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"Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)

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"Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)  Empty "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)

Mensaje por Invitado Lun 10 Ene 2011, 1:48 am

Hola Niñas otra vez aqii Sunny xD ahora les subire tambn esta!...es de mi favoritas. Espero tambien les guste.Les dejo la Intro...aah advertencia es algo HOT!...las qiero♥️

Nombre: Solo Con Tu Amor
Autor:Lisa Kleypas
Adaptación: Si, es un libro.
Género: Drama y Romance
Advertencias: Es un poco hot.
Otras Páginas: No por mi parte.



__________ Jonas, recién casada con un aristócrata, reza para que la liberen de las garras de los sangrientos piratas que la raptaron cuando iba en barco camino de Nueva Orleans. A pesar de la escasa estima que siente por su vida, y dando por segura la muerte de su amado esposo, la hermosa y reservada muchacha francesa teme por encima de todas las cosas al elegante bucanero que ha arriesgado su vida para poseerla: el más famoso pirata del Caribe, al que todos llaman Grifo. Aunque no quiera reconocerlo, __________ siente que el rudo renegado despierta en ella deseos tan peligrosos como irresistibles. Pero él es, en realidad, un hombre atrapado en una trama de engaños, que esconde un secreto que podría privarle del amor de la joven que ha encendido su pasión y esclavizado su corazón…


Les dejo un cap y si veo coments ... les subo el otro :D

Sunny♥️


Última edición por YourBiggestFan el Miér 26 Oct 2011, 3:18 am, editado 3 veces
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"Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)  Empty Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)

Mensaje por Invitado Lun 10 Ene 2011, 2:11 am

Solo Con Tu Amor.


Prólogo

Golfo de México
Abril de 1817


Yacían juntos en el desvencijado lecho, escuchando el crujir de las maderas del barco. Apoyada en el pecho de su marido, __________ observaba con leve melancolía la decoración del elegante camarote. En los largos días de travesía transcurridos desde su partida de Francia, el camarote se había convertido en una especie de refugio para ella, un lugar del que no le apetecía salir. En Nueva Orleans la esperaba un mundo totalmente diferente, y no estaba convencida de estar preparada para afrontarlo.
—Hemos llegado al Golfo —dijo Kevin, y la apartó de su pecho para incorporarse. Los músculos de su espalda se tensaron cuando estiró los brazos—. El viaje toca a su fin, cariño. Supongo que esta misma noche estaremos en nuestro hogar.
—Nuestro hogar —repitió ella forzando una sonrisa.
Kevin advirtió su falta de entusiasmo y se volvió para mirarla a los ojos, colocando las manos a ambos costados de su menudo cuerpo. Con un deje de timidez, ella se arregló el cuello del camisón y tiró de la sábana para cubrirse el pecho.
— _________ —dijo él con ternura—, no tienes nada que temer. Nueva Orleans te encantará. Y no te costará nada querer a mi familia.
—¡Ojalá pudiese estar igual de segura de que ellos también van a quererme!
La familia de Kevin era una de las más renombradas de Nueva Orleans. Su padre, Paul Jonas, era un hombre poderoso, un acaudalado aristócrata criollo muy influyente en el ámbito político. Además de su plantación, poseía un pequeño pero rentable negocio naviero. De hecho, el buque en que viajaban, el Golden Star, era uno de los barcos mercantes de Jonas.
—Ya te quieren —dijo Kevin con una sonrisa—. Lo saben todo sobre ti. Cuando acabé los estudios en Francia y regresé a Nueva Orleans, no hice otra cosa que hablar de ti. Y les leí tus cartas...
—¡Kevin! —exclamó ella al tiempo que se sonrojaba. Siempre le había costado expresar sus emociones. El mero hecho de pensar que Kevin había aireado sus sentimientos íntimos ante su familia...
—Por supuesto, una versión cuidadosamente adaptada de tus cartas —repuso él con una sonrisa cariñosa—. Ciertos pasajes me los reservé sólo para mí.
_________ alzó la mirada. La persuasiva sonrisa de su marido siempre la cautivaba. Él había sido el único hombre en su vida capaz de ver más allá de su timidez. Amable y paciente, le había hecho concesiones como nadie antes. Otros hombres se habían sentido atraídos por su belleza, pero después topaban con el muro de su retraimiento. Nadie había sabido ver que se trataba de miedo, no de indiferencia, lo que la llevaba a mostrarse tan desmañada y reservada. Pero a Kevin le había importado bien poco que no fuese coqueta o seductora.
—¿Le explicaste a tu familia que soy... una vieja solterona? —preguntó.
Kevin dejó escapar una carcajada.
—Tener veinticuatro años no convierte a nadie en viejo, chérie.
—¡A una mujer sí!
—Podrías haberte casado hace años de haberlo deseado.
—Se inclinó hasta alcanzar la suave curva de su cuello—. Eres una mujer hermosa, _________ . No tienes excusa alguna para ser tan vergonzosa.
—No soy hermosa —replicó ella con brusquedad.
—Sí que lo eres. Extraordinariamente hermosa. —Le acarició el cabello, que destellaba a la luz plateada de la luna, y clavó la mirada en sus ojos castaños. Le dio un ligero beso, apenas un roce de labios—. Y aunque no lo fueses, yo te adoraría igualmente.
_________ sintió una profunda dicha al mirar a su marido. A veces le costaba creer que fuese suyo. Era tan apuesto, con aquella tupida cabellera y sus ojos azules. Jamás habría soñado que pudiese existir un hombre tan fuerte y a la vez tan tierno como él.
—Je t'aime —dijo con amorosa ternura.
—No, no —la corrigió él con una sonrisa—. A partir de ahora, en inglés. En la casa de los Jonas se usa al menos en la misma medida que el francés.
_________ frunció el entrecejo con fingida indignación y le respondió con un defectuoso inglés:
—Pero... en francés mejor suena.
—Sí, tienes razón —coincidió Kevin con otra sonrisa. Con cuidado, le tomó la sábana de las manos y la deslizó hasta sus caderas. Ella se tensó y él rió entre dientes antes de acariciar su cuerpo apenas cubierto—. ¿Sigues sintiendo vergüenza conmigo?... No voy a permitirlo, chérie. Ahora ya me conoces lo suficiente para saber que nunca te haré daño.
—Te... te conozco sólo por tus cartas y tus visitas de cortesía —dijo ella casi sin aliento, sintiendo la exploración de aquella cálida mano—. Pero no hemos pasado mucho tiempo a solas, Kevin, y... —Se interrumpió cuando él le acarició un pecho por encima de los pliegues del camisón.
—¿Y?—susurró él mirándola a los ojos.
Temblorosa, ella le rodeó el cuello con los brazos, olvidando al instante lo que pensaba decir.
Los labios de Kevin se curvaron ligeramente.
—He sido tan paciente contigo porque te amo con todo mi corazón. Pero además te deseo, ________. Ha sido una tortura dormir contigo en la misma cama sin llegar a convertirte realmente en mi esposa. Tomamos los votos y me perteneces hasta que la muerte nos separe. Pero tú me pediste que esperase, y yo acepté porque no quería que tuvieses miedo de mí... o de las intimidades que íbamos a compartir. —La besó en la frente—. Ya hemos esperado más que suficiente, ma chére.
—Yo... yo siento lo mismo, pero...
—¿Sientes lo mismo? No lo creo. Tendrás que demostrármelo. —Inclinó la cabeza y la besó.
Ella protestó sin mucha convicción, consciente de que finalmente la paciencia de su marido se había agotado.
—Kevin, has sido tan atento...
—Ya no quiero serlo, cariño. Ahora quiero a mi esposa. —Sus manos se deslizaron por aquel cuerpo deseable, abarcando los pechos, tirando del arrugado camisón—. Demuéstramelo, ________ —susurró contra su cuello. Ella se estremeció ante el roce de aquel mentón sin afeitar y volvió su boca hacia él.
De repente, llamaron con apremio a la puerta del camarote.
—¡Monsieur Jonas! ¡Monsieur! —gritó un joven aspirante a oficial al tiempo que aporreaba el panel de caoba. Su voz rezumaba pavor.
Cuando su marido se levantó presuroso, un escalofrío de miedo recorrió a ________. Kevin, sin los pantalones o siquiera una bata, entreabrió la puerta unos centímetros.
—¿Qué pasa? —preguntó lacónico.
—Señor, me envía el capitán Tierney para que le avise... —dijo el muchacho casi sin resuello—. Vimos una goleta americana que parecía en apuros y nos acercamos para echarles una mano... Pero entonces izaron la bandera de Cartagena.
Antes de que Kevin pudiese responder, el muchacho se alejó gritando. En el pasillo se oyó un estallido de ruido y movimiento.
—¡Abordaje! —gritó alguien—. ¡Están abordándonos por la proa, a estribor!
________oyó el fragor de disparos y el entrechocar de espadas que llegaba desde cubierta. ¡Estaban atacando el barco! Asustada, se llevó la mano a la garganta y sintió el pulso del corazón.
—Piratas —logró decir con estupor.
Kevin no la contradijo.
A ________se le agolparon los pensamientos. Había oído hablar de barcos bajo el pabellón de Cartagena que asaltaban a los buques españoles. Surcaban las aguas del Golfo, el canal de las Bahamas y el Caribe. Había oído historias referentes a sus tropelías y su crueldad, sobre cómo torturaban a sus víctimas y las cosas horribles que hacían a las mujeres. El miedo creció en su interior y le costó tragar saliva. No, no podía ser cierto, pensó. Se trataba de una pesadilla... ¡Tenía que ser una pesadilla!
Kevin se puso a toda prisa los pantalones, las botas y una camisa blanca.
—Vístete —se limitó a decirle a su esposa, y se abalanzó hacia el armario de palo de rosa donde guardaba las pistolas.
A ________ le castañeteaban los dientes cuando se levantó, olvidándose de sus maneras retraídas y arrastrada por la precipitación. Rebuscó en el arcón donde guardaba parte de su ropa y sacó un vestido de damasco azul. Casi desgarró el camisón al sacárselo, y se puso el vestido de cualquier manera, sin importarle que no llevaba ropa interior. Su pálido y sedoso cabello se alborotó, cayéndole en largos mechones hasta la cintura, sobre el cuello y la cara. Mientras buscaba una cinta para recogerse el pelo, oyó los estremecedores gritos que llegaban de arriba, y sus temblores se agudizaron.
—¿Cómo es posible que pase algo así? —se oyó decir a sí misma—. ¿Cómo es posible que el capitán no se diese cuenta de que eran piratas? ¿Por qué no hemos disparado nuestros cañones?
—Demasiado tarde para los cañones. Por lo visto, ya nos han abordado.

