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El guardián- Nick y tu- Adaptacion

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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Dom 10 Jun 2012, 9:00 am

¡Hooooola! Me llamo Ana, aunque me gusta más Anna. pero bueno, no he venido aquí a hablar de mi nombre, sino para poner una novela que os va a encantar tantísimo como a mi! O eso espero...
Bueno, bienvenidas sois todas las que queráis leerla, y aquí os dejo información sobre la novela

Nombre: El guardián
Autor: Nicholas Sparks
Adaptación: Sí :)
Género: Romance y drama
Advertencias: Ninguna por el momento
Otra páginas: Es un libro, así que puede que esté en más páginas

Es una novela bastante larga, son 42 capítulos más prólogo y epílogo, pero os aseguro que merece la pena!
Os dejo el argumento, a ver que os parece:


______(TN) Barenson es, a sus veintinueve años, demasiado joven para olvidarse del amor. Su amado esposo murió en un trágico accidente cuatro años antes, haciéndole dos regalos antes de su muerte: un cachorro llamado Singer y la promesa de cuidarla para siempre. Ella sigue recordándole, pero siente que por fin ha llegado el momento de rehacer su vida. La pregunta es, ¿con quién?
Quizá con Richard Franklin, un hombre guapo y sofisticado que la trata como a una reina; o Nicholas Jonas, el mejor amigo de su difunto marido y un hombre sensato y cabal. La toma de una decisión deparará a ______(TN) momentos de felicidad que no había sentido en años. Pero una pesadilla asomará en su vida justo entonces: los celos la sumirán en una espiral de obsesión y muerte.












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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por Invitado Dom 10 Jun 2012, 10:24 am

PriiiimeraYFielLectora :study:
Siguela Pronto El guardián- Nick y tu- Adaptacion 1606340316
No Se Las Demas Pero A Mi Me ENCANTO!! El guardián- Nick y tu- Adaptacion 67591
Siguela pronto ;D
Un gusto Anna ;D..Soy Anny
:lol!:
Un gusto :D
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Lun 11 Jun 2012, 7:40 am

Nanny<3 escribió:
PriiiimeraYFielLectora :study:
Siguela Pronto El guardián- Nick y tu- Adaptacion 1606340316
No Se Las Demas Pero A Mi Me ENCANTO!! El guardián- Nick y tu- Adaptacion 67591
Siguela pronto ;D
Un gusto Anna ;D..Soy Anny
:lol!:
Un gusto :D

Bienvenida, Anny! Espero que te guste la novela, hoy subiré el primer capitulo :)
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Lun 11 Jun 2012, 2:00 pm

PRÓLOGO

Nochebuena de 1998.

Exactamente cuarenta días después de haber sostenido por última vez la mano de su marido, ______(TN) Barenson estaba sentada mirando por la ventana las tranquilas calles de Swansboro. Hacía frío; el cielo había estado encapotado durante una semana, y la lluvia golpeaba suavemente la ventana. Los árboles estaban desnudos y sus puntiagudas ramas se ensortijaban bajo el aire gélido como dedos artríticos.
Sabía que Jim hubiera querido que aquella noche escuchara música, y oía a Bing Crosby cantando Blanca Navidad de fondo. También había adornado el árbol por él, a pesar de que en el momento en que se había decidido los árboles que quedaban apostados en el exterior del supermercado, para que la gente se los llevara gratis, estaban secos y tenían poco follaje. Daba igual. Ni siquiera tras acabar de decorarlo logró reunir la energía suficiente para que le importara. Le había resultado difícil sentir algo desde que el tumor cerebral de Jim había acabado con su vida.
Con veinticinco años, era viuda y odiaba todo lo que esa palabra comportaba: cómo sonaba, qué daba a entender, cómo se movía su boca cuando la pronunciaba. La evitaba tanto como podía. Si la gente le preguntaba cómo estaba, simplemente se encogía de hombros. Pero a veces, sólo a veces, sentía la necesidad de responder. «¿Quieres saber cómo fue perder a mi marido?», quería preguntar. «Así: Jim está muerto, y ahora que se ha ido, también yo me siento como si estuviera muerta.» ¿Era esto, se preguntaba ______(TN), lo que la gente quería oír?
¿O querían tópicos? «Estaré bien. Es duro, pero saldré adelante. Gracias por preguntar.» Podía hacerse la valiente, creía, pero nunca lo había hecho. Era más fácil y más honesto limitarse a encogerse de hombros y no decir nada.
A fin de cuentas, no tenía la sensación de que fuera a estar bien. En la mayoría de ocasiones, no creía que pudiera acabar el día sin venirse abajo. Especialmente en noches como aquélla.
Bajo el resplandor de las luces del árbol de Navidad, ______(TN) apretó la mano contra la ventana y sintió la fría presión del cristal en su piel.
Mabel le había preguntado si quería cenar con ella aquella noche, pero ______(TN) había declinado la invitación. También Nicholas, Henry y Emma lo habían hecho, pero también había rechazado su ofrecimiento. Todos ellos lo entendieron. O, mejor dicho, simularon entenderlo, porque estaba claro que ninguno de ellos pensaba que ______(TN) hiciera bien quedándose sola. Y quizá tuvieran razón. Todo en la casa, todo lo que veía, olía y tocaba, le recordaba a Jim. Su ropa ocupaba la mitad del armario, su cuchilla de afeitar seguía junto a la jabonera en el baño, la suscripción a Sports Illustrated había llegado en el correo del día anterior. Todavía había dos botellas de Heineken, su cerveza preferida, en la nevera. Aquella misma noche, cuando ella las había visto en el estante, se había dicho: «Jim nunca va a bebérselas», había cerrado la puerta y se había apoyado en ella. Lloró en la cocina durante una hora.
La escena que se producía al otro lado de la ventana estaba desdibujada. Perdida en sus pensamientos, ______(TN) fue percibiendo gradualmente el débil sonido de una rama golpeando contra el muro. Los golpes eran persistentes, regulares. Poco después, se dio cuenta de que se había equivocado al considerarlo una rama.
Alguien estaba llamando a la puerta.
______(TN) se puso en pie, moviéndose letárgicamente. En la puerta, se detuvo para pasarse las manos por el cabello con la esperanza de recobrar la compostura. Si eran sus amigos que pasaban a ver cómo estaba, no quería que pensaran que necesitaba que se quedaran con ella un rato. Cuando abrió la puerta, sin embargo, se sorprendió al ver a un hombre joven con un impermeable amarillo. Sostenía en sus manos una caja grande envuelta en papel.
—¿Señora Barenson? —preguntó.
—¿Sí?
El desconocido dio un paso adelante dubitativamente.
—Debo hacerle entrega de esto. Mi padre dijo que era importante.
—¿Su padre?
—Quería asegurarse de que recibía esto esta noche.
—¿Lo conozco?
—No lo sé. Pero fue muy insistente. Es un regalo de alguien.
—¿De quién?
—Mi padre dijo que lo entendería en cuanto lo abriera. No lo sacuda. Y mantenga este lado hacia arriba.
El joven le puso la caja entre los brazos antes de que ella pudiera detenerle y se dio la vuelta para marcharse.
—Espere —dijo ______(TN)—. No entiendo...
El joven se volvió la cabeza para mirarla.
—Feliz Navidad —dijo.
______(TN) permaneció en el umbral, observando cómo el muchacho se subía a su camioneta. Después, de nuevo en el interior, dejó la caja en el suelo, delante del árbol, y se arrodilló junto a ella. Una rápida mirada confirmó la ausencia de una tarjeta y no había otras pistas acerca del remitente. Soltó la cinta, después alzó la tapa —que había sido envuelta independientemente—y se encontró mirando, sin palabras, su regalo.
Estaba cubierto de pelusa, era pequeñísimo, apenas unos centenares de gramos, y estaba sentado sobre las ancas en una esquina de la caja; el cachorro más feo que jamás había visto. Tenía la cabeza grande, desproporcionada con el resto del cuerpo. Gimoteando, la miró con un grumo de porquería en los ojos.
«Alguien —pensó ______(TN)—me ha comprado un cachorro. Un cachorro feísimo.»
En el interior de la caja, pegado con cinta, había un sobre. Al cogerlo, se dio cuenta de que reconocía la letra y se detuvo.
«No —pensó—, no puede ser...»
Había visto aquella letra en las cartas de amor que él le había mandado en sus aniversarios, en mensajes garabateados a toda prisa junto al teléfono, en papeles del trabajo que él apilaba en el escritorio.
______(TN) mantuvo el sobre frente a ella, leyendo su nombre una y otra vez. Después, con las manos temblorosas, sacó la carta. Sus ojos viajaron a las palabras escritas en la esquina superior izquierda.

Querida Jules,

Así era como Jim la llamaba, y ______(TN) cerró los ojos con la sensación de que su cuerpo, de repente, se estaba haciendo más pequeño. Se obligó a respirar hondo y empezó de nuevo.

Querida Jules,
Sé que si estás leyendo esta carta, yo ya he fallecido. No sé cuánto tiempo hace que me he ido, pero espero que hayas sido capaz de empezar a recuperarte. Sé que si yo estuviera en tu lugar, me sería difícil, pero ya sabes que yo siempre he creído que tú eras la más fuerte de los dos.
Te he comprado un perro, como puedes ver. Harold Kuphaldt era un amigo de mi padre, y ha estado criando grandes daneses desde que yo era un niño. Siempre quise uno cuando era un niño, pero como la casa era tan pequeña, mamá siempre decía que no. Son perros grandes, cierto, pero según Harold también son los más cariñosos del mundo. Espero que te guste.
Supongo que en el fondo siempre supe que no iba a lograrlo. Pero no quería pensar en ello porque sabía que tú no tenías a nadie que te ayudara a pasar por algo así. Una familia, quiero decir. Me rompía el corazón pensar que estarías sola. Como no sabía qué más podía hacer, hice que te trajeran este perro.
Si no te gusta, no tienes que quedártelo, por supuesto. Harold dijo que podías devolvérselo sin ningún problema. (Su número debe de estar por aquí.)
Espero que estés bien. Desde que me puse enfermo, no he dejado de preocuparme por eso. Te quiero, Jules, de verdad. Cuando entraste en mi vida me convertí en el tipo con más suerte del mundo. Me rompería el corazón que pensaras que nunca vas a ser feliz de nuevo. Así que por favor, haz esto por mí. Sé feliz de nuevo. Encuentra a alguien que te haga feliz. Quizá sea difícil, quizá creas que no es posible, pero me gustaría que lo intentaras. El mundo es un lugar mejor cuando sonríes.
Y no te preocupes. Desde dondequiera que esté, cuidaré de ti. Seré tu ángel guardián, cariño. Yo me encargaré de que estés bien.
Te quiero,
Jim

Entre lágrimas, ______(TN) echó un vistazo a través de la tapa de la caja y extendió los brazos. El cachorro se acurrucó en su mano. Lo sacó y se lo puso cerca de la cara. Era pequeño, y ______(TN) sentía cómo temblaban los huesos de sus costillas.
Era una cosa bien fea, pensó. Y crecería hasta tener el tamaño de un caballo pequeño. ¿Qué demonios iba a hacer con un perro como aquél?
¿Por qué, se preguntó, Jim no le había regalado un schnauzer miniatura con un bigotito gris o un cocker spaniel con los ojos tristes y redondos? ¿Algo razonable? ¿Algo bonito, que pudiera acurrucarse en su regazo de vez en cuando?
El cachorro, que era macho, empezó a lloriquear con un llanto agudo que crecía y decrecía como el eco del silbido de un tren lejano.
—Shh... No pasa nada —susurró ella—. No te voy a hacer daño...
______(TN) siguió hablándole al cachorro en voz baja, dejando que se acostumbrara a ella, acostumbrándose todavía a la idea de que Jim hubiera hecho aquello por ella. El cachorro siguió llorando, casi como si acompañara la melodía del equipo de música, y ______(TN) le rascó debajo de la barbilla.
—¿Estás cantando para mí? —le preguntó, sonriendo suavemente por vez primera—. Eso es lo que parece, ¿sabes?
Por un momento, el perro dejó de llorar y levantó los ojos hacia ella, sosteniendo su mirada. Entonces empezó a gimotear de nuevo, aunque esta vez no pareció tan asustado.
—Singer —susurró ella—. Creo que te llamaré Singer.
TeamJonas2
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Mar 12 Jun 2012, 7:49 am

Buenas tardes aquí y buenos días por allá, ¿como estáis? Bueno, yo no me voy a rendir y voy a seguir subiendo capítulos hasta que comenteis, que no me como a nadie, así que bienvenidas!
Aquí os dejo el primer capítulo, a ver qué pensáis!



