Re: "Sueños Traviesos" (Nick y Tu) Terminada

por **aranzhitha** Lun 05 Nov 2012, 6:48 pm

disculpen que no haya subido
Pero es que he tenido varios contratiempos,
primero no he tenido tiempo por la escuela
Segundo, no tengo nada de nove adaptada y por eso tardo mucho
Tercero, no tengo mi compu conmigo esta descompuesta
y no se cuando me la regresen espero haber si mañana puedo subir capi

por **JB&1D2** Lun 05 Nov 2012, 7:02 pm

Sube cuando puedas

por **ElitzJb** Lun 05 Nov 2012, 7:11 pm

esta bien te sigo esperando no hay problema

por **Vanee LovatoD'Jonas** Mar 06 Nov 2012, 8:03 pm

u.u Ntp! Mientras no la abandones yo esperare ;)
Sube cuando puedas ;)

por **aranzhitha** Dom 11 Nov 2012, 3:50 pm

Prólogo 2
Lago Cumberland, Kentucky
Agosto, Cuatro Años Después
______ Greta Dane encontró el rastreador que había sido dejado bajo el vehículo de Kevin Jonas, en el lateral de una polvorienta carretera en los confines de las montañas de Kentucky, y supo que le costaría Dios y ayuda encontrar el camino de vuelta.
Soltó un resoplido y sacudió la cabeza. Los Jonas no era estúpidos, pero a veces a su jefe le gustaba fingir que lo eran, y eso era un tremendo error, especialmente teniendo en cuenta el hecho de que en realidad Cranston no era estúpido.
Comprobó la zona antes de echarse hacia atrás el pelo rubio oscuro y resignarse a lo inevitable.
Kevin Jonas la había aventajado en una alegre persecución, y había sabido exactamente lo que estaba haciendo. A través de retorcidas depresiones, subiendo por caminos de montañas que apenas pasaban como sendas, y adentrándose en los espesos bosques que rodeaban el Lago Cumberland como un amante protector.
Al final, encontraría el camino de vuelta, pero no había duda que estaba atrapada por esta noche. Su teléfono por satélite, por alguna razón, no cooperaba, su teléfono móvil no tenía señal, y llegaba la noche.
Se enderezó de la posición agachada, en la que había encontrado el localizador que otro agente había colocado bajo el vehículo de Jonas, se apoyó las manos en las caderas, y contempló el espeso bosque que la rodeaba.
Habría sido divertido si hubiera estado preparada. Cosas simples, como agua suficiente para pasar la noche, quizás un saco de dormir. Tenía su arma. Y sus pensamientos. Demasiados pensamientos desde que estaba en Somerset —desde que estaba con Natches Mackay y todos los recuerdos que trataba de reprimir.
Sacudió la cabeza y buscó dentro del bolsillo trasero el hábito que de nuevo había reanudado en los pasados meses, sólo para encontrar el paquete de cigarrillos vacío que había metido antes. Genial.
Sacudió la cabeza, arrugó el paquete y lo lanzó a la parte trasera del jeep prestado de su jefe, que la había estado esperando a las afueras de Somerset, después de informarle de la dirección que Kevin y su amante, Crista Jansen, habían tomado.
Crista Jansen se parecía muchísimo a la intermediaria de una venta de misiles entre secuestradores y terroristas que perseguía el Departamento de Seguridad Nacional. Había sido su trabajo seguir a Crista, manteniéndola bajo vigilancia a ella y con quien se encontrara.
Conociendo a Kevin Jonas, Crista Jansen se había encontrado con nada menos que cada centímetro de ese duro cuerpo nativo de Kentucky. Kevin no era un traidor. Quería esos misiles tanto como ellos, y era evidente que creía que su mujer era inocente.
Pero, demonios, todo el mundo pensaba que la persona que amaba era inocente. La naturaleza humana tenía tendencia a pasar por alto la verdad cuando se amaba. Había aprendido la lección por sí misma, de la manera difícil.
Siempre de la manera difícil. Y mirando lo que había perdido. A veces ______ se preguntaba si no había perdido el alma en un desierto tan inhóspito que le succionaría el espíritu a una persona.
Resopló ante ese pensamiento mientras pateaba un terrón de hierba y se apoyaba en el coche, decidida a disfrutar por unos minutos el estar ilocalizable por su jefe, Timothy Cranston. Sin duda estaba frenético, llamando al móvil y al satélite. Y ella permanecía aquí, respirando el aire fresco de montaña, sintiendo la paz del lugar envolviéndola, penetrándola.
Suplicándole que se relajara. Que recordara. Que recordara una noche. A un hombre. Instándola a que cerrara los ojos y recordara su toque. Un toque lleno de lágrimas y sollozos, pero también con su ternura, con la calidez de sus besos, el calor de su posesión. Una noche que sólo recordaba en sueños.
Sus labios se alzaron en una sonrisa ante el pensamiento. Sí, relajarse y bajar la guardia. ¿No había hecho esto antes? ¿Y no había pagado por ello? ¿No había perdido todo lo que amaba en esta vida porque había confiado en la persona equivocada? Y aquí estaba, una parte de ella deseando, lamentando cosas que sabía que no tenía derecho a lamentar.
