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Mensaje por PEZA Jue 11 Sep 2014, 8:16 pm

CAPITULO 9




—JONAS —contestó JOE su celular después de ver el número en la pantalla, era de la oficina de Sam McKenzie, otro amigo cercano de su infancia y ahora fiscal reinante del pueblo de al lado, a la mañana siguiente de su noche con ____(TN).
—¡Hola, idiota! Escuché que llamaste. ¿Tienes otra acosada y medio desnuda chica que necesite asesoramiento legal con descuento? —Sam podría ser uno de los de más alto rango del estado, y el abogado más profundamente respetado en su rincón del mundo, junto con JOE y Dale, sin embargo, todavía se comportaba como el niño de doce años que había completado su grupo de tres en las vacaciones de verano. Y, para ser justos, JOE había, en ocasiones, pasado sus servicios a las chicas que tenía en el personal, a un precio reducido.
—Estoy buscando un poco de información general esta vez —respondió
JOE.
—Mi cerebro legal, actualmente todavía valiendo $115.000 en préstamos estudiantiles, está a tu disposición, muchachote.
Sam no venía de una familia adinerada y había tenido que endeudarse fuertemente para hacer realidad su sueño de estar en el campo legal. Pero tenía un talento natural y tuvo, después de una breve estancia en un bufete de abogados muy respetado, que establecer su propio tejado. Debido a la rapidez de respuesta a las solicitudes del cliente a cualquier y todas las horas de la noche, su conocimiento y explicación de la ley en un español sin subterfugios a esas mismas personas, así como su elocuencia en el juzgado, Sam se había convertido en un gran éxito en tan solo unos pocos años.
—Necesito entender por qué un único beneficiario no tendría permitido sacar todas las pertenencias familiares de la casa después de la muerte de ambos padres.
—Hmm... eso no suena bien —comenzó Sam en voz baja—, aunque, obviamente, no sé todos los detalles, pero por lo general una vez que el testamento ha pasado por los tribunales, los beneficiarios tienen permitido sacar todo y todo lo que no ha sido etiquetado como valioso a fin de asegurar una deuda. Pero, tú deberías saber esto por tu propia experiencia, Jake. —Sam estaba empezando a sentir curiosidad porque sabía que le había explicado esto a JOE después de que su hermano, Frank, hubiera muerto durante su último turno en Afganistán—. ¿Quién es la beneficiaria y tiene un culo para balancear sus tetas? —preguntó burlonamente Sam mientras acercaba su cuaderno legal con el fin de captar más información.
—Nunca vas a tener la oportunidad de descubrir alguno de los encantos de esta, Sam-my-man —murmuró descontento JOE usando el apodo de su niñez—, pero su nombre es ____(TN) Marie Tomas.
Sam escribió rápidamente mientras JOE le daba toda la información que figuraba en el currículum de ____(TN). Sam estaba intrigado por la obvia posesividad en el tono de JOE cuando hablaba de esta chica. Jake siempre
había sido del tipo ámalas, y, déjalas lo cual JOE declaraba a cada persona que conocía antes de que incluso comenzaran a revolver las sábanas.
—Debido a que los testamentos son un asunto de interés público, debería poder obtener una copia siempre y cuando haya una archivada. ¿Qué tan pronto quieres la información, JOE?
—No hay prisa ya que pasó hace un par de años. Pero, ve a ver qué puedes conseguir, ¿sí? — JOE sabía que Sam, como de costumbre, pondría atención a los detalles por lo cual era famoso dentro del juego.
—¿Entonces es importante para ti? —Sam quería asegurarse de que entendía la severidad en la modulación de las palabras de JOE.
—Más de lo que te imaginas, hombre —admitió JOE en voz baja.
—Dalo por hecho y regresaré a ti tan pronto como tenga algo —dijo Sam tratando de encajar la idea del playboy favorito del condado admitiendo estar tan afectado por alguien lo suficiente como para buscar su ayuda en un asunto legal.
JOE tomó más tortura de Sam antes de colgar y pensó en llamar a ____(TN). Mientras sacaba el archivo de ella de su escritorio, esperaba que no se asustara cuando la llamara. Pero podría ver que la llamada era de él ya que se había tomado el tiempo para programar en su teléfono el número de ella previo a añadirle todos los números de él antes de dejarla dormir en su minúscula cama después de su muy vigorosa y satisfactoria segunda ronda de la noche anterior.
Había estado sorprendido de que ella hubiera sido tan receptiva y vocal acerca de su placer al estar de rodillas, con el pecho en el colchón, mientras él había empujado dentro de ella desde atrás en esa segunda oportunidad. Su mente aún llevaba la imagen de su redondo culo al aire mientras se observaba a sí mismo chocar contra ella, hundiéndose profundamente, dentro y fuera de su caliente y apretada humedad.
JOE se había asegurado de dedicarse a todas las partes sobresalientes de ____(TN) doblándose sobre su espalda y retorciendo sus sensibles pezones mientras manipulaba sus talentosos dedos contra su escurridizo e hinchado clítoris, con el fin de garantizar su placer antes de encontrar el suyo. Gracias a Dios que había pensado en llevar dos condones a pesar de que era consciente de que podrían haber tenido tanto placer sin penetración. Pero por lo que sabía, más vale prevenir que lamentar, después de haber tenido esa primera probada de su apretado y caliente coño habría estado en apuros para negarse a nadar entre su dulzura incluso con su polla al descubierto esa segunda vez.
Jesús, pensó JOE cuando se dio cuenta de que su polla, estaba completamente hinchada y dolorida en sus jeans ante el solo recuerdo de su disfrute de ____(TN). ¿Listo para clavar clavos con solo un pensamiento? Negó mientras se desplazaba a través de su lista de teléfonos para llamarla.
—¡Hola, JOE! —dijo ____(TN) un poco sin aliento pero con una emocionada y cálida nota en su voz—. ¡Estaba pensando en ti también!
—Cariño. —murmuró JOE al teléfono—. ¿Te apuntas para una comida para llevar y una película en mi casa esta noche? —Como ya había revisado su horario, sabía que estaba disponible porque su trabajo de día era en el asilo y su turno estaba programado para comenzar en quince minutos.
—Claro —respondió ____(TN) con una suave sonrisa en su voz mientras respiraba al tiempo de su rápido paso. JOE podía oír el rápido clic de sus tacones sobre el concreto mientras se apuraba por la calle—. ¿Tendré que buscar en Google la dirección? Tengo que admitir que no estoy bien a menos que sepa a dónde voy.
—Pasaré por tu casa alrededor de las siete treinta para recogerte, si te parece bien. — JOE sabía que su turno en el asilo terminaba a las seis—. Nos da tiempo para elegir lo que queremos comer y para que tú decidas la película que podemos obtener de esa caja de afuera de la tienda de comestibles. —Hizo una pausa, disfrutando el solo sonido de su entrecortada voz mientras caminaba rápidamente para llegar a su trabajo a tiempo—. Ah, ¿y ____(TD)?
—¿Uh-huh?
—Empaca una maleta, hermosa, porque vas a pasar la noche, ¿sí? — JOE podía oír la subida de su garganta y la ralentización de su andar mientras el impacto completo de su significado se abrió camino al frente de su mente.
—Uhm, es... está... está bien —tartamudeó y podía oír sus pies salir de ritmo. Sonrió sabiendo que la idea la estaba afectando tanto como el recuerdo de ella lo había atrapado antes.
—Hasta más tarde, cariño —dijo, escuchando el zumbido que hizo eco a través de su teléfono de la puerta que ella abrió.
—Hasta más tarde, JOE —dijo ____(TN) en voz baja antes de colgar.
Mi estancia de seis horas en el asilo voló gracias a, yo sabía, por mi aturdimiento de ver a JOE más tarde esa noche. Mientras que solo habíamos estado separados tan solo unas horas, mi cuerpo estaba deseando verlo y tocarlo de nuevo. Cuando terminó mi turno, estaba prácticamente saltando por la acera de regreso a mi departamento para alistarme.
Cambié el agua de Floyd, le añadí comida e incluso limpié la caja de arena sabiendo que me estaba sintiendo un poco culpable por dejar a mi gato solo, incluso si fuera solo una noche. Floyd parecía saber que algo estaba pasando porque no dejaba de enredarse a sí mismo y alrededor de mis tobillos mientras yo trataba de avanzar rápidamente con el fin de cuidar de sus necesidades antes de empezar a cuidar de las mías propias.
Tomé una ducha rápida y me cambié a mis bien ajustados jeans que mostraban mi culo en su mejor ventaja. He añadido un jersey de punto fino y cuello drapeado de un suave amatista, sobre una camiseta a juego de satén de $2.75 en la beneficencia, ¡Dios la bendiga!, antes de meter mis pies en las botas hasta la rodilla de suave y gris gamuza que metí debajo de manga acampanada de mis jeans.
 
Eché ropa interior limpia, mi cepillo de dientes y mi mejor camisón dentro de mi deteriorado bolso. Añadí mi desodorante y mi espray para el cuerpo de cítricos mientras trataba de pensar en algo que pudiera llevar. Mamá siempre decía que nunca aparecieras en una fiesta sin un regalo en la mano. Y estaba planeando ir de fiesta con JOE. Yendo por algo como del tipo fiesta de desnudos.
Recordando que él había ordenado café las dos veces que había estado a su alrededor, miré el reloj y vi que tenía tiempo suficiente para correr a Buxby’s por una pequeña bolsa de sus mezclas especiales antes de que viniera a recogerme. Agarrando mis llaves, el abrigo y el bolso rápidamente me dirigí a mi auto, empeñada en ir allí y volver antes de lo programado para recogerme.
Estaba inclinada estudiando las estanterías de los diferentes granos cuando oí una seductora, aunque ruidosa, voz.
─ Bueno, bueno, bueno. ¡Si no es el último juguete de JOE!
Cuando me di vuelta y me enderecé, vi que la voz pertenecía nada menos que a la hermosa Fiona que había tomado una pose con una mano en la cadera inclinada mientras agitaba la otra en mi dirección. Vestida con unos estrechos leggins negros y una ceñida, túnica verde de bajo de escote y tacones altísimos, vi que estaba con otras dos mujeres que estaban, como ella, mirándome con desagrado.
─ Fiona. ─ Reconocí suavemente, aunque debe decirse, cautelosamente. Había visto lo hiriente que le gustaba jugar y yo era muy inexperta en el arte femenino de la guerra verbal. Eché un vistazo a sus amigas, pero reconocí por sus fríos ojos que eran tan antipáticas como Fiona, así que sabía que no podía contar con alguna para estar en mi esquina en esta espontánea confrontación.
─ Esta es la lolita3 de la que te hablé ─ entonó Fiona en un susurro mientras cruzaba los brazos sobre su gran pecho y sus ojos desgarrados sobre mí─ . Piensa que esto es solo porque tiene la atención de JOE esta semana.
Mi cuerpo empezó a temblar ante su tono sarcástico. ¿Por qué esta mujer me odiaba tanto?
─ ¿Ha comenzado a comprarte cosas, sin embargo, pequeña mujercita? Todas sabemos acerca de JOE y sus casos de caridad, ¿o no chicas? ─ La voz de Fiona se estaba haciendo más fuerte a medida que enrolaba a sus amigas─ . ¡Es bien conocido por comprar su camino entre nuestras piernas y apuesto a que no eres diferente a las demás!
Podía sentir mi rubor empezar a arrastrarse mientras me acordaba de mi abrigo y la reparación de mi auto.
─ Mierda, eres mejor que esas putas de calle en la 5ta, niñita. Dando buen coño por dinero ─ la mujer con el imponente cabello negro y vibrantes shorts cortos rojos murmuró con un resoplido. ¿En serio? ¿Shorts, pantalones cortos en invierno?
─ Eso es todo lo que estás haciendo, tu escurridizo pedazo de cola.
 
Intercambiando tu coño por cosas. ¡Y ni siquiera trates de decirme que no lo sabes! ─ gritó Fiona mientras tiraba su llameante color de cabello
enfáticamente─ . Eres una puta que piensa que alcanzó el éxito por follarse al jodido JOE. Bueno, cariño... ─ Se inclinó más cerca mientras su voz finalmente por suerte se volvió más suave─ . Tú eres solo otra en una larga, larga línea de desfile de coños de JOE. ─ Me miró de arriba abajo de nuevo─ . Solo otra apestosa puta que va a ser dejada de lado en cuanto consiga una bocanada de algo más dulce después de que esté cansado de tu agujero sobre usado.
─ Ese JOE follará lo que se mueva ─ acordó la rubia decolorada en un vestido tipo tanque verde botella, demasiado apretado para la-piel-contenida.
Estaba tratando de jugarlo agradable, no dije nada para añadir más leña al fuego. Sabía, sabía que Fiona estaba hablando a través de su trasero y que ella tenía una seria actitud, especialmente cuando se trataba de JOE y que debía tomar sus palabras crudas con un grano de sal. Pero ¿cómo iba a saber que me había comprado cosas? Parecían estar esperando mi reacción a lo que habían dicho. Busqué en mi mente para una respuesta ingeniosa o comentario sarcástico para ponerlas a todos en su lugar antes de que pudiera salir de su presencia, pero no tenía nada. No tenía ninguna experiencia con esto y no la quería, ni siquiera sé cómo, hundirme a su nivel con el fin de responder.
─ Gracias por la advertencia, señoras ─ es lo único que pude responder antes de extenderme de nuevo hacia abajo para tomar un pequeño bolso del tostado molido avellana y hacer mi camino en torno a la caja registradora. Por suerte, no había nadie delante de mí y fui capaz de pagar mi compra y dejar Buxby’s tan pronto como fue posible. Atrapé la mirada del hombre detrás del mostrador mientras me dio mi cambio, pero solo pude mantenerlos por un segundo antes de moverme hacia la puerta para salir lo más rápido que pude. Es cierto, estaba temblando como una hoja pero esperaba que Fiona y su pequeña horda de putas no fueran capaces de ver y me dejaran ir sin ningún altercado más.
JOE estaba esperando en el porche cuando volví a mi casa. Mientras cerré mi auto y me aproximé por las escaleras a su encuentro, me obligué a poner la escena en Buxby’s detrás de mí.
─ Hola, cariño ─ retumbó JOE mientras enganchaba mi cuello y me atraía para darme un beso rápido─ . ¿Trabajando hasta tarde?
─ No, solo corrí a hacer un recado. ─ le respondí instalándome contra su pecho─ . Déjame conseguir mi bolsa y podemos irnos. ─ Abrí la puerta principal y la puerta de mi apartamento. Metí la bolsa pequeña de Buxby’s en mi bolso y le entregué la bolsa demasiado llena con una sonrisa temblorosa.
─ ¿Estás bien, ____(TD)? ─ preguntó mirándome atentamente.
─ Uh huh. Claro ─ mentí moviendo mis ojos alrededor mi apartamento en un esfuerzo para no mirarlo. Mi cuerpo seguía vibrando ante las palabras rudas que me habían sido lanzadas y mi mente no podía sacarlas, y mucho menos el dolor detrás de ellas, fuera de mi cabeza.
 
Hicimos nuestro camino a casa de JOE, que era sorprendentemente en un barrio de clase media llena de robles majestuosos. Mientras nos estacionábamos en el camino, me di cuenta de que estábamos al lado de lo que parecía ser una casa de artes y oficios que se habían dividido en un dúplex. Mis ojos estaban clavados por su gracia majestuosa, pintada de color gris con ladrillos rojo oscuro que estaban solo partidos por las dos puertas de enfrente de esmalte negro marcadas a ambos lados por los números de las casas. Mientras subíamos los pocos escalones hacia su entrada, me sorprendió verlas flanqueadas por pequeñas jardineras llenas de follajes de invierno. Las zonas de estar en ambos lados de la puerta principal parecían cálidas y acogedoras, también, con sillas robustas de madera roja cubiertas de cojines a rayas de colores, a juego con los colores del exterior e incluso más urnas llenas de plantas de clima frío.
─ Esto es hermoso. ─ murmuré mientras JOE desbloqueó y abrió la enorme puerta.
─Frank y yo lo compramos hace años y acabo de terminar las renovaciones el año pasado ─ gruñó JOE mientras me seguía en la casa. Oí el tintineo de metal antes de ver el labrador dorado venir disparado, aunque derrapando todo el camino por el largo piso de madera oscura desde la parte posterior de la casa.
─ ¡Mostaza! ─ exclamó JOE en voz baja mientras se inclinó y capturó la cabeza del perro en sus manos y empezó a frotar y rascar─ . Ven a conocer a mi chica, muchacho. ─ Volvió la cara del perro hacia mí─ . ____(TN), Mostaza, Mostaza, ____(TD).
Extendí mi mano para acariciar al gran perro pero no estaba tomando nada de eso. Tan pronto como las manos de JOE liberaron su cara, Mostaza salió disparado hacia mí, aunque yo estaba probablemente solo a centímetros de distancia, y hundió su nariz directamente y con firmeza en mi entrepierna olfateando y jadeando profundamente. Crucé mis piernas mientras mis brazos intentaron, sin éxito, de empujar a la bestia pesada lejos.
—¿JOE?
—Aw, cariño, él simplemente sabe lo que es bueno cuando lo huele —dijo JOE con una sonrisa descarada mientras tomaba el collar de Mostaza para alejarlo─ . Solo déjame ponerlo atrás para que se calme, ¿sí?
Miré como JOE maniobró hacia afuera su, en mi mente, gran bestia antes de girar mis ojos al interior de la casa.
Toda la parte delantera de la casa estaba comprendida por la sala de estar llenada con sofás de cuero desgastado marrón y sillones. El tema parecía ser una eclética mezcla de mobiliario estilo misión4 con mesas bajas y vidrieras manchadas sobre las lámparas echas en Frank Lloyd Wright mezclado con rayas de color cálido dorado y marrón. Justo detrás del área de sentarse estaban las escaleras que guiaban al segundo piso. A la derecha de las escaleras podía ver una cocina bien equipada llena de electrodomésticos modernos y encimeras de mármol marrón. Justo a mi derecha había una enorme mesa de comedor de roble con diez sillas escondidas en sus lugares. Lo que podía ver desde mi ventajoso sitio a la izquierda de la puerta, es que cada habitación tenía muchas ventanas cubiertas de vidrieras que hacían eco con las cálidas líneas de las lámparas.
Nunca en mi vida había visto algo tan hermoso, tan coordinado ni tan masculino como la casa de JOE. No es que sepa mucho de arquitectura, pero era la hija de mi padre, y conocía la artesanía que había hecho. Esto era único en su clase.
Vi como JOE volvió e inmediatamente fue donde su iPod que se encontraba en la esquina de la sala de estar cerca de la puerta principal y seleccionó Dave Matthews Band, "Busted Stuff." Música perfecta para comenzar nuestra tarde. Seguía siendo tan ―nuevo entre nosotros que era el mejor sonido para poner de fondo, y como siempre mientras escuchaba DMB como antes, ofrecí una oración a LeRoi.
─ Tú escoges la comida esta noche, cariño ─ retumbó la voz de JOE mientras suavemente se acercó de vuelta a mí y me envolvió en un abrazo─ . ¿Qué deseas?
─ Uhm. ─ Pensé rápidamente apoyando mi        frente contra su mentón mientras me presionaba en su duro pecho─ . ¿Comida china? ¿Pollo Kung Pao o Puerco Mu Shu?
¿Estás bromeando, verdad? Dave Matthews y comida china. Si es que íbamos a hacer lo que he estado esperando todo el maldito día, entonces JOE estaba bien en su camino de verme en su cama.
JOE tomó mi mano y me llevó a uno de los taburetes de la encimera que daba al frente de su cocina mientras presionaba un botón en su celular. ¿Entregas de comida china programada en su marcación rápida?
─ ¿Tan? JOENAS. Deseo ordenar una sopa agripicante grande, dos órdenes de cangrejo rangoon, una de carne con brócoli, pollo Kung Pao y dos órdenes de puerco Mu Shu. ¿Entrega a domicilio? Bueno. Lo espero. ─ JOE colgó la llamada y me vio al otro lado del bar mientras de su bolsillo sacaba un par de billetes que dejó sobre el mostrador.
─ Te ves bien, cariño ─ murmuró en el silencio─ . ¿Quieres ver el resto de la casa?
Asentí asombrada de la cantidad de comida que acaba de ordenar y todavía sorprendida por estar en su casa.
Sonriendo lentamente, el rodeó el bar y enganchó su mano con la mía.
─ Los zapatos, hermosa ─ retumbó su voz y me tomó un segundo para darme cuenta que me estaba pidiendo que me quitara mis zapatos para que vayamos a explorar. Me moví, y lentamente me agaché en una buena posición sobre la otomana5 cerca de la puerta principal y abrí la cremallera de mis botas. Miré su suave camiseta de manga larga y sus siempre presentes jeans antes de moverme a mirar sus medias. Con su cabello hasta los hombros y ojos a punto de hervir, JOE se veía como una estrella de rock.
 
Antes de darme cuenta, estábamos arriba deslizándonos por el largo pasillo.
─ Cuando compramos esta casa, era una ruina. No había techo y había moho por haber sido expuesta a los cambios de clima ─explicó JOE suavemente mientras me guiaba a la primera habitación de la derecha. Fue construida como una oficina con múltiples monitores que cubrían el escritorio entre las paredes altas color crema. Llevándome a través del pasillo, vi una manta escocesa azul y dorada que cubría la cama la cuál JOE anunció que era la ―habitación de invitados.
Me llevó pasando el baño, era pequeño de seis caras de azulejo de color blanco y negro que era toda la rabia en 1940, antes de guiarme a una habitación que tomaba la mitad del espacio de las escaleras.
Lo primero que se veía al entrar a su gran habitación era la cama. Era enorme cubierta de una mezcla color crema paisley6, dorado y marrón con una selección de coordinadas almohadas. Había un dosel sostenido por altas, gruesas y tallados pilares de roble y el tallado era el mismo en la cabecera y en los pies de la cama.
Mirando a mi derecha vi una pequeña área para sentarse compuesto de un pequeño sofá y dos sillas agrupadas alrededor de una pequeña chimenea que sostenía una TV de pantalla plana situada en la parte superior.
A mi izquierda estaban las puertas, una estaba abierta para mostrar un enorme baño y la otra estaba cerrada. A los dos lados de la cama, mesas de noche, y más allá había puertas francesas que guiaban al patio que era del tamaño de la habitación.
─ Santo cielos ─ pronuncié inconscientemente. Mi apartamento entero podía encajar en toda su habitación con espacio de sobra. Traté de mantener todo adentro pero sigo escuchando su voz que me dice que no podía dormir en mi pequeña cama y ahora veo por qué. Estaba más que un poco intimidada.
─ ¿____(TN)? ─ Pude escuchar la profunda voz de JOE pero no tenía sentido mientras mi mente luchaba para aceptar la opulencia de su habitación comparada con mi estrecho y diminuto departamento. Sentí sus brazos rodearme mientras escuchaba su comando─ . Respira, cariño.
Tomé una profunda respiración, percibiendo el limpio aroma de JOE antes de sentir sus fuertes brazos alrededor mío y su duro pecho contra mi mejilla mientras mi mundo se enderezaba una vez más.
─ ¿Estás bien? ─ preguntó suavemente en mi cabello.
─ Mejor ahora. Fue un día largo ─ mentí─ , debo tener hambre.
─ La comida estará aquí en cualquier minuto ─ dijo mientras me soltaba con un apretón. Enganchó mi mano y con una gentil sonrisa me jaló de nuevo hacia las escaleras.
¡Santa mierda, es rico! mi mente exclamó mientras volvíamos a viajar a través de los brillantes pasillos y hacíamos nuestro camino de vuelta abajo. Justo cuando llegamos al primer piso, escuché la suave vibración del celular de Jake. Sacándolo de su bolsillo y mirando la pantalla, soltó mi mano.
 
─ Necesito un minuto, ____(TD), ¿está bien? ─ Asintiendo, volví a los taburetes del bar mientras JOE serpenteaba por el largo pasillo hacia la parte trasera de la casa. Justo cuándo me acomodé y mi respiración volvía a la normalidad, hubo un fuerte golpe en la puerta principal. Esperé un segundo para ver si JOE iba a aparecer y cuándo no lo hizo, me deslicé para ponerme de pie en silencio para abrirla. Por la ventana más baja de la enorme puerta vi una leve, pequeña sonrisa de un adolecente asiático agarrando una multitud de bolsas blasonadas con un dragón rojo parado en la entrada.
─ Oye, ¿eres la chica de esta semana? ─ Se rió─ . Ese señor JONAS, siempre con una chica diferente ─ balbuceó negando tristemente mientras se precipitó por la puerta para depositar las bolsas en el bar y se embolsó el dinero que fue dejado ahí. JOE estaba volviendo a la habitación justo a tiempo para atrapar el último pronunciamiento del adolecente.
─ Termina con eso, Li ─ retumbó la voz de JOE en un tono oscuro.
─ Pero, solo me estaba divirtiendo con la chica de esta semana, señor J ─ dijo Li con una risilla mientras sus ojos se dirigieron a mí─ . ¡Nueva chica hermosa, cada semana! ─ dijo encantado volviendo toda su cabeza en mi dirección. Podía sentir mi estómago dando vueltas ya que el chico de las entregas acaba de confirmarme lo que escuché más temprano en el café de Fiona y amigos.
─ Me tengo que ir ─ anuncié sin pensar mientras rápidamente me dirigía a la otomana para ponerme de vuelta mis botas. Gracias a dios que mi bolso seguía a lado de la puerta. Mientras me ponía de pie para tomar mi bolso, sentí una banda de hierro alrededor de mi cintura.
─ No estás yendo a ninguna parte, hermosa ─ advirtió JOE en un suave gruñido mientras me jalaba de vuelta a su pecho─. ¿Li? Aquí. Ahora ─ comandó sobre su hombro. A pesar que bajé mi cabeza en humillación, pude ver a través de mi cabello los pantalones y botas de Li mientras se presentaba ante un muy molesto JOE.
»¿Li? ¿Cuándo fue la última vez que viste una mujer aquí? ─ demandó la fuerte voz de JOE.
─ JOE. ─ Empecé suavemente esperando liberar a ambos, yo y al chico de las entregas de cualquier futura vergüenza.
─ Ah. ─ La voz de Li tembló, sabiendo que había cruzado la línea─ . No recuerdo.
─ ¿En serio? ─ Sentí la voz de JOE tronar contra mi espalda mientras me trazaba con más firmeza contra su pecho.
─ JOE, por favor ─ susurré sintiendo su enojo llenar la habitación.
─ Todos saben que eres un jugador, Señor J. ─ respondió Li, y levanté mis ojos para mirarlo mientras hablaba. No se veía tan confiado ahora que confrontaba con palabras sin cuidado─ . Solo pensé que todos sabían la puntuación aquí ─ dijo Li mientras su sonrojo coloreaba sus mejillas─ . No pensé en ofender, Señor J. Usted es un héroe para todos nosotros con las hermosas mujeres que vemos cuando entregamos comida aquí. Sin ofender ─ dijo Li sinceramente.
─ Fuera ─ ladró JOE alarmando a los dos, a mí y Li con su volumen. La puerta se cerró y JOE seguía teniéndome cautiva en la fuerte jaula de sus brazos. Hubo más de unos segundos de silencio antes de que JOE preguntara─ : ¿Estás bien, hermosa?
─ Me         tengo         que   ir,       JOE ─ dije        suavemente      con          mi        cabeza           todavía agachada mientras mi mente recordaba ser llamada ―cebo de cárcel7 y que me dijeron que solo era ―una de una larga, larga lista del paraíso de coños de JOE y todo fue confirmado por un chico de las entregas. Un chico de las entregas, por amor de Dios.
─ No voy a dejarte ir. ─ Escuché y sentí la impotente voz de JOE contra mi espalda mientras movía mi cabello a un lado de mi hombro─ . ¿Esa llamada? Era de Greg de Buxby's. ─ JOE hizo una pausa para dejar hundir eso─ . ¿Tienes algo de qué hablar conmigo, ____(TD)? ─ preguntó JOE en mi cuello, su aliento caliente contra mi piel expuesta.
─ No ─ respondí suavemente. No necesitaba saber, no había razón para saber que fui rota en pedazos por su ex amante o amantes, quienes sabían si las otras con Fiona han dormido con él o no.
─ Conoces a Greg, ¿cierto? ─ La suave voz de JOE resonó mientras seguía siendo sostenida contra su pecho. Vaya, pero se sentía que estuvimos parados en esta posición por una eternidad─ . Greg es el manager en el día y el copropietario de Buxby's ─ explicó JOE en tranquilas notas y con un suave beso detrás de mi oreja─ . Dijo que había una pequeña fuerte conversación ahí por la tarde. ─ JOE hizo una pausa aparentemente esperando a que dijera algo. Mis labios estaban sellados─ . Dijo que Fiona estaba ahí con sus putas y atrapó en una esquina a una joven, y hermosa chica antes de empezar a meterse con ella con esa jodida boca que tiene, sus palabras no mías. ─ La boca de JOE, todavía en mi oreja, estaba en silencio─ . Dijo que, como siempre, el lenguaje de Fiona era sucio y, que la joven mujer no respondió, que su rostro se puso cada vez más pálido mientras esa mierda seguía. ¿Sabes algo sobre esto, cariño?
No respondí, no podía responder mientras mis ojos se cerraban para bloquear el recuerdo de Fiona y sus demonios en el café. Era lo peor de cada pesadilla imaginada. Siendo llamada por nombres y flojamente uniéndome a sus categorías simplemente porque estaba con JOE. Había dormido con JOE. Regañada por la mejor noche de mi vida.
─ ¿____(TN)? ─ susurró la voz de JOE suavemente detrás de mi oreja─ . Habla conmigo, chica linda. Dime para que lo dejemos atrás, ¿sí?
─ Solo      era    Fiona         y       sus   amigas.     ─ Empecé         quedamente     mientras suavemente acariciaba las manos de JOE que seguían entrelazadas en mi cintura─ . Estaba arrojando su mierda, justo como en el restaurant de esa noche.
─ Pero luego volviste a escucharlo esta noche por parte del chico de Tan, ¿verdad? ─ Podía sentir el aliento de JOE contra mi cabello mientras me agarraba firmemente, mi espalda contra su pecho─ . No puedo mentirte, bebé. ─ JOE me dio vuelta en el círculo de su firme abrazo. Se tomó un momento para arreglar mi cabello detrás de mi oreja. Lo sentí mientras bajaba sus labios a los míos, aunque no para besar. JOE habló suavemente, sus labios moviéndose contra los míos, añadiendo peso a sus palabras─. Era casi exactamente lo que escuchaste hoy cuando era joven. Tenía una reputación. Una muy bien ganada reputación. Y esa reputación se volvió peor con los años. Cuando Dale y yo compramos el club la suposición era que estábamos metiéndonos con todo lo que tenía pechos. ─ Los labios de JOE se movieron a mi frente y su voz se volvió más áspera mientras continuaba─ . No fue lindo para esas chicas, ____(TD). Y era completamente frío con muchas mujeres después. ─ Retrocedió un poco para mirarme. Tuve que mantenerme tranquila mientras lo escuchaba hablar, absorbiendo sus palabras─ . No soy más ese hombre, chica linda. No quiero ser ese hombre contigo.
No pasó desapercibido para mí, que ―cavar una ―fosa era jugar en el patio trasero. Diablos.
Miré a los ojos de JOE viendo la honestidad ahí antes, apoyé mi frente contra su pecho para procesar las palabras. Me dio unos cuantos segundos antes de que me alejara de nuevo atrapando mis ojos con los suyos.
─ Me vas a escuchar hablar y algunas veces será sucio y malo. No quiero asustarte, chica dulce, pero es la verdad. ─ Hubo más de unos cuántos latidos de corazón mientras JOE miraba mis ojos antes de continuar─ . Te estoy pidiendo que lo dejes ir o hables conmigo sobre esto antes de que sientas que tienes que salir corriendo, ¿sí?
Aw vaya, ahora viene “Grace se fue”, pensé sobre las palabras de JOE que eran dulcemente acompañadas por la música.
Estaba en silencio mientras levanté la mirada a él. ¿Podía hacer eso, ser confrontada como hoy, agrupar todas las otras mujeres que JOE tuvo en el pasado y dejarlo ir? Quería hacerlo pero no estaba segura si podía. Él tenía razón, aunque, la conversación que escuché hoy fue repugnante y angustiadora a pesar que no creo que Li pretendía serlo cuando lo dijo.
─ Trataré, JOE.
─ Eso es todo lo que estoy pidiendo, cariño. ─ Nos dio la vuelta al bar─ . La comida se está enfriando. Vamos a comer. ─ Estaba en uno de los taburetes del bar mordisqueando mi cangrejo mientras JOE abría las cajas y agarraba platos y tazones.
─ ¿JOE? ─ Estoy aquí, hermosa ─ respondió mientras empezaba a poner nuestra comida en los platos.
─ Solo tuve sexo dos veces antes de ti. ─ Mantuve mis ojos abajo mientras hablaba mirando mis manos deshacer la pasta caliente pero pude sentir cuando JOE dejó de moverse y aparentemente se congeló por mis palabras─ . El mismo chico las dos veces. ─ Hubo más de unos segundos de silencio entre nosotros antes de que JOE volviera a reaccionar y continuó llenando nuestros platos.
 
Es bueno saberlo, chica linda ─ murmuró JOE mientras colocaba mi plato lleno frente a mí. Capturé su mirada y sonreí suavemente antes de notar que me sonreía de vuelta.

 

3 Mujer menor de edad que te gustaría follar pero si te atrapan irás a la cárcel.
4 Mission style tipo de mobiliario en los Estados unidos durante el siglo 20.
5 Sillones profundamente tapizados de cualquier forma.
6 Textiles caracterizados por ser coloridos con formas abstractas.
7
'jail bait', cebo de cárcel. chica atractiva menor de edad con quien los chicos les gusta meterse pero si son atrapados van a la cárcel.

PEZA
PEZA


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POLE DANCE - JOE JONAS Y TU - Página 2 Empty Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU

Mensaje por alesjonas Miér 17 Sep 2014, 3:29 pm

Perdón por no pasarme antes!
Tienes que subir más!!!! Esta buenísima
alesjonas
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POLE DANCE - JOE JONAS Y TU - Página 2 Empty Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU

Mensaje por PEZA Miér 17 Sep 2014, 5:45 pm

CAPITULO 10




JOE regresó a la cama después de hacerse cargo del condón por segunda vez esa noche. Apagó la lámpara de cabecera antes de deslizarse bajo las sábanas para enganchar la cintura de ____(TN) trayendo su espalda contra su frente. Podía sentir los golpes secos de su latido contra el brazo que estaba cruzado sobre su pecho. Metió su barbilla para colocar un suave beso entre su hombro y cuello.
—Mmm. —Suspiró ella adormilada mientras movía las hermosas redondeadas mejillas de su culo sobre su todavía medio dura polla.
No pudo evitar la risita en su voz mientras le susurraba: —Duerme, ____(TD), ¿de acuerdo? —Buenas noches, bebé —murmuró ella acurrucándose más en su abrazo.
En la opinión de JOE, tener la ventaja de jugar en casa con ____(TN) fue incluso mucho mejor que la primera vez juntos. Su cama king size les dio más espacio para jugar y al verla desnuda en ella, con el cabello cayendo alrededor de sus hombros y por su espalda, lo hicieron ponerse creativo.
En realidad su juego había comenzado en la cocina, de todos los lugares, cuando la limpieza de esta fue interrumpida por un dulce, lento beso a boca cerrada que se convirtió en largos, lentos, húmedos besos a boca abierta que evolucionaron con ____(TD) sobre la encimera con sus piernas envueltas alrededor de sus caderas y su lengua luchando contra la de ella.
JOE sonrió mientras recordaba cómo las caderas de ella se habían sacudido involuntariamente mientras él llevaba su culo vestido con jeans a lo largo de la encimera, jalando su entrepierna hacia la suya, frotando su dureza contra la costura de sus pantalones mientras sus bocas continuaban trabajando la una en la otra.
Cristo, sí que besaba bien.
JOE dio tan bien como recibió y utilizó sus labios y lengua de manera suave pero minuciosa para calentarla. Ella había hecho los más maravillosos maullidos guturales cuando él había comenzado a utilizar sus manos, pasando por su espalda, moviéndose a los lados de sus pechos y luego retirándose mientras su boca se puso más enérgica sobre la de ella.
—Por favor —había gemido ella cuando sus labios se movieron por su cuello mordisqueando, lamiendo y chupando ligeramente. Sus caderas se sacudieron de nuevo cuando sus dientes habían raspado delicadamente a través de su clavícula y sus manos se movieron de sus hombros hasta incrustarse en su cabello. Ella no lo tuvo que pedir dos veces mientras él rápidamente la subía por las escaleras hasta su habitación, a su cama.
No pasó mucho tiempo antes de que ambos estuvieran desnudos y retorciéndose el uno contra el otro en el gran espacio de su cama. Y aún menos tiempo antes de que su boca estuviera entre sus piernas, saboreando su dulzura, mientras una mano jugaba con sus duros y excitados pezones y la otra movía con cuidado dos dedos dentro de la humedad que ella había creado. Él sintió su placer extenderse, apretarse contra sus dedos antes de que todo su cuerpo se tensara, arqueando su cuello mientras un gemido era arrancado de ella. Sus ojos estaban pegados mientras se corría, deleitándose con el placer que podía ver, sentir y probar. Placer que él le dio.
—Oh, Dios mío, JOE —gimió ____(TN) mientras él se movía sobre su cuerpo que todavía estaba temblando en las secuelas de su orgasmo. Extendió la mano y tomó el condón de la mesa de noche—. Permíteme —dijo ella con la voz ronca y los ojos medio cerrados por el deseo mientras se incorporaba sobre un codo antes colocarse en una posición completamente sentada. Le quitó el condón y con cuidado rompió el papel de aluminio mientras JOE se hacía para atrás, con el culo en los talones, entre sus muslos.
»Dime cómo, cariño —le dijo suavemente mientras sostenía el enrollado látex y miraba su gran pene que estaba apuntando hacia el techo—. Porque no puedo ver cómo esto... —Movió el condón con énfasis—, va a encajar en eso. — Sacudió su barbilla en la dirección de su dureza y levantó las cejas.
Él trató de mantener una cara seria, pero sabía que una sonrisa se había escapado cuando los ojos de ella finalmente se encontraron con los suyos y sus cejas se unieron en un ceño fruncido.
—¿Crees que esto es gracioso? —preguntó ella.
—No, querida —contestó en voz baja—. Tierno, no gracioso.
Su humor se detuvo tan pronto como sintió sus suaves y cálidas manos rodear su polla, moviéndola y deslizándola suavemente entre ellas tal como le había enseñado a que lo tocara. No pudo evitar que su pene diera un tirón involuntario cuando le enseñó cómo agarrarlo de la base antes de mover su mano por su longitud para frotar el músculo justo debajo de la cabeza. Una gran gota de líquido pre seminal hizo su aparición y jadeó audiblemente cuando vio y sintió a ____(TN) atraparla con su pulgar y frotarla gentilmente en su coño.
—Eso significa que te gusta, ¿cierto? —susurró ella levantando la vista. Él asintió en silencio, perdido en su belleza, en su evidente placer por hacerlo sentir bien. Las manos de JOE alcanzaron su cara mientras su boca se movía sobre la de ella suavemente pero sus caricias inocentes pronto causaron que el beso se profundizara mientras sus caderas comenzaron lenta pero firmemente a bombear su dura carne dentro de su mano suave.
 
