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"El diablo en Invierno " (nick & tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
capitulo 10
2/5
—No te he pedido que veles por mí —respondió ______ con calma—. Puedo arreglármelas sola.
—Claro que sí —masculló Nicholas con ironía. De repente, había perdido el interés en la cena fría que tenía delante, así que dejó la servilleta sobre el plato medio terminado, se levantó y se quitó la chaqueta y el chaleco. Estaba cansado y sucio del viaje, y quería darse un baño. Con un poco de suerte, el agua aún estaría caliente.
Mientras se desnudaba y lanzaba las prendas a una silla, no pudo evitar pensar en todas las mujeres que habían pretendido casarse con él a lo largo de los años. Mujeres hermosas, bien dotadas física y económicamente. Mujeres que hasta habrían matado por complacerlo. Pero él había preferido seguir con sus actividades libertinas, sin siquiera hacer una propuesta de matrimonio a alguna de ellas. Y ahora, debido a una combinación de circunstancias en el momento más inoportuno, había terminado casado con una mujer de escasas aptitudes sociales, pésimo linaje y carácter obstinado.
Al ver que ______ evitaba mirar su cuerpo desnudo, Nicholas esbozó una sonrisa desdeñosa. Se dirigió hacia la pequeña bañera y se colocó dentro con las pantorrillas colgando hacia fuera. Se enjabonó a fondo y luego se enjuagó el pecho y los brazos con el agua tibia sin dejar de observar a su mujer con los ojos entornados. Le encantó verla perder algo de compostura mientras él se bañaba. Estaba sonrojada y mostraba un interés excesivo en el estampado de la colcha de la cama.
Mientras ella reseguía una costura con el índice, Nick se fijó en el brillo del anillo de oro escocés. Entonces sintió un súbito impulso de lanzar a su mujer sobre la cama y poseerla sin preliminares. De dominarla y obligarla a admitir que le pertenecía. Ese deseo tan primario era más que alarmante para alguien que siempre se había considerado un ser civilizado. Preocupado y excitado, terminó de lavarse, cogió la toalla húmeda que ella había usado y se secó rápidamente. La prueba de su excitación no pasó inadvertida a ______, ya que lo oyó respirar con brusquedad. Se envolvió el cuerpo con la toalla y se dirigió al baúl.
Cogió un peine y fue al palanganero para peinarse el pelo mojado. La esquina del espejo que había sobre la jofaina le ofrecía una vista parcial de la cama, y vio que ______ lo estaba mirando.
—¿Esta noche me toca hacer de perro del carnicero? —murmuró sin volverse.
—¿De perro del carnicero? —repitió ______, confundida.
—El perro que está en el rincón de la tienda y no se le permite tocar la carne.
—La comparación no es demasiado halagüeña para ni... ninguno dé los dos.
Nicholas hizo una pausa al detectar que volvía a tartamudear. «Estupendo», pensó con crueldad. No estaba tan tranquila como aparentaba.
—¿No vas a contestarme? —insistió.
—Lo siento, pero pre... preferiría no volver a te... tener relaciones íntimas contigo.
Atónito, Nicholas dejó el peine y se volvió para mirarla. Las mujeres jamás lo rechazaban. Y el hecho de que ______ lo hiciera después de los placeres de esa mañana le tocó el amor propio.
—Me dijiste que no te gustaba acostarte con una mujer más de una vez —le recordó ella medio excusándose—. Dijiste que sería muy aburrido.
—¿Te parezco aburrido? —repuso él sin que la toalla hiciera gran cosa por disimular el contorno de su erección.
—Supongo que eso depende de la parte de tu cuerpo que uno mire —farfulló ______, y bajó los ojos hacia la colcha—.Te re... recuerdo que tenemos un acuerdo.
—Eso siempre puede modificarse.
—Pero no lo haré.
—Me temo que tu rechazo huele a hipocresía, cielo. Ya te he poseído una vez. Repetir no afectaría en nada a tu virtud.
—No te estoy rechazando por una cuestión de virtud. —Su tartamudeo desapareció al recobrar la compostura—. El motivo es otro.
—Me muero de curiosidad.
—Autoprotección —dijo ______, y se esforzó para mirarlo a los ojos—. No tengo ningún inconveniente en que tengas amantes. Es sólo que no quiero ser una de ellas. El acto sexual no significa nada para ti, pero sí para mí. No quiero que me lastimes, y creo que eso sería inevitable si aceptara acostarme contigo.
Nicholas bullía por dentro.
—No voy a disculparme por mi pasado. Se supone que un hombre debe tener experiencia.
—Según tu historial, has adquirido la de diez hombres.
—¿Por qué debería importarte eso?
—Porque tu... tu historia romántica, por decirlo educadamente, es como la del perro que va a la puerta trasera de las casas para que le den sobras de comida. Y yo no quiero ser una puerta más. Eres incapaz de ser fiel a una mujer, ya lo has demostrado.
—Que nunca lo haya intentado no implica que no pueda hacerlo, zorra quisquillosa. Sólo significa que no he querido hacerlo.
______ se puso tensa.
—Te agradecería que no dijeras groserías.
—Me pareció oportuno, dada la proliferación de analogías con cánidos —espetó Nick—. Y, por cierto, ése no es exactamente mi caso, porque las mujeres me suplican a mí y no al revés.
—Pues ve con ellas.
—Lo haré —dijo con crueldad—. Cuando vuelva a Londres, voy a montar una orgía que no terminará hasta que detengan a alguien. Pero mientras tanto, ¿de verdad esperas que durmamos juntos esta noche, y mañana por la noche, y seamos tan castos como unas monjas de vacaciones?
—A mí no me supondrá ningún problema —dijo ______ con cautela, consciente de que lo ofendía gravemente.
La mirada incrédula de Nicholas podría haber perforado las sábanas. Masculló una retahila de palabras que ampliaron considerablemente la lista de blasfemias que su esposa conocía, dejó caer la toalla y se volvió para apagar la lámpara.
—No le prestes atención —dijo al meterse en la cama en referencia a su erección, consciente de que ______ la miraba intranquila—. A partir de ahora, tenerte cerca afectará a mis partes íntimas tanto como nadar un buen rato en un lago siberiano.
2/5
—No te he pedido que veles por mí —respondió ______ con calma—. Puedo arreglármelas sola.
—Claro que sí —masculló Nicholas con ironía. De repente, había perdido el interés en la cena fría que tenía delante, así que dejó la servilleta sobre el plato medio terminado, se levantó y se quitó la chaqueta y el chaleco. Estaba cansado y sucio del viaje, y quería darse un baño. Con un poco de suerte, el agua aún estaría caliente.
Mientras se desnudaba y lanzaba las prendas a una silla, no pudo evitar pensar en todas las mujeres que habían pretendido casarse con él a lo largo de los años. Mujeres hermosas, bien dotadas física y económicamente. Mujeres que hasta habrían matado por complacerlo. Pero él había preferido seguir con sus actividades libertinas, sin siquiera hacer una propuesta de matrimonio a alguna de ellas. Y ahora, debido a una combinación de circunstancias en el momento más inoportuno, había terminado casado con una mujer de escasas aptitudes sociales, pésimo linaje y carácter obstinado.
Al ver que ______ evitaba mirar su cuerpo desnudo, Nicholas esbozó una sonrisa desdeñosa. Se dirigió hacia la pequeña bañera y se colocó dentro con las pantorrillas colgando hacia fuera. Se enjabonó a fondo y luego se enjuagó el pecho y los brazos con el agua tibia sin dejar de observar a su mujer con los ojos entornados. Le encantó verla perder algo de compostura mientras él se bañaba. Estaba sonrojada y mostraba un interés excesivo en el estampado de la colcha de la cama.
Mientras ella reseguía una costura con el índice, Nick se fijó en el brillo del anillo de oro escocés. Entonces sintió un súbito impulso de lanzar a su mujer sobre la cama y poseerla sin preliminares. De dominarla y obligarla a admitir que le pertenecía. Ese deseo tan primario era más que alarmante para alguien que siempre se había considerado un ser civilizado. Preocupado y excitado, terminó de lavarse, cogió la toalla húmeda que ella había usado y se secó rápidamente. La prueba de su excitación no pasó inadvertida a ______, ya que lo oyó respirar con brusquedad. Se envolvió el cuerpo con la toalla y se dirigió al baúl.
Cogió un peine y fue al palanganero para peinarse el pelo mojado. La esquina del espejo que había sobre la jofaina le ofrecía una vista parcial de la cama, y vio que ______ lo estaba mirando.
—¿Esta noche me toca hacer de perro del carnicero? —murmuró sin volverse.
—¿De perro del carnicero? —repitió ______, confundida.
—El perro que está en el rincón de la tienda y no se le permite tocar la carne.
—La comparación no es demasiado halagüeña para ni... ninguno dé los dos.
Nicholas hizo una pausa al detectar que volvía a tartamudear. «Estupendo», pensó con crueldad. No estaba tan tranquila como aparentaba.
—¿No vas a contestarme? —insistió.
