Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 2 de 16. • Comparte
Página 2 de 16. • 1, 2, 3 ... 9 ... 16
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
016melanie escribió:¡Oh, por dios!!
Joe se va a quedar... :affraid:
¡Amo tu nove!
por cierto, nueva lectora, me llamo Melanie... me encanta la historia.
¡Siguela!!! :arre:
Jeje, bienvenida :)
No es mi novela :$
Pero bienvenida Melanie (:
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
awww joe se va a quedar con ellas
pero como se le ocurre decir que no son sus hijas
y queria hacer la prueva de ADN que le pasa
jajajajajaja ava es muy traviesa
y le dio u gran susto a joe =)
me encanto
seguila!!!!
pero como se le ocurre decir que no son sus hijas
y queria hacer la prueva de ADN que le pasa
jajajajajaja ava es muy traviesa
y le dio u gran susto a joe =)
me encanto
seguila!!!!
Let's Go
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
NUEVA LECTORA
SIGUELAA
ME ENCANTA TU NOVE
MUYYY BUENA
:D
SIGUELAA
ME ENCANTA TU NOVE
MUYYY BUENA
:D
rox >.<
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
HOLA SOY NUEVA LECTORA ME ENCANTA LA NOVE POR FAVOR SÍGUELA PRONTO :)
lorenitajonas
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
Es estupido o se hace ?? ¬¬ Dijo q eran iguales a él y sale diciendo "quiero hacerle el ADN " :@ agggggg :caliente:
SIGUELAAA!!
SIGUELAAA!!
jb_fanvanu
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
nueva lectora
la nove esta genial!!!!
creoq ue el culpable es joe por ver sumatrimonio
solo como un contrato
que pasara??
siguelaaaaaaa
la nove esta genial!!!!
creoq ue el culpable es joe por ver sumatrimonio
solo como un contrato
que pasara??
siguelaaaaaaa
andreita
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
roxana.c escribió:NUEVA LECTORA
SIGUELAA
ME ENCANTA TU NOVE
MUYYY BUENA
:D
Hola! Bienvenida! :)
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
lorenitajonas escribió:HOLA SOY NUEVA LECTORA ME ENCANTA LA NOVE POR FAVOR SÍGUELA PRONTO :)
Hola! :hi:
Bienvenida! :D
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
andreita escribió:nueva lectora
la nove esta genial!!!!
creoq ue el culpable es joe por ver sumatrimonio
solo como un contrato
que pasara??
siguelaaaaaaa
Andreita! :) Bienvenida! :D
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
CAPÍTULO 02 |Primera Parte|
Joe salió al coche a buscar una camisa seca y ella lo observó por la ventana.
¿Iba a quedarse?
¿Allí? «No, no puede quedarse aquí conmigo». No podía quedarse tan cerca, ella lo conocía bien, conocía su mirada, y sabía lo vulnerable que era a su atractivo sexual. Sólo tenía que tocarla para que ella se derritiera a sus pies.
Sin embargo, se había sorprendido al ver cómo había cambiado.
Había perdido peso. Y lo había notado al acariciarle la piel del torso. Tenía algunas canas en el cabello y aparentaba los treinta y ocho años que tenía. Había envejecido más en el último año que en todo el tiempo que ella lo había conocido, y _____ se sintió culpable por ello.
A pesar de todo, se veía que estaba en forma y que había estado entrenando en el gimnasio. O corriendo.
Solía hacerlo cuando tenía problemas y quería pensar.
O dejar de pensar.
¿Había sido culpa de ella? Posiblemente. Probablemente.
—¿Hay algún sitio por aquí donde pueda alojarme?
—preguntó él nada más regresar a la cocina. Se agachó para abrir la maleta y sacar un jersey fino.
Ella abrió la boca para contestar que sí, pero lo único que pudo decir fue:
—No seas tonto, puedes quedarte aquí. Hay muchas habitaciones.
—¿De veras? —preguntó él, mirándola con preocupación—. ¿Y no te preocupa que ponga tu reputación en entredicho?
Ella soltó una carcajada.
—Es un poco tarde como para preocuparse de eso, Joe —dijo ella—. Ya lo hiciste cuando me dejaste embarazada.
Él frunció el ceño, cerró la maleta y la dejó en un rincón.
—¿Y Blake? —preguntó al fin.
—¿Qué pasa con él? Estoy cuidando de su casa. Puedo tener visitas, es parte del trato.
—¿Tenéis un trato?
—Bueno, ¡por supuesto que tenemos un trato! —dijo ella—. ¿Qué te crees? ¿Qué me he ido a vivir con un hombre cualquiera? Es amigo de Jane y de Peter, y buscaba a alguien que cuidara de su casa. No te preocupes, está todo controlado.
—La mujer de la oficina de correos no parecía pensar lo mismo.
—Esa mujer necesita que le ocurra algo emocionante en la vida —dijo ella—. De todos modos, ya te lo he dicho, él es homosexual. ¿Tienes hambre?
—¿Hambre?
—Joe, tienes que comer —dijo ella, preguntándose quién lo habría cuidado durante todo ese tiempo. Parecía agotado, tenía ojeras y apenas sonreía—. Hay pollo en la nevera, y tengo todo tipo de cosas en el congelador.
—¿No podemos salir?
—¿Dónde? ¿Con las gemelas?
Al ver la expresión que puso Joe, ella tuvo que contener una carcajada.
—No puedo salir, Joe. Es todo un despliegue militar, y no tengo niñera.
—¿En el pub hacen comida?