—El condón, bebé —gruñó JOE contra su boca, su cuerpo ahora estaba impaciente por unirse con el de ella. ____(TN) empezó a buscar por la desarreglada cama tratando de encontrar el látex enrollado que inconscientemente se le había caído. Finalmente lo localizó pegado en la parte externa de su muslo, le sonrió, sus mejillas estaban un poco más sonrojadas que antes.
—Supongo que lo debí dejar caer —admitió con una risita avergonzada esperando ver que él compartía su humor.
Sonriendo junto a ella, JOE de nuevo guió sus manos mientras le enseñaba cómo desenrollarlo suavemente por su longitud. Tan pronto como estuvo en su lugar, JOE agarró sus muslos y la jaló para que pudiera recostarse sobre su espalda de nuevo, viendo los ojos de ella abrirse de par en par ante su movimiento. Sus manos se deslizaron por sus muslos, pasando por sus rodillas y llegó hasta detrás de él para capturar sus tobillos los cuales utilizó para mover sus pies hacia su pecho. Tan pronto como estuvieron en su lugar, dio otra prolongada y suave caricia hasta sus pantorrillas para detenerse detrás de las rodillas mientras gentilmente presionaba para abrirlas. No pudo evitar el pulso dentro de él mientras observaba los ojos de ____(TD) cerrarse ligeramente cuando arrastró su polla a través de sus ahora expuestos pliegues resbaladizos y rozó la versión en látex de sí mismo contra su hinchado clítoris.
—Mira, ____(TD) —gruñó JOE en voz baja mientras se recargaba hacia atrás y empezaba a aliviarse a sí mismo en ella, luego inclinó su pecho hacia adelante el cual a causa de sus pies que lo presionaban completamente hizo que su coño se elevara. Él levantó la mirada y vio su cuello inclinarse hacia adelante, mientras sus ojos se pegaban a su pene, observando mientras avanzaba dentro de su apretada humedad. Bajó la vista disfrutando de la vista de su coño tragándoselo con entusiasmo mientras comenzaba a tocar su crecido clítoris con suaves, deliciosos círculos. En esa posición, él podía ver, sentir e incluso oler su excitación.
—Joder, eres tan... —gruñó empezando a perder el control, sus caderas y dedos comenzaron a moverse más rápido.
____(TN) quitó los pies de su pecho y enganchó sus talones por la espalda de JOE para darse más soporte mientras sus caderas se alzaban para encontrarse con las de él.
—Oh, Dios, no te detengas —gimió al sentir sus entrañas empezar a brillar y derretirse ante las duras bofetadas de sus cuerpos reuniéndose. JOE dejó caer su pecho sobre el de ella y fue sobrecogido por el calor que podía sentir a través del látex, la humedad que podía sentir mientras sus caderas bombeaban dentro y fuera de su caliente, dulce hueco, y olor mientras su crema se reunía ante la base de su dureza. No pudo evitar sus propios gruñidos mientras la tomaba salvajemente, metiéndose en ella. Podía sentir su coño aferrándose, apretándose por los espasmos justo antes de percibir su propio clímax cuando se estrelló a través de él y metió la cabeza en su cuello con un profundo gemido.
Pareció una eternidad el volver en sí mismo mientras escuchaba los pesados jadeos de ____(TN) comenzar a disminuir.
Sus movimientos eran letárgicos cuando apartó su cabello de su cara y movió sus labios desde su cuello hasta la línea de su mandíbula, yendo hacia sus labios para capturarlos en un suave, pero profundo beso.
El cuerpo de JOE se levantó otra vez al reto a pesar de que estaba simplemente recordando a ____(TN) retorciéndose hace tan solo unos minutos. No podía tomarla de nuevo sabiendo que tendría que estar en la primera tienda en tan solo un par de horas. Pero, maldita sea, la quería otra vez. Su dulzura y suavidad iban a ser su perdición.
Aunque frunció el ceño recordando el dolor de aceptación en su rostro cuando tuvieron que hablar del pasado de él. Nadie debería tener nada de lo que había hecho antes de volver a ellos, especialmente no ella. Pero lo tenía. Y él podía decir que ella le había restado importancia a lo que había sucedido en Buxby’s tanto como él mismo había suavizado su trato hacia las mujeres antes que ella.
***
—Entonces los Suds 'n' Duds me parece que fueron un hallazgo. ¿Tú qué crees? —Dale y JOE estaban haciendo su habitual reunión semanal de revisión de las hojas de resultados de sus seis participaciones empresariales, buscando nuevos negocios y poniéndose al día en todo lo que a su juicio el otro necesitaba y estar al tanto de lo que había ocurrido en los últimos días.
—¿En serio? —respondió JOE disparando una mirada hacia su compañero—. Lee los estados financieros, debí de haberlo hecho ocho veces, y todavía no los entiendo. Tienen cinco lugares, con tres prácticamente en el campus del Estado, y ¿todavía no están mostrando un beneficio? Algo no está bien.
—De acuerdo. ¿Pero qué si descubrimos la parte que ―no está bien? ¿Debería soltar a Rich sobre ellos? —preguntó Dale sabiendo que su investigador privado sacaría todo lo que se habría de saber de las inversiones de la familia Miroslav en la venta de la cadena de lavanderías—. Se tendrán que hacer algunos pasteles en serio si todo sale limpio. Sin doble sentido.
JOE sonrió y asintió.
—Puedo ver el potencial, pero no quiero el dolor de cabeza si hay otra mierda sospechosa involucrada. —Bajó los estados de pérdidas y ganancias de Suds 'n' Duds y vio que la siguiente pieza de papel era el cheque final de Fiona. Atrapó la mirada de Dale después de revisar el monto indicado—. No estoy de acuerdo con las cifras, Dale —retumbó firmemente.
 
—Hice los números y estos mostraron la cantidad que se le debe por su tiempo. —Dale se encogió de hombros mirando su propia copia que tenía estampado ―no es un cheque en negrita—. Escuché acerca del disturbio en Enrique’s pero no creo que podamos descontarle por ser una perra con la nueva amante del jefe.
JOE se limitó a ver a Dale, con el rostro congelado aunque comprendiendo que Dale no tenía ni idea de lo hiriente que Fiona había sido en el restaurante o lo terriblemente que había tratado a ____(TN) en Buxby’s. Pero, ya sea si Dale entendía o no, no iba a pagarle a Fiona por su comportamiento como una perra.
—¿Por qué no le estamos descontando el precio del espejo que hizo añicos en el vestidor de las bailarinas?
Era una pregunta válida y las cejas de Dale golpearon la línea del cabello mientras lo consideraba. ¿Por qué, en efecto? Tal vez porque Dale siempre pensó que JOE tenía un punto débil cuando se refería a Fiona. En los tiempos cuando Dale u otros se habían quejado de ella, JOE parecía ofrecer una visión diferente, una observación más suave que la mantenía empleada en el club. ¿Había eso cambiado o simplemente JOE había estado jugando a ser el abogado del diablo durante los primeros años con el fin de asegurarse que tuvieran razones válidas para dejarla ir?
—¿Tenemos el recibo del reemplazo? —continuó JOE cuando Dale no respondió.
—Uh, sí. —Dale estaba barajando papeles para encontrar la factura de la reparación de la superficie reflejante circular que había sido destrozada en pequeñas piezas de mosaico cuando Fiona había lanzado su cepillo, secadora de cabello y estuche de maquillaje después de que se le dijo que estaba siendo despedida—. Setecientos dólares ya que las luces de alrededor también sufrieron daño.
—Descuéntaselo ¿sí? —ordenó. JOE mientras firmemente marcaba ―nulo‖ a través del cheque original—. Pero rompe el cheque antes de que te vayas.
—Lo haré, amigo. Pero, tengo que decirlo... —Dale tragó ya que sabía por experiencias pasadas que hablar con JOE sobre su vida personal podría ser... bien... un reto—. Esta nueva chica, ¿cómo se llama? —Revolvió los papeles yendo al informe de Rich por la ahora necesaria investigación—. ¿____(TN)? ¿De qué va esto?
—Dejemos a ____(TN) a mi cargo, ¿sí? Avanza y marca la investigación y el trabajo realizado en Riviera '87 en Skeet’s a mi cuenta.
Si bien era cierto que JOE y Dale eran cercanos, casi a punto de ser hermanos, mientras JOE había protegido a Dale de su autoritario padre y Dale fue una de las redes que atrapó a JOE cuando su familia se vino abajo, todavía mantenían para sí mismos sus vidas. Y habían hecho bien en quedarse fuera de la vida amorosa del uno del otro desde que parecían tener tales diferentes opciones en las mujeres.
El gusto de Dale corría hacia las que se vestían como las modelos europeas de las revistas, aquellas que tenían el dinero para afectar el estilo.
Por lo general, esos fondos provenían de un papá súper exitoso que había gastado grandes cantidades de tiempo y dinero en moldear a su pequeña Daphne, Charlene o Theona en la mujer que se casaría bien y lo vería lleno de media docena de nietos que estarían en la puerta de la familia cada domingo y la mayoría de los días de fiesta importantes.
Dale, siendo el resultado de una incompatibilidad de dos de esas personas, no era adverso a disfrutar dichos placeres de Daphne, Charlene o Theona, pero estaba completamente seguro de que nunca iba a estacionar su culo en la puerta de entrada de alguien más, con una carga de niños de mierda de los cuales estaba convencido harían de su vida un infierno viviente.
JOE, por el otro lado, era la definición de ―jugador, al menos hasta hace tres años. Él era mucho más que un jugador de tal manera que Dale estaba convencido de que si hacías una búsqueda en Wikipedia de la palabra, la imagen de JOE estaría al frente y al centro en la página web. JOE era el tipo que todos ellos habían aspirado a ser en el instituto y la universidad y el tipo de hombre con el cual todos tendían a evitar ser vistos en público a medida de que envejecían. Se corrió la voz y lo que se decía de JOE, o sus amigos —entre los cuales había secuaces y compañeros de bebida— era que todos ellos iban por una sola cosa y mientras el placer era encontrado por ambas partes nunca parecía resultar en una segunda cita. No, la reacción de las chicas por-toda-la- ciudad era que el tiempo gastado con JOE era tiempo dedicado al arrepentimiento.
Dale nunca estuvo seguro de si era porque JOE era un fiasco en la cama o porque no le importaban una mierda. Cuando lo pensó bien sospechó que era por lo último. Pero algo había cambiado hace unos tres años.
JOE no parecía estar ya al acecho. Las mujeres con las que Dale lo había visto habían disminuido hasta que pareció normal ver a JOE solo en lugar de estar cubierto por algo que estaba usando demasiado rojo o muy poca ropa. Dale, bajando la mirada hacia su papeleo con una sonrisita recordó el resto de la cita de Oscar Wilde, Una señal segura de desesperación en una mujer.
JOE se había convertido en un solitario, alguien que estaba exactamente dónde decía que estaría cuando decía que iba a estar. No había doble sentido en sus acciones o palabras con respecto al sexo débil ya fuera en el club o cuando Dale había pasado tiempo con él fuera de sus negocios. Era raro y la implicación de JOE con ésta última, a la luz del cambio radical, era aún más raro.
—Ehm, ¿ JOE? ¿Estás siendo cuidadoso, cierto? Quiero decir, vi su currículo y puedo decir que esta ____(TN) no tiene muchos valores, si es que tiene alguno en absoluto. Asegúrate de que no está solo contigo por...
—¿Por mi dinero? —interrumpió JOE —. ¿Es eso lo que estás buscando, Dale? ¿Crees que está conmigo solo por el dinero?
—Solo me preocupo por ti, hombre. JOE suspiró. —Solo déjame a mí a ____(TN), ¿de acuerdo?
—De acuerdo, anotado —dijo Dale mientras marcaba ambas facturas con el código del libro mayor que facturaría JOE en lugar de una de los negocios y ponía esos documentos en la pila de ―resuelto—. Pero, amigo, esto es muy inusual...
—La quiero, Dale —declaró firmemente JOE con los ojos puestos sobre su mejor amigo.
—¿Es algo especial? —preguntó Dale en voz baja aunque su mente estaba corriendo. ¿Qué mierda significa eso? Pensó mientras las palabras de Dale hacían eco en su cabeza. JOE asintió lentamente.
—Muy especial, Dale.
Dale sostuvo la mirada de JOE mientras pasaba a través de las respuestas que podría usar y eliminando aquellas que garantizarían molestar a JOE.
—Uhm, de acuerdo. —Dale bajó la mirada sabiendo con la garantía de sus experiencias juntos que JOE no ofrecería ningún detalle—. ¿Entonces debería facturar cualquier cosa con la palabra ____(TN) a tu nombre de aquí en adelante? —Dale no era otra cosa si no perspicaz y rápido sobre sus pies—. ¿Era ella de quién habló Hank cuando dijo que estabas todo acaramelado en Enrique’s?
—Sí. —Muy bien entonces. Siguiente tema...
*** — JOE, tienes a Patel en la línea uno —anunció la metálica voz.
—JONAS —dijo JOE usando el botón de altavoz.
—¿ JOE? Quítame del altavoz, ¿de acuerdo?
JOE reconoció la voz de NICK Patel, el jefe de la policía de Grantham, con sus expresiones inglesas por las cuales muchos asumían que eran debido a una educación británica. Aunque esos muchos, estarían equivocados. Su madre era británica y se había casado con el padre de NICK proveniente del subcontinente asiático cuando se conocieron como profesores invitados en la Universidad del Estado. NICK nació y se crió ahí mismo, en el buen y viejo Estados Unidos pero no lo sabrías si lo veías o lo escuchabas. JOE agarró el auricular y escuchó a NICK maldecir en voz baja:
—¡Cristo, odio los altavoces!
—¿Qué pasa? ¿La mayoría militante de la moral de Grantham planea otra protesta contra el pecado del club?
—Desearía que eso fuera. No puedo explicarlo por teléfono, pero me preguntaba, ¿si Dale y tú tendrían un momento para mí hoy más tarde?
JOE pasó a través de su agenda cuidadosamente marcada tanto con el horario de ____(TN) como el suyo propio.
—No estoy haciendo nada en este momento y tengo más o menos una hora antes de que la próxima mierda me pegue. Llamaré a Dale justo ahora. ¿Nos vemos en el Club?
—Estaré ahí en veinte —dijo NICK antes de desconectarse sin una despedida. JOE todavía seguía meditando sobre las finanzas de Suds'n'Duds cuando escuchó un golpeteo suave de tres toques contra la puerta de su oficina.
—Está abierto —gruñó mientras caminaba a través del espacio del escritorio.
—Hola, JOE —dijo NICK mientras se abría camino a través del piso de la oficina para agarrar la mano extendida de JOE. De pie con su metro noventa y cinco, y ancho de hombros, NICK era un hombre impresionante. Desde su brillante cabello negro hasta la punta de sus brillantes botas negras, era una
fuerza de la que cuidarse y no solo por su aspecto—. Tenemos una situación.
JOE captó los marrones ojos de NICK y luego hizo señas hacia una de las sillas antes de levantar su mentón para confirmar que escuchó lo que NICK había dicho.
Un muy desaliñado Dale entró en la oficina justo cuando NICK se estaba sentando.
—Siento llegar tarde. Más vale que haya una buena razón para arrastrarme fuera de la cama.
JOE captó la arrugada camiseta y el pantalón caqui mientras Dale se deslizaba en la única silla desocupada. Él y Dale alternaban el cierre del club semanalmente y podía ver que estaba peor vestido esta mañana de cuando se habían encontrado antes y eran solo las nueve treinta de la mañana.
Entonces, tal vez ha tenido una hora y media de sueño, pensó mientras sus ojos golpearon a Dale quien estaba acomodándose en la otra silla colocada justo al lado de NICK frente al escritorio.
 
—Han habido tres asesinatos en las últimas tres semanas —anunció NICK sin preámbulos mientras empezaba a reorganizar las carpetas que había traído con él—. Las tres eran chicas que estaban o estuvieron trabajando en el club.
Dale y JOE intercambiaron miradas mientras JOE se sentaba a través del escritorio frente a NICK.
Tomó la carpeta de arriba que NICK había colocado en medio del escritorio. Abriendo el primero, vio la foto de una mujer con la cabeza volteada, los brazos cruzados sobre su cabeza, pero con los pantalones hasta las rodillas y su blusa y sujetador levantados. La imagen mostraba las iniciales ―W o B grabado contra la hermosura de su estómago.
Tragando gordo, JOE preguntó con voz ronca:
—¿Y?
—Hemos identificado el cuerpo como Tracy Collins quién trabajó en tu club hasta hace unos tres meses.
JOE miró de nuevo la fotografía y conectó el ondulado cabello rubio oscuro, las elevadas cejas y la chaqueta de mezclilla como de Tracy. Había sido hermosa, una artista principal de imponente altura, trabajando en el tubo, construyéndose un futuro hasta que fue capturada mostrando partes del cuerpo que el club no permitía tener en exhibición. Estando en apuros antes de ser escoltada fuera, Tracy, con la cara ennegrecida por el rímel de las lágrimas derramadas, explicó que su madre había sido diagnosticada con cáncer y que necesitaba el dinero extra para ayudar a pagar las astronómicas cuentas médicas. Y JOE sabía por experiencia que esos ―vistazos privados por lo general valían de tres a cinco cientos por exhibición. Lo cual no importaba, sin embargo, ya que eran duramente regulados desde que se convirtieron en un club de ―Solo Tetas‖. Empujó la carpeta a Dale quien tomó un rápido vistazo de la imagen antes de cerrarla de golpe.
JOE se movió a la segunda carpeta y se encogió cuando reconoció a Abby, una de las mejores número dos del club en los tubos desde hace seis meses. Fue capaz de verla, a través de los enredos y raíces de su improvisada tumba, reconociendo su habitual chaleco impreso de cebra y su minifalda de camuflaje a pesar de que, también, estaban echadas hacia arriba para exponer sus partes privadas. El ―W o B estaba tallado en el mero centro de su vientre y frente al marco de la foto. Abby había sido despedida debido a una prueba de drogas fallida de la cual había tratado de reírse, alegando que su último hombre era un drogadicto y que estaba recibiendo las drogas a través del intercambio de fluidos corporales. JOE lo supo mejor después de ver marcas entre los dedos de sus pies que fueron expuestas en su última entrevista. Por las piernas cruzadas y el pie expuesto balanceándose por encima de sus sandalias de plataforma, Jack pudo ver las marcas y tuvo, sin lugar a dudas, que entregarle su último cheque de pago. Echando su cabello al viento, Abby le había dado tal mirada que en otra circunstancia habría provocado llamas, pero finalmente había cedido y salió pisoteado por la puerta del Club.
—¿Cuándo la encontraste? —preguntó JOE con voz gruesa.
Le estaba pasando la carpeta a Dale, quién levantó una mano, indicando que no quería ver, tocar o ir a cualquier lugar cerca de la carpeta. Una mirada a uno de los archivos fue suficiente para Dale. JOE lo podía decir.
—Hace dos semanas, camarada —contestó NICK en voz baja, sabiendo que esto tenía que estar golpeando duro a los copropietarios, ya que tanto JOE como Dale estaban muy involucrados en la vida de sus empleados—. Estamos pensando que ella fue la primera.
—¿La primera? Entonces, ¿no están en orden cronológico? —NICK lentamente asintió, ahorrándose las palabras.
—Solo son chicas, JOE.
JOE vaciló sobre abrir el último archivo sabiendo, sin que sea dicho, que iba a ser la carpeta más dura. Movió las demás carpetas vistas al extremo izquierdo más alejado de su escritorio y apoyó los codos en el borde, encajando esta última entre sus codos doblados.
Deslizó sus ojos hacia Dale, cuya piel había adquirido un tinte decididamente verde, antes de mover sus ojos de nuevo a NICK.
—¿Esto va a doler peor que ellas? —preguntó con una mirada a las otras carpetas antes de levantar sus dorados ojos para encontrarse con los marrones oscuros del Jefe.
—Sé que esto es difícil, camarada, pero tiene que hacerse —respondió JOE en un susurro mientras sostenía la mirada de JOE.
JOE lentamente abrió la portada del informe, armándose de valor en contra de la cruda fotografía que sabía que vería en el interior. Sus ojos cayeron en la brillante impresión, con los ojos velados y deliberadamente desenfocados para evitar cualquier reconocimiento. Pero, tan humano como cualquiera, sus ojos se centraron y reconocieron el oscuro cabello en capas de Pam, su ex camarera convertida en bailarina. Su rostro estaba alejado de la cámara y, al igual que las otros dos, tenía sus manos puestas sobre su cabeza.
Su top a rayas y sujetador con borde de encaje estaban jalados por encima de sus pechos mientras sus jeans estaban enredados con sus bragas de encaje hasta por encima de las rodillas. Ahí estaba otra vez. El ―W o B tallado en su estómago.
—Pam ha estado con nosotros por más de cuatro años. — JOE tragó gordo levantando los ojos hacia NICK—. Fue recientemente promovida a bailarina a petición de ella. —Sus ojos vagaron de nuevo sobre la cruda foto.
 
—¡Oh mierda! —gruñó Dale antes de ponerse rápidamente de pie y correr hacia el bañito de la oficina.
—La encontramos anoche. —NICK estaba siguiendo los ojos de JOE mientras tomaba la foto. Ambos ignoraron el sonido de las arcadas de Dale—. Al igual que las otras, fue encontrada detrás de un contenedor de basura.
—Pero, a ella no se le había dejado ir —dijo JOE con firmeza—. No había sido despedida o advertida. Solo había sido ascendida a bailarina.
—Lo sé, camarada —dijo NICK con un suspiro—. No era más que una de las chicas de Fuego.
Hubo algo más que algunos segundos de silencio los cuales fueron interrumpidos solamente por el sonido de agua corriendo y del escusado cuando la palanca fue bajada desde el baño de la esquina.
Los ojos de NICK y JOE siguieron el vacilante progreso de Dale mientras tomaba lentamente su antiguo asiento junto al jefe de la policía.
—¿ JOE? Notaste que todas estas chicas trabajaron para ti y Dale, ¿cierto? ¿Y que todas ellas han sido asesinadas? —NICK odiaba no medir sus palabras pero reconoció que había un particular interés en cada una de las carpetas que había traído.
—Entonces, ¿cómo podemos ayudar? —preguntó JOE después de un par de latidos a través del tenso silencio, aunque su mirada había pasado a Dale antes de posarse sobre la cara de NICK.
—Necesito una lista de tus empleadas, especialmente de las bailarinas desde hace un par de años hasta la actualidad —dijo NICK en voz baja—. Necesito direcciones y la información de contactos de emergencia también. — JOE asintió, pero NICK podía decir por su quietud que seguía atrapado en las espeluznantes fotos que había visto. Sintiendo la necesidad de acelerar la investigación, continuó—: Y necesitamos esa lista tan pronto como sea posible.
—Claro, no hay problema. —La primera mirada de JOE fue para el tembloroso y pálido Dale antes de responder mientras éste parecía serenarse.
JOE cerró la carpeta de Pam lentamente y sin mirar de nuevo la foto. No necesitaba ver la imagen otra vez ya que sabía que esas gráficas permanecerían en su cabeza durante mucho tiempo. Apiló las carpetas y se las devolvió a NICK.
Dale se quedó en silencio, pero sus ojos se movían adelante y atrás entre JOE y NICK conforme cada uno hablaba pero con cuidado manteniendo furtivas miradas a la pila de carpetas mientras cada uno asentían hacia estas y hablaban.
—Un par de cosas más. Vamos a tener a una persona en el club, encubierta, para que podamos mantener un ojo en las cosas. Este maldito enfermo las estrangula y luego les talla el ―W o B en sus cuerpos —explicó NICK,
lanzó sus ojos hacia JOE, luego hacia Dale antes de dejar volar el resto de su conocimiento—. Y hemos encontrado semen en los cortes. Este enfermo pedazo de mierda se masturba sobre sus cuerpos sin vida. —Negó con incredulidad—. Hemos tratado de analizar el ADN, pero no hemos recibido algo con qué compararlo, además los resultados muestran que el semen procede de diferentes personas. Lo cual no tiene un puto sentido en absoluto —habló NICK hacia sus puños cerrados que parecían estar firmemente incrustados en el escritorio antes de murmurar—: en otras palabras, camarada, tenemos una mierda. —Pasaron varios latidos de silencio después de que NICK habló.
—¿Crees que tener un policía en el club va a ayudar? —preguntó Dale uniéndose finalmente a la conversación. Su voz se sintió mal después de su débil reacción ante la primera imagen.
—Lo que creo es que necesito investigar todos los ángulos de esto. Lo cual significa que también necesitamos entrevistarlos a ustedes dos y a todo su personal masculino. Necesitaremos mirar a los clientes, también. ¿Mantienen registros de las cabinas de baile privado?
—Tenemos los recibos de las tarjetas de crédito, pero, si pagan en efectivo, no hay registro fuera de las filmaciones de seguridad —explicó Dale tragando saliva, con la mente todavía llena con las espeluznantes imágenes que había visto al derecho y al revés.
—¿Los recibos de las tarjetas de crédito enlistan el nombre de la bailarina?
—No, no lo hacen. Pero habrá alguna referencia en ellos a partir de ahora para que podamos relacionar al cliente con la chica —respondió JOE mirando a Dale quién asintió en acuerdo.
—Eso ayudará en el futuro —respondió NICK sacando una libretita y un lápiz—. ¿Sabes los nombres de algunos de los habituales que pudieron haber estado en el club cuando Tracy, Abby y Pam estaban?
Ante la mirada de JOE, Dale se limitó a sacudir la cabeza para hacer notar la negativa.
—Desafortunadamente, no. Probablemente obtendrás mucha más información de ese lado del negocio de la gente que trabaja en el piso. Normalmente, sin embargo, no hay clientes habituales para las bailarinas como Pam. Las que están en los tubos son las que parecen atraer a un seguidor — explicó JOE.
—¿En serio? No sabía eso. —NICK hizo una anotación antes de continuar—. Estaremos entrevistando tanto al personal actual como a las personas que han trabajado aquí el último par de años. Así que estoy pensando que la lista que necesitas entregar tiene que ser de todos, no solo las bailarinas, sino los que han trabajado para ti en ese tiempo.
 
—¿Te valdrían copias de sus solicitudes? —preguntó JOE mientras trataba de seguir la línea de razonamiento de NICK—. Aunque no sé cómo podríamos identificar a los clientes.
JOE vio como NICK se dejaba caer en su silla, extendiendo sus largas piernas y empujando sus dos manos por su cabello antes de entrelazar los dedos por encima de su cabeza.
—¿Qué tal si tratamos de investigar los recibos de las tarjetas de crédito por el tiempo que cada chica estuvo trabajando y ver si hay algún cliente sobrepuesto? —sugirió Dale.
—¿Qué si nuestro maldito bastardo pagó en efectivo? —replicó NICK.
—Aun así es un comienzo, ¿verdad? —insistió Dale.
—Fotocopiaré las solicitudes para ti. Dale sacará las tarjetas de asistencia y los recibos de las tarjetas de crédito. Sin embargo, puede tomar algo de tiempo el hacerlo. ¿Estará bien eso? — JOE observaba mientras NICK garabateaba en su libreta.
—Cuanto antes, mejor, camarada —dijo NICK capturando los ojos de JOE
— . Cuanto antes, mejor.

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Mensaje por PEZA Sáb 20 Sep 2014, 6:36 pm

CAPITULO 11


Mis pasos se desaceleraron cuando caminaba a casa desde mi última clase y vi un gran camión de Almacenes Sleep estacionado junto a la acera. Había sido un largo día, hecho aún más largo por mi falta de descanso en la cama de JOE anoche. Uno de los hombres del camión estaba tocando el timbre de la puerta principal de mi casa.
—¿Puedo ayudarle? —pregunté subiendo las escaleras.
—Estamos buscando a ____(TN) Tomas —dijo el bajo y fornido trabajador, viéndome hacia abajo. Su mano subió para alisar en su lugar los pocos cabellos que le quedaban en la coronilla, a la par que se reacomodaba la camisa en los pantalones—. Tenemos una entrega para ella.
—No he ordenado nada —dije mirando hacia el camión y luego leyendo hacia la insignia sobre su bolsillo que lo identificaba como ―Ernie—. Escuche, Ernie, no pedí nada de Almacenes Sleep así que no hay nada que entregar.
Bajando la mirada hacia su portapapeles, Ernie pasó su rechoncho dedo por la lista hasta que se detuvo y señaló mi nombre.
—Aquí está, aquí mismo. ____(TN) Tomas. Una cama queen size, base de lujo con marco. ¿No es esa usted y esta su dirección? —Ernie me miró convencido de que su papel no mentía.
—Esa soy yo. Esa es mi dirección. Pero no ordené nada —dije reiterando, aún más confundida pero empezando a tener una idea de quién ordenó la cama. Mi confusión fue rápidamente transformada en algo más. Y ese algo más no era realmente bueno.
—Bien, muñeca, tiene una cama nueva incluso si la ordenó o no. El documento lo dice. Bajo instrucciones especiales dice que hay que quitar la cama vieja, también. Oh, espere, ¿qué es esto? Dice que la clienta podría molestarse pero que la cama no puede ser devuelta. ¡Ja! ¡Nunca había visto eso en una hoja de entrega antes! —Ernie se apartó de mí y gritó—: ¡Mario! ¡Éste es el lugar! ¡Primero tenemos que sacar la cama vieja! —Se volvió hacia mí—. ¿Nos dejará entrar o qué?
Abrí la gran puerta y luego mi departamento para permitirle a Ernie y Mario el acceso, aunque estaba muy molesta y mis movimientos eran bruscos y podía sentir el ceño fruncido de mi cara. Mientras que los repartidores llevaban, levantaban e inclinaban el gran colchón y la base de resortes en mi pequeño espacio, yo estaba en el porche, moviéndome de lado a lado y echando humo. Finalmente, saqué mi celular para llamar al duro Neanderthal que estaba tratando de tomar el control de mi vida.
 
—¿Quién te crees que eres, eh? —grité en el teléfono después de escuchar su breve saludo—. No pedí una cama nueva. No quería una cama nueva. ¡No tengo ESPACIO para una cama nueva! —Podía oír mi voz ponerse chillona—. ¡Es demasiado, JOE! ¡Puedo hacer esto por mi cuenta! ¡No quiero ni necesito que cuides de mí! —Colgué la llamada y me detuve furiosa. Tanto Ernie como Mario me dieron un gran rodeo cuando completaron su entrega, lanzándose el uno al otro miradas cada vez que pasaban a mi lado en el porche.
Vacilante, Ernie se acercó a mí de nuevo con el portapapeles en la mano.
—Logramos meterla pero, tengo que decirle, chiquilla, quedó un poco apretado. No tiene mucho espacio para caminar, pero la cama está ahí. —Tragó saliva con fuerza antes de continuar—: Señorita, si pudiera solo firmar aquí...
—No voy a firmar nada —dije tranquilamente, mortalmente.
—Es solo para demostrar que le hemos entregado el juego, ¿de acuerdo? No es que usted lo ordenó o incluso que le gusta, pero sí que lo hemos entregado, ¿está bien? —Ernie le lanzó una mirada a Mario antes de volverse hacia mí—. No nos podemos ir, chiquilla, hasta que tengamos una firma.
Miré a Ernie mientras prácticamente le arrancaba el portapapeles de sus manos, encontré la línea correspondiente y escribí cuatro palabras. Empujé el portapapeles hacia Ernie antes de girar y cerrar de un portazo la puerta principal y luego la puerta de mi departamento.
—Oye, Mario, firmó su nombre como Daffy Duck. ¿Qué significa ―bajo coacción? —Escuché la voz de Ernie procedente del porche.
Ernie no estaba bromeando o incluso exagerando acerca de la cantidad de espacio que la cama queen size tomó en mi pequeño dormitorio.
Me paré en la puerta y me di cuenta que había tal vez unos quince centímetros en un solo lado de la cama para caminar. La única manera de entrar era arrastrándose desde el fondo.
Nunca sería capaz de cerrar la puerta de la habitación, ya que estaba bien abierta por el enorme colchón. Por suerte, mi clóset tenía puertas corredizas, pero ahora podría sentarme en la cama y hacer mis selecciones de vestuario. En realidad, iba a tener que sentarme en la cama para llegar a mi ropa y zapatos.
Esto solo siguió empeorando cada vez más.
¡Espera! ¿Dónde pusieron mi tocador?
Finalmente lo encontré metido en mi cocinita lo cual estoy segura se hizo solo para sacarlo del camino con el fin de dejar espacio para la cama. Cuando me quedé ahí en estado de shock, preguntándome cómo siquiera iba a sacarlo de ahí y dónde iba a ponerlo realmente cuando fuera capaz de moverlo, mi teléfono sonó. Le eché un vistazo, ya que todavía estaba aferrado en mi mano. ―
 
JOE llamando. Lo ignoré y lo dejé ir al correo de voz mientras buscaba mi mesita de noche.
¡Ah! La encontré metida en el espacio abierto de mi baño.
Genial.
Mi habitación estaba llena con la cama, mi cocina estaba llena por mi tocador y mi baño estaba lleno por mi mesita de noche. Yo, sin embargo, estaba llena de rabia.
***
JOE hizo otra anotación en su iPad mientras Aarón, el Gerente de la Oficina de Contabilidad D & J habló sobre el próximo movimiento.
Habían tantas cosas que él y Dale no habían considerado cuando compraron el edificio que tenía más espacio para albergar ese negocio en particular y JOE estaba un poco más que molesto de que él y Dale no hubieran considerado el hecho de que el traslado se haría en el mes antes de la fecha límite de presentación de impuestos.
Las declaraciones de impuestos componen el treinta por ciento de los ingresos anuales de la empresa y las únicas fechas disponibles para hacer el movimiento era a media noche o un domingo, el único día que estaban cerrados.
JOE sintió la vibración de su teléfono escondido en el bolsillo izquierdo mientras recibía otra llamada. Había cambiado el teléfono a vibrador después de que la tercera llamada había interrumpido la reunión. Incluso el habitualmente imperturbable Aaron le había disparado a JOE una mirada asesina ante las intrusiones musicales. A medida que la reunión concluía y JOE cerraba la libreta la cual ahora estaba llena con catorce nuevos pendientes ―por- hacer, miró su teléfono mientras se movía al Kia. Recorrió la lista de mensajes de voz recibidos y vio que el más reciente era de ____(TN). Lo abrió con una sonrisa de anticipación por ser capaz de solo oír su voz.
Pero su sonrisa pronto se desvaneció cuando escuchó su mensaje. Al final del mismo JOE se estaba moviendo rápidamente a través de la congestión de tráfico de la tarde para llegar a ella, para llegar a su casa tan pronto como fuera posible.
Su chica estaba cabreada y no tuvo reparos en hacérselo saber. Lo peor de todo era que estaba probablemente justificado y JOE sabía que iba a entrar en una zona de guerra que él creó sin querer, al igual que la falta de consideración que él y Dale habían mostrado con respecto a la mudanza de la agencia de contabilidad.
Había tratado de llamarla pero no contestaba y sabía que no solo podía dejar un correo de voz, no cuando ella estaba con toda la jodida cuerda.
 