—Lo siento, pero pre... preferiría no volver a te... tener relaciones íntimas contigo.
Atónito, Nicholas dejó el peine y se volvió para mirarla. Las mujeres jamás lo rechazaban. Y el hecho de que ______ lo hiciera después de los placeres de esa mañana le tocó el amor propio.
—Me dijiste que no te gustaba acostarte con una mujer más de una vez —le recordó ella medio excusándose—. Dijiste que sería muy aburrido.
—¿Te parezco aburrido? —repuso él sin que la toalla hiciera gran cosa por disimular el contorno de su erección.
—Supongo que eso depende de la parte de tu cuerpo que uno mire —farfulló ______, y bajó los ojos hacia la colcha—.Te re... recuerdo que tenemos un acuerdo.
—Eso siempre puede modificarse.
—Pero no lo haré.
—Me temo que tu rechazo huele a hipocresía, cielo. Ya te he poseído una vez. Repetir no afectaría en nada a tu virtud.
—No te estoy rechazando por una cuestión de virtud. —Su tartamudeo desapareció al recobrar la compostura—. El motivo es otro.
—Me muero de curiosidad.
—Autoprotección —dijo ______, y se esforzó para mirarlo a los ojos—. No tengo ningún inconveniente en que tengas amantes. Es sólo que no quiero ser una de ellas. El acto sexual no significa nada para ti, pero sí para mí. No quiero que me lastimes, y creo que eso sería inevitable si aceptara acostarme contigo.
Nicholas bullía por dentro.
—No voy a disculparme por mi pasado. Se supone que un hombre debe tener experiencia.
—Según tu historial, has adquirido la de diez hombres.
—¿Por qué debería importarte eso?
—Porque tu... tu historia romántica, por decirlo educadamente, es como la del perro que va a la puerta trasera de las casas para que le den sobras de comida. Y yo no quiero ser una puerta más. Eres incapaz de ser fiel a una mujer, ya lo has demostrado.
—Que nunca lo haya intentado no implica que no pueda hacerlo, zorra quisquillosa. Sólo significa que no he querido hacerlo.
______ se puso tensa.
—Te agradecería que no dijeras groserías.
—Me pareció oportuno, dada la proliferación de analogías con cánidos —espetó Nick—. Y, por cierto, ése no es exactamente mi caso, porque las mujeres me suplican a mí y no al revés.
—Pues ve con ellas.
—Lo haré —dijo con crueldad—. Cuando vuelva a Londres, voy a montar una orgía que no terminará hasta que detengan a alguien. Pero mientras tanto, ¿de verdad esperas que durmamos juntos esta noche, y mañana por la noche, y seamos tan castos como unas monjas de vacaciones?
—A mí no me supondrá ningún problema —dijo ______ con cautela, consciente de que lo ofendía gravemente.
La mirada incrédula de Nicholas podría haber perforado las sábanas. Masculló una retahila de palabras que ampliaron considerablemente la lista de blasfemias que su esposa conocía, dejó caer la toalla y se volvió para apagar la lámpara.
—No le prestes atención —dijo al meterse en la cama en referencia a su erección, consciente de que ______ la miraba intranquila—. A partir de ahora, tenerte cerca afectará a mis partes íntimas tanto como nadar un buen rato en un lago siberiano.
pau D jonas parthenopaeus
Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
continuacion cap 10
3/5
El tiempo mejoró bastante durante el viaje de vuelta a Londres, ya que dejó de llover y la temperatura glacial remitió. Sin embargo, esa mejora exterior se veía contrarrestada por la frialdad surgida entre los recién casados. Aunque Nicholas fue rellenando a regañadientes el calientapiés, ya no volvió a invitar a ______ a acurrucarse entre sus brazos o a dormir apoyada en su pecho. Ella sabía que era para bien. Cuanto más lo conocía, más se convencía de que cualquier intimidad entre ellos acabaría en desastre. Nicholas era peligroso de formas que él ni siquiera sabía.
Se tranquilizó pensando que, cuando llegaran a la ciudad, se separarían. Ella se quedaría en el club y él se iría a su casa y seguiría con sus actividades habituales hasta que tuviera noticia de la muerte de su suegro. Entonces, era probable que vendiese el club y usara el dinero obtenido para llenar las arcas vacías de su familia.
La idea de vender el Jenner's, que había sido el centro de la vida de su padre, entristeció a ______. Sin embargo, sería lo más sensato. Pocos hombres sabían dirigir bien un club de juego. Su propietario debía tener carisma para atraer clientela y habilidad para hacerla gastar mucho dinero. Y también, por supuesto, visión empresarial para invertir las ganancias.
Ivo Jenner había tenido una cantidad moderada de las dos primeras cualidades, pero nada de la tercera. En los últimos tiempos había perdido una fortuna en Newmarket, ya que en la vejez le había entrado debilidad por los embaucadores que poblaban el mundo de las carreras. Por suerte, el club ganaba tanto dinero que pudo absorber las cuantiosas pérdidas.
La pulla de Nicholas sobre que el Jenner's era un club de segunda no era del todo falsa. De conversaciones con su padre, que no solía andarse por las ramas, ______ sabía que, aunque su club tenía éxito, nunca había alcanzado el nivel deseado. Había querido igualar al Craven's, el club rival que se había incendiado muchos años atrás. Pero Ivo Jenner jamás había alcanzado el estilo y la astucia de Derek Craven. Se decía que Craven había ganado el dinero de toda una generación de ingleses. El hecho de que el Craven's hubiera desaparecido en pleno apogeo lo había consolidado como leyenda en el recuerdo colectivo de la sociedad británica.
Si el Jenner's no se había acercado a la gloria del Craven's no fue por no intentarlo. Ivo Jenner había trasladado su club de Covent Garden a King Street, en el pasado un mero pasaje hacia la popular zona residencial y comercial de St. James pero por entonces una calle normal. Después de comprar una gran parte de la calle y de derribar cuatro edificios, Jenner construyó un club amplio y elegante, y anunció que disponía de la banca de juego más grande de Londres. Cuando los caballeros deseaban jugar fuerte, iban al Jenner's.
______ recordaba el club de las veces en que, de niña, le habían permitido pasar el día con su padre. Se trataba de un local bien equipado, aunque algo recargado, y le encantaba estar con él en el balcón interior del primer piso observando lo que ocurría en la planta baja. Con una sonrisa indulgente, Jenner acompañaba a su hija a St. James Street, donde entraban en cualquier tienda que ella quisiera. Iban a la perfumería, la sombrerería, la librería y la panadería, donde siempre regalaban a ______ un bollo recién horneado.
Con el paso de los años, las visitas de ______ a King Street se fueron restringiendo. Aunque siempre había culpado a los Maybrick de ello, ahora se daba cuenta de que su padre también había tenido parte de culpa. Le había sido más fácil quererla cuando era una niña y podía hacerla feliz lanzándola al aire y atrapándola con sus brazos musculosos. Cuando podía despeinarle el cabello pelirrojo, del mismo tono que el suyo, y aliviarle las lágrimas dándole un dulce o un chelín. Pero cuando se convirtió en una joven y ya no pudo tratarla como a una niña, su relación se había vuelto incómoda y distante.
—Este club no es sitio para ti, bonita —le había dicho con un cariño brusco—. Tienes que mantenerte alejada de un tipo ordinario como yo y encontrar un buen pollo para casarte con él.
—Papá —había suplicado, tartamudeando desesperadamente—, no me ma... mandes ahí de nuevo. Déjame que... quedarme contigo, por favor.
—Mi pequeña tartamudita, tu lugar está con los Maybrick. Y no se te ocurra escaparte y volver aquí porque te enviaré con ellos de nuevo.
Sus lágrimas no habían servido de nada. Los años siguientes, las visitas de ______ a su padre se redujeron a una cada seis meses. Tanto si era por su propio bien como si no, la sensación de no ser querida le había calado hondo. Se sentía tan incómoda cuando estaba cerca de algún hombre, tan segura de que iba a aburrirlo que era lo que acababa ocurriendo. Su tartamudez empeoró; cuanto más se esforzaba por pronunciar las palabras, más incoherentes eran, hasta que le resultó más fácil guardar silencio y confundirse con la pared. Se había convertido en una de las floreros del baile. Jamás la habían sacado a bailar, jamás la habían besado, jamás la habían cortejado. La única oferta de matrimonio que había recibido era la de su primo Eustace, hecha a regañadientes.
Maravillada por cómo le había cambiado la suerte, ______ observó a su marido, que había estado callado las dos horas anteriores. Con su expresión fría y su boca cínica, no se parecía en absoluto al desvergonzado seductor que había compartido la cama con ella hacía dos días.
Se volvió hacia la ventanilla para contemplar el paisaje londinense. Pronto estarían en el club. Hacía seis meses que no veía a su padre, y ______ se había preparado para encontrarlo muy cambiado. La tisis era una enfermedad frecuente, y todo el mundo conocía sus estragos.