Kevinle puso algo en la mano. ________bajó la vista al notar el peso del frío metal en la palma. Su marido acababa de entregarle una pistola para duelos, ¡un arma de fuego! Lentamente, alzó la vista para mirarlo a los ojos.
Él había adoptado una expresión extraña: estaba alerta, atemorizado y en guardia. ________supuso que ella parecía aturdida, porque él la sacudió con suavidad, como si pretendiese despertarla.
—________, escúchame. La pistola es de un solo disparo. Si entran aquí... ¿entiendes lo que tendrás que hacer?
Ella asintió ligeramente; apenas le llegaba aire a los pulmones.
—Buena chica —murmuró él, y le tomó la cara entre las manos para besarla con fuerza.
Ella aceptó con docilidad la presión de sus labios, todavía anonadada ante la constatación de que todo aquello era real. Todo iba demasiado deprisa... no había tiempo para pensar.
—Di... dime que todo irá bien —tartamudeó agarrando a su marido por la camisa—. Kevin...
Él la estrechó entre sus brazos.
—Por supuesto que sí—dijo con la boca pegada a su cabello—. No te preocupes, ________. Yo... —Se detuvo abruptamente y la abrazó una vez más antes de soltarla. Dio un paso atrás y se volvió para salir del camarote.
En silencio, los labios de ________ formaron su nombre: «Kevin». Al alejarse, las sombras de la escalera lo envolvieron. Y no miró atrás. Ella tuvo una horrible premonición.
—Mon Dieu, jamás volveré a verte —musitó, y cayó de rodillas temblando.
Cerró la puerta a duras penas y después retrocedió hasta un rincón del camarote sujetando la pistola contra el pecho.
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Mensaje por Invitado Lun 10 Ene 2011, 2:14 am

Chan chan chan qe pasara 😕 ya veremos xD

Estaba peleandome conmigo misma para saber a qe Jonas Poner de esposo xD
pero me decidi x el Kev xD espero les guste comenten!



