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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
Chicas ahora si cap mas tarde c:
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
Capitulo setenta y siete : Pasaremos la noche juntos .
Juré que podía oír incluso una hermosa melodía en piano. Haciendo que el momento se hiciera perfecto.
Saboreé sus labios por cada parte, eran tan deliciosos y suaves que de alguna forma me atraían más. Pero recordé la necesidad de respirar y tuvimos que separarnos. Lo miré con nuevos ojos, llenos de excitación y adrenalina. Aquel beso había saciado sólo un poco el deseo de tocar sus labios, incluso parecía haberme creado una nueva obsesión a ellos. Me di cuenta del estruendoso latido de mi corazón, y de cómo gritaba desbocadamente el nombre de Joe.
Nos miramos por unos segundos y luego me atrajo hacía él, abrigándome entre sus brazos. Nuestros cuerpos se acoplaron de tal forma que parecían dos engranes hechos a la medida. Me sentía tan bien allí en sus brazos, mientras la lluvia nos envolvía de forma abrasadora.
-No me sueltes nunca-musité escondiendo mi cabeza entre su pecho.
-Nunca-prometió él.
Besó mis húmedos cabellos y me abrazó con más fuerza. Una dulzura tan intensa, una protección tan legítima, y un amor tan desmesurado era lo que su presencia me transmitía.
-Vamos adentro. Te vas a resfriar-susurró y me encaminó hasta la cabaña, pero no apartó sus brazos de mí.
Me sentía cómo si viviera una nueva vida, una vida que me había estado esperando por mucho tiempo. Un lugar que había sido guardado sólo para nosotros dos, un mundo donde Joe y yo, éramos los únicos. Una noche donde las estrellas brillaban para alumbrarnos.
La pequeña cabaña era muy poco cálida, sin embargo, su presencia allí me hacía sentir el suficiente calor. Me sentó en la cama y él se sentó a un lado, abrazándome.
-¿Te puedo preguntar algo?-musité.
-Lo que quieras.
-Ahora si me contestarás, ¿verdad?
El rió, y su sonrisa se entonó perfectamente con el golpeteo de la lluvia en el exterior.
-Sí-aseguró.
-¿Cómo me encontraste?-le miré a través de la oscuridad.
-No lo sé… algo, muy fuerte me trajo hasta acá-pensó un poco-Una especie de… magia que no me permite estar lejos de ti-me acarició el cabello húmedo.
Lo miré con más profundidad, a pesar de que su cabello caía mojado sobres su cabeza parecían perfectas hebras de seda color castaño. Era increíble que fuera mío. Le sonreí.
Un leve estremecimiento me tocó la espalda y la piel se me erizó de frío.
-No puedes dormir con esa ropa mojada-me miró-Te resfriarás.
-Cuando lleguemos a las cabañas me la quitaré.
-Hoy no iremos-me avisó-La lluvia es demasiado fuerte, no te sacaré de aquí hasta que el cielo termine de llorar.
-¿Quieres decir que pasaremos la noche aquí?-ahora que lo veía de ese modo, la oscuridad me empezó a parecer tenebrosa.
-Ya es tarde, y la tormenta no para.
-Maldición…-mascullé.
-_____-me atajó con suavidad-Tienes la boca más deliciosa que he probado. No la ensucies con maldiciones-pidió con dulzura recorriendo con su pulgar mi labio inferior.
Se levantó de mi lado y se dirigió a una de las esquinas oscuras de la cabaña. No pude ver qué fue lo que recogió del piso, hasta que de nuevo se acercó a mí.
-Colócate esto-me dio una prenda cálida que desprendía el dulce perfume de su piel-sabía que había sido buena idea habérmela quitado.
Era un suéter de algodón en tono gris con los bordes dibujados en hilo azul.
-Insinúas que me tengo que quitar…
-No miraré, lo prometo. No te faltaría al respeto de esa forma-aseguró.
-Bueno, pero ¿y tú? ¿Dormirás con eso?-le señalé su camisa empapada que se acoplaba a la forma de su cuerpo y señalaba su marcado abdomen.
-No. Dormiré sin eso.
-Te resfriarás.
-Prefiero enfermar yo a que seas tú la que pesques un resfriado. Anda, cámbiate. No miraré-se giró y caminó hasta la ventana para mirar de nuevo la carrera de las gotas de lluvia sobre el vidrio opaco de la ventana.
Suspiré. Me quité la chaqueta mojada para luego deshacerme también de la blusa verde que llevaba, quedando sólo con el sostén negro que llevaba puesto. Me coloqué rápidamente el suéter que Joe me había dado, y en un santiamén me sentí cálida y abrigada por el delicioso aroma de él. Me quité también el pantalón deportivo que estaba completamente mojado, y permanecí con el short que llevaba debajo y que sólo se había humedecido. Aventé a un lado la ropa mojada y me abracé las rodillas arriba de la cama.
-Ya terminé-avisé.
El se giró y me sonrió. Se acercó un poco y se detuvo a un metro de la cama para quitarse su camisa mojada, deslumbrándome a mí en plena oscuridad con su perfecto abdomen que me quitaba la respiración. Mi corazón se aceleró de pronto, golpeando contra mi pecho de manera desbocada. Me sentía tan bien sintiendo aquellas sensaciones que me provocaba el estar enamorada de la persona que tenía a sólo unos pasos de mí.
-¿Te quitarás también el pantalón?-quise saber.
El rió.
-No. No está tan mojado.
Saber aquello fue un alivio a mi corazón que ya con lo poco, gritaba desbocado. Me acomodé sobre la cama, y él se acomodó a mi lado. Tomó una frazada ya vieja que formaba parte de la cama y me cubrió con ella como si fuese una niña pequeña y él mi padre. Puso sus manos detrás de su cabeza, acostado a mi lado.
-¿Te molesta que me quede aquí? Es decir, en la misma cama-preguntó.
-No-me abracé a él con fuerza, como si tuviese miedo de perderlo-Te quiero aquí, siempre.
El rió y el soplo de su sonrisa pegó contra mis cabellos, puesto que mi cabeza descansaba sobre su pecho desnudo. Besó mi cabeza.
-______, déjame hacerlo oficial-dijo y quitó una de sus manos de detrás de su cabeza para levantarme el mentón delicadamente y hacer que lo mirara-Me gustas tanto, cada día parece crecer este sentimiento magnífico dentro de mí; y ahora que sé que por algún extraño milagro me amas también, quiero compartir mi vida contigo. ¿Me concederías el honor de ser aquel que te seque las lágrimas que puedas derramar, de ser ese que te abrace cuando haya frío, de ser el que tenga la dicha de besarte cada mañana, de formar parte de tu mundo con el gozo de ser tu novio, me lo permites?
Me quedé muda, perpleja de su perfecta declaración; parecía como si me estuviese pidiendo matrimonio, y le regalé una sonrisa a la idea que se había producido en mi cabeza. ¿Matrimonio? Jamás me había visto a mi misma pensando en matrimonio, pero con Joseph la idea parecía incluso provocadora. Pero volví a la realidad.
-¿De verdad quieres de novia a una chica como yo? Imperfecta y torpe.
-Para mí eres perfecta, pero lo de torpe no te lo discuto-sonrió.
Le miré de mala gana por un segundo por que al siguiente su mirada me derritió.
-¿Dime entonces, me aceptas?
-Sí-dije y lo abracé aun con más fuerza y recosté de nuevo la cabeza sobre su pecho.
-¿Me creyeras si te dijera que soy la persona más feliz que pueda haber en este mundo? Por fin eres mía-me acarició los cabellos desde la raíz hasta la punta haciendo que esa corriente eléctrica me recorriera la espalda-Ya es tarde. Duerme, amor mío-besó mi cabeza de nuevo y volvió a recargarse sobre el respaldo de la cama, pero esta vez sus manos rodeaban mi cuerpo.