Presionó fuerte el acelerador empeñado en llegar a su chica lo más rápido posible.
***
Oí un golpe fuerte en la puerta exterior el cual no podía ignorar. Furiosamente apuñalé el botón de apertura y esperé para abrir mi puerta hasta que llamó. Entonces la abrí, vi que era él y cerré lo más fuerte que pude.
El hijo de puta se las arregló para detener la pesada puerta con el pie y solo me volteé porque no había escuchado el satisfactorio golpe al cerrarse en su cara.
—Cariño... —comenzó JOE.
—No me vengas con ―Cariño, ¡tú sabandija pedazo de mierda! —grité mientras pisoteaba hacia el pasillo lejos de él lanzando mis palabras sobre mi hombro—. ¡Fuera de mi casa!
—____(TN)...
—¡Has ido demasiado lejos, JOE! —vociferé al máximo de mi voz corriendo los pocos metros hacia donde él seguía de pie en la puerta principal—. ¡La maldita cama ocupa la habitación completa, mi tocador está en la cocina y mi mesa de noche está en el baño! ¡La única habitación que tengo para moverme es la maldita sala! —Podía sentir mis uñas clavarse en mis palmas cuando apreté los puños. Por primera vez en mi vida, me di cuenta de que quería golpear a alguien y golpearlo DURO.
JOE comenzó a moverse en tanto terminaba de gritarle a la cara. Al ver que no me movía hacia atrás, tomó mi mano, puso dicha mano en mi pecho y me giro para poder salir.
Estaba tan enojada que estaba temblando cuando lo vi tomar los pocos pasos de la puerta a la cocina, otro par de pasos hacia el baño antes de detenerse ante la entrada de la habitación.
—Ouch, vaya, cariño —le oí retumbar, sabiendo que él podía ver que la cama ocupaba la totalidad de mi habitación.
Lo miré desde atrás mientras estaba parado en la puerta del cuarto, con las manos en las caderas. Poco a poco, movió una mano para pasarla por su cabello antes de agarrarse la nuca. Se volvió hacia mí y puedo decir por la mirada en su cara que supo que había metido la pata, y lo había hecho hasta el fondo.
La expresión de su rostro, incluso su ritmo mientras caminaba hacia mí, era de remordimiento.
—____(TN), lo siento, yo... —Comenzó mientras se detenía a un par de metros de mí.
—A la mierda tu ―lo siento —siseé lo cual trajo sus ojos directamente a los míos—. Como dije en mi correo de voz, no pedí una cama nueva, ni siquiera necesito una cama nueva. Esto es una mierda, JOE. ¡Solo hemos estado juntos un par de veces, sin embargo, es como si estuvieras tratando de tomar el control, de transformar mi vida!
Mi pecho subía y bajaba con mi ira, y todavía estaba temblando, estaba tan enojada, pero no había terminado. Me incliné hacia él para dar énfasis a mis siguientes palabras. A pesar de que fueron dichas en voz baja, las dije con una amenaza mortal.
—No puedo seguir con esto, JOE. No quiero seguir con esto. —Pude oír cómo mi voz había cambiado, volviéndose más áspera, más ronca mientras intentaba hacerle entender—. Estás fuera de mi vida, JOE.
Vi cómo mis últimas palabras lo golpearon con un estremecimiento. Pero, para su beneficio JOE me permitió decir mi discurso y tomó un momento para considerar lo que le había dicho aunque sus ojos nunca dejaron los míos.
—Nena —dijo en voz baja—. La cagué al no darme cuenta de lo pequeña que es tu habitación y que una cama queen size no iba a caber en ella. —Vi como bajó los ojos y su mano subió para agarrar su cuello—. Estaba buscando hacer tu vida más fácil, más fácil para los dos. Quería que tuvieras una cama lo suficientemente grande para nosotros dos. Calculé mal el tamaño, pero...
—Pero no cabe, ¿no es así, JOE? ¡Es condenadamente grande! ¡Y el repartidor dijo que no podía devolverla! —Podía sentir el cosquilleo detrás de mis ojos mientras mis lágrimas brotaban pero las obligué a retroceder a través de pura fuerza de voluntad—. ¿Qué se supone que tengo que hacer, JOE?
—Cariño... —murmuró JOE antes de dar un paso adelante y deslizar sus brazos alrededor de mi cintura, mi cuerpo estaba tenso e implacable—. Conseguiré que la arreglen y todo estará bien.
—Pe... pero, mi tocador y... —mi voz tropezó con las palabras mientras mi garganta obstruida luchaba contra la abrumadora necesidad de llorar. Me había agarrado a los lados de su camiseta sin pensar.
—Pondré todo en orden, cariño. La cagué, lo arreglaré. —Podía sentir las manos de JOE frotando mi espalda mientras besaba el nacimiento de mi cabello. Me encontré directamente de cara con su camiseta, sosteniéndolo firmemente de los lados de sus desteñidos y ajustados jeans—. ¿Puedes empacar una maleta? Esta noche nos quedaremos en mi casa, ¿sí?
—Pero... —Solo haz una maleta, ____(TN). Haré que lo arreglen mañana. —Uhm, pero yo...
—No me gusta decir las cosas dos veces, cariño. —Escuché la impaciencia de JOE gruñir en mi cabello—. Consigue tus cosas y vayamos a mi casa—. Sentí el apretón de sus brazos antes de que me dejara ir y suavemente me empujó en dirección de la habitación. Mientras me alejaba, me di vuelta y lo vi sacar su teléfono del bolsillo de atrás.
Me arrastré sobre la extensión de la cama con el fin de acceder a mi armario. Tanteando, finalmente toqué el bolso de viaje y metí un par de jeans y una camiseta en él. Arrastré la bolsa detrás de mí mientras me deslizaba hacia atrás a través del mar de colchón antes de llegar al otro lado y dirigirme a la cocina para recoger bragas limpias y un sujetador. El tocador, sin embargo, estaba en un ángulo tan incómodo que no podía abrir los cajones. Me quedé parada en la puerta, tratando de averiguar una forma de abrirlos, antes de sentir a JOE a mi lado.
—No los puedo abrir, JOE —susurré, todavía con la respiración entrecortada gracias a las emociones de las últimas veinticuatro horas. Levanté los ojos hacia él y fui atrapada por la ternura mostrada en sus cálidos ojos color ámbar. Vi cómo su boca se elevaba en una solidaria sonrisa mientras sus dedos de nuevo se abrían paso para capturar la parte trasera de mi cuello.
—Yo me encargo. ¿Algunos que quieras en particular? —dijo suavemente con voz áspera y sus ojos se movieron sobre mi cara y sentí su pulgar moverse en una lenta caricia en la piel debajo de mi oreja.
—Tú eliges, bebé —contesté yendo hacia el baño para agarrar el desmaquillante y los humectantes que animaban mi rutina diaria.
Mientras JOE estaba trabajando abriendo los cajones de la cómoda, escribí una nota rápida a Marianne pidiéndole que mantuviera un ojo en Floyd y la metí debajo de su puerta principal. Ella había sido lo suficientemente agradable para vigilarlo un par de veces en el pasado y esperaba que fuera capaz de hacerlo de nuevo. Sin embargo, no mencioné a dónde iba. No fui lo suficientemente valiente para eso. Sino que solo dije que tenía una emergencia y debería estar en casa mañana.
—¿Lista, cariño?
—Creo que sí, bebé —contesté en voz baja, metiendo la ropa interior que él había elegido en mi bolsa de viaje y la cerré. JOE la tomó de mi mano mientras yo cerraba la puerta.
Tan pronto como estuvimos fuera, usó su otra mano para enganchar la mía y me dio un apretón. Cuando levanté la mirada hacia él en una pregunta, simplemente dijo—: Lo siento.
Como sabía que odiaba repetir las cosas, mi corazón se levantó ante las sencillas palabras. Y apreté su mano de vuelta en aceptación.
***
Mi día en realidad había comenzado con una nota alta, desperté acurrucada a la espalda de JOE, respirando el olor de su piel mientras el despertador a su lado de la cama balaba su zumbido. Después de palmear el reloj hasta la sumisión, JOE se había dado la vuelta así que estábamos frente a frente y ofreció un suave—: Buenos días, cariño—, antes de inclinarse para besarme suavemente. Me di cuenta de que el dulce rostro de JOE, barba incipiente y todo, era lo mejor con lo que había despertado en toda mi vida. Y su beso, aún contra nuestra boca sin cepillar, fue el más dulce, más suave que he probado.
Su beso, sin embargo, se movió rápidamente, cambiando de la exploración a la intención mientras inclinaba su cabeza y pasaba su lengua a lo largo de la unión de mi boca. Mis brazos se deslizaron por sus hombros mientras abría mis labios a su caliente y buscadora lengua, retorciéndome contra él. Mis dedos se enroscaron en su cabello mientras trataba de traerlo cerca, más cerca de lo más cercano a mí. Mis caderas se sacudieron en respuesta a la embestida de sus labios y su lengua mientras yo gemía en su boca. Ante el sonido, sentí el muslo de JOE deslizarse entre mis piernas e insinuarse contra mi humectado coño. Mis caderas parecían tener vida propia a medida que avanzaban para frotar mis partes inflamadas contra su musculoso muslo. Las manos de JOE, mientras se movían de mi cintura, rozaron la parte inferior de mis pechos, con sus pulgares curvados para frotar mis apretados pezones. Ante la vista de mis endurecidos picos, no pude contener el involuntario empujón de cadera, el roce de mi coño contra la firmeza de su pierna, y mucho menos el gemido que escapó de mi garganta.
—¿Tenemos tiempo para jugar, hermosa? —preguntó JOE contra mi boca. Me estiré para ver por encima de su hombro con el fin de comprobar la hora en su reloj de cabecera.
—Más o menos —respondí con un suspiro entrecortado—. Si somos rápidos.
Si bien fue rápido, JOE fue minucioso.
Nuestros corazones estaban a punto de volver a la normalidad antes de que retirar su cabeza de mi hombro.
—¿Baño? —preguntó con una sonrisa de satisfacción mientras yo poco a poco pasaba mis manos desde sus antebrazos, a los codos, a sus bíceps y hasta sus hombros.
Sí, no es una mala manera de empezar el día.
Pero, el día se había ido al sur desde el momento en que dejamos la casa de JOE tomados de la mano.
Estaba montando las alturas por estar completamente saciada y en paz con mi mundo que mitoteé a través de nuestro viaje hasta la primera tienda. El cielo apenas empezaba a clarear hacia el amanecer cuando JOE me llevó a la primera de las tres tiendas que limpié tres veces a la semana.
Ni siquiera estaba prestando atención a lo que estaba diciendo hasta que oí a JOE murmurar un suave, aunque intenso:
—¿Qué demonios? —Mientras maniobraba el auto al lado del camino y se detenía.
Retrocedí sobre las últimas frases que mi boca había echado. ¿De qué había estado hablando? Ah, sí, cómo tuve la idea de hacer la entrevista para ser una bailarina en el club de JOE al oír la conversación telefónica de Renee.
—¿Ella es tu compañera de laboratorio? —dijo JOE mientras volteaba hacia mí, con una mano en el volante y una mano apoyada contra mi respaldo.
—Uh-huh —contesté—. Dijo que ganaba $ 300.00 por sesión, en el tubo, que es para lo cual me presenté. —No me atrevía a mirarlo debido a la extraña sensación en el auto, así que me quedé viendo al paisaje nada especial a través del parabrisas.
—¿Ella es de tu edad, entonces? —Lancé mis ojos a la izquierda para tratar de ver a JOE en mi visión periférica sin llegar a verlo en realidad. Lo único que podía ver era su perfil. Y era un perfil muy cabreado.
—Probablemente más joven alrededor de un año. Tuve un inicio tardío, porque... bueno, ya sabes.
—¿Cuál es su nombre completo? —exigió JOE.
—Renee Jamison —dije al instante, en voz baja, en un esfuerzo por calmarlo, aunque no tenía ni idea de por qué estaba tan molesto. JOE quitó el brazo de mi asiento y tenía ambos antebrazos apoyados en el volante mientras los viajantes madrugadores pasaban volando por nuestro lado.
Aunque sus ojos se inclinaban hacia los autos que pasaban, puedo decir que no estaba centrado en ellos. Estaba inmerso en sí mismo, enfocándose en lo que le había dicho.
—¿Ella utiliza su nombre verdadero? —preguntó finalmente.
—No sé, JOE.
—Averígualo, cariño, ¿sí? —Finalmente se volvió en mi dirección y puso su mano en mi enmezclillado muslo. Mis ojos capturaron los suyos, provocando que mi estómago diera vueltas, antes de escucharlo decir—: Es importante, ____(TD).
—Está bien, bebé —murmuré. JOE deslizó su mano a mi cuello y me jaló hacia adelante para darme un suave roce en mis labios antes de mover el auto de vuelta a la carretera, metiéndose en el tráfico antes del amanecer.
Pero, Renee nunca se presentó lo cual era inusual en ella. Si bien era cierto que era una terrible e improductiva compañera de laboratorio al menos se presentaba para cada clase.
***
 
JOE acababa de revisar las copias de las solicitudes cuando su teléfono sonó. ―____(TN) llamando fue mostrado y sonrió mientras respondía con su habitual:
—¡Hola!
—Hola para ti también, bebé. —Escuchó su entrecortada voz y de nuevo tuvo una reacción física ante el simple sonido de ella.
—La cena estará lista en unos treinta minutos y quería comprobar a qué hora crees que estarás en casa.
En casa. En casa con ____(TN) en ella y esperando por él. La sola idea le dio una cálida sensación en el interior. Claro que estaba orgulloso de su casa como cualquiera que hubiera puesto mucho tiempo y esfuerzo en las renovaciones para hacer la ruina habitable. Pero en realidad nunca pensó en ella como una ―casa hasta que ____(TN) la llamó así. Hasta que ____(TD) estuvo en ella.
—Solo tengo un par de cosas más y luego me pongo en camino, cariño. Tal vez veinte minutos más o menos, ¿sí?
—De acuerdo, bebé. Ya lo espero. —Hasta más tarde, ____(TD). —Hasta entonces, JOE.
JOE presionó el botón de desconexión e inmediatamente llamó a NICK para hacerle saber que las copias estaban listas. Acordaron encontrarse en su casa en una hora ya que NICK iba a estar en ese lado de la ciudad. También llamó a Dale para hacerle saber que había terminado con las solicitudes que le daría a NICK como lo solicitó. Dale no había completado lo de la tarjeta para fichar, los recibos de la tarjeta de crédito y le pidió a JOE que le dejara saber a NICK que faltarían un par de días antes de que esa parte fuera completada.
JOE y ____(TN) estaban terminando el helado con bizcocho de chocolate que Cait había preparado cuando hubo un suave llamado en la puerta.
Era NICK que pasaba por las solicitudes según lo acordado. Sin haber sido invitado, NICK se quitó las botas y las puso a un lado de la puerta.
—No sé si ustedes dos se han conocido —dijo JOE—. ____(TN) él es el Jefe de Policía NICK Patel, NICK ella es ____(TN).
—¿Puedo ofrecerle algo de postre, Jefe Patel, y tal vez un poco de café o leche para acompañar?—preguntó ____(TN) en voz baja después de saludar con un hola desde la cocina a un lado de la barra de desayuno.
—Querrás tener ese postre, NICK. ¡Es lo máximo!
—Me parece bien, ____(TN). Muy agradecido —respondió inmediatamente NICK tratando de recordar cuándo fue su última comida ya que había estado trabajando día y noche en los tres casos.
 
Observó mientras ____(TN) graciosamente se movía a través de la cocina añadiendo una cucharada de helado sobre el cuadro caliente de bizcocho de chocolate y luego espolvoreando el tazón con cintas de caramelo antes de colocarlo en un espacio abierto de la encimera y poner una cuchara al lado de él.
—¿Café o leche? —preguntó mientras levantaba su mano en un gesto tácito a sentarse.
—Café, negro, gracias. —NICK instaló su cansado cuerpo en el taburete y comenzó a devorar el decadente obsequio. JOE tenía razón, era lo máximo.
—Aquí están las copias. Puse las tres que querías hasta arriba. —JOE fue a sentarse junto a él y pronto tenía su propio tazón rellenado sin solicitarlo—. Dale dijo que necesitará un par de días más para reunir las otras cosas pero que te llamará cuando las tenga.
NICK abrió la carpeta de archivo mientras la página de hasta arriba quedaba en el borde del ligero cartón y se resbaló, flotando hacia el piso de la cocina. ____(TN) la recogió y no podía dejar de mirarla mientras le entregaba de nuevo a JOE.
—¡Espera! Esta es una solicitud de Pam Benton. ¿Mi inquilina, Pam Benton? —preguntó con los ojos yendo y viniendo entre los dos hombres—. ¿Le ha pasado algo a Pam? —Bajó la mirada a la hoja de papel que JOE todavía tenía en la mano—. El domicilio es el de mi lugar, JOE. Ella es la inquilina que no me ha pagado, a la que le puse el aviso de Paga-La-Renta-O-Salte.
—Nosotros normalmente no avisamos a la gente de un problema hasta que la familia es notificada...—comenzó NICK.
—¿Le ha pasado algo a Pam? —repitió ____(TD) mientras su corazón empezaba a golpear en serio. JOE le dio la vuelta a la barra de desayuno para colocarla a su lado—. No la vi mucho ya que ella trabajaba de noche y yo trabajaba todo el tiempo...
—¿Cuándo fue la última vez que la viste? —preguntó NICK mientras sacaba su libreta del bolsillo.
—No sé... ¿tal vez al final del mes pasado alguna vez? —respondió en voz baja mirando a JOE—. Lo siento no puedo ser más específica. Nuestros horarios realmente nunca encajaron y si no se hubiera retrasado en pagar el alquiler, yo no hubiera tenido ningún trato con ella del cual hablar...
—¿Podrías dejarme entrar en su apartamento, digamos mañana por la mañana? Tendría que ser temprano, pero necesito tener acceso. —NICK quería seguir el protocolo en cada situación pero por la mirada angustiada en el rostro de ____(TN), sabía que sólo tendría que hacerle saber lo que pasaba con el fin de poder acceder al departamento de la chica muerta. Deslizó sus ojos hacia JOE con un breve asentimiento.
 
—Cariño, el cuerpo de Pam fue encontrado hace un par de noches. Había sido asesinada. —La voz de JOE fue un susurro en su oído. Él sintió que su cuerpo empezó a temblar con cada palabra que decía y apretó sus brazos alrededor de ella jalándola hasta ponerla frente a él—. NICK está buscando en todo lo pueda para tratar de encontrar al asesino responsable. Pero necesita tu ayuda para entrar en su departamento, ¿sí?
____(TN) estaba congelada, tenía los ojos muy abiertos mientras su corazón luchaba por hacer frente a la muerte de su inquilina. JOE le dio la vuelta en sus brazos y metió su cabeza en su pecho. Mientras se enfocaba en consolar a su chica, NICK veía la información en la solicitud de Pam.
—Hay un espacio en blanco donde se pide Contacto de Emergencia —dijo NICK—. ¿Sabes si tenía familia, ____(TD)?
Dejando caer su mejilla sobre la camiseta, ____(TN) lo pensó.
—No estoy segura. Puedo revisar su información en su contrato de alquiler para ver si uno está en la lista, pero creo que mencionó algo una vez acerca de una hermana en Missouri.
—Eso sería una gran ayuda —dijo NICK haciendo otra nota en su libretita—. Gracias por el obsequio y el café, pero mejor regreso a mis asuntos. — Desenganchándose de los brazos de JOE, ____(TN) ofreció llenar una taza de viaje si quería café para llevar—. Gracias, pero no. Iré a casa a tratar y agarrar algo de sueño. Te veré mañana, ____(TD).
JOE siguió a NICK a la puerta y vio cómo el jefe se ponía de nuevo las botas.
Ambos estuvieron en silencio cuando JOE caminó con él hasta su auto.
—Solo diré esto una vez, JOE, porque sé que no es de mi incumbencia — comenzó a decir NICK en voz baja en el aire fresco de la noche—. Tú la dejas ir y estará tomada en menos de una hora. Joder, esa cosa del bizcocho casi me hace caer sobre una rodilla y pedirle que se casara conmigo en el acto. Espero que sepas lo que tienes, amigo.
Miró NICK a los ojos mientras metía las manos en los bolsillos. —Lo tengo cubierto, NICK. Sé que soy afortunado. NICK puso una mano en el hombro de JOE. —No es suerte, amigo. Lo mereces.
JOE cambió su peso de pie mientras NICK dejaba caer la mano. —Hazme saber, NICK, si necesitas algo más, ¿de acuerdo? —Lo haré, amigo. Gracias de nuevo por los archivos.
No se habló mucho en el espacio hecho por la salida de NICK aunque ____(TN) y JOE trabajaron al unísono mientras limpiaban la cocina juntos y enderezaban las cosas. Cuando el lavavajillas estaba finalmente zumbando a través de sus primeros ciclos y la última encimera fue limpiada, JOE agarró la mano de ____(TD) para llevarla arriba.
—Qué día, cariño —dijo mientras se sentaba en el borde de la cama observando a ____(TN) cavar a través de su bolsa de viaje—. ¿Estás bien?
—Mmm-hmm —escuchó pero ella nunca levantó sus ojos mientras respondía todavía manoteando a través de la pequeña bolsa—. Creo que olvidé mi pijama.
JOE fue a su cómoda y sacó una camiseta limpia antes de arrojársela.
—¿Eso será suficiente para ti?
—Debería ser, bebé, gracias. —Lanzó ella por encima de su hombro mientras se dirigía al baño.
Fue más tarde, con sus corazones en desaceleración después de su sesión que era más amorosa que enérgica, más dulce que avariciosa, cuando empezaron a hablar.
—¿Tendrás que cancelar lo que tienes programado para mañana por la mañana? —preguntó por encima de su cabeza acurrucada en su pecho mientras su brazo trazaba patrones al azar en su espalda.
—Sí, probablemente —respondió ella en un bostezo—. Probablemente debería llamar a Maya y ver si podemos cambiar turnos —continuó mientras alcanzaba su teléfono de la mesita de noche.
Maya pareció tomar la petición de ____(TN) con calma y estaba dispuesta a hacer el cambio. Tan pronto como la llamada terminó, ____(TN) apagó la luz de su lado de la cama y se deslizó a través de su amplia extensión hasta que su espalda estuvo contra el pecho de JOE. Sintió el brazo de JOE serpentear alrededor de su cintura y la jaló aún más cerca.
—Tengo algunos chicos que irán para llevarse la cama alrededor de las ocho y la nueva cama será entregada a las nueve, ¿está bien?
Miró el reloj.
—Entonces, ¿a qué hora tenemos que levantarnos?
—Uhm, ¿como a las siete más o menos? —____(TN) sintió su cuerpo relajarse mientras empezaba a quedarse dormida, acurrucada en los brazos de JOE.
—¿Cariño? —Le oyó susurrar.
—¿Mmm-hmm?
—Casi perdí a mi chica hoy. Casi perdí a mi chica hoy por una jodida cama —continuó JOE contra su hombro.
Escuchó una nota de risita antes de que la soñolienta voz de ella dijera—: Tienes razón respecto a eso.
 
—No quiero perder a mi chica. —Hubieron varios latidos de silencio—. No quiero perder a mi chica por estupideces, sobre todo, estupideces que he provocado, ¿sí?
JOE usó su barbilla para quitar el cabello de su hombro y ella sintió sus labios en el punto sensible donde su cuello se une.
—Mmm-hmm.
—Tengo mucha experiencia en hacer estupideces. —Comenzó a colocar suaves besos en ese tierno tramo de piel—. Casi puedo garantizar que la joderé en algún momento en el futuro.
Sus labios pausaron su movimiento antes de escuchar un resoplido burlón.
—Casi con certeza.
—Así que, cariño, cuando termine haciendo estupideces y joda realmente las cosas necesito saber que seremos capaces de trabajar a través de todo eso antes de empezar a hablar de dejarnos, ¿sí? —sintió lo tenso que se puso su cuerpo simplemente con su confesión y su petición. Su respuesta era importante para él, e incluso su cuerpo lo reconoció.
—De acuerdo —murmuró ella, bajando su mano para acariciar su muslo. JOE dejó escapar un suspiro de alivio y sintió su cuerpo relajarse antes de escuchar otro bostezo. Estaba casi dormido cuando sintió su jalón.
—¿JOE?
—Sí, cariño —murmuró, sintiendo el cabello de ella revolverse mientras hablaba.
—¿Alguna vez te molestó? —susurró en la oscuridad de la habitación.
—¿Molestarme?
—¿Acerca de mí por no... ehm... por no saber qué hacer y eso?
Era tarde y JOE estaba cansado. Pero sabía lo que ella estaba tratando, a su manera, de decir.
—¿Te refieres a ti y a mí, hermosa chica? —Hubo un silencio, del cual estaba aprendiendo era su manera de decir sí sin tener que decir una cosa—. Bebé. —Hubo más silencio mientras JOE buscaba encontrar las palabras adecuadas para hablar con su chica—. El hecho de que yo soy tu primera vez en todas las cosas físicas que hacemos, me hace sentir de tres metros de alto. No voy a mentir, cariño. Porque pueda ser que no eres mi primera relación física, pero eres la primera que ha capturado mi corazón —admitió—. ¿Eso va a ser suficiente para ti? —Sintió su asentimiento mientras movía sus caderas contra él.
—¿Terminaste, bebé? —preguntó ella como si fuera él quien los mantenía despiertos con su charla.
 
—Buenas noches, preciosa —respondió él y dejó un beso encima de su cabeza.
—Buenas noches, JOE.
***
Layton Jamison estaba en su cuarto con un whisky antes de que finalmente tuviera el valor de hacer la llamada a pesar de recibir la información más temprano en la tarde.
Solo de pensar en lo que estaba pasando, sin su conocimiento, y por una persona desconocida le había cabreado y no sin sentir miedo.
Su mente había dado vueltas y vueltas tratando de averiguar si la información había sido solicitada por uno de sus competidores, uno de sus supuestos amigos porque no había manera en el infierno que el informe hubiera sido generado por una nueva tarjeta de crédito o una compra. Tomó el resto de su bebida y levantó el teléfono.
—¿Stu? Tengo un problema —comenzó—. Recibí un correo hoy de que alguien ha sacado mi informe de crédito.
—¿Y? ¿Qué quieres que haga al respecto? Es tu maldito informe, Jamison, y no tiene absolutamente un carajo que ver conmigo.
—No podemos darnos el lujo de tener a nadie husmeando, especialmente no ahora. ¿Qué pasa si encuentran algo, Stu? ¿Qué si están sobre nosotros? No podemos permitirles que...
—Cierra la maldita boca y escucha, tú estúpido idiota. Nadie sabe nada y no lo harán siempre y cuando mantengas el hocico cerrado.
—No creo que pueda hacer esto, Stu, la verdad es que no. Creo que necesito salirme. —Layton odiaba el tono de lloriqueo que parecía arrastrarse en su voz cada vez que tenía que hablar con Stu, pero no podía evitarlo.
—¿Salirte? ¿Qué te hace pensar que puedes salirte, maldito ignorante? Estás en esto tan profundo como lo estoy yo, si no es que más. Saldrás cuando yo diga que puedes y eso no será en un futuro cercano. Ahora, saca tu pulgar de tu flácido culo blanco y sigue con lo que hablamos la semana pasada. ¿Puedes hacer eso, Jamison? ¿O voy a tener que hacer algo para motivarte? ¿Eh?
—No sé, Stu, quiero decir si están sobre mí...
—¿Cómo está esa fina pieza de culo a la que llamas hija, Jamison? ¿Todavía va a la escuela como una buena chica?
—¿Por qué necesitas saber acerca de mi hija? —La voz de Layton se suavizó y pudo sentir las gotas de sudor que empezaron a correr por su cara y entre sus omóplatos.
 
—Escuché decir que ahora es mayor de edad. Podría tener que conseguir algo de eso sólo para asegurarme de que te quedas con el programa. ¿Me entiendes?
—No, Stu, no mi hija. Por favor no mi hija. —Layton podía escuchar el tono de súplica en su voz—. Me quedaré con el programa, sólo mantente alejado de Renee, ¿de acuerdo?
—Sólo atente al plan y todo estará bien.
—Ah, de acuerdo, Stu —dijo Layton antes de darse cuenta de que le estaba hablando a un tono de marcado.
Temblorosamente se limpió el sudor de la frente antes de levantar el decantador y rellenar su vaso. Cruzó el suelo de su estudio y temblorosamente se sentó en la silla de cuero del escritorio antes de cubrir su cara con las manos mientras se daba cuenta de que estaba bajo el pulgar de un bastardo enfermo... sin salida.    

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Mensaje por PEZA Dom 21 Sep 2014, 5:32 pm

CAPITULO 12




NICK pulsó el botón del apartamento número uno de nuevo después de no recibir respuesta en sus dos primeros intentos de ganar la entrada al edificio de apartamentos de ____(TN). Miró su reloj, pero sólo eran las 7:15 de la mañana y recordó que nunca habían establecido una hora firme para encontrarse cuando hablaron ayer por la tarde. NICK dudó en llamar a JOE ya que él no tenía el número de ____(TN), pero no estaba dispuesto a asumir más de una llamada cuando JOE parecía poco dispuesto a hablar de ello. Aunque, dada su cercanía en la cocina, NICK no pensaba que estuviera lejos de la verdad viendo a una pareja en los primeros estertores de amor.
NICK intentó empujar el botón número dos para ver si podía llegar a un vecino que le pudiera dejar entrar en el edificio, lo que tenía que ser más caliente que pararse fuera expuesto al viento en el porche. Sus cejas se alzaron cuando oyó el zumbido y la liberación de la cerradura de la puerta principal. Mientras entraba, vio un rostro hermoso, cubierto con rizos rubios despeinados asomados fuera del apartamento a la derecha. Los ya grandes ojos muy azules, se abrieron aún más cuando se dieron cuenta de su uniforme antes de bajar lentamente a su arma enfundada.
Sexy.
—¿Puedo ayudarlo, oficial? —Él oyó preguntar a su voz ronca por el sueño.
—Lamento despertarla, señorita. Estoy aquí para ver a ____(TN), la encargada del edificio —respondió pisando plenamente en el pasillo—. Se suponía que nos encontráramos aquí esta mañana.
—Solo un segundo —dijo la rubia antes de cerrar la puerta, aunque en no más de treinta segundos estaba de regreso y jalándola para abrirla totalmente.
—Sé que tuvo una emergencia ayer y me pidió que cuidara de su gato durante la noche. No sé a qué hora va a regresar a casa, sin embargo.
NICK la vio haciendo movimientos pequeños para poner en orden su cabello salvaje y apretar el cinturón de su bata azul con flores.
—¿Le importa si espero unos minutos por ella aquí en el pasillo?
—No, en absoluto. —Fue la respuesta—. Soy Marianne Gibson —dijo ella, tendiéndole la mano.
—Jefe de policía NICK Patel, encantado de conocerte. —Él estrechó su mano y se dio cuenta de lo pequeña que era en comparación con la suya. Su mano prácticamente se tragó la de ella.
—¿Por qué no entra y toma un café mientras espera? Podemos dejar la puerta abierta para que pueda darse cuenta cuando ella llegue.
—Suena bien, ¿si de seguro no te importa?
—Tú eres el jefe de la policía, ¿no? ¡Creo que probablemente estoy más segura contigo en mi apartamento que cuando estoy aquí sola con el cerrojo! —
Ella le sonrió por encima del hombro mientras lo llevaba dentro—. Siéntase como en casa en el sofá y yo traeré el café.
NICK no podía evitar mirar sus caderas bien formadas balanceándose mientras se movía a su cocina. Sus ojos se movieron más abajo a sus pantorrillas bien formadas y los pies antes de alejar sus ojos y elegir su silla de rayas azul para sentarse. Mirando a su alrededor, NICK se dio cuenta de que habían toques de azul en todo el ordenado apartamento.
—¿Tomas algo con tu café?
—No, señora. Negro está bien.
—Aquí estamos. —Marianne colocó una bandeja en la mesita de café que tenía una jarra térmica y tazas. Ella se inclinó y llenó una de las tazas, su bata abierta lejos de su piel y ofreciéndole a NICK una vista sin obstáculos de su seriamente atractivo escote, que se estaba derramando fuera de su camisa de dormir azul claro, de encaje. Él arrastró rápidamente sus ojos para centrarse en la taza que estaba sosteniendo hacia él, mientras hábilmente se sirvió otra taza para ella.
NICK deslizó sus caderas hacia atrás en la silla y rápidamente cruzó las piernas para tratar de ocultar su reacción a su desconocida e inocente público. Vio como ella se sentó en un rincón de su sofá, balanceando el café un poco mientras ella se movía para ponerse cómoda. Finalmente, se sentó y cruzó las piernas, metiendo la que estaba más baja por debajo suyo mientras tomaba su primer sorbo.
—Néctar de los Dioses —suspiró ella, cerrando los ojos.
—¿Señora?
—No puedo comenzar mi mañana sin una taza grande de café —explicó con una sonrisa, levantando su taza para enfatizar—. El primer sorbo es como la ambrosia, el néctar de los dioses.
Cristo, ¿era en serio? ¿Esta pequeña muñeca es el sexo sobre piernas y ella está charlándome sobre el maldito café? NICK dio un sorbo por sí mismo.
—Este es bueno —dijo, levantando su taza hacia ella.
—Pongo una pizca de canela en este. Le da un giro, profundiza el sabor.
¿Por qué todo lo que sale de su boca, esa boca muy llena, muy rosa suena como un ven?
—Voy a tener que probar eso —murmuró NICK tomando otro sorbo.
Ella se movió en su asiento y él vio cómo su bata se abrió y alcanzó a ver su suave muslo asomándose a través de la parte inferior de encaje de su camisón. NICK intentó, y fracasó, ignorar el estiramiento de su polla contra su cremallera.
Mierda. Él estaba en problemas. Si ____(TN) venía ahora, no tendría más remedio que ponerse de pie.
Jesús. Era como estar de vuelta en la escuela secundaria, esperando y rezando porque el profesor no lo llamara para pararse frente a la clase.
Oyó un suave timbre y observó a Marianne saltar ante el sonido.
 
—Oh, um... —tartamudeó ella, mordiéndose el labio inferior—. Ese es mi... ah... tengo algo en la tostadora. Es mí... Er... es mi desayuno.
NICK percibió una bocanada de su perfume mientras rápidamente se dirigió a la cocina antes de que él captara el olor de lo que había estado en su tostadora.
—¿Pop Tart? ¿De fresa? —le preguntó en voz alta.
—Um... bueno... —Marianne se volvió de un delicioso tono de color rosa antes de admitir—. Sí. Soy una especie de adicta a ellos.
NICK estaba sonriendo ampliamente mientras bajaba su taza y metía la mano en el bolsillo interior de su chaqueta, sacando una familiar bolsa plateada. Él la sostuvo en alto y la sacudió.
—Yo también.
Vio cómo el asombro dejaba su cara para ser reemplazado por una enorme sonrisa y escuchó su risa tintineante antes de que él soltara la suya. Ambos pronto estaban aguantando sus costados y secándose las lágrimas, capturando los ojos el uno del otro antes de liberarlos de nuevo.
Por último, Marianne se inclinó sobre la pequeña barra que mantenía separada a la pequeña cocina de la sala de estar. Por no hablar de darle una buena vista, repetida, de su delicioso escote.
—Para mí es un placer culpable —susurró ella.
—Mío también —murmuró NICK en respuesta, metiendo la bolsa en su bolsillo—. Pero no puedes decirle a nadie. Tengo una posición que mantener.
Marianne dio un paso alrededor de la barra y se acercó a su silla. Se puso de pie delante de él, envuelta en su corta y floreada bata azul con el encaje de color azul claro de su camisón asomándose por donde el lazo se había aflojado, con una cara seria y la mano derecha levantada.
—Yo, Marianne Louise Gibson, juro solemnemente nunca, nunca decirle a otro ser viviente que nuestro caliente Jefe de la Policía se entrega a las Pop Tarts.
NICK estaba asombrado mientras la veía levantar lentamente su mano hasta cerrarla en un puño, con sólo su dedo más pequeño levantado.
Ella lo llamó caliente.
—Juramento de meñique, ¿de acuerdo?
—¿Meñique, qué?
—Juramento de meñique. Ya sabes, donde tú estrechas manos usando sólo tu dedo meñique para sellar el trato.
NICK levantó su mano, también, cerrándola hasta que sólo su dedo más pequeño se mantuvo en posición vertical. Llevó su mano hacia la de ella lentamente y ella encontró la suya a más de la mitad del camino, envolviendo su dedo meñique alrededor del suyo.
Ella sonrió a sus ojos susurrando. —Juramento de meñique.
 
