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La Desaparicíon de mi marido

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La Desaparicíon de mi marido  Empty La Desaparicíon de mi marido

Mensaje por Natlian McGowan Mar 25 Abr 2017, 1:33 am

CÓDIGO:
Código:
<link href='http://fonts.googleapis.com/css?family=Wire+One' rel='stylesheet' type='text/css'>
<div style="margin: auto; width:300px; text-align:center; font-family: wire one; font-size:44px; color:#ccc;">Ficha de la serie</div><div style="margin: auto;width: 330px; line-height:100%; border-bottom: 8px solid #501111"></div><div style="margin: auto;width: 300px; border-bottom: 3px solid #2D2323"></div><div style="margin: auto;width: 300px; border-bottom: 3px solid #2D2323"></div><div style="margin: auto;width:300px; text-align:center; font-family: verdana; font-size:9px;">[justify]
• Titulo: La desaparicion de mi marido 
• Autor: Natlian McGowan
• Adaptación: no
• Género: Drama policial/Romance 
• Contenido: Criminalistico, contenido sexual con advertencias previas  
• Advertencias: no apto para menores de 15 años 
• Otras páginas: Link directo a la página. 
[/justify]</div>
Natlian McGowan
Natlian McGowan


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La Desaparicíon de mi marido  Empty Re: La Desaparicíon de mi marido

Mensaje por Natlian McGowan Mar 25 Abr 2017, 1:39 am

Capitulo 1 "abandono" 

“El viejo curso de secundaria” … Pensó Ashley Drew al salir de la ducha con una toalla amarrada a la altura de sus senos que le cubría hasta la parte inferior de su trasero, se sentó en la cama mientras a su mente venían los vagos recuerdos que tenia de su época como estudiante, sobre como el chico que tanto le gustaba la había rechazado y como las que creía sus amigas la habían traicionado a la primera oportunidad cuando decidió no ayudarlas con sus deberes. Interés, solo por eso habían estado con ella recordó en ese momento en el que se miraba al espejo estando completamente desnuda mientras cepillaba su largo cabello rubio.
“el rojo” decidió en su mente el color del vestido que usaría esa noche durante la reunión con sus antiguos compañeros de estudio. Solo faltaban dos horas para verlos, no era muy lejos así que dentro de una hora saldría a ver a todas esas conocidas y a la vez nuevas caras.
“como los habrán cambiado los años” pensaba recordando las viejas aventuras con la única amiga fiel que había tenido durante los años dorados.

El vestido le quedaba ceñido a su nueva figura, la larga caída de tela roja se amoldaba con sus curvas que antes habían estado cubiertas por la grasa, pero ya no más. Al entrar en la universidad Ashley había cambiado en un cien por ciento su figura regordete y flácida por una más tonificada y estilizada, ahí había conocido a Dorian, un alumno de la carrera de pedagogía en educación física que le había brindado su completo asidero en su lucha por bajar de peso y del cual después se había enamorado e incluso se habían casado.

--¿Amor?--
Resonó la familiar voz del muchacho
--Hola cariño--había respondido con voz suave depositando un delicado beso en los labios de su marido. — ¿Estás seguro que no quieres venir?--
--Seguro, no sé qué podría hacer ahí, ni siquiera son tus compañeros de universidad.--

Al menos Dorian conocía a los compañeros de universidad de Ashley lo que le hubiera facilitado la interacción con ellos, a los chicos de la secundaria no los conocía y poco había mencionado su esposa sobre ellos, probablemente porque le traían malos recuerdos ya que lo poco que le había contado sobre ellos era malo. El joven suspiró, faltaban solo cinco minutos para que su esposa saliera, ella ya había tomado su cartera y ahora solo quedaban tres minutos para decidir finalmente si ir o quedarse. Decidir ir y cuidar de su mujer de los trogloditas que la habían torturado en su adolescencia o quedarse y confiar en que el tiempo los había vuelto sensatos y en lo que era posible humanos con un grado leve de empatía

La puerta sonó de golpe y solo ahí salió de sus profundos pensamientos, su esposa no estaba  pero rastros del labial que ella usaba ocupaban un lugar en su mejilla, Pensó que probablemente ella lo había besado antes de irse pero él no lo había notado y finalmente no había tenido que decidir, ella se había ido sin él y ya no había vuelta que darle al asunto.
 
