Moments {Liam Payne} TERMINADA.

Habían pasado catorce meses desde la última vez que la vio, también desde que se enteró de que tenía cáncer. Los lunares, las alucinaciones, los repentinos sueños, todo había sido una señal que se había dignado a ignorar. El cáncer de Liam se había extendido desde su piel hasta su hígado, también había afectado sus sentidos y cerebro.

Su hermoso cabello castaño brillante se había ido, para remplazarlo con una calvicie que odiaba. Su piel estaba reseca, su cara pálida y sus pupilas dilatadas.

Habían sucedido tantas cosas en el transcurso de todo lo sucedido. Primeramente, Vale había decidido ir a rehabilitación después de todo, sabía que era lo mejor para ella. Luego de tres meses, era una persona nueva, aun igual de tímida y desconfiada, pero muchísimo mejor. Louis y ella por fin habían aceptado su relación, confrontando a la sociedad por su diferencia de edad, aunque él ya no esté en el instituto.

Aldana y Niall también ahora eran pareja, incluso la más unida y cariñosa de todas, aunque tenían sus peleas que solían durar dos o tres horas, ya que no podían estar enojados, no era parte de ser ellos, a pesar de que la chica solía ser bastante orgullosa como para admitir sus errores y el rubio bastante testarudo. Jennifer y Zayn, en cambio, eran dos polos opuestos (o tal vez demasiado similares) que no podían estar en algo así aunque quisieran, disfrutaban más salir y divertirse. Aun así, el moreno estaba completamente seguro que ____ ya no era quien lo traía como tonto, sino la irlandesa de cabello oscuro. Incluso Jenn, quien al principio se demostró bastante desinteresada, se había dado cuenta de que su compañero le gustaba y demasiado.

La razón por la cual la morena se había ido fue porque su perro estaba enfermo y casi muriendo, cosa que causó demasiadas risas cuando los demás se enteraron. Pero después explicó que no se trataba de cualquier perro, sino el perro. La había acompañado desde su infancia, cuando sus padres peleaban, él estaba ahí junto a ella, era su fiel compañero, y ella lo había dejado por ir a los Estados Unidos. Claramente sintió algo de culpa, pero se fue al ver que la mascota se recuperaba, evitando el tener que sacrificarlo.

Sobre Harry y ___ no se sabía nada. Era como si se hubieran desaparecido del mapa. Después de que su madrastra le diera la noticia sobre su enfermedad, Niall le dijo que ellos se fueron sin siquiera despedirse de alguno de ellos, ni siquiera Harry de su hermana, quien aún esperaba que la llamara o hiciera algún contacto con ella. Los dos Anderson y el mayor de los Styles simplemente habían decidido desaparecer, y no sabían por qué. Algunos decían que después de que la pequeña Anderson se enterara de la avanzada enfermedad de su novio, simplemente se asustó y huyó, con su mejor amigo apoyándola. Liam quería aferrarse a otra idea, pero no había alguna a la cual hacerlo, era lo más probable.

No lo amaba lo suficiente como para quedarse y acompañarlo en el momento en el que más la necesitaba, eso se repetía todos los días por las noches. A diferencia de ella, Liam sí lo hacía. Sabía que no fue el mejor novio del mundo, pero de que la quería, la quería. Mucho más de lo que se imaginaba, incluso al igual o más que Danielle.

Pero después de todo, ahí estaba él, sobreviviendo, aunque esté perdido y solo, pero luchando cada día. Sus amigos le hacían compañía cada día y estaba agradecido, pero no se comparaba con ella. Todo el tiempo se preguntaba cómo estaba, si tenía novio, qué fue de ella, pero borraba esos pensamientos pensando en lo enfermo que estaba y la forma en el que lo había abandonado.

Sólo podía decir que habían sucedido muchas cosas y tenía que dejarlo en el pasado, después de ese día su vida terminaría o volvería a vivirla. Tendría cirugía en dos horas y se encontraba recordándola en cada instante.