Provocaba una muerte lenta del tejido pulmonar, acompañada de fiebre, tos, pérdida de peso y fuertes sudores por la noche. El mal avanzaba hasta que el paciente empezaba a expectorar mucosidad y sangre. Cuando llegaba la muerte, el enfermo y todos sus seres queridos solían agradecerla porque suponía el final de un sufrimiento terrible. ______ no podía imaginarse a un hombre corpulento como su padre reducido a tal estado. Temía verlo tanto como ansiaba cuidarlo. Sin embargo, ante la sospecha de que Nick se burlaría de ella, se guardó sus pensamientos y sentimientos.
Cuando el carruaje recorrió St. James y tomó King Street, se le aceleró el pulso. Por fin pudo ver la fachada alta de ladrillo y mármol del Jenner's, recortada contra los amarillos y rojos de una puesta de sol espléndida que brillaba a través de la eterna neblina que cubría Londres. Sin dejar de mirar por la ventanilla, ______ soltó un suspiro tenso cuando el vehículo pasó por uno de los muchos callejones que llevaban de la calle principal a las cuadras y los patios situados tras la hilera de edificios.
El carruaje se detuvo en la entrada trasera, lo que era preferible a entrar por la fachada delantera. El Jenner's no era un sitio que frecuentaran las mujeres de bien. Un caballero podía llevar a su amante o a una prostituta, pero jamás se le ocurriría acudir con una dama respetable. ______ era consciente de que su marido la observaba con el interés de un entomólogo que estudia una nueva especie de escarabajo. Sin duda vio su palidez repentina y su visible temblor, pero no le ofreció ni una palabra ni un gesto de consuelo.
Nick bajó el primero y ayudó a ______ a apearse. El callejón de atrás aún conservaba el mismo olor de cuando ______ era una niña: estiércol, basura, alcohol y humo de carbón. Sin duda, era la única joven de buena educación de Londres que consideraba que olía como en casa. Por lo menos, le resultaba más agradable que el ambiente de la casa de los Maybrick, con su fragancia de alfombras raídas y colonia barata.
______ se dirigió a la puerta sintiendo los músculos entumecidos tras el largo tramo final. La entrada de la cocina y demás habitaciones del servicio se encontraban más adelante, pero ésta daba a una escalera que conducía a los aposentos de su padre. El cochero había llamado ya varias veces a la puerta con el puño.
Apareció un hombre joven, y ______ se sintió aliviada al reconocerlo. Era Joss Bullard, una figura muy conocida en el club, donde había trabajado como cobrador de morosos y encargado de la seguridad. Era corpulento, fornido, moreno y de mandíbula cuadrada. Dado su carácter hosco, Bullard siempre la había tratado con la mínima cortesía. Sin embargo, ______ había oído a su padre alabarlo por su lealtad, y lo apreciaba por ello.
—Señor Bullard —dijo—. He venido a ve... ver a mi padre. Déjeme pa... pasar, por favor.
—El no la ha mandado llamar —respondió con brusquedad el hombre, sin moverse. Y, tras echar un vistazo a Nicholas y ver su ropa cara, le dijo—: Vaya por la puerta principal si es miembro del club, señor.
—Idi*ota —masculló Nicholas, pero ella lo interrumpió:
—¿Po... podría hablar con el señor Egan? —preguntó.
Egan era el factótum del club desde hacía diez años. Era un hombre jactancioso y bravucón que no le caía demasiado bien, pero no se atrevería a negarle la entrada al club de su padre.
—No.
—Pues con el señor Miller entonces. Por favor, dígale que la se... señorita Jenner está aquí.
—Ya le dije que...
—Vaya a buscar a Miller —soltó Nicholas a la vez que ponía el pie contra la puerta para impedir que la cerrara—. Esperaremos dentro. ¿O quiere dejar a mi esposa esperando en la calle?
Aquello pareció sobresaltar al empleado, que farfulló algo y desapareció rápidamente.
Nicholas hizo cruzar el umbral a ______ y echó un vistazo a la escalera.
—¿Subimos? —preguntó.
______ sacudió la cabeza.
—Preferiría hablar antes con el señor Miller —dijo—. Él podrá decirme algo sobre el estado de mi pa... padre.
Al notar su ligero tartamudeo, Nicholas le deslizó una mano bajo el pelo y le apretó la nuca con suavidad. Aunque su expresión seguía fría, su mano era cálida y tranquilizadora, y ______ se relajó sin querer.
—¿Quién es Miller? —quiso saber Nicholas.
—El jefe de crupiers. Trabaja aquí desde que era un muchacho. Mi padre lo inició en la supervisión de las mesas. Si lo has visto alguna vez, seguro que te acuerdas. No es fácil olvidarlo.
—¿Es el gitano? —preguntó Nick tras pensar un instante.
—Medio gitano, creo, por parte de madre.
—¿Y la otra mitad?
—Nadie lo sabe. —Le dirigió una mirada cautelosa y añadió en voz baja—: Siempre me he preguntado si podría ser hermanastro mío.
—¿Se lo has preguntado a tu padre? —Los ojos claros de Nick brillaban de interés.
—Sí, y lo negó. —Pero no la había convencido del todo. Su padre siempre había mostrado una actitud vagamente paternal con Joe. Y no era tan ingenua como para creer que no había tenido hijos ilegítimos. Era un hombre conocido por sus apetitos carnales y, además, jamás le habían preocupado las consecuencias de sus actos. Se preguntó si podría decirse lo mismo de su marido—. Nick, ¿alguna vez has...? —preguntó con cautela.
—No que yo sepa —contestó sin necesitar más palabras para entenderla—. Siempre he usado gomas, no sólo para evitar la concepción sino también para prevenir las dolencias exóticas que sufren los desprevenidos.
3/5
El tiempo mejoró bastante durante el viaje de vuelta a Londres, ya que dejó de llover y la temperatura glacial remitió. Sin embargo, esa mejora exterior se veía contrarrestada por la frialdad surgida entre los recién casados. Aunque Nicholas fue rellenando a regañadientes el calientapiés, ya no volvió a invitar a ______ a acurrucarse entre sus brazos o a dormir apoyada en su pecho. Ella sabía que era para bien. Cuanto más lo conocía, más se convencía de que cualquier intimidad entre ellos acabaría en desastre. Nicholas era peligroso de formas que él ni siquiera sabía.
Se tranquilizó pensando que, cuando llegaran a la ciudad, se separarían. Ella se quedaría en el club y él se iría a su casa y seguiría con sus actividades habituales hasta que tuviera noticia de la muerte de su suegro. Entonces, era probable que vendiese el club y usara el dinero obtenido para llenar las arcas vacías de su familia.
La idea de vender el Jenner's, que había sido el centro de la vida de su padre, entristeció a ______. Sin embargo, sería lo más sensato. Pocos hombres sabían dirigir bien un club de juego. Su propietario debía tener carisma para atraer clientela y habilidad para hacerla gastar mucho dinero. Y también, por supuesto, visión empresarial para invertir las ganancias.
Ivo Jenner había tenido una cantidad moderada de las dos primeras cualidades, pero nada de la tercera. En los últimos tiempos había perdido una fortuna en Newmarket, ya que en la vejez le había entrado debilidad por los embaucadores que poblaban el mundo de las carreras. Por suerte, el club ganaba tanto dinero que pudo absorber las cuantiosas pérdidas.
La pulla de Nicholas sobre que el Jenner's era un club de segunda no era del todo falsa. De conversaciones con su padre, que no solía andarse por las ramas, ______ sabía que, aunque su club tenía éxito, nunca había alcanzado el nivel deseado. Había querido igualar al Craven's, el club rival que se había incendiado muchos años atrás. Pero Ivo Jenner jamás había alcanzado el estilo y la astucia de Derek Craven. Se decía que Craven había ganado el dinero de toda una generación de ingleses. El hecho de que el Craven's hubiera desaparecido en pleno apogeo lo había consolidado como leyenda en el recuerdo colectivo de la sociedad británica.
Si el Jenner's no se había acercado a la gloria del Craven's no fue por no intentarlo. Ivo Jenner había trasladado su club de Covent Garden a King Street, en el pasado un mero pasaje hacia la popular zona residencial y comercial de St. James pero por entonces una calle normal. Después de comprar una gran parte de la calle y de derribar cuatro edificios, Jenner construyó un club amplio y elegante, y anunció que disponía de la banca de juego más grande de Londres. Cuando los caballeros deseaban jugar fuerte, iban al Jenner's.
______ recordaba el club de las veces en que, de niña, le habían permitido pasar el día con su padre. Se trataba de un local bien equipado, aunque algo recargado, y le encantaba estar con él en el balcón interior del primer piso observando lo que ocurría en la planta baja. Con una sonrisa indulgente, Jenner acompañaba a su hija a St. James Street, donde entraban en cualquier tienda que ella quisiera. Iban a la perfumería, la sombrerería, la librería y la panadería, donde siempre regalaban a ______ un bollo recién horneado.
