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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por hange. Mar 22 Oct 2019, 9:07 pm

Capítulo 44
extra



Como Charlie nos ha dado el día de mañana libre, decido que es hora de dormir en mi antigua casa y tener un poco de paz mental por una noche. Todavía tengo problemas para dormir, pero está mucho mejor, con la meditación y el hecho de que Jonathan me sacó esa cosa de adentro. Así que después de la cena, me largo de la cabaña a mi humilde casa.

Zayn intenta seguirme, pero le dejo bien claro que no quiero la compañía de nadie. Alexa me amenaza que si me vuelvo a alejar va a encerrarme en un campo de fuerza, pero le digo que no es nada de eso.

Me dedico a recoger mis pertenencias y guardar todo en el bulto de camuflaje que llevo conmigo siempre. No es como si tuviera tantas cosas, pero a medida que hemos cambiado de locación, una mochila parece ser suficiente para meter todo lo que necesito en realidad.

Voy sola por el sendero del bosque tropical. Sola no, porque escucho los cientos de insectos y animales nocturnos a mi alrededor. Siento la presencia de unos cuantos. Suspiro, saboreando el aroma de las plantas mojadas.

Por primera vez en estos meses desde que mi vida regresó a ser un caos a otro nivel, no hemos tenido oportunidad de tener nuestro propio espacio. Y ahora que estoy devuelta en la isla y que tengo mi casa al lado, no voy a dejar la oportunidad pasar.

Mi habitación es la única en el primer piso. La puerta está al fondo a la izquierda. Jonathan me dio sábanas nuevas para la cama, y ocupo mi tiempo en eso. Las paredes son de madera procesada, y una alfombra enorme de tonos violetas cubre la mitad del suelo. Solo está la cama y una mesa pequeña para dos, donde mi madre y yo nos sentábamos a leer.

Cuando entro, el baño está a la derecha y el closet a la izquierda. Mi cama está contra la pared del fondo, que tiene una ventana rectangular y una cortina color lila. En la esquina contraria hay una puerta que lleva a un balcón integrado, el cual sale al patio trasero. Es como meterme en una cápsula de tiempo y seguridad.

Tras arreglar la cama y mis pertenencias, me meto a la tina. Salgo del baño y me coloco una blusa gris oscuro con mangas hasta los codos, con unos leggins azul grisáceo. Estoy contemplando ir a sentarme en el balcón cuando alguien toca la puerta.

Mi reacción es tan boba que quiero golpearme a mi misma. Jonathan está del otro lado de la entrada, con pantalones deportivos y una camiseta verde pálido que hace juego con sus ojos. Me sonríe con la misma paciencia de siempre, y aprieto el borde de la puerta cuando mi corazón se acelera.

—¿Qué haces aquí?
—Visitando a una vieja amiga.
—Ajá —alzo una ceja, y apoyo la cadera contra la puerta—. Nos vimos hace unas horas.

Me hago a un lado para dejarlo pasar. No es como si me molestara que estuviera aquí. La verdad es que estaba buscando la forma de ir a su habitación también. Entrando, gira la cabeza y me sonríe con algo parecido a picardía. De inmediato entiendo que me ha leído el pensamiento.

—No te metas en mi cabeza —arrugo la nariz y volteo la mirada.
—Lo siento, en la noche a veces no mantengo bien los límites —dice, aunque no parece sentir nada.
—Sí, lo sé — suspiro—. Muy bien, ¿para qué has venido a ver a esta reina?

Suelta una risita, y caminamos por la casa hasta la puerta trasera. Nos sentamos en los escalones de la puerta, teniendo al bosque húmedo de frente, bañado en los colores de la noche. Me quedo callada, contemplando su perfil. Deja caer los hombros, encorvado y aprieta el tabique de su nariz con los dedos. Tarda unos minutos en hablar.

—Cuando quieras —mascullo, rodando los ojos.
—¿Crees que hice bien? —tiene los ojos fijos en los árboles— Sobre Joan. Contarle de esa manera y luego enviarla al juicio final.

Me quedo sin habla por unos segundos. Doblo la cabeza, tratando de entender si en serio me está preguntando eso.

—¿Desde cuándo me preguntas de moral? —estoy perpleja, moviendo la cabeza—. Soy yo la inmoral de esta relación.
—Lenn, hablo en serio —su tono de voz suena cansado—.  A veces me pongo pensar si empeoré todo contándole sin-
—No vas a venir a mi casa a tener un ataque de autocrítica y sabotaje, ¿entendido? —me inclino hacia adelante, buscando su mirada— ¿Entendido? —presiono, alzando la voz.

Jonathan me mira con una mezcla de emociones en la cara. El zumbido en mi cabeza se mezcla con mi intuición y veo con claridad la angustia en su gesto torcido. De pronto, me doy cuenta de lo cansados que se ven sus ojos y el peso que parece cargar encima de su cabeza. Aunque diga que hay que confiar en el flujo de las cosas, Jonathan no es todo luz.

—…entendido —dice, de todas formas.
—No quiero un entendido a medias —chasqueo la lengua y él suelta un resoplido suave.
—Se van a cumplir dos semanas de Joan en coma.
—No es tu culpa, Jonah —hablo con lentitud, como si quisiera grabarle las palabras—. Lo sabes, ¿verdad?

Fijo los ojos en los huecos oscuros entre los árboles y plantas inmensas, dándome cuenta de que la neblina ha empezado a aparecer en el ambiente. Escucho el suspiro largo y entrecortado de Jonah, y de reojo observo como traza círculos en el dorso de su mano. Sin evitarlo, recuerdo ese gesto de hace años, la primera vez que vine a esta isla. Sentados en el mismo lugar detrás de mi casa.

—No dejo de pensar que, si hubiera sido mas rebelde, habría podido hacer algo más por ella —masculla y sacude la cabeza—. Como prepararla adecuadamente para el encuentro final. En vez de eso, yo-

—Hiciste tu papel, de forma excelente —interrumpo y me encojo de hombros—. No seas mamón. Joan es fuerte, aunque me caiga mal, lo admito.

Jonah suelta una corta risa y gira su cabeza hasta mi. Volteo mi cuerpo hacia él, pensando por centésima vez que se ve tan igual y diferente a la vez. Tal vez porque soy totalmente diferente de la chica que vino aquí hace años.

Nos miramos a los ojos en silencio. Como si estuviéramos mirándonos por primera vez durante mucho tiempo. Al menos, así es que lo veo yo. La pequeña sonrisa de Jonah va disminuyendo hasta borrarse por completo.

—¿Sabes una cosa? —inclina la cabeza un poco hacia mí— También me siento culpable por ti. Vi todo lo que te pasó la otra madrugada y el resto cuando te saqué la deidad maligna de tu alma.

Sus ojos se cristalizan y sus cejas se juntan, arrugando su frente. Parece sentir dolor. Cuando entiendo de que habla, se me hace un nudo en la garganta, y parpadeo de forma acelerada.

—Si no las hubiera dejado ir…

—Jonah, no puedes ver el futuro ni hacer nada para cambiar el pasado —lo interrumpo, embobada con su mirada—. No te mortifiques por nada de lo que ya pasó. Además, soy fuerte.

Para demostrarlo, le sonrío y subo el brazo derecho y lo flexión, para mostrarle mis inexistentes músculos. Jonah sonríe y sacude la cabeza. Su mano rodea mi puño, y me abre la mano hasta que nuestros dedos se entrecruzan. Mi pulso se acelera en un dos por tres y siento como el cuello se me calienta.

—Lo eres, eres bien fuerte —sus ojos se quedan en nuestras manos entrelazadas—. Has pasado por tanto dolor y aun sigues de pie.

—También he causado dolor, Jonah —murmuro, bajando la mirada por un momento—. No soy tan genial…
—Lo eres para mí.
—He hecho cosas malas, horribles —arrugo la nariz y tuerzo los labios, con los ojos fijos en nuestras manos—. A veces no creo que me arrepienta de algunas… —se me corta la voz.

Creo que es la primera vez que digo esto en voz alta. Con mi mano libre, me aprieto la rodilla y no me atrevo a subir la mirada.

—Tampoco es que seas 100% malvada…
—Jonathan-
—Estás de nuestro lado, ¿cierto? —inclina la cabeza, buscándome los ojos— La isla te ha aceptado, ¿verdad? Sin importar qué clase de sentimientos yo tenga hacia ti, si tu corazón no lo mereciera…no estaríamos aquí ahora mismo.

Suspiro y me agarro el cabello con la mano libre. No quiero soltarlo, aunque haya empezado a sudarme la mano. Se siente como si encajara perfectamente ahí. Y el pensamiento me aterra tanto como me emociona. Me siento como un desastre andante.

—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Sabes que sí —escojo ese momento para volver a mirarle la cara.
—¿Por qué no intentaste venir antes? —me da un apretón en la mano— A la isla, quiero decir. Cuando pasó lo de tu mama.
—Eh…

Su pregunta me toma desprevenida. Intento alejarme, pero Jonathan me sujeta la mano con firmeza, y me acaricia el antebrazo vendado con su otra mano. Se queda en silencio, mirándome expectante. Suelto aire con la respiración entrecortada y abro la boca, porque quiero decirle, pero no me sale nada en los primeros intentos.

—Demonios, estoy harta de las putas lágrimas —gruño, con la voz llena de temblores.

Jonah no responde, y se lo agradezco. Carraspeo varias veces y subo la mirada al cielo, repleto de nubes oscuras y estrellas brillantes. Mi voz es un hilo cuando por fin puedo hablar.

—Tenía…miedo —murmuro, saltando la vista de estrella en estrella—…de que no me dejara entrar. Por lo que hice, “matar” a Cedric —me muerdo los labios con toda la fuerza que puedo, pero aun así, no puedo evitar que unas cuantas lágrimas caigan por mis mejillas—. Y…de que, si me aceptaba, no fuera lo mismo. Que no…

No puedo terminar la oración. Pero si lo pienso, decidiendo mirarlo a los ojos, dándole permiso para que se meta a mi cabeza y lo escuche. Me seco las lagrimas y me encojo de hombros, sorbiendo por la nariz.

—Helenna, todo el mundo cambia —murmura, chocando su frente con la mía—. Me atrevo a decir que tu estas cambiando para bien, aunque no se sienta así, es un proceso para todo el mundo.
—Si, tu siempre tienes algo bueno y motivador para decir —replico, sin poder dejar de mirar sus ojos.
—Es en serio. No eres una especie de ente malvado…pero no puedo hacer nada si tu misma no decides dejar de pensar así.

Cierro los ojos, saboreando su cercanía. Desde la otra madrugada, los recuerdos que compartimos y mis ganas de volver a estar sola con él aumentan cada vez mas. Mantenerme ocupada entrenando y meditando ayuda; pero en la noche, cuando estoy sola y sin distracciones, es mucho mas difícil manejar todo.

Jonah me acaricia la piel del mentón, bajando por la nuca y quedando en la base de mi cuello. Solo con la punta de sus dedos. Cada roce parece como si mi cerebro se levantara en los aires y todo el estrés y cosas malas se evaporasen de mi interior. Me está volviendo loca.

—Te extrañé tanto —susurro, sin poder suprimirlo.

Aprieto los ojos cerrados e inclino mi cabeza hacia él, hasta que parte de mi frente choca con su mejilla. Nunca me he sentido tan calmada y en paz, salvo cuando estoy con Jonah. Con el pasé de los mejores momentos de mi vida.

—Y yo a ti, Lenn —murmura. Esta tan cerca que su aliento me chocó la mejilla—. No sabes cuánto…

Puedo sentir mi corazón latir con la fuerza de una estampida. Parece como si fuera a explotar el volcán, pero de una forma totalmente diferente.

Me dejo abrazar con todas las ganas del mundo. No hay nadie, exceptuando a mi mamá, que me haga sentir tan tranquila como Jonathan. Escondo mi rostro en el hueco entre su cuello y hombro y me quedo tan floja como un fideo, mientras Jonathan empieza a acariciarme el pelo con una de sus manos. Dejo salir un suspiro largo. Lo que daría por quedarme así y no volver a joder con nada de poderes ni guerras por el resto de mi vida.

—¿Crees que puedas...dormir aquí?

Su mano se queda en mi mejilla, suave y cálida.

—No creo que a Zayn le agrade eso.

Aprieto los dientes y entrecierro los ojos. No niego que una punzada me atraviesa un lado del pecho, pero de todos modos... Desvío la mirada de los ojos brillantes de Jonathan y sacudo la cabeza.

—A Zayn no tiene que importarle nada.

—Lenna...

—¿Qué? —levanto el mentón hacia él— Es cierto.

—Pero es tu alma gemela —Jonathan arruga la frente.

Ha dejado de acariciarme el cabello. Una sensación entre dulce y amargo me invade por completo. Involuntariamente, me pongo de pie y doy dos pasos hacia atrás. Alma gemela. Maldita Jane.

—No lo es —me tiembla la voz, y aprieto los puños—. Solo fue un estúpido hechizo de lazo de sangre por la mal nacida de Jane. ¿Qué es lo que sucede con las mujeres en tu familia?

Jonathan se pone de pie con mucha más calma que yo, como siempre. Me dan ganas de tirarle algo.

—Aún si fuera por el hechizo, sabes qué-

—No, ¡no sé! No quiero saber —extiendo los brazos y subo la voz—. La mitad del tiempo solo quiero matarlo.

—Helenna, no hables así —Jonathan se cruza de brazos, con la espalda erguida.

—¡No me jodas! No se me olvida lo que hablamos antes de que me fuera.

Eso lo detiene en seco. Jonathan, que casi nunca pierde su calma y su porte. Una nube de angustia y dolor cruza por sus ojos y veo su manzana de Adán moverse, mientras se pasa una mano por el cabello. Me quedo estática, sin ningún pensamiento en concreto por la cabeza. Decido aprovechar el momento en que ha bajado la guardia.

—No sabes lo difícil que es querer estar...—trago saliva y me rasco la cabeza con fuerza—, y luego que su estúpido rostro aparezca en mi cabeza solo porque tu tía loca quería asegurarse de que no nos iban a traicionar. Y entonces-

—¿Crees que no es difícil para mi? —se inclina hacia mí, con la voz ronca— Lenna, no tienes idea...no tienes idea lo mucho que quería verte. Y cuando me enteré de lo que hizo Jane...

Me quedo hecha piedra. Esto es horrible. Que la vida me quite lo único bueno que queda solo por un estúpido deseo de torturar a nuestros enemigos. Se me flojan los brazos y mis ojos se llenan de lágrimas. Me da igual cubrirme el rostro. No he hecho más nada que llorar desde que volví a este lugar.

—No podemos hacer nada, ¿entiendes? —Jonah se acerca para secarme las lágrimas—. Así que, por favor...

Inspiro entrecortadamente y sacudo sus manos de mi rostro con fuerza. Junto las cejas y muevo la cabeza de un lado a otro. Me toma todo el esfuerzo del mundo no abrazarlo otra vez cuando veo que también esta comenzando a llorar.

—Si voy a hacer algo, aunque sea lo último que haga —mi voz suena cortada y patosa—. Puedes irte, buenas noches.

Me meto a la casa con pasos rápidos, asegurándome de cerrar con un portazo. Sin poder creer que simplemente quiera quedarse sin hacer nada. Jonathan y su estúpido “lo correcto por el bien común” se puede joder.

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Despierto con la respiración agitada, de golpe, casi cayéndome de la cama. Suelto jadeos mientras me paso las manos por el rostro y el cuello, y me doy cuenta de que estoy llena de sudor. Suspiro, dejándome caer en el colchón.

Había estado soñando con algo relacionado a mi padre y a Zayn. No puedo recordar mucho, salvo que estaba atada a cadenas y estaba a punto de ahogarme en un pozo. Zayn se encontraba a mi lado. En la salida del pozo, había dos rostros, pero no podía distinguirlos. Y la voz de mi padre retumbaba en mi cabeza.

Un escalofrío recorre toda mi espalda y decido pararme de la cama. Me doy una corta ducha y con un pijama nuevo puesto, bajo salgo a la sala descalza. La madera está fría bajo mis pies, y se escuchan el murmullo de las hojas y animales nocturnos alrededor de la cabaña. Cuando llego a la sala, reconozco su presencia en mi cabeza como si se tratara de una pequeña pieza que siempre encaja.

Me siento en el sillón, subiendo las piernas y abrazándolas. Apoyo la barbilla en mis rodillas, con la vista clavada en la chimenea apagada, envolviéndome en una manta. Los pasos de Jonathan salen por la cocina, con la paciencia de siempre. No me muevo ni hablo. La pequeña luz de la lámpara solo ilumina un lado de su cuerpo, lleva el cabello un poco más despeinado que antes y me fijo en que sus zapatos están tirados frente al sillón.

—¿Tuviste una pesadilla?

No respondo, pero si muevo la cabeza en forma de asentimiento. Se sienta a mi lado, pero no se detiene ahí: Se mete debajo de la manta conmigo, y uno de sus brazos pasa por detrás de mi cintura. El corazón se me acelera tanto que lo escucho como si estuviera sonando a través de amplificadores.

Sin decir nada, me hace recostar de su costado. Y no tengo la fuerza para apartarme. Su olor a pino con algo más se siente como un refugio. Aprieto los labios un poco y cierro los ojos, acurrucándome a su lado.

—Pensé que te habías ido... —murmuro, al final.

—Nunca podría dejarte —su tono de voz es igual de bajo—, lo sabes.

Tengo que tomar mucho impulso para no arrojarme encima suyo en ese instante. Inspiro profundo y me abrazo más, tratando de calmar todas las sensaciones en mi interior. Subo la cabeza, sin aguantarme, y le planto un corto beso en el mentón. Es lo único que soy capaz de hacer antes de lograr detenerme, recordando sus palabras.

—Helenna... —veo la quijada de Jonathan tensarse. Voltea la cabeza, sin mirarme.

Vuelvo a bajar la cabeza, recostándome de su hombro. Tratando de calmar mi pecho y cruzando los brazos, convocando todos los miligramos de autocontrol que puedo. Hasta que Jonathan mete los dedos debajo de mi blusa y comienza a acariciarme la piel de la espalda. Su respiración choca con mi cabello, y no pierdo tiempo en levantar la cabeza. Nuestras narices chocan y siento como si todo se moviera lentísimo, mientras mis interiores van súper rápido.

Lo último que siento antes de dormirme son los labios de Jonathan besarme la frente, mientras atiendo a los latidos de su corazón.


el comienzo del final ??:
hange.
hange.


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Mensaje por indigo. Miér 23 Oct 2019, 3:32 pm

Yisus craist, Emilia entrando al mundo capítulos kilométricos es bidah El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 77880782 Ya sabes lo que dicen, todo se pega menos la hermosura.
Espero estar comentando pronto El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114 imagina el gif de feels que ando desde el móvil
indigo.
indigo.


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Mensaje por Jaeger. Vie 08 Nov 2019, 1:14 am

AY AY AYYYYYY

voy a editar este comentario pronto <3
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por indigo. Dom 10 Nov 2019, 12:46 pm

Cómo no sobrevivir a un capítulo de Emilia, por Kate No Boi a Iorar:
indigo.
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Mensaje por hange. Dom 10 Nov 2019, 3:45 pm

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Mensaje por peralta. Sáb 30 Nov 2019, 9:25 pm

PERDONENME LA VIDAAAAAAAAAAA APENAS VOY VIENDO EL CAPÍTULO :crying:
peralta.
peralta.


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Mensaje por Jaeger. Vie 08 Mayo 2020, 2:47 am

ME VUELVO LOCA DE AMORRR:

Jaeger.
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Mensaje por indigo. Miér 19 Ago 2020, 4:33 pm

Capítulo 45
Elise Mitchell & Niall Horan.

El impacto del metal lanza una vibración a todo mi cuerpo que amenaza con desestabilizarme. Noto dolor en mis músculos, pero lo combato apretando los dientes. Clavo los pies con fuerza en la arena al tiempo que impulso el cuerpo hacia delante. Tras dos horas de entrenamiento estoy agotada, pero la rabia me da la fuerza que necesito para no desistir. Casi más fuerte que las ganas de borrar de un guantazo la sonrisa presuntuosa de Niall.

Invertir la mayor parte del día en entrenar está dando sus frutos al fin. El hacha ha dejado de pesarme en la mano y se me han endurecido los músculos. Empiezo a actuar por inercia, sin tener que meditar mis movimientos antes de ejecutarlos. Se lo pongo difícil a mi entrenador. Quien, ahora mismo, suda la gota gorda tanto como yo.  Que crea asegurada la victoria me incentiva. Finjo que voy a rendirme aflojando la resistencia de mis brazos, incluso emulo un puchero con los labios. A lo que Niall responde disminuyendo fuerza. Por unos segundos, permito que piense que hemos empatado. Dejo caer el hacha al costado al tiempo que creo un trozo de hielo afilado y se lo coloco bajo la garganta. Niall solo tiene tiempo de parpadear.

—Ups —murmuro con un aleteo inocente de pestañas.

Traga saliva y noto la presión de su nuez de Adán contra el filo cuando traga saliva. Mantiene la expresión inmutable y sus ojos me taladran con intensidad. Tan claros como espejos en los que me veo reflejada.

—Has ganado.

Se muestra demasiado calmado. Incluso expectante, como si estuviera esperando algo. Pierdo la sonrisa orgullosa al comprender que ha sido una batalla regalada. Niall conoce mi forma de combatir. No es la primera vez que finjo darme por vencida y recurro a mi apariencia frágil e inocente para ganar una pelea.

La rabia que he usado para mantenerme en pie se agita en mi interior, tan brava como el mar que queda a mi izquierda. Me sacude de arriba abajo. Me encuentro queriendo hacerle daño. Para demostrarle que no necesito su gentiliza, ni que me proteja, ni me siga a todas partes cual perro guardián. Ni, mucho menos, que me permita ganar en un entrenamiento.

Su mano rodea la mía para apartarla de su cuello. Me resisto un poco, dominada aún por el deseo de herirlo. Parpadeo y esta comienza a diluirse. Un punto de sangre allí donde estaba apuntándolo se transforma en un fino reguero rojo que desciende hasta mancharle el cuello de la camiseta.

Me libro de su mano de un tirón.

—¿Contento?

—Exultante. —Responde con una cara que denota todo lo contrario—. ¿No se me nota?

—Bien.

Tiro el trozo de hielo a la arena, coloco el hacha en mi hombro y me interno entre los árboles en dirección a la cabaña principal. Por supuesto, Niall no tarda más de unos segundos en situarse a mi lado. Percibo la fuerza de su mirada repiqueteando en mi piel como gotas de lluvia en una ventana.

—Deberías alegrarte —mascullo, aún a sabiendas de estar dándole lo que buscaba—. Ya no tienes que preocuparte más porque mi dependencia emocional nos meta en problemas.

—No te haces una idea de lo mucho que me alegra tu falta de control. He organizado una fiesta en su honor y todo.

Lo que Niall achaca al descontrol, es simple hastío. Que nace, en parte, de su manera de tratarme, como si yo no fuera más que una impostara y la verdadera Elise yaciera dormida en mi interior. A la que trata de sacar a flote con mañas como la de hace un momento. Pero, al contrario de su creencia, a mí no se me ha alojado ningún bicho en la cabeza ni veo demonios que me increpen maldades. La Elise de las últimas semanas no es un efecto pasajero del Juicio Final, es el resultado de una muerte, la mía. La chica a la que tanto busca ya no existe, tenía que desaparecer para librarme al fin de la dependencia emocional que permitía a los demás moldearme e influenciaba mis decisiones. La que soy ahora es mucho más fuerte y ve las cosas por lo que son, sin perderse en optimismos vacuos ni sentimentalismos.  Y solo detona cuando Niall utiliza sus artimañas para intentar demostrarme que lleva razón.

—Tranquilo, después del solsticio de verano ya no tendrás que preocuparte porque congele a alguien por accidente. —Paso por alto la acusación, como ya es costumbre. Niall hace crujir los nudillos.

Todavía no sé cómo me siento ante las implicaciones del solsticio. Prefiero no perderme en mis sentimientos más de lo necesario, no es momento. Aun así, resulta complicado no meditarlo de cuando en cuando. Todo lo acontecido en mi vida es consecuencia directa de mis poderes. Y, a pesar de la locura ininterrumpida a la que hemos sido sometidas desde que Philip nos reunió en aquel callejón, nunca me había planteado un escenario en el que no los tuviera. Mortimer tenía razón, son parte de mí, no un elemento forastero que habita en mi cuerpo. Son tan propios como pueden serlo mis ojos y mis manos. No sé si quiero averiguar quién sería si faltaran. Porque, si al final desaparecen: ¿Qué sentido hay en todo esto?

—No es eso lo que me preocupa. —Una mirada de reojo, incitante. Que también ignoro.

Han ocurrido muchas cosas últimamente; el descubrimiento de Jonathan y la isla, el coma de Joan, la aparición estelar de Jane… y a mí lo que más me descoloca son las recién descubiertas emociones de Niall. Porque, desde luego que este, preocupado, nervioso y afectado; que me defiende, acompaña y vigila no se parece en nada al soldado impertérrito que yo conozco. Aquel que castigaba mi vulnerabilidad y se burlaba de ella. Cada día veo más al niño pequeño que atisbé en sus recuerdos, ese que ardía por combustión instantánea cada vez que una emoción lo desbordaba, y menos al soldado. Quizás se debe a que está relativamente cerca del objetivo al que ha consagrado su vida; que El Círculo absorba todos los poderes y por fin pueda librarse de su carga. Sin embargo, no explica por qué, de pronto, muestra tanto interés en mí. No es consecuencia del vínculo de sangre, yo también noto los síntomas de este y nada tienen que ver con las emociones, es solo una fuerza que me empuja a estar con él; nada más. Entonces, ¿por qué?

—Imagino que es un alivio para ti —indago para eludir el tercio que está tomando mi cabeza.

—Supongo, siempre fue mi objetivo.

En esta ocasión, no lo paso por alto, me quedo en el tiempo verbal; pasado. ¿Insinúa que ha cambiado? ¿Qué puede querer más que eso? Niall se percata de mi mirada y me dedica la suya. Nos detenemos en la linde del claro, en la oscuridad. Mi subconsciente se transporta a un claro anterior. A aquella noche en que secó mis lágrimas mientras yo estaba sentada en su regazo. Se traslada en busca de esa tranquilidad cómplice que tanto necesitaba entonces. Rememoro el tacto de sus yemas ásperas, cálidas, contrastadas en mi piel fría y suave.

Siento el tirón de nuestras almas buscando tocarse, enredarse, aferrarse. Como una fuerza ajena que va más allá de mi voluntad. Pues esta me abandona y me deja sin capacidad de decisión. A momentos se me desconecta el cerebro y, al igual que mi alma; cuanto quiero es tocarlo, enredarme y aferrarme a él.

«A ti». La repentina voz de Niall en mi cabeza me sobresalta, pero también me rescata del trance inoportuno. Parpadeo y vuelvo a estar en posesión de mi voluntad. Experimento una sensación helada, vacía, que relego de inmediato. Me convenzo de que me lo he imaginado. Porque Niall no quiere a nadie que no sea él mismo y sus intereses.

—Elise.

—Te veo en la cena.

Salgo corriendo en dirección a la cabaña, huyendo de su intento por acercarse a mí. Percibo su desilusión en mi cuerpo y trato de erradicarla de mi piel.


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Me recluyo con Joan en la habitación tras darme una ducha. La observo desde la silla; la melena pelirroja extendida como un río de lava y las facciones relajadas. Emana paz allá por donde la mires. Como si estuviera recuperando las horas de sueño de una década. Me gustaría alegrarme por ella. Pero lo cierto es que estoy un poco molesta, hasta el punto de querer zarandearla para que regrese de una vez y tome el mando de nuevo. Agradecí que confiara en mí para sustituirla, pero solo acepté porque esperaba que despertase un par de días más tarde. Ya ha pasado más de diez y comienzo a impacientarme.

La tarde en que desperté del Juicio, no lo hice sola, junto conmigo abrió los ojos un profético deseo de venganza en el que me recreo desde entonces; en el momento exacto en el que mire a Thalia Fairchild a los ojos, justo antes de arrebatarle la vida. No he estado más segura de querer algo en toda mi vida, ni he experimentado tal determinación. Pero este deseo se ha traído consigo una rabia gélida y pesada que aumenta por minutos. En los primeros días, podía aliviarla imaginando los posibles escenarios en los que acabaría con mi madre. Con eso, las meditaciones y los entrenamientos, bastaba para mantenerla a raya. Hasta que, días atrás, aparecieron los sueños.
En ellos veo a Edward, sometido a toda clase de torturas; magullado, sucio y cadavérico. Otras veces, solo es la consonancia de sus alaridos desgarrados la que me despiertan a mitad de la noche.
La influencia que Thalia tenía sobre mí murió junto con mi miedo. Sin embargo, el vínculo mental continúa vigente. A veces la siento reptando en mi cabeza, tratando de colarse dentro. Los sueños son una invitación a meterme en los suyos. Es la nueva manera que ha encontrado de manipularme. Me muestra a mi padre torturado, cada vez más cerca de la muerte, para conseguir que vaya hacia ella. «Está en tu mano salvarlo, Rosebud. Dime dónde os escondéis y lo dejaré libre», casi puedo escucharla susurrarme.

No cederé ante chantaje de Thalia. Todos los que estamos en esta isla hemos perdido a seres queridos a causa de la guerra. Sin embargo, no puedo ignorar el hecho de que, mientras yo estoy jugando a la familia feliz, meditando y vertiendo mis energías porque mis compañeras colaboren y esto deje de ser un parvulario, mi padre está sufriendo atrocidades impronunciables. No ha sido ni de lejos el mejor, pero todo lo que ha hecho ha sido para que yo sobreviviera. ¿Qué hago, darle la espalda sin más? ¿Vale menos su vida porque no juega un papel importante en esta guerra?

Llevo días convenciéndome de que es lo correcto. Entrenar, prepararme para los acontecimientos que se avecinan y asegurarme que las demás también lo hagan. Estoy tan implicada que nadie sospecha lo que pasa por mi cabeza. Sin embargo, no son argumentos contundentes, no sirven para convencerme. Podría intentar salvar a mi padre, sin que ello implicara rendirme ante Thalia. Podría ir, sacarlo de allí y regresar. Sé que sería capaz, ya no soy una niña pusilánime doblegada ante el miedo. Ahora cuento con el poder, los recursos y cantidades industriales de motivación.
Vuelvo a mirar a Joan. Buscando la respuesta. Sabiendo que mi lealtad hacia ella es lo que me mantiene aquí. Pero hay lealtades que pesan más. Y no sé cuánto tiempo aguantaré…

—¡Aquí estás!

Helena entra como un torbellino en la habitación, cesando mis pensamientos de golpe. Suspiro y me enderezo en la silla a la que Helenna se posiciona a mi lado.

—Qué se cuenta la Zorra Durmiente —comenta con alegría. Le lanzo una mirada cáustica. Ya va siendo hora que supere lo del Juicio Final. Pero Helena se compone de un ochenta por ciento de rencor y un veinte de malas pulgas—. Vale, parece que no estamos de humor…—claudica al ver mi expresión.

—¿Necesitas algo? —pregunto tras levantarme.

—La cena está lista. Por cierto, esto de ser la líder en funciones que no se te suba a la cabeza. Tienes que apechugar como todos.

No se me ha subido nada a la cabeza. Pero no me sentía con ánimo de encerrarme en un espacio reducido con Niall después de lo sucedido en el claro. Necesitaba que la influencia del lazo de sangre se eliminara antes de enfrentarlo de nuevo.

—Ayer ni cocinaste ni lavaste los platos. —Le recuerdo.

—Pero yo no soy la líder.

—Ni yo. Tan solo me ocupo de que os comportéis como adultas.

—Y quién se ocupa de que lo hagas tú.

Sonríe con malicia. Ella parece de muy buen humor desde que llegamos, pero el mío ha desaparecido por completo. Estoy irritada, voluble y a la que salto por cualquier nimiedad. Es por la rabia que se me revuelve en el estómago y que no tiene un punto sobre el que liberarse. Ignoro a Helenna para que no se convierta en el objetivo. Niall se equivoca, no estoy descontrolada, me paso el día procurando no congelar a nadie en uno de mis arrebatos.

Camino hacia la puerta, pero Helenna se me pone delante. Me cruje la mandíbula de lo que la aprieto.

—¿Has hablado con Niall sobre lo que te dije?

—No. —Arruga el entrecejo, fuera el buen humor, ya vuelve a ser la Helenna que siempre parece dispuesta a soltarte un tortazo.

He estado demasiado ocupada escapándome de Niall. Una parte de mí se ha negado a pedírselo porque le dará la oportunidad de pedirme algo a cambio. Como están las cosas entre nosotros, no quiero ponerme en esa situación. Pero tampoco puedo ignorar el hecho de que Helenna necesita controlar su elemento: si lo usa sin control, es posible que haga arder toda la isla. Siento la presencia dormida de Joan a mi espalda. «Ella no dejaría que sus inclinaciones personales interfiriesen».

—Se lo diré —aseguro.

—Pero hazlo. Lo tienes comiendo de tu mano, se tiraría por un acantilado si se lo pidieras.

El comentario me incomoda. Eso no es cierto y Helenna lo sabe.

—¿Os falta mucho? Estamos esperando a que vengáis. —La cabeza rubia de Jonathan asoma por la puerta.
—Enseguida —dice Helena dulcificando el tono de voz. Jonathan le guiña un ojo antes de desaparecer.

Cuando se gira hacia mí de nuevo, le brillan los ojos y tiene esa aura bobalicona de las personas enamoradas. Queda latente, cada vez que se cruzan; que comparten más que un pasado en común. Reprimo una carcajada. Jamás pensé ver a una Helenna de esta clase. Eleva la ceja antes mi reacción.