Se estiro sobre la cama y encendió el televisor para ver que estaban pasando en el canal de deportes, para el todo era deporte después de su mujer, eso era su vida y eso seguiría siendo mientras tuviera salud.
Con su celular había llamado a un hombre que había conocido hace un par de años cuando trabajaba como promotora para una reconocida marca de refrescos en uno de sus veranos como universitaria. El hombre que había sido promotor junto a ella ahora se dedicaba a transportar personas por los alrededores de la ciudad en un taxi de su propiedad.
--Como estás Joshua.--
Pregunto sonriente depositando un beso en la mejilla de su viejo amigo, tenía mejores recuerdos de él que de cualquiera de las personas con las que se iba a reunir esa noche en la que ella consideraba una armada junta para hacer brotar nostalgia que en realidad no sentía.
--Hola mariposita. Estoy bien y tú que tal, ¿cómo te trata la vida?--
Ella sonrió de lado un tanto incomoda al escuchar las palabras pronunciadas por el hombre que tenía al lado, su amigo siempre la había llamado mariposita, pero ahora era una mujer casada y a Dorian probablemente no le haría gracia escuchar que otro de sus pares llamara mariposita a su mujer. No, era celoso, pero tampoco era tonto y podría haber leído a kilómetros de distancia las intenciones que realmente tenía Joshua.

--Estoy bien. —Se acomodó y cruzo el cinturón de seguridad por delante de su cuerpo observando el vehículo por dentro. —Veo que cada vez estas más sofisticado,--
Joshua no tuvo que contarle que le estaba yendo bien, el auto no era el mismo de la última vez que lo había visto hacía solo un par de meses atrás, este tenía asientos forrados en cuero, un sistema de cierre centralizado y lo más importante era un modelo del año.
--Así que lo notaste--
Él había inflado el pecho con satisfacción y acariciando el volante había hecho gala de lo que el dinero le había otorgado durante los meses en los que no había visto a Ashley.
--Esta joyita me costó un ojo de la cara, pero lo vale y por las noches, vieras la cantidad de mujeres que están dispuestas a subir solo con tal de sentir el cuero en sus traseros, bueno el cuero y algo más.--


El comentario desubicado del taxista no la había sorprendido y por ese motivo durante sus años como universitaria no había caído con los flirteos de apuesto hombre de ojos azules, era guapo, era inteligente y se las había ingeniado para mantener un buen estatus de vida aun sin haber estudiado en la universidad. Pero aun teniendo todas esas virtudes el chico no dejaba de ser un mujeriego sin remedio que según lo que ella creía la engañaría a penas se volteara para ir a comprar el pan. Y no, no estaba dispuesta a soportar eso, no en su vida como adulta.

--Cuanto me cobraras.--
--¿Estamos hablando de dinero?--
--¿De qué otra cosa iba a ser?--
Contestó sin la mayor expresión en su cara. Había una cosa cierta en los dichos de su madre cuando ella aún era una adolecente. “un hombre llega hasta donde una mujer se lo permita” y esta mujer no le iba a permitir avanzar más allá de un abrazo y un beso en la mejilla.

--Sabes que jamás podría cobrarte, tu compañía es la mejor paga.--

Ashley le explico durante los siguientes minutos a donde se dirigían y el propósito con el cual iba a dicha reunión que en realidad no le hacia la mayor gracia así que el simplemente la llevo hasta el destino acordado.

Al bajar del vehículo se despidió de su aunque insoportable, querido amigo y camino un par de calles bajo la luz de las estrellas, la noche era perfecta para una fiesta, las estrellas brillaban, la luna llena estaba sobre la ciudad e iluminaba todo y la briza no era muy fría, perfecta para usar el vestido atrevido que ella llevaba puesto. Con los zapatos negros taconeo un par de metros y llego a la dirección.