NICK quedó atrapado en las profundidades de sus ojos azules antes de volver su mirada hacia sus dedos entrelazados.
Ella lo llamó caliente.
—Juramento de meñique. —Se oyó decir en voz baja, con reverencia.
Ambos saltaron ante la llamada a la puerta abierta.
—Hola, Jefe. Hola, Marianne. —____(TN) y JOE estaban sonriendo en la puerta.
—¿Estás lista, ____(TD)? —preguntó NICK mientras se levantaba, dándose cuenta de que al pararse quedaba a pocos centímetros de distancia de Marianne. Sus dedos seguían estando entrelazados y Marianne, después de una breve mirada a la puerta principal, se habían vuelto hacia él, alzando su aún sonriente mirada.
Él bajó la mirada y ella le guiñó un ojo, en realidad le hizo un guiño, antes de desenganchar su dedo del suyo y dar un paso atrás.
—Hola, ____(TN). Hola, Sr. JONAS —dijo ella.
Mientras NICK se movía rodeándola para ir hacia la puerta, sintió su mano en su brazo.
—Tu secreto está a salvo conmigo —susurró ella parándose de puntillas, apuntando su boca hacia su oreja.
Ella lo llamó caliente.
—¿Estás bien, NICK? —preguntó JOE, mientras seguía al jefe al hogar de ____(TN).
NICK se armó de valor para no dar la vuelta y mirar hacia atrás a casa de Marianne. Diablos, se obligó a sí mismo a parpadear por el bien de la mierda.
—Solo déjeme conseguir las llaves y el contrato de alquiler para usted, Jefe Patel —dijo ____(TN) mientras caminaba por el corto pasillo hacia su dormitorio. Ella mantenía todo el papeleo para los apartamentos y los inquilinos en una caja a prueba de fuego escondida en el piso de su armario.
»Aquí tiene —dijo ella entregándole el jefe de policía la llave del candado, las llaves del apartamento y el contrato de inquilino—. ¿Me necesita allí, cuando vaya?
—Estoy bien yendo solo, si no te importa. No estoy seguro de lo que estoy buscando a excepción de la información de contacto para alguien de la familia. Si necesito mover algún elemento de ahí, voy a proporcionar una lista para ti.
Oyeron un golpe en la puerta y JOE se hizo cargo de los chicos que habían llamado para quitar el colchón de matrimonio de su dormitorio.
—Voy a traer las llaves cuando haya terminado —dijo NICK mientras se movía hacia la escalera y fuera del camino de todos.
____(TN) se sentó en la parte inferior de la escalera mientras los dos hombres fornidos vestidos con camisetas de Skeet’s Auto y JOE maniobraban la cama y el catre fuera del apartamento, lo que era toda una hazaña teniendo en cuenta todos los ángulos afilados y las esquinas por las que tenían que planificar como trasladar el poco manejable y movedizo colchón. Pronto, sin embargo, el juego
de cama fue cargado y siendo arrastrado lejos. ____(TN) encontró a JOE moviendo el armario y la mesa de noche de regreso a su posición en su dormitorio.
—Está bien, las cosas nuevas están llegando en unos treinta minutos por lo que usted debe quedarse. —JOE le ofreció una sonrisa.
—¿Qué tamaño de cama conseguiste? —preguntó ____(TN) en voz baja.
—Una completa —respondió JOE entrando para pararse al lado de ella en la puerta del dormitorio—. Y vamos a estar buscando sábanas y la mierda cuando NICK haya terminado, ¿sí?
—¿Crees que este tamaño cabrá?
—Joder, espero que sí, querida. —JOE pasó un brazo sobre sus hombros y bajó la barbilla para darle un beso en la frente—. Estoy jodido si no cabe.
JOE sintió su movimiento de asentimiento contra su boca, pero se perdió la pequeña sonrisa que tenía mientras lo hacía.
***
Se suponía que debía estar tomando notas para mi próximo examen de Física, pero me encontré sólo garabateando en mi cuaderno en lugar de captar las palabras del T.A. mientras él exponía sobre las diferentes teorías que se suponía que supiéramos. Mi mente, sin embargo, todavía estaba atrapada en mi excursión de compras con JOE.
Él me había llevado a la gran tienda Home Warehouse en la ruta 118 diciendo que esta tenía una mejor selección que las diferentes tiendas de la ciudad. Y así fue. Yo estaba casi mareado ante las cuatro filas que mostraban las diferentes ropas de cama en todos los diferentes modelos y colores. Encontré el pasillo que mostraba las ofertas más baratas en el tamaño completo y comencé a elegir.
—No, muchacha bonita ——retumbó JOE desde su lugar detrás del carrito, los antebrazos apoyados en el mango—. Yo estoy comprando y no voy a comprar mierda barata. Elige de nuevo.
—Pero, JOE... —comencé, pero nunca conseguí decir el resto de las palabras.
—Ya admití que la cagué. —JOE se puso de pie y se plantó en su posición de macho alfa de ―Yo soy hombre, los brazos cruzados y las piernas plantadas— . Yo pagaré. Pero no estoy comprando mierda barata. ¿Estás conmigo? —Dios, pero él era terco.
—Oh, está bien —murmuré mientras iba de regreso al pasillo más caro. Una chica tiene que escoger y elegir sus batallas, me dije a mí misma, pero mi estómago estaba en nudos pensando cuánto iba a costar todo esto. Si hubiera sido por mí, solo habríamos ido a la tienda de segunda mano y recogido lo que necesitaba para la nueva cama de tamaño completo.
Me aseguré de estar de pie al final de la zona de la cajera, así no era capaz de escuchar o ver el resultado final de lo que habíamos comprado. Yo no quería una repetición de nuestra experiencia de la tienda de comestibles donde me asusté de él gastando más de ciento cuarenta y tres dólares de una sola vez. No sé cuánto solía gastar mi madre durante sus viajes de compras semanales, pero desde que había estado sola con mis propias compras nunca excedí los quince dólares. Alguna vez. Y él se había gastado casi diez veces eso sin pestañear.
—Voy a estar terminando alrededor de las siete, querida. Pizza, ¿está bien?
Él había arrastrado las bolsas de cosas que habíamos comprado al apartamento colocándolas en la cama de tamaño completo. Moviendo la cabecera de la cama a la otra pared me había dado un montón de espacio para moverme, así como también permitiendo la mesita de noche y la cómoda, a pesar del tamaño más grande de la cama, pero no demasiado grande. Mentalmente revisé mi agenda que incluía clases y mi turno en la clínica de reposo antes de asentirle. JOE me tomó en sus brazos y su rápido beso de despedida pronto se transformó en una sesión completa de besos que sólo fue bloqueada por los abrigos que todavía no nos habíamos quitado cuando llegamos.
—Vaya —le susurré cuando sus labios dejaron los míos.
JOE sonrió, me dio otro apretón y un rápido beso en la frente antes de que se desenredara y se fuera.
Mientras yo garabateaba, en lugar de prestar atención en clase, me preparé mentalmente para lavar las sábanas nuevas y hacer la nueva cama tan pronto como pudiera llegar a casa. Mi corazón se aceleró al pensar en las diferentes maneras en que JOE y yo podríamos bautizar las nuevas adquisiciones, y me perdí totalmente al T.A. concluyendo la clase.
La pizza estuvo genial, aunque la había pedido con un par de cosas que yo nunca habría ordenado. Pero solo aparté las cosas que no quería y me comí lo que estaba sobrando.
El sexo, sin embargo, fue mucho mejor. Comenzó como lo había hecho desde nuestra primera vez; con un montón de dulces besos que se convertían en más largos y más profundos, bailes de lengua, fusiones de boca que solo mitigaban en parte el deseo de nuestros cuerpos. Las ropas pronto estaban volando en nuestros intentos de conseguir a ambos, y el uno al otro, desnudos a medida que avanzábamos por el corto pasillo hasta mi cama.
En poco tiempo y con un gruñido, JOE me dio la vuelta para que yo estuviera sobre mi vientre contra el nuevo colchón. Él enganchó mis caderas, levantándolas suavemente, así que estaba en mis rodillas, mi culo al aire, expuesta al desnudo. Sentí sus labios mientras viajaban por mi columna vertebral, antes de que él moviera mi cabello sobre mi hombro así podía besar su camino hasta la unión de mi cuello y el hombro. Sus muslos estaban contra los míos, pero sentí sus manos, sus dedos, arrastrando hacia arriba la parte posterior de mis muslos muy lentamente. Una mano continuó el viaje a lo largo de mi cadera, mi cintura, curvándose alrededor de mi vientre hacia mi pecho antes de colocarla en mi pezón. Sin gestos suaves esta vez; él usó su pulgar e índice para torcer y tirar el endurecido pico de color rosa. Al igual que antes, yo no pude controlar el impulso de mis caderas en respuesta a su manoseo. Sentí su otra mano apartar mis pliegues y concentrarse en mi hinchado clítoris.
—Dios, nena, estás tan mojada —me susurró JOE al oído causando que la piel de gallina estallara a través de mis brazos y piernas mientras su dedo empezó a girar en círculos firmes usando mi humedad para facilitar el deslizamiento de su dedo. Sus labios y lengua en la parte posterior de mi cuello se movían suavemente, pero aun así inflamándome, calentando cada superficie de mi piel antes de que sus dedos de nuevo hicieran círculos en mi centro, rozando y acariciándome hasta que yo estaba meneándome en sus brazos, tratando de ponerme lo más cerca posible. Ninguno de los dos habló, pero no había silencio ya que la habitación estaba llena con nuestros gemidos guturales.
Después de deslizarme hasta el final de mi cama, JOE puso una mano suavemente en mi espalda baja y la deslizó hacia arriba, con la presión cada vez mayor, hacia mis omóplatos, dándome una señal silenciosa para que bajara mi pecho hasta el colchón. Nunca, incluso en mi entrevista con él, me había sentido más expuesta, o más dispuesta a ser expuesta que cuando me tenía en esta posición. Sentí mis pezones rozando contra las nuevas sábanas, añadiéndolo a la fricción. Voltee mi cara para mirar alrededor de mi culo expuesto para devolverle la mirada.
JOE frotó, acarició y apretó ambas mejillas de mi trasero suavemente mientras me miraba, extendida ante él, en lo que pude ver era una mirada de pura lujuria, su respiración áspera y desigual. Si la polla dura que sentí presionando contra mis abundantes cachetes era una indicación, él disfrutaba verme en esta posición tanto como yo lo hacía solo estando allí. Hundió sus dedos en mi agujero brillante para capturar la humedad dentro de mí. Y yo no pude evitar mi gemido o el suave empuje de mis caderas hacia sus dedos en respuesta, mientras ellos se movían ahora, oh tan húmedamente, deslizándose arriba a mi raja para frotarse contra mi rosado e hinchado clítoris. Me preparé mientras sentí mi orgasmo construirse, intensificándose con sólo la sensación de sus dedos rodeando, trabajando, golpeando el punto perfectamente. No pude evitar que mi garganta llorara mientras la presión se construía y como me revolví contra su caliente y movedizo dedo que presionaba y rodaba con fervor.
JOE deslizó dos dedos en mi húmedo canal pero nunca aflojó en su caricia en mi centro de placer, usando su pulgar ahora a mantener el movimiento. Sus dedos comenzaron a deslizarse dentro y fuera de mí, aunque ahora estaban curvados, presionando en mi punto G, arrastrando y abrasándolo. Mi agitado coño perdió su ritmo, farfullando en un fuera de compás antes de volver a coger el ritmo, aunque a un ritmo más rápido.
—Oh, Dios, JOE —gemí cuando la sensación entre mis piernas se intensificó, concentró y floreció—. No te detengas, por favor, no te detengas...
Mi orgasmo golpeó con furia, explotando a través de todas y cada una de las partes color rosa, en cada parte de mí. Me resistí, sacudí y gemí mientras el fuego de esto me consumía, mi coño se apretó y ordeño los dedos conocedores de JOE, mientras él seguía acariciando mi clítoris más lento y con menos presión. Podía sentir sus dedos, aún muy dentro de mí, también deslizándose más lento a medida que continuaban moviéndose dentro y fuera de mi cremoso, orificio vaginal.
—Tan mojada. Tan apretada —le oí murmurar antes de que ajustara su pecho a mi espalda, moviendo la mano que había estado trabajando mis pezones, alternando de un lado al otro de la una a la otra, moviéndose a mi cintura. Lo sentí alejar mi cabello de mi otro hombro mientras mordisqueaba suavemente su camino a través de mi espalda. Quitó sus dedos de mi interior ―chasquido de humedad para enganchar el condón que había colocado antes por mi cadera. Oí el desgarro del paquete y me volví de nuevo para ver que él había agarrado la envoltura de aluminio de entre sus propios dientes con el fin de conseguir abrir el paquete. Me levanté en mis antebrazos mientras mis ojos seguían viéndolo, observándolo rodar el condón. Mientras él acariciaba su dura longitud, JOE atrapó mis ojos y bombeo sus caderas en su puño apretado, sus definidos abdominales ondulando con el movimiento. Me sentí a mí misma mojarme aún más ante la vista de él empuñándose a sí mismo. Colocó su polla dura entre mis labios inferiores hinchados y lentamente se deslizó dentro de mí mientras él gemía.
—Maldita sea, ____(TD). Tan caliente.
Contuve la respiración, esperando que él se hundiera completamente dentro de mí. Sintiendo la plenitud de JOE en mi interior, hasta la raíz, se convirtió en mi único objetivo mientras empezaba a moverse hábilmente dentro y fuera de mí a medida que aumentaba la velocidad y me sentí comenzar a empujar hacia atrás contra él en respuesta. Sus bolas balanceándose suavemente, chocando contra mi clítoris aún hinchado, añadiendo otra sensación maravillosa de la mezcla embriagadora. Ante mi gemido gutural, pero todavía empujando sus caderas, JOE se envolvió de nuevo por encima de mi espalda, soltando el agarre caliente que tenía en mis carnosas nalgas.
—Maldición querida... —Escuché mientras lo sentía deslizar una mano hasta mis pechos otra vez excitándolos al pellizcar y girar mis pezones, alternando entre los dos firmemente, mientras su otra mano llegaba entre mis piernas y comenzaba a frotar mi centro de placer distendido y dolorido. No pude evitar gritar por todo lo que estaba haciendo con su polla y dedos mientras yacía apoyada bajo él, sintiendo casi todo de mí que era de color rosa comenzando a volverse tenso y preparándose de nuevo para otra explosión—. No puedo conseguir acercarme lo suficiente... —le oí susurrar contra mi cuello.
»Boca, ____(TD) —exigió JOE en una voz retumbante. Su voz era más profunda, más ronca de la que nunca había oído antes, y volví mi cabeza sobre mi hombro para capturar sus labios y lengua mientras se movían contra los míos, en el mismo ritmo que sus dedos y su grande y resbaladiza polla. Lo sentí enderezarse, levantándome a mis rodillas, presionando firmemente mi espalda con su frente. Me miré a mí misma, viendo sus dedos retorcerse y girar mi pezón y vi los músculos de su antebrazo ondularse mientras acariciaba entre mis piernas. Las imágenes causaron, que ese segundo orgasmo fuera obligado, accionado fuera de mí mientras yo subía. Podía sentir mis paredes interiores apretando, ordeñando la longitud de él mientras su polla seguía profundizando dentro y fuera de mi estrecho y húmedo agujero.
A medida que el agarre de mi placer se convirtió en un pulso que se alineó con mi latido del corazón, JOE levantó su pecho de mi espalda y de nuevo agarró mis nalgas, separándolas, con el fin de conducirse a sí mismo más profundo y más rápido dentro de mí. Bajé de nuevo, el pecho a la cama. Su polla parecía volverse aún más dura, más gruesa dentro de mí antes de que yo escuchara sus suaves y profundos gruñidos que se convirtieron más en un gemido retumbante. Él palpitó contra las paredes interiores mientras sentía sus chorros pulsantes azotando contra la punta del condón. JOE continuó moviéndose dentro de mí suavemente, entrando y saliendo mientras se inclinaba de nuevo sobre mí antes de presionar un beso suave entre mis omóplatos.
 
No pude evitar el temblor de mi barriguita o la suave sonrisa en mi cara mientras veía a JOE moverse a través de la habitación a mi lado de la cama después de descartar el condón. Mirando directamente hacia mí, se sentó en el borde mientras plantaba los puños a ambos lados de mis caderas.
—¿La cama es lo suficientemente grande, preciosa? —Pude ver el destello de humor en sus ojos mientras él luchaba por mantener una cara seria.
—Creo que sí, bebé —murmuré mirándolo de cerca. Era tan hermoso, tan desprendido y justo el tipo de hombre en el que mi corazón pudiera perderse. No pienses así, no tienes tiempo para un hombre o una relación, me aconsejé a mí misma mientras me apartaba de él cuando se metió en la cama y tiró de las mantas sobre nosotros dos. No pasó mucho tiempo antes de sentir su brazo llegar alrededor de mi cintura para empujarme más cerca.
Pero incluso mientras yo me advertía a mí misma, mi corazón permaneció lleno de JOE y de todo lo bueno que trajo a mi vida.
***
—Está bien, así que estamos aquí sólo para tener una charla rápida con respecto a su paradero en las noches del 8, 14 y 20 de febrero... —comenzó NICK con cansancio mientras se frotaba los ojos. Esta era su vigésima entrevista desde que comenzaron a las diez de esta mañana y él estaba empezando a odiar el sonido de su propia voz.
A pesar de que él tenía a dos de sus detectives conduciendo las entrevistas y dándoles advertencias a las bailarinas y el personal de camareras también, había un montón de gente para atender y ellos habían esperado tener al menos a un tercio de ellos terminado hoy. JOE y Dale habían tenido la amabilidad suficiente de dejarlos usar la cavernosa oficina en la planta baja, para hacer el interrogatorio o las advertencias, diciendo que sería más fácil para su personal mantenerlos vigilados y asegurarse de que sus compañeros estaban dispuestos a gastar los veinte o treinta minutos necesarias para darle a NICK y sus muchachos información.
Hasta el momento ellos no habían recibido nada que arrojara ninguna luz o siquiera planteara una pregunta o sospecha incluso después de seis horas.
NICK concluyó su entrevista con Ricardo Chávez, uno de los empleados de la cocina. Se puso de pie para estirar y vio a Dale entrando con una pequeña bandeja que estaba llena con una selección de sándwiches.
—Pensé que te vendría bien un descanso y algo de comida —dijo Dale dejándose caer en la silla aún caliente del cuerpo de Héctor—. Sírvete tú mismo de las bebidas dentro de la mini-nevera detrás de la barra en la esquina.
—Gracias —respondió NICK, de ninguna manera tímido para servirse, miró a Tim Bell y Jeff Trusdale, sus dos detectives principales que estaban con él en esta parte de las entrevistas. Ante una mirada de su jefe, los dos hombres le hicieron un gesto con la barbilla para señalar que se unirían a él cuando hubieran terminado.
—¿Alguna cosa? —preguntó Dale sin mirar a ninguno de los agentes de policía mientras trataba de alisar las arrugas de sus pantalones de color caqui.
 
—Probablemente solo deberíamos haber reunido a las personas que no estaban trabajando las noches en que las víctimas fueron asesinadas —dijo Jeff antes de meter un cuarto del pavo y queso suizo, en pan de grano entero, en su boca. Tanto el jefe como Tim asintieron mientras sus bocas se encontraban trabajando en masticar sus propios bocadillos.
—Pero el forense dijo que el tiempo de muerte de cada una de las chicas fue de entre seis y ocho horas, y no podía ser más preciso que eso —recitó Ram después de tragar y pasar un par de sorbos de su refresco—. Desde que la primera víctima fue encontrada por ese corredor a las seis de la mañana, el asesino podría haberla matado entre las 10 p.m. y la medianoche.
—Ya que cada una de ellas fue estrangulada con algún tipo de cuerda, estamos buscando a alguien con la fuerza suficiente para que pueda vencer a estas chicas y perpetrar el hecho rápidamente —les recordó Tim.
—Con la puesta en escena y la limpieza más la auto-complacencia, nuestro asesino no habría pasado más allá de entre quince a treinta minutos. Lo que significa que cualquier persona de guardia esa noche no podría haber sido el asesino ya que la mayoría de ellos no termina su turno hasta las 2 o 3 de la mañana.
—Está bien, entonces. Dale ¿puedes conseguirnos las tarjetas de tiempo de todos los empleados que estaban trabajando en esas tres noches para que podamos eliminarlos de las entrevistas? —preguntó NICK, recordando tardíamente que Dale era el único personal no policial en la habitación en el momento. A medida que sus ojos se movieron hacia Dale, se dio cuenta de que el co-propietario estaba de nuevo despeinado con la ropa arrugada y el cabello revuelto. Mientras Dale arrastró su mirada hasta el jefe, NICK notó los parpados pesados y los ojos inyectados en sangre.
Tomó un par de segundos antes de que Dale finalmente asintiera a la petición de NICK y se trasladó a un rincón oscuro de la oficina que ocupaban los archivadores. Los policías observaban mientras abría uno de los del medio y sacaba carpetas marcadas por las semanas antes de sentarse él mismo detrás del enorme escritorio. Sabiendo que le llevaría más de unos pocos minutos sacar las tarjetas de tiempo para cotejarlas con las hojas de turno, ellos le dejaron esto a Dale y salieron para hacer llamadas, comprobar los mensajes de voz o fumar.
JOE estaba entrando mientras ellos se estaban preparando para bajar a la planta baja.
—¿Algo? —NICK encontró gracioso que JOE hiciera la misma pregunta en la misma manera como Dale la había hecho.
—Todavía nada, amigo, pero estamos reduciendo nuestra búsqueda.
—¿Qué pasa con los que se han trasladado? —preguntó JOE.
—Tengo a Paul y Ted estableciendo citas para mañana en la estación — respondió NICK mientras miraba hacia Jeff y Tim—. ¿Listo?
—Listo, jefe —respondió Jeff hablando por los dos. NICK se quedó atrás y emparejó su paso con el de JOE. —¿Algo pasa con Dale? —preguntó, manteniendo su voz baja.
—No, ¿por qué?
—Aún parece como algo que arrastró el gato.
—Voy a estar pendiente, ¿está bien? Si hay algo que necesites saber, hablaremos —respondió JOE, esperando que no hubiera nada pasando con su socio que fuera digno de serle contado al jefe de policía.
Dale fue capaz de entregar lo que la policía quería y las entrevistas con el personal actual del Fuego siguieron sin problemas a pesar de que sus preguntas no revelaron ninguna pista más o sospechas.
Dale todavía estaba sentado detrás del escritorio cuando NICK les había dado las gracias a los oficiales y los escoltó afuera. Cuando él regresó a la oficina, se dejó caer en una de las sillas de visitantes y observó cómo Dale, barbilla en mano, colocaba presilla tras presilla en la almohadilla delante de él. El único sonido en la oficina era el silenciado golpeteo de la música del club por encima de ellos.
—¿Pasa algo? —preguntó JOE cruzando las piernas mientras se acomodaba más en la silla.
—Nada por lo que estar preocupado —respondió Dale con un suspiro—. Creo que vi a Sara ayer y hoy.
Oh, mierda. JOE sintió que su estómago caía a sus rodillas. Sara había sido el amor de la vida de Dale, la única con la que iba a casarse con mucho disgusto de su padre siendo como ella era mitad negra y la hija de una madre soltera. Era exactamente lo contrario a lo que la familia rica de Dale había previsto para él como esposa, pero era todo lo que Dale había deseado. Sara se había ido de repente un par de años atrás. JOE pensó que era porque finalmente había tomado el dinero que el padre de Dale continuamente le había ofrecido, aumentando la cantidad que cada vez que le había hecho la demanda de que dejara a su hijo solo, aunque JOE nunca pudo estar seguro. Y Dale, seguro como la mierda, nunca dio una razón cuando alguien le había preguntado.
Todo lo que JOE realmente sabía es que Sara se fue dejando detrás de ella a un hombre roto que había tenido mucho tiempo para sanar. Y para Dale haber pensado que la vio...
—Eché un vistazo en Buxby cuando iba a reunirme con Jean y me pareció verla parada en la fila esperando para pedir su café. —La voz de Dale fue apagándose mientras mantenía la cabeza gacha, los ojos en el diseño de presillas que hizo en la almohadilla—. La vi de nuevo en Skeet en mi camino hacia el club esta mañana. Pensé que el avistamiento en Buxby era un truco de mi imaginación, pero supe que no lo era cuando la vi en el patio de estacionamiento. Ella se estaba riendo con Ernie y de pie junto al viejo Toyota de su madre.
—Mierda. —Eso fue todo lo que JOE podía decir al ver a su mejor amigo, la única persona que conocía tan bien y quien sabía casi todo sobre él, confesar ver a la chica que lo había quebrado y no solo a su corazón. Sara y Dale habían estado tan unidos entre sí que su partida había dejado a Dale con solo la mitad de sí mismo: su personalidad, su esperanza, su alma.
—¿Algo que pueda hacer? —le preguntó JOE en voz baja, pero sabía contra lo conocido, sobre todo ahora que su corazón estaba tan absorto con ____(TN), que no había absolutamente nada que pudiera hacer, ofrecer o decir para ayudar a su amigo. Y esa parte de su corazón se mantenía dolida por Dale al saber que él era impotente para ayudar a este hombre que era parte de la familia de su corazón.
—No —fue la respuesta esperada.
—Aquí estoy si me necesitas, hombre —gruñó JOE mientras él se levantó y apartó de la mesa. Si fuera Dale, sabía que querría estar solo.
Así que dejó a su amigo.
NICK cansinamente subió el descanso a la segunda planta del edificio que albergaba la estación de policía. A esta hora de la noche, habían pocos o ningún agente en la sede ya que ellos estaban o bien fuera patrullando o en casa en cama durmiendo. O como Lester en la recepción, los pies encima del mostrador vigilando a través de los espacios entre sus párpados mientras su ronquido gutural traicionaba su juego. NICK le dio un manotazo a los talla once de Lester causando que el viejo sargento en el escritorio saltara casi un metro de su silla antes de reconocer a su jefe y ofrecerle alguna inarticulada y balbuceante disculpa.
NICK planeó comprobar solo un par de cosas en su escritorio antes de irse a casa para conseguir dormir por su cuenta y bostezó solo de pensar en su propia cama. Cristo, pero había sido un día largo.
Parecía que cada día era un día largo en este trabajo. Pero, él estaba trabajando duro, bajando a las trincheras, para mostrarle a la buena gente de Grantham que él era un buen jefe, un mejor jefe que el viejo Walt Saltzman que había sido atrapado con sus manos en muchos asuntos sucios en los que no debería haber estado metido. Pero él no cayó solo. Dos detectives y el juez Everett también fueron acusados pero nadie sabía si alguno de ellos había hecho un trato para exponer a los otros tres, o si había demasiada evidencia contra todos ellos.
Pero NICK solo había estado trabajando en el puesto por tres meses y estaba en el trabajo, por lo menos, catorce horas al día entre trabajar los casos y mantener al día la documentación. Pero con los asesinatos, las catorce horas al día se habían ampliado a dieciocho horas al día, siete días a la semana, él encendió las lámparas fluorescentes del techo en su oficina y revisó los mensajes telefónicos que se habían acumulado durante el día. Vio un par de impresiones, pero nada importante, nada para alejarlo de su cama.
Hasta que vio el informe de la persona desaparecida.
Renee Jamison, la hija de Layton Jamison, había sido reportada como desaparecido desde el miércoles.
NICK repasó los detalles y decidió pasarlo a uno de los detectives en la mañana. Entonces recordó el correo de voz que había recibido más temprano de Jamison, pero él no lo había escuchado ni respondido asumiendo que tenía que ver con el espectáculo de borrachos que había hecho de sí mismo en el club.
—Oh, mierda —murmuró NICK mientras apagaba las luces de su oficina y se dirigía a su auto.
—Demonios, cuando llueve, no para.

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Mensaje por alesjonas Mar 23 Sep 2014, 6:57 am

Tienes que seguirla!!!!!!
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Mensaje por PEZA Miér 24 Sep 2014, 3:42 pm

CAPITULO 13  (PARTE 1)




—Oye, chica bonita —escuché a JOE empezar en mi buzón de voz—. Estaré pegado en el club esta noche. Dale tiene... eh, Dale tiene algo que hacer y creo que necesitaré quedarme. Sabes que tienes el servicio de aparcacoches esta noche, así que voy a pensar en ti, pero te alcanzaré mañana temprano. Sé buena, cariño, ¿sí?
Ya estaba vestida con el uniforme obligatorio de los valets en The Roses, el restaurante más prestigioso de nuestra ciudad, con vaqueros negros, camisa de polo negra y chaqueta negra con una enorme rosa roja en la parte posterior. De todos mis trabajos, aparcar autos los viernes y sábados por la noche era un trabajo que me garantizaba la mayor cantidad de dinero en el menor lapso de tiempo. Podía, entre las dos días de las siete a la medianoche, hacer entre $75 a $100 dólares en salarios y propinas. No había manera de que renunciara a mi turno en The Roses, ya que era dinero fácil en un corto período de tiempo de trabajo. Dinero con el cual contaba, dinero que necesitaba desesperadamente.
Me hubiera gustado decir que era sólo una noche típica de viernes, cuando volví a casa. Abracé a Floyd y le di de comer sus golosinas, anduve por ahí haciendo una pequeña limpieza mientras esperaba que mi cuerpo notara su cansancio. Pero extrañaba a JOE. Después de estar juntos por sólo cuatro noches, echaba de menos su presencia, su calor junto a mí mientras trataba de conciliar el sueño en la desconocida cama de tamaño matrimonial. Me moví y volví, tratando de encontrar una posición cómoda, la temperatura adecuada de frío o de calor, pero el sueño todavía no llegaba. No fue hasta que tiré de otra almohada y la sostuve cerca de mi estómago que finalmente pude descubrir una posición cómoda y quedarme dormida. Mis últimos pensamientos fueron Esto es malo. Esto es muy, muy malo.
Me desperté a la mañana siguiente con una suave pero constante llamada en mi puerta. Echando un vistazo a las enmarañadas sábanas y despertándome al fuerte maullido enojado de Floyd mientras lo quitaba cuando me moví para levantarme, dándome cuenta de que mi sueño no había sido tan tranquilo como esperaba.
Agarré mi raída bata y me dirigí a la puerta. Mirando a través de la lente nublada de la pequeña mirilla de mi apartamento, me fijé en JOE en el otro lado de la puerta.
—Hola, preciosa —dijo mientras entraba en el apartamento—. Traje café y rosquillas para empezar el día.
Vi como daba los dos pasos necesarios para colocar sus compras en la barra antes de pasar de nuevo a mí para darme un abrazo.
—¿Vas a cerrar la puerta, querida?
Mi cuerpo estaba corriendo alrededor de diez pasos detrás de mi cerebro mientras cerraba la puerta con llave antes de dar un paso atrás a los brazos de JOE. El reconocimiento llegó lentamente, pero mi corazón me dijo que
realmente estaba allí cuando metí mi cabeza debajo de su barbilla mientras mis brazos iban alrededor de su cintura. Seguridad, por fin.
—Mmm... —Mi garganta expresó la satisfacción de todo lo que había estado encajonado en contra de su cuerpo y oliendo su aroma fresco y limpio.
Nuestro desayuno consistía de dulces besos, que precedieron a pegajosa comida de panadería y sorber nuestras tazas individuales de café mientras poco a poco despertaba.
—Te extrañé ayer por la noche, cariño —dijo JOE en uno de los descansos entre besos y mordiscos—.Tuve un tiempo cojonudo tratando de dormir sin ti.
—También yo, corazón —admití todavía no del todo completamente despierta mientras tomaba otra porción de dona de chocolate glaseada.
—¿Qué hay para hoy, entonces? —preguntó JOE. Estaba agradecida de que hubiera regresado la conversación a materia blanda de cosas más importantes como mi agenda. Me acerqué a la pared del fondo de la cocina que tenía un calendario que mostraba los puentes cubiertos de Cape Cod.
—Uhm, parece que estoy libre hasta The Roses a las siete —le contesté. —¿Qué tal un paseo en moto con un día de campo? —sugirió JOE. —Estamos en mediado del invierno, JOE. No ¿Hará frío?
—Vístete caliente y en lugar de un día de campo, iremos al mejor lugar de alas de este lado del Río Missouri —respondió JOE con un movimiento de cejas. 
  

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Mensaje por PEZA Miér 24 Sep 2014, 3:45 pm

CAPITULO 13 (PARTE 2)




—Dame unos minutos y en seguida estaré lista. —No necesité hacer mucho debido a que había tomado una ducha anoche cuando llegué a casa de mi estadía en The Roses. Ronny, uno de los otros empleados, es fumador empedernido y, aunque nos quedamos afuera, el olor de sus cigarrillos siempre parece instalarse en mi cabello.
—Tómate tu tiempo. Pasaré el rato aquí con Fred.
—Es Floyd, JOE. El nombre de mi gato es Floyd —grité por encima de mi hombro mientras me movía a mi armario para tratar de escoger la ropa para el día.
—Oh, sí. Floyd —dijo JOE. Vi a Floyd pelear desde la distancia donde había visto de pie a JOE así que sabía que había tratado de acariciarlo. Mi maldito gato era muy quisquilloso acerca de a quién le permitía tocarlo y JOE aún no le había hecho la corte.
Estaba tratando de hacer algo con mi cabello, cuando JOE llegó para apoyarse en la puerta del baño y me habló de la noche en el club cuando despidió a Fiona y le pidió un taxi a un muy borracho Jamison. Los dos estábamos riendo y conservando nuestros lados mientras él terminaba su historia.
—Recibimos una llamada al día siguiente, Jamison nos amenazó tanto a mí como a Dale diciendo que iba a destruirnos, a sacar a los ―buhoneros obscenos de la ciudad, —terminó JOE terminó sacudiendo la cabeza ante el recuerdo.
—¿Puede hacer eso? —le pregunté poniendo la última horquilla al moño que había formado con la esperanza de poder colocar en mi cabeza el casco para nuestro viaje planeado.
—No sé —dijo JOE y terminó con—: No me importa.
Vi sus ojos calentarse con aprobación mientras ponía una hebra en su debido lugar en el moño.
—Te ves bien, magnífica. Ahora vayamos a montar.
Los detectives Tim Bell y Jeff Trusdale estaban en camino, agradecidos de que podrían estar afuera en vez de encerrados como ayer. Habían sido capaces de pasar por un montón de entrevistas en el club, pero habían llegado con un montón de nada.
—¿Quién es el siguiente en la lista? —preguntó Tim.
—Uhm, Fiona Preston. —Leyó Jeff en la lista de mujeres que trabajaban o habían trabajado en el club, pero que se habían ido. Todavía había más espacios abiertos de los que habían sido tachados, pero habían podido hacer un buen tiempo esta mañana.
—¿Esa pelirroja, con las largas piernas?
—No sé, mi esposa no aprueba el club, así que nunca he ido. —Jeff no parecía avergonzado de admitirlo, pero Tim no podía dejar pasar eso. No se burlaba mucho del compañero y esto era de oro.
—Ese coño te tiene bien atrapado, ¿no?
—Más bien, no conseguiré nada de coño si ella llega a descubrir que estoy pasando el tiempo viendo chicas semidesnudas mostrando sus talentos. No vale la pena.
 
Se detuvieran en la entrada de un tráiler de doble ancho que había sido ubicado en un pequeña esquina en el extremo del parque de casas móviles, dándole un poco más de patio que la mayoría de las demás plazas.
—Bueno, viendo que tu esposa no lo aprueba, me quedo con este punto.
—Muy agradecido, Bell.
Finalmente Fiona respondió a la puerta después de la tercera serie de golpes, en un camisón púrpura transparente y vestida sólo con la ropa que Dios le había dado por debajo.

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Mensaje por PEZA Miér 24 Sep 2014, 4:11 pm

CAPITULO 13 (PARTE 3)




—¿Qué? —rompió—. Mejor que esta mierda sea buena para sacarme de la cama a esta hora de la mañana.
—Soy el detective Tim Bell y este es el detective Jeff Trusdale, Srta. Preston. ¿Podemos hablar con usted un minuto?
—Oh, está bien —murmuró ella de mala gana antes de moverse hacia atrás y permitirles entrar. Hizo un gesto con la mano hacia el gran sofá que ocupaba una gran parte de su cuarto delantero.
—Srta. Preston, con el debido respeto, señora, ¿le importaría ponerse una bata o algo así?
 
Jeff estaba mirando por todas partes, excepto a Fiona y se veía en apuros para mantener la sonrisa oculta. Él estaba dispuesto a apostar que esa era la primera vez que Tim había tenido que pedirle a una hermosa mujer que se cubriera.
Fiona se miró y levantó una mano para arrastrarla sobre su pecho casi desnudo de una manera coqueta, mirando hacia Tim a través de sus pestañas.
—¿Estás seguro de que quiere que me cubra, oficial? —preguntó con voz sensual.
—Es detective, señorita, y sí. Agradeceríamos eso.
Fiona le dio una última mirada antes de alejarse y pisar fuerte por el pasillo. Tim llegó hasta el sofá, donde Jeff ya estaba sentado. Los dos detectives se miraron antes de que Tim le advirtiera en voz baja:
—Ni siquiera lo digas, amigo.
—Ni siquiera pensé eso, amigo. Aún trato de sitiar en mi cabeza en que las 10:20 es la hora del amanecer.
Ambos vieron como Fiona llegaba al final del pasillo vestida con unos jeans tan apretados que parecían pintados y una camiseta tan pequeña que Jeff juraría que a su hija de siete años, le podría quedar.
—¿Esto es mejor, detective?
—Sí, señora —dijo Tim tratando de mantener sus ojos en su cara y no el    hecho de que no tenía sujetador y las perlas de sus pezones se empujaban a través de la tela de su pequeña cima—. Como sabe, Srta. Preston, han habido tres chicas asesinadas en la ciudad. Hemos encontrado que las tres ya sea que trabajaban o habían trabajado en Fuego. El club en el que usted solía trabajar.
—Sí, ¿y? —Fiona puso las manos en las caderas haciendo que la pequeña parte superior se estirara aún más.
A pesar de que era la cosa más difícil que había tenido que hacer en bastante tiempo, Tim mantuvo los ojos firmemente en la cara de la pelirroja y no en su encantador pecho.
—Bueno, estamos haciendo un punto en advertirles a todas las empleadas, tanto antiguas como las actuales para que estén alertas. Asegúrese de mantener sus ventanas y puertas cerradas con llave, no salga sola por la noche y asegúrese de que, cada vez que se encuentra fuera sea consciente de su entorno.
—¿Creen que podrías ser la próxima? —preguntó Fiona con una risita—. No lo creo.
—¿Disculpe, señora? —Jeff decidió unirse a la conversación.
—No seré un objetivo. Me puse en contacto con algunos los grandes hombres de este pueblo y nadie va a lastimarme —lo dijo con una nota de confianza—. No soy como esas putillas estúpidas que encontraron.
—No entiendo —dijo Tim después de mirar y atrapar la mirada de confusión de Jeff.
—¿Esas chicas que encontraron? No eran como yo. Eran sólo tres, lo siento, putitas que intentaban elevarse por arriba de la cuneta. Trabajé con ellas, saben. No soy como ellas.
— ¿No es como ellas, señorita?
—Correcto, nada como ellas. Eran tres zorras que se sacudían al bailar en el mismo club que yo, pero eran menos que nada. Bailaban —. Fiona indicó con una mano a los trofeos exhibidos en una vitrina—. Soy una estrella, una estrella. Soy la que trajo a esta ciudad a hombres influyentes a ese club de mala muerte. Vinieron a verme a mí, tanto durante como después de mis shows. —Terminó su discurso con una pequeña sonrisa de satisfacción.
—Eh, ya veo...
—Incluso después de que JOE y Dale me dejaron ir, mis amigos querían verme. ¿Por qué necesito bailar en un pequeño club sucio en una ciudad sin agua cuando tengo hombres que están dispuestos a pagar por verme bailar en alguna parte... más privada?
—Ah, está bien...
—¿Qué les parece? ¿Quieren un baile privado, oficiales? —Se ofreció con una sonrisa coqueta y sus ojos fijos en Tim mientras su pecho probaba el tramo de su top al mismo tiempo que arqueaba la espalda y les ofrecía una vista lateral de su magnífico cuerpo. Tim corrió el riesgo de dar una sola mirada antes de bajar sus ojos, sabiendo que estaría usando esa imagen para alimentar sus fantasías en el futuro próximo.
—Uhm, gracias por la oferta, pero Srta. Preston tenemos que irnos. Por favor, recuerde hacer lo que pedimos y permanezca alerta y consciente. Si tiene algún problema o se siente amenazada de cualquier manera, llame al 911.
Fiona se zarandeó hasta la puerta y se las arregló para poner una mano sobre el brazo de Tim mientras él y Jeff se iban.
—Me aseguraré de llamarlos —susurró, sus labios carnosos a milímetros de distancia de la boca de Tim. Para su crédito, el detective Bell no paró de moverse hacia la puerta, pero usó su chaqueta para ocultar y cubrir la evidencia de su excitación.
—Mierda —anunció Jeff cuando estaban de vuelta en el auto—. ¿Puedes creer eso?
—Ella es buena en su trabajo, —y Tim continuó con voz de falsete—: ¡Soy una estrella!
—¿Así que las otras chicas eran putas cuando estaban haciendo la misma cosa que ella? ¿Trofeos? ¿Para desnudarse y follar un poste? ¡Tienes que estar bromeando! —Jeff negó mientras trazaba su nombre de la lista.
—¡No te olvides de sus delirios de grandeza de dar bailes privados con los que se mueven y se sacuden alto aquí en nuestro atrasado pueblo! Bien, ¿quién es la siguiente?
 