Tenía a mi Adam, no dentro de un sueño; sino en la realidad, velándolos. Tardé muy poco en perder la conciencia, con lo mucho que me encontraba cansada no se me dificultó en nada pegar los párpados. Me dormí abrazada de mi realidad mientras que el exquisito y dulce aroma de su cuerpo se metía por mi nariz cantando una canción de cuna dentro de mí.
Temía despertar y que todo hubiese sido un sueño. Pero entonces me sentí atada a su cuerpo y su aroma seguía bailando libremente por mi nariz, entonces el alivio se infiltró inundándome de paz. Sus dedos jugueteaban con mi cabello mientras que su vista se posaba en la ventana. Su semblante era tan tranquilo que de alguna forma me contagió.
-Buenos días-musité.
Él me miró y sus ojos destellaron de luz. Me sonrió.
-Buenos días-dijo con toda la magnificencia de su sonrisa.
-¿Qué hora es?-pregunté.
-No lo sé, quizá pasa de las ocho de la mañana pero aun no son las nueve-dijo mirando de nuevo hacía la ventana.
Me acomodé en la cabecera de la cama y él me soltó para que lo pudiera hacer. Miré su cabello despeinado, que brillaba con la tenue luz de los rayos de sol que se lograban escabullir por los orificios de la madera y por la ventana. Era tan perfecto, que no podía creer que fuera de verdad mío. De pronto me abrumó la realidad, ¡por supuesto que era mío! Y tenía que hacérselo saber a mis padres. Una nueva punzada me taladro la cabeza. Mis padres. Joe notó mi tensión y me miró intrigado.
-¿Qué pasa?-quiso saber.
-Joe…-no podía ni siquiera formular la idea en mi cabeza de las palabras tan pesimistas que sé que me darían mis progenitores.
-¿Qué ocurre, _____?-preguntó ahora con una leve nota de preocupación en su voz.
-Mis padres… ¿cómo les daré la noticia de que… tu y yo salimos?
-¿Tus padres? Pero, no están aquí-dijo aun sin comprender.
-No, pero en un mes vuelven.
Joe percibió muy bien el miedo que me embargaba en ese instante y con una caricia en la mejilla trató de tranquilizarme.
-Tranquila, _____. No es para tanto, sólo les anunciarás que tienes novio. Malo si les dijeras que estás embarazada o algo por el estilo-se encogió de hombros.
Le dí una mirada asesina, para él no era gran cosa; pero para mí, quizá el fin del mundo.
-Joe, no entiendes; mis padres son muy… sobre protectores-dije torciendo el gesto.
-Tienes diecinueve años, _____. Creo que puedes tomar decisiones tú sola. Además, no estarás sola cuando se los digas, yo estaré siempre a tu lado.
-Eso si quieres ser asesinado por mi padre.
Abrió los ojos de par en par.
-¿Es en serio?-preguntó un poco asustado.
-No-reí-no creo que te asesine, hasta ahora no he sabido de miradas que maten de verdad o palabras que lo hagan.
-Bueno, eso es un alivio; para ti y para mí. Sobre todo para mí. Pero no pienses en eso ahora, _____. Primero tenemos que darles la noticia a todos los demás-se quedó en silencio por un momento-Creo que será mejor que nos vayamos ahora, estarán bastante preocupados por nosotros.
-¿Decirles a los demás?-pregunté con voz ahogada. No era nada comparado con decirles a mis padres; pero me incomodaba también.
-Sí, ¿algún problema?
Muchos, pensé. Nick y Lola tenían muy en cuenta que yo tenía un rencor hacía Joe. Quizá Kevin y Andrea no se percataron mucho de mi pasajero sentimiento, pero sabía que al menos los primeros dos, me harían una bulla terrible y me pedirían información que en realidad, deseaba guardar.
-¿Y si… nos guardamos el secreto un poco?-pregunté como quien no quiere la cosa.
-No entiendo el porqué.
-Bueno Nick-dije su nombre y al instante puso mala cara-y Lola…
-¿Qué hay con Nick?-quiso saber.
Sus celos eran algo tan tierno y dulce que en vez de darme problemas, me hacían sentir un nuevo puñado de mariposas en el estómago.
-Joe, no estás celoso, ¿verdad?-dije sonriendo-¿Qué tienes en contra de Nick?
Juré que podía oír incluso una hermosa melodía en piano. Haciendo que el momento se hiciera perfecto.
Saboreé sus labios por cada parte, eran tan deliciosos y suaves que de alguna forma me atraían más. Pero recordé la necesidad de respirar y tuvimos que separarnos. Lo miré con nuevos ojos, llenos de excitación y adrenalina. Aquel beso había saciado sólo un poco el deseo de tocar sus labios, incluso parecía haberme creado una nueva obsesión a ellos. Me di cuenta del estruendoso latido de mi corazón, y de cómo gritaba desbocadamente el nombre de Joe.
Nos miramos por unos segundos y luego me atrajo hacía él, abrigándome entre sus brazos. Nuestros cuerpos se acoplaron de tal forma que parecían dos engranes hechos a la medida. Me sentía tan bien allí en sus brazos, mientras la lluvia nos envolvía de forma abrasadora.
-No me sueltes nunca-musité escondiendo mi cabeza entre su pecho.
-Nunca-prometió él.
Besó mis húmedos cabellos y me abrazó con más fuerza. Una dulzura tan intensa, una protección tan legítima, y un amor tan desmesurado era lo que su presencia me transmitía.
-Vamos adentro. Te vas a resfriar-susurró y me encaminó hasta la cabaña, pero no apartó sus brazos de mí.
Me sentía cómo si viviera una nueva vida, una vida que me había estado esperando por mucho tiempo. Un lugar que había sido guardado sólo para nosotros dos, un mundo donde Joe y yo, éramos los únicos. Una noche donde las estrellas brillaban para alumbrarnos.
La pequeña cabaña era muy poco cálida, sin embargo, su presencia allí me hacía sentir el suficiente calor. Me sentó en la cama y él se sentó a un lado, abrazándome.
-¿Te puedo preguntar algo?-musité.
-Lo que quieras.
-Ahora si me contestarás, ¿verdad?
El rió, y su sonrisa se entonó perfectamente con el golpeteo de la lluvia en el exterior.
-Sí-aseguró.
-¿Cómo me encontraste?-le miré a través de la oscuridad.
-No lo sé… algo, muy fuerte me trajo hasta acá-pensó un poco-Una especie de… magia que no me permite estar lejos de ti-me acarició el cabello húmedo.
Lo miré con más profundidad, a pesar de que su cabello caía mojado sobres su cabeza parecían perfectas hebras de seda color castaño. Era increíble que fuera mío. Le sonreí.
Un leve estremecimiento me tocó la espalda y la piel se me erizó de frío.
-No puedes dormir con esa ropa mojada-me miró-Te resfriarás.
-Cuando lleguemos a las cabañas me la quitaré.
-Hoy no iremos-me avisó-La lluvia es demasiado fuerte, no te sacaré de aquí hasta que el cielo termine de llorar.
-¿Quieres decir que pasaremos la noche aquí?-ahora que lo veía de ese modo, la oscuridad me empezó a parecer tenebrosa.
-Ya es tarde, y la tormenta no para.
-Maldición…-mascullé.
-_____-me atajó con suavidad-Tienes la boca más deliciosa que he probado. No la ensucies con maldiciones-pidió con dulzura recorriendo con su pulgar mi labio inferior.
Se levantó de mi lado y se dirigió a una de las esquinas oscuras de la cabaña. No pude ver qué fue lo que recogió del piso, hasta que de nuevo se acercó a mí.
-Colócate esto-me dio una prenda cálida que desprendía el dulce perfume de su piel-sabía que había sido buena idea habérmela quitado.
Era un suéter de algodón en tono gris con los bordes dibujados en hilo azul.
-Insinúas que me tengo que quitar…
-No miraré, lo prometo. No te faltaría al respeto de esa forma-aseguró.
