Mean Girls {Niall Horan}

Lápiz labial. ¿Que haces? No, un poco de polvo es lo primero. ¡Vete a la mierda! Luego el rubor. Me veo hermosa. Siempre lo has sido. Delineador de ojos ¿Para que? Tus ojos ya son hermosos. ¡Cállate, idiota! Necesito rimel. Pestañas largas por todos lados. Esta vez quiero que hables. Eh, ¿ya te has echado el lápiz labial? Hace tiempo, tonta. Colette se miro una vez mas al espejo. Estaba perfecta. Acomodo un poco su falda, subiéndola, dejando a la vista mucha más miel de sus muslos. Maldita zorra. Sonrío de lado, con picardía. Le guiño un ojo al espejo, mientras acomodaba su larga melena azabache.

- Espejito, espejito ¿Quien es la mas hermosa de este reino? -Imito a la malvada reina del cliché cuento de Blancanieves. Pues tu, mi reina. Tu eres la mas hermosa de este reino. Se respondió mentalmente, mientras acomodaba el escote de su camisa.

Agarro su bolso, y salio de su habitación. Colette era el claro ejemplo de lo que era ser una chica pesada. No de esas que se drogan, y se meten en problemas cada segundo de su vida, no, no, no. Colette era mucho mas valiosa como para gastar su tiempo haciendo aquellas idioteces, como lo eran esas cosas tan estúpidas. La pequeña francesita vivía en el sur de Londres, en una linda casa en los "suburbios" como solía llamarlo su madre. De familia perfectamente acomodada de Francia, se traslado a Londres a la edad de 10 años. La perfecta edad para empezar a ser una nueva Colette, dejando de lado la dulzura e inocencia que una niña de su edad podría poseer. ¿Capitana y miembro del equipo de porristas? No, pero si que era flexible. No necesitaba ser una loca del fútbol como para llamar la atención. ¿Novia del chico mas popular de la escuela? Tampoco, no queria que un chico estúpido opacara su encanto y popularidad. ¿Presidente de la clase? No, tampoco lo era. ¿Que hacia que Colette fuera tan reconocida en la segundaría "The Presetation"? ¿Era una chica fácil? Ocasionalmente, no era virgencita. ¿Su belleza? Si, en parte era por eso. Pero lo que en verdad hacia que todos se apartaran del camino de Colette, era que...ella, es una chica mala. Y todos le temen a una chica mala. ¿Quien en su sano juicio no le temería a Colette Molyneux?

- Yo, es una arpía, despiadada en todas las palabras. -Se podía escuchar aquel comentario proveniente de un chico de cabello rubio, dorado como el propio oro, y ojos azules como el cielo.

Niall Horan. La pesadilla desde los catorce años de Colette. Con esos ojos azules la atormentaba cada noche. La observaba desde su habitación, y luego se retiraba a hacer estupideces en su maldito cuaderno negro. ¿Que tenia el que hacía que no cayera tan fácilmente en sus encantos de mujer adulta? Tal vez fuera que cuando conoció al pequeño Horan, el solo pudo ignorarla. Aún recordaba aquella parrillada, donde había conocido al rubio irlandés. ¡Mal nacido duende, con su mal nacido oro! Recordaba su sonrisa, sus dientes chuecos. Pero nada en el había conmovido a Colette. Lo envidiaba ¿por qué? Porque el no necesitaba echarse lápiz labial rojo para agradar. Ademas, es un chico. Hay una sobrepoblacion femenina en el mundo. Si hay un chico libre, no dudan en invitarlo a salir, que bajo ha caído el género femenino. Recordaba todo...

- Niall. -Susurro Colette, mientras pasaba su mano por el pecho ajeno.

- ¿Podrías dejar de tocarme? -Le exigió, no mostraba nerviosismo.

- ¿No quieres acostarte conmigo? -La pregunta llegó hasta los oídos de Niall, y el solo pudo sonreír.

- No. Me das asco. -Confesó a Colette, mientras se retiraba de su cuarto, dejando a una francesa llena de furia y vergüenza por ella misma, si no podía si quiera conquistar a un estúpido chico de catorce años ¿como haría con los mayores?

Aún no entendía a Niall ¿Que de ella le daba asco? ¿Era su nariz? ¿Sus labios? ¿Sus ojos? Tal vez y no le gustaban las morochas, pero, ella era perfecta. Rubia o no. Nunca daría asco a un hombre. Bueno, pues, si le había dado asco a Niall ¡MALDITO IRLANDÉS DEL CARAJO! Colette caminaba a paso lento, con un vaivén de caderas. Sus piernas largas llamaban la atención. Su culo. Dios, bendito culo. ¡Maldito culo! Sus senos, sus labios. Era el pecado en persona. Y Horan lo había notado desde que la familia Molyneux se había mudado al lado de su casa.