—Sí. Está buena. Puedes ir allí.
—¿No reparten a domicilio?
—Lo dudo.
—Podría ofrecerles una propina.
—Estoy segura —dijo ella—. ¿Por qué no vas allí y los convences? Sólo está al otro lado del río. Tardarás dos minutos caminando. O puedes comer allí, si tienes miedo de que te envenene.
—¿Tienen carta?
—Sí. Cocinan bien. Puedes elegir algo y tomarte una cerveza mientras lo preparan. Tardarán unos veinte minutos, probablemente.
Y ella podría darse una ducha y ponerse algo de ropa que no tuviera olor a crema de bebé, cepillarse el cabello y maquillarse. No, no se maquillaría. No quería parecer desesperada, pero podría llamar a Jane.
—Es un poco pronto. Puedo ir más tarde.
—Lo único es que puede que las niñas se despierten, y es más fácil comer cuando están dormidas. Además, sólo sirven hasta las nueve, y yo me muero de hambre. Me olvidé de comer al mediodía.
Él dudó un instante, pero se puso la chaqueta y se dirigió a la puerta.
—¿Qué te apetece?
—Cualquier cosa. Tú sabes lo que me gusta.
Él bebió un sorbo de cerveza y miró la carta.
¿Sabía lo que le gustaba a _____? Solía pensar que así era. Cruasanes de almendra, el chocolate negro, las verduras al vapor, la tarta con doble de nata y despertarse el domingo por la mañana en el apartamento que compartían y hacer el amor hasta la hora de comer.
Él sabía cómo hacer que ella gimiera y le suplicara que no se detuviera, que la acariciara hasta conseguir el clímax.
—¿Está listo para pedir, caballero?
Él cerró los ojos un instante y después miró a la joven camarera con una sonrisa.
—Um… Sí. Quiero un filete poco hecho y… —dudó un momento—. Y el salmón a la plancha, ¿o la pechuga de pollo con brie y pesto? —entonces recordó que _____ había dicho que tenía pollo en la nevera—. Mejor el salmón, por favor. Y si puede, me lo pone para llevar. Sé que no lo hacen habitualmente, pero no tenemos niñera y esto es lo más parecido a salir a cenar que podemos hacer. Les traeré los platos mañana —sonrió de nuevo.
—Estoy segura de que podemos hacerlo por usted —dijo la camarera, sonrojándose al ver su sonrisa.
—Ah, ¿y puedo ver la carta de vinos? Me gustaría llevarme un par de botellas a casa.
—Por supuesto. Llevaré el pedido a la cocina y le traeré la carta de vinos.
La camarera regresó al cabo de unos minutos. Él eligió una botella de vino tinto y otra de vino blanco, pagó la cuenta y se sentó a esperar.
Era curioso. El día anterior, a esa misma hora, habría estado demasiado ocupado como para esperar la comida.
Sin duda, habría pedido que se la llevaran a casa.
Aunque en el local no tuvieran reparto a domicilio, él lo habría conseguido, porque todo tenía un precio.
Pero aquella noche, tras haber realizado un par de
llamadas y de haber comprobado sus mensajes de correo electrónico en la Blackberry Smartphone, se alegraba de estar esperando en aquel pub, y de tomarse un respiro durante el que probablemente era el día más memorable de su vida. A menos que…
Pero no quería pensar en aquel otro día, así que se esforzó por no pensar en ello y tamborileó con los dedos sobre la barra.
—Ha sido estupendo. Gracias, Joe. Ha sido una gran idea.
—¿Estaba bien? Mi filete estaba bueno, pero sabía que no te apetecería, y pensé que el pescado te gustaría. Pero no sabía si querrías postre —frunció el ceño—. Me di cuenta de que no sabía qué te gustaría tomar.
Ella sonrió.
—No eres el único. Yo tampoco sé lo que quiero muchas veces.
Él arqueó una ceja con incredulidad.
—¿Estás diciendo que te has vuelto indecisa?
Ella se rió.
—Siempre he sido indecisa en lo que me afecta de forma personal. He aprendido a recordar que sólo voy a comérmelo, y no a casarme con ello, así que realmente no es tan importante. Bueno, al menos, la comida no lo es. Hay otras cosas que son más difíciles —admitió.
—¿Por eso no te pusiste en contacto conmigo? ¿Por qué no podías decidir si era lo correcto?
Ella bajó la vista, con sentimiento de culpabilidad.
—Probablemente. Pero tampoco me habrías escuchado, así que no tenía sentido tratar de hablar contigo…
Y tú tampoco trataste de encontrarme.
Él suspiró.
—Porque te dije que me llamaras cuando cambiaras de opinión —dijo él—. El hecho de que no lo hicieras…
—Estuve a punto de hacerlo. Muchas veces. Pero decidí que, si hubieras estado preparado para hablar de ello, y para escucharme, me habrías llamado. Y no lo hiciste.
—Lo intenté. No te localicé. Tu número estaba bloqueado y no sabía por qué.
—Me robaron el teléfono. ¡Pero eso fue en junio! Así que no trataste de localizarme durante seis meses, por lo menos.
Él miró hacia otro lado y tensó la mandíbula.
—Estaba esperando a que me llamaras. Pensé que si te daba tiempo… Y cuando vi que no lo hacías, decidí mandarte al infierno. Pero luego no podía soportar tanta incertidumbre. Necesitaba saber dónde estabas y qué hacías. Así que te llamé, pero no te localicé. Y no te gastabas mi dinero, sólo utilizabas tu cuenta.
