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Mensaje por rox >.< Mar 17 Abr 2012, 11:38 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
rox >.<
rox >.<


http://holasoyrox.tumblr.com/

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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por Let's Go Miér 18 Abr 2012, 12:10 am

aww van a pasar dos semanas juntos
que bien
me encanto
seguila!!!
Let's Go
Let's Go


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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por Nani Jonas Miér 18 Abr 2012, 12:37 pm

qe bien joe va a pasar dos semanas con
la rayis y sus hijas amo tu nove anda sube
otro cap plis
Nani Jonas
Nani Jonas


http://misadatacionesnanijonas.blogspot.mx/

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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por 016melanie Miér 18 Abr 2012, 12:59 pm

¡Vamos no nos mates de la intriga! XD
¡Queremos cap!
¡Siguela! :D
016melanie
016melanie


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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por andreita Miér 18 Abr 2012, 1:02 pm

~ElizabethLovesJotabe escribió:
andreita escribió:nueva lectora
la nove esta genial!!!!

creoq ue el culpable es joe por ver sumatrimonio
solo como un contrato
que pasara??
siguelaaaaaaa

Andreita! :) Bienvenida! :D

GRACIAS :)
andreita
andreita


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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por andreita Miér 18 Abr 2012, 1:19 pm

me encanta la nove
espero que joe cumpla con las condiciones de la rayis!
andreita
andreita


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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por andreita Miér 18 Abr 2012, 1:23 pm

eliza caundo poens maraton? :)
andreita
andreita


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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por -Lizz- Miér 18 Abr 2012, 5:13 pm

andreita escribió:eliza caundo poens maraton? :)

Quizá hoy :)
-Lizz-
-Lizz-


https://www.facebook.com/?ref=home#!/

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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por andreita Miér 18 Abr 2012, 5:15 pm

~ElizabethLovesJotabe escribió:
andreita escribió:eliza caundo poens maraton? :)

Quizá hoy :)
:affraid: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944

siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii :polli: :polli: :polli: :polli: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 88550944 :happy:
andreita
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Mensaje por CoteDreamer Miér 18 Abr 2012, 6:01 pm

sIGUELAA!!!
CoteDreamer
CoteDreamer


https://www.facebook.com/home.php?#!/La.Joshee

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Mensaje por -Lizz- Miér 18 Abr 2012, 6:06 pm

