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Someday, Somehow. [EN CURSO]
O W N :: Zona Libre :: Zona Libre :: Sin Tabú
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Someday, Somehow. [EN CURSO]
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June, una chica huérfana que fue separada de su hermano cuando era niña con pesadillas extrañas.
Hyde, el heredero narcisista del conglomerado Ailsworth que sufre de estrés post traumático.
August, un periodista complicado amante de la risa y de la buena comida que esconde algunos secretos.
Todos están relacionados con un incidente ocurrido hace quince años, pero ¿Qué papel juega cada uno? ¿Cuál es la verdadera historia detrás de las cicatrices en su mente? ¿Qué tiene el universo con hacerlos encontrarse de nuevo?
~~~~
✓Prohibida la copia total o parcial de esta novela.
✓No es un fanfic.
✓Lenguaje fuerte y escenas de violencia ocasionales.
✓PG 13.
✓Sin uso de modelos para los personajes.
Originalmente en curso en Wattpad.
itstiellamotzarella
Re: Someday, Somehow. [EN CURSO]
I
Julio 21.
7:45 am
Hay objetos extraños, como si estuvieran ahí al azar, caras borrosas, sonidos y voces a lo largo de una habitación individual con hedor a moho y orina. Recuerda sostener una mano fría y mugrienta, recuerda… recuerda… una risa, una risa en medio de todo el sentimiento gris que se apoderaba de la pequeña habitación, iluminada tan sólo por una luna llena radiante que se asomaba por la ventana circular llena de polvo. No recuerda mucho pero muy vagamente lo recuerda a él, recuerda al pequeño Josh con sus manos en la cara que de vez en cuando asomaba sus ojos llenos de temor para estar seguro de que había alguien más allí y de que no estaba solo en medio de la penumbra. Una mueca aquí y una mueca allá, la risa resonaba cada vez un poquito más opaca y otra vocecita infantil titubeaba como un cascabel con balbuceos desordenados y frases temerosas: “¿Josh? Tengo miedo, no van a volver ¿Verdad?” decía la pequeña. “La hermana Silvia está durmiendo, shh” respondía él, “Pero estoy aquí contigo, estoy…” entonces de pronto, había más luminosidad, demasiada, tanto que ambos eran cegados por la luz iridiscente. Podía sentir el calor cada vez más intenso en aquella habitación, los sollozos y los gritos airados de angustia eran tan sofocantes como el calor abrazador cada vez menos ajeno. ¡Josh! Gritaba una y otra vez hasta que hubo un repentino golpe y los cristales cayeron por todas partes en un estruendo.
—¡Josh!
June a veces se despertaba empapada en sudor recostada en algún suelo helado en vez de la cama, como hoy, tuvo que tomar unos minutos antes para poder recobrar el sentido. Y aunque tratar de ponerse de pie casi nunca funcionaba, se volvía a desplomar para soltar unas cuantas lágrimas. Ya era algo cotidiano, casi parte de su vida diaria desde que tenía memoria, pero nunca logró entender por qué una persona como ella que no derramaba una lágrima por la más mínima situación, lloraba involuntariamente como una niña pequeña la mayoría de las mañanas, ni por qué un sentimiento vacío se apoderaba de su pecho como si hubiera perdido lo más preciado que alguna vez tuvo.
—Esta maldita pesadilla de nuevo. —dijo, mientras se obligó a si misma a ponerse un sujetador y a acomodarse el cabello en una cola de caballo desordenada.
—¡June! —gritó Cristal—¿Quieres algo de tost…? Uy, amiga nunca me voy a acostumbrar a tu imagen en la mañana, pareces Lindsay Lohan en drogas.
June la miró con los ojos entrecerrados y bufó en lo bajo, se puso en pie de nuevo, tomo la tostada mordisqueada que tenía Cristal en sus manos con manicura impecable, y se sentó con las piernas cruzadas en la silla de escritorio en donde puso uno de los ordenadores, un par de teclazos, un mordisco poco glamuroso a la tostada y una mirada desdeñosa hacia su ordenador.
—Aún no han salido los resultados. —anunció con la boca llena de pan en media sonrisa de alivio.
—¿De verdad? — Cristal saltó a la cama para poder ver más de cerca la pantalla.
—¡Debbie! —gritó Cristal con su voz nasal mañanera, a lo que la pelirroja respondió inmediatamente saliendo rápidamente del cuarto de baño y saltando en la cama con Cristal.
—¿Qué pasa, ¿qué pasa? ¿Ya salieron los resultados? —dijo Debbie quitándose el pelo de la cara entre jadeos. Para Debbie, Cristal y June, los logros individuales de cada una eran celebrados por las tres independientemente de lo que fueran, al igual que las dificultades que cada una pasaba. Era indispensable que se apoyaran entre sí, como hermanas. De esa manera han logrado sobrevivir desde el primer año de preparatoria cuando toparon los caminos de sus vidas por primera vez y juraron nunca separarlos.
