Around the world.

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Kaya Windsor | Jess Stirling | Ben Murphy | Candie Beckett |

La exacta y fina línea de color rosáceo, más los brazos cruzados era una razón para no molestarla. Su postura rígida y los murmullos en voz baja daban a entender que estaba en total desacuerdo con aquel estúpido, mediocre e inservible viaje. Bueno, está de más comentar que la simple idea de indagar nuevos lugares dentro y fuera del continente era excitante y atrevido; sin embargo, por más entusiasmo que no exponga, Kaya estaba abrumada por la situación. Sí, quizá, después de todo, fue la mejor decisión que pudo tomar en sus dieciocho años, pero no podía sentirse retraída por la próxima aventura. Podría haber intentado solucionar sus problemas, mas, una pequeña parte en su interior estaba agotada, de insistir sólo para llegar a la misma respuesta. 
El orgullo era el primordial causante. Aquel sentimiento que le negaba la búsqueda de comprensión ajena. Sin embargo, la anhelación por lo mencionado era diferente.
—Chica misteriosa, ¿pretendes conversar un poco o te quedarás ahí sentada hasta que abordemos?
No supo con exactitud qué fue lo que hizo. Como si fuera el primer impulso del día, su cabeza se alzó de inmediato. Aquella voz era ronca y grave pero también detonaba suavidad; Kaya ignoró la cálida sensación.
— ¿Qué quieres? —Farfulló con desdén. El muchacho soltó unas risas, como si la pregunta y su tono fueran de lo más divertido.
Y viéndolo bien, era apuesto. Con el cabello corto y en un corte moderno, la piel pálida y algunos tatuajes que se apreciaban por la camiseta que vestía. Sí, alguien muy bonito. Pero eso era todo, el patán se atrevió a carcajearse en voz baja sin razón aparente. Y eso era diez puntos en contra.
— ¿Puedes irte? Estoy meditando y fastidias. —No se molestó en ser sutil, así como el desconocido tampoco lo hizo al acercarse y sentarse a su lado. 
Kaya bufó en el rostro del otro. Como si fuera poco, el aludido ni siquiera se inmutó.
—Soy Jess, por cierto. —Expuso una carismática sonrisa que, fue un incitamiento a golpearle y borrársela en un dos por tres. No se sintió bien ni mal por pensar eso, pero sus manos cosquilleaban y él seguía involucrándose en el contexto de hacer amigos. ¡Bien, muy  bien!
Giró su rostro, sintiendo como sus cabellos golpeaban en el mismo. Jess, su recién conocido, se había colocado una chaqueta liviana que cubría los tatuajes de sus brazos, y únicamente mostraba el de su clavícula. Puede que no le haya prestado atención desde un principio, porque no recordaba si traía esa prenda o no. Le quedaba lindo, qué podía negar.
— ¿No tendrás calor con eso? —Indagó en un arrebato de curiosidad, y sí, precisamente necesitaba inquirirle o no podría continuar con el resto del día. ¿Era posible que, en plena estación de verano, sintiera ganas de cubrirse con algo? ¡Ni de broma! Ella estaba que se desnudaba ahí mismo, delante de la inmensa comunidad de adolescentes lujuriosos.
—Estaba esperando otra contestación, ya sabes, tu nombre por ejemplo. —Jess articuló entre risas, Kaya se preguntó si era de carcajearse mucho o era un imbécil hecho y derecho. —Pero, no lo sé, es dulce que te preocupes por mí. —Se encogió de hombros.
—No lo hago.
—Parece que sí.
—Claro que no, es más, ni te conozco.
— ¿Cómo qué no? —El chico abrió la boca y se pasó la palma de la mano por los ojos. Supuestamente, porque en sí no era difícil de adivinar, tendría que ser un gesto de indignación, pero Kaya sintió que él no tenía dignidad alguna. —Me presenté, lo hice primero, como todo un hombre; tú ni lo has hecho. No sé si te guste llamarte chica misteriosa, pero si no me dices tu nombre empezaré a buscar uno completamente ridículo.
—Escucha, Jessy… —Soltó un nuevo apodo. —Puedes esperar con tus amigos un rato hasta que nos larguemos de aquí o puedes comenzar a adivinar y malgastar tu tiempo en alguien como yo. 
Cuando Kaya terminó por decir aquello, Jess se había acercado todavía más. El chico olfateó la dulce fragancia ajena, y cerró los ojos por unos segundos, pensando en lo bien que olía… No conocía el perfume, pero nadie, ninguna mujer, había logrado cautivarlo mediante aromas.
La muchacha era linda, demasiado en su opinión. Tenía unos bonitos ojos azules, que no podía dejar de mirar. Pero estaba tan alejada del resto, tan solitaria con la espalda apoyada en la pared. Ya contempló como algunos pendejos se les acercaban pero no alcanzaban a intercambiar una sola palabra cuando estaban de vuelta en su primer lugar. Y Jess debía hacer algo, debía hablar con ella, era como un imán. De inmediato se vio atraído, esperando conocer su voz. Ella se veía frágil, a su modo, ¿acaso podría serlo de verdad? Como si estuviera a punto de romperse, y exponerse ante el mundo.
