y la abrazaba. Steffan entro a la habitación y miro con incredulidad la escena que se desarrollaba frente a el.
-¿Sarah?, pero, ¿Qué estas haciendo aquí?-Le pregunto, entrando a la habitación y viéndola. Sarah soltó un suspiro de alivio.
-Steffan, tu sabes donde será el duelo, ¿cierto?-Le pregunto Sarah, apartándose de Victoria.
-Si, lo se.-Steffan al miro y no necesito preguntar, para saber el por que le había preguntado.-Quieres ir, ¿verdad?-Le pregunto, pero era mas como una afirmación. Sarah asintió.-Vamos te llevara.-Le dijo, mientras la tomaba de la mano y la llevaba hacia fuera. Victoria los siguió.
El carruaje daba brincos, mientras Steffan alentaba a los caballos a ir mas rápido. Sarah sentía su corazón como una roca, observando como dejaban atrás la ciudad de Londres. Victoria la miro y apretó su mano. Sarah le hizo una pequeña mueca, pasándola por sonrisa. Todavía era temprano. Steffan había dicho que el duelo no empezaría hasta las diez, y todavía eran las nueve. Tendrían tiempo. Ella lo sabía.
-Sigo pensando que esto es locura.-Le dijo Joseph, mientras iba al paso apresurado de Christopher. Este lo miro serio y no dijo nada. Nathan iba un poco rezagado. Pensativo.-Christopher, por favor. Puedes morir.-Le suplico Joseph, observándolo.
-No lo es, Joseph.-Le dijo Christopher con voz fría y distante. Sin mirarlo.
-Puede que Joseph tenga razón.-Le dijo Nathan, poniéndose del otro lado.-No estas, ni estamos siendo racionales, Christopher.-Dijo Nathan, en un intento flojo y vano, de convencerlo.
-No quiero ser racional, Nathan. Quiero matar al infeliz de Brandon. Se trata de Sarah, y ustedes saben lo importante que es para mi.-Dijo Christopher, aun con la vista al frente. Joseph y Nathan se miraron, sabiendo que seria imposible convencerlo de lo contrario.
-Para también ha sido un inferno, Christopher.-Le dijo Nathan, mirándolo.-Ha sido un inferno, estas tres semanas sin saber nada de Sarah. ¿Crees que no me duele? ¡Claro que me duele!-Le reclamo Nathan, con las palabras ahogándose por el dolor. Christopher lo miro y suspiro hondo.
-¿Tienes al medico, Joseph?-Le pregunto, regresando la vista al frente.
-Si.-Le dijo en un susurro. Christopher asintió, mientras el corazón se le contraía al ver el campo extendiéndose en su vista.
-Saben lo que tiene que hacer, ¿no?-Les dijo el notario, que estaba ahí, en medio del campo. Christopher y Brandon, asintieron, sin dejar de mirarse. El notario los miro y trago.-Bien, entonces, contaremos diez pasos. Y, entonces, empezaran. Un solo tiro, muchachos.-Les dijo, mientras rápidamente retrocedía.
Christopher y Brandon se dieron media vuelta, contando los pasos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… Y, entonces el estallido de la pistola se escucho en medio de aquel silencio.
-¡Christopher!-El grito de Sarah hizo que todos se volvieran. Sarah venia corriendo, justo a tiempo para observar como el cuerpo de Christopher caía sobre la hierba.- Christopher.-Susurro horrorizada, mientras se levantaba la falda y corría más aprisa. Entonces, Sarah se detuvo en medio, y con el corazón martilleándole de coraje y angustia se volvió hacia su mercenario. Brandon.- ¡Tu! ¡Maldito! ¡Hijo de puta!-Le grito Sarah, mientras corría hacia el con los puños cerrados. Estaba a punto de abalanzarse sobre el, quien la miraba incrédulo, pero unos brazos, alrededor de ella, la hicieron detenerse en el vuelo.
-¡Sarah! ¡No!-Le dijo Nathan, mientras la volteaba y la miraba. Sarah tenía los ojos rojos y estaba demacrada.-Dios, Sarah.-Le dijo mientras la abrazaba y Sarah le devolvía el abrazo.
