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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Triángulo de las Bermudas
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Re: Triángulo de las Bermudas
- CANDELAAH :
- Mi Candelushka bella, aquí va mi comentario. Espero que te guste tanto como sé que me gustará este capítulo—¿Quién diría que colocar una venda sería tan difícil?
—Lo es si tienes manos torpes como las tuyas.
Comenzando con las citas esto fue genial, en lo particular, me parece demasiado fácil poner un vendaje, lo difícil es cuando tienes que poner un yeso por eso aún no sé cómo carajo hacerlo
Por un momento pensé que Ren era quien narraba qué idiota jaja
Equis, continúo leyendo—Nos vemos después—digo sin más y apresuro el paso con Dylan siguiéndome.
¡Uy!
Creo saber quién llamó a Max por la reacción de Rita doy por sentado que se trata de RenEs más fácil ignorar a Ren Harrison cuando lo único que quiero hacer en realidad es correr hacia él y rogarle por otra oportunidad.
Qué jodido
Luego el tener que verlo en la facultad es una tortura, sin mencionar que su mejor amigo es hermano de Ren Tal pareciera que creaste al personaje de Rita para ser miserable, mujer—Lo siento, Rita, pero aquí no hacemos excepciones solo por uno de nuestros alumnos
Qué perra
Aunque en cierta parte tiene razón Pero, ¿cómo se supone que va a preparar toda la wea si ya está ensayado con Rita como bailarina principal? Debería buscar otra forma y no sólo mandarla a la mierda porque sí
Aunque ahora me he dado cuenta que es por culpa del marica ese(?) o sea, no eres el centro del universo puñetero castroso :fuckyou: :fuckyou:Intento decirme a mí misma que no me deje llevar por la ira, lo que no resulta fácil.—Vamos a vengarnos
—De ambos.
—Obvio.
¡OH! Esas palabras me agradan
Porque bueno, es demasiado evidente que el idiota tiene preferencia por el puesto de su madre, y lo que es peor aún, la profesora no tiene ni un poquito de ética puesto que se deja mangonearNo es fácil sobresalir en este mundo. Siempre hay competencia con conexiones y malas intenciones.
No sólo en ese mundo, sino en todos lados, en todos los ámbitos; que porque es hermano de no sé quién o amigo del amigo de sabe quién es simplemente jodido.- Algo sobre el hijo de perra egocéntrico:
- A veces rotábamos turnos, se supondría que íbamos nosotros más temprano esta vez, pero, nuevamente, Louis metió sus narices. Primero lo había hecho con Mike, un chico de nuestro año, luego con Dylan y ahora conmigo.
Okay, eso ya está de más Deberían poner miles de reportes hasta que suspendan al tipejo, a la profesora y a la mamá del tipo loco y obsesionado con ser el centro de atención en cierta manera me recuerda a alguien jaja putabidaSus ojos marrones me miran fijamente.
¡Oh, Rita! Seguro tus mejillas están que arden y más rojas que un tomate—¡Son ellos los que hacen comida no saludable!
Ahora me siento identificada con Dylan vivir con mis papás es lo peor para mi silueta delgada(?) ellos cocinan tan delicioso todos los días que simplemente me doy cuenta que estoy tragando más que un puerco en el momento en el que estoy dejado el plato en el fregaderoFue extraño volver a entablar una amistad y casi era como empezar desde cero.
Bueh, es cierto que fue difícil y una completa mierda, pero a pesar de lo sucedido, su amistad se volvió a dar e incluso a crecer. Aunque me llama la atención que Max pregunte y diga las cosas así como si nada :skip: :skip: Ha de ser incómodo para Rita...Chillo y me tiro hacia atrás, dándome un golpe fuerte en la cabeza. Se baja los audífonos y a la araña hasta sus piernas mientras se ríe de mí.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Pero Steve no me responde. Tomo el plato y le doy cucharadas en la boca, casi obligándolo a abrir. Lo hace, por lo que hoy no es una noche para batallar.
¿Por qué debe ser tan triste?
Que situación tan más difícil tanto para ella como para Des, ¿qué se supone que hará? Por lo que dijo Max, es horrible, aunque posiblemente lo mejor para los cuidados de su padre
Eres cruel, mujer yo que estaba feliz imaginando cuál sería la venganza en contra del marica loco—Fui una de mis mejores enfermeras en mi tiempo—dice con arrogancia, pura satisfacción para ella—Me despidieron por travestirme y ahora andan rogando por mí.
Acabo de descubrir a la puta ama de esta novela, wn
Presiento que va a agradarme demasiado, y sólo espero que puedas escribir mucho sobre ella
Es genial y a la vez está de la mierda que trabaje tanto, por una parte, gana su propio dinero y con eso puede sacar la universidad y la casa adelante, pero por otra parte, ha de ser bastante extenuante vivir así y lo complicado que fue acostumbrarse a tenerlo todo y no tener que mover un sólo dedo para después no tener nada y trabajar hasta el cansancio—Iré a verte en cuanto pueda —le doy un beso en la mejilla. Steve no se inmuta—Cuidare bien de Des, solo preocúpate en recuperarte.
¿Es en serio, Candela? [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Sin embargo, sigue siendo lo mejor para todos. Más aún después de todo lo que tuvieron que pasar y cuidarlo Por lo menos tienen a Lucy con ellos, siempre preocupándose por ambos y sé qué hay alguien más que aún sigue preocupándose—¿Y si nos encontramos cadáveres?
—¿Por qué tan pendeja? No me des ideas que me hagan arrepentirme, Santiago.
¡Dios!
Aunque siempre cabe la posibilidadPero ya no somos mas “Ren y Rita”. Solo somos Ren por separado y Rita por separado. Nunca podríamos volver a estar juntos, mucho menos si Lion esta de por medio.
Oooooooooooookay
Esto es un poco intenso, un tanto Romeo y Julieta; sólo espero que no los mates a ambos, weona
Fue una mieerrrrrrrrrrrda lo que hizo el papá de Rita y es lógico estar enojado pero, ¿en serio el hermano tiene más rencor inclusive que los padres de Ren? ¿Es retrasado o algo?—Endúlzate un poco, así al menos no me siento culpable por ser el único de buen humor.
¡Ay, qyé rico! Mi gorda interior quiere pie de limón ahora, se me hizo agua la boca Y Shawn también me agrada demasiado ahoraDe golpe y porrón, lo veo entrar también.
¡Se prendió la wea! :vibracionmodeo
Qué odioso el tal Bowie ese si lo ignoran y además lo han rechazado para salir nuevamente es porque NO quiere algo más con él pero ahí anda mamando el palo :barbpls:—Es tedioso que jodan tanto con la creatividad. Se me seca antes del fin de semana.
¡Oh, cariño!
Me pasa lo mismo cuando tengo ideas geniales para un capítulo pero me toca escribir para otra novela que nada tiene que ver con las ideas :truestory:—Te olvidaste de algo.
—¿De qué?
—Tu número—sonríe todo engreído.
Pero qué enfadoso, por Dios
Una bofetada es lo que debería darle—Ahora tienes que prepararte para dar tu baile.
Espontáneamente he comenzado a tener un crush con Max, aún sin saber a quién elegiste como pj
Es jodidamente bello y un perfecto mejor amigo lo amo(?)—¿Por qué no? Creí que lo habíamos pasado genial esa vez en el cine…
—¿Dices de ti tratando de tocarme la vagina y las tetas? Ja.
JAJAJAJAJAJAJA Qué gran hijo de perra
Max debería llegar justo en ese momento y partirle la cara al pedazo de mierda eseDe un momento a otro, Max lo lanza bruscamente hacia un costado y el castaño cae bruscamente sobre una de las mesas, llamando la atención de sus amigos.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—¿Por qué debería?
¿Es en serio, Ren? ¿Acaso quieres ser nuestra jodida piñata personal?
Amé que Cherry y Shawn sólo estén de chusmas—No sales con alguien tantos años y luego dejas que la traten como mierda, Darren.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Te mato para la próxima, no estoy jodiendo.
Mierda, amo a ese hombre [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Pero es jodidamente difícil deshacerme de otras cosas como mis sentimientos de culpa, vergüenza y amor que siento cada vez que Ren está cerca.
¿Qué se supone que hiciste, weona?
¿Por qué lo dejas ahí? Pinche Cande
Oh genial, creí que la narración que sigue sería de Ren, pero me alivió demasiado el saber que sigue siendo Rita ;abby:No es hasta que me acerco hacia otra parte donde veo a Ren y Jenks, este último sosteniendo mi mochila.
Ella está toda concentrada y emocionada haciendo su baile y de pronto ese wey ahí... ¿en serio? Creí que estaba tan molesto como para no presentarse pero al parecer a nuestro apático Ren le gusta joder con las emociones de RitaMax esta entre el público, siendo mi fan nº 1.
I'm in love, bitch Cásate conmigo, Max, a la mierda que seas ficticio(??)Que Ren me ignore o que haya seguido su vida está bien, yo tengo la música, el baile y mi gente para quitarme la tristeza.
Luego tiene que aparecer Ren para cagar el momento de verdad quiero darle una santa golpiza :fuckyou: :fuckyou: <---- Justo así—Entonces, tráenos de eso, belleza —Bowie estira el brazo hasta envolver mi cintura y estrecharme hacia él—¿Por qué no te sientas un poquito arriba de mis piernas? Puedo ser tu daddy sugar.
¿Acaso el empujón, demasiado fuerte debo agregar, que le dió Max no fue suficiente? :whatever: De verdad se está ganando unas cachetadas guajoloteras :ew:
Sin duda alguna apoyo a Lucy para que lo saque de ahí lo antes posible :gatosho:—Por cierto, Ren dijo que le iba a hacer comer su mierda si te volvía a joder
¡ESOOOOOOOO!
Hasta que por fin dejó su estupidez de lado y le paró el show al loco acosador; espero que de aquí en adelante las cosas mejoren por lo menos un poquito entre ambos porque cada que Ren le habla de mala gana a Rita me provoca jalarle esos pelos pintados que tieneEl verla tan triste y confundida hace que sienta cierta empatía con ella.
Deja la empatía para más adelante, chica, que seguro vas a necesitarla. A esa loca celosa tan sólo ignórala, su tristeza y locura no es tu problema(?)—¿Por qué? Estuviste con Harrison. Fuiste su putita. ¿Por qué no ser la mía?
Esto debería molestarme, pero en lugar de eso me da demasiada risa Lo siento jajaja
Es un pendejo de primera, justo ese momento es el adecuado para propinarle un rodillazo en las pelotas, pero Rita tiene demasiada paciencia, incluso a la loca borracha la habría empujado like [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Qué le importa,, tipa meticheApenas intenta acercarse hacia mis labios, le piso con fuerza el pie.
Te amo, Rita. Gracias por no decepcionarmeMe sujeta fuerte del brazo y tira de él.
Mierda, apenas estaba festejando :alfie: Pero Ren, quien comenzaba a desagradarme ha salvado la noche Es que ese Bowie bien merecido tiene que le pateen el culo, weona es un castroso de primeraDemasiado tarde. Impacto la botella de vidrio contra la cabeza de Bowie, desmayándolo en el acto.
De nuevo la amo ¿Quién necesita que alguien la salve cuando ella puede dejarlo bien noqueado?
Pero la princesa(?) sigue triste por el chango aquel por un momento pensé que hablarían y arreglarían por lo menos algo de toooodo lo que deben hablar pero no juegas con mis sentimientos igual que Ren con Rita
Entonces, decides ser más cruel y meterla en un auto donde también van el ex novio aka Ren y la actual novia aka Dana... Algo raro pasa contigo, Candela—Carajo, esta drogado.
Era demasiado bueno para ser verdad(?)—Hay… hay un mono detrás de ti, y te está comiendo los piojos —se ríe como idiota, haciéndome reír a mí.
Idiota Aún así mi crush hacia él es grandísimo(??)Estúpida, estúpida imaginación.
¿Qué sucio pensamiento está pasando por tu cabecita, pequeña pervertida sexual? Ahque al menos están avanzando mucho, de no verse en lo absoluto a pasar una noche en la misma casa ya es ganancia—¿Qué le temes? ¿Qué tu hermanito tenga su arma más grande que la tuya o qué?
Descripción gráfica de Ren: [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Aunque por sus palabras me hizo pensar que la pregunta de Rita en realidad es más una afirmación(?)—Entonces… ¿Por qué no lo intentaste conmigo, Rita?
Observo su pantalón mojado y llevo la mano hacia mi boca, soltando un grito ahogado. Le derrame el té encima.
Yo estaba toda leyendo y por un instante creí que Ren haría algo como empujarla o mandarla a la mierda hasta que leí lo del té fue todo tan bello hasta que la torpeza de la bella Rita arruinó todo (?)No me deja terminar y me da gusto por ello. Sus labios vuelven a pegarse contra los míos, esta vez dándonos un beso más profundo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Así de rápido como empezó, así de rápido termino.
Sí, fue muy rápido comenzaba a creer que de verdad sucedería Eres mala, Candela—Siempre es por una chica.
—Pero esta estaba buena. Tenía una delantera que juraba que su tuerca…
¡Ay, Dios! Pinche cerdoLo único que yo podría traerle es tristeza y recuerdos horribles.
¡Deja de restarle valor a tu existencia! la única razón por la que no estaría contigo es porque es un idiota así que basta de expresarte así de ti misma, mensaEl profesor a cargo nos observa a todos con el ceño fruncido. Nadie dice nada y la pelea se da por terminada.
¡Qué oportuna su presencia!
Esa tal Dana ya me está cayendo más que mal ¿acaso tiene ocho años? Porque su actitud tan infantil y jodona demuestra que síMi corazón se revoluciona y me cuestiono a mí misma: no necesitamos volver al pasado, siempre podemos construir un Ren y Rita si aún nos amamos.
¡SE AMAN COMO LOCOS! Pero es que Ren me desespera
Ya la besó tan así :latigo: y se hace el digno... ¿me está jodiendo o qué coño?
Nada más que siga así y le voy a dar unos zapes por weón ridículo :matar:
Candela, amé tu capítulo. ¡Gracias por subir!(?) Nos llenas de felicidad... y más comentarios a la lista de "Post que debemos"
LO AMÉ! Listo, no necesito decir más.
Bye
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Bart Simpson
Re: Triángulo de las Bermudas
Candela, no me das ni una tregua con los comentarios
En cuanto pueda leo tu hermoso capítulo, nena
En cuanto pueda leo tu hermoso capítulo, nena
indigo.
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Re: Triángulo de las Bermudas
- candeeee
Vamos a ver si escribiendo tu comentario me inspiro a terminar el capitulo del triángulo de una vez y por todas—Y aprendes mucho —dice Dylan apareciendo a mi lado, alcanzándonos. —¿Quién diría que colocar una venda sería tan difícil?
—Lo es si tienes manos torpes como las tuyas. Creí que ibas a cortarme la circulación de la sangre —masajeo mi muñeca aun sintiendo el amarre fuerte de Dylan.
—¡Es que el profe no explica bien!
{…}
—Blablablá. Es lo único que sale de ti.
—¡Saldrá de mi otra cosa sino te dejas de molestarme, Harrison!
No se que haría yo si me piden ir a un país que nunca he ido a ayudar en una catástrofe. Es que, amo ayudar, pero no se si seria de ayuda por todo el estrés y los nervios pero bueno, que ame la introducción de tus personajes
Y debo decir que amo a los amigos de Rita ya y a Rita, claro. Amo como se la pasan peleando a cada rato—Solo no nos llevamos bien —contesto despreocupada y miro hacia el frente, detectando la salida—Ya sabes. Prefiero no hablar con gente que no me gusta.
Es tan obvio que Rita y Ren tienen un pasado, pero aun así ella se enfrasca en mentirle a Dylan, y Dylan no le cree nadaLos ojos de Lea se mueven hacia a mi como el de todos mis compañeros, inquietándome. Se suponía que yo era Michel en la coreografía, vine trabajando en ser la pieza principal para el baile de los viernes toda la semana. Estrenamos el comienzo de clases con ello y sería una de las mejores aperturas que tendríamos.
—Estoy trabajando a esa hora. Si podría moverlo solo un poco…
—Lo siento, Rita, pero aquí no hacemos excepciones solo por uno de nuestros alumnos(…)
{…}
—Si lo que tiene miedo es que los demás sepan su preferencia hacia el hijo de la decana, déjeme decirle que ya se ha vendido sola. Se han dado cuenta.
—No tengo preferen…
—Entonces, demuestre lo contrario.
Es tan tedioso cuando los profesores, por una razón que sea (no valida), se la empeñan por joder a un estudiante. Y mas cuando tiene talento y esta trabajando para superarse es que no es justo, mas si ella ha durado todo ese tiempo preparándose y ya se había decidido que ella era la protagonista. ¿Venir a cambiarle las cosas asi como asi? NO Y MAS SI ES POR HACERLO PARA TENER MEJORES RELACIONES CON LA DECANA, ES UNA MIERDALo cierto es que desde que ya no soy rica, los amigos que creía tener me abandonaron o fingieron no conocerme.
Excepto uno.
Max se acerca con una bandeja llena de comida hacia nuestra mesa.
{…}
Jugueteo con mi pulsera de oro con dijes, observando con el corazón latiéndome con fuerza a uno de ellos en particular, uno que conozco o conocía muy bien.
{…}
La historia de Rita me intriga demasiado. Y bueno, aunque sus “amigos” la dejaron, es bueno que sus amigos no eran realmente amigos. Excepto Dylan y Max, claro. Y estoy segurísima de que Max siente cositas por ella
Pero a ella no le gusta Max, sino que tiene historia con su hermano.UNA HISTORIA BASTANTE INSTANTE INTENSA POR LA REACCIÓN DE RITA. DIOS, ESTO ES DEMASIADO DRAMA PARA UN PRIMER CAPITULO, CANDELA.
Me encanta la amistad de estos tres, te digo, es oro puro—Lo siento.
—Tranquila, entiendo porque no lo haces. De todas formas, no deberías cargar todo tú sola, Rita. No fue tu culpa.
{..}
Es casi irreal que lo tenga frente a mí cuando hace tres años atrás elegimos bandos diferentes y apenas volvimos a retomar nuestra amistad el año pasado, cuando ambos nos encontramos por casualidad una materia en común. Fue extraño volver a entablar una amistad y casi era como empezar desde cero.
Max, es muy buen amigo lo adoro
Y el hecho que hayan dejado de hablar y que hayan tenido la madurez (y el cariño por el otro, que te digo), para retomarla, dice mucho de ambos. Dios, no quiero shippearlos, pero me lo haces imposible—No es una jaula, bruta. Es un vidrio especial para ella, para mantenerla calentita—acaricia con amor su repugnante mascota—¿Cómo te fue en la presentación?
—Es mañana, idiota—mascullo sacudiéndome las prendas, aun adolorida—Tu cuarto esta echo un chiquero. ¿Cuándo vas a limpiarlo?
{…}
Cierro la puerta detrás de mí, apoyándome en ella y pensando que tal vez estoy pidiéndole muchas cosas a un chico de quince. Él también quiere salir a divertirse a fiestas e ir a partidos escolares. Pero después de lo último que pasó con papa, es difícil dejarlo solo, incluso si en las mañanas viene una enfermera pagada por la tía Lucy.
{…}
—Papa, ya volví—digo acercándome hacia él. Lo observo con su rostro demacrado por la amargura. Me agacho y le tomo una de las manos, acariciándola—Mañana voy a tener mi solo en la uni. ¿Puedes creerlo? Aunque no sé cómo le hare para asistir…
Silencio. Solo silencio.
—Bailare Michael Jackson.
No contesta.
—¿Te gusta el estofado de Des? Cocina mejor que yo, a decir verdad
La vida de Rita es bastante complicada, no me esperé algo asi o sea, espere algo relacionado con deudas o no se, pero que su papa este enfermo de esa forma y que ella tenga que trabajar como una loca para costear todo… Dios, la quiero abrazar
Es que es demasiado, yo no se como podría. Mi corazoncito es demasiado sensible para esto Rita y Des son demasiado fuertes Y si, es cierto que es mejor que este en un centro psiquiátrico, y ambos deberían ir a terapia igual. Porque es demasiado traumatizante tener que experimentar y lidiar con eso—Supe que también iras al viaje de Puerto Rico…
—Fui una de mis mejores enfermeras en mi tiempo—dice con arrogancia, pura satisfacción para ella—Me despidieron por travestirme y ahora andan rogando por mí.
—Todos andan de rogones contigo —le guiño el ojo, sacándole una carcajada.
—También por ti, nena.
La tia de Rita es un amor, dicho, hecho, es leyAyer llegue a casa pasada las 3 am después de limpiar la barra, cerrar la caja y ayudar a dos chicos a tomar un taxi destino a su hogar. A las seis y media estaba levantada de nuevo con sueño y fiaca, pero rápidamente se evaporo cuando recordé que sucedería hoy.
Steve hoy se marcha.
{…}
—¿Estas bien, Rita?
—Claro que sí. ¿Y tú?
—Aliviado, supongo. ¿Eso es malo?
RITA NO DUERME, JODER. Llegando de madrugada y teniendo que estudiar y trabajar, pues, no, es demasiado. Se esta agotando como una loca
Es horrible que hayan tenido que perder el contacto porque Lucy decidió transvestirse, la gente tiene que aprender que la vida no es blanco y negro. Des es un niño demasiado maduro para su edad, y eso significa que ha sufrido un montón para llegar como es ahora. Es triste
Y su familia de parte de Clare, que supongo que es su madre… no entiendo nada, la verdad. ¿Qué clase de familia es esta?Ahora es mi turno de ayudarla. Hace un año, dieron por muertos a sus padres cuando encontraron partes del navio al que iban. El mundo de Mara se quebró y se volvió negro, y aunque no podía estar con ella, sugerí el viaje de voluntariados a Puerto Rico apenas Max me inscribió. Ayudar a quienes necesitan mas nos dara otra mirada y nos sentara mas sobre el suelo del presente y no del pasado.
—Bien, aprendí a usar gasas, vendas y a poner una curita con decencia —responde con cierta ironía—Todavía no estoy muy convencida de esto, Rita.
AAAAAA no sabia que Mara y Rita se conocen pero es bello y el hecho de que Rita quiera ayudarla con el asunto de sus padres, es hermoso. Es horrible que los haya perdido de esa forma, y creo que Rita la entiende mas que nadie (dentro de lo que cabe), por lo de su padre. Dios, ¿Por qué estas chicas tienen que pasar por esto? ¿POOORQUEEEE? no merecen, no merecen esta clase de injusticia en la vida
Esta historia entre Rita y Mar y Max y Lion y Ren me tiene demasiado confundida e intrigada
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Entre a las dos de la tarde con la esperanza de hacer horas extras con tal de hacer dinero de más y quizás me dejasen salir por una hora. Pero con la cara de perro de Bob, el encargado, me abstuve de siquiera preguntarle. Y cuando se fue sin darme cuenta, supe que perdí mi oportunidad de irme antes.
{…}
Maldigo a Lana por enfermarse y Cherry por no contestar el maldito mensaje. No es que sea la primera vez que se encuentra aquí, pero si es la primera vez en que tengo que atenderlo. Lo peor es que también esta Bowie, mi acosador personal desde que me negué a salir a una segunda cita con él.
{…}
Con toda esta parte de si Rita iba a poder ir a la presentación o no, estaba demasiado ansiosa, porque es que no es justo, no es justo que Rita tenga que perderse la presentación porque la estúpida de la profesora quiera estar bien con el hijo de la decana
Y luego viene un grupo no bienvenido a la cafetería es que, Rita tiene que estar pagando un karma de otra vida, porque le sale una cagada tras otra No me imagino lo incomodo que tiene que ser ir a verlo después de lo que sea que pasó con sus familias—¿Qué haces aquí?
—Café gratis—levanta arriba su vaso y le da un sorbo—No prepare nada y me escape.
—Lo usual.
—Es tedioso que jodan tanto con la creatividad. Se me seca antes del fin de semana. Que le paren un poco…
{…}
Le sonrió aunque por dentro solo tenga ganas de verter la bebida sobre ella, conteniéndome. No tiene la culpa. Ni siquiera debería sentirme así.
{…}
AJAJAJAJA AMO A MAX XD DIOS
Y Rita, que siente todo y mas por Ren, pOR DIOSSSS. AQUÍ HAY DEMASIADA HISTORIAAAA—Esto no es americano —Dana sostiene el vaso de Ren en su mano, lo destapa para olerlo y le da un sorbo, sorprendiéndose—Esto es un mokaccino. ¿Por qué le trajiste esto?
—No le gusta el americano. No le da más de dos sorbos y lo deja—respondo de inmediato.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA QUEEEEEEEEEEE AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ NO PUEDO CREERLO Y LO DIJO ASI TAN NORMAL, ESTO VA A PRENDERSE—Al parecer estaban haciendo cositas y alguien los encerró con llave.
—¿Alguien?
—Alguien que podría saber que esta enrollándose con su compañero de música y tiene confianza con el conserje porque en el pasado trabajo en su casa —el castaño me guiña el ojo.
—No debiste hacer eso, seguro fue un escándalo—
{…}
—Pero mis cosas…
—Las tengo yo—Max deja el estuche de la guitarra sobre la mesada
{…}
—¿Puedes reemplazarme?
—¿Para qué crees que vine en vez de ir a casa y beber cerveza? Solo vete antes que me arrepienta.
MAX ES PURO ORO. LO AMO. Es un amor de amigo, de verdad—Max, tranquilo —le ruego conectando su mirada con la mía. Está furioso.
—Ella no sale con perdedores, Benson, así que aléjate de Rita.
Tira de mi mano brusco para ir directo hacia la salida. El corazón me da un vuelco al cruzarme las perlas cafés de Ren, de inmediato me siento incomoda y trato de quitar mi mano de la de Max, pero no me da chance a hacerlo.
—¿Paso algo? —inquiere Jenks deteniéndonos.
Los demás ponen atención sobre nosotros. Ren sostiene la mirada en nuestras manos unidas. Los nervios revolotean por mi estómago con tanta fuerza que me duele.
Boiwe es un sucio aasqueroso. ¿Qué no entiende el significado del NO? ¿Acaso es idiota? No puede ser, y encima de seguro quiere seguir insistiendo. No es no. Y TODA ESA TENSION SENXUAL Y SEXUAL ENTRE RITA- REN – MAX NO LA SOPORTO CANDELA, TODO ES DEMASIADO. Porque es que yo ya shippeo a Max con Rita, lo siento, no es mi culpa, es culpa tuya.—¿Crees que ese imbécil joda a Rita es nada? —pregunta incrédulo. Lo veo tensar la mandíbula—Pensé que tenías más huevos que eso.
—Max —advierte Ren. Sé que no va a ponerse a pelear con él, siempre ha sido demasiado sobre protector con Max y lo que menos haría es golpearlo, pero no puedo decir lo mismo de mi amigo.
—No sales con alguien tantos años y luego dejas que la traten como mierda, Darren.
Los ojos de todos se abren en grande, incluso Cherry abre tan grande su boca que se le cae el chicle en el mostrador. Dana voltea hacia Ren observándolo con el ceño fruncido, molesta. Su mirada va a hacia a mi sin nada de la amabilidad de antes. Genial.
—¿Saliste con Rita? —Jenks es el primero en hablar, señalándome.
—¿Saliste con ella? —esta vez pregunta Dana enojada.
LO DIJOOOOOO
LO DIJOOOOOOOOOOOO
AY DIOS MIO, Y LO DIJO FRENTE A TODO EL MUNDO
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Amo a max, pero es un bocon
Lo peor es que Max y Ren pelean por eso, y no deberían. Y tampoco debería tratarla asi a Rita. Dios, todo es tan complicado.Dylan me da un culazo en la que casi me caigo hacia adelante, sin mas no rompe la coreografía, solo me saca de mi triste transe y me echo a reír por ello, aliviada de tenerla para distraerme, aunque lo haya hecho sin querer. Que Ren me ignore o que haya seguido su vida está bien, yo tengo la música, el baile y mi gente para quitarme la tristeza.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
QUE BONITO FUE LA PARTE DE RITA BAILANDO, ME ENCANTO, LA ADORO es hERMOSOOOO, encima es una canción de MJ, me muero de feels
Aunque sigo necesitando saber por qué demonios Ren lo ignoraLe echo una sonrisa y camino hacia la mesa final, arrepintiéndome casi de inmediato: Ren esta con Jenks y su grupo, eso incluye a su novia y el odioso de Bowie. Me detengo un momento antes de continuar y volver para pedirle a Natalie que los atienda ella. No creo estar lista para un segundo enfrentamiento con todos ellos, menos con lo que sucedió en la tarde. Pero tan pronto lo pienso, desecho la idea y continuo con una media sonrisa. Él es quien debería evitarme, yo solo estoy en mi lugar de trabajo.
{…}
—¿Desde cuándo?
—Basta, Dana —replica Camille.
{…}
—Entonces, tráenos de eso, belleza —Bowie estira el brazo hasta envolver mi cintura y estrecharme hacia él—¿Por qué no te sientas un poquito arriba de mis piernas? Puedo ser tu daddy sugar.
¿ACASO LA ESTAN SIGUIENDO O QUE? Bueno, no creo que Ren ni Dana se hayan querido encontrar con ella, menos el idiota de Bowie (a menos que siga delusional con que no significa si). Pero bueno estoy segura de que va a pasar algo malo
Y Dana toda celosa con razón, se acaba de enterar que tiene historia con su novio, y es probable que tenga intuición de que lo de ellos fue serio por como (no) se tratan ahora. pero no tiene que ponerse de loca, Rita no esta haciendo nada y Ren ni siquiera la mira por mas de 0.2 segundos
BOWIE SIGUE DE IDIOTA
Rita, debes hacerle caso a tu tia cuandote dice que hay que sacar un tipo a patadas. No importa cuanto “en control” esteMe marcho en dirección hacia otra mesa donde tomo el pedido. Aunque trato de disimular mi estúpida sonrisa, el saber que a Ren sigo importándole me acongoje el corazón y me dan ganas de gritar y llorar, pero sería estúpido que lo hiciera. No debería, no cuando esto no va enserio y solo sintió la necesidad de decir algo porque Bowie ya estaba siendo un pelmazo.
No lo creo. Si a Ren no le importara, no estaría haciéndole la ley del hielo de esa forma ni hubiera dicho lo que dijo. Solo hubiera seguido con su “no importa”.—¿Tu eres esa novia que Ren no puede olvidar? —balbucea con la lengua vaga.
Mis ojos se abren de golpe y observo a Camille golpearse la frente con la palma de la mano.
—No le hagas caso, Rita, solo esta ebria.
—¡No estoy ebria! ¡Lo escuche a Jenks decirle a Brad!
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LO SABIAAAAA, LA AMAAAA, LA ADORAAA, NO LA PUEDE OLVIDAAAAR
Y la idiota de Dana siguw con sus celos. Que igual, nisiqueira debería estar peleando con Rita, porque ella no tiene nada que ver. Su relación es con Ren y su problema es con Ren, no con RitaAbre la boca para decir algo, y tan pronto lo intenta, se cae bruscamente hacia un costado. Mis ojos se abren al tope al ver a Ren a mi lado. Nuestras miradas se conectan, tan cerca y profundo como hace años no pasaba. La respiración se me irregulariza mientras que la garganta se me cierra. Las puntas de los dedos me pican con el anhelo de tocarlo nuevamente.
Se rompe la conexión. Ren es golpeado por Bowie y se hace unos pasos hacia atrás, no cayendo. Intento meterme en la pelea que comienza a desarrollarse entre los dos, Jenks me sostiene de atrás impidiéndolo.
—Ni se te ocurra.
—¡Pero va a matarlo!
—Deja que lo mate. Se lo merece.
LA CONEXIOOOOONNNN
Est es horrible, shippeo Rita con Ren y Rita con Max y NO ES JUSTO, NO LO ES
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Todo paso demasiado rápido y al final Ren se fue como si nada con Dana, pero es lo normal, porque es su novia. Aunque igual FUE Y SALTO A DEFENDERLA COMO TODO UN LOCO. Dios, Dana se va a poner peor de seguro esto ES DEMASIADO DRAMA PARA EL PRIMER CAPITULO, NO PUEDO CON ESTO, CANDELA. ß—Eh, creo que debería irme caminando…
—¡No! Déjate de bobadas y entra, vamos —dice Camille con confianza, y para convencerme, me sonríe.
Observo de reojo hacia Ren y Dana, ambos me ignoran.
{…}
—Una vez fui con Max para ver si de verdad los rumores eran ciertos, así que nos encerramos en un compartimiento hasta que…
Callo de golpe mi relato cuando me doy cuenta en la manera en que me miran. Incluso Ren. Me rio nerviosa.
—¿No creerán que Max y yo…?
Yo me hubiera ido caminando. aunque Jenks y Camille trataron de hacer todo lo mas ameno posible, bueno
Hasta que todo se prendio porque Rita hablo de ella y Max debería aprender que ese grupito escucha las cosa y las distorsionan a su manera
La incondicionalidad de Max es AMOR esto es del diablo, no puedo creer que shippeo con tanta fuerza a ese trio y apenas empiezo a leer sobre ellos—Mierda. ¿Quién te hizo esto, Max? ¡¿Quién fue?!
No contesta. Me agacho quedando al lado de Ren, solo nos observamos de reojo, la punta de mis dedos vuelve a picar y mi corazón a latir fuerte, pero los ignoro. Ahora solo importa Max. Tiro del parpado de su ojo izquierdo y noto un pequeño cartón cuadrado por dentro. Maldigo en voz baja y le quito la mierda, mostrándoselo a Ren.
—Carajo, esta drogado.
—Este imbécil —rechisto molesta y asustada. Odio cuando se droga con estas mierdas y no se cuida.
Ren lo levanta con ayuda de Jenks, pero Max se resiste con fuerza y cae al suelo de nuevo, golpeándose la cabeza. Suelto una maldición al aire y me agacho, tomando sus manos y rodeándolo en mi cuello. Tiro de él con fuerza, incorporándome. Aunque es ridículo llevarlo a caballito hasta mi casa, es lo mínimo que puedo hacer incluso si sus pies se van arrastrando en el piso.
—¿Dónde lo llevas? —Ren se interpone, molesto.
La primera vez en tres años que me habla directamente mirando mis ojos. Este día es de muchas primeras veces, y ninguna de ellas es muy buena.
—¡A mi casa! ¡No va a querer llegar así frente a tu madre! —le explico entre gritos.
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ESTE CAPITULO NO DEJA DE SORPRENDERME CADA VEZ MAS Y MAS, ESTO ES DEMASIADO INTENSO PARA MI CANDELA. ¿Por qué MAX SE DROGA? ¿Por qué SE PELEA DROGADO? ¿Qué LE PASA? AY DIOS, Y REN AHÍ QUE PONE A RITA TODA INTENSA. TODO ES DEMASIADO.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—¡Deja de ser tan terco y orgulloso! ¡Yo lo cuido, no es la primera vez!
—¡No me importa! ¡No quiero que entre a tu casa nunca más!
—¡¿Por qué no?! ¡También es su casa!
Ren se queda callado de golpe, seguramente no esperando que le recordara que la casa de la playa fue comprada por ambas familias, pero nosotros nos la apropiamos después de que todo se fuese a la mierda.
CONFIRMDO, TIENEN DEMASIADA HISTORIA, ESTO ES DEMASIADO. CANDE, AMO TUS PERSONAJES Y SU HISTORIA, AUNQUE NO SE TODOS LOS DETALLES. MIRA, voy a dejar de escribir en mayúsculas, pero es que, estoy demasiado emocionada—Me asegurare de que le baje la droga y se cambie.
—No es necesario. Me lo llevo.
—Solo lárgate, Darren —masculla Max, llevando una mano sobre sus labios, soltando más quejidos—Si vine aquí fue porque quería estar con Rita. Lovely Rita, ven conmigo.
La declaración de Max es malinterpretada por Ren, lo noto en lo duro que se pone su rostro y sus ojos acusadores hacia a mí, como si hubiese engatusado a su hermano.
{…}
Me sentí peor por ello, mucho peor, porque todavía estaba luchando por tener su título de piloto aéreo y mi familia solo les había arruinado la vida a los Harrison como a muchos otros.
¿Por qué es que ese grupo de idiotas se la vive malinterpretando todo lo que dice Rita? me tienen harta Max esta muriéndose de una paliza drogado y ellos solo pueden pensar en que están juntos cuando ella estuvo junto con Ren hace años, cuando no tienen ninguna jodida prueba
Dana debería morirse por accidente en un pequeño e impredecible como…no se…que se caiga un avión, no se solo digo
La forma en que Ren dice que no quiere que se relacione con Rita y su familia…me…duele físicamente—Mi madre hace poco se enteró que volvieron a ser amigos. ¿Y sabes qué hizo? Lo echo de la casa. ¿Quieres realmente que lo echen para siempre?
{…}
—¿Acaso piensas que voy a abusar de tu hermano? —inquiero con sarcasmo. Su silencio me responde. —¿Me estas jodiendo o que mierda?
Esta bien que hayan tenido un pasado sucio con sus padres y toda la mierda, ¿pero COMO PUEDE CREER QUE LO VA A ABUSAR? ¿COMOOOOO?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—¿Qué? ¿Acaso ya lo viste desnudo? —inquiere incrédulo.
—Sí, muchas veces —me encojo de hombros. Sus orejas se ponen rojas como cada vez que se enoja—¡Pero no de esa forma! ¿Qué te pasa? ¡Es tu hermano!
—¡Por eso es que estoy desconfiando!
—¿De mi o de él?
—¿Debería desconfiar de ti también? ¡Lo viste desnudo!
—¡Él es quien se pasea desnudo en casa ajena!
—Ósea que no es la primera vez que se queda a dormir.
Me vuelven loca, me vuelven loca. No tengo energía ya. Es demasiado.—Estas intentándolo con Max.
—Si.
—Estas intentando seguir—no pregunta, afirma.
—Si. No lo quiero fuera de mi vida.
—Entonces…—vacila un breve segundo, pero en seguida su determinación habitual vuelve y me mira a los ojos, tan profundos y tristes al mismo tiempo. El corazón me da un vuelco—¿Por qué no lo intentaste conmigo, Rita?
La pregunta no hace más que partirme en miles de pedazos y seguramente a él también. Éramos perfectos el uno con el otro, tan diferentes, pero tan dispuestos a mantenernos unidos.
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SE ME ROMPIO EL CORAZON
SE ME ROMPIO EN MIL PEDACITOS
¿LO ESCUCHAS? ¡ESCUCHALO!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Me acerco rápido y le tomo de la mano, sujetándole con fuerza con temor a que me rechace. Nos miramos a los ojos por instantes fuertes y tan largos que mi corazón se acelera con fuerza y el huracán me llega desde la punta de los pies hasta el último cabello de mi cabeza. Después de tanto tiempo, todavía se siente la atracción entre nosotros, todavía esta esa chispa revolucionaria que podía acabar con todo a nuestro alrededor. Siempre supe que lo extrañaba como loca y pase noches enteras llorando solo por tenerlo a mi lado y abrazarlo, pero hasta este momento no supe cuánto lo extrañe, lo añore y lo ame.
Se acerca despacio hacia a mí, como si temiera que me escapara. Me quedo quieta, también temiendo que esto sea una mentira o que se arrepienta. Pero la distancia poco a poco se va acortando, mareándome por completo. Ni siquiera me importa mi familia o la suya, ahora que finalmente esta frente a mí, no puedo simplemente apartarlo. No a Ren. Nunca.
Nuestros alientos chocan entre ellos. En un segundo, sus labios rozan los míos en un breve, pero profundo beso. Me dejo vencer ante mis sentimientos con un tirón fuerte en el estómago y el dulce dolor en el pecho brotando con más fuerza. Nada a ha cambiado, todo parece nuevo y viejo al mismo tiempo. Él sigue siendo mi Ren y yo sigo siendo su Rita. Los años desaparecen al igual que las discordias y los resentimientos. Y realmente espero que desaparezcan para siempre.
Tan pronto lo pienso, se separa de mí, dejándome con un sabor amargo y una sensación de tristeza.
—¡Mierda, mierda! —grita de golpe, asustándome.
Observo su pantalón mojado y llevo la mano hacia mi boca, soltando un grito ahogado. Le derrame el té encima.
—¡Esta caliente, la puta madre!
TUVE QUE CITARLO TODO PORQUE ES QUE
PUT MADRE
CANDELA
YA, NO PUEDE SER, SON SHIP, DIPS MIO, ES QUE NO PUEDO. MIRA, que cada momento que se miraron o respiraron cerca del otroen todo el cap estuvo lleno de tensiones e intensidad y ahora se quedan solos y no pueden aguantar y besarse y si no hubiera sido por ese puto te caliente, no paran, yo lo se
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—¡Que idiota, no puedes tomarte nada en broma que ya—!
No me deja terminar y me da gusto por ello. Sus labios vuelven a pegarse contra los míos, esta vez dándonos un beso más profundo. Enredo mis brazos sobre su cuello, deseando jamás soltarlo. Me impulsa hacia arriba y enredo mis piernas contra sus caderas mientras él las sostiene. Nos saca a ambos un gemido el contacto, lo que es suficiente para desbordar la pasión contenida desde hace años.
ESPERA QUEEEEEEEEEEEEEEEEE
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Cómo podría estar al lado de una persona que su familia le arruino la vida a la suya y a él?
Así de rápido como empezó, así de rápido termino. Me cubro con las cobijas aun abrazando la almohada y llorando. Ren siguió su vida, tiene novia y hacerlo caer en el pasado no es lo mejor. Esa es la realidad. Tengo que dejarlo ir, sinceramente dejarlo ir o nunca voy a poder superarlo.
ME SUBISTE AL CIELO Y ME DEJASTE CAER COMO UNA MANZANA PODRIDA
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Y es que tiene sentido (además de que esta con la idiota de Dana, pero bueno). PERO ES QUE NOOOOOOOOOO—Te ves como una mierda—le dice en tono burlón pasando de él.
Max intenta incorporarse, en vano. Enseguida se pone a exclamar de dolor que le duele todo.
—Eso es porque te andas metiendo en donde no debes —le regaño de inmediato y le paso calmantes junto con un poco de agua.
—Y una mierda. Era mi chica.
—Siempre es por una chica.
—Pero estaba buena.
Max no tiene remedio alguien que lo golpee por idiota—Sí, me ayudo a mover tu culo para adentro.
—¿Y dejo que me quede?
—Tuve que golpearlo para ello.
Suelta una risa por ello. Des frunce el ceño.
—¿Ren? ¿Tu ex novio?
—No mi ex novio, el hermano de Max.
{…}
—¿Estuviste llorando?
—No.
—¿Y por qué tienes los ojos hinchados?
—Estuve despierta toda la noche terminando mi baile y ocupándome de tu trasero, Max. ¿A qué viene ese interrogatorio?
—A que, si en verdad Ren estuvo aquí, entonces si debe ser cierto cuando lo vi marcharse todo apurado y con la remera a medio ponerse.
{…}
Max puede ser bien idiota para unas cosas pero aparentemente no se le escapa nada que tenga que ver con Rita y Ren es amor, te digo. Aun no se si es amor de amigos o amor romántico, pero, ES AMOR. Y me frustra. Porque shippeo todo con todo aquí. Es culpa tuya.—Genial, podrás ser la mascota del equipo—suelta Dylan con acidez, sorprendiéndola.
—¿Disculpa?
—Claro que te disculpo. No es tu culpa, cielito—la pelicorto le sonríe con falsa inocencia—Tienes la apariencia y todos los puntos a tu favor. Me parece razonable.
—¿Tienes algún problema conmigo? —Dana se pone roja de la furia. Todos nos callamos observando la pelea entre las dos.
—No, pero se ve que si lo tienes con Rita, y no me gusta que jodan a mis amigos.
—A mí no me gusta que tu amiga ande de buscona con mi novio.
—¡Dana! —exclama Ren molestándose.
—¿Qué? La viste ayer. Se quiso quedar a solas contigo.
—Deja de hablar boberías. Es tu novio el que no le quita la mirada a Rita cada vez que la ve—declara mi amiga, tomándome por sorpresa a mi esta vez—Así que mejor que lo mantengas bien satisfecho antes que siga viendo faldas ajenas.
—¡¿Qué dijiste?!
{…}
—Genial, podrás ser la mascota del equipo—suelta Dylan con acidez, sorprendiéndola.
—¿Disculpa?
—Claro que te disculpo. No es tu culpa, cielito—la pelicorto le sonríe con falsa inocencia—Tienes la apariencia y todos los puntos a tu favor. Me parece razonable.
—¿Tienes algún problema conmigo? —Dana se pone roja de la furia. Todos nos callamos observando la pelea entre las dos.
—No, pero se ve que si lo tienes con Rita, y no me gusta que jodan a mis amigos.
—A mí no me gusta que tu amiga ande de buscona con mi novio.
—¡Dana! —exclama Ren molestándose.
—¿Qué? La viste ayer. Se quiso quedar a solas contigo.
—Deja de hablar boberías. Es tu novio el que no le quita la mirada a Rita cada vez que la ve—declara mi amiga, tomándome por sorpresa a mi esta vez—Así que mejor que lo mantengas bien satisfecho antes que siga viendo faldas ajenas.
—¡¿Qué dijiste?!
AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ DYLAN ES LA MEJOR AMIGA DEL MUNDO aunque creo que no sabe que Rita y Ren estuvieron junts. De verdad, Dana es demasiado idiota, me tiene cansada debería meterse con su novio y listo. Aunque es cierto que Rita y Ren son un problema
Y cuando se da cuenta que la están mirando y se quedan mirándose
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Es que no puedo con ellos, de verdad. Cande, ame tu capitulo, por si no lo notaste por todo mi griterío y los gifs expresando mis emociones 10000% tiempo real. Pero bueno, que no se con quien shippear a quien pero definiivamente shippeo a todos con todos. Con eso quiero decir, a Rita con Ren y a Rita con Ren. Es detestable. Pero es que entre los tres se tienen demasiado cariño y hay historia. Por ahora, Rita y Max son solo buenos muy bueno amigos, asi que nada. Pero con Rita y Ren… es demasiado. ES COMO ESTRELLAS CALIENTES CHOCANDO, NO, ES QUE, TOO MUCH.
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Y eso, que ame muchísimo tu cap, amo mucho tus personajes y ya quiero ver que pasara con todos ellos cuando estén en la isla de la muerte muriéndose
hange.
Re: Triángulo de las Bermudas
- Six feet under:
- Nena perdón por haber tardado tanto en hacerte el comentario, soy un completo desastre Pero ya estoy aquí para soltar todos los feels e incoherencias que me provocan tus historiasPuede que en mi vida haya más de un problema que resolver y esto tal vez solo me dé más estrés, pero la idea de alejarme de la ciudad unos días lo volvía tan atractivo que acepte cuando Max me pregunto si quería inscribirme. Solo somos siete estudiantes en la universidad de San Diego.