—¿Hacéis manitas por las noches? —Señalo con la barbilla hacia la puerta. No me importa lo que tengan, pero quiero devolverle su comentario.

Helenna se pone roja de ira o, vergüenza.

—¡No digas gilipolleces! —Me pega un puñetazo en el hombro, que le devuelvo de inmediato. Muy maduras—. Jonathan y yo solo somos amigos—replica con la boca pequeña.

—Amigos dispuestos a tirarse por el acantilado por el otro.

—Voy a matarte.

—¿De amor?

Yergue la espalda y se pone digna.

—Guárdate las espaldas esta noche.

Tras la amenaza, abandona la habitación, quitándome la oportunidad de réplica. La sigo de inmediato, pensando que; así como Joan es la persona por la que más lealtad siento aquí, Helenna es con la que más congenio—en el sentido más retorcido de la palabra—, discutiendo, peleando y sacándonos de quicio.
En la cocina, nos esperan Stella, Harry, Zayn, Jonathan y Niall. A él lo percibo incluso antes de entrar. Es un cosquilleo en la columna vertebral que susurra su nombre, similar a la sensación del agua salada deslizándose por mi piel. Lucho por que se diluya, de la misma manera que peleo por ignorar el peso de su mirada persiguiéndome hasta que me desplomo junto a Stella al otro lado de la mesa.

Solemos hacer las comidas en la cabaña principal, con el resto. Pero algunas noches, esta es una de ellas, nos recluimos a cenar en la de Jonathan solo nosotros; El Círculo —sin contar a Joan— Niall, Liam, Harry y Zayn. La verdad, dudo mucho que consigamos aprender a ser un círculo, alcanzar la armonía y unión necesarias. Aquí hay demasiado egoísmo e individualismo mezclado. Pero estar juntos, solo nosotros, es lo más parecido que tenemos a una rutina. Y con todos los cambios que se avecinan, parece que necesitamos aferrarnos a ella de cuando en cuando.

—¿Alexa y Liam? —inquiero sirviéndome unas verduras asadas.

—Estarán dándose el lote en la selva. —Le propino una colleja—. Qué madura, líder.

—¿Celosa, Stella? Pareces un tanto herida porque Joan no te escogiera.

Aunque no me ha pasado desapercibido el retintín en el apelativo de Stella, esas palabras no han salido de mi boca. Sino de la de Niall. Me olvido de mi intención de no mirarlo y me choco con su expresión afilada y el ardor de sus ojos azules.

—Dios, no tienes que saltar a defenderla cada vez hago una broma —rebate Stella rodando los ojos.

No tendría que saltar a defenderme, punto. Eso puedo hacerlo yo sola. Además, no tengo que demostrarle a Stella ni a nadie mis dotes de mando. Me da igual lo que piensen de mí. Ya ha pasado la época en la que buscaba la aceptación de mis compañeras.
—Sí, tranquilízate —interviene Harry compitiendo con la hostilidad de Niall. A continuación, la dirige hacia mí, como si me hiciera responsable de sus acciones.

—¿Intentas defender su honor fulminándome con la mirada?

—Sabes, Elise, no te pega lo de ir de tipa dura. —Me guiña un ojo sarcástico y estira la mano para empezar a servirse comida.

El comentario de Harry cae justo en el centro de mi rabia. Esa que siempre está alerta, preparada para desatarse, porque se está haciendo demasiado pesada en mi interior. No lo aguanto, que todos aquí piensen que estoy fingiendo y que aún soy la que se echaba a temblar cada vez que le alzaban la voz.

—A ti tampoco la de redimido. ¿Te recuerdo que hasta hace nada estabas dispuesto a clavarnos un puñal por la espalda en cuanto nos despistáramos? Ah, espera, si lo hiciste. —Y no a cualquiera, a Stella, con la que ahora se muestra tan devoto.  

—Elise. —Stella me agarra por la muñeca. De su mano sale hielo, que se pega a mi piel. Al tiempo, impide que Harry se me eche encima como un perro rabioso posándole una mano en el pecho.

Revierto el hielo hacia su mano con un solo pensamiento. Me mira sorprendida, moviendo los dedos con un gesto de dolor.

—Puede que tú seas capaz de usarlo —digo—. Pero es mi elemento, Stella.

—Adoro estas cenas —comenta Helenna sirviéndose un vaso de agua.

—Muy edificantes —concuerda Zayn, que hasta el momento ha estado comiendo sin prestarnos atención. A Helenna no parece hacerle especial ilusión que cambie de tercio, porque gruñe algo ininteligible.

—Lenna.

—Jonathan, no soy yo quien se ha enzarzado en una pelea por defender a mi amada. —Continúa pinchando.

—Tú solo tocas las narices —De nuevo, Niall. Tiene para todos esta noche. Puedo sentir su mal humor en mis costillas.

Niall se libra de que le tire el cuchillo a la frente porque Alexa y Liam aparecen por fin, terminando con el lanzamiento de puñales metafórico. La primera llega con su inamovible energía alegre y el segundo como el alma en pena en que se ha convertido desde que Joan entró en coma.

—Lo siento, hemos tenido unos problemillas con Kira —explica Alexa tomando asiento a mi lado—. Está un tanto rebelde estos días.

—¿Algo de lo que preocuparse?

—Echa de menos a Joan —responde Liam al hermano de la chica.

—Es la única.

—Lenna. —En esta ocasión soy yo quien la regaña, adelantándome a Jonathan.

—Me limito a exponer la verdad.

—¡Vamos a cenar! —exclama Alexa, zanjando la posibilidad de una segunda discusión.
Durante el transcurso de la cena, me digo que, si soy capaz de manejar a este grupo de desequilibrados, colarme en la guarida del Anti-Círculo y sacar a mi padre debería ser pan comido.


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La cabaña de mi familia bien podría ser de cualquiera. Impersonal, carente de información, en consonancia con el agujero negro que siempre ha sido mi ascendencia. ¿Quiénes eran? ¿Adónde emigraron tras salir de la isla? ¿Qué fue de ellos? La tía Verónica jamás me habló de sus padres, mis abuelos, sin importar cuánto insistiera yo. Ni siquiera tengo mucha información acerca de la propia Verónica. Desconozco si pertenece a la organización o tan solo es la pianista que disfrutaba de paseos por el campo, de un té antes de dormir y de las películas de miedo; si nuestra vida corriente fue real o una ilusión que creó para mí. A medida que transcurrían los meses, he dejado de pensar en ella progresivamente. Al principio deseaba con todas mis fuerzas correr a refugiarme en sus brazos, esconderme bajo el piano y sentirme segura. Pero cuando esa vida reapareció en mi memoria dos días atrás, durante la sesión de Kumbayá del Círculo, la sentí como los recuerdos polvorientos de una persona ajena. No reconozco a esa Elise; tan cándida, ahí metida en su burbuja de felicidad, preocupada por no enrojecer cuando la obligaban a salir a la pizarra ni tartamudear si el chico que le gustaba algún día notaba su presencia y le dirigía la palabra.

Ojalá tuviera la oportunidad hablar con mi tía —todo cuanto sé de ella es que la pusieron a salvo— y escuchar su opinión sobre el asunto de mi padre. He tomado una decisión. Tonteo con el deber y lo correcto, pero la realidad es que, desde que tuve la primera pesadilla, ando buscando la manera de abandonar la isla e ir en su busca. No la he encontrado aún; estamos rodeados por kilómetros de agua, no hay barcos, ni helipuerto, ni otro medio de transporte para salir. Tampoco sé si Jonathan tiene la potestad de decidir quién sale, de la misma manera que puede decidir quién entra. Ni en qué punto del globo terráqueo nos encontramos. El tiempo aquí se desdibujaba, hace que pierdas la noción de él, del espacio, como si ninguno de ellos existiera y lo único en el mundo fuera esta isla.

Detengo mis cavilaciones ante el sobresalto en mi pecho. Así como presiento a Niall, también noto su ausencia. Cuando se aleja, nace una sed en mi interior. No es molesta, ni tengo la ansía de saciarla con urgencia. Sin embargo, está ahí y no se calma hasta que regresa. A nosotros nunca nos afectó en exceso el lazo de sangre; no como al resto. Me resultaba fácil obviar el hecho de que somos almas gemelas y que estamos unidos. Pero en las últimas semanas ha evolucionado. Se materializa frecuentemente, con momentos como los de hace unas horas. Y ya es imposible que lo olvide. De hecho, está muy presente, más de lo que querría.

Me encantaría resistirme. Que me haya sido arrebatada la elección de quién enamorarme —si este es el término indicado para describirlo—, es de las cosas que más me fastidian. Pues no es más que una ilusión; esta paz, cosquilleo y necesidad de él nacen del lazo de sangre, no de un sentimiento voluntario. Si pudiéramos elegir, ni siquiera nos miraríamos a la cara. Pero no tenemos ese privilegio. Por mucho que odie admitirlo, necesito la paz y el alivio que me proporciona su presencia, pues aletarga la rabia.

Tanto es así, que cuando entra en la cabaña y se sienta a mi lado en el sofá, no hago ni el amago de apartarme. Me rindo al cosquilleo y el calor que me inunda. Cuando me mudé de la cabaña principal, Niall lo hizo conmigo. No lo hablamos, sencillamente ocurrió.

Esta noche, trae el pelo mojado que le cae sobre la frente, oscurecido por la humedad. Y huele a sal, mi olor favorito en el mundo.

—¿Dónde estabas?

—He ido con a Liam a nadar un rato —suspira, hundiéndose en el sofá con cansancio—. Necesitaba despejarse.

Niall lleva haciéndole la segunda a Liam desde que Joan se sometió al Juicio. De hecho, es el único al que hace un poco de caso. El resto tenemos que obligarle a salir de la habitación —donde se pasa las horas velando su cama—, a que coma, se duche… en definitiva, a que funcione. Pero a Niall le basta con tocarle el hombro para que reaccione. Son amigos desde hace años, han entrenado y luchado juntos, poseen un nivel de entendimiento que ya quisiéramos los miembros de El Círculo.

—Como siga así, va a volverse loco. — A este ritmo, cuando Joan despierte (lo hará, me rehúso a pensar lo contrario), no quedará nada de él.

—Piensa que la persona a la que quiere está sufriendo y no tiene ni puta idea de si regresará en algún momento. —Lo defiende, aunque yo no estuviera atacando a Liam. Una breve pausa, una mirada de reojo a mi rostro—. Le entiendo.

Aprieto los labios. Por supuesto, hago oídos sordos a su «entiendo». Primero, a mí no me quiere, por él habla la influencia del lazo. Segundo, está rompiendo el acuerdo tácito que implantamos; Niall no me lanza indirectas ni me toca las narices con todo ese rollo de que estoy descontrolada ni yo creo una discusión de cada palabra que sale de su boca. Las noches son una tregua en la que hablamos de las trivialidades del día. Como si fuéramos una especie de compañeros de piso, nada más.

—Como sea.

Se arrastra hasta el filo del sofá, en el que yo me hallo inclinada hacia la mesilla, colocando los codos en las rodillas. Traba la mirada en la fotografía que sostengo en las manos, arrugada en los bordes de tanto apretarla. No es del todo cierto que no encontrara ningún rastro de mi familia en la cabaña; di con una caja de zapatos escondida bajo la cama. En su interior hay cartas de Verónica a mi padre hablándole de mí, fotografías mías y un collar de macarrones que le hice cuando tenía tres años.  
Cómo ha llegado aquí es lo de menos, lo importante es su existencia en sí. En el Juicio me liberé de la carga que había significado la ausencia de mi padre. Dije adiós a la baja autoestima, al dolor, a la necesidad de demostrar que merezco la pena y que no deberían abandonarme. Se acabó el mendigar amor. Pero, descubrir que, después de todo, Edward no se desentendió de mí a pesar de no tener la posibilidad de estar presente… «Se lo debes, Elise».  

—Quítatelo de la cabeza.

Niall manda la tregua al cementerio. Esto me pasa por no guardar mis pensamientos. Se me olvida que el desgraciado tiene línea directa con ellos. Está al tanto de mis pesadillas —todas las noches, es Niall quien me arrastra fuera de ellas—. Además, es inteligente, se ha dado cuenta desde hace días de lo que pretendo. Puede que incluso antes de que yo misma lo asimilara. Esa es la razón por la que me persigue a todas partes; está vigilándome. Me pone de los nervios. Al final, por más humano que se muestre, sigue siendo el mismo gilipollas que se cree con la potestad de decirme qué hacer y qué no.

—Vete al infierno. —Tiro la fotografía sobre la mesilla y me alejo de él, colocándome en el lado opuesto del sofá.

—Elise, sé que es difícil, pero tienes que quedarte aquí…

—¿Escondida como una cobarde?

—Como una persona sensata.

Dejo de rehuirlo y ladeo el rostro. Niall está inclinado hacia mí con aire insolente a la par que suplicante. Atisbo las arrugas de su frente bajo los mechones de pelo.

—No miraré para otro lado igual que habéis hecho los demás —alego a mandíbula batiente.

Todos aquí han olvidado a mi padre. Lo despacharon sin miramientos y se centraron en el siguiente asunto del día. Y lo comprendo, no va a pararse el mundo porque Edward haya desparecido. Pero yo no puedo ignorarlo.

—Los protectores del Círculo sabemos a lo que nos atenemos si nos atrapan —señala Niall, en un deje amable que me chirría viniendo de él.
Las manos se me cristalizan y enfrían. A la que Niall posa sus ojos reprobatorios en ellas, las escondo a los costados. He superado la fase en la que mi poder se quedó estancado en el solidificado. Puedo volver utilizarlo en el estado que más me convenga. Solo que estos tienden a manifestarse helados cuando armonizan con mis emociones. Inspiro hondo, buscando partículas de paciencia en el aire.

—¿Ahora decidimos qué vidas merecen la pena ser salvadas y cuáles no? Menos mal que somos los buenos —rebato con sarcasmo.

Niall asiente contundente. Destensa los músculos creyendo que ha conseguido convencerme. Me cuido de no poner los ojos en blanco. Todavía se piensa que tiene el poder de manipularme.

—Sé que te jode porque es tu padre. Pero sí, en esta guerra tu vida es más importante que la suya. Y que la mía o la de cualquier que no sea miembro del círculo.

Comprendo muy bien la situación. Solo que no voy a sacrificar la vida de Edward sin siquiera intentarlo, aunque por ello ponga en peligro la mía y la misión entera. Me da igual que sea egoísta e irracional. Me he cansado del bien común, de ejercer lo que es adecuado para todos. Y no invertiré mi tiempo explicándoselo a Niall. Porque él vive por y para el bien común.  

—Fantástico —respondo dando la conversación por zanjada.

—Así que estás decidida a… ¡Eh, vuelve aquí!

Desoigo su demanda y continúo mi camino hacia la cocina. Me agarro a los bordes de la encimera, que se viste de escarcha bajo las yemas de mis dedos. Cierro los ojos en un intento por serenarme. La rabia comienza a despertarse y como no la contenga, acabaremos por echar la casa abajo. Al abrirlos, encuentro la silueta de Niall desdibujada en la ventana, justo detrás de mí.
Me giro con lentitud. Niall mantiene los puños apretados a los costados, se le marca cada tendón y articulación de los brazos y, a pesar de lo irritada que estoy y que no es lo apropiado, me encuentro deseando trazar una línea con mi dedo por esas marcas. Experimentar el calor de su piel… Freno, no puedo distraerme con tanta facilidad.

Le devuelvo el escrutinio sin parpadear. Tiene una expresión furibunda e intimidatoria, que gana peso con la dureza de su mandíbula y el filo de sus pómulos. Antes era capaz de doblegarme con esta pose; conseguir que enrojeciera hasta que me quemaran las mejillas. Y salta a la vista que le fastidia que ya no sea así después de meses mangoneándome como ha querido.

—Sí, me largo —declaro, no tiene sentido negarlo más. Después de todo, lo ha visto en mi cabeza. —Puedes descansar, soldado—. Amago un saludo militar con la mano.

Su cuerpo desprende tal ola de calor que se chamuscan los pelos de la nariz. Echa humo, literal: volutas de humo ascienden hacia el techo desde su cuerpo. Parece una caricatura. El pecho le va a toda velocidad. Me preparo, extendiendo las manos, por si comienza a arder. Al ver mi gesto, parpadea; la expresión ardiente de sus ojos desaparece, al igual que el humo, como si le hubieran tirado un balde de agua fría. Agacha la cabeza, flexionando los dedos repetidas veces. Aguardo a que se serene, trasteando con las ganas de acercarme a él para ayudarlo. Es un efecto de nuestra unión, me digo, no un deseo que nazca de mi voluntad.

Cuando alza la cabeza, renace la expresión inmutable e impertérrita que parecía haber perdido. Y eso casi me alivia. Este Niall no me descoloca como lo hace el nuevo.

—¿Y las demás? Te recuerdo que Joan te puso al mando. —Ataca de nuevo. Negándose a dejar las cosas como están. No lo entiendo. Debería alegrarse porque me marche, así descansará de sus labores de niñero.

—Se las apañarán.

—No, si tú no estás aquí.

Se me escapa una risa seca.

—Si ni siquiera me toman en serio. —Encojo los hombros, no va a convencerme por medio de las demás. Ese barco zarpó hace mucho tiempo.

—No es verdad. —asegura con incredulidad.

— Venga, Niall. De qué te sorprendes.

No hay que ser un lince para darse cuenta de la expresión atónita que se les queda cada vez que les digo que hagan algo o corto una de sus discusiones. Como si estuviera interpretando un papel. Además, son mayorcitas, si no pueden controlar sus temperamentos, es cosa suya. Joan me nombró líder en funciones para tomar decisiones que nos conciernen a todas, no para cuidarlas. Eso que lo hagan ellas.

Niall pega un respingo, dándose cuenta de algo. De su rostro desaparece la inalterabilidad, dando paso al enfado.

—Por eso quieres irte… —murmura negando con la cabeza—. ¡No tienes nada que demostrar!

—¡Lo que quiero es salvar a mi padre! —grito tanto que me hago daño en la garganta. Me revienta que crea que todas mis motivaciones nacen del deseo de que el resto vea que he cambiado—. No pretendo demostrar nada.

—De acuerdo —dice en tono conciliador, cruzándose de brazos—. Supongamos que dejo que te vayas ¿Cuál es tu plan para colarte en las instalaciones del Anti-Círculo sin que te peguen un tiro en la cabeza en cuanto aparezcas?

—Eso no es de tu incumbencia.
Aprieta la mandíbula. Piensa que estoy teniendo un arranque de incoherencia, pero sí que tengo un plan. Solo que no voy a compartirlo con Niall para que se pase horas dando argumentos por los que no funcionara.

—Cuándo te vas a enterar de que todo lo que tiene que ver contigo, es de mi incumbencia —suspira dejando caer los brazos.

Está inquieto, sin saber muy bien qué hacer con su cuerpo. A mí me abruma su actitud, el miedo y los nervios que experimenta. No le haya sentido, a nada de lo que hace en las últimas semanas.

—Volveré en unos días —carraspeo apartando la mirada. Cohibida, mejor dicho.

—Si vuelves.

Se me forma un bloque de hielo en el pecho, sesgándome el aliento. Soy consciente de que hay muchas posibilidades de que no lo haga. No soy idiota; sé adónde voy. Entonces, ¿por qué me duele su falta de confianza en mí? «Es involuntario, Elise, no eres tú».  

—Soy capaz de mucho más de lo que crees.  

—¡Que no es eso, joder! ¡Ya sé de lo que eres capaz, desde mucho antes de que tú misma lo supieras! —Su ímpetu me sobresalta. Cuando me quiero dar cuenta, me encierra con su cuerpo en la encimera. Inclina el cuello pegándose a mi rostro, solo puedo ver sus ojos devolviéndome mi reflejo. Retengo el aliento, guardándome de no reaccionar. Niall despega los labios y, con inusitada calma, dice—: Lo que pretendes es una locura y, lo siento por tu padre, pero no voy a permitirte que lo hagas.

—Tú que vas a sentir —susurro.
Hace una mueca de dolor con la boca. Suspira y se aparta de mí. Me quedo unos momentos recuperando el aliento tras tanta cercanía, peleando contra los impulsos que me incitan a saltar a su cuello y la decepción de no hacerlo.

—Si intentas detenerme, te juro por mi vida que te mato.

Le conozco. No permitirá que nada haga peligrar la misión. Ni yo que él fastidie mi intento de rescatar a mi padre. Aunque la sola posibilidad de herirlo me perfore el pecho. «Puñetero vínculo de sangre y puñetera Jane».  

Niall cruza los brazos sobre el pecho. En su expresión veo lástima, dudas y mucho denuedo. Y algo más…, algo a lo que evito nombra por su naturaleza disparata.

—Elise… —Igual que horas atrás, ejecuta el amago de atraerme hacia él extendiendo la mano. Y, como entonces, lo evito.  

—Déjame en paz.


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Aterrizo en mitad de la tortura. Edward yace esposado por unas caderas sujetas al techo que le obligan a alzar los brazos. La cabeza le cuelga hacia delante y tiene la espalda descubierta. Un hombre le propina latigazos en ella. Veo los surcos que el golpe abandona en su piel, superpuestos y desdibujados entre la sangre que emana de ellos.

Observar, es cuanto puedo hacer. En realidad, no estoy en esta sala de tortura, sino en mi cama, demasiado lejos para intervenir.

El torturador, desconocido esta vez, frena su obra sanguinolenta, respirando entrecortado por el esfuerzo. Normalmente es Alexander —su propio hijo— quien ejerce este papel. Le obliga a beber pequeñas dosis del veneno que saca de sus dedos y mira a Edward convulsionarse, retorcerse de dolor, vomitar durante un rato hasta que lo elimina de su sistema para no matarlo. Repite el proceso una y otra vez, una y otra vez. En otra ocasión, el encargado de su sufrimiento fue un muchacho con la piel de color rojo que liberó una nube de gas tóxico que le impedía respirar.

La que nunca falta en las sesiones es Thalia, bien sea como espectadora o verdugo. Es a ella a quien encuentro sentada en una silla, frente a frente con mi padre. Con sus ojos negros como la obsidiana y los labios pintados de rojo. Alza la mano para indicar al hombre del látigo que se tome un descanso.

Edward tiembla sin cesar a mi lado. No puedo verle la cara, pero sí los moratones y cortes que adornan su abdomen. Masculla algo que no logro entender.

—¿Decías algo, querido? —pregunta Thalia con tono afable, cantarín.

Precedido por un sonido gutural, mi padre alza la cabeza. Su cara me echa atrás. Está mucho peor que en la última pesadilla. Uno de sus ojos está tan hinchado que parece una pelota de tenis, le han hecho un corte en el pómulo izquierdo y tiene el labio partido. Sin embargo, no se muestra como un perro apaleado; no hay rastro de súplica ni vencimiento.
—He dicho—Se ve obligado a parar por un espasmo—, que-e me mates de-e una vez.
—Aún no es momento.

—Pierdes el tiempo, Thalia. —Incapaz de sostener el peso de cabeza, esta vuelve a caer hacia delante.

Ella cierra los ojos unos segundos. Si no la conociera, diría que le produce dolor hacerle todo esto al hombre que una vez amó. Se levanta de la silla para caminar a su encuentro. El sonido de sus tacones provoca eco en la estancia. Mientras todo esto ocurre, el torturador se ocupa quitando los restos de piel del látigo.

Thalia, con una suavidad inusitada en ella, acuna sus mejillas. Ese es su patrón de actuación; tratarlo con dulzura antes de clavarle el aguijón. Le obliga a que la mire. Quedan cerca, yo trato de observarlos por la hendidura que hay entre sus rostros.

—No va a venir —murmura él emulando una sonrisa, los dientes teñidos de sangre.

—Rosebud es débil, será incapaz de resistir la tentación de rescatar a papaíto.

Lanza una mirada de reojo hacia donde me hallo, aunque no puede verme, imagino que percibe mi presencia. «¿Verdad que sí?», pareciera que me hablara. Dios, ojalá no fuera una presencia etérea y pudiera soltarle un bofetón.

—Qué poco la co-onoces.

—Tampoco puedes presumir de hacerlo ¿Cuánto tardaste en abandonarla? ¿Tres años más? —Edward sufre un espasmo.

Siendo fiel a la verdad, ninguno de ellos puede presumir de nada. Pero Thalia se lleva el punto en esta ocasión. Claro que iré a por Edward, pero no como el títere que ella espera. Sino como el caballo que destruyó Troya.

—Está en tu mano aligerar el proceso. Dime dónde se esconden. Yo misma iré a por nuestra hija. La traeré aquí, con nosotros. Derrotaremos al Círculo, juntos. Como siempre debió ser.

Utiliza un tono hechizante. Que es justo lo que pretende, engatusarlo con su magia negra. Dominarlo como hizo con Stephen y conseguir que la obedezca. Edward la mira con su ojo abierto. Por un momento temo que lo haya conseguido. Pero echa la cabeza hacia atrás, intentando alejarse.

—Hace años que encontré la forma de protegerme de ti, Thalia —responde con suma lentitud. Cada palabra le roba el aliento.

Mi madre arruga la nariz y lo suelta, dando un paso atrás.

—Mírate, dispuesto a morir por una organización que es incapaz de ver el potencial de nuestra existencia. Aquí podrías ayudarnos a hacer cosas grandes.

—No es por la organización por lo que estoy dispuesto a morir —rebate luchando contra la inconsciencia que parece apoderarse de él.

«Es por mí». Siento que el aire torna líquido en mis pulmones.

—Esperemos que nuestra hija se dé prisa.

Chasca los dedos atrayendo la atención del hombre del látigo. Este asiente y alza el brazo preparado para descargar de nuevo. Antes que lo haga, me acerco al oído de mi padre, aún consciente de que no me escuchará.

—Aguanta, papá.

Justo después, el látigo impacta en su espalda y yo cierro los ojos.



Cuando los abro de nuevo me recibe la oscuridad de mi habitación. Me encuentro sentada, temblando y con la sábana enredada a mis pies. Tardo un segundo en recomponerme. En olvidar el sonido espantoso del látigo rompiendo la piel de mi padre.

Salto fuera de la cama impelida por una sensación de urgencia que me oprime los pulmones. Salgo la habitación y al pasar por el salón, encuentro a Niall dormido en el sofá; tendido cuan largo es, abrazando un cojín con un brazo y el otro colgando. Hoy no he debido gritar, de ser así, habrían sido sus ojos quienes me hubieran recibido y no la oscuridad de la habitación. Una parte de mí desearía despertarlo, porque el calor de su cuerpo logra calmarme. Pero me lo niego. Puedo calmarme yo sola.

Abandono la cabaña en dirección a la playa. El contacto suave y fresco de la arena resbalando por mis pies me relaja, así como el aire fresco que me llena el pecho cuando inspiro con fuerza. Que también mece las hojas del inmenso árbol erigido en el centro del círculo que conforman nuestras viviendas. Empiezo a correr hacia el agua y el rugido de sus olas. Por el camino me deshago de la camiseta, lanzándola a saber dónde. Cuando lo alcanzo, me doy unos segundos para observar el reflejo de la luna en su superficie, impregnándome del aroma a salitre mientras la espuma de las olas me hace cosquillas en los dedos de los pies, instándome de seguirlas de vuelta al mar.

No tardo en hacerlo. Me zambullo en el agua fresca. Empiezo a nadar hacia mar abierto. El agua me revitaliza hasta tal punto que se me agudizan los sentidos y me noto invencible. Como si me hubieran inyectado adrenalina directamente en el corazón. Continúo dando brazadas hasta que las cabañas son puntos diminutos en la lejanía. Me echo de espaldas sobre el agua, de cara a la luna y el manto abundante de estrellas que lo rodean. Por unos minutos, no pienso en nada. Los justos para aclararme la cabeza y disipar la rabia.

En cuanto esto sucede, me siento sobre el agua con las piernas cruzadas en modo meditación. A causa de no poder conciliar el sueño tras las pesadillas he tenido la ocasión de pasar mucho tiempo en el agua ahondando en mis capacidades —más allá del control que ejerzo sobre ella—. Algo que había sido imposible hasta el momento. Como que puedo mantenerme sobre la superficie sin hundirme, caminar sobre el agua igual que si pisara tierra sólida. O que puedo respirar bajo ella, nunca me había planteado esta posibilidad porque la inercia me lleva a retener la respiración, aún me cuesta renunciar a este instinto, pero con el transcurrir de las noches he ido perfeccionándolo. Otro de mis descubrimientos es la habilidad de confeccionar burbujas de aire de diversos tamaños; diminutas como una mota o tan grandes como para envolver mi cuerpo. Cierto es que estrangulo a la hora de mantenerlas durante periodos largos, aunque nada que la práctica no solvente. Lo mejor de todo es que, al estar en contacto ininterrumpido con mi fuente de poder, no me agoto. Pues la energía que invierto regresa a mí al segundo en el que la gasto.

Una semana. Es el tiempo que he tardado en descubrir todo esto. Si en los meses anteriores no hubiera escuchado a los comentarios que designaban mi poder como inútil en comparación al resto, ni me hubiera distraído intentando encajar y no meter la pata... «Es lo de menos ahora», me recuerdo.

Los acontecimientos de la pesadilla regresan a mí como una vorágine, provocando que el agua se agite bajo mi cuerpo. Reproduzco las palabras de Thalia y Edward. Reparo ahora en la culpabilidad en el rostro del segundo cuando ella le indicó que me había abandonado. Nunca antes me he detenido a pensar en lo que supuso para mi padre esta decisión. En sus años de ausencia solo me llamaba una vez al año y cuando nos reencontramos en Australia se mostró desapegado, duro e inflexible. Lo que me llevó a pensar que a él le traía sin cuidado haberse mantenido alejado. Ahora lo veo todo diferente: no podía ponerse en contacto conmigo a menudo por si me localizaban, pero sí lo mantuvo con Verónica y en Australia fue mi entrenador, porque era lo que yo necesitaba en aquel momento.

Si logramos salir ilesos de las instalaciones del Anti-Círculo, tendré la oportunidad de decírselo. Que no le guardo rencor y que no es necesario que se sienta culpable. Hizo lo que tenía que hacer. Si también sobrevivimos al año y medio que resta para el solsticio y, a este mismo, tal vez también tengamos la oportunidad de ser padre e hija.

Pero, antes que nada, debo salir de aquí. Lo haré por mar, dado que no puedo entretenerme más buscando otra vía de escape. Es un tanto inverosímil, desconozco a qué distancia está el próximo trozo de tierra, pero puedo usar las corrientes de agua para moverme con velocidad.

Clavo la vista en la silueta de las cabañas. Concretamente en la que yace Joan. Siento que traiciono su confianza con mi decisión. Pero es igual de peligroso quedarme, en las condiciones que me encuentro, rebasada por la rabia, que marcharme. Si no la alivio, acabará por consumirme entera. Me niego a que mis emociones vuelvan a dominarme. Rescataré a Edward, regresaremos a la isla y, entonces, podré dedicarme en cuerpo y alma a la causa. Para que, cuando llegue el momento, esté preparada para acabar con Thalia.  

«Un día, Joan, es todo lo que puedo darte».


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Logro conciliar unas horas de sueño antes que despunte el amanecer y deba reunirme con Alexa para preparar el desayuno. Nos acercamos a los cultivos y recogemos frutas frescas. Las dos horas siguientes nos dedicamos a hacer tostadas, café, tortillas y a trocear la fruta para zumos o comerla tal cual.

Como es habitual, Alexa mantiene una cháchara animada a la que soy incapaz de prestar atención. Mi cabeza no cesa de realizar cálculos y planificar. Primero que nada, tengo que decidir quién se queda al mando: Jonathan es el candidato ideal, sin embargo, queda descartado ante la posibilidad de que me impida marcharme, y no tengo margen para contratiempos. Me iré esta noche y, con suerte, estaré de vuelta en una semana. Pero por las dudas, necesito asegurarme que alguien con dos dedos de frente tomará las decisiones hasta que regrese o, Joan despierte.  «Si vuelves», aferro el cuchillo con fuerza. Niall ha logrado sembrar las dudas en mí y le (me) odio por ello.

—¿Elise, te encuentras bien?

Alexa señala el cuchillo, cubierto de escarcha, con cara de circunstancia. Lo tiro sobre la encimera y asiento, secándome las manos en los pantalones con ahínco.

—Si quieres hablar. —Se ofrece extendiendo la mano hacia mi hombro.

—Estoy bien, Alexa —respondo huyendo de su roce, en un tono brusco que no merece—. Perdón.

—Tranquila.

Sonríe con cariño. Un acceso de culpa me aprieta las cuerdas vocales. Aún no le he contado a Alexa que Thalia mató a sus padres y que Louis es mi medio hermano. Lo he intentado, pero en cada ocasión me invadía el recelo a confesarlo. No he puesto a nadie al tanto de mis descubrimientos fraternales, forma parte de mi intimidad y, conociéndoles, lo más seguro es que se abra un debate sobre si soy una infiltrada o una traidora que prefiero ahorrarme. Pero el caso es que Alexa tiene derecho a conocer la verdad y debería revelarla antes de largarme. De nuevo, por las dudas. «Déjate de dudas, Elise. Vas a volver, aunque solo sea para demostrar a Niall que se equivoca».

Despego los labios con intención de confesarlo, pero justo entonces la puerta se abre y Niall aparece en el umbral, seguido de Liam. Cuando me he levantado hace un rato, ya se había marchado. No sé a qué atenerme tras nuestra discusión de anoche; si seguirá insistiendo o le contará a alguien mis intenciones. Por si acaso, borro todo pensamiento relacionado con mi fuga de un porrazo. Tengo que comportarme con normalidad, hacerle creer que he atendido a razones.  

—Buenos días —mascullan en tono monocorde.

