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capítulo 002 - changkyun.

BACHARAN

— ¡Oh por Merlín! —Grite en medio de la carretera. — ¡Hoy vas a arrancar! ¿Me escuchaste? ¡Hoy ni se te ocurra! —Apunte hacia ningún lado en concreto de aquel auto color rojo.
— ¡Oye chico! ¿Necesitas ayuda antes de que te maten por interponerte en el camino?

Observe al señor de más baja estatura bajar de su auto, no estaba muy bien vestido y supuse que estaba saliendo de su trabajo, tenía las manos bastante sucias. A paso lento, se me acerco y apunto hacia el capo del auto.

— ¿Puedo?

Asentí, mientras hacia mi cabello a un lado y caminaba de aquí hacia allá. Por suerte Eskar aún se encontraba en mi casa, pero si tardaba mucho en arreglar mi auto debía pagarle horas extras y mis hermanos comenzarían a preocuparse, hoy era tiempo de pasar la noche en lo de tía Sharon, por lo que siempre se preparaban media hora antes de la anticipación. También tenía compromisos para la noche y no podía faltar.

El hombre me llamo con una de sus manos, mientras tocaba algo dentro de mi auto y cerraba el capo. Saco un pañuelo algo grasiento de su bolsillo trasero y luego limpio su nariz, algo grande, mientras me sonreía.

—Ya, con esto podrás andar el resto de la semana, pero necesita un arreglo un poco más profundo para no andar con miedo de que vuelva a parar. —Señalo a uno de los locales cercanos. —Ahí tengo mi taller, trabajo todos los días, si quieres puedo arreglarlo y hablaremos el precio cuando lo revise mejor.
—Se lo agradezco montones, me ha salvado. —Estire mi brazo hacia él, el cual acepto encantado y me sonrió. — ¿Podrá verme entre mañana y pasado?
—Más que encantado, joven…
—Bach, Bach Hudson.
—Puedes decirme Jon, Bach.

Nos saludamos unas cuantas veces más, bien, solo habían sido veinte minutos de la hora arreglada, podía manejarme con eso. Prendí mi auto, suspirando de alivio cuando arranco y pude hacer las diez cuadras restantes, visualizando mi casa y dos cabecitas pequeñas que se asomaban por la ventana del comedor. Reí, aquellos pequeños mocosos, mis hermanos preciados, eran mi vida completa. Tome las dos bolsas con comida, unas cuantas cosas que había comprado para el taller de arte del día siguiente para los niños y saque la llave de conexión.

Con cuidado, camine hacia la puerta blanca de la entrada, abriendo con un poco de dificultad. Primero me recibieron mis dos perros, los cuales no dejaban de ladrar y mover sus colas; luego, ambos niños se prendieron de mis dos piernas por lo que no me quedo de otra que dejar las bolsas en el suelo y abrazarlos con fuerzas.

—Perdona por tardar tanto. —Les bese ambas cabezas y luego mire a los perros que aún seguían ladrando. — ¿Por qué no van a jugar con Honey y Minie, mientras yo hablo con la tía Eskar?

Ambos niños rieron y tomaron a los pequeños perros para correr hacia el patio trasero. Yo camine en dirección contraria, la cocina olía de forma deliciosa, seguramente habían tomado algo en la tarde para que los chiquitos se quedaran quietos, su niñera sabia los trucos para mantenerlos quietos.

— ¿Les hiciste torta y mirar el ultimo Jedi? —Pregunte, mientras dejaba la comida sobre la mesada.
—Hoy estaban demasiado inquietos, tenía que hacer algo. —La joven dejo de lavar los platos y camino hasta una silla con su abrigo. —Debo irme.
—Debo pagarte el atraso, Eskar.
—No te preocupes, solo fueron veinte minutos. —Me beso en la mejilla. —Nos vemos en dos días, ten cuidado porque Kylo estuvo estornudando no quieres que agarre una gripe y ambos perros comieron así que no les des hasta mañana ¡Nos vemos!

Me dejo con las palabras en la boca cuando ya estaba fuera de la casa y la puerta cerrada. Rei, aquella chica era un caso.

Termine de guardar las ultimas botellas, metí las bolsas en una caja y camine hacia el patio. Rey tenia a ambos perros en sus bracitos mientras Kylo la corría para que le entregara aunque sea a uno de los cachorros, se iban a caer, pero era parte de la niñez errar por lo que los deje correr unos segundos más mientras los miraba.