TeamJonas2
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Mar 12 Jun 2012, 7:54 am

Capítulo 01
Cuatro años más tarde…

En los años posteriores a la muerte de Jim, ______(TN) Barenson había encontrado la manera para volver a vivir de nuevo. No había sido inmediatamente. Los primeros dos años después de su muerte habían sido difíciles y solitarios, pero el tiempo, finalmente, había obrado su magia sobre ______(TN), transformando su pérdida en algo más llevadero. A pesar de que amaba a Jim y sabía que una parte de ella siempre lo amaría, el dolor ya no era tan intenso como en el pasado. Recordaba sus lágrimas y el vacío absoluto en que se había convertido su vida después de su muerte, pero ya había dejado atrás aquel vertiginoso desconsuelo. Ahora, cuando pensaba en Jim, lo recordaba con una sonrisa, agradecida porque hubiera formado parte de su vida.
También estaba agradecida por Singer. Jim había acertado regalándole el perro. En cierto modo, Singer había hecho posible que saliera adelante.
Pero en ese momento, tendida en la cama una fresca mañana de primavera en Swansboro, Carolina del Norte, ______(TN) no estaba pensando en el maravilloso apoyo que Singer había sido durante los últimos cuatro años. En realidad, estaba maldiciendo mentalmente su existencia mientras respiraba entrecortadamente, pensando: «No puedo creer que vaya a morir así. Aplastada en mi cama por mi propio perro».
Con Singer despatarrado encima de ella, inmovilizándola contra el colchón, se imaginó sus labios tornándose azules a causa de la falta de oxígeno.
—Levántate, perro holgazán —dijo casi sin aliento—. Me estás matando.
Como roncaba ruidosamente, Singer no pudo oírla, y ______(TN) empezó a revolverse para tratar de hacerle salir de su sueño. Ahogándose bajo su peso, se sintió como si la hubieran envuelto en una sábana y lanzado a un lago al estilo de la mafia.
—Hablo en serio —dijo forcejeando—. No puedo respirar.
Finalmente, Singer levantó su pesada cabeza y parpadeó adormecido. «¿A qué viene todo este jaleo? —parecía estar preguntando—. ¿No ves que estoy intentando descansar?»
—¡Fuera de aquí! —bramó ______(TN).
Singer bostezó y apretó su frío hocico contra la mejilla de ella.
—Vale vale, buenos días —dijo jadeando—. Ahora largo de aquí.
Con aquello, finalmente, Singer dio un soplido y empezó a estirar las patas.
Aplastó varias partes del cuerpo de ______(TN) mientras se levantaba. Más arriba. Más arriba. Un momento después, erigiéndose sobre ella con apenas un pequeño rastro de baba en los labios, parecía un monstruo salido de una película de terror de bajo presupuesto. «Cielo santo —pensó ella—, es enorme.» Ya debería estar acostumbrada a él. Respiró profundamente y lo miró con el ceño fruncido.
—¿Acaso te he dicho que pudieras meterte en la cama conmigo? —le preguntó.
Por las noches, Singer acostumbraba a dormir en una esquina del dormitorio. Las dos últimas noches, sin embargo, se había subido a la cama con ella. O, para ser más precisos, encima de ella. «Perro loco.»
Singer bajó la cabeza y le lamió la cara.
—No, no estás perdonado —dijo, apartándole de un empujón—. Ni siquiera te molestes en intentar salirte con la tuya. Podrías haberme matado. Pesas casi el doble que yo, ¿sabes? Ahora sal de mi cama.
Singer gimió como un niño enfurruñado antes de bajar de un salto al suelo. ______(TN) se incorporó con dolor en las costillas y miró el reloj: «¿Ya?», pensó. ______(TN) y Singer se estiraron al mismo tiempo antes de que ella apartara las sábanas.
—Venga —dijo—. Te dejaré salir antes de meterme en la ducha. Pero no vayas a olisquear los cubos de basura de los vecinos otra vez. Me dejaron un mensaje bastante desagradable en el contestador.
Singer la miró.
—Ya lo sé, ya lo sé —dijo—. Sólo es basura. Pero a alguna gente le pica por ahí.
Singer salió del dormitorio y se dirigió hacia la puerta de entrada. ______(TN) le siguió desentumeciéndose los hombros y cerró los ojos sólo un momento. Gran error. Mientras salía del dormitorio, se golpeó los dedos del pie con el armario. El dolor ascendió desde los dedos hasta la pantorrilla. Después del grito instantáneo empezó a maldecir, combinando blasfemias con toda clase de maravillosas variantes. Saltando a la pata coja en su pijama de color rosa, estaba segura de que parecía una especie de conejito Duracell desquiciado. Singer se limitó a echarle una mirada que parecía decir: «¿Qué pasa ahora? Me has hecho levantar, acuérdate, así que en marcha. Tengo cosas que hacer fuera».
—¿No ves que me he hecho daño? —bramó ella.
Singer bostezó de nuevo y ______(TN) se frotó los dedos del pie mientras caminaba renqueando tras él.
—Gracias por venir en mi ayuda. No sirves de nada en caso de emergencia.
Un momento más tarde, después de pisar los doloridos dedos del pie de ______(TN) al cruzar la puerta —ella supo que lo había hecho a propósito—, Singer salió al exterior. En lugar de dirigirse hacia los cubos de basura, Singer se encaminó hacia las boscosas fincas vacías con que lindaba la casa por un lado. Ella lo observó mientras sacudía su inmensa cabeza de un lado a otro, como si quisiera asegurarse de que nadie había plantado ningún árbol ni ningún arbusto nuevos durante el día anterior. A todos los perros les gustaba marcar su territorio, pero Singer parecía creer que, de algún modo, si encontraba los lugares suficientes en los que aliviarse, sería ungido Rey Perro del Mundo. Al menos así la dejaba en paz un rato.
«Gracias a Dios por sus pequeños favores», pensó ______(TN). Durante los dos últimos días, Singer la había estado volviendo loca. La había seguido a todas partes y no se había permitido perderla de vista ni siquiera durante unos minutos, excepto cuando ella lo sacaba. ______(TN) no había podido retirar los platos sin tropezarse con él una docena de veces. Y fue incluso peor por la noche. La anterior había estado gruñendo durante una hora, aunque había tenido la consideración de intercalar, de vez en cuando, algún ladrido. Todo lo cual había llevado a ______(TN) a fantasear con la compra de una caseta de perro insonorizada o un rifle para elefantes.
No es que el comportamiento de Singer hubiera sido nunca... bueno, normal. Exceptuando el gesto que hacía para orinar, aquel perro siempre había actuado como si pensara que era humano. Se negaba a comer en un cuenco; nunca había necesitado una correa; y cuando ______(TN) miraba el televisor, él se encaramaba al sofá y se quedaba observando la pantalla. Y cuando ella le hablaba —en realidad, cuando alguien le hablaba—, Singer observaba atentamente, con la cabeza inclinada hacia un lado, como si estuviera siguiendo la conversación. Muchas veces, parecía entender lo que le decía. Le dijera lo que le dijese, por absurda que fuera la orden, Singer la cumplía. «¿Puedes ir a por mi monedero al dormitorio?» Singer salía trotando de la habitación con él al cabo de un momento. «¿Puedes apagar la luz del dormitorio?» Él se alzaba sobre las patas traseras y le daba al interruptor con el hocico. «Pon esta lata de sopa en la despensa.» La llevaba en la boca y la dejaba en el estante. Sin duda, otros perros estaban bien adiestrados, pero no como éste. Además, Singer no había necesitado adiestramiento. No un adiestramiento normal. ______(TN) sólo tenía que enseñarle una cosa una vez y ya estaba. A los demás les parecía extrañísimo, pero como aquello hacía que ______(TN) se sintiera una versión moderna del doctor Dolittle, le gustaba.
Aunque ello significara que le hablaba a su perro mediante frases completas, discutía con él y de vez en cuando le pedía consejo.
Pero bueno, se decía, tampoco era tan extraño, ¿no? Habían estado juntos desde que Jim había muerto, ellos dos solos, y Singer era casi siempre una excelente compañía.
Singer, sin embargo, había estado comportándose de un modo extraño desde que ______(TN) había empezado de nuevo a salir, y no le había gustado ninguno de los tipos que se habían apostado a la puerta en los últimos dos meses. ______(TN) ya se lo imaginaba.
Desde que era un cachorro, Singer tenía por costumbre gruñir a los hombres cuando los conocía. ______(TN) pensaba que Singer tenía un sexto sentido que le permitía distinguir a los buenos tipos de aquéllos a los que ella debía evitar, pero últimamente había cambiado de opinión. Ahora, no podía evitar pensar que el perro no era más que una versión grande y peluda de un novio celoso.
Aquello iba a ser un problema, decidió ______(TN). Iban a tener que hablar en serio. Singer no quería que ella estuviera sola, ¿verdad? No, claro que no. Quizá tardara un poco en acostumbrarse a la presencia de otra persona, pero acabaría comprendiéndolo. Cielos, con el tiempo probablemente se alegraría por ella. Pero cuál, se preguntó, ¿cuál era la mejor manera de explicárselo?
Se detuvo un instante, pensando en ello, antes de darse cuenta de las implicaciones de lo que estaba pensando.
¿Explicárselo? «Dios —pensó—. Me estoy volviendo loca.»
______(TN) se dirigió renqueando al baño para asearse antes de ir a trabajar, despojándose de su pijama mientras andaba. Parada ante el lavamanos, sonrió a su reflejo. «Mírame —pensó—, tengo veintinueve años y me estoy viniendo abajo.» Le dolían las costillas al respirar, los dedos del pie le palpitaban con fuerza, y el espejo, advirtió, no ayudaba demasiado. Durante el día, su cabello moreno era largo y liso, pero después de una noche en la cama parecía como si hubiera sido atacado por un montón de duendecillos de la almohada aficionados a gastar bromas con el peine. Lo tenía de punta y encrespado, «en estado de sitio», como Jim solía decir amablemente. El rímel se le había corrido por la mejilla. Tenía la punta de la nariz roja, y los ojos verdes hinchados a causa del polen primaveral. Pero una ducha ayudaría con todo eso, ¿no?
Bueno, quizá no con las alergias.
Abrió el botiquín y se tomó un Claritin antes de volver a mirar, como si esperara una mejora repentina.
Aj.
Después de todo, quizá no debiera esforzarse tanto en poner freno al interés de Bob. Hacía un año que le cortaba el pelo a Bob, o más bien lo que quedaba de él. Hacía dos meses, Bob había finalmente vencido sus temores y le había preguntado si quería salir con él. No era exactamente el hombre más atractivo del mundo —se estaba quedando calvo y tenía la cara redonda, los ojos demasiado juntos y una panza incipiente—, pero era soltero y tenía éxito, y ______(TN) no había salido con nadie desde la muerte de Jim. Se imaginó que sería una buena manera de volver al mundo de las citas. Se equivocaba. Había una razón por la que Bob estaba soltero. Bob no era sólo un completo fiasco por lo que respectaba a su aspecto, sino que se mostró tan aburrido durante la cita que incluso las personas que estaban en las mesas de su alrededor habían mirado a ______(TN) con pena. Su tema de conversación preferido durante la cita fue la contabilidad. No había mostrado interés en nada más: ni en ella, ni en la carta, ni en el tiempo, ni en los deportes, ni en el vestidito negro que ella llevaba. Sólo la contabilidad. Durante tres horas, ella había escuchado a Bob perorando sobre las deducciones detalladas, la distribución de las plusvalías, la depreciación y las refinanciaciones de la clase 401(k). Al final de la cena, cuando él se inclinó sobre la mesa y le confesó que «conocía a gente importante en el Ministerio de Hacienda», ______(TN) tenía los ojos tan vidriosos que a duras penas veía nada.
No hizo falta decir, por supuesto, que Bob se lo había pasado de maravilla. La había estado llamando tres veces a la semana desde entonces para preguntarle «si podían volver a salir para una segunda consultoría, ja, ja, ja». Era persistente, eso seguro. Fastidioso como el que más, pero persistente.
También estaba Ross, el segundo tipo con el que se citó. Ross el doctor. Ross el hombre atractivo. Ross el pervertido. Una cita con él era más que suficiente, muchas gracias.
Y no había que olvidar al bueno de Adam. Trabajaba para el condado, le dijo. Le gustaba su trabajo, le dijo. Era un tipo normal, le dijo.
Adam, descubrió, trabajaba en las alcantarillas.
No olía, no le crecían sustancias desconocidas bajo las uñas, su cabello no tenía un brillo grasiento, pero ______(TN) sabía que, mientras viviera, no se acostumbraría a la idea de que un día él podía plantarse ante su puerta con ese aspecto.
«Hemos tenido un accidente en la central, cariño. Disculpa que me presente de este modo.» Con solo pensarlo le daban escalofríos. Tampoco se imaginaba llevando su ropa a la lavandería después de algo así. Su relación estaba condenada desde el principio.
Justo cuando estaba empezando a preguntarse si ya no existía gente normal como Jim, justo cuando estaba empezando a preguntarse qué tenía ella que atrajera a los bichos raros como si llevara un letrero de neón que dijera «estoy disponible; no es imprescindible ser normal», apareció Richard.
Gran milagro: incluso después de su primera cita el domingo anterior, él seguía pareciendo... normal. Consultor de la empresa de ingeniería J. D. Blanchard de Cleveland —la empresa que estaba reparando el puente de la vía fluvial—, lo había conocido cuando fue a la peluquería para que le cortara el pelo. Durante su cita, le había abierto las puertas, había pedido por ella en el restaurante, y ni de lejos había intentado besarla al llevarla a casa. Y lo mejor de todo es que tenía un atractivo casi artístico, con las mejillas bien cinceladas, los ojos de color esmeralda, el cabello negro y bigote. Una vez la hubo dejado en casa, ella tuvo ganas de gritar «¡Aleluya! ¡He visto la luz!».
A Singer no le había causado tan buena impresión. Cuando ______(TN) se despidió de Richard, Singer hizo uno de sus numeritos de «Yo soy el jefe aquí» y aulló hasta que ______(TN) abrió la puerta de entrada.
—Oh, ya basta —dijo—. No seas tan duro con él.
Singer obedeció, pero se retiró al dormitorio y se pasó el resto de la noche haciendo mohines.
«Si mi perro fuera sólo un poquito más raro —pensó—, podríamos formar un dúo y trabajar en una feria ambulante junto al tipo que come bombillas. Aunque lo cierto es que tampoco mi vida ha sido exactamente normal.»
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Jue 14 Jun 2012, 5:28 am