—No, sólo quería preguntarte si querías una tostada—le sonrió Cristal respingando su nariz, Debbie respondió con un contacto visual poco amigable y la empujó levemente con el hombro.
—Necesito ir a trabajar, hoy me toca ir fuera de la ciudad a otro maldito evento de élite —June se puso de pie tratando de estirar su espalda con los brazos levantados en el aire.
—¿Quién es esta vez? ¿Cameron Díaz? ¿Lauren Conrad? —preguntó Debbie mirando a June impaciente, Cristal inmediatamente se unió a Debbie para hacerle presión a June, no estaba permitido para ella hablar sobre a donde iba ni para quién, pero siempre rompía las reglas cuando se trataba de sus amigas.
—¿Sinceramente? No tengo idea, creo que es el cumpleaños de uno de los hijos del chino ese de Samsung o algo así, estoy harta de esta porquería. —resopló. — Voy a venir por mis cosas en la tarde para regresar a casa esta noche. —añadió June con notable cansancio en la voz mientras observaba la pantalla del ordenador en blanco con el logo de Michigan State University en la parte posterior.
—¿Vas a ir a casa hoy? ¿No es mejor esperar unos días más? Parece que esta vez esa mujer perdió la cabeza. —sugirió Cristal refiriéndose a la tía de June quien hace tres días se había vuelto loca al enterarse que June aún estaba aplicando a la universidad a sus espaldas.
—Esa maldita bruja, no entiendo como aún no has salido de ahí. —dijo Debbie acariciando la espalda de June en medio bostezo.
—Ya le he dicho que puede venir a vivir a mi departamento o que se quede hasta que encuentre un lugar propio, pero es como hablarle a una pared. ¡Inclusive Debbie que se supone que vive con sus padres pasa aquí metida! —replicó Cristal. —La vieja bruja la humilla, la hace pagarle, no la deja mover un dedo sin que primero ella sepa, ¿de verdad quieres ser su esclava por el resto de tus días?
—Por supuesto que no, pero mi parte moral quisiera poder pagarte al menos la estadía y tengo que ahorrar cada centavo si de verdad quiero largarme de ahí como los grandes. —June suspiró como si ese sueño estuviera a años luz, como si dejar de ser la miserable esclava de las garras de su tía, sus primos y trabajos de medio tiempo fuera inalcanzable.
—Mejor toma ese dinero y ponte implantes de todo, con eso de seguro encuentras a un viejo ricachón que seducir en uno de esos eventos y de paso nos recoges a mí y a Debbie como tus damas de compañía ¿eh? ¿Elizabeth Bennett? —respondió Cristal con un tono juguetón, a lo que Debbie y June rieron y le tiraron una almohada en el pecho a June que se quejó dramáticamente.
—¿Debería? —suspiró June recostándose de nuevo en la cama. —Estoy tan cansada que a veces sólo quiero vivir en las calles, y luego recuerdo que así no voy a encontrar a Josh.
—¡Josh! ¡Tal vez ese hermano perdido tuyo ahora es millonario! Hay que darse prisa y encontrarlo. —bromeó Debbie.
—Espero que estés en lo cierto, me tiene que recompensar por olvidarse de mí. —soltó June con la nostalgia metida en los ojos.
June había nacido veintiún años atrás en primavera y creció la primera parte de su infancia en un hogar para huérfanos junto con su hermano, del que tiene los recuerdos más escasos y borrosos. Parte de ellos es una serie de momentos que compartió con él en patios de juego, comedores y dormitorios de lo que parecía ser el orfanato en donde vivió hasta los seis años, y en donde fueron también separados. Debido a los abismales hoyos que hay en su memoria, nunca ha logrado recordar el nombre del orfanato, su apellido original o las caras de las monjas que se hacían cargo del hogar en aquel tiempo. Y por más que ha tratado de buscar en los periódicos de la época incidentes relacionados -o de personas que hayan estado involucradas-, no ha logrado ningún resultado. Además, su tía jamás iba a soltar una palabra.
June se pregunta todos los días si su hermano la recuerda, si alguna vez la ha intentado encontrar. Tiene la esperanza de que Josh sea un poco mayor que ella o de que sea al menos de la misma edad para que los recuerdos aun estén en su memoria. A menudo se pregunta ¿cómo luce? ¿con quién creció? ¿es saludable? ¿En que gasta su tiempo? o inclusive, ¿qué esta… haciendo en estos momentos?
***
11:00 am
—Ugh, tan solo míralo, podría jurar que literalmente brilla, ¡es tan perfecto! —vociferó la chica castaña entre brinquitos emocionados sobre el césped fresco.
—Hyde no es de este mundo, por supuesto que brilla. —dijo la otra con una de sus cejas bien levantadas mientras mordía su labio inferior. El chico bien trajeado junto a ellas dio un sorbo a su bebida y las miró con recelo.