Lo más importante que Liam había aprendido en el transcurso de su vida era que los momentos no duran para siempre, hay que disfrutarlos y vivirlos al máximo, porque todo puede estar perdido en un instante. Se había dado cuenta de que las cosas que consideraba importantes no eran la gran cosa y en vez de sonreír, se dignaba a enojarse o estresarse, prácticamente desperdiciado un buen momento. Analizar lo tonto que habías sido toda tu vida en la delgada línea entre la vida y la muerte no era lo más sano que se podía hacer.

Una idea pasó por su mente y estiró su brazo débil hacia sus rodillas para recoger el viejo celular que lo había acompañado desde los quince años. Se digno a mirar las fotos y una sonrisa se dibujó en su rostro. La primera foto era de Andy, quien tenía helado de chocolate en la cara. Rio ante el recuerdo y prosiguió. Las veinte siguientes eran de sus amigos en Londres y unas cuantas de Danielle. Se preguntó si es que moría, ¿se encontraría con ella? Al principio le daba miedo pensarlo, pero después de los meses que habían pasado, la muerte ya no lo atemorizaba.

Las siguientes eran de los chicos, la mayoría se situaban en el hospital. Había borrado todas las de ____, porque sabía que tenía que superarla y seguir adelante con lo poco que le quedaba.
Las siguió viendo por un rato más, hasta que sintió sus ojos cerrarse para que un sueño lo embriagase.




El sudor empezó a correr por su cuello, la tela de su camisa a cuadros se empezaba a empapar y las aclamaciones del público se hacían cada vez más fuertes. Escuchó como su nombre era repetido entre llantos y gritos, sonrió tímidamente. Las palmas de las manos le sudaban y el micrófono cada vez era más difícil de sostener por la humedad, rezaba que no se le cayera en cualquier momento.
Se sentó en el banquillo negro en medio del escenario y se llevó el micrófono a los labios, lo quitó para murmurar un “shh” y así callar al público. Nuevamente se lo llevó a los labios al notar que el silencio empezó a reinar.
“Shut the door, turn the light off
I wanna be with you, I wanna feel your love
I wanna lay beside you, I cannot hide this
Even though I try"
Sonrió nuevamente. Amaba la sensación de estar frente a un escenario, con personas cantando sus letras, al igual que empezaba a amar al público.



Nuevamente empezaba a recobrar la consciencia, sentía los ojos demasiado pesados para abrirlo, pero lo hizo después de unos minutos. Su cuerpo estaba demasiado débil para siquiera moverlo, lo más seguro era que ya le había inyectado su medicina diaria.
Lo había decidido, si vivía, iba a ser solista. Y no descansaría hasta lograrlo, no perdía nada intentándolo. Seguro, tendría que practicar ya que sus cuerdas vocales estaban algo destruidas, pero cuando vuelva a tener la misma voz, lo haría, se presentaría en cada local, bar o fiesta.
La puerta se abrió de repente, para revelar a Louis.
—Vine a desearte suerte—le dijo con una pequeña sonrisa—, saldrás bien.
El castaño le devolvió la sonrisa.
—Cuida a todos por mí si no lo logro—le respondió.
Inmediatamente la sonrisa del azulino se borró y suspiró, acercándose a su hermano.
—No entiendo por qué te está pasando esto, justamente a ti—masculló, mirando hacia la ventana y evitando encontrarse con los débiles ojos de Liam.
El ojimiel conocía esa reacción, pero no lo iba a molestar en esos momentos. No quería ver por última vez a su hermano llorar, no quería llevarse ese recuerdo.
—La vida es así—respondió el castaño
Louis rio irónicamente y lo miró.
—Sé que lo más probable es que no lo logre, así que es mejor dejar salir todo—dijo
—Lo lograrás, así que no tienes por qué decirlo.
Liam lo ignoró y prosiguió.
—Sólo quiero que sepas que fuiste un gran hermano, el mejor, —susurró
—Dije que no es necesario—respondió Louis antes de que pudiera seguir, ahora con la voz ahogada
—Gracias por todo, Louis. Sé que no fui el mejor, y si logro salir de esta, te lo pagaré.
Hubo un silencio infernal, no incómodo, pero sí parecía eterno.
—Te odio—masculló Louis, con lágrimas resbalando por sus mejillas
—Y yo a ti—Liam le sonrió. Luego de esto, el azulino puso su cara entre sus manos y empezó a sollozar silenciosamente.
—Nunca pensé que fueras tan sentimental—jugueteó Liam tratando de levantarle el ánimo.
—Y yo nunca pensé que mi hermano menor estuviera entre la vida y la muerte.
—Yo tampoco—respondió Liam suspirando.
Nuevamente la puerta de la habitación se abrió y una enfermera entró, indicándole al azulino que debía salir.
La señora empezó a prepararlo para la cirugía y Liam no podía parar de pensar en el transcurso de su vida. De pronto, ya estaba allí, en el quirófano y la aguja inyectándolo, el líquido empezó a correr por sus venas y sintió el ardor en ellas y en los pequeños lunares en su cuello, luego todo estuvo negro.
Lo último que pensó fue en Moments y con una sonrisa en los labios, desfalleció.