______(TN) abrió el grifo y entró en la ducha intentando contener la oleada de recuerdos. ¿Qué significado tenía rememorar malos tiempos? Su madre, pensaba con frecuencia, se había sentido irrefrenablemente atraída por dos cosas: la bebida y los hombres nocivos. Ya una cosa sin la otra hubiera sido terrible, pero la combinación había sido insoportable para ______(TN). Su madre desechaba a sus novios del mismo modo que los niños desechan los pañuelos de papel, y algunos de ellos hicieron que ______(TN) lo pasara muy mal una vez alcanzó la adolescencia. El último había intentado ligársela, y cuando ______(TN) se lo había dicho a su madre, ésta, iracunda, borracha y hecha un mar de lágrimas, la había culpado a ella de habérsele insinuado. No fue mucho antes de que ______(TN) se encontrara sin hogar.
Vivir en la calle había sido espantoso, aunque sólo fuera durante los seis meses anteriores a la aparición de Jim. Casi todas las personas a las que conocía se drogaban o pedían limosna o robaban... o hacían cosas peores. Temerosa de convertirse en uno de los fugitivos medio chiflados que veía cada noche en los refugios y los portales de las casas, buscaba desesperadamente trabajos esporádicos que le permitieran comer y mantenerse alejada de aquel ambiente. Aceptaba cualquier trabajo que le ofrecieran, por nimio que fuera, y mantenía la cabeza gacha. La primera vez que vio a Jim en una cafetería de Daytona, estaba tomándose una taza de café con las últimas monedas que le quedaban. Jim la invitó a desayunar y mientras salía por la puerta le dijo que volvería a hacerlo al día siguiente si ella estaba allí. Hambrienta, ______(TN) volvió, y cuando le preguntó a Jim por qué lo hacía (daba por hecho que conocía sus razones y recordaba que se preparó para proferir una airada diatriba sobre los corruptores de menores y las penas de cárcel), Jim negó tener ningún interés deshonesto por ella. Y al final de la semana, cuando él se disponía a regresar a su casa, le hizo una proposición: si se trasladaba a Swansboro, Carolina del Norte, la ayudaría a conseguir un empleo a tiempo completo y un lugar en el que vivir.
Ella recordaba que lo miró como si tuviera monos en la cara.
Pero un mes más tarde, consciente de que no tenía en su agenda demasiados compromisos, se presentó en Swansboro pensando, al bajar del autobús: «¿Qué diablos estoy haciendo en este pueblo en medio de ninguna parte?». En cualquier caso, fue a ver a Jim, que —a pesar del persistente escepticismo de ______(TN)—la llevó a la peluquería para que conociera a su tía Mabel. Y al cabo de no mucho se encontró barriendo suelos a tanto la hora y viviendo en una habitación que había sobre la peluquería.
Al principio, ______(TN) se sintió aliviada por la aparente falta de interés de Jim. Después curiosa. Después irritada. Finalmente, tras tropezar repetidamente con Jim y soltar lo que a ella le parecían indirectas bastante descaradas, perdió los nervios y le preguntó a Mabel si creía que Jim no la encontraba atractiva. Sólo entonces él pareció entender el mensaje. Salieron una vez, y después otra, y las hormonas ya bullían después de un mes juntos. El amor verdadero vino poco tiempo después. Jim le pidió que se casara con él; recorrieron el pasillo de la iglesia en la que Jim había sido bautizado y ______(TN) se pasó los primeros años de su matrimonio dibujando caras sonrientes cada vez que hacía garabatos mientras hablaba por teléfono. ¿Qué más, se decía cuando pensaba en su vida, se podía desear?
Mucho más, descubrió pronto. Unas semanas después de su cuarto aniversario de boda, Jim tuvo un desvanecimiento tras salir de la iglesia y fue llevado con carácter de urgencia al hospital.
Dos años más tarde, el tumor cerebral acabó con su vida, y con veinticinco años ______(TN) se encontró empezando de cero otra vez. Añádase a eso la inesperada aparición de Singer, y ya había llegado a un punto de su vida en el que nada podía sorprenderla.
Ahora pensaba que lo que importaba eran las pequeñas cosas de la vida. Si los grandes momentos del pasado eran los que marcaban el tono, los acontecimientos de la vida cotidiana eran los que definían quién era ella. Mabel, que Dios la bendijera, había sido un ángel. Había ayudado a ______(TN) a sacarse el título de peluquera y a ganarse la vida, si no con grandes lujos, al menos decentemente. Henry y Emma, dos buenos amigos de Jim, no sólo la habían ayudado a integrarse en la ciudad cuando llegó, sino que habían mantenido su amistad después del fallecimiento de Jim. Y después estaba Nicholas, el hermano menor de Henry y el mejor amigo de Jim en la adolescencia. En la ducha, ______(TN) sonrió. Nicholas.
He aquí un tipo que algún día haría feliz a una mujer, aunque a veces pareciera un poco perdido.
Unos cuantos minutos más tarde, ______(TN) se cepilló los dientes y el cabello, se maquilló un poco y se vistió. Como el coche estaba en la peluquería, tendría que ir andando al trabajo —estaba en la misma calle, a un kilómetro y medio—y se puso unos zapatos cómodos. Llamó a Singer mientras cerraba la puerta con llave y estuvo a punto de no ver lo que habían dejado allí para ella.
Por el rabillo del ojo vio una tarjeta metida entre el buzón y la tapa, junto a la puerta de entrada.
Curiosa, ______(TN) la abrió en el porche mientras Singer surgía del bosque y trotaba hacia ella.

Querida ______(TN),
El sábado lo pasé maravillosamente bien. No puedo dejar de pensar en ti.
Richard

Así que aquélla era la razón por la que Singer había perdido la chaveta la noche anterior.
—Mira —dijo, sosteniendo la tarjeta para que Singer la viera—. Te dije que era un hombre agradable.
Singer se dio la vuelta.
—No hagas eso. Podrías admitir que estabas equivocado. Me parece que estás celoso.
Singer se acurrucó contra ella. —¿Es eso? ¿Estás celoso?
A diferencia de lo que pasaba con otros perros, ______(TN) no tenía que ponerse de cuclillas para acariciarle el lomo con la mano. Singer era más alto que ella cuando entró en el instituto.
—No te pongas celoso, ¿vale? Alégrate por mí. Singer giró a su alrededor y levantó la mirada. —Y ahora, venga. Tenemos que ir andando porque Nicholas todavía está arreglando el Jeep.
Al oír el nombre de Nicholas, Singer movió la cola.
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Jue 14 Jun 2012, 5:30 am

Aqui os dejo otro capitulo! Aunque el principio de este capitulo no me gusta, Nicholas Jerry Jonas es fantastico -.-

Capítulo 02


Has letras de las canciones de Nicholas Jonas dejaban mucho que desear, y su voz no hacía que los ejecutivos de las discográficas le asediaran junto a la puerta de su casa en Swansboro. En cualquier caso, tocaba la guitarra y ensayaba cada día con la esperanza de que su gran oportunidad estuviera a la vuelta de la esquina. En diez años había trabajado con una docena de grupos distintos, oscilando entre el ruido con melena del rock de los ochenta y el country que hablaba de madres, trenes y camionetas. En el escenario, había llevado desde pantalones de cuero y boas constrictoras hasta perneras y un sombrero tejano, y aunque tocaba con un evidente entusiasmo y los miembros de la banda no podían evitar que les cayera bien, normalmente era despedido al cabo de unas semanas con la excusa de que, por alguna razón, aquello no funcionaba. Había sucedido suficientes veces como para que incluso Nicholas supiera que tal vez no tratara de una cuestión personal, aunque todavía no era capaz de reconocer que quizá él no fuera muy bueno.
Nicholas también llevaba un diario en el que, en su tiempo libre, escribía sus pensamientos con la intención de utilizar esas impresiones en una futura novela. Pero el proceso de escritura era mucho más difícil de lo que él había imaginado al principio. No es que no tuviera ideas, sino que tenía demasiadas ideas y no era capaz de decidir qué debía entrar y qué quedarse fuera de la historia. El año anterior había intentado escribir una novela de asesinatos ubicada en un crucero, al estilo de Agatha Christie, en la que había los doce sospechosos habituales. Pero el argumento, pensaba, todavía no era todo lo excitante que debiera, así que intentó darle vida utilizando todas y cada una de las ideas que había tenido, incluyendo una cabeza nuclear escondida en San Francisco, un policía corrupto que había sido testigo del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, un terrorista irlandés, la mafia, un niño y su perro, una malvada empresa capitalista y un científico que viaja por el tiempo y escapa de la persecución del Sacro Imperio Romano. Al final, el prólogo se extendía un centenar de páginas y los sospechosos principales aún no habían aparecido. No hace falta decir que no pasó de allí.
Tiempo atrás también había intentado dibujar, pintar, trabajar con cristal tintado, la cerámica, la madera tallada y el macramé, y de hecho había ensamblado algunas obras de arte abstracto en un arrebato de inspiración que le había hecho ausentarse del trabajo durante una semana. Soldó y ató con alambre viejas piezas de coche en tres inmensas y desequilibradas estructuras, y cuando acabó, se sentó en las escaleras de entrada a su casa y observó orgullosamente lo que había hecho, sabedor en el fondo de su corazón de que finalmente había encontrado su vocación. Dicha sensación duró una semana, hasta que el ayuntamiento aprobó una medida en contra de «la basura en los patios» en un pleno convocado con carácter de urgencia. Como muchas personas, Nicholas tenía el sueño y el deseo de ser artista, pero carecía del talento necesario.
Sin embargo, Nicholas podía arreglar casi cualquier cosa. Era un verdadero manitas, todo un príncipe azul cuando se hacían charcos debajo del fregadero de la cocina o cuando los contenedores de basura no funcionaban como Dios manda. Pero si era un buen manitas, era todo un Mago Merlín de nuestros días cuando se trataba de cualquier cosa con cuatro ruedas y un motor. Henry y él eran copropietarios del taller mecánico con más trabajo de la ciudad, y mientras Henry se hacía cargo del papeleo, Nicholas se encargaba del trabajo de verdad. Coches extranjeros o nacionales, Fords Escort de cuatro cilindros o Porsches 911 inyección, podía repararlos todos. Era capaz de escuchar un motor y oír los tintineos y chasquidos que los demás no detectaban, y descubrir qué andaba mal, normalmente en menos de un par de minutos. Conocía los colectores y las válvulas de entrada, los amortiguadores, las riostras y los pistones, los radiadores y la puesta a punto de los ejes, y podía montar de memoria el mecanismo de encendido de prácticamente todos los coches que entraban en su garaje. Podía reconstruir motores sin tener que consultar un manual. Las puntas de sus dedos estaban permanentemente manchadas de negro, y a pesar de que sabía que aquélla era una buena forma de ganarse el pan, a veces anhelaba coger una fracción de ese talento y aplicarla a otros aspectos de su vida.
La tradicional reputación entre las mujeres de los mecánicos y los músicos no había surtido efecto en Nicholas. Había tenido dos novias serias en su vida, y como una de esas relaciones tuvo lugar en el instituto y la otra con Sarah había terminado hacía tres años, se podría afirmar que Nicholas no estaba buscando un compromiso a largo plazo, o ni siquiera un compromiso que pudiera ir más allá del verano. Incluso Nicholas pensaba en ello de vez en cuando, pero en aquella época, por mucho que deseara lo contrario, parecía como si la mayor parte de las citas que concertaba terminaran con un beso en la mejilla mientras la mujer le daba las gracias por ser tan buen amigo. A los treinta y cuatro años, Nicholas Jonas estaba muy versado en el tierno arte de abrazar fraternalmente a las mujeres mientras ellas lloraban en su hombro y le decían lo gilipollas que era su ex novio. No es que no fuera atractivo. Con el pelo marrón claro, los ojos azules y una sonrisa fácil, además de su figura esbelta, tenía un atractivo típicamente americano. Ni que las mujeres no disfrutaran de su compañía, porque sí lo hacían. Su falta de suerte tenía más que ver con el hecho de que las chicas que salían con Nicholas percibían que él, en realidad, no estaba buscando mantener una relación con ellas.
Su hermano, Henry, sabía por qué se sentían así, al igual que su cuñada, Emma. Mabel también conocía la razón, como prácticamente todas las personas que conocían a Nicholas Jonas.
Nicholas, como todos sabían, estaba enamorado de otra persona.


