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Mensaje por Invitado Dom 24 Oct 2010, 9:27 am

Nueva Lectora!
Sigueelaa(:!
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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por Invitado Dom 24 Oct 2010, 9:50 am

Venga Victoria que me canso!!
Ya tengo mi escopeta y un ejército de Blasas y señoras con bastón esperando!!
Te doy un día (¿sabes?No cuestan baratas,cobran por horas ¬¬)
O iremos a por ti,si no funciona llamaré a el ejército de señoras con el carro de la compra que te pisan el pie!!!
Tu eliges!!
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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por {@idrunkniall.} Dom 24 Oct 2010, 9:58 am

NUEVA LECTORA.
¡¡SIGUEEELAA!!
{@idrunkniall.}
{@idrunkniall.}


http://neverforget-smileforme.tumblr.com/

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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por LittleVickJ♥ Dom 24 Oct 2010, 10:22 am

Bienvenidaaas!! :cheers: :cheers: :cheers:

Ya edité unos cuantos caps, ahora los subiree!! ;)
LittleVickJ♥
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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por LittleVickJ♥ Dom 24 Oct 2010, 10:24 am

NaliaJbdL escribió:Venga Victoria que me canso!!
Ya tengo mi escopeta y un ejército de Blasas y señoras con bastón esperando!!
Te doy un día (¿sabes?No cuestan baratas,cobran por horas ¬¬)
O iremos a por ti,si no funciona llamaré a el ejército de señoras con el carro de la compra que te pisan el pie!!!
Tu eliges!!


:risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: Son Justas, y Simonas ok?? :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: no puedo no puedo :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa: :risa:
LittleVickJ♥
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https://twitter.com/#!/TakingRainbows

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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por {@idrunkniall.} Dom 24 Oct 2010, 10:29 am

Esperando ...
{@idrunkniall.}
{@idrunkniall.}


http://neverforget-smileforme.tumblr.com/

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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por LittleVickJ♥ Dom 24 Oct 2010, 10:31 am

Primero pongo el prologo, y despues los caps, xk me gustó donde se kedaba el 3º :¬w¬: :¬w¬: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :risa: :risa:

Y como soy taaaaaaaaan buena :yonofui: :yonofui: :jeje: :jeje: :jeje:





.:Prólogo:.



No había dejado de mirarla toda la tarde. Tenía los ojos oscuros, preciosos. Unos ojos arrogantes. Presuntuosos. En cuanto fueron presentados, ______ supo que Su Alteza Real, el príncipe Nicholas de Dubar, iba a hacerle alguna insinuación antes de que acabaran las carreras.

Desde el momento en que se había hecho consciente del interés del jeque por ella, ______ lamentó haber aceptado aquel trabajo. El placer de ser una de las juezas para el concurso de moda Fashion in the Field no superaba al desagrado que le producía ser perseguida por otro conocido playboy internacional más.
Hacia las cuatro de la tarde, cuando había terminado el trabajo para el que había sido contratada, se había controlado lo suficiente como para empezar a desear que llegara el momento en que su admirador pusiera la boca donde antes había puesto los ojos, por decirlo así. No literalmente, por supuesto. La idea de que aquel hombre la besara la hizo estremecerse. Nada le producía más rechazo que los hombres excesivamente guapos y excesivamente ricos que pensaban que podían comprar a cualquier mujer que les gustara por el precio de una comida. O incluso menos.
Y aquél en concreto era guapísimo y riquísimo. El príncipe árabe y criador de caballos era uno de los hombres más atractivos que había visto en su vida. Alto y esbelto, aquel día no vestía el tradicional atuendo árabe, sino un traje gris pálido y una brillante camisa blanca que realzaba su piel morena y su pelo negro como el azabache. Su rostro era tan duro y delgado como su cuerpo; sus ojos, profundos y oscuros, y tenía una fuerte nariz y una boca cruel pero muy atractiva.
No se parecía a ninguno de los jeques que ______ había conocido hasta entonces. Y había conocido a unos cuantos. Las supermodelos conocían a muchos de los hombres más ricos del mundo, tanto en el transcurso de su profesión como en su vida social. A los ricos y famosos les gustaba tener mujeres bellas a su lado.
Haber sido invitada a compartir el palco privado del príncipe Nick en el hipódromo no había sorprendido a ______. Y que el jeque hubiera estado pensando lo que obviamente había estado pensando respecto a ella toda la tarde tampoco la había sorprendido. Según su experiencia, los playboys millonarios árabes tenían cierta tendencia a sobrestimar su atractivo, así como a subestimar la moral de algunas mujeres occidentales. Sin duda, en la mente de aquel jeque ser modelo y ser promiscua era lo mismo.

Disfrutaría poniendo al príncipe Nick en su sitio. Su inflado ego masculino necesitaba un pinchazo, pensó mientras sentía que volvía a mirarla.
Tenía razón. Nick no apartó la vista de su ceñido vestido de seda mientras regresaba al palco, haciéndola sentir que iba mostrando al desnudo sus indudables atributos físicos. No por primera vez, ______ sintió un momentáneo resentimiento por los genes que habían combinado la altura y los rasgos nórdicos de su padre con los grandes ojos azules y las femeninas curvas de su madre para producir una rubia deslumbrante que entró en el mundo de la moda a la tierna edad de dieciséis años.
Nueve años después, la precoz belleza de ______ había florecido. Se suponía que los cuerpos voluptuosos estaban pasados de moda, pero ______ podía lucir sus diseños con más efectividad que sus colegas más delgadas. Era especialmente popular entre los diseñadores de bañadores y lencería y había hecho una pequeña fortuna dejándose fotografiar en ropa interior.
Desafortunadamente, uno de los efectos de aparecer con bikinis apenas visibles y lencería en las revistas era que algunos hombres daban por sentado que todo su cuerpo estaba en venta, no solo la imagen que proyectaba. Era asombrosa la cantidad de hombres que habían creído que iban a conseguirla como amante o incluso esposa. ______ encontraba aquello perversamente divertido, porque los hombres que la asediaban no sabían que ella era la última mujer que querrían tener en sus camas.
El hombre que la observaba en aquellos momentos se sentiría muy decepcionado si ella aceptara cualquier opción en que estuviera pensando. De hecho, le estaba haciendo un favor rechazando sus insinuaciones.