-Bueno, pero ¿y tú? ¿Dormirás con eso?-le señalé su camisa empapada que se acoplaba a la forma de su cuerpo y señalaba su marcado abdomen.
-No. Dormiré sin eso.
-Te resfriarás.
-Prefiero enfermar yo a que seas tú la que pesques un resfriado. Anda, cámbiate. No miraré-se giró y caminó hasta la ventana para mirar de nuevo la carrera de las gotas de lluvia sobre el vidrio opaco de la ventana.
Suspiré. Me quité la chaqueta mojada para luego deshacerme también de la blusa verde que llevaba, quedando sólo con el sostén negro que llevaba puesto. Me coloqué rápidamente el suéter que Joe me había dado, y en un santiamén me sentí cálida y abrigada por el delicioso aroma de él. Me quité también el pantalón deportivo que estaba completamente mojado, y permanecí con el short que llevaba debajo y que sólo se había humedecido. Aventé a un lado la ropa mojada y me abracé las rodillas arriba de la cama.
-Ya terminé-avisé.
El se giró y me sonrió. Se acercó un poco y se detuvo a un metro de la cama para quitarse su camisa mojada, deslumbrándome a mí en plena oscuridad con su perfecto abdomen que me quitaba la respiración. Mi corazón se aceleró de pronto, golpeando contra mi pecho de manera desbocada. Me sentía tan bien sintiendo aquellas sensaciones que me provocaba el estar enamorada de la persona que tenía a sólo unos pasos de mí.
-¿Te quitarás también el pantalón?-quise saber.
El rió.
-No. No está tan mojado.
Saber aquello fue un alivio a mi corazón que ya con lo poco, gritaba desbocado. Me acomodé sobre la cama, y él se acomodó a mi lado. Tomó una frazada ya vieja que formaba parte de la cama y me cubrió con ella como si fuese una niña pequeña y él mi padre. Puso sus manos detrás de su cabeza, acostado a mi lado.
-¿Te molesta que me quede aquí? Es decir, en la misma cama-preguntó.
-No-me abracé a él con fuerza, como si tuviese miedo de perderlo-Te quiero aquí, siempre.
El rió y el soplo de su sonrisa pegó contra mis cabellos, puesto que mi cabeza descansaba sobre su pecho desnudo. Besó mi cabeza.
-______, déjame hacerlo oficial-dijo y quitó una de sus manos de detrás de su cabeza para levantarme el mentón delicadamente y hacer que lo mirara-Me gustas tanto, cada día parece crecer este sentimiento magnífico dentro de mí; y ahora que sé que por algún extraño milagro me amas también, quiero compartir mi vida contigo. ¿Me concederías el honor de ser aquel que te seque las lágrimas que puedas derramar, de ser ese que te abrace cuando haya frío, de ser el que tenga la dicha de besarte cada mañana, de formar parte de tu mundo con el gozo de ser tu novio, me lo permites?
Me quedé muda, perpleja de su perfecta declaración; parecía como si me estuviese pidiendo matrimonio, y le regalé una sonrisa a la idea que se había producido en mi cabeza. ¿Matrimonio? Jamás me había visto a mi misma pensando en matrimonio, pero con Joseph la idea parecía incluso provocadora. Pero volví a la realidad.
-¿De verdad quieres de novia a una chica como yo? Imperfecta y torpe.
-Para mí eres perfecta, pero lo de torpe no te lo discuto-sonrió.
Le miré de mala gana por un segundo por que al siguiente su mirada me derritió.
-¿Dime entonces, me aceptas?
-Sí-dije y lo abracé aun con más fuerza y recosté de nuevo la cabeza sobre su pecho.
-¿Me creyeras si te dijera que soy la persona más feliz que pueda haber en este mundo? Por fin eres mía-me acarició los cabellos desde la raíz hasta la punta haciendo que esa corriente eléctrica me recorriera la espalda-Ya es tarde. Duerme, amor mío-besó mi cabeza de nuevo y volvió a recargarse sobre el respaldo de la cama, pero esta vez sus manos rodeaban mi cuerpo.
Tenía a mi Adam, no dentro de un sueño; sino en la realidad, velándolos. Tardé muy poco en perder la conciencia, con lo mucho que me encontraba cansada no se me dificultó en nada pegar los párpados. Me dormí abrazada de mi realidad mientras que el exquisito y dulce aroma de su cuerpo se metía por mi nariz cantando una canción de cuna dentro de mí.
Temía despertar y que todo hubiese sido un sueño. Pero entonces me sentí atada a su cuerpo y su aroma seguía bailando libremente por mi nariz, entonces el alivio se infiltró inundándome de paz. Sus dedos jugueteaban con mi cabello mientras que su vista se posaba en la ventana. Su semblante era tan tranquilo que de alguna forma me contagió.
-Buenos días-musité.
Él me miró y sus ojos destellaron de luz. Me sonrió.
-Buenos días-dijo con toda la magnificencia de su sonrisa.
-¿Qué hora es?-pregunté.
-No lo sé, quizá pasa de las ocho de la mañana pero aun no son las nueve-dijo mirando de nuevo hacía la ventana.
Me acomodé en la cabecera de la cama y él me soltó para que lo pudiera hacer. Miré su cabello despeinado, que brillaba con la tenue luz de los rayos de sol que se lograban escabullir por los orificios de la madera y por la ventana. Era tan perfecto, que no podía creer que fuera de verdad mío. De pronto me abrumó la realidad, ¡por supuesto que era mío! Y tenía que hacérselo saber a mis padres. Una nueva punzada me taladro la cabeza. Mis padres. Joe notó mi tensión y me miró intrigado.
-¿Qué pasa?-quiso saber.
-Joe…-no podía ni siquiera formular la idea en mi cabeza de las palabras tan pesimistas que sé que me darían mis progenitores.
-¿Qué ocurre, _____?-preguntó ahora con una leve nota de preocupación en su voz.
-Mis padres… ¿cómo les daré la noticia de que… tu y yo salimos?
-¿Tus padres? Pero, no están aquí-dijo aun sin comprender.
-No, pero en un mes vuelven.
Joe percibió muy bien el miedo que me embargaba en ese instante y con una caricia en la mejilla trató de tranquilizarme.
-Tranquila, _____. No es para tanto, sólo les anunciarás que tienes novio. Malo si les dijeras que estás embarazada o algo por el estilo-se encogió de hombros.
Le dí una mirada asesina, para él no era gran cosa; pero para mí, quizá el fin del mundo.
-Joe, no entiendes; mis padres son muy… sobre protectores-dije torciendo el gesto.
-Tienes diecinueve años, _____. Creo que puedes tomar decisiones tú sola. Además, no estarás sola cuando se los digas, yo estaré siempre a tu lado.
-Eso si quieres ser asesinado por mi padre.
Abrió los ojos de par en par.
-¿Es en serio?-preguntó un poco asustado.
-No-reí-no creo que te asesine, hasta ahora no he sabido de miradas que maten de verdad o palabras que lo hagan.
-Bueno, eso es un alivio; para ti y para mí. Sobre todo para mí. Pero no pienses en eso ahora, _____. Primero tenemos que darles la noticia a todos los demás-se quedó en silencio por un momento-Creo que será mejor que nos vayamos ahora, estarán bastante preocupados por nosotros.
-¿Decirles a los demás?-pregunté con voz ahogada. No era nada comparado con decirles a mis padres; pero me incomodaba también.
-Sí, ¿algún problema?
Muchos, pensé. Nick y Lola tenían muy en cuenta que yo tenía un rencor hacía Joe. Quizá Kevin y Andrea no se percataron mucho de mi pasajero sentimiento, pero sabía que al menos los primeros dos, me harían una bulla terrible y me pedirían información que en realidad, deseaba guardar.
-¿Y si… nos guardamos el secreto un poco?-pregunté como quien no quiere la cosa.
