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Mensaje por Mike Gallagherry Dom 29 Ago 2021, 6:47 pm

All We Know - Página 2 Arles-calles

I N F E R N O



─ ¿Tomas medicamentos? ─ nos sentamos en nuestro gabinete, Gabriel aún no se recuperaba del todo y tenía un aspecto terrible con su pómulo morado y su playera hecha girones ─ Si Dante, no los he dejado de tomar si eso es lo que te preocupa ─ se recargo en su asiento ─ Claro que eso no me preocupa, me preocupa saber que estes bien con o sin medicamento y me lastima que no nos hayas comentado algo de esto ─ desvie mi mirada a la ventana ─ No creí que fuera importante ─ Gabriel me miró con una sonrisa rota mientras tomaba mis manos ─ Lo es, cualquier cosa que puedan ocupar en tu contra lo es ─ sonreí de lado mientras besaba su dorso.

─ Les contaré una historia pero quiero que sepan que hay dos maneras de ver esto, mantengan la mente abierta, por favor ─ asintieron, inhale fuerte, bien aquí voy ─ Conozco a Julieta desde que tengo memoria en pocas palabras éramos inseparables, íbamos al mismo colegio e incluso en la misma universidad, nuestras familias se conocían desde antes así que les hacía una linda ilusión que ambos terminaramos juntos en plan novios y casarnos e incluso formar una familia. Pero ese plan se vino abajo cuando me di cuenta que era gay, fue todo un proceso para un niño de doce años así que me refugiaba en el baile y el piano cosa que hacía que las chicas me voltearan a ver. Fue como poner un reflector encima de mi y que Julieta se empeñara en que fueramos novios así que decidí por mí decirle aunque no le veía la relevancia, vamos no es como que un hetero diga que es hetero. En fin, se lo dije y eso pareció molestarle, tal vez creía que era una técnica para librarme de ella e incluso me llegó a mencionar si había ido muy rápido o si había hecho algo mal, le dije que no y pensé que estábamos bien, le conté que había un chico que me gustaba, se llamaba Julio e incluso yo iba a su casa con sus padres quienes sabían que éramos novios. Me sorprendió bastante saber que tenía un espacio para ser quien era pero pronto comencé a notar que Julieta se volvía un poco más agresiva con Julio así que entré al quite y me dijo “Yo no diré nada de tu juguete si me ayudas en lo que yo quiera” entonces me di cuenta que me tenía comiendo de la palma de su mano ─ un dolorcito en mi pecho crujió anunciando el quebrar de mi temple ─ ¿Qué pasó con él?¿Lo sabía? ─ miré a Gabriel ─ Él estaba ahí cuando me lo dijo, pero no lo pensé mucho y acepte. Obvio que Julio se molesto conmigo pero vamos, aún no estaba preparado para enfrentarme a ello así que desde la secundaria hasta principios de la universidad era su medio para obtener lo que ella quisiera hasta la llegada de Marcelo que fue en el tercer semestre, lo quise tan profundamente que me arme de valor y decidí que ya no dejaría que me trataran así pero creo que mi error fue no vislumbrar su plan. Había aceptado muy rápido que me gustaba Marcelo, demasiado rápido ─

Había invitado a Julieta a la casa de mis padres en Chiapas, era la primera vez que alguien que no fuera un Landon visitaba aquella residencia. El sol brillaba con viveza iluminando con fuerza la gran hacienda en donde cultivamos el café, estábamos jugando un buen partido de Voleibol cuando mi padre se tuvo que ausentar por motivos de trabajo así que seguimos como si nada. Que equivocado estaba. Cuando el sol comenzó a caer el cielo se pintó de dorado y rosa, pero más dorado, incluso parecía que no tenía intenciones de oscurecer pero de todas maneras me metí a la casa, así que nos dispusimos en la mesa cuando de la nada Julieta dijo que me metía drogas en la escuela y que se lo había contado Marcelo quien era mi novio y remato diciendo que era gay, me levanté de la mesa y le dije que era una perra traidora, mi papá me miró indignado y me soltó una cachetada que me regreso a mi asiento, no había dado cuenta que yo me había condenado, mis palabras y mi reaccionar le habían dado la razón a Julieta, yo estaba de frente a Julieta y mis padres estaban uno enfrente del otro y ahora me veían dándole la espalda a ella quien sonreía victoriosa, en aquel momento quería que mi asiento me devorara, miré a mi madre buscando que al menos alguien me creyera. Era inocente y ella lo sabía, se levantó e iba hacia mi pero un par de enfermeros la detuvieron, ella lloraba que me soltaran y entonces un rayo dorado entró por los ventanales que estaban dispuestos sobre nosotros deslumbrando a mis enfermeros por unos instantes, así que me solté y corrí hacía afuera pero cuando corrí la puerta sentí un aguijonazo en mi cuello y esa fue mi primer dosis de Diazepam. Caí en la alberca y por lo que cuenta mi madre, llegue al fondo de ella, casi cuatro metros sumergido.

─ Desde ahí no volví a confiar en ella, me aterraba lo que podía hacerme e incluso que pudiera poner en mi contra a las personas que me querían, mi madre no cayó gracias a Dios y a ella a es quien le debo que pueda estar aquí ─ la tarde comenzaba a ponerse y el olor a mar era cada vez más intenso ─ ¿Por qué a ella? Entiendo que te haya creído pero… ─ sorbí mis lágrimas ─ Ella pagó para que me sacaran, mas bien me dieran de alto pero no todo fue malo, supe que tenía problemas de sueño así que me recetaron Diazepam y Sertralina ─ sonreí mientras el tren se detenía ─ Supongo que la otra tramposa tiene su versión ─ sonreí mientras nos levantábamos ─ Si pero no hablemos de ello, tenemos que concentrarnos en nuestro objetivo que es entrar a Inferno y llegar al último anillo y ver si podemos cruzar a otra dimensión ─ Dante me vio intrigado ─ Si mi viejo amigo hay un solo infierno para el multiverso ─ negó mientras caminábamos al andén. 

─ Vamos a Alyscamps y de ahí a lo que nos encontremos ─ aún nos quedaba un poco de tiempo ─ ¿Podemos comer algo de camino allá y me puedes hablar del Tiempo de los Ángeles ─ levanté mis cejas mientras asentía tosiendo una risa ─ Claro aunque también podemos dar un paseo por la ribera del río ─ ¿Qué? ─ ¿Hay un río aquí? ─ asintió mientras salíamos de la zona de andenes y caminábamos ─ Si, se llama Ródano y si lo seguimos podemos llegar a la zona de las catacumbas ─  miramos a Dante ─ ¿Tú qué opinas? ─ asintió con una sonrisa ─ Necesito un respiro para pensar en cómo voy a llevar a la justicia a Josh y aun no averigüo que le paso a Arnold ─ el sentimiento de culpa se apoderó de mí, me había concentrado tanto en Nirvana que había olvidado que Dante tenía también sus asuntos ─ Lo lamento Dante ─ negó con una sonrisa ─ No hay cuidado ─ salimos de la estación por fin. 

─ Oye, ¿Me puedo cambiar? ─ también había olvidado que tenía su playera hecha un caos ─ No me preguntes eso, solo ve ─ sonrió y me atrajo a él con un abrazo y por ende también jale a Dante, nos fuímos a la primer tienda que vimos ─ No me gusta comprar en Pull&Bear ─ dijo en gemido ─ Solo es ropa, Gabriel así que mueve tu trasero y ve a cambiarte ─ seguíamos hechos un muégano y así cruzamos la acera hacía la tienda ─ Ve y busca algo que te guste ─ negó y nos separamos, se fue a la sección de caballeros y solo había outfits de verano y en color pastel ─ Oye, ¿Me puedes ayudar a escoger? ─ miré a Dante contrariado, con una sonrisa pero contrariado ─ Claro ─ camino hacia las camisetas con frutas y aves tropicales, no le van esos estampados ─ Pensaba en no sé, no tengo idea de lo que hago ─ negué en una sonrisa.

─ Pruébate estos ─ tomé un par de camisas lisas y unas a rayas  ─ ¿En serio? ─ asentí, las tomó y se fue a perder al probador junto con Gabriel ─ ¿Te diviertes? ─ sonreí al oír la voz de Agramón detrás de mí ─ Creo que debo disfrutar está situación por más mundana que te parezca ¿No? ─ se colocó a mi lado, hizo una mueca de pensar y los ojos hacia arriba ─ Claro, estás por entrar a Inferno y tal vez no seas el mismo cuando salgas o ni siquieras salgas ─ negué mientras tosía una risa ─ Claro que no seré el mismo, pero no me da miedo ya enfrentarme a lo que sea; lo mínimo que te pido o espero es que me logres avisar si necesito otra cosa o saber antes de abrir Las puertas de Inferno ─ ví por mi rabillo como sonreía maliciosamente ─ Necesitas sangre para dibujar el pentagrama y orientarlo hacia la Arena de Arlés y no te preocupes por lo que suceda después ─ fruncí mi ceño ─ ¿Cómo mierdas debo interpretar eso? Es más, ¿Por qué me estás ayudando? ─ sonrió con ironía ─ No seas ridículo mancebo malagradecido, también soy un ángel pero cuerdo de otra manera, aparte solo tenemos un hogar y espero que ayudes a alguien a recuperar algo que necesitamos por acá abajo ─ y en ese momento desapareció sin decir otra cosa ─ ¿Que chingados? ─ da miedo, la verdad ─ Hey, ¿Cómo nos vemos? ─ sonreí al verlos. Dante vestía una camisa gris con cuello mao que resaltaba sus rizos delineados perfectamente y bueno, Gabriel tenía una playera de un pescador pescando estrellas en su bote color blanca  ─ Se ven divinos los dos ─ se fueron a cambiar, de nuevo pero estoy seguro que se las van a llevar puestas.   

[***]

─ Gracias ─ me dijeron mientras salíamos de Pull&Bear con una mochila llena de ropa, negué en una sonrisa ─ Nada de eso, mejor vayamos viendo que vamos a comer ─ sonrieron mientras los diamantes en el Ródano me deslumbraban un poco, caray tuve que haber comprado un par de esos lentes antes de abandonar la tienda ─ Podemos comer foie gras o ratatouille ─ mire a Dante con hambre ─ Lo que sea pero tengo hambre y debe ser rápido porque ya está bajando el Sol ─ se vieron entre si ─ Vamos por hamburguesas de pato, creo que hay un Dulce Veneno a la vuelta ─ giramos y efectivamente había uno que estaba a unas tres cuadras de Alyscamps

Entramos a Dulce Veneno y nos sentamos en una de las mesas que daban a la calle ─ Hola ─ se nos acercó un chico veneno ─ Hola, serán seis hamburguesas de pato con sus respectivas bebidas ─ asintió y se retiró ─ Bien, antes de entrar a Inferno háblame del Tiempo de los Ángeles ─ dije con una voz super grave.

Canten, oh querubines, el Tiempo de los Ángeles, Tiempo funesto que causó infinitos males a los demonios que rondaban por las tinieblas en la Tierra pero precipitó la venida a la Tierra de Nirvana así como de la milicia celestial, en donde cientos de héroes y valerosos feéricos cayeron e hicieron presa de perros y pasto de aves de carroña cumpliendose la voluntad de quienes estan sobre nosotros desde que se disputó la separación del Paraíso a manos de Miguel Arcángel e Inferno a manos de la Estrella del Alba, Lucifer.

─ Wow ─ miré a Dante quien estaba anonadado ─ ¿Qué fue eso? ─ Gabriel me sonrió enseñando sus dientes ─ Te acaba de cantar el Tiempo de los Ángeles ─ seguía anonadado, mierda creo que también debería estar así  ─ No te preocupes Peet, solo fue una parte pero fue el resumen o preludio de lo que sucedió, ya al menos sabes que no fue una rebelión como nos dice la biblia sino fue una separación como cuando la primera guerra mundial, que delimitaron las fronteras de Alemania solo que en esta ocasión fue el Paraíso e Inferno ─ las hamburguesas llegaron humeantes junto con bebidas de durazno ─ Se dice que después de la separación vino la aparición de otras deidades así como otros puntos de llegada en todo el globo ─ Dante tenía todavía su rostro de asombro .

─ Si ocurrió eso ─ Gabriel sonrió antes de darle un mordisco a su hamburguesa ─ Tío estoy flipando de la emoción ─ es muy surreal lo que está pasando, no sé estamos comiendo hamburguesas como si nada nos preocupara como si no fuéramos a enfrentarnos a medio infierno o tal vez a todo el infierno ─ Chicos si no salgo del… ─ ─ Saldremos, todos no lo dudes y no pienses eso ─ me miró con furia Gabriel ─ ¿Ves lo que te digo? ─ se limpió la boca Dante ─ Te menosprecias bien feo, te dio una habilidad Agramón tal vez no lo sepas ahorita pero después quizá lo sepas ─ sonreí mientras acercaba mi otra hamburguesa.

─ Oye, tus amigos nos siguieron hasta aquí ─ miré a Gabriel, también me había percatado de eso pero no los encontraba ─ ¿Donde? ─ Dante cambió sus ojos de olivo a amabar ─ Están cerca, no estan aquí pero están cerca ─ desvié mi mirada al cielo ─ Nos tenemos que ir ya o no lo lograremos ─ levanté mi mano y el chico se acerco presuroso ─ Me las pones para llevar, por favor ─ le entregue mi tarjeta ─ Te cobras y con 15% de propina ─ se fue con la tarjeta, mi mano rozó con la de Dante “No te acerques tanto, te podrían ver” “Marcelo, ¿Listo?” presione mi oido y baje mi mirada “Ya se dio cuenta, voy a disparar”  el chico regreso con mi tarjeta ─ ¿Qué tienes, Peet? ─ trague seco ─ No me siento bien, creo que me va a dar el vaguido ─ se miraron extrañados ─ ¿El qué? ─ miré a Gabriel ─ Que tengo que salir a caminar ─ nos levantamos, hijo de perra, estaba en una patriot azul “No te atrevas” susurre y disparó arrojando a Gabriel al piso, los comensales se arrojaron contra el piso.

─ Gabo, ¿Qué carajos es? ─ sacó de su pecho la punta de lo que parecía una flecha oscura ─ El descenso al infierno es fácil, te veo en donde la sangre ahoga las coronas y sientos de saetas caen sobre ellas ─ su espada de doble hoja apareció en sus manos, la tome y desvié mi mirada a Dante ─ ¡Arrastrate! ─ me giré para tomar a Gabriel pero ya no estaba ─ ¡Apurate! ─ las lágrimas empezarón a correr, me levanté y comenzamos a correr, a la mierda la discreción. Salimos y comenzamos a correr hacia Alyscamps, logré ver como se levantaban algunas edificaciones de época, el cielo se tornó translúcido y multicolor. Teníamos que vencer a Marcelo ─ ¡Corre! ─ el arco de la acrópolis se levantaba ─ ¡Detente ya! ─ escuche a René ─ ¿Los no feéricos pueden entrar a una arena? ─ miré a Dante que ya tenía sus rizos pegados en la frente ─ Solo con una invitación ─ dijo jadeante, entramos ─ ¡Ahí! ─ había un corredor que nos llevaba a una cúpula que daba frente a la Arena de Arlés, aceleré el paso ya jadeante cuando tuve que detenerme en seco abriendo mi compás.

─ Cruzaste la línea, Peet ─ y entonces tensé mi diestra y lancé la espada cortando su hombro y mi palma ─ ¡¡Qué mierdas te pasa!! ─ comencé a correr de nuevo, ella estaba en el piso sangrando; recogí la espada y la dividi, si no servía su ofrenda de sangre debería de servir la mía ─ Peet, ¿Qué haces? ─ comencé a dibujar el pentagrama con la punta mirando a la ArenaOh vosotros que entraremos a Inferno, permitiros el acceso y aceptar estas ofrendas en la que abandonamos toda esperanza, temor y cobardía. ¡Oh musas!¡Oh alto ingenio! Venid en vuestra ayuda si así lo requerimos y tracen en vuestra memoria el mapa de Inferno ─ termine y un terremoto abrió una fisura en el suelo, Dante me jaló a la salida y entonces vi a lo que se refería Agramón con no te preocupes por lo que suceda después”

El cielo era de tonalidades rojizas y naranjas, como cuando está sucio, relámpagos negros surcaban el cielo. La tierra volvió a temblar y de la fisura brotó sangre coagulada en llamas creando una barrera, se oían lamentos desgarradores en la calle que destruían mi cordura poco a poco, otro relámpago cayo creando un tornado que elevaba el río Ródano al cielo ─ ¡Peter! ─ una mano carbonizada y en llamas me tomo de la pantorrilla, miré a Dante y un aire que se calentaba cada vez más prendió en llamas su playera, lo  tomé de la mano. Tengo miedo.



Mike Gallagherry
Mike Gallagherry


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All We Know - Página 2 Empty SEGUNDA PARTE:

Mensaje por Mike Gallagherry Dom 05 Sep 2021, 9:41 pm

All We Know - Página 2 2492310

SEGUNDA PARTE: EL INFIERNO


 Conviene abandonar aquí todo temor, conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te te he dicho que verías a la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia 
Mike Gallagherry
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All We Know - Página 2 Empty PHYSICAL

Mensaje por Mike Gallagherry Dom 05 Sep 2021, 9:45 pm

All We Know - Página 2 Dvhsy410All We Know - Página 2 Dvhsy410

Physical
Estaba acostado sobre algo frío e incómodo, abrí los ojos. Conozco esas mamparas, me incorporo sin levantarme del todo, estaba en una estación del metro. Mi cabeza me dolía horrores, sentía una sensación terrible en el estomago, como cuando te estresas a lo animal. Giré sobre mi eje, reconozco la estación o más bien el arte de la estación. Un par de escaleras eléctricas para cambiar de dirección, wl mural de azulejos se elevaba por ambos lados de la estación ─ Lindo, ¿No? ─ miré a Agramón que estaba del otro lado del andén ─ ¿Serás Virgilio? ─ lo vi pensar, como pensandola muy detenidamente ─ Si descifras lo que está en los murales, hasta yo le pago a Caronte, apurate que ya viene el tren ─ rodé los ojos ─ ¿Alguna pista? ─ lo mire sonreír enseñandome sus colmillos ─ Sono ciò che divora le stelle. Sono quello che vedrai con la testa storta. Sono quello che nascondi tra le fiamme. Mi vedrai attraverso il messia.Soy aquello que devora las estrellas. Soy aquel que verás con la cabeza torcida. Soy lo que ocultas en las llamas. Me verás a través del mesías. ─ ¿En serio? ─ asintió con esa sonrisa.
─ Es… ─ ─ No me lo digas ahora, lo verás pronto ─ sonrió y se giro para cambiar de dirección ─ Carajo ─ me recargue en uno de los pilares de la estación “El descenso al infierno es fácil, te veo en donde la sangre ahoga las coronas y cientos de saetas caen sobre ellas”  ─ No te preocupes, lo verás pronto ─ mire a Agramón negué y lo seguí ─ ¿Estamos en Inferno? ─ negó ─ Inferno es muy subjetivo pero te facilitaré las cosas; lo que buscas lo custodia alguien que estaba mucho antes que nosotros, de cuando Nirvana tenía rivales. En fin ─ sacó un par de monedas de oro ─ Dracmas, galeones, centenarios; no importa el nombre solo importa que sea de oro ─ sonrió mostrando sus colmillos ─ Me acostumbrare a eso ─ comenzamos a caminar por el pasillo y giramos hacia un corredor ─ ¿Atlalilco es el Limbo? ─ me miró con el ceño fruncido ─ Recuerda que es subjetivo, pero si así se llama aquí si ─ seguimos caminando y pronto un hedor a podredumbre me llegó, las luces parpadearon y en los pequeños lapsos de oscuridad podía sentir corrientes de aire frío pasar a mi lado ─ ¿Y aquí hay Sol? ─ me miró divertido ─ Recuerda que te dije, no te preocupes por lo que suceda después ─ sonrió y seguimos caminando ─ Lo que sientes como aire frío son las almas de aquellos niños que nacieron muertos y de la gente que murió antes de ser bautizada, buena en su mayoría ─ tragué seco y la luz regresó revelando a las personas ─ ¿Y los otros puntos de llegada? Osea el Mictlán y … ─  levantó dos dedos, guarde silencio ─ Todos van a donde sus creencias los llevan, así que relájate, aquí no verás a todos ─ asentí. 
Veía a niños corriendo hacía el fondo del pasillo, a lo lejos vislumbre una sombra alta con barba larga y negra igual que sus ojos; tenía puesto una túnica púrpura que resaltaba aún más su cabello negro y espeso como la noche. Esta sombra se apostaba a un costado de la puertecilla de excentos de pago, a un lado de una hilera de torniquetas. Agramón me tomo de la mano, ahora caía en cuentas que había dejado atrás sus dedos humanos por unos puntiagudos de color durazno, con garras verdes y grietas moradas ─ Dame espacio Caronte ─ le entregó las monedas ─ No, a él no ─ me señaló con una rama dorada ─ Dios, esa es la rama de olivo de EneasAgramón me volteó a ver de mala manera ─ No es una visita turistica y tu dejanos pasar, no te estoy preguntando ─ a regañadientes nos abrió la puerta de excentos de pago pero antes de que nos fueramos me tomo del hombro ─ Escucha bien mis palabras hijo del Príncipe del Miedo, debes de cuidarte de aquel que inició todo y de aquel que devora estrellas y tiene figura blasfema ─ me soltó y cerró la puerta.  Un  letrero de dirección se iluminaba débilmente entre las penumbras  ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!  
─ ¿Caronte puede dar profecías? ─ giramos a la izquierda y un gemido grave se escuchó, inhale sonoramente. Estoy acojonado ─ No era una profecía, es una advertencia ─ mis ojos comenzaban a picar ─ ¿Es enserio? ¿Lágrimas? ─ caían discretamente mientras el tintineo de las luces las iluminaba ─ Sigo siendo humano, no lo olvides. No sé cuántos más entraron con nosotros, ni siquiera sé donde está Dante y tengo miedo ─ me empujo contra una pared y con un bateo de dedos salió un vapor morado ─ ¿Listo? ─ lo vi contrariado ─ Te quitaré tu parte humana ─ lo alejé instintivamente ─ No, heroes antes que yo bajaron ─ me miró incrédulo ─ Eran semidioses ─ inflame mi pecho ─ Y seré el primer humano en lograrlo ─ ─ ¿Y Dante Alighieri? ─ lo ví de la misma manera en que me veía ─ Él no era humano y bien lo sabes, él era… ─ rodó los ojos ─ Él era un ángel menor que bajó a bailar con Judas y murió calcinado ─ negué ─ No, él es la respuesta a todo Cuidado con el que inició todo; es obvio que se refiere a él ─ me soltó y comenzó a caminar a donde el gemido del aire se hacia cada vez más intenso ─ ¿Cómo estás tan seguro?¿Quien no te dice que es alguien más? ─ aceleré mi paso para quedar a su lado ─ Porque es lo único que tengo ─ negó instintivamente ─ Abre los ojos y ve más allá de lo evidente ─  los gemidos se intensificaban cada vez más y la temperatura comenzaba a bajar un poco más.
Las luces parpadeaban cada vez más rápido, era como ver una película Stop Motion, almas y sombras goteantes se empujaban y se arremolinaban hacia aquella voz ─ Algo no esta bien ─ miré a Agramón ─ Podrías ser más específico ─ tocó la pared y esta se iluminó en morado, me tomo de la mano y comenzamos a correr más aprisa hacia donde iban las almas ─ No se supone que lo que viene es normal ─ me miró furioso ─ No lo tomes tan realista, recuerda que te dije que era subjetivo ─ se detuvo frente a una escalera que daba hacia abajo, en la realidad esta escalera te lleva a un pasillo que te regresa a Atlalilco verde, pero bueno esto no es la realidad. Seguimos bajando a toda velocidad ─ Aférrate al barandal ─ me tome del barandal justo en el momento que una rafaga de aire nos hacía retroceder, no puede ser que ya llegamos al segundo anillo caray ─ Y si te lo imaginabas, no, aún no llegamos al segundo anillo apenas vamos acercándonos ─ y un gutural gemido resonó en las paredes y así mismo nos arrojó contra las escaleras. Temblaron y un poco de escombro cayó sobre mi cara ─ ¡Puta madre! ─ volvió a rugir y un rafaja nos incrusto aún más en las escaleras ─ ¡Resiste y no hagas ningún movimiento estúpido! ─ seguía rugiendo con más fuerza al igual que el viento, cerré los ojos mientras las escaleras crujían. Imagine a Gabriel, en cómo movía de manera ágil sus espadas duales, en su fuerza, abrí los ojos y observe cómo Agramón trataba de levantarse o alcanzar el barandal, el aire era cada vez más fuerte, gire mi rostro a mi zurda y ahí estaba, resplandeciendo débilmente.
La hoja era un morado traslúcido que iluminaba levemente la oscuridad que ahora reinaba, incruste la hoja en las escaleras y comencé a apoyarme en ella para levantarme ─ ¿¡Qué haces!? ¡Agachate! ─ negué, inhale y desincruste la espada para colocarla frente a mí creando dos corrientes de aire pero dejando un espacio ─ Detrás de mí ─ y así comenzamos a bajar por lo que era ahora una escalera de caracol.
Mike Gallagherry
Mike Gallagherry