Con el paso de los años, las visitas de ______ a King Street se fueron restringiendo. Aunque siempre había culpado a los Maybrick de ello, ahora se daba cuenta de que su padre también había tenido parte de culpa. Le había sido más fácil quererla cuando era una niña y podía hacerla feliz lanzándola al aire y atrapándola con sus brazos musculosos. Cuando podía despeinarle el cabello pelirrojo, del mismo tono que el suyo, y aliviarle las lágrimas dándole un dulce o un chelín. Pero cuando se convirtió en una joven y ya no pudo tratarla como a una niña, su relación se había vuelto incómoda y distante.
—Este club no es sitio para ti, bonita —le había dicho con un cariño brusco—. Tienes que mantenerte alejada de un tipo ordinario como yo y encontrar un buen pollo para casarte con él.
—Papá —había suplicado, tartamudeando desesperadamente—, no me ma... mandes ahí de nuevo. Déjame que... quedarme contigo, por favor.
—Mi pequeña tartamudita, tu lugar está con los Maybrick. Y no se te ocurra escaparte y volver aquí porque te enviaré con ellos de nuevo.
Sus lágrimas no habían servido de nada. Los años siguientes, las visitas de ______ a su padre se redujeron a una cada seis meses. Tanto si era por su propio bien como si no, la sensación de no ser querida le había calado hondo. Se sentía tan incómoda cuando estaba cerca de algún hombre, tan segura de que iba a aburrirlo que era lo que acababa ocurriendo. Su tartamudez empeoró; cuanto más se esforzaba por pronunciar las palabras, más incoherentes eran, hasta que le resultó más fácil guardar silencio y confundirse con la pared. Se había convertido en una de las floreros del baile. Jamás la habían sacado a bailar, jamás la habían besado, jamás la habían cortejado. La única oferta de matrimonio que había recibido era la de su primo Eustace, hecha a regañadientes.
Maravillada por cómo le había cambiado la suerte, ______ observó a su marido, que había estado callado las dos horas anteriores. Con su expresión fría y su boca cínica, no se parecía en absoluto al desvergonzado seductor que había compartido la cama con ella hacía dos días.
Se volvió hacia la ventanilla para contemplar el paisaje londinense. Pronto estarían en el club. Hacía seis meses que no veía a su padre, y ______ se había preparado para encontrarlo muy cambiado. La tisis era una enfermedad frecuente, y todo el mundo conocía sus estragos.
Provocaba una muerte lenta del tejido pulmonar, acompañada de fiebre, tos, pérdida de peso y fuertes sudores por la noche. El mal avanzaba hasta que el paciente empezaba a expectorar mucosidad y sangre. Cuando llegaba la muerte, el enfermo y todos sus seres queridos solían agradecerla porque suponía el final de un sufrimiento terrible. ______ no podía imaginarse a un hombre corpulento como su padre reducido a tal estado. Temía verlo tanto como ansiaba cuidarlo. Sin embargo, ante la sospecha de que Nick se burlaría de ella, se guardó sus pensamientos y sentimientos.
Cuando el carruaje recorrió St. James y tomó King Street, se le aceleró el pulso. Por fin pudo ver la fachada alta de ladrillo y mármol del Jenner's, recortada contra los amarillos y rojos de una puesta de sol espléndida que brillaba a través de la eterna neblina que cubría Londres. Sin dejar de mirar por la ventanilla, ______ soltó un suspiro tenso cuando el vehículo pasó por uno de los muchos callejones que llevaban de la calle principal a las cuadras y los patios situados tras la hilera de edificios.
El carruaje se detuvo en la entrada trasera, lo que era preferible a entrar por la fachada delantera. El Jenner's no era un sitio que frecuentaran las mujeres de bien. Un caballero podía llevar a su amante o a una prostituta, pero jamás se le ocurriría acudir con una dama respetable. ______ era consciente de que su marido la observaba con el interés de un entomólogo que estudia una nueva especie de escarabajo. Sin duda vio su palidez repentina y su visible temblor, pero no le ofreció ni una palabra ni un gesto de consuelo.
Nick bajó el primero y ayudó a ______ a apearse. El callejón de atrás aún conservaba el mismo olor de cuando ______ era una niña: estiércol, basura, alcohol y humo de carbón. Sin duda, era la única joven de buena educación de Londres que consideraba que olía como en casa. Por lo menos, le resultaba más agradable que el ambiente de la casa de los Maybrick, con su fragancia de alfombras raídas y colonia barata.
______ se dirigió a la puerta sintiendo los músculos entumecidos tras el largo tramo final. La entrada de la cocina y demás habitaciones del servicio se encontraban más adelante, pero ésta daba a una escalera que conducía a los aposentos de su padre. El cochero había llamado ya varias veces a la puerta con el puño.
Apareció un hombre joven, y ______ se sintió aliviada al reconocerlo. Era Joss Bullard, una figura muy conocida en el club, donde había trabajado como cobrador de morosos y encargado de la seguridad. Era corpulento, fornido, moreno y de mandíbula cuadrada. Dado su carácter hosco, Bullard siempre la había tratado con la mínima cortesía. Sin embargo, ______ había oído a su padre alabarlo por su lealtad, y lo apreciaba por ello.
—Señor Bullard —dijo—. He venido a ve... ver a mi padre. Déjeme pa... pasar, por favor.
—El no la ha mandado llamar —respondió con brusquedad el hombre, sin moverse. Y, tras echar un vistazo a Nicholas y ver su ropa cara, le dijo—: Vaya por la puerta principal si es miembro del club, señor.
—Idi*ota —masculló Nicholas, pero ella lo interrumpió:
—¿Po... podría hablar con el señor Egan? —preguntó.
Egan era el factótum del club desde hacía diez años. Era un hombre jactancioso y bravucón que no le caía demasiado bien, pero no se atrevería a negarle la entrada al club de su padre.
—No.
—Pues con el señor Miller entonces. Por favor, dígale que la se... señorita Jenner está aquí.
—Ya le dije que...
—Vaya a buscar a Miller —soltó Nicholas a la vez que ponía el pie contra la puerta para impedir que la cerrara—. Esperaremos dentro. ¿O quiere dejar a mi esposa esperando en la calle?
Aquello pareció sobresaltar al empleado, que farfulló algo y desapareció rápidamente.
Nicholas hizo cruzar el umbral a ______ y echó un vistazo a la escalera.
—¿Subimos? —preguntó.
______ sacudió la cabeza.
—Preferiría hablar antes con el señor Miller —dijo—. Él podrá decirme algo sobre el estado de mi pa... padre.
Al notar su ligero tartamudeo, Nicholas le deslizó una mano bajo el pelo y le apretó la nuca con suavidad. Aunque su expresión seguía fría, su mano era cálida y tranquilizadora, y ______ se relajó sin querer.
—¿Quién es Miller? —quiso saber Nicholas.
—El jefe de crupiers. Trabaja aquí desde que era un muchacho. Mi padre lo inició en la supervisión de las mesas. Si lo has visto alguna vez, seguro que te acuerdas. No es fácil olvidarlo.
—¿Es el gitano? —preguntó Nick tras pensar un instante.
—Medio gitano, creo, por parte de madre.
—¿Y la otra mitad?
—Nadie lo sabe. —Le dirigió una mirada cautelosa y añadió en voz baja—: Siempre me he preguntado si podría ser hermanastro mío.
—¿Se lo has preguntado a tu padre? —Los ojos claros de Nick brillaban de interés.
—Sí, y lo negó. —Pero no la había convencido del todo. Su padre siempre había mostrado una actitud vagamente paternal con Joe. Y no era tan ingenua como para creer que no había tenido hijos ilegítimos. Era un hombre conocido por sus apetitos carnales y, además, jamás le habían preocupado las consecuencias de sus actos. Se preguntó si podría decirse lo mismo de su marido—. Nick, ¿alguna vez has...? —preguntó con cautela.
—No que yo sepa —contestó sin necesitar más palabras para entenderla—. Siempre he usado gomas, no sólo para evitar la concepción sino también para prevenir las dolencias exóticas que sufren los desprevenidos.
pau D jonas parthenopaeus
Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
capitulo 11
4/5
—¿Gomas? —repitió ______, perpleja—. ¿Cómo? ¿Y qué quieres decir con dolencias? ¿Quieres decir que hacer... eso... puede enfermarte? Pero cómo...
—Por Dios —masculló Nicholas, y le puso un dedo sobre los labios para acallar sus preguntas—. Ya te lo explicaré después. No es la clase de cosas que suelen comentarse en el umbral de una casa.
La llegada de Joe Miller distrajo a ______. En cuanto la vio, Joe esbozó una sonrisa e hizo una graciosa reverencia. Pese a que su actitud y movimientos eran comedidos, proyectaban un carisma físico invisible. Era con mucho el mejor crupier del Jenner's, aunque su aspecto de pirata podía despistar al principio. Tenía unos treinta años y el cuerpo esbelto de la juventud. Su piel morena y su largo cabello negro delataban su origen, por no hablar de su nombre de pila, que era corriente entre los romaníes. A ______ siempre le había gustado aquel joven de voz suave que, a lo largo de los años, había demostrado una gran lealtad a su padre.