—Hey, ______(TN), espera.
Justo al llegar a las afueras del anticuado distrito comercial de Swansboro, ______(TN) se volvió al oír que Nicholas la llamaba. Singer levantó la mirada y ella asintió.
—Ve —dijo.
Singer salió al galope y se reunió con Nicholas a mitad de camino. Éste le acarició la cabeza y el lomo mientras caminaban, y le rascó detrás de las orejas. Cuando Nicholas dejó de mover la mano, Singer meneó la cabeza arriba y abajo, con ganas de más.
—Esto es todo por ahora, muchachote —dijo Nicholas—. Déjame hablar con ______(TN).
Un momento después llegó a donde estaba ______(TN) y Singer se sentó a su lado, todavía en busca de su mano.
—Hey, Nicholas —dijo ______(TN), sonriendo—. ¿Cómo va todo?
—Tirando. Sólo quería decirte que ya he terminado con tu Jeep.
—¿Qué le pasaba?
—El alternador.
Exactamente el problema que había diagnosticado el viernes cuando ella había dejado el coche, recordó ______(TN).
—¿Has tenido que cambiarlo?
—Sí. El tuyo estaba muerto. No ha sido gran cosa, el distribuidor lo tenía en existencias. También he arreglado la pérdida de aceite, por cierto. He tenido que cambiar un precinto cerca del filtro.
—¿Perdía aceite?
—¿No viste las manchas en la entrada de tu garaje?
—La verdad es que no. No debí de fijarme. Nicholas sonrió.
—Bueno, eso también está arreglado. ¿Quieres que vaya a por las llaves y te las traiga?
—No, pasaré a buscarlas después del trabajo. No necesito el coche hasta más tarde. Tengo citas todo el día; ya sabes cómo son los lunes. —Sonrió—. ¿Cómo te fue en el Clipper, por cierto? Siento no haber podido ir.
Nicholas se había pasado el fin de semana tocando rock duro con un grupo de chavales que no habían terminado el instituto y sólo soñaban con conocer tías, beber cerveza y llenar sus días con la MTV. Nicholas era al menos doce años mayor que cualquiera de ellos, y cuando la semana anterior le había enseñado a ______(TN) los pantalones anchos y la camiseta andrajosa que iba a ponerse para el concierto, ella había asentido y dicho:
—Oh, qué bonitos.
Lo cual significaba: «Vas a hacer un ridículo espantoso encima del escenario».
—Bueno, no están mal —dijo él.
—¿No están mal?
Se encogió de hombros.
—En realidad no es el tipo de música que me gusta.
Ella asintió. Por mucho que le gustara Nicholas, no le gustaba su voz. Singer, sin embargo, parecía adorarla. Siempre que Nicholas cantaba para sus amigos, Singer aullaba con él. Era opinión común que ambos estaban bastante igualados en su carrera hacia la fama.
—Bueno, ¿cuánto es por la reparación? —preguntó ella. Nicholas pareció considerar la pregunta mientras se rascaba la barbilla distraídamente.
—Con dos cortes de pelo basta.
—Venga. Déjame que esta vez te pague. Al menos por los recambios. Tengo dinero, ya lo sabes.
Durante el último año, el Jeep, un viejo modelo CJ7, había pasado por el taller tres veces. Nicholas, sin embargo, conseguía de algún modo que entre las visitas siguiera funcionando sin problemas.
—Ya me pagas —protestó Nicholas—. Aunque cada vez tengo menos pelo, todavía tengo que cortármelo de vez en cuando.
—Pero dos cortes de pelo no parecen un trato justo.
—No tardé ni una hora en arreglarlo. Y los recambios no me costaron demasiado; el tipo me debía un favor.
______(TN) levantó la barbilla suavemente.
—¿Sabe Henry que estás haciendo esto?
Nicholas abrió los brazos con aspecto inocente.
—Por supuesto que lo sabe. Soy su socio. Y además, fue idea suya.
Seguro, pensó ella.
—Bueno, gracias —dijo finalmente ______(TN)—. Te lo agradezco.
—Encantado. —Nicholas hizo una pausa. Quería hablar con ella un poco más, pero como no sabía exactamente qué hacer se volvió hacia Singer. Éste le estaba mirando fijamente, con la cabeza inclinada hacia un lado, como si le estuviera diciendo: «Venga, a por ella, Romeo. Ambos sabemos la verdadera razón por la que le hablas». Nicholas tragó saliva.
—Bueno, cómo te fue con... Hmmm...
Intentaba parecer lo más indiferente posible.
—¿Richard?
—Sí. Richard.
—Estuvo bien.
—Oh.
Nicholas asintió, sintiendo que en su frente se formaban gotitas de sudor. Se preguntó cómo podía hacer tanto calor a aquella hora tan temprana del día.
—Sí... Hmm... ¿Dónde fuisteis?
—A la Slocum House.
—Muy elegante para una primera cita —dijo Nicholas.
—Era o eso o Pizza Hut. Me dejó elegir.
Nicholas cambió el peso del cuerpo de una pierna a la otra, aguardando por si añadía algo más. No lo hizo.
Nada bueno, pensó Nicholas. Richard era totalmente distinto de Bob, el romántico fanático de los números. O de Ross, el maníaco sexual. O Adam, el de los intestinos de Swansboro. Con tipos como ésos como competencia, Nicholas pensaba que tenía bastantes posibilidades. ¿Pero Richard? ¿La Slocum House? ¿«Estuvo bien»?
—Así que... Lo pasasteis bien —preguntó.
—Sí. Nos divertimos.
¿Se divirtieron? ¿Cuánto? Aquello, pensó, no estaba nada bien, en absoluto.
—Me alegro —mintió, haciendo cuanto pudo para fingir entusiasmo.
______(TN) le cogió del brazo.
—No te preocupes, Nicholas. Ya sabes que a ti siempre te querré más, ¿verdad?
Nicholas se metió las manos en los bolsillos.
—Eso lo dices solamente porque te reparo el coche —dijo.
—No te infravalores —dijo ______(TN)—. Me ayudaste a arreglar el tejado.
—Y la lavadora.
Ella se inclinó y le dio un beso en la mejilla. Después le apretó el brazo.
—¿Qué puedo decir, Nicholas? Eres un buen tipo.


______(TN) sintió los ojos de Nicholas sobre ella al caminar hacia la peluquería, pero a diferencia de lo que sentía cuando algunos hombres se fijaban en ella, no le molestó en absoluto. Era un buen amigo, pensó, y rápidamente cambió de opinión. No, Nicholas era realmente un muy buen amigo, alguien a quien no dudaría en llamar en caso de emergencia; uno de esos amigos que le hacían la vida mucho más fácil en Swansboro simplemente porque sabía que siempre estaría allí para ella. Los amigos como él eran escasos, y por eso ella se sentía mal al ocultarle algunos de los aspectos privados de su vida, como su última cita.
______(TN) no había tenido agallas para entrar en detalles, porque Nicholas... Bueno, Nicholas no era exactamente un dechado de discreción a la hora de mostrar lo que sentía por ella, y no quería herir sus sentimientos. ¿Qué se suponía que debía haber dicho? «Comparado con mis otras citas, ¡Richard es genial! Claro que sí, ¡claro que volveré a salir con él!» ______(TN) sabía que Nicholas quería salir con ella, ya hacía un par de años que lo sabía. Pero sus sentimientos por Nicholas —además del hecho de que lo considerara su mejor amigo—eran complicados. ¿Cómo no iban a serlo? Jim y Nicholas habían sido grandes amigos desde la adolescencia, Nicholas había sido el padrino de su boda, y Nicholas fue la persona a la que ella acudió en busca de consuelo tras la muerte de Jim. Era más como un hermano, y no creía que pudiera darle a un interruptor y cambiar sus sentimientos.
Pero era más que eso. Como Jim y Nicholas eran amigos tan íntimos, como Nicholas había formado parte de las vidas de los dos, el mero hecho de imaginar una cita con él siempre la dejaba con una vaga sensación de traición. Si ella decidía salir con él ¿significaba eso que en el fondo siempre había deseado hacerlo? ¿Qué pensaría Jim de ello? ¿Y sería capaz ella de mirar a Nicholas sin pensar en Jim y en esos momentos del pasado en que estaban los tres juntos? No lo sabía. ¿Y qué pasaría si salían pero por alguna razón la cosa no funcionaba? Las cosas cambiarían entre ellos, y ella no podría soportar perderle como amigo. Era más fácil si todo seguía como estaba.
______(TN) sospechaba que Nicholas era consciente de todo aquello y que ésa era probablemente la razón por la que nunca la había invitado a salir, a pesar de que era obvio que deseaba hacerlo.
A veces, sin embargo —como el verano anterior, cuando estaban en la barca practicando esquí acuático con Henry y Emma—, ella tenía la sensación de que él estaba reuniendo valor para hacerlo, y Nicholas resultaba un poco cómico cuando esos impulsos se apoderaban de él. En lugar de comportarse como un tipo alegre y despreocupado —el primero en reírse de las bromas aunque fueran a su costa, el tipo al que le pedirías que fuera a por más cerveza a la tienda porque todo el mundo sabía que no le importaría—, Nicholas enmudecía de repente, como si creyera que su problema con ______(TN) se debía a que ella pensaba que no era suficientemente enigmático. En lugar de reírse de lo que los demás decían, parpadeaba o ponía los ojos en blanco o se miraba las uñas, y cuando él le sonrió aquella vez en la barca, pareció como si estuviera intentando decirle «Hey, nena, ¿por qué no nos largamos de aquí y nos divertimos de verdad?». Su hermano mayor, Henry, era implacable cuando Nicholas se ponía así. Al detectar el repentino cambio de actitud de su hermano, Henry le había preguntado si había comido demasiadas judías en el almuerzo, porque no tenía buen aspecto.
En ese momento, el amor propio de Nicholas se deshinchó.
______(TN) sonrió mientras pensaba en ello. Pobre Nicholas.
Al día siguiente ya había vuelto a ser el de siempre. Y a ______(TN) le gustaba más esa versión de Nicholas que cualquier otra. Los hombres que pensaban que las mujeres tenían suerte de tenerlos, los hombres que se hacían los duros y los impasibles, que buscaban peleas en los bares para mostrarle al mundo que no había quien les diera órdenes, la aburrían. Por otra parte, los tipos como Nicholas eran un buen partido, de eso estaba segura. Tenía tan buen corazón como aspecto; a ______(TN) le gustaba observar cómo los ojos se le arrugaban en el rabillo cuando sonreía, y adoraba los hoyuelos de sus mejillas. Había llegado a venerar la forma en que dejaba que las malas noticias se alejaran de él con sólo encogerse de hombros. A ella le gustaban los hombres que reían, y Nicholas se reía mucho.
Y a ella le gustaba mucho, muchísimo, el ruido que hacía al reírse.
Como siempre cuando empezaba a pensar en todo esto, oyó que una voz saltaba en su interior: «No lo hagas, Nicholas es tu amigo, tu mejor amigo, y no querrás echar a perder esa amistad, ¿verdad?».
Mientras ella reflexionaba sobre la cuestión, Singer empezó a empujarla suavemente, sacándola de sus pensamientos. El perro levantó la mirada.
—Sí, ve, gorrón —dijo ______(TN).
Singer se puso a trotar, pasó frente a la panadería y después dobló por la puerta abierta de la peluquería de Mabel. Allí había una galleta para él cada día.
—¿Cómo le fue la cita? —Henry estaba apoyado en el marco de la puerta junto a la cafetera y hablaba por encima del borde de un vaso de poliestireno.
—No se lo he preguntado —dijo Nicholas, con un tono que delataba que la respuesta era ridícula. Metió los pies en el mono y se lo subió por encima de los vaqueros.
—¿Por qué no se lo has preguntado?


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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por zai Jue 14 Jun 2012, 4:00 pm

Nueva lectora :study:
Me gusta mucho la nove :)
Ppobre Nick El guardián- Nick y tu- Adaptacion 3619577255
Siguela Pronto
!!!
zai
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Vie 15 Jun 2012, 5:42 am

zai♥️jonas escribió:Nueva lectora :study:
Me gusta mucho la nove :)
Ppobre Nick El guardián- Nick y tu- Adaptacion 3619577255
Siguela Pronto
!!!

