L.A. Police

El incesante sonido de las balas abandonando las armas comenzaba a abrumar a la teniente Mandylow. Se encontraba junto a su compañero, Ed, detrás de uno de los autos de la policía de Chicago, mientras que la banda de traficantes, que habían estado investigando durante arduos meses, los atacaba sin piedad.

—¿Cuánto tiempo falta para que llegue el S.W.A.T? —Pregunto Bethany Mandylow en un grito ahogado, sus manos se encontraban sobre el abdomen de uno de sus sargentos el cual había recibido un disparo, cada segundo que pasaba era un martirio.

—Deberían haber llegado hace tres minutos. —La chica lo miro preocupada, el auto no los protegería por mucho tiempo y ambos lo sabían.

Los refuerzos aun no llegaban, llevaban unos diez minutos en el lugar y claramente no aguantarían otros diez más. Solo tenían diez balas en el arma de Ed Gómez, nunca serían suficientes.

—Sargento Miller. —Hablo Beth mirando al chico, no hubo una respuesta. —Ed revisa su pulso. —Ordeno, no podía retirar sus manos del abdomen ya que eso empeoraría todo.

Ed acerco sus dedos al cuello del muchacho en un intento de sentir las pulsaciones de su corazón, fue en vano. Bethany descifro rápidamente la mirada de su compañero, el chico no lo había logrado. Sentía las lagrimas agolparse en sus ojos, el chico solo tenia veinte años y acaba de llegar al departamento, negó el escape a las lágrimas y retiro sus manos del cuerpo inerte.

—No lo lograremos. —Dijo Ed, las balas resonaban con el metal del auto dañando sus oídos. —Si uno de los dos sale de aquí podría crear una distracción mientras llega el escuadrón.

—No. —Rápidamente negó con la cabeza. —Podemos aguantar unos minutos más Ed.

—Bethany, sabes que no. —Murmuro tomando sus manos. —No voy a dejar que mueras aquí, Joe y Olive esperan por ti. —Recordó a la hermana menor y al hijo de su compañera, que incontables veces habían puesto una sonrisa en su rostro. 

—No Ed, basta. —Bethany estaba a punto de colapsar. —No puedes desobedecerme, soy tu superior.

—Beth, hay mas de veinte personas allí y sus balas parecen ser infinitas. —Dijo. —No tenemos más de dos minutos.

—Por favor, solo espera conmigo. —Murmuro dejando que las lagrimas corrieran por sus mejillas.

—Dile a Olive que será una excelente patinadora y que nunca se rinda. —Hablo con una sonrisa melancólica. — Y procura que Joe nunca me olvide, recuérdale que siempre seré su tio Eddie.

—Ed. —Sollozo la chica.

—Fuiste la mejor compañera que pude tener. —Sonrió, dejo un beso en su frente y se levantó. — Fue un placer conocerla teniente Mandylow. 

Sin mirar atrás rodeo el auto que los separaba de las balas, en ese momento Beth pudo sentir como las balas ya no golpeaban el auto, sino que eran recibidas por el cuerpo del sargento Gómez.
Sus manos temblaban ante la idea del cuerpo sin vida de su compañero. Las sirenas de los autos policiales se avecinaron, significaban dos cosas, una era que al fin tendría los refuerzos necesarios y la otra era que una nueva lluvia de balas se llevaría a cabo.

—Teniente Mandylow. —Un hombre del escuadrón le llamo, vio el cuerpo del sargento Miller y no pudo evitar hacer una mueca. — La sacaremos de aquí, creo que ha sido suficiente por hoy. — Tomo la mano de Bethany y la guio hacia uno de los autos policiales que habían llegado.

La teniente solo podía sentir los latidos de su corazón en sus oídos, la muerte no solía afectarle, pero con Gómez había sido diferente. Había sido su compañero desde que había entrado a la fuerza, se había vuelto una parte importante de su familia, era como su hermano.

Una hora mas tarde se encontraba en la puerta de su departamento, lo suficientemente triste como para no querer entrar y tener que dar la noticia de Ed. Se tomo unos segundos antes de entrar, las luces estaban apagadas por lo que suponía que Joe y Olive estaban durmiendo.
Arrastro los pies a su habitación, la imagen de Joe durmiendo en medio de la cama, mientras que Oli acariciaba su rostro somnolienta.

—Hola. —Murmuró Beth, despojándose de sus molestos zapatos.

—¿Estas bien? —Pregunto la menor de las Mandylow, adormilada.

Bethany negó, su labio inferior tembló al mismo tiempo que las lágrimas caían de sus ojos. Gracias a la luz de la luna, que se colaba por la pequeña ventana de la habitación, Olive pudo notar las mejillas empapadas de su hermana. Preocupada se levanto de la cama y rodeo a Beth con sus brazos, la chica temblaba mientras que sollozos abandonaban sus labios.

—Ed. —Menciono el nombre de su compañero. —Murió. —Fueron las únicas palabras que pudo formular antes de que nuevos sollozos salieran.

La noticia dejo impactada a la menor, que solo mantuvo sus brazos alrededor de Beth.

—Todo estará bien. —Dijo Olive luego de unos minutos de silencio.

Quizás Liv tenía razón. Pero esa noche no mejoraría de ningún modo.