— ¡Niños! —Ambos me miraron. — ¡Vamos a casa de la tía Sharon!

Rey dejo a los perros y corrió hacia mis brazos, por lo que la tome y la levante, llenándola de besos. Con la otra mano, tome la de Kylo y camine hacia afuera, cerrando todo con llave, dejando una de las luces prendidas. Metí a ambos niños en el auto, con una inteligencia rápida, se pusieron los cinturones y prendieron la radio, cantando al compás de PocoYo, mientras yo tarareaba algunas melodías.

Saque mi teléfono, escribiéndole un mensaje rápido a uno de mis compañeros de carreras, avisando que iba un poco tarde y luego lo guarde; siguiendo con el mini concierto de mis hermanos.
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—Charles, ya te dije que no es necesario, puedo ir sola…—Hable al teléfono, mientras saludaba con mi mano a la recepcionista del consultorio y salía a la calle.
— ¿Dónde estás? —Escuche gruñir a mi mejor amigo.
—Acabo de salir de la clínica.
—Espera ahí, ya llego. —Y corto.

Suspire, mi mejor amigo era un mandón cuando se lo proponía. Conociéndolo, no me moví de la puerta, saludando a unas cuantas compañeras que salían de su turno por igual; se estaba haciendo de noche y yo solo me ocupaba del horario diurno.

Con una sonrisa observe el auto “poco extravagante” de Charles, abriendo la puerta y le saque el dedo del medio al chico apenas pude.

—Esto es porque nunca me escuchas cuando te hablo. —Le sonreí de nuevo, sentándome en el cómodo auto, poniéndome el cinturón y estirando mi cuello.
—Yo también te quiero. —Rodo ambos ojos.

Con un gruñido, solté mi cabello, hoy a la noche habría una fiesta y estaba segura que sin una carrera en concreto se armarían igual, mas con mi primo por los alrededores.

—Mantén tu mirada en el camino mocoso, no mires. —Le advertí, mientras sacaba un vestido de mi bolso y unos botines.
—El día que no te vistas dentro de alguno de mis autos, va a ser un milagro. —Se peinó. —Deja de decirme mocoso, soy dos años más grande que tú.
—Cállate.

Escuche la risa de Charles, cosa que solo pasaba raras veces. Me saque la ropa de forma fácil, estaba bastante entrenada luego de años de lo mismo, coloque el vestido a mitad del muslo; no era nada extravagante pero si bonito y cómodo; en cambio, en mis pies me coloque unos borcegos marrones.

—Hasta un perro se arregla mejor que tú, Frida.
— ¿Y desde cuando te fijas en mi ropa, Charles?

Irritado, rodeo sus ojos, como siempre hacia cuando le sacaba de quicio, era mi pasatiempo favorito. Le guiñe un ojo, dejando un pequeño beso en su mejilla y pinte mis labios un poco, me gustaba maquillarme, era una de mis pasatiempos, pero en aquel auto, con un idiota que podría hacer que pareciera un payaso, prefería solo lo básico y de forma rápida.

Guarde mi ropa de enfermera en la mochila y la metí en la parte de atrás. Subí ambas piernas al asiento, mientras comenzaba a cantar una melodía conocida en la radio y rapeaba las partes más rápidas.

— ¿Luego me llevas a casa? Hoy quiero tomar.
—Que hoy sea tu cumpleaños no quiere decir que te empieces a emborrachar como loca. —Me pellizco una mejilla. —Pero si, te llevare, a cambio de que me hagas comida mañana.
—Trato.

Divise el auto de mi primo y otro más en la carretera, con varia gente a las afueras del club. Suspire, no había un día que ese chico no se hiciera destacar, ni siquiera cuando la fiesta era de alguien más.

—Tu primo lo hizo de nuevo.
—Ni me lo digas, estoy segura de que ya hay alguien esperando para ser curado ahí adentro. —Abrí la puerta, mientras me colocaba una campera de jean y entraba en calor. —Te mandare un mensaje si me quiero ir o mándame uno tú si te vas antes.

Me asintió, mientras yo cerraba la puerta y él iba a estacionar el auto. Había mucha gente ebria, algunas chicas apenas se mantenían de pie y varios borrachos se estaban poniendo violentos.