Sunny♥️
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Mensaje por lovely last Lun 10 Ene 2011, 6:13 am

1 lectora me encanta tienes que seguirla ya
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Mensaje por Invitado Lun 10 Ene 2011, 3:30 pm

:affraid: :affraid:

ohh cielos no como qe no lo volvere a ver!!??????!! WTF!?

no tiene qe volver!! jum segunda y fiel lectora! :)
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Mensaje por Invitado Lun 10 Ene 2011, 9:04 pm

Hola SOy nueva lectora me encanta siguela porfavor! :)
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Mensaje por lovely last Mar 11 Ene 2011, 10:12 am

queremos cap
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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 12:41 am

Ooops sorry niñas pero mi mama no me dejaba agarrar la compu ¬¬

ya les subo cap en esta y el diablo en invierno :D
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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 1:51 am

Capítulo 1


Menos de diez minutos después cesó todo el fragor del combate, aunque cientos de pasos aporreaban la cubierta. _______ permaneció en el camarote, a pesar de lo mucho que deseaba salir y enterarse de qué había pasado. Lo único que podía hacer era esperar con aterrada expectación.
Se estremeció al oír pasos que descendían por la escalera. Alguien intentó abrir la puerta.
—¡Está cerrada con llave! —bramó una voz.
_______ dio un salto cuando un objeto contundente golpeó la puerta astillando el fino panel de madera. Con decisión, amartilló la pistola. Otro golpe y las bisagras rechinaron.
La joven se secó el sudor frío que perlaba su rostro. Se llevó el cañón de la pistola hasta la sien. Al notar el contacto del metal, su cabeza se convirtió en un hervidero de pensamientos. Si Kevin había muerto no quería seguir viviendo. Y si no usaba el arma para acabar con su propia vida en ese momento, tendría que afrontar un horrible destino en manos de aquellos crueles bandidos del mar. Pero algo en su interior se rebeló ante la idea de apretar el gatillo. Respiró hondo y relajó la mano.
La puerta acabó cediendo. Paralizada, _______ observó a los dos hombres que irrumpieron en el camarote, ambos morenos y desaliñados. Llevaban el pelo recogido hacia atrás con pañuelos, lucían barba de varios días y sus caras estaban bronceadas por el sol. El más bajo empuñaba una corta espada curva y el otro, un garfio de abordaje manchado de sangre.
El hombre de menor talla, aunque de aspecto duro, bajó la espada, se relamió y le dedicó una mirada penetrante.
—Bajad el arma—ordenó con marcado acento americano, haciendo un gesto hacia la pistola.
_______ no pudo responder. «Hazlo ahora —insistió su mente—. Acaba con todo...» Pero lo que hizo fue bajar el brazo. Sintió una punzada de odio hacia sí misma por ser demasiado cobarde para quitarse la vida.
—Voy a tomar mi parte del botín ahora mismo —le dijo un pirata al otro. Entreabrió la boca, mostrando una dentadura amarillenta, y echó a andar hacia ella.
Como guiada por una fuerza ajena, _______ alzó la pistola y apretó el gatillo. La bala que tendría que haber puesto fin a sus días se hundió en el pecho de aquel hombre. Una mancha carmesí fue extendiéndose por su sucia camisa. La sangre salpicó en todas direcciones y ________ se oyó gritar cuando el hombre cayó a sus pies.
—¡Maldita zorra! —Furioso, el otro pirata la agarró del brazo y la lanzó contra un tabique. (auch xD)
La pistola cayó de su mano y su cabeza golpeó contra la dura madera. Casi perdió el conocimiento, sumiéndose en una niebla gris. Gimoteó mientras tiraban de ella escaleras arriba hasta la cubierta, donde la arrojaron sobre el entarimado. Por todo el barco se oía ruido de voces, barriles y cajas trasladados de un sitio a otro. Un extraño olor se mezclaba con el del agua salada y la brisa marina.
_______ parpadeó con fuerza varias veces y logró sentarse. Vio cómo un pirata dejaba caer un cajón con pollos, parte de los animales vivos que el Golden Star llevaba para que la tripulación dispusiese de carne fresca. El cajón se rompió y las asustadas aves huyeron en todas direcciones, provocando carcajadas y exabruptos. Al observar la dantesca escena que la rodeaba, _______ se llevó una mano a la boca para contener las náuseas.
Había cadáveres por todas partes, con horripilantes heridas, miembros amputados y ojos vidriosos e inertes... La sangre corría por la cubierta. Reconoció algunos de los rostros sin vida: el tonelero de la embarcación, siempre tan alegremente ocupado con sus aros metálicos y sus tablas; el encargado de las velas; el cocinero; el muchacho que hacía las veces de sastre y zapatero; algunos de los oficiales con que Kevin se había sentado a la mesa. «Kevin»... Se lanzó frenéticamente hacia los cuerpos, desesperada por encontrar a su marido.
Un pie calzado en una bota la devolvió al suelo de la cubierta. Lloró de dolor cuando una mano la agarró por el pelo y tiró de ella hacia atrás. Inmóvil, clavó la mirada en los ojos más crueles que jamás había visto. El hombre, bien afeitado y de tez morena, tenía una mandíbula angulosa y su nariz era una marca de resolución en su bien dibujado rostro. Llevaba el cabello castaño rojizo recogido en una tirante coleta. Al contrario que los demás piratas, vestía ropas de calidad, sin duda confeccionadas a medida para su enjuta complexión.
—Me habéis costado uno de mis mejores hombres —dijo con sequedad—. Pagaréis por eso. —Evaluó su cuerpo de caderas estrechas y pecho escaso con una mirada fría. Ella intentó bajarse el dobladillo del vestido, que dejaba a la vista sus pies desnudos y sus pantorrillas. Él sonrió revelando una irregular dentadura—. Sí, le serviréis de entretenimiento a mi hermano André. —Le tiró otra vez del pelo haciéndola gemir de dolor—. André necesita una provisión constante de mujeres. Por desgracia, nunca le duran mucho.
Un pirata se le acercó. Era un joven achaparrado con los brazos y el pecho voluminosos.
—Capitán Legare, todavía nos llevará una hora trasvasar lo mejor del cargamento. No hay mucho oro, señor, pero sí buenas mercancías; canela, coñac, vasijas de aceite...
—Bien. Al resto de la tripulación encerradla en la bodega. Prenderemos fuego al barco cuando nos hayamos alejado. Ata a esta joven y guárdala con el resto del botín. Nos la llevamos a la isla. Y dile a los hombres que no la toquen. Es para André.
Al oír hablar de la tripulación del Star, _______ intentó liberarse.
—¿Ha quedado alguien con vida? —preguntó entre jadeos.
El joven tiró de ella y se la llevó como si no la hubiese oído.
—S'il vous plaît, aidez-moi —suplicó ella. Al comprender que el joven no podía entenderla, pasó al inglés—: Ayúdame, por favor. Mi marido tal vez está vivo... Él... él te hará rico a ti si ayudas. Es un Jonas, Kevin Jonas...
—Si está vivo no será por mucho tiempo —replicó el pirata fríamente—. Legare no deja a nadie vivo por donde pasa. ¿No habéis oído hablar de los hermanos Legare? Son los amos del Golfo. Sólo un tonto intentaría cruzar...
El joven fue interrumpido por un grito de horror.
—¡Kevin! —________ se retorció frenéticamente, mordiendo y golpeando, y el pirata tuvo que soltarla con una maldición. Ella se abalanzó sobre un cuerpo tendido sobre cubierta—. ¡Oh, Dios mío, Kevin!
La camisa de su marido estaba empapada de la sangre que manaba de una herida causada por un arpón. Tumbado de espaldas, tenía los ojos cerrados y la boca torcida en una mueca de dolor. Sin dejar de llorar le buscó el pulso en la garganta. No detectó signo alguno de vida. Cuando intentó volver el cuerpo, el capitán la alcanzó de nuevo.
—¿Éste es vuestro marido? —preguntó con desdén—. Menudo rescate conseguiré por un hombre muerto. —Y con un decidido movimiento cogió el cuerpo de Kevin y lo lanzó por la borda. Cayó al agua y quedó flotando entre los otros cadáveres.
________ se quedó sin respiración. Una ola negra pareció engullirla. Sin poder evitarlo, se desmayó en brazos del pirata.