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All We Know - Página 2 Empty ALLEGRO MOLTO

Mensaje por Mike Gallagherry Dom 12 Sep 2021, 11:33 pm

All We Know - Página 2 Dj4zfn10

ALLEGRO MOLTO
Y de pronto el aire se detuvo, como si se hubiera cansado de soplar y soplar. Nos miramos enrarecidos y continuamos bajando por las ahora escaleras de caracol a la vez que comenzábamos a escuchar lamentos de otro lado de la escalera ─ Estamos en Camarones ─ se colocó a mi lado ─ ¿Así se llama aquí? ─ asentí, eran inconfundibles aquellas extensas escaleras siamesas de caracol ─ Si, aparte de que jamás sirven del todo las escaleras eléctricas, creo que aquí no las hay ─ seguimos bajando y entonces comencé a vislumbrar al minotauro, tenía unos cuernos color marfil y una cabeza blanca adornada con una cadena de bronce alrededor del cuello. ─ Se la hizo Hefesto y solo lo ocupa en ciertas ocasiones ─ seguimos bajando con cautela, creo que necesitaré un carcaj para esto. 
─ No hables y por favor quédate detrás de mí; ah que bueno que ya guardaste eso. Tiene una mala relación con las espadas ─ seguimos avanzando con un cautela, hasta que terminaron las escaleras y solo quedaba cruzar el umbral que custodiaba ─ Minos, dame permiso ─ bufo con fiereza ─ No lo repetiré otra vez, apártate ─ y entonces una sombra se lanzó contra mí derribandome de bruces ─ Sácame de aquí ─ me giré asustado ─ ¡QUE TE REGRESES! ─ castañeo el piso con sus enorme pies y fue arrojada contra el ojo brotante de almas, me levanté y se hizo a un lado dejando que pasaramos pero me tomo de la misma forma que Caronte y giró su cola dos veces ocho, una vez cuatro y tres, y por último dos veces nueve ─ Gracias ─ me soltó y volvió a golpear el piso
─ Pensé que vería al menos a alguien aquí ─ exhale con angustia ─ No comas ansias, pronto verás que nos prepara esta velada ─ seguimos caminando hacia el andén, mi mano vibró y ya tenía de nuevo la Espada Dual en mis manos ─ Si te lo preguntas se llama Angelus literalmente significa mensajero en latín pero todos la conocemos como Ilustrísima, lo sé muy de ellos  ─ asentí pero creo que me quedaré con Espada Dual, conforme nos íbamos acercando veíamos como las personas se arremolinaban hacía la plataforma, la espada comenzó a destellar en morado ─ Vamos hacia las escaleras para cambiar de dirección ─ asentí pero conforme íbamos avanzando un gemido grave se oía cada vez más cerca, mire a Agramón quien comenzaba a ponerse nervioso por la cantidad de personas que iban apareciendo, no importaba que tanto las empujaramos o nos escurrieramos entre ellos seguíamos lejos de la dichosa escalera.
─ ¿Cómo supondrás que inicia la ventisca? ─ me preguntó mientras me tomaba de la mano, miré a las bocinas de la estación que empezaban a transmitir algún tipo de ruido ─ Por ahí ─ lo jale hacia mí señalando un tipo de respiración o tragaluz ─ Tal vez pero es más sencillo de lo que crees ─ lo miré contrariado, negó y siguió jalandome ─ Ahí viene ─ un rumor comenzó a crecer, las personas lloraban y comenzaban a aferrarse a las paredes, es curioso que les siga diciendo personas cuando realmente son almas. En fin, algunas se tiraron al piso pero dejaron un espacio libre para que pudiéramos correr hacia las escaleras, comenzamos a correr pero de nuevo, una sombra se abalanzó sobre mí tirándome de bruces ─ ¡Ay no mames! ─ me enfureci y me giré para ver de quien se trataba.
Su diadema con flores rojas era excepcionalmente característico, su ceja bien delineada por primera vez, aquella nariz aguileña que era decorada por unos labios rojos bien delineados e intensos. Su huipil negro con bordados de animales en el escote resaltaban a pesar de que las luces comenzaron a tintinear ─ Como siempre, cundo me alejo de mi Tierra me llevo en mis entrañas mis amorios, mis besos, mis pinturas. ¿Cómo están allá arriba? Los extraño rete harto, a mi nieto Cato mandale mis besos y ve si sus ojitos siguen bienAgramón me tomo por los hombros para levantarme ─ Entrégale esto ─ me dio un alcatraz ─ Dile que me saqué y que descubra quien me metió en es cuchitril ─ me soltó y me pude levantar, comenzamos a correr y mientras el gemido se hacía cada vez más grave ─ ¡Vagones! Cuando los trenes lleguen al mismo tiempo a la estación crearán un vacío ─ ─ Tardaste demasiado en averiguarlo ─ y entonces escuche la bocina. Ya había llegado.
Nos arrojamos hacia la escaleras y entonces se creó el vacío que tanto temía Agramón, las almas salieron disparadas con el rugir del aire al igual que nosotros, Ilustrísima apareció en mi mano y la incruste en una pared. Las almas iban con dirección a Minos quien comenzaba a rugir, baje mi mirada y vi como eran regresadas en una ola, eran simples hojas en una tormenta, Agramón se sostenía de mi cintura, sus garras comenzaban a incrustarse debajo debajo de mis costillas, separé la espada y empecé a escalar hacia las escaleras. Veían como se estrellaban contra el techo de la estación, gritaban de dolor pero no sangraban, mi corazón se apretujo al verla aferrarse de un letrero de dirección, Su vestido era rasgado por el mismo aire y las personas que trataban de aferrarse a ella ─ Avisaleeee ─ se soltó y fue succionada por el tragaluz, ami me daría miedo eso.
Incruste las espadas en el suelo, ya faltaba poco y el sonido de los trenes aumentaba de manera rápida, solté un gemido de dolor, comenzaba a desgarrar mi carne, baje la mirada y un grupo de almas se sujetaban de Agramón. Mi sangre comenzó a pintarles el rostro ─ No mires ─ llevé mi rostro al frente y seguí escalando, faltaba poco pero mis brazos se hacían pesados, un rugido volvió a sonar, agache mi rostro pero un par de manos me tomaron de los hombros de la camisa y nos arrojo a las escaleras, rodamos por ella ─ Peter, levantate ─ fue lo último que escuche.
Abrí los ojos, las llamas consumían las paredes, me sentía como si no fuera yo mas bien como un espectador en primera persona. Comenzaba a bajar las escaleras que se desmoronaban a pedazos, el sudor se juntaba con la sangre y el polvo, tenía un saco en mis manos junto con un folder. Hanzel Osborne Rivera, estaba membretado en ese folder, corría hacia un enorme agujero en una de las paredes pero las escaleras sucumbieron justo en el momento que un hombre me disparaba, cerré los ojos con fuerza. Baje uno, baje dos, baje tres pisos largos.
Me levanté con pesadez, me dolía todo mi cuerpo. Estaba en una boveda de un banco, inhale fuertemente y comencé a caminar pero caí al piso, baje mi mirada mi tobillo estaba morado; me volví a levantar y comencé a cojear, comencé a caminar hacia una estación de metro. Otro anillo, no ─ No puedes huir de mi, Hanzel ─ yo soy Hanzel, me relaje y deje que Hanzel nos llevara por donde él creía mejor, lo sentía desesperado y de cierta manera desorientado pero no por la caída sino por no saber en quien confiar. Escuchaba como los charcos resonaban por las paredes, pero al parecer él iba siguiendo unas luces fluorescentes que estaban detrás de una rejilla. Comenzó a bajar la velocidad conforme íbamos llegando a donde estaban las luces. Es una trampa. Vimos policías armados hasta los dientes y entonces se recargo contra la pared. ¿A donde voy? Giramos nuestra cabeza a la izquierda y una tenue luz alumbraba un pedazo del túnel avanzamos por el estrecho pasillo hasta llegar a donde provenía la luz, era un farol que iluminaba sobre nosotros, nos acerquemos más a la pared, tenía huecos que formaba una escalera, comenzamos a subir, quite con cuidado la reja, estaba un poco gastada por lo que se quebró en sus orillas. 
¿¡A donde crees que vas!? nos tomaron de los tobillos incrustando parte de la rejilla, escupimos sangre en el momento que nos comenzó a jalar de regreso al túnel, trataba de buscar que arrojarle. La pistola, tenemos una pistola, apuntamos y disparamos a su brazo, nos soltó de ambos pies y giramos fuera. Nos levantamos dando tumbos, baje mi mirada y escurría sangre de ambos lados de mis costillas.
─ ¡Despierta! ─ mi rostro se estrelló contra algo frío, comencé a abrir mis ojos lentamente. Una marea de gemidos y golpes huecos me pusieron en alerta. Estaba sentado contra la pared ─ ¿Quien mierda es Hanzel? ─ negué ─ No sé, desde siempre he tenido sueños raros pero ahora se han hecho cada vez más intensos y frecuentes ─ comenzaba a hipar, me limpie la nariz con el dorso de mi mano. Estaba llorando ─ He soñado con un chico llamado Hanzel, con un chico llamado Jos, con otro llamado Sebastian y todos parecen que mueren o ya lo están, como cuando me detuviste de salvar a ese chico en aquella isla ─ su rostro estaba cubierto por arañazos ─ Tienes la forma de aquel al que quise pero tu consejo no me aleja del dolor ─ bajo su mirada a mi playera ─ ¿Eso lo hice yo? ─ estaba manchado de una sangre oscura y babosa ─ Si parecen zarpazos es tuyo, pero si parecen perforaciones son del padre de Hanzel ─  se puso en cuclillas y me levantó la playera, olía a caño ─ Definitivamente es mío, lo lamento ─ un vapor morado brotó de la palma de su mano ─ Te voy a curar por esta ocasión pero debes aprender a sanarte tu solo, por favor eres mi hijo ahora, eres capaz de adoptar cualquier habilidad de cualquier ser, niñato ─ me metió un zape y comenzó a trabajar, sentía como mi piel comenzaba a hervir pero a comparación de lo que pasó hace unos momentos y lo que ocurrió con Hanzel, duele menos.  
─ ¿Cómo se curan los ángeles? ─ se detuvo y me miró a los ojos ─ Pasan su arma sobre la herida y listos ─ chasqueo sus dedos ─ Como juguete nuevo ─ me recargue contra la pared pero una sensación fría apareció en mi espalda, Agramón desvió su mirada hacia mi espalda ─ Normalmente las vainas van atadas a la cintura pero bueno, se trabajo con lo que se tiene ─ saqué a Ilustrísima y la pase sobre la herida, ya no estaba ─ Dios, eso si que es oportuno ─ nos levantamos con pesadez, lo tome del hombro ─ Guiadme, oh ilustrísimo maestro ─ rodó los ojos y toco la pared, un par de ladridos fuertes y desgarradores brotaron de aquel arco que había emergido ─ Yo y mi enorme bocota ─ me empujo con su diestra al arco, comenzamos a bajar por las escaleras.
Mike Gallagherry
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Mensaje por Mike Gallagherry Dom 26 Sep 2021, 10:36 am

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You never met a monster you couldn't love 

Comenzamos a bajar con cuidado, se lograban oír los rugidos de Cerbero en el fondo ─ Detente ─ saqué la espada de su vaina, comenzó a brillar levemente cuando la escalera despertó en un crujido. Ya no bajabamos, ahora subiríamos ─ ¿Podemos subir en el infierno? ─ comenzamos a caminar con cuidado ─ Todo es subjetivo ─ las escaleras parecían dormitar, una luz plomiza brillaba al final de este pasillo débilmente iluminado por la espada y las mamparas, un aire gélido nos arropó mientras más trataba de subir. Exhale vaho, me aferré más a mi espada aunque, a pesar de ya estar a mitad del pasillo, mis manos comenzaban a temblar ─ Te he de confesar que pensé que íbamos a pasar por Insurgentes ─ exhalo ─ Apenas vamos en el tercer anillo, tal vez si se te hace ─ hacía cada vez más frío y la espada comenzaba a vestirse de escarcha.
─ Preparate que ya vamos a llegar ─  asentí, aullidos y gritos se oían a cada vez más cerca ─ Estaba a punto de preguntarte de qué tamaño era el sabueso pero creo que la respuesta será la misma. Subjetivo ─ se adelantó para quedar a mi lado ─ En eso no te equivocas, ponte en guardia ─ levanté la espada y llegamos al otro umbral. No había nadie y estábamos en Canal de Norte ─ Una vez que crucemos tendremos que encontrar las otras escaleras para bajar, ¿Sabes donde están? ─ asentí ─ Oye, aquí hay alguien que debo encontrar ─ asintió ─ En ese caso debemos tener más cuidado ─ inhale ─ Pues iniciemos pues con esto ─ cruzó él primero ─ Bien, mi turno ─ crucé y lo primero que me recibió fueron una bola de granizo en el pecho lo que me regreso al piso, se supone que tuve que haber rodado por las escaleras. Me levanté de un brinco y era un pasillo con vacío. Me gire y no había nadie ─ ¡Corre, Peter! ─ regresé a la plataforma y lo vi corriendo hacia unas escaleras de cambio, a lo lejos vislumbre un tren.  
Comencé a correr en el momento que empezaron a caer bolas de granizo, eran de tamaños irregulares, Llovían destrozando el techo y todo lo que estuviera a su alcance, algunas me alcanzaron pero solo sentía leves quemaduras así que no me era necesario sacar la Espada Dual,  la bocina del tren se hacía cada vez más próxima ─ ¡Agramón! ¿Qué pasa si dejo a alguien en su anillo? ─  lo vi detenerse a la mitad del puente de cambio de dirección, comencé a subir de dos en dos los peldaños y el granizo se detuvo momentáneamente ─ Es obvio, ¿no? Se quedará aquí sin posibilidad de ser rescatado o salvado, bueno solo lo podría sacar ese presumido y cara bonita de Michelangelo ─ y los trenes llegaron de ambos lados arrojandonos al piso, comenzó a granizar de nuevo, el agua se filtraba por las grietas y agujeros, comenzaron a escucharse alaridos de dolor y gimoteos, nos levantamos para asomarnos por el barandal. Los vagones se balanceaban estrellandose entre si pero nadie salía.
─ Bien, entonces buscaremos a ese idiota que vino contigo y nos largamos de aquí ─ lo miré contrariado ─ Para ser un Demonio Mayor, pareces temer demasiado a este anillo ─ saqué a Ilustrísima, comenzó a vibrar e irradiar luz ─ Y parece que a ti te va de puta madre con ese juguetito de ese Celestial ─ sonreí y comenzamos a bajar lentamente, sostenía a Ilustrísima en posición de ataque pero sea lo que estuviera dentro de los vagones parecía agitarse más ya que comenzaron a estrellarse de manera más rápida y violenta entre sí ─ ¿Quién dijiste que estaba en este anillo? ─ negué mientras trataba de ver a través de las ventanas del vagón pero simplemente no se podía pero sí se oían los gritos más fuertes, más desesperados ─ No lo dije, ni siquiera se quien puede estar ─  Inhale mientras caminábamos en guardia.
─ ¡Dante sácame de aquí! ─ guíe mi vista con dirección al grito, algo en mi pecho se hundió de un vuelco ─ Hay alguien ahí que conoce a Dante y creo que se quien es ─ vi por el rabillo de mi ojo como rodaba los ojos ─ ¿Crees? Estas de joda ─ lo siento nervioso, demasiado hasta dejó su faceta arrogante de Patrón y sumo señor del miedo a uno de adolescente ─ Si ─ comenzamos a acercarnos cautelosos, el dolor agudo y breve así como el hecho de estar empapados había pasado a ser el menor de nuestros problemas. Veía como el agua negra y turbia comenzaba a emanar de los cajones de tormenta inundando la plataforma. El tren dió otro pitido y una puerta se abrió de golpe, nos giramos a ver, el maquinista yacía en el piso y sobre él un Cerbero del tamaño de un Gran Danés desgarraba y devoraba su espina dorsal ─ Hay que movernos ─ comencé a correr al vagón de donde creía había venido el grito, nuestro chapoteos resonaban por toda la estación, me giré a ver a Cerbero quien nos miraba detenidamente. 
Aulló haciendo que una a una las puertas se abrieran, cientos de personas comenzaron a arrastrarse por las aguas negras de la plataforma, la sangre parecía hacer hervir el agua. ─ No es cierto ─ dijimos entre dientes, Comenzamos a correr hacia atrás ─ ¡Dante! ─ vimos como del penúltimo vagón salió un chico con el cabello rubio castaño con su camisa hecha jirones, de su pecho brotaba sangre, nos volteo a ver ─ Ayuda ─ susurro y un Cerbero se arrojó hacia derribandolo y masticando su carotina ─ ¡AYUDA! ─ corrimos hacia él y de un tajo corte la pierna del sabueso ─ Ven ─ lo tomamos por los hombros ─ Vamos tenemos que sacarte de aquí ─ giró a vernos ─ ¿Los mando Dante? ─ intercambiamos mirada Agramón ─ ¿Cómo te llamas? ─ un par de garras me derribaron, me abstraje tanto que me descuide, sus tres cabezas trataban de perscarme, cerré los ojos e incruste a Ilustrísima en su esternón, el sabueso cayó de lado sin vida, me incorporé y vi como eran rodeados por sabuesos, me levanté y comencé a correr, pero caí de bruces unos metros antes, baje mi mirada hacia mi tobillo, una mano nivea me prensaba con fuerza ─ ¡Sácame de aquí! ─ vestía un vestido de satín azul hecho tirones, su encaje en el escote se oscurecía con el agua ─ ¿Y tu quien carajos eres? ─ dio un alarido, un Cerbero le devoraba los muslos ─ Soy aquella que gobernó desde los Elíseos, tu delfín y tu celestial fueron a mi boda, por favor ─ un alarido rugió de nuevo y fue arrastrada al interior del vagón.
Me levanté, mierda, me giré ─ ¡Jofiel! ─ y de un tajo azote la espada al suelo, una pared amarilla rugió calcinando algunos sabuesos, corrí hacia ellos, tome por un hombro a Arnold y corrimos hacia las escaleras que daban hacia abajo, giré a verle su herida en la carótida. No había nada, seguímos caminando hacia las escaleras, me sorprendía que en esta estación no me sostuvieran de la mano para darme una advertencia, no faltaba nada para comenzar a bajar cuando de pronto siento como me toman del cuello de camisa jalandome de regreso a la plataforma ─ ¡Peter! ─ se giró Agramón pero vi como perdía el color, saqué a Ilustrísima y de un tajo corte mi playera, me giré para levantarme de un brinco.
─ Hermano, ¿A donde te llevas a ese? ─ tragó seco ─ Veo que tienes un nuevo hijo ─ llevaba puesto un traje de lino azul celeste, su cabello bien peinado hacia atrás y con una ligera barba castaña ─ ¿Quien demonios eres? ─ la espada resplandeció con fuerza ─ Belcebú ─ sonrió alargando su boca enseñando sus dos hileras de puntiagudos dientes ─ Veo que traes un juguetito celestial, espera no es tuya, no claro que no. Es de ese patético arcángel que está nadando en sangre con los centauros ─ comenzó a acercarse, puse la espada en alto ─ Eres temerario, típico de un suicida. No le temes a morir, ansias que llegue y profane tu velo de vida, que lo haga tiras ─ tocó la espada con su índice ─ Esperaba que atacaras ─ desvió su mirada hacia Agramón ─ Llevo prisa ─ conteste, desvié mi mirada hacia los perros que venían asechando. 
─ Claro, no te quito mas el tiempo, ah pero para salir de aquí deberás ganarme en un simple juego ─ chasqueo los dedos e Ilustrísima desapareció de mi mano, me giré hacia donde deberían estar Dante y Agramón, voltee a ver a Belcebú ─ ¿Qué mierdas hiciste? ─ sonrió de lado ─ Deberás compensar el peso que valen esos tres ─ señaló una vidriera en donde estaban con la espada ─ Con algo tuyo ─ sonrió torciendo una risa ─ Miré hacia la vidriera, el agua y el granizo comenzaban a llenarla, mis ojos comenzaron a picar ─ ¿Lágrimas? ─ acarició mi cabello ─ Cuando conocí a Marcelo, eso valen para mi esas tres personas  ─ me giré para encararlo ─ Ellos no han hecho nada por ti que valga eso. Por la culpa de ese vampiro es que estás aquí, por la culpa de ese Demonio Mayor es que casi mueres en el segundo anillo. Nadie lo llamará o verá esto como un acto de amor, nadie merece ese amor que le tienes a él ─ el agua comenzaba a anegar todo el piso del pasillo, los vagones se azotaban con una intensidad que formaba olas. Los gritos y el aire que soplaba mecían los anuncios de señalización.
─ Es un acto de amor hacia mi, ni siquiera el se merece el amor que yo le he dado; no lo supo cuidar y no voy a esperar a que lo haga ─ el agua comenzaba a escurrirse por las escaleras, sonrió mostrando sus hileras de dientes ─ ¿Solo sabes sonreír y desaparecer cosas? ─ colocó su mano sobre mi sien ─ Pero escúchame de una vez, para llevarte mi humanidad tendrás que arrancarlo de mi frío cadáver, ¿Entendiste? ─ sonrió con los ojos ─ No podría ser de otra forma ─ cerré los ojos mientras sostenía por el antebrazo a Belcebú
─ Vamos Peter, vas a llegar tarde a Teoría Económica ─ Carlos me sostenía de la mano empujándome por los pasillos de la Universidad, de verdad que no quiero ir a tomar clase y tener que ver a Julieta  ─ Carlos, en un segundo voy no es necesario que me empujes por toda la Universidad ─ me hice a un lado, me vio molesto con los ojos frustrados y un suspiro mientras se adelantaba, tenía una sensación de impotencia. No me podía concentrar en otra cosa que no fuera un plan para poder librarme de ella, camine por los pasillos deambulando y me senté en uno de los sillones individuales que había regados por la Universidad ─ Creo que tienes un día pesado ─ un chico de cabello castaño y quebrado se sentó justo en el sillón frente a mi ─ Ni me lo recuerdes ─ el sol comenzaba a oscurecerse ─ ¿Qué te tiene tan agobiado? ─ tosi una risa ─ Mi amiga me chantajea con decirle a mis padres  que soy gay aparte de decirle que me drogo con mis medicamentos psiquiátricos y a cambio de que no lo haga tengo que hacer lo que ella me pida, prácticamente me ocupa para alcanzar chicos ─ lo miré con una sonrisa, se sentía bien decirlo ─ ¿Y por qué no se los dices de una vez? ─ tosí una risa mientras negaba, tal vez lo haga, baje mi mirada ─ Porque sería como incendiar Troya y… ─ levanté mi vista y ya no estaba, genial me estoy volviendo loco. Me levanté y choque con un chico de ojos grandes como los venados. El sol resplandecío de un lado de la ventana iluminando su perfil, mi corazón dió un vuelco y la realidad se evaporó ─ Lo siento mucho ─ baje mi mirada y estaba lleno de mermelada mi bomber Dolce&Gabbana ─ No te preocupes, la lleva a una lavandería y queda ─ me miró con extrañeza ─ No como crees ─ sonreí ─ En serio, estoy bien ─ sus ojos me gustan mucho sus ojos azules ─ Marcelo, mucho gusto ─ tome su mano ─ ¿Marcelo Bianchi? ─ sonrió ─ Un gusto, Peter Landon ─ sostuve su mano y una sensación de ingravidez me envolvió. Carajo.
Una explosión los arrojó al suelo, el cristal se reventó liberando a Agramón y a Arnold junto con Ilustrísima, cayeron de bruces. La tranquilidad gobernó por unos instantes en la estación, el granizo seguía chapoteando sobre la acuarela de la estación ─ Muchacho, ¿estás bien? ─ Agramón movió a Arnold, asintió y se tratarón de levantar ─ Peter ─ susuró mientras corría hacia él. Su cabeza estaba ladeada, las ligeras olas elevaban sus cabellos, un hilo de sangre navegaba por el canal de su oreja ─ Peter, vamos levántate, ¡Ayudame! ─ Arnold corrió a donde estaban, lo tomaron de los hombros y lo levantaron, sus pies se arrastraban flojos ─ ¿A donde vamos? ─ preguntó Arnold ─ Vamos al cuarto anillo y descansaremos unas horas ─ lo vio contrariado ─ ¿Y la espada? ─ se girarón a verla, pero ya no estaba, un calambre en su nuca avisaba que las cosas iban a empeorar.
Mike Gallagherry
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Mensaje por Mike Gallagherry Dom 03 Oct 2021, 8:33 pm