—Feliz cumpleaños a mi…—Cante, con sarcasmo.

capítulo 003 - mieczyslaw

Arabella

—¿Entonces que dices? ¿Vienes esta noche?

Con el dedo gordo del pie derecho detengo la punta de mi tacón y lo balanceo de izquierda a derecha mientras me tomo un par de segundos para pensar las cosas recargada en la pared. El evento había finalizado un par de horas atrás pero me había quedado para hacerle compañía a papá un rato más, el sol se había puesto e incluso la familia de Rose se había ido, el ambiente era tan aburrido que me había encerrado en una habitación de la enorme casa para hablar con Lizy y distraerme un rato. El problema con mi amiga es que posee una capacidad para convencer casi diabólica aún cuando sabes que debes decir que no.

—Es tarde y estoy a punto de quedarme dormida, no sé si soporte los tacones un rato más, además huelo a champaña. Un olor no desagradable pero tampoco agradable.
—¿Cuándo niegas venir a verme? —cuestiona casi en tono gélido desde el otro lado de la línea y no puedo evitar soltar una risa—. Creo que Richard te está cambiando y no para bien.
—No me digas. —Mi tono es tan sarcástico que hasta yo misma siento la amargura en mis palabras y trato de corregirlas—. He tenido que ir al campus en la mañana para informarme más y ahora estoy acá, no puedo más, prometo que te compensaré otro día e iremos a donde tú quieras.
—¿Incluso a las carreras?

Dudo y evito contestar de inmediato. Lizette ha estado metida últimamente en el ambiente de las carreras clandestinas y su intento por persuadirme a unirme a aquel emocionante mundo nocturno no cesa ni un sólo día. Las careras es algo que me da un poco igual, no sé absolutamente nada de modelos de autos ni mucho menos cuál sería el ideal para jugar carreras como si fueran de juguete, pero existe esa exasperante voz en mi cabeza que exige descubrir algo nuevo y quiere saber lo que es estar en aquel ambiente. Suelto un suspiro pesado y retiro un poco el móvil de mi oreja para colocar el altavoz.

—Sí. Incluso las carreras.
—¡Ya dijiste y no puedes echarte atrás! —Vuelvo a reír por el asombro de mi amiga—. Ya verás que te vas a divertir mucho y juntas apoyaremos a Kylian, deja que se lo cuente, seguro se ponga feliz porque al fin te convencí.
—O podría recriminarte por ser tan malditamente astuta siempre que terminas arrastrándome a donde sea.
—Me adora así y no hace falta que me lo diga.
—Lo sé.
—No comprendo si estás burlándose o hablando en serio a veces, ¿sabes?
—No, lo decía en serio, son adorables ustedes. —Me muerdo la lengua antes de agregar un patético "espero encontrar algún día eso con Rick". Nuestra relación no es ni la mitad de lo que tienen Liz y Ky.
—Bueno, supongo que gracias, simplemente somos nosotros y las cosas parecen ir de maravilla.

Escucho un par de pasos acercándose al cuarto en donde estoy metida y abro mis ojos de inmediato. No sé si pueda estar aquí pero prefiero evitar meterme en problemas para evitar meter a mi padre en un lío también.

—Creo que tengo que irme, alguien viene, estoy dentro de una habitación con muebles carísimos y me he sacado los zapatos.
—Uy, es que nunca dejas de hacer las cosas mal mujer, ¡adiós!
—¡Hablamos luego!

Cuelgo y me agacho para recoger mis zapatos del suelo pero es tarde porque la puerta se abre y el sonido del exterior entra de inmediato.

—¿Ara?
—Sí, estaba hablando por teléfono, y me saqué los zapatos para estar más cómoda. —Con un movimiento de cabeza lanzo mi cabello hacia atrás y miro a Richard en la entrada de la habitación con el ceño fruncido—. Espero que este no sea un lugar en el que no me podía meter.
—Mi casa es tu casa, puedes estar en todos lados, cariño. Venga, yo te sostengo, toma mis hombros para apoyarte.

Se aproxima a mí tan rápido que en cuestión de segundos me está rodeando la cintura con sus brazos y yo hago lo que me pidió para tener un mejor equilibrio a la hora de colocarme los zapatos de nuevo.