-No entiendo el porqué.
-Bueno Nick-dije su nombre y al instante puso mala cara-y Lola…
-¿Qué hay con Nick?-quiso saber.
Sus celos eran algo tan tierno y dulce que en vez de darme problemas, me hacían sentir un nuevo puñado de mariposas en el estómago.
-Joe, no estás celoso, ¿verdad?-dije sonriendo-¿Qué tienes en contra de Nick?
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
AAAAAAAAAAAAAAAAWWWWWWWW! :arre:
sigo amando esta nove!
me encanta !
SÍGUELA !
sigo amando esta nove!
me encanta !
SÍGUELA !
fernanda
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
Wooowww
Me muerooO
Son novioss!!!!
Siguelaaa porfisss
Muero x saber q sigue!
Siguelaaaa
Att: tu fiel lectora!
Me muerooO
Son novioss!!!!
Siguelaaa porfisss
Muero x saber q sigue!
Siguelaaaa
Att: tu fiel lectora!
Yhosdaly
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :) porfis.....
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
Capitulo setenta y ocho : Te Amo .
-Joe, no estás celoso, ¿verdad?-dije sonriendo-¿Qué tienes en contra de Nick?
-¿Recuerdas que pensé que Nick era tu novio?-preguntó y yo asentí-Bueno, lo pensé porque de verdad parecen-dijo y su rostro se endureció.
-Joe, deshazte de esa idea. Escucha, Nick es mi mejor amigo, y siempre lo será. No tienes por qué asustarte, ya que él está enamorado de Lola, y entre nosotros no hay más que una amistad de años; crecimos juntos, y para mí es como un hermano. No podría enamorarme de mi hermano ¿verdad?-levanté una ceja.
-No, pero…
-Pareces un niño pequeño-lo atajé y reí.
El me dio una sonrisa pero me pareció muy carente de alegría.
-Pero, ¿por qué no quieres que se enteren?-preguntó.
-Bueno, no es que no quiera que se enteren, lo harán pero no hoy. Conozco a mis amigos, me harán una bulla tremenda.
En realidad no me importaba mucho lo que la gente pensará o dijera de mí. Sin embargo, esta vez era distinta, se trataba de mis amigos y de mi novio.
-Bueno-musitó-si el lo que quieres. Vamos, será mejor que nos vayamos ya-se paró de la cama y se colocó la camisa que la noche anterior había dejado en el respaldo de la cama para que se secara.
-No estás contento-dije.
Terminó de colocarse su camisa y me miró.
-Si a ti eso te hace feliz, a mi igual; pero no te voy a negar que quisiera tener la libertad de poder demostrar que te quiero.
Allí la conciencia habló, no era justo lo que le estaba haciendo a Joe. Me mordí el labio inferior pensativamente y luego di luz verde a un suspiro.
-Colócate tu ropa, aun hace frío-dijo entregándome el trío de prendas que había aventado la noche anterior convirtiéndolas en un bulto mojado, y a pesar de eso se habían secado.
Tomé el pantalón deportivo y me lo puse, pero me quedé indecisa con la blusa verde que tenía en las manos.
-¡Oh! No miraré-dijo al comprender el porqué de mi recelo-Te espero afuera-se acercó a la cama en donde yo estaba y besó con ternura mi frente, luego salió por la puerta de la cabaña.
En realidad lo había pensado y repensado como mil veces en ese pequeño instante y definitivamente era algo injusto para Joe. Le estaba negando lo que quiso hacer desde hace mucho, y eso me hacía parecer la mala de la película, la bruja malvada de los cuentos de hadas. Fruncí el ceño y me puse la blusa después de haberme quitado el suéter de Joe con el que había dormido; luego deslicé los brazos por las mangas de mi chaqueta negra. Me estiré una vez vestida y me paré de la cama para encontrar a Joe afuera. Era increíble como todo había cambiado. Hace unos años era la chica fría que no creía en el amor, hace unos días me descubrí enamorada, hace veinticuatro horas lloraba como ánima en pena de desamor y ahora, tenía a mi lado al chico de mis sueños. Me parecía un cuento de los que oía junto a Nick cuando era pequeña, donde la princesa sufría pero al final encontraba un final feliz con su príncipe azul; pero esto más que un final feliz, sabía que era sólo un principio.
Salí al encuentro con mi novio. Me sentía extraña al pronunciar aquella palabra que pensé había borrado de mi diccionario, pero últimamente lo inesperado era algo que repentinamente me ocurría.
-Joe-musité y el me miró de prisa, colocando toda su atención en mí-¿De verdad quieres compartir esta noticia con los demás? Porque si es lo que tú quieres, entonces está bien. Yo también lo quiero-susurré jugando con los hilos sueltos de la manga de mi chaqueta.
-No te estoy forzando-musitó.
-No, de verdad, yo sé que no. Pero ahora que lo pienso, quiero lo que tú quieres.
-¿Y eso es…?
-Poder demostrar cuánto significas para mí.
Él simplemente sonrió ante lo que estaba escuchando y acto seguido me abrigó entre sus brazos y me sentí, como en las alas de un ángel. Le entregué su suéter una vez que nos separamos y me tomó de la mano para comenzar a caminar. Yo me había perdido y desconocía dónde es que me encontraba, sin embargo él conocía gran parte de este bosque y una vez más, había llegado a salvarme. El sol de la fresca mañana alumbraba tenuemente entre los árboles mientras que el frío bailaba con delicadeza a través de nuestros cuerpos. La curiosidad a veces me llevaba a puntos muy extremos; ya que justo ahora me pedía a gritos que la sacará al exterior; aun cuando Joseph me había dado una gran explicación acerca del porqué actuaba así y me había dejado en claro que me quería; la curiosidad por saber en quien se había inspirado para crear aquellos bellos escritos me invadió con fiereza.
-Joe-dije, aferrando mi mano más a la suya para no caer entre las enredaderas del suelo de tierra.
-Dime.
-¿De dónde sacas la inspiración para componer canciones tan bellas?
-¿De verdad quieres saber?-me miró.
-No lo sé, ¿quiero?-vacilé y reí reprimiendo la mueca de angustia que me golpeó en ese momento.
Él suspiró con aire enamorado.
-Ver tu sonrisa estallar en tus labios es como ver una estrella fugaz: hermosa, mágica, perfecta…-susurró.
-Joseph, ¿intentas cambiar de tema?-lo atajé frunciendo el ceño.
-Eres torpe, _____-rió-Te estoy mostrando de dónde saco mi inspiración. Cada vez que estoy y no estoy contigo, cada palabra que me dices, tu sonrisa, el largo de tu cabello, los espejos de tu alma que me miran… No sé tú, pero yo creo que eso es suficiente inspiración como para componerte una canción.
-¿Las compones para mí?
Entonces recordé en un pensamiento fugaz aquella libreta azul que era llena de bellos poemas, convertidos en canciones.
-Desde la primera hasta la ultima que he escrito.
Me sentí especial, única, y no pude evitar que el rubor corriera por mis mejillas.
Caminamos por un rato más, quizá diez o quince minutos, no tenía conciencia del tiempo, no tanto por que ahora padeciera una confusión que me nublara la mente como el día de ayer, sino porqué compañía más hermosa no podía tener; y eso hacía que todos mis sentidos se concentraran sólo en Joseph. Paramos de pronto, y a unos siete metros pude visualizar nuestras cabañas, por fin habíamos llegado.
Nick y Lola permanecían afuera, con el rostro algo tenso y no hablaban entre ellos, ¿es que habrá ocurrido algo malo entre ambos? Nos acercamos más, y pude sentir el suave apretón de mano que me dio Joe aferrando ambas como si quisiera que nunca se soltaran. Entonces me di cuenta que aun me llevaba de la mano. El ruido entre las enredaderas de las ramas al pisar hizo que Nick y Lola nos mirasen.