—Okay, tienes cara de Brittany. 
Ella enarcó una ceja. 
— ¿No? —Se rascó la nuca. —Posiblemente Brooklyn, o algún nombre que empiece con b. Si estoy en lo correcto, vienes conmigo y con los míos. —Señaló a unas cuantas personas que se empujaban con entusiasmo entre bromas y sonrisas. Patéticos, y patética vista, se dijo Kaya.
—Deja de jugar, prefiero que te alejes y continúes con lo tuyo. —Rezongó. 
— ¡Para un minuto! ¡¿Quieres?! —Jess sacudió su cabello con rabia, se contuvo para no gritar a los cuatro vientos; sin embargo, un chillido se les escapó. ¡Por favor! ¿Qué le sucedía? ¿Acaso pensaba que estaba jugando? Él no tenía la suficiente paciencia para eso.  Lo único que hacía era platicar un rato, tenía el maldito propósito de sacarla un rato de su posición y, ella creía que jugaba. ¡Absurdo, absurdo! Jess estaba lleno de cólera, su paciencia estaba agotada. Ni siquiera Kevin, su mejor amigo, le sacaba de casillas tanto cuando se ponía en plan idiota, —aunque siempre lo hacía con él, y por eso no se molestaba seguido—, y justamente una preciosidad de ojos azules y la actitud más horrenda que haya tenido que conocer le dice que pare de jugar. Ilógico, ilógico, ilógico. 
Kaya se sobresaltó en cuanto vio ira en la clara mirada del chico. Aquel continuaba parloteando en voz baja, y casi podía percibir el humo escapando de sus orejas. 
— ¡Estoy intentando ser tu amigo, maldición! ¿Crees que todo esto es una broma para mí? Déjame decirte que estás muy pero muy equivocada si piensas eso, Brittany. —Extendió los brazos y agitó sus manos frente a ella. Abrió la boca por la sorpresa, pero calló como toda una sumisa. ¿Qué estaba mal? —Y te diré Brittany porque ni sé tú jodido nombre, así que confórmate con llamarte así por ahora. Al menos, hasta que te decidas de una vez y te presentes como alguien educada y pacifista, porque no quiero insultos ni golpes de por medio, ¡¿Entiendes, Brittany?!
Respiró pausadamente, y con disimulo observó a su alrededor. Los demás seguía en los suyo, y en cierta manera estaba contento de que sus para nada masculinos chillidos se hubieran escuchado.
—Oye, no tienes por qué decir eso. ¿Quién te crees que… ?—Volvió a callarse en cuanto Jess se paró de su lugar, y sacudió sus pantalones.
—Mira a tu alrededor, Brittany. Anda, hazlo. —Utilizó el estúpido nombre y señaló su entorno.  Ella no lo hizo. — ¿Piensas que todos nosotros estamos aquí por diversión, que nos escapamos para rebelarnos como los jodidos adolescentes y jóvenes adultos que somos? No sé si sea ésa la razón de tu actitud, pero aquí nadie está sólo. A partir de este momento nos tenemos los unos a los otros, ahora somos nosotros mismos y no tenemos ni debemos tener miedo de nada, absolutamente nada. —Bufó. —Todos aquí, incluyéndome, ponemos nuestro empeño, aporta un poco tú también, ¿quieres? —Suspiró retorciendo sus dedos, una manía suya.
—Soy Kaya. —Fue inevitable. Lo fue y no se arrepentía en nada. Era su segundo impulso en el día.
— ¿Qué? —Jess hizo un mohín.
—Ése es mi nombre, ¿ahora quieres callarte?
El castaño suspiró. Cerró los ojos y murmuró un leve lo logré.
—Definitivamente es más bonito que Brittany. —Bromeó. —Brittany es de zorra. 
—Gracias, pero Jess también es de zorra. —Luego de comentarlo, Kaya se levantó y se alejó unos pasos.  El chico quedó estático. Acaso… ¿lo habían llamado zorra? 
—Apresúrate, Jessy. Quiero ir por una bebida antes de abordar.
¿De verdad lo había llamado así?
El castaño hizo un puchero, aún no creía que debía abandonar al pobre cachorrito. Ése que se había encontrado antes de llegar al aeropuerto, y por el que estaba a punto de devolverse para ocultarlo en su mochila de viaje.
— ¡¿Pero por qué?! —Exclamó con una mueca de inocente, y aunque su gemelo lo amara estaba seguro de que en ésta no iba a caer. —No puedes permitirlo, Alec, es mi decisión. Iré por él y no sé cómo pero entrará en ese avión e irá a Hawaii con nosotros. —Manifestó.
—Sabes que no está permitido, es una regla y hay que respetarla. —Dijo el otro. —Pero si quieres ir por él solo y volver solo, entonces hazlo. El avión despegará en cualquier momento.