Well, dejando de lado el hecho de que van a terminar atrapadxs en un isla por saben los Dioses cuánto tiempo, creo que es una gran decisión. Pienso que cuando tienes problemas o algo que te "estrangula" en tu vida lo mejor es volcarte en hacer algo que no se centre en ello, ya sea ayudar en una causa así o concentrarte en alguna actividad o proyecta. No sé, a mí me ayuda a relajar la mente y a verlo todo con más perspectiva. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].Sé que puedo confiar en ella y contarle sobre la tragedia de hace tres años atrás, pero no hablar de ello me ayuda a pensar que nunca ocurrió y, por lo tanto, es más fácil ignorar a Ren Harrison cuando lo único que quiero hacer en realidad es correr hacia él y rogarle por otra oportunidad.
Rita negadora. Pero la entiendo, porque muchas veces una no puede ser práctica y prefiere negar todo, olvidar que solucionar los problemas. Además me acordé de la historia que llevan Ren y Rita detrás así que no me extraña-Ya sufriendo desde el primer momento, lleva tu sello personal, Cande—A las 6:30pm es la presentación. Asiste si puedes, sino sigue sirviendo café—sentencia con una mirada fría y pasa de mí, prácticamente empujándome.
La profesora es imbécil. Está diciéndole a Rita que no hará excepciones cuando ella adaptó todo su horario desde el primero momento para poder acudir a la presentación. Es normal que si cambian la hora a último momento, a Rita le sea imposible cambiarlo. Es que no es justo, odio a lxs profesorxs así. Como si fueses irresponsable o algo, no sé. Tengo resaca, me cuesta hacer responsables. En conclusión: no es justo. De verdad espero que se venguen de Louis y de ella
Update: Retomo el comentario aquí después de cinco meses porque soy un desastre—Vamos a vengarnos—dice una vez que llega a mi lado.
—De ambos.
—Obvio.
No hay nada más maravilloso que tu amiga te diga que se vengará contigo por las injusticias que te hacen Odio que a Rita le hagan tan difícil el baile cuando lo ama. Además que tiene tanta razón, todo funciona por enchufe y conexiones en este jodido mundo. Solo discrepo en una cosa: Rita seguro que es buena en muchas más cosas.
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YO QUIERO IR A LOS VIERNES DE LA FACULTAD DE ARTE En mi facultad no hacíamos nada más que beber y poner música en un altavoz pocho.
Me encantan mucho Dylan y Rita y cómo habla la segunda de que fue la primera amiga que hizo. Además que el resto le dio la espalda después de que su familia perdiera la fortuna. Eso demuestra que eran personas que no debía tener en su vida. Así que se quitó un lastre de encima. Salvo Max que ahí está, pero la cosa es medio complicada porque es el hermano de Ren—Supe que vas a internarlo en un psiquiátrico.
¿Cómo que van a internar al padre? ¿Qué está pasando aquí? O sea sé que me contaste su historia pero la memoria no me da para tanto. En cuanto termine el comentario vuelvo a leer las fichas y busco los audios porque la intriga
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Y todo el vistazo que diste de la relación que tienen Max y Rita, cómo esta terminó cuando pasó lo que pasó pero la retomaron el año pasado porque las amistades de verdad nunca terminan Obviamente no puede ser igual a la que tenían antes pero el simple hecho de que la retomen es bueno.Espero un segundo antes de saltar sobre él, pero el canijo se da vuelta rápido y con su tarántula en la cara. Chillo y me tiro hacia atrás, dándome un golpe fuerte en la cabeza. Se baja los audífonos y a la araña hasta sus piernas mientras se ríe de mí.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Papa, ya volví—digo acercándome hacia él. Lo observo con su rostro demacrado por la amargura. Me agacho y le tomo una de las manos, acariciándola—Mañana voy a tener mi solo en la uni. ¿Puedes creerlo? Aunque no sé cómo le hare para asistir…
Silencio. Solo silencio.
—Bailare Michael Jackson.
No contesta.
Esto me ha partido el corazón. Por qué los personajes deben sufrir tanto, no es justo. La pobre Rita se pasa el día haciendo malabares con los trabajos, la universidad para luego llegar a casa y encontrarse esta situación. POR QUÉ La decisión que toma respecto a su padre es la adecuada, porque ella no puede con la situación y es obvio que necesita ayuda profesional. Pero fue desgarradora la escena en la que su tumba con él y le canta.
En otras noticias I stan a la tía Lucy, es una queen. `
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Claro que sí, amorcito—pasa un brazo por mis hombros y me atrae hacia ella—Lo has salvado muchas veces, Rita. Es hora de que se salve a sí mismo.
Rita merece un premio. Abordó la situación lo mejor que pudo teniendo en cuenta su edad y la tía Lucy tiene razón, ya no puede hacer más. Es difícil aceptar que hay situaciones que se nos van de las manos, más si implican a personas que queremos. Requiero mucha fuerza de voluntad abdicar y esperar lo mejor. Y Rita necesita un respiro, no puede cargarse todo el peso a la espalda. Me puse reflexiva, pero eso
No voy a hacer comentarios sobre la madre ni el otro hermano porque no merecen el gasto de energía.
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—No y no. Olvida cualquier locura que tengas en mente. No volveré a subir a un avión con resaca contigo en la vida.
—Solo teníamos dieciséis, no jodas.
—No me creo que tus costumbres hayan cambiado, Starkey.
YA LAS AMO. Y SÉ QUE VOY A SEGUIR AMÁNDOLAS. Que a pesar de no verse desde hace cuatro años sigan siendo amigas y mantengan el contacto. Rita que apuntó a Mara en el voluntariado porque creía que le haría bien y después ella animándola a buscar a Ren.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Si, Ren y yo eramos geniales juntos, eso todo el mundo podía verlo. Pero ya no somos mas “Ren y Rita”. Solo somos Ren por separado y Rita por separado. Nunca podríamos volver a estar juntos, mucho menos si Lion esta de por medio.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Siempre hay personas lindas en el mundo que compensan lo horrible que son otras.
Amo que Rita, a pesar de todo lo que tiene encima y que no pueda ir a su presentación aún encuentre el lado bonito de la vida con cosas sencillas como una tarta. LA AMO Ay y parece que llegó Ren y la pobre se quedó toda cortada.Lo peor es que también esta Bowie, mi acosador personal desde que me negué a salir a una segunda cita con él.
NO ES NO. GRACIAS. O sea, asume que te dieron calabazas y no molestes a la chica. Pero ella es una reina y le saltó con lo de que su novio es el trabajo Aunque por otro lado me sigue dando cosita que trabaje tanto, quiero que salga a divertirse.—No le gusta el americano. No le da más de dos sorbos y lo deja—respondo de inmediato, dándome cuenta de mi error apenas sale de mis labios. Ren se tensa y aun así no me mira, yo solo puedo observar la cara de todos deformándose por la curiosidad.
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LOS AMIGOS DE RITA MERECEN EL CIELO. Primero encierran a Louis, después llega Cherry a crubrirla y Max le trajo su ropa para el baile. Estaba toda living leyendo la parte cuando de pronto aparece el gilipollas de Bowie a joder. Venga a justificar su comportamiento, es que no puedo, es superior. PERO ES QUE DESPUÉS DE TODO LAS COSAS SE LÍAN CON REN TAMBIÉN
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Primero que todo, adoro a Max. Segundo, comprendo que se haya puesto así con su hermano porque lleva razón. Pasaron cosas entre ellos y hubo problemas que los separaron, además que está el Lion este de por mediovamos a secuestrarloPero es que ni siquiera mirarla a la cara, no sé. Ni ayudarla cuando tiene al tío este que encima es su amigo molestándola. RITA SIGUE TENIENDO EN CUENTA QUE NO TE GUSTA EL AMERICANO, VALÓRALO.Que Ren me ignore o que haya seguido su vida está bien, yo tengo la música, el baile y mi gente para quitarme la tristeza.
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No está bien que no estéis juntos. O sea no se han hablado directamente en ninguna parte del capítulo y yo ya estoy que armo la revolución para que estén juntos. Igual no me voy a adelantar a los hechos porque luego me das sorpresasRen esta con Jenks y su grupo, eso incluye a su novia y el odioso de Bowie.
El universo se alió para joderle el viernes a Rita. Así que el universo y yo vamos a tener una charla muy seria.
"—¿Por qué no te sientas un poquito arriba de mis piernas? Puedo ser tu daddy sugar."
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Espero que este tío no se reproduzca y su estirpe se extinga.—Por cierto, Ren dijo que le iba a hacer comer su mierda si te volvía a joder—habla Jenks de repente.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Me marcho en dirección hacia otra mesa donde tomo el pedido. Aunque trato de disimular mi estúpida sonrisa, el saber que a Ren sigo importándole me acongoje el corazón y me dan ganas de gritar y llorar,
Mi pobre, ay. Toda emocionada (como yo) porque Ren intercedió Y no es estúpido que lo haga. Es que por qué todo tan complicado siempre. Por suerte y desgracia, van a quedar atrapados en una isla desierta donde espero que solucionen sus problemasNo me hagas un final trágico que nos conocemos.—¿Tu eres esa novia que Ren no puede olvidar? —balbucea con la lengua vaga.
OYOYOYOYOY LA NOVIA QUE NO PUEDE OLVIDAR LE DIJO.
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Y es fácil entender la situación de Dana. Porque al final está enamorada de un chico que todavía sigue enamorado de su ex novia, ser el segundo plato de alguien es duro. Así que mejor que se busque a otro. Sonó muy frívolo pero es verdad, solo se hace daño así. Además Rita no tiene por qué estar aguantando esto con todo lo que tiene. Dadle un break maldita sea.
DIOS MÍO Y CUANDO REN LE PARTIÓ LA CARA A BOWIE. CASI SENTÍ UN ORGASMO.
NO.
ME.
ESCONDO.
PURO PLACER SENTÍ.Demasiado tarde. Impacto la botella de vidrio contra la cabeza de Bowie, desmayándolo en el acto. Casi al instante, la tía Lucy con sus monos llega para observar la escena. La música se detiene al tener a la reina del lugar pisar la pista.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]No vivas en el pasado, Rita. Ren ya siguió su vida y también deberías hacerlo.
NO. MAL. FATAL.
Me niego a pensar que lo de estos dos terminó. Merecen una segunda oportunidad.
¿Por qué me haces sufrir así, qué te hice? Rita es la dancing queen pero yo la drama queen
Madre mía y luego en el coche que vuelve a encontrarse con Ren y Dana, es que no es una tras otra. Por suerte Jenks y Camille son persona de bien que hacen todo más llevadero.—¡¿Qué demonios te paso?! —exclamo asustada. Trato de agarrarlo, se hace hacia atrás y se cae en sentado en el suelo—¡Ren, baja! ¡Es Max!
MIRA BASTA YA. CON MAX NO EH.
Es que incluso yendo a casa se encuentra con algo. Para colmo de males está drogado y Rita y Ren por fin hablan pero solo para discutir.—No pudiste volver con Ren ¿y ahora estas con su hermano?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Santa mierda —tomo otra cobija y se la dejo encima—Lo siento, Ren, pero guste o no a tu madre o a ti, se tiene que quedar. Puede emporar y esta drogadisimo con LSD.
Qué asco de drogas, de verdad. Igual me estoy yendo por dónde no es, pero imagino que es la forma que tiene Max de lidiar con toda la situación. Aunque debería encontrar una más sana. Y Ren dejar de ser tan terco con lo de que no quiere que se quede en su casa.
Holly shit que Ren se queda en casa de Rita—Pero ellos son médicos, no bailarines. ¡No me la puedo creer!
—¿Qué le temes? ¿Qué tu hermanito tenga su arma más grande que la tuya o qué?
Uy que está celosóooooooon
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Pd: Rita que me adopte, gracias.
Por cierto, me encanta que Rita se ponga toda nerviosa por su presencia y que empiece a imaginar escenarios idílicos pero luego cuando le toca las narices se pone a pelear con él como si nada.—Entonces…—vacila un breve segundo, pero en seguida su determinación habitual vuelve y me mira a los ojos, tan profundos y tristes al mismo tiempo. El corazón me da un vuelco—¿Por qué no lo intentaste conmigo, Rita?
Voy a proceder a poner gif explicativos sobre el estado emocional en el que me dejó todo lo que prosigue a estas frases. Porque sin palabras. Estoy muerta. Y duele. Y la situación entre ellos es demasiado complicada.
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Que se besaron. Y Rita le derramó el té porque se quedó toda boba y luego se pusieron a medio discutir reír en el baño y acabaron besándose otra vez. Después yo creí que iban a acostarse pero pasó esto:—No podemos hacer esto Rita—la cordura llega a su sistema, dando un paso hacia atrás—Tengo que irme.
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Soy una ingenua por pensar que iba a haber sexo apasionado.
Ilusa. Ingenua. No aprendo.
Y ahora que se me han calmado un poco los feels, voy a hablar con un poco de coherencia. Entiendo a Ren, porque al final Rita lo abandonó después que su padre se suicidara a causa de lo que hizo el padre de Rita (creo que era por esto, corrígeme si me equivoco). Pero es que también entiendo a Rita, porque la clase de culpa con la que debió cargar en ese momento no tendría ni palabras.
Conclusión: Que al final se vieron envueltos en una situación que no es culpa de ninguno y no merecen, ni merezco como lectora.Steve y él solían cantar los Beatles con sus guitarras y en cada cumpleaños la cantaban para mí.
Me duele. Basta.
También duele que Rita haya quedado tan mal y sienta que es un estorbo en la nueva vida de Ren. Porque no lo es, tiene que dejar ir un poco la culpa.El problema es que lo que siente Ren es distinto a lo mío. Ayer lo comprobé por mano propia.
Siento dolor físico al leer esto. Encima me encuentro con la sorpresa de que Dana también se apuntó al viaje y mi esperanza de que estuvieran solos en la isla se fue al garete. Que sé que van a tener cosas más importantes de las que preocuparse, pero es que no. Que se quede en casa tranquilita.
A Dylan y la tía Lucy les vamos a construir una estatua conmemorativa porque son unas malditas reinas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Mi corazón se revoluciona y me cuestiono a mí misma: no necesitamos volver al pasado, siempre podemos construir un Ren y Rita si aún nos amamos.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
CLARO QUE SÍ. Es que no se trata de volver al pasado, sino daros una oportunidad y que sea lo que tenga que ser.
Dios mío este final lleno de esperanza. Estoy con los feels por las nubes pero sabiendo que voy a sufrir lo que no está escrito con estas dos personas.
Bueno nena, mil perdones por haber tardado casi un año en leer y comentar. Te lo digo siempre pero amo todas las historias que creas y la forma en la que escribes, siempre me quedo con ganas de leer más. Rita, Ren y el resto (no los menciono todxs porque son muchxs) ya se ganaran o bien un sitio en mi corazón o bien un puesto en mi lista negra. No me enrollo más
indigo.
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cap 2 parte 1
- Lean antes por fis
- ¡Hola!
Primero que nada, quiero decir: TERMINE EL PUTO CAPITULO, POR FIN. ES QUE ESTABA TAN TRANCADA, ME QUERIA ARRANCAR EL POCO CABELLO QUE TENGO.
En fin, espero que les guste y cuando puedan sin prisa, leer sus opiniones, porque creo que una de las razones por las que me tranqué es que nunca he escrito unos personajes con este tipo de relación (ya verán). Sigue Kate, creo.
Tengan un lindo fin se semana
PD: El cap no es tan largo, pero esta mierda no me dejó ponerlo todo en 1 parte
Capitulo 02
lynx & valerius ✘ escrito por: ritza
Pasar el cursor por la imagen.
En general, los lunes en la mañana son manejables para mi. Los últimos meses he tenido una rutina establecida: levantarme a las 9, desayunar, leer un rato e irme al curso preparatorio del voluntariado para ayudar a países en contra de los fenómenos naturales. Sin embargo, ese lunes, todo es muy diferente.
Me levanto en contra de mi voluntad y me meto al pequeño baño para cepillarme los dientes y lavarme la cara, antes que nada. Al mismo tiempo, busco cualquier signo que exprese lo diferente que me siento esa mañana. Mis ojos siguen con ojeras. Mi cabello sigue siendo oscuro y grasoso. Sigo igual de marrón y bronceada.
Frunzo el ceño cuando encuentro algo fuera de lugar, en la base de mi cuello. Escupo la taza con fuerza y muerdo el cepillo. Una mancha entre morado y verde, del tamaño de una peseta, que no hay que mirar por mucho tiempo para adivinar qué es.
—Jodida mierda, me dejaste un moretón —acuso, con las palabras ahogadas por el cepillo en mi boca.
—¿Dijiste algo?
Rechino los dientes y me doy la vuelta para salir a mi habitación, donde Valerius está terminando de vestirse frente al espejo de cuerpo completo junto a la puerta del baño. Se ha peinado el cabello negro hacia atrás, de seguro con mi gel. Se abrocha los botones de la camisa blanca pero cuando salgo, sus ojos oscuros se desvían a los míos, con las esquinas de sus labios amenazando con sonreír.
—Que me dejaste un moretón —entrecierro los ojos y vuelvo a morder el cepillo—. A propósito.
—¿En serio? —termina de girar su cuerpo hacia mí— Qué raro, no recuerdo qué te hayas quejado anoche —sonríe de oreja a oreja.
—No es divertido —lo apunto con el cepillo de dientes—. Si Erela o Remy lo ven, van a empezar a preguntar.
—Hmm, puedes ocultarlo con una camiseta —dice Val, subiendo sus dedos al moretón—. Y todos felices.
Ruedo los ojos y me vuelvo hacia el baño, para terminar de cepillarme. Y para dejar de mirarlo con el uniforme de médico puesto, porque se me empiezan a meter ideas en la cabeza y se me va esfumando el enojo. Los dos años que pasó trabajando en Irlanda le han sentado demasiado bien. Me echo agua fría en la cara, tratando de poner mis pensamientos en orden.
—¿En serio estás enojada?
Me seco la cara y observo a Val apoyarse en el marco de la puerta. El baño es súper pequeño, así que con una zancada está frente a mi, acorralándome contra el lavamanos. No deja de sonreír, el muy bastardo.
—Sí. Ahora voy a tener que maquillarlo —me cruzo de brazos cuando se me acerca—. Sabes que odio maquillarme.
—Eh, ¿los malos hábitos no mueren? —se encoje de hombros, inclinando la cabeza— No me culpes, ha pasado demasiado tiempo.
Ladeo la cabeza y mi reacción inmediata es erguirme, preparada para rodearlo y salir del baño. El espacio se siente demasiado pequeño. Pero Valerius me agarra de los brazos para luego abrazarme por la cintura. Su colonia suave me envuelve como una serpiente invisible. Aún no se si es venenosa, pero siento mi fastidio volverse algodón de azúcar. Sí ha pasado demasiado.
—Sí, y se supone que somos amigos ahora —enarco una ceja, y una de mis manos agarra su hombro y la otra su antebrazo.
—Somos amigos —repite, asintiendo—, y un poco más.
—Y como tu amiga —sonrío y me pongo de puntillas—, no te voy a culpar. Pero sí me las cobraré.
Dejo que mis ojos se cierren casi por completo y me le acerco hasta que nuestras narices rozan. Los brazos de Val me empiezan a sujetar con más fuerza. En ese momento hago que giremos y salgo del baño, con una sonrisa plantada en la boca. Giro un poco la cabeza para verlo con los ojos bien abiertos, brillantes.
—Eres malvada-
—Y tu tienes que irte a dar un taller —lo interrumpo, saliendo de la habitación.
Mi apartaestudio es pequeño, acogedor, y se camina por completo en pocos minutos. Salgo de mi habitación y atravieso la pequeña sala para llegar a la cocina, donde está la mitad del desayuno ya hecho por Valerius. En la estufa hay huevos revueltos acompañados de vegetales, así que me pongo a tostar pan y preparar el café. Unos cuantos minutos después, Val llega a la cocina y empieza a sacar platos del estante.
—Oye… ¿Qué tal si llego tarde al taller? —me pregunta, mientras se acomoda en uno de los taburetes.
—¿Por qué vas a llegar tarde?
—Porque, no sé, tengo que rendir cuentas con una vieja amiga —se mueve el nudo de la corbata varias veces—. Que me está provocando demasiado para ser tan temprano.
—Es todo culpa tuya—sonrío de lado—. Así que cállate y ponte a comer.
—Joder —suspira, echando la cabeza hacia atrás.
Cuando el café sube y las tostadas también, nos sentamos en el desayunador a comer en silencio. El desayunador también es el área de comida oficial, porque en la sala solo hay un sillón grande, uno individual y una pequeña mesa de café frente a un televisor de segunda mano. Escucho el sonido de los autos pasando por la calle del frente del edificio, y llaves tintineando de las personas bajando por las escaleras.
—¿Erela o Remy te han escrito? —mascullo, con un pedazo de pan en la boca.
—Sí, hace un rato —Val mira su celular junto a su plato y da un sorbo a su café—. Les dije que me largué del departamento como alma que lleva el diablo porque son tan ruidosos como una peli porno.
—No exageres, tampoco.
—Soy yo el que lleva viviendo años con ellos, no tú, ¿eh? —me mira con una mueca— A veces tenía que tocar como un loco antes de entrar a mi propia sala —se estremece exageradamente y yo suelto una carcajada—. Y para rematar, aquí las paredes son más delgadas.
—¿Entonces por qué nunca te mudaste solo? —enarco una ceja.
—Bueno…Está más cerca del hospital —enumera con sus dedos—. Gastos compartidos y Erela cocina muy bien.
—Qué aprovechador.
—Nunca como tú.
Poco tiempo después tiene que irse. Se mete al baño para alistarse mientras yo termino de fregar los trastes del desayuno. En la meseta veo una notificación de un mensaje de Erela, preguntándome sobre Valerius. Antes de poder contestar, el susodicho sale de mi habitación con los zapatos puestos.
—¿A qué hora bajas a la facultad? —pregunta Valerius, mientras recoge su bata y su mochila gris clara.
—Como a las 11 —me cruzo de brazos y apoyo la cadera en el desayunador—. Iba a ir más temprano, pero gracias a tu regalo, voy a durar horas intentando maquillar esta mierda.
Sonrío con toda la hipocresía que puedo acumular. Valerius suelta una risotada y se encamina hacia la puerta principal. Sin embargo, cuando me pasa por el frente, extiende el brazo y me agarra por la cintura. Pega su pecho con el mío y su mano no tarda en descender por mi espalda baja.
Un escalofrío me recorre toda la columna vertebral y no evito agarrarlo por la corbata, entrecerrando los ojos. Sus pupilas se dilatan un poco y entreabre los labios; atascado entre una sonrisa, se los relame.
—Si no me voy ahora, llegaré tarde —murmura, como si le costara hablar.
—No dices nada que yo no sepa —enarco una ceja, flojando mi agarre.
Nos quedamos mirando en silencio. No sé qué, yo espero a que reaccione primero. Al final, Valerius suspira y se aleja, despeinándose un poco el cabello negro.
—Nos vemos en el almuerzo —me guiña el ojo.
—Bye-bye.
Lo acompaño hasta la puerta y se despide dejando un beso en mi coronilla. Cierro la puerta y pongo seguro, soltando un suspiro tan largo como puedo. Cruzo la pequeña sala y me dejo caer en el sillón color mostaza, con la vista fija en el techo.
Paso mis dedos por el moretón, sintiendo un calentón en la cara. Realmente, la única razón por la cual Valerius y yo pudimos cumplir la promesa de ser solo amigos, fue porque vivíamos en países diferentes. Ellos tres en Irlanda, trabajando justo después de acabar la universidad. Yo en Inglaterra, luego en España, estudiando y trabajando.
Pero ahora estamos todos juntos otra vez. Como voluntarios para ayudar a países contra fenómenos naturales. Y anoche, mientras estábamos solos y bebiendo, todo resurgió tan rápido que ninguno se detuvo a evitarlo.
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Como soy inexperta en el tema del maquillaje, me toma más tiempo del esperado cubrir el moretón. Así que llego un poco tarde al taller de primeros auxilios para no-médicos. Por suerte, este taller no lo imparte ninguno de mis amigos, o estaría frita.
Este año, la temporada ciclónica de América ha sido una de las más fuertes de la historia. Tanto que por un Huracán llamado Irma, varias islas de las Antillas han sido anunciadas como en estado de alerta roja. Actualmente, el Huracán sigue avanzando por América del Norte. Varias organizaciones mundiales han alzado la voz y han empezado a recaudar fondos para ir a asistir.
En nuestro caso particular: un grupo de universidades se han aliado para ir asistir a Puerto Rico, con estudiantes de carreras a fines para ser auxiliares o asistentes de auxiliares. Yo me anoté porque es una oportunidad perfecta de experimentar desastres naturales y su impacto en los organismos animales y vegetales, y sería perfecto para sacar experiencia para aplicar a mi maestría soñada.
La Universidad de Madrid se encarga de dar los talleres oficiales para preparar a los candidatos no médicos, como yo. Cuando llego al aula, el instructor se encuentra dando la introducción al tema de “Cómo desinfectar una herida de primer grado”. Pido disculpas y avanzo con zancadas hasta la mesa de la única persona conocida: pelirroja, cuyos ojos verdes me miran oscilando entre reproche e inexpresividad —no tengo idea de cómo lo hace.
—Qué responsable, señorita Lynx.
—Cállate, tuve un percance —murmuro, sacando mi pequeña libreta a toda prisa.
—Aja, ¿te quedaste viendo Lost hasta tarde? —Mara ni siquiera voltea a mirarme, pero su pequeña y corta sonrisa lo dice todo.
—…Tal vez.
El instructor comienza a mostrarnos un video de paso a paso cómo cocer a sangre fría, mientras reparte piel de cerdo en paquetes encima de todas las mesas. Trato de no recordar la noche anterior y sacudo la cabeza, fijando los ojos en el video y anotando cosas como “agujas según tipo de corte”.
La mañana se va rápido. Los talleres son mayormente de dos horas y media, donde hay un módulo teórico y uno práctico.
Hace unos meses, luego de que el Huracán María pasara por la costa del Caribe, algunos de los países de ese lado del mundo estaban en alerta roja y situaciones críticas. Por eso, varias organizaciones mundiales decidieron establecer voluntariados, con la finalidad de ir a ofrecer recursos y ayudar a la reconstrucción del país. Y, sin pensarlo más de un día, decidí inscribirme para sacarle provecho a la situación en mis récords.
—Te he querido preguntar esto desde que llegaste —comenta Mara, mientras salimos de la facultad.
—Hazlo, nada te detiene.
Los talleres y charlas de preparación se llevan a cabo en la Facultad de Ciencias de la Univerisdad de Madrid. Como muchos de los voluntarios no son entrenados en primeros auxilios, médicos de rescate o similares. En otras palabras: Mara y yo.
—¿Estás maquillada?
Mara se detiene en los escalones del edificio, mirándome con el ceño fruncido y la boca semiabierta. No puedo evitar fruncir los labios y desviar la mirada automáticamente. No he aplicado mucho, pero tampoco es el mejor trabajo; al final, apliqué base en todo mi rostro hasta el cuello.
—Si te digo que sí, ¿prometes no preguntar por qué? —ajusto mi bolso en mis hombros.
Mara entrecierra los ojos, y me examina de pies a cabeza con rapidez.
—¿Y si no quiero? —replica, cruzándose de brazos y cambiando de pierna de apoyo.
—Te jodes, igual no te voy a decir —resoplo, y empiezo a bajar los escalones—. Pero sí, estoy maquillada.
—¿Pero por qué? —no se rinde, bajando junto a mí— En todo este tiempo lidiando con tu persona-
—Qué graciosa —ruedo los ojos.
—No me interrumpas —chasquea los dientes—. Nunca te has maquillado durante el tiempo que te conozco. Ponerse pintalabios y delineador para una cena no cuenta —agrega, cuando hago amague de hablar.
Nos detenemos en el pie de los escalones. La facultad de ciencias está a unos minutos de la cafetería, y desde donde estamos, veo las mesas circulares azul claro con sombrillas que protegen del sol. Me entretengo buscando una mesa vacía, sintiendo los ojos verdes de Mara picarme como espinas.
—Lo importante aquí es —decido mirarla al fin—, que no voy a volver a hacerme esta cosa. Es detestable.
—Eso no es una respuesta, señorita evasiva.
—Te voy a decir si prometes no-
—¡Lynx!
Un par de brazos delgados pero fuertes me abrazan por las costillas, y no tengo que pensarlo mucho para saber que es Erela que se me acaba de tirar encima. Le abrazo como puedo, sonriendo, y le ruego a Dios que me de poderes mentales para transmitirle a Mara que no mencione nada.
—Hola, anormal —saludo, dándole varias palmadas en la espalda.
—Hola —Mara sonríe fugazmente.
Las trenzas de Erela me golpeando cuando se gira para saludar a Mara. Aprovecho para sacudir la cabeza, mirando muy puntualmente a Mara. A unos pasos de distancia, están Remy y Valerius, caminando hacia nosotras con mucha más paciencia que Erela.
—¿Cómo están? ¿cómo estuvo el taller? —cuestiona, moviéndose de un lado a otro.
—No enseñaron a coser —contesta Mara, encogiéndose de hombros.
—Fue muy asqueroso y espero que nunca me toque —declaro, torciendo el gesto, pensando en la carne de cerdo—. No sé como pueden —digo, mirando a los chicos.
Remy y Val terminan de llegar, ambos con las batas dobladas encima de sus bolsos. Remy se sitúa junto a Erela y le pasa un brazo por los hombros con suavidad.
—¿Cómo podemos qué? —pregunta, ladeando la cabeza.
—Hoy nos enseñaron cómo coser a sangre fría heridas no tan graves —les explica Mara, con el semblante tan controlado como siempre—. Y Lynx, como toda ella, casi se desmaya.
—¡Es asqueroso! —levanto los brazos, exasperada— Hay una razón por la que decidí estudiar organismos vivos, no muertos o heridos.
—¿Y si te toca un organismo casi muerto? —cuestiona Val, mirándome con una sonrisa de lado.
—Para mi suerte, “coser” no entra en mis tareas como bióloga, gracias —me estremezco de solo pensarlo—. Mejor vámonos a comer.
Val ya esta agarrando mi bulto en su hombro, y no me pasa desapercibida la expresión de Mara, alzando las cejas hasta el final de su frente. Hasta que el hace ademan de coger el de ella y se lo niega. Cuando ellos tres llegaron y se los presenté a Mara, ella y sus preguntas inquisitorias me estuvieron atacando por unos días sobre Val y yo. Creo que lo hizo por vengarse por haberla fastidiado por toda una semana cuando un compañero de trabajo se le confesó.
Lo bueno fue: que nada pasa entre Val y yo. Hasta ahora.
Como si le hubiera mandado una señal telepática, Val se gira hacia mi mientras caminamos por el campus. Una pequeña sonrisa infla sus mejillas, y con el mentón indica hacia mi ropa.
—Linda capucha —ladea la cabeza, acomodándose a mi lado— ¿No tienes calor?
—Cállate, te toca pagarme hoy —suelto un bufido y Val una risotada.
—¿Y eso por qué?
—Por ensuciarme —me cruzo de brazos, deteniéndome.
—¿Eso fue lo que dijiste? —Val camina hacia mí, inclinando su cabeza—. Tal vez sí, de otra forma —murmura, bajando su mirada hasta mis labios.
—Contrólate, Valerius —carraspeo cuando mi voz se pone ronca y aprieto los dedos en mis costillas—. Sigue caminando.
—No hice nada —me sonríe, empezando a caminar.
Lo último que necesito es que alguno de ellos se entere. En especial Remy y Erela, que nunca aprobaron de nuestra "peculiar relación" en ningún momento, mucho menos después de que decidimos seguir siendo amigos. Drama es lo que menos necesito en mi vida. Suficiente tenemos con aprender primeros auxilios para ir a ayudar a miles de necesitados.
Tomamos posesión de una mesa de plástico azul y voy directamente hacia el mostrador. En poco tiempo, estamos todos sentados esperando nuestras órdenes. Para mi desgracia, Val se sienta a mi derecha, y su mera cercanía me hace pensar en el moretón y lo fastidioso que es. Mara se queda a mi izquierda, y saca su celular para leer artículos de las noticias con las cejas juntas y apretando los labios.
—Entonces, Mara me cuenta que casi vomitas en todas las clases donde hay sangre —Erela se inclina por encima de la mesa, cruzando los dedos—, pensé que ya habías superado tu fobia.
Ella y Remy están sentados del otro lado, frente a nosotros tres. Le dedico una mirada fulminante a Mara y ruedo los ojos cuando me sonríe ladinamente, sin molestarse en defenderse.
—¡Yo no vomito! —aclaro, con fuerza— Solo pasó una vez.
—Amiga, por favor —Remy imita la posición de Erela, sonriendo como el joker—: Puedes ser honesta con nosotros. Igual te queremos.
—Exacto —Val me da varias palmadas en el hombro.
—Que no vomito —insisto, apretando los dientes—. Y la sangre huele raro y es horrible, por algo está dentro del cuerpo y no está supuesta a salir —hago una mueca.
—Deberías oler humanos cuando están muertos —Remy suelta una risita—, eso si es horrible.
—Los animales muertos huelen… —sacudo la cabeza, tratando de disipar los recuerdos—, no se como pueden.
—Te acostumbras, supongo —Mara se encoge de hombros—. O te crecen los ovarios y aprendes a enfrentarlo, como una profesional que eres —me da un ligero codazo, burlándose.
—Ya, sabelotodo —entrecierro los ojos
—Me alegra que lo sepas —sonríe sin mostrar los dientes.
Despego los labios para contestarle, pero Valerius me pasa la mano por la cara, cubriéndome la boca. Le doy varios manotazos y lo miro como si estuviera demente, pero solo me guiña un ojo y no dice nada.
—Tengo una pregunta más importante que tu discutiendo —me dice, y luego se dirige a todos—, ¿qué harán el jueves por la noche?
—Voy a donde tu me lleves, cariño —Remy responde automáticamente, alzando la mano en un signo de paz.
—¿Me dejaste por Val? —Erela le da un empujón, pero de todos modos sonríe.
—Lo que tenemos es desde-
—Pónganse serios —interrumpe Val—,
—No puedo, iré a visitar un familiar en los últimos días antes del viaje —Mara sube la cabeza de su celular, y asiente con la cabeza—, pero gracias. Beban por mi.
Le doy un pisotón a Val para que me suelte, y le doy un codazo por bruto.
—Claro, no hay problema —le contesta Val, mientras se masajea la costilla.
—¡Yo voy a beber por ti! —exclama Erela— De seguro no nos van a dejar tomar mientras estemos en Puerto Rico siendo rescatistas.
—¿Qué quieres hacer el jueves? —inquiero, levantando el brazo cuando veo a la chica llamar mi número de orden.
—Lo que dice Erela —Val la señala, y sonríe tanto que se le achinan los ojos.
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La primera mitad del martes me la paso entre el trabajo y los talleres. Trabajo como asistente en el Laboratorio de Biología de la Universidad de Madrid, por lo que realmente no es fastidioso el trayecto de trabajos a “clases”. Llevo más o menos 8 meses en este trabajo, y un poco más alojada en España.
En un principio, luego de terminar la carrera, no quería irme de Londres. A pesar de que mis amigos no estaban allí, me sentía cómoda y segura en mi trabajo y no sentía la necesidad de hacer más nada. Estaba esperando la “oportunidad perfecta” para saltar en búsqueda de mi maestría soñada.
Sin embargo, la oportunidad no llegó. Duré un año investigando y haciendo llamadas y entrevistas por Skype antes de tener algo seguro y empezar a hacer los trámites del traslado. El laboratorio era como un propio pequeño mundo dentro de la facultad. Lleno de áreas científicas pero plagadas de plantas, todo tipo de especies. Era como un vivero acompañado de tecnología. La otra parte, es la pura biología, olvidándose de la botánica y concentrándose en la realización de investigaciones y experimentos totalmente científicos y técnicos, como muestras clínicas —sangre, por lo que me mantengo alejada de ese ámbito si puedo evitarlo.
—¿Cuánto tiempo se supone que van a durar en Puerto Rico? —inquiere Sandra, mi jefa.
—Creo que un mes —respondo mientras limpio varios tarros para plantas—, ¿por qué? ¿Me vas a reemplazar?
—Nunca, eres la mejor asistente que he tenido.
Sandra se me acerca para darme un corto abrazo de lado. Su aspecto es regordete, con las mejillas rosadas y cabello ondulado, y con una personalidad tan viva como la de una niña de 9 años. Le devuelvo el abrazo, pensando en toda la paciencia que me ha enseñado en el tiempo que tengo aquí.
—Voy a ser modesta y diré: claro que lo soy —muevo mi coleta de caballo de un lado a otro—, o sea, ¿qué te pasa?
—¡Ja! Niña presumida —me da un zape con suavidad en el hombro— Termina de lavar los tarros y cambiarle la tierra a las plantas nuevas, y te puedes ir.
—¿Tan rápido? —junto las cejas, alcanzando el jabón— Solo son las tres.
—No quiero que pases tu última semana rodeada de químicos o de plantas —tuerce el gesto y me pasa la bolsa de tierra negra—. Así que obedece a tu jefa.
—Sandra, la única razón por la que voy al viaje es que se verá bien si quiero hacer una maestría en biotecnología —subo una ceja, sonriendo—, eso es porque quiero pasarme la vida encerrada aquí.
—Si, eso dices ahora —suspira y sacude la cabeza—. Vas a tener que fajarte bien, porque no puedo tener una bióloga que le huya a la sangre —me cruzo brazos y todo su cuerpo se sacude de la risa—, ¡menuda ironía!
—¡No me da miedo!
—Silencio, en el laboratorio se habla en voz baja o no se dice nada —alza un dedo, pero sigue sacudiéndose en carcajadas silenciosas—. Termina eso y terminas por hoy, ¿de acuerdo?
—Si —arrugo la nariz—, ya deja de burlarte.
Al anochecer, llego del gimnasio y me encuentro con Val tirado en el pasillo del piso, junto a mi puerta. Está leyendo un folleto sobre Puerto Rico cuando me escucha subir los últimos escalones. No tiene su uniforme, sino que trae pantalones deportivos y una camiseta gris, así que asumo que ya ha terminado con sus talleres de hoy. Los últimos días antes del viaje son mucho más flojos, dedicados a la logística de los pasajeros y conteo de suministros.
—Qué bonito te ves ahí —alzo las cejas, yendo a abrir la puerta—. ¿Qué haces aquí?
—Bueno, resumiendo todo —emite un quejido mientras se pone de pie y agarra su bulto—: Tus amigos se fueron a visitar la ciudad y me dejaron sin llave. Era irme con ellos y seguir siendo mal trío, o esperarte.
—Podrías haberte ido con ellos —sonrío, abriendo la puerta y dejándolo pasar—. Estas invadiendo mi espacio personal al venir sin anunciarte.
—¿Oh sí?
—Sip.
Me giro para cerrar la puerta y antes de poder voltearme, el aliento de Val está chocando con mi cuello. Empiezo a tener el calor que sentía en el gimnasio, por razones totalmente diferentes.
—Esto sí es invadir tu espacio personal —dice, pasándome una mano por la cola de cabello con suavidad.
—Sí, ¿podría quitarse, señor? —me cruzo de brazos, aún dándole la espalda— Aun no se me olvida lo del moretón.
—¿Qué tal si te hago otro antes de que la pareja venga para la cena?
Me giro tan rápido que le doy con la coleta en la cara. Val me está sonriendo de oreja a oreja. Lo empujo y camino directo a mi habitación, tratando de ignorar todo lo que sus palabras me provocan.
Hace dos años y unos cuántos meses, Valerius y yo intentamos ponerle un fin a nuestra desastrosa relación. Nunca dejamos de ser amigos, y creo que ese fue el problema. Porque muchas veces actuábamos como otra cosa.
Yo le saqueaba las citas. Él me ahuyentaba cualquier humano con bolas. Discutíamos y luego pretendíamos resolver todo teniendo relaciones. Pero nada se resolvía. Hasta que metimos a Remy y a Erela en la ecuación, y hacíamos tanto drama con ellos presentes, que terminaron por hartarse de nosotros muchas veces.
—Haremos esto una última vez y ya estuvo —balbuceé, con varias cervezas en la cabeza, pero sin dejar de estar mayormente cuerda—. ¿De acuerdo?
—Estoy de acuerdo —Val asintió y se tomó lo que quedaba de su cerveza—. Igual…tenemos otra opción.
—¿Cuál?
—¿Qué tal si salimos, hm? —se inclinó un poco hacia mí— ¿Si intentamos tener…una relación?
Me quedé con los ojos tan abiertos como huevos fritos. Sentí que se me bajó el nivel de alcohol y empecé a tartamudear, buscando qué decir. Traté de pellizcarme, para verificar si estaba escuchando mal o si era efecto del alcohol.
—Cómo…qué…—mi voz era diminuta.
—Intento decir —Val se me acercó más, todo estaba entre brilloso y borroso—, que me gustas, Lynx, y que quiero estar contigo.
Casi me caí del sillón y tumbaba la cerveza. Miraba a Val como si tuviera otra cara, mientras el tragaba en seco y apretaba la botella en sus manos. Lo miraba como si fuera otra persona, porque yo no estaba en el mismo lugar que él.
Después de ahí todo se fue a la mierda. Él no soportaba verme y yo prefería ahogarme la incomodidad y la pena, además de que nunca quise hacerlo sufrir. Se suponía que no debíamos ser más que amigos.
Después de eso, les llegó la oportunidad de trabajo en Irlanda. No lo pensaron dos veces. Me quedé sola en Londres, pero, irónicamente, la distancia fue lo que salvó nuestra amistad. Un año y medio después, pudimos estar en la misma habitación sin que la tensión se cortara con un cuchillo. Par de disculpas mutuas después, estábamos compitiendo a ver quién ganaba más partidas de póker.
Cada vez que recuerdos de ese tema se avecinan por las ventanas de mi cabeza, hago un recuento de 5 a 1 y los pateo fuera de mi cabeza. No necesito a un lado “racional y decente” diciéndome que estamos haciendo algo mal, cuando ninguno de nosotros se siente mal. No es como antes.
Estoy recostada en el sofá con las piernas en forma de mariposa y Val tiene sus largas patas encima de la mesa de café, mientras maratoneamos la primera temporada de LOST. Estoy súper concentrada en Jack tratando de encontrar el significado de las alucinaciones de su padre, hasta que siento un cosquilleo suave subirme por la entrepierna.
Aprieto los labios y continúo mirando la serie. Valerius es la persona más fastidiosa en mi vida. Sin embargo, eso no lo detiene. Sino que usa tres dedos para seguir acariciando mi entrepierna, descubierta porque solo uso shorts deportivos. Hace figuras de infinito a un ritmo tortuosamente lento.
La respiración de Val acaricia mi cuello y luego sus labios trazan un corto camino desde el hombro hasta debajo de la oreja. Suspiro y me doy cuenta de que las respiraciones de ambos suenan agitadas. Intento pasar mi mano por su muslo, pero él me retiene. En cambio, sigue besando mi cuello y sus dedos siguen subiendo entre mis piernas. Muy pronto, estoy mirando borroso y olvidándome de Jack, dejando la cabeza caer hacia detrás.
—Eres tan...
—¿Hmmm?
—Nada, nada.
Hora y media después, estamos duchados otra vez y sacando los ingredientes de la cena, cuando Erela y Remy tocan en mi puerta. Vienen con un vodka y materiales para preparar mojitos caseros, y me pregunto cómo sobreviví estos años sin estos locos.
Erela entra con una sonrisa de lado, señalando a Remy y a Valerius, mientras yo cierro la puerta.
—Ustedes cocinan, nosotras fregamos. Es el orden natural de las cosas —anuncia.
—Pero por lo menos un día, ¿no podemos intercambiar? —Remy hace un puchero exagerado.
Erela le da un sonoro beso en la mejilla y le acaricia los rizos oscuros. El puchero de Remy se deshace al instante. Val y yo nos miramos, con sonrisas pequeñas en el rostro. Casi desde que se conocieron, ese par no ha dejado de repartirse amor y ternura a todas horas. Es fascinante.
—No amor, lo siento. Pero te puedo dar un masaje en la noche —hace un puchero con los labios y le sonríe, ladeando la cabeza. Remy no tarda un segundo en reaccionar.
—Hecho. Val, muévete.
—¿Y que gano yo, un masaje también? —pregunta Val, poniéndose de pie.
—Te ganas otro día mas de vida, ¿Qué tal? —Erela le da un codazo.
—No me parece tanto…
—Te mueves o te muevo, tu decides —ordena Remy desde la estufa—. Los vegetales no se pican solos.
—Me debes cerveza —dice, señalando a Erela.
—Pero Lynx y yo haremos los mojitos, entonces, no sé de qué tanto se quejan —Erela se cruza de brazos.
—Porque son idiotas, es eso —me pongo al lado de ella, y me encojo de hombros.
—Como que se van a quedar sin cena, si siguen hablando así —canturrea Val, mientras saca el cuchillo y se lava las manos.
—¡Fue Lynx, no dije nada! —Ere me da un empujón.
—¡No me abandones! —se lo devuelvo, riéndome.
Pasamos la noche entre risas y sacándonos de casillas. Lo único que procuro es mantener mi cabello suelo ocultando mi cuello, aunque varias veces el calor se pone tan insoportable que no encuentro donde meterme.
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El miércoles me paso toda la mañana sentada en la cafetería de la Universidad. Respondiendo correos, y leyendo sobre la maestría de biotecnología. Sandra me ha dado el resto de la semana libre, así que aprovecho para investigar un poco y pasar un rato tranquila. Mara se encuentra en donde sea que se encuentre, no se mucho de ella; y el resto está en charlas hasta las 12 del día. Disfruto de mi soledad mientras escucho música de Panic! At the Disco. Hasta que mi celular suena y me recibe mi tía por FaceTime.
—¿Cómo está mi sobrina bella y hermosa? —su voz me resuena en los tímpanos, casi explotando los audífonos.
Mi tía Lucía puede definirse en una sola palabra: extravagante. No en el sentido de lujos y coas materiales, sino que toda su forma de ser es tan radiante como el sol. Me sonríe con sus labios pintados de rojo vino encendido —sin importar la hora del día— y puedo ver que está en su consultorio por las paredes blancas y los certificados en la pared a su espalda. Lucía es una nutricionista, y la única tía de mi familia que vale la pena.
—Bien, aunque creo que estoy medio sorda —le devuelvo la sonrisa, acomodando el celular junto a mi laptop—. Asumo que no tienes pacientes.
—No. Iba a ponerme a ver una serie, pero me acordé qué te vas y que no he hablado contigo en estos días —hace un puchero exagerado, arrugando todo su rostro.