-¡_____! ¡Joe!-dijeron al unisón en tono de alivio y corrieron a nuestro encuentro.
Joe no me soltó la mano.
-¿Dónde estaban? ¿No les pasó nada? ¿Porqué se fueron?-interrogó Nick examinándonos.
-¿Estás demente, _____?-inquirió Lola-¿Tienen idea de cuánto nos preocupamos?
Su regaño me hizo recordar a mi madre.
-Estamos bien-musitó Joseph-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.
-Joe, no estás celoso, ¿verdad?-dije sonriendo-¿Qué tienes en contra de Nick?
-¿Recuerdas que pensé que Nick era tu novio?-preguntó y yo asentí-Bueno, lo pensé porque de verdad parecen-dijo y su rostro se endureció.
-Joe, deshazte de esa idea. Escucha, Nick es mi mejor amigo, y siempre lo será. No tienes por qué asustarte, ya que él está enamorado de Lola, y entre nosotros no hay más que una amistad de años; crecimos juntos, y para mí es como un hermano. No podría enamorarme de mi hermano ¿verdad?-levanté una ceja.
-No, pero…
-Pareces un niño pequeño-lo atajé y reí.
El me dio una sonrisa pero me pareció muy carente de alegría.
-Pero, ¿por qué no quieres que se enteren?-preguntó.
-Bueno, no es que no quiera que se enteren, lo harán pero no hoy. Conozco a mis amigos, me harán una bulla tremenda.
En realidad no me importaba mucho lo que la gente pensará o dijera de mí. Sin embargo, esta vez era distinta, se trataba de mis amigos y de mi novio.
-Bueno-musitó-si el lo que quieres. Vamos, será mejor que nos vayamos ya-se paró de la cama y se colocó la camisa que la noche anterior había dejado en el respaldo de la cama para que se secara.
-No estás contento-dije.
Terminó de colocarse su camisa y me miró.
-Si a ti eso te hace feliz, a mi igual; pero no te voy a negar que quisiera tener la libertad de poder demostrar que te quiero.
Allí la conciencia habló, no era justo lo que le estaba haciendo a Joe. Me mordí el labio inferior pensativamente y luego di luz verde a un suspiro.
-Colócate tu ropa, aun hace frío-dijo entregándome el trío de prendas que había aventado la noche anterior convirtiéndolas en un bulto mojado, y a pesar de eso se habían secado.
Tomé el pantalón deportivo y me lo puse, pero me quedé indecisa con la blusa verde que tenía en las manos.
-¡Oh! No miraré-dijo al comprender el porqué de mi recelo-Te espero afuera-se acercó a la cama en donde yo estaba y besó con ternura mi frente, luego salió por la puerta de la cabaña.
En realidad lo había pensado y repensado como mil veces en ese pequeño instante y definitivamente era algo injusto para Joe. Le estaba negando lo que quiso hacer desde hace mucho, y eso me hacía parecer la mala de la película, la bruja malvada de los cuentos de hadas. Fruncí el ceño y me puse la blusa después de haberme quitado el suéter de Joe con el que había dormido; luego deslicé los brazos por las mangas de mi chaqueta negra. Me estiré una vez vestida y me paré de la cama para encontrar a Joe afuera. Era increíble como todo había cambiado. Hace unos años era la chica fría que no creía en el amor, hace unos días me descubrí enamorada, hace veinticuatro horas lloraba como ánima en pena de desamor y ahora, tenía a mi lado al chico de mis sueños. Me parecía un cuento de los que oía junto a Nick cuando era pequeña, donde la princesa sufría pero al final encontraba un final feliz con su príncipe azul; pero esto más que un final feliz, sabía que era sólo un principio.
Salí al encuentro con mi novio. Me sentía extraña al pronunciar aquella palabra que pensé había borrado de mi diccionario, pero últimamente lo inesperado era algo que repentinamente me ocurría.
-Joe-musité y el me miró de prisa, colocando toda su atención en mí-¿De verdad quieres compartir esta noticia con los demás? Porque si es lo que tú quieres, entonces está bien. Yo también lo quiero-susurré jugando con los hilos sueltos de la manga de mi chaqueta.
-No te estoy forzando-musitó.
-No, de verdad, yo sé que no. Pero ahora que lo pienso, quiero lo que tú quieres.
-¿Y eso es…?
-Poder demostrar cuánto significas para mí.
Él simplemente sonrió ante lo que estaba escuchando y acto seguido me abrigó entre sus brazos y me sentí, como en las alas de un ángel. Le entregué su suéter una vez que nos separamos y me tomó de la mano para comenzar a caminar. Yo me había perdido y desconocía dónde es que me encontraba, sin embargo él conocía gran parte de este bosque y una vez más, había llegado a salvarme. El sol de la fresca mañana alumbraba tenuemente entre los árboles mientras que el frío bailaba con delicadeza a través de nuestros cuerpos. La curiosidad a veces me llevaba a puntos muy extremos; ya que justo ahora me pedía a gritos que la sacará al exterior; aun cuando Joseph me había dado una gran explicación acerca del porqué actuaba así y me había dejado en claro que me quería; la curiosidad por saber en quien se había inspirado para crear aquellos bellos escritos me invadió con fiereza.
-Joe-dije, aferrando mi mano más a la suya para no caer entre las enredaderas del suelo de tierra.
-Dime.
-¿De dónde sacas la inspiración para componer canciones tan bellas?
-¿De verdad quieres saber?-me miró.
-No lo sé, ¿quiero?-vacilé y reí reprimiendo la mueca de angustia que me golpeó en ese momento.
Él suspiró con aire enamorado.
-Ver tu sonrisa estallar en tus labios es como ver una estrella fugaz: hermosa, mágica, perfecta…-susurró.
-Joseph, ¿intentas cambiar de tema?-lo atajé frunciendo el ceño.
-Eres torpe, _____-rió-Te estoy mostrando de dónde saco mi inspiración. Cada vez que estoy y no estoy contigo, cada palabra que me dices, tu sonrisa, el largo de tu cabello, los espejos de tu alma que me miran… No sé tú, pero yo creo que eso es suficiente inspiración como para componerte una canción.
-¿Las compones para mí?
Entonces recordé en un pensamiento fugaz aquella libreta azul que era llena de bellos poemas, convertidos en canciones.
-Desde la primera hasta la ultima que he escrito.
Me sentí especial, única, y no pude evitar que el rubor corriera por mis mejillas.
Caminamos por un rato más, quizá diez o quince minutos, no tenía conciencia del tiempo, no tanto por que ahora padeciera una confusión que me nublara la mente como el día de ayer, sino porqué compañía más hermosa no podía tener; y eso hacía que todos mis sentidos se concentraran sólo en Joseph. Paramos de pronto, y a unos siete metros pude visualizar nuestras cabañas, por fin habíamos llegado.
Nick y Lola permanecían afuera, con el rostro algo tenso y no hablaban entre ellos, ¿es que habrá ocurrido algo malo entre ambos? Nos acercamos más, y pude sentir el suave apretón de mano que me dio Joe aferrando ambas como si quisiera que nunca se soltaran. Entonces me di cuenta que aun me llevaba de la mano. El ruido entre las enredaderas de las ramas al pisar hizo que Nick y Lola nos mirasen.
-¡_____! ¡Joe!-dijeron al unisón en tono de alivio y corrieron a nuestro encuentro.
Joe no me soltó la mano.
-¿Dónde estaban? ¿No les pasó nada? ¿Porqué se fueron?-interrogó Nick examinándonos.
-¿Estás demente, _____?-inquirió Lola-¿Tienen idea de cuánto nos preocupamos?
Su regaño me hizo recordar a mi madre.
-Estamos bien-musitó Joseph-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
Capitulo setenta y nueve : Acaso ustedes .... ?
-Estamos bien-musitó Joseph-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.
