The Homeless Boy |Larry Stylinson|

CAPITULO 11

         Louis usaba un traje nuevo, comprado con el dinero que Harry le había prestado, lo suficiente para el traje y los zapatos nuevos. Estaba en el funeral de su mamá y sentía que necesitaba estar ahí. Ella realmente nunca había sido mucha influencia en su vida, escondida en el cuarto de lavandería y guardando silencio por años sobre lo que pasaba. Nunca detuvo a su padre. Ni una vez ella discutió sobre su hijo o lo defendió, ni siquiera le dijo que lo amaba. Ella era frágil y delgada, de pequeños huesos fácilmente quebrables. Murió tan fácilmente, se cayó y se golpeó la cabeza contra la mesa de la cocina, su cuello se quebró, tan fácil como una ramita bajo los pies. Ella sintió que el papá de Louis iba a golpear a su hija con el cinturón y eso era algo que claramente su madre no podía tolerar. Se colocó entre su marido y su hija, aceptando el golpe y cayendo muerta. Su hermana se abrazaba con fuerza a un lado y sollozaba sobre su traje nuevo, y por ella, él estaba complacido de que su mamá finalmente encontrara el valor, pero no lo suficiente para causar que llorara mientras bajaban el ataúd en el hoyo en la tierra. La nieve también había caído aquí, y eso le fascinaba. Había imaginado la nieve, en ese pintoresco pueblo con residentes increíblemente bondadosos. Él no perdió ni un minuto de admirar la belleza del blanco manto que cubría el lugar que ahora sentía tan seguro incluso estando en el lugar en donde había vivido con su padre. Jaló a Rebecca más cerca. Lo que ella había pasado en esas semanas era imposible de entender, así que lo pasó al fondo de su cabeza. Harry había querido hablar, quería ir al funeral, pero Louis lo evitó. —Es solo para Rebecca y para mí —finalmente dijo. Dándole crédito a sus palabras, Harry no había discutido, dejándolo que se organizara y trabajara a su manera acerca de lo que necesitaba hacer. —Necesito tu permiso para presentar las fotos de tus lesiones a la policía de aquí. —Harry dijo, justo antes del funeral mientras le anudaba la corbata a Louis y lo jalaba en un abrazo. —¿Puede ayudar? —Son minucias comparadas con asesinato en primer grado, pero sí, creo que deberían de saber todo. —Si las necesitan. —No importaba que la gente viera lo que le había sucedido. Todo lo que importaba era que su papá saliera de su vida y la de su hermana. Él sería el mejor hermano mayor posible. A sus dieciocho años, podía ser el guardián legal de Rebecca; eso lo tenía muy claro. El servicio terminó y una suave brisa levantó copos de nieve alrededor de la tumba y Rebecca lanzó una rosa al hoyo. Louis no pudo acercarse. En silencio ambos se alejaron de la tumba y de las palabras del ministro y de una o dos personas que acudieron al servicio.¿Qué era lo que seguía por hacer? La casa era rentada a nombre de su padre y la sangre de su mamá había manchado el piso. Ellos no regresarían ahí. —¿Qué haremos ahora? —Rebecca levantó la vista hacia él, miraba con confianza a su hermano mayor buscando guía para tratar con esto. —Saldremos de esto —Louis dijo, confiado. Porque contra viento y marea él lo haría.