—¿Estás cansada?
—No —miento deprisa y él lo nota—, bueno sí, pero no quiero dejar a mi papá solo.
—Creo que está por marcharse, parece agotado también, deberías salir y decírselo. Es tarde y viven del otro lado de la ciudad.
—¿No molestaría a tus padres esto?
—Por supuesto que no.

Pero una cosa es lo que Richard Queen dice y otra lo que los señores Queen dicen; eso lo había aprendido por las malas a lo largo de los años que llevó conociéndoles. Cuando Ryan Queen quiere algo lo obtiene a como de lugar, la prueba está muy clara en el anillo carísimo que está en mi dedo anular izquierdo que hace juego con el de Rick, no es fácil decirle que no aún cuando mi padre es su jefe y eso me pone los pelos de punta cada que lo veo.

La primera vez que vi a Richard pensaba que era idéntico a él pero al tratarlo supe que el parecido iba solamente en lo físico, a excepción de los ojos verdes que había heredado de su madre, porque de ahí en más no tenían nada en común. Esto es un alivio para mí desde que nuestros padres decidieron comprometernos porque no sabría como lidiar con un Queen de mal carácter.

—Vamos. —Me suelta y me ofrece su brazo para tomarlo cuando estoy de pie por mi cuenta. Lo tomo y salimos de la habitación caminando por la lujosa alfombra hasta la sala en donde se escuchan las voces de nuestros padres—. Por cierto, no te lo había dicho, estás preciosa en ese vestido rojo y combina con tu tez de manera fenomenal.
—Gracias. —Reposo ligeramente mi cabeza en su hombro, con los tacones puestos le llego a la altura de la barbilla, la cercanía me hace aspirar su colonia cara que me cala un poco en la nariz—. Tú estás guapísimo en ese traje color vino.
—No me convencía cuando fui a recogerlo en la mañana pero mamá insistía en que debíamos de venir combinados. —Infla su pecho y finge una melosa voz que pretende ser la de su madre—. Arabella y tú son la pareja más importante de esta noche y deben verse sincronizados... el resto ya no lo recuerdo porque empecé a pensar si sería prudente llevar corbata o moño.

Me lanza una mirada juguetona y yo suelto una risa por lo bajo. Ambos nos conocemos lo bastante bien, desde que andábamos en pañales y nos metían a bañar en la misma tina de porcelana en el cuarto de baño de su casa, así que es común quejarnos mutuamente de la regia postura que nuestros progenitores han tomado sobre nuestra relación desde que hicieron público el compromiso.

Entramos en la sala entre cuchicheos que atraen de inmediato las demás miradas hacia nosotros y sonreímos igual que dos muñecos Ken y Barbie. El señor Queen está sentado al lado de su esposa en un sofá doble muy cómodo mientras papá y otras personas están colocados de diversas maneras en los asientos restantes, aquellos son el círculo íntimo de amistad entre nuestras familias y es importante que nos comportemos como un noviazgo ejemplar frente a ellos más que a nadie, Rick nos dirige a un sofá doble que está un poco alejado de los demás y se encarga de que esté cómoda antes de sentarse a mi lado con una postura risueña.

—Hijo, Ara, que bueno tenerlos aquí de nuevo, comenzaba a preocuparme porque llevabas casi una hora ausente muchacha.
—Necesitaba un poco de aire fresco, señor Queen, fui al balcón para tomar un poco y he perdido la noción del tiempo. Lo siento mucho.
—Descuida, comprendo, querían un poco de intimidad tú y Richard. Se ha ido detrás de ti unos minutos después de que desapareciste.

No sabía que él también había desaparecido como yo.

Sonrío abiertamente y miro a Rick, él está sonriendo también pero de una manera misteriosa y coqueta que da mucho para pensar, sus ojos me hablan en un lenguaje secreto que aprendimos a usar con el tiempo y me insiste en que le siga la corriente. Suelto una risita que hace reír a los demás a coro a excepción de papá que está sonriendo de lado solamente. Ernesto Green es un espécimen extraño de americano ya que parece todo y nada a la vez, el abuelo era un nativo americano que se enamoró perdidamente de una mujer mexicana que había cruzado la frontera sola, los genes de dos culturas se mezclaban perfectamente en el atractivo rostro de mi padre y lo vuelven un sujeto diferente y destacable entre la gente común del gobierno de Chicago que no suele apoyar muy bien a los mestizos, llegar a su puesto le costó cada gota de sudor que nadie imaginó jamás y demuestra que es apto cada que puede para evitar los malos comentarios de la gente, es un orgullo para mí ser hija de un hombre como él.