Brazos fuertes que no la abrazaban durante la noche. Una voz como el whisky añejo que no decía su nombre, con voz ronca por la pasión, en el clímax. Manos, callosas y posesivas. Y se lamentaba, porque esa ilusión era la más peligrosa que jamás podría tener.
Un segundo después un sonido inesperado le hizo sacar el arma de la funda que llevaba en la espalda y apuntó a la parte delantera del coche.
Sabía quién era. Tomó la precaución de esperar, observar, pero el sonido del jeep que subía por la montaña era inconfundible. Potente, una fuerte y masculina vibración de poder que su pedazo-de-mierda de jeep prestado no tenía.
Al menos venía conduciendo en vez de deslizarse a través de los árboles apuntándola. Podía haber descargado sobre ella antes de que supiera qué la golpeaba. Y lo haría. Sin importar lo bien que la conocía, sin importar la breve historia que compartieron hacía ya tanto tiempo, le pondría una bala entre los ojos tan rápido como a un enemigo en combate si él sentía que era una amenaza.
Sujetó la glock cómodamente, con confianza, mientras el infame vehículo negro se detenía en la cuesta. Arriba en la montaña se pavoneó, si es que un jeep podía pavonearse. Y eso le hizo apretar los dientes. Cranston podía volverla loca haciéndola correr en círculos, pero al menos podría darle un vehículo decente para hacer esos círculos.
Grandes llantas, un reluciente trabajo de pintura, y un negro parachoques tubular. Un cabestrante delante, el techo abierto, el hombre detrás del volante mirándola detrás de las gafas oscuras, ocultando esos increíbles ojos verdes.
Pero nada podía ocultar la expresión sombría mientras saltaba del asiento del conductor, con el motor todavía en marcha, vibrando. Como el ruido de un gato monstruoso.
Este era el sueño, y la ilusión. Y algo le había dicho que él estaría aquí. Aquí, en las montañas en las que se crió, tan fuertes, tan seguras, tan peligrosamente primitivas como el hombre en sí. Tan peligroso como los lamentos susurrantes que la atravesaron mientras lo observaba.
______ se lamió los labios lentamente, mirándolo, tratando de ignorar las elegantes líneas de su cuerpo. La forma en que sus vaqueros bajos se ceñían en las caderas y atraían la atención hacia los muslos. La forma en que su camiseta gris se ajustaba sobre los apretados abdominales. El aura de poder y elegancia masculina que parecía rezumar por los poros de su piel intensamente bronceada.
El viento alborotaba el pelo negro demasiado largo de Nick, azotándolo sobre la frente y a lo largo de la nuca. Esas espesas y tentadoras hebras que sus manos ansiaban tocar, los dedos se cerraron en puños para reprimir la necesidad.
Mierda, ahora necesitaba muchísimo más ese cigarrillo. Había trabajado con él durante meses, y todavía no podía paliar el nerviosismo, el dolor cada vez que se acercaba. La necesidad. ¡Oh Dios!, la necesidad que la envolvía e incluso a veces se preguntaba si no la volvería loca. Necesitaba su toque. Sólo una vez más, sólo un toque, un beso, una noche más entre sus brazos.
En cambio, puso el arma en la funda y metió las manos en los bolsillos de los vaqueros mientras lo observaba. La manera en que se movía. La intensidad de sus ojos verde bosque, el conocimiento en su expresión. Siempre había ese conocimiento, las palabras que susurraban justo debajo de la superficie, los recuerdos que en realidad nunca se fueron. El hambre que en realidad nunca se desvaneció.
Nick se movió perezosamente frente al jeep y se inclinó contra el abultado parachoques. La miraba fijamente, sin sonreír, mientras cruzaba una bota sobre la otra y se sacaba las gafas oscuras de la cara.
Los penetrantes ojos verdes le destrozaron los sentidos, le nublaron el cerebro y el corazón le latía como a una colegiala. El calor del verano la inundó entonces, acariciando sobre su cuerpo y recordándole, siempre recordándole, cosas que no se permitía recordar.
—Te pillé. —Alzó las cejas burlonamente—. ¿Quieres decirme por qué estás siguiendo a mi primo y a su mujer?
Abrió los labios mientras se esforzaba por respirar. Podía hacerlo. Dejarla sin respiración. Dejarla necesitada. Con solo una mirada, la hacía sentir como una virgen a punto de su primer beso. Y eso era muy peligroso. Él era peligroso. En más de un sentido.
—¿No me contestas, ______? —Era una de las pocas personas que se atrevía a llamarla por su nombre de pila en vez del nombre que utilizaba en la agencia. Greta. Era bonito, sencillo y sin pretensiones. En cambio él tenía que llamarla ______. Él tenía que recordarle quién había querido ser una vez, más que quién era.