No hay nada como volar en una motocicleta, dando vueltas a través de las carreteras secundarias de nuestras montañas, especialmente en un día en que casi se podía sentir la promesa de la primavera. Mientras que el viento era frío, el cuerpo de JOE completamente presionado contra mí desde su entrepierna hasta el pecho, era cálido, igual que los bolsillos en los que metí mis manos mientras le agarraba. Tuve la oportunidad de ver la nieve cubriendo las colinas y bosques después del bosquecillo de árboles nativos por el que nos movimos yendo arriba y abajo a través de las suaves colinas en nuestro rincón del mundo. Parecía que sólo había estado en la motocicleta un par de horas antes de que JOE se detuviera en una combinación de gasolinera, cafetería y oficina de correo.
—Bienvenida a Smithfield —anunció JOE mientras nos quitábamos nuestros cascos. Me sorprendió la fluctuación en mis piernas, haciéndose eco de las vibraciones de la moto mientras me levantaba.
—Ya se irá, chica guapa. Sucede cuando no estás acostumbrada a montar a caballo, ¿no? —explicó JOE después de verme sacudir una de mis piernas y luego la otra para tratar de obtener sensaciones en ellas y en los pies.
Después de estibar los cascos, JOE me agarró de la mano y me haló hacia la estación-de-gas-café-oficina-de-correos. Una vez dentro, vi que el cajero de la gasolinera y de la oficina de correos estaba ocupado en la parte más a la izquierda de lo que sólo podía ser descrito como una cabaña con sus toscos muros y tabiques de madera contrachapada. Nos abrimos paso a la derecha, a través del parcialmente lleno restaurante y nos sentamos en una de las muchas mesas situadas de cualquier manera en los ásperos tablones del piso.
—Dos tés helados y dos porciones medianas de alitas hab-miel8 —ordenó Jake a la concurrida camarera quien iba deslizándose por nuestra mesa, con una bandeja de manos a su lado. Ella giró la cabeza con una sonrisa pero no detuvo a su trayectoria, que parecía ser la parte de atrás del restaurante.
—Lo tienes, grandote —dijo por encima del hombro.
—No he estado aquí en muchos años —murmuró mientras retirábamos nuestras chaquetas y nos acomodábamos en las sillas de madera. Sus ojos recorrieron las paredes—. Me encanta este lugar, sin embargo. Alejado del enredo de mierda a la que tenemos de ir todos los días. —Mis ojos siguieron los suyos, viendo los carteles de rodeo, las tarjetas de visita y los anuncios locales que cubrían las paredes de troncos, sin terminar. Pude entender lo que quería decir, pero no se lo dije a JOE. Que esta cafetería con menos de 50 asiento fuera el eje de la comunidad y celebrado, proporcionando un lugar para las reuniones de todos los acontecimientos locales. A pesar de que permitía que los visitantes participaran de su hospitalidad, el corazón de la comunidad y sus ciudadanos era su principal objetivo.
 
—¿Así que si tuvieras la oportunidad preferirías vivir en una ciudad pequeña a una grande? —pregunté después de que nuestros tés helados fueron entregados.
—Cualquier día de la semana, cariño —dijo JOE, con los ojos todavía en movimiento sobre las paredes, con los otros clientes—. En mi experiencia, entre mayor el número de habitantes de una ciudad, más problemas tiene. Parece arrastrar la esperanza, la vida, directamente fuera de ellos.
Escuché su voz suave, que ahora era casi un susurro y difícil de percibir sobre el concurrido ruido del servicio de comida, sabiendo que él realmente creía eso, y que en algún momento tuvo una experiencia de primera mano.
Nuestras alas fueran entregadas y nuestra conversación se murió, mientras ambos nos concentramos en las picantes y deliciosas alitas mientras yo intentaba, y fallaba en mantener el desorden bajo control. Debemos haber pasado a través de un centenar de servilletas antes de abrir las toallitas húmedas en el intento de estar limpios.
Estábamos compartiendo un trozo de tarta de arándanos cubierta con sorbete de limón cuando JOE comenzó a hablar de nuevo.
—Recibí una llamada de Sam anoche, cariño —dijo mirándome por encima del borde de su taza de café—. Dijo que encontró algunas irregularidades con respecto a la herencia de tu padre.
—No lo entiendo. ¿Por qué Sam vería lo de la finca? ¿Pensé que sólo lo estabas usando para asesorarte sobre el desalojo de Pam por falta de pago?
—Le pedí eso, cariño. La mañana después de nuestra primera noche juntos. No es abogado, pero saber que solamente saliste con tu dormitorio esta mierda estaba jodida.
—No sé cómo me siento acerca de ti hurgando en mis cosas, Jake —dije sintiendo color en mis mejillas mientras mi temperamento comenzara a levantarse. Caray, ¿por qué este hombre sentía la necesidad de saber todo de mis asuntos, cosas en las que no tenía nada que hacer? Moví mi tenedor a las migajas que quedaban de la empanada que flotaba sobre el sorbete derretido mientras trataba de mantener mi temperamento bajo control.
—Como que sabía que iba a hacerte enojar, chica bonita. No era justo que tuvieras tan poco cuando tus padres podrían haberte dejado mucho, ¿no? Mi papá fue contratista general. Sabía que el tuyo tenía que tener seguro en sus herramientas y algo de esa mierda cuesta un poco de torta seria.
Traté de ocultar mi cara detrás de la taza de café. Capté que me estaba diciendo, pero aún no estaba feliz de que lo hubiera hecho a mis espaldas. Después de un momento, cuando ya había conseguido controlar mis emociones, tuve la oportunidad de preguntarle:
—Entonces ¿qué descubrió Sam?
—Encontró el testamento de tus padres, las pólizas de seguro y las notas de las casas, así como un pequeño documento de tu padre llamado ―Poder que autorizaba a un Layton Jamison para que actuara en tu nombre.
—Sabía que era el albacea nombrado, pero ¿cómo consiguió ese poder? — le pregunté con mi corazón comenzando a latir a un compás ternario—. Sé que
 
me hizo firmar un montón, y me refiero a una carga de mierda, de papeles cuando nos reunimos después de los funerales de mis padres. —Mi mente empezó a correr tan rápido como mi corazón al tratar de recordar todos los papeles que habían estado en el gran paquete que se materializó como magia en el escritorio del señor Jamison. Es curioso, también me acuerdo de una chiquita señora mayor que el señor Jamison me presentó como algo de la república―. Oh, mierda —murmuré cuando todo comenzó a reunirse en mi cabeza—. ¿JOE?
Capté su mirada y vi que estaba esperándome, esperando que me recuperara y estaba viendo mi reacción.
—Él me robó —susurré, mis ojos puestos en JOE, pero mi cabeza allá en los recuerdos de estar en la oficina de Jamison en el banco y tener un calambre al firmar, firma tras firma, página tras página y que la señora mayor selló y firmó después de mí.
—Jugó conmigo, JOE. Lo vi asentir. Pero siguió sin decir nada. —¿Qué más sabes, nene?
—¿Estás segura de que quieres escuchar esto? —preguntó en voz baja y me di cuenta de que era doloroso para él verme lastimada. Metí esa poca información en mi ―archivo JOE para su posterior revisión. Por ahora, sólo podía asentir en respuesta mientras me armaba de valor en contra de la siguiente información que tenía que darme.
—Sam encontró que la herencia de tu padre tenía un valor superior a #450.000 dólares incluyendo tanto tu casa como los apartamentos, así como herramientas y equipos de tu padre. El seguro pagó las hipotecas de ambas casas y satisfizo los gravámenes sobre los contratos que tu padre tenía en el proceso. Tus padres tenían un seguro de vida que era por $50.000 dólares cada uno y los coches y camiones ya había sido pagados. De lo que Sam pudo encontrar, sólo se te permitió conservar los muebles de tu habitación y los apartamentos de casa de tu abuela más una anualidad de $5.000 que podrás tener cuando cumplas veinticinco años. — JOE se quedó en silencio mientras me permitía entender todo.
Él se inclinó sobre la pequeña mesa y capturó una de mis manos. Sentí que mi cuerpo brincaba, instintivamente sabiendo que su toque estaba destinado a sostenerme a través de sus siguientes palabras.
—Nena. El pendejo te robó casi medio millón de dólares.
—¡Mierda! —Tiré mi mano de la suya y estaba medio fuera de la silla antes de que me diera cuenta que el ruido en el restaurante se había calmado con mi exclamación—. Lo siento —murmuré a las mesas adyacentes a la nuestra mientras volvía a sentarme.
Me quedé callada, mientras permitía que ese conocimiento se metiera dentro de mí.
Me dolió.
Me dolió saber que había estado luchando por casi dos años completos, mientras ese bastardo gusano había tomado lo que había sido mío, que mis
padres habían planeado que tuviera, y que me daría la oportunidad de tener éxito.
—¿Cómo puedo... —Tragué, sintiendo el cosquilleo en mis ojos que marcaban mis lágrimas. Tragué de nuevo la roca en mi garganta y me obligué a no llorar antes de continuar en un susurro—. ¿Cómo puedo conseguir que me sea regresado, JOE?
Sus grandes manos cubrían las mías, que hacía un apretón de muerte en mi taza de café mientras estudiaba mi cara.
—Por medio de Sam, varias denuncias han sido presentadas en contra de Jamison. Por las mismas razones. Dice que tú necesitas presentar una también. Parece que un par de investigaciones a medias ocurrieron en su día. Piensa que con Patel a cargo, las investigaciones se irán más a fondo, ¿no? Dice que podemos trabajar de inmediato en eso y por qué estás malditamente pagando una hipoteca de apartamentos cuando tu seguro debería haber pagado por eso.
—Es algo en qué pensar entonces. —Aunque me dolía como el infierno pensar en cómo me habían estafado, no era algo que pudiera controlar o hacerme cargo en este minuto. E ir detrás de mi dinero no traería a mis padres, aunque hubiera dado todo el dinero a Jamison o a quien sea, para que pudiera traerlos de vuelta a la vida, de nuevo a mí.
Miré a JOE y supe que lo había captado, que lo comprendía. Había simpatía en sus ojos mientras retumbó:
—Sí, cariño, es algo en que pensar.
—Ahora, Sr. Davidson —comenzó Jeff.
—Hank, por favor.
—Está bien, entonces, Hank —continuó Jeff. ¿Dónde estuvo las noches del 08 14 y 20 de febrero?
—Bueno... — Hank movió su cabeza hacia atrás para mirar el techo, como si le ayudara a encontrar las respuestas—. Trabajo casi todas las noches en el club. Así que a menos que esos días fueran lunes o miércoles, estaba trabajando.
—Está bien. ¿Y qué estaba haciendo el 8 y el 20, entonces?
—Probablemente con mi señora.
—¿Y cómo sabemos de esa señora? ¿Tiene un nombre?
—No entiendo por qué necesita su nombre. —Hank desvió la mirada del techo a sus manos que estaban apretadas juntas en la mesa.
Tim estudió a Hank mientras formulaba su respuesta. Si tuviera que describirlo en dos palabras, sería como un ―gigante apacible‖, ya que Hank era una de las personas más agradables que te podías encontrar, a pesar de su enorme cuerpo. No podía imaginar a Hank usando su fuerza para lastimar a nadie y mucho menos a las chicas del club, sobre todo cuando su trabajo era protegerlas.
 
—Porque vamos a necesitar consultarla para confirmar que estuviste con ella esas noches —explicó Jeff.
—Así que voy a necesitar una coartada es lo que están diciendo. —Los ojos de Hank eran ahora firmemente blancos como los nudillos de sus manos—. ¿Creen que soy culpable, entonces? ¿Necesito un abogado?
—Está bien, Hank. Sólo estamos hablando aquí —dijo Tim—. Estoy comprobando a todos y a todo el mundo. Quiero clavar la pieza del enfermo de mierda que está matando a estas chicas. Tú trabajaste con ellas, ¿verdad?
Hank respondió con un gesto silencioso de cabeza.
—Así que sé que quieres que haga todo lo que pueda para darles a estas chicas la justicia que necesitan, ¿no? —Una vez más, Hank se limitó a asentir.
—¿Y cuál es el nombre de la señora con la que estuviste las noches de los días 8 y 20?
—Fiona —fue la suave respuesta.
—¿Fiona Preston?
— Sí.
—¿Así que estuviste con Fiona las noches de los días 8 y 20? ¿Estuviste con ella toda la noche? —presionó Tim.
—Solemos ir a cenar o al cine y luego terminamos en su casa.
—¿Sueles pasar la noche, Hank?
—Ella no me deja. Cuando terminamos... eh, estamos juntos y entonces ella me dice que me vaya —admitió Hank.
—¿Y a qué hora sueles dejar su casa?
—No lo sé, ¿a la medianoche? Quizás. A la una o una y media, a más tardar, creo.
—¿Sabes si Fiona está viendo a alguien más?
—¿Eh? —Hank levantó los ojos hacia el detective, por primera vez desde que comenzó la entrevista—. ¿Cree que ella está saliendo con alguien además de mí?
—No lo sé, Hank. Sólo hago las preguntas. —Tim encontraba fascinante que Hank no fuera consciente de los presuntos bailes privados de Fiona para la élite de la ciudad.
—Ella no me haría eso —dijo Hank suavemente, tirando de sus enormes manos por su cabello rubio y sonando como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo más que a los detectives.
Imaginándose que habían conseguido todo lo que él diría, Tim salió de la habitación y se unió a NICK en el toril.
—¿Qué conseguiste? —preguntó NICK viendo a su detective cruzar el suelo.
—Dice que estuvo con Fiona las noches que no trabajó así que lo revisaremos. No creo que Hank sea consciente de que su cariño da bailes privados en lateral. Está jodido de la cabeza para imaginarla con otra persona.
 
—¿Es suficiente para detenerlo?
—No lo creo, jefe. Lo suficiente como para investigar un poco más, pero no lo suficiente para retenerlo. Ni siquiera es suficiente para una orden de registro.
—¡Mierda! —exclamó NICK golpeando con los nudillos la mesa más cercana antes de girarse enojado y haciendo el camino de regreso a su oficina.
—Mis pensamientos exactamente —murmuró Tim haciendo su propio turno de nuevo hacia la sala y a la sala de interrogatorios para dejar ir a Hank.
—¿Mi casa o en la tuya? —me preguntó JOE mientras hacíamos nuestro camino de regreso a través del estacionamiento a su motocicleta. Cuando no respondí de inmediato, me tomó con su firma de abrazo-por-el-cuello y me llevó cerca para un beso en la sien—. Tú eliges, chica bonita.
Mentalmente revisé mi agenda para el resto del día, era sábado, había bastante luz y siempre había considerado mis ―asuntos hechos por el día‖ que incluía servicio de lavandería hasta que tuviera que estar en The Roses a las siete. Debido que había lavado la poca ropa sucia de la canasta en mi pequeño cuarto de baño cuando lavé las sábanas ayer, esa era una tarea menos que tenía que hacer hoy.
Pero mis pensamientos se fueron a otra dirección mientras miraba a un hombre de pie cerca, y admiraba la motocicleta de JOE.
—¿Perdón? —dije, obviamente, interrumpiendo su lectura—. ¿Podrías hacernos un favor? —Me volví y miré a JOE tratando de evitar que mis labios sonrieran ante su confusión.
—¿Podría tomarnos una foto?
Miré de nuevo a JOE y vi sus ojos iluminarse. Él había hecho con su celular en Enrique y creo que debimos haber visto esa foto ochenta y tres millones de veces.
Necesitábamos otra oportunidad de capturar este momento, nuestro momento. El chico, motociclista malo con botas, vaqueros bien gastados, una camiseta y un chaleco cubierto con remiendos, tomó tres fotos rápidas antes de entregarme mi teléfono.
—Valió, hombre —retumbó JOE estrechando la mano del desconocido antes de chocar los puños.
—Bonito objeto —gruñó el hombre, señalando con el mentón en dirección a mí, aunque no podía decir si hablaba de mí o de la moto de JOE debido a que estaba de pie junto a ella moviéndome por las fotos que nos había tomado.
Vi la sonrisa de JOE mientras sus ojos capturaban los míos. —Gracias.
Estábamos de pie junto a la moto después de que JOE había revisado las fotos por encima de mi hombro, mientras yo me movía a través de ellas de nuevo. Señalé mi barbilla hacia él y capté un dulce beso suave.
 
—Entonces, ¿dónde nos quedaremos esta noche, hermosa? —repitió JOE sin irritación, sin impaciencia.
Era un milagro.
—Tengo que estar en el trabajo a las siete y estaré libre a la medianoche — dije mirándolo. Me resultaba interesante que JOE nunca mostrara su sorpresa por mi horario raro-más allá de las palabras, casi como si fuera consciente de él antes de que se lo dijera.
—Negocié con Dale porque... —La voz de JOE bajó mientras sus ojos se deslizaran, vagando por el estacionamiento—. Estaré por las noches durante un par de días, ¿no? No estaré libre hasta las dos. ¿Eso es demasiado tarde para ti?
Pensé en ello por un momento recordando lo terrible que había sido anoche sin JOE acurrucado detrás de mí, sosteniéndose apretado alrededor de mi cintura y proyectaba que esta noche sería aún peor. Especialmente con todo el alimento de pensamiento que me había dado hoy.
—¿Sabes de una tienda de llaves donde podemos parar de camino a casa? — le pregunté arqueando mi cuello para arriba y protegiéndome los ojos del sol que se reflejaba en las manchas de nieve que aún persistían en el suelo. Capté la lenta sonrisa de JOE, que era tan brillante como el resplandor reflejado de la nieve. Me entregó mi casco y pasó su larga pierna sobre la moto.
Supongo que estábamos libres para hacer llaves. Pensé mientras me ponía el casco y me sentaba a horcajadas en el asiento, agarrando las caderas de JOE con mis muslos y empujando mis manos en sus bolsillos.
Sentí las manos de JOE agarrar y trazar mis muslos antes de devolverlas al manillar y de acelerar el motor bajo retumbante.
—Hagamos esto —dijo Dale con firmeza—. Querías hablar conmigo, así que habla. Tengo que estar en el club, así que sigamos con esto.
NICK miró los brazos cruzados de Dale y la mandíbula que le daba pruebas de que la tenía apretada más que un poco molesto por estar en la estación de Policía. NICK le hizo las mismas preguntas que les había estado haciendo a todos del club el último par de días. Preguntas que creía que podía recitar incluso mientras dormía. Mirando a Dale mientras respondía, NICK se dio cuenta una vez más que el copropietario del club, que por lo general estaba vestido de punta en blanco y cuidadosamente hasta el extremo, era en gran parte un desastre como lo había sido el día anterior.
—Tendría que revisar mi día, mi agenda, pero si no estaba cerrando el club probablemente estaba fuera. Puedo conseguir esa información, junto con a quien estaba viendo, después de que regrese al club, ¿de acuerdo? —Dale se puso de pie obviamente pensando que la entrevista había terminado.
—Siéntate, Dale.
—Ya terminamos, ¿no? Dije que te llamaría con mi paradero y con quién y cuándo volviera al club.
 
—Dije que te sentaras, Dale.
Dale se sentó y cruzó los brazos.
—¿Cómo va tu manejo de la ira, Dale? —preguntó NICK suavemente—. Sé que hace unos años tuviste que tomar ese curso. ¿Sigues trabajando en contenerte?
—Tienes que estar bromeando —dijo Dale con dientes apretados.
—No hubo más quejas, así que supongo que lo tienes bajo control, ¿no? ¿Ese fue el final de eso? ¿Solo una instancia de maltratar a esa chica?
Dale se mantuvo firmemente en silencio, con los ojos fijos en NICK.
—¿Nadie más? ¿Nadie que te hiciera enojar lo suficiente para que le dejaras moretones?
—Fue hace mucho tiempo, Patel. Déjalo ir.
—Oí que ella se alejó un par de años después de casarse con ese chico Donovan. ¿Eso te hizo enojar, Dale? ¿Ver a tu chica con otro hombre?
Dale suspiró y miró por la ventana. NICK le dio unos segundos antes de que lo oyera suspirar de nuevo y empezó a hablar.
—La única razón por la que me volví un bruto con Laurie fue porque la atrapé tratando de meter la clave de mi puto auto. Estaba enojada porque rompí con ella para que pudiera estar con Sara. La aventé lejos del auto tal vez más duro de lo que pensé y le dejé algunas contusiones pero nunca ―jodidamente la maltraté‖. Su padre, quién era el gerente general de Meer, fue el que involucró a la maldita policía. Por suerte, mi padre pudo calmar todo y tuve la oportunidad de pasar unas horas en manejo de ira en lugar de colgar del extremo de una cuerda de mierda, que es lo que su viejo quería. —Dale se detuvo y miró a NICK — . ¿Qué puedo decir? Era dinero nuevo contra dinero viejo. El viejo maldito dinero ganó.
NICK sostuvo la mirada de Dale por unos momentos.
—Está bien, entonces. Hágame llegar la información esta tarde y haré que uno de los chicos le eche un vistazo.
—¿Terminamos ahora?
—Sí, Dale, terminamos.
Dale estaba a punto de salir por la puerta de la sala de interrogatorios cuando NICK lo llamó por su nombre.
—Sabes que solo estoy haciendo mi trabajo, Buddy, ¿verdad? ¿Sin resentimientos?
Dale miró fijamente al jefe de la policía antes de sacudir la cabeza con incredulidad. Luego se volvió y en silencio hizo su camino para salir de la estación, dándole a NICK un saludo con un solo dedo por encima de su hombro.
NICK negó. Movimiento juvenil, pero merecido, no obstante.
 
8 -Hab-miel: son alas de pollo bañadas con salsa habanera o picante y miel.

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Mensaje por alesjonas Dom 28 Sep 2014, 6:02 pm

Maaaas capítulos porfavor!!!!
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Mensaje por PEZA Mar 30 Sep 2014, 6:17 pm

CAPITULO 14




Estaba yendo de regreso a su oficina cuando Lester, que estaba trabajando en la sección de despachos esta semana, entró corriendo en el bullpen9.
—Han encontrado otro cuerpo —anunció Lester en voz alta para la habitación en general. Cada persona en ella se congeló por un segundo antes de que el roce de las sillas vacías contra el suelo y los golpeteos de las botas que corrían fuera de la sala se escucharan.
NICK corrió a su despacho y agarró su chaqueta antes de salir rápidamente para ponerse al día con Tim y Jeff.
—Quiero que ustedes dos se hagan cargo de esto. Vayan con luces y sirenas y lleguen lo más rápido que puedan. Tenemos que asegurar la zona y no dejar que nadie, y quiero decir nadie, joda la escena.
El auto camuflado de NICK estaba justo detrás del de Dale cuando se detuvieron en el estacionamiento. NICK se alegró de ver que la parte trasera, la parte de las plazas de estacionamiento reservadas y los contenedores, ya había sido acordonada con la cinta de policía amarillo brillante.
—¿Qué mierda, Patel? —gritó Dale mientras salía de su elegante, negro y nuevo modelo de Corvette y cruzaba la distancia entre sus dos vehículos.
—Espera, Dale —advirtió NICK en voz baja. Miró a su alrededor y solo vio a un puñado de personas que se dirigían hacia la cinta de la escena del crimen—. Hemos encontrado otro cuerpo.
—Otro cuerpo, ¿aquí? —Dale se detuvo en seco mientras miraba hacia la zona de detrás de la cinta—. ¿Sabes quién es?
—Estaba esperando que pudieras ayudarnos con eso.
NICK se volvió hacia Jeff cuando se acercó a ellos.
—Llamé a la morgue. Dijeron que estarían aquí lo antes posible. Está posicionada del mismo modo que las demás y tiene las mismas marcas. Puedes sacar las fotografías ahora, pero aun así no hay mucho con lo que seguir.
—Mierda —dijo NICK con suavidad—. Bueno, no hay ayuda para eso. Vamos, Dale, veamos si conoces a esta.
Poco a poco se abrieron paso hacia la parte trasera del club donde se encontraban los contenedores de basura. Habían sido trasladados de su lugar habitual junto a la pared del fondo para que los detectives tuvieran algo de espacio para trabajar. Gracias a Dios que alguien había cubierto el cuerpo con un par de delantales para esconderlo de la pequeña multitud de espectadores que estaban comenzando a aumentar a medida que los minutos pasaban.
NICK guió cuidadosamente a un Dale tembloroso hacia el cuerpo cubierto antes de quitar el material de la parte de la cara. Ram podía sentir el cuerpo de Dale comenzar a temblar y, después de un rápido vistazo, se apresuró a arrastrar a Dale más allá del borde de las inmediaciones, justo a tiempo para que él perdiera el contenido de su estómago. Le entregó al copropietario, cuya tez era ahora una sombra verdosa, su pañuelo. Cuando pareció que la mayor parte de su descompostura había pasado, NICK preguntó en voz baja:
—¿La conoces, Buddy?
—Sí, lo hago —dijo Dale igual de suave. Intentó cerrar los ojos para dejar de ver su cara gris con labios incoloros—. Una de las chicas nuevas. Su nombre era Carla. Carla Nelson, creo.
Tim caminó lentamente hacia su pequeño grupo.
—¿Jefe? Encontré esto en sus bolsillos traseros.
NICK y Dale miraron su licencia de conducir y tarjeta de débito doblada en las esquinas en las grandes manos de Tim. Había un clip de billetes, asegurando cuidadosamente un fajo de dinero en efectivo debajo de la tarjeta bancaria.
—Carajo —masculló Dale antes de alejarse de nuevo para vomitar.
—Dios, ayúdanos —murmuró NICK mientras cerraba los ojos y levantaba la cara hacia arriba en el calor del sol de la mañana. Como si hubiera leído mal el nombre en los documentos de identificación, miró de nuevo. Nada había cambiado, sin embargo. Todavía era ella.
—¿Quieres que informe a la familia, jefe? —dijo Tim, sabiendo que esto iba a ser malo. Muy malo.
—No —contestó NICK Se aclaró la garganta antes de continuar—. Es algo que su padre esperaría escuchar de mí.
Tim entregó los pequeños objetos a NICK, que continuó mirando fijamente la licencia de conducir.
Había encontrado a Renee Jamison. ***
Sus ojos siguieron a la policía mientras se arrastraban sobre, en y alrededor de este último trofeo. Seguían sus movimientos y los flashes cuando esos incompetentes capturaban en fotografías todos los efectos de la obra que había hecho.
La cara que rodeaba esos ojos estaba en calma, sabiendo que incluso si sus ojos fueran vistos, la fuerza de la ley no sería capaz de reconocer ni la cara ni el cuerpo cubierto como estaba por grandes gafas de sol, un sombrero y el relleno de una chaqueta gruesa. Sus ojos eran solo otro par en la multitud que estaba al acecho detrás de la cinta amarilla, cinta que se usaba para mantener a la chusma a raya mientras realizaban su trabajo oh-tan-importante.
Su boca se levantó en una sonrisa de satisfacción. Nada había quedado atrás, no había pistas para rastrear o seguir. El cerebro que había concebido esa idea, la forma de envolver a esas tontas chicas, era mucho más inteligente que los de los asnos mudos que llevaban las insignias.
Los ojos se apartaron para ver a uno de los dueños del club arrojar sus galletas en la nieve sucia que bordeaba el estacionamiento.
Sin agallas, no hay gloria.
Y era evidente que él no tenía agallas si lo perdía por un cuerpo muerto.
Cansado de las minucias de la investigación que se acaba de iniciar, los pies del asesino empezaron a moverse y a llevar a los ojos lejos. Todavía había más trofeos por reclamar y la planificación era necesaria para garantizar que los policías se quedaran tan confundidos y en la oscuridad como lo estaban en este momento.
No tenían ni idea de que un genio andaba suelto.
Me desperté con el sonido del timbre del teléfono y sentí el calor de su cuerpo calentando mi frente. Cuando el sueño huyó, reconocí el olor de JOE, ese aroma a hombre amaderado, olor que era uno de los factores que habían llegado a significar seguridad para mí.
Oí a JOE murmurar suavemente ―¿Diga? al contestar el teléfono. Le apreté la cintura para hacerle saber que estaba despierta y se giró para apretarme contra su costado.
—Uh-huh. Claro. —Escuché pero no presté ninguna atención mientras me acurrucaba bajo su brazo y él acariciaba mi cabeza en mi lugar especial, ese espacio cálido donde los músculos del pecho se encuentran con el cuello—. Nos vemos allí a las diez —le oí decir antes de que cortara.
—¿Algún problema? —pregunté suavemente, con la voz todavía áspera por el sueño.
—Espero que no, niña bonita —respondió JOE girando su cuerpo hacia mí y moviendo una mano a mi cadera tirándome aún más cerca. Recibí un dulce beso antes de oírlo decir—: ¿Qué tienes planeado para hoy?
 
—Uhm, la hermana de Pam dijo que vaciaría el apartamento hoy y yo... bueno, realmente tengo que estudiar, JOE. Tengo algunas pruebas próximamente y no he estado prestando mucha atención en la clase últimamente. —Aunque por la forma en que la boca y las manos de JOE se movían, estaba bastante segura de que él no estaba prestando mucha atención a lo que le estaba diciendo.
—¿Por qué es eso? —le oí murmurar en algún lugar del fondo de mi cuello mientras mi enfoque era desviado a los suaves movimientos de sus manos en mis pechos, sus pulgares ásperos contra mis pezones.
—¿Por qué es qué? —me las arreglé para decir con un gemido entrecortado mientras mis muslos capturaban uno de los suyos y mis caderas comenzaban a empujarse, deslizando mi montículo contra su dureza. Me encantaba cómo todas mis partes rosadas ―hablaban las unas con las otras, por ejemplo, si mis pezones estaban en posición firme, debido a los cuidados de JOE, mi clítoris se incorporaba y pedía su propia atención.
—¿Por qué no has estado prestando atención en clase? —explicó moviendo sus labios a mis pechos ahora descubiertos para imitar el movimiento de sus dedos, que se habían desplazado hacia el sur y ahora sujetaban y apretaban mi culo.
—¿En clase? —repetí al sentir una de sus manos rondar, moviéndose entre nosotros para ahuecarme, presionándose y proporcionándome la más deliciosa presión contra mi coño. Gemí y me apreté aún más contra su mano.
—¿Estás prestando atención, cariño? —preguntó JOE, todos sus movimientos se detuvieron mientras levantaba la cabeza para mirarme.
—Ah... ¿hmm? Dime, ¿qué? —pregunté, confundida por la parada repentina de todos los gloriosos toques que había estado recibiendo.
JOE bajó su cabeza hacia la mía, frunciendo el ceño con fiereza hasta que sus ojos realmente me capturaron en una mirada. Voy a concedérselo, lo intentó. Realmente lo intentó. Pero pronto se reía hasta el punto de llorar y yo no pude dejar de reír con él, aunque no estaba muy segura sobre qué nos reíamos.
La risa de JOE era fuerte, infecciosa y por el momento no me importaba de qué nos reíamos, estaba atrapada en el hecho de que me estaba riendo con mi hombre.
En mi cama.
Desnuda.
Sus manos estaban sobre mí, haciéndome sentir deseada, querida, caliente.
—Oh, querida —gruñó JOE cuando por fin pudo hablar—. ¿No tienes ni idea de qué estábamos hablando, verdad?
—Yo, eh... bueno, no, no exactamente —admití todavía tratando de controlar mi propia alegría—. ¿Era importante?
JOE sacudió la cabeza y sonrió antes de acariciarme de nuevo en mi lugar especial contra su pecho.
Esperé un par de golpes de valentía antes de preguntarle:
—¿Quieres que escuche lo que dices o que sienta lo que haces? Porque no creo que pueda hacer las dos cosas al mismo tiempo.
Tan pronto como la última palabra estuvo fuera de mi boca, JOE se derrumbó en risas, una vez más meciéndose hacia adelante y hacia atrás con su alegría. Sinceramente, no sé qué encontró tan gracioso. Estaba siendo honesta.
—Estaba siendo honesta, cariño.
—Lo sé, ____(TD) —dijo él finalmente, cuando fue capaz de controlar su diversión—. Linda como el infierno, sin embargo.
¿Linda? ¿Intentaba ser apasionada, sexy o seductora y él estaba llamándome linda?
—No quiero ser linda, JOE.
—Está bien, entonces, ¿qué es lo que quieres ser? —preguntó JOE y pude decir por su tono que solo me estaba complaciendo para enviarme a mi zona. Mi conmocionada y pavorosa zona, si tuviésemos que ponerle un nombre.
—Quiero aprender a chuparte —le dije con tanto coraje como pude reunir, a pesar de que sonaba entrecortada incluso a mis propios oídos. Aunque había estado pensando en ello, pensándolo malditamente mucho, no sabía que iba a abordar el tema tan... sin rodeos cuando tuviera la oportunidad de hablarlo, lo cual obviamente no había sido ahora.
Sentí su cuerpo inmovilizarse y sostuvo la quietud durante un par de segundos.
—Me quieres chupar —repitió mientras se despegaba y comenzaba a acariciar mi espalda. Desde mi posición metida contra su garganta no podía ver su expresión, pero el tono que escuché parecía estar entre la incredulidad y la esperanza—. ¿Quieres chuparme la polla? —aclaró él. Sentí las sábanas moverse suavemente alrededor de nuestras caderas, a sabiendas de que el pensamiento estaba empezando a entusiasmarlo tanto como a mí. Podría haber sido un movimiento conmoción y pavor, pero los dos estábamos teniendo y encontrando la idea impresionante.
—Mmm-hmm. Quiero que me enseñes a complacerte con mi boca. —Ahora que el nuevo asunto estaba al descubierto, JOE no parecía interesado en buscar cómo de ―linda era.
 