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Raising Hell
Mis padres me educaron bien, pero no quiero ir al cielo sin pasar por el infierno.


Todo estaba oscuro y mi cabeza palpitaba tan fuerte que creo que todo el infierno podría escucharlo, entreabrí mis ojos y visualice a Arnold acostado frente a mi ─ Que bueno que despiertas ─ me giré hacia la voz, un chico de cabello azabache con lumbre en el,  me sonreía ─ No te preocupes, me llamo Caredubus un gusto joven Landon ─ trate de tomar su mano pero un dolor agudo me imposibilitaba hacerlo ─ Tranquilo, es normal que después de pasar una prueba con un Demonio Mayor sientas el cuerpo entumecido pero no debes alarmarte. Estas bien ─ recargue mi cabeza en el suelo.
Caredubus se acercó con sigilo para sentarse a un lado mio ─ Despliega tu runa ─ lo miré extrañado, sonrió mientras tomaba mi mano, la levantó y tenía una par de espirales entrelazados a un ocho o un infinito el cual comenzó a vibrar desplegandose como la tierna hierba ante el amanecer, era como las zarzas que crecían en el patio de mi madre ─ Las espinas blancas son para curar ─ tomó con gracia uno ─ Lo vas a poner donde duele ─ asentí mientras veía como la clavaba en mi frente ─ No te preocupes, estarás como nuevo en unos instantes, ve y duerme ─ de mis empeines empezó a crecer un frío que me acurrucaba, acaricio mi cabello y me deje vencer ante la tranquilidad.  
Abrí con lentitud mis ojos tratando de acostumbrarme el cielo estaba atardeciendo y tenía algunas nubes. Sonreí, sé que no estoy muerto pero al menos me siento tranquilo, me senté y logré ver donde estaba; estaba en la Hacienda frente al atardecer, un pétalo cayó grácilmente frente a mí, alcé mi vista hacia la lluvia de pétalos que se aproximaba, me levanté con cuidado, sentí mi mano pesada, Ilustrísima ya estaba en ella Peter Landon, acércate me giré con cuidado y frente a mí había un hombre con cabello ondulado y castaño que era decorado con una corona de laurel de oro; alcé la Espada y con cuidado se acercó a mí Vengo de parte de Gabriel mis ojos se humedecieron ¿Está bien? asintió mientras seguía acercándose a mí, solté a Ilustrísima Mi niño me abrazó y recargue mi cabeza Estoy cansado y no quiero enfrentarlo sentí su mano acariciar mi espalda Tranquilo, estarás bien y ambos sabemos que lo tienes que hacer alcé mi mirada y no había nadie, me tengo que apurar. El cielo comenzó a resplandecer en dorado, creo que al final de esta travesía sabré quién era esa sombra dorada que salvó a Jos, que evitó que el tornado de Agramón se extendiera por París y el que deslumbró a los enfermeros para que pudiera escapar. Tome a Ilustrísima y me giré hacia la puesta de Sol. Estoy listo, los pétalos seguían cayendo y aún tenía que recuperar a Gabriel y la parte que escondió Miguel hasta abajo.
Abrí los ojos y me senté sobre el piso frío ─ Peter ─ desvié mi mirada hacía Agramón quien tenía ya un aspecto desalineado, ahora tenía unas poderosas garras que sin duda serían capaces de descuartizarme si él lo quisiera y en nada se parecían a las que tenía en el segundo anillo, sus ojos en la parte de la esclerótica era de color mostaza haciendo contraste con sus iris azul cielo ─ Wow, ¿Qué te pasó? ─ sonrió de lado, si es que ha eso se le puede llamar sonrisa ─ Conforme vayamos descendiendo iré cambiando a mi forma real ─ asentí, me levanté con cuidado ─ ¿Hacia donde vamos ahora? ─  me miraron y señalaron hacia enfrente. Había un largo pasillo con paredes puntiagudas de piedra que sangraban oro, el piso seguía siendo de baldosas marmoleadas y el techo tenía sus mamparas colgando.  
El sonido de alaridos se escuchaban próximos, asentí mientras desenvainaba a Ilustrísima ─ Vamos ─ comenzamos a caminar, el sonido seco de algo arrastrándose comenzó a crecer, supongo que será sencillo que los dos últimos anillos ─ ¿Cómo van tus heridas? ─ me giré hacia Agramón ─ Supongo que bien, no le he echado un ojo ─ seguimos avanzando, las mamparas comenzaron a parpadear mientras vibraban de manera rítmica, a lo lejos un puñado de torniquetes eran débilmente iluminados, ─ La entrada está muy cerca ─ detuve a Arnold con la espada ─ Espera ─ Agramón se adelantó, baje la espada y comenzamos a correr hacia donde se había ido.        
Las luces palpaban cada vez más rápido y el ruido se hacía cada vez más grueso  ─ ¿Qué sucede? ─ lograba oírlo aterrado ─ Nada, no te preocupes ─ pero un golpe seco me derribo, Hades ─ ¡Peter! ─ se giró pero Agramón lo abrazo con su diestra y le tapo la boca con la otra. Es la única manera en que podremos avanzar, tiene que ganarle a Hades para que podamos avanzar, es la condición que puso. Tienen que buscar maneras más sencillas de cruzar esto, me levanté de un brinco, como puedes atacar a algo que no ves, un golpe seco de un mangual me arrojó al piso, sentía mi espada sangrar, me levanté con cuidado, no lo podía oir y no lo podía ver y lo único que olía era ese estupido azufre, levante a Ilustrísima. Alumbra a mi enemigo. Me pegue a la pared y un fulgor dorado me comenzó a alumbrar ─ Así que aún no lo saben ─ trague seco ─ Te escondes detrás de un velo sacro y todo para que ─ las picos me golpearon la mejilla arrojandome al piso, el aire escapo de mis pulmones e Ilustrísima se fue de mi mano, comencé a arrastrarme hacia ella.
Sentía los hilos de sangre correr por mi cuerpo, alcé mi mirada justo en el momento que desaparecía Ilustrísima, levante mi mano y una espina salió disparada de mi dorso, sangre dorada y de color cielo comenzaron a caer incinerando el piso y alumbrando a Hades. Su cabello gris se elevaba como si tuviera vida propia, sus ojos amatista brillaban con fuerza resaltando de su tez tostada ─ Escucha bien lo que he de anunciarte hijo de Agramón, los arcanos valoramos el sacrificio, nada es más valioso que la vida misma excepto la verdad. Considera mi palabrasTe doy la habilidad de replicar habilidades y que esto a su vez te lleve a manipular instrumentos y accesos, me levante con pesadez mientras veía como caía de espaldas; comencé a dar tumbos mientras caminaba a su cuerpo, la sangre incineraba todo a su paso.
Las paredes borboteaban ríos de oro, caí de rodillas a los pies de Hades y los abrace, las lágrimas se estampaban contra la piel tostada. No quería hacerlo, no quería matarlo; me levanté, no sé cómo pero lo logré, y camine hacia donde había caído su yelmo; resplandeciente y con un crin que era consumido por ligeras brasas. Podía verme reflejado en el lustroso acero, replicar habilidades resonaba en mente. Las llamas avanzaban conforme desangraba el cuerpo, me coloque el yelmo, mi sien comenzó a arder en ambos lados, me inque y tome un poco de icor en llamas, dibuje la runa en la frente del casco y fui envuelto en llamas. 
Sentía mi cuerpo quemarse, arder y regenerarse, ahora sé lo que sintió Prometeo cada vez que le devoraba su hígado el águila de Zeus cada mañana, cerré los ojos y me deje caer hacía atrás pero jamás toque el piso, solo seguía cayendo. Abrí los ojos y enfrente de mí había un destello de luz, como una estrella, levanté mi mano mientras seguía cayendo, la luz se iba extinguiendo, cerré los ojos.
La lluvia caía con fuerza haciendo borrones los edificios y sus luces, sentía como mi corazón se agitaba con demasiada fuerza mientras corría de regreso al departamento; mi sudor se mezclaba con las lágrimas del cielo, gire a la derecha y me adentre a la plaza comercial que unía las cuatro torres de departamentos. Un relámpago quebró la luz dejando a oscuras la plaza. Tenía que llegar a su departamento, tenía que llegar. Salté los torniquetes de acceso y comencé a subir por las escaleras de incendios, con cada relámpago el edificio crujía haciendo parpadear las luces de emergencia, era la peor lluvia de los últimos  trescientos años ¡Peter!
Abrí los ojos topándome con los de Agramón, parpadee para acostumbrarme ─ ¿Estás bien? ─ asentí levemente y estiré mis manos para que me ayudara a levantarme, mi cabeza daba vueltas de verdad ─ Pareces un fantasma ─ desvié mi mirada hacia él ─ Estarías igual si te enfrentarás a alguien que no puedes oír ni ver ─ comenzamos a caminar hacia el otro lado de los torniquetes, el ruido de cosas arrastrándose era cada vez más intenso ─ ¿Te dijo algo? ─ negué ─ ¿En serio no te dijo el Dios que cuida el hades? ─ asentí ─ Digamos que no era de muchas palabras y cuando le incruste a Ilustrísima solo se inmolo ─ asintió vagamente ─ Pensé que al menos te daría una pista de quien está abajo o por lo menos te enseñaría algo ─ negué y aprete mis labios, Ilustrísima vibro en mi mano ─ ¿Quien esta en este anillo? ─ caminamos por un pasillo que se hacia estrecho, giramos y Pantitlán se abrió ante nosotros. Lo veo y no me lo creo, miles de personas empujando vitrinas de dos metros, unas mas llenas que otras pero sin duda estaban llenas y eran pesadas  ─ ¿Donde mierdas está Arnold? ─ puta madre ─ Se adelantó ─ ahora tenemos que encontrar a dos personas en un solo anillo, si estoy molesto pero estar molesto no me va a decir dónde están así que lo mejor que podemos hacer es pensar ─ ¿Cuál es el miedo de Arnold? ─ cerró los ojos y aspiró ─ Perder a Dante ─ asentí ─ ¿Puedes oler su miedo? ─ ─ Soy un maldito Demonio Mayor, no un estúpido Bloodhound ─ rodé los ojos y alcé mi mirada a los claros de la estación ─ Es de día ─ me miró buscando una explicación ─ ¿No te parece interesante que este soleado en un anillo del infierno? ─ negó mientras comenzábamos a caminar esquivando las personas.
─ La última vez que se puso así medio infierno se fue al demonio ─ lo miré contrariado ─ ¿Por? ─ se hizo a un lado el cuello de la camiseta enseñando una cicatriz ─ En una ocasión el niño bonito de Miguel decidió bajar aquí pero Gloriosa simplemente comenzó a palpitar y el noveno anillo se incineró. Muchos fuimos alcanzados por la explosión, no era su intención pero de todas maneras ya estaba hecho ─ alcé mi mirada de nuevo ─ ¿Así se pone cuando algún arcano baja? ─ negó mientras esquivamos una señora que empujaba una vitrina llena de puentes en miniatura y aviones ─ Es un prodigio de que debemos apresurarnos ─ ¿Y si me tengo que enfrentar a Miguel? mi corazón dio un vuelco, no estoy listo ─ Estamos en el transbordo de la línea rosa y debemos ir al tren férreo, a la línea A  ─ miró las señalizaciones esperando que algo le indicará a dónde ir ─ Tu mismo lo dijiste ─ miré hacia atrás ─ Esta versión del infierno es una adaptación de mi realidad ─ y pasó lo que me temía, dos hombres chocaron con sus vitrinas y comenzaron a pelearse ─ ¿Quien cuida este anillo? ─ un par de oficiales con pinzas de alacrán los tomaron de la cintura y los arrojaron contra su respectiva vitrina y se esfumaron con el viento.    
Mammón ─ lo vi mal ─ Si tienes un problema conmigo y mis direcciónes me lo puedes decir ─ negó tosiendo una risa ¿Que se cree este idiota? ─ Se llama así mi hermano y quien cuida este anillo, Peter ─ asentí vagamente mientras avanzabamos hacia la línea A, teníamos que subir unas escaleras que estás a su vez nos llevarían allá.  Las encontramos y comenzamos a subir con cuidado ─ Hermanito ¿Eres tu? ─ maldije bajo y comenzamos a subir más a prisa ─ Claro que eres tu ─ escuche como el sonido de monedas cayendo comenzaba a aumentar ─ Que no te entretenga y tu sigue avanzando y por lo que más quieras no dejes de avanzar ─ asentí y llegamos al inicio del pasillo ─ Hermanito, trajiste compañía me alegro mucho ─ seguímos avanzando por el pasillo esquivando personas ─ SI pero no nos quedaremos, venimos a buscar ─ ─ Vinieron a buscar a ese guapo arcángel que está con los Centauros, que romántico, ¿eso que huelo es celos? ─ rodé los ojos mientras seguíamos avanzando, desvié mi mirada por curiosidad. Las casas en obra negra y el paisaje gris de la ciudad era alumbrado por un cielo dorado de donde llovían estrellas que quemaban al contacto con el piso ─ ¿Hermoso, verdad? ─ inhale, de verdad que no nos quedaba mucho tiempo.
─ Ah ya, buscan a los dos vampiros que mandó Minos para acá abajo ─ lo sentí sonreír con malicia ─ Si los tengo pero no te diré donde están ─ ─ No esperaba que lo hicieras ─ escuche como apresuraba sus gordos pasos ─ ¿Qué te parece si hacemos un trato? ─ giramos a la derecha y una pendiente comenzó, sentí como me empujo contra la barandilla ─ ¡DAME EL PUTO YELMO DE ESE ARCANO, SUCIO MESTIZO! ─ sus ojos diamante me miraban fijamente ─ ¿Y qué te hace creer que lo tengo? ─ me tomó del cuello y me levanto, giré a ver a Agramón quien estaba derribado en el piso paralizado ─ Te vi como te lo ponías y lo marcabas ─ siseo, sentí mi mano hormiguear tenía el mangual de Hades en mis manos y justo en el momento que bajó la mirada atine un golpe en su mandíbula soltandome, su boca sangraba icor del que brotaban diminutos alacranes. Levante a Agramón del piso y comencé a arrastrarlo hacia el final del transbordo ─ ¿Cómo lo sabes? ─ negué mientras avanzaba presuroso, podía oír como se incorporaba, miré por encima de mi hombro como se ponía de pie pero de la cadera hacia arriba estaba literlamente doblado, se giró y su rostro estaba torcido, la sangre de su boca escurría por su nuca y espalda.    
Soy aquello que devora las estrellas. Soy aquel que verás con la cabeza torcida. Soy lo que ocultas en las llamas. Me verás a través del mesías. Soy aquel que verás con la cabeza torcida, mierda regrese mi mirada hacia enfrente, De un impulso puse a Agramón sobre mis hombros y comencé a correr, avente a las personas con sus vitrinas sin importarme nada. Cruzamos el umbral y baje las escaleras de dos en dos ─ ¡DAME EL YELMO! ─ escuche como se estampaba contra la pared del inicio de las escaleras. Un crujido rugió con una fuerza avasallante dando paso a una explosión que nos arrojó contra los muros de dosificación, ambos caímos al suelo, las personas seguían arrastrando sus estúpidas vitrinas en llamas, me recargue contra la pared y un par de tenazas me tomaron por el cuello levantándome, el humo se iba disipando mientras el rostro desfigurado me miraba con odio.
 Sus ojos diamante brillaban con peligro ─ Quiero… que me des… ese puto yelmo… AHORA ─ su lengua era parecida a la de una res, oscura y seca. Sentía como me comenzaba a entumirme mientras las pinzas cortaban mi carne, sentí a vibrar a Ilustrísima en mi mano; si he de morir será peleando ─ Sobre mi cadáver ─ e incruste la espada en la tenaza, me soltó de inmediato. Di una bocanada de aire y toque mi cuello y de verdad sangraba un río, me apoye en la espada para levantarme ─ Mugroso abandonado, morirás al igual que el resto ─ pase la hoja de la espada sobre mi cuello ─ Pero no hoy ─ levante a Ilustrísima sobre mi ─ Que las estrellas ardan hasta el final de los tiempos a tu alrededor ─ y le apunte. Se lanzó sobre mí como lo hacen los leones con las gacelas, di un tajo ascendente cortando uno de sus ojos haciendo que errara en su ataque ─ Ven, levántate viejo aún nos queda mucho que recorrer y muy poco tiempo ─ lo levanté por la cintura y lo arrojé a mi hombro, cruce el laberinto de rejas y salí al andén, comencé a bajar las escaleras. 
Vi  que Arnold estaba amarrado a una de las plumas de corriente. Me adentre hacía un vagón y deje a Agramón en uno de los asientos ─ Peet ─ me giré hacia él pero las palabras murieron en su boca desvie mi mirada y me subí a unos asientos para salir por la ventana. Incruste a Ilustrísima en el vagón y me impulse quedando en el toldo ─ Arnold ─ lo moví un poco, como saber si un vampiro estaba vivo, bien no tengo tiempo para averiguarlo, mi mano vibró e Ilustrísima estaba en ella, la dejé caer de un tajo pero al contacto un fulgor azul me arrojó al final del tren. Me incorpore, cadenas irrompibles lo que me faltaba, el tren crujió y corrí hacia Arnold. Si las cadenas no se pueden romper creo que debo cortar las plumas de corriente o tal vez el cabezal con la pluma. Llegue a donde él ─ Son de Hefesto, no las puedes romper con un arma de arcángeles ─ jadeo Arnold ─ Pero esto no ─ de dos porrazos rompí los cabezales y las plumas cayeron hacia atrás, me acerque a Arnold ─ ¡No las toques! ─ puse mis manos sobre las cadenas y lo jale para liberarlo ─ O puedes arder ─ lo saque y lo coloque sobre mi hombro, el techo crujió y caímos dentro de un vagón ─ Puta madre ─ jadeé y me senté ─ ¿Desde cuando eres así de fuerte? ─ me giré hacia él con enojo ─ Desde que clavaron unas espadas duales y me arrojaron al Sena ─ me apoye en el barandal y me levanté ─ ¿Donde está Dante? ─ negó ─ No sé, pensé que estaba contigo, que o habían encontrado ─ 
El tren vibro de nuevo y un timbrazo anunció el cierre de puertas Próxima Estación: Peñón Viejo, ─ Dante ─ dijimos al unísono ─ Quédate ahí ─ comencé a correr hacía delante. El tren comenzó a avanzar, podía ver perfectamente como las sombras se arremolinaban creando oficiales con tenazas de alacrán, me repliegue a la pared, mis manos vibraron y frente a mí tenía el yelmo, el mangual y a Ilustrísima; me coloque el yelmo y tome la espada, comencé a caminar decidido a acabar con los oficiales que fueran necesarios en caso de que el yelmo fallara. Me coloque sobre la articulación e inhale antes de caminar hacia ellos, camine con cautela y con la espada en alto, el primer oficial tenía una esclerótica cobalto y dientes como los peces linterna, sus pinzas tenían una vellosidad rígida de la que escurría un líquido translúcido. Seguí avanzando con cuidado hasta que llegue a la articulación que daba al otro vagón, ya solo me faltaban dos vagones más. 
Dividí a Ilustrísima en las espadas duales y las lancé como si fueran saetas, una incrusto a un oficial a la pared de su cuello y la otra se incrusto en el pecho del último oficial, corrí hacia él al igual que oficial hacia mi y salte pateando la empuñadura de la espada incrustandola, su sangre ahogó un grito y cayo al piso ─ Ven aquí ─ me prenso del cuello y me levanto, mi mano peso y le estampe el mangual de Hades en la cabeza que de inmediato explotó tirandome. Me solte de su tenaza y me apoye en uno de los asientos para levantarme, la sangre escurría de mi abdomen, me giré y tome el mangual de nuevo, la sangre escurría por los picos de la bola. Lo alcé y lo deje caer rompiendo la manija abriendo así la puerta del maquinista.
Dante estaba desparramado sobre el tablero y con el dedo clavado -literalmente- en el dispositivo de hombre muerto ─ Dante ─ lo moví un poco y abrió los ojos ─ Viniste ─ fruncí mi ceño contrariado, ¿A qué venía eso? ─ Claro que si ─ el clavo resplandecía igual que las cadenas ─ Hefesto, ¿No? ─ asintió, desvié mi mirada sobre las vías del tren las cuales nos llevaban directo a un lago que anegaba el horizonte. Toque el clavo y un fulgor azul rezo por mi mano, no lo iba a poder sacar pero si rompía el tablero tendría chance de quitarselo y detener el tren ─ ¿Por qué estás sobre el tablero? ─ me adentre a la cabina y comencé a hacer círculos con el mangual ─ El cobre celestial arde como la puta madre ─ asentí y di el primer porrazo, di el segundo y en el tercero el dispositivo de hombre muerto salió desprendido con un pedazo de tablero, una sirena se escuchó a lo largo del tren y fuimos expulsados por la ventana, giramos unos metros más adelante del tren que frenaba en un alarido.
Quede viendo al cielo dorado del que llovían estrellas, trague seco y cerré los ojos. Sentí mi mano pesada, Ilustrísima estaba de nuevo conmigo; la pase por mi cuerpo y un ligero ardor me comenzó a invadir, ya iba a terminar la curación. Exhale ─ ¡Peter! ─ abrí mis ojos y gire furtivamente buscando a Dante pero no lo veía, me gire y las esquirlas cayeron entre los durmientes de las vías, me levante con cuidado y vi a Dante inconsciente unos metros más adelante, camine rápido hacia él pero ya no tenía clavado el dedo, de hecho el clavo de Hefesto estaba incrustado en el muro de contención de la vía  ─ Mierda ─ camine hacia el y comencé a jalar para sacarlo de la pared, no sé si era yo o algo más pero salió como si de una astilla se tratara ─ ¿Qué? ─ ─ Mierda Peter, la próxima vez que intentes una acrobacia así ten la decencia de avisar ─ me giré y vi a Dante quien comenzaba a levantarse ─ Aunque te hubiera dicho estabas demasiado ido como para atenderme pero descuida, si hay una próxima y espero que no, te avisare ─  exhalo. Me giré para ver la estación que era consumida por las llamas, mierda por un momento creí que era Mammón a quien me tenía que enfrentar. 
Mike Gallagherry
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Mensaje por Mike Gallagherry Dom 10 Oct 2021, 6:07 pm