Bieeenvenida :)
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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Vie 15 Jun 2012, 5:48 am

Sigue la novela, disfrutadla ;)


—No he pensado en ello.
—Hmmm —dijo Henry.
Con treinta y ocho años, Henry era cuatro mayor que Nicholas y, en muchos sentidos, su álter ego maduro. Henry era más alto y corpulento y se adentraba en la mediana edad con un perímetro de cintura que aumentaba al mismo ritmo que retrocedía su cabello. Hacía doce años que estaba casado con Emma, tenían tres hijas pequeñas y vivían en una casa en lugar de un piso. Su vida era un poco más estable. A diferencia de Nicholas, nunca había tenido sueños artísticos Je ninguna clase. En la universidad, Henry se había especializado en administración de empresas. Y como la mayor parte de hermanos mayores, no podía evitar la sensación de que tenía que cuidar de su hermano menor, asegurarse de que estaba bien, de que no estaba haciendo cosas de las que acabaría arrepintiéndose. Que este apoyo fraternal incluyera tomaduras de pelo, insultos y alguna que otra bronca para hacer que Nicholas volviera a poner los pies en el suelo podía parecerle cruel a alguien, pero ¿cómo si no iba a hacerlo? Henry sonrió. Alguien tenía que cuidarle.
Nicholas se había subido el mono manchado de grasa hasta la cintura.
—Sólo quería decirle que su coche ya estaba listo.
—¿Ya? Creía que habías dicho que perdía aceite.
—Así es.
—¿Y ya está arreglado?
—Sólo tardé unas horas.
—Hmm... —Henry asintió, pensando: «Si fueras un poquito más servicial, hermanito, te tomaría el pelo hasta el último mono».
En lugar de decir eso, Henry se aclaró la garganta.
—¿Qué has hecho este fin de semana? ¿Arreglar su coche?
—No sólo eso. También toqué en el Clipper, pero supongo que te has olvidado, ¿no?
Henry levantó las manos en señal de defensa.
—Ya sabes que yo soy más fan de Garth Brooks y Tim McGraw. No me gusta la música moderna. Y además, los padres de Emma vinieron a cenar.
—Ellos también habrían podido venir.
Henry se rió y estuvo a punto de verter su café.
—Sí, claro. ¿Me imaginas llevándolos al Clipper? Creen que la música que ponen en los ascensores está demasiado alta y que el rock es la forma que tiene Satanás de controlar vuestras mentes. Si fueran al Clipper, les saldría sangre de las orejas.
—Le diré a Emma que has dicho eso. —Estará de acuerdo conmigo —respondió—. Son palabras suyas, no mías. En cualquier caso, ¿qué tal fue? —Bien.
Henry asintió, perfectamente sabedor de qué quería decir aquello.
—Lo siento.
Nicholas se encogió de hombros y se subió la cremallera del mono.
—¿Cuánto le has cobrado a ______(TN) por la reparación de su coche esta vez? ¿Tres lápices y un sándwich?
—No.
—¿Una piruleta?
—Ja, ja.
—En serio. Tengo curiosidad.
—Lo normal.
Henry silbó.
—Menos mal que soy yo quien lleva la contabilidad aquí. Nicholas le dedicó una mirada impaciente.
—También tú le habrías hecho una rebaja.
—Claro que sí.
—¿Pues por qué insistes?
—Porque quiero saber cómo fue su cita.
—¿Qué tiene que ver lo que le cobré por arreglar su coche con su cita?
Henry sonrió.
—No estoy seguro, hermanito. ¿Tú qué crees?
—Creo que has bebido demasiado café esta mañana y que la cabeza no te funciona con claridad.
Henry se terminó su taza.
—¿Sabes? Probablemente tengas razón. Estoy seguro de que la cita de ______(TN) no te importa en absoluto.
—Eso es.
Henry cogió la cafetera y se sirvió otra taza.
—Entonces quizá tampoco te importe lo que piensa Mabel.
Nicholas levantó la mirada.
—¿Mabel?
Henry se añadió leche y azúcar despreocupadamente.
—Sí, Mabel. Los vio el sábado por la noche.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque hablé con ella ayer al salir de la iglesia y me lo dijo.
—¿En serio?
Henry le dio la espalda a Nicholas y se dirigió hacia la oficina, esbozando una sonrisa.
—Pero como me has dicho que no te importa, mejor lo dejo.
Henry sabía por experiencia que, mucho después de que él se hubiera sentado a su escritorio, Nicholas seguía estando junto a la puerta, inmóvil.

Capítulo 03

A pesar de que Andrea Radley se había sacado el título de esteticista hacía un año y de que llevaba nueve meses trabajando para Mabel, no era exactamente una empleada modelo. No sólo tenía tendencia a tomarse «días personales» sin avisar —normalmente sin molestarse en llamar—, sino que los días que conseguía llegar al trabajo raramente era puntual. Tampoco era especialmente hábil peinando y cortando el pelo, al menos según las instrucciones que sus clientes le daban. No importaba si los clientes llevaban una foto o le explicaban lenta y claramente qué era con exactitud lo que querían: Andrea le cortaba el pelo a todo el mundo de la misma forma. Pero no importaba. Andrea ya tenía casi el mismo número de clientes que ______(TN), aunque como era de esperar, todos ellos eran hombres.
Andrea tenía veintitrés años y era una rubia de piernas largas con un bronceado perpetuo que parecía propio de las playas de California y no de la pequeña población montañesa de Boone, en Carolina del Norte, donde había crecido. Prestaba una gran atención a su indumentaria: por mucho frío que hiciera, siempre se ponía minifalda para ir a la peluquería. En verano, añadía unos brevísimos tops descubiertos por la espalda; y en invierno, unas altas botas de piel. Llamaba a todos sus clientes «cariño», hacía caídas de ojos con sus pestañas realzadas por el rímel y mascaba chicles incesantemente. ______(TN) y Mabel solían reírse de las fantasiosas miradas que los hombres dedicaban al reflejo de Andrea en el espejo. Andrea, pensaban, podría haberle afeitado la cabeza a un cliente por error y a pesar de todo éste habría vuelto a por más.
A pesar de su aspecto externo, Andrea era un tanto inocente con los hombres. Creía que sabía lo que los hombres querían, y en buena medida estaba en lo cierto. Lo que Andrea no sabía era cómo retenerlos después. Nunca se le había ocurrido que su aspecto atraía a cierto tipo de hombres pero no a otros. No tenía ningún problema para conseguir citas con tipos tatuados que conducían Harley Davidsons, o con borrachos que andaban por el Clipper, o tipos en libertad condicional, pero nunca era capaz de conseguir una cita con hombres con un trabajo fijo. Al menos eso es lo que se decía cuando sentía compasión por sí misma. En realidad, a Andrea le pedían regularmente citas trabajadores responsables, pero ella parecía perder el interés en ellos rápidamente, y tardaba poco en olvidar incluso que le habían pedido para salir.
Durante los tres meses anteriores había salido con siete hombres distintos, treinta y un tatuajes, seis Harleys, dos quebrantos de la libertad condicional y cero empleos, y en ese momento sentía un poco de pena por sí misma. El sábado, ella había tenido que pagar la cena y la entrada del cine porque su acompañante no tenía dinero, pero ¿la había llamado él aquella mañana? No. Por supuesto que no. El no iba a llamarla. Sus acompañantes nunca la llamaban, a menos que necesitaran dinero o «se sintieran un poco solos», como muchos de ellos decían.
Pero Richard había llamado a la peluquería aquella mañana, preguntando por ______(TN).
Y lo que es peor, ______(TN) probablemente no tenía que invitarle a cenar para que lo hiciera. ¿Por qué, se preguntaba, se llevaba ______(TN) a todos los hombres que valían la pena? No porque vistiera bien. Casi siempre tenía un aspecto total y absolutamente anodino, con sus vaqueros y sus amplios jerséis y sus —seamos francos—horribles zapatos. No parecía esforzarse demasiado en realzar su figura, no se pintaba las uñas y no estaba en absoluto bronceada, excepto en verano, lo cual estaba al alcance de cualquiera. Así pues, ¿por qué a Richard le había gustado tanto ______(TN)? Ambas estaban allí la semana anterior, cuando Richard entró en la peluquería para cortarse el pelo, ambas estaban libres a la espera de otros clientes y ambas habían dicho hola a la vez. Pero Richard le había pedido a ______(TN) y no a ella que le cortara el pelo, y de alguna manera aquello había desembocado en una cita. Andrea frunció el ceño al pensarlo. ¡Ay!
Devuelta al presente por el gemido, Andrea miró el reflejo de su cliente en el espejo. Era un abogado de treinta y pocos años. Se estaba frotando la cabeza. Ella apartó las manos.
—¿Qué te pasa, cariño?
—Me has pinchado la cabeza con las tijeras.
—¿De verdad?
—Sí. Y me duele.
Andrea agitó las pestañas.
—Lo siento, cariño. No quería hacerte daño. No estarás enfadado conmigo, ¿verdad?
—No... Claro que no —dijo finalmente, haciendo un gesto con la mano. Volvió a mirarse al espejo y estudió el trabajo que Andrea le estaba haciendo—. ¿No crees que me has dejado el corte un poco asimétrico?
—¿Dónde?
—Aquí. —Se señaló con el dedo—. Me has dejado esta patilla demasiado corta.
Andrea parpadeó dos veces; después, lentamente, inclinó la cabeza hacia un lado y hacia el otro.
—Creo que el espejo está torcido.
—¿El espejo? —repitió él.
Ella le puso una mano en el hombro y sonrió.
—A mí me parece que estás muy guapo, cariño.
—¿De veras?
Al otro lado de la sala, cerca del escaparate, Mabel levantó la mirada de su revista. El hombre, advirtió, estaba a punto de derretirse. Mabel negó con la cabeza cuando Andrea empezó a cortar de nuevo. Al cabo de un momento, ya más tranquilo, el hombre se enderezó.
—Oye, tengo entradas para ver a Faith Hill en Raleigh dentro de un par de semanas —dijo—. Me estaba preguntando si te gustaría ir.
Por desgracia, los pensamientos de Andrea volvían a centrarse en Richard y ______(TN). Mabel le había dicho que habían ido a la Slocum House. ¡El Slocum House! Aunque nunca había estado allí, sabía que al Slocum House era un restaurante elegante, uno de esos lugares en los que había velas en la mesa. Y te colgaban el abrigo, si era necesario, en una habitación especialmente dedicada a ello. Y había manteles de tela, no esos baratos de plástico con cuadros rojos y blancos. Sus acompañantes nunca la habían llevado a un lugar como aquél. Probablemente ni siquiera sabían que existían lugares como aquél. —Lo siento, pero no puedo.
Conociendo a Richard (aunque, por supuesto, ella no conocía de nada a Richard), probablemente también le había mandado flores. Quizá incluso rosas. ¡Rosas rojas! Lo veía, mentalmente, con toda claridad. ¿Por qué ______(TN) se llevaba a todos los hombres que valían la pena?
—Oh —dijo el hombre.
El modo en que lo dijo hizo que Andrea regresara.
—¿Disculpa? —preguntó.
—Nada, sólo he dicho oh.
Andrea no tenía ni idea de lo que estaba hablando. En caso de duda, pensó, sonríe. Y lo hizo. Al cabo de un momento, el hombre empezó a derretirse de nuevo.
En la esquina, Mabel sofocó una carcajada.