—¡Hola! —exclama Alexa.

Por mi parte, me ocupo en servir el desayuno en la mesa. Niall se sienta en el banco y se sirve café. Al contrario que de costumbre, no se dedica a perseguir todos mis movimientos. Eso me alerta. Lo observo de reojo e intento leer sus emociones por medio de la conexión y choco con el vacío. Me fijo en su rostro; lo expresa todo a la vez, que es igual que no expresar nada. Es como si el Niall de las últimas semanas no hubiera existido. Tendría que sentirme aliviada, sin embargo, esto me alerta. Carece de sentido. Pero decido no cuestionarlo, sean cuales sean las razones y a pesar de la voz en mi cabeza que me sugiere que no es correcto, me viene bien.

El resto comienza a llegar paulatinamente. Al ser solo las siete de la mañana, ninguno tiene ánimo para las discusiones pertinentes. Salvo por Rory y Priya, que discuten técnicas de combate, disfrutamos de la comida en silencio.

—¿No se os hace raro estar aquí? —pregunta Stella.

—A qué te refieres —responde Forrest sin cesar de tragar tortilla.

—Pues que no parece que vayamos a marcharnos.

—Qué avispada nuestra Stella —ironiza Helenna.

—Tarada.  —Acompaña el insulto con un corte de mangas.

—Sí que es raro, a mí me da la impresión que en cualquier segundo caerá algo del cielo y tendremos que salir corriendo una vez más —concuerda Alexa.

También concuerdo. Sé que esto es una especie de santuario en el que Jonathan decide quién entra. Pero me he acostumbrado a vivir en un estado de alerta constante, preparada para la lucha, los contratiempos y tener que salir corriendo. Es complicado desactivar esa sensación —dudo que alguna vez llegue a desaparecer—, sobre todo por la paz que emana de esta isla. Estoy seguro da que al resto de ocurre lo mismo.

—Va a caer Superman, no te jode. —Se burla Zayn.

—Mientras sea encima de ti.

—Cada día me caes mejor, Priya —interviene Helenna.

—Auch. Auch. Auch.

Owen suelta uno de estos en cada movimiento que hace hasta sentarse en la mesa. Acompañándolos por una mueca de dolor.

—¿Y a ti qué te pasa? —pregunta Rory pasándole una tostada.

—Jane —dice por toda explicación.

—Le estuvo dando balazos a los pies para aumentar la velocidad de sus teletransportaciones —aporta Priya.

—Y en una de esas terminé estampándome contra un árbol.

Se escuchan algunas carcajadas mal disimuladas. Alexa, Stella, Helenna y yo cruzamos una mirada: a todas nos incomoda la presencia de Jane. E inevitablemente nos hace estar en un estado de alerta constante.

—Tus enemigos no apuntarán a los pies.

Y ahí está ella, venida de la nada, mirándonos a todos desde las alturas, con esos ojos de verde líquido venenoso, como si fuéramos simples hormigas. Por fortuna, la acompañan Charlie y Mortimer.  Ambos, tras dar los buenos días, depositan unos papeles delante de cada uno de nosotros.

—No, si ahora tendremos que estudiar —ironiza Harry.

—Leedlos, por favor —pide Mortimer, colocándose junto a Charlie y Jane a la cabecera de la mesa.

Son noticias impresas de distintas partes del mundo: volcanes que han entrado en erupción tras cientos de años inactivos, incendios, tsunamis, inundaciones por lluvias, tornados, terremotos... en fin, catástrofes naturales varias. También hay algunas sobre aumento de robos en ciudades, asesinatos y atentados terroristas.

Levanto la vista. El resto sigue leyendo y los adultos aguardan. Jane se ha servido café y se mira su perfecta manicura.

—El mundo está patas arriba —hablo echándome contra el respaldo—. ¿Cuál es la novedad?

—Que es por vuestra ineptitud, estúpida.

Jane me lanza tal mirada que antaño habría conseguido que me escondiera bajo la mesa. Pero ahora, lo que hago es localizar el agua que fluye por su organismo y vaporizarla lo suficiente para que suelte un chillido.

—Sin insultos, estúpida —replico sonriendo.

Jane va abalanzarse sobre mí, pero Charlie la agarra por el brazo.

—¡Ya está bien! —brama.

—Habéis hecho enfadar a padre —Helenna entra en acción dándole al hombre una mirada aviesa.

—La próxima vez... —Trata de amenazar, dando un tirón para liberarse de la mano de Charlie.

—Ponle una mano encima y de ti no quedan ni las cenizas.

En esas palabras, el Niall al que me había acostumbrado y que tanto me desconcierta reaparece. Con un cariz helado en sus ojos azules que obliga a Jane a apartar la vista. Aparece para defenderme frente a su entrenadora, a la que tanto respeto tenía. Es eso lo que percibo de él: el respeto mezclado con un instinto protector hacía a mí que me echa para atrás. De nuevo la pregunta: ¿Por qué? ¿Y a cuento de qué la careta del hombre de piedra de hace un rato?

—Ya tenía que saltar Romeo. —Harry pone los ojos en blanco.

—¿Sois siempre así? —pregunta Jonathan a Lenna.

—A veces se tiran cosas —responde Owen por ella.

—¿Por qué es nuestra culpa? —Alexa menea los papeles y nos echa una mirada de desagrado general por darnos a la pelea a la mínima ocasión.

—Acabáis de hacer una gran demostración. —Mortimer toma asiento a la que habla.

—Como ya sabéis, a cada uno de vosotros os representa uno de los seis elementos que, a su vez, se complementan con los del resto para crear un equilibrio perfecto en el mundo. —Charlie toma la palabra, también sentándose.

—Vosotros estáis muy lejos del equilibrio, tanto personal como conjunto y se manifiesta de las siguientes maneras.

—Yo controlo mi elemento —replico a la defensiva. He tardado mucho en explorar mi poder, nadie va a decirme que no es así.

—No se trata solo de ti, Elise —apunta Mortimer con la paciencia que lo caracteriza. Pasea los ojos por los miembros del Círculo antes de su próximo alegato—. Es lo que debéis comprender. Formáis parte de un todo, hasta que no dejéis atrás el individualismo y os unáis, esto continuará pasando.

—Más presión aún, estupendo —resopla Lenna.

—Por eso son tan importantes nuestras sesiones. —Jonathan posa la mano en el hombro de la chica y ella se destensa de inmediato, en contraposición, Zayn se crispa como un gato—. La clave de nuestro éxito es lograr ser el Círculo cuanto antes. Si seguimos así apenas quedará mundo para cuando llegue el solsticio.

—Lo que mi sobrino quiere decir es que basta de las discusiones de instituto. Poneros las pilas.

Ignoramos a Jane deliberadamente.

—Pero yo ni siquiera sé cómo manifestar mi elemento. Hasta hace unas semanas desconocíamos que fuéramos la representación de uno.

—Alexa tiene razón, no hacéis más que ocultarnos información y después pretendéis que cumplamos con todas las expectativas. —Se le une Stella, con motivos. En teoría somos las encargadas de salvar el mundo y, ellos, siguen manteniéndonos al margen en muchos aspectos.

—Sin Jonathan no tenía sentido explicaros nada —expone Mortimer.

—No os preocupéis, Mortimer os ayudará a establecer conexión con vuestros elementos por medio de las meditaciones y haréis entrenamientos individuales enteramente dedicados a esto —aclara Charlie.

—A la par que trabajáis en vuestra unión. Lo conseguiréis.

El silencio se asienta durante unos minutos. Observo los papeles, dándole vueltas al asunto. Me pregunto qué pasaría si fracaso en mi misión y muero. ¿Se iría todo a la mierda o, simplemente, se reduciría el Círculo? Como si se borrara un trozo de la circunferencia y los dos extremos restantes tuvieran que unirse, solventando el vacío. Las recientes dudas no tambalean mi decisión; esta noche me marcho en busca de mi padre. Es lo único que me importa ahora. «No pienses en esto aquí», me regaño.
Observo a Niall, pero este mantiene la vista fija en los papeles y, de nuevo, no encuentro más que vacío en su interior. Ha retornado al estado glacial tras ese arranque hacia Jane. ¿Estará fingiendo que todo fluye con normalidad, al igual que yo, para despistarme?

Al apartar la vista, choco con los ojos de Jonathan. En un aire reflexivo que me produce incomodidad, como si pudiera saber qué estoy pensando. «Estás paranoica».  

—¿Alguna otra información valiosa que añadir a la lista? —Stella recupera el sonido, alternando la mirada entre su padre y Mortimer.

—Es todo por el momento.

—Terminad el desayuno, en cinco minutos empezamos con el circuito de hoy —ordena Jane, abandonando la sala.

—¡Pero si no puedo ni levantar el brazo sin tener ganas de llorar! —exclama Owen. En esta ocasión, es Priya quien le da la palmadita de consuelo a la espalda, arrancando un quejido de su boca.  

—Vosotras lo haréis tras la sesión, ¿de acuerdo? —Nos informa Charlie—. Tomaos el tiempo que necesitéis.

indigo.
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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por indigo. Miér 19 Ago 2020, 4:37 pm

Capítulo 45.02
Elise Mitchell & Niall Horan.

Repetimos el proceso del otro día como si fuera una rutina arraigada: tomamos asiento en el suelo, sostenemos nuestras manos —mi mano izquierda en la de Alexa y la derecha con la de Helenna— y Jonathan realiza el hechizo. Los recuerdos no se hacen de rogar:

Los primeros están teñidos de una azul heráldico pespunteado de amarillo. Se presenta a una niña, Alexa. Friega los platos juntos a dos adultos que deben ser sus padres. No cesan las risas, se lazan agua, jabón y Alexa se confecciona su propia barba de espuma para arrancarles aún más carcajadas. El escenario cambia y se suceden distintos momentos de la vida cotidiana de la chica con sus padres; en el parque, viendo películas, haciendo los deberes mientras ellos cocinan… Experimento el cariño y la nostalgia de mi compañera, entre los que se abre paso el dolor.

—Mis padres —confirma la presente con la voz tomada por las lágrimas—. Son los recuerdos más bonitos que poseo… y los más dolorosos.

Thalia es la causante. No quiero echarme acuestas la culpa por los pecados de mi familia. Pero soy su hija y Alexa es mi amiga. Me sube un escalofrío rencoroso por la columna.

Tras un parpadeo de oscuridad, nace el siguiente recuerdo. Primero empañado como si estuviera tras una cortina de agua y, al final, nítido. Tardo unos segundos en reconocer a la chica que sonríe frente a un pastel de cumpleaños. Es Helenna, en una versión feliz, sonriente y para nada mortífera. Está flanqueada por dos personas; una de ellas es Jonathan y, la otra, una mujer preciosa que imagino que es su madre. Se encuentran aquí, en la isla, años atrás. Su madre le acaricia la cabeza de su hija a la par que la anima a soplar las velas. El recuerdo posee el color del atardecer, igual de cálido y envolvente.

En el momento que Helenna sopla, este se diluye dando paso a otra imagen. El cambio de cariz me paraliza: este es gris plomizo, de rebordes púrpuras y rojos. Se presenta la Helenna que yo conozco, aunque con un brillo de temor en los ojos que desconozco. Está en una sala con máquinas de entrenamiento. Un hombre fornido, de expresión sagaz y peligrosa, camina a su alrededor. Mueve los labios; no le escucho, pero sea lo que sea lo que está diciendo, hace temblar a Helenna. Rehúsa de obedecer su mandato. Sin una pizca de compasión, el hombre comienza a pegarla. Me estremezco con cada puñetazo y empujón que le da. Quiero apartar la vista o detenerlo, pero no puedo moverme. Los golpes no cesan hasta que le obedece.

—Os presento a Cedric —dice Helenna con la voz fría. Sin embargo, percibo su sufrimiento.

Sabía que lo había pasado mal, nadie presenta el temperamento desconfiado, peligroso y, a veces desequilibrado de Helenna de no ser así. Me he sentido reacia a las sesiones de la unidad. Pero supongo que esta es la razón, entendernos entre nosotras, saber qué nos ocurrió en el pasado que ha determinado quiénes somos ahora. Porque todas nos hemos convertido en las circunstancias que nos ocurrieron, que nos marcaron y definieron.

Un tirón en las entrañas y, aterrizamos en el presente. Parpadeo. Lo primero que siento es el dolor en la mano que Helenna asfixia con la suya, a continuación, son las lágrimas pegadas a las mejillas de Alexa. Una desazón general invade la habitación. Nadie habla.

—Creo que basta por hoy —determina Jonathan enredado en los ojos de Helenna, quien respira con dificultad a mi lado y tiene la mirada gacha.

—Sí —concuerdo.

Permaneces quietos, aún con las manos entrelazadas. No sé el resto, pero yo estoy esperando a que Helenna estalle o nos amenace si osamos decir algo a propósito de sus recuerdos.

—Tendríamos que hablar de ello —dice Alexa.

—Aún quedan personas que no lo han compartido todo —refuta Lenna rompiendo el círculo a la que se levanta. Lo dice por los Bauer y yo, por supuesto—. Vamos a entrenar.

Abandona la sala con un portazo, Jonathan no pierde un segundo en ir tras ella.

—Ha ido bien —comenta Stella soltando un silbido.

Se incorpora junto con Alexa.

—Id, ahora os alcanzo —comunico levantándome también.

Cuando me quedo sola me acerco a la cama de Joan. ¿Volveré a verla despierta? Mis dudas ascienden a medida que transcurren las horas; no por ella, sino por mí. Me abandona la seguridad y la semilla de si volveré o no, se transforma en un árbol inmenso.

—Jonathan dice que puedes sentir todo lo que ocurre —hablo sintiéndome rara, pues no sé si él tendrá razón—. Así que escucha esto, espero que volvamos a vernos. Pero si no es así, patéales el culo a Thalia y Jean llegado el momento.


En el porche de la cabaña, apoyo la espalda contra la puerta y cierro los ojos. Necesito unos segundos para recomponerme de la sesión y mis dudas.

—Tienes que decírselo.

Doy un brinco magistral al escuchar la voz de Niall pegada a mí. Estaba tan ensimismada que no he notado que se acercaba. Está junto a mí, de lado, con una pierna cruzada sobre la otra por el tobillo. Lleva ropa de deporte y le cae sudor por las sienes, debe haber venido directo aquí tras el entrenamiento.

—Lo haré —aseguro, sé que se refiere a Alexa, imagino que ha visto los recuerdos de la chica en mi cabeza. Ha estado hostigándome para hablar desde que desperté del Juicio.

Asiente, tan inexpresivo como hace una hora. Solo que esta vez, al leer sus emociones no me recibe el vacío, sino un tumulto indescifrable de ellas; algo que va entre el miedo, la duda y la ira.

—Cuanto antes.

—¿Algo más, jefe? —respondo con sarcasmo.

Hace eso de quedarse mirándome, buscando leerme, antes de responder. Yo me aseguro de dirigir todos mis pensamientos al entrenamiento al que debería unirme.

—¡Eh!

El grito de Jane le roba la oportunidad de hablar. La mujer se encuentra al pie de las escaleras. Con ropa de deporte y la espada sujeta a la cintura.  

—¿Qué quieres?

—Ven conmigo, te toca entrenar.

—Tengo que hacer el circuito —rebato. Lo que menos me apetece ahora es aguantar uno de los entrenamientos de Jane.

—Tienes entrenamiento conmigo —recalca—. ¡Muévete!

Pongo los ojos en blanco y vuelvo dentro a por el hacha. Cuando salgo, Niall me sigue escalones abajo en dirección a Jane.

—¿Te da miedo de que le haga daño a tu amorcito? —Se burla ella.

—No, es para asegurarme que ella no te haga daño a ti.

Jane suelta una carcajada. Veremos si aún le quedan ganas de reír después que le demuestre todo lo que he aprendido hacer desde la última vez que nos vimos.

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Jane no se entretiene en ceremonias. Nada más colocarnos en la explanada de césped, desenfunda la espada y se lanza contra mí. No me pilla desprevenida: «Conoce a tu enemigo» y todo eso. Esta mujer no pretende entrenarnos, sino hacer alarde de sus habilidades, desmerecer las nuestras y llamarnos inútiles durante el proceso. Por lo que ataca a matar.

Freno la primera estocada con el filo del hacha. Un chirrido ensordecedor se propaga cuando las hojas se besan. Nuestros rostros quedan irremediablemente cerca. Jane empuja hacia delante, en un intento por acercar la hoja del hacha que no está encajada a su espada a mi pecho. Permito que lo haga lo suficiente para coger impulso. Flexiono las rodillas y cuando la cuchilla está a escasos centímetros de mi pecho, levanto la pierna izquierda para asestarle una patada en el estómago que la lanza a medio metro de mi cuerpo.

Parapeta hasta recobrar el equilibrio, con un aire perplejo en los ojos que me hace sonreír. Jane también sonríe con suficiencia. Se yergue, sin ápice de sentir dolor allí donde ha impactado mi zapatilla.

—Vaya, vaya... Tempanito por fin presenta algo de batalla. —Enarbola la espada en círculos a la par que habla—. Te felicito, ha debido de costarte que haga otra cosa aparte de lloriquear—. Le dice a Niall, que tiene la espalda apoyada en un árbol a escasos dos metros de nosotras.

Este ni siquiera le presta atención, solo me mira a mí. Me habla en la cabeza; «Ignórala, solo quiere provocarte».  Pero el coletazo de la rabia ya me ha sacudido por entera, su consejo llega tarde. Sí, Niall es un buen entrenador, pero los méritos son míos, no suyos.

Me tiro a por la pelirroja con un gruñido atascado en la garganta, con el hacha por encima de la cabeza. Jane se aparta hacia un lado, esquivando el golpe descendente de mi arma. Giro sobre mi cuerpo para proteger la espalda y en cuanto lo hago, la espada de Jane vuelve a impactar en el hacha.

Comenzamos una danza de estocadas, patadas y gruñidos. He mejorado, pero no tanto como para aventajarme a los años de experiencia de Jane. La única razón por la que no me ha vencido aún es la rabia que me acompaña en cada aliento. Peleamos en un empate que se niega a romperse. Me encuentro empapada en sudor, del que tomo la energía que me mantiene en pie. Puedo advertir cuánto le fastidia a la mujer en la fuerza de sus golpes, que se vuelven más pesados, como si dijera «¿Quieres hacer el favor de dejar que te dé una paliza de una vez?».  

Lo consigue cuando cambia la trayectoria de su espada —que debería haber impacto en el hacha— en el último segundo y me hace un corte en el dorso de la mano, provocando que suelte el hacha, a la vez que me hace la zancadilla. Sin poder evitarlo, pierdo el equilibrio, cayendo de rodillas en la hierba. Ella no pierde el tiempo y asesta un puntapié al hacha para que no pueda recuperarla a la vez que coloca la espada en mi cuello.

—Has mejorado, pero no lo bastante para estar a mi altura. Ni a la de nadie.

Que me mire desde arriba reafirma sus palabras. Sus dientes blancos destellan al sol y su melena pelirroja parece una llama bajo el mismo. Echo un vistazo de reojo hacia donde está Niall. Continúa en la misma posición, de brazos cruzados, con una ceja enarcada. «¿Eso es todo lo que tienes?» pregunta en mi cabeza en modo entrenador. No, por supuesto que no. He estado conteniéndome para no perder el control, tal como ocurrió en el entrenamiento con Helenna de hace unos días. Además, he estado combatiendo como una persona normal, sin echar mano de mi poder.

La dejo salir permitiendo que tome el control. Hago un trozo de hielo y se lo clavo a Jane por encima de la rodilla sin darle tiempo a impedirlo. A la que ella suelta un alarido incrédulo, tira del hielo para sacarlo de su carne y cae al suelo, yo me levanto de un salto. Aglomero las gotas de rocío presentes en el césped, formando dos cadenas que emergen del suelo, rodeando las muñecas de Jane, atándola al suelo. Se sacude para romperlas, pero es inútil.  

—No eres tan invencible como piensas —digo, cruzada de brazos.

—Aun así, he sido yo quien ha ganado esta pelea.

—Claro.

—Tienes un grave problema y, aún estás muy lejos de solucionarlo —asegura, negándose a la derrota. Sin importar su posición vulnerable, saca pecho, como si de verdad fuera la vencedora.

Me mantengo en la misma posición, a pesar del sabor dubitativo que se asienta en mi boca.

—¿Tanto te fastidia que te haya ganado?

—Ha sido tu rabia la que ha vencido. Pero no a mí, sino a ti. —Pierdo la concentración y el agua pierde fuerza a su vez, pero consigo reunirla de nuevo antes que Jane se suelte. Una masa pegajosa se asienta en mis pulmones—. Nunca superaste el Juicio Final, niña.

—Cállate —bisbiseo y, sujeta a esa rabia que nombra, hago que los lazos de agua se deslicen por su cuerpo y se unifiquen en su garganta. Aprieto con fuerzo hasta que un sonido estrangulado sale de su garganta.

Jane clava la rodilla en el suelo y se impulsa para levantarse. A pesar del tono rosado que está adquiriendo su piel, de la herida sangrante de su pierna, ella se sacude las manos como si hubiera estado tumbada tomando el sol en la pradera.

—¿Te… das… cuenta? —continúa Jane privada de aire—. Eres víctima de tus emociones, Elise Mitchell. Primero el miedo que te paralizaba, ahora la ira que te hace voluble e imprudente. Siempre dominada por ellas y nunca lo suficientemente fuerte para sobreponerte.

—Basta ya. —Niall se acerca, posicionándose entre ambas. Siento su mano en mi hombro—. No la escuches.

—Tú también lo has notado —dice al chico—. Antes de que cayeras en mis manos eras como ella.

—Estás cavándote la tumba, Jane —advierte de nuevo, aún con la mano en mi hombro.

La conversación llega distorsionada a mis oídos. Ausente, como si no acabara de encontrarme presente. Con la sensación de que yo no soy yo y hubiera abandonado mi cuerpo, observando desde fuera. Veo la mano con la que sostengo la vida de Jane, la facilidad de apretar los dedos un poco más, callándola para siempre. Mi propia voz incitándome: «Aprieta. Aprieta. Aprieta».  A lo mejor Jane tiene razón y sea una víctima de mí misma. Porque aquí me encuentro incapaz de aflojar la mano, de liberarla. Quizás no he salido tan bien del Juicio como me creía y no baste con rescatar a mi padre ni matar a Thalia para calmarla. Quizás esta rabia oscura forma parte de mí. Y si forma parte de mí ¿Para qué luchar? ¿Por qué reprimirla?

Aprieto un poco para ver si siento arrepentimiento. Nada. Solo aumentan las ganas de continuar. «Aprieta». Jane se lleva las manos a la garganta, con una expresión de pánico que desconocía que pudiera mostrar.

—Elise, mírame. —Lo ignoro. Solo puedo mirar a Jane caer de nuevo de rodillas, intentar liberarse del agua que está robándole el aliento—. ¡Elise!

Una parte de mí es muy consciente de la voz de Niall y del peso de su mano sobre mi hombro, de la intención que tiene de sacarme del trance. Pero, sencillamente, soy incapaz de parar. No quiero parar. Si esto continuará ocurriendo, si esta oscuridad no va a marcharse, lo mejor es aceptarla y… De pronto, un dolor candente me recorre de arriba abajo. Parpadeo, como si despertara. Vuelvo el picor del sol, la hierba cosquilleando mis tobillos, mi respiración, mi cuerpo, todo. La quemadura que ha dejado la mano de Niall en mi brazo, que ha impedido que matara a Jane. La veo a ella, tosiendo a mis pies, con las manos en el cuello. Niall se agacha para comprobar cómo se encuentra.

Me miro las manos como si fueran las de otra persona. Pero son mías, he sido yo la que ha estado a punto de matar a Jane. El pensamiento no me horroriza como debería.

—Maldita cría —escupe entre toses, con la voz ronca.

—Cuando quieras repetimos —respondo.

Me agacho para recoger el hacha y me abandono el lugar en dirección a la playa. Todavía medio ida, no muy consciente de lo que acaba de pasar, de lo que iba a hacer de no haber intervenido Niall.


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—Espera.

Me he quedado a dos metros de llegar a la playa. Dos metros y habría pospuesto esta conversación durante unas horas.

—Si vienes a regodearte agradecería que fueras breve.

Lo que ha ocurrido con Jane ha dado la razón a sus sospechas, es la confirmación que lleva semanas buscando: el Juicio me ha dejado secuelas profundas que tiene toda la pinta que no desaparecerán. Sí, me domina la rabia incluso cuando creo controlarla. Y Jane también tiene razón, es un problema por el que casi la mato. Pero ahora mismo no puedo permitirme lidiar con esto. Tengo que estar concentrada en salvar a mi padre.

Me doy la vuelta hacia Niall. Preparada para recibir el sermón.

—Lo siento. —Mira la quemadura, pinzándose el labio y el rostro lleno de arrepentimiento—. ¿Estás bien?

—Nunca mejor.

—¿No te duele? —pregunta mirándome a los ojos de una vez. Niego con la cabeza. He usado el agua de mi cuerpo para sanar mi piel, solo que la marca todavía no ha desaparecido.

La culpabilidad rehúsa a abandonar sus ojos y se agarra los codos con los brazos cruzados sobre el pecho. Nada queda de la actitud glacial de esta mañana. Se le ve pequeño e indefenso entre los árboles, a pesar de tener una altura y una constitución amenazantes. Como un niño que acabara de hacer una travesura de la que se arrepiente y teme las consecuencias. Me incomoda esta imagen, hubiera preferido el sermón.  

Al ver que no añade más, me giro con intención de llegar a la playa y empezar el puñetero circuito. No consigo dar un paso cuando la voz de Niall me detiene:

—Vas a marcharte.

Afirma, que no pregunta. Por supuesto que lo sabe. Después de todo, le dije que lo haría. No sé por qué esperaba que se hubiera tragado mi teatro, pero yo tenía muchas ganas de creerme el suyo. Me doy la vuelta con brusquedad, a sabiendas que ahora me espera una pelea monumental.

—E imagino que tratarás de impedírmelo.

Niall cruje la mandíbula. Experimento en los huesos la lucha que batalla en los suyos. La humedad me dificulta la respiración, que se entrecorta a expensas de su respuesta. Con esto tampoco puedo lidiar ahora.

—No. —Deja caer brazos y hombros, como si se desarmara.

Arrugo la frente. ¿No? ¿En serio? Después de la pelea de anoche ahora relega sin más. Apuesto que mi amenaza de muerte no ha tenido nada que ver. No podría herir a Niall, aunque quisiera. Ni él a mí. Nuestros poderes son el Talón de Aquiles del otro; el agua que no puede sofocar el fuego y viceversa. Se complementan, más que otra cosa.

—Pero, por favor. —Se planta frente a mí en un par de zancadas—. Por favor, no te vayas.  

Retrocedo. Asombrada por lo lejos que está dispuesto a llegar, cuán retorcido puede ser, con tal que no me marche y su estúpida misión no peligre.

—Sé lo que pretendes.

—Qué…

—Tú qué te has creído —escupo, apretando el mango del hacha—. ¿Que por dedicarme unas pocas miradas de borrego vas a engatusarme?

El dolor se me aloja en la garganta, tirando de mis cuerdas vocales en direcciones opuestas. No hago nada por ocultarlo, negarlo o explicarlo. No lo atribuyo al lazo de sangre. Me duele. A mí. Que finja esa súplica, ese miedo a que no regrese, ese amor que refleja en sus ojos, que no siente de verdad y no duda en interpretar para manipularme. Me duele también que una diminuta porción en mí apueste porque sea verdad y, no saber si es influencia del lazo o se debe a que no soy capaz de deshacerme de esas ganas que siempre he tenido porque alguien me quiera de esa forma; que vaya a sufrir si no estoy, que me eche de menos cuando me voy.

Quizás Niall ha visto ese deseo en una de sus invasiones a mi interior y de ahí viene su cambio de actitud. Habrá pensando que, como ya no me pongo como un tomate ni tartamudeo en su presencia, haciéndome creer que es esa persona podrá seguir influenciándome. Tiene sentido. Explicaría su comportamiento extraño de las últimas semanas.

Dios, sería mucho más fácil si no hubiera ningún lazo que me haga necesitarlo. Incluso ahora, aun teniendo ganas de matarlo.

—Vaya, sí que me ves con buenos ojos —silba Niall, tras leer todo cuanto sucede en mi cabeza, sin que yo intente tapar esos pensamientos. Lo dice con sarcasmo amargo y decepción. Retrocediendo también.

—¿Y me culpas? —Desde que nos conocimos me ha tratado como el culo. Se ha burlado, me ha hecho sentir inútil y ha dado voz a todos mis miedos como el que más. Cómo voy a creerme que, así de pronto, sienta una preocupación genuina por mí.

—Yo que sé —resopla, tapándose de la cara con las manos un momento.

—Entonces, por qué. Si no quieres que piense así. Explícame la razón de… —Lo señalo, queriendo abarcar mi intención—. ¿Es por lo que nos hizo Jane? ¿Por qué?

Ahora soy yo la del tono suplicante. Me doy cuenta lo mucho que me necesito su respuesta. Saber sus motivos, sean cuales sean.

Niall abre y cierra la boca varias veces. Eso para mí ya es una respuesta. Si no puede negarlo, será verdad. Me trago la amargura y me encamino hacia la playa. Esta vez no me detiene.


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Supe que en mí las emociones eran peligrosas a una edad muy temprana, mucho antes de ser capaz de comprenderlas. Para que os hagáis una idea del problema; maté a mi madre con seis años por un arrebato infantil que no recuerdo a qué vino. Desde entonces, mi vida ha sido una lucha constante por dominarlas.

El primero que trató de enseñarme a anularlas fue mi padre. Tras el accidente, Elijah consagró su vida a intentar domesticar al monstruo que veía en mí cada vez que me miraba. Sus métodos eran un tanto erróneos, sin embargo, pedirme control al tiempo que me machaba por no tenerlo no resultaba. Encerrarme, molerme a hostias y recordarme cada segundo que era el culpable de la muerte de mamá, tampoco. Aunque el hombre lo intentó, eso no se puede negar.

Nunca sabré si lo hubiera conseguido porque el Anti-Círculo lo asesinó cuando tenía dieciséis años. De eso sí que me acuerdo. Philip había venido de visita para tratar asuntos de la organización. Mi padre no me contaba mucho—por no decir nada—, así que, cuando Philip, Nicholas, Edward o quien fuera venían, solía esconderme detrás de la puerta para captar algo.

No llevaba mucho con la oreja puesta cuando escuché un fuerte estallido de cristales rotos. Entré al comedor y vi a dos chavales cercanos a mi edad. A uno le salía una cola de escorpión de dos metros de la espalda; el aguijón estaba clavado en el pecho de mi padre. No hizo ruido cuando lo liberó y cayó al suelo. Philip estaba agazapado tras la mesa, bastante tranquilo. Ahora, con perspectiva, supongo que fue él quien le dijo dónde nos escondíamos. El Anti-Círculo lleva años reclutando a chicos como yo para unirlos a sus filas.

Me fue sencillo matarlos. Pan comido, en realidad. Estaba asustado y no tuve que esforzarme porque el fuego se liberara y los calcinara.

Enterré a Elijah junto a mi madre, en la colina que había detrás de casa, Philip me ayudó. Mentiría al decir que lamenté su muerte. En los últimos años había pasado de ser un padre de la hostia; que hacía castillos de arena conmigo los fines de semana y que se sentaba a los pies de mi cama durante horas cuando tenía pesadillas, a ser quien las provocaba. Sentí alivio, creo. O puede que ya empezara a haber avances. Porque tampoco me afectó lo más mínimo matar a aquellos tipos.

Los días siguientes estuve encerrado en una habitación de hotel con Philip, mientras esperábamos a que llegara Nicholas. Pensé en largarme más de una vez. No veía motivo para que un tío que había visto contadas veces en mi vida decidiera sobre ella. No quería que me aislara como había hecho mi padre. Pero no tenía dónde ir y me asustaba lo que pudiera pasar si perdía el control. Al final, esperé a que llegara Nicholas y me resigné.

Dos días más tarde estaba en Australia, aislado otra vez, con Edward Mitchell como nuevo entrenador. Creyeron que era la opción menos mala. Si la cosa se me llegaba a ir de las manos el daño no sería muy grande —salvo para Edward, claro—. A mí la idea de encerrarme en una cabaña con un ermitaño que podía ser tan malo como mi padre no me hacía especial ilusión. Pero Edward resultó ser el mejor entrenador y guía que un chico como yo podía tener.

Fue el primero en tratarme como una persona y no un problema que solventar. Me enseñó que mi poder, era tan malo como bueno —igual que todo en la vida—, que no tenía por qué ser una sentencia. Edward trabajó conmigo para conocerlo y dominarlo, en lugar de reprimirlo. Quiso convencerme de que no había motivos para renunciar a mis emociones, que hacerlo era lo que provocaba que siempre salieran descontroladas. Era un razonamiento muy lógico, pero había pasado demasiados años escuchando la voz de Elijah llamándome monstruo. Estaba traumatizado y, la lógica de Edward no lo cambiaría. Ya no creía que mi poder fuera una sentencia, pero las emociones que tenía ligadas, sí. Si me relajaba, aunque fuera por un segundo, podía sentir cómo volvía al principio; al niño que asesinó a su madre por un arrebato.

Después de Edward, una vez vieron que era capaz de convivir con personas sin chamuscarlas, me enviaron con Jane. Quería entrenarme para ser protector del Círculo. Para entonces ya lo sabía todo acerca de la organización, de los Mensajeros de la Noche y el Anti-Círculo. Pero Edward se había guardado la información más valiosa de todas: el solsticio de verano. La solución a mi problema.