1/3

CAPÍTULO 03

—Andrea, soy…
—¡Joe! ¿Estás bien?
Él pestañeó, sorprendido por su preocupación.
—Sí —mintió—, estoy bien. Mira, necesito que me hagas un favor.
—Por supuesto —le dijo, y añadió—: ¿Cómo van las cosas?
—No estoy seguro —dijo él—. Necesito tiempo para descubrirlo. ¿Puedes anular todas las citas que tenga durante las dos próximas semanas?
—Ya lo he hecho —dijo ella, sorprendiéndolo una vez más—. Bueno, he cambiado las que he podido. Todavía estoy esperando a que Yashimoto se ponga en contacto conmigo.
«Maldita sea», pensó él. Se había olvidado de Yashimoto.
Se suponía que tenía que ir a Tokio, desde Nueva York, para firmar un contrato.
—A lo mejor…
—Joe, hablaré con él. No hay problema. Puede tratar con Stephen.
—No. Stephen no sabe todos los detalles. Diles a los dos que me llamen.
—¿Joe?
Al oír la advertencia de ______* se volvió y la encontró en la puerta con una taza de té en la mano. Lo estaba mirando fijamente.
—Nada de llamadas —le recordó en tono helador.
Él hizo una mueca de frustración y le dio la espalda de nuevo.
—Está bien. Olvida eso, habla con él y deja que Stephen se encargue de todo. Yo tengo que… Bueno, hay algunas…
—¿Normas? —preguntó Andrea.
—Dos semanas. Sin trabajo ni distracciones.
—Bueno, ¡aleluya! Creo que tu esposa me va a caer bien. Sólo espero tener la oportunidad de conocerla. No lo estropees, Joe.
Cielos, ¿qué le había pasado? ¡Se suponía que debía estar de su parte!
—Haré lo posible —murmuró él—. Mira, sé que va contra las normas, pero si hay un problema serio…
—Si hay un problema serio, te llamaré, por supuesto. Dame el número de teléfono de tu esposa.
—¿Qué?
—Ya lo has oído. La llamaré a ella.
—No es necesario que la molestes.
—No, supongo que no, pero prefiero que ella sepa por qué quebranto las normas.
Él maldijo, se disculpó y le entregó el teléfono a _____.
—Quiere tu número de teléfono por si hay una emergencia.
—Bien —dijo ella, agarró el teléfono y salió de la habitación, cerrando la puerta con el pie.
Él maldijo de nuevo, se pasó la mano por el cabello y oyó que una de las pequeñas lloraba en su habitación.
Sus hijas. De eso se trataba todo aquello. Se dirigió al dormitorio de las niñas y tomó en brazos a la que estaba despierta.
—¿Tú eres Ava? —preguntó en voz alta.
La pequeña se volvió y miró hacia la otra cuna.
—¿Libby?
Ella se volvió de nuevo y sonrió, agarrándole la oreja. Él la retiró un poco y tomó aire. Hmm. Tenía un problema que no sabía cómo solucionar. Esperaba que _____* no tardara demasiado.
—¿Joe?
—Estoy aquí —dijo él, mientras sacaba a Libby de la habitación—. ¿Ya estás satisfecha?
—Mmm. Parece simpática. Le he dado mi teléfono y otros datos de contacto, por si acaso.
—¿Por si acaso qué? ¿Que se incendie la oficina?
—Eso no tendría sentido. ¿Qué ibas a hacer? ¿Escupir desde aquí? ¿Has despertado a Libby?
—No, estaba despierta. Ella… Um, te necesita.
_____ se rió y tomó a la niña en brazos. La besó en el cuello y dijo:
—Hola, monstruito. ¿Papá es un cobarde?
Comenzó a hacer ruidos y la pequeña se rió.
—Por supuesto, parte del proceso para conseguir el vínculo afectivo es aprender a cambiar pañales —le dijo ella, y al ver la expresión de su rostro, añadió—: Está bien, te dejaré que practiques con uno menos poderoso —sonrió, y se contuvo para no reírse al ver que él se sentía aliviado.
Joe se quedó en la puerta y, desde la distancia, observó cómo _____ cambiaba a Libby. Después, ella le entregó de nuevo a la pequeña y se lavó las manos. Momentos más tarde, sacó a Ava de la cuna e hizo lo mismo con ella. Cuando terminó, echó el pañal en un cubo.
—¿Son pañales de tela? —preguntó él.
Ella se volvió y arqueó una ceja.
—No te asustes.
—No lo estoy. Sólo un poco sorprendido. No sé… No pensaba que… Bueno, tendrás que lavar tanto… Podrías emplear pañales desechables.
—Mmm. Ocho millones de pañales al día acaban en los vertederos.
—¿Ocho millones? ¡Madre mía!
—Sólo en este país. Y no son biodegradables, así que permanecen ahí durante años. Prefiero lavarlos y secarlos en la estufa. Es más fácil, más barato y mejor. Y no están hechos de algodón, sino de bambú. Son muy suaves. Bueno, Ava, ¡ya estás lista!
—¿Cómo diablos te ocupas de las dos cuando estás sola? —preguntó él.
Ella sonrió y se encogió de hombros.
—Se aprenden trucos —dijo ella—. Primero te ocupas de la más necesitada, mientras la otra espera. Normalmente, Libby es la que espera, porque Ava tiene menos aguante.
—¿Así que ya ha aprendido a manipularte? —dijo él con voz de asombro.
Ella soltó una carcajada.
—Por supuesto —lo miró muy seria—. Se parece a ti.
Él la miró dubitativo.
—No estoy seguro de que eso sea un cumplido.
_____ se rió.
—No lo es. Pero los bebés son sorprendentes. Son grandes supervivientes, y no tardan mucho en encontrar su lugar en la jerarquía. Te tendrán calado en muy poco tiempo, ya verás. Bueno, pequeñas, es hora de desayunar. Ahora toman cereales con fruta. Se pringan todas. Luego dejaré que las limpies.
Él la miró aterrorizado y ella estuvo a punto de reírse.
Pero entonces recordó que cualquier padre normal habría sabido lo que desayunaban sus hijas, cómo cambiar un pañal y cómo los niños eran capaces de manipular a sus padres.
Sin embargo, Joe no había tenido la oportunidad de aprenderlo, y había sido por su culpa.
Volviéndose para que él no viera que tenía el ceño fruncido, se dirigió al piso inferior con Ava en brazos.
Él la siguió con Libby. Y con suerte, _____ conseguiría dar de desayunar a sus hijas sin que se le cayera la baba al ver a Joe en albornoz, consciente de que no llevaba nada de ropa debajo.
Además, eso no debía interesarla, al menos hasta que hubieran encontrado la manera de recuperar la relación.
Por lo menos, él había llamado a su secretaria, tal y como ella le había pedido.
Andrea parecía una mujer sensata, simpática y decente, y parecía estar de su lado. Ella estaba dispuesta a conocerla, pero todavía no. Tenían que suceder muchas cosas antes de llegar a ese punto.
—Bueno, pequeñas, ¿queréis desayunar?