—John paga los gastos de la casa y el coche.
—Muy generoso —masculló él.
—Lo es. Es un buen hombre.
Joe apretó los dientes al pensar que otro hombre la estaba manteniendo. Pero lo superaría. Al fin y al cabo, sólo era un trabajo.
—Se ha portado de maravilla —continuó ella—. Fue muy comprensivo cuando nacieron las niñas, y consiguió que un amigo suyo se quedara en mi casa hasta que yo pude regresar.
—¿Tu casa?
—Sí, mi casa. Ésta es mi casa, nuestra casa, de momento —no le contó que John iba a regresar pronto y que tendría que buscar otro lugar. Prefería que Joe pensara que todo iba bien y que no tenía ninguna prisa por marcharse de allí, ya que si no, él trataría de presionarla para que se reconciliaran y ella no estaba dispuesta a hacerlo hasta que estuviera segura. Si era que algún día llegaba a estarlo—. Ahí fue cuando me robaron el teléfono, en el hospital. Lo denuncié y bloqueé el número.
Jane me dio uno de tarjeta para utilizarlo en caso de emergencia y cancelé mi contrato. No tenía sentido pagar más dinero cuando paso la mayor parte del tiempo en casa con las niñas y tengo teléfono fijo.
Joe salió al coche a buscar una camisa seca y ella lo observó por la ventana.
¿Iba a quedarse?
¿Allí? «No, no puede quedarse aquí conmigo». No podía quedarse tan cerca, ella lo conocía bien, conocía su mirada, y sabía lo vulnerable que era a su atractivo sexual. Sólo tenía que tocarla para que ella se derritiera a sus pies.
Sin embargo, se había sorprendido al ver cómo había cambiado.
Había perdido peso. Y lo había notado al acariciarle la piel del torso. Tenía algunas canas en el cabello y aparentaba los treinta y ocho años que tenía. Había envejecido más en el último año que en todo el tiempo que ella lo había conocido, y _____ se sintió culpable por ello.
A pesar de todo, se veía que estaba en forma y que había estado entrenando en el gimnasio. O corriendo.
Solía hacerlo cuando tenía problemas y quería pensar.
O dejar de pensar.
¿Había sido culpa de ella? Posiblemente. Probablemente.
—¿Hay algún sitio por aquí donde pueda alojarme?
—preguntó él nada más regresar a la cocina. Se agachó para abrir la maleta y sacar un jersey fino.
Ella abrió la boca para contestar que sí, pero lo único que pudo decir fue:
—No seas tonto, puedes quedarte aquí. Hay muchas habitaciones.
—¿De veras? —preguntó él, mirándola con preocupación—. ¿Y no te preocupa que ponga tu reputación en entredicho?
Ella soltó una carcajada.
—Es un poco tarde como para preocuparse de eso, Joe —dijo ella—. Ya lo hiciste cuando me dejaste embarazada.
Él frunció el ceño, cerró la maleta y la dejó en un rincón.
—¿Y Blake? —preguntó al fin.
—¿Qué pasa con él? Estoy cuidando de su casa. Puedo tener visitas, es parte del trato.
—¿Tenéis un trato?
—Bueno, ¡por supuesto que tenemos un trato! —dijo ella—. ¿Qué te crees? ¿Qué me he ido a vivir con un hombre cualquiera? Es amigo de Jane y de Peter, y buscaba a alguien que cuidara de su casa. No te preocupes, está todo controlado.
—La mujer de la oficina de correos no parecía pensar lo mismo.
—Esa mujer necesita que le ocurra algo emocionante en la vida —dijo ella—. De todos modos, ya te lo he dicho, él es homosexual. ¿Tienes hambre?
—¿Hambre?
—Joe, tienes que comer —dijo ella, preguntándose quién lo habría cuidado durante todo ese tiempo. Parecía agotado, tenía ojeras y apenas sonreía—. Hay pollo en la nevera, y tengo todo tipo de cosas en el congelador.
—¿No podemos salir?
—¿Dónde? ¿Con las gemelas?
Al ver la expresión que puso Joe, ella tuvo que contener una carcajada.
—No puedo salir, Joe. Es todo un despliegue militar, y no tengo niñera.
—¿En el pub hacen comida?
—Sí. Está buena. Puedes ir allí.
—¿No reparten a domicilio?
—Lo dudo.
—Podría ofrecerles una propina.
—Estoy segura —dijo ella—. ¿Por qué no vas allí y los convences? Sólo está al otro lado del río. Tardarás dos minutos caminando. O puedes comer allí, si tienes miedo de que te envenene.
—¿Tienen carta?
—Sí. Cocinan bien. Puedes elegir algo y tomarte una cerveza mientras lo preparan. Tardarán unos veinte minutos, probablemente.
Y ella podría darse una ducha y ponerse algo de ropa que no tuviera olor a crema de bebé, cepillarse el cabello y maquillarse. No, no se maquillaría. No quería parecer desesperada, pero podría llamar a Jane.
—Es un poco pronto. Puedo ir más tarde.
—Lo único es que puede que las niñas se despierten, y es más fácil comer cuando están dormidas. Además, sólo sirven hasta las nueve, y yo me muero de hambre. Me olvidé de comer al mediodía.
Él dudó un instante, pero se puso la chaqueta y se dirigió a la puerta.
—¿Qué te apetece?
—Cualquier cosa. Tú sabes lo que me gusta.
Él bebió un sorbo de cerveza y miró la carta.