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Blinding Lights


Caminamos a un costado del tren, y  de las puertas del primer vagón se escurría un icor de color verdoso ─ ¿Qué es eso? ─ miré a Dante ─ Nada de lo que nos debamos preocupar por ahora ─  seguimos caminando hasta llegar al segundo vagón, me detuve y empuje la puerta mientras un chirrido anunciaba que se iba abriendo. Saltamos hacia dentro del vagón ─ ¿Donde están? ─ ─ Están más adelante ─ comenzamos a caminar ─ Oye ─ me detuvo del brazo ─ ¿Estás bien? ─ trague seco, y me dejé caer sobre uno de los asientos, negué ─ Son demasiadas emociones en muy poco tiempo ─ una luz dorada alumbró los vagones, era la misma luz de los atardeceres en el metro cuando iba a perderme por la Ciudad, me gustaba cuando los vagones estaban vacíos y podía sentarme como me diera la maldita gana ─ Tengo miedo ─ se sentó en los asientos delante de mí ─ ¿De no sobrevivir? ─ ay si tu supieras ─ Si ─ en parte sí aunque iba más evocado a lo que me tengo que enfrentar, espero equivocarme ─ Estarás a la altura ─ acarició mi mejilla
─ Ven, vamos por Agramón ─ se levantó ─ Antes de que vayamos a buscarlo debes saber algo, Arnold está con nosotros ─ inflo su pecho y frunció su ceño ─ ¿Donde se les juntó? ─ abrí mi boca, ¿de verdad es necesario decírselo? ─ Estaba en el tercer anillo ─ asintió levemente mientras desviaba su mirada hacia afuera ─ Lo hubieran dejado que se pudriera ahí ─ ─ No digas eso, aún no sabes, bueno sabemos del porqué actuó como actuó ─ sus labios formaban una línea recta, contuvo el aire antes de suavizar su expresión ─ Bien, vamos por esos dos y apresuremonos. Tu novio te ha de estar esperando ─ tosí una risa ─ Dios te oiga ─ me levante y comenzamos a caminar hacia ellos pero a lo lejos logré divisar a Arnold ser arrastrado por Agramón hacia nosotros, se le veía realmente molesto ─ Toma tu porquería de humanidad ─ y nos arrojó a Arnold, nos replegamos a los asientos dejando que se estampara contra un par de tubos ─ Hijos de perra, ¿Por qué no me han sostenido ninguno? ─ Dante y yo intercambiamos miradas y negamos irónicos ─ ¿Y a ti que te hizo? ─ levanto su camisa una enorme quemadura avanzaba de su cadera hacia arriba, volteamos a ver a Arnold ─ ¿Cómo lo hiciste? ─ sonrió con malicia y su rostro comenzó a rotar dejando su boca hacia arriba, cerré los ojos. Puta madre, ¿es enserio?
─ Yo voto que lo matemos ─ miré a ver a Agramón ─ No vamos a matar a alguien, por Dios. ¿Queremos respuestas, no? y nos las vas a dar ─ sonrió más ─ Jamás sucio Abandonado, mereces arder en medio de esta brea y que… ─ una estrella explotó afuera de las vías ─ Dices que Miguel lo provocó, ¿no? ─ asintió levemente ─ ¿Entonces si existe el fuego celestial? ─ asintió levemente ─ Pero solo él y únicamente él puede invocarlo ─ sonreí ─ En teoría, lo que está lloviendo son estrellas de fuego celestial ─ asintió ─ ¿Qué es lo que quieres hacer? ─ mi mano vibró e Ilustrísima estaba entre mis dedos ─ Una locura ─ susurró Agramón, abrí una de las puertas y salte hacia las vías de nuevo, divisé una bola de fuego que venía hacía mí, coloqué la espada frente a mi y esta recibió el impacto, sentí mi cuerpo arder al igual que todo a mi alrededor, comenzaba a patinar sobre la grava ─ ¡Peter! ─ miré por mi rabillo a Dante ─ ¡No! Tengo que hacerlo solo ─ cerré los ojos e inhale, el fuego celestial entro por mis pulmones quemándome, era como inhalar menta caliente y de pronto todo se volvió negro.
¡Peter! abrí los ojos, el olor a sangre invadió mis sentidos, Quirón sostenía del cuello a Gabriel ¡Nooo! trate de correr pero una bofetada me derribó al piso, levanté mi rostro ¿¡Quién demonios eres!?  galopo tratando de aplastarme con sus cascos Humano ingrato gire hacia atrás y me levanté de un brinco, mis manos no vibraban. Carajo, levanto su saeta, retrocedí Ven aca me levantarón del piso y me sostuvo otro centauro haciendome ver a Gabriel, Quiron lo sostenía del nacimiento de sus alas ¡No! lo arrojo al arroyo de sangre hirviente
─ Peter ─ abrí los ojos de golpe, me incorporé de un brinco ─ ¿Estás bien? ─ escuche a Dante, comencé a caminar hacia el vagón, brinque y Agramón veía a Arnold o lo que simulaba ser ─ ¡Mugroso abandonado, regresaste! ─ tome a Ilustrísima y se la incruste en el hombro, comenzó a retorcerse ─ ¡Me vas a decir como llegar al septimo anillo, ahora! ─ comenzó a reirse y a borbotear sangre de su boca, comencé a rotar la espada y ahora si comenzó a gemir ─ Así te tenga que arrancar la piel aún vivo ─ saco una larga lengua negra dividida en dos con puntas de aguijón, trato de atacarme pero fueron cremadas en cuanto estuvieron a no menos de cinco centímetros de mi, tal vez menos ─ ¡Fatue, fatue, fatue! ─ lo tomé por el cuello y comencé a apretarlo y a su vez a quemarlo con el fuego en mis manos, de hecho recorría todo mi cuerpo, comenzó a convulsionarse ─ Habla y solo para decirme como llegar al séptimo anillo sin cruzar los otros dos ─  vi por el rabillo como Dante venía a separarme pero Agramón lo detuvo ─ Peet, relájate. Es un demonio Shax, un cambiaformas no te dirá algo que ni siquiera sabe ─ apreté la empuñadura de Ilustrísima y liberando una pequeña flama que incineró en segundos a todo el demonio.
Me giré y voltee a ver a Agramón, ─ He de suponer que tu sabes ─ negó ─ Quién sabe yacé ardiendo en llamas de estas mismas estrellas te lo recuerdo ─ y me dejé caer la pared para poder sentarme, recargue mi cabeza contra esta y vi mis manos. Estaban blanquecinas y con ligeras piras doradas en ellas era como ver un ocote prendido ─ ¿Estás bien? osea te desconectaste feo ─ cerré los ojos e inhale mientras pasaba un poco de saliva y asentí levemente ─ Es la primera vez que pierdo así el control ─ y una lágrima salió ─ Tengo miedo a perder mi humanidad en este viaje ─ abrí los ojos y miré a Agramón, se puso en cuclillas quedando a mi altura, las lágrimas salían y con su infernal mano limpió las lágrimas ─ Sería hipócrita de mi parte decir que te entiendo pero puedo serte sincero y decirte que si te aferras a ti no pasará. Tal vez por el concepto judeocristiano y por mi atractivo natural creas que no sentimos pero si, tal vez nosotros somos más humanos que los arcanos esos, bueno exceptuando al cara bonita de Miguel pero lo que te quiero decir es que, no pienses que por ser un demonio soy malo de cajón, solo hago mi labor, alguien lo tiene que hacer ─ sus garras verdes trataban torpemente de limpiar mis lágrimas ─ Me estás arañando ─ tosio una risa ─ Lo sé tarado, estás garras no son para limpiar lágrimas ─ se levantó y me tendió la mano, la tome y me levante ─ Ahora vamos por tu novio y amigas ─ 
─ ¿Entonces tenemos que cruzar el quinto y el sexto? ─ miramos a Dante ─ Me temo que sí vampiro y tal vez encontremos a tu amigo en alguno de ellos o tal vez no ─ negué y voltee a ver las cadenas humeantes ─ Tu hermano no dejaría a un shax con algo tan valioso así por así, ¿verdad? ─ negó mientras dirigía su mirada a las cadenas también ─ Ten cuidado ─ asentí mientras me agachaba para tomarlas, vibraron y se convirtieron en una pulsera unida por una diminuta estaca, bien creo que sabremos después para que es esto ─ Tal vez podamos convencer a Flegias para poder adelantarnos ─ lo miré mal ─ No, ya tuve suficiente de amigos de Hades o hijos, en serio ─ me regreso la misma mirada ─ Es lo mejor que te puedo ofrecer ─ Inhale mientras acomodaba mi cabello hacia atrás ─ Bien, no perdemos nada con intentar.
─ Ahora como hacemos avanzar esta porquería ─ mire a Dante y después a Agramón ─ Con energía de demonio, no es obvio ─ comenzamos a caminar hacia la cabina del maquinista, los cuerpos de los oficiales se habían reducido a diminutos alacranes que Agramón se encargaba de comer ─ No hay mejor platillo que esté ─ sentí náuseas mientras lo decía, tenía la boca llena y los labios pintados de verde ─ Ignorare que dijiste eso ─ los tres entramos ─ ¿Y como lo hacemos arrancar? ─  desplegué mi runa haciendo que se enredara con el cableado  ─ Toma mi mano, Marcelo ─ Agramón gruño y me afianzo ─ Esto es lo más cercano que estarás de sostenerle la mano ─ tosí una risa ─ Con eso me basta ─ el tren crujió y comenzó a avanzar ─ ¿Por qué no lo sostiene directamente? ─ miré a Dante ─ Porque si lo toma tuesta el tablero, veme como un pararrayos o un regulador ─ frunció el ceño ─ ¿Y por qué yo no lo necesite? ─  ─ ¿Quien dice que no, guapo? ─ levanta mi mano donde tengo la pulsera de Hefesto, ─ El pararrayos era el clavo ─ 
El tren comenzaba a moverse de manera rápida, aumentando su traqueteo ─ Estamos por entrar a otro anillo ─ a lo lejos vislumbramos un túnel del que comenzaba a emanar agua, cerré los ojos y escuche un portazo ─ Por si nos comenzamos a ahogar ─ negué y Agramón me solto de la mano, abrí los ojos y el tren se detuvo en seco arrojandome por el parabrisas ─ ¡Peter! ─ y de pronto todo se volvió negro y húmedo.
Podía sentir como mi espalda ardía de dolor al igual que mis pulmones; me sentía traicionado hasta cierto punto, Tal vez supo que de verdad me dijo algo Hades o que tengo su mangual, de verdad que todo pasó muy rápido, abrí mis ojos a pesar de sentir que mi cabeza en cualquier minuto terminaría estallando , todo era oscuro y húmedo, sentía como fuertes corrientes de agua (creo), me arrastraban e incluso llegaban a empujarme. Levanté mi mano y comenzó a brillar las cadenas alumbrado a mi alrededor, no había nada, alcé mi rostro y logré divisar una ligera claresencia; trate de nadar pero mi cuerpo ardió y se quebró, levanté con cuidado las cadenas y estas salieron disparadas a gran velocidad, se enraizó a lo largo de mi brazo.
Se tensaron las cadenas y me arrastraron con fuerza hacia lo que creo que es la superficie, la fuerza con la que me jalaba era tanta que sentía como mi brazo se iba a separar de mi hombro, sentía como las corrientes se arremolinaban a mi alrededor, como me jalaban o empujaban. Era como si me golpearan, apreté más las cadenas aumentando su brillo y menuda sorpresa la que me lleve. Miles de personas golpeandose y mordiendose, veía como se ahorcaban o como soltaban zarpazos y varios de ellos me alcanzaron ─ ¡Verás el hijo de puta que puedo ser! ─ un alma me sostuvo del cuello ahorcandome ─ ¿Y tu quien demonios eres? ─ logré hablar, por un momento llegó a creer que me ahogaría pero me doy cuenta que no, que ni siquiera el agua entra por mi boca ─ Soy aquel que golpeó a su primogénito y su primer hija, aquel que osó a ultrajar a su esposa a golpes y amenazarla de muerte ─ no podía levantar mi otra mano por la misma fuerza que llevaba el agua así que desvié mi rostro hacia él, ojos oscuros, cabello como el de un cerdo, grueso y seboso; grandes mejillas con ligeras cicatrices en el rabillo de sus ojos. Abrí su boca gritando como si le incrustarán un acero en su pecho, su lengua estaba agrietada y negra ─ Te compadezco alma en pena ─ alcé mi rostro y rompí la superficie, las cadenas se habían incrustado en un techo. 
¡Vamos hijo de Agramón, demuestrame de lo que eres capaz! ─ baje la mirada y había piso, jale la cadena y caímos. Rode alejandome de él, me recargue contra la pared y levanté mi mirada al otro lado. "No rebase la línea amarilla", parpadee varias veces tratando de acostumbrarme a la luz blanquecina que deslumbraba mi vista, gire mi mirada hacia la derecha ya que un sonido de agua comenzaba a crecer; efectivamente una cristalina película de agua salía de acceso que daba al cambio de dirección y a un pasillo. — ¡Ven aquí! — me gire pero era tarde, se abalanzó tirandome al piso, sus ojos negros me miraban con odio — ¡Provocaste problemas, por ti estoy aquí — le di un cabezazo y cayó a un lado, Ilustrísima vibró en mis dedos así que rápidamente la pasé por mi cuerpo y pude levantarme de un brinco. Guarde la Espada en su vaina, también se levantó de brinco y de inmediato me soltó un gancho en mi mandíbula arrojandome de espalda al piso. 
— En ninguna pelea me tomé a personal ningún golpe, ningún insulto pero voy a disfrutar esto como no tienes idea — levanté mi mano y de mi dorso dispare una espina morada que se incrustó en su pecho, comenzó a tener espasmos mientras caía de rodillas, me senté — Vas a perecer niñato — y cayó de lado hundiéndose en el agua, comenzaron a aplaudir del otro lado de la plataforma, me fui incorporando con lentitud — ¿Quien demonios eres? — sus ojos rubí destellaban un fulgor negro — Amon, un gusto — se acomodo su cabello plateado hacia atrás, era largo y bien cuidado — Descendiente de Lucifer, ¿No? — Ilustrísima vibró en mi mano, ambos caminábamos sin perder de vista al otro y nos detuvimos bajo el reloj — Parecía que lo conocías — me dedique a mirarlo — ¿No hablas? Bien, entonces supongo que llevas prisa por llegar a dónde Gabriel — sonrió y comenzó a caminar sobre el agua, las almas que intentaban bañarlo eran incineradas o explotaban — No te asustes muchacho, se regeneran — puse mi Espada en guardía, ingle mi pecho y sentí como las llamas comenzaban a avivarse dentro de mi — ¿De dónde sacaste Fuego Celestial? — se detuvo en seco. 
— Te harán pedazos allá abajo si no controlas tu temperamento — inhale con fuerza — Peter, no te voy hacer nada — sonrió y las llamas brotaron de la hoja de la espada — Estás dolido porque te traicionaron pero… — espera ¿Qué? — ¿Traicionaron? — asintio — Dante sabía que Agramón iba a soltarte la mano por eso se fue a la puerta pero no te diste cuenta ya que tenías los ojos cerrados — mi pecho sentía quebrarse e irse a la mierda, baje la espada y comencé a caminar hacía el pasillo de dónde salía el agua. No quiero saber nada de nadie, solo los saco de aquí y obtengo esa cosa que escondió Miguel y me largo. ¿Por qué habría de confiar en los demonios o por qué debería creer en lo que me digan? Escuché como otro chapoteo corría a dónde estaba, cruce un amplio corredor blanquecino que era decorado por diferentes escenas de la concepción de Inferno, podía oír como los gritos se hacían cada vez más graves — Déjame acompañarte — seguí caminando corriente arriba, de verdad que no quiero hablar con nadie — Peter, déjame ayudarte — apreté mi mandíbula y me gire levanté mi mano disparando las cadenas que atravesaron su hombro — ¡Hijo de perra! — grito transfigurandose en una enorme serpiente con brazos alargados y huesudos, levanté mi dorso y comencé a disparar espinas doradas con morado; las cadenas se atoraron en un pilar que estaba del otro lado del andén, con cada disparo retrocedía un poco — ¡Mugroso infeliz! ¡Tus estúpidas espinas no me hacen nada, yo soy tu miedo encarnado! — seguí disparando — ¡No puedes matarme, soy un DIOS! — tome la cadena y la azote, Fuego azul rugió arrojando a Amon hacia el río de almas que comenzaban a arremolinarse a su alrededor — ¡Aaah! — explotó en fuego plateado creando un torbellino plateado con negro, jale las cadenas hacia mi y comencé a correr hacia el pasillo, iría con Flegias para que me lleve al séptimo anillo, el tiempo se agota para poder salvarlo. 
Mike Gallagherry
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Mensaje por Mike Gallagherry Dom 24 Oct 2021, 11:22 am