¡Vamos, yo!, me animé mientras me levantaba sobre un codo y apoyaba la barbilla contra su pecho, con ganas de ver su expresión y no solo escuchar sus palabras. Lo observé mientras miraba mis ojos y me contemplaba como si midiera mi sinceridad.
—Está bien —dijo finalmente.
—¿Está bien? —dije, esperando que mi voz no sonara tan ansiosa como me sentía. Las sensuales mujeres atractivas y seductoras no sonaban ansiosas, ¿verdad? Había empezado todo esto solo para alejarlo de verme linda, y estaba más que un poco sorprendida de que con solo haber saltado un poco hacia fuera, ahora fuera a llegar a hacerlo. Metí una mano bajo las sábanas y capturé su cada vez mayor dureza en mi puño suavemente—. Me vas a decir cómo, ¿no?
—Tranquila, tigre —dijo JOE en una sonrisa—. He aquí las reglas. Mucha humedad y succión de boca es genial, pero sin dientes. Puedes utilizar tu mano para acariciar lo que no quepa en tu boca. —Los ojos de JOE se clavaron en los míos y se agachó para sostener mi mano aún en su polla antes de que me volviera a preguntar—: ¿Estás segura, ____(TN)?
Lo miré y vi la expresión de su cara. Me estaba acostumbrando a leerlo y esta era una de las expresiones que había aprendido ya en nuestro primer día juntos. Era la que decía que estaba bien si lo hacía o no y que no habría ningún resentimiento en ninguno de los dos sentidos. En ese momento supe lo que quería, así que le dije:
—Quiero hacer que te sientas tan bien como me haces sentir a mí.
—Maldita sea, querida, solo de pensar en tener tu boca... —le oí decir con un gemido, su polla flexionándose dentro de mi suave agarre. Sus ojos, sus malditos hermosos ojos, se quedaron en los míos, añadiéndole a la emoción que ya sentía.
JOE no terminó la frase pero soltó mi mano, así que trasladé las sábanas lejos de nosotros y me deslicé para arrodillarme entre sus piernas. Levanté la vista hacia él, tratando de contener la longitud entre mis manos mientras sonreía y usaba mi lengua para capturar esa primera gota de humedad que se filtraba. JOE había estado metiendo almohadas detrás de su cabeza para poder verme, pero todo su cuerpo se aquietó cuando sintió mi lengua resbaladiza moviéndose sobre la sensible cabeza de su polla y escuché su audible y brusca inhalación de aire que rompió tanto el silencio como su inmovilidad.
Como había indicado, mantuve la boca muy húmeda, succionando, y tuve cuidado con mis dientes.
Usé mis manos para deslizarlo hacia arriba y hacia abajo en la humedad de mi boca, sobre la plenitud que no podía contener. Pero mis caderas estaban clamando, también, puesto que estaba resbaladiza e hinchada, caliente por los
movimientos de mi boca en él. Moví sigilosamente una mano lejos de él para deslizarla por debajo de mi cuerpo y acariciarme a mí misma.
—Quiero ver —gimió JOE. Había apartado el cabello de mi cara para ver mi boca trabajando en él, así que no fue hasta que sentí su mano arrastrando mi pierna por encima de su muslo que me di cuenta de que quería ver mis dedos mientras jugaba conmigo misma. Levanté la vista mientras inclinaba mi rodilla y tiraba de ella, mostrándole, exponiéndome a mí y a mis dedos ocupados ante su ardiente mirada.
Estaba en lo cierto. Fue impresionante.
—Hola, nene, soy yo. —Fiona usó su voz más seductora cuando murmuró en su teléfono celular—. No puedo esperar a verte de nuevo. ¿Crees que podrías meterle unas cuantas pastillas a esa bruja y encontrarte conmigo esta noche? Mi coño y yo echamos de menos algo feroz, dulzura.
Hizo una pausa, como si estuviera pensando en algo espontáneo, como si no hubiera pasado diez minutos practicando sus palabras antes de hacer la llamada.
—¡Oh! ¿Y Layton? ¿Podrías sacar a los policías de mi espalda? Vinieron a mi casa esta mañana y me despertaron. Tú, un hombre tan grande, puedes hacer que paren de acosarme, ¿verdad, nene? De todos modos, llámame para que podamos planear algo especialmente malo para esta noche, ¿de acuerdo? — Cuando Fiona estaba cerrando su teléfono, oyó unos golpes fuertes en la puerta—. Ya voy. Mierda, ya basta. ¿Qué es esto, la estación Grand Central?
Ella se sorprendió al ver que Hank era el que golpeaba cuando por fin abrió la puerta.
—¿Qué haces aquí, cariño?
—¿Me estás engañando, Fee? —gritó, irrumpiendo en la habitación y cerrando la puerta tras de sí.
—¿De qué estás hablando? —dijo Fiona con calma, pero sus pensamientos estaban corriendo, preguntándose cómo Hank se había enterado.
—Esos detectives dijeron que estabas viendo a otros hombres. ¿Es cierto?
Ella se dirigió hacia él con su mente trabajando horas extras para pensar en una manera de mantenerlo en la oscuridad y en su cadena. Podría no ser el hombre más poderoso de la ciudad, pero Hank tenía una decidida excentricidad que iba a la de ella y le daba orgasmos fuera de este mundo. No iba a dejar que se fuera; no de buen agrado, de todas formas. Antes de que pudiera deslizar sus brazos alrededor de él, sin embargo, Hank la agarró por los hombros.
—¿Me estás engañando? ¡Dime la verdad! —Hank parecía tener una idea en la cabeza esta mañana y Fiona casi suspiró en voz alta pensando en la cantidad de tiempo que iba a tener que gastar solo para calmar su mierda.
—Hank, cariño, tú sabes que nunca te haría —ronroneó—. Tú eres mi único, nene. Ya lo sabes. ¿Por qué crees que te dirían algo así? ¿Hmm? —Hizo su voz más alta y más juvenil—. ¿Dudas de tu niña? ¿Eh, papi? —Vio cómo el gigante rubio cerraba los ojos mientras la escuchaba—. Oh, papi... —susurró con voz entrecortada y sintió sus dedos liberar el férreo control sobre sus hombros. Sus ojos se deslizaron hacia abajo y vio su alargado pene por debajo de la cremallera de sus pantalones. Colocando las manos contra su creciente dureza, se acurrucó contra él con un pequeño meneo mientras colocaba su boca cerca de su oído—. ¿He sido traviesa, papi? ¿Necesitas bajar mis bragas y darme nalgadas? ¿Poner mis mejillas rosas con tu mano? ¿Hmm?
—Tráeme la Biblia, pequeña niña. Luego, prepárate. Has sido una chica mala y papi te enseñará el bien del mal —exigió Hank, su polla ahora contrayéndose en respuesta a sus caricias, con el rostro de un rojo brillante que ella conocía como otra señal de su excitación.
Corrió hacia las estanterías, cogió el libro grande y lo puso sobre el brazo del sofá antes de pasar a su habitación para ponerse un vestido especial y las bragas con volados, metiendo su largo cabello en dos trenzas. A pesar de que iba a tener que sentarse durante unos cinco minutos para escucharlo leer, sabía que cuando terminara, Hank iba a dárselo y muy bien. Se pavoneó por el pasillo sosteniendo el borde de su vestido, moviéndolo; sostenía el vestido suave y esponjoso en una mano, mientras se mordía suavemente el dedo índice de la otra.
—Oh, papi... —suspiró con los ojos brillantes de expectación—. He sido una niña muy traviesa.
Hank ya estaba hojeando las páginas delgadas, tratando de encontrar las palabras perfectas de Dios para iniciar su castigo en esta ocasión.
JOE vio los autos de policía que bordeaban la calle fuera del club desde dos cuadras de distancia.
—¿Qué crees que sea, JOE? —preguntó ____(TN). —No lo sé, cariño. Pero apuesto a que lo averiguaremos.
 
La llamada de Dale había sido para preguntarle a JOE si podría abrir el club esa mañana porque la policía quería interrogarle en la comisaría. JOE le vio ahora, recostado contra la puerta del pasajero de su Corvette con los ojos cerrados.
—Quédate aquí, ____(TN), ¿sí? —le preguntó JOE con los ojos todavía en su compañero mientras salía del Kia. Cruzó la grava negra, sus ojos barriendo sobre la cinta de escena del crimen y la multitud moliéndose urgentemente contra ella. Se dirigió hacia el auto de Dale y se apoyó junto a él, cruzando los tobillos en una pose engañosamente relajada.
—¿Qué está pasando, Dale?
Dale abrió los ojos y se enderezó, con evidente alivio al verlo.
—¡JOE! Gracias a Dios que estás aquí. Encontraron otro cuerpo. Detrás del contenedor de basura. —Dale tragó saliva y miró a sus pies—. Me hicieron identificarlo antes de que se lo llevaran. Pensé que era Carla, ya sabes, ¿la chica nueva que contratamos hace un par de meses?
JOE había estado escuchando a Dale hablar, oyendo las cosas que no estaba diciendo, pero se quedó detrás de sus palabras. Cuando Dale se detuvo, JOE hizo con su mano un círculo para indicarle a Dale que necesitaba seguir hablando.
—Su nombre no era Carla, JOE. —Dale se pasó la mano por la boca—. Era Renee. Renee Jamison.
JOE sintió que su cuerpo se ponía rígido. Bueno, esto era malo. Muy malo. —¿NICK está aquí? —preguntó en voz baja. —Lo estaba. No sé si todavía está aquí. ¿Qué vamos a hacer, JOE? JOE enderezó y cruzó los brazos mientras pensaba.
—Nada —dijo finalmente con firmeza.
—¿Nada?
—No hay nada que podamos hacer, Dale. ¿Por qué no dejas el club cerrado por hoy y que la policía siga adelante con esto?
—¿Qué pasa con el personal, JOE? Perder la paga de un día completo para algunos puede ser un verdadero golpe.
—¿Te refieres al personal de cocina? —JOE vio asentir a Dale por la esquina de su ojo—. Está bien, ¿qué tal si les dejamos tener el día libre con goce de sueldo? ¿Eso te parece bien?
—Claro, JOE. Buena idea. Voy a ir al frente y hacer que cierren todo antes de irme.
—Asegúrate de poner un cartel en la puerta, ¿eh?
 
—Sí, JOE.
—¿Estarás bien? No luces muy bien.
—Ya me avergoncé delante de los policías antes. Hasta que surgió esta mierda no sabía que tenía un estómago tan débil —dijo con una pequeña sonrisa.
—Llámame si me necesitas. —JOE agarró el hombro de Dale y le dio un apretón—. Juega limpio, tipo grande.
—Nos vemos, JOE.
Miré a JOE mientras se acercaba de nuevo al auto. Me encantaba verlo moverse, su caminar era casi un acecho, como el de un gato, haciendo lucir a los otros torpes y pesados. Cuando finalmente arrastré mis ojos a su cara, sin embargo, pude ver un profundo ceño.
—¿Qué pasó, nene? —pregunté cuando estuvo de vuelta en su asiento y encendiendo el auto.
—Cambio de planes, cariño —gruñó mientras conducía fuera de la zona de estacionamiento y volvía a la carretera—. En lugar de utilizar la computadora del club, iremos a mi casa para que puedas usar la laptop o la otra computadora de arriba.
—Oh, está bien. —Pensé en ello por un minuto antes de preguntar—: ¿Te has enterado de lo que pasaba en el club?
Me miró a través de la consola antes de chasquear sus ojos de nuevo hacia delante. Esperé a que él respondiera, lo que tardó un tiempo en llegar.
—Encontramos otro cuerpo —dijo finalmente.
Esperé y mientras el silencio se prolongaba, reconocí que JOE no solo estaba tratando de suavizar el impacto de las malas noticias, sino que estaba tratando de encontrar una manera de no decir nada en absoluto. Así que me armé de valor antes de preguntar:
—¿Quién fue?
—Renee Jamison —admitió finalmente con un suspiro. Mi cuerpo se inmovilizó, mis ojos todavía atrapados en el perfil de JOE mientras lo procesaba. Finalmente, volví la cabeza hacia la ventana mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. JOE debió captar mis movimientos, mi emoción, porque sentí su mano en mi cabello antes de que la deslizara por debajo para capturar mi cuello.
 
Si bien no éramos las mejores amigas ni nada, Renee y yo habíamos andado juntas un par de veces, las suficientes como para pasar de compañeras de clase a socias de laboratorio y, de ahí, a compañeras de copas de vez en cuando.
—Nunca la vi para preguntarle, como tú querías que hiciera —murmuré, mi cara aún apartada de él, viendo los carros y los edificios que pasaban, sus formas distorsionadas y desdibujadas mientras mis lágrimas corrían—. Sus pobres padres —dije, sorprendida de poder sentir pena por el señor Jamison por la pérdida de su hija cuando solo unos pocos minutos antes habría arrugado la nariz, haciendo una cara de asco si su nombre era mencionado—. Probablemente deberíamos enviar flores o una tarjeta o algo así —murmuré, limpiando las lágrimas de mi cara, tratando de meter todo adentro.
—Nena. Tú puedes si quieres. No creo que a su gente le fuera a gustar escuchar del dueño del club en el que ella bailaba semidesnuda por dinero.
—No había pensado en eso —contesté en voz baja, pensando que debía ser difícil ser alguien odiado solo porque poseía un cierto tipo de negocio.
JOE deslizó su mano hacia abajo y tomó la mía, arrastrándola sobre la consola para sostenerla contra su muslo. Volví la cabeza para mirar nuestros dedos entrelazados y presionándose contra la gruesa costura que cubría su duro muslo.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó lanzándome una mirada rápida.
Apreté su mano y me incliné para darle un beso suave en el hombro de su chaqueta.
—Lo estaré.
***
Un par de horas más tarde, JOE estaba utilizando la espátula para disolver los grumos de carne molida, uno de los primeros pasos de lo que él llamaba su "Bolognese Famosa en el Mundo", que era el espagueti regular con salsa de carne nada más. ____(TN) se sentó en la barra de desayuno armando el anuncio para el alquiler del apartamento de Pam. Planeaba colocarlo en la página web de su ciudad local, así como en la de Asociación de Estudiantes Universitarios.
—¿Debería usar la palabra ―encanto o eso implicaría que es realmente pequeña y de una habitación?
—He estado pensando en eso, preciosa... —____(TN) vio cómo JOE bajaba la llama de la estufa y se acercaba a ella en un extremo de la barra larga—. ¿En cuánto estás pensando alquilar esto?
—300 dólares, es lo mismo que Pam estaba pagando, ¿por qué?
JOE me mantuvo cautiva en sus ojos, algo que no pude leer se movió detrás del oro.
—¿Sabes cuánto cobran los otros apartamentos en tu área? ¿Especialmente con la seguridad de una puerta exterior y una sala de lavandería? —Ella lentamente—. ¿Por qué no buscas en línea y ves si puedes hacer una comparación? —JOE se posicionó detrás de ella y puso sus manos a cada lado de la computadora de manera efectiva para rodearla por detrás. La cabeza de ____(TN) nadó por su cercanía y tuvo que centrarse para concentrarse en sus palabras—. Dale y yo tenemos un edificio de apartamentos al sur del parque de remolques, ¿sí? Nena, cobramos 300 dólares por solo uno de los apartamentos tipo estudio y, a decir verdad, ese lugar es solo una lugar de descanso. Creo que podrías conseguir mucho más de lo que estás pidiendo por un lugar en tu zona y por uno tan bueno como el de tu casa.
—¿Eso crees?
—Cariño, si cobraras lo suficiente, tal vez no tendrías que tener tantos puestos de trabajo. —JOE besó la parte superior de su cabeza con la esperanza de que le hubiera dado el empuje necesario para comenzar a ir paso a paso con sus finanzas. Se volvió hacia la cocina de nuevo y volvió a hacer su obra maestra. Podía sentir los ojos de ____(TN) en su espalda mientras pensaba lo que él había dicho, pero pronto pudo oír el ruido de las teclas de la laptop cuando ella comenzó su investigación. No pasó mucho tiempo, de hecho el agua para los fideos ni siquiera había llegado a hervir, cuando la oyó.
—Oh. Mi. Dios.
JOE se volvió para mirarla por encima de su hombro. Sus ojos eran grandes y redondos y sus manos estaban cubriendo su boca. Ella movió su mirada de la pantalla de la computadora a él.
—Oh. Mi. Dios. —JOE levantó las cejas y se mordió el interior de la mejilla para evitar la risa que estaba burbujeando—. ¿JOE?
—Justo aquí, preciosa.
—Mierda —susurró ella, sus ojos yéndose fuera de foco y casi pudo ver las ruedas y los engranajes girando en su cabeza. La observó mientras ella se bajaba con cautela del taburete y tan pronto como estuvo sobre sus propios pies, sus manos alcanzaron el techo, haciendo ―cuernos de metal‖ mientras gritaba—: ¡Anotación! —Y comenzó a bailar alrededor, deteniéndose solo una vez para mover su caliente, dulce culo.
Su risa no se pudo contener esa vez y la rugió, escuchando sus propias burbujas de la risa confundirse con las de él.
—¿Vas a decirme o no? —preguntó él mientras se volvía de nuevo hacia su obra maestra.
—Hay otra casa, a no más de dos malditas calles, que fue convertida en apartamentos de una habitación, también. JOE, ¡hay fotos y todo! El alquiler es de 1.000 dólares al mes, y ni siquiera tienen una sala de lavandería. —La voz de ____(TN) era temblorosa mientras trataba de explicarse. Pero la había entendido. Su novia estaba descubriendo una nueva faceta de sí misma.
—¿Qué sitio web estabas mirando?
—Let's Rent —respondió ____(TN) distraídamente.
—Tienes que capturar los extras que sus apartamentos tienen contra los que tu edificio tiene para ofrecer. Como base, los metros cuadrados, estacionamiento o no; tienes que hacerte una idea sobre lo que deberías cobrar, ya sea inferior o superior a lo que ellos han enumerado. ¿Entendido?
—¡Entendido!
—Otra cosa a tener en cuenta, cariño, es la cantidad que saca tu hipoteca, al menos hasta que sigamos las instrucciones de Sam y consigamos presentar una reclamación.
—Son 1.100 dólares al mes. Las rentas de Dos, Tres y Cuatro son de 300 dólares y yo pago 200 por mes —susurró casi sabiendo lo que JOE diría antes de abrir la boca. A regañadientes, arrastró sus ojos hacia él, preparándose para su explosión.
—¡Cristo, ____(TD)! ¿Estás pagando por tu maldito apartamento, también? ¿Cómo demonios sucede eso? —Levantó una mano para detenerla antes de que pudiera empezar a hablar—. No. Pensándolo bien, no me digas. No quiero saber. —JOE se volvió hacia la cocina murmurando sobre la salsa que estaba justo a punto de ebullición, al igual que su temperamento. Trató de mantener sus sentimientos para sí, murmurando solo ocasionalmente ―joder cuando pensaba en su chica siendo estafada de esa manera, pero le tomó un largo tiempo calmarse.
El lavavajillas estaba zumbando antes de que se acurrucaran en el sofá de la habitación de JOE, su laptop en equilibrio sobre el regazo de ____(TN), sus pies apuntando hacia el fuego que proporcionaba suficiente luz y calor en el frío de la noche.
—¿Qué decidiste, cariño?
—Sí, fue un espagueti de renombre mundial. Lo juro por Dios, una visión. Una obra maestra. —____(TN) le besó los dedos y miró a JOE, que la miraba con una pequeña sonrisa. Su risita interrumpió sus propias palabras mientras trataba de decir—: Nada mejor.
—Linda —gruñó mientras deslizaba su brazo alrededor de sus hombros y la atraía hacia sí—. Me refería al anuncio, niña tonta.
 
Él observó su rostro en la luz del fuego, la forma en que quedaba atrapada en las ondas de su cabello oscuro, la forma en que se reflejaba en sus ojos azul- verdosos. Sintió que sus piernas se movían para colocarse sobre él mientras sus calcetines rozaban sus pies desnudos, el calor de su cuerpo se acurrucó a su lado y pensó que nunca había tenido nada mejor. Esta combinación de niña, esta hermosa mujer, había capturado su atención desde el principio pero se las había arreglado para ir hasta el fondo, hasta el final de su corazón, su alma. No podía imaginar, incluso después de solo pasar poco más de una semana juntos, no tenerla en su vida.
—Hice la comparación como me dijiste. Mi lugar tiene las ventajas de un edificio seguro y el cuarto de lavado en la parte superior de las escaleras, pero no tenemos estacionamiento, Wi-Fi o cable. Estaba pensando en llamar a la compañía de cable mañana para ver cuánto podría costar una instalación. —Se tocó la barbilla pensativamente antes de continuar—. Tendría que revisar las aplicaciones para estar segura, pero no creo que ninguno de los apartamentos haya tenido un incremento desde que los inquilinos se mudaron. Por lo tanto, estoy pensando que podría pedir 950 dólares por Tres más un único depósito de seguridad de 500. Entonces aumentaré Dos y Cuatro a 500 dólares cada uno, creo que es justo ya que Marianne y Layne han vivido allí por mucho tiempo sin que cambie el alquiler, y haría otro aumento el año que viene. Así que, ¿qué te parece?
JOE se había sentado tranquilamente mientras ____(TN) hablaba, sus ojos moviéndose del fuego a su cara y luego a la laptop y de regreso. No la interrumpió ni dio ninguna señal de que estaba de acuerdo o no con lo que decía. Esperó a que hablara, solo tomando un sorbo de la botella de agua que habían traído con ellos en silencio.
—Un gran plan, cariño. Te deja un flujo de efectivo de 850 dólares cada mes sin incluir la ventaja añadida de no tener que pagar el alquiler de tu lugar. ¿Cuánto son los impuestos de la propiedad por año? —La miró, frunciendo el ceño al verla confundida—. Ya sabes, el recibo de contribución que viene cada trimestre, ¿cuánto es?
—Nunca he pagado una de esas, JOE —dijo en voz baja, con los ojos a la deriva sobre él, su ceño fruncido mientras se preocupaba—. ¿Debería haberlo hecho? Ellos no serían capaces de sacarme de mi casa, ¿verdad? Quiero decir, escucho todo el tiempo sobre gente perdiendo sus casas por privilegios fiscales y esas cosas...
—Whoa, cariño, disminuye la velocidad —gruñó JOE con un apretón—. Llamaré a Sam mañana y averiguaré quién ha estado pagando los impuestos o no pagándolos, cual sea el caso. Si hay problema, nos encargaremos de ello. Con lo del cable, averigua cuánto es y yo pagaré para que puedas empezar, porque creo que es probable que puedan cobrar más de lo que tienes, ¿sí?
____(TN) levantó los ojos hacia él, su rostro se arrugó y claramente estaba preocupada por perder su casa.
—Y yo que estaba pensando en mostrarle el dedo medio a Mahmood cuando le dije que me iba —admitió, inclinándose con más fuerza contra él, golpeando sus enfundados dedos de los pies contra los suyos descalzos. Él agarró la botella de agua mientras pensaba que ella nunca conseguiría estar lo suficientemente cerca de Mahmood como para enseñarle el dedo medio.
JOE la observó trabajar con sus cuentas y se alegró de que no estuviera teniendo otro berrinche, gritando sobre cómo podía hacerlo por sí misma. Sonrió para sus adentros, pensando en lo lejos que habían llegado en tan poco tiempo que estaba dispuesta a aceptar su consejo y su ayuda financiera.
—¿Lista para la cama, preciosa?
____(TN) cerró la laptop con un movimiento de cabeza y él la movió de su regazo.
Ella estaba yendo hacia la cama justo después de hacer su rutina nocturna de desmaquillarse, lavarse los dientes y caer en una de sus camisetas, cuando le preguntó:
—¿Dónde aprendiste a bailar y a desnudarte como lo hiciste?
____(TN) se detuvo en seco, una pierna sobre el colchón; él estaba tumbado de lado, con la cabeza ladeada y apoyada en una mano, su pecho y vientre al descubierto. Habían aludido a ello, pero nunca habían hablado de esa vez en su oficina. Terminó de meterse en la cama y lo enfrentó, copiando su pose.
—No sé. Pasé un tiempo en YouTube. Ya sabes lo asustada que estaba, ¿verdad?
—Sí, cariño, pude ver lo asustada que estaba —admitió JOE con una sonrisa sexy—. También pude ver cómo te transformaste, desnudándote para mí.
—Viste eso, ¿verdad? —susurró con una sonrisa irónica.
—Podía oler cómo de encendida estabas, también —confesó, su sonrisa volviéndose un poco malvada ante la memoria.
—¡Ewww, eso es asqueroso! —____(TN) se rió, cogiendo una de las almohadas y arrojándosela.
JOE desvió fácilmente el proyectil emplumado con una sonrisa, pero lo utilizó como excusa para empujarla sobre su espalda y cubrir su cuerpo con el suyo.
—Nada bueno, niña bonita, no para un tiro largo. —Se inclinó para capturar sus labios—. Me encanta la forma en que hueles, ____(TD). Me encanta tener mi boca en ti, enterrar mis dedos o mi polla en ti. Tu crema me vuelve loco, nena. En serio. Ha habido un montón de veces en las que estoy casi dormido y capturo sólo el olor de ti en mis labios o dedos. No te miento, cariño, mi polla está lista para otra ronda.
Los ojos de ____(TN) sostuvieron los suyos durante unos segundos, ablandándose mientras trataba de poner sus sentimientos a un lado y convertir la ―charla de JOE en algo que pudiera entender y sobre lo que pudiera envolver su cabeza.
—Creo que entiendo lo que estás diciendo, nene, pero todavía suena asqueroso —murmuró contra sus labios.
—Vamos a ver si puedo hacerte oler bien para mí, ¿sí? —susurró JOE mientras sus manos se movían por debajo de la camiseta que llevaba puesta y se ponían a obrar su magia contra la piel desnuda de ____(TN).
9 Bullpen: lugar en un campo de béisbol donde los lanzadores de relevo pueden calentar durante un juego.

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Mensaje por alesjonas Sáb 04 Oct 2014, 6:13 am

Tienes qe subir más!!
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Mensaje por PEZA Sáb 04 Oct 2014, 3:45 pm

CAPITULO 15




—¿Qué han conseguido para mí, chicos? —NICK entró en la prisión de la estación a la mañana siguiente, revitalizado después de las pocas horas de sueño que había conseguido. Es gracioso cómo algo de sueño, una buena comida y una ducha pueden reanimar a un hombre. Especialmente si el hombre tenía sueños de cremosa piel capturada en un encaje de color azul claro con promesas de guardar sus secretos susurrados al oído.
—Tenemos una huella digital de una de las páginas que habíamos encontrado en la garganta de Pam. La cotejamos y creo que tuvimos una coincidencia —balbuceó Tim alrededor de un enorme mordisco del donuts que estaba intentando masticar. Alcanzó su café para ayudar a bajarlo.
—Me estás jodiendo —dijo NICK deteniéndose completamente. ¿Ellos finalmente están consiguiendo un descanso de esto? Deambuló por el escritorio de Tim para ver lo que estaba en la pantalla de su ordenador.
»¿Alguien alguna vez escuchó de un tal Ezequiel Matthias? —preguntó NICK a la habitación en general. Por las miradas perdidas, continuó leyendo—. Parece que las huellas le pertenecen. Hijo de James Matthias quién es un predicador pez-gordo por allí en Gallup. Uh-oh, parece que este Ezequiel era un chico muy travieso. Fue atrapado haciendo cosas a algunas de las chicas más jóvenes de la congregación cuando estaba sobre los 18 y las chicas no los tenían. Fue acusado como un adulto y pasó un par de años en uno de los centros penitenciarios de Nuevo México. ¿Tenemos una foto de este tipo?
Tim alcanzó el teclado y accedió a una copia de la licencia de conducir cerca de 2004 de Ezequiel.
—Santa mierda —murmuró NICK, mirando fijamente la pantalla. El pequeño grupo de detectives además de unos pocos de los policías que estaban todavía en la comisaría comenzaron a hacer sus caminos a través de la mesa de Tim. Hubo empujones para conseguir sitios para que todos pudiesen ver la cara ligada a la huella digital que había sido sacada de una de las únicas páginas finas de papel de seda que no se habían degradado pero que habían encontrado en la garganta de cada víctima. Habían gastado un montón de tiempo intentando encontrar una conexión entre los trozos que estaban en las hojas sueltas que habían sido dobladas una y otra vez hasta que cada una era un cuadrado de centímetro y medio.
Horas habían estado invirtiendo sobre sus biblias King James para ver si el asesino estaba dándoles una pista, una razón del por qué o una pista principal a seguir. Hasta ahora no tenían nada.
Ahora, ellos tenían algo.
Algo grande.
Porque a menos que Hank Davidson tuviera un gemelo, parece que Ezequiel había cambiado ambos nombres y su peinado en los últimos ocho años.
—Vamos a por ellos, muchachos —dijo NICK, su voz casi un grito.
 
Estaba intentando conseguir la cinta adhesiva así podría colgar el cartel ―En alquiler en la cerca alrededor del porche. Lo quería allí así la gente lo podía ver desde la calle.
—Quizás utilizando unas tachuelas sería lo mejor —escuché detrás de mí. Me giré y vi a una hermosa y exótica mujer parada en la acera, su cabeza se inclinó hacia un lado provocando que su largo, negro y rizado cabello se derramase lejos de su gorro de punto bajando hasta su parka10.
—Puede que tengas razón —acepté enderezándome—. ¿Puedo ayudarte?
—Vi que colgabas el cartel y he estado buscando un sitio —dijo. Subiendo las escaleras, se quitó sus guantes y me ofreció su mano—. Soy Sara.
—____(TN). —Tomé su mano notando ahora cuan fríos mis dedos estaban en comparación a la calidez de los suyos. Ambas nos reímos con nerviosismo cuando empujé mi mano en mis bolsillos—. ¿Estás interesada?
—Bueno, me gustaría verla primero, ¿si no te importa? —dijo Sara aun sonriendo, sus dientes brillando intensamente contra el cálido color café con leche de su piel.
—No ha sido limpiada ni pintada todavía, pero puedo enseñártela así tienes alguna idea de su espacio.
—Suena bien.
La guié escaleras arriba hasta el tres y la dejé deambular alrededor cuando volví abajo para encontrar mi martillo y unas tachuelas, dejando la puerta de mi apartamento abierta. Justo había encontrado tres pequeños clavos en mi inútil cajón cuando pensé que probablemente podía usarlos en su lugar, cuando oí un golpe en mi puerta.
—Oye, bebe —dije feliz de ver a JOE inesperadamente a mediodía.
—Cariño. —Lo escuché moverse mientras se quitó su abrigo y lo depositó sobre mi pequeño sofá—. Traje el almuerzo, si te interesa.
—¿Cuando no he estado interesada en la comida? —Abandoné mi incursión a través de mi inútil cajón y en su lugar hice mi camino hacia él. Hacer una incursión en JOE, ahora era una idea, pensé para mí misma mientras me presioné contra su largo cuerpo, sujetando mis manos alrededor su espalda.
—Eso es cierto. Nunca vi a una chica comer tanto y estar en tan increíble forma. JOE deslizó sus manos alrededor de mi cintura hasta ahuecar mi culo en énfasis cuando me reí nerviosamente e intenté escaparme.
—No tan rápido, chico amoroso. Todavía no debemos. —Empecé.
—¿Hola? ¿____(TN)? —Sara estaba parada justo fuera de la puerta y esperé que no oyera por casualidad ni viera lo que JOE y yo habíamos estado haciendo.
Me acerqué a la puerta y sentí cómo JOE enganchó una mano alrededor de mi cintura desde atrás.
—JOE, esta es Sara. Quería ver el tres. Sara, este es mi novio.
—Conozco a JOE, ____(TN). ¿Cómo estás, JOE? —Observé como el rostro de Sara se cerró, ya no es la sonriente chica que había conocido en el porche.
—Bien, Sara. ¿Y tú?
—Bastante bien, supongo. —La vi cruzar sus brazos y mirar por todas partes menos a mí o JOE.
—Escuché que tu madre murió. Fue una pena oírlo.
—Si. Gracias, JOE. —Hubo un par de latidos en el silencio antes de que hablara otra vez.
—Me pensaré lo del apartamento ____(TN). Gracias por dejarme verlo. —Seguro, no hay problema. Fue un placer conocerte. —A ti también. Nos vemos, JOE. —Sara.
Cerré la puerta y volví a la cocina cuando oí a JOE comenzar a rebuscar en las bolsas que había traído. Estaba intentando no pensar sobre el ambiente que se había levantado cuando Sara y JOE se vieron pero esto era algo difícil de ignorar.
—¿Ternera asada con queso y tomate o atún blanco con lechuga? — anunció JOE desde las profundidades de la bolsa de delicadeces.
—¿Qué ha pasado? —pregunté en voz baja rodando los clavos que había encontrado entre mis palmas, agarrando las puntas a ratos cuando se movían.
—¿Qué, cariño? —preguntó mientras sostenía dos variedades diferentes de papas fritas, agitándolas para llamar mi atención.
—Eso. En la puerta con Sara.
JOE suspiró dejando caer la bolsa de papas fritas en la encimera antes de llegar alrededor de la pequeña barra dentro de la cocina y se puso de pie a mi lado. No tocándome, pero todavía lo bastante cerca.
—¿Qué quieres saber, ____(TD)?
—¿Por qué eso se puso tan extraño cuando se reconocieron? —Tenía mi barriga contra la encimera del fregadero y JOE estaba reclinado contra éste, sus manos en el borde de la encimera alrededor de sus caderas. Podía ver por mí visión periférica que su cabeza estaba baja casi como si estuviera hablando a sus botas.
—Sara fue la chica de Dale por unos pocos años. Su familia la odiaba, dijeron que no era lo suficiente buena para él. Su padre seguía presionándola, ofreciéndole dinero que era su forma de conseguir que dejara a Dale solo. Un día, ella se había ido. Se llevó el corazón de Dale con ella cuando se largó. Oí que estaba de vuelta en la ciudad. No creí que la vería tan pronto.
—¿Ella le rompió el corazón a Dale?
 
—Sí, cariño, lo hizo. —JOE todavía estaba de pie a mi lado, cada uno en nuestro propio espacio, nuestras voces tranquilas.
—¿Entonces porque el mal ambiente de hoy? —Podía sentir mi cabeza inclinada en confusión porque aún no entendía.
Estuvo callado por un tiempo antes de inclinarse hacia mí para apoyar su frente contra la mía.
—Quizás porque sabía que Dale y yo todavía estamos unidos.
—Bien. Quizás. —Pensé mientras me moví para agarrar el atún y las simples papas fritas—. ¿Quieres algo para beber?
Decidieron quedarse en casa de ____(TN) esa noche ya que ella tenía, lo que esperaba, uno de los últimos pocos turnos limpiando una de las tiendas de Mahmod al día siguiente. La única que limpiaba el martes estaba más cerca de su casa que la suya así que parecía lógico para ellos utilizar el lugar de ____(TN) los lunes por la noche.
JOE se dejó pasar, tratando de ser tan silencioso como fuera posible mientras se movía por el diminuto apartamento haciendo su rutina nocturna antes de quitarse su ropa y deslizarse en su cama para jalarla cerca contra él.
—Mmm... estás de vuelta —JOE oyó su murmullo.
—Shhh, nena, vuelve a dormir.
Sintió como su cuerpo se relajaba contra su brazo e intentó encontrar su      propio sueño, pero no podía conseguirlo viendo a Sara y a su ____(TN) juntas hoy fuera de su mente. Recordó la promesa que le había hecho la primera vez que estuvo en su cama, que su pasado nunca le iba afectar a ella. Pero, si hoy fue
algún ejemplo, su promesa era una mierda cuando se encontró cara a cara con su pasado.
JOE había sido un verdadero bastardo con las chicas del instituto y en la universidad ligando, coaccionando y persuadiendo hasta que conseguía lo que quería, luego nunca más teniendo nada que hacer con ellas de nuevo. Cada chica pensó que iba a ser la única en cambiarlo, encadenándolo, hasta que se daban cuenta que solo eran otra muesca en su proverbial poste de la cama, aunque la mayoría de las veces el acto se hacía en la parte trasera del estropeado Camry de su hermano. Él era inmune a sus ruegos, sus rostros llorando cuando unas pocas de las más valientes lo confrontaron por sus acciones. Había tenido incluso más que sus justas cuotas de peleas con los hermanos, primos y algunos amigos de las chicas los cuales sentían la necesidad de defender el honor de las chicas después de lo ocurrido. Pero JOE nunca paró de intentar pillar alguna de aquellas que conocían sus caprichos aunque ninguna de ellas alguna vez atrapó su interés después.
Su comportamiento empeoró aún más mientras crecía reconociendo que nunca tuvo que salir, cortejar o incluso gastar una significante cantidad de tiempo con una mujer antes de que estuvieran en su cama y aceptando su polla. Cristo, algunas veces no necesito ni siquiera besarlas para conseguirlas debajo. Pero, sin falta, podía tenerlas apurándose por la puerta con una oportuna palmada en el trasero y una farfulla.
—Es hora de que te vayas, Nena. —Tan pronto como había terminado de cerrar la puerta, se dirigió a la ducha para lavarse el olor de ellos de su cuerpo y de sacarlo de su memoria.
Fue Frank, sin embargo, que se lo dio directamente en su última visita antes de que él la comprara en ese solitario tercer mundo al otro lado del mundo.
Estaban trabajando en el patio trasero de la casa de JOE, solo colocando el último tablón de la plataforma en su lugar cuando Frank habló.
—Estuve oyendo algo de mierda loca, hermano —dijo Frank secándose el sudor de su frente con una bandana en exceso. Sólo mirándolos podías decir que eran hermanos debido a su altura y color de piel. Aunque Frank era un poco más fornido ahora, después de estar en las fuerzas armadas y tenía el habitual corte rapado, compartía la sonrisa y el color de ojos de JOE.
—¿Si? —JOE estaba inclinado usando la pistola de clavos en una recorrida línea para asegurar el tablón a la estructura de debajo, concentrándose en mantener los clavos en separados uniformemente.
—Parece que mi hermano pequeño ha llegado a ser el mayor mujeriego por estas partes.
JOE ni siquiera alzó su mirada mientras ofrecía su indiferencia.
—¿Y? —Acabó la línea y recorrió sus dedos suavemente encima de ésta para estar seguro de que todos los clavos estaban completamente alineados con la madera—. ¿Te convertiste en miembro de policías de coños cuando no estaba mirando?
—Cristo que boca más sucia tienes.
—Aprendí del mejor, hombre. Tuve un hermano mayor que me enseñó todo lo que sé. —JOE pudo sentir el aire entre ellos cambiar cuando habló y encontró su mirada con la de Frank para ver sus ojos, tan parecidos a los suyos, caer pesados sobre él.
—Tú no aprendiste a tratar a las mujeres de mí, colega —dijo Frank en voz baja, de manera significativa—. Esta mierda no está bien, JOE. Escuché que habías estado agarrando a las buenas y tratándolas como basura, luego cogiendo a las vulgares y tratándolas como si fueran algo por lo que has pagado por tener. —Negó—. Esto no está bien, JOE.
—¿Desde cuándo mi vida sexual es algo de tu incumbencia, Frank?
—Cuando no puedo tener ninguna porque compartimos apellido, gilipollas.
—Si no tienes alguna no es mi problema.
—Esto es tu problema, JOE, si lo que estoy escuchando es verdad. —Frank se masajeó la parte de atrás de su cuello en frustración—. ¿Cómo puede ser alguien tan jodidamente estúpido —murmuró—. Déjame ver si puedo explicártelo. ¿Sí?
—Dame tu mejor disparo pero no esperes que me tragué cualquier mierda que sea la que estás vendiendo. —JOE se puso de pie tirando de sus pantalones
hasta sus caderas, antes de empezar a ordenar las herramientas pero paró todo movimiento por el sonido de la tensa voz de Frank.
—¿Crees que es una coincidencia que el coño de una mujer está directamente en línea con su corazón? Hay una razón, hombre. Una mujer, una autentica mujer no puede dejar a un chico ―hacérselo y después marcharse. No está hecha de esa manera. Sé que muchos de los chicos utilizan el amor para obtener sexo y un montón de mujeres usan el sexo para conseguir amor, pero tú no estás haciendo ninguna de las dos, JOE —suspiró Frank—. Cuando llegue la correcta para esto, hermano, estarás usando tu-coño-de-la-noche en vez de tu mano para lograr correrte... ni siquiera reconociendo que la persona que estás utilizando es una persona, no valorando que son humanas. Ni siquiera valorándote a ti mismo.
JOE pudo oír los pájaros cantando la buena noche en los árboles.
Alzó su mirada hacia el cielo cuando éste empezó su lenta exhibición de la puesta del sol. Esperó, sabiendo que Frank no lo estaba haciendo y su conversación solo sería prolongada si JOE seguía interrumpiendo. Una vez en un camino, Frank siempre seguía ese camino, incluso del tipo verbal, hasta que llega a su destino. JOE sólo esperaba que esta fuera uno de los cortos discursos de Frank.
—Sé que no estoy diciendo esto bien. —Frank se pasó sus manos sobre su cabeza, frotando sus palmas suavemente encima de su corta e incipiente barba, un movimiento que JOE sabía que hacía cuando estaba frustrado—. ¿Recuerdas a Natalie?
—Sí, recuerdo a Nat. —Fue la chica con la que Frank estuvo durante todo el instituto. Dulce, larguirucha con un oscuro corte de cabello a lo garçon11 encima de los hombros, Natalie siempre tenía una sonrisa para todos pero especialmente para Frank. Era su héroe y todos lo sabían.
—Yo pensaba que el sol se alzaba y se ponía con ella, JOE. Mi día no empezaba hasta que yo la veía o hablaba. Su voz, Cristo, solo su voz era todo lo que necesitaba cuando todo lo demás se estaba yendo a la mierda alrededor de nosotros. —JOE recordó el momento del que estaba hablando. Su padre había estado mal, realmente mal con su alcoholismo. El Estado le había retirado su carnet de conducir después de la tercera DUI12 y perdió su permiso de contratista cuando salió a la luz que había estado ahorrando dinero en los trabajos que había tenido, si los hizo en absoluto.
»Ella fue, aparte de ti, mi mundo. Me mantuvo enfocado en superar el colegio y eludirnos del infierno en el que estábamos atascados. No sé dónde hubiéramos estado, JOE, si no fuera por Natalie. —Frank miró fijamente el cielo aunque JOE sabía que no lo veía perdido como estaba en los recuerdos.
»La amé, JOE. —Su voz era apenas un ronco susurro en la tenue tarde—. La amé lo bastante para escucharla cuando ponía fin a nuestras sesiones de toqueteo que empañaban las ventanas del Camry. La amé lo suficiente para sólo tocarla encima de su sujetador en vez de debajo de su brasier como mis manos morían por hacer. La amé lo bastante para prestar atención cuando me decía que podíamos esperar, esperar hasta que fuera el momento correcto para nosotros. Esperar hasta que ambos estuviéramos listos, cuando supiéramos suficiente y nos sintiéramos bastante cómodos para estar juntos. Realmente juntos. —La voz de Frank se apagó y JOE lo vio restregar sus ojos cuando aparto la vista—. Yo la quise, JOE, pero la valoré más. La valoré como mi chica, como mi amiga. La valoré por la persona que fue y en la mujer en que se convirtió. Vi el valor de mí mismo en sus ojos, también. Me hizo querer ser una mejor persona, JOE Un mejor hermano, un mejor hijo y un mejor hombre.
JOE oyó a Frank girar hacia él en otro suspiro, aunque JOE no lo hizo, no podía mirar la cara de Frank.
—Esas mujeres que tratas con semejante falta de respeto, JOE, pueden ser una Natalie para alguien más. Una persona que puede ser valorada por otra, que puede ser amada por alguien. —Frank paró y el silencio estuvo allí por un par de segundos antes de que continuara con una voz más ronca y suave—. Tú rebajas su valor cuando las usas en lugar de tu mano. Pero te rebajas a ti mismo cuando las utilizas en vez de un pañuelo para coger tu corrida. Puedes ser un hombre que sea valorado por alguien, hermano. Pero no si tú continúas tratándolas como eso. Sólo te deshonras a ti mismo por no tener la oportunidad de conocer a tus jodidos amigos como personas primero.
De nuevo, el silencio invadió por un par de latidos antes de que Frank se girara para entrar en la casa.
—Piensa en ello, JOE. ¿Sí?
Sí pensaré en ello. JOE se había dicho a sí mismo. Su hermano no era un gran consejero y nunca sacó a colación a Natalie. Jamás. Así que esto fue muchísimo, esta conversación, este tiempo.
Natalie estaba perdida para los hermanos JONAS debido al divorcio amargo de sus padres en medio de su último año. Fue forzada a trasladarse a Illinois con su madre y Frank nunca tuvo la ocasión de verla de nuevo. Nat y Frank intentaron mantenerse juntos con largas cartas, breves y caras llamadas telefónicas, pero la tormenta de mierda que era la vida familiar de JOE y Frank empeoró y Frank eventualmente tuvo que dejarla ir en la lucha de mantener a los dos hermanos vivos y juntos.
JOE pensó en lo que Frank dijo, pensó mucho sobre ello. Tanto entonces como, sobre todo, ahora.
Fue aplastado al saber que ____(TN) pudiera darse cuenta de un ambiente de tantos años después de lo sucedido. Se sintió incluso peor ya que había tomado el camino del cobarde omitiendo lo que le había hecho a Sara tanto tiempo atrás cuando había intentado darle a ____(TN) una explicación. La mirada en la cara de Sara hoy le hizo acordar el daño en su rostro cuando la había despreciado el día después de una borrachera pero vigorosa cópula en una fiesta de fraternidad hace años. Por aquel entonces, había estado aliviado de que ella no había sentido la necesidad de hablar con él, confrontándolo sobre ello. Y el recuerdo de Sara pronto se desvaneció y se convirtió en otra chica que había utilizado, al menos hasta que ella empezó a salir con Dale. Luego esto llegó a ser una lucha de los dos para ignorarse cada vez que Dale la había llevado a las distintas fiestas y eventos donde salían juntos.
 
