Hey there, Delilah {cancelada.

"Querida Delilah,
¿Cómo estás? ¿Me recuerdas? Soy yo, Louis... Tu Louis. Hace tanto tiempo que no hablamos... He estado cavilando un largo tiempo, en si debía escribirte o enterrar el pasado, nuestro pasado... Pero no aguanto más. Necesito verte, aunque sea una vez más. Por favor... Necesito volver a tenerte entre mis brazos, volver a probar el dulce sabor de tus labios, volver a oler el aroma de tu piel, volver a oír tu risa. Aun recuerdo el día en que te conocí. La primera vez que te vi, me pareciste una auténtica princesa. Delilah, por favor, regresa a mi lado. Prometo no herirte, no de nuevo. No sabes cuantas veces he intentado quitarme la vida, por el hecho de que tú ya no formes parte de ella. Obré mal, muy mal, y lo siento mucho, Del. Prometo cuidarte, amarte y respetarte, como se merece una auténtica princesa, como tú. Prometo quererte hasta mi último segundo de vida. Prometo protegerte, ante todo. Daría mi vida por ti, Delilah. Regresa, por favor, regresa... No lo olvides, aun te amo.

Siempre tuyo, Louis Tomlinson."

Los Angeles, California. Tiempo presente.

— “Hey there Delilah. What it’s like in New York city?” – canturreaba Louis, mientras recogía su habitación. – “I’m a thousand miles away, but girl tonight you look so pretty”.
Esbozó una media sonrisa. “Nuestra canción” murmuró sacando de un viejo baúl de madera gastada, una pequeña fotografía, en la que se podía identificar a un chico y a una chica. El chico rodeaba con su brazo derecho el pequeño cuerpo de la joven. Los dos llevaban unas enormes sonrisas pintadas en sus rostros, y trozos de pastel alrededor de ellas. Acarició suavemente con su dedo pulgar las facciones de la chica. Así es, el chico de la foto era Louis, pero ¿Quién era esa misteriosa muchacha de cabello rubio, y ojos avellanos? Acercó el papel a sus labios, juntándolos con éste.

— Tres años… - murmuró negando con la cabeza. – Cinco años en los que ya no te he tenido a mí lado. – la voz se le quebró al pronunciar la parte final de la oración. Los recuerdos le atacaban despiadadamente, provocando que las lágrimas brotaran de sus azulados ojos.

“— ¡Lou! ¡Ven! – exclamó la rubia sentándose en uno de los columpios. Era una fría mañana invernal, el cielo estaba encapotado por las grisáceas nubes, pero los copos de nieve hacían más bello el panorama para quién lo observaba. – Empújame.
El oji-azul se posicionó detrás de ella para impulsarla. El silencio predominaba en el lugar, ocultado por el constante chirrido del columpio y las risas de los dos jóvenes. Repentinamente, la rubia saltó del balancín cuando se encontró en el punto más alto de su trayectoria.
— ¿Qué quieres hacer Boo Bear? – preguntó pasando una mano por su cabello.
El castaño se acercó a su novia y apretó sus mofletes tiernamente, a lo que la chica rió sonoramente.
— Besarte. – al fin respondió Louis esbozando una pequeña sonrisa. La chica volvió a reír y se puso de puntillas para alcanzar los finos labios de su novio.
— Te amo. – susurró encima de éstos.”

Las lágrimas resbalaban por las mejillas del oji-azul. No podía sacar la amena sonrisa de la muchacha de su mente.
— Juro que algún día, volverás a estar entre mis brazos. – susurró mirando a la imagen inmóvil de su ex novia. – Lo juro.
Volvió a guardar la fotografía en el mismo baúl.