Como se le dijo que no se le necesitaba en el funeral, Harry esperaba en los límites del cementerio, apoyado contra su carro, viéndolos alejarse de la tumba y dirigirse a la salida. —¿Están bien? —preguntó, mas por tener algo qué decir que por realmente hacer la pregunta, se separó del carro, y sacudió sus sin duda mojados pantalones. —Uh huh —fue todo lo que Louis pudo decir. —¿Quieren ir a casa ahora? —Las palabras eran tan sencillas y vio directamente a los ojos verdes de Harry, queriendo comunicarle lo que sentía. No quiero ir a la casa de mi padre. No es nuestra casa. No tengo casa y Rebecca no tiene casa. No logró decir nada porque Harry siguió hablando. —Mamá dice que ella hizo carne al horno, y que colocó otra cama en la recamara de Gemma. ¿No le molesta a Rebecca compartir? Repentinamente el peso en el corazón de Louis se levantó y Rebecca se presionó a su lado. Su hermana no conocía a Harry, era otro amable extraño, incluso aunque él no se separó del lado de Louis durante esos tres días. Sin embargo ella lo conocería y lo amaría y a su mamá y a su hermano y a su hermana, y todos los extras que venían con el paquete. Harry y su mamá querían a los hermanos Tomlinson con ellos. Vio la cara de Rebecca. Ella aún mostraba una vaga confusión, él la reconocía de su propia cara después de uno de los ataques de su padre. ¿Cuántas veces su padre la habría golpeado? ¿Cuánto tiempo lo habría hecho y él no lo había visto? ¿Era solo desde que lo había corrido de la casa? Ellos necesitaban un refugio, un hogar. Eso era lo que se les estaba ofreciendo en bandeja de plata. Un hogar y una familia y cuando levantó la vista veía claramente esperanza en Harry, También a alguien en quien podía confiar. —Vamos a casa.

                  El cuatro de Julio era uno de los mejores días; un picnic y juegos en el campo y una muestra de fuegos artificiales viéndolos desde la manta con toda su nueva familia. Harry estaba de turno, pero había logrado llegar para ver los fuegos artificiales con ellos. Esa fue la noche de su real primer beso, a la mitad del crepúsculo, mientras esperaban por sus bebidas y ambos platicaban sobre Rebecca, el futbol y cualquier cosa que ocurría entre ellos. Fue un gentil beso, y Louis simplemente se inclinó y lo llevó más allá con una expectante pasión que crecía en su interior. Tocó su labio con un solo dedo, tocó donde Harry lo había besado y lo veía directamente. Louis no era estúpido. Él sabía por qué Harry lo había apartado esta vez. Él había cumplido veinticinco en mayo, y le había explicado como seis años era demasiada diferencia. No solo eso, sino que el oficial de policía no se aprovecharía de alguien que era huésped en la casa de su mamá. Louis nunca discutía el punto, solo le robaba abrazos cuando podía, pasaban horas hablando y una noche Harry le había dado un sencillo beso. Eso fue el principio. Él no iba a ir más allá, pero era feliz de apoyarse en Harry y ver los fuegos artificiales, y su mano se deslizó bajo la del mayor. Bueno nadie podría verlo en la oscuridad. El día de acción de gracias trajo dos hechos memorables. La noticia de que a su padre le darían un mínimo de veinticinco años, había sido declarado culpable de todos los cargos — el homicidio imprudencial de su esposa, abuso de menores y negligencia infantil. Entonces Rebecca había tenido su primer novio real, un jovencito de su escuela, con los jeans llenos de hoyos y una chaqueta de piel, y Louis como su hermano mayor, se había mostrado firme tratando de intimidar al chico, lo que funcionó bastante bien, y se habían asentado en una vida rutinaria. Casi había llegado a un buen peso para su estatura. Pasaba muchas horas pensando en su papá y en lo que le había pasado a su mamá, deseando poder tener un gramo de afecto por ellos. A su mamá solo la redimía que ella se había colocado en el camino para proteger a Rebecca. Él se había dado cuenta que no sentía nada por sus padres. La falta de sentimientos lo asustaba lo suficiente como para ir con un psicólogo. No quería endurecerse y perderse la vida y el amor a causa de lo que le había sucedido. Este le ayudó. Él tenía sesiones solo y después algunas con Rebecca, e incluso una con Harry sosteniéndole la mano. Había pasado sus exámenes de la preparatoria y estaba determinado en hacer de ese año su año para aplicar en la universidad. De cualquier manera su vida era perfecta, demasiado perfecta, y la inseguridad de sus diecisiete años aún seguía dentro de él. Siempre estaría dentro de él y las preocupaciones de cuál era su lugar en este mundo. Fue en sus segundas navidades en Holmes Chapel, cuando todo cayó en su lugar. Esa navidad, Louis decidió que la navidad era una época que valía la pena recordar —tal y como la demás gente la recordaba, un tiempo de regalos y risas— y este año él tenía algo qué recordar. Él se rio con Niall acerca de los feos suéteres, sonrió cuando no dudó en llenar su plato con comida e incluso logró acercarse al alto puntaje de Daniel en el video juego. El novio de Rebecca llegó después, y ellos tenían planes, se aseguraría de que su hermanita estuviera a salvo, pero por el momento, solo se sentó. Harry logró estar libre la noche de navidad, a sabiendas de que él cubriría casi toda la semana desde el día después de navidad hasta el año nuevo, menos el veintisiete que era el cumpleaños de Louis.

