Los 7 pecados capitales.

El sudor resbala por su cuerpo. Su espalda brillaba y los músculos de sus brazos se contraían con cada flexión que hacía. El dolor era cada vez más fuerte, pero no importaba, él disfrutaba aquello.
Llenó de aire sus pulmones una vez más y se impulsó hacia arriba. Las barras de ejercicio era lo que más lo entretenía cuando asistía al gimnasio. Soltó lentamente un suspiro de satisfacción y se soltó de la barra. Ya en el suelo, dio un pequeño par de saltos y tomó la playera que anteriormente había dejado en el suelo. Su hora de ejercicio había terminado.
Rápidamente salió del lugar y subió a su auto. Encendió la radio y comenzó a conducir. El tráfico era caótico en las mañanas y por desgracia ésta vez no había sido la excepción.

—Mierda –masculló molesto.

Llevaba alrededor de cinco minutos intentando cambiar de carril, pero no había tenido suerte hasta ahora. Nadie le cedía el paso.
No fue hasta que una joven mujer rubia de aproximadamente unos veinte años cruzó frente a él con su coche cuando encontró la oportunidad de avanzar. Él le dedicó una de sus más seductoras sonrisas y le guiñó un ojo. Mientras ella sufría un paro respiratorio de la impresión, el joven Jackson avanzó rápidamente a la enorme fila de coches y se deshizo del horrible dolor de cabeza que le provocaba esperar y esperar.
Con un movimiento rápido, encendió la radio y condujo hasta su departamento mientras le seguía el juego a la música.
Al llegar al edificio en el que vivía se topó con una persona muy bien conocida: Álika.

—Buenos días, Jackson –le dijo la pelirroja mientras le mostraba su más perfecta sonrisa. Jackson dejó caer la mirada descaradamente por el cuerpo de la chica y al volver a su rostro sonrió.
—Hola, Álika.

Álika era una de las tantas chicas que sonreían coquetamente con la esperanza de ganar un viaje con todo pagado a la cama de Jackson. Sin embargo, no todas tenían suerte.
Jackson siempre ha sabido que es deseado por mujeres e incluso hombres y lo ha utilizado a su favor.

—¿Irás a la fiesta de Isaac? –preguntó la chica mientras enredaba un mechón de cabello rojo en su dedo.
—No, no quiero estar cerca de Isaac y mucho menos de su hermana Camille.
—¿Por qué terminaste con Camille?
—No lo sé –respondió con un encogimiento de hombros-. Siempre creí que no era suficiente mujer para mí.
—Por supuesto que no era suficiente, Jackson. Tú eres todo un hombre y ella… Bueno, ni siquiera sé por qué estaban juntos.
—Exacto –dijo él sin prestarle mucha atención.

En esos momentos, Elyar, hermano de Jackson estaba por salir del departamento. Al verlo, los ojos del hermano mayor se iluminaron y lo llamó.

—¡Elyar! –dijo mientras dejaba a la chica y se acercaba a saludar a su hermano.
—Hola Jackson, ¿qué tal el tráfico?
—Pésimo. ¿A dónde te dirigías?
—Iba a comprar algo a Subway, tengo hambre.
—Olvida eso, tenemos unas cosas que comprar.
—¿Qué cosas? –preguntó Elyar con el ceño fruncido.
—Las necesarias para una gran fiesta.
—¿Darán una fiesta? –cuestionó emocionada la pelirroja que aún no se marchaba.
—Así es Álika, puedes ir corriendo la voz –dijo Jackson.
—¿A qué hora será? –dijo Elyar.
—Déjame pensar –le dijo a su hermano y después se giró hacia Álika-. ¿A qué hora será la de Isaac?
—9:00 p.m.
—Entonces la nuestra será a las 8:59 –comentó el mayor orgulloso.
—Iré a avisar a mis amigas –chilló contenta la chica y desapareció en rumbo a su departamento dejando a los hermanos O’Brien solos.
—Jackson –suspiró Elyar-, ¿no crees que ya estás un poco grande para hacer este tipo de cosas?
—Cállate Elyar, sabes que solo hago esto para cagar la fiesta de Isaac y su hermana.
—A eso me refiero, comienza a madurar.
—Eres un idiota –masculló Jackson mientras caminaba hacia el auto una vez más con su hermano.
—¿Crees que vengan a tu fiesta en lugar de ir a la Isaac?
—Por supuesto.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque soy Jackson O’Brien –dijo y su hermano rodó los ojos.
—¿Ni siquiera te vas a quitar la ropa con la que hiciste ejercicio? –dijo Elyar cuando subieron al coche.
—No, hay muchas cosas qué preparar. Además –agregó-, las chicas aman verme así.