Master Scam|Novela Colectiva| One Direction & Others

Athenea estaba apoyada en el marco de la puerta, esperando que el resto del grupo dejara de gritarse y decidieran por fin ponerse de acuerdo.
-Chicas, si quieren que esto funcione tendrán que aprender a soportarse, necesitamos chicas maduras no niñitas de tres años que pelean por sus juguetes- intervino la recién nombrada.
-Yo creo que tiene razón. No nos separemos por estupideces, esta vez tenemos que estar más que unidas- agregó la chica de cabello tricolor; quien llevaba por nombre Ayleen.
Cada una tenía un carácter fuerte y diferente, por lo que no era raro que tuviesen problemas de vez en cuando.
-¡Chicas! ¡Lo tengo!- gritó Daisy con una sonrisa ladina. Quién hace más de media hora había dejado de tomar atención en la pelea.
Todas, o mejor dicho casi todas dejaron de hacer lo que hacían para mirar alegres a la ojiverde quien con una sonrisa más que socarrona escribía el plan en una página de Word en su computadora
-Tú siempre, ¿no Colleman?- interpeló como respuesta la ojiazul de nombre Amelia.- ¿por qué mejor no haces todo esto tu sola, cerebrito?- estalló.
La chica había quedado en shock, nunca se hubiese esperado una reacción así de su tan preciada amiga y compañera de atracos. Pero la entendía, conocía su carácter y ésto sólo era un efecto de la bipolaridad.
-¿Podrías dejar de lado tu inmadurez y tu bipolaridad de una vez por todas?- replicó harta Allison
-Mira quien lo dice, la chica que en cada fiesta se enborracha hasta caer desmayada y que...-hubiese seguido hablando si el grito unánime de Athenea, Alice y Daisy no la hubiese hecho guardar silencio.
La amplia sala de color blanco había quedado en total silencio, tanto que llegaba a parecer sepulcral. Todas se miraban enojadas pero al parecer después de unos minutos la razón volvió a ellas, haciendolas pronunciar un "Disculpen" para luego dar paso a un abrazo grupal.

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Una semana después y estaban desarmando sus maletas en su nuevo país, Inglaterra; con un plan en mente y un robo por concluir. Estaba por empezar la hora del juego y ellas estaban más que seguras que todos sus años de profesionalismo en la materia al fin les serviría para algo de "su nivel".
-¿Estamos listas?- curioseó Dey, mientras todas las chicas asentían con la cabeza y colocaban sus manos al centro.
-¡Por nosotras!- se escuchó el eufórico chillido de las siete chicas quienes estiraban sus manos al cielo, en conjunto.
Sin duda, esto sería más que divertido. O eso era lo que creían ellas.