Encerrada en las entrañas del barco junto al botín rapiñado del Golden Star, _______ fue despertando poco a poco. Tenía los pies y las manos atadas. Con un leve quejido, se sentó y oteó la oscuridad. No podía ver nada. Exploró cautelosamente con el pie y descubrió que se encontraba entre una pila de cajas, cubas y barricas. El balanceo de la goleta pirata evidenciaba que avanzaban a velocidad considerable. El capitán Legare había dicho algo sobre una isla. Se preguntó cuánto tiempo pasaría hasta que echasen el ancla allí adonde se dirigían.
Volvió la cabeza al oír un leve ruido, como si rascasen en la madera. Dejó de respirar. Alzó las rodillas y esperó en tensión, preguntándose si había imaginado aquel ruido. De repente notó un tentativo mordisquito en el dedo del pie. Lanzó un agudo chillido y dio un puntapié a lo que fuese... ¿Un ratón? ¿Una rata? Oh, Dios, ¿cuánto tiempo tendría que pasar encerrada en aquel sitio inmundo? Oyó más ruidos en la oscuridad, pisadas sigilosas en el entarimado, una breve escaramuza, un chillido de roedor.
_______ se echó a llorar al percatarse de que había algún otro animal en la bodega además de los roedores. ¿Debía gritar pidiendo ayuda? Nadie se molestaría en prestarle atención. Sus pensamientos se vieron interrumpidos de golpe por un suave ronroneo a escasa distancia. Se sacudió sorprendida al notar el roce de algo cálido y peludo en el brazo. Un gato. Sus largos bigotes le hicieron cosquillas al frotar la cabeza contra su brazo. ________ se movió con cuidado y con el pie notó el ratón muerto. Con un escalofrío de desagrado lo apartó de una patada.
Pasando una pata tras otra, el gato se encaramó sobre su regazo. ______ no se movió para no alterarlo. Siempre había odiado a los gatos, las creía criaturas taimadas y traicioneras, pero con éste esperaba trabar amistad.
—Mon ami, me has protegido como nadie en el día de hoy —dijo con voz llorosa y la cabeza inclinada hacia el animal, que jugueteaba enredando las zarpas en su vestido. El gato no tardó en dar un salto para ir a investigar un ruido desconocido, pero al poco regresó a su regazo.
________ ladeó la cabeza y la apoyó en un barril. No dejó de murmurar plegarias hasta que, exhausta, desistió. Las imágenes flotaban ante sus ojos, recuerdos de su infancia y su familia; aunque la mayoría tenía que ver con Kevin. Recordó la primera vez que se vieron. Su padre, el doctor Robert Verité, lo había invitado a comer.
—Aquí está Kevin Jonas —le dijo su padre, dándole la bienvenida a su pequeña pero acogedora casa—. Es uno de mis alumnos de Medicina. Es americano, pero aun así está bien educado.
Habían dispuesto un cubierto para él en la larga mesa. Perplejo y divertido, Kevin observó a los miembros de aquella numerosa familia.
—Ocho hijos —dijo Verité tras soltar una risita—. Una prole sana y numerosa. No hay hombre que pudiese desear nada mejor. Claudette, cambia el sitio con tu hermana para que pueda sentarse junto a nuestro invitado. Tú ya estás prometida con un joven. ¡Deja que _______ tenga la oportunidad de pillar a uno!
__________ tuvo que esforzarse para no escapar del comedor. Vergonzosa y tímida, se sentó en la silla que había quedado vacía al lado de aquel extraño.
La familia empezó a comer con sus habituales modos bulliciosos. Todos los miembros de la familia Verité hacían gala de una personalidad dominante. Por lo tanto, para ________, la hija mayor, no había resultado difícil mantenerse en un segundo plano y dejar que fuesen los otros los que llamasen la atención. Desde la muerte de su madre, diez años atrás, ella se había ocupado de todos adoptando el papel de ama de casa. Si bien a los hombres siempre les agradaba su compañía, distaba mucho de resultarles una mujer atractiva. Hacía tiempo que se había resignado a ser la devota solterona al servicio de la familia.
_______ vio cómo Kevin Jonas formulaba numerosas preguntas sin sentirse intimidado por el barullo que lo rodeaba. Su sonrisa era agradable y natural; sus rasgos, elegantes y bien delineados; su cabello, tupido y bien cortado, era de un tono castaño tan oscuro que parecía casi negro.
Por fortuna, a _______ no le dirigió la palabra. A ella le aterrorizaba la mera idea de tener que responder incluso a la pregunta más minima. Pero de vez en cuando le dedicaba miraditas con sus brillantes ojos azules, y a ella le parecía que podía leerle el pensamiento. Mientras la familia reía con estrépito el divertido relato del padre sobre un paciente maleducado, ______ sintió que algo se deslizaba del bolsillo de su delantal y caía al suelo. Era un pequeño libro que estaba leyendo en sus ratos libres. Al agacharse para recogerlo, estuvo a punto de darse un cabezazo con Kevin.
Cogió el libro y casi se le paró el corazón al notar la mano de Kevin sujetándola suavemente por la muñeca.
—Ya... ya lo tengo —logró mascullar. La charla de la familia prosiguió sin tenerla en cuenta, pero él no le soltó la muñeca mientras con la otra mano se adueñaba del libro.
—Rousseau —leyó en voz baja—. ¿Os gusta la filosofía, mademoiselle?
—A... a veces.
—A mí también. ¿Me prestaríais el libro? —Aquel ejemplar parecía absurdamente pequeño en su mano.
Pensó en denegar su petición, pues dejarle el libro entrañaría pasar por el engorro de que se lo devolviese. Pero su temor a parecer tosca era mayor que el temor que sentía por aquel apuesto extraño.
—Por supuesto, monsieur —dijo con timidez.
Aun así, él no le soltó la muñeca.
—Kevin, por favor —la corrigió él con un destello divertido en la mirada.
Ella le miró asombrada. Sin duda él sabía muy bien lo inadecuado que resultaría que ella le llamase por su nombre de pila.
En ese momento resonó la voz de su padre.
—Joven Jonas, ¿puedo preguntar qué tramáis bajo la mesa con mi hija?
Sonrojada y desconcertada, ______ tiró de su brazo, pero él no la soltó.
—De acuerdo, Kevin —dijo en un frenético susurro, y fue recompensada con una picara sonrisa y la muñeca liberada.
Él regresó con el libro a los pocos días, y con la tranquilidad que le caracterizaba pidió que _______ le enseñase el jardín de la casa. Mientras conversaban, ella se percató de que su habitual timidez parecía haberse evaporado. De repente confiaba en él más que en sus propios hermanos y hermanas. No le tenía miedo... al menos no hasta que la llevó contra una pared cubierta de rosales e inclinó la cabeza para besarla.
—No... —dijo ella, apartando la cara con el corazón desbocado.
—Intocable —murmuró él contra su mejilla al tiempo que la estrechaba entre sus brazos—. Eso es lo que todo el mundo piensa de ti, ¿verdad? No necesitas a nadie. No necesitas más que tus libros y tu soledad. —Ella sintió el calor de sus labios quemándole la piel.
—Sí —se oyó susurrar—. Eso es lo que piensan de mí.
—Pero no es verdad. —Tenía la boca junto a la comisura de sus labios—. Te entiendo, _________. Necesitas ser amada, y vas a ser mía... (OMJ!! XD)