-Nathan, suéltame. Tengo que ver a Christopher.-Le dijo Sarah mientras se separaba de el. Nathan negó.
-El doctor lo esta viendo.-La calmo, sosteniéndola por los hombros.- ¡Joseph!
-¡Estoy en eso, Nathan!-Le contesto el moreno, quien corría junto con el doctor hacia Christopher.
-Nathan, suéltame. Si algo le pasa a Christopher. Yo…-Le pidió Sarah, mientras las palabras se le atascaban en la garganta por el llanto.
-No le sucederá nada.-Le aseguro mientras intentaba abrazarla. Sarah forcejeo y se soltó de su hermano, corriendo hacia Christopher.
Brandon al notar la situación, se sintió abrumado e intento correr, pero su mejor amigo, Steffan Devala, se lo impidió.
-Steffan, ayúdame.-Le pido desesperado al chico de ojos azules y cabello negro. Este negó.
-No. No permitiré que te escapes.-Le dijo, mientras lo inmovilizaba ante la mirada atónita de su hermana.
-Christopher.-Le susurro Sarah, arrodillándose junto a el, formando una nube azul. Le paso la mano por la mejilla. Christopher tenía el rostro hacia arriba, mirando al cielo, como si viera algo más que el sol. Christopher se volvió hacia ella, enfocándola.
-Hola, Sarah.-Dijo en ese tono, dulce y tierno que usaba con Clarize, mientras esa sonrisa dulce y seductora aparecía en su rostro.
Los ojos le pesaban. Si tan solo,… Ah, paz infinita. Entonces, en medio se esa paz, apareció la ultima imagen de Sarah, que su cerebro había registrado. Despeinada y con sus preciosos ojos azules llorosos. Pero, ¿Por qué? El se sentía bien. Y, ella estaba ahí. ¿Por qué…?
-Demonios…-Se escucho susurrar, mientras la luz lo cegaba. Luego escucho una risa. Masculina. Era la de Joseph.
-¡Demonios, si!-Lo escucho exclamar, notando como se ponía de pie. No podía verlo debido a la luz, pero, sabía que Joseph estaba a su lado.
-Shh… Diablos, Joseph. Cierra las cortinas.-Le gruño, pero Joseph lo ignoro volviéndose a reír. En un intento de callar a Joseph, se movió al otro lado, dispuesto a aventarle una almohada. Pero, al intentarlo un costado le dolió.
-Ni trates de moverte, Christopher.- Le advirtió la voz de Nathan. ¿En que momento había entrado?-La bala no toco nada vital. Por fortuna, pero si dejo una herida y cicatrices feas.-Le informo Nathan, mientras observaba a Christopher, quien había cerrado los ojos.
-Déjenme dormir.-Gruño, mientras se ponía un brazo sobre los ojos.
-Has estado durmiendo durante una semana.-Le dijo Joseph en tono incrédulo. Christopher abrió los ojos de golpe, observando la tela del techo de su cama. ¿Una semana? ¿Había estado durmiendo una semana? ¿Entera?
-¿Una semana?-Pregunto con igual tono. Intento sentarse, pero no pudo.
- Si y no intentes levantarte. Pensamos que habías entrado en coma.-Le advirtió Nathan, con una mirada que no admitía discusión. Christopher lo miro enojado, pero se quedo en la misma posición.-Brandon te disparo sin previo aviso. Justo en el momento en que vio a Sarah.-Le dijo Nathan, sentándose al pie de su cama.
-Sabía que lo iban a juzgar y llevar a América. Para ser encarcelado.-Le dijo Joseph, al otro lado de la cama, imitando a Nathan.
-¿Esta en América?-Les pregunto, mientras de manera lenta, se sentaba.
-Si.-Dijieron Joseph y Nathan al mismo tiempo. Estos se miraron con los ojos entrecerrados.
-Pero, eso no es el tema. Bueno, no ahorita.-Le dijo Nathan, levantándose. Christopher observo como se levantaba y se pregunto de que otro tema hablaría.-Es Sarah, Christopher.-Le dijo mientras lo miraba.