—No es como si no hay wifi en Puerto Rico, tía —comento, tomando sorbos de mi te frío—. Podremos hablar cuando esté allá.
—No creo, señorita —cuando sacude la cabeza, su pollina negra se mueve—. En las noticias salió que están teniendo problemas de electricidad, y es muy probable que no haya casi nada cuando vayan.
—Bueno, no importa —me encojo de hombros—. No duraremos tanto.
—¡Ja! Ya quisiera yo ver a tu generación sin luz o internet —rueda los ojos con exageración—, no aguantarían nada.
—Danos crédito, anciana —me cruzo de brazos y le saco la lengua—, la tecnología es lo que nos permite ser-
—Si, aja, ¿ya hablaste con tus padres?
Mis labios se vuelven una línea y arrugo la nariz, sentándome más derecha automáticamente. Lucía solo me mira y suelta un suspiro. Se mueve por su consultorio y se tira hacia detrás en su silla gigante, mientras sujeta el teléfono cerca de su cara.
—Voy a tomar eso como un no —espeta, alzando una ceja.
Comienzo a quitar el sucio de mis uñas, aunque estén pintadas de verde y no se ve nada.
—Si hablamos de mi madre, la estoy mirando ahora mismo —me encojo de hombros.
—¡Lynx Margarita! No puedes simplemente decir —chilla y yo me encojo otra vez, sacándome un auricular. Sin importar cuánto tiempo haya vivido en Londres, su acento latino prevalece—…vas a hacer un viaje muy peligroso y mínimo deberías mandarles un mensa-
—Y ellos por qué no me mandan uno a mi, ¿eh? —la interrumpo, subiendo un poco la voz.
Lucía me mira con sus ojos caramelo, como si quisiera darme un abrazo a través del celular. Hace una pausa y se muerde los labios.
—Mija, recuerda que siempre debes ser la mejor persona, sin importar-
—Sin importar que la otra persona no se lo merezca, sí —me paso la mano por la cara.
—¿Entonces, vas a llamarlos?
—No quiero hablar de ellos, Lucía —mi tono sale más fuerte de lo que pretendo.
Nos quedamos en silencio por un momento. Traer a mis padres a colación es como llamar al Dios del malhumor. Nunca tuve la mejor relación con ellos, pero desde que se enteraron de que no iba a seguir el negocio familiar (ser economistas, abogados o arquitectos), todo fue cayendo del precipicio. No habría estudiado de no ser por Lucía y Theo, mi hermano mayor. No están de acuerdo con ninguna de las decisiones que tomo por mi, al punto de solo dirigirme la palabra algunas veces cada par de meses. Llamarlos supondría tener que escuchar todos sus sermones de mierda que yendo a Puerto Rico y haciendo una maestría no va a traerme el dinero para el “futuro”.
—¿Y tu hermano? —inquiere, después de un rato, tratando de aliviar las cosas.
—Pues, el idiota me llama cada vez que estoy en medio de un taller —sonrío a medias—, trataré de hablar con él en la semana.
—Dile que venga por aquí, creo que está comiendo demasiada azúcar y en nuestra familia a genes de diabetes —hace un gesto con la cabeza—, no necesito más familiares enfermos.
—Dile tú, viven en el mismo país.
Poco tiempo después, Valerius llega con su comida, se sienta frente a mí, y se queda un rato hablando con Lucía sobre su trabajo en Irlanda. Cuando estuvimos en Londres, Lucía le agradeció mucho a él y a Remy y Erela por sacarme de “líos” en algunas ocasiones. Decía que eran mi buena influencia.
—Estoy muy curiosa, ¿fue Lynx que hizo que fueran para eso de Puerto Rico? —la escucho decir, y levanto la mirada de la computadora hacia ellos.
—No, nos enviaron directamente del hospital —Val se rasca detrás de la oreja—. Lynx nos había contado y entonces le preguntamos a nuestros superiores.
—Para mi eso es complot de ella, indirectamente —suelta una risita.
No la puedo ver, porque Val tiene el celular, pero sé que se está burlando. Ruedo los ojos y Val me dedica una sonrisa, ladeando la cabeza.
—Te sigo escuchando, Lucía.
—Dime tía o no me verás hasta Año Nuevo.
Le saco la lengua al celular, aunque no puede verme y vuelvo a mis estudios. Luego de un rato, Val cuelga y me devuelve el celular. Nos quedamos en un silencio cómodo por un rato más: él comiendo, yo leyendo sobre la vida universitaria en Alemania.
—Mañana al bar, invité a unos amigos con nosotros —anuncia Val, sacándose la bata y empezando a doblarla—. Son colegas: una es pediatra y uno es…creo que algo que tiene que ver con cine.
—¿Una? —enarco una ceja, automáticamente. De inmediato me pellizco la pierna y vuelvo a hablar— ¿Cómo se llaman?
—Meredith y Robb.
—¿De dónde los conoces, del grupo de ayuda? —vuelvo a mirar mi laptop, aunque ya no puedo leer el informe del perfil del graduando.
—Mer es de Irlanda, trabajamos juntos por un tiempo antes de ser transferida —explica, sentándose frente a mí—, y Robb es su amigo o primo, no recuerdo.
—Esta bien —me encojo de hombros—. ¿Le dijiste a los demás?
—Si, esta mañana.
—Bien.
—¿Estás enojada o algo?
Levanto la mirada, confundida. Val se quita los lentes de leer, y los pone junto a su bata, perfectamente doblada encima de la mesa.
—¿Me preguntas o asumes? —doblo la cabeza.
—Las dos —dice, tomando asiento y empezando a comer de sus papas.
—Bueno, tomando en cuenta que anoche no me dejaste dormir…otra vez —enumero con los dedos—, y casi me matas del susto en la madrugada, y-
—Tu quisiste ver la película, también —interrumpe, poniéndose de pie e inclinándose por encima de las mesas—. Dijiste que no habías visto Jurassic World y-
—¿Y el susto?
—Hmmm, tu cara de asustada siempre me ha encantado, con toda sinceridad —sonríe sin mostrar los dientes.
Se me desencaja la quijada y paseo la mirada por encima de la mesa, buscando un arma. Estoy a punto de tirarle lo que me queda del té frío encima cuando una chica se mete en el medio. También tiene una bata blanca doblada en su brazo, y con el otro, tiene el atrevimiento de agarrarle el mentón a Valerius para darle un beso en la mejilla. Mis dedos aprietan el vaso por inercia.
—Valerius, cariño, ¡hola! —sonríe dulcemente, con dentadura de oreja a oreja.
Valerius le devuelve el saludo, y se vuelve hacia mi para presentarnos. Tiene el cabello rosado, la nariz pequeña y delgada y unos ojazos azules que no se despegan de Valerius. Detrás de ella, llega alguien conocido. Es un hombre alto, con barba pelirroja y cabello cobrizo, con el acento más marcado que conozco en toda Europa. Cuando me ve sentada en la mesa, sonríe de lado. Cuando me topan el brazo, vuelvo mi atención hacia Val y la mujer de cabello rosado que lo sigue agarrando, pero del brazo.
—Esta es Meredith, una de las doctoras auxiliares del programa —dice Val, apuntando a ella con palma abierta—. Ya conociste a Erela; y esta es Lynx, también es amiga de nosotros desde la universidad.
—Hola, un placer —le estrecho la mano con una corta sonrisa de lado.
—El placer es mío —vuelve a sonreír con todos sus dientes extremadamente blancos—. Traje a un amigo, este es Robb. Es un filmógrafo.
—Encantado de conocerlos —Robb sonríe a todos—. Un placer verte otra vez, Lynx.
Su sonrisa es ladina, revelando un hoyuelo y me guiña un ojo. Me cuesta mucho no mandarlo al diablo y solo sonreír con los dientes apretados. En ese momento, Erela y Remy se unen, con hamburguesas y wraps en mano.
—Oh, ¿de dónde se conocen? —Meredith pregunta, mientras levanta el brazo para llamar al mesero.
—Gimnasio —musito, pretendiendo volver a mi trabajo.
Erela se sienta a un lado y Remy en el otro, comenzando a chusmear en mi laptop de una vez. Ruedo los ojos y me olvido de seguir leyendo, pues me desconcentro con la mínima bulla. Meredith y Robb no se quedan mucho tiempo, por suerte. Hablan un par de cosas con Val sobre el bar y se van rápido.
Robb y yo nos conocimos en el gimnasio, sí. Pero también habíamos follado hace unos meses y terminé discutiendo con él porque se negó a usar condón y quería que yo sí usara pastillas. Por un momento iba a aceptar, hasta que entendí que él nunca se cuidaba y pensaba que es la mujer que debe cuidarse porque es la que sale embarazada. Desde entonces, ganas de partirle la nariz y arrancarle su estúpida barba no me faltan.
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Al final, terminamos en un bar acogedor cerca de mi departamento llamado Cerveteca. Tiene las paredes, sillas y mesas hechas de madera con un aspecto rústico. Como una taberna. La música es alternativa, y cambia a medida que los clientes piden canciones. El mostrador y barra están al fondo, y el área del dj está en el medio de todo. Hay varias áreas de sillones en forma de semi-círculo con una mesa de madera redonda, y allí terminamos sentados.
Desgraciadamente, termino junto a Erela y Remy. Los amo, pero en el momento en que empiecen con sus cursilerías, me largo de aquí. Robb está a mi otro lado. Y del otro lado de Remy, está Val junto con Meredith.
La noche pasa sorprendentemente bien. Tiramos muchas anécdotas de cuando estuvimos en la universidad de Londres: La mayoría que consisten en narrar la lucha de estudiar medicina por Remy y Val —y Meredith y Robb hablando de sus carreras, pero aquí en España.
—¿Cómo se conocieron, entonces? No creo que hayan coincidido en muchas clases —pregunta Meredith, mirando a Valerius. Tiene su cuerpo casi por completo girado hacia él.
—Bueno, Lynx y yo ya nos conocíamos desde el colegio —Erela me sonríe y yo le devuelvo el gesto—. Conocí a los chicos porque estaba tomando fotografías para la página de la universidad.
—¿Y se volvieron los cuatro mosqueteros desde entonces? —inquiere Robb, alzando una ceja.
—Ugh, no —ruedo los ojos—. Bueno, Remy y Erela sí…fue tan raro que no me lo creería, de no haber estado allí —los miro mientras entrecierro los ojos, mientras sonrío—. Pero yo detestaba a Val.
Remy, Erela y Val sueltan una carcajada, mientras Meredith mira de mi hacia él. Intento no reparar en que su pecho esta ligeramente apoyado en su brazo.
—¿Lo detestabas? ¿Por qué, si es un amor de persona? —Meredith choca su hombro con el de Val, sonriendo.
Doy un trago largo a la cerveza para ahogar el amargo que siento en la garganta. Val decide contestarle. Yo decido seguir tomando cerveza.
—Porque siempre me llevaba la contraria —se apoya en el sillón, mirándome con una media sonrisa—. Y se enojaba cuando la sacaba de peleas en bares y todas esas cosas.
—Sí, Lynx solía meterse en al menos una discusión casi todas las veces que salíamos —relata Erela, mirando hacia arriba por un momento—. Era divertido e insoportable al mismo tiempo.
—Y siempre terminaba echándole mi cerveza a la gente —agrega Remy, frunciendo el ceño.
—Muy bien, ya, creo que es suficiente —los interrumpo, sentándome más derecha.
Aunque Robb y Meredith se ven divertidos por toda la historia, así que duran un rato más jodiéndome la existencia.
—No es nuestra culpa que hayas tenido ganas de practicar boxeo en todos los antros —Remy me da varias palmadas en la cabeza.
—“Lynx la peleadora borracha” —Erela suelta carcajadas con su risa de ardilla—, pero peleabas mal y tambaleándote como una loca.
—Creo que voy a la barra —ruedo los ojos, y me levanto.
Intento no notarlo. O en su defecto, aunque lo note, no irme por el flujo de pensamientos que mi lado del diablo quiere irse. Pero sí que lo noto. Meredith se ríe de la más mínima mierda que Val dice y logra hacerle ojitos de mil formas diferentes durante varias fases de la conversación. Le toca la rodilla y choca su hombro constantemente con el suyo. Si no fuera por cómo le brillan los ojos y se retuerce el cabello rosado entre los dedos, todo estaría bien.
Somos amigos. Y que tengamos sexo no lo cambia. Lo sé y lo acepto. ¿Entonces cuál es el problema?
No pienso responderme a mí misma así que me apresuro a buscar más cerveza. Me encantaría ahogarme con ron ahora mismo, pero tomo lo que den. Le pido otra cubeta de cervezas a la chica de la barra y espero tamborileando los dedos en la madera, mirando las diferentes botellas en el fondo del mostrador.
—Si supieras que hoy es tu última noche de paz, ¿qué harías?
Robb aparece a mi lado, sonriendo como el demonio pícaro que es. Sus ojos claros parecen brillar con las luces neón del bar. Pensamientos peores me cruzan por la mente, así que tomo antes de responderle, tratando de calmar mi lado salvaje.
—No creo que te incumba, Robb —enarco una ceja—. ¿Te aburriste?
—Nunca estando contigo —sonríe de lado—. ¿Quieres salir a tomar aire?
—¿Contigo? No, gracias —giro la cabeza, sonriendo y me encojo de hombros—. Eres demasiado sabio.
—¡Solo tomar aire! —suelta, entre risas— Te prometo que no voy a intentar nada.
—El día que no intentes nada, me vuelvo monja —cambio de peso en la pierna y llevo una mano a mi cintura—. No te mientas.
Es lo malo de Robb. Que es un jodido modelo y lo sabe, pero no se preocupa por aparentar ser más humilde —porque no tiene ni un mililitro de humildad en su sistema. Su arrogancia es como ver un auto de lujo y enojarte por el precio, pero aun así babear porque es jodidamente hermoso.
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Última edición por Ritza. el Mar 10 Sep 2019, 10:25 pm, editado 1 vez
hange.
cap 2 parte 1.5
El bar cierra a eso de las 12:30, y como la noche es joven, terminamos yendo al departamento que rentaron los chicos. Pasamos por un Liquor Store y terminamos sentados en la sala, que tiene sillones suficientes, mientras seguimos hablando mierda. Aprovechando el último día antes de tener que preparar el viaje al día siguiente.
Muy pronto, terminamos hablando de relaciones. Y todo está bien porque Erela y Remy hablan de su historia de amor, tan tierna y divertida que provoca tener fe en la humanidad y envidia al mismo tiempo. Yo me dedico a comer papitas para bajarme la mitad de las cervezas que me tomé y poder llegar de pie a mi casa.
Muy pronto, sin embargo, terminan asaltándome con preguntas.
—Entonces, me vas a decir que tienes medio año viviendo en España y no estás saliendo con nadie —Remy apoya las manos en sus rodillas, escudriñándome con sus ojos oscuros—. No te creo.
—Ya saben que no busco una relación seria —cruzo los brazos por detrás de la cabeza, recostándome en el sillón.
—¿Por queeeeé? —Erela me sacude con fuerza.
—Además, “salir” no significa que es algo serio —añade Val, haciendo un gesto con su lata.
—Mira, en la universidad tu excusa era que estabas en la universidad —insiste Erela, dejando su cerveza en la mesa—. Hace tiempo que nos graduamos.
—¿Y no has salido con nadie? —Meredith suena atónita. Sus ojos azules parecen dos canicas.
Ruedo los ojos y aprieto los labios. Primero quieren que me sinceren con gente desconocida. No me interesa que Meredith sea colega de Val, no tengo idea qué clase de persona es. Me pasan muchas cosas por la cabeza, pero trato de decir algo que no vaya a ofender a nadie. Trato.
—Qué molestos, ocúpense de lo suyo —intento que mi voz sea suave, aunque hablo con la boca llena de papitas.
—Solo queremos que te sinceres —Remy me revuleve el cabello.
—Exacto, es como si no supiéramos nada de ti desde hace años y ahora tenemos chance de…ya sabes —Erela se encoje de hombros y se mueve las trenzas hacia la espalda—. ¿Entonces?
—Si saben cosas de mí —empiezo a atragantarme lo que me queda de cerveza.
—¿Segura? —los ojos de Val son como agujas.
—¡Pasemos a Meredith y a Robb! —exclamo, intentando no ser venenosa con mis palabras— Ellos son los desconocidos del grupo, no yo.
—¡Cierto! —la borracha Erela salta en el sillón, volteándose a los mencionados— Cuenten, ¿de dónde se conocen?
Sonrío y resumo mi comederea de papitas. Robb y Meredith se miran, y Robb empieza a contar, pasándose los dedos por la barba. Cuando nota que lo estoy mirando, me guiña el ojo.
—Meredith era modelo en la revista para la que tomaba fotos —se encoge de hombros.
—¿Eras modelo? Genial —Erela aplaude— ¿Y luego qué?
—Pues, obviamente, Robb no me dejó en paz nunca —Meredith sacude su cabello con gesto superior y una parte del grupo se ríe con su exageración.
—Más como que tu no podías dejarme sola. En cada-
—¡Como seguía diciendo! —Mer extiende un brazo para callarlo, sin quitar la sonrisa Colgate de su rostro— Luego de que salí del modelaje, seguimos en contacto para sus cortometrajes. Y el resto es historia.
—¿Haces cortometrajes? —Erela se inclina hacia delante, la curiosidad brillándole en sus ojos cambiantes— Participé en varios en el equipo de fotografía, pero ninguno ha tenido la suficiente, este, emmm…
—¿Sustancia? —adivina Robb.
—¡Exacto!
Erela tiene esa sonrisa suave pero grande que tiene cada vez que habla de la fotografía. Desde pequeña, que le regalaron su primera cámara polaroid, no ha habido nadie que le quite ese objetivo de la cabeza. Ella y Robb sumergen en el mundo de la fotografía, el cine, la filmografía y términos que desconozco, como director de fotografía. Ella es fotógrafa naturalista, y él por lo visto, está relacionado con el tema. Tomo ese momento para ponerme de pie e irme a refrescar al baño.
Salgo del baño preparada para seguir comiendo y tomando. Mientras esté suministrada, voy a aguantar estar con ellos sin provocar algún tipo de conflicto. Pero Meredith me está tentando y me encontrado con los ojos claros de Robb más veces de las que quiero admitir. No es que no estuviera bueno, porque lo está. Simplemente no estoy interesada ahora mismo. Al menos, no es bruto y sabe conversar sin ser acosador. Aunque tenga el tic de guiñar el ojo.
Estoy sacando las cervezas de la nevera y metiéndolas en el cubo cuando alguien más entra en la cocina. De reojo, miro a Val dejar su botella vacía en el fregadero. Sigo sacando cervezas hasta que siento que pega su pecho de mi espalda y siento su aliento rozarme el oído.
—¿Por qué Robb no deja de mirarte? —murmura, casi mordiéndome la oreja.
Cierro los ojos durante el segundo que tardo en darme la vuelta, quedando pecho a pecho. Subo la mirada hacia el, sujetando el cubo con fuerza.
—¿Por qué Mer no deja de babear por tu culo? —susurro, enarcando una ceja. Val entrecierra los ojos.
—Yo pregunté primero.
—No. Me. Importa —chasqueo la lengua.
—Lynx…
—Haz lo que quieras, Val. ¿Me puedes pasar otra cerveza y abrirla, porfis? —hago un puchero y ladeo la cabeza, moviendo las caderas.
—Eres imposible. ¿Lo sabías? —se toma su tiempo para destapar la cerveza y envolverla en una servilleta.
—¿Me querrías de alguna otra forma? —me encojo de hombros.
—No me tientes —se relame los labios y me pasa la botella.
—Yo no hago nada —susurro, moviendo mi cabello.
Agarro la botella y salgo de la cocina antes de que se me olvide donde estoy. Le doy un trago largo a la que me pasó, sintiendo mi rostro calentarse. El poco autocontrol con el que fui bendecida se está desvaneciendo y no me importa nada.
Son alrededor de las tres o cuatro de la mañana cuando Val me pide el uber para largarme a mi humilde depa. Remy está tirando en el sillón, dormido y con un poco de baba saliéndole de la boca. Me despido de Erela con un abrazo y Val nos acompaña a la salida, porque se alojan en el tercer piso. Robb y Meredith se montan en su uber, no antes de dejarle su pintalabios marcado en la mejilla a Val. Pero estoy tan mareada que no me importa.
—Adiós —hago un saludo de paz y me tiro en el asiento de atrás del uber.
—Voy contigo —me echa a un lado y cierra la puerta—. Buenas noches, podemos irnos ya —le dice al conductor.
Suelto un bufido y ruedo los ojos. Lo uso como almohada durante el corto trayecto. Subir a mi piso es toda una odisea, pero porque me gusta joder a Val y me hago la más mareada de la cuenta.
—Quiero dormir, Lynx —se pasa una mano por los ojos y me agarra de la cintura—. Deja de joder y muévete.
—Nadie te mandó a venir —le saco la lengua.
—No voy a dejar que te mates subiendo las escaleras.
—¡Estoy más sobria que t- ¡Shhhuum!
—No grites, hay gente durmiendo —ordena, cubriéndome la boca—. Saca las llaves.
Varios minutos después, estoy lavándome la cara y cepillándome los dientes, con el pijama puesto y una gran botella de agua esperándome para bajar el alcohol. Por más sustancia que haya tomado, no dejo de pensar en lo mismo desde que llegaron a España, hace pocos meses. Así que me seco la cara y voy dispuesta a hablar seriamente con Val.
—Tenemos que hablar —informo, saliendo del baño.
—¿De qué? —Val está bostezando, pero aun así se sienta en el borde de mi cama, prestándome atención.
—De nosotros —señalo hacia ambos—. La última vez que estuvimos en esta situación, no terminó bien —me cruzo de brazos, meciéndome de un lado a otro. Aunque creo que eso es por el alcohol.
—Hmmm, bueno —Val se apoya en sus brazos, echándose un poco hacia detrás—, ¿eres la misma Lynx de ese entonces?
—…No —me acerco a él, de pie junto a la cama—. ¿Tú eres el mismo Val?
—No. Tranquila, Lynx —me descruza los brazos y me sujeta las manos—. Estamos en la misma página.
—¿Cuál es esa? —mascullo, juntando las cejas.
—Amigos, muy buenos amigos —me acaricia los brazos con suavidad, y sonríe—…a los que les encanta ponerse cachondos de vez en cuando.
—¡Ponte serio! —ruedo los ojos y le pincho el hombro—. Entonces, ¿Ere y Remy?
—No le diremos nada…por ahora —hace una mueca y yo lo imito.
—No quiero estar mintiéndoles…
—No les estamos mintiendo, realmente, porque no sospechan nada —Val me suelta y se rasca el hombro—. Así que ahora mismo estamos “a salvo”.
Ignoro el golpe en mi estómago. Vuelvo a cruzarme de brazos y asiento. Val se estruja los ojos, y veo que están rojos, no se si por la borrachera o el sueño. Yo debo verme de igual aspecto.
—Cierto. Entonces...no les vamos a decir nada, ¿correcto? —cuestiono, mientras me hago un moño desordenado casi en la mitad de mi cabeza.
—Correcto —afirma Val—. Porque sabemos manejarnos, no es como antes.
—Exacto. Y, además, no es como si fuéramos a seguir...
—Hmmm, ¿no? —Val me mira y su brazo se mete por debajo de mi blusa— Pero yo iba a pedirte que si te querías dar una ducha.
Se me queda la boca semiabierta mientras siendo sus dedos pellizcarme un muslo. No me permito analizar nada. Solo el escalofrío que siento desde donde me pellizca hasta mi espalda baja.
—Pensé que querías dormir —murmuro, tratando de evitar la ronquera en mi voz.
—Si quiero, pero después de ducharnos —sonríe sin mostrar los dientes—. Solo a ducharnos.
—Estás jugando sucio —entrecierro los ojos cuando empieza a acariciarme.
—Vale, entonces, no vamos a seguir, como dices —asiente, pero sin quitarme las manos de encima.
Pongo mis manos en sus hombros y sacudo la cabeza automáticamente.
—No, no, olvida lo que estaba diciendo.
Me giro hacia el baño al mismo tiempo que Val suelta una carcajada, poniéndose de pie. Dejo de pensar y dejo de preocuparme. Nunca me ha servido de mucho, realmente. Sólo me concentro en lo bien que se siente estar con Val, tan natural y sin nada de estrés. Como si realmente nunca se hubiera ido.
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Cuando me levanto, Erela esta en mi habitación recogiéndose las trenzas en un moño alto y escucho las voces de los otros dos en la sala. Parpadeo varias veces, y pienso volver a dormirme. Cuando recuerdo que no durmieron aquí anoche y yo no les abrí la puerta. Puedo jurar que se me congela el corazón, y que cuesta todo lo que tengo dentro de mí para no pararme como una loca poseída. Me siento, fijándome en que Val no está en la cama y que no hay señales de que estuvo.
—¿Qué hacen aquí? —bostezo y me rasco la cabeza.
Erela sonríe mientras se acerca a la cama, sentándose y abrazando uno de mis peluches de Bulbasaur. Me quedo medio sentada, gozando del punzón en el lado izquierdo de mi cabeza y el sabor amargo en mi boca. Bendito seas, alcohol.
—¿Quieres la verdad o la mentira piadosa con un poco de verdad? —se encoge hacia atrás y su voz se vuelve un poco aguda, provocando que yo entrecierre los ojos.
—La verdad, Erela —mascullo, tratando de sacarme el sueño de encima.
—Vinimos a ver si pasaba algo contigo y Val —suelta las palabras a la carrera, con la voz aguda. Abro los ojos y se me va todo el sueño— ¡No te enojes!
—¿Qué mierda les pasa? —me levanto de la cama y estiro los brazos— Ya hablamos de eso, y ha pasado mucho tiempo —la miro directo a los ojos, ignorando cualquier voz sensata dentro de mi—. Y Val y yo somos adultos, muchas gracias.
—Lo sé, lo sé, lo siento —mira la almohada y después vuelve a mirarme— Pero es que…
—¿Qué? —presiono, colocando mis brazos en jarras.
—Bueno, anoche pareció como si hubiera algo que no nos estaban diciendo —Erela se encoge de hombros, ladeando la cabeza—. A lo mejor fue el alcohol.
Suelto un bufido y me estrujo los ojos. Con el corazón latiéndome más de lo común. Por Dios, se me olvidaba lo mucho que nos conocemos. Suspiro con pereza y vuelvo a mirarla.
—Claro que fue el alcohol —refuto, caminando hacia el closet para tomar mi toalla.
Erela se queda callada unos segundos, y los uso para convencerme a mi misma que todo está bien y que no hay ningún problema con nada. Lo que no sabe, no le hará daño.
—De todos modos, cuando llegamos, vimos que el dormía en el sofá cama y tu aquí —agrega, como si eso arreglara las cosa. Sacudo la cabeza y suspiro.
—Ok. Podrían también haber preguntado, sabes… —contesto, mientras me meto al baño.
—¡Te hice pancakes! —chilla a mis espaldas.
Salgo del baño solo para mirarla con cara de: ¿es en serio? Decido buscar mi ropa antes de meterme a la ducha, para evitar moverme tanto. Al parecer, puedo amanecer leyendo o viendo series, pero dormir poco con algo de alcohol en el sistema todavía sigue venciéndome las ganas de caminar.
—Otra cosa por la que decidimos descartar lo de ustedes dos es esto: ayer con Meredith, pues, había algo —sube y baja las cejas repetidamente—, ¿te diste cuenta?
—Claro que si, casi se le tira encima —ruedo los ojos y aprieto la quijada—, si Val no lo notó, es un idiota.
—Creo que sí —acaricia su mentón y se mueve las trenzas un poco—, porque anoche cuando se fueron, salió sin decir a donde iba y horas después fue que mandó un mensaje que había hecho una “parada” antes de venir a tu departamento —hace las comillas en el aire.
Alzo las cejas, tratando de no dejar nada de mi reacción fuera de control. Aprieto los dedos alrededor de mi celular. No pasa nada, cerebro estúpido. Nada de nada.
—¿Crees que fue donde ella? —me agacho para buscar unos pantalones deportivos en mi gabetero.
—¡Claro que si! —exclama— Intenté llamarlo y cuando respondió, sonó todo ronco y colgó rápido.
—Tiene sentido —me giro hacia ella, y pongo los brazos en jarras—, voy a molestarlo más tarde con eso.
—¡No! Deja que se crea que no sabemos nada por ahora —se me acerca, juntando las manos—. A ver cuánto le dura.
Cierro la puerta, pero antes le dedico una sonrisa corta. Me meto a la ducha con restos del sueño y un poco de dolor de cabeza, no tan grave como han sido antes. El hecho de que le he mentido descaradamente a Erela me deja entre cruzadas. Por un lado, puede que sea malo; pero es algo por lo que estoy dispuesta a correr. Mejor una mentira piadosa a que ella y Remy se la pasen estresados con Val y yo. No somos los mismos de antes, sabemos manejarnos.
Aunque me irrite en sobremanera, es mejor que crean que está con Meredith a que sepan la verdad. Por muy estúpido que suene. No quiero estrés entre nosotros ya que estamos tan bien otra vez.
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Se supone que nuestro vuelo sale la madrugada del domingo. Así que acordamos el sábado pasarla tranquilos sin hacer desarreglos, empacar e irnos todos desde el departamento que alquilan los muchachos. Como es más grande para descansar allí mientras esperamos la hora de partir.
Val vino a ayudarme a empacar mientras Remy y Erela empacan sus cosas. Él, como siempre, ya tiene todo previsto. Y en vez de ayudarme, se pone a hacer comida y luego se mete a la ducha, aclamando que le gusta mi jabón de olor a coco con menta.
Mi teléfono suena mientras guardo mi pequeña guía de plantas medicinales en el bolso de mano. Cuando contesto, la nariz de Theo esta ocupando casi toda la cámara, acompañada de su horrible barba/
—¡Por fin contestas! —chilla, cuando me ve haciendo un signo de paz.
—Estaba ocupada con talleres y todo eso —me encojo de hombros—, ¿Qué pasa?
—Quiero despedirme de ti propiamente —dice, ajustando la cámara para que se vea un lado de su cara—. Ya que no puedo bajar a España.
Theo está en Londres, trabajando como un condenado para sacar su propia empresa al aire junto con su novio. Sus ojos se achinan cuando le cuento sobre las desventuras en los laboratorios y varias veces se ríe tan fuerte que creo que va a tragarse el celular.
—¿Estás segura de que vas a aguantar estar en una isla con gente en condiciones críticas? —inquiere, peinándose la barba.
—¿Estas seguro de que te ves bien con esa musaraña en la cara? —replico, doblando mi ropa interior.
—Para tu información, mi barba está on point —me saca el dedo de en medio—. Solo porque tu no tienes una, no tienes que atacar la mía.
—Yo no quiero una —suelto una risotada—. ¿Cómo está Ricky?
—Se cree fashion blogger ahora —Theo rueda sus redondos ojos, gruñendo—. Está planeando ir a diferentes restaurantes solo para pedir poca comida y tomarnos fotos, es detestable.
—No suenas como si lo detestaras —sonrío de lado.
—Pues porque lo adoro de todos modos —las mejillas de mi hermano se colorean de rosado—. Es algo así como tu, me irritas, pero aun así no te dejo de querer.
—Muy divertido —entrecierro los ojos.
—Soy el divertido de la familia —contraataca.
—Sí, ¿y qué más?
Theo empieza a contarme sobre el último contrato que cerró. Su empresa es de arquitectura y decoración sostenible, y son un estudio pequeño en busca de darle un toque naturalista con sentido a la mentalidad londinense. Más fácil decirlo, que hacerlo.
Estoy doblando una toalla pequeña para meterla en la maleta de mano cuando Val sale del baño. Sin camiseta, con los pantalones flojos y gotas de agua cayéndole por el cuerpo. Me quedo mirando sus músculos, no tan definidos como los de un modelo, pero definidos de todas formas. Se me atasca saliva en la garganta y siento mi pecho calentarse. Diablos.
—No es justo.
Lo digo sin darme cuenta de que es más alto de lo que pretendo. Val deja de secarse el cabello y gira la cabeza para mirarme, con las cejas juntas. No detengo mis ojos de pasar desde su rostro, bajando por su boca, cuello y pecho. Una sonrisa ilumina su rostro; y, como si fuera poco, se muerde los labios.
—¿Qué dijiste? —Theo me llama la atención, y sacudo la cabeza, medio desorientada.
—¿Ah? Nada, tengo que irme.
—¡Pero…! —se pega el celular en la cara, entre su nariz y ojo.
—Te llamaré de camino al aeropuerto —prometo, agarrando el celular para que no vaya a ver a Val—, y ya hablé con Lucía.
—Pero espera, ¿qué pasa? ¿Sucede algo?
—Sí, creo que hay un ratón y tengo que-
—¡Asco! —exclama, y lo veo estremecerse— Esta bien, adiós terremoto.
Cierro la llamada y tiro la toalla que estaba doblando. Me giro hacia Val otra vez, y lo encuentro mucho más cerca de mi. Trago saliva mientras paso los ojos por las pecas en sus pectorales semi definidos. Dije que iba a estar tranquila hoy, por Dios. Aprieto los dedos y me encuentro con sus ojos arrugados en las esquinas por su sonrisa socarrona.
—¿Algo que quieras compartir? —cuestiona, ensanchando la sonrisa y colocándose la toalla en el cuello.
—…tal vez —carraspeo y me pongo de pie—. Solo si prometes cuidarlo muy bien.
Acorto la distancia de él con lentitud, mientras el calentón de mi pecho baja a todas partes. Me saco la camiseta deportiva y me detengo cuando mi pecho choca con el suyo. La mirada de Val se pone más oscura, más intensa, y su sonrisa se suaviza.
—Hmm, siempre.
Me alzo en las puntas de los pies para besarlo. Con un gemido, los brazos de Val me levantan y a trompicones terminamos en la cama, uno encima de otro. Coloco mis manos en sus hombros, deteniendo el beso por un momento. Me inclino y forcejeo hasta quedar sentada encima de él, sonriendo de lado.
Mientras volvemos a besarnos, una vocecita detrás de mi cabeza me susurra que estamos jugando con fuego. Y le susurro de vuelta que de ser así, estoy dispuesta a quemarme.
hange.
Re: Triángulo de las Bermudas
Hola chiquis Sigo yo, así que espero estar subiendo relativamente pronto
Sin más dilación, tu comentario Emilia
Sin más dilación, tu comentario Emilia
- #Valynx y otras maneras de morir, por Kate:
- Como ya te dije, estaba reservándome para cuando terminara de escribir en Honey, ya que ahora somos chicas responsables y esas cosas
Sin más dilación, bienvenida al día número 04398530474 de mi muerte a causa de tus personajes. Por favor, abróchense los cinturones y disfruten de la velada.—Jodida mierda, me dejaste un moretón —acuso, con las palabras ahogadas por el cepillo en mi boca.
—¿Dijiste algo?
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Yo estaba leyendo tan tranquila pensando que era una mañana más en la vida de Lynx y de pronto me saltas con que Val le dejó un chupetón Y CON QUE ESTÁ ALLÍ CON ELLA . No me diste ni un margen, empiezas a arrancarme los feels del pecho desde el minuto cero (Encima estoy escuchando Lover de Taylor Swift que no ayuda)—Que me dejaste un moretón —entrecierro los ojos y vuelvo a morder el cepillo—. A propósito.
—¿En serio? —termina de girar su cuerpo hacia mí— Qué raro, no recuerdo qué te hayas quejado anoche —sonríe de oreja a oreja.
—No es divertido —lo apunto con el cepillo de dientes—. Si Erela o Remy lo ven, van a empezar a preguntar.
—Hmm, puedes ocultarlo con una camiseta —dice Val, subiendo sus dedos al moretón—. Y todos felices.
Kate: Venga, no te vas a poner a citar todo el capítulo.
Emilia: Hold my beer
Lynx sale toda enfadada del baño (aunque se toma su tiempo para observar el pedazo de señor que es Bob aka Valerius) para recriminarle el chupetón porque teme que lo vean Remy o Erela y el otro todo coqueto diciendo que bien que no se quejó por la nocheporque se me empiezan a meter ideas en la cabeza y se me va esfumando el enojo
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Quiere jugar a médicos y enfermeras que lo sé yo Pero la que necesita un médico de verdad soy yo tras leer la escena que llega a continuación. O SEA CÓMO LA ACORRALA CONTRA EL LAVABO Y LYNX QUE QUIERE RESISTIRSE PERO CÓMO VAS A RESISTIRTE A ESO Y Lynx acercándose para provocarlo pero después lo deja ahí en el baño. Es cierto que son amigos con una relación casual que casualmente va a terminar con salud mental—Porque, no sé, tengo que rendir cuentas con una vieja amiga —se mueve el nudo de la corbata varias veces—. Que me está provocando demasiado para ser tan temprano.
—Es todo culpa tuya—sonrío de lado—. Así que cállate y ponte a comer.
—Joder —suspira, echando la cabeza hacia atrás.
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Me vas a matar, Emilia. No sé en qué idioma decirte que me vas a matar
Me calmo un poco, ¿ok?
Más allá de la evidente tensión sexual que hay entre estos dos hermosos individuos, amo la relación de amistad que tienen. Porque están ahí retándose con sus encantos pero de pronto pasan a desayunar mientras hablan de trivialidades como a qué hora irá Lynx a la facultad o que Erela y Remy son ruidosos cuando se acuestan Para mí estas relaciones son de lo mejor, porque puedes hacer de todo con esa persona, no sé si me entiendes pero espero que sí.Al final, Valerius suspira y se aleja, despeinándose un poco el cabello negro.
Suspira y se aleja porque te quería comer la boca y porque él te ama aunque esté en modo "somos amigos, todo casual, chao sist" Lynx también lo ama pero mi hija es negadora entonces piensa que todo es carnal por el momento.Realmente, la única razón por la cual Valerius y yo pudimos cumplir la promesa de ser solo amigos, fue porque vivíamos en países diferentes.
Ojo que yo sé que acabo de decir que son amigos (no dudo que lo sean). Sin embargo son de estos amigos que están enamorados y pues la historia se complica. O SEA HAY UNA RAZÓN POR LA QUE SE ATRAEN DE ESA FORMA TAN MAGNÉTICA TAN ES EL DESIGNIO DEL UNIVERSO Y a menudo es muy complicado reconocer que tus sentimientos han cambiado porque te da miedo perder esa amistad por enredar las cosas. Sé que me estoy adelantando y yendo por la tangente pero es tu culpa que me haces ponerme a reflexionar así.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Yo me anoté porque es una oportunidad perfecta de experimentar desastres naturales y su impacto en los organismos animales y vegetales, y sería perfecto para sacar experiencia para aplicar a mi maestría soñada
No sé si tiene algún tipo de sentido lo que voy a decir, pero amo que Lynx no se tan altruista? Quiero decir que no dudo de que quiera ayudar y eso pero me encanta porque lo ve como una oportunidad para su formación. Y me encanta porque no todas las personas tienen como prioridad ayudar a los demás y no hay nada de malo. ¿Qué quiero decir con estas frases incoherentes? Que amo tu capacidad para crear personajes diversos. Fin—Aja, ¿te quedaste viendo Lost hasta tarde? —Mara ni siquiera voltea a mirarme, pero su pequeña y corta sonrisa lo dice todo.
—…Tal vez.
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La regaña porque se quedó viendo Lost y en menos de una semana van a pasar por la misma situación que estos personajes. No sé por qué me hace gracia cuando eso va implicar sufrimiento emocional en mi persona, pero como decimos aquí de forma coloquial: palante con la vidaEn otras palabras: Mara y yo.
En otras palabras: que no tenemos idea de cómo funciona esta vaina
Y en otras palabras también: Kate ama con todo su corazón la amistad de Lynx y Mara Amo hacer tramas contigo siempre y ver cómo fluyen y Me encanta cómo se tironean la una a la otra y se joden. Es todo como muy "no llegamos a congeniar pero nos queremos en el fondo" Son como la orna de su zapato, eso, tiene más sentido creo. Después Mara que le pregunta lo del maquillaje pero Lynx se pone toda evasiva bc señorita evasiva PERO MARA LE INSISTE MÁS Es que ya me las estoy imaginando en la isla en situaciones de crisis pero jodiéndose de todas maneras.
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Pd: Solo digo amo, me encanta y ya pero es que tengo demasiado ahora mismo con eso de mantenerme con vida hasta el final del capítulo.
POR FAVOR Y CUANDO LE LANZA MIRADAS PARA QUE NO COMENTE NADA DELANTE DE ELERA
Lynx: Tenemos poderes mentales, escúchame...
Mara: ¿Conciencia?
Lynx: ¿Qué conciencia, estúpida? Céntrate. No digas...
Mara: ¿Que estás usando el maquillaje para tapar un chupetón?
Lo siento, tus capítulos me afectan demasiado—Fue muy asqueroso y espero que nunca me toque —declaro, torciendo el gesto, pensando en la carne de cerdo—. No sé como pueden —digo, mirando a los chicos.
Lynx es yo, somos la misma persona A mí me ponen a dar ese tipo de atención y la que termina necesitando que la atiendan soy yo. No hay más—¿Y si te toca un organismo casi muerto? —cuestiona Val, mirándome con una sonrisa de lado.
—Para mi suerte, “coser” no entra en mis tareas como bióloga, gracias —me estremezco de solo pensarlo—. Mejor vámonos a comer.
Representación gráfica de Lynx en ese momento:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Contrólate, Valerius —carraspeo cuando mi voz se pone ronca y aprieto los dedos en mis costillas—. Sigue caminando.
NO TE CONTROLES VALERIUS
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Mira, voy a reprimirme para citar un poco porque no llevo ni dos partes, ¿sabes? Así que me voy a limitar a intentar formar frases coherentes. Amé toda la escena del grupo Desde Mara jodiendo a Lynx de forma velada pero constante, Valerius jodiendo a Lynx de la misma forma, Elera jodiendo a Lynx... TODOS JODIENDO A LA CHICA ES ORO PURO Ya sabes que las amistades que no tienen bullying amistoso no pueden considerarse amistades así que yo living.—Voy a donde tu me lleves, cariño —Remy responde automáticamente, alzando la mano en un signo de paz.
BOOOOOOOM en toda la cara de la masculinidad tóxica Dije que no iba a citarlo pero es que eso tuve que citarlo. Por cierto, me encanta Remy y Elera, te advierto desde ya que como los mates me presento en tu casa para que me des explicaciones. Después beberemos cerveza, pero primero explicacionesDuré un año investigando y haciendo llamadas y entrevistas por Skype antes de tener algo seguro y empezar a hacer los trámites del traslado.
Me encanta cómo es Lynx, así como muy calmada y me dejo llevar pero al mismo tiempo tengo metas. Que se quedó en Londres hasta que le llegara una buena oportunidad porque allí estaba cómoda pero aún así siguió mirando por su futuro. Y por suerte encontró una oportunidad. Porque ya sabes, esta podrida sociedad no nos da ni una a las personas que nos acabamos de graduar—No quiero que pases tu última semana rodeada de químicos o de plantas —tuerce el gesto y me pasa la bolsa de tierra negra—. Así que obedece a tu jefa.
Yo quiero una jefa tan maja como Sandra, que además se ría de mí por mi aprensión a la sangre No, pero en serio. Me gusta porque hay jefxs que le hacen la vida imposible a sus empleados/becarios lo que sean y eso no está bien. Deberían apoyarlos, no hace falta ser mezquino para que una persona haga bien su trabajo.—Podrías haberte ido con ellos —sonrío, abriendo la puerta y dejándolo pasar—. Estas invadiendo mi espacio personal al venir sin anunciarte.
—¿Oh sí?
—Sip.
Tú quieres que invada tu espacio personal, Lynx, no te hagas—Esto sí es invadir tu espacio personal —dice, pasándome una mano por la cola de cabello con suavidad.
—Sí, ¿podría quitarse, señor? —me cruzo de brazos, aún dándole la espalda— Aun no se me olvida lo del moretón.
—¿Qué tal si te hago otro antes de que la pareja venga para la cena?
QUÉ TE PASA. HABÍA CONSEGUIDO CALMARME UN POCO, POR QUÉ ME HACES ESTO EMILIA Es que no puedo con la tensión que existe entre ellos, de verdad que es superior a mis fuerzas. BASTA QUE SE VAN PARA LA HABITACIÓN. Chupetón nº 2 está en camino
Update: Mi Internet está yendo de culo y no se me cargan las fotos así que no puedo poner gif que expliquen mi reacción a estas escenas. Lo cual me molesta. Lo cual me limita.Yo le saqueaba las citas. Él me ahuyentaba cualquier humano con bolas. Discutíamos y luego pretendíamos resolver todo teniendo relaciones. Pero nada se resolvía. Hasta que metimos a Remy y a Erela en la ecuación, y hacíamos tanto drama con ellos presentes, que terminaron por hartarse de nosotros muchas veces.
Es que esto es muy jodido, porque hay relaciones que simplemente no se pueden quedar en la fase casual porque nacen sentimientos más profundos. Ya sea por una o ambas partes. Y cuando esto ocurre pues conduce a este tipo de situaciones que no tienen cabida realmente porque no hay una relación propiamente dicha. Además de lo que decía antes, muchas veces cuesta aceptar/identificar que los sentimientos evolucionan por el miedo a que todo se complique
Conclusiones: Me duele que esto pase—Intento decir —Val se me acercó más, todo estaba entre brilloso y borroso—, que me gustas, Lynx, y que quiero estar contigo.
[...]
Lo miraba como si fuera otra persona, porque yo no estaba en el mismo lugar que él.
[...]
Después de ahí todo se fue a la mierda. Él no soportaba verme y yo prefería ahogarme la incomodidad y la pena, además de que nunca quise hacerlo sufrir. Se suponía que no debíamos ser más que amigos.
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He sentido dolor físico con todo el flashback, no hay otra descripción
Como ya te dije por whats, es una situación de lo más real y creo que en algún momento de nuestra vida todxs hemos sido Val o Lynx en esa conversación. Y te toque el lado que te toque es horrible. Porque te hieren o hieres, so Además de que eso afectó muchísimo a su amistad, lo cual es normal, porque no puedes simplemente volver atrás Y necesitaron poner distancia para que se calmaran las aguas. Solo espero que esta segunda parte de su relación casual sea para bien y no para mal. Dejo aquí mi advertencia, voy a ir ahorrando para el billete por si no me haces caso
MIRA CUANDO LE ESTÁ TOCANDO LA ENTREPIERNA Y EMPIEZA A BESARLE EL CUELLO. Jack who amigas?
Yo cuando solventaron la tensión sexual de toda la mañana:
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Después cuando llegaron Remy y Elera (los shippeo, exijo final feliz), al ver la dinámica entre ellos y la amistad tan bonita que mantienen los cuatro es normal que quisieran ponerle fin cuando acabaron metidos en el medio. Fue la decisión correcta, aunque los separara por un tiempo.