Joe iba bien vestido, con ropa oscura y zapatos limpios, pero, como de costumbre, necesitaba un corte de pelo y sus espesos rizos le caían sobre el almidonado cuello blanco. Varios anillos de oro le adornaban los dedos largos y delgados. ______ vio el brillo de un diamante en una oreja: un toque exótico que le favorecía. Joe la observó con sus extraordinarios ojos color avellana, que solían hacer olvidar a la gente la mente ágil que había tras ellos. A veces su mirada era tan penetrante que parecía atravesarte, como si mirara algo situado detrás de ti.
—Gaji —dijo Joe en voz baja, el modo cordial de los romaníes de referirse a una mujer no gitana. Tenía un acento extraño, culto pero con matices de clase baja, y una especie de cadencia extranjera—. Bienvenida —añadió con una breve sonrisa deslumbrante—. Su padre estará encantado de verla.
—Gracias, Joe. Tenía mi... miedo de que ya hubiera...
—No —murmuró Joe—. Sigue vivo. —Vaciló antes de añadir—: La mayoría del tiempo duerme. Come muy poco. No creo que dure mucho. Ha preguntado por usted. Intenté avisarla la semana pasada, pero...
—Los Maybrick no me permitían venir —susurró ______ con la boca tensa de enojo. No se habían molestado en comentarle que su padre la había mandado llamar—. Bu... bueno, ya me he alejado de ellos para siempre, Joe. Me he casado. Y me quedare aquí hasta que mi padre... ya no me ne... necesite.
La mirada de Joe se desvió hacia Nicholas.
—Lord St. Jonas... —murmuró al reconocerlo. Si se formó alguna opinión sobre el enlace de ______ con aquel noble, no la reveló.
—¿Está despierto mi padre? —preguntó ______—. ¿Puedo subir a verlo?
—Por supuesto. —El gitano le tomó las manos con suavidad—. Me aseguraré de que nadie los moleste.
—Gracias.
De repente, Nick tomó una mano de ______ y la apoyó con decisión en su brazo. Aunque lo hizo con indiferencia, la presión que ejerció con los dedos impidió que ella se soltase.
______ frunció el ceño, perpleja ante esa demostración de posesión.
—Conozco a Joe desde que era una niña —comentó enarcando las cejas—. Siempre ha sido amable conmigo.
—A un marido le gusta que sean amables con su esposa —respondió Nicholas con frialdad—. Dentro de ciertos límites, claro.
—Claro —corroboró Joe en voz baja. Y a ______—: ¿La acompaño arriba, milady?
—No; conozco el camino —contestó ______ a la vez que sacudía la cabeza—. Si... sigue con lo que estabas haciendo, por favor.
Joe hizo otra reverencia e intercambió una mirada rápida con ______, con la que ambos expresaron tácitamente que ya encontrarían una ocasión para hablar después.
—¿Te cae mal porque es romaní? —preguntó ______ a su marido mientras subían la escalera.
—No me suele caer mal la gente por cosas que no puede cambiar —respondió irónicamente Nick—. Normalmente me dan motivos suficientes para caerme mal por otras causas.
—No me suele caer mal la gente por cosas que no puede cambiar —respondió irónicamente Nick—. Normalmente me dan motivos suficientes para caerme mal por otras causas.
______ separó la mano de su brazo para recogerse la falda.
—Me gustaría saber dónde está el factótum —añadió Nick, y le puso una mano en la cintura mientras subían la escalera—. Es primera hora de la noche. La sala de juegos y el comedor están abiertos. Debería estar ocupado.
—Es un bebedor —comentó ______.
—Eso explica muchas cosas sobre la forma en que está dirigido el club.
Susceptible a cualquier insulto al club de su padre, y consciente de la presión suave de la mano de su marido en la espalda, ______ tuvo que morderse la lengua para contener una respuesta mordaz. Qué fácil era para un noble mimado criticar la forma cómo los profesionales hacían las cosas. Si ella tuviera que dirigir un local como ése, Dios no lo quisiera, respetaría mucho más lo que su padre había conseguido.
En el primer piso recorrieron una galería que rodeaba toda la planta. Bastaba con asomarse a la balaustrada para ver toda la planta baja. Esta, el área más grande del club, estaba dedicada por completo al juego de azar. Tres mesas ovales cubiertas con tapetes verdes con marcas amarillas estaban rodeadas por decenas de hombres. Los sonidos que se elevaban de ellas (el ruido de los dados, las exclamaciones bajas pero intensas de los tiradores y los crupiers, el deslizamiento suave de las raquetas cuando acercaban el dinero de la mesa al crupier) figuraban entre los primeros recuerdos de infancia de ______. La joven dirigió una mirada al magnífico escritorio tallado del rincón, donde su padre solía sentarse para conceder créditos, aceptar miembros temporales y elevar la banca si las apuestas aumentaban demasiado. En ese momento, lo ocupaba un hombre al que no conocía, con bastante mala pinta. Los ojos de ______ se dirigieron hacia el rincón opuesto, donde otro desconocido hacía las veces de supervisor general, regulando los pagos y controlando el juego.
Nick se asomó a la balaustrada para contemplar la planta baja. Como tenía prisa por ver a su padre, ______ le tiró con impaciencia del brazo. Pero él no se movió. De hecho, apenas pareció darse cuenta, tan absorto estaba en su contemplación.
—¿Qué pasa? —preguntó ______—. ¿Has visto algo raro?
Nicholas meneó la cabeza y dejó de prestar atención a la planta baja. Echó un vistazo alrededor y vio los paneles descoloridos de la pared, las molduras desprendidas, las alfombras raídas. Tiempo atrás el Jenner's había estado decorado magníficamente, pero con los años había perdido gran parte de su esplendor.
—¿Cuántos miembros tiene el club? —preguntó—. Sin contar los temporales.
—Solía tener unos dos mil. No sé las cifras actuales. —Volvió a tirarle del brazo—. Quiero ver a mi padre. Si tengo que ir sola...
—Tú no vas sola a ninguna parte —replicó Nick, y la miró con una penetración que la sobresaltó—. Algún borracho, o incluso algún empleado, podría meterte en una de las habitaciones para parejas y violarte antes de que nadie reparara en tu ausencia.
—No corro ningún peligro —replicó irritada—. Conozco a muchos de los empleados, y sé moverme por el club mucho mejor que tú.
—No por mucho tiempo —murmuró Nicholas, y su mirada volvió de una forma casi compulsiva a la planta baja—. Pienso recorrer hasta el último centímetro de este sitio y conocer todos sus secretos.
______ lo miró perpleja. Su marido había experimentado un cambio sutil desde que habían entrado en el club. Su languidez habitual se había transformado en una actitud de alerta, como si estuviera absorbiendo la energía inquieta del ambiente.
—Miras el club como si nunca lo hubieras visto —murmuró.
Nicholas pasó un dedo por la barandilla, miró el polvo que le quedó adherido y se lo sacudió. Respondió con expresión pensativa:
—Se ve diferente ahora que es mío.
—Todavía no lo es —replicó ______, al darse cuenta de que estaba valorando el local para su venta futura. Era muy propio de él pensar en el dinero mientras su suegro yacía en su lecho de muerte—. ¿Piensas alguna vez en alguien aparte de ti?
La pregunta pareció sacarlo de su ensimismamiento, y su cara se volvió inescrutable.
—Rara vez, mi amor.
Se quedaron mirando. Los ojos de ella eran acusadores; los de él, impenetrables. ______ comprendió que no podía esperar nada decente de aquel hombre so pena de experimentar una decepción tras otra. Con amabilidad y comprensión no corregiría su alma perdida. Nicholas nunca sería uno de los calaveras reformados que aparecían en las escandalosas novelas de Daisy Bowman.
—Espero que obtengas pronto lo que quieres —dijo con frialdad—. Mientras tanto, voy a la habitación de mi padre.
Avanzó por la galería sin él, pero a los pocos pasos lo tenía a su lado. Cuando llegaron a los aposentos de Ivo Jenner, ______ sintió un enorme desasosiego. Sentía tanto miedo y anhelo a la vez que le sudaban las manos y notaba una rara sensación en el estómago. Al sujetar el pomo para abrir la puerta, la palma le resbaló por el metal deslustrado.
—Permíteme —dijo Nick con brusquedad a la vez que le apartaba la mano del pomo. Abrió la puerta, la sujetó para que pasara y entró tras ella en una oscura sala.
La única luz procedía de la puerta abierta del dormitorio, donde una lámpara pequeña emitía un brillo regular. ______ cruzo el siguiente umbral y se detuvo, parpadeando hasta que sus ojos se adaptaron a la penumbra. Se acercó a la cama, apenas consciente de la presencia del hombre que tenía a su lado.
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—¿Gomas? —repitió ______, perpleja—. ¿Cómo? ¿Y qué quieres decir con dolencias? ¿Quieres decir que hacer... eso... puede enfermarte? Pero cómo...
—Por Dios —masculló Nicholas, y le puso un dedo sobre los labios para acallar sus preguntas—. Ya te lo explicaré después. No es la clase de cosas que suelen comentarse en el umbral de una casa.