Harry contaba los días entre la navidad y el cumpleaños de Louis. Ellos estaban compartiendo un gran secreto y no tan secreto, besos y muchas caricias. A la media noche cuando Louis cumpliera diecinueve él dejaría claras sus intenciones, sostenido en el abrazo de Harry en el sofá tan cerca que no había ni un centímetro de espacio entre ellos.

Hablaban se giraron y se besaron nada fuerte solo suaves besos; Harry enterró sus manos en el cabello de Louis, jalándolo hasta que quedó medio acostado encima de él, ambos duros contra el otro. El beso siguió y aumentó en pasión, Harry se movía

contra el jovencito y gritos bajos salían de la garganta de Louis mientras se movía. Le tomó todo lo que tenía para no tocarlo, restringiéndose a los besos, solo besos. Calientes, excitantes, jodiéndolo con la lengua, saboreando dulces besos, y Harry estaba tan cerca de correrse en sus pantalones solo con la presión en su pene. Sabía realmente que necesitaba ir lento, si quería mantener la alta moralidad, era un mejor hombre, él era el adulto. Suavemente, se separó, Louis buscaba el beso y casi gimió cuando perdió la boca y la lengua de Harry. —Necesitamos ir más despacio, Lou. —Sostuvo la cabeza entre sus manos aún enredadas entre el castaño cabello de Louis. Él veía la necesidad y el deseo en los ojos azules, su corazón se oprimió con el esfuerzo de apartarse de la cara y no continuar con esos besos. —No quiero ir lento —Louis murmuró, intentando conectar para otro beso. Harry evitó los labios, enfocándose en acariciar el cabello, en los grandes ojos y una expresiva boca. Suavemente él apartó al mas chico, hasta que quedaron sentados de frente en el sofá, Harry trató de controlar su deseo por el oh-tan-follable-hombre-joven frente a él mientras lo estudiaba. Pensaba en la cara de Louis ya no se veía como la de un moribundo era más bien como la de un delgado modelo. En como solía usar las manos y los brazos para señalar todo el tiempo. Eso lo hechizaba. Y cuando el reloj marcó las 24:00, Harry no se resistió más para probarlo.

—Feliz cumpleaños, Lou — murmuró entre suaves besos. Deslizó la lengua sobre los suaves labios, animándolo a profundizar el beso, buscando el sabor único del hombre, quien lo jaló más cerca. Su lengua se enredó en una prueba de dominio, y Harry se contuvo de ir más lejos para una próxima cita. Louis podía bien ser virgen para todo esto, pero sus instintos le decían que él era potencialmente dominante. Si él solo tuviera la confianza y la experiencia para apoyarlo. Harry sintió las manos del menor sobre él, rodeándolo, moviéndose, acomodándose, se deslizaron hacia la bragueta, dudando, espero el sí, esperando un movimiento que le dijera que estaba bien, que eso era lo que Harry quería. Hizo un bajo sonido con su garganta, un si, un más, un ahora, y Louis empezó a jalar el material sus manos estaban desesperadas por tocar. —Yo nunca… —La voz de Louis era tentativamente preguntando, y Harry sabía que era él quien tenía que llevar el ritmo. Se apartó de los besos y giró las caderas, gimiendo cuando la mano de Louis entró en sus boxers y lo rodeó, inseguro al principio y luego más duro, mientras Harry se empujaba dentro del caliente círculo.