Ahora, en la oscura bodega de aquel fétido barco, _______ notó cómo caían las lágrimas sobre su hombro. Le había costado mucho tiempo comprender que el amor que Kevin sentía por ella era auténtico y duradero. Él se había ido a Nueva Orleans para quedarse allí tres años, hasta el final de la guerra entre americanos e ingleses, cuando las aguas internacionales volvieron a ser seguras. Tres años de espera y de cartas, tres años de esperanza, frustración y dudas.
Pero Kevin había vuelto a Francia para hacerla su esposa y llevársela consigo a Nueva Orleans. Finalmente, ________ se permitió pensar que tendrían una vida juntos, pero todo acabó en cuestión de minutos. Ahora Kevin había muerto y ella se avergonzaba de sí misma, porque no sólo la consumía el dolor, también estaba enfadada con él. Era absurdo culparlo —nada de lo ocurrido había sido culpa suya—, pero aun así sentía rabia por el hecho de que no hubiese sabido prever el peligro. Clavó la mirada en la oscuridad mientras el gato se acomodaba en su regazo. Ahora que Kevin ya no estaba, no sentía deseo alguno de seguir viviendo. Lo único que podía esperar era que la muerte le llegase pronto, y que dispusiese del valor suficiente para asumirla con dignidad.




Tenía varios apodos, pero su tripulación lo conocía como capitán Grifo. Al igual que el mítico monstruo con cuerpo de león y alas de águila, él era veloz, astuto y letal. Bajo su mando, una goleta podía dar alcance a cualquier navío que surcase los mares. Navegaba del mismo modo que acometía todos los actos de su vida: por instinto. Y sólo por él sus hombres trabajaban sin mostrar la habitual indolencia de las tripulaciones piratas, porque les había hecho entender que la disciplina y la eficiencia eran el método más rápido para alcanzar todo lo que deseasen.
Grifo estiró sus largas piernas sobre la arena de la playa, apoyó su ancha espalda contra un maltrecho bote y encendió un grueso puro. Luego se pasó la mano por la barba desgreñada y colocó en su sitio un rebelde mechón que le caía sobre la cara. Sus oscuros ojos azules buscaron y encontraron la figura de su barco, el Vagabond, fondeado en la bahía.
La goleta llevaba ya unos días anclada a salvo en el puerto de la isla de los Cuervos. Más de una docena de navíos habían echado el ancla allí: bergantines, fragatas y goletas de diferentes tamaños, todos fuertemente armados. Casi treinta almacenes —además del poblado de casuchas con techos de palma, un burdel y unos cuantos corrales de considerable tamaño— se habían construido en medio de enormes matorrales y retorcidos árboles.
Mientras el Vagabond estuvo anclado, su tripulación disfrutó de las prostitutas y el alcohol; ambas cosas abundaban a buen precio allí. Mientras tanto, siguiendo órdenes de Grifo, el cargamento fue tasado y descargado para guardarlo en uno de los almacenes. Como era habitual, el botín de sus más recientes capturas fue repartido de forma igualitaria entre el centenar de hombres que formaban su tripulación.
Grifo dio una calada al puro y soltó una bocanada de humo. Estaba relajado pero igualmente alerta. Ahora que había sido declarado un fuera de la ley por parte del gobierno americano, no podría permitirse nunca más tener la guardia baja.
Hasta hacía cosa de un año, sus pillajes habían sido más o menos legales. Bajo bandera de Cartagena, un puerto marítimo en la costa caribeña de Sudamérica, había acosado a los barcos comerciales españoles y amasado una considerable fortuna. Pero no había podido resistirse a capturar algún que otro atestado mercante bajo el único pabellón que no tenía permiso para atacar... De ahí que hubiese ascendido en el escalafón delictivo, pasando de ser un corsario a un pirata en toda regla. La única orden que Grifo había recibido de forma expresa había sido no molestar a barco alguno con bandera americana. Todo lo demás le estaba permitido.
Grifo necesitaba un trago. Apagó el puro y se puso en pie con un ágil movimiento. Se encaminó hacia el derruido fuerte, donde se encontraba lo más parecido a una taberna en toda la isla. En el pasado había sido un presidio, pero ahora lo habían transformado en taberna y fonda.
Bien iluminada gracias a las antorchas y lámparas, la taberna, a la que todos conocían con el nombre de Cabeza de Gato, estaba abarrotada de parroquianos de dudosa reputación. Muchos eran hombres de Legare, recién llegados de una exitosa incursión por el Golfo. Incluso borrachos como cubas, aquellos hombres tenían mucho cuidado de cruzarse con Grifo una vez éste entraba en el local.
—Capitán —llamó una voz desde una mesa en un rincón.
Grifo echó un vistazo por encima del hombro. Era John Risk, un irlandés de pelo negro con la espada siempre a mano y una picara sonrisa en los labios. Risk era el segundo de a bordo y el mejor artillero de Grifo. Llevaba un parche negro allí donde antes había uno de sus ojos. Lo había perdido un año atrás, el día en que le salvó la vida a Grifo durante una batalla cuerpo a cuerpo en un barco al que habían abordado.
Risk tenía sentada en el regazo a una prostituta de rostro enjuto y sostenía una botella de ron medio vacía.
—Capitán, ¿tenemos planeado zarpar pronto? —preguntó sin alzar la voz.
Grifo alargó el brazo y se hizo con la botella, le dio un buen trago y se secó la boca con el reverso de la mano.
—¿Acaso estás ansioso por marcharte, Jack?
—Sí, estoy hasta las narices de la arrogancia de los hombres de Legare. Han abordado seis barcos en su último recorrido... Bueno, ¿y no hicimos nosotros lo mismo hace tres meses? ¡La próxima vez vamos a enseñarles de qué va este negocio! ¡Abordaremos diez barcos! Vamos a...
—Vamos a tomárnoslo con calma a partir de ahora —le interrumpió Grifo secamente—. Después de todo lo que ha pasado, el Golfo está infestado de fragatas procedentes de Nueva Orleans.
Risk frunció el entrecejo.
—Sí, capitán. Si eso es lo que os dicen las tripas...
—Así es.
—Tenemos provisiones de sobra —dijo Risk, pensativo—. Quizá podríamos dedicarnos a llevar pasaje...
Los oscuros ojos azules de Grifo adquirieron un tinte siniestro.
—Yo no transporto esclavos, Jack.
—Lo sé, pero sería un buen dinero...
—Ganamos lo suficiente haciendo las cosas a mi manera.
Risk se encogió de hombros con una sonrisa.
—No seré yo quien os lleve la contraria, capitán. Pero bien sabe el diablo que Dominic Legare no tiene escrúpulos para esas cosas. —Bebió un buen trago de ron y sacudió la cabeza—. Seis abordajes —masculló—. Sólo hay que ver ufanarse a André Legare, ese gordo bastardo con su grasienta sonrisa. Mire cómo disfruta el muy roñoso. Sabe muy bien que su hermano le va a pasar una buena parte del botín, y sólo por tener anclado su culo en esta taberna mientras el resto de nosotros...
—Ya está bien, Jack —dijo Grifo con sequedad y Risk cerró la boca.
Grifo miró en la dirección que señalaba su segundo. Lo cierto era que André Legare exhibía una ancha sonrisa. Como de costumbre, estaba rodeado de bandejas de comida y botellas de vino, con su enorme barriga creciendo sobre su regazo. Tenia la cara sudorosa medio cubierta por una barba pelirroja manchada con restos de comida y grasa.
Las diferencias entre los hermanos Legare eran alucinantes. Dominic era un frío y eficiente tiburón, y daba la impresión de que lo único que le gustaba en el mundo era saquear para proporcionarle a su hermano menor todo lo que se le antojase. Era un hombre curiosamente contenido al que jamás se veía en compañía de mujeres o niños, que jamás bebía, que nunca se quejaba ni pedía nada para su propia comodidad. Y era extremadamente meticuloso en su forma de vestir y su apariencia. André, por su parte, era un bufón, un hombre despreocupado con un insaciable apetito, tanto de comida como de bebida y mujeres; por ese orden, precisamente.
—Dominic le ha traído una nueva mujer a André —comentó Risk—. Menudo alboroto se organizó cuando la bajaron del Vulture. La pobrecilla lanzó un grito que perforó los tímpanos de todos los presentes. ¿Habéis oído lo que le pasó a la última mujer que su hermano le trajo? La des...
—Sí, lo he oído —lo cortó Grifo. Aquel asunto le resultaba desagradable. Por desgracia, en una ocasión había visto el cadáver de una de las víctimas de André Legare. La habían torturado y mutilado durante los pervertidos juegos sexuales de André. Todos los que conocían el modo en que André trataba a las mujeres censuraban sus maneras, pero nadie interfería. En la isla cada uno se ocupaba de sus asuntos, a menos que esos asuntos interfiriesen en los negocios de uno.
Risk le dio un leve empujón a la prostituta que tenía sobre el regazo.
—Dime una cosa, princesa, ¿por qué André Legare nunca te pone las zarpas encima, o a tus descarriadas hermanas?
—Dominic se lo tiene prohibido —replicó con una mueca picara—. Somos muy provechosas para los Legare.
Con fingida consternación, Risk dijo:
—Entonces... ¿he aportado dinero a sus arcas? Y eso que están podridos en dinero. —La levantó bruscamente de sus rodillas, casi derribándola—. Lárgate, princesa. Me he dejado llevar por el amor esta noche, pero no volverá a ocurrir. —Al ver que la prostituta fruncía el entrecejo, él sonrió y le entregó una moneda de oro—. Y háblales bien de mí a tus hermanas. Volveré.
Ella cogió la moneda y le dedicó una sonrisa antes de alejarse contoneando las caderas.
Grifo se había retirado unos pasos y ya no prestaba atención a los jugueteos de Risk. Su atención estaba centrada en Dominic Legare y su séquito, quienes acababan de entrar en la taberna y se habían sentado en el rincón opuesto del local. Corrían las botellas entre ellos, derramando coñac y ron sobre las mesas y el suelo. Cantando y vociferando ebrios, rodearon a André mientras Dominic les observaba. Iba a tener lugar la presentación. Cuando los cánticos marineros tocaron a su fin, Dominic chasqueó los dedos e hizo un gesto a alguien que permanecía a su espalda.