Joe aprendió por la vía dura a no poner el cuenco lo bastante cerca de Libby como para que ella pudiera meter la mano.
Y a agarrarle la mano antes de que se restregara la papilla por el pelo. Y que le mancharía la cara cuando se inclinara para limpiar la de ella.
—Toma.
Él levantó la vista y aceptó el paño húmedo que ____* le entregaba. Sonrió y se preguntó por dónde empezar.
—Mueve el cuenco —dijo ella.
Él lo apartó y limpió la mano de Libby antes de que manchara algo más.
—Bueno, monstruito, intentémoslo otra vez —dijo él, dejando el paño a un lado—. Abre la boca.
Joe consiguió darle casi toda la papilla antes de que ella decidiera que no quería más y la escupiera con una sonrisa. Él cerró los ojos y se rió, antes de levantarse para aclarar el paño y limpiarle la cara a la niña.
La pequeña comenzó a gritar y, cuando él terminó, sonrió de nuevo.
—Eres una señorita —dijo él, limpiándole las manos.
La niña se rió y trató de zafarse de la silla.
—¿Y ahora qué? —le preguntó a _____*
—La hora del baño.
—¿El baño? —suspiró él—. Parece complicado.
—Lo es. Dejaré que lo hagas.
—¿Bañarlas? —preguntó en tono de pánico.
—Lo conseguirás —le aseguró ella.
—Iré a vestirme.
Ella se rió.
—No te molestes. Probablemente acabes empapado.
Ella sonrió y él se percató de cómo disfrutaba de todo aquello.
Apretó los dientes para no contestar, llevó a Libby al piso superior y se detuvo en la puerta del baño.
—¿Y ahora qué?
—Déjala en el suelo bocabajo, para que pueda practicar a gatear, y abre el grifo. Toma, también puedes quedarte con Ava. Yo iré a buscarles la ropa. No las desvistas todavía para que no se enfríen.
¿Enfriarse? ¿Cómo podían enfriarse si en el baño hacía un calor tremendo? Pero eran muy pequeñas y él no tenía ni idea. No pensaba discutir.
«Abre el grifo», pensó, y recordó que su madre siempre abría primero el grifo de agua fría para que la bañera nunca tuviera agua caliente únicamente.
Sabía mujer.
Abrió el grifo del agua fría y después el del agua caliente.
Comprobó la temperatura para que no quemara y cerró los grifos.
—¿Ava? ¿Qué estás haciendo?
Le quitó la escobilla del váter antes de que se la metiera en la boca y la colocó en la otra dirección.
—¡Ya he preparado el agua! —gritó.
—¿Está caliente?
—¡No! —contestó con cierto sarcasmo y oyó que _____ se reía.
—Desvístelas. Iré enseguida.
Así que desvistió a Ava y después a Libby. Cuando metió a la primera en el agua, la pequeña se puso a gritar.
—¿Y ahora qué? —_____* había aparecido a su lado y le había quitado a la pequeña de los brazos—. Creía que habías dicho que no estaba caliente.
—¡No lo está!
Demi se agachó y tocó el agua, después se rió y se sentó en el borde de la bañera, negando con la cabeza.
—No. Tienes razón, pobrecita. Está helada.
—¿Helada?
—Mmm.
—No quería…
—¿Quemarlas? —su sonrisa se desvaneció—. Está bien. Lo siento. Me parecía de sentido común.
—Bueno, está claro que yo no lo tengo —contestó él, cansado de todo ese asunto y preguntándose qué sería lo próximo que haría mal.
—Joe lo estás haciendo muy bien. Mira, usa la parte interior de la muñeca para comprobar la temperatura del agua. No ha de estar fría, ni caliente. Ésa es la mejor prueba.
Diablos. No sobreviviría a esa quincena.
Por no decir al resto de sus días.
-Lizz-
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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por -Lizz- Miér 18 Abr 2012, 6:07 pm