La llegada de Joe Miller distrajo a ______. En cuanto la vio, Joe esbozó una sonrisa e hizo una graciosa reverencia. Pese a que su actitud y movimientos eran comedidos, proyectaban un carisma físico invisible. Era con mucho el mejor crupier del Jenner's, aunque su aspecto de pirata podía despistar al principio. Tenía unos treinta años y el cuerpo esbelto de la juventud. Su piel morena y su largo cabello negro delataban su origen, por no hablar de su nombre de pila, que era corriente entre los romaníes. A ______ siempre le había gustado aquel joven de voz suave que, a lo largo de los años, había demostrado una gran lealtad a su padre.
Joe iba bien vestido, con ropa oscura y zapatos limpios, pero, como de costumbre, necesitaba un corte de pelo y sus espesos rizos le caían sobre el almidonado cuello blanco. Varios anillos de oro le adornaban los dedos largos y delgados. ______ vio el brillo de un diamante en una oreja: un toque exótico que le favorecía. Joe la observó con sus extraordinarios ojos color avellana, que solían hacer olvidar a la gente la mente ágil que había tras ellos. A veces su mirada era tan penetrante que parecía atravesarte, como si mirara algo situado detrás de ti.
—Gaji —dijo Joe en voz baja, el modo cordial de los romaníes de referirse a una mujer no gitana. Tenía un acento extraño, culto pero con matices de clase baja, y una especie de cadencia extranjera—. Bienvenida —añadió con una breve sonrisa deslumbrante—. Su padre estará encantado de verla.
—Gracias, Joe. Tenía mi... miedo de que ya hubiera...
—No —murmuró Joe—. Sigue vivo. —Vaciló antes de añadir—: La mayoría del tiempo duerme. Come muy poco. No creo que dure mucho. Ha preguntado por usted. Intenté avisarla la semana pasada, pero...
—Los Maybrick no me permitían venir —susurró ______ con la boca tensa de enojo. No se habían molestado en comentarle que su padre la había mandado llamar—. Bu... bueno, ya me he alejado de ellos para siempre, Joe. Me he casado. Y me quedare aquí hasta que mi padre... ya no me ne... necesite.
La mirada de Joe se desvió hacia Nicholas.
—Lord St. Jonas... —murmuró al reconocerlo. Si se formó alguna opinión sobre el enlace de ______ con aquel noble, no la reveló.
—¿Está despierto mi padre? —preguntó ______—. ¿Puedo subir a verlo?
—Por supuesto. —El gitano le tomó las manos con suavidad—. Me aseguraré de que nadie los moleste.
—Gracias.
De repente, Nick tomó una mano de ______ y la apoyó con decisión en su brazo. Aunque lo hizo con indiferencia, la presión que ejerció con los dedos impidió que ella se soltase.
______ frunció el ceño, perpleja ante esa demostración de posesión.
—Conozco a Joe desde que era una niña —comentó enarcando las cejas—. Siempre ha sido amable conmigo.
—A un marido le gusta que sean amables con su esposa —respondió Nicholas con frialdad—. Dentro de ciertos límites, claro.
—Claro —corroboró Joe en voz baja. Y a ______—: ¿La acompaño arriba, milady?
—No; conozco el camino —contestó ______ a la vez que sacudía la cabeza—. Si... sigue con lo que estabas haciendo, por favor.
Joe hizo otra reverencia e intercambió una mirada rápida con ______, con la que ambos expresaron tácitamente que ya encontrarían una ocasión para hablar después.
—¿Te cae mal porque es romaní? —preguntó ______ a su marido mientras subían la escalera.
—No me suele caer mal la gente por cosas que no puede cambiar —respondió irónicamente Nick—. Normalmente me dan motivos suficientes para caerme mal por otras causas.
—No me suele caer mal la gente por cosas que no puede cambiar —respondió irónicamente Nick—. Normalmente me dan motivos suficientes para caerme mal por otras causas.
______ separó la mano de su brazo para recogerse la falda.
—Me gustaría saber dónde está el factótum —añadió Nick, y le puso una mano en la cintura mientras subían la escalera—. Es primera hora de la noche. La sala de juegos y el comedor están abiertos. Debería estar ocupado.
—Es un bebedor —comentó ______.
—Eso explica muchas cosas sobre la forma en que está dirigido el club.
Susceptible a cualquier insulto al club de su padre, y consciente de la presión suave de la mano de su marido en la espalda, ______ tuvo que morderse la lengua para contener una respuesta mordaz. Qué fácil era para un noble mimado criticar la forma cómo los profesionales hacían las cosas. Si ella tuviera que dirigir un local como ése, Dios no lo quisiera, respetaría mucho más lo que su padre había conseguido.
En el primer piso recorrieron una galería que rodeaba toda la planta. Bastaba con asomarse a la balaustrada para ver toda la planta baja. Esta, el área más grande del club, estaba dedicada por completo al juego de azar. Tres mesas ovales cubiertas con tapetes verdes con marcas amarillas estaban rodeadas por decenas de hombres. Los sonidos que se elevaban de ellas (el ruido de los dados, las exclamaciones bajas pero intensas de los tiradores y los crupiers, el deslizamiento suave de las raquetas cuando acercaban el dinero de la mesa al crupier) figuraban entre los primeros recuerdos de infancia de ______. La joven dirigió una mirada al magnífico escritorio tallado del rincón, donde su padre solía sentarse para conceder créditos, aceptar miembros temporales y elevar la banca si las apuestas aumentaban demasiado. En ese momento, lo ocupaba un hombre al que no conocía, con bastante mala pinta. Los ojos de ______ se dirigieron hacia el rincón opuesto, donde otro desconocido hacía las veces de supervisor general, regulando los pagos y controlando el juego.
Nick se asomó a la balaustrada para contemplar la planta baja. Como tenía prisa por ver a su padre, ______ le tiró con impaciencia del brazo. Pero él no se movió. De hecho, apenas pareció darse cuenta, tan absorto estaba en su contemplación.
—¿Qué pasa? —preguntó ______—. ¿Has visto algo raro?
Nicholas meneó la cabeza y dejó de prestar atención a la planta baja. Echó un vistazo alrededor y vio los paneles descoloridos de la pared, las molduras desprendidas, las alfombras raídas. Tiempo atrás el Jenner's había estado decorado magníficamente, pero con los años había perdido gran parte de su esplendor.
—¿Cuántos miembros tiene el club? —preguntó—. Sin contar los temporales.
—Solía tener unos dos mil. No sé las cifras actuales. —Volvió a tirarle del brazo—. Quiero ver a mi padre. Si tengo que ir sola...
—Tú no vas sola a ninguna parte —replicó Nick, y la miró con una penetración que la sobresaltó—. Algún borracho, o incluso algún empleado, podría meterte en una de las habitaciones para parejas y violarte antes de que nadie reparara en tu ausencia.
—No corro ningún peligro —replicó irritada—. Conozco a muchos de los empleados, y sé moverme por el club mucho mejor que tú.
—No por mucho tiempo —murmuró Nicholas, y su mirada volvió de una forma casi compulsiva a la planta baja—. Pienso recorrer hasta el último centímetro de este sitio y conocer todos sus secretos.
______ lo miró perpleja. Su marido había experimentado un cambio sutil desde que habían entrado en el club. Su languidez habitual se había transformado en una actitud de alerta, como si estuviera absorbiendo la energía inquieta del ambiente.
—Miras el club como si nunca lo hubieras visto —murmuró.
Nicholas pasó un dedo por la barandilla, miró el polvo que le quedó adherido y se lo sacudió. Respondió con expresión pensativa:
—Se ve diferente ahora que es mío.
—Todavía no lo es —replicó ______, al darse cuenta de que estaba valorando el local para su venta futura. Era muy propio de él pensar en el dinero mientras su suegro yacía en su lecho de muerte—. ¿Piensas alguna vez en alguien aparte de ti?
La pregunta pareció sacarlo de su ensimismamiento, y su cara se volvió inescrutable.
—Rara vez, mi amor.
Se quedaron mirando. Los ojos de ella eran acusadores; los de él, impenetrables. ______ comprendió que no podía esperar nada decente de aquel hombre so pena de experimentar una decepción tras otra. Con amabilidad y comprensión no corregiría su alma perdida. Nicholas nunca sería uno de los calaveras reformados que aparecían en las escandalosas novelas de Daisy Bowman.
—Espero que obtengas pronto lo que quieres —dijo con frialdad—. Mientras tanto, voy a la habitación de mi padre.
Avanzó por la galería sin él, pero a los pocos pasos lo tenía a su lado. Cuando llegaron a los aposentos de Ivo Jenner, ______ sintió un enorme desasosiego. Sentía tanto miedo y anhelo a la vez que le sudaban las manos y notaba una rara sensación en el estómago. Al sujetar el pomo para abrir la puerta, la palma le resbaló por el metal deslustrado.
—Permíteme —dijo Nick con brusquedad a la vez que le apartaba la mano del pomo. Abrió la puerta, la sujetó para que pasara y entró tras ella en una oscura sala.