Niall Horan, un aspirante a artista, había dibujado a cientos de personas, pero la única persona capaz de dibujar sin mirarla era la Colette, dulce y tierna Colette. Desde que Colette había alcanzado la etapa de la "pubertad" todo de ella se había vuelto endemoniadamente atractivo. Recordaba aquella vez que le había mentido. Cuando le dijo que ella provocaba asco en todo su cuerpo. ¡Que mentira mas grande! Y que Dios lo perdonara. Pero, no queria consentir a Colette; sabía muy bien que si admitia sentir una gran atraccion hacia su francesita. Se convertiría en uno de sus tantos juguetes de colección, y luego se empolvaría, y lo olvidaría, para luego botarlo en la basura, como lo hacía con todos. Y sabía que no era bueno ser su títere. ¿Como sabia aquello? Colette era como uno de los sirvientes del demonio. Tratando mal a cualquiera.

- Hey, idiota, ¿perdiste tu mapa de Dora? -Se burlo, Molyneux, de una pequeña niña de primer curso, nueva, que no encontraba el camino hasta su casillero. Todos se rieron junto a ella. Pobre. Niall sabia todo. Cuando Colette se emborracho, fue el momento perfecto para entrevistar a uno de los sirvientes del de "abajo".

- Yo no quería esto ¿sabes, Niall? -Dijo su pequeña francesa, mientras acariciaba el pecho del irlandés.- Yo solo quería ser hermosa, y mira como tengo que pagarlo. -Él no comprendía nada.

- ¿A que te refieres, Colette? -Pregunto, acariciando su cabello.

- Quiero librarme de el ¿como lo hago? -Él se confundió aún mas. ¿A quien se estaba refiriendo?

- ¿De quien, pequeña? -Le pregunto, una vez más, con otras palabras.

- Del diablo. -Termino por confesarle, dejando a Niall perplejo. - He vendido mi alma al diablo, solo por ser mas hermosa, y ahora, soy una niña mala. Él me castigara algún día por comportarme mal.

Colette le sonrió a Niall, mostrando su dentadura blanca y reluciente. Sus ojos mostraban lo que en verdad sentía. Quería libertad. Y el se la daría, fuera como fuera. Colette había vivido años, siendo una niña mala. Viviendo a costa del demonio. Nunca había rezado, nunca había asistido a la iglesia. No se confesaba. Sus pecados estaban acumulados. Tenia miedo ¿Que se suponía que sucedería si entraba a una iglesia a pedir perdón? No deseaba ir con un exorcista. Sus padres la tomarían por loca. No deseaba aquello. Niall la tomaría por loca. No deseaba eso.

Las noches pasaban velozmente. ¿Cuando seria luna llena? ¡Niall quería que lo fuera! Tenía que acabar con todo los pecados que su pequeña muñeca había echo. Adulterio. Robo. Nunca profeso amor al prójimo. Envidia y lujuria. Soberbia y avaricia. Ira. Nunca honro a sus padres. Consitio pensamientos y deseos impuros. Mato, no con una daga ni algo que se le pareciera. Sino con palabras. Mato cada una de las almas de aquellas jóvenes tratando de ser aceptadas, solamente por ella. Cometió actos impuros. Mintió, las mentiras eran parte de su encanto. Había desobedecido cada uno de los mandamientos de Dios y el santo cielo. Se había burlando de la muerte, una y otra vez. Había sido una niña mala por mucho tiempo, pero eso acabaría, en un dos por tres. La noche de luna llena era ahora. Niall había invitado a Colette a una vieja casa abandonada, supuestamente, se acostaría con ella. Eso la excito bastante. Él esperaba allí, con una daga de plata escondida en su sudadera. Pudo oír la puerta abrirse. Una figura de mujer entro a la casa, silenciosamente, y de forma peligrosa, se acerco al rubio. Murmuro palabras que no pudo entender. Empezó a besar su cuello, su sien. Sus labios. Malditos labios los que tenia Colette. ¡La amaba! Pero, esto era por su bien ¿no? Había leído en internet que matar a la persona poseída por el diablo con una daga de plata, arreglaría todo. Saco la daga, y Colette sin percatarse, fue asesinada. Miro su vientre, y luego los ojos de su amado.

- Puede que no me des asco, puede que te ame. Lo hago, yo te amo. Pero has sido malvada, francesita. Has sido una niña mala por mucho tiempo, y no permitiré que sigas cometiendo pecados. -La miro.- Te amo, pero es hora que tu aprendes a amar desde otro sitio, maldita. -Y fue así, como Colette Molyneux, murió entre los brazos de su Romeo. Niall había planificado todo. Él, la encontró, muerta en la casa abandonada, se había suicidado. La historia perfecta, para la niña perfecta.

Tres meses mas tarde...

Niall sonreía, mientras pasaba la pelota de fútbol americano hacia uno de sus compañeros. Dio unos pasos hacia atrás, hasta tropezarse. Se volteo y fijo su mirada en aquellos hermosos labios rojos, como la sangre. La observo de arriba, hacia abajo. Maldita chica. Si que estaba para comérsela entera. Su cabello azabache, negro como la noche, contrastaba con su piel blanca como la nieve. Sus rasgos delicados y finos. Inocentes y dulces, mostraban a una persona real.

- Y dime, Niall. Cuéntame de nuevo como fue que me asesinaste. -Murmuro, mientras una sonrisa maliciosa se dibujaba en sus labios. Fijo su mirada en sus ojos. Iguales a los de Colette. Se alejo de ella poco a poco. y ¡PUM! No mas Niall Horan.