Update: Ya me funciona el Internet así que puedo expresar mejor mis emociones—¡Ja! Ya quisiera yo ver a tu generación sin luz o internet —rueda los ojos con exageración—, no aguantarían nada.
—Danos crédito, anciana —me cruzo de brazos y le saco la lengua—, la tecnología es lo que nos permite ser-
—Si, aja, ¿ya hablaste con tus padres?
Me encanta la tía Lucía por la descripción que das de ella y porque según Lynx es la única de sus tías que merece la pena. Pero me hizo mucha gracia lo de la tecnología, porque es la típica pulla que nos lanzan a las personas que crecimos en esta era y cuando vamos a explicar por qué es buena, te cortan. En plan, I said what I said no me contradigas
—Mija, recuerda que siempre debes ser la mejor persona, sin importar-
—Sin importar que la otra persona no se lo merezca, sí —me paso la mano por la cara.
—¿Entonces, vas a llamarlos?
—No quiero hablar de ellos, Lucía —mi tono sale más fuerte de lo que pretendo.
Primero, los padres de Lynx son estúpidos, así sin más Es que viste que hay padres que se piensan que por crearte tienen el derecho a manejar tu vida y a decidir qué está bien para ti y qué no sin darte la posibilidad de hacerlo tú. Pues ellos son ese tipo de padres, por lo que parece Vale que hay padres que igual te atosigan por preocupación, pero en cuanto tomas una decisión te apoyan, como tiene que ser Respecto a lo que dice la tía Lucía, puede que entienda su punto. Pero no por ser mejor personas tienes que pasar situaciones miserables. A veces lo mejor es let it go, como en Frozen
Por favor, me mató que tuviera la certeza de que fue Lynx quien metió a todos la idea de ir a Puerto Rico, la tiene por una mala influencia, i can't—¿Una? —enarco una ceja, automáticamente. De inmediato me pellizco la pierna y vuelvo a hablar— ¿Cómo se llaman?
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Me estoy meando de la risa porque aquí mi prima pensando que no siente nada por él, que todo es casual y se le salen los celos por los poros de la piel. QUE SE CENTRE. Porque hasta Harry Styles que no sabe nada de esta historia se dio cuentaKatherine metiendo a Harry, la trilogíaY se enfadó, a mí no puede negármeloRobb y yo nos conocimos en el gimnasio, sí. Pero también habíamos follado hace unos meses y terminé discutiendo con él porque se negó a usar condón y quería que yo sí usara pastillas. Por un momento iba a aceptar, hasta que entendí que él nunca se cuidaba y pensaba que es la mujer que debe cuidarse porque es la que sale embarazada. Desde entonces, ganas de partirle la nariz y arrancarle su estúpida barba no me faltan.
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Es cosa de mujeres pero bien que ponemos el espermita amigo. Aggg, es que no aguanto a esta facción de la especie humana. Deberían irse a vivir con los dinosaurios y que se los coman.—Ugh, no —ruedo los ojos—. Bueno, Remy y Erela sí…fue tan raro que no me lo creería, de no haber estado allí —los miro mientras entrecierro los ojos, mientras sonrío—. Pero yo detestaba a Val.
Del amor al odio hay un solo paso, no lo digo yo, lo dice la ciencia de la vida que es tanto sabia como puñetera—¿Lo detestabas? ¿Por qué, si es un amor de persona? —Meredith choca su hombro con el de Val, sonriendo.
A ligar a la ligoreria señora.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—“Lynx la peleadora borracha” —Erela suelta carcajadas con su risa de ardilla—, pero peleabas mal y tambaleándote como una loca.
—Creo que voy a la barra —ruedo los ojos, y me levanto.
Primero, Remy dolido por todas cervezas que le derramó Lynx a la gente. La cerveza es sagrada, no se toca Segundo, no te haces una idea de lo mucho que disfruto de cómo se meten con Lynx. De estar en su situación querría matarlos, pero como no lo estoy pues disfruto Y a mí me gustaría salir con Lynx la peleadora borracha
PUES QUE LO AMAS ESO PASA No solo sois amigos, sois amigos que se amanSomos amigos. Y que tengamos sexo no lo cambia. Lo sé y lo acepto. ¿Entonces cuál es el problema
Empiezo a entender tu frustración con Liberty xd.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—El día que no intentes nada, me vuelvo monja —cambio de peso en la pierna y llevo una mano a mi cintura—. No te mientas.—Entonces, me vas a decir que tienes medio año viviendo en España y no estás saliendo con nadie —Remy apoya las manos en sus rodillas, escudriñándome con sus ojos oscuros—. No te creo.
Terreno peligroso, Remy, terreno peligroso Y VAL TIRÁNDOLE LA PULLA A LYNX "—Además, “salir” no significa que es algo serio —añade Val, haciendo un gesto con su lata." ES MI HIJO, ADOPTADO DESDE YA Lynx también es mi hija pero me frustra.
Ahora bien, yo todo esto lo digo influenciada por mis sentimientos de fangirl desquiciada. Si me salgo de ellos pues me molesta este tipo de conversaciones, porque mis amigxs siempre me hacen lo mismo. "Hace años que no tienes novio" "¿No echas de menos tener a alguien?" "No puedes tener relaciones casuales toda tu vida"
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Sigo sacando cervezas hasta que siento que pega su pecho de mi espalda y siento su aliento rozarme el oído.
—¿Por qué Robb no deja de mirarte? —murmura, casi mordiéndome la oreja.
[...]
—¿Me querrías de alguna otra forma? —me encojo de hombros.
—No me tientes —se relame los labios y me pasa la botella.
—Yo no hago nada —susurro, moviendo mi cabello.
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Me voy a santiguar porque no sé ya por qué, sinceramente. Para no morirme, para hacerlo porque tanto feel no es bueno para el alma o para que se casen en la isla del demonio. ALGO PORQUE SU TENSIÓN SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN MI TENSIÓN Y YO SOY DÉBIL EMILIASuelto un bufido y ruedo los ojos. Lo uso como almohada durante el corto trayecto.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—…No —me acerco a él, de pie junto a la cama—. ¿Tú eres el mismo Val?
—No. Tranquila, Lynx —me descruza los brazos y me sujeta las manos—. Estamos en la misma página.
—¿Cuál es esa? —mascullo, juntando las cejas.
—Amigos, muy buenos amigos —me acaricia los brazos con suavidad, y sonríe—…a los que les encanta ponerse cachondos de vez en cuando.
—¡Ponte serio! —ruedo los ojos y le pincho el hombro—. Entonces, ¿Ere y Remy?
Muy buenos amigos que se ponen celosos cuando otras personas se meten por medio pero muy buenos amigos, eh. Ni Chandler y Joey Dejo mi intento estúpido por ser sarcástica y me pongo seria. El caso es que no se tragan ni ellos esta mentira. Que vale que lo sean, pero hay sentimientos más profundos que deben aflorar porque lo exige Katherine
Pd: A estos dos les gusta mucho ducharse.
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"Sólo me concentro en lo bien que se siente estar con Val, tan natural y sin nada de estrés. Como si realmente nunca se hubiera ido."
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Vinimos a ver si pasaba algo contigo y Val —suelta las palabras a la carrera, con la voz aguda. Abro los ojos y se me va todo el sueño— ¡No te enojes!
La amo Realmente estaban en su casa y dijeron: pues vamos a ver si nos amigos se están acostando juntos de nuevo Lynx mintiendo cual bellaca me representa. Nunca admitir la mentira hasta que no puedas seguir ocultándola. Además es lo mejor por el momento.—Otra cosa por la que decidimos descartar lo de ustedes dos es esto: ayer con Meredith, pues, había algo —sube y baja las cejas repetidamente—, ¿te diste cuenta?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—¿Crees que fue donde ella? —me agacho para buscar unos pantalones deportivos en mi gabetero.
—¡Claro que si! —exclama— Intenté llamarlo y cuando respondió, sonó todo ronco y colgó rápido.
—Tiene sentido —me giro hacia ella, y pongo los brazos en jarras—, voy a molestarlo más tarde con eso.
Voy a ignorar esto porque no O igual no lo ignoro, esperaré a que me lo expliques por whatsapp—Pues porque lo adoro de todos modos —las mejillas de mi hermano se colorean de rosado—. Es algo así como tu, me irritas, pero aun así no te dejo de querer.
—Muy divertido —entrecierro los ojos.
—Soy el divertido de la familia —contraataca.
—Sí, ¿y qué más?
Me duele porque estoy amando la conversación entre los dos pero sé que no vamos a tener más porque acaban en la fakin isla—No es justo.
¿Sabes qué no es justo? Que yo no tenga un Valerius también, eso es lo que no es justoMientras volvemos a besarnos, una vocecita detrás de mi cabeza me susurra que estamos jugando con fuego. Y le susurro de vuelta que de ser así, estoy dispuesta a quemarme.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Y finalmente, Katherine es tragada por todas las emociones que le produjo este capítulo. Mañana a las 23:50 hora española, será enterrada en la parcela del cementerio que pone [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Se aceptan regalos
Mira, ya en serio, la que se va a quemar soy yo al final. Voy a arder de combustión instantánea con tanto feel Tanta tensión no debe ser buena para el alma. Así no llego a los 30
Realmente me he quedado sin palabras. Vacía estoy, V A C Í A Ya sabes que amo tus capítulos, tu forma de escribir, los personajes, a ti y todo Estos dos se van a mi top 10 de tus parejas. Es que un capítulo llevo leído y ya esto que I would die for them Me dejo de decir tonterías ya. Necesito seguir leyendo de ellos.
Cambio y corto
indigo.
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Re: Triángulo de las Bermudas
- EMILYANUUH :
- HELLO!!!
He llegao para por fin comentar tu capítulo, así que como he estado acostumbrando, leeré y comentaréUna mancha entre morado y verde, del tamaño de una peseta, que no hay que mirar por mucho tiempo para adivinar qué es.
Alguien se ha estado portando mal... ¡Genial!, probablemente estoy muy wey pero no sé quién está narrando, aunque creo que es Lynx , así que continuaré para averiguarlo.
Listo, sí es ella, y mira que el que le ha provocado el "chupetón" es Valerius , esto ha comenzado muy emocionante , mira que ambos están demasiado calenturientos el uno con el otro y eso me revuelve el cerebro... no de la manera que te imaginas, sucia, si no que me hace shippearlos y desear que sean una pareja en lugar de andar de libres y ridículos fingiendo que no hay nada más aparte del setzoSonrío con toda la hipocresía que puedo acumular.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Se nota que en verdad odió(?) que Valerius le jugara al vampiro (?) y le dejase el cuello morado
Pobrecita(?)—Cállate, tuve un percance[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Zii, qklaro
Me encanta su reacción cuando Mara le pregunta si lleva maquillaje encima , seguro tooooodo lo que hizo la noche anterior y en la mañana de ese día se le vino a la mente jaja. Pobre Lynx, pero bueh, nadie le manda andar ahí de extrañadora con su "amigo"Lo bueno fue: que nada pasa entre Val y yo. Hasta ahora.
Lo bueno que dice "Hasta ahora".. Si hubiera salido con algo como "No pasará nada", seguro le doy unos zapes
Es obvio que algo habrá ahí, incluso ahora ya está ahí, pero se ciega lo suficiente para no verlo del todoEn especial Remy y Erela, que nunca aprobaron de nuestra "peculiar relación" en ningún momento
¿Acaso Remy y Erela son padres de Val o Lynx?
La respuesta es:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Así que... Remy y Erela, se pueden ir a la mierda , a fin de cuentas, ni Lynx, ni Valerius es menor de edad, ambos son adultos, no estoy del todo segura si de adultos responsables se trata, pero de que son adultos y pueden tomar sus propias decisiones pues SÍ—Deberías oler humanos cuando están muriendo. —Remy suelta una risita—, eso si es horrible.
Te equivocas, amigo. , lo horrible es cuando están muertos, y siguiendo la charla con respecto a los animales muertos... El olor, o hedor, de un animal muerto es exactamente el mismo al de una persona muertaEstaba esperando la “oportunidad perfecta” para saltar en búsqueda de mi maestría soñada.
Esto me recuerda tanto a ti , por cierto, debes hacerlo!(?)—. Vas a tener que fajarte bien, porque no puedo tener una bióloga que le huya a la sangre
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Eso es cierto... además, ¿qué espera ver en Perto Rico con tanto damnificado? ¿Ketchup?
No, amika, date cuena—emite un quejido mientras se pone de pie y agarra su bulto—
Weeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ponle "bolso, portafolio, mochila" lo que sea, pero bulto... cada que lo he leído he malpensado , justo en esa parte fue como:
"Wow, él directo a lo que va ". Hasta asustas jajaMe giro para cerrar la puerta y antes de poder voltearme, el aliento de Val está chocando con mi cuello.
Olvídalo... no agarró su "bulto" pero claramente él va a lo que va(?)Se suponía que no debíamos ser más que amigos.
¿POR QUÉ PINCHES NOOOOOOOOOO?
We, seguro no tiene fundamentos para argumentar eso, el tonto "estaría mal", "es insano", "sería tóxico", y demás weas absurdas no cuentan , esto es lo que me molesta... aunque también es lo que me gusta, porque más wey me quedo atrapada leyendoNo necesito a un lado “racional y decente” diciéndome que estamos haciendo algo mal, cuando ninguno de nosotros se siente mal. No es como antes.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¡Eso! Ahora, deja toda la mierda y a Remy y Erela fuera, para que de este modo puedas disfrutar el pasar tiempo con tu querido y amado Val
Y vaya que me hizo caso(???), luego de la parte sexual(?), la miel entre Remy y Erela casi me provoca náuseas , es injusto que ellos sí puedan repartirse amor pero cuando se trata de Lynx y Val, las cosas no deben ser así... vaya amiguitos—Valerius, cariño, ¡hola!
¿Quién es esta?
Todo iba relativamente bien, dejando de lado la mierda que sucede con los padres de Lynx, su tía me parece genial, demasiado relajada, como debería ser. Luego llega Val y esta chica...
¿Qué es esto, Emilyano?Robb y yo nos conocimos en el gimnasio, sí. Pero también habíamos follado hace unos meses y terminé discutiendo con él porque se negó a usar condón y quería que yo sí usara pastillas.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
La wea se enciende cada vez más, Emilyano. Esta Lynx me salió muy traviesa , muy "putica", diría mi marida jajaSu arrogancia es como ver un auto de lujo y enojarte por el precio, pero aun así babear porque es jodidamente hermoso.
Me encantó esa frase , es jodidamente certera. Mira que Erela y Remy no tenían por qué estar balconeando los secretos de la borracha peleonera ... digo, de nuestra querida Lynx
Menos con dos extraños para ella, que por cierto, desde ya me desagradan de alguna manera
Y esto:Pero Meredith me está tentando
Pártele su madre(?) , que deje la wea. No sé, no me inspira confianza, aunque me encantaría su pelo rosado
Y Robb, en realidad él tampoco es de mi agrado pero como que lo soporto un poquito más, aunque, se está poniendo en evidencia, a él y a Lynx, frente a Val, y no creo que Valerius sea tan estúpido como para no notarlo—¿Por qué Robb no deja de mirarte? —murmura, casi mordiéndome la oreja.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¡JAAAAAAAAAA! Lo sabía , ahora quiero ver cómo Lynx se le safa de esa situación jaja
Demonios, lo hizo demasiado fácil , me gusta cuando quedan en situaciones de ese tipo , hay algo que no entiendo del todo , no comprendo por qué serán "buenos amigos que se ponen cachondos" y el idiota la sigue por todos lados como si llevase una cadena que la ata a ella
Estos dos son muy golosos , se la pasan tirando (?)—Bueno, anoche pareció como si hubiera algo que no nos estaban diciendo —Erela se encoge de hombros, ladeando la cabeza—. A lo mejor fue el alcohol.
Mira, Erela... en buen plan, no seas pinche metiche , me importa un cacahuate que seas amiga de la Lynx, deja de ser tan castrosa, tú y el pinche Remy(?) porque me están cayendo mal
Lo siento, Emilyano, pero tampoco me agradan del todo—¡Te hice pancakes! —chilla a mis espaldas.
¡Metete tus pancakes por el [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]!—¿Estas seguro de que te ves bien con esa musaraña en la cara? —replico, doblando mi ropa interior.
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Fue demasiado perra, pero debo admitir de que me reí como pendeja , está demasiado a la defensiva, siempre, en todo momento, pinche Lynx, me encantaMientras volvemos a besarnos, una vocecita detrás de mi cabeza me susurra que estamos jugando con fuego. Y le susurro de vuelta que de ser así, estoy dispuesta a quemarme.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
TE DIGO QUE SON UNOS COSHONES(?)!!!
Santo Cristo redentor(?) , de cualquier modo, me encantan
Creo que ninguno de tus personajes habían sido así como Lynx y Val , y ahora comprendo el por qué te costó tanto escribirlo, pero debo asegurarte que fue perfecto
Me encantó demasiado, al inicio pensé que era demasiado, pero tenías razón, no lo es , de igual manera, se me hubiese hecho corto
Emilyano, amé tu cap
Quiero saber más de Lynx y Valerius, más sobre lo que salió más entre ambos, y tengo una duda enorme en la cabeza... si estos son tan , ¿cómo carajo van a hacer para en la isla?
Bueno, en realidad sé cómo pero, va a terminar panzona, osease embarazada, nuestra querida Lynx
Ya divagué, lo siento.
Hasta la próxima
Byebyebyebye
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Bart Simpson
Re: Triángulo de las Bermudas
Hola chiquis Ahora subo el capítulo. Lo pongo por aquí porque si le añado spoiler me dice que el mensaje es demasiado largo
El capítulo me ha quedado un poco fragmentado y puede dar la sensación de que hay cosas que no tienen sentido o que suceden muy rápido, si es así, cobrará sentido a lo largo de los capítulos. Espero que os guste También he cambiado a los fcs y tengo editar las fichas, porque la indecisión siempre
Si no me equivoco, sigue Cata
Por último, hay una escena de sexo. No es muy larga, pero es explícita. Aviso por si a alguien le incomoda leer este tipo de escenas. Se encuentra al final de cuarto tramo de esta parte.
El capítulo me ha quedado un poco fragmentado y puede dar la sensación de que hay cosas que no tienen sentido o que suceden muy rápido, si es así, cobrará sentido a lo largo de los capítulos. Espero que os guste También he cambiado a los fcs y tengo editar las fichas, porque la indecisión siempre
Si no me equivoco, sigue Cata
Por último, hay una escena de sexo. No es muy larga, pero es explícita. Aviso por si a alguien le incomoda leer este tipo de escenas. Se encuentra al final de cuarto tramo de esta parte.
Última edición por gxnesis. el Jue 19 Sep 2019, 10:22 am, editado 1 vez
indigo.
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Re: Triángulo de las Bermudas
Capítulo 03.
mara santiago & paul fitzroy ✘ escrito por: gxnesis.
Pasar el cursor por la imagen.
El océano ha sido el epicentro de mi existencia antes incluso de tener consciencia de que existía. Es co-protagonista en mis decisiones y recuerdos. He pasado veranos enteros surcando sus aguas. En su orilla di mi primer beso y allí fui a refugiarme tras el primer desamor. He estudiado sus formas de vida, peleado por conservarlas y le consagré mi vida.
Es posible que sepa más del mar que de mí misma. Sin embargo, lo que siempre me ha fascinado de él es lo que nos esconde. Un día obtuve una respuesta concluyente. No más misterio. En sus profundidades están los cadáveres de mis padres.
Cada vez que la certeza me aborda y no soy capaz de aferrar mis pensamientos para impedir que sigan estos derroteros, ocurre lo siguiente: me los imagino en sus aguas, atrapados en el oleaje que destrozó su embarcación. A oscuras, luchando por salir a una superficie que bien podría estar arriba o abajo. El cerebro pidiendo aire allí donde solo había agua. Asustados, desesperados y conscientes de que morirían.
Muchas veces no me doy cuenta de que estoy pensando en ello hasta que ya no soy capaz de pensar en otra cosa. Una espiral de pensamientos que se reproduce infinitamente en mi cerebro. Todo se reduce a un miedo aterido, irracional. Se me cierran los pulmones, taquicardias, sudores. Dejo de escuchar, olvido quién soy, dónde estoy. Empiezo a ahogarme como lo hicieron en ellos. Moriré y el mar tampoco querrá devolver mi cuerpo.
—¿Estás en tratamiento?
Poco a poco, consigo enfocar el rostro de la enfermera. No sé cómo he llegado aquí. Lo último que recuerdo es estar en el aula escuchando a la instructora del curso hablarnos sobre la reanimación cardiopulmonar y después…
—Mara, ¿necesitas que repita la pregunta? —Su voz llega aterciopelada a mis oídos. Está tan cerca que todo cuanto veo son sus ojos marrones, coronados por dos cejas gruesas y rubias.
Me aprieto la sienes y respiro hondo. No sé qué me ha dado para relajarme. Pero me cuesta concentrarme.
—Sí, sí. Estoy en tratamiento. —Noto la lengua seca y pastosa en mi boca.
Asiente antes de caminar al pequeño escritorio que hay al otro lado de la sala.
—Quizás deberías hablar con tu psiquiatra para que te ajusten la medicación. —Habla de nuevo, agarrando unos papeles de la mesa—. Te he suministrado un calmante para frenar el ataque. Lo mejor será que vayas a descansar.
Intento recomponerme y recoger mi dignidad. Odio perder el control de esta manera. Después de un año tendría que haber aprendido a manejarlo.
—De acuerdo —mascullo, bajándome de la camilla.
Mis pies se sienten extraños en el suelo. Debo tomarme un momento para asentarme. «Respira hondo. Tranquila, ya está. Recomponte».
—¿Necesitas que avise a alguien? —pregunta, con intención de acercarse a mí.
—Estoy bien.
Huyo de la enfermería con mis terminaciones torpes. La puerta se cierra con fuerza a mi espalda. Bancos de alumnos transcurren ante mis ojos. El ruido hace que me zumben los oídos. Ha debido suministrarme un calmante para caballos.
Permanezco con la espalda contra la pared incapaz de echar a andar. De vestirme otra vez con la falsa seguridad bajo la que me oculto. «Contrólate».
—Eh.
Lynx aparece a mi lado, colocándose la mochila sobre los hombros: una ceja alzada y cara de circunstancia. Supongo que ha sido ella quien me ha arrastrado hasta aquí. Siento vergüenza y frustración conmigo misma.
—¿Me has estado esperando?
La aparición de Lynx hace que me recomponga. Me niego a que los demás sean testigos de mis peleas internas.
Lynx bufa en su forma de decirme «eres idiota».
—Si quieres me iba y te dejaba aquí tirada, no te jode —ataca.
Lynx es una buena amiga, que la irritación que experimento es hacía mí. Nos conocimos hace un año en un curso avanzado de biología molecular en Londres, donde vivía ella por aquel entonces. Nos pusieron a trabajar juntas durante los dos meses que duró el curso. Cuando regresé a casa mantuvimos el contacto por teléfono. Y ahora hemos vuelto a coincidir en Madrid por el curso de primeros auxilios antes de volar a Puerto Rico.
Nuestra relación no está exenta de peleas, pero al final son nuestras similitudes las que nos mantienen a flote. Lynx es un reto y los que lanza a mi inteligencia toda una fuente de inspiración para recochinearle en la cara que ha cometido un error al dudar de ella.
Me alegra haber pasado estas dos semanas con Lynx. Han sido menos solitarias de lo que esperaba por ello.
—Gracias por esperarme —accedo a decir.
—Mara Santiago siendo agradecida, ¿qué te han dado ahí dentro? —bromea, chocando su hombro contra la mío mientras empezamos a caminar hacia la salida del edificio.
—Tengo buenos modales, si es a lo que te refieres.
Arruga los labios y alza la ceja: en ese gesto suyo de sabionda. Guardamos silencio hasta la salida. Fuera, un cielo cargado de nubes grises nos recibe. Me arrebujo bajo la chaqueta. El frío seco de esta ciudad es insoportable.
—He quedado con Val para tomar algo en La Latina, vente con nosotros. —Me anima meneando las cejas. Está siendo especialmente amable. Deduzco que es una invitación por lástima.
—Aprovecharé la tarde para preparar mi tesis —declino su oferta.
—¿Para qué? Si no empiezas con ella hasta el próximo cuatrimestre. Respira un poco.
Tendría que haberme graduado el año pasado. Pero dadas las circunstancias me perdí los finales y estos meses he tenido que dedicarlos a recuperar estas asignaturas. Se suponía que empezaría a trabajar en mi tesis hace un mes. Pero apareció Rita con esta propuesta del voluntariado. Nunca he tomado decisiones precipitadas. Hago listas con los pros y contras antes de decantarme por cualquier posibilidad. Pese a ello, esta la tomé antes incluso de que Rita tuviera que emplear cualquier argumento para convencerme.
Hasta no hace mucho, los estudios han sido la prioridad. He puesto mi vida en pausa por ellos en muchas ocasiones, jamás lo contrario. Soy una empollona desde el parvulario. Pero las circunstancias me han llevado a replantearme los cimientos en los que se sostenían mis motivaciones.
—Tengo una cita con mi tutora el viernes —explico.
Debo llevarle la propuesta de la tesis para que dé el visto bueno. Cuando llegue de Puerto Rico quiero empezar en seguida a trabajar en ella para cerrar esta etapa de una vez por todas. No ejerceré como bióloga una vez me den la licenciatura. Pero no me gusta dejar las cosas a la mitad. Además, esta es mi despedida con el mar. Como una forma de decir que me ha jodida la vida a pesar de dedicarle la mía entera. Pero que, sin rencores, cada quien por su lado.
—No harás que me sienta mal por cambiar los libros por un tinto de verano —advierte, señalándome con el dedo.
—Si tú no tienes libros que estudiar.
—Ya me entiendes.
—No.
—Claro que sí, sabelotodo.
—Mira, no me apetece helarme el culo en una terraza. Podemos desayunar mañana antes de que coja el ave.
Lynx resopla. Agradezco de veras su interés por que me despeje. Pero lo único que me apetece es echarme un rato a dormir.
—¿A qué hora te marchas?
—Cerca de las ocho.
—Mejor nos vemos el sábado —declina la propuesta. Lynx se adelanta y gira sobre sus pies antes de perderse en el campus—. ¡Práctica mucho sexo estos días!
Tiro de mis labios para que sonrían.
—Pásalo bien —alzo la voz.
Me hace un corte de mangas por encima de la cabeza al tiempo que se da la vuelta. Cuando deja de mirarme, parte del control que me impongo se deshace y siento un tirón en lo más profundo de las entrañas, envuelto de angustia. Como no tengo que aparentar nada, dejo que se asiente y camino en dirección al metro.
El extraño se mueve por la sala de estar, la madera rugiendo a sus pies. Rio lo sigue de cerca parloteando sobre la pintura desconchada y las grietas como si se tratara del último grito en moda de decoración para el hogar. Por mi parte, me limito a observar desde el sofá. Clavo la uña en el pulgar, reblandecido, arrugado: se reabre la herida semicircular en el acto. Noto la sangre caliente resbalar por él. Esta manía absurda consigue tranquilizarme, aunque mi rodilla continua a su bola, subiendo y bajando, como un niño rebasado de azúcar en una cama elástica.
Siempre he sido nervioso por naturaleza. La inminencia de un cambio hace de ellos un maremoto en mi estómago. Influyen los tres cafés que me he metido en el cuerpo a lo largo de la mañana. Pero se deben sobre todo al intruso que examina mi casa.
No me atrae la idea de que mis espacios sean ocupados por un desconocido durante un mes entero. Pero necesitamos el dinero para mantenernos a la vuelta. En el trabajo se han negado a darnos una excedencia. Tal y como están las cosas, les sale más rentable contratar a alguien nuevo.
Dejar mi trabajo estable para irme de voluntario ha sido lo más arriesgado que he hecho en años. ¿El motivo principal? No guarda relación con el altruismo. Sino con una chica a la que vi contadas veces hace un año. Es una locura. He sido de locuras que conducen a meteduras de pata toda mi vida. Pero me calmé tras la muerte de mi madre. Es irónico que haya sido su recuerdo el que me haya impulsado a tomar esta decisión.
—Toda la casa funciona con energía solar —escucho explicar a Rio desde el pasillo—, se ahorra una barbaridad en facturas. Deja que te enseñe cómo usar el panel de control.
Resurgen en la sala de estar, mi mejor amigo precede la marcha: con aires resolutivos y seguros. Nahuel, nuestro posible futuro inquilino, lo sigue perezoso a un par de pasos de distancia. Cruzamos una mirada fugaz. Decidido incorporarme del sofá.
—¿Para eso sirven todos los aparatejos del tejado? —pregunta.
—Para no contribuir a la destrucción del planeta.
Me paso el pulgar por la pernera del pantalón, limpiando la sangre. Narel parpadea, se atusa los rizos morenos avergonzado. Veo que Rio me levanta la ceja desde detrás de su espalda.
—Perdona, tío, no era mi intención ofenderte.
Comprendo mi error entonces. Soy gilipollas. Nos vamos en cinco días y este chico es el primero que se ha interesado por la casa. No puedo ponerme así.
—No, perdónale tú a él —intercede Rio, con una sonrisa amable—. Tiene un resorte ecosostenible en el culo.
Nahuel asiente, mirándome de reojo. Abro la boca para decir algo, pero Rio invita al chico a que lo siga para enseñarle el cuadro de mandos y alejarlo de mí. Salgo al porche trasero de la casa. Vuelvo a apretarme la herida del dedo. Al final cedo al mono y me enciendo un cigarrillo del paquete que hay en la mesa circular. Ya volveré a dejar de fumar mañana.
Doy una calada tras otra con los ojos perdidos en el mar de Capitola. Escucho el ruido que proviene del muelle. Estos son los sonidos de mi infancia. Solo que hace tiempo que perdieron unas cuantas notas. Porque Stevie Nicks ya no emana desde la cocina. Ni yo soy un niño que jugaba con los coches mientras su madre preparaba la comida.
Me doy cuenta que quizás no estoy haciendo esto por una chica. Quizás solo es una excusa para alejarme de este pueblo en la que me he quedado anclado de una vez por todas y para siempre.
Mi gata se me enreda entre los pies. Su suave pelaje anaranjado me hace cosquillas. Pezuñas es más vieja que cualquier gato que haya conocido. Creo que a estas alturas debería estar muerta. Pese a las estadísticas, aquí sigue la tía. Gorda, arisca y tuerta.
Ella es la razón por la que no me gusta ninguno de los de su especie. Tiene la costumbre de esconderse bajo la mesa y lanzarte zarpazos y te salta a la espalda desde encima del armario. Por no mencionar cuando le da por maullar a las tres de la madrugada para que le des algo de comer.
Juré que me desharía de ella en cuanto tuviera ocasión. Mi madre la trajo a casa cuando le insistí en tener una mascota. Claro que Pezuñas decidió que no quería ser la mía, sino la suya. A pesar de nuestra relación, esta bola de pelo me reconforta a veces. Es de las pocas cosas que me quedan de mamá que no me duelen en todas partes.
Pierdo la noción del tiempo mientras acaricio a la gata con el pie y fumo.
—Dame uno.
Rio se planta a mi lado en la barandilla. Abro el paquete y se lo tiendo. Decidimos dejar esta adicción a la vez. Pensamos que podríamos ayudarnos a no caer en la tentación. La logística se nos da de puta madre. Cumplirla ya no tanto.
—¿Cómo ha ido? —pregunto después que se lo encienda.
—He conseguido salvar la situación tras tu mierda de comentario. —Suelta humo al hablar. Me dedica una mirada de reojo—. Quiere alquilarla.
Aferro las manos en la madera astillada. Mantengo la serenidad en mi rostro.
—Eso está bien.
—¿Sí? Porque no lo parece —ataca Rio.
—Tú eres el simpático, no yo.
Rio da otra calada y me echa el humo a la cara. Siento ganas de encender otro cigarrillo. Pero me reprimo. Se queda mirándome con sus ojos oscuros. Le tironea el labio a un lado, señal de que está mordiéndose la lengua. Deja de hacerlo tras darle una colleja para que hable.
—Si no quieres alquilar la casa, ya veremos cómo nos las apañamos. Pediré dinero a mis padres.
Que esté dispuesto a pedirle dinero a sus padres con la relación de mierda que tienen dice mucho del pedazo de amigo que es. Por si todavía me quedaba alguna duda. Rio y yo hemos sido inseparables desde niños. Nos conocimos en la playa a los cinco años. Se acercó a mí y se puso a jugar con mi cubo para hacer castillos. Básicamente, eso fue todo. Veintidós años después aquí seguimos. Ya más hermanos que amigos.
—Lo haremos —aseguro. Le doy unas palmadas en la espalda a modo de agradecimiento por su propuesta.
—Es un buen tío. Cuidará de este armatoste.
—Llamaré luego al notario para que redacte el contrato.
—Eso cuesta pasta. —Niega con la cabeza—. Que nos dé el dinero por adelantado y ya está. Le pediremos a Callie que se pase una vez por semana a ver qué tal.
—Van a acabar liados —bromeo. Nahuel es el prototipo predilecto de Callie. Atractivo y forastero. En cuanto lo vea, no lo dejará escapar—. Cuando volvamos habrán formado una familia y tendremos que buscarnos otro sitio. No podemos dejar a un niño en la calle.
—Tío, ¿has vuelto a fumar hierba?
—El ingenio me viene de fábrica.
Suelta una carcajada. Y apaga la colilla en el cenicero. Se da la vuelta para quedar apoyado en la barandilla. Dándole la espalda al mar.
—Además, solo estaremos fuera un mes.
Sé que este es mi momento para decirle que no voy a asentarme en Capitola una vez regresemos. Que tengo intención de vender la casa en cuanto él encuentre un trabajo y otro sitio para vivir. Que esa es la razón por la que me altera tanto alquilar la casa. Es como un ensayo de lo definitivo. Porque no puedo seguir aquí, manteniendo todo igual, como si ella fuera a regresar.
Llevo aplazando esta conversación más de un mes. Cada vez que trato de contárselo se me cierra la garganta.
—Sí, solo un mes.
Esta vez tampoco lo consigo. Supongo que me cuesta porque una vez lo exponga en voz alta se convertirá en realidad y hay un pequeño resquicio que teme.
—A no ser que tu cruzada romántica funcione.
Mueve sus gruesas cejas de arriba abajo con una sonrisa lasciva en la boca tratando de provocarme. Pero a mí la perspectiva de volver a verla en menos de una semana me arranca una sonrisa de gilipollas absoluto.
Quizás es una mezcla de todo, el voluntariado, Mara y ganas de marcharme. Que solo soy yo siguiendo adelante tras haber puesto mi vida en pausa tantos años. Y no puedo evitar el sentimiento agridulce que me invade en consecuencia.
Tras dormir unas horas me pongo con la tesis. O al menos lo intento. Pues el cielo oscurece y no avanzo ni una línea. Una pared bloquea mi cerebro, así como su capacidad de mandar órdenes a mis manos para que tecleen. Ni siquiera lo intento, siendo honesta. Pierdo la noción y no sé cuánto pasa hasta que me doy cuenta de que estoy mirando un documento en blanco en la oscuridad de la habitación.
Me cubro el rostro con las manos. Agobiada y frustrada. Mi cabeza es mi parte más brillante y últimamente no para de fallar. Es como si se le hubiera introducido un virus que la ralentiza, abotargando las tareas más estúpidas. Me doy unos segundos para flotar en este zumbido de frustración, presión y verdades que me grita el cerebro, antes de apartarlos.
Enciendo el teléfono por primera vez en el día. Las llamadas perdidas de Mikel ocupan el puesto álgido de la lista. Batallo un momento antes de decidirme a no devolverle las llamadas, siguiendo por el sendero de «novia horrible». Paso por los mensajes de mis amigas sin leerlos. A la única que respondo es a mi hermana. Me ha escrito para confirmar que irá a recogerme a la estación, aunque le he dicho que no hacía falta que perdiera clase.
Me pongo el abrigo para ir a por algo de cenar. El hostal que nos ha pagado la organización a los voluntarios que nos hemos desplazado desde otras partes de España es decente. Tiene una cocina y comedor donde los inquilinos podemos hacernos nuestros propios platos. Pero esta noche no tengo fuerzas para cocinar. Continúo un poco abotargada por el calmante.
En la calle me sumerjo entre las mareas de personas. Esta avenida es una de las más céntricas y siempre está a rebosar. Subo hasta la plaza de Sol caminando por los laterales. La noche es menos fría de lo que atestiguaba la tarde. Mi destino está todavía más abarrotado. Personas disfrazadas de personajes de dibujos animados mecen globos con formas de animales. Un grupo de chicos baila junto a la tienda de Apple mientras las personas los corean. La fuente del centro se encuentra abarrotada de personas que cenan en su borde, conversan o lo que sea que hagan.
Avanzo por Callao hacia mi tienda de sándwiches preferida. Aún rodeada de gente y músicos de distintos tipos casi a cada metro. Música clásica, cantantes de ópera, chicas y chicos de mi edad que hacen covers… En todo esto, Madrid no se diferencia mucho de Barcelona.
Tras aguardar quince minutos de fila, subo al piso superior del local. Me siento junto a la ventana y como mientras observo a los viandantes.
Me pregunto cuántos de ellos se sienten como yo. Atrapados dentro de una vida que te resulta desconocida, aunque hubo tiempo en el que era la que querías. Preguntándose constantemente si llegará un día en el que vuelvas a reconocerla o si esta sensación es irremediable. Tu interior gritando que no hay punto de retorno —por mucho que te lo niegues— pero tú incapaz de trazar uno nuevo. Sin poder hacer listas de pros y contras, varada como estás en ese terreno árido de tu cuerpo.
El tono de llamada prohíbe la debacle a la que intenta arrastrarme mi cabeza. Últimamente, convivir conmigo misma es agotador. Descuelgo poseída por una emoción nerviosa pero agradable.
—¿Qué llevas puesto?
La voz profunda y sugerente de Paul ejerce de bálsamo. Es como la primera bocanada de aire que tomas tras forzar tus pulmones más de lo debido bajo el agua. Torpe, desesperada y liberadora.
—Un pijama de la Rana Gustavo. —Le sigo el juego. Me dejo caer contra el respaldo de la silla con un brazo cruzado sobre las costillas.
—Eres el sueño de todo hombre —gruñe con sorna.
—Idiota. —Me muerdo el labio inferior reprimiendo una sonrisa, que se disuelve de inmediato. Carraspeo y cierro los ojos antes de contarle el percance de esta mañana, precedida por un suspiro—: He tenido un ataque de pánico.
—Podemos hablarlo.
—Tan solo lo mencionaba como hecho remarcable del día.
No responde. Justo la reacción que esperaba, el silencio cómplice. No quiero hablar de lo irritable que me resulta que mi cabeza tome el control sobre mí. Ni que siento que he retrocedido ochocientos pasos hacia atrás. Al contrario de los seres humanos que, afortunadamente, no se han visto en situación igual, Paul no necesita que se lo explique.
Lo conocí hace casi un año en Capitola. Fui allí para realizar un estudio con la universidad sobre cómo afecta la falta de fondos de la guardia costera a la preservación de la fauna marina. Acepté en un intento de regresar a mi vida, impulsada por unas ganas absurdas de demostrar a los demás y a mí misma que todo marchaba bien.
Paul Fitzroy trabajaba como guardacostas y quedamos en una cafetería para organizar la visita. Todo fue bien hasta que propuso que nos acercáramos al puerto. La sola idea de acercarme al mar me dejó sin respiración. Desde la muerte de mis padres no soportaba estar a menos de tres metros de distancia de sus aguas mortales sin que se me nublara el raciocinio. Paul se dio cuenta. «Una bióloga con miedo al mar, ¿qué clase de ironía eres tú?», se burló con una sonrisa traviesa.
En esa décima de segundo barajé dos opciones: elucubrar una excusa o contar la verdad, elegí la segunda. Que mis padres se ahogaron en algún punto del Atlántico hacía meses y a consecuencia había desarrollado un miedo irracional hacia lo que tanto había amado antes.
Traté de racionalizarlo, lo expuse de tal forma que parecía el caso de otra persona. Sin embargo, Paul no se dejó engañar. Lo comprendió y cambió la sonrisa por una línea tensa. También perdió a alguien de manera abrupta años atrás.
El mes que pasé en Capitola con Paul fue como una tirita. El dolor no se marchó, pero en su presencia se aliviaba. Por fin encontré a alguien que no me trataba como si me hubiera convertido en algo sin remedio. También fue él me convenció para ir al psicólogo, algo a lo que me negué en rotundo al principio. Yo sabía lo que me pasaba, no necesita a ningún facultativo que me lo repitiera. Pero por suerte me dejé convencer y he mejorado un poco cada vez desde hace unos meses.
Hemos mantenido el contacto por teléfono desde que regresé a España y coincidencia o destino, también irá a Puerto Rico como voluntario. La tentativa de volver a verlo provoca cosquilleos en mis manos a los que procuro no prestar atención.
Paul se ha convertido en la única persona con la que sigo siendo la Mara Santiago de antes. Siento que vuelvo a estar en control de mi cabeza y emociones. Abandono la parte árida donde me he quedado atrapada y todo va un poco a mejor.
—La gata se ha peído en mi cara.
Dice de pronto. Noto cómo se me suben las cejas. Visualizo su sonrisa, esa que con la que nunca sabes si se ríe de ti o contigo.
—Debía conocer este dato por…
—Porque es lo más remarcable de mi día… —carraspea y guarda silencio un momento—. En realidad no. He conseguido alquilar la casa.
—¿Cómo te sientes?
Me cuenta que se ha comportado como un gilipollas con el chico que se ha interesado por la casa. Pero que al final todo ha ido bien gracias a Rio. Se reunirán de nuevo con él dentro de unas horas para finiquitar el asunto.
—Pensé que me sentiría peor. Es casi decepcionante —menciona al terminar, restando hierro al asunto—. Pero esto demuestra que estoy en lo correcto. Preparado para seguir adelante.
Observar la evolución de Paul me da esperanzas. Que llegará un día en el que todo regrese a la normalidad. Sin ataques de pánico ni fobias. Un futuro en el que quizás pueda retomar el legado de mis padres.
—Cuéntaselo a Rio —ordeno a la que desmigajo lo que me queda de sándwich—. Tiene que estar al tanto de todos los datos.
También imagino el círculo de fastidio que describen sus ojos antes de responder con retintín:
—Sí, señora.
«No lo va a hacer», pienso. Me fascina la contradicción entre la falta de miedo y remordimientos que posee a la hora de seguir sus determinaciones y lo presentes que están cuando debe contárselo a alguien. Lleva meses con la idea de marcharse de Capitola metida en la cabeza, pero todavía no ha sido capaz de hacer partícipe a Rio de esa decisión.
—Entonces, dime… ¿cómo de provocativo es ese pijama?
Cambia el tema de conversación. Lucho unos segundos con la necesidad de remarcarle que evadir el tema no lo eliminará. Pero quién soy yo para darle consejos a nadie cuando he venido a Madrid a realizar un curso que ya he hecho para alejarme de todos mis problemas.
—He provocado unos cuantos infartos con él.
Sonrío a las migas de pan en el plato. Y permito que el cosquilleo de las manos se propague y crezca mientras tonteo con Paul a la distancia. Olvidando que tengo un novio esperándome en Barcelona y que esto no está bien.
Quedamos con Nahuel para hablar sobre las condiciones del alquiler. Sellamos la conversación con una transferencia bancaria y un apretón de manos. Hemos quedado en vernos el domingo para darle una copia de las llaves antes de marcharnos al aeropuerto.
Después, Rio me convence para ir a tomar algo con nuestro grupo de amigos. Vamos a nuestro lugar de reunión habitual. Una caseta azul con el techo de paja y unas cuantas mesas de madera en la arena de la playa. La música ambiental emana de unos altavoces disfrazados de tipis y hace un dueto con el sonido del oleaje.
—No puedo creer que de verdad vayáis a ir. —Callie me da un codazo amistoso.
—¿Tan poco altruistas nos consideras? —aparto el botellín de mis labios.
—Trabajamos salvando animales —bufa Rio, de lo más ofendido—. El altruismo fluye por mis venas. —Hace un movimiento extraño con las manos, como si tratara de imitar el oleaje. Se le escapa un hipido, está borracho perdido.
—Ahí lo tenéis.
Justin se une a Callie, sentado al otro lado de la mesa, en las calumnias. Intentamos convencerlos para que vinieran con nosotros al viaje. Pero Justin acaba de ascender en su puesto de trabajo en la galería de arte y Callie se limitó a decir que no le apetecía.
—Insinuáis que nos importan más las focas y las ballenas que las personas —convengo tras beber de la cerveza.
Fue Rio quien me consiguió el trabajo como guardafauna hace dos años. Uno de sus compañeros acababa de jubilarse y me propuso para la vacante. Al volver a Capitola para cuidar de mamá perdí mi puesto en Los Ángeles como asesor ambiental de una fábrica. En ese momento todo era una mierda y estaba sin blanca, por lo que acepté.
Sin embargo, por gratificante que resulte salvar a algún animal en peligro, no es lo que quiero. Sencillamente me acostumbré a esa rutina. Durante mucho tiempo la rutina ha sido lo único que me ha ayudado a tirar hacia delante. Ha ayudado a poner orden en mi vida y poco a poco, a mis sentimientos. Pero ha llegado el momento de descubrir lo que sí quiero.
—Exactamente —chocan sus copas.
—¿Igual es que nuestra marcha os afecta más de lo que admitís? —pincha Rio, emocionado ante su insinuación—. Podréis soportarlo.
Le lanza un beso a Justin.
—Engreído. —Este le da una patada bajo la mesa rascándose la tupida barba.
—En el hipotético caso de que haya otro huracán y los dos muráis—Callie alza sus ojos azules al cielo con aire meditabundo—, me pido desde ya apropiarme la tabla de surf de Paul y su todoterreno.
—Espera, espera —Justin se incorpora como un resorte—. La tabla de surf es para mí.
—¿Nadie quiere mis posesiones? —interviene Rio, creo que ofendido por los motivos incorrectos.
—Por favor, no nos desvalijéis la casa —ruego por encima de su queja.
—No debiste darme una copia de las llaves. —Callie sonríe como la pequeña diablilla que es.
Pasamos el resto de la noche entre copas y recuerdos. Como esa vez en el instituto que la madre de Justin tuvo que ir a buscarnos a la ciudad porque nos habíamos gastado todo el dinero en un par de botellas de vodka y estuvimos castigados tres meses. O cuando Callie nos hizo bañarnos a los tres en el mar por la noche, escondió nuestra ropa y tuvimos que irnos a pelotas a nuestras respectivas casas.