JOE no le tuvo que contar nada a Dale y espero que Sara nunca lo hiciera, tampoco.
Apoyó su nariz en el cabello de ____(TN) y apretó el brazo que tenía alrededor de su cintura agradecido por toda la belleza que había encontrado en ella. Y agradecido que recordó lo que Frank había dicho, la sabiduría que JOE había finalmente ganado y entendido tanto tiempo después de la conversación en la suave tarde de verano.
—Frank te querrá, ____(TD) —susurró contra ella mientras tiró de la colcha más alto sobre los dos y finalmente comenzó su propia y lenta caída en el sueño.
—¿Qué han conseguido para mi chicos? —gritó NICK mientras golpeó el corral.
—Tenemos a Hank en la sala de interrogatorio. Lo recogimos pronto esta mañana en el gimnasio. Jeff y Tim están con él ahora. —Ted Pierson, otro detective lo llamó desde su mesa en la esquina más alejada.
—¿Algo?
—Nada desde la última vez que escuché.
NICK hizo su camino a la sala de interrogatorio y movió su cabeza, utilizando el movimiento de su dedo para silenciosamente pedirle a Jeff que saliera al pasillo.
—¿Qué tienes?
—Nada hasta ahora, Jefe.
—¿Qué significa ―nada hasta ahora?.
—Nosotros lo trajimos —Jeff miró su reloj—, aproximadamente hace cuarenta minutos y no ha dicho nada.
—¿Qué quieres decir, no ha dicho nada?
—Jesús, Jefe, justo lo que dije. —Jeff empezó a pasar la mano por su corbata y ajustarse los puños de su camisa—. Nosotros lo trajimos, lo sentamos para hablarle, le mencionamos distintos nombres y sacamos a colación lo de Nuevo México y no dijo... —NICK vio cuando Tim encogió sus hombros antes de continuar—. Nada. Ni una palabra. Preguntamos. Él solo mira. Preguntamos otra vez. No responde. No ha pedido un abogado ni nada. Está sentado aquí como un tronco. Es un poco espeluznante.
—¿Dónde estamos con la orden de registro?
Ambos escucharon el grito y corrieron los pocos metros hasta la sala de interrogación. NICK abrió la puerta y vio a Hank parado, inclinándose hacia Tim sentado frente de él en la mesa. La silla de Hank estaba en su lado.
—Dije, siéntate, Hank. —Tim estaba gritando pero el altísimo y fornido hombre pareció no oírlo.
 
Jeff dio un paso para entrar en la habitación yendo a buscar la silla pero NICK puso su mano en su brazo y negó.
NIK entró en la habitación recorriendo la corta distancia hasta la mesa, nunca quitando sus ojos de Hank, quién se veía como si estuviera en su propio mundo, no reaccionando a los otros hombres en la habitación... sólo permaneciendo concentrado en Tim.
—Necesitamos que te sientes, Hank —dijo NICK en una suave y firme voz. No hubo respuesta de parte de Hank, ni un pestañeo, ni un músculo moviéndose a las palabras de NICK. Era como si estuviera congelado.
Tim lentamente comenzó a levantarse y Hank rápidamente reaccionó agarrando a Tim por sus solapas y tiró de él a través de la mesa. Cuando la cara de Tim estuvo a unos pocos metros, Hank tiró hacía atrás su mano y empezó a golpear a Tim en su cara y cabeza. Tim tenía sujetada la muñeca de Hank con la que lo estaba agarrando y estaba intentando retorcerla. Los pies de Tim estaban fuera del suelo y no podía mantener sus rodillas sobre la mesa.
Jeff no se quedó en la puerta pero corrió alrededor de la mesa, sus zapatos deslizándose por el lino, cuando hizo su camino hacía el hombre altísimo y rubio. Trató de agarrar la mano con la que estaba atacando a Tim pero era como si no estuviera incluso allí. La enorme mano del hombre seguía golpeando violentamente a Tim con golpes de derecha y de revés, llevándose a rastras a Jeff con los movimientos de su mano.
El sonido de la palma de Hank cuando ésta golpeo fue ruidoso en la pequeña habitación, pero pareció no haber afectado al agresor de Tim.
NICK sacó su arma y tiró del seguro antes de apuntarla directamente a Hank.
—Retírate, Hank. Dije, retírate, Hank. Retírate, Ezequiel —dijo NICK cambiando el nombre para ver si obtenía una respuesta. Vio como el hombre el cual conocía como Hank lentamente giró su cabeza en la dirección de NICK. Al notar la pistola apuntándole, gimió ruidosamente mientras soltó de su agarre a Tim. Tim cayó encima de la mesa antes de deslizarse hacia el suelo.
Jeff, todavía colgando en el brazo de Hank intentó girarlo detrás de la espalda de Hank pero Hank simplemente se lo sacudió como si fuera un molesto mosquito. Tan pronto como Jeff cayó, Hank comenzó a acercase a NIKC.
—Alto ahí, Ezequiel —instruyó NICK y el enorme hombre se paró—. Estás bajo arresto por agredir a un oficial de policía. Necesito que te arrodilles en el suelo con tus manos detrás de tu cabeza. —Los ojos de NICK nunca se apartaron de Ezequiel/Hank y vio como el gran hombre se inclinó y se puso de rodillas delante lentamente, lentamente poniendo sus manos por encima de su cabeza. NICK asintió a Jeff y vio como Jeff leía a Hank sus derechos Miranda mientras le ponía las esposas a su ahora dócil prisionero. Tan pronto como las esposas estuvieron en su sitio, NICK retrocedió hacia la puerta y gritó sobre su hombro por los paramédicos y escoltas, nunca quitando su mirada de su prisionero y manteniendo su pistola apuntándole firmemente.
Hank fue escoltado por cuatro oficiales para comenzar el procedimiento pero NICK no se relajó hasta que su prisionero bajaba el pasillo. NICK colocó de nuevo el seguro y enfundó su pistola mientras se movió hacia Tim Bell, aún
tumbado inconsciente en el suelo. NICK podía ver los moretones y la hinchazón que ya habían empezado, convirtiendo al guapo detective en una caricatura de sí mismo.
Había sangre goteando de una oreja lo que significaba que Bell había tomado uno o más de los buenos golpes en él y sufrió suficiente trauma como para estallar su tímpano.
—¿Cómo vamos con los paramédicos? —gritó NICK mientras se ponía derecho desde el cuerpo de Bell.
—El transportista dice que son alrededor de cuatro minutos —llamó alguien.
Jeff Trusdale volvió a entrar en la habitación y apoyó una mano en la espalda de NICK.
—¿Estás bien, Jefe?
—Sí. Estoy bien —respondió NICK limpiándose su frente con su manga—. ¿Era yo o esto fue alguna mierda rara?
—Más bien, una locura. ¿Qué te hizo pensar en llamarlo Ezequiel?
—¿No sé, una corazonada, quizás? Mierda, en ese momento lo habría llamado Alice Cooper si hubiera creído que hubiese funcionado.
NICK miró de nuevo la posición de Bell en suelo y Jeff se movió para enderezar la silla.
—Regresaré a mi oficina, Jeff. Dame un grito cuando los paramédicos estén aquí, ¿de acuerdo?
—Lo haré, Jefe. —Jeff vio a NICK girarse y salir por la puerta. Sacudió su cabeza y echo una ojeada a su compañero en suelo. Nunca había visto a alguien conseguir una paliza tan dura y durante tanto tiempo. Odió no haber sido capaz de ayudar a Bell cuando estaba siendo sometido por las manos de Hank.
Jeff alzó su cabeza en dirección a la puerta con el ruido de pisadas apresuradas encabezando la bajada del pasillo. Los paramédicos estaban aquí finalmente y Jeff se desplazó para ir a avisarle a NICK.
—Jefe los paramédicos están aquí y están trabajando en Bell ahora. Puesto que está todavía inconsciente, lo llevaran directamente al Gratham General.
—Gracias, Jeff. —NICK se frotó sus cansados ojos, con dedos temblorosos mientras la descarga de adrenalina comenzaba a disiparse.
—¿Cómo vamos con la orden de registro en el sitio de Hank?
—Nuestros chicos están allí, creo que ellos entraron en el apartamento de Hank más o menos al mismo tiempo que nosotros lo recogimos.
—Bien. ¿Alguien llamó a los oficiales de Nuevo México?
—No lo creo.
—Vamos a ver lo que Intel nos puede conseguir de ellos para sacarnos a ese hijo-de-puta de encima.
—Lo haré, Jefe.
 
10 Parka: Chaquetón de abrigo con capucha e impermeable.
11 Garçon: Manera de llevar el cabello en una mujer, muy corto y como tradicionalmente lo llevaban los muchachos
12
DUI: Abreviatura (US) de conducción bajo la influencia del alcohol.

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POLE DANCE - JOE JONAS Y TU - Página 2 Empty Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU

Mensaje por PEZA Sáb 11 Oct 2014, 9:04 pm

CAPITULO 16


Estaba rodando lo último de la basura al contenedor cuando oí un auto que venía lentamente alrededor de la parte trasera de la tienda. O era el Sr. Mahmood viniendo sin avisar para chequear a sus empleados —los cuales, en general, era alguno de su familia inmediata o extendida—, o era uno de los cajeros que trabajarían en el siguiente turno. En cualquier caso, no me interesaba.


Mi mente estaba llena de visiones de cómo felizmente iba a dejar de hacer el turno matutino de fregar el baño y de pensar en Sara y JOE.
No quería pensar que JOE me mintió, pero su explicación sobre Sara rompiendo el corazón de Dale simplemente no sonaba verdadera. El ambiente había estado un poco demasiado fuerte para ser sobre alguien que no estaba en la habitación.
Me agaché para recoger algunos restos que no habían entrado en el contenedor, cuando sentí a alguien detrás de mí.
Antes de que tuviera la oportunidad de enderezarme y darme la vuelta, sentí un impacto y mi mundo se volvió negro.
JOE trató de llamar a ____(TN) una vez más, pero al igual que las otras seis veces que lo intentó, la llamada iba directo al correo de voz. Sabía que ella debería de haber terminado su turno en el mini súper y que ahora debería estar en su descanso entre clases, pero no contestaba el teléfono. La única vez que no respondió su llamada fue durante el fiasco de la cama, y no creía que estuviera tan molesta por lo de Sara. Al menos, no lo creía. Entonces, ¿por qué jodidamente no contestaba?
Sacó su horario de clases para ver a qué clase se suponía que debía ir enseguida.
Subió corriendo las escaleras y se dirigió a través de la cocina a la parte trasera del club.
—Saldré por un rato, Jorge, ¿está bien? Díselo a Sky cuando venga.
Mientras JOE se dirigía a su auto, decidió hacer una parada en la casa de ____(TD) antes de dirigirse a ver si había ido a clases. Se pudo haber enfermado o algo y haberse ido a casa.
Se dio cuenta de que la tienda estaba en el camino por lo que hizo una parada allí en primer lugar.
 
Vio el tanque que ella llamaba auto aparcado en el estacionamiento del mini súper. Salió de su auto y comprobó las puertas pero todas estaban cerradas. Tocó el capó para ver si había algo de calor pero el metal estaba frío. Se abrió camino hacia la tienda y esperó a que el empleado se deshiciera de la línea.
—¿Está ____(TN) aquí? —preguntó al chico con una cara llena de granos que estaba a cargo de la caja. En su etiqueta decía: “Hola, soy Hamid”.
—¿Quién?
—____(TN). Ya sabes, ¿la chica que limpia aquí en las mañanas?
—¿La caliente o la gorda? —preguntó el chico enderezando toda la mierda apilada alrededor de la caja registradora.
—La caliente. ¿La has visto?
—No, hombre, acabo de llegar. Ella hace el turno anterior.
—¡Mierda! —exclamó JOE empujando a través de las puertas y deteniéndose en la acera. Tal vez solo tuvo problemas con el auto y tuvo que caminar. Si fue así, ¿por qué no lo llamó? Algo estaba jodidamente mal, podía sentirlo. Solo que no sabía lo que era.
Saltó de nuevo a su auto y salió a toda velocidad hacia su departamento. Ahora era tiempo de que estuviera en el asilo y todavía no podía encontrarla. Llamó a Shady Acres y le dijeron que ____(TN) no se había dejado ver, y que no llamó. Eso era diferente a todo lo que ____(TN) haría. JOE sabía que sus trabajos, todos sus trabajos eran importantes para ella y que nunca simplemente iba a no aparecer o no llamar si necesitaba estar ausente.
No tuvo más remedio que involucrar a la policía. No quería ir a través de todo el rollo del 911 porque sabía que le dirían que tendría que esperar 48 horas antes de reportarla como una persona desaparecida.
Eso era demasiado tiempo para esperar. Llamó a NICK a su teléfono personal.
Me desperté lentamente, poco a poco. Tenía frío, tanto maldito frío. Podía mover solo una de mis piernas y un pie sin dolor y mis manos estaban entumecidas situadas en algún lugar alrededor de la parte baja de mi espalda. Estaba sedienta, increíblemente sedienta. Mi instinto fue hacer algo para humedecer mi boca, pero cuando traté de tragar probé un tipo de paño contra mi lengua. Estaba amordazada.
Miré a mi alrededor mientras trataba de incorporarme, volteando mi cuerpo sobre mi pierna buena, pero lo que veía no tenía sentido. Sillas de jardín, una gran caja de plástico llena de flores de plástico, una podadora manual. Finalmente se me ocurrió que estaba en una de esas casetas de metal y estaba viendo las cosas guardadas hasta la primavera de alguien. Por fin pude sentarme y, cuando lo hice, lo que sea que sostenía mis brazos detrás de mí se soltó. Mis manos estaban a punto de dejar de sentir los alfileres y agujas cuando me di la vuelta para ver lo que había sido utilizado para sostener mis manos. Solo un pedazo de cuerda. Gracias a Dios alguien no era muy bueno con los nudos.
Estaba a punto de liberarme de la mordaza cuando escuché venir a alguien, sus pasos crujían a través de la nieve. No sabía si la persona que venía era un tipo bueno o uno malo, pero no iba a esperar a averiguarlo. Miré alrededor de la caseta buscando algo, cualquier cosa para usarla para defenderme.
Divisé un rastrillo y otras herramientas de jardinería. No es exactamente lo que necesitaba.
Había un juego de criquet en la esquina al lado de la puerta. Me quité la mordaza y gateé tan rápido como pude, arrastrando mi pierna izquierda detrás de mí para agarrar uno de los mazos, y lo usé para levantarme, colocándome al lado de la puerta.
Hasta ahora, todo va bien me dije a mí misma, utilizando el mazo como bastón para ayudar a colocarme en posición, me apoyé contra el revestimiento de metal en el mismo lado de la puerta. Me apoyé sobre mi pierna derecha para aliviar el dolor en mi izquierda mientras llevaba el mazo a mi hombro.
Hubo un sonido de metal sobre metal y el chasquido de lo que solo podía adivinar podía ser un candado abriéndose. La puerta deslizante de metal obviamente no había sido engrasada recientemente. Gimió y chilló en señal de protesta mientras que la persona trataba de abrirla.
Todavía tenía frío, pero ahora estaba sudando y temblando por la cantidad de adrenalina bombeando a través de mi sistema. Mantuve mi posición y moví el mazo más lejos detrás de mi hombro.
Oye bateador, bateador. Batea, bateador, mi mente cantaba. Esperé, sabiendo que tenía que golpear la cabeza, que la cabeza era la cosa más importante que el mazo debía golpear.
La protestante puerta continuó abriéndose, sólo unos pocos de molestos centímetros a la vez hasta que pude ver la visera de una gorra de béisbol abrirse camino, señalando a la esquina en la cual había despertado.
Esperé, sabiendo que necesitaba un objetivo más grande que sólo la visera de la gorra con el fin de causar cualquier daño.
Oí un susurro, ¿qué demonios? , mientras la gorra se movía más hacia adentro del pequeño espacio. Eso es. Un poco más, mi mente instó a la gorra.
Podía sentir mis latidos acelerarse y el mazo temblando en mis manos. Contuve la respiración cuando tensé mis músculos para tratar de controlar mi temblor.
El cuerpo debajo de la gorra se movió más rápido y, como yo, estaba encorvado dentro de los confines de la pequeña caseta. Mis ojos atraparon un rápido vistazo de una desgastada gorra de béisbol cubriendo el castaño cabello largo hasta los hombros y una sudadera abultada antes de que mi cuerpo reaccionara.
¡Batea, bateador! mi mente gritó y mi cuerpo la siguió.
 
Sentí un estridente porrazo en mis manos y brazos cuando el mazo conectó.
—JOE, estoy hasta el culo aquí y tengo al comisario de la policía, junto con toda la junta de supervisores viendo cada movimiento que los chicos y yo hacemos. Bajo una gran presión, si me entiendes.
—Lo sé, NICK, pero ____(TN) anda perdida y...
—Porque estoy bajo el microscopio, necesito que esperes las 48 horas y después presentar...
—¡A la mierda, NICK! Está ahí afuera y algo está mal. Lo sé. —JOE pudo oír suspirar a NICK y sabía que el Jefe estaba tan frustrado como él lo estaba—. Está desaparecida y no puedo encontrarla —continuó JOE con un quiebre en su voz.
—Lo sé, amigo. Pero mis manos están más o menos atadas aquí. —La voz de NICK era suave en simpatía.
—Ella hizo la entrevista, NICK. —Hubo un silencio mientras el Jefe trataba de dar sentido al cambio en la conversación—. Así es como nos conocimos. ____(TN) dio la entrevista para ser bailarina en el club.
—Oh, mierda.
El mazo conectó con la parte trasera de la gorra de béisbol pero en lugar de que mi fuerte bateo deshabilitara al hombre, simplemente golpeó su torcida gorra.
Una mano enguantada fue hacia atrás y agarró el mazo de mis manos mientras yo me quedaba en shock viendo el cabello rojo escapándose de debajo del castaño mientras la gorra se deslizaba lejos de la cabeza de mi agresor.
La sacudida de su movimiento me hizo poner la máxima presión en mi pierna izquierda y caí con fuerza. A través de mi dolor, vi al hombre quitarse completamente la gorra y lanzar las grandes gafas de aviador. Pero, de nuevo, lo que estaba viendo no tenía sentido. El hombre regordete pareció transformarse en una mujer justo delante de mis ojos.
—¡Tú, estúpida, perra! —Escuché y vi el mazo girar hacia abajo en un corto arco para conectar con mi pierna derecha, mi pierna buena antes de que el dolor explotara. No pude evitar el grito que se disparó y salió de mi boca.
Y, esta vez, vi la pistola eléctrica antes de sentir el impacto y de nuevo todo se volvió negro.
 
—¿JOE? Le diré a Ted Pierson que te llame. Dale tanta información como puedas, ¿de acuerdo? Voy a poner una orden de búsqueda para ____(TN). ¿Tienes una foto que podamos utilizar?
—Tengo un par en mi teléfono. —Genial, envíamelas y las descargaré aquí. —Tenemos que encontrarla, NICK. —Lo haremos, amigo. Lo haremos. Pero ambos hombres sabían que era como mucho una promesa hueca.
Me desperté esta vez con los brazos estirados por encima de mi cabeza y mis piernas estiradas mientras algo sostenía mis pies de mis tobillos. Mi pierna izquierda estaba palpitando y sentí la mezclilla apretar contra la inflamación. Moví mi pierna derecha y me dolió, también, aunque no tanto como la izquierda.
—Así que, la estupidita finalmente está despierta.
Moví mis ojos hacia la derecha y me di cuenta que ahora estaba en un lugar diferente. No tan frío y cubierto, es una especie de paneles pintados para parecer de madera.
—¿Fiona? —susurré cuando mis ojos finalmente cayeron sobre ella. Sostenía la gran sudadera rellena y las gafas de aviador que estaban dentro del cuenco de la gorra de béisbol de la cual pude ver que tenía cabello castaño pegado en su borde. Estaba tranquilamente sentada en una de esas sillas blanca de plástico de jardín que había jalado contra el pequeño y desordenado colchón en el que me encontraba.
—Sí, puta. Soy yo. ¡Sorpresa, sorpresa! —Fiona se sentó allí, agarrando su bulto con una mirada divertida en su rostro.
Cuando me concentré en eso pude ver que su expresión era una mezcla de torturado triunfo y que sus ojos tenían una luz, un brillo antinatural. Sentí mi respiración estallando dentro y fuera de mis pulmones mientras cada músculo de mi cuerpo se tensaba por mi involuntaria reacción de ―luchar o huir‖. Ya que no podía hacer ninguna de las dos cosas, mi cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente.
—¿Por qué estoy aquí? —Me oí lloriquear. Levanté la mirada para ver lo que estaba sosteniendo mis brazos y encontré que estaban esposados, las esposas estaban encadenadas a la apertura, la palanca de la ventana que estaba por encima de mi cabeza. Sacudí mis brazos y los flexioné para ver que tanto espacio había en las esposas.
 
—Uh, uh, uh... —Me amonestó Fiona, levantando un dedo enguantado en látex y meneándolo hacia atrás y adelante—. No te puedes soltar esta vez, ____(TD). Me aseguré de ello. Aunque, tengo que decirte, que estás muchísimo más gorda de lo que pareces. Casi me rompo la espalda trayéndote aquí.
La observé mientras arrojaba el bulto de ropa al suelo detrás de ella y enderezaba los guantes en sus manos antes de colocar una bolsita en su regazo. Rompí en un sudor frío cuando se volvió hacia mí.
—Traté de advertirte, pero no te quedaste lejos, ¿verdad? —dijo calmadamente mientras sacaba una navaja, un rollo de lo que parecía una cuerda de niños para saltar y un trozo de palo de escoba y metódicamente los alineó en la cama—. ¡Oops! Casi se me olvida —exclamó y medio se levantó de la silla para sacar un trozo de papel doblado de su bolsillo trasero y empezó a doblarlo una y otra vez, haciéndolo más pequeño y más pequeño.
—¿Dón... dónde estamos? —pregunté esperando distraerla, pero apenas podía pronunciar las palabras a través de mis temblorosos labios.
—En el mismo lugar que las otras. En el lugar de almacenamiento de la parte trasera del campamento de casas rodantes. Pero serás encontrada detrás de un contenedor de basura al igual que las demás. Piensa en ello como sacar la basura. Yo lo hago.
No podía pensar con claridad. Me quedé viendo a Fiona pero realmente no la veía mientras trataba de encontrar una manera, cualquier maldita manera de distraerla de lo que parecía que estaba decidida a hacer, sea lo que sea. Y mi mente proyectó un par de posibilidades, y no eran buenas. Realmente nada buenas.
—Entonces, tú pedazo de coño estúpida, ¿estás lista para morir? — preguntó calmadamente mientras acariciaba cada uno de los artículos que había colocado en la cama. Y mi corazón frenéticamente cogió su ritmo ante sus palabras.
—Estás lo... loca —le susurré a mi cerebro lo que acababa de entender y que mi cuerpo ya había notado. Oh Dios Mío, Oh Dios Mío, Oh Dios Mío...
—Solo es cuestión de opinión, puta. Y ya que tus opiniones no cuentan por mucho tiempo más, te dejaré pasar esa. —Observé mientras agarraba el deshilachado rollo de cuerda y comenzaba a envolverlo alrededor de sus manos mientras veía su lenta sonrisa hacerse más amplia—. ¡Esto va a ser divertido! — exclamó mientras se acercaba a mí en la cama.
Empecé a gritar tan fuerte como pude.
JOE tomó la llamada, pero nunca tuvo la oportunidad de saludar al oír a Ted Pierson comenzar a hablar.
—Bien, JOE. Esto es lo que tenemos. Hay un aviso de búsqueda de ____(TN) que fue transmitido a todos los oficiales en el personal aquí y en la oficina del Sheriff del Condado. Enviamos un par de patrulleros para explorar alrededor de
cada lugar en el que se suponía que estaría hoy. Pero pensé de algo más que también podríamos tratar.
JOE escuchó a Ted ir por el siguiente paso que quería tomar, pero el frío terror que se había iniciado en su estómago cuando había hablado primero con NICK se estaba extendiendo. La misma propagación de frío y oscuro temor que había tenido cuando había visto el médico comenzar a abrirse camino por el pasillo para hacerles saber a él y a Frank la muerte de su papá. El mismo temor que se produjo cuando los militares le notificaron la muerte de Frank.
—¿ JOE? ¿ JOE, estás ahí?
—¿Crees que funcionará, Ted? —habló JOE finalmente.
—Vale la pena intentarlo, especialmente si estás seguro de que lleva su celular en su bolsillo trasero.
—Entonces hazlo. Hazlo lo más rápido que puedas, ¿sí? —Estoy en eso, JOE. Y, ¿amigo? —¿Sí? —No te rindas.
JOE cerró su teléfono sin responder y llevó el pequeño y elegante rectángulo hasta su frente.
—No es tan fácil de hacer, hombre. Porque la amo —susurró.
Dejé de gritar solo lo suficiente para agarrar otra profunda respiración.
—Oh, no dejes de gritar ahora, tú estúpida zorra. —Los ojos de Fiona eran salvajes mientras continuaba acariciando y envolviendo la cuerda alrededor de sus manos una y otra vez—. Me gusta escuchar gritos femeninos cuando estoy consiguiendo mis trofeos. ¡Vamos, vuélvete realmente loca!
La sentí envolver la cuerda de saltar alrededor de mi cuello antes de que empujara el trozo de madera a través de los bucles en cada extremo. Cada vez que le daba vuelta al pedazo de madera, sentía la cuerda ponerse más apretada. A pesar de que solo estaba a pocos centímetros de distancia de mi cara, empecé a gritar de nuevo. Estaba tratando de proyectar mi voz aún más fuerte esperando que pudiera penetrar las paredes del pequeño remolque o interrumpir sus lentas y metódicas vueltas.
—Vamos a prepararte, ____(TD), ¿sí? ¡Un trofeo tiene que ser preparado a la perfección! —Metió el mango hecho en casa debajo de mi cuello y lo encajó debajo de la correa de mi sujetador para evitar que se desenrollara. Sentí sus manos mientras se movía para empujar el blusón del mini súper y mi blusa térmica antes agarrar mi sujetador y subirlo todo hasta encima de mi pecho. Estaba expuesta desde la cintura para arriba y sentí el aire frío contra mi sudada piel resbaladiza, mi cuerpo se contorsionó y di vueltas empujando con mi pierna mala mientras trataba de alejarme de ella y su manoseo—. ¡Mierda! Tetas naturales, debería haberlo sabido —murmuró sentada en su silla—. Sin clase.
 
Sentí que oí un ruidito sordo contra la pared debajo de la ventana por encima de mi cabeza. Tomé otra profunda, profunda respiración y empecé a gritar aunque mi voz ahora se estaba volviendo ronca y mi garganta dolía.
Fiona alcanzó el botón de mis jeans y estaba tirando de la lengüeta para liberar la cremallera cuando hubo otro golpe aunque esta vez vino del otro lado.
—¡Qué dem... —Comenzó Fiona mientras se enderezaba y se movía rápidamente hacia la tela sucia que servía de cortina para cubrir las ventanas.
La observé mirar a la izquierda y a la derecha luego se movió para repetir el mismo comportamiento en la ventana que estaba a mis pies. No debió de haber visto nada porque sacó su celular de su bolsillo antes de sentarse en la silla.
Se deslizó y utilizó la pantalla táctil cuando encontró el número de teléfono que quería.
A medida que la llamada se conectaba, comenzó a pasar sus dedos sobre las restantes herramientas sin usar.
Su murmullo por lo bajo, casi incoherente, sonaba como un canto, pero sólo pude captar un par de palabras que sonaban como ―papi y ―niña buena mientras empezaba a balancearse, meciendo su cuerpo hacia atrás y hacia adelante en la silla. Aunque sus movimientos se detuvieron cuando la escuché empezar a hablar por el teléfono.
—Layton, bebé, la tengo. La que querías. Esa cuyo nombre susurras cuando me estás follando. Ven por ella, amante. Ella será mi regalo especial para ti.
Hubo un pequeño movimiento que causó que todo el remolque se meciera y vi a un hombre caminando con cuidado por el pasillo, sostenía un arma con sus dos manos y los brazos rectos hacia delante de él. La pistola apuntaba directamente a la espalda de Fiona y parecía seguir sus movimientos.
—Necesito que se levante de la silla lentamente con las manos en alto — dijo tranquilamente pero con firmeza. Le eché un vistazo a Fiona pero era como si ni siquiera lo hubiera oído—. Levántese de la silla y levante sus manos al aire. —Dio un paso más cerca por el estrecho pasillo, el arma seguía preparada contra la espalda de Fiona y su voz fue más fuerte, más firme en esta segunda solicitud. Pude ver que llevaba una especie de chaleco por encima de su traje gris oscuro.
Fiona no detuvo su llamada.
—Estoy esperando verte follándotela, bebé.
Él estaba en la puerta de la pequeña habitación, a poco menos de un metro de distancia de la espalda de Fiona antes de dar un paso largo hacia adelante y agarrarla por la parte posterior de su cuello. La lanzó hacia el frente y el celular salió volando mientras él le forzaba la cabeza contra el colchón cerca de mis rodillas sosteniendo su arma contra su espalda.
—¡La tengo! —Le oí gritar y vi cómo dos hombres entraron por el pasillo, ambos apuntando con sus armas.
Uno entró en la habitación y el que tenía sometida a Fiona contra el colchón retrocedió de manera que pudiera darle al otro hombre espacio mientras trabajaba para meter sus muñecas en las esposas y cerrarlas sobre su espalda.
—¡Oh, buenísimo! ¡Una fiesta! —gritó Fiona mientras era enderezada y llevada por el oficial hacia el pasillo. A medida que fue escoltada afuera, empecé a sollozar. El primer hombre, el que tenía el chaleco chistoso sobre su traje, tuvo la delicadeza de deslizar hacia abajo mi camiseta para que mis pechos ya no estuvieran expuestos.
Me miró a los ojos. —Soy el detective Paul Adler, ____(TN). ¿Estás bien?
—¿ JOE?
—Aquí. — JOE no quería tomar la llamada, pero sentía que tenía que hacerlo. Estaba fuera del edificio de ella, caminando de un lado para el otro por la acera de la calle, demasiado molesto para esperar en su departamento, demasiado agitado incluso para sentarse en el auto.
—La tenemos, amigo, la tenemos.
—¿Está bien? —gruñó y podía sentir sus rodillas empezar a convertirse en gelatina mientras esperaba las palabras de NICK.
—Está bien, amigo, muy bien. Consciente, un poco golpeada. Lo suficientemente lastimada como para estar de camino al hospital. Puedes dirigirte hacia allá.
NICK oyó el viento contra el teléfono antes de que golpeara algo y la llamada se desconectó.
Marianne, quien había estado observando al Sr. JONAS caminar por la acera desde que ella llegó a casa del trabajo, observó al hombre alto dejar caer el teléfono de su oreja y comenzar un lento descenso a la congelada acera. Sus rodillas cedieron completamente y observó mientras él caía duro sobre el pavimento, con las manos en las rodillas y la cabeza inclinada.
Agarró su abrigo de un lado de la puerta y rápidamente se dirigió hacia él.
—¿Sr. JONAS? —lo llamó en voz baja deteniéndose a sólo unos pasos de distancia de su posición, viendo que aún estaba de rodillas en la fría acera.
Al mirar más de cerca, Marianne vio que los hombros del Sr. JONAS se sacudían así que se mantuvo en su lugar, jalando de su abrigo con más seguridad a su alrededor mientras esperaba. Trató de desviar su mirada cuando lo vio usar sus manos para limpiar sus ojos y mejillas, dándole cierto grado de privacidad mientras se recomponía.
—Estoy bien. —Le escuchó decir mientras lo veía ponerse de pie cansadamente hasta alcanzar toda su altura, donde se detuvo.
Él se agachó y agarró el teléfono que afortunadamente había aterrizado en la nieve y no en la acera y lentamente lo limpió en el lado de sus jeans.
 
No la miró mientras hablaba pero parecía concentrado en sacar sus llaves del bolsillo antes de caminar lentamente y con cuidado hacia su auto. Usó una mano contra él para estabilizarse mientras se abría paso a la puerta del conductor. Sin volverse, dijo:
—____(TN) está en el hospital.
—Uhm, de acuerdo —respondió Marianne no conociendo el protocolo de cómo dirigirse al dueño de la compañía para la que trabajaba, y mucho menos si debía o no preguntar qué pasó.
—Le diré que te llame, ¿sí? —dijo por encima de su hombro mientras llevaba su repentinamente cansado cuerpo al asiento del conductor.
—Claro, Sr. JONAS —murmuró Marianne sabiendo que él no podía escucharla por encima del ruido del motor antes de lentamente darse la vuelta y regresara a su departamento.