Con una sonrisa en los labios, ocupó el asiento que obviamente había reservado a su lado para ella, lo suficientemente cerca como para que pudiera oler su carísima colonia y ver sus ojos negros, enmarcados por las pestañas más largas que había visto en su vida en un hombre.
El resto del palco estaba vacío. Ni siquiera se veía por allí al guardaespaldas de cara pétrea que había acompañado al príncipe toda la tarde.
—Estaba anhelando su regreso —dijo el príncipe con la formalidad que sólo podía adquirirse en un colegio privado británico—. ¿Ha terminado por hoy con su trabajo?
—Sí, gracias a Dios. No sabía lo difícil que sería elegir una ganadora entre tantas mujeres tan bien vestidas.
—Si yo hubiera sido el juez, habría habido una sola ganadora. Usted, por supuesto.
«Oh, por favor», pensó ______ . El príncipe debería reservar sus tonterías para una modelo más impresionable.
Pero no dejó ver su irritación. En lugar de ello, esperó a que metiera aún más la pata.
—Me preguntaba si estaría libre para salir conmigo esta noche —continuó él como era de esperar—. Me gustaría contar con su compañía para cenar.
«Lo que le gustaría, pomposo príncipe, es comerme a mí de postre», pensó ______ mientras su mirada azul se volvía fría como el hielo
—Lo siento —replicó—, pero esta noche estoy ocupada.
Como sospechaba, aquello no bastó para hacer desistir al príncipe.
—Puede que otra noche, entonces. He oído decir que vive en Sidney. Puede que no lo sepa, pero yo suelo acudir a Sidney todos los fines de semana.
Lo cierto era que ______ apenas había oído hablar del príncipe hasta aquel día. Como muchos jeques, huía de la publicidad. Pero una pareja de Melbourne que también había sido invitada por el príncipe aquel día le había puesto al tanto sobre sus andanzas mientras él entregaba uno de lo trofeos de las carreras. ______ sabía que tenía cerca de treinta y cinco años y que dirigía una cuadra de caballos de carreras en el valle Hunter, cerca de Sidney, un trabajo que por lo visto había desarrollado con gran éxito a lo largo de una década. Al parecer, su familia tenía cuadras similares en Inglaterra y en los Estados Unidos, pero él solo dirigía la cuadra de Australia.
También había sido discretamente informada de su reputación como amante, aunque no sabía si aquello había sido una advertencia o una sugerencia para animarla a comprobarlo. Si era así, sus subalternos habían perdido el tiempo. Habían elegido la diana equivocada aquel día, lo mismo que el príncipe.
Estaba deseando aclararle el asunto.
—Volveré a Sidney mañana por la mañana —continuó el príncipe sin apartar la mirada de ella—. Suelo jugar a las cartas con unos amigos en la suite de mi hotel todos los viernes por la noche, y asisto a las carreras cada sábado. Lo cierto es que apenas viajo. Sólo he venido a Melbourne esta semana porque uno de mis caballos corría el martes y otro hoy. Desafortunadamente, ninguno de los dos ha ganado.
—Qué lástima —dijo ______ sin el más mínimo rastro de compasión en su tono.
Sin embargo, el príncipe Nick no pareció notarlo. Tal vez no pudiera concebir la idea de que existiera una mujer que no se sintiera halagada ante su obvio interés.
______ casi sonrió al pensar que el príncipe Nicholas de Dubar estaba a punto de tener una nueva experiencia con el sexo opuesto. Se llamaba... rechazo.
—¿Estará libre para ir a cenar conmigo el próximo sábado por la noche? —insistió el príncipe, como ella esperaba—. ¿O tiene algún compromiso que le impide irse de Melbourne?
—No. Vuelo a Sidney mañana por la mañana. Pero tampoco podré salir a cenar con usted esa noche. Lo siento.
El príncipe frunció el ceño, confundido.
—¿Tiene otro compromiso?
—No —fue la sucinta respuesta.
—¿Hay algún amante que se opondría a que saliera a cenar conmigo? —aventuró él, desconcertado—. ¿O un protector secreto, tal vez?
La irritación de ______ aumentó. Por lo visto tenía que haber otro hombre que le impidiera ir a cenar con él. El príncipe ni siquiera se planteaba la posibilidad de que no le pareciera irresistible y no quisiera salir con él. Pero lo que más la molestó fue la sugerencia de que fuera la querida secreta de algún hombre rico.
—No tengo amante, ni «protector» —replicó secamente—. De hecho, nunca tendré tiempo para salir con un hombre como usted, así que ahórrese el esfuerzo y no vuelva a pedírmelo.
El príncipe parpadeó un momento antes de que su mirada se volviera dura como el ébano.
—Un hombre como yo —repitió—. ¿Puedo preguntarle qué quiere decir exactamente con eso?
—Puede preguntarlo, pero no obtendrá ninguna respuesta.
—Creo que tengo derecho a saber por qué me ha rechazado de forma tan grosera.
Parte de la furia que ______ había mantenido controlada durante años afloró en su voz.
—¿Derecho? —espetó a la vez que se ponía en pie—. Usted no tiene ningún derecho en lo que a mí concierne. Me ha invitado a salir y yo he declinado su invitación. Ha insistido y yo le he dejado claro que no quería que lo hiciera. No creo que eso sea una grosería. No tengo por qué aguantar a hombres mimados y arrogantes a los que no les han dicho no las suficientes veces en su vida. Mi respuesta es y siempre será «no», príncipe Nick. ¡Y tome buena nota, porque, si vuelve a ponerse en contacto conmigo, lo denunciaré por acoso!