2/3
CAPÍTULO 3. |Parte Dos.|


Diablos. No sobreviviría a esa quincena.
Por no decir al resto de sus días.
—¿Cómo puede ser tan difícil? —murmuró antes de retirar a Libby de al lado de la escobilla del váter y de meterla en el agua con su hermana—. Las niñas de catorce años pueden con ello.
—No, no es cierto. Se quedan embarazadas, pero no consiguen cuidar de sus hijos sin ayuda. Tener ovarios no hace que seas una buena madre, y no saber cómo preparar el agua del baño no hace que seas mal padre. Ya aprenderás, Joe.
Él tragó saliva y miró a otro lado, porque estaban muy cerca y sus hombros se rozaban. Cada vez que ella se movía, sus caderas también se rozaban y él sólo podía pensar en abrazarla para besar sus labios.
—¡Ay!
_____* se rió e hizo que Libby soltara el cabello de Joe. Al inhalar su aroma, Joe estuvo a punto de perder el control.
—Bien, ¿y ahora qué? —preguntó él, y trató de concentrarse en la siguiente lección de paternidad.
Tras el baño, vistieron a las pequeñas y _____* dijo que en cuanto Joe se vistiera saldrían a dar un paseo.
—¿Pueden caminar? —preguntó él.
Ella lo miró asombrada.
—Claro que no. Llevaremos el carrito.
Evidentemente. Por supuesto que no podían caminar. Apenas sabían gatear. Excepto a por la escobilla del váter. Joe la dejó sobre el alféizar de la ventana para que no pudieran alcanzarla y se duchó para quitarse la papilla del pelo. Y de los ojos y de la nariz.
Después se vistió y bajó a la cocina.
—¿Estamos listos?
Ella lo miró pensativa.
—¿Y los vaqueros?
—Sabes que no tengo vaqueros —dijo él, y suspiró al ver cómo lo miraba ella—. ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Es un defecto que no tenga pantalones vaqueros?
—No —dijo ella—. No, lo que es un defecto es que no te importe no tenerlos.
—Bueno, ni los tengo ni los necesito.
—Oh, sí que los necesitas, claro que sí. ¿Cómo vas a tirarte al suelo con las niñas y con el perro con unos pantalones de traje hechos a medida?
Él se miró las piernas y pensó que, visto así, era ridículo.
—Podemos ir a comprarme unos —sugirió.
—Buena idea.
—Y ya que estamos en la ciudad podemos ir al concesionario de Mercedes y ver si pueden cambiarnos el coche por alguno más adecuado para las niñas.
—A mi coche no le pasa nada y, además, es de John.
—Al tuyo no —dijo él con paciencia—. Al mío.
Ella giró la cabeza y miró por la ventana.
—Pero Joe… Te encanta tu coche.
—¿Y? Necesito uno en el que pueda llevar a las niñas, _____*. Independientemente de lo que pase entre nosotros. Así que será mejor que haga algo al respecto. Y en casa no tengo sitio para más de un coche, así que tendré que cambiarlo.
—Puedes dejarlo allí y usar el mío cuando estés con las niñas.
—Creía que era el coche de Blake.
Ella frunció el ceño.
—Oh, sí, lo es. Claro, no puedo dejártelo.
—Entonces, volvemos al plan A.
_____ miró hacia el coche de Joe y se mordió el labio inferior, dubitativa. Nunca lo había conducido, pero sabía que a él le encantaba y le daba lástima que tuviera que deshacerse de él.
—O al plan C —sugirió—. Te compras otro coche y dejas éste aquí para cuando vengas.
Él la miró un instante y después miró hacia otro lado para disimular su expresión. De pronto, se había dado cuenta de que estaban hablando como si ella fuera a quedarse allí y él fuera a regresar a Londres sin ellas. Y eso no le gustaba en absoluto.
Se compró unos pantalones vaqueros, unos zapatos de sport y un par de sudaderas. Cuando salió del probador con la ropa nueva, preguntó:
—¿Mejor?
—Mucho mejor. Ahora vamos a solucionar lo del coche.
Y eso hicieron. Fue sencillo, porque tenían un coche de demostración que podían llevarse en el acto.
Joe tendió la mano hacia _____ y dijo:
—¿Mi teléfono?
—Está en casa. Pero yo tengo el número de Andrea en el mío, si quieres llamarla para que se ocupe del seguro del coche.
Él la miró resignado y agarró su teléfono. Realizó la llamada y se lo devolvió con cara de disgusto. Una vez terminada la negociación, el vendedor le dio las llaves y regresaron a casa en los dos coches. Ella con las niñas y él con su nueva adquisición.