Ese dato fue cuanto necesité para poner todo mi empeño en los entrenamientos. Fue entonces cuando conocí a Liam, que había llegado poco antes que yo. Era la primera persona de mi edad con la que convivía desde que era un niño. Jane nos puso a entrenar juntos. Y ambos nos empleábamos a fondo en ellos.

Jane nos convirtió en dos soldados envidiables. Aunque también nos hechizó y nos comió la cabeza como quiso, todo hay que decirlo. Pero a mí me daba igual, porque yo necesitaba aprender de su falta de escrúpulos.

Tras muchos meses de entrenamiento, empezaron a darnos misiones. Rescatar a chicos como nosotros, buscar aliados, tratar de capturar a la competencia y cosas así. Digamos que nos tenían entretenidos hasta que llegase nuestra misión real: una vez se reuniera el Círculo, teníamos que ayudarlas.

Saber que llegaría el día en el que podría librarme de mi carga, fue cuanto necesité para adormecer mis emociones. Las apelotoné todas tras un muro y me olvidé de ellas cuanto me fue posible. Solo tenía que aguantar hasta el solsticio, después acabaría.

Y estaba dispuesto a cualquier con tal que ese día llegara.

Hasta que conocí a Elise.

Bueno, no fue exactamente cuando la conocí. De hecho, ya la conocía antes de hacerlo. Edward me hablaba de ella con frecuencia. Del miedo que le producía que no pudiera con la situación. Porque su hija era demasiado buena e inocente. A mí así ya de primeras no me cayó muy bien. De ella dependía en gran parte que cumpliera mi objetivo.

Una de las cosas que más me molestaban al principio era ver su potencial desperdiciado. Nunca pensé que fuera una inútil. Pero me jodía que se distrajera con tonterías y no lo utilizara. Elise es dueña de un elemento que representa el 71% del planeta, sin contar la que hay escondida bajo tierra, dentro de ella o congelada. Si se lo propusiera, podría destruir la Tierra. Claro que, en lugar de animarla a ver todo ese potencial, decidí hacer lo contrario. Podría defenderme diciendo que, salvo su padre, a mí me han enseñado a base de hostias y desprecios. Pero la realidad es que sentía por ella una animadversión que lo nublaba todo.

Siento un rechazo natural por las personas sentimentales. Las condeno de inmediato. Representan lo que yo no puedo tener. Y Elise siempre ha sentido, hasta las últimas consecuencias y a pesar de ellas. Se ha resistido como nadie a convertirse en una víctima de la situación, de los secretos de su familia, de nuestros desprecios y golpes. Como si dijera: yo soy así y no vas a cambiarme.

En esa honestidad, reluce una clase de valentía de la que aquí, muchos carecemos.

La noche en la que me gritó con la voz quebrada y la furia del océano: «¿De qué te sirve salvar el mundo si no tienes a nadie con quien compartirlo?», fue como si me diera una bofetada en la cara. Había sentido pena por ella, cuando debería haberme compadecido de mí mismo. Porque todo lo que había querido, no era más que una densa capa de humo que me cegaba.

Me había convertido en la brutalidad, obsesión y desesperación de Elijah; en el egoísmo, narcisismo y la podredumbre de Jane. Llevaba toda una vida condicionado por ambos. Era su títere. Uno me había convencido de que sentir me convertía en un monstruo y la otra que el solsticio, sería la única manera de evitarlo. Así es como consigue a un soldado fiel: lo rompes y le aseguras que solo tu causa podrá arreglarlo.

Esa noche lo cambió todo. El soldado de hierro se ha ido deshaciendo día a día, hasta que solo he quedado yo. Junto a un puñado de emociones que no sé cómo gestionar porque llevo muchos años rehuyéndolas. Ha sido como regresar a una casa que vivía en mis recuerdos y tener que reconocerla ladrillo a ladrillo. Aprender a sentirme cómodo en sus estancias, acostumbrarme a la distribución de los muebles y reprimir el impulso de derruirla.  

Nunca me he sentido tan débil, ni susceptible a todo como en las últimas semanas. La versión despiadada de mí no era mejor, pero sí más sencilla de vestir. Aunque comprobar que las emociones no han reducido al mundo a cenizas, ni me transforman en el monstruo que siempre he temido, sino que me acercan al ser humano que pensé aparecería tras el solsticio, me ha dado un poco de paz. Pero también muchos quebraderos de cabeza. Esto de sentir es una puta mierda el noventa por ciento del tiempo.

Sobre todo, cuando lo que siento es angustia, miedo y preocupación constantes. Esa noche en Woodlands no solo supuso un cambio para mí, sino también para Elise. Todos alcanzamos un cupo de cosas que podemos soportar antes de rompernos. Y ella ha soportado demasiadas en las últimas semanas. Renegar de sus emociones es la manera que ha encontrado de lidiar con lo que ha ocurrido. A pesar de conocer en carne propia la destrucción que hay en ese deseo, no me preocupa tanto. Porque en cada intento que ha hecho por deshumanizarse, ahí estaba yo para impedírselo. No de la mejor forma, lo reconozco, pero sí efectiva.

Lo que sí me preocupa es la sed de venganza que ha despertado con Elise tras el Juicio Final. Junto con la rabia que acompaña a esta. Y, siendo honesto, me traería sin cuidado que pudiera llegar a herir a alguien de no ser porque, es Elise quien más va a sufrir sino consigue deshacerse de ella.

Ha empeorado desde que Thalia empezó a enviarle imágenes torturando a Edward. He visto lo que ocurre en las pesadillas y el dolor en los ojos de Elise cuando la he arrastrado fuera de ellas noche tras noche. No puedo culparla por querer dejarlo todo por ir a buscarlo. Yo mismo lo haría, Edward fue la única figura positiva que tuve tras la muerte de mi madre. Pero debo asegurarme de que Elise se mantenga viva, aunque ello implique dejarlo morir a él. Es lo que querría. Lo único que Edward ha querido nunca; que Elise sobreviva.

«Protégela, Niall. Prométeme que harás lo necesario para que mi hija salga viva de esta».

Hice esa promesa a regañadientes, muchos años atrás. Cuando la conocía de oídas y solo la percibía como un inconveniente. Aun así, traté de cumplirla. Y en el proceso también fui un completo gilipollas. Ahora, que haría arder el mundo sin que me temblara el pulso si así consiguiera que Elise estuviera a salvo, ella tan solo ve al cabrón egoísta y sin escrúpulos. También dispuesto a ver el mundo a arder, pero para conseguir su objetivo.

—Contrólate.

Una oleada caliente viaja por mis brazos y piernas para concentrarse en las manos. Se vuelven candentes, igual a un metal al rojo vivo. El impulso, casi desesperado e incómodo, por soltar el calor que se acumula en ellas me toma por entero. Como la angustia y agobio de la cremallera atrancada de la chaqueta cuando te estás asfixiando de calor.

Yo habito en esos segundos opresivos, privado del alivio que te embarga cuando, al fin, logras desabrocharla y sacudírtela de encima. Antes, pensaba en el momento en que esto dejaría de suceder para conseguir dominarme. Entonces imaginaba una caja, que se tragaba esa emoción junto con el fuego que provocaba. La cerraba y la apartaba a un lugar dentro de mí. Ahora lo que veo cuando siento que perderé el control, son dos grandes ojos azules que podrían hacerme perder la cordura, pero, en su lugar, me dan paz. Pienso en las noches con ella en la cabaña, hablando de lo que ha sucedido en el día. En cómo se le mueve el pecho al dormir. En el color de su piel cuando le da el sol. Y, así, pensamiento a pensamiento. El calor se enfría.

Al principio, dudo si ha sido Liam quien ha hablado o, por el contrario, mi propia voz. Continúa en su puesto de centinela perpetuo, sin apartar los ojos de Joan. Como si temiera que, al hacerlo, su cuerpo fuera a evaporarse. A él mismo se lo ve desdibujado, con los bordes imprecisos, desde que la chica entró en coma. No puedo evitar verme en su situación si Elise termina por marcharse.

—¿Qué te pasa? —Liam coloca la espalda en el respaldo de la silla. Se introduce en las sombras de la habitación, donde la luz que se cuela por la ventana no lo alcanza. Sus ojeras parecen surcos en la roca, profundas y eternas.

Estiro las piernas y dejo caer la cabeza al borde del colchón. Llevo un par de horas sentado a su lado, con la espalda encajada en el somier de la cama y se me ha dormido todo menos la cabeza. Hoy no he arrastrado a Liam a la cabaña principal para que comiera un poco. En su lugar, he venido a recluirme con él.

No se me da bien tratar con las personas. Me siento incómodo entre las grandes multitudes y me cuesta comportarme de manera decente. Liam es la excepción. Somos compañeros, en todos los aspectos que se puede serlo; nos conocemos, nos entendemos y sabemos cuándo le ocurre algo al otro. Las charlas nunca han sido nuestro fuerte. Pero en las últimas semanas es lo único que hacemos. Hablamos de esta misión que ya no nos interesa tanto a ninguno, de Joan, Elise e incluso del clima. Así que lo escupo todo sin miramientos.  

—Va a marcharse —adivina Liam una vez termino de narrarle los recientes acontecimientos.

—Esta noche —confirmo.

Pensé que a estas alturas habría convencido a Elise de quedarse en la isla. Pero el entrenamiento con Jane no ha hecho más que afianzar su decisión. No se trata solo de recatar a Edward. Para ella, hacerlo, supone muchas otras cosas: demostrar su valía y que la tomen en serio de una vez por todas, descargar esa rabia que la engulle poco a poco… Puede tratar de ocultarlo, pero al final del día no puede mentirme. Ni yo a ella. «Si encima me creyera, sería la hostia».  

—Me sorprende que no la hayas noqueado y encerrado en su cabaña.

—Lo he pensado. —Llevo todo el día luchando contra el instinto de hacerlo—. Prefiero una solución por la que no me odie para siempre.  

Si se lo impido, no me lo perdonará jamás. Me culpará de la muerte de Edward. Sé que debería estar dispuesto a que ocurra si eso supone salvarle la vida. Pero no es el caso. Sigo siendo el mismo egoísta de siempre.

—Tal vez si te dejas de tonterías y le dices que estás loco por ella…

—¿Lo estoy? —inquiero, cruzando nuestras miradas.

Sé que estoy enamorado de Elise. Soy nuevo en esto de sentir, batallo mucho catalogando mis emociones, las confundo a menudo. Lo que siento por ella no deja espacio a confusiones ni dudas. Pero hasta donde sé, podría ser una ilusión. Un efecto colateral del lazo de sangre, otra de las tretas de Jane. Y es por eso que una parte de mí se resiste a aceptarlo. Que me impide ser claro con Elise y me hace enmudecer cuando me exige saber por qué he dejado de ser un completo tarado con ella. Porque si es obra de Jane. No lo quiero. Me niego a seguir siendo su títere.

Los ojos de Liam se endurecen. Cualquiera diría que va a darme una patada en la cara de un momento a otro. En su lugar, dice:

—El lazo de sangre no tiene influencia sobre tus sentimientos. Ni tampoco que seáis almas gemelas —reniega de mis dudas en voz alta—. Ambas cosas os unen, pero no provoca que os enamoréis. Puedes leer sus pensamientos y sentir su dolor. Tu cuerpo necesita el de la otra persona. Sin embargo, hay una diferencia abismal entre necesitar a alguien y amarlo. —Los ojos de Liam viajan involuntarios al rostro de Joan—. Helenna y Zayn se necesitan, pero no se aman. Y si Louis amara a Alexa nunca la habría traicionado.

El silencio se impone. Me mordisqueo la uña al tiempo que desmenuzo el elaborado discurso de Liam. Cuando Jane nos unió a Elise y a mí pensé que había cometido un error al emparejarnos. Porque no funcionaba como en el resto. Nunca nos embargó el ansía enfermiza por tenernos cerca. El cambio ha sido progresivo, lento e inadvertido. Ha crecido día tras día en un segundo plano. Para cuando me di cuenta, en aquel claro, mientras recogía las lágrimas de sus mejillas, no me sorprendió lo más mínimo. Fue como reparar en algo que siempre había estado allí.

Sí, el lazo de sangre o todo el asunto de las almas gemelas hace que se amplifique. Pero no son la causa. Sino Elise, que se me enredó en huesos y músculos sin que lo notara. La causa es cuando hace algo extraordinario, como atacarte con dos estalactitas, y el aire anonadado que se le queda, sin terminar de creerse que haya sido capaz. La manera inconsciente en la que se interpone entre Helenna y Charles cuando discuten, para protegerla, aunque esté de más. Que vea las cosas a detalle, no en una panorámica; como llamar a sus amigas en medio de una misión y que le dé igual si por ello fracasa. Es por su resiliencia, por cómo hace surcos con los talones en la arena y juguetea con la punta de su pelo. Porque sonríe cuando el agua del mar le roza la piel. Por todas esas cosas que cree que la debilitan: su bondad y gentiliza, su vulnerabilidad y la falta de renuencia cuando muestra que el resto le importa. Porque me abrió los ojos, derruyó el muro y desde entonces todo es diferente.

Pero, con una certeza que me aplasta las costillas, comprendo que da igual si ella piensa que todo lo que hago es un movimiento calculado para controlarla. Si no me cree. ¿Por qué lo haría? No le he dado ningún motivo. E incluso si me abriera en canal delante de Elise, nada garantiza que sienta lo mismo. No hay nada en mí que ella pueda llegar a amar.

Y la idea de escuchárselo decir hace que desee volver a meter cualquier vestigio de humanidad en su caja.

—Escucha, no estoy diciendo que hagas una declaración de amor. —Liam habla de nuevo. Se lo agradezco—. Pero sé todo lo honesto que puedas. Si quieres empieza pidiéndole perdón por haber sido un idiota con ella todos estos meses—. Me da un toque con la punta de la bota en el muslo, emulando una pequeña porción de burla a sus facciones.

Al ir a replicar, siento cómo el hilo que tengo enganchado a las costillas y que se tensa cada vez que Elise se aleja pierde presión. Sé que va a entrar a la habitación antes que la puerta se entorne y su cuerpo ocupe el espacio entre la habitación el pasillo.

Nos traspasa a Liam y a mí con la mirada. Sus ojos van directos a Joan: tienen una mezcla de añoranza y fiereza. Pero a pesar de ignorarme, solo con tenerla cerca siento que la cremallera de la chaqueta desciende, desapareciendo la angustia.

—Necesito hablar contigo. —Me dice aún sin querer mirarme.


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«¿Por qué?». Veo su duda constante en los ojos, ahora de un azul oscuro por la penumbra del pasillo, acompañada de un ruego mal disimulado cada vez que se cruzan conmigo. Debajo de la expresión oscura, cortante y despiadada que ha nacido en sus rasgos, también veo la dulzura y calidez de antes. Pero cada vez me es más difícil decidir si me las estoy imaginando o de verdad continúan ahí. Cuando intento buscarlas una segunda vez, me encuentro con una frialdad plana que me deja clavado en el sitio.

Aguardo a que sea Elise quien hable para recomponerme un poco. La conversación con Liam me ha dejado susceptible, como si me hubieran exfoliado la piel con papel lija. No me fío de que se me suelte la lengua y se me escapen todas las cosas que no me atrevo a confesarle. Apoyo el hombro en la pared, cruzándome de brazos. Trato de mostrarme despreocupado, no ansioso a la espera de su voz. Me nace un orgullo estúpido por que no se note.

Durante el lapso en el Elise suelta un resoplido rendido, cuadra la espalda y alza el mentón pretendiendo ser más alta que yo, se me pasan mil cosas por la cabeza. La más ridícula de todas es que ha decidido atender a mi petición y va a renunciar a marchase.

—Quiero que entrenes con Helenna. —Ha elegido un tono cuidado, decidido e indulgente. Para que suene a orden y no petición.

Tardo un momento en digerir la decepción y otro en procesar sus palabras. Mientras tanto, Elise aprieta las manos contra las caderas. El silencio de lo que no pronuncia me impacta como una patada en el estómago. «Si tuviera otra opción, tú serías el último a quien acudiría». La rodea un aire resignado, aguardando a que haga lo que siempre espera de mí. Que me aproveche de la situación y saque tajada.

Se me incendia la sangre de indignación. Respiro hondo. Me repito que no pasa nada, que tengo permitido reaccionar y que no soy una persona débil. Que no voy a incendiar la cabaña porque me joda que Elise me vea de esa manera. No le falta razón. Tengo que contenerme para no decirle que solo entrenaré a Helenna si ella me promete que se quedará en la isla y no irá a por su padre. Así es como estoy acostumbrado a funcionar. A conseguir una cosa por otra.

—Helenna tiene entrenadores suficientes.

—Ninguno es elemental del fuego, tú sí. Necesita aprender a controlarlo.

—Vale —respondo despegándome de la pared. Al bajar los brazos, veo que me he dejado una leve quemadura en el antebrazo, allí donde descansaba mi mano.

Parpadea, ocultando la sorpresa brevemente. Sus pestañas son largas, negras como el carbón y cuando tocan la comisura de sus ojos, casi espero que dejen una mancha. Trato de no enfadarme por su reacción. Además de sorpresa, hay desconfianza. Está segura de que hay un motivo por el que he aceptado sin más. Uno que tiene intención de controlarla.

—¿En serio?

—Intenta no sorprenderte tanto —mascullo mirándome las zapatillas.

Suelta tal suspiro que se me pega a la piel. En él hay cansancio, derrota. Me resigno a no dar dos zancadas y estrecharla entre mis brazos. Lucho contra la fuerza invisible que me empuja por la espalda hacia su cuerpo. Ella da un paso atrás, con aire asustado y, entonces sé que también nota el apremio por tocarnos, como si fuera una necesidad fisiológica. Me desconcierta que se comporte como si me quisiera a kilómetros y al mismo tiempo deje la puerta de su cabaña abierta para mí, que me cubra con una manta al quedarme dormido en el sofá y se quede allí un rato o ver cómo su cuerpo se inclina hacia el mío por inercia, el anhelo en sus ojos, un calco del que vive en los míos.

Así como mis sentimientos son claros, los de Elise son un intrincado laberinto. Del que, me aventuraría a afirmar, ni ella misma conoce la salida. A mí me da una esperanza absurda, quizás no me odia sin más.

Despego los labios notando un torrente de palabras subiendo por la garganta, como si fuera a vomitar. Pero nunca sabré qué hubiera dicho, porque en ese segundo la puerta del baño se abre y me las trago todas,

—Te dije que aceptaría.

Helenna se coloca al lado de Elise, mirándome con suficiencia y el brillo de un chiste que solo ellas conocen. No la soporto.

—¿Escuchando detrás de las puertas? —inquiero.

El tío desmadejado, inseguro y vulnerable que aparece con Elise se esfuma. Me yergo, me sello y vuelvo a ser el de antes. Porque el primero solo existe en su presencia. Y eso es algo que a veces me roba el aliento. La certeza de que, si no la hubiera conocido, todo seguiría igual.

—Solo las interesantes, Romeo —guiña un ojo y se marcha. Pasando por mi lado como si fuera la reina del mundo y yo tuviera que inclinarme. Elise le pone los ojos en blanco a su espalda—. Bueno, entrenador, mueve el culo. No queremos que se repita lo de Pompeya —grita apelando a mi falta de paciencia.

—¿Ahora? —digo a Elise.

—No tienes nada mejor que hacer —afirma por mí, encogiéndose de hombros y siguiendo a Helenna hasta la entrada del pasillo.

«Impedir que te suicides, por ejemplo».  

Lleno los pulmones de aire.

—Supongo que no.


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La inminente bajada del sol me pone nervioso. La noche se acerca y continúo sin tener la más puñetera idea de cómo retener a Elise. Debería buscar ayuda, contárselo a alguno de los mayores, que sean ellos quienes se encarguen. Pero no tengo por costumbre depender de nadie y, la estaría traicionando.

¿Qué otras opciones me quedan? Acompañarla, tal vez. Pero los dos acabaríamos muertos. Estaría incumpliendo la promesa de Edward.

Sí, traicionarla parece ser mi única opción.  Ahora mismo, mientras la observo caminar por el borde de la playa, con el pelo enredando en el rostro y el sol bañándole la piel, tan tranquila, bonita y viva: sí me merece la pena. Aunque con ello mate toda posibilidad que exista entre nosotros.

—De acuerdo, qué tengo que hacer.

Helenna se da la vuelta y me apunta con uno de sus sables, se ha entretenido dando estocadas al aire con ellos durante el trayecto. Hemos venido a una zona alejada de la playa, donde hay rocas y poca vegetación.

Apoyo la espalda en una de las rocas. Por el rabillo del ojo, veo a Elise sentarse sobre el agua, dejando que las olas rompan a su espalda.

—Primero deja eso. —Le indico con la barbilla.

Helenna arruga la frente. La chica de inusitado buen carácter que ha nacido tras la llegada a la isla desaparece, regresa la que es dura como un acantilado, dispuesto a hacer que te retuerzas de dolor hasta que supliques. Se muestra renuente a mi indicación, de hecho, me mira como si le hubiera pedido que se desprendiera de una pierna. Cuando creo que va a negarse, termina por acercarse a Elise y deposita en su regazo sus preciados sables.

—Usted dirá, señor entrenador —suelta al regresar. Muy divertida con la situación.

—O te lo tomas en serio o te buscas a otro.

«Niall». Advierte Elise en mi mente. Su voz es cálida y amable; como un rayo de sol. No se parece en nada al calor al que estoy habituado, abrasador y peligroso. Este es tranquilo y reconfortante. El tono de voz que emplea cuando me habla en la cabeza siempre es así. Como si perdiera las barreras ante la posibilidad de que quizás no la escuche.

Me recuerdo que estoy haciendo esto por ella. Le importa Helenna, aunque haga todo lo posible porque ahora no se le note. Estos pequeños vestigios de la Elise que me puso el mundo patas arriba y disipó la neblina, que busco entre las paredes de hielo que la rodean ahora, son los que hacen que me niegue a aceptar que ha desaparecido.

Despego la espalda de la roca y me sitúo a pocos centímetros de Helenna. Sin saber del todo qué hacer. No sé cómo enseñarle a dominar su elemento, veintidós años y yo todavía lucho porque el mío no se salga de control.  

—Cierra los ojos. Hazlo —repito más brusco cuando estos continúan fijos en los míos, desconfiados—. Procura dejar la mente en blanco.

Helenna resopla. Pero finalmente destensa el cuello moviéndolo de lado a lado, relaja los hombros y sus párpados descienden. Con los brazos cruzados, aguardo unos segundos a que se le relajen las facciones del rostro. La brisa marina me revuelve la ropa y me relajo con el sonido rugiente de las olas al romper en la orilla. Miro a Elise, que nos observa desde su posición, con las manos echadas a la espalda. Sus ojos son de un azul jade en contraste con el oscuro del océano, con las sombras que crean las rocas sobre su cuerpo. Se le marcan los músculos de los brazos, que se le han definido y endurecido con los entrenamientos. Cruzamos los ojos momentáneamente, antes de centrarme en Helenna de nuevo.

—Visualiza una cerilla en tu mente y trata de encenderla. Imagina la llama, su color. Azul, naranja y amarillo. Siente su calor. —Trato de emplear un tono relajado, pero no monótono. Pienso en Edward, escuchando las mismas palabras de su boca, tantos años atrás—. Ahora, conduce la llama hasta tus manos. Despacio, familiarízate con el calor e intensidad, no dejes que se ella la que lleve el control. Por último, imagina que esa llama diminuta sale de tus dedos.

Helenna suspira sin convicción, aunque obedece. No pasa mucho rato hasta que se dejan ver los primeros vestigios de frustración en su rostro. Es un proceso tedioso que, con sinceridad, sacaría a de quicio a cualquiera. Aun así, es la manera correcta de que aprenda; controlada, progresiva. Porque si el fuego que tiene dentro se desata y los impulsan sus emociones, al final será él quien domine a Helenna. Igual que me domina a mí.

—No seas impaciente. Solo quiero que te familiarices con el proceso, no que hagas una hoguera el primer día.

—¿Entonces de qué sirve? —Helenna abre un ojo, enfadada, impaciente a pesar de lo que le he pedido.

—No queremos que se repita lo de Pompeya, ¿verdad?

Estiro los labios en una sonrisa falsa. Escucho el carraspeo de Elise sobre el rugido de las olas. Otra advertencia, que no sirve de nada; el daño ya está hecho. Helenna se pone roja de rabia, sufre un espasmo en los brazos y de su mano derecha emerge una llama momentánea, que dura apenas unos segundos.

—¡Me cago en…! —exclama, agarrándose la muñeca, a la que repliega el cuerpo hacia delante con las facciones arrugadas. Le ha salido un verdugón en la palma. Me lanza una mirada de reproche, en la que veo el fuego que vive en su interior. «Tiene mucho sentido que sea su elemento», pienso, va con su personalidad—. ¿Por qué?

Se yergue, todavía aferrándose la muñeca. Pongo los ojos en blanco, esto es justamente lo que estaba intentando que no ocurriera. Me aparto el pelo de la cara e inspiro hondo buscando un poco de paciencia en el aire.

—Si lo haces mal, el fuego quema, independientemente de que sea tu elemento. —Yo mismo tengo la piel llena de viejas quemaduras. Pequeños recordatorios de todas las veces que perdí el control. La peor de todas está en la espalda, una zona rugosa y abultada, de la vez que maté a mi madre—. La diferencia es que a nosotros no nos mata y las quemaduras curan solas. Para esto sirve lo que te he dicho. Tienes que aprender a sacarlo desde tu cabeza, no de tus emociones. Ya ves lo que ocurre sino.

—Es más fácil así —replica pensativa, concentrada en su mano.

—También es más fácil que acabes matando a alguien.

Helenna mueve los dedos, como si estuviera sufriendo un cosquilleo, me da una mirada de reojo; desafiante y problemática. Un segundo después, otra llama aparece en su mano, cubriéndola entera. Esta vez más amplia y duradera.

—A ti, por desgracia, no puedo matarte. Así que…

Con una sonrisa desdeñosa, estira el brazo en el que sostiene la llama y me la lanza. Años de reflejos impiden que me dé en la cabeza. Me echo a un lado al esquivarla y esta acaba por impactar en la roca. Enfurezco, siento una oleada abrasadora subirme por el estómago.

Helenna es todo dientes, se enrolla un mechón de pelo en el cabello.

De acuerdo, si quiere aprender a hostias, a hostias será…

Me concentro en el calor latente en los granos de arena. Sin hacer ningún movimiento, lo redirijo hasta su posición. Abro las manos y las impulso hacia arriba, subiendo también el calor, rodeándola con un círculo de fuego que asciende más allá de su estatura.

—¡Eh, gilipollas! ¡Apágalo! —grita entre los lametazos sonoros de las llamas. Su figura es una sombra negra entre el fuego.

—Apágalo tú —respondo con un creciente buen humor.

De pronto, me invade una laceración en la columna vertebral que hace que caiga de rodillas al suelo. El dolor se extiende a mi cabeza y se aloja allí. Es como si tuviera la cabeza metida en agua hirviendo. Peor que la vez en la que Alexander me envolvió en una nube de hielo seco. Pareciera que me estuvieran estallando las venas del cerebro.

Pero no grito, no pienso darle esa satisfacción. Aprieto los dientes y me sostengo la cabeza entre las manos.

—¡Para! —rujo.

—¡Tú primero, Romeo!

Gruño. Maldita desgraciada y maldito sea yo por haberme dejado arrastrar a esto. Al final, Elise tiene que intervenir. Cuando pienso que voy a desmayarme, un chorro de agua me cae encima, como si me hubiera engullido una ola. El dolor remite de súbito. Abandonando una palpitación molesta en todo mi cuerpo junto a los latidos disparados de mi corazón. Abro los ojos y me pongo de pie, chorreando por todos lados, con la ropa pegada al cuerpo. Las gotas de agua salada se me cuelan en los lagrimales y debo parpadear para deshacer el picor.

Una vez consigo enfocarla, veo a Helenna, igual de empapada que yo, pero, en esta ocasión, la furia de sus ojos no va dirigida a mí, sino a Elise. Esta se encuentra de pie entre ambos, con los sables de Helenna en cada mano. Alterna la mirada, helada y reprobatoria, entre los dos.

—Ha sido suficiente por hoy.

Tira los sables a los pies de su compañera y comienza a alejarse de nosotros por la orilla. Durante unos momentos, mientras intento regular la respiración, solo la observo alejarse. Recortada y oscurecida por la luz del atardecer, que convierte el agua del mar en lava. Helenna también la observa, con una mezcla de emociones que no puedo descifrar.

—Mañana más —dice Helenna tras terminar de escurrirse la camiseta.

En un arranque de intuición o, un movimiento desesperado, la llamo:

—Espera.

Me mira por encima del hombro sin detenerse.

—¿No has tenido bastante?

Todavía veo a Elise, un punto pequeño en el horizonte. Me debato un momento. Pero el sol se ha puesto y sigo sin tener una solución. Por lo que me rindo.

—Es sobre Elise —mascullo, una parte de mí, egoísta, esperando que mi voz se pierda en el viento y no alcance sus oídos.

Helenna se da la vuelta, seria y dispuesta. Y es por su forma de mirarme, que sé que he hecho lo correcto.

—Qué pasa con Elise.


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Para cuando termino de contarle todo (suprimiendo la parte de Alexander y Louis), que Elise casi mata a Jane por la mañana —lo que esto acarrea detrás—, que va a marcharse esta noche a buscar a Edward y que necesito su ayuda para impedírselo; casi ha anochecido. Ella escucha sin interrumpir, acariciando el filo de uno de sus sables, apoyada junto a la roca a mi lado.

—Tendrías que haberla dejado terminar —resopla, en referencia al incidente con Jane. Encojo los hombros, quizás sí. Pero Elise iba a pagar un precio muy alto— ¿No se te ha ocurrido pensar que esta es ella ahora? Que al final, ya sabes…

Lo sé, no tiene que explicarse más. Helenna, como yo, es el resultado de torturas, traiciones y pérdida. No es descabellado creer que a Elise le ha ocurrido lo mismo. Mi lado derrotista lo ha pensado, porque es más sencillo. También me convencí de que si no me libraba de mi poder no sería capaz de sentir con normalidad, porque era más fácil que hacerlo.

Elise está herida, la rabia y la venganza es su manera de manejarlo. Porque no tenemos ningún botón de apagado, no podemos decidir qué nos importa y qué no.

—No —respondo, quitando la arena de mis pantalones.

—Bien, yo tampoco —comenta sin nada más en la voz que afirmación— ¿Qué quieres hacer? Aunque la detengamos hoy, mañana volverá a intentarlo. Solo que en el proceso nos congelará el culo a los dos y yo me veré en la obligación de cortarle un brazo.

—A Edward no le queda mucho tiempo.

En las imágenes se lo veía destrozado. He visto morir a mucha gente morir como para saber cuándo alguien se encuentra cerca y, Edward la tiene soplándole en la nuca. Intento bloquear la amargura que me invade. Ojalá las cosas fueran diferentes y no le hubiera prometido nada. Él, de entre todos nosotros, no se merece este final. Merecía la oportunidad de estar con Elise, como siempre quiso.

—Creo que va a ir a verte esta noche, antes de marcharse —carraspeo, concentrándome en esto y no en Edward—. Tú finge que no sabes nada y luego…

—La dejo inconsciente —finaliza resuelta. La miro de reojo y veo una pequeña sonrisa. Supongo que sienta bien ser la que deja inconsciente y no la que se queda en ese estado por una vez. Medita un segundo antes de volver a hablar—: Parece arriesgado. ¿si no viene?

—A mí sí que no va acudir —comento, sintiendo una vez más la amargura porque no confíe en mí. Es como tropezarse con un objeto que no debería estar en tu camino; un dolor inesperado y sorprendente—. Pero confía en ti. Irá.

Es más un presentimiento que una certeza. Un pensamiento fugaz, casi inapreciable y borroso, que ha pasado por su cabeza durante el desayuno. Desde anoche, está siendo muy cuidadosa con lo que piensa si estoy delante. Ni siquiera mi teatro ha servido para que se desconcentre un poco. Con Joan fuera de juego, solo hay una persona en esta isla en la que Elise confíe y, esa es Helenna. Si una mínima parte de ella piensa que no conseguirá regresar, se asegurará de dejarlo todo bien atado aquí. Eso incluye encontrar una sustituta como líder.

Helenna hace un ruido de incredulidad. Me hace gracia que ninguna de las dos sea consciente del vínculo que las une. Por eso sé que he acudido a la persona correcta. Da igual que no nos soportemos y que nos hayamos torturado mutuamente hace un rato. En cuanto he mencionado a Elise, ha dejado todo lo demás de lado.

—De verdad la quieres —dice de pronto, cuando llevamos unos minutos en silencio. Hay un brillo divertido en sus ojos. Se me dispara el pulso.

—Vamos antes de que piensen que te he matado —rehúyo la respuesta levantándome de un salto.

—Como si alguien fuera a creerse esa gilipollez —chista, también incorporándose. Deja correr su comentario y no me presiona.

Caminamos en silencio hacia la cabaña principal. La luna llena, que siempre es llena en esta isla, casi ha alcanzado su espacio en el cielo. Abandona un rastro blanco en el agua, partiendo el océano negro en dos.

Me siento nervioso e intranquilo. Con un peso incómodo en el pecho que no me permite respirar con normalidad. Me van invadiendo pequeñas ráfagas de calor y, por poco es un alivio; así me concentro en reprimirlas y no tengo que pensar en todo lo que puede salir mal.

—¡Aquí estáis! Ya iba a buscaros. Elise me ha dicho que estabais entrenando.

La figura de Jonathan sale de la selva sin hacer ruido alguno. El color rubio de su pelo parece plata bajo la luz de la luna. Camina erguido y tranquilo a nuestro encuentro. Cada vez que lo veo pasear por la isla, da la impresión de ser el corazón de la misma. Como si fuera la fuente que la mantiene viva.