Un rugido de aprobación resonó en la taberna cuando apareció la mujer y la colocaron frente a André. Llevaba un vestido hecho jirones y manchado de sangre, con las pantorrillas y los pies desnudos y las manos atadas a la espalda. Debería haberse mostrado presa del pánico, pero guardaba silencio y parecía tranquila. Se dedicó a echar un vistazo al local. Grifo se percató, con un indeseado deje de admiración, de que estaba calculando las posibilidades de escape.
—Adorable —murmuró Risk—. Una elección de las buenas, ¿eh?
Grifo asintió en silencio. Obviamente se trataba de una mujer con clase, de piel inmaculada y rasgos delicados. Su enredada cabellera rubia brilló al resplandor de las antorchas, pálida y plateada. Grifo no pudo apartar la mirada de ella, al tiempo que una incongruente oleada de deseo crecía en su interior. Era demasiado delgada, daba la impresión de que fuese a romperse. A él, sin embargo, siempre le habían gustado las mujeres robustas que no se sintiesen intimidadas por la corpulencia de un hombre como él. Aun así no pudo evitar preguntarse cómo sería encajarse entre sus piernas y besar aquella dulce boca.( :¬w¬: ) El mero pensamiento le provocó un respingo en las ingles.
Grifo cruzó los brazos y se reclinó hacia atrás hasta tocar la pared, pensando que ése era el primer acto imprudente que le había visto cometer a Dominic Legare. Semejante mujer no tenía que caer en manos de André.
—¿Por qué demonios nunca encontramos mujeres como ésa en los barcos que abordamos? —rezongó Risk.
Tras soltar una aguda exclamación de júbilo y limpiarse la barba grasienta en la manga, André agarró a la mujer por su estrecho talle y la sentó bruscamente en su regazo.
—Por la Gran Pata de Palo, Dominic, ¡ésta es la mejor zorra que me has traído! —La toqueteó con sus manos gordezuelas—. Ummm, dulce, suave... ¡La haré gemir por mí esta misma noche!
—Sí, mon frére, haz con ella Lo que te venga en gana —dijo Dominic con tono seco, pero sus labios formaron una sonrisa benevolente.
André acarició torpemente el pelo y el terso rostro de la desdichada.
—Nunca he tenido una mujer con este color de pelo. Tendré que hacerla durar.
_______ cerró los ojos. El aliento de André era tan pestilente que le daba náuseas. Notar su asquerosa boca en la piel iba a ser más de lo que podría soportar. Cuando él intentó besarla, ______ ladeó la cabeza y le mordió la oreja con fuerza suficiente para hacerle sangre. Con un grito de sorpresa y rabia, André la soltó. Entonces ella echó a correr como una posesa.
No le importaron los pinchazos que notó en los pies descalzos, se encaminó hacia la puerta abierta con el corazón desbocado. Los hombres gritaron y rieron a su espalda. Se golpeó dolorosamente la cadera contra una silla. Era ridículo intentar escapar, pero ella no tenía nada que perder. El deseo de vivir restallaba en sus venas y cada nervio de su cuerpo anhelaba escapar de allí.
Justo antes de alcanzar la puerta, un pie enfundado en una bota le impidió el paso, y su huida finalizó de golpe. Tropezó y se precipitó al duro suelo. No tenía modo de protegerse pues llevaba las manos atadas a la espalda, pero de repente un poderoso brazo detuvo su caída y la incorporó tirando de ella. No comprendió cómo era posible que alguien se hubiese movido con tanta rapidez. Su invisible rescatador la puso en pie de espaldas a él y agarrándola por los hombros, evitando que le viese la cara.
El dueño de la bota que la había hecho tropezar se puso en pie.
—John Risk. —Un pirata tuerto se presentó a sí mismo esbozando una diabólica sonrisa—. ¿Dónde ibas tan deprisa, princesa? Ahí fuera no es lugar adecuado para una dama. Los vagabundos de la playa no hubiesen tardado en darte alcance y violarte.
—Ayudadme —dijo con nerviosismo mientras los hombres de Legare los rodeaban. Por una vez, su inglés fue perfecto—. Soy una Jonas. Llevadme a Nueva Orleans. Paul Jonas os recompensará si me devolvéis sana y salva.
La expresión de insolente sorpresa típica de Risk se esfumó de su rostro, alzó la vista y echó un vistazo a los hombres que había tras ______ con gesto expectante.
________ tembló cuando su rescatador, que seguía a su espalda, se inclinó y le susurró al oído:
—¿Podéis demostrar que sois una Jonas? —Su voz era profunda y grave, y le provocó un escalofrío en la espalda. _______ intentó darse la vuelta para verle la cara, pero él no se lo permitió.
—Soy la es... esposa del doctor Kevin Jonas —espetó—. Nuestro barco, el Golden Star... Mataron a mi marido. Fue ayer, creo... Tal vez anteayer.
Los dedos que le aferraban por los hombros se apretaron más y más, hasta que _____ dejó escapar un grito de dolor. Aquellas manos abandonaron finalmente su cruel presa.
—Dios mío —le oyó decir ______ débilmente.
—¿Habéis... habéis oído hablar de los Jonas?—preguntó.
Dominic Legare se plantó delante de ella abruptamente, haciendo a un lado a Risk. Miró por encima de la cabeza de la mujer al hombre que estaba a su espalda, al parecer un hombre muy alto.
—Se lo agradezco, capitán Grifo —dijo Legare—. Ahora permitidme que le devuelva a André su regalo.
_______ se sobresaltó cuando el desconocido la rodeó con el brazo, apretando su cuerpo justo por debajo de los pechos. Era un gesto de posesión. El calor de sus manos traspasó el vestido y le quemó la piel. Bajó la vista y vio un antebrazo musculoso cubierto de vello negro, con la camisa arremangada. La suave voz volvió a hablar:
—Capitán Legare, primero tenemos que hablar.
Dominic alzó sus finas cejas.
La taberna quedó en silencio, todos los ojos vueltos hacia ellos. Todos sabían que Grifo era el único hombre en la isla que no temía a Legare. Hasta ese momento, los dos hombres habían evitado cualquier tipo de altercado o confrontación. Sólo habían hablado en una ocasión por una cuestión relativa a una disputa entre dos hombres de sus respectivas tripulaciones. A pesar de que la organización de Legare era más grande y más poderosa, había que pensarse dos veces la posibilidad de enemistarse con Grifo.
—Estoy interesado en la joven —dijo Grifo con aparente indiferencia—. ¿Estaríais dispuesto a escuchar una oferta?
Legare negó con la cabeza.
—Ahora que André la ha visto, me temo que ya no será posible. Nunca he defraudado a mi hermano.
—Cincuenta mil... en plata.
Risk se quedó boquiabierto. Se sentó muy despacio, como si las piernas no pudiesen sostenerlo.
—Una suma irrisoria —contestó Legare con despecho—. Supongo que habéis oído hablar del éxito que ha tenido el Vulture en su incursión.
—Cien mil —repuso Grifo con calma.
Un murmullo de perplejidad se extendió por el local, puntuado por silbidos y exclamaciones.
_______ temblaba de miedo. ¿Por qué el tal capitán Grifo estaría tan interesado en ella? Aquella suma era una fortuna. Y si Legare aceptaba, ¿qué haría Grifo con ella? Tal vez fuese peor estar en manos de aquel hombre que del bruto André...
Legare, sorprendido, guardó silencio unos segundos. Arrugó la frente.
—¿Qué tiene la chica que tanto os interesa? —preguntó receloso.
—Ciento cincuenta mil.
Legare respiró hondo y exhaló muy despacio. Sus ojos centellaron ante la perspectiva de negarle a Grifo algo que deseaba con tanto ahínco.Le dedicó una sonrisa burlona.
—El dinero no me interesa.
André se abrió paso entre la multitud, con el vientre brincándole. Tenía la cara enrojecida de emoción.
—¡Bien dicho! —exclamó muy orondo—. ¡Que luche por ella, Dominic! He estado oyendo durante años las fanfarronerías de sus hombres sobre su invencible capitán... Pues bien, ¡veámosle luchar ahora! Que se enfrente a nuestro mejor hombre.
Risk alargó el brazo para hacerse con la botella de ron y bebió un buen trago.
—Maldita sea —masculló.
Dominic miró a Grifo, barajando la posibilidad. Se dirigió a André sin apartar la vista del impertérrito Grifo.
—¿Eso te complacería, mon frére? ¿Lo bastante para arriesgarte a perder esta mujer?
—Claro que sí—respondió el otro sin vacilar—. ¡Dejemos que nos muestre de qué madera está hecho, Dom!
—Muy bien. Ésta es mi propuesta, Grifo: lucharás contra el hombre que yo elija. A muerte, naturellement. Si ganas, te quedas la chica por ciento cincuenta mil, en dinero constante y sonante. Si pierdes, tu barco y todo el botín que tienes almacenado en tierra pasarán a mis manos.
Risk lanzó un grito:
—¡Qué demonios...!
—De acuerdo —respondió Grifo con maneras de comerciante.
La taberna al completo soltó una exclamación de asombro. El dinero empezó a pasar de unas manos a otras a medida que se establecían las apuestas. Cuando la noticia corrió, más y más hombres entraron en la taberna a toda prisa. Grifo arrugó el entrecejo al ver que algunos de sus hombres discutían con los miembros de la tripulación de Legare.
—Jack —le dijo a Risk—, diles a los nuestros que mantengan la calma. Lo último que necesitamos...
—Por los fuegos del infierno, ¿creéis que van a hacerme caso? —repuso Risk con incredulidad—. Capitán, ¿tenéis idea de en qué os habéis metido? Las cosas nunca volverán a ser igual en la isla. Siempre habéis dicho que evitásemos cualquier disputa con los hombres de Legare...
—Sí, lo sé —lo interrumpió Grifo con expresión adusta.
—¡No es más que una mujer! Además, el botín que tenemos almacenado... ¡Parte de todo eso es mío!
—Por desgracia —dijo Grifo—, no tengo más remedio que hacerlo.
—Entonces será mejor que ganéis —masculló Risk.
_______ mantenía la cabeza inclinada, aturdida e indefensa. Una parte de su cerebro entendía lo que estaba ocurriendo, pero sus pensamientos eran caóticos.