Una vez en casa, Joe tendió la mano de nuevo.
—¿Mi teléfono?
Ella sonrió con cara de culpabilidad.
—No lo necesitas.
—Puede que sí. Aparte de para llamar a Andrea para lo del coche, por si tengo una emergencia.
—¿Como tener que contactar con tus socios para hacer un nuevo trato o para comprobar que tu equipo, el cual está sobre remunerado pero infravalorado, hace bien su trabajo?
—¡No está infravalorado! —protestó él. Al ver que ella arqueaba una ceja, añadió—: Está bien —suspiró—. Me cuesta delegar en otros.
—¡Aleluya! —exclamó _____, igual que había hecho Andrea—. En cualquier caso, no necesitas tu teléfono.
—¿Y si hay una emergencia?
—¿Como qué?
Él se encogió de hombros.
—No lo sé. Si prendo fuego a la casa, o me caigo sobre ti y te aplasto, o se me cae una de las niñas por la escalera…
Ella se puso pálida.
—Pues usas el teléfono fijo.
—¿Y si estamos fuera como esta mañana? —insistió él.
—Yo llevo el móvil. Podrás usarlo. Siempre lo llevo en el bolso.
Él miró el bolso, que estaba en la encimera de la cocina.
Saber que el teléfono estaba allí hizo que le entraran ganas de sacarlo y de esconderse en el jardín para hacer un par de llamadas. Pero claro, no tenía los números que necesitaba.
—Joe, asúmelo.
Él se dio cuenta de que no había manera de convencerla.
Tragó saliva y pensó que Andrea lo llamaría si lo necesitaba. Pero se había olvidado de decirle…
—Joe, déjalo. Andrea dijo que llamaría si era urgente —y entonces, preguntó con curiosidad—: ¿Qué aspecto tiene? Parece agradable.
Él sonrió.
—Yo no sé si diría que es agradable. Tiene cincuenta y tres años, es delgada, elegante y muy eficiente. Me lleva con mano de hierro. Probablemente te encantará, pero no es como tenerte a ti, _____*. Era estupendo trabajar contigo. Sabías lo que necesitaba a cada momento y siempre lo tenías preparado. No tenía ni que pensarlo. Te echo de menos.
—No voy a regresar sólo porque tu nueva secretaria no sea tan buena como yo.
—Oh, es buena, pero al final del día, cuando ya hemos terminado de trabajar, no me mira como tú me mirabas —dijo él, y bajó el tono de voz—. Como si quisiera arrancarme la ropa. Y tampoco la desnudo en la ducha y le hago el amor contra los baldosines mientras el equipo de seguridad se pregunta a quién están asesinando a causa de los gritos.
Ella notó que se ponía colorada y negó con la cabeza.
—Joe, basta. Sólo fue una vez.
—Y fue asombrosa —dijo él, acariciándole la mejilla antes de sujetarle la barbilla para besarla despacio.
Ella dio un paso atrás.
—Joe, ¡no! Basta.
Él se enderezó y esbozó una sonrisa.
—Lo siento —murmuró, pero no parecía nada arrepentido—. ¿Y qué hay de ese paseo que íbamos a dar? —preguntó, demostrando lo poco que sabía sobre los horarios de los bebés.
—Las niñas tienen que comer y dormir la siesta, y yo también. Podemos ir más tarde, si sigue haciendo bueno.
—Entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer? —preguntó.
Ella se percató de que se sentía completamente perdido con tanto tiempo disponible, y puso una pícara sonrisa.
—Puedes lavar los pañales.
Él nunca había curioseado en su bolso. Era una de las normas que su madre le había inculcado de pequeño, como no maldecir delante de una mujer, o cederles el sitio.
Pero, con la casa en silencio y todas ellas durmiendo, se puso en pie y miró el bolso. Sólo quería el teléfono.
Hacer una llamada. Podía ir al jardín, o al coche, y ella nunca se enteraría.
Lo sacó con cuidado y lo miró. Era un teléfono normal, y él sabía usarlo porque había hecho una llamada al mediodía. Sabía que el número de Andrea estaba allí.
«Tengo que hablar con ella», se dijo, tratando de justificarse.
Entró en la agenda y, de manera impulsiva, bajó hasta la M. Y allí estaba. Joe, su número de móvil, el del apartamento y el del trabajo. También miró qué número había registrado bajo el nombre de «Emergencias», y encontró sus teléfonos.
En el teléfono nuevo de _____.
«Por las niñas», pensó, borrando todo sentimiento de esperanza. Entonces, tuvo una idea. Si llamaba a su móvil, sonaría y él podría encontrarlo…