-¿Qué sucede con ella?-Le pregunto, preocupado. Joseph y Nathan se miraron entre ellos y sonrieron.- ¿Qué sucede?-Les pregunto, al ver que no respondían.
-Sarah no se ha movido de aquí…-Le dijo Nathan, volviéndose a sentar.
-En toda la semana.-Termino Joseph por el. Nathan lo miro extrañado, al igual que Christopher.
-Eso fue raro.-Dijo Christopher, alternando las miradas. Entonces, sonrio. Sarah no se había movido de ahí. Pero, no estaba ahí. No en ese momento.- ¿Dónde esta?... ¿Se encuentra bien?-Pregunto, al recordar que no había sabido nada de Sarah en tres semanas.
-Un poco delgada.-Le dijo Nathan con una mueca.-Debido al encerramiento.
-Antes de que te vuelvas loco, querido Christopher.-Le dijo Joseph, mirándolo severamente.-Tranquilízate, por que, tenias razón, Brandon Dumborte tenia a Sarah. En su casa, la de aquí, Londres. En una de las habitaciones. Steffan, con ayuda de Victoria, quien andaba de curiosa, la ayudo a sacar a Sarah de ese horrible encerramiento. Por que, a lo que Steffan nos conto, Brandon tenia planeando matarte en el duelo.-Le dijo Joseph, levantándose. A Christopher le hervía la sangre, si tuviera enfrente a Brandon, no estaría respirando en ese preciso momento. Estaba pensando en las formas en torturarlo, pero la voz de Nathan lo devolvió.
-Y, por poco lo logra.-Le regaño Nathan, levantándose también. Christopher lo miro y descubrió que su amigo había estado preocupado por el.
-Pero, no. Aquí estoy. Debo de tener a algún demonio que me ata aquí. Uno que le gusta jugar conmigo.-Le dijo Christopher con aspereza, mientras sonreía. Joseph se rio y Nathan lo siguió.
-Creo que esos demonios somos nosotros, Nathan.-Le dijo el moreno al rubio. Este asintió. Christopher rio y negó con la cabeza.
-Si, pero estoy de seguro de que no nos quiere ver en este momento.-Le dijo Nathan con una sonrisa.-Le avisaremos a Sarah.-Le dijo y saca a Joseph junto con el.
Sarah subía casi corriendo las escaleras. Había dejado su plática con Clarize y Marie, para ver a Christopher en cuanto Joseph y Nathan le avisaron. Se paro de golpe en la fuerte y tranquilizo su respiración, junto con su cabello. No toco la puerta. Abrió lentamente esta, y asomo la cabeza. No era la primera vez que entraba en su habitación. Dios, estaba tan nerviosa. Después de que Brandon le disparara, Sarah había pensado lo peor. Debido a que Christopher entro en la inconsciencia inmediatamente. Mas por el descuido de él que el golpe. Entonces, el medico había dicho que se encontraría bien. Que la bala no había tocado nada vital, pero, que era muy probable que entrara en coma. Y, asi lo había hecho. Por una semana, Sarah apenas y se movió. No quería apartarse de el, pero necesitaba comer y asearse.
Cerro la puerta con un suave sonido, mientras caminaba de manera lenta por la habitación iluminada. Su mirada voló inmediatamente hacia la cama de el. Ahí estaba. Parecía estar dormido, pues no se volvió cuando Sarah tomo la silla y la coloco justo a su lado.
-Christopher, mon amour.-Le susurro Sarah, mientras paseaba el dorso de la mano por la mejilla de él, tupida por una barba castaña.-Se que estas despierto. Vamos voltea.-Le dijo, mientras sonreía un poco.
-Hola, mi amor.-Le dijo Christopher con una sonrisa, mientras volteaba hacia ella. El corazón de Sarah pego un brinco al volver a encontrarse con esos ojos grises, tan expresivos. Sonrió y recargo la mejilla en mano que él le extendida.-Te extrañe mucho. Y, el tiempo que estuviste perdida no dormí.-Le dijo, mientras la acariciaba con el pulgar la otra mejilla.