A continuación, ______ giró sobre sus talones y se marchó. Temía que el príncipe la siguiera, pero enseguida comprobó que no había sido así, cosa que agradeció, porque de lo contrario habría abofeteado su arrogante rostro. Un simple improperio no habría bastado para calmar su rabia.
No se detuvo hasta que llegó a su coche en el aparcamiento, pero aún estaba temblando por dentro cuando puso en marcha el motor.
La visión del anonadado rostro del jeque invadió de pronto su mente y gimió. En aquella ocasión se había excedido. Y mucho.
Normalmente daba sus negativas a los hombres de un modo mucho más educado. Pero había algo en el príncipe Nick que había hecho aflorar lo peor de su carácter, aunque no estaba segura de qué se trataba. Probablemente la molestaba ser consciente de sus numerosos atractivos y de lo difícil que debía resultar para muchas mujeres resistirse a ellos.
¡Y qué ojos tenía!
Supuso que en el pasado había tenido mucho éxito seduciendo a chicas australianas tontas para luego dejarlas abandonadas. Aquellos pensamientos hicieron que la sangre volviera a arderle en las venas.
«Deja de pensar en él» , se reprendió mientras salía del aparcamiento. «Y deja de sentirte culpable. Los hombres como el príncipe no tienen sentimientos como las demás personas. Se limitan a alimentar sus egos y sus deseos. Hoy no ha conseguido contigo lo que quería, ¡pero seguro que esta noche no cena ni se acuesta solo! Siempre habrá alguna mujer dispuesta a adularlo y a satisfacer sus deseos. No tienes por qué preocuparte por él. Ni siquiera pienses en él».
Pero siguió pensando en él de vez en cuando durante la siguiente semana. Lo achacó a la culpabilidad, pues normalmente no solía ser tan abiertamente grosera con nadie. Normalmente ocultaba sus oscuros sentimientos ocultos bajo una capa de dulzura y aparente ligereza de carácter. No era normal que tratara a nadie como había tratado al príncipe.
Pero según siguió con su vida y su trabajo, acabó olvidándolo por completo. En aquella época de su vida era una mujer con una misión, y en aquella misión no cabían los hombres. Desde luego, no los hombres como el príncipe Nicholas de Dubar. Había terminado con aquella clase de hombres hacía años. Y recientemente había terminado también con los demás.

A la prensa le habría sorprendido averiguar que ______, la modelo que había sido votada por varias revistas como una de las mujeres más sexys del mundo, llevaba una vida de celibato. Ya no había novios ni amantes en su vida. Y desde luego, no había ningún «protector».
Pero tenía suficiente experiencia como para saber que no beneficiaría nada a su carrera que se supiera aquello. Ser sexy y sexualmente activa formaba parte de su imagen. De manera que siguió siendo fotografiada por la prensa en las inauguraciones y fiestas del brazo de hombres atractivos, normalmente modelos que tenían su propio secreto; es decir, que eran gays. Y siguió desfilando por las pasarelas con los modelos más atrevidos.
Mantuvo su imagen extremadamente sexy y así ganó más dinero. El dinero era el nombre del juego en aquellos tiempos, y desde que había puesto en marcha la Fundación de Amigos de los Niños con Cáncer había comprobado que hacían falta millones para apoyar la investigación en aquel terreno y para hacer que las vidas de los niños y de sus familiares resultaran más soportables. ¡Millones y millones!
A veces, la misión que se había propuesto le pesaba como una losa, pero a pesar de ello seguía empeñada en su intento. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con el fin de obtener dinero para su cruzada.

Cualquier cosa.




LUEGO pongo los caps! :yonofui: :yonofui: :jeje: :jeje:
LittleVickJ♥
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Mensaje por Jane JB ILU Joe Dom 24 Oct 2010, 10:49 am

Waah me encanto el Prologo.
Dios Nick bajate. Es verdad qe estas bueno, pero
por Dios no eres el unico hombre bueno en esta tierra jaja

Siguela me encanta
Jane JB ILU Joe
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Mensaje por Invitado Dom 24 Oct 2010, 10:50 am

Oh no ¿ya viene?
Semanita de marcha yujuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu 8)
Le ha mandado por donde venia ni tiempo a respirar le ha dado 0.0
Bueno mis abuess las tendré que guardar para la proxima!!
Siguelaaaa
TKMMMM!! :hug:
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Mensaje por Invitado Dom 24 Oct 2010, 11:06 am

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!, ya quuuiiero mas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa mee dices que seraa.....Mo..:p
jajajajaja!...
ya veoo iio
hahah!
lolz

quiero mas mas
mas mas mas!!
:d!


y te quuieroo conectá YAAAAAAAAAAAAAA, i need u!!...

te iloveoo mane
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Mensaje por Invitado Dom 24 Oct 2010, 1:17 pm

nueva lectora :D!

SIGUELA PLEASE! C:
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Mensaje por LittleVickJ♥ Dom 24 Oct 2010, 1:29 pm

NickJ_novels escribió:nueva lectora :D!

SIGUELA PLEASE! C:


Bienvenidaa!! :cheers: :cheers:
LittleVickJ♥
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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por LittleVickJ♥ Dom 24 Oct 2010, 1:31 pm

Subire hasta dejarla interesante! :¬w¬: :¬w¬: :yonofui: :twisted: :twisted: :fiu: :fiu: :risa:



Capítulo 1



Octubre, segundo mes de primavera en Sidney, once meses después...

—He de reconocer que admiro tu coraje, ______ —dijo Renée a la vez que apartaba la mirada del menú—. ¿Has pensado en la clase de hombre que podría ser el que más fuerte puje para salir a cenar contigo el próximo sábado?
—Espero que un hombre muy rico —replicó ______ con una sonrisa—. Mi meta por el banquete y la subasta son los diez millones de dólares.
—Podría ser un tipo sórdido, o algún admirador obsesionado —advirtió Renée.
______ volvió a sonreír a Renée, la dueña de la agencia de modelos para la que trabajaba. Era una buena persona. Incluso mejor desde que estaba felizmente casada y embarazada.
Por muy cínica que fuera ______ respecto a los hombres ricos y atractivos, debía reconocer que parecía que Renée había encontrado a su media naranja en Rico Mandretti. ¿Quién habría pensado que el playboy rey de los programas de cocina de la televisión resultaría ser un buen marido además de un futuro buen padre?