¿Sabía lo que le gustaba a _____? Solía pensar que así era. Cruasanes de almendra, el chocolate negro, las verduras al vapor, la tarta con doble de nata y despertarse el domingo por la mañana en el apartamento que compartían y hacer el amor hasta la hora de comer.
Él sabía cómo hacer que ella gimiera y le suplicara que no se detuviera, que la acariciara hasta conseguir el clímax.
—¿Está listo para pedir, caballero?
Él cerró los ojos un instante y después miró a la joven camarera con una sonrisa.
—Um… Sí. Quiero un filete poco hecho y… —dudó un momento—. Y el salmón a la plancha, ¿o la pechuga de pollo con brie y pesto? —entonces recordó que _____ había dicho que tenía pollo en la nevera—. Mejor el salmón, por favor. Y si puede, me lo pone para llevar. Sé que no lo hacen habitualmente, pero no tenemos niñera y esto es lo más parecido a salir a cenar que podemos hacer. Les traeré los platos mañana —sonrió de nuevo.
—Estoy segura de que podemos hacerlo por usted —dijo la camarera, sonrojándose al ver su sonrisa.
—Ah, ¿y puedo ver la carta de vinos? Me gustaría llevarme un par de botellas a casa.
—Por supuesto. Llevaré el pedido a la cocina y le traeré la carta de vinos.
La camarera regresó al cabo de unos minutos. Él eligió una botella de vino tinto y otra de vino blanco, pagó la cuenta y se sentó a esperar.
Era curioso. El día anterior, a esa misma hora, habría estado demasiado ocupado como para esperar la comida.
Sin duda, habría pedido que se la llevaran a casa.
Aunque en el local no tuvieran reparto a domicilio, él lo habría conseguido, porque todo tenía un precio.
Pero aquella noche, tras haber realizado un par de
llamadas y de haber comprobado sus mensajes de correo electrónico en la Blackberry Smartphone, se alegraba de estar esperando en aquel pub, y de tomarse un respiro durante el que probablemente era el día más memorable de su vida. A menos que…
Pero no quería pensar en aquel otro día, así que se esforzó por no pensar en ello y tamborileó con los dedos sobre la barra.
—Ha sido estupendo. Gracias, Joe. Ha sido una gran idea.
—¿Estaba bien? Mi filete estaba bueno, pero sabía que no te apetecería, y pensé que el pescado te gustaría. Pero no sabía si querrías postre —frunció el ceño—. Me di cuenta de que no sabía qué te gustaría tomar.
Ella sonrió.
—No eres el único. Yo tampoco sé lo que quiero muchas veces.
Él arqueó una ceja con incredulidad.
—¿Estás diciendo que te has vuelto indecisa?
Ella se rió.
—Siempre he sido indecisa en lo que me afecta de forma personal. He aprendido a recordar que sólo voy a comérmelo, y no a casarme con ello, así que realmente no es tan importante. Bueno, al menos, la comida no lo es. Hay otras cosas que son más difíciles —admitió.
—¿Por eso no te pusiste en contacto conmigo? ¿Por qué no podías decidir si era lo correcto?
Ella bajó la vista, con sentimiento de culpabilidad.
—Probablemente. Pero tampoco me habrías escuchado, así que no tenía sentido tratar de hablar contigo…
Y tú tampoco trataste de encontrarme.
Él suspiró.
—Porque te dije que me llamaras cuando cambiaras de opinión —dijo él—. El hecho de que no lo hicieras…
—Estuve a punto de hacerlo. Muchas veces. Pero decidí que, si hubieras estado preparado para hablar de ello, y para escucharme, me habrías llamado. Y no lo hiciste.
—Lo intenté. No te localicé. Tu número estaba bloqueado y no sabía por qué.
—Me robaron el teléfono. ¡Pero eso fue en junio! Así que no trataste de localizarme durante seis meses, por lo menos.
Él miró hacia otro lado y tensó la mandíbula.
—Estaba esperando a que me llamaras. Pensé que si te daba tiempo… Y cuando vi que no lo hacías, decidí mandarte al infierno. Pero luego no podía soportar tanta incertidumbre. Necesitaba saber dónde estabas y qué hacías. Así que te llamé, pero no te localicé. Y no te gastabas mi dinero, sólo utilizabas tu cuenta.
—John paga los gastos de la casa y el coche.
—Muy generoso —masculló él.
—Lo es. Es un buen hombre.
Joe apretó los dientes al pensar que otro hombre la estaba manteniendo. Pero lo superaría. Al fin y al cabo, sólo era un trabajo.
—Se ha portado de maravilla —continuó ella—. Fue muy comprensivo cuando nacieron las niñas, y consiguió que un amigo suyo se quedara en mi casa hasta que yo pude regresar.
—¿Tu casa?
—Sí, mi casa. Ésta es mi casa, nuestra casa, de momento —no le contó que John iba a regresar pronto y que tendría que buscar otro lugar. Prefería que Joe pensara que todo iba bien y que no tenía ninguna prisa por marcharse de allí, ya que si no, él trataría de presionarla para que se reconciliaran y ella no estaba dispuesta a hacerlo hasta que estuviera segura. Si era que algún día llegaba a estarlo—. Ahí fue cuando me robaron el teléfono, en el hospital. Lo denuncié y bloqueé el número.
Jane me dio uno de tarjeta para utilizarlo en caso de emergencia y cancelé mi contrato. No tenía sentido pagar más dinero cuando paso la mayor parte del tiempo en casa con las niñas y tengo teléfono fijo.