De repente, André Legare se le acercó y enredó los dedos en su cabello. Ella observó sus oscuros ojos, casi dos líneas debido a sus pesados párpados y sus hinchadas mejillas. Tenía manchada la comisura de los labios.
—Me la quedaré hasta que acabe la lucha —le dijo a Grifo tirando con impaciencia de los dorados mechones de cabello.
_______ retrocedió instintivamente y se encontró apretada contra el firme pecho de Grifo. Notó una sensación familiar en el modo en que sus brazos la rodearon, en el calor de su piel. A pesar de que ella era más alta de lo habitual para una mujer, su cabeza sólo llegaba al hombro de él.
—Nada de eso —oyó decir a Grifo por encima de su cabeza—. No quiero que me entreguéis material en mal estado después de tener que luchar por ella.
André miró a su hermano mayor con un deje de petulancia, pero Dominic estaba ocupado escogiendo al hombre que tendría que enfrentarse a Grifo.
—No voy a hacerle daño —refunfuñó soltando la cabellera de _______—. ¿Cómo sé que vos tampoco se lo haréis?
John Risk dio un paso al frente.
—Supongo que las ideas del capitán Grifo respecto a cómo entretener a una mujer son ligeramente diferentes de las vuestras, Legare. Pero si eso os satisface, yo cuidaré de esta princesa. Bien sabe Dios que no soy lo bastante tonto para intentar propasarme.
André se alejó despotricando.