—Como si las volviera a ver a ustedes dos. —rió. — Ni si quiera es especial, sólo un niño de mami que vino a proteger su fortuna ahora que papi está muriendo.
—¿Especial? —Hyde caminaba elegantemente bajo la tenue y cálida luz del sol que se colaba entre las ramas de los árboles de manzana sobre él. Con las manos en los bolsillos saludaba amablemente inclinando su cabeza y se detenía con ciertas personas. Era seguido por un asistente personal, una secretaria de mediana edad preocupada porque su perfecto cabello no se despeinara y sus dos padres, reyes del prestigioso y multimillonario Grupo Ailsworth, uno de ellos, su viejo y respetado progenitor Bruce en una silla de ruedas eléctrica con la mejor tecnología exclusiva que su compañía podía ofrecer y su madre Adele con su delicado cabello cenizo finamente recogido en un elegante peinado, los tres esplendorosamente vestidos y presentables para el cumpleaños número veinticuatro de su único hijo que habían decidido hacer a las afueras de Los Ángeles en una de sus mansiones de campo al aire libre y al estilo coctel, mayoritariamente asistida con inversores y colegas empresariales porque ¿Qué era una fiesta de cumpleaños más que una perfecta oportunidad para hacer negocios? —Hyde Ailsworth no es especial querido David, no creo que exista una palabra terrestre para describirlo. Sólo le tienes celos a tu primo. —añadió la chica mirando a Hyde con el cuello extendido. —Fue tallado finamente por los mismísimos ángeles, uno de los billonarios herederos más jóvenes de la historia, inteligente, caballeroso, atento, ama…
—¡¿Quién contrata gente tan incompetente, huh?! —gritó el muchacho enfurecido mientras sacudía frenéticamente su fino traje a la medida y llenaba sus guantes de cuero de lo que parecía ser crema batida.
—Y con el peor carácter del mundo. —concluyó David levantando los hombros mientras tomaba otro sorbo de su bebida y se alejaba con confianza para mirar más de cerca la escena junto con todos los presentes.
—Cariño, no es para tanto. —le dijo Adele en voz alta acercándose a él con una sonrisa forzada y su característico aroma dulce mentolado para añadir en un susurro: —Compórtate, al menos hoy ¿quieres? —Bruce se había quedado charlando con un viejo colega de sus negocios en Alemania y prefirió hacer oídos sordos antes de que le diera otro infarto.
—¡C…c…cuánto lo siento señor!, ¡Permítame arreglarlo! —expresó la mesera sintiéndose diminuta mientras trataba pobremente de limpiar el traje de Hyde con una servilleta de papel y pisoteaba todo el resto del pastel con sus pequeños y desgastados zapatos negros.
—¡Muévete! —Soltó el muchacho empujando deliberadamente a la mesera avergonzada que aterrizó en el suelo de manera inmediata sobre el resto de la comida, acto seguido caminó lo más lejos de la multitud que sus piernas pudieron, el asistente y su secretaria lo siguieron. Todo el mundo miró expectante la escena entre murmullos y ojos bien abiertos mientras se escabullían entre si comentarios altaneros, “Tiene el carácter de su padre”, “Es definitivamente un Ailsworth”, “Dicen que inclusive trae guantes todo el tiempo porque le causa disgusto tocar a otras personas”, “Sus empleados deben pasar por un infierno”
Alto, esbelto, cubierto de pies a cabeza con los mejores productos comerciales probablemente por puro patrocinio forzado y con un carácter satánico, Hyde Ailsworth era definitivamente un joven talentoso, fue admitido en las mejores universidades de Londres y vivió allí desde entonces, aún así Hyde estaba recién llegado ese mismo día para dedicarse temporalmente al Grupo debido a la repentina caída de salud de su padre.
—¿Qué tan rápido dijiste que llegaría el otro traje? —le dijo Hyde a Helena con cada fibra de su ser irritada. Estaba empezando a tener un dolor de cabeza insufrible solamente de pensar en la vergüenza que tuvo que pasar y en el discurso que tenía que dar en unas horas en frente de todo el círculo social de su familia.
—Diez minutos, Milo está haciendo lo posible para apresurar al helicóptero señorito Ailsworth. —dijo Helena con su característico tono de voz apacible que ha mantenido hacia Hyde desde que este tenía once años. Helena escuchó a alguien tocando tímidamente una de las altísimas puertas de madera talladas del aposento, abrió una de ellas los suficiente para que la mitad de su cuerpo fuera visible e intercambió unas cuantas palabras con un hombrecillo medio calvo en sus cincuentas para luego sentarse en la cama con delicadeza. —Hyde. —cuando Helena se atrevía a usar su nombre de pila era porque era de suma importancia lo que sea que le fuera a decir, Hyde nunca se oponía, de hecho, el insistía en ser llamado así sólo por ella, sus padres y unos pocos amigos cercanos, pero Helena prefería mantener una buena distancia ejecutiva la mayoría del tiempo. —Afuera está la mesera que cometió el error hace unos momentos, ella quiere disculparse contigo y considero prudente que eso suceda para evitar mayores problemas en el futuro. —anunció, Hyde la miró exasperado y se decía a sí mismo una y otra vez que sólo debía aguantar esa ridiculéz unos cuantos meses más.