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
CAPÍTULO 2 |Segunda Parte|
—¿Y no se te ocurrió darme ninguno de los dos números?
Ella se rió con cierta amargura.
—Claro, como me llamaste tanto durante los seis meses anteriores…
—No fue así. Me repetía que te pondrías en contacto conmigo si te interesaba. Me obligué a darte tiempo para que tomaras una decisión. Dijiste que necesitabas tiempo para pensar, pero al ver que pasaban los días, pensé que, si necesitabas tanto tiempo, era porque probablemente pensaras que no había nada entre nosotros que mereciera la pena, así que no pensaba llamarte.
Pero entonces, cuando no pude encontrarte, contraté a un detective privado.
—¡A un detective! —exclamó ella—. ¿Has contratado a alguien para que me espíe?
—¡Porque estaba preocupado por ti! Y, de todos modos, ¿cómo crees que te he encontrado? No he llegado hasta aquí por casualidad.
—Lo que es seguro es que tú no has ido a buscarme en persona —dijo ella—. Estás demasiado ocupado como para hacer ese tipo de cosas. De hecho, me sorprende que estés aquí. ¿No deberías estar en algún sitio más importante?
Él la fulminó con la mirada.
—Si fuera más importante, estaría en Nueva York —dijo Joe.
—Lo suponía. ¿Y cuándo descubriste que estaba aquí?
—Hoy. Esta tarde. Sobre las dos y media o así.
—¿Hoy? —preguntó asombrada—. ¿Y viniste directamente?
—¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Esperar a que desaparecieras otra vez? Por supuesto que vine. Quería respuestas.
—Todavía no me has hecho ninguna pregunta, aparte de por qué no te llamé. Y ya te lo he dicho.
—Y quién es el padre.
_____ se sentó derecha y lo miró.
—¡Sabías que eran tus hijas! No te has sorprendido ni una pizca. ¡Supongo que tu detective tomó fotografías! En cualquier caso, ¿qué más te da? Me dijiste montones de veces que no querías tener hijos. ¿Qué ha cambiado, Joe? ¿Qué te ha hecho venir hasta Suffolk en pleno invierno para preguntarme eso?
Él seguía mirándola fijamente a los ojos y, por primera vez, _____ pudo ver dolor en su mirada.
—Tú —dijo él—. Te he echado mucho de menos, _____*. Vuelve conmigo.
—No es tan sencillo.
—Oh, vas a empezar a contarme todo eso de nuestra forma de vida, ¿no es así? —dijo él, y suspiró.
—Bueno… Sí. Es evidente que no has cambiado. Tienes un aspecto terrible, Joe. ¿Cuántas horas dormiste anoche?
—Cuatro —admitió él.
—¿Dormiste cuatro horas o estuviste cuatro horas en casa?
—Dormí cuatro horas.
—Joe, ¿cuántas horas estás trabajando de media? ¿Quince? ¿Dieciocho? ¿Veinte? —añadió mirándolo fijamente. Al ver cómo cambiaba la expresión de su rostro, añadió—: Joe, ¡no puedes hacer eso! ¡Necesitas dormir más de cuatro horas! ¿Y dónde estás durmiendo? ¿En casa o en la oficina?
—¿Y a ti qué más te da? —preguntó él—. ¿A ti qué más te da si me quemo tratando de…?
—¿Tratando de…? —preguntó ella, y se arrepintió al instante.
—Tratando de olvidarte. Tratando de estar despierto el tiempo suficiente para estar agotado a la hora de acostarme y no pasarme la noche dando vueltas, preguntándome si estabas viva o muerta.
—Joe, ¿por qué iba a estar muerta?
—¡Porque no sabía nada de ti! —dijo él, poniéndose en pie y recorriendo la cocina de un lado a otro—. ¿Qué se supone que debía pensar, _____? ¿Que estabas bien y que todo iba de maravilla? No seas tan ingenua. No gastabas nada de dinero, tu teléfono no funcionaba… ¡Podías estar muerta! He pasado los días buscándote, llamando a toda la gente que se me ocurría, presionando al detective para que te encontrara, trabajando hasta el agotamiento para que al final del día no me quedaran energías…
Se calló y se volvió, golpeando la pared con la mano mientras ella lo miraba, sorprendida por el dolor que transmitían sus palabras. Un dolor que ella le había provocado.
_____ se acercó a él y apoyó una mano sobre su hombro.
—Joe, lo siento —susurró.
Él se volvió, se apoyó contra la pared y la miró.
—¿Por qué, _____*? —preguntó—. ¿Por qué? ¿Qué te he hecho yo para que me trataras así? ¿Cómo pudiste ocultarme que iba a ser padre?
—Quería contártelo, pero como siempre decías que no te gustaban los niños…
—Porque no podías tenerlos y porque…
—¿Sí?
Él negó con la cabeza.
—No importa. Ahora es irrelevante, estamos hablando de la teoría, no de la realidad. Cuando descubriste que estabas embarazada… ¿Cuándo lo descubriste, por cierto?
Ella tragó saliva.
—Cuando estabas de camino a Tokio. Jane lo sospechó y me dio un test de embarazo que le sobraba.
—¿Durante todo ese tiempo? ¿Lo sabías desde el primer momento y me lo has ocultado? ¿Cómo has podido? ¿Por qué?
—No pensé que quisieras saberlo. Quería decírtelo… Deseaba que estuvieras conmigo para compartirlo.
—Lo habría hecho —dijo él, con ojos atormentados—. Habría estado contigo a cada momento, si me hubieras dado la oportunidad.