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Camine por el desolado corredor, las luces titilaban creando sombras e iluminando el agua en turquesa cada vez que se oscurecía el corredor como si brillara en la oscuridad. el agua iba subiendo de nivel conforme iba avanzando aunque siendo sincero no sé si subo o bajo. Mierda. El agua comienza a lamer mis rodillas y muslos; las paredes eran perforadas lentamente por la piedra y lágrimas de oro, una escalinata comenzó a aparecer a lo lejos, miles de sombras corrían como sabuesos hacía el final de las escaleras, la luz terminó por irse y el agua comenzó a brillar, levanté mi mano y dispare las cadenas que se incrustaron en una de los peldaños de la escalinata, se enraizó en mi brazo y me jalo dejándome a los pies de la escalinata, 
Estaba dividida por un canal de aguas turquesa, conque de ahí sale esta agua, y alrededor este canal había largos arbusto con espinas doradas y cuyos tallos eran blancos. Sería como subir las escaleras de metro Polanco, sencillo. Comencé a subir por un costado rebasando a las sombras que se arrastraban y los que aún tenían energía gateaban; rápidamente me di cuenta que conforme subía el agua comenzaba a tornarse cristalina soltando un resplandor perlado, la cual salía de una estatua de Hades alzando una espada de la que salía el agua. Conforme iba llegando a la cima me iba acercando a la estatua logré ver lo que estaba escrito en la base de la estatua “Mors mendacium coram te, desperato animarum. Statera iusta et facit eos, qui fuit animabus descenderunt ad infernum” — La muerte yace frente a ustedes, almas sin esperanza. Almas cuya balanza ha sido justa y las hace descender el infierno — mi alma bajo a mis pies, llegue mi mirada hacía los ojos de Hades — Me verás a través del Mesías — y esta a su vez me llevó hacía enfrente, no había nada. Mis oidos zumbaron, tenía el yelmo puesto “STATERA” estaba escrito en una parte del techo con arañazos — Balanza — En una ocasión el niño bonito de Miguel decidió bajar aquí pero Gloriosa simplemente comenzó a palpitar y el noveno anillo se incineró. Muchos fuimos alcanzados por la explosión, no era su intención pero de todas maneras ya estaba hecho. Y la imagen de Miguel con una espada en alto y en otra una balanza apareció, a eso había bajado y quien la tenía era Lucifer
Me tiré a un costado — Tengo que vencerlo para poder salir de aquí — saque el aire de mi pecho y me acosté sobre las escaleras. No, no, no; las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro humedeciendo el canal de mis orejas; ¿Por qué yo? no creo estar listo para morir, las cosas aparecieron y desaparecieron de manera rápida y siento que aún tengo que vivir —Entonces pelea — me senté y una sombra gris se sentó a mi lado — No quiero morir, me duele ser humano, me duele y estoy cansado y… y… — entonces me abrazo, deje que saliera — Ven muchacho — me levanto y me tomo de la mano guiándome hacia arriba, tenía los ojos cerrados. No quiero sentir dolor, ya no quiero que duela — Pisa con cuidado — abrí los ojos un poco y camine dentro de quien sabe que — Siéntate — me sentó en algo rígido y abrí los ojos completamente.
— ¿Donde estoy? ¿Quien eres? — acarició mi mejilla secando mis lágrimas — Flegias, un gusto — su mirada lucía apagada como si la vida se la hubieran arrancado hace tiempo, tenía puesta una túnica gris, su cabello amanecer estaba apagado — Estas sobre el último río del infierno — estábamos dentro del vagón del conductor, las puertas estaban abiertas pero el agua no se metía — Moriré allá abajo — sentí como mis tibias lágrimas recorrían mi rostro — ¿Por qué dices eso? — se sentó frente a mi, trataba de entender él porque decía eso — Mate a alguien — su expresión cambió a una de asombro — Yo lo amaba — las luces comenzaron a titilar — ¿Como se llamaba ? — el tiempo fue más lento en ese instante, sentía molestia en mi nuca — Julio — la luz terminó por apagarse, una lluvia de reflejos explotó detrás de mí, un brazo me tomó del cuello tratando de arrastrarme al río, el agua comenzó a brillar en un morado translúcido.
Me impulse hacia enfrente y ambos rodamos por el pasillo, me levanté lentamente. Sus ojos hazel habían quedado atrás dando paso a unos color lodo, su cabello castaño goteaba agua morada resaltando más su palidez — Mira lo que me hiciste — levanté con temor mi mirada, su camisa de botes estaba salpicada de sangre en la zona del diafragma — Lo siento — tragué seco mientras — ¿Lágrimas? — bajé la mirada, no podía seguir viéndolo, mi corazón se estrujaba haciendo un escozor en mi pecho. Camino a paso decidido, Flegias trato de detenerlo — No te metas, sucio barquero — mis manos vibraron obteniendo a Ilustrísima y el mangual de Hades. Que él estuviera muerto era mi culpa, observe como de su mano emergía algo lustroso, fui retrocediendo hasta que choque contra la puerta del maquinista, las deje caer — ¡Éramos un maldito equipo! — sentí como se acalambraba mi abdomen, trague seco —¡Tu! — me apuñaló en el pecho — ¡Me dejaste! — sentí arder mi cuello, ni siquiera vi cuando movió la mano — Morir — sentí mi cuello humedecerse — Perdón — me tomó del cuello — Jamás — cerré los ojos y todo se volvió oscuro.

[***]


Abrí mis ojos, yacía tirado en el piso y con un charco de sangre humedeciendo mi cabello — Sigues vivo — mi cabeza dolía demasiado, creo que debo acostumbrarme a este tipo de dolores — ¿Sabes cual es el problema? — me fui incorporando para poder sentarme, mi espalda estaba contra la pared y estaba frente a mi — El problema es que todos quieren huir del dolor, tarde o temprano moriremos o alguien querido lo hará pero sencillamente decidimos ignorar eso en vez de reflexionar y afrontarlo — mi mano vibró y pase la hoja de Ilustrísima por mi cuerpo — No se trata de huir del dolor — estaba sentado en los asientos frente a mí — Se trata de aceptarlo, de asimilarlo y disfrutar de las personas con que quieres, no te lo digo porque esté muerto, te lo digo porque la muerte misma me lo enseño, es una gran maestra esa hija de la chingada — inhale y recargue mi cabeza en la pared.
— No peleaste, simplemente dejaste que te apuñalara y te cortara la garganta — cerré los ojos — Estabas dispuesto a morir, ¿Por qué?, tengo mi teoría pero me gustaría saber la tuya — trague seco — Era lo justo, lo correcto — sus ojos se suavizaron un poco — No te creo — sonreí levemente — Jamás lo hiciste a la primera vez — frunció el ceño  — No era tan difícil — sonreí de lado — Porque tu no recibías lo que lanzabas cuando estallabas o cuando amenazabas con inmolarte — inhale tranquilo — Según tú, ¿Por qué lo hice? — se levantó y caminó hacía mi y sentó en el piso — Porque buscabas alguna respuesta, bien dicen que en la muerte encuentras la redención y las respuestas a las preguntas que devoran tu tranquilidad — trate de no sonreír tanto, ese era mi chico — No has cambiado nada, Peter — sonreí — ¿Y cuál era esa pregunta? — inhalo — No cuál, si no porque — se escuchó como crujió la puerta del maquinista y salió Flegias — Me alegro que esten platicando— cerró la puerta tras de sí.
 Salté los torniquetes de acceso y comencé a subir por las escaleras de incendios, con cada relámpago el edificio crujía haciendo parpadear las luces de emergencia, era la peor lluvia de los últimos  trescientos años ─ ¡Peter! escuché que alguien gritaba mi nombre, no estaba seguro si lo estaba alucinando o realmente me estaban hablando lo que si sabía era que tenía que llegar al nuestro piso y para ello faltaban como unos diez pisos más.
Cuando por fin estuve ahí corrí por el corredor para llegar a nuestro departamento, abrí y lo único que alcanzaba a distinguir eran los muebles, todo estaba a oscuras ─ Vete de aquí, Peter ─ estabas sentado en la mesa viendo hacia la ventana, te respondí que no me iría que así no se arreglaban las problemas, te bajaste de la mesa y me encaraste, me dijiste que era curioso que siendo yo quien provocaba los conflictos hablará de ese modo, ambos sabíamos a lo que nos referíamos. Habíamos empezado a tener problemas con empresas rivales que querían el corredor Reforma - Misterios, no te gustaba que lo arreglara porque era algo tuyo, algo que solo a ti te concernía  pero no me importo y lo trate de arreglar y te habías dado cuenta. 
─ ¡¡Qué te vayas a la mierda!! ─ empezaste a caminar hacia la salida pero te tome del brazo ─ ¡Sueltame puta madre! ─ me empujaste contra la mesa pero afiance más mi agarre ─ ¡Eramos un equipo! ¿¡Crees que no puedo solo!? ─ y fue cuando te regrese pero no medí mi fuerza y te estrellé contra el sofa, me arrojaste algo que había en el y yo te arroje lo primero que alcancé en la mesa. Ya no dijiste nada y caíste hacia enfrente ─ ¿Julio? ─ camine hacía ti pero estabas ya en un charco de sangre
— Ahora parece una estupidez como nos peleabamos —asintió levemente — Nuestras madres nos advirtieron de esa forma de pelear, pero no hicimos caso —negué mientras miraba el río — Veme — desvié mi mirada hacia él — Ese amor que sentí por ti no se va, sigue en nuestro departamento, en este río que no refleja las estrellas y es por eso que también afirmó que por eso dejaste que te matara — mordió su labio inferior — Porque esperabas retribuir lo que hiciste, esperabas un último consejo de un muerto — juntamos nuestras frentes, estaba helado — Te extraño mucho y no hay día que no me arrepienta de lo que hice — las lágrimas comenzaron a caer, hipaba y dolía — No te guardes nada, Peet — el dolor me consumía, mi garganta dolía y ardía. Mi cabeza me dolía y sentía como si cada lágrima quemara.
— Te perdono — lloré más alto (si es que se puede) — No me dejes — nos separamos — Si de algo estoy seguro es que el amor no se va — sonrió — Toma — era ese cuchillo, mi corazón se detuvo — Ocupalo para hacer el bien — fruncí mi ceño y sonreí — Lo haré — acarició mi mejilla, comenzó a desvanecerse en estrellas — Lo sé — mi corazón crujió de nuevo. Este era mi camino, mi reivindicación — Te amo — Yo tambien.
Mike Gallagherry
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Mensaje por Mike Gallagherry Dom 24 Oct 2021, 11:30 am

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Lose u to Love me


— ¿Hay forma de llegar al séptimo anillo a la de ya? — el vagón avanzaba a una velocidad considerable Flegias me vió de un modo que no logró comprender — Valeroso caballero, en el infierno no hay atajos — me tire al piso y me quedé viendo como el agua era repelido. Me siento en un acuario, inhale y exhale mientras veía como la luz del agua iluminaba el interior del vagón — ¿Que nos espera en el sexto anillo? — se sentó sobre sus pies, lo imite un poco adolorido aún — Mi joven Peter — acaricio mi cabello, en sus ojos podía ver cómo comenzaba a iluminarse — Estamos a punto de entrar a lo peor de lo peor que este lugar puede albergar, las palabras no alcanzan para describirlo pero se fuerte ya estás por alcanzarlo — el cuchillo de Julio se iluminando liberando una pira de estrellas con una brasa leve, como una vela — Estamos por llegar, yo no podré entrar pero debo avisarte que encontraras a las damas águila quienes están al servicio de Percefone — asentí — Están encargadas de castigar a sus invitados — el vagón vibró giré mi rostro hacia la ventana y contemple una torre en llamas con tres figuras volando alrededor de ellas. Trague seco y el tren entro a un túnel.
— Lo harás bien — inhale y me levanté, creo que este sería un buen momento para comenzar a entrar en pánico — Mira, algo que me ha enseñado tantos siglos y tantas personas es que las personas que se preocupan sufren dos veces — nos detuvimos en un andén desnudo de metro con un único pasillo, lo mire de nuevo y me sonrió — Ve, tu arcángel te espera así como el objeto por el que has bajado — inhaló y desciendo del vagón. Comenzó a caminar pero un calor sofocante comienza a escurrir por mi piel el cual es acompañado de un aire picante como si molieran habanero tostado, me giro a Flegias quien me mira extrañado, cambia su rostro a uno de sorpresa, se regresa a la cabina del conductor siento arder mi garganta y una gran comezón en mi pecho, comienzo a toser gotas de sangre y caigo de rodillas, alzó mi rostro y observo como me arroja un cubrebocas que al momento que abandona el vagón se incinera. Mi corazón se detiene "Arrepiéntete pecador y perece en estas tierras" dijo un silbido; sentí como las llamas comenzaban a quemarme desde dentro, mi runa vibró liberando lenguas de fuego violetas que fueron envolviendome aminorando el dolor. Cerré los ojos e inhale pero esta vez el aire era cálido, seguía haciendo calor pero el aire ya no quemaba, me levanté mirando a Flegias quien me sonrió orgulloso, me gire y comencé a caminar por aquel pasillo que era débilmente iluminado.
Ligeras antorchas comenzaban un camino iluminado, se veía que esté era el infierno bajo y creo que lo de arriba era un juego de niños o alguna mierda así, bueno creo que con excepción de los coléricos y de Amon lo demás quedará reducido a un juego de niños. Comencé a caminar más rápido y pronto las antorchas se convirtieron en mamparas que eran sostenidas por un delgado hilo de acero; solo se oía como si se quemará algo pero no había ningún alarido, grito o chillido por parte de las damas águila así que era algo perturbador para mí hasta me daba inquietud el no existir algún sonido. Conforme me fui acercando las paredes adoptaron una franja naranja, las mamparas se comenzaban a parpadear dejando grandes lapsos a oscuras las cuales eran débilmente iluminadas por la luz que salía de la ya próxima estación; comencé a correr hacia la salida, mi mano vibró y una espada de hoja verde traslúcido con empuñadura plata estaba en mi mano, crucé el umbral y un sujeto con tres perfiles me miró con un par de ojos completamente negros — Así que aquí está por el que todo el infierno está vuelto un caos — fruncí mis cejas, no creí que fuera tan famoso en tan poco tiempo, desvíe mi rostro; Mixcoac alcancé a leer — A diferencia de mis anfitriones anteriores no soy un demonio común, soy aquel que adoptó la Legión del Temple como ídolo. Soy llamado como el demonio de la sabiduría o Mefistófeles — los tres rostros compartían el par de ojos, uno miraba con irá hacia la izquierda y el otro con seriedad mientras que el que me estaba viendo me sonreía. 
Desvíe mi mirada hacía las infinitas fosas de las que salían brasas que sin dudar podrían incinerar lo que se les pusiera encima — Linda fragua, el fuego infernal abunda por aquí — trague seco — Insolente abandonado, eso de lo que hablas se encuentra impregnado en una espada equiparable a la de Miguel — rodé los ojos — ¿Entonces que son? — los tres sonrieron me tomaron del brazo y me arrastraron a la primer fosa de la cual sobresalían las piernas de una persona la cual era incineradas pero sin consumirse — Este es el pago por negar a Dios abandonado, grandes figuras yacen aquí siendo incineradas por la eternidad — sonrió orgulloso Mefistófeles mientras pateaba con fuerza las piernas de aquel ingrato. Las escuché crujir, de verdad que sí, lo tomaron de aquellas piernas sin vida para levantarlo — ¿Para qué haces eso? — y sin más lo levantó de un tirón, ahora sí empecé a oír los alaridos de dolor, sus cabellos canos eran consumidos por las brasas — Vamos Peter Landon, pregunta quién es — hablo el rostro de la derecha — ¿Qui… quien eres? — abrió los ojos, su esclerótida era roja — Soy el doctor falso, aquel que fue una luz fatua que se extinguió hace mucho cuya fé fue encerrada en las jaulas de un zoológico siempre cerrado — una lágrima escarlata resbaló por su frente — Déjenlo que se vaya — lo azotaron contra el concreto del andén — Creyó que por tener más conocimiento que el promedio le daba el poder de elegir sobre ellos negando a Dios… — hablo el rostro serio — Sabes, violó y permitió violaciones y debe ser castigado miserable humano — lo miré de nuevo, ví como se arrastraba, se dieron media vuelta y lo tomaron de sus piernas lo que hizo que gritará tan alto que estremeciera mi alma, ví como lo levantó. Lo iba azotar otra vez y disparé de mi dorso una espina morada, cayó de rodillas y soltó a aquél sujeto — ¡Estúpido abandonado, haré que plañas cuando regreses! — me fuí acercando — Lo decidirán las damas águila, tu no — camine hacia el transbordo — ¡Sufrirás! — camine entre las sepulturas, comenzaban a aumentar los lamentos que salían de aquellas fosas pero nada podía hacer, el calor aumentaba considerablemente e incluso podía ver cómo mi ropa comenzaba a tener ligeras brasas.