—Deja que pase. —concluyó en medio suspiro pesado para no perder la paz, no se movió ni un centímetro de en donde estaba sentado con su cabeza apoyada a su mano derecha y sus piernas levemente cruzadas.
Las puertas se abrieron a continuación gracias a Helena y un hombre de baja estatura cruzó el umbral junto con una chica cabizbaja, la muchacha estaba al igual que Hyde llena de merengue, tenía sus dos manos enredadas entre sí de manera nerviosa y su uniforme era considerablemente grande como para su extenuado pequeño cuerpo, el hombre miró a la chica frunciendo su nariz y abriendo sus ojos en manera de señal para que esta comenzara a rogar por perdón, era de vida o muerte que hiciera un buen trabajo, la pequeña empresa de catering service apenas había empezado a ganar fama entre las celebridades para hacer contrataciones dos veces a la semana y esto generaba empleo a al menos unas cincuenta personas contando a los chefs que ofrecían sus servicios y estaban construyendo su nombre alrededor del negocio, era necesario que toda aquella gente importante en la fiesta tuviera una buena impresión del servicio si este quería sobrevivir entonces el manager principal por supuesto que debería obligar a su sub alterna a disculparse con alma corazón y fuerza.
—Yo… —comenzó la chica. —Me disculpo muchísimo por haber arruinado su traje señor, de verdad tuve que haberme fijado mejor por donde caminaba, lamento haber arruinado también su pastel. —Hyde la miró con desdén, era una chica desaliñada, con ojos grandes y labios resecos, se veía ligeramente familiar, pero pensó para sus adentros que era debido a sus rasgos comunes.
—Señor, ella va a ser inmediatamente despedida de todas maneras, le pido que por favor no desacredite la calidad de nuestros servicios. —agregó el hombre, Hyde sonrió de lado de manera casi malvada y se puso en pie para quedar cara a cara con la mesera, se dio cuenta de que esa mujer era todavía más pequeña de lo que había imaginado así que se inclinó ligeramente intimidando un poco a la chica.
—¿No tienes nada más que decir? —preguntó por mera diversión de ver la cara confusa de la mesera y del hombre calvo a su lado, Hyde bufó en una risa apenas audible y se volteó sin esperar escuchar respuesta.
—No tengo idea de que estoy haciendo aquí. —soltó la mesera para sorpresa de todos los presentes. —La verdad es que yo esperaba quedarme callada, ser sumisa y anuente para proteger la imagen del lugar donde he trabajado por seis meses, pero no vale la pena. —su voz era mucho más firme y menos tambaleante que la primera vez que habló, Hyde decidió mirarla de nuevo sin poder creer que se había atrevido a responderle tan altaneramente una simple camarera, de todas maneras, la chica continuó. —No fue mi culpa que usted se tropezara con el carrete que cargaba el pastel y lo estropeara por completo, el carrete estaba inmóvil, yo no me estaba moviendo, sin embargo, usted si, estaba caminando sin fijarse por lo que estaba frente a usted, así que considero… —su jefe la agarró del brazo con mucha presión y le hizo mil caras para que por favor se callase. —Que yo no tengo la culpa de ningún descuido suyo y que me parece ridículo que aun así me haya culpado a mí, me haya insultado y empujado al suelo como un niño inmaduro del jardín de infantes.
—Señor, aquí está el nuevo tra…je. —anunció Milo entre jadeos mientras miraba la escena confundido.
Un Hyde que vomitaba fuego por los ojos.
Helena riéndose lo menos notable posible.
Y June Arlo llena de pastel y tierra con los brazos cruzados a punto de arrepentirse de vivir.
Última edición por itstiellamotzarella el Vie 27 Jul 2018, 11:14 am, editado 2 veces
itstiellamotzarella
Re: Someday, Somehow. [EN CURSO]
II
11:30 am
—Señor Ailsworth, tiene que calmarse. —decía Helena tratando de contener la risa mientras tomaba el brazo de Hyde y le hablaba con paciencia.
—¡¿UN NIÑO DE KINDER?! —gritaba Hyde incrédulo de lo que acababan de escuchar sus oídos.
—¡UN BEBITO DE CUATRO AÑOS! —respondió June histérica. —¿Quién diablos te crees para tratarme de inepta de todas maneras? ¿Eres ciego? Si tu familia es dueña de tantos hospitales deberías aprovechar. ¿No?
—Esto es increíble. ¡YO PUEDO HACER MISERABLE TU VIDA EN UN MINUTO! —rugió Hyde posicionándose aterradoramente cerca de ella con el dedo levantado a centímetros de la nariz de June, ella no podía echarse para atrás en esta situación por más que su ex jefe y el asistente la estuvieran agarrando de los hombros para tratar de calmarla.