Pero así era. Cuando ______ había conocido en persona a la estrella del programa A Passion for Pasta, éste no había flirteado con ella. Una buena señal. Aunque suponía que no podía estar totalmente segura de la lealtad y la sinceridad del señor Mandretti. Renée y ella no se relacionaban socialmente, de manera que no los conocía como pareja. Su relación con Renée, aunque amistosa, era estrictamente profesional. ______ nunca le confiaba sus secretos personales ni sus sentimientos íntimos.
—No me importa la clase de hombre que sea mientras pague una buena suma —dijo sinceramente-—. No tienes por qué preocuparte por mi seguridad, Renée, aunque es muy agradable que lo hagas. Queda muy claro en el programa de la subasta que la cita para cenar tendrá lugar el próximo sábado en el restaurante By Candlelight del hotel Regency, que es un lugar público. Si surge el más mínimo problema, desapareceré de allí de inmediato.
Renée no dudaba que lo haría. ______ era una mujer dura; mucho más dura que la imagen que proyectaba en la pasarela y en las fotografías. En estas parecía una gatita suave y sexy, y su aspecto y actitud creaban una poco habitual mezcla de sensualidad e inocencia que siempre fascinaba a los hombres y raramente alejaba a las mujeres.
Renée había intentado analizar a qué se debía aquel milagro. ¿De dónde surgía aquel aire de inocencia? ¿Tal vez de su impecable cutis? ¿O de su pelo largísimo y rubio, que caía hasta su cintura. Ciertamente no de su boca, casi demasiado voluptuosa, ni de sus sugerentes ojos azules.
La naturaleza contradictoria de la belleza de ______ era tan elusiva como ella misma.
Renée sospechaba que nadie conocía de verdad a la auténtica ______ en el mundo de la moda. Desde luego, no los modelos con los que salía ocasionalmente. Renée sabía con certeza que aquellos chicos guapos eran para ______ simples accesorios sexys para el consumo público. Desde luego, no eran novios de verdad.
De hecho, desde que conocía a ______ nunca se había enterado de que tuviera un novio de verdad. Dada su profesión y sus actividades caritativas, lo más probable era que no tuviera tiempo para las relaciones personales en aquella época de su vida. Pero Rico, que a fin de cuentas era un hombre, no estaba de acuerdo. Según él, lo más probable era que ______ hubiera tenido alguna relación conflictiva y que estuviera pasando una fase de cinismo al respecto. A Rico le costaba creer que existiera alguna mujer que no quisiera un hombre en su vida.
Tal vez tuviera razón. O tal vez no. Desde luego, Renée no estaba dispuesta a arriesgar su relación profesional con ______ haciéndole preguntas sobre su vida sexual. Casi se puso a dar saltos de alegría cuando la modelo más famosa de Australia firmó con su agencia dieciocho meses atrás.
Previamente, ______ tenía contratado a un agente, pero lo despidió en cuanto, descubrió que había amañado una factura de unos gastos. Si había algo respecto a lo que se mostraba implacable aquella chica era respecto a su dinero. Exigía que le pagaran muy bien y no regalaba un centavo innecesariamente.
Renée sospechaba que un gran porcentaje del dinero que ganaba iba a parar a la Fundación de Amigos de los Niños con Cáncer que ella misma había puesto en marcha poco antes de unirse a la agencia de modelos. Su hermana pequeña había muerto de leucemia el año anterior, algo que afectó mucho a ______. Tras un par de meses de descanso para superar su dolor se propuso hacer algo por los niños de la fundación.
Y cuando ______ se ponía en marcha con algo, nadie estaba a salvo. No dejaba de hostigar a todo el mundo para hiciera alguna donación o para que invirtiera parte de su tiempo en la fundación. Incluso había coaccionado a Renée para que convenciera a Rico de que se ocupara de ser el animador de la subasta que iba a tener lugar el sábado por la noche. Renée quedó eximida de tomar parte porque estaba embarazada de siete meses. ¡Con mellizos! Pero asistiría, por supuesto.
De hecho, estaba deseando que llegara el sábado. Charles y Dominique asistirían, lo que significaba que Dominique y ella podrían hablar de bebés. Incluso Nick había prometido asistir, aunque sólo para la subasta. No pensaba acudir hasta que Renée le mostró el brillante folleto que había elaborado ______ y en el que se enumeraba la lista de todo lo que se iba a subastar y se explicaba dónde iba a parar todo el dinero que se ganara.
Su cambio de opinión sorprendió a todo el mundo el viernes, durante la partida de cartas; por motivos de seguridad, Nick solía presentarse en público muy raramente. Tal vez lo hubiera convencido el hecho de que la cena y la subasta fueran a tener lugar en el hotel Regency, un lugar que tenía reputación por mantener a sus famosos y ricos clientes totalmente a salvo.
—Por fin he conseguido llenar mi mesa, por cierto —dijo Renée—. Otro de mis compañeros de cartas ha aceptado venir. ¿Te he mencionado alguna vez que suelo jugar al póquer con algunos jugadores empedernidos todos los viernes por la noche, y nada menos que en la suite presidencial del Regency Hotel?
—No, nunca lo habías mencionado. Qué interesante. También eres dueña de algunos caballos de carreras, ¿no?
—Sí. Admito que siento, auténtica pasión por los caballos de carreras. Y por el póquer. El caso es que te gustará saber que mis compañeros de juego son riquísimos. Uno de ellos es Charles Brandon, el magnate de la cerveza.
—Oh, sí. Lo conocí hace poco en los estudios Fox, en un estreno. Tiene una esposa preciosa, ¿no?
—Se llama Dominique. Seguro que donan unos cuantos miles de dólares. Tienen el corazón de oro. No puedo decir lo mismo sobre mi otro compañero de juego, aunque también puede ser generoso ocasionalmente. Es...
—¿Ya han decidido qué van a tomar? —interrumpió la camarera.
—Necesitamos un momento más —dijo ______, y la camarera se fue a atender otra mesa.
El restaurante en que estaban comiendo se hallaba en el puerto y era muy popular.