Di vuelta a la derecha por el pasillo de correspondencia, comencé a subir de dos en dos las escaleras, llegué a un descanso y contemplé como las olas de calor comenzaban a lamer en brasas las paredes. Creo que de verdad me tengo que ir, seguí subiendo de dos en dos las escaleras hasta que llegue a la cima, volví a girar a la derecha y otras escaleras se abrieron ante mi — Peter espera — mi corazón se detuvo, Agramón me acababa de llamar, podía oír el jadeo de Dante detrás de él. Inhale y comencé a subir rápidamente los peldaños — ¡Peter! — lo ignore y logré llegar a la cima, a mi derecha estaba un pasillo iluminado fuertemente por piedras doradas y a mi izquierda había un pasillo escabroso que era débilmente iluminado por antorchas. "De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno" inhale y giré a mi izquierda. Tenía la corazonada que era de aquel lado, baje unas cortas escaleras y una larga plataforma se abrió ante mi; comencé a correr olvidando todo, mi corazón se astillaba con cada paso que daba "Arrepientanse pecadores" leí en un letrero de señalización que indicaba unas escaleras de descenso — ¡Alto Peter! — y comencé a bajar. 
El calor y gemidos se hacian cada vez más presentes, era como si de verdad tratarán de reventar los tímpanos a cualquiera que llegase ahí — Por fin llegas, hijo de Agramón — ví como sus pezuñas golpeaban las baldosas, mi mano vibró revelando la espada de hoja verde traslúcido — Veo que ya no empuñas la espada que le has arrebatado a tu patético ángel— negué mientras levantaba la espada en alto — ¿Acaso osas en pelear contra un maestro de armas? — sonreí y en ágil movimiento disparé una espina morada en su pecho, sus ojos se tornaron morados — No me quites el tiempo — su mandíbula comenzó a temblar escurriendo saliva por sus barbas, me acerque a él, lo tomé de la mano y comencé a llevarlo a las escaleras — Ve con Flegias y quédate con él — comenzó a subir las escaleras, con que eso hace las espinas moradas, me gire y camine por la plataforma hacia Quirón — Ahí está el nieto de la Estrella de la mañana — se giró a verme — Dame a Gabriel — y se giró a ver afuera de la estación — Estamos en Portales — me miró por el rabillo del ojo — Hombres más poderosos han bajado sin éxito — saco su saeta, de la punta colgaban tres plumas de las alas de Gabriel colgaban en la punta, levanté la espada — Timore, que sorpresa — la espada pareció reconocer su nombre porque al instante vibró en fulgor verde — Dame a Gabriel ya — tosió una risa — Es propio de tu cultura no prestar atención pero lo voy a simplificar, estás en anillo de los violentos contra su pueblo y sus bienes, ¿Por qué crees que está aquí? — negué — Mientes — sonrió y lanzo sus barbas hacía atrás — El infierno no se equivoca al momento en impartir condenas justas, me dijeron que eras más inteligente. — lancé el primer ataque pero un centauro me abrazo por el pecho y prenso mi cuello — ¿Sabes por qué está en la Tierra? ¿Sabes si quiera la razón del color de sus alas? — sentí como el aire comenzaba a faltarme.
 Quirón metió las manos en el río de sangre hirviente y saco a Gabriel quien estaba atado con grilletes y cadenas, la sangre le escurría por todos lados — ¿Por qué no le pides que te lo diga? — y lo dejó caer contra el piso, con la base de su saeta aplastó el pecho de Gabriel y sangre coagulada brotó de ella; comenzó a toser — No les hagas caso Peter, son seres que siembran zaña y discordia — lo pateó y lo levantó de la cabeza, con su diestra apunto la saeta a su garganta — Solo le estarías haciendo un favor — Gabriel abrió sus ojos — Tus uñas — alcanzo a decir, trate de contestar pero solo me mantenía con el oxígeno suficiente — Habla — no subia si la sangre que resbalaba por la saeta era suya o del río — Me castigo por haber interferido en otra realidad y haber abandonado a mis hermanos en la defensa contra Nirvana, me condenó al exilio en la Tierra hasta que sea lea el libro de los muertos. Perdí la lanza del destino al envenenarla con polvo de ángel — me soltó y caí de rodillas al piso, di una bocanada de aire, me apoye en la espada para levantarme — Asesinalo — me entregó su saeta — No soy quien para juzgar a los condenados — tosí y un par de lágrimas escaparon de mis ojos, escuché como Quirón se acercaba a mi con gracia — Levántate — lo miré extrañado, permanecía incado pero obedecí — No tendrán la misma piedad contigo, en cuanto sepan que mataste y te intentaste suicidar en otra ocasión no dudarán en hacerte pagar — el cuchillo de Julio comenzó a vibrar, ligeras estrellas volaron — Cuando las estrellas se reflejen en los pisos desnudos del espejo de humo tendrás que clavarlo. Solo se abrirá al cierre — mis ojos se tensaron mientras las lágrimas salían — ¿Voy a morir, no? — me levanto para poder darme un abrazo. Llevo conviviendo mucho tiempo con la idea de morir pero ahora me tiene acobardado ese mismo pensamiento; espero que sea rápido — Te estaré viendo entonces — me bajo — Lamento lo que le hice a Neso — se cruzó de brazos — Sé que te disculpara — un par de manos se aferraron al borde de la plataforma — ¿Quien es? — su cabello era completamente rojo — Soy… aquel… que — iag ya sé quién es — Traidor de la República lárgate — tomé la saeta de Quirón y la arroje incrustandola en el pecho, comenzó a borbotear sangre — Tecnócrata de la oposición, ¡Jamás lograrás…! — incruste más la saeta y lo hundí en las aguas carmesí — ¿Hacía dónde debo ir, maestra? — le entregué su saeta pero se negó — Ahora es tuya, ve en aquella dirección — me señaló con los otros centauros de la corriente del río de sangre que anegaba los rieles del tren — Gracias — camine hacia Gabriel, lo levanté con cuidado por los hombros — Gracias — negué y camine hacia la dirección que nos habían dicho — No me agradezcas aún — comenzamos a caminar hacía dónde las almas perdidas iban, los centauros galopaban libremente por la eterna plataforma. 
Una fuerte brisa oscura y fría me atravesó hasta mis huesos, nos abrace y seguí avanzando pero no podía aguantarlo más, nos senté en el piso — ¿Que haces? — mi mano vibró e Ilustrísima estaba en ella, la pasé por su cuerpo haciendo que la sangre se evaporara con el paso de la hoja — ¿Cómo sabías? — nos levanté y le entregué la espada, la tomo — Luego te explico — fuimos avanzando con cuidado, pequeños árboles sin hojas nacían del piso. "Pronto serás uno de los nuestros" Trague seco — ¿Estás bien? — asentí mientras trataba de visualizar las escaleras — ¿Y Dante? — negué — Lo perdí con Agramón en el quinto anillo, lo siento — asintio levemente "¿Por qué no solo te volviste a aventar en vez de empastillarte?"  Miré por mi rabillo del ojo como halcones picaban los troncos de los cuales comenzaban a emanar sábila color marrón "¿Por qué debería valer la pena morir o vivir?" Me gire a ver a Gabriel quien mantenía la espada en alto — ¿Oyes eso? — negó mientras avanzaba con cautela, entonces los halcones bajaron en picada, levanté mi dorso y comencé a disparar espinas a cada una de las aves que venían hacia nosotros — Por eso tus garras — camine hacia donde los árboles parecían guiarnos "Cuando lean el libro de los muertos tu cuerpo colgará de tus ramas" "Arrepiéntete pecador" — ¿Por qué cuelgan sertralina de las ramas? — seguí avanzando — Porque quieren que me suicide — "Termina lo que iniciaste" Gabriel me miró a los ojos, no dijo nada y me abrazo, sentí calma — Mate a Julio — se separó de mi, me vió a los ojos buscando algun rastro de mentira — ¿Por qué le mataste? — miré hacia donde los árboles crujían — Tenemos que irnos, te prometo que te contaré pero ahora debemos irnos — los aullidos de dolor se hacían cada vez más insistentes — Está bien — me tomo de la mano y comenzamos a correr hacia donde el río de sangre parecía terminar, los cantos de dolor de los halcones nos avisaban que lo que estuviera detrás nuestro iba alcanzandonos.
— ¡Ahí! — señaló unas escaleras de la rugían lamentos de verdad estrenduosos — ¡Cuidado! — me arrojó a un lado justo cuando un tronco caía entre nosotros, me levanté de un brinco y comencé a correr hacia esa criatura que comenzaba a aullar — Peter Landon — me puse en guardía haciendo rugir la espada en llamas verdes — He visto tus sueños, tus miedos y déjame decirte algo. No me sorprendes — de la neblina que había creado la caída de ese tronco salió un chico con el cabello largo y plateado cuyos ojos rubíes destellaban entre la neblina — Amon, que sorpresa — me limpie mi nariz con mi dorso "Viene por ti" un débil susurro me acurrucó — Te dije que no podías matar a un Dios — asentí despreocupadamente — Pero si debilitarlo — levanté mi espada en alto — ¿No sabes cuándo rendirte, verdad? — negué cínicamente — Dios no me doto de obediencia — corrió hacía pero un par de ramas lo sujetaron de sus piernas haciendo que cayera — ¡Miserable condenado, te atreves a retar a tu verdugo! — disparé una espina dorada a su pecho — Hijo de perra — murmullo mientras se entumia, ja conque eso hace la espina dorada. 
— ¿Quien eres tu? — me fui acercando al árbol — Soy del reino dónde todos somos uno, dónde el Golfo de los caballeros lame las tierras benditas que nuestras manos han labrado. Si puedes oírme pon mi mente a descansar, limpiala y dile a mi familia que mi amor a ellos no muere sin importar cuántas veces el filo del alcohol me atormente. Si puedes oírme, ayuda — mi pecho se estrujó, me pare frente a ese tronco — Claro Tim — abracé el tronco y fuera de la estación cayó un pedazo de fuego celestial — Auch — miré sobre mi hombro y Gabriel soltó la espada que empezaba a rugir en fuego celestial, mi mano vibró e Ilustrísima estaba conmigo. Clave la espada en el tronco y las llamas comenzaron a consumirlo sin reducirlo en cenizas, estoy seguro que así no le hará nada Amon; saque la espada y comencé a caminar hacía Gabriel — ¿Listo? — asentí mientras lo alcanzaba, sus ojos miel me miraron con cierta picardía — El infierno te sienta bien — desvíe mi mirada hacia él — No me sienta bien, solo me hizo madurar más aprisa — comenzamos a bajar las escaleras que había visto hace un rato.
Lo detuve a la mitad de la escalera y me giré a verlo, lo abrace — Está bien, tranquilo — nos sentamos en las escaleras y le comencé a contar sobre Julio, sobre el accidente, sobre cómo lo hice ver cómo un suicidio. Veía de vez en cuando su rostro inexpresivo, con la mirada perdida en lo que nos deparaba el infierno en los últimos anillos o bueno eso creo yo; ¿Saben? Era muy surreal que el estuviera limpio de su cuerpo, libre de sangre o ampulas que le hubieran salido por el calor pero que su ropa estuviera empapada de sangre, ni siquiera logró recordar cómo iba vestido, Caray — No te diré algo tan estúpido como "te entiendo" o "pobre alma en pena" o alguna frase por ese estilo; todas las personas pasamos por pruebas para limpiarnos o simplemente porque ya no queremos guardar silencio. A lo que voy es que agradezco mucho que me lo hayas contado, que me tengas confianza… busco las palabras adecuadas para lo que siento o pienso con respecto a que mataste a alguien — resopló, sus cabellos cayeron en su frente — Citaré a alguien más inteligente que yo. No soy quien para juzgar a los condenados y agregaría que todos hemos pecado o fallado en algún momento pero eso no debe definir quienes llegaremos a ser… Dios o como lo quieras conocer o llamar no te ha abandonado por haber errado, déjame enseñarte que existe — se levantó y me tendió una mano, la sostuve — ¿Y como me explicas la siguiente sección de este anillo? — me levanté y me sonrió — Eso me gusta de ti, no te quedas con lo que te dicen — comenzamos a bajar. 
Mike Gallagherry
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Mensaje por Mike Gallagherry Vie 05 Nov 2021, 9:34 pm

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Comenzamos a bajar con cuidado mientras veíamos como ante nosotros se abría una arena de diez cúpulas las cuales estaban conectadas por un monoriel que avanzaba con lentitud por el circuito — ¿Seguro que quieres bajar? — miré a Gabriel quien comenzaba a ponerse pálido — Si, pero no creo que debas continuar. Solo uno de los arcángeles puede llegar hasta abajo y amor, ese no eres tú — acaricie su mejilla, ligeras brasas comenzaron a aparecer en sus ropas al igual que en sus alas — Ve — le sonreí mientras besaba su mejilla, sin importar que el infierno oliera a azufre o un pib el olor a jazmín de Gabriel predominaba — En verdad que te quiero mucho Gabo — junte nuestras frentes, sentí como mis lágrimas limpiaban la tierra del anillo anterior — Ten — le entregué mi celular y el frunció las cejas exigiendo una explicación — No tengo por el momento algo que darte como promesa de que regresaré con bien más que este celular. Tómalo y cuando regrese podremos tener una cita tranquila en dónde tú quieras — besé sus manos — Prométeme que sobreviviras — sonreí de lado — Ay mi ángel hermoso, si muero mi último pensamiento serás tú y en volver — entonces me tomo de la camisa atrayendome a él, beso mis labios mientras la bóveda del infierno ardía sobre nosotros. Mis lágrimas salieron de inmediato así que sostuve su rostro en mis manos, podía sentir como las almas vitoriaban nuestro nombre mientras el techo se agrietaba; nos separamos un poco — Intenta sobrevivir — roce nuestras narices — Lo lograré — nos abrazamos escondiendo nuestros rostros en el hombro del otro, sentí como sus lágrimas humedecian mi piel así que inhale mientras lo tomaba de los brazos — Ve Gabriel, que yo estaré bien — me gire dándole la espalda mientras bajaba hacia la arena, escuché como parte del techo comenzó a caerse, miré sobre mi hombro como se iluminaba el cielo en dorado, un par de alas volaron hacia aquel fulgor dorado. 
Baje las escaleras con rapidez, sentía como mis lágrimas eran mezcladas por mis gotas de sudor que pegaban la camisa a mi piel eso hizo que mi runa vibrara desplegándose; creo que algo me dice que lo voy a necesitar. Cerré mis ojos y salte hacia enfrente, sentía mi cabello bailar con el aire mientras las brasas comenzaban a incinerar de apoco mi ropa — No lo vas a lograr — desde abajo podía oír los chirriantes gritos de las almas iracundas fundirse en el eco que era el infierno, levanté mi brazo con Ilustrísima quien empezó a rugir en fuego celestial; cerré los ojos y escuché una explosión mientras rodaba sobre algo frío, lazca y humo giraron conmigo. Entreabrí los ojos tratando de adaptarme a la luz que ahí existía, sentí como palpaba mi cabeza pero era acompañada de una sensación de ingravidez — ¡A eso llamo hacer una maldita entrada, señores. Dahaka un gusto! — ví una sombra estirarme la mano, levanté una ceja mientras cerraba mi ojo de verdad me está matando está sensación carajo. Pronto sentí como se iba aminorando el dolor de mi cabeza, a lado de la sombra estaba Caredubus quien me hizo una moción de silencio; mi vista se hizo cada vez más nítida aclarando más la imágen de Dahaka, tenía el cabello de color morado y corto, sus ojos eran del color dorado, eran como pepitas de oro incrustados en un rostro pálido de facciones finas — Tranquilo camarada, parece que has visto un fantasma — negué mientras me levantaba con dificultad, giré mi rostro al enorme hueco de la pared en la que se veía como el la oscuridad era consumida por la luz dorada, era como ver una nebulosa en el espacio — No queda mucho tiempo — gire a ver a Dahaka quien negó en un semblante sereno — Siento ser el heraldo de malas noticias, mi joven viajero — negué restándole importancia, sobrevivir es el objetivo — Esta es la arena para aquellos que engañaron, de quienes sacaron provecho de ello — asentí mientras comenzaba a caminar a su lado, creo que quieren que termine ya porque el fuego celestial avanza a pasos acelerados. El río de Flegias anegaba de nuevo los rieles del tren pero en esta ocasión era sangre la que los alimentaba como en el anillo anterior, conforme nos fuimos acercando pude observar como aparecían demonios con látigos parecidos al mío azotando a personas desnudas o con traje quienes caían al río de sangre, trataban de salir pero eran regresados con azotes en dónde cayera — Dahaka, ¿Quien es él? — me miró sorprendido — Es Quetzal Méndez, el proxeneta más famoso de Tlaxcala y quién fue asesinado en su celda mientras era violado y ahí está uno de tus amigos — lo miré contrariado pero me acerque de todos modos esquivando a los demonios, era el asociado de mi padre. Nathan, el se encargaba del reclutamiento para las próximas aperturas pero jamás dió una queja — Él los explotaba sexualmente y laboralmente, contrataba analfabetas con falsas promesas de ascensos. Jamás llegaron pero nunca dejó que ellos se fueran — miré como Nathan era azotado abriendo su carne, exponiendo sus huesos destruidos — Sabes en el fondo que se lo merecen— su voz  era inexpresiva lo que la hacia peligrosa, me giré hacia él — Avanza viajero — desvíe mi mirada a la enorme franja que recorría la estación. La Merced — ¿Está aquí mi amiga? — giró a verme sobre su huesudo hombro — Naturalmente — tosió una risa mientras caminaba hacia el cambio de dirección, del otro lado la escena era la misma — Ven, no querrás perderte esto — camine con cautela, de verdad que me da mala espina — podía oler como un aroma a alcantarillado se hacía presente, las luces fueron tornándose de color dorado que alumbraba los bicolores verde y gris. El techo desapareció dando paso al cielo galáctico que había provocado, las estrellas caían alrededor de la estación pero en especial había un reflejo que me desconcertaba, unos metros atrás existía un río que estaba reflejando las estrellas.
— Lindo, ¿Verdad? — miré a Dahaka que tenía puesta la mirada en el río — Vamos — me comenzó a jalar del brazo pero una arcada me hizo sentar — ¿En serio? — sonrió orgulloso con una pizca de picardía, me apretó más y me arrojo escaleras abajo — Has cometido ya tantos pecados capitales: suicidio, asesinato, has mentido en más de tres formas distintas y aún así osas en bajar en búsqueda de una estúpida redención — me pateó en el estómago — No eres… — patada — Más… — patada — Que un… — Ni... — patada — Ña… — patada — ¡TO! — tomé su pie — ¡Basta! — lo arroje al río de excremento humano, de inmediato salió con un cuerpo que tenía sostenido por el cuello, de inmediato el cuerpo trato de quitarse su brazo del cuello pero comenzó a apretar más — Aún tengo el toque — levanté mi dorso apuntando a su cabeza — No dispares y haz lo que te pide — René — Sabes que no soy bueno haciendo caso — limpio su rostro — ¡Peter no me dejes! — su voz se extinguió en un apretón — Si Peter, no la dejes es más únete a la fiesta — levantó su otra mano — No te… — su voz se extinguió — Maldito Celestial — tosió una rebaba azul mientras se elevaba relucía una brillo zafiro — Pensaste que te iba a dejar solo con este — sonreí ladinamente, despliegue mi runa y atraje a René hacia mí — Nos vemos luego — saco la pica de Dahaka haciendo que se lo llevará el río — Explícame como lograste llegar acá — parpadeó y su esclerótica cambio a mostaza — Ah, eres tú — lleve a René a una de las bancas que ahí había, toque su carótida. Tenía un ritmo tranquilo — ¿Peter? — — Si, aquí estoy René — limpie su rostro, me sonrió — Gracias — negué — Ahora sácala de aquí — negó furioso — Las órdenes las doy yo — negué — Ya nos las das, ahora ve y haz lo que te digo que no tengo tiempo ni ganas de discutir — me vió con enojo antes de levantar a René para irse por las escaleras, miré hacía el otro lado de la estación en dónde estaba el cambio de dirección. 
— Entonces, ¿Río de los Remedios es para los aduladores? — me levanté y comencé a caminar hacía las escaleras, de verdad que sí me hubiera traído mi libro carajo. Subí las escaleras con rapidez y el cielo dorado desapareció regresando a las luces blanquecinas. 
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Mensaje por Mike Gallagherry Vie 05 Nov 2021, 9:42 pm