La única luz procedía de la puerta abierta del dormitorio, donde una lámpara pequeña emitía un brillo regular. ______ cruzo el siguiente umbral y se detuvo, parpadeando hasta que sus ojos se adaptaron a la penumbra. Se acercó a la cama, apenas consciente de la presencia del hombre que tenía a su lado.
pau D jonas parthenopaeus
Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
continuacion cap 11
5/5
Su padre dormía con la boca medio abierta. Tenía la piel pálida y con un brillo extraño, como si fuera una figura de cera. Unas arrugas marcadas le surcaban el rostro. Parecía haberse encogido a la mitad, con los brazos increíblemente delgados. ______ se esforzó por conciliar aquella silueta desconocida con el padre corpulento y fornido que había conocido siempre. Al ver cómo su cabello, antes pelirrojo, estaba salpicado de canas que recordaban el plumaje erizados de un pollo, la asaltó una infinita ternura.
La habitación olía a encierro, enfermedad, velas quemadas y medicinas. Olía a una muerte próxima. Vio un montón de sábanas sucias en el rincón y pañuelos manchados de sangre en el suelo. La mesita de noche estaba llena de cucharas sucias y frascos de medicamento. ______ se agachó para recoger un pañuelo del suelo, pero Nicholas la sujetó por el brazo.
—No tienes que hacer eso —masculló—. Puede encargarse una criada.
—Sí —susurró ______ con amargura—. Ya veo lo bien que lo hacen. —Se soltó de él, recogió los pañuelos sucios y los dejó caer sobre el montón de sábanas desechadas.
Nicholas se acercó a la mesita de noche y contempló el cuerpo consumido de Jenner. Tomó un frasco de medicamento y se lo pasó por la nariz.
—Morfina —murmuró.
Por alguna razón, verlo junto a su padre desvalido y examinando sus medicinas irritó a ______.
—Lo tengo todo controlado —dijo en voz baja—. Te agradecería que te fueras.
—¿Qué piensas hacer?
—Voy a arreglar la habitación y cambiar las sábanas. Y después me sentaré a su lado.
—Deja dormir a este pobre diablo —dijo él con los ojos entornados—. Tienes que comer y cambiarte de ropa. ¿De qué crees que le servirá que te sientes en la penumbra y...? —Se detuvo y masculló una maldición al ver su expresión terca—. Muy bien. Te daré una hora, después comerás conmigo.
—Pienso quedarme con mi padre —replicó ella con rotundidad.
—______. —Su voz baja contenía una advertencia inflexible. Se acercó a ella, le hizo darse la vuelta y la zarandeó suavemente para que lo mirara a los ojos—. Te mandaré llamar y vendrás. ¿Lo has entendido?
Ella tembló de rabia. Le daba órdenes como si fuera propiedad suya. Por Dios, se había pasado toda la vida obedeciendo las órdenes de sus tíos, y ahora tendría que someterse a un marido insufrible.
Sin embargo, reconoció que Nicholas todavía tenía mucho camino que recorrer para igualar el empeño do los Maybrick y los Stubbins en amargarle la vida. Y no cabía considerarlo irrazonable o cruel por pedirle que comiera con él. Así que se tragó la rabia y asintió. Cuando Nicholas le repasó los rasgos tensos con la mirada, sus ojos poseían un brillo extraño, como las chispas que saltan del martillo del herrero al golpear una lámina de metal candente.
—Así me gusta —murmuró con una sonrisa burlona, y se fue.
Nick estuvo tentado de dejar a ______ en el club con su padre e irse a su casa, situada a poca distancia de St. James. Era difícil resistirse al aliciente de su tranquila y confortable residencia. Quería comer en su propia mesa, y relajarse delante de la chimenea con una de sus batas de seda forradas de terciopelo. Al cuerno con la tozuda de su esposa; que tomara sus propias decisiones y aprendiera a vivir con las consecuencias.
Sin embargo, mientras deambulaba por la galería del primer piso, con cuidado de que no lo vieran desde la planta baja, sintió una curiosidad molesta, como cuando se tiene una piedra en el zapato. Se situó junto a una columna para observar el trabajo de los crupiers y el del supervisor general para, desde su rincón, controlar el juego y lograr que todo siguiera el ritmo adecuado. La actividad en las tres mesas de juego parecía un poco lenta. Faltaba alguien que animara las cosas y creara un ambiente que incitara a los clientes a jugar más y más deprisa.
Las desaliñadas prostitutas de la casa se paseaban despacio por la sala y se detenían aquí y allá para engatusar a los clientes. Al igual que las comidas del aparador lateral y el bar, las mujeres eran una opción gratuita para los socios. Si un hombre necesitaba una mujer para consolarse o para celebrar, subía con una prostituta a una de las habitaciones del piso de arriba.
Nick observó con detenimiento las mesas de juego y el bar. Había indicios de que era un negocio en decadencia. Supuso que, al caer enfermo, Jenner no había nombrado a un sustituto digno de confianza, salvo su factótum Clive Egan, que era inepto, deshonesto o ambas cosas a la vez. Nick quería ver los libros contables, los ingresos y gastos, los datos financieros de los socios, las listas de cobros, las deudas, los préstamos, los créditos..., todo lo que contribuyera a completar un retrato de la situación económica del club.
Al volverse hacia la escalera, vio al gitano Miller en la penumbra de un rincón. Nick se quedó callado para obligarlo a hablar primero. Miller lo hizo con educación y sin desviar la mirada.
—¿Puedo ayudarlo, milord?
—Puede empezar por decirme dónde está Egan.
—En su habitación.
—¿En qué estado?
—Indispuesto.
—Ya. ¿Se indispone a menudo?
El gitano no dijo nada, pero sus ojos azabache se llenaron de recelo.
—Quiero la llave de su oficina —pidió Nick—. Echaré un vistazo a los libros contables.
—Sólo hay una llave, milord —repuso Miller, escrutándolo con curiosidad—. Y la tiene el señor Egan.
—Consígamela.
El otro arqueó las cejas.
—¿Quiere que robe a un hombre que está borracho?
—Será más fácil que si estuviera sobrio —comentó Nick con ironía—. Y no es ningún robo, ya que la llave, a todos los efectos, es mía.
—Yo soy leal al señor Jenner. Y a su hija. —Su expresión se endureció.
—Yo también. —No era cierto, por supuesto. Nick era leal básicamente a sí mismo. ______ y su padre figuraban en un lejano segundo y tercer lugar de la lista—. Tráigame la llave, o prepárese a seguir los pasos de Egan cuando se vaya mañana.
El aire estaba cargado de desafío masculino. Sin embargo, pasado un instante, Miller le dirigió una mirada de aversión y curiosidad. Cuando se dirigió hacia la escalera a zancadas rápidas, no fue por obediencia, sino más bien por el deseo de averiguar qué se proponía Nick.
Cuando Nick mandó a Joe Miller para que acompañase a su esposa a la planta baja, ______ ya había arreglado la habitación de su padre y llamado a una criada para que la ayudara a cambiar las sábanas. Las que había estaban húmedas de sudor. Aunque su padre se movió y masculló cuando lo giraron con cuidado a uno y otro lado, no se despertó del sopor inducido por la morfina. La asustó comprobar lo poco que pesaba su huesudo cuerpo, cubierto por una camisa de dormir. Cuando lo tapó con las sábanas y mantas limpias hasta el pecho sintió una gran compasión por él. Mojó un paño frío y se lo puso en la frente. Su padre suspiró y, por fin, abrió unos ojos que parecían rendijas entre los surcos de la cara. La miró sin reconocerla un largo instante hasta que sus labios secos esbozaron una sonrisa que dejó al descubierto unos dientes amarillentos por el tabaco.
—______ —dijo con voz ronca.
Ella se agachó sonriente aunque a duras penas logró contener las lágrimas.
—Estoy aquí, papá —susurró por fin las palabras que había deseado pronunciar toda su vida—. Estoy aquí para quedarme contigo.
Su padre emitió un sonido de satisfacción y cerró los ojos.
—¿Dónde quieres que vayamos primero, princesa? —soltó justo cuando ______ creía que se había dormido—. Supongo que a la panadería, ¿verdad?
—Claro —contestó ella y, tras secarse las lágrimas de los ojos, añadió—: quiero un bollo glaseado, y un cucurucho de galletas, y después quiero jugar a los dados contigo.
Su padre rió entre dientes y tosió un poco.
—Deja que papá dé una cabezadita antes de salir. Sé una niña buena.
—Sí, duerme —murmuró ______ a la vez que le daba la vuelta al paño de la frente—. Puedo esperar, papá.
bueno chicas hasta aqui lo he subido un poco rapido porque cierto chico mi novio me esta apurando para que baje :¬¬: :¬¬: :¬¬: :¬¬: y lo he subido por que se los prometi mañana subo un poco mas chaoo
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Su padre dormía con la boca medio abierta. Tenía la piel pálida y con un brillo extraño, como si fuera una figura de cera. Unas arrugas marcadas le surcaban el rostro. Parecía haberse encogido a la mitad, con los brazos increíblemente delgados. ______ se esforzó por conciliar aquella silueta desconocida con el padre corpulento y fornido que había conocido siempre. Al ver cómo su cabello, antes pelirrojo, estaba salpicado de canas que recordaban el plumaje erizados de un pollo, la asaltó una infinita ternura.