Evito centrarme en el hecho de que evitar mencionar un recuerdo en el que aparezca mi madre no hace más que remarcarla. Pero supongo que es difícil olvidar las viejas costumbres. Pues hubo un tiempo en el que la sola mención de su nombre era suficiente para que me echara a llorar a moco tendido.
Cuando vaciamos las copas de la tercera ronda, me acerco a la caseta a por más. Molly es generosa con las raciones de whisky. Medio tambaleante, me inclino hacia a ella.
—Si quieres emborracharme, ese barco zarpó en la segunda cerveza.
Molly me dedica un mohín encantador con sus carnosos labios tras la barra. Que no es otra cosa que una invitación silenciosa a perdernos un rato en el otro más tarde.
—No tengo interés alguno—cierra la botella mirándome fijamente.
—Aprovecharte de mí.
Reprime una sonrisa.
—¿Quieres que lo haga?
Pienso en Mara unos segundos. En su brillante melena pelirroja y esos redondos ojos verdes, cautivadores a la vez que escurridizos. En que me muero de ganas de verla, en todo lo que puede pasar este mes en Puerto Rico y en que convierte mi estómago en dinamita, aunque esté a un océano de distancia. Pero también recuerdo que tiene novio y que no tengo la más puñetera idea de si ella nota la atracción tanto como yo o, solo me ve como un amigo.
—Siempre, ya lo sabes —termino por decir, dejándome llevar por el alcohol y las ganas de follar.
Me tiende las copas.
—Espérame hasta que termine.
Estoy un rato más con mis amigos. Callie nos realiza el tercer grado sobre Nahuel una vez le hacemos una descripción detallada sobre él. Esa ha sido mi forma de salir del paso cuando insinúa mis planes de marcharme de Capitola delante de Rio. Es la única que está el tanto y no para de darme la chapa para que confiese. Justin nos habla de su nueva compañera de trabajo unas cuatro veces. Rio se limita a escuchar y seguir bebiendo, ha entrado en modo «borracho contemplativo».
Cuando el último cliente del local se marcha, me cuelo por la puerta trasera de la caseta para reunirme con Molly.
—Estoy dos copas más borracho por tu culpa.
Molly sonríe, cierra la persiana y camina hacia a mí con una curva sensual en los labios. Engancha los pulgares en el dobladillo de mi pantalón y tira hasta que nuestros labios chocan.
—Haré que la resaca valga la pena… —ronronea.
—Te tomo la palabra.
Le saco la camiseta y el sujetador entre besos. Molly se frota contra mí antes de desabrocharme el pantalón. Con manos hábiles, los arranca de un tirón, calzoncillos incluidos. Se aparta un momento para mirarme, pupilas dilatadas y labios enrojecidos. Le pellizco el labio con los dientes haciendo que suelte un gruñido. Me pongo el preservativo que se saca del bolsillo trasero de la falda. Después me hundo en ella contra la pared, embistiéndola con fuerza, agitándome cada vez que escucho cómo gime mi nombre. Siento el momento. El placer del sexo. La falta de pensamientos. Nada más que esto.
Me digo que esto es lo que necesito, la facilidad de esta vida exenta de remordimientos por disfrutar de ella y sin comerme la cabeza por una chica a la que quizás le doy absolutamente igual.
Sin embargo, cuando me despido de Molly tras dejarla en su casa, mi parte más desordenada, incoherente e impulsiva le escribe un mensaje a Mara diciendo que se muere de ganas de verla.
Pasé meses sintiéndome una inútil egoísta. Incapaz de digerir la noticia y levantarme de la cama. Hasta que Marina me suplicó que hiciera un esfuerzo porque no podía perderme a mí también.
Comprendí que era mi obligación como hermana mayor hacer todo lo posible porque Marina supiera que saldríamos adelante y que nuestra familia no se había destruido por completo. Así que imaginé que una capa trasparente me cubría la piel para que el dolor no pudiera tocarme. Empecé a tragarme todo: congelé las emociones, oculté los ataques de pánico y el miedo al mar durante meses para poder levantarme de la cama.
Siento que esa capa se reconstruye cuando, la mañana del miércoles, abandono la estación de Sants cargada con dos maletas y el bolso. Es un día soleado pero frío en Barcelona. Entrecierro los ojos intentando acostumbrarme a la claridad. Encuentro a Marina al otro lado del paso de cebra, en la linde del aparcamiento.
Es una chica menuda, pero de presencia enérgica y potente. Sus ojos grises chispean siempre que se emociona o algo le hace especial ilusión. Marina tiene esa clase de rostro capaz de enamorarte o sacarte de quicio. Como hermanas, lo único que compartimos es el pelirrojo anaranjado del pelo. Solo que el suyo es ardiente como un amanecer fulgurante y yo parezco más una zanahoria. En el resto somos apuestas. Mi hermanita es visceral, intensa y espontánea. Al mismo tiempo que es dulce, cariñosa y empática. Nada que ver conmigo.
Con todo lo que nos ha pasado, me alegra que la Marina que yo conozco y que antes tanto me sacaba de quicio siga entera. Quizás más centrada y menos impulsiva. Pero ella.
—¡Hola! —da saltitos en cuanto me ve, moviendo el brazo en el aire.
Acelero el paso. Suelto las maletas y la estrujo entre mis brazos como si hiciera cinco años que no la veo. Huele a vainilla y tiene la chaqueta de cuero helada por el frío.
—¿Qué tal, enana? —digo al separarme.
Los labios de Marina se arrugan para reprimir la risa. Se agacha para coger una de las maletas.
—Feliz porque has hecho que me salte las clases —guiña un ojo.
—Aún puedes ir a unas cuantas —rebato cruzándome de brazos.
—¡Estás loca! —exclama tan alto que su voz me penetra en el tímpano—. He cogido vacaciones hasta el lunes. Voy a pegarme a ti con pegamento.
—Marina, no hace falta que pierdas clase por mí.
El tercer año de universidad es uno de los más duros. Y mi hermana nunca ha sido muy aplicada. Al contrario que yo, siempre encuentra una excusa para dejarlos de lado. Me da miedo que al marcharme se descontrole más de lo necesario.
—¿Escuchas eso? —Se lleva una mano a la oreja. Trato de agudizar el oído, pero no escucho nada. Al final ladea una sonrisa vacilona—. Es la cuadriculada de mi hermana siendo un muermo.
—Vete a tomar por saco.
Me saca la lengua al tiempo que guiña un ojo.
—Estoy aprovechando el tiempo. No podré meterme contigo en al menos un mes.
—¿Estás segura de que no pasa nada porque me vaya? —inquiero buscando señales que indiquen lo contrario en su rostro.
—Que sí, cansina —bufa—. Me lo has preguntado quinientas veces ya.
Estuve a punto de echarme atrás con el viaje por Marina. Puede pasar de estar exultante de alegría al extremo opuesto de un momento a otro. Todavía no sé si se tratan de momentos de tristeza concretos o es que siempre se siente así y hay veces que no puede controlarlo más y por ello explota. Pero fue ella la que me impulsó a hacerlo.
—En marcha, la tía Paola nos está esperando con cinco ollas de cocido.
—Pero si son las diez y media…
Marina arrastra una maleta hacia el coche ignorándome.
—No entiendo para qué te has llevado dos maletas a Madrid si ibas a traerlas de todas formas. —Se queja sobre el traqueteo de las ruedas cuando me reúno a su lado.
Muevo la cabeza para que el pelo genere una cortina entre nosotras. Pienso un argumento convincente. Aún no quiero decirle a mi hermana que el viaje ha sido mi excusa para mover casi toda la ropa de mi casa a la de la tía Paola sin levantar sospechas. Porque ni yo misma quiero reconocerlo.
—Sabes como soy —miento.
El jueves quedo con Mikel para comer. Incapaz de retrasar más el asunto. Ayer estuve todo el día con Marina y el resto de la familia en casa de mi tía Paola. Vimos películas de calidad dudosa y por la noche, mientras hacíamos la cena, Marina nos enseñó los bosquejos de sus nuevos diseños. También me usó como maniquí. Su capacidad para poner alfileres es inversamente proporcional a su destreza para crear diseños y me dio tantos pinchazos que dejé de sentir los músculos.
Después de la comida, Mikel friega los platos y yo bebo té sentada en la diminuta mesa de la cocina. Ha ido mejor de lo que esperaba. No ha habido reproches por no devolverle casi ninguna de las llamadas durante estas dos semanas, ni por no invitarlo ayer a casa.
—Podemos tirarnos en el sofá toda la tarde si lo prefieres —comenta por encima del ruido del agua—. O dar una vuelta por el centro. Esta tarde soy todo tuyo. Haremos lo que quieras.
Pero la falta de reproches no impide que me sienta culpable. Mikel lleva cerca de una hora proponiendo actividades para hacer juntos. En busca de algo que me saque del abotargamiento.
—Vale. Tampoco quiero hacer nada especial. —Me percato de lo tajante que he sido y rectifico—. En realidad…, me gustaría dejarlo todo preparado para el viaje.
Mikel me mira por encima del hombro con una sonrisa cariñosa. Se seca las manos antes de reunirse conmigo. Usa el borde de la mesa como asiento. Recuerdo que cuando empezamos a vivir juntos, me irritaba en sobremanera esta manía suya. Siempre regañábamos por ello, de esa estúpida forma en la que lo hacen las parejas y que luego se soluciona con un beso o una risa involuntaria en medio de la pelea.
Ahora ni me inmuto.
—¿Eso es lo que quieres hacer? —pregunta acariciándome el pelo.
«Sonríe, Mara». Lo consigo.
—Te estás riendo de mí —paso el dedo por el asa de la taza sin perder de vista el marrón de sus ojos. Chispeante y amable.
—Hace mucho que abracé tu idea de diversión —carga con ironía la última palabra.
—Vaya, gracias.
Me levanto de la silla airada o fingiendo que lo estoy porque es lo que solía hacer. Hace ya mucho que me cuesta distinguir la línea en la que empiezo yo y termina mi representación.
Mikel atrapa mis caderas entre el hueco de sus piernas. Dejo caer las manos sobre sus hombros. Nos quedamos mirándonos en silencio. Trato de reencontrarme con esa Mara que lo amaba con locura no hace mucho tiempo atrás. La busco en la curva sugerente de los labios de Mikel, en la aspereza de su barba irritándome la piel y en el tacto de su pelo entre mis dedos. Deseando con todas mis fuerzas dar con ella.
—No es necesario que me ayudes —murmuro.
—Quiero hacerlo —asegura curvando los labios a la que se inclina hacia mí. Su cálido aliento impacta en mis labios—. Y por la noche…
—Ya, de eso iba a hablarte. —Me echo hacia atrás de súbito—. He pensado que es mejor quedarme en casa de mi tía estos días. Así no tengo que perder el tiempo en el metro para ir a verlas. Tú puedes quedarte también, seguro que a Paola no le importa.
Mikel guarda silencio. No le he dado tiempo a terminar la frase y quizás lo que he dicho no está relacionado con lo que pretendía decir. Pero necesitaba quitármelo de encima. Llevo todo el día con esas palabras en la punta de la lengua.
—Es una cuestión de logística —añado apretando los labios con dureza.
—Me parece bien —responde por fin, ladeando la cabeza. Los rizos largos persiguen el gesto.
Busco señales de sospechas y decepción. Sin embargo, tan solo advierto sinceridad. Mikel nunca se molesta cuando me aparto. Esto hace todo el asunto más complicado. Porque no sé si de verdad se lo toma bien, se contiene porque lo he pasado mal y busca contentarme o es que le da igual.
Algo no funciona como debería, eso seguro. Y no paro de preguntarme si debo esperar a que pase la tormenta o correr a refugiarme. Lo único certero es que todo es por mi culpa. Si mis padres no hubieran muerto y yo no me hubiera convertido en esto, todo continuaría bien.
Uno mis labios a los suyos en un intento desesperado por aguantar bajo la tormenta. Mikel acoge mi lengua en su boca. Es un beso lento e intenso. Ejerce presión en mis caderas con sus piernas y hunde las manos en mi cuello. Hago descender mis manos por su espalda hasta que llego al dobladillo de su camiseta: las cuelo bajo ella. Recorro su piel caliente, musculosa y tensa.
Por unos esperanzadores segundos pienso que lo de los últimos meses no es más que un bache inmenso. Pero justo después me doy cuenta que solo son mis ganas de que así sea. Que no estoy sintiendo la chispa calurosa en mi estómago, sino que trato de imitarla.
Me aparto jadeando. Mikel deja de ejercer presión en mi cadera y yo camino de espaldas hasta que noto la encimera frenarme. Se queda expectante a que diga algo, con las pupilas dilatadas y los labios enrojecidos, palpitantes.
—Tenemos mucho que hacer —pongo por excusa.
Mikel se recoloca el pelo con ambas manos. Tarda un momento en responder. De nuevo busco alguna herida que se le refleje en la cara. Nada. Como siempre.
—Tienes razón. Pongámonos a ello.
Planta una sonrisa y sale de la cocina. Yo me siento la persona más detestable del planeta.
Conocí a Mikel el verano de mi primer año de universidad. Estaba en la playa con unas amigas celebrando la noche de San Juan. Era compañero de mi amiga Andrea en la universidad. No era para nada el tipo de chico en el que solía fijarme. Desaliñado, errante y un poco vacilón. Yo siempre me fijaba en los que eran más similares a mí, serios, centrados y aburridos.
Mikel resultó ser el adecuado. Congeniábamos bien, éramos equilibrio. Él me ayudaba a relajarme y yo a que se centrara. Además, entendíamos que necesitábamos nuestro espacio propio. No había peleas por ello ni resentimientos. Era una relación sin complicaciones, con más buenos momentos que malos.
Nos fuimos a vivir juntos en nuestro tercer año de universidad y esa transición también fue sencilla. Por lo que yo había observado del amor, parecía mucho más complicado. Había visto a mis amigas y a mi hermana en relaciones. La mía con Mikel no tenía nada que ver. Nuestras peleas más fuertes eran por la colada.
Tras la muerte de mis padres nuestra relación ha seguido igual, el único cambio y problema soy yo. Mikel no ha hecho más que desvivirse porque salga adelante. Sigue aquí a pesar de todo y no se alejado. Me ha dado el espacio, la paciencia y el apoyo que he necesitado. Se ha amoldado a mis necesidades de tal manera que cuando rechacé su oferta de que me acompañara a Puerto Rico, no puso objeción alguna.
Creo que ese es el origen de mi culpabilidad. No ser capaz de compensar tantas atenciones y que mis sentimientos se hayan apagado. Me he preguntado mucho en estos meses si en realidad nunca he estado enamorada. Quiero mucho a Mikel. No solo es mi pareja, sino también mi amigo. Pero quizás ese es el problema. ¿Y si confundí comodidad con amor?
Lo último que quiero es herirlo. Pero una parte egoísta de mí se aferra a él con garras. Como último resquicio de mi vida anterior.
—Objetivo cumplido.
Mikel se pone en jarras tras cerrar la última maleta. Hemos pasado la tarde organizando el equipaje. No sé si ha dado cuenta —ha estado bastante distraído con el teléfono— de que he metido muchas cosas innecesarias que pretendo dejar en casa de mi tía.
—Gracias por ayudarme —repito por decimoctava vez.
—Somos un buen equipo —sonríe con cariño.
Mi tentativa de huida no ha parecido afectarle en lo más mínimo.
—Llevaré las maletas a casa —Me levanto del suelo. Tengo los músculos agarrotados por pasar tanto tiempo en la misma posición—. ¿Quieres venir?
Mikel vuelve a estar concentrado en su móvil y tarda en responder.
—Eh, sí claro. —Se levanta también, con aire distraído—. El plan es dormir allí estos días, ¿no?
—Eso es —confirmo—. Si es lo que quieres tú, sales muy tarde de trabajar y son un poco ruidosos.
Mikel se graduó el año pasado en Periodismo y le está costando mucho esfuerzo encontrar trabajo de su profesión, tal y como están las cosas. Así que de momento está trabajando como camarero en un pub de La Rambla.
—Libro hasta el lunes. Creo que te lo comenté.
Responde desde el baño de la habitación, donde acaba de meterse. Siendo sincera no recuerdo si lo hizo. Me quedo en medio de las maletas, observando de reojo mi parte vacía del armario, sintiéndome culpable de nuevo.
Mikel asoma la cabeza un rato después.
—Me doy una ducha y nos vamos —sacude la toalla en la mano—. E igual te gustaría cambiarte de ropa. Marina quiere salir a cenar.
Alzo una ceja sorprendida porque mi hermana le haya escrito a él y no a mí.
—Dice que tienes el teléfono apagado —añade al ver mi cara, antes de esconder la cabeza otra vez en el baño.
Me siento en la cama. No tengo ganas de salir a cenar a ningún sitio. Pese a ello reúno fuerza de voluntad y cambio el chándal por unos vaqueros y un jersey. Al terminar Mikel, cogemos las maletas y abandonamos el apartamento. El trayecto en el coche es silencioso. Acabo tan sumergida en el limbo que no me doy cuenta de que hemos llegado hasta que me abre la puerta.
Cuando voy a abrir la puerta del apartamento, me apoya una mano en la espalda.
—Espero que te guste tu fiesta sorpresa de despedida.
—¿Mi qué…?
Antes de darme cuenta de lo que ocurre, la puerta se entorna hacia adentro, casi llevándose mi mano consigo. Un grupo de personas apelotonadas en el descansillo corean mi nombre. Tardo un momento en centrarme.
—¡A ver si te pensabas que nos emborracharíamos antes de irte!
Marina me agarra de la mano e impide que salga corriendo.
Resulta que Mikel ha exagerado al decir que era una fiesta. Me recupero del shock inicial y veo que a Marina no se le ha ido la pinza invitando a cualquier conocido que le cae simpático. En la casa solo están las personas a las que echaré de menos este mes. Mis amigas del centro de recuperación marino, Paola, Andrea y Mikel —compinche de Marina en todo este asunto—.
La tía Paola ha cocinado pizzas caseras, empanadillas y pastas dulces en forma de palmeras. También hay alcohol para un regimiento y suena música pop en la televisión.
Venzo la apatía y le hago un hueco a la alegría. Disfruto de la fiesta. Porque ni todo es malo. Ni luchas internas. Las horas pasan entre anécdotas, juegos de mesa y conversaciones entremezcladas.
En un momento de la noche, las chicas del centro y yo salimos a la terraza para que Natalia fume mientras el resto sigue de karaoke. La noche ha provocado un descenso atroz de las temperaturas y se me agarrotan hasta las uñas.
—Así que así están las cosas. —Aitana finaliza su relato con una caída de pestañas irritada. Apoyada como está en la pared.
—Nos vendría bien tu ayuda —bisbisea Alba en un tono lastimero.
Un dardo envenenado me atraviesa el pecho amenazando con llevarse la paz de este rato. Abandoné mi labor en el centro marino hace mucho tiempo. Era una tarea imposible de realizar. Cierto es que estoy mejor o, al menos eso creo. Antes de marcharme a Madrid decidí probar los avances de la terapia y me acerqué al paseo marítimo. Fui capaz de permanecer en la arena sin tener la sensación de que se abriría un agujero y me tragaría para siempre. Lo cual es un gran paso.
Tomé la decisión de ir a Puerto Rico por impulso, sin meditar el hecho de que estaré en una isla. Rodeada de arena y agua, más cerca del mar de lo que he estado en un año. Lo consulté con el psicólogo y llegó a la conclusión de que estoy preparada, me aferré a su veredicto. Además, si no me veo capaz de soportarlo, siempre puedo volver antes de tiempo.
—A lo mejor cuando termine la tesis. —Me obligo a decir con un estiramiento de labios—. Desde Puerto Rico no hay mucho que pueda hacer.
Natalia se da una palmada en el muslo.
—La tía no quiere oír hablar de nosotras y se va a otro continente a ayudar. —Natalia es la más entregada de las tres, tanto como yo solía serlo. Vive por y para el océano y su preservación.
Alba y Aitana comparten una mirada temerosa por cómo pueda reaccionar a su falta de tacto. Saben perfectamente por qué no vuelvo al centro. Pero yo prefiero la brutalidad de Natalia. Estoy cansada de que traten como seda.
—¿Tan mal están las cosas? —pregunto.
—Con todo lo que está pasando en Cataluña, dar cita a unas activistas tocapelotas ni siquiera ocupa un puesto en su lista de prioridades. —Alba pone los ojos en blanco—. El ayuntamiento pasa de nuestra cara.
—Hablando claro —termina Aitana tiritando por el frío.
Como mis padres, fui una activista empedernida. Recogida de firmas, campañas, manifestaciones, denuncias a empresas que vertían residuos contaminantes y plásticos al mar. Era mi mundo entero. A una parte de mí le gustaría regresar para continuar con el legado de mis padres. Pero la Mara de después observa todo desde la lejanía, como si fuera la vida de otra persona.
—Y estamos desbordadas. No paran de llegar animales heridos al centro. —Natalia enciende otro cigarrillo—. ¿Pero qué otra cosa podemos hacer?
—Os las apañaréis —aseguro—. Se trata de seguir luchando. Que vean que no os quedaréis calladas.
Cito las palabras de mi madre por inercia. Entonces me doy cuenta de que en esta fiesta no están todas las personas a las que quiero. Faltan dos.
Los músculos se me atenazan y de pronto respirar ya no es tan sencillo. Balbuceo una excusa para salir de la terraza y me marcho al baño. Allí me obligo a respirar. Bocanadas profundas. Una y otra vez y otra vez… hasta que consigo que no me duela el pecho. Me niego a que el dolor siga doblegándome.
Enciendo la luz. Me mojo la cara y el cuello con agua para despejarme. Mi reflejo me devuelve la mirada con cierta burla. Como si se riera de mí y dijera que da igual cuánto me esfuerce, que quizás he conseguido vencerlo esta vez, pero que regresará. Como siempre y más fuerte.
Lo ignoro. Sé que reprimirlo hará que la próxima sacudida sea incontrolable. Pero esta noche no.
—Me voy ya.
Andrea me pilla a mitad del pasillo cuando regreso del baño. Me da una sonrisa espléndida con sus ojos negros reluciendo.
—¿Tan pronto?
—Ya no estoy para estos trotes —bromea.
Me quedo un momento estancada antes de abrazarla, un poco torpe. Andrea es mi mejor amiga desde que somos niñas. Pero este año ha sido toda una prueba para nuestra amistad. He sido una amiga de mierda.
—Gracias —murmuro.
Andrea me estruja con más fuerza antes de soltarme.
—Perdona, voy a aplastarse. Soy un tonel.
Se acaricia la abultada barriga.
—No digas tonterías, estás preciosa. —El abrazo de mi amiga me reconforta lo suficiente para sonreír sin que suponga un esfuerzo.
—Espero que estés para cuando nazca.
—Que estás de seis meses y yo solo me voy uno —bromeo.
—Y se me están haciendo eternos —suspira mirándose la barriga entre irritada y enternecida.
Me hace mucha ilusión que vaya a ser madre, principalmente por lo feliz que está. Aunque la verdad es que no supe reaccionar cuando me dio la noticia. La encajé mal. Me sentí como si me lo estuviera echando en cara. «Yo voy a formar una familia y tú has perdido a la tuya». El dolor te hace muy egoísta. Andrea se dio cuenta y aquel día discutimos como nunca. Pasamos tres meses enteros sin hablarnos.
Así como Marina me impulsó a cubrirme la piel, mi mejor amiga hizo que comprendiera que eso no era suficiente. Que tenía que sobreponerme. La vida continuaba y debía ir tras ella.
Al principio nos costó un poco retomar la relación. Andrea no ha hecho más que apoyarme desde que nos conocimos y yo le di la espalda en un momento en el que me necesitaba. Pero hemos conseguido superarlo.
—¿Han sido muy complicadas las cosas con…? —Mira por encima del hombro hacia el salón.
Comprendo que se refiera a Mikel.
—Todo lo contrario, demasiado fácil.
—¿Y el macizo estadounidense? —alza una ceja.
—¡Andrea! —regaño preocupada por si nos han escuchado, la casa no es muy grande y tiene una acústica demasiado buena—. Somos amigos. Nada más.
A pesar de mi afirmación, se me acaloran las mejillas. Mi corazón comienza a dar patadas rápidas que me retumban en el pecho.
—No te mientas a ti misma, Mara.
¿Lo hago? Porque no sé qué siento por Paul. Ni si los cosquilleos y saltar encima del teléfono cuando suena para comprobar que es él se debe a que me gusta o a que, al ser la única persona que no conoce a la Mara de antes, hace que me sienta libre.
—Ni mucho menos te conformes con una relación que no va a ninguna parte —añade Andrea con indulgencia.
—A lo mejor sí que va a alguna parte —contrapongo un poco a la defensiva. Apoyo una mano sobre la pared con la sensación de que se me va a venir encima en cualquier momento.
—Las personas cambian. Está bien que tú lo hagas también. —Me aprieta el antebrazo con una sonrisa cariñosa. Andrea siempre tiene las palabras adecuadas—. Seguir así solo te hará miserable. Y con todo lo que has pasado, no te lo mereces.
Me muerdo el labio antes de resoplar. Comienza a dolerme la cabeza de tanta tensión. A pesar de ello sonrío a mi mejor amiga, cubriendo su mano con la mía en agradecimiento. Porque está aquí aguantándome una vez más.
—Paul vive al otro lado del mundo, sería imposible aun sintiendo algo por él. —Encojo los hombros y me aprieto el puente de la nariz—. Por otro lado, Mikel es mi novio, tenemos una relación que funciona. Se desvive porque esté bien y…
Me interrumpo cuando la mano de Andrea se pone rígida bajo la mía. Agacha la mirada y se relame el labio inferior. La conozco lo suficiente para saber que algo pasa. Me mira de nuevo.
—A lo mejor deberías preguntarte por qué se comporta así —resopla enfadada. Abre los ojos sorprendida, como si no acabara de creerse lo que ha dicho.
—¿Qué quieres decir? —pregunto cautelosa.
El silencio se vuelve denso entre nosotras. Empiezo a tener la sensación de que Andrea me oculta información que podría ser reveladora.
—No me hagas ni caso. —Sacude la cabeza—. Son las hormonas.
Me abraza de súbito y yo me pregunto qué tienen que ver las hormonas en todo este asunto. No puedo dejar de preguntarme por qué ha dicho lo que ha dicho.
—Pásalo bien en Puerto Rico —susurra en mi cuello.
—¿Seguro que no quieres contarme nada? —insisto al separarnos.
Andrea niega con una sonrisa sincera. Me pellizca la mejilla a la par que guiña un ojo.
—Y no aspires a lo que funcione, si no a lo que te hace feliz.
Esa noche me resulta imposible dormir. Así que realizo otro intento por redactar la propuesta de la tesis. Solo que no consigo nada y no hago más que pensar en mi última conversación con Andrea.
«A lo mejor deberías preguntarte por qué se comporta así». Me lo he preguntado en muchas ocasiones. Que mi novio continúe como si nada a pesar de todos mis desplantes. Sin llegar a ninguna conclusión, salvo a la culpabilidad por no poder corresponderlo. El tono de Andrea, sin embargo, denota que ella sabe que hay una razón firme para la manera de actuar de Mikel y que no está de acuerdo.
Mikel al final no se ha quedado a dormir en casa. Cuando la fiesta llegó a su fin, dijo que le había escrito su jefe para suplir una baja mañana por la mañana y que era mejor que durmiera en nuestro apartamento para no despertarme. Es un tanto sospechoso. Más que nada porque el pub no abre por las mañanas. Así que quizás fue la primera excusa que se le ocurrió para marcharse y no tener que pasar la noche con una novia que lo rehúye casi constantemente.
Sé que debería sincerarme con él. Decirle que la falta de problemas entre nosotros lo considero como uno. Pero sé que, en cuanto lo haga, no habrá marcha atrás. El último resquicio de lo que queda de antes desaparecerá.
A las seis de la mañana me canso de pelearme con la almohada y salgo a correr un rato. La simpleza del deporte siempre me ayuda a despejarme. Concentrarme tan solo en dar una zancada tras otra.
Regreso a casa cuando el sol está en lo alto, notando un cansancio placentero tirando mis músculos. El olor a bollería, café y tostadas inunda mi nariz congestionada de frío. Están todos reunidos en el salón.
La tía Paola sirve café en la taza de mi hermana, que está medio tumbada sobre la mesa con los ojos hinchados. Jesús, nuestro primo, charla con Belén, su mujer. El hijo de ambos, Albert, está sentado en el sofá viendo los dibujos. Le acaricio la cabeza al pasar por su lado.
—Buenos días —saludo.
—Pensábamos que seguías en la cama, cielo —dice mi tía Paola con la dulzura de su voz—. Siéntate a tomar un croissant calentito.
—Estábamos a punto de mandar a Albert a despertarte. —Mi primo me guiña un ojo—. Es más efectivo que cualquier despertador.
—Especialmente cuando se pone a saltar en tu estómago —comenta Belén tras dar un sorbo a su café—. ¿Qué tal va todo, Mara?
Encojo los hombros con una sonrisa ambigua. Todo es un completo lío. No he dormido nada y en menos de dos horas tengo que ir a la universidad a presentar un proyecto fantasma.
—Emocionada por el viaje.
—Marina, haz el favor de moverte —regaña Paola a mi hermana—. Es de mala educación meter el pelo en desayuno ajeno.
Mi hermana gruñe, pero acaba incorporándose. Se deja caer en el respaldo con pesadez y un gesto de dolor. Ayer se le fue de las manos con el alcohol.
—También despertar a la fuerza a las personas con resaca —bisbisea con tono infantil desmenuzando una napolitana.
—A ti nadie te manda beber tanto, ahora te aguantas.
—Mara, defiéndeme.
Todos reímos.
La tía Paola se sienta a la cabecera de la mesa. En ese momento me recuerda un montón a mamá. Con la sonrisa indulgente, temperamental, pero sin perder la dulzura en sus ojos verdes. Pero esta vez no se me sierra la respiración al recordarla a través de su hermana. Me invade una sensación agridulce, pero no del todo mala.
—Háblanos del viaje —pide Jesús—. Para los que no podemos ir a ningún paraíso.
—Es un voluntariado, no un viaje de placer —rebato pellizcando el croissant que la tía Paola me ha puesto delante—. Puerto Rico ha pasado por un infierno.
Mi tono es duro. Jesús vive de lo más desinformado y su capacidad empática es más bien nula. Desde siempre ha sido motivo de discusión entre nosotros. Como cada vez que se burlaba de mi labor y la de mis padres porque solo eran unos animalitos.
—Mejor cállate, cielo —regaña Belén dándole unas palmaditas en la espalda.
—Estamos muy orgullosos de ti —interviene la tía Paola—. Siempre has sido muy solidaria.
Tenso la mandíbula y me obligo a sonreír. Lo que me ha conducido a este viaje es la necesidad de huir y marcharme a un lugar donde nadie espere nada de mí. No soy una valiente, sino una cobarde.
Es posible que sepa más del mar que de mí misma. Sin embargo, lo que siempre me ha fascinado de él es lo que nos esconde. Un día obtuve una respuesta concluyente. No más misterio. En sus profundidades están los cadáveres de mis padres.
Cada vez que la certeza me aborda y no soy capaz de aferrar mis pensamientos para impedir que sigan estos derroteros, ocurre lo siguiente: me los imagino en sus aguas, atrapados en el oleaje que destrozó su embarcación. A oscuras, luchando por salir a una superficie que bien podría estar arriba o abajo. El cerebro pidiendo aire allí donde solo había agua. Asustados, desesperados y conscientes de que morirían.
Muchas veces no me doy cuenta de que estoy pensando en ello hasta que ya no soy capaz de pensar en otra cosa. Una espiral de pensamientos que se reproduce infinitamente en mi cerebro. Todo se reduce a un miedo aterido, irracional. Se me cierran los pulmones, taquicardias, sudores. Dejo de escuchar, olvido quién soy, dónde estoy. Empiezo a ahogarme como lo hicieron en ellos. Moriré y el mar tampoco querrá devolver mi cuerpo.
—¿Estás en tratamiento?
Poco a poco, consigo enfocar el rostro de la enfermera. No sé cómo he llegado aquí. Lo último que recuerdo es estar en el aula escuchando a la instructora del curso hablarnos sobre la reanimación cardiopulmonar y después…
—Mara, ¿necesitas que repita la pregunta? —Su voz llega aterciopelada a mis oídos. Está tan cerca que todo cuanto veo son sus ojos marrones, coronados por dos cejas gruesas y rubias.
Me aprieto la sienes y respiro hondo. No sé qué me ha dado para relajarme. Pero me cuesta concentrarme.
—Sí, sí. Estoy en tratamiento. —Noto la lengua seca y pastosa en mi boca.
Asiente antes de caminar al pequeño escritorio que hay al otro lado de la sala.
—Quizás deberías hablar con tu psiquiatra para que te ajusten la medicación. —Habla de nuevo, agarrando unos papeles de la mesa—. Te he suministrado un calmante para frenar el ataque. Lo mejor será que vayas a descansar.
Intento recomponerme y recoger mi dignidad. Odio perder el control de esta manera. Después de un año tendría que haber aprendido a manejarlo.
—De acuerdo —mascullo, bajándome de la camilla.
Mis pies se sienten extraños en el suelo. Debo tomarme un momento para asentarme. «Respira hondo. Tranquila, ya está. Recomponte».
—¿Necesitas que avise a alguien? —pregunta, con intención de acercarse a mí.
—Estoy bien.
Huyo de la enfermería con mis terminaciones torpes. La puerta se cierra con fuerza a mi espalda. Bancos de alumnos transcurren ante mis ojos. El ruido hace que me zumben los oídos. Ha debido suministrarme un calmante para caballos.
Permanezco con la espalda contra la pared incapaz de echar a andar. De vestirme otra vez con la falsa seguridad bajo la que me oculto. «Contrólate».
—Eh.
Lynx aparece a mi lado, colocándose la mochila sobre los hombros: una ceja alzada y cara de circunstancia. Supongo que ha sido ella quien me ha arrastrado hasta aquí. Siento vergüenza y frustración conmigo misma.
—¿Me has estado esperando?
La aparición de Lynx hace que me recomponga. Me niego a que los demás sean testigos de mis peleas internas.
Lynx bufa en su forma de decirme «eres idiota».
—Si quieres me iba y te dejaba aquí tirada, no te jode —ataca.
Lynx es una buena amiga, que la irritación que experimento es hacía mí. Nos conocimos hace un año en un curso avanzado de biología molecular en Londres, donde vivía ella por aquel entonces. Nos pusieron a trabajar juntas durante los dos meses que duró el curso. Cuando regresé a casa mantuvimos el contacto por teléfono. Y ahora hemos vuelto a coincidir en Madrid por el curso de primeros auxilios antes de volar a Puerto Rico.
Nuestra relación no está exenta de peleas, pero al final son nuestras similitudes las que nos mantienen a flote. Lynx es un reto y los que lanza a mi inteligencia toda una fuente de inspiración para recochinearle en la cara que ha cometido un error al dudar de ella.
Me alegra haber pasado estas dos semanas con Lynx. Han sido menos solitarias de lo que esperaba por ello.
—Gracias por esperarme —accedo a decir.
—Mara Santiago siendo agradecida, ¿qué te han dado ahí dentro? —bromea, chocando su hombro contra la mío mientras empezamos a caminar hacia la salida del edificio.
—Tengo buenos modales, si es a lo que te refieres.
Arruga los labios y alza la ceja: en ese gesto suyo de sabionda. Guardamos silencio hasta la salida. Fuera, un cielo cargado de nubes grises nos recibe. Me arrebujo bajo la chaqueta. El frío seco de esta ciudad es insoportable.
—He quedado con Val para tomar algo en La Latina, vente con nosotros. —Me anima meneando las cejas. Está siendo especialmente amable. Deduzco que es una invitación por lástima.
—Aprovecharé la tarde para preparar mi tesis —declino su oferta.
—¿Para qué? Si no empiezas con ella hasta el próximo cuatrimestre. Respira un poco.
Tendría que haberme graduado el año pasado. Pero dadas las circunstancias me perdí los finales y estos meses he tenido que dedicarlos a recuperar estas asignaturas. Se suponía que empezaría a trabajar en mi tesis hace un mes. Pero apareció Rita con esta propuesta del voluntariado. Nunca he tomado decisiones precipitadas. Hago listas con los pros y contras antes de decantarme por cualquier posibilidad. Pese a ello, esta la tomé antes incluso de que Rita tuviera que emplear cualquier argumento para convencerme.
Hasta no hace mucho, los estudios han sido la prioridad. He puesto mi vida en pausa por ellos en muchas ocasiones, jamás lo contrario. Soy una empollona desde el parvulario. Pero las circunstancias me han llevado a replantearme los cimientos en los que se sostenían mis motivaciones.
—Tengo una cita con mi tutora el viernes —explico.
Debo llevarle la propuesta de la tesis para que dé el visto bueno. Cuando llegue de Puerto Rico quiero empezar en seguida a trabajar en ella para cerrar esta etapa de una vez por todas. No ejerceré como bióloga una vez me den la licenciatura. Pero no me gusta dejar las cosas a la mitad. Además, esta es mi despedida con el mar. Como una forma de decir que me ha jodida la vida a pesar de dedicarle la mía entera. Pero que, sin rencores, cada quien por su lado.
—No harás que me sienta mal por cambiar los libros por un tinto de verano —advierte, señalándome con el dedo.
—Si tú no tienes libros que estudiar.
—Ya me entiendes.
—No.
—Claro que sí, sabelotodo.
—Mira, no me apetece helarme el culo en una terraza. Podemos desayunar mañana antes de que coja el ave.
Lynx resopla. Agradezco de veras su interés por que me despeje. Pero lo único que me apetece es echarme un rato a dormir.
—¿A qué hora te marchas?
—Cerca de las ocho.
—Mejor nos vemos el sábado —declina la propuesta. Lynx se adelanta y gira sobre sus pies antes de perderse en el campus—. ¡Práctica mucho sexo estos días!
Tiro de mis labios para que sonrían.
—Pásalo bien —alzo la voz.
Me hace un corte de mangas por encima de la cabeza al tiempo que se da la vuelta. Cuando deja de mirarme, parte del control que me impongo se deshace y siento un tirón en lo más profundo de las entrañas, envuelto de angustia. Como no tengo que aparentar nada, dejo que se asiente y camino en dirección al metro.
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El extraño se mueve por la sala de estar, la madera rugiendo a sus pies. Rio lo sigue de cerca parloteando sobre la pintura desconchada y las grietas como si se tratara del último grito en moda de decoración para el hogar. Por mi parte, me limito a observar desde el sofá. Clavo la uña en el pulgar, reblandecido, arrugado: se reabre la herida semicircular en el acto. Noto la sangre caliente resbalar por él. Esta manía absurda consigue tranquilizarme, aunque mi rodilla continua a su bola, subiendo y bajando, como un niño rebasado de azúcar en una cama elástica.
Siempre he sido nervioso por naturaleza. La inminencia de un cambio hace de ellos un maremoto en mi estómago. Influyen los tres cafés que me he metido en el cuerpo a lo largo de la mañana. Pero se deben sobre todo al intruso que examina mi casa.
No me atrae la idea de que mis espacios sean ocupados por un desconocido durante un mes entero. Pero necesitamos el dinero para mantenernos a la vuelta. En el trabajo se han negado a darnos una excedencia. Tal y como están las cosas, les sale más rentable contratar a alguien nuevo.
Dejar mi trabajo estable para irme de voluntario ha sido lo más arriesgado que he hecho en años. ¿El motivo principal? No guarda relación con el altruismo. Sino con una chica a la que vi contadas veces hace un año. Es una locura. He sido de locuras que conducen a meteduras de pata toda mi vida. Pero me calmé tras la muerte de mi madre. Es irónico que haya sido su recuerdo el que me haya impulsado a tomar esta decisión.
—Toda la casa funciona con energía solar —escucho explicar a Rio desde el pasillo—, se ahorra una barbaridad en facturas. Deja que te enseñe cómo usar el panel de control.
Resurgen en la sala de estar, mi mejor amigo precede la marcha: con aires resolutivos y seguros. Nahuel, nuestro posible futuro inquilino, lo sigue perezoso a un par de pasos de distancia. Cruzamos una mirada fugaz. Decidido incorporarme del sofá.
—¿Para eso sirven todos los aparatejos del tejado? —pregunta.
—Para no contribuir a la destrucción del planeta.
Me paso el pulgar por la pernera del pantalón, limpiando la sangre. Narel parpadea, se atusa los rizos morenos avergonzado. Veo que Rio me levanta la ceja desde detrás de su espalda.
—Perdona, tío, no era mi intención ofenderte.
Comprendo mi error entonces. Soy gilipollas. Nos vamos en cinco días y este chico es el primero que se ha interesado por la casa. No puedo ponerme así.
—No, perdónale tú a él —intercede Rio, con una sonrisa amable—. Tiene un resorte ecosostenible en el culo.
Nahuel asiente, mirándome de reojo. Abro la boca para decir algo, pero Rio invita al chico a que lo siga para enseñarle el cuadro de mandos y alejarlo de mí. Salgo al porche trasero de la casa. Vuelvo a apretarme la herida del dedo. Al final cedo al mono y me enciendo un cigarrillo del paquete que hay en la mesa circular. Ya volveré a dejar de fumar mañana.
Doy una calada tras otra con los ojos perdidos en el mar de Capitola. Escucho el ruido que proviene del muelle. Estos son los sonidos de mi infancia. Solo que hace tiempo que perdieron unas cuantas notas. Porque Stevie Nicks ya no emana desde la cocina. Ni yo soy un niño que jugaba con los coches mientras su madre preparaba la comida.
Me doy cuenta que quizás no estoy haciendo esto por una chica. Quizás solo es una excusa para alejarme de este pueblo en la que me he quedado anclado de una vez por todas y para siempre.
Mi gata se me enreda entre los pies. Su suave pelaje anaranjado me hace cosquillas. Pezuñas es más vieja que cualquier gato que haya conocido. Creo que a estas alturas debería estar muerta. Pese a las estadísticas, aquí sigue la tía. Gorda, arisca y tuerta.
Ella es la razón por la que no me gusta ninguno de los de su especie. Tiene la costumbre de esconderse bajo la mesa y lanzarte zarpazos y te salta a la espalda desde encima del armario. Por no mencionar cuando le da por maullar a las tres de la madrugada para que le des algo de comer.
Juré que me desharía de ella en cuanto tuviera ocasión. Mi madre la trajo a casa cuando le insistí en tener una mascota. Claro que Pezuñas decidió que no quería ser la mía, sino la suya. A pesar de nuestra relación, esta bola de pelo me reconforta a veces. Es de las pocas cosas que me quedan de mamá que no me duelen en todas partes.
Pierdo la noción del tiempo mientras acaricio a la gata con el pie y fumo.
—Dame uno.
Rio se planta a mi lado en la barandilla. Abro el paquete y se lo tiendo. Decidimos dejar esta adicción a la vez. Pensamos que podríamos ayudarnos a no caer en la tentación. La logística se nos da de puta madre. Cumplirla ya no tanto.
—¿Cómo ha ido? —pregunto después que se lo encienda.
—He conseguido salvar la situación tras tu mierda de comentario. —Suelta humo al hablar. Me dedica una mirada de reojo—. Quiere alquilarla.
Aferro las manos en la madera astillada. Mantengo la serenidad en mi rostro.
—Eso está bien.
—¿Sí? Porque no lo parece —ataca Rio.
—Tú eres el simpático, no yo.
Rio da otra calada y me echa el humo a la cara. Siento ganas de encender otro cigarrillo. Pero me reprimo. Se queda mirándome con sus ojos oscuros. Le tironea el labio a un lado, señal de que está mordiéndose la lengua. Deja de hacerlo tras darle una colleja para que hable.
—Si no quieres alquilar la casa, ya veremos cómo nos las apañamos. Pediré dinero a mis padres.
Que esté dispuesto a pedirle dinero a sus padres con la relación de mierda que tienen dice mucho del pedazo de amigo que es. Por si todavía me quedaba alguna duda. Rio y yo hemos sido inseparables desde niños. Nos conocimos en la playa a los cinco años. Se acercó a mí y se puso a jugar con mi cubo para hacer castillos. Básicamente, eso fue todo. Veintidós años después aquí seguimos. Ya más hermanos que amigos.
—Lo haremos —aseguro. Le doy unas palmadas en la espalda a modo de agradecimiento por su propuesta.
—Es un buen tío. Cuidará de este armatoste.
—Llamaré luego al notario para que redacte el contrato.
—Eso cuesta pasta. —Niega con la cabeza—. Que nos dé el dinero por adelantado y ya está. Le pediremos a Callie que se pase una vez por semana a ver qué tal.
—Van a acabar liados —bromeo. Nahuel es el prototipo predilecto de Callie. Atractivo y forastero. En cuanto lo vea, no lo dejará escapar—. Cuando volvamos habrán formado una familia y tendremos que buscarnos otro sitio. No podemos dejar a un niño en la calle.
—Tío, ¿has vuelto a fumar hierba?
—El ingenio me viene de fábrica.
Suelta una carcajada. Y apaga la colilla en el cenicero. Se da la vuelta para quedar apoyado en la barandilla. Dándole la espalda al mar.
—Además, solo estaremos fuera un mes.
Sé que este es mi momento para decirle que no voy a asentarme en Capitola una vez regresemos. Que tengo intención de vender la casa en cuanto él encuentre un trabajo y otro sitio para vivir. Que esa es la razón por la que me altera tanto alquilar la casa. Es como un ensayo de lo definitivo. Porque no puedo seguir aquí, manteniendo todo igual, como si ella fuera a regresar.
Llevo aplazando esta conversación más de un mes. Cada vez que trato de contárselo se me cierra la garganta.
—Sí, solo un mes.
Esta vez tampoco lo consigo. Supongo que me cuesta porque una vez lo exponga en voz alta se convertirá en realidad y hay un pequeño resquicio que teme.
—A no ser que tu cruzada romántica funcione.
Mueve sus gruesas cejas de arriba abajo con una sonrisa lasciva en la boca tratando de provocarme. Pero a mí la perspectiva de volver a verla en menos de una semana me arranca una sonrisa de gilipollas absoluto.
Quizás es una mezcla de todo, el voluntariado, Mara y ganas de marcharme. Que solo soy yo siguiendo adelante tras haber puesto mi vida en pausa tantos años. Y no puedo evitar el sentimiento agridulce que me invade en consecuencia.
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Tras dormir unas horas me pongo con la tesis. O al menos lo intento. Pues el cielo oscurece y no avanzo ni una línea. Una pared bloquea mi cerebro, así como su capacidad de mandar órdenes a mis manos para que tecleen. Ni siquiera lo intento, siendo honesta. Pierdo la noción y no sé cuánto pasa hasta que me doy cuenta de que estoy mirando un documento en blanco en la oscuridad de la habitación.