Mabel vio que ______(TN) cruzaba la puerta un minuto después de que Singer entrara. Iba a decir hola cuando Andrea empezó a hablar en voz alta.
—Ha llamado Richard —dijo, sin tratar de ocultar su indignación. Estaba limándose sus uñas perfectamente arregladas con vigor, como si tratara de arrancarse un bicho de la punta de los dedos.
—¿De veras? —preguntó ______(TN)—. ¿Qué quería?
—No me he tomado la molestia de preguntárselo —le espetó Andrea—. No soy tu secretaria, ¿sabes?
Mabel negó con la cabeza para darle a entender a ______(TN) que no se preocupara.
A sus sesenta y tres años, Mabel era una de las mejores amigas de ______(TN), y el hecho de que fuera la tía de Jim no había influido en ello. Le había dado un trabajo y un hogar hacía once años y ______(TN) no iba a olvidarlo nunca, pero once años eran tiempo suficiente para saber que habría disfrutado de la compañía de Mabel aunque ninguna de esas cosas hubiera sucedido.
A ______(TN) no le importaba que Mabel fuera un poco excéntrica, por no decir algo peor. Durante el tiempo que llevaba allí, ______(TN) había descubierto que prácticamente todos los habitantes de la ciudad tenían algún que otro rasgo pintoresco. Pero Mabel era una excéntrica de tomo y lomo, especialmente en aquella pequeña y conservadora ciudad del sur, y no solamente porque tuviera un par de peculiaridades inofensivas. Era diferente del resto de sus conciudadanos, y ella, como todo el mundo, lo sabía. A pesar de que le habían pedido su mano en tres ocasiones, nunca se había casado, y sólo eso ya le vetaba el acceso a los varios clubes y grupos de amigos de su misma edad. Pero aunque se ignorara el resto de sus rarezas —que fuera a la peluquería en ciclomotor a menos que lloviera; fuera partidaria de las telas a topos y considerara sus objetos de colección relacionados con Elvis «obras de arte»—Mabel seguiría siendo considerada inequívocamente rara por algo que había hecho un cuarto de siglo atrás. A los treinta y seis años, después de vivir durante toda su vida en Swansboro, se fue sin comunicarle a nadie adónde iba y ni siquiera que se marchaba.
Durante los ocho años siguientes, mandó postales a su familia desde todos los rincones del mundo: Ayers Rock en Australia, el Kilimanjaro en África, los fiordos noruegos, el puerto de Hong Kong, Wawel en Polonia. Cuando finalmente regresó a Swansboro —apareciendo sin previo aviso, tal y como se había marchado—, volvió exactamente al lugar de donde había partido, se instaló en la misma casa y se puso a trabajar en la misma peluquería. Nadie supo por qué lo hizo ni de dónde sacó el dinero para viajar o para comprar la peluquería un año más tarde, y nunca respondía a las preguntas que le hacían. «Es un misterio», decía parpadeando, y esto no hacía sino aumentar los rumores que corrían en la ciudad de que el pasado de Mabel no sólo tenía alguna mácula, sino que, además, escondía algo.
A Mabel no le importaba lo que la gente pensara, y para ______(TN) eso era parte de su encanto. Mabel se vestía como quería, se relacionaba con quien quería y hacía lo que quería. En más de una ocasión, ______(TN) se había preguntado si las rarezas de Mabel eran reales o si solamente las simulaba para que la gente siguiera haciéndose preguntas sobre ella. En cualquier caso, a ______(TN) le gustaba todo de ella. Incluso su tendencia a ser indiscreta.
—¿Cómo te fue con Richard? —preguntó Mabel.
—Bueno, para serte sincera, estuve un poco preocupada por ti todo el rato —dijo ______(TN)—. Pensé que ibas a tener un esguince en el cuello si seguías estirándolo para oírnos.
—Oh, no te preocupes —dijo Mabel—. Un poco de Tylenol y al día siguiente ya me encontraba como nueva. Pero no cambies de tema. ¿Fue bien?
—Fue bien, si tenemos en cuenta que apenas le conocía.
—Desde donde yo estaba sentada, casi parecía que te conocía de alguna otra parte.
—¿Por qué dices eso?
—No lo sé. Su expresión, supongo, o quizá fuera la forma en que te miró fijamente durante toda la noche. Por un momento pensé que tenía los ojos atados a ti con una cuerda invisible.
—No sería tan evidente, ¿no?
—Querida, parecía un marinero de permiso mirando un espectáculo picante.
______(TN) se rió mientras se ponía su bata.
—Supongo que debo de haberlo encandilado.
—Supongo.
Algo en su tono hizo que ______(TN) levantara la mirada.
—¿Qué? ¿No te gustó?
—No he dicho eso. Ni siquiera lo conozco, ¿recuerdas? Yo estaba fuera cuando él vino a la peluquería, y no se puede decir que lo del sábado fuera una presentación. Estabas demasiado ocupada mirándole. —Mabel parpadeó—. Y además, yo soy en el fondo una vieja romántica. Mientras el hombre escuche y esté interesado en lo que dices, su aspecto no es tan importante.
—¿Te pareció que no era atractivo?
—Oh, ya me conoces, yo prefiero a los hombres que vienen a buscar a Andrea. Los brazos tatuados me parecen sexis. ______(TN) se rió.
—Que Andrea no te oiga decir eso. Se podría ofender.
—No, no se ofendería. A menos que le dibujara un retrato, no sabría de quién estamos hablando.
Justo entonces, la puerta se abrió y entró una mujer. La primera clienta del día para ______(TN). La de Mabel, también una mujer, la siguió un momento después.
—Así que... ¿Vas a salir con él de nuevo? —preguntó Mabel.
—No sé si me lo pedirá, pero si lo hace probablemente sí.
—¿Y quieres que lo haga?
—Sí —admitió—. Creo que sí.
Los ojos de Mabel centellearon.
—Bueno, ¿y qué va a decir el bueno de Bob? Le romperás el corazón.
—Si me llama de nuevo, quizá le diga que tú estás interesada.
—Oh, sí, por favor, necesito que alguien me ayude con mis impuestos. Por desgracia, sin embargo, quizá pensara que soy demasiado atrevida para él. —Se detuvo—. ¿Y cómo se lo ha tomado Nicholas?
Desde su silla junto al escaparate, Mabel los había visto hablando.
______(TN) se encogió de hombros. Sabía que se lo preguntaría. —Bien.
—Es un buen tipo, ya lo sabes. —Sí, lo es.
Mabel no insistió porque sabía que no serviría de nada. Ya lo había intentado otras veces sin lograr ningún resultado. Pero, para ella, era una pena que hasta entonces las cosas no hubieran funcionado entre ellos. Nicholas y ______(TN), pensaba, harían muy buena pareja. Y a pesar de lo que ellos opinaran, ella estaba segura de que a Jim no le habría importado lo más mínimo.
Y ella lo sabía. A fin de cuentas, era su tía.
Mientras el sol matinal alimentaba una ola de calor tempranero, la llave inglesa de Nicholas se quedó atascada en un tornillo de la parte interior del motor. Tratando de liberarla, tiró con demasiada fuerza y se cortó en el dorso de la mano. Después de desinfectar la herida y ponerse una venda, intentó por segunda vez liberar la llave con exactamente el mismo resultado. Maldiciendo en voz baja, se alejó frustrado del coche y se quedó mirándolo con una expresión de frialdad, como si tratara de intimidarlo para que hiciera lo que él quería. Durante toda la mañana había cometido un estúpido error tras otro en una reparación que sabía hacer con los ojos cerrados, y ahora ni siquiera era capaz de liberar la estúpida llave inglesa. No es que fuera totalmente culpa suya, por supuesto. Es más, pensó Nicholas, era culpa de ______(TN). ¿Cómo iba a concentrarse en su trabajo si no podía dejar de pensar en su cita con Richard?
Su cita había ido bien. Se habían divertido.
¿Qué era lo que había ido tan bien?, pensó. ¿Ya qué se refería con lo de que se habían divertido?
Sólo había una forma de descubrirlo, y él lo sabía, pero el mero hecho de pensarlo le aterrorizaba. Pero ¿qué otra opción tenía? No era que ______(TN) hubiera estado muy comunicativa con él, y tampoco podía acercarse a la peluquería y preguntarle a Mabel en persona, cuando ______(TN) no estuviera allí al lado. Eso convertía a Henry en su única opción.
Henry, el bueno de su hermano.
«Sí, claro que sí», pensó Nicholas.
Henry podría habérselo dicho antes, pero nooooo, había tenido que dejarle en ascuas. Henry sabía perfectamente qué estaba haciendo al dejar la conversación en suspenso. Quería que Nicholas fuera a pedirle la información de rodillas. Que se arrastrara. Lanzarle algunas pullas.
«Pero esta vez no, colega —decidió Nicholas—. Esta vez no.»
Nicholas se acercó de nuevo al coche y estiró el brazo para alcanzar la llave. Seguía atascada. Girando la cabeza por encima del hombro, se preguntó si utilizando un destornillador conseguiría hacer palanca y hacer saltar la llave. Decidió intentarlo, metió el destornillador, pero cuando éste estuvo donde tenía que estar, la voz de ______(TN) sonó de nuevo en su cabeza y se le escurrió.
«Estuvo bien —había dicho—. Nos divertimos.»
Cuando alargó el brazo para coger el destornillador, éste se deslizó un poco más abajo, repiqueteando como la bola de una máquina de pinball, y finalmente desapareció de su vista. Se inclinó hacia delante, y a pesar de que lo sabía todo de ese motor en concreto, no tenía ni idea de adonde había ido a parar.
Nicholas se quedó mirando, parpadeando de pura incredulidad.
«Genial —pensó—, genial. La llave está atrapada, el destornillador ha sido absorbido por un agujero negro mecánico y no soy capaz de hacer absolutamente nada con este coche. Llevo una hora trabajando, y si sigo así, voy a tener que hacerle un nuevo pedido a Blaine Sutter, el representante de la casa de herramientas Snapon.»
Tenía que hablar con Henry. Era la única forma que tenía de olvidarse de aquello. «Mierda.»
Nicholas fue a por un trapo y empezó a frotarse las manos mientras cruzaba el taller, odiando que las circunstancias le hubieran llevado a aquella situación e intentando imaginar cuál era la mejor forma de preguntárselo. El objetivo, pensó, era no dejar que Henry supiera por qué estaba tan interesado. Sería mejor si el tema salía a colación naturalmente; de lo contrario, Henry acabaría restregándoselo por las narices. Su hermano vivía para momentos como aquél. Probablemente se había pasado la mañana preparando sus pullas. Con gente como él, sólo se podía hacer una cosa: recurrir al sutil arte del engaño. Después de detenerse un momento para urdir su plan, Nicholas metió la cabeza en el despacho de Henry.
Henry estaba sentado en su atestado escritorio, realizando un pedido por teléfono. Delante de él había un paquete de pequeñas rosquillas junto a una lata de Pepsi. Henry siempre tenía un alijo de comida basura en su cajón para resarcirse de las comidas sanas que le preparaba Emma. Le dijo que entrara con un gesto, y Nicholas se sentó en la silla que había frente al escritorio mientras él colgaba.
—Era un comercial de Jacksonville —dijo Henry—. Van a tardar una semana más en tener el interruptor que necesitas para el Volvo. ¿Me recordarás que llame a Evelyn?
—Por supuesto —dijo Nicholas.
—¿Qué te preocupa, hermanito?
Obviamente, Henry ya sabía de qué quería hablar Nicholas. La expresión del rostro de su hermano decía a las claras de qué se trataba, y a pesar de que podría haberle dicho de buenas a primeras lo que Mabel le había contado, no lo hizo. Ver cómo Nicholas se retorcía de los nervios siempre le alegraba el resto del día.
—Bueno —dijo Nicholas—. He pensado...
Su voz se fue apagando.
—¿Sí? —preguntó Henry.
—Bueno, he pensado que quizá debería empezar a ir a la iglesia contigo y la familia de nuevo.
Henry se llevó el dedo índice a la barbilla, pensando: «Es una forma original de empezar. No te servirá de nada, pero no cabe duda de que es original».
—¿De veras? —dijo, ocultando una sonrisa.
—Bueno, sí. Hace tiempo que no voy, pero quizá me fuera bien.
Henry asintió.
—Hmmm... Puede que tengas razón. ¿Quieres que nos encontremos allí o quieres que te pasemos a buscar? Nicholas se revolvió en su asiento.
—Antes de que hablemos de eso, quería saber cómo es el nuevo reverendo. Quiero decir, ¿le gusta a la gente lo que dice en sus sermones? ¿Se habla de eso después de misa?
—A veces.
—Pero la gente habla. Después de la misa, quiero decir.
—Claro. Pero ya lo verás este domingo. Nosotros vamos a la misa de nueve.
—A las nueve. Muy bien. Perfecto. —Nicholas asintió e hizo una pausa—. Bueno, por ejemplo, ¿qué dijo la gente después de la misa del domingo pasado?
—Veamos... —Henry repiqueteó los dedos con una concentración fingida—. Ahora que lo pienso, hablé con Mabel.
Perfecto, pensó Nicholas, sonriendo para sus adentros. Tal y como había planeado. Soy un maestro del arte del engaño.
—¿Mabel? —preguntó.
Henry cogió una rosquilla. Dando un bocado, agitó la mano y se recostó en su silla, hablando mientras masticaba.
—Sí, normalmente ella va más temprano, pero supongo que llegó tarde. Hablamos un buen rato, y tío, me contó un montón de cosas interesantes. —Se paró un momento para elevar la mirada, empezó a contar los pequeños agujeros de las placas del techo para disimular, después balanceó su silla hacia delante, negando con la cabeza—. Pero seguramente no te interesa. Hablamos de la cita de ______(TN), y ya me has dicho que te da igual. Bueno, ¿te pasamos a buscar el domingo o no?
Nicholas se dio cuenta de que su plan se había esfumado y se quedó allí sentado, intentando recuperarse en vano.
—Ah... Bueno...
Henry le miró. Un reto refulgía en sus ojos.
—A menos, por supuesto, que hayas cambiado de opinión.
Nicholas palideció.
—Ah...
Henry rió. Se lo había pasado bien, y aunque le había encantado, supo que era el momento de parar.
—Dime una cosa —dijo, inclinándose hacia delante—. ¿Por qué sigues fingiendo que no quieres salir con ______(TN)?
Nicholas parpadeó.
—Sólo somos amigos —dijo, con una respuesta automática. Henry ignoró su respuesta.
—¿Es por Jim? —Como Nicholas no respondió, Henry dejó la rosquilla—. Hace ya tiempo que no está con nosotros. No es como si estuvieras tratando de robarle a su mujer.
—Entonces ¿por qué has estado actuando como si yo no debiera salir con ella? ¿Como este verano en la barca?
—Porque necesitaba tiempo, Nicholas. Tú lo sabes. El año pasado no estaba preparada para empezar a salir. Ni siquiera hace seis meses. Pero ahora sí lo está.
Sintiéndose en un aprieto, Nicholas no supo qué decir. Tampoco entendía cómo Henry podía saber tanto.
—No es fácil —respondió finalmente.
—Claro que no es fácil. ¿Crees que me fue fácil pedirle a Emma que saliera conmigo la primera vez? Había muchos hombres que querían salir con ella, pero me di cuenta de que lo Peor que podía pasar era que me dijera que no.
—Venga ya. Emma me dijo que ella ya se había fijado en ti antes de que tú le pidieras que saliera contigo. Estabais hechos el uno para el otro.
—Pero yo no lo sabía. No entonces. Lo único que sabía era que debía intentarlo.
Nicholas miró a Henry a los ojos.
—Pero ella no estaba casada con tu mejor amigo.
—No —dijo Henry—, no lo estaba. Pero por aquel entonces, tampoco éramos ya amigos como tú y ______(TN).
—Eso es precisamente lo que hace que sea tan difícil. ¿Qué pasaría si las cosas cambiaran entre nosotros?
—Ya están cambiando, hermanito.
—No.
—Claro que sí —dijo—. De no ser así no me habrías tenido que preguntar por su cita, ¿verdad? ______(TN) te lo habría dicho ella misma. Te habló de Bob, ¿no?
Nicholas no tenía una respuesta para eso, pero cuando salió del despacho un minuto más tarde supo que Henry tenía razón.