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Sour Candy

El frío me recorría todo el cuerpo a cada paso que daba pero era paradójico que ligeras piras me acompañaran de una manera espectral, salí del ancho túnel encontrándome con una escena familiar, personas enterradas al revés siendo cremadas de manera avasallante — Mira a quien tenemos aquí, al chico del que todo el infierno habla; nos es por nada pero me gusto la forma en decoraste este cuchitril Peter — Llegué a la cima en dónde se encontraba Dahaka, estaba limpió y sin heridas — Seré sincero — me encaro con aquellos ojos dorados que tenía — No entendí el porqué de tu visita e incluso si quería pude haberte matado pero concuerdo totalmente con mis hermanos; tienes algo y estoy seguro que no será la única visita la tuya, más héroes bajarán por estos lares — sonreí de lado — Pero no significa que se la dejemos fácil — me tomó del cuello, trate de quitarme sus manos — Tu estúpido ángel no podrá salvarte de está abandonado — y me arrojó contra una de las fosas, mi cabeza me dolía — ¡Arrepiéntete pecador! — dijo mientras reía, me levanté de un brinco. 
— No esperé que lo fuera — levanté a Ilustrísima quien rugió en fuego celestial, una mano me detuvo de atacar, baje mi mirada a mi tobillo en dónde una mano en llamas me aprenzaba — ¿Es en serio? — desenrrolle mi runa para amarrarla en el pomo de Ilustrísima, la arroje como si fuera una pica desgarrando su carne develando el hueso de su hombro del cuál icor brotó como si se hubiera roto una tubería de agua — Hijo de perra — cayó al piso paralizado por las llamas celestiales, mi pierna comenzó a arder — ¿Quien demonios eres? — atraje de un tirón la espada mientras un rostro consumido por las llamas emergía del suelo con un Bonete vino y vestido de sotana negra — Ayúdame — escuché el crujir de los huesos, regrese mi vista a Dahaka quien ya se incorporaba furioso — Un segundo — liberé a Ilustrísima para poder atacar con mi látigo a Dahaka, prenze su cuello — Duerme — de su cuello comenzó a brotar sangre negra de nuevo cayendo de rodillas miró al techo de la arena — Aquel que de sus cuencas reflejan los misterios del universo y descendiente del gran Titan será quien dará marcha atrás a tu muerte en la Tierra donde el tiempo está perdido y la vida se encuentra en latencia — el techo crujió así que me gire al sacerdote en llamas qué tan pronto logró salir dejo se arder en llamas para pasar a un estado momificado y que pronto se volvió cenizas — ¿Quien eras? — las fosas comenzaron a arder más a prisa creando un silbido como el de una olla express, gire a ver a dónde se supone que debía estar Dahaka — ¿Qué? — — Me buscabas — me gire a dónde debería estar el sacerdote — Lo siento pero a pesar de que me agrade la idea de estar en la cama — me guiño el ojo — No es hora de hacerlo — me soltó un puñetazo en el rostro que me tiró — ¿¡Quien es el descendiente del Gran Titan!? — saco una brillante daga de acero oscuro como el carbón — Azrael préstame tu fuerza — explotó en una llamarada plateada así que me levanté de un brinco, Ilustrísima vibró en mi mano — Gabriel — la espada rugió en un brillo verde traslúcido demasiado fuerte — Tienes valor, Peet — — Si, lo que no tengo es tiempo — lanzó su daga, di un tajo y una explosión nos arrojó al piso lo que provocó que parte del techo se viniera abajo; mi cuerpo me dolía de todos lados, era como si me hubieran arrojado un chorro de agua esos camiones cisterna que ocupan para disolver una manifestación. Desvíe mi rostro hacia las vías en dónde claramente veía el acceso a otra arena — ¡Pagarás por mi techo! — me puse de pie de un brinco, el polvo del techo me cubría al igual que la lazca y un poco de escombro, sentía mi oreja demasiado húmeda y con un pitido infernal que amenazaba con taladrarme los  sesos así que dando tumbos me dirigí a las escaleras de cambio de dirección.
Las luces comenzaban a parpadear de manera rápida, como si pudieran palpar la maldita adrenalina que recorre por todo mi cuerpo — Uno, dos, tres por ti pequeño gusano despreciable — la rabia en su voz era evidente, comencé a subir las escaleras así que me apoye en el barandal — Carajo — toque mi oído húmedo — Mierda — efectivamente tenía sangre saliendo a chorros de mi oído, maldición. Empecé a escuchar como un bullicio comenzaba a avivarse, mi corazón dió un brinco, si hay almas puedo escabullirme entre ellas así que eso me da una esperanza, hay porque Dante y Virgilio no pasaron por esto cuando vinieron para acá. Llegué al final de las escaleras cuando un rostro me miró sorprendido — Aún no es tu tiempo — su cabello dorado como la mantequilla me tranquilizaron —  ¿Entonces no moriré de 22 años? — me miró enternecido — No hijo de Acuario, las estrellas mencionan que tendrás una vida larga y repleta de amor, riquezas, fama pero primero serás traicionado de una mano amiga — me tomo de una manera extraña la muñeca mientras comenzaba a caminar, comencé a seguirlo entre el tumulto de personas que tenían el rostro siempre mirando de espalda — Veo demasiada violencia en aquella traición, los astros así me lo susurran. Cuídate de las estrellas que llueven del cielo y en especial… — me tomaron del cuello de la camisa y me arrojo por los aires estrellandome contra un par de mamparas caí en lluvia de cristales y divisé rápidamente — Observatorio, me gire a Dahaka; son los adivinos y magos — tosió una risa siniestra — Ya que eres el demonio de lo obvio creo que sabrás que sigue — y entonces un alma se lanzó sobre él, su capa a lo Rey Sol volaba en el aire — ¡Corre Peter Landon! — asentí y me levanté con dificultad — Repulsivo adivino arde… — — Me lo has quitado todo, no dejaré que se lo quites a él — miré una escalera que daba hacia arriba, saque a Ilustrísima pasándola por todo mi cuerpo evaporando así las heridas y el dolor, otras almas comenzaron a ayudarlo con consignas parecidas, corrí escaleras arriba mientras veía personas bajar, más bien su nuca bueno no sé cómo describirlo siendo honesto. 
El calor aumento de manera rápida una vez que llegue al pasillo de la estación, estaba desierto pero los gemidos de las personas eran altos y agobiantes, camine hacia una vitrina en dónde si mal no lo recuerdo exhibían como era Tenochtitlan antes de la conquista pero ahora había una maqueta que exhibía los anillos/estaciones que conformaban el infierno. Pero este anillo en particular me llamo la atención ya que era el único que estaba unido por una plazuela mientras que el resto eran estaciones que formaban un nonagono y en el centro estaba esa plazuela con la fuente en su centro — Admirando la vista, Peet — me giré rápidamente empuñando la espada contra la garganta — Te dije que te fueras Agramón — negó, un par de cuernos resaltaban entre su cabello castaño — No, hice mal en traicionarte — — Y has venido a matarme — la ironía salpicaba la conversación — No, seré un caído pero no un asesino — baje la espada para encaminarme al andén en dónde espero exista una forma de poder evitar evitar los otros círculos — Espero y no pienses en escabullirnos entre un puñado de truqueletes para evitar las otras estaciones, te recuerdo que aún nos falta otro de tus amigos en este anillo — me gire a encararlo — ¿Sabes que es lo puto frustrante de todo esto? Que cada vez que pienso que no me pueden salir con una estupidez más grande tú y tus hermanos logran superarse así mismos; no solo ustedes también mis amigos, también los celestiales, también yo — sentí mi cara arder y un par de lágrimas se escaparon de mis ojos — ¿Y por qué sigues aquí? — me abrazo o eso intento sin clavarme las garras, claro está — Porque tengo la esperanza de que todo mejore, pero debo cambiar para que el cambio inicie — nos separó — No pienses ni por un puto segundo que te quitaré tu humanidad — negué mientras una sonrisa dibujaba mi rostro — Ni en la muerte la perdí — me miró sorprendido — Tengo que hacerme responsable de mi, de mis actos y lo que estos conlleven — lo abracé más fuerte — Por eso no querías que te acompañaramos, ¿Está es la clase de epifanía que el infierno te regalo? — asentí mientras me alejaba para poder bajar las escaleras — No, no puedes pedir eso — Agramón, no te estoy diciendo que me alejaré de manera definitiva o que me negare siempre a qué me ayudes, lo que quiero que entiendas es que respetes mi decisión de libre albedrío. Si hay dolor no me lo quites, tengo que crecer con él — escuché sus pisadas acelerarse — Respeto tu libre albedrío dejándote actuar conforme tus intereses pero reafirmó mi autoridad como… — me detuve a mirarlo, sus ojos comenzaban a lagrimear una especie de resina oscura y espesa — Reafirmó mi autoridad como padre estando al pendiente de ti y siguiéndote de todos modos — sonreí de lado — Eres la figura de autoridad más rara que he conocido — revolvió mi cabello — Vamos por los inútiles de tus amigos antes de que el cielo literalmente caiga sobre nosotros — asentí mientras me giraba — Oye, Peter — lo detuve, ambos vimos miembros del cuerpo flotando sobre una sustancia chisporroteante — Deberían estar vivos — susurro Agramón mientras se acercaba con cautela — Lo están, solo que algo le pasa a Dahaka supongo, cuando nos explotó su daga las fosas ardieron con más fuerza — — Es una posibilidad —y de pronto los aullidos regresaron junto con cuentos de cuerpos tratando de salir de la brea, uno de ellos se acercó al filo de la plataforma pero en cuanto puso la mano fuera de la brea su mano se licuo convirtiéndose en un batido de sangre, carne y brea hirviente de inmediato aulló del dolor — Ay mi estómago — me tomé mi abdomen — Ni se te ocurra vomitar en mi presencia — le enseñe el dedo medio y vomité mi hamburguesa, me limpie con el dorso para regresar a mirar a Agramón — Creo que tenemos a un gran grupo selecto de personas refinadas — lo miré — Son como los Kennedy de México, ¿No? — levanté una ceja, rodó los ojos así que metió su mano de dónde sacó un cuerpo que humeaba al igual que su brazo del que comenzaba a caerse trozo de piel mostrando su piel real era blanca, realmente era blanca como la pintura — Dinos quien diablos eres — trozos de aquel miserable comenzaban a desprenderse como si fuera un hombre hecho de cera — Aquel que es dueño del Partenón del Cerro Amarillo cuyas aguas celeste compiten contra la misma alberca de Neptuno — asentí levemente y Agramón lo dejó caer mientras esté era consumido por la espesa brea — Ah mira a quien tenemos aquí — lo miré contrariado pero me arrepentí de no haber visto a otro lado ya que metió su mano para sacar otra alma como si de sacar conejos de un sombrero se tratase — Soy… soy… soy quien tuvo a su cargo la ciudad de los palacios y quién le devolvió su antigua gloria. La única que murió como Penélope, tejiendo empresas de día y desapareciendolas de noche — levantó una ceja dejándola caer de nuevo al inmenso caudal de brea hirviente que avanzaba con lentitud — Dios, ¿Cómo mierdas no te descarapelaste? — negó riendo — Porque aquí así son las duchas — ni sé porque me contesto — Tenemos que cruzar este río para poder llegar al otro lado y así terminar esta mitad — se rasco un cuerno — ¿Cómo sabes que no hay alguien aquí? — — Porqué no está tu hermano aquí, normalmente me tengo que enfrentar a ellos cuando a) Me presentan a los condenados o b) Los tienen — asintió levemente — ¿Alguna idea? — asentí mientras caminaba hacia atrás — ¿De un brinco?¿Esa es tu idea suicida? — — Si — me pegue a la pared — ¡Peter vas a pagar mi maldito techo hijo de perra! — trague seco y comencé a correr, salte en el borde de plataforma, me hice ovillo en el aire para poder rodar sobre al piso al caer pero caí de cuclillas — Mi turno, neofito — se puso contra la pared — ¡Agramón, bastardo desleal ven para acá! — corrió pero el si rodo por el piso — Creo que no importa que tengas los años que tengas si no puedes aterrizar de pie — reí mientras lo ayudaba a levantarse — Cierra tu maldita boca de una buena vez — me tomó del brazo y se levantó de un brinco.
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Mensaje por Mike Gallagherry Lun 22 Nov 2021, 10:06 am

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Que le Importa a la Gente.


Realmente detesto esto de meterme por escabrosos pasillos mientras las paredes sangran hilos de oro que estoy casi seguro que es alguna clase de acero infernal que por alguna razón corre por estás paredes — ¡Hey, muévete! — miré a Agramón — ¿Que es esto? — señale con el cuchillo que me dió Julio la dorada sustancia que resbalaba de las paredes — Creo que es algo de lo que ya supones que es — fruncí mis cejas — Es nuestra infernal Trinidad: fuego, sangre y acero que recubre todo este basurero que llamó hogar, normalmente detiene a los celestiales o a los condenados bajar pero como te darás cuenta eso no detiene al niño bueno de Miguel —  genial — ¿Y cómo sirve?¿Cómo se puede utilizar? — inhaló exasperado — Bien — camino hacia mi, tocó la sustancia con la que dibujo un pentagrama en las baldosas del túnel — Oh gran hermano Estrella de la Mañana, préstame y concédeme la creación de está pristina arma a quien — me cortó la palma de mi mano de la que pronto brotó sangre que mancho el pentagrama — Deberá proteger de quién a derramado su sangre, concedele el coraje en batalla, la estrategia en la planificación y ayúdalo en su santísimo propósito. Evitar que el mundo sucumba ante nuestros enemigos — se levantó mientras el pentagrama vibraba con violencia, los hilos de oro flotaban hacia el pentagrama creando un torbellino ámbar que pronto cesó, una espada con la hoja cobalto flotaba en el aire, la empuñadura era negra y sin brillo que formaba la boca de un dragón — Tómala y cuando lo hagas dale un nombre. Feliz cumpleaños Peet — — Jonas te tomo a ti para que me ayudes a librar las batallas — explotó en una llamarada azul, mi cabello voló con violencia — Eso fue asombroso — asintio levemente — Ahora vámonos que pareces árbol de navidad con todas las armas que llevas — sonreí mientras caminaba hacia enfrente. 
— Apresúrate, no querrás perderte esto — me acerque al umbral del pasillo, de dónde un fuerte quejido me hizo estar a lado de él, cruzamos el umbral en dónde tres plataformas aparecieron con personas que portaban una capa dorada que los dejaba encorvados — Yo le dije que no construyera el paso express en aquella zona de deslave pero no me hizo caso y vean, dos muertos hubo. Que tragedia — comencé a caminar entre las personas — ¿Lo conoces? — me gire a dónde Agramón — Si, bueno no en persona. Era amigo de Levi — llegué hasta donde estaba y lo tomé por el cuello levantandolo — Eso no pensaste cuando le diste la licitacitacion directa a IKA y ni cuando la SEMARNAT y los pobladores te dijeron que no — lo solté porque de verdad estaba pesado, su cabello blanco y ojos tristes miraron al techo — ¡NO SE QUEDEN VIENDO! — a pesar de que hubiera gente viendo nadie se atrevió a hacer algo — ¡Arderas en el infierno, maricon! — me giré hacia un hombrecito que corría hacia mi, con un par de gafas rojas que decoraban su ovalado rostro y cabello a ras de cabeza con una barba de tres días — ¿A él también? — asentí mientras me hacía a un lado y le ponía el pie — giré mi vista hacia el exterior en dónde una pantalla gigante mostraba el escudo de la Universidad Nacional — ¿Estudiaste aquí? — negué levemente — No, pero Levi si, estudió Administración Pública, Derecho y Economía, lo vine a ver un par de veces aquí mientras daba cátedra — el cielo se torno dorado de inmediato así mismo la pantalla comenzó a titilar. 
Comenzamos a subir las escaleras esquivando a las personas que estaban agachadas, llegamos al corredor — ¿Quien es Levi? — sonreí de lado mientras buscaba una señal — Levi de Vicario y Fuentes de María, es mi amigo y dueño de Vicario y Fuentes de María así como BANXICA... — me subí a la barda para poder ver  alguna señalización — Es asquerosamente rico — y lo ví, había una señalización de transbordo que indicaba la salida así como la dirección, salte — Vamos, sígueme — comenzamos a trotar esquivando a las personas — Me suena el apellido Fuentes de María — miré sobre mi hombro, continuamos trotando hasta que me detuvo con su brazo — Claro, Fuentes de María. Es una familia que está presente en todo el multiverso — fruncí mis cejas — Pues si ¿No?, Se supone que todas las realidades son una copia fiel del original, claro con ligeros detalles — negó alegre — Si bien sus orígenes son los mismos cada uno tomo un curso distinto ya que se tomaron decisiones diferentes, pero en todas están la Familia Fuentes de María y desde que hay un registro de ese apellido es una familia poderosa, con renombre y asquerosamente rica — bueno creo que algo se aprende a diario, iba a hablar pero una explosión arrojó a un montón de personas del andén de en medio — ¡Vámonos! — lo tomé del brazo y corrimos a la línea de torniquetes que brincamos — ¡Landon, cuando te encuentre tus órganos serán el nuevo techo de mis putas arenas! — corrimos a la derecha en dónde al fondo había una escalera de hierro — ¡Ven acá! — escuchamos como los pasos se hacían cada vez más insistentes, llegamos a las escaleras y comenzamos a bajar, de inmediato estábamos enfilados por paneles de color blanco.
Del bajo techo había pequeñas estalactitas que me recordaban un poco a los colmillos de una serpiente, conforme íbamos bajando se empezaban a oír gritos de auxilio así como de voces siendo ahogadas, levanté en alto a Ilustrísima la cual vibró de color blanco, el piso estaba de color carmesí así que me aferre más a la espada, Agramón me sostuvo del hombro — Deja que me adelante — me rebasó con paso presuroso así que le seguí el paso, me detuvo con su brazo de nuevo — Con el reflejo de la hoja ve que sucede — asentí mientras me colocaba en el umbral del pasillo — Veo un corredor dividido por una barandilla, el suelo es rojo — gire a verlo, me tomo del brazo y cruzamos el umbral, de inmediato un mar de personas aparecieron gritando mientras eran atacadas por serpientes de manera sanguinaria ya que les arrancaban ojos, pedazos de carne, les mordian la carótida — Basta — dijo débilmente un hombre obeso de traje negro y lentes que le quedaban diminutos — ¿Y a ese lo conoces? — me susurro — Deja que le dejen de comer los ojos y te diré — jalaba a las serpientes pero estás no desistían sino que se aferraban más a él — Sus manos son las serpientes, entre más jale más aprietan, tú el que se comió al diablo deja de… — un hilo de sangre explotó de la cuenca de sus ojos — Se acaba de sacar los ojos — me tomo por los hombros — Si, ya me di cuenta — comenzamos a avanzar hacia los torniquetes — Ya sé dónde andamos — me detuvo — ¿Y a dónde vamos? — sonreí mientras comenzaba a correr escuchando el chapoteo de la sangre bajo mis pies — Iremos al Cablebus, anciano o bueno no sé si nos saque a él pero sé que tenemos que ir para allá — brincamos los torniquetes y la sangre nos llegó a las rodillas — Ven… — una cachetada me arrojó contra la pared — Al fin te tengo, miserable abandonado — me tomo por el cuello, alcancé a ver sus ojos de oro que me miraban con irá — Con tus órganos decorare mi techo — un par de ganchos se afianzaron en mi mano, Jonas — Ya sé, ya sé — de un tajo atravesé el brazo con el que me sostenía, al instante vibró y cayó de espalda soltandome — ¿Cómo tienes un arma infernal? — — ¿Por qué me dices abandonado? — comenzó a reírse — Recuerda que muchos más héroes bajarán… — inhaló, el chapoteo de Agramón se oían más cerca — Nos vemos en dónde el acero crea capillas y te aviso, ni las estrellas lograrán hacerme daño está vez — y se derritió en sangre — ¿Mataste a mi hermano? — lo miré confundido — Él lo intento hacer primero y no, lo veremos más adelante — comenzamos a caminar hacía el transbordo, se veía como la sangre comenzaba a subir de nivel — Ahí — un andén desnudo con una señalización descuidada indicaba subir las escaleras. 
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Mensaje por Mike Gallagherry Lun 22 Nov 2021, 10:11 am

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Rule the World


Subimos las escaleras, una ligera picazón en la garganta me hizo toser — ¿Todo en orden? — negué — Estoy cansado — nos sentamos en los peldaños — Ya pronto va terminar y podrás salir con tu novio ángel sin que algo te preocupe, Dante y Arnold dónde quiera que esté irán a buscar a Josh y tus amigas junto con Marcelo seguramente te dejarán solo así que podrás ser libre de cierto modo — lo miré tratando de emular algo sabio — Lo que me tiene cansado es que sé que no, saliendo de aquí aún tendremos que buscar las demás piezas de Bengala. Esto no se acaba cuando salgamos del infierno así que no te sientas comprometido a darme esperanza — me rodeo por el cuello abrazándome con su brazo blanco — Eso lo vas a decidir tú — fruncí mi ceño — Tenías la elección de irte de Dulce veneno o quedarte con ellos y decidiste quedarte así que podrás hacer lo mismo en esta ocasión — sonreí ladinamente — Lo haces para ser sencillo — inhaló profundamente — No lo hago, solo te pongo en perspectiva — la sangre comenzaba a subir de nivel — Creo que debemos irnos — — Si — nos levantamos y terminamos de subir las escaleras hacia una plataforma en dónde gente de traje caminaba hacia todos lados. 
Las paredes eran altas y grises con grandes pilares dorados — Estamos en Insurgentes Sur — me recargue en la pared de MetroAvisa viendo como las personas usaban cualquier cosa para taparse la boca hasta que una mujer de cabello que le llegaba a los hombros no pudo más y de su boca brotaron llamas como si fuera un lanza llamas — ¿Que tienes? — negué — Tengo la ligera sospecha de que tú hermano ya quiere que esto termine de una vez —— ¿Lo dices por por el ascensor claramente señalado que está a unos tres metros de nosotros o porque no hay escaleras — exhale cansado — Aunque parezca obvio no lo digo por eso, lo digo porque lo ví cansado — me dió unas palmaditas en mi espalda — Puede ser aunque tal vez solo está fastidiado por el desmadre que hemos dejado, aparte creo que el fuego celestial está quemando todo el infierno — lo miré — ¿Por qué lo dices? — se levantó parte de su camisa a cuadros, una cicatriz dorado apareció en su abdomen — Te está quemando, pero tú no tienes un anillo, tu… te alimentas del miedo que ellos provocan. Mierda ¿por qué no me dijiste? — me separé de la pared y caminamos hacia el ascensor, presione el botón y las puertas se abrieron, nos adentramos y pulse el botón que nos llevaría al piso de arriba. 
Subió en un traqueteo que cesó después de unos segundos, las puertas se abrieron en una plataforma que olía a mierda — ¿Que es aquí? — pregunté mientras salíamos y paso, Arantza estaba amarrada sobre las vías en dónde un río de sangre y excremento ardía — Bienvenidos, veo que te gusta la decoración — fruncí el ceño justo cuando una ola de susurros llegaban a mis oídos, miré a Agramón quien parecía inmutado por ellas — Revelio — apareció un vapor grisaseo del que aparecieron cientos de personas con la boca cosida con hilos de oro que eran azotadas por demonios, sus látigos tenían navajas que cortaban al instante y púas pequeñas que desgarraban la carne develando el hueso — Sembradores de discordia mi joven viajero, es mejor tenerlos callados — y al instante en que me gire logré verla, tenía su cabello castaño corto con su blusa vaporosa y falda tubo color limón amarrada a un pilar, sus ojos lloraban sangre — La conoces bien pero sabes que no es de tu Tierra pero te regocijarias de que lo fuera no — negué levemente — De que sea castigada si, pero gozar de su dolor no. Jamás disfrutaré de provocar el sufrimiento — gire a verla, el látigo cayó en su cuello desgarrando todo a su paso — ¡Basta! — disparé una espina dorada que hizo que cayera de rodillas el pequeño diablillo, la carne se le regeneró — Vamos Peter es lo que más deseas, sabes que ella fue quien provocó el suicidio de tu madre — fruncí mi ceño — ¿Qué? — sentí mi cuerpo helarse, mi estómago se hizo un nudo — Lo siento, si quieres la puedes ver en el séptimo anillo — comenzó a reírse — Si es que no se ha convertido en un tronco humeante de dinero, claro — las lágrimas comenzaron a amontonarse en mis mejillas, debe estar mintiendo. Ella es más que ello, no pudo dejarnos, no pudo dejarme, mi pecho comenzó a arder — Ven acá — me abrazo, mi garganta ardía — ¡NO! — me aferre a su pecho — Sácalo Peet — el aire me hacía falta, la rabia ahogaba mis pulmones — A ella es a quien le debes agradecer semejante gesto, aunque también alguien empujó suavemente la balanza. Así son ellos, son una basura egoísta que no merecen tu compasión; ¡Todos son iguales! — me solté de Agramón y apunte con Jonas a Dahaka — No es a mi a quien debes apuntar— sonrió orgulloso mientras apuntaba hacia ella — Así Peter, acaba con ella — y entonces batee la espada que fue a dar al hombro de Dahaka — Miserable traidor, arderas olvidado en el último piso y ni tu patético arcángel Miguel podrá sacarte de ahí — escupió, Agramón aún no sabía que había pasado, desenrrolle mi runa y amarre a Arantza, tiré fuerte atrayendola hacia nosotros — ¡Jonas! — la espada vino hacia mí, caminamos a los torniquetes — ¡Caerás y espero estar ahí para bailar en tu puta tumba, sucio abandonado! —  levanté mi dedo medio.
— ¿Pero que ha pasado? — sonreí mientras cruzabamos los torniquetes — Lo que ha pasado desde que pide este lugar, quieren mi humanidad a cualquier precio y casi caigo he de decirte — Arantza tenía su cabello negro sobre la cara, no decía palabra alguna — Pero recordé con quién hablaba, de lo que era capaz y en qué parte estábamos. Solo quiero que esto ya terminé — llegamos a la salida que daba a una plaza con una pequeña fuente en una de las esquinas de la cual sus aguas eran oscuras como la noche. Miré hacia arriba, la galaxia avanzaba mientras quemaba con la lluvia de estrellas la especie de barrera que lo estaba deteniendo, me giré hacia las personas que caminaban tranquilamente por ahí, algunas tenian marcas de rojizas en su piel que burbujeaban cambiando su rostro, era como si pequeños tumores reacomodaran su rostro, otras sudaban en exceso e incluso tenían un ligero rubor en sus mejillas. 
— ¿Dónde estamos?¿Marcelo? — rodé los ojos y entonces un aullido rompió la tranquilidad, nos giramos hacia una pareja que golpeaba a puñetazos a un hombre con la piel violacea y pálida, espuma salía de la boca de ambos comenzamos a caminar lentamente hacia atrás — ¡Hasta que las estrellas caigan sobre el espejo que no las refleja podrán salir! — nos voltearon a ver con la mirada en blanca, sus venas se botaban dando pequeñas contorsiones, se escucharon gritos y golpeteos detrás de los arcos y de la pequeña iglesia que estaba frente a nosotros — Corre a la fuente — — No me iré sin ti — lo miré rápidamente — ¡Hazlo! — levanté a Ilustrísima lo que hizo retroceder un poco a los que estaban ahí — ¡Fuego Celestial a mis enemigos ataca! — y la barrera se quebró al igual que las puertas de la iglesia así como las que estaban detrás de los arcos — ¡Ya! — torció los ojos mientras cargaba en sus hombros a Arantza, una orda de personas con rabia corrieron hacia mi, Ilustrísima brillo con intensidad así que la deje caer incrustandola en el piso haciendo que la primera estrella de fuego celestial cayera sobre la iglesia, me giré y comencé a correr — ¡Gracias Ilustrísima! — la espada brillo con más fuerza ardiendo con las llamas así que sin más llegamos a la fuente — ¿Y ahora que? — miré sobre mi hombro — Saltemos — nos subimos al borde y saltamos dentro de la fuente. 
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Mensaje por Mike Gallagherry Vie 26 Nov 2021, 8:52 pm