Me sentí nerviosa a pesar que esto no era nada comparada al día en que se lo diría a mis padres; sin embargo, mi corazón palpitaba con la ansiedad a flor de piel. Para ser sincera, jamás me había imaginado en esta situación. Nunca.
Vamos, no es tan malo.Dijo aquella voz en mi cabeza. Son sólo Nick y Lola. Ella tenía razón, así que obligué a mi corazón a callar. Suspiré, y ahora las miradas de ambos se posaban en mí. Nick tenía esa mirada de alegría que irradiaba la felicidad que a veces a mí me faltaba y Lola, además de sorprendida, sus verdes ojos expresaban satisfacción.
-¿Ustedes…?-empezó Nick pero no terminó puesto que una sonrisa se extendió por su rostro.
-¿Acaso son…?-Lola quiso terminar también, pero la sorpresa afloraba a su semblante impidiendo que lo hiciese.
-Novios-Joseph terminó la frase de ambos, sobre todo la de Lola, y lo dijo de una forma tan orgullosa que hasta a mí me contagió.
Ambos soltaron alaridos de júbilo, mientras que la sonrisa de Joe saltaba a la vista en sus labios.
-¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por eso se fueron?-preguntó Nick.
-¿Huyeron los dos juntos?-continuó Lola-¿Ustedes no…?-nos miró con desconfianza.
El rubor corrió de nuevo a mis mejillas, coloreándolas de rojo. Era esta la clase de situación que yo deseaba evitar.
-No piensen mal-musitó Joe-Les contaremos la historia. ¿Dónde están Kevin y Andrea?-observó.
-Fueron a buscarlos, hoy a primera hora-informó Nick.
-Bueno, espero vuelvan pronto, pasemos y les contamos.
Joseph me tomó de la cintura y me hizo caminar hasta mi cabaña siguiendo a Nick y a Lola.
Nos sentamos en ambas camas, Joe y yo en la mía y Nick y Lola en la de esta ultima.
Joseph comenzó a relatar la historia, desde principio a fin; incluso parecía disfrutar cada parte y párrafo de ésta. La platicaba con tanta fogosidad que Nicholas y Lola soltaban en ocasiones sonrisas de fascinación. Kevin y Andrea llegaron a mitad de la historia, y aunque mostraron un enojo al principio por la desaparición que Joseph y yo habíamos protagonizado, se quedaron fascinados también al saber la noticia de nuestro romance.
Me pregunté entonces, si éste era mi final feliz. Mi miedo a enamorarme ahora parecía tan estúpido, mi actitud tan fría era ahora absurda; tenía a mi lado a una persona perfecta que por algún extraño milagro me quería de verdad, y un grupo de amigos sinceros y cariñosos que Dios me había regalado. Miré cada uno de sus rostros, maravillándome con el último en el que posé mi mirada. Joseph, mi Joseph.
Fue aquella noche en la que de verdad me sentí completa, todas las piezas de mi rompecabezas habían sido unidas de una manera tan congeniada que parecía como si siempre hubieran permanecido así, juntas. Ahora lo único que me esperaba más adelante era decirle la noticia a mis padres; entonces miré a Joseph, y supe que podía ir incluso a la más grande batalla y salir victoriosa, sólo por el hecho de que él, estaba conmigo.
El plazo de dos semanas había terminado; la hora de regresar a casa había llegado. Una nueva familia me esperaba allí. Partimos de las cabañas dejando gratos recuerdos. Kevin y Andrea formalizaron su relación y Joseph y yo, descubrimos el amor que nos teníamos, en realidad, que yo le tenía. Incluso también a Nick y a Lola benefició el viaje. Aunque aun no pasa de una amistad, sin duda Nick se ganó el tiempo de Lola y ahora a ella le gusta estar con él. Por el momento, Nick se conforma con eso.
Llegamos pasadas de las dos horas regulares de camino, Joseph no dejó de abrazarme en todo el camino y yo, por supuesto no me quería alejar de las alas de mi ángel.
El reloj blanco de mano que llevaba Lola marcaba las cuatro con dos minutos de la tarde cuando pisamos nuestra calle. Nick, Joseph y Kevin se ocuparon en bajar las maletas, mientras que Andrea, Lola y yo observábamos desde un metro de distancia.
Después Nick llevó la maleta de Lola a su auto, que había dejado en mi calle antes de viajar, anticipando llevar a Lola a casa, por supuesto. Mientras que Kevin se ofreció llevar a su novia a su casa, por obvio. A los pocos minutos quedamos Joe y yo solos y su mirada miel se posó con dulzura sobre mí.
-Te ayudo a llevar tu maleta a tu casa y luego, ¿vienes a la mía?-más que pregunta, aquello parecía un plan hecho en su mente.
Dudé un poco, ¿se supone que me tenía que poner nerviosa estar en su casa? Sólo asentí con la cabeza, vacilando aun.
Hizo como dijo que haría, y después me tomó de la mano para encaminarme a su casa. Mis pies parecían más cansados de lo normal, como si algo los pegara al cemento de la acera. Era como si mi subconsciente me advirtiera de algo.
-¿Qué pasa?-inquirió Joseph al ver mi nerviosismo.
-¿Para qué me llevas a tu casa?-quise saber, tímida.
Él sonrió y su sonrisa alivió en gran manera el abatimiento interno.
-Tenemos algo que comunicar, ¿no?
De pronto el estómago se me encogió de nuevo, asustado.
-¿Ahora?-pregunté espantada-Pero acabamos de llegar.
-Sí, y quiero ganarle a Kevin. Anda, ven-me jaló delicadamente de la mano y me hizo caminar arrastrando los pies-No tengas miedo-me susurró a unos pasos de la puerta-A mamá le agradas, y es una buena oportunidad para que por fin conozcas a papá-dijo abriendo la puerta.
Casi a la fuerza me metió. Mi cuerpo estaba paralizado y sin querer responder. Era una situación que por mi cabeza jamás había pasado, ¿conocer a los padres de tu novio? ¿Qué se supone que tenía que decir o hacer? En ningún lugar había encajado los últimos tres años, era tan poco sociable que hablar fue una acción que se me olvidó de pronto. La mano que Joseph apretaba empezó a desprender un poco de sudor, igual que la otra.
Miré el interior de la bella casa de los Jonas, había cuadros de margen dorado colgados en la pared de cuando Kevin y Joe eran pequeños, y de la boda de la señora Jonas con su marido.
-¿Mamá? ¿Papá?-llamó Joe.
Denisse salió de la cocina limpiándose las manos con una pequeña toalla azul, mientras que un señor robusto, de unos cuarenta años se asomó por la puerta que daba a la sala, en donde se oía el tenue sonido del televisor.
-¡Llegamos! Pero antes que nada, tengo algo que decirles, ¿podemos pasar todos a la sala?-anunció.
Denisse me miró y me dedico una perlada sonrisa acogedora, mientras que la mirada del señor Jonas era curiosa. Miré por último a Joseph a mi lado, y el nerviosismo se evaporó increíblemente rápido, sus ojos miel me reflejaban y me daban esa tranquilidad que justamente necesitaba. Me apretó la mano para decirme que me encaminara a la sala junto con sus padres, y pude hacerlo, llena de orgullo, satisfacción y tranquilidad. Tenía a mi lado al héroe que me había salvado repetidas veces, y ahora, no temía a lo que sea que me esperaba enfrentar; todo iba a salir perfecto teniéndolo a él a mi lado.
-Estamos bien-musitó Joseph-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.
Me sentí nerviosa a pesar que esto no era nada comparada al día en que se lo diría a mis padres; sin embargo, mi corazón palpitaba con la ansiedad a flor de piel. Para ser sincera, jamás me había imaginado en esta situación. Nunca.
Vamos, no es tan malo.Dijo aquella voz en mi cabeza. Son sólo Nick y Lola. Ella tenía razón, así que obligué a mi corazón a callar. Suspiré, y ahora las miradas de ambos se posaban en mí. Nick tenía esa mirada de alegría que irradiaba la felicidad que a veces a mí me faltaba y Lola, además de sorprendida, sus verdes ojos expresaban satisfacción.