—En realidad le estaba dando una paliza. —Helenna se acerca a él. En cuanto lo tiene cerca, la veo desafilarse. Le sonríe de una forma que no hace con nadie.

—Seguro que sí —responde este, devolviéndole el gesto con cariño.

Después permanece mirándola unos segundos, como si estuviera traspasando el contenido de la cabeza de Helenna a la suya. Siempre me pasa lo mismo en su presencia. El tío tiene esa forma de mirar que hace pensar que puede leer hasta tu cartilla de nacimiento.

—Ya veo —suspira momentos después.

—¿Qué ves? —inquiero yo, totalmente desplazado del asunto.

Helenna pone los ojos en blanco.

—Jonathan es telépata. Ponte al día, quieres.

Reculo hacia atrás. Se me eriza todo el vello del cuerpo. No me gusta un pelo que este tío tenga línea directa con mis pensamientos.

—¿Estás seguro de que es la mejor manera de retenerla? —Me pregunta directamente. Comedido, educado y galante… Me pone bastante de los nervios.

—Es la más divertida —ilustra Helenna, sonriendo. Cualquiera diría que solo ha accedido a ayudarme por la posibilidad de noquear a Elise.

—Sí, estoy seguro —respondo a la defensiva, más de lo que debería. Porque en realidad, no estoy seguro.

Jonathan asiente.

—Os ayudaré. Hablaré con ella mañana para tratar de retenerla el tiempo suficiente.

No hay nada que indique que Jonathan pueda impedir que se marche. Me pregunto si, al haberle pedido ayuda Elise, le habría dicho la manera de salir de la isla. Como sea es un alivio que no se haya dado el caso.

—No es… —comienzo a rebatir. Me detengo a mí mismo, hay algo en las palabras que ha empleado Jonathan que llama mi atención. Movido por un presentimiento, rectifico—: Tú sabes algo, ¿verdad?

El rostro del chico se convierte en una máscara sin expresión. Helenna lo observa con el entrecejo arrugado, curiosa. Jonathan sonríe pragmático.

—Nos están esperando.

Da la vuelta y se dirige a la selva, dejándome con la duda. Aprieto el puño para no lanzarme a su espalda y exigir que confiese. Pero me contengo. Liarme a puñetazos no lo hará hablar: solo con la postura de sus hombros, se advierte la voluntad de hierro que posee.

Suspiro. A veces, tomas una decisión y lo único que puedes hacer es desear no haberte equivocado. Y yo espero no haberlo hecho.
indigo.
indigo.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por indigo. Miér 19 Ago 2020, 4:42 pm

Capítulo 45.03
Elise Mitchell & Niall Horan.

Paso el resto del día convenciéndome de que se trata de uno cualquiera. Ignoro lo ocurrido con Jane y la falta de sinceridad de Niall, sin distracciones. Entreno, preparo la comida y cumplo con la petición de Helenna; que Niall la entrene, después los acompaño y soy testigo del temperamento orgulloso de ambos. Finjo que no faltan horas para salir de aquí e ir en busca de mi padre. Al caer la noche, sin embargo, la anticipación me vence. Me encuentro inquieta, nerviosa y ansiosa.

Mientras los mayores, Harry, Zayn y Liam preparan la cena, Mortimer nos reúne al resto en el porche de la cabaña principal. Quiere hablar con nosotros. Como Niall y Helenna tardan en llegar, Jonathan se va en su busca. No entiendo qué motivo ha retrasado a ese par. Haberse enzarzado en una nueva pelea al marcharme yo, tal vez. En qué estaríamos pensando los tres con ese entrenamiento. Niall y Helenna tienen demasiadas similitudes como para que saliera bien. Ambos impacientes, orgullosos, cabezones y volátiles. Con un aplomo en todo lo que hacen que invade hasta tu espacio personal. Hubo un momento en el que pensé que se matarían. Pero no fue hasta que vi a Niall retorcido de dolor sobre la arena que intervine. Su sufrimiento despierta mi debilidad y arrasa toda convicción. Una parte de mí dispuesta a darle todo cuando él ni siquiera se digna a darme una respuesta sincera.

«No te desconcentres».

—¡Por fin! —brama Priya al cielo, cuando los tres aparecen por el sendero de la cabaña. Helenna y Jonathan delante, Niall rezagado.

—Menudo comité de bienvenida —silba esta, alcanzando el último escalón. Se apoya en la columna de madera perezosa. Jonathan a su lado, siempre a su lado.

—¿Dónde estabais? —pregunta Alexa, incorporándose en su asiento.

Junto a ella, en el sofá de mimbre de dos plazas, está sentada Stella, más entretenida en sus uñas que en otra cosa. Priya, Rory, Owen y Forrest apiñados en distintas sillas. Yo me hallo en el suelo, encogida junto a la puerta.

—Le estaba dando una paliza —señala a Niall con la barbilla.

Niall alza las cejas. Desaparecen tras la mata de pelo desordenada que le cae en la frente. Sus ojos, azules por costumbre, adquieren un deje verdoso, con pequeñas motas doradas alrededor de las pupilas. Aún tiene la ropa húmeda e, irremediablemente, me fijo en su abdomen definido, abultado por los abdominales. Con el perpetuo tirón en el pecho que me impulsa hacia su cuerpo.

—Eso te gustaría —farfulla.

Se planta en la puerta de dos zancadas. Su cercanía me pone el estómago del revés. Él no me mira, no lo ha hecho ni una vez desde que ha llegado. Clavo las uñas en la palma de la mano. ¿De verdad no hará por retener? ¿Aceptará sin más mi decisión? No pega nada con él.

Antes de meterse en la cabaña, de donde sale un intenso olor a carne asada, Helenna y él comparten una mirada. Es efímera, como si hubiera pasado por casualidad. Pero hay algo en ella que tensa mi columna vertebral.

—Ya podemos empezar, Mortimer —habla Jonathan.

El hombre, que se ha mantenido callado apoyado en la baranda, afirma con un movimiento de barbilla.

—¿Una clase ahora? —arguya Forrest fastidiado. Por encima del hombro, echa un vistazo por la ventana, con aire anhelante.

—Dado que hay ciertas personas que no se lo toman en serio… —Mortimer alterna la mirada entre Stella y yo. Antes de comer nos ha puesto a entrenar juntas y, como dice, ninguna ha puesto mucho de su parte. Los motivos de Stella los sabrá ella, pero por mi parte no quería repetir el accidente con Jane—. Creo conveniente recordaros a qué nos enfrentamos.

—Lo sabemos de sobra —farfulla Helenna, abrazada a la columna.

—El Anti-Círculo y Los Mensajeros de la Noche os quieren muertos. A todos, pero especialmente a los que conformáis el Círculo. —Mortimer ignora a Helenna. Acude a su voz de su profesor, baja y concentrada—. Si bien, tienen motivos distintos. ¿Alguien puede explicarme cuáles?

Es Rory quien responde:

—El Anti-Círculo está en contra del solsticio. Por nuestros poderes, piensan que somos superiores a los humanos normales y que debemos ser la especie dominante. Buscan el caos y el descontrol. Reclutan a chicos como nosotros para su causa. A más aliados, más posibilidades tendrán de impedir la unión completa del Círculo. —Rory lo suelta como si lo hubiera estudiado para un examen.

—¿Y Los Mensajeros? —pregunta Mortimer, antes de asentir complacido a su pupilo.

Priya resopla al incorporarse en su silla y hablar.

—Los Mensajeros, por el contrario, quieren exterminarnos porque creen que somos aberraciones que no deberían existir. Una plaga, básicamente. —Suelta un ruidito que deja claro cómo se siente al respecto—. Lo conforman científicos y lo financia la Iglesia. Utilizan a seres sobrenaturales y les lavan el cerebro para que acaben con su propia especie.

—Muy bien. —La felicita Mortimer—. Debéis tener en cuenta que el Anti-Círculo, vuestros padres, crecieron en un periodo en el que nadie esperaba que fuera a nacer una nueva generación de El Círculo. Muchas familias abandonaran esta isla con sus hijos. Y ellos pasaron su juventud sin restricciones. Algunos se mantuvieron fieles a la organización, pero otros renegaron. Pudieron experimentar con sus poderes, ahondar en los libros de hechizos familiares y juguetear con magia negra… —Me entra un escalofrío al recordar todo lo que me enseñó Thalia, sus experimentos y su capacidad para someter la voluntad de quien fuera empleando solo palabras—. Nuestros infiltrados averiguaron hace un tiempo que están en posesión de un poderoso hechizo con el que pretenden arrebataros vuestros poderes. —Mira a quienes conformamos El Círculo—. Esa es la única razón por la que no os han matado aún. Primero necesitan capturaros vivas a todas y mataros en el momento adecuado.

Hay un silencio de reconocimiento general: entre Stella, Helenna, Jonathan y yo. Porque el Anti-Círculo, a fin de cuentas, está liderado por nuestros progenitores. Si ya es malo que vayan a sacrificarte por un hechizo, que quienes deseen hacerlo sean tus padres…

—Se supone que las generaciones del Círculo nacen cada cien años, como una respuesta a que existan tantos seres sobrenaturales. Acabas de decir que no se esperaba que hubiera una en este momento. ¿Qué hacemos aquí, entonces? —Es Alexa quien pregunta.

—Sois la respuesta del universo al desequilibrio. No es la primera vez que lo hace. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, también hubo otro Círculo, vuestros abuelos lo conformaron.

Mis abuelos, esas personas de las que no tengo un solo dato.

—Si la unión completa implica la pérdida de poderes de cualquier ser sobrenatural durante cien años…

—No tenemos todas las respuestas, Helenna. —La corta Mortimer con delicadeza—. El universo tiene sus mecanismos. Imaginamos que sois lo que ha enviado para detener al Anti-Círculo y Los Mensajeros de la noche.

—¿Alguien se siente utilizado? —expone Stella, sarcástica, alzando la mano.

Más que utilizada, me siento como una moneda de cambio. Del universo, el Anti-Círculo, Los Mensajeros y del propio Círculo.

—En esta isla estáis a salvo. Pero no olvidéis que fuera de ella hay muchas personas dispuestas a dar sus vidas por arrebataros la vuestra. Y a medida que se acerque el solsticio, pondrán más empeño en conseguirlo. Así que, en cada entrenamiento, esforzaos como si vuestra supervivencia dependiera de ello, porque lo hace. —Mortimer se atreve a darnos una sonrisa de ánimo—. Ahora, todos a cenar.

Solo él entra en la cabaña en busca de la comida. Aunque Forrest y Owen lo siguen poco después, nada hace que pierdan el apetito. Pero los demás, nos quedamos quietos, sumidos en nuestras propias conclusiones. Siempre hemos sabido que querían matarnos. Sin embargo, la información de Mortimer añade más presión en nuestros hombros.

Y yo estoy a horas de irme en busca del Anti-Círculo. Si todo sale mal, si me capturan, estaré aligerándoles el trabajo. Una de cinco. A la que pueden usar para acceder a los demás. Nada eso me hace dudar.

Primero mi padre.

Primero mis problemas.

Y después, los del resto.

—¿Vienes?

Es Alexa, de pie frente a mí. Con un vistazo rápido, compruebo que en el porche solo quedamos nosotras dos. Me ofrece la mano para levantarme. «Díselo, Elise. Dile la verdad. Esta es tu última oportunidad».  

—Sí —agarro su mano y la uso para impulsarme.

No digo nada.  


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En la madrugada, tras llenar una mochila con víveres, armas y unas cuantas mudas, me cuelo en la cocina de la cabaña principal y tomo prestada una botella de ron de las alacenas. Después, voy en busca de Helenna. Escojo el trayecto largo hacia nuestras viviendas: bordeando el perímetro de la isla por la playa. Camino descalza bajo la luna. El mar me empapa los pies metódicamente, hundiendo la arena que piso. Trae una brisa fresca que se cuela por mi ropa y me revuelve el pelo.

Esto es mejor que cualquier meditación. O, quizás, solo sea la anticipación. Saber que, con suerte, solo unos días me separan de tener a Thalia cara a cara. Me siento como si estuviera en los segundos previos antes de que dé comienzo la carrera.
Pero lo primero, es dejar todo bien atado en la isla.

Llego a la cabaña de Helenna. Antes de girar el pomo de la puerta me doy unos segundos. No va a ser sencillo. No sé cómo reaccionará Lenna cuando le cuente lo que pretendo. Por eso he traído ron. Espero que la haga más receptiva a escucharme o, que al menos, me convenza a mí de estar haciendo lo correcto.  

Entro a la cabaña sin más preámbulos innecesarios. Es la primera vez que lo hago. No hemos visitado las cabañas de las otras en estos días. La de Helena no parece la residencia típica de un hotel, como la mía. Hay resquicios de gusto personal, por lo que puedo adivinar en la oscuridad. Y me doy cuenta que es la misma cabaña que aparecía en su recuerdo de esta mañana. Tomo el estrecho pasillo hacia su dormitorio. Una vez dentro veo que no está sola. En una de las camas hay un bulto de pelo rubio desordenado que tiene que ser Jonathan. Sonrío victoriosa en silencio, para que luego tenga la cara de decirme que entre ellos no hay nada.

Pidiendo que el chico no se despierte, pues complicaría la situación, me sitúo junto a la cama donde duerme Helenna. Está de cara a la pared, dándome la espalda. La zarandeo con suavidad por el hombro. Nada. Me dispongo a repetir la acción cuando, en absoluto silencio, Helenna se voltea con rapidez con un cuchillo pequeño en la mano que iba dirigido a mi garganta. Pero, gracias a mis recientes descubiertos reflejos y a que la conozco, la aferro por la muñeca antes que llegue a mi yugular.

La chica me observa en la oscuridad, aún adormilada. Tarda unos segundos en reconocerme. Una vez lo hace, la suelto y ella deja caer el brazo sobre la cama. Me dedica una mirada furiosa, altanera, pero no menos confundida.

—Debe haberte entrado un fuerte sentimiento suicida para despertarme así—bisbisea molesta.

En lugar de responder, meneo la botella de ron frente a su cara, que brilla ocre en la oscuridad. Los ojos de Helena se abren a su estado natural, de un verde cristalino. Alterna la vista entre la botella y yo.

—¿Qué demonios…?

—Vamos. —La freno, apuntando a la puerta con un movimiento de cabeza.

Helenna duda. Lo comprendo, es raro que me presente a las dos de la madrugada con regalos. Pero a mí empieza a colmárseme la paciencia. Necesito acabar con este asunto lo antes posible. Quiero marcharme antes que amanezca.

Al final, entre gruñidos, saca las piernas de la cama. Abandono la habitación. Recorro la cabaña hasta la salida y me siento en los escalones que se hunden en la arena.  Helenna se deja caer a mi lado segundos después. Me arrebata la botella de las manos y da un largo trago de licor. Observo cómo se limpia los restos de los labios con el dorso de la mano, el gesto contorsionado.

—No hay quien te aguante últimamente, pero he de reconocer que tienes tus momentos —comenta con voz ronca—. Aunque a horas extrañas.

Me tiende la botella y yo la acepto. Bebo sin miramientos, aunque me atraganto. No estoy habituada al alcohol. Esta es la segunda vez que lo pruebo. La primera fue en la fiesta de graduación del instituto, a la que la tía Verónica me obligó a asistir. Decía que no podía quedarme escondida bajo su piano durante toda la eternidad. Que tenía que vivir un poco. Si pudiera verme ahora…

Helenna se ríe al compás de la tos que sale de mi garganta. La ignoro y vuelvo a beber. En esta ocasión, el líquido pasa sin problemas: me quema la garganta, los órganos y se asienta en mi estómago.

Durante un rato, bebemos en silencio, acompañadas por el arrullo del mar. Siento cómo me atonto con cada trago; ligera y pesada a la vez. No es hasta que hemos vaciado la cuarta parte de la botella que noto los ojos de Helenna clavándose en el perfil de mi rostro.  

—Dime lo que quieres antes que caiga redonda sobre la arena —exige.

Asiento. Es lo correcto. Joan dejó a mi cargo la toma de decisiones de El Círculo, el liderazgo de este, sea lo que sea que signifique eso. Esta responsabilidad tiene que recaer en alguien cuando me vaya, tanto si regreso como si no. Contra todo pronóstico, Helenna es la mejor candidata. Alexa es todo corazón y gentileza, actuaría acorde a ellos si debe tomar una decisión complicada. Dársela a Stella añadiría un peso innecesario a la gran mochila que ya carga. Lo que deja a Helenna como única opción. Es egoísta y temperamental, pero acaba haciendo lo correcto cuando la situación lo requiere. Pero, sobre todo, confío en ella más que en cualquiera. Con Jonathan a su lado, aportando la medida correcta de sosiego y cordura, todo irá bien. Juntos podrán sacar esto adelante.

—Thalia tiene a mi padre —escupo de carrerilla, observando el gran árbol que hay frente a nosotras.

Lenna se mantiene tranquila, como si estuviera al tanto. Al ver mi desconcierto por su reacción, pega un brinco y se tensa cual felino ante un peligro inesperado.

—¿Cómo…? —frunce el ceño y aparta de mí—. Espera, se supone que esa loca ya no podía meterse en tu cabeza.

—Así es —aseguro para se le vayan las ganas de noquearme y vendarme los ojos—. No puede colarse en mi cabeza ni yo en la suya. Pero la conexión continúa. A veces veo cosas. —Me detengo para templar la rabia que me invade al reproducirse las pesadillas en mi cabeza—. Me manda visiones de Edward, mientras lo tortura, para que delate nuestra posición a cambio de perdonarle la vida.

—Qué putada.

Encojo los hombros. No es el primero que sufre las consecuencias de pertenecer a esta organización. Estamos en guerra y él es un soldado. Pero merece más. No morir a manos de la mujer que jugueteó con su cabeza y le ocultó la existencia de su hijo.

—Hay más.

Helenna bebe y asiente, para hacer ver que me escucha. Así que empiezo a narrarle la historia de mis hermanos. Que Thalia los ocultó, engañó y lavó el cerebro para conseguir que obraran a su antojo.  Esta vez, la sorpresa de mi compañera resulta más genuina.

—¿Ellos lo saben? Louis y el tarado que te secuestró, quiero decir. ¿Saben que eres su hermana?

—Louis no, por lo que nos contó Alexa. —Me entra un pequeño remordimiento, es a ella a quien debería contarle todo esto. Pero ahora Helenna lo sabe y, si no vuelvo, ella podrá contárselo—. Con Alexander tengo mis dudas. Cuando me tuvo secuestrada dio muestras de saber quién era, pero no sé qué le ha contado Thalia. Para empezar, le hizo creer que su padre era Stephen.

Una risa seca emana de su garganta, antes de beber de nuevo. Si llego a saber que le gustaba tanto el ron, lo habría usado hace mucho tiempo.

—Chica, tu historia familiar da para telenovela. —Me da unas palmaditas en la espalda que amenazan con tirarme sobre la arena. Me la sacudo de encima.

—En realidad da igual quién sepa qué —respondo—. Alexander y Louis no me interesan lo más mínimo. —Lenna me mira como si acabaran de salir tentáculos. Es la verdad, mis hermanos me dan igual. Pero ya no soy la chica desesperada por encontrar una familia. Todo es diferente tras el Juicio—. Lo único que deseo es sacar a mi padre de allí—. «Y acabar con Thalia. Pero, de momento, me conformo con salvar a Edward».

Helena entiende a qué me refiero. Lo sé por la remesa de rabia que le inunda el rostro, por la manera en que aprieta la mandíbula y parece dispuesta a estrangularme.

—Si al final he acertado con eso de que se te ha activado el instinto suicida. ¿Tanto hielo te ha congelado el cerebro o qué? —escupe—. No puedes irte así como así. Ya os oído lo que nos ha contado Mortimer. Te estarías sirviendo en bandeja.

—Claro que puedo —rebato sin amedrentarme. Molesta, incluso. Estoy hasta las narices de que me digan qué puedo hacer—. No lo he hecho antes porque esperaba que Joan despertara. Pero ya no puedo esperar más.  

—Estás majara.  

Aprieto los puños, que crujen por la escarcha que ha empezado a acumularse en mis manos. Vierto toda mi fuerza de voluntad por reprimirlo y no convertir a Helenna en una estatua de hielo. Argumentar con ella no servirá de nada. Sería igual que hacerlo con Niall. La diferencia, es que ella me entenderá.

—Dime una cosa —hablo, tomándome un instante para serenarme—. ¿No harías lo mismo por tu madre?

Es instantáneo. Antes incluso de terminar de hablar, Helenna se ha lanzado sobre mí con la fuerza de diez tigres. Caigo de espaldas sobre la arena, con ella sentada a horcajadas sobre mi estómago, reteniéndome por las muñecas. Se me nubla la vista momentáneamente. Procuro no dibujar una sonrisa satisfecha.

—Si vuelves mencionar a mi madre otra vez te despedazo, meto tus trocitos en una botella y te lanzo al mar, ¿entendido? —amenaza lento y bajito, inclinada sobre mí.

—Lo harías —Me respondo a mí misma. La he visto esta mañana, en su pasado y el dolor que ha quedado después. Cuando experimentas esa clase de dolor, harías cualquier cosa por tener la oportunidad de evitarlo.

Durante unos segundos, en los que Helenna está a menos de cinco centímetros de mi rostro, con la punta de su pelo haciendo cosquillas en mis mejillas y el cielo estrellado dando vueltas a mi alrededor; pienso que va a romperme la nariz de un cabezazo. Pero termina por soltarme con brusquedad y rueda sobre mi cuerpo hasta quedar tendida de espaldas en la arena. Parpadeo, aturdida por el golpe y el ron.

—No he venido aquí a pedirte permiso —hablo sin moverme. Se está muy bien sobre la arena húmeda—. Sino a decirte que te quedas al mando.  

—¡Ahora sí que se te ha ido del todo! —exclama, demasiado cerca de mi oído.

—Si yo he conseguido que os comportéis estas semanas, también podrás tú.

Helenna no rebate en esta ocasión. Me incorporo sobre los codos para mirarla. Casi espero encontrarla durmiendo la mona, pero sus ojos verdes se clavan en mí tranquilos.

—Has escogido el peor momento para ser egoísta —recrimina, aunque con tono de derrota.

—Intentaré volver cuanto antes —respondo.

Lo digo segura, como si en serio creyera que voy a volver. Pero lo cierto es que no puedo afirmarlo. Mi plan para colarme en las instalaciones del Anti-Círculo es factible: llegar a Tierra firme y usar la conexión que tengo con Thalia para que me localice. Hacerla creer que ha ganado y que me he unido a su causa. Después de todo, no tiene forma de saber que me he enfrentado al Juicio Final. La parte difícil es salir de allí una vez encuentre a mi padre.

Me incorporo de la arena acompañada por un fuerte mareo. Ofrezco mi mano a Helenna, pero esta la rechaza y se incorpora sola. Comienzo a sacudirme la arena del cuerpo mientras ella se agacha a recuperar la botella.

Entonces, mis intestinos se retuercen de una manera que solo puede significar una cosa. Levanto la vista y me encuentro con Niall, oculto en el hueco de las dos cabañas, tan solo visible por el brillo de sus ojos. Antes, cuando me he marchado después de cenar, no me ha seguido. Ni ha aparecido por la cabaña. Casi he llegado pensar que hablaba en serio, que respetaría mi decisión y no me retendría.

—¿Qué estás haciendo aquí? —mascullo, con el alcohol indigestado en el estómago, como un mal augurio.

Helenna se coloca delante de mí, ocultando a Niall a su espalda.

—Lo siento, Elise —susurra. Alza la botella de ron sobre los hombros.

—¿Qué…?

Antes que termine de hablar, de comprender lo que está ocurriendo, Helenna me estampa la botella en el lateral de la cabeza. Noto un dolor sordo y agudo. Pierdo la estabilidad, desplomándome contra la arena. Batallo por incorporarme, pero el cuerpo ha dejado de responderme. Estoy confundida, como si no fuera más que una mota de polvo flotando en el mundo. Arrastrada por el viento, incapaz de decidir, pensar o siquiera existir.

—No hacía falta que le dieras tan fuerte.

—Está inconsciente, ¿no?

—Y posiblemente con una contusión cerebral.

—Mejor me lo pones. Así tardará más en despertar.

La oscuridad me traga por completo.


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Despierto agitada, con el corazón alterado. Un dolor lacerante en el cráneo. Tras unos segundos de aturdimiento, todo regresa en forma de flashback borroso. Niall, Helenna y su traición. Movida por una rabia arcaica, me incorporo. Pero mi cerebro, que adquiere complejo de balsa en mitad de una tormenta, me detiene. Tengo que aferrarme la cabeza a causa del dolor.

—Tómatelo con calma. Te llevaste un buen golpe.

Inspiro hondo hasta que consigo abrir los ojos. En una silla junto a la cama, está Jonathan. Con una pierna cruzada sobre la rodilla, dándome la bienvenida con una sonrisa cálida. Que no hace más que agitar mi enfado. Miro a mi alrededor, es la habitación de la cabaña principal. La luz se cuela por las ventanas. Es intensa y blanca, el color de las mañanas.

—¿Qué día es? —inquiero sacando las piernas de la cama. El cuerpo me tiembla y aún me palpita la cabeza. Pero lo que me tiene al borde del colapso, es pensar que Niall y Helenna me han arrebatado la oportunidad de salvar a mi padre. Esto me pasa por caer en el error de siempre, confiar en las personas.

—Elise, tranquila —responde Jonathan, erguido en su asiento.

En lo que dura una respiración, creo una estalactita en miniatura que viaja despedida a la garganta de Jonathan. Se queda ahí, a un milímetro de su piel, levitando y girando sobre su propio eje. Mi mano la sostiene, incluso en la distancia. Y, a pesar de todo, me doy un segundo para sorprenderme. Es la primera vez que hago algo así.

—Dime qué puñetero día es —repito con un rechinar de dientes. El chico no pierde la calma, ni se amedrenta por tener un objeto puntiagudo que amenaza su vida.

—Solo has dormido unas horas. Son las ocho de la mañana —dice. Cuando bajo el brazo, la estalactita cae sobre su regazo.

Dejo escapar el aire aliviada. Solo he perdido unas horas. No está todo perdido. Si Edward estuviera muerto, Thalia se habría asegurado de que lo supiera. Hago amagos de levantarme. Ni siquiera perderé el tiempo haciéndoselo pagar a Helenna y Niall. Me marcho de inmediato. Y si alguien intenta retenerme de nuevo, hundiré esta isla y a todo el que hay en ella.

—Aguarda. —Me frena Jonathan, como si estuviera leyéndome el pensamiento—. Antes quiero hablar contigo. Trata de relajarte —finaliza en tono amable.

Aunque no quiero relajarme, ni escuchar lo que tiene que decirme. Una calma involuntaria me llena todo hueco vacío del cuerpo. La rabia desaparece y… y todo vuelve a ser como antes de ella. Miro a Jonathan interrogante. Él sonríe. Ha tenido que ser obra suya. Caigo en la cuenta de que no tengo ni idea de cuáles son sus poderes.

—Tú dirás —mascullo. Podría irme de todas formas, pero la paz que me ha proporcionado es adictiva.

—Me gustaría convencerte de que no te marcharas —comienza, juntando las manos entre el hueco que forma sus piernas. Resoplo, los dos traidores deben habérselo contado—. Te imaginas lo que supondría para ti y, para la misión. Entiendo…

—Ni se te ocurra decirme que lo entiendes. —Lo interrumpo. Él asiente—. No puedes entenderlo, porque no es tu padre al que están torturando sin que nadie haga nada por evitarlo. Además, qué sabrás tú. Llevas…, ¿cuánto? ¿Diez años escondido en esta isla?

A Jonathan le tiembla un músculo en la barbilla. Los ojos azul claro se inundan de peligro. Él es la luz, pero, por primera vez, atisbo la oscuridad que vive en él. Y es por eso que me detengo.

—Eso es, llevo años en esta isla. —Extiende los brazos abarcando no solo esta habitación, sino la isla entera. Hay amargura en su gesto. Para él, imagino, esto debe ser una cárcel—. Por eso te entiendo. He pasado años viendo sufrir a las personas que me importan, sin poder hacer nada para impedirlo.

—¿Sin poder, o sin atreverte a hacerlo? —Saboreo una malicia en mi voz, que me asusta incluso a mí.

Jonathan se sobresalta. Pero con rapidez, ignorando que mis palabras han podido causarle una reacción, recupera la calma.

—Es el papel que nos ha tocado —apostilla. Hay monotonía, como si estuviera repitiendo un discurso en el que no cree—. No tenemos el privilegio de ser egoístas. El mundo depende de nosotros. De que hagamos lo correcto.

Se me escapa una carcajada demente. Me es imposible no acordarme de Niall y su propaganda sobre la importancia del mundo. Aunque, a su vez, pequeños cristales se me clavan en el pecho. El mundo siempre será más importante para él que yo. Tal como esperaba, me ha clavado el puñal por la espalda. Y, aun así, quise creerlo.

—Pues yo sí voy a ser egoísta —declaro levantándome al fin. Jonathan me imita. Es mucho más alto que yo y, su presencia segura me intimida. Como si remarcara todas las inseguridades que quiero dar por muertas—. Lo siento.

—Espera un día —habla Jonathan, apartándose de mi camino, para hacerme ver que él no me detendrá—. Si esta tarde aún no has cambiado de opinión, yo mismo te diré cómo salir de la isla. Tardarás menos de esta manera, te lo aseguro.

Consigue que me quede a mitad de un paso. Lo miro de reojo, buscando el engaño. Jonathan mantiene la mirada, que se muestra honesta y sin dobles intenciones. «Un día». Puedo perder un día a cambio de ganar otros pocos. Quizás, todos los que iba a perder buscando tierra.

«Confía en mí». Escucharlo en mi cabeza me sobresalta, generando cierto rechazo. Me recuerda a cuando Thalia podía hacerlo. Invadir mi intimidad y mangonear mi voluntad. La única voz que tolero, desgraciadamente, es la de Niall.  

—Eres telépata —susurro. Jonathan asiente. Pienso en la mirada que me echó ayer durante el desayuno—. Sabías que iba a marcharme.

—Sí, desde hace días.

—¿Y no pretendías impedírmelo? —pregunto extrañada. Parece tan decidido a obedecer, que me sorprende.

—Si preguntas si estaba dispuesto a atizarte con una botella, no. Ese es más el estilo de Helenna… —Una sonrisa entre exasperada y amoroso le nace involuntaria en los labios—. Pero sí esperaba convencerte.

—De acuerdo, esperaré. —Cedo. No sé por qué, pero siento que puedo confiar en él. Ha tenido oportunidades de sobra para retenerme aquí y, no ha aprovechado ninguna.

Jonathan asiente y se dirige a la puerta. Al abrirla, la habitación se llena del ruido y el olor de los desayunas. No esperaba tener hambre, pero me ruge el estómago.

—Elise. —Me llama agarrado al quicio de la puerta—. Si salvamos el mundo, con suerte podremos empezar a ser egoístas.

Así, con esa frase de galleta de la suerte china, me abandona en la habitación.


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La mochila que preparé anoche está a los pies de la litera. No sé quién la habrá traído, pero me ahorra tiempo. Saco la ropa de entrenamiento que metí: pantalones negros, holgados y resistentes, y una camiseta del mismo color y material. Me voy trenzando el pelo de camino a la sala principal. Noto el chichón que me ha dejado el porrazo de Helenna en la cabeza, más o menos del tamaño de una pelota de golf.

Cuando llego a la mesa, los presentes —todos, salvo Helenna, que no está—, me dan unos buenos días distraídos. Jane va más allá. Me enseña la dentadura blanca tras la taza de café, con socarronería. Ni haber estado a punto de matarla le mina un tanto la pedantería.

Voy a servirme un café a la encimera. Al escuchar el ruido de una silla arrastrarse, sé que es Niall. Es al primero que he visto nada más llegar. Me entran ganas de escaparme por el fregadero. Esperaba que tuviera la decencia de ni siquiera acercarse.

—¿Cómo estás? —Me invade el olor a su colonia, su cercanía me envuelve y a pesar de su traición, mi cuerpo tiene el descaro de alegrarse porque esto ocurra. Niall, con los ojos entrecerrados, apoya la mano temblorosa, en mi mejilla.

No con la suficiente rapidez, con las protestas de todos mis instintos, me aparto y rompo el contacto. Niall cierra la mano en un puño que le blanquea los nudillos y deja caer la mano al costado.

—Físicamente, bien. Emocionalmente, no sabría decirte —respondo, sin pretender mostrar frialdad, ni indiferencia. Quiero que me mire y vea lo que su traición me ha hecho—. ¿Y tú? ¿Te sientes bien por haberme engañado? Seguro que sí.

Hablo mientras me sirvo café en la taza, las palabras me salen ligeras e irónicas. Al acabar, me coloco en paralelo a su cuerpo y doy un trago.

—No ha servido de nada. Esta tarde me marcho y pobre de ti si tratas de impedírmelo de nuevo —amenazo, dispuesta a cumplirlo. El pecho de Niall se estresa, baja y sube veloz. Su rostro, por otro lado, no refleja nada.

Sin aguardar respuesta, me aparto de su lado, con intención de ir a sentarme. A medio camino, me detengo. Como tirada por una cuerda, regreso a su lado. Niall me da la espalda, apoyado en la encimera, con los omoplatos marcados y afilados bajo la camiseta.

—La otra noche, ¿quieres saber por qué no intenté ocultártelo? —digo bajito, solo para que él escuche. Niall no da muestras de estar escuchándome—. Porque esperaba que me ayudaras —. Le confieso y me confieso. Esa es la verdad—. Pero es mi culpa, por seguir esperando cosas de ti que nunca van a ocurrir.