-Yo también. No sabes como pensé en lo que sucedería si no me encontrabas. Pensé, que, desistirías de la idea de encontrarme y te enamorarías de otra. Que me olvidarías. Ese era mi temor.-Le confeso, mientras lo miraba a los ojos.
-Jamás te olvidaría, Sarah. Moriría contigo.-Le dijo Christopher con voz ronca.-Ven, siéntate aquí. A mi lado.-Le pidió, moviéndose a un lado y palmeando el lugar. Sarah sonrio un poco apenada y recogiéndose el dobladillo del vestido, se solto los cordones de los botines y se subió a la cama. Christopher le sonrio, mientras, que, con una mueca, le pasaba el brazo por los hombros.-Sarah, ¿Brandon alguna vez te… mancillo?-Le pregunto Christopher, sintiéndose horrible. No quería preguntarle eso, pero necesitaba saberlo. La cabeza de Sarah estaba en su hombro. Y, se sentía tan endemoniadamente bien. Que tuvo que retener un suspiro.
-No. No pudo. Solo lo mire cuatro veces, debido a que huyo a América un tiempo. Lo sabes.-Le dijo Sarah, levantando el rostro y mirándolo a los ojos. Entonces, el suspiro salio como una exhalación de alivio y Christopher se relajo inmediatamente.-Si me hubiese tocado, ¿me hubieras dejado de querer?-Le pregunto, sentándose un poco. Christopher la miro, estaba tan hermosa, aunque si un poco mas delgada, pero hermosa. Sonrio.
-No. Te hubiera querido igual. Vinieras como vinieras.-Le dijo de manera dulce, mientras le apartaba un mechón rojizo de la frente.
-Oh, Christopher.-Le susurro Sarah. Y, en el ataque de la emoción, se lanzo sobre él, besándole los labios y todo el rostro. El joven de rizos rio, aunque al final se termino quejando por el dolor.- ¡Oh, lo lamento. Había olvidado por completo tu herida! -Le dijo alarmada, poniéndose las manos en la cara. Christopher se las bajo risueño.
-No te preocupes, amor de mi alma. Es un dolor dulce.-Le dijo mientras sonreía y le besaba las manos. Sarah enrojeció un poco.-Hablando de olvidos. Espero que no hayas olvidado que estas comprometida conmigo. Casi casada.-Le dijo de manera burla, pero con una mirada seria.
-No te preocupes por eso. Tía Marie y Clarize se están encargando de eso. Sabía que te recuperarías pronto. Ya tienes la fecha.-Le dijo Sarah, mientras reía. Él también rio.
-Dios. Las mujeres se mueven mas rápido que una liebre.-Le dijo, imaginando a Marie y Clarize, planificando su boda. Su boda. Las palabras retumbaron por su mente. Nunca, después de la muerte de sus padres, había pensado en casarse. Pero, ahora, parecía diferente.- Entonces, ¿para cuando es?-Le pregunto, mientras le acariciaba la palma.
-Amm, pues, Tía Marie y Clarize la han planeado para dentro de tres semanas. La quieren para el día de tu cumpleaños.-Le contesto Sarah, un poco apenada. Christopher la miro con sorpresa.
-Entonces, será un buen cumpleaños.-Le dijo Christopher, mientras la besaba.
Tres semanas después. Junio 27, 1843, martes.
Sarah respiraba superficialmente, mientras se observaba en el espejo completo que tenia en su habitación. Dios, estaba tan nerviosa. El vestido era sencillamente hermoso. Blanco y lleno de encajes. Y, su cabello rojizo que a veces podía ser rebelde, estaba amarrado en un lindo moño de trenzas. No llevaba velo. Era algo innecesario. Soltó un suspiro y dio una vuelta. Observándose ante la mirada asombrada de Jenn.
-Señorita, se mira hermosa.-Le dijo Jenn con una sonrisa.-Estoy segura, de que el conde SideHyde caerá rendido a sus pies. Bueno, mas de lo que ya esta.-Le dijo entre risillas, mientras le extendía el ramo de flores. Sarah lo tomo un poco enrojecida por el comentario.