Ben consideró la oferta. Pensó en lo solo que estaría si fuera a recoger al cachorrito, también meditó si era buena idea llevarlo, así como pensó cómo sería si su hermano gemelo lo abandonara y él se quedara solo. No, Alec nunca lo haría, él nunca dejaría a su hermanito menor, él nunca lo hizo, ¿por qué ahora? El chico se mordió el labio inferior, a la vez que el otro individuo tarareaba para sí.
Sabía lo que hacía, lo sabía bien. Estudió sus facciones por un momento, iguales a las suyas, mas Alec y él eran completamente diferentes. Y ambos se llevaban tan pero  tan bien que, nadie comprendía cómo lo hacían. Ben podría estar seguro de muchísimas cosas respecto a su gemelo, y una de esas era que él nunca lo dejaría… ¿Cierto?
—Bueno. —Dijo quedito. —Sólo porque puede ser peligroso, nada más. —Continúo mordiendo su labio. Alec le revolvió el pelo en un gesto cariñoso y asintió con la cabeza.
A unos metros una chica rubia sacudía su mano con efusividad, invitándolo a acercarse. El castaño sonrió y miró al otro.
El otro castaño pareció entender la mirada de su gemelo, y después de vacilar por un rato, movió la cabeza. Sabía que Ben ansiaba encontrarse con Candie, así como tenía bastante en claro que si no le dejaba irse con ella, las consecuencias serían bastante... especiales.
—Espero que Hearty no se les una. —Dijo con desinterés. Ben no quiso decir más, pero aún seguía preguntándose porqué ésa actitud hacía su conocida.
—Nos vemos dentro de un rato. —Agitó su  mano mientras corría hacia la rubia.
Candie Beckett se había convertido en su primera amiga desde que llegaron. Era alguien muy callada pero tenía un buen sentido del humor, y al tener personalidades parecidas y diversas a la vez lograron entenderse bastante bien. Ella era menor que él, y por eso Ben pensaba que era como una pequeña hermanita o prima, o algo por el estilo. Hearty, por otra parte, era una conocida que aún no conocía muy bien, pero que había congeniado bastante bien por su cariño hacía los animales. Y a Alec parecía agradarle Candie, nadie más.
— ¡Hey! —Saludó. — ¿Preparada para Hawaii?
La muchachita sonrió. Una tímida sonrisa.
—Por supuesto que sí, sólo quería decirte que estaré con Noah y bueno, he visto a tu amigo… ehm, ¿cómo era que se llamaba? —Susurró. —Bueno, el que organizo todo esto.
—Harry.
—Sí, Harry. —Candie se obligó a recordar el nombre y para ella no era tan fácil. —Dijo que lo buscaras, está en la tienda de regalos, creo. —La chica lució algo indecisa pero le recompensó con un encogimiento de hombros y una segunda sonrisa. 
Él todavía no entendía cómo era posible que la rubia no recordara el nombre del principal dueño de la idea, aunque tal vez era porque no lo conocía. No se esperó que Candie hubiera hablado con su amigo, siendo que era un tanto tímida pero con la simpatía del otro, todo es posible.
—Claro, iré, gracias. Y... —Dejó la frase inconclusa, esperando que su amiga soltara todo lo que tenía guardado respecto a este Noah.
—Y... ¿qué? 
Ben rodó los ojos.
—¿Quién es Noah? 
—Es... uhm, un chico. —Las mejillas de Candie se tornaron de un color carmesí luego de lo dicho. 
—Es obvio, no creo que sea un extraterrestre o algo así. —Murphy se mofó, raro en él. —O estoy mal y los extraterrestres de verdad existen, porque si es así te doy toda la razón, Cand. 
—¡Cierra la boca, Bridie! —Furibunda pero en chiste, le golpeó en el brazo. 
—¡No me digas así! ¡Sabes que lo odio! Soy Ben, Candie, Ben. —Articuló despacio y claro, como si la otra persona no entendiera. 
—Entonces sé serio, Ben. —Apretó los dientes y volvió a sonrojarse. El rostro de su reciente amigo cruzó por su mente, y simplemente, no pudo evitarlo. 
—Bueno, ya. Lo investigaré por mí mismo, tengo mis métodos.—Sonrió orgulloso. —Tengo que irme a buscar a Harry, luego te veo, Cand.
—¿No irás con Alec primero? —Inquirió risueña. El castaño maldijo en su interior que fuera tan obvio, pero no podía desaparecer así como así, tenía un acuerdo con su gemelo.
—¡Chau, Noah! —Contestó a propósito. La rubia golpeó el suelo con sus zapatos y chilló. —Es decir, Candie.
Ben sentía tanto alivio, el alejarse de su estricta y adinerada comunidad le sentó tan pero tan bien. Cuando su mejor amigo le comentó su idea, ni lo dudó, enseguida se encontraba contándole a su hermano con lujos de detalles. Estaba tan contento, tan feliz. A partir de ahora podría ser conocido como un pacifista o algo así. 
Bridie no iba a caer nunca más en manos ajenas, y mucho menos iba a ser manejado como un títere. 
Pero... todavía seguía cuestionándose si, todo podría cambiar o seguiría igual.
—Espero que Alec no me esté buscando o me ganaré un regaño de lo peor.