Las luces de la gran casa estaban apagadas. No había nadie ahí eso era seguro, entonces un repentino mal estar estomacal se apodero de ella. “nervios?” se preguntó a si misma pensando que posiblemente estaba paranoica al pensar que después de más de diez años sus viejos compañeros de secundaria gastarían tiempo en jugarle una broma de ese tipo.
Entro arrastrando los pies, un inesperado agotamiento probablemente causa de los mismos nervios que ahora sentía. En el momento de tocar el timbre esperaba que nadie respondiera, entonces llamaría a su amigo nuevamente para que la llevara de regreso a su casa y pasaría la noche viendo películas románticas y comiendo sushi junto a su marido. Pero no fue así y en su lugar la puerta se abrió y tras de esta apareció Jennifer, una muchacha pelirroja que había sido en la adolescencia una de las compañeras de Ashley.
¡¿Cómo estás?!
Estaba exclamando la mujer a la misma vez que le proporcionaba un afectuoso abrazo que casi la había dejado sin aire, se separó por un momento para observar a la rubia...—SI no te hubiera visto un par de veces en las redes sociales no te hubiera reconocido, ¡mírate! Estas radiante.--


La chica la había hecho girar tomándole la mano para poder observarla mejor. Sin duda era verdad que había cambiado mucho, que ya no era la muchacha adolecente y gorda de mejillas rosadas con la cara llena de acné e imperfecciones y que en cierta medida la madurez le había venido como anillo al dedo, pero esa no era razón para que la misma muchacha que en segundo de secundaria le había llenado la mochila de insectos ahora la tratara como si hubieran sido las mejores amigas y como si se estuvieran reuniendo después de largo tiempo sin verse.
--“supongo que las personas pueden cambiar.”—se obligó a pensar y dejar de desconfiar de todos o sino acabarían pensando que era una traumada que no era capaz de olvidar las bromas que niños de quince años sin criterio formado le habían hecho solo por ser la más fea del grupo, “¿pero y si en realidad lo soy?” volvió a pensar y sacudió la cabeza inmediatamente desechando toda desconfianza.
--¿Dónde están todos?--
--Están en el patio trasero, hay una piscina, mucho alcohol y chicos muy guapos, Roxanne en serio se lució, esto será inolvidable.--

A empujones la obligo a entrar y pasar al patio trasero mientras no dejaba de hablar de los muchachos y lo guapos que se habían puesto con el paso de los años. Pero a Ashley no le interesaba, ella tenía a su Dorian y no quería a nadie más.

En cuestión de minutos se habían adentrado en el patío trasero de la casa, separándose después de que Jennifer decidiera ir por un par de copas a la cocina de la casa, ahí se encontraba también la anfitriona de la fiesta.
--jamás pensé que vinieran tantas personas--
Reconoció Roxanne en un simple comentario a su amiga con la que había mantenido contacto desde el día en que salieron de la secundaria , no se habían separado nunca en todos esos años así que para Jennifer era fácil distinguir cuando su compañera mentía o no.

--¿Porque invitaste a Ashley?--
Cuestiono a su compinche, sabía que no le agradaba y que en realidad por muchos años que pasaran jamás le agradaría
--Mira mi mano. —Presumiendo el enorme anillo de diamantes alzo su dorso poniéndolo frente a los aleonados ojos amarillentos de su amiga – ¿Por qué no iba a aprovechar este momento para restregarle en la cara que sigo siendo mejor que ella?--
Roxanne negó con la cabeza, ya no eran una niñas y no había una razón para que se siguieran comportando de esa manera, pensó frunciendo la boca , entonces le hubiera gustado reprenderla por su actitud tan poco madura, pero guardo silencio, no quería echarse en sima a su mejor amiga, sabía bien lo que era tenerla como enemiga, lo había visto durante los años y no pensaba vivir en carne propia las humillaciones que Roxanne era capaz de hacerles pasar a los demás.
--como sea, solo trata de no ponerte en evidencia, no querrás que piensen que eres una cría inmadura.—

Aconsejo de buena fe y se marchó con los dos vasos a la parte tracera de la casa, ahí estaban reunidos los invitados quienes ya se habían desprendido de su ropa quedando solo en trajes de baño y saltaban ebrios a la piscina ,”espero que no haya ningún ahogado esta noche” se dijo a si misma mientras buscaba con la mirada a la rubia inadaptada, hasta que finalmente la encontró , sentada en una de las sillas a la orilla de la piscina, sola y mirando al suelo, le había recordado los viejos años dorados.