Me cubro el rostro con las manos. Agobiada y frustrada. Mi cabeza es mi parte más brillante y últimamente no para de fallar. Es como si se le hubiera introducido un virus que la ralentiza, abotargando las tareas más estúpidas. Me doy unos segundos para flotar en este zumbido de frustración, presión y verdades que me grita el cerebro, antes de apartarlos.
Enciendo el teléfono por primera vez en el día. Las llamadas perdidas de Mikel ocupan el puesto álgido de la lista. Batallo un momento antes de decidirme a no devolverle las llamadas, siguiendo por el sendero de «novia horrible». Paso por los mensajes de mis amigas sin leerlos. A la única que respondo es a mi hermana. Me ha escrito para confirmar que irá a recogerme a la estación, aunque le he dicho que no hacía falta que perdiera clase.
Me pongo el abrigo para ir a por algo de cenar. El hostal que nos ha pagado la organización a los voluntarios que nos hemos desplazado desde otras partes de España es decente. Tiene una cocina y comedor donde los inquilinos podemos hacernos nuestros propios platos. Pero esta noche no tengo fuerzas para cocinar. Continúo un poco abotargada por el calmante.
En la calle me sumerjo entre las mareas de personas. Esta avenida es una de las más céntricas y siempre está a rebosar. Subo hasta la plaza de Sol caminando por los laterales. La noche es menos fría de lo que atestiguaba la tarde. Mi destino está todavía más abarrotado. Personas disfrazadas de personajes de dibujos animados mecen globos con formas de animales. Un grupo de chicos baila junto a la tienda de Apple mientras las personas los corean. La fuente del centro se encuentra abarrotada de personas que cenan en su borde, conversan o lo que sea que hagan.
Avanzo por Callao hacia mi tienda de sándwiches preferida. Aún rodeada de gente y músicos de distintos tipos casi a cada metro. Música clásica, cantantes de ópera, chicas y chicos de mi edad que hacen covers… En todo esto, Madrid no se diferencia mucho de Barcelona.
Tras aguardar quince minutos de fila, subo al piso superior del local. Me siento junto a la ventana y como mientras observo a los viandantes.
Me pregunto cuántos de ellos se sienten como yo. Atrapados dentro de una vida que te resulta desconocida, aunque hubo tiempo en el que era la que querías. Preguntándose constantemente si llegará un día en el que vuelvas a reconocerla o si esta sensación es irremediable. Tu interior gritando que no hay punto de retorno —por mucho que te lo niegues— pero tú incapaz de trazar uno nuevo. Sin poder hacer listas de pros y contras, varada como estás en ese terreno árido de tu cuerpo.
El tono de llamada prohíbe la debacle a la que intenta arrastrarme mi cabeza. Últimamente, convivir conmigo misma es agotador. Descuelgo poseída por una emoción nerviosa pero agradable.
—¿Qué llevas puesto?
La voz profunda y sugerente de Paul ejerce de bálsamo. Es como la primera bocanada de aire que tomas tras forzar tus pulmones más de lo debido bajo el agua. Torpe, desesperada y liberadora.
—Un pijama de la Rana Gustavo. —Le sigo el juego. Me dejo caer contra el respaldo de la silla con un brazo cruzado sobre las costillas.
—Eres el sueño de todo hombre —gruñe con sorna.
—Idiota. —Me muerdo el labio inferior reprimiendo una sonrisa, que se disuelve de inmediato. Carraspeo y cierro los ojos antes de contarle el percance de esta mañana, precedida por un suspiro—: He tenido un ataque de pánico.
—Podemos hablarlo.
—Tan solo lo mencionaba como hecho remarcable del día.
No responde. Justo la reacción que esperaba, el silencio cómplice. No quiero hablar de lo irritable que me resulta que mi cabeza tome el control sobre mí. Ni que siento que he retrocedido ochocientos pasos hacia atrás. Al contrario de los seres humanos que, afortunadamente, no se han visto en situación igual, Paul no necesita que se lo explique.
Lo conocí hace casi un año en Capitola. Fui allí para realizar un estudio con la universidad sobre cómo afecta la falta de fondos de la guardia costera a la preservación de la fauna marina. Acepté en un intento de regresar a mi vida, impulsada por unas ganas absurdas de demostrar a los demás y a mí misma que todo marchaba bien.
Paul Fitzroy trabajaba como guardacostas y quedamos en una cafetería para organizar la visita. Todo fue bien hasta que propuso que nos acercáramos al puerto. La sola idea de acercarme al mar me dejó sin respiración. Desde la muerte de mis padres no soportaba estar a menos de tres metros de distancia de sus aguas mortales sin que se me nublara el raciocinio. Paul se dio cuenta. «Una bióloga con miedo al mar, ¿qué clase de ironía eres tú?», se burló con una sonrisa traviesa.
En esa décima de segundo barajé dos opciones: elucubrar una excusa o contar la verdad, elegí la segunda. Que mis padres se ahogaron en algún punto del Atlántico hacía meses y a consecuencia había desarrollado un miedo irracional hacia lo que tanto había amado antes.
Traté de racionalizarlo, lo expuse de tal forma que parecía el caso de otra persona. Sin embargo, Paul no se dejó engañar. Lo comprendió y cambió la sonrisa por una línea tensa. También perdió a alguien de manera abrupta años atrás.
El mes que pasé en Capitola con Paul fue como una tirita. El dolor no se marchó, pero en su presencia se aliviaba. Por fin encontré a alguien que no me trataba como si me hubiera convertido en algo sin remedio. También fue él me convenció para ir al psicólogo, algo a lo que me negué en rotundo al principio. Yo sabía lo que me pasaba, no necesita a ningún facultativo que me lo repitiera. Pero por suerte me dejé convencer y he mejorado un poco cada vez desde hace unos meses.
Hemos mantenido el contacto por teléfono desde que regresé a España y coincidencia o destino, también irá a Puerto Rico como voluntario. La tentativa de volver a verlo provoca cosquilleos en mis manos a los que procuro no prestar atención.
Paul se ha convertido en la única persona con la que sigo siendo la Mara Santiago de antes. Siento que vuelvo a estar en control de mi cabeza y emociones. Abandono la parte árida donde me he quedado atrapada y todo va un poco a mejor.
—La gata se ha peído en mi cara.
Dice de pronto. Noto cómo se me suben las cejas. Visualizo su sonrisa, esa que con la que nunca sabes si se ríe de ti o contigo.
—Debía conocer este dato por…
—Porque es lo más remarcable de mi día… —carraspea y guarda silencio un momento—. En realidad no. He conseguido alquilar la casa.
—¿Cómo te sientes?
Me cuenta que se ha comportado como un gilipollas con el chico que se ha interesado por la casa. Pero que al final todo ha ido bien gracias a Rio. Se reunirán de nuevo con él dentro de unas horas para finiquitar el asunto.
—Pensé que me sentiría peor. Es casi decepcionante —menciona al terminar, restando hierro al asunto—. Pero esto demuestra que estoy en lo correcto. Preparado para seguir adelante.
Observar la evolución de Paul me da esperanzas. Que llegará un día en el que todo regrese a la normalidad. Sin ataques de pánico ni fobias. Un futuro en el que quizás pueda retomar el legado de mis padres.
—Cuéntaselo a Rio —ordeno a la que desmigajo lo que me queda de sándwich—. Tiene que estar al tanto de todos los datos.
También imagino el círculo de fastidio que describen sus ojos antes de responder con retintín:
—Sí, señora.
«No lo va a hacer», pienso. Me fascina la contradicción entre la falta de miedo y remordimientos que posee a la hora de seguir sus determinaciones y lo presentes que están cuando debe contárselo a alguien. Lleva meses con la idea de marcharse de Capitola metida en la cabeza, pero todavía no ha sido capaz de hacer partícipe a Rio de esa decisión.
—Entonces, dime… ¿cómo de provocativo es ese pijama?
Cambia el tema de conversación. Lucho unos segundos con la necesidad de remarcarle que evadir el tema no lo eliminará. Pero quién soy yo para darle consejos a nadie cuando he venido a Madrid a realizar un curso que ya he hecho para alejarme de todos mis problemas.
—He provocado unos cuantos infartos con él.
Sonrío a las migas de pan en el plato. Y permito que el cosquilleo de las manos se propague y crezca mientras tonteo con Paul a la distancia. Olvidando que tengo un novio esperándome en Barcelona y que esto no está bien.
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Quedamos con Nahuel para hablar sobre las condiciones del alquiler. Sellamos la conversación con una transferencia bancaria y un apretón de manos. Hemos quedado en vernos el domingo para darle una copia de las llaves antes de marcharnos al aeropuerto.
Después, Rio me convence para ir a tomar algo con nuestro grupo de amigos. Vamos a nuestro lugar de reunión habitual. Una caseta azul con el techo de paja y unas cuantas mesas de madera en la arena de la playa. La música ambiental emana de unos altavoces disfrazados de tipis y hace un dueto con el sonido del oleaje.
—No puedo creer que de verdad vayáis a ir. —Callie me da un codazo amistoso.
—¿Tan poco altruistas nos consideras? —aparto el botellín de mis labios.
—Trabajamos salvando animales —bufa Rio, de lo más ofendido—. El altruismo fluye por mis venas. —Hace un movimiento extraño con las manos, como si tratara de imitar el oleaje. Se le escapa un hipido, está borracho perdido.
—Ahí lo tenéis.
Justin se une a Callie, sentado al otro lado de la mesa, en las calumnias. Intentamos convencerlos para que vinieran con nosotros al viaje. Pero Justin acaba de ascender en su puesto de trabajo en la galería de arte y Callie se limitó a decir que no le apetecía.
—Insinuáis que nos importan más las focas y las ballenas que las personas —convengo tras beber de la cerveza.
Fue Rio quien me consiguió el trabajo como guardafauna hace dos años. Uno de sus compañeros acababa de jubilarse y me propuso para la vacante. Al volver a Capitola para cuidar de mamá perdí mi puesto en Los Ángeles como asesor ambiental de una fábrica. En ese momento todo era una mierda y estaba sin blanca, por lo que acepté.
Sin embargo, por gratificante que resulte salvar a algún animal en peligro, no es lo que quiero. Sencillamente me acostumbré a esa rutina. Durante mucho tiempo la rutina ha sido lo único que me ha ayudado a tirar hacia delante. Ha ayudado a poner orden en mi vida y poco a poco, a mis sentimientos. Pero ha llegado el momento de descubrir lo que sí quiero.
—Exactamente —chocan sus copas.
—¿Igual es que nuestra marcha os afecta más de lo que admitís? —pincha Rio, emocionado ante su insinuación—. Podréis soportarlo.
Le lanza un beso a Justin.
—Engreído. —Este le da una patada bajo la mesa rascándose la tupida barba.
—En el hipotético caso de que haya otro huracán y los dos muráis—Callie alza sus ojos azules al cielo con aire meditabundo—, me pido desde ya apropiarme la tabla de surf de Paul y su todoterreno.
—Espera, espera —Justin se incorpora como un resorte—. La tabla de surf es para mí.
—¿Nadie quiere mis posesiones? —interviene Rio, creo que ofendido por los motivos incorrectos.
—Por favor, no nos desvalijéis la casa —ruego por encima de su queja.
—No debiste darme una copia de las llaves. —Callie sonríe como la pequeña diablilla que es.
Pasamos el resto de la noche entre copas y recuerdos. Como esa vez en el instituto que la madre de Justin tuvo que ir a buscarnos a la ciudad porque nos habíamos gastado todo el dinero en un par de botellas de vodka y estuvimos castigados tres meses. O cuando Callie nos hizo bañarnos a los tres en el mar por la noche, escondió nuestra ropa y tuvimos que irnos a pelotas a nuestras respectivas casas.
Evito centrarme en el hecho de que evitar mencionar un recuerdo en el que aparezca mi madre no hace más que remarcarla. Pero supongo que es difícil olvidar las viejas costumbres. Pues hubo un tiempo en el que la sola mención de su nombre era suficiente para que me echara a llorar a moco tendido.
Cuando vaciamos las copas de la tercera ronda, me acerco a la caseta a por más. Molly es generosa con las raciones de whisky. Medio tambaleante, me inclino hacia a ella.
—Si quieres emborracharme, ese barco zarpó en la segunda cerveza.
Molly me dedica un mohín encantador con sus carnosos labios tras la barra. Que no es otra cosa que una invitación silenciosa a perdernos un rato en el otro más tarde.
—No tengo interés alguno—cierra la botella mirándome fijamente.
—Aprovecharte de mí.
Reprime una sonrisa.
—¿Quieres que lo haga?
Pienso en Mara unos segundos. En su brillante melena pelirroja y esos redondos ojos verdes, cautivadores a la vez que escurridizos. En que me muero de ganas de verla, en todo lo que puede pasar este mes en Puerto Rico y en que convierte mi estómago en dinamita, aunque esté a un océano de distancia. Pero también recuerdo que tiene novio y que no tengo la más puñetera idea de si ella nota la atracción tanto como yo o, solo me ve como un amigo.
—Siempre, ya lo sabes —termino por decir, dejándome llevar por el alcohol y las ganas de follar.
Me tiende las copas.
—Espérame hasta que termine.
Estoy un rato más con mis amigos. Callie nos realiza el tercer grado sobre Nahuel una vez le hacemos una descripción detallada sobre él. Esa ha sido mi forma de salir del paso cuando insinúa mis planes de marcharme de Capitola delante de Rio. Es la única que está el tanto y no para de darme la chapa para que confiese. Justin nos habla de su nueva compañera de trabajo unas cuatro veces. Rio se limita a escuchar y seguir bebiendo, ha entrado en modo «borracho contemplativo».
Cuando el último cliente del local se marcha, me cuelo por la puerta trasera de la caseta para reunirme con Molly.
—Estoy dos copas más borracho por tu culpa.
Molly sonríe, cierra la persiana y camina hacia a mí con una curva sensual en los labios. Engancha los pulgares en el dobladillo de mi pantalón y tira hasta que nuestros labios chocan.
—Haré que la resaca valga la pena… —ronronea.
—Te tomo la palabra.
Le saco la camiseta y el sujetador entre besos. Molly se frota contra mí antes de desabrocharme el pantalón. Con manos hábiles, los arranca de un tirón, calzoncillos incluidos. Se aparta un momento para mirarme, pupilas dilatadas y labios enrojecidos. Le pellizco el labio con los dientes haciendo que suelte un gruñido. Me pongo el preservativo que se saca del bolsillo trasero de la falda. Después me hundo en ella contra la pared, embistiéndola con fuerza, agitándome cada vez que escucho cómo gime mi nombre. Siento el momento. El placer del sexo. La falta de pensamientos. Nada más que esto.
Me digo que esto es lo que necesito, la facilidad de esta vida exenta de remordimientos por disfrutar de ella y sin comerme la cabeza por una chica a la que quizás le doy absolutamente igual.
Sin embargo, cuando me despido de Molly tras dejarla en su casa, mi parte más desordenada, incoherente e impulsiva le escribe un mensaje a Mara diciendo que se muere de ganas de verla.
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Pasé meses sintiéndome una inútil egoísta. Incapaz de digerir la noticia y levantarme de la cama. Hasta que Marina me suplicó que hiciera un esfuerzo porque no podía perderme a mí también.
Comprendí que era mi obligación como hermana mayor hacer todo lo posible porque Marina supiera que saldríamos adelante y que nuestra familia no se había destruido por completo. Así que imaginé que una capa trasparente me cubría la piel para que el dolor no pudiera tocarme. Empecé a tragarme todo: congelé las emociones, oculté los ataques de pánico y el miedo al mar durante meses para poder levantarme de la cama.
Siento que esa capa se reconstruye cuando, la mañana del miércoles, abandono la estación de Sants cargada con dos maletas y el bolso. Es un día soleado pero frío en Barcelona. Entrecierro los ojos intentando acostumbrarme a la claridad. Encuentro a Marina al otro lado del paso de cebra, en la linde del aparcamiento.
Es una chica menuda, pero de presencia enérgica y potente. Sus ojos grises chispean siempre que se emociona o algo le hace especial ilusión. Marina tiene esa clase de rostro capaz de enamorarte o sacarte de quicio. Como hermanas, lo único que compartimos es el pelirrojo anaranjado del pelo. Solo que el suyo es ardiente como un amanecer fulgurante y yo parezco más una zanahoria. En el resto somos apuestas. Mi hermanita es visceral, intensa y espontánea. Al mismo tiempo que es dulce, cariñosa y empática. Nada que ver conmigo.
Con todo lo que nos ha pasado, me alegra que la Marina que yo conozco y que antes tanto me sacaba de quicio siga entera. Quizás más centrada y menos impulsiva. Pero ella.
—¡Hola! —da saltitos en cuanto me ve, moviendo el brazo en el aire.
Acelero el paso. Suelto las maletas y la estrujo entre mis brazos como si hiciera cinco años que no la veo. Huele a vainilla y tiene la chaqueta de cuero helada por el frío.
—¿Qué tal, enana? —digo al separarme.
Los labios de Marina se arrugan para reprimir la risa. Se agacha para coger una de las maletas.
—Feliz porque has hecho que me salte las clases —guiña un ojo.
—Aún puedes ir a unas cuantas —rebato cruzándome de brazos.
—¡Estás loca! —exclama tan alto que su voz me penetra en el tímpano—. He cogido vacaciones hasta el lunes. Voy a pegarme a ti con pegamento.
—Marina, no hace falta que pierdas clase por mí.
El tercer año de universidad es uno de los más duros. Y mi hermana nunca ha sido muy aplicada. Al contrario que yo, siempre encuentra una excusa para dejarlos de lado. Me da miedo que al marcharme se descontrole más de lo necesario.
—¿Escuchas eso? —Se lleva una mano a la oreja. Trato de agudizar el oído, pero no escucho nada. Al final ladea una sonrisa vacilona—. Es la cuadriculada de mi hermana siendo un muermo.
—Vete a tomar por saco.
Me saca la lengua al tiempo que guiña un ojo.
—Estoy aprovechando el tiempo. No podré meterme contigo en al menos un mes.
—¿Estás segura de que no pasa nada porque me vaya? —inquiero buscando señales que indiquen lo contrario en su rostro.
—Que sí, cansina —bufa—. Me lo has preguntado quinientas veces ya.
Estuve a punto de echarme atrás con el viaje por Marina. Puede pasar de estar exultante de alegría al extremo opuesto de un momento a otro. Todavía no sé si se tratan de momentos de tristeza concretos o es que siempre se siente así y hay veces que no puede controlarlo más y por ello explota. Pero fue ella la que me impulsó a hacerlo.
—En marcha, la tía Paola nos está esperando con cinco ollas de cocido.
—Pero si son las diez y media…
Marina arrastra una maleta hacia el coche ignorándome.
—No entiendo para qué te has llevado dos maletas a Madrid si ibas a traerlas de todas formas. —Se queja sobre el traqueteo de las ruedas cuando me reúno a su lado.
Muevo la cabeza para que el pelo genere una cortina entre nosotras. Pienso un argumento convincente. Aún no quiero decirle a mi hermana que el viaje ha sido mi excusa para mover casi toda la ropa de mi casa a la de la tía Paola sin levantar sospechas. Porque ni yo misma quiero reconocerlo.
—Sabes como soy —miento.
El jueves quedo con Mikel para comer. Incapaz de retrasar más el asunto. Ayer estuve todo el día con Marina y el resto de la familia en casa de mi tía Paola. Vimos películas de calidad dudosa y por la noche, mientras hacíamos la cena, Marina nos enseñó los bosquejos de sus nuevos diseños. También me usó como maniquí. Su capacidad para poner alfileres es inversamente proporcional a su destreza para crear diseños y me dio tantos pinchazos que dejé de sentir los músculos.
Después de la comida, Mikel friega los platos y yo bebo té sentada en la diminuta mesa de la cocina. Ha ido mejor de lo que esperaba. No ha habido reproches por no devolverle casi ninguna de las llamadas durante estas dos semanas, ni por no invitarlo ayer a casa.
—Podemos tirarnos en el sofá toda la tarde si lo prefieres —comenta por encima del ruido del agua—. O dar una vuelta por el centro. Esta tarde soy todo tuyo. Haremos lo que quieras.
Pero la falta de reproches no impide que me sienta culpable. Mikel lleva cerca de una hora proponiendo actividades para hacer juntos. En busca de algo que me saque del abotargamiento.
—Vale. Tampoco quiero hacer nada especial. —Me percato de lo tajante que he sido y rectifico—. En realidad…, me gustaría dejarlo todo preparado para el viaje.
Mikel me mira por encima del hombro con una sonrisa cariñosa. Se seca las manos antes de reunirse conmigo. Usa el borde de la mesa como asiento. Recuerdo que cuando empezamos a vivir juntos, me irritaba en sobremanera esta manía suya. Siempre regañábamos por ello, de esa estúpida forma en la que lo hacen las parejas y que luego se soluciona con un beso o una risa involuntaria en medio de la pelea.
Ahora ni me inmuto.
—¿Eso es lo que quieres hacer? —pregunta acariciándome el pelo.
«Sonríe, Mara». Lo consigo.
—Te estás riendo de mí —paso el dedo por el asa de la taza sin perder de vista el marrón de sus ojos. Chispeante y amable.
—Hace mucho que abracé tu idea de diversión —carga con ironía la última palabra.
—Vaya, gracias.
Me levanto de la silla airada o fingiendo que lo estoy porque es lo que solía hacer. Hace ya mucho que me cuesta distinguir la línea en la que empiezo yo y termina mi representación.
Mikel atrapa mis caderas entre el hueco de sus piernas. Dejo caer las manos sobre sus hombros. Nos quedamos mirándonos en silencio. Trato de reencontrarme con esa Mara que lo amaba con locura no hace mucho tiempo atrás. La busco en la curva sugerente de los labios de Mikel, en la aspereza de su barba irritándome la piel y en el tacto de su pelo entre mis dedos. Deseando con todas mis fuerzas dar con ella.
—No es necesario que me ayudes —murmuro.
—Quiero hacerlo —asegura curvando los labios a la que se inclina hacia mí. Su cálido aliento impacta en mis labios—. Y por la noche…
—Ya, de eso iba a hablarte. —Me echo hacia atrás de súbito—. He pensado que es mejor quedarme en casa de mi tía estos días. Así no tengo que perder el tiempo en el metro para ir a verlas. Tú puedes quedarte también, seguro que a Paola no le importa.
Mikel guarda silencio. No le he dado tiempo a terminar la frase y quizás lo que he dicho no está relacionado con lo que pretendía decir. Pero necesitaba quitármelo de encima. Llevo todo el día con esas palabras en la punta de la lengua.
—Es una cuestión de logística —añado apretando los labios con dureza.
—Me parece bien —responde por fin, ladeando la cabeza. Los rizos largos persiguen el gesto.
Busco señales de sospechas y decepción. Sin embargo, tan solo advierto sinceridad. Mikel nunca se molesta cuando me aparto. Esto hace todo el asunto más complicado. Porque no sé si de verdad se lo toma bien, se contiene porque lo he pasado mal y busca contentarme o es que le da igual.
Algo no funciona como debería, eso seguro. Y no paro de preguntarme si debo esperar a que pase la tormenta o correr a refugiarme. Lo único certero es que todo es por mi culpa. Si mis padres no hubieran muerto y yo no me hubiera convertido en esto, todo continuaría bien.
Uno mis labios a los suyos en un intento desesperado por aguantar bajo la tormenta. Mikel acoge mi lengua en su boca. Es un beso lento e intenso. Ejerce presión en mis caderas con sus piernas y hunde las manos en mi cuello. Hago descender mis manos por su espalda hasta que llego al dobladillo de su camiseta: las cuelo bajo ella. Recorro su piel caliente, musculosa y tensa.
Por unos esperanzadores segundos pienso que lo de los últimos meses no es más que un bache inmenso. Pero justo después me doy cuenta que solo son mis ganas de que así sea. Que no estoy sintiendo la chispa calurosa en mi estómago, sino que trato de imitarla.
Me aparto jadeando. Mikel deja de ejercer presión en mi cadera y yo camino de espaldas hasta que noto la encimera frenarme. Se queda expectante a que diga algo, con las pupilas dilatadas y los labios enrojecidos, palpitantes.
—Tenemos mucho que hacer —pongo por excusa.
Mikel se recoloca el pelo con ambas manos. Tarda un momento en responder. De nuevo busco alguna herida que se le refleje en la cara. Nada. Como siempre.
—Tienes razón. Pongámonos a ello.
Planta una sonrisa y sale de la cocina. Yo me siento la persona más detestable del planeta.
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Conocí a Mikel el verano de mi primer año de universidad. Estaba en la playa con unas amigas celebrando la noche de San Juan. Era compañero de mi amiga Andrea en la universidad. No era para nada el tipo de chico en el que solía fijarme. Desaliñado, errante y un poco vacilón. Yo siempre me fijaba en los que eran más similares a mí, serios, centrados y aburridos.
Mikel resultó ser el adecuado. Congeniábamos bien, éramos equilibrio. Él me ayudaba a relajarme y yo a que se centrara. Además, entendíamos que necesitábamos nuestro espacio propio. No había peleas por ello ni resentimientos. Era una relación sin complicaciones, con más buenos momentos que malos.
Nos fuimos a vivir juntos en nuestro tercer año de universidad y esa transición también fue sencilla. Por lo que yo había observado del amor, parecía mucho más complicado. Había visto a mis amigas y a mi hermana en relaciones. La mía con Mikel no tenía nada que ver. Nuestras peleas más fuertes eran por la colada.
Tras la muerte de mis padres nuestra relación ha seguido igual, el único cambio y problema soy yo. Mikel no ha hecho más que desvivirse porque salga adelante. Sigue aquí a pesar de todo y no se alejado. Me ha dado el espacio, la paciencia y el apoyo que he necesitado. Se ha amoldado a mis necesidades de tal manera que cuando rechacé su oferta de que me acompañara a Puerto Rico, no puso objeción alguna.
Creo que ese es el origen de mi culpabilidad. No ser capaz de compensar tantas atenciones y que mis sentimientos se hayan apagado. Me he preguntado mucho en estos meses si en realidad nunca he estado enamorada. Quiero mucho a Mikel. No solo es mi pareja, sino también mi amigo. Pero quizás ese es el problema. ¿Y si confundí comodidad con amor?
Lo último que quiero es herirlo. Pero una parte egoísta de mí se aferra a él con garras. Como último resquicio de mi vida anterior.
—Objetivo cumplido.
Mikel se pone en jarras tras cerrar la última maleta. Hemos pasado la tarde organizando el equipaje. No sé si ha dado cuenta —ha estado bastante distraído con el teléfono— de que he metido muchas cosas innecesarias que pretendo dejar en casa de mi tía.
—Gracias por ayudarme —repito por decimoctava vez.
—Somos un buen equipo —sonríe con cariño.
Mi tentativa de huida no ha parecido afectarle en lo más mínimo.
—Llevaré las maletas a casa —Me levanto del suelo. Tengo los músculos agarrotados por pasar tanto tiempo en la misma posición—. ¿Quieres venir?
Mikel vuelve a estar concentrado en su móvil y tarda en responder.
—Eh, sí claro. —Se levanta también, con aire distraído—. El plan es dormir allí estos días, ¿no?
—Eso es —confirmo—. Si es lo que quieres tú, sales muy tarde de trabajar y son un poco ruidosos.
Mikel se graduó el año pasado en Periodismo y le está costando mucho esfuerzo encontrar trabajo de su profesión, tal y como están las cosas. Así que de momento está trabajando como camarero en un pub de La Rambla.
—Libro hasta el lunes. Creo que te lo comenté.
Responde desde el baño de la habitación, donde acaba de meterse. Siendo sincera no recuerdo si lo hizo. Me quedo en medio de las maletas, observando de reojo mi parte vacía del armario, sintiéndome culpable de nuevo.
Mikel asoma la cabeza un rato después.
—Me doy una ducha y nos vamos —sacude la toalla en la mano—. E igual te gustaría cambiarte de ropa. Marina quiere salir a cenar.
Alzo una ceja sorprendida porque mi hermana le haya escrito a él y no a mí.
—Dice que tienes el teléfono apagado —añade al ver mi cara, antes de esconder la cabeza otra vez en el baño.
Me siento en la cama. No tengo ganas de salir a cenar a ningún sitio. Pese a ello reúno fuerza de voluntad y cambio el chándal por unos vaqueros y un jersey. Al terminar Mikel, cogemos las maletas y abandonamos el apartamento. El trayecto en el coche es silencioso. Acabo tan sumergida en el limbo que no me doy cuenta de que hemos llegado hasta que me abre la puerta.
Cuando voy a abrir la puerta del apartamento, me apoya una mano en la espalda.
—Espero que te guste tu fiesta sorpresa de despedida.
—¿Mi qué…?
Antes de darme cuenta de lo que ocurre, la puerta se entorna hacia adentro, casi llevándose mi mano consigo. Un grupo de personas apelotonadas en el descansillo corean mi nombre. Tardo un momento en centrarme.
—¡A ver si te pensabas que nos emborracharíamos antes de irte!
Marina me agarra de la mano e impide que salga corriendo.
Resulta que Mikel ha exagerado al decir que era una fiesta. Me recupero del shock inicial y veo que a Marina no se le ha ido la pinza invitando a cualquier conocido que le cae simpático. En la casa solo están las personas a las que echaré de menos este mes. Mis amigas del centro de recuperación marino, Paola, Andrea y Mikel —compinche de Marina en todo este asunto—.
La tía Paola ha cocinado pizzas caseras, empanadillas y pastas dulces en forma de palmeras. También hay alcohol para un regimiento y suena música pop en la televisión.
Venzo la apatía y le hago un hueco a la alegría. Disfruto de la fiesta. Porque ni todo es malo. Ni luchas internas. Las horas pasan entre anécdotas, juegos de mesa y conversaciones entremezcladas.
En un momento de la noche, las chicas del centro y yo salimos a la terraza para que Natalia fume mientras el resto sigue de karaoke. La noche ha provocado un descenso atroz de las temperaturas y se me agarrotan hasta las uñas.
—Así que así están las cosas. —Aitana finaliza su relato con una caída de pestañas irritada. Apoyada como está en la pared.
—Nos vendría bien tu ayuda —bisbisea Alba en un tono lastimero.
Un dardo envenenado me atraviesa el pecho amenazando con llevarse la paz de este rato. Abandoné mi labor en el centro marino hace mucho tiempo. Era una tarea imposible de realizar. Cierto es que estoy mejor o, al menos eso creo. Antes de marcharme a Madrid decidí probar los avances de la terapia y me acerqué al paseo marítimo. Fui capaz de permanecer en la arena sin tener la sensación de que se abriría un agujero y me tragaría para siempre. Lo cual es un gran paso.
Tomé la decisión de ir a Puerto Rico por impulso, sin meditar el hecho de que estaré en una isla. Rodeada de arena y agua, más cerca del mar de lo que he estado en un año. Lo consulté con el psicólogo y llegó a la conclusión de que estoy preparada, me aferré a su veredicto. Además, si no me veo capaz de soportarlo, siempre puedo volver antes de tiempo.
—A lo mejor cuando termine la tesis. —Me obligo a decir con un estiramiento de labios—. Desde Puerto Rico no hay mucho que pueda hacer.
Natalia se da una palmada en el muslo.
—La tía no quiere oír hablar de nosotras y se va a otro continente a ayudar. —Natalia es la más entregada de las tres, tanto como yo solía serlo. Vive por y para el océano y su preservación.
Alba y Aitana comparten una mirada temerosa por cómo pueda reaccionar a su falta de tacto. Saben perfectamente por qué no vuelvo al centro. Pero yo prefiero la brutalidad de Natalia. Estoy cansada de que traten como seda.
—¿Tan mal están las cosas? —pregunto.
—Con todo lo que está pasando en Cataluña, dar cita a unas activistas tocapelotas ni siquiera ocupa un puesto en su lista de prioridades. —Alba pone los ojos en blanco—. El ayuntamiento pasa de nuestra cara.
—Hablando claro —termina Aitana tiritando por el frío.
Como mis padres, fui una activista empedernida. Recogida de firmas, campañas, manifestaciones, denuncias a empresas que vertían residuos contaminantes y plásticos al mar. Era mi mundo entero. A una parte de mí le gustaría regresar para continuar con el legado de mis padres. Pero la Mara de después observa todo desde la lejanía, como si fuera la vida de otra persona.
—Y estamos desbordadas. No paran de llegar animales heridos al centro. —Natalia enciende otro cigarrillo—. ¿Pero qué otra cosa podemos hacer?
—Os las apañaréis —aseguro—. Se trata de seguir luchando. Que vean que no os quedaréis calladas.
Cito las palabras de mi madre por inercia. Entonces me doy cuenta de que en esta fiesta no están todas las personas a las que quiero. Faltan dos.
Los músculos se me atenazan y de pronto respirar ya no es tan sencillo. Balbuceo una excusa para salir de la terraza y me marcho al baño. Allí me obligo a respirar. Bocanadas profundas. Una y otra vez y otra vez… hasta que consigo que no me duela el pecho. Me niego a que el dolor siga doblegándome.
Enciendo la luz. Me mojo la cara y el cuello con agua para despejarme. Mi reflejo me devuelve la mirada con cierta burla. Como si se riera de mí y dijera que da igual cuánto me esfuerce, que quizás he conseguido vencerlo esta vez, pero que regresará. Como siempre y más fuerte.
Lo ignoro. Sé que reprimirlo hará que la próxima sacudida sea incontrolable. Pero esta noche no.
—Me voy ya.
Andrea me pilla a mitad del pasillo cuando regreso del baño. Me da una sonrisa espléndida con sus ojos negros reluciendo.
—¿Tan pronto?
—Ya no estoy para estos trotes —bromea.
Me quedo un momento estancada antes de abrazarla, un poco torpe. Andrea es mi mejor amiga desde que somos niñas. Pero este año ha sido toda una prueba para nuestra amistad. He sido una amiga de mierda.
—Gracias —murmuro.
Andrea me estruja con más fuerza antes de soltarme.
—Perdona, voy a aplastarse. Soy un tonel.
Se acaricia la abultada barriga.
—No digas tonterías, estás preciosa. —El abrazo de mi amiga me reconforta lo suficiente para sonreír sin que suponga un esfuerzo.
—Espero que estés para cuando nazca.
—Que estás de seis meses y yo solo me voy uno —bromeo.
—Y se me están haciendo eternos —suspira mirándose la barriga entre irritada y enternecida.
Me hace mucha ilusión que vaya a ser madre, principalmente por lo feliz que está. Aunque la verdad es que no supe reaccionar cuando me dio la noticia. La encajé mal. Me sentí como si me lo estuviera echando en cara. «Yo voy a formar una familia y tú has perdido a la tuya». El dolor te hace muy egoísta. Andrea se dio cuenta y aquel día discutimos como nunca. Pasamos tres meses enteros sin hablarnos.
Así como Marina me impulsó a cubrirme la piel, mi mejor amiga hizo que comprendiera que eso no era suficiente. Que tenía que sobreponerme. La vida continuaba y debía ir tras ella.
Al principio nos costó un poco retomar la relación. Andrea no ha hecho más que apoyarme desde que nos conocimos y yo le di la espalda en un momento en el que me necesitaba. Pero hemos conseguido superarlo.
—¿Han sido muy complicadas las cosas con…? —Mira por encima del hombro hacia el salón.
Comprendo que se refiera a Mikel.
—Todo lo contrario, demasiado fácil.
—¿Y el macizo estadounidense? —alza una ceja.
—¡Andrea! —regaño preocupada por si nos han escuchado, la casa no es muy grande y tiene una acústica demasiado buena—. Somos amigos. Nada más.
A pesar de mi afirmación, se me acaloran las mejillas. Mi corazón comienza a dar patadas rápidas que me retumban en el pecho.
—No te mientas a ti misma, Mara.
¿Lo hago? Porque no sé qué siento por Paul. Ni si los cosquilleos y saltar encima del teléfono cuando suena para comprobar que es él se debe a que me gusta o a que, al ser la única persona que no conoce a la Mara de antes, hace que me sienta libre.
—Ni mucho menos te conformes con una relación que no va a ninguna parte —añade Andrea con indulgencia.
—A lo mejor sí que va a alguna parte —contrapongo un poco a la defensiva. Apoyo una mano sobre la pared con la sensación de que se me va a venir encima en cualquier momento.
—Las personas cambian. Está bien que tú lo hagas también. —Me aprieta el antebrazo con una sonrisa cariñosa. Andrea siempre tiene las palabras adecuadas—. Seguir así solo te hará miserable. Y con todo lo que has pasado, no te lo mereces.
Me muerdo el labio antes de resoplar. Comienza a dolerme la cabeza de tanta tensión. A pesar de ello sonrío a mi mejor amiga, cubriendo su mano con la mía en agradecimiento. Porque está aquí aguantándome una vez más.
—Paul vive al otro lado del mundo, sería imposible aun sintiendo algo por él. —Encojo los hombros y me aprieto el puente de la nariz—. Por otro lado, Mikel es mi novio, tenemos una relación que funciona. Se desvive porque esté bien y…
Me interrumpo cuando la mano de Andrea se pone rígida bajo la mía. Agacha la mirada y se relame el labio inferior. La conozco lo suficiente para saber que algo pasa. Me mira de nuevo.
—A lo mejor deberías preguntarte por qué se comporta así —resopla enfadada. Abre los ojos sorprendida, como si no acabara de creerse lo que ha dicho.
—¿Qué quieres decir? —pregunto cautelosa.
El silencio se vuelve denso entre nosotras. Empiezo a tener la sensación de que Andrea me oculta información que podría ser reveladora.
—No me hagas ni caso. —Sacude la cabeza—. Son las hormonas.
Me abraza de súbito y yo me pregunto qué tienen que ver las hormonas en todo este asunto. No puedo dejar de preguntarme por qué ha dicho lo que ha dicho.
—Pásalo bien en Puerto Rico —susurra en mi cuello.
—¿Seguro que no quieres contarme nada? —insisto al separarnos.
Andrea niega con una sonrisa sincera. Me pellizca la mejilla a la par que guiña un ojo.
—Y no aspires a lo que funcione, si no a lo que te hace feliz.
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Esa noche me resulta imposible dormir. Así que realizo otro intento por redactar la propuesta de la tesis. Solo que no consigo nada y no hago más que pensar en mi última conversación con Andrea.
«A lo mejor deberías preguntarte por qué se comporta así». Me lo he preguntado en muchas ocasiones. Que mi novio continúe como si nada a pesar de todos mis desplantes. Sin llegar a ninguna conclusión, salvo a la culpabilidad por no poder corresponderlo. El tono de Andrea, sin embargo, denota que ella sabe que hay una razón firme para la manera de actuar de Mikel y que no está de acuerdo.
Mikel al final no se ha quedado a dormir en casa. Cuando la fiesta llegó a su fin, dijo que le había escrito su jefe para suplir una baja mañana por la mañana y que era mejor que durmiera en nuestro apartamento para no despertarme. Es un tanto sospechoso. Más que nada porque el pub no abre por las mañanas. Así que quizás fue la primera excusa que se le ocurrió para marcharse y no tener que pasar la noche con una novia que lo rehúye casi constantemente.
Sé que debería sincerarme con él. Decirle que la falta de problemas entre nosotros lo considero como uno. Pero sé que, en cuanto lo haga, no habrá marcha atrás. El último resquicio de lo que queda de antes desaparecerá.
A las seis de la mañana me canso de pelearme con la almohada y salgo a correr un rato. La simpleza del deporte siempre me ayuda a despejarme. Concentrarme tan solo en dar una zancada tras otra.
Regreso a casa cuando el sol está en lo alto, notando un cansancio placentero tirando mis músculos. El olor a bollería, café y tostadas inunda mi nariz congestionada de frío. Están todos reunidos en el salón.
La tía Paola sirve café en la taza de mi hermana, que está medio tumbada sobre la mesa con los ojos hinchados. Jesús, nuestro primo, charla con Belén, su mujer. El hijo de ambos, Albert, está sentado en el sofá viendo los dibujos. Le acaricio la cabeza al pasar por su lado.
—Buenos días —saludo.
—Pensábamos que seguías en la cama, cielo —dice mi tía Paola con la dulzura de su voz—. Siéntate a tomar un croissant calentito.
—Estábamos a punto de mandar a Albert a despertarte. —Mi primo me guiña un ojo—. Es más efectivo que cualquier despertador.
—Especialmente cuando se pone a saltar en tu estómago —comenta Belén tras dar un sorbo a su café—. ¿Qué tal va todo, Mara?
Encojo los hombros con una sonrisa ambigua. Todo es un completo lío. No he dormido nada y en menos de dos horas tengo que ir a la universidad a presentar un proyecto fantasma.
—Emocionada por el viaje.
—Marina, haz el favor de moverte —regaña Paola a mi hermana—. Es de mala educación meter el pelo en desayuno ajeno.
Mi hermana gruñe, pero acaba incorporándose. Se deja caer en el respaldo con pesadez y un gesto de dolor. Ayer se le fue de las manos con el alcohol.
—También despertar a la fuerza a las personas con resaca —bisbisea con tono infantil desmenuzando una napolitana.
—A ti nadie te manda beber tanto, ahora te aguantas.
—Mara, defiéndeme.
Todos reímos.
La tía Paola se sienta a la cabecera de la mesa. En ese momento me recuerda un montón a mamá. Con la sonrisa indulgente, temperamental, pero sin perder la dulzura en sus ojos verdes. Pero esta vez no se me sierra la respiración al recordarla a través de su hermana. Me invade una sensación agridulce, pero no del todo mala.
—Háblanos del viaje —pide Jesús—. Para los que no podemos ir a ningún paraíso.
—Es un voluntariado, no un viaje de placer —rebato pellizcando el croissant que la tía Paola me ha puesto delante—. Puerto Rico ha pasado por un infierno.
Mi tono es duro. Jesús vive de lo más desinformado y su capacidad empática es más bien nula. Desde siempre ha sido motivo de discusión entre nosotros. Como cada vez que se burlaba de mi labor y la de mis padres porque solo eran unos animalitos.
—Mejor cállate, cielo —regaña Belén dándole unas palmaditas en la espalda.
—Estamos muy orgullosos de ti —interviene la tía Paola—. Siempre has sido muy solidaria.
Tenso la mandíbula y me obligo a sonreír. Lo que me ha conducido a este viaje es la necesidad de huir y marcharme a un lugar donde nadie espere nada de mí. No soy una valiente, sino una cobarde.
indigo.
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Re: Triángulo de las Bermudas
Capítulo 03.02
mara santiago & paul fitzroy ✘ escrito por: gxnesis.
Pasar el cursor por la imagen.
Llego a la universidad con un portafolios vacío y sin un ápice de culpabilidad. Desde niña he sido una cerebrito que hacía los deberes incluso antes de que los mandaran. Acababa todo semanas antes de las fechas de entregas y hacía más de lo requerido por el simple placer de estudiar.
Esta es la primera vez que no tengo nada. La falta de preocupación no hace más que demostrar lo mucho que he cambiado. Los estudios han dejado de ser la prioridad.
Mi tutora, la señora Prieto, aguarda en la sala de profesores.
—Me alegro de verte, Mara. Toma asiento.
Obedezco la petición, con el portafolio aferrado al pecho. La señora Pietro siempre ha sido una de mis profesoras preferidas. Exigiéndome más y más que los demás para que siempre fuera más allá y no me conformara. Pero ni siquiera la tentativa de decepcionarla la agobia.
—Buenos días —saludo.
—Cuando quieras… —hace un gesto hacia la carpeta—. Estoy ansiosa por descubrir el tema de tu tesis.
Dejo el portafolio encima del escritorio. Me pellizco la cara interna de la muñeca antes de responder.
—Lo siento, señora Prieto. No he podido realizar la propuesta aún.
Parpadea, como si tuviera a una Mara distinta a la que solía tratar. Lo cual es cierto en muchas más formas de las que se imagina. Aguardo el sermón y la decepción que portará sin que me tiemble el pulso. Me siento en un extraño estado de paz.
—No pasa nada, Mara —sonríe con comprensión—. De todas formas, no empezarás con la tesis hasta febrero. Esta era una reunión extraoficial.
Pasa, pero la señora Prieto se adhiere a las circunstancias atenuantes. Como perdí a mis padres en un terrible accidente, el mundo trata de recompensármelo. Y me doy cuenta que no quiero su comprensión. Sino un trato acorde a las circunstancias.
—He hecho que pierda el tiempo. —Me ataco a mí misma con irritación palpable en la voz.
Vuelve a sonreír.
—Por supuesto que no. Para mi mejor alumna, nunca pierdo el tiempo. —Otra sonrisa—. Podemos vernos a la vuelta de tu viaje. Si lo necesitas, también puedo ayudarte a encontrar el enfoque en tu tesis.
Y es ahí, en ese momento, en el que tomo una decisión. No quiero hacer la maldita tesis, ni terminar la carrera. Me lo reconozco con una sinceridad que hasta ahora he rehuido. No habrá un futuro en el que continúe la labor de mis padres. Porque esa persona que amaba el mar ya no existe.
Tampoco quiero que regrese, esa también es la verdad. Solo quiero encontrar el valor para dejarla atrás de una vez por todas. Porque nada de lo que haga por recuperar el pasado los traerá de vuelta. Nada me los devolverá ya.
—¿Sabe qué? —digo con un torrente de energía determinada impulsando mis palabras—. No va a ser necesario. He decidido que no realizaré la tesis, después de todo.
A mi tutora se le desencaja la mandíbula.
—Mara, pero…
—Gracias por su tiempo. —Me levanto de la silla—. Y por ser una gran profesora.
Abandono el despacho antes de que pueda detenerme. El compresor que hace que respirar sea complicado, rebaja la presión. Tomo una amplia bocanada de aire una vez fuera. Un poco más libre que cuando entré.
El mar se llevó a mis padres, así que yo no pienso dedicarle ni un solo segundo más de mi tiempo.
Paul llama justo cuando salgo de la boca de metro. En Capitola son cerca de las tres de la madrugada. Nunca hablamos tan tarde. Descuelgo con el corazón acelerado, deteniéndome a un lado de la calzada. Pensado que ha pasado algo. Las llamadas fuera de horario me perturban.
—Mara…, llamaba…, jeroglífico.
El ruido ensordecedor de fondo no me deja entender más de un par de palabras.
—No te he escuchado bien —grito tapándome la oreja.
—¡Espera! —Durante unos segundos solo oigo un zumbido rítmico, debe estar en una discoteca. El silencio llega a continuación—. Decía que si ya has descifrado mi jeroglífico.
—He abandonado la tesis —suelto rápido, trayendo de nuevo la exaltación a mi cuerpo—. Técnicamente, ni siquiera he llegado a empezarla
—¡No me jodas!