June rodeó con sus diminutos dedos el índice amenazador de Hyde cubierto por el guante de cuero negro manchado de pastel y lo apartó de un jalón hacia abajo.
—Oh mon Dieu, mala idea. —susurró Milo boquiabierto llevándose una mano a la frente.
—¡¿CÓMO TE ATREVEZ A TOCARME CON TUS SUCIAS MANOS?! —furioso no es adjetivo suficiente para describir el estado de Hyde, su cara se enrojeció, las venas de su cuello se hicieron prominentes y su mandíbula estaba palpitante al son de su respiración pesada.
Nadie tocaba sus manos, con o sin guantes, ni siquiera su propia madre.
June se asustó un poco por la exagerada reacción del muchacho entonces retrocedió por instinto, pero antes de que diera un paso más el chico enfurecido la tomo del cabello sin previo aviso lo cual impactó a todos, acto seguido la chica castaña que ciertamente no se iba a quedar calmada después de aquella insensatez decidió actuar como la adulta racional y crecida que era y tomarle a él también por el pelo.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Déjalo ir! —gritó el Jefe asustado agarrando a June por la cintura.
—Señor Ailsworth. —logró decir Helena quien no pudo contener la risa por más tiempo, ella parecía disfrutar demasiado lo que estaba presenciando a diferencia de todos los demás. —Creo que es suficiente. —dijo entre risillas.
—¡¿No vas a soltarme?! —gritó June jalando con más fuerza los cabellos de Hyde a lo que el respondía con una ligera mueca de dolor.
—¡Tu suelta primero! —contestaba el chico también añadiendo fuerza.
—¡Si quieres que te suelte discúlpate!
El jefe se rindió con June al mismo tiempo que con su vida y decidió soltarla para ponerse a maldecir con frustración.
—¿No vas a llamar a seguridad? —le dijo a Milo quien aún a duras penas se estaba esforzando por separarlos. Al escuchar esto se dio cuenta de que no había considerado la idea así que dejó ir los hombros de los dos veinteañeros enfurecidos y utilizó el marcado rápido en su teléfono que tenía para Seguridad en la mansión.
—¡Hyde es suficiente! —habló Helena tratando de poner una cara seria y una voz firme lo cual aturdió a Hyde lo necesario como para que June tuviera la oportunidad de zafarse, una vez separados el jefe tomó a June de los brazos para que no se le volviera a ir encima y Helena se puso en frente de Hyde para evitarle el paso nuevamente hacia la mesera.
—Esto no termina aquí, ¡Voy a hacer una búsqueda especializada sólo para encontrarte y cortarte en pedacitos sucia mujer! —amenazó Hyde, Helena se desplomó a carcajadas con ese último intento de insulto al final de la frase lo cual ofendió un poco al chico.
—¿Crees que te tengo miedo? ¡Yo no tengo nada que perder bebito!
Las puertas se abrieron bruscamente dejando entrar a dos clásicos fortachones con gafas y trajes que agarraron a June de las muñecas, ambos chicos seguían gritándose cosas y June ponía fuerte oposición a irse, el más alto de los guardas optó por levantar a la escuálida chica por las piernas y echársela al hombro derecho dejando su torso guindando por su espalda. Mientras se encaminaban a la puerta June saco le dedo del medio y el insultado Hyde dejó caer la boca la suelo sin poder creérselo.
—Bájame, ¡Bájame! —June daba golpecitos inútiles a la espalda del hombre que la cargaba.
Al salir los guardas con la mesera a rastras seguidos del Jefe y Milo, las puertas ni siquiera tuvieron oportunidad de cerrarse ya que las detuvo una mano palideja y un tanto arrugada, seguidamente del cuerpo de un hombre en un traje violeta con una sonrisa tan amplia como el techo del aposento.
—Vicepresidente. —dijo Helena recuperando su compostura para poder saludarlo propiamente.
—Secretaria Woods. —saludó el Vicepresidente, le dio la mano a Helena al mismo tiempo que miraba a Hyde de pies a cabeza con las manos en los bolsillos. —Sobrino, te has puesto más alto. —el Vicepresidente le dedicó una sonrisa hipócrita.
Hyde odiaba a ese tipo.
—No puedo decir lo mismo, Byron —sonrió Hyde acomodando su cabello y sacudiendo su traje mientras respiraba hondo para sacar calma de donde ya no había, cualquiera que fuera su glándula de la tranquilidad fue ultrajada por esa mujer.
—¿Cómo estuvo tu exilio en Londres? ¿O debería decir Universidad, vacaciones…? —Byron comenzó a notar detenidamente el desastre de la alcoba, las machas de tierra y comida en la alfombra. —En realidad, no quiero detalles, en otra ocasión habrá tiempo para ponernos al día, sólo quería pasar a saludar y a desearte un feliz no cumpleaños, ¿crees que no lo recordaría? Es un poco desconcertante que celebren tu cumpleaños el veintiuno de julio y no el veintiuno de agosto ¿cierto?