Se lamió otra vez los labios, luchando por mantener la calma.
—Tendrás que preguntárselo a Cranston. —No iba a asumir la responsabilidad de esto—. Ordenes suyas. Solo vivo para obedecerlas. —No era sino la verdad en los últimos años. Él la controlaba. Por ahora.
Nick sacudió la cabeza, enderezándose, acercándose. Mantenerse quieta no era fácil. Quería correr. Quería correr hacia él, tocarle, acariciar toda esa dura y oscura carne, y liberar la intensidad de esos peligrosos deseos.
Ya no estaba casada, se recordó a sí misma. Se lo había estado recordado durante años.
Lo observaba, cautelosa, sospechando del peligro que estaba al acecho bajo esa sonrisa tranquila. De sospechar nada, sabía que estaba al acecho. Sabía que estaba frente a un hombre que una vez había sido un frío y duro asesino. Había sido entrenado como francotirador a los seis meses de alistarse a los marines y en un año fue clasificado como uno de sus asesinos más eficientes.
Y ahora estaba retirado. Con el hombro maltrecho. Le gustaba sonreír cuando reivindicaba la herida que lo sacó de los marines. Ella dudaba que una sola célula de su cuerpo estuviera “maltrecha”.
—Sabes, ______…
—Mi nombre es Greta —dijo irritada—. Utilízalo, Nick. —Tenía que encontrar alguna clase de defensa contra él. El nombre de Greta le recordaba, el mantener los recuerdos del único error que forjó lo más importante para ella.
—______. —Sus labios acariciaron las palabras mientras se acercaba más, hasta estar a un suspiro de ella, obligándola a mirarle—. Cariño. Cranston te ha metido en un problema enorme. Lo sabes, ¿no?
¡Oh Dios!, si no lo hubiera sabido antes, lo hubiera averiguado ahora. Había pensado que trabajar con Cranston haría su vida más fácil, que el equipo que trabajaba en los Estados Unidos sólo la aliviaría lentamente del horror del pasado y le permitiría salir del mundo que había empezado a asfixiarla.
—Habla con Cranston. —Forzó las palabras desde la garganta mientras la mano de él le rodeaba el lateral del cuello y la oscura luz sexual en sus maliciosos ojos empezaba a brillar con intención.
Ese toque, justo así, el poder implícito y la ternura de esa sujeción, le hizo flaquear las rodillas. Era una agente entrenada; no se suponía que la emoción o la lujuria nublaran su juicio. Pero ahora mismo tenía la mente completamente nublada.
Él flexionó los dedos en su cuello, el poder y la fuerza de su brazo reverberaron a lo largo de sus terminaciones nerviosas. El placer corrompía el proceso lógico normal de sus pensamientos y erosionaba el control por el que había luchado durante años.
De repente, estaba en la oscuridad, intentando respirar a través de la agonía de un infierno que no podía aceptar, aferrada a una única cosa. Aferrada al toque de Nick.
No podía dejarse aferrar a ese recuerdo.
______ no se molestó en oponer resistencia. Pudo ver el deseo ya ardiendo en los ojos de Nick, y supo que no tenía ninguna opción si esos seductores labios realmente tocaban los suyos. Estaría perdida en él, y no podía permitirse el lujo de perderse otra vez.
—No me beses, Nick. No me hagas esto. Por favor.
Él se quedó inmóvil, esos dedos contraídos en su carne, acariciando células que no habían conocido el toque de un hombre en mucho tiempo.
Él no tenía ni idea de lo difícil que era rechazarle, alejarle. Como sufría por la noche, dando vueltas en la cama, con el pensamiento de la promesa en esos ojos gatunos de él, ardiendo a través de su alma. Lo deseaba con una intensidad que la aterrorizaba.
—Dame una razón por la que no debería —le dijo en voz baja mientras esos dedos le acariciaban la piel—. Ya no estás casada, cariño.
Su mirada ya no era burlona; era sombría, intensa. Los recuerdos se vislumbraban también en sus ojos, y ella no podía soportarlo. Los conectaban, haciendo mucho más difícil para ella separarse, mantenerse firme mientras luchaba contra abismales emociones sin fin que amenazaban con ahogarla.
—Porque no puedo contigo, y ambos lo sabemos. Ten piedad, Nick. ¿No tienes suficientes mujeres en tu pequeño redil? En realidad no me necesitas.
Y no había manera de que ella sobreviviera a esto. Él era indomable, intenso, el hombre más malicioso y seductor que nunca había conocido en su vida. Y no era un hombre para ella. Lo deseaba hasta sufrir de tal manera que le desgarraba el alma, y no podía permitirse tenerlo. Este hombre, el único que le despertaba el alma, el que la hacía soñar cuando ella no tenía derecho a soñar.
—Eso no es una razón suficiente.
Jadeó cuando los labios de él cubrieron los suyos. Las sensaciones estallaron a través de su cuerpo; el placer se extendía a oleadas sobre las terminaciones nerviosas y empezaron a arder por toda su piel. Este beso, este hombre, era como el néctar, como una droga que no podía sacarse del cuerpo.