-¿Ustedes…?-empezó Nick pero no terminó puesto que una sonrisa se extendió por su rostro.
-¿Acaso son…?-Lola quiso terminar también, pero la sorpresa afloraba a su semblante impidiendo que lo hiciese.
-Novios-Joseph terminó la frase de ambos, sobre todo la de Lola, y lo dijo de una forma tan orgullosa que hasta a mí me contagió.
Ambos soltaron alaridos de júbilo, mientras que la sonrisa de Joe saltaba a la vista en sus labios.
-¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por eso se fueron?-preguntó Nick.
-¿Huyeron los dos juntos?-continuó Lola-¿Ustedes no…?-nos miró con desconfianza.
El rubor corrió de nuevo a mis mejillas, coloreándolas de rojo. Era esta la clase de situación que yo deseaba evitar.
-No piensen mal-musitó Joe-Les contaremos la historia. ¿Dónde están Kevin y Andrea?-observó.
-Fueron a buscarlos, hoy a primera hora-informó Nick.
-Bueno, espero vuelvan pronto, pasemos y les contamos.
Joseph me tomó de la cintura y me hizo caminar hasta mi cabaña siguiendo a Nick y a Lola.
Nos sentamos en ambas camas, Joe y yo en la mía y Nick y Lola en la de esta ultima.
Joseph comenzó a relatar la historia, desde principio a fin; incluso parecía disfrutar cada parte y párrafo de ésta. La platicaba con tanta fogosidad que Nicholas y Lola soltaban en ocasiones sonrisas de fascinación. Kevin y Andrea llegaron a mitad de la historia, y aunque mostraron un enojo al principio por la desaparición que Joseph y yo habíamos protagonizado, se quedaron fascinados también al saber la noticia de nuestro romance.
Me pregunté entonces, si éste era mi final feliz. Mi miedo a enamorarme ahora parecía tan estúpido, mi actitud tan fría era ahora absurda; tenía a mi lado a una persona perfecta que por algún extraño milagro me quería de verdad, y un grupo de amigos sinceros y cariñosos que Dios me había regalado. Miré cada uno de sus rostros, maravillándome con el último en el que posé mi mirada. Joseph, mi Joseph.
Fue aquella noche en la que de verdad me sentí completa, todas las piezas de mi rompecabezas habían sido unidas de una manera tan congeniada que parecía como si siempre hubieran permanecido así, juntas. Ahora lo único que me esperaba más adelante era decirle la noticia a mis padres; entonces miré a Joseph, y supe que podía ir incluso a la más grande batalla y salir victoriosa, sólo por el hecho de que él, estaba conmigo.
El plazo de dos semanas había terminado; la hora de regresar a casa había llegado. Una nueva familia me esperaba allí. Partimos de las cabañas dejando gratos recuerdos. Kevin y Andrea formalizaron su relación y Joseph y yo, descubrimos el amor que nos teníamos, en realidad, que yo le tenía. Incluso también a Nick y a Lola benefició el viaje. Aunque aun no pasa de una amistad, sin duda Nick se ganó el tiempo de Lola y ahora a ella le gusta estar con él. Por el momento, Nick se conforma con eso.
Llegamos pasadas de las dos horas regulares de camino, Joseph no dejó de abrazarme en todo el camino y yo, por supuesto no me quería alejar de las alas de mi ángel.
El reloj blanco de mano que llevaba Lola marcaba las cuatro con dos minutos de la tarde cuando pisamos nuestra calle. Nick, Joseph y Kevin se ocuparon en bajar las maletas, mientras que Andrea, Lola y yo observábamos desde un metro de distancia.
Después Nick llevó la maleta de Lola a su auto, que había dejado en mi calle antes de viajar, anticipando llevar a Lola a casa, por supuesto. Mientras que Kevin se ofreció llevar a su novia a su casa, por obvio. A los pocos minutos quedamos Joe y yo solos y su mirada miel se posó con dulzura sobre mí.
-Te ayudo a llevar tu maleta a tu casa y luego, ¿vienes a la mía?-más que pregunta, aquello parecía un plan hecho en su mente.
Dudé un poco, ¿se supone que me tenía que poner nerviosa estar en su casa? Sólo asentí con la cabeza, vacilando aun.
Hizo como dijo que haría, y después me tomó de la mano para encaminarme a su casa. Mis pies parecían más cansados de lo normal, como si algo los pegara al cemento de la acera. Era como si mi subconsciente me advirtiera de algo.
-¿Qué pasa?-inquirió Joseph al ver mi nerviosismo.
-¿Para qué me llevas a tu casa?-quise saber, tímida.
Él sonrió y su sonrisa alivió en gran manera el abatimiento interno.
-Tenemos algo que comunicar, ¿no?
De pronto el estómago se me encogió de nuevo, asustado.
-¿Ahora?-pregunté espantada-Pero acabamos de llegar.
-Sí, y quiero ganarle a Kevin. Anda, ven-me jaló delicadamente de la mano y me hizo caminar arrastrando los pies-No tengas miedo-me susurró a unos pasos de la puerta-A mamá le agradas, y es una buena oportunidad para que por fin conozcas a papá-dijo abriendo la puerta.
Casi a la fuerza me metió. Mi cuerpo estaba paralizado y sin querer responder. Era una situación que por mi cabeza jamás había pasado, ¿conocer a los padres de tu novio? ¿Qué se supone que tenía que decir o hacer? En ningún lugar había encajado los últimos tres años, era tan poco sociable que hablar fue una acción que se me olvidó de pronto. La mano que Joseph apretaba empezó a desprender un poco de sudor, igual que la otra.
Miré el interior de la bella casa de los Jonas, había cuadros de margen dorado colgados en la pared de cuando Kevin y Joe eran pequeños, y de la boda de la señora Jonas con su marido.
-¿Mamá? ¿Papá?-llamó Joe.
Denisse salió de la cocina limpiándose las manos con una pequeña toalla azul, mientras que un señor robusto, de unos cuarenta años se asomó por la puerta que daba a la sala, en donde se oía el tenue sonido del televisor.
-¡Llegamos! Pero antes que nada, tengo algo que decirles, ¿podemos pasar todos a la sala?-anunció.
Denisse me miró y me dedico una perlada sonrisa acogedora, mientras que la mirada del señor Jonas era curiosa. Miré por último a Joseph a mi lado, y el nerviosismo se evaporó increíblemente rápido, sus ojos miel me reflejaban y me daban esa tranquilidad que justamente necesitaba. Me apretó la mano para decirme que me encaminara a la sala junto con sus padres, y pude hacerlo, llena de orgullo, satisfacción y tranquilidad. Tenía a mi lado al héroe que me había salvado repetidas veces, y ahora, no temía a lo que sea que me esperaba enfrentar; todo iba a salir perfecto teniéndolo a él a mi lado.
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
EPILOGO :(L):
-Vamos _____, no es tan malo-me acarició la mejilla-Tuviste todo un mes para prepararte.
Era cierto, mi plazo había sido de todo un largo mes para platear bien las palabras que le diría a mis padres, y creí poder llegar a tener el valor suficiente, pero ese valor parecía desaparecer conforme mis padres se iban bajando del auto y se acercaban al umbral.
Me retiré de la ventana y Joseph me siguió. Denisse y Paul lo había tomado perfectamente bien; incluso, con el trascurso del mes, habían desarrollado un cariño hacía Andrea y a mí y por supuesto yo hacia ellos. Pero ahora, era de mis padres de quienes estábamos hablando. Respiré agitada unas cuantas veces y Joseph me hizo sentar en el sofá.
-Tranquila, ¿sí? Todo va a salir bien.
Lo miré con el pánico pintado en las facciones al oír cómo la llave se metía entre el pestillo de la puerta. Él me apretó la mano para tranquilizarme.