—Pero sólo cuando no estuvieras demasiado ocupado.
Él miró a otro lado.
—No habría estado demasiado ocupado para eso.
—Seguro que sí.
—No. No para algo así. Deberías haberme dado la opción, Demi, y no haber tomado la decisión por mí. No tenías derecho a hacerlo.
Él tenía razón, y ella deseaba abrazarlo, pero ya no tenía derecho a hacerlo. ¿Cómo podía consolarlo después del daño que le había causado? Además, existía la posibilidad de que él la rechazara, y ella no podría soportarlo.
Entonces, Joe la miró a los ojos y ella se percató de que no la rechazaría. Estaba cautivada por su mirada, y tan emocionada que apenas podía respirar.
Joe alargó la mano y le acarició la mejilla. _____ se percató de que estaba temblando.
—Te necesito —dijo él—. Te odio por todo lo que me has hecho sufrir pero, maldita sea, te necesito. Vuelve conmigo, por favor. Vuelve conmigo, continuemos nuestra vida juntos. Podemos empezar de nuevo.
Ella dio un paso atrás. Sería tan fácil…
—No puedo. No quiero regresar a esa vida.
—¿A cuál, entonces?
Ella se encogió de hombros.
—No sé. A ésa no. No quiero volver a viajar por el mundo continuamente, volver a estar pendiente del mercado bursátil, volver a competir por ser los más ricos…No quiero nada de eso, Joe, y menos con las niñas. Por eso te dejé y nada ha cambiado, ¿no es así? Deberías estar en Nueva York y, bueno, estás aquí, pero estoy segura de que en el pub has estado llamando por teléfono, o mientras venías hacia aquí, o quizá, cuando me acueste, recuerdes que tienes unas llamadas pendientes. ¿No es cierto? —insistió.
Él suspiró y asintió.
—Sí, maldita sea, tienes razón, por supuesto que tienes razón, pero tengo que encargarme de mi empresa.
—Tienes empleados. Buenos profesionales. Gente excelente, capaz de sacarla adelante. Permite que lo hagan, Joe. Dales la oportunidad de demostrártelo y tómate tiempo libre para conocer a tus hijas.
—¿Tiempo libre? —preguntó él, como si no conociera el concepto.
Ella habría sonreído si su vida no hubiera dependido de ello. Estaba al borde de las lágrimas y no le quedó más remedio que contenerlas.
—Dos semanas. Dos semanas aquí, conmigo, sin teléfono, sin noticias, sin ordenador, sin correo electrónico…Sólo nosotros. Unas vacaciones. Ya sabes, una de esas cosas que nunca hemos tenido. Las niñas, tú y yo, para ver si hay alguna manera de que podamos formar una familia.
Él estaba negando con la cabeza.
—No puedo tomarme dos semanas, así sin más. No sin tener contacto con ellos.
—Puedes hablar con ellos y decírselo —dijo ella—. Sé que tendrías que hacerlo. Mira, no quiero hablar más de esto. Ha sido un día muy duro y estoy agotada. Me voy a la cama, y te sugiero que tú hagas lo mismo. Puedes dormir en el cuarto que hay al lado del de las niñas, está preparado. Y piensa en lo que te he dicho. Si de verdad quieres que volvamos a estar juntos, quiero esas dos semanas. Sin compromisos, sin engaños. Sólo nosotros cuatro. Llama a tu secretaria y soluciónalo a primera hora de la mañana.
—Eso parece una orden.
—Sólo estoy poniendo las normas. O las aceptas, o no.
—Dame un buen motivo por el que deba aceptarlas.
Ella se rió.
—Puedo darte dos. Y si quieres formar parte de sus vidas, lo harás. Porque no voy a someterlas a un padre ausente que no puede cumplir sus compromisos familiares y que no conoce la diferencia entre la casa y la oficina.
Él la miró durante un largo instante y, justo cuando ella creía que iba a decir que no, asintió.
—De acuerdo. Llamaré a Andrea por la mañana. Y tendrás tus dos semanas. Pero no te equivoques, lo haré por las niñas, porque tienes razón y se merecen algo más que un padre ausente. Pero necesitaré tiempo para poder perdonarte por haberme ocultado algo que es tan importante para mí. Así que no esperes que sea un encanto, porque estoy tan enfadado contigo que ni siquiera encuentro palabras para expresarlo.
—Lo sé —dijo ella, conteniendo las lágrimas—. Y lo siento. No quería hacerte daño y, para que lo sepas, te sigo queriendo.
—¿Me sigues queriendo? ¿Puedes decírmelo así, sin más, pero te marchaste para no regresar? —preguntó con incredulidad.
—Porque la situación me estaba matando —respondió ella—. Y no podía recordar quiénes éramos. Pero todavía te quiero. De eso no hay ninguna duda.
—Entonces, vuelve conmigo.
—No. Así no. No es suficiente. Tiene que haber algo más. Y quiero saber si queda algo entre nosotros, si nuestra vida pasada ha terminado y si podremos volver a encontrarnos el uno con el otro. Creo que ambos podemos estar afectados por la situación.
—¿Y no se te ocurrió darme ninguno de los dos números?
Ella se rió con cierta amargura.
—Claro, como me llamaste tanto durante los seis meses anteriores…
—No fue así. Me repetía que te pondrías en contacto conmigo si te interesaba. Me obligué a darte tiempo para que tomaras una decisión. Dijiste que necesitabas tiempo para pensar, pero al ver que pasaban los días, pensé que, si necesitabas tanto tiempo, era porque probablemente pensaras que no había nada entre nosotros que mereciera la pena, así que no pensaba llamarte.