-Eres muy amable, Jenn.-Le dijo tomando el ramo de lilas. Sarah volvió la vista una vez más al espejo. Iba a volver a hablar, cuando observo como la puerta se abria lentamente. Dejando entrever una cabeza dorada. Nathan.
Nathan entro a la habitación con paso decidido. Observo la habitación, y su mirada se poso en su hermana y la doncella que lo saludaba.
-Wow… Sarah, te ves preciosa. Christopher se esta llevando un gran premio.-Le dijo Nathan, mientras se acercaba a ella y la abrazaba. Sarah sonrio ante el alago de su hermano.
-¿seguro?-Le pregunto un poco indencisa.
-Seguro. Veo que ya estas lista. Perfecto. Ahora, si me lo permites, es hora de marcharnos. Por que te apuesto a que Christopher esta increíblemente nervioso.-Le dijo Nathan con una sonrisa. Sarah sonrio y acepto el brazo que le ofrecia.
-Yo también.-Le dijo con una pequeña sonrisa, mientras salían, directo hacia la casa de Christopher, la cual pronto también seria suya.
Christopher iba y venia en el improvisado altar. Ante la mirada divertida de Joseph y Steffan. Estaba tan nervioso. No había visto a Sarah en tres días. Los últimos detalles de la boda los había mantenido ocupados.
-Christopher. Detente ya.-Le dijo Steffan, tomándolo de lo hombros.-Vas a hacerle un agujero al pobre piso.-Le dijo risueño, mientras lo soltaba.
-Oh, Steffan, de una u otra manera, se lo va a hacer. ¿Qué no ves que los nervios se los carcomen?-Le pregunto Joseph, entre risas.
-No están ayudando.-Les dijo entre dientes el chico de ojos gises, mientras se sentaba en el suelo.
-¡Vas a ensuciar el traje, Christopher!-Lo regaño Marie, mientras entraba con su traje amarillo al jardín.-¡Dios santo, niño! Levantate.-Le dijo mientras lo tomaba del antebrazo y lo levantaba. Christopher enrojecio un poco por el regaño.
-Ay, niño contigo.-Le dijo Joseph, negando con la cabeza, mientras Steffan lo acompañaba riendo. Christopher les dirigió una mirada asesina, que callo sus risas de inmediato.
-Ya. Joseph, Steffan, compórtense.-Les regaño Marie, volviéndose hacia ellos.-Sarah ha llegado.-Le dijo a Christopher, mirándolo de reojo. Christopher reacciono como si tuviera algún interruptor y se arreglo.
Mientras el padre pronunciaba las últimas palabras, Christopher miro a Sarah a los ojos. Prometiéndole amor eterno. Sarah sonrió ante esa promesa, que solo ella podía leer. La fiesta transcurrió normal. Con la típicas felicitaciones y todo eso. Christopher miraba a Sarah. Apenas y si podía esperar.
Se subieron al carruaje entre gritos de alegría. Sarah observo como Christopher la miraba y sonreía. Ella le correspondió.
-Te voy a querer por siempre, Sarah.-Le dijo, mientras le tomaba la mano y se la besaba. Ella tan solo sonrió.
Los dedos de Christopher iban desabrochando de manera lenta cada uno de los botones del vestido de Sarah, mientras le besaba el cuello. Desato el corsé, liberándola. Y, cuando el vestido, junto al corsé, se juntaron en el suelo, a sus pies formando una nube, Christopher le paso las manos desde la espalda hasta su vientre, la abrazo.
-Siempre has sido mía.-Le dijo mientras le daba la vuelta, dejándola frente a el.-Siempre.-Le susurro mientras la besaba y la subía a la cama. Christopher se retiro un momento de ella, el justo para despojarse de su ropa y volverse a juntar a ella.
-¿Qué significa la luna atravesada por una flecha?- Le pregunto Sarah mientras miraba la cadena que colgaba de su cuello, junto con su cruz, y ponía sus brazos alrededor del cuello de el. Christopher sonrió mientras la tomaba de la cintura y la subía un poco más en la cama. Era su esposa, por fin.