--¡Ashley! – Estaba gritando la pelirroja mientras alzaba la mano para que ella la viera sin embargo por mucho que gritara era imposible que la mujer escuchara, se había sentado justo al lado de uno de los parlantes y este desviaba cualquier ruido que los demás pudrieran hacer.
******************************************************
En su departamento Dorian estaba recostado viendo el canal de deportes cuando sintió un repentino escalofrió, enderezo el cuerpo para confirmar que las ventanas estuvieran cerradas y al ver que así era supuso que estaba algo nervioso por sus problemas personales.
El teléfono celular vibro en su bolsillo antes de que volviera a la cama y velozmente atendió a la llamada.
--No te preocupes, pagare.--
Explico el a la persona con la que estaba al otro lado de la línea telefónica. Sabía que debía cumplir con lo acordado.
--Tienes 3 horas ..--
La llamada había sido cortada y la desesperación se había apoderado del hombre, ¿Cómo se suponía que iba a reunir esa cantidad de dinero tan elevada en solo tres horas.
********************************************
La mirada de Ashley se había levantado encontrando a Jennifer entre los demás invitados, la pelirroja se había acercado para entregarle el vaso con el contenido alcohólico y se habían quedado charlando, de todo un poco, la vida, la familia e incluso un par de cosas que Jennifer le había hecho a la otra durante la adolescencia, cosa por las que había aprovechado de disculparse.

“no es la misma”
Pensó Ashley convencida ya que el comportamiento de su
ex – compañera lo demostraba, desde que había llegado a la fiesta había sido amable y atenta con ella, como si en su inconsciente quisiera remediar las cosas que había hecho su yo del pasado, quizás era así o quizás solo lo estaba imaginando, pero para bien o para mal disfrutaría del momento. 

La música había dejado de sonar un momento por lo que las muchas voces de los invitados se escuchaban de fondo a las conversaciones privadas que las dos mujeres estaban teniendo, sin embargo algo había captado la atención de todos incluso de Ashley. Por la puerta principal había entrado ella luciendo como siempre su delgado físico, esa noche calzaba un vestido negro a juego con unas botas de cuero del mismo color y en la parte superior llevaba una chaqueta de cuero que cubría su espalda descubierta, su largo cabello negro con matices azules bailaba al compás de su andar y entonces les dedico una sonrisa a los demás. La música había vuelto a sonar.

Mary Jane Porter había sido la mejor amiga de Ashley en su niñez, la que ella consideraba la chica más guapa de todo el colegio  y la más amable.

La chica de largo cabello negro se acercó a la que había sido su mejor amiga en la infancia y con un afectuoso abrazo la hizo sentir que los años no habían pasado, que aún estaba para ella y que mientras estuviera presente podía sentirse segura.

--Bueno, será mejor que las deje a solas, deben tener mucho de qué hablar.--

Jennifer dejo de sentirse cómoda, Mary era distinta a Ashley, era hermosa por naturaleza y siempre lo había sido. También estaba el hecho de que posiblemente recordaba a la perfección las cosas malas que ella y Roxanne le habían hecho a su querida amiga y que no las perdonaría tan fácilmente como Ashley en un intento por agradarles lo haría.

--No es necesario.--
Ashley se apresuró a decir, de verdad no quería que Jenn las dejara solas, había sido agradable, y además de agradable había sido la única compañía real que había tenido en la noche, era la instancia adecuada para limar todas las asperezas.

Y así fue, durante el resto de la noche las tres chicas compartieron amenamente lo que seria al finalizar una de las veladas mas entretenidas que la mujer había tenido en años.

A la mañana siguiente cuando volvió a casa se dio cuenta de que en su casa no había nadie, en un momento producto del alcohol ingerido que aún no perdía el efecto pensó que era normal, sin embargo después de entrar al baño y lavarse la cara tomo en cuenta que era el día libre de su marido y no había una razón válida para que no estuviera en casa a las 7 am.
Fue una vez más a la habitación para darse cuenta de que una de las maletas había desaparecido, en ese momento una sensación de abandono le recorrió el cuerpo y la angustia se alojó en su corazón amenazando con quedarse por un largo tiempo. Rápidamente saco su móvil y comenzó a marcarle a su marido que la enviaba al buzón de voz una y otra vez.
Camino hasta la cocina para encontrarse con una pequeña nota pegada en el refrigerador. “no me busques” advertía con letras rojas, era la caligrafía de su marido.
Fin.
Natlian McGowan
Natlian McGowan


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