¿Qué diablos?
_____ levantó la cabeza, miró la almohada y la echó a un lado.
El teléfono de Joe estaba sonando… En silencio, porque ella lo había silenciado, pero estaba vibrando.
Y él número que aparecía en la pantalla era el de su móvil.
Que estaba en su bolso.
—Estás haciendo trampa —dijo ella al contestar.
Oyó una palabrota y que cortaban la comunicación.
Conteniendo una sonrisa, retiró la colcha y salió de la cama, se puso los vaqueros y el jersey, se pasó los dedos por el cabello y bajó al piso inferior.
Él estaba junto al bolso, con el teléfono en la mano, mirándola de forma desafiante, pero culpable a la vez, y _____ sintió lástima por él.
—No pasa nada, Joe, no muerdo.
—Sólo quieres fastidiarme.
—No. Ni siquiera eso. Voy a pedirte, una vez más, que te tomes esto en serio. Que hagas todo lo posible para ver si podemos conseguirlo. Si no por nosotros, por las niñas.
Joe tragó saliva y miró a otro lado.
—Tengo que hacer una llamada, _____*. Me olvidé de decirle a Andrea una cosa importante.
—¿Va a morir alguien?
Él parecía sorprendido.
—Por supuesto que no.
—¿Va a haber heridos?
—No.
—Entonces no es tan importante.
—Retrasará las cosas unos días, hasta que se den cuenta.
—¿Darse cuenta?
—Hay un documento que tenía que haberle enviado por fax a Yashimoto.
—¿Y crees que no se lo pedirá a Andrea o a Stephen?
—No lo sé.
—¿Y qué es lo peor que puede pasar? ¿Que pierdas unos cuantos miles?
—Puede que más.
—¿Importa tanto? Quiero decir, no es que estés mal de dinero, Joe. Ni siquiera tienes que volver a trabajar si no te apetece. Unos billetes de mil, unos días libres durante toda una vida, no es tanto pedir, ¿no crees?
Él se volvió para mirarla de nuevo.
—Pensé que lo teníamos todo. Que éramos felices.
—Lo éramos, pero al final se volvió demasiado agobiante, Joe. Y no voy a caer en ello de nuevo, así que, si no puedes hacer esto, si no puedes aprender a delegar y a tomarte tiempo libre para disfrutar de tu familia, lo nuestro no tiene futuro. Y para tener futuro, tenemos que ser capaces de confiar el uno en el otro.
Él permaneció quieto un instante. Después, suspiró y metió el teléfono de _____ en el bolso.
—Entonces, será mejor que me enseñes cómo funciona la lavadora, ¿no crees? —dijo con una media sonrisa.
—Será un placer —repuso ella, y lo guió hasta el cuarto de lavado para mostrarle cómo debía hacer la colada.
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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])  - Página 3 Empty Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])