Con mis últimas palabras, se encoge, igual que si le hubiera dado un puñetazo. Con eso fuera de mi pecho —aunque no con menos dolor, este no se irá mientras el lazo siga vivo—, me acerco a la mesa por fin.

No trascurren ni dos segundos antes de que Niall pase por mi lado como una exhalación y pegue tal portazo al salir de la cabaña que consigue cesar la cháchara de los demás. Hay un silencio macilento, en el que alternan la mirada entre la puerta y yo. La de Liam destaca sobre las del resto por ser reprobatoria.

—Mujer, ¿qué le has dicho para que se ponga así? —habla cotilla Owen.

—No es de tu incumbencia. —Bebo café, mirando a la puerta que vibra aún por el golpe. Convenciéndome de que no me importa, que se lo merece.

—Críos —masculla Charlie meneando la cabeza.

—Van a dejar que salgamos —comenta Alexa, llamando mi atención. En sus ojos veo solidaridad y entendimiento.

—¿Que salgamos? —repito, creyendo que no la he escuchado bien.

—En eso estábamos antes de que interrumpieras… —Jane, por supuesto.

—Hemos estado hablando. —Mortimer toma la palabra—. Antes de venir a la isla, estabais buscando aliados, así fue como nos encontramos. Mientras nosotros estamos aquí, el resto de organizaciones sigue reclutando y matando personas sobrenaturales. Muchas de ellas, no son más que niños pequeños.

—Nicholas y el resto—No sé a qué resto se refiere Charlie, pero continúo escuchando. Los demás no prestan mucha atención, por lo que imagino que ya lo han escuchado—han podido rescatar unos pocos. Pero fuera de esta isla están en peligro.

—La idea es traerlos a la isla —Para mi sorpresa, es Harry quien habla—. Los entrenaremos, para que estén preparados cuando llegue el solsticio. Y estarán a salvo, que es lo importante.

No sé yo si su seguridad es lo que más le importa a Harry.

—Por cada persona que logremos traer, el Anti-Círculo y Los Mensajeros perderán un soldado —añade Charlie.  

—¿Y no es difícil abandonar la isla? —pregunta Stella—. Entrando casi nos matamos. No me apetece mucho que me succione el mar cada vez que quiera hacerlo de nuevo.

—Una vez eres aceptado, salir y entrar es más sencillo—. Jonathan cruza la mirada conmigo—. La organización lleva todas estas semanas vigilando a potenciales seres sobrenaturales. Es una tarea difícil, pero algunos de nuestros poderes sirven como localizadores, eso debería ayudarnos.

—Tomáoslo en serio —habla Jane—. Reunir aliados suficientes puede marcar una gran diferencia llegado el momento.

—Bueno, lo que sea —interrumpe Priya—. Si tenía que pasar un año y medio encerrada en esta isla, iba a terminar por enloquecer. Es demasiado paradisiaca.

Jonathan sonríe.

—Prueba a estar aquí casi una vida.




Más tarde, contemplo las palmeras sentada en las escaleras del porche. El resto hace rato que se fue a entrenar, salvo Helenna, no sé dónde narices anda metida. Yo me he librado porque Jonathan le ha dicho a Charlie que ayer por la noche estuvimos entrenando y me di un golpe. Que era mejor que me lo tomara con calma. Se lo agradezco. No solo porque me duele la cabeza, sino porque necesito un respiro.

Pero eso me da tiempo para pensar. Y lo único que parece interesarle a mi cabeza, aunque tiene cosas más apremiantes en las que concentrarse, es Niall. Llevo horas mirando el círculo de hierba quemada, justo en la linde de los árboles, que sé que ha abandonado él. Una muestra de que ha perdido el control. Cuando él nunca lo pierde. Tan soldado, tan centrado…

—¿Cómo va esa resaca?

Helenna me mira desde lo alto de las escaleras. Fresca y divertida. Mi primer instinto es lanzarme a su cuello. Pero lo dejo correr. A diferencia de Niall, ella sí que intentaba protegerme. No lo hizo con intención de preservar su querida misión. Y, al final, ha sido para mejor. He conseguido la ayuda de Jonathan y ahorrar unos días muy valiosos.

—Hola, Bruto. ¿No deberías estar entrenando?

Se sienta a mi lado con soltura.

—He ganado puntos por mi golpe maestro de ayer —bromea.

—Vamos, que Jonathan te ha dejado para vigilarme.

—Sí.

Pongo los ojos en blanco. Estamos calladas un rato. Lo cual prefiero. Aunque, al parecer, no es lo que prefiere Helenna:

—Te quiere de verdad, ¿sabes? —Frunzo el ceño. Ella señala el césped quemado y al comprender a quien se refiere me pesan los pulmones en el pecho.

—No empieces, por favor.

Helenna niega con la cabeza, exasperada. Me está poniendo difícil lo de dejar correr lo de anoche.

—Estoy hablando en serio. Yo pensé que, como todos, se comportaba así por el puñetero vínculo de sangre —dice apretando los dientes—. Pero ayer me di cuenta que entre vosotros es distinto. Ese chico haría cualquier cosa por ti.

—Traicionarme, por ejemplo. —De nuevo la amargura. De nuevo el dolor. No pienso escuchar ni una sola de las palabras de Helenna. Ni darles importancia.

Me da un puñetazo en la pierna, apretando la mandíbula.

—Porque le importas, ¿es necesario que te lo deletree? —Voy a matarla—. Y si para evitar que te pongas en peligro tiene que acudir a mí para darte un golpe, maestro, si me preguntas… —Le lanzo tal mirada que se calla sin necesidad que se lo diga—. No me lo contó todo. Solo que quieres irte y que estás diferente, de lo último me di cuenta sola. Por si sirve de algo

Si encima tendré que agradecerle que no ventilara mi intimidad al completo. O agradecerle a ella por estar diciéndome esto. ¿Desde cuándo pierde el tiempo en ayudar a los demás?

—No estoy diferente, Helenna. —Me levanto, zanjando la conversación—. No hace falta que me sigas. Esperaré hasta la tarde, como le he dicho a Jonathan.

—» Tráeme de vuelta.

Dándole la espalda, detengo mi marcha al escucharla. Había olvidado esas palabras. Esas que la Elise temerosa le susurró antes de someterse al Juicio Final. La miro por encima del hombro.

—Olvida lo que te dije. Es el último de nuestros problemas.

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El cambio de planes me da el ánimo necesario para coger Alexa, llevarla a la playa después de la comida y contarle de una vez por todas la verdad. O, a lo mejor, solo lo hago porque necesito ocuparme en algo. Borrar mi conversación con Helenna, no volverme loca con la posibilidad de que sea demasiado tarde para mi padre.  

—Querías contarme una cosa —Me llama Alexa, buscando mi mirada, cuando ha pasado un rato desde que nos hemos sentado en la arena.

Lleno las manos de arena. Inspiro. Venga, Elise.

—Sé quién asesinó a tus padres.

Alexa queda paralizada. Los ojos le tornan a negro, pierden su calidez y amabilidad.  Se pinza el labio inferior antes de responder, sin perder la calma.

—¿Qué estás…? La madre de Louis…

—Y también mi madre —respondo, quitándome ese peso de encima. Y compruebo que lo he hecho por egoísmo. Porque no quiero seguir llevando esta carga.

Alexa traga saliva, comprendiendo el significado de lo que he dicho. Su mano se cierra sobre mi antebrazo, sosteniéndose o buscando consuelo. Pero no se lo doy. No sé por qué, me veo incapaz de ofrecerle el consuelo que ella siempre está dispuesta a brindarme a mí.

—No supe que era mi hermano hasta que mencionaste el nombre de Thalia. Sí que sabía lo de Alexander, pero no lo de Louis —comienzo a hablar.

—Louis dijo que El Círculo mató a su padre —cuenta ella, liberando mi brazo. Por el rabillo del ojo, compruebo que se ha abrazado las rodillas—. Supongo que Edward no es…

—Se llamaba Stephen. Thalia le dijo a la organización que se iba un año de viaje, pero en realidad se recluyó con él en una cabaña perdida de la mano de Dios a hacer magia negra. —Los sueños son tan vívidos, que casi puedo sentir el sofoco de estar allí dentro—. Tuvieron a Louis y regresó a Londres con mi padre como si nada. Después nacimos Alexander y yo. Pero Thalia hechizó a Edward, haciéndole creer que solo habían tenido una hija. A Alexander se lo llevó con Stephen, lo engatusó para que pensara que era su hijo.

—Cielo Santo.

Trago saliva.

—Estuvo años jugando con ambos. Con todos, en realidad. No sé por qué esperó tanto para marcharse. A veces pienso que es porque intentó convencer a Edward de que se uniera al Anti-Círculo, como si se negara a dejarlo atrás… —carraspeo. Eso no tendría que haberlo dicho.

—No es tu culpa. Elise.

Alexa me sonríe. Sin embargo, no lo acojo bien. El simple hecho de que me lo esté diciendo, implica que una parte de ella me culpa.

—Ya lo sé —aseguro a la defensiva. La miro con intensidad, dejándole claro que no voy a permitir que me haga cargar con los pecados de mi madre—. Te lo cuento para que sepas que Louis es una víctima. Fue Thalia quien mató a Stephen, le metió un tiro entre ceja y ceja. Todo porque quería motivar a Louis y Alexander para la causa.

Sin esperar a que diga nada más, me levanto de la arena. Determinada a encerrarme en la cabaña hasta que el sol baje lo suficiente para poder exigirle a Jonathan que cumpla con lo acordado.

—Haz lo que consideres necesario. —Alexa me observa desde abajo, extrañada—. Pero Thalia es mía.

Ella se endurece y niega con la cabeza. Como si no pudiera creer que le estoy dando carta blanca para asesinar a mi hermano. Me mira, como si me viera de verdad después de mucho tiempo.

—No busco venganza, Elise. Matar no hará que recupere a mis padres. Y que tú mates a Thalia tampoco borrará todo lo que hizo.

—No me importa.


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Mensaje por indigo. Miér 19 Ago 2020, 4:58 pm

Capítulo 45
extra.

No sé a qué llamará tarde Jonathan, pero no puedo esperar más. Un par de horas no marcarán la diferencia, ni harán que cambie de opinión. Tampoco ha intentado nada por lograrlo. Salvo en las comidas, no le he visto en todo el día. Me levanto del sofá, cuelgo la mochila al hombro y guardo la foto mía y mi padre en el bolsillo del pantalón.

Echo un último vistazo a la cabaña. Al girarme hacia la puerta. Doy un brinco de campeonato al ver a Niall delante de mí, como una aparición. A él sí que no le he visto en lo que va de día. Y esperaba no tener que hacerlo.

—Apártate —mascullo agarrada al asa de la mochila.

A sorpresa mía, se echa a un lado. Antes que cambie de opinión, paso por el hueco que ha dejado su cuerpo, entre la mesa y el sofá.

—Voy contigo.

—Déjalo ya. —suplico, dándome la vuelta—. No conseguirás que me quede.

Realiza un gesto diminuto con los labios, creo que una sonrisa. Me fijo bien en él. Viste la ropa del entrenamiento, está despeinado y con ojeras bajo los ojos, que realzan su color intenso color azul.

—Ya lo sé —suspira—. Así que te acompaño.

—Lo dices en serio…

—Sí, no pretendía trabajar en mi faceta cómica. —Sin embargo, se lo ve de bastante buen humor. No, no de buen humor. Sino tranquilo, ligero, como si se hubiera sacado un peso enorme de encima—. Tu padre me importa, Elise. Fue la primera persona, después de mucho tiempo, en tratarme también como una. —A medida que habla, soy advierto ese cariño. Es real, no fingido.

—De qué hablas —pregunto, totalmente perdida.

—Le prometí que haría cualquier cosa por protegerte. —Continúa, apartando la mirada un instante—. Es lo que intentaba hacer ayer cuando se lo conté a Helenna, lo que llevo intentando durante un tiempo. Aunque se me dé de pena.

Mi corazón va un ritmo mayor que mi cabeza. A esta, le cuesta procesar lo que está saliendo de su boca. Escucho las palabras, pero no las entiendo. Porque el chico que está frente a mí, es uno muy distinto al que percibe mi cerebro. Al egoísta, despiadado y frío.

—Perdón por haber sido un imbécil contigo desde que nos conocimos. —Se pasa la mano por el pelo, despeinándolo aún más—. Pero confía en mí, por favor.  

Aquí la explicación que tanto he pedido en las últimas semanas. Una promesa que le hizo a Edward en algún momento de su vida. Protegerme, asegurarse de que continúe de una pieza. Por eso se ha tomado tantas molestias conmigo. Se lo prometió a mi padre. La respuesta desata la amargura en mi pecho. ¿Por qué no me siento mejor? Es lo que buscaba, conocer sus razones. Por qué no me hace sentir mejor saber que no ha tratado de manipularme, ni controlarme.

«Sigues sin tener tiempo para esto».

Hago esfuerzos titánicos por deshacer la desilusión que me nubla el juicio. Hago cálculos rápidos. Si Niall me acompaña, podrá ayudarnos a salir y, si las cosas van mal, su poder será de ayuda. Su presencia aumenta las posibilidades de salir con vida.

—¿Qué ha cambiado? Para que pases de detenerme a acompañarme —carraspeo.

—He hablado con Jonathan. Si él nos ayuda, quizás tengamos una oportunidad.

—¿De verdad vendrás conmigo? —Me cuesta fiarme del todo.

Niall asiente. Me manda una compilación de imágenes a la cabeza. Donde aparecen Edward y él, en Australia. Niall mucho más joven y mi padre sin todas las heridas de mis pesadillas. Los veo entrenar, cazar, pasar noches enteras en el porche hablando. También veo respeto, cariño y una relación fortalecerse.

Aunque acaban con el resquicio de duda que me quedaba. También despiertan envidia. Porque habría dado cualquier cosa por ocupar su lugar. Pero me la trago, eso no es lo que importa ahora.

—Vale —cedo, esperando no equivocarme.

—Busquemos a Jonathan.

Nada más decirlo. Siento una sacudida, como si una bola de demolición hubiera golpeado la casa. Todo torna a negro y caigo a través de esa oscuridad, sin nada a lo que aferrarme.

Comprendo lo que está ocurriendo un momento antes de aterrizar en un escenario distinto. Me estrello contra una pared de metal, fría y lisa al tacto. Aguardo a que el mareo y las ganas de vomitar se marchen y me despego. Tengo que parpadear varias veces para acostumbrarme a la intensa luz del lugar.

Escucho voces. Veo sombras desdibujadas, alargadas, aún incapaz de clarear mi visión.

—La última patrulla no ha encontrado nada. —La voz de una mujer, grave y desalojada de emoción.

—Tienen que estar en alguna parte. —Un hombre. Su tono me resulta familiar, como si lo hubiera oído antes.

Al fin, logro ver con claridad. Las sombras se vuelven nítidas. A la primera que reconozco es a Thalia, su corta melena y sus labios rojos. A un lado está Jean O’Connor y al otro, una mujer morena que me recuerda mucho a Stella, debe ser Coraline. Por último, le pongo rostro a la voz del hombre, normal que me resultara conocido; se trata de Cedric Bloom, el padre de Helenna.

Los líderes y fundadores del Anti-Círculo. Solos, podrían resultar personas normales. Pero juntos, emanan una fuerte aura sobrenatural, malvada y peligrosa. Se encuentran sentados a una mesa redonda, también de metal. En una vasta sala circular, sin ventanas, pero sí una puerta. Los presentes comparten una expresión de sucinto fastidio.

No sé a cuento de qué mi madre ha decidido enviarme esta visión.

—Llevamos semanas buscándolos. —Hablan de nosotros—. Su rastro se pierde en Isla Stewart. Después es como si la tierra los hubiera engullido—. Finaliza Cedric, espantando una mariposa que le revolotea sobre el hombro. No sé por dónde se habrá colado, dado que no hay ventanas. Pero el color de sus alas amarillas, desentona en la sobriedad de la habitación.  

—Daremos con ellos tarde o temprano… —bisbisea Coraline, con un hambre voraz en sus dilatadas pupilas—. ¿Edward todavía se niega a colaborar?

—He tenido que darle un respiro —responde Thalia, más concentrada en dar golpecitos sobre la mesa con la uña, que en la conversación—. Pero caerá, nadie es tan fuerte.

—Antaño, ya habrías conseguido quebrarlo.

—No cuestiones mis métodos, Cedric.

Coraline parece disfrutar del duelo de miradas entre los dos. Como si estuviera apostando cuál de los dos atacará primero. Jean, sin embargo, frunce el ceño, pensativa. Yo observo desde una esquina del lugar, todavía sin encontrar la razón de esta visión.

—Como si los hubiera engullido la tierra —masculla para sí, repitiendo las palabras de Cedric—. Claro, qué estúpidos…

—¿Decías algo? —pregunta Cedric, antes de enviar a mi madre un último gruñido.

La mujer parpadea, regresando de sus cavilaciones. Vuelve con una satisfacción que se refleja en su sonrisa orgullosa. Pero no tiene oportunidad de hablar, porque la puerta se abre de golpe.

Un muchacho, de unos veintipocos, irrumpe en la sala. Está sofocado y gotas de sudor le corren por las sienes. Los presentes se giran hacia él, con fastidio mortífero en las miradas. El chico se encoge de miedo. Pero entra en la sala, hace una inclinación de cabeza y mira a Thalia.

—Señora, hay un problema con su marido. —Thalia le indica con un gesto condescendiente de la mano que prosiga—. Verá…, hemos ido a su celda y…

—¡Por el amor de Dios! ¡Habla bien! —brama Cedric.

—Sí, señor —Otra reverencia con la cabeza—. Edward ha muerto.

Una fuerza invisible me aplasta contra la pared de nuevo. De mi garganta sale un grito que no es humano, que no podría definir. La sangre se me acopla en los oídos y noto su bombeo en todo el cuerpo. Como si solo fuera un corazón palpitante.

No, no, no, no.

No puede estar muerto. Mi padre no puede estar muerto.

Iba a salvarle. Tengo que salvarle.

No está muerto.

«Lo está y Thalia se ha asegurado de que lo supieras. Que has fallado, que no has podido ayudarlo» Mi cuerpo resbala por la pared hasta el suelo y más allá. La oscuridad succionadora regresa y yo caigo y caigo…


Aterrizo en la realidad. O eso creo. La oscuridad continúa y yo aún caigo. Acompañada por el dolor. Por los recuerdos de mi infancia. A mí padre esperándome en la puerta del parvulario. Sus manos trenzándome el pelo. Columpiándome en el parque. «Más alto, papá. ¡Más alto!». Los gritos de júbilo de una niña carente de miedo porque sabía que su padre estaría abajo para recogerla. Pero ahora cae y nadie la sostiene.

Está muerto y no he podido decirle que no le culpo. Edward ha muerto pensando que le guardo rencor, que nunca comprendí sus motivos. Está muerto y no he podido salvarlo. Se me abre un cráter en el pecho que comienza a succionarlo todo. Resquebraja mis huesos, que se comban y vencen hacia el agujero. Es insoportable. No sé dónde empieza, ni si acaba. Solo se expande y me aplasta y engulle…

—Lo siento.

La voz de Niall detiene la caída. Como un saliente en el precipicio cuando estás a punto de estallar contra el suelo. Abro los ojos, noto la madera bajo mi cuerpo, dura, sólida. Veo la lluvia chocar contra la ventana. Se ha desatado una tormenta, aquí, que siempre hace sol. Y siento los brazos de Niall rodeándome, fuertes y cálidos.

Algo se despierta en mi interior. La rabia. Que me sacude y se alza igual a una ola de diez metros. Y yo lo hago con ella, como si me encontrara en la cresta. En esta ocasión, no hago esfuerzo alguno por frenarla. Me sacudo los brazos de Niall de encima y me peleo con mis propias terminaciones para ponerme en pie.

—¿Adónde vas? —Niall también se levanta.

—¡Voy a matarla! —rujo—. Voy…, voy a matar a Thalia.

A mi padre ya no puedo salvarlo. Pero sí hacer que ella lo lamente. La torturaré, como hizo con él, como ha hecho con todos nosotros. Hasta que suplique por su vida. Hasta que logre deshacerme de este dolor.

Camino hacia la puerta, medio ida. Como ayer, cuando casi mato a Jane. Permito que la rabia tome el control. Que sea ella quien me conduzca. Tengo que encontrar a Jonathan. Tengo que llegar donde está mi madre…

—No vas a ir a ninguna parte.

Niall se planta en la puerta, bloqueándola. La lluvia cae con más fuerza sobre el tejado. «Mátalo a él también. Es su culpa. Si no te hubiera retenido…», susurra una voz que no reconozco. Mi cuerpo reacciona a ella, siento como mi poder viaja hasta acumularse en mis dedos. Listos, dispuestos a cumplir con la orden. «Vamos, hazlo». Grito y me agarro la cabeza, con el último hilo de cordura que aún no ha alcanzado la rabia.

—Elise.

Me llama él. Noto el miedo en su voz. Miedo de mí, de lo que pueda hacer. Pero también hay calidez. La que me envuelve cada vez que está cerca. La que me impulsa hacia Niall con desesperación. Disipa la rabia un poco. Y caigo en el horror de que hace un segundo quería matarlo.

Dejo caer las manos.  

—Está muerto. —Y decirlo en voz alta duplica el dolor. Doy un paso hacia Niall, con la mano abriéndose y cerrándose sobre mi pecho, intentando arrancar algo que no es sólido—. Está muerto, ya no tienes que cumplir ninguna promesa—. La rabia me da un latigazo, reclamando mi atención, todo. Lo quiere todo de mí—. ¡Para! —grito, pero no sé si a mí o a él.

Un relámpago restalla y ciega la estancia. Niall se acerca a mí, cauteloso. Con una mano extendida hacia delante. Los ojos se le han vuelto del color de la tormenta y noto la electricidad de su cuerpo. Mientras se acerca, habla:
—No voy a parar, Elise. Da igual lo que hagas, no permitiré que Thalia se salga con la suya. Y a estas alturas me importa poco que termines odiándome. Pero voy a traerte de vuelta.  

Sus palabras me desarman. Ralentizan la rabia, matando el poco impulso que me ha dado. Pero esta se aviva como fuego al viento, negándose a morir. El dolor despierta y la oscuridad se reinicia, apretándome más el pecho. Las tres fluyen por mi sangre, llenan mis órganos y van borrándolo todo. Vaciándome.

Niall se detiene a dos pasos de mí. Me coge por la barbilla y me obliga a mirarlo. Mi reflejo en sus ojos me asusta. No me veo a mí, sino a mi madre: maldad, oscuridad, vacío. «No voy a dejar que se salga con la suya». ¿Esto es lo que quiere Thalia? ¿Qué me convierta en ella?

—¿Por qué? —digo con la voz ahogada.  

Le recorre un escalofrío. El labio inferior le tiembla y siento el calor que empieza a aumentar la temperatura de su cuerpo. Pero cuadra los hombros, sus dedos se afianzan en mi barbilla.

—Ya sabes por qué.  

Otro relámpago.

El muro tras el que se esconde Niall se derrumba. Por fin veo lo que escondía detrás: la desesperación, el miedo y algo más, ese algo que es imposible de creer. Que solo puede existir por el lazo de sangre.

«Te quiere de verdad, ¿sabes?».

Ya no sé qué es verdad. Pero lo único que se mantiene en pie ante la oscuridad, negándose a morir, es el deseo que siento hacia él. Su cuerpo, su voz… No importa que sea una ilusión, no importa que sea mentira. Necesito aferrarme a cualquier cosa para detener este descenso. Porque si caigo, ya no habrá nada capaz de traerme de vuelta.

Niall se acerca. O yo. Quizás somos los dos. Pero un impulso desesperado me lanza a su boca.

Entonces todo cesa, como si hubieran cortado la electricidad. Tan solo queda su boca, ardiente e inquieta sobre la mía. Su lengua, queriendo conquistar cada espacio de mi boca. Mis dedos perdidos en su pelo, fuerte y suave. Paso de sólido a líquido. Las manos de Niall se aferran a mis caderas, clava los pulgares en el hueso y todo mi cuerpo responde con una sacudida. Dejo caer las manos por su piel, caliente. Quema, pero no hace daño.

—Elise. —Niall se aparta de golpe. Tiembla, jadea, con los labios hinchados. Un dolor arcaico le pasa por los ojos. Se mira las manos con odio, de las que salen humo—. No quiero hacerte daño.

Da un paso atrás. A mí me cuesta enfocar la vista, respirar, existir. Lo único que quiero son sus labios en los míos de nuevo. Quiero que se queden ahí y sigan borrándolo todo. Decidida, vuelvo a acerca nuestros cuerpos. Él se tensa y se le ensanchan las aletas de la nariz, reteniendo el aliento. Le agarro la mano, sin dejar de mirarlo. Perdida en sus ojos, a veces azules y a veces verdes. Donde veo el miedo paralizante que despierta la idea de hacerme daño. Un miedo que solo puede existir si quieres a alguien, si te importa. Cómo no lo he visto antes… «Es mentira. Es el lazo», grita una vocecita molesta. No me importa que sea mentira. Puedo quedarme a vivir en ella. Si así todo lo demás desaparece.

—No va a pasar —Le digo, colando mis dedos en los pliegues de los suyos. Mi frío y su calor combinan bien, encajan. Alzo la mano, para que lo vea—. A mí no puedes hacerme daño.

Su boca regresa a la mía más salvaje que antes. Nos besamos como si nuestras bocas fueran aire en nuestros pulmones. Como si solo así, pudiéramos respirar. Lo rodeo por el cuello, pensando que voy a caerme, estrechándolo. Niall me alza sobre sus caderas sin dejar de besarme, de reinventar cada pedazo de mi piel. A tientas, chocando con paredes y puertas, llegamos a la cama. Caemos unidos, sin soltarnos. Acojo el peso de su cuerpo aplastando el mío, su dureza.

Perdemos la ropa, la cordura y las barreras. Sus labios recorriendo mi cuerpo de arriba abajo. Mis manos reconociendo todos los espacios del suyo, como si ya hubieran estado allí antes. El contorno de sus cicatrices, de sus músculos y las líneas de sus huesos son conocidos. Nuestros cuerpos se unen. Calor, frío. Una y otra vez. Una y otra vez.

Nuestras almas también. Como tanto pedían. Por fin, dejamos que se encuentren, enreden y fusionen, más profundo, más adentro que con el cuerpo. Y mientras yacemos juntos, durante horas, Niall se muestra ante mí sin tapujos. Conozco al niño torturado por su padre, que creció pensando que era un monstruo. Al adulto que Jane engañó, haciéndole creer que un estúpido solsticio sería la única manera de que no se convirtiera en uno. Pensando que solo así alguien podría amarlo, que solo así tendría la oportunidad de sentir. Al que conocí yo, meses atrás, dispuesto a lo que fuera por lograrlo. Y al de ahora, que está descubriéndome un mundo completamente nuevo con sus labios.

Que me ha sostenido en la pena, la convulsión y la oscuridad.

El único que ha sido capaz de calmar la rabia.

Por el que hundiría el mundo en el océano.

Porque le quiero. No sé desde cuándo, ni por qué. Pero le quiero. Aunque todo sea fruto de un hechizo, de un lazo, de una mentira.

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Otro sueño lúcido. Aunque desconozco el escenario. Las paredes son celosías de cristal, que vierten luces de distintos colores, creando un suelo de rombos brillantes. Pero es un lugar informe, que se extiende en todas direcciones hacia el infinito.

Una chica de densa y larga melena pelirroja y unos grandes ojos verdes me observa a escaso medio metro. Con su porte regia, distante, pero con una sonrisa cálida que nunca duda en usar si alguien lo necesita.

—¿Joan?

No sé si es ella. Ni hasta qué punto el sueño es real. Aun así, rebajo la distancia que nos separa y la abrazo con fuerza. Tan aliviada por no verla tendida en una cama que me sorprendo a mí misma. Después de lo que ha ocurrido, esperaba que todo lo demás desapareciera. Joan me abraza de vuelta, soltando una risita que nunca antes había sonado en su garganta. Me doy cuenta de que la echo de menos. De cuánto añoro su compañía. Una mirada de entendimiento. Una conversación relajada mientras lavamos los platos.

Joan me aparta con delicadeza por los hombros, descansando las manos en ellos. La escruto con detenimiento. Se la ve bien, aunque un poco diferente.

—Eres tú de verdad —Pretendía que sonora a afirmación, pero el interrogante es evidente.  

—Sí. —Las luces de las paredes se pegan a su cara de forma tenue, dibujando un caleidoscopio en su piel—. No tenemos mucho tiempo, tengo que regresar pronto—. Su mirada se pierde en el horizonte infinito. La persigo, pero yo solo veo infinitud. Aunque sus ojos parecen captar algo más.

—¿Adónde? —Otras cientos de preguntas hacen cola en mi garganta para salir.

—Eso no importa ahora —ataja, utilizando la voz que pone cada vez que va a solucionar un problema. Es ella, no cabe duda—. He venido a verte. —Lo traduzco como un «Lamento lo de Edward». Nunca hemos necesitado demasiadas palabras para entendernos. Mi estómago se encoje, pero no siento el dolor de esta tarde. Es como si algo en mi interior lo bloqueara—. Y a traerte esto.

En su mano aparece un papel que, si no me equivoca, antes no tenía. Con la barbilla me anima a cogerlo. Observo el papel, es la hoja de uno de los libros familiares, del mío, en concreto. Las tres rallas onduladas, representando la marea, así lo indica.

—Es el hechizo que queríamos usar para dominar el vínculo que tienes con Thalia. —Mis manos se aprietan los bordes de la hoja—. Memoriza todo lo que puedas y después búscalo en el libro. Vamos a necesitarlo.

La miro, olvidándome del papel.

—Si has superado el Juicio Final, ¿por qué no has despertado? —Es una suposición, pero si está aquí, no ha podido ser de otro modo—. Me vendría bien tu ayuda.

Sonríe.

—Aún no es el momento. Lo haré cuando sea oportuno —explica ambigua, asegurándose de no revelar mucho—. Sé fuerte, Elise. Y, sobre todo, paciente. Tendremos nuestra oportunidad de patearles el culo.

—Me escuchaste —sonrío, recordando lo que le dije ayer por la mañana. Cuando creía que pasaría mucho tiempo hasta volver a verla.

—Sí… —Está distraía, mirando de nuevo hacia ese lugar que está oculto a mi vista. Me abraza de nuevo. Esta vez un poco más fuerte—. Ahora tengo que irme.

La aprieto entre mis brazos. Queriendo que se quede.

—Diles a los demás que estoy bien.


Despierto en mi habitación. En la realidad. Donde todo pesa más. La tranquilidad y alegría que me ha dado ver a Joan se va escapando de mi cuerpo como agua entre los dedos. Como si solo fueran recuerdos lejanos. Aquí, noto cómo si un muro se hubiera alzado en mi interior, encerrando cualquier emoción. Cualquier cosa que haga regresar la oscuridad y la rabia y el dolor.

—¿Estás bien?

La voz de Niall me hace cosquillas en el cuello. Giro entre sus brazos, que me rodean y se unen en el bajo de mi espalda. Nuestras piernas enredadas bajo la sábana. No sé cuándo me quedé dormida, pero la luz de la luna se cuela por la ventana, iluminándole parcialmente el rostro. Sus ojos entrecerrados, somnolientos. Describo la línea de su mandíbula con el dedo. Suspira, cerrando los ojos, estrechándome más contra su cuerpo.

Esto sí que puedo sentirlo. Tanto que tiemblo solo con el recuerdo de lo que ocurrido hace horas. Es lo único que el muro no ha podido sellar bajo sus ladrillos. Tan vívido y fuerte que me da miedo. Un poco amargo, porque no sé dónde empezamos nosotros y dónde lo hace el lazo de sangre.

—Sí.

Escondo el rostro en su pecho, justo encima de su corazón. Y dejo que los latidos de este me induzcan al sueño de nuevo. Me lo repito, de nuevo: Puedo vivir en la mentira si esto sentimiento no se marcha.  

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El desayuno transcurre con una normalidad enfermiza. Mi mundo ha cambiado, pero el del resto continúa su curso. Para ellos no ha habido pérdida, ni hecatombe. Ni siquiera Helenna y Jonathan parecen sorprendidos de encontrarme aquí. Pero imagino que él ya habrá podido leerlo en mi cabeza.

—Ayer llovió —dice Owen, atacando sus huevos revueltos—. Qué raro, ¿verdad?

Cruzo una mirada involuntaria con Niall, sentado a mi lado. Es raro, porque la isla tiene un clima tropical constante. La tormenta se desató cuando me enteré que mi padre había muerto. Pero es imposible que sea obra mía. La Aeroquinesis es un poder diferente, que se parece, pero no está relacionado con el mío.

—A veces ocurre. —Jonathan encoge los hombros, como si no le diera mayor importancia. Sin embargo, me dedica una mirada de complicidad.

Paso el resto de la velada observando las ondas del café. Con el estómago cerrado. No puedo parar de darle vueltas a lo que vi ayer en la sala del Anti-Círculo, en las conclusiones a las que pareció llegar Jean. Mi posterior sueño con Joan. A pesar de que sigo negándome a compartir mi intimidad, lo único que me queda ahora es concentrarme en la misión.

—Edward está muerto —digo levantándome de la silla como un resorte. Todas las miradas se centran en mí, extrañadas—. Ya sé que lo dabais por muerto desde hace tiempo. Pero murió ayer, después… —Respira hondo. Mételo todo tras el muro—. Después que Thalia lo torturase durante semanas para que revelara nuestra posición.

Se escucha un coro de condolencias apresuradas que ignoro.

—¿Vas a llorar? —Se burla Jane, haciendo un puchero fingido.

—Te voy a hacer llorar yo a ti —amenaza Helenna, alzando la mano para desenfundar su sable.