La habitación olía a encierro, enfermedad, velas quemadas y medicinas. Olía a una muerte próxima. Vio un montón de sábanas sucias en el rincón y pañuelos manchados de sangre en el suelo. La mesita de noche estaba llena de cucharas sucias y frascos de medicamento. ______ se agachó para recoger un pañuelo del suelo, pero Nicholas la sujetó por el brazo.
—No tienes que hacer eso —masculló—. Puede encargarse una criada.
—Sí —susurró ______ con amargura—. Ya veo lo bien que lo hacen. —Se soltó de él, recogió los pañuelos sucios y los dejó caer sobre el montón de sábanas desechadas.
Nicholas se acercó a la mesita de noche y contempló el cuerpo consumido de Jenner. Tomó un frasco de medicamento y se lo pasó por la nariz.
—Morfina —murmuró.
Por alguna razón, verlo junto a su padre desvalido y examinando sus medicinas irritó a ______.
—Lo tengo todo controlado —dijo en voz baja—. Te agradecería que te fueras.
—¿Qué piensas hacer?
—Voy a arreglar la habitación y cambiar las sábanas. Y después me sentaré a su lado.
—Deja dormir a este pobre diablo —dijo él con los ojos entornados—. Tienes que comer y cambiarte de ropa. ¿De qué crees que le servirá que te sientes en la penumbra y...? —Se detuvo y masculló una maldición al ver su expresión terca—. Muy bien. Te daré una hora, después comerás conmigo.
—Pienso quedarme con mi padre —replicó ella con rotundidad.
—______. —Su voz baja contenía una advertencia inflexible. Se acercó a ella, le hizo darse la vuelta y la zarandeó suavemente para que lo mirara a los ojos—. Te mandaré llamar y vendrás. ¿Lo has entendido?
Ella tembló de rabia. Le daba órdenes como si fuera propiedad suya. Por Dios, se había pasado toda la vida obedeciendo las órdenes de sus tíos, y ahora tendría que someterse a un marido insufrible.
Sin embargo, reconoció que Nicholas todavía tenía mucho camino que recorrer para igualar el empeño do los Maybrick y los Stubbins en amargarle la vida. Y no cabía considerarlo irrazonable o cruel por pedirle que comiera con él. Así que se tragó la rabia y asintió. Cuando Nicholas le repasó los rasgos tensos con la mirada, sus ojos poseían un brillo extraño, como las chispas que saltan del martillo del herrero al golpear una lámina de metal candente.
—Así me gusta —murmuró con una sonrisa burlona, y se fue.
Nick estuvo tentado de dejar a ______ en el club con su padre e irse a su casa, situada a poca distancia de St. James. Era difícil resistirse al aliciente de su tranquila y confortable residencia. Quería comer en su propia mesa, y relajarse delante de la chimenea con una de sus batas de seda forradas de terciopelo. Al cuerno con la tozuda de su esposa; que tomara sus propias decisiones y aprendiera a vivir con las consecuencias.
Sin embargo, mientras deambulaba por la galería del primer piso, con cuidado de que no lo vieran desde la planta baja, sintió una curiosidad molesta, como cuando se tiene una piedra en el zapato. Se situó junto a una columna para observar el trabajo de los crupiers y el del supervisor general para, desde su rincón, controlar el juego y lograr que todo siguiera el ritmo adecuado. La actividad en las tres mesas de juego parecía un poco lenta. Faltaba alguien que animara las cosas y creara un ambiente que incitara a los clientes a jugar más y más deprisa.
Las desaliñadas prostitutas de la casa se paseaban despacio por la sala y se detenían aquí y allá para engatusar a los clientes. Al igual que las comidas del aparador lateral y el bar, las mujeres eran una opción gratuita para los socios. Si un hombre necesitaba una mujer para consolarse o para celebrar, subía con una prostituta a una de las habitaciones del piso de arriba.
Nick observó con detenimiento las mesas de juego y el bar. Había indicios de que era un negocio en decadencia. Supuso que, al caer enfermo, Jenner no había nombrado a un sustituto digno de confianza, salvo su factótum Clive Egan, que era inepto, deshonesto o ambas cosas a la vez. Nick quería ver los libros contables, los ingresos y gastos, los datos financieros de los socios, las listas de cobros, las deudas, los préstamos, los créditos..., todo lo que contribuyera a completar un retrato de la situación económica del club.
Al volverse hacia la escalera, vio al gitano Miller en la penumbra de un rincón. Nick se quedó callado para obligarlo a hablar primero. Miller lo hizo con educación y sin desviar la mirada.
—¿Puedo ayudarlo, milord?
—Puede empezar por decirme dónde está Egan.
—En su habitación.
—¿En qué estado?
—Indispuesto.
—Ya. ¿Se indispone a menudo?
El gitano no dijo nada, pero sus ojos azabache se llenaron de recelo.
—Quiero la llave de su oficina —pidió Nick—. Echaré un vistazo a los libros contables.
—Sólo hay una llave, milord —repuso Miller, escrutándolo con curiosidad—. Y la tiene el señor Egan.
—Consígamela.
El otro arqueó las cejas.
—¿Quiere que robe a un hombre que está borracho?
—Será más fácil que si estuviera sobrio —comentó Nick con ironía—. Y no es ningún robo, ya que la llave, a todos los efectos, es mía.
—Yo soy leal al señor Jenner. Y a su hija. —Su expresión se endureció.
—Yo también. —No era cierto, por supuesto. Nick era leal básicamente a sí mismo. ______ y su padre figuraban en un lejano segundo y tercer lugar de la lista—. Tráigame la llave, o prepárese a seguir los pasos de Egan cuando se vaya mañana.
El aire estaba cargado de desafío masculino. Sin embargo, pasado un instante, Miller le dirigió una mirada de aversión y curiosidad. Cuando se dirigió hacia la escalera a zancadas rápidas, no fue por obediencia, sino más bien por el deseo de averiguar qué se proponía Nick.
Cuando Nick mandó a Joe Miller para que acompañase a su esposa a la planta baja, ______ ya había arreglado la habitación de su padre y llamado a una criada para que la ayudara a cambiar las sábanas. Las que había estaban húmedas de sudor. Aunque su padre se movió y masculló cuando lo giraron con cuidado a uno y otro lado, no se despertó del sopor inducido por la morfina. La asustó comprobar lo poco que pesaba su huesudo cuerpo, cubierto por una camisa de dormir. Cuando lo tapó con las sábanas y mantas limpias hasta el pecho sintió una gran compasión por él. Mojó un paño frío y se lo puso en la frente. Su padre suspiró y, por fin, abrió unos ojos que parecían rendijas entre los surcos de la cara. La miró sin reconocerla un largo instante hasta que sus labios secos esbozaron una sonrisa que dejó al descubierto unos dientes amarillentos por el tabaco.
—______ —dijo con voz ronca.
Ella se agachó sonriente aunque a duras penas logró contener las lágrimas.
—Estoy aquí, papá —susurró por fin las palabras que había deseado pronunciar toda su vida—. Estoy aquí para quedarme contigo.
Su padre emitió un sonido de satisfacción y cerró los ojos.
—¿Dónde quieres que vayamos primero, princesa? —soltó justo cuando ______ creía que se había dormido—. Supongo que a la panadería, ¿verdad?
—Claro —contestó ella y, tras secarse las lágrimas de los ojos, añadió—: quiero un bollo glaseado, y un cucurucho de galletas, y después quiero jugar a los dados contigo.
Su padre rió entre dientes y tosió un poco.
—Deja que papá dé una cabezadita antes de salir. Sé una niña buena.
—Sí, duerme —murmuró ______ a la vez que le daba la vuelta al paño de la frente—. Puedo esperar, papá.
bueno chicas hasta aqui lo he subido un poco rapido porque cierto chico mi novio me esta apurando para que baje :¬¬: :¬¬: :¬¬: :¬¬: y lo he subido por que se los prometi mañana subo un poco mas chaoo
pau D jonas parthenopaeus
Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
me ha encantado el maraton!!! :D :D sigue asiii pliis
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
olga escribió:me ha encantado el maraton!!! :D :D sigue asiii pliis
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
BUENISIMA :D
feliz año nuevo atrasadoooooooooo ^^ espero que el 2010 sea lo mejor para vos!
feliz año nuevo atrasadoooooooooo ^^ espero que el 2010 sea lo mejor para vos!
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
nubiia-15 escribió:olga escribió:me ha encantado el maraton!!! :D :D sigue asiii pliis
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totalmente de acuerdo.. siguela siguela siguela!!
pattycrazypeople
Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
sii.. siii.. siiiiii... siiiiiiiiiiigue!!! (L)
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
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Re: "El diablo en Invierno " (nick & tu)
sigueeeee, estoy ansiosa por ver como sigue :bounce:
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