—¿Has visto bien los ojos de Ara, papá? Son hermosos y no me imagino estar más de una hora sin verlos. —El ojiverde mira a todos con decisión mientras lo dice.
—Son marrones mucho más oscuros que los de Ernesto. —La madre de Rick habla después de su hijo y mira a mi padre—. Algo muy común.
—Valentina tenía los ojos así y, a pesar de ser comunes, resultan hermosos en un rostro anguloso como el de ellas. Además su piel morena los hace parecer mucho más grandes de lo que son. —Papá raramente habla de mamá y cada que lo hace se vuelve tenso el ambiente, los padres de mi prometido dejan de sonreír y parecen incómodos al igual que los demás están muy serios en sus asientos, mi progenitor se pone de pie y me tiende una mano—. Es tarde y Bella está cansada, nos vamos, muchas gracias por esta magnífica tarde, Ryan y Meredith, fue un día agradable y espero tener luego la oportunidad de verles de nuevo.

Los señores Queen se precipitan a balbucear despedidas y agradecimientos que prefiero ignorar mientras me pongo de pie seguida de Rick.

—Espero que tu padre no se haya molestado, fue un impulso de mi madre, lo siento. —Coloca su mano sobre mi hombro para atraerme hacia él un poco y poder susurrar detrás de mi oreja, aunque nadie nos presta atención en ese momento, nunca está de más ser precavidos—. Tus ojos en verdad son muy lindos.
—Descuida, estamos acostumbrados a estos comentarios, poco nos importan a estas alturas y más cuando ya soy una adulta.
—Vámonos Bella. —Papá se posa a mi lado y dirige una mirada cansada a Rick—. Hasta luego Richard.
—Hasta luego señor Green, gracias por dejarme pasar este tiempo con su hija, espero verle pronto. —Se inclina rápidamente hacia mí y planta un ligero beso en mis labios—. Adiós amor, ¿te parece si te llamo luego para cenar?, llevamos mucho tiempo sin vernos.
—Claro, Ricky, espero tu llamada. ¡Hasta luego!

Agito mi mano mientras me alejo y noto dos cosas muy importantes de este último momento. La primera es que Richard mintió al decir lo de nuestras citas porque vino a verme ayer precisamente, era bastante tarde que incluso papá y yo estábamos en pijama mirando televisión en la sala de entretenimiento, jamás había venido tan noche e incluso no duró ni diez minutos cuando se fue.
La segunda es que ahora los besos que nos damos parecen más un acto de costumbre que un impulso que surge de nuestra parte de manera natural y es la primera vez que lo noto aunque siempre ha sido así.



Sigo con la mirada a Frida hasta que desaparece entre el montón de gente y autos que hay afuera del club, no puedo evitar sentir un poco de pánico cuando ella se mezcla en la multitud que compone el ambiente de las carreras clandestinas, lo que me hace calmarme es el conocimiento de que es tan hábil como un ninja con algo que tenga punta en sus manos. A simple vista parece una inocente enfermera pero he de admitir que mi mejor amiga sabe defenderse de maravilla.

Me recargo en la puerta de mi auto y miro el panorama en general bajo las luces color neón que refleja el cartel del club. La mayoría son personas que me resultan familiares de todas las noches de carreras pero en esta ocasión se han sumado unas cuantas más por ser afuera de un lugar muy público y porque las voces se corren bastante rápido últimamente. Diviso a varios de mis amigos y compañeros en mi recorrido, cuando cruzo miradas con unos cuantos alzo dos dedos en forma de saludo y a otros pocos un sólo que es el de en medio, Sebastian no duda en acercarse apenas le dirijo el segundo saludo y chocamos cinco en cuanto estamos lo bastante cerca.