Pero entonces, cuando no pude encontrarte, contraté a un detective privado.
—¡A un detective! —exclamó ella—. ¿Has contratado a alguien para que me espíe?
—¡Porque estaba preocupado por ti! Y, de todos modos, ¿cómo crees que te he encontrado? No he llegado hasta aquí por casualidad.
—Lo que es seguro es que tú no has ido a buscarme en persona —dijo ella—. Estás demasiado ocupado como para hacer ese tipo de cosas. De hecho, me sorprende que estés aquí. ¿No deberías estar en algún sitio más importante?
Él la fulminó con la mirada.
—Si fuera más importante, estaría en Nueva York —dijo Joe.
—Lo suponía. ¿Y cuándo descubriste que estaba aquí?
—Hoy. Esta tarde. Sobre las dos y media o así.
—¿Hoy? —preguntó asombrada—. ¿Y viniste directamente?
—¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Esperar a que desaparecieras otra vez? Por supuesto que vine. Quería respuestas.
—Todavía no me has hecho ninguna pregunta, aparte de por qué no te llamé. Y ya te lo he dicho.
—Y quién es el padre.
_____ se sentó derecha y lo miró.
—¡Sabías que eran tus hijas! No te has sorprendido ni una pizca. ¡Supongo que tu detective tomó fotografías! En cualquier caso, ¿qué más te da? Me dijiste montones de veces que no querías tener hijos. ¿Qué ha cambiado, Joe? ¿Qué te ha hecho venir hasta Suffolk en pleno invierno para preguntarme eso?
Él seguía mirándola fijamente a los ojos y, por primera vez, _____ pudo ver dolor en su mirada.
—Tú —dijo él—. Te he echado mucho de menos, _____*. Vuelve conmigo.
—No es tan sencillo.
—Oh, vas a empezar a contarme todo eso de nuestra forma de vida, ¿no es así? —dijo él, y suspiró.
—Bueno… Sí. Es evidente que no has cambiado. Tienes un aspecto terrible, Joe. ¿Cuántas horas dormiste anoche?
—Cuatro —admitió él.
—¿Dormiste cuatro horas o estuviste cuatro horas en casa?
—Dormí cuatro horas.
—Joe, ¿cuántas horas estás trabajando de media? ¿Quince? ¿Dieciocho? ¿Veinte? —añadió mirándolo fijamente. Al ver cómo cambiaba la expresión de su rostro, añadió—: Joe, ¡no puedes hacer eso! ¡Necesitas dormir más de cuatro horas! ¿Y dónde estás durmiendo? ¿En casa o en la oficina?
—¿Y a ti qué más te da? —preguntó él—. ¿A ti qué más te da si me quemo tratando de…?
—¿Tratando de…? —preguntó ella, y se arrepintió al instante.
—Tratando de olvidarte. Tratando de estar despierto el tiempo suficiente para estar agotado a la hora de acostarme y no pasarme la noche dando vueltas, preguntándome si estabas viva o muerta.
—Joe, ¿por qué iba a estar muerta?
—¡Porque no sabía nada de ti! —dijo él, poniéndose en pie y recorriendo la cocina de un lado a otro—. ¿Qué se supone que debía pensar, _____? ¿Que estabas bien y que todo iba de maravilla? No seas tan ingenua. No gastabas nada de dinero, tu teléfono no funcionaba… ¡Podías estar muerta! He pasado los días buscándote, llamando a toda la gente que se me ocurría, presionando al detective para que te encontrara, trabajando hasta el agotamiento para que al final del día no me quedaran energías…
Se calló y se volvió, golpeando la pared con la mano mientras ella lo miraba, sorprendida por el dolor que transmitían sus palabras. Un dolor que ella le había provocado.
_____ se acercó a él y apoyó una mano sobre su hombro.
—Joe, lo siento —susurró.
Él se volvió, se apoyó contra la pared y la miró.
—¿Por qué, _____*? —preguntó—. ¿Por qué? ¿Qué te he hecho yo para que me trataras así? ¿Cómo pudiste ocultarme que iba a ser padre?
—Quería contártelo, pero como siempre decías que no te gustaban los niños…
—Porque no podías tenerlos y porque…
—¿Sí?
Él negó con la cabeza.
—No importa. Ahora es irrelevante, estamos hablando de la teoría, no de la realidad. Cuando descubriste que estabas embarazada… ¿Cuándo lo descubriste, por cierto?
Ella tragó saliva.
—Cuando estabas de camino a Tokio. Jane lo sospechó y me dio un test de embarazo que le sobraba.
—¿Durante todo ese tiempo? ¿Lo sabías desde el primer momento y me lo has ocultado? ¿Cómo has podido? ¿Por qué?
—No pensé que quisieras saberlo. Quería decírtelo… Deseaba que estuvieras conmigo para compartirlo.
—Lo habría hecho —dijo él, con ojos atormentados—. Habría estado contigo a cada momento, si me hubieras dado la oportunidad.
—Pero sólo cuando no estuvieras demasiado ocupado.
Él miró a otro lado.
—No habría estado demasiado ocupado para eso.
—Seguro que sí.
—No. No para algo así. Deberías haberme dado la opción, Demi, y no haber tomado la decisión por mí. No tenías derecho a hacerlo.