Mensaje por -Lizz- Miér 18 Abr 2012, 6:08 pm

3/3
CAPÍTULO 04 |Parte Uno.|

Las niñas eran muy lindas.
Dulces, con personalidad, y lindas. Y aburridas.
No cuando estaban despiertas, pero cuando dormían y _____* dormía también, y la casa estaba tranquila, Joe deseaba gritar.
Y se le ocurrió que él era el único que estaba en proceso de adaptación.
¿Era justo? En absoluto, pensó, y no había sido idea suya que _____* lo apartara de su vida.
Hasta el momento, después de llevar allí treinta horas, había aprendido a bañar a las pequeñas, a programar la lavadora, a darles de comer y a no beber té. Ésa había sido la primera lección y creía que no la olvidaría jamás.
Pero a las once de la noche, cuando normalmente seguiría trabajando tres horas más, _____ se había acostado, las niñas dormirían hasta el día siguiente y él no tenía nada que hacer.
No había nada interesante en la televisión y no podía ponerse en contacto con Yashimoto ni con nadie de Nueva York, a pesar de que sabía que ellos seguirían en la oficina.
Paseó de un lado a otro de la cocina, preparó un té, lo tiró por el sumidero porque había bebido mucho durante el día y pensó en la botella de vino que había comprado en el pub el día anterior. Sólo había tomado un par de copas, así que todavía tenía casi dos botellas.
Pero él nunca bebía solo. Era peligroso.
Entonces, pensó en el pub.
Abrió la puerta trasera para dejar salir a Murphy al jardín y, de paso, ver si las luces del pub estaban encendidas.
No era así. El pub era una especie de restaurante y cerraba a las nueve. Así que ni siquiera podía ir allí a ahogar sus penas. ¡Y había tanto silencio!
Excepto por el grito que oyó en la distancia. Lo había oído momentos antes y, desde el jardín, volvía a oírlo con claridad. Era un sonido helador. Murphy tenía el lomo erizado y gruñía ligeramente. Joe lo llamó para que entrara y cerró la puerta. Después, subió hasta la habitación de _____ y llamó con los nudillos. Ella abrió momentos más tarde. Estaba medio dormida y llevaba un pijama con estampado de gatos.
—Hay un ruido —dijo él, sin más preámbulos—. Un grito. Creo que están atacando a alguien.
Ella ladeó la cabeza, escuchó y sonrió.
—Es un tejón —respondió _____—. O un zorro. Ambos gritan de noche. No estoy segura de cuál es cuál, pero en esta época del año probablemente sea un tejón. Los zorros hacen más ruido en primavera. ¿Te ha despertado? —entonces, miró a Joe y suspiró—. Oh, Joe… Todavía no te has acostado, ¿verdad? Tienes que dormir. Estás agotado.
—No estoy agotado. Nunca duermo a estas horas.
—Pues deberías —lo regañó. Después entró de nuevo en la habitación y salió poniéndose una bata—. ¿Quieres un té?
Él no quería té. Lo último que le apetecía era un té, pero habría bebido cualquier cosa con tal de estar en su compañía.
—Suena bien —dijo él, y la siguió al piso de abajo.
No debía de ser fácil para él. Nunca había sido una persona que necesitara dormir mucho, y sin nada que hacer por la noche, más que pensar, debía de darle vueltas y vueltas al tema de las gemelas.
«Bien», pensó ella, «a lo mejor así se da cuenta de sus errores. O quizá vuelva a alejarse de mí».
—¿Hay leña en la chimenea? —preguntó ella.
Él se encogió de hombros.
—No lo sé. Había. He puesto la rejilla protectora. ¿Se queda encendida toda la noche?
—Normalmente no la enciendo —confesó ella—. Con las niñas paso la mayor parte del tiempo en la cocina.
—¿Y por qué lo preguntas?
—Porque tengo muchos DVDs de las niñas, justo desde su nacimiento. Incluso de antes. Tengo un DVD de la ecografía en 4D. Es impresionante.
—¿En 4D?
—Mmm… En 3D y en tiempo real. Lo llaman 4D. Puedes ver cómo se mueven, es sorprendente. Y tengo muchas cosas de cuando estuvieron en cuidados especiales, y todo lo que les hacen, las huellas dactilares de la mano y de los pies, las bandas con sus nombres, las tablas de peso y cosas de ésas. Pensé que, si hacía calor allí, podíamos verlas, pero probablemente te parezca aburrido.
—¡No! No. Me encantaría verlo —dijo él.
—Bien. Ve a ver si puedes reavivar el fuego y yo prepararé el té.
Y galletas de chocolate, y un poco de queso con galletitas, porque sabía que él estaría hambriento y, además, necesitaba ganar peso.
Cuando ella entró, Joe estaba en cuclillas frente al fuego, soplando las brasas para tratar de reavivar la llama. _____ dejó la bandeja sobre la mesa y, en ese momento, uno de los troncos se prendió.
—¡Estupendo! Bien hecho. Toma, he traído queso y galletas —dijo, y buscó los DVDs en el armario que había junto al televisor—. ¿Vemos la ecografía primero? —sugirió ella.
Él asintió y Demi metió el DVD en el aparato. Después se sentó en el suelo, apoyada contra el sofá, junto a las piernas de Joe.
—¿De cuántos meses estabas embarazada cuando te la hicieron? —preguntó él, con un tono que ella nunca había oído en su voz.
—De veintiséis semanas —contestó, volviéndose para mirarlo asombrada.
Joe puso una expresión sombría, apretó los labios y miró la pantalla como si su vida dependiera de ello. Ella se volvió de nuevo y continuó mirando las imágenes, pero consciente de la tensión que él desprendía y que nunca antes había sentido. Cuando terminó el DVD y ella lo sacó, notó que Joe se relajaba y que se apoyaba en el respaldo del sofá para beber un poco de té. Le temblaban las manos.