—Jane, compórtate como una adulta por una vez —pide Charlie, poniendo los ojos en blanco—. Elise, ¿cómo lo has sabido?

Humedezco mis labios. Apoyo las manos al borde de la mesa, buscando un sostén. Pero el brazo de Niall, que roza mi pierna, tiene más efecto.

—Por el vínculo que une mi cabeza a la de Thalia. —Alzo la mano, antes de que el coro de reproches si quiera comience—. Tranquilos, desde el Juicio no puede usarlo para controlarme. De todas formas, da igual, porque saben dónde estamos. —Salvo los mayores, todos se tensan. Advierto la alarma y la decepción por tener que salir corriendo otra vez—. Tu madre lo averiguó ayer. —Digo mirando a Jonathan.

—Nacimos en esta isla —habla Charlie, levantándose—. Me sorprende que hayan tardado tanto tiempo en darse cuenta. Sin embargo, estad tranquilos, no pueden entrar. La isla los rechazó en cuanto crearon el Anti-Círculo.

—Pero no es imposible que lo logran, ¿verdad? —responde Stella a su padre—. De lo contrario, no estaríamos preparándonos.

—No, no es imposible. —Mortimer cruza los brazos al pecho—. Las barreras que protegen la isla son fuertes, pero no irrompibles. Y tened por seguro que no descansarán hasta que logren traspasarlas.

«Que las traspasen», pienso. Que las traspasen, que estaré esperando a Thalia con los brazos abiertos. Un desasosiego nos inunda. Como con otras verdades, ya estábamos al corriente de esta. Pero las confirmaciones siempre son duras.

—Las misiones de rescate comienzan dentro de unas semanas —comunica Charlie—. Y dentro de unos días traeremos a los chicos que están con Nicholas.

—¿Cómo se sale de la isla? —pregunta Zayn. Su presencia es tan callada, que cuesta acordarse de que está aquí.

—Con unos amuletos. Funcionan como portales ligados al pensamiento. A la persona que lo lleve le basta con pensar el lugar del mundo al que quiere ir para teletransportarse hasta allí. Y lo mismo para regresar a la isla —explica Jonathan.

Cierro los ojos. Si hubiera hecho las cosas de otro modo, si hubiera acudido a él antes, tal vez habría podido salvar a Edward.

—Nosotros—Mortimer se señala a sí mismo, Charlie y Jane—, nos quedaremos en la isla permanentemente. Niall y Liam también, en un principio. Nuestro trabajo será instruir a los recién llegados.

—El resto os iréis turnando para salir —prosigue Charlie—. Los primeros equipos quedan así: Helenna y Elise, Alexa y Priya, Owen y Forrest. —Estos chocan el puño al escuchar vuestros nombres—. Os diremos adónde y a quién buscáis pronto. Pero habrá otras veces en las que no lo sabremos. Así que tendréis que usar vuestros poderes para localizarlos.

Un zumbido de conversaciones se desata. «Diles a los demás que estoy bien».

—He visto a Joan. —Las miradas más fuertes son las de Jonathan y Liam.

—Ni inconsciente, oye —masculla Stella.

—Vino a verme mientras dormía —continúo explicando ignorando la interrupción—. Sé que es difícil de creer.

—No tanto, a mí me visitó cuando estaba en la India —recuerda Alexa.

—Antes de que se enfrentara al Juicio Final, se le ocurrió usar el vínculo que tengo con Thalia a nuestro favor. Me ha indicado dónde encontrar el hechizo para hacerlo.

—Bien, será de utilidad —apostilla Mortimer.

—Pero, ¿dónde está? ¿Por qué no ha despertado? ¿Se encuentra bien? —Las preguntas de Liam salen disparadas y rápidas. Lleva más de una semana sin hablar tanto.

—No lo sé. Solo me dijo que estaba bien y que, volvería en el momento oportuno.

—Vamos, cuando hayamos hecho todo el trabajo sucio —traduce Helenna, clavando el cuchillo en la mesa.  

—Lenna…

—¡Me dirás que es mentira! —exclama a Jonathan.

Jane se levanta y abandona la sala con pasos fuertes. Si hay alguien que no se alegre que Joan continúe con vida, es ella.


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Nos dan el día libre. Lo paso en la playa, contemplando el mar. Jugando con el agua. Sé que debería sentir algo. Pero cada vez que intento buscar en mi interior, me choco con el vacío. Un vacío inmenso, de estos que retumban. La rabia, sin embargo, me cosquillea en el estómago. «Estoy aquí, preparada para cuando me necesites». Me informa. Si Jane tenía razón y, mis sentimientos son una debilidad, es mejor que se duerman.
—¿Por qué nunca me dijiste que lo conociste?

El brazo que Niall apoya en mi rodilla se endurece. Pero yo prosigo pasando el dedo por los tendones de su mano, entretenida. Ayer pude ver esa relación que yo creía inexistente. Pero fueron imágenes fugaces, casi inapreciables.

—No me caíais muy bien antes, por si no te acuerdas —sonríe de medio lado—. Y luego yo empecé a caerte mal…

—Nadie ha dicho que eso haya cambiado —replico.

Me empuja con el hombro, intentando tirarme a la arena. Aprieto los labios. Me resulta tan extraño estar en esta tesitura con él y a la vez tan normal. El propio Niall parece un extraño; relajado y bromista. Sin la preocupación ni tensión que lo acompañaban últimamente. Como si el beso de anoche las hubiera borrado. Yo misma, más vacía que nunca, no puedo dejar de sentirme cercana a la Elise de antes; aquí sentada a su lado. Con el viento revolviéndome el pelo y el salitre inundando mi nariz.

Recuerdo lo que me dijo mi tía Verónica la vez que llegué a casa llorando porque una chica de mi clase se había burlado de mí. «Todo pasa, Elise. El dolor, la decepción y el miedo. El tiempo lo mata todo. Menos el amor. El amor siempre perdura». No había entendido el significado de sus palabras hasta ahora. Hasta que todo comenzó a desmoronarse y lo único que quedó en pie fue lo que siento por Niall.

«Es mentira. Es el lazo», repite esa voz mezquina.

—Puedo contártelo ahora. Pregunta lo que quieras. —Con la mano que no tiene en mi rodilla, me aparta un mechón de la cara con tanta delicadeza que estremezco.

—No —niego—. Ahora no.

Todavía no estoy preparada para hablar de mi padre. Niall asiente. Deja caer la mano y la entrelaza con la mía sobre mi regazo. Sonríe al tiempo que se inclina hacia mi boca. Despego los labios para recibirlo… Un carraspeo lo detiene.

—¿Interrumpo algo?

Helenna está de pie frente a nosotros, recortada por la poca luz del sol que queda. Me guiña un ojo y a Niall lo mira en lo que diría, es una advertencia velada. En la mano sostiene una botella de ron. Igual que la que me estampó en la cabeza.

—Luego te veo. —Niall me aprieta la mano antes de levantarse de un salto. Al pasar por el lado de Helenna, la empuja a propósito.

—Ya te pillaré…

Amenaza ella. A continuación, se sienta a mi lado y entierra la botella en la arena. Menea las cejas de arriba abajo, queriendo parecer pícara. Hago rodar los ojos.

—A qué has venido.

—He pensado—Recupera la botella y le quita el tapón—, que como tenemos que afianzar la confianza. Qué mejor que hacerlo con una botella de alcohol y no todo ese rollo de las meditaciones grupales.

Helenna emplea su tono sarcástico, ese que emplea cuando no quiere que los demás pensemos que algo le importa. Por eso sé lo que pretende. Es su manera de darme el pésame, de hacerme saber que está aquí.

—Dame eso. —Le arranco la botella y pego un trago. Esta vez no quema tanto al pasar por mi garganta.

—Edward era un tío decente y un buen entrenador. —Sus palabras sí que queman. Helenna estira las piernas y se apoya en las manos, con el rostro un poco alzado al sol—. Salvo por aquella vez que me usó como cebo para caimanes.

—No fue su mejor momento.

Me había olvidado. En aquel momento lo vi como los actos de un hombre dispuesto a hacer todo porque su hija dejara de avergonzarlo. Pero ahora entiendo que fue un movimiento desesperado. Porque tenía que despertarme, abandonar el miedo.

—Cedric estaba allí. —Helenna ensombrece. Vuelve a beber. Si hay una prueba de que está cambiando, es esta. Contención—. Junto a mi madre, Jean y Coraline. Imagino que querrías saberlo.

Igual estoy abriendo la caja de Pandora. Quizás Helenna se convierta en mí; en esa persona dispuesta a mandarlo todo a la mierda por conseguir lo que quería. Y, precisamente por eso, se lo cuento. No solo porque es su derecho. Sino porque mi silencio no será el causante de que no consiga lo que más desea en el mundo.

Pasa un rato hasta que Helenna funciona de nuevo. Me pasa la botella y en sus ojos verdes advierto una determinación aplastante.

—Pagarán por lo que han hecho —habla en voz baja—. Cedric y Thalia, pagarán.

Es una promesa. Un pacto tácito.

No este momento. Tal vez hasta no dentro de mucho tiempo.

Pero…

—Pagarán. —Sello la promesa bebiendo ron.

Ahora sé que puedo esperar para llevar acabo mi venganza. Paciencia, como me ha pedido Joan. Y cuando llegue el momento oportuno, Thalia caerá. Incluso si yo caigo con ella, incluso si no puedo regresar de esa oscuridad. Valdrá la pena.


indigo.
indigo.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por hange. Jue 20 Ago 2020, 3:52 pm


Mira, voy a empezar a comentar ahora que es la primera vez que lo leo porque me conozco, pero espero sobrevivir a esto o morir feliz luego de leerlo
—Has ganado.

Se muestra demasiado calmado. Incluso expectante, como si estuviera esperando algo. Pierdo la sonrisa orgullosa al comprender que ha sido una batalla regalada. Niall conoce mi forma de combatir. No es la primera vez que finjo darme por vencida y recurro a mi apariencia frágil e inocente para ganar una pelea.

La rabia que he usado para mantenerme en pie se agita en mi interior, tan brava como el mar que queda a mi izquierda.
{…}
—¿Contento?

—Exultante. —Responde con una cara que denota todo lo contrario—. ¿No se me nota?

PRIMERO: QUE NOS DAS ENTRENAMIENTO DE UNA VEZ, NI UN MOMENTO DE PRESPIRO GENTE
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Estoy amando el inicio como no tienes idea. Bueno, que amo todo, pero tu me entiendes. Se nota la evolución que ha tenido Elise durante todo este viaje (lleno de traumas, para variar). Para bien o para mal, (para bien mi porque es una reina), ha crecido muchísimo y puede partirle el culo a cualquiera. Me emociona y me pone nerviosa cuando le invade la rabia, pero es que ha pasado por tanto y nunca dejaba la rabia suelta antes – y esas cosas hay que dejarlas salir.
SEGUNDO: que amo demasiado los diálogos entre Elise y Niall. No se cual de los dos esta mas sarcastico y hastiado, pero me encanta El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 837735280
Sin embargo, no explica por qué, de pronto, muestra tanto interés en mí. No es consecuencia del vínculo de sangre, yo también noto los síntomas de este y nada tienen que ver con las emociones, es solo una fuerza que me empuja a estar con él; nada más. Entonces, ¿por qué?

Elise se lleva el premio de negadora del siglo y yo me voy a morir de la frustración (cuando a penas es el comienzo), porque es QUE TE QUIERE MUJER. O SEA. No nada que ver con cualquier cosa que te metas en la cabeza, escucha a la ciencia (o sea a mi)
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EL SIGUIENTE PEDAZO ME DEJO MAL, OSEA, MAAAAAAAAAAAAL
Las implicaciones d que el objetivo de Niall no es solo lo del solsticio y lo claro que se lo deja ver y el recuerdo de cuando le limpia las lagrimas en la playa (OSEA JELOU MI CORAZON) y luego el “A ti”, mira, me voy a tirar de la azotea. Y ELISE QUE SE VA CORRIENDO, NO HUYAS, VUELVEEEEEEEE
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Aunque no es que este tan descabellado que ella piensa que todo es su imaginación, porque, es que Niall fue un bruto con ella antes. Y ahora “repentinamente” no lo es, no la culpo por pensar así. PERO ESTE NO ES MOMENTO DE PENSAR, ES MOMENTO DE QUE TE ENREDES Y TE AFERRES El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2372005390
Vuelvo a mirar a Joan. Buscando la respuesta. Sabiendo que mi lealtad hacia ella es lo que me mantiene aquí. Pero hay lealtades que pesan más. Y no sé cuánto tiempo aguantaré…
{…}
—Ayer ni cocinaste ni lavaste los platos. —Le recuerdo.

—Pero yo no soy la líder.

—Ni yo. Tan solo me ocupo de que os comportéis como adultas.

—Y quién se ocupa de que lo hagas tú.
{…}
—¿Os falta mucho? Estamos esperando a que vengáis. —La cabeza rubia de Jonathan asoma por la puerta.
—Enseguida —dice Helena dulcificando el tono de voz. Jonathan le guiña un ojo antes de desaparecer.

Cuando se gira hacia mí de nuevo, le brillan los ojos y tiene esa aura bobalicona de las personas enamoradas. Queda latente, cada vez que se cruzan; que comparten más que un pasado en común. Reprimo una carcajada. Jamás pensé ver a una Helenna de esta clase. Eleva la ceja antes mi reacción.

—¿Hacéis manitas por las noches? —Señalo con la barbilla hacia la puerta. No me importa lo que tengan, pero quiero devolverle su comentario.

Helenna se pone roja de ira o, vergüenza.

ES QUE, NO ME VOY A CAANSAR DE DECIR QUE AMO A ELISE. MIRA,A SAJDKADKAJAK esto de que esta loca pr irse porque a su papa lo esta torturando su loca madre, y que esta partida entre concentrarse en sus deberes del circulo y esta mierda con thalia… no se, esta aguantando demasiado. De verdad que si.
Deberían dejarla congelar a algunos cuantos El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3800005825
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] LO SE PERO LAS AMO, LAS A M O. Que ya me lo habías pasado pero es que me encanta demasiado como va desarrollándose su amistad. Que son compañeras del circulo, sus elementos son muy opuestos, pero eso que importa al final. Que Elise le toque todos los puntos y Helenna a ella, askadjadkalda, ya quiero verlas yendo a misiones. Dándose puñetazos una a la otra y luego traficando alcohol.
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Y CON SOLO UNAS ORACIONES ME PONES MAL CON LENNA Y JONATHAN AUXILIO
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El comentario de Harry cae justo en el centro de mi rabia. Esa que siempre está alerta, preparada para desatarse, porque se está haciendo demasiado pesada en mi interior. No lo aguanto, que todos aquí piensen que estoy fingiendo y que aún soy la que se echaba a temblar cada vez que le alzaban la voz.

—A ti tampoco la de redimido. ¿Te recuerdo que hasta hace nada estabas dispuesto a clavarnos un puñal por la espalda en cuanto nos despistáramos? Ah, espera, si lo hiciste. —Y no a cualquiera, a Stella, con la que ahora se muestra tan devoto.  

Niall defendiendo a Elise por lo mas mínimo: AAAAAAAAAAAA
Elise tirándole mierda a todos porque se creen que esta fingiendo todo: AAAAAAAAAAAAAAAA
La cena se siente como algo de lo mas cotidiano en medio del caos que viven esta gente. Que un respiro y varias discusiones a la semana les hacen bien al alma.
Todos discutiendo con todos, me encanta AAJAAJAJAJJJAJAJA es que no se, es como salir del molde del estrés de entrenar entrenar entrenar porque viene el fin del mundo. Me gusta mucho cuando están todos. Y además, que Elise y Niall son tal para cual, que tienen para repartirle a todo el mundo o sea El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1796689324 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1796689324
 Tonteo con el deber y lo correcto, pero la realidad es que, desde que tuve la primera pesadilla, ando buscando la manera de abandonar la isla e ir en su busca. No la he encontrado aún; estamos rodeados por kilómetros de agua, no hay barcos, ni helipuerto, ni otro medio de transporte para salir.  

Elise pensando en su tia y en las ganas de irse. Que queda claro como lo que experimento la cambio tanto que esta desasociando (no se si es el termino correcto) cosas de su pasado como su vida con su tia y ahora que anda buscando la salida por la isla como una gente de la CIA. Que se merece poder patear algunos culos, no digo que no, pero tampoco quiero que se ponga en peligro El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1054092304
La isla se siente un poco como esta pandemia de mierda, con excepción de que no tenemos alternativa en absoluto ni una fecha para “salir” hasta la jodida vacuna El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545 quitando este pensamiento depre, quiero decir que me encanto mucho como narraste eso El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114
NIALL QUE SE FUE A VIVIR CON ELISE, Y ELLA LO ACEPTO ASI SIN MAS, Y YO AQUÍ ME MUERO PORQUE VERLOS TIRADOS EN EL SOFA ASI ES TAN…NO SE, COTIDIANO, AMO TODO. QUE SEAN ASI POR SIEMPRE Y QUE NO PASE NADA MALO. DIOS
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Primero, a mí no me quiere, por él habla la influencia del lazo. {…}
Como si fuéramos una especie de compañeros de piso, nada más.
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Comprendo muy bien la situación. Solo que no voy a sacrificar la vida de Edward sin siquiera intentarlo, aunque por ello ponga en peligro la mía y la misión entera. Me da igual que sea egoísta e irracional. Me he cansado del bien común, de ejercer lo que es adecuado para todos. Y no invertiré mi tiempo explicándoselo a Niall. Porque él vive por y para el bien común.  

La verdad es que es una situación jodida. Muchas veces se hacen cosas malas por el bien común. O cosas que podrían haberse evitado de una forma u otra, como que torturen a Edward y nadie haga nada. La verdad, yo creo que seria Elise AJAJAJAJAJA es que mira, como dice, decidir quien vive y quien no. Ya me hubieran matado El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3800005825
Es un efecto de nuestra unión, me digo, no un deseo que nazca de mi voluntad.

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Toda la conversación con Elise y Niall me tiene con los pelos de punta porque es QUE HAY TANTA TENSION. DEMASIADA. EN TODAS PARTES. EN CADA COSA QUE SE DICEN Y ACCION Y REACCION. QUE ELISE ESTA A PUNTO DE CONGELARLO Y NIALL DE CARBONIZAR TODO AKDAJFAJFJAFJAJDJ
—Cuándo te vas a enterar de que todo lo que tiene que ver contigo, es de mi incumbencia —suspira dejando caer los brazos.

PERO QUE ES ESTOOOOO
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—Soy capaz de mucho más de lo que crees.  

—¡Que no es eso, joder! ¡Ya sé de lo que eres capaz, desde mucho antes de que tú misma lo supieras! —Su ímpetu me sobresalta. Cuando me quiero dar cuenta, me encierra con su cuerpo en la encimera. Inclina el cuello pegándose a mi rostro, solo puedo ver sus ojos devolviéndome mi reflejo. Retengo el aliento, guardándome de no reaccionar. Niall despega los labios y, con inusitada calma, dice—: Lo que pretendes es una locura y, lo siento por tu padre, pero no voy a permitirte que lo hagas.

—Tú que vas a sentir —susurro.


HAS VENIDO A MATARME. Yo que me dije “no cites tanto que se te va el cap”, PERO ES QUE NO PUEDO EVITARLO, KATE. ME MUERO. LA TENSION. MI CORAZON. LOS NERVIOS DE QUE IBA A PASAR O QUE NO IBA A APSAR Y QUE NO PASO Y ASADKADAKDJADJAKDADA Y ESO  DE LA OTRA EMOCION QUE ELISE NO QUISO VER
MIRA
MIRA
NO SE, estoy mAL
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Normalmente es Alexander —su propio hijo— quien ejerce este papel. Le obliga a beber pequeñas dosis del veneno que saca de sus dedos y mira a Edward convulsionarse, retorcerse de dolor, vomitar durante un rato hasta que lo elimina de su sistema para no matarlo.  {…}
La que nunca falta en las sesiones es Thalia, bien sea como espectadora o verdugo. {…}
—He dicho—Se ve obligado a parar por un espasmo—, que-e me mates de-e una vez. {…}
—Aguanta, papá.

Justo después, el látigo impacta en su espalda y yo cierro los ojos.

“Aterrizo en mitad de la tortura. Edward yace esposado por unas caderas sujetas al techo que le obligan a alzar los brazos. ”
Lei la primera oración del tramo y ya sabia que iba a querer estrellarme en el piso
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LE ESTAN DANDO CON LATIGOS. MIRA YA MISMO ME VOY A, A NO SE. ES QUE. ¿Por qué POR QUE TIENE QUE SUFRIR TANTO? El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 THALIA TIENE QUE EXPLOTARSE PARTE POR PARTE. QUE MIERDAAAAAAAA
Las ganas de llorar no me hacen falta, porque estoy mal, mal mal, creo que no lloro porque ando boba por la pastilla, pero DIOS. Thalia es una basura, basura. Ella y toda su organización de mierda. No es basura, es una psicopata. Por dios. El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2333868493 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2333868493
Hoy no he debido gritar, de ser así, habrían sido sus ojos quienes me hubieran recibido y no la oscuridad de la habitación.

LAS IMPLICACIONES DE ESTO. Que ya dijo que Niall le había ayudado a salir de pesadillas antes pero LAS IMPLICACIONES DE ESO. QUE DUERMEN JUNTOS? No me importa si no lo especificó, en mi cabeza es así
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Si no la alivio, acabará por consumirme entera. Me niego a que mis emociones vuelvan a dominarme. Rescataré a Edward, regresaremos a la isla y, entonces, podré dedicarme en cuerpo y alma a la causa. Para que, cuando llegue el momento, esté preparada para acabar con Thalia.  

«Un día, Joan, es todo lo que puedo darte».

Me encanta la conexión de Elise y Joan. A pesar de que una este inconsciente y la otra este volviéndose loca encerrada en una isla paradisiaca en medio de esa tortura de vida. Es que, es una decisión horrible, ver que están torturando a tu padre y no poder hacer nada (porque no se ‘debe’ no porque ella no pueda). TODO ES DEMASIADO COMPLICADO
Al contrario que de costumbre, no se dedica a perseguir todos mis movimientos. Eso me alerta. Lo observo de reojo e intento leer sus emociones por medio de la conexión y choco con el vacío.  

Estas alerta porque lo adoras y Niall te adora a ti y cuanto tiempo voy a tener que esperar pa que se entiendan?????????????
—Tus enemigos no apuntarán a los pies.
{…}
Es eso lo que percibo de él: el respeto mezclado con un instinto protector hacía a mí que me echa para atrás. De nuevo la pregunta: ¿Por qué?  
{…}
—Lo que mi sobrino quiere decir es que basta de las discusiones de instituto. Poneros las pilas.

Ignoramos a Jane deliberadamente.

Jane es otra que detesto. Cuento los días para que se muera. El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3800005825
Cada vez que Elise se plantea un por que acerca de las emociones de Niall, un hada se muere. Recapaciten los dos. El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2372005390 (por cierto, muero de risa cada vez que le dicen Romeo a Niall, le cambiare el certificado de nacimiento)
Momento fANGIRL con Lenna y Jonathan porque es que ando mAL El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 4098373783 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 me inspiras El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545
Todas ignorando a Jane, todas con mal actitud contra Jane; que entre si pueden tirarse cosas pero cuando tiene que ver con ella: las power rangers. AJAJAJAJAJA me encanta
Quiero apartar la vista o detenerlo, pero no puedo moverme. Los golpes no cesan hasta que le obedece.

—Os presento a Cedric —dice Helenna con la voz fría. Sin embargo, percibo su sufrimiento.
{…}
Quiero apartar la vista o detenerlo, pero no puedo moverme. Los golpes no cesan hasta que le obedece.

—Os presento a Cedric —dice Helenna con la voz fría. Sin embargo, percibo su sufrimiento.

Mi madre, que se me había olvidado la sesión del recuerdo. Mi corazón sufre. Estoy mal. Te quedaron hermosos. Los recuerdos de Alexa y la melancolia que producen porque la basura de Thalia mato a sus padres. Y los de Helenna, que no me voy a caansar de repetir: que te quedaron estupendos, estoy sensible y mal y asadjakajfafalJAK AMO COMO ESCRIBES. Y el hecho de que en esos ella haya estado agarrando la mano de Elise, lo siento pero soy débil con el sistp El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545
Estas sesiones entre ellos me parecen dolorosas pero necesarias. Que ya quiero vr como se tratan de aquí a unos meses estando así. No se El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1054092304
Hace eso de quedarse mirándome, buscando leerme, antes de responder. Yo me aseguro de dirigir todos mis pensamientos al entrenamiento al que debería unirme.

Pueden estar hablando del clima y voy a seguir sintiendo esta tensión sensual y sexual y todos los tipos de tensiones que existan porque es que hay todo y nada entre ellos dos, ¿sabes? El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1712497321
—¿Te da miedo de que le haga daño a tu amorcito? —Se burla ella.

—No, es para asegurarme que ella no te haga daño a ti.
{…}
Esta mujer no pretende entrenarnos, sino hacer alarde de sus habilidades, desmerecer las nuestras y llamarnos inútiles durante el proceso. Por lo que ataca a matar.
{…}
—. Te felicito, ha debido de costarte que haga otra cosa aparte de lloriquear .{…}
Sí, Niall es un buen entrenador, pero los méritos son míos, no suyos.
{…}
He mejorado, pero no tanto como para aventajarme a los años de experiencia de Jane. La única razón por la que no me ha vencido aún es la rabia que me acompaña en cada aliento.

Los diálogos de Elise y Niall son oro PURO. ORO.
Jane me tiene harta (nada nuevo), pero mas me tiene harta su forma de subestimar todo y a todos. Y la forma en que le gusta provocar a todos. Supongo que su estrategia sirve de alguna forma, pero también esta el otro lado que no tiene que atacar así a la gente para ayudarla (con así me refiero a hacerlos sentir pura mierda en todo el sentido de la palabra). Es todo un equilibrio que Jane obviamente NO tiene El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2333868493
Por cierto, aprovecho para decirte que me encanta como narras las escenas de entrenamiento / pelea. No puedo dejar de leer imaginándome todo como si estuviera en una peli. Te queda super El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114
YA ERA HORA DE QUE ALGUIEN LE PARTIERA SU MADRE. Aunque por mucho que la odie, lo que dice ahí tiene peso, de que la rabia le ha ganado a Elise y que eso no es bueno. Me enoja pero tiene razón El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 599602417
POR CIERTO, ELISE QUEEN MANEJANDO EL AGUA, AHÍ Y CUANDO ESTUVO EN LA PLAYA EN LA MADRUGADA. Que puede flotar y caminar encima del agua y respirar y hacer todas esas cosas con su elemento. Me fascina leer cuando esta explorando el agua El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1796689324 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1796689324 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1796689324
—¿Te… das… cuenta? —continúa Jane privada de aire—. Eres víctima de tus emociones, Elise Mitchell. Primero el miedo que te paralizaba, ahora la ira que te hace voluble e imprudente. Siempre dominada por ellas y nunca lo suficientemente fuerte para sobreponerte.

—Basta ya. —Niall se acerca, posicionándose entre ambas. Siento su mano en mi hombro—. No la escuches.
{…}
No quiero parar. Si esto continuará ocurriendo, si esta oscuridad no va a marcharse, lo mejor es aceptarla y… De pronto, un dolor candente me recorre de arriba abajo. Parpadeo, como si despertara. Vuelvo el picor del sol, la hierba cosquilleando mis tobillos, mi respiración, mi cuerpo, todo.  

La verdad, no me siento mal porque Jane haya estado a punto de morir. Sorry not sorry. Pero si por lo que esta atravesando Elise. Esta experiencia post juicio final, que no sabe si dejarse llevar por la rabia o volver a ser la de antes, pero no puede volver a ser la de antes y la de ahora tampoco es estable. Lo que quiero decir con todo este meollo es que amo el giro y el desarrollo que le estas dando a la historia y las capas de tus personajes El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114
—Tú qué te has creído —escupo, apretando el mango del hacha—. ¿Que por dedicarme unas pocas miradas de borrego vas a engatusarme?
{…}
Me duele. A mí. Que finja esa súplica, ese miedo a que no regrese, ese amor que refleja en sus ojos, que no siente de verdad y no duda en interpretar para manipularme.
{…}
Quizás Niall ha visto ese deseo en una de sus invasiones a mi interior y de ahí viene su cambio de actitud. Habrá pensando que, como ya no me pongo como un tomate ni tartamudeo en su presencia, haciéndome creer que es esa persona podrá seguir influenciándome. Tiene sentido. Explicaría su comportamiento extraño de las últimas semanas.

Niall, eso te pasa por no ser sincero contigo mismo desde el principio. O con Elise, al caso.
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NO TE PUEDO EXPLICAR EL NIVEL DE FRUSTRACION QUE SENTI LEYENDO TODO ESTO. QUE NO SE CUAL DE LOS DOS ME FRUSTRA MAS. PORQUE NIALL FUE DEL ASCO CON ELLA MAS QUE LAS VECES QUE HA SIDO BUENO; Y ELISE HA PASADO POR DEMASIADAS MIERDAS (Y SIGUE PASANDO) COMO PARA PONERSE A PENSAR QUE ESTO ES REAL. O SEA TODO MAL NADA BIEN
—. ¿Es por lo que nos hizo Jane? ¿Por qué?

Ahora soy yo la del tono suplicante. Me doy cuenta lo mucho que me necesito su respuesta. Saber sus motivos, sean cuales sean.

Niall abre y cierra la boca varias veces. Eso para mí ya es una respuesta.  

NIALL, IMBECIL, IDIOTA, ENERGUMENO, NO SE QUE MAS DECIR, NO OOOOOOOO
Es que
¿Qué le costaba contestar? Aunque fuera un no, no te quiero (que seria una mentira horrible), pero no, se queda como vez fuera del agua, todo bobo, agh, estoy MAL QUIERO IR A ESTAMPARLOS CONTRA EL OTRO POR LA FUERZA
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Supe que en mí las emociones eran peligrosas a una edad muy temprana, mucho antes de ser capaz de comprenderlas. Para que os hagáis una idea del problema; maté a mi madre con seis años por un arrebato infantil que no recuerdo a qué vino. Desde entonces, mi vida ha sido una lucha constante por dominarlas.
{…}
Encerrarme, molerme a hostias y recordarme cada segundo que era el culpable de la muerte de mamá, tampoco. Aunque el hombre lo intentó, eso no se puede negar.

Por un momento me quede en shock y después me di cuenta de que era Niall porque la basura de la mama de Elise esta vivita y coleando. Mira, que pasar por eso a tan temprana edad, Niall El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2333868493
Niall no es el mejor que hay pero me atrevo a decir que tan mal no salió luego de haber matado a su mama y que su papa se haya pasado gran parte de su vida machacándolo por eso (como si no fuera suficiente con haberlo echo involuntariamente).
Y que luego enterro a su padre. Que no lamentar la muerte suya no lo hace menos traumatizante. Que coño de vida les ha tocado a estos niños.
A mí la idea de encerrarme en una cabaña con un ermitaño que podía ser tan malo como mi padre no me hacía especial ilusión. Pero Edward resultó ser el mejor entrenador y guía que un chico como yo podía tener.
{…}
Fue el primero en tratarme como una persona y no un problema que solventar.  
{…}
Después de Edward, una vez vieron que era capaz de convivir con personas sin chamuscarlas, me enviaron con Jane.  

No recuerdo saber que Edward había entrenado a Niall (mi memoria es una caca), sin embargo, que coincidencia (de las mas buenas). Amo como todo se conecta, de una forma u otra. Y que Edward le haya ensenado todas esas cosas, aunque no haya podido desaprender todo lo que le machaco su padre, no se, ¿Qué decir? Al menos no todo se fue tan a la mierda. (mentira, que eso no es excusa)
Que al final todo eso lo llevo a el y a Liam a ser hechizados y moldeados por Jane, que es lo mas parecido a la hija de satanás o lucifer o como sea que se llame.
Solo tenía que aguantar hasta el solsticio, después acabaría.

Y estaba dispuesto a cualquier con tal que ese día llegara.

Hasta que conocí a Elise.
Bueno, no fue exactamente cuando la conocí. De hecho, ya la conocía antes de hacerlo. Edward me hablaba de ella con frecuencia.

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Siento un rechazo natural por las personas sentimentales. Las condeno de inmediato. Representan lo que yo no puedo tener. Y Elise siempre ha sentido, hasta las últimas consecuencias y a pesar de ellas.  
{…}
En esa honestidad, reluce una clase de valentía de la que aquí, muchos carecemos.
{…}
Me había convertido en la brutalidad, obsesión y desesperación de Elijah; en el egoísmo, narcisismo y la podredumbre de Jane. Llevaba toda una vida condicionado por ambos. Era su títere.  
{…}
Ha sido como regresar a una casa que vivía en mis recuerdos y tener que reconocerla ladrillo a ladrillo.  

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ES QUE ESTOY AMANDO TODO ESTE TRAMO OCMO NO TE IMAGINAS, SLDAJDKADA O SEA ES QUE MI CORAZON, NO PUED, VER TODO DESDE LA PERSPECTIVA DE NIALL Y COMO SE SIENTE Y COMO TRATABA A ELISE COMO LA TRATABA Y MI CORAZONNNN
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ESTOY MAL CON ESO DE “LO ROMPES Y LE ASEGURAS QUE SOLO TU CAUSA LO PODRA ARREGLAR”. MIREN, UN ABRAZO, MILES DE ABRAZOS, ELISE VEN AQUÍ AHORA Y ABRACENSE.
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Esa noche en Woodlands no solo supuso un cambio para mí, sino también para Elise. Todos alcanzamos un cupo de cosas que podemos soportar antes de rompernos.  
{…}

«Protégela, Niall. Prométeme que harás lo necesario para que mi hija salga viva de esta».