—Mueve la mano —Harry logró decir. —Como te guste me gusta. —Ese era el mejor consejo que le podía dar y el mismo que le había dado Andy Mackenzie cuando estaba en su último año de preparatoria, Louis lo escuchó y comenzó a moverse desde la base hasta la punta y hacia debajo de nuevo, sus dedos se deslizaron mejor con el presemen que había tomado de la punta del pene de Harry, siguió moviéndose tanto como pudo dentro de la ropa interior. Un bajo gruñido salió de la garganta de Harry y comenzó a besarlo de nuevo, saboreando la inocencia y la necesidad de Louis. Los besos eran con más entusiasmo que técnica, un torpe intercambio de labios y lengua mientras la mano se deslizaba sobre el pene. Movió sus manos hasta Louis, desabotonó la bragueta. Joder, ese chico ciertamente estaba bien proporcionado, y Harry lo tocó tan suavemente como pudo, tratando de no ir tan rápido como quería. Eso no funcionó. Ellos se movieron con un frenético ritmo, su única meta era liberarse tan rápido como pudieran, empujándose hacia las manos, besándose e inclinándose para encontrar las caricias que producían, suspiros, gemidos y murmullos profanos. Para Harry, era necesidad lo que encontró en el pulso de la garganta de Louis, sintiéndolo en el movimiento de su lengua y amando los ruidos que el menor hacia apreciándolo. Murmuraba promesas al oído de Louis, promesas de que estaría ahí, que no lo dejaría caer, y entre esas promesas Louis atravesó su orgasmo. Harry no duró mucho más, al escuchar los fuertes jadeos de mientras lo besaba y le prometía entrar en el corazón de Louis. Se apartó viendo directamente a los ojos de Louis, viendo la ligera línea plateada en los brillantes ojos zafiros. No dijo nada. No había nada qué decir. Él se había corrido tan rápidamente como un virgen en su noche de graduación, de un momento a otro llevó sus manos hacia el cabello de Louis y sus palabas de disculpa fueron tragadas por sus besos. Harry trataba de respirar aún besando al hombre frente a el. Quería más, pero lentamente la calma aumentó y la vida real se introdujo y el silencio del cuarto quebró los pensamientos de Harry. —¿Estas bien? —preguntó rápidamente limpiando con su pulgar la humedad en los labios que sonreían bajo su toque. No había ansiedad en ellos. ¿Qué si Louis enloquecía con todo esto? ¿Qué si él se había aprovechado? Quizás esto nunca debió suceder. —¿Lou? —Joder —Louis simplemente dijo —tengo diecinueve años esto es asombroso.

Ellos pasaron mucho tiempo en el sofá solo besándose y acariciándose, llegó la una de la mañana y las dos y las tres hasta que finalmente Louis atrapó a Harry bostezando, le habló al hombre y se rio, jalándolo para que se levantara del sofá. Ellos se separaron dirigiéndose hacia su propio cuarto con un último beso y un murmurado feliz navidad, y Louis estaba finalmente en su pequeño cuarto con una gran sonrisa en su cara.

Esta noche, hoy, ahora, era posiblemente el mejor cumpleaños que había tenido, y todo giraba en una sola palabra. Familia. No solo Rebecca, no solo su familia, la familia de Harry y su pequeño pedazo de cielo en Holmes Chapel. Eso no podía ser real. Él podría despertar mañana en la esquina de la calle de la ciudad y todo el año podría haber sido un sueño, pero por ahora él ni siquiera iba a dejar que esos pensamientos ensuciaran el futuro de sus sueños.