—¡Sí! Dios, qué bien sienta —me cubro la mejilla aún incrédula.
Es el movimiento más arriesgado que he tomado nunca. No tengo un plan de repuesto ni la más remota idea de lo que haré en el futuro. Y me siento tan en paz. Aunque sé que los remordimientos y la incertidumbre llegarán una vez haya digerido la noticia.
—Ya era hora.
—¿Cómo dices? —cuestiono. En ningún momento le ha hablado a Paul sobre el conflicto que generaba la tesis.
—Que lo supe en cuanto te conocí. Esa falta de pasión por lo que estabas haciendo… —comienza a explicar con la voz elevada, como si todavía hubiera ruido—. Pedías a gritos una catarsis.
Es un listillo y me arrolla la facilidad con la que ha sabido calarme, incluso desde el minuto cero.
—Yo soy la sabelotodo.
—Aspiro a robarte el puesto.
—¿Por qué me has llamado? —inquiero al atender de nuevo las horas.
Un suspiro largo precede sus palabras.
—Yo que sé. —Hay un deje de derrota en su voz—. He visto a una pelirroja y me he acordado de que hace mucho que no hablábamos.
—Para ti ha sido menos de un día.
—Parecía más…
Me muerdo el labio al tiempo que las cosquillas habituales aparecen. Esto es lo que debería sentir cuando veo a Mikel. Mareas sacudiéndome y la sensación de que ha pasado una eternidad desde que no estoy con él, aunque no hayan transcurrido más de dos minutos. Pero lo siento con Paul. Y eso que ni siquiera puedo verle la cara. Los graciosos rizos en su frente. Su mirada cautivadora. La predisposición a reír.
No mentí a Andrea ayer, no tengo ni la más remota idea de cuáles son mis sentimientos o lo que implican. Ni hasta qué punto pueden estar influenciados por la situación. Pese a ello, decido ser honesta una vez más: Paul hace que me sienta viva y sonreír con su voz al otro lado no se convierte en un mundo. Eso ya es algo. Es más.
—¿Sigues ahí?
—Descifré tu jeroglífico —digo por respuesta, haciendo alusión al mensaje que me escribió el otro día—. Yo también tengo ganas de verte.
El corazón comienza a latirme tan fuerte que pienso que se me va a escapar. Porque tampoco sé lo que Paul siente por mí. Quizás no soy más que una amiga a la que hace ilusión ver después de mucho tiempo. Es muy probable que esté malinterpretando la situación. A mí los temas del corazón nunca se me han dado bien.
—Bien, porque te vas a hartar de verme —bromea con cierta seriedad—. Igual hasta te arrepientes de esas ganas.
—Tendremos que averiguarlo.
Ayer por la tarde tuve la última sesión con el terapeuta antes del viaje. Hablamos del ataque de pánico que sufrí el otro día y mi decisión de abandonar la tesis. Me dio su número de teléfono por si necesito contactar con él y quedamos en que valoraría un cambio de medicación a mi regreso.
Por suerte, estos días he estado dentro del rango de lo que considero bien. Y tras abandonar el despacho de la señora Prieto me he sentido con menos turbulencias. A pesar de que empiezo a notarme ansiosa por la página en blanco de mi futuro académico. Pero he decidido tratar de no preocuparme hasta la vuelta.
El resto del viernes estuve paseando con mi familia por la ciudad. No supe nada de Mikel en todo el día. Ninguno llamó al otro. Pero esta mañana se ha presentado en casa de mi tía para despedirnos.
Nos encontramos en la terraza, codo con codo apoyados en la barandilla, observando a los transeúntes. Corre una brisa cálida que porta una mezcla de olores: gasolina quemada, pan horneado y hojas húmedas. El silencio denso que nos acomete remarca el socavón que se ha creado en nuestra relación y que se ha vuelto ineludible en este rato.
Por otra parte, Mikel está raro. Callado y nervioso. Se frota las manos sin parangón y de minuto en minuto suspira como quisiera expirar demonios. Mientras que yo trato de reunir valor para romper este silencio opresor.
Esta noche le he dado muchas vueltas a nuestra situación. Con una frase concreta martilleando. «Y no aspires a lo que funcione, sino a lo que te hace feliz». Pensé que la seguridad y comodidad que me proporcionaba Mikel era la felicidad. Ahora no lo tengo claro.
Le debo a Mikel honestidad. No merece estar atado a alguien que no se le pone el mundo patas arriba cuando lo ve. Es la única certeza, más allá de mí, de mis cacaos mentales y de todo, quiero que Mikel sea feliz. No importa que mis costillas protesten porque ya no soy la persona adecuada, porque han sido muchos años juntos. Porque era una buena vida hasta que el mar la arrasó.
Sin embargo, aguardar a que amaine no solucionará los problemas. No puedo seguir atrapada bajo la capa protectora que me he obligado a vestir. Mi subconsciente lleva meses tomando decisiones por mí. El viaje a Puerto Rico, evadir a Mikel por miedo a que se me escapara la verdad y vaciar el armario de casa porque sabía que no iba a regresar.
Tras un rato de intentos fallidos de sinceridad, consigo juntar el valor necesario.
—Mikel…
—He conocido a alguien.
Se gira hacia mí con expresión estrangulada. Me quedo de piedra. Aprieto los labios en una contención de aliento. Este escenario ni me lo planteaba. Permanezco sumida en el shock, observando a Mikel a la espera de una explicación.
Esconde el rostro en los antebrazos, las manos agarrando sus rizos con tal fuerza que le resaltan los nudillos.
—¿Hace cuánto? —Mi voz sale sorprendentemente recta. Busco dentro de mí alguna punzada de dolor, enfado, decepción, pero no hay nada.
Mikel se incorpora. Titubea con la mano planeando sobre la mía, hasta que termina por dejarla caer en su costado. Las pupilas grises, nerviosas y huidizas.
—Unos meses, es una compañera del trabajo —murmura.
—Vale —trago saliva y me llevo una mano al cuello—. ¿Por qué no me lo has dicho antes?
Abre la boca varias veces, encoge los hombros y lo sé. Por consideración a todo lo que he pasado estos meses. Una vez más, las circunstancias atenuantes. Y eso enciende un atisbo de rabia en mi interior. Tan cansada, tan harta de
que me traten como si fuera de cristal.
—Lo que menos quiero es hacerte daño, Mara, te lo juro. —Se le quiebra la voz—. He intentado frenarlo, ignorarlo y que nuestra relación funcione. Te quiero, pero…
—No como antes —termino por él.
Mi rabia se esfuma. Resulta que Mikel y yo estamos en la misma página, después de todo. Ambos sin querer herirnos, rehusando de dejarnos ir.
—Andrea nos vio besarnos hace unos días, cuando vino al bar para hablarme de lo de tu fiesta de despedida. Me dijo que, si no te lo contaba yo, lo haría ella —continúa diciendo. Entiendo entonces la actitud de mi mejor amiga cuando hablamos. Mikel se para un momento para agarrarme con los hombros y volcar toda la intensidad de su mirada en la mía—. Esa fue la única vez. Quiero que lo sepas.
—Te creo.
—Se nos ha ido de las manos —hablo de nuevo, con una sonrisa triste y ganas de llorar porque ojalá nada hubiera cambiado.
—Es una mierda. —Sus ojos brillan con la amenaza de las lágrimas, al igual que los míos.
Le doy un abrazo que él corresponde con fuerza. En ese gesto expresamos más que con cualquier balbuceo nervioso. Que, pese a las últimas revelaciones, sigo sintiendo un hogar y seguridad entre los brazos de Mikel. Que no quiero perderlo y que espero con todas mis fuerzas que esto no sea todo.
Me aparto de él secándome las lágrimas. Mikel me imita. Nos quedamos frente al otro unos segundos en el que nos perdemos en ojos del otro. Hasta que me acuerdo que yo no he sido del todo sincera con él.
—Creo que yo también he conocido a alguien. Es Paul, el chico de Capitola —confieso dando un paso atrás, agachando la cabeza—. No sé qué es, si solo soy yo o… En fin, solo te lo digo para que no te sientas culpable.
Callo porque empiezo a desvariar.
—Me lo imaginaba.
—¿De verdad?
—Piensas que se te da bien ocultar tus emociones, pero alguna que otra se te escapa.
Mikel sonríe e incluso encuentro burla en su voz. Sin embargo, a mí me hacen daño sus palabras. Mientras que yo no estaba al tanto de que estaba desarrollando sentimientos por otra persona, él lo sabía. Aun así, se quedó a mi lado. Porque le necesitaba. La culpa regresa para enmarañarse en mis pulmones.
—Lo siento mucho —susurro bajito.
—Mara, no tienes que pedirme perdón por nada. Como has dicho, se nos ha ido de las manos a los dos.
Me giro hacia la barandilla, retomando mi posición inicial. La vida urbana sigue su curso en el suelo, ajena a lo que ocurre en esta diminuta terraza. Es un pensamiento ridículo, sin embargo, cada vez que mi vida da un giro, espero que el mundo sea considerado conmigo y también gire. Pero a la vida le damos absolutamente igual.
Mikel sujeta la espalda en la barandilla, a mi lado. Le miro desde abajo.
—Es que no puedo quitarme la sensación de que casi todo es mi culpa. Te he retenido a mi lado porque te necesitaba. Cuando todo cambió… Nuestra relación fue lo único que no se puso patas arriba y he querido aferrarme a ella todos estos meses.
—Los dos nos necesitábamos —asegura posando una mano en mi hombro.
—Qué va —cierro los ojos.
—Es verdad. Tú necesitabas a alguien a quien aferrarte y yo necesitaba aferrarme a ti del mismo modo. He sabido desde hace mucho tiempo que nuestra relación ha cambiado. Pero de todas formas quise intentarlo. Me sentía útil, funcionábamos tan bien…
—Demasiado bien.
—Exacto.
Permanecemos en silencio tanto rato que cada tanto lo miro de reojo para comprobar que no se ha marchado. Este silencio, al contrario que el de los últimos meses, no me aplasta. La verdad libera. Creí que una vez tuviéramos esta conversación, todo se desharía. Que sentiría cómo me arrancaban la última pieza de la Mara
—¿Nos veremos cuando vuelva? —pregunto en mi forma de decir que no quiero perderle.
Sonríe y me aparta un mechón del rostro que se me ha quedado enganchado en la barbilla. Es un gesto tan cariñoso, acompañado por una sonrisa ladeada, que me reconforta.
—Siempre que tú quieras.
—Entonces sí.
Nos sonreímos. Puede que al principio resulte difícil y extraño, pero espero que podemos mantener una amistad cuando la situación se asiente. Volvemos a abrazarnos.
—Espero que encuentres en ese viaje lo que perdiste aquí —susurra dándome un beso en la frente.
—Yo también.
Mikel me pide que le escriba cuando llegue a Puerto Rico para asegurarse de que está todo bien. Que sigue aquí y que puedo llamarle siempre que quiera. Le digo que es recíproco y minutos después me quedo sola en la terraza.
Cierro los ojos y permito que el viento se me cuele por los poros de la piel. Pienso en lo que dijo Andrea —siempre con tanta razón—, que las personas cambiamos y nuestras relaciones cambian con nosotros. Por horrible que parezca la idea, muchas veces es para mejor.
Pensé que dejarlo ir me rompería. Pero ahora siento que puedo respirar un poco mejor y visualizo un brote diminuto en el terreno árido en el que me he encerrado a mí misma.
El sábado por la mañana me acerco al faro a pasar un rato a solas. Estos días han sido una locura entre los preparativos para el viaje y unas cuantas resacas de las que no me siento orgulloso. Necesitaba un poco de paz.
No estaba en mis planes venir aquí, evito este lugar tanto como me es posible. Pero hace unas horas llevé a Pezuñas a casa de mi vecina, Roberta, ya que se va a quedar a su cuidado. Me ha dado un poco de pena desprenderme de la bola de pelo sebosa. Aunque con Roberta vaya a estar mucho mejor que conmigo.
Pero se me ha hecho un poco nudo el asunto. La casa, la gata y lo que implica. Así que he acabado sentado en una roca, con las salpicaduras de las olas mojándome la cara y un viento frío atenazándome los huesos.
Es en este trozo de mar donde tiré las cenizas de mi madre. No me dio indicaciones sobre qué hacer con ella. A mí me pareció buena idea, siempre me recordó mucho al mar. Hermoso, libre, bravo y reconfortante cuando está en calma. Y después de tenerla su último mes de vida encerrada en una habitación de hospital, como un conejillo de Indias, porque era incapaz de aceptar que iba a morirse, quise llevarla a un sitio donde se sintiera libre.
Ella no tenía un Dios al que venerar. No creía en religiones ni nada que se le pareciera. Para mi madre, cuando morimos, simplemente regresamos a la naturaleza. Quise reconfortarme con esa idea al principio. Me la imaginaba como una brisa marina que me acariciaba el rostro cuando más lo necesitara. Pero no sirvió.
Nada de lo que hice ayudó a que dejara atrás la culpa. Solo podía pensar en que encerré a una persona que vivió toda su vida como quiso, sin ataduras ni lazos e hice de su final un infierno. Que ella aguantó solo por mí.
Me era imposible venir aquí porque no hacía más que recordarlo. No podía encontrar los buenos momentos. Aquellos primeros años de mi vida en una comuna, donde me enseñó a respetar y amar la naturaleza. Los viajes en carretera hacia ninguna parte. Cualquier día cuando llegaba de clase y estaba bailando en el salón. El olor a incienso, las piedras preciosas y que todo lo solucionara con una taza de té.
He pasado unos cuantos años castigándome en Capitola por mis malas decisiones, con la absurda esperanza de que regresaría y me diría que todo estaba bien. Que no me culpaba.
Al venir al faro unas horas atrás y no sentir nada me he reafirmado más en mi decisión. Estos días me he replanteado mucho la decisión de marcharme de aquí para siempre. Acojonado con la posibilidad de perderla más. Pero en realidad da igual el sitio. Mi madre se irá conmigo adónde yo quiera llevarla. Y hay tantas partes a las que quiero ir que quedarme aquí ya no es factible.
Regreso a casa a eso de las tres de la tarde. Rio está tumbado a la bartola en una hamaca de la terraza. Reprimo el impulso de tirarle un vaso de agua fría en venganza por levantarme de madrugada, sin ningún tipo de consideración con mi resaca, para hacer las maletas. Cuando no es hasta mañana que nos marchamos a Miami.
Pero termino por tumbarme en la hamaca contigua a la suya. Miro el móvil por primera vez en horas. Hay un mensaje de Mara diciendo que está a punto de coger el ave para volver a Madrid y de ahí directa al aeropuerto.
Se me escapa una sonrisa. «Yo también tengo ganas de verte». Cuando me dijo eso tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no decirle que yo tenía ganas de muchas cosas y no todas ellas con ropa. Pero tengo que ver cómo fluyen las cosas entre nosotros.
—Joder, qué puto calor.
Rio se incorpora como un resorte tirándome la camiseta encima. Le veo desperezarse. Ha llegado el momento de que me sincere con él. Recurro a la herida del dedo para serenarme.
—Ve a por cerveza. Quiero hablar contigo —digo incorporándome también.
—¿Desde cuándo soy tu sirviente?
—Desde que vives aquí sin pagar un duro. —Le doy un puñetazo en el hombro—. En serio, es importante.
Rio me mira de reojo y se levanta.
—Ya sé que vas a largarte de Capitola.
—¿Lo sabes? —guiño los ojos porque sol me ciega. Rio arruga la frente esperando a que llegue a una conclusión—. Ha sido Callie.
Me paso la mano por el pelo. Menuda bocazas. Aunque eso me pasa por confiarle mis secretos a una persona a la que le apasiona pregonarlos.
—Se le escapó hace unas semanas —explica en medio de un bostezo—. No entiendo por qué no querías decírmelo.
—No sé.
Me rasco la nuca. Supongo que no quería contárselo a mi mejor amigo porque ha rechazado cinco buenas ofertas de trabajo en estos años para no dejarme solo. Y luego voy yo, de un día para el otro y decido pirarme. Sin tener en cuenta nada.
—Si tu miedo era romperme el corazón o alguna tontería de esas, no te aflijas —bromea devolviéndome el puñetazo de antes—. Voy por esas cervezas.
Me tumbo en la hamaca de nuevo, quitándome un peso de encima. Rio vuelve y nos pasamos la tarde bebiendo y tomando el sol. No tocamos el tema de mi marcha en ningún momento. Aunque sé que esta es una conversación que tendremos que retomar en algún punto.
En un momento de la tarde, cuando ya estoy borracho, pongo Seven Wonders en el teléfono. Dejo que la melodía me llene por dentro. Esta vez sí encuentro lo que he ido a buscar al faro. La calidez de los abrazos de mamá, la seguridad de su risa y el brillo fiero en su mirada azul.
Me reafirmo de nuevo. No voy a seguir escondido en este pueblo. La vida te puede dar una torta con la mano abierta en cualquier momento. Y yo aún tengo que descubrir las siete maravillas, tal como se lo prometí a mi madre.
Abandono la ciudad con menos carga. Sin embargo, una vocecita me acompaña durante el trayecto en ave, sembrando dudas. ¿He tomado las decisiones adecuadas? Me da miedo arrepentirme conforme pasen los días.
La facilidad con la que ha sucedido todo me inquieta. Para poder convivir con el dolor, tuve que transformarlo en apatía y esta tomó mi cuerpo entero, aunque a veces desaparezca. No sé si esta tranquilidad es porque he tomado una buena decisión o porque la apatía está jugando conmigo.
Me tranquilizo diciéndome que no tengo que preocuparme por ello hasta que regrese. Poner en pausa los conflictos. O al menos, los que tienen su origen en Barcelona.
Escribo a Paul para avisarle que voy camino a Madrid. La culpabilidad por el manojo de nervios en el estómago desaparece, sin embargo, a esta la sustituye el miedo. Me he quedado sin excusas entre las que ocultarme. Veré a Paul en menos de dos días. Una mezcla de nervios, temor e ilusión me ataca.
Podría pasar cualquier cosa o nada. Pues tampoco sé qué siente Paul, ni cómo interpretar sus palabras. Si es que conllevan algún significado oculto. Si lo que siento está influenciado o de verdad me gusta.
Me mensajeo con Rita para pasar el rato. Ella no coge un vuelo hasta mañana —va en el mismo que Paul— a la madrugada con dirección a Miami y de allí a Puerto Rico. Me cuenta las últimas novedades, como que finalmente tomó la decisión de ingresar a su padre en un centro. Admiro su capacidad para seguir adelante a pesar de todo lo malo que le ha ocurrido en estos años. Puede que incluso envidie hasta cierto punto esa capacidad suya para no dejar que las cosas se salgan de su control.
La conversación no dura mucho. Pero me centro en que nos reencontraremos en menos de dos días, ya que esos sentimientos son menos conflictivos.
Llego a la Terminal 4 del aeropuerto cerca de la media noche. Aunque ya voy un poco tarde. Al ser un vuelo internacional, tendría que haber estado aquí con dos horas de antelación. Solo que he intentado venir lo más tarde posible para estar con Marina.
Facturo la maleta, paso el control y cojo el tren hasta la puerta de embarque en menos tiempo del que había estimado. Por lo que me relajo. Cuando llego a la sala de espera hay una gran cantidad de gente, que imagino también irán al voluntariado.
Localizo a los chicos en la sección de asientos más alejada. Remy está tumbado en las piernas de Elera mientras está presta atención a su cámara. Valerius lee un libro a su lado y, por último, Lynx medio dormita medio mira la pantalla que anuncia los vuelos desparramada sobre su asiento. Saludo y los dos primeros me lo devuelven con aire distraído.
—Imagina mi sorpresa al no encontrarte aquí cuatro horas antes —ironiza Lynx a la que me dejo caer a su lado.
—Vivo al límite, qué puedo decirte.
—Lo próximo será quedarte cinco minutos más en la cama después que suene el despertador.
Pongo los ojos en blanco. Escribo al grupo de mi familia y a Mikel para decirles que he llegado bien. Lynx cotillea por encima de mi hombro y le doy un empujón.
—Tienes que avisar al organizador de que has venido. Está por allí —señala hacia los asientos del otro extremo.
—Ahora iré.
—¿Has tenido mucho sexo este fin de semana? —menea las cejas y sonríe como una niña que ha descubierto una bolsa llena de gominolas.
Aprieto los labios y me cubro la cara con el pelo. Solo le he contado a Paul que he abandonado la carrera. Y lo de Mikel me lo he guardado para mí. Quería disfrutar del día sin que estos factores influyeran. Pero decido contárselo a Lynx. Después de todo, no está tan implicada en mi vida como para poner el grito en el suelo y atosigarme. Nuestra amistad no es tan personal.
—Mikel y yo hemos roto —suspiro—. Nada de sexo.
Las cejas oscuras de Lynx asciendes hasta el nacimiento de su cabello. Me planta una mano en la frente y la aparto echándome hacia atrás. Nos miramos unos segundos y espero que entienda que no requiero de un sermón, ni preguntas.
—Has aprovechado el fin de semana. —Se deja caer en el respaldo con los brazos cruzados, dándome una mirada sardónica.
Lanzo el aire fuera de mis pulmones con fuerza. Me inclino hacia delante, con las manos colgando entre las piernas.
—Parecía lo correcto.
—Y Mara Santiago siempre hace lo correcto —presiento cierta burla en su voz.
—Supongo que sí.
Mara Santiago, en este momento, se ve invadida por una sensación de huida. He tomado decisiones, pero no me quedo para afrontar las consecuencias. He sabido reconocer lo que no quiero, todo un paso adelante tras poner mi vida en ciernes este último año, pero no tengo la más remota idea de lo que sí quiero.
Eso es lo que me aterra, no llegar a descubrirlo y pasarme el resto de mi vida dando tumbos. O atrapada por mis miedos y la apatía y los errores. O haber cometido un error al romper con Mikel, aunque él también quisiera. O mandar mi trabajo de una vida porque soy incapaz de sobreponerme.
Solo espero que tras esta catarsis, al fin llegue la calma.
Esta es la primera vez que no tengo nada. La falta de preocupación no hace más que demostrar lo mucho que he cambiado. Los estudios han dejado de ser la prioridad.
Mi tutora, la señora Prieto, aguarda en la sala de profesores.
—Me alegro de verte, Mara. Toma asiento.
Obedezco la petición, con el portafolio aferrado al pecho. La señora Pietro siempre ha sido una de mis profesoras preferidas. Exigiéndome más y más que los demás para que siempre fuera más allá y no me conformara. Pero ni siquiera la tentativa de decepcionarla la agobia.
—Buenos días —saludo.
—Cuando quieras… —hace un gesto hacia la carpeta—. Estoy ansiosa por descubrir el tema de tu tesis.
Dejo el portafolio encima del escritorio. Me pellizco la cara interna de la muñeca antes de responder.
—Lo siento, señora Prieto. No he podido realizar la propuesta aún.
Parpadea, como si tuviera a una Mara distinta a la que solía tratar. Lo cual es cierto en muchas más formas de las que se imagina. Aguardo el sermón y la decepción que portará sin que me tiemble el pulso. Me siento en un extraño estado de paz.
—No pasa nada, Mara —sonríe con comprensión—. De todas formas, no empezarás con la tesis hasta febrero. Esta era una reunión extraoficial.
Pasa, pero la señora Prieto se adhiere a las circunstancias atenuantes. Como perdí a mis padres en un terrible accidente, el mundo trata de recompensármelo. Y me doy cuenta que no quiero su comprensión. Sino un trato acorde a las circunstancias.
—He hecho que pierda el tiempo. —Me ataco a mí misma con irritación palpable en la voz.
Vuelve a sonreír.
—Por supuesto que no. Para mi mejor alumna, nunca pierdo el tiempo. —Otra sonrisa—. Podemos vernos a la vuelta de tu viaje. Si lo necesitas, también puedo ayudarte a encontrar el enfoque en tu tesis.
Y es ahí, en ese momento, en el que tomo una decisión. No quiero hacer la maldita tesis, ni terminar la carrera. Me lo reconozco con una sinceridad que hasta ahora he rehuido. No habrá un futuro en el que continúe la labor de mis padres. Porque esa persona que amaba el mar ya no existe.
Tampoco quiero que regrese, esa también es la verdad. Solo quiero encontrar el valor para dejarla atrás de una vez por todas. Porque nada de lo que haga por recuperar el pasado los traerá de vuelta. Nada me los devolverá ya.
—¿Sabe qué? —digo con un torrente de energía determinada impulsando mis palabras—. No va a ser necesario. He decidido que no realizaré la tesis, después de todo.
A mi tutora se le desencaja la mandíbula.
—Mara, pero…
—Gracias por su tiempo. —Me levanto de la silla—. Y por ser una gran profesora.
Abandono el despacho antes de que pueda detenerme. El compresor que hace que respirar sea complicado, rebaja la presión. Tomo una amplia bocanada de aire una vez fuera. Un poco más libre que cuando entré.
El mar se llevó a mis padres, así que yo no pienso dedicarle ni un solo segundo más de mi tiempo.
Paul llama justo cuando salgo de la boca de metro. En Capitola son cerca de las tres de la madrugada. Nunca hablamos tan tarde. Descuelgo con el corazón acelerado, deteniéndome a un lado de la calzada. Pensado que ha pasado algo. Las llamadas fuera de horario me perturban.
—Mara…, llamaba…, jeroglífico.
El ruido ensordecedor de fondo no me deja entender más de un par de palabras.
—No te he escuchado bien —grito tapándome la oreja.
—¡Espera! —Durante unos segundos solo oigo un zumbido rítmico, debe estar en una discoteca. El silencio llega a continuación—. Decía que si ya has descifrado mi jeroglífico.
—He abandonado la tesis —suelto rápido, trayendo de nuevo la exaltación a mi cuerpo—. Técnicamente, ni siquiera he llegado a empezarla
—¡No me jodas!
—¡Sí! Dios, qué bien sienta —me cubro la mejilla aún incrédula.
Es el movimiento más arriesgado que he tomado nunca. No tengo un plan de repuesto ni la más remota idea de lo que haré en el futuro. Y me siento tan en paz. Aunque sé que los remordimientos y la incertidumbre llegarán una vez haya digerido la noticia.
—Ya era hora.
—¿Cómo dices? —cuestiono. En ningún momento le ha hablado a Paul sobre el conflicto que generaba la tesis.
—Que lo supe en cuanto te conocí. Esa falta de pasión por lo que estabas haciendo… —comienza a explicar con la voz elevada, como si todavía hubiera ruido—. Pedías a gritos una catarsis.
Es un listillo y me arrolla la facilidad con la que ha sabido calarme, incluso desde el minuto cero.
—Yo soy la sabelotodo.
—Aspiro a robarte el puesto.
—¿Por qué me has llamado? —inquiero al atender de nuevo las horas.
Un suspiro largo precede sus palabras.
—Yo que sé. —Hay un deje de derrota en su voz—. He visto a una pelirroja y me he acordado de que hace mucho que no hablábamos.
—Para ti ha sido menos de un día.
—Parecía más…
Me muerdo el labio al tiempo que las cosquillas habituales aparecen. Esto es lo que debería sentir cuando veo a Mikel. Mareas sacudiéndome y la sensación de que ha pasado una eternidad desde que no estoy con él, aunque no hayan transcurrido más de dos minutos. Pero lo siento con Paul. Y eso que ni siquiera puedo verle la cara. Los graciosos rizos en su frente. Su mirada cautivadora. La predisposición a reír.
No mentí a Andrea ayer, no tengo ni la más remota idea de cuáles son mis sentimientos o lo que implican. Ni hasta qué punto pueden estar influenciados por la situación. Pese a ello, decido ser honesta una vez más: Paul hace que me sienta viva y sonreír con su voz al otro lado no se convierte en un mundo. Eso ya es algo. Es más.
—¿Sigues ahí?
—Descifré tu jeroglífico —digo por respuesta, haciendo alusión al mensaje que me escribió el otro día—. Yo también tengo ganas de verte.
El corazón comienza a latirme tan fuerte que pienso que se me va a escapar. Porque tampoco sé lo que Paul siente por mí. Quizás no soy más que una amiga a la que hace ilusión ver después de mucho tiempo. Es muy probable que esté malinterpretando la situación. A mí los temas del corazón nunca se me han dado bien.
—Bien, porque te vas a hartar de verme —bromea con cierta seriedad—. Igual hasta te arrepientes de esas ganas.
—Tendremos que averiguarlo.
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Ayer por la tarde tuve la última sesión con el terapeuta antes del viaje. Hablamos del ataque de pánico que sufrí el otro día y mi decisión de abandonar la tesis. Me dio su número de teléfono por si necesito contactar con él y quedamos en que valoraría un cambio de medicación a mi regreso.
Por suerte, estos días he estado dentro del rango de lo que considero bien. Y tras abandonar el despacho de la señora Prieto me he sentido con menos turbulencias. A pesar de que empiezo a notarme ansiosa por la página en blanco de mi futuro académico. Pero he decidido tratar de no preocuparme hasta la vuelta.
El resto del viernes estuve paseando con mi familia por la ciudad. No supe nada de Mikel en todo el día. Ninguno llamó al otro. Pero esta mañana se ha presentado en casa de mi tía para despedirnos.
Nos encontramos en la terraza, codo con codo apoyados en la barandilla, observando a los transeúntes. Corre una brisa cálida que porta una mezcla de olores: gasolina quemada, pan horneado y hojas húmedas. El silencio denso que nos acomete remarca el socavón que se ha creado en nuestra relación y que se ha vuelto ineludible en este rato.
Por otra parte, Mikel está raro. Callado y nervioso. Se frota las manos sin parangón y de minuto en minuto suspira como quisiera expirar demonios. Mientras que yo trato de reunir valor para romper este silencio opresor.
Esta noche le he dado muchas vueltas a nuestra situación. Con una frase concreta martilleando. «Y no aspires a lo que funcione, sino a lo que te hace feliz». Pensé que la seguridad y comodidad que me proporcionaba Mikel era la felicidad. Ahora no lo tengo claro.
Le debo a Mikel honestidad. No merece estar atado a alguien que no se le pone el mundo patas arriba cuando lo ve. Es la única certeza, más allá de mí, de mis cacaos mentales y de todo, quiero que Mikel sea feliz. No importa que mis costillas protesten porque ya no soy la persona adecuada, porque han sido muchos años juntos. Porque era una buena vida hasta que el mar la arrasó.
Sin embargo, aguardar a que amaine no solucionará los problemas. No puedo seguir atrapada bajo la capa protectora que me he obligado a vestir. Mi subconsciente lleva meses tomando decisiones por mí. El viaje a Puerto Rico, evadir a Mikel por miedo a que se me escapara la verdad y vaciar el armario de casa porque sabía que no iba a regresar.
Tras un rato de intentos fallidos de sinceridad, consigo juntar el valor necesario.
—Mikel…
—He conocido a alguien.
Se gira hacia mí con expresión estrangulada. Me quedo de piedra. Aprieto los labios en una contención de aliento. Este escenario ni me lo planteaba. Permanezco sumida en el shock, observando a Mikel a la espera de una explicación.
Esconde el rostro en los antebrazos, las manos agarrando sus rizos con tal fuerza que le resaltan los nudillos.
—¿Hace cuánto? —Mi voz sale sorprendentemente recta. Busco dentro de mí alguna punzada de dolor, enfado, decepción, pero no hay nada.
Mikel se incorpora. Titubea con la mano planeando sobre la mía, hasta que termina por dejarla caer en su costado. Las pupilas grises, nerviosas y huidizas.
—Unos meses, es una compañera del trabajo —murmura.
—Vale —trago saliva y me llevo una mano al cuello—. ¿Por qué no me lo has dicho antes?
Abre la boca varias veces, encoge los hombros y lo sé. Por consideración a todo lo que he pasado estos meses. Una vez más, las circunstancias atenuantes. Y eso enciende un atisbo de rabia en mi interior. Tan cansada, tan harta de
que me traten como si fuera de cristal.
—Lo que menos quiero es hacerte daño, Mara, te lo juro. —Se le quiebra la voz—. He intentado frenarlo, ignorarlo y que nuestra relación funcione. Te quiero, pero…
—No como antes —termino por él.
Mi rabia se esfuma. Resulta que Mikel y yo estamos en la misma página, después de todo. Ambos sin querer herirnos, rehusando de dejarnos ir.
—Andrea nos vio besarnos hace unos días, cuando vino al bar para hablarme de lo de tu fiesta de despedida. Me dijo que, si no te lo contaba yo, lo haría ella —continúa diciendo. Entiendo entonces la actitud de mi mejor amiga cuando hablamos. Mikel se para un momento para agarrarme con los hombros y volcar toda la intensidad de su mirada en la mía—. Esa fue la única vez. Quiero que lo sepas.
—Te creo.
—Se nos ha ido de las manos —hablo de nuevo, con una sonrisa triste y ganas de llorar porque ojalá nada hubiera cambiado.
—Es una mierda. —Sus ojos brillan con la amenaza de las lágrimas, al igual que los míos.
Le doy un abrazo que él corresponde con fuerza. En ese gesto expresamos más que con cualquier balbuceo nervioso. Que, pese a las últimas revelaciones, sigo sintiendo un hogar y seguridad entre los brazos de Mikel. Que no quiero perderlo y que espero con todas mis fuerzas que esto no sea todo.
Me aparto de él secándome las lágrimas. Mikel me imita. Nos quedamos frente al otro unos segundos en el que nos perdemos en ojos del otro. Hasta que me acuerdo que yo no he sido del todo sincera con él.
—Creo que yo también he conocido a alguien. Es Paul, el chico de Capitola —confieso dando un paso atrás, agachando la cabeza—. No sé qué es, si solo soy yo o… En fin, solo te lo digo para que no te sientas culpable.
Callo porque empiezo a desvariar.
—Me lo imaginaba.
—¿De verdad?
—Piensas que se te da bien ocultar tus emociones, pero alguna que otra se te escapa.
Mikel sonríe e incluso encuentro burla en su voz. Sin embargo, a mí me hacen daño sus palabras. Mientras que yo no estaba al tanto de que estaba desarrollando sentimientos por otra persona, él lo sabía. Aun así, se quedó a mi lado. Porque le necesitaba. La culpa regresa para enmarañarse en mis pulmones.
—Lo siento mucho —susurro bajito.
—Mara, no tienes que pedirme perdón por nada. Como has dicho, se nos ha ido de las manos a los dos.
Me giro hacia la barandilla, retomando mi posición inicial. La vida urbana sigue su curso en el suelo, ajena a lo que ocurre en esta diminuta terraza. Es un pensamiento ridículo, sin embargo, cada vez que mi vida da un giro, espero que el mundo sea considerado conmigo y también gire. Pero a la vida le damos absolutamente igual.
Mikel sujeta la espalda en la barandilla, a mi lado. Le miro desde abajo.
—Es que no puedo quitarme la sensación de que casi todo es mi culpa. Te he retenido a mi lado porque te necesitaba. Cuando todo cambió… Nuestra relación fue lo único que no se puso patas arriba y he querido aferrarme a ella todos estos meses.
—Los dos nos necesitábamos —asegura posando una mano en mi hombro.
—Qué va —cierro los ojos.
—Es verdad. Tú necesitabas a alguien a quien aferrarte y yo necesitaba aferrarme a ti del mismo modo. He sabido desde hace mucho tiempo que nuestra relación ha cambiado. Pero de todas formas quise intentarlo. Me sentía útil, funcionábamos tan bien…
—Demasiado bien.
—Exacto.
Permanecemos en silencio tanto rato que cada tanto lo miro de reojo para comprobar que no se ha marchado. Este silencio, al contrario que el de los últimos meses, no me aplasta. La verdad libera. Creí que una vez tuviéramos esta conversación, todo se desharía. Que sentiría cómo me arrancaban la última pieza de la Mara
—¿Nos veremos cuando vuelva? —pregunto en mi forma de decir que no quiero perderle.
Sonríe y me aparta un mechón del rostro que se me ha quedado enganchado en la barbilla. Es un gesto tan cariñoso, acompañado por una sonrisa ladeada, que me reconforta.
—Siempre que tú quieras.
—Entonces sí.
Nos sonreímos. Puede que al principio resulte difícil y extraño, pero espero que podemos mantener una amistad cuando la situación se asiente. Volvemos a abrazarnos.
—Espero que encuentres en ese viaje lo que perdiste aquí —susurra dándome un beso en la frente.
—Yo también.
Mikel me pide que le escriba cuando llegue a Puerto Rico para asegurarse de que está todo bien. Que sigue aquí y que puedo llamarle siempre que quiera. Le digo que es recíproco y minutos después me quedo sola en la terraza.
Cierro los ojos y permito que el viento se me cuele por los poros de la piel. Pienso en lo que dijo Andrea —siempre con tanta razón—, que las personas cambiamos y nuestras relaciones cambian con nosotros. Por horrible que parezca la idea, muchas veces es para mejor.
Pensé que dejarlo ir me rompería. Pero ahora siento que puedo respirar un poco mejor y visualizo un brote diminuto en el terreno árido en el que me he encerrado a mí misma.
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El sábado por la mañana me acerco al faro a pasar un rato a solas. Estos días han sido una locura entre los preparativos para el viaje y unas cuantas resacas de las que no me siento orgulloso. Necesitaba un poco de paz.
No estaba en mis planes venir aquí, evito este lugar tanto como me es posible. Pero hace unas horas llevé a Pezuñas a casa de mi vecina, Roberta, ya que se va a quedar a su cuidado. Me ha dado un poco de pena desprenderme de la bola de pelo sebosa. Aunque con Roberta vaya a estar mucho mejor que conmigo.
Pero se me ha hecho un poco nudo el asunto. La casa, la gata y lo que implica. Así que he acabado sentado en una roca, con las salpicaduras de las olas mojándome la cara y un viento frío atenazándome los huesos.
Es en este trozo de mar donde tiré las cenizas de mi madre. No me dio indicaciones sobre qué hacer con ella. A mí me pareció buena idea, siempre me recordó mucho al mar. Hermoso, libre, bravo y reconfortante cuando está en calma. Y después de tenerla su último mes de vida encerrada en una habitación de hospital, como un conejillo de Indias, porque era incapaz de aceptar que iba a morirse, quise llevarla a un sitio donde se sintiera libre.
Ella no tenía un Dios al que venerar. No creía en religiones ni nada que se le pareciera. Para mi madre, cuando morimos, simplemente regresamos a la naturaleza. Quise reconfortarme con esa idea al principio. Me la imaginaba como una brisa marina que me acariciaba el rostro cuando más lo necesitara. Pero no sirvió.
Nada de lo que hice ayudó a que dejara atrás la culpa. Solo podía pensar en que encerré a una persona que vivió toda su vida como quiso, sin ataduras ni lazos e hice de su final un infierno. Que ella aguantó solo por mí.
Me era imposible venir aquí porque no hacía más que recordarlo. No podía encontrar los buenos momentos. Aquellos primeros años de mi vida en una comuna, donde me enseñó a respetar y amar la naturaleza. Los viajes en carretera hacia ninguna parte. Cualquier día cuando llegaba de clase y estaba bailando en el salón. El olor a incienso, las piedras preciosas y que todo lo solucionara con una taza de té.
He pasado unos cuantos años castigándome en Capitola por mis malas decisiones, con la absurda esperanza de que regresaría y me diría que todo estaba bien. Que no me culpaba.
Al venir al faro unas horas atrás y no sentir nada me he reafirmado más en mi decisión. Estos días me he replanteado mucho la decisión de marcharme de aquí para siempre. Acojonado con la posibilidad de perderla más. Pero en realidad da igual el sitio. Mi madre se irá conmigo adónde yo quiera llevarla. Y hay tantas partes a las que quiero ir que quedarme aquí ya no es factible.
Regreso a casa a eso de las tres de la tarde. Rio está tumbado a la bartola en una hamaca de la terraza. Reprimo el impulso de tirarle un vaso de agua fría en venganza por levantarme de madrugada, sin ningún tipo de consideración con mi resaca, para hacer las maletas. Cuando no es hasta mañana que nos marchamos a Miami.
Pero termino por tumbarme en la hamaca contigua a la suya. Miro el móvil por primera vez en horas. Hay un mensaje de Mara diciendo que está a punto de coger el ave para volver a Madrid y de ahí directa al aeropuerto.
Se me escapa una sonrisa. «Yo también tengo ganas de verte». Cuando me dijo eso tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no decirle que yo tenía ganas de muchas cosas y no todas ellas con ropa. Pero tengo que ver cómo fluyen las cosas entre nosotros.
—Joder, qué puto calor.
Rio se incorpora como un resorte tirándome la camiseta encima. Le veo desperezarse. Ha llegado el momento de que me sincere con él. Recurro a la herida del dedo para serenarme.
—Ve a por cerveza. Quiero hablar contigo —digo incorporándome también.
—¿Desde cuándo soy tu sirviente?
—Desde que vives aquí sin pagar un duro. —Le doy un puñetazo en el hombro—. En serio, es importante.
Rio me mira de reojo y se levanta.
—Ya sé que vas a largarte de Capitola.
—¿Lo sabes? —guiño los ojos porque sol me ciega. Rio arruga la frente esperando a que llegue a una conclusión—. Ha sido Callie.
Me paso la mano por el pelo. Menuda bocazas. Aunque eso me pasa por confiarle mis secretos a una persona a la que le apasiona pregonarlos.
—Se le escapó hace unas semanas —explica en medio de un bostezo—. No entiendo por qué no querías decírmelo.
—No sé.
Me rasco la nuca. Supongo que no quería contárselo a mi mejor amigo porque ha rechazado cinco buenas ofertas de trabajo en estos años para no dejarme solo. Y luego voy yo, de un día para el otro y decido pirarme. Sin tener en cuenta nada.
—Si tu miedo era romperme el corazón o alguna tontería de esas, no te aflijas —bromea devolviéndome el puñetazo de antes—. Voy por esas cervezas.
Me tumbo en la hamaca de nuevo, quitándome un peso de encima. Rio vuelve y nos pasamos la tarde bebiendo y tomando el sol. No tocamos el tema de mi marcha en ningún momento. Aunque sé que esta es una conversación que tendremos que retomar en algún punto.
En un momento de la tarde, cuando ya estoy borracho, pongo Seven Wonders en el teléfono. Dejo que la melodía me llene por dentro. Esta vez sí encuentro lo que he ido a buscar al faro. La calidez de los abrazos de mamá, la seguridad de su risa y el brillo fiero en su mirada azul.
Me reafirmo de nuevo. No voy a seguir escondido en este pueblo. La vida te puede dar una torta con la mano abierta en cualquier momento. Y yo aún tengo que descubrir las siete maravillas, tal como se lo prometí a mi madre.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Abandono la ciudad con menos carga. Sin embargo, una vocecita me acompaña durante el trayecto en ave, sembrando dudas. ¿He tomado las decisiones adecuadas? Me da miedo arrepentirme conforme pasen los días.
La facilidad con la que ha sucedido todo me inquieta. Para poder convivir con el dolor, tuve que transformarlo en apatía y esta tomó mi cuerpo entero, aunque a veces desaparezca. No sé si esta tranquilidad es porque he tomado una buena decisión o porque la apatía está jugando conmigo.
Me tranquilizo diciéndome que no tengo que preocuparme por ello hasta que regrese. Poner en pausa los conflictos. O al menos, los que tienen su origen en Barcelona.
Escribo a Paul para avisarle que voy camino a Madrid. La culpabilidad por el manojo de nervios en el estómago desaparece, sin embargo, a esta la sustituye el miedo. Me he quedado sin excusas entre las que ocultarme. Veré a Paul en menos de dos días. Una mezcla de nervios, temor e ilusión me ataca.
Podría pasar cualquier cosa o nada. Pues tampoco sé qué siente Paul, ni cómo interpretar sus palabras. Si es que conllevan algún significado oculto. Si lo que siento está influenciado o de verdad me gusta.
Me mensajeo con Rita para pasar el rato. Ella no coge un vuelo hasta mañana —va en el mismo que Paul— a la madrugada con dirección a Miami y de allí a Puerto Rico. Me cuenta las últimas novedades, como que finalmente tomó la decisión de ingresar a su padre en un centro. Admiro su capacidad para seguir adelante a pesar de todo lo malo que le ha ocurrido en estos años. Puede que incluso envidie hasta cierto punto esa capacidad suya para no dejar que las cosas se salgan de su control.
La conversación no dura mucho. Pero me centro en que nos reencontraremos en menos de dos días, ya que esos sentimientos son menos conflictivos.
Llego a la Terminal 4 del aeropuerto cerca de la media noche. Aunque ya voy un poco tarde. Al ser un vuelo internacional, tendría que haber estado aquí con dos horas de antelación. Solo que he intentado venir lo más tarde posible para estar con Marina.
Facturo la maleta, paso el control y cojo el tren hasta la puerta de embarque en menos tiempo del que había estimado. Por lo que me relajo. Cuando llego a la sala de espera hay una gran cantidad de gente, que imagino también irán al voluntariado.
Localizo a los chicos en la sección de asientos más alejada. Remy está tumbado en las piernas de Elera mientras está presta atención a su cámara. Valerius lee un libro a su lado y, por último, Lynx medio dormita medio mira la pantalla que anuncia los vuelos desparramada sobre su asiento. Saludo y los dos primeros me lo devuelven con aire distraído.
—Imagina mi sorpresa al no encontrarte aquí cuatro horas antes —ironiza Lynx a la que me dejo caer a su lado.
—Vivo al límite, qué puedo decirte.
—Lo próximo será quedarte cinco minutos más en la cama después que suene el despertador.
Pongo los ojos en blanco. Escribo al grupo de mi familia y a Mikel para decirles que he llegado bien. Lynx cotillea por encima de mi hombro y le doy un empujón.
—Tienes que avisar al organizador de que has venido. Está por allí —señala hacia los asientos del otro extremo.
—Ahora iré.
—¿Has tenido mucho sexo este fin de semana? —menea las cejas y sonríe como una niña que ha descubierto una bolsa llena de gominolas.
Aprieto los labios y me cubro la cara con el pelo. Solo le he contado a Paul que he abandonado la carrera. Y lo de Mikel me lo he guardado para mí. Quería disfrutar del día sin que estos factores influyeran. Pero decido contárselo a Lynx. Después de todo, no está tan implicada en mi vida como para poner el grito en el suelo y atosigarme. Nuestra amistad no es tan personal.
—Mikel y yo hemos roto —suspiro—. Nada de sexo.
Las cejas oscuras de Lynx asciendes hasta el nacimiento de su cabello. Me planta una mano en la frente y la aparto echándome hacia atrás. Nos miramos unos segundos y espero que entienda que no requiero de un sermón, ni preguntas.
—Has aprovechado el fin de semana. —Se deja caer en el respaldo con los brazos cruzados, dándome una mirada sardónica.