—Pero ya basta de hablar de la subasta, Renée —dijo ______ con firmeza—. Volvamos al tema en cuestión. La comida. ¿Nos portamos mal y pedimos por una vez algo que engorde? —tomó el menú y lo examinó ávidamente—. ¡Es todo tan tentador! Hace meses que no como una hamburguesa. Tengo entendido que las de aquí son una maravilla. Oh, y también tarta de queso con mango de postre. Siento debilidad por la tarta de queso. Y pienso pedirla. Con crema —concluyo en tono desafiante.
Renée rió. Sabía muy bien que las modelos raramente comían nada que engordara, ni siquiera las que tenían más curvas, como ______.
—Tú puedes si quieres, pero yo no —dijo—. Ya he engordado ocho kilos con el embarazo, y me han dicho que puedo llegar al doble.
—¿Sabes ya si es niño o niña?
Renée sonrió encantada, como siempre que le preguntaban por sus preciosos mellizos.
—Desde luego que sí. Un niño y una niña. ¿No soy la mujer más afortunada del mundo?
Hasta que no se había casado, Renée había creído que nunca tendría hijos. Pero con el amor de su marido y el apoyo del mejor equipo de inseminación in-vitro de Australia lo había logrado a los treinta y seis años, ¡y no sólo esperaba un bebé, sino dos! Rico estaba loco de contento y ella extasiada. Todo había ido bien de momento, y aparte de algún dolor de espalda y de algo de acidez, se sentía en plena forma.
______ sonrió.
—Supongo que sí. Aunque mi madre también es una mujer muy afortunada. Pero eso es lógico, porque está casada con mi padre, así que puede que mi criterio sea un tanto parcial.
Renée escuchó aquello con cierta sorpresa. ______ nunca hablaba de su familia. Por algún motivo, Renée había asumido que no se relacionaba con sus padres, pero era evidente que estaba equivocada. Sabía por algunos artículos que había leído en la prensa que los padres de ______ tenían una finca de cultivo de algodón al oeste de Great Divide, un lugar que se hallaba en medio de ninguna parte. El pueblo más cercano tenía tan sólo un garaje, un hotel y una tienda. Desde los quince años, ______ había trabajado en aquella tienda los fines de semana, y durante los ratos libres, que solían ser muchos, llenaba su tiempo leyendo revistas de moda y soñando en convertirse algún día en modelo. A los quince años y medio, presentó su fotografía a un concurso para salir en la portada de una revista de adolescentes y ganó. A los dieciséis, estaba desfilando en Sidney durante la semana de la moda de Australia.
Renée también había sido modelo y recordaba muy bien cómo fastidiaba a las modelos mayores que una adolescente sin experiencia las eclipsara. Toda la ropa le sentaba de maravilla y resultaba muy sexy cuando desfilaba. Cuando cayó enferma de mononucleosis, las otras modelos respiraron de alivio, pero ______ regresó a Sidney al año siguiente y lo retomó donde lo había dejado.
A los dieciocho años se había convertido en una mujer deslumbrante. Muy pronto alcanzó la cima de la fama y la agencia de Renée tenía el privilegio de contar con ella.
—¿Te pareces a tu padre o a tu madre? —preguntó Renée, cuya curiosidad se había despertado.
—A ambos en el aspecto, y a ninguno en el carácter. Tanto mamá como papá son muy dulces. Puede que yo lo parezca a veces, pero en el fondo soy una bruja —dijo ______, y a continuación rió—. Pero eso ya lo sabes, ¿verdad?
—En absoluto —replicó Renée, asombrada—. Eres dura en asuntos profesionales, pero eso no es lo mismo. He conocido a muchas brujas en mi vida, y tú no eres una de ellas,, desde luego. Una bruja no trabajaría como tú lo haces por una obra de caridad, te lo aseguro.
—Ese es mi talón de Aquiles —dijo ______, cuya expresión se volvió momentáneamente nostálgica—. Los niños con cáncer. Pobrecitos. Puedo soportar que la vida sea cruel con los adultos, pero no con los niños. No merecen ese destino. No han hecho nada para merecerlo.
Tragó saliva y apretó los dientes.
«No vas a llorar, ¿verdad? Llorando nunca se consigue nada. Llorar es para bebés y para quienes tienen roto el corazón. Tú ya no eres un bebé y tu corazón ya no está roto. Lo has vuelto a pegar y jamás volverá a romperse».
Tomó su vaso de agua y bebió hasta que sintió que recuperaba por completo el control. Luego, volvió a dejar el vaso y sonrió a Renée, que la miraba con expresión preocupada.
—Lo siento —dijo—. Me pongo demasiado emocional cuando hablo de niños con cáncer.
—No tienes por qué disculparte. Creo que lo que sientes es admirable. Lo puedo entender perfectamente.
______ reprimió una risa al oír aquello. ¿Cómo podía comprender Renée? Nadie que no hubiera pasado por aquello podía entender. Ver sufrir y morir a un niño era muy duro.
Pero probablemente tuviera buena intención.
La camarera volvió a acercarse a la mesa.
—¿Ya saben lo que van a comer?
—Desde luego —dijo ______ y pidió una hamburguesa con patatas fritas y ensalada, pastel de queso con mango y un café. Cuando Renée la miró, rompió a reír—. No te preocupes. Esta noche no cenaré y mañana me castigaré severamente en el gimnasio —como siempre hacía. Cada día de la semana.
Pero su vida entera era un castigo. Por sus pecados, especialmente por el único realmente grave, el único que nunca podría olvidar y que nunca podría perdonarse.
—Tendrás que hacerlo si piensas ponerte ese vestido el sábado por la noche —dijo Renée—. Es muy ajustado.
—Oh, es cierto. Lo había olvidado –______ suspiró y miró a la camarera—. ¿Puedo cambiar lo que he pedido por algo más ligero, como una hoja de lechuga al natural?
La camarera sonrió.
—Me alegra saber que también tiene que vigilar lo que come. Si pensara que puede tener el aspecto que tiene sin sufrir ni siquiera un poco, me suicidaría.
—En ese caso no se desespere —dijo ______ secamente—. Sufro más que un poco. Sufro mucho a diario. De acuerdo, tráigame el pescado del día con un poco de ensalada. Y nada de postre. Sólo un café —miró a Renée—. ¿Qué te parece?
Renée rió.
—Perfecto. Yo tomaré lo mismo.