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— Mierda — me gire viendo hacia el techo abovedado, mi cabeza me dolía terrible — ¿Dónde estoy? — abrí mis ojos parpadeando varias veces para acostumbrarme a la luz blanquecina de la plataforma, me recosté contra la pared, miré hacia la derecha en donde había una pareja envuelta en cobijas así que me levanté con pesadez — ¿Dónde estamos? — se giraron a verme — En la Caína, Peter Landon — me acerque a ellos, la mujer traía su cabello ondulado amarrado a una dona mientras que el hombre era robusto con una mirada que te recordaba a un cerdo genérico con lentes; ya saben, ojos diminutos, boca como de una trompa y grandes cachetes — Me recuerda la estación de Viveros/Derechos humanos un poco — ambos se vieron — Es que solo hay un par de escaleras y no hay cambio de dirección… — me quedé buscando alguna señalización que me indicara a dónde ir — ¿Quienes son? — comenzaron a caminar hacía mi de manera ridícula, sus pasos eran cortos y apresurados. Demasiado exagerados —Somos aquellos que mataron a su hija en la torre donde los cardos se comen — asentí levemente — ¿Y por qué no hay otras almas? — menearon su cabeza despreocupadamente — Luzbel cree que es mejor, ha visto como has atravesado el infierno impecablemente — levanté una ceja — Puedes decirle que no lo hice solo, tuve ayuda — dije mientras caminaba a las escaleras.
— Espera — me giré hacia ellos quienes comenzaron a saltar — Tenemos que decirte algo, serás juzgado por tus acciones en el último piso y serás traicionado por aquel que que tenga la marca con la que cargaras saliendo de aquí — levanté la palma de mi mano enseñado mi runa — Timore, la runa de los hijos de Agramón; pero no muchacho. Será una que de piel te hará cambiar mientras tu cuerpo yacera colgado en el bosque de los suicidios — mi corazón se detuvo, son demasiadas profecías dentro de una misma persona — Sabía que iba a morir pero no creí que uno de ellos lo fuera a hacer — exhale un vaho — No queda mucho tiempo, Peter haz lo que te dijo Julio y no olvides quien es el objetivo — comenzaron a congelarse lentamente así que se giraron para encontrarse. Se congelaron abrazados, la corriente de aire venía del pasillo, me da un poco de gusto que saldré de aquí de algún modo aunque tal vez abandoné este espacio pero ellos saldrán mientras mi cuerpo cuelga en el árbol de la estación Portales hasta el final de los tiempos; ahora es cuando caigo en cuenta de que hay peores lugares que la muerte. Comencé a caminar por el pasillo que era iluminada por una blanquecina y fría luz, los ríos dorados se relentizaban cada vez más y siendo sincero eso me inquieta de muchas maneras; ni siquiera sé dónde está Agramón y Arantza.
Un arco describía el umbral de la próxima estación, bien ya falta poco así que será mejor apurarme — Bienvenido a Antenora, viajero — dijo un hombre con grandes patillas cuando crucé el umbral — Gracias — dije mientras caminaba por la estación tranquilamente, miré por el rabillo de mi ojo como se mecía al caminar — Su alteza serenísima, se me dice mancebo ingrato — me detuve a verlo — Ni creas que te voy a decir así — frunció su ceño — Niñato malagradecido habla con respeto — sonreí — Su alteza serenísima es un idiota — rodé los ojos mientras comenzaba a caminar de nuevo, ví el cambio de dirección — ¿Seguro que vuestra intensión es seguir? — me detuve, me gire y lo encare — Ahora vuélveme a preguntar si estoy listo para morir — sonrió orgulloso — No será necesario soldado, sé ve a lenguas cuando uno está listo para enfrentar los deparos del destino y no tiene la idea de fallar pero tampoco tiene duda de que no regresará es por eso que te diré esto. El devorador de estrellas estará con el Soberano Gobernador de este lugar — asentí mientras se congelaba haciendo un saludo militar — Gracias — sé que estoy a punto de encontrarme con Marcelo o Julieta y estoy listo para lo que sea que venga, desvíe mi mirada hacia la dirección del viento y como agitaba un cartel, Niños Héroes/Ciudad de Justicia. El diablo tiene un ácido sentido del humor.
Camine hacia el cambio de dirección, comencé a bajar las escaleras esperando que lo que fuera que me fuera a encontrar se mantuviera como lo han hecho hasta ahora los tres últimos anfitriones, tranquilos y sin el deseo de quererme matar. El líquido infernal se había congelado en las paredes así que creo que voy por buen camino, un par de arañazos aparecieron en aquellas paredes — Aquí yace la maldita perra traidora de Julieta — saqué a Jonas — Amigo, es nuestro turno — inhale y crucé el umbral. 
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Mensaje por Mike Gallagherry Vie 17 Dic 2021, 10:41 pm

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Stack it up.


Había un lobo ahuyando estrellas a una luna y Julieta en posición de crucifixión invertida moviéndose como un péndulo — Agradable no crees — miré a quien me estaba hablando, una mujer de suéter rojo con cabello como tipo afro — Juana Barraza, creo que sí tú eres quien me recibe aquí Lucifer de verdad quiere sorprenderme — sonrió — No seas pendejo niño, estoy aquí para evitar que llegues con Luzbel — la miré sobre mi hombro, mi mano ya tenía a Jonas preparado para atacar — Antes de cortarte la garganta y entregarte a… — — A Dahaka, ya sé pero que haga fila que hay otros que quienes quieren mi sangre por su recibidor — y en un ágil movimiento corte de un tajo su cuello — Hijo de perra — cayó de espalda, limpie la sangre de la punta de Jonas antes de ponerlo en mi espalda. Camine hacia atrás y salte al otro lado, tenía cadenas de cobre celestial, de echo todo era de ese material. Mi muñeca vibró con fuerza — No la hubiera matado tan rápido — desvíe mi mirada hacia donde estaba el cuerpo de Juana, ya sabía que si atacaba saldría volando en llamas azules ¿Y si no atacó? Los griegos hacían ofrendas de todo así que… tomé el clavo de cobre el cual creció a un tamaño de un cuchillo y miré la palma de mis manos, bien ¿como dijo Agramón? — ¡Hefesto que tienes un corazón firme, oh robusto, llama infatigable; el de manos vigorosas, eterno obrero y señor de las artes, trabajos y oficios. Ofrezco — corte mis palmas mientras embarrada de sangre en las cadenas — Este tributo de sangre a fin de que tus pristinos obrajes liberen a esta alma — las cadenas comenzaron a hervir así como a aflojarse liberando a Julieta, la tomé con cuidado mientras se deslizaba sobre la cruz de cobre. Obediencia es la clave con los Olímpicos, las cadenas que la sostenían así como la cruz se hicieron diminutas al tamaño de una práctica cadena que fue a mi cuello, un crucifijo, genial — Julieta — la llamé mientras ella seguía inconveniente, toque su carótida, tenía pulso así que está viva. 
Dió una bocanada regresando en si, me miró sorprendida y después me dió un puñetazo en mi cara — Maricon infeliz, ¿Por qué tardaste?¿Pasaste a cogerte con Gabriel o a  Marcelo o por qué demonios tardaste una eternidad? — me acomode el tabique — Me alegro que no te hayan hecho daño Julieta, ahora vámonos que ya me quiero ir de aquí — me levanté con pesadez, ya era el último piso así que me preparé, con Jonas en mano estaba listo para subir las escaleras — ¿De donde sacaste esa arma?¿Es enserio que estamos en el infierno?¿Por qué prendiste en llamas a Notre Dame? — me detuve a la mitad de las escaleras — Julieta te prometo que cuando salgamos de aquí te contestaré todo lo que quieras pero ahora guarda silencio — me gire y volví a subir las escaleras, escuché como refunfuño molesta. 
— Ah no Peter, ahora escúchame a mí — me tomo por el hombro y me giro — Solo tenías que seguir el maldito itinerario pero no, quisiste jugar al niño rebelde y ve en que nos has metido. Me vale madres si este es el infierno, nada de esto estaría pasando si te hubieras quedado con nosotras, carajo pareces un niño — baje el escalón para quedar a su altura — Nadie te pidió que me siguieras, ¿O si? — abrió los ojos — No tienes control de ti, te comportas como un niñato joder. Tenemos que ir detrás de ti las tres evitando que metas los malditos dedos al enchufe porque no eres responsable de ti — trague seco — Entonces deja que meta los dedos al maldito enchufe — rasgo sus ojos — No seas ridículo Peter, deja de decir estupideces y piensa por una maldita vez — exhale apretando a Jonas — Tu no estarías aquí si no me hubieras seguido, no me hubieran internado si tú no hubieras mentido en la casa de campo. Arruinaste mi vida, no podré adoptar porque ahora estoy fichado — negó sonriendo — Por favor, Peter ambos sabemos que estabas mal; lo que hice fue ayudarte y dime ¿Quien actualmente quiere ser padre? De verdad que no entiendes nada, Landon — me palmeo las mejillas — Tu no eres nada sin nosotras y sin Marcelo y muy en el fondo lo sabes — besó mi mejilla y subió las escaleras, cerré los ojos, la tomé de la muñeca — ¡Ey que te pasa!... — — Lo que yo decida a ti no te debe importar ya, una vez  que salgamos de aquí si quieres formar parte de mi proyecto adelante pero si no, no me estorbes — — Oh sí no, ¿Que me harás?¿Matarme con esa espada nueva que cargas y darme la razón de que eres un peligro para ti así como para los demás? — sonrió orgullosa —  No, solo me iré — la solté mientras la rebasaba.
El frío era palpable a cada peldaño que subíamos, en unos momentos abandonamos el metro y salimos a un estacionamiento desierto amurallado por elegantes edificios y rascacielos — Peter Landon, bienvenido a Judea — alcé mi mirada hacia el mismísimo Gustavo Díaz Ordaz — Esto es una maldita broma — negó mientras se acomodaba los lentes — Tu roomie está con alguien que quiere hablar contigo, acompañenme — miré sobre mi hombro a Julieta quien levantó una ceja — No te voy a dejar aquí será mejor que vengas — me miró con irá y caminamos hacia donde se iba el presidente — No te alejes demasiado — caminamos hacia Plaza Santa Fe, desvie mi mirada hacia el cielo. La galaxia terminaba por devorar el octavo anillo, miré a mi alrededor buscando a Agramón o a Arantza pero no les veía — Te seré franco, Landon — me adelante para oír a Díaz Ordaz — Fuentes de María es la respuesta a muchas cosas para poder entender al multiverso — fruncí mis cejas y las puertas se abrieron mostrando un patio negro brillante — Mira nada más a quien tenemos aquí — sonrió orgulloso mientras caminaba hacia mi, su cabello negro y bien peinado me desconcertaba — No seas tímido, adelante — trono los dedos y Díaz Ordaz se convirtió en una estatua de hielo.
— Ese infeliz ya está pagando por lo que hizo no te preocupes, pero hablemos — me sentó en una de las bancas junto con un chico de cabello rubio castaño, alto y ojos azules — Antes que nada te quiero, queremos felicitarte por haber soportado a mis hermanos y la aburrida reunión familiar por la que tuviste que pasar — sonrió y desvío su mirada hacia atrás de mi — Dile a tu amiga que se acerque, que no sea tímida — me giré hacia donde debía estar Julieta pero no estaba así que regrese mi vista hacia Lucifer quien me tomo del cuello lanzandome contra una pared de cristal, la atravesé en una lluvia de reflejos, miré hacia el domo observando las estrellas explotar sobre lo que parecía un domo.
Caí sobre algo frío, observé como ellos dos se ponían en el borde mirando hacia donde yo estaba, había descendido por lo menos un piso — Mi querido y muy querido amigo — saltaron y cayeron unos escasos metros frente a mi, me levanté de un brinco — Dime, ¿Qué es lo que más deseas?¿Que es lo que desea un asesino y un suicida de tu calamia? — comenzó a acercarse pero el chico que estaba a lado de él lo detuvo con la mano — Dijiste que lo haría yo, Luci — asintio levemente, me puse en guardia — Eres Valla el blasfemo, el devorador de estrellas — su rostro se contrajo desfigurandose en violentos espamos, sus niveos brazos se oscurecieron mientras sus garras se alargaban. 
— Tu nombre me da poder sobre ti — comenzó a reírse — No en este lugarIlustrísima vibró en mi mano así que la clave en el piso, un muro de llamas celestiales rodearon la arena — Niño estúpido — me dió un zarpazo que me arrojó al piso, mi cuerpo se entumia mientras las brasas me arropaban, escuché como las pezuñas de Valak se acercaban, me tomo del cuello de nuevo — Morirás — sentí mi mano libre, la moví un poco y lancé una espina dorado en su pierna, me soltó al instante así que caí de rodillas y Jonas vibró en mi mano, de una tajo lo hice retroceder — ¡Al fin un poco de acción! — desplegó sus alas Lucifer y salió de nuestra arena — Ingrato acólito de Agramón — se levantó soltando otro zarpazo que recibió mi espada pero no alcance a bloquear su otra garra que me razgo la piel haciéndome tambalear, con mi mano disparé una lluvia de espinas que fueron a parar a su pecho — ¿¡Cuántas veces lo has intentado y cuántas veces has fallado!?Ilustrísima vibró en mi mano así que ya tenía dos espadas en mi manos. Se giró y un coletazo me lanzo contra el muro de llamas que me detuvo como si fuera una barrera — Solo hay forma de que esto termine — siseó mientras de su boca sacaba una espada — Inferno — estalló en llamaradas negras, tengo que encontrar esa balanza pero, ¿Dónde está? Corrí hacía él y me deslice entre sus piernas cortandolas, serpientes brotaron de su sangre oscura y entonces lo ví, la balanza dorada estaba detrás del cristal, ví como sonrió. 
Una vez que tomes la balanza serás juzgado pequeño héroe, pero primero deberás vencerme — lancé a Jonas incrustando a Valak en el muro de llamas, miré al cielo — ¡Ni se te ocurra pequeño diablillo! — descendió Lucifer y me tomo del cuello — ¡Sé lo que intentas infeliz gusano! — incruste a Ilustrísima en abdomen, apretó con más fuerza mi cuello y yo clave más profundo la espada, caímos los dos. Di bocanadas de aire — Infeliz — nos dijimos, ví como Valak comenzaba a quitarse a Jonas de encima, mi mano vibró de nuevo y tenía la saeta de Quirón, las cadenas de mi muñeca se deslizaron enredándose en esta, camine al centro de la arena — ¡No te atrevas mugroso abandonado! — lancé con todas mis fuerzas la saeta hacia arriba, cruzó el domo de cristal haciendo llover reflejos, sonreí mientras se acercaba al domo — ¡Nooo! — me gire y un chasquido de dedos me robó la vista.
Parpadee y estaba sentado en Dulce Veneno con Gabriel, escuchábamos Forever mientras atardecia, me tomo de las manos — Vámonos, a donde tú quieras, solo pídelo — sus ojos miel me miraron con esperanza, mis ojos se humedecieron — Estaremos juntos, ¿Verdad Victoria? — sentí como una mano tibia se puso sobre mi hombro, me gire y ahí estaba mi madre sonriendo — Sin condiciones — mi corazón se inflamó de la emoción que ahí existía, de verdad que me sentía bien teniendolos a ellos y aunque solo fuera mi madre, exhale mientras tomaba asiento frente a mi y a lado de Gabriel — Los quiero mucho, pero me tengo que ir — acaricié suavemente sus manos — Los quiero — me levanté de mi lugar y todo volvió a ser oscuro, todo pareció ir lento, la punta de la saeta rompió el domo y de inmediato las cadenas se bañaron de fuego celestial que explotó al contacto con mi piel, nos arrojó contra la barrera que se hizo añicos, giramos por el piso, alcé mi rostro y la balanza estaba a unos cuantos metros — ¡Morirás antes de que seas su nuevo dueño! — grito Valak, me levanté dando tropezones y me arroje contra la balanza. 
Cerré los ojos mientras un aire cálido me levantaba, me hizo girar por unos instantes — Inicia el Juicio en Contra de Peter Landon Morí — abrí los ojos y estaba frente a un enorme fénix que ardía en llamas el cual se disipó descubriendo a un joven de cabello rubio castaño, fornido y con ojos cielo — Soy Miguel — un círculo de flamas azules me rodearon el cual se fue encogiendo — No temas, son las flamas de nuestro todo poderoso padre celestial, ellas dirán tus pecados — respire precipitadamente — ¿Puedo decirlos yo? — me miró extrañado — Hazlo, aunque el fuego me lo dirá de todos modos — exhale pesadamente — Me intenté suicidar en dos ocasiones y soy el responsable de la muerte de Julio Ugartechea del Paraíso — no me pude contener y caí de rodillas llorando, las rabia ahogaba mis pulmones al igual que mi desesperación — Les mentí a todos y dije que se había suicidado — el fuego se iba acercando a mi, cerré los ojos y el cuchillo de Julio vibró en mis manos — Damnatio Memoriae — corte mis palmas y lo incruste en el piso — Oh misericordioso arcángel, saca a mis amigos de aquí — mi sangre al contacto con el fuego destello en morado, me abrace fuerte y las llamas me alcanzaron. 
Se sentía cálido y tranquilo, era como dormir — Levántate hijo de los ángeles y los caídos — me levanté mientras me secaba mis lágrimas — Todos irán a casa con la condición de que una vez que reúnas los siete pedazos de Bengala cumplirás tu condena que se te ha impuesto — sonrió como lo hacía mi madre, ahora entiendo porque dicen que los ángeles actúan de manera misteriosas — Lo haré y… — el aire abandono mis pulmanos, baje mi mirada a mi pecho. Ilustrísima y Jonas resaltaban, Miguel se giró de inmediato y caí de espalda incrustando más las espadas.
— Mereces arder aquí — dijo Julieta mientras se limpiaba la sangre de su rostro, rápidamente sentí como Miguel y Agramón me sacaban las espadas — ¡Hermano, sácalos de aquí! — ordenó Miguel mientras veía las estrellas caer, me acurrucó en su pecho — ¿Qué demonios paso? — escuché a Lucifer acercarse rápidamente, mi pecho comenzó a arder pero no podía gritar solo podía sentir como me quemaba por dentro — No, no, no, no — ví como Miguel limpiaba la sangre que resbalaba por mi cara, alcé mi mirada a las estrellas que caían suavemente. Lo siento madre, no llegaré a casa. 
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