Jadeó más fuerte mientras su arma caía al suelo y sintió las manos de Nick tironeando de su camisa, desnudándola, permitiendo que la calidez soleada del aire tocara su piel.
Se dijo que la transpiración era por el calor del día, pero tenía mejor criterio. Era por su beso.
¡Oh Dios! Su beso. Le posó las manos sobre el pecho para empujarle, pero él no se movió. Las manos de Nick acariciaron su espalda, bajo la camisa, luego por todas partes, las yemas de sus dedos en las sensibles curvas de los senos, cubiertos por nada más que encaje.
______ combatía en su guerra interna. Su cuerpo, ansioso, desesperado, conocía el toque de este hombre, conocía su posesión. Su corazón, su cabeza, estaba gritando para advertirla.
Y ganó su cuerpo.
—Ah, ______. —Le mordisqueó los labios. Le encantaba ese leve y sexy escozor, y se alzó más cerca, suplicando más—. Vamos, nena. Muéstrame que puedes arder otra vez.
Respiró con brusquedad cuando las manos se deslizaron a sus caderas, agarrándolas y levantándola hasta que estuvo sentada en el capó del jeep, luego tendida de espaldas, el enorme cuerpo presionando la parte inferior mientras las manos de ella tironeaban la camiseta de Nick.
Debería apartarlo, no desnudar ese espléndido cuerpo. Pero eso es lo que estaba haciendo. Desnudando todos esos fuertes y deliciosos músculos. Sintiendo el roce del vello encrespado de su pecho contra las palmas, la humedad del sudor.
Se retorció debajo de él, sintiendo la rodilla presionar entre sus muslos, y vio las estrellas estallar detrás de las pestañas cerradas cuando presionó contra la sensible carne entre sus muslos.
—Joder, sí. —Gimió él contra sus labios mientras le desabrochaba los vaqueros—. Arde para mí, ______. Un poco más. Arde para mí salvaje y dulce, cariño, igual que lo haces en mis sueños.
Su voz era ronca, tensa por la excitación, y sabía que se volvería gutural. Que su acento arrastraría las palabras y lo haría sonar ebrio de pasión. Deseaba ese sonido. Lo deseaba ebrio por ella.
—¡Nick! —Gritó su nombre cuando la mano se abrió paso debajo de los pantalones desabrochados y sus dedos la encontraron. Encontraron la resbaladiza y muy-espesa capa de sus jugos que la preparaban para él, delatando su necesidad.
Esa necesidad la estaba matando.
Se retorció, se arqueó hacia él mientras los labios se deslizaban cuello abajo hacia los pechos. Los dientes arañaron la sensible punta de un pezón mientras la mano libre ponía la copa del sujetador bajo el henchido montículo.
Luego lo cubrió con su boca, los labios se cerraron sobre él, succionándolo dentro, presionando duro y fuerte, enviando sensaciones desgarradoras a su matriz.
Largos y anchos dedos se abrieron dentro de su vagina, provocándole otro grito. La carne no acostumbrada a ningún toque excepto el de ella, desde que él la había tomado hacía tanto tiempo. Demasiado tiempo.
Se corrió inmediatamente. El calor interminable, la sensación de su boca succionándole el pezón, la lengua azotándola, era demasiado. Estalló en un prisma de luz y color, con su nombre en los labios y en el corazón.
Oh Dios, nunca iba a librarse de él. Y en este momento, explotando alrededor de sus dedos, se preguntaba si alguna vez iba a querer librarse.
Se esforzó en abrir los ojos, luego se quedó sin respiración cuando lo observó. Sacó los dedos, los levantó, y la saboreó. Aquí mismo, bajo el sol, con la brisa agitándose alrededor de ellos, él abrió los labios y chupó su sabor de los dedos.
—Nick. —Apenas podía hacer nada más que susurrar su nombre cuando de repente él se quedó quieto, levantó la cabeza, como un animal oliendo el peligro.
—Cranston, hijo de puta. —Le puso bien rápidamente el sujetador y le bajó de un tirón la camisa cuando ella captó el sonido de un helicóptero acercándose.
Alejándose de ella, Nick la dejó ponerse bien los pantalones, los ojos verdes llenos de diversión burlona mientras el helicóptero volaba alrededor del cobijo de los árboles e iba hacia el claro.
No podía aterrizar, pero ella sabía quién era. El Departamento de Seguridad Nacional la había encontrado. Ellos casi habían visto más de lo que ella se había librado sin percances.
Nick retrocedió más aún, la expresión endurecida.
—Vamos. Te llevaré de vuelta a la carretera principal. Entonces puedes llamar a Cranston y dile que se encuentre conmigo. Ya tengo bastante de esta mierda. Se acabó.
Lo que iba a acabar no estaba segura, pero estaba más que preparada para salir de una vez de allí, alejarse de él. Dejar el asunto a Cranston, porque sabía, tan segura como que estaba allí, sabía, que no había ni una maldita oportunidad de que pudiera manejarle.