Encima no ayuda en nada que estoy escuchando el soundtrack de GoT (porque arriba el sufrimiento aparentemente).
LA PROMESA, LE HIZO UNA PROMESA, Y YO NO SOPORTO ESTO, NADA DE ESTO
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La verdad es que si, hijo, es tu culpa que ahora solo vea al cabron egoísta que la trato malísimo cuando debía protegerla. Así que ve y decláratele y besale los pies por el resto de la vida. Ok no pero es que ya estoy volviéndome loca con esto
Ahora lo que veo cuando siento que perderé el control, son dos grandes ojos azules que podrían hacerme perder la cordura, pero, en su lugar, me dan paz. Pienso en las noches con ella en la cabaña, hablando de lo que ha sucedido en el día.  

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—Tal vez si te dejas de tonterías y le dices que estás loco por ella…

—¿Lo estoy? —inquiero, cruzando nuestras miradas.

Sé que estoy enamorado de Elise. Soy nuevo en esto de sentir, batallo mucho catalogando mis emociones, las confundo a menudo. Lo que siento por ella no deja espacio a confusiones ni dudas. Pero hasta donde sé, podría ser una ilusión.

¿SABES QUE? La verdadera culpable es Jane. Porque puede ser que sientan todo y nada al mismo tiempo y para siempre pero van a tener esta voz que les va a decir ES POR EL LAZO DE SANGRE cuando no, USTEDES ESTAN DESTINADOS pero Jane es una no se, no tengo ni insulto para ella. Que me estoy muriendo. Y amo que Niall y Liam se desahoguen con el otro El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114 un poco de apoyo emocional viene bien en estos tiempos.
Sí, el lazo de sangre o todo el asunto de las almas gemelas hace que se amplifique. Pero no son la causa. Sino Elise, que se me enredó en huesos y músculos sin que lo notara. La causa es cuando hace algo extraordinario, como atacarte con dos estalactitas, y el aire anonadado que se le queda, sin terminar de creerse que haya sido capaz.

Has venido a matarme, y yo te voy a dejar.
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ES QUE ES QUE TODO ESTA TAN PERFECTO Y MIS EMOCIONES Y NO PUEDO
Niall reflexionando sobre sus sentimientos (esto es desarrollo de personajes, EVOLUCION), me tiene mal. Que la ha estado observando y conociéndola y enamorándose de ella todo este tiempo pero que no se dio cuenta hasta que boom, algo pasa, y todo encaja *se va a llorar otra vez*
“La manera inconsciente en la que se interpone entre Helenna y Charles cuando discuten, para protegerla, aunque esté de más. “ Auxilio polisia El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545
Porque me abrió los ojos, derruyó el muro y desde entonces todo es diferente.{…}
No hay nada en mí que ella pueda llegar a amar.

Este es peor que Elise. Dos batazos. Aunque tiene una base…pero, NO ASUMAS, PREGUNTALE. NO SEAS COBARDE.
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Bueno es que tiene razón, Elise no le cree ni una sola cosa, ni se cree los sentimientos de si misma. Y todo es demasiado estresante. Si se sentaran a hablar como la sesión de AA que hacen los del circulo muack muack
Debajo de la expresión oscura, cortante y despiadada que ha nacido en sus rasgos, también veo la dulzura y calidez de antes. Pero cada vez me es más difícil decidir si me las estoy imaginando o de verdad continúan ahí.{…}
Tardo un momento en digerir la decepción y otro en procesar sus palabras.
{…}
—Helenna tiene entrenadores suficientes.

—Ninguno es elemental del fuego, tú sí. Necesita aprender a controlarlo.

—Vale —respondo despegándome de la pared. Al bajar los brazos, veo que me he dejado una leve quemadura en el antebrazo, allí donde descansaba mi mano.

Estoy segura de que Niall se esperaba otra cosa pero también estoy segura de que si el no inicia la conversación, ella no le va a decir nada (preguntarle por qué, otra vez). Pero que para tercos y negadores búsquenlos, que hasta en eso son tal para cual El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747
La verdad es que me fascina ver como Niall pasa de soldado entrenado a persona que a penas puede controlar sus reacciones / poderes – casi siempre solo cuando se trata de Elise. Que ya sea porque esta irritado, se siente frustrado o esta enamorado, el punto es que siempre pierde el control (o esta a punto de). Y lo mismo con ella. ¿lloramos? Lloramos El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545
Así como mis sentimientos son claros, los de Elise son un intrincado laberinto. Del que, me aventuraría a afirmar, ni ella misma conoce la salida. A mí me da una esperanza absurda, quizás no me odia sin más.

Despego los labios notando un torrente de palabras subiendo por la garganta, como si fuera a vomitar. Pero nunca sabré qué hubiera dicho, porque en ese segundo la puerta del baño se abre y me las trago todas,
—Te dije que aceptaría.

HELENNA TE AMO PERO POR QUE ENTRAS JUSTO AHORA, NOOOOOOOOOOOOOOO El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905
ESPERO QUE ESA CONVERSACION CONTINUE (o empiece) LUEGO DEL ENTRENAMIENTO PORQUE ES QUE NO ME PUEDES DEJAR ASI
Niall con todo el mundo: todo necio y altanero y que no lo deja que nadie lo joda
Niall con Elise: un torrente de fuego constantemente fuera de control
Yo: viviendo por esto
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Sí, traicionarla parece ser mi única opción.  Ahora mismo, mientras la observo caminar por el borde de la playa, con el pelo enredando en el rostro y el sol bañándole la piel, tan tranquila, bonita y viva: sí me merece la pena. Aunque con ello mate toda posibilidad que exista entre nosotros.

Discúlpame mientras me voy a tirar al mar
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—Usted dirá, señor entrenador —suelta al regresar. Muy divertida con la situación.

—O te lo tomas en serio o te buscas a otro.

«Niall». Advierte Elise en mi mente. Su voz es cálida y amable; como un rayo de sol.
{…}
Miro a Elise, que nos observa desde su posición, con las manos echadas a la espalda. Sus ojos son de un azul jade en contraste con el oscuro del océano, con las sombras que crean las rocas sobre su cuerpo.
{…}
Porque si el fuego que tiene dentro se desata y los impulsan sus emociones, al final será él quien domine a Helenna. Igual que me domina a mí.
{…}
De acuerdo, si quiere aprender a hostias, a hostias será…

Me concentro en el calor latente en los granos de arena. Sin hacer ningún movimiento, lo redirijo hasta su posición. Abro las manos y las impulso hacia arriba, subiendo también el calor, rodeándola con un círculo de fuego que asciende más allá de su estatura.

—¡Eh, gilipollas! ¡Apágalo! —grita entre los lametazos sonoros de las llamas. Su figura es una sombra negra entre el fuego.

—Apágalo tú —respondo con un creciente buen humor.

De pronto, me invade una laceración en la columna vertebral que hace que caiga de rodillas al suelo.  

Estoy mala con todo el tramo del entrenamiento. Que ya te lo dije cuando me lo enseñaste pero es que TE QUEDÓ DEMASIADO GENIAL, ESTUPENDO. Desde los vistazos entre la mente de Niall y su conexión con Elise, como todo eso y todo lo demás lo esta haciendo para protegerla. Aunque al final ella vaya a pesar que solo la ve como una pieza para su misión del bien común y no porque la quiere de verdad, y yo estoy sensible, demasiado sensible
Buscandola entre las paredes de hielo, I CANT

Y Niall entrenando a Lenna, askdjakafkafjaja, que de los temperamentos de los dos no se cual de los dos es mas volátil y reacio a cooperar con el otro (pero al final amo su enemistad y necesito mas de ella porque así somos)
Lenna no es la mejor estudiante, en definitiva AJAJAJAJJAJAA, que quiere arrasar con todo el primer día y mira a ver, eso tarda años y años. AME DEMASIADO DEMASIADO el entrenamiento. Cuando los dos perdieron los estribos, uno por el otro, porque así son y me encantan El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573
Es que los amo tanto AJAJAJAJAJAJAJA no podía dejar de leer imaginándome todo. Este es el primero de muchos entrenamientos en donde vamos a contar quien intenta matarse mas veces, a sabiendas de que no puede hacerlo. AJAJAJAJAJAJAJJA y luego que Elise tiene que intervenir y echarle agua a los dos porque no pueden manejarse la amo AJAJAJAJAJAJAJ
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—Es sobre Elise —mascullo, una parte de mí, egoísta, esperando que mi voz se pierda en el viento y no alcance sus oídos.
{…}
—Creo que va a ir a verte esta noche, antes de marcharse —carraspeo, concentrándome en esto y no en Edward—. Tú finge que no sabes nada y luego…

—La dejo inconsciente —finaliza resuelta.  

Cuando Niall detuvo a Lenna para contarle todo
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Cuando le cuenta todo
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Es que, Niall y Lenna teniendo esa conversación de esta forma tan civilizada solo ocurre por una cosa: y esa es la maravilla de Elise. O sea
Creo que lo que mas duele de Edward y su inminente muerte es eso. Que se siente fuera de lugar. Que no debería ser. Que el y Elise tienen tanto por delante, y lo tendrían, de no ser por esta estúpida situación.
Por cierto, el hecho de que ambos estén renuentes a aceptar que esta es la nueva Elise en definitiva, no se que pase al final, pero el punto es que me llena de amor y amargura El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545
—De verdad la quieres —dice de pronto, cuando llevamos unos minutos en silencio. Hay un brillo divertido en sus ojos. Se me dispara el pulso.

—Vamos antes de que piensen que te he matado —rehúyo la respuesta levantándome de un salto.

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—¿Estás seguro de que es la mejor manera de retenerla? —Me pregunta directamente. Comedido, educado y galante… Me pone bastante de los nervios.

—Es la más divertida —ilustra Helenna, sonriendo. Cualquiera diría que solo ha accedido a ayudarme por la posibilidad de noquear a Elise.

—Sí, estoy seguro —respondo a la defensiva, más de lo que debería. Porque en realidad, no estoy seguro.

Jonathan metiéndose en todo así sin mas y Niall que esta haciendo todo lo posible en sus recursos para que Elise no vaya a la misión suicida y muack la sospecha de que sabe algo que no esta diciendo es suficiente para que Niall quiera volverse loco (mas de lo que ya esta) y eso sigue confirmando que esta pendiendo de un hilo a tirarlo todo por Elise y ASAHDAKdkJDfhK
Btw, mi corazón va al cielo y baja otra vez cada vez que leo algo de Lenna y Jonathan ausilio amo todo amo todo
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 No entiendo qué motivo ha retrasado a ese par.  

SU AMOR POR TI O SEA
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Y toda la razon con las actitudes de Niall y Lenna y sus similitudes y como eso va a acabar en mas peleas que entrenamientos El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1313521601 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1313521601
Su sufrimiento despierta mi debilidad y arrasa toda convicción. Una parte de mí dispuesta a darle todo cuando él ni siquiera se digna a darme una respuesta sincera.

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hange.
hange.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por hange. Jue 20 Ago 2020, 3:55 pm


—Menudo comité de bienvenida —silba esta, alcanzando el último escalón. Se apoya en la columna de madera perezosa. Jonathan a su lado, siempre a su lado.
{…}
Niall alza las cejas. Desaparecen tras la mata de pelo desordenada que le cae en la frente. Sus ojos, azules por costumbre, adquieren un deje verdoso, con pequeñas motas doradas alrededor de las pupilas. Aún tiene la ropa húmeda e, irremediablemente, me fijo en su abdomen definido, abultado por los abdominales. Con el perpetuo tirón en el pecho que me impulsa hacia su cuerpo.

AKADFHAFAJFAK me inspiras a escribir de lenna y jonah y yo me voy a morir de feels El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545
ELISE DANDOSE EL TIEMPO DE VER A NIALL DE PIES A CABEZA Y AKDAJJAFKAKFA SE LO COME CON LOS OJOS A MI QUE NO ME LO NIEGUE, YO LO SE, LO SABE EL UNIVERSO
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Creo que Niall ni la mira para no cometer el error de que sus pensamientos salgan a la luz pero luego esta Elise sospechando de Niall y Lenna me puso nerviosa, que si se llega a enterar de su plan, todo se va a la mierda El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3800005825
Lenna y Niall tirandose al otro? Im here for It El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 4098373783
—En esta isla estáis a salvo. Pero no olvidéis que fuera de ella hay muchas personas dispuestas a dar sus vidas por arrebataros la vuestra. Y a medida que se acerque el solsticio, pondrán más empeño en conseguirlo. Así que, en cada entrenamiento, esforzaos como si vuestra supervivencia dependiera de ello, porque lo hace. —Mortimer se atreve a darnos una sonrisa de ánimo—. Ahora, todos a cenar.
{…}
Primero mi padre.

Primero mis problemas.

Y después, los del resto.

No se que es peor, los mensajeros o el anti-circulo. Que al final, los dos suponen la muerte de ellos y del mundo de una forma u otra. Así que los dos son un ticket del mismo valor, aproximadamente. La verdad es que yo no volvería a dormir sabiendo todo eso, aunque en la isla estén a salvo de todo, es como una bomba de tiempo
Y Elise que no pierde tiempo en priorizar a su padre. Que no se le puede condenar por eso, PORQUE ES SU PAPA. Mira tu a ver, creo que ahí todos estarían dispuestos a hacer lo mismo (por un progenitor que lo valga, porque tenemos competencia de cual es mas mierda)
 No sé cómo reaccionará Lenna cuando le cuente lo que pretendo. Por eso he traído ron. Espero que la haga más receptiva a escucharme o, que al menos, me convenza a mí de estar haciendo lo correcto.  
{…}
Sonrío victoriosa en silencio, para que luego tenga la cara de decirme que entre ellos no hay nada.
{…}
—Dime lo que quieres antes que caiga redonda sobre la arena —exige.
{…}
Pero, sobre todo, confío en ella más que en cualquiera.
{…}
—Si al final he acertado con eso de que se te ha activado el instinto suicida. ¿Tanto hielo te ha congelado el cerebro o qué? —escupe—. No puedes irte así como así. Ya os oído lo que nos ha contado Mortimer. Te estarías sirviendo en bandeja.

—Claro que puedo —rebato sin amedrentarme. Molesta, incluso. Estoy hasta las narices de que me digan qué puedo hacer—. No lo he hecho antes porque esperaba que Joan despertara. Pero ya no puedo esperar más.  

—Estás majara.  
{…}

—Dime una cosa —hablo, tomándome un instante para serenarme—. ¿No harías lo mismo por tu madre?

Es instantáneo. Antes incluso de terminar de hablar, Helenna se ha lanzado sobre mí con la fuerza de diez tigres.  

El ron siempre resolviendo o sea o sea
Elise dándose cuenta de que Jonathan duerme allí y yo tengo muchos diálogos donde la jode con eso para el futuro El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 82537658 viva el sistp El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114
No me importaría leerlo mil veces, amo la conversación de Elise con Lenna. De principio a fin, de cabo a rabo, es demasiado genial.  Es que, a pesar de todo lo que discuten y de lo que han peleado, te das cuenta de el nivel de confianza que se tienen después de todo este tiempo y de toda la mierda que han tenido que pasar. Que Elise vaya a buscarla en ese momento es otra prueba de eso. LAS AMO
Cada vez que Elise habla de la posibilidad que no vuelva a la isla me dan ganas de amarrarla a un árbol de coco y que se quede ahí hasta el solsticio El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747
Me falta poco para citarlo todo pero PERO ES QUE ES DEMASIADO, ES TAN INTENSO, LAS AMO, Y LA DISCUSION, Y QUE NINGUNA SUAVIZA SUS PALABRAS Y ALAJDAJDKADJJADKA  LS AMO, helenna te quedo demasiado genial, y Elise que esta mas decidida que cualquiera en ese momento y no va a dejar que nadie le joda el plan. Estoy amando todo esto
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—No hacía falta que le dieras tan fuerte.

—Está inconsciente, ¿no?

—Y posiblemente con una contusión cerebral.

AJAJAJAJAJJAJAJJAJAAJAAJ amo a estos dos AJAJAJAJAJAJ Y lenna que no se mide ni un poquito al momento de noquearla de esa forma El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2632422674 un poco de compasión, por favor El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2632422674
 Niall, Helenna y su traición.
{…}
En lo que dura una respiración, creo una estalactita en miniatura que viaja despedida a la garganta de Jonathan.

Mira, que pensé que Elise iba a levantarse a matar a todo el mundo. Aunque poco le falto, con esto de que casi le clava la estalactita a Jonathan. Y este que no sabe mas que sonreír y hacer el bobo cuando ella claramente esta pasando por la rabia mas grande del mundo – eso hace que uno se enoje mas a veces El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2632422674
Se que te lo dije ya pero te lo digo otra vez y otra vez porque es que PURO AMOR PARA ELISE POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE, Y ENASKJADAKDKADLA AME COMO USASTE A JONATHAN Y LA CONVERSACION Y TODO Y MIRA
—. Te imaginas lo que supondría para ti y, para la misión. Entiendo…

—Ni se te ocurra decirme que lo entiendes. —Lo interrumpo. Él asiente—. No puedes entenderlo, porque no es tu padre al que están torturando sin que nadie haga nada por evitarlo. Además, qué sabrás tú. Llevas…, ¿cuánto? ¿Diez años escondido en esta isla?

ELISE QUE NO SE GUARDA NI UNA, DIOSA, QUEEN, LE REZO A ESTA MUJER
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l—. Por eso te entiendo. He pasado años viendo sufrir a las personas que me importan, sin poder hacer nada para impedirlo.

—¿Sin poder, o sin atreverte a hacerlo? —Saboreo una malicia en mi voz, que me asusta incluso a mí.

Jonathan se sobresalta.

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AAAAAAAAAAAAAAA, ESTOY MAAAAAL, ELISE TOCANDO LOS PUNTOS QUE IMPORTAN, RESPONDE TU TAMBIEN IDIOTA
Ay, me calmo. Es que es verdad. Elise ha venido a enseñarles que tapar el sol con un dedo por el bien común es toda una mierda (aunque haya que hacerlo de todos modos) y yo estoy VIVIENDO POR ESTO
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Aunque, a su vez, pequeños cristales se me clavan en el pecho. El mundo siempre será más importante para él que yo.
{…}
La única voz que tolero, desgraciadamente, es la de Niall.  

Que Elise esta mas dolida porque cree que Niall la traiciono porque no la quiere y solo porque es útil para que el fin del mundo no ocurra cuando Niall claramente la adora
This is beyond me
Estos dos se entrecruzan pero nunca se tocan y ME ESTOY VOLVIENDO LOCA
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Ame su conversación con Jonathan. Que además le srivio para calmarse un poco, aunque haya sido por sus poderes, que al final, Elise podría haber acabado muerta yéndose por mar abierto (en realidad no, ella es la diosa de los 7 mares dijo la ciencia). En fin, que no se como va a acabar esto y además esta dolida con Niall y yo estoy mal
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—¿Cómo estás? —Me invade el olor a su colonia, su cercanía me envuelve y a pesar de su traición,
{…}
—Físicamente, bien. Emocionalmente, no sabría decirte —respondo, sin pretender mostrar frialdad, ni indiferencia. Quiero que me mire y vea lo que su traición me ha hecho—. ¿Y tú? ¿Te sientes bien por haberme engañado? Seguro que sí.
{…}
—. Porque esperaba que me ayudaras —. Le confieso y me confieso. Esa es la verdad—. Pero es mi culpa, por seguir esperando cosas de ti que nunca van a ocurrir.

Niall acercándose a ella, es verdad que la quiere mas de lo que le teme a su furia El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1313521601
AAAAAAAA ESOT Y AKDAHFKADKKD no puedo no NO PUEDO CON ESTA CONVERSACION
¿te dijo que amo a Elise y todas las puyas que tira? Que no son puyas, es la verdad incomoda, y yo estoy saltando de la emoción ALSDJADKAKjdjJJ
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“Pero es mi culpa, por seguir esperando cosas de ti que nunca van a ocurrir.”
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—Una vez eres aceptado, salir y entrar es más sencillo—. Jonathan cruza la mirada conmigo—. La organización lleva todas estas semanas vigilando a potenciales seres sobrenaturales. Es una tarea difícil, pero algunos de nuestros poderes sirven como localizadores, eso debería ayudarnos.

—Tomáoslo en serio —habla Jane—. Reunir aliados suficientes puede marcar una gran diferencia llegado el momento.

Amando siempre las comidas cuando están todos juntos, que es como darse un respiro de toda la mierda que tienen encima El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747
Leer esto me emocionoooooooooo El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 4098373783 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2841648573
Estoy feliz de que por fin los dejen salir y vuelvan a algo parecido a la normalidad, que no es normal en lo absoluto. Pero lo que dice Priya, estar encerrados tanto tiempo no es bueno tampoco (Jonathan es un alien por aguantar tanto)
. Una muestra de que ha perdido el control. Cuando él nunca lo pierde. Tan soldado, tan centrado…

Porque tu lo vuelves loco, loco de amoooooor
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—Te quiere de verdad, ¿sabes? —Frunzo el ceño. Ella señala el césped quemado y al comprender a quien se refiere me pesan los pulmones en el pecho.

—No empieces, por favor.
{…}
—No estoy diferente, Helenna. —Me levanto, zanjando la conversación—. No hace falta que me sigas. Esperaré hasta la tarde, como le he dicho a Jonathan.

—» Tráeme de vuelta.

Elise y Helenna son el duo dinámico que nunca pensé que necesitaba hasta que paso y ahora descubro que voy a irme a la guerra por ellas El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2998878722 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2998878722 encima cuando le dijo el tráeme de vuelta, mi corazón, mi alma, mi espíritu, no soy nada ya El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 y Elise con el “olvídate de lo que te dije” NUNCA, NOT ON MY WATCH El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1472328419 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1472328419
—No busco venganza, Elise. Matar no hará que recupere a mis padres. Y que tú mates a Thalia tampoco borrará todo lo que hizo.

—No me importa.

Elise la reina del hielo y los 7 mares ha venido para partirle el culo y la vida a todos los que se metan con su familia (incluyendo a Niall y al circulo ahí porque SI) y no le importa absolutamente nada de lo que nadie diga
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Mira, con el inicio de la parte “extra” del cap, yo vi el gif y me puse así
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—Ya lo sé —suspira—. Así que te acompaño.

—Lo dices en serio…

QUE SE VAN A LO RAMBO ESTOS DOS.
YO ESTABA EMOCIONADA, PORQUE NIALL LE ESTABA DICIENDO TODO ESO DE EDWARD. Ok, también me alegra que se haya sincerado por lo menos parcialmente por su razón de (Edward, la promesa). Pero es que Elise es tan cabezota que se saco de la ecuación. Porque también le importa ella. Niall tampoco lo pone 100% claro. TENGO QUE DIBUJARLES TODO? NO PUEDO ASI
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Luego cuando Elise empezo a torcer todo en su cabeza porque cree que Niall solo la acompaña por la jodida pobreza y no porque también le importa que le vaya a pasar algo …. Bye
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Comprendo lo que está ocurriendo un momento antes de aterrizar en un escenario distinto. Me estrello contra una pared de metal, fría y lisa al tacto. Aguardo a que el mareo y las ganas de vomitar se marchen y me despego. Tengo que parpadear varias veces para acostumbrarme a la intensa luz del lugar.

QUE ESTA PASANDO
QUE ES ESTO
QUE ES ESTOOOOOOOOOOO
No puede estar muerto. Mi padre no puede estar muerto.

Iba a salvarle. Tengo que salvarle.

No está muerto.

«Lo está y Thalia se ha asegurado de que lo supieras. Que has fallado, que no has podido ayudarlo» Mi cuerpo resbala por la pared hasta el suelo y más allá. La oscuridad succionadora regresa y yo caigo y caigo…

MIRA KATE, UN AVISO AL MENOS, ES QUE, BUENO CREO QUE SI AVISASTE PERO ES QUE NINGUN AVISO ME IBA A PREPARAR PARA ESTE DOLOR. QUE ES ESTO. QUE ESTA SUCEDIENDO. NO PUEDO. ESTOY MAL. ENTERARSE DE ESA FORMA. CON TODAS LAS DE IR A BUSCARLO (aunque había gran probabilidad de que los mataran, que te digo). PERO ES QUE NO, QUE INJUSTA ES LA VIDA, QUE INJUSTO ES TODO. TO-DO.
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Está muerto y no he podido decirle que no le culpo. Edward ha muerto pensando que le guardo rencor, que nunca comprendí sus motivos. Está muerto y no he podido salvarlo.

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QUE SE DESATO UNA TORMENTA.

Algo se despierta en mi interior. La rabia. Que me sacude y se alza igual a una ola de diez metros. Y yo lo hago con ella, como si me encontrara en la cresta. En esta ocasión, no hago esfuerzo alguno por frenarla. Me sacudo los brazos de Niall de encima y me peleo con mis propias terminaciones para ponerme en pie.

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—. Está muerto, ya no tienes que cumplir ninguna promesa—. La rabia me da un latigazo, reclamando mi atención, todo. Lo quiere todo de mí—. ¡Para! —grito, pero no sé si a mí o a él.

CADA DIALOGO, CADA ORACION, CADA TODO, SE ME ABRE EL PECHO DE DOLOR AKAHFAKAJFJADKAK
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—No voy a parar, Elise. Da igual lo que hagas, no permitiré que Thalia se salga con la suya. Y a estas alturas me importa poco que termines odiándome. Pero voy a traerte de vuelta.  

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—Ya sabes por qué.  

DILO EN VOZ ALTA HIJO DE TU MADRE
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Entonces todo cesa, como si hubieran cortado la electricidad. Tan solo queda su boca, ardiente e inquieta sobre la mía. Su lengua, queriendo conquistar cada espacio de mi boca. Mis dedos perdidos en su pelo, fuerte y suave. Paso de sólido a líquido. Las manos de Niall se aferran a mis caderas, clava los pulgares en el hueso y todo mi cuerpo responde con una sacudida. Dejo caer las manos por su piel, caliente. Quema, pero no hace daño.
{…}
Un miedo que solo puede existir si quieres a alguien, si te importa. Cómo no lo he visto antes…
{…}
Perdemos la ropa, la cordura y las barreras. Sus labios recorriendo mi cuerpo de arriba abajo. Mis manos reconociendo todos los espacios del suyo, como si ya hubieran estado allí antes. El contorno de sus cicatrices, de sus músculos y las líneas de sus huesos son conocidos. Nuestros cuerpos se unen. Calor, frío. Una y otra vez. Una y otra vez.
{…}
Nuestras almas también. Como tanto pedían. Por fin, dejamos que se encuentren, enreden y fusionen, más profundo, más adentro que con el cuerpo.
{…}
Porque le quiero. No sé desde cuándo, ni por qué. Pero le quiero. Aunque todo sea fruto de un hechizo, de un lazo, de una mentira.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Literal, imaginame así, no he dejado de gritar y de saltar y de fangirlear porque porque es que AKSHADKAKDAHDKADJjdhHFKdjahdadka LA BOMBA DE TIEMPO EXPLOTO Y ELLOS DOS CON ELLA Y ASDJAAKDAKDJFJAK
HE TENIDO QUE LEERLO VARIAS VECES PORQUE WAO WAAAAAAOOOOOOOOOO
Aquí es que te mande las notas de voz perdiendo la cordura porque es que TODO ES TAN INTENSO CON ELLOS Y LO AMO, O SEA, NO EN PLAN MAL, SINO QUE SU TENSION SEXUAL Y SENSUAL Y EMOCIONAL Y ESPIRITUAL ESTABA AL TOPE Y AHORA ESTA SALIENDO Y ES, ES TODO LO BUENO QUE HAY EN ESTE UNIVERSO
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De aqui a dos meses espero que se entere que no es por el hechizo y que es todo verdad, para que no sufra una embolia. O yo no sufra una. O todos, a este paso.
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Estoy débil emocionalmente ya. Estoy agotada. No puedo mas. Estoy mal.
—Aún no es el momento. Lo haré cuando sea oportuno —explica ambigua, asegurándose de no revelar mucho—. Sé fuerte, Elise. Y, sobre todo, paciente. Tendremos nuestra oportunidad de patearles el culo.

—Me escuchaste —sonrío, recordando lo que le dije ayer por la mañana. Cuando creía que pasaría mucho tiempo hasta volver a verla.

AAYYYY JOAN El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114 AMOR POR SIEMPRE A ELISE Y A JOAN El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1477071114 Que son las que mejores se llevan y tener que estar aguantando la mierda de todos sin ella, es triste. Y pesado que Joan tenga que durar tanto en el juicio de la mierda este. Pero me encanto que haya visitado a Elise, aunque haya sido corto tiempo. Además, la promesa de que les van a patear el culo a Thalia y a Jean (y a Jane), es la mejor promesa del siglo
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Aquí, noto cómo si un muro se hubiera alzado en mi interior, encerrando cualquier emoción. Cualquier cosa que haga regresar la oscuridad y la rabia y el dolor.
{…}
Tan vívido y fuerte que me da miedo. Un poco amargo, porque no sé dónde empezamos nosotros y dónde lo hace el lazo de sangre.

Que agridulce es todo. Y no me malinterpretes, me encanta, (por algo sigo pendiente de the 100 porque pa sufrir búsquenla). Pero es todas esas capas de la historia y de los personajes que me hace amarlos hasta mas no poder. Elise y Niall han dado un paso (o muchos) mas en su relación, pero el hecho de que las emociones son emociones no es que te dan una guía de “esto es tanto % real y lo otro es por el lazo”, aunque el lazo no te haga enamorarte de nadie. Y encima de todo, acaba de morir su padre, por estar bajo torturas continuas (bajo el mando de su horrible madre). El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2998878722 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2998878722
 Pero es imposible que sea obra mía. La Aeroquinesis es un poder diferente, que se parece, pero no está relacionado con el mío.
{…}
—¿Vas a llorar? —Se burla Jane, haciendo un puchero fingido.

—Te voy a hacer llorar yo a ti —amenaza Helenna, alzando la mano para desenfundar su sable.
{…}
—Pero, ¿dónde está? ¿Por qué no ha despertado? ¿Se encuentra bien? —Las preguntas de Liam salen disparadas y rápidas. Lleva más de una semana sin hablar tanto.

—No lo sé. Solo me dijo que estaba bien y que, volvería en el momento oportuno.

—Vamos, cuando hayamos hecho todo el trabajo sucio —traduce Helenna, clavando el cuchillo en la mesa.  

Owen me encanta El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2632422674 Y Elise, claro que fuiste tu, ERES UNA DIOSA DE LOS 7 MARES. Voy allá y te lo tatúo El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 2372005390
Alguien mate a Jane por favor El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1712497321 no la aguanto mas El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1712497321
Bueno, al menos ya tienen algo por lo que trabajar a mediano y corto plazo. Tipo que, las misiones de rescate les harán bien, dentro de todo el meollo.
El brazo que Niall apoya en mi rodilla se endurece. Pero yo prosigo pasando el dedo por los tendones de su mano, entretenida. Ayer pude ver esa relación que yo creía inexistente. Pero fueron imágenes fugaces, casi inapreciables.
—No me caíais muy bien antes, por si no te acuerdas —sonríe de medio lado—. Y luego yo empecé a caerte mal…

—Nadie ha dicho que eso haya cambiado —replico.

Estoy débil con todo este afecto entre Elise y Niall, no puedo conmigo ni con nada El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1129725545 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1054092304 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1054092304 aunque sigo preocupada por la rabia y todos los demás sentimientos. Pero al menos esto es un paso hacia el buen camino El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747 (eso quiero creer, que cuesta soñar :minisoge)
Y la voz mezquina de su cabeza, ¿puede alguien matarla también? (estoy que mato a todo lo que los joda en lo mas mínimo)
—A qué has venido.

—He pensado—Recupera la botella y le quita el tapón—, que como tenemos que afianzar la confianza. Qué mejor que hacerlo con una botella de alcohol y no todo ese rollo de las meditaciones grupales.
{…}
—Pagarán por lo que han hecho —habla en voz baja—. Cedric y Thalia, pagarán.

Es una promesa. Un pacto tácito.

No este momento. Tal vez hasta no dentro de mucho tiempo.

Pero…

—Pagarán. —Sello la promesa bebiendo ron.

Helenna interrumpiendo el beso El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 carraspea LUEGO de que se besen no ANTES El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 3258640905 mi corazón shipper no esta satisfecho El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 1022085747
De aquí a que Joan despierte, van a haberse acabado toda la reserva de ron de la isla (y no me quejo)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Dicen por ahí que las mejores promesas se sellan bebiendo ron. Nadie lo dice pero hagamos que si, porque aquí nos inventamos las reglas nosotras. MIRA QUE DIOS, DIOS.
LA VERDAD ES QUE NO SE QUE MAS DECIR, PORQUE ES QUE ESTOY SIN PALABRAS POR TU CAPITULO. TE HAS LUCIDO, KATE. Que se que te costo montones a veces avanzarlo pero te digo que todo eso valio la pena, y que amo como escribes y que estoy fascinada con como desarrollas la historia y como le has dado este giro a estos personajes. Que, no se, estoy hablando sin sentido ya pero el punto es que ame demasiado tu capitulo y el final de este. Lo que implica y lo que espera en el futuro para Elise. Elise y su familia (retorcida familia). Elise y sus poderes y su evolución como persona. Puro oro. Estoy aplaudiendo de aquí por todo el océano atlántico.

hange.
hange.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 57 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por Cami Miér 25 Nov 2020, 6:39 pm

No puedo creer que esto siga!!
Cami
Cami


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Mensaje por Jaeger. Miér 25 Nov 2020, 10:33 pm

Cami escribió:No puedo creer que esto siga!!

Que lindo leerte ♥
Jaeger.
Jaeger.


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