Cierto, por alguna razón sus padres habían decidido celebrar el cumpleaños de Hyde con un mes de anticipación desde que este era pequeño, los medios y todo aquel que no fuera cercano pensaban que su cumpleaños era este día, aunque su acta de nacimiento dicte que él nació el veintiuno de agosto y no de julio, independientemente de cual sea la razón es algo que lo tiene sin cuidado, quizá es por miedo a encontrarle sentido a la respuesta así que prefiere dejar las cosas como están. Es un poco curioso y molesto que Byron saque eso a relucir, como un torpe intento de herir a Hyde.
—Señor Ailsworth, es hora de que se prepare, tiene que dar su discurso en unos minutos. —anunció Helena tratando de alivianar la tensión.
—La Secretaria Woods tiene razón, mejor te dejo para que te asees. Podemos charlar en mi oficina esta semana. —Byron miró a Hyde sobre su hombro y al salir le dedico otra sonrisa descarada a su sobrino evitando por instinto la suciedad del suelo, las puertas se cerraron detrás de él y Hyde inhaló.
***
12:00 am
—¡Quítame las manos de encima! —Repetía June revolcando sus extremidades para zafarse de los dos tipos.
Cuando finalmente la soltaron ambos hombres se voltearon sin decir una palabra, dejaron sus cosas en el suelo y cerraron el inmenso portón de metal detrás de ellos siendo maldecidos constantemente por la enfadada chica, a ambos lados del portón había paredes interminables que cercaban la gigantesca propiedad de la mansión por lo cual era imposible fijarse hacia adentro. Y ahí se quedó June, sola, despedida, en medio de la nada con un uniforme sucio y horrible, no podía recordar cuantas veces se había encontrado en la misma situación, quizá no con todos esos factores juntos, pero de seguro que se había sentido igual de impotente. Se sentó en la acera para tratar de pensar en un plan y suspiro de manera profunda antes de marcar el número de Cristal en su celular.
—¿Cris?
—June ¿Estás bien? —Dijo Cristal al otro lado de la línea.
Cristal salía de su trabajo hasta las tres, así que June tuvo que esperar unas horas ahí sentada antes de que Cristal pudiera darle un aventón, por más que odiara la idea, debía ir casa esa noche así que una vez en el apartamento de Cristal recogió sus cosas e insistió en tomar el autobús.
7:30 pm
Justo detrás de un barrio chino de mala fama en un vecindario al sur de la ciudad en donde creció con sus amigas, se encontraba una casa que siempre sintió como un lugar ajeno a ella, era una casilla pequeña con un patio descuidado, las paredes estaban pintadas de un verde menta corroído por el tiempo y las ventanas eran cuadradas, diminutas y manchadas, tenía pisos de madera, dos cuartos y un sótano que era en donde June dormía, más que nada era una bodega con una cama y un mueble para guardar sus cosas en donde pasó los últimos quince años con un ventilador de calefacción para los fríos inviernos y una ventanilla diminuta para el verano, cuando era niña le aterraba tanto ese lugar que solía ir a dormir a la sala la mayoría del tiempo pero se pudo acostumbrar mejor cuando decoró con un montón de luces navideñas que encontró en una de las innumerables cajas con las que compartía el espacio.
June se aproximó al porche que rechinaba con el peso de cada paso que daba, sacó las llaves de su bolso y antes de abrir la puerta se preparó mentalmente para lo que le fuera a pasar al cruzar ese umbral. El asqueroso hedor a cigarro inundó su nariz enseguida y no pudo evitar toser un poco. Su prima Keyla estaba tirada en la alfombra con una máscara de pepinos en la cara en muy poca ropa y su primo mayor Matthew sentado en el sillón sin poder quitar los ojos de algún partido de soccer español.
—¡Mamá, llegó tu sanguijuela favorita! —anunció Keyla quitándose la rodaja de pepino del ojo izquierdo para poder ver a June con desaire, June había crecido con Keyla quien le llevaba unos tres años de diferencia mas no creció con Matthew, él había vivido con su padre toda su vida hasta hace unos cinco años que logró graduarse de la secundaria y decidió no hacer nada más por la vida, generalmente Keyla era insufrible pero no peor que su tía y Matthew era relativamente neutral.
En el marco de donde se suponía que tenía que estar la puerta de la cocina se apoyó una señora en sus cuarentas, sólo traía calzones y una blusa rosa unas tres tallas más pequeñas de lo que hubiera sido mejor para la vista, traía su maquillaje corrido, una coleta despeinada y un cigarro entre sus dedos; sus ojos enrojecidos eran señal de que había estado tomando y la expresión en su cara era tranquila aunque con su carácter impredecible podría explotar a romper cosas en cualquier momento, esta vez solamente empezó a soltar carcajadas entre el humo que salía de su boca y no paró hasta acercarse a June.