Era extraño. A Joe nunca le temblaban las manos. Nunca. Bajo ninguna circunstancia. Y, sin embargo, siempre había insistido en que no quería tener hijos, en que sus vidas estaban completas sin ellos. Entonces, ¿por qué lo habían conmovido las imágenes de antes de que nacieran sus hijas?
Murphy se acercó a Joe y apoyó la cabeza contra sus piernas. Joe se agachó y le acarició las orejas, con expresión ausente.
—Creo que tienes un nuevo amigo —dijo ella.
Joe sonrió y continuó acariciando al perro.
—Eso parece. Supongo que echa de menos a John.
—Me temo que quiere las galletitas que tienes en el plato.
Joe se rió y ella se relajó un poco.
—Bueno… ¿Y ahora qué? —preguntó él.
_____ puso la primera película de las niñas, justo después de nacer.
—Aquí tenían dos días. Nacieron a las treinta y tres semanas, porque habían dejado de crecer. Jane y Peter vinieron y las grabaron. Se portaron tan bien… Me apoyaron mucho.
—Yo también te habría apoyado —dijo él, provocando que ella se sintiera culpable.
—No lo sabía, Joe. Siempre habías estado en contra de tener hijos. Cuando mencionaba la fecundación in vitro, perdías los estribos. ¿Cómo iba a suponer que querías implicarte en esto?
—Podías habérmelo preguntado. Podías haberme dado la opción.
Podía haberlo hecho, pero no lo había hecho. Y ya era demasiado tarde para cambiarlo.
—Lo siento de veras —dijo ella, mirándolo a los ojos y consciente del dolor que había en su mirada—. ¿Joe? —susurró.
Él se puso en pie.
—A lo mejor podemos verlo en otro momento —dijo él, y salió sin decir ni una palabra más.
Ella oyó que se dirigía al piso de arriba, que cerraba la puerta del baño y que abría el grifo de la ducha. Tras un suspiro, apagó el DVD y el televisor, puso de nuevo la rejilla en la chimenea y recogió los platos y las tazas.
Después, dejó salir a Murphy otra vez, antes de encerrarlo en la cocina y dirigirse ella también al piso de arriba.
Cuando entró en su dormitorio, oyó que Joe cerraba la ducha y que salía del baño para dirigirse a su habitación.
_____ tardó horas en dormirse y, cuando despertó, oyó que Joe abría la puerta trasera y llamaba al perro.
Acababa de amanecer y, al mirar por la ventana, vio que él se dirigía hacia el puente del río vestido con pantalón de chándal, zapatillas de deporte y camiseta. Y que Murphy corría a su lado.
No sabía qué sucedía, pero tenía la sensación de que algo iba mal y de que no era lo evidente. Tenía la sensación de que ocurría algo más, algo que no sabía, y tampoco sabía si podía preguntar.
Probablemente no. La noche anterior, Joe había estado muy distante. A lo mejor se lo contaba cuando llegara el momento. Pero había una cosa evidente: Joe no estaba a gusto, y vivir con él durante dos semanas iba a resultar interesante. Por no mencionar frustrante, descorazonador y doloroso.
Sólo esperaba que mereciera la pena.
Joe corrió durante veinte minutos y regresó a la casa.
No era demasiado, pero lo justo para distraerse durante un rato y para no pensar demasiado.
La luz de la cocina estaba encendida y _____* lo estaba mirando por la ventana. No podía ver la expresión de su rostro, pero sí que tenía los brazos llenos de ropa para lavar o algo parecido, y que llevaba la bata que se había puesto la noche anterior.
Él caminó los últimos pasos hasta la puerta y entró. Murphy hizo lo mismo, pero estaba lleno de barro y mojado.
—¡Túmbate! —le ordenó ella al perro, y el animal se dirigió a su camastro, que estaba bajo la escalera.
—¿Es a él, o yo también tengo que hacer lo mismo? —preguntó Joe.
_____ sonrió y lo miró.
—¿Te encuentras bien?
—Sí. Hemos dado una buena carrera…
Ella lo agarró por el brazo y lo miró a los ojos, de esa manera que hacía que él se sintiera incómodo y vulnerable.
—¿De veras estás bien?
—Estoy bien —contestó Joe, porque era cierto. Sólo era que aquel DVD había conseguido emocionarlo y él odiaba perder el control de sus sentimientos.
—He preparado un té —dijo ella.
Joe estuvo a punto de decirle que no quería más té, pero sonrió y asintió.
—Gracias. ¿Las niñas ya se han despertado?
Ella negó con la cabeza.
—No. Se despertarán pronto. ¿Por qué?
—Por curiosidad. Necesito darme una ducha, pero no quiero molestarlas. Me tomaré el té y esperaré un poco, si puedes aguantarme todo sudoroso y lleno de barro.
Ella lo miró de arriba abajo y se rió, pero mientras se volvía, él se percató de que se había sonrojado. ¿De veras? ¿Todavía tenía ese efecto sobre ella?
—Estoy segura de que puedo aguantarte mientras te tomas el té —dijo ella, y comenzó a doblar pañales como si su vida dependiera de ello.
Él pensó en el beso que le había dado y sintió que una oleada de calor lo invadía por dentro. Deseaba hacerlo de nuevo, deseaba abrazarla y acariciar su cabello alborotado. Besarla hasta que gimiera de deseo y le suplicara más…
-Lizz-
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Mensaje por 016melanie Miér 18 Abr 2012, 8:24 pm

Pobre Joe, _______ lo mantiene tomando té,
cuidando a las niñas, le oculta el móvil y quiere que
lave los pañales :risa: me encanta la nove°
En serio, me parecieron muy tiernos los videos
de las niñas... hahaha..¡Siguela! :inlove:
016melanie
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Mensaje por berenice_89 Miér 18 Abr 2012, 9:23 pm

soy fan de todas tus noves¡¡
berenice_89
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