El bosque era verdoso, árboles y helechos por doquier; tenía un matiz frío. Entonces me di cuenta que estábamos allí, en el centro del maravilloso paisaje, justo donde no habían arbustos ni plantas, sólo con el paso resistiéndonos.
Su cabeza se encontraba en mi pecho, mientras su cuerpo descansaba en el mío. Sentía su respiración contra mí, se me erizaba la piel. La piel de mis dedos acariciaron su mejilla y ella sonrió. Sus ojos estaban cerrados, pareciendo no querer abrirlos por ningún momento. Me acerqué lentamente hacia ella, y vi como su rostro era más resplandeciente con cada centímetro que acortaba nuestra distancia. Los fantasmas que siempre me habían atormentado se habían ido y mis hombros estaban libres, sin ningún peso encima de ellos. Mi alma estaba en paz y era la mejor sensación del mundo. ¿Eso era morir? ¿En verdad era así de bueno?
Pronto, la distancia era casi de milímetros, sólo quería tocar sus labios. Algo me decía que si lo hacía, me quedaría con ella para siempre, no más dolor. Pero antes de hacerlo, ella se separó de mí y me miró a los ojos, transmitiendo una inmensa paz.
—Aún no es tu tiempo, Liam—ella me dijo, levantándose.
—¿Cómo lo sabes?—pregunté mientras también lo hacía, con algo de enojo.
—Porque aún te queda mucho por vivir—respondió girándose en sus talones—. Además, ella todavía está allí.
Luego de eso, Danielle despareció frente a mis ojos, entrando por una luz color blanca fosforescente y perdiéndose en el paraíso.


De repente, sus ojos se abrieron de par en par, luego de haber luchado tanto por hacerlo. Miró a su alrededor, las mismas paredes color pálido llena de grietas estaba allí, junto con esas cortinas tan muertas como su cuerpo. Pero después de analizarlo, se dio cuenta de que estaba allí en alma y cuerpo, y quiso saltar de la felicidad, mas estaba demasiado débil para hacerlo. Podría hacerlo, podría cumplir sus sueños y dar un cambio radical a su vida. Agradeció infinitamente a Danielle por dejarlo ir, seguía siendo la misma chica noble que había conocido en vida. Sabía que ella quería que se quedase, mas lo dejó ir. Se quiso preguntar a quién se refería por ella la morena, pero él conocía perfectamente la respuesta. Mas no lo entendía. Ella se fue, lo dejó en el peor momento, estaba demasiado herido como para volverlo a intentar. Aunque ganas de buscarla no le faltaban. En fin, lo podría decidir en cuanto se recuperara por completo, pero estaba casi seguro de su respuesta, aunque temía volver a ser lastimado.

"La vida es un momento, Liam, aprovéchalo, arriésgate" una voz en su cabeza le dijo y coincidió con ella.

Observó el sofá que se convertía en cama, allí estaban su madre, quien tenía recostada su cabeza las piernas de su hijo, y Louis, quien leía Harry Potter y el Cáliz de Fuego. Él lo miró de reojo y cerró el libro, acomodándolo en la mesa de noche alado del mueble.

—Veo que despertaste—le dijo, como si nada ocurriera.
Liam sonrió débilmente, su cuerpo no estaba preparado para mover un sólo dedo.
—Te dije que lo lograrías—prosiguió, con una sonrisa juguetona.