Grifo apoyó el pie en una silla y sacó un cuchillo de la bota para cortar la cuerda que maniataba a ______. Entonces ella pudo verle por fin el rostro, y un súbito escalofrío la recorrió.

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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 1:53 am

Listop! ya esta y sorry de nuevo


Aclaro...se estaran preguntando qien rallos es ''Grifo''?

jeje es el Nicho!!! Asi es El capitan Grifo es Nick... ya iran entendiendo mas adelante todo :D


Grax x leerla las qiero♥️
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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 2:23 am

OMJ!!! :affraid:

COMO QE KEVIN ESTA MUERTO!????????!

NO NO NO NO ME NIEGOOOO!!

Y Cmo qe estoy cn PIRATAS!!(?

sigueeee!
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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 2:26 am

YourBiggestFan escribió:Listop! ya esta y sorry de nuevo


Aclaro...se estaran preguntando qien rallos es ''Grifo''?

jeje es el Nicho!!! Asi es El capitan Grifo es Nick... ya iran entendiendo mas adelante todo :D


Grax x leerla las qiero♥️

ANDALE!!! CMO QE NICK ES UN PIRATA!!?? XD
y no es qualqier pirata es un capitan!! :P
qe bno qe lo aclaras ya me estaba confundiendo xD

y va a peliar xD xmi!!!! :arre:


ahh siguela me doy un tiro! xD
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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 2:28 am

Siguela!
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Mensaje por Invitado Miér 12 Ene 2011, 2:28 am

Speak•Now escribió:Siguela!
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Mensaje por Invitado Jue 13 Ene 2011, 6:53 pm

Nuevaaa lectora Juju :B

Seguilaaaaaaaaaaaaaaaaa (;
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