Él tenía razón, y ella deseaba abrazarlo, pero ya no tenía derecho a hacerlo. ¿Cómo podía consolarlo después del daño que le había causado? Además, existía la posibilidad de que él la rechazara, y ella no podría soportarlo.
Entonces, Joe la miró a los ojos y ella se percató de que no la rechazaría. Estaba cautivada por su mirada, y tan emocionada que apenas podía respirar.
Joe alargó la mano y le acarició la mejilla. _____ se percató de que estaba temblando.
—Te necesito —dijo él—. Te odio por todo lo que me has hecho sufrir pero, maldita sea, te necesito. Vuelve conmigo, por favor. Vuelve conmigo, continuemos nuestra vida juntos. Podemos empezar de nuevo.
Ella dio un paso atrás. Sería tan fácil…
—No puedo. No quiero regresar a esa vida.
—¿A cuál, entonces?
Ella se encogió de hombros.
—No sé. A ésa no. No quiero volver a viajar por el mundo continuamente, volver a estar pendiente del mercado bursátil, volver a competir por ser los más ricos…No quiero nada de eso, Joe, y menos con las niñas. Por eso te dejé y nada ha cambiado, ¿no es así? Deberías estar en Nueva York y, bueno, estás aquí, pero estoy segura de que en el pub has estado llamando por teléfono, o mientras venías hacia aquí, o quizá, cuando me acueste, recuerdes que tienes unas llamadas pendientes. ¿No es cierto? —insistió.
Él suspiró y asintió.
—Sí, maldita sea, tienes razón, por supuesto que tienes razón, pero tengo que encargarme de mi empresa.
—Tienes empleados. Buenos profesionales. Gente excelente, capaz de sacarla adelante. Permite que lo hagan, Joe. Dales la oportunidad de demostrártelo y tómate tiempo libre para conocer a tus hijas.
—¿Tiempo libre? —preguntó él, como si no conociera el concepto.
Ella habría sonreído si su vida no hubiera dependido de ello. Estaba al borde de las lágrimas y no le quedó más remedio que contenerlas.
—Dos semanas. Dos semanas aquí, conmigo, sin teléfono, sin noticias, sin ordenador, sin correo electrónico…Sólo nosotros. Unas vacaciones. Ya sabes, una de esas cosas que nunca hemos tenido. Las niñas, tú y yo, para ver si hay alguna manera de que podamos formar una familia.
Él estaba negando con la cabeza.
—No puedo tomarme dos semanas, así sin más. No sin tener contacto con ellos.
—Puedes hablar con ellos y decírselo —dijo ella—. Sé que tendrías que hacerlo. Mira, no quiero hablar más de esto. Ha sido un día muy duro y estoy agotada. Me voy a la cama, y te sugiero que tú hagas lo mismo. Puedes dormir en el cuarto que hay al lado del de las niñas, está preparado. Y piensa en lo que te he dicho. Si de verdad quieres que volvamos a estar juntos, quiero esas dos semanas. Sin compromisos, sin engaños. Sólo nosotros cuatro. Llama a tu secretaria y soluciónalo a primera hora de la mañana.
—Eso parece una orden.
—Sólo estoy poniendo las normas. O las aceptas, o no.
—Dame un buen motivo por el que deba aceptarlas.
Ella se rió.
—Puedo darte dos. Y si quieres formar parte de sus vidas, lo harás. Porque no voy a someterlas a un padre ausente que no puede cumplir sus compromisos familiares y que no conoce la diferencia entre la casa y la oficina.
Él la miró durante un largo instante y, justo cuando ella creía que iba a decir que no, asintió.
—De acuerdo. Llamaré a Andrea por la mañana. Y tendrás tus dos semanas. Pero no te equivoques, lo haré por las niñas, porque tienes razón y se merecen algo más que un padre ausente. Pero necesitaré tiempo para poder perdonarte por haberme ocultado algo que es tan importante para mí. Así que no esperes que sea un encanto, porque estoy tan enfadado contigo que ni siquiera encuentro palabras para expresarlo.
—Lo sé —dijo ella, conteniendo las lágrimas—. Y lo siento. No quería hacerte daño y, para que lo sepas, te sigo queriendo.
—¿Me sigues queriendo? ¿Puedes decírmelo así, sin más, pero te marchaste para no regresar? —preguntó con incredulidad.
—Porque la situación me estaba matando —respondió ella—. Y no podía recordar quiénes éramos. Pero todavía te quiero. De eso no hay ninguna duda.
—Entonces, vuelve conmigo.
—No. Así no. No es suficiente. Tiene que haber algo más. Y quiero saber si queda algo entre nosotros, si nuestra vida pasada ha terminado y si podremos volver a encontrarnos el uno con el otro. Creo que ambos podemos estar afectados por la situación.
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
Awwww que bueno que se van a reconciliar por el bien de las bebes
siguela°!!!!!!
siguela°!!!!!!
aranzhitha
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
joe va estar dos semanas con sus hijas y la rayis que bien ¡¡¡ espero que sepa aprovechar ese tiempo de compartir en familia :)
lorenitajonas
Página 2 de 16. • 1, 2, 3 ... 9 ... 16
Temas similares
» Los Milagros Si Existen!
» ♡ an impact is like a punch it may hurt put it passes.♡
» so fetch! ♡
» Mafiosos y Milagros. (Larry Stylinson)
» My moments |Galeria|
» ♡ an impact is like a punch it may hurt put it passes.♡
» so fetch! ♡
» Mafiosos y Milagros. (Larry Stylinson)
» My moments |Galeria|
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 2 de 16.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.