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El guardián- Nick y tu- Adaptacion Empty Re: El guardián- Nick y tu- Adaptacion

Mensaje por TeamJonas2 Sáb 16 Jun 2012, 5:09 pm

Sé que os estoy mimando mucho.. pero aquí os dejo otro cap;)

CAPÍTULO 04

Singer levantó la cabeza de la manta en cuanto Richard entró en la peluquería, y aunque gruñó, lo hizo veladamente, como si pensara que ______(TN) pudiera regañarle de nuevo.
—Hey, cariño. ¿Necesitas otro corte de pelo? —preguntó Andrea, sonriendo. Richard llevaba unos vaqueros y una camisa también vaquera con el botón del cuello desabrochado, de tal modo que dejaba a la vista el cabello rizado de su pecho. Y aquellos ojos—. Terminaré con esto en un par de minutos.
Richard negó con la cabeza.
—No, gracias —dijo—. ¿Está ______(TN)?
La sonrisa desapareció de la cara de Andrea. Hizo un globo de chicle y señaló con la cabeza la parte posterior de la peluquería.
—Sí, está allí —afirmó haciendo un mohín—. En la rebotica.
Mabel había oído el tintineo de la campanilla al abrirse la puerta y había salido de detrás de la mampara.
—Oh... Eres Richard, ¿no? ¿Cómo estás? —le preguntó.
Richard unió las manos delante de él. La reconoció de la otra noche en el restaurante y, a pesar de que su expresión parecía agradable, sabía que todavía lo estaba evaluando. En todas las pequeñas ciudades en las que había estado sucedía lo mismo.
—Bien, señora, gracias. ¿Y usted?
—Bien. ______(TN) saldrá en un minuto. Está colocando a una clienta bajo el secador, pero le diré que estás aquí.
—Gracias.
Aunque no se giró, Richard supo que Andrea todavía le estaba mirando. Una tía buena, eso es lo que la mayoría de la gente diría de ella, pero a él no le parecía nada del otro mundo. A su modo de ver, era una belleza forzada, como si pusiera demasiado empeño. Le gustaban las mujeres de aspecto natural, como ______(TN).
—¿Richard? —preguntó ______(TN) unos instantes después. Le sonrió, sorprendida de nuevo por su atractivo.
Singer se incorporó en la manta y estuvo a punto de seguir a ______(TN), pero ella levantó la mano para detenerle. Se mantuvo inmóvil y dejó de gruñir.
—Hey —respondió Richard—. Diría que se está acostumbrando a mi presencia, ¿verdad?
______(TN) miró a Singer.
—¿Él? Oh, hemos estado charlando. Creo que ahora está mejor.
—¿Charlando?
—Se pone celoso.
—¿Celoso?
______(TN) se encogió de hombros.
—Tendrías que vivir con él para entenderlo.
Richard arqueó las cejas, pero hizo caso omiso al comentario.
—Bueno, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó ______(TN).
—He pensado en pasar para ver cómo estabas.
—Estoy bien, pero ahora mismo ando un poco ocupada. He estado agobiada de trabajo toda la mañana. ¿Y tú por qué no estás trabajando?
—Estoy trabajando. Más o menos. Ser consultor me da un poco de libertad y decidí venir a la ciudad.
—¿Sólo para verme?
—No se me ocurría un motivo mejor.
______(TN) sonrió.
—Me lo pasé muy bien el sábado por la noche —dijo.
—Yo también. —Richard miró a Mabel y a Andrea, y a pesar de que ambas parecían estar ocupadas en otras cosas, supo que estaban escuchando—. ¿Crees que puedes hacer un pequeño descanso para que podamos hablar fuera? He llamado esta mañana y me han dicho que no estabas.
—Me encantaría, pero tengo a una clienta en la rebotica.
—No tardaremos mucho.
______(TN) dudó y levantó la mirada hacia el reloj.
—Te lo prometo —añadió Richard—. Sé que estás trabajando.
Una rápida estimación le dijo que tenía quizá cinco minutos.
—De acuerdo —dijo—, pero no tengo mucho tiempo. Si no tendré que pasarme el resto del día arreglándole el tinte y tú habrás caído en desgracia. Dame un segundo para ir a decírselo a la clienta, ¿vale?
—Claro.
______(TN) fue a ver a su clienta. La mujer se estaba haciendo reflejos y tenía la cabeza cubierta con un gorro de plástico perforado. Tenía unos cuantos mechones disparejos, que salían por los agujeros del gorro, cubiertos de una masilla morada. ______(TN) comprobó el color, redujo la intensidad del secador para ganar un par de minutos y volvió a salir a la parte delantera.
—Muy bien —dijo, encaminándose hacia la puerta—. Estoy lista.
Richard la siguió hacia el exterior. La puerta se cerró tras ellos y la campanilla volvió a sonar.
—¿De qué querías hablar?
Richard se encogió de hombros.
—En realidad, de nada importante. Sólo quería tenerte para mí un rato.
—Estás bromeando.
—En absoluto.
—Pero ¿por qué?
—¡Bueno! —dijo, haciéndose el inocente—. No estoy seguro.
—Encontré tu tarjeta —dijo ______(TN)—. No tenías por qué hacerlo.
—Ya lo sé. Pero quería hacerlo.
—¿Por eso llamaste a la peluquería esta mañana? ¿Para ver si la había encontrado?
—No. Sólo quería oír tu voz. Me trae buenos recuerdos, ¿sabes?

—¿Ya?
—Me cautivaste.
______(TN) le miró, pensando que los halagos eran una forma excelente de empezar el día.
Un instante después, Richard empezó a tirar de la correa de su reloj.
—Bueno, en realidad, además de querer verte en persona, hay otra razón por la que he venido.
—Ah, ya lo entiendo. Ahora que me has hecho la pelota, me cuentas la verdad, ¿eh?
Se rió.
—Más o menos. La verdad es que quería saber si te gustaría volver a salir este sábado.
El sábado, recordó ______(TN) con una punzada, tenía que ir a cenar a casa de Emma con Henry y Nicholas.
—Me encantaría, pero no puedo. Un par de amigos me han invitado a cenar a su casa. ¿No podemos salir el viernes? ¿O quizá algún otro día de la semana?
Richard negó con la cabeza.
—Ojalá pudiera, pero me voy a Cleveland esta noche y no volveré hasta el sábado. Y hoy mismo he sabido que voy a tener que marcharme el próximo fin de semana. No es definitivo, pero es lo más probable. —Se detuvo—. ¿Estás segura de que no puedes arreglarlo?
—De verdad que no —dijo, enfatizando sus palabras, deseando no tener que decirlas—. Somos buenos amigos. No puedo plantarles en el último momento.
Por un momento, una expresión ilegible cruzó el rostro de Richard, pero desapareció con la misma rapidez con que había aparecido.
—De acuerdo —dijo.
—Lo siento —respondió ______(TN), con la esperanza de que comprendiera que lo decía de corazón.
—No te preocupes. —Pareció mirar en la distancia antes de volver a concentrarse en ella—. Mira, estas cosas pasan. Da lo mismo. Pero espero que no te importe que te llame dentro de un par de semanas, cuando vuelva. Quizá entonces podamos quedar.
«¿Un par de semanas?»
—Bueno, espera —dijo ______(TN)—. También podrías venir a cenar conmigo. Estoy segura de que a mis amigos no les importaría.
Richard negó con la cabeza.
—No, son amigos tuyos, y no se me da muy bien hacer nuevas amistades. Nunca se me ha dado bien, supongo que por timidez, y no quiero que cambies tus planes. —Sonrió antes de señalar con la cabeza la peluquería—. Mira, me has hecho prometerte que no te iba a entretener, y soy un hombre que cumple su palabra. Además, yo también tengo que volver al trabajo. —Sonrió de nuevo—. Estás fantástica, por cierto.
Mientras él se daba la vuelta y antes de que pudiera detenerse, ______(TN) le gritó.
—¡Espera! Richard se paró.
—¿Sí?
«Lo entenderían, ¿no?», pensó.
—Bueno, si no vas a estar en la ciudad la semana que viene, quizá pueda cambiar mis planes. Hablaré con Emma. Estoy segura de que no le importará.
—No quiero que tengas que cambiar tu cita.
—No importa... Nos vemos con mucha frecuencia.
—¿Estás segura? —preguntó.
—Sí, estoy segura.
La miró a los ojos, observándola como si la estuviera viendo por primera vez.
—Fantástico —dijo, y antes de que ______(TN) se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, él se inclinó y le dio un beso.
No muy intenso, no muy largo, pero en cualquier caso, un beso.
—Gracias —murmuró Richard.
Antes de que pudiera pensar qué decir, Richard se dio la vuelta y echó a andar lentamente por la acera. Lo único que ______(TN) pudo hacer fue mirar cómo se alejaba.
—¿Acaba de darle un beso? —preguntó Nicholas, con la boca abierta.
Antes, al ver que Richard se acercaba por la calle, se había dirigido a la entrada abierta del garaje.
Había observado cómo Richard entraba solo, había observado cómo ______(TN) y Richard salían juntos, y Henry se puso a su lado en el mismo momento en que Richard se inclinaba para besar a ______(TN).
—Eso me ha parecido —respondió Henry.
—Ni siquiera se conocen.
—Ahora sí.
—Gracias, Henry. Me estás haciendo sentir mucho mejor.
—¿Acaso prefieres que te mienta?
—Ahora mismo, creo que sí —farfulló Nicholas.
—De acuerdo —dijo Henry, pensando en ello—. Ese tío es muy feo.
Tras oír el comentario de Henry, Nicholas se llevó las manos a la cabeza.


Una vez dentro, ______(TN) regresó con su clienta.
—Creía que te habías olvidado de mí —se quejó la mujer mientras bajaba su revista.
______(TN) comprobó el color de unos cuantos mechones de pelo.
—Lo siento, pero estaba mirando el reloj. Parece que todavía te faltan un par de minutos. A menos que lo quieras así de oscuro.
—Creo que estaría mejor un poco más claro, ¿no?
—Creo que sí.
La mujer siguió describiendo el color exacto que deseaba. Aunque ______(TN) sabía que la mujer estaba hablando, no se estaba concentrando en lo que decía.
Estaba pensando en Richard y lo que acababa de suceder al otro lado de la puerta.
Le había dado un beso.
No era gran cosa, por supuesto, no en el gran orden del universo. Pero por alguna razón, no podía dejar de pensar en ello, ni sabía exactamente qué sentía.
El modo en que había sucedido había sido tan... tan... ¿Tan qué?
¿Descarado? ¿Sorprendente?
Fue al fregadero en busca del champú adecuado, intentando todavía comprender todo aquello, cuando Mabel se le acercó.
—¿Es verdad lo que acabo de ver? —le preguntó—. ¿Le has besado?
—En realidad me ha besado él a mí.
—No pareces especialmente feliz porque lo haya hecho.
—No estoy segura de que «feliz» sea la palabra adecuada para describirlo.
—¿Por qué?
—No lo sé —dijo ______(TN)—. Me pareció... —Se detuvo, buscando la palabra adecuada.
—¿Inesperado? —propuso Mabel.
______(TN) pensó en ello. Aunque había sido un atrevimiento, no se sentía como si él se hubiera extralimitado. Y ella lo encontraba atractivo, había aceptado salir con él, así que no estaba segura de que «sorpresa» fuera la palabra adecuada. En ese mismo instante, también se dio cuenta de que si él lo hubiera hecho después de su cita del próximo sábado, ella probablemente no lo hubiera puesto en cuestión.
El sábado siguiente se hubiera sentido insultada si él no hubiera intentado besarla.
Así pues, ¿por qué se sentía como si hubiera cruzado una barrera sin pedir permiso?
______(TN) se encogió de hombros.
—Supongo que sí.
Mabel la miró con atención un instante.
—Bueno, diría que eso significa que él lo pasó tan bien como tú —dijo—. Aunque yo no estoy tan sorprendida. Está claro que va a por todas.
______(TN) asintió lentamente.
—Supongo.
—¿Supones?
—También me ha dejado una tarjeta en el porche. La he encontrado esta mañana.
Mabel arqueó las cejas.
—¿Crees que es demasiado? —preguntó ______(TN)—.Teniendo en cuenta que acabo de conocerlo...
—No necesariamente.
—Pero ¿podría ser?
—Oh, no lo sé. Quizá sea uno de esos hombres que saben lo que quieren y, cuando lo encuentran, lo persiguen con entusiasmo. He conocido a muchos hombres así. Tienen su encanto. Y tú eres un buen partido, ¿sabes?
______(TN) sonrió.
—O también —prosiguió Mabel encogiéndose de hombros ostentosamente—puede ser que esté como una cabra.
—Muchas gracias.
—De nada. Pero de todos modos, lo único que puedo decir es: bienvenida al fascinante mundo de las citas. Como yo siempre digo, nunca es aburrido, ¿verdad?


Hacía mucho tiempo que Richard no se reía en voz alta, y en los confines de su coche, el sonido pareció aún más alto de lo que era.
«Se pone celoso», había dicho ______(TN) de su perro. Como si creyera de verdad que era humano. Qué guapa.
La noche que habían pasado juntos había sido maravillosa. El había disfrutado de su compañía, por supuesto, pero lo que había admirado más de ella fue su capacidad de recuperación. Su vida había sido dura, y la mayoría de gente habría quedado marcada por la amargura o la ira, pero él no había visto ni rastro de eso en su cita.
Además, era encantadora. La forma en que le sonreía con una excitación casi infantil y ese aire confundido mientras se debatía entre romper los planes que tenía con sus amigos o no... Richard había sentido que podía mirarla durante horas y nunca cansarse de hacerlo.
«Me lo pasé muy bien el sábado por la noche», había dicho ella.
Richard estaba casi seguro de que así era, pero tenía que verla hoy para asegurarse. La memoria juega malas pasadas el día posterior a una cita, y él lo sabía. Las preguntas, las preocupaciones, los pesares... ¿Tenía que haber hecho esto? ¿Tenía que haber dicho aquello? El día anterior había rememorado la cita con todo detalle, recordando las expresiones de ______(TN) e intentando descubrir cualquier mensaje oculto en sus afirmaciones que sugiriera que él había hecho algo mal. Se había quedado despierto, incapaz de dormir, hasta que al fin tuvo que escribir una nota y dejarla allí para que ella la encontrara por la mañana.
Pero no tenía de qué preocuparse. Ambos lo habían pasado bien; no, muy bien. Había sido ridículo pensar que tal vez no fuera así.
Su teléfono móvil sonó y él miró el número que apareció en la pantalla.
Blansen, del trabajo. El capataz, sin duda para darle más malas noticias acerca del calendario, de los atrasos, los costes excesivos. Demoras.
Blansen siempre tenía malas noticias. Era el portador de malas nuevas. Qué deprimente. Decía que se preocupaba por sus hombres, pero lo que en realidad quería era que trabajaran duro.
En lugar de responder evocó de nuevo la imagen de ______(TN). Había tenido que ser el destino, pensó, lo que hizo que la conociera de aquel modo. Había mil lugares en los que podría haber estado aquella mañana. No necesitaba cortarse el pelo hasta al cabo de un par de semanas, pero había cruzado la puerta de la peluquería como guiado por una fuerza desconocida. El destino.
El teléfono móvil volvió a sonar.
Sí, la cita había ido bien, pero había una cosa. Hoy, al final...
Quizá no debería haberla besado. No había planeado besarla, pero se había sentido tan eufórico cuando ella rompió sus planes para volver a verle que... Simplemente había sucedido. Una sorpresa para ambos. Pero ¿era demasiado, demasiado pronto?
Sí, decidió, probablemente lo era, y se arrepentía. No había ninguna prisa. Sería mejor tomárselo con calma la próxima vez que la viera.