-Significa, que has cautivado cada una de mis noches. Y, me iré al infierno, pues, no volveré a dejar que duermas sola otra vez.-Le dijo mientras la besaba y Sarah rio sobre los labios de el.
-Yo tampoco dejare que vuelvas a dormir solo, amor.-Le dijo mientras estiraba el cuello y lo besaba.
-¿Sarah?-La llamo mientras se recargaba en sus codos. Ella sonrió.- ¿Me quieres? ¿Realmente?-Le pregunto mientras la miraba directo a los ojos.
-Claro que si. No lo dudes. Te quiero desde la primera vez que te encontré, ahí, a mitad de mi camino.-Le dijo recalcando las ultimas palabras, mientras lo tomaba del rostro.
-Te amo, Sarah.-Le dijo mientras la besaba y una lágrima caía por su mejilla.
-Yo también, Christopher. Yo también.- Le dijo mientras se entregaba a el en todas las maneras posibles.
“Junio, 27, 1843, martes.”
“Hoy cumplo veintitrés años. Tu, mi fiel confidente, cumples diez conmigo. Y, hoy me case. Me case con Sarah. Después de escuchar durante diez años de ella. Es mía. Mía completamente, claro falta la noche de bodas, entonces será mía para siempre. Ahora te escribo por que se que te dejare durante un tiempo. No para siempre. Recuerda tu eres mi confidente.
Dios, se ha visto tan hermosa. Con ese vestido blanco y portando una replica de mi cruz. Al final tuvimos que hacer una replica, pues, como sabes la original es solo mía. Cuando venia hacia mi, del brazo de Nathan, estuve a punto de llorar. Y, creer que solo hace un mes estuve al borde de la muerte y hoy estoy al borde de la felicidad.
Estamos en la recepción. Es en mi casa, en HydenLock. A Emma y a su pequeño, los mandamos a Francia a casa de Tía Marie. Y, Brandon esta en una cárcel en América, por intento de asesinato. Estamos bien. La boda ha sido hermosa y emotiva. Clarize se ha encariñado mucho con Sarah, al igual que Charlie. El cariño es reciproco.
Soy tan feliz en este momento. Pero, bueno, me tengo que ir. Mi esposa, me encanta decirlo y escribirlo, me esta esperando. Me dio tiempo de escribir. Ahora, tengo que volver a la fiesta y robarme a mi mujer.
Luego te cuento como fueron las cosas.
Buenas noches, Diario.
Atte.: Christopher Lambert”
-¿Te gusto?-Le pregunto el anciano de ojos grises a la pequeña que tenia enfrente de el, vestida como una princesa. Para el era una princesa. La pequeña le sonrió.
-Claro que si, abuelito. Es muy bonita. Como cuento de hadas.-Le dijo mientras se levantaba y recogía sus libros junto con la muñeca que llevaba.-Pero, ¿Qué sucedió con Joseph? Y, ¿Nathan?- Le pregunto la pequeña mientras se sentaba frente su abuelo.
-Oh, vivieron muy felices.-Le respondió, sabiendo que eso era lo que la pequeña quería oír.
-¿Y, Sarah, abuelito? ¿También fue feliz ella?-Le pregunto mientras fruncía su seño.
-Muy feliz.-Le respondió el anciano mientras sonreía. La pequeña se acerco hasta el.
-Abuelito, ¿eras tú? ¿Christopher?-Le pregunto mientras lo miraba a los ojos.
-Es un secreto.-Le susurro mientras le plantaba un beso en la frente.-Ahora, vamos, que es hora de dormir.-Le dijo mientras la cargaba y la llevaba hasta su habitación.
“Es un secreto” Resonaron las palabras, que, momentos atrás había dicho y sonrió. Un secreto. Como el diario. Solo confiado a la pequeña, quien pronto olvidaría todo.

Diarios de un libertino.
Buenas Noches.
Dedicado a mi padre.
A mi madre y a mi hermano.

Los amo.
chicas, este es el final, no puedo editarlo, por falta de tiempo. disfruten