Ahora despues subire los otros!! :twisted: :twisted: :twisted:
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Mensaje por Invitado Dom 24 Oct 2010, 2:03 pm

Menuda mmmmm no poder comer eso... baba
Vida de modelo!!Si comes una hamburguesa metete los dedos o cae en depresion porque no te entra el vestido !!! ;)
Pobres niños!!Que pena!!
Siguelaaaaaaaa
Tkmmm :hug:
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Vendida Al Jeque [Nick & Tu] - Página 2 Empty Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]

Mensaje por LittleVickJ♥ Dom 24 Oct 2010, 2:39 pm


Capítulo 2


EL salón de baile del Regency Hotel era muy conocido en Sidney por las fiestas que celebraba en él la alta sociedad. Sus paredes versallescas habían sido testigo de muchos bailes, noches de entrega de premios, desfiles de moda, lanzamiento de productos, celebraciones de año nuevo y unas cuantas fiestas benéficas. Los ricos y famosos se habían reunido allí en muchas ocasiones para celebrar o apoyar alguna causa.
Y la causa de aquella noche nunca dejaba de afectar incluso a los más duros de corazón. ______ lo sabía, y había explotado aquel conocimiento al máximo para organizar su primer banquete y subasta con fines benéficos.
Había significado mucho trabajo y esfuerzo, pero había merecido la pena por ver todas las mesas ocupadas por personas que habían pagado mil dólares simplemente por asistir a la cena.
Además, Max Richmond, el director del hotel, había donado la cena para los trescientos asistentes, más las bebidas y el alquiler del salón. ______ averiguó cuando fue a hablar con él que su hermano murió de cáncer siendo muy joven, una desafortunada tragedia que supo aprovechar de inmediato.
Estaba dispuesta a hacer lo que fuera para alcanzar los diez millones de dólares que pretendía conseguir, incluyendo pasar dos días sin apenas comer para poder ponerse el vestido que llevaba como presentadora de la subasta de aquella noche, un vestido que casi desafiaba cualquier descripción.
El adjetivo que surgía en su mente cuando trataba de hacerlo era «perverso».
El vestido se lo había dado Celeste Campbell, la directora de las Joyerías Campbell, cuando fue a visitarla a su casa en busca de alguna donación para la subasta. Celeste le contó que aquél fue el vestido que ella se puso en otra cena que tuvo lugar varios años atrás en el hotel Regency tras la cual se iba a subastar el famoso ópalo negro Heart of Fire, que en la actualidad se encontraba en el Australian Museum. Por lo visto hubo un intento de robo con disparos incluidos, y ______ se quedó fascinada al escuchar el relato, pero se quedó aún más fascinada cuando vio el vestido que finalmente le regaló Celeste.
Y allí estaba finalmente, con el vestido, bastante más nerviosa de lo que esperaba. Tenía el estómago encogido como la primera vez que tuvo que desfilar por una pasarela. Y no porque el vestido de Celeste Campbell enseñara demasiada carne desnuda. No. Su perversidad era mucho más sutil.

No había nada especialmente atrevido en su diseño sin mangas ni tirantes, excepto tal vez que sus pechos estaban teniendo dificultades para mantenerse confinados en el corpiño, que era dos tallas menor del que ella habría necesitado. Incluso aquel pequeño problema quedaba parcialmente oculto por la capa de chiflón que llevaba encima del satén y que rodeaba su cuello y descendía por sus brazos hasta sus muñecas.
Era el tono color piel tanto del satén como del chiflón, más la puntilla con adorno de cuentas doradas de la parte delantera y trasera, lo que resultaba perverso, porque daba la sensación de que lo que llevaba no era un vestido de baile, sino uno brevísimo y exótico. Incluso de cerca, la tela parecía carne desnuda, sobre la que tan sólo destacaban las cuentas doradas.
Mirándolo de frente daba la sensación de que las cuentas estaban directamente sujetas a su cuerpo en forma de bikini. De costado no se veían las cuentas y parecía desnuda. De espaldas, la vista resultaba aún más provocativa, pues la falda del vestido tenía una abertura trasera que llegaba hasta lo alto de sus muslos. Al menos aquello le permitiría caminar con sus largas y elegantes zancadas habituales en lugar de dando saltitos por la pasarela instalada en el centro del salón.
Durante los ensayos, le había explicado a Rico que ella desfilaría por la pasarela mientras él la subastaba, una idea que no le pareció nada atrevida durante el ensayo, probablemente porque entonces llevaba vaqueros.
Pero con aquel vestido, su habitual atrevimiento parecía haber mermado bastante. Había estado preocupada por ello toda la tarde. Afortunadamente, durante la cena no había comido nada, pero había estado sentada. Sentada el vestido resultaba más recatado.
Pero ya no estaba sentada. Estaba en el escenario, mirando por una abertura del telón el salón abarrotado y tratando de controlar el absurdo temor a mostrarse en público de forma tan desvergonzada.