Su madre se empezó a mover lentamente, para luego abrir sus ojos azules.
—¿Despertó?—le preguntó al azulino, quien asentía alegre.
Ella dio un brinco y ya estaba fuera del sofá, abrazando a su hijastro y llenándolo de cariños.
—¡Te dije que saldríamos de esta!—exclamó
El castaño asintió.
—Tu padre llega esta noche de Alemania, ¡ni te imaginas cuan alegre está!
Nunca le había gustado que sus familiares lo abrazaran ni lo besaran mucho, pero esto era una ocasión especial. Había vencido el cáncer y lo podría decir orgullosamente.


El británico sacó la guitarra de su estuche y se la colgó por los hombros, mientras tocaba su cabello castaño nervioso. Habían pasado once meses desde la cirugía y el cabello ya estaba creciendo, aunque lo prefería corto y casi pelado, pensaba que lo hacía ver más maduro.

—¡Te toca!—le gritó un chico desde lo lejos y Liam reaccionó.

Respiró fuertemente y cerró los ojos, alentándose a sí mismo. Luego, salió al escenario. La misma sensación que había sentido en el sueño previo a su operación lo invadió. Se sentó en la mitad de la tarima y acomodó el micrófono cerca de sus labios. No era la primera vez que tocaba en ese bar, pero esa noche era importante, un señor que rondaba los cuarenta para ser más exacto. Fue enviado por parte de una disquera, más conocida como Syco Music, y los nervios lo estaban consumiendo con cada segundo que pasaba.

Miró al público, allí estaban sus amigos y su hermano sentados en una gran mesa en forma de circulo, riendo sin parar. Les sonrió antes de suspirar y dejarse llevar, cerrando los ojos.

"When your tears are spent on your last pretense
And your tired eyes refuse to close and sleep in your defense
When it's in your spine, like you've walked for miles
And the only thing you want is just to be still for a while"

Había elegido comenzar con Beside You de Marianas Trench para esa noche, su canción preferida por el momento.

"And if your heart wears thin,
I will hold you up
And I will hide you when it gets too much
I'll be right beside you
I'll be right beside you"

Después de terminarla, siguió con esa canción que cada vez que la cantaba sentía su piel erizarse, esa canción que significaba tanto y a la vez nada para él.

"Shut the door, turn the light off
I wanna be with you
I wanna feel your love
I wanna lay beside you
I cannot hide this even though I try"

"Heart beats harder
Time escapes me
Trembling hands touch skin
It makes this harder
And the tears stream down my face"

La voz se le empezaba a quebrar, pero lograba contenerlo cada vez que pasaba. Se dejó llevar hasta el final de la canción y una ola de aplausos fue lo que recibió.

Él sonrió al público y se fijó en el hombre, quien también sonreía.

Bajó del escenario para encontrarse con los chicos, quienes lo felicitaban y reían. Lo invitaron a sentarse en un banquillo, pero antes de que pudiera hacerlo, el hombre se acercó a él.

Era un hombre alto y delgado, con cabello negro y oscuro, lleno de ligeras canas en las patillas. Tenía ojos azules como el mar, tal como los de Niall.

—Liam Payne, ¿no?—le preguntó y el castaño pudo reconocer el ligero acento ingles
Él asintió.
—Tienes mucho talento, ¿te lo habían dicho?—prosiguió, llevándose la copa de alcohol a los labios.
—Supongo que sí—respondió tímidamente
—Oh, vamos, no seas modesto—contestó—, ¿por qué no te reúnes con mi jefe y yo éste Sábado?—le entregó una tarjeta con una dirección y un número telefónico—. Interesas.

Liam sonrió y asintió, sin dudarlo ni un sólo segundo. Si algo había aprendido era que las cosas sólo venían una vez y las tenía que aprovechar al máximo, porque la vida acababa en un instante, cada momento cuenta.
"La vida es un momento" era su lema y lo acompañaba diariamente.
El castaño empezó a tararear Moments por lo bajo, sentándose en el banquillo y compartiendo la noticia con sus amigos.