—Perra ingrata. —Balbuceó, entonces dejó ir con todas sus fuerzas una bofetada a la cara de la chica. June se limitó a calmar el ardor con la palma de su mano y a mirarla de nuevo con resentimiento. Pudo escuchar una risilla de Keyla a sus espaldas que le pareció innecesaria. Alma, su tía, soltó otra carcajada frenética, entonces June se cuestionó si esta estaba tan sólo borracha o también bajo efectos de alguna droga. —Todo este tiempo fui tan estúpida, tuve una ladrona aquí metida y ni siquiera me di cuenta. —añadió rodeando a June mientras se tambaleaba un poco con sus pies descalzos. —Adivina que sanguijuela. —inhaló un poco de su cigarro. —Decidí que vas a largarte de este lugar, así que hace unos días bajé al mugroso sótano tuyo a meter tus malditas cosas en bolsas para tirarlas a la basura y no vas a creer lo que encontré…
Entonces June empalideció.
Bajó lo más rápido que pudo por las diminutas y polvorientas escaleras que llevaban a su sótano, cuando llegó encontró todas las cosas volteadas y escarbadas, algunas en bolsas de basura y su ropa dispersa por todo el suelo, inmediatamente corrió la cama de un tirón y lo encontró: tres tablillas de madera que había zafado como escondite para una caja de zapatos llena de sus ahorros estaban esparcidas, el pequeño hueco descubierto y la caja vacía.
June tenía tres trabajos contando la empresa de catering service con la que trabajaba los fines de semana y de la cual había sido despedida unas horas antes, todos sus pagos tenían que ser depositados a la cuenta bancaria de su tía, ella le daba una pequeña parte para el transporte y el resto lo tomaba sin ningún cargo de conciencia. June sabía que esto iba a ser así desde el principio así que decidió decirle a sus jefes que le dieran un veinte por ciento de sus ganancias en efectivo, mintió a Alma sobre su salario base y sus jornadas laborales por dos años, diciéndole que los lugares para los que trabajaba no podían darle más horas extra y que por esa razón al final del mes la cantidad total era algo baja, de esa manera pudo ahorrar algo de sus ganancias, había logrado reunir $8200 en efectivo que escondió debajo de su piso durante mucho tiempo, si abría una cuenta bancaria su tía se daría cuenta y cruzar el barrio chino con esa cantidad de dinero para guardarlo en otro lugar era un completo suicidio.
—¿Buscas esto? —dijo Alma con una sonrisa psicótica sosteniendo el dinero metido en una bolsa plástica. —Por un par de años pensé que era extraño que estuvieras afuera tanto tiempo y que aportaras con esa cantidad miserable, ¿Qué son? ¿Ahorros para la universidad? —sus carcajadas cada vez eran más gangosas y molestas, June no pudo contener la rabia ni las lágrimas así que se puso en pie y miró a Alma con firmeza.
—Dámelo. —le dijo con filo en los ojos.
Agarró una de las bolsas negras a su derecha y la empezó a llenar rápidamente con toda la ropa y zapatos que pudo recoger en diez segundos. Alma se volvió loca de rabia, eufóricamente empezó a chillar palabras vulgares y a patear cosas de manera violenta, sin pensarlo, tomó de la estantería vieja algo parecido a un trofeo con una figurilla de vidrio en una base de madera y le asestó un golpe en la cabeza a June lo más fuerte que pudo, la chica gimió de dolor y se llevó las manos a la cabeza aturdida.
—¡ALMA BASTA, DAME MI DINERO! —se puso de pie a duras penas, tambaleante y con la vista borrosa logró divisar a Alma buscando algo más grande para pegarle, pudo sentir el calor de la sangre bajando por su oreja desde la parte superior de su cuerpo. Finalmente, Alma encontró el viejo bate de béisbol de Matthew y enseguida trato de volverle a atinar a June en las costillas, la chica actuó más rápido y esquivó el golpe con destreza. Keyla y Matthew escucharon los gritos desde arriba y bajaron a echar un vistazo, no contaron con que June estuviera sangrando tanto y ambos se sorprendieron un poco, Alma nunca había golpeado a June lo suficiente como para hacerla sangrar de esa manera.
—¿Llamamos a alguien? —dijo Matthew un poco temeroso.
—La va a matar. —musitó Keyla.
June los volvió a ver a ambos pidiéndoles ayuda, sentía el cuerpo cada vez más pesado y sabía que no iba a durar mucho si no salía de ahí, Alma aprovechó para volver a herirla, esta vez la agredió con mucha fuerza en la parte izquierda del torso y sin piedad también le dio a su rodilla para volver a tirarla al suelo.
Esta vez iba a ser difícil levantarse.
Los sonidos se hacían cada vez más lejanos, empezaba a no sentir sus manos ni su pierna herida y de pronto pudo escuchar su nombre siendo gritado.