—¿A que caballo se le apuesta hoy, Moon? —pregunta recargándose a mi lado, es curioso que lo haga con tanta confianza dado que ni siquiera yo puedo lucir tan fresco apoyado en mi propio auto, creo que jamás me cansaré de asombrarme de sus múltiples facetas.
—Al que sea que pueda patearle el culo a Bramson. —Sonrío de medio lado mientras cruzo los brazos sobre el pecho—. Me da igual quien sea.
—Seguro estar en los zapatos de Killian y Ariet es duro cuando lanzas chispas apenas los ves. —Se ríe entre dientes—. Escuché que uno de los corredores es un intruso en el territorio y tienen mucha historia entre ambos.
—¿Ah sí? —Mis ojos se entrecierran y paseo la mirada por la línea de autos formados en la línea de salida imaginaria en busca del foráneo pero no puedo distinguirlo tan fácilmente—. Esto será emocionante entonces.

No hay una verdadera razón por la cual con Killian Bramson y Ariet Maddox nos llevemos tan mal pero siempre lo he atribuido a que el primero un extrovertido egocéntrico que se cree el rey del mundo por estar metido en el negocio de las drogas mientras el segundo parece no saber estarse quieto ni un segundo con petulante actitud, ambos , sin embargo soy consciente de lo que una carrera contra gente de otro territorio significa y de inmediato descarto la posibilidad de correr hoy. Esto es algo que no me incumbe y más vale que lo arreglen entre ellos dos sin embarrar a los demás.

Bash no dura mucho a mi lado porque se va detrás de un grupo moderado de personas que pasan enfrente nuestro cuando todo comienza querer dar inicio por fin. Yo me limito a observar todo desde mi lugar con algo de desconfianza, nunca me puedo fiar de nadie aún cuando conozco a la mayoría, solamente los años de soledad y miedo saben formar esto en el peor prejuicio de un hombre como yo.

La carrera da inicio y en cuestión de minutos Bramson canta su victoria frente a un montón de idiotas que le rodean, pongo los ojos en blanco con desdén, después veo que se acerca a una muchacha castaña para molestarla, doy un paso adelante por instinto, no toleraré el maltrato a una chica enfrente mío y mucho menos de parte de Killian. Me veo frenado cuando la chica parece enfrentarle y él se aleja después de aquello. La ira que de momento sentía se esfuma y me relajo mientras vuelvo a mi lugar de antes.

Siento una mirada que me analiza a distancia y giro mi cabeza en todas las direcciones hasta que doy con Kylian que está arqueando sus cejas con sorpresa, le imito cuando cruzamos miradas y entrecierra sus ojos, niego con la cabeza lentamente para darle a entender que todo va bien. Él es uno de mis más cercanos amigos y para mi mala o buena fortuna junto con Liz, su encantadora y linda pareja, procuran estar siempre al pendiente de que no cometa ningún error para llamar la atención en exceso. Cuando uno es un inmigrante ilegal, buscado por una mafia italiana y delincuente por dedicarse a la vida nocturna ilegal nunca está de más mantenerse fuera del radar de los problemas y mucho más si involucran a la policía.

—Menudo día, ¿no? —Fede pasa por mi lado y se detiene un momento para darme un amistoso golpecito en el hombro que le correspondo.
—Ni que lo digas. —Rasco la parte posterior de mi cuello de sólo recordar el ajetreado día que he tenido. Desperté tarde y mi jefe en el taller me descontó el veinte por ciento por los veinte minutos de retraso, me dejaron un auto tan viejo que apenas comprendía sobre sus circuitos y de paso Lion me había mandado un mensaje sobre la carrera cuando estaba ya dormido del cansancio—. ¿A dónde vas?
—Llevaré el auto que acaba de ganar Well al taller Ivanov. —Hago una mueca de desagrado que le hace reír—. Sí, lo siento, a veces me olvido de que no tienes muchos amigos por aquí.
—Los tengo pero contados y Bramson no está entre ellos.
—Tampoco Maddox y parece que con Skyhawk apenas se toleran...
—Ya, entiendo, entonces no tengo y punto. —Doy una patada a una piedra imaginaria en el pavimento para evitar hablar más del tema.
—A veces necesitas de alguien que esté ahí, ¿lo sabes no?

Elevo mi rostro para mirarle con toda la seriedad que puedo y él parece no inmutarse porque está firme en su postura, saco las manos de mis bolsillos y las sacudo en el aire como si las estuviera secando, no me gusta discutir y mucho menos con uno de mis únicos amigos en todo el mundo.

