UCLA University||N.C||Resultados Colocados||

Me despierto cuando mi cabeza toca el suelo repentinamente. Me he quedado dormida completamente mientras terminaba mis tareas de literatura, porque sabía que a la señora Hollowan no le gustaría para nada ver mi carpeta al vacio. Mas siendo una de sus alumnas ejemplares y con mejor promedio. Tomo mi cabeza entre mis manos mientras que me mareo por el fuerte golpe, estoy con muchas ganas de devolver la poca cena de anoche; ahora que me acuerdo, anoche no he cenado más que unos pequeños bocados del baile.

El baile: se puede decir que la he pasado de lo mejor. Le dije completamente todo a Luke y sé que nunca me iba a arrepentir. Pero de lo que si me iba a arrepentir es de no haber terminado los deberes, me matarían por eso. Unos pequeños golpes me sacan de mi transe y sé que aun estoy en el suelo, como si me hubiera resbalado con algo. Hago fuerza con mis codos y me acomodo fácilmente.

—Pase—digo más o menos fuerte, como para que mi madre me escuche.

La puerta se abre, dejando ver a una Mitch Moran con mirada extrañada. Sé que se debe estar preguntando el por qué de mi trasero en el suelo, pero solo se encoje de hombros y me levanta del suelo rápidamente, para tratar, luego, de poner una cara de madre enojada.

—Llegas tarde al instituto, apúrate—su boca recta se va tornando en una sonrisa, para luego soltar una de sus típicas carcajadas.
—Estoy en dos minutos abajo, mamá—la tomo de los hombros y la dirijo hacia la puerta. Como puedo le doy un pequeño empujón y salgo corriendo a buscar algo que ponerme.

No diviso mucho, así que solo me pongo una remera holgada de Nirvana, un gorro de lana y unos jeans negros. Nada de otro mundo. Guardo en mi mochila las cosas que utilizaré hoy y me la cuelgo del hombro. 

Mientras bajo las escaleras, no puedo dejar de pensar en dos cosas importantes en este momento: Primero, la cara de la señora Hollowan al ver o al escuchar que yo no he llevado las cosas terminadas. Nunca me imaginé llevar las cosas a mal tiempo, siempre fui puntual con los trabajos o deberes escolares y la verdad que no era satisfactoria la sensación de su decepción.  Aunque podría terminar los deberes escolares en la hora del almuerzo, así que sonrío satisfecha por mi gran imaginación y prosigo por pensar en lo segundo, “Es tu noche, cariño”. Sus palabras rebotan como una pelota de basquetbol en un espacio cerrado sin gravedad. Recuro haber salido corriendo como una tonta, luego de volcar mi ponche de color rojo en su hermoso traje. Pero lo bueno ahora, es que nunca sabría quien soy o en donde me encuentro.

Cuando llego a la cocina, tomo solo una tostada llena de mermelada. Beso la mejilla de mi madre sonoramente y corro hacia mi bicicleta. Sé que uno de los puntos de burla más grandes que existen, es mi bicicleta color lila. Pero simplemente no puedo despegarme de ella. La tengo desde mis doce años y aun puedo utilizarla, así que aprovecho cualquier oportunidad de poder andar en ella.


Cuando por fin logro entrar al instituto, pego un gran suspiro. Camino rápidamente, pero con pasos firmes; quiero evitar caerme nuevamente. Diviso mi casillero, pero no está solo. Zoey me está esperando con mala cara, la verdad, que prefiero a una con cara feliz.

— ¿Mal sueño Coleman?—bromeo, mientras que ella se corre y yo pongo la contraseña de mi casillero.
—Ni te lo imaginas, aun no he podido terminar la tarea de literatura—su voz es irritante.
Río: —Estamos en la misma—termino de sacar los libros de matemática y cierro el casillero despacio.

Me mira con una ceja levantada, para luego dar media vuelta. Nos encaminamos a nuestras clases, su salón esta luego de la mía. Reímos por las cosas triviales de las cuales hablamos, a veces solemos ser muy apegadas, otras no; solo depende del día y nuestro propio estado de ánimo.

Tenemos tiempo de sobra, así que caminamos lentamente. Mi voz es interrumpida por una agitada Melina Evans. Viene corriendo hasta nosotras, esta tan agitada que parece que si diera un paso más, se dormiría en el suelo en ese mismo momento. Me toma de los hombros y me habla con la voz entre cortada.

— ¿Vieron…a…Harry?—sus hombros suben y bajan de el cansancio, y río por su voz.
—No Mel, ¿Por qué preguntas?—trato de contener la risa.
Suspira y se da media vuelta: —Necesito pedirle las tareas de literatura.

Con Zoey nos miramos y soltamos una carcajada para luego, seguir caminando. Parece que la señora Hollowan no tendrá deberes que corregir hoy. Pienso eso y me siento cada vez peor. Pero luego vuelvo a pensar en que los terminaré en la hora del almuerzo y logro calmarme un poco.
La voz de Luke suena por el lugar como si fuera un altavoz:

— ¡Te encontrare! ¡¿oíste?!
Estaba en grabes problemas. Cuando Luke Hemmings se propone algo, lo hace.