¿Qué diablos le pasaba? Normalmente ella no era así. Normalmente le daba lo mismo lo que llevaba puesto o si la gente la miraba, especialmente los hombres.
Una desdeñosa rabia sustituyó rápidamente sus temores. Que pensaran lo que quisieran. Le daba lo mismo mientras alguno de ellos le entregara un sustancioso cheque para su fundación.
Empezaba a sentirse un poco mejor cuando oyó un silbido muy masculino a sus espaldas. Cuando se volvió, vio a Rico, que sonreía con ironía.
—Menudo vestido, ______. ¿Estás segura de que no te van a arrestar por llevarlo?
—Los he llevado peores. Y trata de no lanzarme miradas lascivas, Rico.
—Yo nunca lanzó miradas lascivas.
—No —concedió ______ con un suspiro—. Es cierto. Lo siento. De hecho, para ser tan atractivo, eres mucho más agradable de lo que cabría esperar —Rico era alto, moreno y muy guapo, la clase de hombre que en otras época ______ encontró irresistible. Nunca le habían gustado demasiado grandes y machos. Prefería a los hombres más esbeltos y elegantes.
—Gracias —dijo Rico—. Creo —se colocó el nudo de la corbata y respiró profundamente—. Entonces, ¿empezamos con el espectáculo?
______ se puso tan nerviosa, que sintió ganas de salir corriendo, pero aquella reacción fue seguida de inmediato por otra de desafío.
—Desde luego. Ha llegado la hora de sacar unos cuantos dólares a esos pobres chicos.
—¡Amén a eso!
La subasta empezó bien, y casi parecía posible alcanzar los diez millones de dólares. Pero la situación económica era dura en aquellos tiempos y, cuando iban por la mitad, las pujas empezaron a bajar. Por mucho que Rico se esforzó, cuando sólo quedaban dos premios, la cantidad alcanzada apenas llegaba a los siete millones. ______ suspiró, decepcionada. Con las vacaciones en una isla que iba a subastar Rico no obtendrían más de cincuenta mil, lo que supondría que aún faltarían tres millones. Incluso aunque saliera a la pasarela desnuda, ningún hombre pagaría aquella cantidad simplemente por ir a cenar con ella.
—No vamos a llegar a los siete millones —murmuró después de que Rico lograra tan sólo treinta mil dólares con la subasta de las vacaciones.
Rico apoyó una mano sobre el micrófono.
—Eso me temo. Tal vez deberías haber conseguido a alguien que se dedicara a las subastas profesionalmente.
—No seas ridículo. Has estado maravilloso. No eres tú. Son los tiempos que corren. En realidad, no nos ha ido mal. Mis esperanzas eran demasiado altas. Vamos, veamos cuánto podemos conseguir por el próximo y patético premio.
—¿Y ahora quién está siendo ridícula? Una cita para cenar contigo puede ser cualquier cosa menos un premio patético, ______.
—Gracias. Y ahora ponte en marcha. Quiero acabar con este tormento cuanto antes —aquel comentario fue muy revelador, pero ______ nunca se había sentido tan reacia a venderse a sí misma.
—Y ahora, señoras y señores, él último premio de la noche —comenzó Rico, con el acento italiano que parecía perder y recuperar a su antojo—. Nuestra encantadora anfitriona, ______, una de las modelos más cotizadas de Australia, ofrece una cita para cenar con ella el próximo sábado en el fabuloso restaurante By Candlelight del Regency. Es un fabuloso premio para terminar la noche, y estoy seguro de que obtendremos grandes ofertas —lanzó una mirada de ánimo a ______ antes de susurrar: Adelante, cariño. Demuestra lo que vales.
______ puso los ojos en blanco antes de ponerse en marcha balanceando sus caderas por la pasarela a la vez que se esforzaba por sonreír, consciente de que todas las miradas del salón estaban fijas en su cuerpo. Aunque lo cierto era que ella apenas veía nada. Los focos le permitían distinguir las siluetas, pero no los detalles.
Sin embargo sentía que iban desnudándola con la mirada como nunca lo había sentido antes. Tenía que ser debido al maldito vestido. ¿Qué otra cosa podía ser?
—¿Necesito recordaros que ______ fue elegida recientemente por una famosa revista como la mujer más sexy de Australia? —continuó Rico—. Como podréis apreciar por vosotros mismos, no es ninguna exageración. Cenar con ella en privado podría ser el sueño de algún hombre hecho realidad. Así que, adelante, caballeros, hagan sus ofertas.
______ casi se estremeció de vergüenza. ¡Cielo santo! Se sentía como si estuviera en el puesto de subastas de algún negrero y que lo que se estuviera subastando fuera su cuerpo, no unas horas de su tiempo.
Pero le daba lo mismo si conseguía lo que pretendía. A pesar de todo, se alegraba de haber decidido mantener a la prensa alejada de la gala. Lo último que habría podido soportar en aquellos momentos habría sido la perspectiva de ver su foto en toda la prensa del domingo.
Con el consuelo de aquel último pensamiento, logró sonreír de un modo más sensual mientras avanzaba hasta el final de la pasarela, donde permaneció un momento quieta, con las manos en las caderas. Luego, lenta y seductoramente, se volvió, y la audiencia se quedó boquiabierta.
Su mirada conectó con la de Rico y éste le dedicó una sonrisa bastante lasciva.
—No se echen atrás ahora —animó a la audiencia—. Si yo estuviera soltero, les aseguro que me lanzaría de lleno a por ella. Pero no estoy en el mercado, como podrá afirmarles mi encantadora esposa.
Señaló con la cabeza a una mesa que se hallaba a la izquierda de ______. Ella miró automáticamente... y se quedó petrificada en el sitio.