Darle un poco de espacio, dejar que ella llegara a sus propias conclusiones sobre él, sin presiones. Naturalmente.
El teléfono sonó por tercera vez, pero él siguió ignorando lo. Volvió a rememorar la escena mentalmente.
Muy guapa.













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Mensaje por karenluna Sáb 16 Jun 2012, 10:14 pm

Ola (:
nueva lectora
me encanta la nove
me quede en el capitulo 4 me muero de sueño y mañana lo termino de leer
síguela mañana me paso (:
karenluna
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Mensaje por TeamJonas2 Dom 17 Jun 2012, 7:22 am

karenluna escribió:Ola (:
nueva lectora
me encanta la nove
me quede en el capitulo 4 me muero de sueño y mañana lo termino de leer
síguela mañana me paso (:

Bienvenida a ti tambien! Espero que te gusta la novela :)
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Mensaje por TeamJonas2 Dom 17 Jun 2012, 7:32 am

Y aqui viene el capitulo 5! :)

CAPÍTULO 05

El sábado por la noche, una vez hubieron terminado de cenar, Richard miró fijamente a ______(TN). Sus labios esbozaron una ligera sonrisa.
—¿De qué te ríes? —preguntó ______(TN).
Richard volvió a centrar su atención en ella con una mirada avergonzada.
—Disculpa. Estaba ensimismado.
—¿Tan aburrida soy?
—En absoluto. Me alegro de que finalmente pudieras venir a cenar conmigo esta noche. —Se llevó la servilleta a la comisura de los labios y la miró a los ojos—. ¿Te he dicho lo maravillosa que estás?
—Una docena de veces.
—¿Quieres que deje de decirlo?
—No. Quizá te parezca un poco raro, pero me encanta que me adulen.
Richard se rió.
—Haré cuanto pueda para seguir adulándote.
Estaban en Pagini's, un acogedor restaurante en Morehead City que olía a especias recién molidas y mantequilla, esa clase de lugar en el que los camareros iban de blanco y negro y la cena se cocinaba, con frecuencia, junto a la mesa. En un cubo de hielo había una botella de chardonnay; el camarero había servido dos copas que ahora refulgían, amarillas bajo la luz tenue.
El había llamado a la puerta de ______(TN) vestido con una chaqueta de lino, con un ramo de rosas en la mano y oliendo suavemente a colonia.
—Cuéntame qué has hecho esta semana —dijo—. ¿Qué cosas emocionantes te han pasado mientras yo estaba fuera?
—¿En el trabajo?
—En el trabajo, en la vida, donde sea. Quiero saberlo todo.
—Probablemente debería ser yo quien te hiciera esa pregunta.
—¿Por qué?
—Porque —dijo—mi vida no es emocionante en absoluto. Trabajo en un salón de belleza de una pequeña ciudad sureña, ¿recuerdas? —Hablaba alegremente, con frescura—. Además, me acabo de dar cuenta de que no sé casi nada de ti.
—Sí sabes cosas.
—No muchas. Todavía no me has hablado de ti mismo. Ni siquiera sé exactamente a qué te dedicas.
—Creía que te había dicho que era consultor.
—Sí, pero no me diste muchos detalles.
—Es que mi trabajo es aburrido.
______(TN) hizo una expresión de escepticismo, y Richard pensó un momento.
—De acuerdo... Qué hago... —Se detuvo—. Vale. Piensa en mí como el tipo que, trabajando entre bastidores, se asegura de que el puente no se cae.
—Eso no es aburrido.
—Es una manera agradable de decir que me paso el día trabajando con números. En cierto sentido, soy lo que la mayoría de gente considera un empollón.
______(TN) recorrió a Richard con la mirada pensando: «Lo dudo».
—¿Sobre eso era la reunión?
—¿Qué reunión?
—La de Cleveland.
—Oh... No —dijo, negando con la cabeza—. Era otro proyecto por el que la empresa va a licitar en Florida, y hay que investigar muchas cosas: proyecciones de los costes, proyecciones del tráfico, cargas previstas, cosas como ésas. Tienen a su gente, por supuesto, pero contratan consultores como yo para asegurarse de que todo será aprobado por el sistema de licitación del gobierno. Te impresionaría la cantidad de trabajo que hay que llevar a cabo antes de poder empezar un proyecto. Yo solo soy responsable de la destrucción de grandes extensiones de árboles solamente por el papeleo exigido por el gobierno, y ahora mismo ando un poco corto de personal.
______(TN) lo observó bajo la suave luz del restaurante.
Su cara angulosa, a la vez escarpada e infantil, le recordó a los hombres que se ganaban la vida posando en anuncios de cigarrillos. Intentó sin éxito imaginar su aspecto cuando era niño.
—¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Tienes alguna afición?
—No muchas, la verdad. Entre el trabajo e intentar estar en forma, no tengo mucho tiempo para nada más. Antes me gustaba hacer fotografías. Seguí unos cuantos cursos en la universidad, y durante un breve período de tiempo pensé en dedicarme profesionalmente a ello. Incluso me compré el equipo. Pero es una forma difícil de ganarse la vida, a menos que abras un estudio, y yo no tenía la intención de pasarme los fines de semana fotografiando bodas y bar mitzvahs, o niños cuyos padres llevaran allí a rastras.
—Así que te hiciste ingeniero.
Asintió. Por un momento la conversación pareció quedar en punto muerto, y ______(TN) cogió su copa de vino.
—¿Naciste en Cleveland? —preguntó.
—No, no hace mucho que vivo allí. Sólo un año, más o menos. Crecí en Denver y pasé la mayor parte de mi vida allí.
—¿Qué hacen tus padres?
—Mi padre trabajaba en una planta química. Y mi madre era solamente ama de casa. Al principio, en cualquier caso. Ya sabes: estaba en casa, cocinaba la cena, limpiaba la casa; como una hormiguita. Pero cuando murió mi padre, ella tuvo que buscarse un trabajo como criada. No le daba mucho dinero, pero a pesar de todo consiguió sacarnos adelante. A decir verdad, no logro comprender cómo lo hizo.
—Parece muy valiente.
—Lo era.
—¿Era?
—Es. —Richard bajó la mirada e hizo girar el vino en su copa—Tuvo un infarto hace algunos años y... Bueno, no está bien. Apenas es consciente de lo que sucede a su alrededor y no se acuerda de mí. En realidad, no se acuerda de casi nada. Tuve que mandarla a un lugar en Salt Lake City especializado en casos como el suyo.
______(TN) se estremeció. Al ver su expresión, Richard negó con la cabeza.
—No pasa nada. No lo sabías. Pero, para ser honesto, no es algo de lo que hable con frecuencia. Me da la impresión de que lleva la conversación a un punto muerto incómodo, especialmente cuando la gente se entera de que mi padre también murió. Hace que se pregunten qué se debe sentir al no tener familia. Pero supongo que tú no necesitas que te lo explique.
«No —pensó ella—, no. Conozco bien esa situación.»
—¿Así que por eso te fuiste de Denver, por tu madre?
—Eso sólo fue una parte. —Fijó la mirada en la mesa antes de volver a levantarla—. Supongo que ha llegado el momento de decirte que he estado casado. Con una mujer que se llamaba Jessica. También me fui por ella.
A pesar de estar un poco sorprendida porque no lo hubiera mencionado antes, ______(TN) no dijo nada. Sentía cómo Richard se debatía entre proseguir o detenerse, aunque finalmente siguió adelante, con un hilo de voz.
—No sé qué pasó. Podría pasarme la noche hablando de ello e intentando que parezca algo lógico, pero a decir verdad, todavía no he logrado explicármelo. Al final, simplemente, no funcionó.
—¿Cuánto tiempo estuvisteis casados?
—Cuatro años. —La miró a los ojos—. ¿Estás segura de que quieres que te hable de esto?
—No si tú no quieres hacerlo.
—Gracias —dijo, suspirando con una sonrisa—. No sabes cómo me alegro de que hayas dicho eso.
______(TN) sonrió.
—Así que Cleveland, ¿eh? ¿Te gusta?
—Está bien, pero no paso allí mucho tiempo. Normalmente estoy trabajando fuera, como ahora. Cuando termine este proyecto, no tengo ni idea de adonde iré después.
—A veces debe de ser duro.
—Sí, a veces lo es, especialmente cuando me alojo en hoteles. Este proyecto está bien porque estaré aquí un tiempo y he podido alquilar una casa. Y, por supuesto, porque te he conocido a ti.
Mientras él hablaba, ______(TN) se sorprendió de lo mucho que sus vidas tenían en común, desde ser hijos únicos educados por madres solas hasta su decisión de empezar de cero en otro lugar. Y a pesar de que sus matrimonios habían acabado de forma diferente, algo en su tono sugería que él había sido el abandonado. Que se había enfrentado a un verdadero sentimiento de pérdida después.
En todo el tiempo que llevaba en Swansboro, no había encontrado a nadie capaz de entender lo sola que se sentía a veces, especialmente los días de fiesta, cuando Nicholas y Henry decían que iban a visitar a sus padres o Mabel se iba a Charleston para ver a su hermana.
Pero Richard sabía qué era aquello, y ______(TN) sintió una creciente solidaridad con él, como la que los visitantes a una tierra extraña sienten al descubrir que la gente de la mesa de al lado son de un pueblo cercano al suyo.
La noche transcurrió y el cielo se fue oscureciendo, revelando la presencia de las estrellas. Ni ______(TN) ni Richard habían cenado deprisa. Al final pidieron café y compartieron un pedazo de pastel de lima, que se comieron por sus respectivos extremos hasta que sólo quedó un trocito que ninguno de los dos quiso comerse.
Todavía no hacía frío cuando salieron. Esperando que él le ofreciera la mano o el brazo, ______(TN) se sorprendió cuando no hizo ninguna de las dos cosas. En parte se preguntó si se estaba reprimiendo porque tenía la sensación de que la había cogido con la guardia baja al darle el beso días antes; también se preguntaba si él se había sorprendido a sí mismo al contarle su pasado. Sin duda, pensó ______(TN), había todavía muchas cosas por superar. El pequeño detalle de que había estado casado antes había salido de la nada, y ella se preguntaba por qué no se lo había mencionado en la primera cita, cuando ella le había hablado de Jim.
Pero no pasaba nada. ______(TN) se recordó que cada persona era distinta a la hora de hablar del pasado. Y además, ahora que se sentían más cómodos el uno con el otro, se dio cuenta de que aquella cita le estaba gustando al menos tanto como la primera. Era agradable, no espectacular, pero muy agradable. Cuando se detuvieron en el paso de peatones, ______(TN) miró a Richard. «Me gusta —pensó—. Todavía no estoy loca por él, no me importaría decirle adiós más tarde, pero me gusta. Y por ahora eso es suficiente para mí.»
—¿Te gusta bailar? —le preguntó ella.
—¿Por qué? ¿Quieres ir a bailar?
—Si te apetece.
—Oh, no lo sé. No soy muy bueno.
—Venga —dijo ella—. Conozco un lugar genial.
—¿Estás segura de que no quieres que nos quedemos por aquí un rato más? Seguramente encontraremos un lugar donde tomar una copa.
—Llevamos horas sentados. Creo que me apetece un poco de diversión.
—¿No crees que la noche ha sido divertida hasta ahora? —preguntó él, simulando estar ofendido—. Mírame a mí, que me lo he pasado de maravilla.
—Ya me entiendes. Pero si te tienes que sentir mucho mejor, yo tampoco soy muy buena bailarina, así que te prometo que no diré nada si me pisas. Incluso trataré de no poner cara de dolor.
—¿Sufrirás en silencio?
—Es la triste realidad de las mujeres, ya lo sabes.
—Está bien —dijo—. Pero espero que mantengas tu promesa.
Ella rió y señaló su coche con la cabeza.
—Vamos.
Richard se reconfortó al oír el sonido de su risa; era la primera vez que lo oía aquella noche.
«Es prudente —pensó—. Cuando la besé, ella pareció cuestionarlo todo. Pero cuando le he cedido la iniciativa, sus reservas han desaparecido.»
Richard sabía que ______(TN) estaba tratando de hacerse una idea de él, intentando hacer coincidir su historia con el hombre que tenía sentado delante de ella. Sin embargo, cuando se dio cuenta de lo parecidos que eran, su rostro reflejó sin lugar a dudas comprensión.
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