Oí los pasos de dos pares de zapatos caminando hacía la estancia y me paré inmediatamente al ver a mis progenitores dentro de la casa, parados a lado de la pared color perla que separaba la sala del umbral.
Inmediatamente el par de ojos se posaron en Joe y mi corazón se aceleró desesperado. El tan ensayado guión que tenía aprendido se disolvió cual niebla de la mañana.
-Hola, _____. ¿Algo que quieras contarnos?-preguntó mi madre con ese tono acusativo en su voz, poniendo el bolso sobre la mesa de roble que estaba a un lado.
-¿Quién es él?-se apresuró a decir mi padre con cierto recelo.
Tomé una gran bocanada de aire. Mis padres no habían cambiado en lo absoluto, seguían siendo los mismos desconfiados que hace cuatro años. Mi madre hizo su cabello castaño hacía atrás quitándolo de sus hombros, en espera de una respuesta; mientras mi padre tenía bien puestos sus recelosos ojos miel sobre mi novio.
-Me llamo Joseph Jonas-dijo.
-Bueno, Joseph ¿en qué podemos ayudarte?-preguntó despectivo mi padre; las canas en su cabello se habían multiplicado quizá en un diez por ciento, pero este no era momento para sacar las cuentas exactas.
-Señor Evans, señora-dijo el aludido-Estoy aquí por que…
-Es mi novio-me apresuré a decir puesto que sentí aquellas palabras explotar dentro de mi boca.
Todos, incluido Joe, me miraron sorprendidos.
-Papá, mamá podría apostar a que sé cuál será su reacción, pero antes de que me hagan un drama y que me den el discurso típico, déjenme decirles algo-tomé otra bocanada de aire, mi acelerado corazón lo necesitaba-Tengo diecinueve años, sé razonar perfectamente y sé lo que quiero y necesito en mi vida. Ustedes son mis padres, de los cuales he tenido un apoyo incondicional; por eso les pido ahora tan sólo un poco, les ruego que me comprendan. Joseph es algo de lo mucho que necesito en esta vida, y todo lo que quiero, con él soy completamente feliz, por favor les pido no me separen de él; les juro que si el no está en mi vida, mi vida sería una existencia completamente vacía. Lo necesito.
Solté las palabras con todo el impulso del corazón, temía que el drama se volviera real y que la escena de un padre despiadado que le negará a su hija el amor de su vida se pintara en el ambiente, una Julieta sin Romeo no tendría sentido.
Mis padres me miraron sorprendidos, pensativos y cautelosos; mientras Joseph me regalaba la mirada más dulce debido a que mis palabras quizá lo conmovieron.
La ansiedad por la respuesta de mis padres era algo que me consumía con cada minuto que pasaba.
La ansiedad por la respuesta de mis padres era algo que me consumía con cada minuto que pasaba.
-_____-dijo mi madre, el tono de su voz era un poco más suave que antes, lo cual me tranquilizó en gran manera-Sabemos la edad que tienes y la capacidad que posees para hacer las cosas-miró a Joe-Joseph parece… simpático-dijo como quien no quiere la cosa-, honesto-Joe le sonrió de tal manera que mi madre quedó absorbida por la magia de su sonrisa-Y si él te hace feliz-continuó-No soy quien para ponerme en medio. Se nota que eres feliz, _____. Hace tiempo que no te veía así.
Sentí de pronto como si una carga del peso de una tonelada se me fuera de la espalda, el alivio brotó por mis poros casi al instante. Le di una gran sonrisa a mi madre, pero entonces mi padre hizo presencia en mis pupilas. El veredicto aun no había sido dado por completo y eso hizo que una parte de la carga volviera a mí.
Miró a Joe de abajo hacía arriba y la expresión de su rostro era sería, precavida y recelosa.
-Joven-se dirigió a Joseph y éste concentró de inmediato su atención en él-Confío en que usted es todo lo que _____ dice. Estoy dejando en sus manos mi tesoro, fiándome en un desconocido hasta el momento, sólo por ver feliz a mi hija; y si usted, joven Joseph, es aquel que la hace feliz, entonces no puedo decir no.
Las palabras de mi padre fueron el alivio completo, el color me volvió al rostro y la sangre corrió de nuevo por mis venas. Sonreí.
-Prometo jamás faltarle al respeto a ninguno de ustedes, y por supuesto, mucho menos a ella. Les aseguro que la cuidaré como el tesoro que sé que es. Muchas gracias por compartir conmigo ese precioso tesoro-dijo mi novio con las palabras llenas de honestidad.
Aquel momento fue lo más parecido al juicio del día final hasta ahora. Pero era de verdad todo un alivio saber que mi padres me hacían oficial el noviazgo.
-Te preocupaste de más-me dijo cuando por fin nos quedamos solos, sentados en el borde de la acera de afuera de mi casa.
La noche había pintado estrellas en el oscuro cielo y aquellos puntos brillantes sobre el cielo se reflejaban en sus bellos ojos miel.
-Lo sé-hice un gesto.
-Eres muy dramática-rió por lo bajo y fruncí el ceño.
-Acostúmbrate.
-Me gusta-me sonrió-Tengo algo para ti, cierra los ojos-musitó entusiasmado.
Obedecí con cierta curiosidad ante la incógnita y sentí cómo Joe colocaba una fina cadenita sobre mi cuello y la abrochaba por detrás, haciendo mi coleta a un lado-Ábrelos-me ordenó dulcemente.
Toqué la cadenita de oro blanco con las yemas de mis dedos y la miré con los ojos resplandeciendo de ternura; en ella había un dije del mismo metal en forma de una pequeña llave antigua.
-Qué hermoso detalle, Joe-dije conmovida hasta los huesos.
-No es sólo un detalle-musitó-Es simbólico.
Sacó de dentro de su camisa azul una cadena que colgaba de su cuello, en ella había un corazón que tenía una cerradura para una llave justo en el centro.
Me llevó dos segundos comprender a lo que se refería.
-Ambos los encontré en distintos lugares, no venían juntos… pero están hechos a la medida-se quitó la cadena y tomó el corazón que pendía de ella, tomó también la llave que colgaba de mi cuello y unió ambas, justo como él había dicho, se acomodaron a la perfección. La llave entró en la cerradura con tal facilidad como si fuese propia de allí-Esto demuestra que solo tú tienes el acceso a mi corazón.
El simbolismo que le había dado me conmovió hasta que los ojos se me empañaron, aquellas joyas tenían otro significado diferente para mí. Aunque yo llevaba la llave colgando en mi cuello, y él el corazón, para mí era al revés. Lo irónico era que mi corazón se encontraba cerrado como lo representaba aquella joya y el único que pudo abrirlo de nuevo, fue él. Una llave llamada Joseph. Aunque en este caso, el significado que él le había dado era que yo tenía la llave de su corazón.
-Joe…
-La tienes… por siempre y para siempre-prometió.
FIN
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
CUANTO MAS COMENTARIOS LA SEGUNDA TEMPORADA ESTARÁ CERCA C:
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
AAAAAAAAAASSSSSSSSSSSHHHHH! :x
ahora se viene la parte que no me gusta !
pero creo que quede en la parte dramatica
enserio espero que la siga , me encanta
ahora se viene la parte que no me gusta !
pero creo que quede en la parte dramatica
enserio espero que la siga , me encanta
fernanda
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
noooooooooooo... ya termino :(
pon epilogo please.... me encanto el final :)
pon epilogo please.... me encanto el final :)
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
@ntonella escribió:noooooooooooo... ya termino :(
pon epilogo please.... me encanto el final :)
Nena este no es el final falta la segunda temporada jijijij :B
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
mori *_* es tan hermoso Joe, bye me fui a llorar, siguela!
SoryJonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥
CHICAS DESDE EL LUNES COMIENZA LA NUEVA TEMPORADA ♥
DannyD'Jonas
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