—¡June, corre estúpida! —por primera vez en su vida Keyla sintió algo de lastima por June, lo cierto era que la odiaba, pero prefería que se saliera con la suya antes de que su madre se volviera una asesina, así que con sus brazos rodeó a Alma quien se revolcaba y gritaba injurias, trataba inclusive de morder a Keyla. La malherida castaña reunió algo de valor y se puso de rodillas para apoyarse de la cama y levantarse.
—¡VOY A MATARTE ZORRA! —escupía Alma. —¡SI TE LARGAS VOY A ENCONTRARTE!
—No puedo sostenerla por mucho. —le dijo Keyla a duras penas. —Vete.
June tomó la bolsa llena de las cosas que había reunido y trató de localizar el dinero sin éxito. Si lograba salir de esta sabía que no iba a regresar nunca más a ese lugar de una vez por todas y quizá eso le dio más motivación para subir con toda la agilidad que pudo los escalones arrastrando la bolsa sin tropezarse, llegó hasta la sala, se colgó su bolso en el cuello y a sus espaldas escuchó a Alma subiendo, Keyla no pudo sostenerla por mucho más tiempo así que June se apresuró a salir, una vez en el patio miró sobre su hombro para ver si Alma la seguía y justo cuando la mujer trató de cruzar el porche Keyla nuevamente la sostuvo.
—Gracias. —susurró June hacia Keyla con toda su sinceridad.
June corrió lo más rápido que pudo, sin volver a ver atrás con el corazón en la garganta, movió sus piernas tanto como ellas se lo permitieron, jadeaba con cada paso que daba, cada vez su vista se nublaba un poco más por la gran pérdida de sangre y el dolor era tan punzante que ya no sentía sus extremidades, sin embargo, no planeaba en darse por vencida.
Una vez que estuvo afuera de los alrededores del vecindario no pudo hacer nada más que desplomarse en la calle con un suspiro de alivio.
—June Arlo, eres una tonta. —dijo para sí misma con la boca en el pavimento. —Halar del pelo al hijo de un conglomerado y provocar a la bruja de tu tía borracha en un día, esa es nueva. —sonrió con una mueca lastimera sintiéndose patética, tomó su bolso agotando sus últimas fuerzas y sacó de allí un zapato para niño un poco amarillento ya desgastado por el tiempo que alguna vez había pertenecido a su hermano.
Y lloró.
Abrazada al zapato sin cordones, lloró, tirada en media calle con su ropa desparramada en una bolsa llena de agujeros.
Toda su vida había trabajado tan duro para nada, había aguantado tanta mierda, tantos gritos, tantos golpes y ¿Para qué? ¿Para terminar el resto de sus días con trabajos de medio tiempo soportando a su abusiva familia? Se sentía engañada por ella misma al creer que algún día podría salir de todo eso, por creer que podría encontrar a su supuesto hermano o a su supuesto pasado ¿Era eso si quiera verdad? ¿No eran recuerdos inventados por una niña que no tenía nada más que abusos?
Su tiempo se acababa y honestamente estaba feliz de que así fuera.
Nunca había pensado en quitarse la vida, pero no iba a oponer resistencia esta vez, no intentó llamar a Cristal ni a Debbie ni a nadie, prefirió quedarse allí acostada y descansar.
—¿Crees que algún día podemos ir a la playa? —susurró el niño con la boca llena de galletas, de alguna forma lograron robar una caja del comedor antes de irse a la cama y habían construido un fuerte en los dormitorios con sábanas, juguetes y una lámpara manual que habían encontrado en el cobertizo, la cara del pequeño seguía sin ser reconocible pero su voz siempre había sido tan clara y juguetona que podría escucharla para siempre.
—¡Vamos a ir! Podemos jugar en la arena como en las películas y comer raspados. —respondió June con una sonrisa mientras limpiaba algunas migajas del suelo.
—Los raspados no son tan ricos, es hielo y sabor artificial. —añadió una tercera voz en un tono indiferente, los ojos de ese otro niño eran cafés, todos sus rasgos eran completamente visibles, el lunar al final de su ceja izquierda, la prominente comisura de sus labios, y unas pecas esparcidas en una nariz respingada.
—Oye, yo te conozco. —soltó June a punto de perder la conciencia. —Yo acabo… acabo de perder mi trabajo… por tu culpa. —cerró los ojos, y esbozó una sonrisa al escuchar cálidas risas de niños en su memoria, agradeció por el recuerdo en su corazón y quedó inconsciente entre lágrimas y sangre.
Última edición por itstiellamotzarella el Vie 27 Jul 2018, 11:49 am, editado 2 veces
itstiellamotzarella
Re: Someday, Somehow. [EN CURSO]
¡Hola Pequeños!
Soy Tiella,
Espero que les haya gustado mis primeros dos capitulos, no estoy acostumbrada a publicar nada así de disculpen el desorden.
Por favor comenten mucho y pregunten, eso me anima a seguir escribiento esta historia.
Los quiero!
itstiellamotzarella
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