—Te tengo a ti, también a Kylian, Liz, Lion, Mess y Frida. No necesito más.
—Jamás me has contado por qué llegaste a Chicago solo, ni siquiera sé si realmente eres alemán como lo demuestra tu acento, pero puedo apostarte a que estás más solo de lo que crees y no es sano.
—¿Lo dices por experiencia? —pregunto un tanto irritado por su sermón. No es común que sea Federico el que me de clases de moral sino que por lo general es al contrario desde que nos conocemos.
—¿Por qué crees que estoy con la chica más guapa que veo en cada carrera?

Lo primero que me pasa por la cabeza es burlarme de su respuesta pero evado la agresividad porque sé que no sacaré nada bueno de ello. Asiento con la cabeza como única respuesta y él se aleja al auto apostado como si nada.

A veces envidio que sea tan directo y otras veces lo odio.

Saco el móvil de mis bolsillos para enviar un mensaje a Frida dado que no hay mucho por hacer aquí ahora. ¿Has terminado? Me voy en 5. Ella responde al toque y me monto en mi nuevo BMW para esperarla.

Los minutos parecen volverse horas y en ese lapso no puedo evitar torturarme con las palabras de Fede una y otra vez. A pesar de que Kylian y Liz son como la voz de mi consciencia están enfocados en sus asuntos amorosos y por obvias razones no estoy incluido en ellos, Frida es atenta y cariñosa siempre pero su empleo es agobiante además de que hay muchísima gente que ya depende de ella para sumarme a la lista y existe la posibilidad de que algún día encuentre alguien con quien pasé su tiempo libre, con Lion a pesar de llevar en las carreras el mismo tiempo sabemos que es difícil tratar el uno con el otro, Mess va en la misma moneda que Lion y se suma el hecho de que es casi tan reservado como yo, realmente estoy solo.

—¡Listo! Vámonos ahora sí. —Mi mejor amiga aparece de un segundo a otro y se coloca en el asiento de copiloto con el cinturón de seguridad puesto—. Estoy agotada y quiero dormir lo más que pueda.
—Como diga su majestad —ironizo ganándome una mirada desconfiada de su parte.

Pongo el auto en marcha y nos alejamos de la ruidosa calle en donde algunos siguen haciendo un alboroto. Chicago es hermoso por la noche pero no se compara ni un poco con Berlín visto desde el balcón de la tercera planta en la mansión de los Niemond, mi antiguo hogar hasta que unos importantes italianos decidieron asesinarlos a todos, la nostalgia en mi rostro es notable y agradezco que mi mejor amiga vaya distraída mirando su móvil mientras me desvió un poco de la ruta hacia su casa por una idea que se me acaba de ocurrir.

Cuando estaba triste mamá siempre me daba una rebanada de pastel con un enorme vaso de malteada de vainilla y era la mejor medicina para todo mal.

—¿A dónde pretendes llevarme ahora, Charles?
—Es tu cumpleaños, mereces un pastel con velas y toda la cosa.
—¿Me cantarás el cumpleaños feliz?
—No me sé la canción en inglés pero agradece que en alemán no parece muy diferente.
—Con eso bastará.

Tal vez Fede tenga razón y estoy solo pero algo de lo que estoy muy seguro es que yo jamás dejaré solos a mis amigos.

hola guapuras:

Respondiendo a sus comentarios.
Angie. JAJAJA has definido correctamente a Rose en esa frase :posoc: Yo estoy en las mismas, a veces la odio pero otras me encanta lol
Kill tiene algo que lo hace malo por fuera pero por dentro puede ser un cachorrito con falta de amor (? es normal amarlo, yo también lo amo
Alec. Rose y Bella para las nuevas drama queen los dramas familiares siempre son buenos, además cuando llegue el momento sera un dramononon Daemon al inicio era un patán pero después reaccione y dije que no podía manejar a dos, Kill es bastante como para tener otro
Helena. No había pensado en algo que escondiera pero ahora voy a hacer que esconda algo JAJAJA Daemon es un chico lindo pero con fachada de malo xd Pense en que lo golpeara pero quería evitar mi trauma con hacer que mis personajes se golpeen en el primer cap
Acá entre nos Rose tiene un poco de mi personalidad xd soy bien ruda pero al final siempre seré dulce con quienes se lo merecen :gochamp:

Angie

Amore Alec