Lanzo el aire fuera de mis pulmones con fuerza. Me inclino hacia delante, con las manos colgando entre las piernas.
—Parecía lo correcto.
—Y Mara Santiago siempre hace lo correcto —presiento cierta burla en su voz.
—Supongo que sí.
Mara Santiago, en este momento, se ve invadida por una sensación de huida. He tomado decisiones, pero no me quedo para afrontar las consecuencias. He sabido reconocer lo que no quiero, todo un paso adelante tras poner mi vida en ciernes este último año, pero no tengo la más remota idea de lo que sí quiero.
Eso es lo que me aterra, no llegar a descubrirlo y pasarme el resto de mi vida dando tumbos. O atrapada por mis miedos y la apatía y los errores. O haber cometido un error al romper con Mikel, aunque él también quisiera. O mandar mi trabajo de una vida porque soy incapaz de sobreponerme.
Solo espero que tras esta catarsis, al fin llegue la calma.
indigo.
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Re: Triángulo de las Bermudas
- el pozo infinito de feels, bai:
Katherine (se me olvidó tu apellido otra vez), alias Kate la flashié, aquí vengo a morir de feels con tu capituloEl océano ha sido el epicentro de mi existencia antes incluso de tener consciencia de que existía. Es co-protagonista en mis decisiones y recuerdos. He pasado veranos enteros surcando sus aguas. En su orilla di mi primer beso y allí fui a refugiarme tras el primer desamor. He estudiado sus formas de vida, peleado por conservarlas y le consagré mi vida.
{…}
Un día obtuve una respuesta concluyente. No más misterio. En sus profundidades están los cadáveres de mis padres.
{…}
A oscuras, luchando por salir a una superficie que bien podría estar arriba o abajo. El cerebro pidiendo aire allí donde solo había agua. Asustados, desesperados y conscientes de que morirían.
Mira, desde el principio todo me encanta como Mara mira la vida y lo importante que es el océano en su vida Es que, la pasión que siente por el mar y todo el papel que juega en su vida, no se, me dan demasiados feels cuando los personajes tienen esta clase de pasiones
Tal vez este exagerando pero espero que me entiendas
Igual, que sentir tanto amor por el mar y que el mismo venga a quitarte lo que mas amas en tu vida. Es demasiado traumático. Mira que me subes y me bajas al infierno de los feels en menos de tres párrafos, ¿ME ENTIENDES?
No se como Mara puede vivir teniendo esos pensamientos. O SEA SI SE PERO NO DEBERIA SER PORQUE NO ES NADA JUSTO
Como esto: “Moriré y el mar tampoco querrá devolver mi cuerpo.“
ALSDJAKKA, eso es demasiado cruel, la vida es demasiado cruel Entonces, no es como que los ataques de pánico tienen un botón de apagado o de pausa, asi por asi, ¿ves? No se.—¿Me has estado esperando?
La aparición de Lynx hace que me recomponga. Me niego a que los demás sean testigos de mis peleas internas.
Lynx bufa en su forma de decirme «eres idiota».
—Si quieres me iba y te dejaba aquí tirada, no te jode —ataca.
{…}
—Gracias por esperarme —accedo a decir.
—Mara Santiago siendo agradecida, ¿qué te han dado ahí dentro? —bromea, chocando su hombro contra la mío mientras empezamos a caminar hacia la salida del edificio.
—Tengo buenos modales, si es a lo que te refieres.
LAS AMO. SISTP DEL SIGLO. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] es que las adoro
Ya deberias estar cansada de que te lo repita, pero es que las amo tanto. Que su amistad es tan…(¿) no se si usar la palabra “real”. Pero bueno, me agrada demasiado que esten en este proceso en el que se conocen pero mas academicamente que otra cosa, y que vayamos explorando como seria su amistad en el transcurso de la colectiva. Mas cuando se queden varadas en una isla desierta, eso hace cosas en la gente
Mara queriendo trabajar en su tesis cuando no va a tener chance de entregarla durante mucho tiempo, qué dolorAdemás, esta es mi despedida con el mar. Como una forma de decir que me ha jodida la vida a pesar de dedicarle la mía entera. Pero que, sin rencores, cada quien por su lado.
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No se por que esto me duele tanto ¿???????Me hace un corte de mangas por encima de la cabeza al tiempo que se da la vuelta. Cuando deja de mirarme, parte del control que me impongo se deshace y siento un tirón en lo más profundo de las entrañas, envuelto de angustia. Como no tengo que aparentar nada, dejo que se asiente y camino en dirección al metro.
MARA TIENES QUE DEJAR LAS COSAS SALIR, GUARDARLAS DENTRO SOLO PORQUE YA “DEBERIAS HABERLO SUPERADO”, NO TIENE SENTIDO, ESTOy MALClavo la uña en el pulgar, reblandecido, arrugado: se reabre la herida semicircular en el acto. Noto la sangre caliente resbalar por él. Esta manía absurda consigue tranquilizarme, aunque mi rodilla continua a su bola, subiendo y bajando, como un niño rebasado de azúcar en una cama elástica.
Siempre he sido nervioso por naturaleza. La inminencia de un cambio hace de ellos un maremoto en mi estómago. Influyen los tres cafés que me he metido en el cuerpo a lo largo de la mañana. Pero se deben sobre todo al intruso que examina mi casa.
Este es Paul, ¿cierto? Cierto. Me encanta esto, que cada uno vaya narrando tramos, y haces la transición de una manera tan…sutil, creo que es la palabra. Que se nota que es otra persona pero no te choca ni te confunde, quiero decir.
Me adelanto a los hechos pero no se que hará Paul cuando estén en a isla y no tengan café su manía empeoraría, supongo¿El motivo principal? No guarda relación con el altruismo. Sino con una chica a la que vi contadas veces hace un año. Es una locura. He sido de locuras que conducen a meteduras de pata toda mi vida. Pero me calmé tras la muerte de mi madre. Es irónico que haya sido su recuerdo el que me haya impulsado a tomar esta decisión.
{…}
Doy una calada tras otra con los ojos perdidos en el mar de Capitola. Escucho el ruido que proviene del muelle. Estos son los sonidos de mi infancia. Solo que hace tiempo que perdieron unas cuantas notas. Porque Stevie Nicks ya no emana desde la cocina. Ni yo soy un niño que jugaba con los coches mientras su madre preparaba la comida.
{…}
—Eso cuesta pasta. —Niega con la cabeza—. Que nos dé el dinero por adelantado y ya está. Le pediremos a Callie que se pase una vez por semana a ver qué tal.
—Van a acabar liados —bromeo. Nahuel es el prototipo predilecto de Callie. Atractivo y forastero. En cuanto lo vea, no lo dejará escapar—. Cuando volvamos habrán formado una familia y tendremos que buscarnos otro sitio. No podemos dejar a un niño en la calle.
—Tío, ¿has vuelto a fumar hierba?
—El ingenio me viene de fábrica.
Estoy feliz pero también estoy triste. Porque Paul se va al viaje puramente por Mara (bueno) y porque le recuerda a su madre facellida (malo). Y me voy en feels otra vez. A penas es el segundo tramo y mírame
Mira, me dio una clase de tristeza nueva también con Paul. Primero que debe ser demasiado difícil perder a tu madre en cualquier tipo de circunstancias y tener que vivir (o sobrevivir) en la casa donde creciste con ella y lo de la gata, por dios. Esto es demasiado. Que siga en pie ya de por si es algo que le aplaudo.
Y tampoco puedo evitar comparar la vida de el con la de Mara. Todavia no se como se conocieron ni como mantienen contacto, pero tener la sensación de que sus vidas están unidas desde ya pues…
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POR OTRO LADO, adoro de una vez la amistad de Paul y Rio ¿se va con el al voluntariado también? Creo que dijeron que si, pero por si acaso, como soy de memoria demasiado inestable (¿???)Que esa es la razón por la que me altera tanto alquilar la casa. Es como un ensayo de lo definitivo. Porque no puedo seguir aquí, manteniendo todo igual, como si ella fuera a regresar.
{…}
—Sí, solo un mes.
Esta vez tampoco lo consigo. Supongo que me cuesta porque una vez lo exponga en voz alta se convertirá en realidad y hay un pequeño resquicio que teme.
—A no ser que tu cruzada romántica funcione.
NOOOOOOO
Bueno si, tiene sentido que vaya a querer irse, son cosas que uno tiene que dejar atrás en momentos difíciles de la vida. Pero, igual es triste. Es mas triste que no se lo haya dicho a Rio. Y mucho peor que no piense decírselo entodo este tiempo.
Al final de todo, Paul tiene que avanzar en la vida. Y si ese avance viene por ir al voluntariador por querer ver a Mara o cualquier otra razon, pues, que lo haga. Mientras siga hablando con Rio tambien (¿) son brotp, no me importa nadaNi siquiera lo intento, siendo honesta. Pierdo la noción y no sé cuánto pasa hasta que me doy cuenta de que estoy mirando un documento en blanco en la oscuridad de la habitación.
{…}
Batallo un momento antes de decidirme a no devolverle las llamadas, siguiendo por el sendero de «novia horrible». Paso por los mensajes de mis amigas sin leerlos. A la única que respondo es a mi hermana. Me ha escrito para confirmar que irá a recogerme a la estación, aunque le he dicho que no hacía falta que perdiera clase.
Esto me trajo no tan buenos recuerdos de la tesis. Fue una mierda, pero al menos ya salimos de eso. Mara, m gustaría darte apoyo moral, un abrazo y cupones de felicidad gratis
Debe sentirse demasiado impotente, sabiendo que en realidad da para mas su capacidad pero que simplemente su cabeza no quiere cooperar. Dios.
El hecho de que se aisle de ;as personas que aprecia tambien me da en el cora. ¿Por qué TODO TAN MAL?
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Ademas de que esta medicada, sin cenar, caminando por las calles sola. PROTEJANLA, EXIJO.Descuelgo poseída por una emoción nerviosa pero agradable.
—¿Qué llevas puesto?
La voz profunda y sugerente de Paul ejerce de bálsamo. Es como la primera bocanada de aire que tomas tras forzar tus pulmones más de lo debido bajo el agua. Torpe, desesperada y liberadora.
—Un pijama de la Rana Gustavo. —Le sigo el juego. Me dejo caer contra el respaldo de la silla con un brazo cruzado sobre las costillas.
—Eres el sueño de todo hombre —gruñe con sorna.
—Idiota. —Me muerdo el labio inferior reprimiendo una sonrisa, que se disuelve de inmediato. Carraspeo y cierro los ojos antes de contarle el percance de esta mañana, precedida por un suspiro—: He tenido un ataque de pánico.
—Podemos hablarlo.
—Tan solo lo mencionaba como hecho remarcable del día.
{…}
El mes que pasé en Capitola con Paul fue como una tirita. El dolor no se marchó, pero en su presencia se aliviaba. Por fin encontré a alguien que no me trataba como si me hubiera convertido en algo sin remedio. También fue él me convenció para ir al psicólogo, algo a lo que me negué en rotundo al principio. Yo sabía lo que me pasaba, no necesita a ningún facultativo que me lo repitiera. Pero por suerte me dejé convencer y he mejorado un poco cada vez desde hace unos meses.
MIRA, YO LOS AMO YA, SOLO CON ESTE PEDAZO DE CONVERSACION, NO ME INTERESA QUE NO NOS HAYAS MOSTRADO MAS DE AMBOS.
Y tuve que citarlo todo, cuando me dije que trataría de hacer comentarios mas cortos. Es imposible todo. El hecho de que estén tan conectados cuando ni siquiera están juntos es demadiado para mi. Mira que solo he leído esto. Kate, que mal me haces
Por encima de todo, el punto es, se merecen el uno al otro y si no estan juntos voy a hacerte una huelga tremenda. Y si les pasa algo mas tambien. Ya han sufrido demasiadoPaul se ha convertido en la única persona con la que sigo siendo la Mara Santiago de antes. Siento que vuelvo a estar en control de mi cabeza y emociones. Abandono la parte árida donde me he quedado atrapada y todo va un poco a mejor.
{…}
Sonrío a las migas de pan en el plato. Y permito que el cosquilleo de las manos se propague y crezca mientras tonteo con Paul a la distancia. Olvidando que tengo un novio esperándome en Barcelona y que esto no está bien.
Mira no puedes venir a pensar esta clase de cosas y esperar a que yo este bien aquí no shippeando, ok?
Amo su relacion, y solo es lo que pasa cuando hablan por telefono. ¿Me entiendes? Si tienen la química, ese tipo de química, YA QUIERO VER CUANDO ESTÉN JUNTOS.
Y bueno, si que no esta bien que sientas ese cosquilleo teniendo un novio. ¿Cuál es el paso correcto? Dejar al novio, pero por supuesto Pero ya en serio, con todo lo que pasa en su vida, estos sentimientos encontrados que debe sentir cuando habla con Paul y se acuerda de su novio, debe ser demasiado complicado—No puedo creer que de verdad vayáis a ir. —Callie me da un codazo amistoso.
—¿Tan poco altruistas nos consideras? —aparto el botellín de mis labios.
—Trabajamos salvando animales —bufa Rio, de lo más ofendido—. El altruismo fluye por mis venas. —Hace un movimiento extraño con las manos, como si tratara de imitar el oleaje. Se le escapa un hipido, está borracho perdido.
—Ahí lo tenéis.
{…}
Le lanza un beso a Justin.
—Engreído. —Este le da una patada bajo la mesa rascándose la tupida barba.
—En el hipotético caso de que haya otro huracán y los dos muráis—Callie alza sus ojos azules al cielo con aire meditabundo—, me pido desde ya apropiarme la tabla de surf de Paul y su todoterreno.
—Espera, espera —Justin se incorpora como un resorte—. La tabla de surf es para mí.
—¿Nadie quiere mis posesiones? —interviene Rio, creo que ofendido por los motivos incorrectos.
Pues si, se van los dos. Que par. Amo que sean tan altruistas pero aun asi se nota que no es que sean un prototipo perfecto de personas. No se, que estoy enamorada de todos tus personajes mujer.
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aMO A SU GRUPO DE AMIGOS Y ME DUELE QUE PROBABLEMENTE NO LO VEAMOS MAS HASTA MUCHO MUCHO DESPUES EN LA NC Y EST ES CRUELDAD PURA, MIRA QUE ESTOY ESCRIBIENDO MAL POR LO SF EELS
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Dejando el lado dramático AJAJAJAJA, amo su dinámica, y que estén pensando como repartirse las pertenencias de Rio y Paul por si no regresan amigos del alma, ¿pa’ qué querer mas de ahí?—Aprovecharte de mí.
Reprime una sonrisa.
—¿Quieres que lo haga?
—Siempre, ya lo sabes —termino por decir, dejándome llevar por el alcohol y las ganas de follar.
PAUL, ERES UN PILLO
Mi reacción cuando no niega para nada que quiere que se aprovechen de él:
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Luego cuando piensa en Mara y que ella “no siente nada por él”:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Me digo que esto es lo que necesito, la facilidad de esta vida exenta de remordimientos por disfrutar de ella y sin comerme la cabeza por una chica a la que quizás le doy absolutamente igual.
Sin embargo, cuando me despido de Molly tras dejarla en su casa, mi parte más desordenada, incoherente e impulsiva le escribe un mensaje a Mara diciendo que se muere de ganas de verla.
Esta soy yo leyendo a Paul y Molly tener relaciones y luego pensar que en hay posibilidades de que Paul y Mara se pongan loquillos en la isla
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(no me mates las esperanzas plis, una puede soñar)
Hubo un corto (cortísimo) momento en el que pensé que Molly también iria al viaje y como están de cachondos estos dos, podría ser un problemilla (¿) aunque Paul este mas que colado por Mara. Pero después me percate que no
En fin, el hecho de que Paul use el sexo con Molly como ganas de descargarse de la vida pero que aun asi justo después de acabar no pueda dejar de escribirle a Mara este chico esta demasiado enamorado, auxilio, no me hace nada bienComprendí que era mi obligación como hermana mayor hacer todo lo posible porque Marina supiera que saldríamos adelante y que nuestra familia no se había destruido por completo. Así que imaginé que una capa trasparente me cubría la piel para que el dolor no pudiera tocarme. Empecé a tragarme todo: congelé las emociones, oculté los ataques de pánico y el miedo al mar durante meses para poder levantarme de la cama.
Mara, no eres una inútil egoísta, estar de duelo no es malo Pero dejarte matar por estar en duelo si lo es. Es todo demasiado complicado, los sentimientos son complicados, la vida es complicada—¡Hola! —da saltitos en cuanto me ve, moviendo el brazo en el aire.
Acelero el paso. Suelto las maletas y la estrujo entre mis brazos como si hiciera cinco años que no la veo. Huele a vainilla y tiene la chaqueta de cuero helada por el frío.
—¿Qué tal, enana? —digo al separarme.
{…}
—Feliz porque has hecho que me salte las clases —guiña un ojo.
—Aún puedes ir a unas cuantas —rebato cruzándome de brazos.
—¡Estás loca! —exclama tan alto que su voz me penetra en el tímpano—. He cogido vacaciones hasta el lunes. Voy a pegarme a ti con pegamento.
ESTOY TRATANDO DE NO ADELANTARME A LOS HECHOS. Creo que eso es lo que pasa cuando muestras la vida de los pjs y uno es dios y sabe lo que va a pasar después (generalmente). Pero, en fin, me encanta Marina y que sea tan diferente a Mara
Mara diciendole que debe ir a clase y aprovechar todo aunque ella se vaya por un mes a PR y Marina aprovechando todas las excusas que pueda para no ir a clases me recuerda a mi hermano, que si cae una lluvia corta, se hace el loco y no se mueve de la casa—Podemos tirarnos en el sofá toda la tarde si lo prefieres —comenta por encima del ruido del agua—. O dar una vuelta por el centro. Esta tarde soy todo tuyo. Haremos lo que quieras.
Pero la falta de reproches no impide que me sienta culpable. Mikel lleva cerca de una hora proponiendo actividades para hacer juntos. En busca de algo que me saque del abotargamiento.
—Vale. Tampoco quiero hacer nada especial. —Me percato de lo tajante que he sido y rectifico—. En realidad…, me gustaría dejarlo todo preparado para el viaje.
{…}
—Quiero hacerlo —asegura curvando los labios a la que se inclina hacia mí. Su cálido aliento impacta en mis labios—. Y por la noche…
—Ya, de eso iba a hablarte. —Me echo hacia atrás de súbito—. He pensado que es mejor quedarme en casa de mi tía estos días. Así no tengo que perder el tiempo en el metro para ir a verlas. Tú puedes quedarte también, seguro que a Paola no le importa.
Mikel no me cae nada mal pero en este momento es un impedimento de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] / [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y pues, lo siento amigo, pero no
Que igual yo supongo que él sospecha que hay algo mal. Porque no reprocharle ok, pero que ni siquiera quiera hablar de lo que esta sucediendo…eso tampoco es buena señal
ESPERA VIVEN JUNTOS
POR ESO ELLA MENCIONO LO DE LLEVAR SU ROPA A LA CASA DE LA TIA
NADA BIEN AQUÍ NADA BIEN
Esto es demasiado doloroso, porque ella no siente lo mismo, y esta él todo que quiere ayudarla y estar con ella. TODO ES DEMASIADO INJUSTO
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Busco señales de sospechas y decepción. Sin embargo, tan solo advierto sinceridad. Mikel nunca se molesta cuando me aparto. Esto hace todo el asunto más complicado. Porque no sé si de verdad se lo toma bien, se contiene porque lo he pasado mal y busca contentarme o es que le da igual.
{…}
Por unos esperanzadores segundos pienso que lo de los últimos meses no es más que un bache inmenso. Pero justo después me doy cuenta que solo son mis ganas de que así sea. Que no estoy sintiendo la chispa calurosa en mi estómago, sino que trato de imitarla.
Me aparto jadeando. Mikel deja de ejercer presión en mi cadera y yo camino de espaldas hasta que noto la encimera frenarme. Se queda expectante a que diga algo, con las pupilas dilatadas y los labios enrojecidos, palpitantes.
—Tenemos mucho que hacer —pongo por excusa.
Mikel se recoloca el pelo con ambas manos. Tarda un momento en responder. De nuevo busco alguna herida que se le refleje en la cara. Nada. Como siempre.
—Tienes razón. Pongámonos a ello.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
OLVIDA LO DEL IMPEDIMENTO, QUE EN ESTE MOMENTO TODO ES MUY TRISTE—Llevaré las maletas a casa —Me levanto del suelo. Tengo los músculos agarrotados por pasar tanto tiempo en la misma posición—. ¿Quieres venir?
Mikel vuelve a estar concentrado en su móvil y tarda en responder.
—Eh, sí claro. —Se levanta también, con aire distraído—. El plan es dormir allí estos días, ¿no?
—Eso es —confirmo—. Si es lo que quieres tú, sales muy tarde de trabajar y son un poco ruidosos.
{…}
—Espero que te guste tu fiesta sorpresa de despedida.
—¿Mi qué…?
(…)
—¡A ver si te pensabas que nos emborracharíamos antes de irte!
No se que hacer de tdo. Porque a pesar de que Mikel ha sido mas que bueno en esta etapa de la vida de Mara, ahora con lo del telefono y la distraccion, me saltan dudas. Ademas de que el silwncio ante las cosas que hace tambien dicen algo. Que no es que le discuta por cosas, pero que PREGUNTE AL MENOS. NO SE. Se siente como si hubiera una pared invisible en los dos, y que los dos tratan de lidiar las cosas sin hablarlo sin tapujos. O puedo estar volviendome loca
Marina me cae cada vez mejor y no te miento, Mikel tambien, lo que me tiene con demasiados sentimientos encontrados Pero me parece super bonito que se pase los ultimos dias con su pequeño circulo Quiero darle una sacudida fuerte a Mara para que salga de la horrible burbuja en la que esta metida, pero supongo que el accidente de avion y Paul harán eso—A lo mejor cuando termine la tesis. —Me obligo a decir con un estiramiento de labios—. Desde Puerto Rico no hay mucho que pueda hacer.
Natalia se da una palmada en el muslo.
—La tía no quiere oír hablar de nosotras y se va a otro continente a ayudar. —Natalia es la más entregada de las tres, tanto como yo solía serlo. Vive por y para el océano y su preservación.
Alba y Aitana comparten una mirada temerosa por cómo pueda reaccionar a su falta de tacto. Saben perfectamente por qué no vuelvo al centro. Pero yo prefiero la brutalidad de Natalia. Estoy cansada de que traten como seda.
—¿Tan mal están las cosas? —pregunto.
—Con todo lo que está pasando en Cataluña, dar cita a unas activistas tocapelotas ni siquiera ocupa un puesto en su lista de prioridades. —Alba pone los ojos en blanco—. El ayuntamiento pasa de nuestra cara.
Esto del activismo me parece estupendo. Que tengan tanta pasión para salir a la calle y luchar contra las mierdas de la sociedad, que no esta para nada lejos de la realidad. Y me vuelve a dar tristeza que algo tan cercano al corazón de Mara ahora ella lo vea justo como lo describe, desde la lejanía. Esta niña se merece el mundo
Me las he imaginado a todas saliendo a las calles a luchar contra el maltrato animal y trabajando juntas para salvar vidas de los pobres animales que llegan al rrefugio marino. Es que es algo que deberiamos hacer todos y tal vez la vida fuera un poco menos mierda.—No digas tonterías, estás preciosa. —El abrazo de mi amiga me reconforta lo suficiente para sonreír sin que suponga un esfuerzo.
—Espero que estés para cuando nazca.
—Que estás de seis meses y yo solo me voy uno —bromeo.
—Y se me están haciendo eternos
¿SU MEJOR AMIGA ESTA EMBARAZADA? ¿SEIS MESES? ¿NO? ¿COM O ES POSIBLE? ¿Q U E? KATE
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Paul vive al otro lado del mundo, sería imposible aun sintiendo algo por él. —Encojo los hombros y me aprieto el puente de la nariz—. Por otro lado, Mikel es mi novio, tenemos una relación que funciona. Se desvive porque esté bien y…
Me interrumpo cuando la mano de Andrea se pone rígida bajo la mía. Agacha la mirada y se relame el labio inferior. La conozco lo suficiente para saber que algo pasa. Me mira de nuevo.
—A lo mejor deberías preguntarte por qué se comporta así —resopla enfadada. Abre los ojos sorprendida, como si no acabara de creerse lo que ha dicho.
Si el imbécil de Mikel le pego los cuernos voy a enojarme mucho :agrypls: bueno, esto es demasiado complicado, porque Mara tampoco ha sido del todo sincera y se la pasa hablando con alguien que claramente le provoca cosas que Mikel no. ¿Conclusión? LAS RELACIONES SON UN LABERINTO, y nada es blanco y negro, todo es jodidamente gris.
Lo que si es que debió cortarla y listo desde que le puso los primeros cuernos ¿Se quedó con ella por pena, por complacencia, costumbre, NO LO SE???Sé que debería sincerarme con él. Decirle que la falta de problemas entre nosotros lo considero como uno. Pero sé que, en cuanto lo haga, no habrá marcha atrás. El último resquicio de lo que queda de antes desaparecerá.
{…}
—Buenos días —saludo.
—Pensábamos que seguías en la cama, cielo —dice mi tía Paola con la dulzura de su voz—. Siéntate a tomar un croissant calentito.
—Estábamos a punto de mandar a Albert a despertarte. —Mi primo me guiña un ojo—. Es más efectivo que cualquier despertador.
—Especialmente cuando se pone a saltar en tu estómago —comenta Belén tras dar un sorbo a su café—. ¿Qué tal va todo, Mara?
Me enoja demasiado que Mara tenga el sexto sentido para saber lo que tiene que hacer pero que aun asi no lo haga HIJA, ERES VALIENTE, YO SE QUE PUEDES
Es bonito ver a toda la familia junta, esas mañanas donde todos se juntan a desyunar, siendo ellos, no se. Es todo muy bonito, no se si estoy siendo coherente, espero que entiendas Con todo y los comentarios idiotas como el de Jesús—Cuando quieras… —hace un gesto hacia la carpeta—. Estoy ansiosa por descubrir el tema de tu tesis.
Dejo el portafolio encima del escritorio. Me pellizco la cara interna de la muñeca antes de responder.
—Lo siento, señora Prieto. No he podido realizar la propuesta aún.
Acabo de darme cuenta que a penas voy por la segunda parte y creo que fallé en mi objetivo de “comentario corto” se me va la vida
Los estudios (de la universidad), están sobrevalorados, amiga mia Creo que es el universo mandándote señales de que no vas a poder entregar la tesis en muuuucho tiempo y no vale nada la pena hacerlaAbandono el despacho antes de que pueda detenerme. El compresor que hace que respirar sea complicado, rebaja la presión. Tomo una amplia bocanada de aire una vez fuera. Un poco más libre que cuando entré.
El mar se llevó a mis padres, así que yo no pienso dedicarle ni un solo segundo más de mi tiempo.
{…}
—He abandonado la tesis —suelto rápido, trayendo de nuevo la exaltación a mi cuerpo—. Técnicamente, ni siquiera he llegado a empezarla
—¡No me jodas!
—¡Sí! Dios, qué bien sienta —me cubro la mejilla aún incrédula.
{…}
—Yo que sé. —Hay un deje de derrota en su voz—. He visto a una pelirroja y me he acordado de que hace mucho que no hablábamos.
—Para ti ha sido menos de un día.
—Parecía más…
{…}
—¿Sigues ahí?
—Descifré tu jeroglífico —digo por respuesta, haciendo alusión al mensaje que me escribió el otro día—. Yo también tengo ganas de verte.
BOOM BITCHES
No se si sentirme mal a futuro porque abandona algo que quiso mucho. Pero también eso le ha hecho demasiado daño y estoy demasiado feliz porque esta dicidiendo avanzar. Y si eso significa dejar atrás la carrera, bienvenido sea.
¿TE HE DICHO QUE AMO A [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]? Es que, Mara se libera un poco cuando esta con el (o debo decir que se libera mucho). Ella dice que es “la Mara de antes”, pero yo creo que es mas bien “la Mara que esta sanando”. Lo único que ella no lo ve todavía. Mira me voy de filosófica pero es que
Es que he muerto muertesita con toda su conversacion. El hecho de que SENTAN TANTO y no esten ni siquiera en el mismo continente me puede un millon de veces. Y ahora no puedo esperar a la siguiente ronda cuando se encuentren Y COMO SE ENCUENTREN Y NO SE QUE VA A PASAR Y ESTOY EMOCIONAD
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Par de idiotas, no malinterpretan nada. No me jodan.El resto del viernes estuve paseando con mi familia por la ciudad. No supe nada de Mikel en todo el día. Ninguno llamó al otro. Pero esta mañana se ha presentado en casa de mi tía para despedirnos.
Ninguno llamo al otro. Eso ya es indiferencia. Y es exactamente el opuesto a un amor. Hijos, DIGANSE LA VERDAD.No importa que mis costillas protesten porque ya no soy la persona adecuada, porque han sido muchos años juntos. Porque era una buena vida hasta que el mar la arrasó.
Matada con esto
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—Mikel…
—He conocido a alguien.
Se gira hacia mí con expresión estrangulada. Me quedo de piedra. Aprieto los labios en una contención de aliento. Este escenario ni me lo planteaba. Permanezco sumida en el shock, observando a Mikel a la espera de una explicación.
{…}
—. Esa fue la única vez. Quiero que lo sepas.
—Te creo.
—Se nos ha ido de las manos —hablo de nuevo, con una sonrisa triste y ganas de llorar porque ojalá nada hubiera cambiado.
—Es una mierda. —Sus ojos brillan con la amenaza de las lágrimas, al igual que los míos.
{…}
—Me lo imaginaba.
—¿De verdad?
—Piensas que se te da bien ocultar tus emociones, pero alguna que otra se te escapa.
No voy a citar toda la conversación porque se me va el comentario en eso. PERO QUE SEPAS QUE LO HE AMADO DE PRINCIPIO A FIN. Es que, se nota muchísimo lo demasiado que se quieren Mara y Mikel. Tienen historia. Han querido hacer que todo funcione y por eso no se mandaron al diablo cuando todo fallo. Y que encima de eso, han tenido el valor de sincerarse el uno con el otro de esta forma. Sin tirarse reproches encima por lo que hicieron o no hicieron. Sabiendo que cada uno lo intento a su manera y que nunca quisieron hacerse daño mutuamente. Fue demasiado hermoso. Agridulce, es la palabra correcta.
Creo que Mara tiene que darse cuenta que ella no “es” todas esas cosas de antes. Y que no duele desprenderse de ella si no son tan parte de ella como lo pensaba. Como la biologia marina, y su relacion con Mikel. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]El sábado por la mañana me acerco al faro a pasar un rato a solas. Estos días han sido una locura entre los preparativos para el viaje y unas cuantas resacas de las que no me siento orgulloso. Necesitaba un poco de paz.
{…}
Es en este trozo de mar donde tiré las cenizas de mi madre. No me dio indicaciones sobre qué hacer con ella. A mí me pareció buena idea, siempre me recordó mucho al mar. Hermoso, libre, bravo y reconfortante cuando está en calma.
{…}
Nada de lo que hice ayudó a que dejara atrás la culpa. Solo podía pensar en que encerré a una persona que vivió toda su vida como quiso, sin ataduras ni lazos e hice de su final un infierno. Que ella aguantó solo por mí.
Mara terminando con su carrera y con su novio y Paul dándose resacas una detrás de otra Los adoro
Pero aunque haya estado de resaca en resaca, Paul tambien se ha ido desprendiendo de cosas. Como de la gata y la casa. Y aunque no se le cuente a Rio, de Capitola tambien. ADORO la dicotomia de ambos, y no es como si fueran tan opuestos. Es todo muy gris, como sabes (¿?) en fin, lo que quiero decir es que estan en lados opuestos del mundo entero, pero son los unicos que entienden por donde eestan pasando y lo que significa desprenderse de cosas aunque te aterre que no vas a seguir adelante aunque lo hagas.
Paul, necesitas dejar de sentirte tan culpable por cosas que no son culpa tuyaSe me escapa una sonrisa. «Yo también tengo ganas de verte». Cuando me dijo eso tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no decirle que yo tenía ganas de muchas cosas y no todas ellas con ropa. Pero tengo que ver cómo fluyen las cosas entre nosotros.
{…}
—Se le escapó hace unas semanas —explica en medio de un bostezo—. No entiendo por qué no querías decírmelo.
—No sé.
Me rasco la nuca. Supongo que no quería contárselo a mi mejor amigo porque ha rechazado cinco buenas ofertas de trabajo en estos años para no dejarme solo. Y luego voy yo, de un día para el otro y decido pirarme. Sin tener en cuenta nada.
—Si tu miedo era romperme el corazón o alguna tontería de esas, no te aflijas —bromea devolviéndome el puñetazo de antes—. Voy por esas cervezas.
AJAJAJAJAJA LO AMO AJAJAJAJAJAJAJA
Y AMO A RIO Y A PAUL SON HERMOSOS ME DAN VIDA
Espero que vayas a descubrir las 7 maravillas con Mara o te hago la huelga del siglo, yo no hago las reglasPodría pasar cualquier cosa o nada. Pues tampoco sé qué siente Paul, ni cómo interpretar sus palabras. Si es que conllevan algún significado oculto. Si lo que siento está influenciado o de verdad me gusta.
Yo te lo explico: a Mara le gusta Paul, a Paul le gusta Mara. ¿ESO ES TAN DIFICIL DE COMPRENDER?—Imagina mi sorpresa al no encontrarte aquí cuatro horas antes —ironiza Lynx a la que me dejo caer a su lado.
—Vivo al límite, qué puedo decirte.
—Lo próximo será quedarte cinco minutos más en la cama después que suene el despertador.
{…}
—Has aprovechado el fin de semana. —Se deja caer en el respaldo con los brazos cruzados, dándome una mirada sardónica.
Lanzo el aire fuera de mis pulmones con fuerza. Me inclino hacia delante, con las manos colgando entre las piernas.
—Parecía lo correcto.
—Y Mara Santiago siempre hace lo correcto —presiento cierta burla en su voz.
—Supongo que sí.
AAAAAAAAAAAAAA NUESTRAS BEBES AAAAAAAAA
Ya te lo dije y ya lo dijimos pero no me canso NO ME CANSO, es que son demasiado bellas. AY DIOS. Amo el tira y jala que tienen con todo y que no se jodan pero que se jodan al mismo tiempo, ¿comprendes?
Ya quiero ver como se llevan en la isla y como va avanzando su amistad. Porque las adoro con toda mi alma.Solo espero que tras esta catarsis, al fin llegue la calma.
Muy bien, hemos llegado al fin, aunque mis feels incontrolables y mocosos a penas están comenzando. Pero bueno, QUE AME TU CAPITULO, MUJER. DE VERDAD. Quiero tomar este momento para decir *se aclara la garganta* que adoro muchísimo a tus personajes y lo reales que son, en todo el sentido de la palabra. Que están atravesando momentos en su vida super definitivos? Transformativos? No se como decirles, pero espero que entiendas. Y adoro ver como cada uno va lidiando con todo y aprendiendo a ver la vida como es y no como pensaron que era o como crecieron pensando que era.
Me voy en feels otra vez, pero ya quiero ver como avanza la historia de Mara y Paul Y SI MATAS A RIO, VOY A TU PAIS A HACERTE PAGARME CON CERVEZAS GRATIS POR TRES MESES. NO SE NO SE
hange.
Re: Triángulo de las Bermudas
perdon que ando re vaga para comentar :( ya me voy a sentar a leer mas tranquila sus hermosos capitulos las quiero!
Jaeger.
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Re: Triángulo de las Bermudas
- KAAAAAAAAAAAAAAAAAAATEEEEE :
- Antes que nada, quiero disculparme porque en serio no recordaba en lo absoluto que habías subido cap , esa es la razón por la cual no lo había comentado. Espero que te guste mi comentario y le haga honor a tu cap que desde ya sé que está re bueno.
Todo era hermoso, por la forma en que Mara expresa su amor y admiración por el mar, incluso estaba sonriendo mientras leía hasta esto:En sus profundidades están los cadáveres de mis padres.
Literalmente mi expresión fue asi:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Pero creo que muy dentro de mí me lo esperaba , después de todo eres especialista en hacerme sufrir (?)—Quizás deberías hablar con tu psiquiatra para que te ajusten la medicación.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Kate, debo hacerte una pregunta muy seria ... ¿Odias a tus personajes?
Wacha, a todos les va de la mierda , creo que la que es un poco más afortunada y no sufre tantísimo es HelviaOdio perder el control de esta manera.
TOC DETECTED!!!!
Si pudieras mandar a tus personajes a terapia conmigo, seguramente me haría rica—Aprovecharé la tarde para preparar mi tesis —declino su oferta.
Si en verdad lo hará, quisiera ser como Mara en ese aspecto jaja.
Es de flojera, más porque al menos en mi caso, no tengo quién me asesore y estoy como toda wey sin saber qué onda con todo
Me gusta demasiado la relación que lleva con Lynx, es como de esas amistades en las que se llaman "pendeja" la una a la otra y todo esta bien , aunque creo que Mara tiende a aislarse demasiado y por más que Lynx insista, si ella esta sintiéndose mal (y con un a medicación mal ajustada) pues nada de lo que Lux le diga hará que salga; eso es un poco bastante preocupante.No me atrae la idea de que mis espacios sean ocupados por un desconocido durante un mes entero.
No sé por qué sospecho que se trata de Paul , así que... Mara, deberías preparar tus chacras porque creo que te va a sacar mucho de quicioNahuel
Ya no estoy entendiendo bien , aunque puedo ver que la narración es de un hombre, ¿es acaso Paul?—No, perdónale tú a él —intercede Rio, con una sonrisa amable—. Tiene un resorte ecosostenible en el culo.
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ese comentario fue oro puro jaja
Me encanta la actitud toda enfurruñada de Paul, y comprendo demasiado ese sentimiento de sentirte atascado en un lugar , me encanta que siempre que leo sus capítulos de algún modo hago mi propio insith, lo ignoro por supuesto, y ustedes siguen recordándomelo
Por cierto, la descripción física de Pezuñas, excepto por lo de ser tuerta, me recuerda de algún modo a GarfieldQuizás es una mezcla de todo, el voluntariado, Mara y ganas de marcharme.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Okay...
Ya no estoy entendiendo un carajo, Kate. ¿Mara y Paul ya se conocen?
Me llama demasiado la atención que también la madre de Paul haya fallecido, ¿de dónde se conocen? ¿Quizás, terapia grupal? o qué onda, no entiendoTras dormir unas horas me pongo con la tesis. O al menos lo intento.
Mara durante horas:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]«novia horrible»[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Espera... ¿KHÁ? , cada vez me siento más intrigada a esta chamaca—¿Qué llevas puesto?
La voz profunda y sugerente de Paul ejerce de bálsamo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¿Sabes? No me importa haberme estado quemando las neuronas sólo con este momento, no he leído más aparte de eso y ya estoy fangirleando como loca
Amo la forma en la que se expresa de Paul, como si él hubiese sido su salvador y tuviera un cariño enorme hacia él por ser el primero en comprenderla de tal modo que ella ni siquiera tenía que contarle nada... ¡Ay, Kate! ¿por qué eres así? , ya los shippeo por siempre y para siempre
No puedo con la parte en que ella dice "coincidencia o destino, también irá a Puerto Rico como voluntario" porque... es obvio que es algo que está destinado—La gata se ha peído en mi cara.
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA gata pedorra. Me da demasiada risa que se lo diga sólo porque es el suceso más relevante en lo que va de su día—Entonces, dime… ¿cómo de provocativo es ese pijama?
Me encanta
¡Ya bésense! No puedo esperar para leer que ambos junten sus labios en un besote(?), y bueno, con respecto al novio de Mara, creo que debería hacerla sentir peor el hecho de que parece que está con él sólo para no estar sola. Si en realidad lo quisiera, por más jodida que se sintiese, le hubiese respondido las llamadas, ya de mínimo los mensajes. Y si tuviera tal importancia, el saber sobre él, le haría subir el ánimo
¡AMIGA, DATE CUENTA!—En el hipotético caso de que haya otro huracán y los dos muráis—Callie alza sus ojos azules al cielo con aire meditabundo—, me pido desde ya apropiarme la tabla de surf de Paul y su todoterreno.
—Espera, espera —Justin se incorpora como un resorte—. La tabla de surf es para mí.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Qué amigos tan geniales(?) , creo que ellos les están dando una suerte de mierda y sucederá lo que va a suceder(??)Que no es otra cosa que una invitación silenciosa a perdernos un rato en el otro más tarde.
¡No, estúpido! No te pierdas en nadie ni esa noche, ni nunca. A menos que sea con Mara(??)Pero también recuerdo que tiene novio y que no tengo la más puñetera idea de si ella nota la atracción tanto como yo o, solo me ve como un amigo.
KAAAAATEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!![Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¿Ves que más arriba te fije que estaba fangirleando? Pues ahora lo estoy mucho más, antes que nada, me fascina que narren tanto Paul como Mara, aparte, amo el hecho de que ambos se gustan. Apuesto a que Mara no lo va a aceptar, pero es TAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN obvia la atracción entre ambos. Ahora, sólo espero que Paul no se tire a la chica(?)Sin embargo, cuando me despido de Molly tras dejarla en su casa, mi parte más desordenada, incoherente e impulsiva le escribe un mensaje a Mara diciendo que se muere de ganas de verla.
Yo estoy así:
PINCHE PAUL!!!!!!!!!!!!!!!![Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Cómo se atreve a engañar a Mara(?)... vale, no es engaño, pero sí lo es... ¡Pinche Paul!—Estoy aprovechando el tiempo. No podré meterme contigo en al menos un mes.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Un mes...Recuerdo que cuando empezamos a vivir juntos, me irritaba en sobremanera esta manía suya. Siempre regañábamos por ello, de esa estúpida forma en la que lo hacen las parejas y que luego se soluciona con un beso o una risa involuntaria en medio de la pelea.
Ahora ni me inmuto.
Murió el amor , basta de seguirte engañando, Mara, y basta también de hacerle perder tiempo al chico...
Ya, we, ya haz que Mara y Paul se hagan novios(???), me estreso con tanto drama en estoHago descender mis manos por su espalda hasta que llego al dobladillo de su camiseta: las cuelo bajo ella. Recorro su piel caliente, musculosa y tensa.
Yo leyendo eso:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Pero justo después me doy cuenta que solo son mis ganas de que así sea. Que no estoy sintiendo la chispa calurosa en mi estómago, sino que trato de imitarla.
Me aparto jadeando.
Y yo leyendo esto:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Chale... siempre termino odiándote y amándote cada que leo un capítulo tuyo, más cuando ya hay sentimientos de por medio entre tus personajes principales, mujer , aunque bueno, no quiero que Mara engañe a Paul(?). Sólo quiero que Mara deje de hacerse la tonta con Mikel, sin embargo, él también está actuando mal, no sé, no me parece normal que no exprese el cómo se siente, creo que más que darle igual simplemente trata de ocultarlo para que Mara no se sienta mal. Par de bobos, ambos están sufriendo—¿Y el macizo estadounidense? —alza una ceja.
—¡Andrea! —regaño preocupada por si nos han escuchado, la casa no es muy grande y tiene una acústica demasiado buena—. Somos amigos. Nada más.
Esa preocupación de que las escuchen me provoca seguir con el fangirleo intenso(???)—A lo mejor deberías preguntarte por qué se comporta así —resopla enfadada. Abre los ojos sorprendida, como si no acabara de creerse lo que ha dicho.
Sé que estoy pensando de más, pero eso que ha dicho, y el hecho de que esté embarazada, me hace pensar que el bebé es de Mikel jaja, no sé , pero ya le dijo que está pasando algo y ahora estoy muy intrigadaNo soy una valiente, sino una cobarde.
¡NO LO ERES!
Eres oro, Mara , por favor entiéndelo
Weona, estoy demasiado intrigada por saber qué pasa con el Mikel—¿Sabe qué? —digo con un torrente de energía determinada impulsando mis palabras—. No va a ser necesario. He decidido que no realizaré la tesis, después de todo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¿KHÉ?
Es cierto que esperaba que se librara de eso de una vez por todas, pero creo que fue un tanto repentino—Bien, porque te vas a hartar de verme —bromea con cierta seriedad—. Igual hasta te arrepientes de esas ganas.
—Tendremos que averiguarlo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¡GRACIAS, KATE! Necesitaba tanto leer eso, de otro modo me iba a desquiciar , ahora necesito saber por qué pinches el Mikel está actuando así—Mikel…
—He conocido a alguien.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Pinche Mikel(?) , y yo pensando mal de Andrea jajajajaja
Lo siento pero andaba muy rara y pues se me vino a la mente eso , aunque bueno, creo que ambos se lo tienen ganado, por no ser sinceros ni con el otro, ni consigo mismos . Igual me alegra que no surgieran dramas raros durante ese momento, por el contrario, creo que ambos pudieron liberarse y relajarse, además estoy feliz porque ahora no hay obstáculos (personas) que puedan interponerse entre Mara y PaulAl venir al faro unas horas atrás y no sentir nada me he reafirmado más en mi decisión. Estos días me he replanteado mucho la decisión de marcharme de aquí para siempre. Acojonado con la posibilidad de perderla más. Pero en realidad da igual el sitio. Mi madre se irá conmigo adónde yo quiera llevarla.
No puedo evitar sentirme mal por Paul , ha perdido tanto por aferrarse a ese lugar y de verdad me alegra que haya decidido ocuparse de su vida y buscar su felicidad. Al final de todo, el tiempo va a seguir pasando sin importarle su vida, y si no hace algo por ser feliz pues simplemente vivirá arrepintiéndose de todo—Ve a por cerveza. Quiero hablar contigo —digo incorporándome también.
—¿Desde cuándo soy tu sirviente?
JAJAJAJA Me encanta el amigo , y de algún modo sabía que él ya sabía(?) sobre Paul e irse de Capitola , su convivencia entre amigos, me hizo suponer que la wacha es una boca flojaSolo espero que tras esta catarsis, al fin llegue la calma.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Oh, mi querida Mara, lo que menos tendrás será calma , así que prepárate, wachita...
KAAAAATTTTEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
Me encantó jodidamente demasiado tu cap , me disculpo por haber sido tan pendeja y olvidar que habías subido en esta enecé. Desde ya quedé atrapada con Mara y Paul, creo que soñaré con ellos, wna. Tendré uno de esos sueños raros en los que en mi sueño estoy viendo una receta de cocina en Youtube y al despertar es lo único que recuerdo que hago, sólo que en este caso, me soñaré leyendo un capítulo en el que por fin no nos tortures, y Paul y Mara se den un besito(?)
Espero con ansias tu próximo capítulo
Arrivederci
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Bart Simpson
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