Más tarde, cuando aquel espantoso momento hubiera pasado, ______ agradecería no haber estado moviéndose, pues de lo contrario se habría tambaleado. O incluso se habría caído de la pasarela. A pesar de todo, sintió que el suelo se abría a sus pies.
Al menos ya sabía por qué se había sentido tan especialmente consciente de las miradas masculinas. Porque aquel par de ojos habían estado ocultos entre los otros.
Unos ojos oscuros, preciosos. Duros. Peligrosos.
El príncipe Nicholas de Dubar, sentado a la mesa de Renée con un impecable esmoquin negro la contemplaba con fría arrogancia.
La conmoción petrificó el cerebro de ______ además de su cuerpo, y pasaron unos momentos antes de que recuperara la compostura. ¿Qué diablos hacía aquel hombre a la mesa de Renée? ¡No podían ser amigos!
De pronto recordó al príncipe mencionando que solía pasar los fines de semana en Sidney, donde acudía a las carreras y jugaba al póquer con unos amigos. Y también recordó que hacía pocos días Renée le había mencionado que solía jugar al póquer todos los viernes por la noche en aquel mismo hotel, en una de las suites presidenciales.
¿Y quién más podía permitirse una suite presidencial sino un presidente, una estrella de rock, o algún rico jeque? Y la peor posibilidad de las tres era el jeque, un jeque al que había despreciado y rechazado y que sin duda estaba allí aquella noche por un solo motivo: para hacerle comerse su promesa de que jamás saldría con un hombre como él.
Sin duda, el príncipe Nicholas de Dubar iba ser el hombre que más pujara por cenar con ella. ¿Por qué si no iba a haber acudido allí? No había pujado por nada más a lo largo de la noche. Ella lo habría visto, pues cada vez que alguien pujaba se le iluminaba con un foco.
No, el hombre con el que iba a cenar el siguiente sábado no iba a ser un completo desconocido. Sería aquel hombre, cuyo orgullo se había visto severamente vapuleado un año antes. Había llegado su turno de humillarla.
Aquel pensamiento hizo que la garganta de ______ se llenara de bilis. El orgullo le exigía no someterse a una situación tan mortificante, pero también la impulsaba a seguir su norma de conducta habitual. «No me da miedo nada, y menos aún un hombre». Después de todo, aunque el jeque ganara la subasta, ¿qué podía hacerle en un restaurante público? ¿Hacerle una nueva proposición? ¿Tratar de seducirla con su encanto?
Aquella última idea resultaba risible.
No. Le dejaría disfrutar de su patético momento de triunfo.
Le sonrió deliberadamente, retándolo con toda claridad con sus ojos y su boca.
«Vamos, imbécil. Haz tu oferta. Veamos si me interesa».
Él entrecerró los ojos y luego la recorrió lentamente con la mirada de arriba abajo, como comprobando si realmente merecía la pena apostar. Por unos segundos, ______ temió que no fuera a hacerlo. Tal vez había acudido para herirla en su orgullo de aquel modo.
Estaba sopesando con temor aquella posibilidad cuando el príncipe abrió su real boca.
—Cinco millones de dólares —dijo con firmeza, y ______ se quedó boquiabierta. No pudo evitarlo. Tampoco pudieron evitarlo el resto de los asistentes.
Incluso Rico se quedó momentáneamente desconcertado.
—¡Guau! Menuda puja. Señoras y señores, el príncipe Nicholas de Dubar acaba de ofrecer cinco millones de dólares por el privilegio de cenar con nuestra encantadora ______. Sospecho que no va a haber más ofertas, pero si hay por ahí algún intrépido caballero dispuesto a superarla, que hable ahora o calle para siempre.
______ parpadeó al oír las palabras de Rico, pues le recordaron a una boda. Resultaba irónico, pues aquello iba a ser lo más lejano a un encuentro romántico que pudiera imaginarse. Su Excelencia sólo quería aprovechar la oportunidad para humillarla, y estaba dispuesto a gastar una cantidad exorbitante de dinero para conseguirlo.
—¿No hay más ofertas? En ese caso... ¡vendida a su Excelencia Real, el príncipe Nicholas de Dubar!
Todo el mundo rompió a aplaudir, y los aplausos arreciaron cuando Rico anunció que se había alcanzado la cifra de doce millones de dólares. ______ se vio obligada a seguir sonriendo, cuando habría preferido gritar, a ser posible al hombre cuyos ojos negros seguían fijos en ella, con un aire de superioridad que hizo que deseara aclararle que ningún hombre llegaría a poseer jamás nada de ella, ¡ni siquiera un minuto de su tiempo!
Pero, por supuesto, aquel deseo no podía hacerse realidad. No podía rechazar cinco millones de dólares para una causa que significaba mucho más que su tonto orgullo. Además, no pensaba permitir que aquel arrogante diablo notara lo enfadada que estaba . Mostrar enfado sería como demostrar que le importaba. En aquel instante, decidió comportarse de un modo impecable durante la cena del sábado. No habría más enfados ni comentarios descorteses. No trataría de ponerlo en su sitio.
Dada que aquella era su intención, no podía permitirse seguir de pie donde estaba. El modo en que Nick la estaba mirando no iba a ayudarla a mostrarse precisamente amable.
«Sólo el cielo sabe cómo voy a controlarme cuando esté a solas con él», pensó mientras se alejaba por la pasarela entre aplausos que apagó —Aún no puedo creerlo —le dijo Rico, cerró el micrófono tras dar por cerrada la subasta—. El viejo Nick ofreciendo cinco millones sólo para cenar contigo... Debe tener más dinero que sentido común. No pretendo ofenderte, ______, pero supongo que incluso tú estarás de acuerdo en que ha sido increíble.
______ frunció el ceño al notar la familiaridad con que Rico se refería al príncipe, pero enseguida comprendió que, ya que Renée lo conocía, él también debía conocerlo.
—Por tu forma de hablar da la sensación de que sois viejos amigos —dijo con cautela. Por mucho que se despreciara por ello, no podía evitar sentir curiosidad por el hombre que acababa de pagar cinco millones de dólares sólo por cenar con ella.
—Lo somos —admitió Rico—. Llevamos seis años jugando a las cartas todos los viernes por la noche.
También hace años que compartimos algunos caballos de carreras. Nick es un gran tipo. Te gustará.
Los labios de ______ se curvaron en un mohín desdeñoso antes de que se diera cuenta. Pero decidió no ser una completa hipócrita.
—El príncipe y yo ya nos habíamos visto en una ocasión —confesó—. No me gustó entonces y sigue sin gustarme ahora.
Rico pareció sorprendido.
—¿Dónde lo conociste?
—En la Copa Melbourne, el año pasado. Yo estaba en el jurado del Ladies' Day. Por expresarlo con claridad, tu amigo se me insinuó.
—¿Y?
—¿Qué quieres decir con «y»? ¡Y nada! Ya te lo he dicho. No me gusta.
—Eso me sorprende. Suele gustar a las mujeres.
—Puede que por eso no me guste a mí —espetó ______—. Pero da lo mismo que me guste o no. Ha comprado mi compañía durante unas horas y haré honor a mi promesa. Si vas a hablar con tu amigo árabe, te sugiero que le adviertas que haber pagado cinco millones de dólares no va a darle más derechos sobre mí de los que obtuvo la última vez que pagó mi comida. Sí, dile eso, Rico. Oh, y también dile que acudiré al restaurante a las siete el sábado que viene, pero que no debe ponerse en contacto conmigo antes. Me molestaría mucho que mi número privado, que no aparece en los listines telefónicos, acabara de algún modo en sus manos. Comprenez-vous?
—Creo que capto la idea. Pero no sé si tú la captas.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que Nick no es dado a los caprichos. Después de lo que acabas de decirme, sospecho que ha asistido a la cena con el propósito específico de pujar por ti. El dinero no es problema para él. Lo que me hace pensar que debe estar un poco molesto contigo. Si es así, el hecho de que no te gustara a primera vista resultará ser un obstáculo menor.
—¿Es eso alguna especie de amenaza? —preguntó ______, tensa.
—Supongo que sí. Si de verdad no te gusta, ten cuidado. Nick no es un hombre con el que pueda jugarse.
—Yo nunca he jugado con él.
—Vamos, ______. Acabo de ver cómo le sonreías, y no era la sonrisa de una mujer desinteresada.
______ sintió que sus mejillas se acaloraban.
—No entiendes. Sólo estaba...
—¿Provocándolo?
Ella se encogió de hombros, irritada.
—En cierto modo.
—Pues no lo hagas. Ése no es modo de comportarse con un hombre como Nick. Podría volverse... peligroso.
—¿Peligroso? ¿En qué sentido?
Rico movió la cabeza.
—Hablaré con él para asegurarme que comprenda cómo están las cosas. Estoy seguro de que respetará tus deseos si se convence de que no estás interesada. ¿Seguro que no lo estás?
—Oh, por favor. Líbrame de tener que tratar con un jeque mimado que se dedica a fantasear sobre lo irresistible que es para las mujeres.
—Puede que tenga motivos para hacerlo.
______ no pudo contener una sonrisa desdeñosa.
—Lo único que me interesa del príncipe Nicholas de Dubar es el tamaño de su cartera. Y sólo si la abre para donar dinero para la fundación. Dile eso, Rico. Y ahora debo irme a quitarme de una vez este vestido infernal.



Tengo k poner otroo!! :yonofui: :yonofui:
LittleVickJ♥
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