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Mensaje por PEZA Sáb 11 Oct 2014, 9:07 pm

[size=64]Capítulo 17[/size]


—¿Está JOE aquí? —grazné probablemente por enésima vez al personal médico mientras me llevaban a Radiología donde tomaron una radiografía de mi cadera, la pierna y el tobillo.
—Lo siento, cariño, no lo sé —enfrentó a una mujer mayor y amable, identificada como Betty, asistente de enfermera por la credencial de empleado que cuelga balanceándose de una cuerda de colores brillantes alrededor de su cuello—. Vamos a acomodarte y ver si podemos encontrarlo. —Después de lo que pareció una eternidad, Betty me llevó a una habitación para dos, que felizmente estaba vacía de otro paciente y asegura las ruedas de mi cama. Ella manipula mi intravenosa y vuelve a conectar los cables que se fijan de mi pecho a la unidad de la pared de arriba. Después de traerme agua y mostrarme todos los botones y mandos a distancia que operaban la cama y la televisión, finalmente dijo—: Vamos a ver si podemos encontrar a tu JOE ahora, ¿de acuerdo?
Ella solo había llegado a la puerta cuando oí mi nombre siendo gritado por el pasillo. Pobre Betty, saltó ante el fuerte grito y asomó la cabeza al pasillo, mirando a derecha e izquierda para encontrar al infractor haciendo todo el ruido.
—¡Estoy aquí, cariño! —grité tan fuerte como pude, mi garganta cruda y mi voz no suena como la mía. Betty saltó de nuevo y rápidamente se volvió hacia mí, con los ojos grandes y redondos. Por suerte Betty tuvo la prevención como para moverse rápidamente lejos de la puerta, ya que mi hombre vino disparando a través, directamente a mi cama y a mis brazos extendidos.
Nos aferramos el uno al otro, con mi cara bien plantada en su pecho mientras una de sus manos se movió debajo de mi cabello para capturar la parte de atrás de mi cuello y sostenerme cerca. Nos quedamos en esa posición durante mucho tiempo antes de que inclinara mi cabeza hacia atrás.
— JOE... —intenté susurrar, pero mi garganta se encontraba tan dolorida que salió como un chirrido.
—Shhh, querida, estoy aquí —dijo JOE colocando sus dedos sobre mis labios antes de rozar con ellos mi cara. No podía dejar de presionarme contra su mano mientras cerraba mis ojos. Su mano se movió para acariciar el cabello de mi frente y levantó mi mirada hacia él para verlo inclinar lentamente su frente contra la mía, sus ojos cerrándose lentamente. Después de mantener esa posición durante un tiempo, mucho tiempo, su barbilla se inclinó hacia la mía y nuestras bocas finalmente, finalmente se reunieron.
No pasó mucho tiempo después para que Betty se fuera, cerrando la puerta suavemente detrás de ella. Cuando Betty se fue, JOE se quitó el abrigo y las botas e hizo sitio a mi lado en la pequeña cama de hospital, ambos nos pusimos uno frente al otro, cuidando de mi pierna adolorida y tratando muy duro de no sacudir mi intravenosa.
—Pensé que te había perdido, muchacha bonita —susurró JOE inclinando su frente contra la mía para descansar ya que por fin lo pudimos resolver.
—Pensé que me había perdido, también —admití susurrando con mi nueva voz rasposa y cerrando los ojos. Sentí su mano levantarse y utilizar sus dedos para peinar mi cabello suavemente.
—No sé si podría vivir sin ti, ____(TD) —escuché su susurro sonando torturado que me dijo que no era el único que había recibido una visión del infierno en las últimas horas. Dejé que sus palabras flotaran en el aire a nuestro alrededor antes de hablar de nuevo.
—Empecé a sentir lo mismo por ti, también, cariño.
—Es bueno saberlo.
—De hecho, estaba pensando que te amo, JOSEPH JONAS. —Fue lo único que se me ocurrió decir porque era lo único honesto que se encontraba en mi corazón y en mi mente en este momento.
Mi JOE fue muy, muy calmado.
—¿Me amas? —Le oí susurrar.
—Lo hago totalmente —murmuré abriendo mis ojos, permitiendo que mi corazón brillara a través de ellos.
Vi sus ojos cerrados durante unos segundos. Cuando los abrió, sus ojos dorados se llenaron de asombro cuando él, hablando tan suavemente como su voz grave lo permitía, enunció muy, muy claramente.
—Te amo, también, mi ____(TN).
Nosotros no prestábamos ninguna atención a lo que nos rodeaba y nos costó desbloquear nuestras bocas, los brazos y las manos entre sí, mientras escuchábamos un sonido fuerte de tos desde la puerta.
—¿Quieres que te espere afuera mientras que ustedes dos lo hacen? —El rostro del Jefe Patel sonrió ampliamente mientras caminaba y se sentaba en la silla del visitante, moviendo el abrigo de JOE —. ¿Saben los enfermeros que ustedes dos están audicionando para una porno aquí en sus instalaciones?
JOE y yo no respondimos a ninguna de sus preguntas y mientras JOE con las sabanas se aseguraba de cubrir todas las partes del cuerpo que había estado acariciando tan bien, antes de que se sentara en el borde de la cama frente a la silla.
 
—No vine a arruinar su fiesta, pero quería darles una actualización sobre lo que tenemos hasta ahora. — JOE agarró mi mano, mientras el jefe continuó hablando.
»Tenemos a Fiona en custodia, pero, creo por la mierda que estuvo escupiendo, creo que su abogado estará haciendo un alegato de locura. No creo que vaya siquiera a hacer muchas evaluaciones psiquiátricas, tampoco. ¡Eso es una locura!
Se detuvo y sacudió la cabeza.
—La acusamos de secuestro e intento de asesinato y se trasladó a la sala de psiquiatría de aquí arriba, ya que puedan cuidarla mejor que en la cárcel. Por lo que oí de mis muchachos, tenemos suficiente para acusarla con los otros asesinatos, así a pesar de las pruebas en los cortes y la caja no volverá por un tiempo todavía.
NICK cruzó las piernas hundiéndose más profundamente en su silla pensando en el recipiente que también habían encontrado en el congelador de Fiona que contenía los condones atados que utilizaba en los cortes que ella hizo.
—Encontramos una pistola eléctrica en su abrigo, que es lo que pensamos fue utilizada en ti, ____(TN), pero vamos a necesitar tu declaración ya sea mañana o el jueves. Siempre que estés lista. —Asentí sorprendida de que por primera vez en mucho tiempo no había pensado lo que tenía que estar haciendo o donde tenía que estar.
—¿Algo sobre por qué la ―W o B? —preguntó JOE.
—Ramera de Babilonia13 es lo que nos dijo. —NICK se encogió de hombros—. Pero estaba balbuceando todo tipo de mierda cuando la teníamos en la sala de interrogatorios.
El jefe miró a JOE antes de pasar a su siguiente tema.
—Tenemos a Hank bajo custodia y el jefe en Gallup, Nuevo México, está recibiendo los documentos de extradición que se movieron lo antes posible para que ya no trabaje más en la seguridad del club.
JOE comenzó a hablar y NICK levantó una mano.
—No puedo darte más que eso, amigo, hasta que haya sido acusado formalmente. Digamos que el Hank que conocíamos no era quién era en realidad. ¿Qué está diciendo el doc... —Empezó NICK antes de ser interrumpido cuando la puerta se abrió dejando entrar un enorme ramo hermoso, un ramo tan grande que solo las piernas y los zapatos de los visitantes eran visibles. Las flores se desplazaron hacia abajo y se hicieron visibles la corona y la frente de Marianne.
 
—Oye, ____(TN), oí que te encontrabas en el hospital. —Le oí decir con voz ahogada detrás del gran ramo. NICK se puso0 de pie y la ayudó a vaciar los brazos del enorme jarrón de flores. JOE y yo vimos mientras la mirada de NICK atrapó la de Marianne. Hubo un momento pequeño, casi demasiado breve para ser cierto, cuando sus movimientos se detuvieron y sus miradas se encontraron. NICK rompió el momento primero cuando comenzó a moverse hacia el estante junto a la ventana para colocar el gran jarrón y Marianne se trasladó a la silla del visitante. JOE y yo compartimos nuestra propia mirada, cada uno de nosotros se preguntó si lo que vimos realmente sucedió y lo que podría significar.
—¿Toc, toc? —Miré hacia arriba y vi a un hombre atractivo, de cabello rubio y enrulado asomar la cabeza por la puerta—. ¿Está bien si entro?
—Hola, Paul. —Lo saludé—. JOE, este es el detective Paul Adler. Él es el que...
Mi voz se apagó tanto cuando miré a JOE mientras se paraba con rapidez, con los ojos muy abiertos y mirando al detective.
—¿Salvaste a mi ____(TD)? —murmuró JOE elevando su barbilla. Los oscuros ojos de Paul se trasladaron a mí y me encogí de hombros ya que no tenía ni idea de lo que estaba pasando en el cerebro de JOE.        
—Era uno de los del equipo que arrestó a Fiona —dijo Paul lentamente.
—¿Salvaste a mi ____(TN)? —volvió JOE  a preguntar inclinándose un poco en la dirección de Paul.
—No sé lo que estás tratando de preguntar, JOE. Era uno de los del equipo que arrestó a Fiona y se aseguró de que ____(TD) se encontrara fuera de peligro.
JOE volvió a mirarme y lo que vi en sus ojos me hizo recuperar el aliento. Giró hacia Paul y dio un paso hacia adelante, levantando su mano para estrechar la mano del poco confundido detective antes de apretar al hombre más bajo en un abrazo que incluyó un golpe a la mitad de la espalda. Mi habitación en el hospital se encontraba completamente en silencio hasta que oí a JOE gruñir profundamente—. Te debo una, hombre.
—¿Vamos de nuevo? —Oí a Paul ahogado al ser aplastado contra el pecho de JOE.
—Tengo a mi chica lejos de esa perra psicópata. Te debo una grande. — Esto retumbó con otro golpe en la espalda del pobre Paul. Estaba segura de que iba a tener algunos moretones allí mañana.
—Ah... de nada —respondió Paul cuando fue liberado del abrazo de JOE. Me di cuenta de que el pobre hombre no estaba acostumbrado al nivel de la gratitud de JOE, aunque, tengo que decir, que no estaba bien, y tengo que
admitir que la reacción de JOE con el detective hizo que mi corazón se hinchara y los ojos se me pusieran llorosos.
Presenté a Marianne y a Paul y veía a mi vecina rubia completa y totalmente atrapada por el detective caliente que parecía aún más caliente cuando sonreía. Me encontraba un poco sorprendida cuando se me ocurrió atrapar a NICK, que había estado hablando en voz baja con JOE en el otro lado de mi cama, viendo a Marianne conversando con Paul con el ceño ligeramente fruncido en su rostro. Paul suavemente le preguntó a Marianne por su número y el ceño fruncido de NICK se profundizó en una mueca cuando ella se lo dio.
Paul dio un par de pasos hacia mí y me ofreció su mano con una sonrisa.
Sí, su sonrisa era asesina.
—Me alegra saber que estás bien, ____(TN).
—Gracias por su ayuda —le dije con mi nueva voz de Demi Moore en voz baja, de manera significativa, saludando con la mano y sonriendo a la vez. Se fue con una elevación de su barbilla hacia NICK y un golpecito con el dedo a JOE. Tan pronto como se cerró la puerta fastidié a Mariane con mi mirada. Rió suavemente y se inclinó hacia mí para susurrar:
—¡Una chica inteligente nunca desperdicia una oportunidad! —Y luego me guiñó un ojo mientras echaba un vistazo a NICK que había vuelto de nuevo a su conversación con JOE. No pude evitar reír aunque me hizo toser y tomar mi agua.
Pronto nuestras dos parejas se separaron el uno del otro, los hombres acurrucados en el espacio junto a la puerta y Marianne tirando su silla más cerca de mi cama mientras charlábamos. Sentía que solo fueron unos momentos antes de que Betty entrara por la puerta y anunciara que las horas de visita habían terminado.
—Todo el mundo que no está en una cama debe irse.
Marianne me dio un abrazo con la promesa de llamarla mañana y NICK estrechó la mano de JOE antes de darme una elevación de la barbilla en señal de despedida. JOE se movió de nuevo a la cama y enganchó una cadera hasta sentarse a un lado antes de plantar sus manos a mis costados.
—¿Quieres que me quede o que me vaya, querida?
—No te vayas, JOE. Quédate conmigo, ¿de acuerdo? —Mi mano fue apretada por la de JOE muy fuertemente y reconocí que tenía miedo de estar sin él, incluso si fuera solo una noche. JOE vio algo en mi cara y se inclinó sobre mí, su peso ahora en el codo mientras alisaba mi cabello y acariciaba mis mejillas con sus dedos.
—No sé si me dejen, pero me quedaré todo el tiempo que quieras. —Sabía que escuchó mi suspiro de alivio ante sus palabras lo que me hizo saber que él me había leído bien. En realidad, creo que estaba más que un poco indeciso sobre estar lejos de mí, también, si quieres saber la verdad.
Así fue que la enfermera de la noche nos encontró a los dos abrazados en la cama de un hospital construida para uno, mi espalda hacia el frente de él, con su brazo alrededor de mi cintura. Teniendo cuidado de no molestarnos, la enfermera probablemente obtuvo la información que necesitaba, cambió la bolsa de mi intravenosa lo más silenciosamente posible y cerró la puerta con suavidad cuando se fue.
—Así que, señorita Tomas, ya que solo tiene una fractura en su fémur izquierdo, la hemos estabilizado con un yeso para caminar. A pesar de que se llama un yeso para caminar, esperamos que pueda evitar apoyar el peso sobre la pierna al menos durante 72 horas. Puede tratar de caminar sobre ella después de ese tiempo por períodos cortos, siempre y cuando no le cause demasiado dolor. Escuche a su cuerpo, señorita Tomas y duerma cuando lo necesite y tome las pastillas para el dolor que he prescrito a medida que los necesite. Nos vemos la semana que viene en mi oficina cuando volvamos a hacerle otra serie de radiografías, ¿de acuerdo? —El médico, me dio una palmadita en el hombro, se veía demasiado joven como para conducir un auto, mucho menos prescribir medicamentos.
—Bien, esto es cómo lo vamos a hacer —retumbó JOE mientras el camillero empujaba mi silla de ruedas por el pasillo camino al ascensor. Me sentí un poco tonta de dejar el hospital con solo mi bata de hospital y el abrigo de JOE, pero el personal del hospital había cortado mis vaqueros en la sala de emergencias y yo nunca, nunca quise ver de nuevo ese estúpido traje. El camillero acerco demasiado la silla de ruedas a la esquina y contuve el aliento cuando mi pierna izquierda, frente a mí, se acercaba un poco demasiado a la pared.
—Ten cuidado, amigo. Estás empujando una preciosa carga —advirtió JOE al camillero mientras empujaba el jarrón de flores hacia él y agarraba los mangos de la silla de ruedas—. Te diré algo, voy a conducir, ¿sí?
»Como estaba diciendo aquí, así es como lo haremos —repitió JOE mientras maniobraba cuidadosamente los giros y esquinas del pasillo del hospital—. Te sentarás en el asiento trasero para que podamos mantener tu pierna recta. Vamos a pasar por tu casa, recoger lo que necesitas y conseguir que te acomodes en mi casa donde pueda mantener un ojo en ti.
—Pero, JOE yo... —No hay discusión ____(TD).
—¿Qué hay sobre...
—No voy a decirlo de nuevo, querida —dijo JOE cuando detuvo la silla delante de las puertas del ascensor. Miré hacia el camillero que estaba mirando a todas partes y a cualquier lugar excepto a nosotros.
—Es un poco fanático del control —finalmente dije en un dramático susurro señalando a JOE por encima del hombro con el pulgar.
—Como que lo noté —susurró el camillero, casualmente miré al hombre alto detrás de la silla de pie con los pies bien plantados, los brazos cruzados y la mirada fija en el indicador del ascensor.
JOE tardó más tiempo del esperado en obtener lo que necesitaba por lo que ____(TN) tuvo que permanecer en su casa durante los siguientes días. La mayor parte del tiempo estuvo haciendo la lista de lo que quería de su apartamento, JOE se negó absolutamente a permitirle participar en el embalaje. Y la lista escrita era necesaria porque JOE sabía que después no recordaría ni un puto artículo que ella le dijera del maldito cuarto.
—Cariño, no hay razón para que necesites tres pares de botas...
—¿Estás tratando de hacerme enojar, JOE? ¿Lo estás? —La oyó chasquear desde el asiento trasero—. Quiero lo que quiero y si no me dejas ir y realmente conseguir lo que quiero, entonces solo vas a tener que conseguir lo que yo diga, ¿de acuerdo?
Supongo que los analgésicos están desapareciendo, pensó, pero sabiamente no lo dijo en voz alta.
—Mi error —dijo tratando de aferrarse a su paciencia, pero se estaba agotando después de todo el drama de los últimos días. Trabajó tan rápido como pudo, moviéndose a través del pequeño espacio de su apartamento, empaquetando en la bolsa las cosas de la lista durante la noche, la bolsa era grande pero tuvo que usar las bolsas de plástico para el resto cuando no pudo encontrar su maleta.
JOE abrió la puerta con sus pies y se inclinó. Su tez parecía un poco gris y ella estaba preocupada con su labio inferior entre sus dientes. Sí, la chica estaba con dolor.
—Solo una cosa más, muchacha bonita, ¿sí?
____(TN) moviendo su mano como señal para que siga hablando. JOE tuvo que girar la cabeza para ocultar su sonrisa cuando se dio cuenta que ella estaba haciendo su gesto.
 
—¿Qué pasa con Fred?
—¿Fred, quién? —dijo ____(TN) frunciendo sus cejas mientras ladeaba su cabeza.
—Tú sabes. El gato. —¿Estaba con tanto dolor que no podía seguir una conversación?
—¿Quieres decir Floyd? —Bebé. Fred, Floyd de cualquier manera. No me importa una mierda. La
pregunta es, ¿qué vamos a hacer con él?
—Tienes razón. —La oyó murmurar pero no parecía tener alguna idea, o al menos, ninguna que estuviera dispuesta a hablar.
—Creo que estará bien con Mostaza —ofreció solo queriendo conseguir el maldito inconveniente del camino y sentarla en su cama tan pronto como sea malditamente posible.
—¿Quién?
JOE apretó sus dientes posteriores fuertemente mientras extraía profundamente otra dosis de paciencia.
—Mi perro, querida.
—Oh. No lo sé —dijo con un suspiro. JOE esperó a ver si tenía algo más que añadir—. ¿Llamaste a tu perro después de un condimento?
—Malditamente lo hace —murmuró JOE por fin y se obligó a cerrar la puerta del auto suavemente, en lugar de golpearlo duro y en repetidas ocasiones como él quería hacer, antes de regresar al edificio. Llamó a la puerta de Marianne y le preguntó si podía hacerse cargo del gato durante unos días y dijo que estaría encantada de hacerlo, antes le pidió hacerle saber a ____(TN) que la llamaría mañana.
Volvió al auto y solo habían ido unas pocas cuadras antes de que ____(TN)preguntara.
—¿Qué está pasando con mi gato?
—Marianne va a cuidar de él —respondió levantando la vista hacia el espejo retrovisor y capturando su mirada—. Dice que te llamará mañana.
—Bien —suspiró ____(TN).
Consiguió acomodar a ____(TN) en su cama y le hizo tomar un par de pastillas para el dolor antes de dejarla por su cuenta para hacer un rápido repaso al club. Se aseguró de que la laptop y el mando a distancia al televisor eran de fácil acceso e incluso le llevó un par de botellas de agua que dejó en la mesita de noche.
—¿Puedo llamarte Enfermera Betty? —preguntó ella sonriendo y bostezando.
—No, si quieres que te responda. Ahora, ¿estás lista? —JOE imprevistamente la beso rápidamente después de ver que asentía—. Nos vemos dentro de poco, querida.
—Nos vemos, bebé —observó mientras ella se acurrucaba más abajo en los cobertores y agarraba el mando a distancia.
JOE sabía que tenía que dormir, pero él quería liberarse tan pronto como era posible. Había estado pensando en esto por un largo tiempo, pero teniendo a ____(TN) en su vida le había parecido como traer más presión para lograr que se haga, y que se haga pronto.
Entró en su espacio reservado y caminó alrededor de la entrada del frente para evitar tener que caminar a través del club para llegar a la escalera que conducía a su oficina. Él chocó la mano con Tony que había estado en la puerta por la noche.
Subió casi corriendo por las escaleras a la oficina, con la esperanza de que Dale estaría allí en vez de vagando por el piso de arriba. Él estaba. JOE se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio y esperó a que Dale terminara su llamada antes de hablar.
—¿Quieres salir del club, Dale? —dijo simplemente.
—Hola a ti también. Estoy bien, gracias por preguntar —dijo Dale con solo un poco de sarcasmo.
JOE no respondió, pero solo miró a su amigo de tantos años, el hermano de su corazón.
—Así que quieres salir, ¿no? —dijo Dale con un suspiro de resignación.
JOE asintió.
—¿Quieres que te lo compre por completo o quieres ser solo un socio silencioso?
—Completamente.
JOE miró a Dale apoyar sus codos sobre el escritorio antes de tomar su bloc de papel y lápiz. Ambos miraron escribir una larga fila de bucles antes de que Dale volviera a hablar.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Hay un montón de razones. —Hizo una pausa—. O hay una razón, si lo prefieres.
—En otras palabras, no me lo vas a decir.
 
JOE apoyó los dedos entrelazados en su cabeza mientras se deslizaba más abajo en la silla. Dale se agachó, mirando a los malditos bucles fluyendo de la pluma.
—Mi vida está cambiando Dale. Fuego ya nunca más encaja.
—¿Debido a ____(TN)?
—En parte, sí.
—¿Cuánta parte de ella? Un poquito, la mitad o toda la maldita enchilada14. —La voz de Dale subió tanto en volumen como en tono.
JOE se quedó callado, mirando como pequeños puntos de su temperamento empezaban a florecer en lo alto de las mejillas de Dale. Sabía lo que significaba esa coloración, sabía que en cuarto grado cuando Andy Lewis se había burlado de la mochila de segunda mano de JOE. Esa fue la primera vez que JOE recordaba haber visto las manchas de color y fue la primera vez que vio a Dale burlarse de otra persona.
JOE movió lentamente sus manos de la cabeza y se sentó un poco más recto en la silla antes de responder.
—No importa, Dale.
—Claro que no. Quiero decir, ¿no hicimos una promesa de qué coños no se interpondrían entre nosotros cuando empezamos a salir? ¿Y no fuiste tú quién insistió en que siempre tomáramos las decisiones juntos diciendo que dos cabezas son mejores que uno? ¿Cierto, JOE? ¿No es eso lo que dijiste? Así que ahora, estás rompiendo las reglas, las malditas reglas, JOE, ¿por un poco de arrebato?
Santo carajo, aquí vamos. —Muy bien, ¿quieres entrar en esto?, vamos a hacerlo —gruñó JOE, sus
ojos clavados en los de Dale. Dale le devolvió la mirada.
»Tú y yo hacemos un gran equipo la mayor parte del tiempo. Hacemos una mierda de carga de dinero en un número de maneras diferentes, incluyendo este club. Nunca me vi a mí mismo como propietario de un club de striptease, ¿verdad?
Dale sacudió la cabeza y JOE sintió la tensión aliviarse un poco.
—¿Recuerdas cuando compramos el lugar? ¿Cómo llegamos al acuerdo con Bruno porque lo necesitaba para pagar sus gastos legales? Así obtuvimos el club barato, ¿no?
 
—Sí, me acuerdo, JOE. No podíamos imaginar que el personal había estado involucrado en el tráfico de drogas y la prostitución con Bruno que tuvimos que despedirlos a todos.
—¡Cristo! Y hemos hecho que ellos se aplicaran a sus puestos de trabajo y tomaran las pruebas de drogas. Se podría pensar que estábamos pidiendo que nos den un riñón o algo así. —JOE negó ante el recuerdo.
—¿Con qué frecuencia obtuviste tus neumáticos recortados, JOE? Creo que a mí me lo hicieron cinco veces.
—Habías golpeado a uno, o seis en total. —Los dos se encontraban tranquilos al recordar aquellos primeros días.
—Así que a pesar de que hemos hecho un montón de pastel con esto, se necesita una gran cantidad de mi tiempo y codearse con la gente que realmente no quiero conocer. Después de seis años, Dale, estoy cansado. Estoy cansado de tenerte para estar al tanto de todas las malditas leyes y mierda. Pero, en resumen. Quiero sentar cabeza. Quiero una familia, quiero hacer mi...
JOE no tuvo la oportunidad de terminar el pensamiento cuando Dale se levantó bruscamente, golpeando la silla del escritorio pesado hacia atrás cuando empezó a tirar todo de la mesa, uno a la vez, en la pared más lejana, sus lanzamientos programada para enfatizar sus palabras mientras le gritaba.
—Bueno... Joder... Tú... ¡JOE —Sin más objetos para lanzar Dale se quedó inmóvil, con el pecho agitado, con las manos apretadas en puños.
JOEJOE estaba vigilante y tranquilo, manteniendo sus ojos en Dale.
—Y, ¡FÓLLALA! —Al último grito de Dale, Joe se disparó de su silla. Se izó hacia arriba y sobre la mesa para llegar a la cara de Dale, su mano en el cuello de Dale.
—Me conoces, Dale. Sabes cómo pienso, cómo trabajo, qué es importante para mí, ¿sí?
Cuando JOE no obtuvo una respuesta de él, ni siquiera tanto como un guiño, empujó a Dale de espaldas contra la pared antes de inmovilizarlo.
—¿Sí? Responde, Dale.
Dale le da a JOE una leve inclinación de cabeza, una simple elevación de la barbilla.
—¿Entonces por qué diablos no debo golpear la mierda de ti por hablar mierda sobre ella?
Dale arqueaba su espalda, tratando de torcer su cuerpo lejos de JOE y de su retención.
 
—He estado pensando en esto por mucho tiempo, más de lo que he estado con ____(TD). No por ella. Pero debido a que ahora es un buen puto tiempo para mí para conseguir salir de esta mierda.
JOE comenzó lentamente a dejar ir a Dale de nuevo antes de que empujar a su compañero contra la pared.
—¡Es mejor que nunca te escuche llamando a ―mi ____(TN) ―un poco de mierda o voy a jodidamente arrancarte la cabeza! ¿Entiendes?
Dale se acomodó lejos de la pared mientras JOE se movió rápidamente hacia la puerta, con cuidado de no darle a Dale la espalda.
—Te llamo más tarde a ver si podemos hacer una cita con Sam —dijo con la voz enojada aún.
—¿Bebé? —¿Hmm? —¿Estás dormido? —Estaba. —Se me olvidó preguntarte algo. —¿Qué? —¿Cómo me encontraron? ¿Cómo supieron dónde buscar? —Teléfono. —¿Qué? —El teléfono. —¿Mi teléfono? —Tiene GPS. —¿Y? —Utilizamos el GPS de tu teléfono para saber dónde estabas. Silencio. —¿Bebé? —Hmm... —¿Estás dormido? —Lo intento. —No tengo sueño. Creo que dormí mucho antes.
 
—¿Las píldoras? —¿Qué? No, no estoy con dolor ni nada. —¿Quieres follar? —¿Qué? —Bebé. —Bueno, ahora que lo dices...
Habían pasado tres días desde que el médico me había prescrito y estaba lista para ser capaz de moverme más que ir al baño y de regreso. O del pequeño sofá en el dormitorio y de regreso si JOE no se encontraba cerca.
Había descubierto que mi grande, fuerte mal-culo fue una completa y total preocupación-verruga, tan buena como para seguir el consejo médico. Habíamos tenido muchas palabras acerca de esto en el transcurso de los últimos tres días, no todas ellas agradables. Incluso creo que en un momento dado mi hombre amoroso había murmurado ―terca como una mula, lo que me pareció muy ofensivo en el momento.
Así que en este, el cuarto día, me había duchado y vestido y arreglado el cabello un poco antes de dirigirme escaleras abajo. Mi pierna, aunque adolorida cuando puse demasiada presión sobre ella, estaba mucho mejor así que estaba ansiosa por ir allí. A pesar de que el piso de abajo no era muy diferente que el piso de arriba, era todavía un cambio bienvenido. Un cambio muy bienvenido.
JOE había llamado tan solo unos minutos antes para avisar que se encontraba de regreso a casa desde la oficina de Sam y debía estar en casa en veinte o algo así.
Casa.
Una palabra tan simple llena de tanto significado. Miré a mí alrededor de la planta baja con un ojo crítico.
Era casi una casa.
Había estado ocupada, aunque me encontraba confinada a la cama descomunal de JOE. Hice tiempo para descargar las fotos de nuestros teléfonos en el ordenador portátil y le había dado a Marianne una misión sigilosa de conseguir papel fotográfico y marcos. Pasé tiempo eligiendo solo las mejores fotos de nosotros juntos y los imprimí cuando JOE estaba fuera. Marianne los sacaba fuera de la impresora en la oficina de arriba cuando venía cada noche y me los traía. Me encantaba la conexión Wi-Fi gratuita. Ayer por la noche fue cuando trasladó todas las fotos enmarcadas abajo y puso la bolsa en la parte inferior de la despensa, detrás de la comida para perros. Puesto que JOE parecía en esencia una bola doble de del tipo de croquetas para perros, pensé en que las fotos estarían a salvo, lejos de ojos indiscretos.
Quería que fuera una sorpresa.
Arrastré cuidadosamente la bolsa de comida para perros que, afortunadamente, se encontraba medio llena antes de enganchar la bolsa de fotografías enmarcadas en su escondite. El tiempo extra de arriba, aburrió mi mente, en realidad había sido puesto a buen uso mientras planeaba cuidadosamente a donde iban a ir las imágenes. Arrastré el de arriba, el de 3x5 de nosotros en Enrique, en nuestra primera cita. JOE se reía, su cabeza hacia atrás y me estaba riendo, con la cabeza inclinada hacia arriba hacia su cara, su brazo alrededor de mis hombros. Recuerdo que le había pedido a la camarera para tomar la imagen justo antes de que la cena fuera interrumpida por Hank y Fiona.
Esta la puse en la repisa de la ventana de la cocina.
El siguiente fue el 8x10 de nosotros reclinándonos contra la moto justo antes de irnos de Smithfield. Esa vez le preguntó a un tipo grande motociclista si no le importaría tomarnos la fotografía. No recuerdo si incluso intercambiamos nombres, pero quien quiera que fuese, tomó bellas imágenes.
Había tres de ellos en mi teléfono, todos ellos de pie delante de él pero dentro del círculo de sus brazos, cascos colgando de las correas en nuestras manos. En uno, JOE está riendo con la cabeza hacia atrás y estoy sonriendo ampliamente a la cámara. En otro, los dos estamos sonriendo a la cámara y en la tercera nos volvimos uno hacia el otro, nuestras frentes tocándose, pero cada uno de nosotros riendo. Fue la segunda imagen que la coloqué sobre la mesa del sofá detrás de la parte más larga del enorme sillón de JOE.
El siguiente marco de la bolsa tenía una imagen de la cual no era consciente de que se había tomado, pero estaba en mi teléfono. Nos mostraba a mí y a JOE durmiendo en esa pequeña cama de hospital, mi espalda apoyada en su pecho, su cara parcialmente visible alrededor de mi cabello. Este era una imagen 5x7 y la coloque sobre el manto, justo debajo de la pantalla plana.
La última imagen era de JOE con la señora Baxter que había tomado en el Hogar de Ancianos. Este había sido impreso como un retrato 5x7 y lo coloqué en el otro lado del manto.
Estaba sentada en la otomana en la pared junto a la puerta, lo que me proporcionaba el único punto de vista desde donde se me permitía ver las cuatro de las fotografías sin tener que desplazarme. Escuché las llaves de JOE en la puerta y lo oí comenzar a llamarme:
—En casa, querida. —Antes de que me viera sentada junto a la puerta. Me sonrió mientras usaba la acción del talón-dedo del pie para salir de sus botas antes de hacer su camino hacia mí.
 
—Hola, cariño —le saludé girando suavemente mi cara para mi beso.
—¿Cómo estás, niña bonita? —Le oí decir en voz baja contra mis labios. Se trasladó en calcetines hacia la cocina y sabía el momento exacto en que vio la foto en la repisa de la ventana porque él se quedó completamente inmóvil antes de moverse lentamente hacia ella. La miró un rato antes de volverse hacia mí, una sonrisa cálida iluminando su suave cara.
—¿Tu trabajo? Asentí. —Hay más, cariño.
Vino hacia mí y salió a la sala. Solo podía ver se espalda desde donde estaba sentada, pero todavía podía ver cuando agarró el marco de la mesa de sofá y luego se trasladó a la foto de él y su Sra. Lilly antes de llegar a la imagen de los nosotros dos en la cama del hospital que había colocado en el otro extremo del manto.
JOE realmente lo agarró para llevarla hacia abajo y mirarla durante bastante tiempo.
—No sé quién lo tomó o cuando, pero me alegro de que lo hicieran.
—Yo también, niña bonita. —Él siguió mirando a la imagen, frotando el marco con el pulgar—. Un tesoro, ¿no?
Sabía que hablaba de algo más que la imagen, pero lo que representaba, en nuestro momento inconsciente de que la imagen había capturado, estábamos juntos con seguridad después de las horas que no estuvimos ya sea juntos o seguros. Que fue, en la cama dura del hospital, una unidad inseparable. Tragué el nudo en la garganta al ver la expresión suave en el rostro de JOE.
Vi como él puso la imagen de nuevo en el manto y se trasladó de nuevo a mí. Me levantó y se sentó, acomodándome en su regazo suavemente. Él miró a su alrededor y sonrió cuando vi que él lo entendió por qué estaba sentada allí, cuando sus ojos se movieron de una imagen a otra. Me acurruqué contra él colocando mi cabeza en su hombro contenta de que a él le gustara los pequeños cambios que había hecho.
—¿Querida?
—¿Mmm-hmm?
—Estaba pensando. ¡Me preguntaba lo importante que es para ti vivir en tu apartamento? —Sentí que su mano había empezado a acariciar suavemente mi espalda a empezar a agarrar velocidad.
—No sé lo que quieres decir, bebé. —¿Quieres quedarte aquí todo el tiempo, ____(TD)? Me aparté para poder ver su rostro.
 
—¿Quieres que me mude? Él asintió y apoyó su frente contra la mía. —¿Estoy pidiendo mucho, es demasiado pronto?
Cerré los ojos y giré mi cabeza para pensar en ello. ¿Era demasiado pronto? Bueno, algo así si eras el tipo de persona que mide la cantidad de amor que tenías por la cantidad de días que habían pasado juntos. Yo no estaba y yo no creo que JOE estaba bien.
¿Era mucho? ¿Estar con JOE en un solo lugar todo el tiempo? ¿No tener que coordinar nuestros horarios y pasar de un lugar a otro con el fin de estar juntos? Eso fue un pan comido para mí.
—Encantada, bebé —dije suavemente moviendo la barbilla para que pudiera darle un beso. Él, como siempre, se aprovechó de tomar el suave beso que propuse y lo convirtió en algo más profundo hasta que nos frotábamos entre sí y una de sus manos estaba debajo de mi sudadera, amasando mi pecho. Pedí un alto temporal a nuestra improvisada, distinguida sesión haciendo palanca a mí mismo en mi pierna buena y estabilizándome a mí mismo contra su hombro.
—He estado pensando, también —anuncié todavía sin aliento por sus besos. JOE levantó la ceja y me indicó que continuara.
—Estoy dividiéndome demasiado con demasiadas clases y también muchos puestos de trabajo. Y aunque me encantaría obtener mi título en cuatro años, no hay ninguna razón por la que no pueda conseguirlo en seis. Y debería ser capaz de trabajar solo en alguna parte a tiempo parcial en una industria que pueda, con los dedos cruzados, conseguir un trabajo a tiempo completo después de obtener ese grado. —Apoyé mi mano contra la pared, pero la posición comenzó a ser incómoda. JOE debe haber visto que me estremecí porque se puso de pie y colocó su brazo alrededor de mi cintura mientras caminaba lentamente conmigo a los taburetes de la barra. Después de que me sentó, se dirigió a la parte de la barra de la cocina y capturó mis manos.
—¿Tienes algo en mente para eso?
—Marianne mencionó que la recepcionista que tienen ahora se va de baja por maternidad en dos semanas y no sabe si va a regresar. Dijo que el director de la oficina podría considerar un trabajador a tiempo parcial especialmente durante las tardes y tarde noche ya que la temporada de impuestos ya casi está aquí.
—Me parece bien si es lo que quieres, ¿sí?
—Sí.
—No sé si lo sabes, muchacha bonita, pero Sam está preparando el papeleo y Dale está comprando mi parte del club.
—¿Vendiste tu parte del club? ¿Por qué?
—Te lo dije antes, querida. No soy el mismo hombre que era. No quiero ser ese hombre, no contigo.
—No estás vendiendo por mi culpa, ¿verdad JOE?
—No, niña bonita. Lo estoy vendiendo porque si seguimos yendo como vamos entonces las cosas se moverán hacia adelante, ¿sí? Puede que algunos niños obtengamos de nuestro sexo mono salvaje.
—¿Sexo mono salvaje ? —No pude evitar reírme y mi mente conjuró un par de posiciones que realmente disfrutaríamos y totalmente podía ver por qué mi hombre lo llamaría ―sexo mono salvaje.
—Lo que sea. Podemos tener hijos algún día y no queremos traer cualquier niño especialmente no a mi hijo, en cualquier lugar cerca de ese mundo. ¿Entendido?
—Lo tengo, JOE.
Hubo un silencio, pero nuestros ojos y las manos se quedaron juntos.
—¿Bebé?
—Aquí mismo, querida.
—Tenemos otra gran decisión que tomar antes de seguir adelante.
—¿Qué es eso?
—¿Deberíamos tener sexo mono salvaje, antes de comer o después de la cena?
Vi otra lenta sonrisa iluminando su rostro antes de que él respondiera: —Tu elección, niña bonita.
2 semanas después.
 
13 Ramera de Babilonia: en inglés es ―Whore of Babylon... por ello las siglas ―W y ―B.
14 Enchilada: es una tortilla enrollada y rellena generalmente con una mezcla que contiene carne o queso y servido con una salsa condimentada con chile.

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