por **ElitzJb** Lun 12 Nov 2012, 5:26 pm

O_O oh dios ella esta tras la pista de kev...
nah y volverlo a ver despues de tanto tiempo
y q se los interrumpieran tan feo es mas q frustrante
espero y la sigas xq esta genail me encanto quiero mas capitulos
siguelaaaaaaaaaaaa

por **JB&1D2** Vie 16 Nov 2012, 7:16 pm

siguelaaaa please

por **Vanee LovatoD'Jonas** Sáb 17 Nov 2012, 1:17 am

OMJ No lo puedo creer!!!!
Que frustrante!!! Agh!!
Siguela Please!!!
No la dejes ahi!!!

por **ElitzJb** Sáb 17 Nov 2012, 3:33 pm

camos coloca mas capitulos por favor

por **Vanee LovatoD'Jonas** Lun 19 Nov 2012, 8:25 am

Sigueee!!!!.

por **ElitzJb** Lun 26 Nov 2012, 8:07 pm

coloca mas

por **Sunny** Mar 27 Nov 2012, 9:21 am

Hey!Nueva lectora!Ya me obsecione con tu nove! Siguela:)

por **JB&1D2** Mar 27 Nov 2012, 11:35 am

siguelaaa

por **ElitzJb** Miér 28 Nov 2012, 7:33 pm

coloca mas

por **aranzhitha** Vie 30 Nov 2012, 4:36 pm

Hola chicas disculpen que no halla subido pero es que he estado muy ocupada por los examenes finales ya casi los termino y salgo de vacaciones y les podre subir mas seguido asi que no se me desesperen y tengan me paciencia :lloro:
Bienvenida Sunny :P

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