"Cambiaste mi crudo invierno"

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Capítulo nueve: “La fiesta de disfraces”

A un día de la esperadísima fiesta, en las últimas semanas no ha pasado nada nuevo… Han sido como una rutina. Ciertamente me aburrí muchísimo, pero por ahora lo único que falta es elegir el disfraz. Sinceramente me felicitó por aguantar la convivencia con Skandar, “mi sirviente oficial”. No puedo negar que me divertí mucho con el ver las caras y gestos que hacía, fue algo con lo que pude sobrellevar el gran aburrimiento y fastidio… Aunque, bueno también hubo discusiones, en la última, me atreví a dejarlo afuera, mientras llovía y hacía un frío terrible…. Algo que él ignora, es que que independientemente si hubiera aceptado el trato o no, yo no hubiera dicho nada. La verdad es que no me arrepiento, pero creo que ya fue suficiente, dejare eso del sirviente hasta el día de la fiesta de disfraces. Luego me reiría en su cara. Entonces ahí, se consumaría mi venganza. Pero si el tarado intenta hacer algo, no pensare mas de dos veces vengarme nuevamente de él, en ese caso, no serían cosas tan infantiles, pensaría una buena venganza.
Pero basta ya de pensar en venganzas. Tengo que dormir, es media noche, y mañana el día será más agotador…
El repiqueteo de las gotas de lluvia en la ventana, han hecho que yo habrá los ojos. Parpadee un par de veces, después suspire. 31 de Octubre, día de la fiesta… Después de unos minutos en los cuales me vestí –Un abrigo largo en color gris, con un jeans obscuro.-

Baje a desayunar… Solo estaba Skandar.
-Buenos días sirviente. –dije-
El no contesto, entonces llego Albert
-Buenos días muchachos. –dijo-
-Buenos días abuelo. –respondí.-
-Hola Abuelo. –dijo Skandar.-
-Y, ¿ya tienen sus disfraces?
-No. –Dijimos Skandar y yo, al unísono-
-Pero pienso comprarlo terminando de desayunar. –Continuo Skandar.-
-Igualmente yo. –dije-
-Que bien, así irán juntos.
-Eh… bueno… -dije, pero fui interrumpida por Albert.-
-No, nada, vayan juntos… que Roger los lleve.
Al terminar de desayunar Skandar y yo, nos alistamos para salir, cuando íbamos pasando por la puerta dijo:
-Genial, bravo inteligente, has arruinado mis planes.
-Cállate sirviente. Es más, ve tu solo, yo me quedaré aquí a platicar amenamente con el abuelo… Ojala no cometa una indiscreción.
-Esta bien. –dijo-
Y subimos a una camioneta color arena, del año. El camino fue en silencio. Después bajamos a ver los disfraces, en una tienda grande, había disfraces de muchos tipos, no veía por ningún lado los venecianos. Pregunte y me llevaron a un pasillo lleno de ellos, había muchos vestidos de muchos colores. Pero ciertamente ninguno me gustaba. Cuando estaba por dándome por vencida, vi un vestido blanco aperlado con detalles dorados, eso lo hacía elegante. Decidí probármelo. Me gusto. Me dirigí a caja para pagarlo. Después recordé que olvidaba algo: El antifaz. En el mostrador vi muchos, pero uno en especial atrajo mi atención:

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Quedaba muy bien con el vestido, así que también lo compre, era lo que estaba buscando, los demás antifaces eran más exagerados y saturados de plumas.
Después salí de la tienda, y ahí me encontré con Skandar.
-¿Terminaste? –dijo-
-Si, ¿y tu? –respondí-
-También.
-Bueno, pues entonces vámonos. –dije-
Y regresamos al auto. Llegamos a casa, el banquete, lo arreglos, todo estaba llegando en ese instante. Albert los estaba recibiendo, después nos pidió que nos encargáramos de todo, y así lo hicimos. Lugo de unas horas terminamos. Subimos a descansar cada quien a su habitación. Faltaban tres horas para la fiesta, que empezaba a las nueve en punto. A las ocho, decidí darme una ducha, tardé treinta minutos en hacerlo, me coloque una ropa sencilla, luego salí para llamar a Maggie, quería pedirle me ayudara a vestirme. En eso salió Skandar.
-¿Qué haces? –Dijo al escuchar mis gritos.-
-No te importa. Bueno si, llama a Maggie.
-No, ya me canse, ya me harte, no hare más lo que me digas. ¡Ya basta! –dijo-
- ¡Vaya! Hasta que decidiste hablar… Skandar, eres un tonto… Si hubieras seguido o no el trato, yo no hubiera dicho nada a Albert. No soy una bocona, a menos que se trate de algo serio e importante. Pero eso te pasa por imbécil.
-Como te lo he dicho, ¡Me las vas a pagar!
-¡Hay que miedo! –Dije riendo, en ese momento llego Maggie-
-¿Me llamaste Miranda? –dijo-
-Si, ¿podrías ayudarme a vestir? –le respondí-
-¡Claro! –Contesto ella-
Skandar rodo los ojos y se adentro en su habitación. Maggie y yo, entramos a la mía.
-Mira, este es el vestido. –dije mostrándoselo-
-Woow, es muy bonito… -dijo ella-
-Gracias. –Dije- Bueno iré a ponérmelo.
Entre a mi baño, me coloque el vestido, entonces salí. Maggie acomodo algunas arrugas que tenía el vestido en la parte inferior.
-Debe estar impecable. –dijo ella-
-Gracias –dije-
-Muy bien, ahora el antifaz.
-Aquí esta. –dije-
-Esta hermoso. Queda perfecto.
-Si, por eso lo elegí. –dije-
-Bueno, antes de ponértelo, ¿Cómo quieres peinarte?...
-No había pensado en eso… -dije-
-Mmmm… ¿tienes algún adorno? –pregunto ella-
Me detuve a pensar un minuto… si tenía uno, un broche:

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Fui hacia el cajón de mi buró y lo saque, después se lo mostré a Maggie.
-Es precioso. –Dijo ella.- Tengo una idea, siéntate, yo me encargaré del peinado.
Hice caso, me senté en una silla que tenía frente al espejo, Maggie tomo dos mechones de mi cabello, los unió y coloco el broche.
Toque mi cabeza, sentí el broche, los mechones estaban unidos de una forma magistral…
-Ha quedado genial. –dije-
-Si… Muy bien ahora el antifaz.
Ella tomo el antifaz, los listones que colgaban de las orillas, los ató alrededor de mi cabeza, y los cubrió con un poco de mi cabello.
-¡Lista!.. ¡Te ves tan bella! –Dijo Maggie-
-Gracias, Muchas gracias.
-De nada. Ahora si es hora de que bajes, son las 9:40 pm. Es tarde. Ya todos los invitados están abajo.
Y así lo hice… Iba bajando por el vestíbulo. Había, unas cuantas personas disfrazadas. Me dirigí al salón de fiestas, y había muchas personas, todas ellas cubriendo su identidad con un antifaz. Cuando di los primeros pasos, sentí varias miradas sobre mí. No sabía que hacer. Sin embargo seguí avanzando, hasta que el abuelo dijo unas palabras. –Sabía que era él por qué no portaba antifaz-
-Bienvenidos sean todos ustedes, me da gusto que hayan asistido a esta fiesta que mis nietos, Skandar y Miranda, planearon con tanta dedicación. Estamos celebrando dos cosas: El cierre de un negocio bastante exitoso que realice, y por supuesto, la llegada de mi bella nieta. Miranda, donde quiera que estés, esta fiesta también va en tu honor…. Y para finalizar, no me queda más que decir, ¡Diviértanse mucho!.... –Después se fue con un grupo de amigos, y se coloco su antifaz-
Me quede parada, en un punto del inmenso salón de fiestas iluminado por las relucientes luces de los candeleros. Varios minutos pasaron.
-¿No sabe que hacer señorita? –Dijo de repente una voz masculina detrás de mí.-
Me giré para mirarle, unas intensas pupilas color azul, me miraban con atención.
-Ciertamente no. –respondí.-
-Yo tampoco. –Dijo riendo- Bueno, ya que los dos no sabemos que hacer, me preguntaba si me concederías esta pieza.
-Esta bien. –dije-
Y fuimos hacia la pista, había muchas parejas, de jóvenes en su mayoría…
-Y bien, ¿Cómo te llamas? –me pregunto, mientras tomaba mi mano, para comenzar a bailar-
-M… Margaret, me llamo Margaret. ¿Y tú?... -Por supuesto no iba a decirle mi nombre.-
-Me llamo Max.
-Mucho gusto. –dije-
-Igualmente Margaret.
Y guardamos silencio por unos minutos. Después iniciamos una amena conversación, que terminó, a causa de que habría cambio de parejas. El chico estaba lleno de jovialidad y alegría, tanto que hasta me contagio un poco.
-Fue un placer Margaret. –dijo el-
-Lo mismo digo Max. –Después, cambiamos con la pareja que bailaba a un lado de nosotros. Esta vez el chico tenía el iris de los ojos color marrón.-
-Buenas noches… -dijo este-
-Buenas noches. –respondí-
-Y bien, señorita, ¿Cuál es su nombre? –dijo-
-¿Mi nombre?, ¿Y como para que quiere saberlo?... –interrogue-
-Curiosidad. Más bien quiero conocer el nombre de la hermosa señorita con la que bailo, dueña de este bello par de pupilas. –respondió-
-¡Cuanta galanura! Muy bien, mi nombre es Antoniette. –Me imagino que supo que ese no era mi nombre.-
-Bello nombre. –dijo-
-¿Y cual es el suyo, caballero? –Dije mientras bailábamos al son de la música, él tomaba mi cintura y yo su hombro.-
-Luis XVI. –Dijo con una amplia sonrisa.-
Yo reí al escuchar aquello.
-No lo decía por eso. –comente. Pues supongo que se imagino a Antoniette de Austria, ya que ella y Luis XVI, fueron famosos reyes de Francia. Pero me dejo en claro que no se creyó el nombre. Sin embargo tampoco insistió en saber el verdadero.-
Bailamos y bailamos, como si nos conociéramos de siempre. Este chico era especial, tenía una personalidad seria, pero también simpática. Debo admitir que me agrado mucho, fue excepcional estar acompañada de él.
-¿Vamos afuera? –dijo el-
-Si, claro. Hace un poco de calor, y hay mucha gente, creo que necesito aire fresco. –Dije-
-Muy bien, vamos.
Y salimos del salón, “Luis XVI”… no soltaba mi mano, yo no hice el intento de zafarme, este chico hacía que no me quisiera separar de él ni un segundo. Salimos hacía el jardín de la casa, el que yo siempre miraba desde mi ventana.
-Antoniette, quiero decirte algo. –dijo el-
-Claro, dime... te escucho.
-Me agradas. –dijo-
-Tu a mi también. –dije seria-
-Y bien… me gustaría saber más de ti.
-¿De mi?... No, no lo creo. –No iba a decirle nada-
-¿Por qué?... –pregunto el-
-Bueno, me gustaría que fuera un misterio. –dije-
-Lo eres, eres un dulce misterio. –dijo el-
-Gracias.
-Esta bien, no insistiré, pero antes me gustaría hacer esto. –Al terminar de hablar, tomo mis mejillas y me beso. Yo simplemente me deje llevar. Fue un beso tierno, inolvidable, sus labios eran suaves y carnosos… el beso fue mágico. Después nos separamos. Entonces mire atentamente sus intensos y brillantes ojos color marrón, iluminados por la luz de la luna.
-Tus labios son tan suaves, son los de siempre recordar. –dije-
-Los tuyos, son los más dulces que he probado, son los de nunca olvidar. –Comento.-
-¿Sabes?... tengo que irme. Adiós. –Dije-
-No, no te…. –no lo deje terminar porque hui corriendo.-
Corrí veloz, con dirección hacia mi habitación, al llegar me encerré, y quite el antifaz… Al hacerlo me percate de que faltaba el broche, quizá se me cayo -pensé-